Historia da Costa da Morte

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HISTORIA Y PATRIMONIO
local y la mitra compostelana de la
que son muestra las fortalezas
medievales y las torres de defensa
que aún señorean algunos rincones
de estos ayuntamientos. El Castillo
de Vimianzo (Vimianzo), la Torre de
A Penela (Cabana), Torres de Mens
(Malpica), Torres de Nogueira (Coristanco), o fortalezas reconver-tidas
en pazos nobiliarios como las Torres
de O Allo (Zas) o Vilar-defrancos
(Carballo), son testigo de las reyertas
entre la nobleza y el clero por el
dominio de estos estratégicos y ricos
valles.
En esta misma época, las invasiones
y los saqueos de las villas costeras
eran también habituales y, aunque
tarde, dieron lugar a fortalezas
defensivas como O Soberano (Camariñas), O Cardeal (Corcubión), O
Príncipe (Cee), San Carlos (Fisterra)
o la muralla defensiva y los castillos
de la Villa de Muros, así como a
iglesias fortaleza como la de Laxe,
hermosa muestra de arquitectura
militar y religiosa.
De la época medieval también se
conserva un importante patrimonio
de arquitectura religiosa, los Conventos de San Xiao de Moraime y
San Martiño de Ozón (Muxía) o el de
Soandres (A Laracha) son una buena
muestra de la importancia de los
cenobios en el medievo de este
territorio. Se conservan también hermosas iglesias románicas en Mens
(Malpica), Morquintán (Muxía), Redonda (Corcubión), Seavia (Coristanco), Traba (Laxe), Tines (Vimianzo), Xaviña (Camariñas), Santa
María de As Areas (Fisterra), San
Pedro (Muros).
Más tarde, el barroco dejó su
impronta en muchas de las iglesias
del territorio, entre otras las de Santa
Comba y San Mamede (Carnota), A
Barca (Muxía), Santa Eulalia (Dumbría), Entrecruces, Rus, Ardaña o
Sofán (Carballo), Riobó (Cabana),
Cambeda (Zas). El gótico cuenta con
buenas muestras en las iglesias
de San Marcos (Corcubión), Cee,
Serantes (Laxe) o el Convento de
San Francisco (Muros).
Estilos como el plateresco los
encontramos en la iglesia de Caión
Pocos son los estudios arqueológicos
que se han hecho en A Costa da
Morte, pero se sabe que en la
prehistoria este debía ser un territorio
importante y altamente poblado, como
prueban la cantidad de monumentos
megalíticos desperdigados por la
zona, entre ellos, el Dolmen de
Dombate (Cabana), denominado la
Catedral del Megalitismo. Así, en los
17 ayuntamientos que conforman este
territorio encontramos ejemplos de
megalitos, lo que hizo que la Xunta de
Galiza proyectara el Parque Nacional
del Megalitismo, para esta zona.
Se sabe también, que durante la
etapa castreña, A Costa da Morte
mantuvo e incluso incrementó su
población. Los castros proliferan por
todos los rincones con una densidad
muy alta. El único restaurado es el de
Borneiro (Cabana), conocido como A
Cibdá, muy cerca del Dolmen de
Dombate.
No está tan clara la etapa de la
romanización. En esta tierra donde
la historia se mezcla con la magia,
son muchas las referencias a este
período, pero pocas las pruebas
documentales. Sin embargo, los
llamados puentes romanos como
Lubiáns (Carballo), Brandomil (Zas),
las calzadas como las de Vilaño (A
Laracha), Camiño Real (Fisterra) o
Corme (Ponteceso), las 3 aras que
algunos investigadores insisten en
colocar en el enclave de Fisterra,
entre ellas el Ara Solis, la mitológica ciudad romana de Duio, la
existencia de una Villae y termas
romanas en Carballo, así como la
huidiza y eterna referencia a la vía
romana A Per Loca Marítima que
comunicaba Braccara (Braga) con
Asturica (Astorga) pasando por
estas tierras, parecen demostrar
que la romanización fue un hecho
también aquí.
Algunos hallazgos en excavaciones en
Moraime (Muxía), Tines (Vimianzo) o
A Medoña y Soandres (A Laracha)
también dan referencias del paso de
los siguientes pobladores de estas
tierras, suevos y visigodos.
En la Edad Media, época histórica
convulsa, estos territorios costeros
sufrieron las luchas entre la nobleza
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y la arquitectura renacentista también
tiene algunos ejemplos en este
territorio.
Las fortalezas medievales fueron
dándole paso, con el tiempo, a
hermosos pazos y casas señoriales de
los que se guardan importantes
muestras por todo el territorio.
Destacamos el Pazo de Cotón (Cee),
Graxal y Montesclaros (A Laracha),
Vilardefrancos y O Souto (Carballo),
Cereo Vello (Coristanco), Casa de
Pondal (Ponteceso), Casa do Arco
(Laxe), O Allo, Romelle, Edreira,
Daneiro, Follente y San Tirso (Zas),
Trasariz y Cereixo (Vimianzo), Paxariña y Mouzo (Camariñas).
A partir del siglo XIII y XIV, los núcleos
costeros comienzan a experimentar un
gran auge con respecto a los de la
Galiza interior. Aquí comienzan a
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asentarse algunas de las villas más
hermosas de A Costa da Morte, que
bien merecen un paseo por sus
históricas calles y plazas. Destacamos
el de Muros con su importante
patrimonio civil y religioso, sus casas
asoportaladas y sus plazas; el de
Corcubión con sus casas modernistas
y sus pazos e iglesias; el de Fisterra
con su Plaza del Ara Solis y su
estructura de anfiteatro sobre el puerto;
el de Laxe con sus calles estrechas; el
de Ponte do Porto (Camariñas) con sus
casas flanqueando el Río Grande; el de
Muxía presidido por el Monte Corpiño y
el Santuario de A Barca...
La fertilidad de sus tierras y la
introducción de cultivos procedentes
de las Américas, hacen que A Costa da
Morte comience a denominarse el
granero de Galiza. De esta etapa,
conserva un importante patrimonio
relacionado con la agricultura, los
hórreos, con importantes muestras entre
las que destacan los de Carnota
(Monumento Nacional), el de Lira y el de
San Martiño de Ozón. Los cultivos de
todo tipo de productos hortícolas, las
frutas y los novedosos cultivos de maíz y
patatas, hacen que la economía basada en
la agricultura florezca.
La pesca, con la calidad y variedad de
pescados y mariscos que se dan por esta
zona, era el principal sector económico de
las villas costeras. Incluso existían
importantes puertos balleneros como
Caión (A Laracha) y Malpica. Comienza a
desarrollarse también una industria
artesanal, basada en el encaje y en el
barro, aunque por aquella época existían
otras manifestaciones como las que
llevaban a cabo los cesteros, zoqueiros,
etc. En el encaje y en la alfarería, A Costa
da Morte sigue siendo una referencia
internacional tanto por la calidad de sus
productos como por la conservación de
sus tradiciones artesanales. Los dos
centros artesanales más importantes son
el del encaje (Camariñas) y el de la
alfarería (Buño-Malpica).
En los siglos XVIII y XIX también se
desarrolla una industria relacionada con
el mar como es la de las salazones y
secaderos de pescado, de estos aún se
conservan claros ejemplos como los
secaderos de congrio (Muxía). Este tipo
de actividades fueron traídas hasta estas
costas por emprendedores catalanes.
En el siglo XIX, A Costa da Morte no se
libró de la invasión napoleónica. Algunos
de los episodios de resistencia de los
habitantes de estas tierras dejaron una
sangrienta constancia.
Pero también fue en este siglo cuando en
A Costa da Morte nacieron dos de las
figuras más relevantes de la Historia
de Galiza, Alfredo Brañas (Carballo) y
Eduardo Pondal (Ponteceso). Dos figuras
míticas en el pensamiento, en la cultura,
en la literatura y en la forja de la Nación
Gallega. El primero destaca por ser el
autor de “El Regionalismo”, en la que se
reivindica la necesidad de autogobierno
para Galiza. El segundo es el autor del
Himno Gallego “Os Pinos”, su vasta obra
literaria es un referente de las letras
europeas por su calidad y a él se debe
buena parte de la mitología legendaria
celta de estas tierras.
A principios del siglo XX, y durante una
buena parte de este siglo, comenzó una
particular sangría para este territorio: La
emigración. En la primera parte del siglo
en dirección a América, sobre todo
Argentina, Uruguay, Cuba y Venezuela, y
posteriormente a países europeos,
principalmente Suiza, Francia y Alemania.
El golpe militar del general Franco y la
posterior dictadura ocasionó un empeoramiento de la situación.
Las represalias, los asesinatos o la
inseguridad hicieron que muchas personas de ideas republicanas y democráticas tuvieran que exiliarse.
Fueron éstos, de nuevo, siglos oscuros
para A Costa da Morte, que permaneció
olvidada durante la larga noche de
piedra de la dictadura militar.
En la actualidad, A Costa da Morte
comienza a ver como su secular aislamiento se va salvando, poco a poco. La
entrada en la UE sumió a estos territorios
en una honda crisis económica en la
que, paulatinamente, las políticas de
abandono de la producción puestas en
marcha fueron consiguiendo que se
abandonaran los sectores productivos
históricos, agricultura, ganadería y
pesca, se fuera perdiendo población
activa sin renovación generacional.
Toda esta crisis, a la que le añadimos
algunos hechos catastróficos de tipo
ambiental, como el acontecido en el
año 2002 con el internacionalmente
conocido Desastre del Prestige,
marcaron una tendencia al estancamiento económico del territorio.
Una zona olvidada secularmente por
las medidas políticas de los
gobiernos y que venía manifestando
tendencias alarmantes en indicativos
como la renta per cápita, la emigración, la pirámide poblacional o la
población activa.
Hoy, la puesta en marcha de una serie
de polígonos industriales, el avance en
las infraestructuras viarias, de telecomunicaciones y energéticas, que
están proyectadas, hacen que A Costa
da Morte comience a mirar al futuro con
esperanza. Las actividades industriales
comienzan a asentarse en el territorio y
nuevos sectores como el de servicios o
el turismo comienzan a manifestar
indicadores positivos.
La riqueza de A Costa da Morte comienza a redescubrirse. Ahora sólo
tenemos que esperar a que el progreso
no cometa aquí los mismos errores que
cometió en otras zonas y que el
concepto de sostenibilidad esté presente
en todos los factores de desarrollo. Si
hay algo que puede conseguir que
este trozo de costa tenga potencialidad es la preservación de su riqueza
paisajística, monumental, etnográfica y
su biodiversidad.
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