03 Xornadas 01 B2

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COMPRENSIÓN DE LECTURA - NIVEL AVANZADO
Texto 1, diario ‘El País’ del 15 de febrero de 2000
http://elpais.com/diario/2000/02/15/andalucia/950570565_850215.html
Texto 2, diario ‘El País’ del 19 de abril de 1999
http://elpais.com/diario/1999/04/19/sociedad/924472803_850215.html
Total de palabras texto 1: 427
Total de palabras texto 2: 443
LÍMITE total: entre 500 y 750
Los gitanos que trató Don Jorgito el Inglés
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El escritor George Borrow ha pasado ya a la historia literaria como Don Jorgito el Inglés.
Sus azacaneados viajes por la España del siglo XIX impresionaron a Manuel Azaña, que tradujo al
castellano sus libros La Biblia en España y Los Zíncali. Los gitanos en España. Precisamente,
Portada Editorial acaba de reeditar en Sevilla esta segunda obra, que Borrow dio a la luz en 1841.
Portada Editorial ha aprovechado la traducción del que fuera presidente de la II República. Rocío
Plaza Orellana se ha encargado de la introducción. Plaza Orellana detalla algunas de las
características que han contribuido a cimentar el atractivo de este libro. Borrow llegó a España con
la misión de inculcar a sus habitantes la fe protestante. Cargado de Biblias, Borrow peregrinó por
España durante cinco años y regresó a Inglaterra en 1840. "Los gitanos, pueblo numeroso en el país
por esos años, atrajeron de inmediato su atención, no sólo por la natural inclinación que sentía hacia
quienes compartían su forma de entender la vida, sino también por el reto que le lanzaban desde su
silenciosa ausencia de dioses e ídolos", indica la autora de la introducción.
"Su gran dominio del caló lo utilizó como recurso para despertar el interés inicial de estos
personajes, pronunciando espontáneamente junto a ellos alguna palabra o frase rápida que actuaba
como un sortilegio en el ánimo del oyente, derribando las premeditadas barreras que habían
levantado para aislarse, y produciendo un efecto instantáneo que le predisponía a la mirada curiosa e
interesada de quienes al oírlas, por el simple hecho de hablarles en su lengua, ablandaban sus
recelos", continúa la autora de la introducción.
"Aunque era consciente de que con ellos predicaba en un desierto, y de que le escuchaban
porque les gustaba oír en boca de un extraño su propia lengua, (...) permaneció junto a ellos en su
desagradecida tarea hasta los últimos días que residió en el país", resume Plaza Orellana.
Borrow dejó tras su experiencia con los gitanos una cuidadosa relación de sus rasgos más
notables. Para cualquier interesado en el mundo gitano el libro es una joya. Los títulos de los
capítulos no dejan lugar a dudas: Modo de vivir, La fragua, El bosque, Anécdotas, Quiromancia,
Poderes ocultos, Supersticiones del Norte, Herreros gitanos, Efectos de la educación, Amor a la raza,
El posadero gitano de Tarifa, Esponsales gitanos, El examen, Tentativas para difundir la escritura
entre los gitanos... Como cuenta Plaza Orellana, los "testimonios [de Borrow] han conseguido
navegar por el tiempo sin despojarle de ninguno de los valores con los que él los concibió".
Santiago Belausteguigoitia
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COMPRENSIÓN DE LECTURA - NIVEL AVANZADO
Texto 1, diario ‘El País’ del 15 de febrero de 2000
http://elpais.com/diario/2000/02/15/andalucia/950570565_850215.html
Texto 2, diario ‘El País’ del 19 de abril de 1999
http://elpais.com/diario/1999/04/19/sociedad/924472803_850215.html
Total de palabras texto 1: 427
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De Jorge Borrow al pastor Monroy
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Al famosísimo Jorge Borrow lo metieron en la cárcel de Madrid en 1838 por publicar y
vender la Biblia en España sin notas a pie de página, y al actual presidente de la federación que
representa a los 350.000 protestantes españoles, el pastor Juan Antonio Monroy, le pusieron una
pistola en la frente por negarse a hincar sus rodillas en el suelo durante la misa y jura de bandera,
todo en el mismo acto, a la que asistía como forzado militar del Ejército franquista. "Te arrodillas,
Monroy, o te mato", le gritaba el sargento. El soldado Monroy no se arrodilló. Una y otra barbaridad
son ya historia en la España democrática, pero los protestantes, los judíos y los islamicos (únicas
religiones que tienen reconocido su carácter de "notorio arraigo" en España), y las otras creencias
minoritarias insisten en el largo camino que hay que recorrer para que se pueda proclamar con
verdad que en España se respeta el mandato constitucional de la libertad religiosa y de culto.
"La transición ha podido llevarse a cabo gracias al pluralismo en el orden político y social,
pero esa etapa no se puede dar por concluida mientras quede pendiente la asignatura importante de la
transición religiosa", advierte Mariano Blázquez Burgo, representante de la federación que agrupa a
los protestantes. El rosario de agravios es interminable, pero lo recita en positivo. Blázquez reconoce
la hegemonía católica (menor de la que se presume: él mismo, protestante notorio, engruesa las listas
de católicos por haber sido bautizado de recién nacido), y sus correligionarios no están dispuestos a
aceptar que de la misma se deriven situaciones de prepotencia. En definitiva, exigen del Estado lo
que el Estado prometió en la Constitución: igualdad de oportunidades, trato semejante, que se
remuevan los obstáculos evidentes que dificultan la práctica de una religión minoritaria y que se
termine con las terminologías inadecuadas en los medios de comunicación públicos, que les
confunden muchas veces con sectas o proselitismos sospechosos. Los ejemplos que ponen sobre la
mesa son evidentes y aterradores, o esperpénticos, pero los dirigentes protestantes ni siquiera han
logrado que el director general de RTVE, Pío Cabanillas, (ni antes su predecesor) conteste a las
peticiones de entrevista o acoja sus rectificaciones legales.
"Aunque suene a cosa rara, España no es un país fanático", escribió Jorge Borrow en el
célebre libro La Biblia en España. Sus muchas tribulaciones pastorales muestran, a pesar de todo,
excelentes historias de tolerancia, no en las leyes, sino en el espíritu de los españoles. Hoy la
tolerancia es total en las leyes, pero los datos indican que deja mucho que desear en las costumbres y
usos de algunas personas e instituciones.
Juan G. Bedoya
http://elpais.com/diario/1999/04/19/sociedad/924472803_850215.html
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