Una mudanza con el Parkinson Esta columna llega literalmente de la bolsa de correos. Fue enviada desde Chiapas, el estado más al sur de México. A finales de diciembre, mi esposa, Judith, nuestros dos hijos y yo, empacamos nuestras cosas y nos mudamos de nuestro hogar en Vermont a la ciudad de Comitan. Decidimos vivir por seis meses en Comitan porque sabíamos que allí habría pocos, si es que alguno, que hablara inglés. Queríamos maximizar la oportunidad para nuestro hijo de 14 años, Alex, y nuestra hija de 11 años, Sofía, de aprender el español. Ellos de buena gana estuvieron de acuerdo con el plan puesto que estaríamos cruzando la frontera sur hacia su país de origen, Guatemala, varias veces durante nuestra estancia. Alex iba a conocer a su madre de nacimiento y sus hermanas, y quería poder hablarles en su propio idioma. Sofía iba a conocer a sus padres adoptivos, quienes la amaron y cuidaron durante los primeros años de su vida. También, elegimos a Comitan debido a su proximidad a las fabulosas ruinas y a la cultura Maya que aún prevalece en este lugar. A medida que Judith y yo comenzamos a idear nuestra mudanza a México, estuvimos de acuerdo en que teníamos que centrar nuestros planes alrededor de los niños más que de mi enfermedad de Parkinson. Decidimos seguir adelante, y de una manera u otra ¡hacer que los planes funcionaran! La preparación con el Parkinson Antes de asumir el compromiso de mudarnos a Comitan, Judith fue allí a finales del otoño en una misión de reconocimiento, con el fin de encontrar un sitio donde pudiéramos vivir y una escuela para los niños. Ella se aseguró de que la casa fuera segura para que yo pudiera desplazarme (sin muchas escaleras) y cerca al trasporte público. Nos quitamos una carga de encima cuando supimos que una casa con estas características nos estaba aguardando. Otra cosa que hice en las semanas previas a nuestra aventura fue hacerme exámenes exhaustivos con mi neurólogo (además de mi médico de atención primaria, mi urólogo, mi especialista en gastroenterología y mi dermatólogo). Unos dos meses antes de nuestra partida, comencé la tarea de cerciorarme de conseguir las suficientes reservas de medicamentos para cubrir mi larga ausencia. Pude obtener de mi asegurador farmacéutico, Medicare Part D, un “suministro especial de vacaciones” el cual me dijeron que era el máximo permitido. Mi equipaje de mano, atiborrado de medicamentos, ¡acabó pesando 13 libras! Esto sin mencionar los rostros inquisitivos de una o dos o personas en la ruta. Un compañero de viaje que también tenía Parkinson me dio un excelente consejo: haga que cada uno de los médicos escriba una carta dirigida a “a quien le pueda interesar” explicando que yo tenía la enfermedad de Parkinson e incluyendo un listado de todos los medicamentos que habían recetado, las dosis y los horarios. Estas cartas resultaron invaluables en el aeropuerto de Ciudad de México, cuando tuve que entrevistarme con un agente de aduana escéptico. Tenía todos mis medicamentos en un maletín de mano, en los frascos originales debidamente etiquetados y en bolsas de plástico trasparentes. Lo único que no hice, que tal vez hubiera resultado útil, fue haber pedido que las cartas fueran escritas tanto en inglés como en español. Sin embargo, las cartas me dieron vía libre al avión. También escribí — y reduje a tamaño de billetera — mi régimen completo de medicamentos. Una vez en nuestro destino ¿Encontramos que Comitan era una ciudad amistosa para el Parkinson? Sí y no. Prácticamente (Continúa...) Parkinson’s Disease Foundation • 1359 Broadway, Suite 1509 • New York, NY 10018 (212) 923-4700 • (800) 457-6676 • Fax (212) 923-4778 • [email protected] • www.pdf.org hay que caminar a todas partes, lo que resulta excelente como ejercicio para el Parkinson. El problema es que las aceras de esta vieja ciudad son desniveladas, agrietadas, frecuentemente estrechas y algunas veces a unas buenas 18 pulgadas de altura de la calle, habiendo que dar una gran zancada para poder bajar o subir. Varias veces estuve a punto de extenderme en el piso de manera bien dramática. Esto me sirvió de recordatorio para mantenerme más alerta sobre las posibles áreas problemáticas. Desde que estamos aquí, se me han ocurrido varias cosas que hubiera sido bueno hacer antes de la mudanza, tales como averiguar si había en la ciudad un especialista en trastornos del movimiento. Las organizaciones nacionales del Parkinson, incluyendo a la Parkinson’s Disease Foundation, pueden ser muy útiles para localizar proveedores de atención médica, centros para personas de la tercera edad, farmacias y otros servicios. Las personas que son verdaderamente organizadas deberían pedir que les enviaran copias de sus historias médicas antes de mudarse. Otra cosa que puede ser útil es investigar si hay grupos de apoyo para pacientes y cuidadores. En nuestro esfuerzo por centrar el viaje alrededor de los niños en vez de mi enfermedad, yo no hice esto. ¡A lo mejor empiece uno! Otra cosa que no hicimos con antelación, pero que seguramente hubiera sido una buena idea, fue conseguir un seguro de viaje que incluyera la cobertura de evacuación médica. Estoy un poco avergonzado de admitir que no hicimos muchas cosas “al pie de la letra,” pero este ha sido mi modus operandi desde el mismo momento en que recibí el diagnóstico de Parkinson hace ya casi doce años: Haz lo que quieras hacer, y hasta donde sea posible, no moldees tu vida alrededor de tu enfermedad. Sopesa cuidadosamente tus opciones y decide qué medidas vas a tomar para hacer que tu vida sea más cómoda, sin sobrecargarte a ti mismo. He visto una y otra vez que si seguimos nuestros sueños (y aprovechamos algunos buenos consejos que nos van llegando), nuestros cuerpos afectados por la enfermedad de Parkinson de alguna manera se acomodan. Y eso, creo que es el mensaje más importante de esta columna. Bruce Talbot es miembro del People with Parkinson’s Advisory Council. Su residencia permanente es en Moretown, VT. Si usted tiene o cree tener la enfermedad de Parkinson, consulte rápidamente a su médico y siga las instrucciones que le dé. Esta publicación no es un sustituto de un diagnóstico médico de enfermedad de Parkinson o de los medicamentos recetados por el médico, el tratamiento o las operaciones para la enfermedad de Parkinson. Reprinted from the PDF News & Review, Spring 2007 © 2007 Parkinson's Disease Foundation Parkinson’s Disease Foundation • 1359 Broadway, Suite 1509 • New York, NY 10018 (212) 923-4700 • (800) 457-6676 • Fax (212) 923-4778 • [email protected] • www.pdf.org