PAX ORBIS. Complejidad y conflictividad de la paz

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PRÓLOGO
La Paz es una preocupación que involucra de una u otra forma a todo
lo humano, a todas las instituciones, a todas las ideologías, a todos los
credos, a todas las naciones, a todas las culturas y a todas las personas. La
Paz es una responsabilidad directa de los gobernantes y de los educadores
y, tal como queda recogido en recientes decretos y leyes autonómicas y
estatales, debe de atravesar toda la docencia que imparta la Universidad,
para que los universitarios sean promotores de una Cultura de Paz para
una sociedad más justa y equitativa. Para que esto ocurra es absolutamente
imprescindible que dediquemos nuestros mejores recursos al conocimiento
de las claves para la gestión pacífica de los conflictos y la promoción de
los mismos. Y en este sentido el papel de las universidades puede resultar
esencial tanto para el presente como para el futuro.
La Junta de Andalucía ha tenido innumerables iniciativas sobre la
Paz en el propio Estatuto de Autonomía, en el desarrollo normativo de
leyes y decretos, y a través de numerosas declaraciones parlamentarias.
Asimismo, muchas de las Consejerías han puesto en práctica planes y
acciones concretas que se pueden identificar con la Paz. La Consejería
de Innovación, Ciencia y Empresa, y en particular la Secretaría General
de Universidades, Investigación y Tecnología tienen interés en que la
Cultura de Paz esté lo mas arraigada posible en todo nuestro sistema
universitario, impulsando con ello lo que el Decreto de Ordenación
de los Estudios de Grado y Postgrado y la propia Ley de Andaluza de
Universidades declaran.
La Junta de Andalucía está haciendo una apuesta decidida por la Paz,
especialmente en aquellos espacios culturales y políticos que nos son
más cercanos: nuestra Comunidad Autónoma, nuestro país, Europa, el
Mediterráneo e Iberoamérica. Paz y Desarrollo van unidos y es la obli-
10
prólogo
gación de nuestra Consejería, y en particular de la Secretaría General
de Universidades, promover la Innovación y la Investigación en torno
al Desarrollo y la Paz.
Propugnamos una Innovación que tenga presentes los objetivos
humanos y sociales, y una Investigación que esté al servicio de un
Desarrollo que garantice el máximo bienestar de las sociedades. Todo
ello es coincidente con las propuestas del Plan de las Naciones Unidas
para el Desarrollo (PNUD) que lo liga indisolublemente con la Paz y
los Derechos Humanos.
Estos enfoques llevaban implícita una crítica a la visiones exclusivamente «economicistas» ya que los humanos somos lo suficientemente
complejos, desarrollamos una serie de capacidades y variables con una
gran fuerza creativa y adaptativa. Por lo tanto seguimos entendiendo,
aunque admitamos que otros lo hagan de otra manera, que el I+D significa
una investigación para el Desarrollo integral de todos los seres humanos.
En este caso, la innovación tiene que promover el cambio necesario en
nuestros presupuestos ontológicos y axiológicos de investigación para
alcanzar un óptimo desarrollo humano.
De otro lado, sabemos que los avances en teorías sobre la física, las matemáticas, la cibernética, la información, la ecología, la genética, los sistemas,
la autoorganización, la (neo)evolución, la comunicación, la complejidad,
han servido para replantear y abrir nuevas posibilidades de interpretación
del papel de los seres humanos en el Universo y por ende de nuestra propia
«naturaleza» y «objetivos». Unas interpretaciones que en cierto sentido
superan el falseado debate entre las Ciencias de la Naturaleza y las Sociales
y Humanas y que, de otro lado, pueden ayudar a la búsqueda de una Paz
individual, grupal o de especie, la paz con la Naturaleza y con el cosmos.
Para abordar todas estas nuevas informaciones sobre la condición humana,
los sentimientos, la racionalidad, la conciencia y sobre los conflictos, para
hacer frente a toda esta «complejidad» es imprescindible dotarse de espacios
intelectuales e institucionales inter y transdisciplinares, espacios para los
que las universidades están especialmente preparadas.
Este libro es buena muestra de esta reflexiones, del compromiso de
los investigadores y de las respectivas administraciones por descubrir
nuevos enfoques que promuevan una auténtica Cultura de Paz.
Francisco Andrés Triguero Ruiz
Secretario General de Universidades, Investigación y Tecnología.
Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa de la Junta de Andalucía
11
Introducción
Los conflictos en los que se ven envueltas las sociedades contemporáneas,
y la paz y la violencia resultantes de ellos, son motivo de preocupación
de todos los agentes sociales y objeto de estudio de diversos ámbitos del
saber y de centros interdisciplinares. La Paz forma parte de las preocupaciones que la investigación de las Ciencias Humanas, Sociales y todas
en general, tiene planteadas. Las razones para avanzar en su estudio son
teóricas y también prácticas, ya que los enfoques epistemológicos que se
plantean sobre la Paz y la Violencia influyen en las concepciones y las
prácticas de prevención y gestión de los conflictos. Dadas las actuales
circunstancias locales y globales, la necesidad de analizar y comprender
estas temáticas se puede hacer cada vez más apremiante. En efecto, en
un mundo actual, complejo y conflictivo, el conocimiento de la Paz, en
sus diferentes formas y dinámicas, como instrumento de evaluación y
promoción del bienestar, es completamente necesario. 1
El estudio de los fenómenos y realidades que condicionan la Paz
ha de hacerse desde una perspectiva científica, desde una ciencia que
incorpore valores y que, igualmente, tenga un horizonte de un futuro
deseable, justo y pacífico. Asimismo, la propia naturaleza del objeto de
estudio hace necesario tener en cuenta los aspectos humanos, ontológicos
y axiológicos ordenados desde una perspectiva epistémica y científica. Son
justamente sus significados históricos, éticos, filosóficos y prácticos los
que exigen que se realice una reflexión profunda que dote de significado
la búsqueda de líneas de acción que potencien y validen al máximo los
1.Cf. El capítulo Francisco A, Muñoz y Beatriz Molina Rueda: «Pax Orbis. Complejidad
e imperfección de la paz.»
12
introducción
valores y las realidades de la Paz. En el seno de la Investigación para
la Paz existe un gran interés por organizar este pensamiento desde unos
presupuestos científicos, y en este sentido se ha realizado un gran esfuerzo desde los años cincuenta, todo lo cual ha dotado a la comunidad
humana en general, y a la científica en particular, de un amplio legado,
en cuyo curso y discurso nos queremos situar.
Prácticamente desde los Tratados de París (que pusieron fin a la
Segunda Guerra Mundial y abrieron un nuevo período de la historia),
se ha desarrollado una investigación específica sobre la Paz como una
herramienta preventiva de los conflictos violentos. La Paz ha sido abordada desde entonces bajo la suma de los mejores recursos filantrópicos e
intelectuales. Todas las instituciones dedicadas a la investigación tienen
una responsabilidad en un mundo globalizado sobre el bienestar de los
ciudadanos y en particular sobre el mantenimiento de las mejores condiciones de Paz. Las Universidades Andaluzas e Iberoamericanas comparten
una cultura general —también académica— común que cabe analizar
y comparar. En este caso lo hacemos desde Andalucía, una comunidad
española unida íntimamente con Iberoamérica.2
Andalucía e Iberoamérica son dos realidades distantes y diversas,
pero sin embargo partícipes de muchas circunstancias comunes, entre
las que se encuentra su historia y su legado cultural. Andalucía forma
parte de la Unión Europea y participa de muchas de sus dinámicas,
Iberoamérica tiene una definida entidad por sí misma. Tanto Andalucía
como Iberoamérica participan de los procesos de globalización que nos
ligan y condicionan, por estas razones la conflictividad es en ciertos
sentidos compartida pero en otros es muy dispar.
Pero en un mundo globalizado las preocupaciones de un lado y otro
no sólo están interconectadas, sino que las gestiones de los conflictos
pueden estar estrechamente condicionadas. Por lo que aspectos como el
desarrollo humano, el reparto de la riqueza, las migraciones, las poblaciones indígenas, el poder de las propuestas de paz, la profundización
de la democracia, el desarme, el narcotráfico, etc., terminan teniendo un
lugar común en la agenda de la Investigación para la Paz.
2.Este volumen es parte de un proyecto de investigación subvencionado, durante los
años 2006 y 2007, por la Dirección General de Universidades de la Junta de Andalucía
bajo el título «Paz y Conflictos en las Universidades andaluzas e iberoamericanas»
introducción
13
Todo esto tiene repercusión en los presupuestos para la educación, en
los niveles de educación, la alfabetización, los porcentajes de licenciados
y finalmente de doctores. La función de la Universidad de ser vanguardia científica, investigadora, docente, intelectual y, si queremos, social,
se ve debilitada. Y la Investigación para la Paz se ve condicionada por
este contexto.
En el presente volumen incluimos las aportaciones de los investigadores relacionados con la Red Andaluza de Investigación para la Paz
(RAIPAD) a un seminario bajo el título de Una paz compleja y conflictiva, realizamos en septiembre de 2007. Con ello se pretendía debatir
y fijar las bases sobre las que evaluar las experiencias de Investigación
para la Paz en la universidades de un lado y otro del Atlántico. Todo el
volumen está articulado en torno al primer trabajo “Una paz compleja,
conflictiva e imperfecta» que pretende ser un marco general teórico
que sirviera de base para el resto de las aportaciones (sobre relaciones
internacionales, religiones, género, derechos humanos, educación para
la paz, reconciliación, economía, ...), que, por tanto, se presentan interaccionadas. Asimismo se han incluido aportaciones concretas a cada
uno de los trabajos.
Finalmente hacemos una primera aproximación a las realidades de las
universidades y los centros de investigación de Andalucía e Iberoamerica,
a sus actividades, grado de institucionalización y presupuestos teóricos
y epistémicos del Campo Transdisciplinar de la Paz.
Francisco A. Muñoz
Beatriz Molina Rueda
15
Capítulo I
pax orbis. complejidad e imperfección de la paz
Francisco A. Muñoz – Beatriz Molina Rueda
Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada
La Paz es una práctica y una realidad social a lo largo de toda la
historia de la humanidad, que se ha convertido en un instrumento para
evaluar y promocionar el bienestar, el equilibrio y la armonía, de las
sociedades. Igualmente es útil para identificar y promover situaciones
mas justas, más ecuánimes y menos violentas. Por estas razones hay
innumerables menciones, escritos e investigaciones sobre la Paz, desde
distintos puntos de vista morales, éticos y científicos, convergentes en
sus intenciones pero no siempre coincidentes en sus concepciones y
métodos. La Investigación para la Paz, en la que nos ubicamos, tiene la
vocación de ordenar e implementar los estudios —y consecuentemente
las prácticas— de la Paz.
La Paz es un signo de bienestar y armonía que nos une a los demás,
también a la naturaleza, y al cosmos en su conjunto. Nos hace sentirnos
más humanos y le da sentido a nuestras vidas. Nos facilita relacionarnos
los unos con los otros como miembros de una misma especie, independientemente de las diferencias que, de una u otra índole, puedan
existir entre nosotros. La Paz nos permite darle salidas satisfactorias
a los conflictos. Es una vacuna que nos previene frente al egoísmo, el
individualismo, el desprecio hacia los demás y frente a todas las formas
de violencia.
En este afán se han realizado diversas propuestas (paz negativa, positiva, imperfecta, ...) que a su vez responden, más o menos directamente,
a modelos del buen hacer de los seres humanos. Esto es así porque para
16
francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda
evaluar el bienestar, la armonía, la justicia o la ausencia de violencia,
necesitamos saber sobre las potencialidades humanas. Por ejemplo la paz
negativa parece enlazar con un ser humano condenado ineludiblemente
a la violencia (modelo judeo-cristiano y hobbesiano), con lo que frenar
la violencia se convierte en la tarea fundamental; la paz positiva ha sido
entendida como un modelo ideal, en el que la justicia debe prevalecer
por encima de todo, pero al ser un objetivo inalcanzable podría conducir a posiciones desesperadas que nos inmovilizarían, o a la defensa de
revoluciones (violentas); y la paz imperfecta se corresponde con un ser
humano tensionado, «conflictivo», a veces violento, pero también altruista,
cooperativo y solidario, sobre el que se pueden promover procesos de
empoderamiento pacifista.1
Como se puede comprobar a lo largo de toda la literatura científica
generada, los conflictos2 se han convertido en una temática recurrente.
Esto es así por su fuerte capacidad explicativa e interpretativa de las
prácticas sociales y personales. Los conflictos se refieren a las tensiones,
la divergencia de criterios, incluso de emociones y sentimientos. No es
una tarea fácil avanzar en este sentido, porque en el fondo de nuevo
se está explicando la condición humana. Efectivamente, los conflictos
entendidos como antesala de la violencia, la versión más extendida hasta
el momento, coincide con la perspectiva de la paz negativa, y con el
citado modelo judeo-cristiano (pecado original...) hobbesiano, pero que
también conecta con muchas filosofías occidentales (p.e.: marxismo).
Aunque, cada vez más, se tiende a ver el conflicto como una circunstancia inherente al ser humano, con la que se abren enormes capacidades
creativas, generadoras de bienestar —sin que ello suponga negar sus
derivaciones violentas—. Sin embargo, no se desarrolla suficientemente
su lado creativo-positivo, lo que hace que las posibilidades de implementar la paz decrezcan.
Consideramos que es vital disponer de modelos —antropológicos y
ontológicos— que faciliten una explicación conflictiva unitaria de los seres
humanos, de la paz y de la violencia. En este afán, nosotros proponemos
1.Cf. MUÑOZ, Francisco A., HERRERA FLORES, Joaquín, MOLINA RUEDA, Beatriz
y SÁNCHEZ FERNÁNDEZ, Sebastián (2005) Investigación de la Paz y los Derechos
Humanos desde Andalucía. Veáse el capítulo El poder de la Paz. La presencia social y
política de la Paz.
2.Véase el capítulo Una teoría de los conflictos basada en la complejidad.
pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz
17
adoptar un punto de vista «naturalista», ya apuntado en publicaciones
anteriores, también ecológico, que ahora vamos a enriquecer con el abordaje desde la complejidad. Esta perspectiva incardina al ser humano con
el resto de los seres vivos, ligado a la naturaleza y al cosmos, a través
de la teoría de la evolución. De este modo creemos conectar con una
teoría abierta de los conflictos, lo que supone pensar desde dialécticas
abiertas igualmente, en las que quepan los proyectos, los intereses (sean
personales o internacionales), las emociones (igualmente personales o
sociales), los instintos y la herencia filogenética. 3
Somos fruto de un cúmulo de circunstancias y relaciones cuantitativas
y cualitativas que hemos convenido en llamar complejidad. Y una de sus
características hermenéuticas principales es que no alcanzamos a comprenderla al completo, entre otras razones porque su funcionamiento aparece
como oculto para nuestras capacidades de conocimiento actual. Es decir,
a pesar de ser el ente más complejo conocido, nuestra aleatoria evolución
ha limitado nuestras capacidades perceptivas y organizativas.
Las condiciones de nuestra existencia, nuestras capacidades, potencialidades, proyectos y necesidades, las sociedades, las culturas, las
religiones, las migraciones, la paz, la violencia, todas las actividades
humanas, están insertas en la complejidad. Todo ello nos genera continuos conflictos exógenos —con el entorno— y endógenos —entre la
especie—. Las informaciones que gestionamos son incompletas, incongruentes, desorganizadas e imperfectas, generándonos cierta esquizofrenia
cognitiva que intentamos resolver mediante una racionalidad «agónica»
lo que redunda en la propia conflictividad. De lo cual podemos deducir,
y esto es la hipótesis central, que la conflictividad proviene de la gestión
de la complejidad. Y cuya problemática sólo la podemos abordar desde
la humildad y la cooperación intelectual.
En cualquier caso debemos saber que la variabilidad del entorno
(entropía y desorden) es la que permite la evolución. No existiríamos
como humanos sin toda la multiplicidad de variables previas a nosotros mismos. No tendríamos ninguna opción sobre la que elegir sin la
complejidad, la variabilidad y la «conflictividad» preexistente, que en
definitiva es una opción de creatividad.
3.En este capítulo no pretendemos abordar todas las problemáticas al respecto, lo
que sería imposible por nuestras limitaciones y porque para ello se necesitarían ingentes
esfuerzos y páginas. Sólo queremos contribuir a actualizar los enfoques metodológicos
de los estudios sobre la paz.
18
francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda
1. LOS SERES HUMANOS FRENTE A LA COMPLEJIDAD
La complejidad en la que estamos sumergidos es una de la características resultantes de los procesos expansivos y evolutivos del universo y
del planeta tierra. En cierto sentido la complejidad delimita la frontera
entre el caos y orden, ya que en ella concurren los lazos cualitativos y
cuantitativos entre entes heterogéneos (acontecimientos, acciones, relaciones, interacciones, retroalimentaciones, necesidades, azares, órdenes
y desórdenes).
La supervivencia de los seres humanos depende completamente de la
adaptación a este contexto complejo en el que están incluidos el resto
de los seres vivos, la naturaleza, la tierra y el universo. De este medio
los seres humanos absorben energía, información y organización, para
mantener sus cualidades e intentar sustentar su equilibrio, en definitiva
mantenerse vivos como individuos, grupo y especie. En este sentido los
seres humanos mantenemos unas relaciones de simbiosis, intercambio
y tensión permanente con el medio en que vivimos (por ejemplo cuando nos alimentamos de otros seres vivos). En definitiva, tenemos una
absoluta dependencia de un entorno del que somos en cierto sentido
parasitarios, para garantizar que nuestras constantes biológicas, y por
extensión sociales y culturales, sigan funcionando.
Para sobrevivir con cierto «orden» los seres humanos almacenan
el mayor nivel de información, organización y diseño, por lo que podríamos decir que los seres humanos representan el grado más alto de
complejidad (como especie) del universo.4 Pero, a pesar de ello, sólo
una pequeñísima parte de este orden lo controlan y gestionan racionalmente. Sólo es posible su existencia porque han heredado y aprendido
a controlar de manera automatizada gran parte de las circunstancias y
variables de las relaciones que establecen con la naturaleza. Efectivamente mecanismos filogenéticos, instintivos o emocionales toman gran
parte de las decisiones que les son vitales.5 La libertad, el libre albedrío,
4.Evidentemente los ecosistemas en los que habitan son en su conjunto más complejos.
5.La sucesión ecosistémica podría ser considerada como un traspaso de complejidad y
organización entre unos grupos de individuos y otros, entre los cuales las mejores formas
adaptativas son las que mantienen el mayor nivel de complejidad y predominancia en el
espacio y en el tiempo. Cf. Antequera, Josep (2005) El potencial de sostenibilidad
de los asentamientos humanos (Edición electrónica a texto completo en www.eumed.
net/libros/2005/ja-sost/, 25, 07, 09)
pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz
19
comprendidos dentro de este proceso evolutivo, representa una limitada
capacidad consciente, racional, para elegir entre las posibilidades dadas
por los genes, nuestra corporeidad y sus cualidades. Aunque, bien visto,
tiene un doble significado, de un lado nos advierte de aquellas realidades que encierran una trama de circunstancias y relaciones difíciles de
comprender. Y por otro, nos recuerda sus limitaciones como humanos,
a pesar de lo «sapiens», para poder comprender y explicarlo todo. Por
ello la complejidad nos relaciona con la imperfección, porque nos pone
en contacto con lo irreductible y la incertidumbre.
Pensar desde la complejidad nos obliga a ser humildes (como seres
inacabados e imperfectos), ecológicos (con una relación ineludible con
el entorno), animales (por compartir filogenia, evolución, instintos o
emociones), holísticos (por el anclaje en la naturaleza y el universo),
cooperativos y solidarios (por la dependencia intraespecífica de especie).
Todo ello tiene, además, consecuencias en la manera de afrontar la investigación ya que no sólo condiciona las aproximaciones en los aspectos
metodológicos, epistémicos, también en los modelos antropológicos y
ontológicos, sino que estos estudios deben de ser necesariamente inter
y transdisciplinares.6
Como hemos apuntado, nuestra propia condición humana hace que,
ante la amplia gama de capacidades y desarrollo de potencialidades, el
número de entidades humanas implicadas y unos recursos limitados,
la posibilidad de vivir en conflicto sea siempre permanente. Aunque el
éxito de nuestra especie, desde su aparición, depende justamente de que,
a pesar de los altos niveles de complejidad, incertidumbre y riesgo y
la creciente violencia, la inmensa mayoría de los conflictos se regulan
pacíficamente.7
6.La complejidad significa una autocrítica «postmoderna» (a la simplicidad cartesiana)
que admite nuestra incapacidad para comprender racionalmente todo lo que ocurre. Se
define por la información almacenada en el sistema, lo que le permite ser menos entrópico
(más ordenado). Cuanto más orden (enlaces, interrelaciones entre las diferentes partes del
sistema vivo siguiendo algún tipo de jerarquía y estructura definidas) más información
es necesaria. Cf. CANO PÉREZ, María José - MOLINA RUEDA, Beatriz, y MUÑOZ,
Francisco A. (2004) «Diálogos e Investigaciones Trans Culturales y Disciplinares», Convergencia, Año 11, Núm. 35, Mayo-Agosto 2004, México, pp. 55-80.
7.Como elemento de debate debería plantearse la cuestión de cómo llevar la complejidad,
imperfección y el conflicto a otros objetos de estudio diferentes a la paz, tales como la
educación y la democracia entre otros, que también son complejos, imperfectos y conflictivos. La pregunta es entonces: ¿Cómo se abordan objetos de estudio que tienen esas
20
francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda
2. COMPLEJIDAD Y GESTIÓN DE CONFLICTOS
La complejidad resultante de la transformación y evolución del universo,
del planeta tierra, de la vida, deja un legado de decisiones, formas de organización, de gestión de la información, de la energía, etc. Asimismo deja
planteadas muchas soluciones y problemas que, por un lado, permiten la vida
pero, por otro, generan un equilibrio relativamente inestable que todas las
formas de vida, para ser viables, deben de asumir y gestionar. La vida debe
de adquirir la estabilidad necesaria para su funcionamiento y conservación.
Los seres vivos han encontrado a lo largo de la evolución soluciones
adaptativas al ambiente en el que mantienen su existencia, para acceder
a la energía, mantener el equilibrio físico y químico, conservar sus formas de organización, frenar las causas externas de agresión, garantizar
su desarrollo y reproducción, gracias al metabolismo, mecanismos de
reacción, irritabilidad, elección de movimientos, instintos, emociones, o
la homeostasis. Pero podríamos decir que todos estos mecanismos son
limitados, ya que sólo dan una solución parcial, coyuntural, para salir
del paso, del problema con que se enfrentaban. De hecho como sabemos
no fue un diseño buscado, sino más bien encontrado, no pretendía ser
completamente armónico con todo el entorno, sino alcanzar una solución
para el problema del momento. En este sentido deja muchas puertas
abiertas a la incertidumbre y a los cambios dentro de la complejidad
que se ha ido urdiendo con estas soluciones.
Tenemos, por tanto, un marco superior de comprensión e interpretación de los conflictos, pero también hemos abierto cualitativamente
su presencia y significado y, en consecuencia, tenemos que abordarlos
renovando nuestros presupuestos. Ya que, tal como estamos viendo,
por un lado sería imposible abordarlos todos —uno de los límites de
la complejidad— y, por otro, una infinidad de conflictos son resueltos
rutinariamente mediante mecanismos filogenéticos, las emociones o las
normas culturales. En un sentido estricto convendría distinguir entre
los «conflictos» de la naturaleza, del resto de las especies, del conflicto
humano, cuando entran en juego cualidades de nuestra especie (la cultura
o la racionalidad). A partir de este momento utilizaremos conflicto (en
cursiva) en este último sentido.
características? Aportación de Sebastián Sánchez. Creemos que inicialmente se responde
en las próximas páginas (autores del texto).
pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz
21
En lo que sigue vamos a destacar atributos de los seres humanos que
guardan relación con la gestión de los conflictos con su entorno y el
intento de mantener su identidad: equilibrio dinámico, armonía, cooperación, racionalidad. El primero puede ser ejemplificado en la homeostasis
como una cualidad autorregulativa, compartida con el resto de los seres
vivos, que busca el equilibrio y que, en cierto sentido, podría tener sus
correspondencias con la cooperación y la búsqueda de la armonía. La
racionalidad, de otro lado, como una peculiaridad propiamente humana
que intenta optimizar la supervivencia y la adaptación al medio. Todas
estas cualidades buscan gestionar conflictos de distinto alcance, la relación de nuestros cuerpos con el entorno, la relación de unos con otros
y la optimización de las respuestas individuales y grupales. Todas ellas
buscan el equilibrio, mantener sus cualidades esenciales, intentando que
las fuerzas que actúan sobre él se compensen entre sí. Veladamente estamos sugiriendo que estas cualidades buscan y generan ciertas formas de
«paz». Quizás también se pudiera pensar que algunos estados de equilibrio
podrían identificarse con la armonía y que la búsqueda de la armonía
es el camino de la paz, porque todas ellas buscan la supervivencia y el
bienestar de los organismos.
2.1. La búsqueda de un equilibrio dinámico
El organismo humano acumula un alto grado de complejidad en su
organización estructural, funcional y social, que se mantiene gracias a
un equilibrio entrelazado e interdependiente. Es un equilibrio, asimismo,
dinámico, inestable, con continuos cambios adaptativos. También relativamente frágil porque pequeñas alteraciones pueden causar problemas
fisiológicos, enfermedades, e incluso la muerte. 8 De esta manera se
comprende la importancia de las habilidades que sirvan para adaptarse
a los cambios, afrontar las fluctuaciones y lograr cohesión a través de
la auto-organización y la auto-regulación. Estas soluciones adaptativas a
las diversas circunstancias del medio que los rodea es lo que nos obliga
a hablar de un equilibrio dinámico. Significa reconocer la existencia de
fuerzas que pueden romper la estabilidad, pero que a su vez hay otras
8.Por contra, y paradójicamente, un organismo en completo equilibrio sería un organismo muerto.
22
francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda
que actúan de contrapeso, de compensación. Desde un punto de vista
más amplio el equilibrio significa ecuanimidad, mesura, sensatez en
los actos y juicios, prudencia o astucia para sobrellevar una situación
complicada.9
Prestemos especial atención a la homeostasis, un mecanismo que
actúa permanentemente para garantizar la vida —el equilibrio que la
permite— de las personas (también del conjunto de los organismos
vivos). Persigue la autorregulación con el objetivo de mantener equilibradas sus propiedades, su bienestar. Lo hace controlando gran parte
de sus constantes vitales, del interior del organismo, de su exterior y de
su ecosistema y, asimismo, estableciendo pautas de control sobre ellos,
garantizando su desarrollo, la continuidad de su composición y estructura, y la del conjunto de flujos y transformaciones con que funciona
(homeorresis). La homeostasis (de homeo que significa similar, y estasis
posición, estabilidad) es un proceso continuo, un conjunto integrado de
procesos y funciones que permiten autoajustar, mantener las constantes
en la composición, propiedades, estructura y rutinas internas de los seres
humanos. Es una tendencia a la supervivencia dinámica.
Ubicados en un medio ambiente siempre cambiante, porque su tendencia es hacia el desorden (a causa del crecimiento del desorden, de la
entropía), la homeostasis proporciona a los seres humanos independencia
mediante la adquisición y aprovechamiento de la energía procedente
del exterior. Evidentemente, esta independencia es relativa ya que, al
menos, necesita esta energía del entorno, que a su vez se ve modificada
al restársela (esta es la razón por la que genera entropía y desorden).
La interacción con el exterior se realiza a través de sistemas que captan
información mediante estímulos externos, como pueden ser los órganos
sensoriales o sistemas para captar sustancias o nutrientes necesarios para
el metabolismo como puede ser el aparato respiratorio o digestivo. En
la homeostasis intervienen todos los sistemas y aparatos del organismo
desde el sistema nervioso, sistema endocrino, aparato digestivo, aparato
respiratorio, aparato cardiovascular, hasta el aparato genitourinario. 10
9.Véase al final del texto la aportación de Juan Codorníu al respecto.
10.Desde un punto de vista —a otra escala— más amplio se habla de homeostasis
ecológica, en referencia a ecosistemas, cuando la comunidad de seres vivos alcanza el
máximo permitido, de acuerdo con unas condiciones determinadas, de biodiversidad. La
homeostasis se logra con la regulación de todos los factores energéticos y alimentarios
pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz
23
Estos fenómenos también podrían ser abordados y comprendidos
desde la autopoiesis, un concepto más avanzado propuesto por Maturana
y Varela. Es una propiedad básica de ciertos sistemas, en particular de
los seres vivos, que describe la manera en que mantienen su identidad
gracias a procesos internos por los que auto-reproducen sus propios
componentes. Esto ocurre porque son sistemas determinados en su
estructura, es decir, cuando algo externo incide sobre ellos, los efectos
dependen de ellos mismos, de su estructura, y no de lo externo. Los
seres vivos gozan de «autonomía», lograda a través de sus propias autorreferencias, conservándose «estables» en su constitución, gracias a
la continua reproducción de sí mismos.11
Según estamos viendo, los seres humanos, por medio de su organización estructural y funcional, tienden hacia un «equilibrio dinámico»,
resultante de la interacción y la adecuación de sus componentes internos
y medioambientales. Internamente gran parte de sus recursos están disponibles para activarse, relacionarse y adaptarse —dentro de sus posibilidades— para mantener su integridad e identidad. La homeostasis, o la
autopoiesis, u otros procesos similares son acciones de mantenimiento
de las constantes internas por la acción coordinada de diversos procesos.
Esta «cooperación» corporal tiene continuidad en una cooperación social, persiguiendo ambas el bienestar, la permanencia de sus constantes
vitales, el equilibrio y la armonía, para lo que nos ayudamos de nuestras
cualidades emocionales y racionales.
2.2. La cooperación y la búsqueda de la armonía
La cooperación es una de las características esenciales de los seres
humanos, indispensable para supervivir como especie, una característica
que se imbrica con la comunicación, el lenguaje, la socialización, la
y con el equilibrio de las poblaciones en cada uno de los nichos ecológicos, al mismo
tiempo que con la regulación de las relaciones intra e interespecíficas. Cf. Antequera,
Josep. Op. cit.
11.VARELA, Francisco J. y MATURANA, Humberto R. (2004) De máquinas y seres
vivos: autopoiésis: la organización de lo vivo, Buenos Aires.
24
francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda
creatividad, la cultura y la racionalidad.12 Una herramienta esencial para
dar respuesta a las variaciones endógenas y exógenas, para conservar un
«equilibrio dinámico», para mantener el bienestar y buscar la armonía.
En este sentido, nuestra cultura encierra la experiencia de cientos de
miles de individuos y grupos que han aportado, a lo largo de cientos de
siglos, sus vivencias en sus relaciones con sus congéneres, los ecosistemas y su medio ambiente. Esta socialización cooperativa es uno de los
principales rasgos definitorios de la especie que han asegurado su éxito
y supervivencia. El género humano desde tiempos remotos ha profundizado en los procesos de socialización como alternativa colectiva para
la potenciación de sus capacidades y la satisfacción de sus necesidades
individuales y grupales.13
Los grupos humanos han ordenado y articulado el desarrollo de sus
capacidades a través de la interacción recíproca, la conciencia de grupo,
la existencia de objetivos, valores y actividades compartidas, la estabilidad y duración de las mismas, y la identificación social. Un conjunto
integrado y coherente de pautas de conducta, recurrentes y estables en
cierto grado, aseguran el cumplimiento de estas funciones socialmente
relevantes. Finalmente, es en el proceso de socialización cuando se llega
a alcanzar la conciencia de uno mismo, a través del reconocimiento e
interiorización de los otros. En un sentido parecido, algunos investigadores
ya han resaltado el papel del altruismo, la solidaridad, la cooperación
y otras actitudes (amistad, hospitalidad, ternura, ...) que explican gran
parte de nuestros comportamientos habituales.
Desde una perspectiva evolutiva e histórica, los homínidos evolucionaron realizando adaptaciones ante los retos de encontrar comida, evitar
a los depredadores o conseguir reproducirse, en un medio ambiente
particular. Entre su adaptaciones resaltemos: el crecimiento de la masa
cerebral, dientes más pequeños, bipedismo —la liberación de las manos
pudo jugar un papel importante en la modificación de sus antiguas tareas
y la realización de algunas nuevas—, mayor tamaño, en comparación
con la mayoría del resto de los primates, herramientas de piedra y sobre
12. Gracias al desarrollo del lenguaje tiene lugar el proceso de auto-identificación y
hetero-identificación y, con ello, la mímesis social, esto es, los procesos de aprendizaje
mediante adopción de modelos de socialización, y de reproducción de esos modelos. Cf.
SEARLE, John. (1995 / 1997). La construcción de la realidad social, Barcelona.
13.Cf. MUÑOZ, Francisco A. y LÓPEZ MARTÍNEZ, Mario (2000) Historia de la Paz.
Tiempos, actores y espacios. Granada.
pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz
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todo unas complejas interacciones sociales, entre las que se encuentran
comportamientos altruistas—, y la inteligencia como una habilidad para
resolver problemas ecológicos o sociales.14 Sus avances tecnológicos y
culturales les permitió relacionarse con el medio ambiente en mejores
condiciones que sus contemporáneos neandertales. Su organización
social basada en relaciones de parentesco de bandas igualitarias, les
facilitaba todas sus tareas fundamentales tales como la defensa del
grupo, o conseguir alimentos. Cooperar, compartir y la reciprocidad son
rasgos que se pueden identificar claramente con la regulación pacífica
de conflictos.15
La cooperación, entendida como una acción de dos o más agentes
que obran juntos y producen un mismo objetivo, o como ayuda, auxilio
o socorro que se presta para el logro de alguna cosa, era ya un elemento constituyente de esta especie. La aparición del lenguaje como
una estructura compleja interaccionada con la selección natural con el
propósito de facilitar la comunicación reforzaría lo anterior. Todo el
largo proceso evolutivo nos confirma que los seres humanos —Homo
sapiens— somos la especie más compleja conocida en el universo, lo
que supone un éxito de adaptación ecológica que se ha sobrepuesto a
otras muchas líneas de evolución extinguidas. No es de extrañar que los
seres humanos representen el grado más alto de complejidad conocida
del universo, ya que por un lado son resultado de todos los cambios,
tensiones y convulsiones del propio universo y por otro acumulan en sí
mismos organización y diseño para poder subsistir. Los seres humanos
viven en un equilibrio dinámico, del que en cierta medida son conscientes, e intentan conseguir el máximo de estabilidad, persiguen lo que
valorativamente —axiológicamente— llamaríamos armonía.
Para muchos la filosofía en su sentido más amplio ha sido una constante
búsqueda del bienestar, de la felicidad, de la excelencia en la armonía
con la naturaleza y con sus congéneres. Esto se puede rastrear a través
del pensamiento griego, siempre atento a la percepción de la armonía
14.Cf. MORIN, Edgar (2001) La identidad humana. El método V. La humanidad de la
humanidad, Barcelona; BOYD, Robert y SILK, Joan B. (2001) Cómo evolucionaron los
humanos, Barcelona, pp. 290 ss.
15.MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, Gabriel y JIMÉNEZ ARENAS, Juan Manuel (2005)
«Los humanos ni violentos ni pacíficos por naturaleza, sino todo lo contrario.», en PÉREZ
BELTRÁN, Carmelo y MUÑOZ, Francisco A., Experiencias de Paz en el Mediterráneo,
Granada, pp. 59-126.
26
francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda
del universo, que empleaban este término para representar un «perfecto
equilibrio» tanto en lo referente a su cuerpo como al intelecto, lo que
debía guiar una forma de actuar durante el transcurso de su vida. £rmon…a
está incluida dentro de un campo conceptual amplio que significa unión,
acuerdo concordia de sonidos. Representa el máximo de equilibrio, el
mínimo desequilibrio posible, —la mas baja entropía— en cada momento.
Su definición gira en torno a una relación entre los componentes de un
sistema que supone una buena adecuación interna entre ellos, la mejor
relación posible entre ellos.16
Los pitagóricos pensaban que el hombre es una parte de la armonía
universal y la contemplación de la armonía de los movimientos ordenados del cielo y la escucha de la música de las esferas podía orientar al
alma hacia ella. El hombre se engarza, de una manera imperfecta, con la
totalidad armónica cósmica. En un sentido similar la armonía es una idea
presente en muchas otras culturas y civilizaciones, 17 el mundo latino, el
cristianismo, en el confucionismo, el budismo, el islam, el humanismo,
y el pensamiento político contemporáneo como el krausismo, llegándose
a hablar de un «realismo armónico».18
Podríamos también establecer una relación de la armonía con la
sostenibilidad, el desarrollo sostenible. Lo que, conceptual y estratégicamente, no es otra cosa que tener en cuenta los permanentes cambios,
adaptaciones y auto-organizaciones, para lograr equilibrios, para ajustar
las relaciones entre los sistemas biológicos, ecológicos y sociales. 19
Igualmente la paz, entendida como regulación pacífica de los conflictos,
como el desarrollo máximo de las capacidades, de los proyectos, es la
16.De esta manera el concepto de armonía se entiende como un valor a alcanzar, una
búsqueda de realidades en las que el desorden sea menor. Podríamos decir que la armonía,
al igual que la paz, es imperfecta pero, sin embargo, a través de ella se podrían desarrollar
al máximo las potencialidades humanas.
17.Resulta pertinente tener en cuenta que el concepto de armonía en la cultura China no
tiene el mismo significado que se le da dentro de la cultura occidental; de esta forma, la
armonía no es una meta para los chinos antiguos, es un equilibro que se va desarrollando
constantemente; se considera entonces necesario modificar las cosas para actuar sobre
esas transformaciones, por lo que el conflicto es necesario. Las cosas se reequilibran
constantemente. El conflicto es natural para reequilibrar todos los sistemas. Aportación
del Dr. Pedro San Ginés
18.El Estado ideal platónico prevé una acción regulativa, una ciudad justa en la que el
hombre prudente y moderado puede convivir en armonía con sus conciudadanos.
19.Veáse el capítulo sobre «Otra economía para hacer posible la paz».
pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz
27
búsqueda de la armonía. La más conveniente proporción y correspondencia
de unos proyectos y otros, integrados dentro de un conjunto. Para que
exista armonía tiene que existir previamente el conflicto.
2.3. La racionalidad «agónica»20
Los homínidos heredan de los seres vivos, que existían antes de su
aparición, las condiciones de su subsistencia, todas las soluciones y todos
los problemas. La cultura, la racionalidad, la conciencia, todas las «invenciones» humanas, son nuevas características del proceso evolutivo que
intentan alcanzar las mejores adaptaciones. La libertad, el libre albedrío,
comprendidos dentro de este proceso evolutivo representa la capacidad
cultural para elegir entre las posibilidades dadas por su filogenia. La
eficacia de estas cualidades humanas emergentes sólo es posible al sustentarse en las soluciones más óptimas de sus antepasados filogenéticos.
Esta es la historia de la racionalidad, que llamamos agónica porque en
su cometido de gestionar una conflictividad por la supervivencia, a pesar
de estar acompañada de la moral y de la ética, en su (des)control genera
paz y violencia, vida y muerte.
A partir de un determinado momento el cerebro homínido comienza a
desarrollar la racionalidad —lo que va relacionado con un desarrollo de
la capacidad craneana y del neocortex— con la intención de gestionar
más óptimamente su relación con el medio. Ahora bien, la racionalidad
está anclada en muchas cualidades (filogenia, corporeidad, instintos o
emociones) anteriores que la hacen posible pero que, también la condicionan. Una racionalidad prodigiosa, pero inacabada, (nuevamente)
«imperfecta», incapaz de comprender toda la complejidad, porque éste
no era su objetivo y porque no está preparada para ello. Estas son las
razones por las que podríamos decir que los seres humanos viven una
cierta tensión «esquizofrénica» (agónica) entre las diferentes propuestas
vitales que les dicta su corporeidad, los instintos, las emociones y la
20.El concepto de «racionalidad agónica» está tomado de nuestro colega y amigo José
Manuel Martín Morillas – Cf. (2003) Los sentidos de la violencia, Granada-. Aunque su
objetivo era explicar la violencia, tuvo que proponer un modelo más amplio para explicar
la conflictividad. Agónico es una palabra procedente del griego con un sentido dominante
de lucha contra la muerte, y otro más amplio de «lucha», combate, sin valoración negativa.
Nosotros lo utilizamos en este último sentido.
28
francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda
razón. Ya que los dispositivos diseñados para resolver automáticamente
los problemas básicos de la vida, pueden plantear ciertas contradicciones
entre si mismos.21
Efectivamente, el ser humano es a la vez especie, grupo e individuo, naturaleza y cultura, y una red de instancias sub, inter intra y supra personales.
En el ser humano confluyen una serie de estratos o instancias: animalidad,
subconsciente, inconsciente, conciencia, grupalidad, comunidad, nación o
estado. Por ello, la vida personal y social comporta conflictos y gestión
de conflictos surgidos de las demandas de cada nivel y de los modelos
cognitivo-culturales, interiorizados. Muchas veces, la propia constitución
del yo produce conflictos, otras veces los ordenamientos endo-grupales
(familia u otros grupos) y exo-grupales (sociales, económicos o políticos)
son los que conllevan o producen conflictividad. En ocasiones la regulación
de estos conflictos se hace de forma «terapéutica», generando bienestar,
en otras «deletérea», generando violencia. Existiría, pues, una conciencia
conflictiva —agónica— ante los múltiples proyectos dispares.
La racionalidad es un recurso más, que es posible por la existencia de
toda una evolución que ha dado como resultado otros recursos adaptativos de los seres vivos. Las características filogenéticas, los instintos, las
emociones, los sentimientos, cumplían —y cumplen— bien su cometido
y por lo tanto no es necesario sustituirlos. La racionalidad no nace con
la intención de «controlarlo» todo, sino solamente aquello que era necesario para poder adaptarse lo mejor posible a algunos nuevos desafíos
del medio. La racionalidad pasa, ineludiblemente, a formar parte de la
complejidad, de la que participa y la hace posible. Igualmente por su
carácter conflictivo y agónico participa de la gestión de la paz.
3. UNA PAZ COMPLEJA Y POLISÉMICA
En consonancia con todo lo anterior, podríamos decir que la «paz»
es una respuesta de los humanos a los desafíos del medio ambiente en
el que habita, lo que está en estrecha conexión con las relaciones que
se establecen dentro de la especie. Es una respuesta que busca mayor
grado de organización dentro de la especie humana y el mayor equili-
21.Cf. DAMASIO, Antonio (2005) En busca de Spinoza. Neurobiología de la emoción
y los sentimientos, Barcelona.
pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz
29
brio y armonía con su medio. La paz significa alcanzar el máximo de
equilibrio interno y, en esa medida, el menor grado de entropía externa,
ya que, contradictoriamente, un mayor desorden interior sólo puede ser
compensado con el uso de mayores recursos energéticos del exterior. Su
eficacia dependerá directamente, por tanto, de que sean tenidas en cuenta
las múltiples circunstancias, las propias y las de su entorno. Además,
muchas de estas circunstancias son compartidas entre ambos —seres
humanos y naturaleza— estableciéndose entre ellos relaciones de variado
alcance. En esa medida la paz es una respuesta a la complejidad en la
que están involucrados los seres humanos.
La Paz es heredera y se apoya en todos los mecanismos que los seres
vivos y los seres humanos han utilizado para conseguir equilibrio y armonía. Desde la homeostasis, la autopoiesis, la cooperación, el altruismo,
la solidaridad y la socialización hasta la racionalidad. Es por esto que
puede ser descrita desde muchos puntos de vista. Los múltiples significados de la Paz se corresponden con las múltiples funciones adaptativas
frente a la complejidad con la que se relaciona.
Llamamos paz, de acuerdo con nuestras normas y valores, a todas
aquellas situaciones en la que gestionamos lo mas óptimamente posible
los recursos disponibles para el conjunto del grupo al que pertenecemos.
Para ello nos valemos de las habilidades que hemos adquirido a lo largo
de nuestra evolución tales como los instintos, los sentimientos y la razón.
La especie humana sobrevive, a pesar de las dificultades que les pueda
plantear el medio y sus propias conductas deletéreas, porque ha aprendido
a optimizar sus recursos a través de valores, ideas, actitudes y conductas
de colaboración y cooperación, altruistas y solidarias. Efectivamente, la
paz es una realidad ligada a los humanos desde sus inicios, es propiamente
una invención de los humanos, ya que comporta decisiones y valoraciones
sociales y normativas. Su origen puede estar asociado al propio origen
de la humanidad, y su evolución a su propia historia. La paz nos permite
sobrevivir, reconocernos como humanos, y la Paz, con mayúscula, representa a todas las acciones humanas encaminadas a preservar el más alto
grado de bienestar de las personas, los grupos y la especie. 22
22.Cf. MOLINA RUEDA, Beatriz y MUÑOZ, Francisco A. (2004) Manual de Paz y
Conflictos, Granada; MUÑOZ, Francisco A., HERRERA FLORES, Joaquín, MOLINA
RUEDA, Beatriz y SÁNCHEZ FERNÁNDEZ, Sebastián (2005) Investigación de la Paz...
Para muchos de los términos utilizados a lo largo de este escrito puede consultarse: LÓPEZ
MARTÍNEZ, Mario (2004) Enciclopedia de Paz y Conflictos. 2 vols, Granada.
30
francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda
La Paz, la regulación pacífica de los conflictos, es una realidad
primigenia que nos hace movilizarnos y, secundariamente, temer, huir,
definir e identificar la violencia. Esta afirmación, aparentemente sin
ninguna trascendencia, tiene sin embargo un gran significado práctico y
epistemológico ya que, dependiendo de las opciones que apoyemos, se
pueden movilizar nuestras conciencias y nuestras praxis en un sentido u
otro. Efectivamente, la socialización, el aprendizaje, la colectivización,
la acción de compartir, la asociación, la cooperación, la compasión, el
altruismo, etc., son factores que están en el origen de la especie. Estas
cualidades son determinantes en el nacimiento y «éxito» de los homínidos
y posteriormente de los actuales humanos.
Casi con toda seguridad, en los primeros años, siglos y milenios de
la historia de Humanidad la idea de paz no existía. La idea de paz supone la preexistencia de una complejidad social y simbólica que no se
había alcanzado en aquellos tiempos. Probablemente, tal como hemos
expresado en otros momentos, simplemente se vivía en paz, no sería
necesaria la idea en la medida en que ni siquiera estaba en el horizonte de las preocupaciones. Posteriormente, ligada en la mayoría de los
casos a la institucionalización de la violencia (la discriminación en el
acceso a los recursos, de género, la aparición del estado, ...) las guerras se extienden, la necesidad y el anhelo de paz comienzan a hacerse
patentes. Debieron de ser estas circunstancias las que favorecieron que
emergiera el concepto de Paz como un campo conceptual y de análisis
en el que se podían reconocer relaciones y regulaciones pacíficas entre
grupos e individuos.23
En el mundo contemporáneo la complejidad de la Paz es apreciable
en los indicadores utilizados para medir el grado de desarrollo de los
países y comunidades. El Índice de Desarrollo Humano (Índice de
Desarrollo de Género, ..., por ejemplo), utilizado por el PNUD, es un
indicador social estadístico que se basa en tres parámetros mensurables:
vida larga y saludable (medida según la esperanza de vida al nacer),
educación (medida por la tasa de alfabetización de adultos y la tasa
bruta combinada de matriculación en educación primaria, secundaria y
terciaria), nivel de vida digno (medido por el PIB per cápita en USD). Y
23.Véase: MUÑOZ, Francisco A. - LÓPEZ MARTÍNEZ, Mario (2.000); Historia de
la Paz. Tiempos, espacios y actores. MUÑOZ, Francisco A. - MOLINA RUEDA, Beatriz
(eds.) (1998) Cosmovisiones de paz en el Mediterráneo antiguo y medieval, Granada.
pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz
31
como los propios informes reconocen, son muchos otros los factores que
inciden pero que por el momento no existen cuantificaciones globales
fiables para poderlos utilizar.
A lo largo de las investigaciones dedicadas a la Paz ha habido algunos hitos en los que se ha hecho especial hincapié, tales como la
negación de la guerra y la violencia, o la afirmación de la Justicia y el
Desarrollo, lo que se ve condicionado por nuevos desafíos como pueden ser la globalización y el cambio climático, frente a los cuales han
reaccionado filántropos, altruistas, pacifistas, intelectuales y científicos
en una cadena de manifestaciones y acciones a favor de un mundo más
justo y pacífico.
3.1. No a la guerra y a la violencia
La guerra siempre se ha presentado como la forma de violencia más
contundente y cruel, por eso ha aparecido continuamente como el antónimo de la Paz. La guerra va asociada a instituciones —estructuras— que
la planifican y ejecutan: estados, monarquías, parlamentos, gobiernos,
ministerios y ejércitos, junto con grupos, empresas y mercados que la
favorecen, promocionan y abastecen. La negación de la guerra ha estado
en los orígenes de las preocupaciones por la Paz. Sin duda es la violencia
lo que preocupa a los defensores de la paz, si ella no existiera probablemente no hablaríamos de paz. En cierto sentido la violencia es sentida
como la ruptura del orden, del equilibrio, de la armonía preexistente,
de unas condiciones de vida en las que eran posibles las expectativas
de existencia de la especie humana.24
Así visto, puede que la guerra, el militarismo —y el armamentismo—
sean una práctica política, incluso una ideología que, ante los supuestos
y renovados enemigos y amenazas, nos convence de la necesidad de una
gran concentración de violencia en manos de los guardianes protectores.
Basado en el principio de la «realpolitik» se convierte en un peligro
24.No queremos en este apartado describir las formas de la violencia, sino la negación
de la misma como contenido de la Paz. Para mayor información sobre la violencia véase:
MARTÍN MORILLAS, José Manuel. Op. cit. Francisco A., HERRERA FLORES, Joaquín,
MOLINA RUEDA, Beatriz y SÁNCHEZ FERNÁNDEZ, Sebastián (2005) «Las violencias»,
en Investigación de la Paz... pp. 18-28.
32
francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda
real. Se genera una violencia institucional que forma parte de nuestra
«moderna civilización», que aceptamos y que, en muchas ocasiones,
nos deslumbra y fascina con sus demostraciones y potencialidades. Sin
apenas control, este afán de seguridad pertenece a las características
definitorias de los estados, de la «democracia». Las consecuencias de las
guerras y el armamentismo afectan tanto a las víctimas directas como
a transformaciones importantes en la estructuras sociales y productivas.
Por otra parte, recuérdese que en las guerras contemporáneas la mayor
parte de las víctimas (muertos, heridos, desplazados, refugiados...) son
víctimas civiles, incluyendo elevados porcentajes de mujeres, niños y
ancianos.
El concepto de violencia estructural no sólo describe la violencia
generada por los sistemas sino, lo que es aún mas importante aunque
pase relativamente desapercibido, las posibles interacciones y retroalimentaciones entre unos y otros espacios donde ésta se genera. De hecho
esta cualidad de la violencia ha ido apareciendo conforme avanzaban
las investigaciones, ya que al estudiar la guerra se vio cómo ésta estaba
condicionada por las ambiciones de los políticos y los empresarios,
también por los nacionalismos, las actitudes de los militares, de los
soldados, etc. Igualmente se sabe que muchos de los violadores han
sufrido maltratos sexuales o afectivos en su infancia, que el aprendizaje
de las actitudes sociales se produce en el seno de la familia, etc. Así,
es necesario preguntarse continuamente sobre las posibles relaciones,
inducción, condicionantes y determinaciones de unos y otros escenarios
de la violencia.25
Asimismo, este concepto ha permitido desvelar que el número de
víctimas de la violencia es mucho mayor a través de las formas institucionales o estructurales que con la propia guerra. En este proceso también
hemos ganado sensibilidad para detectar las diversas manifestaciones de
la violencia, nos hemos hecho más conscientes de los efectos deletéreos
de la violencia, sea cual sea su forma. Incluso, somos conscientes de
25.Este enfoque «estructural» es igualmente importante para comprender las relaciones
entre los distintos ámbitos de la paz y de los conflictos como veremos más adelante. Aunque también hay que mostrar cierta precaución para no caer en lo que llamamos enfoques
«estructuralistas» en los que se pudieran diluir la toma de decisión de los actores y sus
motivaciones. En cierto sentido este debate es recogido por el «constructivismo estructuralista». Véase: Elias, Norbert (1994) Conocimiento y poder, Madrid; BOURDIEU,
Pierre (1997) Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción, Barcelona.
pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz
33
que podríamos haber alcanzado el punto de inflexión más violento de la
historia de la humanidad.26 Bien es cierto que esto ocurre a pesar de que
en el otro lado de esta patética balanza, la mayor parte de los conflictos
se regulan pacíficamente —lo que explica, en gran medida, la supervivencia de la especie. Cabe puntualizar que a pesar de que sabemos que
la mayor parte de las víctimas mortales en la actualidad no se producen
por la guerra, sin embargo ésta es la forma más brutal de violencia,
por su puesta en escena, sus objetivos, y dimensiones y porque aparece
como un último telón sempiterno e impasible del escenario donde se
representan el resto de las formas de violencia. 27
En consecuencia la pobreza, el hambre, la desigualdad y la marginación en que vive una parte de la población mundial, y que impide
que las personas tengan acceso a una vida mínimamente digna tienen
un efecto más devastador que las propias guerras. No parecen tener
un causante directo, sino que se manifiestan como resultado de unas
circunstancias no directas (control de los recursos, los desequilibrios
o intereses económicos y políticos, normas de los mercados, etc..). Y
afectan tanto a la satisfacción de necesidades (comida, vestido, alojamiento...) como al desarrollo de potencialidades (identidad, autoestima,
creatividad, educación...).
En realidad hay tantas formas de violencia como espacios de potencialidad y desarrollo humano: política, de género, doméstica, tráfico ilícito
de drogas, mafias, delincuencia organizada, corrupción, no prevención
de los desastres naturales, tráfico ilícito de armas, tráfico de seres humanos, terrorismo, intolerancia e incitación al odio racial, étnico, religioso
o de otra índole, xenofobia, enfermedades endémicas, transmisibles y
crónicas..., y podrían añadirse muchas otras.
26.Aunque algunos especialistas piensan que en los últimos años está decreciendo. Esta
es la opinión de Steven Pinker «A history of violence» (2007) http://pinker.wjh.harvard.
edu/articles/media/2007_03_19_New%20Republic.pdf (03/08/07)
27.Según el Stokholm International Peace Reasearch Institute, en el año 2005 hubo 17
conflictos armados de una cierta dimensión: África (Burundi, Sudán, Uganda), América
(Colombia, Perú, EEUU-Alquaeda-), Asia (Afganistán, Filipinas, India —Kashemira—,
Myanmar, Nepal, Sri Lanka), Europa (Rusia —Chechenia—), Medio Oriente (Irak, Israel
—Palestina—, Turquía). Destaca que los actores no-estatales son cada vez más protagonistas
en estos conflictos. De otro lado el gasto militar global en 2005 se estima que alcanzó los
1118 mil millones de dólares. Esto corresponde al 2.5 por ciento del PIB mundial o un
promedio de $ 173 dólares per cápita. Cf. Sipri Yearbook 2006. Armaments, Disarmament
and International Security, Oxford.
34
francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda
Toda la reflexión acumulada sobre la violencia nos permite «entender»
que ésta es una actividad humana, es decir «inventada» y desarrollada
por los seres humanos. Una actividad de la que se obtienen «réditos»,
beneficios, aunque estos sean parciales o sólo ligados a intereses coyunturales de determinados individuos o grupos. Por esta última razón está
tan contrapuesta a la paz, porque genera desigualdades, desequilibrios
en los potenciales y desarrollos de los humanos. Pensar en la violencia
nos permite imaginar la Paz, pero hacerlo solamente desde este punto de
vista limita extremadamente la visión y las posibilidades de acción. Los
estudios de este campo ligaron inmediatamente la Paz con la Justicia y el
Desarrollo. Aunque existe una línea de pensamiento negativa, pesimista,
que liga inexorablemente la existencia humana con la violencia y que
termina lastrando cualquier pensamiento emancipatorio. Nosotros, sin
embargo, pensamos que no hay argumentación suficiente para mantener
este punto de vista y que es necesario realizar un giro epistemológico
—y ontológico— que nos permita abordar la paz desde las bondades de
los seres humanos con un pensamiento positivo y optimista, aunque sin
olvidar el lado controvertido y oscuro de nuestra identidad.
3.2. Sí a la justicia y a los derechos humanos
Los postulados de la Justicia y la Paz han estado ligados a lo largo de
los tiempos y las culturas, sin embargo en los últimos siglos esta vinculación se ha retomado con nueva intensidad, en gran medida porque era
necesario realzar el contenido justo de la Paz frente a una «paz negativa»
pensada solamente desde la —negación de— la violencia, del fin de las
guerras. No puede haber Paz sin Justicia, porque esto significaría que no
se desarrollarían las potencialidades humanas o que algunas necesidades
humanas no se cubrirían. Igualmente no puede haber una Justicia que
permita la existencia de cualquier forma de violencia sin Paz.
El mito del nacimiento de la Eiréne (la paz griega), el más antiguo de
que disponemos, es bastante elocuente. Es fruto de la unión de Temis,
la diosa que rige las leyes eternas, y de Zeus, gobernante del monte
Olimpo y dios del cielo y el trueno. Allí donde Eiréne reina florece el
bienestar y la prosperidad. Su acción está íntimamente unida a las de
Díke (la Justicia)-, y Eunomía, (la Equidad o el Buen Gobierno), de
forma que no hay Paz sin Justicia y buen gobierno; no hay buen gobierno sin Paz y sin Justicia, ni hay Justicia sin Paz y buen gobierno.
pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz
35
Creemos que esta formulación no es casual, ni su origen tampoco, son
las conclusiones de una tradición colectiva preocupada por el bienestar
de la comunidad. El carácter deificado —en la organización del mundo
de los dioses no hay lugar a la improvisación— lo institucionaliza y
le da mayor trascendencia. Es un programa político para la floreciente
sociedad y cultura griega.28
En la cultura greco-latina permanece la idea de que la Justicia es una
de las virtudes más elevadas de los ciudadanos, asociado a la sabiduría
y al buen hacer. El cristianismo asumió parte de esas ideas y la Justicia
llegó a formar parte de la Ley Natural otorgada por Dios. En la edad
moderna y contemporánea muchos de los pensadores han asociado Justicia y Paz, sirva de ejemplo el Humanismo o los utilitaristas para los
que lo justo es lo que beneficia al mayor número de personas a la vez.
La importancia de la Justicia queda de manifiesto en el amplio debate
suscitado, en la búsqueda de una definición apropiada que pudiera ser
aplicada por los gobernantes y reclamada por el pueblo. Cualquier referencia a lo «justo» va asociada —al igual que ocurre con la Paz— a un
modelo de sociedad, de seres humanos. En consecuencia es un debate
permanente abierto a las preocupaciones, valores, reglas y normas que
rigen las relaciones entre personas e instituciones, el concepto de Estado, de Derecho o el punto de vista antropológico o filosófico. Al igual
que la Paz, la Justicia, necesita de consensos éticos y morales en cada
coyuntura, que son alcanzados de acuerdo con el «poder» de cada uno
de los actores en litigio.29
Los Derechos Humanos representan, como filosofía y como acción
política, el reconocimiento de las reivindicaciones a lo largo de la
historia y de la culturas de la dignidad humana y el imperativo de la
defensa la Justicia y la Paz. Tienen su precedente en normas culturales
no escritas, en el derecho consuetudinario, en las legislaciones protectoras del bienestar y en la defensa de muchos derechos concretos.
Los Derechos Humanos son una regulación de conflictos en sentido
28.El nacimiento de la Eiréne es narrado por Hesíodo, en el s. VII a. C. Cf. MARTÍNEZ
LÓPEZ, Cándida (2000) «Las mujeres y la Paz en la Historia. Aportaciones desde el mundo
antiguo», en MUÑOZ, Francisco A. y LÓPEZ MARTÍNEZ, Mario (2000) Historia de la
Paz. Actores, espacios y tiempos, Granada, pp. 254-290.
29.Para Hans Kelsen «La Justicia es ... aquello cuya protección puede florecer la ciencia,
y junto con la ciencia, la verdad y la sinceridad. Es la Justicia de la libertad, la justicia
de la paz, la justicia de la democracia, la justicia de la tolerancia».
36
francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda
estricto ya que ante el reconocimiento de las diferencias en el desarrollo
de las potencialidades, la discriminación en el acceso a los recursos,
satisfactores y bienes, propone normas para alcanzar situaciones de
mayor equidad. Los Derechos Humanos, a pesar de sus posibles déficits conceptuales y prácticos, representan un reconocimiento global
de la dignidad de las personas, de los grupos y de la especie, que se
codifica en reglas y normas, con el objetivo de ser cumplidas en cada
cultura, de acuerdo con sus particularidades, correlaciones de fuerzas
y poderes.30
A pesar de todo, la relaciones entre Paz, Derechos Humanos y Justicia
no son siempre claras, y en la dinámica de algunos conflictos aparecen
como conceptos contradictorios o incompatibles. Algunas propuestas
prefieren promover la Paz antes que la Justicia y el respeto a los Derechos Humanos, una paz negativa que acabe la guerra y que deje a un
lado la impartición de la Justicia. Terminar con una guerra, que causa
continuamente víctimas directas, es sin duda una prioridad, pero terminarla dejando abiertas las razones que la alimentaban puede ser un error.
Avanzar hacia la paz puede ser una tarea muy dificultosa si los recursos
sociales e institucionales disponibles no se priorizan para cometidos que
la hagan posible (seguridad, democracia, desarrollo, o justicia). Estos
problemas están planteados en los debates sobre la justicia transicional,
de las transiciones democráticas y su posicionamiento frente a los crímenes cometidos durante la situación previa.
3.3. Sí al desarrollo sostenible. (... el cambio climático)
El concepto de Desarrollo, destinado a satisfacer las necesidades,
a hacer crecer las potencialidades humanas, es también un concepto
cambiante. En los años 50 estuvo dominado por criterios economicistas que se han visto superados por planteamientos posteriores, entre
otras razones por su ineficacia, ya que el crecimiento económico no
30.Los Derechos Humanos igualmente han estado sometidos a las circunstancias de
las coyunturas sociales de donde emanan, de los acontecimientos teóricos, políticos y
económicos que los determinan y explican. Tales acontecimientos han supuesto cambios
axiológicos, políticos y socio-económicos con respecto a las teorías y prácticas generalizadas a partir de cada momento.
pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz
37
era condición suficiente para la mejora directa de la calidad de vida.31
Esto ha hecho que el propio PNUD haya ido matizando y modificando
su posición a través de sus informes anuales. En la Cumbre del Milenio de las Naciones Unidas, celebrada en 2000, los líderes del mundo
asignaron al desarrollo un papel central dentro del programa mundial
a través de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que establecieron
ciertas metas para reducir la pobreza, la enfermedad, el analfabetismo,
la degradación del medio ambiente y la discriminación contra la mujer
para el año 2015. Cada uno de estos ejes del PNUD debe estar relacionado con la protección de los derechos humanos y especialmente con
la potenciación del rol la mujer.32
Otro concepto, desarrollo sostenible —o sustentable— pone el acento
en un desarrollo que satisfaga las necesidades del presente sin poner en
peligro la capacidad de las generaciones futuras para atender sus propias
necesidades.33 Reconoce la directa imbricación de la actividad humana
en los ecosistemas en los que se asienta, en el medio ambiente, ya que
condiciona su existencia (biológica, económica, antropológica, y social)
cuantitativa y cualitativamente, tanto para los pobladores actuales como
los futuros. La conservación y protección de este medio es una garantía
de la supervivencia de la especie. En consecuencia, la justificación del
desarrollo sostenible proviene tanto del hecho de existir unos recursos
naturales limitados (nutrientes en el suelo, agua potable, etc.), susceptibles de agotarse y de una energía asimismo limitada (la acumulada en el
planeta y la que se recibe del sol). En cierto sentido retoma la concepción
naturalista del ser humano al reinsertarlo en su entorno.
Asimismo, el desplazamiento de la especie humana por toda la extensión del planeta, a lo largo de toda la historia de la humanidad, pero más
claramente en los últimos decenios, ha generado problemas comunes,
globales, compartidos. Los fenómenos de migración, mundialización o
globalización posibilitan que toda la especie esté interaccionada, que
31.Algunos de estos debates han sido recogidos magistralmente por Manfred Max-Neef
(en colaboración con Antonio Elizalde y Martin Hopenhayn) (1998) Desarrollo a escala
humana, Barcelona. Cf. ponencia «Otra economía para hacer posible la paz».
32.En cierto momento en los foros de la Investigación para la Paz se ha hablado de las
4 D (Desarme, Desarrollo, Democracia, Derechos Humanos) como condiciones para la
Paz. Cf. FISAS, Vicent (1998) Cultura de paz y gestión de conflictos, Barcelona.
33.Esta definición fue empleada por primera vez en 1987 en la Comisión Mundial del
Medio Ambiente de la ONU, creada en 1983.
38
francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda
participe de la semejanza de sus problemas, y que tenga la posibilidad
de identificarse, solidariamente, como una misma especie imbricada en
el planeta tierra. La «globalización» permite que, por primera vez desde nuestro nacimiento como especie, todos los seres humanos estemos
conectados, seamos dependientes, estemos implicados de una u otra
forma en todo lo que ocurre en cualquier espacio del mundo. Y, por
consiguiente, hoy en día todos seamos actores de los acontecimientos
planetarios. La Paz, los Derechos Humanos, el Desarrollo Sostenible,
el cambio climático, etc. pertenecen a una agenda global, que a su vez
se convierte en más compleja.
Por otro lado, la actividad humana, en especial una creciente actividad
económica, sin tener en consideración criterios ambientales, produce,
como ya se ha constatado, problemas medioambientales graves, tanto a
escala local como planetaria, que pueden en el futuro tornarse irreversibles. La opulencia y los estilos de vida de los países desarrollados y
de las élites de los países en desarrollo conlleva el deterioro ambiental
y la pobreza para la humanidad marginada. Aunque finalmente los problemas de medio ambiente terminan afectando a toda la humanidad, y
consecuentemente se debe generar consenso y solidaridad internacional
en los problemas globales, por encima de los intereses opuestos de las
naciones y grupos sociales, en relación con el usufructo y manejo de
recursos naturales para el beneficio de las poblaciones mayoritarias y
los grupos marginados de la sociedad. 34
Una consecuencia de esta relación es lo que se ha denominado cambio
climático, que para muchos es, dadas sus implicaciones, el mayor desafío
al que se enfrenta la humanidad a principios del siglo XXI. Lo que de
nuevo nos desvela la interdependencia compleja con las condiciones de
vida del planeta y, a través de la relación con el sol, con el universo.
Todo parece indicar que el tiempo que nos queda para evitar cambios
peligrosos en el clima se agota rápidamente. Diversos informes sobre
desarrollo humano explican que contamos con menos de un decenio para
cambiar de camino y empezar a vivir dentro de parámetros sostenibles.
Explican cómo el cambio climático creará niveles bajos de desarrollo
34.Leff, Enrique (1994) Ecología y capital: Racionalidad ambiental, democracia participativa y desarrollo sustentable, México. Disponible en internet: http://books.google.
com/books?id=bUsfFF_DXskC&pg=PA1&ots=W4934Lw_Uq&dq=Enrique+Leff+(Ecolo
g%C3%ADa+y+Capital)&sig=xUKQAHAxvZqwpH_smGd4bbnGmfk (25, 07, 09).
pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz
39
humano de larga duración, arrastrando a las poblaciones mas vulnerables
hacia mayores privaciones. El cambio climático es un problema mundial
—complejo— con causas y efectos globales, exige una respuesta global
de parte de los países para que actúen de acuerdo a su responsabilidad
histórica y sus capacidades.
La variación global del clima de la Tierra, provocado por causas naturales y por la acción del hombre, se produce a diversas escalas de tiempo
y sobre todos los parámetros climáticos (temperatura, precipitaciones,
nubosidad, etc.). Sin embargo, no es un fenómeno ambiental solamente
sino que acarrea profundas consecuencias biológicas, antropológicas,
económicas y sociales. Y serán los países más subdesarrollados —peor
preparados para enfrentar estos cambios rápidos— los que sufrirán las
peores consecuencias. Frente a esto, existe un alto consenso científico
en torno a la idea de que los modos actuales de producción y consumo
energético pueden tener un impacto potencial enorme (falta de agua
potable, cambios en las condiciones para la producción de alimentos,
aumento en los índices de mortalidad debido a inundaciones, tormentas,
sequías y olas de calor, extinción de animales y plantas, desnutrición, la
salud de millones de personas podría verse amenazada por el aumento
de enfermedades, ...).35
El calentamiento del sistema climático es inequívoco, tal y como evidencian ahora las observaciones de los incrementos en las temperaturas
medias del aire y los océanos, el derretimiento generalizado de hielo y
nieve y el incremento medio global del nivel del mar. La mayor parte
de las variaciones observadas en las temperaturas medias desde la mitad
del siglo XX se debe, muy probablemente, al aumento observado en
los gases de efecto invernadero, es decir, a causas antropogénicas. Las
influencias humanas perceptibles se extienden ahora a otros aspectos del
clima, incluyendo el calentamiento del océano, las temperaturas medias
continentales, temperaturas extremas y patrones de viento. Asimismo,
el calentamiento y el aumento del nivel del mar continuarían por siglos
debido a las escalas de tiempo asociadas con los procesos climáticos
y las retroacciones, incluso si las concentraciones de gases de efecto
invernadero se estabilizasen. Las condiciones de bienestar, de paz, de la
especie son ahora claramente dependientes de las relaciones colectivas
35.La información que se maneja procede del IPCC Fourth Assessment Report (AR4)
accesibles en la web http://www.ipcc.ch/ (25,07,09).
40
francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda
con la naturaleza, de los modelos de relación con el medio que se elijan
y de sociedad que prospectemos.
El panorama que se dibuja para los próximos decenios es desolador.
Las áreas afectadas por la sequía probablemente aumentarán en extensión
y contradictoriamente muchos millones de personas se verán afectadas
por inundaciones cada año debido al aumento del nivel del mar alrededor
del 2080. Aquellas áreas densamente pobladas y de poca altitud, donde
la capacidad de adaptación es relativamente pequeña y que ya afrontan
otros retos tales como tormentas tropicales o la subsistencia de las costas
locales, están especialmente en riesgo. Las comunidades pobres pueden
ser especialmente vulnerables, en particular aquellas concentradas en
áreas de alto riesgo. Tienen tendencia a poseer unas capacidades de
adaptación más limitadas y son más dependientes de recursos sensibles
al clima, tales como suministros de agua local y de alimentos. Las exposiciones relacionadas con el cambio climático proyectado es probable
que afecten al estatus de salud de millones de personas, particularmente
aquellas con capacidad de adaptación baja.
Conseguir un desarrollo más sostenible mediante un cambio de las
pautas de desarrollo puede contribuir de manera importante a la mitigación
del cambio climático, pero la ejecución requiere conciencia, decisiones
y coordinación. Hay un creciente conocimiento de las posibilidades de
elegir y ejecutar opciones en muchos sectores para tener en cuenta las
sinergias y evitar conflictos con otras dimensiones del desarrollo sostenible. Muchos de los aspectos de la Paz, la ausencia de guerras o de
cualquier otra forma de violencia, la Justicia, los Derechos Humanos,
la Democracia, el Desarrollo, tienen imbricaciones, cuando no vinculaciones directas, con el Desarrollo Sostenible, con la gestión del cambio
climático, con los patrones de relación con el medio.
3.4. Paz de filántropos, pacifistas y políticos
Los filántropos y los altruistas encarnan la bondad de los seres humanos, preocupados por alcanzar el máximo de bienestar, de equilibrio, de
armonía, para el conjunto de su congéneres. Son reconocidos en todas
las culturas, filosofías y religiones. Representan la mejor garantía para
la pervivencia de la especie y por eso son loados y alabados en todos
los relatos morales. Asimismo su ejemplaridad se mantiene en la memoria histórica que se transmite de generación en generación y se fija en
pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz
41
tradiciones de pensamiento. En cierto sentido, sabios, estoicos, ascetas,
místicos o santos, son los encargados de velar por esta sabiduría que tiene
continuidad con las posiciones de intelectuales, políticos y pacifistas.
La preocupación por la Paz se retoma con mayor intensidad, a partir
del siglo XVI, nutrida de las tradiciones previas clásica y cristiana, en
el pensamiento filosófico y político del Renacimiento, el Humanismo, la
Ilustración y el Liberalismo, que intentaban dar respuesta a la aparición
de nuevos intereses, perspectivas y proyectos. Así, reaparecen con fuerza
valores y virtudes tales como Justicia, Armonía, Concordia, dignidad
del hombre, que conectan directamente con la filosofía estoica y muchas de las propuestas de paz del mundo antiguo. 36 En el siglo XIX, la
fuerza de las organizaciones pacifistas y del debate por la paz lleva a la
organización de reuniones internacionales de forma casi permanente. 37
Los Congresos de Paz coincidieron en el tiempo con los debates del
naciente movimiento obrero que manifestó significativas desavenencias
con sus presupuestos. Las contradicciones entre la emancipación de los
trabajadores con los empresarios, atravesaba la existente entre los intereses de los Estados en cada guerra. Las líneas de unión y separación
no estuvieron siempre claras.
El pacifismo —que algunos llaman social— comienza a denunciar y
relacionarse con el descontento ante las guerras y el militarismo y sus
consecuencias para las capas populares, campesinos y proletariado industrial. Pone el acento en las causas económicas y sociales promotoras
de las guerras y en la denuncia de la obligación del servicio militar. Es
también a finales del siglo XIX y, sobre todo, durante las primeras décadas del siglo XX cuando la posición de las mujeres a favor de la paz
se manifiesta con una dimensión de acción colectiva, pública y política.
A partir de estos momentos sufragismo y pacifismo, y luego feminismo
y pacifismo se dan la mano en múltiples ocasiones para justificarse o
reforzarse mutuamente. La profunda imbricación práctica y conceptual
36.Cf. MARTÍNEZ LÓPEZ, Fernando y MUÑOZ, Francisco A. (2007) Políticas de Paz
en el Mediterráneo, Madrid.
37.En 1843 tuvo lugar el primer Congreso Internacional de Paz, que se marcó como
objetivos difundir la Paz y hacer propaganda en contra de la guerra, proponer un congreso
de naciones para el arbitraje internacional, y promover el control de la fabricación y venta
de armamentos. Desde 1889 se celebró el llamado Congreso Universal por la Paz, con
reuniones casi anuales hasta 1939 y la Oficina Internacional Permanente de la Paz recibió
el premio Nobel de la Paz en 1910.
42
francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda
de mujeres y paz hace que la paz esté presente en sus argumentos para
exigir el voto, y que exista una notable movilización de las mujeres,
dirigidas por sus organizaciones, en pro de la paz. 38
También el socialismo define un movimiento, que había surgido a
fines del siglo XVIII, guiado por la idea de un cambio social que beneficiara a los obreros y mejorara sus condiciones de trabajo. Y, algo
más tarde, aparece el socialismo científico, el marxismo, auspiciado
por Karl Marx y Friedrich Engels, que por su significación histórica,
merecería ser tratado especialmente. Con la aparición del socialismo se
desarrollan teorías emancipatorias, igualitarias y solidarias que buscan
un mayor bienestar para el conjunto de la población. Este pensamiento
social y político tendrá una gran repercusión en toda Europa y con el
paso del tiempo en todo el mundo. Con respecto a sus postulados de
paz podríamos decir que preludian una paz positiva al demandar mayor
justicia social. Al asumir responsabilidades de gobierno tendrán que
pronunciarse sobre la práctica de las relaciones exteriores, partiendo de
la negación de la guerra, como un instrumento de la burguesía capitalista pasan, a través del internacionalismo proletario, a la defensa de la
«guerra revolucionaria» —una nueva forma de «guerra justa».
Ya en el siglo XX, las nuevas teorías políticas sobre la paz, debían de
contemplar no sólo las perspectivas sociales y políticas anteriores, sino
también las nuevas circunstancias y condicionantes que podrían favorecer
la guerra. Numerosos intelectuales y científicos apoyaron posiciones de
paz, entre los que podríamos destacar a Bertrand Russell, matemático y
filósofo, cuyo pensamiento pacifista queda reflejado en cientos de cartas
en las que expone su filantropía, su visión sobre la política, la defensa
de los derechos y libertades civiles, su rechazo a la Primera Guerra
Mundial, al Fascismo de los años 30, la Segunda Guerra Mundial, al
McCartismo de los 50 y al peligro de una inminente guerra atómica
durante el desarrollo de la guerra fría. 39 Promovió con Albert Einstein
el Manifiesto Russell-Einstein, firmado en Londres en 1955, en medio
de la Guerra Fría. En él, once científicos e intelectuales alertaban del
peligro de la proliferación del armamento nuclear y solicitaban a los
líderes mundiales la búsqueda de soluciones pacíficas a los conflictos
38.Cf. MARTÍNEZ LÓPEZ, Cándida Op. cit..
39.PERKINS, Ray Jr. (ed.) (2003) Yours Faithfully, Bertrand Russell. A Lifelong Fight
for Peace, Justice, and Truth in Letters to the Editor, Illinois.
pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz
43
internacionales. Poco después, el filántropo Cyrus Eaton se ofreció a
organizar una conferencia en Pugwash, Nueva Escocia (Canadá). Sería
la primera de dichas conferencias, que se han celebrado cada año desde
1957.40
El pacifismo radical se consolidó a partir de los sesenta, como una
actitud de condena de las guerras y de búsqueda de una acción no violenta, y como una teoría y una estrategia alternativa a las concepciones
de la lucha política procedentes del marxismo, no suficientemente
crítica con el significado y uso de la violencia. Ese salto se apoyó en
una crítica de cualquier forma de violencia —violencia estructural— y
desembocaría en la potenciación la Cultura de paz y noviolencia y en
la Investigación para la Paz. De forma simultánea surge en el siglo XX
otro tipo de pacifismo «institucional», que es la expresión de la actividad
a favor de la paz en el seno de las organizaciones internacionales y de
la influencia que éstas tienen sobre las negociaciones entre los gobiernos
de las grandes potencias. Las inspiraciones de esta orientación vienen
tanto del pacifismo liberal como de la doctrina de la guerra justa y de
los pensadores noviolentos, muchos de ellos influenciados por el pragmatismo de Mahatma Gandhi.
Los pronunciamientos a favor de la Paz han sido continuos a lo largo
de la Historia, pero a partir de un determinado momento, su vocación
internacionalista se torna cada vez más comprometida. La Paz ha sido
reconocida en numerosas declaraciones internacionales, entre otras, en los
principios que buscaban un gobierno y objetivos comunes, incluyendo a
las propias Naciones Unidas. En diversas resoluciones aprobadas por su
Asamblea General se hace hincapié en los principios relacionados con
la Paz, la Justicia, el Desarrollo y los Derechos Humanos en todos sus
aspectos. Se consideran esenciales para el desarrollo de las relaciones
internacionales los valores fundamentales de libertad, igualdad, solidaridad,
tolerancia, respeto a la naturaleza y responsabilidad común, y a partir
de estos principios se formulan objetivos clave tendentes a desarrollar
la paz, la seguridad y el desarme, el desarrollo y la erradicación de la
40.Las conferencias Pugwash tienen como fin la discusión de asuntos tales como el
desarme y la responsabilidad social del científico en temas como el crecimiento demográfico, el deterioro medioambiental y el desarrollo económico. En su momento, estas
conferencias jugaron un papel muy importante en el desarrollo y firma de los tratados de
no proliferación de armas nucleares.
44
francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda
pobreza, la protección del entorno común, y los derechos humanos y
la democracia. Como se puede comprobar se continúa avanzando en el
enfoque multicausal y complejo de los conflictos y la paz. 41
3.5. Paz de los científicos (Investigación para la Paz)
Como hemos ido refiriendo, todas las prácticas sociales y políticas
relacionadas con la Paz tienen unos contenidos teóricos que las sustentan.
Explícitamente, a partir de las Paces de París (que certificaron el fin de
la Segunda Guerra Mundial), la línea «racionalista» de la Paz desemboca
en la creación de la Investigación para la Paz, en un mundo en el que el
internacionalismo pacifista sólo puede ser comprendido desde la globalización, que explica las interacciones profundas entre unos acontecimientos
y otros. Preocupada por la regulación pacífica de los conflictos en sus
diversas escalas y, en consecuencia, por lo internacional, la vocación de
la Investigación para la Paz es asimismo política a través del «empoderamiento pacifista», y tiende a construir las mejores condiciones para la
paz, aceptando los conflictos y deconstruyendo la violencia.
Efectivamente, a partir de la Paz de París que marca el fin de uno
de los períodos más virulentos que han azotado a la Humanidad (no
sólo se saldará con un balance de millones de muertos sino que además
dejaba abierta la posibilidad de un holocausto nuclear), la Paz comenzó
a ser considerada paulatinamente como un objeto de estudio científico.
Desde entonces las aproximaciones que se han realizado a la paz han
sido múltiples y variadas, se han utilizado las aportaciones de diversos
campos científicos y se han realizado elaboraciones propias que han
41.Da la impresión de que la investigación se hace en tres pasos: en un primer momento
usando categorías académicas, pasando luego a la utilización de categorías morales y
posteriormente pasando a la acción política. El problema fundamental se da entonces en
el paso de un momento a otro o de un tipo de categoría a otra. La pregunta es: ¿Cómo
pasar de un momento a otro y con ello lograr comunicar el conocimiento y los resultados
de la investigación no sólo a la comunidad académica sino a la sociedad en general?
Aportación de Miguel Gómez Oliver. Creemos que en los procesos de «empoderamiento
pacifista», que levemente describimos más adelante, debería de cuidarse la difusión —el
que ocupen el mayor espacio público y político— de esta categorías. Recuperar el sentido
dinámico de la praxis (véase Investigación de la Paz ...) puede ayudar a esta tarea (autores
del texto).
pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz
45
enriquecido la perspectiva general. En esta fase de generación de ideas
y conceptualizaciones se comienza a construir teorías más profundas,
coherentes y complejas.
En cierto sentido la Investigación de la Paz es una respuesta a la
complejidad de la conflictividad humana, pues las políticas locales, nacionales, sociales o internacionales están inmersas en las tensiones creadas
por los intereses, proyectos o las emociones. Por tanto, la renovación
de los enfoques, de los paradigmas o de las metodologías, tiene que ser
permanente. Así se ha conformado el Campo transdisciplinar de la Paz
que retoma las aportaciones de diversos campos científicos (Relaciones
Internacionales, Historia, Derecho, Antropología, Sociología, etc.) y las
experiencias de diversas culturas, y busca, rompiendo con el reduccionismo cartesiano, una aproximación unitaria (inter y transdisciplinar) que
reconstruya racionalmente lo que existe como unidad en las prácticas
sociales. Desde esta perspectiva es necesario implementar el estudio
científico de la Paz elaborado con el reconocimiento de las experiencias
a lo largo de la historia, de las aportaciones de otras disciplinas, campos
científicos y tradiciones filosóficas y culturales, y la comunicación y el
debate transversal en los ámbitos académicos y científicos. 42
La paz, la conflictividad y la violencia, en Iraq, Afganistán, Colombia,
Somalia, El Congo, o el Chad —países donde existe violencia directa y
con bajo índice de desarrollo humano—, o en Canadá, Suecia, Noruega
—países con el mas alto grado de desarrollo humano— dependen de
factores tan diversos como la estabilidad de los estados, recursos naturales (petróleo, tierras, metales, diamantes, agua, ..) fuentes de riqueza,
el tejido empresarial, la tradición democrática, el grado de corrupción,
mafias (drogas, prostitución, ...), las organizaciones internacionales, el
contexto internacional, el neoliberalismo, los nacionalismos, las estrategias
de cambio social, la globalización, ... Como se puede comprobar, múltiples causas cuantitativa y cualitativamente diferentes y con relaciones
igualmente diversas.
Las comisiones de la International Peace Research Association
(IPRA), la Asociación Internacional de Investigación para la Paz, son
en la actualidad: Art and Peace, Conflict Resolution and Peace-Buil-
42.Cf. CANO PÉREZ, María José - MOLINA RUEDA, Beatriz, y MUÑOZ, Francisco
A. (2004) «Diálogos e Investigaciones Trans Culturales y Disciplinares», Convergencia,
Año 11, Núm. 35, Mayo-Agosto 2004, México, pp. 55-80.
46
francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda
ding, Eastern Europe, Ecology and Peace, Forced Migration, Gender
and Peace Commission, Global Political Economy, Indigenous Peoples’
Rights, Internal Conflicts, International Human Rights, Nonviolence
Commission, Peace Culture and Communications, Peace Education,
Peace History, Peace Journalism, Peace Movements, Peace Theories,
Reconciliation, Religion and Peace, Security and Disarmament y Youth
and Peace Commission y los grupos de trabajo: Development and
Peace, Earth Charter, Evaluation of Development and Peace Activities,
Knowledge and Peace, Middle East, Peace Negotiations and Mediation,
Peace Psychology, Sport and Peace, World Governance and Peace.43 Un
listado para afrontar la complejidad.
Tras décadas de desarrollo, un balance de estas investigaciones nos
permite apreciar cómo han supuesto no sólo un avance en su propio
ámbito de estudio sino también aportes sustanciales para el desarrollo
de Ciencias Sociales y Humanas. Esto último ha ocurrido porque ha
promovido la renovación de los estudios en campos como la historia,
el derecho, la politología, la sociología o las relaciones internacionales,
favoreciendo que estas disciplinas tuvieran que abordar los valores
relacionados con la Paz. Lo que además ha combatido la ideología de
la neutralidad científica y ha creado una sensibilidad hacia las posibles
utilizaciones y manipulaciones de signo represivo y violento de cualquier
investigación. Y, en definitiva, ha participado y fomentado la cooperación
interdisciplinar entre investigadores, centros, culturas, ciencias humanas,
sociales y de la naturaleza con el objetivo común de conseguir el máximo
de bienestar posible para la humanidad.
4 . UNA PAZ IMPERFECTA
A lo largo de todo este trabajo hemos optado por ligar las condiciones
de la Paz con la complejidad, con los conflictos, con la homeostasis y la
cooperación. Una Paz recreada en múltiples escenarios y actores (no a la
guerra, sí a la Justicia y el Desarrollo sostenible, filántropos, pacifistas,
políticos y científicos) y con diversos significados. Una paz por tanto
dinámica y perennemente inconclusa que denominamos imperfecta, anclada en unas realidades humanas dinámicas, sujetas permanentemente
43.http://www.ipra.org
pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz
47
a cambios y conflictos. En este sentido hacemos uso del concepto de
paz imperfecta para definir aquellos espacios e instancias en las que se
pueden detectar acciones que crean paz, a pesar de que estén en contextos
en los que existen los conflictos y la violencia. De esta manera entendemos la paz imperfecta como una categoría de análisis que reconoce los
conflictos en los que las personas y/o grupos humanos han optado por
potenciar el desarrollo de las capacidades de los otros, sin que ninguna
causa ajena a sus voluntades lo haya impedido. 44
Ahora bien es tan importante considerar las acciones de paz como las
relaciones que se establecen entre ellas que son, al fin y al cabo, las que
posibilitan las experiencias concretas. La gestión pacífica de los conflictos
depende directamente de las experiencias previas y del aprendizaje que
de ellas se tengan. Experiencias que pueden haber tenido lugar en escalas
o ámbitos distintos o entre actores diferentes. La capacidad de abstracción y comprensión humana hace que se puedan asimilar y reproducir
aptitudes y conductas de éxito en escenarios diferentes. La regulación
pacífica de un conflicto supone la elección de una vía de éxito, a pesar
de que la realidad sea compleja o conflictiva y esté contaminada por la
violencia. Aquí reside el enorme potencial de la paz imperfecta.
Asimismo, creemos que este concepto puede ayudarnos a reforzar el
pensamiento pacifista, ya que nos facilita una comprensión más sutil de
una compleja realidad, constituida por un sinfín de matices y circunstancias. Una comprensión más amplia de las dinámicas sociales a través
de las vías seleccionadas para la gestión pacífica de los conflictos desde
el compromiso altruista, cooperativo y filantrópico que busca el mejor
equilibrio posible hasta el desarrollo sostenible y la relación armónica
con la naturaleza. Igualmente, si conocemos más acertadamente las vías
pacíficas también podremos entender mejor las relaciones que éstas
establecen con las violentas y las mediaciones sociales que se dan en
tales circunstancias.
En realidad se podría hablar de una paz imperfecta estructural en el
sentido de que está asentada en los sistemas y en las estructuras y, lo
que es más importante, porque unas y otras instancias de paz pueden
interaccionarse y potenciarse. Además, es justamente esta relación entre
44.Cf.: MUÑOZ, Francisco A. (2001) «La paz imperfecta en un universo en conflicto,
en Muñoz, Francisco A. (ed.) La paz imperfecta, Granada, pp. 21-66.
48
francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda
unas y otras «paces» la que la muestra como institucional o estructural.
Estas interacciones son una cualidad de los conflictos ya que sus diversas circunstancias y escalas se interaccionan continuamente. Pensemos
que esto es posible porque en muchas ocasiones son los mismos actores
—personas, asociaciones, instituciones o especie— los que actúan con
criterios similares en diferentes escalas.45
Una vez hechas estas salvedades con respecto a la paz, cabría preguntarse por las relaciones —y en su caso reconocerlas— que pueda haber
entre unas y otras. Para los investigadores de la paz éste es un planteamiento muy claro, ya que los conflictos son la matriz de la que parten
todas las conductas. Y en el seno de este espacio conflictivo coexisten
los actores que optarán por una u otra vía. Por tanto en las explicaciones que demos sobre las dinámicas humanas deberemos considerar esta
posible «complementariedad» entre los conflictos, las paces —y las
violencias—. En consecuencia, una parte considerable de las realidades
históricas y sociales de los conflictos se podrían explicar a partir de las
distintas mediaciones e interrelaciones (diacrónicas y sincrónicas, etc.)
entre los conflictos, las mediaciones, la Paz imperfecta (estructural) y
la Violencia estructural (imperfecta).
5. LOS DESAFÍOS DE LA PAZ: LA GESTIÓN DE LA
COMPLEJIDAD
Obviamente un aspecto de la problemática actual, relacionada de una
u otra forma con la globalización, viene motivado por la aceleración
de los cambios y por la complejidad de las interrelaciones existentes,
lo que dificulta la capacidad de comprensión de lo que acontece. Esta
dificultad para comprender la realidad compleja está fomentada, entre
otros factores, por la excesiva tendencia a fragmentar el conocimiento
45.Un ejemplo claro de esta circunstancia podría ser una ong en la que las personas
voluntarias se organizan localmente con su mejor altruismo y alcanzan a través de la cooperación espacios internacionales. A la inversa, el éxito de la acción internacional fortalece
la presencia local y las actitudes solidarias de los miembros de la organización.
Que la violencia estructural es imperfecta, en la mayoría de las ocasiones, es también
fácilmente comprensible ya que no destruye todo aquello con lo que se relaciona, ni
tampoco deja de satisfacer totalmente todas las necesidades de todos los actores que están
involucrados en sus acciones, probablemente porque tampoco lo persigue.
pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz
49
—reduccionismo— y por una mala orientación de los esfuerzos en investigación. Frente a ello es necesario, por un lado, buscar nuevas estrategias
de pensamiento, epistemológicas, que superen la fragmentación referida
y, por otro, establecer nuevas prioridades en la asignación de recursos
para investigación y desarrollo.
Aspirar a gestionar la complejidad de la Paz no es tarea fácil,
son necesarios esfuerzos individuales e institucionales, académicos y
científicos, solidarios y cooperativos. Existe la ventaja de contar con
innumerables aportaciones interesantes y útiles, pero la dificultad reside
en la dispersión y reducción de sus objetos de estudio y en las metodologías empleadas. Es preciso vencer la idea de que la complejidad es
inabordable o que sólo encontraremos el «caos» en cualquier intento de
aproximación a una realidad compleja. Para ello es necesario identificar
lo más claramente posible el campo sobre el que se trabaja y establecer
mecanismos científicos, académicos e institucionales de cooperación
inter y transdisciplinar.
Aunque cualquier intento tendrá una dosis de reduccionismo por nuestras propias limitaciones comprensivas y epistemológicas, sin embargo,
debemos de hacer propuestas para avanzar paulatinamente en esta tarea
de confluencia. Este mismo capítulo —y el resto de los que componen
este volumen— es un intento de identificar los debates y las coincidencias
y abrir caminos de confluencia. Es evidente que la Investigación para
la Paz, como campo transdisciplinar, tiene que hacer un esfuerzo por
dotarse de espacios que aspiren a comprender, explicar, dar alternativas,
y que consideren las relaciones entre los diversos fenómenos desde una
perspectiva transcultural, plurimetodológica y transdisciplinar. Contamos
con grandes ventajas, camino recorrido, encuentros diversos para poder
avanzar en esta vía, que debemos reconocer y potenciar, pero también
tenemos obstáculos que hay que desconstruir y desactivar.
Son tantas las preocupaciones asociadas a la paz, tantas las escalas,
las variables culturales, las propuestas teóricas, que a veces podríamos
sentirnos turbados e incluso desanimados ante tan inmenso campo.
Pero este sentimiento puede atemperarse adoptando otro enfoque: en
primer lugar comprender que esto ocurre por la propia complejidad de
la especie humana, en cualquiera de sus manifestaciones; en segundo
lugar que esto es fruto de la propia riqueza cultural humana en la que
las normas y comportamientos propiciatorios de la paz son mayoría; y
en tercer lugar que estas situaciones sólo pueden ser abordadas desde
métodos cooperativos que sean capaces de confluir en espacios cul-
50
francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda
turales y científicos donde cada aportación particular adquiera mayor
sentido.
En este camino nosotros hemos propuesto una matriz comprensiva
(que aspire a comprender, explicar y dar alternativas) e integradora (que
considere las relaciones entre las diversos fenómenos desde una perspectiva
transcultural, plurimetodológica y transdisciplinar), no como un punto
de llegada, sino como un punto de partida, que debe de ser confluyente
con otras propuestas. En dicha matriz consideraríamos cinco ejes: una
teoría general de los conflictos; pensar desde un paz imperfecta; descontruir la violencia; discernir las mediaciones e interacciones estructurales
entre conflictos, paz y violencia; y el empoderamiento pacifista. Estos
ejes, interaccionados entre sí, deben ser transculturales y transdisciplinares y han de tener capacidad de relacionarse con el resto de saberes,
conocimientos, disciplinas y ciencias. 46 A continuación desarrollamos
sumariamente cada uno de estos ejes:
a) Una Teoría General del Conflicto. Reconocida de hecho, en la
praxis, pero tímidamente testificada en propuestas teóricas. Creemos
que es fundamental por ser los conflictos la base epistemológica y
ontológica de la paz —y de la violencia—. Debería aspirar a tener
capacidad explicativa de las diferentes entidades humanas (personas,
grupos y especie), en las diversas culturas, espacios geográficos
y momentos históricos. Esto implica conseguir una definición
de conflicto suficientemente amplia como para dar cabida a los
fenómenos que tengan lugar en las distintas instancias humanas
de actuación. La gran ventaja sería que permitiría establecer las
interacciones causales entre unos y otros espacios y, a la vez, tener
una perspectiva abierta y dialéctica del conflicto. 47
b) Pensar desde una Paz Imperfecta. Si queremos la paz debemos
prepararla (si vis pacem para pacem) e investigarla. Desde sus
propias dinámicas, realidades e interacciones entre sus diversas
formas, los conflictos, las mediaciones, las violencias y, asimismo,
su entorno y sus ecosistemas. Con la certeza de que va a ser un
camino inacabado, ya que siempre convivirá con los conflictos
46.Cf. Investigación de la Paz y los Derechos Humanos ...124 ss.
47.Véase al respecto el capítulo Una teoría de los conflictos basada en la complejidad.
pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz
51
y con algunas propuestas de violencia. Por eso es necesario
tener constantemente una preocupación activa por el mantenimiento de la paz; lo que implica que esta paz —además de ser
el móvil ético y directiva científica— debe ser afrontada como
la categoría analítica de un campo multi, pluri y, finalmente,
transdiciplinar
c) Deconstruir la Violencia. Comprender la violencia lo mejor posible,
igualmente desde sus interacciones (conflictos, mediaciones, paces,
...), para realizar propuestas de reorientación desde las raíces de la
misma. Lo que complementariamente requiere estudiar la violencia
como un fenómeno absolutamente humano y, por lo tanto, con raíces en la propia evolución filogenética y cultural de los homínidos.
Es necesario intentar dar, en este sentido, una explicación unitaria
de la violencia que incluya tanto sus aspectos estructurales como
culturales, simbólicos, filogenéticos y ecológicos. 48
d) Discernir las dialécticas y las mediaciones entre conflictos, paz, y
violencia. Estudiar las comunicaciones, relaciones e interacciones
entre los mecanismos y resortes que generan los conflictos. Y las
instancias o espacios —mediaciones—, donde estas interacciones
ocurren, ya sean simbólicos o reales. Aunque bien es cierto que
los seres vivos están, como hemos visto, permanentemente en conflicto, no todo lo que ocurre se puede explicar por esta causa. Una
visión excesivamente «conflictivista» nos cegaría para percibir otras
realidades. Las metodologías trans (disciplinar, cultural, moderna,
...) son imprescindibles para estos fines. 49
e) Empoderamiento pacifista a través del reconocimiento de las experiencias de la paz —la regulación pacífica de los conflictos—, y de
la noviolencia —como filosofía y metodología del cambio social— a
lo largo de toda la historia. E intentar que esas experiencias de paz
ocupen el mayor espacio a todas las escalas (personal, grupal y
planetario) y esferas (privada, pública y política). El empoderamiento
es un proceso basado en la «praxis» que contempla una reflexión y
48.Cf. MARTÍN MORILLAS, Op.cit.
49.Si consideramos, por ejemplo, a la conciencia o el estado como espacios de mediación, los conflictos explican en gran medida todo lo que sucede en estas instancias, pero
no se puede explicar todo exclusivamente desde los mismos. Cf. Investigación de la Paz
y los Derechos Humanos ... pp. 79-95.
52
francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda
acción permanente y un horizonte normativo para construir futuros
más justos y pacíficos.50
Finalmente estos ejes deben ser transculturales y transdisciplinares
y con capacidad de proyectarse hacia un futuro deseable, perdurable,
justo, pacífico e imperfecto. Un futuro solidario con las generaciones
venideras, en el que prime la justicia y la equidad, en el que los conflictos
sean regulados por vías pacíficas y en el que los conflictos —signo de
nuestra condición «imperfecta»— nos den la posibilidad de imaginar y
crear nuevas situaciones deseables de acuerdo con nuestros valores de
paz. El futuro se convierte en la única propuesta posible de interacción
con la realidad, por ello es necesario pensarlo y trabajarlo con las metodologías adecuadas.
Continuación de la nota 9, sobre el concepto de Conflicto y Equilibrio en la teoría social:
En la teoría social clásica, se atribuye al funcionalismo y al legado de la obra de Talcott
Parsons aquellas argumentaciones ligadas al concepto de «equilibrio» en el sentido de
«mantenimiento del orden social» y la «convivencia pacífica», fundamentada en la existencia de un conjunto de valores comunes que guían a los miembros de una sociedad en
dirección hacia la cooperación y la armonía.
La teoría funcionalista, considera a la sociedad como una totalidad marcada por el equilibrio, y en la que los medios de comunicación tienen una gran importancia dentro de la
estabilidad social. Las sociedades disponen de mecanismos propios capaces de regular
los conflictos y las irregularidades; así, las normas que determinan el código de conducta
de los individuos variarán en función de los medios existentes y esto es lo que rige el
equilibrio social. Por tanto podríamos entender la sociedad como un «organismo», un
sistema articulado e interrelacionado. Una totalidad constituida por partes discretas. A
la vez, cada una de estas partes tiene una función de integración y mantenimiento del
propio sistema.
Sus críticos han llamado la atención sobre el hecho de haber privilegiado en sus análisis
los factores de paz, equilibrio y armonía como el estado habitual de los colectivos y sociedades, acusándoles de esconder bajo tales conceptos, una situación de explotación a la
que los individuos se resignan, no por consenso, sino por no tener los suficientes recursos
de poder como para conseguir oponerse a sus opresores.
Al funcionalismo clásico han solido contraponerse, bien desde posiciones críticas, bien
desde ampliaciones y desarrollos del funcionalismo, aquellas teorías del conflicto que
lo subrayan como situaciones igualmente frecuentes en los grupos: Desde los planteamientos de George Simmel reconociendo que tanto el conflicto como la cooperación se
hallan presentes en todas las relaciones humanas, y su análisis de lo que denominó «red
del conflicto» (esto es la interdependencia del conflicto y la cooperación); la lucha de
50.Ibídem, 131-168.
pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz
53
clases y la inevitabilidad del conflicto revolucionario violento de Karl Marx; Max Weber
reconociendo la existencia del conflicto en todas las sociedades que estudió, y señalando
que estos no pueden reducirse a la lucha de clases, ya que los intereses materiales no
son los únicos relevantes, siendo a menudo las ideas y los valores los fundamentales en
su conformación; Lewis Coser mostrando que el conflicto frecuentemente tiene efectos
positivos para los grupos que lo protagonizan; o Ralf Dahrendorf, para quien el conflicto
es un hecho social universal y necesario que se resuelve en el cambio social.
No obstante, creemos que en el marco de este capítulo y en la búsqueda de marcos conceptuales que superen dicotomías, esto es la contraposición entre teorías del consenso y
teorías del conflicto (entendido como conflicto negativo fundamentalmente), la utilización
del concepto de equilibrio remite más a la idea de «proceso respecto de su punto de
equilibrio», hablando así de sistemas «cerca del equilibrio» y de «sistemas alejados del
equilibrio», como señalan las aportaciones de Prigogine. Según este autor, por definición
ningún sistema complejo es estructuralmente estable. De ahí su idea de fluctuaciones y
aproximaciones al equilibrio de aplicación a las humanidades. Cf. PRIGOGINE, Ilya
(1997) El fin de las certidumbres. Madrid.
55
Una Teoría de los Conflictos basada
en la complejidad
Jorge Bolaños Carmona y Alberto Acosta Mesas
Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada (España)
El «Conflicto» es indudablemente un elemento esencial de los estudios
de la Paz. Cualquiera que sea su definición y su enfoque epistemológico
y metodológico, la Paz puede ser vista como la superación o la regulación de los conflictos. La elaboración de una Teoría de la Paz pasa por
la necesidad de disponer de una Teoría del Conflicto, y así se asume en
el marco de los debates de este volumen.
El interés particular de la Investigación para la Paz fue inicialmente
la búsqueda de las causas de la violencia y de sus soluciones, de modo
que el conflicto se ha ido convirtiendo en la base teórica, epistemológica
y práctica de la paz y la violencia. Pero el conflicto es un concepto útil
no sólo para estudiar la violencia, sino también como un proceso benéfico de crecimiento y desarrollo del ser humano y sus colectividades. El
análisis de conflictos ha de trascender lo negativo para englobar todas las
situaciones dinámicas de la vida, todas las oportunidades de realización
correcta o incorrecta, de acierto o error, de los individuos y los grupos.
De manera parecida a como el propio concepto de Paz se ha ensanchado
y ya no describe sólo circunstancias caracterizadas por la ausencia de
guerra, el conflicto no debe considerarse sólo como un heraldo de la
violencia o de la guerra. El conflicto está presente continuamente en la
vida humana y debe entenderse como una oportunidad de progreso.
Pero, además, se pretende en este encuentro abordar la Paz desde
la perspectiva de la globalidad y de la complejidad actual de los retos
humanos, desde el respeto a la ecología, desde el evolucionismo como
56
jorge bolaÑos y alberto acosta
visión antropológica y con la inspiración de las dinámicas fisiológicas
de la homeostasis como metáfora de las dinámicas de la Naturaleza, entendida ésta como incluyente de la Humanidad y no sólo de su entorno.
En este contexto, el conflicto ha de verse con la generalidad derivada
de ser un ingrediente básico de la vida humana pero también con la
diversidad proveniente de la enorme complejidad de las relaciones de
individuos y grupos en nuestros días; es más, creemos que el conflicto
como concepto debe abarcar no sólo el ámbito humano, sino el conjunto de la Naturaleza o del Universo, en virtud de la complejidad de las
relaciones entre lo inerte, lo vivo y lo humano. El conflicto es universal,
no sólo humano.
Por tanto resulta de interés la investigación del concepto de conflicto: Suficientemente amplio para incluir las definiciones y los modelos
conocidos; que permita la utilización de los métodos de regulación
conocidos; que exprese la complejidad evolutiva de la Naturaleza y de
la vida humana.
Este trabajo se estructura en dos partes. En la primera, se aborda la
propia definición de conflicto y la relación entre conflicto y paz, desde
los conceptos de conflicto inevitable y de paz imperfecta y un enfoque
en que el primero es elemento constituyente de la segunda. Pretendemos llegar a una nueva definición de conflicto que trata de generalizar
e integrar las ideas y definiciones conocidas.
En la segunda, se centra directamente al análisis de algunos de los
modelos de conflicto disponibles y la búsqueda de un modelo de análisis
integrador y suficientemente flexible que permita una gestión integrada
del conflicto.
1. EL CONFLICTO COMO ELEMENTO PARA LA PAZ
Aún en este comienzo de siglo, para muchas personas, especialmente
para las que han vivido experiencias bélicas, el concepto de conflicto
está asociado con el de «conflicto armado», entendido como riesgo cierto
para la paz, y viendo a ésta sólo como una ausencia de guerra. Además
de su evidente obsolescencia, esta idea produce una cierta pasividad en
la conservación de un estado de «no guerra» que constituiría el óptimo
de las aspiraciones humanas. Ya hace tiempo, tal idea del conflicto ha
sido superada en los estudiosos de la paz y sustituida inicialmente por
otra que veía al conflicto como un «riesgo de violencia» que había que
una teorÍa de los conflictos basada en la complejidad
57
evitar o superar en una suerte de prevención de catástrofes, en particular
de catástrofes bélicas.
1.1. Convivir con el conflicto
Pero si pensamos que la paz es algo más que la ausencia de guerra, es
necesaria otra definición y otro reconocimiento del concepto de conflicto.
En primer lugar, creemos que es imprescindible adoptar una idea realista
y dinámica del conflicto. En un mundo en el que miles de millones de
personas viven por debajo del mínimo umbral admisible de dignidad y
derechos, y en el que cualquier localismo está superado porque la economía, la ecología, la demografía, la capacidad de educación e información
y la salud pública del conjunto del planeta influye e influirá cada vez más
en cada ser humano, hay que considerar absurda y reaccionaria la idea
de que lo deseable es una situación estática, inmutable y esencialmente
eterna para la Humanidad y absolutamente disparatada la pretensión de
mantener paraísos locales para grupos desconectados del resto: el mundo,
el pequeño de cada uno y el grande de todos, cambia continuamente y
continuamente se enfrenta a una infinidad de nuevas situaciones.
Uno de los elementos comunes, y a nuestro juicio erróneo, que ha
dominado el pensamiento filosófico y, como consecuencia la mente de
los seres humanos, desde hace siglos es el utopismo, entendido como
el sueño de una Arcadia feliz donde el conflicto no exista. Esta idea
está obviamente presente en las religiones monoteístas pero también en
las ideologías socio-políticas totalitarias: la vida humana se ve en ellas
como una sucesión de esfuerzos, sacrificios y desgracias destinada a la
consecución de algún paraíso sin conflictos donde la Humanidad (o lo
que quede de ella después de eliminar a los pecadores, a los capitalistas
o a los miembros de razas inferiores) pudiese vivir en cuerpo y/o en
alma durante églogas infinitas e inmutables. No es necesario insistir en
cuánto sufrimiento y retraso en el progreso ha generado este utopismo
falaz y cuántos problemas aún nos ocasiona.
Frente a ello, sólo cabe entender que nuestra búsqueda, individual
y colectiva a la vez, de la felicidad, está llena de conflictos porque es
dinámica, compleja y global, y tiene además obvias limitaciones físicas,
fisiológicas, emocionales e intelectuales. Nunca alcanzaremos como especie, ni alcanzará nuestro universo, un estado de inmutable perfección.
Es, por tanto, necesario superar definitivamente la visión del conflicto
58
jorge bolaÑos y alberto acosta
como una catástrofe, o como sinónimo de desgracia, porque los conflictos forman parte esencial del desarrollo humano y de la naturaleza
y, además, la mayor parte de ellos evolucionan de forma adecuada o, al
menos, no violenta. Dicho de otro modo, convivimos con los conflictos
y la clave es su correcta gestión o regulación, para obtener el mejor
resultado posible, siendo imposible su completa erradicación.
Por lo que se refiere a los estudios de la Paz, puede argumentarse
que estamos materializando en ellos un salto conceptual similar al que
en recientes décadas ha dado, por ejemplo, la Medicina encauzándose
hacia la Medicina Preventiva o la Arquitectura abordando el Urbanismo,
o en otras muchas artes y ciencias. Se trata de cambios integradores
(la enfermedad se integra en la salud, lo urbano en lo rural o espacial)
que han cambiado lo «patológico» o «especial» por lo general y han
introducido una visión transdisciplinar y cooperativa. Incluso desde
ámbitos acostumbrados a actuar a posteriori, como por ejemplo el Derecho, se comienza a ver la utilidad de ampliar los marcos conceptuales
en el mismo sentido integrador, superando, como ha hecho la Física y
la Matemática, antiguas ideas maniqueas. Por tanto, si la Paz se ve de
una forma constructiva y dinámica como el fomento de las condiciones
de realización y búsqueda de la felicidad del ser humano, es necesario
cambiar también nuestra visión del conflicto.
1.2. Un universo conflictivo
Si se quiere ver con suficiente perspectiva el pasado y el futuro de
la Humanidad hay que inscribirlos en el conjunto de la Naturaleza y
analizarlos de una forma científica. Una de las aportaciones de la teoría evolutiva fue hacernos entender al Hombre como un elemento del
Universo, conectado completamente con la Naturaleza, y no como un
ente esotérico y aislado, que había «caído» por «casualidad» o «designio divino» en nuestro mundo. Estamos integrados en el planeta y éste
en un universo en constante dinámica: el avance de las ciencias físicas
en el último siglo nos ha mostrado la complejidad del Universo, con
la multitud de fuerzas, materias y energías en colisión desde el micro
hasta el macro cosmos, muy lejos del modelo de «maquinaria de relojería» que tenían en mente nuestros antepasados. Nuestro Universo es
complejo y conflictivo.
una teorÍa de los conflictos basada en la complejidad
59
Pero, además, en este universo, y al menos en nuestro planeta, se
inscribe la Vida como elemento cualitativamente diferenciado. Si puede
discutirse que una galaxia tenga un proyecto de existencia o que un
protón esté llamado a realizar alguna misión, de lo que no cabe duda
es de que la Vida tiene como característica esencial que cada uno de los
elementos o individuos vivos tienda a la conservación y a la complejidad: aunque no de forma consciente, podemos decir que una bacteria o
un roble tienen una secuencia temporal de «proyectos» a realizar en el
universo, que se facilitan o dificultan por su interacción compleja con
el entorno, en el que ocurren múltiples coincidencias o «colisiones» con
otros seres vivos o inertes que modifican su «trayectoria vital» en cada
instante. La Vida es compleja y conflictiva.
Sin entrar en matices sobre la «psicología animal», es claro que la
Humanidad añade a la Vida el elemento de la «consciencia racional»
y, por tanto, un nuevo nivel de complejidad. Por primera vez, hay en
la naturaleza un ser vivo que descubre su relación con ella y valora las
facilidades y dificultades para desarrollar un cierto «destino instintivo»
que también comienza a identificar: el ser humano «ve» sus necesidades,
sus intereses y los conflictos que ha de superar, y entiende que existen
en su entorno elementos facilitadores y opresivos: vive, cada vez más
conscientemente, la sucesión de conflictos que constituye su dinámica
vital.
Pero hay otra componente básica de la vivencia del conflicto desde
la consciencia racional: el descubrimiento de la cooperación, puesta de
manifiesto ya desde el propio nacimiento del ser humano, que requiere de
la intervención cuidadora de los progenitores, y que se desarrolla rápidamente en la formación de familias y tribus como mecanismos de mejora
de sus condiciones vitales: somos una especie cooperadora frente a los
conflictos y, por primera vez en la Vida, con creciente sentimiento de la
utilidad de esa cooperación. A la complejidad y conflictividad de la vida,
la Humanidad añade nuevos e importantes matices: los contactos «ciegos»
del mundo mineral, e incluso del vegetal y animal, se complementan en
el mundo humano con la acción consciente y relativamente libre.
En nuestros días, y en la civilización occidental que incluye, o influye, a la mayor parte de la humanidad, vivimos también crecientes
niveles de «complejización» de las relaciones humanas y sociales: cada
vez, afortunadamente, tenemos menos marcado ese camino tradicional,
patriarcal o matriarcal, que limitaba el conflicto pero también la libertad, cada vez tenemos más responsabilidad individualizada en todas las
60
jorge bolaÑos y alberto acosta
fases de nuestra vida, y podemos buscar la felicidad de forma cada vez
más libre y activa. Pero esto significa también mayor conflictividad y
mayor necesidad de toma adecuada de decisiones, como se refleja, por
ejemplo, en la creciente responsabilidad asumida por el individuo (y
favorecida por los poderes públicos) en el cuidado de su salud o en
el desarrollo de su formación; estamos cada vez menos en un «túnel»
vital, y más en «campo abierto». Lo que dijo Ian Stewart1: vivimos
en un mundo complicado, donde nada es tan simple como solía ser, ni
tan simple como aparenta ser. Las Matemáticas mantienen ese mundo
unido por su urdimbre. Podría decirse también de los conflictos. Lo que
es seguro es que la «urdimbre del conflicto» va siendo una red cada vez
más compleja.
1.3. Una definición general e integradora
Para avanzar en este marco universal, ecológico y complejo de la
conflictividad, se requiere una definición que, como se indicó en un
apartado anterior, sea lo suficientemente general y flexible para poder
integrar la enorme diversidad de realidades y de enfoques posibles. Como
se verá en el apartado siguiente, hay un gran número de definiciones en
la literatura provenientes de muy diversas especialidades científicas y
filosóficas, lo que no es de extrañar por la universalidad del fenómeno
(por ejemplo, Schmidt y Tannenbaun2 escriben que «el conflicto es el
tema que ha ocupado el pensamiento del hombre más que ningún otro,
con las dos posibles excepciones de Dios y el sexo»)3.
¿Que es un conflicto? Lo primero que nos viene a la mente, aparte
de la sensación emotiva de negatividad y de dificultad, es que se trata
de un choque, de una incompatibilidad, o de una escasez, o de una inadecuación o inconveniente en un proceso. Pero, cabe preguntarse qué
tienen en común los conflictos relacionados con los fenómenos físicos
del Universo, con el desarrollo de la vida vegetal y animal y con los
1.Citado por Lamberto GARCÍA DEL CID (2006) La sonrisa de Pitágoras, Editorial
Debate, Barcelona , pp. 122.
2.SCHMIDT, W.T. Y TANNENBAUM, R. (2000) Negotiation and Conflict Resolution.
Harvard Business School Press. Boston, MA.
3.Citado por Francisco LACA en su Tesis Doctoral (2005) Elección de estrategias de
afrontamiento del conflicto bajo presión de tiempo, Universidad del País Vasco, pp.11.
una teorÍa de los conflictos basada en la complejidad
61
seres humanos, individual o colectivamente considerados. ¿Qué hay, en
esencia, igual en la explosión de una estrella, en la desintegración de
un cometa, en la desaparición de una especie animal, en el movimiento
de un girasol, en el reparto del presupuesto nacional, en un accidente
de tráfico o en el horario de una escuela? ¿Qué tienen en común multitud de fenómenos, hechos o posibilidades de la realidad que, en un
sentido amplio, podemos considerar como conflictos o como conjuntos
o sucesiones de conflictos, o como provenientes de la buena o mala
resolución de un conflicto?
La Teoría de Sistemas Complejos permite contemplar la realidad como
un conjunto de elementos y dinámicas interrelacionadas que podrían
«modelizar» o explicar partes de esa realidad si se dispusiera de información y capacidad de cómputo suficiente. Hay sistemas micro y macro
espaciales, micro y macro temporales, como la vida de un mosquito en
comparación con la evolución de una estrella, de forma que podemos
imaginar a todos ellos compuestos de dinámicas instantáneas y sucesivas. Por ejemplo, la vida de una persona puede imaginarse como una
sucesión de dinámicas o proyectos que pueden subdividirse en el tiempo
de forma infinita, de modo que cada «instante» infinitesimal fuese una
fase del sistema, y en cada uno de esos momentos se pudiera desarrollar
o no un cierto «proyecto» proveniente de los «estados» anteriores pero
también de un cierto acto de modificación de trayectoria que podríamos
imaginar, para entendernos, causado por su voluntad, un accidente, etc.
Pero las dinámicas y trayectorias de los sistemas complejos pueden verse
también con un enfoque mucho más amplio en el tiempo y, así, describir
la vida de un ser humanos en pocas palabras a partir de unos cuantos
procesos como la niñez, la adolescencia, la juventud, etc.: no hay escala
que nos esté vetada al contemplar un conflicto, pero todas ellas estarán
ordenadamente incluidas, de menor a mayor intervalo de tiempo (y, en
términos de información, de mayor a menor detalle).
Así pues, si admitimos que en menor o mayor tiempo toda la realidad
del universo es cambiante, los elementos sustentadores de una razonable
cosmovisión son los proyectos, dinámicas o trayectorias, los cuales deben ser considerados como caminos evolutivos que seguirían todos los
elementos en que podamos entender que está dividido el Universo, ya
sean inertes, vitales o humanos. Entonces, en una primera aproximación
el conflicto, podría verse éste como una modificación de, al menos, uno
de esos procesos.
62
jorge bolaÑos y alberto acosta
Pero, ¿por qué razón se modificaría un cierto «proyecto» de un determinado «elemento»? Es razonable pensar que cada elemento o cada
sistema en su conjunto tiende a realizar su proyecto en cada unidad
de tiempo, salvo que «algo» se lo impida, tal vez porque los sistemas
tienden a la una cierta estabilidad o armonía que se puede ejemplificar
con la «homeostasis» de los sistemas vivos, que sería «el mantenimiento
de las constantes internas por la acción coordinada de diversos procesos
fisiológicos», de modo que «un fallo en los mecanismos homeostáticos
produce enfermedad o muerte»4. Nada más estabilizador, pero nada más
dinámico. De modo que podemos pensar que la modificación del proyecto
de un elemento no se realizaría de forma espontánea, «motu propio»,
sino como respuesta a una circunstancia externa; pero las circunstancias
externas de cada elemento de un sistema complejo no son sino un complejo conjunto de otros elementos y otras dinámicas, por lo que es la
interacción con otros entes del sistema, la colisión con otras realidades,
lo que modifica el proyecto temporal del elemento en cuestión.
Así, no es la modificación en sí del proyecto o trayectoria lo que
debe definirse como conflicto, sino el encuentro con otros proyectos; y,
al contrario, para que sea un conflicto, no basta un «encuentro» pacífico,
que permita mantener los proyectos inmediatos de los elementos implicados, sino una «colisión» que los obligue, o pueda obligar, a cambiarlos. Cabe así definir: conflicto es todo contacto de dos o más proyectos
que produce la modificación de, al menos, uno de ellos, entendidos los
proyectos como dinámicas o trayectorias de los elementos implicados
y no como estrategias planificadas.
En esta definición es irrelevante que se trate de proyectos correspondientes a elementos individuales o colectivos, de manera que una
selva o una asociación cultural serían elementos y tendrían proyectos,
que podrían contactar con los de otros elementos. En todo caso, no es
importante en la definición el número de elementos, sino el de proyectos,
que obviamente han de ser al menos dos, pero que podrían corresponder a
un mismo elemento, generando un «conflicto interno» a ese elemento.
Cabe preguntarse si todo contacto entre proyectos debe ser calificado
como conflicto, si tenemos en cuenta que algunos contactos son, en algún
sentido, benéficos para los elementos implicados. Tal vez sea más fácil
contestar a esta pregunta más adelante, tras el apartado dedicado al análisis
4.Ver el primer capítulo «Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la Paz».
una teorÍa de los conflictos basada en la complejidad
63
formal de los conflictos en base a la Teoría de Juegos, pero podría darse
una primera aproximación: en un sentido amplio, hay conflicto si hay
modificación de trayectoria. Si se quiere ser más restrictivo, se debería
definir qué se entiende por modificación «favorable ó desfavorable» y
considerar sólo estas últimas, pero esto tiene tantas complicaciones ontológicas, éticas, etc., que hacen poco conveniente esta restricción.
Es claro que el conflicto o, mejor, la sucesión de conflictos es inevitable
para cualquier elemento del sistema universal, porque no es concebible
un elemento aislado y todopoderoso (¿Dios?) y por tanto el conflicto
es inevitable para cualquier ser inanimado, vital o humano (y para sus
conjuntos). Por otra parte, en nuestra definición, el conflicto no es necesariamente negativo, pero sí perturbador en un sentido amplio.
1.4. Algunas definiciones y teorías de conflicto
Hemos buscado deliberadamente una definición muy general de conflicto, que recoge ámbitos inconscientes o irracionales. Sin embargo, como
la mayor parte de las teorías conocidas sobre el conflicto se refieren al
ser humano como elemento consciente del Universo (Psicología) o a los
grupos humanos (Sociología, Defensa, etc.), es necesario especificar que
existen tres ámbitos distinguibles para la definición que hemos dado, ya
esbozados en el apartado anterior: El universal o inanimado; El vital,
circunscrito a los seres vivos; El humano, que se refiere específicamente
a la vida racional consciente.
Es claro que las comparaciones con la mayoría de esas teorías conocidas
se incardina en este último, aunque no nos parecen superfluos los otros
dos, entre otras cosas por su influencia en el devenir de lo humano.
Así, desde muy diversos ámbitos, como la Psicología, la Educación, el
Derecho, la Antropología, la Economía, etc. se ha abordado el concepto
de conflicto y se han dado diversas definiciones del mismo. Entelman5
recoge algunas de las teorías producidas en la postguerra, entre 1950 y
1975, y las clasifica en siete categorías según el origen o causa de los
conflictos: las instintivas de agresión; las de coerción social estructural;
las basadas en la disfuncionalidad de los procesos; las de la funcionalidad; las de incompatibilidad de objetivos nacionales; las conductistas,
5.ENTELMAN, R.F. (2002) Teoría de Conflictos. Gedisa, Barcelona.
64
jorge bolaÑos y alberto acosta
basadas en la mala percepción o comunicación; las de la normalidad del
conflicto en todas las relaciones sociales. Y añade el propio Entelman
que son estas últimas las que más se han consolidado con posterioridad
a los años setenta. En efecto, es conocido que la visión del conflicto
como guerra abierta o como grave amenaza ha ido evolucionando en
las últimas décadas en la dirección de una suavización del concepto, de
manera que permite incluir elementos de cooperación.
Sin embargo, la mayor parte de las definiciones más citadas de conflicto
incluyen una percepción negativa del mismo, como la del «enfrentamiento
intencionado» de Freund6 o el «intercambio intencionado de sanciones
negativas…» de Blalock7, o la «competición consciente de posiciones
incompatibles…» de Boulding.8 Nuestra idea del conflicto reflejada en
la definición del apartado anterior contiene como caso particular estos
conceptos. Ciertamente, una lucha o enfrentamiento consciente es un
conflicto, pero lo son también contactos entre elementos en circunstancias diferentes, a veces inconscientes, desconocidas o no asumidas
como enfrentamiento. Como ejemplo, pensemos en personas explotadas
o dominadas por otras, sea cual sea el grado, que no son conscientes de
la situación (ni siquiera, a veces, los explotadores), pero que sí están
protagonizando un conflicto.
Según la formación o adscripción de los autores, se hace hincapié en
las distintas definiciones y teorías en aspectos psicológicos, sociológicos
o metodológicos, aunque, en nuestra opinión, la mayor parte de ellos no
resultan contradictorios, sino integrables.
Los psicólogos explicitan la idea de las percepciones o creencias,
como en la definición de conflicto de Pruitt y colaboradores: «divergencia percibida de intereses…»9 o en «la construcción individual del
esquema de conflicto» de Pinkley10, pero ello no es contradictorio con
nuestra definición, ya que un «contacto con modificación de proyecto»
puede ser percibido de muy diversas maneras por las personas o grupos,
6.FREUND, J. (1983) Sociologie du conflict, Presses universitaires de France.
7.BLALOCK, H.M. (1989) Introducción a la investigación social, Amorrortu, Buenos
Aires
8.BOULDING, K.E. (1963) Conflict and Defense: A General Theory, Harper and Row,
New York.
9.Citada por Laca en su tesis.
10.PINKLEY, R.L. (1990) “Dimension of conflict frame…» en el Journal of Applied
Psycology, 75 (2),.
una teorÍa de los conflictos basada en la complejidad
65
o incluso no percibido, sin que por ello deje de ser un conflicto. Éstos
pueden tener un mayor o menor grado de influencia perceptiva.
Los sociólogos y juristas, por su parte, tienden a clasificar las relaciones
sociales en cooperativas (que no serían conflictivas) y en aquellas que
encuentran objetivos al menos parcialmente incompatibles (que sí serían
las conflictivas). Nos parece que esta distinción, siendo útil en el análisis
sociológico, resulta inconveniente para la comprensión del conflicto, ya
que expulsaría del concepto de conflicto a la posibilidad de su gestión
cooperativa. Además, las relaciones completamente armónicas o cooperativas entre grupos humanos son menos frecuentes de lo que parece, de
modo que en términos prácticos no entorpece excesivamente considerar
como conflictivas todas las interacciones. Elster, citado por Entelman,
distingue entre «conductas cooperativas» y «conductas coincidentes».
Nosotros pensamos que sólo estas últimas no serían conflictivas.
Otros autores dirigen su atención hacia las dinámicas temporales, las
relaciones de poder o los objetivos de los actores. Aunque evidentemente
queda mucho trabajo integrador por hacer, creemos que es posible integrar
las muchas definiciones conocidas en la que se ha dado.
1.5. Una visión de la paz desde el conflicto
Podemos explicar la Paz Imperfecta11 como consecuencia del carácter
inevitable de los conflictos y la imposibilidad en la práctica de mantener
un proyecto incólume, por muy pacífico y conveniente que sea, ante los
asaltos de los otros «proyectos». Dado que el Universo está lleno de
sistemas de gran complejidad, por muy restrictivo que sea el marco de
nuestro estudio, por muy esquemático y simple que sea un conflicto, el
número de variables implicadas y el número de interacciones con los
otros elementos del sistema es tal que resulta inimaginable un resultado
o «solución» del conflicto que sea completamente satisfactoria y además
evite la generación de nuevos conflictos.
Son estas las dos razones que deben hacernos huir de la creencia en
alcanzar la «Arcadia feliz» o la Paz Perfecta: por una parte, no tiene un
sentido radical el concepto de «solución» aplicado a un conflicto; si la
propia existencia de un conflicto supone al menos una modificación de
11.Ver el primer capítulo «Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la paz».
66
jorge bolaÑos y alberto acosta
un proyecto de un elemento del sistema, es muy difícil (casi diríamos
que con probabilidad cero en un contexto de sistemas continuos) que
esa modificación produzca, ni siquiera por una unidad de tiempo, un
estado de trayectoria perfecta o de plena realización del proyecto. Sólo
cabe entender la solución como una aproximación a lo deseable, como
una mejora de la situación de partida o simplemente, como el mejor
de los caminos dadas las circunstancias. Por otra parte, el desarrollo
temporal de la dinámica de un conflicto va creando nuevos conflictos,
o, si se quiere, nuevas formas del conflicto; es, de nuevo, prácticamente
imposible que un conflicto termine en un esquema completamente no
conflictivo, ya que mientras algunos elementos pueden encontrarse en
completa armonía, la multiplicidad de elementos y relaciones de su
entorno generará nuevas situaciones conflictivas.
En consecuencia, desde el conflicto se renueva la ida de que no podemos aspirar a la perfección en las relaciones humanas, sino más bien
a mejorar lo más posible el entorno de la mayor cantidad posible de
elementos. El Conflicto Inevitable conduce a la Paz Imperfecta.
Todo ello no significa que deba renunciarse a la búsqueda de la mejor
gestión del conflicto, sino todo lo contrario: cada conflicto gestionado
de forma cooperativa o al menos no violenta genera sinérgica, exponencialmente, conflicto de menor riesgo destructivo.
2. MODELOS DE CONFLICTOS
Si el devenir dinámico de cada elemento en el sistema complejísimo
que llamamos Universo depende secuencialmente de sus interacciones
con los otros elementos, parece razonable distinguir entre las interacciones (en nuestro concepto, entre los conflictos) que podemos considerar
involuntarias, dependientes sólo de las leyes físicas o, hasta cierto grado,
de las leyes biológicas y las que se producen en virtud de una cierta
voluntad o decisión, al menos en parte. De este modo, el choque de un
meteorito con un planeta estaría en el primer caso y la agresión verbal
o física de una persona a otra en el segundo.
una teorÍa de los conflictos basada en la complejidad
67
2.1. Los modelos racionales: la Teoría de Juegos
Diversos autores que estudian los conflictos humanos como procesos
de decisión están de acuerdo en considerar la dinámica de un conflicto
como una secuencia de toma de decisiones, con el grado de libertad que
se le quiera dar a los distintos actores, que en este caso deben suponerse
humanos. Si a los conflictos que hemos calificado como involuntarios
corresponde un análisis que puramente científico natural, a los que son
protagonizados, al menos parcialmente, por humanos corresponden modelos
analíticos que tengan en cuenta los elementos racionales, emocionales y
sociales en presencia en la voluntad de los actores. Y la herramienta de
análisis racional por excelencia es la Teoría de la Decisión.
En Investigación Operativa (que podríamos definir como la ciencia
de la optimización de los sistemas organizables) se define la Teoría de
la Decisión como el conjunto de normas que favorecen la adopción de
decisiones óptimas por parte de un decisor que se enfrenta a elementos
que no controla (se habla de decidir «frente a la naturaleza» en el argot
de esta ciencia) o que se enfrenta a otros decidores individuales o colectivos. Si son varios los decidores implicados, se habla de Teoría de
Juegos y se concede a la «naturaleza» sólo un papel condicionante o
aleatorio, cuando no completamente irrelevante. De este modo, la Teoría
de Juegos, llamada así porque los esquemas que analiza son similares a
los de los juegos «de mesa» y porque históricamente surgió del estudio
de éstos, puede considerarse como una parte de la Teoría de la Decisión
(o, como dicen los psicólogos, de la teoría de la decisión racional) 12.
Así pues, la Teoría de Juegos estudia la toma de decisiones óptima
de un jugador o decisor (un «elemento voluntario» en nuestro concepto
de conflicto) frente a las decisiones de los otros jugadores y las circunstancias y reglas del juego. Del resultado de las decisiones de nuestro
jugador y de los otros, y en ocasiones del azar, resulta un beneficio o
pérdida que suele llamarse «utilidad», probablemente porque las primeras
aplicaciones «serias» de esta teoría se dieron en el campo económico.
Es interesante señalar que la dinámica histórica de la Teoría de Juegos
ha corrido paralelamente al desarrollo del análisis de los conflictos y a
la propia secuencia de la geopolítica mundial.
12.Para un ameno recorrido histórico centrado en la figura de John Von Neumann se
puede leer POUNDSTONE, W.(1995) El dilema del prisionero. Alianza. Madrid.
68
jorge bolaÑos y alberto acosta
Con las limitaciones de una excesiva simplificación, podemos decir
que si entre los años cincuenta y los setenta, la época de la «guerra fría»,
la Teoría de Juegos parece concentrarse en los modelos de estricta competencia (llamados de «suma cero» porque las ganancias y pérdidas de
los jugadores se equilibran), a partir de los años ochenta se desarrollan
las aplicaciones de los juegos parcialmente cooperativos o de «suma no
nula», acordes con una situación internacional que permite ganancias, al
menos, parciales para todos, aunque también amenaza con pérdidas para
todos, lejos del enfrentamiento directo del «tu ganas o yo gano» de la
cultura geopolítica anterior. Los rasgos de nuestros días parecen ser el
reforzamiento de los modelos cooperativos, sí, pero también el de los
«conflictos crónicos» en los que casi todos pierden y, por supuesto, de
las amenazas globales. La Teoría de Juegos sigue (o ¿es al contrario?)
a la realidad geopolítica en un camino cada vez más cooperativo pero
también cada vez más complejo13.
El análisis racional de los conflictos en base a la Teoría de Juegos parte
de la condición paradigmática de que el comportamiento de los jugadores
sea «racional» en el sentido de que no actúen en contra de sus propios
intereses, representados éstos por utilidades numéricas (positivas-ganancias
o negativas-pérdidas) o simplemente por un orden de preferencias sobre
los resultados del «juego» o, para nosotros, del conflicto. 14
Los juegos pueden analizarse desde el punto de vista de un jugador
determinado, buscando lo mejor para él, en cuyo caso resultan irrelevantes
los resultados de los demás, o desde el punto de vista de un árbitro o
juez bienintencionado, que busca lo mejor para todos, el «bien común»,
aunque no necesariamente lo mejor para cada uno.
La utilidad de aplicar análisis racionales a los conflictos mediante la
construcción de modelos formales tiene múltiples facetas y paralelamente,
obvias limitaciones: Permiten tener una visión más clara de la realidad,
arrojando luz sobre ella en la medida en que, como todos los modelos
científicos, haya una adecuación entre el esquema y el verdadero conflicto; su limitación es la simplificación excesiva, que puede hacernos
13.Ver, por ejemplo, AXELROD, R. (1986) La evolución de la cooperación. Alianza
Universidad.
14.Por supuesto que los conflictos suelen ser modelizados con un conjunto o secuencia
dinámica de «juegos» y lo afirmado es una simplificación didáctica: un conflicto es habituamente más complejo que un “juego».
una teorÍa de los conflictos basada en la complejidad
69
perder matices de importancia. Asimismo, parten de las valoraciones
o definiciones de las utilidades o preferencias que se hayan fijado y,
en consecuencia, proporcionan conclusiones independientes de las
equivocaciones o limitaciones humanas, lo que le da una fuerza lógica
indudable; sin embargo, no nos permiten detectar los errores, falacias o
autoengaños de los jugadores en la fijación de sus preferencias: puede
hacerse un análisis racional sobre jugadores esencialmente irracionales
o simplemente errados en su percepción de la realidad. Y ayudan a la
toma de decisiones y muestran con nitidez los riesgos y posibilidades
de los caminos a seguir, ahorrando esfuerzos inútiles; al mismo tiempo,
pueden coartar una cierta creatividad en la gestión del conflicto.
En definitiva, ofrecen un camino sólido y mejor iluminado para
enfrentarse a los conflictos, siempre que estos sean lo suficientemente
objetivables.
Por otra parte, la Teoría de Juegos encaja como anillo al dedo en
la definición que hemos dado de conflicto como contacto productor
de modificaciones de proyectos; en efecto, cabe interpretar que dicha
teoría «modeliza» de forma ágil y dinámica ese «contacto» (o conflicto) mediante uno o varios juegos, y estudia la forma de hacer que las
«modificaciones de los proyectos» (resultados de los juegos) sean las
mejores posibles para uno (competición) o para el conjunto (cooperación,
sinergia) de los jugadores.
Con un esquema sencillo, como el siguiente, se entenderá mejor esta
relación entre juegos y conflictos. El juego más simple, y sin embargo
muy aleccionador, que podemos considerar es aquel en que sólo hay dos
jugadores y cada uno tiene sólo dos posibles decisiones en una única
realización del juego. Si por simplificar suponemos que las acciones
posibles de cada uno son similares, y les llamamos C (cooperar) y D
(defraudar), nos encontramos con los siguientes cuatro resultados posibles, CC, CD, DC ó DD:
— (CC) Si los dos COOPERAN, se produce el llamado CONSENSO,
que podemos asimilar al resultado de un conflicto en el que ambas
partes se ven obligadas a MODIFICAR sus proyectos o trayectorias, pero colaboran para que esas modificaciones sean, en algún
sentido, lo menos pronunciadas o más positivas posible.
— (CD) ó (DC) Si uno coopera y el otro no, se produce la DERROTA
del que coopera y la VICTORIA del defraudador; podemos verlo
como el resultado de un conflicto en el que el elemento derrotado
70
jorge bolaÑos y alberto acosta
se ve obligado a MODIFICAR su proyecto contra su voluntad y
el triunfador puede MANTENER el suyo.
— (DD) Finalmente, si ninguno coopera, el resultado del juego es
el DISENSO o CONFLICTO ABIERTO, en el que los elementos
luchan para que su propia MODIFICACIÓN sea, a costa de la del
otro, lo menos pronunciada o más positiva posible.
En el análisis del juego debemos contar con las preferencias de cada
jugador sobre los cuatro resultados, ordenándolos de más a menos
preferido, y a partir de ellas determinar si el conflicto tiende o no a
soluciones estables y/ó equilibradas, con el consiguiente «consejo» para
«nuestro» jugador, si asesoramos sólo a uno, o para los dos, si somos
árbitros del conflicto.
En todo caso, lo importante en relación con la definición de conflicto
que hemos dado es que el resultado concreto del juego o secuencia de
juegos puede imaginarse como unas ciertas modificaciones de trayectoria
o proyecto para los elementos que han contactado (jugadores o decidores
que juegan en el argot de la teoría). Tales modificaciones pueden ser
inexistentes irrelevantes, positivas o negativas en algún sentido que se
mide con las utilidades o preferencias del juego o juegos.
2.2. Conflictos y emociones
Desde hace unos treinta años se está produciendo un re-descubrimiento de la relevancia de las emociones en la mayoría de las disciplinas
científicas. La psicología y las neurociencias han puesto de manifiesto
que éstas no son un remanente filogenético inservible que los seres humanos debemos sujetar y anular con nuestros recursos racionales, sino
más bien un importante recurso de adaptación a un entorno dinámico y
cambiante. Posiblemente ningún ser vivo hubiese podido sobrevivir sin
sus reacciones afectivas y emocionales.
Los afectos y las emociones ponen en marcha importantes tendencias o planes de acción que han resultado especialmente eficaces en la
filogenia para superar dificultades y encarar amenazas y peligros. En
circunstancias en que está comprometido un proyecto vital, los afectos
y emociones acompañan para favorecer su logro. Cuando se altera éste
al contactar con otro (es decir, al producirse un conflicto), nuestro entramado afectivo intenta mantener su vigencia y, cuando no lo logra, lo
una teorÍa de los conflictos basada en la complejidad
71
reajusta. Allí donde están comprometidos nuestros proyectos o metas,
sea de modo positivo o de manera negativa, surgen nuestros afectos y
emociones. Su movilización acontece de manera involuntaria y con un
importante entramado de automatismos.
En los humanos, no obstante, además de este aspecto reactivo de las
emociones, debido a nuestras posibilidades reflexivas, hemos de contemplar
también los recursos de autorregulación. Desde pequeños, aprendemos
a manejar nuestros afectos y emociones de manera conveniente para
el logro de nuestros objetivos y metas. En circunstancias conflictivas,
sin duda, lo hacemos. En un entorno social complejo y dinámico, la
autorregulación afectiva resulta un acompañamiento imprescindible de
la buena gestión de los conflictos.15
Los seres humanos nos hemos apoyado en nuestro repertorio de recursos biológicos para construir nuestra cultura y alcanzar más flexibilidad
en nuestros procesos de adaptación al medio. Conforme progresábamos,
hemos cambiado nuestro repertorio de reacciones afectivas por un amplio
abanico de acciones que ha garantizado esa mayor flexibilidad. En los
momentos actuales, existe un conjunto de valores compartidos (libertad,
igualdad, justicia, paz, etc.) que hace imprescindible una buena gestión
emocional. Tanto la gestión del conflicto como la gestión emocional
deben estar al servicio de nuestros logros sociales y culturales.
Tradicionalmente, cuando se han abordado los conflictos, siempre se
ha enfatizado la importancia de la regulación afectiva, especialmente de
emociones negativas como la ira, el rencor, la venganza, el miedo o la
ansiedad. Cualquier modelo teórico sobre el conflicto debe contemplar
los afectos y emociones que indisolublemente y de manera dinámica van
asociados a él. Además, debemos entender que la gestión del conflicto
será habitualmente gestión emocional. Ambos tipos de gestión son especialmente relevantes hoy día porque nuestro marco de libertades y la
aceptación de la individualidad hacen posible la coexistencia de variados
y heterogéneos proyectos y trayectorias vitales.
15.Cf. ACOSTA MESAS, Alberto (2004) «Resolución de conflictos y regulación de
sentimientos», en MUÑOZ, Francisco A. y MOLINA RUEDA, Beatriz, Manual de Paz y
Conflictos, Granada, pp. 201-222.
72
jorge bolaÑos y alberto acosta
2.3. Hacia una gestión integral del conflicto
Como hemos visto los seres humanos somos la consecuencia de un
cúmulo de circunstancias y de relaciones cuantitativas y cualitativas, que
están abarcadas por la complejidad. Las condiciones de nuestra existencia, nuestras capacidades, potencialidades, proyectos y necesidades,
la paz, la violencia, todas las actividades humanas están insertas en la
complejidad. No existiríamos como humanos sin toda la multiplicidad
de variables previas en las que nos «sustentamos». No tendríamos
ninguna preocupación pero tampoco ninguna opción para elegir sin la
complejidad, la multicausalidad, la variabilidad y la «conflictividad»
preexistentes en nuestro entorno, que en definitiva se pueden convertir
en opciones para la creatividad.
Por tanto expresiones como «solución» o «resolución» de conflictos
no son adecuadas si admitimos la dificultad o imposibilidad de suprimir,
o eliminar las condiciones de un conflicto de forma definitiva y perfecta.
Parecen más adecuado hablar de «regulación», «transformación» ó gestión, que —huyendo de un debate de nomenclaturas— nos ubica en el
contexto de los sistemas complejos. Como seres humanos individuales
o agrupados podremos hacer lo que esté en nuestras manos por conducir nuestros proyectos de la mejor manera, intentando gestionar lo mas
optimamente las circunstancias y los conflictos en los que nos estemos
envueltos o implicados.
En cualquier caso, como venimos insistiendo, es completamente necesario avanzar en la construcción de una Teoría de los conflictos que tenga
como objetivo identificar y analizar los contactos entre los proyectos
de las diversas entidades humanas y sus circunstancias que, dentro del
marco de la complejidad, definen cada conflicto. Como es obvio este
objetivo nos es útil para la construcción de la paz, la deconstrucción de
la violencia, visibilizar las mediaciones y potenciar el empoderamiento
pacifista, pero también para comprender mejor las dinámicas humanas
en general. Este trabajo sólo pretende ser una aportación más en este
camino.
73
DERECHOS HUMANOS, INTERCULTURALIDAD
Y RACIONALIDAD DE RESISTENCIA
Joaquín Herrera Flores
Universidad Pablo de Olavide
Hablar de derechos humanos en el mundo contemporáneo supone enfrentarse a retos completamente diferentes de los que tuvieron en mente
los redactores de la Declaración Universal de 19481. En las décadas posteriores a «nuestra» Declaración, los economistas y políticos keynesianos
fueron reformulando los ámbitos productivos e institucionales en aras
de una «geopolítica de acumulación capitalista basada en la inclusión»
que sentaba las bases del llamado Estado del Bienestar2. En dichos años
proliferaron los pactos entre el capital y el trabajo en los que el Estado
servía de garante y árbitro de la distribución de la riqueza. Sin embargo,
desde principios de los setenta hasta hoy en día, gran parte de ese edificio
se ha venido abajo gracias a la extensión global de una «geopolítica de
acumulación capitalista basada en la exclusión» y que recibe el nombre
de neoliberalismo: desregulación de los mercados, de los flujos financieros y de la organización del trabajo, con la consiguiente erosión de las
funciones sociales del Estado3. Si en la fase de inclusión, los derechos
se erigían en barreras contra los «desastres» —efectos no intencionales
de la acción intencional— que producía el mercado; en la fase de exclu-
1. GOWAN, P. (2003) «US:UN», New Left Review, 24, november-december,
2.Consúltese «Social inclusion and health. Inequalities framework», Joint Health and
Social Care Board, 6 January, 2005.
3.ROCA, J.M. (1996) «Crítica del Neoliberalismo», Iniciativa Socialista 42, Diciembre,
(http://www.inisoc.org/Roca.htm, consultada el 24 de enero de 2008)
74
joaquÍn herrera flores
sión, es el mercado quien dicta las normas que permiten, sobre todo a
las grandes corporaciones transnacionales, superar las «externalidades»
y los obstáculos que los derechos e instituciones democráticas oponen
al despliegue global y total del mercado capitalista.
Vivimos, pues, en la época de la exclusión generalizada 4. Un mundo
en el que las 4/5 partes de los habitantes que lo componen sobreviven en
el umbral de la miseria; en el que, según el informe del Banco Mundial
de 1998, la pobreza aumenta en 400 millones de personas al año, lo
que significa que, actualmente, el 30% de la población mundial ¿vive?
con menos de un dólar al día —afectando de una manera especial a las
mujeres— y el 20% de la población con menos ingresos recibe menos
del 2% de la riqueza y el 20% más rico, más del 80%. Un mundo en el
que, debido a los planes de (des)ajuste estructural que están imponiendo
la desaparición de las más mínimas garantías sociales, más de 1 millón
de trabajadoras y trabajadores mueren por accidentes de trabajo, 840
millones de personas pasan hambre, mil millones no tienen acceso a
agua potable y la misma cantidad son analfabetas (PNUD, 1996)5. Un
mundo, en el que al año mueren de hambre y de enfermedades evitables
una cifra que resulta de multiplicar por 6000 las muertes de las Torres
Gemelas... Está claro, no cuentan las personas, cuenta únicamente la
rentabilidad.
Estas son las cifras del «fin de la historia», del final de la bipolarización
y el triunfo del pensamiento y del poder único. Cifras que muestran la
desesperación de miles de millones de personas, abocadas a la pobreza
más lacerante y que contemplan entre asombradas y airadas la ostentación de los países enriquecidos a su costa. Cifras, pues, que están en la
base de lo que se ha venido en llamar «el surgimiento de los tribalismos
y los localismos»: en definitiva, de los fundamentalismos. El «Norte»
recibe con sorpresa e indignación las demostraciones de rabia y cólera
de un «Sur» encerrado cada vez más en la desesperanza.
¿Cómo responder? Pues cerrando las fronteras, erigiendo fortalezas
jurídicas y policiales que impidan la «invasión» de los desesperados,
4.Para obtener datos sobre exclusión, consúltese: http://www.cinterfor.org.uy/public/
spanish/region/ampro/cinterfor/temas/youth/dat_est/gallart/index.htm, (consultada el 24
de enero de 2008).
5.Para mayor información, http://books.google.com/books?id=j4N8Uk1pcloC&pg=PA71
&lpg=PA71&dq=pnud+1996&source=web&ots=y3OHXItrsk&sig=GNC90F46OZ62utTJyo
WWXHA0sjQ, [24 de enero de 2008]
derechos humanos, interculturalidad...
75
hambrientos...diferentes. El debate político y teórico sobre el multiculturalismo que se da en los países enriquecidos por el orden global, en
vez de centrarse en las cifras de la miseria y en los efectos que está
produciendo la «globalización» de la lucha de clases, se dedica a bramar
contra los peligros culturales que suponen los diferentes, sobre todo
aquellos que se ven obligados a emigrar para mejorar, en la medida
de lo posible, sus precarias condiciones de vida. Ya no hay lucha de
clases, clama Huntington, sólo «choque de civilizaciones»; mientras
sus «profecías» son recogidas y amplificadas por la trama mediática
comprometida con el mantenimiento de un status quo genocida y, al
parecer, inmutable6.
Hace 110 años, el poeta de «nuestra América» José Martí decía en la
primera Conferencia Monetaria Internacional Americana, «Quien dice
unión económica dice unión política. El pueblo que compra manda, el
pueblo que vende sirve; hay que equilibrar el comercio para asegurar
la libertad»7. Quién puede negar que estas palabras, dictadas con el
objetivo de cortar el paso a los aterradores abrazos del «Big Brother»,
puedan aplicarse a la situación actual por la que transcurre la, por otro
lado, ancestral problemática de las migraciones y la milenaria realidad
de la convivencia y/o confrontación entre diferentes formas de explicar,
interpretar e intervenir en el mundo. El país de recepción manda; el
inmigrante, el diferente/desigual sirve: estamos ante la ley de oferta y
demanda aplicada, en este caso, a la tragedia personal de millones de
personas que huyen del empobrecimiento de sus países a causa de la
rapiña indiscriminada del capitalismo globalizado. Veamos los enfoques
dominantes en esta materia: en primer lugar, la insistencia por parte de
las autoridades de la UE de hacer frente a la «guerra a la inmigración
ilegal» adoptando medidas puramente policiales tendentes a la construcción de una Europa fortaleza que quiere, de nuevo, proteger su bienestar
a costa de sus antiguas colonias; en segundo lugar, la generalización
de clichés y estereotipos vertidos sobre los inmigrantes, ideológica e
interesadamente tildados de «ilegales», como el de: «vienen a quitarnos
los puestos de trabajo y después no quieren trabajar sino protestar».
6. HUNTINGTON, S. (2006) El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden
mundial, Barcelona, Paidós Ib.
7.MARTÍ, J. (2007) América Latina en José Martí. Antología de Ensayos (edición a
cargo de Fernando Aínsa), Madrid, Cooperación Editorial.
76
joaquÍn herrera flores
Y, en tercer lugar, la falta de visión «global» del fenómeno migratorio
—y de la realidad de la multiplicidad de formas de vida— al reducirlo
a temas como los de las identidades culturales. Con ello, el fenómeno
pierde dimensión política8 y hace que veamos la inmigración como un
problema de meras necesidades de mano de obra en épocas determinadas
y no como un fenómeno causado por las injusticias de la globalización
neoliberal salvaje que viene hundiendo, si cabe aún más, el abismo entre
los países ricos y los países pobres. Estos enfoques son las notas que
definen la tendencia de las actuales políticas europeas ante la realidad
de la inmigración; notas que siguen el papel pautado que imponen las
tenazas de un orden global cuya premisa ideológica explícita es la
exclusión y el abandono a sí mismas de las cuatro quintas partes de la
población mundial.
Muchos de los que perdieron algún familiar en su particular periplo
por la Europa del Estado del Bienestar buscando un empleo y una seguridad económica que no hallaban en sus entornos concretos, saben
de la tragedia personal que supone el abandono del país de origen para
buscar salidas económicas a la pobreza. Y también conocemos todas las
secuelas de aculturación y sometimiento a condiciones laborales y de vida
cotidiana indignas que el propio emigrante se impone para no chocar
con el «ciudadano» del país de acogida. La emigración es un problema
de claras connotaciones culturales, pero sobre todo de desequilibrio en
la distribución de la riqueza. Si una sola empresa transnacional tiene un
producto interior bruto superior al de toda el área de países subsaharianos;
si los pueblos del Sur tienen bloqueado su desarrollo por la existencia
de una deuda injusta, cuyo pago está «asegurado» por las instituciones
globales y multilaterales, ajenas al mínimo control democrático; y si
sobre los países empobrecidos por la rapiña de las grandes corporaciones
sobrevuelan con mayor intensidad los verdaderos problemas medioambientales, poblacionales y de salud, está claro que las migraciones y las
diferencias culturales tienen mucho que ver más con la desigualdad entre
clases sociales y los desequilibrios económicos entre países 9, que con
8.SENDÍN GUTIÉRREZ, J. (2008) «Inmigrantes reflejados: una visión desde los medios
de comunicación» Pueblos. Asociación Paz con Dignidad, (http://www.revistapueblos.
org/spip.php?article237, 24 de enero de 2008).
9. «Réunion du Comité d’Experts sur le Renforcement du Rôle de l’ UNESCO en vue
de Promouvoir la Diversité Culturelle à l’heure de la Mondialisation», Documentos de
Trabajo, 21-22, UNESCO, 2000.
derechos humanos, interculturalidad...
77
cuestiones bizantinas acerca del reconocimiento de los otros: los países
que compran mandan, decía Martí.
Si queremos reflexionar desde ese reconocimiento de las especificidades
de los otros, debemos partir de la convicción expresada en los párrafos
anteriores: los problemas culturales están estrechamente interconectados
con los políticos y los económicos. La cultura no es una entidad ajena o
separada de las estrategias de acción social; más bien, es una respuesta,
una reacción a la forma cómo se van constituyendo y desplegando las
relaciones sociales, económicas y políticas en un tiempo y un espacio
determinados.
Por esa razón, las visiones tradicionales del multiculturalismo no
añaden mucho a los problemas concretos con los que nos enfrentamos
hoy en día. Por un lado, tenemos las propuestas multiculturalistas de
raigambre conservadora que tienden a despreciar las diferencias y que
propone que cada uno busque sus propias condiciones de vida, al margen de las situaciones de desigualdad tanto en el punto de partida como
en el recorrido vital. Por otro, las más defendibles, aunque timoratas
propuestas multiculturalistas liberales. Asimismo, insuficientes en tanto
que se contentan con políticas de acción afirmativa o discriminación
positiva que acerquen lo más posible los diferentes (no los desiguales,
aun cuando en la mayoría de los casos una clase lleva a la otra) al patrón oro de lo que se considera lo normal. De diferentes maneras, una
imponiendo y la otra sugiriendo, ambas posiciones comparten un punto
de vista universalista abstracto que, como tal, no puede ser cuestionado,
a pesar de los enormes fallos y las consecuencias desastrosas que para
la mayoría de la humanidad están provocando. Asimismo, las posiciones
multiculturalistas holistas o, por decirlo de otro modo, nativistas o localistas, tampoco añaden mucho a nuestro debate dada su radicalidad en la
defensa de raíces identitarias o parámetros religiosos totalizados. Estas
posiciones también terminan defendiendo, como veremos más adelante,
algún tipo de universalismo abstracto: si en la «idea» lo que prima es
la identidad —es decir, lo que nos separa—, pero en la «práctica» lo
que impera es el contacto mutuo y la necesidad de la convivencia, ¿qué
pueden aportarnos estas posiciones a la hora de abordar la realidad plural en la que vivimos, como no sea dificultando aún más la exigencia
cultural de diálogo y práctica social intercultural?
Para reflexionar sobre estos problemas desde una teoría comprometida con los derechos humanos, debemos hacer una serie de precisiones
conceptuales sobre el concepto de interculturalidad.
78
joaquÍn herrera flores
En primer lugar debemos trabajar con el concepto de espacio cultural, es decir sobre el lugar de encuentro que tenemos que construir
para enfrentar las fuentes reales de nuestras incomprensiones. Cuando
hablamos de espacio no lo hacemos refiriéndonos sólo a objetos materiales o a límites geográficos, aunque, como es obvio, estos elementos
estén presentes en la mayoría de las caracterizaciones del mismo. En
realidad, estamos hablando del marco en el que se manifiestan nuestras
acciones y reacciones culturales en relación continua con otras acciones
y reacciones culturales diferentes a las nuestras. En definitiva, hablamos
del marco, de la estructura, por supuesto, abierta y dinámica de signos
—representaciones simbólicas— en las que nos situamos a la hora de
explicar, interpretar e intervenir en nuestras respectivas realidades. Signos
y lugares que siempre tienen algo que ver con lo que venga de fuera de
nuestras coordenadas culturales.
Así tenemos que, ante una determinada forma de relacionarnos todos,
absolutamente todos reaccionamos culturalmente. O, con otras palabras,
construimos «signos» que nos pueden permitir —si es que tenemos voluntad para ello— la construcción de espacios culturales, en los cuales
lo fundamental reside en su apertura o en su cierre con respecto a otros
contextos de relaciones. Podemos decir, pues, que los espacios culturales
no son otra cosa que el objetivo al que tienden todos los procesos «culturales» que primen las categorías de apertura y de interconexión.
En segundo lugar10 usar la imagen del puente para ir viendo como se
construyen interactivamente los procesos culturales (en oposición a los
procesos ideológicos, presididos por la categoría de cierre). Un «puente»
no sólo conecta dos lugares separados por un río o por una depresión
del terreno. El «puente» es una imagen de una enorme potencia cultural,
pues cuando lo construimos —simbólicamente— estamos creando las
mismas orillas que dicho puente une. Expliquemos esto con un poco
más de detenimiento.
Antes del puente había márgenes, límites; después del puente hay
orillas, es decir, hay márgenes y límites que no son sólo márgenes y
límites naturales sino construcciones culturales. Al poner en relación las
dos orillas, el puente nos muestra que frente a nuestra particular forma
de relacionarnos con los otros, con nosotros mismos y con la natura-
10. HERRERA FLORES, Joaquín (2005) El Proceso Cultural. Materiales para la creatividad humana, Aconcagua Libros, Sevilla, pp. 29 y ss.
derechos humanos, interculturalidad...
79
leza, existen otras formas culturales de percibir a los seres humanos,
de percibirse a sí mismos y de percibir e interactuar con la naturaleza.
La categoría cultural —no meramente de ingeniería de caminos— de
«puente» nos va a permitir pasar de un lado a otro con nuestros propios
parámetros, reconociendo de antemano que vamos a encontrarnos con
seres humanos que también portarán parámetros culturales quizá diferentes a los nuestros, pero tan culturales como los que nosotros hemos ido
construyendo a lo largo de los siglos11. Reconocer esto, que pareciendo
tan simple es, al mismo tiempo, tan complejo y difícil, es la base necesaria para establecer relaciones pacíficas con los diferentes.
En tercer lugar, debemos añadir algo más. Un puente sirve —lo que
es ya mucho— para construir las orillas y pasar de un proceso cultural
a otro. En este momento, debemos dar un paso más y centrar la atención
en el fin, en el telos u objetivo, de ese paso. O bien pasamos el puente
para invadir al otro y reducir a cenizas sus representaciones culturales
(además de todo lo que se interponga en el camino del imperialismo
colonial); o bien, cruzamos el puente para comparar, discutir y, en el
mejor de los casos, para compartir nuestras diferencias, para mezclarlas
y para construir algo nuevo.
El fiel de la balanza es lo que en otra ocasión llamábamos el «circuito
de reacción cultural». Veamos en el cuadro siguiente los diferentes tipos
de acercamiento a lo cultural en función de las categorías de apertura
o de cierre del mismo.
11.Tesis que desarrolla la obra de Frank BAER, El Puente de Alcántara, Edhasa, Barcelona, 13ª reimpresión, 1997; obra que muestra cómo durante un breve lapso de tiempo
judíos, árabes y cristianos tuvieron la posibilidad de «cruzar» el puente que pudo haberlos
unido en el camino de la historia, pero que el ansia de riquezas y de poder acabaron por
destruir. Véanse, por ejemplo, las palabras del judío Ibn Eli que, alertado por el peligro
de la ortodoxia, dice de sus propios correligionarios: «Lo triste es que cierta gente se haya
hecho de la noche a la mañana con la voz cantante. No sólo en la corte, sino también en
el bazar. Y no estoy hablando de los ortodoxos fanáticos, que ya los conocemos. Hablo de
los pequeños comerciantes y artesanos, que han empezado a mostrar un nauseabundo fervor
religioso desde que los negocios no marchan tan bien. Hablan de defender la verdadera
fe, y en realidad lo único que pretenden es acabar de raíz con la competencia. No tengo
miedo de la gente que quizá podría criticarme por haber mantenido buenas relaciones con
un «hadjib» caído en desgracia. A los que temo es a esos fanáticos que salen arrastrándose
de sus agujeros para quemar primero libros, y después hombres» (p. 554 de la edición
citada)
80
Procesos culturales emancipadores
Apertura de los circuitos de reacción
cultural: procesos culturales en los que
todos los actores sociales pueden reaccionar creando producciones culturales
en función de los entornos de relaciones en que están situados (procesos
culturales «propiamente dichos»). Por
ejemplo, las luchas feministas contra
el patriarcalismo.
Apertura a otros procesos culturales:
procesos culturales abiertos a la interacción con otros procesos culturales;
procurando la creación de espacios de
encuentro basados en la igualdad de
acceso a bienes y en la igual capacidad para hacer valer sus convicciones
(procesos interculturales)
Apertura al cambio social: procesos
en los que los actores sociales pueden
construir «contenidos de la acción
social» que vayan transformando las
«metodologías de la acción social»
hegemónica (procesos democráticos
radicales: complementariedad entre los
aspectos formales y participativos de la
democracia)
joaquÍn herrera flores
Procesos culturales reguladores
Cierre de los circuitos de reacción cultural:
procesos culturales en los que se impide a algunos o a todos los actores sociales la creación de
producciones culturales, bloqueando la posibilidad de intervenir en los entornos de relaciones
en que están situados (procesos ideológicos). Ver,
como ejemplo, el patriarcalismo como sistema
de valores que impide a las mujeres su pleno
carácter de grupo social diferenciado que lucha
por construir sus «caminos de dignidad».
Cierre a otros procesos culturales: procesos
culturales cerrados a la interacción con otros
procesos culturales en régimen de igualdad
económica y negando la igual capacidad para
hacer valer sus propias convicciones (procesos
coloniales)
Cierre al cambio social: procesos en los
que los actores sociales no pueden construir
«contenidos de la acción social» alternativos a
los dominantes ni, por consiguiente, alterar la
«metodología de la acción social» hegemónica
(procesos totalitarios o procesos democráticos
reducidos a sus aspectos formales)
Según esta categoría definidora de todo proceso cultural, los productos
culturales no son más que reacciones ante los entornos de relaciones
sociales, psíquicas y medioambientales que construimos y en los que
vivimos. Si cruzamos el puente para impedir —cierre del circuito de
reacción cultural— a los habitantes de la otra «orilla» que puedan reaccionar ante las nuevas situaciones que se les vienen encima cuando
nosotros cruzamos el puente, estaremos construyendo no un espacio
cultural sino un «espacio colonial» bajo el que el colonizado deja incluso
de ser considerado como un ser humano que actúa tan culturalmente
como nosotros, para pasar a ser concebido como un engranaje más de
la maquinaria extractora de recursos que después engullirá el insaciable
monstruo de mil cabezas que se llama «La Metrópolis».
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Ahora bien, si cruzamos el puente para potenciar —apertura del
circuito— las condiciones para que todas y todos podamos ejercer esa
capacidad propiamente humana de reaccionar creativamente frente al
entorno en el que se vive, estaremos construyendo el camino para que
entre los que habitamos por lo menos dos procesos culturales podamos
iniciar la edificación del espacio de traducción y de interacción necesario
para el diálogo y la comprensión mutuas. Es decir, no bastan las buenas intenciones de «recibir» o de «acudir» al otro. Es necesario añadir
una voluntad «anti-patriarcal», «intercultural» y político/democrática
de creación de condiciones sociales, institucionales y económicas que
permitan a los «otros» y a las «otras» adquirir suficiente fuerza para
disentir, resistir y proponer alternativas en un plano de igualdad y de
horizontalidad.
Y en último lugar afirmar que estos espacios no van a darse por sí
solos. Es preciso que realmente queramos y despleguemos una «voluntad» de apertura de los circuitos de reacción cultural para todas las
formas de explicar, interpretar e intervenir en el mundo que conviven,
conflictiva o pacíficamente, junto y con las nuestras. Sólo así se podrán
ir construyendo las necesarias zonas de contacto —de espacios culturales o zonas de mediación— que sirvan para materializar el resultado
del encuentro entre las orillas, es decir, entre las diferentes y plurales
formas de reaccionar culturalmente frente a la realidad.
Por tanto, cuando hablamos de «espacios culturales» no lo estamos
haciendo ni de «contextos» (los cuales, están necesariamente en su base),
ni de «procesos culturales» (ya que estos se manifiestan en dichos espacios). Hablamos, entonces, de lugares de encuentro con los otros. Estos
vendrán —o no— a dialogar y a construir zonas de contacto con nosotros,
y nosotros iremos —o no— a construirlas con ellos, no en función de
alguna esfera ideal o trascendente de valores que nos empuje a dejarnos
interpelar por los otros —o a negarles su propia naturaleza de animales
culturales—, sino por el despliegue positivo o el cierre dogmático a
la necesaria voluntad que permita a los seres humanos que comparten
procesos culturales diferentes traducirse y encontrarse.
Estas reflexiones nos conducen a afirmar que la polémica sobre los
derechos humanos en el mundo contemporáneo se ha centrado en dos
visiones, dos racionalidades y dos prácticas. En primer lugar, una visión
abstracta, vacía de contenidos y referencias a las circunstancias reales de
las personas y centrada en torno a la concepción occidental de derecho
y el valor de la identidad. Y, en segundo lugar, una visión localista en
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la que predomina lo propio, lo nuestro con respecto a lo de los otros y
centrada en torno a la idea particular de cultura y el valor de la diferencia.
Cada una de estas visiones de los derechos propone un determinado tipo
de racionalidad y una versión de cómo ponerlos en práctica.
Visión abstracta
Visión localista
Racionalidad Jurídico/Formal
Racionalidad Material/Cultural
Prácticas universalistas
Prácticas particularistas.
Ambas visiones contienen razones de peso para ser defendidas. El
derecho, visto desde su aparente neutralidad, pretende garantizar a
«todos», no a unos frente a otros, un marco de convivencia común.
La cultura, vista desde su aparente cierre local, pretende garantizar la
supervivencia de unos símbolos, de una forma de conocimiento y de
valoración que orienten la acción del grupo hacia fines preferidos por
sus miembros. El problema surge cuando cada una de estas visiones se
defiende por su lado y tiende a considerar inferior o a desdeñar lo que
la otra propone. El derecho por encima de lo cultural o viceversa. La
identidad como algo previo a la diferencia o viceversa. Ni el derecho,
garante de la identidad común, es neutral; ni la cultura, garante de la
diferencia, es algo cerrado. Lo relevante es construir una cultura de
los derechos que recoja en su seno la universalidad de las garantías y
el respeto por lo diferente. Pero esto supone ya otra visión que asuma
la complejidad del tema que abordamos.12 Esta visión compleja de los
derechos humanos es la que hemos querido desplegar en estas páginas.
Su esquema será el siguiente:
Visión compleja
Racionalidad de resistencia
Práctica intercultural
Con esta visión queremos superar la polémica entre el pretendido
universalismo de los derechos y la aparente particularidad de las culturas. Ambas afirmaciones son el producto de visiones sesgadas y reduccionistas de la realidad. Ambas acaban ontologizando y dogmatizando
sus puntos de vista al no relacionar sus propuestas con los contextos
reales. Veamos un poco más detenidamente las diferencias entre estas
tres visiones de los derechos.
12.Véase el capítulo primero «Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la paz»
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Las visiones abstracta y localista de los derechos humanos suponen
siempre situarse en un centro desde el que interpretar todo lo demás y
a todos los demás. En este sentido da igual que se trate de una forma
de vida concreta o de una ideología jurídica y social. Ambas funcionan
como un patrón de medida y de exclusión. De estas visiones surge un
mundo desintegrado pues toda centralización implica atomización. Siempre
habrá algo que no esté sometido a la ley de la gravedad dominante y
que debe quedar marginado del análisis y de la práctica. Es útil recordar
aquí aquella imagen con la que Robert Nozick13 justificaba metodológicamente su Estado mínimo: hacer una foto de la realidad eligiendo
el plano que queremos resaltar y, en el estudio, recortar por todos los
lados hasta llegar a la imagen que nos conviene. Al final lo excluido es
de un modo abrumador mucho más importante que lo incluido. Y, sin
embargo, lo excluido va a ser regido y determinado por el centro que
hemos impuesto al conocimiento y la acción.
Por esta razón, la visión compleja de los derechos apuesta por situarnos en la periferia. Centro sólo hay uno. Lo que no coincida con él es
abandonado a la marginalidad. Periferias, sin embargo, hay muchas. En
realidad todo es periferia, si aceptamos que no hay nada puro y que todo
está relacionado14. Una visión desde la periferia de los fenómenos nos
indica que debemos dejar la percepción de «estar en un entorno», como si
fuéramos algo ajeno a lo que nos rodea y que hay que dominar o reducir
al centro que hemos inventado. No estamos en el entorno. «Somos el
entorno». No podemos describirnos a nosotros mismos sin describir y
entender lo que es y lo que hace el entorno del que formamos parte. Y,
13.NOZICK, R. (1986) Anarchy, State and Utopie, Oxford, Basil Blackwell.
14.Citemos el ejemplo de las manifestaciones expresadas por una joven chicana propuesto
por Renato Rosaldo en su texto Cultura y verdad: «Una persona se las arregla desarrollando
una tolerancia hacia las contradicciones, una tolerancia hacia la ambigüedad. Aprende a ser
india en la cultura mexicana, a ser mexicana desde un punto de vista anglosajón. Aprende
a hacer juegos malabares con las culturas. Tiene una personalidad plural, funciona de
modo plural –nada es desechado, ni lo bueno, ni lo malo ni lo horrible, nada es rechazado, nada abandonado. No sólo vive con las contradicciones, transforma la ambivalencia
en algo diferente» (cit. en FEYERABEND, P. (1995) «Contra la inefabilidad cultural, el
objetivismo ,el relativismo y otras quimeras» Archipiélago. Cuadernos de crítica de la
cultura, 20. Este texto nos demuestra que hoy en día los pretendidos núcleos centrales de
las culturas nos enseñan muy poco acerca de las mismas; son los problemas de límites,
de periferias que se tocan las unas a las otras, los que nos enseñan mucho más acerca de
lo que somos y en donde estamos situados.
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sin embargo, nos han educado para vernos y «vivirnos» como si fuéramos
entes aislados de conciencia y de acción, puestos en un mundo que no es
nuestro, que nos es extraño, que es diferente a lo que somos y hacemos,
y, por ello mismo, podemos dominar y explotar. Ver el mundo desde
un pretendido centro, supone entender la realidad material como algo
inerte, pasivo; algo a lo que hay que dar forma desde una inteligencia
ajena a ella. Ver el mundo desde la periferia, implica entendernos como
manojos de relaciones que nos atan, tanto interna como externamente,
a todo lo demás y a todos los demás. La soledad del centro supone la
dominación y la violencia. La pluralidad de las periferias, el diálogo y
la convivencia. Sería como comparar la visión panorámica y fronteriza
del film La mirada de Ulises dirigida por Theo Angelopoulos, con el
simplismo violento y jerarquizado de Rambo.
En segundo lugar, las visiones abstracta y localista se enfrentan a un
problema común: el del contexto. Para aquella hay una falta absoluta de
contexto, ya que se desarrolla en el vacío de un esencialismo peligroso en
cuanto que no se considera como tal, sino que habla de hechos y datos
de «la» realidad. Para la otra, hay un exceso de contexto, que al final
se difumina en el vacío que provoca la exclusión de otras perspectivas:
otro esencialismo que sólo acepta lo que incluye, lo que incorpora y
lo que valora; mientras que excluye y desdeña lo que no coincide con
él. Dialéctica abstracto/local que tan magníficamente se expresa en los
personajes sombríos y atormentados de las novelas de Joseph Conrad.
Para la visión compleja el contexto no es un problema. Es precisamente su contenido: la incorporación de los diferentes contextos físicos
y simbólicos en la experiencia del mundo. ¡Cuánto no aprenderíamos
sobre derechos humanos escuchando las historias y narraciones acerca
del espacio que habitamos expresadas por voces procedentes de diferentes
contextos culturales!. De la visión cerrada de Conrad, llegaríamos a la
participación «carnavalesca» y «rabailesiana» de la realidad propuesta
por el gran Mihail Bajtin15.
Por último, las visiones abstracta y localista del mundo y de los derechos nos conducen a la aceptación ciega de discursos especializados.
Provenga de un philosophe o de un chamán, el conocimiento estará
relegado a una casta que sabe qué es lo universal o que establece los
límites de lo particular.
15.BAJTIN, M. (1998) La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento. El
contexto de François Rabelais, Madrid, Alianza.
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Por el contrario, la visión compleja asume la realidad y la presencia de
múltiples voces, todas con el mismo derecho a expresarse, a denunciar, a
exigir y a luchar. Sería como pasar de una concepción representativa del
mundo a una concepción democrática en la que primen la participación
y la decisión colectivas.
Ahora bien, ¿qué tipo de racionalidad y de práctica social surgen de
cada una de estas visiones sobre los derechos?
Afirma el maestro George Steiner que quienes se sumergen a grandes
profundidades cuentan que, llegados a cierto punto, el cerebro humano
se ve poseído por la ilusión de que es de nuevo posible la respiración
natural. Cuando esto ocurre, el buzo se quita la escafandra y se ahoga.
Se emborracha con un hechizo fatal llamado le vertige des grandes
profondeurs. De ahí los intentos sistemáticos y legislativos por (llegar
a) una finalidad acordada16. Steiner intenta mostrar el horror que produce la multidimensionalidad de lo real y las infinitas posibilidades de
interpretación que existen. Tanto la visión abstracta como la localista
abominan del continuo flujo de interpretaciones y reinterpretaciones.
Cada una por su lado intentan poner un punto final hermenéutico que
determine la racionalidad en sus análisis y propuestas.
Por un lado, la visión abstracta sistematiza su «punto final» bajo
las premisas de una racionalidad formal. Ocuparse únicamente de la
coherencia interna de las reglas y su aplicación general a diferentes y
plurales contextos es una treta conceptual e ideológica para no ahogarse,
para no sentir el vértigo de la pluralidad e incertidumbre de la realidad, y, asimismo, una coartada bien estructurada para sus pretensiones
universalistas. En última instancia, el formalismo es un tipo básico de
determinismo. Dado que la «estructura» de nuestro lenguaje y, supuestamente, de nuestro pensamiento está sometida a reglas, se deduce que la
realidad está «estructurada» del mismo modo. Si la realidad se resiste a
la forma, peor para la realidad. A consecuencia de la concepción aislada
del yo con respecto del mundo y del propio cuerpo, el formalismo reduce
la acción cultural a intervención sobre palabras y símbolos, nunca sobre
la realidad material o corporal. El mundo y el cuerpo se verán siempre
como algo ajeno o, cuando menos, problemático. Palabras sobre palabras.
Transformación de palabras; a lo más, de símbolos. Nunca incidiendo
16.STEINER, G. (2007) Presencias reales. ¿Hay algo en lo que decimos?, Barcelona,
Destino.
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sobre el trasfondo real del cual formamos parte inescindible. Desde
esa visión abstracta y esa racionalidad formal, lo que único que parece
significativo es lo que puede ser «anotado» simbólica o numéricamente.
No se trata del problema que produce tratar los hechos sociales como
cosas, sino cómo hacer que los hechos sociales lleguen a ser cosas. El
formalismo supone un endurecimiento de la realidad que permita cuantificar y «representar» en un «molde prefijado» la riqueza y movilidad
sociales. Hay sólo un paso desde la conciencia de la complejidad a la
«statistical objetification». Todo ello a pesar de que la realidad es mucho
más amplia que la lógica o la estadística y que éstas deberían servir a
aquella y no al revés17.
Al reducir la racionalidad a la coherencia interna de reglas y principios, la visión abstracta de los derechos obviará algo muy importante
para el entendimiento de la sociedad y de los derechos: las reglas y
principios reconocidos jurídicamente estarán sometidos a las exigencias
de coherencia y falta de lagunas internas. Pero, a su vez, esta racionalización de lo real en términos jurídicos no tendrá en consideración la
«irracionalidad de las premisas» sobre las que se sostiene y a las cuales
pretende conformar desde su lógica y su coherencia. Este es el límite
de todo «garantismo jurídico», de toda invocación formal o neutral del
Estado de derecho, de toda política representativa 18. Si la realidad se
17.Ejemplo de lo que venimos criticando se encuentra en la monografía de Salais, Baverez
y Reynaud, La invención del paro en Francia. Historia y transformaciones desde 1890
hasta 1980, publicado por el Ministerio de Trabajo, Madrid, 1990. El «endurecimiento»
de la realidad que suponen el formalismo y la cuantificación no son casuales ni están
separados de los intereses de poder: ver SERVERIN, E. (1985) De la jurisprudence en
droit privé: théorie d’une practique, Presses Universitaires de Lyon, Lyon, en el que se
analiza la labor de taxonomía y clasificación abstractas de la realidad por parte del poder
judicial; y, también, DASTON L., «The domestication of risk: mathematical probability
and insurance, 1650-1830» en KRUEGER, L., (edit.), The Probabilistic Revolution: Volumen I, Ideas in History, MIT Press, Cambridge MA, en relación a la funcionalidad de
los análisis estadísticos con el surgimiento y consolidación de las empresas de seguros de
vida. Cfr., el interesante ensayo de Alain DESROSIÈRES (1990) «How to Make Things
Which Hold Together: Social Science, Statistics and the State», en WAGNER, P, WITTROCK, B. and WHITLEY, R. (edit.), Discourses on Society. The Shaping of the Social
Science Disciplines, Sociology of the Sciences Yearbook, vol. XV, KLUWER, Dordrecht,
pp. 195-218 (existe trad. cast. en Archipiélago. Cuadernos de crítica de la cultura, 20,
1995, pp.19-31).
18.RANCIÉRE, J., «11 Tesis sobre política», accesible en: http://aleph-arts.org/pens/11tesis.
html (24 de enero de 2008)
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rige por el mercado y en éste no existe más racionalidad que la de la
mano invisible, esa racionalidad irracional no podrá ser regida por la
racionalidad racional del derecho, a menos que éste cumpla la misión
de «garantizar», no las libertades y derechos de los ciudadanos, sino las
libertades y derechos necesarios para el mercado, la libre competencia y
la maximización de los beneficios19; o sea, todos aquellos «a priori» del
liberalismo económico y político. Estamos, pues, ante una racionalidad
que universaliza un particularismo: el del modo de producción y de
relaciones sociales capitalista, como si fuera el único modo de relación
humana. La racionalidad formal culmina en un tipo de práctica universalista, que, podríamos calificar de universalismo de partida, a priori,
un pre-juicio al cual debe adaptarse toda la realidad. Todos tenemos
derechos por el hecho de haber nacido. Pero con qué derechos se nace;
cuál es su jerarquía interna y cuáles son las condiciones sociales de su
aplicación e interpretación, son materias que no corresponden a la visión
abstracta, o, lo que es lo mismo, descontextualizada de los derechos.
Al salirse del contexto, el formalismo necesita crear una nueva realidad
cuyos componentes pasan de ser meras abstracciones lingüísticas a
convertirse en cosas. Aún más, se convierten en cosas equivalentes que
se sostienen entre sí: p.e. supuesto de hecho y consecuencia jurídica. La
cuestión no reside en preguntarse si estos elementos son o no equivalentes y se sostienen o no entre sí (esto significaría caer en la trampa del
formalismo); sino más bien en preguntarse ¿quién decide tratar a esos
elementos como equivalentes y con qué fines aparecen como objetos que
se sostienen entre sí sin referencia a sus contextos sociales, económicos,
políticos o culturales?.
Esta visión abstracta induce a reducir los derechos a su componente
jurídico como base de su universalismo a priori. La práctica social por los
derechos deberá pues reducirse a la lucha jurídica. Por muy importante
que esta lucha sea, dada la función de garantía que el derecho puede y
debe cumplir, reducir la práctica de los mismos al ámbito de la norma
nos llevaría a aceptar como principio esa contradicción básica de todo
formalismo: racionalidad interna e irracionalidad en las premisas. ¿Qué
ocurre con los que nos negamos a aceptar esas premisas irracionales,
esa lógica del mercado que homogeneiza todo lo que por ella pasa?.
19. HINKELAMMERT, F. (1978) Las armas ideológicas de la muerte, Salamanca, Sígueme.
Y del mismo autor (2005) Solidaridad o suicidio colectivo, Universidad de Granada.
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El mercado necesita de un orden jurídico formalizado que garantice el
buen funcionamiento de los derechos del propietario. Ese orden jurídico,
con todo su trasfondo ético y político, es el que se universaliza a priori,
desplazando del análisis cuestiones tales como el poder, la diversidad o
las desigualdades. Es lo que constituye lo racional y lo razonable. En
él coinciden lo real y lo racional. Síntesis final. Unidad de los opuestos.
Lo universal.
¿Constituye una salida a ese universalismo abstracto reivindicar lo
local, lo particular?. A causa del imperialismo de lo universal a priori
han surgido voces que exigen una vuelta a lo local como reacción comprensible frente a los desmanes y abusos de tal colonialismo conceptual.
Sin embargo, el localismo también se ahoga frente a la pluralidad de
interpretaciones y, a su modo, también construye otro universalismo, un
universalismo de rectas paralelas que sólo se encontrarán en el infinito
del magma de las diferencias culturales. El «localismo» sistematiza su
«punto final» bajo las premisas de una racionalidad material que se resiste
al universalismo colonialista desde los presupuestos de «lo propio». Se
cierra sobre sí mismo. Resistiéndose a la tendencia universalista a priori
a despreciar las «distinciones» culturales con el objetivo de imponer
una sola forma de ver el mundo, el localismo refuerza la categoría de
distinción, de diferencia radical, con lo que en última instancia, acaba
defendiendo lo mismo que la visión abstracta del mundo: la separación
entre nosotros y ellos, el desprecio a lo otro, la ignorancia con respecto
a que lo único que nos hace idénticos es la relación con los otros; la
contaminación de otredad. De aquel universalismo de punto de partida,
llegamos al universalismo de rectas paralelas, de átomos que sólo se
encuentran cuando chocan entre sí. Es una reacción natural enfrentarse
a la eliminación de las diferencias que provoca el universalismo abstracto. Pero contraponer a éste la existencia de esencias diferenciales
que pueden rastrearse únicamente por una arqueología histórica provoca
nuevas distorsiones al dedicarse, en el mejor y más pacífico de los casos,
a superponer, sin interrelacionar, formas culturales diferentes.
Estamos ante la postura «nativista». O, lo que es lo mismo, ante,
por ejemplo, los esencialismos de la «negritud», de lo «latinoamericano», de lo «femenino», de lo «occidental»...como formas de absolutizar
identidades. Adorar estas identidades esenciales es tan perverso como
abominar de ellas: es dejar la historia de la humanidad al arbitrio de
esencialidades ajenas a la experiencia y que pueden conducir al enfrentamiento de los seres humanos entre sí. Esta racionalidad «nativista»
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conduce a una práctica comúnmente denominada multicultural de los
derechos como conclusión necesaria de su universalismo de rectas paralelas. El término «multicultural» o bien no dice nada, dada la inexistencia de culturas separadas, o bien conduce a superponer, al estilo de
un museo, las diferentes culturas y formas de entender los derechos. El
multiculturalismo respeta las diferencias, absolutizando las identidades y
difuminando las relaciones jerárquicas —dominados/dominantes— que
se dan entre las mismas.
Tal y como ha defendido en múltiples ocasiones Peter McLaren20 la
visión abstracta, en lo que concierne a la polémica sobre las diferencias
culturales, nos lleva a un multiculturalismo conservador: existen muchas
culturas, pero sólo una puede considerarse el patrón oro de lo universal.
Por su parte, la visión localista nos conducirá a un multiculturalismo
liberal de tendencia progresista: todas las culturas son iguales, no hay
más que establecer un sistema de cuotas o de «afirmative action» para
que las «inferiores» o «patológicas» puedan acercarse a la hegemónica,
pero, al estilo de lo políticamente correcto, respetando siempre la jerarquía
dominante. Otorgar voz y presencia en función de las diferentes posiciones
sociales es una forma de ocultar que la «diferencia», en muchas ocasiones,
no es más que una consecuencia de las desigualdades que se dan en el
inicio o bien en el desarrollo del proceso de relaciones sociales.
Hay que dar un paso más. Como defendió Lukács, los efectos más
importantes de la implantación del capitalismo a nivel conceptual son
los de la fragmentación y la cosificación de lo que entendemos separada
y aisladamente del contexto. Estamos ante la forma más sutil de hegemonía. La misma posición post-moderna, con su insistencia en la falta
de discursos globalizadores, no es más que otra forma, quizá indirecta,
puede que inconsciente, de aceptar esa fragmentación y esa cosificación
de las relaciones sociales.
Por eso, nuestra visión compleja de los derechos apuesta por una
racionalidad de resistencia. Una racionalidad que no niega que puede
llegarse a una síntesis universal de las diferentes opciones frente a los
20.Cfr. entre otros muchos textos del autor norteamericano discípulo de Paulo Freire,
MCLAREN, P. (1997) Pedagogía crítica y cultura depredadora. Políticas de oposición en
la era postmoderna, Paidós, Barcelona. Ver también, Douglas KELLNER (1995) Media
Culture: cultural studies, identity and politics between the modern and the postmodern,
Routledge, esp. cap. 3.
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derechos. Y tampoco descarta la virtualidad de las luchas por el reconocimiento de las diferencias étnicas o de género. Lo que negamos es
considerar lo universal como un punto de partida o un campo de desencuentros. A lo universal hay que llegar —universalismo de llegada o de
confluencia— después (no antes de) un proceso conflictivo, discursivo,
de diálogo o de confrontación en el que lleguen a romperse los prejuicios y las líneas paralelas. Hablamos del entrecruzamiento, no de una
mera superposición, de propuestas. El universalismo abstracto mantiene
una concepción unívoca de la historia que se presenta como el patrón
oro de lo ético y lo político. La lucha por lo local nos advierte de que
ese final de la Historia nos conduce al renacimiento de las historias.
Pero no basta con rechazar el universalismo, sino hay que denunciar
también que cuando lo local se universaliza lo particular se invierte y
se convierte en otra ideología de lo universal. Al invertir en universal y
necesario lo que no es más que un producto de la contingencia y de la
interacción cultural se presenta como verdad absoluta. Lo universal y lo
particular están siempre en tensión. Dicha tensión es la que asegura la
continuidad tanto de lo particular como de lo universal, evitando tanto
el particularismo como el universalismo. Decir que lo universal no tiene contenidos previos, no significa que sea algo así como un conjunto
vacío donde todo lo particular se mezcle sin razón. Hablamos mejor de
un universalismo que no se imponga, de un modo u otro, a la existencia y a la convivencia, sino que se vaya descubriendo en el transcurrir
de la convivencia interpersonal e intercultural. Si la universalidad no
se impone, la diferencia no se inhibe. Sale a la luz. Nos encontramos
a lo otro y a los otros con sus pretensiones de reconocimiento y de
respeto. Y en ese proceso —denominado por nosotros como «multiculturalismo critico o de resistencia»—, a la par que vamos rechazando
los esencialismos universalistas y particularistas, vamos dando forma
al único esencialismo válido para una visión compleja de lo real: el
crear condiciones para el desarrollo de las potencialidades humanas, de
un poder constituyente difuso que se componga, no de imposiciones o
exclusiones, sino de generalidades compartidas a las que llegamos, no
desde las que partimos.
No vale acusar, por ejemplo, a los países no occidentales de boicotear
las Conferencias internacionales de derechos humanos de finales del
siglo XX a causa de su apelación a sus culturas. En el proceso de todas
esas reuniones se ha exigido, por parte de Occidente, la inclusión de
cláusulas de respeto por el libre comercio y las instituciones dedicados
derechos humanos, interculturalidad...
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a imponerlo en todo el mundo empobrecido, y se hace como si se tratara
de un dogma cerrado que se sitúa fuera del debate21. En ese sentido,
tampoco es válido partir de un rechazo a todas las ideas occidentales
sobre derechos humanos como si fueran todas ellas producto del colonialismo y del imperialismo. Negar «absolutamente» la visión occidental
de los derechos humanos conduce a las culturas y países que lo hacen a
aceptar que es la cultura occidental la única que los postula y defiende,
el patrón oro desde el que identificar la lucha por la dignidad humana.
Esta pretensión de esencialismo étnico provoca el autodesprecio hacia
la larga tradición no occidental de lucha por la dignidad. Tanto una
como otra posición parten de universalizaciones y de exclusiones, no
de procesos que nos permitan llegar al conjunto de generalidades que
todos podríamos compartir22
Nuestra racionalidad de resistencia conduce, pues, a un universalismo de contrastes, de entrecruzamientos, de mezclas 23 Un universalismo
impuro que pretende la interrelación más que la superposición. Un
universalismo que no acepta la visión microscópica que de nosotros
mismos nos impone el universalismo de partida o de rectas paralelas.
Un universalismo que nos sirva de impulso para abandonar todo tipo
de cierre, sea cultural o epistémico, a favor de energías nómadas, migratorias, móviles, que permitan desplazarnos por los diferentes puntos
de vista sin pretensión de negarles, ni de negarnos, la posibilidad de la
lucha por la dignidad humana.
21. «La ONU y la Globalización», accesible en: http://www.conoze.com/doc.php?doc=1466
(24 de enero de 2008).
22.La forma de ir saliendo de esos atolladeros es «buscar rasgos que conecten el ‘interior’ de un lenguaje o una teoría o una cultura con su ‘exterior’, y de este modo reducir
la ceguera inducida conceptualmente a las causas reales de la incomprensión, que son la
inercia, el dogmatismo, la distracción y la estupidez, habituales, normales, corrientes y
molientes. No se niegan las diferencias entre lenguajes, formas de arte, costumbres. Pero
(habría que atribuirlas) a accidentes de ubicación y/o historia, no a esencias culturales
claras, inequívocas e inmóviles: potencialmente cada cultura es todas las culturas» FEYERABEND, P., op. cit, p. 50. Al texto de Feyerabend sólo le falta hacer una referencia
a los intereses económicos y de poder como causas de los pretendidos «cierres culturales»
para servirnos por completo en nuestro análisis.
23.Nuestra propuesta es coincidente con la de una universalidad analógica, histórica y
situada que ha planteado J. C. SCANNONE (1990-) en su texto Nuevo punto de partida
en la filosofía latinoamericana, Guadalupe, Buenos Aires. Asimismo, consúltese Milton
SANTOS (1996) Técnica, Espaço, Tempo. Globalizaçao e meio técnico-científico informacional, Editora Hucitec, Sao Paulo, esp. cap. V, pp. 163-188.
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La última esperanza para el pensamiento —nos recordaba Adorno en su
Minima Moralia— es la mirada que se desvía del camino trillado, el odio
a la brutalidad, la búsqueda de conceptos nuevos todavía no acoplados al
esquema general. Necesitamos de una racionalidad sin hogar, descentrada
y exiliada de lo convencional y lo dominante24. El problema no radica
en la preocupación por la forma, sino en el formalismo. El problema no
reside en la lucha por la identidad, sino en el esencialismo de lo étnico
o de la diferencia. Ambas tendencias otorgan estabilidad ontológica y
fija a algo que no es más que una, otra, construcción humana.
Por ello, proponemos un tipo de práctica, no universalista ni multicultural, sino intercultural. Toda práctica cultural es, en primer lugar, un
sistema de superposiciones entrelazadas, no meramente superpuestas.
Este entrecruzamiento nos empuja hacia una práctica de los derechos
insertándolos en sus contextos, vinculándolos a los espacios y las posibilidades de lucha por la hegemonía y en estrecha conexión con otras
formas culturales, de vida, de acción, etc. En segundo lugar, nos induce
hacia una práctica social nómada que no busque «puntos finales» al cúmulo extenso y plural de interpretaciones y narraciones humanas. Una
práctica que nos discipline en la actitud de movilidad intelectual absolutamente necesaria en una época de institucionalización, regimentación
y cooptación globales. Y, por último, caminaríamos hacia una práctica
social híbrida. Nada es hoy «puramente» una sola cosa. Como afirma
Edward W. Said, necesitamos una práctica híbrida y antisistémica que
pueda construir «discontinuidades renovadas y casi lúdicas, cargadas de
impurezas intelectuales y seculares: géneros mezclados, combinaciones
inesperadas de tradición y novedad, experiencias políticas basadas en
comunidades de esfuerzo e interpretación (en el sentido más amplio
de la palabra), más que en clases y corporaciones de poder, posesión
y apropiación»25. Una práctica, pues, creadora y recreadora de mundos
que esté atenta a las conexiones entre las cosas y las formas de vida que
no nos priven de «los otros ecos que habitan el jardín».
24.ADORNO, Th. W. (1987) Minima Moralia. Reflexiones desde la vida dañada,
Madrid, Taurus.
25.SAID, E. W. (1996) Cultura e imperialismo, Anagrama, Barcelona, p. 514. Ver,
asimismo, Boaventura de Sousa SANTOS (2000) A crítica da razao indolente. Contra
o desperdício da experiência, Cortez Editora, Sao Paulo. Y José Manuel OLIVEIRA
MENDES (2002) «O desafio das identidades» en Boaventura de Sousa Santos (org.), A
Globalizaçao e as Ciências Sociais, Cortez Editora, Sao Paulo, pp. 503-540.
derechos humanos, interculturalidad...
93
Ante todo esto, la reflexión sobre la interculturalidad nos conduce a
una resistencia activa contra los derroteros que está tomando este tema
en los debates contemporáneos. Como ejemplo, apliquemos la metodología expuesta al caso de las migraciones, ya que en él es donde se
ponen en evidencia las consecuencias de los discursos multiculturalistas
conservadores o liberales.
Debemos resistirnos, en primer lugar, al discurso que reduce el tema
migratorio a la lucha contra los tráficos ilegales, dado que la racanería
de los gobiernos a la hora de «dar papeles» no concuerda con las necesidades de la mano de obra necesaria, a menos que lo que se pretenda
sea mantener «a raya» a los que no tienen otro remedio que aceptar
condiciones esclavizantes de trabajo, con lo que, indirectamente se están
potenciando las redes de tráfico ilegal de personas.
En segundo lugar, resistirnos a considerar la problemática que presentan
las migraciones como un problema policial y de control de fronteras.
Asistimos a la generalización de un nuevo orden global sustancialmente
distinto del orden internacional de décadas pasadas. Cada vez nos regimos
menos por tratados y convenciones internacionales y más por las manos
«bien visibles» de los mercados, transnacionalmente interrelacionados,
y que obedecen en última instancia a asegurar más la eficiencia del sistema que a ajustar los desequilibrios económicos, sociales y culturales
que, intencionadamente o no, generan. Como viene afirmando la teoría
social contemporánea, si queremos abordar con «realismo» los flujos
migratorios —y, con ellos, los temas suscitados por el contacto entre
culturas—, debemos encarar el fenómeno desde tres reconocimientos:
1) El mundo se caracteriza básicamente por desequilibrios profundos,
tanto a nivel de libertades civiles como de derechos sociales, económicos
y culturales; 2) Las fronteras, sobre todo, las fronteras-fortalezas, son
mecanismos esenciales para mantener las desigualdades entre naciones;
y 3) El control de las fronteras representa la línea crítica de división
entre el mundo desarrollado, «el centro» y las periferias económicas
crecientemente subordinadas.
Y, en último lugar, debemos resistirnos a percibir la «realidad» de la
inmigración y del contacto entre culturas como la principal generadora de
problemas sociales en la época en que vivimos. Es muy fácil, sobre todo
después del 11 de Septiembre, justificar la superioridad del valor de la
seguridad por encima del resto de valores que inspiran los derechos humanos. Y, más fácil aún, hallar en el inmigrante o en el diferente el «chivo
expiatorio» en el que situar nuestras frustraciones y nuestra incapacidad
94
joaquÍn herrera flores
política para resolver los problemas de la delincuencia organizada, así
como el de los débiles sistemas de pensiones que nos auguran un futuro
incierto y problemático. El populismo de extrema derecha se nutre de
estas incapacidades de los Estados de Derecho. Contra esta tendencia,
debemos reconocer, primero, el papel beneficioso que en todas las épocas
históricas han supuesto las migraciones, las mezclas, los mestizajes. Y,
segundo, hacer llegar a la opinión pública las ventajas laborales, fiscales
y culturales que la inmigración nos está aportando a todos 26.
26.Por estas razones, hay que leer con cautela las Diez tesis sobre la inmigración propuestas por Agnes Heller. Según la profesora de la New School for Social Research, hay
que establecer «semáforos» de comportamiento para evitar el choque entre partes distintas;
estos semáforos se basarían en un principio general: «la emigración es un derecho humano, mientras que la inmigración no lo es». En otras palabras, si alguien quiere «salir»
no se le debe poner ningún problema ya que tiene el «derecho» a hacerlo; pero si lo que
quiere es «entrar», ya no hablamos de derechos, sino de «privilegios», los cuales deben
ser regulados por los de dentro. La cautela de la lectura, y no el rechazo inmediato de
lo que propone Heller, reside en la convicción de la necesidad de acciones que prevean
posibles conflictos interculturales e interclasistas. Pero la cuestión no reside en levantar
obstáculos o semáforos, sino en construir espacios de mediación en los que podamos
transitar estableciendo nuevas relaciones sociales, económicas y culturales. ¿Qué tipo de
relación se establece cuando todos estamos detenidos ante el semáforo? ¿No estaríamos
volviendo a justificar el atomismo social que confía únicamente en normas heterónomas
que parecen imponerse a todos por igual? ¿No constituyen los controles aduaneros y
fronterizos un semáforo únicamente para unos y no para otros?. De ahí surge el principio
general propuesto por Heller: la emigración es un derecho y la inmigración no. ¿No estamos
ante las dos caras de un mismo fenómeno? Si quieres vete, nadie te lo impide ya que es
tu derecho «individual». Pero si quieres entrar, pídeme permiso y yo decidiré si te dejo o
no te dejo entrar, ya que el derecho de veto es mi derecho «individual» y tu pretensión no
es más que un privilegio «colectivo» que puede chocar con mis intereses «individuales».
¿Pudieron los indígenas norteamericanos, africanos, andinos... controlar el «privilegio» de
los colonizadores que se establecieron en sus tierras? ¿Pueden los campesinos controlar
los «privilegios» de las grandes empresas transnacionales empeñadas en apoderarse, sin
tener que deternerse en semáforos de ningún tipo, de todos sus conocimientos ancestrales
y patentarlos en su propio beneficio?. ¿Tienen los capitales financieros que detenerse ante
algún semáforo? ¿No están siempre en rojo los semáforos que impiden la movilidad de
cientos de millones de personas que buscan salidas al empobrecimiento al que los han
condenado los «privilegios» y los «derechos» de los poderosos?. Emigrar es inmigrar.
Ambos son derechos humanos en la medida en que ambos suponen la construcción de
relaciones de reconocimiento, de empoderamiento y de mediación política. Más que poner
semáforos, luchemos por construir situaciones de justicia, de solidaridad, de desarrollo, de
empoderamiento. Cuando las relaciones sociales dejen de imponer hegemonías unilaterales
y partan de una situación de equilibrio y de igualdad, ahí comenzarán a sentarse las bases
que eviten el choque entre las partes. La práctica intercultural se define menos por imponer
derechos humanos, interculturalidad...
95
Como nos decía Martí, la economía debe ser controlada por la política.
Pero no por cualquier política, sino por una política comprometida no
sólo con la libre circulación de los capitales, sino también con la libre
circulación de las personas; una política ajena a cualquier violación de
los derechos recogidos en los textos de derechos humanos; una política,
en fin, que nos aporte mecanismos para poder resistirnos, inmigrantes y
residentes, a un orden global injusto y desigual. 27
Los derechos humanos en el mundo contemporáneo necesitan de esta
visión compleja, de esta racionalidad de resistencia y de estas prácticas
interculturales, nómadas e híbridas para superar los escollos universalistas
y particularistas que llevan impidiendo un análisis comprometido de los
mismos desde hace ya décadas. Los derechos humanos no son únicamente declaraciones textuales. Tampoco son productos unívocos de una
cultura determinada. Los derechos humanos son los medios discursivos,
expresivos y normativos que pugnan por reinsertar a los seres humanos
en el circuito de reproducción y mantenimiento de la vida, permitiéndonos abrir espacios de lucha y de reivindicación. Son procesos dinámicos
que permiten la apertura y la consiguiente consolidación y garantía de
espacios de lucha por la dignidad humana 28.
barreras y más por construir espacios públicos de mediación, intercambio y mestizaje. Ver
Sami NAÏR (2002) Las heridas abiertas. Las dos orillas del Mediterráneo. ¿Un destino
conflictivo?, Santillana, (Punto de Lectura) Madrid, Prólogo a cargo de Joaquín Estefanía,
pp. 9 y ss.
27.En este sentido, véanse los trabajos de Samir AMIN, «Las condiciones globales para
un desarrollo sostenible», Jorge ALONSO, «La Democracia, base de la lucha contra la
pobreza», Wim DIERCKXSENS, «Hacia una alternativa sobre la ciudadanía» y Vandana
SHIVA, «El movimiento Democracia Viva. Alternativas a la bancarrota de la globalización», publicados en la reciente edición en español de Alternativas Sur, nº 1, Vol. 1 (2002)
dedicado al tema A la búsqueda de alternativas. ¿Otro mundo es posible?.
28. HERRERA FLORES, Joaquín «Hacia una visión compleja de los derechos humanos»;
SÁNCHEZ RUBIO, David «Universalismo de confluencia, derechos humanos y proceso de
inversión»; HINKELAMMERT, Franz «El proceso de globalización y los derechos humanos:
la vuelta del sujeto», los tres trabajos publicados en HERRERA FLORES, Joaquín (ed.)
(2001) El Vuelo de Anteo. Derechos Humanos y crítica de la razón liberal, Desclée de
Brouwer, Bilbao, pp. 19-78, 215-244, y 117-128 respectivamente. HINKELAMMERT, Franz
(2000) «La negativa a los valores de la emancipación humana y la recuperación del bien
común» en Pasos, 90. FORNET BETANCOURT, Raúl (2000) La transformación intercultural
de la filosofía, Desclée, Bilbao. SENENT DE FRUTOS, Juan Antonio (1998) Ellacuría
y los derechos humanos Desclée, Bilbao, esp. cap. 2, y (1999) «Los derechos humanos y
la tensión entre universalidad y multiculturalismo» en Actas del Congreso Internacional
96
joaquÍn herrera flores
El único universalismo válido consiste, pues, en el respeto y la creación de condiciones sociales, económicas y culturales que permitan y
potencien la lucha por la dignidad: en otras palabras, en la generalización
del valor de la libertad, entendida ésta como la «propiedad» de los que
nunca han contado en la construcción de las hegemonías. Desde esta
caracterización, es necesario abandonar toda abstracción —sea ésta
universalista o localista— y asumir el deber que nos impone el valor de
la libertad: la construcción de un orden social justo (artículo 28 de la
Declaración de 1948) que permita y garantice a todas y a todos luchar
por sus reivindicaciones. El mismo grado de violación de la dignidad
se da en el caso de las mujeres condenadas a vivir enclaustradas y ajenas a los procesos sociales cotidianos, como en el caso de unos seres
humanos empujados por las políticas colonialistas de destrucción de sus
países de origen a buscar trabajo en el entorno hostil de un Occidentefortaleza. Reivindicar la interculturalidad no se detiene en el, por otro
lado, necesario reconocimiento del otro. Es preciso, también, transferir
poder, «empoderar» a los excluidos de los procesos de construcción de
hegemonía. Y, asimismo, trabajar en la creación de mediaciones políticas,
institucionales y jurídicas que garanticen dicho reconocimiento y dicha
transferencia de poder.
No somos nada sin derechos. Los derechos no son nada sin nosotros.
En este camino no hemos hecho más que comenzar.
en el ciencuentenario de la Declaración Universal de los derechos humanos, Asociación
Pro Derechos Humanos, Granada. GALLARDO, Helio (2000) Política y transformación
social. Discusión sobre derechos humanos, Tierra Nueva, Quito. ETXEBERRÍA, Xabier
(1995) Imaginario y derechos humanos desde Paul Ricoeur, Desclée de Brouwer, Bilbao.
MEDICI, Alejandro M. (2002) «El campo de los movimientos críticos de la globalización
y las alternativas frente al neoliberalismo», en Crítica Jurídica. Revista Latinoamericana
de Política, Filosofía y Derecho, 20. SOLÓRZANO ALFARO, Norman José (2001) «Los
marcos categoriales del pensamiento jurídico moderno: avances para la discusión sobre
la inversión de los derechos humanos» en Crítica Jurídica. Revista Latinoamericana de
Política, Filosofía y Derecho, 18, pp. 283-316. MARTÍNEZ DE BRINGAS, Asier (2001)
Globalización y derechos humanos, Cuadernos Deusto de Derechos Humanos, 15, Universidad de Deusto, Bilbao. SEBASTIÁN, Luis DE (2002) «Globalización, exclusión y
pobreza» en Revista Anthropos. Huellas del conocimiento, 194, número dedicado a «La
pobreza. Hacia una nueva visión desde la experiencia histórica y personal», pp. 55-64.
FARIÑAS, María José (2000) «Globalización, ciudadanía y derechos humanos» en Cuadernos Bartolomé de las Casas, 16.
97
PAZ Y GÉNERO. DEBATES Y COINCIDENCIAS SOBRE UN
BINOMIO IMPERFECTO
Mª Elena Díez Jorge - Mª Dolores Mirón Pérez
Instituto de la Paz y los Conflictos, Instituto de Estudios de la Mujer.
Universidad de Granada
La Paz como objeto de estudio científico se plantea en la segunda
mitad del siglo XX, caracterizándose en un primer momento por una
atención preferente a conflictos muy concretos y a la violencia directa.
Posteriormente, se despertó un gran interés por organizar el pensamiento
pacifista, ampliándose con teorías y conceptos como la paz positiva y
violencia estructural, o la paz imperfecta, entre otros. La paz positiva
ponía de manifiesto una realidad como era su compresión desde la justicia,
satisfaciendo necesidades bajo principios como la igualdad. El obstáculo
de la paz positiva es el haber sido entendida como una utopía, como
una paz perfecta o total. Frente a ello se ha acuñado el concepto de paz
imperfecta, como inacabada, como un proceso en que continuamente hay
que estar trabajando. Otro paso importante en la investigación para la paz
fue la aceptación de los conflictos como una realidad ligada a la condición humana, destacándose incluso su aspecto creativo y enriquecedor y
afirmándose en la actualidad que no existiría historia sin conflicto.
En los orígenes de la humanidad se podía vivir en paz, pero la idea
de paz como concepto no existía, aunque podemos afirmar que la paz
es una realidad ligada a los humanos desde sus inicios y, sin embargo,
sabemos más de la violencia que de la paz. La paz puede ser percibida,
sentida y pensada desde múltiples perspectivas. Todas las personas tiene
una idea de paz basada en la diversidad de experiencias y procesos de
socialización. Por todo ello, el campo semántico de la paz y las regula-
98
Mª elena dÍez jorge y mª dolores mirÓn pÉrez
ciones pacíficas es amplísimo: concordia, amistad, tranquilidad, armonía,
negociación, mediación, arbitraje, hospitalidad, diplomacia, conciliación,
solidaridad, entrega, filantropía....1
En fechas similares, durante la segunda mitad del siglo XX, en la
teoría feminista se acuñó un concepto que acabaría siendo central en
ella y que ponía nombre a una idea que ya estaba presente en el germen
mismo del feminismo en el siglo XVIII. Se trata del concepto de género,
que surgió de la idea de que lo masculino y lo femenino no son hechos
naturales sino construcciones culturales que las sociedades han elaborado
a partir de las diferencias anatómicas entre los sexos, convirtiendo esa
diferencia en desigualdad social y política. Por tanto, género y sexo serían
dos realidades diferenciadas, aunque interrelacionadas y que se explican
mutuamente: para decirlo de la forma más simple —sin perder de vista
la compleja interacción entre ambos—, sexo se referiría a lo anatómico-fisiológico (mujer / hombre), género a lo socio-cultural (femenino /
masculino). El género conlleva toda una serie de funciones, atributos,
símbolos, valores, cualidades, expectativas, espacios, etc. asignados a
uno y otro sexo, y en él caben distintas construcciones e interpretaciones
en el espacio y en el tiempo2. Este concepto se opone a los esquemas
1.Sobre la paz en general destacamos las siguientes monografías y trabajos: MARTÍNEZ GUZMÁN, Vincent (ed.) (1995) Teoría de la Paz, Valencia; GALTUNG, Johan
(1996) Peace by Peaceful Means. Peace and Conflicto, Development and Civilization.
Londres; FISAS, Vincenç (1998) Cultura de paz y gestión de conflictos, Barcelona; MUÑOZ MUÑOZ, Francisco A. – LÓPEZ MARTÍNEZ, Mario (eds) (2000) Historia de la
Paz. Tiempos , espacios y actores. Granada; MUÑOZ, Francisco A. (ed) (2001) La paz
imperfecta, Granada; LÓPEZ MARTÍNEZ, Mario (dir.) (2004) Enciclopedia de Paz y
Conflictos, Granada; MOLINA RUEDA, Beatriz – MUÑOZ MUÑOZ, Francisco A. (eds.)
(2004) Manual de Paz y Conflictos, Granada. Como revistas especialistas en la materia
destacan Peace and Change, así como Journal of Peace Research.
2.Sobre el concepto de género y los debates en torno a él, ver, entre otros, SCOTT,
Joan W. (1990) «El género: una categoría útil para el análisis histórico», en AMELANG,
James S. – NASH, Mary (eds.) Historia y género: las mujeres en la Europa moderna
y contemporánea, Valencia, pp. 23-56; COBO BEDIA, Rosa (2000) «Género y teoría
social», Sociología 25, 5-20; MAQUIEIRA D’ANGELO, Virginia (2001) «Género, diferencia y desigualdad», en BELTRÁN, Elena – MAQUIEIRA, Virginia (eds.) Feminismos.
Debates teóricos contemporáneos, Madrid, pp. 127-190; TUBERT, Silvia (ed.) (2003) Del
sexo al género. Los equívocos de un concepto, Madrid; OLIVA PORTOLÉS, Asunción
(2005) «Debates sobre el género», en AMORÓS, Celia – MIGUEL, Ana de (eds.) Teoría
feminista: de la Ilustración a la globalización, III: De los debates sobre el género al
multiculturalismo, Madrid, pp. 13-60.
paz y gÉnero. debates y coincidencias...
99
del sistema sexo-género —por antonomasia, el patriarcado—, que hacían equivalentes sexo y construcción socio-cultural, definiendo como
natural e inherente a cada sexo lo que en cada sociedad se consideraba
propio de ser mujer u hombre y teniéndolo, por tanto, como ahistórico.
y universal. El concepto de género, de este modo, permite tanto analizar
y entender el sistema sexo-género y las formas de relacionarse mujeres
y hombres, como sustentar sobre una fuerte base teórica las reivindicaciones feministas de superación del patriarcado.
Teniendo en cuenta que el género y la paz afectan a todos y cada uno
de los seres humanos y a todos los aspectos de sus vidas, la importancia
de interrelacionar ambas, en la teoría y en la práctica, es obvia. Como
ya se ha afirmado en muchas ocasiones siguiendo los postulados de la
declaración de la UNESCO sobre la contribución de las mujeres a una
Cultura de Paz, no puede haber un desarrollo sostenible sin una plena
igualdad entre hombres y mujeres.
1. RELACIONES TEÓRICO PRÁCTICAS ENTRE GÉNERO Y PAZ
Las construcciones de género no afectan sólo al modo en que mujeres y hombres viven, piensan y sienten la paz y la violencia, sino que
están detrás de las conceptualizaciones y simbolizaciones de la paz y
la violencia en las distintas sociedades.
Si nos centramos en las mujeres, desde la perspectiva de género, que
implica considerarlas en su relación con los hombres, podemos observar
que se produce una estrecha conexión entre ellas y la paz. Conexión que,
como ha señalado Cándida Martínez, tiene una triple dimensión.3
En primer lugar, el discurso del género y la paz. La diferente relación que mujeres y hombres han tenido con la paz y la violencia estaría definida por su papel de género. Tradicionalmente se ha asignado
como función principal de las mujeres la maternidad, por lo que han
sido consideradas ante todo como dadoras de vida, función que sería
3.MARTÍNEZ LÓPEZ, Cándida (2000) «Las mujeres y la paz en la historia: aportaciones desde el mundo antiguo», en MUÑOZ, Francisco A. – LÓPEZ MARTÍNEZ,
Mario Op. cit., pp. 255-290, a quien seguimos básicamente en este apartado. Ver también
DÍEZ JORGE, Mª Elena – MIRÓN PÉREZ, Mª Dolores (2004) «Una paz femenina», en
MOLINA RUEDA, Beatriz – MUÑOZ, Francisco A., Op. cit., pp. 67-93.
100
Mª elena dÍez jorge y mª dolores mirÓn pÉrez
contradictoria con el hecho de dar la muerte. Al mismo tiempo, también han sido tradicionalmente excluidas del poder político, en manos
de los hombres, lo que es causa y consecuencia de otra exclusión muy
generalizada: la de las mujeres de los ejércitos. En consecuencia, las
mujeres han desarrollado su vida ante todo en los espacios de la paz,
tanto porque la maternidad conlleva sobre todo prácticas pacíficas —aunque no siempre—, como por su desvinculación del ejercicio del poder
y, por tanto, del uso legítimo de la violencia tradicionalmente ligado a
éste. Así, las mujeres, por su papel de género, han estado más cerca de
la paz que de la guerra y del uso de la violencia, aunque evidentemente
han sufrido las guerras, a veces las han apoyado o las han promovido,
e incluso puntualmente han participado en ellas, y en su papel educador
han contribuido a reproducir valores militaristas. De este modo, no es
de extrañar que en muchas sociedades las mujeres y lo femenino —en
especial atributos como la fertilidad, la domesticidad o el tejido— hayan
servido para simbolizar la paz.4
En segundo lugar, la función de las mujeres como agentes de paz.
Partiendo en un principio de esta función de género, las mujeres se
han implicado activa y pasivamente en la consecución y mantenimiento
de la paz y la regulación pacífica de conflictos. Por un lado, a las mujeres, en su vida cotidiana, se les ha animado a desarrollar pautas de
relaciones sociales y de regulación y resolución pacífica de conflictos,
como la paciencia, la caridad, el cuidado, la compasión o la mediación,
vinculados estrechamente al tradicional papel de género femenino.
Por tanto, su papel en las paces cotidianas, en los espacios de la paz
imperfecta, es fundamental. Al mismo tiempo, se debe señalar que, a
pesar de su exclusión del espacio público, muchas veces las mujeres se
han movilizado, individual o colectivamente, a lo largo de la historia
en favor de la paz y en contra de la guerra. Cabe destacar cómo hoy en
día la participación e incluso el liderazgo de mujeres en el movimiento
pacifista es más que notable.5 Por otro lado, las prácticas reivindicativas
4.Cfr. DÍEZ JORGE, Mª Elena (2001) «Imágenes de la paz y la mujer: Relaciones de
género en la iconografía de la paz y de la guerra», en Actas del Congreso «Imágenes de
la lucha de género», Málaga, Tomo I, pp.89-108; MIRÓN PÉREZ, Mª Dolores (2004)
«Eirene: Divinidad, género y paz en Grecia antigua», Dialogues d’Histoire Ancienne 30/2,
9-31.
5.Ver especialmente MAGALLÓN PORTOLÉS, Carmen (2006) Mujeres en pie de
paz, Madrid.
paz y gÉnero. debates y coincidencias...
101
del movimiento feminista, mayoritariamente no violentas, han servido
como ejemplo al pacifismo en sus modos de movilizarse.
En tercer lugar, el papel del feminismo en la construcción de una
cultura de paz. La consecución de los logros de igualdad y libertad de
las mujeres serían sin duda un paso trascendental dentro de los caminos
de la paz imperfecta hacia la paz positiva. Si se entiende que ésta no
puede ser posible mientras haya un grupo social discriminado u oprimido por otro, eso significa que no podrá alcanzarse mientras subsista
la discriminación u opresión por causa del sexo, sobre todo cuando,
en términos cuantitativos, afecta a más de la mitad de la humanidad,
y, cualitativamente, a la desigualdad social más profunda, generalizada
y constante en el tiempo. Es decir, la forma de discriminación tal vez
más difícil de superar. Asimismo, el feminismo ha señalado la profunda
conexión entre el sistema patriarcal y el militarismo, entre el sexismo
y otras formas de discriminación social y cultural, y, en definitiva, entre la violencia de género y la violencia en general. De este modo, el
movimiento feminista, independientemente de su adhesión al pacifismo,
al reivindicar la igualdad y liberación de las mujeres, es en sí mismo
movimiento por la paz, pues contribuye activamente a la construcción
de un mundo más igualitario y justo y, por tanto, pacífico. 6
Sin embargo, se ha de evitar caer en el binomio simplista mujer-pacífica frente a hombre-violento, a veces acríticamente aceptado incluso
por algunos sectores del feminismo pacifista, y que hunde en realidad
sus raíces en asumir como naturales papeles de género construidos culturalmente, en un discurso que en su origen quiso justificar y mantener
la subordinación de las mujeres a los hombres, excluyéndolas del ámbito
militar, ligado al político.7 Por otro lado, las dicotomías cerradas limitan
la capacidad de análisis. Ser mujer no significa ser pacífica; ser hombre
no significa ser violento. A lo largo de la experiencia humana, aparecen
6.MARTÍNEZ LÓPEZ, Cándida – MIRÓN PÉREZ, Mª Dolores (2000) «La paz desde
la perspectiva de los Estudios de Género: Una aportación fundamental para construir un
mundo más igualitario, justo y pacífico», en RODRÍGUEZ ALCÁZAR, F. Javier (ed.)
Cultivar la paz. Perspectivas desde la Universidad de Granada, Granada, pp. 125-132.
7.Una excelente crítica a esta perspectiva simplista en CARROLL, Berenice A. (1987)
«Feminism and pacifism: Historical and theoretical connections», en PIERSON, Ruth Roach
(ed.) Women and Peace. Theoretical, Historical and Practical Perspectives, Londres, pp.
2-28. Cfr. también THOMPSON, Dorothy (1987) «Women, peace and history: Notes for
an historical overview», en PIERSON, Ruth Roach, Op.cit., pp. 29-41.
102
Mª elena dÍez jorge y mª dolores mirÓn pÉrez
mujeres que emplearon la violencia, y hombres que regularon pacíficamente los conflictos. En realidad, la mayoría de los conflictos han sido
resueltos de forma pacífica, y ello incluye los políticos, tradicionalmente
ámbito de los hombres.
No obstante, la violencia sigue apareciendo como excepcional en las
mujeres, y de ahí que se la considere más grave e inhumana cuando es
ejercida por ellas. De este modo, podemos afirmar que, de forma mayoritaria, la experiencia femenina ha sido, ante todo, una experiencia
pacífica. Recuperar las experiencias de las mujeres significa también,
en buena medida, recuperar las experiencias de la paz. 8
2. ESTUDIOS DE LA PAZ Y ESTUDIOS DE GÉNERO:
CONVERGENCIAS DE PARTIDA
Teniendo en cuenta lo desarrollado anteriormente, es patente la amplia conexión temática entre los Estudios de la Paz y los Conflictos (o
Investigación para la Paz) y los Estudios de Género (también llamados
Estudios de las Mujeres y Estudios Feministas). Pero las convergencias
no se detienen aquí.
Hay que señalar, en primer lugar, que ambos estudios nacieron de la
necesidad de dotar de un cuerpo teórico sobre el que fundamentar unas
reivindicaciones y actividades prácticas, y sobre el que pensar sus propuestas de cambio. En este sentido, los Estudios de la Paz y los Conflictos y
los Estudios de las Mujeres y del Género están directamente vinculados
a dos de los movimientos sociales más importantes e influyentes de los
últimos dos siglos: el pacifismo y el feminismo. Ambos tienen como objetivo transformar la sociedad para construir un mundo mejor: el primero
reivindicando los métodos de regulación pacífica de conflictos frente a la
notoriedad de la guerra y la violencia y el segundo superando el sistema
patriarcal de dominación de los hombres sobre las mujeres.
En ambos casos, el objetivo de transformar una realidad conllevaba y
conlleva transformar el conocimiento científico tradicional. En este sentido,
otro punto de contacto surge de una situación negativa. Hablar de mujeres y
paz supone hablar de una doble marginación. Por un lado, el conocimiento
científico tradicional se ha desarrollado desde la perspectiva androcéntrica,
8.MARTÍNEZ LÓPEZ, Cándida – MIRÓN PÉREZ, María Dolores, Op. cit.
paz y gÉnero. debates y coincidencias...
103
es decir, desde el enfoque y el lenguaje masculinos, utilizando posteriormente los resultados como válidos para la generalidad de los individuos,
y marginando o invisibilizando por tanto a las mujeres. También se han
centrado en la investigación de lo público, asociado a lo masculino, y ha
considerado marginal o ahistórico —y en consecuencia no merecedor de
análisis— lo privado, asociado a las mujeres. Por otro, se ha centrado en
el estudio de los hechos políticos y, sobre todo, de las guerras, excluyéndose la experiencia pacífica de la humanidad. Tradicionalmente se han
destacado las respuestas, experiencias y actitudes violentas que han sido
sistematizadas y consideradas como objetos científicos incuestionables.
Ello es especialmente evidente en el ámbito de la Historia, que como
disciplina ha abarcado un espectro minoritario de la experiencia humana:
las mujeres constituyen la mitad de la humanidad; la mayor parte del
tiempo, para hombres y para mujeres, ha sido tiempo de paz. 9
Esto significa que estudiar la paz o a las mujeres significa de partida
transformar profundamente el conocimiento científico. Los Estudios
de la Paz y los Conflictos recuperan una historia silenciada como es
la de la paz en la que no estamos acostumbrados a pensar, careciendo
de herramientas metodológicas y conceptuales para sistematizarla y
comprenderla. Ponen de manifiesto la necesidad de una relectura de la
historia, desde todas las disciplinas, en la que se había destacado tradicionalmente como motor principal la violencia y la guerra. Del mismo
modo, los Estudios Feministas no sólo visibilizan a las mujeres, sino
que contribuyen a analizar y entender las sociedades en su conjunto y,
por tanto, a poner las bases para su transformación. Suponen, por tanto,
una redefinición de todos los grandes temas de las ciencias sociales,
recorren todos los ámbitos y niveles de la sociedad y abren un espacio
teórico nuevo al desvelar y cuestionar tanto los mecanismos de poder
patriarcales más profundos como los discursos teóricos que pretenden
legitimar el poder patriarcal.
Se observa, por tanto, que ambas corrientes de estudio son básicamente
innovadoras y transformadoras de la ciencia tradicional, tanto en temáticas
como conceptual y metodológicamente. Aportan nuevas formas de interrogar la realidad, con el fin de explicar aspectos de ésta que no habían
sido tenidos en cuenta antes. Ambas han aportado categorías de análisis
y conceptos básicos: revisión del concepto conflictos y su dimensión,
9.MARTÍNEZ LÓPEZ, C., Op. cit.
104
Mª elena dÍez jorge y mª dolores mirÓn pÉrez
violencia estructural, paz imperfecta... (Estudios de la Paz); género, patriarcado, sistema sexo-género... (Estudios de las Mujeres). Ambas tienen,
necesitan, un carácter interdisciplinar porque la paz y el género operan en
todos los ámbitos y los marcos teóricos monodisciplinares son demasiado
estrechos para la investigación para la paz y la teoría feminista, de ahí la
necesidad de establecer interconexiones entre modelos y teorías. A pesar
de todas estas convergencias de partida, los Estudios de Género y los
Estudios de la Paz han tendido más a ignorarse que a colaborar.
3. EL GÉNERO DESDE LOS ESTUDIOS DE LA PAZ Y LOS
CONFLICTOS
Brevemente podemos resumir los principales temas que han dominando
en los Estudios de la Paz en los últimos años y que podemos agrupar en
cuatro bloques: conflictos armados y desarme, problemas relacionados con
el subdesarrollo, el tema de la justicia social y por supuesto los derechos
humanos. A estos temas debemos añadir otros bloques importantes dedicados a la educación para la paz así como a las preocupaciones medioambientales. Otras líneas que nos parecen relevantes, aunque trabajadas en
menor medida, son la reconstrucción de la historia de la paz, los medios
de comunicación y la paz, y el género y paz entre otras.
A pesar de todo ello, la relación entre mujeres y paz en los ámbitos
institucionales es una realidad muy presente desde los años ochenta,
momento en el que se inician diversos encuentros organizados por la
UNESCO en los que, y partiendo de iniciativas organizadas por y sobre
mujeres, éstas defienden y plantean que uno de sus temas principales es
la paz. No es por tanto una relación visibilizada primigeniamente desde
los estudios de la paz ni desde las instituciones que la promueven, sino
desde las mujeres y las organizaciones feministas. Baste recordar las
críticas que recibió el informe del Secretario General de la ONU sobre
el «Programa de Paz: diplomacia preventiva, establecimiento de paz y
mantenimiento de la paz» en 1992 por no contener la perspectiva de
género ni contar con las mujeres.10 Desde entonces, y hasta la actualidad,
10.El texto ha sido publicado en BREINES, Ingeborg – GIERYCZ, Dorota – REARDON,
Betty A. (2002) Mujeres a favor de la paz. Hacia un programa de acción, Madrid, pp.
291-315.
paz y gÉnero. debates y coincidencias...
105
se ha producido un notable incremento del interés por este tema, sin
olvidar que las mujeres activistas por la paz, a lo largo de la historia, y
de una manera contundente, han tenido muy claro que el género es una
parte fundamental en cualquier tema relacionado con la paz.
Un momento sin duda relevante fue la Conferencia de Beijing celebrada
en 1995. El lema fue claro al relacionar la paz con la igualdad entre
hombres y mujeres, implicando en este cambio a los hombres. Para la
consecución de estos fines plantean en primer lugar, y es en nuestra opinión lo más interesante, el empoderamiento de las mujeres, recuperando,
fomentando e incentivando su liderazgo en la resolución de conflictos y
en los movimientos en defensa de la paz. En un segundo plano se recoge
la necesidad de establecer medidas para la alfabetización y erradicación
de la pobreza que afectan esencialmente a mujeres y niños. 11
Ese mismo año, la UNESCO difunde la «Declaración sobre la Contribución de las Mujeres a una Cultura de Paz», iniciando un programa
específico bajo el lema «Mujeres y Cultura de Paz». Del mismo modo,
asociaciones tan relevantes como International Peace Research Association
(IPRA) crea una comisión específica sobre género (Gender and Peace
Commision). En el año 2001 la Junta de Andalucía pone en marcha el
«Plan Andaluz de Educación para la Cultura de Paz y No violencia»,
entre cuyos puntos de partida está la igualdad entre hombres y mujeres.12
Hay un principio básico en el que ha habido un consenso general en
todas estas instituciones, normas y programas y es que no habrá cultura
de paz sin la igualdad entre hombres y mujeres.
Si nos damos cuenta, las principales aportaciones se han hecho desde
la voz de las mujeres y reclamando la presencia de las mujeres, siendo
necesario en el momento actual dar un salto cualitativo hacia una visión de género más integral que incluya a hombres y mujeres, aunque
para ello es preciso avanzar mucho más en las nuevas masculinidades
paralelamente a la fundamental tarea de visibilizar a las mujeres y sus
experiencias y actitudes.
11.Texto publicado en INSTITUTO DE LA MUJER (1996) Declaración de Beijing y
Plataforma para la Acción, Madrid, 1996.
12. Plan Andaluz de Educación para la Cultura de Paz y Noviolencia, Junta de Andalucía,
Consejería de Educación y Ciencia, 2001.
106
Mª elena dÍez jorge y mª dolores mirÓn pÉrez
3.1. Principales debates: presencias y ausencias
En lo que respecta a las mujeres activistas por la paz, una de sus
principales preocupaciones y debates ha sido y es la inclusión de las
mujeres en la política de paz ante su tradicional exclusión en los puestos
más altos de poder, donde se toman decisiones sobre paz, seguridad y
regulación de conflictos. Se han hecho propuestas interesantes al respecto,
como fue la resolución 1325 del Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas en el año 2000.13 En dicha resolución se destaca el papel de las
mujeres en la prevención y solución de conflictos así como su situación
como víctimas de los conflictos. Por todo ello se establecen una serie
de exigencias que engloban primeramente la necesidad de reconocer y
hacer partícipes a las mujeres en los diferentes niveles de toma de decisiones para la prevención y gestión de los conflictos; en segundo lugar
la necesidad de incluir la perspectiva de género tanto en la formación
de los gestores de los conflictos como en las medidas que se toman en
situaciones de conflicto y post-conflicto; y en tercer lugar luchar contra la
continua violación de los derechos de las niñas y mujeres. Sin embargo,
gran parte de las propuestas no se han cumplido.
Las exigencias para que las mujeres tengan una presencia importante
en las esferas de poder son absolutamente lógicas y necesarias ya que
partimos de la diversidad de formas entre hombres y mujeres de analizar,
afrontar y regular los conflictos. Eliminar una rica experiencia, obviar la
capacidad creativa de resolución de conflictos que por su rol de género
han tenido las mujeres, es absurdo, ineficaz y empobrecedor. A ello
debemos añadir que las prioridades de las agendas políticas de hombres
y mujeres en materia de paz son diferentes ya que, por lo general, las
mujeres dan prioridad a temas como la cooperación y la solidaridad, la
educación y el medioambiente, además de ofrecer una forma diversa de
hacer política, todo ello debido a los roles de género aprendidos en un
sistema patriarcal dominante. Por todo ello se exige que no se haga uso
de las mujeres para defender propuestas de paz donde no han contribuido
sino que se las haga partícipes del diseño de los programas de paz y de
la toma de decisiones.
Esta ausencia de las mujeres en las esferas de toma de decisiones en
materia de paz, contrasta con el reconocimiento de las mujeres como
13.Texto consultable en diferentes idiomas en la página web de las Naciones Unidas
paz y gÉnero. debates y coincidencias...
107
agentes de paz. Los puntos fundamentales de atención han sido aquellas mujeres que han sido activistas por la paz ante un conflicto o una
situación injusta con perfiles destacados, como las mujeres que han sido
premios Nobel de la Paz. Las mujeres aparecen citadas con nombres
y apellidos y con hechos políticos concretos. Pensemos además en las
líderes e integrantes de movimientos como las Mujeres de Negro, las
Madres de la Plaza de Mayo, las madres de soldados en Rusia... En
este sentido ha sido clara la llamada de atención de algunas feministas
y activistas por la paz en querer que las mujeres no se presenten sólo
como víctimas sino también como agentes de cambio. La investigación
también debe ir encaminada en esta línea. 14
Más novedosa resulta la línea de investigación que profundiza en las
mujeres como agentes de paz en su quehacer diario, con su capacidad
de mediación y regulación pacífica de conflictos en los distintos ámbitos
sociales (familiares, profesionales...). Papeles aprendidos en un sistema
patriarcal y ejercidos desde su propio rol de género, y aquí radica la dificultad que ha sido bien planteada por Jacqueline Adhiambo-Odoul, quien
señala que uno de los grandes retos de las mujeres que quieren contribuir
a la cultura de paz es cómo desarrollar un marco de referencia para la
igualdad de género que no olvide las destrezas y actitudes positivas que
provienen de un marco tradicional.15 En cierta manera coincide con el
debate planteado por el pensamiento maternal, como veremos más adelante. El marco conceptual y de referencia de esta línea de investigación
sobre las experiencias pacíficas que han ejercitado tradicionalmente las
mujeres, es complejo y sin duda de enorme trascendencia, ya que nos
vincula directamente con la recuperación de la historia de la paz y de la
historia de las mujeres, nos asoma a las complejas relaciones humanas
centradas en los procesos de socialización y los hábitos aprendidos de
una cultura patriarcal, violenta y militarizada que se ha impuesto como
14.Vid. BIRCKENBACH, Hanne-Magret (2002) «Cooperación y crítica: consideraciones
preliminares feministas sobre el Programa de Paz», en BREINES, Ingeborg – GIERYCZ,
Devota – REARDON, Betty A. Op. cit., pp. 149-166. Aunque no actualizado sobre las
premios Nobel véase ESCRIBANO DE LA MATA, Lydia (1998) Hacia un mismo ideal.
Las diez mujeres Premio Nobel de la Paz, Madrid. Para los diferentes movimientos MAGALLÓN, Carmen. Op. cit.
15.ADHIAMBO-ODOUL, Jacqueline (2002) «Técnicas tradicionales de mediación y
contribución de las mujeres a una Cultura de Paz», en BREINES, Ingeborg – GIERYCZ,
Devota – REARDON, Betty A. Op. cit, pp. 235-246.
108
Mª elena dÍez jorge y mª dolores mirÓn pÉrez
dominante y la necesidad de desaprender esas conductas aprendidas
pero sin despreciar las experiencias positivas que hombres y mujeres
también han desempeñado.16
Son quizás estas experiencias, estas actitudes, las que hacen que en
algunos aspectos la paz sea percibida y vivida de manera diferente por
hombres y mujeres. Frente a los tradicionales de seguridad o de diplomacia oficial, el concepto de paz se ve enriquecido con las aportaciones
que hacen las mujeres al pedir de una forma clara y contundente que
la paz debe incluir forzosamente la igualdad entre hombres y mujeres,
entre integrantes de diversas culturas. Además se aprecia una especial
atención al tema de la educación en todas sus dimensiones, tanto la
formal e institucional como la no formal a través de los medios de
comunicación, las artes, o la diversidad de las familias.
No podemos obviar la importancia que el tema de las mujeres y la
guerra ha tenido y tiene con importantes monografías al respecto. Desde
el estudio de casos específicos hasta recorridos históricos que arrancan
desde la antigüedad y llegan hasta el mundo contemporáneo, abarcando las diversas perspectivas, desde las mujeres como víctimas de los
conflictos armados hasta su participación en la guerra ya sea desde su
propio papel de género o bien transgrediendo las normas y empuñando
las armas. Sin embargo, hay que destacar que hay unanimidad en las
investigadoras en destacar no sólo los papeles de género atribuidos a
las mujeres durante un conflicto armado, sino especialmente el discurso
de rechazo a la guerra que muchas de estas mujeres han defendido y el
abanico de soluciones a los conflictos más allá de la fuerza, esencialmente
con el diálogo y la mediación.17
16.En esta línea de investigación se incluye el trabajo MIRÓN PÉREZ , Mª Dolores
– MARTÍNEZ LÓPEZ, Cándida – DÍEZ JORGE, Mª Elena – SÁNCHEZ ROMERO, Margarita – MARTÍN CASARES, Aurelia (2004) Las mujeres y la paz: génesis y evolución
de conceptualizaciones, símbolos y prácticas, Madrid.
17.Un recorrido histórico sobre las mujeres y la guerra en NASH, Mary – TAVERA,
Susanna (eds.) (2003) Las mujeres y las guerras. El papel de las mujeres en las guerras de
la Edad Antigua a la Contemporánea, Barcelona; RIUS GATELL, Rosa (ed.) (2006) Sobre
la guerra y la violencia en el discurso femenino (1914-1989), Barcelona. Muy ilustrativo es
el libro de ADIE, Kate (2003) Corsets to Camouflage. Women and War, Londres. Algunos
capítulos interesantes en la ya clásica obra de DUBY, George – PERROT, Michelle (2000)
Historia de las mujeres, Madrid, especialmente el volumen dedicado al siglo XX.
paz y gÉnero. debates y coincidencias...
109
Pero como indicábamos anteriormente, el género no incluye sólo
abordar y visibilizar el papel de las mujeres sino también el de los
hombres, abarcable esencialmente desde dos perspectivas. Por un lado
el tradicional rol masculino exigido en el sistema patriarcal, porque no
olvidemos que los hombres también son víctimas de la violencia que el
patriarcado les ha exigido con el aprendizaje de la dominación sobre el
otro, la «virilidad», la militarización. Por otro alentar nuevas expectativas
en los hombres, lo que ha venido a denominarse como nuevas masculinidades. En 1997, y auspiciado por la UNESCO, tuvo lugar en Oslo
un encuentro sobre los roles de los hombres y la masculinidad desde la
perspectiva de una cultura de paz. Las conclusiones del informe resultaron
muy interesantes, ya que se puso de manifiesto que existe una amplia
diversidad de masculinidades aunque hay una hegemónica basada en el
dominio y la respuesta violenta ante los conflictos.
Los saltos cualitativos se están produciendo en la investigación al abordar el género en toda su integridad, hombres y mujeres, con propuestas
como la de ciudadanía compleja von identidades diversas en la que se
apuesta por una convivencia pacífica, siempre imperfecta, entre hombres
y mujeres, y partiendo del aspecto enriquecedor de los conflictos. 18
3.2. De la Violencia de Género a la Paz de Género
Hemos indicado algunas de las líneas de investigación frecuentes o
más relevantes desde la Investigación para la paz sobre el género. Ahora
bien, debemos preguntarnos por cómo se ha tratado el tema de las mujeres y la paz desde los estudios e instituciones que promueven la paz.
Sin duda, la perspectiva más relevante y desde la que se han abordado
en muchas ocasiones las líneas anteriormente citadas ha puesto a las
mujeres como víctimas de la discriminación, víctimas de las injusticias,
víctimas de los conflictos y de las guerras. En este sentido se constata
un número importante de informes, estudios y bibliografía sobre la
violencia contra las mujeres en los conflictos armados. En ocasiones
18.SALAZAR BENÍTEZ, Octavio (2005) «La ciudadanía compleja como fundamento
de la paz social», en MUÑOZ, Francisco A. – HERERA, Joaquín – MOLINA Beatriz
– SÁNCHEZ, Sebastián (2005) Investigación de la Paz y los Derecho Humanos desde
Andalucía, Granada, pp. 351-384.
110
Mª elena dÍez jorge y mª dolores mirÓn pÉrez
llevan aparejados estudios sobre la participación de las mujeres en
los ejércitos, de tal manera que es frecuente la confrontación entre las
«mujeres violentadas», que representan cifras estremecedoras, frente a
las «mujeres violentas», e integrantes de las fuerzas armadas, que representan escasos porcentajes.
Al hablar de las mujeres y la paz lo hacemos con las lentes de la
violencia, situación que responde a diversas causas. Una de ellas es la
presentación tradicional de las mujeres como víctimas del sistema patriarcal que se ha hecho por parte de algunos sectores, de tal modo que
las mujeres aparecen en la historia principalmente como víctimas, y en
muchos casos víctimas pasivas de la violencia. Sin obviar esta respuesta,
las mujeres también han transgredido, han sido y son sujetos activos de
la historia con capacidad de transformación, de dinamismo, de cambio.
No sólo han sido víctimas sino también protagonistas de la historia. Por
otro lado, la sobredimensión de la violencia en nuestro pensamiento y en
la historiografía nos hace que nos parezca «más demostrable y científica»
la violencia frente a la paz. Nos faltan herramientas metodológicas y
conceptuales para sistematizar y pensar en la paz.
En este marco en el que estamos inmersos, y no sólo en la investigación, se entiende que en declaraciones como el «Informe del Encuentro
del Grupo de Expertas sobre contribución de las mujeres a una Cultura
de Paz» llevado a cabo en Manila en 1995, se hiciera un primer diagnóstico de la cultura de la violencia mientras que la paz se encuadra en las
«aspiraciones y sueños»; de igual modo, en la declaración final se trata
primeramente la situación de víctima de las mujeres para en un segundo
plano destacar su papel como transformadoras y agentes de paz. 19
Si nos acercamos al género es abrumadora la cantidad de estudios
que se han dedicado a la violencia de género. Pero también desde la
Investigación para la paz, porque como han defendido algunas investigadoras, la violencia que ejercen los hombres contra las mujeres es el
modelo paradigmático de violencia, la violencia contra las mujeres se
constituye como base de la violencia.20 Hay que analizar, especificar e
19.Textos reproducidos en BREINES, Ingeborg – GIERYCZ, Devota – REARDON,
Betty A. Op. cit.
20.MAGALLÓN PORTOLES, Carmen (1998) «Sostener la vida, producir la muerte:
estereotipos de género y violencia», en FISAS, Viçenc (ed.) El sexo de la violencia. Género
y cultura de la violencia, Barcelona, pp. 93-116.
paz y gÉnero. debates y coincidencias...
111
investigar sobre esta lacra social pero también se hace necesario recuperar,
pensar y proponer las relaciones de equilibrio, armonía que han existido
o pueden existir entre los sexos. Hay que estudiar las potencialidades de
las mujeres pero también de los hombres y la capacidad que han tenido
ambos de ir regulando y especialmente de ir transformando una clara
situación de desequilibrio que ha creado el sistema patriarcal. En términos
del investigador Francisco A. Muñoz, se podría plantear la posibilidad
de pensar en la paz de género, buscando las combinaciones de roles
masculinos y femeninos que no sean asignados sino compartidos por
hombres y mujeres y que hagan posible que unos y otras puedan atender
a sus necesidades y deseos sin marginar ni invisibilizar a la otra parte.
3.3. Investigación para la Paz con perspectiva de Género
Queremos hacer una especial llamada de atención al estado de la
cuestión en el plano de la investigación. Bien es cierto que todavía
sigue acaparando mayor interés y cuantía económica la investigación
militar que la de los estudios de la paz. Hay muchas declaraciones
sobre la necesidad de incentivar los estudios e investigaciones para la
paz, pero que en ocasiones se quedan en meras intenciones que luego
no se llevan a la práctica, en ocasiones por falta de voluntad política,
en otras por un claro desconocimiento de evaluadores e informadores
sobre estos temas, su interdisciplinariedad y su complejidad que hacen
que finalmente parezca más claro subvencionar un proyecto destinado a
investigar la violencia que la paz. Nos esperanza especialmente la Ley
27/2005 de 30 de Noviembre de 2005 promulgada en el Estado español
para el fomento de la educación y la cultura de paz donde se promueve
la Investigación para la paz de una forma clara y precisa, aunque sobre
el tema del género no se especifica nada más que la instancia que se
hace al Gobierno a eliminar toda forma de discriminación y entre ella
la dirigida contra la mujer.21
En lo que respecta a la investigación, el género no siempre se ha
incluido en las declaraciones, normas, leyes y concursos que sobre la
21.Publicada en el Boletín Oficial del Estado (BOE), nº 287, 1 de diciembre de 2005.
Una revisión actualizada de la Investigación para la paz, aunque en un contexto concreto,
en MUÑOZ, F. A. – HERERA, J. – MOLINA B. – SÁNCHEZ, S., Op. cit.
112
Mª elena dÍez jorge y mª dolores mirÓn pÉrez
paz se han promulgado. Queremos destacar algunas en las que sí se ha
hecho referencia explícita como en el «Informe del Encuentro del Grupo
de Expertos en Género y el Programa Paz « que tuvo lugar en 1994 en
Nueva York. En dicha declaración, además de pedir la inclusión de las
mujeres en los procesos de paz, de plantear cambios en el concepto de
paz y especialmente desmitificar la eficacia de la violencia, y de pedir
la igualdad entre hombres y mujeres, dedica un apartado a los temas de
investigación donde se exige que la investigación sobre la paz incluya
temas de género a la vez que se plantea que la investigación sobre la
paz debe revelar la eficacia de la participación de las mujeres en los
procesos de paz.
Del mismo modo, en el «Informe del Encuentro del Grupo de Expertas
sobre Contribución de las Mujeres a una Cultura de Paz», en Manila,
1995, se dedica un apartado a la investigación, donde se reconoce la
necesidad de descubrir y visibilizar las experiencias de las mujeres en
la construcción de una cultura de paz, además de integrar el enfoque
de género en toda Investigación para la paz, así como la perspectiva
multicultural y la metodología multidisciplinar.
Ya hemos ido señalando las relaciones históricas entre mujeres y paz,
una realidad que necesita que la Investigación para la paz y las investigaciones de género acerquen y aúnen esfuerzos e inquietudes comunes.
Y aunque ha habido ciertas reticencias, como se indicará más adelante,
hay grandes puntos comunes de partida, al tratarse de dos objetivos
científicos que han sido silenciados tradicionalmente en las academias
y en la investigación y que surgen en la segunda mitad del siglo XX
con importantes aspectos renovadores, con nuevas propuestas metodológicas y conceptuales, entre las que destaca la multidisciplinariedad
y transdisciplinariedad. Porque tienen campos temáticos absolutamente
básicos como son la regulación de conflictos desde la perspectiva de
género con una especial incidencia en las experiencias y actitudes pacíficas que por su rol de género han desempeñado tradicionalmente las
mujeres. Porque se están dando coincidencias como la deconstrucción
y desmitificación biológica de la violencia y el género en la especie
humana, que nos lleva a afirmar desde la Investigación para la paz que
la guerra es una invención social igual que desde la Investigación feminista reconocemos la invención social de la dominación masculina,
haciendo ambas hincapié en los procesos de socialización. Por ello,
la Investigación para la paz y la Investigación feminista plantean la
deconstrucción de ciertos mitos y estereotipos y ambas proponen la
paz y gÉnero. debates y coincidencias...
113
construcción de un nuevo discurso. 22 Porque si la investigación debe
tener una proyección en la sociedad, creemos que en ambos casos la
demanda social es clara.
4. LA PAZ DESDE LOS ESTUDIOS DE LAS MUJERES Y DEL
GÉNERO
En cuanto a los Estudios de las Mujeres y del Género, los temas que
principalmente se abordan son los discursos de género y la construcción
del género, la crítica de las fuentes y de la ciencia tradicional, la mujeres
en relación con la ciudadanía y el poder político, el matrimonio y la
familia, etc. En ellos, la repercusión de las teorías de paz y conflictos
ha sido mínima, incluso en temas en los que se produce una conexión
profunda, Por ejemplo, en lo que respecta a los discursos de género y el
tema de la ciudadanía, si bien se aborda constantemente la cuestión de la
exclusión de las mujeres de la guerra, no se suele hacer para reflexionar
en torno a su relación con la paz, sino dentro del marco explicativo de la
exclusión del poder político. En otro tema trascendental en el feminismo,
la violencia de género, sobre el que la bibliografía es abundantísima, sobre
todo en los últimos años, la perspectiva ha sido sobre todo psicológica y
jurídica, siendo la repercusión de los conceptos de paz y conflictos, en
especial los de violencia estructural o violencia cultural, mínima. 23 Por
otro lado, dentro del los mismos estudios que aúnan la perspectiva de
género con la de paz, se ha tendido a hablar poco o nada de la violencia
de género, salvo aquélla relacionada directamente con la guerra. Otros
dos temas que están cobrando gran empuje en los últimos años son los
22.Cfr. MARTÍNEZ GUZMÁN, Vicent (1998) «Género, paz y discurso», en FISAS, V.
Op. cit., pp. 117- 134.
23.En realidad, la principal aportación en este sentido fue la de BROCK-UTNE, Birgit
(1989) Feminist Perspectives on Peace and Peace Education, Nueva York, pp. 39-64, quien
aplicó los conceptos vigentes entonces en la teoría de paz y conflictos a la violencia de
género, en un intento de que ésta pasara a formar parte esencial de cualquier teoría sobre
la violencia. Aunque su obra es un clásico, bastante citado, en la literatura sobre mujeres
y paz, cabe destacar el poco eco que ha tenido tanto en la teoría feminista general como
en la de paz y conflictos. En una línea similar, WARREN, Karen J. – CADY, Duane L.
(1994) «Feminism and peace: Seeing connections», Hypatia 9/2, 4-20; CONFORTINI,
Catia C. (2006) «Galtung, violence, and gender: The case for a Peace Studies / Feminism
alliance», Peace & Change 31, 333-367.
114
Mª elena dÍez jorge y mª dolores mirÓn pÉrez
de multiculturalismo y globalización, aunque rara vez son abordados
desde una explícita perspectiva de paz. 24
No obstante, en los últimos años se está produciendo una abundante
literatura sobre la asociación entre mujeres y paz. Esta bibliografía, surgida en el seno del movimiento feminista pacifista, se viene centrando
fundamentalmente en la movilización consciente y organizada de mujeres
en favor de la paz en el siglo XX y la participación de las mujeres en la
regulación de conflictos actuales25. Sin duda, se trata de una aportación
necesaria, en unos tiempos turbulentos donde la violencia parece imponerse como método más fácil y atractivo de resolución de conflictos
y, por tanto, donde es preciso visibilizar las experiencias de regulación
pacífica de conflictos, y entre ellas las de las mujeres. Sin embargo,
esta línea de estudio sigue siendo minoritaria dentro de la Investigación
feminista tanto en Historia como en las demás disciplinas. 26
Esta falta de interés por la Investigación de la paz deriva en buena
parte de la desvinculación mayoritaria entre feminismo y pacifismo,
aun cuando a menudo coincidan en sus preocupaciones. Por ejemplo
en los estudios sobre las distintas corrientes y debates del movimiento
feminista no aparecen apartados de entidad dedicados al feminismo
pacifista. Una desvinculación que está estrechamente unida al debate
—a veces abierto enfrentamiento— entre feminismo de la igualdad y
feminismo de la diferencia.
24.Para una síntesis reciente en torno a estos temas, ver AMORÓS, Celia – MIGUEL,
Ana, Op. cit.
25.Destaquemos, entre otros, ALONSO, Harriet Hyman (1993) Peace as a Women’s
Issue. A History of the US Movement for World Peace and Women’s Rights, Syracuse;
SWERDLOW, Amy. (1993) Women Strike for Peace. Traditional Motherhood and Radical
Politics in the 1960s, Chicago; PIERSON, Michael (1994) All her Paths are Peace. Women
Pioneers in Peacemaking, Est Hartford; SCHOTT, Linda K. (1997) Reconstructing Women’s
Thoughts. The Women’s International League for Peace and Freedom Before World War
II, Stanford; KELLEY, Colleen E. – EBLEN, Anna (2001) Women who Speak for Peace,
Oxford; OLSSON, Louise – TRYGGESTAD, Torunn L. (eds.) (2001) Women and International Peacekeeping, Londres. Ver asimismo el interesante monográfico «Feminism and
Peace», de Hypatia, 9/2 (1994).
26.En la historiografía española destacamos desde la historia la dedicación a este tema
del VI Coloquio Internacional de la Asociación Española de Investigación Histórica de
las Mujeres, celebrado en 1998, y publicado en AGUADO, Anna (ed.) (1999) Mujeres,
regulación de conflictos sociales y cultura de la paz, Valencia, donde, sin embargo, fueron
mayoría los temas de contemporánea. También el dossier «Mujeres, paz y regulación de
conflictos», coordinado por Cándida Martínez López, en Arenal, 5/2 (1998), 239-337. Sobre
paz y gÉnero. debates y coincidencias...
115
4.1. Los debates del feminismo: maternalismo, igualdad y paz
Para entender la situación actual, hay que abordar la historia del
movimiento feminista desde sus inicios en el siglo XVIII y la importancia que tuvo en un principio en él el maternalismo, es decir,
la adopción del papel de madre como rasgo identitario para todas las
mujeres. Desde esta perspectiva, se reivindicaba el papel maternal de
las mujeres como valioso para el espacio público. 27 En los tiempos del
sufragismo la conexión con el pacifismo era explícita. Una de las primeras y principales argumentaciones para pedir el voto de las mujeres era
que ellas, como madres dadoras de vida defenderían la vida y votarían
siempre contra la guerra. Aunque en el mismo seno del sufragismo
hubo quienes no compartían estas ideas, no se produjo una separación
entre ambas posturas. Ésta llegaría con los grandes conflictos armados
de la primera mitad del siglo XX, en que se produjo una división en
el seno del feminismo entre las que propugnaban la paz a toda costa y
las que estaban a favor de defender por las armas sus ideales políticos
y sus naciones.28
El maternalismo entró en crisis en el período de entreguerras y en
la posguerra, coincidiendo con el acceso masivo de las mujeres a los
tradicionales espacios masculinos. Esta nueva situación conllevó, por
un lado, la diversificación de papeles en las mujeres y, por tanto, una
multiplicidad en sus identidades, que ya no podían ser encuadradas
únicamente en el papel de madres. Por otro, la reacción patriarcal en
contra del acceso masivo al trabajo remunerado por parte de las mujeres
basándose en la defensa del papel maternal, acabó provocando el rechazo
el estado de la cuestión en la historia de las mujeres en el mundo antiguo, ver MIRÓN
PÉREZ, Mª Dolores (2004) «Historia de las mujeres e historia de la paz: investigación y
perspectivas en el mundo griego antiguo», en VAL VALDIVIESO, Isabel del et al. (eds.)
La historia de las mujeres: una revisión historiográfica, Valladolid, pp. 167-183.
27.RUETHER, Rosemary (1983) «Feminism and peace», Christian Century August
31-September 7, 771-776; SÁNCHEZ MUÑOZ, Cristina (2000) «La difícil alianza entre
ciudadanía y género», en PÉREZ CANTÓ, Pilar (ed.) También somos ciudadanas, Madrid,
2000, pp. 3-25.
28.Ver LIDDINGTON, Jill (1984) «La campaña de las mujeres por la paz. Historia
de una lucha olvidada», en THOMPSON, Dorothy J. (presid.) Antes muertas. Mujeres
contra el peligro nuclear, Barcelona, pp. 192-210. En en este contexto donde surge una
de las asociaciones feministas pacifistas más relevantes e influyentes, la Women’s League
for Peace and Freedom.
116
Mª elena dÍez jorge y mª dolores mirÓn pÉrez
mayoritario del feminismo a cualquier reivindicación de la maternidad, al
igual que de toda idea que defendiera algún tipo de disposición natural
de las mujeres.29
Ésta fue la postura predominante en la segunda ola del feminismo
(años 60 y 70 del siglo XX), cuyas corrientes principales se enmarcaban
dentro del feminismo de la igualdad, y que coincidió en el nacimiento
de los Estudios de las Mujeres. Sin embargo, en esta época se produjo
una importante implicación de mujeres de todas las ideologías en los
movimientos antimilitaristas. Pero desde las corrientes dominantes en
la teoría feminista se tendía a rechazar la asociación entre mujeres y
paz, ya que esta conexión derivaba de la conceptualización desigual y
discriminatoria de género que quería combatir, aparte de que esforzarse
por la paz podía significar apartarse del objetivo fundamental: lograr la
igualdad entre mujeres y hombres.30 Eso no significaba que las feministas
de la igualdad, como hemos dicho, no participaran en el pacifismo activamente, sino que disociaban su condición de mujeres de la de pacifistas.
Unas palabras de Simone de Beauvoir, la gran precursora del feminismo
de la igualdad, pronunciadas en los años ochenta, resumen la postura:
«¿Por qué las mujeres deberían estar más a favor de la paz que los
hombres? ¡Debería pensar que es un asunto que concierne a ambos por
igual!».31 No obstante, cabe señalar que la crítica al patriarcado supuso
en muchos casos una crítica a los valores militaristas de éste, que animó
a la militancia pacifista por parte de numerosas feministas. 32
Sin embargo, ya en los años setenta surgieron corrientes de la diferencia, que han ido adquiriendo mayor notoriedad a lo largo de los ochenta
y noventa y que han supuesto a menudo un regreso al maternalismo,
adaptado a los nuevos tiempos. Aunque hay diversas corrientes, lo que
une a todas ellas es la reivindicación de una cultura femenina, distinta e
incluso contrapuesta a la masculina, hacia la que se produce un rechazo.
En cambio, otorga gran importancia simbólica y teórica a la maternidad
y a la figura de la madre.
29.Cfr. SÁNCHEZ MUÑOZ, Cristina. Op. cit.
30.Sobre estas cuestiones, ver CARROLL, Berenice A., Op. cit.
31.CHWARZER, Alice (1984) After the Second Sex: Conversations with Simone de
Beauvoir, Nueva York, p. 103.
32.Ver BATES, Prue A. (2000) «Women and peacemaking», Development Bulletin
November, 77-79.
paz y gÉnero. debates y coincidencias...
117
Como el feminismo pacifista ha solido estar vinculado con el maternalismo, la separación entre feminismo de la igualdad y feminismo de
la diferencia incide en la desvinculación entre feminismo y pacifismo
y feminismo pacifista o pacifismo feminista. De ahí que, en el campo
ya de las investigaciones, el feminismo de la igualdad tienda a eludir e
incluso a rechazar los temas de paz, pese a lo cual en su seno se han
desarrollado teorías tan interesantes como la de la paz feminista (ver
infra). Pero incluso en el feminismo de la diferencia, con su reivindicación
de unos valores propios de la cultura femenina ofrecidos explícitamente
como más pacíficos, la consideración en sí misma de la paz es también
minoritaria. Uno de los mayores reproches del feminismo de la igualdad a la diferencia es que éste, o al menos sus grandes teóricas, se ha
decantado por una reivindicación más estética que práctica del mundo
de lo simbólico que por una acción que ayude a resolver los problemas
reales de las mujeres y de la humanidad en su conjunto.
4.2. El encuentro entre las mujeres y la paz en las diferentes
corrientes feministas
Entre las que se definen como feministas pacifistas y se enmarcan en
el pensamiento de la diferencia, debe hacerse notar que muchas veces
el esencialismo y la radicalización en el rechazo de todo lo masculino
les hace caer en bastantes ocasiones en el ya citado binomio simplista
mujer pacífica frente a hombre violento. Aunque es una tendencia a tener en cuenta en algunas conceptualizaciones teóricas, este binomio, no
obstante, está más presente en los argumentos esgrimidos por bastantes
movilizaciones de mujeres en favor de la paz, con poca base teórica y
muchos de ellas no declaradas feministas.
Estas situaciones y debates se reflejan en una de las corrientes más
en boga en las última décadas: el Ecofeminismo. Nacido en el seno del
feminismo radical y los movimientos antimilitaristas de los años 70 y 80,
aúna los ideales del feminismo con la protección del medio ambiente,
señalando cómo la relación de las mujeres con la política ecológica es
diferente a la de los hombres y sus estructuras de poder, basadas en
la dominación y la explotación. Aunque el ecologismo no es un movimiento en sí mismo pacifista, por más que muchas veces se asocie
a él, en el caso del Ecofeminismo esta asociación con el movimiento
por la paz es explícita en todas sus vertientes. Porque el Ecofeminismo
118
Mª elena dÍez jorge y mª dolores mirÓn pÉrez
está afectado por todas las corrientes y líneas teóricas del movimiento
feminista, de manera que da cabida a multitud de líneas de pensamiento
y de acción.33
En sus planteamientos más esencialistas, que gozan de bastante popularidad, se señala cómo las mujeres están más cercanas a la naturaleza,
y más interesadas en la conservación del medio ambiente y la paz, amenazados por el sistema patriarcal. Contraponen el poder creador de las
mujeres como dadoras de vida con las funciones y valores destructores
de los hombres (guerra y explotación).34 La vertiente de la igualdad,
minoritaria, que a veces se autodefine como Feminismo ecologista,
en cambio, defiende que la conexión entre mujer y naturaleza es fruto
de relaciones de género social e históricamente construidas, y que las
mujeres no son destructoras porque no participan en los centros de poder. Propone la ruptura de las desigualdades de género y la extensión
del concepto de cuidado —a las personas y a todos los seres vivos—,
tradicionalmente ligado a las mujeres, a toda la sociedad. 35
Precisamente desde la perspectiva de paz, se están produciendo
importantes aportaciones teóricas y prácticas acercando posturas entre
igualdad y diferencia. Desde la igualdad, se vincula la consecución de
la igualdad entre mujeres y hombres a la construcción de una verdadera
cultura de paz, en una perspectiva más amplia que la mera oposición
a la guerra. Un hecho ilustrador del acercamiento de posturas y de la
importancia creciente que se está dando a la paz en las reivindicaciones
feministas es, como ya hemos indicado páginas atrás, que el lema de
las Conferencia Mundiales sobre la Mujer, auspiciadas por Naciones
Unidas, sea «Igualdad, desarrollo y paz».
No obstante, dentro de este acercamiento destacan más quienes se
adscriben a sí mismas en el feminismo de la diferencia. Reivindican la
33.Sobre las distintas corrientes ecofeministas, ver HOLLAND CUNTZ, Barbara (1996)
Ecofeminismos, Madrid; KING, Ynestra (1998) «Curando las heridas: Feminismo, Ecología
y el dualismo Naturaleza/Cultura», en AGRA ROMERO, María José (comp.) Ecología y
feminismo, Granada, pp. 63-96; PULEO, Alicia H. (2005) «Del ecofeminismo clásico al
desconstructivo: principales corrientes de un pensamiento poco conocido», en AMORÓS,
C. – MIGUEL, A., Op. cit., pp. 121-152.
34.Por ejemplo, MIES, María – SHIVA, Vandana (1997) Ecofeminismo: teoría, crítica
y perspectiva, Barcelona.
35.Por ejemplo, AGUSTÍ HERNÁNDEZ, Teresa (1998) «Feminismo y Ecología», en
Mujeres: Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, Castellón, pp. 141-153.
paz y gÉnero. debates y coincidencias...
119
diferencia, asumiendo que los valores y prácticas femeninos, entre ellos
los de paz y la maternidad, han sido construidos histórica y socialmente
como femeninos, y pretenden incorporarlos al conjunto de la sociedad.
Frente a las posturas de la diferencia más radicales, están a favor de la
incorporación de las mujeres en los espacios y funciones tradicionalmente masculinos, pero para ello piensan que no deben masculinizarse,
en el sentido de adoptar valores y prácticas masculinos procedentes del
sistema patriarcal, entre ellos el uso de la violencia y la ideología militarista. En cambio, propugnan la «feminización» de los hombres. Por
tanto, defienden la igualdad con los hombres, pero no la identificación,
y propugnan cambios en el concepto de poder. 36
4.3. Teorías feministas y teorías de paz
Al hilo de todos estos debates, desde la teoría feminista se han desarrollado algunas teorías específicas de paz, desde diversas posturas,
pero todas ellas con el objetivo de transformar las perspectivas de los
estudios sobre la paz y el activismo pacifista, además de abrir nuevas
vías en la teoría y la práctica feministas. 37
Hay que destacar dos aportaciones teóricas, que están teniendo una gran
importancia en el feminismo pacifista y han suscitado bastante polémica
en el feminismo en general, y que han desarrollado dos nociones de corte
maternalista, pero con un nuevo sentido crítico: la ética del cuidado y
el pensamiento maternal. La noción de ética del cuidado fue acuñada
por Carol Gilligan, quien, partiendo del enfoque psicológico de Nancy
Chorodow, señalaba una distinta aproximación a la moral por parte de
mujeres y hombres.38 Así, reivindicaba una ética femenina derivada del
papel de madre, basado en el cuidado, en la predisposición para ayudar
36.Por ejemplo, MAGALLÓN PORTOLÉS, Carmen, Op. cit. La autora señala que este
binomio es producto de una construcción de género y propugna la extensión de valores
«femeninos» como el cuidado a toda la sociedad.
37.Ver un resumen de estas aportaciones teóricas en JOHN, Moolakkattu Stephen
(2006) «Feminism and Peace Studies: Taking stock of a quarter century of efforts», Indian
Journal of Gender Studies 13, 137-162.
38. GILLIGAN, Carol (1982) In a Different Voice. Psychological Theory and Women’s
Development, Cambridge; CHORODOW, Nancy (1978) The Reproduction of Mothering.
Psychoanalysis and the Sociology of Gender, Berkeley.
120
Mª elena dÍez jorge y mª dolores mirÓn pÉrez
a los demás, en una noción no egoísta de las relaciones interpersonales y
en la no violencia. Por su parte, la línea del pensamiento maternal, cuya
mayor representante es Sarah Ruddick, afirma que la especial disposición
hacia el cuidado y la atenta mirada que espera interpretar y satisfacer
adecuadamente las demandas de hijos e hijas dotaría a las madres de
un sesgo no violento, y vislumbra en la ética de la maternidad una vía
hacia una política menos agresiva.39
En ambos casos, esta ética femenina no se considera basada en una
disposición natural, sino en una práctica y una ética desarrolladas a lo
largo de los siglos en las distintas sociedades. Por tanto, puede superar
los géneros y ser asumida por los hombres. Tampoco presupone que
todas las mujeres sin excepción tengan los mismos comportamientos
éticos ni la exclusión de los varones de éstos, aunque las mujeres, por
la experiencia de siglos, estarían en una situación más apta para desarrollar actitudes de cuidado. Hay, por tanto, una reivindicación de una
diferencia específica, pero en la idea de que las actitudes y prácticas
derivadas de ella sean asumidas por toda la sociedad. No obstante, estas
teorías han sido fuertemente criticadas. 40 Por un lado, colocar la experiencia de la maternidad como rasgo identidario de las mujeres ocultaría
las diferencias culturales y personales entre las mismas. 41 Por otro, se
ha alertado contra un posible regreso a la vieja ideología exaltadora de
la «buena madre», con el consiguiente peligro de ser utilizada por el
sistema patriarcal para defender los papeles tradicionales. 42 Asimismo,
39.RUDDICK, Sarah (1989) Mathernal Thinking: Toward a Politics of Peace. Londres.
40.Ver SÁNCHEZ MUÑOZ, Cristina, Op. cit., pp. 13-15.
41.COLLINS, Patricia Hill (1990) Black feminism thought: Knowledge, conciousness
and the pursuit of empowerment, Boston; BAILEY, Alison (1994) «Mothering, diversity,
and peace politics», Hypatia 9/2, 188-198.
42.En este sentido, cabe destacar la rapidez con que la Iglesia Católica ha asumido,
aunque sea en sus rasgos más superficiales, y reelaborado la ética del cuidado como rasgo
diferencial de las mujeres, en su argumentación a favor del mantenimiento de los papeles
tradicionales. Ver, por ejemplo, en la Carta a los Obispos de la Iglesia Católica, firmada
por Joseph Card. Ratzinger y Angelo Amato, de la Congregación para la Doctrina de la
Fe: «Sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y el mundo» (Roma, 31 de
julio de 2004). Desde algunas instancias, se ha señalado que la reivindicación del arquetipo
de la mujer como cuidadora puede ser incluso utilizado para mantener el militarismo.
Ver KAPLAN, Laura Duhan (1994) «Woman as caretaker: An archetype which supports
patriarchal militarism», Hypatia 9/2, 123-133; CAPDEVILA, Rose (2000) «Motherhood
paz y gÉnero. debates y coincidencias...
121
desde algunas instancias se han apuntado los inconvenientes que podría
tener trasladar a la esfera pública ciertos valores de la relación madrehijas/os, que sería exclusiva e íntima y caracterizada por la desigualdad y
la subordinación. Sin embargo, también se ha reconocido a estas nociones
sus aportaciones al debate feminista, y en concreto, su cuestionamiento
de la concepción de la ciudadanía limitada al modelo de los derechos,
introduciendo una política de interpretaciones de las necesidades, que
reconocería las necesidades en conflicto y su plasmación en los derechos,
así como su revelación de la importancia de los aspectos relacionales
de los individuos.43
En esta línea, en los últimos años se está intentando conjugar los
presupuestos universalistas, nacidos en la Ilustración, de la ética de la
justicia, basada en la igualdad de derechos, con los de una ciudadanía más
relacional que recoja las diferencias y la ética del cuidado. 44 Es el caso
de la teoría integradora de Seyla Benhabib del universalismo interactivo,
un modelo de ciudadanía que reformula y reivindica el universalismo,
pero reconoce la pluralidad de modos de ser humano, revindicando una
democracia deliberativa basada en el principio universal de autonomía
del individuo, que presupone respeto moral y reciprocidad igualitaria.
De este modo, se sintetizan las solidaridades colectivas con identidades
pluralmente constituidas, se tornan porosas las fronteras entre lo público
y lo privado, y se trata a los individuos con las normas no sólo de los
derechos y los deberes, sino también con las de la amistad, el amor
y el cuidado.45 Nos hallamos, pues, no ante una ética femenina, sino
feminista. Aunque estas teorías no están formuladas desde una postura
explícitamente pacifista, sí incluyen y reivindican los valores de la
ecología, el antimilitarismo y la solidaridad entre los pueblos 46; y, en
and political involvement: The construction of gender and political identities», Feminism
& Psychology 10, 496-491.
43.FRASER, Nancy (1989) Unruly Practices: Power, Discourse and Gender in Contemporary Social Theory, Minneapolis.
44.Sobre las diversas opciones, ver BELTRÁN PEDREIRA, Elena (2001) «Justicia, democracia y ciudadanía: las vías hacia la igualdad», en BELTRÁN, Elena – MAQUIEIRA,
Virginia, Op. cit., pp. 191-242.
45.BENHABID, Seyla (1992) Situating the Self: Gender, Community and Postmodernism
in Contemporary Ethics, Cambridge.
46.BENHABID, Seyla (2005) «Feminismo y posmodernidad: una difícil alianza», en
AMORÓS, Celia – MIGUEL, Ana, Op. cit., vol. II, pp. 319-342.
122
Mª elena dÍez jorge y mª dolores mirÓn pÉrez
todo caso, se trata de aportaciones importantes a tener en cuenta desde
la perspectiva de paz.
La propuesta de un nuevo concepto de poder, unido a la desaparición
del sistema patriarcal, está detrás de las formulaciones de lo que se puede
definir como la paz feminista.47 El punto de partida es que los esencialismo
de género, que asocian a las mujeres a la paz y los hombres a la violencia,
forman parte de las estructuras que sustentan el patriarcado, un sistema de
dominación intrínsecamente violento, que se apoya tanto en la violencia
sobre las mujeres como en el militarismo y la guerra. Por tanto, el patriarcado articula las relaciones de poder, tanto entre mujeres y hombres
como en la sociedad en su conjunto, de forma ante todo violenta, y de
ahí que el concepto patriarcal de poder esté definido por la capacidad de
obligar y dominar. Frente a ello, la paz feminista propone una nueva lógica
de poder basada en la responsabilidad y la capacitación, en una sociedad
que ha superado el sistema patriarcal y, por tanto, las jerarquías de género
y los valores militaristas. Desde este punto de vista, no sería el hecho
de ser mujer, sino feminista —lo que incluye a mujeres y hombres—, lo
que proporcionaría una aproximación distinta a la paz. 48
Muy vinculada a esta línea de pensamiento se encuentra la noción
de justicia feminista,49 que defiende que la consecución de la paz en las
relaciones internacionales no es posible si no existe paz en las relaciones
personales. Su ideal, compartido con las teorías de la paz feminista, es
un mundo liberado del género, pues éste define tanto las diferencias
entre lo masculino y lo femenino como las jerarquías entre hombres y
mujeres, es elemento esencial del sistema patriarcal y, por tanto, lleva
aparejada necesariamente violencia. El objetivo sería alcanzar una sociedad andrógina, entendiendo ésta como aquélla donde cada individuo
elija en libertad los rasgos que prefiera, y donde las virtudes consideradas tradicionalmente femeninas o masculinas —siempre y cuando
sean virtudes de paz e igualdad— sean inculcadas a todo el mundo,
independientemente de su sexo.
47.MOURA, Tatiana (2004) «Paz feminista», en LÓPEZ MARTÍNEZ, M. (dir.), Op.
cit., pp. 893-894. Dentro de esta línea de pensamiento podemos citar a REARDON, Betty
(1985) Sexism and the war system, Nueva York; BROCK-UTNE, B., Op. cit.; BATES, P.
A., Op. cit.
48.BATES, Prue A., Op. cit., p. 78.
49.STERBA, James P. (1994) «Feminist justice and the pursuit of peace», Hypatia 9/2,
173-187.
paz y gÉnero. debates y coincidencias...
123
Como se puede observar, es común a todas estas teorías feministas de
paz, aun cuando diverjan en el proceso, la propuesta de transformación
hacia una sociedad donde la igualdad entre mujeres y hombres se vincula
a la construcción de una verdadera cultura de paz.
5. BALANCE Y PERSPECTIVAS DE FUTURO
A pesar de algunas reticencias y distanciamientos creemos que se
deben aunar los esfuerzos de los Estudios de la Paz y los Estudios
de Género. Como hemos señalado, hay trabajos en los que colaboran
personas provenientes de distintas posturas teóricas, no sólo desde el
feminismo de la igualdad y de la diferencia, sino desde la perspectiva
de género y la perspectiva de paz.
Un ejemplo de ello fue el proyecto en el que hemos participado, y en
el que estábamos presentes investigadoras del Instituto de Estudios de
la Mujer y del Instituto de Paz y Conflictos, todas feministas, aunque
con diversas posturas. Fue Cándida Martínez quien nos reunió 1999 a
un grupo de historiadoras de la Universidad de Granada para analizar
el tema desde distintas áreas de la Historia (de la Prehistoria a la Edad
Moderna, pasando por la Historia Antigua y la Historia del Arte), en
un proyecto de investigación titulado Las mujeres y la paz. Génesis y
evolución de conceptualizaciones, símbolos y prácticas. El proyecto fue
financiado por el Programa Sectorial de Estudios de las Mujeres y del
Género del Plan Nacional I+D, que concluyó en 2002, y cuyos resultados
fueron publicados dos años después. 50
El objetivo de este proyecto era recuperar la historia de las mujeres
y la paz de manera interrelacionada. Para ello, consideramos esencial
estudiar el tema en el mundo antiguo, pues fue en esta época donde
se generaron buena parte de las bases ideológicas que sustentan la civilización occidental, entre ellas los discursos sobre las diferencias de
género y la subordinación de las mujeres, y la exclusión de éstas de la
guerra. Por otro lado, el estudio de la relación entre mujeres y paz en el
mundo antiguo es esencial para comprender muchos de los mecanismos
de esta relación en las sociedades occidentales que se siguen comproban-
50.MIRÓN PÉREZ, María Dolores – MARTÍNEZ LÓPEZ, Cándida – DÍEZ JORGE,
Mª Elena – SÁNCHEZ ROMERO, Margarita – MARTÍN CASARES, Aurelia, Op. cit.
124
Mª elena dÍez jorge y mª dolores mirÓn pÉrez
do aún hoy en día, puesto que buena parte de las conceptualizaciones,
símbolos y prácticas femeninas en torno a la paz se desarrollaron en la
Antigüedad.
En todo momento procuramos evitar caer en el binomio mujer-pacífica,
hombre-violento, porque no responde a la realidad y porque oculta las
dimensiones interrelacionales y mediadoras de las dicotomías. Igualmente
somos conscientes de que esta relación de las mujeres con la paz surgió
de una situación de discriminación. Por tanto, estas experiencias, actitudes
y prácticas pacíficas de las mujeres son negativas en tanto que surgieron
de una conceptualización de género desigual. Pero también son positivas,
ya que esta experiencia pacífica femenina es una experiencia pacífica
de la humanidad, y parte de sus mecanismos deberían ser extendidos al
resto de la sociedad para construir un mundo más pacífico.
Partiendo de este marco en el que las autoras de este capítulo hemos
trabajado, proponemos algunos de los aspectos fundamentales de la relación
entre mujeres y paz que deben ser incentivados en la investigación:
A) Conceptualizaciones
Es en el tema de la paz, frente a la violencia, donde hay principalmente
más vacío historiográfico, por lo que debe haber un especial esfuerzo
en el estudio de algunos temas como: Discursos sobre las mujeres con
virtudes propias de la paz y la regulación pacífica de conflictos. Interrelación de este discurso con el de los hombres como pacificadores;
Las mujeres como depositarias de la concordia familiar o el concepto
y el campo semántico de la paz en relación con los campos semánticos
de mujer y hombre.
Este esfuerzo central sobre el concepto paz en su relación con el
género debe ir acompañado de una revisión e interrelación con las conceptualizaciones de la violencia, esencialmente en lo que se refiere a la
violencia de género y violencia en general así como a la división de los
papeles de género y exclusión de las mujeres de la guerra.
B) Símbolos
Aunque se han hecho unas primeras aproximaciones, sin duda se necesita
ahondar con mayor profundidad en temas como: La paz personificada
como mujer, símbolos femeninos como símbolos de paz (fertilidad,
maternidad, domesticidad, tejido, etc.). Personificaciones y atribuciones
paz y gÉnero. debates y coincidencias...
125
de la paz con símbolos masculinos; Los atributos femeninos de la paz y
su interrelación con los masculinos; Los rituales femeninos relacionados
con la paz y diferencias y similitudes con los masculinos o la utilización
de las mujeres para simbolizar la paz o los efectos de la guerra.
C) Prácticas
Las experiencias y actitudes pacíficas desarrolladas por las mujeres es
quizás otra de las áreas fundamentales de trabajo donde las claves deben
ser las mujeres como sujeto y su capacidad histórica de transformación
y cambio. Se hace necesario profundizar aún más en las mujeres ante
su invisibilidad, sin olvidar por ello la necesaria introducción de una
perspectiva de género más integral.
Desde la perspectiva de género algunas ideas podrían ser: La mediación; El matrimonio como alianza; La cohesión familiar y la cohesión
ciudadana; Adaptación de los mecanismos de mediación familiares a
los conflictos políticos; Las prácticas del cuidado y la paz social; Las
movilizaciones de mujeres por la paz; Las actividades diplomáticas o
el ejercicio del poder político.
Se necesita seguir profundizando especialmente en el papel de las
mujeres en temas como los mecanismos femeninos de regulación pacífica de conflictos, ya que la regulación de conflictos hecha por los
hombre se ha presentado como la universal y más practicada. Otros
temas donde hay que recuperar el papel y la voz de las mujeres es en
las movilizaciones femeninas por la paz, individuales o colectivas y en
el feminismo pacifista.
Como se puede observar, son muchos los aspectos a tratar, y seguramente nos falten otros tantos o más, lo cual da una idea de la riqueza
de la relación entre mujeres y paz y, por extensión, entre género y paz.
Estas tres áreas de trabajo –conceptualizaciones, símbolos y prácticas–,
interrelacionadas entre sí, deben ser analizadas desde la propuestas de
la paz de género como directriz transversal.
El reto es importante, como también lo es superar una serie de obstáculos generales que se plantean a todo estudio sobre mujeres y paz.
En primer lugar, y este reto es común a todos los estudios de las
mujeres y del género, es lograr que sus aportaciones sean leídas, reconocidas y empleadas por la ciencia en general, y en particular por los
Estudios de Paz y Conflictos que es el caso que nos ocupa, liberándose
también de los rasgos de androcentrismo que aún puedan contener. La
126
Mª elena dÍez jorge y mª dolores mirÓn pÉrez
paz en toda su complejidad no puede ser entendida sin tener en cuenta
la categoría de género. Por ello los Estudios de la Paz no sólo deberían
incluir a las mujeres, sino también empezar a considerar que los hombres
también están mediatizados por el género, y que éste no sólo incumbe a
las relaciones ente mujeres y hombres, sino que también impregna todas
las relaciones sociales y políticas.
En segundo lugar, que el tema de la relación entre mujeres y paz sea
plenamente aceptado por los estudios feministas de todas las tendencias.
Siempre desde una mirada crítica e integradora, lejos de esencialismos
y exclusiones empobrecedoras. Y eso incluye integrar la perspectiva de
paz en los Estudios de Género, proporcionándoles nuevas dimensiones
para entender la relación entre mujeres y hombres, otorgándoles a las
primeras mayor protagonismo como sujetos activos en la construcción de
la paz, al mismo tiempo que ofreciendo nuevas pautas para interpretar el
patriarcado en tanto sistema de dominación. Asimismo, se tendrán nuevas
perspectivas para vislumbrar qué tipo de sociedad queremos.
La visión del orden de género como garante de la paz pasa ahora
por reconocer la necesidad de un equilibrio y de una armonía entre la
diversidad, en este caso hombres y mujeres, en la que no se invisibilice y
supedite a la otra parte. Establecer este nuevo modelo de relaciones entre
los sexos pasa por erradicar la violencia, aun reconociendo la existencia
permanente del conflicto, y recuperando y reelaborando algunas pautas
que a lo largo de la historia han podido ser y podrían ser positivas y
deben ser ahora asumidas por todas las partes. Todo ello supone integrar
plenamente la paz de género dentro de la globalidad de la paz, y entender
que ésta tampoco es posible sin la paz entre mujeres y hombres.
La paz de género supone reelaborar los mecanismos pacíficos que han
podido regular los conflictos entre mujeres y hombres, pero también,
y especialmente, debe crear nuevas pautas de relación y encaminarse a
establecer un nuevo orden que contribuya a la paz social en el conflicto
entre los sexos, a la vez que recupere viejas experiencias y cree nuevos
valores de paz que sean asumidos por todos, hombres y mujeres.
127
LOS PROCESOS DE COOPERACIÓN Y CONFLICTO EN LAS
RELACIONES INTERNACIONALES: CONTINUIDAD Y CAMBIO
Inmaculada Marrero Rocha
Dpto. Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales
Universidad de Granada
1.CUESTIONES INTRODUCTORIAS: PROCESOS Y
ESTRUCTURA EN LA SOCIEDAD INTERNACIONAL
Llamamos procesos internacionales, ya sean de cooperación o conflicto1, al entramado relacional que se produce en el marco del sistema
internacional. La evolución de ese entramado relacional ha dado lugar a
la aparición de determinadas reglas y elementos organizativos que informan y condicionan las interacciones entre los actores de las Relaciones
Internacionales. Por tanto, el aspecto dinámico de la sociedad internacional es lo que se denomina proceso, en contraposición con conceptos
más estáticos como el de estructura del sistema relacional.
La estructura puede ser entendida como la configuración del poder
producto de las relaciones entre los actores. En este sentido, la conexión
entre estructura y proceso se presenta en una doble dirección. Por una
parte, los procesos erosionan una estructura de poder determinada y provocan la aparición de otra, mientras que, al mismo tiempo, la estructura
1.Coincidimos con la definición de «conflicto» que se hace en el capítulo «Una Teoría
de los conflictos basada en la complejidad» y en el inicial «Pax Orbis. Complejidad e
imperfección de la Paz». Sin embargo, en este trabajo sólo abordamos los conflictos que
se manifiestan con cierto grado de violencia y los contraponemos con la cooperación, que
no es sino una gestión pacífica de las mismas fuentes de conflictividad.
128
inmaculada marrero rocha
de poder condiciona las características de los procesos. Realmente, han
sido siempre las potencias internacionales las que han configurado la
estructura de poder, han establecido las reglas de juego en el sistema y
han determinado la «agenda internacional de problemas» 2. El número
de potencias que participaban en la elaboración de las normas de convivencia de la sociedad internacional y en su aplicabilidad ha marcado las
características de la estructura de poder —multipolar, bipolar y unipolary su permanencia en el tiempo3. Y, a pesar de que la multiplicación de
categorías de actores en las Relaciones Internacionales impide hablar
de una sociedad internacional exclusivamente de Estados, lo cierto es
que han sido éstos los principales artífices de la estructura de poder y
los que han sentado las bases para su funcionamiento. A los Estados
se les sigue atribuyendo la responsabilidad de la fragilidad, inoperancia
e inadecuación de determinadas reglas de convivencia en el marco de
la sociedad internacional, y a ellos también se les reclama la modificación o el cambio de la estructura. En consecuencia, el estudio de las
Relaciones Internacionales debe realizarse desde el conocimiento de la
estructura de poder internacional, deteniéndose en cuestiones tales como
la identificación de las grandes potencias, el orden en la jerarquía de
poderes en el plano internacional, las normas básicas de convivencia
y los vectores de cambio de la estructura, que son fundamentales para
analizar el entramado relacional de cada época histórica.
En la etapa histórica actual, nos encontramos con una estructura
internacional que está adquiriendo un carácter claramente unipolar,
en la que una sola potencia, que supera en términos globales al resto
de los Estados en atributos de poder clásicos o tradicionales —poder
económico, político, militar— y en atributos intangibles —prestigio,
difusión cultural, reputación científico-académica, entre otros— 4 quiere
2.Sobre la estructura de poder del sistema internacional en CLARK, Ian (1989) The
Hierarchy of States. Cambridge, y KENNEDY, Paul (1989) Auge y caída de las grandes
potencias. Barcelona.
3.Sobre esta cuestión se recomienda a TRUYOL y SERRA, Antonio. (1998) Historia
del Derecho Internacional Público. Madrid, pp. 101-105.
4.La teoría dualista del poder de Joseph Nye identifica como poder duro una serie de
capacidades o atributos de fuerza clásicos, como el poder militar, la coerción económica, o
la presión político- diplomática, y como poder blando a la capacidad que tiene un Estado
para que la ciudadanía de otros Estados legitimen sus políticas. Es una forma de seducción
que consiste en hacer que otros deseen lo que tú tienes mediante una serie de medios
los procesos de cooperaciÓn y conflicto...
129
consolidar su predominio a través de un cambio de las reglas básicas
del funcionamiento del sistema, que le posibiliten determinar el marco
relacional para conservar su situación de potencia hegemónica 5. Por
ello, en ocasiones, la estructura estará tan asentada y fortalecida por las
relaciones que en ella se desarrollan, y su mantenimiento puede estar
avalado por el Estado o Estados más fuertes del sistema, que son los
que realmente configuraron dicha estructura. Pero no hay que descartar
la posibilidad de que los procesos prevalezcan dejando a la estructura
obsoleta, si no traduce la configuración de poder que se extrae de un
marco relacional determinado. Entonces, el proceso de cambio en la
estructura se convierte en algo inevitable. En estas páginas nos centraremos en este aspecto más dinámico de la sociedad internacional, los
procesos, por dos motivos fundamentales: primero, porque a través del
conocimiento de los procesos se puede caracterizar la estructura del
sistema y, segundo, porque los vectores de cambio en el entramado
relacional nos proporcionan indicios sobre elementos de transformación
o bien de continuidad en la estructura internacional.
Barbé define el proceso como las redes de interacción que se originan entre los actores del sistema6. Hocking y Smith, en la misma línea,
califican los procesos internacionales de «interacciones internacionales»,
que definen como procesos políticamente relevantes de comunicación e
intercambio de actores en el sistema internacional 7. Esas redes de interacción o procesos pueden ser de cooperación o conflicto, a la vez que
se presentan con diversa intensidad, siendo la máxima manifestación de
la cooperación los procesos de integración regional y el máximo grado
de conflicto, la guerra. Por tanto, la cooperación y el conflicto son los
que promocionan los principios y el modo de vida de país que ejerce ese poder blando a
través de la promoción de su cultura, su cine, su industria o su sistema educativo, entre
otras cuestiones (NYE, Joseph S. (2003) La paradoja del poder norteamericano. Madrid,
pp. 36-63).
5.Sobre la contraposición entre hegemonía estatal y gobernanza global, véase KRAHMANN, Elke (2005) «American Hegemony and Global Governance? Competing Visions
of International Security», International Studies Review, Vol. 7, Nº 4, pp. 531-546. y
sobre el poder military como la principal fuente de hegemonía mundial de EE.UU. en
POSEN, Barry (2003) « Command and the Commons: The Military Foundation of U.S.
Hegemony», International Security, Vol. 28, Nº 1, pp. 5-46.
6.BARBÉ, Esther (2003) Relaciones Internacionales. Madrid, p. 218
7. HOCKING, Brian y SMITH, Michael (1990) World Politics. An Introduction to
International Relations. Nueva York, p. 217.
130
inmaculada marrero rocha
dos «tipos ideales» de procesos que pueden manifestarse en distintos
grados, que pueden ir, en el caso de conflicto, desde una situación de
discordia hasta un enfrentamiento armado y, en el caso de la cooperación, desde una mera coincidencia de intereses hasta una integración de
diversos ámbitos de la política estatal bajo la autoridad de instituciones
internacionales.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que se trata de dos productos
relacionales que no son simplemente identificables por varias razones. La
evolución de la sociedad internacional ha propiciado una multiplicación
de los procesos internacionales y una continua interrelación del conflicto
y de la cooperación. Como señalan Braillard y Djalili, la cooperación y
el conflicto son procesos que difícilmente pueden encontrarse en estado
puro, ya que el conflicto puede provenir de un proceso de cooperación
frustrado o derivar en un proceso de cooperación8. Por ejemplo, en el
ámbito de los procesos de integración, que constituyen la máxima expresión de la cooperación internacional, se pueden producir serios conflictos
de intereses entre actores, principalmente estatales. Al mismo tiempo, la
incompatibilidad de intereses puede dar lugar a procesos conflictuales
porque resulta imposible adaptar esas incompatibilidades o porque la
adaptación a través de la cooperación fracasa. Un ejemplo de este tipo
de situaciones puede encontrarse en el programa nuclear norcoreano,
que desde la década de los noventa es el centro de la incompatibilidad
de intereses de Corea del Norte con EE.UU. y sus aliados en la zona.
La desnuclearización de Corea del Norte ha dado lugar a procesos de
cooperación, que se han manifestado en la celebración de rondas multilaterales de negociación y hasta en la creación de una organización
internacional, hoy fallida, para la gestión del programa nuclear civil
norcoreano y, también, a procesos de conflicto que se han materializado
en la aplicación de sanciones políticas y económicas a este Estado9.
8.BRAILLARD, Philippe et DJALILI, Mohammad Reza (1989) Les relations internationales, Paris, p. 99.
9.Sobre los primeros momentos de la cooperación internacional ante el descubrimiento
del programa nuclear norcoreano en PIGRAU SOLÉ, Antoni (1997) El régimen de no
proliferación de las armas nucleares. Madrid, pp. 148-149 y 204-222 y sobre el proceso
de negociación actual y las crisis de ese proceso en KOEPKE, Jim (2006) My North Korea
Vacation. Nueva York, y CHA, Victor D. y KANG, David C. (2005) Nuclear North Korea.
Nueva York,.
los procesos de cooperaciÓn y conflicto...
131
A pesar de la intensidad y de la variedad que han experimentado los
procesos en ese continuum cooperación y conflicto, lo cierto es que los
primeros son más abundantes que los segundos y se multiplican con mayor
facilidad. Sin embargo, los procesos conflictuales tiene una repercusión
mediática mucho mayor debido a los daños que ocasionan y a su vez por
la estimulación académico-política que provocan. En efecto, la predicción, prevención y análisis del conflicto son cuestiones que obtienen un
amplio tratamiento académico-científico, además de una atención política
prioritaria. Tampoco hay que olvidar que los procesos conflictuales de
gran intensidad que han concluido en grandes guerras suelen cambiar
radicalmente la estructura del sistema. Sin embargo, la cooperación acostumbra a acomodarse y promover una estructura sistémica determinada
y es la manifestación más común de la actividad de los actores.
Evidentemente, la sociedad internacional sustenta un entramado relacional que marca diferencias con respecto a etapas históricas anteriores.
El aumento del número de actores estatales, de organizaciones internacionales y de otras categorías de actores ha propiciado un incremento de
los procesos internacionales, a la vez que éstos han crecido en intensidad
y complejidad. Además, el objeto material de los distintos procesos internacionales se ha ampliado y diversificado enormemente para incluir
temas y aspectos que tradicionalmente han sido ámbitos de la política
interna de los Estados, blindados por el ejercicio de competencias soberanas, tales como los derechos y libertades de los ciudadanos, la lucha
contra la delincuencia, la protección del medio ambiente o la gestión de
la inmigración, entre otros. Ello ha tenido como principal consecuencia
la ampliación de la agenda internacional de cooperación, como también
una internacionalización de los conflictos internos.
Este cambio en la naturaleza de los procesos internacionales ha sido
interpretado como una consecuencia de un proceso de dimensiones mayores, llamado globalización10, —al que se le atribuyen unos orígenes
10.Como señala García Pérez después del examen de la inabarcable relación de artículos
y monografías publicadas sobre globalización, realizada por Rodríguez Manzano y Teijo,
llega a la conclusión de que «Se trata de una expresión de moda cuya mera utilización
permite acreditar cualquier discurso o justificar cualquier decisión política. Se trata de
la expresión más utilizada en los últimos tiempos y, sin duda, la menos definida». En
RODRÍGUEZ MANZANO, Irene y TEIJO, Carlos (1999-2000) «Monografías y artículos
sobre globalización (1995-1998), Revista de Investigaciones Políticas y Sociológicas, Vol.
1, Nº 1, pp. 153-157.
132
inmaculada marrero rocha
casi remotos derivados del proceso de interdependencia gradual que
experimenta la sociedad internacional desde su nacimiento, que supone
un estadio más de esa interdependencia global— que, en las dos últimas
décadas, se ha agudizado y está significando la redefinición y la reestructuración del ejercicio de competencias estatales y una exclusión social
en la conducción del proceso a nivel planetario; lo que evidentemente
ha tenido eco en las relaciones de cooperación y conflicto que tienen
lugar en la sociedad internacional. Por ello, tanto la cooperación como
el conflicto serán analizados a la luz del fenómeno de la globalización,
capaz de transformar la naturaleza de determinados procesos, a la vez
que parece escapar de la esfera de control estatal.
2. LOS PROCESOS DE COOPERACIÓN ANTE EL FENÓMENO
DE LA GLOBALIZACIÓN.
Los procesos de cooperación constituyen una interacción básica del
sistema internacional y, como expone la Profesora BARBÉ, la forma
más extrema de cooperación es la integración, aunque algunos autores
entiendan los procesos de integración como una «lógica superadora del
sistema de Estados»11 . La cooperación es la manifestación predominan-
11.BARBÉ, Esther (2003) Relaciones Internacionales, op. cit., p. 226. Sobre la especificidad del fenómeno de la integración, el Profesor Liñán Nogueras señaló que (...) la
especificidad de la integración como sistema de relaciones internacionales, se enfrenta
mediante un estudio comparativo de este fenómeno con los de «relaciones hegemónicas»
y el de la cooperación que tanto que fenómenos correspondientes a diversas situaciones
históricas con condicionantes materiales distintos. Que la entidad del cambio en dichas
condiciones en el momento actual es notable intenta estudiarse en un acercamiento a las
variaciones introducidas en el contexto económico internacional en el que se hallan los
orígenes del fenómeno de integración, variaciones que al no ser iguales para la sociedad
internacional, dada la desigualdad existente en la misma, provoca la limitación regional
del fenómeno de la integración regionalidad que es, en consecuencia, una característica
sustancial del mismo y no una reducción espacial de carácter coyuntural, tal y como en
ciertas ocasiones se ha defendido. LIÑÁN NOGUERAS, Diego. J. (1978) La integración:
factor de modificación del concepto de soberanía (Contribución a la teoría evolucionista). Granada, p. 9. En 2003, Lake elaboró un estudio sobre la evolución del concepto
de soberanía a la luz del proceso de globalización en el que ponía de manifiesto como
desde los años ochenta la concepción clásica de la soberanía estaba prácticamente obsoleta
y propone una visión constructivista de la soberanía que se fundamenta en la jerarquía
los procesos de cooperaciÓn y conflicto...
133
te de la sociedad internacional, aunque pueda presentarse con distinta
intensidad. Por ello, desde el intercambio diplomático más rutinario
hasta la creación de una organización internacional en la que los Estados
miembros decidan atribuir competencias soberanas a unos órganos supranacionales pueden considerarse procesos de cooperación 12. Además, la
promoción de la cooperación para aliviar y superar problemas comunes
que no pueden tener un tratamiento de carácter exclusivamente estatal
constituye no sólo un deber moral sino, también, una obligación legal,
desde el momento en que los Estados miembros de las Naciones Unidas
se comprometieron por el Artículo 1.3 de la Carta de San Francisco a
Realizar la cooperación internacional en la solución de problemas internacionales de carácter, económico, social, cultural o humanitario, y
en el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos y a las
libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos de
raza, sexo, idioma o religión. Por esto, los Estados no suelen negar la
necesidad de cooperar ni su predisposición a hacerlo, por el contrario,
los fracasos de los procesos de cooperación normalmente se atribuyen
a la predisposición de otros a no afrontar la negociación desde la óptica
de una redistribución de coste-beneficio equitativos, y sí desde el ejercicio de poder en términos clásico-realistas. De ahí que los procesos de
cooperación siempre encierren un potencial conflictual, cuando no existe
confianza entre las partes ni reciprocidad de beneficios 13.
A pesar de la problemática de las interacciones de cooperación,
son muchas las ocasiones en las que existen necesidades e intereses
comunes, además de valores compartidos que promueven los procesos
de poder en la sociedad internacional (LAKE, David (2003) «The New Sovereignty in
International Relations», International Studies Review, Vol. 5, Nº 3, pp. 303-323).
12. HOLSTI ha contabilizado que cada día se producen miles de interacciones entre
actores del sistema internacional que tienen un carácter cooperativo. A veces se trata
de intercambios técnicos-administrativos que no llegan a tener una gran trascendencia
internacional y otras veces son procesos que afectan de manera muy directa a la esfera
privada de los individuos con una repercusión internacional notoria. (HOLSTI, Kalevi J.
International Politics, op. cit., pp. 378 y ss.)
13.Sobre la interrelación entre los procesos de cooperación y conflicto en un ejemplo
práctico, se recomienda GUEST, A. (1995) «Conflict and Cooperation in a Context of
Change: A Case of Study of Senegal River Basin», en MACMILLAN, John y LINKLATER,
Andrew. Boundaries in Question: New Directions in International Relations. London, pp.
163-175.
134
inmaculada marrero rocha
de cooperación entre los Estados. Asimismo, estos procesos han demostrado ser cada día más complejos como consecuencia del aumento del
número de actores participantes, el incremento de los ámbitos objeto
de la cooperación, además de la diversificación de las características e
intensidad del entramado relacional. Ahora bien, parece que el principal
factor o motor de la singularidad que están adquiriendo las interacciones
de cooperación se debe a un proceso de carácter global y de una complejidad a veces difícil de aprehender, cuya evolución encierra dudas e
incertidumbres, llamado globalización 14. Según Randle, la internacionalización, transnacionalización y la globalización son tres momentos de
un mismo proceso, que se diferencia por el grado de interpenetración
de las actividades económicas y de las economías nacionales en el
ámbito mundial. Por ello, la globalización constituye el último grado
de un proceso de interdependencia15.
Analizar la globalización resulta una labor complicada no sólo por
la complejidad inherente al fenómeno sino por el hecho de que sea un
14.Anthony Giddens entiende que la globalización puede definirse como la intensificación de las relaciones sociales a escala mundial que vinculan realidades distantes de tal
modo que los acontecimientos locales son modelados por hechos que ocurren a muchas
millas de distancia y viceversa (citado en RANDLE, Patricio H. (1999) Soberanía Global: A donde lleva el mundialismo, Madrid, pp. 183-184). Como señala Berta Lerner, la
globalización marca el inicio de una etapa en la que un solo sistema económico prevalece
en el mundo después de la desaparición del bloque comunista, incluso regímenes como
Cuba o, especialmente, China mantienen su autoritarismo pero aceptan, en buena parte,
las reglas de apertura capitalistas. Por tanto, se trata de un proceso fascinante, de compleja
naturaleza, que se desenvuelve bajo las premisas neoliberales. Si como desarrolló Max
Weber el capitalismo nació de la doctrina calvinista, el neoliberalismo es la doctrina de la
globalización. El neoliberalismo aboga por la integración de las economías nacionales con
base en las leyes de la oferta y la demanda, por la eficiencia individual y por disminuir
la intervención del Estado y favorecer la extensión de las fuerzas privadas en el terreno
económico y social. Ahora bien, recientemente, el neoliberalismo aboga por un mayor
estatismo una vez que se pusieron de manifiesto las dificultades e inconvenientes que se
presenta para que las fuerzas privadas puedan cubrir y complejos rubros del área social
(educación, salud, vivienda) y pueda desempeñarse a la vez como guías y promotoras de
las la economía; en suma, ser juez y parte del proceso económico. (LENER SIGAL, Berta
(1999) «Un panorama general de la globalización: Génesis, evolución y perspectivas»,
Revista de Investigaciones Políticas y Sociológicas, Vol. 1, Nº 1, pp. 11-13 (11-40).
15.RANDLE, Patricio. H. Soberanía Global: A donde lleva el mundialismo, op. cit., p.
63. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua define globalización como Tendencia
de los mercados y de las empresas a extenderse, alcanzando una dimensión mundial que
sobrepasa las fronteras nacionales.
los procesos de cooperaciÓn y conflicto...
135
proceso que sigue desarrollándose a la vez que se examina, por lo que
al investigador le resulta arriesgado prever sus derivaciones y sus consecuencias reales. Normalmente, el análisis de la globalización se centra
en identificar sus distintas manifestaciones o consecuencias, como la
presencia de una red de conexiones entre territorios, personas, capitales,
bienes y servicios; la intensificación de las relaciones políticas, económicas y culturales; la existencia de un sistema complejo de dependencia
mutua o la formación de la economía global integrada derivada del
desarrollo tecnológico y de las comunicaciones 16. El tratamiento de la
globalización se realizará desde la perspectiva de su incidencia en los
procesos de cooperación, obviando un análisis completo del fenómeno
en sí, de su origen y de sus distintas dimensiones que, por otra parte,
siguen siendo objeto de un amplio tratamiento desde el punto de vista
de muy diversas disciplinas científicas 17.
Siguiendo las reflexiones de la profesora García Picazo, la consecuencia más visible de la globalización es una aceleración económica
y transformación tecnológica que afecta al modo de vida de los individuos, penetrando en los Estados y condicionando las estructuras de
poder nacionales y los modos de actuación estatales 18. Además, también
produce un traslado de lo público a lo privado, haciendo que el propio
Estado deje de controlar ámbitos de la vida económica, social, cultural
y política que supuestamente deben estar bajo su regulación, pero que
no puede gestionar a través de los mecanismos tradicionales de control
y de regulación19. Evidentemente, desde el punto de vista estatal, estos
16.AXTMANN y GRANT señalan que la globalización es un proceso multifacético
que se manifiesta de diversas formas: intercambio económico, innovación tecnológica,
turismo global, migración masiva, investigación global en materia nuclear, medioambiental y riesgos para la salud (AXTMANN, Roland. y GRANT, Robert (2000) «Living in a
Global World. Globalization and the Future of Politics» en Trevor C. Salmon (ed.) Issues
In International Relations. Londres, pp. 25-54).
17.Véanse, entre otros, McGREW, Anthony. G. y LEWIS, Paul. G. (1992) Global
Politics. Cambridge.
18. GARCÍA PICAZO, Paloma (2000) ¿Qué es esa cosa llamada Relaciones Internacionales?. Madrid, p. 78.
19.En muchos medios de comunicación se ha calificado a la globalización como un
fenómeno irremisible ya que «la integración de las economías nacionales ha cambiado el
modo en el que funciona el mundo», Sin embargo, The Economist ha puesto de manifiesto
que los Estados no soportarán las presiones de la globalización y tarde o temprano frenarán
el proceso utilizando todos los medios a su alcance. La presión por competir erosionará la
136
inmaculada marrero rocha
efectos pueden considerarse ampliamente negativos. No obstante, autores como Ortega Carcelén han querido ver principalmente los aspectos
positivos de esa globalización, como son la modernización económica,
el progreso tecnológico y científico, la tutela universal de los derechos
humanos y el aumento de la cooperación, además de una mayor regulación internacional20.
En mi opinión, el análisis de la globalización desde la perspectiva
de las Relaciones Internacionales no debe circunscribirse únicamente
a elaborar un elenco de consecuencias positivas o negativas, sino debe
hacerse atendiendo a la afectación de fondo de la característica fundamental de la sociedad internacional: el ejercicio de las competencias
soberanas de los Estados en sus relaciones exteriores, y cómo esto ha
repercutido en la elaboración de la agenda global de cooperación o las
diferencias de las interacciones de cooperación entre las diversas regiones del globo. Por ello, el fenómeno de la globalización no conlleva
una amenaza material al ejercicio de la soberanía estatal proveniente de
otros Estados con mejores atributos de poder, lo que sí hace es alterar el
principio organizador del sistema interestatal en funcionamiento desde
la aparición del Estado moderno21.
capacidad de los gobiernos de diseñar sus propias políticas económicas (...) Se dirá que
la libertad absoluta no existe —ni tampoco la soberanía total— pero una cosa es aceptar
recortes explícitamente mediante acuerdos y otra recibir presiones de lobbies globales
imposible de resistir (The Economist: «On the World», 18 de octubre de 1997, p. 79).
20. Muchas controversias entre Estados siguen sin resolverse, pero la consolidación de la
Unión Europea en un continente que dió lugar a dos guerras mundiales es un ejemplo de
integración regional admirado en todas partes. Se siguen dando violaciones de derechos
humanos pero la acción de las ONG, la transparencia que ofrecen los medios de comunicación, la vigilancia de Naciones Unidas y otros organismos internacionales hacen que
esas transgresiones sean cada vez más difíciles. A pesar de los problemas que conlleva,
la globalización económica constituye una fuerza de progreso que está sacando de la
miseria a millones de personas. En ORTEGA CARCELEN, Martín (2006) Cosmocracia.
Política global para el S.XXI. Madrid, p. 10.
21.Como expone HINOJOSA, es necesario abandonar el concepto clásico de soberanía
estatal, ya que el Estado soberano se identifica cada vez con el ejercicio de una serie de
competencias funcionales. Esta concepción aparece como consecuencia de que las capacidades
del Estado-nación para liderar un modelo social y político se cuestionen ante el fenómeno
de la globalización, que ha erosionado lo que son atributos tradicionales de la soberanía
estatal (HINOJOSA MARTÍNEZ, Luis Miguel (2005) «Globalización y Soberanía de los
Estados», Revista Electrónica de Estudios Internacionales, Nº 10, (www.reei.org).
los procesos de cooperaciÓn y conflicto...
137
Fulvio Attiná ha señalado cómo la preeminencia del Estado como
sistema político se encuentra sometida a una serie de fuerzas corrosivas
que transforman y redefinen sus capacidades y competencias en el marco
interno y en el plano internacional22. A partir de ahí, se produce una
colisión entre la estructura tradicional estatocéntrica y las consecuencias
derivadas de la globalización, como la aparición de nuevos actores y la
multiplicación de procesos internacionales cada vez más complejos23. En
este sentido, las teorías de la interdependencia derivadas del paradigma
globalista ponen de manifiesto el declive del Estado en su papel de único
protagonista y los estructuralistas señalan el nacimiento de subsistemas
regionales que ahondan las diferencias entre el primer mundo y el mundo desarrollado, desde que esa interdependencia no se presenta con la
misma intensidad en todas las partes del planeta, con lo que los efectos
del proceso no son los mismos para todas las sociedades 24. Por ello, una
manera genérica de entender la globalización es considerarla como un
proceso de creación de un sistema de dimensiones mundiales en el que
ningún acontecimiento, proceso o acción significativa queda circunscrita
el área geográfica en que ha tenido origen y viceversa. Acontecimientos,
procesos y acciones al nivel global del sistema repercuten deliberada
o involuntariamente sobre todos los sistemas locales, aunque no de la
misma forma25.
22.Según ATTINÁ, el análisis de la globalización debe realizarse desde una doble
vertiente: 1) entender y explicar la naturaleza de los cambios a los que se refiere el término
globalización y 2) identificar y explicar los cambios que la globalización produce en la
política (en la economía, en la seguridad, en las reglas del juego, etc) ATTINÁ, Fulvio
(2001) El sistema político global. Introducción a las Relaciones Internacionales. Barcelona,
p. 157.
23. GARCÍA PICAZO , Paloma (2006) Teoría Breve de Relaciones Internacionales.
Madrid, p. 71.
24.Sin embargo, autores como Ruggie han puesto de manifiesto como la gobernanza
privada produce sólo soluciones parciales (a la demanda de la ciudadanía) lo que está
favoreciendo la vuelta del sector público. En RUGGIE, John Gerard (2003) «Taking
Embedded Liberalism Global: The Corporate Connection», en HELD, David. y KOENING-ARCHIBUGI, Mathias. Taming Globalization: Frontiers of Governance, Cambridge,
pp. 27 y ss. Véase también, JAHN, Detlef. (2006) «Globalization as Galton’s Problem:
The Missing Link in the Análisis of Diffusion Patterns in Welfare State Development»,
International Organization, Vol. 60, Nº 2, pp. 401-431.
25.ATTINÁ, Fulvio. Ibid., p. 160.
138
inmaculada marrero rocha
Otra de las formas en la que el Estado ha visto afectado el ejercicio
de competencias soberanas a nivel interno ha sido sin duda, como señala
David Held, el hecho de que los gobernantes tomen decisiones en el
marco de organizaciones internacionales que no están sometidas a un
control democrático26. A partir de ahí, la ciudadanía empieza a observar
que la creación de diversos regímenes internacionales, que tienen como
principal objetivo regular la cooperación para atender a las necesidades
e intereses de los individuos que los Estados no puede satisfacer en el
plano individual, suponen trasladar ámbitos de la vida política, económica
y social que se encontraban en una régimen de decisión y control democrático a instancias en las que las decisiones no se adoptan a través de
estos parámetros y escapan a cualquier participación, directa o indirecta
ciudadana. Y, aunque los Estados intentan buscar soluciones legislativas
y administrativas internas, la economía mundial anula las posibilidades
de políticas económicas autónomas y condiciona otras facetas de la
vida estatal. Ante esta situación, muchos como Ortega Carcelén se han
aventurado a afirmar la viabilidad de un sistema político más amplio en
el que se legitimen democráticamente las decisiones, en definitiva, una
democracia a nivel mundial que desarrolle un sistema de derechos y valores27. Sin embargo, el diseño, las características y la viabilidad de este
tipo de proyecto global todavía se encuentran poco desarrollados, tanto
en un plano teórico como en el ámbito político. Las diferencias entre
Estados y regiones, las diversidades entre regímenes y sistemas políticos
estatales y, también, entre los valores de la ciudadanía constituyen el
contrapunto de las propuestas a favor de un sistema político global 28.
26. HELD, David (2002) La democracia y el orden global: del Estado moderno al gobierno cosmopolita. Barcelona.
27.Ortega Carcelen propone la realización de un sistema político mundial llamado
«cosmocracia», basándose en los siguientes presupuestos: el desarrollo y el progreso que
ha sufrido una buena parte de la sociedad internacional es innegable, la democracia es el
sistema político más extendido, el uso de la fuerza armada ha disminuido en los últimos
años, las organizaciones internacionales han aumentado su peso y los individuos pueden
identificarse con entidades trasnancionales (ORTEGA CARCELEN, Martín. Cosmocracia.
Política global para el S.XXI, op. cit., pp. 280 y ss).
28.Véase HIRST, Paul y THOMPSON, Graham (1996) Globalization in Question: The
International Economy and the Possibilities of Governance. Cambridge,.
los procesos de cooperaciÓn y conflicto...
139
2.1. Las nuevas amenazas para la paz y la seguridad internacional y
el desarrollo de una agenda global de cooperación.
Una de las manifestaciones más claras del fenómeno de la globalización ha sido la progresiva inhabilidad del Estado para satisfacer individualmente las necesidades de la ciudadanía y el hecho de que cada vez
sean más los ámbitos que escapan a su control y regulación 29. Y, en ese
contexto, la cooperación internacional aparece como única alternativa
para que los poderes públicos puedan ofrecer a la ciudadanía una serie de
condiciones políticas, económicas, sociales y culturales aceptables. Por
tanto, la concertación y la cooperación en el marco de las organizaciones
internacionales se realizan sobre la base de la existencia de una serie de
problemas comunes que afectan a un número significativo de Estados.
Al conjunto de cuestiones objeto de la cooperación internacional se las
denomina la «agenda internacional». *
Durante el período bipolar la agenda de cooperación internacional estaba
fuertemente influenciada por la necesidad de hacer frente a amenazas
clásicas para la integridad territorial y la independencia política de los
Estados, a la vez que procurar que las tensiones entre los bloques no
concluyesen con un enfrentamiento nuclear. Por otra parte, la fractura
ideológica Este-Oeste propició la aparición de agendas de cooperación
internacional que tenían un carácter claramente «regional» y que respondían
a las necesidades y a los modelos de cooperación política y económica
defendidos por cada bloque. Los procesos internacionales de cooperación
se reducían a las negociaciones en materia de control de armamento y
desarme que, en definitiva, a pesar de estar auspiciados, en ocasiones,
por organizaciones internacionales y respaldadas por otros Estados, se
dirimían principalmente entre EE.UU. y la URSS30. Otros intentos de
ampliar y diversificar la agenda de cooperación internacional quedaron
prácticamente relegados o pospuestos, como fue el caso de grupos de
países en vías de desarrollo y sus propuestas de crear un Nuevo Orden
29.SASSEN, Saskia (1996) Losing Control? Sovereignty in an Age of Globalization.
Nueva York.
*
.Nota editores (N.E.) Véase el capítulo Otra Economía para hacer posible la Paz.
30.Sobre el protagonismo de EE.UU. y la URSS en los procesos de cooperación durante
la Guerra Fría y las diferencias con la situación actual, véase CAREY, Roger (2000) «The
Contemporary Nature of Security», en SALMON, Trevor C. (ed.) Issues In International
Relations. Londres, pp. 55-75.
140
inmaculada marrero rocha
Económico Internacional distinto del que se había instaurado a partir
de la Conferencia de Bretton Woods, que se había mostrado ineficaz
para procurar el desarrollo económico y social global y equitativo. Esta
propuesta no consiguió una acogida mayoritaria, además de que encontró
la negativa de las economías capitalistas occidentales.
En términos generales, la agenda de cooperación internacional durante la Guerra Fría respondía a problemas que se originaban en partes
concretas del planeta y de los que podía responsabilizarse directamente
a un grupo concreto de Estados. Además, la solución o el tratamiento
del problema no solía ser una cuestión de responsabilidad compartida.
En la actualidad, sin embargo, el proceso de globalización ha cambiado
la agenda de problemas del sistema global, fundamentalmente porque
la conservación de la soberanía y de la integridad territorial han dejado
de estar amenazadas inminentemente, y porque problemas claves de
la cooperación internacional que tuvieron una influencia fundamental
después de la II Guerra Mundial, como el establecimiento de unas reglas del comercio internacional y para los intercambios financieros, han
cedido espacio ante cuestiones como la elaboración de reglas para la
convivencia social, la protección de los derechos humanos, la protección
de la biosfera, los problemas de subdesarrollo o la reglamentación de la
protección de los recursos naturales, que ya acaparan gran parte de las
interacciones internacionales y son los protagonistas de las demandas
de grupos no gubernamentales y de la opinión pública 31.
31.La profesora Barbé ha recogido las diferentes nociones que, dentro de la lógica de la
seguridad compartida, se han desarrollado en los últimos años por diferentes autores, así
encontramos los conceptos de comunidad de seguridad, integrado por un grupo de personas
que se han integrado con el fin de evitar entre ellos las luchas físicas; régimen de seguridad,
que representaría las reglas, principios y normas que permiten a los estados refrenarse en
su comportamiento, con la creencia de que los demás harán lo mismo, lo que según su
autor beneficiará la cooperación en el largo plazo; complejo de seguridad, que aplicable
a los niveles regionales se define como un grupo de Estados, cuyas preocupaciones en
materia de seguridad los vinculan entre sí, de tal forma que no es posible considerar sus
seguridades nacionales las unas al margen de las otras; por último, encontramos sistema
de seguridad el cual está muy relacionado con el anterior, de hecho su sentido es equivalente, sólo que éste, se usa en espacios institucionalizados. (BARBÉ, Esther (1995) La
Seguridad en la nueva Europa, pp. 41- 45 y en BARBÉ, Esther y ORIETA, Perni (2001)
«Más Allá de la Seguridad Nacional» en DE CUETO, Carlos y JORDÁN, Javier (coords):
Introducción a los Estudios de Seguridad y Defensa. Granada, pp. 19–32, donde además
recoge los conceptos de seguridad compartida y seguridad global).
los procesos de cooperaciÓn y conflicto...
141
La inclusión de este tipo de asuntos o cuestiones en la agenda de
cooperación internacional es consecuencia directa de una ampliación del
concepto de seguridad internacional que supera la concepción estrictamente
nacional y territorial que dominó todo el período de la Guerra Fría. Hoy
en día la seguridad se entiende como la consecución y mantenimiento de
unas condiciones apropiadas para el desarrollo normal y el progreso en la
vida socio-económica y política de la comunidad nacional, para lo cual los
Estados se preocupaban de llevar a cabo actuaciones capaces de incidir
en los ámbitos económicos, social, cultural y medioambiental, a través
de la realización de políticas internas y de la cooperación internacional 32.
32. Han surgido diversos conceptos que ponen de manifiesto el carácter multidimensional
de la seguridad como: a) Seguridad Militar: necesidad de hacer frente a las amenazas
militares tanto internas como externas y la capacidad de hacer frente a amenazas que no
son militares como las migraciones masivas, el crimen organizado o el terrorismo a través
principalmente de instrumentos militares; b) Seguridad Económica: capacidad de acceder
a los recursos económicos y financieros necesarios y a los mercados para mantener unos
niveles aceptables de bienestar y de desarrollo de la sociedad nacional; c) Seguridad de
la sociedad o identitaria: capacidad de las sociedades para hacer frente a las amenazas o
riesgos que pueden afectar a su cultura o a su identidad social (despoblación, migraciones,
genocidios, plagas, guerras, etc); d) Seguridad Medioambiental: capacidad para mantener
la biosfera local y planetaria en las condiciones necesarias para que sea soporte físico
de la existencia humana (puede dañarse por las guerras, fenómenos naturales, actuación
deliberada del hombre, accidentes, etc.); e) Seguridad Humana (concepto gestado por
el PNUD en su informe sobre desarrollo humano de 1994), que es un concepto mucho
más amplio que se refiere a la seguridad de las personas en sus vidas cotidianas, que se
alcanza no mediante la defensa militar de las fronteras de un país, sino con la consecución
del desarrollo humano, es decir, garantizando la capacidad de cada cual para ganarse la
vida, satisfacer sus necesidades básicas, valerse por sí mismo y participar en la comunidad de forma libre y segura. Gran parte de los conflictos actuales no son causados por
agresiones externas, sino en gran medida por factores políticos, económicos y culturales
de carácter interno (quiebra del Estado, de la economía, exacerbación étnica, actuación
de los señores de la guerra, etc.) por lo que resulta poco útil la defensa armada de las
fronteras, el análisis geopolítico de los conflictos, el interés nacional de los Estados y
el equilibrio militar entre ellos; f) Seguridad regional: la coincidencia de valoraciones y
concepciones sobre el contenido del concepto de seguridad han propiciado que en diversas
partes de globo se esté creando un concepto de seguridad colectiva regional frente a la
subordinación del concepto de seguridad a una perspectiva de carácter nacional como ha
sucedido en épocas anteriores en las que las instituciones internacionales como la OTAN,
la UEO, etc. eran valedoras de una perspectiva de la seguridad más ligada al conflicto, la
guerra y la utilización exclusiva de instrumentos militares. Para ello era necesario compartir una serie de valores e intereses y tener una voluntad común de protegerlos y de
prevenirlos colectivamente. Hoy en día el concepto de la seguridad de algunas regiones
142
inmaculada marrero rocha
Después del fin de la bipolaridad se han hecho más significativas una serie
de circunstancias, que hoy se consideran nuevas amenazas para la paz y
la seguridad internacional que perturban el desenvolvimiento normal de
las condiciones socio-económicas y políticas de un Estado, provocando
una importante transformación en los términos de seguridad y defensa,
lo que ha conducido a una confusión tanto en el contenido como en la
delimitación entre ambos. La confusión aparece en el momento en el que
para hacer frente a las «nuevas amenazas» para la seguridad se recurre a
instrumentos de carácter militar, que han estado ligados tradicionalmente
a las cuestiones estrictamente de defensa territorial. No hay que olvidar
que la identificación de las amenazas y los riesgos para la seguridad ha
estado siempre condicionada a los determinantes internos de los Estados
(factores físicos, económicos-sociales, político-estructurales, humanísticos y culturales) y a la distribución del poder, las características de
la sociedad y el sistema internacional del momento 33. La multidimensionalidad del concepto de seguridad actual es clara consecuencia del
desarrollo y extensión de los sistemas políticos liberales y las economías
de mercado, la aparición de otros actores en las Relaciones Internacionales y los procesos de interdependencia y globalización. Ahora bien,
las características de algunos Estados y las circunstancias regionales
no se elabora de la misma manera que en otras, sobre todo por la diversidad de valores
y de los instrumentos que se diseñan para hacer frente a las amenazas para la seguridad.
En los últimos años, el concepto de seguridad hemisférica está acaparando el debate en
el seno de la OEA, donde la mayoría de los Estados quieren hacer valer los aspectos
más humanos y sociales de la seguridad y la cooperación internacional como principal
instrumento, en contraposición con la agenda de seguridad norteamericana. El autor que
más ha trabajado las principales dimensiones de la seguridad; militar, económica, de la
sociedad y medioambiental, además de tratar los problemas que plantea la seguridad tras
el fin de la guerra fría, véanse entre otras en Barry Buzan. Véase BUZAN, Barry New
patterns of global security in the twenty-first century. International Affairs, Jul 91, Vol.
67 Iss 3, pp. 431-452, BUZAN, Barry, WÆVER, Ole y DE WILDE, Jaap (1998) Security.
A New Framework for Analysis. London, BUZAN, Barry y WÆVER, Ole. Regions and
Powers. The Structure of International Security. Cambridge.
33.Para una mejor comprensión de los procesos para determinar las amenazas y los
riesgos para la seguridad véase: SÁNCHEZ, Javier (1999) El Debate de Seguridad (1980
– 1997). Barcelona. pp. 51–64. Aunque quizás Buzan B. ofrece una mejor explicación
de cómo se lleva a cabo este proceso atendiendo a los condicionamientos propios de
los diferentes Estados, gracias al concepto de segurización, BUZAN, Barry y WÆVER,
Ole (2003) Regions and Powers. The Structure of International Security, Cambridge, pp.
23–45.
los procesos de cooperaciÓn y conflicto...
143
concretas siguen marcando distancias entre las concepciones de seguridad predominantes en algunas zonas del planeta. En efecto, no existe
una coincidencia entre el concepto de seguridad y la identificación de
las amenazas por parte de los Estados de Europa Occidental y los Estados de la región del Magreb, Oriente Medio o del Sudeste Asiático.
Incluso, si comparamos las estrategias de seguridad de los EE.UU. en
septiembre de 2002 y marzo de 2006 y la de la propia Unión Europea34,
podremos apreciar diferencias en cuanto a la jerarquía de amenazas por
su peligrosidad y, sobre todo, por los instrumentos que cada una propone
para hacerles frente. Por tanto, hay Estados que aún siguen manteniendo
una concepción muy nacional de la seguridad y desarrollan una política
exterior donde predomina la defensa y la prevención a través del uso de
instrumentos militares que acaban por generar políticas que refuerzan el
papel de los ejércitos y de la industria de armamentos, como EE.UU.,
Corea del Norte o Irán, cada uno por circunstancias distintas. Mientras
que otros, como el Reino Unido, son capaces de combinar un concepto
de seguridad tradicional con un concepto más actual.
La elaboración de una agenda global de cooperación es evidentemente una construcción de los Estados de la sociedad internacional.
Pero, la diferencia entre la situación actual y la anterior radica en que
la desaparición de la amenaza territorial inmediata y del enfrentamiento
Este-Oeste35 han propiciado que cada vez más Estados pertenecientes
34.A National Security Strategy, The White House, September, 2002 y National Security
Strategy, White House, March 2006. Mientras que en el caso de la UE priman las estrategias preventivas y la utilización de instrumentos económicos y políticos-diplomáticos, en
el caso de EE.UU nos encontramos con un importante predominio de los instrumentos
militares de carácter curativo (Estrategia de Seguridad Europea, Una Europa segura en
un mundo mejor, Consejo de la Unión Europea, 12 de diciembre de 2003).
35.En este sentido, algunos parecen confirmar la tesis de expuesta en FUKUYAMA,
Francis (1992) El fin de la historia y el último hombre. Barcelona. Sin embargo, el propio
Fukuyama en una reciente entrevista realizada por Pavlos Papadopoulos, contestaba a la
pregunta de ¿Existen aspectos de la globalización que pueden llevar a una homogeneización
aún mayor? de la siguiente manera: Creo que simultáneamente va a ocurrir una homogeneización y una afirmación de las identidades culturales. En términos de las instituciones
económicas y políticas, las culturas son cada vez más homogéneas, puesto que no existen
muchas alternativas. Ya no es posible tener un cierto nacionalismo económico «peronista»
o un cierto tipo de socialismo. Dada la naturaleza de la economía global, sólo existe una
cierta cantidad de maneras en que un sistema político o económico puede ser organizado,
ser viable y competitivo. Para llegar a ser una sociedad avanzada, un país tiene que ser
144
inmaculada marrero rocha
a ámbitos geográficos distintos coincidan en la necesidad de incluir en
una misma agenda internacional una serie de problemas y cuestiones que
tienen una dimensión global.36 A esto hay que añadir, como acelerador
del proceso de construcción de una agenda global, el hecho que otros
actores y fuerzas trasnacionales de origen privado cuenten con mejores
instrumentos para hacer valer sus demandas en el marco de organizaciones
internacionales e influenciar la voluntad estatal, para que la cooperación
internacional no se circunscriba únicamente a cuestiones relacionadas
democrático y tiene que estar conectado al mercado global. En relación con esto, existe
una mayor homogeneización de las instituciones y de las ideologías. En el nivel cultural,
no está claro que la homogeneización proceda tan rápido. En cierto sentido, existe una
resistencia a la homogeneización cultural. Se pone de manifiesto cómo las reacciones
ante la homogenización que provoca la globalización también han sido confirmadas por
el autor que predijo un mundo sin política y homogéneo después del final de la Guerra
Fría.
36.Las principales amenazas a la seguridad nacional e internacional por los altos niveles de violencia que conllevan y el grado de peligro que implican para toda la sociedad
internacional son: el terrorismo, el narcotráfico, los fundamentalismos y extremismos
antidemocráticos, el contrabando de armas, materiales y sustancias críticas, la proliferación
y el descontrol de las armas de destrucción masiva, el desarrollo y la transferencia irresponsable e ilegal de las tecnologías sensibles de doble uso y algunos tipos de delitos de
la criminalidad organizada. Otros problemas como los procesos migratorios y la situación
de los refugiados, el crecimiento excesivo de la población frente a la falta de desarrollo
de las economías nacionales y la degradación de los sistemas ecológicos y del medio
ambiente, no sólo son considerados factores de riesgo para los países y la comunidad
internacional, sino que también son asumidos como amenazas al desarrollo humano y la
calidad de vida del hombre, en todos los lugares del mundo. Es cierto que estos peligros
generalmente no comprometen seriamente la integridad territorial y la soberanía de los
Estados, aunque sí afectan el normal funcionamiento de las instituciones democráticas y
el regular desarrollo de las economías nacionales, afectando a los derechos y la calidad de
vida de las personas. En definitiva, las nuevas amenazas no sustituyen a las tradicionales
amenazas militares, coexisten con ellas con la diferencia de que las nuevas amenazas
se manifiestan de diferentes formas, intensidad y consecuencias, de acuerdo con sus
características intrínsecas y según las condiciones de fortaleza del país o región en los
que inciden. Además, a pesar de que resulta posible hacer diferencias conceptuales entre
riesgos y amenazas, todas las amenazas conllevan algún tipo de riesgo y los riesgos de
alta peligrosidad pueden ser considerados amenazas, aunque sea difícil identificar a los
sujetos que las provocan.
Aunque la clasificación de los nuevos riesgos o amenazas puede resultar extremadamente
compleja, podrían organizarse a nivel de dimensiones: Militares (proliferación de armamentos, ataques de ejércitos o guerrillas irregulares), delictivas (terrorismo, narcotráfico,
corrupción, tráfico de armas, de personas, delitos económicos, etc.), ecológicas (degradación
los procesos de cooperaciÓn y conflicto...
145
con la estricta esfera del interés nacional37. La agenda internacional se ha
convertido en una agenda global, desde el momento en que se entienden
por problemas o cuestiones globales aquellas que, en primer lugar, tienen
un origen que no se puede atribuir claramente a uno o varios territorios
nacionales concretos, como el terrorismo internacional, el crimen internacional organizado, la pobreza, o el agujero de la capa de ozono. En
segundo lugar, tienen efectos globales porque no respetan las fronteras
nacionales, como las migraciones masivas, las olas de refugiados o la
degradación medioambiental. Y, por último, necesitan una solución global
que se llegue a materializar en un régimen internacional que escape del
control y de la administración estrictamente estatal.
Evidentemente, la agenda global no es una cuestión zanjada sino
que es objeto de una gran polémica tanto por lo que se refiere a su
determinación como respecto a su desarrollo. Son muchos los intereses
en juego a la hora de fijar el contenido de la agenda de cooperación.
Por ejemplo, en el caso de las organizaciones internacionales, el hecho
de que la solución de problemas o cuestiones internacionales necesite
de una respuesta global, que sólo puede articularse en el marco de la
cooperación internacional, les ha otorgado un importante incremento en
el volumen de sus actividades y mayor protagonismo internacional. A
partir de ahí, las organizaciones internacionales dejan de ser un mero
foro de concertación y negociación interestatal para desarrollar cada
vez más funciones que escapan de un control total interestatal, lo que
refuerza su autonomía y su influencia en los procesos internacionales.
En efecto, organizaciones como la OTAN han redefinido sus funciones
medioambiental, catástrofes ecológicas), económicas (crisis económicas), social (migraciones, crecimiento excesivo de la población, exclusión social generalizada, fundamentalismos
y extremismos antidemocráticos) y política (falta de libertades, carencia de democracia,
corrupción política). SAINT-PIERRE, Héctor Luis (2003) «Reconceptualización de las
nuevas amenazas: de la subjetividad de la percepción a la seguridad cooperativa», en Nuevas
Amenazas; LÓPEZ, Ernesto y SAIN, Marcelo F. (compiladores). Buenos Aires; PERRY
y CARTER han realizado una clasificación de peligros o riesgos que afectan a EE.UU.,
distinguiendo entre riesgos de tipo A, que amenazan toda la supervivencia occidental;
riesgos de tipo B, que suponen desafíos inminentes pero no riesgos estratégicos, y de tipo
C, que son las crisis internacionales que no afectan directamente a Occidente pero pueden
condicionar sus intereses. (En CARTER, Ashton B. y PERRY, William J. (1999) Preventive
Defense: A New Security Strategy for America. Washington D.C., pp. 11-15).
37.Rourke desarrolla el contenido de la agenda global de los últimos años en ROURKE,
John T. (2000) International Politics on The World Stage, Burr Ridge, pp. 389-550.
146
inmaculada marrero rocha
como consecuencia del final de la Guerra Fría, ampliando su ámbito
geográfico y funcional de actuación38. Igualmente, la gestión de crisis
internacionales en el ámbito de Naciones Unidas ha experimentado un
crecimiento y una diversidad funcional sin precedentes. Además, la adecuación fáctica del sistema de seguridad colectiva de Naciones Unidas
ha diversificado enormemente las decisiones del Consejo de Seguridad,
que suponen la imposición de medidas coercitivas dirigidas a particulares —embargo de cuentas bancarias, restricciones de movimientos o
elaboración de listas de terroristas internacionales—39. Las organizaciones
no gubernamentales también han visto incrementado su protagonismo
internacional como consecuencia del carácter global de la agenda de
cooperación internacional. El carácter no gubernamental de las ONGs
les ha proporcionado un cierto margen de libertad a la hora de identificar
los temas que necesitan un tratamiento y una solución global. Al mismo
tiempo sus opiniones y presiones se respaldan en una legitimidad moral y
ética que les presupone la opinión pública internacional, al considerarles
en cierta medida el mejor de los medios para transmitir el punto de vista
de la ciudadanía y para identificar las necesidades de los individuos y el
origen de problemas como la pobreza, las violaciones de los derechos
fundamentales o la degradación medioambiental 40.
38. GARDNER, Hall (2004) Nato and the European Union: New World, New Europe,
New Treats. Aldershot; FRANTZEN, Henning A. (2005) NATO and the Peace Support
Operation: 1991-1999. Nueva York, y BONO, Giovanna (2003) NATO’s Peace Enforcement, Task and Policy Communities. Aldershot.
39. WET y NOLLKAEMPER analizan las posibilidades de que tribunales nacionales
revisen la legalidad de la Resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que
pueden entrar en conflicto con el Derecho Internacional de los Derechos humanos, en el
caso de la imposición de sanciones de carácter económico contra particulares sospechosos
de estar relacionados con el terrorismo internacional (DE WET, Erika y NOLLKAEMPER,
André (2002) «Review of Security Council Decisions by Nacional Courts», German Yearbook of International Law, Vol. 45, pp. 166-202. ROSAND califica al Consejo de Seguridad como un «legislador global» a la luz de las resoluciones que imponen obligaciones
a los Estados miembros para prevenir actos terroristas internacionales y las sospechas la
legalidad y legitimidad de este tipo de decisiones (ROSAND, Eric (2005) «The Security
Council As «Global Legislador»: Ultra Vires or Ultra Innovate?», Fordham Internacional
Law Journal, Vol. 28, Nº 3, pp. 542-590. Véase, también, GOWLLAND-DEBBAS, Vera
(ed.) (2004) Nacional Implementation of United Nations Sanctions, The Hague/Leiden).
40.Joaquín Estefanía señala algunas de las demandas de los ciudadanos que intentan
transformar la agenda global para hacerla más humana: (...) no a los programas del FMI
y del BM, que perjudican a los más pobres; no a la contaminación, motivada por un
los procesos de cooperaciÓn y conflicto...
147
La intervención de los Estados en la determinación de la agenda de
cooperación global es crucial, aunque la cuestión más importante reside
en el hecho de que no todos los Estados la aceptan por igual y tampoco
todos participan de la misma forma en las soluciones que se ofrecen a
esos problemas o cuestiones globales. Resulta difícil encontrar opiniones
oficiales que no admitan la degradación medioambiental como un problema
que afecta a toda la sociedad internacional en su conjunto y que, por lo
tanto, necesita de la cooperación internacional. Pero, sin embargo, existe
una serie de circunstancias que hace difícil que el desarrollo y ejecución
de la agenda global disfrute del mismo consenso que su fijación o determinación por varias razones. En primer lugar, la filosofía que inspira
las estrategias y actuaciones de Estados, organizaciones internacionales
y muchas de las ONGs para aplicar la agenda de cooperación son claramente occidentales, lo cual suscita un serio rechazo por parte de los
Estados que no comparten esos principios o las ONGs que denuncian
la injusticia de las estructuras económicas internacionales, basadas en
la expansión de una filosofía económica liberal como la principal causante de la pobreza, la desigualdad y el origen de muchos conflictos.
En segundo lugar, hay Estados que siguen manteniendo unos esquemas
territoriales para hacer frente a sus necesidades nacionales y se muestran
desconfiados ante las medidas que se adoptan en sedes internacionales
y los efectos para el ejercicio de sus competencias soberanas. Además,
normalmente, se trata de Estados que están excluidos de los principales
foros de cooperación internacional por las características de sus regímenes o por su no aceptación de determinadas normas internacionales,
que en principio parecen contrarias a sus intereses nacionales o a los
objetivos que se han marcado en el plano internacional. Se trata de los
«Estados gamberros»41, así calificados por EE.UU. Ahora bien, también
modelo de desarrollo incontrolado; no al pago de la deuda externa, que impide crecer
a los países afectados por los créditos; no a la opacidad y la falta de transparencia de
instituciones como la OMC (ESTEFANÍA, Joaquín (2002) Hijo/a. ¿Qué es la globalización?. La primera revolución del siglo XXI. Madrid, p. 74).
41.El calificativo de Estados gamberros ha sido recogido en documentos oficiales del
Departamento de Defensa norteamericano como las estrategias de seguridad de septiembre
de 2002 y la de marzo de 2006. Ahora bien, autores como Noam Chomsky han reaccionado ante este tipo de calificativos y con gran ironía comparan las características que
presentan estos Estados para ser calificados como gamberros con las de EE.UU. llegando
a conclusiones bastante irónicas sobre la condición de Estado gamberro que también tiene
148
inmaculada marrero rocha
EE.UU. ha sido calificado como Estado gamberro porque sus objetivos
en la lucha contra el terrorismo internacional le han llevado a inflingir
normas de derecho internacional42. Por último, existen Estados que siguen
manteniendo necesidades de seguridad dentro de parámetros territoriales
clásicos porque son objetivo claro de amenazas serias para su integridad
territorial o independencia política, por lo que las amenazas globales no
son una prioridad de sus políticas exteriores, y en la práctica se resisten
a participar en iniciativas de cooperación global. Son Estados, como
Corea del Norte o Irán, que se sienten fuertemente amenazados ya que
sus programas nucleares, militar en el primer caso y todavía civil en
el segundo, suscitan una reacción contraria por parte de organizaciones
internacionales como Naciones Unidas o Estados como EE.UU. y sus
aliados por lo que no descartan la posibilidad de que se apliquen sanciones o que se tomen medidas coercitivas militares que puedan poner
en peligro su integridad territorial e independencia política 43.
En definitiva, la determinación y el desarrollo de la agenda global
de cooperación es producto de una dialéctica entre la estructura del
sistema internacional y las demandas que provienen fundamentalmente
de foros e instituciones de cooperación internacional, ONGs y opinión
pública, que provocan en muchas ocasiones la reacción de los Estados
contra la modificación de los objetivos y características de los procesos
de cooperación a nivel internacional, que puede redundar en una erosión de la estructura de poder existente en el sistema internacional. Por
tanto, el acercamiento al análisis de la cooperación en el ámbito de las
Relaciones Internacionales no debe nunca desentenderse de la dialéctica
que subyace al diseño de los objetivos y de la naturaleza del entramado
relacional de la cooperación.
EE.UU (CHOMSKY, Noam (2000) Rouge State: A Guide for the World’s Only Superpower.
Monroe).
42.Sobre la respuesta en términos bélicos al terrorismo internacional y los riesgos que
ello entraña para el ordenamient jurídico internacional, en RAMÓN CHORNET, Consuelo
(2005) «Derechos y libertades ante las nuevas amenazas a la seguridad internacional»,
en RAMÓN CHORNET, Consuelo (ed.), Derechos humanos y libertades ante las nuevas
amenazas a la seguridad global. Valencia, pp. 233-255.
43.FOOT, Rosmary, MACFARLANE, S. Neil y MASTANDUNO, Michael (2003) US
Hegemony and Internacional Organizations, Nueva York.
los procesos de cooperaciÓn y conflicto...
149
2.2. La especialización y fragmentación de la cooperación en los
sistemas regionales
La difusión del pensamiento económico liberal ha dado lugar a
que muchos Estados, según Rosencrance44, prefieran redimensionarse
y conquistar mercados en vez de territorios, dando lugar al Estado
comerciante, que, a pesar de revestirse de ideales democráticos, persigue la expansión territorial a través del intercambio comercial. Este
fenómeno que algunos han convenido en llamar desterritorialización
constituye una de las principales consecuencias de la globalización. A
pesar de haber sido promovida a nivel estatal, ha caído en buena parte
bajo el control de las empresas, cuyas sedes sociales se encuentran
en los territorios de Estados con economías de mercado desarrolladas
y utilizan las infraestructuras nacionales para aumentar su presencia
internacional y maximizar beneficios. Cuando la expansión económica
empieza a erosionar la soberanía nacional a la vez que las condiciones
políticas, económicas y sociales empiezan a presentar la misma línea de
evolución aunque a ritmos diversos, los ámbitos locales reaccionan ante
esa tendencia de homogeneización de la vida social y buscan elementos
de identificación, normalmente relacionados con la pertenencia a un
territorio, como alternativa a la realidad estatal que no ha sido capaz de
protegerse ante el fenómeno de erosión de la globalización 45. Sobre esta
cuestión, Randle llega a la conclusión de que la globalización —nueva
o vieja— en su esencia avanzada, debilita a los Estados nacionales,
erosiona la soberanía y hace crecer a las corporaciones desarraigadas
y así, las culturas nacionales se convierten en poca cosa más que en
44.En este sentido, Rosencrance afirma que «el territorio pasó de moda» y pone los
ejemplos de Italia o Japón, Estados que con poca extensión del territorio y con escasos
recursos naturales se han colocado entre las siete naciones más ricas del mundo. (ROSENCRANCE, Richard (1996) «The Rise of the Virtual State», Foreign Affairs, Vol. 75, Nº 4,
pp. 45-61.)
45.John Cassidy mantiene que la globalización económica es probablemente la única
efectiva, ya que la globalización política y cultural no presentan ni la misma intensidad
ni los mismos resultados que la económica (CASSIDY, John (1996) «The Decline of
Economics» The New Yorker, 2 de diciembre, pp. 50-60). Sobre las consecuencias de la
globalización para los seres humanos «refugiados, inmigrantes, y demás parias», véase la
interesante obra BAUMAN, Zygmunt (2005) Vidas desesperadas. La modernidad y sus
parias. Barcelona.
150
inmaculada marrero rocha
preferencias de consumo46. A partir de ahí, la globalización coexiste
con otro fenómeno denominado la fragmentación, que consiste en que
lo local se defiende de lo global cerrándose y marcando sus propias
diferencias47, ya que lo global amenaza con terminar con la integridad
local y sus elementos culturales, políticos, económicos y sociales, que
puede manifestarse en separatismo y un nacionalismo exacerbados 48.
Igualmente, la globalización no ha podido engullir de la misma manera
a todas las regiones del planeta, de manera que se siguen dando elementos como los intereses, los valores, cultura común, experiencia histórica,
ideología o religión que, en términos muy generales, marcan diferencias de
unas regiones a otras49. Aunque la división regional, atendiendo a criterios
de carácter geográfico, puede contener elementos de artificialidad, ya que
la formación de regiones, hoy en día, puede ser una realidad más allá de
46.RANDLE, Patricio. H. Soberanía Global, op. cit., p. 185.
47.Sobre el resurgimiento de nacionalismos, la afirmación lingüística, cultural, étnica
o religiosa, MACLUHAN dice «que la nueva tecnología perturba la imagen, lo mismo
particular que colectiva, en toda sociedad; de tal modo, que crean el temor y la ansiedad
y han de comenzar una nueva búsqueda de identidad (…) La reacción más natural es
conectar con el período inmediatamente anterior para buscar imágenes familiares y consoladoras» (MACLUHAN, Marshall (1985) Guerra y paz en la aldea global. Barcelona,
p. 76).
48. GRAY no comparte la opinión de que la globalización pueda provocar un proceso de
homogenización, ya que si los capitales y la producción se mueven libremente a través de
las fronteras lo hacen para sacar provecho de las diferencias que presentan las regiones,
localidades y Estados. En definitiva, la homogeneización parece tener una incompatibilidad natural con la globalización (GRAY, John (2000) Falso amanecer. Los engaños del
capitalismo global. Barcelona, pp. 57 y ss).
49.La Profesora García Segura ha querido identificar seis dimensiones básicas en las que
la globalización se ha hecho notar en el medio internacional: (a) una dimensión político
institucional, reflejo de la proliferación de actores e instituciones distintas del Estados; b)
una dimensión político normativa que se manifiesta en la difusión de principios y valores
con vocación universalista; c) una dimensión psicológica que se manifiesta en la percepción del mundo como un sólo espacio; d) una dimensión ecológica reflejo de riesgos y
amenazas globales; e) una dimensión ideológica, que presenta a la globalización como un
hecho irreversible; f) una dimensión global que aparece en una tendencia a la homogenización de usos y costumbres). Pero lo cierto es que esta dimensión tiene normalmente
una manifestación más regional que global. (GARCÍA SEGURA, Caterina (1999) «La
globalización en la sociedad internacional contemporánea: dimensiones y problemas desde
la perspectiva de las Relaciones Internacionales», en Cursos de Derecho Internacional
Vitoria-Gasteiz. Madrid, pp. 341 y ss. (315-350).
los procesos de cooperaciÓn y conflicto...
151
la continuidad territorial50, desde mi punto de vista, el criterio regional
sigue siendo el más acertado para describir las distintas características
y niveles que presentan los procesos de cooperación entre los Estados
de la sociedad internacional aunque no tengan continuidad regional. En
efecto, una serie de interacciones y de estructuras internacionales escapan,
al me­nos en parte, al dominio del sistema global y dan muestra de una
relativa autonomía. Estas discontinuidades se traducen, esencialmente, en
la existencia de sistemas o bloques regionales, que son la expresión de
conjuntos de interacciones específicas o de intensidad particular centradas
en un ámbito geográfico o funcional común51.
Los sistemas o bloques regionales se construyen alrededor de un
equilibrio entre fuerzas locales, producto de intereses y de un destino común que dan lugar al establecimiento de una diferencia entre
«interior» y «exterior». En otros términos, se fundamentan sobre una
realidad geográfica o funcional que determina un cierto sentimiento de
identidad, que, desde el punto de vista de su relación con el sistema
internacional general, puede llegar a propiciar que el sistema regional
se constituya como un elemento de rivalidad de la realidad global 52.
Tradicionalmente, el análisis del regionalismo se ha desarrollado desde
un punto de vista geográfico53, a través del examen de las característi-
50.Y, en este sentido, RANDLE apunta que, aunque existen regiones geográficas, como
el sistema de Estados europeos, América Latina, Oriente Medio o el Cono Sur Africano,
que presentan una serie de similitudes, también existen grupos de Estados, como el G-8,
que de alguna manera forman una región sin continuidad geográfica, pero con elementos
económicos y políticos comunes que propician la cooperación en la «región» (RANDLE,
Patricio. H. Soberanía Global: A donde lleva el mundialismo, op. cit., pp. 143 y ss.).
51.BRAILLARD, Philippe. et DJALILI, Mohammad Reza. Les relations internacionales,
op. cit, pp. 75-97.
52.Ibid, p. 80.
53.Según Berta LERNER, el sistema internacional está conformado por cuatro bloques
o sistemas, a los Braillard y Djalili llaman subsistemas regionales: el bloque regional
europeo, el americano, el asiático y el africano. Ahora bien, dentro de cada uno de estos
bloques cabría hacer distinciones en las zonas en las que los procesos de cooperación se
presentan en niveles e intensidad muy distintos. El bloque de mayor consolidación y unidad
es el bloque europeo, que lleva varias décadas desarrollando un proceso de integración
económica al que se han sido adhiriendo progresivamente todos los Estados que acreditaban un nivel de crecimiento económico adecuado, economías de mercado desarrolladas y
sistemas políticos democráticos y de derecho. Sobre la base de esas premisas, los procesos
de cooperación entre los Estados que forman parte del espacio de integración europeo al
igual que con los que aspiran a integrarse o sólo a mantener ciertos vínculos contractuales
152
inmaculada marrero rocha
cas, instituciones y procesos de todos los sistemas o bloques regionales
que pueden identificarse en la sociedad internacional —que constituye
un aspecto ampliamente tratado por autores como Attiná, Braillard y
Djalili o Truyol y Serra—54. Sin embargo, como advierte Väyrimen, el
final de la Guerra Fría, la globalización económica y la complejidad
creciente de las Relaciones Internacionales han hecho que el concepto
«región» se conciba desde una concepción meta-geográfica, que asume
que las unidades estatales continentales encajan juntas de manera clara
y definitiva, y corra el riesgo de convertirse en una idea vacía 55. Los
cambios que ha experimentado la sociedad internacional han provocado
una redefinición de las estructuras globales y también regionales de
cooperación. Por ello, la concepción permanente y estática de la región
basada en la continuidad geográfica parece superada cuando se utilizan
parámetros de análisis más contingentes que permiten concluir que las
regiones desaparecen y reaparecen, y se transforman en función de
factores económicos, políticos y culturales.
Los principales obstáculos para la definición de región provienen, sin
duda, de los cambios que ha experimentado la sociedad internacional en
un nivel global y nacional. Durante la Guerra Fría, la mayor parte de
las regiones tenía el carácter de grupos político-mercantiles de Estados
vecinos que encontraban su lugar en el esquema internacional más amplio.
han alcanzado un número y una eficacia sin parangón en otros ámbitos regionales. En
estos momentos, el bloque europeo representa una versión del capitalismo que se traduce
en un Estado del bienestar, que ha brindado a sus ciudadanos unas condiciones de vida
muy superiores a las de países pertenecientes a otros bloques, algunos, también, con un
desarrollo económico importante. Y a pesar de que la inserción de los Estados europeos
en la economía mundial a veces no les ha procurado la posibilidad de mantener altas tasas
de crecimiento económico y periódicamente padecen situaciones de crisis económicas,
lo cierto es que los logros han amortiguado ese tipo de contextos. Recientemente, John
Agnew ha publicado una monografía en la que propone una revisión de los espacios, a la
vez que expone la convivencia entre espacios modernos y primitivos en la situación actual
(AGNEW, John (2005) Geopolítica. Una re-visión de la política mundial. Madrid).
54. ATTINÁ, Fulvio. Introducción al sistema internacional, op. cit.,... , pp. 114-117;
BRAILLARD, Philippe. et DJALILI, Mohammad Reza. Les relations internationales, op.
cit. Capítulo IV, pp. 75-97 y TRUYOL Y SERRA, Antonio (1991) La sociedad internacional. Madrid. Capítulo III: «Del sistema de Estados de civilización cristiana a la sociedad de
Estados civilizados».
55. VÄYRYNEN, Raimo (2003 ) «Regionalism: Old and New», International Studies
Review, Vol. 5, Nº1, pp. 25-26 (25-52).
los procesos de cooperaciÓn y conflicto...
153
Ocasionalmente, las creadas por motivos políticos y militares propiciaron
el establecimiento de súper-regiones, como el Tratado de la Organización
del Atlántico Norte y la Organización para la Unidad Africana, hoy Unidad
Africana56. Sin embargo, desde finales de los ochenta, las organizaciones subregionales y micro-regionales son mucho más frecuentes 57. Esta
tendencia es, en parte, una respuesta a la fragmentación de los grandes
bloques de poder, especialmente en Asia Central y en Europa del Este,
pero también refleja la necesidad de reaccionar a las presiones creadas
por la globalización económica a través de medios locales58. Un segundo
cambio radica en la creciente diferenciación entre las regiones físicas,
geográficas y estratégicas principalmente, y las regiones funcionales,
económicas, medioambientales y culturales.
Las regiones físicas hacen referencia a espacios territoriales, militares y
económicos controlados principalmente por los actores estatales, mientras
que las regiones funcionales se definen por factores no territoriales tales
como la cultura y el mercado, y a menudo están influidos por actores
no estatales59. El estudio de las regiones físicas dentro de la disciplina
generalmente estaba basado en la noción de anarquía, que condujo a
los Estados soberanos a buscar el control de territorios delimitados y a
formar complejos de seguridad a escala regional. Como resultado, las
regiones se definen como categorías espaciales de Estados que la lógica
de la anarquía ha facilitado, positiva o negativamente, en una relación de
dependencia mutua. Por el contrario, el estudio de las regiones funcionales
56.Ibid., p. 26.
57.Por ejemplo, el Consejo de Ministros Báltico, el grupo de Visegrado (Polonia, Rep.
Checa, Rep. Eslovaca, Hungría), el grupo de Shanghai (China, Kazajstán, Kirguizia, Rusia,
Tayikistán y Uzbekistán, India y Pakistán).
58.REMIRO BROTÓNS, Antonio (1999) «Universalismo, multilateralismo, regionalismo
y unilateralismo en el nuevo orden internacional», Revista Española de Derecho Internacional, Vol. 51, Nº 1, pp. 11-57.
59.La distinción entre las regiones físicas y las regiones funcionales está permanentemente presente en la distinción de Manuel Castells entre «espacio de lugares» (space of
places) y «espacio de flujos» (space of flows). Él define un lugar como «un ámbito local
cuya forma, función y significado están contenidas en sí mismos en el marco de fronteras
de contigüidad física». Los lugares están enraizados históricamente, si bien se encuentran
delimitados cada vez más por los flujos de información y personas. El espacio de flujos
hace relación a la «organización material de las prácticas sociales que funcionan a través
de flujos» y redes (CASTELLS, Manuel (1998) La era de la información. Madrid, Vol.
1, pp. 423 y ss.).
154
inmaculada marrero rocha
no necesita partir de la asunción de la anarquía. La fuerza motora en
las regiones funcionales es alternativamente: la economía, por ejemplo,
redes de producción; el medio ambiente, por ejemplo la lluvia ácida; la
cultura, por ejemplo, comunidades de identidades.
En definitiva, mientras que las definiciones físicas de las regiones
normalmente son utilizadas por los Estados en un intento de reafirmar
sus fronteras y de organizarse en grupos territoriales exclusivos, la conceptualización funcional de las regiones emana de la interacción entre
procesos económicos, medioambientales y culturales de tipo subnacional
o trasnacional, que los Estados no están en condiciones de controlar, al
menos no totalmente. El control de los lugares y el control de los flujos
requieren diferentes ideas e instrumentos, dependiendo de qué definición
de región se emplea60.
El propio regionalismo está atravesando también un proceso de renovación metodológica que se manifiesta en la división entre racionalistas
y constructivistas. Desde una perspectiva racionalista, las regiones se
dibujan y se comparan en el tiempo y en el espacio de forma inductiva,
usando datos sobre los lazos institucionales y económicos entre Estados.
En la actualidad, la mayor parte de los economistas adoptan la región
como una realidad institucional que se da por supuesta, por ejemplo,
la Unión Europea, la NAFTA o el Mercosur, por tanto se utilizan esas
regiones dadas para estudiar los cambios en el comercio intrarregional e
interregional61. En contraste con esta delineación material de las regiones,
el enfoque constructivista pone énfasis en cómo las regiones surgen de
una redefinición de las normas y las identidades llevadas a cabo por los
60.ROSENCRANCE, Richard (1991) «Regionalism and the Post-Cold War Era», International Journal, Vol. 46, Nº 3, pp. 373-393.
61.Así, el enfoque económico alimenta el debate entre regionalistas y multilateralistas,
pero los argumentos no necesariamente contribuyen al estudio de la dinámica de la regionalización económica. Por ejemplo, en los años noventa, los índices de concentración del
comercio regional más altos se encontraban en el Mercosur y en la Comunidad Andina
de Naciones, seguidos por la ASEAN, la NAFTA y la Unión Europea, mientras que un
estudio de la intensidad de la integración en varias regiones, basado en nueve indicadores
diferentes, mostraba que la Unión Europea estaba, en primer lugar, seguida por el Mercosur. En CAMMACK, Paul (1999) MERCOSUR: From Domestic Concerns to Regional
Influence. In Subregionalism and World Order, en GLENNHOOK y KEARNS, Ian. Nueva
York. Sobre el funcionamiento del MERCOSUR se recomienda MARTÍNEZ PUÑAL,
Antonio (2005) El Sistema institucional del Mercosur: De la intergubernamentalidad
hacia la supranacionalidad. Santiago de Compostela,.
los procesos de cooperaciÓn y conflicto...
155
gobiernos, los grupos cívicos y las empresas. La «construcción social» de
las regiones significa que las regiones están delimitadas por la percepción
colectiva de identidades y significados con fronteras difusas y a menudo
cambiantes. Este enfoque rechaza la concepción estática de las regiones
y las considera como estructuras cognitivas cambiantes, cimentadas en
lazos económicos e institucionales62. A partir de ahí, el constructivismo
subraya los usos instrumentales del regionalismo para promover fines
específicos de naturaleza política y económica.
Algunos autores han intentado conectar ambos conceptos de región,
físico y funcional, poniendo el acento en las consecuencias que la globalización y la formación de la identidad han tenido en la difuminación
de las fronteras y en los retos extraterritoriales a la soberanía que estas
fuerzas traen consigo. Sugieren que las definiciones física y funcional
de región pueden ser vistas como una secuencia temporal, en la cual el
territorio gradualmente da lugar al espacio. De hecho la transición de un
regionalismo físico a un regionalismo funcional se debe al incremento
de la capacidad de interacción del sistema. En un sistema internacional
de baja capacidad la proximidad física importa; los Estados están inevitablemente vinculados a sus vecinos por las preocupaciones económicas
y de seguridad. A medida que se incrementa la capacidad de interacción
del sistema, se favorece la capacidad de los actores de trascender a sus
vecinos inmediatos y desarrollar relaciones más amplias.
La transición del regionalismo geográfico al regionalismo funcional
es, en buena parte, consecuencia del final de la Guerra Fría. Durante
la etapa bipolar, en Europa, en particular, la disuasión nuclear de los
Estados Unidos y el control político-militar de la Unión Soviética sobre
Europa del Este limitaron la autonomía de los Estados individuales y les
hicieron parte de unidades más amplias. Los sistemas de seguridad local
existieron, pero en un segundo plano, ensombrecidos por el protagonismo
de potencias exteriores. Sin embargo, el final de la Guerra Fría parece
haber propiciado un auge del regionalismo y una restauración de la «soberanía regional» y el esclarecimiento de «distintos poderes regionales
con un papel hegemónico en sus áreas geográficas». Los cambios en la
62.Véase MURPHY, Alexander B. (1991) «Regions as Social Constructs: The Gap
Between Theary and Practice», Progress in Human Geography, Vol. 15, Nº 1, pp. 2235 y ADLER, Emanuel (1997) «Imagine (Security) Communities: Cognitive Regions in
International Relations», Millennium, Vol. 26, Nº 2, pp. 249-277.
156
inmaculada marrero rocha
estructura internacional y los nuevos retos de la seguridad hacen suponer
que en el futuro asistamos a un desarrollo del regionalismo, capaz de
promover el orden y estabilidad en las regiones. Ciertamente, en lugares como África63, Oriente Próximo64 o el Sudeste asiático, es posible
63.Desde una perspectiva geográfica, los procesos de cooperación del sistema o bloque
regional africano tienen su origen en el Movimiento panafricano que dio lugar a la creación
de la Organización para la Unidad Africana (OUA) en 1963. A pesar que el sistema africano
cuenta con esta organización de cooperación general y de otras múltiples organizaciones de
cooperación específica en materia económica, que han generado una inflación de instituciones
internacionales, el nivel de institucionalización no ha venido acompañado por procesos de
cooperación que pongan de manifiesto ese tipo de necesidad, son muchas las razones que
explican el bajo nivel de los procesos de cooperación. En primer lugar, a pesar de la popularidad de la idea panafricana, el subsistema africano es un sistema fragmentado, caracterizado
por la balkanización del continente en unos 54 Estados de fronteras inseguras, a menudo
artificiales pues han sido «heredadas» del período de la colonización al transformarse las
antiguas demarcaciones administrativas de la Potencia colonial en las fronteras internacionales
de los nuevos Estados, que son causa de conflictos que mi­nan las relaciones interafricanas y
constituyen un freno al desarrollo económico y social de este continente. En segundo lugar,
en el plano político, la existencia de regímenes dictatoriales y con elevadas cotas de corrupción, y la presencia continuada de nuevas y antiguas potencias coloniales «supervisando» sus
intereses económicos han constituido un importante freno para que apareciesen intereses y
necesidades comunes, especialmente, en el plano económico, por la debilidad de las corrientes de intercambios económicos entre sus miembros y por la importante extra­versión de sus
economías, en gran parte en provecho de las antiguas metrópolis. Por último, los conflictos
que ha padecido y padece África se deben a causas esencialmente endógenas de delimitación
de fronteras, luchas intestinas entre facciones rivales por el acceso al poder o tendencias
secesionistas, en las que la intervención de instituciones internacionales de cooperación hasta
el momento ha tenido poco éxito. En definitiva, la fragmentación del sistema, la pervivencia
de los factores que provocan conflictos internos y conflictos entre los Estados de la zona y la
dependencia de la ayuda económica y el apoyo político y militar de los Estados occidentales
han hecho del continente africano, el sistema regional con el entramado relacional en materia
de cooperación más pobre del sistema internacional (KELLER, Edmond J. (1997) «Rethinking
African Regional Security», en LAKE David A. y MORGAN Patrick M. Regional Order:
Building Security in the New World, University Park, PA., pp. 325 y ss).
64.Oriente Próximo es un claro ejemplo de los límites del regionalismo geográfico
amplio, ya que ha sido tratado como subsistema dentro del bloque regional asiático. La
región de Oriente Próximo se ha caracterizado por el deseo constante de que los procesos
de cooperación entre los Estados de la zona culminaran con la construcción de una unidad,
basada principalmente en los factores religioso y cultural. Íntimamente conectada con esta
aspiración, surgió la Liga de los Estados Árabes. Por lo que se refiere a la cooperación
política, la confrontación con Israel ha sido uno de los principales desencadenantes de este
tipo de procesos. Sin embargo, otros factores como las disensiones internas y la variedad
de regímenes políticos que existen entre los pueblos árabes, así como las diferencias en
los procesos de cooperaciÓn y conflicto...
157
identificar tendencias que apuntan a una disminución de la presencia de
las potencias internacionales, especialmente de Rusia.
El concepto de regionalidad ha sido usado para describir la situación
en la que un proceso de regionalización ha avanzado lo suficientemente
lejos como para que la región alcance algunas características regionales
intrínsecas65. Es decir, la regionalidad sería una variable que hace referencia a los grados de regionalización que han tenido lugar en términos
de especialidad, cooperación e identidad. En efecto, de la comparación
de ciertas regiones, por ejemplo Europa occidental66 y Asia del este67, se
torno al fenómeno del integrismo islámico han acentuado la división en el seno del mundo
árabe. Además, a pesar del elemento unificador que constituye el Islam, religión predominante en esta región, este subsistema se caracteriza por una profunda heterogeneidad étnica,
religiosa, cultural, política, económica, social y, cada vez más, ideológica. A esto hay que
añadir la proximidad de esta región con Europa y Rusia, la importancia que tuvo en este
subsistema la confrontación Este-Oeste, la importancia estratégica de los recursos petrolíferos
de algunos de sus miembros y la Guerra de Irak como factores que han determinado que
en Oriente Medio no exista una estructura de cooperación regional que agrupe a todos los
países del subsistema. Sin embargo, es cierto que los países de Oriente Medio, sea a través
de algunas estructuras de cooperación sub-regional, o a través de organizaciones abiertas a
países exteriores, han establecido algunos vínculos de cooperación.
65.SCOTT, Allen J. (1998) Regions and World Economy: The Coming Shape of Global
Production. Oxford.
66.En el ámbito político, el sistema europeo también presenta altos niveles de cooperación,
aunque la ampliación político-económica del sistema tras la caída del muro de Berlín ha
incrementado el volumen de los procesos de conflicto, tanto en términos políticos como
en términos militares, sobre todo en el espacio post-soviético y, especialmente, como
consecuencia de la desmembración de la Antigua Yugoslavia y de los conflictos en Bosnia Herzegovina y en Kosovo. Sin embargo, son muchos los que confían en las fuerzas
centrípetas del proceso de integración europea y en su capacidad para eliminar progresivamente las situaciones y focos de conflicto y progresar en el ámbito de la integración
política y defensiva (sobre los avances en el marco de la cooperación política y defensiva
se recomiendan: LIÑÁN NOGUERAS, Diego. J. (2006) «La política exterior y de seguridad común de la Unión Europea: la subordinación permanente», Studi sull’integrazione
europea, Vol. 1, Nº 2, pp. 211-224; RAMÓN CHORNET, Consuelo (coord.) (2005) La
política de seguridad y defensa en el Tratado Constitucional. Valencia; y TELO, Mario
(ed.) (2001) European Union and New Regionalism. Regional actors and global governance in a post-hegemonic era. Aldershot.
67.En el caso del sistema asiático, a pesar de su continuidad geográfica, no existe un
verdadero sistema internacional continental. En efecto, este continente, que representa
el más vasto espacio del globo, se caracteriza por su diversidad política, geoestratégica,
económica, cultural y religiosa que ha tenido un importante reflejo en las características y
en la fragmentación que tienen los procesos de cooperación de la zona. Dentro del bloque
158
inmaculada marrero rocha
pueden establecer diferencias que hacen referencia al hecho de que en
Europa por ejemplo tenemos una regionalización más cerrada y centralizada que en Asia, con una regionalización más abierta y descentralizada,
debido a la existencia de múltiples centros de poder. La regionalización
de la Unión Europea descansa sobre instituciones multilaterales formales,
pero en Asia del este, la regionalización está basada principalmente en
relaciones bilaterales de tipo político y en redes de negocios 68.
asiático, los subsistemas más importantes son el del Sudeste asiático, el de Asia del Sur y
el de Oriente Medio, que constituye un caso particular, en el límite de Asia y de África.
La cooperación en el marco del subsistema regional del Sudeste asiático se ha visto claramente determinada por la existencia de dos cuasi superpotencias, una económica (Japón),
y otra demográfica (China), alrededor de las cuales gravitan países menos importantes
(las dos Coreas, Taiwan, etc.). En segundo lugar, la influencia extranjera constituye el
segundo factor determinante de la cooperación en la zona. En efecto, en esta región han
estado siempre físicamente presentes EE.UU., la URSS y China. La URSS (hoy Rusia)
y China, por su proximidad geográfica y los EEUU, por sus bases y su presencia naval
en el Pacífico. Y, aunque este subsistema haya estado, así, marcado por la confrontación
ideológica, estratégica y económica (p.e., Guerras de Corea y Vietnam) y hoy haya dejado
de ser un lugar de enfrentamiento directo entre las potencias en presencia, lo cierto es
que la herencia de la Guerra Fría ha sido fundamentalmente la inexistencia de un marco
de solidaridad regional. Ciertamente, el sistema asiático se caracteriza por su rivalidad
(competición) geoestratégica y económica. El hecho de que la mayor parte de estos países sea muy dinámico económicamente ha dado lugar a la creación de la Asociación de
Naciones del Asia Sudoriental (ASEAN), la organización internacional más importante de
este subsistema, que pretende crear una zona de libre cambio entre algunos de los países
de la zona, además de otros objetivos más generales de cooperación política, cultural,
técnica y científica (KATZENSTEIN, Peter J. (1997) «Asian Regionalism in Comparative
Perspective», en KATZENSTEIN, Peter y. SHIRAISHI, Takashi, Network Power: Japan
and Asia, Cornell University , Ithaca, pp. 158 y ss. y BRAILLARD, Philippe. et DJALILI,
Mohammad Reza. Les relations internationales, op. cit., pp. 75 y ss).
68.Otra consecuencia de la regionalidad es que las regiones no necesitan tener fronteras
establecidas. Las fronteras están en constante cambio, incluso regiones claramente basadas
en Estados son susceptibles de expandirse y contraerse. Por ejemplo, después de conseguir
su independencia, los Estados bálticos se convirtieron inmediatamente en miembros de una
más amplia región nórdico-báltica. Igualmente han pretendido, y conseguido, unirse a la
OTAN, un marco transatlántico, cuyas fronteras territoriales se han expandido y difuminado en los últimos diez años. Además, las regiones se amplían y se contraen de formas
más sutiles. Así, organizaciones regionales diseminan sus nuevas funciones fuera de su
ámbito territorial, creando variadas zonas de conformidad con ellas. Esta influencia es
particularmente fuerte si el cumplimiento de sus normas es una condición previa para ser
admitido como miembro del sistema regional. Por esta razón, los procesos de ampliación
de la Unión Europea, la OTAN o el Consejo de Europa han creado regímenes políticos
los procesos de cooperaciÓn y conflicto...
159
En conclusión, podría decirse que los principales cambios políticos
y económicos han alterado la relación entre las distintas capas del sistema internacional y estos cambios han tenido efectos diferentes en las
esferas político-militares y funcionales. Con la contracción del Estado,
el nivel nacional ha perdido parte de su influencia. Ello ha tenido por
consecuencia un fomento de nuevos lazos entre los sistemas o niveles
regionales y global, por un lado, y entre éstos y los niveles locales, por
otro. En otras palabras, los espacios internacionales están en un proceso
de reorganización vertical en el que el énfasis está cambiando, desplazándose hacia arriba y hacia abajo en relación con el nivel nacional. La
reorganización es evidente, por ejemplo, en el papel que las presiones
empresariales desde abajo juegan en la formación de asociaciones económicas de carácter regional. Este cambio tiene un particular impacto
en la esfera funcional, donde la organización del poder del Estado está
disminuyendo y en la que el mercado global y las iniciativas locales
están aumentando. Al mismo tiempo también asistimos a un proceso de
reorganización horizontal en las Relaciones Internacionales, en el que
unidades regionales y subestatales desarrollan redes que atraviesan las
fronteras de los Estados69. Como consecuencia de estas transformaciones
que se extienden mucho más allá de su ámbito territorial formal (HAFTENDORN, Helga,
KEOHANE, Robert O. y WALLANDER, Celeste A. (1999) Imperfect Unions: Security
Institutions Over Time and Space. Oxford).
69.Las fronteras de las distintas zonas políticas y económicas no necesariamente coinciden con las fronteras nacionales, incluso pueden dividir Estados individuales. Piénsese por
ejemplo en las zonas occidentales de Estonia, Ucrania y Moldavia, mucho más relacionadas
con las regiones centrales de Europa que las partes orientales estos países, con mayor
relación con Rusia. Las llamadas súper-regiones europeas están basadas en divisiones
históricas y funcionales. Algunos ejemplos de estas súper-regiones son: la Costa atlántica,
la Liga báltica, Mitteleuropa (Europa central), el Arco Alpino, la cuenca del Danubio, la
Península balcánica o la Federación eslava. No es necesario precisar que las fronteras entre
estas regiones son más bien impresionistas y no están basadas en hechos empíricos sólidos.
De manera parecida, los triángulos de desarrollo en el sudeste asiático combinan regiones
subestatales. Zonas económicas transnacionales, como el Programa de Desarrollo del Área
del río Tumen (Rep. Pop. China, Mongolia, Rusia, Corea del Norte, Corea del Sur), en
el marco del PNUD, han sido establecidas también en el Noreste asiático. Este proyecto
tiene una dimensión estratégica y estato-céntrica más fuerte que las zonas trasnacionales
del sudeste asiático, que están marcadas principalmente por las condiciones del mercado
y la necesidad de encontrar un hueco en el mercado global. La cooperación económica
en el Sudeste asiático comprende el sur de China, Hong Kong y Taiwán, pero también
tiene implicaciones geopolíticas, ya que es probable que incremente la influencia de la
160
inmaculada marrero rocha
verticales y horizontales en el mundo, se está produciendo una fractura
entre el carácter estático de las regiones físicas y el carácter dinámico de
las regiones funcionales. Ante esta fractura resulta aconsejable alejarse
del estudio regional basado exclusivamente en el análisis de la cooperación en el marco de las organizaciones internacionales y acercarse a la
regionalización estudiando también aspectos de la sociedad, la economía
y la cultura70.
3. LOS PROCESOS CONFLICTUALES Y LA EVOLUCIÓN DE LAS
CAUSAS DE LOS CONFLICTOS ARMADOS
El conflicto constituye otra de las interacciones básicas del sistema
internacional, al igual que lo son de los objetos de estudio de otras disciplinas sociales como la psicología, la sociología o la ciencia política.
En el ámbito de las Relaciones Internacionales las situaciones de crisis
y conflicto acaparan gran parte de la atención de la opinión pública
porque sobre todo se inscriben en un marco de violencia que provoca
graves consecuencias materiales y humanas. La esencia definitoria de
los procesos conflictuales sigue siendo prácticamente la misma, como
diría Duroselle, la existencia de intereses divergentes que provoca un
choque de voluntades opuestas entre actores 71, la utilización de diversos
instrumentos por parte de los actores para hacer valer sus intereses,
pudiendo desembocar en el uso de la fuerza y por último, el carácter
evolutivo del conflicto que hace posible que la tensión entre las partes
puede pasar por varias etapas en las que la intensidad del conflicto varia
al igual que el posicionamiento de las partes 72.
República Popular China. En VÄYRYNEN, Raimo (2003) «Regionalism: Old and New»,
loc. cit., p. International Studies Review, Vol. 5, Nº1, pp. 31 y ss.
70.VAN STADEN, Alfred y VOLLAARD, Hans (2004) «The Erosion of State Soverreignty: Towards a Post-territorial World», en KREIJEN, G. (ed): State, Soverignty and
International Governance. Oxford, pp. 177-181.
71.DUROSELLE, Jean Baptiste (1964) «La nature des conflicts», Revue FranÇaise de
Science Politique, Vol. 14, Nº 2, p. 295.
72.Sobre esta cuestión se recomienda algunos trabajos clásicos como ARON, Raymond
(1985) Paz y guerra entre las naciones. Madrid, y BULL, Hedley (1997) The Anarchical
Soceity. An Study of Order in World Politics. Londres.
los procesos de cooperaciÓn y conflicto...
161
Los conflictos internacionales suelen ser de larga duración, e implican un proceso en desarrollo en distintas fases. La primera fase es
la de tensión, entendida como las actitudes y predisposiciones, tales
como desconfianza o sospecha, que la población y los políticos de una
parte tienen hacia la otra parte. La segunda fase la constituye la crisis,
caracterizada por la explosión repentina de acontecimientos inesperados. Como señala Barbé, un conflicto puede durar décadas, pero,
ocasionalmente, acciones hostiles de una de las partes aumentan la
tensión y la percepción de amenaza que tiene la otra parte, hasta tal
punto que la parte amenazada se ve forzada a responder a sabiendas de
que las opciones extremas son la guerra o la rendición. Los elementos
distintivos de una crisis son: el efecto sorpresa en la acción del adversario, la percepción de una gran amenaza, la percepción de tener poco
tiempo para responder, y la percepción de las consecuencias negativas
que puede acarrear la inactividad73. Por último, la guerra constituye
la dimensión militar del conflicto, y aunque puede dar lugar al fin del
conflicto, el alto coste de sus consecuencias para las partes casi siempre
la hace indeseable74. Es más, cuanto mayores sean las dimensiones del
conflicto armado y el número de Estados implicados más probabilidades
existen de que se produzca un cambio importante en la estructura de
poder internacional e, incluso en las normas de funcionamiento de las
Relaciones Internacionales. Baste recordar que el sistema internacional
siempre ha entrado en una nueva etapa histórica coincidiendo con la
finalización de un conflicto armado75. Además, los distintos modelos de
legitimidad que han existido a lo largo de la historia han tenido como
principal referente los tratados internacionales de paz que ponían fin a
los conflictos y establecían nuevas condiciones de convivencia 76.
73.BARBÉ, Esther. (2003) Relaciones Internacionales, op. cit, p. 221.
74.Singer y Small han definido la guerra internacional como «un conflicto militar librado
entidades nacionales de las cuales por lo menos una es un Estado y que, como mínimo,
produce mil bajas entre el personal militar» (SINGER, J. David y SMALL, Melvin (1972)
The Wages of War 1816-1965, Nueva York, p. 27.).
75.Sobre los distintos conceptos de poder y la relación con la estructura y las instituciones
en BARNETT, Michael y DUVALL, Raymond (2005) «Power in International Politics»,
International Organzation, Vol. 59, Nº 1, pp. 39-75.
76.Véanse, entre otros, NOLTE, Ernst (1994) La guerra civil europea, 1917-1945.
Nacionalsocialismo y Bolchevismo. México; TOYNBEE, Arnold (1963) El reajuste de
Europa. Barcelona, y RENOUVIN, Pierre (1982) Historia de las Relaciones Internacionales. Madrid.
162
inmaculada marrero rocha
Como se puso de manifiesto en las páginas que trataron los procesos
de cooperación, el conflicto, sobre todo el armado, acapara gran parte de
la actividad de los estudiosos de la disciplina, tradicionalmente por las
necesidades gubernamentales, a las que se han unido las de la sociedad
civil que se muestra incapaz de considerar como ajena la destrucción
y el sufrimiento de la ciudadanía de otros Estados y que, por tanto,
reclama mayores esfuerzos para eliminar la violencia extrema en el
marco no sólo de conflictos internacionales, sino también de conflictos
internos77. Barbé sostiene que el conflicto es una situación en la que los
actores tienen intereses incompatibles que les llevan a oponerse, bien
sea por la posesión de bienes escasos o por la realización de valores
incompatibles, llegando incluso al uso de la fuerza para alcanzar sus
objetivos78. De esta definición se extraen dos consecuencias respecto al
origen de los conflictos: la escasez de una serie de bienes, como el territorio
o los recursos energéticos, entre otros, y la incompatibilidad de valores,
que podrían ser religiosos o políticos, entre otros. Y, aunque la escasez
de bienes haya sido una constante como causa de los conflictos, lo cierto
es que a medida que la sociedad internacional ha evolucionado también
se han diversificado y modificado los bienes considerados escasos cuya
posesión puede desembocar en un conflicto. Igualmente, los valores que
defienden los actores, principalmente los Estados no siempre han sido los
mismos ni han inspirado de la misma manera su actuación en el plano
internacional. La sociedad internacional ha vivido conflictos religiosos
como la Guerra de los Treinta años que terminó con la Paz de Westfalia
de 1648 o conflictos con un alto componente ideológico-político como las
Guerras Napoleónicas o la Guerra Fría. De la misma manera, los bienes
escasos siguen siendo aquellos clásicos, como el territorio y los recursos
naturales, pero hoy en día las consecuencias locales de la degradación
medioambiental y la caducidad de muchas fuentes energéticas han engrosado las causas de los conflictos79.
77.El estudio de los conflictos constituye el eje de aproximaciones como la corriente
de la Resolución de Conflictos (Conflict Resolution) o la perspectiva de la Investigación
de la Paz (Peace Research). Véase HAMPSON, Fen Osler y MALONE, David M. (eds)
(2002) From Reaction to Conflict Prevention. Opportunities for the UN System. BoulderLondon,.
78.BARBÉ, Esther. (2003) Relaciones Internacionales, op. cit,, p. 221.
79.Sobre la incompatibilidad de objetivos (recursos, valores o posición de poder) de los
Estados y las probabilidades de conflicto, se recomienda a BARTOS, Otomar J. y WEHR,
Paul (2002) Using Conflict Theory. Cambridge, especialmente, pp. 12-50.
los procesos de cooperaciÓn y conflicto...
163
La utilización de la fuerza armada constituye la manifestación más
grave e intensa de un conflicto que puede haber pasado por una etapa
de crisis en la que las partes decidieron que la mejor vía para resolver
el choque de voluntades era el enfrentamiento con armas. Lo cierto es
que existen numerosos conflictos que pueden encontrarse en una etapa
de estancamiento, que no de solución, o de continuidad, pero que no han
dado lugar a considerar el uso de la fuerza armada como vía de solución.
En estos casos, la vía de la negociación y de la cooperación constituye
la principal senda para gestionar el conflicto. Sin embargo, cuando se
trata de un conflicto armado, la cooperación claramente ha fracasado
para resolver la contraposición de voluntades por lo que es necesario
desarrollar a nivel teórico cuáles fueron las causas o los factores que
llevaron al conflicto de la etapa de crisis a la lucha armada 80.
Smith ha desarrollado un análisis sobre las causas de los conflictos
acotando temporalmente su estudio desde la etapa de la posguerra hasta los primeros años posteriores al fin de la Guerra Fría, llegando a la
conclusión de que existen muy pocas condiciones necesarias para la
guerra, pero muchas condiciones suficientes, de las cuales sólo algunas
se aplican a tal o cual conflicto concreto. La guerra es posible simplemente por la existencia de armas para combatir y una disputa entre dos
o más partes. Sin embargo, la cuestión de la probabilidad de la guerra
es mucho más compleja 81. Sobre todo, teniendo en cuenta que la mayor
parte de los conflictos armados actuales son conflictos internos.
80. GARDNER, Anne Marie (2002) «Diagnosing Conflict: What Do We Know?», en
HAMPSON, Fen Osler y Malone, David M., From Reaction To Conflict Prevention.
Boulder-London, pp. 15-40.
81.El total anual global de conflictos armados aumentó fuertemente a principios de los
años 90, de 56 en 1990 (y 47 en 1989) a 68 en 1992. En esa época el optimismo inicial
producido por el fin de la Guerra Fría fue suplantado por un nuevo pesimismo, como reacción ante la aparentemente imparable nueva oleada de conflictos en la era de la posguerra
fría. Sin embargo, posteriormente el número de conflictos armados se fue estabilizando e
incluso, más tarde, disminuyó. El total de 118 guerras en el período 1990-1999 se desglosa
de la siguiente manera: 100 son principalmente guerras civiles; 2 son esencialmente guerras
civiles; 5 son guerras de independencia; 6 son guerras interestatales; y 1 es guerra transnacional. El autor afirma que son los nuevos conflictos violentos en Europa (incluyendo a
Rusia, Turquía y el Cáucaso) los que explican los dos tercios del aumento en la incidencia
anual de guerras durante los primeros años de la década de los 90; en aquel entonces, esa
región era una de las más violentas del mundo. Igualmente, el declive del número anual de
conflictos armados después de 1992 también se debió en gran medida a cambios ocurridos
164
inmaculada marrero rocha
A pesar de que los conflictos internos fueron más frecuentes que los
conflictos internacionales desde 1945, es cierto que a partir del final de la
Guerra Fría es cuando empiezan a tener mayor relevancia internacional. Esto
se debe, en primer lugar, al hecho de que la información de lo que ocurre
en los distintos Estados fluye con mayor facilidad y también las reacciones
contra la violencia. En segundo lugar, la interdependencia en un mundo
global ha provocado que las consecuencias de los conflictos armados se
dejen cada vez más sentir en el ámbito de Estados que no participan en los
mismos. Situaciones tales como migraciones masivas y olas de refugiados,
violaciones de derechos fundamentales o las consecuencias materiales y
humanas de la participación por parte de las fuerzas armadas de un Estado
en la gestión del conflicto interno constituyen elementos que aumentan la
atención de los conflictos internos y las probabilidades de que se conviertan
en un asunto internacional. Finalmente, son cada vez más las organizaciones
internacionales y los Estados que participan en la gestión de conflictos
internos utilizando estrategias internacionales82. Todo esto ha favorecido la
inclusión de los conflictos internos en el análisis de causas de los conflictos,
también, por que los conflictos que pueden considerarse internacionales, en
los que al menos estén implicados dos Estados o un Estado y otra entidad
nacional distinta de un Estado, son ya una minoría83.
en Europa, hasta el bajón particularmente pronunciado entre 1997 y 1998. El aumento de
conflictos violentos en Europa estuvo, por su parte, muy concentrado en las regiones de los
Balcanes y del Cáucaso, en el marco del proceso de desintegración de Yugoslavia y de la
Unión Soviética. El hecho de que aquel estallido de comienzos de los años 90 ya se haya
calmado sugiere que la proliferación de guerras en Europa en esa época, contrariamente a lo
que muchos comentaristas temían, no inauguraba una nueva era de conflictos violentos en el
continente. En realidad, dichos conflictos eran los síntomas trágicos y violentos del reajuste
social, económico y político tras el colapso de los sistemas de poder en Yugoslavia y en la
Unión Soviética. A medida que dichos ajustes se iban asimilando, tanto a escala nacional
como internacional, sus consecuencias afortunadamente se tornaban menos dramáticas y
menos violentas. (SMITH, Dan (2000) «Tendencias y causas del conflicto armado», en
Berghof Handbook for Conflict Transformation, Berghof Research Center for Constructive
Conflict Management. Dirección URL: http://www.berghof-handbook.net, pp. 1-4 y 5).
82. HAMPSON, Fen Osler. «Preventive Diplomacy at the United Nations and Beyond»,
From Reaction to Conflict Prevention. Opportunities for the UN System, op. cit., pp. 139158 y ANDERSON, Mary B. (2000) «Experience with Impact Assessment: Can We Know
What Good We Do?», en Berghof Handbook for Conflict Transformation, Berghof Research
Center for Constructive Conflict Management.
83.De los 118 conflictos armados ocurridos entre 1990 y finales de 1999, diez pueden
definirse estrictamente como conflictos interestatales. Cinco de los conflictos armados
los procesos de cooperaciÓn y conflicto...
165
Actualmente, a las causas de conflicto armado tradicionales, la lucha
por un recurso escaso o los valores contrapuestos, hay que añadir otras
causas profundas que explican la aparición de un conflicto interno que
puede devenir en la lucha armada e internacionalizarse, cuando afecte
a otros Estados o entidades nacionales no participantes o cuando es
objeto de una intervención política, económica o, incluso militar, por
parte de otros Estados u organizaciones internacionales. Esas causas
profundas son, según Smith, las condiciones de pobreza económica; los
sistemas políticos represivos; la degradación de recursos renovables (en
particular, la erosión de suelos, la deforestación y la escasez de agua); y
las políticas basadas en la diversidad étnica 84. Ahora bien, la existencia
de este tipo de condiciones en las sociedades estatales no desemboca
siempre en un conflicto armado, por tanto habría que pensar que existen
otras causas desencadenantes que tienen que ver, en primer lugar, con
la relación que se produzca entre las distintas causas y, especialmente,
pueden definirse estrictamente como «guerras de independencia», aun cuando los rebeldes
en muchos otros conflictos bélicos también gustan de definirse así. Cien de las guerras
eran principal o exclusivamente conflictos internos. Smith pone los siguientes ejemplos:
dos guerras que no se incluyeron en el total de cien, en 1999 y 2000, eran asuntos exclusivamente internos a Etiopía en casi todos sus aspectos, salvo que la mayoría de los
combates se produjeron en el territorio de Somalia, su vecino. Mientras que la guerra en
la República Democrática del Congo (antigua Zaire) entre 1998 y 2000, forma una categoría especial de tipo transnacional. Se trataba, parcialmente, de una guerra civil sobre el
mantenimiento o no en el poder del presidente Laurent Kabila, pero también parcialmente
era una guerra internacional sobre poder e influencia regionales. Angola, Chad, Namibia,
Sudán y Zimbawbe se aliaron con las tropas del presidente Kabila, mientras que Ruanda
y Uganda lucharon contra ellos y, en el 2000, también entre sí (SMITH, Dan. «Tendencias
y causas del conflicto armado», loc. cit., p. 1).
84.Según SMITH se entiende que se produce un conflicto étnico cuando en la disputa,
no sólo participan grupos étnicos diferentes, sino que dicha diferencia étnica es de por sí
crucial para el conflicto. Ello significa que la diferencia étnica, en sí, no constituye una
causa de conflicto, ya que son muchos Estados en el que conviven diferentes etnias sin
que se haya producido conflicto. La definición de etnia es un tema muy controvertido, ya
que se utilizan elementos religiosos, raciales, culturales y lingüísticos para identificarlas.
Pero, la construcción de una identidad étnica particular no es tanto la combinación de
experiencias históricas, mitos y creencias religiosas compartidas como tales; estos factores sólo se tornan decisivos cuando existe una percepción común de que dichos factores
distinguen significativamente a los miembros de un grupo de los de otros grupos. Dos
factores que pueden fomentar este tipo de percepción compartida son las experiencias
de discriminación (comparado a los otros grupos) y la movilización política deliberada
en defensa de los supuestos intereses del grupo (Ibid., p. 7).
166
inmaculada marrero rocha
con la existencia de una serie de factores desencadenantes del conflicto
que hagan que los factores de fondo den lugar o no a un conflicto armado85. En este sentido Dessler ha puesto de manifiesto cómo la guerra
es un asunto en el que los decisores políticos son los que interpretan
los acontecimientos y la necesidad de utilizar la fuerza. Por tanto, las
causas de fondo sólo conducen a los acontecimientos hacia la guerra a
través de la política y la explicación de sus causas debe abarcar tanto
las causas estructurales como los factores situados en la esfera de las
decisiones tomadas por protagonistas políticos, por lo que una explicación pormenorizada de las causas del conflicto armado debe combinar
ambos niveles.
Por ello, con gran acierto Dessler analiza, en un primer nivel, las
causas de fondo, que son fundamentalmente las diferencias de carácter
político, social, económico o nacional entre distintos grupos dentro de
un mismo Estado, lo que implica normalmente que se excluya de la
toma de decisiones a ciertos grupos para favorecer a otros y que además se mantengan o profundicen las diferencias económicas y sociales
entre diversos sectores de la población86. El segundo nivel de análisis
propuesto por Dessler y revisado por Smith es el de las estrategias de
movilización, que abarca tanto los objetivos de los principales protagonistas políticos como la manera de perseguirlos. Aquí el análisis se centra
en la estrategia utilizada por el político para hacer ver y denunciar las
causas profundas87. Por ello, resulta necesario poner de manifiesto cuál
ha sido la conceptualización de los problemas por parte de los políticos
y la forma en la que los han presentado a la población. El tercer nivel
de análisis es el de los factores desencadenantes que son los que determinan el momento temporal del inicio del conflicto armado. Aunque este
85.LAKE ha realizado un interesante trabajo sobre las causas de conflictos internos,
especialmente por lo que se refiere al papel que desempeñan las posiciones extremistas
de los representantes de las facciones enfrentadas (LAKE, David (2003) International
Relations Theory and Internal Conflict, International Studies Review, Vol. 5, Nº 4, pp.
81-90).
86.DESSLER, David (1994) «How to Sort Causes in the Study of Enviromental Change
and Violent Conflict», en GRAEDER, Nina y SMITH, Dan. Enviroment, Poverty, Conflict.
Oslo, pp. 24 y ss.
87.Sobre esta cuestión, Little y Silber han analizado la estrategia de movilización nacionalista desarrollada por Milosevic y el inicio de la guerra de los Balcanes (LITTLE,
Alan y SILBER, Laura (1995) Yugoslavia: Death of a Nation. Nueva York).
los procesos de cooperaciÓn y conflicto...
167
nivel de análisis no nos permite averiguar por qué comenzó un conflicto,
sí que arroja luz sobre lo que ocurriese en un determinado momento.
Normalmente, se trata de acontecimientos concretos o acciones que un
individuo o un grupo reducido llevan a cabo y que dan lugar a que el
resto se convenza de que el uso de la violencia es el mejor recurso.
Por último, también existen elemento catalizadores, que son factores
que afectan a la intensidad y la duración del conflicto. Aquí el análisis
se circunscribe al cambio en el equilibrio de las fuerzas de las partes
en conflicto como consecuencia de una intervención directa o indirecta
exterior (de un Estado, organización internacional o fuerza multilateral),
los condicionantes naturales que pueden desequilibrar las fuerzas, como
las características del terreno, o el clima, los condicionantes materiales,
como la disponibilidad de armas, o elementos menos concretos pero
igualmente importantes, como las opiniones culturales sobre cómo
conducir una guerra.
Otro de los elementos de las relaciones conflictuales que también ha
despertado un interés importante entre los estudiosos de las relaciones
internaciones son las causas de la continuidad de los conflictos antiguos
que a escala global persisten. En primer lugar, la diferencia entre conflictos «dirimidos» y «suspendidos» es fundamental para comprender
el problema del conflicto armado hoy día. Se refieren a guerras que se
reanudan no sólo tras haberse firmado los alto el fuego, sino incluso
después de haberse celebrado acuerdos de paz. En los últimos diez
años se pueden incluir en esta categoría de guerras que han vuelto a
comenzar, incluso después de haberse firmado alto el fuego o acuerdos
de paz, los casos de Angola, Burundi, Camboya, Chechenia, Croacia, la
República Democrática del Congo, Eritrea y Etiopía, Kosovo, Liberia,
Filipinas, Ruanda, Sierra Leona, y Sri Lanka. A menudo la reanudación
de hostilidades es más feroz y destructora que antes, y casi siempre con
un altísimo coste entre la población civil. Los motivos de reanudación
de una guerra son múltiples pero pueden agruparse en cuatro categorías:
a) la ausencia de sinceridad de una o ambas partes (el caso del RUF
Frente Unido Revolucionario de Sierra Leona, por ejemplo, al que no se
le puede tener confianza a la hora de acatar acuerdos); b) La desilusión
de una o ambas partes. Para observadores externos, este caso puede
parecer igual al anterior, es decir, la insinceridad; c) los desacuerdos
internos o incluso fragmentación en el seno de uno o ambos bandos y
d) la persistencia de las causas subyacentes del conflicto armado. La
experiencia en estos casos claramente indica que si no se tratan las raíces
168
inmaculada marrero rocha
profundas del conflicto, los esfuerzos de reconstrucción están condenados
a ser simplemente cosméticos88.
La evolución de los marcos teóricos que analizan la naturaleza de
los conflictos ha dado lugar a explicaciones mucho más complejas que
superan un tipo de análisis fundamentalmente basado en el examen de
recursos escasos que provocan ambiciones incompatibles y, también, el
estudio de valores contradictorios que desembocan en conflicto 89. Sin
embargo, las aportaciones de autores como Smith y Dessler, desde una
perspectiva constructivista, ponen de manifiesto que las causas profundas
de los conflictos no desencadenan las mismas consecuencias, sino que
son los individuos que acaparan la esfera de decisión los que construyen
la situación de lucha armada a partir de la instrumentación de las causas,
y que cuando desde la percepción de los decisores se desarrolla en una
estrategia de movilización efectiva, sólo es necesario que se produzca el
acontecimiento adecuado, que puede ser casual o provocado, para que
se desencadene el conflicto armado90.
4. ALGUNAS CONSIDERACIONES FINALES
La complejidad de la Sociedad Internacional actual es producto de
la evolución de su entramado relacional. La internacionalización de la
vida política, económica, social y cultural, el incremento del número
de actores de las Relaciones Internacionales, el aumento del espacio
88.Por ejemplo, la mayoría de los observadores estiman que, cinco años después del
Acuerdo de Dayton para acabar la guerra en Bosnia-Herzegovina, existe un gran riesgo de
reanudación de las hostilidades si se retirasen las fuerzas internacionales de mantenimiento
de la paz (En SMITH, Dan. «Tendencias y causas del conflicto armado», loc. cit., p. 5).
89.En este sentido, la tesis de Huntington sólo podría desembocar en un verdadero
conflicto, siempre que el enfrentamiento entre los valores y principios de las distintas
civilizaciones se desarrollase a través de una estrategia de movilización por las elites que
representan esas distintas civilizaciones y también que se diese una serie de acontecimientos
puntuales que desencadenase el conflicto armado (HUNTINGTON, Sammuel (1997) El
choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial. Barcelona).
90.El análisis de los conflictos militares a través de una perspectiva constructivista da
al traste con las concepciones clásicas de la guerra como la de Clausewitz, que identificó
la guerra como fenómeno de naturaleza política que refleja las condiciones económicas,
tecnológicas e intelectuales de cada época (CLAUSEWITZ, Karl (1982) De la guerra.
Barcelona, pp. 321 y ss.).
los procesos de cooperaciÓn y conflicto...
169
físico en el que tienen lugar procesos con dimensión internacional o la
aparición de nuevos riesgos para la seguridad internacional hacen que
resulte más complicado identificar, analizar y gestionar las situaciones
de cooperación y conflicto. Especialmente, cuando a muchos de los
actores involucrados o afectados por este tipo de procesos —Estados,
instituciones y organizaciones internacionales, organizaciones no gubernamentales, opinión pública o personalidades del ámbito social, político
y cultural, entre otros—, se les discuten sus competencias y legitimidad
para participar en su gestión o solución. En este contexto, los Estados,
como los actores y sujetos originarios de las Relaciones Internacionales,
se resisten a perder protagonismo a favor de otros nuevos actores de
legitimidad discutida, como el crimen internacional organizado o los
grupos terroristas internacionales, o actores cuya autonomía se pone
frecuentemente en entredicho, como las regiones o municipios, y que
quieren hacer valer sus ideas e intereses o influenciar las relaciones de
cooperación o conflicto.
El panorama anteriormente expuesto dota de una complejidad * sin
precedentes a las Relaciones Internacionales, aunque buena parte de los
procesos de cooperación y conflicto pasan desapercibidos para la opinión
pública internacional porque sus protagonistas no son los actores más
relevantes, o porque los intereses en juego y las consecuencias para la
estructura de poder internacional no son lo suficientemente impactantes.
De hecho, los grandes conflictos armados, las rondas de negociación
multilaterales y las conferencias internacionales que terminan con la
conclusión de un tratado de derecho internacional siguen siendo los
aspectos que mayor tratamiento mediático y académico reciben. Esta
situación ha provocado una triple consecuencia. La primera es que
cada vez sean menos los estudios o ensayos en los que se aborde la
cooperación y el conflicto a través de un marco de comprensión global
y asumiendo los riesgos derivados de teorizar sobre ámbitos tan que
admiten tantas discusiones e interpretaciones por las distintas escuelas
de pensamiento que se enmarcan dentro de esta disciplina. Otra consecuencia ha sido la renuncia a construir una teoría de la Relaciones
Internacionales que aborde la naturaleza de los procesos por parte de las
corrientes teóricas anti-racionalistas o reflectivistas provenientes de del
constructivismo, la teoría crítica, post-modernismo y feminismo, entre
N. E. Véase el capítulo «Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la Paz».
*.
170
inmaculada marrero rocha
otros, que comparten su desconfianza ante la posibilidad de llegar a un
conocimiento científico sobre las características de la política mundial,
ya que la realidad internacional es un fenómeno socialmente construido.
La tercera consecuencia de que los procesos internacionales sean cada
vez más complejos e inabarcables es la tendencia a la especialización
radical, volcada en el análisis de categorías concretas de relaciones de
cooperación y conflicto, en procesos con participación de una tipología
concreta de actores, o el estudio de procesos que tienen lugar en ámbitos
regionales concretos.
171
OTRA ECONOMÍA PARA HACER POSIBLE LA PAZ
Juan Torres López
Dpto. de Teoría Económica y Economía Política de la Universidad de Sevilla
Al abordar los estudios y la problemática de la paz parece hoy día
ya evidente que lo hacemos a un asunto que requiere omnicomprensión,
transversalidad y un enfoque capaz de adecuarse a su complejidad in*
trínseca .
Por eso que apenas haya aspectos de la vida humana y social que
puedan dejarse a un lado para entender la problemática de la paz, a la
hora de conocer su naturaleza, de explicar las dificultades que implica su
práctica o las demandas que plantea a los individuos y a las relaciones
sociales que éstos protagonizan.
La cultura, la política, la ética, las creencias, la psicología, las condiciones materiales de la vida humana ... todos los aspectos de las
relaciones sociales constituyen el nudo gordiano en el que se entronca
el problema y la aspiración de la paz. Y ahí es obvio que se encuentra
también la dimensión económica de los problemas sociales, la actividad
productiva de los seres humanos y las acciones que llevamos a cabo para
intervenir de una manera u otra sobre ella.
Y, tal y como ocurre con cualquier otra de las dimensiones de la vida
humana y social que afectan a la problemática de la paz, es igualmente
obvio que no cualquier condición económica tiene el mismo efecto sobre ella, si la entendemos aunque sea de forma muy elemental como la
condición en la que los seres humanos disponen de garantías suficientes
*
.N. E. Véase el capítulo «Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la Paz»
172
juan torres lÓpez
para satisfacer las necesidades básicas, satisfacción sin la que se ven
forzados a involucrarse en un conflicto por la utilización de recursos que
tiende a presentarse habitualmente de forma violenta.
Pues bien, en esta intervención quisiera simplemente exponer algunas
ideas básicas sobre lo que podríamos denominar las pre-condiciones
económicas para la paz. Es decir, el tipo de actividad económica y de
comprensión analítica de los asuntos económicos que puede permitir
que el conflicto por la utilización de los recursos se resuelva pacífica y
satisfactoriamente.
La base de la que parte es considerar que la vida social en paz requiere
unas condiciones previas de satisfacción que eviten que el conflicto material por el uso de los recursos básicos, que quizá de forma inevitable es
consustancial con la vida humana, se resuelva de forma violenta, para lo
cual es necesario que ese conflicto se plantee y resuelva dentro de unas
*
coordenadas básicas de equidad e igualdad . Una idea que en términos
normativos equivaldría a pensar que es preciso aceptar una especie de
imperativo moral que obligue a garantizar la satisfacción de esa demanda
humana básica relativa a los recursos esenciales para la vida.
La realidad de las cosas me parece que prueba de manera indiscutible
que una buena parte de la violencia en la que el ser humano se ve envuelto
hoy día (y quizá siempre), la ausencia efectiva de paz, deriva precisamente
del hecho evidente de que los recursos materiales se apropian de modo
muy desigual, a través de mecanismos intrínsecamente inequitativos, al
margen de cualquier criterio de justicia y con resultados manifiestamente
desiguales y frustrantes para la inmensa mayoría de la sociedad.
Es difícil encontrar un conflicto bélico que no esté asociado, más
o menos directamente, a las condiciones económicas, a la carencia de
recursos, a la lucha por disponer de los medios de los que unos u otros
nos apropiamos sin tener en cuenta la necesidad de quien está a nuestro
lado y carece sin razón de ellos.
Por eso me parece que la reflexión sobre la paz, como anhelo humano,
como condición de la vida social y como práctica relacional, requiere
incorporar «la cuestión económica», «el problema» de la satisfacción
material, y tratar de evidenciar cuáles son las condiciones que, desde
esta perspectiva, dificultan hoy día la práctica de la paz y cuáles pueden ser las que faciliten la resolución pacífica del conflicto en torno a
*
.N. E. Véase el capítulo Una Teoría de Conflictos basada en la complejidad
otra economÍa para hacer posible la paz
173
la satisfacción material y el uso de los recursos necesarios para la vida
humana. Un conflicto que, aunque quizá sea inherente a la vida humana, no tiene por qué resolverse necesariamente (como ningún otro) de
forma violenta.
En términos generales, creo que ese planteamiento ha de atender a
tres dimensiones esenciales de las cuestiones económicas. La primera
de ellas es, lógicamente, la definición de lo que va a ser o mejor dicho,
de lo que debe ser considerado como «problema económico».
La segunda es la determinación de lo que comúnmente se entiende por
«economía», como cuerpo de conocimientos e instrumento de análisis.
Es decir, la naturaleza, el alcance y la pretensión del tipo de enfoque
intelectual y de las herramientas analíticas que utilizamos para abordar
los problemas que anteriormente hayamos aceptado considerar como los
asuntos sociales de naturaleza económica.
En tercer lugar, hay que referirse a los asuntos de la vida económica
que hoy se ponen principalmente sobre la mesa y cuyo estado actual
implique una mayor y más evidente dificultad para lograr que la paz se
imponga en las relaciones humanas y sociales.
Trataré a continuación de desarrollar algunas ideas sobre estas tres
cuestiones principales.
1. UNA AGENDA GLOBAL INJUSTA QUE GENERA VIOLENCIA
Como dice el Premio Nobel de Economía Amartya Sen1, «si en la
mente de muchas personas la religión y la comunidad están relacionadas
con la violencia global, también lo están la pobreza y la desigualdad».
Y si eso es así, no queda más remedio al mismo tiempo que reconocer que esas condiciones son asimismo el resultado del tipo de asuntos
económicos a los que se les da tratamiento preferente y de las soluciones
que reciben en la agenda global de nuestros días *.
En concreto, me parece que hoy día hay suficiente consenso como
para poder afirmar que en la actualidad hay una serie de materias y de
1.SEN, Amartya (2007) Identidad y violencia. La ilusión del destino. Buenos Aires,
p.191
*
.N. E. Véase el capítulo Los procesos de Cooperación y Conflicto en las Relaciones
Internacionales: Continuidad y Cambio
174
juan torres lÓpez
políticas vinculadas a cada una de ellas que están en el origen de la pobreza global, de la desigualdad creciente y de la persistente frustración
en la que viven cientos de millones de personas en nuestro mundo 2.
Puede ser, como el propio Amartya Sen reconoce, que la pobreza, el
desempleo, la precariedad y la necesidad incluso vayan acompañados
de una falta tan mortecina de respuesta que no generen violencia: «Un
desdichado muerto de hambre puede ser demasiado frágil y estar demasiado abatido como para luchar y combatir, y hasta para protestar y gritar.
Por tanto, no es sorprendente que con mucha frecuencia el sufrimiento
intenso y generalizado y la miseria hayan estado acompañados de una
paz y un silencio inusuales»3.
Pero ni siquiera así se puede negar que esas situaciones constituyen
en sí mismas una situación de violencia interior, una carencia efectiva
de paz, si esta se entiende como algo más que la que se expresa en el
silencio de los cementerios. La pobreza y la desigualdad en nuestro
mundo están siendo producidas actualmente por algunos factores como
los siguientes:
— Las normas que regulan el comercio internacional, claramente
asimétricas, de modo que permiten a los países más ricos establecer
constantes trabas a los flujos comerciales que podrían proporcionar rentas
a los más pobres, mientras que imponen a éstos últimos una aceptación
casi militar de las normas liberalizadoras que ellos no cumplen 4.
No solo se ha fijado un criterio de plena libertad comercial que ya es
intrínsecamente injusto, puesto que implica tratar igual a los desiguales,
sino que ni siquiera es seguido por las grandes potencias que, al contrario de lo que no dejan hacer a los países menos poderosos, protegen
sus intereses mientras que obligan a los países empobrecidos a abrirse
sin reservas ante ellos.
El hambre en países ricos en recursos naturales, la pobreza en naciones
con producción de mercancías abundante y de amplia aceptación en los
mercados, o la colonización que impide que las decisiones económicas
se adopten atendiendo a los interés autóctonos, son las consecuencias
de un régimen comercial mundial injusto, desigual y que está regulado
de espaldas a las necesidades de la población mundial.
2.STIGLITZ, Joseph E. (2002). El malestar en la globalización. Madrid.
3.SEN, Amartya (2007) p.192
4.STIGLITZ, Joseph E. y CHARLTON, Andrew (2007). Comercio justo para todos.
Madrid.
otra economÍa para hacer posible la paz
175
El proteccionismo de la Unión Europea que le lleva, por ejemplo, a
ser la primera exportadora mundial de azúcar cuando éste producto se
obtiene en este continente con los costes más altos del mercado mundial, es bien expresivo de cómo los ricos pueden imponer sus intereses
comerciales sobre los demás países sólo por el hecho de que son más
ricos y no porque respeten (como obligan a hacer a otros para que no
puedan defenderse) las leyes del mercado que afirman defender.
— La práctica desregulación de las relaciones financieras a escala
planetaria, dando lugar a que el dinero, como dice Eduardo Galeano,
tenga en este mundo mucha más libertad que los seres humanos, es
otra de las componentes de la agenda económica mundial que provoca
pobreza y desigualdad mundial5.
En los últimos decenios se ha producido una hipertrofia de los flujos
financieros que ha generado un universo monetario muy volátil e inestable pero sumamente rentable. Uno de los problemas que esto plantea
es que, al ser más atractiva la actividad financiera, absorbe recursos que
dejan de fluir a la actividad productiva, lo que provoca, por un lado,
descapitalización (a pesar de que en realidad hay una sobreabundancia
de recursos) y, por otro, crisis periódicas que lógicamente terminan por
afectar (como sucede con la actual crisis hipotecaria) a las personas o
países con rentas más bajas.
Todo eso se produce en el marco de una gran desregulación (o, para
ser más exactos, de una potente regulación bajo la ética liberal que
permite dejar hacer y movilizarse sin trabas a los capitales), de modo
que hoy día no hay manera de enfrentarse con garantías a la furia que
se desata en los mercados financieros, a los vaivenes muy caprichosos
de los capitales que se mueven a cortísimo plazo (y precisamente por
eso incapaces de sembrar actividad real por donde circulan) en busca
de la rentabilidad.
Se dice con razón que la economía mundial de nuestra época está
financiarizada, que es una economía de casino en donde priman la especulación y la generación de activos ficticios que, a pesar de que llevan
tras de sí ingentes cantidades de recursos financieros, nada tienen que
ver con los bienes y servicios necesarios para satisfacer las necesidades
humanas. La sobreabundancia de capital existente en nuestros días en
5.TORRES, Juan (2006) Toma el dinero y corre. La globalización neoliberal del
dinero y las finanzas. Barcelona
176
juan torres lÓpez
los mercados financieros se da al mismo tiempo que la escasez de esos
mismos recursos para la actividad productiva y eso está en el origen de la
subsiguiente falta de medios para producir los bienes y servicios básicos
que necesita una inmensa proporción de la población mundial.
— Consustancialmente con estas dos circunstancias anteriores, un
tercer factor que coadyuva de modo decisivo al empobrecimiento de
muchas naciones y de los sectores más desfavorecidos del planeta es
la pérdida de capacidad de maniobra de los gobiernos, la «retirada del
Estado» en palabras de Susan George6.
Frente a la globalización de las relaciones financieras desreguladas y
del comercio internacional en las condiciones mencionadas más arriba,
los estados han renunciado a intervenir con decisión en las áreas que
cada vez resultan ser más estratégicas de cara a la resolución de los
grandes problemas económicos. Por un lado, los intereses privados
más poderosos han impuesto una voluntad de renuncia, muchas veces
explícita, y, por otro, resulta que en las condiciones en que se plantean
a escala las interrelaciones macroeconómicas, esa renuncia viene dada
sin remedio.
Así, cuando los capitales circulan sin restricción alguna, los tipos de
interés, los instrumentos cambiarios o las propias políticas económicas
nacionales pierden casi toda su capacidad regulatoria, ya que no se
pueden utilizar sin que tengan una respuesta inmediata por parte de los
capitales.
Quienes ganan las elecciones, como señalaba el asesor del presidente
Lula, Frey Betto, llegan al gobierno pero no al poder, puesto que el
ejercicio efectivo de éste depende de lo que se imponga en los mercados
o en los grandes centros de decisión financiera.
Como he señalado en otro lugar7, lo que está ocurriendo con los
planteamientos macroeconómicos dominantes es que se conciben y se
practican como si fueran algo ajeno a la política, es decir, al ámbito de
decisión ciudadana, y que no debe responder a cualquier criterio sobre
su bondad o maldad, sin requerimiento ético alguno.
6. GEORGE, Susan (2001) La retirada del estado. Quién gobierna el mundo en el capitalismo global ¿mafias, multinacionales, empresas de consultoria, cárteles...? Barcelona.
7.TORRES, Juan (2004) «Regulación macroeconómica y democracia ¿Justifica la
economía que los gobiernos renuncien a gobernar». En GUERRA y TEZANOS (2004)
Políticas económicas para el siglo XXI. Madrid.
otra economÍa para hacer posible la paz
177
Como dice acertadamente Robert Gilpin8, cuando se establece un
sistema que implica que una nación no tiene capacidad de realizar una
determinada política, de tomar una decisión en virtud de su propio criterio, cuando tiene las manos atadas ante la disciplina que impone un
banco central en virtud de una lógica restrictiva que puede ser contraria
a otra más expansiva que convenga mejor al bienestar o a la eficiencia,
no es que la política no esté interviniendo. Todo lo contrario: dar por
hecho que no hay elección política a la hora de adoptar decisiones
macroeconómicas, que un país no tiene capacidad de maniobra, que no
va a poder decidir por sí mismo lo que pueda interesarle, ya es en sí
mismo una elección política. Eso sí, impuesta.
Los planteamientos dominantes sobre el papel del Estado (o mejor
decir, sobre su «no papel») ha hecho de la economía una pieza principal
que apuntala el «nuevo medievalismo» del que habló Hedley Bull9 y que
implica la renuncia efectiva a lo público no sólo como espacio político
sino como ámbito en el que se suscribe colectivamente una moral social,
las lógicas elementales que merecen ser compartidas, la ética de mínimos
sin la que cualquier sociedad termina por convertirse en una selva invivible
en la que no puede extrañar que se multiplique la violencia que nace de
la pobreza y la desigualdad que es inevitable que aparezcan cuando no
se colocan como asuntos prioritarios de la agenda de los estados que son
las instituciones que pueden hacerles frente con más eficacia.
— Por otro lado, un efecto inmediato de lo anterior es la crisis de
la fiscalidad y de las políticas redistribuidoras, los instrumentos quizá
más efectivos para, al menos, paliar la pobreza y la desigualdad lacerante de muchas de nuestras sociedades, y que lógicamente requieren
estados fuertes y una voluntad política firme de intervenir para corregir
la injusticia que producen las relaciones de mercado.
No solo se han debilitado en el interior de prácticamente todas las
naciones sino que en algunos han terminado casi por desparecer, tal y
como sucede a escala internacional, en donde las relaciones comerciales y financieras se desenvuelven sin la más mínima sujeción a tasas o
impuestos que, en justa correspondencia con el tipo de actividad predominante, deberían ser igualmente globales en la actualidad.
8. GILPIN, Robert (2001) Global Political Economy:Understanding the International
Economic Order. Princeton.
9.BULL, Hedley (1977) The Anarchical Society. New York
178
juan torres lÓpez
— Aunque desde otro punto de vista, otro de los factores que están
contribuyendo más decisivamente a producir empobrecimiento global,
e incluso una auténtica violencia implícita frente a la naturaleza que al
fin y al cabo es la piel del ser humano como ser social, es la renuncia
de la economía a tomar en consideración de modo efectivo los costes
vinculados al uso que realizamos de los recursos naturales 10.
Una desconsideración que ya en muchas ocasiones trae directamente la
violencia y la guerra para que unos grupos, empresas o naciones puedan
garantizar para ellos mismos el uso de materiales estratégicos como el
petróleo, el coltan o tantos otros.
Esa dejación, de la que hablaré más adelante, y la extensión de los
criterios desigualadores del mercado a los recursos naturales (como en
el paradigmático caso del agua) comienza a originar lo que con toda
seguridad va a ser una de las causas más abundantes de conflictos y
guerras en este siglo11. No podrá ser de otro modo mientras no se invierta
esa tendencia y se comience a considerar que la contabilización de los
recursos económicos, de sus costes y beneficios, debe comenzar por el
uso de la energía, de los residuos y de la naturaleza en general, algo
que, a pesar de estar evidentemente implícito en el funcionamiento de
la economía, no está siendo tenido en cuenta por ésta.
— Un efecto de la preminencia que hoy día tiene la lógica del mercado
sobre cualquier otra consideración es la generalización de incentivos perversos que son especialmente dañinos para el bienestar social y la igualdad
en el mundo, como ocurre de forma paradigmática con las patentes y, especialmente, con las relacionadas con el conocimiento, la salud y la vida12.
Las leyes actuales constituyen un incentivo radicalmente inadecuado
para que se reduzca la brecha digital, el desfase en el acceso a las fuentes
del conocimiento de los pueblos más pobres del planeta o para que se
investiguen y pongan en el mercado los medicamentos que necesitan las
personas pobres, mientras que incentivan, por el contrario, las destinadas
a los sectores de población de mayor renta13. Lo que obviamente origina
10.NAREDO, José Manuel (2006). Raíces económicas del deterioro ecológico y social.
Más allá de los dogmas. Madrid.
11.LONERGAN, Steve (2005) «El agua y la guerra». Our Planet, vol. 15 No. 4.
12. KHOR, Martin (2003) El saqueo del conocimiento. Propiedad intelectual, biodiversidad, tecnología y desarrollo sostenible. Barcelona
13. KREMER, Michel y GLENNESTER, Rachel (2004). Strong medicine: Creating
incentives for pharrmeceutical research on neglected diseases. Princeton.
otra economÍa para hacer posible la paz
179
desigualdades y carencias lacerantes en millones de seres humanos, una
fuente inagotable de violencia estructural.
2. HOMO OECONOMICUS: EL SER HUMANO
DESNATURALIZADO
La evolución histórica del análisis económico marca claramente los
cambios en la comprensión de la actividad de los seres humanos de
cara a la satisfacción de sus necesidades así como en la caracterización
de su propia naturaleza como productor, distribuidor y consumidor de
bienes.
La concepción aristotélica original entendía que la economía (oikos
knomos) se refería a la administración de la casa (en el sentido amplio de
ésta última, que extendía lo doméstico más allá de las meras relaciones
familiares) lo que implicaba que se trataba de una actividad en donde
lo relacionado con el intercambio monetario se conjugaba con toda la
actividad relativa a la satisfacción real a través del uso y gestión de los
recursos necesarios y que, precisamente por darse en el seno del la casa,
estaba igualmente vinculado con los valores y prioridades que históricamente han estado unidos al espacio de lo doméstico: colaboración,
gratuidad, empatía, diálogo...
Más adelante (y de modo paralelo a «la gran transformación» de
la que hablara Polanyi) se produce una inversión sustancial en esta
comprensión cuando la progresiva generalización de las relaciones de
intercambio monetario y el paulatino desarrollo del capital terminarán
por transmutar esa originaria concepción para hacer de la economía un
saber vinculado exclusivamente al ámbito monetario y a las relaciones
del comercio: la sociedad se convierte en sociedad de mercado y la
economía en economía de lo monetario.
El desarrollo de la economía clásica a través de las obras de los primeros grandes economistas confirmó esta inversión, si bien fortaleció y
generalizó, al mismo tiempo, el análisis (cada vez más sistemático) de
los fenómenos económicos acompañado de la reflexión sobre la cuestión
distributiva, lo que inevitablemente llevaba a que la reflexión moral del
signo que fuera le fuese consustancial.
Además, la economía clásica, de la mano del primitivo pensamiento
sociológico y de la constatación más elemental y certera del funcionamiento de las sociedades, se basaba igualmente en el reconocimiento
180
juan torres lÓpez
de las clases sociales, no solo como protagonistas de los procesos de
distribución sino como los sujetos efectivos de los grandes fenómenos
cuyas leyes generales se trataba de descubrir.
Ese planteamiento reconocía el conflicto como inherente a las relaciones
económicas y de ahí que se tratase de descubrir elementos o factores de
resolución que proporcionaran la necesaria armonía a la vida social a
través de las relaciones económicas, bien a través de la mera dinámica
autónoma del mercado (de la «mano invisible»), bien a través de la
lucha política o de clases, bien mediante un profundo humanismo que
se trataba de conjugar de la mejor manera posible con el racionalismo
de la época.
Sin embargo, esos planteamientos se fueron al traste con la llamada
economía marginalista o neoclásica que volvió a invertir radicalmente
la naturaleza del análisis económico y las bases para la comprensión de
la actividad económica.
De las clases sociales se pasó a la consideración del individuo como
sujeto económico aislado y éste se entendió como un auténtico homo oeconomicus, es decir, como un ser cuya lógica exclusiva de comportamiento
era la de maximizar la utilidad a partir de sus intereses egoístas.
Además, la economía dejó de ser una economía política, como la
había denominado Montchretien ya en 1615, para pasar a convertirse
en un abstracto (economics), y las reflexiones morales desaparecieron
cuando se estableció que la vida económica estaba regulada por los
automatismos del mercado, en donde no había lugar para las disquisiciones morales sino, simplemente, para el cálculo de las condiciones de
eficiencia técnica de los intercambios.
El punto culminante de estos planteamientos se alcanza cuando Wilfredo
Pareto formula las condiciones en las que puede lograrse una situación
de bienestar social óptima en la que, sin embargo, no hay cabida, como
he dicho, para ningún tipo de consideración relativa a la justicia, a los
efectos de la distribución original de la riqueza dada o a las situaciones
de carencia que pueden ser compatibles con dicho óptimo
La consecuencia de estos planteamientos marginalistas o neoclásicos
que con más o menos fidelidad a sus principios originales dominan hoy
día el pensamiento y el análisis económico (al menos en sus postulados
teóricos más abstractos e influyentes) es que éstos se han consolidado
como saberes verdaderamente autistas, incapaces de reconocer en sus
planteamientos la realidad de las cosas y muy despreocupados por las
condiciones de vida de la población humana.
otra economÍa para hacer posible la paz
181
Esto último se manifiesta, sobre todo, en la desconsideración por
parte del análisis económico y de las políticas económicas dominantes
de una amplia gama de variables que no consideran como inherentes a
los problemas económicos, a pesar de que es una evidencia elemental
que tienen una influencia decisiva en la naturaleza de su planteamiento
y en su resolución.
Me refiero, por ejemplo, a las condiciones en que se toman las decisiones o a las desigualdades de acceso al poder y en el reparto de los
vectores de realización de los que, al fin y al cabo, depende la posibilidad
de influir y participar activamente en la vida social y económica.
Es lógico que en la medida en que la economía no tenga en cuenta
estas circunstancias se desentienda entonces de la diferente posición de
los seres humanos a la hora de forjar sus preferencias y, sobre todo,
de expresarlas en intereses con posibilidades de ser tenidos en cuenta
o satisfechos.
E igualmente hay que mencionar la habitual desconsideración que la
economía convencional hace de las dimensiones más auténticas del ser
humano y que, precisamente porque lo son, deberían ser las que más
destacadamente se tuvieran en cuenta a la hora de gobernar los hechos
económicos de los cuales depende la satisfacción de las auténticas necesidades de las personas.
A pesar de que se concibe como una ciencia omnicomprensiva (la
«gramática de las ciencias sociales» la llamó Jack Hirsleifer14), de la
escasez y la elección en las que se involucran los seres humanos, lo
cierto es que la economía sigue siendo casi completamente ajena a los
recursos y condiciones que tienen que ver con nuestras dimensiones
más auténticamente humanas: la felicidad, el desarrollo integral de las
personas, nuestros sentimientos y sensaciones, los sufrimientos o nuestras pasiones. George Bernard Shaw dijo que «la economía es el arte de
sacar todo el partido a la vida» pero lo cierto es que ha terminado por
convertirse en el partido que se le puede sacar a la vida solo cuando
hay valor o recursos monetarios de por medio.
En consecuencia, la contabilidad social o los indicadores que se toman como referencia, las variables sobre las que se actúan y el espacio
social en el que exclusivamente se sitúan los problemas económicos son
14. HIRSLEIFER, Jack (1985) «The Expanding Domain of Economics» American Economic Review 75:53-68.
182
juan torres lÓpez
los que coinciden exactamente con el universo de lo que puede tener
reflejo en lo monetario. Y además, eso se analiza y se trata de explicar y
analizar desde un enfoque que, como señaló Gary Becker15 con bastante
coherencia, distingue más que su propio objeto a la ciencia económica: el
enfoque que está basado en la racionalidad maximizadora, en el egoísmo
y en el sometimiento a las leyes del mercado 16.
El problema es que e este enfoque económico produce una verdadera
desnaturalización del ser humano y de su conducta como individuo y
como parte de una sociedad (a la que incluso se le llega a negar su
propia existencia cuando se dice, como Margaret Thatcher, que no hay
sociedad sino individuos).
Y, además, individuos que se conciben exclusivamente como agencias
maximizadoras, desprovistos realmente de humanidad puesto que son
únicamente seres carentes de cualquier encuadramiento moral que no
sea su racionalidad en la elección y el egoísmo que le lleva a tomar en
consideración solamente sus aspiraciones e intereses particulares.
La economía dominante concibe a los seres humanos como agentes
sin espacio natural común, sin sociedad. Como también los concibe sin
sentimientos, o sin más necesidades que no sean las de tener, como si
los seres humanos solo estuviéramos diseñados para poseer y no para
ser o relacionarnos con los demás.
Y a la hora de contemplar las actividades económicas que llevamos
a cabo el ámbito relacional de los seres humanos se reduce igualmente
hasta el que queda marcado exclusivamente por las relaciones de mercado.
Un ámbito que, a pesar de que es evidente que conforma una proporción
reducida del espacio en el que nos movemos para satisfacer nuestras
necesidades (piénsese en el trabajo voluntario, en el doméstico, en los
intercambios gratuitos...), se quiere ver, sin embargo, como un orden
natural, totalizante y «constitutivo del orden social», como lo calificaba
Friedrich Hayek17.
15.BECKER, Gary (1976) The economic Aproach to Human Behavior. Chicago
16.TORRES, Juan (2001) «Las alternativas imperfectas de la economía. La naturaleza
del problema económico». En MUÑOZ, Francisco A. (2004) La paz imperfecta. Granada.
17. HAYEK, Friedrich (1981) Nuevos estudios en filosofía política, economía e historia
de las ideas. Buenos Aires, p. 55
otra economÍa para hacer posible la paz
183
Lógicamente, para ese simple viaje al núcleo maximizador de la
utilidad individual del individuo aislado, la economía no precisa de
las alforjas de la política, de la antropología, de la sociología ni, por
supuesto, tampoco de la ética.
De esta forma la economía no sólo se empobrece a sí misma, como
ha afirmado Sen18 que le ocurre cuando se separa de la ética, sino que,
desprovista de juicio moral, de inquietud normativa y de valores como
la equidad, la justicia o la solidaridad, necesariamente deja fuera de su
episteme al empobrecimiento humano, a la insatisfacción, al malestar o
a la desigualdad como causas de la violencia.
¿Y cómo, entonces, hablar de paz?
3. MÁS ALLÁ DE LA ECONOMÍA CONVENCIONAL
Más allá de lo que no ve la economía convencional, me parece que
la paz mundial necesita hoy día nuevas relaciones económicas, basadas
en el reparto de los frutos de la actividad económica y en la justicia,
nuevos polos y mecanismos de decisión, nuevos problemas prioritarios
en la agenda global y en las de los gobiernos, y más recursos destinados
a resolver necesidades básicas (para evitar, por ejemplo que la meta de
alcanzar objetivos tan elementales como los del Milenio de las Naciones Unidas esté cada vez más lejos). Y necesita lógicamente que estas
pretensiones, posiblemente las preferentemente sentidas por la inmensa
mayoría de la humanidad, puedan convertirse en prioridades en la acción
de los gobiernos.
Para hacer realidad todo eso es evidente que se necesita poder y capacidad para influir en la mentalidad social y en los procesos de generación
de valores. Pero no sólo poder. Como dice Antonella Picchio19 refiriéndose
a lo que es necesario para alterar el modo de pensar y de actuar marcado
exclusivamente por lo masculino, no basta con disponer de un lugar privilegiado en la jerarquía social sino que es necesario también «identificar
ciertas cuestiones fundamentales y abordarlas de forma novedosa» así
18.SEN, Amartya (1989) Sobre ética y economía. Madrid
19.PICCHIO, Antonella (2005) «La economía política y la investigación sobre las
condiciones de vida» en CAIRÓ, Gemma y MAYORDOMO, Maribel (2005). Por una
economía sobre la vida. Aportaciones desde un enfoque feminista. Barcelona
184
juan torres lÓpez
como «formular y utilizar los instrumentos analíticos adecuados» porque,
sigue diciendo, «la eficacia en lograr cambios depende de la capacidad
para interpretar la naturaleza y la dinámica de los procesos sociales y
para reconocer los sujetos que en ellos actúan».
Coincidiendo con esta apreciación, entiendo que para provocar un reencuentro de la economía con la aspiración humana y con la práctica social
de la paz, en los múltiples sentidos que vengo mencionando (relativos
a la actividad económica, a los problemas económicos y a su análisis
científico) es necesario, además de lo que he señalado, que dispongamos
de otro enfoque teórico, de nuevos puntos de partida y de herramientas
de análisis diferentes a las que vienen siendo utilizadas por la economía convencional, que lógicamente son las apropiadas para conocer los
asuntos (convencionales) que se propone analizar y no otros.
Señalaré a continuación los que me parecen más relevantes y urgentes para lograr que las relaciones económicas sean, en todas sus
manifestaciones, una fuente de satisfacción y paz en lugar de causas de
enfrentamientos y conflictos más o menos violentos.
El análisis económico ha de partir de un nuevo principio antropológico.
La economía debe ser una ciencia de lo humano y de los humanos 20,
un conocimiento sobre la acción de seres humanos que observa en toda
su integridad y no solo en su dimensión comercial y mercantil, como
evaluadores del riesgo y la utilidad.
La economía no puede limitarse tampoco a ser una mera praxeología,
una ciencia de la elección o una mera técnica al servicio de la eficiencia, sino una ciencia moral, con sensibilidad ética, y concernida por los
problemas humanos de la privación y la pobreza, de la discriminación
y la injusticia.
Estos principios deben ir acompañados necesariamente de un concepto
de la actividad económica que no se limite a lo que tiene expresión monetaria, sencillamente, porque la satisfacción de las necesidades humanas
(incluso las simplemente materiales) está concernida por actuaciones
humanas que se desenvuelven en esferas ajenas a lo monetario. Y porque
muchos bienes y servicios imprescindibles para la vida humana (tanto o
más que los que se manifiestan como mercancías) se producen en ámbitos
en los que no impera la lógica del intercambio mercantil.
20.NELSON, A. (2006). Economics for Humans. Chicago.
otra economÍa para hacer posible la paz
185
De hecho, la extensión del conocimiento y el análisis económico a
esos ámbitos y el reconocimiento de ese tipo de actividades como dentro
lo que consideremos como economía será lo que permitirá que ésta se
reconcilie con los valores ya la práctica de la generosidad, del regalo,
del amor, del cuidado, de la cooperación, de la sensibilidad, del respeto y
la cooperación, de las emociones, de la entrega y la solidaridad que son
los que, en realidad, hacen que los seres humanos seamos efectivamente
humanos y capaces de resolver en paz nuestros problemas.
Paralelamente, la economía debe renunciar para siempre a la ficción
del automatismo del mercado y a la ficción de que éste actúa con independencia de cualquier otro fenómeno o circunstancia social. Ningún
mercado puede ni siquiera comenzar a funcionar sin normas, sin establecer preferencias previas, sin reglas de corrección y funcionamiento.
Y cualquiera de ellas no puede sino derivar de una decisión previa que
tiene que ver y está condicionada por la riqueza, por el poder y por la
capacidad de influir de cada persona o grupo social.
Por eso, la economía no sólo debe ser humana, moral y social sino
que debe ser también, como al inicio, economía política, es decir, capaz
de reconocer los elementos de entorno que en cada momento están incidiendo en el tipo de respuesta que reciba cada problema económico y,
de modo muy particular, en el conjunto de capacidades de cada persona,
lo que Amartya Sen21 denomina los «vectores de realización» y que son
la base de la «libertad de bienestar» de cada uno de nosotros.
De hecho, lo que resulta hoy ilusorio es creer, como suele ser habitual,
que la resolución pacífica de los conflictos sociales puede lograrse garantizando solamente la «libertad de protagonismo», por seguir utilizando
las expresiones de Sen, que se refiere a la posibilidad de conseguir metas
y valores, y no al mismo tiempo la de bienestar que es la que permite
garantizar efectivamente que los individuos se realicen integralmente y
que gocen de las consecuencias globales del bienestar que otros tienen
a su completa disposición.
Si de verdad hay una aspiración sincera por la paz, la economía no
podría ser ajena al hecho evidente de que hoy día el planeta dispone de
recursos y de capacidad potenciales suficientes para producir riqueza,
bienes y servicios suficientes para garantizar la satisfacción integral y
completa de las necesidades que son esenciales para la vida humana.
21.SEN, Amartya (1997) Bienestar, justicia y mercado. Barcelona
186
juan torres lÓpez
Claro que para ello es preciso asumir, en primer lugar, un imperativo
ético universal y unas reglas de gobiernos planetario muy diferentes a las
que hoy día predominan. En segundo lugar, una agenda muy diferente
de los problemas que hay que resolver, como he mencionado anteriormente. En tercer lugar, un reparto del poder equilibrado que obligaría
a comprender y aceptar que la democracia (por supuesto también en lo
mucho que tiene que ver con los problemas económicos) además de una
mecánica de decisión es también un espacio deliberativo y un tipo de
vínculo social. Y, finalmente, técnicas de análisis, evaluación, decisión e
intervención que se congraciaran con el medio ambiente físico, con la
naturaleza plural de los seres humanos (y especialmente con la dimensión
femenina de los hechos sociales) y con la imprescindible dimensión temporal de la vida económica de un modo distinto al que hoy día conlleva
el paradigma del crecimiento lineal y compulsivo.
No conviene engañarnos. La paz requiere una mínima satisfacción y
el sentimiento de que se está actuando con un mínimo de justicia. Por
eso, mientras nuestro siga siendo un verdadero infierno para la mayoría
de la población humana no será posible la paz.
Para evitarlo, el punto de partida imprescindible es comenzar por la
modificación en el destino de los recursos y la asunción de una pauta
distributiva diferente e igualitaria. Las Naciones Unidas y muchos otros
organismos oficiales, organizaciones privadas o estudios académicos
vienen insistiendo en que con una cantidad de recursos que relativamente
es bastante reducida (si se compara con los patrimonios o rentas de las
personas más ricas del mundo o con el gasto armamentístico mundial,
por ejemplo) se podrían financiar las soluciones a las grandes carencias
de la humanidad en salud, vivienda, educación o alimentación. Pero
los gobiernos no es que no avancen en la necesaria transformación de
las estructuras desiguales e injustas que provocan pobreza, sino que ni
siquiera cumplen sus propios compromisos de «generosidad» con los
que ellos mismos han arruinado.
Lo que eso quiere decir es que para avanzar hacia una distribución
más justa de la riqueza hay que modificar, como he señalado, la agenda
global y la de los gobiernos nacionales: dando prioridad al problema de
la desigualdad frente al del crecimiento en el comercio internacional,
estableciendo mecanismos de control de las finanzas internacionales
para que queden sometidas a la regulación efectiva de los gobiernos y
de instituciones mundiales reforzadas, imponiendo tasas o impuestos
a escala planetaria, sometiendo la actuación de las grandes empresas
otra economÍa para hacer posible la paz
187
transnacionales a leyes y reglas de responsabilidad, modificando los
sistemas de incentivos y las leyes de patentes, o estableciendo contribuciones obligatorias a fondos internacionales destinados a la creación
de las necesarias infraestructuras y servicios de bienestar, por citar
solo algunos ejemplos, de los muchos que se pueden encontrar en la
literatura o en las propuestas políticas de quienes ofrecen perspectivas
de transformación social en nuestro mundo.
Pero, como acababa de señalar, no conviene engañarse. Todo eso será
posible sólo en la medida en que se comience por generar nuevas herramientas de pensamiento (nuevas formas de contabilidad social, nuevos
indicadores, perspectivas de análisis más complejas y transversales...),
nuevos valores y nuevas convicciones e imperativos morales. *
*
.N. E. Véase el capítulo El poder político de la paz. La presencia social y política
de la paz.
189
LAS RELIGIONES como gestión de la complejidad Y LA PAZ
Beatriz Molina Rueda - Mª José Cano
Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada
El objeto de esta presentación es analizar de qué manera las religiones
contribuyen a la paz, cuáles son los elementos y las circunstancias que
explicarían la capacidad de las religiones para intervenir en la regulación
pacífica de los conflictos que envuelven a las sociedades y grupos humanos
en los que cada religión actúa. Para ello plantearemos, en primer lugar,
cuál es el sentido de las religiones y su función en la estructuración de
las relaciones humanas y sociales. A continuación indicaremos algunas
pautas para localizar, analizar e interpretar aquellas experiencias, situaciones y circunstancias que han permitido a las tradiciones religiosas
mantener ideas y prácticas de paz. En tercer lugar, el reconocimiento de
esas circunstancias nos puede ayudar a entender la complejidad de los
actuales conflictos religioso-culturales y, en última instancia, a proponer
nuevos modos de regulación pacífica.
Nuestro análisis parte de la noción de Paz como un fenómeno complejo,
conflictivo e imperfecto, de una comprensión global de la paz que tenga
en cuenta las múltiples interacciones y mediaciones que se establecen a
diversos niveles en cualquier actividad de los seres humanos; en definitiva, una paz ligada a la complejidad, los conflictos y la cooperación 1.
Esta misma concepción de la paz implica tener en cuenta la capacidad
creativa de los conflictos, fenómenos ligados intrínsicamente a los seres
1.Véase, en este mismo volumen, MUÑOZ, Francisco A. y MOLINA RUEDA, Beatriz,
«Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la Paz».
190
beatriz molina rueda y mª josÉ cano
humanos, en los que intervienen actores, intereses, objetivos, necesidades y percepciones, lo que, obviamente, es aplicable a los llamados
conflictos religiosos.
Otro de nuestros supuestos de partida es la estrecha conexión entre
religiones y culturas, pues ambas forman parte de los procesos de socialización mediante los que el ser humano ordena y articula el desarrollo
de sus capacidades estableciendo un conjunto de pautas de conducta,
de valores y de principios que ayudan a la estabilidad y supervivencia
de la especie humana. Todas las normas y comportamientos culturales
implican, por una parte, cohesión social —necesaria para el mantenimiento del grupo—, pero también están dirigidas al establecimiento de
relaciones con otros grupos y sociedades humanas, y en esos procesos
culturales las religiones tienen una significativa presencia. Esto adquiere especial relevancia en el actual contexto de un mundo globalizado,
donde las fronteras culturales y religiosas tienden a ser cada vez más
permeables.
Por otra parte, y como consecuencia de lo anterior, es obvio que
cualquier estudio documental de los modelos religiosos que nos propongamos no puede limitarse a la interpretación teológica o doctrinal
de las fuentes, sino que deberá combinar diversos enfoques: histórico,
sociológico, antropológico, lingüístico, o semántico.
1.APROXIMACIÓN A LAS RELIGIONES
El auge que en los últimos tiempos adquieren las religiones es un
fenómeno sociocultural que ha merecido la atención de las instituciones
religiosas y políticas, y que ha dado lugar a una creciente preocupación
por promover encuentros y debates entre representantes de distintas tradiciones religiosas, a fin de propiciar el diálogo entre ellas. Este hecho,
desconocido en épocas anteriores, responde al nuevo paradigma sociopolítico surgido como consecuencia de unas transformaciones ocurridas
a nivel mundial como son la globalización, el policentrismo político o
el pluralismo cultural y religioso de las sociedades actuales. Podemos,
pues, afirmar que esa creciente atención a las religiones y a lo religioso
no se debe exclusivamente a un desarrollo intrínseco de la religiosidad,
en su aspecto puramente espiritual, sino que es en gran medida resultado
de unas transformaciones sociopolíticas, económicas y culturales que
actualmente afectan a todos los órdenes de la vida.
las religiones como gestiÓn de la complejidad y la paz
191
Por una parte, asistimos en nuestras sociedades modernas a un cambio
de valores, a un replanteamiento de las formas de concebirnos a nosotros mismos, de ciertas actitudes y comportamientos, que dé sentido y
explicación a los cambios que están ocurriendo y que afectan a la vida
de los seres humanos, a sus modos de relación con otros grupos, con el
entorno, con el mundo. Esto conlleva un cambio de modelos ontológicos y antropológicos en los que, querámoslo o no, están implicadas las
religiones. Por otra parte, los últimos acontecimientos mundiales, que
parten del 11 de septiembre de 2001, están creando, o intensificando,
una serie de conflictos a escala mundial (terrorismo, fundamentalismos
religiosos, guerra de Iraq, conflicto de Oriente Medio, etc.), a los que,
por una parte, se les adjudica con insistencia unas raíces religiosas y,
por otra, se les reconocen unas motivaciones que podemos llamar ‘profanas’. La aparente contradicción que esto supone, y que obedece a la
tendencia a plantear cualquier fenómeno humano en términos dicotómicos, quedaría diluida si, entre otras cosas, mirásemos a las religiones
como construcciones sociales y humanas, y no sólo como productos
espirituales emanados de un ser supremo.
La constante presencia de los fenómenos religiosos, y su repercusión
en el desenvolvimiento de los procesos sociales, culturales y políticos,
hace que no podamos desentendernos de ellos ni siquiera desde posiciones
‘no religiosas’o ateas, porque lo religioso trasciende la pura espiritualidad y nos afecta a todos los seres humanos, seamos o no creyentes.
Dicho de otro modo, las religiones no incumben sólo a las relaciones
del individuo con la divinidad, sino también a las relaciones humanas,
a los procesos de socialización, a la articulación del pensamiento y a
las prácticas políticas.
Todo ello nos lleva a plantearnos de manera renovada el papel de
las religiones en el desenvolvimiento y posible resolución, pacífica o
violenta, de los conflictos, y nos lleva sobre todo a hacer un ejercicio
de reinterpretación sobre el significado de las religiones, que nos permita entender cuál es el sentido último de los fenómenos religiosos,
qué alcance y repercusiones pueden tener en las actuales circunstancias
civilizacionales. Una de las observaciones que, desde nuestro punto de
vista, justifican la necesidad de estos replanteamientos es el carácter
universal que el hecho religioso tiene y ha tenido a lo largo de toda la
historia de la humanidad, y la época actual no es una excepción. Por otra
parte, si la religión es un hecho universal presente en todas las sociedades humanas y en todas las culturas, podemos considerarla como un
192
beatriz molina rueda y mª josÉ cano
fenómeno supraconfesional, que trasciende a cualquier visión particular,
que normalmente estará influenciada por el entorno educacional, cultural
o político desde el que nos situemos.
Esta dimensión universal del fenómeno religioso ha llevado a algunos
autores2 a hacer una distinción conceptual —que puede ser operativa
en algunos aspectos— entre religiosidad y religión. La primera podría
ser entendida como una característica específica y consustancial al ser
humano en general, que en todo tiempo y lugar ha sentido la necesidad
de dar una explicación al mundo y al fundamento de la vida; mientras
que la religión, como materialización concreta de esa religiosidad, sería el producto cultural que le sirve de expresión, y que adopta formas
diferentes según los momentos y los grupos humanos que la desarrollan
y la practican. Por eso la religión contiene aspectos formales, prácticos,
rituales, institucionales y adopta diferentes formas según momentos,
grupos humanos, intereses, relaciones de poder, etc., mientras que la religiosidad concierne más a lo individual y personal y tiene un componente
intimista, emocional y ético. No cabe duda de que entre ambos aspectos
—el espiritual y doctrinal y el social e institucional— se establecen
estrechas relaciones y dependencias que han de ser tenidas en cuenta
en el campo de las aportaciones pacíficas de las religiones. Conviene
evitar, no obstante, la tendencia a reducir éstas al ámbito de lo espiritual
e individual con el consiguiente riesgo de colocar a los creyentes de las
distintas confesiones en el conformismo y la resignación ante conflictos
sociales o políticos.
Es cierto que el término religión se asocia, en un primer momento, a
cuestiones relacionadas con los dioses y lo sobrenatural, con lo espiritual
y lo sagrado frente a lo terrenal y profano. También suele asociarse con
frecuencia con los aspectos puramente institucionales de la misma (el
clero en el cristianismo, los rabinos en el judaísmo, los ulemas en el
islam o el sangha en el hinduismo y en el budismo, etc.) Sin embargo,
como veremos, se trata de un fenómeno mucho más amplio y complejo, con unas connotaciones que van más allá de la pura espiritualidad
individual o del dogma teológico.
Históricamente el hecho religioso, la religión, ha sido objeto de numerosas definiciones, dando lugar a interpretaciones diversas dependiendo
2.AVELINO DE LA PINEDA, Jesús (1998) El problema de la religión, Madrid, pp.
25-29 y 143-174.
las religiones como gestiÓn de la complejidad y la paz
193
de la época —antigüedad, edad media, modernidad, postmodernidad...—,
el enfoque —teológico, sociológico, antropológico, filosófico, psicológico...— o el lugar —Oriente, el mundo islámico, la Europa ilustrada, el
occidente moderno...— desde los que se ha abordado. En este intento de
definición, y al margen de los análisis de tipo teológico propios de las
religiones, han sido la filosofía y las ciencias humanas y sociales las que
más atención han dedicado a desentrañar e interpretar el fenómeno de la
religión, utilizando para ello diferentes enfoques (historicismo, positivismo,
idealismo...). Pero es quizás en el campo de la antropología donde con
mayor interés se ha abordado el sentido de las religiones, sin duda respondiendo a la necesidad de explicar una de las características intrínsecas del
ser humano —homo sapiens y homo simbolicus— y su comportamiento
colectivo que más escapa al razonamiento científico occidental. 3
Tradicionalmente se ha explicado la religión básicamente desde dos
perspectivas opuestas: una de tipo psicológico experiencial, según la cual
la religión es una experiencia individual, y otra intelectualista esencialista,
que ve la religión como una realidad exterior al sujeto. Esto genera una
dicotomía mundo interior/mundo exterior, identificada en última instancia
con lo sagrado/lo profano, que plantea algunos problemas a la hora de
intentar un concepto de religión más universal y más complejo. 4
Hacia principios del siglo XX, estas dos visiones opuestas vienen a
ser complementadas por el enfoque sociológico según el cual la religión
es un fenómeno y una realidad social.5 Este enfoque arranca de las
3.Sin embargo, no hay que perder de vista que la racionalidad es sólo un mecanismo
más, un ensayo puntual a lo largo de toda la historia de los humanos, para abordar la
comprensión y explicación de la complejidad del mundo, un intento más en la búsqueda
del equilibrio y la armonía que caracteriza a toda la historia de la humanidad. Así por
ejemplo, la libertad o el libre albedrío, considerados como propios de la racionalidad, están
comprendidos dentro del proceso general evolutivo de los seres humanos, y no representan
más que una capacidad consciente, racional, para elegir entre las posibilidades dadas por los
genes, nuestra corporeidad y sus cualidades (Cf. Francisco Muñoz y Beatriz Molina, «Pax
Orbis. Complejidad e imperfección de la Paz», en este mismo volumen). Por otra parte, esa
tajante división entre racionalidad y espiritualidad es falsa, pues en última instancia nuestra
racionalidad como seres humanos es también imaginativa, es decir responde a imágenes
mentales a través de las cuales esquematizamos todo nuestro conocimiento del mundo.
4.Pero no hay dicotomías, sino que todo está implicado en una compleja red de relaciones.
5.Un análisis, en este sentido, sobre la sociología de la religión de Durkheim puede
verse en MORRIS, Brian (1995) Introducción al estudio antropológico de la religión,
Barcelona, pp. 136-175.
194
beatriz molina rueda y mª josÉ cano
teorías de Max Weber6 y, sobre todo, de Durkheim, para quien la religión es «un cuerpo de prácticas y creencias relativas a cosas sagradas,
prohibidas; prácticas y creencias que unen en una misma comunidad
moral a todos los que se adhieren a ella».7 Del pensamiento de Durkheim
derivan muchas de las posteriores interpretaciones antropológicas sobre
la religión, incluido el nuevo enfoque, basado en la teoría de la acción
de T. Parsons, que contempla la religión como un sistema simbólico
que crea una dinámica racional-irracional tratando de superar los anteriores planteamientos dicotómicos. En esta perspectiva se sitúan muchos
antropólogos y sociólogos contemporáneos que, con distintos matices,
consideran la religión como un mecanismo general de integración de
los significados y motivaciones de los sistemas humanos. Así por ejemplo, para Geertz,8 la religión sería «un sistema de símbolos que obra
para establecer vigorosos, penetrantes y duraderos estados de ánimo y
motivaciones en los hombres, formulando concepciones de un orden
general de existencia y revistiendo estas concepciones una aureola de
efectividad tal que los estados anímicos y motivaciones parezcan de un
realismo único»9.
Todos estos enfoques sobre los fenómenos religiosos son, sin duda,
esclarecedores para avanzar en su comprensión y explicación. Las religiones son, en efecto, todo lo anterior, pero, desde nuestro punto de
vista, son ante todo construcciones humanas que desde los primeros
tiempos de la humanidad han actuado como mecanismos de socialización
y, como tales, han contribuido a la búsqueda del equilibrio y la armonía,
con el cosmos, la naturaleza y los otros humanos. En última instancia
los comportamientos humanos desde el origen de la humanidad obedecen a la búsqueda de ese equilibrio dinámico necesario para lograr la
supervivencia, en primer lugar, y luego para estructurar el conocimiento
y la interpretación de la realidad y del mundo.
En este sentido, desde nuestro punto de vista, las religiones tuvieron
que jugar, especialmente en los primeros tiempos de la especie humana,
6.Véase su Sociología de la religión (traducción y edición española de Enrique
Gavilán, Madrid, 1997).
7.DURKHEIM (1982) Las formas elementales de la vida religiosa, 37 (recogido en
MORRIS, Brian, Op. cit., pp. 147)
8.
GEERTZ, Clifford (1996), La interpretación de las culturas. Barcelona, p. 89.
9.Véase MOLINA RUEDA, Beatriz y CANO, Mª José (2001) «La paz desde la diversidad cultural y religiosa» en F. Muñoz (ed.) La paz imperfecta. Granada, pp. 145-151.
las religiones como gestiÓn de la complejidad y la paz
195
un papel de primer orden en la articulación de las relaciones y de los
conflictos con el entorno, con el universo, la naturaleza y la propia especie. Contribuyeron a la construcción de una conciencia más ordenada
y equilibrada, y en este sentido podemos decir que su papel fue determinante en la articulación del pensamiento. Frente a una racionalidad
emergente e incipiente, dependiente en gran medida del conocimiento
y la comunicación de la corporalidad (filogenia y ontogenia) y de las
emociones, el pensamiento mítico y religioso debió contribuir de manera
determinante. Es más, nos atreveríamos a decir que la ilustración, la
modernidad, en la que la racionalidad reivindica su papel como característica principal para lograr ese orden dinámico, sólo fue posible por
la existencia previa de las religiones.
Es en esta concepción de las religiones, de los fenómenos religiosos,
en la que nos situamos para tratar de localizar en ellas elementos relacionados con la paz. Se trata en definitiva de la consideración del hecho
religioso como un fenómeno humano, global y complejo, que afecta
a creyentes y no creyentes, que es inherente a todas las sociedades, y
que nunca es ajeno a los acontecimientos históricos, sociales, políticos
o culturales de cada grupo humano, tanto en el pasado como en el presente. Es también desde esta perspectiva como podemos encontrar en
las diferentes tradiciones religiosas puntos de convergencia capaces de
posibilitar el diálogo y potenciar el entendimiento mutuo y la convivencia
pacífica entre diferentes culturas y grupos humanos. 10 Asimismo, este
enfoque nos permitirá establecer conexiones entre religiones y laicismo,
donde no se trata de negar el fenómeno religioso sino de establecer
unos marcos institucionales que den cabida a las creencias y prácticas
religiosas sin entrar en contradicción con las libertades ciudadanas y
el estado de derecho.11 Creemos que una vía adecuada para lograr este
objetivo es entender que las religiones son construcciones humanas que,
a lo largo de toda la historia, han tenido una importante función en la
socialización y en la articulación de las relaciones entre los humanos,
contribuyendo a regular el conflicto que supone para el ser humano la
interpretación de la realidad y del mundo en el que vive.
10.Véase MOLINA RUEDA, Beatriz, CANO, Mª José y ROJAS RUÍZ, Gloria (2004)
“Culturas, religiones y paz» en B. Molina y F. A. Muñoz (eds.) Manual de Paz y Conflictos.
Granada, p. 102.
11.Véase, en este mismo volumen, Octavio Salazar, «La concordia laica».
196
beatriz molina rueda y mª josÉ cano
2. LAS RELIGIONES COMO FENÓMENOS CULTURALES,
SOCIALES E HISTÓRICOS
Nuestra hipótesis central es que las religiones, como construcciones
sociales, han servido para establecer pautas de relación entre el ser humano y su entorno (el cosmos, la naturaleza y sus propios congéneres).
De aquí que, como antes apuntábamos, además del aspecto espiritual
que el término ‘religión’ evoca en primera instancia, hayamos de tener
presente que todas las religiones tienen una dimensión humana, que las
dota de mecanismos para gestionar muchos de los conflictos a los que
los humanos nos enfrentamos en nuestras vidas. Las religiones, por tanto, abarcan lo espiritual y también lo terrenal, pues forman parte de las
culturas, condicionan modos de vida, pautas de comportamiento (interno
y externo) y actuaciones políticas. Aunque, por otra parte, las directrices
espirituales que contienen las religiones no son sino un instrumento más
para gestionar la existencia humana, la convivencia y los modos de relación
con la naturaleza y con los demás individuos. Pero aquí queremos hacer
hincapié en los aspectos más humanos, más terrenales, de las religiones,
considerándolas como fenómenos sociales y culturales que contienen, en
su origen, elementos para regular los conflictos y satisfacer las necesidades, internas y externas, de los grupos. Esta consideración nos lleva
además a ver y entender las interferencias de la religión, sobre todo en
el plano institucional, con otros aspectos de la actividad humana, como
pueden ser la política, la economía o la educación.
De los diversos enfoques e interpretaciones del hecho religioso,
queremos llamar la atención sobre tres aspectos fundamentales que
nos servirán para trazar una visión de «la paz religiosa», tanto en sus
experiencias históricas como en su problemática presente y futura: el
carácter cultural, social e histórico de las religiones.
En primer lugar, hay que señalar que la religión es un componente
indisociable de las culturas y que, por tanto, afecta a múltiples facetas
de la vida del ser humano, se sea o no creyente o practicante. La religión
es un mecanismo fundamental de legitimación de las prácticas institucionalizadas que forman parte de una cultura, de manera que existe una
correspondencia biunívoca entre culturas y creencias religiosas 12 lo que
12.Véase LAMO DE ESPINOSA (1995) Culturas, estados, ciudadanos. Una aproximación al multiculturalismo en Europa, Madrid, pp. 15-16.
las religiones como gestiÓn de la complejidad y la paz
197
queda de manifiesto si pensamos que generalmente el núcleo de una
cultura lo constituye una religión concreta (judeocristianismo, islam,
budismo, etc.). Es decir, las religiones son una parte integrante de las
culturas y las civilizaciones, siendo el factor religioso algo inherente a los
modos de pensamiento y a los comportamientos y prácticas, individuales
y colectivas, del ser humano. Es en este sentido en el que lo religioso
cobra un especial interés para nosotros, y en el que podemos asumir el
aserto de que no puede haber paz mundial sin paz religiosa. 13
Así, cuando hablamos de religiones, no nos referimos necesaria ni
exclusivamente a cuestiones de fe o de doctrina teológica, tampoco a las
instituciones o autoridades religiosas; por el contrario el hecho religioso
es algo que incumbe a los miembros de un grupo, de una sociedad o del
mundo, incluso aunque se trate de personas agnósticas o no creyentes.
Y esto es debido a que las religiones son una parte integrante de las
culturas y las civilizaciones, siendo el hecho religioso algo casi inherente
a los modos de pensamiento y a los comportamientos y prácticas del ser
humano. Un ejemplo, entre otros, de esa imbricación entre cultura y
religión lo tenemos en los casos del judaísmo, el islam o el cristianismo,
que todos identificamos en un primer momento con una religión, pero
que son, además: una cultura, una civilización, un modo de vida, donde
lo espiritual se funde con lo terrenal en una estructura compleja.
Ello corrobora que, aparte del aspecto espiritual, toda religión es un
fenómeno cultural que proporciona al grupo humano que la detenta un
conjunto de pautas mentales, de valores, de actitudes y comportamientos,
que van conformando su cultura y su cosmovisión, esto es, la visión
que cada pueblo tiene de la realidad, su manera de pensar y sentir, su
concepción de la naturaleza, sus relaciones con el medio, con otros individuos y grupos, su conciencia en definitiva. Y a la inversa, todas las
culturas poseen unos componentes religiosos indisociables del conjunto
de su bagaje cultural. Esto explica y justifica que el hecho religioso sea
un espacio clave donde indagar las posibles concepciones e ideas sobre
la paz en los distintos grupos humanos. El conocimiento previo de estas
conceptualizaciones de paz —que en definitiva son características de otras
tantas culturas o civilizaciones— nos puede servir para ir produciendo
un acercamiento intercultural basado en el reconocimiento y el diálogo,
13. KÜNG Hans (2000) Proyecto de una ética mundial, Madrid, p. 98.
198
beatriz molina rueda y mª josÉ cano
y posteriormente, nos puede permitir proponer un cambio de modelos de
cara a la consecución de un futuro más solidario, tolerante y pacífico.
En segundo lugar, las religiones tienen un importante componente
social, pues las creencias religiosas están entrelazadas en el tejido social
de una comunidad, teniendo una estrecha conexión con otros sistemas
cognitivos (cultura, ideología, etc.).
La religión es un hecho social que surge como exteriorización del
proceso, mental y vital, colectivo del grupo, de manera que cada sociedad la vive y la interpreta a su manera de acuerdo con sus particulares
circunstancias. En efecto, la religión en su vertiente social resulta un
modo de regir la convivencia por medios que no son necesariamente la
justificación de la desigualdad y el dominio... Pero, además, la religión
ofrece un marco mental de explicación del mundo 14. Esto dota a las
religiones de un carácter más terrenal que nos acerca a interpretaciones
que podríamos llamar «más humanas», puesto que forman parte de las
estructuras sociales que cada grupo humano va creando, del proceso de
socialización. Las religiones, entendidas como construcción social —y
no exclusivamente como expresión de un dogma—, participan a su vez
de otras construcciones sociales, como la paz o la violencia.
De este carácter social de las religiones se deriva su capacidad y su
tendencia a sintetizar el carácter de los pueblos, su calidad de vida, su
estilo moral y ético, es decir, las religiones llevan implícita una visión
de la realidad, una concepción del mundo, una cosmovisión, 15 que guía
muchas de las actuaciones del grupo humano que las detenta. Existe una
continua interacción entre las religiones y las sociedades donde se desenvuelven: las sociedades han ido construyendo sus respectivas religiones
adaptándolas a sus necesidades y, a la inversa, las religiones han ido
conformando a las sociedades en las que se han implantado. Desde este
punto de vista, las religiones diseñan y ponen en práctica valores, ideas,
actitudes y comportamientos que forman parte de la cosmovisión de un
grupo humano determinado. Por otra parte, las religiones, en su carácter
de hecho social, tendrían por objeto —al menos en su origen— cubrir
14.Cf. DIEZ DE VELASCO, F. (1998) Introducción a la historia de las Religiones.
Madrid, p. 23.
15.Según algunos autores, se podría considerar que las religiones monoteístas constituyen
en sí una cosmovisión básica, frente a las que representan el panteísmo y el ateísmo. Cf.
FONT, Pere Lluis (1997) «Monoteísmo: dialéctica entre Jerusalén y Atenas» en DUBY,
Georges (dir.) Los ideales del Mediterráneo, Barcelona, pp. 377- 399.
las religiones como gestiÓn de la complejidad y la paz
199
una serie de carencias del individuo y/o guiar determinados intereses de
un grupo. Ésta es una función de las religiones que redunda en beneficio
de todos los individuos de una sociedad, independientemente de que
estos posean unas creencias espirituales o no.
En tercer lugar, las religiones son fenómenos históricos, puesto que
todas las religiones conocidas nacieron en un momento determinado,
dentro de un contexto histórico y una problemática concreta, y fueron
difundidas por personajes reales que desempeñaron un importante papel
en su época y en su lugar geográfico: baste recordar que Buda, Moisés,
Jesús o Mahoma pertenecieron a un momento histórico determinado y
que tuvieron conciencia de ello, dando razón de su situación; es decir,
las religiones por ellos fundadas tienen una historicidad extrínseca, su
raíz es histórica. Desde esta consideración histórica, la religión lleva
implícita, además de la búsqueda del bien individual, la misión de regular
los conflictos de la sociedad de su entorno, a diferentes niveles, puesto
que toda religión tiene entre sus componentes aspectos de intercambios
y comprensiones mutuas, que operan en circunstancias y momentos
históricos determinados.
Es preciso, por tanto, considerar las particulares circunstancias históricas de cada religión, que inevitablemente condicionan relaciones,
influencias, interacciones y pervivencias de unas a otras, y que dan lugar
a encuentros y desencuentros, a regulaciones violentas y pacíficas. El
conocimiento de las circunstancias históricas y socioculturales ayuda
a una mejor comprensión de los fenómenos religiosos, incluyendo sus
posibles experiencias de relación con otras tradiciones religiosas. Dichas
relaciones pueden venir dadas por la coincidencia espacial y geográfica,
como ocurre por ejemplo el caso del Mediterráneo, donde se han ido
sucediendo diversas culturas y religiones que han ido dejando su huella
unas en otras. Otras veces la relación ha sido simultánea, llegando a
convivir en el mismo espacio y época varias creencias religiosas, como
puede ser el caso de la convivencia de judíos, musulmanes y cristianos
en al-Andalus en la época medieval, o las situaciones de pluralismo
religioso que actualmente se dan en muchos países occidentales.
Estas circunstancias han dado lugar a pervivencias y a fenómenos de
transmisión y sincretismo entre diversas culturas y religiones, estableciéndose con frecuencia relaciones directas entre unas y otras, relaciones que no sólo han propiciado desencuentros y enfrentamientos, sino
también numerosas situaciones de entendimiento pacífico. Conocer las
particularidades de estas relaciones históricas, de los diversos encuentros
200
beatriz molina rueda y mª josÉ cano
y desencuentros entre credos religiosos distintos, nos puede ayudar a
comprender mejor al otro y a ser más «objetivos» y tolerantes con los
aspectos de la otra religión que puedan resultarnos más ajenos.
En suma, creemos que el hecho religioso debe ser entendido y explicado como un fenómeno global, que afecta a creyentes y no creyentes,
inherente a todas las sociedades humanas, y no a una en particular, lo
cual no implica ignorar las diferencias. Esto nos facilitará encontrar
en las distintas religiones puntos de convergencia, de lenguaje común,
que nos permitan finalmente buscar elementos sólidos para un mejor
entendimiento basado en un auténtico conocimiento, tanto de lo común
como de lo diferenciador. Puesto que la religión es un hecho universal,
que existe desde que existe el ser humano y que se da en todas las culturas, no podemos limitarnos a nuestra particular visión, influida por la
perspectiva que nos proporciona nuestro aquí y ahora, por tanto hemos
de procurar evitar el riesgo de que nuestro análisis se vea excesivamente influenciado, de manera más o menos consciente, por los modos de
pensamiento occidentales en los que, en nuestro caso, estamos insertos,
lo que podría dar lugar a una interpretación etnocentrista del fenómeno
religioso. Así pues, la comprensión del hecho religioso debe realizarse
—como ya viene siendo la tendencia por parte de algunos investigadores16— desde una óptica interdisciplinar y holística, que renuncie al
religiocentrismo y europeocentrismo y que tenga en cuenta a todas las
culturas.Un enfoque que tenga en cuenta el carácter cada vez más plural
y universal del fenómeno religioso tendrá repercusiones positivas en el
terreno de la paz.
3. CONFLICTOS RELIGIOSOS Y CULTURALES17
Si, como hemos dicho, las religiones son construcciones sociales,
indisociables de las culturas, es evidente que la totalidad de los conflictos que suelen calificarse de religiosos encuentran sus causas, actores
16.Véase, por ejemplo, DÍEZ DE VELASCO, Francisco (1998) Introducción a la
historia de las religiones, Madrid, pp. 26-32.
17.Sobre esta cuestión puede verse MOLINA RUEDA, Beatriz y CANO, Mª José, ROJAS RUÍZ, Gloria (2004) “Culturas, religiones y paz» en B. Molina y F. A. Muñoz (eds.)
Manual de Paz y Conflictos. Granada, pp. 102-106.
las religiones como gestiÓn de la complejidad y la paz
201
y estrategias de regulación en los sistemas culturales y sociales en que
se ubican. Conviene, pues, señalar el carácter cultural, e intercultural,
de todo conflicto, que le viene dado por las propias características de
los seres humanos en su relación con el entorno y con sus congéneres,
para lo que utilizan algunos mecanismos como el equilibrio dinámico, su
tendencia a la armonía y la cooperación, o la racionalidad. 18 La raíz de
todo conflicto humano es social y cultural: la necesidad de asociarse, de
cooperar, de practicar la solidaridad, son mecanismos pacíficos que los
humanos, como seres sociales y culturales, utilizan en la gestión de sus
conflictos. Estos mismos mecanismos son frecuentemente propugnados
y puestos en práctica por los distintos sistemas religiosos.
3.1. Carácter cultural e intercultural del conflicto
Los conflictos humanos son indisociables de los sistemas sociales
y culturales donde se generan, en ellos encontraremos sus fuentes, sus
vinculaciones, sus causas, sus actores y sus modos de regulación. Por
tanto la realidad cultural, no puede ser entendida de forma fragmentada, desvinculada del conjunto de los intereses de los demás individuos
y grupos que pueblan el planeta; por eso, siendo el vínculo un signo
característico de las culturas, los conflictos que se generan entre ellas
no necesariamente dividen y separan sino que simultáneamente también
pueden unir. Pensemos por ejemplo en los conflictos generados por las
colonizaciones, que en una primera instancia son conflictos violentos, ya
que producen un enfrentamiento irreductible entre dos culturas, y que,
sin embargo, pueden al mismo tiempo incluir regulaciones no violentas
y enriquecedoras, como puede ser las culturas mixtas postcoloniales a
las que en la mayoría de los casos han dado lugar.
El conflicto, además de tener un importante componente cultural, es
también intercultural al extenderse sus efectos al sistema, o macrosistema,
mundial. En su aspecto colectivo, la existencia de conflictos está ligada a
la evolución social de los individuos y los grupos, en principio como un
mecanismo de adquisición de la identidad. Es también esta predisposición
a asociarse la que promueve la cooperación, de manera que conflictos y
18.Véase, en este mismo volumen MUÑOZ, Francisco A y MOLINA RUEDA, Beatriz
«Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la Paz».
202
beatriz molina rueda y mª josÉ cano
cooperación van ligados y tienen lugar en entornos culturales precisos. A
una escala mayor, cuando las distintas comunidades van tomando contacto
y relación con otras, las relaciones entre grupos —con sus respectivas
culturas y tradiciones religiosas a ellas ligadas— generan tensiones y
disparidad de intereses, es decir conflictos, los cuales tratan de regularse
mediante mecanismos diversos —que pueden ir desde los enfrentamientos
violentos, la imposición del poder, etc., hasta el diálogo constructivo
y la acción negociadora, pasando por otros mecanismos más o menos
conscientes que constituyen mediaciones simbólicas 19— Un grupo de
estos mecanismos, que son claves en la construcción de la paz, están
representados por los procesos de cooperación, solidaridad, entendimiento
mutuo, etc. desempeñando un importante papel en el manejo y regulación
de los conflictos, ya que tienden a garantizar la supervivencia y a ajustar
de modo ordenado las relaciones.20 Estos mecanismos se insertan y se
desarrollan en primer lugar dentro de sistemas culturales concretos, y
abarcan valores éticos y también prácticas, actitudes y manifestaciones
simbólicas, de manera que el conflicto puede ser entendido como un
modo de comportamiento cultural21.
Esta percepción del conflicto como un modo o manifestación cultural
nos acerca a consideraciones más abiertas sobre las regulaciones pacíficas en el ámbito de las relaciones humanas, puesto que nos impulsa a
plantearnos cuestiones como los diferentes modos en que se presenta la
conducta conflictiva en cada sociedad o grupo, las diversas opciones de
regulación, o la cosmovisión del conflicto que tiene cada cultura.
Pero el conflicto no sólo aparece en un marco cultural común de referencia , sino que se da también entre grupos e individuos procedentes
de distintas culturas o tradiciones religiosas, por lo que, más aún en la
realidad actual global, se requiere un enfoque plural e intercultural del
conflicto y su regulación, un nuevo enfoque que, además de explicar
los diversos modos y niveles de conflictividad en cada sociedad, los
19.No olvidemos que simbolismo y metáfora son elementos constitutivos del lenguaje
cultural y religioso; aspecto importante para la interpretación de las dinámicas sociales y
culturales.
20.Entendemos aquí ‘orden’ no como un proceso de secuencias lógicas y lineales, sino
más bien como un ajuste de diversos elementos, que a veces se superponen o se enfrentan,
pero que son capaces de vivir juntos en el sistema sin que éste salte.
21.La relación cultura-conflicto ha sido puesta de relieve por ROSS, M. H. (1995) La
cultura del conflicto, pp. 44-59.
las religiones como gestiÓn de la complejidad y la paz
203
contraste y los interrelacione para, a continuación, tratar de idear modos
de resolución atendiendo a todas las variables que en esos conflictos
intervienen, teniendo en cuenta además que parte de ellos serán nuevos,
o al menos presentarán un nuevo aspecto. Una condición para el manejo intercultural de los conflictos es, no ya sólo cultivar la tolerancia
mutua, la colaboración o la cooperación, sino aprender a confluir y a
co-evolucionar en un mundo plural donde la característica será cada vez
más el mestizaje.
Como consecuencia de la interculturalidad, se plantean algunos conflictos que antes no existían, o al menos no se manifestaban de forma
tan notoria. Uno de ellos es cómo armonizar globalidad y diversificación
cultural. Una posible vía, en este sentido, sería establecer, frente a los
aspectos negativos de la globalización económica, algunas ventajas de la
globalización cultural; una de esas ventajas es la expansión de la comunicación, con la consiguiente apertura al conocimiento y el aprendizaje
mutuo. Otra consecuencia positiva serían los intentos de búsqueda de
una ética universal, que estará basada en las aportaciones y experiencias
de cada cultura. Tampoco son ajenos a las consecuencias de la globalización cultural ciertos movimientos, en los países en desarrollo, hacia
incipientes democracias, la apertura al respeto de los derechos humanos,
o los movimientos de concienciación y de lucha por la igualdad que
protagonizan determinados colectivos de mujeres, utilizando sus propios
mecanismos y desde sus propias convicciones éticas, que no tienen por
qué coincidir con las occidentales.
3.2. Los conflictos religiosos
En lo que respecta a los conflictos considerados como «religiosos»,
tienen unas raíces y unas implicaciones más amplias de lo que usualmente se reconoce, abarcando espacios y aspectos de la realidad que
van más allá de lo espiritual, lo teológico o lo doctrinal, para abarcar
otros ámbitos más terrenales y más profanos.
Es cierto que los sistemas religiosos han estado con bastante frecuencia
relacionados con la producción de conflictos violentos. De aquí que hablar
de paz en algunas religiones —en concreto las monoteístas— pueda chocar
con ciertas ideas que parecen querer demostrar lo contrario, cuando en
realidad lo que se está planteando es una cuestión político-cultural que
establece una relación de religión con poder y libertad, y que ha dado
204
beatriz molina rueda y mª josÉ cano
lugar en ocasiones a convertir la religión en ideología legitimadora del
poder, justificando y legitimando la violencia, e incluso la guerra. Sin
embargo, es posible relativizar estas afirmaciones si entendemos la religión como un “modo de orientación intrínsecamente humano», como
un sistema cognitivo, que establece una relación con otros sistemas
culturales y que, como ellos, participa en la construcción de conceptos
generales que son comunes a la organización social del individuo.
Las religiones no son intrínsecamente violentas pacíficas, por lo que,
hoy menos que nunca, puede hablarse de conflictos estrictamente religiosos —en el sentido de imposición de una creencia o de un proselitismo
religioso—; por el contrario, sabemos que las imbricaciones de estos
conflictos son mucho más amplias y profundas, lo cual está en relación
con la complejidad de los conflictos. Por eso lo más frecuente es que
los conflictos que normalmente suelen calificarse de religiosos tengan
otras muchas implicaciones de diverso signo: políticas, económicas,
geoestratégicas o de poder.
Las creencias religiosas, como parte de la forma de vida de los individuos, cuentan con mecanismos para propiciar tanto la violencia como
la paz, pues paz y violencia no son dos realidades excluyentes, sino
que ambas coexisten y conviven en continua interrelación, de manera
que pude decirse que las sociedades y grupos humanos, en todas sus
manifestaciones y actuaciones —también las religiosas— son ambivalentes en la medida en que en ellos se dan circunstancias, prácticas y
proyectos tanto pacíficos como violentos, que se relacionan y operan a
distintos niveles. En efecto, —como decíamos más arriba— todas las
religiones corresponden a formaciones sociales y humanas concretas
en cuya creación histórica se detecta la presencia de unas actividades y
unos valores compartidos por un grupo humano, y donde subyace una
idea de ordenación y regulación tendente a la satisfacción de necesidades
humanas, individuales y colectivas. En este marco histórico se van articulando mecanismos concretos para arbitrar soluciones a los conflictos
que surgen en el seno de esas sociedades. Así veremos cómo es posible
acercarnos a la concepción, o concepciones, que dichas sociedades —con
sus tradiciones religiosas respectivas— tienen de la paz, y también de
la violencia, concepciones que, por otra parte, habrá que ubicar dentro
de un/os sistema/s social/es y de pensamiento determinados.
Esta ambivalencia de las religiones como generadoras de paz y violencia debe ponerse en relación con el marco más amplio de las culturas, y al mismo tiempo reconocer su interrelación con otros aspectos
las religiones como gestiÓn de la complejidad y la paz
205
de la realidad humana. Esto nos permitirá entender cómo muchos de
los conflictos que tienden a identificarse como conflictos religiosos no
lo son intrínsecamente, y, a la inversa, cómo determinados conflictos
identificados exclusivamente como políticos o económicos tienen unas
implicaciones más profundas y complejas, por ejemplo el problema de
las desigualdades norte/sur, países ricos/países subdesarrollados no se
sustenta únicamente en cuestiones políticas, económicas o geoestratégicas,
sino que tienen también un importante componente cultural y religioso
que habría que tener en cuenta para su análisis y resolución.
En suma, considerar los conflictos religiosos desde una óptica global
posibilitaría, en primer lugar, lograr un análisis más riguroso y correcto
de estos fenómenos y, en segundo lugar, hallar vías para el entendimiento
de esos conflictos religiosos: para ello sería deseable tender a reivindicar,
en contextos laicos, una serie de valores (amor, comprensión, fraternidad, perdón, equidad, compasión, armonía, respeto, paciencia...) tenidos
como exclusivamente religiosos y que no son más que herramientas para
manejar los conflictos, sean del tipo que sean; y a la inversa, habría que
desacralizar los «valores religiosos» y «humanizar» lo laico y a-religioso.
Por otra parte, habría que tener en cuenta que los sistemas cognitivos
simbólicos, como son las religiones, cuentan con unos mecanismos
propios de mediación entre paz y violencia, cuyo conocimiento puede
ser aprovechado.22
4. APORTACIONES DE LAS RELIGIONES A LA REGULACIÓN
PACÍFICA DE CONFLICTOS
De acuerdo con la doble dimensión, espiritual y social, que presentan
las religiones y los conflictos religiosos, sus posibles aportaciones a la
paz pueden ser consideradas en una doble vertiente: una doctrinal, encauzada desde las instituciones, y otra práctica, que atañe a la actitud de
los individuos como integrantes de una sociedad y una cultura. En todo
caso habrá que tener en cuenta las interrelaciones entre ambos niveles.
Toda religión tiene, al menos, una doble finalidad: satisfacer los
aspectos espirituales y regular los comportamientos colectivos (con el
22.Cf. MOLINA RUEDA, Beatriz y CANO, Mª José (2001) “La paz desde la diversidad
cultural y religiosa», en F. Muñoz (ed.), La Paz Imperfecta, p. 160.
206
beatriz molina rueda y mª josÉ cano
grupo, con el entorno, con otros grupos, con la naturaleza...). Por lo
tanto, en ellas se pueden encontrar elementos de paz que pueden operar
tanto a nivel de los comportamientos de los individuos, para sí mismos
y con los otros miembros de la comunidad, como a nivel de las prácticas colectivas y sociales. También en el plano institucional se aplican
mecanismos de regulación pacífica, como puede ser, por ejemplo, el
impulso del diálogo interreligioso.
En el plano espiritual, las circunstancias pacíficas de las religiones
aparecen como consecuencia de su propia esencia que tiende a la búsqueda de respuestas a cuestiones vitales, mentales y sociales de los
grupos. Muchas de estas cuestiones tienen carácter universal, como
la exhortación a hacer el bien, el amor al prójimo, o la existencia de
unos valores éticos y morales. En suma, el anhelo de «paz espiritual,
individual» es algo que aparece en todas las religiones (dhyana hindú,
ascetismo, misticismo, etc.) En todas ellas encontramos unos componentes
que nos informan de la existencia de elementos pacíficos, aunque sea
una visión particular de la paz. Las religiones aspiran a la paz como
última forma de concordia: el mundo futuro es el símbolo paradigmático
de la paz, representado por el Edén judío, el Cielo cristiano, el Paraíso
musulmán o el Nirvana budista. Esa paz o concordia se alcanza, en
muchas ocasiones, a través de la reconciliación entre Dios y lo creado,
por mediación de un «mensajero divino» encarnado en el Mesías judío,
Cristo, Mahoma o Buda.
Pero, como ya se ha indicado, no se puede olvidar que toda manifestación religiosa no engloba únicamente aspectos espirituales sino
que, a la vez, es la consecuencia de un fenómeno social e histórico
que nace en un momento y un lugar determinados, y bajo unas circunstancias concretas que tienen que ver con el medio ambiente en
que surgen, los sistemas socioculturales que comparten o la situación
política del momento. Por consiguiente, aunque parezca evidente que
la finalidad primera de las religiones es satisfacer los aspectos espirituales del individuo y del grupo social en el que surge, su aparición
y desarrollo no podría entenderse sin atender a su carácter social e
histórico, que determina otra de las tareas esenciales de las religiones
como es regular los comportamientos de los individuos que integran
esa tradición religiosa y encauzar de la manera menos violenta posible
las relaciones con su entorno y con otros grupos y comunidades. De
aquí que una de las misiones de las religiones sea regular los conflictos sociales y políticos que surgen en el contexto en el que están
las religiones como gestiÓn de la complejidad y la paz
207
inmersas.23 Esto conlleva la participación activa en la construcción de
conceptos de paz y de conflictos, algunos de ellos íntimamente ligados
a valores de tipo ético propios de las doctrinas religiosas como pueden
ser las ideas dualistas de bondad-maldad, perdón-castigo, amor-odio,
comprensión-intolerancia, paz-guerra.
El marco histórico y social en el que se analice una determinada
religión condicionará el tratamiento que se le dé a cada uno de los
factores, por lo tanto es normal encontrar a las instituciones religiosas
justificando, cuando no fomentando, la resolución no pacífica de los
conflictos, pero con el mismo grado de normalidad encontramos a esas
mismas instituciones creando y aplicando mecanismos de resolución
pacífica de conflictos. Esta ambivalencia de las religiones forma parte
de la naturaleza compleja y multicausal de los conflictos humanos, en
los que paz y violencia conviven e interactúan; pero ello no resta validez
a la afirmación de que todas las religiones contienen elementos de paz
en su esencia y en su praxis.
Un estudio empírico enmarcado y centrado en el pasado nos permite
observar algunos de estos comportamientos ambivalentes. Pensemos,
por ejemplo, en el caso de las tres religiones monoteístas mediterráneas,
judaísmo, cristianismo e islam, en las que, junto a elementos de fanatismo, exclusividad o intolerancia, se pueden encontrar valores como la
fraternidad universal, el amor, el perdón, la caridad, o la tolerancia y la
cooperación que ha dado lugar a episodios de coexistencia y convivencia pacífica entre unas y otras. En efecto, se suele calificar a estas tres
grandes tradiciones religiosas de intransigentes, fanáticas e intolerantes.
Esta innegable tendencia a la intolerancia es inherente a la propia esencia
dogmática de estas religiones, fundamentadas en la creencia de un dios
Único y Universal, fuera del cual no existe salvación posible, lo que las
obliga a adoptar una actitud excluyente frente al elemento gentil, representado por cualquier otro grupo religioso, y los predispone a fomentar
el proselitismo y consecuentemente a seguir una política de conversiones,
lo que evidencia un alto grado de violencia cultural —si entendemos la
religión como una mera expresión cultural— o de violencia “religiosa»
23.Véase MOLINA RUEDA, Beatriz (2000) “Algunas ideas sobre la paz en la historia
árabe islámica», en Francisco Muñoz y Mario López (eds.) Historia de la Paz. Tiempos,
espacios y actores. Granada, pp. 166-169, donde se analiza este aspecto de las aportaciones
pacíficas de las religiones, aplicado al caso del islam.
208
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—si se atendemos el carácter sobrenatural y espiritual de las religiones—. Pero sería erróneo pensar que estas tres tradiciones religiosas
basan sus doctrinas y prácticas en la intolerancia derivando en prácticas
exclusivamente violentas. Por el contrario, junto a esta realidad, hay que
destacar que otro de los componentes importantes en las tres es la idea
de la fraternidad universal, también unida al concepto del dios Único y
Universal del monoteísmo, que las dota de aspectos de intercambios y
comprensiones mutuas. Manifestaciones de uno u otro signo son fáciles
de encontrar en cualquier estudio que aborde la historia de las religiones,
pero queremos destacar aquí las manifestaciones y prácticas de signo
pacífico, mediante las cuales estas tres religiones contribuyeron a crear
espacios de convivencia y entendimiento.
Las experiencias religiosas pueden presentarse como una experiencia
interna, manifestada en múltiples formas como son la espiritualidad, el
misticismo, etc., o como una experiencia externa que se manifestaría
en los dogmas o creencias, y en la organización de la comunidad. En
este último caso se da una clara proyección social y cultural, que, con
sus especificidades propias, se manifiesta tanto en las tradiciones religioso/culturales de Oriente como en las de Occidente.
Las cosmologías de cada una de las tradiciones explican las tendencias
de uno o otro bloque hacia una mayor o menor incidencia en aspectos
de paz interna o externa. Por ejemplo una de las características de las
religiones/culturas orientales —Hinduismo, Budismo, religiones indígenas, etc.— es la concepción colectivista, que potencia la armonía con la
naturaleza; y otra es la importancia que se le concede a la paz interna,
la cual se convierte en precondición de la paz mundial. En cambio
las religiones/culturas occidentales —Judaísmo, Cristianismo, Islam,
etc.— se caracterizan por su concepción más individualista, que tiende
a imponer el control del hombre sobre la naturaleza. Estas tradiciones
religiosas ponen la paz externa como precondición de la paz mundial.
Así, por ejemplo, el concepto no homocéntrico de las culturas orientales
equipara al hombre con el resto de los seres vivos —la naturaleza en
su conjunto—, lo que les hace incluir la paz holística gaia como parte integrante de la paz universal, de ahí ciertas prácticas de extremo
respeto a los todos los seres vivos, incluidos animales y plantas. Por
su parte en las culturas occidentales, donde el hombre es el centro del
universo, prima la organización social y comunitaria, lo que convierte a
la paz estructural en el eje sobre el que se organizaría la paz universal.
Esta actitud supone una mayor justicia social y respeto a los derechos
las religiones como gestiÓn de la complejidad y la paz
209
humanos, pero también un desprecio hacia la naturaleza, como objeto
al que se ha de controlar.24
Estas diferencias de cosmovisión no deben entenderse, sin embargo,
como posturas opuestas e irreconciliables que dificultan radicalmente
el entendimiento mutuo; más bien hay que verlas como un reflejo de
la estrecha interconexión entre religiones, culturas y modos sociales, lo
cual, lejos de inmovilizarnos, debe guiarnos hacia el entendimiento a
través de la puesta en común de aquellos elementos que son comunes a
búsqueda del orden social y la armonía a la que toda sociedad humana
tiende en sus orígenes. Ésta sería una excelente base para adentrarnos
en los ámbitos de la pluralidad religiosa y de la multiculturalidad.
5. EL DIÁLOGO ENTRE RELIGIONES COMO UN MECANISMO
DE REGULACIÓN PACÍFICA
La apuesta por el diálogo entre las religiones, que en la actualidad
cobra mayor fuerza y sentido, es un claro ejemplo de la existencia de
mecanismos de regulación pacífica a nivel institucional. Aunque, como
veremos, la puesta en práctica del diálogo también puede tener una
dimensión social y hasta personal.
Los episodios de encuentros, comparación y contactos entre distintas
confesiones cuentan con una dilatada historia que se remonta en algunos
casos a antes de la era cristiana, pero no es hasta el siglo XX cuando
puede hablarse de un diálogo religioso en el sentido de encuentro constructivo. Sus inicios pueden situarse en 1893, fecha de la constitución
del Parlamento Mundial de las Religiones en Chicago, que significaría
el primer paso decisivo en este sentido, sirviendo de modelo a otros 25.
Luego, estas iniciativas en el campo de las relaciones entre religiones
van tomando carácter internacional, sobre todo después de la Segunda
Guerra Mundial, tanto en Occidente como en Oriente. Una buena mues-
24.Cf. MOLINA RUEDA, Beatriz y CANO, Mª José, ROJAS RUÍZ, Gloria (2004) “Culturas, religiones y paz» en B. Molina y F. A. Muñoz (eds.) Manual de Paz y Conflictos.
Granada, pp. 108-109.
25.Sobre los Parlamentos de las Religiones en el mundo y sus aportaciones al diálogo
interreligioso, puede verse TAMAYO, J. José (2004) Fundamentalismos y diálogo entre
religiones. Madrid, pp. 148-155.
210
beatriz molina rueda y mª josÉ cano
tra de ello son los esfuerzos que, a mediados de siglo, se realizan en
Estados Unidos y Japón para promover la colaboración interreligiosa en
favor de la paz mundial. A partir de 1970 estos encuentros se suceden de
forma sistemática, con conferencias internacionales, como la Conferencia Mundial de las Religiones en favor de la Paz, celebrada en Kyoto
en 1970, la Cumbre Religiosa de la Paz del Milenio, que tuvo lugar en
Nueva York en agosto del 2000, o el IV Parlamento de las Religiones
del Mundo, que se celebró en Barcelona en julio de 2004.
La importancia y la vigencia del tema se refleja igualmente en las
numerosas iniciativas actuales para promover encuentros y reuniones
científicas, cuyos resultados suelen ser fructíferos y productivos, fomentando una implicación cada vez más responsable de instituciones y
autoridades religiosas de distinto signo. Así, asistimos a la creación de
un notable número de asociaciones que trabajan en diversos aspectos
del diálogo y el entendimiento religioso. Entre ellas cabe mencionar las
siguientes: Council of Christians and Jews (London), The International
Consultantion Religion Education and Culture [ICOREC] (Manchester),
Religious Education and Environment Programme [REEP] (London) o
Council for Parliament of the World’s Religions (Chicago).
El interés por el diálogo interreligioso ha alcanzado también a
los medios académicos y universitarios, convirtiéndose en los últimos
años en objeto de estudio en la enseñanza universitaria fundamentalmente.
La UNESCO cuenta con cátedras de diálogo interreligioso en muchas
partes del mundo, constituyendo una de las prioridades de sus programas
la enseñanza y la difusión del conocimiento recíproco de las religiones,
desde una perspectiva interdisciplinar. 26
Hay que señalar que en los últimos años se ha producido un cambio
de perspectiva ético religiosa en el mundo global, una transformación
de valores que conllevan cambios en las actitudes ético religiosas y que
afectan al modo de encauzar las relaciones y el diálogo interreligioso.
La nueva situación y circunstancias mundiales han hecho replantearse
a los responsables los modos de encauzar el nuevo diálogo, que ha de
basarse en el pluralismo y el respeto a las diferencias, alejándose de la
práctica del proselitismo que en otro tiempo caracterizaba a las tradiciones religiosas. Las estrategias de este nuevo diálogo tienden a basarse
26.TAMAYO, J. José (2004) Fundamentalismos y diálogo entre religiones. Madrid,
p. 153.
las religiones como gestiÓn de la complejidad y la paz
211
en el conocimiento y reconocimiento de las demás religiones, sin hacer
abstracción de los elementos culturales, y sociales que les son propias.
Así los grandes encuentros entre líderes religiosos ya no se limitan a
debatir cuestiones teológicas y dogmáticas, sino que cada vez más se
presta atención a problemáticas sociales o políticas. Derechos humanos,
igualdad de género, justicia social, democracia, educación, medio ambiente, etc., son cuestiones fundamentales que en absoluto son ajenas
a las religiones, tanto en su aspecto espiritual como, sobre todo, social
e institucional.
Este nuevo sentido que hoy adquiere el diálogo interreligioso, en
general, no es producto de la lógica interna que las diversas confesiones religiosas han desarrollado históricamente, sino que obedece, en
gran medida, al influjo de las últimas transformaciones mundiales. El
pluralismo cultural, la progresiva secularización de la sociedad, el surgimiento de nuevas tendencias religiosas o el ecumenismo, son factores
que inciden directamente en la toma de conciencia de que las relaciones
interreligiosas son hoy día ineludibles. Por ejemplo, se observa cómo
Occidente se está convirtiendo en la encrucijada de los movimientos
religiosos más diversos, dando lugar a lo que algunos autores llaman «la
planetarización de la diversidad religiosa», lo cual, hasta cierto punto,
facilita el conocimiento, la convivencia y el diálogo religioso.
Uno de los rasgos de los nuevos enfoques que va adquiriendo el diálogo
interreligioso es la íntima conexión del hecho religioso, en sí, con otros
aspectos laicos, lo que se manifiesta en la variedad de cuestiones que
son tratadas en los diferentes encuentros: problemas sociales, políticos,
económicos, educativos, de género, etc. Otra tendencia es el desarrollo
del diálogo en el ámbito personal, que complementaría al institucional,
fomentando el encuentro directo entre individuos y colectivos de distintas
religiones, donde se ponen en juego valores, actitudes, comportamientos,
prácticas de cooperación real, etc., elementos que, por otra parte, son
indisociables de las culturas y sociedades en las que las religiones se
han forjado y desarrollado.
Existe cierto consenso en que, para que dicho diálogo sea factible,
son necesarias unas condiciones básicas, tales como: la voluntad de los
interlocutores para dialogar; la identificación de una base común que
permita abrir vías de acuerdo; el reconocimiento del derecho a la diferencia; la voluntad de compaginar el compromiso personal y el respeto
al universo religioso del ‘otro’; o la consideración de la fe como una
opción personal y no como un destino heredado. En definitiva, se trata
212
beatriz molina rueda y mª josÉ cano
de compartir ideas y creencias, con el objetivo de lograr el acercamiento
que lleve a una convivencia armoniosa y pacífica.
A ello habría que añadir la necesidad de un diálogo democrático, a
nivel interno, entre las religiones como instituciones. En este sentido, y
para que las religiones tengan cabida en un estado laico, las instituciones
religiosas deben fomentar la participación de los fieles en la toma de
decisiones, así como revisar algunos de sus supuestos discriminatorios,
como pueden ser la discriminación de género, la rígida jerarquización
o la imposición del poder político a través de la religión. 27
El auténtico diálogo intercultural significa incorporar todas aquellas
aportaciones y experiencias «pacíficas » presentes en todas las sociedades,
tradiciones religiosas y modos culturales, superando el dualismo reductivo
paz/violencia, bueno/malo, y teniendo en cuenta las múltiples situaciones
intermedias que pueden darse. Esto nos dotaría de una nueva capacidad
movilizadora al facilitar conexiones, vínculos y posibilidades, no sólo
teóricos sino también reales, y nos alejaría de visiones pretendidamente
«objetivas», que acaban siendo dogmáticas, cerradas y excluyentes, para
acercarnos a visiones «intersubjetivas» y de comunicación entre culturas.
Dicho de otro modo, para acercarnos a la «paz cultural y religiosa » es
necesario adoptar un punto de vista abierto y generoso que haga posible
percibir, y asumir, que no estamos solos en el planeta, y que nos posibilite caminar hacia un pluralismo cultural, alejado de planteamientos
de ideologías definidas. Puesto que el concepto de paz no es unívoco
—la paz no es monopolio de ninguna cultura—, el camino hacia la paz
exige desarrollar una verdadera interculturalidad, y transculturalidad,
basada en el diálogo y el reconocimiento mutuo en pie de igualdad.
Para ello todas las culturas y tradiciones religiosas han de renunciar a
algunos mitos, al tiempo que han de fomentar el reconocimiento de los
valores existentes en las otras, tratando de identificar los elementos y
experiencias de paz que en ellas aparecen. Para ello es necesario modificar la idea del paradigma del eurocentrismo cultural como el único
válido, sustituyendo la visión unicéntrica, que ha predominado hasta no
hace mucho, por una óptica policéntrica que tenga en cuenta a las otras
culturas y civilizaciones.
En última instancia, el desarrollo de un diálogo que potencie la
interrelación entre culturas y religiones deberá suponer un cambio de
27.Véase SALAZAR, Octavio, “La concordia laica», en este mismo volumen.
las religiones como gestiÓn de la complejidad y la paz
213
modelos antropológicos y ontológicos, de valores y de prácticas dentro
de las sociedades concernidas.
En esta dirección podemos señalar algunas posibles pautas que pueden servir para fomentar las regulaciones pacíficas en el ámbito de las
religiones y las culturas, como son:28
— Reivindicar el papel transcendental de las religiones en la historia
de la humanidad, su función como elemento de cohesión y subsistencia, de satisfacción de determinadas necesidades humanas,
y su papel en la estructuración de las relaciones sociales y del
pensamiento humano.
— Buscar puntos de convergencia entre los distintos credos religiosos
y tradiciones culturales o, en otras palabras, reconocer la existencia
de una ética básica común.
— Localizar y potenciar las líneas no violentas de las religiones,
identificando los rasgos pacíficos que puedan contener. Es decir,
reconocer y rentabilizar las prácticas «saludables» de las religiones.
— Promover y extender un cambio de actitudes, que son propias de
la cultura de la paz, empezando por no rehuir el diálogo abierto,
la cooperación y la tolerancia positiva hacia las otras tradiciones
religioso culturales..
— Superar la dicotomía entre religión, política y sociedad, entendiendo
y aceptando que la paz no es ni sólo espiritual e interna ni sólo
política y social.
— Detectar la capacidad de las religiones como elementos de poder
y contextualizar sus influencias negativas, discerniendo sus motivaciones.
— Potenciar una educación laica frente a una religiosidad excluyente,
sin perder de vista que las religiones, el hecho religioso, no puede
desagregarse del comportamiento humano en general.
28.Parte de estas ideas están recogidas en Beatriz MOLINA – Mª José CANO – Gloria
ROJAS (2004), “Culturas, religión y paz» en Beatriz Molina Rueda y Francisco A. Muñoz
(eds.) Manual de Paz y Conflictos. Granada, pp. 114-116.
215
LA EDUCACIÓN, UN ESPACIO COMPLEJO Y CONFLICTIVO DE
INVESTIGACIÓN PARA LA PAZ Y LOS DERECHOS HUMANOS
Sebastián Sánchez Fernández - José Tuvilla Rayo
Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada
Probablemente, desde otros capítulos de este volumen se puedan hacer afirmaciones como la del título de esta ponencia para relacionar sus
contenidos con la temática general y la perspectiva propuesta desde la
ponencia marco. Ello justificaría y reforzaría su propia celebración como
seguramente veremos y debatiremos durante su desarrollo. En nuestro
caso, vamos a ofrecer una serie de reflexiones y propuestas sobre la
educación como objeto de estudio de la Investigación para la Paz.*
Para ello, analizaremos algunas de las características de los fenómenos educativos que los hacen especialmente interesantes para nuestros
planteamientos como investigadores y revisaremos las aportaciones más
relevantes en este campo, con especiales referencias a las realizadas
desde los ámbitos geopolíticos que engloba nuestro Proyecto de Investigación: América Latina y Andalucía. Terminaremos con una serie de
propuestas iniciales de campos, líneas, temas e hitos de investigación,
a modo de sugerencias para el debate, que nos ayuden a situar nuestra
tarea investigadora.
*
.N. E. Véase el capítulo «Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la paz».
216
sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo
1. LOS FENÓMENOS EDUCATIVOS COMO OBJETO DE
ESTUDIO DE LA INVESTIGACIÓN PARA LA PAZ
La educación es un proceso global e inacabado de las sociedades y,
como tal, una herramienta básica de creación y regeneración de la cultura. Y es esta última, la cultura, el modo de pensar y de operar, lo que
permite que las personas nos situemos activa y críticamente en el mundo,
vivamos en él y lo construyamos a nuestra humana medida.1 Una medida
que debe ser equitativa para todos a través de formas de organización
social que favorezcan la convivencia, con todas las imperfecciones y los
problemas que se generen.
Desde muchos análisis de los fenómenos educativos realizados en
nuestro país se tiene la tendencia a cierto etnocentrismo que lleva a sus
autores a estudiar las realidades educativas de otros espacios geopolíticos y a sacar conclusiones sobre las mismas que, al estar basadas en
parámetros poco o nada contextualizados en esos espacios, son inexactos
y pueden conllevar apreciaciones injustas sobre ellos realidades y sobre
las prácticas educativas que se llevan a cabo.
A riesgo de ser simplistas, conviene recordar que la educación se
organiza de diferentes maneras en las diferentes zonas del mundo. En
muchas de ellas, no podemos hablar siquiera de sistemas educativos,
ya que lo que se dan son más bien experiencias formativas aisladas,
centradas sobre todo en los años centrales de la niñez (6-10 años) y en
algunas prácticas de formación gremial u seudoprofesional, sin reunir
unas mínimas condiciones de organización, financiación y extensión que
nos lleven a hablar de sistema.
En otros casos, sí se dan unas condiciones mínimas como para considerar que su educación se organiza y desarrolla dentro de un sistema
educativo, aunque éstos son claramente parciales, al no extenderse a
toda la población —ni siquiera a la infantil—; elitistas y de sostenimiento económico privado, al que tienen acceso casi exclusivamente
los sectores más enriquecidos económicamente —sobre todo a partir
de la escolarización de la adolescencia—; y, por todo ello, claramente
injustos y discriminatorios.
1.TUVILLA RAYO, José (2007) «El derecho humano a la paz en la educación:
construir la paz» en RUEDA CASTAÑON, Carmen Rosa. y VILLÁN DURÁN, Carlos.
La Declaración de Luarca sobre el Derecho Humano a la Paz. Siero (Asturias).
la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo...
217
En esta sencilla clasificación, nos encontramos, por último, con unos
pocos Estados privilegiados en los que contamos con sistemas educativos
universales, donde la escolarización se extiende desde la primera infancia a
la juventud, con carácter universal, gratuito y obligatorio. Paradójicamente,
en algunos de estos países, como por ejemplo el nuestro, suele acostumbrarse a infravalorar los servicios educativos, especialmente los públicos y
a convertir ese logro histórico de la sociedad en una fuente de problemas,
que van desde el desprestigio de lo público al malestar docente.
Las realidades sociales y las prácticas educativas que se dan en —y
como consecuencia de— los sistemas que brevemente hemos señalado
son tan diferentes, que incluir en el mismo bloque, como contenido de
estudio, las situaciones e interacciones socioeducativas que se producen
en ellos, requiere, como mínimo, un conocimiento lo más completo posible de los diferentes contextos para poder analizarlas y valorarlas con
criterios rigurosos y válidos que nos permitan llegar a conclusiones útiles
para la mejora de la educación en los propios contextos y realidades, a
la vez que puedan ser aplicables en otros distintos.
En cualquier caso, una de las características de todo sistema educativo, sean cuales sean su grado de desarrollo y sus características, es
que suponen un claro reflejo de la sociedad en la que se ubica, constituyendo, por tanto, un subsistema del propio sistema social. Como
consecuencia, cada vez es mayor la sensibilización que se tiene en las
sociedades hacia los temas educativos, lo que se manifiesta en muchos
casos en la preocupación de los gobiernos por hacer propuestas políticas
para mejorar la educación.
Se detectan también, especialmente en los discursos mediáticos,
ciertos tratamientos de los temas educativos que suelen distorsionar
significativamente las realidades y que en cualquier ejercicio serio de
estudio e investigación conviene tener en cuenta e incluso considerarlos
como objeto de tratamiento, dada su importancia para la percepción y
valoración social de los fenómenos educativos y de sus protagonistas.
Desde algunos mitos, como el aprender sin esfuerzo, a la terminología
sensacionalista con que se describen acontecimientos habituales en los
espacios escolares, como las disputas y los conflictos entre iguales, se
observa que la influencia de los medios de comunicación social resulta
decisiva en la formación y malformación de cualquier persona e interfiere
en la articulación de los propios mensajes educativos. Veamos algunos
casos, formulados como falsos dilemas apoyados en prejuicios sobre
los asuntos educativos:
218
sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo
Educar versus enseñar: Aunque sabemos que teóricamente hacen referencia a actividades y procesos diferentes pero compatibles (la educación,
más a la formación en valores y la enseñanza, más a la transmisión de
conocimientos), en la práctica, el planteamiento dicotómico no es real,
ya que no se puede enseñar nada sin que voluntaria o involuntariamente
se eduque o se mal eduque, y tampoco se puede educar sin transmitir
conocimientos sobre los valores, hábitos o actitudes que se quieren inculcar
o modificar. Desde el momento de la entrada en un espacio escolar, sea
el aula o el centro, un profesor está emitiendo mensajes más o menos
explícitos que se convierten en contenidos formativos o malformadores
para los estudiantes. Del mismo modo, una buena educación en valores,
por ejemplo en Cultura de Paz, es imposible de llevar a cabo sin dominar
y manejar pedagógicamente conceptos como la paz, los conflictos, la
violencia, la convivencia, las relaciones interculturales, etc.
Escuela pública vs. modernidad: Esta percepción de la enseñanza
pública asociándola a instalaciones y dotaciones materiales antiguas y
poco adecuadas no es aplicable sólo a las instituciones escolares, sino
en general a todo lo público. Probablemente sea consecuencia de nuestra
memoria colectiva reciente sobre los organismos públicos en general.
Esta falsa dicotomía es fácilmente desmontable con los datos sobre el
considerable incremento del gasto público dedicado a la educación, que,
a pesar de las deficiencias puntuales, se utiliza en muchos casos en construcciones apropiadas, en la dotación de instalaciones y de materiales y
recursos didácticos actuales y de calidad, que ayudan a modernizar los
centros escolares públicos.
Por otro lado, en muchas zonas desfavorecidas social y económicamente,
los únicos centros escolares que existen son los públicos, lo que ayuda
a extender, por asociación con el entorno, esa percepción negativa de
los mismos, sin llegar a valorar lo verdaderamente importante: que sin
la existencia de estos centros probablemente no habría escolarización ni
atención educativa para los niños y adolescentes de esas zonas.
Educación laica vs religiosidad 2: Conviene aclarar que la laicidad es
sobre todo un movimiento social e intelectual respetuoso con todo tipo
de creencia religiosa que reivindica un espacio de respeto para quienes
tengan o no este tipo de creencia, considerando que las doctrinas y
2.Véanse los capítulos «La Concordia laica» y «Religiones como gestión de la complejidad y la paz».
la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo...
219
prácticas religiosas no deben formar parte del funcionamiento de las
instituciones públicas. Los planteamientos laicos no obligan a nadie a
renunciar a ninguna creencia ni impiden la realización de actividades
doctrinales ni prácticas religiosas, constituyendo un criterio claro de modernidad y progreso de las sociedades al reforzar uno de sus principios
básicos como es la separación Iglesia-Estado.
En cuanto a las repercusiones en la educación, los principios laicos
habría que convertirlos en valores educativos. Hay que educar en valores,
pero también aquí, como ocurre siempre en educación, hay que optar
por qué tipo de valores. Deberían ser los que se vienen denominando
valores cívicos o valores democráticos, e incluso, con una perspectiva
más amplia, valores que sepan generar un gran consenso social, como
los que se han tenido en cuenta en el Plan Andaluz de Educación para
la Cultura de Paz y Noviolencia3. Eso sí, esta educación en valores debe
realizarse también fuera del ámbito estrictamente escolar y afectar a la
llamada educación no-formal e informal. En cualquier caso, habría que
combinar la educación en valores ampliamente consensuados por la
sociedad dentro de la escuela con el respeto a las creencias y prácticas
religiosas de cada grupo confesional, además de a otras opciones como
el agnosticismo y el ateismo, igualmente respetables.
Buena gestión del aula y disciplina vs. participación: La incorporación
expresa de la participación de la comunidad educativa como derecho democrático ha traído como consecuencia, en muchos casos, achacarle gran
parte de los problemas de gestión de los centros educativos, que se deben
más a la complejidad creciente de esta tarea que a la participación. Algo
similar ocurre en el ámbito del aula con la organización de las normas de
funcionamiento, al pensar que hay más disciplina cuando son impuestas
y rígidas. La literatura especializada4 viene a defender justamente lo
contrario: cuanto más han participado los miembros de un grupo en el
debate y en elaboración y aprobación de sus normas de funcionamiento,
más implicados se sienten y, como consecuencia, más las respetan.
Mención especial requiere el caso de la violencia escolar 5. Una de
las consecuencias más negativas de la violencia consiste en la búsqueda
3.Ver apartado 2.4.
4.Ver, entre otros, los trabajos que se recogen en el libro colectivo (2000) Cómo
fomentar la participación en la escuela. Propuesta de actividades. Barcelona.
5.Ver SÁNCHEZ, Sebastián (2005) «Las espirales de convivencia ante la espiral de
la violencia», Escuela, 3674 (891), p. 2.
220
sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo
de culpables más allá de los propios agresores. En el caso de la violencia escolar, aunque se identifique claramente a los agresores e incluso
asumiendo que la mayoría de los casos no tienen su origen en la propia
institución escolar, suele darse la tendencia a buscar culpables colectivos e institucionales: los alumnos echan la culpa a los profesores, los
profesores a los padres, éstos a aquellos, muchos a la sociedad y todos a
la administración en cualquiera de sus instancias (Dirección del centro,
equipos directivos, servicios provinciales, servicios centrales autonómicos
y estatales, etc.). Se consigue así, de manera más o menos involuntaria,
la terrible sensación de que todos los agentes implicados en la educación
tienen algo de culpa en las manifestaciones de la violencia y, peor aún,
de que difícilmente va a haber relaciones lo suficientemente positivas
entre ellos como para ser capaces de buscar soluciones al problema.
Por todo ello, una de las instituciones menos violentas de la sociedad
aparece ante todos nosotros cargada de apelativos negativos como violencia, agresión y acoso, entre otros. ¿Quién va a entusiasmarse con ir o
con llevar a sus hijos a una institución que tiene esta carga simbólica tan
negativa? Probablemente no sean muchos los casos en los que se utilice
realmente este argumento a la hora de decidir sobre la escolarización
de los hijos, pero seguro que más o menos consciente y explícitamente
influye la imagen que se tiene de las instituciones escolares.
En cambio, otras instituciones y organismos de la sociedad se cuidan
mucho -y hacen bien- de no asociar su nombre a denominaciones negativas como las anteriores. Por ejemplo, los ejércitos de cualquier país de
nuestro entorno, que están legitimados constitucionalmente para el uso
de la fuerza en determinadas circunstancias, hablan de «fuerzas de paz»
y de términos similares cuando realizan algunas de sus intervenciones
armadas. Paradójicamente, desde instituciones que son por naturaleza
generadoras de situaciones de convivencia, como las educativas, hablamos
de violencia, acoso y agresión escolar ante hechos que deben llevarnos,
ante todo, a ser solidarios con las víctimas y rigurosos con los agresores,
pero sin perder de vista que la mayor parte de las relaciones que tienen
lugar en ellas son de convivencia. Por supuesto que con problemas y con
conflictos que a veces cuesta resolver, pero que en la inmensa mayoría
de los casos no llegan a degenerar en actos violentos.
Una de las mejores formas de prevenir y disminuir los casos de
violencia en las instituciones escolares es intentar que aún asumiendo
la existencia de estructuras y de espirales de violencia vayamos dándonos cuenta de que también —y sobre todo— se producen actos de
la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo...
221
convivencia que hay que potenciar entre todos con el fin de que vayan
generándose estructuras y espirales de convivencia escolar. Del mismo
modo que los actos de violencia se refuerzan entre sí y unos sirven de
origen para que se produzcan otros, las conductas favorecedoras de la
convivencia también se potencian entre sí. 6
2. EL DERECHO A LA EDUCACIÓN Y LA EDUCACIÓN PARA
LA CULTURA DE PAZ Y LOS DERECHOS HUMANOS.
REVISIÓN DEL ESTADO DE LA CUESTIÓN7
Sin pretender hacer un tratamiento completo y exhaustivo, vamos a
revisar cuáles han venido siendo las aportaciones más representativas
realizadas a nuestro campo de estudio en los ámbitos internacional, nacional y autonómico, intentando fijar nuestra atención con más intensidad
en América Latina y Andalucía, aunque sin excluir contribuciones que
nos lleguen de otros lugares.8
La educación es, sin duda, uno de los instrumentos más valiosos para
hacer prevalecer el derecho humano a la paz. Por ello, los organismos
internacionales pusieron desde su creación especial interés en dotar al
derecho a la educación de unas finalidades y contenidos explícitos. Así
la Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo 26,
6.Cf. MUÑOZ, Francisco A. (ed.) (2001) La Paz Imperfecta, Granada.
7.Es evidente que, en la actualidad, los sistemas educativos cuentan con una base sólida
tanto de aportaciones teóricas como prácticas para culminar con eficacia y éxito programas
de implementación de la educación para la paz y los derechos humanos con miras a la
construcción de la Cultura de Paz y Noviolencia. En algunos países esta educación está
sancionada directamente por sus constituciones y en otros a través de disposiciones legislativas. En el primer caso, señalaremos la actual Constitución de Colombia que expresa
en su artículo 67 que «La educación es un derecho de la persona y un servicio público
que tiene función social: con ella se busca el acceso al conocimiento, a la ciencia, a la
técnica, y a los demás bienes y valores de la cultura. La educación formará al colombiano
en el respeto a los derechos humanos, a la paz y a la democracia; y la práctica del trabajo
y la recreación, para el mejoramiento cultural, científico, tecnológico y para la protección
del ambiente....». En el segundo enfoque se encuentra el caso español donde se aplica el
procedimiento legislativo para dar contenido al derecho a la educación a través primeramente en la LODE (1985) y últimamente en la LOE (2006).
8.Seguimos en este apartado TUVILLA RAYO, José (2007); * N. E. Véanse los capítulos
«Derechos Humanos, Interculturalidad y racionalidad de resistencia», y «Paz y Conflictos
en las Universidades Andaluzas e Iberoamericanas. Una primera evaluación».
222
sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo
2 expresa que la educación «tendrá por objeto el pleno desarrollo de
la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos
del hombre (humanos) y a las libertades fundamentales; favorecerá la
comprensión, la tolerancia y la amistad entre las naciones y todos los
grupos étnicos y religiosos; y promoverá el desarrollo de las actividades
de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz». Como vemos
el concepto de Paz incluido en esta declaración es restringido, por cuanto
su referencia hace alusión a las actividades de Naciones Unidas exclusivamente y no a la forma de construir la paz. Sin embargo, su posterior
complementación con otros textos evidencia «como la educación no es
concebida sólo como un fin en sí misma sino, esencialmente, como un
instrumento para la paz, la comprensión y la tolerancia» 9. La educación
para la paz está pues justificada aún antes de que quede plasmada en
otros instrumentos y recomendaciones internacionales relativos al derecho
a la paz. Y esto porque «sin educación no puede haber ni comprensión
internacional, ni paz, ni solidaridad, ni desarrollo internacional. Todos
estos conceptos son interdependientes y se condicionan recíprocamente
en su existencia. De aquí la necesidad capital de educar para la paz». 10
Necesidad que está tácitamente expresada y desarrollada tanto en los
instrumentos (declaraciones, convenciones, pactos...) que contienen
los principios básicos de reconocimiento de derecho como en aquellos
otros textos que contienen las recomendaciones que en el terreno de la
educación promueven la protección, el conocimiento y la enseñanza de
los derechos humanos.11
2.1. La Paz y los Derechos Humanos como contenido del derecho a la
educación en el ámbito internacional
La Declaración Universal de los Derechos de la Infancia de 1959
consagra que la educación desarrollará en los niños y niñas todas sus
capacidades, su juicio individual, su sentido de la responsabilidad moral
9.
Ibíd.
10. GROS ESPIELL, Héctor (1987) «El derecho humano a la paz». En Informe sobre el
Simposio Internacional sobre la Comprensión Internacional y la Paz. OEI, Madrid.
11.TUVILLA RAYO, José (1993) Educar en los Derechos Humanos. Propuestas y
dinámicas para educar en la paz. Madrid.
la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo...
223
y social para llegar a ser un miembro útil de la sociedad (Principio VII).
Este derecho de la Infancia y deber, por consiguiente de los gobiernos,
es completado cuando se expresa que «debe ser educado en un espíritu
de comprensión, tolerancia, amistad entre los pueblos, paz y fraternidad
universal, y con plena conciencia de que debe consagrar sus energías
y aptitudes al servicio de sus semejantes» (Principio X). La educación
se presenta con su doble cara: por un lado, conlleva la necesaria y
adecuada provisión de medios y recursos por parte del Estado para que
los educandos puedan ser útiles a la sociedad desarrollando sus plenas
potencialidades; pero, a la vez, constituye un deber del alumnado devolver ese servicio recibido dedicando todos sus esfuerzos en beneficio
de los demás. El principio de responsabilidad ordena uno de los fundamentos de la educación para la paz y guía su metodología. Principio
que será recogido más tarde en la Convención sobre los derechos del
Niño, treinta años más tarde, en el Artículo 29 (d), ampliando la esfera
de esa responsabilidad a todos los seres humanos, no únicamente a los
más próximos.
Las finalidades asignadas a la educación en otros instrumentos anteriores
serán ampliamente retomadas en esta Convención. Estas metas serán:
Desarrollar la personalidad, las aptitudes y la capacidad mental y física
del niño hasta el máximo de sus posibilidades; inculcarle el respeto de
los derechos y las libertades fundamentales y de los principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas, así como el respeto de sus
padres, de su propia identidad cultural, de su idioma y sus valores, de los
valores nacionales del país en que vive, del país del que sea originario
y de las civilizaciones distintas de la suya; prepararle para asumir una
vida responsable en una sociedad libre, con espíritu de comprensión,
paz, tolerancia, igualdad de los sexos y amistad entre todos los pueblos,
grupos étnicos, nacionales y religiosos y personas de origen indígena;
e inculcarle, por último, el respeto del medio ambiente natural. Otros
instrumentos, importantes de mencionar, son: la Convención relativa a
la lucha contra la discriminación en la esfera de la enseñaza (1960) y
el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales
(1966).
De la lectura de estos y otros documentos se deduce la inclusión de
los llamados ejes transversales en un gran número de sistemas educativos contemporáneos: educación para la paz, los derechos humanos, la
comprensión internacional entre los pueblos y culturas, la educación
intercultural, la educación ambiental, la coeducación....Para algunos ju-
224
sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo
ristas internacionales la Declaración sobre el fomento entre la juventud
de los ideales de paz, respeto mutuo y comprensión entre los pueblos,
aprobada por la Asamblea General en diciembre de 1965 constituye un
importante referente en relación con el derecho humano a la paz. Su
Principio Primero es muy interesante por cuanto establece una relación
directa entre los contenidos y la forma de la educación con un carácter
universalista («La juventud debe ser educada en el espíritu de la paz, la
justicia, la libertad y el respeto y la comprensión mutuos») y los fines
que persigue: «promover la igualdad de derechos de todos los seres
humanos y de todas las naciones, el progreso económico y social, el
desarme y el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales».
Además indica que esta educación no debe restringirse al marco de las
instituciones educativas pues corresponde también esta tarea, entre otros
agentes educativos, a las familias, a las organizaciones de jóvenes y a
los medios de comunicación. El mundo dividido y bipolar- dominado
por la era nuclear y la guerra fría- en el que se redactó y aprobó esta
declaración dejó su impronta albergada en una esperanza: «La nueva
generación debe adquirir conciencia de las responsabilidades que habrá
de asumir en un mundo que estará llamada a dirigir, y estar animada de
confianza en el provenir venturoso de la humanidad» (Principio VI).
La educación en derechos humanos ha seguido una evolución claramente diferenciada en tres etapas, obedeciendo tanto a los cambios
que en la esfera internacional se han producido desde 1948 como a las
innovaciones y reformas educativas emprendidas para dar respuesta a
procesos de democratización y a las problemáticas mundiales. Dicha
evolución ha quedado reflejada de algún modo en el diseño de materiales
diversos destinados a educar en los grandes principios de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos. Importante es, no cabe duda, la
contribución de los organismos internacionales y regionales, así como
de amplios sectores de la sociedad civil.
Primera etapa: 1948-1974
En su resolución 217 D (III) de 10 de diciembre de 1948, la Asamblea
General de Naciones Unidas expresó la opinión de que la Declaración
Universal de Derechos Humanos debía tener una difusión de carácter
verdaderamente popular y universal para contribuir a consolidar la paz
mundial y se recomendó a todos los gobiernos su fidelidad al Artículo
la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo...
225
56 de la Carta de las Naciones Unidas de manera que la DUDH fuese
distribuida, expuesta, leída y comentada en las escuelas y otros centros
educativos. Dos años más tarde, el Consejo Económico y Social (Resolución 314 (XI) de 24 de julio de 1950), invitó a UNESCO a que fomentara
y facilitara la enseñanza de los Derechos Humanos en las escuelas, en
los programas de educación de adultos y mediante los medios de comunicación. Recomendación (Resolución 958 D II (XXXVI) de 2 de julio
de 1963) que se ampliará a las universidades, institutos, asociaciones
culturales y sindicales y a otras organizaciones.
La Proclamación de Teherán, fruto de la Conferencia Internacional de
Derechos Humanos celebrada en 1968 señaló un nuevo avance al solicitar
a los Estados que se aseguraran «de que todos los medios de enseñanza
se empleen de manera tal que los jóvenes se formen y desarrollen en un
espíritu de respeto por la dignidad humana y por la igualdad de derechos
de todos los seres humanos y de todos los pueblos, sin discriminación
por motivo de raza, color, idioma, sexo o credo» (Resolución XX de
12 de mayo). En este sentido hay que destacar que a inicios de ese año
la resolución 2445 (XXIII) de 19 de diciembre de la Asamblea General
de Naciones Unidas pidió a los Estados miembros que se tomaran medidas para introducir o estimular, según el sistema educativo, el estudio
regular de las Naciones Unidas y de los organismos especializados, así
como de los principios de la DUDH y otras declaraciones de Derechos
Humanos tanto en los programas de estudios de los centros de primaria
y secundaria como en los de formación del profesorado.
A la UNESCO correspondió una vez más adoptar numerosas medidas
para promocionar, impulsar y estimular esta enseñanza, parte integrante
de su programa en la esfera de la educación para la compresión internacional. Entre sus principales actividades figuran en estos programas
estudios sobre los métodos, el material y los programas de enseñanza;
seminarios y conferencias; publicaciones; mejoramiento de los manuales
escolares; fomento de las actividades experimentales en las escuelas y
centros de formación del profesorado, y servicios de consulta y documentación. Ya UNESCO en 1951 inició una encuesta, cuya información
sirvió de base para un seminario internacional celebrado en los Países
Bajos en 1952 y la publicación de la obra Declaración Universal de los
Derechos humanos: documentación y consejos pedagógicos (1953). El
Plan de Escuelas Asociadas a la UNESCO se inauguró en esta época
para desarrollar planes experimentales de educación para la comprensión
internacional. Los Derechos Humanos, desde el principio, se escogieron
226
sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo
como uno de los tres contenidos básicos de la acción innovadora de las
Escuelas Asociadas. El resultado de esta experiencia pedagógica enriquecedora y valiosa se dará a conocer por UNESCO en dos publicaciones:
Educación para la comprensión internacional: ejemplos y sugerencias
para uso de los maestros (1959) y La Comprensión internacional en la
escuela (1965).
La educación en los Derechos Humanos fue examinada, por las
ONGs de la época, en dos Conferencias convocadas en Ginebra por el
Consejo Económico y Social de Naciones Unidas en 1955 y 1959. La
recomendación nuclear de la primera estuvo centrada en la necesidad de
métodos eficaces para suprimir los prejuicios y las discriminaciones. En
la segunda se acordó que las ONGs tomaran la iniciativa y el impulso de
recomendar a las instituciones docentes y las administraciones educativas
el examen de los textos y materiales escolares empleados, así como la
elaboración y distribución de materiales pedagógicos.
Por último, hay que destacar que ya desde 1949, primer aniversario de
la DUDH, se viene celebrando cada 10 de diciembre el Día Internacional
de los Derechos Humanos.
Segunda etapa: 1974-1995
El papel de UNESCO12, encargada desde su fundación de reforzar
la dimensión humanista, cultural e internacional de la educación y de
contribuir al mismo tiempo en la promoción de la Paz y de los Derechos
Humanos y la eliminación de todas formas de discriminación, quedó culminada en 1974 con la importantísima Recomendación sobre la educación
para la comprensión, la cooperación y la paz internacionales así como
la educación relativa a los Derechos Humanos y las libertades internacionales, en un decenio caracterizado por la biporalización peligrosa del
mundo. Esta recomendación definió con claridad los componentes de la
educación para la comprensión internacional en seis tipos: 1/ educación
12.En 1973 la UNESCO presentó a la Comisión de Derechos Humanos de Naciones
Unidas el resultado de un estudio especializado sobre la enseñanza de los Derechos
Humanos en el ámbito universitario a escala mundial solicitado por dicha Comisión dos
años antes. Entre las obras publicadas por este organismo internacional hay que destacar
en ese año la elaboración para ser utilizado en las facultades de derecho, de la obra: Los
aspectos internacionales de los derechos humanos.
la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo...
227
para la comprensión y la paz internacionales; 2/ la educación para el
desarme; 3/ la educación sobre los Derechos Humanos y las libertades
fundamentales; 4/ la educación para la democracia y la tolerancia; 5/ la
educación intercultural /multicultural; y 6/ la enseñanza relativa a los
problemas de la humanidad. Más tarde se unirían la educación medioambiental y la educación para el desarrollo.
Este documento ha servido de fundamentación y base para la elaboración de numerosas publicaciones y para la introducción de importantes
innovaciones pedagógicas en los sistemas educativos. Para las Escuelas
Asociadas a la UNESCO ha sido el corazón de sus proyectos y planes
de acción. Y ha permitido también, desde entonces, la realización de
innumerables proyectos y actividades en un largo periodo, a favor de los
Derechos Humanos, caracterizado por grandes y significativos cambios y
transformaciones del mundo contemporáneo desde el final de la Segunda
Gran Guerra: guerra fría, periodo de descolonización e independencia,
desarrollo y nuevo orden internacional, crisis energética, decenio de
desarme global, descomposición del antagonismo Este-Oeste, aceleración
de los procesos de democratización y globalización de la economía.
Inspirado notablemente en la Recomendación de 1974, así como en
las recomendaciones formuladas en el Congreso de Viena de 1978 (sobre
la enseñanza de los Derechos Humanos), en el Congreso de Malta de
1987 (sobre la enseñanza, la información y la documentación en materia
de Derechos Humanos) y en el Foro Internacional «La educación para
la democracia» de Túnez de 1992, el Plan de Acción Mundial para la
Educación en los Derechos Humanos y en la democracia de Montreal
(1993), remozó y contextualizó las directrices y fundamentos de una
educación que preconiza el aprendizaje de la tolerancia, la aceptación del
«otro», de la solidaridad y de la ciudadanía fundada en la participación.
Un enfoque moderno de los problemas relativos a la educación para la
Paz, los Derechos Humanos y la democracia está contenido en el Plan de
Acción Integrado surgido de la Conferencia Internacional de Ministros
de Educación celebrada en octubre de 1994 para revisar los progresos
realizados en esta materia desde la recomendación de 1974. Dicho
Plan de Acción y su Declaración adjunta fue ratificada por UNESCO
en su Conferencia General de 1995, incorporándose así al conjunto de
instrumentos educativos de carácter internacional.
En dicho Plan se señalan las finalidades de dicha educación, las estrategias de acción y las políticas y orientaciones en los planos institucional,
nacional e internacional. Y representa un nuevo intento de garantizar
228
sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo
—a través de la educación- las libertades fundamentales, la Paz, los
Derechos Humanos y la democracia, y de fomentar al mismo tiempo el
desarrollo económico y social sostenible y equitativo ya que se trata de
componentes esenciales de la construcción de una cultura de paz.
Por último, hay que añadir que considerando las recomendaciones sobre
educación en derechos humanos contenidas en la Declaración y Programa
de acción aprobados en la Conferencia Mundial de Derechos Humanos13,
celebrada en Viena en 1993, la Asamblea General de Naciones Unidas
(resolución 49/184 de 23 de diciembre de 1994) proclamó el Decenio
para la Educación en la Esfera de los Derechos Humanos (1995-2004).
En el proyecto de Plan Acción para el desarrollo del Decenio se define
la educación en materia de derechos humanos «como el conjunto de
actividades de capacitación, difusión e información encaminadas a crear
una cultura universal en la esfera de los derechos humanos, actividades
que se realizan transmitiendo conocimientos y moldeando actitudes, y
cuya finalidad es: a) fortalecer el respeto de los derechos humanos y
las libertades fundamentales; b) desarrollar plenamente la personalidad
humana y el sentido de la dignidad del ser humano; c) promover la
comprensión, la tolerancia, la igualdad entre los sexos y la amistad entre todas las naciones, las poblaciones indígenas y los grupos raciales,
étnicos, religiosos y lingüísticos; d) facilitar la participación eficaz de
todas las personas en una sociedad libre; y e) intensificar las actividades
de las Naciones Unidas en la esfera del mantenimiento de la paz».
Al término del Decenio, la Asamblea General proclamó en 2004 el
Programa Mundial para la educación en derechos humanos, estructurado
en etapas sucesivas, que se inició el 1° de enero de 2005.36 También
se revisó en 2005 el plan de acción para la primera etapa (2005-2007),
centrado en los sistemas enseñanza primaria y secundaria. Para su ejecución los Estados deberán contar con el concurso de la sociedad civil, las
organizaciones internacionales competentes (principalmente la UNESCO
13.En dicho documento se considera que la educación, la capacitación y la información
pública en materia de derechos humanos son indispensables para establecer y promover
relaciones estables y armoniosas entre las comunidades y para fomentar la comprensión
mutua, la tolerancia y la paz. Se insta a los Estados para que eliminen el analfabetismo y
orienten la educación hacia los fines expuestos en la Declaración Universal de Derechos
Humanos, incluyan estos derechos, el derecho humanitario y la democracia como contenidos de los programas educativos, debiendo abarcar la paz, la democracia, el desarrollo
y la justicia social entre otros temas.
la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo...
229
y la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Derechos Humanos), así como la solidaridad internacional.
Tercera etapa: 1995-200114
Si los años ochenta habían sido denominados como el decenio perdido
del desarrollo para muchos países enfrentados a los problemas de la deuda
externa y del ajuste estructural, la degradación ambiental o la expansión
del SIDA, para los derechos humanos, especialmente de la infancia, la
década de los noventa, supuso el renacimiento de su causa y la defensa
de sus más elementales derechos; anhelo recogido en la Convención
sobre los Derechos del Niño (1989), en la Cumbre Mundial en favor
de la Infancia (1990) y en la Conferencia de Jomtien (Tailandia) que
estableció la meta de «Educación para Todos en el año 2.000». Por otro
lado, hay que señalar que en la misma línea a la década de los setenta,
el decenio de los noventa se convirtió en un período de las Naciones
Unidas caracterizado por la celebración de un conjunto importante de
conferencias mundiales15.
La Declaración y Programa de Acción sobre la Cultura de Paz• adoptado en septiembre de 1999 por la Asamblea General de Naciones Unidas
ha permitido un avance en la universal implantación de esta educación
en los sistemas educativos. Resultados que podrán ser evaluados al final
del «Decenio Internacional de una cultura de paz y no violencia para los
niños del mundo» (2001-2010) proclamado por la ONU en su resolución
53/25 de 10 de noviembre de 1998. Pese a la existencia y abundancia de
14.No se examinan en este apartado las contribuciones de otros organismos regionales.
El lector puede consultar TUVILLA RAYO, José (1998) Educación en Derechos Humanos:
Hacia una perspectiva global. Bilbao.
15.Nos referimos a: Conferencia sobre el Medio Ambiente y el desarrollo (Río de Janeiro, 1992); sobre nutrición (Roma, 1992); Derechos Humanos (Viera, 1993); población
y desarrollo (El Cairo, 1994); desarrollo social (Copenhague, 1995) y sobre las mujeres
(Beijing, 1995). En todas estas conferencias la referencia a la situación de los derechos
de los niños y niñas y su relación con el desarrollo humano son sumamente significativas.
También la situación concreta de la infancia será especialmente examinada en el primer
Congreso Mundial sobre Explotación Sexual de la Infancia (Estocolmo, 1996) o en la
Conferencia sobre la Explotación y el Trabajo Infantil (Oslo, 1997). La familia, considerada
como la célula base de la sociedad, tuvo también su reconocimiento merecido en su Año
Internacional celebrado en 1994.
230
sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo
instrumentos y textos valiosísimos, los sistemas educativos deberán hacer
aún un gran esfuerzo para la implementación de programas específicos
y planes de acción en estas materias.
Coincidiendo con el final de la década sobre la Educación para Todos
iniciada en los noventa, tuvo lugar en Dakar el Foro Mundial sobre la
educación donde se examinaron los grandes problemas de la educación
en el mundo, principalmente las dificultades de los países más pobres
para hacer realidad el derecho a la educación; se marcaron las directrices
que deben orientar las políticas educativas en el tercer milenio; y, se
renovaron nuevamente los antiguos compromisos incluidos en las grandes
declaraciones. Cuatro grandes líneas educativas se fijaron para la primera
década de este siglo:16 mejorar la calidad y equidad de la educación para
todos, utilizar eficazmente los recursos destinados a la educación, cooperar
con la sociedad civil para alcanzar los objetivos sociales y promover la
educación para la democracia y la ciudadanía 17.
Hemos de señalar también la celebración de la Conferencia Internacional de Ministros de Educación (2001) sobre la educación para
todos para aprender a vivir juntos18, que sustentándose en tres pilares
fundamentales (el Plan de Acción del Foro de Dakar, el informe de la
Comisión internacional sobre educación para el siglo XXI y la Conferencia Mundial sobre Educación para Todos de Jomtien) examinó los
progresos realizados en el pasado, estableció las necesidades educativas
para convivir en paz y consideró que la educación formal y la educación
no formal son instrumentos indispensables para iniciar y promover los
procesos sostenibles de construcción de la paz, la democracia y los
derechos humanos; aunque sin embargo, no pueden aportar por sí solas
16.POPLER BARRY, U.B y FISKE, E (2000), Rapport final du Forum Mondial sur
l´éducation. París.
17.El número de dirigentes de los Estados que eran elegidos según sistemas de partido
y candidaturas múltiples ha pasado de 22 en 1950 a 119 en el año 2000, según la organización Freedom House.
18.La Comisión internacional sobre la educación para el siglo XXI, más conocida por
el informe Delors, señaló cuatro pilares básicos de la educación del futuro: aprender a
conocer, es decir, adquirir los instrumentos de la comprensión; aprender a hacer, para
poder influir sobre el propio entorno; aprender a vivir juntos, para participar y cooperar
con los demás en todas las actividades humanas; y, por último, aprender a ser, un proceso
elemental que recoge elementos de los tres anteriores. Existe una edición en castellano
de este informe titulado La educación encierra un tesoro publicado por la editorial Santillana.
la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo...
231
soluciones a la complejidad, a las tensiones e inclusive a las contradicciones del mundo contemporáneo.
2.2. La Paz y los Derechos Humanos como contenido del derecho a la
educación en América
En la actualidad en América Latina, gracias a los procesos de democratización iniciados a finales de la década de los ochenta del siglo
XX, están consolidándose importantes experiencias de construcción de
espacios a favor de la paz y los derechos humanos, que están siendo
concretados en planes de acción específicos. Esta creciente preocupación
por la educación en general y especialmente por la educación en valores,
ha venido expresándose, en las últimas décadas, en múltiples declaraciones tanto de la Organización de Estados Americanos (OEA) como de la
Organización de Estados Iberoamericanos para la educación, la ciencia
y la cultura (OEI). Para situar y comprender las experiencias educativas
desarrolladas en América Latina, en el pasado y en el presente, hacemos
una breve referencia a algunos de estos documentos.
2.2.1. El papel de la Organización de Estados Americanos (OEA) y
la Organización de Estados Iberoamericanos para la educación, la
ciencia y la cultura (OEI) en la última década del siglo XX
Si bien la Convención Americana sobre Derechos Humanos (San José
de Costa Rica 1969) no desarrolla explícitamente el derecho a la educación19, la adopción en 1988 del Protocolo Adicional a la Convención
en materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales consagrará
plenamente su reconocimiento con un alcance completamente equiparable en cuanto al contenido y los fines al formulado en los textos de
Naciones Unidas20.
19.La Convención, en su Art.12.4 sí establece el derecho de los padres a elegir para
sus hijos la educación «religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones».
20.En efecto, tal como señala el «artículo 13 del Protocolo», toda persona tiene derecho
a la educación; y la educación debe orientarse hacia el pleno desarrollo de la personalidad
humana y del sentido de su dignidad; dirigirse a fortalecer el respeto por los derechos
232
sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo
El interés por la educación se puso de manifiesto, en el ámbito continental, en las Declaraciones de las dos primeras Cumbres Hemisféricas
de Presidentes y Jefes de Estado (Miami en 1995 y Santa Cruz de la
Sierra en 1996) y de las seis primeras Cumbres de Jefes de Estado de la
Comunidad Iberoamericana de Naciones (1991 a 1996) así como en la
Asamblea de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(1990 y 1992). Es evidente la influencia en estos textos de los documentos
surgidos de las grandes cumbres y conferencias internacionales recientes
sobre: medio ambiente (Río de Janeiro, 1992), población (Egipto, 1994),
desarrollo social (Copenhague, 1995) y sobre la mujer (Beijín, 1995).
Por otro lado, hay que señalar que dichos textos responden también a
las demandas que surgen en las diversas esferas sociales y a un nuevo
contexto sociopolítico de la región iniciado con la independencia de los
países del Caribe angloparlante en los años 60 y 70, el término de los
regímenes dictatoriales de los años 80 y la llegada de la democracia a
gran parte de América Latina. Panorama al que hay que unir otros como
los actuales modelos de desarrollo económico y el rápido crecimiento
tecnológico que exigen renovados esfuerzos tanto para competir efectivamente en el ámbito internacional, como para superar la pobreza extrema,
eliminar las grandes desigualdades de ingresos y evitar la marginación
social y la violencia urbana y rural. Hechos que globalmente considerados
han dado lugar al actual consenso: la educación socialmente equitativa
contribuye a una integración y estabilidad social, a una armonía étnica
y racial, a la capacitación de la fuerza de trabajo y a la formación de
una comunidad de ciudadanos informados y responsables. Y también
promueve la tolerancia política, reduce la violencia y, por lo tanto, crea
un clima más favorable para las inversiones nacionales e internacionales
y para el crecimiento y prosperidad social y cultural.
Esto ha llevado a los gobiernos a comprenden con claridad que
necesitan una educación que: a) facilite a todos una capacidad para
comunicarse efectivamente y para continuar aprendiendo durante toda
la vida; b) asegure un adecuado ingreso al mundo del trabajo; c) incen-
humanos, el pluralismo ideológico, las libertades fundamentales, la justicia y la paz; capacitar a todas las personas para que participen efectivamente en una sociedad democrática
y pluralista; favorecer la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones
y todos los grupos raciales, étnicos o religiosos; y promover las actividades a favor del
mantenimiento de la paz.
la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo...
233
tive la investigación en ciencia y tecnología, para el desarrollo de la
región y la inserción competitiva en el ámbito internacional; d) elimine
la pobreza, facilite la movilidad social y permita acceder a una calidad
de vida que asegure la paz social; e) prepare para ser un ciudadano
responsable, que valore la solución pacífica de conflictos y la búsqueda
de consensos; y f) tenga un grado de descentralización que le permita
lograr una participación significativa de la comunidad en la supervisión
y gestión pedagógica local.
En la agenda de la Segunda Cumbre de las Américas, celebrada en
Santiago de Chile del 18 al 19 de abril de 1998, los Jefes de Estado
y de Gobierno propusieron a la comunidad interamericana reflexionar
acerca del valor de la educación y del papel que ésta debe desempeñar
en la transición hacia el nuevo milenio. La Organización de los Estados
Americanos participó activamente en este nuevo debate y redactó importantes informes técnicos como el titulado «Educación en las Américas:
Calidad y Equidad en el Proceso de Globalización» elaborado bajo la
responsabilidad de la Unidad de Desarrollo Social y Educación de la
Secretaría General de la OEA. En dicho texto se examina el papel de la
educación «para construir una democracia permanente». En el Plan de
Acción firmado por los Jefes de Estado y de Gobierno asistentes en la
Segunda Cumbre de las Américas relacionado con educación, pobreza
y empleo se afirma que los gobiernos: «Incorporarán en los proyectos
educativos, dentro del ordenamiento jurídico de cada país, objetivos y
contenidos que desarrollen la cultura democrática en todos los niveles,
para la formación de personas en valores éticos, conductas solidarias y
de probidad. Se deberá fortalecer para ello, la participación de docentes,
familias, estudiantes y comunicadores sociales, en su tarea de concebir y
poner en práctica los proyectos orientados a formar ciudadanos inspirados en valores democráticos». Para alcanzar los objetivos marcados, los
gobiernos se propusieron, entre otras medidas, incorporar en la educación, los principios democráticos, los Derechos Humanos, la visión de
Género, la Paz, la convivencia tolerante, el respeto al medio ambiente
y los recursos naturales.*
Por último, hay que destacar la Declaración de Santiago sobre Medidas de Fomento de la Confianza y de la Seguridad que recomendó la
*
.N. E. Véase el capítulo «Paz y Género. Debates y coincidencias sobre un binomio
imperfecto»
234
sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo
aplicación de diversas medidas de confianza, entre las que se mencionó
la elaboración de programas de educación para la paz. La Asamblea
General reunida en su vigésimo sexto período de sesiones, mediante su
resolución AG/RES. 1409 (XXVI-O/96) solicitó al Consejo Permanente
que, a través de la Comisión de Seguridad Hemisférica y con el apoyo
de la Secretaría General, elaborase los lineamientos generales para el
Programa de Educación para la Paz. Este mandato permitió la reunión
de expertos y la elaboración de documentos de importante valor que
establecieron las líneas directrices de actuación. Los componentes de
este Programa sugería tres líneas de actuación: 1. la educación y la
solución pacíficas de los conflictos; 2. La educación y la promoción de
los valores y prácticas democráticas; y 3. la educación y la promoción
de la paz entre los Estados.
Dentro del marco de la Organización de Estados Iberoamericanos
(OEI), se han celebrado diferentes cumbres y conferencias21. De las mismas han surgido diferentes declaraciones que han servido para promover
y potenciar los valores democráticos en la formación de una ciudadanía
emergente, capaz de superar pacíficamente los conflictos, contribuir en la
democratización de los países de la región y mejorar la gobernabilidad,
además de abordar las problemáticas mundiales (medioambiente, desarrollo
económico y social, género, globalización, migraciones...) a través de un
conjunto de medidas coordinadas y sistémicas que se han concretado en
los ámbitos económicos, culturales, sociales y educativos. Así por ejemplo,
la Declaración de Margarita aprobada en VII Cumbre Ibero Americana
de Jefes de Estado y Presidentes de gobierno (Venezuela, 1997),reforzó
el compromiso en la democracia considerada no sólo como un sistema
de gobierno, sino también como una forma de vida a la que los valores
éticos dan consistencia y perdurabilidad 22. Por su lado, en materia educativa, la VIII Conferencia Iberoamericana de Educación (Sintra, 1998)
propuso líneas de cooperación, analizando específicamente los efectos
de la globalización y el surgimiento de la sociedad del conocimiento,
de modo que se realizaron importantes contribuciones y establecieron
21.Para un conocimiento en detalle se remite al lector a: http://www.oei.es/cumbres2.
htm
22.Esta Declaración recoge los principios de VII Conferencia iberoamericana de Educación, celebrada también Venezuela dos meses antes y que abordó el tema de «La Educación
y los Valores Éticos para la Democracia».
la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo...
235
líneas estratégicas de acción que permitieron el desarrollo de políticas
posteriores en materia curricular, de organización escolar, de uso de las
nuevas tecnologías de la comunicación y de la información, así como
una mayor atención a las necesidades de la multiculturalidad.
Por último, destacar que el proyecto de educación en valores de la OEI
se denomina «Democracia y Educación» y forma parte del Programa «La
Enseñanza en Valores para un Mundo en Transformación». Éste se inició
en 1991 y tiene como finalidad el apoyo a los Ministerios de Educación
de Iberoamérica para la incorporación en los currículos de contenidos
que promuevan un sistema de valores acorde con los principios de la
Democracia, la Paz, la defensa de los Derechos Humanos y la Tolerancia,
adaptándose a las diferentes culturas y formas de entender la sociedad
de cada uno de los países23.
2.2.2. La situación actual de la educación en valores, los Derechos
Humanos y la Paz en América: experiencias nacionales
La preocupación por los problemas mundiales ha llevado a los sistemas educativos, los centros escolares, las organizaciones sociales,
las universidades y otras instituciones a desarrollar investigaciones,
proyectos y experiencias en todos los continentes. Este es el caso de las
experiencias educativas que desde hace tiempo se realizan en los países
de América Latina24, iniciadas en la década de los ochenta gracias a la
23.Para obtener mayor información sobre este programa puede visitarse por Internet la
OEI: www.oei.es.
24.Son muchos y variados los proyectos de Cultura de Paz en el mundo. Para una conocimiento de las mismos se recomienda la lectura del informe preparado por UNESCO
(1998) Reunión d´informations des donateurs des projets de Culture de la Paix. UNESCO,
París. (CAD-98/WS/06. REV y CAD-98/WS/07) Cabe señalar los esfuerzos relativamente
recientes en América Latina y el Caribe para fortalecer la educación en derechos humanos
y constituir los elementos básicos de una propuesta latinoamericana y del Caribe, entre
los que destacan la Declaración de Mérida (Venezuela, 1997) celebrada por los ministros
de educación de los países iberoamericanos; el Encuentro de Lima de Investigadores en
Derechos Humanos (Perú, 1999) organizado por Instituto Interamericano de Derechos
Humanos; la Reunión de Gobiernos sobre la Promoción y Protección de los Derechos
Humanos en la Región de América Latina y el Caribe (Ecuador, 1999) impulsada por la
OHCHR; y el Plan Latinoamericano para la Promoción de la Educación en Derechos Humanos, resultado del Seminario Latinoamericano de Educación para la Paz y los Derechos
236
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incansable labor del movimiento social que ha conformado un mapa con
una rica experiencia en la educación formal y no formal, deudora de la
educación popular, con aportaciones valiosísimas tanto en el terreno de
la fundamentación teórica como en el ámbito de prácticas e innovaciones
concretas. Dichas experiencias presentan algunos rasgos o elementos de
contextualización que las caracterizan 25:
a) El análisis de la actual situación educativa y de sus perspectivas
futuras no puede efectuarse al margen de las dos principales características del actual proceso de desarrollo social que afectan a los
países de América Latina: la democratización de los sistemas políticos y la crisis económica asociada al alto endeudamiento externo.
Estas dos características explican, además, los desafíos más serios
que enfrentan las políticas educacionales: la crisis económica obliga
a incrementar sustancialmente la eficacia y la eficiencia, mientras
que la democratización exige atender el objetivo de la equidad; La
educación en derechos humanos emerge en América latina como
consecuencia de la democratización de aquellos países que durante
años habían sufrido gobiernos dictatoriales o debido a la necesidad de dar respuesta a la violencia institucionalizada en aquellos
otros países donde la dignidad humana se encuentra amenazada
de manera permanente. En ambos casos, la educación en derechos
Humanos (Venezuela, 2001) de la Red Latinoamericana de Educación para la Paz y los
Derechos Humanos del Consejo de Educación de Adultos de América Latina (CEAAL).
También es necesario destacar los proyectos educativos institucionales en Educación en
Valores auspiciados por los Ministerios de Educación (Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay
y Uruguay, entre otros) y la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación,
la Ciencia y la Cultura (OEI).
25.TEDESCO, Juan Carlos. (1990) «Las perspectivas de la educación en América
Latina» en Cuadernos de Educación, núm. 192. CIDE, Santiago de Chile. SERPAJ (1993)
«Experiencias y estrategias de formación docente en derechos humanos», en Educación
y Derechos Humanos: Cuadernos para docentes, año VI, núm. 19, Julio. Servicio Paz y
Justicia, Montevideo. MAGENDZO, Abraham. (1994) «Una visión analítica de la educación
en Derechos Humanos en América Latina», en TUVILLA, José. La escuela: instrumento
de paz y solidaridad. MCEP, Sevilla. SCHMELKES, Sylvia. (1995) «Educación para los
derechos humanos: reflexiones a partir del conocimiento y de la práctica latinoamericana» en La Piragua, revista latinoamericana de educación y política, núm. 11. Consejo
de Educación de Adultos de América Latina, Santiago de Chile. CUELLAR, Roberto.
(2000) Experiencias de Educación en Derechos Humanos en América Latina. Instituto
Interamericano de Derechos Humanos, San José de Costa Rica.
la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo...
237
humanos tiene un carácter tanto preventivo como de promoción;
La educación en derechos humanos se inicia con el movimiento de
la educación popular y es promovida por los movimientos sociales
y las organizaciones no gubernamentales en distintos países; Es
interesante destacar el papel de los organismos internacionales de
carácter regional en la promoción de esta educación en aquellos
países en los que se han implementado programas desde el Estado;
En la actualidad existe prácticamente en todos los países de América
Latina, un reconocimiento oficial de la responsabilidad del sistema
educativo en materia de educación en derechos humanos, aunque
no se han consolidado las propuestas en marcha.
b) El movimiento social y las instituciones latinoamericanas de derechos
humanos tienen una gran experiencia y trayectoria en materia de
educación; poseen redes de intercambio de experiencias; desarrollan
encuentros y eventos a todos los niveles; han realizado aportaciones metodológicas importantes; y han sido y son impulsores de su
implantación en la educación formal a través de la formación del
profesorado, el desarrollo de propuestas curriculares concretas y
la elaboración de materiales didácticos.
c) El estudio de las propuestas estatales26 de Cultura de Paz pone de
manifiesto la necesidad de articular políticas educativas orientadas
a resolver, en muchos casos, situaciones de violencia. Este es el
caso de Guatemala o de Colombia donde la educación constituye el
eje estratégico fundamental del proceso de cambio en una sociedad
con un grado de militarización y de violencia muy arraigados.
Tres líneas de acción se advierten en estas propuestas en cuanto a
objetivos, destinatarios y desarrollo de medidas. La primera responde
al modelo integral en el que establecen estrategias generales gubernamentales como fundamento del proceso de desarrollo nacional, con
implicación de diferentes administraciones del Estado que buscan el
fortalecimiento de la democracia. Este es el caso, por ejemplo, de
26.Las experiencias educativas realizadas por los gobiernos miembros de la Organización
de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (O.E.I) pueden
consultarse en el sitio de Internet de este organismo en: www.campus-oie.org Respecto
a las iniciativas para resolver la conflictividad escolar, se remite a: AVALOS, B (2003)
Prevención de la Violencia en Escuelas de América del Sur. Catastro de Programas y
Proyectos. PREAL. Santiago, Abril 2003.
238
sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo
Ecuador y la creación de la Oficina de Cultura de Paz, adscrita a la
Presidencia de la República, para coordinar las iniciativas definidas
desde el Estado y la sociedad civil a favor de la cultura de paz, entre
las que se destaca el Plan Nacional de Cultura de Paz. Dentro de esta
línea se incluye también el Plan Nacional de Acción sobre Cultura de
Paz del gobierno salvadoreño que entre sus prioridades se encuentran:
la Educación para la Paz; medidas para la prevención y erradicación de
la violencia; la promoción de la participación democrática de sectores
deficitarios de la población; así como también, la promoción de mecanismos de resolución alternativa de los conflictos; La segunda línea, dentro
del modelo ampliado, implica a varias administraciones que coordinan
esfuerzos dentro de sus competencias para alcanzar un objetivo común
cuyo destinatario es un sector específico de la población. Ejemplo de
este modelo es el programa “Paz nas escolas» de Brasil que tiene por
objetivo contribuir a la integración y pacificación de la sociedad a través
de los valores cívicos entre los jóvenes. Entre las medidas se destaca
la difusión de los derechos humanos, la formación de diversos agentes
sociales (policías, profesorado, monitores deportivos...), realización
de encuentros deportivos, etc.; La tercera línea de acción se integra
dentro del enfoque restringido, tal es el caso del Programa Ciudadanía
y Paz del Ministerio de Ciencia y Tecnología de Venezuela dirigido a
investigadores y universidades, así como a otras entidades, con el fin de
impulsar proyectos en tres áreas prioritarias: gobernabilidad y ejercicio
de la democracia; Cultura, educación para la paz y derechos humanos;
y, violencia e inseguridad.
La década de los noventa supuso un importante avance en la esfera
de la educación en derechos humanos en América Latina, gracias a su
incorporación en las reformas educativas emprendidas que palautinamente,
aunque no de manera concluyente, han ido configurando una pedagogía
específica que necesita definirse con mayor rigor a la luz de los desafíos
que plantea la Cultura de Paz. Esta educación, como señala Magendzo27,
aunque responde a situaciones particulares y distintas entre los países,
debe superar tensiones que están muy generalizadas en todo el continente:
27.MAGENDZO, Abraham (2000) «La educación en derechos Humanos en América
Latina: una mirada de fin de siglo». En CUELLAR, Roberto Experiencias de Educación
en Derechos Humanos en América Latina. Instituto Interamericano de Derechos Humanos,
San José de Costa Rica.
la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo...
239
Una primera tensión es la que se establece en la relación entre el Estado,
las organizaciones no-gubernamentales y la sociedad civil de modo que
muchas experiencias desarrolladas por las ONG han suspendido su papel
crítico al ser cooptadas de manera sistemática por parte de los gobiernos;
la segunda tensión deriva de las políticas económicas y sociales que
ha impuesto modelos particulares de educación en derechos humanos
difíciles de superar en su dimensión hegemónica; la tercera tensión está
vinculada al sentido ético de pensar y enseñar los derechos humanos en
un contexto histórico de violaciones e impunidad; la cuarta tensión tiene
relación con los niveles de difusión y masificación de la educación en
derechos humanos, no siempre dirigida a sectores diversificados de la
población; la quinta tensión es debida a una indefinición de este campo
que se subsume en la educación democrática, educación cívica o en la
educación para la ciudadanía democrática, buscando por consiguiente
lenguajes moderados sin demasiada posición socio-crítica; la última
tensión es originada por las propias dificultades que produce la carencia
de experiencias escolares sin una sólida fundamentación teórica.
Después de cerca de veinte años de experiencia en materia de educación en Derechos Humanos28 se han alcanzado los siguientes logros:
a) Esta educación se ha incorporado a los sistemas educativos, aunque
en algunos países, caso de Colombia, la seguridad de los educadores
no puede garantizarse; b) La educación en derechos humanos es considerada un medio fundamental para la construcción de procesos sociales
basados en la Cultura de Paz; c) Se han realizado importantes adelantos
con la elaboración de interesantes e innovadores materiales didácticos
y curriculares; d) Se ha alcanzado un aumento importante respeto a la
información y conocimiento en materia de derechos humanos de amplios
sectores de la población gracias a la implementación de programas de
educación formal e informal; e) La educación en derechos humanos ha
permitido un fortalecimiento de las democracias; f) El tema de la educación en derechos humanos como elemento esencial de la construcción de
la Cultura de Paz se ha incluido en las agendas nacionales y regionales
al más alto nivel.
Son importantes los avances efectuados en América Latina en relación
con la educación en derechos humanos tras los procesos democratizadores
28.RODRÍGUEZ, Dina (2000) The Role of Human Rights Education in building a Culture
of peace in Latin America. University for Peace, Costa Rica.
240
sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo
producidos en la región, tal como señalan los respectivos informes elaborados, desde el año 2002 hasta la fecha, por el Instituto Interamericano
de Derechos Humanos29 y que revelan:
1. Un crecimiento progresivo del número de países que han incorporado
en sus Constituciones y leyes nacionales los principios y los fines
relativos a la educación en derechos humanos, con la consiguiente
puesta en marcha de importantes reformas educativas.
2. Un avance considerable en materia de derechos humanos y su implicación en materia educativa al ser ratificados progresivamente
los instrumentos internacionales, de manera que esta educación se
ha desarrollado y especializado a favor de los sectores sociales más
vulnerables: mujeres, niños, pueblos indígenas, discapacitados...;
3. La asunción del concepto de educación en derechos humanos en su
perspectiva transversal del derecho a la educación, presente tanto
en la educación formal como en la educación informal.
4. Un nivel relativamente alto de dispersión teórica en la definición de
los contenidos con las consecuencias metodológicos y pedagógicas
que esto representa, aunque cabe destacar la incorporación, cada vez
con mayor importancia, de contenidos referidos a valores relativos
a la convivencia entre las naciones y la solidaridad internacional.
Uno de los progresos más notables es la inclusión de la perspectiva
de equidad de género, así como un mayor reconocimiento y valorización de la diversidad racial o étnica de la población nacional
y del continente en general.
5. Aunque existen, en algunos países, normas legales, ninguna de ellas
establece que la formación en este campo constituya un requisito expreso para el ejercicio docente, siendo la formación inicial
dispersa pese a que en algunas asignaturas incluyan contenidos
relacionados directamente con derechos humanos y democracia. No
obstante, la formación permanente del profesorado ha alcanzado
un aumento significativo en relación con los esfuerzos realizados
en la década de los noventa. Actualmente, las autoridades educa-
29.Los países a los que se hace referencia son: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia,
Costa Rica, Chile, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, México, Nicaragua, Panamá,
Paraguay, Perú, República Dominicana, Surinam, Uruguay y Venezuela. Para saber más
sobre el contenido de los informes: http://www.iidh.ed.cr/
la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo...
241
tivas, en casi todos los países, realizan esfuerzos continuados para
que el profesorado activo adquiera un conocimiento preciso de los
principios, contenidos y metodologías de la Educación en derechos
humanos.
6. Pese a que es tardía la adopción de Planes Naciones30 de Derechos
Humanos y, en su caso, de Educación en Derechos respecto de lo
propuesto en los planes de acción de la Declaración de Viena (1993)
y del Decenio de la Educación en Derechos Humanos (1994) se
están realizando grandes esfuerzos en este sentido.
2.3. La educación en Derechos Humanos (edh) y la educación para la
ciudadanía democrática (ecd) en Europa
La ECD y la EDH han sido prioritarias para el Consejo de Europa
desde 1997. La organización ha puesto en marcha toda una serie de
iniciativas y medidas en los Estados miembros para apoyarlas31. Entre
las resoluciones adoptadas es importante señalar la Recomendación
(1401 de 1999) de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa
sobre la educación en las responsabilidades de la persona que reconoce
que la educación es uno de los mejores medios de prevenir la actitudes
negativas hacia los demás y de construir la cultura de paz entre todos los
grupos de la sociedad. Dicho esto, examinemos brevemente la situación
de ambas educaciones en el ámbito de este organismo regional.
30.La EDH está incluida en los Planes Nacionales de Derechos Humanos de seis países: Brasil, Bolivia, Ecuador, México, Perú y Venezuela. Así mismo, los contenidos de
derechos humanos se incluyen en los Planes de Educación de Bolivia, Brasil, Costa Rica,
El Salvador, Guatemala, México, Nicaragua y República Dominicana. Existiendo Planes
Naciones de Educación en Derechos Humanos en Brasil, Colombia, Ecuador, El Salvador,
México y República Dominicana Recomiendo al lector la lectura del Plan Nacional de
Educación en Derechos Humanos de Brasil, Colombia y México. Sobre el Plan Nacional
de educación en derechos humanos de Brasil véase en http://www.presidencia.gov.br/sedh.
htm.
31.http://www.coe.int/edc/fr
242
sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo
2.3.1. La Educación en Derechos Humanos32
Son muchas las resoluciones, declaraciones y recomendaciones
adoptadas por el Consejo de Europa referidas al papel que la educación
debe desempeñar en los sistemas educativos de los Estados miembros.
Conscientes de la necesidad de reafirmar los valores de la democracia
cara a la intolerancia, los actos de violencia y el terrorismo se adoptó
en 1985 una Recomendación sobre el aprendizaje y la enseñanza de los
Derechos Humanos en las escuelas europeas. Las sugerencias anexas a
la recomendación sirvieron para establecer programas y reformas en los
últimos años. Los trabajos del Consejo de Europa sobre la promoción
de la educación y de la información relativa a los derechos humanos,
especialmente contra el racismo, la xenofobia y la discriminación en las
escuelas (infantiles, primarias y secundarias) se han desarrollado bajo la
responsabilidad del Consejo de Cooperación Cultural en dos períodos.
En el primero (1978-1986) se organizaron dos reuniones de expertos
intergubernamentales, seis seminarios europeos y cuatro estudios. En el
segundo periodo, dirigido a la difusión y aplicación de la enseñanza y
aprendizaje de los derechos humanos se organizaron seis seminarios que
abordaron ampliamente los desafíos de esta educación para los sistemas
educativos europeos. Estas etapas, orientadas principalmente desde la perspectiva intercultural de la educación, fueron completadas desde 1997 por
el proyecto sobre la educación para la ciudadanía democrática33 tratando
de favorecer el desarrollo de iniciativas pedagógicas nuevas basadas en
la participación en el seno de los centros educativos, así como en otros
contextos de aprendizaje. Al periodo exploratorio del proyecto (19972000) le sigue una nueva etapa que, basándose en sus resultados, pretende
ser más operativo tanto en el ámbito de las prácticas educativas como
en el de las políticas concretas. En síntesis, Best ofrece los principales
32.Para ampliar este apartado remitimos al lector a: TUVILLA, José (1998) Educación en
derechos humanos. Hacia una perspectiva global, Bilbao. De interés también: STARKEY,
Hugh. (1994) «La enseñanza de los derechos humanos. El trabajo del Consejo de Europa»,
en TUVILLA, José La Escuela: Instrumento de paz y solidaridad. MCEP, Sevilla.
33.Recomendamos al lector algunos documentos publicados por el Consejo de Cooperación
Cultural, entre ellos: VELDHUIS, Ruud. (1997) Education à la citoyenneté démocratique;
concepts de base et compétences-clés, Strasbourg, Consejo de Europa (DECS/CIT (97)
23); VERDANA (2000), Stratégies pour aprendre la citoyenneté démocratique, Strasbourg,
Consejo de Europa (DECS/ EDU/CIT (2000) 16).
la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo...
243
ejes que durante estos últimos años han sido establecidos y que están
incluidos en numerosas publicaciones del Consejo de Europa:34
1. La educación en los derechos humanos constituye una de las finalidades educativas de los sistemas educativos europeos;
2. La importancia de la vida escolar y del clima de la comunidad
educativa en este tipo de educación;
3. La necesidad de aprender nociones y conceptos así como de abordar
los textos fundamentales en clase;
4. Los lazos comunes entre paz, derechos humanos, derechos de los
pueblos, comprensión internacional y sus respectivas educaciones;
5. La dimensión intercultural de la educación como reveladora del
respeto de los derechos humanos;
6. La importancia de los medios de comunicación y las NTI en la
educación de la democracia;
7. La necesaria formación del profesorado en la materia;
8. Las actividades de intercambio e interculturales dirigidas sobre la
base de los derechos humanos.
2.3.2. La Educación para la Ciudadanía Democrática
A finales de los años 90, la Educación para la Ciudadanía Democrática
(ECD)35 se convierte en el objetivo común de las políticas educativas
europeas gracias al papel impulsor del Consejo de Europa. Este objetivo
34.BEST, F (1992) Pour l´éducation aux drots de l´homme. Conseil de l´Europe. CCC,
Strasbourg.
35.Para una mayor información, remitimos al lector a: BÎRZÉA, César. (2004) «Les
politiques de l´ECD en Europe. Une Synthèse». En éducation à la citoyenneté démocratique 2001-2004. Edita: Consejo de Europa, Strasbourg ( (DGIV/EDU/CIT (2004) ) . El
informe presentado tiene algunas limitaciones debido a : 1/ Dificultad de determinar las
responsabilidades en materia educativa, especialmente en aquellos Estados federales o
autonómicos; 2/ Utilización solo de los documentos oficiales; 3/ Han sido abordados sólo
algunos aspectos de las políticas educativas; 4/ Los estudios se apoyan a veces en fuentes
indirectas; 5/ Ausencia del impacto de las políticas de ECD. De interés también: TORNEYPURTA, Judith Y HENRY BARBER, Carolyn. (2004) Democratic School Participation
and Civic Attitudes among European Adolescents: Analysis of Data from the IEA Civic
Education Study. Consejo de Europa, Strasbourg. (DGIV/EDUT/ CIT (2004) 40).
244
sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo
prioritario de las políticas y reformas educativas encuentran su fundamentación en la Resolución de la conferencia permanente de Ministros
de Educación (Cracovia, 2000) y en la Recomendación (2002)12 del
Comité de Ministros de Educación relativa a la ECD36. Después de la
Segunda cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno (1997) la ECD es
objetivo común de la política educativa europea, definida como el conjunto de prácticas y principios dirigidos a preparar mejor a los jóvenes
y adultos para participar activamente en la vida democrática asumiendo
y ejerciendo los derechos y responsabilidad en la sociedad.
Las políticas educativas en materia de ECD han conducido a un tipo
concreto de acción, inducido por las declaraciones y principios que
conllevan una determinada práctica en distintos ámbitos: sociedad en
su conjunto, sistema educativo, organización de los centros educativos,
currículo formal, no formal e informal, así como en la elaboración de
materiales escolares.
La Educación para la Ciudadanía Democrática en Europa se caracteriza por:
1. La ECD es un objetivo educativo entre otros, pero desde la Conferencia Ministerial de Cracovia es un objetivo prioritario en el
conjunto de políticas educativas europeas;
2. Cualesquiera que sea el sistema educativo, la ECD está inserta en
el orden del día de las políticas educativas públicas en el conjunto
de países. No obstante, existen diferencias debidas a la adopción
del enfoque conceptual. De manera que junto al concepto global
—educación formal, informal y no formal— propuesto por el
Consejo de Europa que integra términos diversos (educ. política,
educ. democracia, educ. para la paz, educ. en derechos humanos,
etc.), existe un enfoque restringido al referirse exclusivamente a la
«instrucción cívica» que designa únicamente las materias escolares
o la parte del currículo formal dedicado a la ECD;
3. En general, las políticas educativas europeas de ECD aspiran a:
Favorecer el ejercicio de derechos y deberes expresados en las
36.Existe una amplia diversidad de términos para referirse a la ECD. Así por ejemplo:
Educación política ( Alemania), Educación Cívica (Francia), Educación para la ciudadanía
( Reino Unido), Educación social (Estonia), Desarrollo personal y social ( Portugal) y
Ciencias sociales (Dinamarca).
la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo...
245
constituciones nacionales; Ayudar a adquirir las competencias necesarias para la participación ciudadana: ciudadanos responsables
/ ciudadanos organizados ( sociedad civil); Ampliar el interés por
los cambios e innovaciones pedagógicas e impulsar las iniciativas
de base; Fomentar un enfoque holístico de la educación integrando
en las políticas educativas tanto el aprendizaje no formal como el
aprendizaje informal.
Para concluir este apartado, nos referiremos al informe presentado
por Bîrcéa37 (2004) que analiza la situación de la ECD en el periodo
2001-2004, en los siguientes ámbitos:
Política deseada (nivel de las declaraciones de intenciones) La ECD
aparece como objetivo político común a todos los sistemas educativos
públicos de Europa que —con independencia de la terminología empleada
las declaración de intenciones— presentan rasgos comunes en todos los
países, inspiradas en las resoluciones y recomendaciones del Consejo de
Europa. Declaraciones integradas en los textos o documentos generales
sobre la política educativa concreta de cada país y que justifican la
ECD por la necesidad de mejorar la democracia en los países europeos
con miras a paliar el déficit o erosión de su capital cívico. La ECD es
considerada como un instrumento de consolidación de la democracia
ya que de ella depende que los ciudadanos asuman sus compromisos
cívicos. No obstante, pese a esta voluntad política manifiesta, dichos
discursos carecen de líneas claras de acción, de métodos específicos o de
actuaciones prácticas concretas, quedándose sólo en definir las grandes
finalidades educativas de esta educación.
Política definida (marco normativo y contextual) La ECD es definida
a través de los correspondientes instrumentos normativos que se concretan en el currículo oficial. Es decir, tanto en las leyes constitucionales
donde la ECD encuentra su fundamento y los principios básicos de esta
educación (derechos humanos, democracia pluralista y preeminencia del
derecho) como en las leyes educativas que contienen, según los casos,
dos tipos de referencias a la ECD bien desde el enfoque integrador de
un aprendizaje a lo largo de toda la vida (educación formal, no formal
e informal) expresado en el preámbulo de la ley o en un capítulo específico ( Ej.: Dinamarca, Finlandia, Alemania, Hungría, Italia, Países
37.BIRZEA, César. (2004).
246
sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo
Bajos, Noruega, Polonia, Portugal, Rumania, Turquía) o bien desde un
enfoque que reduce la ECD a la instrucción cívica limitada al currículo formal de la educación formal ( caso de Austria, Chipe, Letonia
o Luxemburgo). El lugar de la ECD en el currículo formal es diverso
introducido de distintas formas ( a través de una materia específica
con tiempos y contenidos propios, en los llamados ejes transversales,
incluida en materias específicas o con fórmulas mixtas ) y con distintas
denominaciones. Pese al lugar preponderante acordado para la ECD
un análisis exhaustivo revela un lugar insuficiente en el currículo. Esto
es debido bien a que ocupa un lugar secundario en relación con las
materias tradicionales, bien porque las horas dedicadas a la ECD son
insuficientes (1-2 horas), en ocasiones porque tiene, a menudo, un estatus
no obligatorio en el currículo o porque en algunas materias integradas
no se abordan suficientemente aspectos de esta educación. En resumen,
los documentos oficiales del currículo no contienen referencias a todas
las competencias básicas de la ECD.
Política aplicada (desafío de la práctica educativa) El informe señala
Las políticas de ECD no pueden ponerse en práctica sin la participación
efectiva de los docentes. Por ello han de superarse los siguientes desafíos:
1/ Necesidad de una formación inicial y permanente del profesorado en
ECD. La mayoría de las veces estas actividades formativas son fruto de
las experiencias, buenas prácticas de los centros o de proyectos escolares
específicos y no de una planificación general diseñada dentro de un marco
general de acción gubernativa; 2/ Necesidad de mejorar la organización
escolar pues las mejoras recientes de los sistemas educativos europeos
están ligados a los aspectos más significativos de la ECD relativos a los
aspectos de organización y gestión escolar basados en la descentralización,
la participación, la democratización de la vida escolar y las relaciones
estrechas entre escuela y comunidad; 3/ Necesidad de implementar
políticas efectivas que favorezcan la ECD a lo largo de toda la vida de
manera que se integren la educación formal, no formal e informal.
En conclusión, existe una brecha abierta entre las buenas intenciones
expresas en las declaraciones y normas y la práctica real de la ECD que
conlleva dos riesgos. Por un lado, desatender las líneas prioritarias de las
políticas educativas en esta materia y, por otro, no posibilitar los medios
y recursos necesarios para la implementación de la ECD. Pese a que
esta educación encuentra, actualmente, su pilar principal en la educación
formal, comienza a despegar y concretarse un enfoque más diversificado
que sugiere y requiere de la implicación de otros agentes sociales.
la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo...
247
2.4. La Cultura de Paz y la Educación para la Paz y los Derechos
Humanos en España
La lectura de los principios que sustentaron la Reforma educativa española de los años 90, contenidos en la Constitución de 1978, nos lleva a
considerar la Declaración Universal de los Derechos Humanos como uno
de sus ejes vertebradores y la clave que nos permite encontrar elementos
de convergencia entre todos los ejes transversales propuestos entonces.
La Ley Orgánica del Derecho a la educación (LODE) de 1985 desarrolló
el derecho a la educación reconocido en el artículo 27 de nuestra Carta
Magna asignando a la actividad educativa fines consustanciales con la
educación como el pleno desarrollo de la personalidad del alumno y otros
relacionados directamente con los valores que hemos venido refiriendo
en este trabajo. De especial interés para nosotros son los siguientes:
— La formación para la paz, la cooperación y la solidaridad entre
los pueblos.
— La formación en el respeto de los derechos y libertades fundamentales y en el ejercicio de la tolerancia y de la libertad dentro
de los principios democráticos de convivencia.
Es obvia la influencia del marco legal y de las directrices educativas
de los organismos internacionales en el planteamiento de aquella Reforma
que opta por una educación en valores con una fuerte función personalizadora tendente a la formación de la personalidad y de la autonomía
para que las personas puedan tomar, dentro de nuestro contexto social,
sus propias opciones preferenciales. Es decir, opta por una función no
sólo socializadora sino también transformadora o liberadora de la
educación dentro de un proyecto concebido globalmente en el que la
educación cívica o moral está en total armonía y conexión con los demás
componentes de los procesos del desarrollo humano. Idea expresada en
el Proyecto para la Reforma de la Enseñanza (1987) donde leemos:
«Por tanto, es pertinente considerar que, aunque reflejo de la sociedad
donde se inserta y a la que sirve con funciones reproductoras, la educación puede, a su vez, actuar sobre la sociedad misma, para modificar su
rumbo y sus reglas de convivencia. La posibilidad de que la educación
pueda contribuir al cambio de la sociedad, al incremento de la calidad
de la vida, del bienestar individual y colectivo, de la convivencia y de la
solidaridad, es la apuesta esperanzada de quienes aspiran a un porvenir
248
sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo
mejor y trabajan por él en el campo de la educación (...). La escuela
ha de ser, ella misma, un lugar donde se convive en la tolerancia y la
igualdad, contribuyendo así, antes aún que con los conocimientos, a
iniciar la vida social y democrática de niños y jóvenes. Una escuela
integradora para todo, sin discriminaciones por razón de sexo, de origen
social o de aptitudes. Sin embargo, reivindicar una escuela igualitaria
no significa reclamar la uniformidad para todos sus alumnos sino que
supone educar en el respeto de las peculiaridades de cada estudiante y
en la estima por la diversidad, el pluralismo y la tolerancia».
El Libro Blanco para la Reforma del Sistema Educativo (1989), en
su capítulo primero, hará más evidente la relación del derecho a la
educación en la Constitución y en la LODE. En el Preámbulo de la
LOGSE se reconoce que «la educación permite, en fin, avanzar en la
lucha contra la discriminación y la desigualdad, sean éstas por razón de
nacimiento, raza, sexo, religión u opinión, tengan un origen familiar o
social, se arrastren tradicionalmente o aparezcan continuamente con la
dinámica de la sociedad».
Fines que en su totalidad se reproducen en el artículo 1 de la LOGSE
de 1990 que configuraron la nueva imagen de nuestro sistema educativo donde la actividad educativa (considerada como el conjunto de
actividades que realiza la comunidad educativa y no sólo la actividad
dentro del aula) debe atender a los valores y principios de: formación
personalizada, participación y colaboración de los padres, igualdad de
derechos, desarrollo de capacidades creativas y espíritu crítico, hábitos
de comportamiento democrático, autonomía pedagógica...
La actual Ley Orgánica de Educación (2006) establece en su Preámbulo
que «la educación es el medio más adecuado para garantizar el ejercicio
de la ciudadanía democrática, responsable, libre y crítica, que resulta
indispensable para la constitución de sociedades avanzadas, dinámicas y
justas». Tres son los principios fundamentales que presiden esta Ley: El
primero consiste en la exigencia de proporcionar una educación de calidad
a todos los ciudadanos de ambos sexos, en todos los niveles del sistema
educativo. El segundo principio consiste en la necesidad de que todos
los componentes de la comunidad educativa colaboren para conseguir
ese objetivo tan ambicioso. La combinación de calidad y equidad que
implica el principio anterior exige ineludiblemente la realización de un
esfuerzo compartido. El tercer principio que inspira esta Ley consiste
en un compromiso decidido con los objetivos educativos planteados por
la Unión Europea para los próximos años. El proceso de construcción
la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo...
249
europea está llevando a una cierta convergencia de los sistemas de educación y formación, que se ha traducido en el establecimiento de unos
objetivos educativos comunes para este inicio del siglo XXI.
La LOE introduce sustanciales cambios respecto a las leyes anteriores,
una de las principales novedades, en cuanto al currículo, consiste en situar
la preocupación por la educación para la ciudadanía en un lugar muy
destacado del conjunto de las actividades educativas y en la introducción
de unos nuevos contenidos referidos a esta educación que, con diferentes
denominaciones, de acuerdo con la naturaleza de los contenidos y las edades
del alumnado, se impartirá en algunos cursos de la educación primaria,
secundaria obligatoria y bachillerato. Su finalidad consiste «en ofrecer
a todos los estudiantes un espacio de reflexión, análisis y estudio acerca
de las características fundamentales y el funcionamiento de un régimen
democrático, de los principios y derechos establecidos en la Constitución
española y en los tratados y las declaraciones universales de los derechos
humanos, así como de los valores comunes que constituyen el sustrato de
la ciudadanía democrática en un contexto global. Esta educación, cuyos
contenidos no pueden considerarse en ningún caso alternativos o sustitutorios de la enseñanza religiosa, no entra en contradicción con la práctica
democrática que debe inspirar el conjunto de la vida escolar y que ha de
desarrollarse como parte de la educación en valores con carácter transversal
a todas las actividades escolares. La nueva materia permitirá profundizar
en algunos aspectos relativos a nuestra vida en común, contribuyendo a
formar a los nuevos ciudadanos» (Preámbulo de la LOE)38.
Es de esperar que esta Ley supere los déficit educativos en material
curricular relativa a los derechos humanos, puestos de manifiestos por
algunas ONGs españolas como Amnistía Internacional en su informe
(Educación en derechos humanos: asignatura suspensa, 2003) sobre
la formación en las escuelas de magisterio y facultades de pedagogía
y ciencias de la educación en materia de derechos humanos o como la
Asociación Pro Derechos Humanos39.
38.En Educación Primaria, en uno de los cursos del tercer ciclo de la etapa, a las áreas
incluidas en el currículo se añadirá la de educación para la ciudadanía y los derechos
humanos, en la que se prestará especial atención a la igualdad entre hombres y mujeres.
Del mismo modo esta educación se incluirá en uno de los tres primeros cursos de la
Educación Secundaria.
39.Nos referimos al documento «Implantar en España una mejor educación en y para
los Derechos Humanos» de 2004.
250
sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo
Entre las iniciativas relativas al fomento de la Cultura de Paz es
notable resaltar la Ley 21/2003, de 4 de julio, de fomento de la paz de
la Generalitat de Cataluña40. Esta Ley tiene por objeto (Artículo 1) El
fomento de la paz, la justicia, la igualdad y la equidad en las relaciones
entre personas, pueblos, culturas, naciones y estados; la prevención y la
solución pacífica de los conflictos y tensiones sociales, y el fortalecimiento y arraigo de la paz y la convivencia, valores que deben guiar la
actividad de la Administración de la Generalidad y los entes locales, el
establecimiento de las actuaciones que deben llevar a cabo la Administración de la Generalidad y los entes locales con el fin de promover la
cultura de la paz y el diálogo intercultural e interreligioso, contribuir a la
erradicación de los conflictos violentos y tratar sus causas; y el fomento
de la paz que debe estar estrechamente unido a la voluntad de promover
la justicia y la igualdad de oportunidades, para lo cual es necesario que
la Administración promueva unos valores, actitudes, comportamientos
y estilos de vida que faciliten un buen entendimiento entre las personas
y entre los colectivos. En el Artículo 2 (Ámbito de aplicación) la Administración de la Generalidad y los entes locales, de conformidad con
sus respectivas competencias, deben actuar en los siguientes ámbitos: a)
Los derechos humanos y las libertades individuales y colectivas; b) La
convivencia ciudadana, la promoción del diálogo y la solución pacífica de
los conflictos; c) La enseñanza y la educación por la paz; d) Los medios
de comunicación social; y e) El fomento del desarme global.
A nivel Estatal, la Ley 27/2005, de 30 de noviembre, de fomento
de la educación y la cultura de la paz, amparándose en el punto a.2
40.Esta Ley se estructura en tres capítulos, dos disposiciones adicionales y dos disposiciones finales. El capítulo I, de disposiciones generales, establece el objeto de la Ley y su
ámbito de aplicación, tanto personal como material. El capítulo II, sobre las actuaciones
para el fomento de la paz, concreta las actividades que la Administración de la Generalidad y los entes locales, en función de las respectivas competencias, deben promover para
fomentar la paz en los distintos ámbitos especificados por el capítulo I. El capítulo III
define la naturaleza del Consejo Catalán de Fomento de la Paz como órgano consultivo y
de participación de Cataluña para el fomento de la paz, establece sus funciones, determina
los representantes que han de integrarlo y remite la concreción de los demás aspectos
relativos a su composición, organización y funcionamiento a la regulación reglamentaria.
Finalmente, establece que el Gobierno ha de presentar al Parlamento, en un plazo de cinco
años, el proyecto de creación en Cataluña de un instituto internacional por la paz o de la
estructura organizativa que se considere más adecuada para la contribución al fomento de
la paz.
la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo...
251
del Programa de Acción sobre una Cultura de la Paz, aprobada por la
Asamblea General de las Naciones Unidas en 1999, establece una serie
de medidas destinadas al ámbito educativo y de la investigación, con
el objeto de establecer la cultura de paz y no-violencia en la sociedad
española. Para ello, España resolverá sus controversias internacionales
de acuerdo con la Carta de Naciones Unidas y los instrumentos jurídicos
internacionales, colaborando en el fortalecimiento de la Paz y Seguridad
Internacional, la Cooperación y los Derechos Humanos. Correspondiendo
al gobierno español la promoción de la paz a través de iniciativas de
solidaridad, culturales y de investigación, de educación, de cooperación
y de información. Y estableciendo mecanismos de colaboración con las
Comunidades Autónomas, las Entidades Locales, así como con otros entes
y organismos del propio Estado, además de contemplar convenios de
colaboración con los organismos internacionales, las entidades y ONGs
más significativas en el ámbito de la paz.
Para alcanzar los fines propuestos, el Artículo 2, establece que corresponde al Gobierno:
1. Promover que en todos los niveles del sistema educativo las asignaturas se impartan de acuerdo con los valores propios de una cultura
de paz, y la creación de asignaturas especializadas en cuestiones
relativas a la educación para la paz y los valores democráticos.
2. Impulsar, desde la óptica de la paz, la incorporación de los valores
de no violencia, tolerancia, democracia, solidaridad y justicia en
los contenidos de los libros de texto, materiales didácticos y educativos, y los programas audiovisuales destinados al alumnado.
3. Promover la inclusión como contenido curricular de los programas
de educación iniciativas de educación para la paz a escala local y
nacional.
4. Combinar la enseñanza dentro del sistema educativo con la promoción de la educación para la paz para todos y durante toda la vida,
mediante la formación de adultos en los valores mencionados.
5. Colaborar con la Organización de Naciones Unidas, en la promoción
de Institutos Universitarios Especializados.
6. Promover un incremento del conocimiento público y de la enseñanza del Derecho Internacional humanitario y de la legislación
sobre Derechos Humanos.
7. Promover la formación especializada de hombres y mujeres en
técnicas de resolución de conflictos, negociación y mediación.
252
sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo
8. Promover las tareas de construcción de la paz en áreas de conflicto
con la participación de personal especializado.
9. El Gobierno creará los mecanismos de consulta periódica con la
sociedad civil y la vinculada y asociada con los movimientos de la
Paz para el adecuado cumplimiento de las disposiciones contenidas
en la presente Ley.
2.5. Aportaciones desde Andalucía
Entre las iniciativas autonómicas de promoción de la Cultura de Paz
son de destacar las realizadas desde Andalucía41, especialmente, por la
relación con nuestra temática, con el Plan Andaluz de Educación para
la Cultura de Paz y la Noviolencia, puesto en marcha en el curso escolar 2001-2002 por la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía
que constituye una experiencia única en el ámbito del sistema educativo
español. Este Plan contiene un conjunto de medidas coordinadas dirigidas
al conjunto de actores sociales con responsabilidad en materia educativa,
se guía por unos principios generales sostenidos tanto por el ordenamiento y marco jurídico español y andaluz como por los instrumentos
y recomendaciones internacionales, se desarrolla a través de diferentes
y diversificados programas y en conjunto constituye un instrumento
eficaz para fomentar la calidad en igualdad de la educación. Cuatro
ideas básicas sostienen su fundamentación teórica: 1/ La educación es
un importante factor de progreso, de cohesión social y de desarrollo;
2/ La educación permite humanizar la globalización aprovechando sus
oportunidades y reduciendo sus efectos negativos; 3/ La educación es
un importante instrumento para construir una cultura que responde al
derecho humano a la paz; 4/La educación para la cultura de paz, desde
un modelo ecológico y preventivo, aumenta los factores de protección
contra todo tipo de violencia y favorece la mejora de la convivencia a
través de la regulación pacífica de los conflictos.
Estas ideas o líneas generales se concretan en tres principios orientadores: Promover la paz como acción colectiva e individual; Saber
41.MUÑOZ, Francisco A.; HERRERA FLORES, Joaquín; MOLINA RUEDA, Beatriz y
SÁNCHEZ FERNÁNDEZ, Sebastián (2005) Investigación de la Paz y los Derechos Humanos desde Andalucía. Granada, Editorial Universidad de Granada, Colección Eirene.
la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo...
253
convivir con los conflictos y proponer soluciones creativas y pacíficas
a los mismos; Detener, disminuir y prevenir las manifestaciones de la
violencia. Se trata en definitiva de desarrollar y articular un programa
integral de acciones que —como expresa el propio texto del Plan— aúne
los esfuerzos que desde distintos ámbitos se vienen realizando algunos
de ellos incluidos en otros Planes de la Consejería de Educación.
Seis son los objetivos que este Plan persigue: mejorar la convivencia en
los centros educativos mediante el conocimiento y puesta en práctica de
estrategias de negociación, regulación y solución pacífica de los conflictos;
apoyar a los centros educativos en la elaboración, desarrollo y evaluación
de proyectos educativos integrales de Educación para la Cultura de Paz;
dotarles de los recursos necesarios; fomentar la participación de todos
los sectores de la comunidad educativa, mediante el impulso de acciones
educativas coordinadas; promover la colaboración institucional mediante
la difusión de la Cultura de Paz como base esencial del aprendizaje de
los valores democráticos y el ejercicio de una ciudadanía responsable;
y, por último, promover la acción de la investigación sobre la Cultura de
Paz y Noviolencia. En síntesis, cuatro son los ámbitos de actuación de
este Plan: El aprendizaje de una ciudadanía democrática; La educación
para la paz y los derechos humanos; La mejora de convivencia escolar;
La prevención de la violencia a través del aprendizaje de estrategias de
mediación y resolución pacífica de los conflictos.
Tres han sido los grandes ejes de actuación llevados a cabo hasta el
momento (2001-04) en la puesta en marcha del Plan Andaluz de Educación para la Cultura de Paz y Noviolencia:
1. Desarrollo normativo: A través de diferentes órdenes y decretos se
ha implantado este Plan en los ámbitos de desarrollo curricular en
Educación Secundaria y Bachillerato, estructura y funcionamiento
de la orientación educativa, funciones de la inspección educativa,
creación de gabinetes provinciales de asesoramiento a la convivencia y la cultura de paz, fomento de la investigación sobre la paz,
impulso y desarrollo de actuaciones por las asociaciones de padres
y madres del alumnado y por las asociaciones de estudiantes, promoción de proyectos educativos integrales y creación de una Red
de centros específica, etc.
2. Coordinación, planificación, desarrollo, seguimiento y valoración:
Junto a la existencia de un coordinador regional del Plan, se han
creado en cada provincia andaluza una Comisión de Planificación
254
sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo
y Seguimiento constituida por todos los servicios educativos y
representantes de los centros educativos que tiene entre otros
objetivos la elaboración de un Plan Anual de Actuación; así mismo se ha creado la coordinación del Área de asesoramiento a la
función Tutorial y convivencia dentro de los Equipos Técnicos de
Orientación Educativa con funciones exclusivas de desarrollo de
programas de acción Tutorial, educación en valores y cultura de
Paz.
3. Desarrollo de objetivos y de medidas: exposición itinerante «La paz
en tiempos de guerra» por las ocho provincias andaluzas, concurso
escolar «La paz en tus manos», cursos y jornadas de formación del
profesorado, puesta en marcha de programas de mediación, puesta
en marcha del Programa de Evaluación del Clima de centros y convivencia escolar, celebración del I Congreso Hispanoamericano de
Educación y Cultura de Paz, publicación de materiales didácticos
y de obras de divulgación, impulso y apoyo a la Red de Escuelas
Asociadas a la UNESCO, difusión de experiencias educativas a
través del programa «El Club de la Ideas» de Canal Sur TV, concesión de cinco becas de investigación, ayudas económicas para
realización de actividades extraescolares y complementarias.
Como desarrollo de la puesta en marcha del Plan Andaluz de Educación para la Cultura de Paz hay que destacar:
1. La creación del Área de Apoyo a la Función Tutorial del profesorado y de Asesoramiento sobre la Convivencia Escolar dentro del
ETPOEP a través del Decreto 39/2003 de 18 de febrero (BOJA
núm. 36 de 21 de febrero de 2003);
2. La realización de tareas relacionadas con la mediación, resolución
y regulación de conflictos en el ámbito escolar asignadas a los
orientadores y orientadoras funcionarios y laborales que presten
sus servicios en los Equipos de Orientación Educativa. (Artículo
9.1 de la Orden de 23 de julio de 2003- BOJA núm. 155 de 13 de
Agosto de 2003);
3. La Orden de 4 de septiembre de 2002, por la que se aprueba el
Plan General de Actuación de la Inspección Educativa de Andalucía para los cursos académicos 2002-2003 y 2003-2004 (BOJA 28
Septiembre 2002 página núm.19017). De interés el contenido del
Objetivo 2 que establece como actuación prioritaria la supervisión
la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo...
255
de la inspección de la coherencia entre los elementos que integran
la organización escolar y el clima de convivencia de los centros
que imparten ESO.;
4. Las actividades formativas desarrolladas por los Centros del profesorado en el marco de sus planes anuales; 5/ La convocatoria de
ayudas para el desarrollo de actividades relacionadas con los ámbitos
del Plan destinadas a las AMPAS y asociaciones de estudiantes;
5. La Ley Andaluza de Universidades aprobada por el Pleno del
Parlamento en sesión celebrada los días 10 y 11 de diciembre de
2003 (Orden de publicación de 16 de diciembre de 2003), expresa
en su Capítulo I referido al estudio, docencia e investigación del
Título III, en su artículo 53.2 lo siguiente: «De manera singular, los
programas de financiación universitaria condicionada contemplarán
ayudas a programas universitarios que estén orientados a favorecer
la consecución de los objetivos anteriores así como a todas aquellas
actuaciones de las Universidades destinadas a desarrollar iniciativas
en favor del desarrollo económico y social de Andalucía, la sostenibilidad ambiental y el desarrollo de las energías alternativas no
contaminantes, la articulación del territorio andaluz, la difusión e
internacionalización de la ciencia, la cultura, el arte y el patrimonio de Andalucía, la cooperación al desarrollo, interculturalidad,
fomento de la cultura para la paz y la no violencia, de las políticas y prácticas de igualdad y muy especialmente las de género, y
atención a colectivos sociales especialmente desfavorecidos».
Pero no cabe duda que una de las medidas de este Plan más interesantes
es la «Red Andaluza Escuelas: Espacio de Paz» constituida por aquellos
centros que desarrollan un proyecto integral desde el enfoque de la Educación para la Cultura de Paz, implican en sus procesos participativos a
toda la comunidad educativa, constituyéndose en verdadera comunidad
de aprendizaje y aplican estrategias de mejora de la convivencia y de
prevención a través de la resolución pacífica de los conflictos 42.
42.Esta Red, en el curso escolar 2003-04, estaba constituida por 354 centros educativos
que desarrollaron 305 proyectos unicentro, 13 proyectos intercentros con implicación
de varios centros educativos de una misma localidad o zona y 15 proyectos en centros
concertados. En esta Red inicial participaron 4.353 profesores/ as y 1.052 miembros de
la Comunidad Educativa con la implicación directa de 1.221 instituciones del entorno. En
la convocatoria regulada por las Ordenes de 9 y 10 de Febrero de 2004 para los cursos
256
sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo
Cabe destacar también por su reciente aprobación por el Gobierno
andaluz y sus importantes novedades el Decreto 19 /2007, de 23 de
enero, por el que se adoptan medidas para la promoción de la Cultura
de Paz y la mejora de la convivencia en los centros educativos sostenidos con fondos públicos43. Entre sus aportaciones, resultan relevantes
para nuestro estudio las siguientes: Como actuaciones prioritarias para
la promoción de la convivencia en los centros educativos se indican
los planes de convivencia, las comisiones de convivencia y las aulas de
convivencia; Se potencian las tutorías y la orientación, y los centros con
especiales problemas tendrán un tratamiento específico: un menor número
de alumnos por aulas y la incorporación de educadores sociales, cuya
labor será la intermediación entre los profesores y las familias; Habrá
especial atención a la protección de los centros y asistencia jurídica y
psicológica a los profesores que hayan sufrido agresiones.; Se crea la
figura del delegado de padres, con funciones de mediación, para cada
grupo de la enseñanza obligatoria; Se prevén medidas correctivas, que
contemplan el apercibimiento oral, el cambio de grupo, la suspensión
de asistencia a clase durante determinados periodos y el cambio de
centro; Los centros contarán con protocolos de actuación para detectar
las situaciones de riesgo e intervenir rápidamente; Se dedica un apartado
específico para la formación de los miembros de la comunidad educativa
(alumnado, profesorado, familias) en los ámbitos de la educación para
la cultura de paz y mediación y resolución pacífica de conflictos; Se
crean los denominados compromisos de convivencia, que deberán suscribirse entre el centro y las familias de los alumnos con problemas de
conducta, con el objetivo de asegurar la colaboración de los padres en la
2004-2006 que impulsan el desarrollo de proyectos integrales «Escuela: Espacio de Paz» a
través de ayudas y reconocimiento a los centros andaluces sostenidos con fondos públicos,
con excepción de los universitarios, han participado un total de 815 centros, a través de
la presentación de 708 proyectos. Posteriormente, la Red estuvo integrada por un total de
801 centros en los que participabann a través de proyectos integrales 274.359 alumnos/ as,
11.807 profesores/ as, 5.604 miembros de las respectivas comunidades educativas y 3.421
instituciones, asociaciones y colectivos sociales del entorno de los colegios e institutos. En
la actualidad está formada por 1.600 centros, de los que 914 realizar proyectos unicentro
y 115 proyectos intercentros en centros públicos, participando 131 centros privados concertados. Respecto a la convocatoria anterior se habían sumado 799 centros más, lo que
supone un aumento del 99,7%. En la actualidad, la red está constituida por más de 1.700
centros. Para saber más: http://www.juntadeandalucia.es/educacion/convivencia
43.B.O.J.A. nº 25, de 2 de febrero
la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo...
257
aplicación de las medidas correctoras que se propongan; Se contempla
la creación de de los Gabinetes Provinciales de la Convivencia Escolar,
así como el impulso de la Red Escuela, espacio de paz; También se crea
un Observatorio para la Convivencia Escolar como órgano consultivo de
la Consejería de Educación.
También hay que señalar la aprobación de la Ley de Educación de
Andalucía44, que establece como principios del sistema educativo andaluz
( Artículo 3), entre otros, los siguientes: f) La convivencia como meta
y condición necesaria para el buen desarrollo del trabajo del alumnado
y del profesorado, la promoción de la cultura de paz y no violencia en
todos los órdenes de la vida, el respeto a los demás, la tolerancia con
las diferencias legítimas y la búsqueda permanente de fórmulas para
prevenir los conflictos y resolver pacíficamente los que se produzcan en
los centros docentes; i) La democracia, sus valores y procedimientos,
como principio que orienta e inspira las prácticas educativas y el funcionamiento de los centros docentes, así como las relaciones interpersonales
y el clima de convivencia existente en los mismos.
Esta Ley se inspira en uno de los objetivos básicos de la Comunidad
Autónoma de Andalucía de acuerdo con su Artículo 10.3, párrafo 22 (El
fomento de la cultura de la paz y el diálogo entre los pueblos).
3. PROPUESTAS PARA TRABAJAR E INVESTIGAR LA
EDUCACIÓN DESDE LA PERSPECTIVA DE LA PAZ
IMPERFECTA
De los análisis anteriores se deduce claramente que los temas educativos representan un amplio campo de trabajo y de estudio para los
investigadores para la paz y los derechos humanos. Veamos brevemente
para terminar algunas sugerencias que, a modo de propuestas para el
debate, podríamos utilizar como líneas y temas de investigación para la
paz en la educación desde los enfoques que nos abre la perspectiva de
la paz imperfecta.*
44.Remitimos al Portal de la Consejería de Educación: http://www.juntadeandalucia.
es/educacion/portal/com/bin/Contenidos/TemasFuerza/leyde_educacion/1152793463225_lea.
pdf
*
.N. E. Véase el capítulo «Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la Paz».
258
sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo
Como enfoque de las temáticas educativas susceptibles de ser objeto
de nuestros estudios, es conveniente superar visiones extremistas y
sensacionalistas, que podríamos denominar periodísticamente deseables45, sobre las realidades sociales y educativas, como la proliferación
de terminología negativa asociada a las instituciones escolares, sobre
todo en el tratamiento que los medios de comunicación social hacen
de los problemas de convivencia y de los conflictos de las instituciones
escolares.46
Del mismo modo, tenemos que evitar las percepciones angelicales de
las realidades educativas que en ocasiones se nos pretenden dar desde
análisis políticamente correctos. Como se propone en la ponencia marco,
no se trata de ocultar las situaciones problemáticas ni negar los casos
de violencia escolar, sino de estudiarlas para comprenderlas mejor, sin
que esta dedicación nos dificulte seguir construyendo situaciones de paz
educativa imperfecta.
Es necesario focalizar nuestra atención como investigadores en las
buenas prácticas docentes, relacionales y de gestión que tienen lugar en
los centros educativos para hacer visibles las situaciones y experiencias
pacíficas —y, por tanto, no exentas de conflictos 47— que suceden todos
los días en los espacios escolares.48
En cuanto a las temáticas de estudio e investigación, algunas de
las que adquieren especial relevancia desde la perspectiva de nuestros
trabajos y del Proyecto de Investigación que compartimos, expuesta en
la ponencia marco, podrían ser las siguientes: Las relaciones ente la
sociedad, las familias y los sistemas educativos; La atención educativa a
la diversidad, especialmente los enfoques interculturales de la diversidad
45.Véanse, como planteamiento contrario, las reflexiones y propuestas que se hacen
en el capítulo de Miguel Vázquez sobre Guerra, propaganda y periodismo para la paz,
publicado en este mismo volumen.
46.Véase HARRIS, Sandra. y PETRIE, Garth F.. (2006) El acoso en la escuela. Barcelona, Paidós. JARES, Xesús R. (2006b) «La violencia escolar en los medios», Escuela,
3728 (1505) p. 29. SÁNCHEZ, Sebastián (2005) «Las espirales de convivencia ante la
espiral de la violencia», Escuela, 3674 (891), p. 2.
47.Véase el capítulo de Jorge BOLAÑOS y Alberto ACOSTA sobre «Una Teoría de
Conflictos basada en la complejidad», en este mismo volumen.
48.Véase HERNÁNDEZ, Fernando (2007) «Espacios de subjetividad: qué niños y
niñas contribuyen a formar la escuela primaria», Aula de Innovación Educativa nº 161:
pp. 77-80.
la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo...
259
cultural; Los estudios detallados sobre experiencias educativas pacíficas
valiosas, tanto en los ámbitos académicos como sociales, laborales, etc.;
Los casos de violencia que tengan lugar en los espacios educativos,
con la finalidad de conocer su génesis y evolución, con la finalidad de
afrontarla, disminuirla y prevenirla; Los estudios sobre algunos hitos o
tópicos relevantes, como el desarrollo del Plan Andaluz de Educación
para la Cultura de Paz y Noviolencia; Los componentes sociopolíticos
de algunas de las iniciativas relacionadas con la Educación para la Paz
y los Derechos Humanos, como las reacciones y debates generados por
la asignatura de Educación para la Ciudadanía en nuestro país.
En cualquier caso, los debates que vayan surgiendo dentro del Seminario mejorarán, sin duda, las propuestas iniciales que planteamos desde
esta ponencia. La riqueza y la complejidad de los fenómenos educativos
necesitan ser vistos y analizados desde perspectivas y enfoques inter y
transdisciplinares, más allá de los propios de las áreas académicas especializadas. En este sentido, la Investigación para la Paz, sobre todo desde
las aportaciones de la Paz Imperfecta, seguro que ayuda a comprender
mejor la educación y a mejorar sus prácticas.
261
EL PODER POLÍTICO DE LA PAZ. LA PRESENCIA SOCIAL Y
POLÍTICA DE LA PAZ
Miguel Gómez Oliver
Catedrático de Historia Contemporánea. Universidad de Granada.
Gregorio Cámara Villar
Catedrático de Derecho Constitucional. Universidad de Granada.
Fernando Martínez López
Catedrático de Historia Contemporánea. Universidad de Almería.
Afortunadamente, y aunque sea un camino del que queda mucho
trecho por recorrer, cada vez son más abundantes los estudios, análisis
e investigaciones sobre la Paz abordados —como no puede ser de otro
modo— desde una perspectiva multi y transdisciplinar. La propia complejidad de la Paz, que da título a este volumen es indicativo de este
camino a seguir.*
De los aspectos que vamos a desarrollar, la presencia social y política
de la Paz, el primero está bastante más trabajado, y con seguridad, el
segundo depende de forma muy estrecha de la extensión y profundización de esa Cultura de Paz que, a modo de lluvia fina, ha terminado por
impregnar y calar en muy diversos ámbitos sociales como son los medios
de comunicación, las ongs, las manifestaciones públicas, legislación, y
las propias actuaciones políticas.
N. E. Véase el capítulo «Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la Paz».
*.
262
Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez
1. LA PRESENCIA SOCIAL Y POLÍTICA DE LA CULTURA DE
LA PAZ
Aunque sea objeto de otra ponencia, basten aquí algunas pinceladas para
caracterizarlas. Se trata de una Cultura de Paz en permanente, complejo
e imperfecto proceso de construcción, entendida como «la creación de
nuevas formas de cultivar las relaciones entre los seres humanos y entre
éstos y la naturaleza para incrementar las posibilidades humanas de vivir
en paz»1. Cultura de Paz que, por un lado, constituye una alternativa a
la violencia cultural y, por otro, se caracteriza por ser «una cultura de la
convivencia y de la participación fundada en los principios de libertad,
justicia, democracia, tolerancia y solidaridad» 2. Una cultura, por ende,
que rechaza la violencia, intenta prevenir los conflictos y resolverlos por
la vía del diálogo y la negociación y asegura a todos los seres humanos
el pleno ejercicio de sus Derechos.
Entendida así, la Cultura de Paz supone un compromiso permanente y
complejo cuya extensión, tanto en la perspectiva de la creación de conciencia y sentimientos pacíficos como en la de su imbricación en una realidad
social compleja y teñida de violencia, requiere de una fuerte apuesta en la
Educación para la Paz dentro del sistema educativo reglado, en la opinión
pública, en las agendas políticas y en la sociedad civil que debe asumir
esa Cultura de Paz como uno de sus valores más preciosos.
Todo lo cual fue tenido en cuenta por la ONU desde la Carta de San
Francisco y explicitado por la UNESCO en el Manifiesto Cultivar la
Paz del año 2000 (proclamado como el de Cultura de Paz) que da toda
una serie de indicadores para su construcción: respetar todas las vidas;
rechazar la violencia con un compromiso positivo con la práctica de
la no violencia activa; desarrollar la capacidad de generosidad de los
individuos para compartir su tiempo y sus recursos materiales; escuchar
para comprendernos en la multiplicidad de voces y de culturas en que nos
expresamos; preservar el planeta, lo que supone un consumo responsable
y con criterios de justicia; reinventar la solidaridad y reconstruir unas
sólidas relaciones entre los seres humanos.
1.MARTINEZ GUZMAN, Vicent. (2004) «Cultura para la Paz», en LOPEZ MARTÍNEZ,
Mario (ed.) Enciclopedia de Paz y Conflictos. Vol. 1. Granada,. pp. 209-211.
2.TUVILLA RAYO, José. (2004) «Cultura de Paz y Educación», en MOLINA
RUEDA, Beatriz y MUÑOZ, Francisco A.(ed.). Manual de Paz y Conflictos. Granada,.
Pp. 387-486.
el poder polÍtico de la paz. la presencia...
263
Indicadores que, por su claridad, no merecen mayor comentario por
nuestra parte puesto que constituyen una poderosa convocatoria al compromiso individual y colectivo para la construcción de unas Culturas de Paz
en todos lo ámbitos, incluidos por su puesto, los sociales y políticos.
1.1. Ongs y Paz
Probablemente uno de los fenómenos sociales más influyente y
atractivo producido en los últimos años haya sido la irrupción de las
organizaciones no gubernamentales en el escenario político para desarrollar, implementar y llevar a cabo toda una serie de acciones que los
Gobiernos no realizaban o, si lo hacían, era de una forma muy interesada
y relacionada con sus expectativas más inmediatas o sus aspiraciones a
tener un mayor peso en la esfera internacional.
Su acción, centrada en la cooperación y el desarrollo, supone en primer
lugar, la práctica de la solidaridad con los seres humanos más desfavorecidos en la lucha contra la pobreza. En segundo lugar, la búsqueda de la
resolución pacífica de los conflictos y la lucha activa de la consecución
de la paz. En tercer lugar, la defensa de los Derechos Humanos, tanto en
escenarios conflictivos que los vulneran, como respecto a los sectores y
colectivos más indefensos ante su conculcación (infancia, mujeres, pueblos indígenas, etc.).* En cuarto lugar, han irrumpido históricamente con
fuerza en la defensa del medio ambiente y del desarrollo sostenible.
Por su propia configuración, se trata de movimientos y organizaciones
que tienden a la especialización de su actividad. (Por ejemplo, UNICEF,
Save the Children o Fundación Padre Ferrer en la defensa de la infancia;
Médicus Mundi, Veterinarios, Farmacéuticos, y Médicos Sin Fronteras
en la lucha contra la enfermedad y la creación de condiciones de vida
saludables; ADENA, o Green Peace en la preservación del medio ambiente
y la biodiversidad). Muchas otras plantean la solidaridad internacional
e interregional y no son menos abundantes las que sitúan la lucha por
la Paz como su objetivo fundamental, en muchas ocasiones omnicomprensivo de su tarea por la solidaridad y el desarrollo, como pueden ser
el Movimiento por la Paz el Desarme y la Libertad, la Fundación Paz y
*.
N. E. Véase el capítulo «Derechos Humanos, Interculturalidad y racionalidad de
resistencia».
264
Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez
Solidaridad, la Asamblea de Cooperación por la Paz, Mujeres de Negro,
Asociación por la Paz y el Desarrollo o las Asociaciones pro Derechos
humanos. Organizaciones que se especializan para lograr una mayor
eficacia en su labor, pero tienen una perspectiva global en la medida en
que sus objetivos últimos se dirigen al logro de un mundo más pacífico,
armonioso y justo.
Obviamente no se trata de una lista exhaustiva, sino indicativa de la
irrupción de la sociedad civil en la tarea de la transformación del mundo
y las relaciones entre los seres humanos con una perspectiva pacífica que
las convierte, a mi juicio, en unas organizaciones que son constructoras
de la Paz, independientemente de su carácter religioso o laico; sectorial
o global y del ámbito espacial más o menos extenso de su actuación.
Constructoras de la Paz por su actividad de cooperación y solidaridad, pero también porque sus campañas y la masiva participación de
colaboradores de muy diversa condición social, edad, sexo, religión o
raza las convierten en una formidable caja de resonancia capaz de crear
conciencia de Cultura de Paz y en unos poderosos instrumentos de denuncia ante los poderes públicos de las conculcaciones de la Paz y de
los Derechos Humanos en diversas zonas del mundo.
No es, pues, de extrañar que muchas ONGs declaren en sus estatutos
o documentos fundacionales que su principal objetivo sea fomentar la
Paz y la solidaridad en todo el mundo; promover las relaciones pacíficas
entre los pueblos; apoyar una política de Paz, democracia y desarrollo
o luchar contra toda forma de racismo, xenofobia o discriminación de
género. Una tarea compleja, difícil y comprometida en ese camino de
construir una Cultura de Paz, por imperfecta que se que constituye una
vía privilegiada de actuación y de presencia en la sociedad civil y en la
actividad política, haciendo de la Paz una dimensión fundamental de la
sociedad democrática avanzada.
1.2. La presencia de la Paz en los medios de comunicación
Ciertamente, lo que destaca en los medios de comunicación es la
abrumadora presencia de la violencia, los conflictos bélicos, el terrorismo
internacional o, en un plano más doméstico, la impresionante escalada
de acritud verbal de la lucha política en España en los últimos años.
Por otra parte, las propias características y necesidades de los Mass
Media influyen poderosamente en que el rasgo fundamental de noticias
el poder polÍtico de la paz. la presencia...
265
y artículos de opinión sea su carácter efímero, en su sentido etimológico
de «lo que solo dura un día». De modo tal que es frecuente observar
cómo un suceso o un acontecimiento por brutal que sea, pasa de estar
omnipresente en la prensa, radio o televisión mediante un auténtico
bombardeo de planos, imágenes u opiniones en las que suelen primar
las más descarnadas o espectaculares, al más absoluto de los olvidos o,
como en el caso de la guerra de Irak, al tedioso —pero no por ello más
espantoso— recuento diario de las víctimas de atentado o de acciones
de combate, en su inmensa mayoría civiles inocentes. **
En el mejor de los casos, la presencia destacada de la violencia da
lugar a que las apuestas por la paz más frecuentes en los medios de
comunicación tengan que ver con la «Paz negativa»: las protestas y
opiniones contrarias a la guerra y al terrorismo o contra la violencia
ejercida contra mujeres y niños. Presencia de esa Paz negativa importante, sin duda alguna, por su efecto de creación de conciencia y
opinión de rechazo a la violencia en sus múltiples formas, pero que, a
mi juicio, resulta insuficiente en la medida en que despoja a la Paz de
parte de su complejidad y puede llegar a ser fácilmente manipulable o
convertible en pura retórica mediática que «siempre queda bien», pero
que casi nunca sirve para poner en marcha mecanismos eficaces para la
resolución pacífica de los conflictos.**
Desde nuestro punto de vista, uno de los casos más claros de perversión política e ideológica lo constituyó la creación del concepto de
injerencia humanitaria que sirvió para justificar la intervención militar y
los bombardeos sobre Serbia durante el conflicto de Kosovo o el insoslayable desprecio a los Derechos Humanos en el conflicto de Chechenia.
Un concepto que justifica la guerra para evitar, se dice, males mayores
y que despierta pocas voces y menos ecos contrarios, al menos en el
mundo occidental.
A este respecto, posiblemente uno de los posicionamientos más
firmes fuese la «Declaración a favor de la Paz de los miembros de la
Universidad de Granada» con motivo de la guerra de Kosovo en 1999 3
.N. E. Véase el capítulo «Guerra, propaganda y periodismo para la Paz».
.N. E. Véase el capítulo «Cultura de Paz en la Publicidad de la Admistración General
del Estado».
3.El texto completo en RODRÍGUEZ ALCÁZAR, Francisco Javier (ed.) (2000). Cultivar la Paz. Perspectivas desde la Universidad de Granada. Granada. pp. 335-347. En su
*
*
266
Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez
que denunciaba el abandono de las estrategias para la construcción de
la Paz en los Balcanes por medios pacíficos y su sustitución por medios
violentos, cuyo resultado fue una frágil y superficial Paz que no acabó
con otras formas de violencia, exclusión o conculcación de los Derechos
Humanos, por no hablar de la persistencia de situaciones de extrema
miseria en el corazón de la opulenta Europa.
La Declaración se pronunciaba a favor de una Paz extensa y perdurable
para Kosovo y los Balcanes, defendiendo las alternativas pacíficas en ese
conflictos «para que sirvan como antecedente constructivo en el futuro»
y para que «esta guerra no se convierta en un funesto precedente para
la regulación de los conflictos en el futuro». Terminaba reclamando la
intervención de la ONU y la atención de la ciudadanía sobre la responsabilidad colectiva para convertirse en actores de la Paz.
Sin duda, la guerra de Irak y su secuela casi diaria de atentados es
el acontecimiento internacional de mayor presencia en los medios de
comunicación. En la actualidad prácticamente toda la prensa coincide,
con mayor o menor énfasis en una posición contraria al hecho bélico, una
vez conocida la mentira acerca de la existencia de armas de destrucción
masiva en manos del régimen de Sadam Hussein y la manipulación,
por parte de la administración norteamericana de los informes de los
inspectores internacionales. Sin embargo, durante la invasión el conflicto
se convirtió en el mayor exponente de la controversia especialmente en
España, a propósito de la intervención de nuestras tropas firmemente
contestada en la calle, en el Parlamento y por parte de alguno de los
medios más influyentes, mientras otros defendían a capa y espada la
decisión del Gobierno presidido por Aznar. La de Irak se convirtió en
nuestro país en una guerra de información y de opinión. Más adelante
me referiré a este tema con mayor profundidad. Valga aquí como ejemplo
señero de la apabullante presencia de la violencia y, en menor medida,
de la Paz negativa en los medios de comunicación.
Sin embargo, poco a poco y trabajosamente, también se abren espacios de noticias y de opinión a una concepción de la Paz positiva y
de la Paz imperfecta que, aún siendo minoritarias, creo que revisten la
mayor importancia para la difusión de una Cultura de Paz. En muchos
momento el texto fue recogido por la revista universitaria CAMPUS y amplios extractos
en el diario granadino Ideal.
el poder polÍtico de la paz. la presencia...
267
de los casos que he podido examinar para este trabajo, se reflejan intervenciones y artículos de prestigiosas personalidades, entre las que
destaca la del Exsecretario General de la UNESCO, Federico Mayor
Zaragoza uno de los adalides de la necesidad de crear una cultura y una
educación para la Paz.
A título de ejemplo, reivindicando la Educación para la Paz expresa
que
... La educación para la Paz es un proceso de participación en el cual debe
desarrollarse la capacidad crítica, esencial para los nuevos ciudadanos
del mundo. Se deben enseñar y aprender soluciones a los conflictos, a
la guerra, a la violencia, al terrorismo, a la explotación de género, a
combatir el daño ambiental y oponerse a todo lo que sea contrario a
la vida y a la dignidad humana. Hay que aprender a comportarse para
favorecer la transición de una cultura de guerra y de fuerza a una
Cultura de Paz4.
En ese mismo artículo resalta los avances producidos a iniciativa de
la sociedad civil y define los objetivos y requisitos de tal educación.
También se ha prodigado en la prensa diaria, como cuando aboga por
revertir la tendencia de la sociedad contemporánea de estar en pie de guerra
de forma permanente, en una clara crítica a la ideología militarista.
…Progresivamente se ha puesto en marcha una inmensa maquinaria
de guerra de una inercia tal, que parece inútil intentar hacerle frente
y ponerla en su sitio y a su ritmo, para que cumpla sus funciones sin
hipotecar el cumplimiento de todas las demás. Para ello es necesario
preparar la Paz, actuar cada día, todos, a favor de un cambio radical
en las tendencias actuales, tanto económicas como sociales, medio ambientales, culturales y morales. En lugar de ponernos en pie de guerra,
ahora debemos procurar ponernos diligentemente en pie de Paz 5.
O abogando por la mediación pacífica en el conflicto entre Palestina
e Israel, a propósito del inicio de conversaciones entre ambas partes:
4.MAYOR ZARAGOZA, Federico.(2004) «Educación para la Paz», en Revista de la
Facultad de Educación de la UNED, 28 de mayo.
5. El País 17 de febrero de 2003.
268
Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez
…Desde hace muchos años, los pueblos israelí y palestino se han visto
forzados a aceptar la perversa dinámica de que si quieres la Paz, prepara la guerra. Ahora, después de tantos desmanes, la ensangrentada
realidad les conduce irremediablemente a considerar la necesidad de
que, cuando realmente se quiere la Paz, hay que prepararla. Si quieres
la Paz, contribuye con tu comportamiento a hacerla posible 6.
En un llamamiento a la necesidad de comprometerse individual y socialmente en la búsqueda de la creación de condiciones que favorezcan la
Paz definitiva en uno de los conflictos que mayor odio y derramamiento
de sangre ha producido en el mundo.
En algún otro caso, Mayor Zaragoza recurre a un cierto efectismo
emocional para hacer más visible y expresiva su propuesta, como en
el artículo «En nombre de los niños muertos»7, en el que denuncia las
muertes infantiles en las contiendas consideradas como «efectos colaterales» de la guerra o del terrorismo, proponiendo la sustitución del
uso de la fuerza por el diálogo y finalizando con un párrafo que llama
directamente al corazón y al sentimiento de los lectores:
... Las emociones que he sentido y observado frente a la imagen de una
niña acribillada me ha hecho pensar que quizás sólo invocando a los
niños muertos podría lograrse que todos, de un lado y de otro, de una
y otra creencia o ideología, estarían dispuestos a deponer las armas y
sentarse alrededor de una mesa para intentar hallar soluciones pacíficas
a sus conflictos.
Una llamada al diálogo, a la creación de un mecanismo de Paz, siquiera
en nombre de las víctimas inocentes, tratando de tocar la fibra sensible
de los lectores para crear un estado de opinión favorable a esa Cultura
de Paz que constituye uno de los objetivos fundamentales del milenio,
según Naciones Unidad.
Otro de los aspectos que más ha cultivado es el de la necesidad de la
mediación internacional y el acercamiento a los países del Tercer Mundo,
apostando por la interculturalidad y el diálogo para combatir las guerras.
Así, en un encuentro celebrado en Jaén8 afirma de manera taxativa:
6. El País 2 de marzo de 2007.
7. El País 7 de agosto de 2006.
8. El País 21 de octubre de 2006.
el poder polÍtico de la paz. la presencia...
269
... Hay quien tiene miedo a la diversidad, pero debe ser al contrario:
cuantos más seamos para favorecer actitudes sociales, culturales o éticas tendremos la partida ganada y no tendremos una Europa obediente
como hasta ahora, sino una Europa que sea el foro de la democracia
a escala mundial.
En otras ocasiones hace hincapié en el papel de la educación en valores pacíficos o en la necesidad de que las universidades se impliquen
en la tarea de crear una cultura de Paz criticando el silencio de los
intelectuales y de los creadores ante la cultura militarista.
Incluso una reflexión sobre la masacre del 11 M en Madrid, la convierte en un alegato a favor de la «seguridad de la Paz», en lugar de
la «Paz de la seguridad», pronunciándose por la necesidad de refundar
unas Naciones Unidas «dotadas de los medios humanos y económicos
que les permitan cumplir su misión de garante mundial de la justicia,
la libertad y la igualdad»9 y como garante también de la formación de
una «ciudadanía armoniosa del siglo XXI».
Pasando del plano de la opinión al plano de la información, la mayor
parte de la presencia de la Paz a través de las noticias, tiene que ver
con reseñas de Jornadas, Congresos o Conferencias pronunciadas sobre
el tema. En este punto sólo quiero destacar algunas que tienen como
escenario Andalucía, relacionadas con actividades de la Fundación Tres
Culturas*; la estancia en estas tierras de la Escuela de Jóvenes Músicos
de Daniel Baremboin en la que conviven artistas árabes e israelíes,
citada como ejemplo de «lección de Paz» o las referidas al proyecto
emprendido por la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía:
«la escuela, promotora de una Cultura de Paz en la que participaron más
de 20.000 alumnos, 1000 profesores y 66 centros que trabajan el tema
de la Paz en las aulas.*
9. «11 M. Deber de memoria. Deber de acción». El País 20 de mayo de 2004.
N. E. www.tresculturas.org.
*
.N. E. Véase el capítulo «La Educación, un espacio complejo y conflictivo de Investigación para la Paz y los Derechos Humanos».
*.
270
Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez
1.3. Manifestaciones a favor de la paz
Sin duda, uno de los mayores exponentes de la presencia pública a
favor de la Paz y contra la guerra de un modo global tuvo lugar con
objeto de impedir la invasión de Irak en 2003. Fueron convocadas por
una plataforma integrada por diferentes foros sociales pertenecientes
en su mayoría a la izquierda política, de manera simultánea en todo el
mundo.10
Su motivación, impedir la invasión de Irak utilizando la consigna de
Paremos la guerra, que fue capaz de movilizar a millones de ciudadanos
contrarios a un conflicto liderado por la Administración norteamericana, pese atener en contra a la inmensa mayoría de la opinión pública.
Manifestaciones, que fueron especialmente relevantes en los países
comprometidos con la invasión y convocadas de forma totalmente novedosa, través de las nuevas tecnologías de la comunicación (Internet
y mensajes SMS) que demostraron una enorme efectividad, ya que la
protesta mundial se comenzó a organizar apenas un mes antes.
El 15 de febrero de 2003 se produjo la mayor manifestación y movilización de la Historia, bajo el lema universalmente adoptado de «No
a la guerra». Pese al baile de cifras de participación, entre los datos
oficiales aportados por los Gobiernos y por los convocantes, al menos
se movilizaron 10.200.000 personas, según cálculos gubernamentales
seriamente interesados en minimizar sus efectos. Por sólo aportar un
ejemplo, el Ayuntamiento de Madrid dio una cifra de 660.000 manifestantes y dos millones, según los organizadores. Aunque ambas cifras sean
exageradas, l hecho real fue una impresionante ocupación antibelicista
de las calles madrileñas. En España se movilizaron 2.520.000 personas
y en las cinco ciudades andaluzas computadas, 470.000 (200.000 en
Sevilla; 150.000 en Granada; 75.000 en Córdoba; 30.000 en Cádiz y
15.000 en Algeciras).
Además del lema general de No a la guerra, máxima expresión de
la más simple y emotiva reivindicación de una Paz negativa, al menos
en España se corearon otros lemas, de los que los más repetidos fueron
No más sangre por petróleo, en alusión al interés del Gobierno norteamericano (confirmado en fechas muy recientes por el exdirector de la
10.Veáse http://es.wikipedia.org/wiki/Manifestaciones_contra_la_invasi%C3%B3n_de_
Iraq_de_2003
el poder polÍtico de la paz. la presencia...
271
CIA) de invadir Irak para que empresas afines controlasen las segundas
reservas mundiales conocidas; Blair, Bush, Aznar, asesinos, ya que se
consideraba al denominado «Trío de las Azores» como responsables
políticos de las bajas entre civiles iraquíes que pudiesen producirse como
consecuencia de los bombardeos y de la invasión, o Vosotros fascistas,
sois los terroristas una consigna fuertemente arraigada en la izquierda
española desde los años de la Transición que ahora aludía a la calificación de Irak como Estado terrorista.
Las manifestaciones continuaron durante el transcurso de la guerra, si
bien disminuyó progresivamente el número de participantes, desengañados
de la escasa respuesta dada por los Gobiernos de los países invasores
pero, a mi juicio, sirvieron para continuar demostrando la oposición de
la opinión pública a la política bélica. Movilizaciones que se repitieron
el 30 de marzo de 2004, aniversario del inicio de la guerra, reclamando
a los Gobiernos que «contaran la verdad» a la ciudadanía
Desde el punto de vista de la influencia política que pudiesen haber
tenido estas movilizaciones en el comportamiento electoral de los ciudadanos, parece que fue en nuestro país donde mayores consecuencias
tuvieron. Es conocida la teoría de que los atentados producidos en Madrid
el 11 de marzo de 2004 pudieran deberse al apoyo del Gobierno español
a la invasión de Irak y ello debió influir en un sector del electorado, que
de esta manera, podría interpretarse que apostaba por la Paz. También
hubo un apoyo casi unánime a las movilizaciones contra la guerra por
parte del mundo del espectáculo, que convirtió la gala de entrega de los
Premios Goya de ese año en un alegato contra la guerra.
Desde otra perspectiva, ésta muy lamentable, se produjeron ataques
a diversas sedes del PP durante la primavera de 2003, por parte de
grupos contrarios a la guerra. Algunas voces críticas tildaron estas movilizaciones como una expresión del antiamericanismo existente en la
izquierda española, ya que ignoraban el resto de conflictos militares que
se producían simultáneamente en el mundo, como los casos de Sudán
o Palestina. Sin restar razones a esta argumentación, parece indudable
que el tema estrella político y mediático fue la invasión de Irak, llevada
a cabo en contra de la mayoría de la población que realizó un ejercicio
de ciudadanía democrática en contra de la guerra y a favor de la Paz,
por imperfecta que ésta sea.
272
Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez
2. LA PAZ EN LA LEGISLACIÓN
De los horrores y los escombros de las dos grandes guerras mundiales de la primera mitad del Siglo XX surgió una revalorización del
constitucionalismo garantista, tanto en el plano internacional como en el
nacional, que incorporó la paz como valor y aspiración de las personas,
de los pueblos y de los Estados. Este constitucionalismo ya no era tan
solo el constitucionalismo liberal de tiempos pretéritos, sino un constitucionalismo más «antropocentrista», más preocupado por el control del
poder por medio del Derecho y por la protección de las personas y su
dignidad, y especialmente de las minorías y de los más débiles, mediante
el aseguramiento de los derechos civiles y políticos y la incorporación
paulatina de los contenidos económico-sociales y culturales necesarios
para construir una sociedad menos escindida y más pacífica, y también
más orientado a la cooperación internacional.
Desde luego esto no significaría que las sociedades cambiaran de
manera instantánea, como se encargarían de demostrar la guerra fría y
el enfrentamiento entre bloques, la carrera armamentista y los numerosos conflictos, ahora más localizados, que asolaron al mundo en los
siguientes decenios. Del mismo modo que no ha significado tampoco
la erradicación del imperialismo ni que se haya atajado el surgimiento,
en el marco de la globalización de la economía, de nuevas formas de
dominación y explotación de unos países por otros y del recurso a las
agresiones armadas para preservar muy tangibles intereses económicos
y geoestratégicos bajo capa de vagas y eufemísticas apelaciones a intervenciones armadas justas y preventivas o basadas en razones pretendidamente «humanitarias», como han demostrado claramente, entre otros
conflictos, las guerras del Golfo y de Irak.
Sin embargo, pese a este gran déficit de eficacia de las aspiraciones
de este constitucionalismo, lo cierto es que quedaron plasmados en documentos internacionales y nacionales de valor constitucional principios
y aspiraciones pacifistas propios de una larga lucha, desterrando el desde
antiguo operante concepto de guerra justa en la comprensión y tratamiento
de las relaciones internacionales. Y también la paz, junto con esta dimensión, tendrá claras manifestaciones como valor y bien constitucional a
perseguir en el ámbito interno de cada uno de los Estados.
El poder conformador del Derecho constitucional gana así terreno
progresivamente y, en la actualidad, en definitiva, el uso de la fuerza por
los Estados se ve tanto ilegítimamente considerado desde una perspectiva
el poder polÍtico de la paz. la presencia...
273
moral como jurídicamente proscrito de manera imperativa, con la única
excepción de aquel que fuere necesario por razón de legítima defensa
y que, aún así, quedaría sometido a procedimientos tendentes a la preservación del interés común y al restablecimiento de las condiciones de
paz. El constitucionalismo contemporáneo, pues, es un presupuesto y,
a la vez, un instrumento para el avance y estabilización de las políticas
para la paz.
2.1. Naciones Unidas y la Paz. la Carta de Naciones Unidas y la
Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. los
pactos internacionales de 1966. ¿un derecho humano a la paz?
Es también en este sentido en el que cabría valorar esa especie de
embrionaria Constitución global que, en términos de L. Ferrajoli11 vendría
a representar en el ámbito internacional la conjunción resultante de la
Carta de las Naciones Unidas, la Declaración Universal de los Derechos
Humanos y los Pactos Internacionales de 1966. Se trata ciertamente de un
conjunto de declaraciones y de normas convencionales interrelacionadas,
conformador de un constitucionalismo internacional que refuerza las
previsiones específicas que sobre la cooperación, la paz y el control de las
decisiones sobre la guerra puedan contenerse en algunas Constituciones
de los Estados. En estos instrumentos podemos encontrar el conjunto
de principios, valores básicos y normas que podrían permitir el avance
hacia una progresiva constitucionalización de la sociedad mundial que
otorgaría, al tiempo que un suelo firme y ampliamente compartido, un
horizonte de largo alcance para que la Política —bajo la condición de
tomarlos en serio, que es la gran cuestión pendiente— pueda alcanzar
paulatinamente mayores niveles de comprensión intercultural y de objetivos comunes de bienestar material. Se trata de promover los derechos
humanos sin dogmatizaciones particularistas, el progreso social y la
libertad; de practicar la tolerancia y convivir en paz «como buenos vecinos», remitiendo al empleo de medios pacíficos para la resolución de los
conflictos y adoptando también la perspectiva necesaria y complementaria
de cooperar internacionalmente para la resolución de los problemas de
11.FERRAJOLI, Luigi (2004) Razones jurídicas del pacifismo. Madrid, Editorial Trotta.
274
Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez
carácter económico, social, cultural o humanitario. Esta perspectiva es
fundamental, porque estos factores actúan como «precondiciones» para
la paz y la seguridad. Es decisivo en el ámbito de las relaciones internacionales y para el diálogo entre civilizaciones actuar sobre el plano
de la solidaridad, donde precisamente se instalan los llamados «derechos
humanos de tercera generación», entre los que se encuentran el derecho
al desarrollo, al medio ambiente, a la identidad cultural, a la asistencia
humanitaria, al patrimonio común de la humanidad y a la paz; derechos
que solo podrán ser efectivos si se toman en su mutua interrelación. Se
trata de la incorporación de un paradigma de la paz como paz positiva
y holística, no solamente como ausencia de guerra.
Aunque el llamado derecho a la paz no tenga por ahora plasmación
jurídico-positiva, su promoción constituye «una obligación fundamental
para cada Estado» (Declaración sobre el derecho de los pueblos a la
paz, Resolución 39/11 de 1984, art. 2). Se trata, pues, de un «derecho
de oposición» porque no se puede identificar con una «situación jurídica accionable»12, pero que expresa una «nueva aspiración colectiva»
netamente vinculada con la definición de nuevos parámetros de justicia
en las relaciones humanas en los que domina el aspecto objetivo del
derecho13. En cualquier caso, esta dimensión supone todo un nuevo
reto y una indudable fuente de inspiración jurídica e institucional para
el desarrollo y orientación del constitucionalismo en su conjunto y para
producir avances en el terreno del establecimiento y la preservación de
la paz en el mundo conforme a la ejecución de las políticas necesarias
y coherentes con estas finalidades.
2.2. La Paz en el constitucionalismo mundial
Igualmente en el constitucionalismo mundial de los Estados se percibe una cada vez más progresiva valoración y reforzamiento de la idea
de la paz y de los instrumentos necesarios para reafirmarla en el plano
12.PACE, A. (2004) Pace, A.: «Los retos del constitucionalismo en el Siglo XXI». Revista
de Derecho Constitucional Europeo, nº2, Julio-Diciembre, en http://www.ugr.es/~redce/,
apartado 2.1.
13.ZAGREBELSKY, G. (2002) El derecho dúctil (Ley, derechos, justicia). Madrid,
Editorial Trotta.
el poder polÍtico de la paz. la presencia...
275
normativo constitucional. Las expresiones más concretas y desarrolladas
son deudoras, fundamentalmente, de la contemplación de los desastres de
la II Guerra Mundial y del empleo y desarrollo de las armas nucleares,
así como del enfrentamiento entre bloques ideológicos y políticos y del
crecimiento del armamentismo. Pero también, después de la caída del
muro de Berlín, a partir de la conciencia de la globalización y de una
más radical exigencia de paz en el marco del desarrollo humano, se deduce una mayor atención a la paz como valor axiológico constitucional
positivo, fundamentador de todo el sistema en su conjunto. La paz se
percibe en la actualidad como perteneciente a la esencia del Derecho,
formando parte del sustrato o entramado valorativo sin el cual no sería
posible ni la dignidad, ni la libertad y la seguridad, ni el libre desarrollo
personal, ni la igualdad, ni, en definitiva, la vida entendida como el «derecho de vivir», en el que se dan cita numerosos factores económicos,
sociales, políticos y culturales.
Claros ejemplos son la Constitución italiana de 1947, la Ley Fundamental de la República Federal Alemana de 1949 o la Constitución
española de 1978. Es de notar que algunas Constituciones han introducido un entramado de referencias a la paz que refleja un alto grado de
conciencia colectiva sobre la importancia de reforzar esta perspectiva
en el mundo actual. Así, en la Constitución de Portugal, su artículo 7
(modificado en diciembre de 2001) establece que en las relaciones internacionales, Portugal «se rige por los principios de la independencia
nacional, del respeto a los derechos humanos, de los derechos de los
pueblos, de la igualdad entre los Estados, de la solución pacífica de los
conflictos internacionales, de la no injerencia en los asuntos internos
de los demás Estados y de la cooperación con todos los otros pueblos
para la emancipación y el progreso de la humanidad», y «preconiza
la abolición del imperialismo, del colonialismo y de cualesquiera otras
formas de agresión, dominación y explotación en las relaciones entre
los pueblos, así como el desarme general, simultáneo y controlado, la
disolución de los bloques político-militares y el establecimiento de un
sistema de seguridad colectiva, con vistas a la creación de un orden internacional capaz de asegurar la paz y la justicia en las relaciones entre
los pueblos». Del mismo modo, este país se manifiesta «empeñado en
reforzar la identidad europea y en fortalecer la acción de los Estados
europeos en favor de la paz, de la democracia, del progreso económico
y de la justicia en las relaciones entre los pueblos».
276
Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez
Existen algunas Constituciones, especialmente de países que han vivido muy intensamente las lacras de la guerra, que incluso han llegado
a incorporar a sus textos un «derecho a la paz», aunque no sea factible
dotarlo de exigibilidad jurídica desde una perspectiva subjetiva, lo cual
no desdice su impronta simbólica, axiológica y política, destacándose
su dimensión objetiva. Particularmente expresiva es, en este sentido,
la Constitución de Japón de 1946, cuyo Preámbulo está transido de
referencias a la paz a la que aspira el pueblo japonés, así como a la
cooperación pacífica con todas las naciones, repudiando la guerra y sus
horrores y reconociendo el derecho de todo el mundo a vivir en paz. De
la importancia tanto real como simbólica de esta posición da cuenta el
hecho de que dedique un Capítulo, el II, a la renuncia a la guerra y a
mantener estructuras potencialmente destinadas a este fin (art. 9).
Desde luego junto a los países que se sitúan en la perspectiva del
constitucionalismo más desarrollado, conviven muchos otros que o bien
responderían solo nominalmente a este concepto, aunque se estén desarrollando constitucional y políticamente, o bien son de factura y práctica
netamente autoritaria, por lo que habría que atribuir a sus Constituciones
un valor más bien semántico, ideológico y puramente organizador de
sus instituciones de gobierno. Las políticas de la paz, por tanto, deben
procurar también como objetivo prioritario el acercamiento progresivo de
estos países a los postulados centrales del constitucionalismo democrático, donde el poder pueda ser controlado y se reconozcan y protejan los
derechos humanos. Ahora bien, esta promoción constructiva y progresiva
de la «globalización de la democracia» para que sea coherente con la
política de la paz y, por tanto, eficaz, necesita siempre operar con la
cautela de no sustentarse sobre visiones cerradas o solo centradas en
valores y modos occidentales.
Ejemplos de estos países podrían ser lo siguientes:
Egipto incluye como primera referencia en la Proclamación Constitucional de la Constitución de 1980 la voluntad de la dedicación de sus
esfuerzos a la paz en nuestro mundo: viene a decir así que la paz debe
basarse en la justicia, y que el progreso social y político de los pueblos
solo puede ser realizado a partir de su libertad e independencia y que
ninguna civilización merece el nombre de tal si no está libre de cualquier
forma de explotación .
La Constitución de Marruecos de 13 de septiembre de 1996 afirma
en su Preámbulo que el Reino de Marruecos se adhiere completamente
a los principios, a los derechos y a las obligaciones que se derivan de
el poder polÍtico de la paz. la presencia...
277
las Cartas de las organizaciones internacionales, así como reafirma su
determinación para seguir los derechos humanos universalmente reconocidos. Asimismo, reafirma su determinación para continuar sus esfuerzos
constantes hacia la salvaguardia de la paz y la seguridad en el mundo.
La Constitución de Argelia de 1976 (enmendada en 28 de noviembre
de 1996) se refiere en su Preámbulo a la paz de una manera retórica
al calificar a sus nacionales en la historia como «constructores de Estados democráticos y prósperos durante los períodos de la gloria y de
la paz». Y en el artículo 26, dedicado a la guerra, rechaza la guerra de
agresión sobre otros pueblos y proclama su compromiso de esforzarse
por resolver las disputas internacionales por medios pacíficos. En su
artículo 28 proclama, además, su compromiso por el reforzamiento
de la cooperación internacional y el desarrollo de relaciones amistosas
con los Estados, sobre las bases de la igualdad, el interés mutuo y la no
interferencia en asuntos internos y suscribe los principios y objetivos de
la Carta de Naciones Unidas.
La Constitución de Túnez de 1 de junio de 1959 (enmendada en
1988) proclama también en su Preámbulo el deseo del pueblo tunecino
por trabajar por la paz, el progreso y la cooperación entre naciones, así
como garantizar el respeto de los derechos y deberes de los ciudadanos.
Y dedica un precepto a la atribución de poderes para declarar la guerra
y hacer la paz (art. 48).
Finalmente, Libia, en el Preámbulo de su Proclamación Constitucional
de 1969 subraya que el pueblo libio piensa que la paz no es posible sin
la justicia. En el artículo 6, establece que «el objetivo del Estado es la
realización del socialismo con el uso de la justicia social que prohíbe
cualquier forma de explotación. El Estado se esfuerza, mediante la construcción de una comunidad socialista, por alcanzar autosuficiencia en la
producción y equidad en la distribución. Su finalidad es eliminar pacíficamente las disparidades entre las clases sociales y lograr una sociedad
de la prosperidad. Su inspiración es su herencia árabe e islámica, los
valores humanitarios y las condiciones específicas de la sociedad libia».
No hay ninguna otra referencia a la paz en la mencionada Proclamación
ni en la Declaración sobre el Establecimiento de la Autoridad del Pueblo
(1977), por lo que cabe concluir que establece formal y materialmente
una subordinación del valor paz al del específico entendimiento de la
justicia social en el marco de la «comunidad socialista».
Otro grupo de países sería el de aquellos de Europa que han sido escenario de recientes conflictos armados entre grupos nacionales, étnicos
278
Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez
y religiosos y que están en fase de recuperación de su estabilidad y de
su vocación pacífica, del respeto de su pluralismo social y religioso, así
como de su orientación europea: es el caso de Croacia (que significativamente refleja los derechos de asociación y secesión como bases para
la paz) y de Bosnia-Herzegovina (que, también significativamente se
refiere a la paz, la justicia, la tolerancia y la reconciliación, destacando
igualmente el valor del pluralismo). Distinto es el caso de Montenegro,
recientemente independizado de Serbia tras la separación de la unión
estatal Serbia-Montenegro (Referéndum de 21 de mayo de 2006) a partir
de la situación regida por la Constitución de 4 de febrero de 2003, que
en en el Preámbulo de su Constitución de 1992 se refiere a la amistad
entre las naciones y al esfuerzo por proporcionar paz permanente.Albania, por su parte, tras la implantación de una democracia pluralista en
1991 una vez disuelto el partido comunista único, aspira, según reza el
Preámbulo de la Constitución de 28 de noviembre de 1998, a construir
un Estado social y democrático de Derecho para, entre otros objetivos,
establecer la paz y la armonía y cooperación entre las naciones, a la
que considera, junto con la justicia, uno de «los más altos valores de
la humanidad».
Caso aparte es el de Turquía, país cuyos habitantes profesan mayoritariamente la religión islámica, pero fundado sobre una fuerte voluntad
laica y esforzado desde hace años por ingresar en la Unión Europea,
con la que mantiene intensos lazos de cooperación; en su Constitución
tiene un importante reflejo la paz, uniendo paz interior con exterior y
señalando también a ésta como un objetivo fundamental del Estado.
Es igualmente un caso aparte Israel, pero por razones bien diferentes.
Desde la perspectiva constitucional, porque no tiene Constitución, en
el sentido de que ésta sea identificable en un documento solemne de
este carácter; en cualquier caso, en las Leyes Básicas, que podrían ser
entendidas como su equivalente funcional, no hay referencia alguna a
la paz. Desde el punto de vista geopolítico, porque en relación con este
país se focaliza el conflicto fundamental del Mediterráneo oriental que,
simultáneamente, cualifica y polariza las relaciones internacionales del
área con repercusión mundial: la confrontación árabe-israelí y el conflicto
palestino. Los relativos avances y los grandes y recurrentes retrocesos
del proceso de paz abierto fundamentalmente en Madrid en Diciembre
de 1991, en intensa interrelación con las guerras de Irak, son fuente de
permanente atención y preocupación internacional y, desde luego, banco
de prueba para las posibilidades de avance de la paz en el mundo y,
el poder polÍtico de la paz. la presencia...
279
en consecuencia, del conjunto de principios y valores que alimenta el
constitucionalismo garantista y más personalista de nuestros días.
2.3. La Paz en el ámbito de la Unión Europea
Una perspectiva de especial intensidad, valor y riqueza nos la proporciona la consideración de la paz en el Derecho y en la política de la
Unión europea, en tanto que es una emanación común de las «tradiciones
constitucionales» de los Estados miembros y foco de orientación para
las políticas mancomunadas de la Unión en materia de política exterior
y de seguridad común, en relación más intensa con sus países vecinos
del área mediterránea.
La misma idea de la unidad de Europa se ha venido concretando
como un proceso gradual, buscando su basamento, como se dijera en
la Declaración Schumann de 9 de mayo de 1950, en «solidaridades de
hecho» (Europa no se hará de una vez ni en una obra de conjunto: se
hará gracias a realizaciones concretas, que creen en primer lugar una
solidaridad de hecho). Ese proceso se ha ido desarrollando mediante
la ampliación progresiva y la intensificación paulatina de los vínculos
económicos y políticos entre los Estados, así como mediante el establecimiento de relaciones de buena vecindad y amistad con los países
de su entorno, tanto en el Este como en el Sur. Esta idea y este proceso
han tenido un indudable éxito, alcanzando un impulso político de extraordinaria importancia con el Tratado de Maastricht (1992), línea que
ha venido profundizándose desde entonces hasta la actualidad, cuando
se abrió una puerta hacia la necesaria constitucionalización de la Unión
tras su ampliación a 25 miembros, primero, y a 27 después, que entró
en crisis, sin embargo, tras los resultados de los referenda francés y
holandés de la primavera de 2005, lo que ha supuesto un freno político
durante estos últimos años, pero no necesariamente debe suponer una
negación o abandono del proceso mismo.
En este sentido, el Consejo Europeo de Bruselas de 21-22 de junio
de 2007 acordó convocar una Conferencia Intergubernamental (CIG)
e invitó a la Presidencia entrante a redactar un Proyecto de texto de
Tratado («Tratado de Reforma») por el que se modifiquen los Tratados
existentes. Este Proyecto ha sido publicado ya el 23 de julio de 2007,
previéndose que la CIG finalice sus trabajos durante este mismo año.
En esta fase se ha abandonado, ciertamente, el concepto constitucio-
280
Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez
nal anterior en su dimensión formal, si bien la mayor parte de los
contenidos alcanzados en 2004 permanecen. En efecto, el Tratado de
Reforma introducirá en los Tratados existentes, que seguirán en vigor,
las innovaciones resultantes de la CIG de 2004, con arreglo a una serie
de precisiones. Contendrá dos cláusulas sustantivas que modificarán,
respectivamente, el Tratado de la Unión Europea (TUE) y el Tratado
constitutivo de la Comunidad Europea (TCE). El TUE conservará su
denominación actual, mientras que el TCE pasará a llamarse Tratado
sobre el funcionamiento de la Unión, ya que la Unión tendrá una única
personalidad jurídica. La palabra «Comunidad» se sustituirá en todo el
texto por la «Unión»; y se estipulará que ambos Tratados constituyen
los Tratados sobre los que se funda la Unión y que la Unión sustituye
y sucede a la Comunidad.
Por lo que se refiere a los derechos fundamentales, contendrá una
referencia cruzada a la Carta de los Derechos Fundamentales, tal como
se aprobó en la CIG de 2004, que le conferirá un carácter jurídico vinculante y establecerá su ámbito de aplicación, por lo que no se incluirá
en los Tratados el texto de la Carta de los Derechos Fundamentales.
Así, el artículo 6 TUE sobre los derechos fundamentales se sustituye
por el siguiente texto:
1. La Unión reconoce los derechos, libertades y principios enunciados en
la Carta de los Derechos Fundamentales de 7 de diciembre de 2000, tal
como fue adaptada en [... de 2007], que tendrá el mismo valor jurídico
que los Tratados.
Las disposiciones de la Carta no ampliarán en modo alguno las competencias de la Unión tal como se definen en los Tratados.
Los derechos, libertades y principios de la Carta se interpretarán de
acuerdo con las disposiciones generales del título VII de la Carta por
las que se rige su interpretación y aplicación y teniendo debidamente
en cuenta las explicaciones a que se hace referencia en la Carta, que
indican las fuentes de dichas disposiciones.»
2. La Unión se adherirá al Convenio Europeo para la Protección de
los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales. Esta adhesión no modificará las competencias de la Unión que se definen en los
Tratados.
3. Los derechos fundamentales que garantiza el Convenio Europeo para
la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales y los que son fruto de las tradiciones constitucionales comunes
el poder polÍtico de la paz. la presencia...
281
a los Estados miembros forman parte del Derecho de la Unión como
principios generales.
Se conservan, por consiguiente, todos los elementos formales y materiales relativos a los derechos fundamentales que se incorporaron al
Tratado constitucional y se sanciona el carácter jurídico vinculante de
la Carta.
La paz es, con toda evidencia, un objetivo central y fundamental de
la Unión. Así se reafirma en el Tratado de Maastricht y en el Tratado
constitucional, que orienta los objetivos de la Unión a conseguir la paz,
la seguridad y el bienestar de los pueblos que la integran, junto con un
desarrollo sostenible y un crecimiento económico equilibrado, y también
a contribuir a que estos valores, principios y objetivos lleguen a ser
realidad en sus relaciones con los demás países del mundo.
En el Preámbulo del Tratado de la Unión se destaca como uno de
sus fines el de «fomentar la paz, la seguridad y el progreso en Europa
y en el mundo», y el artículo 11 afirma como uno de los objetivos de
la Política Exterior y de Seguridad Común «el mantenimiento de la paz
y el fortalecimiento de la seguridad internacional, de conformidad con
los principios de la Carta de las Naciones Unidas, con los principios del
Acta Final de Helsinki y con los objetivos de la Carta de París, incluidos
los relativos a las fronteras exteriores; el fomento de la cooperación
internacional; el desarrollo y la consolidación de la democracia y del
Estado de Derecho, así como el respeto de los derechos humanos y de
las libertades fundamentales». Del mismo modo, en el marco de esta
política, el Tratado de Maastricht efectúa previsiones en relación con
«misiones humanitarias y de rescate, misiones de mantenimiento de
la paz y misiones en las que intervengan fuerzas de combate para la
gestión de crisis, incluidas las misiones de restablecimiento de la paz»
(artículo 17) .
Por su parte, en el Preámbulo del Tratado por el que se establecía una
Constitución para Europa se tenían en cuenta plenamente estas mismas
orientaciones, cuando se afirmaba que Europa «se propone avanzar por
la senda de la civilización, el progreso y la prosperidad por el bien de
todos sus habitantes, sin olvidar a los más débiles y desfavorecidos»
y manifestaba su intención de «obrar en pro de la paz, la justicia y
la solidaridad en el mundo». Según el artículo I-2, la Constitución la
Unión Europea tenía por fundamento (como los Estados que merecen
el calificativo de democráticos), los valores de respeto de la dignidad
282
Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez
humana, la libertad, la igualdad, los derechos humanos, incluidos por
supuesto los de las minorías, el Estado de Derecho, la tolerancia, la
justicia, la no discriminación, la solidaridad, la igualdad entre hombres
y mujeres, el pluralismo y la democracia. Sus objetivos (art. I-3) estaban
orientados a conseguir la paz, la seguridad y el bienestar de los pueblos
que forman parte de la Unión, junto con un desarrollo sostenible y un
crecimiento económico equilibrado, y también a contribuir a que estos
valores, principios y objetivos lleguen a ser realidad en sus relaciones
con los demás países del mundo. En el art. I-41 se refería a las misiones
en pro del «mantenimiento de la paz, la prevención de conflictos y el
fortalecimiento de la seguridad internacional, conforme a los principios
de la Carta de las Naciones Unidas». Y los mismos principios se reafirmaban en otros preceptos (así, en el artículo III-292 y III-309).
El proyecto de Tratado de Reforma, en el mismo sentido, se refiere
en el apartado 1 del artículo 3 (dedicado a los objetivos de la Unión) al
objetivo de promover la paz, sus valores y el bienestar de sus pueblos.
Y en el apartado 5 a que «en sus relaciones con el resto del mundo, La
Unión... contribuye a la paz, a la seguridad, al desarrollo sostenible del
planeta, a la solidaridad y al respeto mutuo entre los pueblos, al comercio
libre y equitativo, a la eliminación de la pobreza y a la protección de
los derechos del hombre, en particular los del niño, así como al estricto
respeto y al desarrollo del derecho internacional, en particular al respeto
de los principios de la Carta de Naciones Unidas». Por su parte, entre
las Disposiciones Generales relativas a la acción exterior de la Unión,
el artículo 10 A 2.c establece que la Unión define y ejecuta políticas
comunes para asegurar un alto grado de cooperación en las relaciones
internacionales con la finalidad, entre otros objetivos, de preservar la paz,
prevenir los conflictos y reforzar la seguridad internacional, conforme
a los objetivos y principios de la Carta de Naciones Unidas, así como
a los principios del Acta final de Helsinki y a los objetivos de la Carta
de París, comprendiendo aquellos relativos a las fronteras exteriores.
En la Sección relativa a las Disposiciones concernientes a la política
de seguridad y de defensa común, se incluye también un apartado en el
artículo 27 en el que se refiere a los recursos que la Unión puede destinar,
en el marco de la política de seguridad y de defensa común, a misiones
destinadas a asegurar el mantenimiento de la paz, la prevención de los
conflictos y el reforzamiento de la seguridad internacional conforme a
los principios de la Carta de Naciones Unidas. El artículo 28 también se
refiere a estas misiones y acciones conjuntas en pro del mantenimiento y
el poder polÍtico de la paz. la presencia...
283
restablecimiento de la paz, que pueden contribuir igualmente a la lucha
contra el terrorismo.
En el proyecto de Declaración sobre la política exterior y de seguridad común se subraya, por su parte, que la UE y sus Estados miembros
permanecerán vinculados por las disposiciones de la Carta de Naciones
Unidas y, en particular, por la responsabilidad principal que incumbe al
Consejo de Seguridad y a sus estados miembros para el mantenimiento
de la paz y la seguridad internacionales. Del mismo modo, el Protocolo
nº 4 sobre la cooperación estructurada permanente establecida por el
artículo [I-41] del TUE realiza un recordatorio de todos estos elementos
en relación con el refuerzo de la mencionada cooperación.
A la vista de estos datos, puede decirse que se mantiene la misma
línea que inspiraba el Tratado constitucional en lo esencial, inscribiéndose
también este proceso, pese a sus todavía evidentes limitaciones, en el
marco de un progresivo «constitucionalismo cosmopolita» (entendida esta
expresión en un sentido amplio) que viene a expresar tanto el «sentido
común» de la humanidad ante los retos de la existencia, cuanto las profundas aspiraciones de las personas a hacer efectiva la posibilidad de un
mundo en paz. Se trata de un constitucionalismo basado en un humanismo
renovado fundado en la dignidad y en los derechos personales, sociales,
culturales y económicos, que halla expresión en la Carta de Derechos
fundamentales de la Unión, recogiendo las tradiciones constitucionales
comunes y el parámetro protector de los derechos y libertades objetivado
en el Convenio Europeo de 1950, entre otros instrumentos internacionales
de reconocimiento y protección de derechos.
El valor de este ámbito europeo se ve acrecentado ante la constatación
del protagonismo, como potencia hegemónica, de Estados Unidos, que
tras los ataques terroristas del 11-S ha incrementado su agresiva política
exterior y la justificación de la guerra incluso «preventiva» y alimentado
con su desenfocada reacción la regresión de las libertades y el respeto
por los derechos humanos.
2.4. La Paz En la Constitución española y en la legislación estatal
La Constitución de 1978 proclama en su Preámbulo la voluntad de la
Nación española de «establecer una sociedad democrática avanzada, y
colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz
cooperación entre todos los pueblos de la Tierra».
284
Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez
En el artículo 10 proclama además que « La dignidad de la persona,
los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la
personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden político y de la paz social» (apdo. 1), así como que
«Las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades
que la Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la
Declaración Universal de Derechos Humanos y los tratados y acuerdos
internacionales sobre las materias ratificados por España» (apdo.2) .
En el artículo 63 contiene, sin embargo, una disposición relativa a la
atribución de poderes para declarar la guerra y hacer la paz.
Este último precepto parece contradecir el firme compromiso manifestado en el Preámbulo, toda vez que España puede declarar la guerra
y entrar en ella; pero realmente, lo que ocurre es que éste precepto
resultaba innecesario al haber establecido el Derecho internacional una
interdicción de la guerra, por lo que sólo cabría el empleo de la fuerza
(lo que no conlleva necesariamente la declaración de guerra) en los
supuestos en los que el derecho internacional así lo prevé (art. 51 de
la Carta de Naciones Unidas: legítima defensa, individual o colectiva,
en caso de ataque armado contra un miembro de la ONU, «hasta tanto
que el Consejo de Seguridad haya tomado las medidas necesarias para
mantener la paz y la seguridad internacionales»).
La Constitución, en definitiva, contempla explícitamente la paz como
un valor propio de la sociedad democrática avanzada, adoptando un concepto de la misma como paz positiva, holística, «de satisfacción», en los
términos empleados por R. Arón14, incorporando la dimensión teleológica
de colaborar en su fortalecimiento en el plano internacional mediante la
cooperación con los pueblos de la Tierra; implícitamente, contempla a la
guerra como un disvalor. La Constitución expresa igualmente de manera
muy intensa la idea de que la paz, tanto en su dimensión internacional
como interna, se sustenta sobre el respeto y protección de los derechos
fundamentales.
En esta misma clave cabe entender que la Constitución española, tras
un largo período de represión brutal de los objetores al servicio militar
obligatorio durante el régimen autoritario de Franco, reconociera la
objeción de conciencia en el apartado 2 del artículo 30 como causa de
exención, junto a otras, del mencionado servicio, debiendo ser regulada
14.ARÓN, Raymond (1962) Paix et guerre entre les nations. Paris, Calmann-Lévy.
el poder polÍtico de la paz. la presencia...
285
por el legislador con todas las garantías, pudiendo imponerse, en su caso,
una prestación social sustitutoria. La objeción de conciencia quedó constitucionalizada, pues, fuera del conjunto de los derechos fundamentales
más especialmente protegidos por el artículo 53.2 (los de la Sección 1.ª
del Capítulo II del Título I), si bien este mismo precepto dispone que
el recurso de amparo también es «aplicable a la objeción de conciencia
reconocida en el artículo 30». De esta manera se consagró para este
derecho una posición constitucional muy especial, de la que ha derivado
buena parte de las grandes y graves dificultades que para su interpretación y aplicación se han seguido en España hasta la suspensión del
servicio militar obligatorio tras la entrada en vigor de la Ley 17/1999,
de 18 de mayo, del régimen del personal de las Fuerzas Armadas. Es el
único derecho que se sitúa fuera de la Sección I del Capítulo II, además
del principio de igualdad del art. 14, que está protegido por el recurso
de amparo; y aunque el bien jurídico que protege es la integridad de
la conciencia de la persona frente a la eventual obligación de cumplir
el servicio militar, aparece prima facie formalmente desvinculado de la
libertad ideológica reconocida y amparada por el artículo 16.
El contenido material del derecho a la objeción de conciencia al
servicio militar y la prestación social sustitutoria fue muy tardíamente
regulado por la Ley 48/1984, de 26 de diciembre, en cuyo preámbulo
significativamente se caracterizaba a la objeción de conciencia como
una manifestación de la libertad ideológica, religiosa y de cultos, que
implica el que «los comportamientos personales se ajusten, en cuanto no
lesionen ningún bien social, a las propias convicciones», para lo cual es
preciso articular los mecanismos que permitan adecuarla, «con las debidas
garantías», con el deber de los ciudadanos de cumplir sus obligaciones
militares. Esta contestada Ley, vigente a lo largo de más de una década,
fue derogada por la Ley 22/1998, de 6 de julio, que adaptó la regulación
de esta materia a la situación de transición entre modelos de ejército.
Técnicamente se configuraba como un derecho a ser declarado objetor,
es decir, a obtener una declaración del órgano correspondiente mediante la cual el español sujeto a obligaciones militares que así lo hubiera
solicitado era reconocido como tal, siendo su efecto la exención del
cumplimiento del servicio, debiendo realizar en su lugar una prestación
social sustitutoria en sectores que tendían a la contribución al «interés
general» (conservación del medio ambiente, servicios sociales, servicios
sociales por la paz y, en particular, ayuda a refugiados y protección de
los derechos humanos, cooperación internacional, servicios sanitarios,
286
Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez
etc.), aunque para caso de guerra la previsión sobre la realización de
la prestación se aproximaba más a la defensa nacional, en su vertiente
civil (actividades de protección y defensa civil). En la actual legislación
se prevé que los reservistas obligatorios puedan efectuar declaración
de objeción de conciencia para prestar servicio en filas en las Fuerzas
Armadas o en otras organizaciones con fines de interés general en las
que se requiera el empleo de armas. Tal declaración producirá efectos
automáticamente, pudiendo el afectado ser asignado a organizaciones con
fines de interés general en las que no se requiera el empleo de armas
(art. 180 de la citada Ley 17/1999).
En clara sintonía con los fundamentos constitucionales sobre la paz
y el respeto a los derechos humanos, la Ley Orgánica 5/2005, de 17 de
noviembre, de la Defensa Nacional, declara en su Exposición de Motivos
que España debe acomodarse a las transformaciones que actualmente se
están experimentando en el mundo «para asegurar su propia seguridad y
defensa y para contribuir a la paz y a mejorar el orden internacional»,
argumentando que nuestra estrategia como país «debe fundamentarse en
un sistema multilateral de acciones e iniciativas, basado en el reconocimiento de que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas tiene la
responsabilidad fundamental en el mantenimiento de la paz y seguridad
internacionales», continuando así con una trayectoria de actuaciones
dirigidas al mantenimiento de la paz y a la ayuda humanitaria. De manera correspondiente, el artículo 2 establece en los siguientes términos
la finalidad de la política de defensa: « La política de defensa tiene
por finalidad la protección del conjunto de la sociedad española, de su
Constitución, de los valores superiores, principios e instituciones que en
ésta se consagran, del Estado social y democrático de derecho, del pleno
ejercicio de los derechos y libertades, y de la garantía, independencia e
integridad territorial de España. Asimismo, tiene por objetivo contribuir
a la preservación de la paz y seguridad internacionales, en el marco de
los compromisos contraídos por el Reino de España.» El artículo 15, por
su parte, incluye entre las misiones de las Fuerzas Armadas contribuir
militarmente «a la seguridad y defensa de España y de sus aliados, en
el marco de las organizaciones internacionales de las que España forma
parte, así como al mantenimiento de la paz, la estabilidad y la ayuda
humanitaria», y entre los tipos de operaciones contempla en su artículo
16 «la colaboración en operaciones de mantenimiento de la paz y estabilización internacional en aquellas zonas donde se vean afectadas, la
reconstrucción de la seguridad y la administración, así como la rehabili-
el poder polÍtico de la paz. la presencia...
287
tación de un país, región o zona determinada, conforme a los tratados y
compromisos establecidos». En el mismo sentido, una de las condiciones
que en el artículo 19 se establecen para las misiones en el exterior es que
éstas cumplan con los fines defensivos, humanitarios, de estabilización
o de mantenimiento y preservación de la paz, previstos y ordenados por
Resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas o, en su
caso, por organizaciones internacionales de las que España forme parte,
particularmente la Unión Europea o la Organización del Tratado del
Atlántico Norte (OTAN), en el marco de sus respectivas competencias,
así como que sean conformes con la Carta de las Naciones Unidas y no
contradigan o vulneren los principios del derecho internacional convencional que España ha incorporado a su ordenamiento.
En el mismo sentido, la Ley 17/1999, de 18 de mayo, de Régimen del
Personal de las Fuerzas Armadas, afirma en su Exposición de Motivos
que «La sociedad española está convencida de la necesidad de dotarse de
una defensa eficaz que garantice el ámbito de seguridad imprescindible
para seguir construyendo el sistema de libertades, de bienestar económico y de igualdad social que nuestra Constitución proclama, al mismo
tiempo que es consciente del deber de contribuir al mantenimiento de
la paz mundial y del esfuerzo económico que supone para la Nación
la consecución de estos objetivos.» Y el artículo 53 de esta misma ley,
por tales motivos, considera altos estudios militares, entre otros, los relacionados con la paz y la seguridad. Por su parte, el art. 126 establece
que también tendrá consideración de destino la participación del militar
profesional en misiones para mantener la paz y seguridad internacionales.
Respecto de las misiones en el extranjero, el art. 165 establece que el
Gobierno también podrá autorizar la incorporación de reservistas temporales y voluntarios para misiones en el extranjero, por exigencias que
se deriven de los acuerdos internacionales suscritos por España o para
colaborar en el mantenimiento de la paz y seguridad internacionales, participación que se hará siempre con carácter voluntario. El art. 168 prevé
además el apoyo de las Administraciones públicas para la constitución
de asociaciones de reservistas que ayuden a mantener relaciones entre
sus propios miembros, de la sociedad con sus Fuerzas Armadas y de las
que se constituyan con otras de carácter similar de otros países, con el
objetivo de difundir los valores de seguridad y defensa en el marco de
la solidaridad y del mantenimiento de la paz. Finalmente, esta Ley prevé
en el artículo 178 la figura de la declaración de reservistas obligatorios
para poder cubrir las necesidades de la defensa nacional en las Fuerzas
288
Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez
Armadas o en otras organizaciones con fines de interés general relevantes
para la satisfacción de las necesidades de la defensa nacional (protección civil; defensa civil; seguridad ciudadana; conservación del medio
ambiente y protección de la naturaleza; servicios sanitarios y servicios
sociales), que exige la previa solicitud de autorización al Congreso de
los Diputados, pudiendo afectar a todos los españoles que ese año cumplan desde diecinueve a veinticinco años. Respecto de estos reservistas
obligatorios, como antes se ha expuesto, la ley prevé la posibilidad de
ejercitar el derecho a la objeción de conciencia.
La Ley Orgánica 6/2002, de Partidos Políticos, contempla en su artículo 9 que los partidos deberán respetar los valores constitucionales,
expresados en los principios democráticos y en los derechos humanos
y la posibilidad de que un partido pueda ser declarado ilegal cuando su
actividad, entre otras vulneraciones, suponga complementar y apoyar políticamente la acción de organizaciones terroristas para la consecución de
sus fines de subvertir el orden constitucional o alterar gravemente la paz
pública, tratando de someter a un clima de terror a los poderes públicos,
a determinadas personas o grupos de la sociedad o a la población en
general, o contribuir a multiplicar los efectos de la violencia terrorista
y del miedo y la intimidación generada por la misma.
Específicamente, la Ley 27/2005, de 30 de noviembre, de fomento de
la educación y la cultura de paz, ha establecido una serie de medidas
destinadas al ámbito educativo y de la investigación, con el objeto de
establecer la cultura de paz y no-violencia en nuestra sociedad, amparándose en el punto a.2 del Programa de Acción sobre una Cultura de
la Paz, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en
1999. En ella se establece que el Gobierno promoverá la paz a través de
iniciativas de solidaridad, culturales y de investigación, de educación, de
cooperación y de información, para lo cual establecerá mecanismos de
colaboración con las Comunidades Autónomas, las Entidades Locales,
así como con otros entes y organismos del propio Estado, y establecerá
convenios de colaboración con los organismos internacionales, y las
entidades y ONGs más significativas en el ámbito de la paz (art. 1). Su
Disposición Adicional segunda establece que «en el marco de la proclamación por la Asamblea General de la Naciones Unidas de la década
2001-2010 Decenio Internacional de la promoción de una cultura de no
violencia y de paz en beneficio de los niños del mundo, el Gobierno
buscará el desarrollo de iniciativas concretas en materia de cultura de
paz en plena coordinación con las organizaciones de Naciones Unidas
el poder polÍtico de la paz. la presencia...
289
para la para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), y para
la infancia (UNICEF).». Por su parte, la Disposición Adicional tercera
establece el mandato de que el Estado español, en el plazo más breve
posible, formalizará la adhesión a la Agenda de La Haya para la Paz y la
Justicia en el Siglo XXI, comprometiéndose a desarrollar los programas
y propuestas que en ella se contienen.
La Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación, en su art. 2.1,
e) incluye entre los fines de la educación «la formación para la paz, el
respeto a los derechos humanos, la vida en común, la cohesión social,
la cooperación y solidaridad entre los pueblos así como la adquisición
de valores que propicien el respeto hacia los seres vivos y el medio
ambiente, en particular al valor de los espacios forestales y el desarrollo
sostenible». Incorpora, además, como una importantísima novedad la
«educación para la ciudadanía y los derechos humanos», materia que ha
de ser impartida en algunos cursos de la educación primaria, secundaria
obligatoria y bachillerato, y cuya finalidad, a tenor del preámbulo de la
Ley, es «ofrecer a todos los estudiantes un espacio de reflexión, análisis y
estudio acerca de las características fundamentales y el funcionamiento de
un régimen democrático, de los principios y derechos establecidos en la
Constitución española y en los tratados y las declaraciones universales de
los derechos humanos, así como de los valores comunes que constituyen
el sustrato de la ciudadanía democrática en un contexto global», cuyo
fundamento más directo se encuentra, obviamente, en lo dispuesto por el
artículo 9.2 CE. Es importante subrayar que los contenidos de esta materia
no pueden considerarse en ningún caso alternativos o sustitutorios de la
enseñanza religiosa y redundarán en el establecimiento de un espacio
educativo especialmente importante para la educación para la paz. Se
trata de una formación relativa a un tronco común en valores y basilar
para todos los alumnos, futuros ciudadanos en plenitud de derechos, con
independencia de sus propias opciones ideológicas y religiosas; en este
sentido, este tipo de formación puede presentar igualmente una trascendental importancia para la integración como ciudadanos, en los planos
social, cultural y político, de los inmigrantes, fundamentalmente los de
segunda generación, con pleno respeto a sus diferencias en el marco del
necesario respeto, a su vez, de los derechos humanos . En definitiva, como
dice el mencionado preámbulo, «la nueva materia permitirá profundizar
en algunos aspectos relativos a nuestra vida en común, contribuyendo a
formar a los nuevos ciudadanos».
290
Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez
Del mismo modo, la Ley Orgánica 8/1985, de 3 de julio, Reguladora
del Derecho a la Educación, contempla como uno de los fines de la
educación, en su artículo 2, apartado g) (según la redacción dada por
la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección
Integral contra la Violencia de Género), «la formación para la paz, la
cooperación y la solidaridad entre los pueblos y para la prevención de
conflictos y para la resolución pacífica de los mismos y no violencia en
todos los ámbitos de la vida personal, familiar y social».
En desarrollo de la LOE y de las antedichas previsiones legales, el
Real Decreto 1631/2006, de 29 de diciembre, por el que se establecen
las enseñanzas mínimas correspondientes a la Educación Secundaria
Obligatoria, establece en su Anexo I las competencias básicas y, entre
ellas, una «competencia social y ciudadana» que, en síntesis, supone
«comprender la realidad social en que se vive, afrontar la convivencia y
los conflictos empleando el juicio ético basado en los valores y prácticas
democráticas, y ejercer la ciudadanía, actuando con criterio propio, contribuyendo a la construcción de la paz y la democracia, y manteniendo
una actitud constructiva, solidaria y responsable ante el cumplimiento
de los derechos y obligaciones cívicas.» Y entre los objetivos de las
ciencias sociales se establece el desarrollo de la capacidad de «conocer
el funcionamiento de las sociedades democráticas, apreciando sus valores y bases fundamentales, así como los derechos y libertades como un
logro irrenunciable y una condición necesaria para la paz, denunciando
actitudes y situaciones discriminatorias e injustas y mostrándose solidario
con los pueblos, grupos sociales y personas privados de sus derechos o
de los recursos económicos necesarios». De manera correspondiente, en
los contenidos comunes de cuarto curso ESO se incluye en el Bloque 1
la «Valoración de los derechos humanos y rechazo de cualquier forma
de injusticia, discriminación, dominio o genocidio. Asunción de una
visión crítica hacia las situaciones injustas y valoración del diálogo y la
búsqueda de la paz en la resolución de los conflictos». Y se desarrollan
los contenidos de la asignatura «Educación para la ciudadanía», donde
se aborda el análisis de determinados problemas característicos de la
sociedad actual, como «el estudio de los factores de discriminación
de distintos colectivos, el análisis de la globalización, el concepto de
ciudadanía global, el desarrollo humano sostenible o lo relativo a la
cooperación y al desarrollo de una cultura de paz.».
Similares precisiones cabe encontrar en el Real Decreto 1513/2006,
de 7 de diciembre, por el que se establecen las enseñanzas mínimas de
el poder polÍtico de la paz. la presencia...
291
la Educación primaria. El bloque 2 de la materia Educación para la
ciudadanía y derechos humanos ( La vida en comunidad), trata de «la
convivencia en las relaciones con el entorno, de los valores cívicos en que
se fundamenta la sociedad democrática (respeto, tolerancia, solidaridad,
justicia, igualdad, ayuda mutua, cooperación y cultura de la paz), de la
forma de abordar la convivencia y el conflicto en los grupos de pertenencia (familia, centro escolar, amigos, localidad) y del ejercicio de los
derechos y deberes que corresponden a cada persona en el seno de esos
grupos, identificando la diversidad, rechazando la discriminación y valorando la participación y sus cauces. Asimismo, desde el reconocimiento
de la diversidad cultural y religiosa presente en el entorno inmediato y
asumiendo la igualdad de todas las mujeres y hombres en cuanto a derechos y deberes, se puede trabajar el respeto crítico por las costumbres
y modos de vida distintos al propio y permite proporcionar elementos
para identificar y rechazar situaciones de marginación, discriminación e
injusticia social». Por otra parte, en el bloque 3 (Vivir en sociedad), se
propone un planteamiento social más amplio en el que figura, entre otros
items «la defensa al servicio de la paz». Correspondientemente, entre
los contenidos del tercer ciclo figuran «Valores cívicos en la sociedad
democrática: respeto, tolerancia, solidaridad, justicia, cooperación y
cultura de la paz» y la «valoración de la defensa como un compromiso
cívico y solidario al servicio de la paz.»
Por su parte, el Real Decreto 3474/2000, de 29 de diciembre, por el
que se modifican el Real Decreto 1700/1991, de 29 de noviembre, por
el que se establece la estructura del bachillerato, y el Real Decreto
1178/1992, de 2 de octubre, por el que se establecen las enseñanzas
mínimas del bachillerato, contiene referencias a una enseñanza orientada a la construcción de la paz. Así, respecto de la materia «Historia
del mundo contemporáneo» se refiere a que los alumnos «a través del
estudio de la historia contemporánea, deben adquirir también una sensibilidad especial ante los retos del presente, y desarrollar una actitud
crítica y responsable respecto a los problemas de hoy, solidaria en la
defensa de la libertad, los derechos humanos, los valores democráticos
y la construcción de la paz.» y, de manera consecuente, establece como
uno de sus objetivos el de «fomentar la sensibilidad ante los problemas
sociales actuales, potenciando una actitud crítica y un sentido responsable y solidario en la defensa de los derechos humanos, los valores
democráticos y el camino hacia la paz.»
292
Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez
2.5. La Paz en el Estatuto de Autonomía para Andalucía y en la
legislación andaluza
La Ley Orgánica 2/2007, de 19 de marzo, de Reforma del Estatuto
de Autonomía para Andalucía, en plena sintonía con los principios y
valores constitucionales y mostrando una especial sensibilidad por las
necesidades de orientar la acción política, en el propio nivel autonómico,
para la consecución de las finalidades de una paz positiva y el logro de
unas sociedad realmente avanzada y democrática, establece en el artículo
10 como uno de los objetivos básicos de la Comunidad Autónoma el
«fomento de la cultura de la paz y el diálogo entre los pueblos» (apdo.
22º) y « la cooperación internacional con el objetivo de contribuir al
desarrollo solidario de los pueblos» (apdo. 23º). Por otra parte, el artículo 37 incorpora como uno de los principios rectores de las políticas
públicas «la lucha contra el sexismo, la xenofobia, la homofobia y el
belicismo, especialmente mediante la educación en valores que fomente
la igualdad, la tolerancia, la libertad y la solidaridad» (apdo. 2º). También en el Preámbulo destaca que Andalucía ha sido y es un espacio
de encuentro y diálogo entre civilizaciones diversas, por lo que en su
articulado presta una especial atención a la protección del pluralismo y
la diversidad cultural, y menciona el basamento de Andalucía sobre «los
principios irrenunciables de igualdad, democracia y convivencia pacífica y
justa». A estos objetivos y al desarrollo de estos principios contribuye de
manera especial el que se incorpore en el Título I, como novedad radical
respecto del Estatuto de 1981, una «Carta de derechos» de contenido
predominantemente social, respecto de los cuales se regulan también sus
garantías normativas, institucionales y jurisdiccionales. Se presta en el
Estatuto igualmente una especial atención a la necesidad de consecución
de objetivos de igualdad, con prohibición de todas las causas odiosas de
discriminación y, muy significativamente, se introduce la perspectiva de
igualdad de género en todos los ámbitos y, en consecuencia, las medidas
de afirmación positiva. Todo ello tiene, sin ninguna duda, una proyección
convergente para la afirmación y consolidación de la paz.
Por otra parte, el Capítulo V del Título IX del Estatuto se dedica a
la Cooperación al Desarrollo. El artículo 245 establece en su apartado
1 un principio de solidaridad internacional del pueblo andaluz con los
países menos desarrollados, promoviendo un orden internacional basado
en una más justa redistribución de la riqueza. En este sentido, establece
el apartado 2 que la Comunidad Autónoma «desplegará actividades de
el poder polÍtico de la paz. la presencia...
293
cooperación al desarrollo en dichos países, dirigidas a la erradicación
de la pobreza, la defensa de los derechos humanos y la promoción de
la paz y los valores democráticos, particularmente en Iberoamérica el
Magreb y el conjunto de África.»
Por su parte, la Ley 14/2003, de 22 de diciembre, de Cooperación
Internacional para el Desarrollo, establece en su art. 2, d) como uno de
los principios rectores de la política de cooperación internacional para el
desarrollo, « el fomento del diálogo, la paz y la convivencia y el respeto
de los modelos de desarrollo social y económico de otros pueblos y de
sus particularidades culturales. De otro lado, el apartado b) del artículo
3, dedicado a los objetivos de la referida política, establece como uno
de ellos «contribuir a la consolidación de la democracia, del Estado de
Derecho, al fortalecimiento institucional y a la descentralización políticoadministrativa en los países destinatarios de la ayuda, como instrumento
para la resolución de las necesidades de la población y, de esta forma,
favorecer la redistribución de la riqueza, la justicia social y la paz, así
como la extensión de la educación y la cultura a toda la población.»
La Ley 9/1999, de 18 de noviembre, de Solidaridad en la Educación,
establece como uno de sus objetivos el desarrollo de actitudes de comunicación y respeto entre todos los miembros de la comunidad educativa,
independientemente de sus capacidades personales y de su situación
social o cultural. El art. 20 dispone que la Consejería de Educación y
Ciencia favorecerá el valor de la interculturalidad, corrigiendo, en el
ámbito de sus competencias, las actitudes de discriminación o rechazo
que pudieran producirse en el seno de la comunidad educativa.
El actual Proyecto de Ley de Educación de Andalucía establece como
uno de sus objetivos «promover la cultura de paz en todos los órdenes de
la vida y favorecer la búsqueda de fórmulas para prevenir los conflictos y
resolver pacíficamente los que se produzcan en los centros docentes.».
Por su parte, el Decreto 19/2007, de 23 de enero, adopta medidas
para la promoción de la Cultura de Paz y la Mejora de la Convivencia
en los Centros Educativos de Andalucía sostenidos con fondos públicos,
a excepción de los universitarios. Entre los objetivos figuran «mejorar la
convivencia escolar, facilitando el diálogo y la participación real y efectiva
de todos los sectores de la comunidad educativa» y «fomentar en los
centros educativos los valores, las actitudes y las prácticas que permitan
mejorar el grado de aceptación y cumplimiento de las normas y avanzar
en el respeto a la diversidad cultural, en el fomento de la igualdad entre
hombres y mujeres, y en la prevención, detección y tratamiento de todas
294
Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez
las manifestaciones de violencia, especialmente de la violencia de género
y de las actitudes y comportamientos xenófobos y racistas». Y entre las
diversas medidas que se contemplan se encuentra la de «potenciar en los
centros educativos el desarrollo de programas de innovación educativa
y de proyectos integrales «Escuela: Espacio de Paz».
En conclusión, tras este recorrido sumario de las normas jurídicas
dedicadas a la paz en los ámbitos internacional, europeo, nacional y
autonómico, puede decirse que la cuestión fundamental es que la paz
como valor constitucional a nivel global, donde adquiere realmente su
fuerza, es en la existencia de un entramado constitucional normativo
sustentado en el control del poder y en el respeto y garantía de los
derechos fundamentales.
La paz y el diálogo intercultural no serán posibles o no estarán suficientemente sustentados sin la democracia. La paz es un valor cuyo
desarrollo jurídico y político es necesario priorizar en un mundo en el
que los pactos por la creación de las condiciones de la paz, si han de ser
efectivos, tienen que ser globales, poniendo en diálogo a las civilizaciones
y apuntando a la consecución de objetivos propios de una democracia
social. Para que la paz no sea tan solo una mera ausencia coyuntural
de guerra basada en el miedo, en la separación y en débiles equilibrios
políticos y diplomáticos, es preciso establecer las condiciones materiales
necesarias para la realización de un objetivo más ambicioso de fundamentar una paz fuerte y duradera, de «satisfacción» 15 que se base en la
confianza recíproca y se exprese mediante el diálogo y la cooperación.
La paz es así una dimensión más de la sociedad democrática avanzada.
Orientarse en el objetivo de la instauración y el mantenimiento de la
paz ha de ser tarea fundamental de la Política con mayúscula, operando
mediante políticas con minúscula sobre el complejo entramado de condiciones económicas, sociales y culturales que permitan el intercambio
y la interrelación en todos los ámbitos y niveles.
Esto implica, por una parte, un radical compromiso de los países
más ricos y desarrollados para, en beneficio tanto común como propio,
combatir el malestar antropológico de fondo, de civilización, provocado por la desigualdad estructural en la que estamos inmersos a escala
planetaria, que es el caldo de cultivo o el contexto más propicio de
otros muchos males normalmente asociados, como el autoritarismo, los
15.Ibídem.
el poder polÍtico de la paz. la presencia...
295
fundamentalismos, el racismo y la xenofobia, el terrorismo y las guerras.
Son las desigualdades tan descarnadas que hoy viven las personas y los
pueblos las que provocan mayor retracción y refugio en valores culturales particularistas y regresivos frente al Occidente rico y hegemónico,
impidiendo el mutuo reconocimiento y poniendo en peligro la paz y la
seguridad. Los textos internacionales nos advierten, como dice Ferrajoli16,
de que «no se podrá hablar de paz y seguridad futuras, ni mucho menos
de democracia y derechos humanos, si no se remueven, o al menos se
reducen, la opresión, la desigualdad, el hambre y la pobreza de miles de
personas, cuya situación comporta una terrible negación de las promesas
contenidas en numerosas cartas constitucionales e internacionales».
En este marco, por consiguiente, es fundamental también el compromiso
por seguir estimulando de manera realista y adecuada la liberalización y
la progresiva democratización de los Estados no democráticos. La universalización en los avances efectivos en estos dos aspectos constituyen
los presupuestos inexcusables para la paz en el mundo. Perseguir su
realización con esta complejidad es menos utópico que pretender paz y
seguridad sólo mediante equilibrios de poder en un mundo marcado por
y sustentado en la existencia de una ominosa, escandalosa e insostenible
desigualdad. Como brillantemente sostiene Carlos de Cabo17, el progreso
del constitucionalismo formal y material de nuestros días consiste en la
interpenetración y el potenciamiento de las dos utopías que representan
una cultura constitucional más individualista y tendente a la eliminación de obstáculos y otra más general y promocional, propia del Estado
social. Un «constitucionalismo beligerante», por contraposición a otro
predominatemente «funcionalista», solo se puede construir incorporando
el pensamiento utópico, que implica una crítica a la situación presente y
una propuesta transformadora. Propuesta transformadora que las políticas
de la paz han de tender a convertirla en realidad.
16.FERRAJOLI, Luigi, Op. Cit.
17.DE CABO MARTÍN, Carlos (2004) «El elemento utópico, ingrediente cultural del
constitucionalismo», en F. BALAGUER CALLEJÓN (Coord.): Derecho Constitucional y
Cultura. Estudios en Homenaje a Peter Häberle. Madrid, Tecnos, pp. 47-56.
296
Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez
3. LAS PROPUESTAS POLÍTICAS DE PAZ
La búsqueda de la Paz ha sido una habilidad política permanente orientada a obtener las mejores condiciones de convivencia y de bienestar en
nuestras sociedades. Frente a los problemas planteados por la confluencia
de intereses, necesidades, objetivos o percepciones diferenciadas en las
sociedades, la acción pública y política ha tenido un continuo esfuerzo
por lograr que se alcancen el mayor número de expectativas con el menor coste social posible. Implícita y explícitamente la transformación y
regulación pacífica de los conflictos ha influido en la toma de decisiones
políticas de las sociedades, instituciones y Estados18.
La Paz se ha convertido en una práctica, una ideología y una teoría pública y política que ha tenido capacidad para hacer frente a los
diversos desafíos de las sociedades. Podríamos decir que todas las tendencias políticas presentes en las culturas y países de nuestro entorno
han mantenido posiciones y discursos con respecto a la Paz, al menos
entendida como la ausencia de guerra. La Paz ha servido para enmarcar
las relaciones entre los estados, las culturas, las religiones, las ciudades,
los grupos sociales y las personas. La Paz aparece como un deseo, un
horizonte ético, una diosa, el establecimiento de relaciones diplomáticas, la firma de un tratado, el fin de una guerra, un lema político o un
proyecto social. Justamente, esta polisemia y plasticidad de la Paz es la
que le ha hecho ser un recurso útil.
Cuando desde finales del siglo XVIII y a lo largo del siglo XIX se
fueron consolidando diferentes culturas políticas (liberalismo, republicanismo, socialismo o comunismo), tuvieron que reelaborar su posicionamiento con respecto a la regulación de los conflictos, y las teorías
de la Paz se multiplicaron ante los conflictos bélicos decimonónicos y
especialmente con motivo de la Primera y la Segunda Guerra Mundial.
No en vano la Paz y la regulación de los conflictos fueron los objetivos
y principios con los que nació la Sociedad de Naciones y se creó las
Naciones Unidas19.
18.Cf. PÉREZ BELTRÁN, Carmelo y MUÑOZ, Francisco A.(Eds.) (2004) Experiencias
de Paz en el Mediterráneo, Granada.
19.Cf. MARTÍNEZ LÓPEZ, Fernando y MUÑOZ, Francisco A. (2007)«El reconocimiento
de la paz en las culturas políticas del Mediterráneo», en MARTÍNEZ LÓPEZ, Fernando
y MUÑOZ, Francisco A. (Eds.), Políticas de Paz en el Mediterráneo. Madrid, pp. 14 y
ss.
el poder polÍtico de la paz. la presencia...
297
Democracia, Libertades Públicas, Derechos Humanos y Paz han
estado estrechamente vinculados en la Historia de la España Contemporánea y han constituido ejes básicos de la tradición de la izquierda
española desde las primeras décadas del siglo XIX. Los pioneros de la
Democracia española estamparon en sus idearios la palabra Paz junto a
la conquista de las libertades, los derechos individuales y las reformas
sociales. Basta tomar como referencia los enunciados del programa del
Partido Demócrata Español a mediados del siglo XIX o leer la cabecera
del diario demócrata madrileño La Discusión, que les alumbró durante
varias décadas, para encontrar totalmente vinculadas las ideas de Democracia y Paz. En la idílica sociedad de pequeños propietarios libres,
iguales en derechos y libertades a que aspiraban, creían que las reglas
del juego democrático regularían los conflictos.
El deseo de una España armónica, basada en la conciliación y en la
negociación entre obreros y patronos, gradualista en las reformas, sustentada por un estado representativo emanado de la voluntad nacional,
donde todos cupieran y aceptaran las reglas del juego de la política
democrática, constituyó el norte de una parte de la izquierda española,
guiada por las ideas krausistas e institucionistas, que abrazó la forma de
estado republicano ante la incapacidad de la monarquía de los Borbones
por vincularse a un sistema constitucional democrático.
Demócratas y republicanos españoles, ya fueran federales o unitarios,
demoliberales o demosocialistas, en el breve espacio de tiempo que estuvieron en el poder durante el Sexenio Democrático propiciaron políticas
de Paz —la abolición de la esclavitud en las colonias, la abolición de
la pena de muerte, el establecimiento de jurados mixtos (Ley Benot), la
libertad de enseñanza, la libertad religiosa o los intentos de separación
de la Iglesia y el Estado en pro de una sociedad donde la religión quedara situada en el marco de las conciencias individuales— que quedaron
truncadas con la Restauración de los Borbones.
No obstante, la identificación de la Democracia republicana y las
propuestas de paz se pusieron de relieve en múltiples ocasiones a lo
largo de la Restauración. La defensa de la Autonomía para las Antillas
y la oposición a la guerra de Cuba, el apoyo a los Congresos de la Paz
celebrados en diversos países europeos a fines del siglo XIX, la crítica y
la movilización contra la guerra de Marruecos, las campañas antibelicistas
del primer tercio del siglo XIX, la defensa de la neutralidad española
en la I Guerra Mundial que fue también común a liberales y conservadores a pesar de las simpatías hacia la Entente o la Triple Alianza, son
298
Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez
elementos que dejaron huella en la sociedad española y contribuyeron a
crear opinión pública a favor de la Paz, contra las políticas africanistas,
tanto en la política interna como en la política internacional.
No deja de ser significativo que a todo ello se sumaran los obreros desde su clara impronta de clase. Anarquistas y socialistas fueron
sumamente combativos contra las guerras de Cuba (1895-1898) —la
campaña de «o todos o ninguno» del PSOE— y de África, y siguieron
la preocupación por la Paz emanada de los Congresos Socialitas de la
II Internacional ante las graves amenazas a la Paz que suponían las
tensiones inter- imperialistas de principios del siglo XX20.
Correspondió a los liberales, procedentes del institucionismo, impulsar los intentos de regulación de conflictos entre obreros y patronos a
principios de la década de los ochenta del siglo XIX con el establecimiento de la Comisión de Reformas Sociales o, más tarde ya en el siglo
XX, con la creación del Instituto de Reformas Sociales. Fueron ellos
los que también impulsaron la Junta de Ampliación de Estudios, cuyo
centenario de creación se cumple en este año, con la decidida voluntad
de que los estudiantes universitarios españoles conocieran otras culturas
y ampliaran sus campos de estudio y conocimiento. Especial significado
tuvieron las corrientes pacifistas en el ideario de la masonería española,
nutrida por republicanos y liberales, del mismo modo que reformistas y
socialistas españoles participaron de la idea de la creación de la Sociedad
de Naciones en la que desempeñó un papel destacado el institucionista
Pablo de Azcárate.
Todo este conjunto de propuestas políticas democráticas, de intentos
de regulación de conflictos en una sociedad de clases y de preocupación
por la Paz cristalizarían una opinión pública española proclive al neutralismo, que tomaría cuerpo en la II República en el compromiso de
la Constitución de 1931 con la Paz. Una Constitución que impuso una
política exterior de paz y renunció explícitamente a la guerra, —«España
renuncia la guerra como instrumento de política nacional» (art. 6)—.
Fue precisamente durante la Segunda República cuando mayor empeño
se puso en propiciar propuestas de Paz desde la Escuela. A nadie se le
escapa que los demócratas e intelectuales del primer gobierno republicano
20.Cf. GÓMEZ OLIVER, Miguel. (2007) «La paz en la cultura política del socialismo
español», en MARTÍNEZ LÓPEZ, Fernando y MUÑOZ, Francisco A. (Eds.), Políticas
de Paz en el Mediterráneo. Madrid, pp. 145 y ss.
el poder polÍtico de la paz. la presencia...
299
estaban convencidos de que el éxito de la República iba a depender de
la capacidad de los españoles para adoptar valores y comportamientos
políticos desconocidos hasta entonces.
Educar a los españoles en los valores propios de la cultura cívica
republicana se convertiría, por tanto, en unos de los ejes claves de la
Segunda República. La política educativa, definida por el artículo 48
de la Constitución, caracterizada por la gratuidad y obligatoriedad de
la enseñanza primaria y el carácter público y laico de la misma, —sustentada por el ideario de la Institución Libre de Enseñanza, las ideas de
la Escuela Moderna y las del movimiento internacional de la Escuela
Nueva— perseguía hacer del niño un ciudadano, libre de dogmas y consciente de su propia dignidad. En consecuencia, los maestros y maestras
republicanas trataron de forjar una nueva generación de españoles que
tuviera como valores fundamentales de su vida el altruismo, la virtud
moral y cívica, la justicia social, la libertad, la corresponsabilidad, el
pacifismo, la hermandad entre los pueblos, el internacionalismo y la fe
en el progreso21.
Tristemente todo el esfuerzo educativo y cultural de la República
se quebró con la llegada de la cruenta guerra civil y la dictadura franquista. Cuarenta años de dictadura, de represiones, exilio y miedo de
los vencidos en un contexto internacional caracterizado por la Segunda
Guerra Mundial, la Guerra Fría entre bloques, la creación de Naciones
Unidas, la OTAN, la Declaración Universal de Derechos Humanos, la
emancipación de las colonias asiáticas y africanas, el mayo del 68 y la
rebelión de los jóvenes, los estados de bienestar en los países europeos
occidentales …, fueron un largo período del que se salió, tras la muerte
del dictador, con una transición democrática que, con grandes aciertos
y sombras, se caracterizó por la voluntad de evitar los viejos enfrentamientos que habían caracterizado a la España Contemporánea.
Los viejos y nuevos partidos, surgidos a socaire de la transición, se
esforzaron por crear un clima de consenso, reformaron sus idearios y
trataron de homologarse con las organizaciones políticas democráticas
europeas salidas de las experiencias de las terribles guerras mundiales.
La izquierda española volvió a poner en valor, adecuar y reactualizar sus
valores, mientras la derecha, procedente en gran medida del franquismo,
21.Cf. BOYD,Carolyn P. (2000), Historia Patria. Política, historia e identidad nacional
1875-1975. pp. 175 y ss.
300
Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez
se alineó lentamente con los idearios de la derecha democrática europea
y emprendió un camino de apuesta democrática desde donde defender
sus valores tradicionales.
En el nuevo contexto político, la entrada en las organizaciones internacionales políticas (UE, Consejo de Europa, OCDE, etc. ) y militares
(OTAN) obligó a los partidos políticos españoles, agrupaciones sindicales
y patronales a no quedarse aisladas y desarrollar políticas internas y
externas homologables desde sus respectivas opciones políticas a los
países europeos occidentales. La defensa de los Derechos Humanos, la
cooperación internacional, la preocupación por la Paz en este mundo
convulso y globalizado pasó a ser una referencia obligada de sus idearios
y programas políticos.
3.1. La políticas de paz en los programas de los partidos políticos
Para empezar, se puede afirmar que los programas de los partidos
políticos españoles y andaluces, ya sean de la izquierda, la derecha o
nacionalistas, recogen la preocupación por la Paz, los Derechos Humanos
y la Cooperación Internacional. La mayor parte de ellos lo hacen desde
la definición de sus idearios, de tal modo que forman parte sustancial
de sus principios y de sus objetivos más o menos inmediatos. Pese a las
diferencias existentes entre ellos, especialmente el reforzamiento o no de
las relaciones atlánticas o el análisis de las causas de los conflictos, los
puntos comunes en política internacional se explicitan, sobre todo, en
los deseos de reforzar Europa, dar credibilidad a las Naciones Unidas,
exigir la aplicación de sus Resoluciones, especialmente la «Hoja de
Ruta» para la solución del conflicto del Oriente Próximo, o la disposición por contribuir a las misiones de paz internacionales con nuestras
Fuerzas Armadas.
Menor unanimidad se encuentra respecto al fomento de la Cultura
de Paz, el desarrollo de los pueblos y las causas de los conflictos, correspondiendo a las organizaciones de la izquierda española y sindicatos
de clase la mayor apuesta solidaria y la extensión de la Cultura de Paz
como elemento vertebrador de la convivencia interna y de las relaciones
exteriores. Las actitudes ante la emigración, el encuentro y alianza de
civilizaciones, el análisis de las causas de los conflictos, la prevención
de ellos con diálogo y negociación, la educación en valores, las redes
de paz, la apuesta por la cooperación internacional y la erradicación
el poder polÍtico de la paz. la presencia...
301
de la pobreza, etc. las encontramos más en los programas, en los compromisos y en las prácticas políticas de la izquierda que en los de los
partidos de la derecha.
En las páginas siguientes se recogen los ejes básicos desde donde se
afrontan las propuestas de paz de los más significativos partidos políticos
de la vida política andaluza.
3.1.1. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE)22
Este partido centenario pone de relieve en sus bases ideológicas la
aspiración de «transformar la sociedad para convertirla en una sociedad
libre, igualitaria, solidaria y en paz, que lucha por el progreso de los
pueblos».
Su proyecto responde fundamentalmente a los objetivos de conseguir una España plenamente integrada en Europa, comprometida con la
Paz, unida y cohesionada a partir de su diversidad, social y solidaria,
moderna y laica, culta y tolerante. Para alcanzar esos objetivos centra
su actuación en diversos ejes prioritarios entre los que sobresalen: la
defensa de la seguridad y la lucha contra el terrorismo; la renovación y
revitalización de la democracia, abriendo nuevos espacios de participación ciudadana; el impulso del papel que debe desempeñar España en el
mundo; la promoción de un desarrollo económico sostenible al servicio
del bienestar colectivo; el reconocimiento e implantación de nuevos
derechos y políticas sociales activas y solidarias; un decidido impulso
a las políticas de igualdad y a los derechos civiles.
La apuesta socialista por la Constitución Europea, que le llevo a ser
la primera en la realización del referéndum de la Carta Europea, se
inscribe en la idea de que la Unión sea una potencia mundial que sirva
de «elemento de equilibrio para la Paz», que proyecte su capacidad económica y que ofrezca al resto del mundo un modelo de cohesión social,
basado en el consenso, en el respeto a la diversidad, en la garantía de
los derechos y libertades, y en la solidaridad.
La Europa que, al menos teóricamente, pretende construir el PSOE
es aquella capaz de ejercer su papel como actor global, autónoma y
comprometida con la paz, la estabilidad, la erradicación de la pobreza,
22.En http://www.psoe.es
302
Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez
el desarrollo sostenible, el progreso económico y social, la igualdad y
el respeto de los derechos humanos. La paz, la libertad, y la seguridad
son, por tanto, los ejes centrales de su visión europea.
Consecuentemente, los ejes estratégicos de su política de Paz son: La
potenciación de la diplomacia preventiva en la gestión, contención y solución de los conflictos; la reforma de las operaciones de mantenimiento
de la paz; el impulso a la negociación y puesta en práctica de acuerdos
globales de desarme y control de toda clase de armamentos; el fortalecimiento de la cooperación multilateral en la lucha contra el terrorismo,
el narcotráfico y las demás formas de delincuencia organizada; el apoyo
efectivo a los mecanismos de arreglo pacífico de controversias.
Para los socialistas, promover la paz y la seguridad, defender la democracia y los derechos humanos en Europa y en el mundo, exige un
enfoque integral de la seguridad internacional que aborde también la
imprescindible atención a las principales causas de inestabilidad en los
diversos escenarios y conflictos.
En primer término, es imprescindible el respeto riguroso de la legalidad
internacional, basado en un multilateralismo efectivo que «refuerce el
papel de Naciones Unidas»; en segundo lugar, la implicación profunda
en el Mediterráneo y Oriente Medio y un mayor grado de cooperación
con América Latina23.
Situados en el espacio occidental europeo, los socialistas defienden
«una relación transatlántica robusta y equilibrada» —no de subordinación— como elemento decisivo para la paz y la estabilidad internacionales.
Europa y Estados Unidos comparten los mismos valores.
La calidad de las relaciones en el seno de la Comunidad Iberoamericana
debe tener, para los socialistas, su traducción en términos de una acción
concertada ante los problemas de la Agenda Global y, en particular, en
favor de la paz y de la seguridad internacional. A nivel regional, mediante
la cooperación en la lucha común contra el terrorismo, el narcotráfico y
otras formas de delincuencia organizada. A escala mundial, participando
conjuntamente en las Operaciones de Paz de las Naciones Unidas. Se
dotaría así a la Comunidad Iberoamericana de una nueva dimensión que
contribuiría positivamente a la seguridad y a la estabilidad global.
La afirmación de que la guerra de Irak nos llevaría a un mundo más
sólido y más seguro y supondría la plataforma definitiva para alcanzar el
23.Ibídem, PSOE. Programa electoral de 2004, p. 18.
el poder polÍtico de la paz. la presencia...
303
definitivo acuerdo de paz entre palestinos e israelíes ha resultado dramáticamente inexacta. Terminada la guerra, el mundo es más inseguro; la
inestabilidad en la región ha aumentado y el proceso de paz está al borde
del colapso. Para el PSOE, las consecuencias políticas del conflicto han
sido devastadoras. Se dividió a la Unión Europea, se socavó la credibilidad de las Naciones Unidas, se dañó la relación transatlántica; y, ante
todo, se ha desestabilizado una región vital para la paz y la seguridad
internacionales, abriéndose, especialmente, una gran brecha en la opinión
publica árabe que puede tener graves consecuencias en el futuro.
La retirada de las tropas españolas de Irak, además de cumplir una
promesa electoral, supuso un claro revulsivo en la política interna y en
la política exterior española. Una determinación que está siendo adoptada o se la están planteando otros países, incluido los EEUU ante la
presión de los demócratas. A partir de la llegada de los socialistas al
poder en 2004, la política internacional española volvía a retomar los
ejes fundamentales que se habían ido gestando y madurando a lo largo
de los años anteriores: un país que intentaba favorecer el diálogo con
los países árabes, autónomo, respetuoso, cooperativo con Estados Unidos
pero sin servilismos con su presidente.
Respecto a las propuestas de Paz para los países del Mediterráneo,
los socialistas apuestan por relanzar el Proceso de Barcelona —que el
gobierno del PP tiró por la borda— con la finalidad de integrar a la
frontera sur de la Unión Europea en un área de paz, estabilidad y cooperación, demostrando que el diálogo multilateral entre diferentes culturas
es la mejor fórmula para resolver los conflictos. Desde estas posiciones
consideran que la única solución posible al conflicto palestino-israelí es
la negociación, sin condiciones previas, de un Acuerdo de paz firme y
definitivo, basado en la existencia de dos Estados democráticos, soberanos
y viables que convivan en paz dentro de fronteras seguras y reconocidas,
tal y como definió la denominada «Hoja de Ruta». Para ello resulta imprescindible la firme colaboración de la comunidad internacional, que
no puede perder de vista que en este conflicto se enfrentan un ocupante
y un ocupado, y que tan sólo el fin de la ocupación acabará con la espiral de violencia. Y más en concreto, plantean que Israel ponga fin a la
ocupación y colonización de los territorios palestinos, a los asesinatos
selectivos, y a la construcción del llamado muro de seguridad; y que
la Autoridad Nacional Palestina cumpla sus compromisos de eliminar
completa e incondicionalmente todas las formas de violencia y regresar
al diálogo político como única vía para conseguir la paz, dirigiendo
304
Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez
esfuerzos concretos y visibles contra las organizaciones terroristas,
completando las reformas anunciadas y realizando, cuanto antes, unas
elecciones libres y transparentes24.
Los socialistas completan su apuesta por la Paz a escala internacional
potenciando la actuación de nuestras Fuerzas Armadas en misiones de
Paz. Desde que a finales de los años 80 España inauguró las acciones de
paz del ejército en Angola para contribuir modestamente a la salida de
las tropas cubanas, nuestro país ha venido interviniendo en el mantenimiento de la paz en las zonas de conflicto. Lo ha hecho en los Balcanes,
en Bosnia-Herzegovina, en Kosovo o en Afganistán. Ello prestigió en su
día a nuestras Fuerzas Armadas, totalmente desacreditadas como consecuencia de la dictadura, y supuso un antes y un después de la visión
de los ciudadanos respecto a las fuerzas Armadas. También marcó una
forma de intervención en operaciones internacionales que, definida en el
Informe en el Congreso con motivo del 50 aniversario de las Naciones
Unidas (1995), fue quebrado por la intervención en Irak.
En ese Informe se definían las condiciones que se debían de dar para
que las Fuerzas Armadas españolas actuaran en operaciones internacionales: contar con un mandato claro emanado de una resolución de Naciones
Unidas y actuar con imparcialidad. Una imparcialidad que no significa ser
neutral, porque ante la barbarie no se puede ser neutral. Pero se debe ser
imparcial a la hora de castigar, a la hora de perseguir, a la hora de separar
contendientes, etc. La imparcialidad es algo que caracterizó la actuación
de España en los Balcanes, en Bosnia-Herzegovina o en Kosovo, adoptando un perfil muy singular, abriendo una interlocución con la población
civil y favoreciendo la entrada de organizaciones no gubernamentales que
actuaban en su ámbito cooperando con ellas. En la nueva ley de Defensa
se establecen las condiciones en las que España participará en operaciones
internacionales —mandato de Naciones Unidas, etc…—, y el papel del
Parlamento en esas decisiones, un papel que se ha venido aplicando a partir
de las elecciones del año 2004 con el gobierno de Rodríguez Zapatero
(Afganistán y Haití). Lo común a todas las operaciones es su inserción
en una determinada cultura de paz y de seguridad que, en todos los casos,
deben cumplir el requisito de la legitimidad internacional 25.
24.Ibídem, p. 23.
25.ESTRELLA PEDROSA, Rafael (2007) «La paz desde la perspectiva de los grupos
políticos españoles», en MARTÍNEZ LÓPEZ, Fernando y MUÑOZ, Francisco A. (Eds.),
Políticas de Paz en el Mediterráneo. Madrid, pp. 289 y ss.
el poder polÍtico de la paz. la presencia...
305
El programa del PSOE de 2004 concluye, cuando se refiera a los
valores universales de los derechos humanos, que promoverán el diseño,
desarrollo y evaluación de proyectos educativos encaminados a promover
la cultura de paz y no violencia en los centros docentes 26.
3.1.2. El Partido Popular27
El Partido Popular se presenta con un ideario de clara vocación europea
e inspirado en los valores de la libertad, la democracia, la tolerancia y
el humanismo cristiano de tradición occidental, en el que «aboga por
una comunidad internacional fundamentada en la Paz y en el universal
respeto de los derechos humanos».
El Programa Electoral con el que se presentó a las elecciones de
2004 sintetiza los ejes básicos de sus actuaciones en políticas de paz a
lo largo de sus dos legislaturas y avanza una línea de continuidad en su
política internacional y propuestas de Paz, marcadas por el reforzamiento
de los lazos trasatlánticos.
El PP impulsó durante la VI y VII legislaturas la integración de España
en la estructura militar de la Alianza Atlántica y el proceso de refundación de la misma, —«tras la victoria de las democracias occidentales y
la caída del Muro»— hacia la dedicación de los ejércitos occidentales
a exportar estabilidad y a garantizar la paz en los aledaños europeos a
través de intervenciones limitadas; ha reforzado la cooperación con los
Estados Unidos e Iberoamérica, alineándose con la Administración Bush
y los neoconservadores en la idea de que con la «guerra preventiva» y
«la contundencia de la disuasión militar» podían hacer frente a la nueva
amenaza terrorista28, y ha hecho participar a las tropas españolas en
operaciones de paz y ayuda humanitaria («Bosnia, Kosovo, Macedonia,
Guatemala, Afganistán, efectos de la catástrofe del Prestige, de los incendios forestales y la asistencia y recuperación de inmigrantes»).
Muy a la defensiva por el alcance de la protesta ciudadana a tenor de
su política internacional y especialmente por su actuación en la guerra
26.Programa electoral de 2004, p. 175.
27.En http://www.pp.es
28.SEGURA, Antoni (2007) «El nuevo orden mundial y el mundo islámico», en Ayer,
65, (1), pp. 11 y ss.
306
Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez
de Irak, el PP afirma en su Programa de 2004 haber defendido el papel
de las Naciones Unidas como elemento esencial en el mantenimiento
de la paz y seguridad internacional frente a las amenazas terroristas y
la proliferación de armas de destrucción masivas que representaba la
violación sistemática de las Resoluciones del Consejo de Seguridad por
parte del régimen iraquí. Su máxima preocupación en 2004 estribaba en
llevar al convencimiento de la ciudadanía que su actuación estaba dentro
del respeto a la legalidad internacional y en especial a las Resoluciones
del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas29.
Para el PP, el terrorismo, las armas de destrucción masiva, los estados
fallidos y el crimen organizado constituyen las nuevas amenazas a la paz
y seguridad internacionales. Amenazas que trascienden las capacidades
de los estados individuales y que exige una responsabilidad compartida.
En función de ello, los ejes de su política internacional son:
1. Europa y el proyecto de construcción de la Unión Europea como
un actor mundial y un espacio de paz, seguridad, progreso y libertad.
Su compromiso en 2004 —y su voto favorable en el referéndum de la
Carta Europea— estribaba en conseguir que el proyecto de Constitución
fuera una realidad cuanto antes para todos los ciudadanos europeos,
como garantía de la paz, libertad, la democracia, los derechos humanos, las libertades fundamentales, el Estado de Derecho y la integridad
territorial de los Estados miembros de la Unión. Del mismo modo, la
prioridad política de la UE debía de ser la creación de un espacio de
libertad, paz y prosperidad en el continente europeo así como la defensa
y proyección de estos principios y valores en el resto del mundo para
favorecer la emergencia de un orden internacional más estable, más
seguro y más justo.
Junto a ello, desde su clara opción atlantista, apuestan como objetivo
básico de la Política Exterior y de Seguridad Común de la Unión Europea el reforzamiento de los lazos transatlánticos y el fomento de una
comunidad transatlántica capaz de garantizar la paz, la estabilidad y la
prosperidad en el mundo.
2. La Organización de las Naciones Unidas como guardián de la legalidad internacional y garante de la paz y la seguridad internacionales.
De ahí su interés porque España estuviera presente en el proceso de
reforma de las Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad.
29.Cf. Partido Popular. Programa electoral de 2004, pp. 221-224.
el poder polÍtico de la paz. la presencia...
307
En este sentido, por ejemplo, la solución que defiende para el conflicto de Oriente Medio es poner en práctica la Hoja de Ruta, que cuenta
con el respaldo unánime del Consejo de Seguridad, buscando «como
objetivo final la existencia de dos estados —el de Israel y el Estado
Palestino— viviendo en paz y seguridad el uno junto al otro» 30.
3. La presencia de nuestras Fuerzas Armadas en misiones de paz, humanitarias y en lucha contra el terrorismo más allá de nuestras fronteras
constituye el tercer eje de su política internacional y propuestas de paz
(pp. 226-227). Unas misiones de paz que decide el Poder Ejecutivo y en
ningún caso se plantea pasar por el Parlamento como defienden los socialistas e Izquierda Unida. Estas misiones en las que se plantea potenciar
la presencia de la Guardia Civil —por ello justifica el estatuto militar
de Benemérito Instituto— constituyen, al igual que otros instrumentos
del Estado, un ejemplo de solidaridad y cooperación 31.
3.1.3. Izquierda Unida
El nacimiento de Izquierda Unida se produjo el 27 de abril de 1986
al calor de las movilizaciones de la Paz y contra la OTAN, del referéndum de 1986 por el que España se integró en la estructura política y no
militar de la OTAN, cuando casi siete millones de votos planteaban con
su NO el apoyo a una política de paz y neutralidad y, en consecuencia,
una nueva concepción de la política. Izquierda Unida se constituyó, según
se recogía en las Bases de acuerdo para la constitución de la plataforma
de la izquierda unida ante «una ineludible necesidad para recuperar la
esperanza que subyace en los anhelos de tantos españoles que se pronuncian por la paz y la neutralidad». Nació, por tanto, con el compromiso
de defender la Paz y la Neutralidad de España, la salida de España de
la OTAN, la terminación del Tratado militar de 2 de julio de 1982 con
EE.UU y preaviso de un año para la salida de todos los efectivos norteamericanos de las bases de Torrejón, Zaragoza, Morón, Rota y demás
instalaciones de carácter militar en España, la Cooperación pacífica con
todos los pueblos de la tierra, y la solidaridad con el Tercer Mundo32.
30.Ibídem, p. 237
31.Ibídem, p. 250
32.Cf. Bases de acuerdo para la constitución de la plataforma de la izquierda unida,
p. 4
308
Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez
Para Izquierda Unida con el referéndum de 1986 no finalizaba la lucha
por la Paz y la soberanía de España. Había que desvincular a nuestro país
de la política de bloques, entre otras cosas, porque los bloques militares
situaban a las naciones que los integran bajo el control de la superpotencia que hegemoniza a cada uno de ellos, y porque había que seguir
propugnando una neutralidad activa y una política exterior fundamentada
en la paz, la distensión y la cooperación internacional.
Pasados veinte años de la formación de Izquierda Unida, Gaspar
Llamazares señalaba que la batalla no fue en vano, otros elementos vinieron a fortalecer la conciencia pacifista de nuestro país: «En España,
se perdió por parte de Izquierda Unida y por parte del movimiento pacifista la batalla de la OTAN. Perdimos aquella batalla; al final se entró
en la OTAN. Pero, los ecos de esa batalla ganaron otra, que fue el fin
de la leva obligatoria en nuestro país y la aparición de un Ejército profesional en España. Creo que eso tiene mucho que ver con la lucha del
movimiento de objeción de conciencia, del movimiento de insumisión,
que son elementos que también se añaden a la conciencia pacifista en
nuestro país»33.
A lo largo de su existencia política, tanto en las proposiciones en el
Parlamento como en sus programas políticos ha venido defiendo dicha
política que se ha concretado en proposiciones en las Cortes, en preguntas
y en propuestas claramente pacifistas y de cooperación en sus programas
generales y municipales. Entre las propuestas de paz que el grupo parlamentario de IU-Los Verdes ha desarrollado en la legislatura de 2004
a 2007 cabe destacar: El apoyo del envío de cascos azules españoles
en misión de Paz al Líbano; La petición al Gobierno socialista para que
desarrolle nuevas iniciativas de paz en el Oriente Próximo; Proposiciones
de ley sobre fomento de Educación y Cultura de Paz; Propuestas de paz
para el Oriente Próximo; Creaciones del Instituto Civiles para la Paz;
Diversas aportaciones a la Ley de Defensa referentes a que cualquier
intervención de las fuerzas Armadas sea necesaria la autorización del
Congreso de los Diputados, que esas intervenciones tengan que tener
aval por parte del Derecho Internacional y estar bajo el amparo de resoluciones de Naciones Unidas.
33.Cf. LLAMAZARES, Gaspar (2007) «Otra mirada a la cultura de la paz en la política
española», en MARTÍNEZ LÓPEZ, Fernando y MUÑOZ, Francisco A. (Eds.), Políticas
de Paz en el Mediterráneo. Madrid, 302 y ss.
el poder polÍtico de la paz. la presencia...
309
Al mismo tiempo han sido evidentes la críticas a las actuaciones
del Gobierno del PSOE, visibles especialmente en la exigencia de la
retirada de las tropas de Afganistán, o las críticas a la ambigüedad y
el acercamiento a Marruecos en relación con el Sahara Occidental, el
desarrollo reglamentario del Acuerdo de cooperación con EEUU para la
Defensa, la connivencia con los vuelos de la CIA y el uso de las bases
de utilización conjunta para el traslado de prisioneros a Guantánamo, la
venta de armas de doble uso a Marruecos, la colaboración militar con
Israel y la profundización de los compromisos con la OTAN, o a los
proyectos de nuevas bases en Zaragoza o Valladolid.
Para Izquierda Unida la nueva conciencia pacifista surgida con las
movilizaciones de la guerra de Irak incorpora no sólo un carácter antiimperialista sino también un carácter solidario. Esa conciencia pacifista
se interroga sobre la seguridad militar y se plantea el objetivo de la
seguridad humana pues, entre otras cosas por ejemplo, la fosa que nos
separa al Mediterráneo, esa fosa que en algunas zonas tiene tan solo
14 kilómetros de distancia, es la fosa de desigualdad económica más
profunda del universo. Por ello, para Izquierda Unida es insuficiente
una política internacional frente a la política mayoritaria de los Estados
Unidos basada en el Derecho Internacional, en los Derechos Humanos,
multilateral. Se hace imprescindible cada vez más tener, una Ley de Seguridad humana en el ámbito internacional, lo que significa mecanismos
de cooperación internacional, un mercado amplio en el conjunto del
Mediterráneo, organismos de prevención de conflictos 34.
El reflejo de las preocupaciones de Izquierda Unida por la cooperación
internacional, la pobreza, el fomento de la paz y los derechos humanos
queda reflejado en el Programa marco local 2007 cuando sitúa propuestas
del siguiente tenor:
Una educación pública de calidad en condiciones de igualdad, en la
que se faciliten recursos orientados a potenciar la educación en valores
relacionados con los derechos humanos, la Paz, el respeto mutuo y la
solidaridad, la igualdad entre mujeres y hombres, la educación ambiental,
la educación para la salud, la educación afectivo-sexual, la educación en
materia de comunicación, la educación para el consumo, el valor de la diversidad y la tolerancia para luchar contra la xenofobia y el racismo 35.
34.Ibídem, pp. 307-308.
35.Programa marco local 2007, p. 34.
310
Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez
Ciudades solidarias en un mundo global, poniendo de relieve que los
municipios españoles no están fuera del mundo, pertenecen a un mundo
global en el que la mayoría de la población vive al borde de la miseria,
de donde se deduce la obligación ética de los municipios españoles con
la cooperación al desarrollo de los pueblos, y la obligación de respeto
a su historia y su cultura y un compromiso de paz.
Participación ciudadana y movilización social con la creación en cada
ayuntamiento de un Consejo Municipal de Paz, solidaridad y cooperación
con carácter consultivo, la creación de una concejalía delegada de paz,
Solidaridad y Derechos Humanos, fomentar la educación para el desarrollo y la paz , a través de convenios con los centros de enseñanza que
pongan en funcionamiento proyectos que incorporen la educación para
la paz y la solidaridad como eje trasversal de los proyectos circulares,
hermanamientos con comunidades educativas de los países del Sur,
jornadas seminarios, etc.
Propuestas que, en el caso andaluz, conectan con el Plan Andaluz de
Educación para la Cultura de Paz y la Noviolencia, puesto en marcha en
el curso escolar 2001-2002 por la Consejería de Educación de la Junta
de Andalucía lo que constituye una experiencia única en el ámbito del
sistema educativo español, especialmente la Red Andaluza «Escuelas:
Espacio de Paz» integrada por aquellos centros que desarrollan un proyecto
integral desde el enfoque de la Educación para la Cultura de Paz.
3.1.4 Los Verdes36
En la Carta de Los Verdes del Mundo hay un claro pronunciamiento
contra la noviolencia y el logro de la Cultura de Paz y cooperación entre
los estados como base de la seguridad global. Una seguridad que no ha
de descansar sobre la fuerza militar sino sobre la cooperación, sobre un
desarrollo económico y social solvente, sobre la seguridad ambiental, y
el respeto a los derechos humanos.
Para los Verdes, todo ello requiere: Un concepto integrado de seguridad global, que otorgue prioridad a los aspectos sociales, económicos,
ecológicos, psicológicos y culturales del conflicto, en vez de un concepto
basado principalmente en los balances de poder militar; Un sistema
36.En http://www.losverdesdeandalucia.org/
el poder polÍtico de la paz. la presencia...
311
global de seguridad capaz de prevenir, gestionar y solucionar conflictos;
La eliminación de las ocasiones de guerra por medio de la comprensión
y el respeto a las otras culturas, erradicando el racismo, promocionando
la libertad y la democracia, y erradicando la pobreza a escala planetaria;
La persecución del desarme general y completo incluyendo acuerdos
internacionales para asegurar una prohibición completa y definitiva de
las armas nucleares, biológicas y químicas, las minas antipersona y las
armas de uranio empobrecido; el fortalecimiento de las Naciones Unidas
como la organización global de gestión de conflictos y pacificación; La
búsqueda de un código riguroso de conducta sobre las exportaciones de
armas a países donde se violen los derechos humanos.
Propuestas a las que se suma la preocupación del uso no sostenible
del agua como fuente de conflictos, guerras y amenaza contra la paz y
la cooperación, abogando por la democracia del agua como creadora de
condiciones de paz37.
En cualquier caso, Los Verdes proponen la construcción de la Unión
Europea que sirva de modelo alternativo a la globalización neoliberal y
defienden una solución de los conflictos basada en un enfoque multilateral
—Naciones Unidas— y en una organización multipolar del planeta, en
la que la prevención prime sobre la represión o la opción militar. No
obstante, cuando las medidas de prevención fracasan, consideran legítimo
recurrir a la fuerza armada, bajo el mandato de la Naciones Unidas para
restablecer la Paz y la Seguridad con la intención explícita de retornar
un enfoque político multilateral democrático.
Los partidos nacionalistas andaluces (PSA, PA) hacen una apuesta en
sus idearios por el afianzamiento de la Paz, la cooperación universal, la
afirmación de los Derechos Humanos y el encuentro entre las culturas
y las civilizaciones (PA), o la defensa de los Derechos Humanos de los
Pueblos, el desarrollo sostenible, la defensa del medio ambiente, la justicia, la paz y la solidaridad (PSA)38. Es indudable la apuesta y la suma
de estos partidos al fomento de la cultura de paz, a las movilizaciones
por la paz llevadas a cabo con motivo de la guerra de Irak, pero tal se
37.El agua, derecho de vida en el siglo XXI. Cumbre de Siete Países de los Más Pobres
del Mundo. Bruselas, Parlamento europeo del 7 al 10 de junio de 2000.
38.Véase Los Estatutos del Partido Socialista de Andalucía, p. 4 en http://www.psaandalucia.org/, y Los Estatutos del Partido Andalucista, p. 3 en http.//www.partidoandalucista.org/.
312
Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez
echa en falta un mayor desarrollo de estos principios de sus idearios que
contribuirían, sin duda, a reafirmar el gran legado de Blas Infante cuando
señalaba «Andalucía por si, por España y la Humanidad».
3. 2. Las propuestas de paz de los agentes sindicales
Si los partidos políticos democráticos españoles contemplan, a veces
con importantes insuficiencias, la defensa de la Paz y los Derechos
Humanos, en los idearios, las practicas sindicales y el amplio campo
de los pronunciamientos de las centrales sindicales españolas y de la
patronal nos encontramos claras apuestas y propuestas en pro de la Paz,
los Derechos Humanos y el bienestar de los conciudadanos.
Tal vez el elemento más significativo de la contribución de estos actores
sociales a la regulación de los conflictos entre obreros y patronos haya
sido el tránsito de la «lucha de clases y la confrontación» con que se
inició la transición a una política de concertación social y negociación
que ha terminando por imponerse, generando un clima de paz laboral,
social, que ha contribuido ampliamente al desarrollo y el crecimiento
que viene produciéndose en nuestro país en los últimos 14 años 39.
Junto a ello, las propuestas de Paz de las grandes centrales sindicales (CCOO, UGT) se han situado en el contexto de las organizaciones
de la izquierda española, aportando su singularidad desde el mundo
laboral. De este modo, CCOO tiene constituidas Fundaciones de Paz
y Solidaridad para la cooperación internacional y la promoción de la
paz y solidaridad de los pueblos, y los dirigentes sindicales españoles
no cesan de exigir en los foros sindicales europeos (CES) que la Unión
Europea «sea un referente mundial que reclama el derecho internacional,
39.En la página web de la CEOE se puede leer en este sentido lo siguiente: «La
concertación, a través de Acuerdos Nacionales de muy distinta naturaleza, estructura y
alcance, ha sido una nota constante en la actividad de la Confederación Empresarial en
sus veintiocho años de existencia. Desde 1979 hasta nuestros días, la negociación y firma
de convenios colectivos se ha visto facilitada a través de sucesivos acuerdos globales en
los que la CEOE ha participado directamente. Desde el Acuerdo Básico Interconfederal
(ABI), al Acuerdo Económico y Social (AES), se ha pasado un largo trecho, no exento
de dificultades, pero con un balance muy positivo para la negociación colectiva y para la
paz social en España.
el poder polÍtico de la paz. la presencia...
313
el equilibrio pacífico y la evitación de conflictos bélicos en cualquier
punto del planeta»40.
Especial atención han puesto ambas centrales sindicales en inculcar a
sus afiliados y a todos los agentes sociales la necesidad de la educación
en valores como eje fundamental para trabajar la paz en la escuela y
en todos los espacios extraescolares desde la calle, el barrio, la familia,
los amigos, los espacios públicos de ocio, los medios de comunicación,
los juguetes, los videojuegos, Internet. Etc.
A nadie se le oculta el importante papel desempeñado por CCOO y
UGT en las movilizaciones contra la guerra de Iraq, las denuncias contra las guerras preventivas auspiciadas por la Administración Bush de
los EEUU y los gobiernos de Tony Blair de Gran Bretaña y José María
Aznar de España, o las exigencias al gobierno del Partido Popular de
que no nos hiciera a los españoles cómplices de la barbarie, implicando a nuestro país en un conflicto bélico que carecía de justificación,
no contaba con el amparo de ninguna institución internacional ni con
legitimidad alguna desde el derecho internacional . A ellos correspondió
impulsar, junto a otras organizaciones políticas y sociales, las acciones
más mayoritarias por la Paz de la historia de nuestro país, como fueron
las manifestaciones del 15 de febrero de 2003, la jornada de acción
sindical contra la guerra (10 de abril de 2003), paros de quince minutos
y una huelga general de dos horas.
Para ellos, un Mundo en paz necesita, también, medidas que alivien
la deuda externa y la condonen para los países más empobrecidos así
como medidas adicionales de protección contra la inestabilidad financiera mundial, prestar mayor atención a la lucha contra la pobreza y
por la igualdad entre hombres y mujeres, y actuaciones eficaces de las
instituciones internacionales, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, de apoyo a las normas fundamentales del trabajo
de la OIT, de ayuda financiera a favor de servicios públicos de calidad,
y un desarrollo económico sostenible que respete las conclusiones de la
Conferencia de Río y el Protocolo de Kioto 41.
Unas centrales sindicales que han hecho una clara defensa de la Carta
de las Naciones Unidas y han apostado claramente por su reforzamien-
40.Véase Paz y Solidaridad Andalucia, en http://www.pazysolidaridadandalucia.org/.
41.Por la Paz y el Empleo, Manifiesto conjunto de UGT y Comisiones Obreras. 1º de
Mayo de 2003
314
Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez
to como único organismo de la comunidad internacional para adoptar
medidas y mantener la paz frente a las presiones y los ultimátum a que
era sometida por los EEUU para que legitimara acciones unilaterales.
«Defendemos —decían en un comunicado conjunto el día Internacional
de la Paz— la necesidad de mantener y reforzar la ONU, como único
organismo legítimo de la comunidad internacional para adoptar medidas
y mantener la paz, reclamamos , a su vez, profundas reformas en el
funcionamiento de sus organismos y agencias para situar en un plano
de igualdad a una amplia mayoría con  voz limitada y a una minoría
con derecho a veto, y contemplamos con preocupación las presiones
y ultimátum para que la ONU resuelva y legitime acciones decididas
unilateralmente»42.
Del mismo modo que apuestan por dar la mayor credibilidad a la
ONU y que se cumplan sus resoluciones, se han mostrado firmes partidarios del fortalecimiento de la política exterior y de seguridad de la
Unión Europea para que muestre una voz común en el mundo a favor
de la paz y la seguridad, la justicia social, la democracia, los derechos
fundamentales y el desarrollo económico y social de los pueblos.
Recientemente, bajo el eslogan NO hay PAZ sin Justicia. NO a la
Ocupación Israelí, se situaban ante el conflicto de Israel-Palestina,
denunciaban, junto a partidos políticos y asociaciones, la guerra permanente de Israel contra el pueblo palestino y sus graves consecuencias,
«catastróficas» en el ámbito humanitario y «peligrosas», en el plano
político, y solicitaban a la Comunidad Internacional que su compromiso no se limitara al envío de tropas a la región. Aducían para ello que
construir la paz implica reivindicar «sin concesiones, ni dobles raseros,
el Derecho Internacional, los Derechos Humanos y el reconocimiento de
los derechos nacionales del pueblo palestino». Han pedido al Gobierno
de España que promueva una nueva Conferencia Internacional de Paz
para sentar las bases de un acuerdo definitivo justo y sostenible para la
región, que permita a los pueblos vivir en paz 43.
42. Día Internacional de la Paz: UGT y CC.OO. exigen que cesen las presiones sobre
la ONU y se restaure su credibilidad, 20 de Septiembre de 2002.
43.Partidos, sindicatos y asociaciones se comprometen por la Paz con Justicia en Palestina. Madrid, 16 de noviembre de 2006.
el poder polÍtico de la paz. la presencia...
315
3.3. La paz en la política autonómica andaluza
Los idearios, las propuestas y los pronunciamientos que recogen los
partidos políticos y los agentes sociales han tomado cuerpo en la política
andaluza, especialmente en la vida parlamentaria, en las decisiones del
Poder Ejecutivo andaluz y en las declaraciones de sus dirigentes.
Tal vez haya que destacar en primer término que la reforma del
Estatuto Andaluz, recientemente aprobada en referéndum, incluye entre
sus objetivos básicos (art. 10) el fomento de la cultura de la paz y el
diálogo entre los pueblos, y reafirma la cooperación internacional con el
objetivo de contribuir al desarrollo solidario de los pueblos, la promoción
de las condiciones necesarias para la plena integración de las minorías
y el diálogo y la concertación social, reconociendo la función relevante
que para ello cumplen las organizaciones sindicales y empresariales más
representativas de Andalucía, o la integración social, económica, laboral
y cultural de los inmigrantes en Andalucía44.
Del mismo modo, el Estatuto de Autonomía cuando hace referencia
a las relaciones institucionales de la Comunidad Autónoma y habla de
Cooperación internacional apunta el principio de solidaridad (art. 245),
comprometiendo a la Comunidad Autónoma a desplegar actividades
de cooperación al desarrollo, dirigidas a la erradicación de la pobreza,
la defensa de los derechos humanos y la promoción de la paz y los
valores democráticos, particularmente en Iberoamérica el Magreb y el
conjunto de África. En cumplimiento de este principio se aprobó la Ley
de Cooperación Internacional para el Desarrollo entre cuyos principios
rectores está el fomento del diálogo, la paz y la convivencia y el respeto
de los modelos de desarrollo social y económico de otros pueblos y de
sus particularidades culturales45.
La vida parlamentaria andaluza ha contemplado en los últimos años
multitud de declaraciones, proposiciones de ley y no de ley, preguntas
que, en mayor o menor grado, recogen iniciativas y medidas dirigidas
a apoyar y poner en práctica acciones relacionadas con la paz, la cooperación internacional y los derechos humanos en algunos aspectos
concretos como puede ser la educación. Destacan en este sentido las
proposiciones, preguntas o comparecencias sobre medidas para la pro-
44.Ley Orgánica 2/2007, de Reforma del Estatuto de Autonomía para Andalucía.
45.En http://www.juntadeandalucia.es/cpre/
316
Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez
moción de la cultura de paz y la mejora de la convivencia en los centros
educativos sostenidos con fondos públicos, los contenidos de la cultura
de paz, la Red Andaluza Escuela: espacio de paz, la campaña «Adiós a
las armas», el fomento de la conciencia social por la paz en Andalucía o
proposiciones relativas al desarrollo de una campaña institucional contra
los juguetes bélicos46.
El fomento de la cultura de la paz y diálogo entre los pueblos ha
estado presente en múltiples declaraciones de los presidentes del Parlamento reafirmando el papel de la Cámara Andaluza como un espacio
para «el debate y la deliberación» en donde se pone de relieve que «la
palabra es la mejor herramienta para construir las sociedades en paz»;
o poniéndose de manifiesto la conveniencia de tender puentes entre Andalucía y otros pueblos, especialmente con Marruecos, al existir muchas
materias para la cooperación, como son la educación, la universidad o
el intercambio de experiencias democráticas (Mar Moreno recibiendo a
«la caravana de la paz»)47.
Desde el Poder Ejecutivo Andaluz son múltiples las actuaciones que
han emanado desde las diversas Consejerías. Podríamos afirmar, que el
Gobierno Andaluz y todas sus Consejerías buscan por definición el bienestar de todos los ciudadanos. Independientemente de evaluaciones más
pormenorizadas, sus políticas van destinadas a conseguir la satisfacción
de las necesidades de los ciudadanos. Por esto sería deseable hacer un
análisis pormenorizado de los objetivos que se persiguen en este sentido
y los logros alcanzados.
En cualquier caso, muchos de estos objetivos y logros, dentro de casi
todas las Consejerías, tienen como característica común la regulación
pacífica de conflictos, y el cumplimiento de los Derechos Humanos.
Efectivamente, Justicia y Administración Pública, Innovación, Ciencia
y Empresa, Obras Públicas y Transportes, Empleo, Educación, Turismo,
Comercio y Deporte, Agricultura y Pesca, Salud, Igualdad y Bienestar
Social, Cultura, y Medio Ambiente, llevan a cabo numerosas acciones
en este sentido aunque aquí sólo hablemos de los que nos parecen más
claros. Dar un paso más nos llevaría a investigaciones que transcienden
el papel de este trabajo.
46.Sobre iniciativas parlamentarias con temática sobre pacifismo, véase http://www.
parlamentodeandalucia.es/
47.Cf. Discurso de la presidenta del Parlamento a la delegación de la Caravana por la
paz y la solidaridad de Marruecos, 8 de marzo de 2006.
el poder polÍtico de la paz. la presencia...
317
En este sentido la Consejería de Presidencia ha realizado muy diversas
convocatorias y acciones encaminadas a fomentar el respeto y el desarrollo de los Derechos Humanos y de la Paz, gestionadas en la anterior
legislatura (2000-2004) fundamentalmente por la Dirección General de
Asuntos Europeos y Cooperación Exterior. Estas actuaciones, y otras que
se encontraban dispersas en otros órganos directivos de la administración
andaluza, se han unido en la actual legislatura con la creación de la Secretaría
General de Acción Exterior. Los proyectos impulsados por la Conserjería
se centran en el acercamiento de otras culturas a la sociedad andaluza, a
través de exposiciones artísticas, congresos, jornadas y encuentros, con el
objeto de promover el diálogo, la paz, la convivencia y el respeto a otros
pueblos y sus particularidades culturales, de acuerdo con los principios
de la ley andaluza de cooperación internacional para el desarrollo. Entre
las actividades promovidas, destacan las realizadas por la Fundación Tres
Culturas del Mediterráneo, entre cuyos objetivos se encuentra el promover
el entendimiento de las culturas árabe, hebrea y cristiana. Otras empresas
públicas ejecutan proyectos de sensibilización, como E.P. Gestión de Programas Culturales, E.P. Desarrollo Agrario y Pesquero, o Inturjoven
La aportación más importante de la Consejería de Gobernación, en
relación con nuestra temática, está siendo la coordinación de todas las
actuaciones del Gobierno andaluz en materia de atención a las personas
inmigrantes. Empezó a concretarse de forma visible con la creación al
inicio de la legislatura 2000-2004 de la Dirección General de Coordinación de Políticas Migratorias y de la Comisión Interdepartamental
de Políticas Migratorias. Junto a ello es importante destacar el Foro
Andaluz de la Inmigración, constituido por parte de los miembros de
la Comisión Interdepartamental de Políticas Migratorias junto con representantes de la Federación Andaluza de Municipios y Provincias, de
la Confederación de Empresarios de Andalucía, de las Organizaciones
Sindicales, Administración Central y asociaciones de inmigrantes y
pro-inmigrantes. Una buena síntesis de las acciones desarrolladas por
estas instituciones se recoge en el I Plan integral para la inmigración en
Andalucía 2001-2004, aprobado por el Decreto 1/2002, de 9 de enero
de 2002. Una vez fundamentado conceptual y jurídicamente y analizada
la realidad de la inmigración en Andalucía, el Plan de inspira en los
siguientes principios rectores:
Igualdad, globalidad, coordinación, participación, interculturalidad,
descentralización, normalización y socialización, buscando favorecer la
plena integración social, laboral y personal de la población inmigrante.
318
Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez
Al mismo tiempo pretende asegurar el acceso de la población inmigrante
a los servicios básicos comunes al conjunto de la población, cualificar la
oferta de bienes y servicios tanto a la población inmigrante como a la de
acogida, fomentar la sensibilidad social acerca de los valores positivos del
hecho de la inmigración y contribuir a mejorar las condiciones de vida y de
las infraestructuras de los países de origen de la población inmigrante.
Tal vez por su propia naturaleza, la Consejería de Educación —tal
como se pone de relieve en otra ponencia de este encuentro— es la que
más atención ha dedicado y dedica a cuestiones relacionadas con el
desarrollo de actitudes, valores y prácticas de paz. Es hasta cierto punto
lógico si tenemos en cuenta que la educación es uno de los pilares fundamentales para el desarrollo de estas ideas y un medio indispensable
para ir modelando el pensamiento, los hábitos y las prácticas de los ciudadanos que deben llevar a un cambio de la realidad social. Las acciones
impulsadas y desarrolladas por la Consejería de Educación son numerosas
en los últimos años, abarcando tanto la formación y educación formal
de los niveles de las enseñanzas primaria y secundaria como el ámbito
universitario durante la anterior legislatura, en la que tenía también la
competencia de las universidades.
Entre las acciones desarrolladas y las iniciativas puestas en marcha
por esta Consejería destaca su participación en el Plan Integral para la
inmigración en Andalucía pero, sin duda, las acciones más estrechamente
relacionadas con la Investigación para la Paz y los Derechos Humanos
ha consistido en la elaboración y desarrollo del Plan Andaluz de Educación para la Cultura de Paz y Noviolencia (2001-2010), inspirado en los
principios de promover la paz como acción colectiva e individual; saber
convivir con los conflictos y proponer soluciones creativas y pacíficas
a los mismos; detener, disminuir y prevenir las manifestaciones de la
violencia. La Ley Andaluza de Universidades (2003); La Red Andaluza
«Escuelas: Espacio de Paz» constituida por aquellos centros que desarrollan
un proyecto integral desde el enfoque de la Educación para la Cultura de
Paz —en el presente curso se han acogido a esta red unos 801 centros
de toda Andalucía, llegando la iniciativa en estos momentos a cerca de
2000 centros. El Decreto 19 /2007, de 23 de enero, por el que se adoptan
medidas para la promoción de la Cultura de Paz y la mejora de la convivencia en los centros educativos sostenidos con fondos públicos 48.
48.B.O.J.A. nº 25, de 2 de febrero
el poder polÍtico de la paz. la presencia...
319
Todo ello culmina con el Proyecto de Ley de Educación de Andalucía,
en tramitación parlamentaria en estos momentos, que establece como principios del sistema educativo andaluz (Art. 3), entre otros, los siguientes:
La convivencia como meta y condición necesaria para el buen desarrollo
del trabajo del alumnado y del profesorado; La promoción de la cultura de
paz y no violencia en todos los órdenes de la vida, el respeto a los demás,
la tolerancia con las diferencias legítimas y la búsqueda permanente de
fórmulas para prevenir los conflictos y resolver pacíficamente los que se
produzcan en los centros docentes; La democracia, sus valores y procedimientos, como principio que orienta e inspira las prácticas educativas
y el funcionamiento de los centros docentes, así como las relaciones
interpersonales y el clima de convivencia existente en los mismos.
Dentro del desarrollo del Plan Andaluz de Cultura de la Paz y Noviolencia, la Consejería de Educación y Ciencia de la Junta de Andalucía
promovió y auspició el Primer Congreso Hispanoamericano de Educación
y Cultura de Paz (2002), apoyado por la Universidad de Granada y la
Asociación Española de Investigación para la Paz. Su significado práctico se situaba en el compromiso del ámbito educativo y social, tanto
de los gobiernos como de la comunidad científica e intelectual y de la
sociedad civil, por mejorar la calidad de la enseñanza, imprimiéndole
estos rasgos distintivos en favor de una Cultura de la Paz.
Del mismo modo, en el marco de las iniciativas patrocinadas por la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa destaca el apoyo al proyecto de
redes de paz de la universidades andaluzas e Iberoamérica y, especialmente,
el patrocinio del Congreso Internacional sobre la Paz en las Culturas Políticas
del Mediterráneo, organizado por la Universidad de Almería y Raipad con
motivo de la celebración de los Juegos del Mediterráneo, que congregó a
numerosos investigadores andaluces, de la Asociación Española de Investigación para la Paz (AIPAZ), de los diferentes países del Mediterráneo,
de las religiones mediterráneas, diplomáticos, militares y políticos, con la
finalidad de analizar el papel de la paz en la práctica política de organizaciones, instituciones y estados a lo largo de la historia del Mediterráneo.
Las reflexiones de este Congreso quedan reflejadas en el libro Políticas de
Paz en el Mediterráneo, publicado por Biblioteca Nueva (2007), y en un
CD —las comunicaciones— bajo el título La Paz en la culturas políticas
del Mediterráneo (Editorial Universidad de Almería, 2007).49
49. MARTÍNEZ LÓPEZ, Fernando, MUÑOZ, Francisco A. (2007) Políticas de paz en
el Mediterráneo. Madrid.
320
Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez
Como podemos apreciar, dentro de la Junta de Andalucía se tienen
un sinfín de iniciativas en relación con el tema que nos ocupa, que
en gran parte han sido propiciadas por la labor de concienciación de
entidades civiles, organizaciones no gubernamentales y, especialmente,
grupos de investigación y docencia universitarias entre las que destaca
el grupo de Derechos Humanos de la Universidad Pablo de Olavide y el
Instituto Universitario de la Paz y los Conflictos, cuya investigación y
divulgación ha repercutido extraordinariamente durante sus veinte años
de existencia entre muchos profesionales de la enseñanza, en la vida
política andaluza y sobre todo en las políticas de fomento de la cultura
de paz de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía. Finalmente, las declaraciones del presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, han contribuido a fijar las posiciones de nuestra
Comunidad y a potenciar políticas de Paz. La defensa de la aplicación
de la «hoja de ruta» como solución al conflicto Palestino-Israelí bajo la
supervisión prevista por los miembros del Cuarteto, el reforzamiento del
papel de las Naciones Unidas y la obligatoriedad de cumplimiento de sus
Resoluciones, la apuesta por el encuentro y Alianza de Civilizaciones,
la potenciación de patronatos y fundaciones como la de Tres Culturas
del Mediterráneo o Barenboim-Said refuerzan la idea de que Andalucía
es una tierra comprometida activamente en la defensa de los principios
de la paz y de la convivencia, apuesta por la cooperación como el gran
instrumento para favorecer las relaciones pacíficas entre los pueblos, y
repudia la guerra como instrumento de solución de los conflictos 50.
50.Véase entre otros los discursos del Presidente Manuel Chaves en http://www.juntadeandalucia.es/, especialmente en: Seminario internacional de medios de comunicación
sobre la paz en oriente medio, Sevilla, 22 de octubre de 2003, Discurso de investidura
de Manuel Chaves VII legislatura, Pleno del Parlamento de Andalucía Sevilla, 20 de abril
de 2004, Inauguración del X Foro España ­Estados Unidos, Sevilla, 14 de mayo de 2005,
Seminario ‘Paz. Sueño o Vision’, Israel, 16 de Noviembre de 2005, Reunión del Patronato
de la Fundación Tres Culturas del Mediterráneo. Sevilla, noviembre de 2005, Curso Encuentro y Alianza de Civilizaciones, Granada, 27 de abril de 2006, Seminario `Bridging
The divides’. Diálogo interreligioso en el siglo XXI , Nueva York, 19 de diciembre de
2006.
el poder polÍtico de la paz. la presencia...
321
4. EL PODER POLÍTICO DE LA PAZ
Como hemos visto a largo de las páginas anteriores, el concepto
de Paz es operativo políticamente para distintos escenarios y actores,
que partiendo de unos presupuestos más o menos elaborados de la Paz
realizan adaptaciones eficientes para sus contextos sociales. Así la Paz
ha sido operativa en ámbitos privados, públicos y políticos, existiendo
retroalimentaciones entre todos ellos. Una paz vivida, pensada, escrita
o ejercitada, con el objetivo de armonizar las relaciones personales,
grupales y exteriores. En nuestro caso nos hemos centrado en la perspectiva de Andalucía, España, Europa, pero cabría hacer desarrollos
similares de otras escalas y estamos seguros de que siempre podríamos
comprobar cómo la Paz ha equilibrado y armonizado las dinámicas de
los conflictos. Todas éstas deben ser reconocidas y potenciadas. De otro
lado, lo mas relevante de estos procesos no es sólo la notabilidad de tales
acontecimientos, legislaciones, acciones o manifestaciones, sino también
las relaciones entre ellos y la importancia de las dinámicas sociales con
las que se relacionan.
Iniciativas de presidentes de gobierno, ministros, consejeros, políticos,
diplomáticos, ongs, asociaciones, coordinadoras, federaciones o confederaciones, han estado orientadas a la gestión pacífica de las tensiones,
la negociación, la búsqueda del bienestar de la población, a evitar las
guerras, la consecución de la justicia, del desarrollo o la igualdad. Estas
actividades queda reflejadas, como hemos visto, en el cuerpo legislativo,
actas de sesiones, medios de comunicación o reflexiones de intelectuales,
religiosos, científicos o políticos.
Con el seguimiento de estas iniciativas podemos afirmar que la búsqueda de la Paz ha sido una habilidad política permanente orientada a
obtener las mejores condiciones de convivencia, para conseguir el mayor
bienestar posible de las sociedades. Frente a los problemas planteados
por la confluencia de intereses, necesidades, proyectos o percepciones
diferenciadas en las sociedades, la acción pública y política ha mantenido un continuo esfuerzo por lograr que se alcancen el mayor número
de expectativas colectivas con el menor coste social posible. Implícita
y explícitamente la transformación y gestión pacífica de los conflictos
ha influido en la toma de decisiones políticas de la sociedad en general
y, asimismo, de organizaciones, asociaciones e instituciones públicas y
privadas.
322
Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez
La Paz se ha convertido en una práctica política, una ideología y
una teoría pública y política que ha tenido capacidad para hacer frente
a los diversos desafíos aparecidos en cada coyuntura. Podríamos decir
que la mayoría de las tendencias políticas representadas por los diversos
actores públicos han mantenido posiciones y discursos con respecto a la
Paz, al menos entendida como la ausencia de guerra. La paz ha servido
para enmarcar las relaciones entre los diversos grupos sociales y comunidades en su conjunto. Ha aparecido como un horizonte ético, como
el establecimiento de relaciones de negociación, un lema político o un
proyecto social. Justamente, esta polisemia y plasticidad de la Paz es la
que la convierte, por encima de todo, en un recurso útil.
En la negociación llevada en el entorno de la organización que las
acoge, en las relaciones con las instituciones y asociaciones de su entorno, los contactos con las fuerzas políticas, los contactos con ongs, las
acciones llevadas en zonas en conflicto, etc., en todas estas ocasiones
el «poder» está presente. Nosotros, coincidiendo con otras propuestas
de la Investigación para la Paz, queremos apelar al «empoderamiento
pacifista» como un reconocimiento de las realidades, prácticas y acciones
pacifistas y sus capacidades para actuar y transformar su entorno más o
menos cercano; y para impulsar y promover la creación de redes entre
todos los actores que de una u otra forma tienen intereses en promocionar la paz.51 Todos (mujeres, hombres, intelectuales, artistas, activistas,
ongs, religiones, culturas, instituciones, empresas o estados) podemos
ser actores continuos, momentáneos o coyunturales de la construcción
de un mundo más justo y pacífico.
En cualquier caso el poder político de la Paz es innegable desde la
constatación de su presencia en las acciones de las organizaciones, en las
manifestaciones sociales, en los programa de los partidos políticos y en
la legislación. De poco servirían todas las reflexiones y análisis teóricos
sobre la Paz si no tuvieran un reflejo práctico, una praxis a través de
la cual ir transformando. Los procesos de creación y potenciación de
lo que podría identificarse como una Cultura Política de la Paz están,
en gran parte, vinculados a las reivindicaciones y acciones de todo tipo
51.Cf. MUÑOZ, Francisco A., HERRERA FLORES, Joaquín, MOLINA RUEDA, Beatriz y SÁNCHEZ FERNÁNDEZ, Sebastián (2005) «El poder de la Paz y los Derechos
Humanos», Investigación para la Paz y los Derechos Humanos desde Andalucía, pp. 131
ss.
el poder polÍtico de la paz. la presencia...
323
de organizaciones sociales que, de esta forma, promueven acciones que
queremos reconocer como un «empoderamiento pacifista». Un empoderamiento reivindicativo de su presencia en los ámbitos públicos y
políticos, de la participación en la toma de decisiones, en la distribución
del poder, y en el que podríamos incluir muchas acciones, desde algunas de las democracias formales hasta las reconocidas explícitamente
como no «noviolentas». Aunque en todo este reconocimiento siempre
nos tropezamos con las dificultades de la identificación y definición del
«poder». Por un lado porque ha sido, injustificadamente, relacionado
unívocamente con el poder violento, de otro porque no han sido reconocidas suficientemente las potencialidades de transformación pública
y política de las gestiones pacíficas de los conflictos. Es necesario, por
tanto, abordar sin ambigüedades estas praxis desde una teoría renovada
del poder que tenga en cuenta las capacidades sociales para promocionar
y desarrollar la Paz.
325
LA CONCORDIA LAICA
Octavio Salazar Benítez
Cátedra UNESCO de Resolución de Conflictos
Universidad de Córdoba
«Guerra entre dioses o concordia laica: es preciso elegir»
Henri Peña-Ruiz, La emancipación laica
«Los hombres están hechos para entenderse
para comprenderse, para amarse,
tienen hijos que serán padres de los hombres
tienen hijos sin fuego ni lugar
que inventarán de nuevo a los hombres
y a la naturaleza y su patria
la de todos los hombres
la de todos los tiempos»
Paul Éluard
Estimo necesario iniciar estas reflexiones dejando claro que cuando
utilizamos el término laicismo nos estamos refiriendo a la articulación
jurídica, y por tanto también política, de las religiones en el espacio
público. Es decir, no estamos realizando con él una valoración moral,
ni un juicio crítico sobre el contenido de las religiones ni, en general,
sobre las creencias de los ciudadanos y ciudadanas, sino simplemente
realizando una propuesta de cómo debe ser su presencia pública. Todo
ello en el contexto de un Estado democrático y apoyado pues, en los
derechos fundamentales y en el respeto al pluralismo. Por lo tanto,
cuando hablamos de laicismo lo hacemos desde la perspectiva de la res
publica y no desde la dimensión moral y privada propia de la religión
o de otro tipo de creencias amparadas en un Estado constitucional por
326
octavio salazar benÍtez
la libertad de conciencia1. De ahí que el laicismo requiera una mirada
constitucional en la medida en que incide en la posición del individuo
como ciudadano y en sus relaciones con los poderes públicos *.
El debate sobre el laicismo ha de situarse, además, en la complejidad que encierra cualquier sociedad democrática. Una complejidad que
deriva de una cierta paradoja, la que se mueve en el equilibrio siempre
inestable entre los valores comunes que hacen posible la convivencia
y la diversidad propia de un régimen pluralista. Una convivencia no
siempre pacífica, a veces conflictiva, pero inevitable en un sistema
que se apoya en la libertad, la igualdad y el pluralismo. El espacio
público democrático se articula sobre una tensión que tiene su origen
en los mismos valores que lo fundamentan, es decir, en los derechos
y libertades que se reconocen a los individuos. Unos derechos que en
ningún caso pueden ser ilimitados y que, en ocasiones, para posibilitar
una convivencia pacífica, han de verse sometidos a restricciones sin las
que no sería posible la paz social. En muchos casos esas limitaciones
vendrán impuestas por la necesidad de hacer compatibles nuestros espacios de libertad con los espacios de libertad de los demás, todo ello sin
que se fracture el suelo sobre el que unos y otros desarrollamos nuestra
personalidad y nuestras opciones políticas, culturales o religiosas. Nos
enfrentamos, pues, a lo que Peter Häberle2 ha denominado «la paradoja
del pluralismo», es decir, a la necesidad que en muchas ocasiones las
sociedades democráticas tienen de limitar el pluralismo con la finalidad
de garantizar la continuidad del mismo sistema pluralista.
1.Es necesario realizar una aclaración en torno a dos términos que a veces se utilizan
indistintamente: laicismo y laicidad. Sólo la primera de ellas aparece en el Diccionario
de la Real Academia Española, el cual la define como «la doctrina que define la independencia del hombre o de la sociedad y más particularmente del Estado, de todo influencia
eclesiástica o religiosa». En ocasiones se utiliza laicidad, un neologismo que traduce
términos existentes en otras lenguas (laicité, laicità, laicity, laicidade). Si tuviéramos
que establecer una diferencia entre ambos términos, ésta se centraría en que la laicidad
implica el ideal ya realizado mientras que el laicismo haría referencia al movimiento, al
proceso, a la reivindicación. Siguiendo a Henri-Peña Ruiz, «el laicismo propugna la laicidad, o sea, la condición emancipada del Estado, de las instituciones y servicios públicos
y de los ciudadanos de toda injerencia doctrinaria que les resta la universalidad necesaria
en una democracia que se cuide de la igualdad y de la libertad».
*
.N. E. Véase el capítulo «Religiones como gestión de la complejidad y la paz».
2. HÄBERLE, Peter (2002) Pluralismo y Constitución. Madrid
la concordia laica
327
Uno de los principales retos que en la actualidad tiene planteado
el constitucionalismo, y en general todas las Ciencias Sociales, es el
crecimiento de la complejidad de ese espacio público *. Fracasados los
intentos homogeneizadores del modelo del Estado Nación, y a pesar de
que la globalización también encierra el riesgo de una homogeneización
cultural, si por algo se caracterizan las sociedades actuales es por su creciente diversidad. Esta se ha visto favorecida por instrumentos como las
nuevas tecnologías y por fenómenos como los movimientos migratorios.
La ruptura de fronteras, la movilidad, la cercanía de unos mundos y otros
y, sobre todo, el cada vez más heterogéneo mapa humano, nos plantea el
reto de la articulación de ese nuevo espacio público y, entre otras cosas,
nos obliga a redefinir paradigmas clásicos de la teoría constitucional
como la identificación estricta de ciudadanía con la nacionalidad o, en
general, la misma teoría de los derechos fundamentales. Una teoría que
debe superar la concepción etnocéntrica que ha sido dominante en el siglo
pasado y que debe ser objeto de una relectura desde el entendimiento
de la igualdad como garantía de las diferencias.
Esa creciente heterogeneidad, o mejor, creciente visibilidad de esa
heterogeneidad3, plantea a su vez el debate de la protección de las
identidades. De ahí las miles de páginas que en los últimos años se han
venido escribiendo sobre identidad cultural, multiculturalismo, interculturalismo,…. Con independencia de las respuestas que podamos dar a
la necesidad de proteger la identidad de los individuos, que son las que
realmente plantean un intenso debate político, lo que no admite discusión es que la sociedad, cualquier sociedad, es de hecho multicultural,
lo cual nos plantea una doble exigencia: la protección de la diversidad
cultural y la garantía de un «mínimo común denominador» que permita
la supervivencia del modelo democrático *.
*
.N. E. Véase el capítulo «Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la Paz»
3.La heterogeneidad siempre ha existido. Lo que ha ocurrido es que ha sido invisibilizada
o domesticada en nombre de determinados intereses y con la ayuda de ciertas ficciones
como la «voluntad general» o la misma idea de Nación.
*.
N. E. Véase en este mismo volumen el capítulo «Derechos Humanos, Interculturalidad
y Racionalidad de Resistencia».
328
octavio salazar benÍtez
1. EL DESPERTAR DE LAS RELIGIONES
Uno de los fenómenos más significativos en ese contexto de creciente
heterogeneidad es, sin duda, el resurgir de los sentimientos religiosos.
Cuando ya parecía que los procesos de racionalización y secularización, al
menos en el mundo occidental, habían desterrado a un plano secundario,
y estrictamente privado, a las religiones, éstas han vuelto a recuperar
posiciones en el espacio público, a centrar debates y reivindicaciones
y, por supuesto, a ser utilizadas interesadamente por aquellos a los que
los sentimientos identitarios pueden servir de coartada para la defensa
de otros intereses políticos o económicos. Como agudamente escribiera
Vicente Verdú4 a finales de los 90, «el fin de siglo marca el éxito de
Dios… Nada más antiguo que Dios pero, a la vez, nada más nuevo,
transcultural o golosamente exquisito en un mercado que, día a día, sólo
expende vulgarizaciones de lo real».
Son muchos los factores que pueden explicar este despertar de las
religiones. Me limitaré a apuntar algunas circunstancias de nuestro mundo
que pueden, si no explicar totalmente, sí aportar elementos que confluyen
en una determinada presencia de lo religioso en nuestras sociedades. De
entrada, no podemos olvidar que las estructuras políticas y económicas
del mundo globalizado están generando, entre otras consecuencias, un
aumento de la exclusión, de la desigualdad, de la inseguridad. Ante un
mundo que a través de las medios de comunicación y de las nuevas
tecnologías pone ante los ojos de todos las múltiples posibilidades de
bienestar y de desarrollo personal pero que al mismo tiempo cierra las
puertas de esas oportunidades, es lógico que muchos y muchas acaben
refugiándose en dioses que les ayuden a encontrar respuesta ante tal
terrible paradoja. A ello habría que sumar la necesidad de afirmación
comunitaria frente a políticas avasalladoras y como mecanismo de garantía de una dignidad que acaba siendo pisoteada o, cuando menos,
ignorada. De esta manera, es normal la defensa de las raíces identitarias
frente a las invasiones o el refugio en lo propio ante las dificultades de
integración en contextos que tan difícil se lo ponen a quienes llegan
desde afuera. Como bien afirma Juan José Tamayo5, «la religión es, a
4.
El País, 19-7-07
5.TAMAYO, Juan José (2006) Desde la heterodoxia. Reflexiones sobre laicismo,
política y religión. Madrid.
la concordia laica
329
veces, el único modo de que dispone una cultura determinada para preservar su historia y sus esperanzas en los momentos difíciles». De esta
manera, el refugio en la religión es también una manera de defender lo
colectivo, la comunidad, las señas de identidad que corren el peligro de
desaparecer por obra y gracia del invasor o del mercado que trata de
expandir una cultura única.
Por otra parte, la misma inseguridad que genera el mundo actual, la
fragilidad de los vínculos humanos, la liquidez, como diría Bauman6, de
unas estructuras que nos vuelven cada día más individualistas e insolidarios,
propicia también el refugio en sentimientos, emociones, memorias que
nos atan a determinados troncos y con los que pretendemos salvarnos en
medio del oleaje. De ahí la pervivencia, a veces difícil de entender, de
la religión no sólo desde una perspectiva festiva y lúdica, sino también
como estrategia de crecimiento personal. En este sentido habría que
tener presentes fenómenos como los nuevos movimientos religiosos,
tales como los de inspiración oriental y todos los que responden a un
eclecticismo que hace difícil su catalogación.
Paralelamente, no han dejado de crecer en los últimos años de manera
preocupante los movimientos fundamentalistas. Y no sólo, como algunos
pretenden hacernos creer, en la órbita de determinadas religiones —el
Islam, básicamente—7, sino en contextos como el occidental y bajo
el paraguas de religiones como el catolicismo. Baste con recordar la
creciente presencia, incluso política, de movimientos protestantes conservadores en EEUU o las manifestaciones extremas del catolicismo, a
través de movimientos como el Opus Dei o los Legionarios de Cristo,
por no hablar de las posiciones conservadores de Juan Pablo II o del
cardenal Ratzinger y que tan acertadamente Hans Küng ha calificado
como «fundamentalismo católico romano». Sin ir más lejos, podríamos
poner muchos ejemplos de la posición de la jerarquía católica en nuestro país ante cuestiones de relevancia pública como el matrimonio de
homosexuales o, más recientemente, la asignatura de «Educación para
la Ciudadanía».
6.BAUMAN, Zygmunt. (2007) Miedo líquido. La sociedad contemporánea y sus temores.
Barcelona
7.Este discurso «interesado» avala un determinado entendimiento de las relaciones
internacionales y alimenta la teoría del «choque de civilizaciones» que tan bien sirve a
los intereses políticos y económicos de los que, al menos por el momento, son los «vencedores» en el proceso de globalización.
330
octavio salazar benÍtez
Juan José Tamayo8 ha explicado muy bien las características de estas
posiciones fundamentalistas que, de alguna manera, representan una «absolutización de la tradición». Por una parte, estas posiciones confunden
lo público y privado, de manera que tratan de imponer una determinada
ética religiosa como ética pública. Por otra, es habitual que estos movimientos se alíen con otros fundamentalismos políticos, económicos
o sociales (véase el caso de EEUU y de la íntima conexión de Bush
con dichos movimientos o incluso también en nuestro país la estrecha
relación entre las posiciones más conservadoras del PP y la jerarquía
católica). Si en algo suelen coincidir todos estos posicionamientos es
en su actitud hostil ante todo lo que suponga avances de la modernidad.
Podríamos citar como ejemplos las reacciones frente a avances científicos
(por ejemplo, la investigación con células madre), al reconocimiento de
derechos (el matrimonio de homosexuales, la incorporación de la mujer
a la esfera pública) o al avance de determinadas teorías (por ejemplo,
la posición de movimientos fundamentalistas americanos frente a las
teorías evolucionistas).
2. LIBERTAD DE CONCIENCIA, IDENTIDAD Y PAZ SOCIAL
Es, por tanto, en el contexto analizado en el que tenemos que plantearnos cómo hacer posible la paz social, la convivencia pacífica en
unas sociedades cada más plurales y diversas. Una paz social que, como
bien indica el art. 10.1 CE, descansa sobre «la dignidad de la persona,
los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de
la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás». Es
decir, el orden político y la convivencia en una sociedad democrática
tienen que apoyarse en el respeto a los derechos fundamentales del ser
humano y han de posibilitar el libre desarrollo de la personalidad. Un
concepto que está íntimamente ligado con la dignidad y, por supuesto,
con los elementos que constituyen la identidad de un individuo y sin
los que, normalmente, es difícil hallar la felicidad. Un objetivo que
estaba presente en las declaraciones de derechos pioneras como la de
Virginia de 1776 en la que se dejaba muy claro que los derechos tienen
8.TAMAYO, Juan José (2002) Fundamentalismos y diálogo entre religiones. Madrid
la concordia laica
331
como horizonte «la búsqueda y obtención de la felicidad». Es decir, la
felicidad entendida como un proceso, como un trayecto que cada hombre, y cada mujer, tendrá que recorrer con el amparo suficiente de sus
derechos fundamentales.
El derecho a la identidad no aparece reconocido como tal por el
constitucionalismo europeo. En Constituciones como la española de 1978
lo que encontramos es la garantía de una serie de libertades que forman
parte del contenido de la identidad o bien son instrumentales para su
ejercicio. De esta manera podríamos construir ese derecho a través de
derechos tales como la igualdad y la no discriminación, la integridad
moral, la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y
de las comunidades; el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen; la libertad de expresión, los derechos de
participación, el derecho a la educación y la libertad de enseñanza o el
genérico derecho de acceso a la cultura.
Pero si realmente existe una libertad que abre las puertas de nuestra
identidad ésa es sin duda la libertad de conciencia. La libertad que,
precisamente, está en el origen de lo que hoy conocemos como modernas
declaraciones de derechos y sobre la que, por tanto, empieza a construirse
el edificio del Estado de Derecho. Una libertad que es reivindicada a
partir de las guerras de religión que se viven en Europa en los siglos
XVI y XVII y que dará lugar a que se forje el concepto de tolerancia
(John Locke, Voltaire).
Recordemos cómo la Declaración de Derechos de buen pueblo de
Virginia de 1776 ser refería expresamente a la libertad religiosa: «Que la
religión, o las obligaciones que tenemos con nuestro Creador, y la manera
de cumplirlas, sólo pueden estar dirigidas por la razón y la convicción,
no por la fuerza o la violencia; y, por tanto, todos los hombres tienen
idéntico derecho al libre ejercicio de la religión, según los dictados de
la conciencia; y que es deber mutuo de todos el practicar la indulgencia,
el amor y la caridad cristianas» De este artículo merecen destacarse dos
elementos: por una parte hay una referencia a la libertad de conciencia
(según los dictados de la conciencia) y, por otra, la referencia, que puede parecer hasta contradictoria, a la razón y la convicción como únicas
vías de dirección de la religión que, en ningún caso, debería aliarse
con la fuerza y la violencia. Igualmente son llamativas las referencias
a valores considerados tradicionalmente cristianos —indulgencia, amor,
caridad— pero que traducidos en términos sociales son predicables de
cualquier otra religión e, incluso, de estructuras políticas como el Estado
332
octavio salazar benÍtez
social de Derecho que se apoya en valores como la libertad, la igualdad
o la solidaridad.
De manera más genérica el art. 10 de la Declaración de derechos
francesa del hombre y del ciudadano de 1789 precisa que «nadie debe
ser incomodado por sus opiniones, inclusive religiosas, a condición de
que su manifestación no perturbe el orden público establecido por la ley».
En ambas declaraciones se consagra además como derecho fundamental
la libertad de expresión sin la que, obviamente, poco sentido tendría la
libertad de conciencia.
La identidad tiene, además, una doble dimensión. Por una parte, la
individual, y que enlaza con la libertad, la dignidad y el libre desarrollo de
la personalidad. Por otra, la colectiva, en la medida en que la identidad, o
al menos determinados aspectos de la misma, tienen raíces comunitarias
y se proyectan a su vez en posiciones, actuaciones o rituales colectivos.
Algo que es especialmente visible en el caso de las religiones. Esta dimensión colectiva incide a su vez en otro de los valores superiores de
un ordenamiento democrático, el pluralismo.
La conexión entre la identidad y la libertad de la conciencia, así como
la dimensión social que ambas tienen, se refleja de manera muy significativa en el art. 1º de la Declaración Universal de Derechos Humanos
de 1948: «Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y
derechos y dotados como están de razón y conciencia deben comportarse
fraternalmente los unos con los otros». Vemos cómo el artículo enlaza
razón y conciencia, que podríamos decir que son los dos pilares a partir
de los cuales es posible deducir todos los derechos fundamentales, y
cómo no se olvida la dimensión relacional que también tienen los derechos. Una relación que no puede darse de cualquier manera, sino que
ha de ser fraternal.
Por otra parte, y junto a esa doble dimensión individual/colectiva, la
identidad también se mueve entre dos posiciones que pueden resultar
contradictorias o, como mínimo, que pueden generar conflictos difíciles
de resolver. Me refiero a que, por una parte, la identidad se nutre de
elementos heredados, transmitidos, vividos normalmente en comunidad.
Pero, al mismo tiempo, el sujeto también construye su identidad desde
la libertad. Es decir, no podemos perder de vista que estamos hablando,
en términos democráticos, del «libre desarrollo de la personalidad», o
como ha dicho nuestro Tribunal Constitucional, de «la autodeterminación
consciente y responsable de la propia vida» (STC 53/85). Esta libertad
puede llevarnos incluso a rechazar los elementos identitarios heredados y
la concordia laica
333
a buscar otras opciones, lo cual, en determinados contextos y situaciones,
puede provocar tensiones y conflictos a veces dolorosos para el sujeto.
Es lo que Raúl Fornet-Betancourt9 denomina «derecho a la desobediencia
cultural», derecho que también debe estar amparado por el derecho a la
identidad y, en todo caso, por la libertad de conciencia.
Desde esta perspectiva, pues, el derecho a la libertad de conciencia
y de religión, tendría también su vertiente negativa, es decir, el derecho
a no tener religión o a cambiar de religión. Algo que se expresaba con
claridad en el Proyecto de Carta de Derechos Humanos Emergentes que
se discutió en el Diálogo Derechos humanos, necesidades emergentes y
nuevos compromisos que tuvo lugar en el Fórum de Barcelona de 2004:
«El derecho a la libertad de conciencia y religión, que garantiza a toda
persona y a los pueblos en que se integran la libertad de conciencia
y de religión, así como el derecho a cambiar de religión y a no tener
religión».
3. LAICISMO Y DEMOCRACIA
El Estado laico es el modelo político y jurídico que trata de conciliar dos factores sin los cuales es imposible la democracia: un mínimo
denominador común ético y la diversidad que dimana de la libertad de
conciencia sumada a la igualdad, entendida ésta como garantía de las
diferencias. De esta manera, el laicismo trata de hacer compatibles la
afirmación del sujeto individual con los requisitos exigidos para que la
sociedad sea justa. Desde este punto de vista, es interesante recordar
el origen etimológico de las palabras laicismo y democracia. Mientras
que el primer término deriva de laos, que significa «multitud indiferenciada, muchedumbre», el segundo lo hace de demos, que remite a una
«comunidad organizada». Podríamos deducir que en el término laicismo
lo que está presente es la diversidad, la pluralidad, la libertad, que ha
de ser reconducida a determinados límites, a una concreta regulación,
para lograr una comunidad organizada, no de cualquier manera, sino con
pleno respeto a la libertad de conciencia y a la igualdad. El laicismo
está pues estrechamente vinculado con la libertad y es lo más opuesto
9.FORNET-BETANCOURT, Raúl. (1997), «Aprender a filosofar desde el contexto de
las culturas», Revista de filosofía. Nº 90. pp. 365-382.
334
octavio salazar benÍtez
a los fundamentalismos, es decir, a la pretensión de imponer una ética
privada como pública y de considerar como única y verdadera una determinada religión10. Por ello, una democracia, en sentido estricto, sólo
puede ser laica.
La unión laica supone llegar, como señala Henri Peña, a una «concordia
voluntaria» apoyada en la libertad. Por lo tanto, es una unión que implica
una cierta distancia con respecto a las creencias religiosas (cultura de la
distancia) porque esa concordia ha de apoyarse en los valores asumidos
por todos y todas. Sólo así es posible construir una ciudad justa.
El laicismo se sitúa así además en una orientación racionalista. Por
una parte, el bien común, lo universal, lo que todos compartimos, ha
de ser buscado a través de instrumentos racionales y bajo los valores
compartidos por todos y todas. Por otra, el Derecho y las instituciones
han de emanciparse de cualquier orientación moral particular y han de
propiciar la convivencia pacífica de las diversas opciones religiosas,
morales o espirituales de los ciudadanos y ciudadanas. Sin que exista
jerarquización real o simbólica entre ellas.
Por lo tanto, un Estado democrático ha de responder a esos parámetros
racionales y críticos, propiciando la efectividad de la libertad de conciencia de sus ciudadanos y ciudadanas. Un objetivo que no es posible si lo
público está impregnado de una determinada opción religiosa o si, de
hecho, una concepción moral o espiritual se considera jerárquicamente
superior a las restantes. Por más que la misma sea sociológicamente
mayoritaria o responda a una tradición histórica.
Una situación que, por ejemplo, es la presente en nuestro sistema
constitucional. La Constitución española de 1978 en su art. 16 consagra
como derecho fundamental la libertad ideológica, religiosa y de culto
de los individuos y de las comunidades 11 y, como no podía ser de otra
10. Henri Peña-Ruiz recoge la distinción que Ferdinand Buisson propone entre laicos y
clérigos en su Diccionario de Pedagogía. En él considera que «los clérigos son una facción
de la sociedad que se considera especialmente elegida y que piensa que ha recibido la
misión de gobernar al resto de humanos; el espíritu clerical es la pretensión de esa minoría
de dominar a la mayoría en nombre de una religión». Por el contrario, «los laicos son el
pueblo, la masa que no se pone aparte, todo el mundo, excepto los clérigos, y el espíritu
laico es el conjunto de las aspiraciones del pueblo, del laos, es el espíritu democrático y
popular».
11.Cabe destacar cómo el artículo no habla de libertad de conciencia que hubiera sido
un término más comprensivo de todas las posibles opciones espirituales o morales de los
la concordia laica
335
manera, señala que ninguna confesión tendrá carácter estatal 12. Ahora
bien, a continuación el texto constitucional contempla las relaciones de
cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones. De esta
manera, y como lo ha definido nuestro Tribunal Constitucional, se establece un «laicismo cooperativo». Es decir, el Estado español carece de
religión oficial, pero ello no impide que los poderes públicos mantengan
relaciones de colaboración con las confesiones religiosas. El problema
es que, desde la misma redacción del art. 16 CE, se establece un sistema
de relaciones desiguales ya que el mismo constituyente optó por hacer
referencia expresa a la Iglesia Católica. Una mención que obedeció a
las circunstancias sociales y políticas del proceso constituyente y que
se trató de justificar teniendo en cuenta que la mayoría sociológica de
nuestro país, al menos en aquel momento, era «católica». Una situación
que se ha modificado sustancialmente en los últimos años en los que
la diversidad religiosa de la sociedad española cada vez es mayor y en
los que la misma adhesión al catolicismo ha dejado de responder a los
índices abrumadores de otros momentos históricos.
Ello ha propiciado un sistema de relaciones con las confesiones de
«geometría variable», es decir, con una posición de privilegio para la
Iglesia Católica y claramente discriminatorio para el resto de confesiones.
Un sistema avalado por la LO 7/1980, de 5 de julio, de Libertad Religiosa, y que encuentra su máxima expresión en los Acuerdos suscritos
entre España y la Santa Sede, de 3 de enero de 1979. Unos acuerdos
negociados de manera paralela al proceso de elaboración de la Constitución española y que, como ha señalado buena parte de la doctrina,
son inconstitucionales en la medida en que contradicen el principio de
igualdad y la aconfesionalidad del Estado español. Con el respaldo de
dichos Acuerdos a lo largo de estos 30 años se ha venido prorrogando
una situación de privilegio de la confesión católica en materias como
la educación o en los criterios de su financiación. Todo ello sin olvidar
la apabullante a veces presencia pública de los representantes de una
individuos. En todo caso, hay que entender amparadas también por este derecho fundamental opciones como el agnosticismo o el ateísmo.
12.Llama la atención de la redacción de este artículo el que la aconfesionalidad se
contemple no desde la perspectiva del Estado sino de las confesiones. Hubiera sido más
correcto, y por supuesto contundente, afirmar que es el Estado español el que es aconfesional.
336
octavio salazar benÍtez
confesión que pretenden convertir sus criterios éticos en los propios del
Estado, desconociendo los mecanismos propios de una sociedad democrática e incluso sometiendo a presiones inauditas a los mismos poderes
públicos (recuérdese el llamamiento a la «objeción de conciencia» con
respecto a la asignatura Educación para la ciudadanía). De esta manera,
nuestro país ha seguido viviendo una confesionalidad encubierta. Tal
vez no estaría mal recordarle a los jerarcas de la Iglesia Católica lo
que Spinoza escribiera en su Tratado teológico político: «Es pernicioso,
tanto para la religión como para el Estado, consentir que los ministros
del culto puedan decretar nada o tratar asuntos de Estado».
4. ASIMILACIÓN CÍVICA Y LAICIZACIÓN RELATIVA
Por lo tanto en nuestro país, como en otros muchos de nuestro entorno, aún no hemos completado la transición que nos lleve a un régimen
radicalmente democrático. Al menos en materia de religión. En este
sentido, habría que dar el paso desde un Estado aconfesional hasta un
Estado laico. Una exigencia cada vez más urgente si tenemos en cuenta
los cambios sustanciales que nuestra sociedad está experimentando y
que nos reclaman la neutralidad del Estado con respecto a las opciones
religiosas de la ciudadanía. Lo cual no implica una actitud beligerante
hacia lo religioso, sino que por el contrario puede incluso propiciar
una relaciones de cooperación más justas con las diversas confesiones,
además de favorecer el retorno de las creencias al lugar que les corresponde, el estrictamente privado. El Estado deberá limitarse a garantizar
que cada sujeto pueda desarrollar su libertad de conciencia y religiosa,
tanto en su dimensión individual y colectiva; a proteger sus manifestaciones públicas, siempre que no atenten contra los derechos y libertades
de los demás, e, incluso, podrá mantener relaciones de cooperación
con las distintas comunidades religiosas. Unas relaciones que, en todo
caso, deberán estar presididas por el principio de igualdad y de ninguna
manera han de suponer la conversión de una determinada opción en la
oficial del Estado.
El Estado ha de ser, pues, absolutamente neutral con respecto a las
religiones. Al mismo tiempo, ha de estar radicalmente comprometido, ser
militante, con respecto a los valores constitucionales, al mínimo común
denominador ético que hará posible la convivencia en paz y la protección de las libertades todos los ciudadanos y ciudadanas. Sólo habrá
la concordia laica
337
de ser público lo que es común a todos. El Estado habrá de situarse en
esa tensión republicana, la que inevitablemente se generará entre los
valores comunes – la dignidad, los derechos y deberes fundamentales,
los principios democráticos de convivencia —y los valores diferenciales— culturas, religiones, identidades. Como bien ha escrito Salvador
Giner13, nos encontramos ante la gran «paradoja de la ciudadanía: lo
común y universalmente compartido, la condición ciudadana, legitima
lo diferente, privativo e incompartible por todos».
Uno de los instrumentos que el Estado debe utilizar para hacer fructífera, y pacífica, esa tensión es la educación. Una educación pública
y laica, comprometida con los valores comunes y, al mismo tiempo,
también con los valores diferenciales. Que fomente el análisis crítico
de unos y de otros. Que se apoye en el diálogo y la reflexión. Que
tenga como objetivo conseguir una ciudadanía ilustrada14. De ahí que
el sistema educativo tenga un papel esencial en la integración, que no
asimilación, de los hijos de los inmigrantes que llegan a nuestros países y a los que es necesario mostrar los principios y valores en que se
fundamenta nuestro modelo de convivencia. Lo cual no ha de implicar
necesariamente una negación de lo suyos. Por el contrario, el colegio
público debe fomentar también el conocimiento y análisis de los valores, de las culturas, de las religiones, de los que llegan. Y sobre ese
viaje de vida y vuelta, en el que será necesario un esfuerzo de unos y
de otros, habrá que construir un diálogo que nos permita ir resolviendo
de manera pacífica los conflictos que puedan plantearse entre diferentes
concepciones culturales, religiosas o identitarias, al tiempo que vamos
forjando unos valores comunes, no desde la imposición, sino desde el
encuentro y el análisis crítico. No cabe duda que los procesos migratorios
que estamos viviendo nos ofrecen una ocasión magnífica para poner en
práctica esta propuesta*.
13. GINER, Salvador (2007).«Dignidad cívica», Claves de razón práctica. Nº 173. pp.
4-15.
14.Tal y como proclama el art. 1 de la LO 2/2006, de 3 de mayo, de Educación, al
señalar como uno de los objetivos del sistema educativo español «la transmisión y puesta
en práctica de valores que favorezcan la libertad personal, la responsabilidad, la ciudadanía
democrática, la solidaridad, la tolerancia, la igualdad, el respeto y la justicia, así como
que ayuden a superar cualquier tipo de discriminación».
*
.N. E. Véase el capítulo La Educación, un espacio Complejo y Conflictivo de Investigación para la Paz y los Derechos Humanos
338
octavio salazar benÍtez
La escuela ha de fomentar que el individuo se vaya haciendo en
libertad, que cuestione sus propios orígenes, que se distancie reflexivamente de ellos y adquiera capacidades para desarrollar libremente
su responsabilidad. Hay que ofrecerles herramientas a los niños y a las
niñas para que se emancipen de las raíces que pueden limitarlos y para
que sean dueños de sus vidas. Libres de toda dominación y de toda
interferencia arbitraria. Hay que mostrarles el dolor de la lucidez, los
hechos incómodos de los que hablaba Weber15, las contradicciones y todas
las posibilidades que el mundo ancho nos ofrece. En este sentido habría
que interpretar los objetivos que marca el art. 27.2 CE: «La educación
tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el
respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y
libertades fundamentales».
Al mismo tiempo, la escuela pública y laica debe preparar a los niños
y niñas para que sean buenos ciudadanos y buenas ciudadanas. Ha de
fomentar virtudes cívicas, la preocupación por los asuntos comunes y
los valores que guían e iluminan la democracia. De ahí la oportunidad
de una asignatura que en nuestro país ha llegado a imponerse como
obligatoria después de 30 años de democracia y que tanta polémica ha
provocado entre sectores conservadores y, muy especialmente, en la
Iglesia Católica. Una asignatura a la que, si algo hay que reprocharle,
es su mínima presencia todavía en el currículo.
De acuerdo con los principios generales establecidos por la LO 2/2006,
de 3 de mayo, de Educación, la asignatura Educación para la ciudadanía tiene como objetivo precisamente forjar una ciudadanía sobre unos
valores comunes pero sin renunciar a los diferenciales. Utilizando como
instrumento el diálogo y el análisis crítico. Basta con repasar los decretos
que regulan los contenidos mínimos de esta asignatura para comprobar
que, frente a posiciones apocalípticas, la misma no tiene otra finalidad
que mejorar la calidad de nuestra democracia y de sus ciudadanos y
ciudadanas: «El aprendizaje de esta área va a más allá de la adquisición
de conocimientos, para centrarse en las práctica escolares que estimulan
el pensamiento crítico y la participación, que facilitan la asimilación
de los valores en los que se fundamenta la sociedad democrática, con
objeto de formar futuros ciudadanos responsables, participativos y solidarios» (RD 1513/2006, de 7 de diciembre, por el que se establecen las
15. WEBER, Max (1992) El político y el científico. Madrid
la concordia laica
339
enseñanzas mínimas de la Educación primaria). Dicho Decreto insiste
además en el reconocimiento crítico de la diversidad cultural y religiosa:
«Desde el reconocimiento de la diversidad cultural y religiosa presente
en el entorno inmediato y asumiendo la igualdad de todas las mujeres
y hombres en cuanto a derechos y deberes, se puede trabajar el respeto
crítico por las costumbres y modos de vida distintos al propio y permite proporcionar elementos para identificar y rechazar situaciones de
marginación, discriminación e injusticia social».
En un sentido similar, el RD 1631/2006, de 29 de diciembre, por el
que se establecen las enseñanzas mínimas de la Educación Secundaria
Obligatoria, señala entre los objetivos de esta nueva asignatura facilitar
que los jóvenes asuman «de un modo crítico, reflexivo y progresivo el
ejercicio de la libertad, de sus derechos individuales y sociales en un
clima de respeto hacia otras personas y otras posturas morales, políticas
y religiosas diferentes de la propia». De ahí que con esta asignatura
se pretenda, además de adquirir un conocimiento de los valores que
fundamentan nuestro sistema constitucional, así como de las realidades
plurales del mundo globalizado, que los jóvenes adquieran determinadas
habilidades y virtudes que les permitan «adquirir un pensamiento crítico,
desarrollar un criterio propio y habilidades para defender sus posiciones
en debates, a través de la argumentación documentada y razonada, así
como valorar las razones y argumentos de los otros».
De esta manera, el modelo que proponemos recoge los planteamientos básicos de la concepción republicana de la democracia, la cual se
apoya en la libertad entendida como «no dominación» y propugna un
modelo deliberativo para el que es fundamental el desarrollo y fomento
de las virtudes cívicas. De esas virtudes que nos permiten construir una
casa común, un espacio de encuentro desde nuestras diferencias. Un
proyecto que requiere como uno de sus principales aliados el laicismo,
porque como bien apunta Salvador Giner, «la ciudadanía genuina sólo
se alcanza a través de un proceso cultural de asimilación cívica y laicización relativa. La paz civil requiere un grado mínimo de escepticismo
credencial, de distanciamiento apasionado, por así decirlo, que estimule
nuestra participación activa en el mundo y nos aleje del cinismo».
De ahí que no haya ninguna contradicción entre el derecho que recoge
el art. 27. 3 CE, el de los padres a escoger la educación religiosa o moral
que reciban sus hijos en el colegio, con la obligatoriedad de cursar una
asignatura en la que se analice una fomente una ética construida sobre
los valores constitucionales. Como he apuntado, ésta es una exigencia
340
octavio salazar benÍtez
derivada de la propia Constitución —art. 27. 2— y que responde a
las mismas exigencias de conservación y continuidad de un Estado
democrático. Precisamente el art. 27.2 CE, como ha señalado buena
parte de la doctrina constitucionalista, representa la mayor expresión en
nuestra Constitución de lo que en traducción de términos alemanes se
ha llamado democracia militante. Es decir, la apuesta por unos valores
y unos principios que es necesario mantener vivos para garantizar la
supervivencia del sistema.
5. EL ESPACIO DE LAS RELIGIONES
El citado art. 27.3 CE es el que ha legitimado la introducción en
nuestro sistema educativo de la enseñanza de la religión, entendida como
transmisión de un conjunto de dogmas y creencias. Una enseñanza durante mucho tiempo mayoritariamente católica y avalada además por los
Acuerdos con la Santa Sede de 1979. Este sistema, que no ha dejado
de provocar polémicas desde los momentos iniciales de la democracia,
ha puesto de manifiesto la desigualdad existente entre las distintas confesiones, a pesar de que progresivamente otras se han ido incorporando
al espacio educativo. Sin embargo, los debates permanentes en torno
a esta cuestión —la garantía del derecho de opción de los alumnos
y alumnas, el lugar de esta asignatura en el currículo, el régimen del
profesorado— ponen de manifiesto la oportunidad de que la enseñanza
de las religiones, concebida como catequesis, quede fuera de las aulas
públicas y retorne a los lugares de los que nunca debió salir: los hogares,
las parroquias, las sinagogas, las mezquitas... Ello no significa que los
colegios deban tener una actitud hostil, ni siquiera indiferente, hacia
las religiones. Al contrario, las religiones han de tener una presencia en
cuanto factores culturales, identitarios, históricos. Es necesario que el
alumnado conozca el legado cultural, artístico, político, de las religiones
y que puedan someter no sólo ese legado, sino también su presente, a
un análisis crítico desde la razón. Todo ello además con el objetivo que
anteriormente apuntaba: el de ofrecer al individuo a herramientas que
le lleven a cuestionar incluso su propio círculo identitario y le permitan
escoger con libertad sus opciones culturales, religiosas o ideológicas.
De ahí que sea tan importante pasar por el filtro de los valores democráticos todas las opciones religiosas, de manera que se ofrezca a los niños y
las niñas el abanico más amplio posible de caminos que seguir, de reglas
la concordia laica
341
mediante las cuales hacer posible la convivencia de los distintos y de cauces
mediante los cuales ser plenamente autónomos. De ahí, por ejemplo, la importancia de incluir de manera militante en la enseñanza pública los valores
relacionados con la igualdad de género* de forma que puedan ofrecer una
perspectiva liberadora a todos los niños y a todas las niñas cuyo contexto
cultural o religioso determina una situación discriminatoria de la mujer16.
Esta visión laica de las religiones debería además insistir en las
propuestas liberadoras de las religiones, en los valores humanitarios,
de solidaridad, de hospitalidad, de atención a los más desfavorecidos y
discriminados, que suelen ser coincidentes en todas ellas. Unos valores
sobre los que debería construirse un diálogo entre religiones que permitiera superar las visiones extremas y fundamentalistas y que contribuyera
a un encuentro de culturas sin el que difícilmente será posible la paz
social en las sociedades plurales del siglo XXI.
A su vez, las religiones deberían plantearse una serie de retos internos
que les permitan situarse en mejores condiciones para ese diálogo democrático. Unos retos que fundamentalmente tienen que ver con la superación de
unas estructuras estamentales, y de en algunos casos unas organizaciones
jerárquico-patriarcales, con la revisión de unos presupuestos tremendamente
discriminatorios para las mujeres y con el fomento de la participación
de sus fieles en la toma de decisiones. Y, por encima de todo, habrán de
hacer un esfuerzo por ir reduciendo las lecturas fundamentalistas y por ir
haciendo visibles las vetas ilustradas, como diría Celia Amorós17, que es
posible encontrar, más o menos escondidas, en cualquier religión.
*
.N. E. Véase el capítulo «Paz y Género. Debates y Coincidencias sobre un binomio
imperfecto».
16.Desde esta perspectiva, pienso que es demasiado simplista limitar el debate «multicultural» en la escuela a polémicas como las del «velo» usado por las chicas. Al margen
de que la «solución» francesa a estas situaciones me parezca errónea, y traducción de
un laicismo mal interpretado, pienso que la clave democrática se halla en que la escuela
ha de mostrar, por ejemplo, a las chicas musulmanas todo lo que la «cultura occidental»
ha avanzado en materia de derechos de las mujeres. Hacerles comprender los elementos
de su cultura, o de cualquier otra en la que se den presupuestos semejantes, que chocan
frontalmente con las posibilidades de libre desarrollo de la mujer. De esta manera, usando
como argumentos la razón y el diálogo, será posible hacer efectivo el «derecho a la desobediencia cultural» incluso en contextos tan rígidos como el de determinadas religiones.
Otras posiciones pueden llevar a la «victimización» de determinadas culturas e incluso a
provocar un efecto contrario al perseguido.
17.AMORÓS, Celia (2004) «Por una Ilustración multicultural», Quaderns de filosofia
e ciencia. Nº 34. Pp. 67-79.
343
GUERRA, PROPAGANDA Y PERIODISMO PARA LA PAZ
Miguel Vázquez Liñán
Grupo interdisciplinario de Estudios en Comunicación, Política y cambio
Social (Compolíticas1)
Coordinador del Observatorio Eurasia2
Universidad de Sevilla
Durante los últimos años se ha ido formando un consenso casi generalizado, en los estudios sobre conflictos bélicos, en torno a la importancia estructural que ha adquirido la información en el desarrollo de
los mismos. La necesidad de planeación propagandística de la guerra
está ya fuera de duda en casi cualquier cuartel general, sea éste de un
ejército regular, de una formación guerrillera o de un grupo terrorista.
La propaganda es una necesidad militar y, por lo tanto, podemos decir,
con poco miedo a equivocarnos que, de una forma u otra, no hay guerra
sin propaganda. De hecho, la ecuación a veces se invierte y la guerra
pasa a ser una necesidad propagandística. Como apunta Giovanni Porzio
sobre el conflicto armado en Somalia, la operación Restore Hope en la
ex - colonia italiana del Cuerno de África, lanzada en 1992 por Estados
Unidos y un nutrido grupo de países aliados, fue casi una ‘imposición’
de los medios de masas.3 Más reciente, la llamada guerra contra el
terrorismo, en sí planteada en términos propagandísticos, está siendo
1. Grupo Interdisciplinario de Estudios en Comunicación, Política y Cambio Social
(COMPOLITICAS) http://alojamientos.us.es/cico/index.htm
2.Observatorio Eurasia http://www.observatorio-eurasia.blogspot.com/
3.PIZARROSO QUINTERO, A. (2005) Nuevas guerras, vieja propaganda. De Vietnam
a Irak. Madrid. p. 21.
344
miguel vÁzquez liÑÁn
prolífica en este tipo de «batallas mediáticas»; Philip Hammond, comenta
una de estas operaciones: las fuerzas especiales estadounidenses que
entraron en Kandahar en 2001, por ejemplo, estaban ostensiblemente
involucradas en una «operación encubierta» que fue grabada por ellos
mismos y difundida por todo el mundo. La operación tuvo un dudoso
valor militar ya que, como reveló Seymour Hersh en el New Yorker,
los pathfinders del Ejército ya habían estado allí con antelación para
asegurarse de que el área no era peligrosa. 4
No es una situación nueva. La persuasión ha estado ligada a la guerra
desde el momento en que nos es posible rastrear la historia de ambos
fenómenos. Sun Tzu advertía a los estrategas militares, en sus escritos,
recopilados bajo el título El arte de la guerra y fechados entre los siglos
V y III a. C., de la importancia de persuadir al enemigo: Una operación
militar implica siempre engaño. Aunque seas competente, aparenta ser
incompetente. Aunque seas efectivo, muéstrate ineficaz.5 La guerra ha
incluido siempre persuasión, censura militar y política (llevada a cabo
por la dirección de los diferentes bandos, sean estos estatales o no),
dificultades para los periodistas (y sus equipos, sobre todo en el caso de
la televisión) a la hora de acceder al campo de batalla, sistemas de lo
que algunos denominan news management, es decir, el establecimiento
de operativos para suministrar material propagandístico a los corresponsales (resúmenes de prensa, comunicados, imágenes interesadas, etc.)…
Tampoco hay guerras sin llamadas a la lealtad, la unidad, al patriotismo,
sin peregrinas interpretaciones de la Historia y, dentro de la propia
profesión periodística, sin discusión sobre el «derecho a saber» del
ciudadano versus el «secreto militar». Y, dicho esto, ¿qué entendemos
por propaganda? Merece la pena que nos detengamos a recordar, aunque
de forma somera, algunas de las respuestas a esta pregunta.
1. SOBRE EL CONCEPTO PROPAGANDA
Con Alejandro Pizarroso (1993), comenzaremos diciendo que la propaganda es un proceso comunicativo que incluye información y persuasión,
4.LYNCH, Jake y McGOLDRICK, Annabel (2005) Peace journalism. Stroud, Gloucesters. p. XIII.
5.SUN TZU (2000, versión de Thomas Cleary) El arte de la guerra. México DF (et.
al.). p. 21.
guerra, propaganda y periodismo para la paz
345
y tiene como objetivo esencial la difusión de ideas. Desde este punto de
vista, se trataría de un proceso de persuasión porque, en efecto, implica
la creación, reforzamiento o modificación de la respuesta; pero también
es un proceso de información sobre todo en lo que se refiere al control
del flujo de la misma.6
Aun siendo conscientes de la dificultad, si no de la imposibilidad, de
aprehender en una definición un proceso complejo y multidimensional
como el que aquí intentamos describir, nos será de utilidad exponer
algunas de las aproximaciones de mayor predicamento entre los estudiosos del tema. Quizás sea la definición de Violet Edwards una de la
más recurrentes en los estudios sobre propaganda:
Expresión de una opinión o una acción por individuos o grupos, deliberadamente orientada a influir opiniones o acciones de otros individuos
o grupos para unos fines predeterminados. 7
Influir deliberadamente con unos fines predeterminados: es la clave
del proceso. Creemos necesario, para delimitar el campo de estudio,
incluir el concepto de intencionalidad en la definición de propaganda.
Edwards lo hace; no así Oliver Thomson (1999), que propone eliminar
lo «deliberado» y lo «sistemático» de la descripción del proceso, que
quedaría como sigue: uso de técnicas de comunicación de todo tipo, por
parte de un grupo de personas, para conseguir cambios en las actitudes
o comportamientos de otro grupo.8 Thomson señala que son muchos los
ejemplos, a lo largo de la historia, en los que la difusión de ideas políticas
y religiosas se han llevado a cabo con poca o ninguna premeditación o
plan concebido. Y está en lo cierto. También Pizarroso hace hincapié en
la necesaria multidisciplinariedad del estudio de la propaganda y añade
que su historia no debería referirse sólo a lo que es manifiestamente
tal, sino a todo el complejo sistema de comunicación humana en una
sociedad donde cada mensaje (escrito, hablado, simbólico, etc.) puede
jugar una función propagandística independientemente, algunas veces,
6.PIZARROSO QUINTERO, A. (1993) Historia de la Propaganda. Notas para un
estudio de la propaganda política y de guerra. Madrid. p. 27.
7.
Ibid. p. 28
8.THOMSON, Oliver (1999) Easily Led. A History of Propaganda. Thrupp, Stroud,
Gloucestershire. p. 5.
346
miguel vÁzquez liÑÁn
de que al ser producido hubiera o no una intencionalidad definida en
ese sentido.9
No siempre es fácil conocer la intención del emisor de un mensaje en
el momento en que decidió su difusión, sobre todo cuando hablamos de
tiempos lejanos de los que conservamos pocas fuentes; si mantenemos
como criterio la intencionalidad, es indudable que este problema surgirá
a menudo. Pero tampoco parece solucionar estas cuestiones la posición
de ver toda comunicación como propagandística, con lo que el objeto
de estudio se antojaría inabarcable. En cualquier caso, parece razonable diferenciar entre mensajes que deliberadamente han sido creados y
difundidos con objetivos propagandísticos y aquellos otros de los que
se ha hecho un uso propagandístico a posteriori, como tantas veces ha
ocurrido con la apropiación política de, por ejemplo, determinadas obras
literarias e incluso de la memoria de sus autores.
Es también terreno común en las definiciones del término propaganda
la referencia al objetivo de «cambiar actitudes y comportamientos» del
receptor; «convencer» es otro concepto que gravita sobre la mayoría de
dichas definiciones, muchas de ellas deudoras de los estudios que sobre
este proceso comunicativo se llevaron a cabo, principalmente en Estados
Unidos, durante el período de entreguerras.
La citada definición de Violet Edwards, por ejemplo, fue publicada en
1938, en el marco del trabajo que desarrollase en esos años el Instituto
para el Análisis de la Propaganda, creado, en 1937 con el objetivo de
«educar» al público estadounidense en la naturaleza de la propaganda
política. La Primera Guerra Mundial marca, sin duda, el estudio de la
propaganda; Jesús Timoteo se refiere al efecto que produjo en la sociedad
norteamericana el conocimiento (tras el conflicto) de que habían sido
manipulados por sus gobiernos para cambiar su visión sobre la guerra en
Europa: cuando los soldados vuelven del frente en Europa y contrastan
lo que ellos han vivido con lo que sus gobiernos contaron se produce
un sentimiento generalizado de rechazo.10
Durante la guerra se utilizaron todas las fórmulas conocidas para
influir en las actitudes y las opiniones de los ciudadanos, para ganarse
sus «corazones y sus mentes». Había llegado el momento de plantearse
9.PIZARROSO QUINTERO, A. (1993) p. 25.
10.TIMOTEO ÁLVAREZ, Jesús (2005) Gestión del poder diluido. La construcción de
la sociedad mediática (1998-2004). Madrid. p. 163.
guerra, propaganda y periodismo para la paz
347
el estudio sistemático y «científico» de la propaganda. Eso sí, el término
comienza a no ser políticamente correcto y a cargarse de unas connotaciones
negativas que llegan hasta nuestros días y han dado lugar a numerosos
eufemismos para evitar el término «propaganda». Interesa, en estos años,
encontrar un método fiable para la persuasión de masas y, sobre todo,
calcular (medir) sus efectos en el público. El reto era complicado y no
se conseguirá, pero el período de entreguerras nos deja nombres como
Walter Lippmann, Harold Lasswell o Edward Bernays, cuyas teorías son
tan discutibles como grande su influencia hasta hoy.
Lippmann había trabajado, durante la Primera Guerra Mundial, como
especialista del gobierno norteamericano en inteligencia militar. Escribió
editoriales para The New Republic apoyando la entrada de EEUU en la
guerra, interrogó a prisioneros y redactó panfletos propagandísticos para
la retaguardia. En 1922, recoge sus impresiones en La Opinión Pública,
texto ya clásico en el que Lippmann se muestra tajante: podemos tener
la certeza de que en el ámbito de la vida social, lo que se denomina
adaptación de los individuos al entorno tiene lugar por medio de ficciones.11 En esta línea, el autor se pregunta: ¿qué es la propaganda,
más que el esfuerzo por alterar la imagen ante la que los individuos
reaccionan, con el fin de reemplazar un modelo social por otro?.12
Lippmann sienta las bases de una visión recurrente de la propaganda
como forma de «construcción del consenso» (manufacturating consent),
que nos ayuda a simplificar una realidad compleja e inabarcable para el
ciudadano medio, pero también a interpretarla desde la perspectiva del
poder, siempre tendente a la integración del receptor en un determinado
orden establecido. Este proceso de simplificación-interpretación requiere
la manipulación simbólica. Lasswell incidiría en este punto, definiendo
propaganda como la dirección de las actitudes colectivas a través de la
manipulación de los símbolos significativos.13
Bernays (1928) pondría también nombre (engineering of consent) a este
punto de vista. Para este familiar de Sigmund Freud, somos gobernados,
nuestras mentes moldeadas, nuestros gustos formados y nuestras ideas
sugeridas en gran parte, por personas de las que nunca hemos oído
hablar.14 Él había participado en ese «gobierno en la sombra» durante la
11.LIPPMAN, Walter. (2003) La opinión pública. Madrid. p. 33.
12.Ibid. p. 40.
13.THOMSON, Oliver (1999) p. 2.
14.BERNAYS, E.L. (1928) Propaganda. Nueva York. p. 9.
348
miguel vÁzquez liÑÁn
guerra, como miembro de la Comisión Creel. Sabía, por lo tanto, de lo
que hablaba y, tras dejar claro que la influencia de esos especialistas en
propaganda llegaba a todos los rincones de la vida del ciudadano, defendía
su utilidad. Bernays titula Organizando el caos el primer capítulo de su
obra Propaganda; y esta es, desde su visión del problema, la función de
la misma: el «gobierno de propagandistas», cuya función es la de filtrar
e interpretar la compleja realidad, aparece como necesario: Hemos acordado voluntariamente dejar en manos de un gobierno invisible la criba
de datos y la jerarquización de los asuntos más destacados, de forma
que nuestro campo de elección sea reducido a proporciones prácticas.15
En la sociedad democrática (Bernays se refiere a la norteamericana de
su época), la propaganda es sistemática, inevitable, y ha venido para
quedarse. En una sociedad que vota y consume en masa, las minorías
han encontrado la forma de influir sobre las mayorías. Bernays define
la propaganda moderna como un coherente y duradero esfuerzo para
crear o modelar hechos, con el objetivo de influir en las relaciones del
público hacia una iniciativa, idea o grupo.16
Se nos antoja especialmente relevante retomar hoy esta forma (la del
periodo de entreguerras) de entender la propaganda ya que, en buena
medida, la idea de construir el consenso desde el poder en torno a una
«realidad mediática» para consumo masivo, parece gozar de muy buena
salud. Ron Suskind reproduce los comentarios de un consejero del presidente George W. Bush poco antes de su triunfo electoral en 2004:
El consejero dijo que los tipos como yo estabamos en lo que llamamos
«la comunidad asentada en la realidad», que él definió como «gente
que cree que las soluciones surgen del estudio juicioso de la realidad
discernible». Yo asentí y murmuré algo sobre los principios de la Ilustración y el empirismo. Me cortó enseguida. «Así no es como funciona
ya el mundo», prosiguió. «Ahora somos un imperio y, cuando actuamos,
creamos nuestra propia realidad y, mientras usted está estudiando juiciosamente esa realidad, nosotros actuamos de nuevo, creando otras
realidades».17
15.Ibid. p. 11.
16.Ibid. p. 25.
17.LYNCH, Jake y McGOLDRICK, Annabel (2005). p. XVI.
guerra, propaganda y periodismo para la paz
349
En 1988, Noam Chomsky y Edward S. Herman retoman la línea de
Lippmann y Bernays en su obra Manufacturating Consent. The Political
Economy of the Mass Media. Pero las conclusiones son diferentes: lo
que para Bernays era un acuerdo «voluntario», por el cual el ciudadano
cedía a ese gobierno en la sombra una parte de su libertad de elección por
motivos prácticos, se convierte, con Chomsky y Herman, en un sistema
(impuesto) de propaganda sistemática que pretende integrar al ciudadano
medio en las estructuras institucionales propias de la democracia estadounidense. La función de los medios en esta empresa es central:
Los medios de comunicación de masas actúan como sistema de trasmisión
de mensajes y símbolos para el ciudadano medio. Su función es la de
divertir, entretener e informar, así como inculcar a los individuos los
valores, creencias y códigos de comportamiento que les harán integrarse
en las estructuras institucionales de la sociedad. En un mundo en el que
la riqueza está concentrada y en el que existen grandes conflictos de
intereses de clase, el cumplimiento de tal papel requiere una propaganda
sistemática.18
La democracia se convierte así, en «virtual», y la propaganda en el
elemento central de esa virtualidad. Una vez más, estamos ante el tema
de la realidad y la ficción (lo aparente). Ya en el prefacio, los autores
hacen constar su opinión de que los medios de comunicación en EEUU
sirven para movilizar el apoyo a favor de los intereses que dominan la
actividad estatal y de las grandes empresas privadas. Es decir, la libertad
de expresión está ahí, es constitucional... pero hay truco; tal y como está
estructurado el sistema, es difícil que las opiniones disidentes, aquellas
que ponen en duda los elementos estructurales del sistema, lleguen a los
grandes medios en prime time. Una vez más, las apariencias:
Pero incluso cuando la controversia de las elites acerca de cuestiones
tácticas está en pleno apogeo, quedan excluidas de los medios de comunicación las opiniones que ponen en cuestión las premisas fundamentales
o sugieren que los modos de ejercicio del poder del Estado al uso están
basados en factores sistémicos.19
18.CHOMSKY, Noam; HERMAN, Edward S. (2003) Manufacturating Consent. The
Political Economy of the Mass Media. p. 21
19.Ibid. p. 15.
350
miguel vÁzquez liÑÁn
Se puede, por lo tanto, discutir la táctica, pero nunca la estrategia.
La estructura, así las cosas, permanece. El tema es recurrente y viene
de lejos. En 1864, Maurice Joly publicaba, en Bruselas el ensayo que
lleva por título Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu.
Se trata de una interesante reflexión, escrita en forma de diálogos, en
la que Joly pone en boca del estadista florentino toda una colección
de argumentos que pretendían demostrar con qué facilidad se pueden
utilizar los instrumentos políticos democráticos, para transformar (a la
democracia) en un régimen despótico. Ante un desesperado Montesquieu,
que no ha perdido la fe en la separación de poderes y en la imposibilidad
de que un régimen representativo degenere en dictadura, Maquiavelo
va desmontando los logros de la separación de poderes, partiendo de
la siguiente base:
En todos los tiempos, los pueblos al igual que los hombres, se han contentado con palabras. Casi invariablemente les basta con las apariencias,
no piden nada más. Es posible entonces crear instituciones ficticias que
responden a un lenguaje y a ideas igualmente ficticias. 20
Maquiavelo se refiere a un nuevo tipo de despotismo, con nuevos
procedimientos: conseguir transmitir la imagen de la existencia de libertades, sin que las haya realmente; de pluralismo, sin que éste exista; de
democracia, en suma, bajo el despotismo. El Maquiavelo de Joly lo tiene
claro: nada de esto es posible sin propaganda; es imprescindible tener a
la opinión pública del lado del gobierno, y esto implica el control de la
prensa; pero, de nuevo, la máxima es controlar sin perder la apariencia
de libertad de expresión.
La idea de «construir el consenso» (en la interpretación aquí expuesta
de Lippman-Bernays) ha generado intensos debates entre los teóricos
e historiadores de la propaganda, y también lo hizo en el Seminario de
Investigadores para la Paz. Resulta difícil negar las ventajas de un cierto
consenso social en torno al modelo de convivencia que un grupo de ciudadanos haya elegido darse; más aún si dichos ciudadanos han participado
activamente (y tras recibir una información adecuada) en la construcción
de ese sistema. Pero tampoco es fácil afirmar que esas condiciones
20.JOLY, M. (2002) Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu. Barcelona.
p. 141.
guerra, propaganda y periodismo para la paz
351
ideales de elección libre e informada del sistema de convivencia se den
con frecuencia. Habitualmente, la elección es «dirigida» a través de la
persuasión. Las campañas electorales no son más que el punto álgido de
este proceso, pero la propaganda de un sistema (autoritario o democrático, aunque haya diferencias evidentes entre ellos) es permanente. En
este sentido, la crítica que Chomsky y Hermann hacen del «consenso»
es del todo asumible. Se trata de un consenso «no consensuado» (¿deberíamos hablar entonces de «consentimiento», «aceptación»...?), sino
impuesto verticalmente y asumiendo que los grupos sociales tienden al
conformismo, por lo que acabarán aceptándolo.
Nos hemos referido a la recuperación «revisitada», por parte de
Chomsky y Hermann, de las tesis de Lippman y Bernays. Charles U.
Larson (1992) también vuelve a Bernays para retomar la idea de la utilidad de la propaganda para el receptor, cuya participación en el proceso
persuasivo resulta vital. Refiriéndose a la persuasión, que define como
un proceso que cambia actitudes, creencias, opiniones o conductas 21,
Larson hace hincapié, como decimos, en la necesidad de la colaboración
del receptor. Para este autor, toda persuasión tiene un componente de
«autopersuasión». El proceso sólo tendría éxito, por lo tanto, si se da la
colaboración emisor-receptor. Sólo somos persuadidos, según esta visión
deudora de Bernays, si participamos en el proceso: seré persuasivo siempre que me veas como alguien que comparte un territorio común —de
valores, objetivos, intereses y experiencias- contigo.22 Siguiendo con esta
argumentación, la persuasión es necesaria para la vida en la sociedad de
consumo. Nos ayuda a elegir por quién votar, ante la «imposibilidad»
de conocer con detalle todas las propuestas, a decidirnos por una u otra
marca sin tener que testarlas todas para formarnos nuestro propio criterio, o a escoger una determinada universidad en la que cursar nuestros
estudios ante la dificultad de probar todas las posibilidades antes de
elegir. Evidentemente, la diferencia de enfoque es crucial. Si vemos la
simplificación de la complejidad como una oportunidad, como algo útil
para la vida diaria, transmitiremos una historia de la propaganda muy
diferente a la que resultaría de la visión de dicha simplificación como
una imposición del sistema social en el que vivimos. 23
21.LARSON, Charles U. (1992) Persuasion. Recepcion and Responsibility. Belmont
(California). p. 9.
22.Ibid. p. 11.
23.Ver el capítulo «Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la paz»
352
miguel vÁzquez liÑÁn
2. LA PROPAGANDA DE GUERRA
Werner Jaeger recupera a Tucídides cuando afirma que el principio de
la fuerza constituye una esfera propia, regida por sus propias leyes.24 Y
la guerra es un acto de fuerza al que, según Karl von Clausewitz (17801831)25, no se le pueden poner límites. Para el militar y pensador prusiano,
la guerra es una herramienta política utilizada para impedir que el adversario
pueda ejercer su voluntad. Si el fin es político y la violencia el medio, no
podemos separar ambos conceptos sin riesgo de perder la coherencia del
análisis. Consecuencia de una situación extrema, la propaganda de guerra
también suele serlo. Parafraseando a Clausewitz, Pizarroso (1993) habla de
objetivos comunes entre guerra y propaganda. Visto así, si la guerra es un
acto de violencia que pretende forzar al adversario a someterse a nuestra
voluntad, podríamos decir que la propaganda es un acto de violencia
mental para forzar a alguien a someterse a nuestra voluntad.26
La propaganda es, en efecto, una potente arma de guerra. R.D. McLaurin, define Psychological Operations (una de las denominaciones más
comunes en el mundo anglosajón, junto a Psychological Warfare, para
referirse a la propaganda en tiempos de guerra) como el uso planeado
o programado de todo el espectro de acciones humanas para influir en
las actitudes de poblaciones aliadas, neutrales y enemigas, importantes
para los objetivos nacionales.27
La alusión a los «objetivos nacionales» es coherente con la visión
de la guerra entre Estados. En este contexto, la planificación propagandística debe contemplar estrategias diferentes dependiendo del receptor
(«poblaciones» en la definición de McLaurin) y de su posición respecto
al conflicto. Brown sintetiza las principales metas de la propaganda de
guerra, atendiendo precisamente a esta posición:
1) movilizar y dirigir el odio al enemigo y minar su moral; 2) convencer
al público de la legitimidad de la causa aliada y aumentar y mantener su
espíritu de lucha; 3) conseguir la amistad de los neutrales y fortalecer
24. WALZER, M. (2001) Guerras justas e injustas. Barcelona. p. 34.
25.Véase: CLAUSEWITZ, K. V. (2005) De la guerra. Madrid: La Esfera de los libros.
26.PIZARROSO QUINTERO, A. (1993) p. 34.
27.McLAURIN, Ron D. (et.al.) (1982) Military Propaganda. Pshychological Warfare
and Operations. New York. p. 2.
guerra, propaganda y periodismo para la paz
353
la impresión de que no sólo tenían razón los aliados, sino que además
iban a alzarse con la victoria, y, siempre que fuese posible, conseguir
su apoyo activo y su cooperación; 4) extender y fortalecer la amistad
de las naciones aliadas.28
Desde luego, la guerra se puede presentar en formatos que no siempre
coinciden con el enfrentamiento militar entre Estados. Es propaganda de
guerra la que difunden los bandos de una guerra civil, la de los grupos
guerrilleros o terroristas e incluso determinadas prácticas llevadas a cabo
en tiempos de relativa paz, como la propaganda anticomunista en EEUU
durante la Guerra Fría y su negativo (propaganda anticapitalista) en la
Unión Soviética. En tiempos de guerra, la propaganda no cambia necesariamente sus métodos, al menos no de forma radical, pero sí se hace
más estridente. Lo habitual es que se extreme la irracionalidad de los
mensajes y la simplificación, de lo que suelen ser complejas realidades,
lleve al dualismo, al enfrentamiento entre el blanco y el negro, entre el
«Bien y el Mal». Este maniqueismo, que huye de la explicación de las
causas estructurales del conflicto, suele conducir a la demonización del
enemigo, que es presentado como el único responsable de la guerra.
Nadie reconoce estar llevando a cabo una campaña propagandística. La
propaganda es algo que siempre emplea «el otro». Paralelamente, tampoco
nadie admite querer o haber provocado la guerra; más aún, como apunta
Anne Morelli, la primera máxima de la propaganda de guerra parece ser
el axioma: «nosotros no queremos la guerra»29; que frecuentemente va
acompañado de algunas matizaciones del tipo «pero nos hemos visto obligados», «no podemos permitir que nos humillen» o, muy a menudo: «hemos
actuado en legítima defensa». La guerra ha sido y es utilizada también para
28.BROWN, J.A.C. (2004) Técnicas de persuasión. Madrid. p. 101 - 102.
29.MORELLI, Anne (2002) Principios elementales de la propaganda de guerra (utilizables
en caso de guerra fría, caliente o tibia). Hondarribia. Esta historiadora ha sintetizado los
mecanismos básicos de la propaganda de guerra descritos por Arthur Ponsoby (Falsehood in Wartime, 1928) en el siguiente decálogo: «1.Nosotros no queremos la guerra. 2.El
adversario es el único responsable de la guerra. 3.El enemigo tiene el rostro del demonio.
4.Enmascarar los fines reales de la guerra presentándolos como nobles causas. 5.El enemigo provoca atrocidades a propósito, si nosotros cometemos errores es involuntariamente.
6.El enemigo utiliza armas no autorizadas. 7.Nosotros sufrimos muy pocas pérdidas, las
del enemigo son enormes. 8. Los artistas e intelectuales apoyan nuestra causa. 9.Nuestra
causa tiene un carácter sagrado. 10. Los que ponen en duda la propaganda de guerra son
unos traidores».
354
miguel vÁzquez liÑÁn
recuperar o consolidar la unidad nacional: «ahora, más que nunca, debemos
permanecer unidos» es una frase repetida hasta la saciedad en los últimos
tiempos tras cada atentado terrorista, especialmente de aquellos atribuidos al
«terrorismo internacional», convertido hoy por los propagandistas de medio
mundo en el enemigo por antonomasia. La exaltación del patriotismo ante
el enemigo común es siempre un método eficaz para que las disensiones y
pugnas políticas internas pasen a un segundo plano. Más allá aún, quienes
cuestionan la política de los gobiernos en momentos de guerra son tildados,
en muchas ocasiones, de traidores. El enemigo es siempre, por tanto, el
único culpable de la guerra; las víctimas que ocasiona (que son muchas),
son causa de las atrocidades cometidas, mientras que las ocasionadas por
nuestro bando (que son pocas), son errores involuntarios. Desde luego,
las motivaciones del enemigo son amorales, mientras que las nuestras son
nobles e incluso sagradas («Dios está de nuestro lado»).
En los últimos tiempos asistimos a la transformación de la guerra en
un espectáculo mediático. Es cierto que los conflictos armados son una
fuente inagotable de posibles historias, trágicas y heroicas, de sentimientos como el miedo y la angustia, pero también la euforia de la victoria
y el patriotismo. La guerra «mediada» nos lleva a casa, principalmente
a través de la televisión, una dramatización de los acontecimientos que
pretende, además de convertirla en objeto de consumo rentable, dar la
sensación de realidad. Pero difícilmente será más que eso, una vez más...
apariencia de realidad, ya que si algo caracteriza la relación guerra-medios de comunicación esto es la dificultad que tiene el periodista para
llevar a cabo su trabajo. No hay gobierno, ejército o grupo insurgente
que no intente controlar la información que del conflicto se desprende.
La censura es intrínseca a la guerra, y las noticias que recibimos son
el resultado de una información tamizada por múltiples filtros que van
desde la censura militar a las modas y la corrección política del momento.
No significa esto la imposibilidad de escribir la historia de la guerra,
pero debe alertarnos de las diferencias entre el periodismo y la labor
del historiador. Martin Bell, ilustra esta difícil relación: Hay momentos
en los que el periodismo parece casi privilegiado, como si tuviera un
asiento de primera fila en la escritura de la Historia.30 Pero el propio
30.Taylor, Phil. (1995) War and the media. [en línea]. [ref. de 29-10-2005]. Disponible
en: http://ics.leeds.ac.uk/papers/vp01.cfm?outfit=pmt&requesttimeout=500&folder=25&p
aper=47
guerra, propaganda y periodismo para la paz
355
Bell reconoce que lo mejor es dejar a los historiadores que hagan su
trabajo. Phil Taylor, comenta al respecto:
El problema es que los historiadores compiten en desventaja con respecto
al periodismo, en su papel de proveer ‘el primer borrador de la historia’;
dicho de otra forma, en el momento en que los historiadores se implican,
el primer borrador ha sido tan ampliamente difundido por los medios
masivos, que resulta extremadamente difícil extraer los contaminantes que
ya han infectado la corriente dominante del conocimiento popular. 31
Taylor diferencia entre la cobertura mediática que se da a lo que él
llama «nuestras guerras», es decir, aquellas en las que participan «nuestras tropas», a veces junto a «nuestros aliados», y las «guerras de los
otros». Entre otras distinciones, llama la atención la alusión de Taylor a
la dificultad de mantener una cierta distancia a la hora de cubrir aquellos
conflictos en los que participa nuestro ejército. La intención de objetividad del periodista puede llegar a ser incompatible «con el subjetivo
deseo de su audiencia de ver el apoyo general al esfuerzo militar de la
nación. La malas noticias sobre el progreso de ‘nuestro bando’ provocan, invariablemente, las demandas de disparar al mensajero». 32 No es
fácil posicionarse contra el sentimiento de unidad nacional y defensa
del propio ejército, que suele ser el mensaje propagandístico nacional
en todas las guerras entre Estados.33
El fenómeno propagandístico, en sus diferentes formas, ha acompañado
al ser humano a lo largo de toda su andadura histórica y no hay ningún
indicador que nos invite a pensar que esto dejará de ser así. Por lo tanto,
estamos ante una discusión necesaria y siempre de actualidad: volveremos
31.Ibid.
32.Ibid.
33.Sobre el papel de los corresponsales (y los medios a los que pertenecen) en la guerra,
véanse, entre otros: ALLAN, S. Y ZELIZER, B. (2004) Reporting War. Journalism in
Wartime. Londres y Nueva York; CARRUTHERS, SUSAN L. (1999) The Media at War.
Communication and Conflict in the Twentieth Century. London.; KNIGHTLEY, PHILLIP
(2003) The First Casualty. The War Correspondent as Hero, Propagandist and Mith-Maker
from the Crimea to Iraq. Londres.; PIZARROSO QUINTERO, A. (2005) Nuevas guerras,
vieja propaganda. De Vietnam a Irak. Madrid.; VÁZQUEZ LIÑÁN, MIGUEL (2005) Desinformación y propaganda en la guerra de Chechenia. Sevilla; SAPAG, P. «Militares y
periodistas. Entre el barro y la tecnología», en BENAVIDES, J. Y VILLAGRA, N. (2003)
Públicos, instituciones y problemas en la comunicación del nuevo milenio. Madrid..
356
miguel vÁzquez liÑÁn
a repetir nuestros errores, a ser convencidos por los mismos mensajes que
persuadieron a nuestros abuelos; pero la resistencia posible al mensaje
bélico está también en el conocimiento del quehacer propagandístico y,
en este sentido, nos parece muy pertinente seguir la discusión sobre la
comunicación propagandística tanto en la guerra como en la paz.
Pero sí se ha producido un cambio de escenarios. La superabundancia
de información, en la parte del mundo que toma las decisiones, ha hecho
que se recrudezca la batalla «por los corazones y las mentes», y que
la organización de la propaganda evolucione, adaptándose a las nuevas
redes de información. En ocasiones, la red ha sustituido a la organización piramidal de la propaganda tradicional. Nuestra percepción de lo
que ocurre en el mundo es esencialmente mediática, y los medios se
convierten en productores de imaginarios, dando sentido a la pregunta
que se hace César San Nicolás sobre hasta qué punto lo único «real»
que tenemos es precisamente vivir a base de dichos «imaginarios». 34
Las guerras son una realidad cruel y tangible, el problema está en su
justificación pública tomando como axiomas esos imaginarios. Si bien
los canales y las formas de organización han evolucionado en buena
medida con la aparición de las nuevas tecnologías, los mensajes de la
actual propaganda de guerra han cambiado poco con respecto a sus «antepasados». Otra cosa, dice Francisco Marín, es el aspecto tecnológico
y militar del conflicto armado: El éxito de las operaciones militares
dependerá, cada vez más, de la capacidad de alcanzar la superioridad
en materia de adquisición de información sobre un adversario en los
niveles estratégicos y operacional.35 Esta perspectiva militar convierte
en aún más estratégico el componente informacional de la guerra, lo que
nos debe alertar sobre la posible visión deformada de que la tecnología
elimina la violencia en asuntos humanos.36 No es así. La guerra no es,
ni mucho menos, un fenómeno sólo propagandístico.
34.CONTRERAS, F. y SIERRA, F (coords.) (2004) Culturas de guerra. Madrid. p.
128.
35.Ibid. p. 337.
36.Ibid. p. 276.
guerra, propaganda y periodismo para la paz
357
3. PERIODISMO PARA LA PAZ
Si bien siempre tendremos dudas sobre el verdadero impacto de la
propaganda en general, y de la propaganda de guerra en particular, pocas
son las que albergamos sobre la importancia que se le da hoy en la planeación y desarrollo de los conflictos bélicos (y de la actividad política
en general). Dicho esto, cabría preguntarse si el potencial persuasivo
de los medios, que tan intensivamente se ha explotado para llevar a los
pueblos a la guerra, no sería también útil para el mantenimiento de la
paz. La respuesta en uno u otro grado afirmativa a esta cuestión ha dado
lugar a un planteamiento que, si bien no totalmente nuevo, sí resulta
hoy más consciente y estructurado, sobre cómo informar del conflicto
en general, y del conflicto bélico en particular. Muchos han sido los
acercamientos al tema, y muchas las etiquetas que han dado nombre
a las diversas perspectivas. De ellas, quizás la de «periodismo para la
paz» (Peace Journalism) ha sido la de mayor éxito. Los profesores y
periodistas Jake Lynch y Annabel McGoldrick editaron, en 2005, un texto
titulado precisamente así, Peace Journalism, que se ha convertido ya en
referencia ineludible para los interesados en esta propuesta de cubrir
conflictos bélicos y, de modo muy especial las crisis internacionales.
Para Lynch y McGoldrick el periodismo para la paz es una respuesta al
modelo dominante de informar sobre la guerra que, creyéndose «neutral
y objetivo», acaba siendo «periodismo para la guerra» (War Journalism),
un periodismo que informa sobre los hechos en el frente más que sobre
los procesos que originaron o hacen que se desarrolle el conflicto, que
no atiende suficientemente al contexto, que plantea el conflicto de forma
maniquea, como una guerra entre ellos y nosotros en la que la única
salida es la victoria total de uno de los contendientes y, sobre todo, que
privilegia la salida militar e ignora, o no da la misma importancia, a
las opciones pacíficas de resolución de conflictos. Ante esto, los autores
hablan de periodismo para la paz cuando los directores y periodistas
toman decisiones, sobre qué historias contar y cómo contarlas, que dan
la oportunidad, a la sociedad en general, de tomar en consideración y
valorar respuestas no violentas al conflicto.37
Esta perspectiva pretende actualizar convenciones clásicamente aceptadas en el ejercicio periodístico. Sin negar su importancia, cierto es que
37.LYNCH, Jake y McGOLDRICK, Annabel (2005). p. 5.
358
miguel vÁzquez liÑÁn
conceptos como el de «objetividad» pueden convertirse en un callejón sin
salida a la hora de cubrir determinados eventos ya que, en la práctica,
limita el tipo de informaciones, pone en duda el análisis (poco «objetivo») y el debate sobre procesos y contextos (siempre discutibles). Esto
puede llevar, y de hecho así ocurre con preocupante frecuencia, a que
la información de la guerra se ciña al parte sobre número de muertos
y heridos o a la cantidad de explosiones y objetivos dañados; es decir,
aquellos aspectos cuantitativos y relativamente «contrastables» de la guerra. Y quizás no estemos entoces hablando ya de periodismo objetivo, ni
equidistante ni equilibrado, ni veraz, sino de una forma de informar que
perpetúe la ignorancia sobre las motivaciones complejas del conflicto,
dejando campo libre a la interpretación simplista y propagandística de los
bandos enfrentados y enquistando los estereotipos a través de los cuales,
en la mayoría de los casos, interpretamos las guerras lejanas (y también
las cercanas). En el mismo sentido se podría hablar de la obsesión por
presentar «las dos caras del conflicto»: rara vez un conflicto tiene dos
caras, y presentarlo de forma dual es cualquier cosa menos equilibrado.
Así como presentar las opiniones de los dos principales partidos políticos
de un país no nos dice gran cosa sobre la realidad política del mismo,
tampoco las arengas prebélicas de George W. Bush y Sadam Hussein
nos aclararon nada sobre el porqué de la guerra.
Consecuencia del mismo concepto de información que cuestiona el
periodismo para la paz, es la omisión, en los reportes sobre la guerra, de
aquellos actores que están proponiendo salidas no violentas al conflicto.
Quizás sea ésta la característica más nociva de muchos de los reportajes
de guerra de nuestros días: la inercia (y la comodidad) lleva a reproducir
los discursos oficiales (habitualmente, DOS discursos oficiales) que, no
lo olvidemos, son siempre interesados. Este punto es subrayado también
por Lynch y McGoldrick: el discurso que emana de las partes en conflicto es también parte del conflicto. Cuando nuestro gobierno entra en
guerra, comienza, y esta regla no parece conocer excepciones, a propagar
una versión de la misma que, en el mejor de los casos, está compuesta
por «medias verdades», cuando no por invenciones con pretensiones de
convertirse en «verdad».
La intención de dar una mayor visibilidad informativa a aquellos
actores que buscan salidas no violentas al conflicto forma parte de lo
que Javier Bernabé denomina «periodismo preventivo», definido como
una disciplina o corriente periodística cuya intención es dotar a las
diversas opiniones públicas, nacionales e internacionales, de elementos
guerra, propaganda y periodismo para la paz
359
informativos que sean útiles para comprender el origen, desarrollo y
finalización de las situaciones clave, destacando los esfuerzos para su
resolución, haciendo visibles aspectos que permitan la prevención de
situaciones con características similares en un momento posterior, a
partir de la información realizada antes, durante y después del acontecimiento. Entendemos por situaciones clave: conflictos armados, crisis
institucionales, crisis sociales, crisis humanitarias, crisis de Derechos
Humanos y crisis medioambientales, que son las áreas de trabajo
planteadas.38 Este planteamiento de investigación es el que desarrolla
el Instituto de Periodismo Preventivo y Análisis Internacional (IPPAI)39
que, con sede en Madrid, edita la Revista de Periodismo Preventivo. En
el ámbito latinoamericano, y con una especial atención al análisis del
conflicto colombiano, trabaja Medios para la paz (MPP)40, colectivo de
periodistas que se ha marcado como meta propiciar el ejercicio ético y
con responsabilidad social del periodismo como instrumento de construcción de democracia y cultura de paz, con énfasis en el conflicto armado
colombiano. Otras organizaciones que contemplan acercamientos similares al trabajo periodístico son The Committee to Protect Journalists 41,
Fahamu42, Internews Network, Media Channel, Fairness and Accuracy
In Reporting43, etc.
Lo que parece evidente no siempre lo es, y por eso es deseable recuperar,
como hacen Francisco Muñoz y Beatriz Molina en el primer capítulo de
este libro, el concepto de «deconstrucción», tan esclarecedor a veces. El
objetivo de «deconstruir la violencia» pasa, en las sociedades con una fuerte
presencia mediática y donde estos medios son creadores fundamentales
de imaginarios colectivos, por «deconstruir la propaganda». Desmontar
(entendiendo) ese consenso impuesto al que nos referíamos más arriba.
El periodismo para la paz debe ser fundamental en este objetivo, usando
las potencialidades de los medios de comunicación para, lo hemos dicho,
visibilizar las opciones pacíficas, pero también para denunciar, tozuda
y sistemáticamente, el maniqueismo propagandístico con el que se nos
38.BERNABÉ FRAGUAS, Javier (2007) Periodismo preventivo. Madrid. pp.28 - 29.
39.Instituto de Periodismo Preventivo y Análisis Internacional http://www.periodismopreventivo.org/
40.Medios para la paz http://www.mediosparalapaz.org/
41.The Committee to Protect Journalists http://www.cpj.org/
42.Fahamu http://www.fahamu.org
43.Fairness and Accuracy In Reporting http://www.fair.org
360
miguel vÁzquez liÑÁn
transmite, tan a menudo, el conflicto. Buscar el porqué de los discursos
bélicos nos ayudará a valorar propuestas no violentas. 44
Las dificultades de un proyecto similar son evidentes. El sistema
mediático actual no es ajeno, sino pieza fundamental, de esa «agenda
global injusta que genera violencia» de la que habla, en Otra economía
para hacer posible la Paz, Juan Torres.45 Se hace necesaria la creación
de redes mediáticas y de colaboración entre aquellos que adoptan una
mirada diferente a la información sobre los conflictos bélicos, «abriendo el campo de lo posible» como nos propone Joaquín Herrera en su
Manifiesto inflexivo. Efectivamente, resulta complejo intentar cambiar
un sistema mediático rígido que ha sido diseñado para no cambiar y perpetuar el «consenso impuesto» al que se referían Chomsky y Hermann.
Pero tampoco hay que asumir la imposibilidad de su modificación como
un freno al cambio de perspectiva que debe protagonizar el periodismo
para la paz. Suscribimos, también aquí, las palabras de Joaquín Herrera,
su propuesta de «proponer continua e intempestivamente alternativas
realistas que pidan lo imposible, ‘lo todavía no’ [...) Hay, por tanto, que
‘fugarse’ del círculo cerrado de teorías que imponen significaciones y
sentidos como algo ‘natural’ disimulando u ocultando las relaciones de
fuerza que fundamentan su fuerza».
4. EL ESPACIO POSTSOVIÉTICO Y «LA PAZ DE LOS
CEMENTERIOS»
Esta es la perspectiva desde la que, desde el Grupo Interdisciplinario
de Estudios en Comunicación, Política y Cambio Social (COMPOLITICAS), entendemos la cobertura de los conflictos internacionales. Y
la deconstrucción de la propaganda que generan implica conocimiento
de realidades complejas, lejanas y habitualmente estereotipadas. En el
entendimiento de que hay que sacar del silencio informativo a regiones
del mundo que han sufrido también el «silencio histórico occidental»,
el Observatorio Eurasia, como proyecto de COMPOLITICAS, propone
el estudio multidisciplinar de una zona, la de la antigua Unión Soviética
44.Veáse el capítulo «Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la paz».
45.Veáse el capítulo «Otra economía para hacer posible la Paz».
guerra, propaganda y periodismo para la paz
361
que, si exceptuamos Rusia, sigue siendo muy desconocida para el público
español y latinoamericano.
Existe un cierto consenso en torno a la opinión de que el estado soviético desapareció de forma relativamente pacífica, teniendo en cuenta
el alto grado de conflictividad potencial que albergaba en su interior. No
obstante, dicha interpretación merece ser matizada: por una parte, esta
percepción se ve alimentada por el hecho de que los conflictos, armados
o no, que se han producido en el espacio postsoviético desde 1991, han
tenido lugar en escenarios «mediáticamente lejanos», con poca presencia de
los medios internacionales: apenas se ha informado sobre ellos por lo que,
en cierta medida, «no han existido». Por enumerar someramente algunos
de estos conflictos (y nadie debe dudar de que es una lista incompleta),
tendríamos que recordar la guerra civil que asoló Tayikistán entre 1992
y 1997, los diversos conflictos que han tenido lugar en Georgia (guerra
civil en los primeros años noventa, enfrentamientos secesionistas en Abjazia y Osetia del Sur, etc.), el contencioso entre Azerbaiyán y Armenia
por Nagorno-Karabaj, la guerra en Transnistria por su independencia
de Moldavia, el conflicto entre las dos Osetias, los múltiples episodios
violentos entre (y dentro de) las pequeñas repúblicas del Cáucaso ruso
(Daguestán, Ingushetia, Kabardino-Balkaria, Karachai-Cherkessia, etc.)
y, desde luego, la guerra de Chechenia. Tampoco se debe omitir, en este
breve repaso, que la relativa paz reinante en los estados centroasiáticos
que componían la URSS se parece bastante a la «paz de los cementerios»:
dictadores como Islam Karímov en Uzbekistán, Nursultán Nazarbáyev
en Kazajstán o el ya fallecido Saparmurat Niyázov en Turkmenistán,
apoyados puntual y convenientemente por gobiernos occidentales, han
reprimido violentamente cualquier manifestación de disidencia en sus
territorios, en muchas ocasiones justificando su represión como episodios
de la guerra contra el terrorismo (tal y como ocurre en Occidente) o, en
la mayoría de las ocasiones, sin necesidad de argumentar nada, ya que
la impunidad de la que gozan no lo hace especialmente necesario.
Por otra parte, el proceso de desintegración de lo que fue el estado
soviético no parece haber concluido. En 1991 se produjo la separación
de las quince repúblicas federadas que componían la URSS, a saber:
Estonia, Letonia, Lituania, Bielorusia, Ucrania, Moldavia, Rusia, Georgia,
Armenia, Azerbaiyán, Kazajstán, Turkmenistán, Uzbekistán, Kirguizistán
y Tayikistán; pero la división administrativa, frecuentemente artificial
y motivada políticamente, no coincidió siempre con los sentimientos
nacionalistas (o los intereses económicos) de grupos y pueblos que
362
miguel vÁzquez liÑÁn
buscaban un mayor grado de independencia. En 1991, los territorios
que formaban un segundo o tercer nivel en la jerarquía administrativa
de la URSS vieron frustrados sus deseos de autonomía o independencia:
el caso de Chechenia, dentro de la Federación Rusa, es paradigmático.
El resultado es que, en la actualidad, Rusia sigue siendo, en muchos
sentidos, un estado imperial, muy centralizado y con una composición
étnica, lingüística y religiosa altamente conflictiva. La situación no se
ha abordado con seriedad por los gobiernos de Yeltsin y Putin, incapaces
de desarrollar políticas de convivencia interna.
Hasta hoy, la información de calidad sobre lo que ocurre en buena
parte de esta zona del mundo, y nos referimos sobre todo al Cáucaso
y Asia Central, llega con cuentagotas a los grandes medios de comunicación de masas occidentales. El porqué es complejo e incluye, entre
otras, causas estructurales que tienen que ver con el funcionamiento del
sistema internacional de medios de comunicación, guiado demasiado a
menudo por criterios exclusivamente mercantiles, pero también de política
internacional (pocos gobiernos se atreven a entrar en conflicto con estados
que surten de gas y petróleo a buena parte del mundo) y propiamente
periodísticas (pocos corresponsales en la zona, desconocimiento de los
procesos que allí se desarrollan, etc.). El resultado es tremendamente
satisfactorio para los gobiernos autoritarios de la zona, que se ven con
las manos aún más libres para hacer y deshacer a su antojo y, además,
son presentados ante las audiencias internacionales como «un mal menor
para Occidente». El mensaje latente parece ser: «siempre es mejor un
dictador como Karímov, que mantiene a raya al radicalismo islámico,
que la toma del poder por grupos como el Movimiento Islámico de
Uzbekistán o Hizb ut-Tahrir».
En este contexto, un trabajo periodístico digno sobre el terreno se hace
casi imposible. Y esta afirmación no es sólo válida para las repúblicas
centroasiáticas o del Cáucaso, sino también para la Federación Rusa
donde, desde la llegada al poder de Vladímir Putin, las posibilidades
de organizar alternativas políticas y mediáticas se han ido reduciendo
exponencialmente. La persecución y hostigamiento constante a la disidencia interna se ha convertido en la norma y, en los últimos años,
Rusia está a la vanguardia mundial en lo que a muerte en extrañas circunstancias y asesinatos de periodistas se refiere (el caso del asesinato
de Anna Politkóvskaya ha sido el que mayor respercusión mediática ha
tenido). El trabajo de esta disidencia activa, organizada habitualmente en
partidos y organizaciones no gubernamentales, no es bien visto por las
guerra, propaganda y periodismo para la paz
363
autoridades rusas que, con su presidente a la cabeza, no desaprovechan
ninguna ocasión para desacreditarla, acusándola habitualmente de estar
vendida a los intereses de sus patrocinadores (léase Europa y EEUU)
y llevar a cabo una labor «quintacolumnista» en su propio país. El
director del FSB, Nikolai Pátrushev, se ha manifestado en este sentido
en varias ocasiones:
Servicios de inteligencia extranjeros, cada vez con más intensidad, emplean
para su trabajo métodos no tradicionales con la ayuda de programas
educativos de diferentes organizaciones no gubernamentales que hacen
propaganda de sus intereses y recogen información. 47
Para intentar contrarrestar esta situación, el gobierno ruso ha promovido
una serie de medidas reguladoras más restrictivas de la actividad de las
organizaciones no gubernamentales en territorio ruso. Las críticas han
pasado, en muchas ocasiones, de la retórica a las amenazas, intimidación,
asaltos a las sedes de organizaciones como Memorial y agresiones físicas
que, demasiado frecuentemente, suelen quedar sin investigar. 48
El gobierno de Putin ha llevado a cabo una restructuración del sistema
mediático en Rusia (coherente con el modelo de Estado autoritario que
se ha reforzado bajo su presidencia) tendente a la creación de un «monólogo desde el poder» que reduzca a lo anecdótico la difusión de las
opiniones disidentes. Este sistema se apoya en una serie de leyes, como
la de medios de comunicación, la ley sobre organizaciones sociales o la
ley sobre el extremismo, diseñadas para criminalizar comportamientos
que pretendan poner en duda el status quo. En este contexto, hablar,
por ejemplo, de «elecciones» en Rusia es simplemente absurdo: sólo
los grupos políticos cercanos al Kremlin tienen la posibilidad real de
difundir sus programas, si es que podemos llamarlos así.
47.Gazeta.ru [en línea]. 12/05/2005 [ref. de 12-05-2005; 21:10]. Disponible en: <http://
www.gazeta.ru/2005/05/12/oa_157330.shtml>.
48.Para una mayor información sobre estos hechos, véanse, entre otros: PANFILOV,
Oleg (coord.). Dangerous profession. Monitoring of violations of journalists’ rights in the
CIS 2000. Moscú: Human Rights Publishers, 2001; RIJTER, A.G. (red.). Zhurnalistika i
voina. Osveshenie rossiskimi SMI voennyj deistvii v Chechnie [en línea]. Moscú: Institut
«Otkrytoe Obschestvo», 1998 [ref. de 05/10/2001]. Disponible en: < http://www.medialaw.
ru/publications/books/war/>.
364
miguel vÁzquez liÑÁn
Y «Occidente» (el principal enemigo de Rusia según la propaganda
interna del gobierno de Putin) no hace más que mantener ese orden de
cosas, en virtud de que seguimos dependiendo energéticamente del gas
y petróleo de la región. Para nuestra vergüenza, España es uno de los
países que ha cedido ante la ofensiva propagandística, internacional y
diplomática, del gobierno ruso, que quiere privar de voz, también en los
foros internacionales, a las organizaciones rusas disidentes. En septiembre
de 2007 pudimos ver un ejemplo de este comportamiento, cuando la presidencia española de la OSCE vetó la presencia en las reuniones de dicha
organización de la Asociación de Amistad Ruso-Chechena. ¿Se hicieron
eco los medios españoles de este suceso? Sólo la iniciativa personal de
Carlos Taibo, a través de una carta al director al diario El País, hizo que
no pudieramos contestar con un rotundo no a esa pregunta. A esto nos
referimos (y a la necesidad de combatirlo y denunciarlo) cuando hablamos
de silencio informativo (interesado políticamente). Reproducimos, por su
interés y «rareza», la carta de Carlos Taibo, titulada «Veto español en la
OSCE», y publicada en El País el 19 de septiembre de 2007:
En nuestros medios de comunicación ha pasado inadvertido lo ocurrido
al calor de la reunión que la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) ha celebrado en Viena los pasados días
13 y 14, dedicada a las víctimas del terrorismo. España, que ostenta
la presidencia de la OSCE, parece haber aceptado las presiones de las
autoridades rusas encaminadas a evitar la presencia, en ese cónclave, de
la Asociación de Amistad Ruso-Chechena. En virtud de mi conocimiento
personal, puedo testimoniar que las acusaciones de “extremismo», y en
su caso de colaboración con el terrorismo, vertidas por el Gobierno ruso
contra la asociación en cuestión carecen de todo fundamento y forman
parte de una genuina guerra sucia orientada a cancelar cualquier suerte
de contestación en lo que respecta a las políticas que Moscú desarrolla en
Chechenia. La Asociación de Amistad Ruso-Chechena, que trabaja desde
tiempo atrás en un escenario marcado por el acoso y la persecución, se
ha caracterizado de siempre, y sin más, por el designio de prestar ayuda
humanitaria a las víctimas de la violencia y por el propósito paralelo
de abrir cauces al diálogo. Mala noticia es que el Gobierno español se
pliegue —habrá que pensar que en virtud de intereses inconfesables— a
las presiones de otro Gobierno, el ruso, cuyas acciones no se caracterizan
precisamente por el compromiso con la causa de los derechos humanos,
en Chechenia y lejos de ella.
guerra, propaganda y periodismo para la paz
365
No obstante, existen colectivos que, bien desde el exterior o en la
misma Rusia (y otras repúblicas exsoviéticas) trabajan para dignificar
la profesión periodística a través de la investigación, la denuncia, el
activismo y la preparación de periodistas para desarrollar su labor en
situaciones de conflicto. El Institute for War and Peace Reporting49, con
base en Londres y programas en Asia Central (Regional Training & Human Rights Reporting), el Cáucaso (Regional Dialogue & Governance
Reporting) y otras zonas como Afganistán o los Balcanes, es una de esas
organizaciones que fomentan la creación de medios locales y la formación
de periodistas que trabajen sobre el terreno. Dentro de Rusia, trabajan en
esta línea el Centro para el periodismo en situaciones extremas (Tsentr
Ekstremalnoi Zhurnalistiki), el instituto Ley y medios de comunicación
de masas (Pravo y sredstva massovoi informatsii), el Fondo para la
defensa de la transparencia (Fond Saschity Glasnosti50), etc.
5. EL OBSERVATORIO EURASIA
En España, el interés académico por el espacio postsoviético ha sido
escaso, en general poco estructurado y, en la mayoría de los casos,
dirigido al estudio político, histórico, filológico o económico de la Federación Rusa. Las investigaciones, salvo algunos trabajos sobre medios
de comunicación en Rusia, en el ámbito de la comunicación, son casi
inexistentes. Con la idea de fomentar los estudios en comunicación sobre
el espacio postsoviético nace, en 2005, el Observatorio Eurasia (antes
llamado Observatorio de Geopolítica y Comunicación en Asia Central
y el Cáucaso), que pasará a formar parte, poco después, del Grupo Interdisciplinario de Estudios en Comunicación, Política y Cambio Social
(COMPOLITICAS), dirigido por el profesor Francisco Sierra. Actualmente, el Observatorio Eurasia es un proyecto que se encuadra dentro
de la línea de «Historia de la propaganda y análisis de la comunicación
política» y tiene como principal objetivo el estudio, investigación y difusión de los principales fenómenos políticos y comunicacionales que
tienen lugar en ese espacio geográfico. El Observatorio es, asimismo,
un foro de debate que, con sede en la Facultad de Comunicación de la
49.Institute for War & Peace Reporting http://www.iwpr.net/
50.Fond Saschity Glasnosti http://www.gdf.ru/
366
miguel vÁzquez liÑÁn
Universidad de Sevilla, pretende discutir y dar a conocer, especialmente
en lo que a los aspectos comunicacionales se refiere, una zona del mundo
muy poco estudiada en la Universidad española.
Esta inquietud investigadora está en consonancia con la convicción
de que es necesario aportar nuevos elementos para la confección de
una verdadera historia de la comunicación «universal», que se aparte
del eurocentrismo que normalmente aqueja a la disciplina. Para ello,
el Observatorio se acerca a la región del antiguo espacio soviético con
una mirada multidisciplinar que incluye el interés por su historia, cultura, religión, desarrollo político-social, relaciones internacionales, etc.,
imprescindible para comprender la evolución histórica de las diferentes
formas de comunicación en este lugar del mundo. El interés por una
nueva historia de la comunicación que tenga en cuenta modelos «nooccidentales» está en conexión directa con la intención de comprender
mejor, también, el acercamiento de los medios de comunicación de la
zona al conflicto. El estudio de las estructuras económicas de los medios
de comunicación, la legislación, el análisis del discurso, el estado de la
libertad de prensa, etc. son objeto de estudio del Observatorio Eurasia.
Si bien resulta complejo definir con precisión el espacio al que llamamos
Eurasia, el Observatorio se interesa por el espacio ex – soviético de esta
región, con un énfasis especial en la Federación Rusa y las repúblicas
de Asia Central y el Cáucaso.
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http://www.frontlineclub.ru/
— Glasnost Defense Foundation http://www.gdf.ru/
— Revista de Periodismo Preventivo http://www.ippai.info/
— Arab Media Watch http://www.arabmediawatch.com/amw/
369
CULTURA DE PAZ EN LA PUBLICIDAD DE LA
ADMISTRACIÓN GENERAL DEL ESTADO
Alfonso Cortés González
Grupo Comunicación y Poder
(Universidad de Málaga)
La publicidad de las Administraciones Públicas, como he defendido
en otras ocasiones, se podría emplear para contribuir a la mejora de la
sociedad y de sus relaciones en conjunto. Este texto está redactado a
propósito del libro Cultura de paz y publicidad institucional. El Estado
en el fomento de la cultura de paz a través de la publicidad televisiva 1,
que se ha presentado en este Primer Seminario de Investigadores para
la Paz de Andalucía. Es evidente, que en muchísimos casos la publicidad
del Estado, se utiliza más bien como un arma electoral, para engrandecer
los logros o actuaciones del partido de turno en el gobierno. Estamos
desgraciadamente acostumbrados a observar que en períodos electorales,
las administraciones aumentan considerablemente el presupuesto destinado a publicidad institucional, con fines propagandísticos y electorales 2.
1.CORTÉS GONZÁLEZ, Alfonso. (2007) Cultura de paz y publicidad institucional.
El Estado en el fomento de la cultura de paz a través de la publicidad televisiva. Jaén:
Alcalá Grupo Editorial.
2.Por ejemplo, el Ministerio de Trabajo y AA.SS. aumentó su presupuesto en publicidad
más del doble en vísperas electorales y la Junta Electoral obliga al Ministerio a retirar esta
campaña, por entenderla como propaganda política (El País, 21 de enero de 2004). El 20
de diciembre de ese mismo año, el Tribunal de Cuentas denunció el uso partidista de la
publicidad del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales en la etapa Zaplana (El País, 20
de diciembre de 2004).
370
alfonso cortÉs gonzÁlez
Es muy común entender la publicidad como una herramienta exclusiva del marketing orientada a incitar el consumo. Sin embargo existen
otros tipos de publicidad (que muchos denominan social, y sobre ello
hablaremos en el siguiente punto), como la del Estado, que en principio
no pretende vender productos, sino que está orientada a conseguir el
cambio social en resumidas cuentas.
Paralelamente, el Estado también necesita de la publicidad (tanto
como de otras formas de representación) para hacerse existir (ya que los
estados existen en tanto y cuanto se perciben a través de sus símbolos).
Del mismo modo que en su día, la mejor forma para llevar a cabo este
cometido (representación del poder3) fue la iconografía feudal, los retratos
del rey, la imprenta, o la radio, hoy día este lugar privilegiado de representación del poder lo ostenta la televisión, unido a la gran capacidad
que tiene este medio de comunicación para transmitir valores y crear
cultura. Una de las formas comunicativas persuasivas más características
de la televisión, hasta la fecha, es la publicidad. No es que sea la más
efectiva, pero contribuye a definir nuestro imaginario colectivo.
La publicidad es indudablemente una forma de comunicación con los
ciudadanos de las que dispone el Estado. Entendemos que las Instituciones Públicas deben estar al servicio de la sociedad y que ellas mismas
emanan de la propia sociedad civil, teóricamente. «Las Instituciones
[...] son el resultado de la naturaleza social del hombre, que se realiza
como individuo en la medida en la que participa con la comunidad» 4,
y algunas campañas de la Administración tiene la intención de invitar a
los ciudadanos a participar en la sociedad de distintas formas.
Construir y tratar de asentar las bases de una sociedad más justa y
solidaria, son aspiraciones que, en principio, están ampliamente asumidas
por muchos grupos sociales, al menos de cara a la galería. La cultura de
paz, sin entrar ahora en profundidad conceptual, pretende hacer evolucionar
las sociedades, actualmente ancladas en una cultura de la violencia, hacia
sociedades pacíficas a todos los niveles, tanto a nivel macro (violencia
entre estados) o micro (violencia de cualquier índole entre individuos).
Así pues, fomentar esta cultura de paz, debe ser responsabilidad (aunque
no exclusiva) de nuestras Administraciones Públicas. En este empeño se
3.Ya sea civil, religioso, legítimo o instaurado por la fuerza.
4.SOTELO ENRÍQUEZ, Carlos. (2001) Introducción a la comunicación institucional.
Barcelona, Ariel. p. 201.
cultura de paz en la publicidad de la administraciÓn...
371
debe y se puede contribuir a crear cultura a través de la publicidad, ya
que se trata de una herramienta de importantísima penetración social,
y capacidad de influencia en los individuos, en sus modos de vida y en
sus cosmovisiones sociales y simbólicas.
1. PUBLICIDAD PARA LA CULTURA DE PAZ
Este tipo de publicidad, del que estamos hablando, muchos teóricos
la enmarcan dentro del concepto de publicidad social. Sin embargo yo
prefiero denominarla publicidad de progreso, pero dejaremos este debate
del área de publicidad para otro texto, y así no alejarnos del tema de este
artículo. Ahora bien, creo que es importante que brevemente aclaremos
qué se entiende por publicidad social.
Compartiendo la misma apariencia, en los distintos medios encontramos
dos modelos de publicidad encontrados. Por una parte está la publicidad
comercial, que es individualista, infantil, egoísta y compulsiva. En el
lado opuesto hallamos la publicidad social, idealista, colectiva, madura
y reflexiva5. La publicidad social la podemos definir también como
filántropa ya que persigue el beneficio del receptor sobre el propio del
emisor6. La cita recogida en la nota 6, al pie de página, pretende desarrollar el concepto de publicidad social, que es un tipo de publicidad
con finalidad y contenido cívico. De este modo, y tomando esta postura
de Alvarado, en nuestro caso, una publicidad social, debería ser aquella
con finalidad y contenidos orientados a la incitación del cambio social,
que ha de ser continuo y progresivo. Esto nos lleva a entender que los
contenidos y formas de la publicidad social son muy heterogéneos y que
en un primer momento es difícil de delimitar conceptualmente, y saber
concretamente qué es y qué no es publicidad social.
5.No toda la publicidad social es así, pero sí la ideal. Del mismo modo, encontramos
publicidad comercial que plantea la reflexión, por ejemplo, pero como recurso para conseguir un beneficio empresarial.
6. «La finalidad en la transmisión de ideas por parte de la publicidad no tiene por qué
ser sólo favorable al emisor, sino que puede serlo para los receptores mismos, para el
conjunto de la sociedad» en ALVARADO, María Cruz. (2003) Publicidad social: una
modalidad emergente de comunicación. Universidad Complutense, Tesis Doctoral, p. 45.
Estimo que hay llevar este enunciado más allá, y matizar que este tipo de publicidad busca
el beneficio del receptor, en lugar de «puede buscarlo».
372
alfonso cortÉs gonzÁlez
Ahondando en este concepto de publicidad, es imprescindible comprender cómo se integra «lo social» en esta bien conocida forma comercial
de comunicación. Lo social se puede incorporar conceptualmente a la
publicidad de tres formas diferentes, sirviendo el mismo término (y
aportando confusión, por eso propongo llamarla publicidad de progreso)
para designar tres realidades distintas. Estas tres maneras de vincular lo
social a la publicidad serían, según Feliu7: «Lo social» de la publicidad
(función social de la publicidad); «Lo social» en la publicidad (publicidad
con causa); La publicidad de «lo social» (publicidad social).
Ciertamente es importantísimo para el estudio y la comprensión de los
fenómenos publicitarios estas tres formas de «lo social» en la publicidad.
En este texto nos interesa concretamente «lo social de la publicidad», es
decir, las campañas con causa de la Administración General del Estado.
Aunque, como se puede ver en el libro8 nos encontramos también mucha
«publicidad de lo social».
Concluyendo el epígrafe, afirmamos que esta publicidad (que reitero
en denominar de progreso) es aquella que tiene por objeto «promover
una correcta comunicación social y sensibilizar la conciencia de los
ciudadanos en sus problemas morales, civiles y educativos con la ayuda de las herramientas publicitarias profesionales» 9. Por lo tanto, estas
campañas publicitarias, una vez más en palabras de Feliu, tratan de
«poner las herramientas de la publicidad al servicio de temas de utilidad
pública alejados de cualquier interés mercantil, sentando las bases de
una modalidad de publicidad no comercial, como lo son la publicidad
política o la publicidad institucional» 10.
El tipo de publicidad que aquí defendemos es aquella cuyos objetivos
son los siguientes enunciados, que se corresponden con los puntos desarrollados por la UNESCO, pare definir qué es la cultura de paz:
7.FELIU, Emilio. (2004) «La Publicidad Social» en AA.VV: La comunicación: nuevos
discursos y perspectivas. Madrid: Edipo.
8.CORTES, Alfonso. (2007) Op. Cit.
9.Según la asociación italiana Pubblicità Progresso. Transcribo la cita original, por si
mi traducción del italiano, idioma que no manejo con demasiada fluidez, no es del todo
precisa: «promouvere una corretta comunicazione sociale e sensibilizzare la coscienza dei
cittadini sui problema morali, civili ed educativi con l’ausilio dello strumento publicitario
professionale» . En FELIU, E (2004) «La Publicidad Social» en AA.VV: La comunicación:
nuevos discursos y perspectivas. Madrid: Edipo.
10.FELIU, Emilio. (2004) «La Publicidad Social» en AA.VV: La comunicación: nuevos
discursos y perspectivas. Madrid: Edipo. p. 4
cultura de paz en la publicidad de la administraciÓn...
373
a) Aprender a vivir juntos; b) Reemplazar la cultura de la guerra.
Una cultura de paz es la transición lógica de la fuerza y el miedo a la
fuerza de la razón y del amor; c) Transformar las economías de guerra
en economías de paz; d) Buscar nuevos métodos y soluciones no violentas a los conflictos sociales, al desarrollo de nuevas alternativas para
la economía y la seguridad política; e) Construir y transformar valores,
actitudes, comportamientos, instituciones y estructuras de la sociedad; f)
Reforzar la identidad cultural y crear aprecio a la diversidad de culturas;
g)Introducir la prevención. En el plano del individuo, este enfoque se dirige
a los valores, las actitudes y los comportamientos. En el plano del Estado
se insiste en el buen gobierno basado en la justicia, en la participación
democrática y la amplia participación de la población en el proceso de
desarrollo; h) Fomentar estructuras y comportamientos democráticos; i)
Sustituir las imágenes de enemistad por el entendimiento, la tolerancia y
la solidaridad entre todos los pueblos y culturas; j) Asegurar el derecho
a la educación, sin ningún tipo de discriminación.
A continuación, y teniendo algo más claro el contexto conceptual en el
que nos movemos, vamos a describir con una visión muy global el panorama de la publicidad para la cultura de paz, atendiendo a las campañas
planteadas por la Administración General del Estado de 2002 a 2004. En
el libro Cultura de paz y publicidad institucional se pone de manifiesto
de qué forma y hasta qué punto, estas campañas publicitarias del Estado
han perseguido (o conseguido) difundir los fines de la cultura de paz, y
si contribuyen al debilitamiento de la cultura de la violencia.
2.
PANORAMA GENERAL DE LAS CAMPAÑAS DE LA
ADMINISTRACIÓN GENERAL DEL ESTADO
En el libro al que hace referencia este texto, se toma un período
reciente que abarca desde el año 2002 al 2004. La muestra no pretende
describir una evolución histórica en el uso y forma de la publicidad
de las Administraciones Públicas, sino detectar si es verdad que estas
campañas, están en consonancia con los paradigmas teóricos propuestos.
Nuestra aportación, aunque pequeña, es útil para llamar la atención
sobre la pertinencia de abrir una línea de investigación en la materia.
También queremos que a partir de aquí seamos capaces de aportar
prospectivas y alguna orientación para un futuro próximo y contribuir
con la responsabilidad de fomentar un cambio social, que nos lleve a
374
alfonso cortÉs gonzÁlez
un mundo que sea capaz de aportarnos más alegría y menos sufrimiento
a todos los niveles11.
El período que abarca los tres años que van de 2002 a 2004 es una
etapa muy interesante y con especial influencia en nuestro presente, ya
que desde 2002 a 2004 se han sucedido dos gobiernos en nuestro país,
pasando de una mayoría absoluta de la derecha a una mayoría simple
del centro izquierda con apoyos de la izquierda y puntualmente de los
nacionalismos periféricos. También en esta etapa tienen lugar acontecimientos de nivel internacional, que llegan hasta el mismo día de hoy
y que han, al menos mediáticamente —que no es poco—, configurado
una nueva visión del mundo en el que existe una casi guerra al límite
entre democracias y dictaduras yihadistas según ciertas afirmaciones
oficiales de Occidente (depende qué «dictaduras». Si estas benefician
los índices económicos de grandes capitales, son bienvenidas al lado
de los «buenos» además esta sensación es construida por los propios
medios de comunicación).
En el período sujeto a estudio, los ministerios españoles han invertido
un total de 596.700.000 euros, haciendo evidente que este presupuesto
global convierte al Estado en el primer anunciante de nuestro país (y esto
sólo contando la Administración General del Estado, excluyendo comunidades y ayuntamientos). Tanto en 2002 como en 2003, el presupuesto
se mantuvo estable con una inversión superior a los 170 millones de
euros. Sin embargo, en 2004 el presupuesto sobrepasa los 224 millones
de euros, coincidiendo con el año de las elecciones generales 12.
11.En los capítulos 1 y 2 del libro (Cortes González, 2007) se atiende a dos niveles de
violencia o paz: nivel micro y nivel macro.
12.La Junta Electoral central incluso obligó al gobierno del Partido Popular unas campañas que fueron acusadas de propaganda en lugar de publicidad institucional. Este tipo
de prácticas de dudosa ética política hicieron aumentar considerablemente el presupuesto
publicitario de la Administración General del Estado en 2004. Fuente: El País, 24 de
enero de 2004. En la actualidad, el gobierno Zapatero ha disminuido el presupuesto en
publicidad. Esto tiene un trasfondo ético, pero puede quizás perjudicar la dimensión
estratégica de la propia imagen del Gobierno de cara a los comicios de 2008.
cultura de paz en la publicidad de la administraciÓn...
375
CUADRO 1
Inversiones totales por año ejecutadas por la Administración General
del Estado
PRESUPUESTO PUBLICITARIO EN MILLONES DE EUROS
250
224,24
200
171,48
173,98
2002
2003
150
100
50
0
2004
Fuente: Elaboración propia. CORTÉS GONZÁLEZ, A. (2007): Cultura de paz y publicidad institucional. El estado
en el fomento
de la cultura depropia.
paz a travésCORTÉS
de la publicidadGONZÁLEZ,
televisiva. Jaén, AlcaláA.
Grupo
Editorial, p.
235
Fuente:
Elaboración
(2007):
Cultura
de paz
y
publicidad Las
institucional.
El presupuestos
estado en el
de la superlativas.
cultura de Tomemos
paz a través
cifras de estos
sonfomento
evidentemente
por de la
televisiva.
Jaén,
Alcalá
p. 235
ejemplo elpublicidad
año 2003, año
en el que el
Estado
centralGrupo
se gastóEditorial,
más de 173,9
millones de
euros. Por su parte, el primer anunciante o grupo empresarial privado en cuanto cuantía
dineraria destinada a publicidad fue el Grupo Telefónica con una inversión de 134,2
millones de euros. La diferencia, como podemos apreciar es notable a favor de la
del Estado. Por si fuera poco, la distancia entre presupuestos se dispara más, si
Lasinversión
cifras
presupuestos
sonde evidentemente
superlativas.
cabe,
respectode
al estos
segundo grupo
de la clasificación
grandes anunciantes (Grupo
El
Corte Ingles
una inversión
de 107,6
millonesaño
de €)en
y casi
triplica
aleldécimo
en la lista
Tomemos
por con
ejemplo
el año
2003,
el
que
Estado
central se
13
(Grupo PSA con 63,7 millones de €) .
gastó más de 173,9 millones de euros. Por su parte, el primer anunciante
CUADRO
2
o grupo empresarial privado en
cuanto
cuantía dineraria destinada a
Ranking de grupos empresariales anunciantes en función de su
publicidad fue el Grupo presupuesto
Telefónica
con
una
inversión de 134,2 millones
publicitario en 2003
Puesto
en Grupo anunciante
Inversión en Inversión en Evolución %
de euros.
La
diferencia,
como
podemos
apreciar
es notable a favor de la
función de la
Millones de millones de
inversión
euros
en
inversión
del Estado. Por si fuera poco,Euros
la 2003
distancia
entre
presupuestos
2002
1º
General aldelsegundo
173,98
171,48 de 1,46%
se dispara
más,Administración
si cabe, respecto
grupo
la clasificación
Estado
de grandes
anunciantes
(Grupo El Corte
Ingles133,8
con una
inversión de
2º
Grupo Telefónica
134,2
0,34%
El Corte
Ingléstriplica al 107,6
13,65%
107,6 3ºmillonesGrupo
de e)
y casi
décimo 94,7
en la lista
(Grupo PSA
4º
Grupo L’Oreal13
93,1
66,9
39,24%
con 63,7
millones
de e) .
5º
Procter & Gamble España, S.A.
76,7
62,4
22,94%
6º
7º
8º
13
70-79
Grupo Editorial Planeta
Grupo Danone
Grupo Volswagen
72,3
66,8
66,4
57,3
58,2
79,4
26,29%
14,69%
-16,33%
Datos extraídos de Estudio Infoadex de la Inversión Publicitaria en España (2004), pp. 45- 68 y
13.Datos extraídos de Estudio Infoadex de la Inversión Publicitaria en España (2004),
pp. 45- 68 y 70-79
376
alfonso cortÉs gonzÁlez
CUADRO 2
Ranking de grupos empresariales anunciantes en función
de su presupuesto publicitario en 2003
Puesto en
función de
Grupo anunciante
la inversión
1º
2º
3º
4º
5º
6º
7º
8º
9º
10º
15º
20º
25º
30º
Administración General del Estado
Grupo Telefónica
Grupo El Corte Inglés
Grupo L’Oreal
Procter & Gamble España, S.A.
Grupo Editorial Planeta
Grupo Danone
Grupo Volswagen
Grupo Prisa
Grupo Unilever
Ford Motor Company
Grupo Sony
Globalia
Grupo Repsol YPF
Inversión
Inversión
en Millones
en millones
Evolución
de Euros
de euros en
%
2003
2002
173,98
134,2
107,6
93,1
76,7
72,3
66,8
66,4
64,9
64,1
46,9
36,1
28,3
26,8
171,48
133,8
94,7
66,9
62,4
57,3
58,2
79,4
65,1
69,3
55,4
34,0
28,4
21,0
1,46%
0,34%
13,65%
39,24%
22,94%
26,29%
14,69%
-16,33%
-0,33%
-7,43%
-15,50%
6,22%
-0,43%
27,59%
Fuente: Elaboración propia / Infoadex 2004, tomado de CORTÉS GONZÁLEZ, A.
(2007): 236-237
Nos damos cuenta por lo tanto que las Administraciones Públicas mantienen unos altos presupuestos en campañas publicitarias. Esta cuestión
en principio se podría entender como un interés y compromiso real en
fomentar la educación social (además de la función de hacerse ver y oír
por parte del Estado14) a través de esta forma de comunicación. Sin embargo, no podríamos llegar a estas conclusiones, peligrosamente parciales,
sin observar con más detalle el contenido y difusión de estas campañas
publicitarias, aspectos que se detallan y desmenuzan en el libro.
14.Ver DEBRAY, Régis. (1995) El Estado seductor. Las revoluciones mediológicas
del poder. Manantial, Buenos Aires. p. 60. Además la publicidad de las Administraciones,
tiene dos funciones: a. educar socialmente y fomentar el cambio social; y b. informar y
describir los procesos de relación con las propias administraciones, que los ciudadanos
deben seguir para diversos trámites relacionados con el aparato del Estado.
cultura de paz en la publicidad de la administraciÓn...
377
3. ALGUNAS VALORACIONES PRELIMINARES
En los tres años objeto de estudio, se pusieron en marcha más de un
centenar de campañas, y solamente trece de ellas hacen referencia a la
cultura de paz. Este tipo de publicidad que aquí estudiamos, pretende
acercar los valores de la cultura de paz a la ciudadanía. Fomentar esto
consiste en inculcar unos valores en la sociedad de integración social,
de libertad y de respeto entre los seres humanos. Antón Álvarez Ruiz, a
propósito de la inclusión social de los discapacitados argumenta que:
«Se ha destacado que las formas de inclusión y exclusión social dependen
básicamente de dos variables, ambas muy interrelacionadas: por una parte,
la actuación de los afectados, sus amigos y su entorno; y por otra parte
el contexto social en el que se ha producido la socialización, es decir,
la forma en que el afectado ha vivido sus primeras tentativas de relación
social, que generalmente suceden en el seno de la propia familia y los
amigos más cercanos»15
Deberíamos añadir a estas palabras que, a su vez los medios de comunicación actuales tienen la capacidad de homogeneizar la cultura (de
masas) y por lo tanto de difundir a través de sus contenidos determinadas
pautas de comportamiento y cosmovisiones de nuestro universo simbólico.
Es sabido que estratégicamente la publicidad, para aumentar sus posibilidades de éxito, suele ir dirigida a grupos concretos de personas (target
o público objetivo en la jerga profesional). Álvarez Ruiz nos explica que
la publicidad, por poner otro ejemplo, para la integración de los discapacitados primeramente ha de ir dirigida a los propios discapacitados y
a sus familiares, y una vez que estos grupos objetivos «encuentren una
mayor permeabilidad en la sociedad o interioricen las imágenes ofrecidas por las campañas normalizadoras, también redoblarán sus esfuerzos
para forzar los límites impuestos por la sociedad y acelerar el ritmo de
normalización»16. Siguiendo esta propuesta y enfocando la cuestión de
la cultura de paz, los primeros públicos objetivos deberían ser las minorías, los maltratados, los y las que a fin de cuentas sufren la cultura
15. ÁLVAREZ RUIZ, A. (2003) La función social de la publicidad de la ONCE. Madrid:
Escuela Libre Editorial y Fundación ONCE, p. 47
16.Ibídem. p. 48
378
alfonso cortÉs gonzÁlez
de la violencia (aunque en realidad, de una forma u otra, todo el mundo
la sufre). Aunque claro, no podemos saber si esta manera de plantear
la publicidad funciona, si previamente no la probamos, y en mi opinión
esto merece ser discutido con más detenimiento en cualquier caso.
Es contradictorio, siguiendo el argumento del libro, que las propias
Administraciones, que se muestran muy sensibles y comprometidas con
la cultura de paz, hagan uso del miedo y de la violencia para fomentar
unos determinados comportamientos. Evidente muestra de ello serían las
campañas de tráfico, que repetida y asiduamente, como hemos podido
comprobar en nuestras carnes, emplean el terror, el miedo y lo macabro
para incitar el uso del cinturón, del casco, o el respeto de las normas
de circulación. La violencia llama la atención, eso está claro. Además
capta todas las miradas porque pretendemos poner a salvo nuestra
vida que sentimos amenazada, es una cuestión instintiva, de estar muy
atentos ante el peligro. Una situación violenta puede suponer un gran
riesgo en nuestra integridad física. Por lo tanto, que la violencia capte
la atención no justifica su uso para educar. En conclusión, aunque esté
probada la eficacia de la violencia para fomentar comportamientos, esta
no se puede justificar bajo ningún concepto sobre los principios de la
cultura de paz, sistema cultural que se defiende en la monografía que
en este evento se presenta.
En otro orden de cosas, incidiendo ahora en su discurso, la publicidad,
es de algún modo la forma de comunicación más característica del actual
sistema sociopolítico (capitalismo), acorde con los propios valores posmodernos que defienden que «por influjo del declive y presunta extinción
próxima de la galaxia Gutemberg, las grandes narrativas de la modernidad
[…] han caído ya en el descrédito, siendo sustituidas por la publicidad
y el sensacionalismo»17. Esto quiere decir que han triunfado un tipo
de mensajes muy sintéticos, mucho más «funcionales» en esta nuestra
emergente sociedad-red, y por supuesto este tipo de mensajes con sus
características formales y estructurales, son al mismo tiempo portadores
de valores propios del sistema social que los produce y reproduce.
Para ir concluyendo y no extendernos en este comentario sobre la
monografía en cuestión, el escenario que se describe en torno al fomento de la cultura de paz a través de la publicidad del Estado no resulta
17. GIL CALVO, E. (2003) El miedo es el mensaje. Riesgo, incertidumbre y medios de
comunicación. Madrid: Alianza Ensayo, p. 280.
cultura de paz en la publicidad de la administraciÓn...
379
nada alentador, y pone de manifiesto el escaso esfuerzo que realmente
dedican nuestras Instituciones Públicas a estos asuntos de educación
y cambio social. Paradójicamente, antes de analizar la situación, se
preveían unos resultados bastante positivos, sobre todo si atendíamos a
las manifestaciones institucionales y off the record de los distintos responsables políticos o técnicos de los ministerios, y más aún observando
los abultados y significativos presupuestos que el Estado dedica a la
publicidad institucional y social. Desde este lugar, creo que es necesario,
en consecuencia, reivindicar un compromiso real, y no sólo formal, de
las instituciones como representantes de la propia sociedad en lo que
realmente nos hace progresar: conseguir unas relaciones justas en todas
las dimensiones de nuestra existencia.
381
LA DECLARACIÓN DE LUARCA SOBRE EL DERECHO
HUMANO A LA PAZ1
RECENSIÓN
Dra. Ana Salado Osuna
Profesora Titular de Derecho Internacional Público y
Relaciones Internacionales. Universidad de Sevilla
Miembro de la AEDIDH y representante en Andalucía.
El libro, cuya recensión acometo, La Declaración de Luarca sobre el
Derecho Humanos a la Paz, es una obra colectiva que está precedida de
un «Prologo» realizado por Federico MAYOR ZARAGOZA (Presidente
de la Fundación Cultura de Paz y ex Director General de la UNESCO);
de una «Presentación» (en catalán y español) de David MINOVES I
LLUCIÀ (Director General de Cooperación al Desarrollo y Asuntos
Humanitarios) y de Andreu FELIP I VENTURA (Director General de
la Agencia Catalana de Cooperación al Desarrollo) de la Generalitat
de Cataluña; y de una «Reflexión» titulada «La conquista del derecho
humano a la paz» de Francisco Javier GARCÍA VALLEDOR (Consejero
de Justicia, Seguridad Pública y Relaciones Exteriores del Principado de
Asturias). La «Introducción» está realizada por Carlos VILLÁN DURÁN
(Presidente de la Asociación Española para el Desarrollo y la Aplicación
del Derecho Internacional de los Derechos Humanos -AEDIDH), siendo
ésta la conductora de una reflexión mundial sobre el derecho humano
a la paz con el objetivo de que en su día la Asamblea General de las
1.C. R. Rueda Castañón y C. Villán Durán, (eds) (2007), publicado por MADÚ Ediciones, Siero (Asturias), 529 pp.
382
ana salado osuna
Naciones Unidas proclame una declaración universal que lo regule. Está
integrado por cinco partes de las que me ocupo a continuación.
La «Primera Parte: La Declaración» (pp. 25-190) contiene un «Estudio
Preliminar», a cargo de Carmen Rosa RUEDA CASTAÑÓN (Directora
Ejecutiva de la AEDIDH) y del Presidente de la misma, publicado en
cuatro idiomas, como también lo está el texto de la «Declaración de
Luarca sobre el derecho humano a la paz» («Declaración de Luarca»)
que da título al libro. En el «Estudio Preliminar» se da cuenta del trabajo
y esfuerzo realizado por un buen número de personas para que el texto
de la «Declaración de Luarca», elaborado por la sociedad civil, llegara a
ser realidad. En el mismo se señala además que existen algunos antecedentes internacionales sobre el derecho a la paz (p. 27), aunque precisa
que la titularidad del derecho había sido atribuida a «los pueblos» y
no a la persona, en sí misma considerada. Hubo valiosos intentos por la
UNESCO, en la década de los noventa, de que el derecho humano a la
paz fuera reconocido internacionalmente, sin embargo, no prosperaron
(p. 28).
Sobre los esfuerzos realizados en pro de la «Declaración de Luarca»
hay que tener presente que dos ONG (AEDIDH y UNESCO Etxea)
organizaron un Seminario (Gernika, 2005) para debatir sobre el derecho humano a la paz. Fruto del mismo fue identificar los contenidos
mínimos y el acuerdo alcanzado acerca de la necesidad de la redacción,
por expertos independientes, de un proyecto de declaración. Antes de
acometer esta tarea la AEDIDH (con el apoyo de la Agencia Catalana
de Cooperación) decidió celebrar otros Seminarios regionales, llegaron
a celebrarse seis, entre ellos, uno en Andalucía (Sevilla), que me ocupé
de organizar, con la colaboración de la Universidad de Sevilla. En el
mismo, bajo la coordinación de la AEDIDH, participaron expertos en
derechos humanos procedentes del ámbito universitario y de ONG que
aportaron reflexiones del mayor interés, no sólo mediante las distintas
ponencias que tuvieron lugar, sino en los debates que las mismas suscitaron. Cinco de las ponencias, que integran este libro, fueron presentadas
en el Seminario de Andalucía. Pero la contribución andaluza no finalizó
en el citado Seminario sino que de los quince expertos que se reunieron
en Luarca (Asturias) para proceder a redactar el proyecto de declaración
sobre el derecho humano a la paz (finales de octubre de 2006), dos
éramos de Universidades andaluzas (p. 148).
El «Estudio Preliminar» también pone de manifiesto las características
principales del texto de la «Declaración de Luarca» haciendo referencia
la declaraciÛn de luarca sobre el derecho...
383
a su estructura y contenido. Concluye con la acción emprendida por la
AEDIDH con posterioridad a la redacción de la misma. En cuanto a su
contenido, justifica y precisa las referencias a determinados derechos,
algunos reconocidos en diversos instrumentos internacionales, pero otros
de carácter novedoso. Centrándose en la efectividad del derecho humano
a la paz, hace notar que las obligaciones, aunque recaen fundamentalmente en los Estados, «los individuos, grupos y otros actores también
tienen deberes y obligaciones» (p. 45). Una de las grandes aportaciones de la «Declaración de Luarca», y así se resalta, es que propone el
establecimiento de un órgano colegiado internacional (grupo de trabajo
integrado por expertos independientes) para controlar la aplicación del
derecho humano a la paz a nivel nacional (p. 48). Por último, en lo que
respecta a la acción emprendida por la AEDIDH, tras la «Declaración
de Luarca», ello consiste en consultar a la sociedad civil internacional
(consulta que se está llevando a efecto) y cuando finalice (2009) la meta
será instar a los órganos de Naciones Unidas con competencias codificadoras en materia de derechos humanos para que se inicie el «proceso de
codificación oficial y definitivo del derecho humano a la paz en el marco
de las Naciones Unidas» (p. 50). El concepto de paz que impregna todo
el texto de la «Declaración de Luarca» es que la paz no se limita a la
ausencia de conflicto armado, sino que abarca un triple objetivo: «lograr
la satisfacción de las necesidades básicas de todos los seres humanos,
la eliminación de todo tipo de violencia y el respeto efectivo de todos
los derechos humanos» (p. 32).
La «Segunda Parte: Los antecedentes» (pp. 191-236), contiene un
estudio de Carmelo FALEH PÉREZ acerca de «El proyecto de declaración sobre el derecho humano a la paz elaborado por la UNESCO», en
el que de forma precisa y pormenorizada describe todos los esfuerzos
de la UNESCO los cuales no tuvieron un final feliz. No obstante, en
sus reflexiones finales, tras calificar el intento fallido de «desalentador»,
considera que «arroja lecciones positivas» (p. 214). Esta Parte (las más
breve de todas) también incluye el texto del «Acuerdo final del seminario
de expertos sobre el derecho humano a la paz» (Gernika, 2005).
La «Tercera Parte: Los presupuestos filosóficos y educativos» (pp. 237332) está integrada por cuatro ponencias. José VEGA LÓPEZ aborda «El
derecho a la paz a la luz del ideal kantiano de paz perpetua». Comienza
con la formulación kantiana del ideal de pacifismo cosmopolita, prosigue
con la vigencia y reformulación actual del mismo, con la presencia del
ideal kantiano de paz perpetua en el Derecho internacional contemporáneo,
384
ana salado osuna
y finaliza con dos premisas para la codificación del derecho humano a
la paz: el derecho a la paz política como derecho humano y el derecho
a la paz social como derecho humano. Sobre la base de ambas premisas
propone una definición del derecho humano a la paz (p. 260).
Joaquín HERRERA FLORES reflexiona sobre «Derechos humanos y
paz: Nuevos fundamentos filosóficos y jurídicos para nuevas prácticas sociales»*. Inicia su exposición haciendo notar que «los derechos h«umanos,
como instrumentos reales y concretos de paz, deben entenderse de un
modo diferente a como fueron establecidos en la Declaración Universal
de 1948» (p. 261) y alerta de los peligros que acechan a los derechos
humanos. Ante ello y como alternativa se refiere a recuperar la acción
política, a la formulación de una filosofía impura de los derechos y a la
recuperación de una metodología relacional, concluyendo con una propuesta, para el debate, de una «Declaración Universal de los Derechos
Humanos a la Paz» (pp. 281-282).
Francisco JIMÉNEZ BAUTISTA se centra en «Cultura de paz, educación y valores». Realiza unas premisas de partida para cuestionarse
seguidamente ¿Qué es la paz? ¿Qué implica una Cultura de paz?, dando
respuesta a ambas interrogantes. Prosigue con investigación para la
paz: la Paz neutra y por último se refiere a la educación, investigación
y valores para una Cultura de paz. En este contexto precisa que: «Toda
alternativa de propuesta de valores debe pasar necesariamente por una
ética de mínimos como valores comunes, es decir, un mínimo de valores comunes, actitudes y comportamientos básicos para todos los seres
humanos» (p. 298). Finaliza afirmando que «el papel fundamental de los
valores es la solidaridad política que consiste en ocupar una posición de
ayuda y apoyo a los más humildes del mundo» (p. 301).
José TUVILLA RAYO en su ponencia «El Derecho Humano a la paz
en la educación: construir la cultura de la paz», parte del derecho a la paz
y los derechos humanos como fundamentación del derecho humano a la
paz, para analizar posteriormente los fundamentos del derecho a la paz
en el ámbito internacional, regional y nacional. En el último apartado,
mediante un amplio recorrido, se ocupa del derecho a la educación y
educación para la cultura de paz y los derechos humanos. En sus consideraciones finales, entre otras cosas sostiene: «No cabe duda que la
educación constituye el instrumento más valioso para construir la Cultura
*.N. E. Véase capítulo 2 de este volumen.
la declaraciÛn de luarca sobre el derecho...
385
de paz, pero a su vez, los valores que ésta inspira deben constituir los
fines y los contenidos básicos de tal educación» (p. 330).
La «Cuarta Parte: La dimensión individual del derecho humano a la
paz» (pp. 333-442) es la que mayor numero de ponencias contiene, un
total de ocho. Alberto HIDALGO TUÑÓN la apertura con su ponencia
titulada «El derecho a la seguridad humana y el derecho a la paz». Alude
como premisa a los principios del Seminario de Gernika (2005) y propone
el iter para la redacción de un proyecto de declaración de principios.
En este contexto, se refiere a los problemas de la fundamentación, de
la demarcación (seguridad y justicia) y de la formulación. Por último
se refiere a problemas que sólo se pueden resolver a nivel global (la
seguridad, la defensa de los derechos humanos, el desarrollo económico
y social, y la protección del medio ambiente planetario) a cuyos efectos
sostiene que es necesario tres reformas en Naciones Unidas: Parlamento
Mundial, eliminación del veto en el Consejo de Seguridad y una Corte
Mundial de Justicia (pp. 345-346).
Antonio RUIZ DE LA CUESTA se ocupa de «El derecho humano a
la paz como presupuesto del derecho fundamental a una vida digna».
Analiza inicialmente el derecho a la vida a través de lo que denomina
una alianza de valores y la prescriptividad ética y jurídica del derecho a
vivir con dignidad, para centrarse a continuación en el derecho humano
a la paz en el contexto de la paz como valor universal, las negaciones
de la paz, el desarrollo de la paz, y la paz y el ejercicio de la fuerza.
Finaliza reproduciendo palabras de Gandhi al que con toda razón califica
de «gran pacifista».
Juan Manuel FARAMIÑÁN GILBERT dedica su ponencia a analizar
«El ejercicio del derecho humano a la Paz a través de la desobediencia
civil». Sobre el concepto de «desobediencia civil» recurre a John Rawls
y a la distinción entre objeción de conciencia y desobediencia civil realizada por Hannah Arendt. Y tras hacer referencia a la consolidación de la
sociedad civil en la era de la globalización, sobre la que realiza diversos
apuntes, sostiene que la sociedad civil «ha canalizado su vitalidad en el
marco de las ONGs» considerando además que «detrás de la sociedad
civil, de las organizaciones no gubernamentales, trasunta el individuo
como raíz de la comunidad internacional» (373-374). Concluye retomando
la reflexión final de Emmanuel Kant en su obra La Paz Perpetua por
considerar que sigue estando vigente (p. 379).
Enrique de SANTIAGO ROMERO titula su ponencia «Reconocimiento
del derecho de asilo por causas económicas: persecución por vulnera-
386
ana salado osuna
ción de derechos económicos y sociales». Pone de manifiesto que en el
plano de las garantías el nivel de protección de los derechos económicos
y sociales es menor que el de los derechos civiles y políticos. A continuación se centra en la Convención de Ginebra sobre el Estatuto de
los Refugiados de 1951 y se refiere a las nuevas formas de persecución
(no contenidas en la citada Convención) que han sido asumidas por las
sociedades democráticas. Concluye diciendo que lamentablemente no
existe «percepción social ni voluntad política» para abordar lo que él
también califica de «persecución» refiriéndose a la «negación y vulneración sistemática de los derechos económicos y sociales» (p. 390).
Ramón DÍAZ HERNÁNDEZ aborda el problema relacionado con la
inmigración bajo el título «Ningún ser humano puede ser ilegal». Se
refiere al auge de las migraciones internacionales contemporáneas, al
concepto de frontera y soberanía nacional como construcciones políticas,
y se cuestiona si debe prevalecer el control de fronteras o el de «puertas
abiertas». A continuación se refiere al miedo a la avalancha inmigratoria y al paradójico concepto de frontera en el Estado liberal. En sus
conclusiones sostiene que: «Se debe establecer el derecho de todo ser
humano a circular libremente y sin restricciones por el mundo y a que
su ciudadanía sea efectivamente respetada» (p. 402).
Prudencio GARCÍA Y MARTÍNEZ DE MURGUÍA se ocupa de «La
impunidad del estamento militar como obstáculo para la construcción
de la paz». A tales efectos se refiere a los principios básicos de la sociología militar y de la moral militar democrática, en éste se centra en
el análisis de diversos conceptos, entre ellos, en los derechos humanos
como núcleo básico de un «recto concepto de honor militar». En sus
consideraciones finales entre otras cosas sostiene que «los valores que
nutren una recta moral militar, respetuosa de la democracia y los derechos
humanos (…) constituyen sólidas piedras angulares en la construcción
de esa paz» (p. 422).
Alfred de ZAYAS en su reflexión titulada «El Crimen contra la Paz»
se refiere a diversos instrumentos internacionales relacionados con la
cuestión objeto de su análisis para finalizar señalando que el derecho a la
paz «implica la ilegalidad de la guerra. Por tanto, es necesario llegar a un
consenso sobre una definición de agresión e instar a los Estados Partes en
el Estatuto de Roma a adoptar una definición que permita al Tribunal Penal
Internacional comenzar a limitar la impunidad de los jefes de estado que
comienzan guerras sin tener que sufrir consecuencias penales» (p. 429).
la declaraciÛn de luarca sobre el derecho...
387
Juan RODRÍGUEZ-DRINCOURT ÁLVAREZ en su ponencia «El
derecho a la paz, la dignidad de la persona y la transformación de la
ciencia», se centra en el análisis del principio constitucional de dignidad
de la persona y el derecho a la paz, para ocuparse a continuación del
derecho a la paz y la transformación de la ciencia y por una investigación
científica en beneficio del interés general y de la paz. Finaliza con el
derecho a la paz como límite de la investigación científica, concluyendo que la «dignidad de la persona y el derecho a la paz se sitúan en
el núcleo de todo debate sobre los límites a la investigación científica.
Constituyen una forma de condición sine qua non de legitimidad de todo
desarrollo científico» (p. 442).
La «Quinta Parte: La dimensión colectiva del derecho humano a la
paz» (pp. 443-529) incluye seis ponencias. Jaume SAURA ESTAPÀ la
titula «Hacia un derecho humano a la paz internacionalmente reconocido». En la misma analiza los fundamentos del derecho humano a la
paz en Derecho internacional positivo, se refiere a continuación a los
derechos humanos y el derecho a la paz, así como a los instrumentos
declarativos del derecho humano a la paz. Lo último que aborda es las
cuestiones pendientes en el objetivo de un derecho humano a la paz. En
sus consideraciones finales pone de manifiesto que la «formulación en
Derecho internacional del derecho humano a la paz no es una utopía.
Constituye una reivindicación legítima que cuenta ya con una sólida,
aunque parcial, base jurídica positiva: la prohibición del uso de la fuerza, la obligación de solución pacífica de las controversias y el Derecho
internacional de los derechos humanos» (p. 459).
Ángel G. CHECA SANCHO se ocupa de forma específica de «El
contenido de la dimensión colectiva del derecho humano a la paz».
Desde el punto de vista jurídico internacional de los derechos humanos
analiza la dimensión colectiva del mencionado derecho. Considera que
el derecho humano a la paz va mucho más allá de la ausencia de guerra,
por lo que se refiere al derecho humano a la paz y los derechos de los
pueblos, a su dimensión migratoria, social e intergeneracional. Concluye
conjugando la dimensión individual y la dimensión colectiva del derecho
humano a la paz señalando que ambas dimensiones «sin duda se influyen
mutuamente en gran medida» (p. 476).
Felipe GÓMEZ ISA se centra en «Reparación, memoria y derecho a la
paz». Parte del derecho a la reparación para ocuparse a continuación de la
verdad, la justicia y la reparación como tres elementos interdependientes,
para hacer referencia finalmente a un proceso integral de reparaciones.
388
ana salado osuna
Concluye diciendo que resulta evidente que «el derecho a la verdad, a
la justicia y a la reparación forman parte de cualquier proceso de codificación de un futuro derecho humano a la paz» (p. 490).
Carmen MAGALLÓN PORTOLÉS en su ponencia «La paz en una
perspectiva de género», se ocupa inicialmente del género como categoría
analítica y como relación social entre los sexos para pasar posteriormente
a centrarse en el contenido de la paz desde la perspectiva de género,
así como que la paz incluya el respeto y valoración de la igualdad y la
diferencia entre los sexos. Finaliza reflexionando acerca de una paz que
haga sostenible la vida humana a cuyos efectos sostiene que la noción
«de sostenibilidad de la vida une humanidad y naturaleza, es inseparable
de la noción de equidad y es una clave para asentar una cultura de paz,
en las dinámicas que rigen el mundo» (p. 501).
Santiago RIPOL CARULLA se ocupa de «El derecho al desarme general y completo bajo control internacional». Inicia su reflexión sobre el
derecho al desarme como expresión del derecho a la paz, para referirse a
este último como «derecho de solidaridad». En el contexto del desarme se
refiere a la obligación de los Estados de promoverlo y realiza unos apuntes
para la caracterización del derecho humano al desarme. En este contexto
sostiene que la dimensión individual y colectiva «del derecho al desarme
en tanto que expresión del derecho a la paz» consistirá en el «derecho de
los pueblos y Estados a vivir en condiciones de seguridad, sin la amenaza
de catástrofe que supone la posesión y el uso de armas» (p. 516).
Pablo Antonio FÉRNANDEZ SÁNCHEZ se ocupa de «La Comisión
de las Naciones Unidas para la Consolidación de la Paz y su contribución al desarrollo del derecho humano a la paz». Tras referirse al
proceso de creación de la Comisión y las reacciones más importantes,
se centra en la creación formal de la misma, en su naturaleza jurídica y
fundamento. Prosigue con las funciones principales de la Comisión, su
estructura y funcionamiento y finaliza con la cuestión relacionada con
la financiación. Entre sus reflexiones considero oportuno destacar que
«no basta con pacificar, no basta con establecer medidas para evitar los
conflictos, sino que se requiere construir y consolidar la paz si queremos
hablar de un derecho humano a la paz. Éste es el objetivo primigenio
de la Comisión de Consolidación de la Paz» (p. 518).
la declaraciÛn de luarca sobre el derecho...
389
***
A través de estas páginas he pretendido poner de manifiesto las
contribuciones realizadas por algunos de los ponentes a los Seminarios
regionales sobre el derecho humano a la paz y, en concreto, a las ponencias publicadas en el libro objeto de la presente recensión.
Aunque disponía de un espacio superior del que normalmente se dedica
a una recensión, sin embargo, para que la misma no sea excesivamente
amplia he preferido hacer referencia a los contenidos y destacar algunas
de las reflexiones de los autores, con el fin de propiciar el debate, en
lugar de realizar valoraciones personales.
Recuerdo que las ponencias publicadas, junto con otras, constituyeron
el punto de referencia para la redacción del texto de la «Declaración de
Luarca sobre el Derecho Humano a la Paz» que en la actualidad está
sometido a consulta de la sociedad civil internacional.
Dado que en la «Declaración de Luarca» el derecho humano a la paz
está conformado por distintos derechos (algunos clásicos, otros novedosos), sería conveniente una reflexión sobre el contenido y alcance de
cada uno de los derechos por la comunidad científica.
Quizás la Red Andaluza de Investigación de la Paz y los Derechos
Humanos (RAIPAD), coordinada por Francisco MUÑOZ, podría acometer
dicha reflexión. Hasta la adopción del texto de la «Declaración de Luarca» la contribución andaluza ha sido importante, habiendo contado con
integrantes de RAIPAD. Además en el Seminario de Andalucía sobre el
Derecho Humano a la Paz (2006) entre los participantes se encontraban
la Directora del Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad
de Granada y algunos de sus miembros (que presentaron ponencias que
están publicadas en el libro) y todos ellos forman parte de RAIPAD.
No quiero concluir sin agradecer que se me diera la oportunidad de
presentar el libro objeto de la presente recensión en el Seminario «Una
paz compleja y conflictiva» celebrado en Granada (21 y 22 septiembre
de 2007), organizado por Francisco MUÑOZ, coordinador de RAIPAD,
Seminario al que fui invitada a participar. Y agradecer asimismo que
Francisco MUÑOZ me propusiera preparar una reflexión sobre el derecho
humano a la paz o bien una amplia recensión para incluirla en las Actas
del mencionado Seminario de Granada. Me decanté por la última de las
opciones a fin de propiciar el debate de esta obra colectiva, motivo por
el cual destaco algunas reflexiones de los autores.
391
PAZ Y CONFLICTOS EN LAS UNIVERSIDADES ANDALUZAS E IBEROAMERICANAS. UNA PRIMERA EVALUACIÓN
Francisco A. Muñoz, Beatriz Molina Rueda,
Luis Sánchez Vázquez, Juan Codorníu Solé
Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada
Los conflictos en los que se ven envueltas las sociedades contemporáneas, la Paz y la Violencia resultante de ellos son motivo de preocupación de todos los agentes sociales y objeto de investigación de diversos
ámbitos del saber y de centros interdisciplinares. La Paz forma parte
de las preocupaciones que la investigación de las Ciencias Humanas y
Sociales tiene planteadas. Las razones para avanzar en su estudio son
teóricas y también prácticas, ya que los enfoques epistemológicos que
se plantean sobre la Paz y la Violencia influyen en las formas y vías de
gestión de los conflictos, en un mundo en el que las distintas formas
de la Violencia se manifiestan cada vez de forma más patente. Dadas
las actuales circunstancias locales y globales, la necesidad de analizar
y comprender estas temáticas se hace más apremiante. En efecto, en
un mundo actual, complejo y conflictivo, el conocimiento de la Paz, en
sus diferentes formas y dinámicas, como instrumento de evaluación y
promoción del bienestar, es completamente necesario. 1
El estudio de los fenómenos y realidades que condicionan la Paz ha
de hacerse desde una perspectiva científica y a su vez desde una ciencia
que incorpore los valores y un futuro deseable en su terreno de estudio.
La propia naturaleza del objeto de estudio hace necesario tener en cuenta
1.Véase el capítulo «Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la paz»
392
francisco a. muÑoz, beatriz molina, luis sÁnchez, et. al.
los aspectos humanos, ontológicos y axiológicos. Son justamente sus
significados históricos, éticos, filosóficos y prácticos los que exigen que
se realice una reflexión profunda que dote de significado la búsqueda
de líneas de acción que potencien y validen al máximo los valores y las
realidades de la Paz. En el seno de la Investigación para la Paz existe
un gran interés por organizar este pensamiento desde unos presupuestos
científicos. Desde los años cincuenta se ha realizado un gran esfuerzo
en este sentido, lo cual ha dotado a la comunidad humana en general,
y a la científica en particular, de un amplio legado, en cuyo curso y
discurso nos queremos situar.
Desde la Paz de París y las subsiguientes que pusieron fin a la Segunda Guerra Mundial, se ha desarrollado una investigación específica
sobre la Paz. La Paz ha sido abordada desde entonces bajo la suma de
los mejores recursos filantrópicos, intelectuales y científicos. Todas las
instituciones dedicadas a la investigación tienen una responsabilidad
en un mundo globalizado sobre el bienestar de los ciudadanos y en
particular sobre el mantenimiento de las mejores condiciones de Paz.
Las Universidades Andaluzas e Iberoamericanas comparten una cultura
general —también académica— común que cabe analizar y comparar. En
este caso lo hacemos desde Andalucía, una comunidad española unida
íntimamente con Iberoamérica.
1. LA INVESTIGACIÓN PARA LA PAZ EN LAS
UNIVERSIDADES ANDALUZAS E IBEROAMERICANAS
Este trabajo es un primer balance del estudio realizado en el proyecto La investigación para la Paz en las Universidades Andaluzas e
Iberoamericanas. Es un proyecto de investigación auspiciado por la
Junta de Andalucía a través de la Dirección General de Universidades
de la Consejería de Innovación Ciencia y Empresa amparándose en el
interés que el gobierno autonómico ha demostrado por la difusión de la
Cultura de Paz, tal y como se recoge en el Estatuto de Autonomía para
Andalucía (Ley Orgánica 2/2007, de reforma del Estatuto de Autonomía
para Andalucía.).2
2.Aprobado el 2 de noviembre de 2006 por el Congreso de los Diputados y refrendado por los andaluces el 18 de febrero de 2007, en cuyo Título Preliminar, Artículo 10,
paz y conflictos en las universidades andaluzas...
393
Su desarrollo y coordinación está a cargo de la Red Andaluza de Investigación de la Paz y los Derechos Humanos (RAIPAD)3. La Raipad
está coordinada por el grupo de investigación de la Junta de Andalucía
Paz y regulación de Conflictos (HUM-607) perteneciente al Instituto de
la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada 4.
Este proyecto también se apoya en diversas labores investigadoras
(proyectos, grupos, acciones, etc.) ya realizadas o en curso de realización
(publicaciones, actas, congresos, seminarios o programas de Doctorado)
en nuestra comunidad, el resto del Estado y países de todo el mundo.
Asimismo, y dadas las características de los objetos de estudio implicados, muchos de estos presupuestos han servido de guías a acciones
realizadas por organismos oficiales, instituciones, asociaciones u organizaciones de diverso tipo y alcance. Todas estas aplicaciones teóricas
y prácticas aportan una gran riqueza epistémica y de praxis, que pueden
y deben ser evaluadas.
El objetivo central es colaborar a reconstruir teorías de la Paz desde
una perspectiva interdisciplinar —particularmente en el mundo iberoamericano— ya que ésta es la mejor manera de prevenir el avance de las
distintas formas de la Violencia que se manifiestan cada vez de forma
más patente. Partimos de un mundo complejo, conflictivo y violento, en
el que la Paz es un instrumento de evaluación y promoción del bienestar.
La Investigación para la Paz y de todos aquellos principios asociados
(Derechos Humanos, Justicia, Equidad, Desarrollo, ...), son herramientas
de «alta tecnología» humana y social que permiten incidir en un abanico
se definen los Objetivos básicos de la Comunidad Autónoma, apareciendo cómo uno de
ellos El fomento de la cultura de la paz y el diálogo entre los pueblos.
3.Surgida a partir de una acción coordinada sobre recursos de paz en los centros de
investigación de Andalucía (http://www.ugr.es/local/raipad) subvencionada por la Consejería de Educación, dos de cuyas últimas acciones han sido el congreso La Paz en las
culturas políticas mediterráneas (http://www.ugr.es/~gijapaz/almeria.htm), celebrado en
la Universidad de Almería, y la publicación del libro Investigación de la Paz y los Derechos Humanos desde Andalucía, MUÑOZ, Francisco. A., HERRERA FLORES, Joaquín.,
MOLINA RUEDA, Beatriz y SÁNCHEZ FERNÁNDEZ, Sebastián (2005) Granada. En
red, http://www.ugr.es/~fmunoz/documentos/pazddhhand.pdf.
4.En el curso académico 1987-1988, se dieron los primeros pasos para la creación del
Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada, hace casi veinte años.
Ésta puede ser una buena efeméride para reconocer y reivindicar todas las experiencias
de Investigación para la Paz en Andalucía. http://www.ugr.es/local/eirene
394
francisco a. muÑoz, beatriz molina, luis sÁnchez, et. al.
amplio de principios, epistemes y teorías que sólo tienen sentido en su
relación con los objetivos sociales marcados.
En segundo lugar tiene diversas aplicaciones sociales posibles, como
el asesoramiento en diversos ámbitos (Educación y Cultura de Paz, Asuntos Sociales o Cooperación Internacional). Estos dos aspectos podrían
transcender a otras Comunidades y países, especialmente Iberoamerica,
espacio académico con el que pretendemos avanzar y profundizar en
nuestras relaciones.
Basándose en las premisas anteriores, este proyecto de investigación
persigue los siguientes objetivos específicos: Identificar las teorías que
sobre la Paz y los Conflictos se utilizan en la investigación y la docencia
en las universidades andaluzas e iberoamericanas; estudiar las distintas
aproximaciones que desde la investigación se realizan a la paz y los
conflictos; estudiar los distintos conceptos y paradigmas que se utilizan
en la docencia de la paz y los conflictos; estudiar las relaciones interdisciplinares y transdisciplinares que se establecen entre las distintas teorías;
estudiar los flujos de conocimiento entre las universidades andaluzas e
iberoamericanas, e implementar las relaciones mutuas; prospectar las
repercusiones sociales de estas teorías.
Para la consecución de tales objetivos se vienen desarrollando las
siguientes actividades: la creación de una base de datos para la catalogación de los centros e investigadores relacionados con la metodología
de la Investigación para la Paz en las Universidades y Centros de Investigación (problemáticas, paradigmas, conceptualizaciones, publicaciones,...); la facilitación de la información encontrada a todos los centros
e investigadores para potenciar la interacción; fomentar la creación de
una red virtual de expertos para establecer un debate interdisciplinar
que identifique los conceptos, teorías y paradigmas que sustentan estas
actividades; la evaluación del papel de las Universidades en la construcción de paradigmas teóricos que influyan en la práctica y en la realidad
social; la elaboración de propuestas mono, inter y transdisciplinares, así
como de un catálogo de conceptos nodales que reviertan en la labor de
tales instituciones; la realización de propuestas de intervención pública
y política para la difusión de la Cultura de Paz; la reinversión de todos
los resultados en los centros de investigación para producir efectos
multiplicadores e innovadores en la investigación.
paz y conflictos en las universidades andaluzas...
395
3. LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN.
GRADOS Y NIVELES
Afortunadamente existen numerosos centros, proyectos, instituciones
y organizaciones preocupadas por la Investigación para la Paz, tanto en
Andalucía como en América Latina. Estos recursos se pueden encontrar
en diversos directorios o realizando búsquedas en internet. Estimamos
que sería interesante saber cómo llevan a cabo sus tareas de investigación, conocer sus publicaciones especializadas, y sus tareas de docencia
y asesoramiento.
Al situarnos ante un campo de investigación amplio y complejo, puede
ser abordado desde muchas perspectivas complementarias. Evidentemente,
la prioridad de algunos aspectos sobre otros (p.e: la violencia armada, o
empoderamiento pacifista, ...), cada punto de vista y paradigma pueden
dar resultados diferenciados que también conviene identificar. Esto no
es inicialmente un problema si se sabe desde qué perspectiva se hace y
con qué objetivos. Esto, como es lógico, tiene su proyección sobre las
publicaciones, la docencia o el asesoramiento y la práctica social.
Por otro lado hemos querido preguntarnos por el grado de «institucionalización» de cada centro, entendiendo por ello su continuidad y
permanencia, nivel de independencia, asentamiento como institución
propia, funcionamiento autónomo dentro de las universidades u otras
instituciones públicas y privadas, órganos propios de decisión, plantilla
fija de investigadores o la disponibilidad de presupuestos propios.
Para alcanzar los objetivos del proyecto optamos por crear una base
de datos, en la que hemos recogido los datos formales del centro y los
datos cualitativos con los que poder hacer una primera evaluación. Esta
se inició en la primera fase del proyecto partiendo de una antigua base
de datos del Instituto de la Paz y los Conflictos, que incluía contactos
de todo el mundo acumulados a lo largo de los 20 años de trayectoria
investigadora de esta institución 5.
5.Ver http://cicode-gcubo.ugr.es/eirene/eventos/20_anos_de_la_Investigacion_de_la_Paz_
en_Andalucia/. En primera instancia se incluyeron todos los contactos tanto de Andalucía
como de Latinoamérica para posteriormente depurar la base de datos eliminando contactos
obsoletos o que no eran de interés para el proyecto, es decir que no eran propiamente
centros de investigación sobre Paz, Conflictos y/o Derechos Humanos. Éstos resultaron
ser principalmente ONGs o contactos de otra índole del Instituto, como proveedores o de
la administración pública
396
francisco a. muÑoz, beatriz molina, luis sÁnchez, et. al.
2.1. Criterios de catalogación
Los campos integrantes de la base de datos son los siguientes: Nombre
(Persona o Institución), Responsable, Dirección, Correo Electrónico,
Página Web, Temáticas, Publicaciones, Características, Calificación.
Para realizar la clasificación se llegó a la conclusión de que era necesario definir qué temáticas relacionadas con Paz, Conflictos y DDHH
trataba cada centro, qué tipo de actividades se realizaban en el mismo,
y por último se decidió otorgar una puntuación según el nivel de calidad
científica apreciado en cada centro (que se corresponden con los campos
de la base de datos Temáticas, Características y Calificación).
Las temáticas elegidas para la clasificación son algunas de las «clásicas» de la Investigación para la paz y otras que a nuestro entender son
interesantes para comprender cualitativamente la actividad desarrollada
por los centros6. Su definición se corresponde con las aparecidas en la
Enciclopedia de la Paz y los Conflictos7 y el libro Investigación de la Paz
y los Derechos Humanos desde Andalucía8. Se presentan a continuación
con sus abreviaturas correspondientes:
Paz Positiva (PP), Paz Negativa (PN), Paz Imperfecta (PI), Derechos
Humanos (DDHH), Derechos Humanos (teoría crítica) (DDHH (Crit.),
Desarrollo a Escala Humana (DEH), Conflictos Negativos (CN), Conflictos Positivos (CP), Violencia Directa (VD), Violencia Cultural (VC),
Violencia Estructural (VE), Guerra (Armamentismo) (GA), Educación
para la Paz (EDP), Empoderamiento Pacifista (EP), Interculturalidad Paz
(IP), Complejidad (CO), Globalización (GL) y Género y Paz (GP).
Las actividades de interés consideradas han sido las propias de un centro
de investigación: Investigación (INVES), Docencia (DOCE), Asesoramiento
específico y promoción de cultura de paz (ASES), Publicaciones (PUB),
6.Un cierto reflejo de esta posición puede verse en Investigación para la Paz ... Pueden
ser consultadas en la página web de RAIPAD http://www.ugr.es/~raipad/investigacion/pazconflictos/catalogacion.html.
7.LÓPEZ MARTÍNEZ, Mario (coord.) (2004) Enciclopedia de Paz y Conflictos. Granada:
Universidad de Granada. Paz Positiva, Paz Negativa, Paz Imperfecta, Desarrollo a Escala
Humana, Derechos Humanos, Conflictos Negativos, Conflictos Positivos, Violencia Directa,
Violencia Cultural, Violencia Estructural, Guerra, Educación para la Paz, Interculturalidad
Paz, Globalización y Género y Paz.
8. Opus cit. Empoderamiento Pacifista, Complejidad, Género y Paz. Derechos Humanos
(teoría crítica) ha sido facilitada por Joaquín Herrera Flores.
paz y conflictos en las universidades andaluzas...
397
Publicaciones disponibles en red (PUB ®) y si llevan a cabo labores de
investigación inter y /o transdisciplinares (INTRANS).
En último lugar se definieron los criterios para otorgar un nivel de
calidad de acuerdo con las actividades desarrolladas y la implantación
de las mismas. Son los enumerados a continuación de mayor a menor
nivel de «institucionalización»: (5) Investigación consolidada. Desarrollo
de proyectos de investigación con carácter esencialmente inter y transdisciplinar. Realizan actividades de investigación, publicación, docencia
especializada y asesoramiento. Participación/ creación de redes. (4)
Investigación consolidada. Realizan actividades de investigación, publicación, docencia especializada y asesoramiento, pero sin necesidad de
investigadores fijos (en caso de ser un centro). Participación/ creación de
redes. (3) Actividades de investigación con cierta continuidad, e igualmente docencia, publicaciones y asesoramiento. (2) Centro o investigador
que haya realizado las actividades anteriores sin continuidad a lo largo
de los años. (1) Centro o investigador que haya realizado alguna de las
actividades anteriores esporádicamente.
2.2. Estrategias de búsqueda
Una vez definidos estos criterios y revisados los centros incluidos en
la base de datos original, se procedió a realizar nuevas búsquedas. Inmediatamente se apreció la diferencia entre los resultados de las búsquedas
según se tratase de Andalucía o de Iberoamérica. Otra distinción a señalar
es la búsqueda realizada en los catálogos de las bibliotecas de las universidades andaluzas de títulos de libros relevantes en Paz y Conflictos9,
tarea aún pendiente de realizar para el contexto iberoamericano.
Las labores de búsqueda se han realizado a través de internet, utilizando para ello tanto buscadores genéricos como recursos específicos 10.
9.Titulos de la colección Eirene, del Instituto de la Paz y los Conflictos, así como
algunos autores considerados como relevantes en castellano de X.Jares, V. Fisas, V. Martínez, J. Galtung y J. P. Lederach. En general encontramos bastantes títulos en todas las
universidades, aunque esta búsqueda habría que refinarla y ampliarla para las universidades
iberoamericanas.
10.Los resultados de google en www.google.com (el genérico y el scholar), que fueron
cruzados con los de Altavista y Yahoo. También el recurso específico de Universia sobre
398
francisco a. muÑoz, beatriz molina, luis sÁnchez, et. al.
Una primera estrategia se basaba en la vinculación de los centros a
universidades, y para ello se visitaron las distintas webs universitarias
con el objeto de realizar búsquedas más detalladas.
En caso de ser centros independientes u otras organizaciones (fundaciones, ONGs), a la hora de incluirlos como centros catalogados se ha
priorizado que realizaran labores de investigación y que contaran con
publicaciones, además de analizar todos los criterios de evaluación/catalogación antes enumerados. A partir de las primeras búsquedas se abrieron
nuevas posibilidades a través de los distintos contactos o enlaces que
figuraban en las páginas web de los centros catalogados.
En el siguiente punto se presenta un resumen de los resultados obtenidos hasta el momento, diferenciando los resultados de Andalucía
respecto a los de Iberoamérica. Los resultados detallados pueden ser
consultados en la página web de RAIPAD11.
2.3. Resultados Andalucía
A continuación se detallan los datos relativos a los 5 centros y 13
grupos de investigación catalogados.
Se ha localizado 1 en Málaga, 2 en Córdoba, 2 en Granada. Con
respecto a los Grupos de Investigación: 6 en la Universidad de Granada, 1 en la Universidad de Almería, 1 en la Universidad de Cádiz, 1
en la Universidad de Córdoba, 1 en la Universidad de Huelva, 1 en la
Universidad de Sevilla y 1 en la Universidad Pablo de Olavide.
La Calificaciones (Nivel científico centros): Nivel 5: 1 centro (IPC),
Nivel 4: 1 centro (ETEA), Nivel 3: 2 centros (INET, IEM), Nivel 2: 1
centro (AHIMSA). Y los grupos de investigación: Nivel 5: 1 grupo,
Nivel 4: 3 grupos, Nivel 3: 7 grupos, Nivel 2: 1 grupo, Nivel 1: 1
grupo
Características: 4 de los 5 centros realizan tareas de Investigación,
Docencia y Publicaciones, 3 de los cuales las tienen disponibles en red.
El restante se dedica al Asesoramiento además de tener Publicaciones.
Asimismo hay que señalar que en la base de datos de Andalucía hay
catalogados 56 investigadores individuales.
paz, conflictos y violencia en http://www1.universia.net/catalogaxxi/C10066PPESII1/
S143306/P143297NN1/INDEX.HTML
11.http://www.ugr.es/~raipad/pazconflictos/pazconflictos.
paz y conflictos en las universidades andaluzas...
399
Temáticas: En el primer cuadro se detalla el número de centros y/o
grupos de investigación andaluces que trata cada una de las temáticas
señaladas anteriormente, mientras que en el segundo se destacan los
centros con mayor número de temáticas.
TEMÁTICAS EN CENTROS Y GRUPOS ANDALUCES
TEMÁTICAS
Interculturalidad Paz (IP)
Violencia Estructural (VE)
Desarrollo a Escala Humana (DEH)
Educación para la Paz (EDP)
Guerra, Armamentismo (GA)
Paz Positiva (PP)
Conflictos Positivos (CP)
Globalización (GL)
Paz Imperfecta (PI)
Paz Negativa (PN)
Conflictos Negativos (CN)
Derechos Humanos (DDHH)
Empoderamiento Pacifista (EP)
Género y Paz (GP)
Violencia Directa (VD)
Derechos Humanos - Tª Crítica (DDHH Crit.)
Complejidad (CO)
Violencia Cultural (VC)
Nº DE CENTROS Y GRUPOS
5
5
4
4
4
4
3
3
3
3
2
2
2
2
2
1
0
0
CENTROS Y GRUPOS EN ANDALUCÍA CON MAYOR
DIVERSIDAD DE TEMÁTICAS
Instituto Universitario de la Paz y los Conflictos- Universidad de
Granada
Grupo de investigación HUM-607 «Paz y regulación de conflictos»Universidad de Granada
Grupo de investigación HUM-828 «Paz, Conflictos y Violencia en
el mundo actual».
Fundación ETEA para el desarrollo y la cooperación - CORDOBA
PP, PN, PI, VD,
VE, CP, CN, IP
PI, PP, PN, CP,
EP, IP
PP, VE, CP, CN,
EP, GA
DEH, EDP, VE
400
francisco a. muÑoz, beatriz molina, luis sÁnchez, et. al.
Grupo de investigación HUM-313 «Intrahistoria, oralidad y cultura DEH, VE, IP
en América Latina y Andalucía»- Universidad de Cádiz
Grupo de investigación HUM-138 «Hebraístas Andaluces»- Univer- PI, CP, IP
sidad de Granada
2.4. Resultados Iberoamérica
En las siguientes líneas se presentan los datos relativos a los 87 centros
evaluados de 18 países distintos12.
Distribución por países:
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
Argentina: 8 centros
Bolivia: 3 centros
Brasil: 10 centros
Chile: 6 centros
Colombia: 10 centros
Costa Rica: 5 centros
Ecuador: 3 centros
El Salvador: 1
Guatemala: 4 centros
Honduras: 1 centro
Nicaragua: 5 centros
México: 10 centros
Paraguay: 3 centros
Perú: 7 centros
Puerto Rico: 3 centros
República Dominicana: 4 centros
Uruguay: 2
Venezuela: 2 centros.
Calificaciones (Nivel científico): Nivel 5: 4 centros (5% del total). Distribución: 1 en Argentina y Costa Rica y 2 en Colombia. Nivel 4: 7 centros (9%).
Distribución: 1 en Argentina, México, Venezuela, 2 en Brasil y 2 en Costa
Rica. Nivel 3: 11 centros (14%). Distribución: 1 en Argentina, Brasil,Costa
Rica, México, Nicaragua, Venezuela, 3 en Perú y 2 en Colombia. Nivel 2:
12.En la base de datos hay catalogados 105 centros de 19 países, pero sobre 26 de ellos
no se dispone de la información suficiente para ser evaluados e incluir los resultados.
paz y conflictos en las universidades andaluzas...
401
29 centros (36%). Distribución: 3 en Brasil, 2 Chile, 4 Colombia, 4 Guatemala, 4 México, 3 Paraguay, 2 Perú, 2 Puerto Rico, 1 en Argentina, Bolivia,
Ecuador, Honduras y Nicaragua. Nivel 1: 28 centros (35%). Distribución: 4
Brasil, Chile,República Dominicana y México, 3 en Nicaragua, 2 en Bolivia,
Ecuador y Perú y 1 en Argentina, Colombia, Costa Rica y Nicaragua.
Características: 59 de los 79 centros evaluados (74’7% del total)
realizan investigación sobre las temáticas recogidas. 50 de los 79 (63%)
realizan labores de docencia, y 36 (45%) de asesoramiento. 45 (57%)
cuentan con publicaciones, de los cuales 25 (31%) las tienen disponibles en la red. Por último, sólo 11 de los 79 centros (14%) definen sus
investigaciones como inter o transdisciplinares.
TEMÁTICAS EN CENTROS IBEROAMERICANOS
TEMÁTICAS
Derechos Humanos (DDHH)
Paz Positiva (PP)
Conflictos Positivos (CP)
Educación para la Paz (EDP)
Violencia Directa (VD)
Violencia Estructural (VE)
Conflictos Negativos (CN)
Género y Paz (GP)
Empoderamiento Pacifista (EP)
Desarrollo a Escala Humana (DEH)
Paz Negativa (PN)
Guerra, Armamentismo (GA)
Paz Imperfecta (PI)
Interculturalidad Paz (IP)
Violencia Cultural (VC)
Derechos Humanos-Tª Crítica (DDHH Crit.)
Complejidad (CO)
Globalización (GL)
Nº DE CENTROS
44
42
30
26
23
22
17
15
14
12
10
8
6
5
4
1
1
1
402
francisco a. muÑoz, beatriz molina, luis sÁnchez, et. al.
CENTROS IBEROAMERICANOS CON MAYOR DIVERSIDAD
DE TEMÁTICAS
Instituto de DDHH y RRII- Universidad Javeriana. CO- PP, PN, DDHH, DDHH
LOMBIA
(crít), CN, CP, VD, VE,
GA, EDP
Instituto de Investigación Paz, Conflictos y Democracia PP, PI, CP, VD, VE, EDP,
(IIPCD)- Universidad de Pamplona. COLOMBIA
EP, GP, DEH, GP
Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP). PP, PN, DDHH, VD, VE,
COLOMBIA
GA, EDP, DEH, CO
Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (INDEPAZ). PP, PI, DDHH, CN, VD,
COLOMBIA
VE, EDP, EP, IP
Estudios en Seguridad y Ciudadanía (FLACSO). CHILE
PP, PN, VD, VE, CP, CN,
CP, EP
Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano. COS- PP, PN, DEH, CN, CP, VD,
TA RICA
VE, GP
Asociación Peruana de Estudios e Investigación para la Paz PP, PN, CN, CP, VE, VD,
(APEP). PERU
EDP, GA
Instituto de Transformación de Conflictos para la Construcción PP, PI, CP, VC, VE, EDP,
de la Paz en Guatemala (INTRAPAZ). GUATEMALA
IP
Consejo Latinoamericano de Investigación para la Paz PP, CP, CN, EDP, DEH,
(CLAIP). ARGENTINA
GL, VE
Centro de Investigación para la Paz (CIP). ARGENTINA
Servicio Paz y Justicia América Latina (SERPAJ). COSTA
RICA
Programa Institucional de DDHH y Paz – ITESO. MÉXICO
Máster en Paz y Desarrollo- Universidad Autónoma del
Estado de México. MÉXICO
Asociación del desarrollo sostenible de las Segovias (ADESO). NICARAGUA
PP, CP, VC, VE, EP, EDP
PP, CP, DDHH, EDP, GA,
VD
DDHH, VE, VD, CN, CP,
EDP
PP, PI, DEH, CP, VE, EP
PP, PI, DEH, CP, VE, GP
paz y conflictos en las universidades andaluzas...
403
3. LA INVESTIGACIÓN DE LA PAZ EN ANDALUCÍA
En Andalucía las instituciones universitarias, así como otros organismos
y centros, cuentan con alguna trayectoria y experiencia en el estudio e
investigación de estas temáticas; sin embargo no es menos cierto que
el trabajo y los esfuerzos en este sentido quedan a menudo dispersos
e inconexos, lo que impide la adecuada visualización y rentabilidad de
los mismos y esto ocurre, no sólo a nivel académico sino también de
las instituciones y las políticas andaluzas, cuyos esfuerzos y acciones
deben coordinarse y ser capaces de apostar claramente por un decidido
apoyo a avanzar en esta línea13.
Pero en definitiva, es necesario ser crítico con el panorama andaluz
referente a la investigación en paz y conflictos, especialmente en lo relativo
al número de centros de investigación, ya que sí que se aprecian esfuerzos de investigadores o algunos grupos de investigación por desarrollar
proyectos sobre algunas de las temáticas recogidas en el proyecto, pero
suelen ser iniciativas más descentralizadas o individualizadas. El número
de centros recogidos es de 5, pero centros de investigación como tal son
sólo 4, ya que uno de ellos se dedica principalmente al asesoramiento.
Hemos incluido también a los grupos de investigación que existen dentro
del Plan Andaluz de Investigación (PAI) porque son, en cierta medida,
instancias de investigación permanentes. Así, sumando grupos y centros
se obtiene un número de 18.
Según esto, el espacio andaluz donde mejor pueden visualizarse
los recursos para desarrollar una Investigación de la Paz y Derechos
Humanos es sin lugar a dudas el de las universidades, ya que tanto los
investigadores individuales como los grupos de investigación pertenecen
a las Universidades, pero además 3 de los 5 centros de investigación
son de carácter universitario. Por su propia naturaleza, las instituciones
universitarias cuentan con una capacidad de gestionar esos recursos que
va desde las acciones institucionales hasta la rentabilización práctica
de los diversos recursos en el plano de la docencia o de las conexiones
con la sociedad. Aunque, sin duda, su principal aportación se presenta
13.En este sentido cabe felicitarse por el interés que el gobierno autonómico ha demostrado por el fomento de la cultura de la paz y el diálogo entre los pueblos, al incluirlo
como objetivo básico de la Comunidad en el Estatuto de Autonomía para Andalucía (Ley
Orgánica 2/2007, de reforma del Estatuto de Autonomía para Andalucía.).
404
francisco a. muÑoz, beatriz molina, luis sÁnchez, et. al.
en el ámbito de la investigación. Por todo ello, consideramos que las
universidades deberían de asumir un papel principal en la Investigación
por la Paz en nuestra comunidad14.
Como ya se ha explicado anteriormente, a la hora de catalogar un
centro se ha considerado prioritario que realicen labores de investigación, por lo que es lógico que en los resultados aparezca muy elevado
el porcentaje de centros andaluces que investigan. En este caso hay que
tener en cuenta de nuevo el bajo número de centros catalogados para
interpretar los altos porcentajes: 4 centros de 5 investigan, 17 de 18
teniendo en cuenta los grupos, que deben investigar por definición. El
único centro (Ahimsa) que no realiza labores propias de investigación,
se consideró pertinente su inclusión por la interesante labor de asesoramiento en temas de Educación para la Paz.
Fijándonos en las publicaciones, hay que destacar que todos los centros
y grupos las elaboran. Sin embargo, lo llamativo en este caso es que
sólo 3 de los centros las tienen disponibles en la red, un punto sin duda
a mejorar dentro del panorama investigador andaluz. La característica
referente a la inter o transdisciplinariedad de las investigaciones ha sido
complicada de evaluar debido a la falta de información sobre la procedencia disciplinar de los miembros de algunos grupos o centros. Sólo se
ha otorgado esta característica cuando se ha dispuesto de la información
pertinente sobre los miembros, y cuando entre sus publicaciones también
se aprecian trabajos interdisciplinares en los que se establecen relaciones
entre las distintas teorías tratadas.
Respecto a los niveles de calidad científica, los resultados reflejan
que el nivel 3 es el que aparece en una mayor proporción entre los
centros y grupos andaluces, en concreto el 50%. El siguiente nivel en
porcentaje es el nivel 4, pero ya con sólo el 23% del total (un centro
y tres grupos).
Con nivel 5 sólo aparecen un centro y un grupo de investigación,
ambos de la Universidad de Granada, que son los únicos que realizan
labores de investigación interdisciplinar. El centro en cuestión es el
Instituto de la Paz y los Conflictos, y el grupo de investigación HUM607, Paz y regulación de conflictos perteneciente a este centro. Esto nos
lleva a reflexionar sobre la conveniencia de los criterios establecidos a
la hora de valorar el nivel de calidad científica de centros o grupos. Sin
14.Véase Investigación para la Paz ... . p. 229.
paz y conflictos en las universidades andaluzas...
405
embargo no hay que perder de vista que estamos en una fase intermedia
del proyecto, y que a partir de esta presentación de resultados esperamos
mejorar e implementar los instrumentos de análisis y valoración empleados hasta el momento. Aun así, y con todas las reservas expresadas, en
este primer análisis los resultados según los niveles de investigación se
pueden considerar razonablemente buenos.
En cuanto a las temáticas tratadas en los centros y grupos andaluces,
atendiendo a los ítems de catalogación utilizados, encontramos que la
perspectiva que contempla las relaciones interculturales 15 y la paz es
frecuentemente utilizada, posiblemente al asumir preocupaciones presentes tanto en la escala internacional 16 como local, y estrechamente
relacionada con la temática de Globalización que también es asumida
en algunos casos.
La Violencia Estructural es otro de los temas recurrentes en los
centros y grupos evaluados. De manera conjunta con las temáticas de
Guerra/Armamentismo y de Violencia Directa, responden a los avances
en la comprensión de la violencia, hasta cierto punto paralelos a la
ampliación del concepto de paz con los también presentes de Paz Positiva, Paz Negativa y Paz Imperfecta, que han permitido profundizar
considerablemente en la comprensión de muchas de sus manifestaciones,
mediaciones e interacciones. Cabe señalar que la temática de Violencia
Cultural no ha sido localizada de manera específica en ninguno de
los centros y grupos andaluces, y ello puede significar un déficit en la
investigación a la hora de desvelar los procesos ideológicos que conducen a la trivialización, naturalización y legitimación de la violencia.
De cualquier forma, se percibe que de un tiempo a esta parte se viene
produciendo en la investigación desarrollada un creciente tratamiento
de temáticas que investigan la paz, complementando la inicial y casi
exclusiva preocupación por la violencia.
Educación para la Paz17 es una de las temáticas cuya repercusión ha
trascendido el ámbito de la Investigación para la Paz y los Derechos
15.Véanse los capítulos: «Interculturalidad de Paz»; «Religiones como gestión de la
complejidad y la paz»; «Concordia laica».
16.Véase el capítulo «Los procesos de cooperación y conflicto en las relaciones internacionales: continuidad y cambio».
17.Véase el capítulo «Educación, un espacio complejo y conflictivo de investigación
para la Paz y los Derechos Humanos».
406
francisco a. muÑoz, beatriz molina, luis sÁnchez, et. al.
Humanos, hasta llegar a integrarse en el conjunto de políticas activas
implementadas por el Gobierno de la Comunidad Autónoma mediante el
Plan Andaluz de Educación para la Cultura de Paz y Noviolencia18, constituyendo un referente cercano y valioso de empoderamiento pacifista.
Por otro lado la Investigación para la Paz asume la crítica al crecimiento y al desarrollo entendido en su planteamiento más economicista,
y como prueba de ello la gran repercusión en la comunidad investigadora
del Índice de Desarrollo Humano (IDH) del PNUD. Por ello no es de
extrañar que la temática de Desarrollo a Escala Humana aparezca de
forma habitual19.
Indudablemente la Investigación de la Paz está estrechamente vinculada a la Investigación sobre Conflictos, hasta el punto que es habitual
encontrar ambas temáticas integrando el mismo campo, a saber Paz
y Conflictos. En este sentido, en los centros y grupos evaluados en
Andalucía, encontramos también que las temáticas no se ciñen a una
concepción exclusivamente negativa de los Conflictos, produciéndose
una ampliación integradora de los conceptos de Conflictos Positivos y
los de Solución/ Regulación/ Transformación de Conflictos20
Con respecto a las temáticas referentes a los Derechos Humanos 21,
se ha intentado especificar si la investigación llevada a cabo responde a
una óptica crítica con los mismos, y cuándo se sitúa en un terreno más
convencional. Decir que ambos planteamientos están presentes en el
panorama andaluz con el grupo de investigación «Integración histórico
cultural, desarrollo y DDHH en América Latina» de la Universidad Pablo
de Olavide desde un planteamiento crítico, y el grupo de investigación
“Derechos Humanos»de la Universidad de Sevilla, con un planteamiento
más convencional.
Dos temáticas tan íntimamente relacionadas como Género y Paz22, tanto
por sus relaciones y estrategias en la institucionalización de sus estudios,
como en la inevitable transversalidad de sus argumentos, son incorporadas
en algunos de los centros y grupos andaluces, pero quizá se eche de menos
18.Véase
19.Véase
20.Véase
21.Véase
tencia».
22.Véase
perfecto».
Investigación para la Paz ... 222.
el capítulo «Otra economía para hacer posible la Paz».
el capítulo «Una teoría de conflictos basada en la complejidad».
el capítulo «Derechos Humanos, interculturalidad y racionalidad de resisel capítulo «Paz y Género. Debates y coincidencias sobre un binomio im-
paz y conflictos en las universidades andaluzas...
407
un tratamiento más frecuente de ambas de manera conjunta. Posiblemente
en aquellos centros y grupos con un carácter más interdisciplinar y donde
los esfuerzos en la investigación resultan menos inconexos y dispersos,
es donde solemos encontrar más este tipo de temáticas.
Quizá el hecho de no localizar ningún Centro o Grupo en el que se
adopte la perspectiva de la Complejidad23, pueda significar una pérdida
de perspectiva general en la diversidad de temáticas utilizadas en la
Investigación de la Paz en Andalucía.
4. LA INVESTIGACIÓN DE LA PAZ EN IBEROAMÉRICA
Los centros iberoamericanos catalogados en la base de datos y evaluados
para el proyecto, son muy superiores en número total a los tenidos en
cuenta para el caso de Andalucía, 79 por 18. Esta diferencia es completamente lógica si se atiende a las apreciables diferencias geográficas y
políticas (extensión, número de habitantes, organización en estados) de
los contextos elegidos para la evaluación, más aún teniendo en cuenta
que para el caso iberoamericano no se ha hecho un análisis exhaustivo
de todos los grupos de investigación que pudieran tratar las temáticas
recogidas en el proyecto.
Una vez puntualizada esta cuestión, sobre la que se volverá en el
próximo epígrafe, se puede comenzar con el análisis de los resultados
obtenidos para Iberoamérica. Con respecto a las características de los
centros, se observa que un importante porcentaje de los centros americanos
(75%) se dedican propiamente a la investigación. Esto es debido a que
hemos incluido centros no dedicados exclusivamente a la investigación
pero considerados pertinentes por la relevancia de sus actividades de
asesoramiento o docencia. Estas últimas son llevadas a cabo por el 63%
y el 45%, respectivamente, de los centros evaluados.
Centrándonos en las publicaciones, se aprecia que sólo poco más de
la mitad de centros iberoamericanos (57%) las elaboran, lo que sería un
resultado relativamente bajo. Pero ahondando en el análisis, se observa
que prácticamente el mismo porcentaje dentro de ellos (55%) las tienen
disponibles en red, lo que supone que un 31% del total de los centros
23.Véase el capítulo «Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la Paz».
408
francisco a. muÑoz, beatriz molina, luis sÁnchez, et. al.
iberoamericanos evaluados facilitan la accesibilidad a sus publicaciones
en la red, un porcentaje destacable.
El número de centros iberoamericanos que definen sus investigaciones o actuaciones como inter o transdisciplinares no es muy alto, pero
resulta llamativo si se compara con la proporción de centros de nivel
científico más alto (niveles 4 y 5) ya que coinciden en número, representando el 14% del total en ambos casos. Sin embargo, los centros
no son coincidentes totalmente en un caso y en otro: sólo uno de los 5
centros de máximo nivel ha sido calificado como inter-transdisciplinar,
4 centros más tienen nivel 4, pero los 6 centros intrans restantes tienen
una puntuación de 1 a 3, por lo que no se observa la correspondencia
que podría ser esperada, ya que esos centros en cuestión no cumplen
con el resto de criterios para obtener una puntuación mayor. Este punto
es controvertido en la medida en que se han clasificado dentro de la
categoría intrans los centros que de alguna manera así definían su labor
de investigación en la información disponible sobre cada uno de ellos,
y en los que consta que al menos algunos de sus miembros proceden
de distintos ámbitos disciplinares. Es decir, realmente no se ha hecho
un análisis de sus publicaciones para saber hasta qué punto reflejan un
trabajo inter o transdisciplinar, labor que se podría desarrollar en la
siguiente fase del proyecto.
En cuanto a los niveles de calidad científica, la mayoría de los centros
evaluados ( el 70%) tienen una calificación de 1 o 2, lo que no refleja
un panorama positivo a este respecto. El porcentaje decrece casi proporcionalmente al subir la calificación de los centros: 14% de nivel 3,
9% de nivel 4 y 5% de nivel 5. Hay que volver a señalar que el nivel
científico adjudicado a cada centro se ha resuelto atendiendo a los criterios definidos en el proyecto, pero también podría estar condicionado
por la información disponible sobre cada centro en sus respectivas
páginas web, lo que conlleva ciertas limitaciones. Con el desarrollo
del proyecto se irán revisando las calificaciones para afinar lo máximo
posible, pero consideramos que los resultados obtenidos pueden ser un
reflejo bastante aproximado de la institucionalización de la investigación
en Iberoamérica.
A pesar de estas reservas, el resultado de las búsquedas a través de
las páginas web de los centros de investigación localizados en los países
iberoamericanos, también configura la panorámica que exponemos a
continuación con respecto a las temáticas utilizadas en la evaluación.
paz y conflictos en las universidades andaluzas...
409
La preocupación por los Derechos Humanos tanto en su vertiente
como área de investigación académica incluso desde una óptica crítica
en algún caso, como en su actividad vigilante del cumplimiento de los
mismos, es una constante en los distintos países iberoamericanos, y se
encuentra estrechamente vinculada a la difícil situación sociopolítica en
algunas de sus zonas más conflictivas.
Es lógico que esta difícil situación, haya desarrollado la investigación
en torno a la violencia y en los intentos de profundización conceptual de
esas realidades sociales con la inclusión de la perspectiva que incide en
señalar los distintos tipos de violencia, tanto directa como estructural, y
en menor medida cultural. Pero a tenor de la proliferación en la investigación de temáticas que se preocupan principalmente en la construcción
de la paz, quizá no sea demasiado arriesgado aventurarse a decir, en
consonancia con los avances en la investigación de la paz, que no sólo
conociendo minuciosamente los procesos que subyacen a las distintas
manifestaciones de la violencia se contribuye a su disminución, y que
también es necesario investigar las condiciones, mediaciones e interacciones de los espacios y actores de paz, para que esta realidad pacífica
pueda ir ganándole terreno a aquella otra.
Fruto de todo ello, observamos que las temáticas de Paz Positiva, Conflictos Positivos y Educación para la Paz, las localizamos en un mayor
número de centros que las de Violencia Directa, Violencia Estructural
y Conflictos Negativos. Incluso cuando sondeamos la temática de Paz
imperfecta utilizándola en el sentido de paz estructural, se localizan
algunos centros que pueden contemplar esta perspectiva.
En la misma línea, cabe señalar cómo temáticas que inciden en el papel
de la mujer y de la sociedad civil como constructoras de paz (Género y
Paz, y Empoderamiento Pacifista), encuentran cada vez mayor presencia
en la investigación en relación con aquellos temas que tratan manifestaciones de violencia directa y extrema (Guerra, Armamentismo).
Con respecto a la temática de Interculturalidad y Paz, habría que decir
que son pocos los centros que la tratan como tal, quizá y a modo de hipótesis, esta temática podría incluir también en el contexto iberoamericano,
aquellos asuntos relacionados con las poblaciones indígenas y la paz.
De cualquier forma, tal y como se recoge en el titulo de este capítulo,
se trata de una primera aproximación para debatir en el seno tanto de
este seminario, como en el que hay previsto realizar en Iberoamérica
dentro de este mismo proyecto, y por lo tanto sujeta a modificaciones,
ampliaciones y matizaciones de de diversa índole.
410
francisco a. muÑoz, beatriz molina, luis sÁnchez, et. al.
Por último, hacer referencia a que según las estrategias de búsqueda
efectuadas, temáticas que de alguna manera buscan una perspectiva
general de los fenómenos relacionados con la paz y la violencia tales
como Complejidad y Globalización encuentran escaso eco en los centros
iberoamericanos evaluados.
5. DEBATES Y COINCIDENCIAS. UN BALANCE COMPARATIVO
Hay que expresar una primera salvedad y es que la «geopolítica» puede
que sea un condicionante de la investigación. Efectivamente, aspectos
como son los demográficos, la extensión del territorio, o los índices de
desarrollo, a los que hay que añadir la cultura y la historia propia de cada
país, repercuten en las agendas de la investigación. Todo ello a pesar
de que la globalización tiende, y lo consigue en muchas ocasiones, a
unificar. Por todo ello, ver los «debates y las coincidencias» entre casi
20 países distintos con una comunidad autónoma dentro de un estado,
tiene ciertas dificultades. Pero ahí no acaban los matices en la comparación, ya que también es necesario tener en cuenta los condicionantes
socioeconómicos particulares y prestar especial atención a los sistemas
educativos. Mientras en Andalucía disponemos de una educación universal
y obligatoria, con preponderancia de los centros públicos, en muchos de
los países de Iberoamérica nos encontramos con sistemas educativos que
no garantizan esa universalidad ni obligatoriedad, lo que implica una
menor accesibilidad a la educación superior —muchas veces privada—,
y por tanto a la investigación en general 24.
Los 18 centros de Andalucía (en los que incluimos, como ya hemos
explicado, los grupos de investigación) no tienen en general parangón
con ningún país iberoamericano. El producto interior bruto y el potencial
demográfico podría indicar lo contrario, es decir que debería de haber
más centros de investigación para la paz al menos en algunos países.
Sin embargo, cabría atribuirle a los índices de desarrollo (incluso directamente a la propia renta per capita) el freno de tal posibilidad. Pero
sobre todo esto hay que profundizar más.
Si atendemos sólo al número de centros, Andalucía sería superada en
número (5) por cinco países (Colombia, México, Brasil, Perú y Chile).
24.Véase nota 21.
paz y conflictos en las universidades andaluzas...
411
Si tenemos en cuenta, además, la variable del nivel científico de los
centros, estas comparaciones podrían ser más matizadas. Por ejemplo, el
panorama andaluz se acerca al de Costa Rica (donde 3 de los 5 centros
tienen nivel de 4 o 5), y en menor medida al de Argentina, también con
cinco centros catalogados. Sin embargo, países como México o Brasil
cuentan con una mayor cantidad de centros (10) pero en general de nivel
bajo, y por tanto obtienen una media de calificación de nivel científico
inferior a la andaluza. Según los datos manejados, Colombia sería el país
con un número de centros importante (9) que además tienen un nivel de
calidad científica considerable.
Tanto en Andalucía como en Iberoamérica se ha detectado que la
Paz adquiere cada vez mayor peso específico como anhelo y elaboración teórica, y aunque el interés por la violencia y sus ampliaciones
conceptuales se encuentran en los centros evaluados, las temáticas que
profundizan en el reconocimiento de los espacios y actores de paz para
la construcción de paces parciales que vayan ganando terreno a las
realidades violentas, se hacen cada vez más presentes. Un caso particular a resaltar es la Educación para la Paz tanto en Andalucía como
en Iberoamérica —con la proliferación de considerables programas y
maestrías universitarias en esta temática— juegando un papel importante
en el horizonte de los centros.25
En ambos escenarios encontramos junto, con la convencional perspectiva de los conflictos en sus aspectos más negativos, la asunción de que
pueden ser regulados o transformados por vías pacíficas, lo que equivale al
reconocimiento de su intrínseca potencialidad para el cambio social.
Como estamos viendo, la investigación de estos centros abordan
temáticas estrechamente ligadas a las preocupaciones y demandas sociales de cada lugar y momento. En este sentido asumen paulatinamente
preocupaciones de gran actualidad, un ejemplo de ello es la situación
medioambiental —el cambio climático26— a la que hemos llegado conducidos por un modelo de desarrollo excesivamente dependiente del
crecimiento económico. Podemos apreciar cómo el Desarrollo a Esca-
25.En el caso de Andalucía la relevancia del Plan Andaluz de Educación para la Cultura
de Paz y Noviolencia, impulsado por la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía,
para los centros escolares, está generando mucha investigación —también universitaria— al
respecto.
26.Véase capítulo «Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la Paz».
412
francisco a. muÑoz, beatriz molina, luis sÁnchez, et. al.
la Humana encuentra cada vez mayor repercusión tanto en Andalucía
como en Iberoamérica. De diferente manera, en Andalucía encuentran
más acogida los temas relacionados con la Interculturalidad y la Paz
que en Iberoamérica. Probablemente en las próximas búsquedas, cuando
incluyamos los asuntos relacionados con las Poblaciones indígenas y la
Paz, encontraríamos mucha más información al respecto.
El panorama con respecto a los centros y grupos que investigan sobre
Derechos Humanos, y pese a las dificultades de comparación expresadas
anteriormente, parece ser que se encuentra más habitualmente en Iberoamérica que en Andalucía. Quizá también por el hecho ya expresado
de que los temas de investigación también se encuentran influenciados
por las demandas sociales.
Nos sorprende sobremanera el hecho de que tanto en Andalucía como
en Iberoamérica, en los temas relacionados con la Globalización y la
Paz no hemos obtenido los resultados que cabría esperar, y es una de
las líneas de trabajo, junto con la búsqueda de redes de investigación
en Iberoamérica, por donde seguir indagando en próximas ampliaciones
de esta evaluación.
En último lugar, señalar que un campo de conocimiento tan complejo
como el que nos ocupa, no encuentra correlación en la utilización de
paradigmas de conocimiento que utilicen la Complejidad como referente
para la adopción de perspectivas generales e integradoras en la investigación de la Paz y los Derechos Humanos.
En cualquier caso, esta primera evaluación es solamente la apertura
de una vía repleta de preguntas, sugerencias, e incluso incertidumbres,
en la que sólo se podrá avanzar en la medida en que se mantengan lazos
abiertos de diálogo y debate —no sólo interdisciplinares, sino también
interculturales— entre los centros preocupados por estas temáticas. Esta
es nuestra intención y nuestro deseo.
APÉNDICE: CENTROS Y GRUPOS DE INVESTIGACIÓN
EVALUADOS
Andalucía
AHIMSA (Centro de documentación y Educación para la Paz de la Axarquía).
Málaga. http://www.ahimsav.com
412
francisco a. muÑoz, beatriz molina, luis sÁnchez, et. al.
la Humana encuentra cada vez mayor repercusión tanto en Andalucía
como en Iberoamérica. De diferente manera, en Andalucía encuentran
más acogida los temas relacionados con la Interculturalidad y la Paz
que en Iberoamérica. Probablemente en las próximas búsquedas, cuando
incluyamos los asuntos relacionados con las Poblaciones indígenas y la
Paz, encontraríamos mucha más información al respecto.
El panorama con respecto a los centros y grupos que investigan sobre
Derechos Humanos, y pese a las dificultades de comparación expresadas
anteriormente, parece ser que se encuentra más habitualmente en Iberoamérica que en Andalucía. Quizá también por el hecho ya expresado
de que los temas de investigación también se encuentran influenciados
por las demandas sociales.
Nos sorprende sobremanera el hecho de que tanto en Andalucía como
en Iberoamérica, en los temas relacionados con la Globalización y la
Paz no hemos obtenido los resultados que cabría esperar, y es una de
las líneas de trabajo, junto con la búsqueda de redes de investigación
en Iberoamérica, por donde seguir indagando en próximas ampliaciones
de esta evaluación.
En último lugar, señalar que un campo de conocimiento tan complejo
como el que nos ocupa, no encuentra correlación en la utilización de
paradigmas de conocimiento que utilicen la Complejidad como referente
para la adopción de perspectivas generales e integradoras en la investigación de la Paz y los Derechos Humanos.
En cualquier caso, esta primera evaluación es solamente la apertura
de una vía repleta de preguntas, sugerencias, e incluso incertidumbres,
en la que sólo se podrá avanzar en la medida en que se mantengan lazos
abiertos de diálogo y debate —no sólo interdisciplinares, sino también
interculturales— entre los centros preocupados por estas temáticas. Esta
es nuestra intención y nuestro deseo.
APÉNDICE: CENTROS Y GRUPOS DE INVESTIGACIÓN
EVALUADOS
Andalucía
AHIMSA (Centro de documentación y Educación para la Paz de la Axarquía).
Málaga. http://www.ahimsav.com
paz y conflictos en las universidades andaluzas...
413
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Granada. http://www.ugr.es/~rimon/Welcome.html
Grupo de investigación HUM-209 «Integración histórico cultural, desarrollo
y DDHH en América Latina»- Universidad Pablo de Olavide. Sevilla.
http://www.upo.es/ghyf/contenido?pag=/portal/departamentos/ghyf/contenidos/Investigacion/HUM209
Grupo de investigación HUM-358 «Innovación curricular en contextos multiculturales»- Universidad de Granada. http://www.ugr.es/~hum358/
Grupo de investigación HUM-366 «Orientación Educativa»- Universidad de
Granada. http://www.ugr.es/local/mide
Grupo de investigación HUM-400 «Sur Clio»- Universidad de Almería. http://
www.ual.es/Universidad/Depar/histgeo/SUR%20CLIO.htm
Grupo de investigación HUM-607 «Paz y regulación de conflictos»- Universidad
de Granada. http://www.ugr.es/~gijapaz
Grupo de investigación HUM-654 «Creación, edición y conservacion de la
imagen»- Universidad de Granada. http://invest.ugr.es/Grupos/grupos.
asp?ref=HUM-654
Grupo de investigación HUM-828 “Paz, Conflictos y Violencia en el mundo
actual»- Universidad de Granada.
Grupo de investigación SEJ-372 «Democracia, Pluralismo y Ciudadanía»- Universidad de Córdoba. http://www.uco.es/organiza/centros/derecho/principal/investigacion/index.html#sej372
Grupo de investigación SEJ-119 «Política y Derecho Internacional»- Universidad de Huelva. http://www.uhu.es/vic.investigacion/oferta/fichasgrupos/SEJ119.html
Grupo de investigación SEJ-112 “Derechos Humanos»- Universidad de Sevilla.
Grupo de investigación HUM-313 «Intrahistoria, oralidad y cultura en América
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intrahistoriaoralidad/bienvintrahistoria.html, http://www.uca.es/gruposinv/HUM313/
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www.ugr.es/~iem/
Instituto Universitario de la Paz y los Conflictos- Universidad de Granada.
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francisco a. muÑoz, beatriz molina, luis sÁnchez, et. al.
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paz y conflictos en las universidades andaluzas...
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