INFLUENCIA SoCIAL, CoNvENIENCIA ECoNÓMICA, ESTABILIdAd PoLÍTICA y EFICIENCIA ESTRATÉGICA. NoTABLES LoMBARdoS AL SERvICIo dE LoS hABSBURGo EN LA SEGUNdA MITAd dEL SIGLo XvI* Mario Rizzo Università degli Studi di Pavia ESTE ensayo examina la contribución de los notables lombardos a la estra- tegia de los Austrias durante la segunda mitad del Quinientos, para recoger sus múltiples facetas e ilustrar sus principales implicaciones militares, políticas, económicas y sociales. Se intensifica así una investigación iniciada hace quince años, continuada después de una manera un tanto episódica en el ámbito de algunos estudios más generales sobre el papel estratégico del Milanesado1 pero que, recientemente, se ha hecho más sistemática en un estudio específicamente dedicado a la elite cremonesa de los siglos XvI y * Este ensayo forma parte del proyecto de investigación “Sicurezza, informazione, incertezza nella gestione di un sistema strategico complesso: l’impero degli Asburgo di Spagna”, en curso en el Centro Studi Rischio e Sicurezza del I.U.S.S. (Istituto Universitario di Studi Superiori) de Pavía. Quiero dar mis agradecimientos a Manuel Lomas Cortés, por haber traducido tan amablemente y con competencia mi texto del italiano al castellano. 1 Mario Rizzo, “I cespiti di un maggiorente lombardo del Seicento: Ercole Teodoro Trivulzio e la milizia forese”, Archivio Storico Lombardo, CXX (1994), págs. 463-477; Mario Rizzo, “Competizione politico-militare, geopolitica e mobilitazione delle risorse nell’Europa cinquecentesca. Lo Stato di Milano nell’età di Filippo II”, Giovanni Muto-Elena Brambilla, eds., La Lombardia spagnola. Nuovi indirizzi di ricerca, Milán, 1997, págs. 382-383; Mario Rizzo, ““A forza di denari” e “per buona intelligenza co’ Prencipi”. Il governo di Milano e la Monarchia di Filippo II”, Las sociedades ibéricas y el mar a finales del siglo xvi, Madrid, 1998, vol. III, págs. 287-291, 299-300; Mario Rizzo, “Milano e le forze del Principe. Agenti, relazioni e risorse per la difesa dell’impero di Filippo II”, José Martínez Millán, ed., Felipe ii (1527-1598). Europa y la Monarquía Católica, vol. I, Madrid, 1998, págs. 734-743; Mario Rizzo, “Sticks, Carrots, and All the Rest: Lombardy and the Spanish Strategy in Northern Italy between Europe and the Mediterranean (1550-1600)”, Cahiers de la Méditerranée, 75 (2005), págs. 173-174, 179-180. 163 164 Mario Rizzo XvII2 que, en muchos sentidos, ha servido de prototipo para este más amplio reconocimiento de la escala lombarda. Quede también claro desde el principio que tal investigación está todavía muy lejos de concluirse. Justo porque el ensayo se concibe como una etapa de un largo recorrido de indagación, los resultados presentados en estas páginas, aunque ya muy significativos, no pueden considerarse definitivos. El carácter, al menos en parte, todavía provisional del cuadro aquí esbozado, contribuye también a explicar las concisas referencias bibliográficas: vistos los comprensibles límites de espacio, se ha preferido reservarlo para el análisis del mayor número posible de casos, a fin de mostrar la numerosidad, multiplicidad e importancia del aporte estratégico de estos notables, subrayando algunas figuras particularmente significativas cuya trayectoria biográfica pone en evidencia ciertos aspectos esenciales de la relación que se establecía entre esta elite y la Corona. UN PRECIoSo vIvERo dE NoTABLES PARA LA ESTRATEGIA IMPERIAL La relevancia atribuida en el siglo XvI al rol estratégico de la nobleza queda de manifiesto en una carta escrita en agosto de 1557 por Tommaso Langosco de Stroppiana, cercano colaborador de Manuel Filiberto de Saboya. Comentando el triunfo de San Quintín, el noble saboyano subrayaba cómo uno de sus aspectos más sobresalientes y emocionantes había consistido en la captura de numerosos enemigos de altísimo rango (“señores principales”) y, más en general, de “casi toda la nobleza de Francia”, lo que le parecía muy propicio en términos estratégicos, “habiendo quedado Francia desnuda de gente de guerra, sin armas, sin consejo”. El alivio de Langosco estaba ulteriormente alimentado por la mucho más favorable situación en que quedaba el campo habsburgués, ya que “de nuestros no se conoce todavía que falte persona de nombre, y esta es una bella victoria que Nuestro Señor dios ha querido dar al gran y buen rey Felipe”.3 Es posible que las palabras del consejero de Manuel Filiberto tendieran a enfatizar los efectos de la victoria y pintaran un cuadro excesivamente oscuro de la derrota francesa pero, en cualquier caso, expresaban de forma emblemática una mentalidad estrechamente ligada a la praxis estratégica de la época. Una praxis y una mentalidad que emergen con claridad de la historia de la Lombardía del siglo XvI, área, como pocas, estratégicamente relevante. En la primera mitad del siglo había sido el teatro de acontecimientos bélicos fundamentales en el contexto del enfrentamiento franco-habsburgués; 2 Mario Rizzo, “‘ottima gente da guerra’. Cremonesi al servizio della strategia imperiale”, Giorgio Politi, ed., Storia di Cremona. L’età degli Asburgo di Spagna (1535-1707), Cremona, 2006, págs. 126-145. 3 ASM, Mil. p.a., 165 bis, copia de la carta de Gio. Tommaso Langosco di Stroppiana, Bruselas, 11 de agosto de 1557. influencia social, conveniencia económica 165 después de Cateau Cambrésis, restablecida la paz en la península y mutado, en cierta medida, el marco europeo, el Estado de Milán mantuvo un papel estratégico esencial, aunque en parte diferente, que tenía que ser continuamente defendido y alimentado. A tal propósito, para los habsburgo era determinante poder contar con la fidelidad y pericia de una nutrida nómina de notables indígenas, empeñados en las múltiples funciones (no solo estrictamente bélicas y militares) conectadas con las complejas actividades estratégicas que aquella gran potencia desarrollaba en Lombardía; en todo caso tal colaboración no se agotaba, ni mucho menos, in loco, dado que muchos notables sirvieron a la Corona fuera de los confines lombardos. En noviembre de 1592, por ejemplo, el maestre de campo Barnabò Barbò, conde de Casalmorano, sirvió en el Piamonte al mando de diez compañías de infantería lombarda, entre cuyos capitanes –no todos originarios del Milanesado– se incluían Gerolamo Barbò, Antonio Gambaloita, Gio. Pietro Marliani, Ludovico Persichelli y Teodoro Grasso. Tres años más tarde, con ocasión de la infausta expedición conducida por el gobernador de Milán a Borgoña, encontramos de nuevo a Barnabò al mando de su tercio de infantería lombarda, acompañado de los capitanes Cesare Barbò, Ludovico Botta, Manuele Favagrossa, Gio. Battista Gambaloita, Gabriele Mezzabarba, Lanfranco Ponzoni y vincenzo della Torre; entre los oficiales de caballería ligera aparecían también el caballero Melzi y Cesare Marino.4 En el caso de alguno de estos personajes es posible una consideración ulterior. Entre el fin del siglo XvI y el inicio del XvII, Barnabò fue una figura de relieve en el panorama estratégico habsburgués. Se distinguió particularmente en Flandes, donde fue hechura del duque de Parma sin caer, por otra parte, en desgracia tras su desaparición. después de cubrirse de gloria en los campos de batalla de media Europa (y de haber, de tanto en tanto, llevado a cabo algún encargo diplomático), el conde volvió a Lombardía donde –además de conservar el mando militar– fue gratificado con un par de encargos políticos y administrativos de prestigio, convirtiéndose en comisario general del ejército en 1610 y consejero secreto en 1613. En el curso del siglo XvII otros exponentes de la familia se distinguirían en las unidades de la Monarquía en diversos frentes, consiguiendo a cambio títulos y mercedes. Una última observación acerca de Barnabò: aunque milanés, supo sin embargo explotar las raíces y relaciones cremonesas de su estirpe, como se evidencia de los apellidos de muchos de sus oficiales.5 Junto a este 4 Rizzo, “Milano”, pág. 742. Rizzo, “ottima gente”, pág. 142; Ambrogio oppizzone, informatione per modo di discorso di Ambrosio Oppizzone patricio pavese a Gio. Angelo Oppizzone suo figliuolo, in materia di Egualanze Terrere, Provinciali, & Generali, Che delli Alloggiamenti de Soldati, & spese di essi si fanno nello Stato di Milano, Milán, 1643, págs. 150, 229; Carlo Girolamo Cavatio della Somaglia, Alleggiamento dello Stato di Milano per le imposte, e loro Ripartimenti, Milán, 1653, pág. 335. 5 166 Mario Rizzo robusto núcleo de cremoneses, despuntan dos parientes de Barbò, así como un par de exponentes de la familia Gambaloita, a la que pertenecían tanto el maestre de campo encargado en 1597 de levantar diez compañías de infantería italiana en el Milanesado6 –y de nuevo presente en el Estado con su tercio de infantería en 1610–,7 como ese Paolo Emilio que, en la segunda mitad del XvI, ocupó a lo largo de decenios el importante cargo de tesorero de las munitioni et lavoreri, adquiriendo una gran influencia en materia de abastecimiento militar y fortificaciones.8 En cuanto al caballero Melzi, debería sin duda tratarse de Lodovico, que el Teatro Genealogico delle Famiglie Nobili Milanesi definía como “caballero de Malta, célebre soldado lugarteniente general de la caballería, [...] gran prior de Malta”, el cual “dio a las imprentas la obra militar sobre el gobierno y el servicio de la caballería”;9 el mismo fra Ludovico que en el verano de 1604 servía en los Países Bajos con el prestigioso grado de maestre de campo de un tercio de infantería italiana,10 del cual era sargento mayor y gobernador el capitán Giulio Cesare Caccia, de la noble familia novaresa.11 Interesantes también los casos de Mezzabarba –vástago de una casa patricia de Pavía que, algún año antes, había producido a Bartolomeo, apreciado auditor militar de la ciudad–12 y de Marliani. Los Marliani eran una conspicua familia patricia de Milán que, a lo largo del siglo XvI, desarrolló múltiples intereses feudales. En particular en 1568 el influyente Pietro Antonio –senador y miembro del Consejo Secreto–, presentó al soberano una súplica pidiendo para sí y su hijo Paolo Camillo el feudo de Busto Arsizio (con título de conde), va6 ASM, Mil. p.a., 92/a bis, “ordini per gl’all.i de i sold.i delli doi terzi d’infant.a ital.a” emitidas por el gobernador condestable de Castilla y dirigidas al comisario general del ejército Sforza Brivio, 20 de marzo de 1597. 7 oppizzone, informatione, pág. 229. 8 Mario Rizzo, “‘Rivoluzione dei consumi’, ‘state building’ e ‘rivoluzione militare’. La domanda e l’offerta di servizi strategici nella Lombardia spagnola, 1535-1659”, Iginia Lopane-Ezio Ritrovato, eds., Tra vecchi e nuovi equilibri. Domanda e offerta di servizi in italia in età moderna e contemporanea, Bari, 2007, pág. 459 y n. 9 En este caso y en los sucesivos, por brevedad, citaré la reciente transcripción parcial del documento disponible en Claudio donati, “The Profession of Arms and the Nobility in Spanish Italy: Some Considerations”, Thomas James dandelet–John A. Marino, eds., Spain in italy. Politics, Society, and Religion 1500-1700, Leiden-Boston, 2007, pág. 322; para una atenta discusión crítica de la fuente histórica en cuestión, cfr. págs. 314-315 y n. 10 ASM, Mil. p.a., 248, fe del capitán Giuseppe Brusollo acerca del valeroso servicio prestado a sus órdenes en Flandes por el soldado Lazzaro doria, 27 de agosto de 1604; fe del capitán Giulio Cesare Caccia acerca del valeroso servicio prestado a sus órdenes en Flandes por el soldado Lazzaro doria, 1 de septiembre de 1604. 11 ASM, Mil. p.a., 248, fe del capitán Giulio Cesare Caccia acerca del valeroso servicio prestado a sus órdenes en Flandes por el soldado Lazzaro doria, 1 de septiembre de 1604. En cuanto a otros exponentes de varias líneas de esta familia novaresa entre los siglos XvI y XvII, cfr. Franco Arese, “Le supreme cariche del ducato di Milano da Francesco Sforza a Filippo v”, Archivio Storico Lombardo, XCvII (1970), pág. 125. 12 donati, “The Profession”, pág. 321. influencia social, conveniencia económica 167 cante hacía cuatro años tras la desaparición del conde Luigi visconti; en diciembre de 1572 el senador pudo finalmente presentar a la Cámara una oferta de ocho mil escudos por la compra del feudo, que se perfeccionó el marzo siguiente en beneficio del hijo.13 Una segunda línea obtuvo el título condal en diciembre de 1583, al tiempo que Felipe II confería a Giovanni Marliani el feudo de Quattro valli dell’Alto verbano y de valle Intelvi. venía así premiada una insigne y valerosa carrera transcurrida al servicio fiel de Madrid, primero como militar y más tarde como diplomático. Muy ligado a Gabrio Serbelloni, fue durante años su fiel lugarteniente general. Se distinguió en la desesperada defensa de Túnez de 1574, fue gravemente herido y reducido a la esclavitud, siendo conducido a Turquía. Liberado en el verano de 1575, a finales de 1577 fue enviado en misión secreta a Constantinopla como “agente especial de Felipe II”, para negociar un armisticio; la misión, peligrosa y delicada, fue un éxito que acrecentó sensiblemente la reputación de Marliani (pariente, entre otros, del influyente Paolo Sfondrati, embajador español en Turín); Giovanni pasaría sus últimos cinco años de vida en España (donde murió en 1588), llevando a término funciones de cierto relieve –fue comisionado, por ejemplo, por la ciudad de Milán para vigilar sus “negocios”– cultivando frecuentes contactos con la Corte. En 1600 su hijo Ruggero, que previamente había recibido de Felipe II la gracia de una compañía de caballos, compró a la Camera Regia el feudo de Luino y algunas tierras en valtravaglia. En los decenios centrales del siglo XvII otro Ruggero, bisnieto de Giovanni, sería el protagonista de la defensa local y de las tratativas diplomáticas con los suizos, testimoniando el profundo vínculo que ligaba esta familia a la Monarquía.14 de todo respeto parece también la presencia de los notables lombardos en aquel que, por decenios, representó el frente más “caliente” de la Monarquía, los Países Bajos. Gracias a una fuente de particular interés,15 sobre la que no es posible detenerse ahora, sabemos que en el período comprendido entre 1577 y 1592 una gruesa y cualificada representación de nobles italianos prestó servicio bajo Alejandro Farnesio, con distinta función y grado, en el seno de diferentes armas y unidades de diversa nacionalidad, algunos por tiempo prolongado y en varias ocasiones, ocupando responsa13 véanse los documentos resumidos en L’Alto Milanese all’epoca di Carlo Borromeo: società e territorio, Gallarate-Busto Arsizio-Carate Brianza, 1984-1985, págs. 92, 94-97; en el mismo volumen cfr. también Marina Cavallera, “Politica, economia e società nell’Alto Milanese nella seconda metà del Cinquecento”, pág. 51. véase también Arese, “Le supreme cariche”, pág. 138. 14 Leonida Besozzi, “Uomini d’arme verbanesi alla difesa di Tunisi nel 1574”, verbanus, 7 (1986), págs. 135, 137, 158, 160, 164, 167, 172-173, 174-179, 183 (con la bibliografía citada). 15 Los sucesos de Flandes y Francia del tiempo de Alejandro Farnese por el capitán Alonso vázquez, sargento mayor de la milicia de Jaén y su distrito –editada en Codoin–, de la cual he tratado con más detalle en Rizzo, “Milano”, págs. 742-743. 168 Mario Rizzo bilidades de primer plano y demostrando no pocas veces abnegación, proeza y pericia. El hecho que el mando supremo fuese entonces confiado a un militar italiano de suma reputación y con una poderosa red de relaciones políticas y clientelares como Parma, puede ayudar a entender la imponente y dominante aportación italiana a la causa de los habsburgo en Flandes, pero ciertamente no explica todo, como demuestra la persistente participación italiana también en los decenios sucesivos.16 Analizando los efectivos de las fuerzas habsburguesas en Flandes, se observa tanto la intervención recurrente de algunas familias como la amplitud social y geográfica del área italiana de la cual los Austrias obtenían parte de su personal estratégico de medio, alto y altísimo nivel. Por lo que concierne específicamente a los notables del Estado de Milán, su participación resulta significativa en términos tanto cuantitativos como cualitativos, y se caracteriza por una notable versatilidad funcional, ya que a un cierto número de “guerreros puros”, por así decirlo, se unían militares dotados de competencias técnicas específicas, así como funcionarios de la administración militar. Además del conde Barnabò y un no mejor precisado capitán Gambaloita, en el transcurso de los quince años en cuestión fueron empleados contra los rebeldes holandeses Gabrio Serbelloni (“ingeniero mayor del ejército”, sobre el que volveremos), Ambrogio Landriani, Marco Antonio Simonetta, conde de Torricella, Francesco Moresino, Gio. Giacomo Belgioioso, Edoardo Lanzavecchia con su hijo Paolo Antonio y Gio. Andrea Cigogna.17 Este último sucedió, en 1575, a Chiappino vitelli (otro nombre de no poca consideración) como superintendente de las contribuciones militares impuestas por los habsburgo a algunas provincias flamencas, un puesto importante de carácter logístico apenas instituido que “le chevalier Cigogna” ocuparía hasta 1588, con una interrupción entre 1576 y 1579, debida a los desfavorables acontecimientos bélicos de aquel trienio.18 Es además conocido un conde Alessandro Cigogna, capitán en Flandes pocos años después.19 En todo caso los lazos entre la familia Cigogna y los habsburgo venían de fecha antigua, dado que el caballero Gio. Pietro había militado como coronel bajo Carlos v y Felipe II, llegando a ser nombrado gobernador de Novara y cooptado en el Consejo Secreto.20 16 Cfr. por ejemplo davide Maffi, “Cacciatori di Gloria. La presenza degli italiani nell’esercito di Fiandre (1621-1700)”, Paola Bianchi, davide Maffi y Enrico Stumpo, eds., italiani al servizio straniero in età moderna, Milán, 2008, págs. 73-104. 17 Rizzo, “Milano”, págs. 740, 743. 18 Geoffrey Parker, The Army of Flanders and the Spanish Road 1567-1659. The Logistics of Spanish victory and Defeat in the Low Countries’ Wars, Cambridge, 1972, págs. 142143 y n., 301. Cigogna desapareció en 1597. 19 AGS, CMC, 2a ép., 6, cuentas de la compañía de Paolo Giustiniani; donati, “The Profession”, pág. 322. 20 ASM, Mil. p.a., 242, el gobernador Gonzaga al gran canciller Taverna, 20 de abril de 1552; el gobernador Sessa al magistrado ordinario, 12 de junio de 1559. influencia social, conveniencia económica 169 durante años también sirvió a los habsburgo en los Países Bajos con considerable empeño (incluso económico) Ambrogio Landriani que, en agosto de 1584, recibió como merced de Alejandro Farnesio una compañía de caballos española, hasta ese momento dirigida por el difunto don Pedro de Tassis.21 Notable parece también el caso de los condes Barbiano de Belgioioso, entre los cuales el Teatro Genealogico recuerda a Carlo (“capitán de caballos y en el socorro de Malta asediada del Turco” en 1565), Giovan Francesco –coronel en hungría, después desterrado del Estado de Milán “por delitos graves y enormes [...] con 6.000 ducatones de talla [1603] matado en 1609”– y Galeazzo (“general de batalla”) a comienzos del siglo XvII, en fin otro Carlo en los años treinta del Seiscientos, coronel de infantería, “soldado célebre”.22 Por su parte el capitán Edoardo Lanzavecchia adquirió méritos considerables, a los ojos de la Corona, sirviendo durante decenios en su patria y en el extranjero. En torno a 1575, mientras se encontraba en la Corte, redactó un importante Advertimiento sobre algunas cosas de Lombardía, en el que ilustraba un preocupante escenario estratégico hipotético si los franceses atacaban por sorpresa Lombardía, proponiendo una serie de contramedidas; el documento, que revela un profundo conocimiento geopolítico de la Italia noroccidental ponía, no por casualidad, de relieve la influencia que los notables locales ejercían sobre el territorio y la sociedad. después, en 1578 Lanzavecchia desarrolló actividades de inteligencia en Francia.23 En este caso interesa observar también cómo el empeño bajo la enseña de los habsburgo asumió un carácter no sólo personal, sino marcadamente familiar, tanto que, durante varios años, combatió en Flandes una compañía a cuya cabeza se sucedieron tres miembros de esta familia, esto es, Edoardo, Paolo Antonio y Camillo, bajo cuyo mando la unidad fue finalmente reformada en febrero de 1593.24 En passant, sea dicho que la trasmisión hereditaria de las unidades constituía una praxis no tan rara, como atestiguan numerosos ejemplos sobre los cuales no podemos insistir. Entre los notables lombardos que sirvieron en Flandes en el siglo XvI se recuerda también a orrigo orrigoni, comandante de una unidad de caballería ligera reclutada, al menos en parte, en el varesotto y en Brianza, donde la familia milanesa poseía bienes, feudos y títulos.25 Un Scipione 21 AGS, CMC, 2a ép., 6, cuentas de la compañía de caballería ligera española de don Pedro de Tassis; AGS, CMC, 2a ép., 7, cuentas de la compañía de caballería ligera española del capitán Ambrogio Landriani, 1590; Rizzo, “Milano”, pág. 740. 22 donati, “The Profession”, págs. 321-323. debe subrayarse que, entre 1538 y 1546 (año de su muerte), el conde Pietro fue senador milite: cfr. Arese, “Le supreme cariche”, pág. 122. 23 Rizzo, “Milano”, págs. 738-739, 763. 24 AGS, CMC, 2a ép., 6, cuentas de la compañía reformada de Camillo Lanzavecchia; Rizzo, “Milano”, pág. 743. 25 AGS, CMC, 2a ép., 6, cuentas de la compañía de Paolo Giustiniani. Cfr. también Arese, “Le supreme cariche”, pág. 141. 170 Mario Rizzo orrigoni se certifica también como miembro del “Consejo Militar” del Estado de Milán en los años de 1560.26 En el siglo siguiente el ascenso sociopolítico de la casa culminó con un asiento senatorial, sin olvidar los conseguidos en las dos máximas magistraturas financieras del Estado, además de otros puestos ciudadanos. En cualquier caso ya en el siglo XvI los orrigoni gozaron de un cierto prestigio y entradas importantes, como demuestran dos cartas de recomendación de agosto de 1575, dirigidas al gobernador Ayamonte por parte de algunos notables castellanos a fin de que la plaza vacante de gobernador de Lodi se asignara al “doctor origon”, el cual “está en ese Collegio [de los jurisconsultos] de Milán”.27 En cuanto a Francesco Tornielli, militó en los Países Bajos como capitán de una compañía de infantería italiana, en la cual se encontraba también un tal Giuseppe Tornielli, presumiblemente su pariente.28 Los Tornielli eran una potente familia de Novara, que controlaba diversos feudos en la parte piamontesa del Estado de Milán. Para pergeñar el rango del linaje baste decir que, cuando en 1548 Ferrante Gonzaga recuperó una ilustre tradición ducal reintroduciendo las compañías de gente de armas, una de ellas tocó al conde Filippo, convertido en senador en aquellos mismo años;29 el mando de la compañía fue heredado por el influyente conde Manfredo, que lo ejerció al menos de 1555 a 1572. La plaza, aunque no de primerísimo plano en términos meramente militares –por otra parte, en los años cincuenta la compañía de los Tornielli participó activamente en las operaciones bélicas–, estaba revestida de un gran significado político y social, como demuestra también el elenco de los otros diez comandantes con plaza en 1572 (entre los que había dos lombardos de adopción como Giovanni Anguissola y Jorque Manrique).30 En Flandes también lucieron honores el soldado Giovanni Antonio d’Adda31 y los capitanes Alessandro Cusani (que militó bajo el mando de Parma), Agostino Schiaffinati, caído en Maastricht,32 y Gerolamo Rho, a la cabeza de una compañía de arcabuceros.33 26 donati, “The Profession”, pág. 321. BL, Add. 16.176, ff. 62, 63-v. 28 AGS, CMC, 2a ép., 6, cuentas de la compañía de Gian Gerolamo doria para el período comprendido entre agosto de 1582 y febrero de 1593, momento en que fue reformada y los soldados agregados a la compañía de Paolo Giustiniani. 29 Cavatio della Somaglia, Alleggiamento, págs. 505-506; donati, “The Profession”, pág. 316; Arese, “Le supreme cariche”, pág. 150. 30 ASM, Mil. p.a., 92/a bis, “Le terre che sino adesso sono comparse, et hano giustifficato i loro danni et pagamenti sono...”; ASM, Mil. p.a., 93, el magistrado ordinario al gobernador Sessa, 6 maggio 1559; AGS, Estado, 1235 (61). 31 donati, “The Profession”, pág. 321. 32 donati, “The Profession”, pág. 322. 33 ASM, Mil. p.a., 248, fe del capitán Gerolamo Rho acerca del valeroso servicio prestado a sus órdenes en Flandes por el soldado Lazzaro doria, 15 de enero de 1605. 27 influencia social, conveniencia económica 171 Sirvieron también a los habsburgo algunos miembros de las diversas ramas visconteas, como Ettore, que combatió en el Estado con su compañía de caballería en los años cincuenta,34 Giovan Ambrogio, capitán en Flandes al comienzo de la guerra,35 o Fabrizio, muerto bajo Gante al mando de mil infantes al inicio del Seiscientos;36 otros le siguieron en la continuación de la centuria.37 A una rama de la noble familia Arrigoni38 pertenecía probablemente el capitán Gio. Antonio que, en junio de 1576, estuvo involucrado en una querella relativa al cálculo de algunos de sus débitos y créditos con la Cámara Regia, acumulados en el transcurso de su actividad militar.39 Para la segunda mitad del Quinientos y primeros años del Seiscientos, el Teatro Genealogico delle Famiglie Nobili Milanesi menciona otras personalidades militares relevantes, como el conde oliverio varesi y Fabrizio Cotta capitanes, respectivamente, en la segunda mitad de los años cincuenta y al inicio de los sesenta; donato Carcano, capitán de galera en Lepanto; Sinodoro Bescapè, que “tuvo servicio militar” en 1580; Giacomo Acerbi, capitán, el año siguiente; Alessandro Castiglioni, al servicio español en 1587, así como el capitán Bartolomeo Corradi da Lodi; y el capitán Raffaele Fossani que, en aquellos años, sirvió primero a los habsburgo y luego a los Saboya.40 En la obra se recuerdan además dos condes Trotti, Luigi (1579) y Galeazzo (1601), los dos maestres de campo,41 así como un capitán Luigi Brivio, muerto en 1610,42 perteneciente a una familia de alto rango que precedentemente había dado a luz a dionisio, senador milite de 1549 a 1580.43 Entre los últimos decenios del siglo XvI y primeros doce años del XvII se destaca, sobre el plano político y administrativo, la figura de Sforza Brivio, cuestor primero del magistrado extraordinario, después del ordinario, comisario general del ejército y, finalmente, miembro del Consejo Secreto: un currículum que no contempla un trabajo en los rangos militares, pero que denota una profunda implicación estratégica.44 En torno a ese período se si34 ASM, Mil. p.a., 92/a bis, “Le terre che sino adesso sono comparse, et hano giustifficato i loro danni et pagamenti sono...”. 35 donati, “The Profession”, pág. 321. 36 donati, “The Profession”, pág. 322. 37 davide Maffi, il baluardo della corona. Guerra, esercito, finanze e società nella Lombardia seicentesca (1630-1660), Florencia, 2007, ad indicem. 38 Arese, “Le supreme cariche”, pág. 121 (donde son mencionados los condes de Broni para el Quinientos y de Rovagnate para finales del Seiscientos). 39 ASM, Mil. p.a., 222, el magistrado ordinario al gobernador Ayamonte. 40 donati, “The Profession”, págs. 321-322. 41 donati, “The Profession”, págs. 321, 322. 42 donati, “The Profession”, pág. 322. 43 Arese, “Le supreme cariche”, pág. 124. 44 AGS, SP, 1340, ff. 53v.-54, 132-133; ASM, Mil. p.a., 92/a bis, súplica de la ciudad de Tortona al gobernador contra las pretensiones de los contadi del Estado de Milán en materia de alojamientos extraordinarios, 1594 (en el Estado de Milán con el término contado se definía 172 Mario Rizzo túa otro Brivio, el ragionato Giulio, que en los primeros años noventa tuvo parte en los complejos acontecimientos relativos a la introducción de la llamada egualanza generale en materia de alojamientos militares, un tema crucial para los equilibrios estratégicos, políticos y fiscales de la Lombardía española.45 vale también la pena señalar que en 1627 Cesare, ya cuestor del magistrado ordinario, se convirtió en marqués de Santa María in Prato.46 Finalmente tres figuras del Teatro resaltan tanto por sus currículos como porque revelan cómo los autores coetáneos percibieron la complejidad de la esfera estratégica, no sólo circunscrita a los aspectos meramente militares. Me refiero a Alfonso Casati “doctor y capitán de caballos” (1567), enviado regio ante los suizos y los grisones (1594) y miembro del Consejo de los Sesenta decuriones de Milán desde 1602;47 el conde Pietro Antonio Lonati, caballero de Calatrava y senador en 1568, miembro del Consejo Secreto cuatro años más tarde, luego comisario general del ejército (1579);48 y don Francisco Manrique, que en 1553 heredó la compañía de su padre don García, fue proveedor general de los ejércitos desde 1577, obtuvo el feudo de desio en 1580, se convirtió en comandante general de la artillería (1597) y entró en el Consejo Secreto.49 Los ejemplos señalados sugieren alguna observación útil. La verdad es que la mayoría de los casos se refieren a figuras eminentes de la elite lombarda e ilustran carreras esencialmente militares, maduradas al servicio de los habsburgo de España, a menudo desarrolladas fuera del Estado de Milán, in primis en los Países Bajos; sin embargo en no pocas ocasiones se constata una cierta variedad de situaciones en el plano funcional, geográfico y sociopolítico. Como demuestra también el estudio sobre Cremona, la contribución estratégica de los notables lombardos fue en realidad muy variada, por perfil sociológico, tipo de actividad y relaciones político-clientelares. Encontramos de hecho familias de diferente riqueza, influencia y prestigio, algunas veces caracterizadas por una especialización militar muy marcada, en otras más ecléctica; en algún caso la profesión de las armas puede representar una excepción respecto a otras propensiones más frecuentes dentro de la casa. Si observamos a los individuos, la heterogeneidad es comprensiblemente todavía mayor, con algunos exclusivamente el territorio rural dependiente de una ciudad); ASM, Mil. p.a., 92/a bis, “ordini per gl’all.i de i sold.i delli doi terzi d’infant.a ital.a” emitidas por el gobernador condestable de Castilla y dirigidas al comisario general del ejército Sforza Brivio, 20 de marzo de 1597; Arese, “Le supreme cariche”, pág. 125; oppizzone, informatione, pág. 233. 45 Cavatio della Somaglia, Alleggiamento, pág. 383. he tratado de alojamientos y egualanze en diversos trabajos precedentes a los cuales me remito por brevedad. 46 Arese, “Le supreme cariche”, pág. 125. 47 donati, “The Profession”, pág. 322. 48 donati, “The Profession”, pág. 322; Rizzo, “A forza di denari”, pág. 287. 49 donati, “The Profession”, pág. 322; Arese, “Le supreme cariche”, pág. 136. influencia social, conveniencia económica 173 dedicados a la profesión de las armas, junto a otros que la alternan o la entrelazan con encargos político-diplomáticos, puestos administrativos o funciones técnicas; funciones, estas últimas, a las cuales algunos se dedican de manera exclusiva. La aportación de cada cual puede concretarse principal o únicamente dentro de una dimensión local, o bien tomar un cariz más ampliamente lombardo o, incluso, desplegarse en un escenario internacional. Esto explica por qué este ensayo no se ha centrado exclusivamente en el estudio de los militares sino que, más bien, se esfuerza en analizar una gama más amplia de actividades relevantes en el plano estratégico. En fin, naturalmente hay que subrayar una vez más que el aporte de la elite lombarda no puede ser comprendido sino en estrechísima interdependencia con las múltiples exigencias de la potencia habsburguesa y su capacidad para atraer a los notables hacia su servicio. CoMo PEz EN EL AGUA: CoNTRoL dEL TERRIToRIo, dEFENSA LoCAL y RECLUTAMIENTo Un ejemplo importante de lo que se entendía por influencia local, y de cuánto tenían en cuenta las autoridades habsburguesas al que tal influencia ejercía,50 nos lo ofrece un acontecimiento de 1551, en la época de la guerra de Parma. Temiendo que el enemigo pudiera violar el territorio del Milanesado con la excusa de socorrer la Mirandola –y considerando que la vía “menos difícil sería la de acá del Po, por la cual no habrían de pasar más que dos ríos”, el Ticino y el Adda, fácilmente transitables en condiciones de agua baja–, el gobernador Gonzaga pidió consejo al gran canciller Taverna y al castellano de Milán de Luna. El documento que recoge sus pareceres constituye una fuente de gran interés estratégico y merece un análisis detallado.51 Además de ofrecer sugerencias acerca de la utilización de las tropas puestas bajo el mando de Ferrante, los dos hicieron sobre todo hincapié en que se “hiciese todo aquel obstáculo se pudiese con los jefes que a este efecto fueran diputados, e infantes por ellos aportados, y con la ayuda de todo el País que con campanas se sublevara y excitara con dicho efecto”. En particular se analizaba la situación de una serie de localidades y áreas por las que se creía posible una tentativa de paso del enemigo, indi50 véanse por ejemplo las observaciones de Aurelio Musi, il feudalesimo nell’Europa moderna, Bolonia, 2007, pág. 107. 51 ASM, Miscellanea Storica, 58, Apparer delli s.ri Grancanc.ro et Castellano di Milano. Agradezco al colega y amigo Michele Rabà que generosamente me ha señalado el documento ya analizado por él (aunque de modo menos analítico) en su tesis de licenciatura magistral: Agli albori della Rivoluzione militare. La guerra di Parma e Piemonte (1551-1553): laboratorio di strategie, Università di Pavia, Facoltà di Lettere e Filosofia, a. a. 2007-2008, págs. 194-195. 174 Mario Rizzo cando para cada una de ellas los notables en los que se podía confiar para el control y la defensa del territorio. En lo que concierne al frente del Ticino, parecía oportuno que los condes Bolognini, patrones de oleggio, “tuvieran a buen y seguro recaudo aquel su lugar. Igualmente que el señor Gio. Battista vesconte, patrón heredero de Somma”, distante poco menos de una milla del río, “esté advertido para poder servir a la necesidad”. Se mencionaban además “El señor Cesare di Maggi por el lugar suyo de venzaghello, que no está lejos del canal más que dos millas, micer Annibal Cacarana que está en Gallerato, cerca de seis millas lejano del Ticino, persona de séquito en aquellas partes”, así como “el coronel Pusterla, el cual está en Tradate” (distante cerca de ocho o nueve millas del Ticino), “el señor Cesare da Carchano por el lugar suyo de Lomazzo y el señor Alessandro Castione por San Martino los cuales, aunque están un tanto lejanos del dicho Ticino, sin embargo, por ser personas de autoridad en aquellos países, se considera serían aptos para dicho servicio. Sólo les parece que se necesitaría pensar en una cabeza que hubiera de haber luego el encargo principal de esta empresa acá del Ticino”, remitiendo por otra parte tal decisión al gobernador. Se subrayaba además la necesidad de “tener a buen recaudo el lugar de Fontaneto” d’Agogna, el centro borromaico de Arona y, sobre todo, la ciudad de Novara, debilitada por la presencia de una fuerte facción filofrancesa. Significativamente se mencionaba también el “lugar de la Cassinetta de Biraghi”, cerca de una milla de Abbiategrasso, donde el gran canciller y el castellano “creen necesario impedir que dichos Biraghi residan y mantengan relaciones”, en cuanto afrancesados de los cuales se podía temer “que tuvieran alguna intención”. Este atento reconocimiento de la Lombardía occidental, confiado a dos de las máximas autoridades del Estado, evidenciaba inequívocamente la importancia que se daba al rol estratégico local de los notables. Llama la atención la extensión territorial de este proyecto defensivo, que no se limitaba a tomar en consideración a los señores de las localidades más próximas al río, sino que observaba también centros como Tradate, Lomazzo y San Martino –sustancialmente a mitad de trayecto entre el Ticino y el Lago de Como–, justamente por la autoridad que los magnates locales estaban en disposición de irradiar sobre un territorio circundante bastante amplio, lo que tenía importantes connotaciones militares. Una confirmación esclarecedora en este sentido viene dada por el caso anómalo de los Biraghi, familia de actitud verdaderamente complicada, que se distinguió en los decenios sucesivos por sus múltiples fidelidades políticas:52 52 Ricardo Magdaleno, Papeles de Estado. Milán y Saboya (siglos xvi y xvii), valladolid, 1961, págs. 65, 66, 71, 77, 128. Acerca de los Biraghi véanse las dos monografías de Luigi Meschini sobre el dominio francés en Lombardia en tiempos de Luis XII, ad indicem; así como A. Boltanski, Les Ducs de Nevers et l’État Royal. Genèse d’un compromis (ca. 1550-ca. 1600), Ginebra, 2006, págs. 234, 237, 350-352, 365, 389-390. Figuras de relieve en Francia influencia social, conveniencia económica 175 dado que linajes similares resultaban muy influyentes in loco, era necesario neutralizar a los Biraghi que, en los años cincuenta, parecieron cualquier cosa menos amigos de los habsburgo. Taverna y de Luna pasaron pues a examinar el frente oriental, identificando también en esta área los puntos críticos ante un eventual paso enemigo del Adda, haciendo un elenco de los lugares y sus respectivos feudatarios a tener en cuenta en caso de necesidad, comenzando por Rivolta d’Adda (“lugar [...] amurallado [...] del conde Massimigliano Stampa”) y Pandino, centro fortificado a dos millas del río y “lejano del Cremascho media milla, y del señor Francisco duarte”. Se citaban después “otras tierras del Geradàdda más lejanas del Adda” y vecinas del Bergamasco o el Cremasco –esto es, en los confines con venecia–, como Caravaggio (perteneciente a Muzio Sforza), Brignano y Pagazzano (“lugares amurallados de los señores Galeaz y hermanos vesconti”) o vailate, lugar fortificado del “señor Aluisio Cagnola”. En esta área estratégicamente importante de la Gèra d’Adda, además, Se podría dar alguna plaza en Triviglio a micer Arsilio Agustono, persona adecuada para toda empresa y de las principales de la tierra; en Rivalta, no ocurriendo al señor Conde Massimiliano otro más adecuado, se podría dar a micer ottaviano Cattaneo; en vaylate a micer Francesco Grasso, personas principales en aquellas tierras; en Caravagio el señor Mutio podría meterles aquello más oportuno; sería adecuado que lo mismo hicieran los señores vesconti en Bregnano y Pagazano. A las cuales provisiones supervisando el señor vistarino53 y dándole el recaudo de la jornada que entendiese ser necesario conforme a la mente de su Excelencia, se piensa que debería restar bien provisto a ese paso. Pocos años después, a finales de 1554, el coronel Ludovico vistarino se contaría, no por casualidad, entre los protagonistas de las operaciones bélicas en Piamonte y habría informado a Milán que “hemos remediado lo mejor que hemos podido aquellas tierras con haber introducido mi gente”.54 Pero volvamos por un momento a la guerra de Parma. En diciembre de 1551 el persistente temor a que los franceses quisieran atravesar el Estado en los decenios centrales del Quinientos fueron Carlo y Renato; en cuanto a Ludovico, que “obtuvo con Enrique II honores como ningún otro italiano excepto Strozzi pero que, no obstante eso, insatisfecho de las vitalicias y pensiones conseguidas, se puso varias veces en contacto tanto con el duque de Saboya como con los agentes de Carlos v para sondear la posibilidad de obtener mejores condiciones”, cfr. Michele Rabà, “Gli Italiani e la guerra di Parma (1551-1552). Cooptazione di élite e ‘sottoproletariato militare a giornata’ nelle Lombardie di Carlo v”, Archivio Storico Lombardo, CXXXvI (2010), pág 44. véase también donati, “The Profession”, pág. 308. 53 Cfr. también Rabà, Agli albori, pág. 193. 54 ASM, Mil. p.a., 165 bis, Ludovico vistarino “agli ill.mi signori governatori”, Casale, 30 de diciembre de 1554. véase también ASM, Mil. p.a., 242, el gobernador Sessa al magistrado ordinario, 12 de junio de 1559. 176 Mario Rizzo para enviar ayuda a Parma y la Mirandola indujo a la autoridad milanesa a promover una cuidada vigilancia de la “carretera Romea” entre Alessandria y Fiorenzuola como premisa para organizar eventualmente las oportunas contramedidas. El consiguiente informe del encargado parece emblemático del enfoque estratégico de los hasbsburgo porque (junto a la descripción de las fuerzas disponibles y de las obras defensivas ya existentes), se dedicaba una gran atención a los notables de algunas localidades clave y su posible aportación estratégica. En Pontecurone, por ejemplo, en caso de necesidad el conde Sforza habría podido procurar un líder, mientras tal encargo se habría podido conferir en voghera al conde Francesco dal verme, patrón del burgo, y al conde Scaramuzza visconti en Broni; se señalaba además cómo Pontenure fuera en parte del afrancesado conde Gio. Fermo Trivulzio, en parte de los condes Scotti. Más en general, se ordenaba que “los patrones de esos [lugares]” procedieran a hacerlos custodiar adecuadamente, y a obstaculizar el eventual avance enemigo rompiendo puentes, excavando fosas y así sucesivamente.55 En cuanto al enemigo, tanto más digno de alusión resulta el sustento logístico que los Fieschi daban en Parma y en la vecina área apenínica.56 A la luz de todo esto aparece más claro el significado estratégico de una nota que vargas Mexía envió a Felipe II en los años setenta, poniendo en evidencia la importancia del Milanesado y sugiriendo algunas medidas útiles para gobernarlo y defenderlo, entre las cuales se deseaba la realización de una “carta, y descripción destos estados, y de cuantos fuertes, passos, montañas, calas, valles, picos, arroyos, y circunstançia huviesse con todo lo concerniente, y aun de la calidad de las familias y hombres señalados, y de sus humores y adherençias en general”.57 En otras palabras, la acción de gobierno de los habsburgo debía fundamentarse sobre un conocimiento de la geografía lombarda suficientemente profundo, una geografía –se entiende– no sólo física, sino también y sobre todo político-clientelar, en cierto sentido similar a la que hoy definiríamos como geopolítica. En los primeros años setenta, frente al deterioro de las relaciones con Francia y el creciente temor de un ataque contra el Estado de Milán, el nuevo gobernador Requesens promovió una serie de iniciativas encaminadas al reforzamiento general del sistema defensivo lombardo. Uno de los objetivos principales era la consecución de un control del territorio más exhaustivo, entendido como esencial para acrecentar la capacidad de resistencia ante una eventual agresión enemiga; entre las medidas estudiadas para tal fin, 55 ASM, Mil. p.a., 165 bis, “Instruttione” a Buonconte di Carpegna, 18 de diciembre de 1551, con el elenco sucesivo de “Luoghi sopra la strada Romea”. 56 ASM, Mil. p.a., 165 bis, el abad Riario al gobernador, Borgo San donnino, 2 de abril de 1552. 57 Rizzo, “Milano”, pág. 763. influencia social, conveniencia económica 177 resalta la decisión de nombrar a un gobernador también en aquellas ciudades que, en la época, estaban desprovistas de él por varios motivos. A tal propósito, Requesens entendía oportuno que –al menos hasta que no se hubiera atenuado la alarma–, tales cargos fueran temporalmente conferidos a militares pertenecientes a los patriciados locales o, en todo caso, ligados a dichos territorios, indicando en particular el conde Sforza Moroni para Pavía (senador milite desde 1556), el conde Ludovico Barbiano de Belgioioso para Novara y Muzio Pagani para Tortona. Ignoramos si la propuesta tuvo una aplicación efectiva, pero ciertamente no es irrelevante el hecho que, en una coyuntura internacional que presagiaba fuertes preocupaciones acerca de la defensa del Milanesado, el pensamiento del gobierno de los habsburgo fuera hacia la posible y deseadísima contribución de los notables locales.58 El arraigo territorial de ciertos personajes y sus familias, su poder económico, ascendiente social, relaciones clientelares e influencia política, hacían de ellos en suma un elemento esencial para la defensa local,59 sobre todo para una potencia que debía operar en diversos frentes contemporáneamente y estaba, por tanto y con mayor razón, necesitada de buscar su colaboración. Como sugieren algunos de los ejemplos citados, una de las contribuciones más relevantes que tales figuras podían ofrecer a la causa de los habsburgo consistía en la movilización de hombres destinados a la protección del territorio del que eran feudatarios o sobre el que, en todo caso, ejercían una influencia indudable. A menudo esta capacidad de reclutamiento se revelaba preciosa más allá del ámbito local, porque dotaba a los Austrias de fuerzas que se podían movilizar fuera del área originaria de leva, en defensa de otros territorios lombardos o de otras provincias del imperio e, incluso, sobre diversos frentes bélicos en Europa y el Mediterráneo.60 Respecto a otras potencias, como Francia o los habsburgo de Austria, la Monarquía no recurría a menudo a grandes contratos de reclutamiento con grandes empresarios militares, sino que en su lugar prefería valerse de la colaboración de los notables locales para levantar unidades singulares en sus dominios;61 en consecuencia, la colaboración de las elites provinciales se revelaba todavía más decisiva en el plano militar, con pro- 58 Paola Anselmi, “Conservare lo Stato”. Politica di difesa e pratica di governo nella Lombardia spagnola fra xvi e xvii secolo, Milán, 2008, págs. 54-57; Arese, “Le supreme cariche”, pág. 140. 59 Para otros casos interesantes cfr. ASM, Mil. p.a., 222, “Promessa di Guido Antonio Arcimboldi a nome anche di Nicola suo fratello di custodire e conservare a nome di S. M. il castello di Solbiate sotto la pena di 10.000 scudi”; Rizzo, “ottima gente”, págs. 139-140. 60 véanse a modo de ejemplo los “sette mila frà Milanesi, ed Italiani condotti da vespasiano Gonzaga mandati à Napoli, in soccorso del duca d’Alva vicerè di quello Stato”, mencionados por Cavatio della Somaglia, Alleggiamento, pág. 92. 61 Rizzo, “ottima gente”, pág. 128. Cfr. también Rabà, Agli albori, págs. 90-97; Musi, il feudalesimo, pág. 202. 178 Mario Rizzo fundas implicaciones en términos políticos y económicos.62 Este sistema vino así descrito por un poderoso notable lombardo del Seiscientos, Carlo Gerolamo Cavazzi della Somaglia: En las Tierras más insignes [es decir en las comunidades rurales más importantes] tienen el mando los Regij Feudatarij, los cuales a la mínima seña son obedecidos por el pueblo, mientras además de ser los hombres sus Súbditos, y muchos piggionanti y massari 63 tienen dependencia de otros nobles poseedores de aquellas Tierras los cuales, como Patrones del pueblo remanente, van a la carrera a servir el Feudatario y, en consecuencia, en semejantes necesidades enrolarán cualquier número de Soldados; pero lo que importa es la certeza de que aquellos no huirán jamás del Real servicio, por amor y reverencia que llevan al Feudatario, y esta fue la razón de ordenar que los Capitanes, y otros oficiales de las Milicias fueran de los nobles de aquellas Tierras donde se hacía leva de Soldados, a fin de que, como conocidos y amados de sus Capitanes, fuese más fácil inducirlos a ir al servicio Real: tanto más que la experiencia demuestra que en las Tierras gruesas, donde se llega a levar un número de quince o veinte Soldados brevemente se encuentran; mientras por el conocimiento el uno con el otro se hacen ánimo y van de buena gana.64 No es este el lugar oportuno para un examen detallado de las levas efectuadas en la Lombardía del siglo XvI, objetivo que, en todo caso, requerirá todavía un significativo esfuerzo de búsqueda a fin que se pueda delinear un cuadro suficientemente fiable y completo en el plano cronológico, geográfico, cuantitativo y cualitativo.65 Téngase también presente que, en el curso de su carrera militar, algunos súbditos del Estado de Milán podían, antes o después, servir en compañías no compuestas exclusivamente o con preponderancia de lombardos ni comandadas por oficiales originarios del Milanesado. En el último decenio del siglo XvI la documentación inherente a los fenecimientos de cuentas de las unidades italianas que servían en Flandes confirma la presencia lombarda –incluso a veces sustancial–, por ejemplo en las compañías de infantería comandadas por Gio Gerolamo doria, Paolo Giustiniani, Cornelio Gasparini, Alessandro Girardi, Gastone Spinola y el capitán Ragoni.66 Emblemático resulta el caso de un tal Jacobo de Mineto de Milán, el cual militó hasta junio de 1583 en la compañía de infantería italiana de Gasparini (incluida en la coronelía del maestre de 62 Enrique García hernán, Milicia General en la Edad Moderna. El Batallón de Don Rafael de la Barreda y Figueroa, Madrid, 2003, pág. 56. 63 Con estos dos términos se indicaban labradores que, a distinto título y con diferentes contratos, cultivaban tierras ajenas. 64 Cavatio della Somaglia, Alleggiamento, pág. 285. 65 Bajo este último perfil, también en la gestión de las levas, se manifestaban y discutían graves abusos y mal funcionamientos: cfr. por ejemplo ASM, Mil. p.a., 86, copia di una súplica de Pietro Antonio Lattuada a favor de su hermano el capitán Camillo, 1583; oppizzone, informatione, pág. 307; Rizzo, “Milano”, págs. 740-742. 66 Todos estos documentos contables se encuentran en AGS, CMC, 2a ép., 6. influencia social, conveniencia económica 179 campo Spinola), para luego entrar, el mes sucesivo, en una unidad de infantería valona dirigida por el caballero lombardo Carcano (quizá el mismo mencionado precedentemente), donde se entretuvo hasta octubre del año siguiente; tras haber servido con el dicho doria hasta junio de 1586, el mes sucesivo se transfirió a la compañía del capitán Marbilla, en la cual se mantuvo hasta finales de 1588, momento en el que se agregó a la unidad del ya citado Alessandro Cigogna, experiencia que concluyó en marzo de 1591; finalmente pasó a las órdenes de Paolo Giustiniani.67 Se delinea en definitiva un largo y complejo servicio, en el curso del cual los años trascurridos bajo un par de oficiales lombardos se alternan con frecuentes períodos vividos a las órdenes de comandantes de diversa procedencia geográfica. Por lo que concierne a los notables reclutadores me limito a remitir a mi estudio sobre la zona cremonesa (área caracterizada por una intensa vocación militar que, no por casualidad, desde los tiempos de Carlos v constituyó un importante granero de reclutamiento para la Monarquía),68 añadiendo algunos otros casos elocuentes, a comenzar por el conde Alfonso della Somaglia –ilustre abuelo del noble citado arriba–, uno de los cuatro coroneles encargados en 1578, por orden de Felipe II, de reclutar 12.000 infantes italianos, junto a Paolo Sforza, Pirro Malvezzi y Stefano Motino, “los quales ha mandado apercebir por juntar la gente si fuere menester para Flandes”.69 Como prueba del rango de Alfonso (cuyo insigne antepasado, el conde Francesco, en 1548 había sido uno de los dos nobles lombardos a quienes se había asignado el mando de una compañía de caballería pesada)70 y de la credibilidad de que gozaba en el gobierno de los habsburgo, es útil recordar que dos años después el gobernador de Milán Sancho de Guevara y Padilla lo señaló al rey como digno sustituto de Alessandro Gonzaga en el mando de una compañía de hombres de armas. La justificación de tal recomendación –“siendo la persona de qualidad que es, y las buenas partes que tiene, y muchos deudos y amigos, y desseo de servir a vuestra Majestad”– parece reveladora de los complejos criterios a los que a menudo se recurría para seleccionar el personal estratégico.71 Alfonso obtuvo en efecto el prestigioso mando de la compañía, que quedó vacante tras su muerte en 1591 para ser significativamente confiada al conde Renato Borromeo.72 67 AGS, CMC, 2a ép., 6, cuentas de la compañía de Paolo Giustiniani. Rizzo, “ottima gente”, págs. 128-129. véanse también Rabà, Agli albori, pág. 71n.; donati, “The Profession”, pág. 316. 69 AGS, Estado, 1521 (29). 70 Cavatio della Somaglia, Alleggiamento, pág. 506. 71 Rizzo, “Milano”, pág. 737. 72 Rizzo, “Milano”, págs. 737, 763. En este ensayo no se ha podido por desgracia profundizar en el caso de los Borromeo, sobre los que se pueden dar significativos ejemplos de servicio estratégico a los Austrias ya en el siglo XvI. 68 180 Mario Rizzo Aunque no gustaba del sistema de reclutamiento italiano centrado en los coroneles, hacia finales de los años setenta el gobernador Ayamonte sugirió como posibles candidatos coroneles a un Gattinara conde de valenza (el cual, experto en la materia tras haber desempeñado en el pasado cargos parecidos, era tenido por “hombre de servicio”, en grado de movilizar 1.500 hombres) y algunos caballeros Trivulzio.73 Una vez más, un documento del Quinientos redactado por las autoridades habsburguesas en Lombardía subrayaba la influencia local de la familia Trivulzio, reiterando la importancia de su colaboración estratégica. Ciertamente estaban aún por llegar las estrechísimas relaciones con una figura clave como Gian Giacomo Teodoro, actor principal en los decenios centrales del siglo XvII; sin embargo, con toda la variedad de sus ramas y personajes, el linaje ya no se identificaba solamente con los condottieri y políticos al servicio de París, como Gian Giacomo el Magno, Gian Francesco y Teodoro. Ahora había comenzado el acercamiento al poder hispánico. Merece finalmente ser recordado el caso de Francesco Parravicino, exponente de una peculiar familia del pequeño patriciado de Como. El hábil y emprendedor padre de Francesco, Muzio (artífice, entre otros, de cuidadas estrategias matrimoniales para sí y su prole), en los últimos decenios del Quinientos hizo fortuna en España, primero en valencia y más tarde en Madrid, gracias a una serie de sabias y afortunadas iniciativas en el campo mercantil y financiero. Sensiblemente enriquecido y muy bien situado en la Corte, Muzio estuvo entonces en grado de ocupar un papel protagonista a su vuelta al Estado de Milán justo al comienzo del siglo XvII, hasta el punto que su familia pudo monopolizar por un par de generaciones el importante oficio de tesorero general. Francesco por su parte, en estrecha colaboración con su influyente progenitor (cuya muerte en 1615 le haría obtener dicho oficio, del cual ya había sido asistente durante tres años), levantó a su costa una compañía de caballería ligera, empleada en 1612 en el transcurso de la primera guerra de Monferrato. En efecto, la financiación indispensable para la leva –el coste aproximado de la operación llegó a la respetable suma de 6.000 ducados– vino garantizada por el rico padre, que respondió así a una solicitud específica del gobernador marqués de hinojosa.74 73 Rizzo, “Milano”, pág. 742. El episodio ha sido reconstruido por Marco ostoni en su monografía il tesoro del re. Uomini e istituzioni della finanza pubblica milanese fra Cinque e Seicento, Nápoles, 2010, pág. 124 y n. 74 influencia social, conveniencia económica 181 BIoGRAFÍAS dE vALÍA ENTRE vERSATILIdAd FUNCIoNAL, CIRCULACIÓN INTERNACIoNAL y MúLTIPLES FIdELIdAdES Un personaje de particular interés es sin duda el gentilhombre cremonés Luigi dovara, cuya biografía nos permite tocar algunas cuestiones de relieve. hijo del patricio Federico (que había militado con Carlos v, para luego pasar al séquito de Cosimo de Medici), este siguió los pasos del padre, comenzando a servir de joven bajo las insignias de los Medici.75 Capitán de caballería, junto con el padre y el hermano Flaminio estuvo entre los numerosos cremoneses y lombardos que se batieron en la guerra de Siena, alguno incluso a costa de la vida.76 Beneficiado cada vez más de las gracias de Cosimo, que lo hizo caballero de Santo Stefano (como les ocurriría más tarde a otros de sus conciudadanos),77 Luigi comenzó a añadir al servicio militar el desempeño de encargos diplomáticos, faceta que con el tiempo se impondría no sin que, de vez en cuando, le fueran confiadas tareas de carácter técnico, logístico-organizativo y financiero. Consejero y acompañante de un personaje incómodo como Pietro de Medici,78 dovara obtuvo para él de Felipe II el prestigioso generalato de las infanterías italianas, siendo a su vez nombrado como su maestre de campo79 y cooptado en el Consejo de Guerra del rey; Luigi todavía renunciaría al mando de cuatro mil italianos ofrecido por el soberano, para poder permanecer cerca de la persona de don Pietro.80 El notable cremonés adquiría, cada vez más, las semblanzas de una figura poliédrica, de importante espesor estratégico, fuertemente ligada a los Medici (y de modo particular a Francesco), pero sin olvidar su patria de origen y su soberano ibérico.81 Por mucho tiempo residente en la Corte madrileña, en la que trató para Florencia cuestiones de importancia y adquirió intimidad con el influyente Antonio Pérez, en muchas ocasiones dovara ofreció al Gran duque los servicios militares de algunos de sus conciuda75 Guido Sommi Picenardi, “Luigi dovara gentiluomo cremonese agente mediceo alla corte di Filippo II”, Archivio Storico italiano, XLvII (1911), págs. 50-51. Sobre Federico cfr. también Rizzo, “ottima gente”, pág. 140n. 76 Sommi Picenardi, “Luigi dovara”, págs. 51-53. Entre otros se encuentran exponentes de las familias patricias Picenardi, Borgo, oscasali, Persichelli, Trecchi, Ala y Favagrossa. 77 Sommi Picenardi, “Luigi dovara”, págs. 54-55 y n., 57. 78 Sobre esta compleja y, por varios lados, siniestra figura, véase Mario Rizzo, “Gli Austrias e l’Italia centrosettentrionale nella prima età moderna. Una rapsodia geopolitica”, Elena Fasano Guarini-Franco Bonatti, eds., Feudi di Lunigiana tra impero, Spagna e Stati italiani (xv-xviii secolo), La Spezia, 2008, pág. 80 y n.; Rizzo, “A forza di denari”, pág. 291. Cfr. también AGS, Estado, 1451 (102). 79 Sommi Picenardi, “Luigi dovara”, págs. 66, 94-95, 107. 80 Sommi Picenardi, “Luigi dovara”, pág. 78. 81 Sommi Picenardi, “Luigi dovara”, págs. 109, 115, 117, 121, 126. 182 Mario Rizzo danos gentilhombres con sus séquitos armados. Particularmente estrecho debía de ser el vínculo clientelar con la familia Borghi, dado que don Luigi señaló a la atención de la Corte de Madrid, primero, el ya citado Ludovico y, sucesivamente, su hijo Nicolò, que gracias a su ilustre protector fue incluido en 1580 entre los oficiales encargados de la leva de dos mil infantes lombardos.82 Como confirmación de los persistentes vínculos afectivos, clientelares y de interés con la nativa Lombardía,83 dovara expresó su deseo –en el caso que se revelaran fundadas las voces que avisaban de un posible reconocimiento por parte del rey– que tal premio consistiera en ser nombrado miembro del Consejo Secreto de Milán;84 significativo es también el hecho que este suplicase a Felipe que su conciudadano Ludovico Aimi fuera nombrado senador, cosa que el rey aprobó poco después.85 Ni faltaron otras recomendaciones a favor de sus propios parientes y criaturas, ni de lombardos cercanos al Gran duque.86 En los años ochenta, finalmente, un dovara llegó a ser caballero de Santiago.87 Como decía, el currículum de Luigi dovara suscita alguna reflexión de carácter general. En primer lugar, en lo referente al reclutamiento de las fuerzas lombardas, las iniciativas de don Luigi constituyen un ejemplo significativo de parcial excepción a la orientación clásica según la cual los súbditos del rey sólo podían servir bajo sus enseñas.88 En realidad esta regla general podía sufrir derogaciones de cierto relieve a causa de violaciones ilegales perpetradas por los reclutadores al servicio de autoridades forasteras,89 o también gracias a licencias concedidas por las autoridades habsburguesas a estados aliados o, en todo caso, cercanos a los intereses estratégicos de Madrid. En este sentido es digna de señalar la correspondencia intercambiada en los primeros meses de 1573 entre el gobernador de Milán Requesens y el embajador español en venecia, en la que el gobernador afirmaba haber concedido al residente de la Serenísima en Milán “un mundo de licencias” que autorizaban a capitanes y “personas particulares” del Milanesado –súbditos, por tanto, de Felipe II– a servir a venecia; Re- 82 Sommi Picenardi, “Luigi dovara”, págs. 60 y n., 107; Rizzo, “ottima gente”, págs. 139-140. 83 Sommi Picenardi, “Luigi dovara”, págs. 101 (acerca del vínculo con el cardenal Nicolò Sfondrati, obispo de Cremona y futuro papa), 109-110. 84 Sommi Picenardi, “Luigi dovara”, págs. 87-88. 85 Sommi Picenardi, “Luigi dovara”, pág. 94. 86 Sommi Picenardi, “Luigi dovara”, págs. 107 y n., 110 y n. 87 davide Maffi, “Blandire e premiare. Cavalieri milanesi di Santiago (1560-1700)”, Societá e Storia, 127 (2010), pág. 7. 88 véase por ejemplo ASM, Mil. p.a., 187, el gobernador al gran canciller, Piacenza, 31 de octubre de 1547. 89 Cfr. por ejemplo AGS, Estado, 1222 (64-65). influencia social, conveniencia económica 183 quesens subrayaba en todo caso que, por el momento, no se les podía permitir la leva inmediata de un “golpe de gente”, al menos hasta que su Majestad no hubiera terminado de reclutar la suya, ya fuera para la flota ya fuera para Flandes.90 Frente a las insistentes peticiones venecianas de acrecentar ulteriormente las licencias de leva, el gobernador se desfogaba así con el embajador Guzmán: “mire v. S. como podré creçelles de nuevo el número en un estado tan pequeño como éste”.91 Efectivamente la propia familia dovara –y llegamos así al segundo punto de interés general– constituye un caso paradigmático de una cierta circulación internacional de notables, dotados de sofisticadas competencias estratégicas y conectados a amplias redes de complejas relaciones sociopolítico-clientelares. Sólidamente radicada en Cremona e inicialmente ligada al séquito de los habsburgo, entrado el siglo XvI el linaje prosperó con los Medici sin que, por otra parte, se abandonaran los vínculos con la tierra de origen y los Austrias. Serán necesarias investigaciones más profundas para comprender completamente las relaciones de Luigi dovara con la Corte española y sus exigencias estratégicas, pero a partir de este momento podemos constatar cómo su servicio a los Medici no estuvo privado de importantes implicaciones también en la óptica habsburguesa. En la Italia de los siglos XvI y XvII no faltan algunos ejemplos de notables que, en el curso de su currículum, militaron bajo diferentes banderas, según distintos esquemas geográficos y cronológicos. Para permanecer en el ámbito lombardo, se podría citar al coronel Mondinaro Remenolfi, cremonés, que primero sirvió a Carlos v en Piamonte y Siena, para pasar luego a venecia como coronel para la Liga Santa y volver después al servicio de los habsburgo, antes con don Juan y, sucesivamente, en los Países Bajos, “donde sirvió a su costa” con “muchos gentiles hombres y cavallos”, siendo finalmente reconocido por Alejandro Farnesio con 50 escudos de entretenimiento mensual por orden del rey.92 Si algunos súbditos lombardos se trasferían –temporal o definitivamente– a enseñas extranjeras, muchos notables (también y sobre todo italianos), que no eran vasallos de los Austrias entraban, en cambio, en las unidades de la Monarquía. Un tema este último verdaderamente fundamental en el estudio de la estrategia y de la geopolítica de los habsburgo, que ya he abordado en otra ocasión y sobre el cual no me puedo detener. En todo caso se puede recordar al menos el caso del capitán Giuseppe Caresana, noble piamontés que en los decenios centrales del siglo XvI sirvió a Madrid a lo largo de más de veinticinco años, convirtiéndose después, hacia finales de los años sesenta, en gobernador de Turín. Entre otros durante la gestión del gobernador marqués de 90 91 92 AGS, Estado, 1508 (12). AGS, Estado, 1508 (13); véanse también los documentos 14 y 17. Rizzo, “ottima gente”, págs. 141-142 y n. 184 Mario Rizzo Pescara Caresana habría reclutado una compañía de doscientos infantes italianos.93 Finalmente se debe remarcar un tercer aspecto de la carrera de don Luis dovara: la coexistencia de funciones más estrechamente militares (sobre todo, aunque no sólo, en la fase inicial) y de actividades político-diplomáticas sin olvidar las episódicas, pero relevantes, competencias técnico-logísticas. Un currículum, en suma, cuyas connotaciones geopolíticas y estratégicas van más allá de la pura esfera bélica y militar. A tal propósito no se puede dejar de mencionar al menos de pasada a dos personajes del calibre de Brocardo Persico y Paolo Sfondrati –verdaderamente emblemáticos en este sentido–, cuyas trayectorias fueron analizadas en el ámbito de mi estudio sobre la elite cremonesa, y al cual se remite.94 Eclécticos, por la capacidad de adaptarse y desempeñar diversas tareas estratégicas; dinámicos, por la disponibilidad a asumir encargos en contextos geopolíticos diversos; emprendedores (e incluso a veces desaprensivos), por la voluntad de intentar múltiples trayectorias políticas y clientelares: estos adjetivos, dosificados según los casos, se adaptan bien a la biografía de algunos notables examinados en las páginas precedentes de este apartado y en el ensayo cremonés. y versatilidad, movilidad e iniciativa encontramos también en un par de personajes ligados a la historia de la plaza fuerte de Como en el siglo XvI, cuyos periplos merecen atención en tanto que demuestran cómo ciertos ilustres notables italianos entrelazaron sus propios destinos con las exigencias de la potencia habsburguesa, ejerciendo funciones estratégicas complejas, hechas posibles gracias a los recursos económicos y sociales de los cuales aquellos podían disponer. Aunque lejana de la frontera más peligrosa del Estado de Milán, esto es, la occidental, la plaza de Como resultaba de todos modos importante, dado que era frontera de los territorios suizos y de los grisones, así como puerta de entrada para las tropas alemanas. Esta posición geopolítica imponía a las autoridades de Como el ejercicio tanto de funciones defensivas de tipo estático (vinculadas a la gestión de la fortaleza, a fin de proteger el territorio de posibles invasiones) como de organización y ejecución de toda una serie de actividades que podríamos definir como de inteligencia, encaminadas a recoger información –y, si era posible, influenciar– acerca de las iniciativas militares, políticas y diplomáticas de los incómodos vecinos helvéticos. La plaza de Como y su territorio circundante constituían por tanto un “observatorio privilegiado” tanto para defender los confines septentrionales del 93 ASM, Mil. p.a., 237, el magistrado ordinario al gobernador Alburquerque, 23 de abril de 1569; ASM, Mil. p.a., 237, “El d.o cap.n levanto por orden del señor marqués de pescara...”. otro caso digno de nota en AGS, CMC, 2a ép., 6, Alessandro Farnese al alférez Gio. Antonio de Ferrari, encargándole la leva de italianos para los Países Bajos. 94 Rizzo, “ottima gente”, págs. 129-136. influencia social, conveniencia económica 185 Milanesado como para adquirir información y recursos indispensables para la elaboración y ejecución de la estrategia de los habsburgo en Italia y Europa. En consecuencia, las “potencialidades estratégicas” de esta plaza indujeron a los habsburgo a confiar su defensa “a figuras que poseyeran no sólo una notable experiencia militar, sino también otros recursos igualmente útiles para garantizar el control del territorio y la consolidación del poder español en una zona de confín”.95 En efecto, el gobernador de la ciudad debía cuidar además las delicadas relaciones con suizos y grisones, cumpliendo importantes tareas diplomáticas y de representación. “Sólo un exponente destacado del establishment lombardo, gracias a su red de parentelas y amistades, estaría en grado de desarrollar ya el sutil trabajo diplomático, ya de sostener los costes”: por esto, a diferencia de cuanto sucedía en las otras plazas fuertes lombardas, los habsburgo solían atribuir el gobierno del Castillo de Como no a militares españoles (“con un escaso conocimiento del territorio que estaban llamados a defender y sin ninguna radicación local”) sino a notables autóctonos o, en todo caso, naturalizados lombardos, en disposición de sostener los gastos financieros ligados al puesto y de aprovechar su propia influencia social en la gestión de la estrategia de los habsburgo.96 Entre 1565 y 1578 el gobernador de Como fue, no por casualidad, un personaje eminente como el conde Giovanni Anguissola, emparentado con otros magnates (como el marqués de Castiglione), político destacado, diplomático insigne, capitán de caballería pesada, coronel de infantería italiana y comandante de plazas fuertes entre otros méritos. Su fascinante biografía parece representativa de las elites italianas que sirvieron la Monarquía con recíproca satisfacción y conveniencia. Por una parte, el conde Giovanni no constituía –al menos en origen– el prototipo del patricio lombardo, si se entiende el adjetivo en su sentido más estricto y específicamente inherente al Estado de Milán, antes que el sinónimo sustancial de “padano”.97 En efecto, había nacido en Piacenza en 1514, en el seno de una ilustre familia feudal emiliana cuyo insigne rango social, conspicua riqueza y reseñable poder político-militar, contribuyen a explicar el hecho de que Giovanni fuera uno de los organizadores de la célebre conjura nobiliar (inspirada y sostenida por el gobernador de Milán Ferrante Gonzaga) que llevó al asesinato, en 1547, de Pier Luigi Farnese. Por otra parte, en la que podría definirse como su segunda vida, Anguissola consiguió inserirse profundamente en el tejido político, social e institucional de la Lombardía española, convirtiéndose en un protagonista de primer nivel de la estrategia de los 95 Anselmi, “Conservare lo Stato”, págs. 225-226. Anselmi, “Conservare lo Stato”, pág. 226. 97 Letizia Arcangeli, Gentiluomini di Lombardia. Ricerche sull’aristocrazia padana nel Rinascimento, Milán, 2003, passim; donati, “The Profession”, pág. 302. 96 186 Mario Rizzo habsburgo en la Italia septentrional y el área helvética. Para huir de la venganza farnesiana se refugió en efecto en el Milanesado, donde asumió puestos políticos de gran importancia y prestigio, obteniendo un asiento como senador milite y llegando a ser miembro del Consejo Secreto. En base a una suerte de “modelo plurifuncional” –en cuyo ámbito, en realidad, las diversas funciones ejercitadas interactuaban y se compenetraban profundamente–, la carrera del conde piacentino desarrollaba, al mismo tiempo, un lado más específicamente estratégico-militar. Entre el nombramiento de gobernador y castellano de Pavía (1555) y el análogo de Como (1565) se inseriría, por ejemplo, el encargo de levantar tres mil italianos para llevar a Francia y luchar contra los hugonotes, mientras cinco años más tarde Anguissola desempeñaba una misión diplomática en el cantón suizo de Friburgo, con el objetivo de tratar con los potentados locales el reclutamiento de algunas unidades destinadas al frente flamenco. A menudo consultado a propósito de importantes cuestiones estratégicas y políticas, en aquellos años el conde vio cómo le concedían otros encargos diplomáticos relevantes, entre los cuales se contó la participación en una embajada enviada por el Rey Prudente para presentarse ante los grisones y estipular una liga, iniciativa que no tuvo éxito, pero que constituye, en cualquier caso, un episodio sobresaliente en la historia de las complejas relaciones entre los cantones, el Estado de Milán y la Monarquía española.98 Importa también constatar que, entre 1579 y 1612, Anguissola fue substituido en el gobierno de Como por el sobrino orazio Pallavicini, otra figura de notable relevancia. Perteneciente a la rama de los marqueses de Scipione (localidad a los pies del Apenino Emiliano), después de haber tomado parte en la conjura antifarnesiana orazio pasó al servicio de los habsburgo; se distinguió en la guerra de Flandes y fue recompensado con el prestigioso hábito de Santiago: un ejemplo significativo de la sagaz y fundamental utilización que Madrid hacía de estos instrumentos preciosos de “fidelización” de las elites italianas. Al final de una larga permanencia en la Corte de Felipe II, Pallavicino se transfirió a Milán convirtiéndose, en sustancia, en un notable lombardo de adopción. Nombrado gobernador de la plaza de Como, inició un “asiduo trabajo de control de los confines, de la actividad diplomática y de las iniciativas militares de los Cantones Suizos y los Grisones”; en esto se valió también y sobre todo de “un canal subte98 ASM, Mil. p.a., 221, juramento de fidelidad al rey de Giovanni Anguissola nombrado gobernador y castellano de Pavía, 21 de junio de 1555; ASM, Mil. p.a., 221, juramento de fidelidad al rey de Giovanni Anguissola nombrado gobernador y castellano de Como, 4 de diciembre de 1565; ASM, Mil. p.a., 92/a bis, el magistrado ordinario al gobernador Requesens acerca de las cargas de alojamiento de los contadi del Estado de Milán, 21 de enero de 1573; AGS, Estado, 1235 (61); ASM, RCS, reg. 13, f. 41-v.; Anselmi, “Conservare lo Stato”, págs. 226-227 y n.; Rizzo, “A forza di denari”, pág. 287; Rizzo, “Milano”, pág. 740; Rizzo, “Sticks”, pág. 174; Rizzo, “Competizione”, pág. 382. influencia social, conveniencia económica 187 rráneo, formado por una amplia red de espías e informadores, que tal vez contaba incluso con personas de relieve” en los territorios helvéticos. También fue senador (desde 1583) y miembro del Consejo Secreto desde 1605. Un episodio de los asuntos familiares de orazio merece finalmente ser subrayado, por cuanto es emblemático de los estrechos vínculos que linajes similares podían establecer con la Monarquía pero, también, de los riesgos y los costes que tal servicio podía implicar: el hijo ottavio perdió la vida combatiendo en los Países Bajos, lo que comportó la extinción de esta rama de la ilustre familia.99 EL GRAN GABRIo versatilidad, movilidad e iniciativa –unidas por otra parte a un sincero apego a la causa de los habsburgo– caracterizan también la biografía de Gabrio Serbelloni, el más eminente de los súbditos lombardos que sirvieron a los Austrias en el siglo XvI, ese Gran Gabrio que se incluía entre los más reputados militares de Europa,100 el “célebre soldado” del que habla –no sin imprecisiones– con justificada admiración el autor del Teatro Genealógico,101 el “caballero milanés, bravísimo ingeniero, valeroso soldado” que mereció una cita lisonjera en el Don Quijote.102 Nacido de nobles progenitores en 1509, huérfano de padre al poco tiempo, el joven Serbelloni emprendió la carrera militar al servicio del potente y controvertido primo Gian Giacomo de Medici, llamado el Medeghino, un hábil y desaprensivo condottiero que –en aquellos años dramáticos durante los cuales Lombardía era disputada por diversas potencias– trataba de recortarse un dominio territorial en el área lariana –es decir, del territorio de Como–, donde ya era castellano de Musso y feudatario de Lecco. Gabrio se encontró así involucrado en los conflictos que enfrentaron al Medeghino y sus hermanos con los Sforza, los grisones y Carlos v. derrotado y obligado al pacto, Gian Giacomo tuvo que abandonar las tierras larianas y aceptar el título de marqués de Marignano, poniéndose poco después al servicio de Carlos duque 199 ASM, RCS, reg. 29, ff. 34v.-35; Paola Anselmi, “Uno sguardo al di là dei confini: il carteggio di orazio Pallavicini governatore di Como (1592-1612)”, Claudio donati, ed., Alle frontiere della Lombardia. Politica, guerra e religione nell’età moderna, Milán, 2006, págs. 71-86; Anselmi, “Conservare lo Stato”, pág. 227 y n. 100 ASCM, códice B6, Relatione della vita del Gran Gabrio; BL, Add. 28.366, f. 107; Leonida Besozzi, “Gabrio Serbelloni nei documenti alla Trivulziana (1527-1566)”, Libri & Documenti, 1 (1984), págs. 14, 22; davide Maffi, “Tra Milano e Madrid. Ufficiali lombardi al servizio delle Monarchie spagnole (secc. XvI-XvII)”, Giuseppe Mazzocchi, ed., El corazón de la Monarquía. La Lombardia in età spagnole, Como, 2010, págs. 51-52. 101 donati, “The Profession”, pág. 321. 102 Miguel de Cervantes, Don Chisciotte della Mancia, edición de Cesare Segre y donatella Moro Pini, Milán, 1988, parte I, cp. 39, pág. 437. 188 Mario Rizzo de Saboya, junto con los hermanos y el primo: se iniciaban así dos décadas fundamentales para la formación estratégica de Gabrio, casi siempre (aunque no exclusivamente), al lado del Medeghino, empeñado sobre varios frentes italianos y europeos. Mientras este último se afirmaba como uno de los principales generales saboyanos, Serbelloni acumulaba experiencias importantes, desplegando tareas administrativo-financieras inherentes a las tropas que él mismo levantaba por cuenta de sus primos y convirtiéndose en castellano de Lanzo, una localidad piamontesa que Gian Giacomo había comprado al duque –castillo que Gabrio supo defender de los asaltos de los inquietos locales, favorables a Francia y hostiles a Marignano quien, mientras tanto, se había acercado al Imperio, gracias sobre todo a la protección del gobernador Leiva, hasta convertirse en maestre de campo general–. La repentina muerte de su protector todavía hizo que los hermanos Medici y, por extensión, el mismo Serbelloni, cayeran temporalmente en desgracia a las autoridades habsburguesas, y fueran arrestados por el nuevo gobernador del vasto como sospechosos de connivencia con Ludovico Birago, valiente capitán al servicio de Francia. Pasado el mal trago y rehabilitado por el emperador, Marignano y los suyos se vincularon cada vez más estrechamente al águila de los habsburgo. Gabrio, en particular, adquirió crecientes responsabilidades, revelando poco a poco su propio coraje y pericia, como en ocasión de la expedición húngara de 1541-42, en la cual participó en calidad de capitán de una compañía de 300 infantes y de maestre de campo del primo, comenzando además a demostrar su predisposición a ocuparse del cuidado de las plazas fuertes. de nuevo en Piamonte, el año siguiente defendería con honor, aunque en vano, el castillo de Lanzo de los ataques franceses los cuales –asombrados por su valor–, le ofrecieron pasar a su servicio, recibiendo una total negativa.103 En el verano de 1544 “ahora renombrado capitán, lugarteniente del primo en el mando de la artillería”, Serbelloni se distinguió en la campaña de la Marna, preludio de la Paz de Crepy que, entre otras, restituyó la plaza de Lanzo al Medeghino, que encargó a su primo la reparación del castillo, dañado por los combates. Como prueba de la estrecha relación entre ambos, Gabrio acompañó a Roma a Gian Giacomo para sus bodas con Marzia orsini, sustituyendo de hecho a Gian Battista, el hermano más íntimo del esposo y apenas difunto, probablemente, a causa de la enfermedad desarrollada en el curso de la lucha contra Pietro Strozzi. Los dos primos se empeñaron luego en la guerra contra la Liga de la Smalcalda, durante la que el lugarteniente puso de manifiesto todas sus capacidades técnicas y organiza- 103 Flavio Rurale, “L’ascesa dei fratelli Medici fra protagonismo militare e pratica cortigiana”, Francesca Cantù-Maria Antonietta visceglia, eds., L’italia di Carlo v. Guerra, religione e politica nel primo Cinquecento, Roma, 2003, págs. 277-302; Besozzi, “Gabrio Serbelloni”, págs. 15-17, 24. influencia social, conveniencia económica 189 tivas consiguiendo transportar las piezas de artillería que tenía a su cargo por trayectos casi impracticables, contribuyendo a reforzar las obras defensivas de Ingolstadt y permitiendo (gracias a un hábil bombardeo del enemigo) que algunos soldados españoles pudieran reconstruir un puente de barcas fundamental –que permitió a las fuerzas imperiales cruzar el Elba–. A inicios de los años cincuenta, mientras Marignano acompañaba a Ferrante en una visita al territorio de Parma, Serbelloni guió a sus propios soldados en Piamonte donde completó, entre otras, las defensas de Cherasco, presidió Asti, Alba y Fossano, y participó en la presa de Saluzzo, de la cual fue nombrado gobernador tras haber dado, una vez más, prueba de ser “práctico en el plantar la artillería”. En junio de 1552, dejado el Piamonte y vuelto al Milanesado en espera de moverse hacia el norte, Gabrio recibió del Medeghino el encargo de gobernar el alojamiento de la infantería italiana acuartelada en las regiones de Gera d’Adda, Cremona y Lodi, manteniendo el orden entre las tropas y gestionando las relaciones con los huéspedes civiles. Reunidos nuevamente, los primos tomaron parte en el infeliz asedio de Metz.104 de vuelta en la península pasaron al servicio de Florencia en la guerra de Siena, Medici como comandante supremo de las fuerzas ducales y Serbelloni como capitán general de la artillería para la empresa de Siena; a sus órdenes sirvió además un lugarteniente lombardo, el capitán Cavenaghi, de Lodi. durante el asedio de la ciudad Gabrio operó sobre todo como comandante de artillería y como ingeniero militar, participando además en las negociaciones de rendición; por otra parte no se sustrajo de las acciones sobre el campo de batalla, guiando compañías de infantería y repeliendo el ataque turco a Piombino, hazaña esta última que acrecentó ulteriormente su fama y contribuyó a que Felipe de habsburgo le concediera en 1556 una conspicua pensión anual de 500 escudos por sus méritos militares. Entre tanto, en noviembre de 1555 moría el sexagenario Medeghino, poco después de saber, por el duque de Alba, que le había sido concedido el Toisón de oro. Por su parte Gabrio, ya dotado de una fuerte personalidad estratégica que hacía de él un líder plenamente maduro, hasta 1559 se empleó al servicio del duque –que le había renovado en el mando de la artillería y conferido además el grado de maestre de campo–, bien participando en acciones militares, bien inspeccionando y potenciando las fortificaciones toscanas. En agosto de 1559 rendiría un significativo servicio a su antiguo e ilustre colega Chiappino vitelli, reconquistando un centro de Umbría usurpado por un pariente.105 El año siguiente, elegido pontífice el primo Pio Iv, esto es, Giovan Angelo de Medici (hermano del Medeghino), Serbelloni pasó a Roma acom104 Besozzi, “Gabrio Serbelloni”, págs. 17-18, 25, 26; Besozzi, “Uomini d’arme”, pág. 139n. 105 Besozzi, “Gabrio Serbelloni”, págs. 18-20, 26, 26-27. 190 Mario Rizzo pañando a numerosos parientes. Allí fue designado capitán de la guardia del cuerpo papal, gobernador del Borgo Leonino y superintendente de las fortalezas, así como –en virtud de su dilatada y tranquilizadora experiencia– lugarteniente del comandante general de las milicias de la Iglesia, el joven e inexperto Federico Borromeo: un claro ejemplo de las diversas semblanzas que podía adquirir el nepotismo. Significativamente, también los hermanos de Gabrio recibieron su parte de beneficios. Gian Antonio, con la púrpura cardenalicia, obtuvo el nombramiento de obispo de Foligno y, después, de Novara; Gian Battista se convirtió en castellano de Castel Sant’Angelo y sucesivamente en obispo de Cassano, en Calabria; Fabrizio (ya en el séquito de Gabrio en Piamonte) fue enviado a Aviñón en 1561 para combatir a los hugonotes, siendo en 1564 recompensado con la baronía de Mornas. Si se excluye algún encargo diplomático aislado, la intensa actividad de Gabrio en el Estado de la Iglesia se centró sobre todo en el campo de la ingeniería militar, tanto en Roma como en otros lugares, así como en funciones policiales y de pacificación social de la capital y otras localidades, alternando el puño de hierro con la capacidad de mediación y reconciliación (que le valió la ciudadanía romana en 1563). El apoyo papal, unido a la conocida competencia personal como ingeniero, procuraron a Gabrio prestigiosos y rentables reconocimientos dentro de la orden de San Juan. En 1561 obtuvo el hábito de caballero de Malta (y las encomiendas de la Santísima Trinidad de Ferrara, de San Lorenzo de Calerno y de San Giovanni Gerosolimitano de Montecchio de Parma) y, un año más tarde, Jean de valette le entregaría también el priorato vacante de hungría. En efecto, los Serbelloni no se echaron atrás cuando Malta sufrió el asedio otomano de 1565. En Mesina, donde se reunía la flota de socorro, Gabrio envió las dos galeras que Pío Iv le había donado previamente, confiando el mando a su hijo Gian Battista (que más tarde se convertiría en el primer titulado de la familia como conde de Castiglione d’Adda); este último prefirió en todo caso –no consiguiendo reunir el equipaje idóneo– participar en la expedición como aventurero junto al contingente pontificio guiado por Ascanio della Cornia. debería haber tomado también parte Camillo de Medici, hijo natural del Medeghino, comendador de la orden de Malta, pero una repentina enfermedad se lo impidió. En diciembre de aquel año la muerte del pontífice favoreció un nuevo y definitivo empuje en la carrera de Gabrio y la suerte de los Serbelloni. En efecto, mientras el nuevo papa Pío v se vinculaba a los vitelli, nombrando a vincenzo en el puesto de Gabrio (a quien, pese a todo, se había ordenado mantener el orden en Roma durante el cónclave, y que se aprestaba para partir hacia Malta a reconstruir las fortificaciones dañadas por los combates del año precedente), Felipe II aceleraba los pasos para atraer de nuevo a la familia milanesa al servicio de los habsburgo; por otra parte, ya en 1565 el duque de Alba había iniciado conversaciones con Pío Iv a fin de contratar definitivamente y en exclusiva influencia social, conveniencia económica 191 para la causa española los servicios de Gabrio y su hermano Fabrizio, gratificado ya en 1559 con una merced por sus servicios y hecho senador milite en Milán poco después, en 1562. En 1566 Gabrio estaba oficialmente al servicio del rey, que lo designó capitán de armas de Catania, encargado de repeler el temido ataque turco; a ese año pertenece también la detallada relación del aparato defensivo de Malta, de la que emerge la profunda competencia técnica de Serbelloni.106 Respecto a aquel que había militado con Carlos v, el Gabrio Serbelloni que ahora se reinsertaba en el sistema habsburgués (del que de todos modos nunca había salido completamente: baste pensar en su hábil mediación entre Jean de valette y el virrey de Sicilia García de Toledo) era naturalmente más experto, acreditado, potente y autorizado, con un séquito de fieles creados y hábiles colaboradores en grado de ofrecer una contribución preciosa a la causa de los habsburgo; por otra parte, el retorno bajo las enseñas de los Austrias aseguraba a Serbelloni perspectivas de carrera todavía más fúlgidas, poniendo a su disposición un escenario más vasto y prestigioso, aunque también más absorbente y peligroso. En 1567-68 estuvo en Flandes a las órdenes del duque de Alba, donde ejerció el mando de la artillería pero también operó en la ingeniería militar y en los combates de la infantería, guiando por ejemplo ocho compañías alemanas en la defensa de Amberes, ciudad de la que fue gobernador en dos ocasiones. Más tarde, ya anciano, todavía volvería a los Países Bajos, confiando en 1578 a don Juan de Austria más de tres mil hombres entre infantes españoles y caballeros, que condujo en cincuenta días del Estado de Milán a Namur, y participando en la toma de Maastricht.107 En el decenio transcurrido entre las dos experiencias flamencas Gabrio (senador milite de Milán desde 1571), volvió a ocuparse con dedicación casi exclusiva del frente mediterráneo, confirmándose como uno de los más valerosos defensores de la Cristiandad frente al Turco. No sorprende que el Cervellón –que ya había precedentemente inspeccionado y modificado las fortificaciones de Sicilia, el Reino de Nápoles y la mítica Goleta de Túnez– ocupase una posición de importancia (repetidamente miembro del consejo de guerra así como de nuevo capitán general de artillería, entre otras cosas) en la expedición guiada por don Juan que condujo a la victoria de Lepanto, durante la cual Gabrio comandó una galera. después de haber presentado, junto a Requesens, la propuesta –significativa, aunque desechada– según la 106 AGS, Estado, 1130 (24, 37), 1210 (99); AGS, SP, 1156, f. 150; ASM, Mil. p.a., 1, el magistrado ordinario a Felipe II acerca de la liquidación de las cuentas de algunos oficiales, 2 de agosto de 1564; Besozzi, “Gabrio Serbelloni”, págs. 17, 20-22, 27-29; Arese, “Le supreme cariche”, pág. 147. 107 AGS, Estado, 1247 (5), 1248 (119), 1249 (55, 103); Parker, The Army of Flanders, págs. 278, 280; henry Kamen, El Gran Duque de Alba. Soldado de la España imperial, Madrid, 2005, págs. 162, 172. 192 Mario Rizzo cual las unidades de combate en Flandes debían constar al menos de 5.000 hombres, Serbelloni fue protagonista de la desafortunada (aunque no ciertamente por su culpa) empresa de Túnez. Él contribuyó en primera persona a la temporal reconquista de la ciudad, cuya defensa le fue confiada al mando de 8.000 hombres, con el deber de proceder también a la construcción de un fuerte que, junto con la vecina Goleta, habría debido proteger lo mejor posible esta posición avanzada en el Norte de África. En realidad, y aunque Gabrio se aplicó con toda su pericia y dedicación, la edificación de la nueva fortaleza estuvo plagada de mil dificultades materiales, financieras, políticas y estratégicas, mientras los potentados locales se movilizaban contra los invasores cristianos y los otomanos armaban una poderosa flota, apropiándose primero de la Goleta y después Túnez en el verano de 1574, tras los sangrientos combates que le costaron la vida de su hijo Gian Paolo, varias heridas, la prisión y su traslado como cautivo a Estambul. Gracias a las muchas e influyentes relaciones propias y de su hermano cardenal (comenzando por Carlo Borromeo), pero también por la conspicua capacidad financiera de la familia, Gabrio consiguió primero que su prisión fuera más soportable con la ayuda del bailo veneciano y, más tarde, la liberación, haciéndose rescatar en un intercambio de prisioneros favorecido por la intercesión con el sultán del rey de Francia, que a su vez había sido solicitado por el cardenal Ippolito d’Este, legado pontificio en París; este último se desobligaba así de un significativo y previsor favor hecho por Serbelloni en Roma en la época de Pío Iv. Gabrio no se limitó a rescatarse a sí mismo, sino que se empeñó a fin de que otros prisioneros pudieran recuperar su libertad, confirmando las notables posibilidades económicas de su familia; en cuanto a las motivaciones que empujaron Gabrio a empeñarse a favor de sus compañeros de prisión, es razonable pensar en una mezcla (sólo aparentemente contradictoria) de generosidad, sentido del honor e intereses político-clientelares: si, por una parte, ya había demostrado sobre el campo de batalla sentirse cercano a sus hombres y no vivir la experiencia de mando en una torre de marfil, por otra parte no deja de ser cierto que la gratitud moral y endeudamiento financiero de quien venía ayudado reforzaban el potencial clientelar del benefactor. vuelto a Milán en 1575, el año siguiente asumiría un papel principal durante la peste substituyendo, en calidad de lugarteniente, al gobernador –prudentemente retirado en vigevano–. Gabrio se apagaría en Milán en 1580, ya septuagenario, dos años después de su último e importante empeño estratégico en Flandes.108 108 BL, Eg. 534, ff. 250-256v.; AGS, Estado, 1231 (24, 27, 60, 69), 1232 (52), 1235 (5), 1236 (10, 33, 34, 233, 239), 1237 (4), 1239 (93), 1243 (29), 1244 (145, 148, 150-151, 154155), 1246 (108, 139); Besozzi, “Uomini d’arme”, págs. 135-175, 179n. (con la bibliografía citada); Besozzi, “Gabrio Serbelloni”, págs. 16, 21, 28; donati, “The Profession”, pág. 321; Arese, “Le supreme cariche”, pág. 147. influencia social, conveniencia económica 193 Esta eminente biografía (significativamente conectada a aquella no menos fascinante del Medeghino) presenta una pluralidad de elementos de interés que tienen que ser sumariamente subrayados. Iniciada de un modo poco propicio, la relación entre Gabrio y los habsburgo mejoró sensiblemente con el tiempo y se hizo más estrecha, aunque no exclusiva, como demuestran los años transcurridos al servicio de Cosimo, Pío, Chiappino y la orden de Malta. Estos períodos, por otra parte, no correspondieron necesariamente a otras tantas rupturas o enfriamientos con los habsburgo sino que fueron, la mayoría de las veces, el fruto de circunstancias particularmente favorables que ofrecían buenas oportunidades bajo otras banderas no hostiles a los intereses de los Austrias. Sin embargo fue con Felipe II cuando los vínculos se hicieron más profundos y exclusivos, al tiempo que otros miembros de la familia eran también atraídos al servicio o, en todo caso, colaboraban de distintas formas con los habsburgo (por ejemplo uno de los hijos de Gabrio, Alessandro, doctor colegiado, fue cuestor togado del magistrado ordinario, adquiriendo el título de conde de dovera en 1598).109 En los decenios sucesivos los destinos de la casa se continuarían entrelazando con los de la Monarquía.110 La compleja trayectoria de Gabrio nos explica, al menos en parte, su gran competencia, singular versatilidad y extraordinaria reputación. En las diversas fases de su carrera estuvo en contacto con muchas figuras políticas y militares de primer plano, se enfrentó a un gran número de enemigos de muy diferente naturaleza, se empeñó en varios frentes terrestres y marítimos en Italia, Europa, el Norte de África y el Mediterráneo, combatió a la cabeza de infanterías de diversa nacionalidad, estuvo entre los más hábiles generales de artillería de su tiempo así como entre los más apreciados ingenieros militares, ocupó cargos administrativos, desarrolló funciones logísticas y de reclutamiento, realizó tareas policiales, desempeñó hábilmente algunas misiones diplomáticas, supo gestionar una muy delicada emergencia como aquella de la peste de San Carlo: objetivamente, no muchos en el siglo XvI pudieron exhibir un currículum estratégico parecido, que permitió a Serbelloni acumular durante más de medio siglo un excepcional bagaje de experiencias y de afinar, progresivamente, distintas habilidades.111 La sabi109 BL, Add. 28.405, f. 102-v.; AGS, Estado, 1214 (151), 1245 (113), 1246 (108), 1247 (5), 1249 (55), 1277 (15); ASM, RCS, reg. 29, ff. 21-26, 34v.-35, 50v.-51v; Arese, “Le supreme cariche”, pág. 148. 110 Maffi, il baluardo, ad indicem; Maffi, “Tra Milano e Madrid”, págs. 52-53; oppizzone, informatione, págs. 145, 202, 234, 292; Cavatio della Somaglia, Alleggiamento, págs. 425, 714. Arese, en particular, recuerda los casos de Giovanni –nieto de Gabrio, conde de Castiglione, comisario general del ejército de Lombardía y miembro del Consejo Secreto desde 1627, muerto en Perpiñán en 1638– y Carlo Francesco, conde de dovera, en el Consejo Secreto desde 1638, muerto en Madrid en 1649 (“Le supreme cariche”, págs. 147-148). 111 Bartolomé yun, “Introducción. Entre el imperio colonial y la monarquía compuesta. Élites y territorios en la Monarquía hispánica (siglos XvI y XvII)”, Bartolomé yun, ed., Las 194 Mario Rizzo duría, el know how, la fidelidad, el coraje, la experiencia de Gabrio, así como su ascendiente sobre la tropa y sus colaboradores, su status socio-económico, su amplia red de relaciones clientelares, su capacidad de mediación, sus dotes organizativas, su actitud de liderazgo sin perjuicio de su inclinación al trabajo en equipo, su ingenio tecnológico,112 dotaban de inestimables flechas al arco del Rey Prudente. ¿UN SERvICIo RENTABLE? ¿Ponerse al servicio de la estrategia de los Austrias era rentable para los notables lombardos? La pregunta toca una cuestión tan importante como intrincada que, a su vez, entra en la temática todavía más compleja de las implicaciones económico-financieras de la estrategia de los habsburgo en Lombardía.113 Lejos de pretender responder hic et nunc, me limitaré a ofrecer algunas observaciones problemáticas y metodológicas, poniendo de relieve algunos aspectos sobresalientes del argumento, rico en facetas y no analizable desde un enfoque economicista. Ante todo se evidencia un elemento aparentemente banal pero, en realidad, muchas veces minusvalorado: la profesión de las armas podía comportar graves riesgos para la vida, la salud y la integridad física de quien la practicaba. En una época en la que la medicina y la higiene eran entidades de definición incierta, no obstante la figura pionera de Ambroise Paré, la carrera militar podía traer numerosos peligros, siendo la muerte traumática en batalla el más trágico y llamativo, pero ciertamente no el único. El caso de Gian Battista de Medici demuestra que los excesos del servicio podían cuando menos contribuir a un pernicioso y, tal vez fatal, debilitamiento físico; algo similar le ocurrió también al hermano Gian Giacomo, que enfermó repetidamente durante sus peregrinaciones militares.114 Muertes, heridas, mutilaciones, prisiones no eran tan raras, como se ha intuido en las páginas precedentes, como se ha constatado con respecto a los notables cremoneses115 y como emerge también del estudio de la defensa de Túnez, durante Redes del imperio. Élites sociales en la articulación de la Monarquía Hispánica, 1492-1714, Madrid, 2009, pág. 30. 112 durante la desesperada defensa del fuerte de Túnez, “Il Serbelloni fece costruire una macchina di sua invenzione per spiare quanto preparavano i Turchi”, escribe Besozzi, “Uomini d’arme”, pág. 163n. (la cursiva es del autor). 113 Rizzo, “Rivoluzione”, passim. Esta problemática será ulteriormente analizada en una monografía actualmente en curso de redacción. 114 Besozzi, “Gabrio Serbelloni”, págs. 16, 17, 19. Cfr. también Rizzo, “ottima gente”, pág. 135 para el caso de Ercole Sfondrati en la centuria posterior. 115 Rizzo, “ottima gente”, págs. 136, 137, 138, 140, 141. Cfr. también Maffi, il baluardo, págs. 131-135. influencia social, conveniencia económica 195 la cual, junto con el joven Serbelloni, perecieron el lugarteniente de Giovanni Marliani, Altobello Besozzi, originario del pueblo de Monvalle, cerca de Lago Maggiore, y los capitanes milaneses Luigi Porro y Gian Battista Crivelli, Marliani fue herido en un ojo y acabaron reducidos a la esclavitud –además de Gabrio y el mismo Marliani–, un Gian Giacomo Besozzi (presumiblemente pariente del difunto), así como dos significativos personajes de varese, “pertenecientes a familias antiguas del Alto Seprio”: Gian Antonio Castiglioni (residente en Castiglione, pero también con casa en Milán), rescatado con la ayuda de Serbelloni, y Pietro Francesco Bianchi, de velate, muerto como esclavo mientras se negociaba su rescate.116 Estos ejemplos, aunque no tienen relevancia estadística, dan una idea de los riesgos muy concretos a los que se exponían no sólo los infantes, sino también los oficiales, incluso aquellos de rango elevado e ilustre cuna. Para el notable, el servicio militar podía concluirse trágicamente con la muerte, esto es, con un ejemplo de aquello que Carlo M. Cipolla define como producción negativa; esto además habría implicado para su empleador (el rey) la pérdida de un precioso capital humano, mientras que para la familia de proveniencia habría comportado el desvanecimiento, al menos parcial, de una serie de inversiones de diferente naturaleza (material e inmaterial) operadas a lo largo del tiempo para formar al propio vástago con vistas al servicio.117 heridas o mutilaciones de particular gravedad podían complicar e incluso frustrar carreras incipientes o ya afirmadas y rentables, tal vez dejando en dificultad económica al sujeto y su familia. Costosa además de dolorosa, estresante y peligrosa también se revelaba a menudo la prisión, que normalmente se resolvía positivamente sólo gracias al pago de un rescate.118 Sin embargo, esta era solamente una de las perspectivas que se podían adoptar para valorar los riesgos y beneficios del servicio. desde la óptica de la Corona, la pérdida o minoración física de un oficial comportaba sin duda un daño, pero tal vez era el precio inevitable que había que pagar por alcanzar las finalidades estratégicas para las cuales el mismo oficial era empleado (en términos económicos de hoy en día diríamos quizás: a fin de que se implementase el servicio público denominado “defensa”119). En cuanto a los notables y sus familias, una herida o una mutilación –siempre que no comportaran una grave invalidez– constituían una señal tangible de 116 Besozzi, “Uomini d’arme”, págs. 135, 144, 160-161, 163, 164, 165, 167-168, 171174, 179. 117 Rizzo, “ottima gente”, págs. 136-137. 118 Rizzo, “ottima gente”, pág. 140 (Gaspar osio, capturado por los franceses en los años cincuenta del Quinientos, tuvo que desembolsar 1500 escudos para comprar su libertad); Besozzi, “Uomini d’arme”, págs. 172, 173, 174n., 179 y n. 119 Rizzo, “Rivoluzione”, págs. 451-453. 196 Mario Rizzo valor y fidelidad, un precioso as en la manga del cual valerse en el momento oportuno de solicitar las mercedes adecuadas a sus propios méritos y sufrimientos: en suma, una especie de inversión en el futuro. A nivel de estrategia familiar, a esto se añadía la “gastabilidad” (potencialmente todavía más rentable) de la muerte en servicio de un pariente o antepasado, como revelan claramente los textos de algunas peticiones, en las cuales el valor, la competencia y el sacrificio de otros miembros de la estirpe representaban otros tantos atout para el postulante y/o para sus hermanos, hijos y nietos. Naturalmente, en esta perspectiva el elemento utilitarista (tal vez oportunista) y el ideológico-moral se fundían muchas veces de manera inextricable: una muerte, una herida o una prisión acrecentaban el prestigio y el crédito de la familia en relación con la Corona, y se podían explotar para obtener alguna recompensa pero, al mismo tiempo, fortalecían ulteriormente los lazos psicológicos y morales con los habsburgo y sólitamente empujaban a los supervivientes a una identificación todavía más profunda con la Corona.120 El cuadro no parece menos complejo si de la incolumidad física y de la libertad personal pasamos a las retribuciones y a fuentes de ingreso conectadas con las actividades estratégicas desarrolladas por los notables. Aunque algunos estuvieran dispuestos a servir, al menos temporalmente, “a su costa”,121 normalmente quien prestaba servicio militar u operaba en la administración del ejército recibía una compensación, a veces incluso significativa.122 En todo caso, el pago concreto de las retribuciones era menos cierto y puntual de lo que teóricamente se preveía,123 mientras que los desembolsos de diverso género podían multiplicarse en considerable medida. El mando de una unidad podía implicar para un oficial la necesidad de hacerse cargo de gastos importantes, comenzando por los costes de reclutamiento. Entre los siglos XvI y XvII fueron varios los que levantaron unidades total o parcialmente a cargo de sus propios recursos: el empeño financiero podía revelarse notable, aunque al mismo tiempo se adquiría un importante título de mérito ante las autoridades de la Corona.124 Cuando las pagas se retrasaban o la situación de los alojamientos se complicaba –eventualidad no demasiado improbable para las tropas de la época y, en particular, para las de los Austrias–, el comandante se veía de hecho constreñido a intervenir en el sustento de sus soldados en la medida que le era posible, 120 donati, “The Profession”, págs. 312, 317-320; Rizzo, “ottima gente”, págs. 133, 134, 136. 121 Rizzo, “ottima gente”, págs. 141-142. ASM, RCS, reg. 13, ff. 58-64v., reg. 29, ff. 7v.-9, 50v.-51v.; Maffi, il baluardo, págs. 401-416. 123 AGS, Estado, 1216 (63, 66, 71, 74), 1246 (72). 124 ASM, Mil. p.a., 235, “Relación de qualidad, y servicio del Capitán Fabricio Cacha”, 31 de octubre de 1612; Rizzo, “ottima gente”, págs. 135, 136-137; Besozzi, “Uomini d’arme”, págs. 178-179 e n. 122 influencia social, conveniencia económica 197 anticipando las pagas, distribuyendo socorros e, incluso, suministrando géneros de primera necesidad, ya fueran de su propiedad o adquiridos de otra manera. En otras ocasiones los oficiales debían gastar su patrimonio en reforzar las defensas de los lugares que les habían sido confiados. En tales circunstancias sólitamente estaba previsto un reembolso por parte de la administración, pero a menudo se retrasaba durante períodos de tiempo largos, por no decir infinitos.125 Sin este tipo de intervenciones no sólo se hubiera puesto en peligro la eficacia estratégica de la unidad, sino también la reputación personal y la credibilidad profesional del oficial. En una época en la que el Estado no se había convertido todavía en el dominus incontrastable de la fuerza legítima, era sustancialmente aceptado que, dentro de ciertos límites, los particulares cooperaran y se integraran en la acción del gobierno, implicando a sus propias finanzas en espera de posteriores resarcimientos y/o futuras gratificaciones de distinta naturaleza. En suma no era oro todo lo que brillaba; sin embargo oro había, y no poco, por así decirlo. Los balances y otras fuentes financieras del Estado de Milán demuestran claramente que, de lejos y constantemente, la cuota de gasto público predominante era aquella de carácter estratégico, destinada in primis a la paga del personal (comprendidos los oficiales, funcionarios y diplomáticos).126 Si en definitiva las retribuciones, antes o después, eran solitamente pagadas de algún modo, naturalmente no deben ser descuidadas las también numerosas oportunidades de enriquecimiento que la participación en el sistema estratégico de los Austrias podía ofrecer a los notables lombardos, comenzando por todas las mercedes de diverso tipo y entidad. Cierto, no todos podían lograr un golpe tan magistral como el que se anotó el conde Massimiliano Stampa que, después de haber favorecido como castellano de Milán la llegada al poder de Carlos v en 1535, fue premiado con 50.000 escudos y el marquesado de Soncino: un caso muy poco ordinario. Más normales eran los entretenimientos, pensiones et similia, algunos centenares de escudos al año (raramente se conseguían los mil), tal vez con la anhelada facultad de extenderlos a los herederos; por otra parte, ni siquiera estas sumas eran siempre satisfechas puntualmente.127 Cual recompensa por 125 ASM, Mil. p.a., 237, el magistrado ordinario al gobernador Alburquerque, 23 de abril de 1569; ASM, Mil. p.a., 222, el magistrado ordinario al gobernador Ayamonte, 11 de junio de 1576; AGS, CMC, 2a ép., 6, cuentas de la compañía de caballería ligera española de don Pedro de Tassis; Rizzo, “ottima gente”, págs. 140-141. 126 Mario Rizzo, Non solo guerra. Risorse e organizzazione della strategia asburgica in Lombardia durante la seconda metà del Cinquecento, Enrique García hernán-davide Maffi, eds., Guerra y sociedad en la Monarquía Hispánica. Política, Estrategia y Cultura en la Europa Moderna (1500-1700), Madrid, 2006, vol. I, págs. 224-229. 127 AhN, Estado, 725, Relación de las ayudas de costa, entretenimientos, ventajas, Rentas, ampliaciones dellas, Títulos y Feudos de que su M.d El Rey Don Phelippe segundo […] hizo mrd. en el Estado de Milán desde 9 de setiembre de 1588 hasta 12 de setiembre de 1598; AGS, E, 1245 (113); ASM, Mil. p.a., 236, el magistrado ordinario al gobernador Fuentes, 198 Mario Rizzo un servicio fiel y valeroso, como reconocimiento al estatus personal y familiar, o por motivos esencialmente políticos (las tres cosas a menudo se entrecruzaban), algunos obtenían títulos nobiliarios y jurisdicciones feudales, que preveían también el ejercicio de determinados poderes y derechos, con consiguientes ingresos de dinero.128 Muy apetecida (por motivos de prestigio, pero también económicos) era además la entrega de un hábito de las órdenes religiosas caballerescas, con encomiendas que podían alcanzar la suma de centenares si no miles de escudos al año; el culmen del honor se tocaba con el Toisón de oro.129 Tampoco debe ser olvidada la concesión de oficios, civiles o militares (también en este caso tal vez con derecho de ser trasmitidos a los herederos).130 dignas de atención son las variadas posibilidades de ganancia extra (más o menos lícitas) que a menudo se ofrecían a los oficiales y funcionarios de la administración militar, desde aquella que se puede definir como “economía de los alojamientos” (en la que muchas veces actuaban grupos de interés formados por civiles y militares juntos), a los fraudes con ocasión de las muestras que precedían al pago de la soldada o los contratos para el suministro de varios géneros de provisiones, por citar sólo algún ejemplo.131 Interesante, finalmente, el caso de Gabrio Serbelloni que –como reconocimiento a sus servicios– recibió por parte de Pío Iv un donativo de dos galeras que, después, “venían dadas a sueldo” de Felipe II “en modo y forma como se hace con el señor Juan Andrea doria el cual tiene las mismas condiciones”; en práctica, el sueldo era igual a quinientos escudos mensuales por cada una, “con pago anticipado de dos meses y un interés del 14% anual en caso de falta de pago en el plazo previsto”.132 En línea de cuanto se ha dicho sobre la elite de Cremona se pueden juiciosamente observar algunas consideraciones más generales para la Lombardía en su conjunto. directa o indirectamente, el servicio estratégico prestado a la Corona garantizaba a numerosos notables del Estado de Milán ventajas económicas significativas, bajo la forma de salarios, emolumentos administrativos, mercedes varias y entradas extra de naturaleza lícita o ilícita. Además de aportar honor y reputación social a los que beneficiaban, 23 de mayo de 1601; Rizzo, “ottima gente”, págs. 135, 137, 138, 139, 140, 142; Besozzi, “Gabrio Serbelloni”, págs. 19, 31, 32. 128 Rizzo, “ottima gente”, pág. 142. 129 Rizzo, “ottima gente”, págs. 135, 136, 141 (con la bibliografía citada); Besozzi, “Gabrio Serbelloni”, págs. 21, 28. véase también Maffi, “Blandire”, passim. 130 Rizzo, “ottima gente”, pág. 140. 131 he profundizado en esta materia en diversos trabajos precedentes a los cuales remito por brevedad. Abundantísimo material archivístico sobre el tema está disponible en las actas de las visitas generales del Estado de Milán; a puro título de ejemplo cfr. AGS, vI, 270, 272, 332, 335. 132 Besozzi, “Gabrio Serbelloni”, pág. 29. influencia social, conveniencia económica 199 tales rentas constituían un elemento esencial en la estrategia económica de estos personajes y sus familias. Por otra parte y aun procurando importantes perspectivas de carrera, consolidación o ascenso socio-económico a escala internacional,133 la inclusión en el aparato estratégico de la Monarquía raramente constituía una sine cura, ya sea porque muchos cargos comprometían la integridad física de quienes los desempeñaban, o bien porque la fidelidad a la Corona, la eficiencia operativa y el honor mismo del notable podían requerir gastos considerables. vista desde esta óptica, la disponibilidad –por no decir el propio y verdadero anhelo– de los notables por servir a Su Majestad se explica también como una suerte de compleja inversión a medio-largo plazo, cuya rentabilidad tiene que ser verificada a menudo sobre más de una generación y en diversos planos, no sólo sobre el estrictamente económico. En conclusión, para poder responder de un modo menos imperfecto a la pregunta del título será necesario reconstruir de una manera más exhaustiva un mayor número de casos, incrementando sensiblemente la masa de los datos a nuestra disposición, para después tratarlos con un enfoque más sofisticado (por ejemplo, comparando los varios ingresos de los personajes en cuestión con aquellos de otras figuras, y estimando además su poder adquisitivo), sin olvidar por otra parte que la evaluación económica no debe ser separada artificiosamente de consideraciones más complejas que influenciaban profundamente a los notables a la hora de hacer sus elecciones. No PARA CoNCLUIR, SINo PARA CoNTINUAR El objetivo de este ensayo no era trazar un cuadro exhaustivo, esto sería prematuro, sino más bien proseguir con la roturación de un terreno historiográfico muy fértil pero, en gran medida, todavía virgen; con tal fin se ha privilegiado la recogida de nuevas informaciones o la valoración de datos al menos en parte ya conocidos, pero ahora inseridos en un contexto hermenéutico más actualizado y sofisticado. Extraer conclusiones definitivas sería por tanto veleidoso. En cualquier caso y en base a lo dicho hasta aquí es legítimo proponer algunas breves consideraciones, en parte para ofrecer un balance provisional pero también para sugerir las etapas sucesivas de este camino de investigación; algo similar a cuanto ya se hizo en el ensayo sobre la elite cremonesa, cuyas observaciones finales integran de modo significativo este párrafo.134 133 yun, “Introducción”, págs. 15, 19. Rizzo, “ottima gente”, págs. 143-145, donde se analizan, entre otros, dos aspectos que aquí no es posible tratar por falta de espacio: la función exhortativa y ejemplar que los habsburgo atribuían a la concesión de las mercedes (premiar a uno para estimular a 134 200 Mario Rizzo Entre la Monarquía y los notables lombardos se desarrolló una relación crucial, muy compleja y de difícil esquematización que, en todo caso, en su conjunto puede definirse como ventajosa para ambas partes. Si de un lado los habsburgo hicieron todo lo posible por asegurarse la colaboración de la elite, esta última por su parte pareció bien dispuesta a aceptar aquel papel e, incluso, ella misma imploró puestos y reconocimientos varios. No por casualidad en 1572 el gobernador Requesens se lamentaba ante el soberano del goteo constante de peticiones que los notables de la Italia septentrional le elevaban en cuanto sumo representante de la Corona en la región (quien tenía que remitirlas a la Corte y, eventualmente, recomendar algún postulante) y capitán general de un área estratégica fundamental como el Estado de Milán.135 La estrategia de una gran potencia como la monarquía compuesta de los Austrias contaba mucho con los notables locales por tres finalidades principales (que en el caso lombardo resultaban todavía más relevantes, por motivos ligados al rol estratégico del Milanesado y la historia de su elite), es decir: la consolidación del consenso político hacia el poder de la Corona, a través de un enfoque inclusivo que ligase a la dinastía las clases altas, a su vez en disposición de controlar e influenciar amplios segmentos de la población local; el reclutamiento de la tropa; la adquisición de know-how y actitud de leadership en el campo militar, diplomático, técnico136 y administrativo, a emplear no solo en el Estado de Milán sino también fuera de él. La cooptación de notables en el sistema estratégico ocurría a menudo a través de complejas relaciones clientelares, a diversos niveles y lugares, entre las autoridades de la Corona y algunos miembros de la elite lombarda, pero también entre notables indígenas de distinto rango, tanto en Madrid como en Milán y otros centros lombardos; por otra parte y aun reconociendo la importancia de la dimensión clientelar y tratando, por tanto, de reconstruir en la medida que nos es posible la red de lazos que atravesaba el poder de los habsburgo, la orientación de nuestra investigación no le concede un papel preponderante, porque la considera uno entre los múltiples factores que se deben tener en cuenta para comprender el complicado funcionamiento de la máquina imperial.137 ciento…) y la complejidad de los criterios de selección de los oficiales (rehuyendo de superficiales críticas preconcebidas, relativas a un presunto ejército antimeritocrático de los Austrias y favoreciendo por el contrario un enfoque hermenéutico más complejo). 135 Rizzo, “Milano”, pág. 740. 136 A tal propósito se debería al menos una fugaz mención a un tema crucial que no se ha podido analizar aquí sino limitadamente a la figura de Gabrio Serbelloni, esto es, la contribución de los ingenieros militares italianos –y en particular lombardos– al aparato defensivo de los Austrias, un ejemplo brillante de circulación internacional de talentos y de competencias técnicas. 137 Rizzo, “Gli Austrias”, pág. 88n. (con la bibliografía citada). influencia social, conveniencia económica 201 Como hemos podido constatar, durante el siglo XvI muchos notables lombardos se implicaron, bajo diversos títulos, en el servicio de la estrategia de los Austrias. Si bien incompleta, la casuística reconstruida hasta ahora resulta ya significativa en términos cualitativos y cuantitativos. Incluso dentro de un marco general que presenta importantes caracteres comunes, se denota una considerable variedad de situaciones, bien relativas a la correlación entre servicio estratégico y trayectoria personal y familiar de los notables, bien en lo referente a la naturaleza y origen de dichas personas. Simplificando un cuadro en realidad mucho más heterogéneo, podemos distinguir grandes linajes de antigua tradición, cuya fortuna quedó en alguna medida bajo la influencia de los nuevos dominadores –como es obvio–, pero cuya preeminencia se remontaba al menos a la época medieval; estirpes que, ya sólidas, durante la etapa española ascendieron todavía más, gracias en parte al servicio estratégico; familias de más reciente fortuna, las cuales –así como ciertos individuos– debían su estatus socio-económicopolítico casi exclusivamente al favor del príncipe, muchas veces conquistado a través de un servicio fiel y competente.138 ya sea en este ensayo, o en el estudio cremonés, hemos encontrado familias que, con una cierta continuidad, proporcionaron a los habsburgo numerosos vástagos, junto a otras cuyos exponentes se prestaron más esporádicamente; algunas más especializadas en el campo estrictamente militar, otras más versátiles. Una variedad de situaciones que se vuelve a encontrar, sustancialmente, también a nivel individual. Es además interesante señalar cómo, ya en el Quinientos, la contribución a la estrategia de los habsburgo no vino sólo de linajes de nobleza lato sensu feudal y caballeresca, sino también de familias patricias las cuales, por otra parte, a menudo perseguían luego un ulterior ennoblecimiento a través de la compra de feudos ligados a títulos nobiliarios, a veces concedidos por la Corona en reconocimiento de la lealtad y los méritos demostrados en el servicio. En suma, ya en el siglo XvI aparece cuantitativamente conspicua y cualitativamente compleja la aportación que el abigarrado mundo de los notables lombardos ofreció a la causa de los Austrias, lo que indica una sustancial continuidad respeto a lo estudiado para el Seiscientos.139 Una contribución tan significativa, a menudo peligrosa y no siempre inmediatamente remunerativa en el plano material, se explica por una serie de factores de atracción, entre los cuales querría subrayar dos elementos obtenidos de la presente investigación. En primer lugar, la riqueza y pluralidad de las oportunidades que un patronazgo tan potente en el plano estratégico, sofisticado en el funcional y amplio en el territorial, podía ofrecer a 138 donati, “The Profession”, págs. 303, 315-316, 320. Maffi, il baluardo, passim; donati, “The Profession”, págs. 307-309, 313-320; Rizzo, “ottima gente”, passim. 139 202 Mario Rizzo los notables, cuyo comportamiento tiene que ser estudiado a menudo en términos de estrategia familiar además que individual (esto naturalmente no significa que cada paso estuviera necesariamente planificado al detalle y los currículos siguieran una trayectoria diseñada a priori). En segundo lugar, la capacidad por parte de los habsburgo de proponer a los notables no solo opulentas (y, en todo caso, importantísimas) perspectivas económicas y de carrera, sino también y sobre todo un sistema de valores en el que pudieran, al menos en parte, identificarse, cultivando una fidelidad en gran medida genuina en relación con la dinastía, y cuyo rédito no puede medirse sólo en términos de conveniencia económica sino también, quizás sobre todo, de prestigio, honor y reputación. Por usar una terminología actual, la Corona se daba cuenta de que debía conquistar también las mentes y los corazones de sus servidores, en primer lugar de aquellos que ponían en peligro su vida por servirla.140 Sobre estas bases se fundaba en suma el interés común de los habsburgo y de la elite lombarda, a fin de que numerosos y cualificados de sus exponentes sirvieran con las armas, en calidad de diplomáticos o como funcionarios de la administración militar, contribuyendo de modo relevante a la estrategia imperial.141 dicho esto, lo que nos espera en el futuro inmediato es la prosecución de la construcción de una casuística lo más rica y variada posible, como ya se mencionaba con respecto al côté económico de la cuestión. Mucho trabajo queda todavía por hacer tanto con las fuentes primarias como con las secundarias, a fin de sacar a la luz nuevas personalidades y familias todavía ignoradas, enriquecer nuestro conocimiento respecto a las figuras en parte ya estudiadas, profundizar en cuestiones metodológicas y hermenéuticas hasta ahora postergadas o sólo esbozadas y realizar comparaciones con otras realidades contemporáneas en Italia y Europa inherentes a la monarquía de los Austrias pero también externas a ella, como Francia (sobre la cual disponemos de estudios particularmente válidos).142 No es necesario subrayar, en conclusión, que la relación entre la elite lombarda y la estrategia de los habsburgo debe también leerse a la luz del más vasto contexto italiano: es bien conocido que Madrid se abasteció no solo de las elites provenientes de sus propios dominios, sino que también supo atraer con habilidad a muchos gentiluomini que no estaban directamente bajo su soberanía.143 140 Rizzo, “ottima gente”, pág. 143; donati, “The Profession”, pág. 311, 313-314. Rizzo, “ottima gente”, pág. 129. 142 véase por ejemplo hervé drévillon, L’impôt du sang. Le métier des armes sous Louis xiv, París, 2005. 143 Rizzo, “Milano”, págs. 735-743; Rizzo, “A forza di denari”, págs. 288-291; Rizzo, “Sticks”, págs. 159-163, 164, 165-166, 174-180; Rizzo, “Gil Austrias”, passim; donati, “The Profession”, págs. 311, 312n., 313. 141