CAPÍTULO II: La Guerra de la Independencia en la Tierra de Ciudad Rodrigo U na de las primeras obras que encuentra el visitante en este capítulo es un grabado perteneciente a la obra de Louis Adolphe Thiers, Atlas de l`Histoire du Consulat et de l`Empire, publicada en 1859 en París, en el que reproduce el plano de seis ciudades españolas afamadas por los trágicos asedios que padecieron por las tropas francesas. Entre las ciudades de Cádiz, Tarragona, Badajoz, Lérida y Tortosa, también aparece representada la plaza fuerte de Ciudad Rodrigo: ejemplo de la resistencia española, en ella se congregaron numerosos voluntarios y milicianos provenientes de las localidades cercanas dispuestos a dar su vida por defender su patria, su hogar y el trono de Fernando VII. A través de una amplia muestra de documentos originales entre los que se incluyen mapas geográficos y militares, acuarelas, grabados, oleos, retratos, armamento, cartas autógrafas, periódicos, medallas y restos de las batallas, se va dibujando la historia de Ciudad Rodrigo y de su tierra desde el año 1808 hasta el final de la Guerra en el año 1813. A lo largo de la exposición, se mostrarán las consecuencias de los dos sitios, tanto el del año 1810 como el del año 1812, las características del enfrentamiento y de cada uno de los ejércitos así como de la vida cotidiana de la época, sin olvidar las batallas más importantes que enfrentaron a los ejércitos español e inglés contra los soldados napoleónicos, para reconstruir la historia de hace dos siglos y reivindicar la relevancia de la Tierra de Ciudad Rodrigo en la historia de la Guerra de la Independencia. W. Heath / T. Sutherland Storming of Ciudad Rodrigo Jan 19th 1812 Londres, 1815 Grabado Francesco Antommarchi Máscara Mortuoria de Napoleón Bonaparte, 1833 Yeso con una pequeña placa de bronce Ciudad Rodrigo en la Guerra de la Independencia Palacio de los Águila Ciudad Rodrigo Exposición Histórico Militar E l 27 de octubre de 1807 Manuel Godoy, Primer Ministro de Carlos IV, firmó con Napoleón el Tratado de Fontainebleau, gracias al cual las tropas francesas entrarían en España para ocupar Portugal. Así, desde que el ejército napoleónico comandado por Junot se adentra en el territorio luso, Ciudad Rodrigo cobrará mayor protagonismo hasta el final de la guerra, en el 1813. Sus murallas y su Tierra fueron testigos mudos de combates, sitios, batallas, saqueos y guerrillas. Después del levantamiento español contra la ocupación francesa, Ciudad Rodrigo se convertirá en foco de resistencia, llegando a ostentar la Sede de la “Junta Suprema de Castilla la Vieja”. A pesar de los deseos franceses por someter la plaza, no será hasta comienzos del año 1810 cuando el Mariscal Ney comience con los preparativos del sitio definitivo. Junto con Junot y Massena, Mariscal en jefe del ejército comisionado para acometer la tercera invasión de Portugal, asediaron durante setenta y seis días la ciudad, hasta que el día 10 de julio, ante la imposibilidad de defender las murallas, el General Pérez de Herrasti rindió la plaza tras una desesperada pero heroica resistencia. Gracias al tiempo empleado por el ejército napoleónico en la toma de Ciudad Rodrigo, Lord Wellington, al mando de las tropas aliadas, pudo organizar la defensa del territorio portugués y concluir la construcción de las Líneas de Torres Vedras, fortificación infranqueable que obligó al ejército francés a desistir en sus pretensiones imperialistas sobre el territorio luso. Casi dos años después del primer asedio, será Wellington quién vuelva a sitiar la ciudad para liberarla de la ocupación francesa el 19 de enero de 1812. En señal de agradecimiento, las Cortes de Cádiz le otorgan el título de Duque de Ciudad Rodrigo el 30 de enero del mismo año. En este asedio perdieron la vida dos de los más relevantes generales británicos, Crawfurd y Mackinnon, además de centenares de soldados de ambos bandos. Pero también la ciudad fue víctima tras el asalto, sufriendo un feroz saqueo motivado por su firme resistencia. Las brechas en su muralla evidenciarán el imparable avance en la expulsión de las tropas napoleónicas de la Península. La muralla de Ciudad Rodrigo simboliza la resistencia española ante las pretensiones imperialistas de Napoleón y las brechas que fueron abiertas en ella representan la realización de los deseos de ambos ejércitos: por un lado, con la toma de Ciudad Rodrigo, las tropas napoleónicas, considerarán superado uno de los mayores obstáculos para la conquista de Portugal, y posteriormente, esa brecha, abierta exactamente en el mismo lugar en que lo fuera casi dos años antes, será una brecha en la moral francesa, sugiriendo la descomposición del Imperio Napoleónico y el renacer de la esperanza en el pueblo español. CAPÍTULO I: Goya. Un Reportero de Excepción L a muestra comienza con uno de los documentos gráficos más brutales que han llegado hasta nosotros: Los Desastres de la Guerra, de Francisco de Goya y Lucientes. Se trata de ochenta y dos láminas pertenecientes a la 5ª Edición, realizada en 1923 a partir de las planchas originales grabadas por Goya entre los años 1810 y 1815. Junto con las imágenes que este primer “reportero de guerra” nos legó, se exhiben otras piezas que nos hablan de los orígenes del enfrentamiento y sobre uno de sus principales protagonistas: Napoleón Bonaparte, presente en la exposición a través de una de las máscaras funerarias que en el año 1833 realizó su médico personal, Francesco Antommarchi, a partir del molde que elaboró del rostro de Napoleón dos días después de certificar su defunción en la Isla de Santa Elena, lugar al que fue desterrado después de librar su última batalla en Waterloo Por ello, con esta exposición de la Colección J.R. Cid, intentamos dar a conocer un momento que fue crucial en el devenir histórico de toda la Península y poner de manifiesto las razones que convirtieron a esta plaza en un enclave estratégico del desarrollo de la contienda. Francisco de Goya y Lucientes Que se rompe la cuerda Lámina nº 77 de la serie Los Desastres de la Guerra W. Heath / J. C. Stadler Taking of Ciudad Rodrigo, Jan 19th 1812 Londres, 1818 Grabado coloreado Busto de Lord Wellington, 1822 Fundido en bronce