9 PRÓLOGO La Paz es una preocupación que involucra de una u otra forma a todo lo humano, a todas las instituciones, a todas las ideologías, a todos los credos, a todas las naciones, a todas las culturas y a todas las personas. La Paz es una responsabilidad directa de los gobernantes y de los educadores y, tal como queda recogido en recientes decretos y leyes autonómicas y estatales, debe de atravesar toda la docencia que imparta la Universidad, para que los universitarios sean promotores de una Cultura de Paz para una sociedad más justa y equitativa. Para que esto ocurra es absolutamente imprescindible que dediquemos nuestros mejores recursos al conocimiento de las claves para la gestión pacífica de los conflictos y la promoción de los mismos. Y en este sentido el papel de las universidades puede resultar esencial tanto para el presente como para el futuro. La Junta de Andalucía ha tenido innumerables iniciativas sobre la Paz en el propio Estatuto de Autonomía, en el desarrollo normativo de leyes y decretos, y a través de numerosas declaraciones parlamentarias. Asimismo, muchas de las Consejerías han puesto en práctica planes y acciones concretas que se pueden identificar con la Paz. La Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa, y en particular la Secretaría General de Universidades, Investigación y Tecnología tienen interés en que la Cultura de Paz esté lo mas arraigada posible en todo nuestro sistema universitario, impulsando con ello lo que el Decreto de Ordenación de los Estudios de Grado y Postgrado y la propia Ley de Andaluza de Universidades declaran. La Junta de Andalucía está haciendo una apuesta decidida por la Paz, especialmente en aquellos espacios culturales y políticos que nos son más cercanos: nuestra Comunidad Autónoma, nuestro país, Europa, el Mediterráneo e Iberoamérica. Paz y Desarrollo van unidos y es la obli- 10 prólogo gación de nuestra Consejería, y en particular de la Secretaría General de Universidades, promover la Innovación y la Investigación en torno al Desarrollo y la Paz. Propugnamos una Innovación que tenga presentes los objetivos humanos y sociales, y una Investigación que esté al servicio de un Desarrollo que garantice el máximo bienestar de las sociedades. Todo ello es coincidente con las propuestas del Plan de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que lo liga indisolublemente con la Paz y los Derechos Humanos. Estos enfoques llevaban implícita una crítica a la visiones exclusivamente «economicistas» ya que los humanos somos lo suficientemente complejos, desarrollamos una serie de capacidades y variables con una gran fuerza creativa y adaptativa. Por lo tanto seguimos entendiendo, aunque admitamos que otros lo hagan de otra manera, que el I+D significa una investigación para el Desarrollo integral de todos los seres humanos. En este caso, la innovación tiene que promover el cambio necesario en nuestros presupuestos ontológicos y axiológicos de investigación para alcanzar un óptimo desarrollo humano. De otro lado, sabemos que los avances en teorías sobre la física, las matemáticas, la cibernética, la información, la ecología, la genética, los sistemas, la autoorganización, la (neo)evolución, la comunicación, la complejidad, han servido para replantear y abrir nuevas posibilidades de interpretación del papel de los seres humanos en el Universo y por ende de nuestra propia «naturaleza» y «objetivos». Unas interpretaciones que en cierto sentido superan el falseado debate entre las Ciencias de la Naturaleza y las Sociales y Humanas y que, de otro lado, pueden ayudar a la búsqueda de una Paz individual, grupal o de especie, la paz con la Naturaleza y con el cosmos. Para abordar todas estas nuevas informaciones sobre la condición humana, los sentimientos, la racionalidad, la conciencia y sobre los conflictos, para hacer frente a toda esta «complejidad» es imprescindible dotarse de espacios intelectuales e institucionales inter y transdisciplinares, espacios para los que las universidades están especialmente preparadas. Este libro es buena muestra de esta reflexiones, del compromiso de los investigadores y de las respectivas administraciones por descubrir nuevos enfoques que promuevan una auténtica Cultura de Paz. Francisco Andrés Triguero Ruiz Secretario General de Universidades, Investigación y Tecnología. Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa de la Junta de Andalucía 11 Introducción Los conflictos en los que se ven envueltas las sociedades contemporáneas, y la paz y la violencia resultantes de ellos, son motivo de preocupación de todos los agentes sociales y objeto de estudio de diversos ámbitos del saber y de centros interdisciplinares. La Paz forma parte de las preocupaciones que la investigación de las Ciencias Humanas, Sociales y todas en general, tiene planteadas. Las razones para avanzar en su estudio son teóricas y también prácticas, ya que los enfoques epistemológicos que se plantean sobre la Paz y la Violencia influyen en las concepciones y las prácticas de prevención y gestión de los conflictos. Dadas las actuales circunstancias locales y globales, la necesidad de analizar y comprender estas temáticas se puede hacer cada vez más apremiante. En efecto, en un mundo actual, complejo y conflictivo, el conocimiento de la Paz, en sus diferentes formas y dinámicas, como instrumento de evaluación y promoción del bienestar, es completamente necesario. 1 El estudio de los fenómenos y realidades que condicionan la Paz ha de hacerse desde una perspectiva científica, desde una ciencia que incorpore valores y que, igualmente, tenga un horizonte de un futuro deseable, justo y pacífico. Asimismo, la propia naturaleza del objeto de estudio hace necesario tener en cuenta los aspectos humanos, ontológicos y axiológicos ordenados desde una perspectiva epistémica y científica. Son justamente sus significados históricos, éticos, filosóficos y prácticos los que exigen que se realice una reflexión profunda que dote de significado la búsqueda de líneas de acción que potencien y validen al máximo los 1.Cf. El capítulo Francisco A, Muñoz y Beatriz Molina Rueda: «Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la paz.» 12 introducción valores y las realidades de la Paz. En el seno de la Investigación para la Paz existe un gran interés por organizar este pensamiento desde unos presupuestos científicos, y en este sentido se ha realizado un gran esfuerzo desde los años cincuenta, todo lo cual ha dotado a la comunidad humana en general, y a la científica en particular, de un amplio legado, en cuyo curso y discurso nos queremos situar. Prácticamente desde los Tratados de París (que pusieron fin a la Segunda Guerra Mundial y abrieron un nuevo período de la historia), se ha desarrollado una investigación específica sobre la Paz como una herramienta preventiva de los conflictos violentos. La Paz ha sido abordada desde entonces bajo la suma de los mejores recursos filantrópicos e intelectuales. Todas las instituciones dedicadas a la investigación tienen una responsabilidad en un mundo globalizado sobre el bienestar de los ciudadanos y en particular sobre el mantenimiento de las mejores condiciones de Paz. Las Universidades Andaluzas e Iberoamericanas comparten una cultura general —también académica— común que cabe analizar y comparar. En este caso lo hacemos desde Andalucía, una comunidad española unida íntimamente con Iberoamérica.2 Andalucía e Iberoamérica son dos realidades distantes y diversas, pero sin embargo partícipes de muchas circunstancias comunes, entre las que se encuentra su historia y su legado cultural. Andalucía forma parte de la Unión Europea y participa de muchas de sus dinámicas, Iberoamérica tiene una definida entidad por sí misma. Tanto Andalucía como Iberoamérica participan de los procesos de globalización que nos ligan y condicionan, por estas razones la conflictividad es en ciertos sentidos compartida pero en otros es muy dispar. Pero en un mundo globalizado las preocupaciones de un lado y otro no sólo están interconectadas, sino que las gestiones de los conflictos pueden estar estrechamente condicionadas. Por lo que aspectos como el desarrollo humano, el reparto de la riqueza, las migraciones, las poblaciones indígenas, el poder de las propuestas de paz, la profundización de la democracia, el desarme, el narcotráfico, etc., terminan teniendo un lugar común en la agenda de la Investigación para la Paz. 2.Este volumen es parte de un proyecto de investigación subvencionado, durante los años 2006 y 2007, por la Dirección General de Universidades de la Junta de Andalucía bajo el título «Paz y Conflictos en las Universidades andaluzas e iberoamericanas» introducción 13 Todo esto tiene repercusión en los presupuestos para la educación, en los niveles de educación, la alfabetización, los porcentajes de licenciados y finalmente de doctores. La función de la Universidad de ser vanguardia científica, investigadora, docente, intelectual y, si queremos, social, se ve debilitada. Y la Investigación para la Paz se ve condicionada por este contexto. En el presente volumen incluimos las aportaciones de los investigadores relacionados con la Red Andaluza de Investigación para la Paz (RAIPAD) a un seminario bajo el título de Una paz compleja y conflictiva, realizamos en septiembre de 2007. Con ello se pretendía debatir y fijar las bases sobre las que evaluar las experiencias de Investigación para la Paz en la universidades de un lado y otro del Atlántico. Todo el volumen está articulado en torno al primer trabajo “Una paz compleja, conflictiva e imperfecta» que pretende ser un marco general teórico que sirviera de base para el resto de las aportaciones (sobre relaciones internacionales, religiones, género, derechos humanos, educación para la paz, reconciliación, economía, ...), que, por tanto, se presentan interaccionadas. Asimismo se han incluido aportaciones concretas a cada uno de los trabajos. Finalmente hacemos una primera aproximación a las realidades de las universidades y los centros de investigación de Andalucía e Iberoamerica, a sus actividades, grado de institucionalización y presupuestos teóricos y epistémicos del Campo Transdisciplinar de la Paz. Francisco A. Muñoz Beatriz Molina Rueda 15 Capítulo I pax orbis. complejidad e imperfección de la paz Francisco A. Muñoz – Beatriz Molina Rueda Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada La Paz es una práctica y una realidad social a lo largo de toda la historia de la humanidad, que se ha convertido en un instrumento para evaluar y promocionar el bienestar, el equilibrio y la armonía, de las sociedades. Igualmente es útil para identificar y promover situaciones mas justas, más ecuánimes y menos violentas. Por estas razones hay innumerables menciones, escritos e investigaciones sobre la Paz, desde distintos puntos de vista morales, éticos y científicos, convergentes en sus intenciones pero no siempre coincidentes en sus concepciones y métodos. La Investigación para la Paz, en la que nos ubicamos, tiene la vocación de ordenar e implementar los estudios —y consecuentemente las prácticas— de la Paz. La Paz es un signo de bienestar y armonía que nos une a los demás, también a la naturaleza, y al cosmos en su conjunto. Nos hace sentirnos más humanos y le da sentido a nuestras vidas. Nos facilita relacionarnos los unos con los otros como miembros de una misma especie, independientemente de las diferencias que, de una u otra índole, puedan existir entre nosotros. La Paz nos permite darle salidas satisfactorias a los conflictos. Es una vacuna que nos previene frente al egoísmo, el individualismo, el desprecio hacia los demás y frente a todas las formas de violencia. En este afán se han realizado diversas propuestas (paz negativa, positiva, imperfecta, ...) que a su vez responden, más o menos directamente, a modelos del buen hacer de los seres humanos. Esto es así porque para 16 francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda evaluar el bienestar, la armonía, la justicia o la ausencia de violencia, necesitamos saber sobre las potencialidades humanas. Por ejemplo la paz negativa parece enlazar con un ser humano condenado ineludiblemente a la violencia (modelo judeo-cristiano y hobbesiano), con lo que frenar la violencia se convierte en la tarea fundamental; la paz positiva ha sido entendida como un modelo ideal, en el que la justicia debe prevalecer por encima de todo, pero al ser un objetivo inalcanzable podría conducir a posiciones desesperadas que nos inmovilizarían, o a la defensa de revoluciones (violentas); y la paz imperfecta se corresponde con un ser humano tensionado, «conflictivo», a veces violento, pero también altruista, cooperativo y solidario, sobre el que se pueden promover procesos de empoderamiento pacifista.1 Como se puede comprobar a lo largo de toda la literatura científica generada, los conflictos2 se han convertido en una temática recurrente. Esto es así por su fuerte capacidad explicativa e interpretativa de las prácticas sociales y personales. Los conflictos se refieren a las tensiones, la divergencia de criterios, incluso de emociones y sentimientos. No es una tarea fácil avanzar en este sentido, porque en el fondo de nuevo se está explicando la condición humana. Efectivamente, los conflictos entendidos como antesala de la violencia, la versión más extendida hasta el momento, coincide con la perspectiva de la paz negativa, y con el citado modelo judeo-cristiano (pecado original...) hobbesiano, pero que también conecta con muchas filosofías occidentales (p.e.: marxismo). Aunque, cada vez más, se tiende a ver el conflicto como una circunstancia inherente al ser humano, con la que se abren enormes capacidades creativas, generadoras de bienestar —sin que ello suponga negar sus derivaciones violentas—. Sin embargo, no se desarrolla suficientemente su lado creativo-positivo, lo que hace que las posibilidades de implementar la paz decrezcan. Consideramos que es vital disponer de modelos —antropológicos y ontológicos— que faciliten una explicación conflictiva unitaria de los seres humanos, de la paz y de la violencia. En este afán, nosotros proponemos 1.Cf. MUÑOZ, Francisco A., HERRERA FLORES, Joaquín, MOLINA RUEDA, Beatriz y SÁNCHEZ FERNÁNDEZ, Sebastián (2005) Investigación de la Paz y los Derechos Humanos desde Andalucía. Veáse el capítulo El poder de la Paz. La presencia social y política de la Paz. 2.Véase el capítulo Una teoría de los conflictos basada en la complejidad. pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz 17 adoptar un punto de vista «naturalista», ya apuntado en publicaciones anteriores, también ecológico, que ahora vamos a enriquecer con el abordaje desde la complejidad. Esta perspectiva incardina al ser humano con el resto de los seres vivos, ligado a la naturaleza y al cosmos, a través de la teoría de la evolución. De este modo creemos conectar con una teoría abierta de los conflictos, lo que supone pensar desde dialécticas abiertas igualmente, en las que quepan los proyectos, los intereses (sean personales o internacionales), las emociones (igualmente personales o sociales), los instintos y la herencia filogenética. 3 Somos fruto de un cúmulo de circunstancias y relaciones cuantitativas y cualitativas que hemos convenido en llamar complejidad. Y una de sus características hermenéuticas principales es que no alcanzamos a comprenderla al completo, entre otras razones porque su funcionamiento aparece como oculto para nuestras capacidades de conocimiento actual. Es decir, a pesar de ser el ente más complejo conocido, nuestra aleatoria evolución ha limitado nuestras capacidades perceptivas y organizativas. Las condiciones de nuestra existencia, nuestras capacidades, potencialidades, proyectos y necesidades, las sociedades, las culturas, las religiones, las migraciones, la paz, la violencia, todas las actividades humanas, están insertas en la complejidad. Todo ello nos genera continuos conflictos exógenos —con el entorno— y endógenos —entre la especie—. Las informaciones que gestionamos son incompletas, incongruentes, desorganizadas e imperfectas, generándonos cierta esquizofrenia cognitiva que intentamos resolver mediante una racionalidad «agónica» lo que redunda en la propia conflictividad. De lo cual podemos deducir, y esto es la hipótesis central, que la conflictividad proviene de la gestión de la complejidad. Y cuya problemática sólo la podemos abordar desde la humildad y la cooperación intelectual. En cualquier caso debemos saber que la variabilidad del entorno (entropía y desorden) es la que permite la evolución. No existiríamos como humanos sin toda la multiplicidad de variables previas a nosotros mismos. No tendríamos ninguna opción sobre la que elegir sin la complejidad, la variabilidad y la «conflictividad» preexistente, que en definitiva es una opción de creatividad. 3.En este capítulo no pretendemos abordar todas las problemáticas al respecto, lo que sería imposible por nuestras limitaciones y porque para ello se necesitarían ingentes esfuerzos y páginas. Sólo queremos contribuir a actualizar los enfoques metodológicos de los estudios sobre la paz. 18 francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda 1. LOS SERES HUMANOS FRENTE A LA COMPLEJIDAD La complejidad en la que estamos sumergidos es una de la características resultantes de los procesos expansivos y evolutivos del universo y del planeta tierra. En cierto sentido la complejidad delimita la frontera entre el caos y orden, ya que en ella concurren los lazos cualitativos y cuantitativos entre entes heterogéneos (acontecimientos, acciones, relaciones, interacciones, retroalimentaciones, necesidades, azares, órdenes y desórdenes). La supervivencia de los seres humanos depende completamente de la adaptación a este contexto complejo en el que están incluidos el resto de los seres vivos, la naturaleza, la tierra y el universo. De este medio los seres humanos absorben energía, información y organización, para mantener sus cualidades e intentar sustentar su equilibrio, en definitiva mantenerse vivos como individuos, grupo y especie. En este sentido los seres humanos mantenemos unas relaciones de simbiosis, intercambio y tensión permanente con el medio en que vivimos (por ejemplo cuando nos alimentamos de otros seres vivos). En definitiva, tenemos una absoluta dependencia de un entorno del que somos en cierto sentido parasitarios, para garantizar que nuestras constantes biológicas, y por extensión sociales y culturales, sigan funcionando. Para sobrevivir con cierto «orden» los seres humanos almacenan el mayor nivel de información, organización y diseño, por lo que podríamos decir que los seres humanos representan el grado más alto de complejidad (como especie) del universo.4 Pero, a pesar de ello, sólo una pequeñísima parte de este orden lo controlan y gestionan racionalmente. Sólo es posible su existencia porque han heredado y aprendido a controlar de manera automatizada gran parte de las circunstancias y variables de las relaciones que establecen con la naturaleza. Efectivamente mecanismos filogenéticos, instintivos o emocionales toman gran parte de las decisiones que les son vitales.5 La libertad, el libre albedrío, 4.Evidentemente los ecosistemas en los que habitan son en su conjunto más complejos. 5.La sucesión ecosistémica podría ser considerada como un traspaso de complejidad y organización entre unos grupos de individuos y otros, entre los cuales las mejores formas adaptativas son las que mantienen el mayor nivel de complejidad y predominancia en el espacio y en el tiempo. Cf. Antequera, Josep (2005) El potencial de sostenibilidad de los asentamientos humanos (Edición electrónica a texto completo en www.eumed. net/libros/2005/ja-sost/, 25, 07, 09) pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz 19 comprendidos dentro de este proceso evolutivo, representa una limitada capacidad consciente, racional, para elegir entre las posibilidades dadas por los genes, nuestra corporeidad y sus cualidades. Aunque, bien visto, tiene un doble significado, de un lado nos advierte de aquellas realidades que encierran una trama de circunstancias y relaciones difíciles de comprender. Y por otro, nos recuerda sus limitaciones como humanos, a pesar de lo «sapiens», para poder comprender y explicarlo todo. Por ello la complejidad nos relaciona con la imperfección, porque nos pone en contacto con lo irreductible y la incertidumbre. Pensar desde la complejidad nos obliga a ser humildes (como seres inacabados e imperfectos), ecológicos (con una relación ineludible con el entorno), animales (por compartir filogenia, evolución, instintos o emociones), holísticos (por el anclaje en la naturaleza y el universo), cooperativos y solidarios (por la dependencia intraespecífica de especie). Todo ello tiene, además, consecuencias en la manera de afrontar la investigación ya que no sólo condiciona las aproximaciones en los aspectos metodológicos, epistémicos, también en los modelos antropológicos y ontológicos, sino que estos estudios deben de ser necesariamente inter y transdisciplinares.6 Como hemos apuntado, nuestra propia condición humana hace que, ante la amplia gama de capacidades y desarrollo de potencialidades, el número de entidades humanas implicadas y unos recursos limitados, la posibilidad de vivir en conflicto sea siempre permanente. Aunque el éxito de nuestra especie, desde su aparición, depende justamente de que, a pesar de los altos niveles de complejidad, incertidumbre y riesgo y la creciente violencia, la inmensa mayoría de los conflictos se regulan pacíficamente.7 6.La complejidad significa una autocrítica «postmoderna» (a la simplicidad cartesiana) que admite nuestra incapacidad para comprender racionalmente todo lo que ocurre. Se define por la información almacenada en el sistema, lo que le permite ser menos entrópico (más ordenado). Cuanto más orden (enlaces, interrelaciones entre las diferentes partes del sistema vivo siguiendo algún tipo de jerarquía y estructura definidas) más información es necesaria. Cf. CANO PÉREZ, María José - MOLINA RUEDA, Beatriz, y MUÑOZ, Francisco A. (2004) «Diálogos e Investigaciones Trans Culturales y Disciplinares», Convergencia, Año 11, Núm. 35, Mayo-Agosto 2004, México, pp. 55-80. 7.Como elemento de debate debería plantearse la cuestión de cómo llevar la complejidad, imperfección y el conflicto a otros objetos de estudio diferentes a la paz, tales como la educación y la democracia entre otros, que también son complejos, imperfectos y conflictivos. La pregunta es entonces: ¿Cómo se abordan objetos de estudio que tienen esas 20 francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda 2. COMPLEJIDAD Y GESTIÓN DE CONFLICTOS La complejidad resultante de la transformación y evolución del universo, del planeta tierra, de la vida, deja un legado de decisiones, formas de organización, de gestión de la información, de la energía, etc. Asimismo deja planteadas muchas soluciones y problemas que, por un lado, permiten la vida pero, por otro, generan un equilibrio relativamente inestable que todas las formas de vida, para ser viables, deben de asumir y gestionar. La vida debe de adquirir la estabilidad necesaria para su funcionamiento y conservación. Los seres vivos han encontrado a lo largo de la evolución soluciones adaptativas al ambiente en el que mantienen su existencia, para acceder a la energía, mantener el equilibrio físico y químico, conservar sus formas de organización, frenar las causas externas de agresión, garantizar su desarrollo y reproducción, gracias al metabolismo, mecanismos de reacción, irritabilidad, elección de movimientos, instintos, emociones, o la homeostasis. Pero podríamos decir que todos estos mecanismos son limitados, ya que sólo dan una solución parcial, coyuntural, para salir del paso, del problema con que se enfrentaban. De hecho como sabemos no fue un diseño buscado, sino más bien encontrado, no pretendía ser completamente armónico con todo el entorno, sino alcanzar una solución para el problema del momento. En este sentido deja muchas puertas abiertas a la incertidumbre y a los cambios dentro de la complejidad que se ha ido urdiendo con estas soluciones. Tenemos, por tanto, un marco superior de comprensión e interpretación de los conflictos, pero también hemos abierto cualitativamente su presencia y significado y, en consecuencia, tenemos que abordarlos renovando nuestros presupuestos. Ya que, tal como estamos viendo, por un lado sería imposible abordarlos todos —uno de los límites de la complejidad— y, por otro, una infinidad de conflictos son resueltos rutinariamente mediante mecanismos filogenéticos, las emociones o las normas culturales. En un sentido estricto convendría distinguir entre los «conflictos» de la naturaleza, del resto de las especies, del conflicto humano, cuando entran en juego cualidades de nuestra especie (la cultura o la racionalidad). A partir de este momento utilizaremos conflicto (en cursiva) en este último sentido. características? Aportación de Sebastián Sánchez. Creemos que inicialmente se responde en las próximas páginas (autores del texto). pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz 21 En lo que sigue vamos a destacar atributos de los seres humanos que guardan relación con la gestión de los conflictos con su entorno y el intento de mantener su identidad: equilibrio dinámico, armonía, cooperación, racionalidad. El primero puede ser ejemplificado en la homeostasis como una cualidad autorregulativa, compartida con el resto de los seres vivos, que busca el equilibrio y que, en cierto sentido, podría tener sus correspondencias con la cooperación y la búsqueda de la armonía. La racionalidad, de otro lado, como una peculiaridad propiamente humana que intenta optimizar la supervivencia y la adaptación al medio. Todas estas cualidades buscan gestionar conflictos de distinto alcance, la relación de nuestros cuerpos con el entorno, la relación de unos con otros y la optimización de las respuestas individuales y grupales. Todas ellas buscan el equilibrio, mantener sus cualidades esenciales, intentando que las fuerzas que actúan sobre él se compensen entre sí. Veladamente estamos sugiriendo que estas cualidades buscan y generan ciertas formas de «paz». Quizás también se pudiera pensar que algunos estados de equilibrio podrían identificarse con la armonía y que la búsqueda de la armonía es el camino de la paz, porque todas ellas buscan la supervivencia y el bienestar de los organismos. 2.1. La búsqueda de un equilibrio dinámico El organismo humano acumula un alto grado de complejidad en su organización estructural, funcional y social, que se mantiene gracias a un equilibrio entrelazado e interdependiente. Es un equilibrio, asimismo, dinámico, inestable, con continuos cambios adaptativos. También relativamente frágil porque pequeñas alteraciones pueden causar problemas fisiológicos, enfermedades, e incluso la muerte. 8 De esta manera se comprende la importancia de las habilidades que sirvan para adaptarse a los cambios, afrontar las fluctuaciones y lograr cohesión a través de la auto-organización y la auto-regulación. Estas soluciones adaptativas a las diversas circunstancias del medio que los rodea es lo que nos obliga a hablar de un equilibrio dinámico. Significa reconocer la existencia de fuerzas que pueden romper la estabilidad, pero que a su vez hay otras 8.Por contra, y paradójicamente, un organismo en completo equilibrio sería un organismo muerto. 22 francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda que actúan de contrapeso, de compensación. Desde un punto de vista más amplio el equilibrio significa ecuanimidad, mesura, sensatez en los actos y juicios, prudencia o astucia para sobrellevar una situación complicada.9 Prestemos especial atención a la homeostasis, un mecanismo que actúa permanentemente para garantizar la vida —el equilibrio que la permite— de las personas (también del conjunto de los organismos vivos). Persigue la autorregulación con el objetivo de mantener equilibradas sus propiedades, su bienestar. Lo hace controlando gran parte de sus constantes vitales, del interior del organismo, de su exterior y de su ecosistema y, asimismo, estableciendo pautas de control sobre ellos, garantizando su desarrollo, la continuidad de su composición y estructura, y la del conjunto de flujos y transformaciones con que funciona (homeorresis). La homeostasis (de homeo que significa similar, y estasis posición, estabilidad) es un proceso continuo, un conjunto integrado de procesos y funciones que permiten autoajustar, mantener las constantes en la composición, propiedades, estructura y rutinas internas de los seres humanos. Es una tendencia a la supervivencia dinámica. Ubicados en un medio ambiente siempre cambiante, porque su tendencia es hacia el desorden (a causa del crecimiento del desorden, de la entropía), la homeostasis proporciona a los seres humanos independencia mediante la adquisición y aprovechamiento de la energía procedente del exterior. Evidentemente, esta independencia es relativa ya que, al menos, necesita esta energía del entorno, que a su vez se ve modificada al restársela (esta es la razón por la que genera entropía y desorden). La interacción con el exterior se realiza a través de sistemas que captan información mediante estímulos externos, como pueden ser los órganos sensoriales o sistemas para captar sustancias o nutrientes necesarios para el metabolismo como puede ser el aparato respiratorio o digestivo. En la homeostasis intervienen todos los sistemas y aparatos del organismo desde el sistema nervioso, sistema endocrino, aparato digestivo, aparato respiratorio, aparato cardiovascular, hasta el aparato genitourinario. 10 9.Véase al final del texto la aportación de Juan Codorníu al respecto. 10.Desde un punto de vista —a otra escala— más amplio se habla de homeostasis ecológica, en referencia a ecosistemas, cuando la comunidad de seres vivos alcanza el máximo permitido, de acuerdo con unas condiciones determinadas, de biodiversidad. La homeostasis se logra con la regulación de todos los factores energéticos y alimentarios pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz 23 Estos fenómenos también podrían ser abordados y comprendidos desde la autopoiesis, un concepto más avanzado propuesto por Maturana y Varela. Es una propiedad básica de ciertos sistemas, en particular de los seres vivos, que describe la manera en que mantienen su identidad gracias a procesos internos por los que auto-reproducen sus propios componentes. Esto ocurre porque son sistemas determinados en su estructura, es decir, cuando algo externo incide sobre ellos, los efectos dependen de ellos mismos, de su estructura, y no de lo externo. Los seres vivos gozan de «autonomía», lograda a través de sus propias autorreferencias, conservándose «estables» en su constitución, gracias a la continua reproducción de sí mismos.11 Según estamos viendo, los seres humanos, por medio de su organización estructural y funcional, tienden hacia un «equilibrio dinámico», resultante de la interacción y la adecuación de sus componentes internos y medioambientales. Internamente gran parte de sus recursos están disponibles para activarse, relacionarse y adaptarse —dentro de sus posibilidades— para mantener su integridad e identidad. La homeostasis, o la autopoiesis, u otros procesos similares son acciones de mantenimiento de las constantes internas por la acción coordinada de diversos procesos. Esta «cooperación» corporal tiene continuidad en una cooperación social, persiguiendo ambas el bienestar, la permanencia de sus constantes vitales, el equilibrio y la armonía, para lo que nos ayudamos de nuestras cualidades emocionales y racionales. 2.2. La cooperación y la búsqueda de la armonía La cooperación es una de las características esenciales de los seres humanos, indispensable para supervivir como especie, una característica que se imbrica con la comunicación, el lenguaje, la socialización, la y con el equilibrio de las poblaciones en cada uno de los nichos ecológicos, al mismo tiempo que con la regulación de las relaciones intra e interespecíficas. Cf. Antequera, Josep. Op. cit. 11.VARELA, Francisco J. y MATURANA, Humberto R. (2004) De máquinas y seres vivos: autopoiésis: la organización de lo vivo, Buenos Aires. 24 francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda creatividad, la cultura y la racionalidad.12 Una herramienta esencial para dar respuesta a las variaciones endógenas y exógenas, para conservar un «equilibrio dinámico», para mantener el bienestar y buscar la armonía. En este sentido, nuestra cultura encierra la experiencia de cientos de miles de individuos y grupos que han aportado, a lo largo de cientos de siglos, sus vivencias en sus relaciones con sus congéneres, los ecosistemas y su medio ambiente. Esta socialización cooperativa es uno de los principales rasgos definitorios de la especie que han asegurado su éxito y supervivencia. El género humano desde tiempos remotos ha profundizado en los procesos de socialización como alternativa colectiva para la potenciación de sus capacidades y la satisfacción de sus necesidades individuales y grupales.13 Los grupos humanos han ordenado y articulado el desarrollo de sus capacidades a través de la interacción recíproca, la conciencia de grupo, la existencia de objetivos, valores y actividades compartidas, la estabilidad y duración de las mismas, y la identificación social. Un conjunto integrado y coherente de pautas de conducta, recurrentes y estables en cierto grado, aseguran el cumplimiento de estas funciones socialmente relevantes. Finalmente, es en el proceso de socialización cuando se llega a alcanzar la conciencia de uno mismo, a través del reconocimiento e interiorización de los otros. En un sentido parecido, algunos investigadores ya han resaltado el papel del altruismo, la solidaridad, la cooperación y otras actitudes (amistad, hospitalidad, ternura, ...) que explican gran parte de nuestros comportamientos habituales. Desde una perspectiva evolutiva e histórica, los homínidos evolucionaron realizando adaptaciones ante los retos de encontrar comida, evitar a los depredadores o conseguir reproducirse, en un medio ambiente particular. Entre su adaptaciones resaltemos: el crecimiento de la masa cerebral, dientes más pequeños, bipedismo —la liberación de las manos pudo jugar un papel importante en la modificación de sus antiguas tareas y la realización de algunas nuevas—, mayor tamaño, en comparación con la mayoría del resto de los primates, herramientas de piedra y sobre 12. Gracias al desarrollo del lenguaje tiene lugar el proceso de auto-identificación y hetero-identificación y, con ello, la mímesis social, esto es, los procesos de aprendizaje mediante adopción de modelos de socialización, y de reproducción de esos modelos. Cf. SEARLE, John. (1995 / 1997). La construcción de la realidad social, Barcelona. 13.Cf. MUÑOZ, Francisco A. y LÓPEZ MARTÍNEZ, Mario (2000) Historia de la Paz. Tiempos, actores y espacios. Granada. pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz 25 todo unas complejas interacciones sociales, entre las que se encuentran comportamientos altruistas—, y la inteligencia como una habilidad para resolver problemas ecológicos o sociales.14 Sus avances tecnológicos y culturales les permitió relacionarse con el medio ambiente en mejores condiciones que sus contemporáneos neandertales. Su organización social basada en relaciones de parentesco de bandas igualitarias, les facilitaba todas sus tareas fundamentales tales como la defensa del grupo, o conseguir alimentos. Cooperar, compartir y la reciprocidad son rasgos que se pueden identificar claramente con la regulación pacífica de conflictos.15 La cooperación, entendida como una acción de dos o más agentes que obran juntos y producen un mismo objetivo, o como ayuda, auxilio o socorro que se presta para el logro de alguna cosa, era ya un elemento constituyente de esta especie. La aparición del lenguaje como una estructura compleja interaccionada con la selección natural con el propósito de facilitar la comunicación reforzaría lo anterior. Todo el largo proceso evolutivo nos confirma que los seres humanos —Homo sapiens— somos la especie más compleja conocida en el universo, lo que supone un éxito de adaptación ecológica que se ha sobrepuesto a otras muchas líneas de evolución extinguidas. No es de extrañar que los seres humanos representen el grado más alto de complejidad conocida del universo, ya que por un lado son resultado de todos los cambios, tensiones y convulsiones del propio universo y por otro acumulan en sí mismos organización y diseño para poder subsistir. Los seres humanos viven en un equilibrio dinámico, del que en cierta medida son conscientes, e intentan conseguir el máximo de estabilidad, persiguen lo que valorativamente —axiológicamente— llamaríamos armonía. Para muchos la filosofía en su sentido más amplio ha sido una constante búsqueda del bienestar, de la felicidad, de la excelencia en la armonía con la naturaleza y con sus congéneres. Esto se puede rastrear a través del pensamiento griego, siempre atento a la percepción de la armonía 14.Cf. MORIN, Edgar (2001) La identidad humana. El método V. La humanidad de la humanidad, Barcelona; BOYD, Robert y SILK, Joan B. (2001) Cómo evolucionaron los humanos, Barcelona, pp. 290 ss. 15.MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, Gabriel y JIMÉNEZ ARENAS, Juan Manuel (2005) «Los humanos ni violentos ni pacíficos por naturaleza, sino todo lo contrario.», en PÉREZ BELTRÁN, Carmelo y MUÑOZ, Francisco A., Experiencias de Paz en el Mediterráneo, Granada, pp. 59-126. 26 francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda del universo, que empleaban este término para representar un «perfecto equilibrio» tanto en lo referente a su cuerpo como al intelecto, lo que debía guiar una forma de actuar durante el transcurso de su vida. £rmon…a está incluida dentro de un campo conceptual amplio que significa unión, acuerdo concordia de sonidos. Representa el máximo de equilibrio, el mínimo desequilibrio posible, —la mas baja entropía— en cada momento. Su definición gira en torno a una relación entre los componentes de un sistema que supone una buena adecuación interna entre ellos, la mejor relación posible entre ellos.16 Los pitagóricos pensaban que el hombre es una parte de la armonía universal y la contemplación de la armonía de los movimientos ordenados del cielo y la escucha de la música de las esferas podía orientar al alma hacia ella. El hombre se engarza, de una manera imperfecta, con la totalidad armónica cósmica. En un sentido similar la armonía es una idea presente en muchas otras culturas y civilizaciones, 17 el mundo latino, el cristianismo, en el confucionismo, el budismo, el islam, el humanismo, y el pensamiento político contemporáneo como el krausismo, llegándose a hablar de un «realismo armónico».18 Podríamos también establecer una relación de la armonía con la sostenibilidad, el desarrollo sostenible. Lo que, conceptual y estratégicamente, no es otra cosa que tener en cuenta los permanentes cambios, adaptaciones y auto-organizaciones, para lograr equilibrios, para ajustar las relaciones entre los sistemas biológicos, ecológicos y sociales. 19 Igualmente la paz, entendida como regulación pacífica de los conflictos, como el desarrollo máximo de las capacidades, de los proyectos, es la 16.De esta manera el concepto de armonía se entiende como un valor a alcanzar, una búsqueda de realidades en las que el desorden sea menor. Podríamos decir que la armonía, al igual que la paz, es imperfecta pero, sin embargo, a través de ella se podrían desarrollar al máximo las potencialidades humanas. 17.Resulta pertinente tener en cuenta que el concepto de armonía en la cultura China no tiene el mismo significado que se le da dentro de la cultura occidental; de esta forma, la armonía no es una meta para los chinos antiguos, es un equilibro que se va desarrollando constantemente; se considera entonces necesario modificar las cosas para actuar sobre esas transformaciones, por lo que el conflicto es necesario. Las cosas se reequilibran constantemente. El conflicto es natural para reequilibrar todos los sistemas. Aportación del Dr. Pedro San Ginés 18.El Estado ideal platónico prevé una acción regulativa, una ciudad justa en la que el hombre prudente y moderado puede convivir en armonía con sus conciudadanos. 19.Veáse el capítulo sobre «Otra economía para hacer posible la paz». pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz 27 búsqueda de la armonía. La más conveniente proporción y correspondencia de unos proyectos y otros, integrados dentro de un conjunto. Para que exista armonía tiene que existir previamente el conflicto. 2.3. La racionalidad «agónica»20 Los homínidos heredan de los seres vivos, que existían antes de su aparición, las condiciones de su subsistencia, todas las soluciones y todos los problemas. La cultura, la racionalidad, la conciencia, todas las «invenciones» humanas, son nuevas características del proceso evolutivo que intentan alcanzar las mejores adaptaciones. La libertad, el libre albedrío, comprendidos dentro de este proceso evolutivo representa la capacidad cultural para elegir entre las posibilidades dadas por su filogenia. La eficacia de estas cualidades humanas emergentes sólo es posible al sustentarse en las soluciones más óptimas de sus antepasados filogenéticos. Esta es la historia de la racionalidad, que llamamos agónica porque en su cometido de gestionar una conflictividad por la supervivencia, a pesar de estar acompañada de la moral y de la ética, en su (des)control genera paz y violencia, vida y muerte. A partir de un determinado momento el cerebro homínido comienza a desarrollar la racionalidad —lo que va relacionado con un desarrollo de la capacidad craneana y del neocortex— con la intención de gestionar más óptimamente su relación con el medio. Ahora bien, la racionalidad está anclada en muchas cualidades (filogenia, corporeidad, instintos o emociones) anteriores que la hacen posible pero que, también la condicionan. Una racionalidad prodigiosa, pero inacabada, (nuevamente) «imperfecta», incapaz de comprender toda la complejidad, porque éste no era su objetivo y porque no está preparada para ello. Estas son las razones por las que podríamos decir que los seres humanos viven una cierta tensión «esquizofrénica» (agónica) entre las diferentes propuestas vitales que les dicta su corporeidad, los instintos, las emociones y la 20.El concepto de «racionalidad agónica» está tomado de nuestro colega y amigo José Manuel Martín Morillas – Cf. (2003) Los sentidos de la violencia, Granada-. Aunque su objetivo era explicar la violencia, tuvo que proponer un modelo más amplio para explicar la conflictividad. Agónico es una palabra procedente del griego con un sentido dominante de lucha contra la muerte, y otro más amplio de «lucha», combate, sin valoración negativa. Nosotros lo utilizamos en este último sentido. 28 francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda razón. Ya que los dispositivos diseñados para resolver automáticamente los problemas básicos de la vida, pueden plantear ciertas contradicciones entre si mismos.21 Efectivamente, el ser humano es a la vez especie, grupo e individuo, naturaleza y cultura, y una red de instancias sub, inter intra y supra personales. En el ser humano confluyen una serie de estratos o instancias: animalidad, subconsciente, inconsciente, conciencia, grupalidad, comunidad, nación o estado. Por ello, la vida personal y social comporta conflictos y gestión de conflictos surgidos de las demandas de cada nivel y de los modelos cognitivo-culturales, interiorizados. Muchas veces, la propia constitución del yo produce conflictos, otras veces los ordenamientos endo-grupales (familia u otros grupos) y exo-grupales (sociales, económicos o políticos) son los que conllevan o producen conflictividad. En ocasiones la regulación de estos conflictos se hace de forma «terapéutica», generando bienestar, en otras «deletérea», generando violencia. Existiría, pues, una conciencia conflictiva —agónica— ante los múltiples proyectos dispares. La racionalidad es un recurso más, que es posible por la existencia de toda una evolución que ha dado como resultado otros recursos adaptativos de los seres vivos. Las características filogenéticas, los instintos, las emociones, los sentimientos, cumplían —y cumplen— bien su cometido y por lo tanto no es necesario sustituirlos. La racionalidad no nace con la intención de «controlarlo» todo, sino solamente aquello que era necesario para poder adaptarse lo mejor posible a algunos nuevos desafíos del medio. La racionalidad pasa, ineludiblemente, a formar parte de la complejidad, de la que participa y la hace posible. Igualmente por su carácter conflictivo y agónico participa de la gestión de la paz. 3. UNA PAZ COMPLEJA Y POLISÉMICA En consonancia con todo lo anterior, podríamos decir que la «paz» es una respuesta de los humanos a los desafíos del medio ambiente en el que habita, lo que está en estrecha conexión con las relaciones que se establecen dentro de la especie. Es una respuesta que busca mayor grado de organización dentro de la especie humana y el mayor equili- 21.Cf. DAMASIO, Antonio (2005) En busca de Spinoza. Neurobiología de la emoción y los sentimientos, Barcelona. pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz 29 brio y armonía con su medio. La paz significa alcanzar el máximo de equilibrio interno y, en esa medida, el menor grado de entropía externa, ya que, contradictoriamente, un mayor desorden interior sólo puede ser compensado con el uso de mayores recursos energéticos del exterior. Su eficacia dependerá directamente, por tanto, de que sean tenidas en cuenta las múltiples circunstancias, las propias y las de su entorno. Además, muchas de estas circunstancias son compartidas entre ambos —seres humanos y naturaleza— estableciéndose entre ellos relaciones de variado alcance. En esa medida la paz es una respuesta a la complejidad en la que están involucrados los seres humanos. La Paz es heredera y se apoya en todos los mecanismos que los seres vivos y los seres humanos han utilizado para conseguir equilibrio y armonía. Desde la homeostasis, la autopoiesis, la cooperación, el altruismo, la solidaridad y la socialización hasta la racionalidad. Es por esto que puede ser descrita desde muchos puntos de vista. Los múltiples significados de la Paz se corresponden con las múltiples funciones adaptativas frente a la complejidad con la que se relaciona. Llamamos paz, de acuerdo con nuestras normas y valores, a todas aquellas situaciones en la que gestionamos lo mas óptimamente posible los recursos disponibles para el conjunto del grupo al que pertenecemos. Para ello nos valemos de las habilidades que hemos adquirido a lo largo de nuestra evolución tales como los instintos, los sentimientos y la razón. La especie humana sobrevive, a pesar de las dificultades que les pueda plantear el medio y sus propias conductas deletéreas, porque ha aprendido a optimizar sus recursos a través de valores, ideas, actitudes y conductas de colaboración y cooperación, altruistas y solidarias. Efectivamente, la paz es una realidad ligada a los humanos desde sus inicios, es propiamente una invención de los humanos, ya que comporta decisiones y valoraciones sociales y normativas. Su origen puede estar asociado al propio origen de la humanidad, y su evolución a su propia historia. La paz nos permite sobrevivir, reconocernos como humanos, y la Paz, con mayúscula, representa a todas las acciones humanas encaminadas a preservar el más alto grado de bienestar de las personas, los grupos y la especie. 22 22.Cf. MOLINA RUEDA, Beatriz y MUÑOZ, Francisco A. (2004) Manual de Paz y Conflictos, Granada; MUÑOZ, Francisco A., HERRERA FLORES, Joaquín, MOLINA RUEDA, Beatriz y SÁNCHEZ FERNÁNDEZ, Sebastián (2005) Investigación de la Paz... Para muchos de los términos utilizados a lo largo de este escrito puede consultarse: LÓPEZ MARTÍNEZ, Mario (2004) Enciclopedia de Paz y Conflictos. 2 vols, Granada. 30 francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda La Paz, la regulación pacífica de los conflictos, es una realidad primigenia que nos hace movilizarnos y, secundariamente, temer, huir, definir e identificar la violencia. Esta afirmación, aparentemente sin ninguna trascendencia, tiene sin embargo un gran significado práctico y epistemológico ya que, dependiendo de las opciones que apoyemos, se pueden movilizar nuestras conciencias y nuestras praxis en un sentido u otro. Efectivamente, la socialización, el aprendizaje, la colectivización, la acción de compartir, la asociación, la cooperación, la compasión, el altruismo, etc., son factores que están en el origen de la especie. Estas cualidades son determinantes en el nacimiento y «éxito» de los homínidos y posteriormente de los actuales humanos. Casi con toda seguridad, en los primeros años, siglos y milenios de la historia de Humanidad la idea de paz no existía. La idea de paz supone la preexistencia de una complejidad social y simbólica que no se había alcanzado en aquellos tiempos. Probablemente, tal como hemos expresado en otros momentos, simplemente se vivía en paz, no sería necesaria la idea en la medida en que ni siquiera estaba en el horizonte de las preocupaciones. Posteriormente, ligada en la mayoría de los casos a la institucionalización de la violencia (la discriminación en el acceso a los recursos, de género, la aparición del estado, ...) las guerras se extienden, la necesidad y el anhelo de paz comienzan a hacerse patentes. Debieron de ser estas circunstancias las que favorecieron que emergiera el concepto de Paz como un campo conceptual y de análisis en el que se podían reconocer relaciones y regulaciones pacíficas entre grupos e individuos.23 En el mundo contemporáneo la complejidad de la Paz es apreciable en los indicadores utilizados para medir el grado de desarrollo de los países y comunidades. El Índice de Desarrollo Humano (Índice de Desarrollo de Género, ..., por ejemplo), utilizado por el PNUD, es un indicador social estadístico que se basa en tres parámetros mensurables: vida larga y saludable (medida según la esperanza de vida al nacer), educación (medida por la tasa de alfabetización de adultos y la tasa bruta combinada de matriculación en educación primaria, secundaria y terciaria), nivel de vida digno (medido por el PIB per cápita en USD). Y 23.Véase: MUÑOZ, Francisco A. - LÓPEZ MARTÍNEZ, Mario (2.000); Historia de la Paz. Tiempos, espacios y actores. MUÑOZ, Francisco A. - MOLINA RUEDA, Beatriz (eds.) (1998) Cosmovisiones de paz en el Mediterráneo antiguo y medieval, Granada. pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz 31 como los propios informes reconocen, son muchos otros los factores que inciden pero que por el momento no existen cuantificaciones globales fiables para poderlos utilizar. A lo largo de las investigaciones dedicadas a la Paz ha habido algunos hitos en los que se ha hecho especial hincapié, tales como la negación de la guerra y la violencia, o la afirmación de la Justicia y el Desarrollo, lo que se ve condicionado por nuevos desafíos como pueden ser la globalización y el cambio climático, frente a los cuales han reaccionado filántropos, altruistas, pacifistas, intelectuales y científicos en una cadena de manifestaciones y acciones a favor de un mundo más justo y pacífico. 3.1. No a la guerra y a la violencia La guerra siempre se ha presentado como la forma de violencia más contundente y cruel, por eso ha aparecido continuamente como el antónimo de la Paz. La guerra va asociada a instituciones —estructuras— que la planifican y ejecutan: estados, monarquías, parlamentos, gobiernos, ministerios y ejércitos, junto con grupos, empresas y mercados que la favorecen, promocionan y abastecen. La negación de la guerra ha estado en los orígenes de las preocupaciones por la Paz. Sin duda es la violencia lo que preocupa a los defensores de la paz, si ella no existiera probablemente no hablaríamos de paz. En cierto sentido la violencia es sentida como la ruptura del orden, del equilibrio, de la armonía preexistente, de unas condiciones de vida en las que eran posibles las expectativas de existencia de la especie humana.24 Así visto, puede que la guerra, el militarismo —y el armamentismo— sean una práctica política, incluso una ideología que, ante los supuestos y renovados enemigos y amenazas, nos convence de la necesidad de una gran concentración de violencia en manos de los guardianes protectores. Basado en el principio de la «realpolitik» se convierte en un peligro 24.No queremos en este apartado describir las formas de la violencia, sino la negación de la misma como contenido de la Paz. Para mayor información sobre la violencia véase: MARTÍN MORILLAS, José Manuel. Op. cit. Francisco A., HERRERA FLORES, Joaquín, MOLINA RUEDA, Beatriz y SÁNCHEZ FERNÁNDEZ, Sebastián (2005) «Las violencias», en Investigación de la Paz... pp. 18-28. 32 francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda real. Se genera una violencia institucional que forma parte de nuestra «moderna civilización», que aceptamos y que, en muchas ocasiones, nos deslumbra y fascina con sus demostraciones y potencialidades. Sin apenas control, este afán de seguridad pertenece a las características definitorias de los estados, de la «democracia». Las consecuencias de las guerras y el armamentismo afectan tanto a las víctimas directas como a transformaciones importantes en la estructuras sociales y productivas. Por otra parte, recuérdese que en las guerras contemporáneas la mayor parte de las víctimas (muertos, heridos, desplazados, refugiados...) son víctimas civiles, incluyendo elevados porcentajes de mujeres, niños y ancianos. El concepto de violencia estructural no sólo describe la violencia generada por los sistemas sino, lo que es aún mas importante aunque pase relativamente desapercibido, las posibles interacciones y retroalimentaciones entre unos y otros espacios donde ésta se genera. De hecho esta cualidad de la violencia ha ido apareciendo conforme avanzaban las investigaciones, ya que al estudiar la guerra se vio cómo ésta estaba condicionada por las ambiciones de los políticos y los empresarios, también por los nacionalismos, las actitudes de los militares, de los soldados, etc. Igualmente se sabe que muchos de los violadores han sufrido maltratos sexuales o afectivos en su infancia, que el aprendizaje de las actitudes sociales se produce en el seno de la familia, etc. Así, es necesario preguntarse continuamente sobre las posibles relaciones, inducción, condicionantes y determinaciones de unos y otros escenarios de la violencia.25 Asimismo, este concepto ha permitido desvelar que el número de víctimas de la violencia es mucho mayor a través de las formas institucionales o estructurales que con la propia guerra. En este proceso también hemos ganado sensibilidad para detectar las diversas manifestaciones de la violencia, nos hemos hecho más conscientes de los efectos deletéreos de la violencia, sea cual sea su forma. Incluso, somos conscientes de 25.Este enfoque «estructural» es igualmente importante para comprender las relaciones entre los distintos ámbitos de la paz y de los conflictos como veremos más adelante. Aunque también hay que mostrar cierta precaución para no caer en lo que llamamos enfoques «estructuralistas» en los que se pudieran diluir la toma de decisión de los actores y sus motivaciones. En cierto sentido este debate es recogido por el «constructivismo estructuralista». Véase: Elias, Norbert (1994) Conocimiento y poder, Madrid; BOURDIEU, Pierre (1997) Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción, Barcelona. pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz 33 que podríamos haber alcanzado el punto de inflexión más violento de la historia de la humanidad.26 Bien es cierto que esto ocurre a pesar de que en el otro lado de esta patética balanza, la mayor parte de los conflictos se regulan pacíficamente —lo que explica, en gran medida, la supervivencia de la especie. Cabe puntualizar que a pesar de que sabemos que la mayor parte de las víctimas mortales en la actualidad no se producen por la guerra, sin embargo ésta es la forma más brutal de violencia, por su puesta en escena, sus objetivos, y dimensiones y porque aparece como un último telón sempiterno e impasible del escenario donde se representan el resto de las formas de violencia. 27 En consecuencia la pobreza, el hambre, la desigualdad y la marginación en que vive una parte de la población mundial, y que impide que las personas tengan acceso a una vida mínimamente digna tienen un efecto más devastador que las propias guerras. No parecen tener un causante directo, sino que se manifiestan como resultado de unas circunstancias no directas (control de los recursos, los desequilibrios o intereses económicos y políticos, normas de los mercados, etc..). Y afectan tanto a la satisfacción de necesidades (comida, vestido, alojamiento...) como al desarrollo de potencialidades (identidad, autoestima, creatividad, educación...). En realidad hay tantas formas de violencia como espacios de potencialidad y desarrollo humano: política, de género, doméstica, tráfico ilícito de drogas, mafias, delincuencia organizada, corrupción, no prevención de los desastres naturales, tráfico ilícito de armas, tráfico de seres humanos, terrorismo, intolerancia e incitación al odio racial, étnico, religioso o de otra índole, xenofobia, enfermedades endémicas, transmisibles y crónicas..., y podrían añadirse muchas otras. 26.Aunque algunos especialistas piensan que en los últimos años está decreciendo. Esta es la opinión de Steven Pinker «A history of violence» (2007) http://pinker.wjh.harvard. edu/articles/media/2007_03_19_New%20Republic.pdf (03/08/07) 27.Según el Stokholm International Peace Reasearch Institute, en el año 2005 hubo 17 conflictos armados de una cierta dimensión: África (Burundi, Sudán, Uganda), América (Colombia, Perú, EEUU-Alquaeda-), Asia (Afganistán, Filipinas, India —Kashemira—, Myanmar, Nepal, Sri Lanka), Europa (Rusia —Chechenia—), Medio Oriente (Irak, Israel —Palestina—, Turquía). Destaca que los actores no-estatales son cada vez más protagonistas en estos conflictos. De otro lado el gasto militar global en 2005 se estima que alcanzó los 1118 mil millones de dólares. Esto corresponde al 2.5 por ciento del PIB mundial o un promedio de $ 173 dólares per cápita. Cf. Sipri Yearbook 2006. Armaments, Disarmament and International Security, Oxford. 34 francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda Toda la reflexión acumulada sobre la violencia nos permite «entender» que ésta es una actividad humana, es decir «inventada» y desarrollada por los seres humanos. Una actividad de la que se obtienen «réditos», beneficios, aunque estos sean parciales o sólo ligados a intereses coyunturales de determinados individuos o grupos. Por esta última razón está tan contrapuesta a la paz, porque genera desigualdades, desequilibrios en los potenciales y desarrollos de los humanos. Pensar en la violencia nos permite imaginar la Paz, pero hacerlo solamente desde este punto de vista limita extremadamente la visión y las posibilidades de acción. Los estudios de este campo ligaron inmediatamente la Paz con la Justicia y el Desarrollo. Aunque existe una línea de pensamiento negativa, pesimista, que liga inexorablemente la existencia humana con la violencia y que termina lastrando cualquier pensamiento emancipatorio. Nosotros, sin embargo, pensamos que no hay argumentación suficiente para mantener este punto de vista y que es necesario realizar un giro epistemológico —y ontológico— que nos permita abordar la paz desde las bondades de los seres humanos con un pensamiento positivo y optimista, aunque sin olvidar el lado controvertido y oscuro de nuestra identidad. 3.2. Sí a la justicia y a los derechos humanos Los postulados de la Justicia y la Paz han estado ligados a lo largo de los tiempos y las culturas, sin embargo en los últimos siglos esta vinculación se ha retomado con nueva intensidad, en gran medida porque era necesario realzar el contenido justo de la Paz frente a una «paz negativa» pensada solamente desde la —negación de— la violencia, del fin de las guerras. No puede haber Paz sin Justicia, porque esto significaría que no se desarrollarían las potencialidades humanas o que algunas necesidades humanas no se cubrirían. Igualmente no puede haber una Justicia que permita la existencia de cualquier forma de violencia sin Paz. El mito del nacimiento de la Eiréne (la paz griega), el más antiguo de que disponemos, es bastante elocuente. Es fruto de la unión de Temis, la diosa que rige las leyes eternas, y de Zeus, gobernante del monte Olimpo y dios del cielo y el trueno. Allí donde Eiréne reina florece el bienestar y la prosperidad. Su acción está íntimamente unida a las de Díke (la Justicia)-, y Eunomía, (la Equidad o el Buen Gobierno), de forma que no hay Paz sin Justicia y buen gobierno; no hay buen gobierno sin Paz y sin Justicia, ni hay Justicia sin Paz y buen gobierno. pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz 35 Creemos que esta formulación no es casual, ni su origen tampoco, son las conclusiones de una tradición colectiva preocupada por el bienestar de la comunidad. El carácter deificado —en la organización del mundo de los dioses no hay lugar a la improvisación— lo institucionaliza y le da mayor trascendencia. Es un programa político para la floreciente sociedad y cultura griega.28 En la cultura greco-latina permanece la idea de que la Justicia es una de las virtudes más elevadas de los ciudadanos, asociado a la sabiduría y al buen hacer. El cristianismo asumió parte de esas ideas y la Justicia llegó a formar parte de la Ley Natural otorgada por Dios. En la edad moderna y contemporánea muchos de los pensadores han asociado Justicia y Paz, sirva de ejemplo el Humanismo o los utilitaristas para los que lo justo es lo que beneficia al mayor número de personas a la vez. La importancia de la Justicia queda de manifiesto en el amplio debate suscitado, en la búsqueda de una definición apropiada que pudiera ser aplicada por los gobernantes y reclamada por el pueblo. Cualquier referencia a lo «justo» va asociada —al igual que ocurre con la Paz— a un modelo de sociedad, de seres humanos. En consecuencia es un debate permanente abierto a las preocupaciones, valores, reglas y normas que rigen las relaciones entre personas e instituciones, el concepto de Estado, de Derecho o el punto de vista antropológico o filosófico. Al igual que la Paz, la Justicia, necesita de consensos éticos y morales en cada coyuntura, que son alcanzados de acuerdo con el «poder» de cada uno de los actores en litigio.29 Los Derechos Humanos representan, como filosofía y como acción política, el reconocimiento de las reivindicaciones a lo largo de la historia y de la culturas de la dignidad humana y el imperativo de la defensa la Justicia y la Paz. Tienen su precedente en normas culturales no escritas, en el derecho consuetudinario, en las legislaciones protectoras del bienestar y en la defensa de muchos derechos concretos. Los Derechos Humanos son una regulación de conflictos en sentido 28.El nacimiento de la Eiréne es narrado por Hesíodo, en el s. VII a. C. Cf. MARTÍNEZ LÓPEZ, Cándida (2000) «Las mujeres y la Paz en la Historia. Aportaciones desde el mundo antiguo», en MUÑOZ, Francisco A. y LÓPEZ MARTÍNEZ, Mario (2000) Historia de la Paz. Actores, espacios y tiempos, Granada, pp. 254-290. 29.Para Hans Kelsen «La Justicia es ... aquello cuya protección puede florecer la ciencia, y junto con la ciencia, la verdad y la sinceridad. Es la Justicia de la libertad, la justicia de la paz, la justicia de la democracia, la justicia de la tolerancia». 36 francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda estricto ya que ante el reconocimiento de las diferencias en el desarrollo de las potencialidades, la discriminación en el acceso a los recursos, satisfactores y bienes, propone normas para alcanzar situaciones de mayor equidad. Los Derechos Humanos, a pesar de sus posibles déficits conceptuales y prácticos, representan un reconocimiento global de la dignidad de las personas, de los grupos y de la especie, que se codifica en reglas y normas, con el objetivo de ser cumplidas en cada cultura, de acuerdo con sus particularidades, correlaciones de fuerzas y poderes.30 A pesar de todo, la relaciones entre Paz, Derechos Humanos y Justicia no son siempre claras, y en la dinámica de algunos conflictos aparecen como conceptos contradictorios o incompatibles. Algunas propuestas prefieren promover la Paz antes que la Justicia y el respeto a los Derechos Humanos, una paz negativa que acabe la guerra y que deje a un lado la impartición de la Justicia. Terminar con una guerra, que causa continuamente víctimas directas, es sin duda una prioridad, pero terminarla dejando abiertas las razones que la alimentaban puede ser un error. Avanzar hacia la paz puede ser una tarea muy dificultosa si los recursos sociales e institucionales disponibles no se priorizan para cometidos que la hagan posible (seguridad, democracia, desarrollo, o justicia). Estos problemas están planteados en los debates sobre la justicia transicional, de las transiciones democráticas y su posicionamiento frente a los crímenes cometidos durante la situación previa. 3.3. Sí al desarrollo sostenible. (... el cambio climático) El concepto de Desarrollo, destinado a satisfacer las necesidades, a hacer crecer las potencialidades humanas, es también un concepto cambiante. En los años 50 estuvo dominado por criterios economicistas que se han visto superados por planteamientos posteriores, entre otras razones por su ineficacia, ya que el crecimiento económico no 30.Los Derechos Humanos igualmente han estado sometidos a las circunstancias de las coyunturas sociales de donde emanan, de los acontecimientos teóricos, políticos y económicos que los determinan y explican. Tales acontecimientos han supuesto cambios axiológicos, políticos y socio-económicos con respecto a las teorías y prácticas generalizadas a partir de cada momento. pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz 37 era condición suficiente para la mejora directa de la calidad de vida.31 Esto ha hecho que el propio PNUD haya ido matizando y modificando su posición a través de sus informes anuales. En la Cumbre del Milenio de las Naciones Unidas, celebrada en 2000, los líderes del mundo asignaron al desarrollo un papel central dentro del programa mundial a través de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que establecieron ciertas metas para reducir la pobreza, la enfermedad, el analfabetismo, la degradación del medio ambiente y la discriminación contra la mujer para el año 2015. Cada uno de estos ejes del PNUD debe estar relacionado con la protección de los derechos humanos y especialmente con la potenciación del rol la mujer.32 Otro concepto, desarrollo sostenible —o sustentable— pone el acento en un desarrollo que satisfaga las necesidades del presente sin poner en peligro la capacidad de las generaciones futuras para atender sus propias necesidades.33 Reconoce la directa imbricación de la actividad humana en los ecosistemas en los que se asienta, en el medio ambiente, ya que condiciona su existencia (biológica, económica, antropológica, y social) cuantitativa y cualitativamente, tanto para los pobladores actuales como los futuros. La conservación y protección de este medio es una garantía de la supervivencia de la especie. En consecuencia, la justificación del desarrollo sostenible proviene tanto del hecho de existir unos recursos naturales limitados (nutrientes en el suelo, agua potable, etc.), susceptibles de agotarse y de una energía asimismo limitada (la acumulada en el planeta y la que se recibe del sol). En cierto sentido retoma la concepción naturalista del ser humano al reinsertarlo en su entorno. Asimismo, el desplazamiento de la especie humana por toda la extensión del planeta, a lo largo de toda la historia de la humanidad, pero más claramente en los últimos decenios, ha generado problemas comunes, globales, compartidos. Los fenómenos de migración, mundialización o globalización posibilitan que toda la especie esté interaccionada, que 31.Algunos de estos debates han sido recogidos magistralmente por Manfred Max-Neef (en colaboración con Antonio Elizalde y Martin Hopenhayn) (1998) Desarrollo a escala humana, Barcelona. Cf. ponencia «Otra economía para hacer posible la paz». 32.En cierto momento en los foros de la Investigación para la Paz se ha hablado de las 4 D (Desarme, Desarrollo, Democracia, Derechos Humanos) como condiciones para la Paz. Cf. FISAS, Vicent (1998) Cultura de paz y gestión de conflictos, Barcelona. 33.Esta definición fue empleada por primera vez en 1987 en la Comisión Mundial del Medio Ambiente de la ONU, creada en 1983. 38 francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda participe de la semejanza de sus problemas, y que tenga la posibilidad de identificarse, solidariamente, como una misma especie imbricada en el planeta tierra. La «globalización» permite que, por primera vez desde nuestro nacimiento como especie, todos los seres humanos estemos conectados, seamos dependientes, estemos implicados de una u otra forma en todo lo que ocurre en cualquier espacio del mundo. Y, por consiguiente, hoy en día todos seamos actores de los acontecimientos planetarios. La Paz, los Derechos Humanos, el Desarrollo Sostenible, el cambio climático, etc. pertenecen a una agenda global, que a su vez se convierte en más compleja. Por otro lado, la actividad humana, en especial una creciente actividad económica, sin tener en consideración criterios ambientales, produce, como ya se ha constatado, problemas medioambientales graves, tanto a escala local como planetaria, que pueden en el futuro tornarse irreversibles. La opulencia y los estilos de vida de los países desarrollados y de las élites de los países en desarrollo conlleva el deterioro ambiental y la pobreza para la humanidad marginada. Aunque finalmente los problemas de medio ambiente terminan afectando a toda la humanidad, y consecuentemente se debe generar consenso y solidaridad internacional en los problemas globales, por encima de los intereses opuestos de las naciones y grupos sociales, en relación con el usufructo y manejo de recursos naturales para el beneficio de las poblaciones mayoritarias y los grupos marginados de la sociedad. 34 Una consecuencia de esta relación es lo que se ha denominado cambio climático, que para muchos es, dadas sus implicaciones, el mayor desafío al que se enfrenta la humanidad a principios del siglo XXI. Lo que de nuevo nos desvela la interdependencia compleja con las condiciones de vida del planeta y, a través de la relación con el sol, con el universo. Todo parece indicar que el tiempo que nos queda para evitar cambios peligrosos en el clima se agota rápidamente. Diversos informes sobre desarrollo humano explican que contamos con menos de un decenio para cambiar de camino y empezar a vivir dentro de parámetros sostenibles. Explican cómo el cambio climático creará niveles bajos de desarrollo 34.Leff, Enrique (1994) Ecología y capital: Racionalidad ambiental, democracia participativa y desarrollo sustentable, México. Disponible en internet: http://books.google. com/books?id=bUsfFF_DXskC&pg=PA1&ots=W4934Lw_Uq&dq=Enrique+Leff+(Ecolo g%C3%ADa+y+Capital)&sig=xUKQAHAxvZqwpH_smGd4bbnGmfk (25, 07, 09). pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz 39 humano de larga duración, arrastrando a las poblaciones mas vulnerables hacia mayores privaciones. El cambio climático es un problema mundial —complejo— con causas y efectos globales, exige una respuesta global de parte de los países para que actúen de acuerdo a su responsabilidad histórica y sus capacidades. La variación global del clima de la Tierra, provocado por causas naturales y por la acción del hombre, se produce a diversas escalas de tiempo y sobre todos los parámetros climáticos (temperatura, precipitaciones, nubosidad, etc.). Sin embargo, no es un fenómeno ambiental solamente sino que acarrea profundas consecuencias biológicas, antropológicas, económicas y sociales. Y serán los países más subdesarrollados —peor preparados para enfrentar estos cambios rápidos— los que sufrirán las peores consecuencias. Frente a esto, existe un alto consenso científico en torno a la idea de que los modos actuales de producción y consumo energético pueden tener un impacto potencial enorme (falta de agua potable, cambios en las condiciones para la producción de alimentos, aumento en los índices de mortalidad debido a inundaciones, tormentas, sequías y olas de calor, extinción de animales y plantas, desnutrición, la salud de millones de personas podría verse amenazada por el aumento de enfermedades, ...).35 El calentamiento del sistema climático es inequívoco, tal y como evidencian ahora las observaciones de los incrementos en las temperaturas medias del aire y los océanos, el derretimiento generalizado de hielo y nieve y el incremento medio global del nivel del mar. La mayor parte de las variaciones observadas en las temperaturas medias desde la mitad del siglo XX se debe, muy probablemente, al aumento observado en los gases de efecto invernadero, es decir, a causas antropogénicas. Las influencias humanas perceptibles se extienden ahora a otros aspectos del clima, incluyendo el calentamiento del océano, las temperaturas medias continentales, temperaturas extremas y patrones de viento. Asimismo, el calentamiento y el aumento del nivel del mar continuarían por siglos debido a las escalas de tiempo asociadas con los procesos climáticos y las retroacciones, incluso si las concentraciones de gases de efecto invernadero se estabilizasen. Las condiciones de bienestar, de paz, de la especie son ahora claramente dependientes de las relaciones colectivas 35.La información que se maneja procede del IPCC Fourth Assessment Report (AR4) accesibles en la web http://www.ipcc.ch/ (25,07,09). 40 francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda con la naturaleza, de los modelos de relación con el medio que se elijan y de sociedad que prospectemos. El panorama que se dibuja para los próximos decenios es desolador. Las áreas afectadas por la sequía probablemente aumentarán en extensión y contradictoriamente muchos millones de personas se verán afectadas por inundaciones cada año debido al aumento del nivel del mar alrededor del 2080. Aquellas áreas densamente pobladas y de poca altitud, donde la capacidad de adaptación es relativamente pequeña y que ya afrontan otros retos tales como tormentas tropicales o la subsistencia de las costas locales, están especialmente en riesgo. Las comunidades pobres pueden ser especialmente vulnerables, en particular aquellas concentradas en áreas de alto riesgo. Tienen tendencia a poseer unas capacidades de adaptación más limitadas y son más dependientes de recursos sensibles al clima, tales como suministros de agua local y de alimentos. Las exposiciones relacionadas con el cambio climático proyectado es probable que afecten al estatus de salud de millones de personas, particularmente aquellas con capacidad de adaptación baja. Conseguir un desarrollo más sostenible mediante un cambio de las pautas de desarrollo puede contribuir de manera importante a la mitigación del cambio climático, pero la ejecución requiere conciencia, decisiones y coordinación. Hay un creciente conocimiento de las posibilidades de elegir y ejecutar opciones en muchos sectores para tener en cuenta las sinergias y evitar conflictos con otras dimensiones del desarrollo sostenible. Muchos de los aspectos de la Paz, la ausencia de guerras o de cualquier otra forma de violencia, la Justicia, los Derechos Humanos, la Democracia, el Desarrollo, tienen imbricaciones, cuando no vinculaciones directas, con el Desarrollo Sostenible, con la gestión del cambio climático, con los patrones de relación con el medio. 3.4. Paz de filántropos, pacifistas y políticos Los filántropos y los altruistas encarnan la bondad de los seres humanos, preocupados por alcanzar el máximo de bienestar, de equilibrio, de armonía, para el conjunto de su congéneres. Son reconocidos en todas las culturas, filosofías y religiones. Representan la mejor garantía para la pervivencia de la especie y por eso son loados y alabados en todos los relatos morales. Asimismo su ejemplaridad se mantiene en la memoria histórica que se transmite de generación en generación y se fija en pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz 41 tradiciones de pensamiento. En cierto sentido, sabios, estoicos, ascetas, místicos o santos, son los encargados de velar por esta sabiduría que tiene continuidad con las posiciones de intelectuales, políticos y pacifistas. La preocupación por la Paz se retoma con mayor intensidad, a partir del siglo XVI, nutrida de las tradiciones previas clásica y cristiana, en el pensamiento filosófico y político del Renacimiento, el Humanismo, la Ilustración y el Liberalismo, que intentaban dar respuesta a la aparición de nuevos intereses, perspectivas y proyectos. Así, reaparecen con fuerza valores y virtudes tales como Justicia, Armonía, Concordia, dignidad del hombre, que conectan directamente con la filosofía estoica y muchas de las propuestas de paz del mundo antiguo. 36 En el siglo XIX, la fuerza de las organizaciones pacifistas y del debate por la paz lleva a la organización de reuniones internacionales de forma casi permanente. 37 Los Congresos de Paz coincidieron en el tiempo con los debates del naciente movimiento obrero que manifestó significativas desavenencias con sus presupuestos. Las contradicciones entre la emancipación de los trabajadores con los empresarios, atravesaba la existente entre los intereses de los Estados en cada guerra. Las líneas de unión y separación no estuvieron siempre claras. El pacifismo —que algunos llaman social— comienza a denunciar y relacionarse con el descontento ante las guerras y el militarismo y sus consecuencias para las capas populares, campesinos y proletariado industrial. Pone el acento en las causas económicas y sociales promotoras de las guerras y en la denuncia de la obligación del servicio militar. Es también a finales del siglo XIX y, sobre todo, durante las primeras décadas del siglo XX cuando la posición de las mujeres a favor de la paz se manifiesta con una dimensión de acción colectiva, pública y política. A partir de estos momentos sufragismo y pacifismo, y luego feminismo y pacifismo se dan la mano en múltiples ocasiones para justificarse o reforzarse mutuamente. La profunda imbricación práctica y conceptual 36.Cf. MARTÍNEZ LÓPEZ, Fernando y MUÑOZ, Francisco A. (2007) Políticas de Paz en el Mediterráneo, Madrid. 37.En 1843 tuvo lugar el primer Congreso Internacional de Paz, que se marcó como objetivos difundir la Paz y hacer propaganda en contra de la guerra, proponer un congreso de naciones para el arbitraje internacional, y promover el control de la fabricación y venta de armamentos. Desde 1889 se celebró el llamado Congreso Universal por la Paz, con reuniones casi anuales hasta 1939 y la Oficina Internacional Permanente de la Paz recibió el premio Nobel de la Paz en 1910. 42 francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda de mujeres y paz hace que la paz esté presente en sus argumentos para exigir el voto, y que exista una notable movilización de las mujeres, dirigidas por sus organizaciones, en pro de la paz. 38 También el socialismo define un movimiento, que había surgido a fines del siglo XVIII, guiado por la idea de un cambio social que beneficiara a los obreros y mejorara sus condiciones de trabajo. Y, algo más tarde, aparece el socialismo científico, el marxismo, auspiciado por Karl Marx y Friedrich Engels, que por su significación histórica, merecería ser tratado especialmente. Con la aparición del socialismo se desarrollan teorías emancipatorias, igualitarias y solidarias que buscan un mayor bienestar para el conjunto de la población. Este pensamiento social y político tendrá una gran repercusión en toda Europa y con el paso del tiempo en todo el mundo. Con respecto a sus postulados de paz podríamos decir que preludian una paz positiva al demandar mayor justicia social. Al asumir responsabilidades de gobierno tendrán que pronunciarse sobre la práctica de las relaciones exteriores, partiendo de la negación de la guerra, como un instrumento de la burguesía capitalista pasan, a través del internacionalismo proletario, a la defensa de la «guerra revolucionaria» —una nueva forma de «guerra justa». Ya en el siglo XX, las nuevas teorías políticas sobre la paz, debían de contemplar no sólo las perspectivas sociales y políticas anteriores, sino también las nuevas circunstancias y condicionantes que podrían favorecer la guerra. Numerosos intelectuales y científicos apoyaron posiciones de paz, entre los que podríamos destacar a Bertrand Russell, matemático y filósofo, cuyo pensamiento pacifista queda reflejado en cientos de cartas en las que expone su filantropía, su visión sobre la política, la defensa de los derechos y libertades civiles, su rechazo a la Primera Guerra Mundial, al Fascismo de los años 30, la Segunda Guerra Mundial, al McCartismo de los 50 y al peligro de una inminente guerra atómica durante el desarrollo de la guerra fría. 39 Promovió con Albert Einstein el Manifiesto Russell-Einstein, firmado en Londres en 1955, en medio de la Guerra Fría. En él, once científicos e intelectuales alertaban del peligro de la proliferación del armamento nuclear y solicitaban a los líderes mundiales la búsqueda de soluciones pacíficas a los conflictos 38.Cf. MARTÍNEZ LÓPEZ, Cándida Op. cit.. 39.PERKINS, Ray Jr. (ed.) (2003) Yours Faithfully, Bertrand Russell. A Lifelong Fight for Peace, Justice, and Truth in Letters to the Editor, Illinois. pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz 43 internacionales. Poco después, el filántropo Cyrus Eaton se ofreció a organizar una conferencia en Pugwash, Nueva Escocia (Canadá). Sería la primera de dichas conferencias, que se han celebrado cada año desde 1957.40 El pacifismo radical se consolidó a partir de los sesenta, como una actitud de condena de las guerras y de búsqueda de una acción no violenta, y como una teoría y una estrategia alternativa a las concepciones de la lucha política procedentes del marxismo, no suficientemente crítica con el significado y uso de la violencia. Ese salto se apoyó en una crítica de cualquier forma de violencia —violencia estructural— y desembocaría en la potenciación la Cultura de paz y noviolencia y en la Investigación para la Paz. De forma simultánea surge en el siglo XX otro tipo de pacifismo «institucional», que es la expresión de la actividad a favor de la paz en el seno de las organizaciones internacionales y de la influencia que éstas tienen sobre las negociaciones entre los gobiernos de las grandes potencias. Las inspiraciones de esta orientación vienen tanto del pacifismo liberal como de la doctrina de la guerra justa y de los pensadores noviolentos, muchos de ellos influenciados por el pragmatismo de Mahatma Gandhi. Los pronunciamientos a favor de la Paz han sido continuos a lo largo de la Historia, pero a partir de un determinado momento, su vocación internacionalista se torna cada vez más comprometida. La Paz ha sido reconocida en numerosas declaraciones internacionales, entre otras, en los principios que buscaban un gobierno y objetivos comunes, incluyendo a las propias Naciones Unidas. En diversas resoluciones aprobadas por su Asamblea General se hace hincapié en los principios relacionados con la Paz, la Justicia, el Desarrollo y los Derechos Humanos en todos sus aspectos. Se consideran esenciales para el desarrollo de las relaciones internacionales los valores fundamentales de libertad, igualdad, solidaridad, tolerancia, respeto a la naturaleza y responsabilidad común, y a partir de estos principios se formulan objetivos clave tendentes a desarrollar la paz, la seguridad y el desarme, el desarrollo y la erradicación de la 40.Las conferencias Pugwash tienen como fin la discusión de asuntos tales como el desarme y la responsabilidad social del científico en temas como el crecimiento demográfico, el deterioro medioambiental y el desarrollo económico. En su momento, estas conferencias jugaron un papel muy importante en el desarrollo y firma de los tratados de no proliferación de armas nucleares. 44 francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda pobreza, la protección del entorno común, y los derechos humanos y la democracia. Como se puede comprobar se continúa avanzando en el enfoque multicausal y complejo de los conflictos y la paz. 41 3.5. Paz de los científicos (Investigación para la Paz) Como hemos ido refiriendo, todas las prácticas sociales y políticas relacionadas con la Paz tienen unos contenidos teóricos que las sustentan. Explícitamente, a partir de las Paces de París (que certificaron el fin de la Segunda Guerra Mundial), la línea «racionalista» de la Paz desemboca en la creación de la Investigación para la Paz, en un mundo en el que el internacionalismo pacifista sólo puede ser comprendido desde la globalización, que explica las interacciones profundas entre unos acontecimientos y otros. Preocupada por la regulación pacífica de los conflictos en sus diversas escalas y, en consecuencia, por lo internacional, la vocación de la Investigación para la Paz es asimismo política a través del «empoderamiento pacifista», y tiende a construir las mejores condiciones para la paz, aceptando los conflictos y deconstruyendo la violencia. Efectivamente, a partir de la Paz de París que marca el fin de uno de los períodos más virulentos que han azotado a la Humanidad (no sólo se saldará con un balance de millones de muertos sino que además dejaba abierta la posibilidad de un holocausto nuclear), la Paz comenzó a ser considerada paulatinamente como un objeto de estudio científico. Desde entonces las aproximaciones que se han realizado a la paz han sido múltiples y variadas, se han utilizado las aportaciones de diversos campos científicos y se han realizado elaboraciones propias que han 41.Da la impresión de que la investigación se hace en tres pasos: en un primer momento usando categorías académicas, pasando luego a la utilización de categorías morales y posteriormente pasando a la acción política. El problema fundamental se da entonces en el paso de un momento a otro o de un tipo de categoría a otra. La pregunta es: ¿Cómo pasar de un momento a otro y con ello lograr comunicar el conocimiento y los resultados de la investigación no sólo a la comunidad académica sino a la sociedad en general? Aportación de Miguel Gómez Oliver. Creemos que en los procesos de «empoderamiento pacifista», que levemente describimos más adelante, debería de cuidarse la difusión —el que ocupen el mayor espacio público y político— de esta categorías. Recuperar el sentido dinámico de la praxis (véase Investigación de la Paz ...) puede ayudar a esta tarea (autores del texto). pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz 45 enriquecido la perspectiva general. En esta fase de generación de ideas y conceptualizaciones se comienza a construir teorías más profundas, coherentes y complejas. En cierto sentido la Investigación de la Paz es una respuesta a la complejidad de la conflictividad humana, pues las políticas locales, nacionales, sociales o internacionales están inmersas en las tensiones creadas por los intereses, proyectos o las emociones. Por tanto, la renovación de los enfoques, de los paradigmas o de las metodologías, tiene que ser permanente. Así se ha conformado el Campo transdisciplinar de la Paz que retoma las aportaciones de diversos campos científicos (Relaciones Internacionales, Historia, Derecho, Antropología, Sociología, etc.) y las experiencias de diversas culturas, y busca, rompiendo con el reduccionismo cartesiano, una aproximación unitaria (inter y transdisciplinar) que reconstruya racionalmente lo que existe como unidad en las prácticas sociales. Desde esta perspectiva es necesario implementar el estudio científico de la Paz elaborado con el reconocimiento de las experiencias a lo largo de la historia, de las aportaciones de otras disciplinas, campos científicos y tradiciones filosóficas y culturales, y la comunicación y el debate transversal en los ámbitos académicos y científicos. 42 La paz, la conflictividad y la violencia, en Iraq, Afganistán, Colombia, Somalia, El Congo, o el Chad —países donde existe violencia directa y con bajo índice de desarrollo humano—, o en Canadá, Suecia, Noruega —países con el mas alto grado de desarrollo humano— dependen de factores tan diversos como la estabilidad de los estados, recursos naturales (petróleo, tierras, metales, diamantes, agua, ..) fuentes de riqueza, el tejido empresarial, la tradición democrática, el grado de corrupción, mafias (drogas, prostitución, ...), las organizaciones internacionales, el contexto internacional, el neoliberalismo, los nacionalismos, las estrategias de cambio social, la globalización, ... Como se puede comprobar, múltiples causas cuantitativa y cualitativamente diferentes y con relaciones igualmente diversas. Las comisiones de la International Peace Research Association (IPRA), la Asociación Internacional de Investigación para la Paz, son en la actualidad: Art and Peace, Conflict Resolution and Peace-Buil- 42.Cf. CANO PÉREZ, María José - MOLINA RUEDA, Beatriz, y MUÑOZ, Francisco A. (2004) «Diálogos e Investigaciones Trans Culturales y Disciplinares», Convergencia, Año 11, Núm. 35, Mayo-Agosto 2004, México, pp. 55-80. 46 francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda ding, Eastern Europe, Ecology and Peace, Forced Migration, Gender and Peace Commission, Global Political Economy, Indigenous Peoples’ Rights, Internal Conflicts, International Human Rights, Nonviolence Commission, Peace Culture and Communications, Peace Education, Peace History, Peace Journalism, Peace Movements, Peace Theories, Reconciliation, Religion and Peace, Security and Disarmament y Youth and Peace Commission y los grupos de trabajo: Development and Peace, Earth Charter, Evaluation of Development and Peace Activities, Knowledge and Peace, Middle East, Peace Negotiations and Mediation, Peace Psychology, Sport and Peace, World Governance and Peace.43 Un listado para afrontar la complejidad. Tras décadas de desarrollo, un balance de estas investigaciones nos permite apreciar cómo han supuesto no sólo un avance en su propio ámbito de estudio sino también aportes sustanciales para el desarrollo de Ciencias Sociales y Humanas. Esto último ha ocurrido porque ha promovido la renovación de los estudios en campos como la historia, el derecho, la politología, la sociología o las relaciones internacionales, favoreciendo que estas disciplinas tuvieran que abordar los valores relacionados con la Paz. Lo que además ha combatido la ideología de la neutralidad científica y ha creado una sensibilidad hacia las posibles utilizaciones y manipulaciones de signo represivo y violento de cualquier investigación. Y, en definitiva, ha participado y fomentado la cooperación interdisciplinar entre investigadores, centros, culturas, ciencias humanas, sociales y de la naturaleza con el objetivo común de conseguir el máximo de bienestar posible para la humanidad. 4 . UNA PAZ IMPERFECTA A lo largo de todo este trabajo hemos optado por ligar las condiciones de la Paz con la complejidad, con los conflictos, con la homeostasis y la cooperación. Una Paz recreada en múltiples escenarios y actores (no a la guerra, sí a la Justicia y el Desarrollo sostenible, filántropos, pacifistas, políticos y científicos) y con diversos significados. Una paz por tanto dinámica y perennemente inconclusa que denominamos imperfecta, anclada en unas realidades humanas dinámicas, sujetas permanentemente 43.http://www.ipra.org pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz 47 a cambios y conflictos. En este sentido hacemos uso del concepto de paz imperfecta para definir aquellos espacios e instancias en las que se pueden detectar acciones que crean paz, a pesar de que estén en contextos en los que existen los conflictos y la violencia. De esta manera entendemos la paz imperfecta como una categoría de análisis que reconoce los conflictos en los que las personas y/o grupos humanos han optado por potenciar el desarrollo de las capacidades de los otros, sin que ninguna causa ajena a sus voluntades lo haya impedido. 44 Ahora bien es tan importante considerar las acciones de paz como las relaciones que se establecen entre ellas que son, al fin y al cabo, las que posibilitan las experiencias concretas. La gestión pacífica de los conflictos depende directamente de las experiencias previas y del aprendizaje que de ellas se tengan. Experiencias que pueden haber tenido lugar en escalas o ámbitos distintos o entre actores diferentes. La capacidad de abstracción y comprensión humana hace que se puedan asimilar y reproducir aptitudes y conductas de éxito en escenarios diferentes. La regulación pacífica de un conflicto supone la elección de una vía de éxito, a pesar de que la realidad sea compleja o conflictiva y esté contaminada por la violencia. Aquí reside el enorme potencial de la paz imperfecta. Asimismo, creemos que este concepto puede ayudarnos a reforzar el pensamiento pacifista, ya que nos facilita una comprensión más sutil de una compleja realidad, constituida por un sinfín de matices y circunstancias. Una comprensión más amplia de las dinámicas sociales a través de las vías seleccionadas para la gestión pacífica de los conflictos desde el compromiso altruista, cooperativo y filantrópico que busca el mejor equilibrio posible hasta el desarrollo sostenible y la relación armónica con la naturaleza. Igualmente, si conocemos más acertadamente las vías pacíficas también podremos entender mejor las relaciones que éstas establecen con las violentas y las mediaciones sociales que se dan en tales circunstancias. En realidad se podría hablar de una paz imperfecta estructural en el sentido de que está asentada en los sistemas y en las estructuras y, lo que es más importante, porque unas y otras instancias de paz pueden interaccionarse y potenciarse. Además, es justamente esta relación entre 44.Cf.: MUÑOZ, Francisco A. (2001) «La paz imperfecta en un universo en conflicto, en Muñoz, Francisco A. (ed.) La paz imperfecta, Granada, pp. 21-66. 48 francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda unas y otras «paces» la que la muestra como institucional o estructural. Estas interacciones son una cualidad de los conflictos ya que sus diversas circunstancias y escalas se interaccionan continuamente. Pensemos que esto es posible porque en muchas ocasiones son los mismos actores —personas, asociaciones, instituciones o especie— los que actúan con criterios similares en diferentes escalas.45 Una vez hechas estas salvedades con respecto a la paz, cabría preguntarse por las relaciones —y en su caso reconocerlas— que pueda haber entre unas y otras. Para los investigadores de la paz éste es un planteamiento muy claro, ya que los conflictos son la matriz de la que parten todas las conductas. Y en el seno de este espacio conflictivo coexisten los actores que optarán por una u otra vía. Por tanto en las explicaciones que demos sobre las dinámicas humanas deberemos considerar esta posible «complementariedad» entre los conflictos, las paces —y las violencias—. En consecuencia, una parte considerable de las realidades históricas y sociales de los conflictos se podrían explicar a partir de las distintas mediaciones e interrelaciones (diacrónicas y sincrónicas, etc.) entre los conflictos, las mediaciones, la Paz imperfecta (estructural) y la Violencia estructural (imperfecta). 5. LOS DESAFÍOS DE LA PAZ: LA GESTIÓN DE LA COMPLEJIDAD Obviamente un aspecto de la problemática actual, relacionada de una u otra forma con la globalización, viene motivado por la aceleración de los cambios y por la complejidad de las interrelaciones existentes, lo que dificulta la capacidad de comprensión de lo que acontece. Esta dificultad para comprender la realidad compleja está fomentada, entre otros factores, por la excesiva tendencia a fragmentar el conocimiento 45.Un ejemplo claro de esta circunstancia podría ser una ong en la que las personas voluntarias se organizan localmente con su mejor altruismo y alcanzan a través de la cooperación espacios internacionales. A la inversa, el éxito de la acción internacional fortalece la presencia local y las actitudes solidarias de los miembros de la organización. Que la violencia estructural es imperfecta, en la mayoría de las ocasiones, es también fácilmente comprensible ya que no destruye todo aquello con lo que se relaciona, ni tampoco deja de satisfacer totalmente todas las necesidades de todos los actores que están involucrados en sus acciones, probablemente porque tampoco lo persigue. pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz 49 —reduccionismo— y por una mala orientación de los esfuerzos en investigación. Frente a ello es necesario, por un lado, buscar nuevas estrategias de pensamiento, epistemológicas, que superen la fragmentación referida y, por otro, establecer nuevas prioridades en la asignación de recursos para investigación y desarrollo. Aspirar a gestionar la complejidad de la Paz no es tarea fácil, son necesarios esfuerzos individuales e institucionales, académicos y científicos, solidarios y cooperativos. Existe la ventaja de contar con innumerables aportaciones interesantes y útiles, pero la dificultad reside en la dispersión y reducción de sus objetos de estudio y en las metodologías empleadas. Es preciso vencer la idea de que la complejidad es inabordable o que sólo encontraremos el «caos» en cualquier intento de aproximación a una realidad compleja. Para ello es necesario identificar lo más claramente posible el campo sobre el que se trabaja y establecer mecanismos científicos, académicos e institucionales de cooperación inter y transdisciplinar. Aunque cualquier intento tendrá una dosis de reduccionismo por nuestras propias limitaciones comprensivas y epistemológicas, sin embargo, debemos de hacer propuestas para avanzar paulatinamente en esta tarea de confluencia. Este mismo capítulo —y el resto de los que componen este volumen— es un intento de identificar los debates y las coincidencias y abrir caminos de confluencia. Es evidente que la Investigación para la Paz, como campo transdisciplinar, tiene que hacer un esfuerzo por dotarse de espacios que aspiren a comprender, explicar, dar alternativas, y que consideren las relaciones entre los diversos fenómenos desde una perspectiva transcultural, plurimetodológica y transdisciplinar. Contamos con grandes ventajas, camino recorrido, encuentros diversos para poder avanzar en esta vía, que debemos reconocer y potenciar, pero también tenemos obstáculos que hay que desconstruir y desactivar. Son tantas las preocupaciones asociadas a la paz, tantas las escalas, las variables culturales, las propuestas teóricas, que a veces podríamos sentirnos turbados e incluso desanimados ante tan inmenso campo. Pero este sentimiento puede atemperarse adoptando otro enfoque: en primer lugar comprender que esto ocurre por la propia complejidad de la especie humana, en cualquiera de sus manifestaciones; en segundo lugar que esto es fruto de la propia riqueza cultural humana en la que las normas y comportamientos propiciatorios de la paz son mayoría; y en tercer lugar que estas situaciones sólo pueden ser abordadas desde métodos cooperativos que sean capaces de confluir en espacios cul- 50 francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda turales y científicos donde cada aportación particular adquiera mayor sentido. En este camino nosotros hemos propuesto una matriz comprensiva (que aspire a comprender, explicar y dar alternativas) e integradora (que considere las relaciones entre las diversos fenómenos desde una perspectiva transcultural, plurimetodológica y transdisciplinar), no como un punto de llegada, sino como un punto de partida, que debe de ser confluyente con otras propuestas. En dicha matriz consideraríamos cinco ejes: una teoría general de los conflictos; pensar desde un paz imperfecta; descontruir la violencia; discernir las mediaciones e interacciones estructurales entre conflictos, paz y violencia; y el empoderamiento pacifista. Estos ejes, interaccionados entre sí, deben ser transculturales y transdisciplinares y han de tener capacidad de relacionarse con el resto de saberes, conocimientos, disciplinas y ciencias. 46 A continuación desarrollamos sumariamente cada uno de estos ejes: a) Una Teoría General del Conflicto. Reconocida de hecho, en la praxis, pero tímidamente testificada en propuestas teóricas. Creemos que es fundamental por ser los conflictos la base epistemológica y ontológica de la paz —y de la violencia—. Debería aspirar a tener capacidad explicativa de las diferentes entidades humanas (personas, grupos y especie), en las diversas culturas, espacios geográficos y momentos históricos. Esto implica conseguir una definición de conflicto suficientemente amplia como para dar cabida a los fenómenos que tengan lugar en las distintas instancias humanas de actuación. La gran ventaja sería que permitiría establecer las interacciones causales entre unos y otros espacios y, a la vez, tener una perspectiva abierta y dialéctica del conflicto. 47 b) Pensar desde una Paz Imperfecta. Si queremos la paz debemos prepararla (si vis pacem para pacem) e investigarla. Desde sus propias dinámicas, realidades e interacciones entre sus diversas formas, los conflictos, las mediaciones, las violencias y, asimismo, su entorno y sus ecosistemas. Con la certeza de que va a ser un camino inacabado, ya que siempre convivirá con los conflictos 46.Cf. Investigación de la Paz y los Derechos Humanos ...124 ss. 47.Véase al respecto el capítulo Una teoría de los conflictos basada en la complejidad. pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz 51 y con algunas propuestas de violencia. Por eso es necesario tener constantemente una preocupación activa por el mantenimiento de la paz; lo que implica que esta paz —además de ser el móvil ético y directiva científica— debe ser afrontada como la categoría analítica de un campo multi, pluri y, finalmente, transdiciplinar c) Deconstruir la Violencia. Comprender la violencia lo mejor posible, igualmente desde sus interacciones (conflictos, mediaciones, paces, ...), para realizar propuestas de reorientación desde las raíces de la misma. Lo que complementariamente requiere estudiar la violencia como un fenómeno absolutamente humano y, por lo tanto, con raíces en la propia evolución filogenética y cultural de los homínidos. Es necesario intentar dar, en este sentido, una explicación unitaria de la violencia que incluya tanto sus aspectos estructurales como culturales, simbólicos, filogenéticos y ecológicos. 48 d) Discernir las dialécticas y las mediaciones entre conflictos, paz, y violencia. Estudiar las comunicaciones, relaciones e interacciones entre los mecanismos y resortes que generan los conflictos. Y las instancias o espacios —mediaciones—, donde estas interacciones ocurren, ya sean simbólicos o reales. Aunque bien es cierto que los seres vivos están, como hemos visto, permanentemente en conflicto, no todo lo que ocurre se puede explicar por esta causa. Una visión excesivamente «conflictivista» nos cegaría para percibir otras realidades. Las metodologías trans (disciplinar, cultural, moderna, ...) son imprescindibles para estos fines. 49 e) Empoderamiento pacifista a través del reconocimiento de las experiencias de la paz —la regulación pacífica de los conflictos—, y de la noviolencia —como filosofía y metodología del cambio social— a lo largo de toda la historia. E intentar que esas experiencias de paz ocupen el mayor espacio a todas las escalas (personal, grupal y planetario) y esferas (privada, pública y política). El empoderamiento es un proceso basado en la «praxis» que contempla una reflexión y 48.Cf. MARTÍN MORILLAS, Op.cit. 49.Si consideramos, por ejemplo, a la conciencia o el estado como espacios de mediación, los conflictos explican en gran medida todo lo que sucede en estas instancias, pero no se puede explicar todo exclusivamente desde los mismos. Cf. Investigación de la Paz y los Derechos Humanos ... pp. 79-95. 52 francisco a. muÑoz y beatriz molina rueda acción permanente y un horizonte normativo para construir futuros más justos y pacíficos.50 Finalmente estos ejes deben ser transculturales y transdisciplinares y con capacidad de proyectarse hacia un futuro deseable, perdurable, justo, pacífico e imperfecto. Un futuro solidario con las generaciones venideras, en el que prime la justicia y la equidad, en el que los conflictos sean regulados por vías pacíficas y en el que los conflictos —signo de nuestra condición «imperfecta»— nos den la posibilidad de imaginar y crear nuevas situaciones deseables de acuerdo con nuestros valores de paz. El futuro se convierte en la única propuesta posible de interacción con la realidad, por ello es necesario pensarlo y trabajarlo con las metodologías adecuadas. Continuación de la nota 9, sobre el concepto de Conflicto y Equilibrio en la teoría social: En la teoría social clásica, se atribuye al funcionalismo y al legado de la obra de Talcott Parsons aquellas argumentaciones ligadas al concepto de «equilibrio» en el sentido de «mantenimiento del orden social» y la «convivencia pacífica», fundamentada en la existencia de un conjunto de valores comunes que guían a los miembros de una sociedad en dirección hacia la cooperación y la armonía. La teoría funcionalista, considera a la sociedad como una totalidad marcada por el equilibrio, y en la que los medios de comunicación tienen una gran importancia dentro de la estabilidad social. Las sociedades disponen de mecanismos propios capaces de regular los conflictos y las irregularidades; así, las normas que determinan el código de conducta de los individuos variarán en función de los medios existentes y esto es lo que rige el equilibrio social. Por tanto podríamos entender la sociedad como un «organismo», un sistema articulado e interrelacionado. Una totalidad constituida por partes discretas. A la vez, cada una de estas partes tiene una función de integración y mantenimiento del propio sistema. Sus críticos han llamado la atención sobre el hecho de haber privilegiado en sus análisis los factores de paz, equilibrio y armonía como el estado habitual de los colectivos y sociedades, acusándoles de esconder bajo tales conceptos, una situación de explotación a la que los individuos se resignan, no por consenso, sino por no tener los suficientes recursos de poder como para conseguir oponerse a sus opresores. Al funcionalismo clásico han solido contraponerse, bien desde posiciones críticas, bien desde ampliaciones y desarrollos del funcionalismo, aquellas teorías del conflicto que lo subrayan como situaciones igualmente frecuentes en los grupos: Desde los planteamientos de George Simmel reconociendo que tanto el conflicto como la cooperación se hallan presentes en todas las relaciones humanas, y su análisis de lo que denominó «red del conflicto» (esto es la interdependencia del conflicto y la cooperación); la lucha de 50.Ibídem, 131-168. pax orbis. complejidad y conflictividad de la paz 53 clases y la inevitabilidad del conflicto revolucionario violento de Karl Marx; Max Weber reconociendo la existencia del conflicto en todas las sociedades que estudió, y señalando que estos no pueden reducirse a la lucha de clases, ya que los intereses materiales no son los únicos relevantes, siendo a menudo las ideas y los valores los fundamentales en su conformación; Lewis Coser mostrando que el conflicto frecuentemente tiene efectos positivos para los grupos que lo protagonizan; o Ralf Dahrendorf, para quien el conflicto es un hecho social universal y necesario que se resuelve en el cambio social. No obstante, creemos que en el marco de este capítulo y en la búsqueda de marcos conceptuales que superen dicotomías, esto es la contraposición entre teorías del consenso y teorías del conflicto (entendido como conflicto negativo fundamentalmente), la utilización del concepto de equilibrio remite más a la idea de «proceso respecto de su punto de equilibrio», hablando así de sistemas «cerca del equilibrio» y de «sistemas alejados del equilibrio», como señalan las aportaciones de Prigogine. Según este autor, por definición ningún sistema complejo es estructuralmente estable. De ahí su idea de fluctuaciones y aproximaciones al equilibrio de aplicación a las humanidades. Cf. PRIGOGINE, Ilya (1997) El fin de las certidumbres. Madrid. 55 Una Teoría de los Conflictos basada en la complejidad Jorge Bolaños Carmona y Alberto Acosta Mesas Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada (España) El «Conflicto» es indudablemente un elemento esencial de los estudios de la Paz. Cualquiera que sea su definición y su enfoque epistemológico y metodológico, la Paz puede ser vista como la superación o la regulación de los conflictos. La elaboración de una Teoría de la Paz pasa por la necesidad de disponer de una Teoría del Conflicto, y así se asume en el marco de los debates de este volumen. El interés particular de la Investigación para la Paz fue inicialmente la búsqueda de las causas de la violencia y de sus soluciones, de modo que el conflicto se ha ido convirtiendo en la base teórica, epistemológica y práctica de la paz y la violencia. Pero el conflicto es un concepto útil no sólo para estudiar la violencia, sino también como un proceso benéfico de crecimiento y desarrollo del ser humano y sus colectividades. El análisis de conflictos ha de trascender lo negativo para englobar todas las situaciones dinámicas de la vida, todas las oportunidades de realización correcta o incorrecta, de acierto o error, de los individuos y los grupos. De manera parecida a como el propio concepto de Paz se ha ensanchado y ya no describe sólo circunstancias caracterizadas por la ausencia de guerra, el conflicto no debe considerarse sólo como un heraldo de la violencia o de la guerra. El conflicto está presente continuamente en la vida humana y debe entenderse como una oportunidad de progreso. Pero, además, se pretende en este encuentro abordar la Paz desde la perspectiva de la globalidad y de la complejidad actual de los retos humanos, desde el respeto a la ecología, desde el evolucionismo como 56 jorge bolaÑos y alberto acosta visión antropológica y con la inspiración de las dinámicas fisiológicas de la homeostasis como metáfora de las dinámicas de la Naturaleza, entendida ésta como incluyente de la Humanidad y no sólo de su entorno. En este contexto, el conflicto ha de verse con la generalidad derivada de ser un ingrediente básico de la vida humana pero también con la diversidad proveniente de la enorme complejidad de las relaciones de individuos y grupos en nuestros días; es más, creemos que el conflicto como concepto debe abarcar no sólo el ámbito humano, sino el conjunto de la Naturaleza o del Universo, en virtud de la complejidad de las relaciones entre lo inerte, lo vivo y lo humano. El conflicto es universal, no sólo humano. Por tanto resulta de interés la investigación del concepto de conflicto: Suficientemente amplio para incluir las definiciones y los modelos conocidos; que permita la utilización de los métodos de regulación conocidos; que exprese la complejidad evolutiva de la Naturaleza y de la vida humana. Este trabajo se estructura en dos partes. En la primera, se aborda la propia definición de conflicto y la relación entre conflicto y paz, desde los conceptos de conflicto inevitable y de paz imperfecta y un enfoque en que el primero es elemento constituyente de la segunda. Pretendemos llegar a una nueva definición de conflicto que trata de generalizar e integrar las ideas y definiciones conocidas. En la segunda, se centra directamente al análisis de algunos de los modelos de conflicto disponibles y la búsqueda de un modelo de análisis integrador y suficientemente flexible que permita una gestión integrada del conflicto. 1. EL CONFLICTO COMO ELEMENTO PARA LA PAZ Aún en este comienzo de siglo, para muchas personas, especialmente para las que han vivido experiencias bélicas, el concepto de conflicto está asociado con el de «conflicto armado», entendido como riesgo cierto para la paz, y viendo a ésta sólo como una ausencia de guerra. Además de su evidente obsolescencia, esta idea produce una cierta pasividad en la conservación de un estado de «no guerra» que constituiría el óptimo de las aspiraciones humanas. Ya hace tiempo, tal idea del conflicto ha sido superada en los estudiosos de la paz y sustituida inicialmente por otra que veía al conflicto como un «riesgo de violencia» que había que una teorÍa de los conflictos basada en la complejidad 57 evitar o superar en una suerte de prevención de catástrofes, en particular de catástrofes bélicas. 1.1. Convivir con el conflicto Pero si pensamos que la paz es algo más que la ausencia de guerra, es necesaria otra definición y otro reconocimiento del concepto de conflicto. En primer lugar, creemos que es imprescindible adoptar una idea realista y dinámica del conflicto. En un mundo en el que miles de millones de personas viven por debajo del mínimo umbral admisible de dignidad y derechos, y en el que cualquier localismo está superado porque la economía, la ecología, la demografía, la capacidad de educación e información y la salud pública del conjunto del planeta influye e influirá cada vez más en cada ser humano, hay que considerar absurda y reaccionaria la idea de que lo deseable es una situación estática, inmutable y esencialmente eterna para la Humanidad y absolutamente disparatada la pretensión de mantener paraísos locales para grupos desconectados del resto: el mundo, el pequeño de cada uno y el grande de todos, cambia continuamente y continuamente se enfrenta a una infinidad de nuevas situaciones. Uno de los elementos comunes, y a nuestro juicio erróneo, que ha dominado el pensamiento filosófico y, como consecuencia la mente de los seres humanos, desde hace siglos es el utopismo, entendido como el sueño de una Arcadia feliz donde el conflicto no exista. Esta idea está obviamente presente en las religiones monoteístas pero también en las ideologías socio-políticas totalitarias: la vida humana se ve en ellas como una sucesión de esfuerzos, sacrificios y desgracias destinada a la consecución de algún paraíso sin conflictos donde la Humanidad (o lo que quede de ella después de eliminar a los pecadores, a los capitalistas o a los miembros de razas inferiores) pudiese vivir en cuerpo y/o en alma durante églogas infinitas e inmutables. No es necesario insistir en cuánto sufrimiento y retraso en el progreso ha generado este utopismo falaz y cuántos problemas aún nos ocasiona. Frente a ello, sólo cabe entender que nuestra búsqueda, individual y colectiva a la vez, de la felicidad, está llena de conflictos porque es dinámica, compleja y global, y tiene además obvias limitaciones físicas, fisiológicas, emocionales e intelectuales. Nunca alcanzaremos como especie, ni alcanzará nuestro universo, un estado de inmutable perfección. Es, por tanto, necesario superar definitivamente la visión del conflicto 58 jorge bolaÑos y alberto acosta como una catástrofe, o como sinónimo de desgracia, porque los conflictos forman parte esencial del desarrollo humano y de la naturaleza y, además, la mayor parte de ellos evolucionan de forma adecuada o, al menos, no violenta. Dicho de otro modo, convivimos con los conflictos y la clave es su correcta gestión o regulación, para obtener el mejor resultado posible, siendo imposible su completa erradicación. Por lo que se refiere a los estudios de la Paz, puede argumentarse que estamos materializando en ellos un salto conceptual similar al que en recientes décadas ha dado, por ejemplo, la Medicina encauzándose hacia la Medicina Preventiva o la Arquitectura abordando el Urbanismo, o en otras muchas artes y ciencias. Se trata de cambios integradores (la enfermedad se integra en la salud, lo urbano en lo rural o espacial) que han cambiado lo «patológico» o «especial» por lo general y han introducido una visión transdisciplinar y cooperativa. Incluso desde ámbitos acostumbrados a actuar a posteriori, como por ejemplo el Derecho, se comienza a ver la utilidad de ampliar los marcos conceptuales en el mismo sentido integrador, superando, como ha hecho la Física y la Matemática, antiguas ideas maniqueas. Por tanto, si la Paz se ve de una forma constructiva y dinámica como el fomento de las condiciones de realización y búsqueda de la felicidad del ser humano, es necesario cambiar también nuestra visión del conflicto. 1.2. Un universo conflictivo Si se quiere ver con suficiente perspectiva el pasado y el futuro de la Humanidad hay que inscribirlos en el conjunto de la Naturaleza y analizarlos de una forma científica. Una de las aportaciones de la teoría evolutiva fue hacernos entender al Hombre como un elemento del Universo, conectado completamente con la Naturaleza, y no como un ente esotérico y aislado, que había «caído» por «casualidad» o «designio divino» en nuestro mundo. Estamos integrados en el planeta y éste en un universo en constante dinámica: el avance de las ciencias físicas en el último siglo nos ha mostrado la complejidad del Universo, con la multitud de fuerzas, materias y energías en colisión desde el micro hasta el macro cosmos, muy lejos del modelo de «maquinaria de relojería» que tenían en mente nuestros antepasados. Nuestro Universo es complejo y conflictivo. una teorÍa de los conflictos basada en la complejidad 59 Pero, además, en este universo, y al menos en nuestro planeta, se inscribe la Vida como elemento cualitativamente diferenciado. Si puede discutirse que una galaxia tenga un proyecto de existencia o que un protón esté llamado a realizar alguna misión, de lo que no cabe duda es de que la Vida tiene como característica esencial que cada uno de los elementos o individuos vivos tienda a la conservación y a la complejidad: aunque no de forma consciente, podemos decir que una bacteria o un roble tienen una secuencia temporal de «proyectos» a realizar en el universo, que se facilitan o dificultan por su interacción compleja con el entorno, en el que ocurren múltiples coincidencias o «colisiones» con otros seres vivos o inertes que modifican su «trayectoria vital» en cada instante. La Vida es compleja y conflictiva. Sin entrar en matices sobre la «psicología animal», es claro que la Humanidad añade a la Vida el elemento de la «consciencia racional» y, por tanto, un nuevo nivel de complejidad. Por primera vez, hay en la naturaleza un ser vivo que descubre su relación con ella y valora las facilidades y dificultades para desarrollar un cierto «destino instintivo» que también comienza a identificar: el ser humano «ve» sus necesidades, sus intereses y los conflictos que ha de superar, y entiende que existen en su entorno elementos facilitadores y opresivos: vive, cada vez más conscientemente, la sucesión de conflictos que constituye su dinámica vital. Pero hay otra componente básica de la vivencia del conflicto desde la consciencia racional: el descubrimiento de la cooperación, puesta de manifiesto ya desde el propio nacimiento del ser humano, que requiere de la intervención cuidadora de los progenitores, y que se desarrolla rápidamente en la formación de familias y tribus como mecanismos de mejora de sus condiciones vitales: somos una especie cooperadora frente a los conflictos y, por primera vez en la Vida, con creciente sentimiento de la utilidad de esa cooperación. A la complejidad y conflictividad de la vida, la Humanidad añade nuevos e importantes matices: los contactos «ciegos» del mundo mineral, e incluso del vegetal y animal, se complementan en el mundo humano con la acción consciente y relativamente libre. En nuestros días, y en la civilización occidental que incluye, o influye, a la mayor parte de la humanidad, vivimos también crecientes niveles de «complejización» de las relaciones humanas y sociales: cada vez, afortunadamente, tenemos menos marcado ese camino tradicional, patriarcal o matriarcal, que limitaba el conflicto pero también la libertad, cada vez tenemos más responsabilidad individualizada en todas las 60 jorge bolaÑos y alberto acosta fases de nuestra vida, y podemos buscar la felicidad de forma cada vez más libre y activa. Pero esto significa también mayor conflictividad y mayor necesidad de toma adecuada de decisiones, como se refleja, por ejemplo, en la creciente responsabilidad asumida por el individuo (y favorecida por los poderes públicos) en el cuidado de su salud o en el desarrollo de su formación; estamos cada vez menos en un «túnel» vital, y más en «campo abierto». Lo que dijo Ian Stewart1: vivimos en un mundo complicado, donde nada es tan simple como solía ser, ni tan simple como aparenta ser. Las Matemáticas mantienen ese mundo unido por su urdimbre. Podría decirse también de los conflictos. Lo que es seguro es que la «urdimbre del conflicto» va siendo una red cada vez más compleja. 1.3. Una definición general e integradora Para avanzar en este marco universal, ecológico y complejo de la conflictividad, se requiere una definición que, como se indicó en un apartado anterior, sea lo suficientemente general y flexible para poder integrar la enorme diversidad de realidades y de enfoques posibles. Como se verá en el apartado siguiente, hay un gran número de definiciones en la literatura provenientes de muy diversas especialidades científicas y filosóficas, lo que no es de extrañar por la universalidad del fenómeno (por ejemplo, Schmidt y Tannenbaun2 escriben que «el conflicto es el tema que ha ocupado el pensamiento del hombre más que ningún otro, con las dos posibles excepciones de Dios y el sexo»)3. ¿Que es un conflicto? Lo primero que nos viene a la mente, aparte de la sensación emotiva de negatividad y de dificultad, es que se trata de un choque, de una incompatibilidad, o de una escasez, o de una inadecuación o inconveniente en un proceso. Pero, cabe preguntarse qué tienen en común los conflictos relacionados con los fenómenos físicos del Universo, con el desarrollo de la vida vegetal y animal y con los 1.Citado por Lamberto GARCÍA DEL CID (2006) La sonrisa de Pitágoras, Editorial Debate, Barcelona , pp. 122. 2.SCHMIDT, W.T. Y TANNENBAUM, R. (2000) Negotiation and Conflict Resolution. Harvard Business School Press. Boston, MA. 3.Citado por Francisco LACA en su Tesis Doctoral (2005) Elección de estrategias de afrontamiento del conflicto bajo presión de tiempo, Universidad del País Vasco, pp.11. una teorÍa de los conflictos basada en la complejidad 61 seres humanos, individual o colectivamente considerados. ¿Qué hay, en esencia, igual en la explosión de una estrella, en la desintegración de un cometa, en la desaparición de una especie animal, en el movimiento de un girasol, en el reparto del presupuesto nacional, en un accidente de tráfico o en el horario de una escuela? ¿Qué tienen en común multitud de fenómenos, hechos o posibilidades de la realidad que, en un sentido amplio, podemos considerar como conflictos o como conjuntos o sucesiones de conflictos, o como provenientes de la buena o mala resolución de un conflicto? La Teoría de Sistemas Complejos permite contemplar la realidad como un conjunto de elementos y dinámicas interrelacionadas que podrían «modelizar» o explicar partes de esa realidad si se dispusiera de información y capacidad de cómputo suficiente. Hay sistemas micro y macro espaciales, micro y macro temporales, como la vida de un mosquito en comparación con la evolución de una estrella, de forma que podemos imaginar a todos ellos compuestos de dinámicas instantáneas y sucesivas. Por ejemplo, la vida de una persona puede imaginarse como una sucesión de dinámicas o proyectos que pueden subdividirse en el tiempo de forma infinita, de modo que cada «instante» infinitesimal fuese una fase del sistema, y en cada uno de esos momentos se pudiera desarrollar o no un cierto «proyecto» proveniente de los «estados» anteriores pero también de un cierto acto de modificación de trayectoria que podríamos imaginar, para entendernos, causado por su voluntad, un accidente, etc. Pero las dinámicas y trayectorias de los sistemas complejos pueden verse también con un enfoque mucho más amplio en el tiempo y, así, describir la vida de un ser humanos en pocas palabras a partir de unos cuantos procesos como la niñez, la adolescencia, la juventud, etc.: no hay escala que nos esté vetada al contemplar un conflicto, pero todas ellas estarán ordenadamente incluidas, de menor a mayor intervalo de tiempo (y, en términos de información, de mayor a menor detalle). Así pues, si admitimos que en menor o mayor tiempo toda la realidad del universo es cambiante, los elementos sustentadores de una razonable cosmovisión son los proyectos, dinámicas o trayectorias, los cuales deben ser considerados como caminos evolutivos que seguirían todos los elementos en que podamos entender que está dividido el Universo, ya sean inertes, vitales o humanos. Entonces, en una primera aproximación el conflicto, podría verse éste como una modificación de, al menos, uno de esos procesos. 62 jorge bolaÑos y alberto acosta Pero, ¿por qué razón se modificaría un cierto «proyecto» de un determinado «elemento»? Es razonable pensar que cada elemento o cada sistema en su conjunto tiende a realizar su proyecto en cada unidad de tiempo, salvo que «algo» se lo impida, tal vez porque los sistemas tienden a la una cierta estabilidad o armonía que se puede ejemplificar con la «homeostasis» de los sistemas vivos, que sería «el mantenimiento de las constantes internas por la acción coordinada de diversos procesos fisiológicos», de modo que «un fallo en los mecanismos homeostáticos produce enfermedad o muerte»4. Nada más estabilizador, pero nada más dinámico. De modo que podemos pensar que la modificación del proyecto de un elemento no se realizaría de forma espontánea, «motu propio», sino como respuesta a una circunstancia externa; pero las circunstancias externas de cada elemento de un sistema complejo no son sino un complejo conjunto de otros elementos y otras dinámicas, por lo que es la interacción con otros entes del sistema, la colisión con otras realidades, lo que modifica el proyecto temporal del elemento en cuestión. Así, no es la modificación en sí del proyecto o trayectoria lo que debe definirse como conflicto, sino el encuentro con otros proyectos; y, al contrario, para que sea un conflicto, no basta un «encuentro» pacífico, que permita mantener los proyectos inmediatos de los elementos implicados, sino una «colisión» que los obligue, o pueda obligar, a cambiarlos. Cabe así definir: conflicto es todo contacto de dos o más proyectos que produce la modificación de, al menos, uno de ellos, entendidos los proyectos como dinámicas o trayectorias de los elementos implicados y no como estrategias planificadas. En esta definición es irrelevante que se trate de proyectos correspondientes a elementos individuales o colectivos, de manera que una selva o una asociación cultural serían elementos y tendrían proyectos, que podrían contactar con los de otros elementos. En todo caso, no es importante en la definición el número de elementos, sino el de proyectos, que obviamente han de ser al menos dos, pero que podrían corresponder a un mismo elemento, generando un «conflicto interno» a ese elemento. Cabe preguntarse si todo contacto entre proyectos debe ser calificado como conflicto, si tenemos en cuenta que algunos contactos son, en algún sentido, benéficos para los elementos implicados. Tal vez sea más fácil contestar a esta pregunta más adelante, tras el apartado dedicado al análisis 4.Ver el primer capítulo «Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la Paz». una teorÍa de los conflictos basada en la complejidad 63 formal de los conflictos en base a la Teoría de Juegos, pero podría darse una primera aproximación: en un sentido amplio, hay conflicto si hay modificación de trayectoria. Si se quiere ser más restrictivo, se debería definir qué se entiende por modificación «favorable ó desfavorable» y considerar sólo estas últimas, pero esto tiene tantas complicaciones ontológicas, éticas, etc., que hacen poco conveniente esta restricción. Es claro que el conflicto o, mejor, la sucesión de conflictos es inevitable para cualquier elemento del sistema universal, porque no es concebible un elemento aislado y todopoderoso (¿Dios?) y por tanto el conflicto es inevitable para cualquier ser inanimado, vital o humano (y para sus conjuntos). Por otra parte, en nuestra definición, el conflicto no es necesariamente negativo, pero sí perturbador en un sentido amplio. 1.4. Algunas definiciones y teorías de conflicto Hemos buscado deliberadamente una definición muy general de conflicto, que recoge ámbitos inconscientes o irracionales. Sin embargo, como la mayor parte de las teorías conocidas sobre el conflicto se refieren al ser humano como elemento consciente del Universo (Psicología) o a los grupos humanos (Sociología, Defensa, etc.), es necesario especificar que existen tres ámbitos distinguibles para la definición que hemos dado, ya esbozados en el apartado anterior: El universal o inanimado; El vital, circunscrito a los seres vivos; El humano, que se refiere específicamente a la vida racional consciente. Es claro que las comparaciones con la mayoría de esas teorías conocidas se incardina en este último, aunque no nos parecen superfluos los otros dos, entre otras cosas por su influencia en el devenir de lo humano. Así, desde muy diversos ámbitos, como la Psicología, la Educación, el Derecho, la Antropología, la Economía, etc. se ha abordado el concepto de conflicto y se han dado diversas definiciones del mismo. Entelman5 recoge algunas de las teorías producidas en la postguerra, entre 1950 y 1975, y las clasifica en siete categorías según el origen o causa de los conflictos: las instintivas de agresión; las de coerción social estructural; las basadas en la disfuncionalidad de los procesos; las de la funcionalidad; las de incompatibilidad de objetivos nacionales; las conductistas, 5.ENTELMAN, R.F. (2002) Teoría de Conflictos. Gedisa, Barcelona. 64 jorge bolaÑos y alberto acosta basadas en la mala percepción o comunicación; las de la normalidad del conflicto en todas las relaciones sociales. Y añade el propio Entelman que son estas últimas las que más se han consolidado con posterioridad a los años setenta. En efecto, es conocido que la visión del conflicto como guerra abierta o como grave amenaza ha ido evolucionando en las últimas décadas en la dirección de una suavización del concepto, de manera que permite incluir elementos de cooperación. Sin embargo, la mayor parte de las definiciones más citadas de conflicto incluyen una percepción negativa del mismo, como la del «enfrentamiento intencionado» de Freund6 o el «intercambio intencionado de sanciones negativas…» de Blalock7, o la «competición consciente de posiciones incompatibles…» de Boulding.8 Nuestra idea del conflicto reflejada en la definición del apartado anterior contiene como caso particular estos conceptos. Ciertamente, una lucha o enfrentamiento consciente es un conflicto, pero lo son también contactos entre elementos en circunstancias diferentes, a veces inconscientes, desconocidas o no asumidas como enfrentamiento. Como ejemplo, pensemos en personas explotadas o dominadas por otras, sea cual sea el grado, que no son conscientes de la situación (ni siquiera, a veces, los explotadores), pero que sí están protagonizando un conflicto. Según la formación o adscripción de los autores, se hace hincapié en las distintas definiciones y teorías en aspectos psicológicos, sociológicos o metodológicos, aunque, en nuestra opinión, la mayor parte de ellos no resultan contradictorios, sino integrables. Los psicólogos explicitan la idea de las percepciones o creencias, como en la definición de conflicto de Pruitt y colaboradores: «divergencia percibida de intereses…»9 o en «la construcción individual del esquema de conflicto» de Pinkley10, pero ello no es contradictorio con nuestra definición, ya que un «contacto con modificación de proyecto» puede ser percibido de muy diversas maneras por las personas o grupos, 6.FREUND, J. (1983) Sociologie du conflict, Presses universitaires de France. 7.BLALOCK, H.M. (1989) Introducción a la investigación social, Amorrortu, Buenos Aires 8.BOULDING, K.E. (1963) Conflict and Defense: A General Theory, Harper and Row, New York. 9.Citada por Laca en su tesis. 10.PINKLEY, R.L. (1990) “Dimension of conflict frame…» en el Journal of Applied Psycology, 75 (2),. una teorÍa de los conflictos basada en la complejidad 65 o incluso no percibido, sin que por ello deje de ser un conflicto. Éstos pueden tener un mayor o menor grado de influencia perceptiva. Los sociólogos y juristas, por su parte, tienden a clasificar las relaciones sociales en cooperativas (que no serían conflictivas) y en aquellas que encuentran objetivos al menos parcialmente incompatibles (que sí serían las conflictivas). Nos parece que esta distinción, siendo útil en el análisis sociológico, resulta inconveniente para la comprensión del conflicto, ya que expulsaría del concepto de conflicto a la posibilidad de su gestión cooperativa. Además, las relaciones completamente armónicas o cooperativas entre grupos humanos son menos frecuentes de lo que parece, de modo que en términos prácticos no entorpece excesivamente considerar como conflictivas todas las interacciones. Elster, citado por Entelman, distingue entre «conductas cooperativas» y «conductas coincidentes». Nosotros pensamos que sólo estas últimas no serían conflictivas. Otros autores dirigen su atención hacia las dinámicas temporales, las relaciones de poder o los objetivos de los actores. Aunque evidentemente queda mucho trabajo integrador por hacer, creemos que es posible integrar las muchas definiciones conocidas en la que se ha dado. 1.5. Una visión de la paz desde el conflicto Podemos explicar la Paz Imperfecta11 como consecuencia del carácter inevitable de los conflictos y la imposibilidad en la práctica de mantener un proyecto incólume, por muy pacífico y conveniente que sea, ante los asaltos de los otros «proyectos». Dado que el Universo está lleno de sistemas de gran complejidad, por muy restrictivo que sea el marco de nuestro estudio, por muy esquemático y simple que sea un conflicto, el número de variables implicadas y el número de interacciones con los otros elementos del sistema es tal que resulta inimaginable un resultado o «solución» del conflicto que sea completamente satisfactoria y además evite la generación de nuevos conflictos. Son estas las dos razones que deben hacernos huir de la creencia en alcanzar la «Arcadia feliz» o la Paz Perfecta: por una parte, no tiene un sentido radical el concepto de «solución» aplicado a un conflicto; si la propia existencia de un conflicto supone al menos una modificación de 11.Ver el primer capítulo «Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la paz». 66 jorge bolaÑos y alberto acosta un proyecto de un elemento del sistema, es muy difícil (casi diríamos que con probabilidad cero en un contexto de sistemas continuos) que esa modificación produzca, ni siquiera por una unidad de tiempo, un estado de trayectoria perfecta o de plena realización del proyecto. Sólo cabe entender la solución como una aproximación a lo deseable, como una mejora de la situación de partida o simplemente, como el mejor de los caminos dadas las circunstancias. Por otra parte, el desarrollo temporal de la dinámica de un conflicto va creando nuevos conflictos, o, si se quiere, nuevas formas del conflicto; es, de nuevo, prácticamente imposible que un conflicto termine en un esquema completamente no conflictivo, ya que mientras algunos elementos pueden encontrarse en completa armonía, la multiplicidad de elementos y relaciones de su entorno generará nuevas situaciones conflictivas. En consecuencia, desde el conflicto se renueva la ida de que no podemos aspirar a la perfección en las relaciones humanas, sino más bien a mejorar lo más posible el entorno de la mayor cantidad posible de elementos. El Conflicto Inevitable conduce a la Paz Imperfecta. Todo ello no significa que deba renunciarse a la búsqueda de la mejor gestión del conflicto, sino todo lo contrario: cada conflicto gestionado de forma cooperativa o al menos no violenta genera sinérgica, exponencialmente, conflicto de menor riesgo destructivo. 2. MODELOS DE CONFLICTOS Si el devenir dinámico de cada elemento en el sistema complejísimo que llamamos Universo depende secuencialmente de sus interacciones con los otros elementos, parece razonable distinguir entre las interacciones (en nuestro concepto, entre los conflictos) que podemos considerar involuntarias, dependientes sólo de las leyes físicas o, hasta cierto grado, de las leyes biológicas y las que se producen en virtud de una cierta voluntad o decisión, al menos en parte. De este modo, el choque de un meteorito con un planeta estaría en el primer caso y la agresión verbal o física de una persona a otra en el segundo. una teorÍa de los conflictos basada en la complejidad 67 2.1. Los modelos racionales: la Teoría de Juegos Diversos autores que estudian los conflictos humanos como procesos de decisión están de acuerdo en considerar la dinámica de un conflicto como una secuencia de toma de decisiones, con el grado de libertad que se le quiera dar a los distintos actores, que en este caso deben suponerse humanos. Si a los conflictos que hemos calificado como involuntarios corresponde un análisis que puramente científico natural, a los que son protagonizados, al menos parcialmente, por humanos corresponden modelos analíticos que tengan en cuenta los elementos racionales, emocionales y sociales en presencia en la voluntad de los actores. Y la herramienta de análisis racional por excelencia es la Teoría de la Decisión. En Investigación Operativa (que podríamos definir como la ciencia de la optimización de los sistemas organizables) se define la Teoría de la Decisión como el conjunto de normas que favorecen la adopción de decisiones óptimas por parte de un decisor que se enfrenta a elementos que no controla (se habla de decidir «frente a la naturaleza» en el argot de esta ciencia) o que se enfrenta a otros decidores individuales o colectivos. Si son varios los decidores implicados, se habla de Teoría de Juegos y se concede a la «naturaleza» sólo un papel condicionante o aleatorio, cuando no completamente irrelevante. De este modo, la Teoría de Juegos, llamada así porque los esquemas que analiza son similares a los de los juegos «de mesa» y porque históricamente surgió del estudio de éstos, puede considerarse como una parte de la Teoría de la Decisión (o, como dicen los psicólogos, de la teoría de la decisión racional) 12. Así pues, la Teoría de Juegos estudia la toma de decisiones óptima de un jugador o decisor (un «elemento voluntario» en nuestro concepto de conflicto) frente a las decisiones de los otros jugadores y las circunstancias y reglas del juego. Del resultado de las decisiones de nuestro jugador y de los otros, y en ocasiones del azar, resulta un beneficio o pérdida que suele llamarse «utilidad», probablemente porque las primeras aplicaciones «serias» de esta teoría se dieron en el campo económico. Es interesante señalar que la dinámica histórica de la Teoría de Juegos ha corrido paralelamente al desarrollo del análisis de los conflictos y a la propia secuencia de la geopolítica mundial. 12.Para un ameno recorrido histórico centrado en la figura de John Von Neumann se puede leer POUNDSTONE, W.(1995) El dilema del prisionero. Alianza. Madrid. 68 jorge bolaÑos y alberto acosta Con las limitaciones de una excesiva simplificación, podemos decir que si entre los años cincuenta y los setenta, la época de la «guerra fría», la Teoría de Juegos parece concentrarse en los modelos de estricta competencia (llamados de «suma cero» porque las ganancias y pérdidas de los jugadores se equilibran), a partir de los años ochenta se desarrollan las aplicaciones de los juegos parcialmente cooperativos o de «suma no nula», acordes con una situación internacional que permite ganancias, al menos, parciales para todos, aunque también amenaza con pérdidas para todos, lejos del enfrentamiento directo del «tu ganas o yo gano» de la cultura geopolítica anterior. Los rasgos de nuestros días parecen ser el reforzamiento de los modelos cooperativos, sí, pero también el de los «conflictos crónicos» en los que casi todos pierden y, por supuesto, de las amenazas globales. La Teoría de Juegos sigue (o ¿es al contrario?) a la realidad geopolítica en un camino cada vez más cooperativo pero también cada vez más complejo13. El análisis racional de los conflictos en base a la Teoría de Juegos parte de la condición paradigmática de que el comportamiento de los jugadores sea «racional» en el sentido de que no actúen en contra de sus propios intereses, representados éstos por utilidades numéricas (positivas-ganancias o negativas-pérdidas) o simplemente por un orden de preferencias sobre los resultados del «juego» o, para nosotros, del conflicto. 14 Los juegos pueden analizarse desde el punto de vista de un jugador determinado, buscando lo mejor para él, en cuyo caso resultan irrelevantes los resultados de los demás, o desde el punto de vista de un árbitro o juez bienintencionado, que busca lo mejor para todos, el «bien común», aunque no necesariamente lo mejor para cada uno. La utilidad de aplicar análisis racionales a los conflictos mediante la construcción de modelos formales tiene múltiples facetas y paralelamente, obvias limitaciones: Permiten tener una visión más clara de la realidad, arrojando luz sobre ella en la medida en que, como todos los modelos científicos, haya una adecuación entre el esquema y el verdadero conflicto; su limitación es la simplificación excesiva, que puede hacernos 13.Ver, por ejemplo, AXELROD, R. (1986) La evolución de la cooperación. Alianza Universidad. 14.Por supuesto que los conflictos suelen ser modelizados con un conjunto o secuencia dinámica de «juegos» y lo afirmado es una simplificación didáctica: un conflicto es habituamente más complejo que un “juego». una teorÍa de los conflictos basada en la complejidad 69 perder matices de importancia. Asimismo, parten de las valoraciones o definiciones de las utilidades o preferencias que se hayan fijado y, en consecuencia, proporcionan conclusiones independientes de las equivocaciones o limitaciones humanas, lo que le da una fuerza lógica indudable; sin embargo, no nos permiten detectar los errores, falacias o autoengaños de los jugadores en la fijación de sus preferencias: puede hacerse un análisis racional sobre jugadores esencialmente irracionales o simplemente errados en su percepción de la realidad. Y ayudan a la toma de decisiones y muestran con nitidez los riesgos y posibilidades de los caminos a seguir, ahorrando esfuerzos inútiles; al mismo tiempo, pueden coartar una cierta creatividad en la gestión del conflicto. En definitiva, ofrecen un camino sólido y mejor iluminado para enfrentarse a los conflictos, siempre que estos sean lo suficientemente objetivables. Por otra parte, la Teoría de Juegos encaja como anillo al dedo en la definición que hemos dado de conflicto como contacto productor de modificaciones de proyectos; en efecto, cabe interpretar que dicha teoría «modeliza» de forma ágil y dinámica ese «contacto» (o conflicto) mediante uno o varios juegos, y estudia la forma de hacer que las «modificaciones de los proyectos» (resultados de los juegos) sean las mejores posibles para uno (competición) o para el conjunto (cooperación, sinergia) de los jugadores. Con un esquema sencillo, como el siguiente, se entenderá mejor esta relación entre juegos y conflictos. El juego más simple, y sin embargo muy aleccionador, que podemos considerar es aquel en que sólo hay dos jugadores y cada uno tiene sólo dos posibles decisiones en una única realización del juego. Si por simplificar suponemos que las acciones posibles de cada uno son similares, y les llamamos C (cooperar) y D (defraudar), nos encontramos con los siguientes cuatro resultados posibles, CC, CD, DC ó DD: — (CC) Si los dos COOPERAN, se produce el llamado CONSENSO, que podemos asimilar al resultado de un conflicto en el que ambas partes se ven obligadas a MODIFICAR sus proyectos o trayectorias, pero colaboran para que esas modificaciones sean, en algún sentido, lo menos pronunciadas o más positivas posible. — (CD) ó (DC) Si uno coopera y el otro no, se produce la DERROTA del que coopera y la VICTORIA del defraudador; podemos verlo como el resultado de un conflicto en el que el elemento derrotado 70 jorge bolaÑos y alberto acosta se ve obligado a MODIFICAR su proyecto contra su voluntad y el triunfador puede MANTENER el suyo. — (DD) Finalmente, si ninguno coopera, el resultado del juego es el DISENSO o CONFLICTO ABIERTO, en el que los elementos luchan para que su propia MODIFICACIÓN sea, a costa de la del otro, lo menos pronunciada o más positiva posible. En el análisis del juego debemos contar con las preferencias de cada jugador sobre los cuatro resultados, ordenándolos de más a menos preferido, y a partir de ellas determinar si el conflicto tiende o no a soluciones estables y/ó equilibradas, con el consiguiente «consejo» para «nuestro» jugador, si asesoramos sólo a uno, o para los dos, si somos árbitros del conflicto. En todo caso, lo importante en relación con la definición de conflicto que hemos dado es que el resultado concreto del juego o secuencia de juegos puede imaginarse como unas ciertas modificaciones de trayectoria o proyecto para los elementos que han contactado (jugadores o decidores que juegan en el argot de la teoría). Tales modificaciones pueden ser inexistentes irrelevantes, positivas o negativas en algún sentido que se mide con las utilidades o preferencias del juego o juegos. 2.2. Conflictos y emociones Desde hace unos treinta años se está produciendo un re-descubrimiento de la relevancia de las emociones en la mayoría de las disciplinas científicas. La psicología y las neurociencias han puesto de manifiesto que éstas no son un remanente filogenético inservible que los seres humanos debemos sujetar y anular con nuestros recursos racionales, sino más bien un importante recurso de adaptación a un entorno dinámico y cambiante. Posiblemente ningún ser vivo hubiese podido sobrevivir sin sus reacciones afectivas y emocionales. Los afectos y las emociones ponen en marcha importantes tendencias o planes de acción que han resultado especialmente eficaces en la filogenia para superar dificultades y encarar amenazas y peligros. En circunstancias en que está comprometido un proyecto vital, los afectos y emociones acompañan para favorecer su logro. Cuando se altera éste al contactar con otro (es decir, al producirse un conflicto), nuestro entramado afectivo intenta mantener su vigencia y, cuando no lo logra, lo una teorÍa de los conflictos basada en la complejidad 71 reajusta. Allí donde están comprometidos nuestros proyectos o metas, sea de modo positivo o de manera negativa, surgen nuestros afectos y emociones. Su movilización acontece de manera involuntaria y con un importante entramado de automatismos. En los humanos, no obstante, además de este aspecto reactivo de las emociones, debido a nuestras posibilidades reflexivas, hemos de contemplar también los recursos de autorregulación. Desde pequeños, aprendemos a manejar nuestros afectos y emociones de manera conveniente para el logro de nuestros objetivos y metas. En circunstancias conflictivas, sin duda, lo hacemos. En un entorno social complejo y dinámico, la autorregulación afectiva resulta un acompañamiento imprescindible de la buena gestión de los conflictos.15 Los seres humanos nos hemos apoyado en nuestro repertorio de recursos biológicos para construir nuestra cultura y alcanzar más flexibilidad en nuestros procesos de adaptación al medio. Conforme progresábamos, hemos cambiado nuestro repertorio de reacciones afectivas por un amplio abanico de acciones que ha garantizado esa mayor flexibilidad. En los momentos actuales, existe un conjunto de valores compartidos (libertad, igualdad, justicia, paz, etc.) que hace imprescindible una buena gestión emocional. Tanto la gestión del conflicto como la gestión emocional deben estar al servicio de nuestros logros sociales y culturales. Tradicionalmente, cuando se han abordado los conflictos, siempre se ha enfatizado la importancia de la regulación afectiva, especialmente de emociones negativas como la ira, el rencor, la venganza, el miedo o la ansiedad. Cualquier modelo teórico sobre el conflicto debe contemplar los afectos y emociones que indisolublemente y de manera dinámica van asociados a él. Además, debemos entender que la gestión del conflicto será habitualmente gestión emocional. Ambos tipos de gestión son especialmente relevantes hoy día porque nuestro marco de libertades y la aceptación de la individualidad hacen posible la coexistencia de variados y heterogéneos proyectos y trayectorias vitales. 15.Cf. ACOSTA MESAS, Alberto (2004) «Resolución de conflictos y regulación de sentimientos», en MUÑOZ, Francisco A. y MOLINA RUEDA, Beatriz, Manual de Paz y Conflictos, Granada, pp. 201-222. 72 jorge bolaÑos y alberto acosta 2.3. Hacia una gestión integral del conflicto Como hemos visto los seres humanos somos la consecuencia de un cúmulo de circunstancias y de relaciones cuantitativas y cualitativas, que están abarcadas por la complejidad. Las condiciones de nuestra existencia, nuestras capacidades, potencialidades, proyectos y necesidades, la paz, la violencia, todas las actividades humanas están insertas en la complejidad. No existiríamos como humanos sin toda la multiplicidad de variables previas en las que nos «sustentamos». No tendríamos ninguna preocupación pero tampoco ninguna opción para elegir sin la complejidad, la multicausalidad, la variabilidad y la «conflictividad» preexistentes en nuestro entorno, que en definitiva se pueden convertir en opciones para la creatividad. Por tanto expresiones como «solución» o «resolución» de conflictos no son adecuadas si admitimos la dificultad o imposibilidad de suprimir, o eliminar las condiciones de un conflicto de forma definitiva y perfecta. Parecen más adecuado hablar de «regulación», «transformación» ó gestión, que —huyendo de un debate de nomenclaturas— nos ubica en el contexto de los sistemas complejos. Como seres humanos individuales o agrupados podremos hacer lo que esté en nuestras manos por conducir nuestros proyectos de la mejor manera, intentando gestionar lo mas optimamente las circunstancias y los conflictos en los que nos estemos envueltos o implicados. En cualquier caso, como venimos insistiendo, es completamente necesario avanzar en la construcción de una Teoría de los conflictos que tenga como objetivo identificar y analizar los contactos entre los proyectos de las diversas entidades humanas y sus circunstancias que, dentro del marco de la complejidad, definen cada conflicto. Como es obvio este objetivo nos es útil para la construcción de la paz, la deconstrucción de la violencia, visibilizar las mediaciones y potenciar el empoderamiento pacifista, pero también para comprender mejor las dinámicas humanas en general. Este trabajo sólo pretende ser una aportación más en este camino. 73 DERECHOS HUMANOS, INTERCULTURALIDAD Y RACIONALIDAD DE RESISTENCIA Joaquín Herrera Flores Universidad Pablo de Olavide Hablar de derechos humanos en el mundo contemporáneo supone enfrentarse a retos completamente diferentes de los que tuvieron en mente los redactores de la Declaración Universal de 19481. En las décadas posteriores a «nuestra» Declaración, los economistas y políticos keynesianos fueron reformulando los ámbitos productivos e institucionales en aras de una «geopolítica de acumulación capitalista basada en la inclusión» que sentaba las bases del llamado Estado del Bienestar2. En dichos años proliferaron los pactos entre el capital y el trabajo en los que el Estado servía de garante y árbitro de la distribución de la riqueza. Sin embargo, desde principios de los setenta hasta hoy en día, gran parte de ese edificio se ha venido abajo gracias a la extensión global de una «geopolítica de acumulación capitalista basada en la exclusión» y que recibe el nombre de neoliberalismo: desregulación de los mercados, de los flujos financieros y de la organización del trabajo, con la consiguiente erosión de las funciones sociales del Estado3. Si en la fase de inclusión, los derechos se erigían en barreras contra los «desastres» —efectos no intencionales de la acción intencional— que producía el mercado; en la fase de exclu- 1. GOWAN, P. (2003) «US:UN», New Left Review, 24, november-december, 2.Consúltese «Social inclusion and health. Inequalities framework», Joint Health and Social Care Board, 6 January, 2005. 3.ROCA, J.M. (1996) «Crítica del Neoliberalismo», Iniciativa Socialista 42, Diciembre, (http://www.inisoc.org/Roca.htm, consultada el 24 de enero de 2008) 74 joaquÍn herrera flores sión, es el mercado quien dicta las normas que permiten, sobre todo a las grandes corporaciones transnacionales, superar las «externalidades» y los obstáculos que los derechos e instituciones democráticas oponen al despliegue global y total del mercado capitalista. Vivimos, pues, en la época de la exclusión generalizada 4. Un mundo en el que las 4/5 partes de los habitantes que lo componen sobreviven en el umbral de la miseria; en el que, según el informe del Banco Mundial de 1998, la pobreza aumenta en 400 millones de personas al año, lo que significa que, actualmente, el 30% de la población mundial ¿vive? con menos de un dólar al día —afectando de una manera especial a las mujeres— y el 20% de la población con menos ingresos recibe menos del 2% de la riqueza y el 20% más rico, más del 80%. Un mundo en el que, debido a los planes de (des)ajuste estructural que están imponiendo la desaparición de las más mínimas garantías sociales, más de 1 millón de trabajadoras y trabajadores mueren por accidentes de trabajo, 840 millones de personas pasan hambre, mil millones no tienen acceso a agua potable y la misma cantidad son analfabetas (PNUD, 1996)5. Un mundo, en el que al año mueren de hambre y de enfermedades evitables una cifra que resulta de multiplicar por 6000 las muertes de las Torres Gemelas... Está claro, no cuentan las personas, cuenta únicamente la rentabilidad. Estas son las cifras del «fin de la historia», del final de la bipolarización y el triunfo del pensamiento y del poder único. Cifras que muestran la desesperación de miles de millones de personas, abocadas a la pobreza más lacerante y que contemplan entre asombradas y airadas la ostentación de los países enriquecidos a su costa. Cifras, pues, que están en la base de lo que se ha venido en llamar «el surgimiento de los tribalismos y los localismos»: en definitiva, de los fundamentalismos. El «Norte» recibe con sorpresa e indignación las demostraciones de rabia y cólera de un «Sur» encerrado cada vez más en la desesperanza. ¿Cómo responder? Pues cerrando las fronteras, erigiendo fortalezas jurídicas y policiales que impidan la «invasión» de los desesperados, 4.Para obtener datos sobre exclusión, consúltese: http://www.cinterfor.org.uy/public/ spanish/region/ampro/cinterfor/temas/youth/dat_est/gallart/index.htm, (consultada el 24 de enero de 2008). 5.Para mayor información, http://books.google.com/books?id=j4N8Uk1pcloC&pg=PA71 &lpg=PA71&dq=pnud+1996&source=web&ots=y3OHXItrsk&sig=GNC90F46OZ62utTJyo WWXHA0sjQ, [24 de enero de 2008] derechos humanos, interculturalidad... 75 hambrientos...diferentes. El debate político y teórico sobre el multiculturalismo que se da en los países enriquecidos por el orden global, en vez de centrarse en las cifras de la miseria y en los efectos que está produciendo la «globalización» de la lucha de clases, se dedica a bramar contra los peligros culturales que suponen los diferentes, sobre todo aquellos que se ven obligados a emigrar para mejorar, en la medida de lo posible, sus precarias condiciones de vida. Ya no hay lucha de clases, clama Huntington, sólo «choque de civilizaciones»; mientras sus «profecías» son recogidas y amplificadas por la trama mediática comprometida con el mantenimiento de un status quo genocida y, al parecer, inmutable6. Hace 110 años, el poeta de «nuestra América» José Martí decía en la primera Conferencia Monetaria Internacional Americana, «Quien dice unión económica dice unión política. El pueblo que compra manda, el pueblo que vende sirve; hay que equilibrar el comercio para asegurar la libertad»7. Quién puede negar que estas palabras, dictadas con el objetivo de cortar el paso a los aterradores abrazos del «Big Brother», puedan aplicarse a la situación actual por la que transcurre la, por otro lado, ancestral problemática de las migraciones y la milenaria realidad de la convivencia y/o confrontación entre diferentes formas de explicar, interpretar e intervenir en el mundo. El país de recepción manda; el inmigrante, el diferente/desigual sirve: estamos ante la ley de oferta y demanda aplicada, en este caso, a la tragedia personal de millones de personas que huyen del empobrecimiento de sus países a causa de la rapiña indiscriminada del capitalismo globalizado. Veamos los enfoques dominantes en esta materia: en primer lugar, la insistencia por parte de las autoridades de la UE de hacer frente a la «guerra a la inmigración ilegal» adoptando medidas puramente policiales tendentes a la construcción de una Europa fortaleza que quiere, de nuevo, proteger su bienestar a costa de sus antiguas colonias; en segundo lugar, la generalización de clichés y estereotipos vertidos sobre los inmigrantes, ideológica e interesadamente tildados de «ilegales», como el de: «vienen a quitarnos los puestos de trabajo y después no quieren trabajar sino protestar». 6. HUNTINGTON, S. (2006) El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, Barcelona, Paidós Ib. 7.MARTÍ, J. (2007) América Latina en José Martí. Antología de Ensayos (edición a cargo de Fernando Aínsa), Madrid, Cooperación Editorial. 76 joaquÍn herrera flores Y, en tercer lugar, la falta de visión «global» del fenómeno migratorio —y de la realidad de la multiplicidad de formas de vida— al reducirlo a temas como los de las identidades culturales. Con ello, el fenómeno pierde dimensión política8 y hace que veamos la inmigración como un problema de meras necesidades de mano de obra en épocas determinadas y no como un fenómeno causado por las injusticias de la globalización neoliberal salvaje que viene hundiendo, si cabe aún más, el abismo entre los países ricos y los países pobres. Estos enfoques son las notas que definen la tendencia de las actuales políticas europeas ante la realidad de la inmigración; notas que siguen el papel pautado que imponen las tenazas de un orden global cuya premisa ideológica explícita es la exclusión y el abandono a sí mismas de las cuatro quintas partes de la población mundial. Muchos de los que perdieron algún familiar en su particular periplo por la Europa del Estado del Bienestar buscando un empleo y una seguridad económica que no hallaban en sus entornos concretos, saben de la tragedia personal que supone el abandono del país de origen para buscar salidas económicas a la pobreza. Y también conocemos todas las secuelas de aculturación y sometimiento a condiciones laborales y de vida cotidiana indignas que el propio emigrante se impone para no chocar con el «ciudadano» del país de acogida. La emigración es un problema de claras connotaciones culturales, pero sobre todo de desequilibrio en la distribución de la riqueza. Si una sola empresa transnacional tiene un producto interior bruto superior al de toda el área de países subsaharianos; si los pueblos del Sur tienen bloqueado su desarrollo por la existencia de una deuda injusta, cuyo pago está «asegurado» por las instituciones globales y multilaterales, ajenas al mínimo control democrático; y si sobre los países empobrecidos por la rapiña de las grandes corporaciones sobrevuelan con mayor intensidad los verdaderos problemas medioambientales, poblacionales y de salud, está claro que las migraciones y las diferencias culturales tienen mucho que ver más con la desigualdad entre clases sociales y los desequilibrios económicos entre países 9, que con 8.SENDÍN GUTIÉRREZ, J. (2008) «Inmigrantes reflejados: una visión desde los medios de comunicación» Pueblos. Asociación Paz con Dignidad, (http://www.revistapueblos. org/spip.php?article237, 24 de enero de 2008). 9. «Réunion du Comité d’Experts sur le Renforcement du Rôle de l’ UNESCO en vue de Promouvoir la Diversité Culturelle à l’heure de la Mondialisation», Documentos de Trabajo, 21-22, UNESCO, 2000. derechos humanos, interculturalidad... 77 cuestiones bizantinas acerca del reconocimiento de los otros: los países que compran mandan, decía Martí. Si queremos reflexionar desde ese reconocimiento de las especificidades de los otros, debemos partir de la convicción expresada en los párrafos anteriores: los problemas culturales están estrechamente interconectados con los políticos y los económicos. La cultura no es una entidad ajena o separada de las estrategias de acción social; más bien, es una respuesta, una reacción a la forma cómo se van constituyendo y desplegando las relaciones sociales, económicas y políticas en un tiempo y un espacio determinados. Por esa razón, las visiones tradicionales del multiculturalismo no añaden mucho a los problemas concretos con los que nos enfrentamos hoy en día. Por un lado, tenemos las propuestas multiculturalistas de raigambre conservadora que tienden a despreciar las diferencias y que propone que cada uno busque sus propias condiciones de vida, al margen de las situaciones de desigualdad tanto en el punto de partida como en el recorrido vital. Por otro, las más defendibles, aunque timoratas propuestas multiculturalistas liberales. Asimismo, insuficientes en tanto que se contentan con políticas de acción afirmativa o discriminación positiva que acerquen lo más posible los diferentes (no los desiguales, aun cuando en la mayoría de los casos una clase lleva a la otra) al patrón oro de lo que se considera lo normal. De diferentes maneras, una imponiendo y la otra sugiriendo, ambas posiciones comparten un punto de vista universalista abstracto que, como tal, no puede ser cuestionado, a pesar de los enormes fallos y las consecuencias desastrosas que para la mayoría de la humanidad están provocando. Asimismo, las posiciones multiculturalistas holistas o, por decirlo de otro modo, nativistas o localistas, tampoco añaden mucho a nuestro debate dada su radicalidad en la defensa de raíces identitarias o parámetros religiosos totalizados. Estas posiciones también terminan defendiendo, como veremos más adelante, algún tipo de universalismo abstracto: si en la «idea» lo que prima es la identidad —es decir, lo que nos separa—, pero en la «práctica» lo que impera es el contacto mutuo y la necesidad de la convivencia, ¿qué pueden aportarnos estas posiciones a la hora de abordar la realidad plural en la que vivimos, como no sea dificultando aún más la exigencia cultural de diálogo y práctica social intercultural? Para reflexionar sobre estos problemas desde una teoría comprometida con los derechos humanos, debemos hacer una serie de precisiones conceptuales sobre el concepto de interculturalidad. 78 joaquÍn herrera flores En primer lugar debemos trabajar con el concepto de espacio cultural, es decir sobre el lugar de encuentro que tenemos que construir para enfrentar las fuentes reales de nuestras incomprensiones. Cuando hablamos de espacio no lo hacemos refiriéndonos sólo a objetos materiales o a límites geográficos, aunque, como es obvio, estos elementos estén presentes en la mayoría de las caracterizaciones del mismo. En realidad, estamos hablando del marco en el que se manifiestan nuestras acciones y reacciones culturales en relación continua con otras acciones y reacciones culturales diferentes a las nuestras. En definitiva, hablamos del marco, de la estructura, por supuesto, abierta y dinámica de signos —representaciones simbólicas— en las que nos situamos a la hora de explicar, interpretar e intervenir en nuestras respectivas realidades. Signos y lugares que siempre tienen algo que ver con lo que venga de fuera de nuestras coordenadas culturales. Así tenemos que, ante una determinada forma de relacionarnos todos, absolutamente todos reaccionamos culturalmente. O, con otras palabras, construimos «signos» que nos pueden permitir —si es que tenemos voluntad para ello— la construcción de espacios culturales, en los cuales lo fundamental reside en su apertura o en su cierre con respecto a otros contextos de relaciones. Podemos decir, pues, que los espacios culturales no son otra cosa que el objetivo al que tienden todos los procesos «culturales» que primen las categorías de apertura y de interconexión. En segundo lugar10 usar la imagen del puente para ir viendo como se construyen interactivamente los procesos culturales (en oposición a los procesos ideológicos, presididos por la categoría de cierre). Un «puente» no sólo conecta dos lugares separados por un río o por una depresión del terreno. El «puente» es una imagen de una enorme potencia cultural, pues cuando lo construimos —simbólicamente— estamos creando las mismas orillas que dicho puente une. Expliquemos esto con un poco más de detenimiento. Antes del puente había márgenes, límites; después del puente hay orillas, es decir, hay márgenes y límites que no son sólo márgenes y límites naturales sino construcciones culturales. Al poner en relación las dos orillas, el puente nos muestra que frente a nuestra particular forma de relacionarnos con los otros, con nosotros mismos y con la natura- 10. HERRERA FLORES, Joaquín (2005) El Proceso Cultural. Materiales para la creatividad humana, Aconcagua Libros, Sevilla, pp. 29 y ss. derechos humanos, interculturalidad... 79 leza, existen otras formas culturales de percibir a los seres humanos, de percibirse a sí mismos y de percibir e interactuar con la naturaleza. La categoría cultural —no meramente de ingeniería de caminos— de «puente» nos va a permitir pasar de un lado a otro con nuestros propios parámetros, reconociendo de antemano que vamos a encontrarnos con seres humanos que también portarán parámetros culturales quizá diferentes a los nuestros, pero tan culturales como los que nosotros hemos ido construyendo a lo largo de los siglos11. Reconocer esto, que pareciendo tan simple es, al mismo tiempo, tan complejo y difícil, es la base necesaria para establecer relaciones pacíficas con los diferentes. En tercer lugar, debemos añadir algo más. Un puente sirve —lo que es ya mucho— para construir las orillas y pasar de un proceso cultural a otro. En este momento, debemos dar un paso más y centrar la atención en el fin, en el telos u objetivo, de ese paso. O bien pasamos el puente para invadir al otro y reducir a cenizas sus representaciones culturales (además de todo lo que se interponga en el camino del imperialismo colonial); o bien, cruzamos el puente para comparar, discutir y, en el mejor de los casos, para compartir nuestras diferencias, para mezclarlas y para construir algo nuevo. El fiel de la balanza es lo que en otra ocasión llamábamos el «circuito de reacción cultural». Veamos en el cuadro siguiente los diferentes tipos de acercamiento a lo cultural en función de las categorías de apertura o de cierre del mismo. 11.Tesis que desarrolla la obra de Frank BAER, El Puente de Alcántara, Edhasa, Barcelona, 13ª reimpresión, 1997; obra que muestra cómo durante un breve lapso de tiempo judíos, árabes y cristianos tuvieron la posibilidad de «cruzar» el puente que pudo haberlos unido en el camino de la historia, pero que el ansia de riquezas y de poder acabaron por destruir. Véanse, por ejemplo, las palabras del judío Ibn Eli que, alertado por el peligro de la ortodoxia, dice de sus propios correligionarios: «Lo triste es que cierta gente se haya hecho de la noche a la mañana con la voz cantante. No sólo en la corte, sino también en el bazar. Y no estoy hablando de los ortodoxos fanáticos, que ya los conocemos. Hablo de los pequeños comerciantes y artesanos, que han empezado a mostrar un nauseabundo fervor religioso desde que los negocios no marchan tan bien. Hablan de defender la verdadera fe, y en realidad lo único que pretenden es acabar de raíz con la competencia. No tengo miedo de la gente que quizá podría criticarme por haber mantenido buenas relaciones con un «hadjib» caído en desgracia. A los que temo es a esos fanáticos que salen arrastrándose de sus agujeros para quemar primero libros, y después hombres» (p. 554 de la edición citada) 80 Procesos culturales emancipadores Apertura de los circuitos de reacción cultural: procesos culturales en los que todos los actores sociales pueden reaccionar creando producciones culturales en función de los entornos de relaciones en que están situados (procesos culturales «propiamente dichos»). Por ejemplo, las luchas feministas contra el patriarcalismo. Apertura a otros procesos culturales: procesos culturales abiertos a la interacción con otros procesos culturales; procurando la creación de espacios de encuentro basados en la igualdad de acceso a bienes y en la igual capacidad para hacer valer sus convicciones (procesos interculturales) Apertura al cambio social: procesos en los que los actores sociales pueden construir «contenidos de la acción social» que vayan transformando las «metodologías de la acción social» hegemónica (procesos democráticos radicales: complementariedad entre los aspectos formales y participativos de la democracia) joaquÍn herrera flores Procesos culturales reguladores Cierre de los circuitos de reacción cultural: procesos culturales en los que se impide a algunos o a todos los actores sociales la creación de producciones culturales, bloqueando la posibilidad de intervenir en los entornos de relaciones en que están situados (procesos ideológicos). Ver, como ejemplo, el patriarcalismo como sistema de valores que impide a las mujeres su pleno carácter de grupo social diferenciado que lucha por construir sus «caminos de dignidad». Cierre a otros procesos culturales: procesos culturales cerrados a la interacción con otros procesos culturales en régimen de igualdad económica y negando la igual capacidad para hacer valer sus propias convicciones (procesos coloniales) Cierre al cambio social: procesos en los que los actores sociales no pueden construir «contenidos de la acción social» alternativos a los dominantes ni, por consiguiente, alterar la «metodología de la acción social» hegemónica (procesos totalitarios o procesos democráticos reducidos a sus aspectos formales) Según esta categoría definidora de todo proceso cultural, los productos culturales no son más que reacciones ante los entornos de relaciones sociales, psíquicas y medioambientales que construimos y en los que vivimos. Si cruzamos el puente para impedir —cierre del circuito de reacción cultural— a los habitantes de la otra «orilla» que puedan reaccionar ante las nuevas situaciones que se les vienen encima cuando nosotros cruzamos el puente, estaremos construyendo no un espacio cultural sino un «espacio colonial» bajo el que el colonizado deja incluso de ser considerado como un ser humano que actúa tan culturalmente como nosotros, para pasar a ser concebido como un engranaje más de la maquinaria extractora de recursos que después engullirá el insaciable monstruo de mil cabezas que se llama «La Metrópolis». derechos humanos, interculturalidad... 81 Ahora bien, si cruzamos el puente para potenciar —apertura del circuito— las condiciones para que todas y todos podamos ejercer esa capacidad propiamente humana de reaccionar creativamente frente al entorno en el que se vive, estaremos construyendo el camino para que entre los que habitamos por lo menos dos procesos culturales podamos iniciar la edificación del espacio de traducción y de interacción necesario para el diálogo y la comprensión mutuas. Es decir, no bastan las buenas intenciones de «recibir» o de «acudir» al otro. Es necesario añadir una voluntad «anti-patriarcal», «intercultural» y político/democrática de creación de condiciones sociales, institucionales y económicas que permitan a los «otros» y a las «otras» adquirir suficiente fuerza para disentir, resistir y proponer alternativas en un plano de igualdad y de horizontalidad. Y en último lugar afirmar que estos espacios no van a darse por sí solos. Es preciso que realmente queramos y despleguemos una «voluntad» de apertura de los circuitos de reacción cultural para todas las formas de explicar, interpretar e intervenir en el mundo que conviven, conflictiva o pacíficamente, junto y con las nuestras. Sólo así se podrán ir construyendo las necesarias zonas de contacto —de espacios culturales o zonas de mediación— que sirvan para materializar el resultado del encuentro entre las orillas, es decir, entre las diferentes y plurales formas de reaccionar culturalmente frente a la realidad. Por tanto, cuando hablamos de «espacios culturales» no lo estamos haciendo ni de «contextos» (los cuales, están necesariamente en su base), ni de «procesos culturales» (ya que estos se manifiestan en dichos espacios). Hablamos, entonces, de lugares de encuentro con los otros. Estos vendrán —o no— a dialogar y a construir zonas de contacto con nosotros, y nosotros iremos —o no— a construirlas con ellos, no en función de alguna esfera ideal o trascendente de valores que nos empuje a dejarnos interpelar por los otros —o a negarles su propia naturaleza de animales culturales—, sino por el despliegue positivo o el cierre dogmático a la necesaria voluntad que permita a los seres humanos que comparten procesos culturales diferentes traducirse y encontrarse. Estas reflexiones nos conducen a afirmar que la polémica sobre los derechos humanos en el mundo contemporáneo se ha centrado en dos visiones, dos racionalidades y dos prácticas. En primer lugar, una visión abstracta, vacía de contenidos y referencias a las circunstancias reales de las personas y centrada en torno a la concepción occidental de derecho y el valor de la identidad. Y, en segundo lugar, una visión localista en 82 joaquÍn herrera flores la que predomina lo propio, lo nuestro con respecto a lo de los otros y centrada en torno a la idea particular de cultura y el valor de la diferencia. Cada una de estas visiones de los derechos propone un determinado tipo de racionalidad y una versión de cómo ponerlos en práctica. Visión abstracta Visión localista Racionalidad Jurídico/Formal Racionalidad Material/Cultural Prácticas universalistas Prácticas particularistas. Ambas visiones contienen razones de peso para ser defendidas. El derecho, visto desde su aparente neutralidad, pretende garantizar a «todos», no a unos frente a otros, un marco de convivencia común. La cultura, vista desde su aparente cierre local, pretende garantizar la supervivencia de unos símbolos, de una forma de conocimiento y de valoración que orienten la acción del grupo hacia fines preferidos por sus miembros. El problema surge cuando cada una de estas visiones se defiende por su lado y tiende a considerar inferior o a desdeñar lo que la otra propone. El derecho por encima de lo cultural o viceversa. La identidad como algo previo a la diferencia o viceversa. Ni el derecho, garante de la identidad común, es neutral; ni la cultura, garante de la diferencia, es algo cerrado. Lo relevante es construir una cultura de los derechos que recoja en su seno la universalidad de las garantías y el respeto por lo diferente. Pero esto supone ya otra visión que asuma la complejidad del tema que abordamos.12 Esta visión compleja de los derechos humanos es la que hemos querido desplegar en estas páginas. Su esquema será el siguiente: Visión compleja Racionalidad de resistencia Práctica intercultural Con esta visión queremos superar la polémica entre el pretendido universalismo de los derechos y la aparente particularidad de las culturas. Ambas afirmaciones son el producto de visiones sesgadas y reduccionistas de la realidad. Ambas acaban ontologizando y dogmatizando sus puntos de vista al no relacionar sus propuestas con los contextos reales. Veamos un poco más detenidamente las diferencias entre estas tres visiones de los derechos. 12.Véase el capítulo primero «Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la paz» derechos humanos, interculturalidad... 83 Las visiones abstracta y localista de los derechos humanos suponen siempre situarse en un centro desde el que interpretar todo lo demás y a todos los demás. En este sentido da igual que se trate de una forma de vida concreta o de una ideología jurídica y social. Ambas funcionan como un patrón de medida y de exclusión. De estas visiones surge un mundo desintegrado pues toda centralización implica atomización. Siempre habrá algo que no esté sometido a la ley de la gravedad dominante y que debe quedar marginado del análisis y de la práctica. Es útil recordar aquí aquella imagen con la que Robert Nozick13 justificaba metodológicamente su Estado mínimo: hacer una foto de la realidad eligiendo el plano que queremos resaltar y, en el estudio, recortar por todos los lados hasta llegar a la imagen que nos conviene. Al final lo excluido es de un modo abrumador mucho más importante que lo incluido. Y, sin embargo, lo excluido va a ser regido y determinado por el centro que hemos impuesto al conocimiento y la acción. Por esta razón, la visión compleja de los derechos apuesta por situarnos en la periferia. Centro sólo hay uno. Lo que no coincida con él es abandonado a la marginalidad. Periferias, sin embargo, hay muchas. En realidad todo es periferia, si aceptamos que no hay nada puro y que todo está relacionado14. Una visión desde la periferia de los fenómenos nos indica que debemos dejar la percepción de «estar en un entorno», como si fuéramos algo ajeno a lo que nos rodea y que hay que dominar o reducir al centro que hemos inventado. No estamos en el entorno. «Somos el entorno». No podemos describirnos a nosotros mismos sin describir y entender lo que es y lo que hace el entorno del que formamos parte. Y, 13.NOZICK, R. (1986) Anarchy, State and Utopie, Oxford, Basil Blackwell. 14.Citemos el ejemplo de las manifestaciones expresadas por una joven chicana propuesto por Renato Rosaldo en su texto Cultura y verdad: «Una persona se las arregla desarrollando una tolerancia hacia las contradicciones, una tolerancia hacia la ambigüedad. Aprende a ser india en la cultura mexicana, a ser mexicana desde un punto de vista anglosajón. Aprende a hacer juegos malabares con las culturas. Tiene una personalidad plural, funciona de modo plural –nada es desechado, ni lo bueno, ni lo malo ni lo horrible, nada es rechazado, nada abandonado. No sólo vive con las contradicciones, transforma la ambivalencia en algo diferente» (cit. en FEYERABEND, P. (1995) «Contra la inefabilidad cultural, el objetivismo ,el relativismo y otras quimeras» Archipiélago. Cuadernos de crítica de la cultura, 20. Este texto nos demuestra que hoy en día los pretendidos núcleos centrales de las culturas nos enseñan muy poco acerca de las mismas; son los problemas de límites, de periferias que se tocan las unas a las otras, los que nos enseñan mucho más acerca de lo que somos y en donde estamos situados. 84 joaquÍn herrera flores sin embargo, nos han educado para vernos y «vivirnos» como si fuéramos entes aislados de conciencia y de acción, puestos en un mundo que no es nuestro, que nos es extraño, que es diferente a lo que somos y hacemos, y, por ello mismo, podemos dominar y explotar. Ver el mundo desde un pretendido centro, supone entender la realidad material como algo inerte, pasivo; algo a lo que hay que dar forma desde una inteligencia ajena a ella. Ver el mundo desde la periferia, implica entendernos como manojos de relaciones que nos atan, tanto interna como externamente, a todo lo demás y a todos los demás. La soledad del centro supone la dominación y la violencia. La pluralidad de las periferias, el diálogo y la convivencia. Sería como comparar la visión panorámica y fronteriza del film La mirada de Ulises dirigida por Theo Angelopoulos, con el simplismo violento y jerarquizado de Rambo. En segundo lugar, las visiones abstracta y localista se enfrentan a un problema común: el del contexto. Para aquella hay una falta absoluta de contexto, ya que se desarrolla en el vacío de un esencialismo peligroso en cuanto que no se considera como tal, sino que habla de hechos y datos de «la» realidad. Para la otra, hay un exceso de contexto, que al final se difumina en el vacío que provoca la exclusión de otras perspectivas: otro esencialismo que sólo acepta lo que incluye, lo que incorpora y lo que valora; mientras que excluye y desdeña lo que no coincide con él. Dialéctica abstracto/local que tan magníficamente se expresa en los personajes sombríos y atormentados de las novelas de Joseph Conrad. Para la visión compleja el contexto no es un problema. Es precisamente su contenido: la incorporación de los diferentes contextos físicos y simbólicos en la experiencia del mundo. ¡Cuánto no aprenderíamos sobre derechos humanos escuchando las historias y narraciones acerca del espacio que habitamos expresadas por voces procedentes de diferentes contextos culturales!. De la visión cerrada de Conrad, llegaríamos a la participación «carnavalesca» y «rabailesiana» de la realidad propuesta por el gran Mihail Bajtin15. Por último, las visiones abstracta y localista del mundo y de los derechos nos conducen a la aceptación ciega de discursos especializados. Provenga de un philosophe o de un chamán, el conocimiento estará relegado a una casta que sabe qué es lo universal o que establece los límites de lo particular. 15.BAJTIN, M. (1998) La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento. El contexto de François Rabelais, Madrid, Alianza. derechos humanos, interculturalidad... 85 Por el contrario, la visión compleja asume la realidad y la presencia de múltiples voces, todas con el mismo derecho a expresarse, a denunciar, a exigir y a luchar. Sería como pasar de una concepción representativa del mundo a una concepción democrática en la que primen la participación y la decisión colectivas. Ahora bien, ¿qué tipo de racionalidad y de práctica social surgen de cada una de estas visiones sobre los derechos? Afirma el maestro George Steiner que quienes se sumergen a grandes profundidades cuentan que, llegados a cierto punto, el cerebro humano se ve poseído por la ilusión de que es de nuevo posible la respiración natural. Cuando esto ocurre, el buzo se quita la escafandra y se ahoga. Se emborracha con un hechizo fatal llamado le vertige des grandes profondeurs. De ahí los intentos sistemáticos y legislativos por (llegar a) una finalidad acordada16. Steiner intenta mostrar el horror que produce la multidimensionalidad de lo real y las infinitas posibilidades de interpretación que existen. Tanto la visión abstracta como la localista abominan del continuo flujo de interpretaciones y reinterpretaciones. Cada una por su lado intentan poner un punto final hermenéutico que determine la racionalidad en sus análisis y propuestas. Por un lado, la visión abstracta sistematiza su «punto final» bajo las premisas de una racionalidad formal. Ocuparse únicamente de la coherencia interna de las reglas y su aplicación general a diferentes y plurales contextos es una treta conceptual e ideológica para no ahogarse, para no sentir el vértigo de la pluralidad e incertidumbre de la realidad, y, asimismo, una coartada bien estructurada para sus pretensiones universalistas. En última instancia, el formalismo es un tipo básico de determinismo. Dado que la «estructura» de nuestro lenguaje y, supuestamente, de nuestro pensamiento está sometida a reglas, se deduce que la realidad está «estructurada» del mismo modo. Si la realidad se resiste a la forma, peor para la realidad. A consecuencia de la concepción aislada del yo con respecto del mundo y del propio cuerpo, el formalismo reduce la acción cultural a intervención sobre palabras y símbolos, nunca sobre la realidad material o corporal. El mundo y el cuerpo se verán siempre como algo ajeno o, cuando menos, problemático. Palabras sobre palabras. Transformación de palabras; a lo más, de símbolos. Nunca incidiendo 16.STEINER, G. (2007) Presencias reales. ¿Hay algo en lo que decimos?, Barcelona, Destino. 86 joaquÍn herrera flores sobre el trasfondo real del cual formamos parte inescindible. Desde esa visión abstracta y esa racionalidad formal, lo que único que parece significativo es lo que puede ser «anotado» simbólica o numéricamente. No se trata del problema que produce tratar los hechos sociales como cosas, sino cómo hacer que los hechos sociales lleguen a ser cosas. El formalismo supone un endurecimiento de la realidad que permita cuantificar y «representar» en un «molde prefijado» la riqueza y movilidad sociales. Hay sólo un paso desde la conciencia de la complejidad a la «statistical objetification». Todo ello a pesar de que la realidad es mucho más amplia que la lógica o la estadística y que éstas deberían servir a aquella y no al revés17. Al reducir la racionalidad a la coherencia interna de reglas y principios, la visión abstracta de los derechos obviará algo muy importante para el entendimiento de la sociedad y de los derechos: las reglas y principios reconocidos jurídicamente estarán sometidos a las exigencias de coherencia y falta de lagunas internas. Pero, a su vez, esta racionalización de lo real en términos jurídicos no tendrá en consideración la «irracionalidad de las premisas» sobre las que se sostiene y a las cuales pretende conformar desde su lógica y su coherencia. Este es el límite de todo «garantismo jurídico», de toda invocación formal o neutral del Estado de derecho, de toda política representativa 18. Si la realidad se 17.Ejemplo de lo que venimos criticando se encuentra en la monografía de Salais, Baverez y Reynaud, La invención del paro en Francia. Historia y transformaciones desde 1890 hasta 1980, publicado por el Ministerio de Trabajo, Madrid, 1990. El «endurecimiento» de la realidad que suponen el formalismo y la cuantificación no son casuales ni están separados de los intereses de poder: ver SERVERIN, E. (1985) De la jurisprudence en droit privé: théorie d’une practique, Presses Universitaires de Lyon, Lyon, en el que se analiza la labor de taxonomía y clasificación abstractas de la realidad por parte del poder judicial; y, también, DASTON L., «The domestication of risk: mathematical probability and insurance, 1650-1830» en KRUEGER, L., (edit.), The Probabilistic Revolution: Volumen I, Ideas in History, MIT Press, Cambridge MA, en relación a la funcionalidad de los análisis estadísticos con el surgimiento y consolidación de las empresas de seguros de vida. Cfr., el interesante ensayo de Alain DESROSIÈRES (1990) «How to Make Things Which Hold Together: Social Science, Statistics and the State», en WAGNER, P, WITTROCK, B. and WHITLEY, R. (edit.), Discourses on Society. The Shaping of the Social Science Disciplines, Sociology of the Sciences Yearbook, vol. XV, KLUWER, Dordrecht, pp. 195-218 (existe trad. cast. en Archipiélago. Cuadernos de crítica de la cultura, 20, 1995, pp.19-31). 18.RANCIÉRE, J., «11 Tesis sobre política», accesible en: http://aleph-arts.org/pens/11tesis. html (24 de enero de 2008) derechos humanos, interculturalidad... 87 rige por el mercado y en éste no existe más racionalidad que la de la mano invisible, esa racionalidad irracional no podrá ser regida por la racionalidad racional del derecho, a menos que éste cumpla la misión de «garantizar», no las libertades y derechos de los ciudadanos, sino las libertades y derechos necesarios para el mercado, la libre competencia y la maximización de los beneficios19; o sea, todos aquellos «a priori» del liberalismo económico y político. Estamos, pues, ante una racionalidad que universaliza un particularismo: el del modo de producción y de relaciones sociales capitalista, como si fuera el único modo de relación humana. La racionalidad formal culmina en un tipo de práctica universalista, que, podríamos calificar de universalismo de partida, a priori, un pre-juicio al cual debe adaptarse toda la realidad. Todos tenemos derechos por el hecho de haber nacido. Pero con qué derechos se nace; cuál es su jerarquía interna y cuáles son las condiciones sociales de su aplicación e interpretación, son materias que no corresponden a la visión abstracta, o, lo que es lo mismo, descontextualizada de los derechos. Al salirse del contexto, el formalismo necesita crear una nueva realidad cuyos componentes pasan de ser meras abstracciones lingüísticas a convertirse en cosas. Aún más, se convierten en cosas equivalentes que se sostienen entre sí: p.e. supuesto de hecho y consecuencia jurídica. La cuestión no reside en preguntarse si estos elementos son o no equivalentes y se sostienen o no entre sí (esto significaría caer en la trampa del formalismo); sino más bien en preguntarse ¿quién decide tratar a esos elementos como equivalentes y con qué fines aparecen como objetos que se sostienen entre sí sin referencia a sus contextos sociales, económicos, políticos o culturales?. Esta visión abstracta induce a reducir los derechos a su componente jurídico como base de su universalismo a priori. La práctica social por los derechos deberá pues reducirse a la lucha jurídica. Por muy importante que esta lucha sea, dada la función de garantía que el derecho puede y debe cumplir, reducir la práctica de los mismos al ámbito de la norma nos llevaría a aceptar como principio esa contradicción básica de todo formalismo: racionalidad interna e irracionalidad en las premisas. ¿Qué ocurre con los que nos negamos a aceptar esas premisas irracionales, esa lógica del mercado que homogeneiza todo lo que por ella pasa?. 19. HINKELAMMERT, F. (1978) Las armas ideológicas de la muerte, Salamanca, Sígueme. Y del mismo autor (2005) Solidaridad o suicidio colectivo, Universidad de Granada. 88 joaquÍn herrera flores El mercado necesita de un orden jurídico formalizado que garantice el buen funcionamiento de los derechos del propietario. Ese orden jurídico, con todo su trasfondo ético y político, es el que se universaliza a priori, desplazando del análisis cuestiones tales como el poder, la diversidad o las desigualdades. Es lo que constituye lo racional y lo razonable. En él coinciden lo real y lo racional. Síntesis final. Unidad de los opuestos. Lo universal. ¿Constituye una salida a ese universalismo abstracto reivindicar lo local, lo particular?. A causa del imperialismo de lo universal a priori han surgido voces que exigen una vuelta a lo local como reacción comprensible frente a los desmanes y abusos de tal colonialismo conceptual. Sin embargo, el localismo también se ahoga frente a la pluralidad de interpretaciones y, a su modo, también construye otro universalismo, un universalismo de rectas paralelas que sólo se encontrarán en el infinito del magma de las diferencias culturales. El «localismo» sistematiza su «punto final» bajo las premisas de una racionalidad material que se resiste al universalismo colonialista desde los presupuestos de «lo propio». Se cierra sobre sí mismo. Resistiéndose a la tendencia universalista a priori a despreciar las «distinciones» culturales con el objetivo de imponer una sola forma de ver el mundo, el localismo refuerza la categoría de distinción, de diferencia radical, con lo que en última instancia, acaba defendiendo lo mismo que la visión abstracta del mundo: la separación entre nosotros y ellos, el desprecio a lo otro, la ignorancia con respecto a que lo único que nos hace idénticos es la relación con los otros; la contaminación de otredad. De aquel universalismo de punto de partida, llegamos al universalismo de rectas paralelas, de átomos que sólo se encuentran cuando chocan entre sí. Es una reacción natural enfrentarse a la eliminación de las diferencias que provoca el universalismo abstracto. Pero contraponer a éste la existencia de esencias diferenciales que pueden rastrearse únicamente por una arqueología histórica provoca nuevas distorsiones al dedicarse, en el mejor y más pacífico de los casos, a superponer, sin interrelacionar, formas culturales diferentes. Estamos ante la postura «nativista». O, lo que es lo mismo, ante, por ejemplo, los esencialismos de la «negritud», de lo «latinoamericano», de lo «femenino», de lo «occidental»...como formas de absolutizar identidades. Adorar estas identidades esenciales es tan perverso como abominar de ellas: es dejar la historia de la humanidad al arbitrio de esencialidades ajenas a la experiencia y que pueden conducir al enfrentamiento de los seres humanos entre sí. Esta racionalidad «nativista» derechos humanos, interculturalidad... 89 conduce a una práctica comúnmente denominada multicultural de los derechos como conclusión necesaria de su universalismo de rectas paralelas. El término «multicultural» o bien no dice nada, dada la inexistencia de culturas separadas, o bien conduce a superponer, al estilo de un museo, las diferentes culturas y formas de entender los derechos. El multiculturalismo respeta las diferencias, absolutizando las identidades y difuminando las relaciones jerárquicas —dominados/dominantes— que se dan entre las mismas. Tal y como ha defendido en múltiples ocasiones Peter McLaren20 la visión abstracta, en lo que concierne a la polémica sobre las diferencias culturales, nos lleva a un multiculturalismo conservador: existen muchas culturas, pero sólo una puede considerarse el patrón oro de lo universal. Por su parte, la visión localista nos conducirá a un multiculturalismo liberal de tendencia progresista: todas las culturas son iguales, no hay más que establecer un sistema de cuotas o de «afirmative action» para que las «inferiores» o «patológicas» puedan acercarse a la hegemónica, pero, al estilo de lo políticamente correcto, respetando siempre la jerarquía dominante. Otorgar voz y presencia en función de las diferentes posiciones sociales es una forma de ocultar que la «diferencia», en muchas ocasiones, no es más que una consecuencia de las desigualdades que se dan en el inicio o bien en el desarrollo del proceso de relaciones sociales. Hay que dar un paso más. Como defendió Lukács, los efectos más importantes de la implantación del capitalismo a nivel conceptual son los de la fragmentación y la cosificación de lo que entendemos separada y aisladamente del contexto. Estamos ante la forma más sutil de hegemonía. La misma posición post-moderna, con su insistencia en la falta de discursos globalizadores, no es más que otra forma, quizá indirecta, puede que inconsciente, de aceptar esa fragmentación y esa cosificación de las relaciones sociales. Por eso, nuestra visión compleja de los derechos apuesta por una racionalidad de resistencia. Una racionalidad que no niega que puede llegarse a una síntesis universal de las diferentes opciones frente a los 20.Cfr. entre otros muchos textos del autor norteamericano discípulo de Paulo Freire, MCLAREN, P. (1997) Pedagogía crítica y cultura depredadora. Políticas de oposición en la era postmoderna, Paidós, Barcelona. Ver también, Douglas KELLNER (1995) Media Culture: cultural studies, identity and politics between the modern and the postmodern, Routledge, esp. cap. 3. 90 joaquÍn herrera flores derechos. Y tampoco descarta la virtualidad de las luchas por el reconocimiento de las diferencias étnicas o de género. Lo que negamos es considerar lo universal como un punto de partida o un campo de desencuentros. A lo universal hay que llegar —universalismo de llegada o de confluencia— después (no antes de) un proceso conflictivo, discursivo, de diálogo o de confrontación en el que lleguen a romperse los prejuicios y las líneas paralelas. Hablamos del entrecruzamiento, no de una mera superposición, de propuestas. El universalismo abstracto mantiene una concepción unívoca de la historia que se presenta como el patrón oro de lo ético y lo político. La lucha por lo local nos advierte de que ese final de la Historia nos conduce al renacimiento de las historias. Pero no basta con rechazar el universalismo, sino hay que denunciar también que cuando lo local se universaliza lo particular se invierte y se convierte en otra ideología de lo universal. Al invertir en universal y necesario lo que no es más que un producto de la contingencia y de la interacción cultural se presenta como verdad absoluta. Lo universal y lo particular están siempre en tensión. Dicha tensión es la que asegura la continuidad tanto de lo particular como de lo universal, evitando tanto el particularismo como el universalismo. Decir que lo universal no tiene contenidos previos, no significa que sea algo así como un conjunto vacío donde todo lo particular se mezcle sin razón. Hablamos mejor de un universalismo que no se imponga, de un modo u otro, a la existencia y a la convivencia, sino que se vaya descubriendo en el transcurrir de la convivencia interpersonal e intercultural. Si la universalidad no se impone, la diferencia no se inhibe. Sale a la luz. Nos encontramos a lo otro y a los otros con sus pretensiones de reconocimiento y de respeto. Y en ese proceso —denominado por nosotros como «multiculturalismo critico o de resistencia»—, a la par que vamos rechazando los esencialismos universalistas y particularistas, vamos dando forma al único esencialismo válido para una visión compleja de lo real: el crear condiciones para el desarrollo de las potencialidades humanas, de un poder constituyente difuso que se componga, no de imposiciones o exclusiones, sino de generalidades compartidas a las que llegamos, no desde las que partimos. No vale acusar, por ejemplo, a los países no occidentales de boicotear las Conferencias internacionales de derechos humanos de finales del siglo XX a causa de su apelación a sus culturas. En el proceso de todas esas reuniones se ha exigido, por parte de Occidente, la inclusión de cláusulas de respeto por el libre comercio y las instituciones dedicados derechos humanos, interculturalidad... 91 a imponerlo en todo el mundo empobrecido, y se hace como si se tratara de un dogma cerrado que se sitúa fuera del debate21. En ese sentido, tampoco es válido partir de un rechazo a todas las ideas occidentales sobre derechos humanos como si fueran todas ellas producto del colonialismo y del imperialismo. Negar «absolutamente» la visión occidental de los derechos humanos conduce a las culturas y países que lo hacen a aceptar que es la cultura occidental la única que los postula y defiende, el patrón oro desde el que identificar la lucha por la dignidad humana. Esta pretensión de esencialismo étnico provoca el autodesprecio hacia la larga tradición no occidental de lucha por la dignidad. Tanto una como otra posición parten de universalizaciones y de exclusiones, no de procesos que nos permitan llegar al conjunto de generalidades que todos podríamos compartir22 Nuestra racionalidad de resistencia conduce, pues, a un universalismo de contrastes, de entrecruzamientos, de mezclas 23 Un universalismo impuro que pretende la interrelación más que la superposición. Un universalismo que no acepta la visión microscópica que de nosotros mismos nos impone el universalismo de partida o de rectas paralelas. Un universalismo que nos sirva de impulso para abandonar todo tipo de cierre, sea cultural o epistémico, a favor de energías nómadas, migratorias, móviles, que permitan desplazarnos por los diferentes puntos de vista sin pretensión de negarles, ni de negarnos, la posibilidad de la lucha por la dignidad humana. 21. «La ONU y la Globalización», accesible en: http://www.conoze.com/doc.php?doc=1466 (24 de enero de 2008). 22.La forma de ir saliendo de esos atolladeros es «buscar rasgos que conecten el ‘interior’ de un lenguaje o una teoría o una cultura con su ‘exterior’, y de este modo reducir la ceguera inducida conceptualmente a las causas reales de la incomprensión, que son la inercia, el dogmatismo, la distracción y la estupidez, habituales, normales, corrientes y molientes. No se niegan las diferencias entre lenguajes, formas de arte, costumbres. Pero (habría que atribuirlas) a accidentes de ubicación y/o historia, no a esencias culturales claras, inequívocas e inmóviles: potencialmente cada cultura es todas las culturas» FEYERABEND, P., op. cit, p. 50. Al texto de Feyerabend sólo le falta hacer una referencia a los intereses económicos y de poder como causas de los pretendidos «cierres culturales» para servirnos por completo en nuestro análisis. 23.Nuestra propuesta es coincidente con la de una universalidad analógica, histórica y situada que ha planteado J. C. SCANNONE (1990-) en su texto Nuevo punto de partida en la filosofía latinoamericana, Guadalupe, Buenos Aires. Asimismo, consúltese Milton SANTOS (1996) Técnica, Espaço, Tempo. Globalizaçao e meio técnico-científico informacional, Editora Hucitec, Sao Paulo, esp. cap. V, pp. 163-188. 92 joaquÍn herrera flores La última esperanza para el pensamiento —nos recordaba Adorno en su Minima Moralia— es la mirada que se desvía del camino trillado, el odio a la brutalidad, la búsqueda de conceptos nuevos todavía no acoplados al esquema general. Necesitamos de una racionalidad sin hogar, descentrada y exiliada de lo convencional y lo dominante24. El problema no radica en la preocupación por la forma, sino en el formalismo. El problema no reside en la lucha por la identidad, sino en el esencialismo de lo étnico o de la diferencia. Ambas tendencias otorgan estabilidad ontológica y fija a algo que no es más que una, otra, construcción humana. Por ello, proponemos un tipo de práctica, no universalista ni multicultural, sino intercultural. Toda práctica cultural es, en primer lugar, un sistema de superposiciones entrelazadas, no meramente superpuestas. Este entrecruzamiento nos empuja hacia una práctica de los derechos insertándolos en sus contextos, vinculándolos a los espacios y las posibilidades de lucha por la hegemonía y en estrecha conexión con otras formas culturales, de vida, de acción, etc. En segundo lugar, nos induce hacia una práctica social nómada que no busque «puntos finales» al cúmulo extenso y plural de interpretaciones y narraciones humanas. Una práctica que nos discipline en la actitud de movilidad intelectual absolutamente necesaria en una época de institucionalización, regimentación y cooptación globales. Y, por último, caminaríamos hacia una práctica social híbrida. Nada es hoy «puramente» una sola cosa. Como afirma Edward W. Said, necesitamos una práctica híbrida y antisistémica que pueda construir «discontinuidades renovadas y casi lúdicas, cargadas de impurezas intelectuales y seculares: géneros mezclados, combinaciones inesperadas de tradición y novedad, experiencias políticas basadas en comunidades de esfuerzo e interpretación (en el sentido más amplio de la palabra), más que en clases y corporaciones de poder, posesión y apropiación»25. Una práctica, pues, creadora y recreadora de mundos que esté atenta a las conexiones entre las cosas y las formas de vida que no nos priven de «los otros ecos que habitan el jardín». 24.ADORNO, Th. W. (1987) Minima Moralia. Reflexiones desde la vida dañada, Madrid, Taurus. 25.SAID, E. W. (1996) Cultura e imperialismo, Anagrama, Barcelona, p. 514. Ver, asimismo, Boaventura de Sousa SANTOS (2000) A crítica da razao indolente. Contra o desperdício da experiência, Cortez Editora, Sao Paulo. Y José Manuel OLIVEIRA MENDES (2002) «O desafio das identidades» en Boaventura de Sousa Santos (org.), A Globalizaçao e as Ciências Sociais, Cortez Editora, Sao Paulo, pp. 503-540. derechos humanos, interculturalidad... 93 Ante todo esto, la reflexión sobre la interculturalidad nos conduce a una resistencia activa contra los derroteros que está tomando este tema en los debates contemporáneos. Como ejemplo, apliquemos la metodología expuesta al caso de las migraciones, ya que en él es donde se ponen en evidencia las consecuencias de los discursos multiculturalistas conservadores o liberales. Debemos resistirnos, en primer lugar, al discurso que reduce el tema migratorio a la lucha contra los tráficos ilegales, dado que la racanería de los gobiernos a la hora de «dar papeles» no concuerda con las necesidades de la mano de obra necesaria, a menos que lo que se pretenda sea mantener «a raya» a los que no tienen otro remedio que aceptar condiciones esclavizantes de trabajo, con lo que, indirectamente se están potenciando las redes de tráfico ilegal de personas. En segundo lugar, resistirnos a considerar la problemática que presentan las migraciones como un problema policial y de control de fronteras. Asistimos a la generalización de un nuevo orden global sustancialmente distinto del orden internacional de décadas pasadas. Cada vez nos regimos menos por tratados y convenciones internacionales y más por las manos «bien visibles» de los mercados, transnacionalmente interrelacionados, y que obedecen en última instancia a asegurar más la eficiencia del sistema que a ajustar los desequilibrios económicos, sociales y culturales que, intencionadamente o no, generan. Como viene afirmando la teoría social contemporánea, si queremos abordar con «realismo» los flujos migratorios —y, con ellos, los temas suscitados por el contacto entre culturas—, debemos encarar el fenómeno desde tres reconocimientos: 1) El mundo se caracteriza básicamente por desequilibrios profundos, tanto a nivel de libertades civiles como de derechos sociales, económicos y culturales; 2) Las fronteras, sobre todo, las fronteras-fortalezas, son mecanismos esenciales para mantener las desigualdades entre naciones; y 3) El control de las fronteras representa la línea crítica de división entre el mundo desarrollado, «el centro» y las periferias económicas crecientemente subordinadas. Y, en último lugar, debemos resistirnos a percibir la «realidad» de la inmigración y del contacto entre culturas como la principal generadora de problemas sociales en la época en que vivimos. Es muy fácil, sobre todo después del 11 de Septiembre, justificar la superioridad del valor de la seguridad por encima del resto de valores que inspiran los derechos humanos. Y, más fácil aún, hallar en el inmigrante o en el diferente el «chivo expiatorio» en el que situar nuestras frustraciones y nuestra incapacidad 94 joaquÍn herrera flores política para resolver los problemas de la delincuencia organizada, así como el de los débiles sistemas de pensiones que nos auguran un futuro incierto y problemático. El populismo de extrema derecha se nutre de estas incapacidades de los Estados de Derecho. Contra esta tendencia, debemos reconocer, primero, el papel beneficioso que en todas las épocas históricas han supuesto las migraciones, las mezclas, los mestizajes. Y, segundo, hacer llegar a la opinión pública las ventajas laborales, fiscales y culturales que la inmigración nos está aportando a todos 26. 26.Por estas razones, hay que leer con cautela las Diez tesis sobre la inmigración propuestas por Agnes Heller. Según la profesora de la New School for Social Research, hay que establecer «semáforos» de comportamiento para evitar el choque entre partes distintas; estos semáforos se basarían en un principio general: «la emigración es un derecho humano, mientras que la inmigración no lo es». En otras palabras, si alguien quiere «salir» no se le debe poner ningún problema ya que tiene el «derecho» a hacerlo; pero si lo que quiere es «entrar», ya no hablamos de derechos, sino de «privilegios», los cuales deben ser regulados por los de dentro. La cautela de la lectura, y no el rechazo inmediato de lo que propone Heller, reside en la convicción de la necesidad de acciones que prevean posibles conflictos interculturales e interclasistas. Pero la cuestión no reside en levantar obstáculos o semáforos, sino en construir espacios de mediación en los que podamos transitar estableciendo nuevas relaciones sociales, económicas y culturales. ¿Qué tipo de relación se establece cuando todos estamos detenidos ante el semáforo? ¿No estaríamos volviendo a justificar el atomismo social que confía únicamente en normas heterónomas que parecen imponerse a todos por igual? ¿No constituyen los controles aduaneros y fronterizos un semáforo únicamente para unos y no para otros?. De ahí surge el principio general propuesto por Heller: la emigración es un derecho y la inmigración no. ¿No estamos ante las dos caras de un mismo fenómeno? Si quieres vete, nadie te lo impide ya que es tu derecho «individual». Pero si quieres entrar, pídeme permiso y yo decidiré si te dejo o no te dejo entrar, ya que el derecho de veto es mi derecho «individual» y tu pretensión no es más que un privilegio «colectivo» que puede chocar con mis intereses «individuales». ¿Pudieron los indígenas norteamericanos, africanos, andinos... controlar el «privilegio» de los colonizadores que se establecieron en sus tierras? ¿Pueden los campesinos controlar los «privilegios» de las grandes empresas transnacionales empeñadas en apoderarse, sin tener que deternerse en semáforos de ningún tipo, de todos sus conocimientos ancestrales y patentarlos en su propio beneficio?. ¿Tienen los capitales financieros que detenerse ante algún semáforo? ¿No están siempre en rojo los semáforos que impiden la movilidad de cientos de millones de personas que buscan salidas al empobrecimiento al que los han condenado los «privilegios» y los «derechos» de los poderosos?. Emigrar es inmigrar. Ambos son derechos humanos en la medida en que ambos suponen la construcción de relaciones de reconocimiento, de empoderamiento y de mediación política. Más que poner semáforos, luchemos por construir situaciones de justicia, de solidaridad, de desarrollo, de empoderamiento. Cuando las relaciones sociales dejen de imponer hegemonías unilaterales y partan de una situación de equilibrio y de igualdad, ahí comenzarán a sentarse las bases que eviten el choque entre las partes. La práctica intercultural se define menos por imponer derechos humanos, interculturalidad... 95 Como nos decía Martí, la economía debe ser controlada por la política. Pero no por cualquier política, sino por una política comprometida no sólo con la libre circulación de los capitales, sino también con la libre circulación de las personas; una política ajena a cualquier violación de los derechos recogidos en los textos de derechos humanos; una política, en fin, que nos aporte mecanismos para poder resistirnos, inmigrantes y residentes, a un orden global injusto y desigual. 27 Los derechos humanos en el mundo contemporáneo necesitan de esta visión compleja, de esta racionalidad de resistencia y de estas prácticas interculturales, nómadas e híbridas para superar los escollos universalistas y particularistas que llevan impidiendo un análisis comprometido de los mismos desde hace ya décadas. Los derechos humanos no son únicamente declaraciones textuales. Tampoco son productos unívocos de una cultura determinada. Los derechos humanos son los medios discursivos, expresivos y normativos que pugnan por reinsertar a los seres humanos en el circuito de reproducción y mantenimiento de la vida, permitiéndonos abrir espacios de lucha y de reivindicación. Son procesos dinámicos que permiten la apertura y la consiguiente consolidación y garantía de espacios de lucha por la dignidad humana 28. barreras y más por construir espacios públicos de mediación, intercambio y mestizaje. Ver Sami NAÏR (2002) Las heridas abiertas. Las dos orillas del Mediterráneo. ¿Un destino conflictivo?, Santillana, (Punto de Lectura) Madrid, Prólogo a cargo de Joaquín Estefanía, pp. 9 y ss. 27.En este sentido, véanse los trabajos de Samir AMIN, «Las condiciones globales para un desarrollo sostenible», Jorge ALONSO, «La Democracia, base de la lucha contra la pobreza», Wim DIERCKXSENS, «Hacia una alternativa sobre la ciudadanía» y Vandana SHIVA, «El movimiento Democracia Viva. Alternativas a la bancarrota de la globalización», publicados en la reciente edición en español de Alternativas Sur, nº 1, Vol. 1 (2002) dedicado al tema A la búsqueda de alternativas. ¿Otro mundo es posible?. 28. HERRERA FLORES, Joaquín «Hacia una visión compleja de los derechos humanos»; SÁNCHEZ RUBIO, David «Universalismo de confluencia, derechos humanos y proceso de inversión»; HINKELAMMERT, Franz «El proceso de globalización y los derechos humanos: la vuelta del sujeto», los tres trabajos publicados en HERRERA FLORES, Joaquín (ed.) (2001) El Vuelo de Anteo. Derechos Humanos y crítica de la razón liberal, Desclée de Brouwer, Bilbao, pp. 19-78, 215-244, y 117-128 respectivamente. HINKELAMMERT, Franz (2000) «La negativa a los valores de la emancipación humana y la recuperación del bien común» en Pasos, 90. FORNET BETANCOURT, Raúl (2000) La transformación intercultural de la filosofía, Desclée, Bilbao. SENENT DE FRUTOS, Juan Antonio (1998) Ellacuría y los derechos humanos Desclée, Bilbao, esp. cap. 2, y (1999) «Los derechos humanos y la tensión entre universalidad y multiculturalismo» en Actas del Congreso Internacional 96 joaquÍn herrera flores El único universalismo válido consiste, pues, en el respeto y la creación de condiciones sociales, económicas y culturales que permitan y potencien la lucha por la dignidad: en otras palabras, en la generalización del valor de la libertad, entendida ésta como la «propiedad» de los que nunca han contado en la construcción de las hegemonías. Desde esta caracterización, es necesario abandonar toda abstracción —sea ésta universalista o localista— y asumir el deber que nos impone el valor de la libertad: la construcción de un orden social justo (artículo 28 de la Declaración de 1948) que permita y garantice a todas y a todos luchar por sus reivindicaciones. El mismo grado de violación de la dignidad se da en el caso de las mujeres condenadas a vivir enclaustradas y ajenas a los procesos sociales cotidianos, como en el caso de unos seres humanos empujados por las políticas colonialistas de destrucción de sus países de origen a buscar trabajo en el entorno hostil de un Occidentefortaleza. Reivindicar la interculturalidad no se detiene en el, por otro lado, necesario reconocimiento del otro. Es preciso, también, transferir poder, «empoderar» a los excluidos de los procesos de construcción de hegemonía. Y, asimismo, trabajar en la creación de mediaciones políticas, institucionales y jurídicas que garanticen dicho reconocimiento y dicha transferencia de poder. No somos nada sin derechos. Los derechos no son nada sin nosotros. En este camino no hemos hecho más que comenzar. en el ciencuentenario de la Declaración Universal de los derechos humanos, Asociación Pro Derechos Humanos, Granada. GALLARDO, Helio (2000) Política y transformación social. Discusión sobre derechos humanos, Tierra Nueva, Quito. ETXEBERRÍA, Xabier (1995) Imaginario y derechos humanos desde Paul Ricoeur, Desclée de Brouwer, Bilbao. MEDICI, Alejandro M. (2002) «El campo de los movimientos críticos de la globalización y las alternativas frente al neoliberalismo», en Crítica Jurídica. Revista Latinoamericana de Política, Filosofía y Derecho, 20. SOLÓRZANO ALFARO, Norman José (2001) «Los marcos categoriales del pensamiento jurídico moderno: avances para la discusión sobre la inversión de los derechos humanos» en Crítica Jurídica. Revista Latinoamericana de Política, Filosofía y Derecho, 18, pp. 283-316. MARTÍNEZ DE BRINGAS, Asier (2001) Globalización y derechos humanos, Cuadernos Deusto de Derechos Humanos, 15, Universidad de Deusto, Bilbao. SEBASTIÁN, Luis DE (2002) «Globalización, exclusión y pobreza» en Revista Anthropos. Huellas del conocimiento, 194, número dedicado a «La pobreza. Hacia una nueva visión desde la experiencia histórica y personal», pp. 55-64. FARIÑAS, María José (2000) «Globalización, ciudadanía y derechos humanos» en Cuadernos Bartolomé de las Casas, 16. 97 PAZ Y GÉNERO. DEBATES Y COINCIDENCIAS SOBRE UN BINOMIO IMPERFECTO Mª Elena Díez Jorge - Mª Dolores Mirón Pérez Instituto de la Paz y los Conflictos, Instituto de Estudios de la Mujer. Universidad de Granada La Paz como objeto de estudio científico se plantea en la segunda mitad del siglo XX, caracterizándose en un primer momento por una atención preferente a conflictos muy concretos y a la violencia directa. Posteriormente, se despertó un gran interés por organizar el pensamiento pacifista, ampliándose con teorías y conceptos como la paz positiva y violencia estructural, o la paz imperfecta, entre otros. La paz positiva ponía de manifiesto una realidad como era su compresión desde la justicia, satisfaciendo necesidades bajo principios como la igualdad. El obstáculo de la paz positiva es el haber sido entendida como una utopía, como una paz perfecta o total. Frente a ello se ha acuñado el concepto de paz imperfecta, como inacabada, como un proceso en que continuamente hay que estar trabajando. Otro paso importante en la investigación para la paz fue la aceptación de los conflictos como una realidad ligada a la condición humana, destacándose incluso su aspecto creativo y enriquecedor y afirmándose en la actualidad que no existiría historia sin conflicto. En los orígenes de la humanidad se podía vivir en paz, pero la idea de paz como concepto no existía, aunque podemos afirmar que la paz es una realidad ligada a los humanos desde sus inicios y, sin embargo, sabemos más de la violencia que de la paz. La paz puede ser percibida, sentida y pensada desde múltiples perspectivas. Todas las personas tiene una idea de paz basada en la diversidad de experiencias y procesos de socialización. Por todo ello, el campo semántico de la paz y las regula- 98 Mª elena dÍez jorge y mª dolores mirÓn pÉrez ciones pacíficas es amplísimo: concordia, amistad, tranquilidad, armonía, negociación, mediación, arbitraje, hospitalidad, diplomacia, conciliación, solidaridad, entrega, filantropía....1 En fechas similares, durante la segunda mitad del siglo XX, en la teoría feminista se acuñó un concepto que acabaría siendo central en ella y que ponía nombre a una idea que ya estaba presente en el germen mismo del feminismo en el siglo XVIII. Se trata del concepto de género, que surgió de la idea de que lo masculino y lo femenino no son hechos naturales sino construcciones culturales que las sociedades han elaborado a partir de las diferencias anatómicas entre los sexos, convirtiendo esa diferencia en desigualdad social y política. Por tanto, género y sexo serían dos realidades diferenciadas, aunque interrelacionadas y que se explican mutuamente: para decirlo de la forma más simple —sin perder de vista la compleja interacción entre ambos—, sexo se referiría a lo anatómico-fisiológico (mujer / hombre), género a lo socio-cultural (femenino / masculino). El género conlleva toda una serie de funciones, atributos, símbolos, valores, cualidades, expectativas, espacios, etc. asignados a uno y otro sexo, y en él caben distintas construcciones e interpretaciones en el espacio y en el tiempo2. Este concepto se opone a los esquemas 1.Sobre la paz en general destacamos las siguientes monografías y trabajos: MARTÍNEZ GUZMÁN, Vincent (ed.) (1995) Teoría de la Paz, Valencia; GALTUNG, Johan (1996) Peace by Peaceful Means. Peace and Conflicto, Development and Civilization. Londres; FISAS, Vincenç (1998) Cultura de paz y gestión de conflictos, Barcelona; MUÑOZ MUÑOZ, Francisco A. – LÓPEZ MARTÍNEZ, Mario (eds) (2000) Historia de la Paz. Tiempos , espacios y actores. Granada; MUÑOZ, Francisco A. (ed) (2001) La paz imperfecta, Granada; LÓPEZ MARTÍNEZ, Mario (dir.) (2004) Enciclopedia de Paz y Conflictos, Granada; MOLINA RUEDA, Beatriz – MUÑOZ MUÑOZ, Francisco A. (eds.) (2004) Manual de Paz y Conflictos, Granada. Como revistas especialistas en la materia destacan Peace and Change, así como Journal of Peace Research. 2.Sobre el concepto de género y los debates en torno a él, ver, entre otros, SCOTT, Joan W. (1990) «El género: una categoría útil para el análisis histórico», en AMELANG, James S. – NASH, Mary (eds.) Historia y género: las mujeres en la Europa moderna y contemporánea, Valencia, pp. 23-56; COBO BEDIA, Rosa (2000) «Género y teoría social», Sociología 25, 5-20; MAQUIEIRA D’ANGELO, Virginia (2001) «Género, diferencia y desigualdad», en BELTRÁN, Elena – MAQUIEIRA, Virginia (eds.) Feminismos. Debates teóricos contemporáneos, Madrid, pp. 127-190; TUBERT, Silvia (ed.) (2003) Del sexo al género. Los equívocos de un concepto, Madrid; OLIVA PORTOLÉS, Asunción (2005) «Debates sobre el género», en AMORÓS, Celia – MIGUEL, Ana de (eds.) Teoría feminista: de la Ilustración a la globalización, III: De los debates sobre el género al multiculturalismo, Madrid, pp. 13-60. paz y gÉnero. debates y coincidencias... 99 del sistema sexo-género —por antonomasia, el patriarcado—, que hacían equivalentes sexo y construcción socio-cultural, definiendo como natural e inherente a cada sexo lo que en cada sociedad se consideraba propio de ser mujer u hombre y teniéndolo, por tanto, como ahistórico. y universal. El concepto de género, de este modo, permite tanto analizar y entender el sistema sexo-género y las formas de relacionarse mujeres y hombres, como sustentar sobre una fuerte base teórica las reivindicaciones feministas de superación del patriarcado. Teniendo en cuenta que el género y la paz afectan a todos y cada uno de los seres humanos y a todos los aspectos de sus vidas, la importancia de interrelacionar ambas, en la teoría y en la práctica, es obvia. Como ya se ha afirmado en muchas ocasiones siguiendo los postulados de la declaración de la UNESCO sobre la contribución de las mujeres a una Cultura de Paz, no puede haber un desarrollo sostenible sin una plena igualdad entre hombres y mujeres. 1. RELACIONES TEÓRICO PRÁCTICAS ENTRE GÉNERO Y PAZ Las construcciones de género no afectan sólo al modo en que mujeres y hombres viven, piensan y sienten la paz y la violencia, sino que están detrás de las conceptualizaciones y simbolizaciones de la paz y la violencia en las distintas sociedades. Si nos centramos en las mujeres, desde la perspectiva de género, que implica considerarlas en su relación con los hombres, podemos observar que se produce una estrecha conexión entre ellas y la paz. Conexión que, como ha señalado Cándida Martínez, tiene una triple dimensión.3 En primer lugar, el discurso del género y la paz. La diferente relación que mujeres y hombres han tenido con la paz y la violencia estaría definida por su papel de género. Tradicionalmente se ha asignado como función principal de las mujeres la maternidad, por lo que han sido consideradas ante todo como dadoras de vida, función que sería 3.MARTÍNEZ LÓPEZ, Cándida (2000) «Las mujeres y la paz en la historia: aportaciones desde el mundo antiguo», en MUÑOZ, Francisco A. – LÓPEZ MARTÍNEZ, Mario Op. cit., pp. 255-290, a quien seguimos básicamente en este apartado. Ver también DÍEZ JORGE, Mª Elena – MIRÓN PÉREZ, Mª Dolores (2004) «Una paz femenina», en MOLINA RUEDA, Beatriz – MUÑOZ, Francisco A., Op. cit., pp. 67-93. 100 Mª elena dÍez jorge y mª dolores mirÓn pÉrez contradictoria con el hecho de dar la muerte. Al mismo tiempo, también han sido tradicionalmente excluidas del poder político, en manos de los hombres, lo que es causa y consecuencia de otra exclusión muy generalizada: la de las mujeres de los ejércitos. En consecuencia, las mujeres han desarrollado su vida ante todo en los espacios de la paz, tanto porque la maternidad conlleva sobre todo prácticas pacíficas —aunque no siempre—, como por su desvinculación del ejercicio del poder y, por tanto, del uso legítimo de la violencia tradicionalmente ligado a éste. Así, las mujeres, por su papel de género, han estado más cerca de la paz que de la guerra y del uso de la violencia, aunque evidentemente han sufrido las guerras, a veces las han apoyado o las han promovido, e incluso puntualmente han participado en ellas, y en su papel educador han contribuido a reproducir valores militaristas. De este modo, no es de extrañar que en muchas sociedades las mujeres y lo femenino —en especial atributos como la fertilidad, la domesticidad o el tejido— hayan servido para simbolizar la paz.4 En segundo lugar, la función de las mujeres como agentes de paz. Partiendo en un principio de esta función de género, las mujeres se han implicado activa y pasivamente en la consecución y mantenimiento de la paz y la regulación pacífica de conflictos. Por un lado, a las mujeres, en su vida cotidiana, se les ha animado a desarrollar pautas de relaciones sociales y de regulación y resolución pacífica de conflictos, como la paciencia, la caridad, el cuidado, la compasión o la mediación, vinculados estrechamente al tradicional papel de género femenino. Por tanto, su papel en las paces cotidianas, en los espacios de la paz imperfecta, es fundamental. Al mismo tiempo, se debe señalar que, a pesar de su exclusión del espacio público, muchas veces las mujeres se han movilizado, individual o colectivamente, a lo largo de la historia en favor de la paz y en contra de la guerra. Cabe destacar cómo hoy en día la participación e incluso el liderazgo de mujeres en el movimiento pacifista es más que notable.5 Por otro lado, las prácticas reivindicativas 4.Cfr. DÍEZ JORGE, Mª Elena (2001) «Imágenes de la paz y la mujer: Relaciones de género en la iconografía de la paz y de la guerra», en Actas del Congreso «Imágenes de la lucha de género», Málaga, Tomo I, pp.89-108; MIRÓN PÉREZ, Mª Dolores (2004) «Eirene: Divinidad, género y paz en Grecia antigua», Dialogues d’Histoire Ancienne 30/2, 9-31. 5.Ver especialmente MAGALLÓN PORTOLÉS, Carmen (2006) Mujeres en pie de paz, Madrid. paz y gÉnero. debates y coincidencias... 101 del movimiento feminista, mayoritariamente no violentas, han servido como ejemplo al pacifismo en sus modos de movilizarse. En tercer lugar, el papel del feminismo en la construcción de una cultura de paz. La consecución de los logros de igualdad y libertad de las mujeres serían sin duda un paso trascendental dentro de los caminos de la paz imperfecta hacia la paz positiva. Si se entiende que ésta no puede ser posible mientras haya un grupo social discriminado u oprimido por otro, eso significa que no podrá alcanzarse mientras subsista la discriminación u opresión por causa del sexo, sobre todo cuando, en términos cuantitativos, afecta a más de la mitad de la humanidad, y, cualitativamente, a la desigualdad social más profunda, generalizada y constante en el tiempo. Es decir, la forma de discriminación tal vez más difícil de superar. Asimismo, el feminismo ha señalado la profunda conexión entre el sistema patriarcal y el militarismo, entre el sexismo y otras formas de discriminación social y cultural, y, en definitiva, entre la violencia de género y la violencia en general. De este modo, el movimiento feminista, independientemente de su adhesión al pacifismo, al reivindicar la igualdad y liberación de las mujeres, es en sí mismo movimiento por la paz, pues contribuye activamente a la construcción de un mundo más igualitario y justo y, por tanto, pacífico. 6 Sin embargo, se ha de evitar caer en el binomio simplista mujer-pacífica frente a hombre-violento, a veces acríticamente aceptado incluso por algunos sectores del feminismo pacifista, y que hunde en realidad sus raíces en asumir como naturales papeles de género construidos culturalmente, en un discurso que en su origen quiso justificar y mantener la subordinación de las mujeres a los hombres, excluyéndolas del ámbito militar, ligado al político.7 Por otro lado, las dicotomías cerradas limitan la capacidad de análisis. Ser mujer no significa ser pacífica; ser hombre no significa ser violento. A lo largo de la experiencia humana, aparecen 6.MARTÍNEZ LÓPEZ, Cándida – MIRÓN PÉREZ, Mª Dolores (2000) «La paz desde la perspectiva de los Estudios de Género: Una aportación fundamental para construir un mundo más igualitario, justo y pacífico», en RODRÍGUEZ ALCÁZAR, F. Javier (ed.) Cultivar la paz. Perspectivas desde la Universidad de Granada, Granada, pp. 125-132. 7.Una excelente crítica a esta perspectiva simplista en CARROLL, Berenice A. (1987) «Feminism and pacifism: Historical and theoretical connections», en PIERSON, Ruth Roach (ed.) Women and Peace. Theoretical, Historical and Practical Perspectives, Londres, pp. 2-28. Cfr. también THOMPSON, Dorothy (1987) «Women, peace and history: Notes for an historical overview», en PIERSON, Ruth Roach, Op.cit., pp. 29-41. 102 Mª elena dÍez jorge y mª dolores mirÓn pÉrez mujeres que emplearon la violencia, y hombres que regularon pacíficamente los conflictos. En realidad, la mayoría de los conflictos han sido resueltos de forma pacífica, y ello incluye los políticos, tradicionalmente ámbito de los hombres. No obstante, la violencia sigue apareciendo como excepcional en las mujeres, y de ahí que se la considere más grave e inhumana cuando es ejercida por ellas. De este modo, podemos afirmar que, de forma mayoritaria, la experiencia femenina ha sido, ante todo, una experiencia pacífica. Recuperar las experiencias de las mujeres significa también, en buena medida, recuperar las experiencias de la paz. 8 2. ESTUDIOS DE LA PAZ Y ESTUDIOS DE GÉNERO: CONVERGENCIAS DE PARTIDA Teniendo en cuenta lo desarrollado anteriormente, es patente la amplia conexión temática entre los Estudios de la Paz y los Conflictos (o Investigación para la Paz) y los Estudios de Género (también llamados Estudios de las Mujeres y Estudios Feministas). Pero las convergencias no se detienen aquí. Hay que señalar, en primer lugar, que ambos estudios nacieron de la necesidad de dotar de un cuerpo teórico sobre el que fundamentar unas reivindicaciones y actividades prácticas, y sobre el que pensar sus propuestas de cambio. En este sentido, los Estudios de la Paz y los Conflictos y los Estudios de las Mujeres y del Género están directamente vinculados a dos de los movimientos sociales más importantes e influyentes de los últimos dos siglos: el pacifismo y el feminismo. Ambos tienen como objetivo transformar la sociedad para construir un mundo mejor: el primero reivindicando los métodos de regulación pacífica de conflictos frente a la notoriedad de la guerra y la violencia y el segundo superando el sistema patriarcal de dominación de los hombres sobre las mujeres. En ambos casos, el objetivo de transformar una realidad conllevaba y conlleva transformar el conocimiento científico tradicional. En este sentido, otro punto de contacto surge de una situación negativa. Hablar de mujeres y paz supone hablar de una doble marginación. Por un lado, el conocimiento científico tradicional se ha desarrollado desde la perspectiva androcéntrica, 8.MARTÍNEZ LÓPEZ, Cándida – MIRÓN PÉREZ, María Dolores, Op. cit. paz y gÉnero. debates y coincidencias... 103 es decir, desde el enfoque y el lenguaje masculinos, utilizando posteriormente los resultados como válidos para la generalidad de los individuos, y marginando o invisibilizando por tanto a las mujeres. También se han centrado en la investigación de lo público, asociado a lo masculino, y ha considerado marginal o ahistórico —y en consecuencia no merecedor de análisis— lo privado, asociado a las mujeres. Por otro, se ha centrado en el estudio de los hechos políticos y, sobre todo, de las guerras, excluyéndose la experiencia pacífica de la humanidad. Tradicionalmente se han destacado las respuestas, experiencias y actitudes violentas que han sido sistematizadas y consideradas como objetos científicos incuestionables. Ello es especialmente evidente en el ámbito de la Historia, que como disciplina ha abarcado un espectro minoritario de la experiencia humana: las mujeres constituyen la mitad de la humanidad; la mayor parte del tiempo, para hombres y para mujeres, ha sido tiempo de paz. 9 Esto significa que estudiar la paz o a las mujeres significa de partida transformar profundamente el conocimiento científico. Los Estudios de la Paz y los Conflictos recuperan una historia silenciada como es la de la paz en la que no estamos acostumbrados a pensar, careciendo de herramientas metodológicas y conceptuales para sistematizarla y comprenderla. Ponen de manifiesto la necesidad de una relectura de la historia, desde todas las disciplinas, en la que se había destacado tradicionalmente como motor principal la violencia y la guerra. Del mismo modo, los Estudios Feministas no sólo visibilizan a las mujeres, sino que contribuyen a analizar y entender las sociedades en su conjunto y, por tanto, a poner las bases para su transformación. Suponen, por tanto, una redefinición de todos los grandes temas de las ciencias sociales, recorren todos los ámbitos y niveles de la sociedad y abren un espacio teórico nuevo al desvelar y cuestionar tanto los mecanismos de poder patriarcales más profundos como los discursos teóricos que pretenden legitimar el poder patriarcal. Se observa, por tanto, que ambas corrientes de estudio son básicamente innovadoras y transformadoras de la ciencia tradicional, tanto en temáticas como conceptual y metodológicamente. Aportan nuevas formas de interrogar la realidad, con el fin de explicar aspectos de ésta que no habían sido tenidos en cuenta antes. Ambas han aportado categorías de análisis y conceptos básicos: revisión del concepto conflictos y su dimensión, 9.MARTÍNEZ LÓPEZ, C., Op. cit. 104 Mª elena dÍez jorge y mª dolores mirÓn pÉrez violencia estructural, paz imperfecta... (Estudios de la Paz); género, patriarcado, sistema sexo-género... (Estudios de las Mujeres). Ambas tienen, necesitan, un carácter interdisciplinar porque la paz y el género operan en todos los ámbitos y los marcos teóricos monodisciplinares son demasiado estrechos para la investigación para la paz y la teoría feminista, de ahí la necesidad de establecer interconexiones entre modelos y teorías. A pesar de todas estas convergencias de partida, los Estudios de Género y los Estudios de la Paz han tendido más a ignorarse que a colaborar. 3. EL GÉNERO DESDE LOS ESTUDIOS DE LA PAZ Y LOS CONFLICTOS Brevemente podemos resumir los principales temas que han dominando en los Estudios de la Paz en los últimos años y que podemos agrupar en cuatro bloques: conflictos armados y desarme, problemas relacionados con el subdesarrollo, el tema de la justicia social y por supuesto los derechos humanos. A estos temas debemos añadir otros bloques importantes dedicados a la educación para la paz así como a las preocupaciones medioambientales. Otras líneas que nos parecen relevantes, aunque trabajadas en menor medida, son la reconstrucción de la historia de la paz, los medios de comunicación y la paz, y el género y paz entre otras. A pesar de todo ello, la relación entre mujeres y paz en los ámbitos institucionales es una realidad muy presente desde los años ochenta, momento en el que se inician diversos encuentros organizados por la UNESCO en los que, y partiendo de iniciativas organizadas por y sobre mujeres, éstas defienden y plantean que uno de sus temas principales es la paz. No es por tanto una relación visibilizada primigeniamente desde los estudios de la paz ni desde las instituciones que la promueven, sino desde las mujeres y las organizaciones feministas. Baste recordar las críticas que recibió el informe del Secretario General de la ONU sobre el «Programa de Paz: diplomacia preventiva, establecimiento de paz y mantenimiento de la paz» en 1992 por no contener la perspectiva de género ni contar con las mujeres.10 Desde entonces, y hasta la actualidad, 10.El texto ha sido publicado en BREINES, Ingeborg – GIERYCZ, Dorota – REARDON, Betty A. (2002) Mujeres a favor de la paz. Hacia un programa de acción, Madrid, pp. 291-315. paz y gÉnero. debates y coincidencias... 105 se ha producido un notable incremento del interés por este tema, sin olvidar que las mujeres activistas por la paz, a lo largo de la historia, y de una manera contundente, han tenido muy claro que el género es una parte fundamental en cualquier tema relacionado con la paz. Un momento sin duda relevante fue la Conferencia de Beijing celebrada en 1995. El lema fue claro al relacionar la paz con la igualdad entre hombres y mujeres, implicando en este cambio a los hombres. Para la consecución de estos fines plantean en primer lugar, y es en nuestra opinión lo más interesante, el empoderamiento de las mujeres, recuperando, fomentando e incentivando su liderazgo en la resolución de conflictos y en los movimientos en defensa de la paz. En un segundo plano se recoge la necesidad de establecer medidas para la alfabetización y erradicación de la pobreza que afectan esencialmente a mujeres y niños. 11 Ese mismo año, la UNESCO difunde la «Declaración sobre la Contribución de las Mujeres a una Cultura de Paz», iniciando un programa específico bajo el lema «Mujeres y Cultura de Paz». Del mismo modo, asociaciones tan relevantes como International Peace Research Association (IPRA) crea una comisión específica sobre género (Gender and Peace Commision). En el año 2001 la Junta de Andalucía pone en marcha el «Plan Andaluz de Educación para la Cultura de Paz y No violencia», entre cuyos puntos de partida está la igualdad entre hombres y mujeres.12 Hay un principio básico en el que ha habido un consenso general en todas estas instituciones, normas y programas y es que no habrá cultura de paz sin la igualdad entre hombres y mujeres. Si nos damos cuenta, las principales aportaciones se han hecho desde la voz de las mujeres y reclamando la presencia de las mujeres, siendo necesario en el momento actual dar un salto cualitativo hacia una visión de género más integral que incluya a hombres y mujeres, aunque para ello es preciso avanzar mucho más en las nuevas masculinidades paralelamente a la fundamental tarea de visibilizar a las mujeres y sus experiencias y actitudes. 11.Texto publicado en INSTITUTO DE LA MUJER (1996) Declaración de Beijing y Plataforma para la Acción, Madrid, 1996. 12. Plan Andaluz de Educación para la Cultura de Paz y Noviolencia, Junta de Andalucía, Consejería de Educación y Ciencia, 2001. 106 Mª elena dÍez jorge y mª dolores mirÓn pÉrez 3.1. Principales debates: presencias y ausencias En lo que respecta a las mujeres activistas por la paz, una de sus principales preocupaciones y debates ha sido y es la inclusión de las mujeres en la política de paz ante su tradicional exclusión en los puestos más altos de poder, donde se toman decisiones sobre paz, seguridad y regulación de conflictos. Se han hecho propuestas interesantes al respecto, como fue la resolución 1325 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en el año 2000.13 En dicha resolución se destaca el papel de las mujeres en la prevención y solución de conflictos así como su situación como víctimas de los conflictos. Por todo ello se establecen una serie de exigencias que engloban primeramente la necesidad de reconocer y hacer partícipes a las mujeres en los diferentes niveles de toma de decisiones para la prevención y gestión de los conflictos; en segundo lugar la necesidad de incluir la perspectiva de género tanto en la formación de los gestores de los conflictos como en las medidas que se toman en situaciones de conflicto y post-conflicto; y en tercer lugar luchar contra la continua violación de los derechos de las niñas y mujeres. Sin embargo, gran parte de las propuestas no se han cumplido. Las exigencias para que las mujeres tengan una presencia importante en las esferas de poder son absolutamente lógicas y necesarias ya que partimos de la diversidad de formas entre hombres y mujeres de analizar, afrontar y regular los conflictos. Eliminar una rica experiencia, obviar la capacidad creativa de resolución de conflictos que por su rol de género han tenido las mujeres, es absurdo, ineficaz y empobrecedor. A ello debemos añadir que las prioridades de las agendas políticas de hombres y mujeres en materia de paz son diferentes ya que, por lo general, las mujeres dan prioridad a temas como la cooperación y la solidaridad, la educación y el medioambiente, además de ofrecer una forma diversa de hacer política, todo ello debido a los roles de género aprendidos en un sistema patriarcal dominante. Por todo ello se exige que no se haga uso de las mujeres para defender propuestas de paz donde no han contribuido sino que se las haga partícipes del diseño de los programas de paz y de la toma de decisiones. Esta ausencia de las mujeres en las esferas de toma de decisiones en materia de paz, contrasta con el reconocimiento de las mujeres como 13.Texto consultable en diferentes idiomas en la página web de las Naciones Unidas paz y gÉnero. debates y coincidencias... 107 agentes de paz. Los puntos fundamentales de atención han sido aquellas mujeres que han sido activistas por la paz ante un conflicto o una situación injusta con perfiles destacados, como las mujeres que han sido premios Nobel de la Paz. Las mujeres aparecen citadas con nombres y apellidos y con hechos políticos concretos. Pensemos además en las líderes e integrantes de movimientos como las Mujeres de Negro, las Madres de la Plaza de Mayo, las madres de soldados en Rusia... En este sentido ha sido clara la llamada de atención de algunas feministas y activistas por la paz en querer que las mujeres no se presenten sólo como víctimas sino también como agentes de cambio. La investigación también debe ir encaminada en esta línea. 14 Más novedosa resulta la línea de investigación que profundiza en las mujeres como agentes de paz en su quehacer diario, con su capacidad de mediación y regulación pacífica de conflictos en los distintos ámbitos sociales (familiares, profesionales...). Papeles aprendidos en un sistema patriarcal y ejercidos desde su propio rol de género, y aquí radica la dificultad que ha sido bien planteada por Jacqueline Adhiambo-Odoul, quien señala que uno de los grandes retos de las mujeres que quieren contribuir a la cultura de paz es cómo desarrollar un marco de referencia para la igualdad de género que no olvide las destrezas y actitudes positivas que provienen de un marco tradicional.15 En cierta manera coincide con el debate planteado por el pensamiento maternal, como veremos más adelante. El marco conceptual y de referencia de esta línea de investigación sobre las experiencias pacíficas que han ejercitado tradicionalmente las mujeres, es complejo y sin duda de enorme trascendencia, ya que nos vincula directamente con la recuperación de la historia de la paz y de la historia de las mujeres, nos asoma a las complejas relaciones humanas centradas en los procesos de socialización y los hábitos aprendidos de una cultura patriarcal, violenta y militarizada que se ha impuesto como 14.Vid. BIRCKENBACH, Hanne-Magret (2002) «Cooperación y crítica: consideraciones preliminares feministas sobre el Programa de Paz», en BREINES, Ingeborg – GIERYCZ, Devota – REARDON, Betty A. Op. cit., pp. 149-166. Aunque no actualizado sobre las premios Nobel véase ESCRIBANO DE LA MATA, Lydia (1998) Hacia un mismo ideal. Las diez mujeres Premio Nobel de la Paz, Madrid. Para los diferentes movimientos MAGALLÓN, Carmen. Op. cit. 15.ADHIAMBO-ODOUL, Jacqueline (2002) «Técnicas tradicionales de mediación y contribución de las mujeres a una Cultura de Paz», en BREINES, Ingeborg – GIERYCZ, Devota – REARDON, Betty A. Op. cit, pp. 235-246. 108 Mª elena dÍez jorge y mª dolores mirÓn pÉrez dominante y la necesidad de desaprender esas conductas aprendidas pero sin despreciar las experiencias positivas que hombres y mujeres también han desempeñado.16 Son quizás estas experiencias, estas actitudes, las que hacen que en algunos aspectos la paz sea percibida y vivida de manera diferente por hombres y mujeres. Frente a los tradicionales de seguridad o de diplomacia oficial, el concepto de paz se ve enriquecido con las aportaciones que hacen las mujeres al pedir de una forma clara y contundente que la paz debe incluir forzosamente la igualdad entre hombres y mujeres, entre integrantes de diversas culturas. Además se aprecia una especial atención al tema de la educación en todas sus dimensiones, tanto la formal e institucional como la no formal a través de los medios de comunicación, las artes, o la diversidad de las familias. No podemos obviar la importancia que el tema de las mujeres y la guerra ha tenido y tiene con importantes monografías al respecto. Desde el estudio de casos específicos hasta recorridos históricos que arrancan desde la antigüedad y llegan hasta el mundo contemporáneo, abarcando las diversas perspectivas, desde las mujeres como víctimas de los conflictos armados hasta su participación en la guerra ya sea desde su propio papel de género o bien transgrediendo las normas y empuñando las armas. Sin embargo, hay que destacar que hay unanimidad en las investigadoras en destacar no sólo los papeles de género atribuidos a las mujeres durante un conflicto armado, sino especialmente el discurso de rechazo a la guerra que muchas de estas mujeres han defendido y el abanico de soluciones a los conflictos más allá de la fuerza, esencialmente con el diálogo y la mediación.17 16.En esta línea de investigación se incluye el trabajo MIRÓN PÉREZ , Mª Dolores – MARTÍNEZ LÓPEZ, Cándida – DÍEZ JORGE, Mª Elena – SÁNCHEZ ROMERO, Margarita – MARTÍN CASARES, Aurelia (2004) Las mujeres y la paz: génesis y evolución de conceptualizaciones, símbolos y prácticas, Madrid. 17.Un recorrido histórico sobre las mujeres y la guerra en NASH, Mary – TAVERA, Susanna (eds.) (2003) Las mujeres y las guerras. El papel de las mujeres en las guerras de la Edad Antigua a la Contemporánea, Barcelona; RIUS GATELL, Rosa (ed.) (2006) Sobre la guerra y la violencia en el discurso femenino (1914-1989), Barcelona. Muy ilustrativo es el libro de ADIE, Kate (2003) Corsets to Camouflage. Women and War, Londres. Algunos capítulos interesantes en la ya clásica obra de DUBY, George – PERROT, Michelle (2000) Historia de las mujeres, Madrid, especialmente el volumen dedicado al siglo XX. paz y gÉnero. debates y coincidencias... 109 Pero como indicábamos anteriormente, el género no incluye sólo abordar y visibilizar el papel de las mujeres sino también el de los hombres, abarcable esencialmente desde dos perspectivas. Por un lado el tradicional rol masculino exigido en el sistema patriarcal, porque no olvidemos que los hombres también son víctimas de la violencia que el patriarcado les ha exigido con el aprendizaje de la dominación sobre el otro, la «virilidad», la militarización. Por otro alentar nuevas expectativas en los hombres, lo que ha venido a denominarse como nuevas masculinidades. En 1997, y auspiciado por la UNESCO, tuvo lugar en Oslo un encuentro sobre los roles de los hombres y la masculinidad desde la perspectiva de una cultura de paz. Las conclusiones del informe resultaron muy interesantes, ya que se puso de manifiesto que existe una amplia diversidad de masculinidades aunque hay una hegemónica basada en el dominio y la respuesta violenta ante los conflictos. Los saltos cualitativos se están produciendo en la investigación al abordar el género en toda su integridad, hombres y mujeres, con propuestas como la de ciudadanía compleja von identidades diversas en la que se apuesta por una convivencia pacífica, siempre imperfecta, entre hombres y mujeres, y partiendo del aspecto enriquecedor de los conflictos. 18 3.2. De la Violencia de Género a la Paz de Género Hemos indicado algunas de las líneas de investigación frecuentes o más relevantes desde la Investigación para la paz sobre el género. Ahora bien, debemos preguntarnos por cómo se ha tratado el tema de las mujeres y la paz desde los estudios e instituciones que promueven la paz. Sin duda, la perspectiva más relevante y desde la que se han abordado en muchas ocasiones las líneas anteriormente citadas ha puesto a las mujeres como víctimas de la discriminación, víctimas de las injusticias, víctimas de los conflictos y de las guerras. En este sentido se constata un número importante de informes, estudios y bibliografía sobre la violencia contra las mujeres en los conflictos armados. En ocasiones 18.SALAZAR BENÍTEZ, Octavio (2005) «La ciudadanía compleja como fundamento de la paz social», en MUÑOZ, Francisco A. – HERERA, Joaquín – MOLINA Beatriz – SÁNCHEZ, Sebastián (2005) Investigación de la Paz y los Derecho Humanos desde Andalucía, Granada, pp. 351-384. 110 Mª elena dÍez jorge y mª dolores mirÓn pÉrez llevan aparejados estudios sobre la participación de las mujeres en los ejércitos, de tal manera que es frecuente la confrontación entre las «mujeres violentadas», que representan cifras estremecedoras, frente a las «mujeres violentas», e integrantes de las fuerzas armadas, que representan escasos porcentajes. Al hablar de las mujeres y la paz lo hacemos con las lentes de la violencia, situación que responde a diversas causas. Una de ellas es la presentación tradicional de las mujeres como víctimas del sistema patriarcal que se ha hecho por parte de algunos sectores, de tal modo que las mujeres aparecen en la historia principalmente como víctimas, y en muchos casos víctimas pasivas de la violencia. Sin obviar esta respuesta, las mujeres también han transgredido, han sido y son sujetos activos de la historia con capacidad de transformación, de dinamismo, de cambio. No sólo han sido víctimas sino también protagonistas de la historia. Por otro lado, la sobredimensión de la violencia en nuestro pensamiento y en la historiografía nos hace que nos parezca «más demostrable y científica» la violencia frente a la paz. Nos faltan herramientas metodológicas y conceptuales para sistematizar y pensar en la paz. En este marco en el que estamos inmersos, y no sólo en la investigación, se entiende que en declaraciones como el «Informe del Encuentro del Grupo de Expertas sobre contribución de las mujeres a una Cultura de Paz» llevado a cabo en Manila en 1995, se hiciera un primer diagnóstico de la cultura de la violencia mientras que la paz se encuadra en las «aspiraciones y sueños»; de igual modo, en la declaración final se trata primeramente la situación de víctima de las mujeres para en un segundo plano destacar su papel como transformadoras y agentes de paz. 19 Si nos acercamos al género es abrumadora la cantidad de estudios que se han dedicado a la violencia de género. Pero también desde la Investigación para la paz, porque como han defendido algunas investigadoras, la violencia que ejercen los hombres contra las mujeres es el modelo paradigmático de violencia, la violencia contra las mujeres se constituye como base de la violencia.20 Hay que analizar, especificar e 19.Textos reproducidos en BREINES, Ingeborg – GIERYCZ, Devota – REARDON, Betty A. Op. cit. 20.MAGALLÓN PORTOLES, Carmen (1998) «Sostener la vida, producir la muerte: estereotipos de género y violencia», en FISAS, Viçenc (ed.) El sexo de la violencia. Género y cultura de la violencia, Barcelona, pp. 93-116. paz y gÉnero. debates y coincidencias... 111 investigar sobre esta lacra social pero también se hace necesario recuperar, pensar y proponer las relaciones de equilibrio, armonía que han existido o pueden existir entre los sexos. Hay que estudiar las potencialidades de las mujeres pero también de los hombres y la capacidad que han tenido ambos de ir regulando y especialmente de ir transformando una clara situación de desequilibrio que ha creado el sistema patriarcal. En términos del investigador Francisco A. Muñoz, se podría plantear la posibilidad de pensar en la paz de género, buscando las combinaciones de roles masculinos y femeninos que no sean asignados sino compartidos por hombres y mujeres y que hagan posible que unos y otras puedan atender a sus necesidades y deseos sin marginar ni invisibilizar a la otra parte. 3.3. Investigación para la Paz con perspectiva de Género Queremos hacer una especial llamada de atención al estado de la cuestión en el plano de la investigación. Bien es cierto que todavía sigue acaparando mayor interés y cuantía económica la investigación militar que la de los estudios de la paz. Hay muchas declaraciones sobre la necesidad de incentivar los estudios e investigaciones para la paz, pero que en ocasiones se quedan en meras intenciones que luego no se llevan a la práctica, en ocasiones por falta de voluntad política, en otras por un claro desconocimiento de evaluadores e informadores sobre estos temas, su interdisciplinariedad y su complejidad que hacen que finalmente parezca más claro subvencionar un proyecto destinado a investigar la violencia que la paz. Nos esperanza especialmente la Ley 27/2005 de 30 de Noviembre de 2005 promulgada en el Estado español para el fomento de la educación y la cultura de paz donde se promueve la Investigación para la paz de una forma clara y precisa, aunque sobre el tema del género no se especifica nada más que la instancia que se hace al Gobierno a eliminar toda forma de discriminación y entre ella la dirigida contra la mujer.21 En lo que respecta a la investigación, el género no siempre se ha incluido en las declaraciones, normas, leyes y concursos que sobre la 21.Publicada en el Boletín Oficial del Estado (BOE), nº 287, 1 de diciembre de 2005. Una revisión actualizada de la Investigación para la paz, aunque en un contexto concreto, en MUÑOZ, F. A. – HERERA, J. – MOLINA B. – SÁNCHEZ, S., Op. cit. 112 Mª elena dÍez jorge y mª dolores mirÓn pÉrez paz se han promulgado. Queremos destacar algunas en las que sí se ha hecho referencia explícita como en el «Informe del Encuentro del Grupo de Expertos en Género y el Programa Paz « que tuvo lugar en 1994 en Nueva York. En dicha declaración, además de pedir la inclusión de las mujeres en los procesos de paz, de plantear cambios en el concepto de paz y especialmente desmitificar la eficacia de la violencia, y de pedir la igualdad entre hombres y mujeres, dedica un apartado a los temas de investigación donde se exige que la investigación sobre la paz incluya temas de género a la vez que se plantea que la investigación sobre la paz debe revelar la eficacia de la participación de las mujeres en los procesos de paz. Del mismo modo, en el «Informe del Encuentro del Grupo de Expertas sobre Contribución de las Mujeres a una Cultura de Paz», en Manila, 1995, se dedica un apartado a la investigación, donde se reconoce la necesidad de descubrir y visibilizar las experiencias de las mujeres en la construcción de una cultura de paz, además de integrar el enfoque de género en toda Investigación para la paz, así como la perspectiva multicultural y la metodología multidisciplinar. Ya hemos ido señalando las relaciones históricas entre mujeres y paz, una realidad que necesita que la Investigación para la paz y las investigaciones de género acerquen y aúnen esfuerzos e inquietudes comunes. Y aunque ha habido ciertas reticencias, como se indicará más adelante, hay grandes puntos comunes de partida, al tratarse de dos objetivos científicos que han sido silenciados tradicionalmente en las academias y en la investigación y que surgen en la segunda mitad del siglo XX con importantes aspectos renovadores, con nuevas propuestas metodológicas y conceptuales, entre las que destaca la multidisciplinariedad y transdisciplinariedad. Porque tienen campos temáticos absolutamente básicos como son la regulación de conflictos desde la perspectiva de género con una especial incidencia en las experiencias y actitudes pacíficas que por su rol de género han desempeñado tradicionalmente las mujeres. Porque se están dando coincidencias como la deconstrucción y desmitificación biológica de la violencia y el género en la especie humana, que nos lleva a afirmar desde la Investigación para la paz que la guerra es una invención social igual que desde la Investigación feminista reconocemos la invención social de la dominación masculina, haciendo ambas hincapié en los procesos de socialización. Por ello, la Investigación para la paz y la Investigación feminista plantean la deconstrucción de ciertos mitos y estereotipos y ambas proponen la paz y gÉnero. debates y coincidencias... 113 construcción de un nuevo discurso. 22 Porque si la investigación debe tener una proyección en la sociedad, creemos que en ambos casos la demanda social es clara. 4. LA PAZ DESDE LOS ESTUDIOS DE LAS MUJERES Y DEL GÉNERO En cuanto a los Estudios de las Mujeres y del Género, los temas que principalmente se abordan son los discursos de género y la construcción del género, la crítica de las fuentes y de la ciencia tradicional, la mujeres en relación con la ciudadanía y el poder político, el matrimonio y la familia, etc. En ellos, la repercusión de las teorías de paz y conflictos ha sido mínima, incluso en temas en los que se produce una conexión profunda, Por ejemplo, en lo que respecta a los discursos de género y el tema de la ciudadanía, si bien se aborda constantemente la cuestión de la exclusión de las mujeres de la guerra, no se suele hacer para reflexionar en torno a su relación con la paz, sino dentro del marco explicativo de la exclusión del poder político. En otro tema trascendental en el feminismo, la violencia de género, sobre el que la bibliografía es abundantísima, sobre todo en los últimos años, la perspectiva ha sido sobre todo psicológica y jurídica, siendo la repercusión de los conceptos de paz y conflictos, en especial los de violencia estructural o violencia cultural, mínima. 23 Por otro lado, dentro del los mismos estudios que aúnan la perspectiva de género con la de paz, se ha tendido a hablar poco o nada de la violencia de género, salvo aquélla relacionada directamente con la guerra. Otros dos temas que están cobrando gran empuje en los últimos años son los 22.Cfr. MARTÍNEZ GUZMÁN, Vicent (1998) «Género, paz y discurso», en FISAS, V. Op. cit., pp. 117- 134. 23.En realidad, la principal aportación en este sentido fue la de BROCK-UTNE, Birgit (1989) Feminist Perspectives on Peace and Peace Education, Nueva York, pp. 39-64, quien aplicó los conceptos vigentes entonces en la teoría de paz y conflictos a la violencia de género, en un intento de que ésta pasara a formar parte esencial de cualquier teoría sobre la violencia. Aunque su obra es un clásico, bastante citado, en la literatura sobre mujeres y paz, cabe destacar el poco eco que ha tenido tanto en la teoría feminista general como en la de paz y conflictos. En una línea similar, WARREN, Karen J. – CADY, Duane L. (1994) «Feminism and peace: Seeing connections», Hypatia 9/2, 4-20; CONFORTINI, Catia C. (2006) «Galtung, violence, and gender: The case for a Peace Studies / Feminism alliance», Peace & Change 31, 333-367. 114 Mª elena dÍez jorge y mª dolores mirÓn pÉrez de multiculturalismo y globalización, aunque rara vez son abordados desde una explícita perspectiva de paz. 24 No obstante, en los últimos años se está produciendo una abundante literatura sobre la asociación entre mujeres y paz. Esta bibliografía, surgida en el seno del movimiento feminista pacifista, se viene centrando fundamentalmente en la movilización consciente y organizada de mujeres en favor de la paz en el siglo XX y la participación de las mujeres en la regulación de conflictos actuales25. Sin duda, se trata de una aportación necesaria, en unos tiempos turbulentos donde la violencia parece imponerse como método más fácil y atractivo de resolución de conflictos y, por tanto, donde es preciso visibilizar las experiencias de regulación pacífica de conflictos, y entre ellas las de las mujeres. Sin embargo, esta línea de estudio sigue siendo minoritaria dentro de la Investigación feminista tanto en Historia como en las demás disciplinas. 26 Esta falta de interés por la Investigación de la paz deriva en buena parte de la desvinculación mayoritaria entre feminismo y pacifismo, aun cuando a menudo coincidan en sus preocupaciones. Por ejemplo en los estudios sobre las distintas corrientes y debates del movimiento feminista no aparecen apartados de entidad dedicados al feminismo pacifista. Una desvinculación que está estrechamente unida al debate —a veces abierto enfrentamiento— entre feminismo de la igualdad y feminismo de la diferencia. 24.Para una síntesis reciente en torno a estos temas, ver AMORÓS, Celia – MIGUEL, Ana, Op. cit. 25.Destaquemos, entre otros, ALONSO, Harriet Hyman (1993) Peace as a Women’s Issue. A History of the US Movement for World Peace and Women’s Rights, Syracuse; SWERDLOW, Amy. (1993) Women Strike for Peace. Traditional Motherhood and Radical Politics in the 1960s, Chicago; PIERSON, Michael (1994) All her Paths are Peace. Women Pioneers in Peacemaking, Est Hartford; SCHOTT, Linda K. (1997) Reconstructing Women’s Thoughts. The Women’s International League for Peace and Freedom Before World War II, Stanford; KELLEY, Colleen E. – EBLEN, Anna (2001) Women who Speak for Peace, Oxford; OLSSON, Louise – TRYGGESTAD, Torunn L. (eds.) (2001) Women and International Peacekeeping, Londres. Ver asimismo el interesante monográfico «Feminism and Peace», de Hypatia, 9/2 (1994). 26.En la historiografía española destacamos desde la historia la dedicación a este tema del VI Coloquio Internacional de la Asociación Española de Investigación Histórica de las Mujeres, celebrado en 1998, y publicado en AGUADO, Anna (ed.) (1999) Mujeres, regulación de conflictos sociales y cultura de la paz, Valencia, donde, sin embargo, fueron mayoría los temas de contemporánea. También el dossier «Mujeres, paz y regulación de conflictos», coordinado por Cándida Martínez López, en Arenal, 5/2 (1998), 239-337. Sobre paz y gÉnero. debates y coincidencias... 115 4.1. Los debates del feminismo: maternalismo, igualdad y paz Para entender la situación actual, hay que abordar la historia del movimiento feminista desde sus inicios en el siglo XVIII y la importancia que tuvo en un principio en él el maternalismo, es decir, la adopción del papel de madre como rasgo identitario para todas las mujeres. Desde esta perspectiva, se reivindicaba el papel maternal de las mujeres como valioso para el espacio público. 27 En los tiempos del sufragismo la conexión con el pacifismo era explícita. Una de las primeras y principales argumentaciones para pedir el voto de las mujeres era que ellas, como madres dadoras de vida defenderían la vida y votarían siempre contra la guerra. Aunque en el mismo seno del sufragismo hubo quienes no compartían estas ideas, no se produjo una separación entre ambas posturas. Ésta llegaría con los grandes conflictos armados de la primera mitad del siglo XX, en que se produjo una división en el seno del feminismo entre las que propugnaban la paz a toda costa y las que estaban a favor de defender por las armas sus ideales políticos y sus naciones.28 El maternalismo entró en crisis en el período de entreguerras y en la posguerra, coincidiendo con el acceso masivo de las mujeres a los tradicionales espacios masculinos. Esta nueva situación conllevó, por un lado, la diversificación de papeles en las mujeres y, por tanto, una multiplicidad en sus identidades, que ya no podían ser encuadradas únicamente en el papel de madres. Por otro, la reacción patriarcal en contra del acceso masivo al trabajo remunerado por parte de las mujeres basándose en la defensa del papel maternal, acabó provocando el rechazo el estado de la cuestión en la historia de las mujeres en el mundo antiguo, ver MIRÓN PÉREZ, Mª Dolores (2004) «Historia de las mujeres e historia de la paz: investigación y perspectivas en el mundo griego antiguo», en VAL VALDIVIESO, Isabel del et al. (eds.) La historia de las mujeres: una revisión historiográfica, Valladolid, pp. 167-183. 27.RUETHER, Rosemary (1983) «Feminism and peace», Christian Century August 31-September 7, 771-776; SÁNCHEZ MUÑOZ, Cristina (2000) «La difícil alianza entre ciudadanía y género», en PÉREZ CANTÓ, Pilar (ed.) También somos ciudadanas, Madrid, 2000, pp. 3-25. 28.Ver LIDDINGTON, Jill (1984) «La campaña de las mujeres por la paz. Historia de una lucha olvidada», en THOMPSON, Dorothy J. (presid.) Antes muertas. Mujeres contra el peligro nuclear, Barcelona, pp. 192-210. En en este contexto donde surge una de las asociaciones feministas pacifistas más relevantes e influyentes, la Women’s League for Peace and Freedom. 116 Mª elena dÍez jorge y mª dolores mirÓn pÉrez mayoritario del feminismo a cualquier reivindicación de la maternidad, al igual que de toda idea que defendiera algún tipo de disposición natural de las mujeres.29 Ésta fue la postura predominante en la segunda ola del feminismo (años 60 y 70 del siglo XX), cuyas corrientes principales se enmarcaban dentro del feminismo de la igualdad, y que coincidió en el nacimiento de los Estudios de las Mujeres. Sin embargo, en esta época se produjo una importante implicación de mujeres de todas las ideologías en los movimientos antimilitaristas. Pero desde las corrientes dominantes en la teoría feminista se tendía a rechazar la asociación entre mujeres y paz, ya que esta conexión derivaba de la conceptualización desigual y discriminatoria de género que quería combatir, aparte de que esforzarse por la paz podía significar apartarse del objetivo fundamental: lograr la igualdad entre mujeres y hombres.30 Eso no significaba que las feministas de la igualdad, como hemos dicho, no participaran en el pacifismo activamente, sino que disociaban su condición de mujeres de la de pacifistas. Unas palabras de Simone de Beauvoir, la gran precursora del feminismo de la igualdad, pronunciadas en los años ochenta, resumen la postura: «¿Por qué las mujeres deberían estar más a favor de la paz que los hombres? ¡Debería pensar que es un asunto que concierne a ambos por igual!».31 No obstante, cabe señalar que la crítica al patriarcado supuso en muchos casos una crítica a los valores militaristas de éste, que animó a la militancia pacifista por parte de numerosas feministas. 32 Sin embargo, ya en los años setenta surgieron corrientes de la diferencia, que han ido adquiriendo mayor notoriedad a lo largo de los ochenta y noventa y que han supuesto a menudo un regreso al maternalismo, adaptado a los nuevos tiempos. Aunque hay diversas corrientes, lo que une a todas ellas es la reivindicación de una cultura femenina, distinta e incluso contrapuesta a la masculina, hacia la que se produce un rechazo. En cambio, otorga gran importancia simbólica y teórica a la maternidad y a la figura de la madre. 29.Cfr. SÁNCHEZ MUÑOZ, Cristina. Op. cit. 30.Sobre estas cuestiones, ver CARROLL, Berenice A., Op. cit. 31.CHWARZER, Alice (1984) After the Second Sex: Conversations with Simone de Beauvoir, Nueva York, p. 103. 32.Ver BATES, Prue A. (2000) «Women and peacemaking», Development Bulletin November, 77-79. paz y gÉnero. debates y coincidencias... 117 Como el feminismo pacifista ha solido estar vinculado con el maternalismo, la separación entre feminismo de la igualdad y feminismo de la diferencia incide en la desvinculación entre feminismo y pacifismo y feminismo pacifista o pacifismo feminista. De ahí que, en el campo ya de las investigaciones, el feminismo de la igualdad tienda a eludir e incluso a rechazar los temas de paz, pese a lo cual en su seno se han desarrollado teorías tan interesantes como la de la paz feminista (ver infra). Pero incluso en el feminismo de la diferencia, con su reivindicación de unos valores propios de la cultura femenina ofrecidos explícitamente como más pacíficos, la consideración en sí misma de la paz es también minoritaria. Uno de los mayores reproches del feminismo de la igualdad a la diferencia es que éste, o al menos sus grandes teóricas, se ha decantado por una reivindicación más estética que práctica del mundo de lo simbólico que por una acción que ayude a resolver los problemas reales de las mujeres y de la humanidad en su conjunto. 4.2. El encuentro entre las mujeres y la paz en las diferentes corrientes feministas Entre las que se definen como feministas pacifistas y se enmarcan en el pensamiento de la diferencia, debe hacerse notar que muchas veces el esencialismo y la radicalización en el rechazo de todo lo masculino les hace caer en bastantes ocasiones en el ya citado binomio simplista mujer pacífica frente a hombre violento. Aunque es una tendencia a tener en cuenta en algunas conceptualizaciones teóricas, este binomio, no obstante, está más presente en los argumentos esgrimidos por bastantes movilizaciones de mujeres en favor de la paz, con poca base teórica y muchos de ellas no declaradas feministas. Estas situaciones y debates se reflejan en una de las corrientes más en boga en las última décadas: el Ecofeminismo. Nacido en el seno del feminismo radical y los movimientos antimilitaristas de los años 70 y 80, aúna los ideales del feminismo con la protección del medio ambiente, señalando cómo la relación de las mujeres con la política ecológica es diferente a la de los hombres y sus estructuras de poder, basadas en la dominación y la explotación. Aunque el ecologismo no es un movimiento en sí mismo pacifista, por más que muchas veces se asocie a él, en el caso del Ecofeminismo esta asociación con el movimiento por la paz es explícita en todas sus vertientes. Porque el Ecofeminismo 118 Mª elena dÍez jorge y mª dolores mirÓn pÉrez está afectado por todas las corrientes y líneas teóricas del movimiento feminista, de manera que da cabida a multitud de líneas de pensamiento y de acción.33 En sus planteamientos más esencialistas, que gozan de bastante popularidad, se señala cómo las mujeres están más cercanas a la naturaleza, y más interesadas en la conservación del medio ambiente y la paz, amenazados por el sistema patriarcal. Contraponen el poder creador de las mujeres como dadoras de vida con las funciones y valores destructores de los hombres (guerra y explotación).34 La vertiente de la igualdad, minoritaria, que a veces se autodefine como Feminismo ecologista, en cambio, defiende que la conexión entre mujer y naturaleza es fruto de relaciones de género social e históricamente construidas, y que las mujeres no son destructoras porque no participan en los centros de poder. Propone la ruptura de las desigualdades de género y la extensión del concepto de cuidado —a las personas y a todos los seres vivos—, tradicionalmente ligado a las mujeres, a toda la sociedad. 35 Precisamente desde la perspectiva de paz, se están produciendo importantes aportaciones teóricas y prácticas acercando posturas entre igualdad y diferencia. Desde la igualdad, se vincula la consecución de la igualdad entre mujeres y hombres a la construcción de una verdadera cultura de paz, en una perspectiva más amplia que la mera oposición a la guerra. Un hecho ilustrador del acercamiento de posturas y de la importancia creciente que se está dando a la paz en las reivindicaciones feministas es, como ya hemos indicado páginas atrás, que el lema de las Conferencia Mundiales sobre la Mujer, auspiciadas por Naciones Unidas, sea «Igualdad, desarrollo y paz». No obstante, dentro de este acercamiento destacan más quienes se adscriben a sí mismas en el feminismo de la diferencia. Reivindican la 33.Sobre las distintas corrientes ecofeministas, ver HOLLAND CUNTZ, Barbara (1996) Ecofeminismos, Madrid; KING, Ynestra (1998) «Curando las heridas: Feminismo, Ecología y el dualismo Naturaleza/Cultura», en AGRA ROMERO, María José (comp.) Ecología y feminismo, Granada, pp. 63-96; PULEO, Alicia H. (2005) «Del ecofeminismo clásico al desconstructivo: principales corrientes de un pensamiento poco conocido», en AMORÓS, C. – MIGUEL, A., Op. cit., pp. 121-152. 34.Por ejemplo, MIES, María – SHIVA, Vandana (1997) Ecofeminismo: teoría, crítica y perspectiva, Barcelona. 35.Por ejemplo, AGUSTÍ HERNÁNDEZ, Teresa (1998) «Feminismo y Ecología», en Mujeres: Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, Castellón, pp. 141-153. paz y gÉnero. debates y coincidencias... 119 diferencia, asumiendo que los valores y prácticas femeninos, entre ellos los de paz y la maternidad, han sido construidos histórica y socialmente como femeninos, y pretenden incorporarlos al conjunto de la sociedad. Frente a las posturas de la diferencia más radicales, están a favor de la incorporación de las mujeres en los espacios y funciones tradicionalmente masculinos, pero para ello piensan que no deben masculinizarse, en el sentido de adoptar valores y prácticas masculinos procedentes del sistema patriarcal, entre ellos el uso de la violencia y la ideología militarista. En cambio, propugnan la «feminización» de los hombres. Por tanto, defienden la igualdad con los hombres, pero no la identificación, y propugnan cambios en el concepto de poder. 36 4.3. Teorías feministas y teorías de paz Al hilo de todos estos debates, desde la teoría feminista se han desarrollado algunas teorías específicas de paz, desde diversas posturas, pero todas ellas con el objetivo de transformar las perspectivas de los estudios sobre la paz y el activismo pacifista, además de abrir nuevas vías en la teoría y la práctica feministas. 37 Hay que destacar dos aportaciones teóricas, que están teniendo una gran importancia en el feminismo pacifista y han suscitado bastante polémica en el feminismo en general, y que han desarrollado dos nociones de corte maternalista, pero con un nuevo sentido crítico: la ética del cuidado y el pensamiento maternal. La noción de ética del cuidado fue acuñada por Carol Gilligan, quien, partiendo del enfoque psicológico de Nancy Chorodow, señalaba una distinta aproximación a la moral por parte de mujeres y hombres.38 Así, reivindicaba una ética femenina derivada del papel de madre, basado en el cuidado, en la predisposición para ayudar 36.Por ejemplo, MAGALLÓN PORTOLÉS, Carmen, Op. cit. La autora señala que este binomio es producto de una construcción de género y propugna la extensión de valores «femeninos» como el cuidado a toda la sociedad. 37.Ver un resumen de estas aportaciones teóricas en JOHN, Moolakkattu Stephen (2006) «Feminism and Peace Studies: Taking stock of a quarter century of efforts», Indian Journal of Gender Studies 13, 137-162. 38. GILLIGAN, Carol (1982) In a Different Voice. Psychological Theory and Women’s Development, Cambridge; CHORODOW, Nancy (1978) The Reproduction of Mothering. Psychoanalysis and the Sociology of Gender, Berkeley. 120 Mª elena dÍez jorge y mª dolores mirÓn pÉrez a los demás, en una noción no egoísta de las relaciones interpersonales y en la no violencia. Por su parte, la línea del pensamiento maternal, cuya mayor representante es Sarah Ruddick, afirma que la especial disposición hacia el cuidado y la atenta mirada que espera interpretar y satisfacer adecuadamente las demandas de hijos e hijas dotaría a las madres de un sesgo no violento, y vislumbra en la ética de la maternidad una vía hacia una política menos agresiva.39 En ambos casos, esta ética femenina no se considera basada en una disposición natural, sino en una práctica y una ética desarrolladas a lo largo de los siglos en las distintas sociedades. Por tanto, puede superar los géneros y ser asumida por los hombres. Tampoco presupone que todas las mujeres sin excepción tengan los mismos comportamientos éticos ni la exclusión de los varones de éstos, aunque las mujeres, por la experiencia de siglos, estarían en una situación más apta para desarrollar actitudes de cuidado. Hay, por tanto, una reivindicación de una diferencia específica, pero en la idea de que las actitudes y prácticas derivadas de ella sean asumidas por toda la sociedad. No obstante, estas teorías han sido fuertemente criticadas. 40 Por un lado, colocar la experiencia de la maternidad como rasgo identidario de las mujeres ocultaría las diferencias culturales y personales entre las mismas. 41 Por otro, se ha alertado contra un posible regreso a la vieja ideología exaltadora de la «buena madre», con el consiguiente peligro de ser utilizada por el sistema patriarcal para defender los papeles tradicionales. 42 Asimismo, 39.RUDDICK, Sarah (1989) Mathernal Thinking: Toward a Politics of Peace. Londres. 40.Ver SÁNCHEZ MUÑOZ, Cristina, Op. cit., pp. 13-15. 41.COLLINS, Patricia Hill (1990) Black feminism thought: Knowledge, conciousness and the pursuit of empowerment, Boston; BAILEY, Alison (1994) «Mothering, diversity, and peace politics», Hypatia 9/2, 188-198. 42.En este sentido, cabe destacar la rapidez con que la Iglesia Católica ha asumido, aunque sea en sus rasgos más superficiales, y reelaborado la ética del cuidado como rasgo diferencial de las mujeres, en su argumentación a favor del mantenimiento de los papeles tradicionales. Ver, por ejemplo, en la Carta a los Obispos de la Iglesia Católica, firmada por Joseph Card. Ratzinger y Angelo Amato, de la Congregación para la Doctrina de la Fe: «Sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y el mundo» (Roma, 31 de julio de 2004). Desde algunas instancias, se ha señalado que la reivindicación del arquetipo de la mujer como cuidadora puede ser incluso utilizado para mantener el militarismo. Ver KAPLAN, Laura Duhan (1994) «Woman as caretaker: An archetype which supports patriarchal militarism», Hypatia 9/2, 123-133; CAPDEVILA, Rose (2000) «Motherhood paz y gÉnero. debates y coincidencias... 121 desde algunas instancias se han apuntado los inconvenientes que podría tener trasladar a la esfera pública ciertos valores de la relación madrehijas/os, que sería exclusiva e íntima y caracterizada por la desigualdad y la subordinación. Sin embargo, también se ha reconocido a estas nociones sus aportaciones al debate feminista, y en concreto, su cuestionamiento de la concepción de la ciudadanía limitada al modelo de los derechos, introduciendo una política de interpretaciones de las necesidades, que reconocería las necesidades en conflicto y su plasmación en los derechos, así como su revelación de la importancia de los aspectos relacionales de los individuos.43 En esta línea, en los últimos años se está intentando conjugar los presupuestos universalistas, nacidos en la Ilustración, de la ética de la justicia, basada en la igualdad de derechos, con los de una ciudadanía más relacional que recoja las diferencias y la ética del cuidado. 44 Es el caso de la teoría integradora de Seyla Benhabib del universalismo interactivo, un modelo de ciudadanía que reformula y reivindica el universalismo, pero reconoce la pluralidad de modos de ser humano, revindicando una democracia deliberativa basada en el principio universal de autonomía del individuo, que presupone respeto moral y reciprocidad igualitaria. De este modo, se sintetizan las solidaridades colectivas con identidades pluralmente constituidas, se tornan porosas las fronteras entre lo público y lo privado, y se trata a los individuos con las normas no sólo de los derechos y los deberes, sino también con las de la amistad, el amor y el cuidado.45 Nos hallamos, pues, no ante una ética femenina, sino feminista. Aunque estas teorías no están formuladas desde una postura explícitamente pacifista, sí incluyen y reivindican los valores de la ecología, el antimilitarismo y la solidaridad entre los pueblos 46; y, en and political involvement: The construction of gender and political identities», Feminism & Psychology 10, 496-491. 43.FRASER, Nancy (1989) Unruly Practices: Power, Discourse and Gender in Contemporary Social Theory, Minneapolis. 44.Sobre las diversas opciones, ver BELTRÁN PEDREIRA, Elena (2001) «Justicia, democracia y ciudadanía: las vías hacia la igualdad», en BELTRÁN, Elena – MAQUIEIRA, Virginia, Op. cit., pp. 191-242. 45.BENHABID, Seyla (1992) Situating the Self: Gender, Community and Postmodernism in Contemporary Ethics, Cambridge. 46.BENHABID, Seyla (2005) «Feminismo y posmodernidad: una difícil alianza», en AMORÓS, Celia – MIGUEL, Ana, Op. cit., vol. II, pp. 319-342. 122 Mª elena dÍez jorge y mª dolores mirÓn pÉrez todo caso, se trata de aportaciones importantes a tener en cuenta desde la perspectiva de paz. La propuesta de un nuevo concepto de poder, unido a la desaparición del sistema patriarcal, está detrás de las formulaciones de lo que se puede definir como la paz feminista.47 El punto de partida es que los esencialismo de género, que asocian a las mujeres a la paz y los hombres a la violencia, forman parte de las estructuras que sustentan el patriarcado, un sistema de dominación intrínsecamente violento, que se apoya tanto en la violencia sobre las mujeres como en el militarismo y la guerra. Por tanto, el patriarcado articula las relaciones de poder, tanto entre mujeres y hombres como en la sociedad en su conjunto, de forma ante todo violenta, y de ahí que el concepto patriarcal de poder esté definido por la capacidad de obligar y dominar. Frente a ello, la paz feminista propone una nueva lógica de poder basada en la responsabilidad y la capacitación, en una sociedad que ha superado el sistema patriarcal y, por tanto, las jerarquías de género y los valores militaristas. Desde este punto de vista, no sería el hecho de ser mujer, sino feminista —lo que incluye a mujeres y hombres—, lo que proporcionaría una aproximación distinta a la paz. 48 Muy vinculada a esta línea de pensamiento se encuentra la noción de justicia feminista,49 que defiende que la consecución de la paz en las relaciones internacionales no es posible si no existe paz en las relaciones personales. Su ideal, compartido con las teorías de la paz feminista, es un mundo liberado del género, pues éste define tanto las diferencias entre lo masculino y lo femenino como las jerarquías entre hombres y mujeres, es elemento esencial del sistema patriarcal y, por tanto, lleva aparejada necesariamente violencia. El objetivo sería alcanzar una sociedad andrógina, entendiendo ésta como aquélla donde cada individuo elija en libertad los rasgos que prefiera, y donde las virtudes consideradas tradicionalmente femeninas o masculinas —siempre y cuando sean virtudes de paz e igualdad— sean inculcadas a todo el mundo, independientemente de su sexo. 47.MOURA, Tatiana (2004) «Paz feminista», en LÓPEZ MARTÍNEZ, M. (dir.), Op. cit., pp. 893-894. Dentro de esta línea de pensamiento podemos citar a REARDON, Betty (1985) Sexism and the war system, Nueva York; BROCK-UTNE, B., Op. cit.; BATES, P. A., Op. cit. 48.BATES, Prue A., Op. cit., p. 78. 49.STERBA, James P. (1994) «Feminist justice and the pursuit of peace», Hypatia 9/2, 173-187. paz y gÉnero. debates y coincidencias... 123 Como se puede observar, es común a todas estas teorías feministas de paz, aun cuando diverjan en el proceso, la propuesta de transformación hacia una sociedad donde la igualdad entre mujeres y hombres se vincula a la construcción de una verdadera cultura de paz. 5. BALANCE Y PERSPECTIVAS DE FUTURO A pesar de algunas reticencias y distanciamientos creemos que se deben aunar los esfuerzos de los Estudios de la Paz y los Estudios de Género. Como hemos señalado, hay trabajos en los que colaboran personas provenientes de distintas posturas teóricas, no sólo desde el feminismo de la igualdad y de la diferencia, sino desde la perspectiva de género y la perspectiva de paz. Un ejemplo de ello fue el proyecto en el que hemos participado, y en el que estábamos presentes investigadoras del Instituto de Estudios de la Mujer y del Instituto de Paz y Conflictos, todas feministas, aunque con diversas posturas. Fue Cándida Martínez quien nos reunió 1999 a un grupo de historiadoras de la Universidad de Granada para analizar el tema desde distintas áreas de la Historia (de la Prehistoria a la Edad Moderna, pasando por la Historia Antigua y la Historia del Arte), en un proyecto de investigación titulado Las mujeres y la paz. Génesis y evolución de conceptualizaciones, símbolos y prácticas. El proyecto fue financiado por el Programa Sectorial de Estudios de las Mujeres y del Género del Plan Nacional I+D, que concluyó en 2002, y cuyos resultados fueron publicados dos años después. 50 El objetivo de este proyecto era recuperar la historia de las mujeres y la paz de manera interrelacionada. Para ello, consideramos esencial estudiar el tema en el mundo antiguo, pues fue en esta época donde se generaron buena parte de las bases ideológicas que sustentan la civilización occidental, entre ellas los discursos sobre las diferencias de género y la subordinación de las mujeres, y la exclusión de éstas de la guerra. Por otro lado, el estudio de la relación entre mujeres y paz en el mundo antiguo es esencial para comprender muchos de los mecanismos de esta relación en las sociedades occidentales que se siguen comproban- 50.MIRÓN PÉREZ, María Dolores – MARTÍNEZ LÓPEZ, Cándida – DÍEZ JORGE, Mª Elena – SÁNCHEZ ROMERO, Margarita – MARTÍN CASARES, Aurelia, Op. cit. 124 Mª elena dÍez jorge y mª dolores mirÓn pÉrez do aún hoy en día, puesto que buena parte de las conceptualizaciones, símbolos y prácticas femeninas en torno a la paz se desarrollaron en la Antigüedad. En todo momento procuramos evitar caer en el binomio mujer-pacífica, hombre-violento, porque no responde a la realidad y porque oculta las dimensiones interrelacionales y mediadoras de las dicotomías. Igualmente somos conscientes de que esta relación de las mujeres con la paz surgió de una situación de discriminación. Por tanto, estas experiencias, actitudes y prácticas pacíficas de las mujeres son negativas en tanto que surgieron de una conceptualización de género desigual. Pero también son positivas, ya que esta experiencia pacífica femenina es una experiencia pacífica de la humanidad, y parte de sus mecanismos deberían ser extendidos al resto de la sociedad para construir un mundo más pacífico. Partiendo de este marco en el que las autoras de este capítulo hemos trabajado, proponemos algunos de los aspectos fundamentales de la relación entre mujeres y paz que deben ser incentivados en la investigación: A) Conceptualizaciones Es en el tema de la paz, frente a la violencia, donde hay principalmente más vacío historiográfico, por lo que debe haber un especial esfuerzo en el estudio de algunos temas como: Discursos sobre las mujeres con virtudes propias de la paz y la regulación pacífica de conflictos. Interrelación de este discurso con el de los hombres como pacificadores; Las mujeres como depositarias de la concordia familiar o el concepto y el campo semántico de la paz en relación con los campos semánticos de mujer y hombre. Este esfuerzo central sobre el concepto paz en su relación con el género debe ir acompañado de una revisión e interrelación con las conceptualizaciones de la violencia, esencialmente en lo que se refiere a la violencia de género y violencia en general así como a la división de los papeles de género y exclusión de las mujeres de la guerra. B) Símbolos Aunque se han hecho unas primeras aproximaciones, sin duda se necesita ahondar con mayor profundidad en temas como: La paz personificada como mujer, símbolos femeninos como símbolos de paz (fertilidad, maternidad, domesticidad, tejido, etc.). Personificaciones y atribuciones paz y gÉnero. debates y coincidencias... 125 de la paz con símbolos masculinos; Los atributos femeninos de la paz y su interrelación con los masculinos; Los rituales femeninos relacionados con la paz y diferencias y similitudes con los masculinos o la utilización de las mujeres para simbolizar la paz o los efectos de la guerra. C) Prácticas Las experiencias y actitudes pacíficas desarrolladas por las mujeres es quizás otra de las áreas fundamentales de trabajo donde las claves deben ser las mujeres como sujeto y su capacidad histórica de transformación y cambio. Se hace necesario profundizar aún más en las mujeres ante su invisibilidad, sin olvidar por ello la necesaria introducción de una perspectiva de género más integral. Desde la perspectiva de género algunas ideas podrían ser: La mediación; El matrimonio como alianza; La cohesión familiar y la cohesión ciudadana; Adaptación de los mecanismos de mediación familiares a los conflictos políticos; Las prácticas del cuidado y la paz social; Las movilizaciones de mujeres por la paz; Las actividades diplomáticas o el ejercicio del poder político. Se necesita seguir profundizando especialmente en el papel de las mujeres en temas como los mecanismos femeninos de regulación pacífica de conflictos, ya que la regulación de conflictos hecha por los hombre se ha presentado como la universal y más practicada. Otros temas donde hay que recuperar el papel y la voz de las mujeres es en las movilizaciones femeninas por la paz, individuales o colectivas y en el feminismo pacifista. Como se puede observar, son muchos los aspectos a tratar, y seguramente nos falten otros tantos o más, lo cual da una idea de la riqueza de la relación entre mujeres y paz y, por extensión, entre género y paz. Estas tres áreas de trabajo –conceptualizaciones, símbolos y prácticas–, interrelacionadas entre sí, deben ser analizadas desde la propuestas de la paz de género como directriz transversal. El reto es importante, como también lo es superar una serie de obstáculos generales que se plantean a todo estudio sobre mujeres y paz. En primer lugar, y este reto es común a todos los estudios de las mujeres y del género, es lograr que sus aportaciones sean leídas, reconocidas y empleadas por la ciencia en general, y en particular por los Estudios de Paz y Conflictos que es el caso que nos ocupa, liberándose también de los rasgos de androcentrismo que aún puedan contener. La 126 Mª elena dÍez jorge y mª dolores mirÓn pÉrez paz en toda su complejidad no puede ser entendida sin tener en cuenta la categoría de género. Por ello los Estudios de la Paz no sólo deberían incluir a las mujeres, sino también empezar a considerar que los hombres también están mediatizados por el género, y que éste no sólo incumbe a las relaciones ente mujeres y hombres, sino que también impregna todas las relaciones sociales y políticas. En segundo lugar, que el tema de la relación entre mujeres y paz sea plenamente aceptado por los estudios feministas de todas las tendencias. Siempre desde una mirada crítica e integradora, lejos de esencialismos y exclusiones empobrecedoras. Y eso incluye integrar la perspectiva de paz en los Estudios de Género, proporcionándoles nuevas dimensiones para entender la relación entre mujeres y hombres, otorgándoles a las primeras mayor protagonismo como sujetos activos en la construcción de la paz, al mismo tiempo que ofreciendo nuevas pautas para interpretar el patriarcado en tanto sistema de dominación. Asimismo, se tendrán nuevas perspectivas para vislumbrar qué tipo de sociedad queremos. La visión del orden de género como garante de la paz pasa ahora por reconocer la necesidad de un equilibrio y de una armonía entre la diversidad, en este caso hombres y mujeres, en la que no se invisibilice y supedite a la otra parte. Establecer este nuevo modelo de relaciones entre los sexos pasa por erradicar la violencia, aun reconociendo la existencia permanente del conflicto, y recuperando y reelaborando algunas pautas que a lo largo de la historia han podido ser y podrían ser positivas y deben ser ahora asumidas por todas las partes. Todo ello supone integrar plenamente la paz de género dentro de la globalidad de la paz, y entender que ésta tampoco es posible sin la paz entre mujeres y hombres. La paz de género supone reelaborar los mecanismos pacíficos que han podido regular los conflictos entre mujeres y hombres, pero también, y especialmente, debe crear nuevas pautas de relación y encaminarse a establecer un nuevo orden que contribuya a la paz social en el conflicto entre los sexos, a la vez que recupere viejas experiencias y cree nuevos valores de paz que sean asumidos por todos, hombres y mujeres. 127 LOS PROCESOS DE COOPERACIÓN Y CONFLICTO EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES: CONTINUIDAD Y CAMBIO Inmaculada Marrero Rocha Dpto. Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales Universidad de Granada 1.CUESTIONES INTRODUCTORIAS: PROCESOS Y ESTRUCTURA EN LA SOCIEDAD INTERNACIONAL Llamamos procesos internacionales, ya sean de cooperación o conflicto1, al entramado relacional que se produce en el marco del sistema internacional. La evolución de ese entramado relacional ha dado lugar a la aparición de determinadas reglas y elementos organizativos que informan y condicionan las interacciones entre los actores de las Relaciones Internacionales. Por tanto, el aspecto dinámico de la sociedad internacional es lo que se denomina proceso, en contraposición con conceptos más estáticos como el de estructura del sistema relacional. La estructura puede ser entendida como la configuración del poder producto de las relaciones entre los actores. En este sentido, la conexión entre estructura y proceso se presenta en una doble dirección. Por una parte, los procesos erosionan una estructura de poder determinada y provocan la aparición de otra, mientras que, al mismo tiempo, la estructura 1.Coincidimos con la definición de «conflicto» que se hace en el capítulo «Una Teoría de los conflictos basada en la complejidad» y en el inicial «Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la Paz». Sin embargo, en este trabajo sólo abordamos los conflictos que se manifiestan con cierto grado de violencia y los contraponemos con la cooperación, que no es sino una gestión pacífica de las mismas fuentes de conflictividad. 128 inmaculada marrero rocha de poder condiciona las características de los procesos. Realmente, han sido siempre las potencias internacionales las que han configurado la estructura de poder, han establecido las reglas de juego en el sistema y han determinado la «agenda internacional de problemas» 2. El número de potencias que participaban en la elaboración de las normas de convivencia de la sociedad internacional y en su aplicabilidad ha marcado las características de la estructura de poder —multipolar, bipolar y unipolary su permanencia en el tiempo3. Y, a pesar de que la multiplicación de categorías de actores en las Relaciones Internacionales impide hablar de una sociedad internacional exclusivamente de Estados, lo cierto es que han sido éstos los principales artífices de la estructura de poder y los que han sentado las bases para su funcionamiento. A los Estados se les sigue atribuyendo la responsabilidad de la fragilidad, inoperancia e inadecuación de determinadas reglas de convivencia en el marco de la sociedad internacional, y a ellos también se les reclama la modificación o el cambio de la estructura. En consecuencia, el estudio de las Relaciones Internacionales debe realizarse desde el conocimiento de la estructura de poder internacional, deteniéndose en cuestiones tales como la identificación de las grandes potencias, el orden en la jerarquía de poderes en el plano internacional, las normas básicas de convivencia y los vectores de cambio de la estructura, que son fundamentales para analizar el entramado relacional de cada época histórica. En la etapa histórica actual, nos encontramos con una estructura internacional que está adquiriendo un carácter claramente unipolar, en la que una sola potencia, que supera en términos globales al resto de los Estados en atributos de poder clásicos o tradicionales —poder económico, político, militar— y en atributos intangibles —prestigio, difusión cultural, reputación científico-académica, entre otros— 4 quiere 2.Sobre la estructura de poder del sistema internacional en CLARK, Ian (1989) The Hierarchy of States. Cambridge, y KENNEDY, Paul (1989) Auge y caída de las grandes potencias. Barcelona. 3.Sobre esta cuestión se recomienda a TRUYOL y SERRA, Antonio. (1998) Historia del Derecho Internacional Público. Madrid, pp. 101-105. 4.La teoría dualista del poder de Joseph Nye identifica como poder duro una serie de capacidades o atributos de fuerza clásicos, como el poder militar, la coerción económica, o la presión político- diplomática, y como poder blando a la capacidad que tiene un Estado para que la ciudadanía de otros Estados legitimen sus políticas. Es una forma de seducción que consiste en hacer que otros deseen lo que tú tienes mediante una serie de medios los procesos de cooperaciÓn y conflicto... 129 consolidar su predominio a través de un cambio de las reglas básicas del funcionamiento del sistema, que le posibiliten determinar el marco relacional para conservar su situación de potencia hegemónica 5. Por ello, en ocasiones, la estructura estará tan asentada y fortalecida por las relaciones que en ella se desarrollan, y su mantenimiento puede estar avalado por el Estado o Estados más fuertes del sistema, que son los que realmente configuraron dicha estructura. Pero no hay que descartar la posibilidad de que los procesos prevalezcan dejando a la estructura obsoleta, si no traduce la configuración de poder que se extrae de un marco relacional determinado. Entonces, el proceso de cambio en la estructura se convierte en algo inevitable. En estas páginas nos centraremos en este aspecto más dinámico de la sociedad internacional, los procesos, por dos motivos fundamentales: primero, porque a través del conocimiento de los procesos se puede caracterizar la estructura del sistema y, segundo, porque los vectores de cambio en el entramado relacional nos proporcionan indicios sobre elementos de transformación o bien de continuidad en la estructura internacional. Barbé define el proceso como las redes de interacción que se originan entre los actores del sistema6. Hocking y Smith, en la misma línea, califican los procesos internacionales de «interacciones internacionales», que definen como procesos políticamente relevantes de comunicación e intercambio de actores en el sistema internacional 7. Esas redes de interacción o procesos pueden ser de cooperación o conflicto, a la vez que se presentan con diversa intensidad, siendo la máxima manifestación de la cooperación los procesos de integración regional y el máximo grado de conflicto, la guerra. Por tanto, la cooperación y el conflicto son los que promocionan los principios y el modo de vida de país que ejerce ese poder blando a través de la promoción de su cultura, su cine, su industria o su sistema educativo, entre otras cuestiones (NYE, Joseph S. (2003) La paradoja del poder norteamericano. Madrid, pp. 36-63). 5.Sobre la contraposición entre hegemonía estatal y gobernanza global, véase KRAHMANN, Elke (2005) «American Hegemony and Global Governance? Competing Visions of International Security», International Studies Review, Vol. 7, Nº 4, pp. 531-546. y sobre el poder military como la principal fuente de hegemonía mundial de EE.UU. en POSEN, Barry (2003) « Command and the Commons: The Military Foundation of U.S. Hegemony», International Security, Vol. 28, Nº 1, pp. 5-46. 6.BARBÉ, Esther (2003) Relaciones Internacionales. Madrid, p. 218 7. HOCKING, Brian y SMITH, Michael (1990) World Politics. An Introduction to International Relations. Nueva York, p. 217. 130 inmaculada marrero rocha dos «tipos ideales» de procesos que pueden manifestarse en distintos grados, que pueden ir, en el caso de conflicto, desde una situación de discordia hasta un enfrentamiento armado y, en el caso de la cooperación, desde una mera coincidencia de intereses hasta una integración de diversos ámbitos de la política estatal bajo la autoridad de instituciones internacionales. Sin embargo, hay que tener en cuenta que se trata de dos productos relacionales que no son simplemente identificables por varias razones. La evolución de la sociedad internacional ha propiciado una multiplicación de los procesos internacionales y una continua interrelación del conflicto y de la cooperación. Como señalan Braillard y Djalili, la cooperación y el conflicto son procesos que difícilmente pueden encontrarse en estado puro, ya que el conflicto puede provenir de un proceso de cooperación frustrado o derivar en un proceso de cooperación8. Por ejemplo, en el ámbito de los procesos de integración, que constituyen la máxima expresión de la cooperación internacional, se pueden producir serios conflictos de intereses entre actores, principalmente estatales. Al mismo tiempo, la incompatibilidad de intereses puede dar lugar a procesos conflictuales porque resulta imposible adaptar esas incompatibilidades o porque la adaptación a través de la cooperación fracasa. Un ejemplo de este tipo de situaciones puede encontrarse en el programa nuclear norcoreano, que desde la década de los noventa es el centro de la incompatibilidad de intereses de Corea del Norte con EE.UU. y sus aliados en la zona. La desnuclearización de Corea del Norte ha dado lugar a procesos de cooperación, que se han manifestado en la celebración de rondas multilaterales de negociación y hasta en la creación de una organización internacional, hoy fallida, para la gestión del programa nuclear civil norcoreano y, también, a procesos de conflicto que se han materializado en la aplicación de sanciones políticas y económicas a este Estado9. 8.BRAILLARD, Philippe et DJALILI, Mohammad Reza (1989) Les relations internationales, Paris, p. 99. 9.Sobre los primeros momentos de la cooperación internacional ante el descubrimiento del programa nuclear norcoreano en PIGRAU SOLÉ, Antoni (1997) El régimen de no proliferación de las armas nucleares. Madrid, pp. 148-149 y 204-222 y sobre el proceso de negociación actual y las crisis de ese proceso en KOEPKE, Jim (2006) My North Korea Vacation. Nueva York, y CHA, Victor D. y KANG, David C. (2005) Nuclear North Korea. Nueva York,. los procesos de cooperaciÓn y conflicto... 131 A pesar de la intensidad y de la variedad que han experimentado los procesos en ese continuum cooperación y conflicto, lo cierto es que los primeros son más abundantes que los segundos y se multiplican con mayor facilidad. Sin embargo, los procesos conflictuales tiene una repercusión mediática mucho mayor debido a los daños que ocasionan y a su vez por la estimulación académico-política que provocan. En efecto, la predicción, prevención y análisis del conflicto son cuestiones que obtienen un amplio tratamiento académico-científico, además de una atención política prioritaria. Tampoco hay que olvidar que los procesos conflictuales de gran intensidad que han concluido en grandes guerras suelen cambiar radicalmente la estructura del sistema. Sin embargo, la cooperación acostumbra a acomodarse y promover una estructura sistémica determinada y es la manifestación más común de la actividad de los actores. Evidentemente, la sociedad internacional sustenta un entramado relacional que marca diferencias con respecto a etapas históricas anteriores. El aumento del número de actores estatales, de organizaciones internacionales y de otras categorías de actores ha propiciado un incremento de los procesos internacionales, a la vez que éstos han crecido en intensidad y complejidad. Además, el objeto material de los distintos procesos internacionales se ha ampliado y diversificado enormemente para incluir temas y aspectos que tradicionalmente han sido ámbitos de la política interna de los Estados, blindados por el ejercicio de competencias soberanas, tales como los derechos y libertades de los ciudadanos, la lucha contra la delincuencia, la protección del medio ambiente o la gestión de la inmigración, entre otros. Ello ha tenido como principal consecuencia la ampliación de la agenda internacional de cooperación, como también una internacionalización de los conflictos internos. Este cambio en la naturaleza de los procesos internacionales ha sido interpretado como una consecuencia de un proceso de dimensiones mayores, llamado globalización10, —al que se le atribuyen unos orígenes 10.Como señala García Pérez después del examen de la inabarcable relación de artículos y monografías publicadas sobre globalización, realizada por Rodríguez Manzano y Teijo, llega a la conclusión de que «Se trata de una expresión de moda cuya mera utilización permite acreditar cualquier discurso o justificar cualquier decisión política. Se trata de la expresión más utilizada en los últimos tiempos y, sin duda, la menos definida». En RODRÍGUEZ MANZANO, Irene y TEIJO, Carlos (1999-2000) «Monografías y artículos sobre globalización (1995-1998), Revista de Investigaciones Políticas y Sociológicas, Vol. 1, Nº 1, pp. 153-157. 132 inmaculada marrero rocha casi remotos derivados del proceso de interdependencia gradual que experimenta la sociedad internacional desde su nacimiento, que supone un estadio más de esa interdependencia global— que, en las dos últimas décadas, se ha agudizado y está significando la redefinición y la reestructuración del ejercicio de competencias estatales y una exclusión social en la conducción del proceso a nivel planetario; lo que evidentemente ha tenido eco en las relaciones de cooperación y conflicto que tienen lugar en la sociedad internacional. Por ello, tanto la cooperación como el conflicto serán analizados a la luz del fenómeno de la globalización, capaz de transformar la naturaleza de determinados procesos, a la vez que parece escapar de la esfera de control estatal. 2. LOS PROCESOS DE COOPERACIÓN ANTE EL FENÓMENO DE LA GLOBALIZACIÓN. Los procesos de cooperación constituyen una interacción básica del sistema internacional y, como expone la Profesora BARBÉ, la forma más extrema de cooperación es la integración, aunque algunos autores entiendan los procesos de integración como una «lógica superadora del sistema de Estados»11 . La cooperación es la manifestación predominan- 11.BARBÉ, Esther (2003) Relaciones Internacionales, op. cit., p. 226. Sobre la especificidad del fenómeno de la integración, el Profesor Liñán Nogueras señaló que (...) la especificidad de la integración como sistema de relaciones internacionales, se enfrenta mediante un estudio comparativo de este fenómeno con los de «relaciones hegemónicas» y el de la cooperación que tanto que fenómenos correspondientes a diversas situaciones históricas con condicionantes materiales distintos. Que la entidad del cambio en dichas condiciones en el momento actual es notable intenta estudiarse en un acercamiento a las variaciones introducidas en el contexto económico internacional en el que se hallan los orígenes del fenómeno de integración, variaciones que al no ser iguales para la sociedad internacional, dada la desigualdad existente en la misma, provoca la limitación regional del fenómeno de la integración regionalidad que es, en consecuencia, una característica sustancial del mismo y no una reducción espacial de carácter coyuntural, tal y como en ciertas ocasiones se ha defendido. LIÑÁN NOGUERAS, Diego. J. (1978) La integración: factor de modificación del concepto de soberanía (Contribución a la teoría evolucionista). Granada, p. 9. En 2003, Lake elaboró un estudio sobre la evolución del concepto de soberanía a la luz del proceso de globalización en el que ponía de manifiesto como desde los años ochenta la concepción clásica de la soberanía estaba prácticamente obsoleta y propone una visión constructivista de la soberanía que se fundamenta en la jerarquía los procesos de cooperaciÓn y conflicto... 133 te de la sociedad internacional, aunque pueda presentarse con distinta intensidad. Por ello, desde el intercambio diplomático más rutinario hasta la creación de una organización internacional en la que los Estados miembros decidan atribuir competencias soberanas a unos órganos supranacionales pueden considerarse procesos de cooperación 12. Además, la promoción de la cooperación para aliviar y superar problemas comunes que no pueden tener un tratamiento de carácter exclusivamente estatal constituye no sólo un deber moral sino, también, una obligación legal, desde el momento en que los Estados miembros de las Naciones Unidas se comprometieron por el Artículo 1.3 de la Carta de San Francisco a Realizar la cooperación internacional en la solución de problemas internacionales de carácter, económico, social, cultural o humanitario, y en el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión. Por esto, los Estados no suelen negar la necesidad de cooperar ni su predisposición a hacerlo, por el contrario, los fracasos de los procesos de cooperación normalmente se atribuyen a la predisposición de otros a no afrontar la negociación desde la óptica de una redistribución de coste-beneficio equitativos, y sí desde el ejercicio de poder en términos clásico-realistas. De ahí que los procesos de cooperación siempre encierren un potencial conflictual, cuando no existe confianza entre las partes ni reciprocidad de beneficios 13. A pesar de la problemática de las interacciones de cooperación, son muchas las ocasiones en las que existen necesidades e intereses comunes, además de valores compartidos que promueven los procesos de poder en la sociedad internacional (LAKE, David (2003) «The New Sovereignty in International Relations», International Studies Review, Vol. 5, Nº 3, pp. 303-323). 12. HOLSTI ha contabilizado que cada día se producen miles de interacciones entre actores del sistema internacional que tienen un carácter cooperativo. A veces se trata de intercambios técnicos-administrativos que no llegan a tener una gran trascendencia internacional y otras veces son procesos que afectan de manera muy directa a la esfera privada de los individuos con una repercusión internacional notoria. (HOLSTI, Kalevi J. International Politics, op. cit., pp. 378 y ss.) 13.Sobre la interrelación entre los procesos de cooperación y conflicto en un ejemplo práctico, se recomienda GUEST, A. (1995) «Conflict and Cooperation in a Context of Change: A Case of Study of Senegal River Basin», en MACMILLAN, John y LINKLATER, Andrew. Boundaries in Question: New Directions in International Relations. London, pp. 163-175. 134 inmaculada marrero rocha de cooperación entre los Estados. Asimismo, estos procesos han demostrado ser cada día más complejos como consecuencia del aumento del número de actores participantes, el incremento de los ámbitos objeto de la cooperación, además de la diversificación de las características e intensidad del entramado relacional. Ahora bien, parece que el principal factor o motor de la singularidad que están adquiriendo las interacciones de cooperación se debe a un proceso de carácter global y de una complejidad a veces difícil de aprehender, cuya evolución encierra dudas e incertidumbres, llamado globalización 14. Según Randle, la internacionalización, transnacionalización y la globalización son tres momentos de un mismo proceso, que se diferencia por el grado de interpenetración de las actividades económicas y de las economías nacionales en el ámbito mundial. Por ello, la globalización constituye el último grado de un proceso de interdependencia15. Analizar la globalización resulta una labor complicada no sólo por la complejidad inherente al fenómeno sino por el hecho de que sea un 14.Anthony Giddens entiende que la globalización puede definirse como la intensificación de las relaciones sociales a escala mundial que vinculan realidades distantes de tal modo que los acontecimientos locales son modelados por hechos que ocurren a muchas millas de distancia y viceversa (citado en RANDLE, Patricio H. (1999) Soberanía Global: A donde lleva el mundialismo, Madrid, pp. 183-184). Como señala Berta Lerner, la globalización marca el inicio de una etapa en la que un solo sistema económico prevalece en el mundo después de la desaparición del bloque comunista, incluso regímenes como Cuba o, especialmente, China mantienen su autoritarismo pero aceptan, en buena parte, las reglas de apertura capitalistas. Por tanto, se trata de un proceso fascinante, de compleja naturaleza, que se desenvuelve bajo las premisas neoliberales. Si como desarrolló Max Weber el capitalismo nació de la doctrina calvinista, el neoliberalismo es la doctrina de la globalización. El neoliberalismo aboga por la integración de las economías nacionales con base en las leyes de la oferta y la demanda, por la eficiencia individual y por disminuir la intervención del Estado y favorecer la extensión de las fuerzas privadas en el terreno económico y social. Ahora bien, recientemente, el neoliberalismo aboga por un mayor estatismo una vez que se pusieron de manifiesto las dificultades e inconvenientes que se presenta para que las fuerzas privadas puedan cubrir y complejos rubros del área social (educación, salud, vivienda) y pueda desempeñarse a la vez como guías y promotoras de las la economía; en suma, ser juez y parte del proceso económico. (LENER SIGAL, Berta (1999) «Un panorama general de la globalización: Génesis, evolución y perspectivas», Revista de Investigaciones Políticas y Sociológicas, Vol. 1, Nº 1, pp. 11-13 (11-40). 15.RANDLE, Patricio. H. Soberanía Global: A donde lleva el mundialismo, op. cit., p. 63. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua define globalización como Tendencia de los mercados y de las empresas a extenderse, alcanzando una dimensión mundial que sobrepasa las fronteras nacionales. los procesos de cooperaciÓn y conflicto... 135 proceso que sigue desarrollándose a la vez que se examina, por lo que al investigador le resulta arriesgado prever sus derivaciones y sus consecuencias reales. Normalmente, el análisis de la globalización se centra en identificar sus distintas manifestaciones o consecuencias, como la presencia de una red de conexiones entre territorios, personas, capitales, bienes y servicios; la intensificación de las relaciones políticas, económicas y culturales; la existencia de un sistema complejo de dependencia mutua o la formación de la economía global integrada derivada del desarrollo tecnológico y de las comunicaciones 16. El tratamiento de la globalización se realizará desde la perspectiva de su incidencia en los procesos de cooperación, obviando un análisis completo del fenómeno en sí, de su origen y de sus distintas dimensiones que, por otra parte, siguen siendo objeto de un amplio tratamiento desde el punto de vista de muy diversas disciplinas científicas 17. Siguiendo las reflexiones de la profesora García Picazo, la consecuencia más visible de la globalización es una aceleración económica y transformación tecnológica que afecta al modo de vida de los individuos, penetrando en los Estados y condicionando las estructuras de poder nacionales y los modos de actuación estatales 18. Además, también produce un traslado de lo público a lo privado, haciendo que el propio Estado deje de controlar ámbitos de la vida económica, social, cultural y política que supuestamente deben estar bajo su regulación, pero que no puede gestionar a través de los mecanismos tradicionales de control y de regulación19. Evidentemente, desde el punto de vista estatal, estos 16.AXTMANN y GRANT señalan que la globalización es un proceso multifacético que se manifiesta de diversas formas: intercambio económico, innovación tecnológica, turismo global, migración masiva, investigación global en materia nuclear, medioambiental y riesgos para la salud (AXTMANN, Roland. y GRANT, Robert (2000) «Living in a Global World. Globalization and the Future of Politics» en Trevor C. Salmon (ed.) Issues In International Relations. Londres, pp. 25-54). 17.Véanse, entre otros, McGREW, Anthony. G. y LEWIS, Paul. G. (1992) Global Politics. Cambridge. 18. GARCÍA PICAZO, Paloma (2000) ¿Qué es esa cosa llamada Relaciones Internacionales?. Madrid, p. 78. 19.En muchos medios de comunicación se ha calificado a la globalización como un fenómeno irremisible ya que «la integración de las economías nacionales ha cambiado el modo en el que funciona el mundo», Sin embargo, The Economist ha puesto de manifiesto que los Estados no soportarán las presiones de la globalización y tarde o temprano frenarán el proceso utilizando todos los medios a su alcance. La presión por competir erosionará la 136 inmaculada marrero rocha efectos pueden considerarse ampliamente negativos. No obstante, autores como Ortega Carcelén han querido ver principalmente los aspectos positivos de esa globalización, como son la modernización económica, el progreso tecnológico y científico, la tutela universal de los derechos humanos y el aumento de la cooperación, además de una mayor regulación internacional20. En mi opinión, el análisis de la globalización desde la perspectiva de las Relaciones Internacionales no debe circunscribirse únicamente a elaborar un elenco de consecuencias positivas o negativas, sino debe hacerse atendiendo a la afectación de fondo de la característica fundamental de la sociedad internacional: el ejercicio de las competencias soberanas de los Estados en sus relaciones exteriores, y cómo esto ha repercutido en la elaboración de la agenda global de cooperación o las diferencias de las interacciones de cooperación entre las diversas regiones del globo. Por ello, el fenómeno de la globalización no conlleva una amenaza material al ejercicio de la soberanía estatal proveniente de otros Estados con mejores atributos de poder, lo que sí hace es alterar el principio organizador del sistema interestatal en funcionamiento desde la aparición del Estado moderno21. capacidad de los gobiernos de diseñar sus propias políticas económicas (...) Se dirá que la libertad absoluta no existe —ni tampoco la soberanía total— pero una cosa es aceptar recortes explícitamente mediante acuerdos y otra recibir presiones de lobbies globales imposible de resistir (The Economist: «On the World», 18 de octubre de 1997, p. 79). 20. Muchas controversias entre Estados siguen sin resolverse, pero la consolidación de la Unión Europea en un continente que dió lugar a dos guerras mundiales es un ejemplo de integración regional admirado en todas partes. Se siguen dando violaciones de derechos humanos pero la acción de las ONG, la transparencia que ofrecen los medios de comunicación, la vigilancia de Naciones Unidas y otros organismos internacionales hacen que esas transgresiones sean cada vez más difíciles. A pesar de los problemas que conlleva, la globalización económica constituye una fuerza de progreso que está sacando de la miseria a millones de personas. En ORTEGA CARCELEN, Martín (2006) Cosmocracia. Política global para el S.XXI. Madrid, p. 10. 21.Como expone HINOJOSA, es necesario abandonar el concepto clásico de soberanía estatal, ya que el Estado soberano se identifica cada vez con el ejercicio de una serie de competencias funcionales. Esta concepción aparece como consecuencia de que las capacidades del Estado-nación para liderar un modelo social y político se cuestionen ante el fenómeno de la globalización, que ha erosionado lo que son atributos tradicionales de la soberanía estatal (HINOJOSA MARTÍNEZ, Luis Miguel (2005) «Globalización y Soberanía de los Estados», Revista Electrónica de Estudios Internacionales, Nº 10, (www.reei.org). los procesos de cooperaciÓn y conflicto... 137 Fulvio Attiná ha señalado cómo la preeminencia del Estado como sistema político se encuentra sometida a una serie de fuerzas corrosivas que transforman y redefinen sus capacidades y competencias en el marco interno y en el plano internacional22. A partir de ahí, se produce una colisión entre la estructura tradicional estatocéntrica y las consecuencias derivadas de la globalización, como la aparición de nuevos actores y la multiplicación de procesos internacionales cada vez más complejos23. En este sentido, las teorías de la interdependencia derivadas del paradigma globalista ponen de manifiesto el declive del Estado en su papel de único protagonista y los estructuralistas señalan el nacimiento de subsistemas regionales que ahondan las diferencias entre el primer mundo y el mundo desarrollado, desde que esa interdependencia no se presenta con la misma intensidad en todas las partes del planeta, con lo que los efectos del proceso no son los mismos para todas las sociedades 24. Por ello, una manera genérica de entender la globalización es considerarla como un proceso de creación de un sistema de dimensiones mundiales en el que ningún acontecimiento, proceso o acción significativa queda circunscrita el área geográfica en que ha tenido origen y viceversa. Acontecimientos, procesos y acciones al nivel global del sistema repercuten deliberada o involuntariamente sobre todos los sistemas locales, aunque no de la misma forma25. 22.Según ATTINÁ, el análisis de la globalización debe realizarse desde una doble vertiente: 1) entender y explicar la naturaleza de los cambios a los que se refiere el término globalización y 2) identificar y explicar los cambios que la globalización produce en la política (en la economía, en la seguridad, en las reglas del juego, etc) ATTINÁ, Fulvio (2001) El sistema político global. Introducción a las Relaciones Internacionales. Barcelona, p. 157. 23. GARCÍA PICAZO , Paloma (2006) Teoría Breve de Relaciones Internacionales. Madrid, p. 71. 24.Sin embargo, autores como Ruggie han puesto de manifiesto como la gobernanza privada produce sólo soluciones parciales (a la demanda de la ciudadanía) lo que está favoreciendo la vuelta del sector público. En RUGGIE, John Gerard (2003) «Taking Embedded Liberalism Global: The Corporate Connection», en HELD, David. y KOENING-ARCHIBUGI, Mathias. Taming Globalization: Frontiers of Governance, Cambridge, pp. 27 y ss. Véase también, JAHN, Detlef. (2006) «Globalization as Galton’s Problem: The Missing Link in the Análisis of Diffusion Patterns in Welfare State Development», International Organization, Vol. 60, Nº 2, pp. 401-431. 25.ATTINÁ, Fulvio. Ibid., p. 160. 138 inmaculada marrero rocha Otra de las formas en la que el Estado ha visto afectado el ejercicio de competencias soberanas a nivel interno ha sido sin duda, como señala David Held, el hecho de que los gobernantes tomen decisiones en el marco de organizaciones internacionales que no están sometidas a un control democrático26. A partir de ahí, la ciudadanía empieza a observar que la creación de diversos regímenes internacionales, que tienen como principal objetivo regular la cooperación para atender a las necesidades e intereses de los individuos que los Estados no puede satisfacer en el plano individual, suponen trasladar ámbitos de la vida política, económica y social que se encontraban en una régimen de decisión y control democrático a instancias en las que las decisiones no se adoptan a través de estos parámetros y escapan a cualquier participación, directa o indirecta ciudadana. Y, aunque los Estados intentan buscar soluciones legislativas y administrativas internas, la economía mundial anula las posibilidades de políticas económicas autónomas y condiciona otras facetas de la vida estatal. Ante esta situación, muchos como Ortega Carcelén se han aventurado a afirmar la viabilidad de un sistema político más amplio en el que se legitimen democráticamente las decisiones, en definitiva, una democracia a nivel mundial que desarrolle un sistema de derechos y valores27. Sin embargo, el diseño, las características y la viabilidad de este tipo de proyecto global todavía se encuentran poco desarrollados, tanto en un plano teórico como en el ámbito político. Las diferencias entre Estados y regiones, las diversidades entre regímenes y sistemas políticos estatales y, también, entre los valores de la ciudadanía constituyen el contrapunto de las propuestas a favor de un sistema político global 28. 26. HELD, David (2002) La democracia y el orden global: del Estado moderno al gobierno cosmopolita. Barcelona. 27.Ortega Carcelen propone la realización de un sistema político mundial llamado «cosmocracia», basándose en los siguientes presupuestos: el desarrollo y el progreso que ha sufrido una buena parte de la sociedad internacional es innegable, la democracia es el sistema político más extendido, el uso de la fuerza armada ha disminuido en los últimos años, las organizaciones internacionales han aumentado su peso y los individuos pueden identificarse con entidades trasnancionales (ORTEGA CARCELEN, Martín. Cosmocracia. Política global para el S.XXI, op. cit., pp. 280 y ss). 28.Véase HIRST, Paul y THOMPSON, Graham (1996) Globalization in Question: The International Economy and the Possibilities of Governance. Cambridge,. los procesos de cooperaciÓn y conflicto... 139 2.1. Las nuevas amenazas para la paz y la seguridad internacional y el desarrollo de una agenda global de cooperación. Una de las manifestaciones más claras del fenómeno de la globalización ha sido la progresiva inhabilidad del Estado para satisfacer individualmente las necesidades de la ciudadanía y el hecho de que cada vez sean más los ámbitos que escapan a su control y regulación 29. Y, en ese contexto, la cooperación internacional aparece como única alternativa para que los poderes públicos puedan ofrecer a la ciudadanía una serie de condiciones políticas, económicas, sociales y culturales aceptables. Por tanto, la concertación y la cooperación en el marco de las organizaciones internacionales se realizan sobre la base de la existencia de una serie de problemas comunes que afectan a un número significativo de Estados. Al conjunto de cuestiones objeto de la cooperación internacional se las denomina la «agenda internacional». * Durante el período bipolar la agenda de cooperación internacional estaba fuertemente influenciada por la necesidad de hacer frente a amenazas clásicas para la integridad territorial y la independencia política de los Estados, a la vez que procurar que las tensiones entre los bloques no concluyesen con un enfrentamiento nuclear. Por otra parte, la fractura ideológica Este-Oeste propició la aparición de agendas de cooperación internacional que tenían un carácter claramente «regional» y que respondían a las necesidades y a los modelos de cooperación política y económica defendidos por cada bloque. Los procesos internacionales de cooperación se reducían a las negociaciones en materia de control de armamento y desarme que, en definitiva, a pesar de estar auspiciados, en ocasiones, por organizaciones internacionales y respaldadas por otros Estados, se dirimían principalmente entre EE.UU. y la URSS30. Otros intentos de ampliar y diversificar la agenda de cooperación internacional quedaron prácticamente relegados o pospuestos, como fue el caso de grupos de países en vías de desarrollo y sus propuestas de crear un Nuevo Orden 29.SASSEN, Saskia (1996) Losing Control? Sovereignty in an Age of Globalization. Nueva York. * .Nota editores (N.E.) Véase el capítulo Otra Economía para hacer posible la Paz. 30.Sobre el protagonismo de EE.UU. y la URSS en los procesos de cooperación durante la Guerra Fría y las diferencias con la situación actual, véase CAREY, Roger (2000) «The Contemporary Nature of Security», en SALMON, Trevor C. (ed.) Issues In International Relations. Londres, pp. 55-75. 140 inmaculada marrero rocha Económico Internacional distinto del que se había instaurado a partir de la Conferencia de Bretton Woods, que se había mostrado ineficaz para procurar el desarrollo económico y social global y equitativo. Esta propuesta no consiguió una acogida mayoritaria, además de que encontró la negativa de las economías capitalistas occidentales. En términos generales, la agenda de cooperación internacional durante la Guerra Fría respondía a problemas que se originaban en partes concretas del planeta y de los que podía responsabilizarse directamente a un grupo concreto de Estados. Además, la solución o el tratamiento del problema no solía ser una cuestión de responsabilidad compartida. En la actualidad, sin embargo, el proceso de globalización ha cambiado la agenda de problemas del sistema global, fundamentalmente porque la conservación de la soberanía y de la integridad territorial han dejado de estar amenazadas inminentemente, y porque problemas claves de la cooperación internacional que tuvieron una influencia fundamental después de la II Guerra Mundial, como el establecimiento de unas reglas del comercio internacional y para los intercambios financieros, han cedido espacio ante cuestiones como la elaboración de reglas para la convivencia social, la protección de los derechos humanos, la protección de la biosfera, los problemas de subdesarrollo o la reglamentación de la protección de los recursos naturales, que ya acaparan gran parte de las interacciones internacionales y son los protagonistas de las demandas de grupos no gubernamentales y de la opinión pública 31. 31.La profesora Barbé ha recogido las diferentes nociones que, dentro de la lógica de la seguridad compartida, se han desarrollado en los últimos años por diferentes autores, así encontramos los conceptos de comunidad de seguridad, integrado por un grupo de personas que se han integrado con el fin de evitar entre ellos las luchas físicas; régimen de seguridad, que representaría las reglas, principios y normas que permiten a los estados refrenarse en su comportamiento, con la creencia de que los demás harán lo mismo, lo que según su autor beneficiará la cooperación en el largo plazo; complejo de seguridad, que aplicable a los niveles regionales se define como un grupo de Estados, cuyas preocupaciones en materia de seguridad los vinculan entre sí, de tal forma que no es posible considerar sus seguridades nacionales las unas al margen de las otras; por último, encontramos sistema de seguridad el cual está muy relacionado con el anterior, de hecho su sentido es equivalente, sólo que éste, se usa en espacios institucionalizados. (BARBÉ, Esther (1995) La Seguridad en la nueva Europa, pp. 41- 45 y en BARBÉ, Esther y ORIETA, Perni (2001) «Más Allá de la Seguridad Nacional» en DE CUETO, Carlos y JORDÁN, Javier (coords): Introducción a los Estudios de Seguridad y Defensa. Granada, pp. 19–32, donde además recoge los conceptos de seguridad compartida y seguridad global). los procesos de cooperaciÓn y conflicto... 141 La inclusión de este tipo de asuntos o cuestiones en la agenda de cooperación internacional es consecuencia directa de una ampliación del concepto de seguridad internacional que supera la concepción estrictamente nacional y territorial que dominó todo el período de la Guerra Fría. Hoy en día la seguridad se entiende como la consecución y mantenimiento de unas condiciones apropiadas para el desarrollo normal y el progreso en la vida socio-económica y política de la comunidad nacional, para lo cual los Estados se preocupaban de llevar a cabo actuaciones capaces de incidir en los ámbitos económicos, social, cultural y medioambiental, a través de la realización de políticas internas y de la cooperación internacional 32. 32. Han surgido diversos conceptos que ponen de manifiesto el carácter multidimensional de la seguridad como: a) Seguridad Militar: necesidad de hacer frente a las amenazas militares tanto internas como externas y la capacidad de hacer frente a amenazas que no son militares como las migraciones masivas, el crimen organizado o el terrorismo a través principalmente de instrumentos militares; b) Seguridad Económica: capacidad de acceder a los recursos económicos y financieros necesarios y a los mercados para mantener unos niveles aceptables de bienestar y de desarrollo de la sociedad nacional; c) Seguridad de la sociedad o identitaria: capacidad de las sociedades para hacer frente a las amenazas o riesgos que pueden afectar a su cultura o a su identidad social (despoblación, migraciones, genocidios, plagas, guerras, etc); d) Seguridad Medioambiental: capacidad para mantener la biosfera local y planetaria en las condiciones necesarias para que sea soporte físico de la existencia humana (puede dañarse por las guerras, fenómenos naturales, actuación deliberada del hombre, accidentes, etc.); e) Seguridad Humana (concepto gestado por el PNUD en su informe sobre desarrollo humano de 1994), que es un concepto mucho más amplio que se refiere a la seguridad de las personas en sus vidas cotidianas, que se alcanza no mediante la defensa militar de las fronteras de un país, sino con la consecución del desarrollo humano, es decir, garantizando la capacidad de cada cual para ganarse la vida, satisfacer sus necesidades básicas, valerse por sí mismo y participar en la comunidad de forma libre y segura. Gran parte de los conflictos actuales no son causados por agresiones externas, sino en gran medida por factores políticos, económicos y culturales de carácter interno (quiebra del Estado, de la economía, exacerbación étnica, actuación de los señores de la guerra, etc.) por lo que resulta poco útil la defensa armada de las fronteras, el análisis geopolítico de los conflictos, el interés nacional de los Estados y el equilibrio militar entre ellos; f) Seguridad regional: la coincidencia de valoraciones y concepciones sobre el contenido del concepto de seguridad han propiciado que en diversas partes de globo se esté creando un concepto de seguridad colectiva regional frente a la subordinación del concepto de seguridad a una perspectiva de carácter nacional como ha sucedido en épocas anteriores en las que las instituciones internacionales como la OTAN, la UEO, etc. eran valedoras de una perspectiva de la seguridad más ligada al conflicto, la guerra y la utilización exclusiva de instrumentos militares. Para ello era necesario compartir una serie de valores e intereses y tener una voluntad común de protegerlos y de prevenirlos colectivamente. Hoy en día el concepto de la seguridad de algunas regiones 142 inmaculada marrero rocha Después del fin de la bipolaridad se han hecho más significativas una serie de circunstancias, que hoy se consideran nuevas amenazas para la paz y la seguridad internacional que perturban el desenvolvimiento normal de las condiciones socio-económicas y políticas de un Estado, provocando una importante transformación en los términos de seguridad y defensa, lo que ha conducido a una confusión tanto en el contenido como en la delimitación entre ambos. La confusión aparece en el momento en el que para hacer frente a las «nuevas amenazas» para la seguridad se recurre a instrumentos de carácter militar, que han estado ligados tradicionalmente a las cuestiones estrictamente de defensa territorial. No hay que olvidar que la identificación de las amenazas y los riesgos para la seguridad ha estado siempre condicionada a los determinantes internos de los Estados (factores físicos, económicos-sociales, político-estructurales, humanísticos y culturales) y a la distribución del poder, las características de la sociedad y el sistema internacional del momento 33. La multidimensionalidad del concepto de seguridad actual es clara consecuencia del desarrollo y extensión de los sistemas políticos liberales y las economías de mercado, la aparición de otros actores en las Relaciones Internacionales y los procesos de interdependencia y globalización. Ahora bien, las características de algunos Estados y las circunstancias regionales no se elabora de la misma manera que en otras, sobre todo por la diversidad de valores y de los instrumentos que se diseñan para hacer frente a las amenazas para la seguridad. En los últimos años, el concepto de seguridad hemisférica está acaparando el debate en el seno de la OEA, donde la mayoría de los Estados quieren hacer valer los aspectos más humanos y sociales de la seguridad y la cooperación internacional como principal instrumento, en contraposición con la agenda de seguridad norteamericana. El autor que más ha trabajado las principales dimensiones de la seguridad; militar, económica, de la sociedad y medioambiental, además de tratar los problemas que plantea la seguridad tras el fin de la guerra fría, véanse entre otras en Barry Buzan. Véase BUZAN, Barry New patterns of global security in the twenty-first century. International Affairs, Jul 91, Vol. 67 Iss 3, pp. 431-452, BUZAN, Barry, WÆVER, Ole y DE WILDE, Jaap (1998) Security. A New Framework for Analysis. London, BUZAN, Barry y WÆVER, Ole. Regions and Powers. The Structure of International Security. Cambridge. 33.Para una mejor comprensión de los procesos para determinar las amenazas y los riesgos para la seguridad véase: SÁNCHEZ, Javier (1999) El Debate de Seguridad (1980 – 1997). Barcelona. pp. 51–64. Aunque quizás Buzan B. ofrece una mejor explicación de cómo se lleva a cabo este proceso atendiendo a los condicionamientos propios de los diferentes Estados, gracias al concepto de segurización, BUZAN, Barry y WÆVER, Ole (2003) Regions and Powers. The Structure of International Security, Cambridge, pp. 23–45. los procesos de cooperaciÓn y conflicto... 143 concretas siguen marcando distancias entre las concepciones de seguridad predominantes en algunas zonas del planeta. En efecto, no existe una coincidencia entre el concepto de seguridad y la identificación de las amenazas por parte de los Estados de Europa Occidental y los Estados de la región del Magreb, Oriente Medio o del Sudeste Asiático. Incluso, si comparamos las estrategias de seguridad de los EE.UU. en septiembre de 2002 y marzo de 2006 y la de la propia Unión Europea34, podremos apreciar diferencias en cuanto a la jerarquía de amenazas por su peligrosidad y, sobre todo, por los instrumentos que cada una propone para hacerles frente. Por tanto, hay Estados que aún siguen manteniendo una concepción muy nacional de la seguridad y desarrollan una política exterior donde predomina la defensa y la prevención a través del uso de instrumentos militares que acaban por generar políticas que refuerzan el papel de los ejércitos y de la industria de armamentos, como EE.UU., Corea del Norte o Irán, cada uno por circunstancias distintas. Mientras que otros, como el Reino Unido, son capaces de combinar un concepto de seguridad tradicional con un concepto más actual. La elaboración de una agenda global de cooperación es evidentemente una construcción de los Estados de la sociedad internacional. Pero, la diferencia entre la situación actual y la anterior radica en que la desaparición de la amenaza territorial inmediata y del enfrentamiento Este-Oeste35 han propiciado que cada vez más Estados pertenecientes 34.A National Security Strategy, The White House, September, 2002 y National Security Strategy, White House, March 2006. Mientras que en el caso de la UE priman las estrategias preventivas y la utilización de instrumentos económicos y políticos-diplomáticos, en el caso de EE.UU nos encontramos con un importante predominio de los instrumentos militares de carácter curativo (Estrategia de Seguridad Europea, Una Europa segura en un mundo mejor, Consejo de la Unión Europea, 12 de diciembre de 2003). 35.En este sentido, algunos parecen confirmar la tesis de expuesta en FUKUYAMA, Francis (1992) El fin de la historia y el último hombre. Barcelona. Sin embargo, el propio Fukuyama en una reciente entrevista realizada por Pavlos Papadopoulos, contestaba a la pregunta de ¿Existen aspectos de la globalización que pueden llevar a una homogeneización aún mayor? de la siguiente manera: Creo que simultáneamente va a ocurrir una homogeneización y una afirmación de las identidades culturales. En términos de las instituciones económicas y políticas, las culturas son cada vez más homogéneas, puesto que no existen muchas alternativas. Ya no es posible tener un cierto nacionalismo económico «peronista» o un cierto tipo de socialismo. Dada la naturaleza de la economía global, sólo existe una cierta cantidad de maneras en que un sistema político o económico puede ser organizado, ser viable y competitivo. Para llegar a ser una sociedad avanzada, un país tiene que ser 144 inmaculada marrero rocha a ámbitos geográficos distintos coincidan en la necesidad de incluir en una misma agenda internacional una serie de problemas y cuestiones que tienen una dimensión global.36 A esto hay que añadir, como acelerador del proceso de construcción de una agenda global, el hecho que otros actores y fuerzas trasnacionales de origen privado cuenten con mejores instrumentos para hacer valer sus demandas en el marco de organizaciones internacionales e influenciar la voluntad estatal, para que la cooperación internacional no se circunscriba únicamente a cuestiones relacionadas democrático y tiene que estar conectado al mercado global. En relación con esto, existe una mayor homogeneización de las instituciones y de las ideologías. En el nivel cultural, no está claro que la homogeneización proceda tan rápido. En cierto sentido, existe una resistencia a la homogeneización cultural. Se pone de manifiesto cómo las reacciones ante la homogenización que provoca la globalización también han sido confirmadas por el autor que predijo un mundo sin política y homogéneo después del final de la Guerra Fría. 36.Las principales amenazas a la seguridad nacional e internacional por los altos niveles de violencia que conllevan y el grado de peligro que implican para toda la sociedad internacional son: el terrorismo, el narcotráfico, los fundamentalismos y extremismos antidemocráticos, el contrabando de armas, materiales y sustancias críticas, la proliferación y el descontrol de las armas de destrucción masiva, el desarrollo y la transferencia irresponsable e ilegal de las tecnologías sensibles de doble uso y algunos tipos de delitos de la criminalidad organizada. Otros problemas como los procesos migratorios y la situación de los refugiados, el crecimiento excesivo de la población frente a la falta de desarrollo de las economías nacionales y la degradación de los sistemas ecológicos y del medio ambiente, no sólo son considerados factores de riesgo para los países y la comunidad internacional, sino que también son asumidos como amenazas al desarrollo humano y la calidad de vida del hombre, en todos los lugares del mundo. Es cierto que estos peligros generalmente no comprometen seriamente la integridad territorial y la soberanía de los Estados, aunque sí afectan el normal funcionamiento de las instituciones democráticas y el regular desarrollo de las economías nacionales, afectando a los derechos y la calidad de vida de las personas. En definitiva, las nuevas amenazas no sustituyen a las tradicionales amenazas militares, coexisten con ellas con la diferencia de que las nuevas amenazas se manifiestan de diferentes formas, intensidad y consecuencias, de acuerdo con sus características intrínsecas y según las condiciones de fortaleza del país o región en los que inciden. Además, a pesar de que resulta posible hacer diferencias conceptuales entre riesgos y amenazas, todas las amenazas conllevan algún tipo de riesgo y los riesgos de alta peligrosidad pueden ser considerados amenazas, aunque sea difícil identificar a los sujetos que las provocan. Aunque la clasificación de los nuevos riesgos o amenazas puede resultar extremadamente compleja, podrían organizarse a nivel de dimensiones: Militares (proliferación de armamentos, ataques de ejércitos o guerrillas irregulares), delictivas (terrorismo, narcotráfico, corrupción, tráfico de armas, de personas, delitos económicos, etc.), ecológicas (degradación los procesos de cooperaciÓn y conflicto... 145 con la estricta esfera del interés nacional37. La agenda internacional se ha convertido en una agenda global, desde el momento en que se entienden por problemas o cuestiones globales aquellas que, en primer lugar, tienen un origen que no se puede atribuir claramente a uno o varios territorios nacionales concretos, como el terrorismo internacional, el crimen internacional organizado, la pobreza, o el agujero de la capa de ozono. En segundo lugar, tienen efectos globales porque no respetan las fronteras nacionales, como las migraciones masivas, las olas de refugiados o la degradación medioambiental. Y, por último, necesitan una solución global que se llegue a materializar en un régimen internacional que escape del control y de la administración estrictamente estatal. Evidentemente, la agenda global no es una cuestión zanjada sino que es objeto de una gran polémica tanto por lo que se refiere a su determinación como respecto a su desarrollo. Son muchos los intereses en juego a la hora de fijar el contenido de la agenda de cooperación. Por ejemplo, en el caso de las organizaciones internacionales, el hecho de que la solución de problemas o cuestiones internacionales necesite de una respuesta global, que sólo puede articularse en el marco de la cooperación internacional, les ha otorgado un importante incremento en el volumen de sus actividades y mayor protagonismo internacional. A partir de ahí, las organizaciones internacionales dejan de ser un mero foro de concertación y negociación interestatal para desarrollar cada vez más funciones que escapan de un control total interestatal, lo que refuerza su autonomía y su influencia en los procesos internacionales. En efecto, organizaciones como la OTAN han redefinido sus funciones medioambiental, catástrofes ecológicas), económicas (crisis económicas), social (migraciones, crecimiento excesivo de la población, exclusión social generalizada, fundamentalismos y extremismos antidemocráticos) y política (falta de libertades, carencia de democracia, corrupción política). SAINT-PIERRE, Héctor Luis (2003) «Reconceptualización de las nuevas amenazas: de la subjetividad de la percepción a la seguridad cooperativa», en Nuevas Amenazas; LÓPEZ, Ernesto y SAIN, Marcelo F. (compiladores). Buenos Aires; PERRY y CARTER han realizado una clasificación de peligros o riesgos que afectan a EE.UU., distinguiendo entre riesgos de tipo A, que amenazan toda la supervivencia occidental; riesgos de tipo B, que suponen desafíos inminentes pero no riesgos estratégicos, y de tipo C, que son las crisis internacionales que no afectan directamente a Occidente pero pueden condicionar sus intereses. (En CARTER, Ashton B. y PERRY, William J. (1999) Preventive Defense: A New Security Strategy for America. Washington D.C., pp. 11-15). 37.Rourke desarrolla el contenido de la agenda global de los últimos años en ROURKE, John T. (2000) International Politics on The World Stage, Burr Ridge, pp. 389-550. 146 inmaculada marrero rocha como consecuencia del final de la Guerra Fría, ampliando su ámbito geográfico y funcional de actuación38. Igualmente, la gestión de crisis internacionales en el ámbito de Naciones Unidas ha experimentado un crecimiento y una diversidad funcional sin precedentes. Además, la adecuación fáctica del sistema de seguridad colectiva de Naciones Unidas ha diversificado enormemente las decisiones del Consejo de Seguridad, que suponen la imposición de medidas coercitivas dirigidas a particulares —embargo de cuentas bancarias, restricciones de movimientos o elaboración de listas de terroristas internacionales—39. Las organizaciones no gubernamentales también han visto incrementado su protagonismo internacional como consecuencia del carácter global de la agenda de cooperación internacional. El carácter no gubernamental de las ONGs les ha proporcionado un cierto margen de libertad a la hora de identificar los temas que necesitan un tratamiento y una solución global. Al mismo tiempo sus opiniones y presiones se respaldan en una legitimidad moral y ética que les presupone la opinión pública internacional, al considerarles en cierta medida el mejor de los medios para transmitir el punto de vista de la ciudadanía y para identificar las necesidades de los individuos y el origen de problemas como la pobreza, las violaciones de los derechos fundamentales o la degradación medioambiental 40. 38. GARDNER, Hall (2004) Nato and the European Union: New World, New Europe, New Treats. Aldershot; FRANTZEN, Henning A. (2005) NATO and the Peace Support Operation: 1991-1999. Nueva York, y BONO, Giovanna (2003) NATO’s Peace Enforcement, Task and Policy Communities. Aldershot. 39. WET y NOLLKAEMPER analizan las posibilidades de que tribunales nacionales revisen la legalidad de la Resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que pueden entrar en conflicto con el Derecho Internacional de los Derechos humanos, en el caso de la imposición de sanciones de carácter económico contra particulares sospechosos de estar relacionados con el terrorismo internacional (DE WET, Erika y NOLLKAEMPER, André (2002) «Review of Security Council Decisions by Nacional Courts», German Yearbook of International Law, Vol. 45, pp. 166-202. ROSAND califica al Consejo de Seguridad como un «legislador global» a la luz de las resoluciones que imponen obligaciones a los Estados miembros para prevenir actos terroristas internacionales y las sospechas la legalidad y legitimidad de este tipo de decisiones (ROSAND, Eric (2005) «The Security Council As «Global Legislador»: Ultra Vires or Ultra Innovate?», Fordham Internacional Law Journal, Vol. 28, Nº 3, pp. 542-590. Véase, también, GOWLLAND-DEBBAS, Vera (ed.) (2004) Nacional Implementation of United Nations Sanctions, The Hague/Leiden). 40.Joaquín Estefanía señala algunas de las demandas de los ciudadanos que intentan transformar la agenda global para hacerla más humana: (...) no a los programas del FMI y del BM, que perjudican a los más pobres; no a la contaminación, motivada por un los procesos de cooperaciÓn y conflicto... 147 La intervención de los Estados en la determinación de la agenda de cooperación global es crucial, aunque la cuestión más importante reside en el hecho de que no todos los Estados la aceptan por igual y tampoco todos participan de la misma forma en las soluciones que se ofrecen a esos problemas o cuestiones globales. Resulta difícil encontrar opiniones oficiales que no admitan la degradación medioambiental como un problema que afecta a toda la sociedad internacional en su conjunto y que, por lo tanto, necesita de la cooperación internacional. Pero, sin embargo, existe una serie de circunstancias que hace difícil que el desarrollo y ejecución de la agenda global disfrute del mismo consenso que su fijación o determinación por varias razones. En primer lugar, la filosofía que inspira las estrategias y actuaciones de Estados, organizaciones internacionales y muchas de las ONGs para aplicar la agenda de cooperación son claramente occidentales, lo cual suscita un serio rechazo por parte de los Estados que no comparten esos principios o las ONGs que denuncian la injusticia de las estructuras económicas internacionales, basadas en la expansión de una filosofía económica liberal como la principal causante de la pobreza, la desigualdad y el origen de muchos conflictos. En segundo lugar, hay Estados que siguen manteniendo unos esquemas territoriales para hacer frente a sus necesidades nacionales y se muestran desconfiados ante las medidas que se adoptan en sedes internacionales y los efectos para el ejercicio de sus competencias soberanas. Además, normalmente, se trata de Estados que están excluidos de los principales foros de cooperación internacional por las características de sus regímenes o por su no aceptación de determinadas normas internacionales, que en principio parecen contrarias a sus intereses nacionales o a los objetivos que se han marcado en el plano internacional. Se trata de los «Estados gamberros»41, así calificados por EE.UU. Ahora bien, también modelo de desarrollo incontrolado; no al pago de la deuda externa, que impide crecer a los países afectados por los créditos; no a la opacidad y la falta de transparencia de instituciones como la OMC (ESTEFANÍA, Joaquín (2002) Hijo/a. ¿Qué es la globalización?. La primera revolución del siglo XXI. Madrid, p. 74). 41.El calificativo de Estados gamberros ha sido recogido en documentos oficiales del Departamento de Defensa norteamericano como las estrategias de seguridad de septiembre de 2002 y la de marzo de 2006. Ahora bien, autores como Noam Chomsky han reaccionado ante este tipo de calificativos y con gran ironía comparan las características que presentan estos Estados para ser calificados como gamberros con las de EE.UU. llegando a conclusiones bastante irónicas sobre la condición de Estado gamberro que también tiene 148 inmaculada marrero rocha EE.UU. ha sido calificado como Estado gamberro porque sus objetivos en la lucha contra el terrorismo internacional le han llevado a inflingir normas de derecho internacional42. Por último, existen Estados que siguen manteniendo necesidades de seguridad dentro de parámetros territoriales clásicos porque son objetivo claro de amenazas serias para su integridad territorial o independencia política, por lo que las amenazas globales no son una prioridad de sus políticas exteriores, y en la práctica se resisten a participar en iniciativas de cooperación global. Son Estados, como Corea del Norte o Irán, que se sienten fuertemente amenazados ya que sus programas nucleares, militar en el primer caso y todavía civil en el segundo, suscitan una reacción contraria por parte de organizaciones internacionales como Naciones Unidas o Estados como EE.UU. y sus aliados por lo que no descartan la posibilidad de que se apliquen sanciones o que se tomen medidas coercitivas militares que puedan poner en peligro su integridad territorial e independencia política 43. En definitiva, la determinación y el desarrollo de la agenda global de cooperación es producto de una dialéctica entre la estructura del sistema internacional y las demandas que provienen fundamentalmente de foros e instituciones de cooperación internacional, ONGs y opinión pública, que provocan en muchas ocasiones la reacción de los Estados contra la modificación de los objetivos y características de los procesos de cooperación a nivel internacional, que puede redundar en una erosión de la estructura de poder existente en el sistema internacional. Por tanto, el acercamiento al análisis de la cooperación en el ámbito de las Relaciones Internacionales no debe nunca desentenderse de la dialéctica que subyace al diseño de los objetivos y de la naturaleza del entramado relacional de la cooperación. EE.UU (CHOMSKY, Noam (2000) Rouge State: A Guide for the World’s Only Superpower. Monroe). 42.Sobre la respuesta en términos bélicos al terrorismo internacional y los riesgos que ello entraña para el ordenamient jurídico internacional, en RAMÓN CHORNET, Consuelo (2005) «Derechos y libertades ante las nuevas amenazas a la seguridad internacional», en RAMÓN CHORNET, Consuelo (ed.), Derechos humanos y libertades ante las nuevas amenazas a la seguridad global. Valencia, pp. 233-255. 43.FOOT, Rosmary, MACFARLANE, S. Neil y MASTANDUNO, Michael (2003) US Hegemony and Internacional Organizations, Nueva York. los procesos de cooperaciÓn y conflicto... 149 2.2. La especialización y fragmentación de la cooperación en los sistemas regionales La difusión del pensamiento económico liberal ha dado lugar a que muchos Estados, según Rosencrance44, prefieran redimensionarse y conquistar mercados en vez de territorios, dando lugar al Estado comerciante, que, a pesar de revestirse de ideales democráticos, persigue la expansión territorial a través del intercambio comercial. Este fenómeno que algunos han convenido en llamar desterritorialización constituye una de las principales consecuencias de la globalización. A pesar de haber sido promovida a nivel estatal, ha caído en buena parte bajo el control de las empresas, cuyas sedes sociales se encuentran en los territorios de Estados con economías de mercado desarrolladas y utilizan las infraestructuras nacionales para aumentar su presencia internacional y maximizar beneficios. Cuando la expansión económica empieza a erosionar la soberanía nacional a la vez que las condiciones políticas, económicas y sociales empiezan a presentar la misma línea de evolución aunque a ritmos diversos, los ámbitos locales reaccionan ante esa tendencia de homogeneización de la vida social y buscan elementos de identificación, normalmente relacionados con la pertenencia a un territorio, como alternativa a la realidad estatal que no ha sido capaz de protegerse ante el fenómeno de erosión de la globalización 45. Sobre esta cuestión, Randle llega a la conclusión de que la globalización —nueva o vieja— en su esencia avanzada, debilita a los Estados nacionales, erosiona la soberanía y hace crecer a las corporaciones desarraigadas y así, las culturas nacionales se convierten en poca cosa más que en 44.En este sentido, Rosencrance afirma que «el territorio pasó de moda» y pone los ejemplos de Italia o Japón, Estados que con poca extensión del territorio y con escasos recursos naturales se han colocado entre las siete naciones más ricas del mundo. (ROSENCRANCE, Richard (1996) «The Rise of the Virtual State», Foreign Affairs, Vol. 75, Nº 4, pp. 45-61.) 45.John Cassidy mantiene que la globalización económica es probablemente la única efectiva, ya que la globalización política y cultural no presentan ni la misma intensidad ni los mismos resultados que la económica (CASSIDY, John (1996) «The Decline of Economics» The New Yorker, 2 de diciembre, pp. 50-60). Sobre las consecuencias de la globalización para los seres humanos «refugiados, inmigrantes, y demás parias», véase la interesante obra BAUMAN, Zygmunt (2005) Vidas desesperadas. La modernidad y sus parias. Barcelona. 150 inmaculada marrero rocha preferencias de consumo46. A partir de ahí, la globalización coexiste con otro fenómeno denominado la fragmentación, que consiste en que lo local se defiende de lo global cerrándose y marcando sus propias diferencias47, ya que lo global amenaza con terminar con la integridad local y sus elementos culturales, políticos, económicos y sociales, que puede manifestarse en separatismo y un nacionalismo exacerbados 48. Igualmente, la globalización no ha podido engullir de la misma manera a todas las regiones del planeta, de manera que se siguen dando elementos como los intereses, los valores, cultura común, experiencia histórica, ideología o religión que, en términos muy generales, marcan diferencias de unas regiones a otras49. Aunque la división regional, atendiendo a criterios de carácter geográfico, puede contener elementos de artificialidad, ya que la formación de regiones, hoy en día, puede ser una realidad más allá de 46.RANDLE, Patricio. H. Soberanía Global, op. cit., p. 185. 47.Sobre el resurgimiento de nacionalismos, la afirmación lingüística, cultural, étnica o religiosa, MACLUHAN dice «que la nueva tecnología perturba la imagen, lo mismo particular que colectiva, en toda sociedad; de tal modo, que crean el temor y la ansiedad y han de comenzar una nueva búsqueda de identidad (…) La reacción más natural es conectar con el período inmediatamente anterior para buscar imágenes familiares y consoladoras» (MACLUHAN, Marshall (1985) Guerra y paz en la aldea global. Barcelona, p. 76). 48. GRAY no comparte la opinión de que la globalización pueda provocar un proceso de homogenización, ya que si los capitales y la producción se mueven libremente a través de las fronteras lo hacen para sacar provecho de las diferencias que presentan las regiones, localidades y Estados. En definitiva, la homogeneización parece tener una incompatibilidad natural con la globalización (GRAY, John (2000) Falso amanecer. Los engaños del capitalismo global. Barcelona, pp. 57 y ss). 49.La Profesora García Segura ha querido identificar seis dimensiones básicas en las que la globalización se ha hecho notar en el medio internacional: (a) una dimensión político institucional, reflejo de la proliferación de actores e instituciones distintas del Estados; b) una dimensión político normativa que se manifiesta en la difusión de principios y valores con vocación universalista; c) una dimensión psicológica que se manifiesta en la percepción del mundo como un sólo espacio; d) una dimensión ecológica reflejo de riesgos y amenazas globales; e) una dimensión ideológica, que presenta a la globalización como un hecho irreversible; f) una dimensión global que aparece en una tendencia a la homogenización de usos y costumbres). Pero lo cierto es que esta dimensión tiene normalmente una manifestación más regional que global. (GARCÍA SEGURA, Caterina (1999) «La globalización en la sociedad internacional contemporánea: dimensiones y problemas desde la perspectiva de las Relaciones Internacionales», en Cursos de Derecho Internacional Vitoria-Gasteiz. Madrid, pp. 341 y ss. (315-350). los procesos de cooperaciÓn y conflicto... 151 la continuidad territorial50, desde mi punto de vista, el criterio regional sigue siendo el más acertado para describir las distintas características y niveles que presentan los procesos de cooperación entre los Estados de la sociedad internacional aunque no tengan continuidad regional. En efecto, una serie de interacciones y de estructuras internacionales escapan, al me­nos en parte, al dominio del sistema global y dan muestra de una relativa autonomía. Estas discontinuidades se traducen, esencialmente, en la existencia de sistemas o bloques regionales, que son la expresión de conjuntos de interacciones específicas o de intensidad particular centradas en un ámbito geográfico o funcional común51. Los sistemas o bloques regionales se construyen alrededor de un equilibrio entre fuerzas locales, producto de intereses y de un destino común que dan lugar al establecimiento de una diferencia entre «interior» y «exterior». En otros términos, se fundamentan sobre una realidad geográfica o funcional que determina un cierto sentimiento de identidad, que, desde el punto de vista de su relación con el sistema internacional general, puede llegar a propiciar que el sistema regional se constituya como un elemento de rivalidad de la realidad global 52. Tradicionalmente, el análisis del regionalismo se ha desarrollado desde un punto de vista geográfico53, a través del examen de las característi- 50.Y, en este sentido, RANDLE apunta que, aunque existen regiones geográficas, como el sistema de Estados europeos, América Latina, Oriente Medio o el Cono Sur Africano, que presentan una serie de similitudes, también existen grupos de Estados, como el G-8, que de alguna manera forman una región sin continuidad geográfica, pero con elementos económicos y políticos comunes que propician la cooperación en la «región» (RANDLE, Patricio. H. Soberanía Global: A donde lleva el mundialismo, op. cit., pp. 143 y ss.). 51.BRAILLARD, Philippe. et DJALILI, Mohammad Reza. Les relations internacionales, op. cit, pp. 75-97. 52.Ibid, p. 80. 53.Según Berta LERNER, el sistema internacional está conformado por cuatro bloques o sistemas, a los Braillard y Djalili llaman subsistemas regionales: el bloque regional europeo, el americano, el asiático y el africano. Ahora bien, dentro de cada uno de estos bloques cabría hacer distinciones en las zonas en las que los procesos de cooperación se presentan en niveles e intensidad muy distintos. El bloque de mayor consolidación y unidad es el bloque europeo, que lleva varias décadas desarrollando un proceso de integración económica al que se han sido adhiriendo progresivamente todos los Estados que acreditaban un nivel de crecimiento económico adecuado, economías de mercado desarrolladas y sistemas políticos democráticos y de derecho. Sobre la base de esas premisas, los procesos de cooperación entre los Estados que forman parte del espacio de integración europeo al igual que con los que aspiran a integrarse o sólo a mantener ciertos vínculos contractuales 152 inmaculada marrero rocha cas, instituciones y procesos de todos los sistemas o bloques regionales que pueden identificarse en la sociedad internacional —que constituye un aspecto ampliamente tratado por autores como Attiná, Braillard y Djalili o Truyol y Serra—54. Sin embargo, como advierte Väyrimen, el final de la Guerra Fría, la globalización económica y la complejidad creciente de las Relaciones Internacionales han hecho que el concepto «región» se conciba desde una concepción meta-geográfica, que asume que las unidades estatales continentales encajan juntas de manera clara y definitiva, y corra el riesgo de convertirse en una idea vacía 55. Los cambios que ha experimentado la sociedad internacional han provocado una redefinición de las estructuras globales y también regionales de cooperación. Por ello, la concepción permanente y estática de la región basada en la continuidad geográfica parece superada cuando se utilizan parámetros de análisis más contingentes que permiten concluir que las regiones desaparecen y reaparecen, y se transforman en función de factores económicos, políticos y culturales. Los principales obstáculos para la definición de región provienen, sin duda, de los cambios que ha experimentado la sociedad internacional en un nivel global y nacional. Durante la Guerra Fría, la mayor parte de las regiones tenía el carácter de grupos político-mercantiles de Estados vecinos que encontraban su lugar en el esquema internacional más amplio. han alcanzado un número y una eficacia sin parangón en otros ámbitos regionales. En estos momentos, el bloque europeo representa una versión del capitalismo que se traduce en un Estado del bienestar, que ha brindado a sus ciudadanos unas condiciones de vida muy superiores a las de países pertenecientes a otros bloques, algunos, también, con un desarrollo económico importante. Y a pesar de que la inserción de los Estados europeos en la economía mundial a veces no les ha procurado la posibilidad de mantener altas tasas de crecimiento económico y periódicamente padecen situaciones de crisis económicas, lo cierto es que los logros han amortiguado ese tipo de contextos. Recientemente, John Agnew ha publicado una monografía en la que propone una revisión de los espacios, a la vez que expone la convivencia entre espacios modernos y primitivos en la situación actual (AGNEW, John (2005) Geopolítica. Una re-visión de la política mundial. Madrid). 54. ATTINÁ, Fulvio. Introducción al sistema internacional, op. cit.,... , pp. 114-117; BRAILLARD, Philippe. et DJALILI, Mohammad Reza. Les relations internationales, op. cit. Capítulo IV, pp. 75-97 y TRUYOL Y SERRA, Antonio (1991) La sociedad internacional. Madrid. Capítulo III: «Del sistema de Estados de civilización cristiana a la sociedad de Estados civilizados». 55. VÄYRYNEN, Raimo (2003 ) «Regionalism: Old and New», International Studies Review, Vol. 5, Nº1, pp. 25-26 (25-52). los procesos de cooperaciÓn y conflicto... 153 Ocasionalmente, las creadas por motivos políticos y militares propiciaron el establecimiento de súper-regiones, como el Tratado de la Organización del Atlántico Norte y la Organización para la Unidad Africana, hoy Unidad Africana56. Sin embargo, desde finales de los ochenta, las organizaciones subregionales y micro-regionales son mucho más frecuentes 57. Esta tendencia es, en parte, una respuesta a la fragmentación de los grandes bloques de poder, especialmente en Asia Central y en Europa del Este, pero también refleja la necesidad de reaccionar a las presiones creadas por la globalización económica a través de medios locales58. Un segundo cambio radica en la creciente diferenciación entre las regiones físicas, geográficas y estratégicas principalmente, y las regiones funcionales, económicas, medioambientales y culturales. Las regiones físicas hacen referencia a espacios territoriales, militares y económicos controlados principalmente por los actores estatales, mientras que las regiones funcionales se definen por factores no territoriales tales como la cultura y el mercado, y a menudo están influidos por actores no estatales59. El estudio de las regiones físicas dentro de la disciplina generalmente estaba basado en la noción de anarquía, que condujo a los Estados soberanos a buscar el control de territorios delimitados y a formar complejos de seguridad a escala regional. Como resultado, las regiones se definen como categorías espaciales de Estados que la lógica de la anarquía ha facilitado, positiva o negativamente, en una relación de dependencia mutua. Por el contrario, el estudio de las regiones funcionales 56.Ibid., p. 26. 57.Por ejemplo, el Consejo de Ministros Báltico, el grupo de Visegrado (Polonia, Rep. Checa, Rep. Eslovaca, Hungría), el grupo de Shanghai (China, Kazajstán, Kirguizia, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán, India y Pakistán). 58.REMIRO BROTÓNS, Antonio (1999) «Universalismo, multilateralismo, regionalismo y unilateralismo en el nuevo orden internacional», Revista Española de Derecho Internacional, Vol. 51, Nº 1, pp. 11-57. 59.La distinción entre las regiones físicas y las regiones funcionales está permanentemente presente en la distinción de Manuel Castells entre «espacio de lugares» (space of places) y «espacio de flujos» (space of flows). Él define un lugar como «un ámbito local cuya forma, función y significado están contenidas en sí mismos en el marco de fronteras de contigüidad física». Los lugares están enraizados históricamente, si bien se encuentran delimitados cada vez más por los flujos de información y personas. El espacio de flujos hace relación a la «organización material de las prácticas sociales que funcionan a través de flujos» y redes (CASTELLS, Manuel (1998) La era de la información. Madrid, Vol. 1, pp. 423 y ss.). 154 inmaculada marrero rocha no necesita partir de la asunción de la anarquía. La fuerza motora en las regiones funcionales es alternativamente: la economía, por ejemplo, redes de producción; el medio ambiente, por ejemplo la lluvia ácida; la cultura, por ejemplo, comunidades de identidades. En definitiva, mientras que las definiciones físicas de las regiones normalmente son utilizadas por los Estados en un intento de reafirmar sus fronteras y de organizarse en grupos territoriales exclusivos, la conceptualización funcional de las regiones emana de la interacción entre procesos económicos, medioambientales y culturales de tipo subnacional o trasnacional, que los Estados no están en condiciones de controlar, al menos no totalmente. El control de los lugares y el control de los flujos requieren diferentes ideas e instrumentos, dependiendo de qué definición de región se emplea60. El propio regionalismo está atravesando también un proceso de renovación metodológica que se manifiesta en la división entre racionalistas y constructivistas. Desde una perspectiva racionalista, las regiones se dibujan y se comparan en el tiempo y en el espacio de forma inductiva, usando datos sobre los lazos institucionales y económicos entre Estados. En la actualidad, la mayor parte de los economistas adoptan la región como una realidad institucional que se da por supuesta, por ejemplo, la Unión Europea, la NAFTA o el Mercosur, por tanto se utilizan esas regiones dadas para estudiar los cambios en el comercio intrarregional e interregional61. En contraste con esta delineación material de las regiones, el enfoque constructivista pone énfasis en cómo las regiones surgen de una redefinición de las normas y las identidades llevadas a cabo por los 60.ROSENCRANCE, Richard (1991) «Regionalism and the Post-Cold War Era», International Journal, Vol. 46, Nº 3, pp. 373-393. 61.Así, el enfoque económico alimenta el debate entre regionalistas y multilateralistas, pero los argumentos no necesariamente contribuyen al estudio de la dinámica de la regionalización económica. Por ejemplo, en los años noventa, los índices de concentración del comercio regional más altos se encontraban en el Mercosur y en la Comunidad Andina de Naciones, seguidos por la ASEAN, la NAFTA y la Unión Europea, mientras que un estudio de la intensidad de la integración en varias regiones, basado en nueve indicadores diferentes, mostraba que la Unión Europea estaba, en primer lugar, seguida por el Mercosur. En CAMMACK, Paul (1999) MERCOSUR: From Domestic Concerns to Regional Influence. In Subregionalism and World Order, en GLENNHOOK y KEARNS, Ian. Nueva York. Sobre el funcionamiento del MERCOSUR se recomienda MARTÍNEZ PUÑAL, Antonio (2005) El Sistema institucional del Mercosur: De la intergubernamentalidad hacia la supranacionalidad. Santiago de Compostela,. los procesos de cooperaciÓn y conflicto... 155 gobiernos, los grupos cívicos y las empresas. La «construcción social» de las regiones significa que las regiones están delimitadas por la percepción colectiva de identidades y significados con fronteras difusas y a menudo cambiantes. Este enfoque rechaza la concepción estática de las regiones y las considera como estructuras cognitivas cambiantes, cimentadas en lazos económicos e institucionales62. A partir de ahí, el constructivismo subraya los usos instrumentales del regionalismo para promover fines específicos de naturaleza política y económica. Algunos autores han intentado conectar ambos conceptos de región, físico y funcional, poniendo el acento en las consecuencias que la globalización y la formación de la identidad han tenido en la difuminación de las fronteras y en los retos extraterritoriales a la soberanía que estas fuerzas traen consigo. Sugieren que las definiciones física y funcional de región pueden ser vistas como una secuencia temporal, en la cual el territorio gradualmente da lugar al espacio. De hecho la transición de un regionalismo físico a un regionalismo funcional se debe al incremento de la capacidad de interacción del sistema. En un sistema internacional de baja capacidad la proximidad física importa; los Estados están inevitablemente vinculados a sus vecinos por las preocupaciones económicas y de seguridad. A medida que se incrementa la capacidad de interacción del sistema, se favorece la capacidad de los actores de trascender a sus vecinos inmediatos y desarrollar relaciones más amplias. La transición del regionalismo geográfico al regionalismo funcional es, en buena parte, consecuencia del final de la Guerra Fría. Durante la etapa bipolar, en Europa, en particular, la disuasión nuclear de los Estados Unidos y el control político-militar de la Unión Soviética sobre Europa del Este limitaron la autonomía de los Estados individuales y les hicieron parte de unidades más amplias. Los sistemas de seguridad local existieron, pero en un segundo plano, ensombrecidos por el protagonismo de potencias exteriores. Sin embargo, el final de la Guerra Fría parece haber propiciado un auge del regionalismo y una restauración de la «soberanía regional» y el esclarecimiento de «distintos poderes regionales con un papel hegemónico en sus áreas geográficas». Los cambios en la 62.Véase MURPHY, Alexander B. (1991) «Regions as Social Constructs: The Gap Between Theary and Practice», Progress in Human Geography, Vol. 15, Nº 1, pp. 2235 y ADLER, Emanuel (1997) «Imagine (Security) Communities: Cognitive Regions in International Relations», Millennium, Vol. 26, Nº 2, pp. 249-277. 156 inmaculada marrero rocha estructura internacional y los nuevos retos de la seguridad hacen suponer que en el futuro asistamos a un desarrollo del regionalismo, capaz de promover el orden y estabilidad en las regiones. Ciertamente, en lugares como África63, Oriente Próximo64 o el Sudeste asiático, es posible 63.Desde una perspectiva geográfica, los procesos de cooperación del sistema o bloque regional africano tienen su origen en el Movimiento panafricano que dio lugar a la creación de la Organización para la Unidad Africana (OUA) en 1963. A pesar que el sistema africano cuenta con esta organización de cooperación general y de otras múltiples organizaciones de cooperación específica en materia económica, que han generado una inflación de instituciones internacionales, el nivel de institucionalización no ha venido acompañado por procesos de cooperación que pongan de manifiesto ese tipo de necesidad, son muchas las razones que explican el bajo nivel de los procesos de cooperación. En primer lugar, a pesar de la popularidad de la idea panafricana, el subsistema africano es un sistema fragmentado, caracterizado por la balkanización del continente en unos 54 Estados de fronteras inseguras, a menudo artificiales pues han sido «heredadas» del período de la colonización al transformarse las antiguas demarcaciones administrativas de la Potencia colonial en las fronteras internacionales de los nuevos Estados, que son causa de conflictos que mi­nan las relaciones interafricanas y constituyen un freno al desarrollo económico y social de este continente. En segundo lugar, en el plano político, la existencia de regímenes dictatoriales y con elevadas cotas de corrupción, y la presencia continuada de nuevas y antiguas potencias coloniales «supervisando» sus intereses económicos han constituido un importante freno para que apareciesen intereses y necesidades comunes, especialmente, en el plano económico, por la debilidad de las corrientes de intercambios económicos entre sus miembros y por la importante extra­versión de sus economías, en gran parte en provecho de las antiguas metrópolis. Por último, los conflictos que ha padecido y padece África se deben a causas esencialmente endógenas de delimitación de fronteras, luchas intestinas entre facciones rivales por el acceso al poder o tendencias secesionistas, en las que la intervención de instituciones internacionales de cooperación hasta el momento ha tenido poco éxito. En definitiva, la fragmentación del sistema, la pervivencia de los factores que provocan conflictos internos y conflictos entre los Estados de la zona y la dependencia de la ayuda económica y el apoyo político y militar de los Estados occidentales han hecho del continente africano, el sistema regional con el entramado relacional en materia de cooperación más pobre del sistema internacional (KELLER, Edmond J. (1997) «Rethinking African Regional Security», en LAKE David A. y MORGAN Patrick M. Regional Order: Building Security in the New World, University Park, PA., pp. 325 y ss). 64.Oriente Próximo es un claro ejemplo de los límites del regionalismo geográfico amplio, ya que ha sido tratado como subsistema dentro del bloque regional asiático. La región de Oriente Próximo se ha caracterizado por el deseo constante de que los procesos de cooperación entre los Estados de la zona culminaran con la construcción de una unidad, basada principalmente en los factores religioso y cultural. Íntimamente conectada con esta aspiración, surgió la Liga de los Estados Árabes. Por lo que se refiere a la cooperación política, la confrontación con Israel ha sido uno de los principales desencadenantes de este tipo de procesos. Sin embargo, otros factores como las disensiones internas y la variedad de regímenes políticos que existen entre los pueblos árabes, así como las diferencias en los procesos de cooperaciÓn y conflicto... 157 identificar tendencias que apuntan a una disminución de la presencia de las potencias internacionales, especialmente de Rusia. El concepto de regionalidad ha sido usado para describir la situación en la que un proceso de regionalización ha avanzado lo suficientemente lejos como para que la región alcance algunas características regionales intrínsecas65. Es decir, la regionalidad sería una variable que hace referencia a los grados de regionalización que han tenido lugar en términos de especialidad, cooperación e identidad. En efecto, de la comparación de ciertas regiones, por ejemplo Europa occidental66 y Asia del este67, se torno al fenómeno del integrismo islámico han acentuado la división en el seno del mundo árabe. Además, a pesar del elemento unificador que constituye el Islam, religión predominante en esta región, este subsistema se caracteriza por una profunda heterogeneidad étnica, religiosa, cultural, política, económica, social y, cada vez más, ideológica. A esto hay que añadir la proximidad de esta región con Europa y Rusia, la importancia que tuvo en este subsistema la confrontación Este-Oeste, la importancia estratégica de los recursos petrolíferos de algunos de sus miembros y la Guerra de Irak como factores que han determinado que en Oriente Medio no exista una estructura de cooperación regional que agrupe a todos los países del subsistema. Sin embargo, es cierto que los países de Oriente Medio, sea a través de algunas estructuras de cooperación sub-regional, o a través de organizaciones abiertas a países exteriores, han establecido algunos vínculos de cooperación. 65.SCOTT, Allen J. (1998) Regions and World Economy: The Coming Shape of Global Production. Oxford. 66.En el ámbito político, el sistema europeo también presenta altos niveles de cooperación, aunque la ampliación político-económica del sistema tras la caída del muro de Berlín ha incrementado el volumen de los procesos de conflicto, tanto en términos políticos como en términos militares, sobre todo en el espacio post-soviético y, especialmente, como consecuencia de la desmembración de la Antigua Yugoslavia y de los conflictos en Bosnia Herzegovina y en Kosovo. Sin embargo, son muchos los que confían en las fuerzas centrípetas del proceso de integración europea y en su capacidad para eliminar progresivamente las situaciones y focos de conflicto y progresar en el ámbito de la integración política y defensiva (sobre los avances en el marco de la cooperación política y defensiva se recomiendan: LIÑÁN NOGUERAS, Diego. J. (2006) «La política exterior y de seguridad común de la Unión Europea: la subordinación permanente», Studi sull’integrazione europea, Vol. 1, Nº 2, pp. 211-224; RAMÓN CHORNET, Consuelo (coord.) (2005) La política de seguridad y defensa en el Tratado Constitucional. Valencia; y TELO, Mario (ed.) (2001) European Union and New Regionalism. Regional actors and global governance in a post-hegemonic era. Aldershot. 67.En el caso del sistema asiático, a pesar de su continuidad geográfica, no existe un verdadero sistema internacional continental. En efecto, este continente, que representa el más vasto espacio del globo, se caracteriza por su diversidad política, geoestratégica, económica, cultural y religiosa que ha tenido un importante reflejo en las características y en la fragmentación que tienen los procesos de cooperación de la zona. Dentro del bloque 158 inmaculada marrero rocha pueden establecer diferencias que hacen referencia al hecho de que en Europa por ejemplo tenemos una regionalización más cerrada y centralizada que en Asia, con una regionalización más abierta y descentralizada, debido a la existencia de múltiples centros de poder. La regionalización de la Unión Europea descansa sobre instituciones multilaterales formales, pero en Asia del este, la regionalización está basada principalmente en relaciones bilaterales de tipo político y en redes de negocios 68. asiático, los subsistemas más importantes son el del Sudeste asiático, el de Asia del Sur y el de Oriente Medio, que constituye un caso particular, en el límite de Asia y de África. La cooperación en el marco del subsistema regional del Sudeste asiático se ha visto claramente determinada por la existencia de dos cuasi superpotencias, una económica (Japón), y otra demográfica (China), alrededor de las cuales gravitan países menos importantes (las dos Coreas, Taiwan, etc.). En segundo lugar, la influencia extranjera constituye el segundo factor determinante de la cooperación en la zona. En efecto, en esta región han estado siempre físicamente presentes EE.UU., la URSS y China. La URSS (hoy Rusia) y China, por su proximidad geográfica y los EEUU, por sus bases y su presencia naval en el Pacífico. Y, aunque este subsistema haya estado, así, marcado por la confrontación ideológica, estratégica y económica (p.e., Guerras de Corea y Vietnam) y hoy haya dejado de ser un lugar de enfrentamiento directo entre las potencias en presencia, lo cierto es que la herencia de la Guerra Fría ha sido fundamentalmente la inexistencia de un marco de solidaridad regional. Ciertamente, el sistema asiático se caracteriza por su rivalidad (competición) geoestratégica y económica. El hecho de que la mayor parte de estos países sea muy dinámico económicamente ha dado lugar a la creación de la Asociación de Naciones del Asia Sudoriental (ASEAN), la organización internacional más importante de este subsistema, que pretende crear una zona de libre cambio entre algunos de los países de la zona, además de otros objetivos más generales de cooperación política, cultural, técnica y científica (KATZENSTEIN, Peter J. (1997) «Asian Regionalism in Comparative Perspective», en KATZENSTEIN, Peter y. SHIRAISHI, Takashi, Network Power: Japan and Asia, Cornell University , Ithaca, pp. 158 y ss. y BRAILLARD, Philippe. et DJALILI, Mohammad Reza. Les relations internationales, op. cit., pp. 75 y ss). 68.Otra consecuencia de la regionalidad es que las regiones no necesitan tener fronteras establecidas. Las fronteras están en constante cambio, incluso regiones claramente basadas en Estados son susceptibles de expandirse y contraerse. Por ejemplo, después de conseguir su independencia, los Estados bálticos se convirtieron inmediatamente en miembros de una más amplia región nórdico-báltica. Igualmente han pretendido, y conseguido, unirse a la OTAN, un marco transatlántico, cuyas fronteras territoriales se han expandido y difuminado en los últimos diez años. Además, las regiones se amplían y se contraen de formas más sutiles. Así, organizaciones regionales diseminan sus nuevas funciones fuera de su ámbito territorial, creando variadas zonas de conformidad con ellas. Esta influencia es particularmente fuerte si el cumplimiento de sus normas es una condición previa para ser admitido como miembro del sistema regional. Por esta razón, los procesos de ampliación de la Unión Europea, la OTAN o el Consejo de Europa han creado regímenes políticos los procesos de cooperaciÓn y conflicto... 159 En conclusión, podría decirse que los principales cambios políticos y económicos han alterado la relación entre las distintas capas del sistema internacional y estos cambios han tenido efectos diferentes en las esferas político-militares y funcionales. Con la contracción del Estado, el nivel nacional ha perdido parte de su influencia. Ello ha tenido por consecuencia un fomento de nuevos lazos entre los sistemas o niveles regionales y global, por un lado, y entre éstos y los niveles locales, por otro. En otras palabras, los espacios internacionales están en un proceso de reorganización vertical en el que el énfasis está cambiando, desplazándose hacia arriba y hacia abajo en relación con el nivel nacional. La reorganización es evidente, por ejemplo, en el papel que las presiones empresariales desde abajo juegan en la formación de asociaciones económicas de carácter regional. Este cambio tiene un particular impacto en la esfera funcional, donde la organización del poder del Estado está disminuyendo y en la que el mercado global y las iniciativas locales están aumentando. Al mismo tiempo también asistimos a un proceso de reorganización horizontal en las Relaciones Internacionales, en el que unidades regionales y subestatales desarrollan redes que atraviesan las fronteras de los Estados69. Como consecuencia de estas transformaciones que se extienden mucho más allá de su ámbito territorial formal (HAFTENDORN, Helga, KEOHANE, Robert O. y WALLANDER, Celeste A. (1999) Imperfect Unions: Security Institutions Over Time and Space. Oxford). 69.Las fronteras de las distintas zonas políticas y económicas no necesariamente coinciden con las fronteras nacionales, incluso pueden dividir Estados individuales. Piénsese por ejemplo en las zonas occidentales de Estonia, Ucrania y Moldavia, mucho más relacionadas con las regiones centrales de Europa que las partes orientales estos países, con mayor relación con Rusia. Las llamadas súper-regiones europeas están basadas en divisiones históricas y funcionales. Algunos ejemplos de estas súper-regiones son: la Costa atlántica, la Liga báltica, Mitteleuropa (Europa central), el Arco Alpino, la cuenca del Danubio, la Península balcánica o la Federación eslava. No es necesario precisar que las fronteras entre estas regiones son más bien impresionistas y no están basadas en hechos empíricos sólidos. De manera parecida, los triángulos de desarrollo en el sudeste asiático combinan regiones subestatales. Zonas económicas transnacionales, como el Programa de Desarrollo del Área del río Tumen (Rep. Pop. China, Mongolia, Rusia, Corea del Norte, Corea del Sur), en el marco del PNUD, han sido establecidas también en el Noreste asiático. Este proyecto tiene una dimensión estratégica y estato-céntrica más fuerte que las zonas trasnacionales del sudeste asiático, que están marcadas principalmente por las condiciones del mercado y la necesidad de encontrar un hueco en el mercado global. La cooperación económica en el Sudeste asiático comprende el sur de China, Hong Kong y Taiwán, pero también tiene implicaciones geopolíticas, ya que es probable que incremente la influencia de la 160 inmaculada marrero rocha verticales y horizontales en el mundo, se está produciendo una fractura entre el carácter estático de las regiones físicas y el carácter dinámico de las regiones funcionales. Ante esta fractura resulta aconsejable alejarse del estudio regional basado exclusivamente en el análisis de la cooperación en el marco de las organizaciones internacionales y acercarse a la regionalización estudiando también aspectos de la sociedad, la economía y la cultura70. 3. LOS PROCESOS CONFLICTUALES Y LA EVOLUCIÓN DE LAS CAUSAS DE LOS CONFLICTOS ARMADOS El conflicto constituye otra de las interacciones básicas del sistema internacional, al igual que lo son de los objetos de estudio de otras disciplinas sociales como la psicología, la sociología o la ciencia política. En el ámbito de las Relaciones Internacionales las situaciones de crisis y conflicto acaparan gran parte de la atención de la opinión pública porque sobre todo se inscriben en un marco de violencia que provoca graves consecuencias materiales y humanas. La esencia definitoria de los procesos conflictuales sigue siendo prácticamente la misma, como diría Duroselle, la existencia de intereses divergentes que provoca un choque de voluntades opuestas entre actores 71, la utilización de diversos instrumentos por parte de los actores para hacer valer sus intereses, pudiendo desembocar en el uso de la fuerza y por último, el carácter evolutivo del conflicto que hace posible que la tensión entre las partes puede pasar por varias etapas en las que la intensidad del conflicto varia al igual que el posicionamiento de las partes 72. República Popular China. En VÄYRYNEN, Raimo (2003) «Regionalism: Old and New», loc. cit., p. International Studies Review, Vol. 5, Nº1, pp. 31 y ss. 70.VAN STADEN, Alfred y VOLLAARD, Hans (2004) «The Erosion of State Soverreignty: Towards a Post-territorial World», en KREIJEN, G. (ed): State, Soverignty and International Governance. Oxford, pp. 177-181. 71.DUROSELLE, Jean Baptiste (1964) «La nature des conflicts», Revue FranÇaise de Science Politique, Vol. 14, Nº 2, p. 295. 72.Sobre esta cuestión se recomienda algunos trabajos clásicos como ARON, Raymond (1985) Paz y guerra entre las naciones. Madrid, y BULL, Hedley (1997) The Anarchical Soceity. An Study of Order in World Politics. Londres. los procesos de cooperaciÓn y conflicto... 161 Los conflictos internacionales suelen ser de larga duración, e implican un proceso en desarrollo en distintas fases. La primera fase es la de tensión, entendida como las actitudes y predisposiciones, tales como desconfianza o sospecha, que la población y los políticos de una parte tienen hacia la otra parte. La segunda fase la constituye la crisis, caracterizada por la explosión repentina de acontecimientos inesperados. Como señala Barbé, un conflicto puede durar décadas, pero, ocasionalmente, acciones hostiles de una de las partes aumentan la tensión y la percepción de amenaza que tiene la otra parte, hasta tal punto que la parte amenazada se ve forzada a responder a sabiendas de que las opciones extremas son la guerra o la rendición. Los elementos distintivos de una crisis son: el efecto sorpresa en la acción del adversario, la percepción de una gran amenaza, la percepción de tener poco tiempo para responder, y la percepción de las consecuencias negativas que puede acarrear la inactividad73. Por último, la guerra constituye la dimensión militar del conflicto, y aunque puede dar lugar al fin del conflicto, el alto coste de sus consecuencias para las partes casi siempre la hace indeseable74. Es más, cuanto mayores sean las dimensiones del conflicto armado y el número de Estados implicados más probabilidades existen de que se produzca un cambio importante en la estructura de poder internacional e, incluso en las normas de funcionamiento de las Relaciones Internacionales. Baste recordar que el sistema internacional siempre ha entrado en una nueva etapa histórica coincidiendo con la finalización de un conflicto armado75. Además, los distintos modelos de legitimidad que han existido a lo largo de la historia han tenido como principal referente los tratados internacionales de paz que ponían fin a los conflictos y establecían nuevas condiciones de convivencia 76. 73.BARBÉ, Esther. (2003) Relaciones Internacionales, op. cit, p. 221. 74.Singer y Small han definido la guerra internacional como «un conflicto militar librado entidades nacionales de las cuales por lo menos una es un Estado y que, como mínimo, produce mil bajas entre el personal militar» (SINGER, J. David y SMALL, Melvin (1972) The Wages of War 1816-1965, Nueva York, p. 27.). 75.Sobre los distintos conceptos de poder y la relación con la estructura y las instituciones en BARNETT, Michael y DUVALL, Raymond (2005) «Power in International Politics», International Organzation, Vol. 59, Nº 1, pp. 39-75. 76.Véanse, entre otros, NOLTE, Ernst (1994) La guerra civil europea, 1917-1945. Nacionalsocialismo y Bolchevismo. México; TOYNBEE, Arnold (1963) El reajuste de Europa. Barcelona, y RENOUVIN, Pierre (1982) Historia de las Relaciones Internacionales. Madrid. 162 inmaculada marrero rocha Como se puso de manifiesto en las páginas que trataron los procesos de cooperación, el conflicto, sobre todo el armado, acapara gran parte de la actividad de los estudiosos de la disciplina, tradicionalmente por las necesidades gubernamentales, a las que se han unido las de la sociedad civil que se muestra incapaz de considerar como ajena la destrucción y el sufrimiento de la ciudadanía de otros Estados y que, por tanto, reclama mayores esfuerzos para eliminar la violencia extrema en el marco no sólo de conflictos internacionales, sino también de conflictos internos77. Barbé sostiene que el conflicto es una situación en la que los actores tienen intereses incompatibles que les llevan a oponerse, bien sea por la posesión de bienes escasos o por la realización de valores incompatibles, llegando incluso al uso de la fuerza para alcanzar sus objetivos78. De esta definición se extraen dos consecuencias respecto al origen de los conflictos: la escasez de una serie de bienes, como el territorio o los recursos energéticos, entre otros, y la incompatibilidad de valores, que podrían ser religiosos o políticos, entre otros. Y, aunque la escasez de bienes haya sido una constante como causa de los conflictos, lo cierto es que a medida que la sociedad internacional ha evolucionado también se han diversificado y modificado los bienes considerados escasos cuya posesión puede desembocar en un conflicto. Igualmente, los valores que defienden los actores, principalmente los Estados no siempre han sido los mismos ni han inspirado de la misma manera su actuación en el plano internacional. La sociedad internacional ha vivido conflictos religiosos como la Guerra de los Treinta años que terminó con la Paz de Westfalia de 1648 o conflictos con un alto componente ideológico-político como las Guerras Napoleónicas o la Guerra Fría. De la misma manera, los bienes escasos siguen siendo aquellos clásicos, como el territorio y los recursos naturales, pero hoy en día las consecuencias locales de la degradación medioambiental y la caducidad de muchas fuentes energéticas han engrosado las causas de los conflictos79. 77.El estudio de los conflictos constituye el eje de aproximaciones como la corriente de la Resolución de Conflictos (Conflict Resolution) o la perspectiva de la Investigación de la Paz (Peace Research). Véase HAMPSON, Fen Osler y MALONE, David M. (eds) (2002) From Reaction to Conflict Prevention. Opportunities for the UN System. BoulderLondon,. 78.BARBÉ, Esther. (2003) Relaciones Internacionales, op. cit,, p. 221. 79.Sobre la incompatibilidad de objetivos (recursos, valores o posición de poder) de los Estados y las probabilidades de conflicto, se recomienda a BARTOS, Otomar J. y WEHR, Paul (2002) Using Conflict Theory. Cambridge, especialmente, pp. 12-50. los procesos de cooperaciÓn y conflicto... 163 La utilización de la fuerza armada constituye la manifestación más grave e intensa de un conflicto que puede haber pasado por una etapa de crisis en la que las partes decidieron que la mejor vía para resolver el choque de voluntades era el enfrentamiento con armas. Lo cierto es que existen numerosos conflictos que pueden encontrarse en una etapa de estancamiento, que no de solución, o de continuidad, pero que no han dado lugar a considerar el uso de la fuerza armada como vía de solución. En estos casos, la vía de la negociación y de la cooperación constituye la principal senda para gestionar el conflicto. Sin embargo, cuando se trata de un conflicto armado, la cooperación claramente ha fracasado para resolver la contraposición de voluntades por lo que es necesario desarrollar a nivel teórico cuáles fueron las causas o los factores que llevaron al conflicto de la etapa de crisis a la lucha armada 80. Smith ha desarrollado un análisis sobre las causas de los conflictos acotando temporalmente su estudio desde la etapa de la posguerra hasta los primeros años posteriores al fin de la Guerra Fría, llegando a la conclusión de que existen muy pocas condiciones necesarias para la guerra, pero muchas condiciones suficientes, de las cuales sólo algunas se aplican a tal o cual conflicto concreto. La guerra es posible simplemente por la existencia de armas para combatir y una disputa entre dos o más partes. Sin embargo, la cuestión de la probabilidad de la guerra es mucho más compleja 81. Sobre todo, teniendo en cuenta que la mayor parte de los conflictos armados actuales son conflictos internos. 80. GARDNER, Anne Marie (2002) «Diagnosing Conflict: What Do We Know?», en HAMPSON, Fen Osler y Malone, David M., From Reaction To Conflict Prevention. Boulder-London, pp. 15-40. 81.El total anual global de conflictos armados aumentó fuertemente a principios de los años 90, de 56 en 1990 (y 47 en 1989) a 68 en 1992. En esa época el optimismo inicial producido por el fin de la Guerra Fría fue suplantado por un nuevo pesimismo, como reacción ante la aparentemente imparable nueva oleada de conflictos en la era de la posguerra fría. Sin embargo, posteriormente el número de conflictos armados se fue estabilizando e incluso, más tarde, disminuyó. El total de 118 guerras en el período 1990-1999 se desglosa de la siguiente manera: 100 son principalmente guerras civiles; 2 son esencialmente guerras civiles; 5 son guerras de independencia; 6 son guerras interestatales; y 1 es guerra transnacional. El autor afirma que son los nuevos conflictos violentos en Europa (incluyendo a Rusia, Turquía y el Cáucaso) los que explican los dos tercios del aumento en la incidencia anual de guerras durante los primeros años de la década de los 90; en aquel entonces, esa región era una de las más violentas del mundo. Igualmente, el declive del número anual de conflictos armados después de 1992 también se debió en gran medida a cambios ocurridos 164 inmaculada marrero rocha A pesar de que los conflictos internos fueron más frecuentes que los conflictos internacionales desde 1945, es cierto que a partir del final de la Guerra Fría es cuando empiezan a tener mayor relevancia internacional. Esto se debe, en primer lugar, al hecho de que la información de lo que ocurre en los distintos Estados fluye con mayor facilidad y también las reacciones contra la violencia. En segundo lugar, la interdependencia en un mundo global ha provocado que las consecuencias de los conflictos armados se dejen cada vez más sentir en el ámbito de Estados que no participan en los mismos. Situaciones tales como migraciones masivas y olas de refugiados, violaciones de derechos fundamentales o las consecuencias materiales y humanas de la participación por parte de las fuerzas armadas de un Estado en la gestión del conflicto interno constituyen elementos que aumentan la atención de los conflictos internos y las probabilidades de que se conviertan en un asunto internacional. Finalmente, son cada vez más las organizaciones internacionales y los Estados que participan en la gestión de conflictos internos utilizando estrategias internacionales82. Todo esto ha favorecido la inclusión de los conflictos internos en el análisis de causas de los conflictos, también, por que los conflictos que pueden considerarse internacionales, en los que al menos estén implicados dos Estados o un Estado y otra entidad nacional distinta de un Estado, son ya una minoría83. en Europa, hasta el bajón particularmente pronunciado entre 1997 y 1998. El aumento de conflictos violentos en Europa estuvo, por su parte, muy concentrado en las regiones de los Balcanes y del Cáucaso, en el marco del proceso de desintegración de Yugoslavia y de la Unión Soviética. El hecho de que aquel estallido de comienzos de los años 90 ya se haya calmado sugiere que la proliferación de guerras en Europa en esa época, contrariamente a lo que muchos comentaristas temían, no inauguraba una nueva era de conflictos violentos en el continente. En realidad, dichos conflictos eran los síntomas trágicos y violentos del reajuste social, económico y político tras el colapso de los sistemas de poder en Yugoslavia y en la Unión Soviética. A medida que dichos ajustes se iban asimilando, tanto a escala nacional como internacional, sus consecuencias afortunadamente se tornaban menos dramáticas y menos violentas. (SMITH, Dan (2000) «Tendencias y causas del conflicto armado», en Berghof Handbook for Conflict Transformation, Berghof Research Center for Constructive Conflict Management. Dirección URL: http://www.berghof-handbook.net, pp. 1-4 y 5). 82. HAMPSON, Fen Osler. «Preventive Diplomacy at the United Nations and Beyond», From Reaction to Conflict Prevention. Opportunities for the UN System, op. cit., pp. 139158 y ANDERSON, Mary B. (2000) «Experience with Impact Assessment: Can We Know What Good We Do?», en Berghof Handbook for Conflict Transformation, Berghof Research Center for Constructive Conflict Management. 83.De los 118 conflictos armados ocurridos entre 1990 y finales de 1999, diez pueden definirse estrictamente como conflictos interestatales. Cinco de los conflictos armados los procesos de cooperaciÓn y conflicto... 165 Actualmente, a las causas de conflicto armado tradicionales, la lucha por un recurso escaso o los valores contrapuestos, hay que añadir otras causas profundas que explican la aparición de un conflicto interno que puede devenir en la lucha armada e internacionalizarse, cuando afecte a otros Estados o entidades nacionales no participantes o cuando es objeto de una intervención política, económica o, incluso militar, por parte de otros Estados u organizaciones internacionales. Esas causas profundas son, según Smith, las condiciones de pobreza económica; los sistemas políticos represivos; la degradación de recursos renovables (en particular, la erosión de suelos, la deforestación y la escasez de agua); y las políticas basadas en la diversidad étnica 84. Ahora bien, la existencia de este tipo de condiciones en las sociedades estatales no desemboca siempre en un conflicto armado, por tanto habría que pensar que existen otras causas desencadenantes que tienen que ver, en primer lugar, con la relación que se produzca entre las distintas causas y, especialmente, pueden definirse estrictamente como «guerras de independencia», aun cuando los rebeldes en muchos otros conflictos bélicos también gustan de definirse así. Cien de las guerras eran principal o exclusivamente conflictos internos. Smith pone los siguientes ejemplos: dos guerras que no se incluyeron en el total de cien, en 1999 y 2000, eran asuntos exclusivamente internos a Etiopía en casi todos sus aspectos, salvo que la mayoría de los combates se produjeron en el territorio de Somalia, su vecino. Mientras que la guerra en la República Democrática del Congo (antigua Zaire) entre 1998 y 2000, forma una categoría especial de tipo transnacional. Se trataba, parcialmente, de una guerra civil sobre el mantenimiento o no en el poder del presidente Laurent Kabila, pero también parcialmente era una guerra internacional sobre poder e influencia regionales. Angola, Chad, Namibia, Sudán y Zimbawbe se aliaron con las tropas del presidente Kabila, mientras que Ruanda y Uganda lucharon contra ellos y, en el 2000, también entre sí (SMITH, Dan. «Tendencias y causas del conflicto armado», loc. cit., p. 1). 84.Según SMITH se entiende que se produce un conflicto étnico cuando en la disputa, no sólo participan grupos étnicos diferentes, sino que dicha diferencia étnica es de por sí crucial para el conflicto. Ello significa que la diferencia étnica, en sí, no constituye una causa de conflicto, ya que son muchos Estados en el que conviven diferentes etnias sin que se haya producido conflicto. La definición de etnia es un tema muy controvertido, ya que se utilizan elementos religiosos, raciales, culturales y lingüísticos para identificarlas. Pero, la construcción de una identidad étnica particular no es tanto la combinación de experiencias históricas, mitos y creencias religiosas compartidas como tales; estos factores sólo se tornan decisivos cuando existe una percepción común de que dichos factores distinguen significativamente a los miembros de un grupo de los de otros grupos. Dos factores que pueden fomentar este tipo de percepción compartida son las experiencias de discriminación (comparado a los otros grupos) y la movilización política deliberada en defensa de los supuestos intereses del grupo (Ibid., p. 7). 166 inmaculada marrero rocha con la existencia de una serie de factores desencadenantes del conflicto que hagan que los factores de fondo den lugar o no a un conflicto armado85. En este sentido Dessler ha puesto de manifiesto cómo la guerra es un asunto en el que los decisores políticos son los que interpretan los acontecimientos y la necesidad de utilizar la fuerza. Por tanto, las causas de fondo sólo conducen a los acontecimientos hacia la guerra a través de la política y la explicación de sus causas debe abarcar tanto las causas estructurales como los factores situados en la esfera de las decisiones tomadas por protagonistas políticos, por lo que una explicación pormenorizada de las causas del conflicto armado debe combinar ambos niveles. Por ello, con gran acierto Dessler analiza, en un primer nivel, las causas de fondo, que son fundamentalmente las diferencias de carácter político, social, económico o nacional entre distintos grupos dentro de un mismo Estado, lo que implica normalmente que se excluya de la toma de decisiones a ciertos grupos para favorecer a otros y que además se mantengan o profundicen las diferencias económicas y sociales entre diversos sectores de la población86. El segundo nivel de análisis propuesto por Dessler y revisado por Smith es el de las estrategias de movilización, que abarca tanto los objetivos de los principales protagonistas políticos como la manera de perseguirlos. Aquí el análisis se centra en la estrategia utilizada por el político para hacer ver y denunciar las causas profundas87. Por ello, resulta necesario poner de manifiesto cuál ha sido la conceptualización de los problemas por parte de los políticos y la forma en la que los han presentado a la población. El tercer nivel de análisis es el de los factores desencadenantes que son los que determinan el momento temporal del inicio del conflicto armado. Aunque este 85.LAKE ha realizado un interesante trabajo sobre las causas de conflictos internos, especialmente por lo que se refiere al papel que desempeñan las posiciones extremistas de los representantes de las facciones enfrentadas (LAKE, David (2003) International Relations Theory and Internal Conflict, International Studies Review, Vol. 5, Nº 4, pp. 81-90). 86.DESSLER, David (1994) «How to Sort Causes in the Study of Enviromental Change and Violent Conflict», en GRAEDER, Nina y SMITH, Dan. Enviroment, Poverty, Conflict. Oslo, pp. 24 y ss. 87.Sobre esta cuestión, Little y Silber han analizado la estrategia de movilización nacionalista desarrollada por Milosevic y el inicio de la guerra de los Balcanes (LITTLE, Alan y SILBER, Laura (1995) Yugoslavia: Death of a Nation. Nueva York). los procesos de cooperaciÓn y conflicto... 167 nivel de análisis no nos permite averiguar por qué comenzó un conflicto, sí que arroja luz sobre lo que ocurriese en un determinado momento. Normalmente, se trata de acontecimientos concretos o acciones que un individuo o un grupo reducido llevan a cabo y que dan lugar a que el resto se convenza de que el uso de la violencia es el mejor recurso. Por último, también existen elemento catalizadores, que son factores que afectan a la intensidad y la duración del conflicto. Aquí el análisis se circunscribe al cambio en el equilibrio de las fuerzas de las partes en conflicto como consecuencia de una intervención directa o indirecta exterior (de un Estado, organización internacional o fuerza multilateral), los condicionantes naturales que pueden desequilibrar las fuerzas, como las características del terreno, o el clima, los condicionantes materiales, como la disponibilidad de armas, o elementos menos concretos pero igualmente importantes, como las opiniones culturales sobre cómo conducir una guerra. Otro de los elementos de las relaciones conflictuales que también ha despertado un interés importante entre los estudiosos de las relaciones internaciones son las causas de la continuidad de los conflictos antiguos que a escala global persisten. En primer lugar, la diferencia entre conflictos «dirimidos» y «suspendidos» es fundamental para comprender el problema del conflicto armado hoy día. Se refieren a guerras que se reanudan no sólo tras haberse firmado los alto el fuego, sino incluso después de haberse celebrado acuerdos de paz. En los últimos diez años se pueden incluir en esta categoría de guerras que han vuelto a comenzar, incluso después de haberse firmado alto el fuego o acuerdos de paz, los casos de Angola, Burundi, Camboya, Chechenia, Croacia, la República Democrática del Congo, Eritrea y Etiopía, Kosovo, Liberia, Filipinas, Ruanda, Sierra Leona, y Sri Lanka. A menudo la reanudación de hostilidades es más feroz y destructora que antes, y casi siempre con un altísimo coste entre la población civil. Los motivos de reanudación de una guerra son múltiples pero pueden agruparse en cuatro categorías: a) la ausencia de sinceridad de una o ambas partes (el caso del RUF Frente Unido Revolucionario de Sierra Leona, por ejemplo, al que no se le puede tener confianza a la hora de acatar acuerdos); b) La desilusión de una o ambas partes. Para observadores externos, este caso puede parecer igual al anterior, es decir, la insinceridad; c) los desacuerdos internos o incluso fragmentación en el seno de uno o ambos bandos y d) la persistencia de las causas subyacentes del conflicto armado. La experiencia en estos casos claramente indica que si no se tratan las raíces 168 inmaculada marrero rocha profundas del conflicto, los esfuerzos de reconstrucción están condenados a ser simplemente cosméticos88. La evolución de los marcos teóricos que analizan la naturaleza de los conflictos ha dado lugar a explicaciones mucho más complejas que superan un tipo de análisis fundamentalmente basado en el examen de recursos escasos que provocan ambiciones incompatibles y, también, el estudio de valores contradictorios que desembocan en conflicto 89. Sin embargo, las aportaciones de autores como Smith y Dessler, desde una perspectiva constructivista, ponen de manifiesto que las causas profundas de los conflictos no desencadenan las mismas consecuencias, sino que son los individuos que acaparan la esfera de decisión los que construyen la situación de lucha armada a partir de la instrumentación de las causas, y que cuando desde la percepción de los decisores se desarrolla en una estrategia de movilización efectiva, sólo es necesario que se produzca el acontecimiento adecuado, que puede ser casual o provocado, para que se desencadene el conflicto armado90. 4. ALGUNAS CONSIDERACIONES FINALES La complejidad de la Sociedad Internacional actual es producto de la evolución de su entramado relacional. La internacionalización de la vida política, económica, social y cultural, el incremento del número de actores de las Relaciones Internacionales, el aumento del espacio 88.Por ejemplo, la mayoría de los observadores estiman que, cinco años después del Acuerdo de Dayton para acabar la guerra en Bosnia-Herzegovina, existe un gran riesgo de reanudación de las hostilidades si se retirasen las fuerzas internacionales de mantenimiento de la paz (En SMITH, Dan. «Tendencias y causas del conflicto armado», loc. cit., p. 5). 89.En este sentido, la tesis de Huntington sólo podría desembocar en un verdadero conflicto, siempre que el enfrentamiento entre los valores y principios de las distintas civilizaciones se desarrollase a través de una estrategia de movilización por las elites que representan esas distintas civilizaciones y también que se diese una serie de acontecimientos puntuales que desencadenase el conflicto armado (HUNTINGTON, Sammuel (1997) El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial. Barcelona). 90.El análisis de los conflictos militares a través de una perspectiva constructivista da al traste con las concepciones clásicas de la guerra como la de Clausewitz, que identificó la guerra como fenómeno de naturaleza política que refleja las condiciones económicas, tecnológicas e intelectuales de cada época (CLAUSEWITZ, Karl (1982) De la guerra. Barcelona, pp. 321 y ss.). los procesos de cooperaciÓn y conflicto... 169 físico en el que tienen lugar procesos con dimensión internacional o la aparición de nuevos riesgos para la seguridad internacional hacen que resulte más complicado identificar, analizar y gestionar las situaciones de cooperación y conflicto. Especialmente, cuando a muchos de los actores involucrados o afectados por este tipo de procesos —Estados, instituciones y organizaciones internacionales, organizaciones no gubernamentales, opinión pública o personalidades del ámbito social, político y cultural, entre otros—, se les discuten sus competencias y legitimidad para participar en su gestión o solución. En este contexto, los Estados, como los actores y sujetos originarios de las Relaciones Internacionales, se resisten a perder protagonismo a favor de otros nuevos actores de legitimidad discutida, como el crimen internacional organizado o los grupos terroristas internacionales, o actores cuya autonomía se pone frecuentemente en entredicho, como las regiones o municipios, y que quieren hacer valer sus ideas e intereses o influenciar las relaciones de cooperación o conflicto. El panorama anteriormente expuesto dota de una complejidad * sin precedentes a las Relaciones Internacionales, aunque buena parte de los procesos de cooperación y conflicto pasan desapercibidos para la opinión pública internacional porque sus protagonistas no son los actores más relevantes, o porque los intereses en juego y las consecuencias para la estructura de poder internacional no son lo suficientemente impactantes. De hecho, los grandes conflictos armados, las rondas de negociación multilaterales y las conferencias internacionales que terminan con la conclusión de un tratado de derecho internacional siguen siendo los aspectos que mayor tratamiento mediático y académico reciben. Esta situación ha provocado una triple consecuencia. La primera es que cada vez sean menos los estudios o ensayos en los que se aborde la cooperación y el conflicto a través de un marco de comprensión global y asumiendo los riesgos derivados de teorizar sobre ámbitos tan que admiten tantas discusiones e interpretaciones por las distintas escuelas de pensamiento que se enmarcan dentro de esta disciplina. Otra consecuencia ha sido la renuncia a construir una teoría de la Relaciones Internacionales que aborde la naturaleza de los procesos por parte de las corrientes teóricas anti-racionalistas o reflectivistas provenientes de del constructivismo, la teoría crítica, post-modernismo y feminismo, entre N. E. Véase el capítulo «Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la Paz». *. 170 inmaculada marrero rocha otros, que comparten su desconfianza ante la posibilidad de llegar a un conocimiento científico sobre las características de la política mundial, ya que la realidad internacional es un fenómeno socialmente construido. La tercera consecuencia de que los procesos internacionales sean cada vez más complejos e inabarcables es la tendencia a la especialización radical, volcada en el análisis de categorías concretas de relaciones de cooperación y conflicto, en procesos con participación de una tipología concreta de actores, o el estudio de procesos que tienen lugar en ámbitos regionales concretos. 171 OTRA ECONOMÍA PARA HACER POSIBLE LA PAZ Juan Torres López Dpto. de Teoría Económica y Economía Política de la Universidad de Sevilla Al abordar los estudios y la problemática de la paz parece hoy día ya evidente que lo hacemos a un asunto que requiere omnicomprensión, transversalidad y un enfoque capaz de adecuarse a su complejidad in* trínseca . Por eso que apenas haya aspectos de la vida humana y social que puedan dejarse a un lado para entender la problemática de la paz, a la hora de conocer su naturaleza, de explicar las dificultades que implica su práctica o las demandas que plantea a los individuos y a las relaciones sociales que éstos protagonizan. La cultura, la política, la ética, las creencias, la psicología, las condiciones materiales de la vida humana ... todos los aspectos de las relaciones sociales constituyen el nudo gordiano en el que se entronca el problema y la aspiración de la paz. Y ahí es obvio que se encuentra también la dimensión económica de los problemas sociales, la actividad productiva de los seres humanos y las acciones que llevamos a cabo para intervenir de una manera u otra sobre ella. Y, tal y como ocurre con cualquier otra de las dimensiones de la vida humana y social que afectan a la problemática de la paz, es igualmente obvio que no cualquier condición económica tiene el mismo efecto sobre ella, si la entendemos aunque sea de forma muy elemental como la condición en la que los seres humanos disponen de garantías suficientes * .N. E. Véase el capítulo «Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la Paz» 172 juan torres lÓpez para satisfacer las necesidades básicas, satisfacción sin la que se ven forzados a involucrarse en un conflicto por la utilización de recursos que tiende a presentarse habitualmente de forma violenta. Pues bien, en esta intervención quisiera simplemente exponer algunas ideas básicas sobre lo que podríamos denominar las pre-condiciones económicas para la paz. Es decir, el tipo de actividad económica y de comprensión analítica de los asuntos económicos que puede permitir que el conflicto por la utilización de los recursos se resuelva pacífica y satisfactoriamente. La base de la que parte es considerar que la vida social en paz requiere unas condiciones previas de satisfacción que eviten que el conflicto material por el uso de los recursos básicos, que quizá de forma inevitable es consustancial con la vida humana, se resuelva de forma violenta, para lo cual es necesario que ese conflicto se plantee y resuelva dentro de unas * coordenadas básicas de equidad e igualdad . Una idea que en términos normativos equivaldría a pensar que es preciso aceptar una especie de imperativo moral que obligue a garantizar la satisfacción de esa demanda humana básica relativa a los recursos esenciales para la vida. La realidad de las cosas me parece que prueba de manera indiscutible que una buena parte de la violencia en la que el ser humano se ve envuelto hoy día (y quizá siempre), la ausencia efectiva de paz, deriva precisamente del hecho evidente de que los recursos materiales se apropian de modo muy desigual, a través de mecanismos intrínsecamente inequitativos, al margen de cualquier criterio de justicia y con resultados manifiestamente desiguales y frustrantes para la inmensa mayoría de la sociedad. Es difícil encontrar un conflicto bélico que no esté asociado, más o menos directamente, a las condiciones económicas, a la carencia de recursos, a la lucha por disponer de los medios de los que unos u otros nos apropiamos sin tener en cuenta la necesidad de quien está a nuestro lado y carece sin razón de ellos. Por eso me parece que la reflexión sobre la paz, como anhelo humano, como condición de la vida social y como práctica relacional, requiere incorporar «la cuestión económica», «el problema» de la satisfacción material, y tratar de evidenciar cuáles son las condiciones que, desde esta perspectiva, dificultan hoy día la práctica de la paz y cuáles pueden ser las que faciliten la resolución pacífica del conflicto en torno a * .N. E. Véase el capítulo Una Teoría de Conflictos basada en la complejidad otra economÍa para hacer posible la paz 173 la satisfacción material y el uso de los recursos necesarios para la vida humana. Un conflicto que, aunque quizá sea inherente a la vida humana, no tiene por qué resolverse necesariamente (como ningún otro) de forma violenta. En términos generales, creo que ese planteamiento ha de atender a tres dimensiones esenciales de las cuestiones económicas. La primera de ellas es, lógicamente, la definición de lo que va a ser o mejor dicho, de lo que debe ser considerado como «problema económico». La segunda es la determinación de lo que comúnmente se entiende por «economía», como cuerpo de conocimientos e instrumento de análisis. Es decir, la naturaleza, el alcance y la pretensión del tipo de enfoque intelectual y de las herramientas analíticas que utilizamos para abordar los problemas que anteriormente hayamos aceptado considerar como los asuntos sociales de naturaleza económica. En tercer lugar, hay que referirse a los asuntos de la vida económica que hoy se ponen principalmente sobre la mesa y cuyo estado actual implique una mayor y más evidente dificultad para lograr que la paz se imponga en las relaciones humanas y sociales. Trataré a continuación de desarrollar algunas ideas sobre estas tres cuestiones principales. 1. UNA AGENDA GLOBAL INJUSTA QUE GENERA VIOLENCIA Como dice el Premio Nobel de Economía Amartya Sen1, «si en la mente de muchas personas la religión y la comunidad están relacionadas con la violencia global, también lo están la pobreza y la desigualdad». Y si eso es así, no queda más remedio al mismo tiempo que reconocer que esas condiciones son asimismo el resultado del tipo de asuntos económicos a los que se les da tratamiento preferente y de las soluciones que reciben en la agenda global de nuestros días *. En concreto, me parece que hoy día hay suficiente consenso como para poder afirmar que en la actualidad hay una serie de materias y de 1.SEN, Amartya (2007) Identidad y violencia. La ilusión del destino. Buenos Aires, p.191 * .N. E. Véase el capítulo Los procesos de Cooperación y Conflicto en las Relaciones Internacionales: Continuidad y Cambio 174 juan torres lÓpez políticas vinculadas a cada una de ellas que están en el origen de la pobreza global, de la desigualdad creciente y de la persistente frustración en la que viven cientos de millones de personas en nuestro mundo 2. Puede ser, como el propio Amartya Sen reconoce, que la pobreza, el desempleo, la precariedad y la necesidad incluso vayan acompañados de una falta tan mortecina de respuesta que no generen violencia: «Un desdichado muerto de hambre puede ser demasiado frágil y estar demasiado abatido como para luchar y combatir, y hasta para protestar y gritar. Por tanto, no es sorprendente que con mucha frecuencia el sufrimiento intenso y generalizado y la miseria hayan estado acompañados de una paz y un silencio inusuales»3. Pero ni siquiera así se puede negar que esas situaciones constituyen en sí mismas una situación de violencia interior, una carencia efectiva de paz, si esta se entiende como algo más que la que se expresa en el silencio de los cementerios. La pobreza y la desigualdad en nuestro mundo están siendo producidas actualmente por algunos factores como los siguientes: — Las normas que regulan el comercio internacional, claramente asimétricas, de modo que permiten a los países más ricos establecer constantes trabas a los flujos comerciales que podrían proporcionar rentas a los más pobres, mientras que imponen a éstos últimos una aceptación casi militar de las normas liberalizadoras que ellos no cumplen 4. No solo se ha fijado un criterio de plena libertad comercial que ya es intrínsecamente injusto, puesto que implica tratar igual a los desiguales, sino que ni siquiera es seguido por las grandes potencias que, al contrario de lo que no dejan hacer a los países menos poderosos, protegen sus intereses mientras que obligan a los países empobrecidos a abrirse sin reservas ante ellos. El hambre en países ricos en recursos naturales, la pobreza en naciones con producción de mercancías abundante y de amplia aceptación en los mercados, o la colonización que impide que las decisiones económicas se adopten atendiendo a los interés autóctonos, son las consecuencias de un régimen comercial mundial injusto, desigual y que está regulado de espaldas a las necesidades de la población mundial. 2.STIGLITZ, Joseph E. (2002). El malestar en la globalización. Madrid. 3.SEN, Amartya (2007) p.192 4.STIGLITZ, Joseph E. y CHARLTON, Andrew (2007). Comercio justo para todos. Madrid. otra economÍa para hacer posible la paz 175 El proteccionismo de la Unión Europea que le lleva, por ejemplo, a ser la primera exportadora mundial de azúcar cuando éste producto se obtiene en este continente con los costes más altos del mercado mundial, es bien expresivo de cómo los ricos pueden imponer sus intereses comerciales sobre los demás países sólo por el hecho de que son más ricos y no porque respeten (como obligan a hacer a otros para que no puedan defenderse) las leyes del mercado que afirman defender. — La práctica desregulación de las relaciones financieras a escala planetaria, dando lugar a que el dinero, como dice Eduardo Galeano, tenga en este mundo mucha más libertad que los seres humanos, es otra de las componentes de la agenda económica mundial que provoca pobreza y desigualdad mundial5. En los últimos decenios se ha producido una hipertrofia de los flujos financieros que ha generado un universo monetario muy volátil e inestable pero sumamente rentable. Uno de los problemas que esto plantea es que, al ser más atractiva la actividad financiera, absorbe recursos que dejan de fluir a la actividad productiva, lo que provoca, por un lado, descapitalización (a pesar de que en realidad hay una sobreabundancia de recursos) y, por otro, crisis periódicas que lógicamente terminan por afectar (como sucede con la actual crisis hipotecaria) a las personas o países con rentas más bajas. Todo eso se produce en el marco de una gran desregulación (o, para ser más exactos, de una potente regulación bajo la ética liberal que permite dejar hacer y movilizarse sin trabas a los capitales), de modo que hoy día no hay manera de enfrentarse con garantías a la furia que se desata en los mercados financieros, a los vaivenes muy caprichosos de los capitales que se mueven a cortísimo plazo (y precisamente por eso incapaces de sembrar actividad real por donde circulan) en busca de la rentabilidad. Se dice con razón que la economía mundial de nuestra época está financiarizada, que es una economía de casino en donde priman la especulación y la generación de activos ficticios que, a pesar de que llevan tras de sí ingentes cantidades de recursos financieros, nada tienen que ver con los bienes y servicios necesarios para satisfacer las necesidades humanas. La sobreabundancia de capital existente en nuestros días en 5.TORRES, Juan (2006) Toma el dinero y corre. La globalización neoliberal del dinero y las finanzas. Barcelona 176 juan torres lÓpez los mercados financieros se da al mismo tiempo que la escasez de esos mismos recursos para la actividad productiva y eso está en el origen de la subsiguiente falta de medios para producir los bienes y servicios básicos que necesita una inmensa proporción de la población mundial. — Consustancialmente con estas dos circunstancias anteriores, un tercer factor que coadyuva de modo decisivo al empobrecimiento de muchas naciones y de los sectores más desfavorecidos del planeta es la pérdida de capacidad de maniobra de los gobiernos, la «retirada del Estado» en palabras de Susan George6. Frente a la globalización de las relaciones financieras desreguladas y del comercio internacional en las condiciones mencionadas más arriba, los estados han renunciado a intervenir con decisión en las áreas que cada vez resultan ser más estratégicas de cara a la resolución de los grandes problemas económicos. Por un lado, los intereses privados más poderosos han impuesto una voluntad de renuncia, muchas veces explícita, y, por otro, resulta que en las condiciones en que se plantean a escala las interrelaciones macroeconómicas, esa renuncia viene dada sin remedio. Así, cuando los capitales circulan sin restricción alguna, los tipos de interés, los instrumentos cambiarios o las propias políticas económicas nacionales pierden casi toda su capacidad regulatoria, ya que no se pueden utilizar sin que tengan una respuesta inmediata por parte de los capitales. Quienes ganan las elecciones, como señalaba el asesor del presidente Lula, Frey Betto, llegan al gobierno pero no al poder, puesto que el ejercicio efectivo de éste depende de lo que se imponga en los mercados o en los grandes centros de decisión financiera. Como he señalado en otro lugar7, lo que está ocurriendo con los planteamientos macroeconómicos dominantes es que se conciben y se practican como si fueran algo ajeno a la política, es decir, al ámbito de decisión ciudadana, y que no debe responder a cualquier criterio sobre su bondad o maldad, sin requerimiento ético alguno. 6. GEORGE, Susan (2001) La retirada del estado. Quién gobierna el mundo en el capitalismo global ¿mafias, multinacionales, empresas de consultoria, cárteles...? Barcelona. 7.TORRES, Juan (2004) «Regulación macroeconómica y democracia ¿Justifica la economía que los gobiernos renuncien a gobernar». En GUERRA y TEZANOS (2004) Políticas económicas para el siglo XXI. Madrid. otra economÍa para hacer posible la paz 177 Como dice acertadamente Robert Gilpin8, cuando se establece un sistema que implica que una nación no tiene capacidad de realizar una determinada política, de tomar una decisión en virtud de su propio criterio, cuando tiene las manos atadas ante la disciplina que impone un banco central en virtud de una lógica restrictiva que puede ser contraria a otra más expansiva que convenga mejor al bienestar o a la eficiencia, no es que la política no esté interviniendo. Todo lo contrario: dar por hecho que no hay elección política a la hora de adoptar decisiones macroeconómicas, que un país no tiene capacidad de maniobra, que no va a poder decidir por sí mismo lo que pueda interesarle, ya es en sí mismo una elección política. Eso sí, impuesta. Los planteamientos dominantes sobre el papel del Estado (o mejor decir, sobre su «no papel») ha hecho de la economía una pieza principal que apuntala el «nuevo medievalismo» del que habló Hedley Bull9 y que implica la renuncia efectiva a lo público no sólo como espacio político sino como ámbito en el que se suscribe colectivamente una moral social, las lógicas elementales que merecen ser compartidas, la ética de mínimos sin la que cualquier sociedad termina por convertirse en una selva invivible en la que no puede extrañar que se multiplique la violencia que nace de la pobreza y la desigualdad que es inevitable que aparezcan cuando no se colocan como asuntos prioritarios de la agenda de los estados que son las instituciones que pueden hacerles frente con más eficacia. — Por otro lado, un efecto inmediato de lo anterior es la crisis de la fiscalidad y de las políticas redistribuidoras, los instrumentos quizá más efectivos para, al menos, paliar la pobreza y la desigualdad lacerante de muchas de nuestras sociedades, y que lógicamente requieren estados fuertes y una voluntad política firme de intervenir para corregir la injusticia que producen las relaciones de mercado. No solo se han debilitado en el interior de prácticamente todas las naciones sino que en algunos han terminado casi por desparecer, tal y como sucede a escala internacional, en donde las relaciones comerciales y financieras se desenvuelven sin la más mínima sujeción a tasas o impuestos que, en justa correspondencia con el tipo de actividad predominante, deberían ser igualmente globales en la actualidad. 8. GILPIN, Robert (2001) Global Political Economy:Understanding the International Economic Order. Princeton. 9.BULL, Hedley (1977) The Anarchical Society. New York 178 juan torres lÓpez — Aunque desde otro punto de vista, otro de los factores que están contribuyendo más decisivamente a producir empobrecimiento global, e incluso una auténtica violencia implícita frente a la naturaleza que al fin y al cabo es la piel del ser humano como ser social, es la renuncia de la economía a tomar en consideración de modo efectivo los costes vinculados al uso que realizamos de los recursos naturales 10. Una desconsideración que ya en muchas ocasiones trae directamente la violencia y la guerra para que unos grupos, empresas o naciones puedan garantizar para ellos mismos el uso de materiales estratégicos como el petróleo, el coltan o tantos otros. Esa dejación, de la que hablaré más adelante, y la extensión de los criterios desigualadores del mercado a los recursos naturales (como en el paradigmático caso del agua) comienza a originar lo que con toda seguridad va a ser una de las causas más abundantes de conflictos y guerras en este siglo11. No podrá ser de otro modo mientras no se invierta esa tendencia y se comience a considerar que la contabilización de los recursos económicos, de sus costes y beneficios, debe comenzar por el uso de la energía, de los residuos y de la naturaleza en general, algo que, a pesar de estar evidentemente implícito en el funcionamiento de la economía, no está siendo tenido en cuenta por ésta. — Un efecto de la preminencia que hoy día tiene la lógica del mercado sobre cualquier otra consideración es la generalización de incentivos perversos que son especialmente dañinos para el bienestar social y la igualdad en el mundo, como ocurre de forma paradigmática con las patentes y, especialmente, con las relacionadas con el conocimiento, la salud y la vida12. Las leyes actuales constituyen un incentivo radicalmente inadecuado para que se reduzca la brecha digital, el desfase en el acceso a las fuentes del conocimiento de los pueblos más pobres del planeta o para que se investiguen y pongan en el mercado los medicamentos que necesitan las personas pobres, mientras que incentivan, por el contrario, las destinadas a los sectores de población de mayor renta13. Lo que obviamente origina 10.NAREDO, José Manuel (2006). Raíces económicas del deterioro ecológico y social. Más allá de los dogmas. Madrid. 11.LONERGAN, Steve (2005) «El agua y la guerra». Our Planet, vol. 15 No. 4. 12. KHOR, Martin (2003) El saqueo del conocimiento. Propiedad intelectual, biodiversidad, tecnología y desarrollo sostenible. Barcelona 13. KREMER, Michel y GLENNESTER, Rachel (2004). Strong medicine: Creating incentives for pharrmeceutical research on neglected diseases. Princeton. otra economÍa para hacer posible la paz 179 desigualdades y carencias lacerantes en millones de seres humanos, una fuente inagotable de violencia estructural. 2. HOMO OECONOMICUS: EL SER HUMANO DESNATURALIZADO La evolución histórica del análisis económico marca claramente los cambios en la comprensión de la actividad de los seres humanos de cara a la satisfacción de sus necesidades así como en la caracterización de su propia naturaleza como productor, distribuidor y consumidor de bienes. La concepción aristotélica original entendía que la economía (oikos knomos) se refería a la administración de la casa (en el sentido amplio de ésta última, que extendía lo doméstico más allá de las meras relaciones familiares) lo que implicaba que se trataba de una actividad en donde lo relacionado con el intercambio monetario se conjugaba con toda la actividad relativa a la satisfacción real a través del uso y gestión de los recursos necesarios y que, precisamente por darse en el seno del la casa, estaba igualmente vinculado con los valores y prioridades que históricamente han estado unidos al espacio de lo doméstico: colaboración, gratuidad, empatía, diálogo... Más adelante (y de modo paralelo a «la gran transformación» de la que hablara Polanyi) se produce una inversión sustancial en esta comprensión cuando la progresiva generalización de las relaciones de intercambio monetario y el paulatino desarrollo del capital terminarán por transmutar esa originaria concepción para hacer de la economía un saber vinculado exclusivamente al ámbito monetario y a las relaciones del comercio: la sociedad se convierte en sociedad de mercado y la economía en economía de lo monetario. El desarrollo de la economía clásica a través de las obras de los primeros grandes economistas confirmó esta inversión, si bien fortaleció y generalizó, al mismo tiempo, el análisis (cada vez más sistemático) de los fenómenos económicos acompañado de la reflexión sobre la cuestión distributiva, lo que inevitablemente llevaba a que la reflexión moral del signo que fuera le fuese consustancial. Además, la economía clásica, de la mano del primitivo pensamiento sociológico y de la constatación más elemental y certera del funcionamiento de las sociedades, se basaba igualmente en el reconocimiento 180 juan torres lÓpez de las clases sociales, no solo como protagonistas de los procesos de distribución sino como los sujetos efectivos de los grandes fenómenos cuyas leyes generales se trataba de descubrir. Ese planteamiento reconocía el conflicto como inherente a las relaciones económicas y de ahí que se tratase de descubrir elementos o factores de resolución que proporcionaran la necesaria armonía a la vida social a través de las relaciones económicas, bien a través de la mera dinámica autónoma del mercado (de la «mano invisible»), bien a través de la lucha política o de clases, bien mediante un profundo humanismo que se trataba de conjugar de la mejor manera posible con el racionalismo de la época. Sin embargo, esos planteamientos se fueron al traste con la llamada economía marginalista o neoclásica que volvió a invertir radicalmente la naturaleza del análisis económico y las bases para la comprensión de la actividad económica. De las clases sociales se pasó a la consideración del individuo como sujeto económico aislado y éste se entendió como un auténtico homo oeconomicus, es decir, como un ser cuya lógica exclusiva de comportamiento era la de maximizar la utilidad a partir de sus intereses egoístas. Además, la economía dejó de ser una economía política, como la había denominado Montchretien ya en 1615, para pasar a convertirse en un abstracto (economics), y las reflexiones morales desaparecieron cuando se estableció que la vida económica estaba regulada por los automatismos del mercado, en donde no había lugar para las disquisiciones morales sino, simplemente, para el cálculo de las condiciones de eficiencia técnica de los intercambios. El punto culminante de estos planteamientos se alcanza cuando Wilfredo Pareto formula las condiciones en las que puede lograrse una situación de bienestar social óptima en la que, sin embargo, no hay cabida, como he dicho, para ningún tipo de consideración relativa a la justicia, a los efectos de la distribución original de la riqueza dada o a las situaciones de carencia que pueden ser compatibles con dicho óptimo La consecuencia de estos planteamientos marginalistas o neoclásicos que con más o menos fidelidad a sus principios originales dominan hoy día el pensamiento y el análisis económico (al menos en sus postulados teóricos más abstractos e influyentes) es que éstos se han consolidado como saberes verdaderamente autistas, incapaces de reconocer en sus planteamientos la realidad de las cosas y muy despreocupados por las condiciones de vida de la población humana. otra economÍa para hacer posible la paz 181 Esto último se manifiesta, sobre todo, en la desconsideración por parte del análisis económico y de las políticas económicas dominantes de una amplia gama de variables que no consideran como inherentes a los problemas económicos, a pesar de que es una evidencia elemental que tienen una influencia decisiva en la naturaleza de su planteamiento y en su resolución. Me refiero, por ejemplo, a las condiciones en que se toman las decisiones o a las desigualdades de acceso al poder y en el reparto de los vectores de realización de los que, al fin y al cabo, depende la posibilidad de influir y participar activamente en la vida social y económica. Es lógico que en la medida en que la economía no tenga en cuenta estas circunstancias se desentienda entonces de la diferente posición de los seres humanos a la hora de forjar sus preferencias y, sobre todo, de expresarlas en intereses con posibilidades de ser tenidos en cuenta o satisfechos. E igualmente hay que mencionar la habitual desconsideración que la economía convencional hace de las dimensiones más auténticas del ser humano y que, precisamente porque lo son, deberían ser las que más destacadamente se tuvieran en cuenta a la hora de gobernar los hechos económicos de los cuales depende la satisfacción de las auténticas necesidades de las personas. A pesar de que se concibe como una ciencia omnicomprensiva (la «gramática de las ciencias sociales» la llamó Jack Hirsleifer14), de la escasez y la elección en las que se involucran los seres humanos, lo cierto es que la economía sigue siendo casi completamente ajena a los recursos y condiciones que tienen que ver con nuestras dimensiones más auténticamente humanas: la felicidad, el desarrollo integral de las personas, nuestros sentimientos y sensaciones, los sufrimientos o nuestras pasiones. George Bernard Shaw dijo que «la economía es el arte de sacar todo el partido a la vida» pero lo cierto es que ha terminado por convertirse en el partido que se le puede sacar a la vida solo cuando hay valor o recursos monetarios de por medio. En consecuencia, la contabilidad social o los indicadores que se toman como referencia, las variables sobre las que se actúan y el espacio social en el que exclusivamente se sitúan los problemas económicos son 14. HIRSLEIFER, Jack (1985) «The Expanding Domain of Economics» American Economic Review 75:53-68. 182 juan torres lÓpez los que coinciden exactamente con el universo de lo que puede tener reflejo en lo monetario. Y además, eso se analiza y se trata de explicar y analizar desde un enfoque que, como señaló Gary Becker15 con bastante coherencia, distingue más que su propio objeto a la ciencia económica: el enfoque que está basado en la racionalidad maximizadora, en el egoísmo y en el sometimiento a las leyes del mercado 16. El problema es que e este enfoque económico produce una verdadera desnaturalización del ser humano y de su conducta como individuo y como parte de una sociedad (a la que incluso se le llega a negar su propia existencia cuando se dice, como Margaret Thatcher, que no hay sociedad sino individuos). Y, además, individuos que se conciben exclusivamente como agencias maximizadoras, desprovistos realmente de humanidad puesto que son únicamente seres carentes de cualquier encuadramiento moral que no sea su racionalidad en la elección y el egoísmo que le lleva a tomar en consideración solamente sus aspiraciones e intereses particulares. La economía dominante concibe a los seres humanos como agentes sin espacio natural común, sin sociedad. Como también los concibe sin sentimientos, o sin más necesidades que no sean las de tener, como si los seres humanos solo estuviéramos diseñados para poseer y no para ser o relacionarnos con los demás. Y a la hora de contemplar las actividades económicas que llevamos a cabo el ámbito relacional de los seres humanos se reduce igualmente hasta el que queda marcado exclusivamente por las relaciones de mercado. Un ámbito que, a pesar de que es evidente que conforma una proporción reducida del espacio en el que nos movemos para satisfacer nuestras necesidades (piénsese en el trabajo voluntario, en el doméstico, en los intercambios gratuitos...), se quiere ver, sin embargo, como un orden natural, totalizante y «constitutivo del orden social», como lo calificaba Friedrich Hayek17. 15.BECKER, Gary (1976) The economic Aproach to Human Behavior. Chicago 16.TORRES, Juan (2001) «Las alternativas imperfectas de la economía. La naturaleza del problema económico». En MUÑOZ, Francisco A. (2004) La paz imperfecta. Granada. 17. HAYEK, Friedrich (1981) Nuevos estudios en filosofía política, economía e historia de las ideas. Buenos Aires, p. 55 otra economÍa para hacer posible la paz 183 Lógicamente, para ese simple viaje al núcleo maximizador de la utilidad individual del individuo aislado, la economía no precisa de las alforjas de la política, de la antropología, de la sociología ni, por supuesto, tampoco de la ética. De esta forma la economía no sólo se empobrece a sí misma, como ha afirmado Sen18 que le ocurre cuando se separa de la ética, sino que, desprovista de juicio moral, de inquietud normativa y de valores como la equidad, la justicia o la solidaridad, necesariamente deja fuera de su episteme al empobrecimiento humano, a la insatisfacción, al malestar o a la desigualdad como causas de la violencia. ¿Y cómo, entonces, hablar de paz? 3. MÁS ALLÁ DE LA ECONOMÍA CONVENCIONAL Más allá de lo que no ve la economía convencional, me parece que la paz mundial necesita hoy día nuevas relaciones económicas, basadas en el reparto de los frutos de la actividad económica y en la justicia, nuevos polos y mecanismos de decisión, nuevos problemas prioritarios en la agenda global y en las de los gobiernos, y más recursos destinados a resolver necesidades básicas (para evitar, por ejemplo que la meta de alcanzar objetivos tan elementales como los del Milenio de las Naciones Unidas esté cada vez más lejos). Y necesita lógicamente que estas pretensiones, posiblemente las preferentemente sentidas por la inmensa mayoría de la humanidad, puedan convertirse en prioridades en la acción de los gobiernos. Para hacer realidad todo eso es evidente que se necesita poder y capacidad para influir en la mentalidad social y en los procesos de generación de valores. Pero no sólo poder. Como dice Antonella Picchio19 refiriéndose a lo que es necesario para alterar el modo de pensar y de actuar marcado exclusivamente por lo masculino, no basta con disponer de un lugar privilegiado en la jerarquía social sino que es necesario también «identificar ciertas cuestiones fundamentales y abordarlas de forma novedosa» así 18.SEN, Amartya (1989) Sobre ética y economía. Madrid 19.PICCHIO, Antonella (2005) «La economía política y la investigación sobre las condiciones de vida» en CAIRÓ, Gemma y MAYORDOMO, Maribel (2005). Por una economía sobre la vida. Aportaciones desde un enfoque feminista. Barcelona 184 juan torres lÓpez como «formular y utilizar los instrumentos analíticos adecuados» porque, sigue diciendo, «la eficacia en lograr cambios depende de la capacidad para interpretar la naturaleza y la dinámica de los procesos sociales y para reconocer los sujetos que en ellos actúan». Coincidiendo con esta apreciación, entiendo que para provocar un reencuentro de la economía con la aspiración humana y con la práctica social de la paz, en los múltiples sentidos que vengo mencionando (relativos a la actividad económica, a los problemas económicos y a su análisis científico) es necesario, además de lo que he señalado, que dispongamos de otro enfoque teórico, de nuevos puntos de partida y de herramientas de análisis diferentes a las que vienen siendo utilizadas por la economía convencional, que lógicamente son las apropiadas para conocer los asuntos (convencionales) que se propone analizar y no otros. Señalaré a continuación los que me parecen más relevantes y urgentes para lograr que las relaciones económicas sean, en todas sus manifestaciones, una fuente de satisfacción y paz en lugar de causas de enfrentamientos y conflictos más o menos violentos. El análisis económico ha de partir de un nuevo principio antropológico. La economía debe ser una ciencia de lo humano y de los humanos 20, un conocimiento sobre la acción de seres humanos que observa en toda su integridad y no solo en su dimensión comercial y mercantil, como evaluadores del riesgo y la utilidad. La economía no puede limitarse tampoco a ser una mera praxeología, una ciencia de la elección o una mera técnica al servicio de la eficiencia, sino una ciencia moral, con sensibilidad ética, y concernida por los problemas humanos de la privación y la pobreza, de la discriminación y la injusticia. Estos principios deben ir acompañados necesariamente de un concepto de la actividad económica que no se limite a lo que tiene expresión monetaria, sencillamente, porque la satisfacción de las necesidades humanas (incluso las simplemente materiales) está concernida por actuaciones humanas que se desenvuelven en esferas ajenas a lo monetario. Y porque muchos bienes y servicios imprescindibles para la vida humana (tanto o más que los que se manifiestan como mercancías) se producen en ámbitos en los que no impera la lógica del intercambio mercantil. 20.NELSON, A. (2006). Economics for Humans. Chicago. otra economÍa para hacer posible la paz 185 De hecho, la extensión del conocimiento y el análisis económico a esos ámbitos y el reconocimiento de ese tipo de actividades como dentro lo que consideremos como economía será lo que permitirá que ésta se reconcilie con los valores ya la práctica de la generosidad, del regalo, del amor, del cuidado, de la cooperación, de la sensibilidad, del respeto y la cooperación, de las emociones, de la entrega y la solidaridad que son los que, en realidad, hacen que los seres humanos seamos efectivamente humanos y capaces de resolver en paz nuestros problemas. Paralelamente, la economía debe renunciar para siempre a la ficción del automatismo del mercado y a la ficción de que éste actúa con independencia de cualquier otro fenómeno o circunstancia social. Ningún mercado puede ni siquiera comenzar a funcionar sin normas, sin establecer preferencias previas, sin reglas de corrección y funcionamiento. Y cualquiera de ellas no puede sino derivar de una decisión previa que tiene que ver y está condicionada por la riqueza, por el poder y por la capacidad de influir de cada persona o grupo social. Por eso, la economía no sólo debe ser humana, moral y social sino que debe ser también, como al inicio, economía política, es decir, capaz de reconocer los elementos de entorno que en cada momento están incidiendo en el tipo de respuesta que reciba cada problema económico y, de modo muy particular, en el conjunto de capacidades de cada persona, lo que Amartya Sen21 denomina los «vectores de realización» y que son la base de la «libertad de bienestar» de cada uno de nosotros. De hecho, lo que resulta hoy ilusorio es creer, como suele ser habitual, que la resolución pacífica de los conflictos sociales puede lograrse garantizando solamente la «libertad de protagonismo», por seguir utilizando las expresiones de Sen, que se refiere a la posibilidad de conseguir metas y valores, y no al mismo tiempo la de bienestar que es la que permite garantizar efectivamente que los individuos se realicen integralmente y que gocen de las consecuencias globales del bienestar que otros tienen a su completa disposición. Si de verdad hay una aspiración sincera por la paz, la economía no podría ser ajena al hecho evidente de que hoy día el planeta dispone de recursos y de capacidad potenciales suficientes para producir riqueza, bienes y servicios suficientes para garantizar la satisfacción integral y completa de las necesidades que son esenciales para la vida humana. 21.SEN, Amartya (1997) Bienestar, justicia y mercado. Barcelona 186 juan torres lÓpez Claro que para ello es preciso asumir, en primer lugar, un imperativo ético universal y unas reglas de gobiernos planetario muy diferentes a las que hoy día predominan. En segundo lugar, una agenda muy diferente de los problemas que hay que resolver, como he mencionado anteriormente. En tercer lugar, un reparto del poder equilibrado que obligaría a comprender y aceptar que la democracia (por supuesto también en lo mucho que tiene que ver con los problemas económicos) además de una mecánica de decisión es también un espacio deliberativo y un tipo de vínculo social. Y, finalmente, técnicas de análisis, evaluación, decisión e intervención que se congraciaran con el medio ambiente físico, con la naturaleza plural de los seres humanos (y especialmente con la dimensión femenina de los hechos sociales) y con la imprescindible dimensión temporal de la vida económica de un modo distinto al que hoy día conlleva el paradigma del crecimiento lineal y compulsivo. No conviene engañarnos. La paz requiere una mínima satisfacción y el sentimiento de que se está actuando con un mínimo de justicia. Por eso, mientras nuestro siga siendo un verdadero infierno para la mayoría de la población humana no será posible la paz. Para evitarlo, el punto de partida imprescindible es comenzar por la modificación en el destino de los recursos y la asunción de una pauta distributiva diferente e igualitaria. Las Naciones Unidas y muchos otros organismos oficiales, organizaciones privadas o estudios académicos vienen insistiendo en que con una cantidad de recursos que relativamente es bastante reducida (si se compara con los patrimonios o rentas de las personas más ricas del mundo o con el gasto armamentístico mundial, por ejemplo) se podrían financiar las soluciones a las grandes carencias de la humanidad en salud, vivienda, educación o alimentación. Pero los gobiernos no es que no avancen en la necesaria transformación de las estructuras desiguales e injustas que provocan pobreza, sino que ni siquiera cumplen sus propios compromisos de «generosidad» con los que ellos mismos han arruinado. Lo que eso quiere decir es que para avanzar hacia una distribución más justa de la riqueza hay que modificar, como he señalado, la agenda global y la de los gobiernos nacionales: dando prioridad al problema de la desigualdad frente al del crecimiento en el comercio internacional, estableciendo mecanismos de control de las finanzas internacionales para que queden sometidas a la regulación efectiva de los gobiernos y de instituciones mundiales reforzadas, imponiendo tasas o impuestos a escala planetaria, sometiendo la actuación de las grandes empresas otra economÍa para hacer posible la paz 187 transnacionales a leyes y reglas de responsabilidad, modificando los sistemas de incentivos y las leyes de patentes, o estableciendo contribuciones obligatorias a fondos internacionales destinados a la creación de las necesarias infraestructuras y servicios de bienestar, por citar solo algunos ejemplos, de los muchos que se pueden encontrar en la literatura o en las propuestas políticas de quienes ofrecen perspectivas de transformación social en nuestro mundo. Pero, como acababa de señalar, no conviene engañarse. Todo eso será posible sólo en la medida en que se comience por generar nuevas herramientas de pensamiento (nuevas formas de contabilidad social, nuevos indicadores, perspectivas de análisis más complejas y transversales...), nuevos valores y nuevas convicciones e imperativos morales. * * .N. E. Véase el capítulo El poder político de la paz. La presencia social y política de la paz. 189 LAS RELIGIONES como gestión de la complejidad Y LA PAZ Beatriz Molina Rueda - Mª José Cano Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada El objeto de esta presentación es analizar de qué manera las religiones contribuyen a la paz, cuáles son los elementos y las circunstancias que explicarían la capacidad de las religiones para intervenir en la regulación pacífica de los conflictos que envuelven a las sociedades y grupos humanos en los que cada religión actúa. Para ello plantearemos, en primer lugar, cuál es el sentido de las religiones y su función en la estructuración de las relaciones humanas y sociales. A continuación indicaremos algunas pautas para localizar, analizar e interpretar aquellas experiencias, situaciones y circunstancias que han permitido a las tradiciones religiosas mantener ideas y prácticas de paz. En tercer lugar, el reconocimiento de esas circunstancias nos puede ayudar a entender la complejidad de los actuales conflictos religioso-culturales y, en última instancia, a proponer nuevos modos de regulación pacífica. Nuestro análisis parte de la noción de Paz como un fenómeno complejo, conflictivo e imperfecto, de una comprensión global de la paz que tenga en cuenta las múltiples interacciones y mediaciones que se establecen a diversos niveles en cualquier actividad de los seres humanos; en definitiva, una paz ligada a la complejidad, los conflictos y la cooperación 1. Esta misma concepción de la paz implica tener en cuenta la capacidad creativa de los conflictos, fenómenos ligados intrínsicamente a los seres 1.Véase, en este mismo volumen, MUÑOZ, Francisco A. y MOLINA RUEDA, Beatriz, «Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la Paz». 190 beatriz molina rueda y mª josÉ cano humanos, en los que intervienen actores, intereses, objetivos, necesidades y percepciones, lo que, obviamente, es aplicable a los llamados conflictos religiosos. Otro de nuestros supuestos de partida es la estrecha conexión entre religiones y culturas, pues ambas forman parte de los procesos de socialización mediante los que el ser humano ordena y articula el desarrollo de sus capacidades estableciendo un conjunto de pautas de conducta, de valores y de principios que ayudan a la estabilidad y supervivencia de la especie humana. Todas las normas y comportamientos culturales implican, por una parte, cohesión social —necesaria para el mantenimiento del grupo—, pero también están dirigidas al establecimiento de relaciones con otros grupos y sociedades humanas, y en esos procesos culturales las religiones tienen una significativa presencia. Esto adquiere especial relevancia en el actual contexto de un mundo globalizado, donde las fronteras culturales y religiosas tienden a ser cada vez más permeables. Por otra parte, y como consecuencia de lo anterior, es obvio que cualquier estudio documental de los modelos religiosos que nos propongamos no puede limitarse a la interpretación teológica o doctrinal de las fuentes, sino que deberá combinar diversos enfoques: histórico, sociológico, antropológico, lingüístico, o semántico. 1.APROXIMACIÓN A LAS RELIGIONES El auge que en los últimos tiempos adquieren las religiones es un fenómeno sociocultural que ha merecido la atención de las instituciones religiosas y políticas, y que ha dado lugar a una creciente preocupación por promover encuentros y debates entre representantes de distintas tradiciones religiosas, a fin de propiciar el diálogo entre ellas. Este hecho, desconocido en épocas anteriores, responde al nuevo paradigma sociopolítico surgido como consecuencia de unas transformaciones ocurridas a nivel mundial como son la globalización, el policentrismo político o el pluralismo cultural y religioso de las sociedades actuales. Podemos, pues, afirmar que esa creciente atención a las religiones y a lo religioso no se debe exclusivamente a un desarrollo intrínseco de la religiosidad, en su aspecto puramente espiritual, sino que es en gran medida resultado de unas transformaciones sociopolíticas, económicas y culturales que actualmente afectan a todos los órdenes de la vida. las religiones como gestiÓn de la complejidad y la paz 191 Por una parte, asistimos en nuestras sociedades modernas a un cambio de valores, a un replanteamiento de las formas de concebirnos a nosotros mismos, de ciertas actitudes y comportamientos, que dé sentido y explicación a los cambios que están ocurriendo y que afectan a la vida de los seres humanos, a sus modos de relación con otros grupos, con el entorno, con el mundo. Esto conlleva un cambio de modelos ontológicos y antropológicos en los que, querámoslo o no, están implicadas las religiones. Por otra parte, los últimos acontecimientos mundiales, que parten del 11 de septiembre de 2001, están creando, o intensificando, una serie de conflictos a escala mundial (terrorismo, fundamentalismos religiosos, guerra de Iraq, conflicto de Oriente Medio, etc.), a los que, por una parte, se les adjudica con insistencia unas raíces religiosas y, por otra, se les reconocen unas motivaciones que podemos llamar ‘profanas’. La aparente contradicción que esto supone, y que obedece a la tendencia a plantear cualquier fenómeno humano en términos dicotómicos, quedaría diluida si, entre otras cosas, mirásemos a las religiones como construcciones sociales y humanas, y no sólo como productos espirituales emanados de un ser supremo. La constante presencia de los fenómenos religiosos, y su repercusión en el desenvolvimiento de los procesos sociales, culturales y políticos, hace que no podamos desentendernos de ellos ni siquiera desde posiciones ‘no religiosas’o ateas, porque lo religioso trasciende la pura espiritualidad y nos afecta a todos los seres humanos, seamos o no creyentes. Dicho de otro modo, las religiones no incumben sólo a las relaciones del individuo con la divinidad, sino también a las relaciones humanas, a los procesos de socialización, a la articulación del pensamiento y a las prácticas políticas. Todo ello nos lleva a plantearnos de manera renovada el papel de las religiones en el desenvolvimiento y posible resolución, pacífica o violenta, de los conflictos, y nos lleva sobre todo a hacer un ejercicio de reinterpretación sobre el significado de las religiones, que nos permita entender cuál es el sentido último de los fenómenos religiosos, qué alcance y repercusiones pueden tener en las actuales circunstancias civilizacionales. Una de las observaciones que, desde nuestro punto de vista, justifican la necesidad de estos replanteamientos es el carácter universal que el hecho religioso tiene y ha tenido a lo largo de toda la historia de la humanidad, y la época actual no es una excepción. Por otra parte, si la religión es un hecho universal presente en todas las sociedades humanas y en todas las culturas, podemos considerarla como un 192 beatriz molina rueda y mª josÉ cano fenómeno supraconfesional, que trasciende a cualquier visión particular, que normalmente estará influenciada por el entorno educacional, cultural o político desde el que nos situemos. Esta dimensión universal del fenómeno religioso ha llevado a algunos autores2 a hacer una distinción conceptual —que puede ser operativa en algunos aspectos— entre religiosidad y religión. La primera podría ser entendida como una característica específica y consustancial al ser humano en general, que en todo tiempo y lugar ha sentido la necesidad de dar una explicación al mundo y al fundamento de la vida; mientras que la religión, como materialización concreta de esa religiosidad, sería el producto cultural que le sirve de expresión, y que adopta formas diferentes según los momentos y los grupos humanos que la desarrollan y la practican. Por eso la religión contiene aspectos formales, prácticos, rituales, institucionales y adopta diferentes formas según momentos, grupos humanos, intereses, relaciones de poder, etc., mientras que la religiosidad concierne más a lo individual y personal y tiene un componente intimista, emocional y ético. No cabe duda de que entre ambos aspectos —el espiritual y doctrinal y el social e institucional— se establecen estrechas relaciones y dependencias que han de ser tenidas en cuenta en el campo de las aportaciones pacíficas de las religiones. Conviene evitar, no obstante, la tendencia a reducir éstas al ámbito de lo espiritual e individual con el consiguiente riesgo de colocar a los creyentes de las distintas confesiones en el conformismo y la resignación ante conflictos sociales o políticos. Es cierto que el término religión se asocia, en un primer momento, a cuestiones relacionadas con los dioses y lo sobrenatural, con lo espiritual y lo sagrado frente a lo terrenal y profano. También suele asociarse con frecuencia con los aspectos puramente institucionales de la misma (el clero en el cristianismo, los rabinos en el judaísmo, los ulemas en el islam o el sangha en el hinduismo y en el budismo, etc.) Sin embargo, como veremos, se trata de un fenómeno mucho más amplio y complejo, con unas connotaciones que van más allá de la pura espiritualidad individual o del dogma teológico. Históricamente el hecho religioso, la religión, ha sido objeto de numerosas definiciones, dando lugar a interpretaciones diversas dependiendo 2.AVELINO DE LA PINEDA, Jesús (1998) El problema de la religión, Madrid, pp. 25-29 y 143-174. las religiones como gestiÓn de la complejidad y la paz 193 de la época —antigüedad, edad media, modernidad, postmodernidad...—, el enfoque —teológico, sociológico, antropológico, filosófico, psicológico...— o el lugar —Oriente, el mundo islámico, la Europa ilustrada, el occidente moderno...— desde los que se ha abordado. En este intento de definición, y al margen de los análisis de tipo teológico propios de las religiones, han sido la filosofía y las ciencias humanas y sociales las que más atención han dedicado a desentrañar e interpretar el fenómeno de la religión, utilizando para ello diferentes enfoques (historicismo, positivismo, idealismo...). Pero es quizás en el campo de la antropología donde con mayor interés se ha abordado el sentido de las religiones, sin duda respondiendo a la necesidad de explicar una de las características intrínsecas del ser humano —homo sapiens y homo simbolicus— y su comportamiento colectivo que más escapa al razonamiento científico occidental. 3 Tradicionalmente se ha explicado la religión básicamente desde dos perspectivas opuestas: una de tipo psicológico experiencial, según la cual la religión es una experiencia individual, y otra intelectualista esencialista, que ve la religión como una realidad exterior al sujeto. Esto genera una dicotomía mundo interior/mundo exterior, identificada en última instancia con lo sagrado/lo profano, que plantea algunos problemas a la hora de intentar un concepto de religión más universal y más complejo. 4 Hacia principios del siglo XX, estas dos visiones opuestas vienen a ser complementadas por el enfoque sociológico según el cual la religión es un fenómeno y una realidad social.5 Este enfoque arranca de las 3.Sin embargo, no hay que perder de vista que la racionalidad es sólo un mecanismo más, un ensayo puntual a lo largo de toda la historia de los humanos, para abordar la comprensión y explicación de la complejidad del mundo, un intento más en la búsqueda del equilibrio y la armonía que caracteriza a toda la historia de la humanidad. Así por ejemplo, la libertad o el libre albedrío, considerados como propios de la racionalidad, están comprendidos dentro del proceso general evolutivo de los seres humanos, y no representan más que una capacidad consciente, racional, para elegir entre las posibilidades dadas por los genes, nuestra corporeidad y sus cualidades (Cf. Francisco Muñoz y Beatriz Molina, «Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la Paz», en este mismo volumen). Por otra parte, esa tajante división entre racionalidad y espiritualidad es falsa, pues en última instancia nuestra racionalidad como seres humanos es también imaginativa, es decir responde a imágenes mentales a través de las cuales esquematizamos todo nuestro conocimiento del mundo. 4.Pero no hay dicotomías, sino que todo está implicado en una compleja red de relaciones. 5.Un análisis, en este sentido, sobre la sociología de la religión de Durkheim puede verse en MORRIS, Brian (1995) Introducción al estudio antropológico de la religión, Barcelona, pp. 136-175. 194 beatriz molina rueda y mª josÉ cano teorías de Max Weber6 y, sobre todo, de Durkheim, para quien la religión es «un cuerpo de prácticas y creencias relativas a cosas sagradas, prohibidas; prácticas y creencias que unen en una misma comunidad moral a todos los que se adhieren a ella».7 Del pensamiento de Durkheim derivan muchas de las posteriores interpretaciones antropológicas sobre la religión, incluido el nuevo enfoque, basado en la teoría de la acción de T. Parsons, que contempla la religión como un sistema simbólico que crea una dinámica racional-irracional tratando de superar los anteriores planteamientos dicotómicos. En esta perspectiva se sitúan muchos antropólogos y sociólogos contemporáneos que, con distintos matices, consideran la religión como un mecanismo general de integración de los significados y motivaciones de los sistemas humanos. Así por ejemplo, para Geertz,8 la religión sería «un sistema de símbolos que obra para establecer vigorosos, penetrantes y duraderos estados de ánimo y motivaciones en los hombres, formulando concepciones de un orden general de existencia y revistiendo estas concepciones una aureola de efectividad tal que los estados anímicos y motivaciones parezcan de un realismo único»9. Todos estos enfoques sobre los fenómenos religiosos son, sin duda, esclarecedores para avanzar en su comprensión y explicación. Las religiones son, en efecto, todo lo anterior, pero, desde nuestro punto de vista, son ante todo construcciones humanas que desde los primeros tiempos de la humanidad han actuado como mecanismos de socialización y, como tales, han contribuido a la búsqueda del equilibrio y la armonía, con el cosmos, la naturaleza y los otros humanos. En última instancia los comportamientos humanos desde el origen de la humanidad obedecen a la búsqueda de ese equilibrio dinámico necesario para lograr la supervivencia, en primer lugar, y luego para estructurar el conocimiento y la interpretación de la realidad y del mundo. En este sentido, desde nuestro punto de vista, las religiones tuvieron que jugar, especialmente en los primeros tiempos de la especie humana, 6.Véase su Sociología de la religión (traducción y edición española de Enrique Gavilán, Madrid, 1997). 7.DURKHEIM (1982) Las formas elementales de la vida religiosa, 37 (recogido en MORRIS, Brian, Op. cit., pp. 147) 8. GEERTZ, Clifford (1996), La interpretación de las culturas. Barcelona, p. 89. 9.Véase MOLINA RUEDA, Beatriz y CANO, Mª José (2001) «La paz desde la diversidad cultural y religiosa» en F. Muñoz (ed.) La paz imperfecta. Granada, pp. 145-151. las religiones como gestiÓn de la complejidad y la paz 195 un papel de primer orden en la articulación de las relaciones y de los conflictos con el entorno, con el universo, la naturaleza y la propia especie. Contribuyeron a la construcción de una conciencia más ordenada y equilibrada, y en este sentido podemos decir que su papel fue determinante en la articulación del pensamiento. Frente a una racionalidad emergente e incipiente, dependiente en gran medida del conocimiento y la comunicación de la corporalidad (filogenia y ontogenia) y de las emociones, el pensamiento mítico y religioso debió contribuir de manera determinante. Es más, nos atreveríamos a decir que la ilustración, la modernidad, en la que la racionalidad reivindica su papel como característica principal para lograr ese orden dinámico, sólo fue posible por la existencia previa de las religiones. Es en esta concepción de las religiones, de los fenómenos religiosos, en la que nos situamos para tratar de localizar en ellas elementos relacionados con la paz. Se trata en definitiva de la consideración del hecho religioso como un fenómeno humano, global y complejo, que afecta a creyentes y no creyentes, que es inherente a todas las sociedades, y que nunca es ajeno a los acontecimientos históricos, sociales, políticos o culturales de cada grupo humano, tanto en el pasado como en el presente. Es también desde esta perspectiva como podemos encontrar en las diferentes tradiciones religiosas puntos de convergencia capaces de posibilitar el diálogo y potenciar el entendimiento mutuo y la convivencia pacífica entre diferentes culturas y grupos humanos. 10 Asimismo, este enfoque nos permitirá establecer conexiones entre religiones y laicismo, donde no se trata de negar el fenómeno religioso sino de establecer unos marcos institucionales que den cabida a las creencias y prácticas religiosas sin entrar en contradicción con las libertades ciudadanas y el estado de derecho.11 Creemos que una vía adecuada para lograr este objetivo es entender que las religiones son construcciones humanas que, a lo largo de toda la historia, han tenido una importante función en la socialización y en la articulación de las relaciones entre los humanos, contribuyendo a regular el conflicto que supone para el ser humano la interpretación de la realidad y del mundo en el que vive. 10.Véase MOLINA RUEDA, Beatriz, CANO, Mª José y ROJAS RUÍZ, Gloria (2004) “Culturas, religiones y paz» en B. Molina y F. A. Muñoz (eds.) Manual de Paz y Conflictos. Granada, p. 102. 11.Véase, en este mismo volumen, Octavio Salazar, «La concordia laica». 196 beatriz molina rueda y mª josÉ cano 2. LAS RELIGIONES COMO FENÓMENOS CULTURALES, SOCIALES E HISTÓRICOS Nuestra hipótesis central es que las religiones, como construcciones sociales, han servido para establecer pautas de relación entre el ser humano y su entorno (el cosmos, la naturaleza y sus propios congéneres). De aquí que, como antes apuntábamos, además del aspecto espiritual que el término ‘religión’ evoca en primera instancia, hayamos de tener presente que todas las religiones tienen una dimensión humana, que las dota de mecanismos para gestionar muchos de los conflictos a los que los humanos nos enfrentamos en nuestras vidas. Las religiones, por tanto, abarcan lo espiritual y también lo terrenal, pues forman parte de las culturas, condicionan modos de vida, pautas de comportamiento (interno y externo) y actuaciones políticas. Aunque, por otra parte, las directrices espirituales que contienen las religiones no son sino un instrumento más para gestionar la existencia humana, la convivencia y los modos de relación con la naturaleza y con los demás individuos. Pero aquí queremos hacer hincapié en los aspectos más humanos, más terrenales, de las religiones, considerándolas como fenómenos sociales y culturales que contienen, en su origen, elementos para regular los conflictos y satisfacer las necesidades, internas y externas, de los grupos. Esta consideración nos lleva además a ver y entender las interferencias de la religión, sobre todo en el plano institucional, con otros aspectos de la actividad humana, como pueden ser la política, la economía o la educación. De los diversos enfoques e interpretaciones del hecho religioso, queremos llamar la atención sobre tres aspectos fundamentales que nos servirán para trazar una visión de «la paz religiosa», tanto en sus experiencias históricas como en su problemática presente y futura: el carácter cultural, social e histórico de las religiones. En primer lugar, hay que señalar que la religión es un componente indisociable de las culturas y que, por tanto, afecta a múltiples facetas de la vida del ser humano, se sea o no creyente o practicante. La religión es un mecanismo fundamental de legitimación de las prácticas institucionalizadas que forman parte de una cultura, de manera que existe una correspondencia biunívoca entre culturas y creencias religiosas 12 lo que 12.Véase LAMO DE ESPINOSA (1995) Culturas, estados, ciudadanos. Una aproximación al multiculturalismo en Europa, Madrid, pp. 15-16. las religiones como gestiÓn de la complejidad y la paz 197 queda de manifiesto si pensamos que generalmente el núcleo de una cultura lo constituye una religión concreta (judeocristianismo, islam, budismo, etc.). Es decir, las religiones son una parte integrante de las culturas y las civilizaciones, siendo el factor religioso algo inherente a los modos de pensamiento y a los comportamientos y prácticas, individuales y colectivas, del ser humano. Es en este sentido en el que lo religioso cobra un especial interés para nosotros, y en el que podemos asumir el aserto de que no puede haber paz mundial sin paz religiosa. 13 Así, cuando hablamos de religiones, no nos referimos necesaria ni exclusivamente a cuestiones de fe o de doctrina teológica, tampoco a las instituciones o autoridades religiosas; por el contrario el hecho religioso es algo que incumbe a los miembros de un grupo, de una sociedad o del mundo, incluso aunque se trate de personas agnósticas o no creyentes. Y esto es debido a que las religiones son una parte integrante de las culturas y las civilizaciones, siendo el hecho religioso algo casi inherente a los modos de pensamiento y a los comportamientos y prácticas del ser humano. Un ejemplo, entre otros, de esa imbricación entre cultura y religión lo tenemos en los casos del judaísmo, el islam o el cristianismo, que todos identificamos en un primer momento con una religión, pero que son, además: una cultura, una civilización, un modo de vida, donde lo espiritual se funde con lo terrenal en una estructura compleja. Ello corrobora que, aparte del aspecto espiritual, toda religión es un fenómeno cultural que proporciona al grupo humano que la detenta un conjunto de pautas mentales, de valores, de actitudes y comportamientos, que van conformando su cultura y su cosmovisión, esto es, la visión que cada pueblo tiene de la realidad, su manera de pensar y sentir, su concepción de la naturaleza, sus relaciones con el medio, con otros individuos y grupos, su conciencia en definitiva. Y a la inversa, todas las culturas poseen unos componentes religiosos indisociables del conjunto de su bagaje cultural. Esto explica y justifica que el hecho religioso sea un espacio clave donde indagar las posibles concepciones e ideas sobre la paz en los distintos grupos humanos. El conocimiento previo de estas conceptualizaciones de paz —que en definitiva son características de otras tantas culturas o civilizaciones— nos puede servir para ir produciendo un acercamiento intercultural basado en el reconocimiento y el diálogo, 13. KÜNG Hans (2000) Proyecto de una ética mundial, Madrid, p. 98. 198 beatriz molina rueda y mª josÉ cano y posteriormente, nos puede permitir proponer un cambio de modelos de cara a la consecución de un futuro más solidario, tolerante y pacífico. En segundo lugar, las religiones tienen un importante componente social, pues las creencias religiosas están entrelazadas en el tejido social de una comunidad, teniendo una estrecha conexión con otros sistemas cognitivos (cultura, ideología, etc.). La religión es un hecho social que surge como exteriorización del proceso, mental y vital, colectivo del grupo, de manera que cada sociedad la vive y la interpreta a su manera de acuerdo con sus particulares circunstancias. En efecto, la religión en su vertiente social resulta un modo de regir la convivencia por medios que no son necesariamente la justificación de la desigualdad y el dominio... Pero, además, la religión ofrece un marco mental de explicación del mundo 14. Esto dota a las religiones de un carácter más terrenal que nos acerca a interpretaciones que podríamos llamar «más humanas», puesto que forman parte de las estructuras sociales que cada grupo humano va creando, del proceso de socialización. Las religiones, entendidas como construcción social —y no exclusivamente como expresión de un dogma—, participan a su vez de otras construcciones sociales, como la paz o la violencia. De este carácter social de las religiones se deriva su capacidad y su tendencia a sintetizar el carácter de los pueblos, su calidad de vida, su estilo moral y ético, es decir, las religiones llevan implícita una visión de la realidad, una concepción del mundo, una cosmovisión, 15 que guía muchas de las actuaciones del grupo humano que las detenta. Existe una continua interacción entre las religiones y las sociedades donde se desenvuelven: las sociedades han ido construyendo sus respectivas religiones adaptándolas a sus necesidades y, a la inversa, las religiones han ido conformando a las sociedades en las que se han implantado. Desde este punto de vista, las religiones diseñan y ponen en práctica valores, ideas, actitudes y comportamientos que forman parte de la cosmovisión de un grupo humano determinado. Por otra parte, las religiones, en su carácter de hecho social, tendrían por objeto —al menos en su origen— cubrir 14.Cf. DIEZ DE VELASCO, F. (1998) Introducción a la historia de las Religiones. Madrid, p. 23. 15.Según algunos autores, se podría considerar que las religiones monoteístas constituyen en sí una cosmovisión básica, frente a las que representan el panteísmo y el ateísmo. Cf. FONT, Pere Lluis (1997) «Monoteísmo: dialéctica entre Jerusalén y Atenas» en DUBY, Georges (dir.) Los ideales del Mediterráneo, Barcelona, pp. 377- 399. las religiones como gestiÓn de la complejidad y la paz 199 una serie de carencias del individuo y/o guiar determinados intereses de un grupo. Ésta es una función de las religiones que redunda en beneficio de todos los individuos de una sociedad, independientemente de que estos posean unas creencias espirituales o no. En tercer lugar, las religiones son fenómenos históricos, puesto que todas las religiones conocidas nacieron en un momento determinado, dentro de un contexto histórico y una problemática concreta, y fueron difundidas por personajes reales que desempeñaron un importante papel en su época y en su lugar geográfico: baste recordar que Buda, Moisés, Jesús o Mahoma pertenecieron a un momento histórico determinado y que tuvieron conciencia de ello, dando razón de su situación; es decir, las religiones por ellos fundadas tienen una historicidad extrínseca, su raíz es histórica. Desde esta consideración histórica, la religión lleva implícita, además de la búsqueda del bien individual, la misión de regular los conflictos de la sociedad de su entorno, a diferentes niveles, puesto que toda religión tiene entre sus componentes aspectos de intercambios y comprensiones mutuas, que operan en circunstancias y momentos históricos determinados. Es preciso, por tanto, considerar las particulares circunstancias históricas de cada religión, que inevitablemente condicionan relaciones, influencias, interacciones y pervivencias de unas a otras, y que dan lugar a encuentros y desencuentros, a regulaciones violentas y pacíficas. El conocimiento de las circunstancias históricas y socioculturales ayuda a una mejor comprensión de los fenómenos religiosos, incluyendo sus posibles experiencias de relación con otras tradiciones religiosas. Dichas relaciones pueden venir dadas por la coincidencia espacial y geográfica, como ocurre por ejemplo el caso del Mediterráneo, donde se han ido sucediendo diversas culturas y religiones que han ido dejando su huella unas en otras. Otras veces la relación ha sido simultánea, llegando a convivir en el mismo espacio y época varias creencias religiosas, como puede ser el caso de la convivencia de judíos, musulmanes y cristianos en al-Andalus en la época medieval, o las situaciones de pluralismo religioso que actualmente se dan en muchos países occidentales. Estas circunstancias han dado lugar a pervivencias y a fenómenos de transmisión y sincretismo entre diversas culturas y religiones, estableciéndose con frecuencia relaciones directas entre unas y otras, relaciones que no sólo han propiciado desencuentros y enfrentamientos, sino también numerosas situaciones de entendimiento pacífico. Conocer las particularidades de estas relaciones históricas, de los diversos encuentros 200 beatriz molina rueda y mª josÉ cano y desencuentros entre credos religiosos distintos, nos puede ayudar a comprender mejor al otro y a ser más «objetivos» y tolerantes con los aspectos de la otra religión que puedan resultarnos más ajenos. En suma, creemos que el hecho religioso debe ser entendido y explicado como un fenómeno global, que afecta a creyentes y no creyentes, inherente a todas las sociedades humanas, y no a una en particular, lo cual no implica ignorar las diferencias. Esto nos facilitará encontrar en las distintas religiones puntos de convergencia, de lenguaje común, que nos permitan finalmente buscar elementos sólidos para un mejor entendimiento basado en un auténtico conocimiento, tanto de lo común como de lo diferenciador. Puesto que la religión es un hecho universal, que existe desde que existe el ser humano y que se da en todas las culturas, no podemos limitarnos a nuestra particular visión, influida por la perspectiva que nos proporciona nuestro aquí y ahora, por tanto hemos de procurar evitar el riesgo de que nuestro análisis se vea excesivamente influenciado, de manera más o menos consciente, por los modos de pensamiento occidentales en los que, en nuestro caso, estamos insertos, lo que podría dar lugar a una interpretación etnocentrista del fenómeno religioso. Así pues, la comprensión del hecho religioso debe realizarse —como ya viene siendo la tendencia por parte de algunos investigadores16— desde una óptica interdisciplinar y holística, que renuncie al religiocentrismo y europeocentrismo y que tenga en cuenta a todas las culturas.Un enfoque que tenga en cuenta el carácter cada vez más plural y universal del fenómeno religioso tendrá repercusiones positivas en el terreno de la paz. 3. CONFLICTOS RELIGIOSOS Y CULTURALES17 Si, como hemos dicho, las religiones son construcciones sociales, indisociables de las culturas, es evidente que la totalidad de los conflictos que suelen calificarse de religiosos encuentran sus causas, actores 16.Véase, por ejemplo, DÍEZ DE VELASCO, Francisco (1998) Introducción a la historia de las religiones, Madrid, pp. 26-32. 17.Sobre esta cuestión puede verse MOLINA RUEDA, Beatriz y CANO, Mª José, ROJAS RUÍZ, Gloria (2004) “Culturas, religiones y paz» en B. Molina y F. A. Muñoz (eds.) Manual de Paz y Conflictos. Granada, pp. 102-106. las religiones como gestiÓn de la complejidad y la paz 201 y estrategias de regulación en los sistemas culturales y sociales en que se ubican. Conviene, pues, señalar el carácter cultural, e intercultural, de todo conflicto, que le viene dado por las propias características de los seres humanos en su relación con el entorno y con sus congéneres, para lo que utilizan algunos mecanismos como el equilibrio dinámico, su tendencia a la armonía y la cooperación, o la racionalidad. 18 La raíz de todo conflicto humano es social y cultural: la necesidad de asociarse, de cooperar, de practicar la solidaridad, son mecanismos pacíficos que los humanos, como seres sociales y culturales, utilizan en la gestión de sus conflictos. Estos mismos mecanismos son frecuentemente propugnados y puestos en práctica por los distintos sistemas religiosos. 3.1. Carácter cultural e intercultural del conflicto Los conflictos humanos son indisociables de los sistemas sociales y culturales donde se generan, en ellos encontraremos sus fuentes, sus vinculaciones, sus causas, sus actores y sus modos de regulación. Por tanto la realidad cultural, no puede ser entendida de forma fragmentada, desvinculada del conjunto de los intereses de los demás individuos y grupos que pueblan el planeta; por eso, siendo el vínculo un signo característico de las culturas, los conflictos que se generan entre ellas no necesariamente dividen y separan sino que simultáneamente también pueden unir. Pensemos por ejemplo en los conflictos generados por las colonizaciones, que en una primera instancia son conflictos violentos, ya que producen un enfrentamiento irreductible entre dos culturas, y que, sin embargo, pueden al mismo tiempo incluir regulaciones no violentas y enriquecedoras, como puede ser las culturas mixtas postcoloniales a las que en la mayoría de los casos han dado lugar. El conflicto, además de tener un importante componente cultural, es también intercultural al extenderse sus efectos al sistema, o macrosistema, mundial. En su aspecto colectivo, la existencia de conflictos está ligada a la evolución social de los individuos y los grupos, en principio como un mecanismo de adquisición de la identidad. Es también esta predisposición a asociarse la que promueve la cooperación, de manera que conflictos y 18.Véase, en este mismo volumen MUÑOZ, Francisco A y MOLINA RUEDA, Beatriz «Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la Paz». 202 beatriz molina rueda y mª josÉ cano cooperación van ligados y tienen lugar en entornos culturales precisos. A una escala mayor, cuando las distintas comunidades van tomando contacto y relación con otras, las relaciones entre grupos —con sus respectivas culturas y tradiciones religiosas a ellas ligadas— generan tensiones y disparidad de intereses, es decir conflictos, los cuales tratan de regularse mediante mecanismos diversos —que pueden ir desde los enfrentamientos violentos, la imposición del poder, etc., hasta el diálogo constructivo y la acción negociadora, pasando por otros mecanismos más o menos conscientes que constituyen mediaciones simbólicas 19— Un grupo de estos mecanismos, que son claves en la construcción de la paz, están representados por los procesos de cooperación, solidaridad, entendimiento mutuo, etc. desempeñando un importante papel en el manejo y regulación de los conflictos, ya que tienden a garantizar la supervivencia y a ajustar de modo ordenado las relaciones.20 Estos mecanismos se insertan y se desarrollan en primer lugar dentro de sistemas culturales concretos, y abarcan valores éticos y también prácticas, actitudes y manifestaciones simbólicas, de manera que el conflicto puede ser entendido como un modo de comportamiento cultural21. Esta percepción del conflicto como un modo o manifestación cultural nos acerca a consideraciones más abiertas sobre las regulaciones pacíficas en el ámbito de las relaciones humanas, puesto que nos impulsa a plantearnos cuestiones como los diferentes modos en que se presenta la conducta conflictiva en cada sociedad o grupo, las diversas opciones de regulación, o la cosmovisión del conflicto que tiene cada cultura. Pero el conflicto no sólo aparece en un marco cultural común de referencia , sino que se da también entre grupos e individuos procedentes de distintas culturas o tradiciones religiosas, por lo que, más aún en la realidad actual global, se requiere un enfoque plural e intercultural del conflicto y su regulación, un nuevo enfoque que, además de explicar los diversos modos y niveles de conflictividad en cada sociedad, los 19.No olvidemos que simbolismo y metáfora son elementos constitutivos del lenguaje cultural y religioso; aspecto importante para la interpretación de las dinámicas sociales y culturales. 20.Entendemos aquí ‘orden’ no como un proceso de secuencias lógicas y lineales, sino más bien como un ajuste de diversos elementos, que a veces se superponen o se enfrentan, pero que son capaces de vivir juntos en el sistema sin que éste salte. 21.La relación cultura-conflicto ha sido puesta de relieve por ROSS, M. H. (1995) La cultura del conflicto, pp. 44-59. las religiones como gestiÓn de la complejidad y la paz 203 contraste y los interrelacione para, a continuación, tratar de idear modos de resolución atendiendo a todas las variables que en esos conflictos intervienen, teniendo en cuenta además que parte de ellos serán nuevos, o al menos presentarán un nuevo aspecto. Una condición para el manejo intercultural de los conflictos es, no ya sólo cultivar la tolerancia mutua, la colaboración o la cooperación, sino aprender a confluir y a co-evolucionar en un mundo plural donde la característica será cada vez más el mestizaje. Como consecuencia de la interculturalidad, se plantean algunos conflictos que antes no existían, o al menos no se manifestaban de forma tan notoria. Uno de ellos es cómo armonizar globalidad y diversificación cultural. Una posible vía, en este sentido, sería establecer, frente a los aspectos negativos de la globalización económica, algunas ventajas de la globalización cultural; una de esas ventajas es la expansión de la comunicación, con la consiguiente apertura al conocimiento y el aprendizaje mutuo. Otra consecuencia positiva serían los intentos de búsqueda de una ética universal, que estará basada en las aportaciones y experiencias de cada cultura. Tampoco son ajenos a las consecuencias de la globalización cultural ciertos movimientos, en los países en desarrollo, hacia incipientes democracias, la apertura al respeto de los derechos humanos, o los movimientos de concienciación y de lucha por la igualdad que protagonizan determinados colectivos de mujeres, utilizando sus propios mecanismos y desde sus propias convicciones éticas, que no tienen por qué coincidir con las occidentales. 3.2. Los conflictos religiosos En lo que respecta a los conflictos considerados como «religiosos», tienen unas raíces y unas implicaciones más amplias de lo que usualmente se reconoce, abarcando espacios y aspectos de la realidad que van más allá de lo espiritual, lo teológico o lo doctrinal, para abarcar otros ámbitos más terrenales y más profanos. Es cierto que los sistemas religiosos han estado con bastante frecuencia relacionados con la producción de conflictos violentos. De aquí que hablar de paz en algunas religiones —en concreto las monoteístas— pueda chocar con ciertas ideas que parecen querer demostrar lo contrario, cuando en realidad lo que se está planteando es una cuestión político-cultural que establece una relación de religión con poder y libertad, y que ha dado 204 beatriz molina rueda y mª josÉ cano lugar en ocasiones a convertir la religión en ideología legitimadora del poder, justificando y legitimando la violencia, e incluso la guerra. Sin embargo, es posible relativizar estas afirmaciones si entendemos la religión como un “modo de orientación intrínsecamente humano», como un sistema cognitivo, que establece una relación con otros sistemas culturales y que, como ellos, participa en la construcción de conceptos generales que son comunes a la organización social del individuo. Las religiones no son intrínsecamente violentas pacíficas, por lo que, hoy menos que nunca, puede hablarse de conflictos estrictamente religiosos —en el sentido de imposición de una creencia o de un proselitismo religioso—; por el contrario, sabemos que las imbricaciones de estos conflictos son mucho más amplias y profundas, lo cual está en relación con la complejidad de los conflictos. Por eso lo más frecuente es que los conflictos que normalmente suelen calificarse de religiosos tengan otras muchas implicaciones de diverso signo: políticas, económicas, geoestratégicas o de poder. Las creencias religiosas, como parte de la forma de vida de los individuos, cuentan con mecanismos para propiciar tanto la violencia como la paz, pues paz y violencia no son dos realidades excluyentes, sino que ambas coexisten y conviven en continua interrelación, de manera que pude decirse que las sociedades y grupos humanos, en todas sus manifestaciones y actuaciones —también las religiosas— son ambivalentes en la medida en que en ellos se dan circunstancias, prácticas y proyectos tanto pacíficos como violentos, que se relacionan y operan a distintos niveles. En efecto, —como decíamos más arriba— todas las religiones corresponden a formaciones sociales y humanas concretas en cuya creación histórica se detecta la presencia de unas actividades y unos valores compartidos por un grupo humano, y donde subyace una idea de ordenación y regulación tendente a la satisfacción de necesidades humanas, individuales y colectivas. En este marco histórico se van articulando mecanismos concretos para arbitrar soluciones a los conflictos que surgen en el seno de esas sociedades. Así veremos cómo es posible acercarnos a la concepción, o concepciones, que dichas sociedades —con sus tradiciones religiosas respectivas— tienen de la paz, y también de la violencia, concepciones que, por otra parte, habrá que ubicar dentro de un/os sistema/s social/es y de pensamiento determinados. Esta ambivalencia de las religiones como generadoras de paz y violencia debe ponerse en relación con el marco más amplio de las culturas, y al mismo tiempo reconocer su interrelación con otros aspectos las religiones como gestiÓn de la complejidad y la paz 205 de la realidad humana. Esto nos permitirá entender cómo muchos de los conflictos que tienden a identificarse como conflictos religiosos no lo son intrínsecamente, y, a la inversa, cómo determinados conflictos identificados exclusivamente como políticos o económicos tienen unas implicaciones más profundas y complejas, por ejemplo el problema de las desigualdades norte/sur, países ricos/países subdesarrollados no se sustenta únicamente en cuestiones políticas, económicas o geoestratégicas, sino que tienen también un importante componente cultural y religioso que habría que tener en cuenta para su análisis y resolución. En suma, considerar los conflictos religiosos desde una óptica global posibilitaría, en primer lugar, lograr un análisis más riguroso y correcto de estos fenómenos y, en segundo lugar, hallar vías para el entendimiento de esos conflictos religiosos: para ello sería deseable tender a reivindicar, en contextos laicos, una serie de valores (amor, comprensión, fraternidad, perdón, equidad, compasión, armonía, respeto, paciencia...) tenidos como exclusivamente religiosos y que no son más que herramientas para manejar los conflictos, sean del tipo que sean; y a la inversa, habría que desacralizar los «valores religiosos» y «humanizar» lo laico y a-religioso. Por otra parte, habría que tener en cuenta que los sistemas cognitivos simbólicos, como son las religiones, cuentan con unos mecanismos propios de mediación entre paz y violencia, cuyo conocimiento puede ser aprovechado.22 4. APORTACIONES DE LAS RELIGIONES A LA REGULACIÓN PACÍFICA DE CONFLICTOS De acuerdo con la doble dimensión, espiritual y social, que presentan las religiones y los conflictos religiosos, sus posibles aportaciones a la paz pueden ser consideradas en una doble vertiente: una doctrinal, encauzada desde las instituciones, y otra práctica, que atañe a la actitud de los individuos como integrantes de una sociedad y una cultura. En todo caso habrá que tener en cuenta las interrelaciones entre ambos niveles. Toda religión tiene, al menos, una doble finalidad: satisfacer los aspectos espirituales y regular los comportamientos colectivos (con el 22.Cf. MOLINA RUEDA, Beatriz y CANO, Mª José (2001) “La paz desde la diversidad cultural y religiosa», en F. Muñoz (ed.), La Paz Imperfecta, p. 160. 206 beatriz molina rueda y mª josÉ cano grupo, con el entorno, con otros grupos, con la naturaleza...). Por lo tanto, en ellas se pueden encontrar elementos de paz que pueden operar tanto a nivel de los comportamientos de los individuos, para sí mismos y con los otros miembros de la comunidad, como a nivel de las prácticas colectivas y sociales. También en el plano institucional se aplican mecanismos de regulación pacífica, como puede ser, por ejemplo, el impulso del diálogo interreligioso. En el plano espiritual, las circunstancias pacíficas de las religiones aparecen como consecuencia de su propia esencia que tiende a la búsqueda de respuestas a cuestiones vitales, mentales y sociales de los grupos. Muchas de estas cuestiones tienen carácter universal, como la exhortación a hacer el bien, el amor al prójimo, o la existencia de unos valores éticos y morales. En suma, el anhelo de «paz espiritual, individual» es algo que aparece en todas las religiones (dhyana hindú, ascetismo, misticismo, etc.) En todas ellas encontramos unos componentes que nos informan de la existencia de elementos pacíficos, aunque sea una visión particular de la paz. Las religiones aspiran a la paz como última forma de concordia: el mundo futuro es el símbolo paradigmático de la paz, representado por el Edén judío, el Cielo cristiano, el Paraíso musulmán o el Nirvana budista. Esa paz o concordia se alcanza, en muchas ocasiones, a través de la reconciliación entre Dios y lo creado, por mediación de un «mensajero divino» encarnado en el Mesías judío, Cristo, Mahoma o Buda. Pero, como ya se ha indicado, no se puede olvidar que toda manifestación religiosa no engloba únicamente aspectos espirituales sino que, a la vez, es la consecuencia de un fenómeno social e histórico que nace en un momento y un lugar determinados, y bajo unas circunstancias concretas que tienen que ver con el medio ambiente en que surgen, los sistemas socioculturales que comparten o la situación política del momento. Por consiguiente, aunque parezca evidente que la finalidad primera de las religiones es satisfacer los aspectos espirituales del individuo y del grupo social en el que surge, su aparición y desarrollo no podría entenderse sin atender a su carácter social e histórico, que determina otra de las tareas esenciales de las religiones como es regular los comportamientos de los individuos que integran esa tradición religiosa y encauzar de la manera menos violenta posible las relaciones con su entorno y con otros grupos y comunidades. De aquí que una de las misiones de las religiones sea regular los conflictos sociales y políticos que surgen en el contexto en el que están las religiones como gestiÓn de la complejidad y la paz 207 inmersas.23 Esto conlleva la participación activa en la construcción de conceptos de paz y de conflictos, algunos de ellos íntimamente ligados a valores de tipo ético propios de las doctrinas religiosas como pueden ser las ideas dualistas de bondad-maldad, perdón-castigo, amor-odio, comprensión-intolerancia, paz-guerra. El marco histórico y social en el que se analice una determinada religión condicionará el tratamiento que se le dé a cada uno de los factores, por lo tanto es normal encontrar a las instituciones religiosas justificando, cuando no fomentando, la resolución no pacífica de los conflictos, pero con el mismo grado de normalidad encontramos a esas mismas instituciones creando y aplicando mecanismos de resolución pacífica de conflictos. Esta ambivalencia de las religiones forma parte de la naturaleza compleja y multicausal de los conflictos humanos, en los que paz y violencia conviven e interactúan; pero ello no resta validez a la afirmación de que todas las religiones contienen elementos de paz en su esencia y en su praxis. Un estudio empírico enmarcado y centrado en el pasado nos permite observar algunos de estos comportamientos ambivalentes. Pensemos, por ejemplo, en el caso de las tres religiones monoteístas mediterráneas, judaísmo, cristianismo e islam, en las que, junto a elementos de fanatismo, exclusividad o intolerancia, se pueden encontrar valores como la fraternidad universal, el amor, el perdón, la caridad, o la tolerancia y la cooperación que ha dado lugar a episodios de coexistencia y convivencia pacífica entre unas y otras. En efecto, se suele calificar a estas tres grandes tradiciones religiosas de intransigentes, fanáticas e intolerantes. Esta innegable tendencia a la intolerancia es inherente a la propia esencia dogmática de estas religiones, fundamentadas en la creencia de un dios Único y Universal, fuera del cual no existe salvación posible, lo que las obliga a adoptar una actitud excluyente frente al elemento gentil, representado por cualquier otro grupo religioso, y los predispone a fomentar el proselitismo y consecuentemente a seguir una política de conversiones, lo que evidencia un alto grado de violencia cultural —si entendemos la religión como una mera expresión cultural— o de violencia “religiosa» 23.Véase MOLINA RUEDA, Beatriz (2000) “Algunas ideas sobre la paz en la historia árabe islámica», en Francisco Muñoz y Mario López (eds.) Historia de la Paz. Tiempos, espacios y actores. Granada, pp. 166-169, donde se analiza este aspecto de las aportaciones pacíficas de las religiones, aplicado al caso del islam. 208 beatriz molina rueda y mª josÉ cano —si se atendemos el carácter sobrenatural y espiritual de las religiones—. Pero sería erróneo pensar que estas tres tradiciones religiosas basan sus doctrinas y prácticas en la intolerancia derivando en prácticas exclusivamente violentas. Por el contrario, junto a esta realidad, hay que destacar que otro de los componentes importantes en las tres es la idea de la fraternidad universal, también unida al concepto del dios Único y Universal del monoteísmo, que las dota de aspectos de intercambios y comprensiones mutuas. Manifestaciones de uno u otro signo son fáciles de encontrar en cualquier estudio que aborde la historia de las religiones, pero queremos destacar aquí las manifestaciones y prácticas de signo pacífico, mediante las cuales estas tres religiones contribuyeron a crear espacios de convivencia y entendimiento. Las experiencias religiosas pueden presentarse como una experiencia interna, manifestada en múltiples formas como son la espiritualidad, el misticismo, etc., o como una experiencia externa que se manifestaría en los dogmas o creencias, y en la organización de la comunidad. En este último caso se da una clara proyección social y cultural, que, con sus especificidades propias, se manifiesta tanto en las tradiciones religioso/culturales de Oriente como en las de Occidente. Las cosmologías de cada una de las tradiciones explican las tendencias de uno o otro bloque hacia una mayor o menor incidencia en aspectos de paz interna o externa. Por ejemplo una de las características de las religiones/culturas orientales —Hinduismo, Budismo, religiones indígenas, etc.— es la concepción colectivista, que potencia la armonía con la naturaleza; y otra es la importancia que se le concede a la paz interna, la cual se convierte en precondición de la paz mundial. En cambio las religiones/culturas occidentales —Judaísmo, Cristianismo, Islam, etc.— se caracterizan por su concepción más individualista, que tiende a imponer el control del hombre sobre la naturaleza. Estas tradiciones religiosas ponen la paz externa como precondición de la paz mundial. Así, por ejemplo, el concepto no homocéntrico de las culturas orientales equipara al hombre con el resto de los seres vivos —la naturaleza en su conjunto—, lo que les hace incluir la paz holística gaia como parte integrante de la paz universal, de ahí ciertas prácticas de extremo respeto a los todos los seres vivos, incluidos animales y plantas. Por su parte en las culturas occidentales, donde el hombre es el centro del universo, prima la organización social y comunitaria, lo que convierte a la paz estructural en el eje sobre el que se organizaría la paz universal. Esta actitud supone una mayor justicia social y respeto a los derechos las religiones como gestiÓn de la complejidad y la paz 209 humanos, pero también un desprecio hacia la naturaleza, como objeto al que se ha de controlar.24 Estas diferencias de cosmovisión no deben entenderse, sin embargo, como posturas opuestas e irreconciliables que dificultan radicalmente el entendimiento mutuo; más bien hay que verlas como un reflejo de la estrecha interconexión entre religiones, culturas y modos sociales, lo cual, lejos de inmovilizarnos, debe guiarnos hacia el entendimiento a través de la puesta en común de aquellos elementos que son comunes a búsqueda del orden social y la armonía a la que toda sociedad humana tiende en sus orígenes. Ésta sería una excelente base para adentrarnos en los ámbitos de la pluralidad religiosa y de la multiculturalidad. 5. EL DIÁLOGO ENTRE RELIGIONES COMO UN MECANISMO DE REGULACIÓN PACÍFICA La apuesta por el diálogo entre las religiones, que en la actualidad cobra mayor fuerza y sentido, es un claro ejemplo de la existencia de mecanismos de regulación pacífica a nivel institucional. Aunque, como veremos, la puesta en práctica del diálogo también puede tener una dimensión social y hasta personal. Los episodios de encuentros, comparación y contactos entre distintas confesiones cuentan con una dilatada historia que se remonta en algunos casos a antes de la era cristiana, pero no es hasta el siglo XX cuando puede hablarse de un diálogo religioso en el sentido de encuentro constructivo. Sus inicios pueden situarse en 1893, fecha de la constitución del Parlamento Mundial de las Religiones en Chicago, que significaría el primer paso decisivo en este sentido, sirviendo de modelo a otros 25. Luego, estas iniciativas en el campo de las relaciones entre religiones van tomando carácter internacional, sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial, tanto en Occidente como en Oriente. Una buena mues- 24.Cf. MOLINA RUEDA, Beatriz y CANO, Mª José, ROJAS RUÍZ, Gloria (2004) “Culturas, religiones y paz» en B. Molina y F. A. Muñoz (eds.) Manual de Paz y Conflictos. Granada, pp. 108-109. 25.Sobre los Parlamentos de las Religiones en el mundo y sus aportaciones al diálogo interreligioso, puede verse TAMAYO, J. José (2004) Fundamentalismos y diálogo entre religiones. Madrid, pp. 148-155. 210 beatriz molina rueda y mª josÉ cano tra de ello son los esfuerzos que, a mediados de siglo, se realizan en Estados Unidos y Japón para promover la colaboración interreligiosa en favor de la paz mundial. A partir de 1970 estos encuentros se suceden de forma sistemática, con conferencias internacionales, como la Conferencia Mundial de las Religiones en favor de la Paz, celebrada en Kyoto en 1970, la Cumbre Religiosa de la Paz del Milenio, que tuvo lugar en Nueva York en agosto del 2000, o el IV Parlamento de las Religiones del Mundo, que se celebró en Barcelona en julio de 2004. La importancia y la vigencia del tema se refleja igualmente en las numerosas iniciativas actuales para promover encuentros y reuniones científicas, cuyos resultados suelen ser fructíferos y productivos, fomentando una implicación cada vez más responsable de instituciones y autoridades religiosas de distinto signo. Así, asistimos a la creación de un notable número de asociaciones que trabajan en diversos aspectos del diálogo y el entendimiento religioso. Entre ellas cabe mencionar las siguientes: Council of Christians and Jews (London), The International Consultantion Religion Education and Culture [ICOREC] (Manchester), Religious Education and Environment Programme [REEP] (London) o Council for Parliament of the World’s Religions (Chicago). El interés por el diálogo interreligioso ha alcanzado también a los medios académicos y universitarios, convirtiéndose en los últimos años en objeto de estudio en la enseñanza universitaria fundamentalmente. La UNESCO cuenta con cátedras de diálogo interreligioso en muchas partes del mundo, constituyendo una de las prioridades de sus programas la enseñanza y la difusión del conocimiento recíproco de las religiones, desde una perspectiva interdisciplinar. 26 Hay que señalar que en los últimos años se ha producido un cambio de perspectiva ético religiosa en el mundo global, una transformación de valores que conllevan cambios en las actitudes ético religiosas y que afectan al modo de encauzar las relaciones y el diálogo interreligioso. La nueva situación y circunstancias mundiales han hecho replantearse a los responsables los modos de encauzar el nuevo diálogo, que ha de basarse en el pluralismo y el respeto a las diferencias, alejándose de la práctica del proselitismo que en otro tiempo caracterizaba a las tradiciones religiosas. Las estrategias de este nuevo diálogo tienden a basarse 26.TAMAYO, J. José (2004) Fundamentalismos y diálogo entre religiones. Madrid, p. 153. las religiones como gestiÓn de la complejidad y la paz 211 en el conocimiento y reconocimiento de las demás religiones, sin hacer abstracción de los elementos culturales, y sociales que les son propias. Así los grandes encuentros entre líderes religiosos ya no se limitan a debatir cuestiones teológicas y dogmáticas, sino que cada vez más se presta atención a problemáticas sociales o políticas. Derechos humanos, igualdad de género, justicia social, democracia, educación, medio ambiente, etc., son cuestiones fundamentales que en absoluto son ajenas a las religiones, tanto en su aspecto espiritual como, sobre todo, social e institucional. Este nuevo sentido que hoy adquiere el diálogo interreligioso, en general, no es producto de la lógica interna que las diversas confesiones religiosas han desarrollado históricamente, sino que obedece, en gran medida, al influjo de las últimas transformaciones mundiales. El pluralismo cultural, la progresiva secularización de la sociedad, el surgimiento de nuevas tendencias religiosas o el ecumenismo, son factores que inciden directamente en la toma de conciencia de que las relaciones interreligiosas son hoy día ineludibles. Por ejemplo, se observa cómo Occidente se está convirtiendo en la encrucijada de los movimientos religiosos más diversos, dando lugar a lo que algunos autores llaman «la planetarización de la diversidad religiosa», lo cual, hasta cierto punto, facilita el conocimiento, la convivencia y el diálogo religioso. Uno de los rasgos de los nuevos enfoques que va adquiriendo el diálogo interreligioso es la íntima conexión del hecho religioso, en sí, con otros aspectos laicos, lo que se manifiesta en la variedad de cuestiones que son tratadas en los diferentes encuentros: problemas sociales, políticos, económicos, educativos, de género, etc. Otra tendencia es el desarrollo del diálogo en el ámbito personal, que complementaría al institucional, fomentando el encuentro directo entre individuos y colectivos de distintas religiones, donde se ponen en juego valores, actitudes, comportamientos, prácticas de cooperación real, etc., elementos que, por otra parte, son indisociables de las culturas y sociedades en las que las religiones se han forjado y desarrollado. Existe cierto consenso en que, para que dicho diálogo sea factible, son necesarias unas condiciones básicas, tales como: la voluntad de los interlocutores para dialogar; la identificación de una base común que permita abrir vías de acuerdo; el reconocimiento del derecho a la diferencia; la voluntad de compaginar el compromiso personal y el respeto al universo religioso del ‘otro’; o la consideración de la fe como una opción personal y no como un destino heredado. En definitiva, se trata 212 beatriz molina rueda y mª josÉ cano de compartir ideas y creencias, con el objetivo de lograr el acercamiento que lleve a una convivencia armoniosa y pacífica. A ello habría que añadir la necesidad de un diálogo democrático, a nivel interno, entre las religiones como instituciones. En este sentido, y para que las religiones tengan cabida en un estado laico, las instituciones religiosas deben fomentar la participación de los fieles en la toma de decisiones, así como revisar algunos de sus supuestos discriminatorios, como pueden ser la discriminación de género, la rígida jerarquización o la imposición del poder político a través de la religión. 27 El auténtico diálogo intercultural significa incorporar todas aquellas aportaciones y experiencias «pacíficas » presentes en todas las sociedades, tradiciones religiosas y modos culturales, superando el dualismo reductivo paz/violencia, bueno/malo, y teniendo en cuenta las múltiples situaciones intermedias que pueden darse. Esto nos dotaría de una nueva capacidad movilizadora al facilitar conexiones, vínculos y posibilidades, no sólo teóricos sino también reales, y nos alejaría de visiones pretendidamente «objetivas», que acaban siendo dogmáticas, cerradas y excluyentes, para acercarnos a visiones «intersubjetivas» y de comunicación entre culturas. Dicho de otro modo, para acercarnos a la «paz cultural y religiosa » es necesario adoptar un punto de vista abierto y generoso que haga posible percibir, y asumir, que no estamos solos en el planeta, y que nos posibilite caminar hacia un pluralismo cultural, alejado de planteamientos de ideologías definidas. Puesto que el concepto de paz no es unívoco —la paz no es monopolio de ninguna cultura—, el camino hacia la paz exige desarrollar una verdadera interculturalidad, y transculturalidad, basada en el diálogo y el reconocimiento mutuo en pie de igualdad. Para ello todas las culturas y tradiciones religiosas han de renunciar a algunos mitos, al tiempo que han de fomentar el reconocimiento de los valores existentes en las otras, tratando de identificar los elementos y experiencias de paz que en ellas aparecen. Para ello es necesario modificar la idea del paradigma del eurocentrismo cultural como el único válido, sustituyendo la visión unicéntrica, que ha predominado hasta no hace mucho, por una óptica policéntrica que tenga en cuenta a las otras culturas y civilizaciones. En última instancia, el desarrollo de un diálogo que potencie la interrelación entre culturas y religiones deberá suponer un cambio de 27.Véase SALAZAR, Octavio, “La concordia laica», en este mismo volumen. las religiones como gestiÓn de la complejidad y la paz 213 modelos antropológicos y ontológicos, de valores y de prácticas dentro de las sociedades concernidas. En esta dirección podemos señalar algunas posibles pautas que pueden servir para fomentar las regulaciones pacíficas en el ámbito de las religiones y las culturas, como son:28 — Reivindicar el papel transcendental de las religiones en la historia de la humanidad, su función como elemento de cohesión y subsistencia, de satisfacción de determinadas necesidades humanas, y su papel en la estructuración de las relaciones sociales y del pensamiento humano. — Buscar puntos de convergencia entre los distintos credos religiosos y tradiciones culturales o, en otras palabras, reconocer la existencia de una ética básica común. — Localizar y potenciar las líneas no violentas de las religiones, identificando los rasgos pacíficos que puedan contener. Es decir, reconocer y rentabilizar las prácticas «saludables» de las religiones. — Promover y extender un cambio de actitudes, que son propias de la cultura de la paz, empezando por no rehuir el diálogo abierto, la cooperación y la tolerancia positiva hacia las otras tradiciones religioso culturales.. — Superar la dicotomía entre religión, política y sociedad, entendiendo y aceptando que la paz no es ni sólo espiritual e interna ni sólo política y social. — Detectar la capacidad de las religiones como elementos de poder y contextualizar sus influencias negativas, discerniendo sus motivaciones. — Potenciar una educación laica frente a una religiosidad excluyente, sin perder de vista que las religiones, el hecho religioso, no puede desagregarse del comportamiento humano en general. 28.Parte de estas ideas están recogidas en Beatriz MOLINA – Mª José CANO – Gloria ROJAS (2004), “Culturas, religión y paz» en Beatriz Molina Rueda y Francisco A. Muñoz (eds.) Manual de Paz y Conflictos. Granada, pp. 114-116. 215 LA EDUCACIÓN, UN ESPACIO COMPLEJO Y CONFLICTIVO DE INVESTIGACIÓN PARA LA PAZ Y LOS DERECHOS HUMANOS Sebastián Sánchez Fernández - José Tuvilla Rayo Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada Probablemente, desde otros capítulos de este volumen se puedan hacer afirmaciones como la del título de esta ponencia para relacionar sus contenidos con la temática general y la perspectiva propuesta desde la ponencia marco. Ello justificaría y reforzaría su propia celebración como seguramente veremos y debatiremos durante su desarrollo. En nuestro caso, vamos a ofrecer una serie de reflexiones y propuestas sobre la educación como objeto de estudio de la Investigación para la Paz.* Para ello, analizaremos algunas de las características de los fenómenos educativos que los hacen especialmente interesantes para nuestros planteamientos como investigadores y revisaremos las aportaciones más relevantes en este campo, con especiales referencias a las realizadas desde los ámbitos geopolíticos que engloba nuestro Proyecto de Investigación: América Latina y Andalucía. Terminaremos con una serie de propuestas iniciales de campos, líneas, temas e hitos de investigación, a modo de sugerencias para el debate, que nos ayuden a situar nuestra tarea investigadora. * .N. E. Véase el capítulo «Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la paz». 216 sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo 1. LOS FENÓMENOS EDUCATIVOS COMO OBJETO DE ESTUDIO DE LA INVESTIGACIÓN PARA LA PAZ La educación es un proceso global e inacabado de las sociedades y, como tal, una herramienta básica de creación y regeneración de la cultura. Y es esta última, la cultura, el modo de pensar y de operar, lo que permite que las personas nos situemos activa y críticamente en el mundo, vivamos en él y lo construyamos a nuestra humana medida.1 Una medida que debe ser equitativa para todos a través de formas de organización social que favorezcan la convivencia, con todas las imperfecciones y los problemas que se generen. Desde muchos análisis de los fenómenos educativos realizados en nuestro país se tiene la tendencia a cierto etnocentrismo que lleva a sus autores a estudiar las realidades educativas de otros espacios geopolíticos y a sacar conclusiones sobre las mismas que, al estar basadas en parámetros poco o nada contextualizados en esos espacios, son inexactos y pueden conllevar apreciaciones injustas sobre ellos realidades y sobre las prácticas educativas que se llevan a cabo. A riesgo de ser simplistas, conviene recordar que la educación se organiza de diferentes maneras en las diferentes zonas del mundo. En muchas de ellas, no podemos hablar siquiera de sistemas educativos, ya que lo que se dan son más bien experiencias formativas aisladas, centradas sobre todo en los años centrales de la niñez (6-10 años) y en algunas prácticas de formación gremial u seudoprofesional, sin reunir unas mínimas condiciones de organización, financiación y extensión que nos lleven a hablar de sistema. En otros casos, sí se dan unas condiciones mínimas como para considerar que su educación se organiza y desarrolla dentro de un sistema educativo, aunque éstos son claramente parciales, al no extenderse a toda la población —ni siquiera a la infantil—; elitistas y de sostenimiento económico privado, al que tienen acceso casi exclusivamente los sectores más enriquecidos económicamente —sobre todo a partir de la escolarización de la adolescencia—; y, por todo ello, claramente injustos y discriminatorios. 1.TUVILLA RAYO, José (2007) «El derecho humano a la paz en la educación: construir la paz» en RUEDA CASTAÑON, Carmen Rosa. y VILLÁN DURÁN, Carlos. La Declaración de Luarca sobre el Derecho Humano a la Paz. Siero (Asturias). la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo... 217 En esta sencilla clasificación, nos encontramos, por último, con unos pocos Estados privilegiados en los que contamos con sistemas educativos universales, donde la escolarización se extiende desde la primera infancia a la juventud, con carácter universal, gratuito y obligatorio. Paradójicamente, en algunos de estos países, como por ejemplo el nuestro, suele acostumbrarse a infravalorar los servicios educativos, especialmente los públicos y a convertir ese logro histórico de la sociedad en una fuente de problemas, que van desde el desprestigio de lo público al malestar docente. Las realidades sociales y las prácticas educativas que se dan en —y como consecuencia de— los sistemas que brevemente hemos señalado son tan diferentes, que incluir en el mismo bloque, como contenido de estudio, las situaciones e interacciones socioeducativas que se producen en ellos, requiere, como mínimo, un conocimiento lo más completo posible de los diferentes contextos para poder analizarlas y valorarlas con criterios rigurosos y válidos que nos permitan llegar a conclusiones útiles para la mejora de la educación en los propios contextos y realidades, a la vez que puedan ser aplicables en otros distintos. En cualquier caso, una de las características de todo sistema educativo, sean cuales sean su grado de desarrollo y sus características, es que suponen un claro reflejo de la sociedad en la que se ubica, constituyendo, por tanto, un subsistema del propio sistema social. Como consecuencia, cada vez es mayor la sensibilización que se tiene en las sociedades hacia los temas educativos, lo que se manifiesta en muchos casos en la preocupación de los gobiernos por hacer propuestas políticas para mejorar la educación. Se detectan también, especialmente en los discursos mediáticos, ciertos tratamientos de los temas educativos que suelen distorsionar significativamente las realidades y que en cualquier ejercicio serio de estudio e investigación conviene tener en cuenta e incluso considerarlos como objeto de tratamiento, dada su importancia para la percepción y valoración social de los fenómenos educativos y de sus protagonistas. Desde algunos mitos, como el aprender sin esfuerzo, a la terminología sensacionalista con que se describen acontecimientos habituales en los espacios escolares, como las disputas y los conflictos entre iguales, se observa que la influencia de los medios de comunicación social resulta decisiva en la formación y malformación de cualquier persona e interfiere en la articulación de los propios mensajes educativos. Veamos algunos casos, formulados como falsos dilemas apoyados en prejuicios sobre los asuntos educativos: 218 sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo Educar versus enseñar: Aunque sabemos que teóricamente hacen referencia a actividades y procesos diferentes pero compatibles (la educación, más a la formación en valores y la enseñanza, más a la transmisión de conocimientos), en la práctica, el planteamiento dicotómico no es real, ya que no se puede enseñar nada sin que voluntaria o involuntariamente se eduque o se mal eduque, y tampoco se puede educar sin transmitir conocimientos sobre los valores, hábitos o actitudes que se quieren inculcar o modificar. Desde el momento de la entrada en un espacio escolar, sea el aula o el centro, un profesor está emitiendo mensajes más o menos explícitos que se convierten en contenidos formativos o malformadores para los estudiantes. Del mismo modo, una buena educación en valores, por ejemplo en Cultura de Paz, es imposible de llevar a cabo sin dominar y manejar pedagógicamente conceptos como la paz, los conflictos, la violencia, la convivencia, las relaciones interculturales, etc. Escuela pública vs. modernidad: Esta percepción de la enseñanza pública asociándola a instalaciones y dotaciones materiales antiguas y poco adecuadas no es aplicable sólo a las instituciones escolares, sino en general a todo lo público. Probablemente sea consecuencia de nuestra memoria colectiva reciente sobre los organismos públicos en general. Esta falsa dicotomía es fácilmente desmontable con los datos sobre el considerable incremento del gasto público dedicado a la educación, que, a pesar de las deficiencias puntuales, se utiliza en muchos casos en construcciones apropiadas, en la dotación de instalaciones y de materiales y recursos didácticos actuales y de calidad, que ayudan a modernizar los centros escolares públicos. Por otro lado, en muchas zonas desfavorecidas social y económicamente, los únicos centros escolares que existen son los públicos, lo que ayuda a extender, por asociación con el entorno, esa percepción negativa de los mismos, sin llegar a valorar lo verdaderamente importante: que sin la existencia de estos centros probablemente no habría escolarización ni atención educativa para los niños y adolescentes de esas zonas. Educación laica vs religiosidad 2: Conviene aclarar que la laicidad es sobre todo un movimiento social e intelectual respetuoso con todo tipo de creencia religiosa que reivindica un espacio de respeto para quienes tengan o no este tipo de creencia, considerando que las doctrinas y 2.Véanse los capítulos «La Concordia laica» y «Religiones como gestión de la complejidad y la paz». la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo... 219 prácticas religiosas no deben formar parte del funcionamiento de las instituciones públicas. Los planteamientos laicos no obligan a nadie a renunciar a ninguna creencia ni impiden la realización de actividades doctrinales ni prácticas religiosas, constituyendo un criterio claro de modernidad y progreso de las sociedades al reforzar uno de sus principios básicos como es la separación Iglesia-Estado. En cuanto a las repercusiones en la educación, los principios laicos habría que convertirlos en valores educativos. Hay que educar en valores, pero también aquí, como ocurre siempre en educación, hay que optar por qué tipo de valores. Deberían ser los que se vienen denominando valores cívicos o valores democráticos, e incluso, con una perspectiva más amplia, valores que sepan generar un gran consenso social, como los que se han tenido en cuenta en el Plan Andaluz de Educación para la Cultura de Paz y Noviolencia3. Eso sí, esta educación en valores debe realizarse también fuera del ámbito estrictamente escolar y afectar a la llamada educación no-formal e informal. En cualquier caso, habría que combinar la educación en valores ampliamente consensuados por la sociedad dentro de la escuela con el respeto a las creencias y prácticas religiosas de cada grupo confesional, además de a otras opciones como el agnosticismo y el ateismo, igualmente respetables. Buena gestión del aula y disciplina vs. participación: La incorporación expresa de la participación de la comunidad educativa como derecho democrático ha traído como consecuencia, en muchos casos, achacarle gran parte de los problemas de gestión de los centros educativos, que se deben más a la complejidad creciente de esta tarea que a la participación. Algo similar ocurre en el ámbito del aula con la organización de las normas de funcionamiento, al pensar que hay más disciplina cuando son impuestas y rígidas. La literatura especializada4 viene a defender justamente lo contrario: cuanto más han participado los miembros de un grupo en el debate y en elaboración y aprobación de sus normas de funcionamiento, más implicados se sienten y, como consecuencia, más las respetan. Mención especial requiere el caso de la violencia escolar 5. Una de las consecuencias más negativas de la violencia consiste en la búsqueda 3.Ver apartado 2.4. 4.Ver, entre otros, los trabajos que se recogen en el libro colectivo (2000) Cómo fomentar la participación en la escuela. Propuesta de actividades. Barcelona. 5.Ver SÁNCHEZ, Sebastián (2005) «Las espirales de convivencia ante la espiral de la violencia», Escuela, 3674 (891), p. 2. 220 sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo de culpables más allá de los propios agresores. En el caso de la violencia escolar, aunque se identifique claramente a los agresores e incluso asumiendo que la mayoría de los casos no tienen su origen en la propia institución escolar, suele darse la tendencia a buscar culpables colectivos e institucionales: los alumnos echan la culpa a los profesores, los profesores a los padres, éstos a aquellos, muchos a la sociedad y todos a la administración en cualquiera de sus instancias (Dirección del centro, equipos directivos, servicios provinciales, servicios centrales autonómicos y estatales, etc.). Se consigue así, de manera más o menos involuntaria, la terrible sensación de que todos los agentes implicados en la educación tienen algo de culpa en las manifestaciones de la violencia y, peor aún, de que difícilmente va a haber relaciones lo suficientemente positivas entre ellos como para ser capaces de buscar soluciones al problema. Por todo ello, una de las instituciones menos violentas de la sociedad aparece ante todos nosotros cargada de apelativos negativos como violencia, agresión y acoso, entre otros. ¿Quién va a entusiasmarse con ir o con llevar a sus hijos a una institución que tiene esta carga simbólica tan negativa? Probablemente no sean muchos los casos en los que se utilice realmente este argumento a la hora de decidir sobre la escolarización de los hijos, pero seguro que más o menos consciente y explícitamente influye la imagen que se tiene de las instituciones escolares. En cambio, otras instituciones y organismos de la sociedad se cuidan mucho -y hacen bien- de no asociar su nombre a denominaciones negativas como las anteriores. Por ejemplo, los ejércitos de cualquier país de nuestro entorno, que están legitimados constitucionalmente para el uso de la fuerza en determinadas circunstancias, hablan de «fuerzas de paz» y de términos similares cuando realizan algunas de sus intervenciones armadas. Paradójicamente, desde instituciones que son por naturaleza generadoras de situaciones de convivencia, como las educativas, hablamos de violencia, acoso y agresión escolar ante hechos que deben llevarnos, ante todo, a ser solidarios con las víctimas y rigurosos con los agresores, pero sin perder de vista que la mayor parte de las relaciones que tienen lugar en ellas son de convivencia. Por supuesto que con problemas y con conflictos que a veces cuesta resolver, pero que en la inmensa mayoría de los casos no llegan a degenerar en actos violentos. Una de las mejores formas de prevenir y disminuir los casos de violencia en las instituciones escolares es intentar que aún asumiendo la existencia de estructuras y de espirales de violencia vayamos dándonos cuenta de que también —y sobre todo— se producen actos de la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo... 221 convivencia que hay que potenciar entre todos con el fin de que vayan generándose estructuras y espirales de convivencia escolar. Del mismo modo que los actos de violencia se refuerzan entre sí y unos sirven de origen para que se produzcan otros, las conductas favorecedoras de la convivencia también se potencian entre sí. 6 2. EL DERECHO A LA EDUCACIÓN Y LA EDUCACIÓN PARA LA CULTURA DE PAZ Y LOS DERECHOS HUMANOS. REVISIÓN DEL ESTADO DE LA CUESTIÓN7 Sin pretender hacer un tratamiento completo y exhaustivo, vamos a revisar cuáles han venido siendo las aportaciones más representativas realizadas a nuestro campo de estudio en los ámbitos internacional, nacional y autonómico, intentando fijar nuestra atención con más intensidad en América Latina y Andalucía, aunque sin excluir contribuciones que nos lleguen de otros lugares.8 La educación es, sin duda, uno de los instrumentos más valiosos para hacer prevalecer el derecho humano a la paz. Por ello, los organismos internacionales pusieron desde su creación especial interés en dotar al derecho a la educación de unas finalidades y contenidos explícitos. Así la Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo 26, 6.Cf. MUÑOZ, Francisco A. (ed.) (2001) La Paz Imperfecta, Granada. 7.Es evidente que, en la actualidad, los sistemas educativos cuentan con una base sólida tanto de aportaciones teóricas como prácticas para culminar con eficacia y éxito programas de implementación de la educación para la paz y los derechos humanos con miras a la construcción de la Cultura de Paz y Noviolencia. En algunos países esta educación está sancionada directamente por sus constituciones y en otros a través de disposiciones legislativas. En el primer caso, señalaremos la actual Constitución de Colombia que expresa en su artículo 67 que «La educación es un derecho de la persona y un servicio público que tiene función social: con ella se busca el acceso al conocimiento, a la ciencia, a la técnica, y a los demás bienes y valores de la cultura. La educación formará al colombiano en el respeto a los derechos humanos, a la paz y a la democracia; y la práctica del trabajo y la recreación, para el mejoramiento cultural, científico, tecnológico y para la protección del ambiente....». En el segundo enfoque se encuentra el caso español donde se aplica el procedimiento legislativo para dar contenido al derecho a la educación a través primeramente en la LODE (1985) y últimamente en la LOE (2006). 8.Seguimos en este apartado TUVILLA RAYO, José (2007); * N. E. Véanse los capítulos «Derechos Humanos, Interculturalidad y racionalidad de resistencia», y «Paz y Conflictos en las Universidades Andaluzas e Iberoamericanas. Una primera evaluación». 222 sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo 2 expresa que la educación «tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos del hombre (humanos) y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre las naciones y todos los grupos étnicos y religiosos; y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz». Como vemos el concepto de Paz incluido en esta declaración es restringido, por cuanto su referencia hace alusión a las actividades de Naciones Unidas exclusivamente y no a la forma de construir la paz. Sin embargo, su posterior complementación con otros textos evidencia «como la educación no es concebida sólo como un fin en sí misma sino, esencialmente, como un instrumento para la paz, la comprensión y la tolerancia» 9. La educación para la paz está pues justificada aún antes de que quede plasmada en otros instrumentos y recomendaciones internacionales relativos al derecho a la paz. Y esto porque «sin educación no puede haber ni comprensión internacional, ni paz, ni solidaridad, ni desarrollo internacional. Todos estos conceptos son interdependientes y se condicionan recíprocamente en su existencia. De aquí la necesidad capital de educar para la paz». 10 Necesidad que está tácitamente expresada y desarrollada tanto en los instrumentos (declaraciones, convenciones, pactos...) que contienen los principios básicos de reconocimiento de derecho como en aquellos otros textos que contienen las recomendaciones que en el terreno de la educación promueven la protección, el conocimiento y la enseñanza de los derechos humanos.11 2.1. La Paz y los Derechos Humanos como contenido del derecho a la educación en el ámbito internacional La Declaración Universal de los Derechos de la Infancia de 1959 consagra que la educación desarrollará en los niños y niñas todas sus capacidades, su juicio individual, su sentido de la responsabilidad moral 9. Ibíd. 10. GROS ESPIELL, Héctor (1987) «El derecho humano a la paz». En Informe sobre el Simposio Internacional sobre la Comprensión Internacional y la Paz. OEI, Madrid. 11.TUVILLA RAYO, José (1993) Educar en los Derechos Humanos. Propuestas y dinámicas para educar en la paz. Madrid. la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo... 223 y social para llegar a ser un miembro útil de la sociedad (Principio VII). Este derecho de la Infancia y deber, por consiguiente de los gobiernos, es completado cuando se expresa que «debe ser educado en un espíritu de comprensión, tolerancia, amistad entre los pueblos, paz y fraternidad universal, y con plena conciencia de que debe consagrar sus energías y aptitudes al servicio de sus semejantes» (Principio X). La educación se presenta con su doble cara: por un lado, conlleva la necesaria y adecuada provisión de medios y recursos por parte del Estado para que los educandos puedan ser útiles a la sociedad desarrollando sus plenas potencialidades; pero, a la vez, constituye un deber del alumnado devolver ese servicio recibido dedicando todos sus esfuerzos en beneficio de los demás. El principio de responsabilidad ordena uno de los fundamentos de la educación para la paz y guía su metodología. Principio que será recogido más tarde en la Convención sobre los derechos del Niño, treinta años más tarde, en el Artículo 29 (d), ampliando la esfera de esa responsabilidad a todos los seres humanos, no únicamente a los más próximos. Las finalidades asignadas a la educación en otros instrumentos anteriores serán ampliamente retomadas en esta Convención. Estas metas serán: Desarrollar la personalidad, las aptitudes y la capacidad mental y física del niño hasta el máximo de sus posibilidades; inculcarle el respeto de los derechos y las libertades fundamentales y de los principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas, así como el respeto de sus padres, de su propia identidad cultural, de su idioma y sus valores, de los valores nacionales del país en que vive, del país del que sea originario y de las civilizaciones distintas de la suya; prepararle para asumir una vida responsable en una sociedad libre, con espíritu de comprensión, paz, tolerancia, igualdad de los sexos y amistad entre todos los pueblos, grupos étnicos, nacionales y religiosos y personas de origen indígena; e inculcarle, por último, el respeto del medio ambiente natural. Otros instrumentos, importantes de mencionar, son: la Convención relativa a la lucha contra la discriminación en la esfera de la enseñaza (1960) y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1966). De la lectura de estos y otros documentos se deduce la inclusión de los llamados ejes transversales en un gran número de sistemas educativos contemporáneos: educación para la paz, los derechos humanos, la comprensión internacional entre los pueblos y culturas, la educación intercultural, la educación ambiental, la coeducación....Para algunos ju- 224 sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo ristas internacionales la Declaración sobre el fomento entre la juventud de los ideales de paz, respeto mutuo y comprensión entre los pueblos, aprobada por la Asamblea General en diciembre de 1965 constituye un importante referente en relación con el derecho humano a la paz. Su Principio Primero es muy interesante por cuanto establece una relación directa entre los contenidos y la forma de la educación con un carácter universalista («La juventud debe ser educada en el espíritu de la paz, la justicia, la libertad y el respeto y la comprensión mutuos») y los fines que persigue: «promover la igualdad de derechos de todos los seres humanos y de todas las naciones, el progreso económico y social, el desarme y el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales». Además indica que esta educación no debe restringirse al marco de las instituciones educativas pues corresponde también esta tarea, entre otros agentes educativos, a las familias, a las organizaciones de jóvenes y a los medios de comunicación. El mundo dividido y bipolar- dominado por la era nuclear y la guerra fría- en el que se redactó y aprobó esta declaración dejó su impronta albergada en una esperanza: «La nueva generación debe adquirir conciencia de las responsabilidades que habrá de asumir en un mundo que estará llamada a dirigir, y estar animada de confianza en el provenir venturoso de la humanidad» (Principio VI). La educación en derechos humanos ha seguido una evolución claramente diferenciada en tres etapas, obedeciendo tanto a los cambios que en la esfera internacional se han producido desde 1948 como a las innovaciones y reformas educativas emprendidas para dar respuesta a procesos de democratización y a las problemáticas mundiales. Dicha evolución ha quedado reflejada de algún modo en el diseño de materiales diversos destinados a educar en los grandes principios de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Importante es, no cabe duda, la contribución de los organismos internacionales y regionales, así como de amplios sectores de la sociedad civil. Primera etapa: 1948-1974 En su resolución 217 D (III) de 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de Naciones Unidas expresó la opinión de que la Declaración Universal de Derechos Humanos debía tener una difusión de carácter verdaderamente popular y universal para contribuir a consolidar la paz mundial y se recomendó a todos los gobiernos su fidelidad al Artículo la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo... 225 56 de la Carta de las Naciones Unidas de manera que la DUDH fuese distribuida, expuesta, leída y comentada en las escuelas y otros centros educativos. Dos años más tarde, el Consejo Económico y Social (Resolución 314 (XI) de 24 de julio de 1950), invitó a UNESCO a que fomentara y facilitara la enseñanza de los Derechos Humanos en las escuelas, en los programas de educación de adultos y mediante los medios de comunicación. Recomendación (Resolución 958 D II (XXXVI) de 2 de julio de 1963) que se ampliará a las universidades, institutos, asociaciones culturales y sindicales y a otras organizaciones. La Proclamación de Teherán, fruto de la Conferencia Internacional de Derechos Humanos celebrada en 1968 señaló un nuevo avance al solicitar a los Estados que se aseguraran «de que todos los medios de enseñanza se empleen de manera tal que los jóvenes se formen y desarrollen en un espíritu de respeto por la dignidad humana y por la igualdad de derechos de todos los seres humanos y de todos los pueblos, sin discriminación por motivo de raza, color, idioma, sexo o credo» (Resolución XX de 12 de mayo). En este sentido hay que destacar que a inicios de ese año la resolución 2445 (XXIII) de 19 de diciembre de la Asamblea General de Naciones Unidas pidió a los Estados miembros que se tomaran medidas para introducir o estimular, según el sistema educativo, el estudio regular de las Naciones Unidas y de los organismos especializados, así como de los principios de la DUDH y otras declaraciones de Derechos Humanos tanto en los programas de estudios de los centros de primaria y secundaria como en los de formación del profesorado. A la UNESCO correspondió una vez más adoptar numerosas medidas para promocionar, impulsar y estimular esta enseñanza, parte integrante de su programa en la esfera de la educación para la compresión internacional. Entre sus principales actividades figuran en estos programas estudios sobre los métodos, el material y los programas de enseñanza; seminarios y conferencias; publicaciones; mejoramiento de los manuales escolares; fomento de las actividades experimentales en las escuelas y centros de formación del profesorado, y servicios de consulta y documentación. Ya UNESCO en 1951 inició una encuesta, cuya información sirvió de base para un seminario internacional celebrado en los Países Bajos en 1952 y la publicación de la obra Declaración Universal de los Derechos humanos: documentación y consejos pedagógicos (1953). El Plan de Escuelas Asociadas a la UNESCO se inauguró en esta época para desarrollar planes experimentales de educación para la comprensión internacional. Los Derechos Humanos, desde el principio, se escogieron 226 sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo como uno de los tres contenidos básicos de la acción innovadora de las Escuelas Asociadas. El resultado de esta experiencia pedagógica enriquecedora y valiosa se dará a conocer por UNESCO en dos publicaciones: Educación para la comprensión internacional: ejemplos y sugerencias para uso de los maestros (1959) y La Comprensión internacional en la escuela (1965). La educación en los Derechos Humanos fue examinada, por las ONGs de la época, en dos Conferencias convocadas en Ginebra por el Consejo Económico y Social de Naciones Unidas en 1955 y 1959. La recomendación nuclear de la primera estuvo centrada en la necesidad de métodos eficaces para suprimir los prejuicios y las discriminaciones. En la segunda se acordó que las ONGs tomaran la iniciativa y el impulso de recomendar a las instituciones docentes y las administraciones educativas el examen de los textos y materiales escolares empleados, así como la elaboración y distribución de materiales pedagógicos. Por último, hay que destacar que ya desde 1949, primer aniversario de la DUDH, se viene celebrando cada 10 de diciembre el Día Internacional de los Derechos Humanos. Segunda etapa: 1974-1995 El papel de UNESCO12, encargada desde su fundación de reforzar la dimensión humanista, cultural e internacional de la educación y de contribuir al mismo tiempo en la promoción de la Paz y de los Derechos Humanos y la eliminación de todas formas de discriminación, quedó culminada en 1974 con la importantísima Recomendación sobre la educación para la comprensión, la cooperación y la paz internacionales así como la educación relativa a los Derechos Humanos y las libertades internacionales, en un decenio caracterizado por la biporalización peligrosa del mundo. Esta recomendación definió con claridad los componentes de la educación para la comprensión internacional en seis tipos: 1/ educación 12.En 1973 la UNESCO presentó a la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas el resultado de un estudio especializado sobre la enseñanza de los Derechos Humanos en el ámbito universitario a escala mundial solicitado por dicha Comisión dos años antes. Entre las obras publicadas por este organismo internacional hay que destacar en ese año la elaboración para ser utilizado en las facultades de derecho, de la obra: Los aspectos internacionales de los derechos humanos. la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo... 227 para la comprensión y la paz internacionales; 2/ la educación para el desarme; 3/ la educación sobre los Derechos Humanos y las libertades fundamentales; 4/ la educación para la democracia y la tolerancia; 5/ la educación intercultural /multicultural; y 6/ la enseñanza relativa a los problemas de la humanidad. Más tarde se unirían la educación medioambiental y la educación para el desarrollo. Este documento ha servido de fundamentación y base para la elaboración de numerosas publicaciones y para la introducción de importantes innovaciones pedagógicas en los sistemas educativos. Para las Escuelas Asociadas a la UNESCO ha sido el corazón de sus proyectos y planes de acción. Y ha permitido también, desde entonces, la realización de innumerables proyectos y actividades en un largo periodo, a favor de los Derechos Humanos, caracterizado por grandes y significativos cambios y transformaciones del mundo contemporáneo desde el final de la Segunda Gran Guerra: guerra fría, periodo de descolonización e independencia, desarrollo y nuevo orden internacional, crisis energética, decenio de desarme global, descomposición del antagonismo Este-Oeste, aceleración de los procesos de democratización y globalización de la economía. Inspirado notablemente en la Recomendación de 1974, así como en las recomendaciones formuladas en el Congreso de Viena de 1978 (sobre la enseñanza de los Derechos Humanos), en el Congreso de Malta de 1987 (sobre la enseñanza, la información y la documentación en materia de Derechos Humanos) y en el Foro Internacional «La educación para la democracia» de Túnez de 1992, el Plan de Acción Mundial para la Educación en los Derechos Humanos y en la democracia de Montreal (1993), remozó y contextualizó las directrices y fundamentos de una educación que preconiza el aprendizaje de la tolerancia, la aceptación del «otro», de la solidaridad y de la ciudadanía fundada en la participación. Un enfoque moderno de los problemas relativos a la educación para la Paz, los Derechos Humanos y la democracia está contenido en el Plan de Acción Integrado surgido de la Conferencia Internacional de Ministros de Educación celebrada en octubre de 1994 para revisar los progresos realizados en esta materia desde la recomendación de 1974. Dicho Plan de Acción y su Declaración adjunta fue ratificada por UNESCO en su Conferencia General de 1995, incorporándose así al conjunto de instrumentos educativos de carácter internacional. En dicho Plan se señalan las finalidades de dicha educación, las estrategias de acción y las políticas y orientaciones en los planos institucional, nacional e internacional. Y representa un nuevo intento de garantizar 228 sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo —a través de la educación- las libertades fundamentales, la Paz, los Derechos Humanos y la democracia, y de fomentar al mismo tiempo el desarrollo económico y social sostenible y equitativo ya que se trata de componentes esenciales de la construcción de una cultura de paz. Por último, hay que añadir que considerando las recomendaciones sobre educación en derechos humanos contenidas en la Declaración y Programa de acción aprobados en la Conferencia Mundial de Derechos Humanos13, celebrada en Viena en 1993, la Asamblea General de Naciones Unidas (resolución 49/184 de 23 de diciembre de 1994) proclamó el Decenio para la Educación en la Esfera de los Derechos Humanos (1995-2004). En el proyecto de Plan Acción para el desarrollo del Decenio se define la educación en materia de derechos humanos «como el conjunto de actividades de capacitación, difusión e información encaminadas a crear una cultura universal en la esfera de los derechos humanos, actividades que se realizan transmitiendo conocimientos y moldeando actitudes, y cuya finalidad es: a) fortalecer el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales; b) desarrollar plenamente la personalidad humana y el sentido de la dignidad del ser humano; c) promover la comprensión, la tolerancia, la igualdad entre los sexos y la amistad entre todas las naciones, las poblaciones indígenas y los grupos raciales, étnicos, religiosos y lingüísticos; d) facilitar la participación eficaz de todas las personas en una sociedad libre; y e) intensificar las actividades de las Naciones Unidas en la esfera del mantenimiento de la paz». Al término del Decenio, la Asamblea General proclamó en 2004 el Programa Mundial para la educación en derechos humanos, estructurado en etapas sucesivas, que se inició el 1° de enero de 2005.36 También se revisó en 2005 el plan de acción para la primera etapa (2005-2007), centrado en los sistemas enseñanza primaria y secundaria. Para su ejecución los Estados deberán contar con el concurso de la sociedad civil, las organizaciones internacionales competentes (principalmente la UNESCO 13.En dicho documento se considera que la educación, la capacitación y la información pública en materia de derechos humanos son indispensables para establecer y promover relaciones estables y armoniosas entre las comunidades y para fomentar la comprensión mutua, la tolerancia y la paz. Se insta a los Estados para que eliminen el analfabetismo y orienten la educación hacia los fines expuestos en la Declaración Universal de Derechos Humanos, incluyan estos derechos, el derecho humanitario y la democracia como contenidos de los programas educativos, debiendo abarcar la paz, la democracia, el desarrollo y la justicia social entre otros temas. la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo... 229 y la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos), así como la solidaridad internacional. Tercera etapa: 1995-200114 Si los años ochenta habían sido denominados como el decenio perdido del desarrollo para muchos países enfrentados a los problemas de la deuda externa y del ajuste estructural, la degradación ambiental o la expansión del SIDA, para los derechos humanos, especialmente de la infancia, la década de los noventa, supuso el renacimiento de su causa y la defensa de sus más elementales derechos; anhelo recogido en la Convención sobre los Derechos del Niño (1989), en la Cumbre Mundial en favor de la Infancia (1990) y en la Conferencia de Jomtien (Tailandia) que estableció la meta de «Educación para Todos en el año 2.000». Por otro lado, hay que señalar que en la misma línea a la década de los setenta, el decenio de los noventa se convirtió en un período de las Naciones Unidas caracterizado por la celebración de un conjunto importante de conferencias mundiales15. La Declaración y Programa de Acción sobre la Cultura de Paz• adoptado en septiembre de 1999 por la Asamblea General de Naciones Unidas ha permitido un avance en la universal implantación de esta educación en los sistemas educativos. Resultados que podrán ser evaluados al final del «Decenio Internacional de una cultura de paz y no violencia para los niños del mundo» (2001-2010) proclamado por la ONU en su resolución 53/25 de 10 de noviembre de 1998. Pese a la existencia y abundancia de 14.No se examinan en este apartado las contribuciones de otros organismos regionales. El lector puede consultar TUVILLA RAYO, José (1998) Educación en Derechos Humanos: Hacia una perspectiva global. Bilbao. 15.Nos referimos a: Conferencia sobre el Medio Ambiente y el desarrollo (Río de Janeiro, 1992); sobre nutrición (Roma, 1992); Derechos Humanos (Viera, 1993); población y desarrollo (El Cairo, 1994); desarrollo social (Copenhague, 1995) y sobre las mujeres (Beijing, 1995). En todas estas conferencias la referencia a la situación de los derechos de los niños y niñas y su relación con el desarrollo humano son sumamente significativas. También la situación concreta de la infancia será especialmente examinada en el primer Congreso Mundial sobre Explotación Sexual de la Infancia (Estocolmo, 1996) o en la Conferencia sobre la Explotación y el Trabajo Infantil (Oslo, 1997). La familia, considerada como la célula base de la sociedad, tuvo también su reconocimiento merecido en su Año Internacional celebrado en 1994. 230 sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo instrumentos y textos valiosísimos, los sistemas educativos deberán hacer aún un gran esfuerzo para la implementación de programas específicos y planes de acción en estas materias. Coincidiendo con el final de la década sobre la Educación para Todos iniciada en los noventa, tuvo lugar en Dakar el Foro Mundial sobre la educación donde se examinaron los grandes problemas de la educación en el mundo, principalmente las dificultades de los países más pobres para hacer realidad el derecho a la educación; se marcaron las directrices que deben orientar las políticas educativas en el tercer milenio; y, se renovaron nuevamente los antiguos compromisos incluidos en las grandes declaraciones. Cuatro grandes líneas educativas se fijaron para la primera década de este siglo:16 mejorar la calidad y equidad de la educación para todos, utilizar eficazmente los recursos destinados a la educación, cooperar con la sociedad civil para alcanzar los objetivos sociales y promover la educación para la democracia y la ciudadanía 17. Hemos de señalar también la celebración de la Conferencia Internacional de Ministros de Educación (2001) sobre la educación para todos para aprender a vivir juntos18, que sustentándose en tres pilares fundamentales (el Plan de Acción del Foro de Dakar, el informe de la Comisión internacional sobre educación para el siglo XXI y la Conferencia Mundial sobre Educación para Todos de Jomtien) examinó los progresos realizados en el pasado, estableció las necesidades educativas para convivir en paz y consideró que la educación formal y la educación no formal son instrumentos indispensables para iniciar y promover los procesos sostenibles de construcción de la paz, la democracia y los derechos humanos; aunque sin embargo, no pueden aportar por sí solas 16.POPLER BARRY, U.B y FISKE, E (2000), Rapport final du Forum Mondial sur l´éducation. París. 17.El número de dirigentes de los Estados que eran elegidos según sistemas de partido y candidaturas múltiples ha pasado de 22 en 1950 a 119 en el año 2000, según la organización Freedom House. 18.La Comisión internacional sobre la educación para el siglo XXI, más conocida por el informe Delors, señaló cuatro pilares básicos de la educación del futuro: aprender a conocer, es decir, adquirir los instrumentos de la comprensión; aprender a hacer, para poder influir sobre el propio entorno; aprender a vivir juntos, para participar y cooperar con los demás en todas las actividades humanas; y, por último, aprender a ser, un proceso elemental que recoge elementos de los tres anteriores. Existe una edición en castellano de este informe titulado La educación encierra un tesoro publicado por la editorial Santillana. la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo... 231 soluciones a la complejidad, a las tensiones e inclusive a las contradicciones del mundo contemporáneo. 2.2. La Paz y los Derechos Humanos como contenido del derecho a la educación en América En la actualidad en América Latina, gracias a los procesos de democratización iniciados a finales de la década de los ochenta del siglo XX, están consolidándose importantes experiencias de construcción de espacios a favor de la paz y los derechos humanos, que están siendo concretados en planes de acción específicos. Esta creciente preocupación por la educación en general y especialmente por la educación en valores, ha venido expresándose, en las últimas décadas, en múltiples declaraciones tanto de la Organización de Estados Americanos (OEA) como de la Organización de Estados Iberoamericanos para la educación, la ciencia y la cultura (OEI). Para situar y comprender las experiencias educativas desarrolladas en América Latina, en el pasado y en el presente, hacemos una breve referencia a algunos de estos documentos. 2.2.1. El papel de la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Organización de Estados Iberoamericanos para la educación, la ciencia y la cultura (OEI) en la última década del siglo XX Si bien la Convención Americana sobre Derechos Humanos (San José de Costa Rica 1969) no desarrolla explícitamente el derecho a la educación19, la adopción en 1988 del Protocolo Adicional a la Convención en materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales consagrará plenamente su reconocimiento con un alcance completamente equiparable en cuanto al contenido y los fines al formulado en los textos de Naciones Unidas20. 19.La Convención, en su Art.12.4 sí establece el derecho de los padres a elegir para sus hijos la educación «religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones». 20.En efecto, tal como señala el «artículo 13 del Protocolo», toda persona tiene derecho a la educación; y la educación debe orientarse hacia el pleno desarrollo de la personalidad humana y del sentido de su dignidad; dirigirse a fortalecer el respeto por los derechos 232 sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo El interés por la educación se puso de manifiesto, en el ámbito continental, en las Declaraciones de las dos primeras Cumbres Hemisféricas de Presidentes y Jefes de Estado (Miami en 1995 y Santa Cruz de la Sierra en 1996) y de las seis primeras Cumbres de Jefes de Estado de la Comunidad Iberoamericana de Naciones (1991 a 1996) así como en la Asamblea de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (1990 y 1992). Es evidente la influencia en estos textos de los documentos surgidos de las grandes cumbres y conferencias internacionales recientes sobre: medio ambiente (Río de Janeiro, 1992), población (Egipto, 1994), desarrollo social (Copenhague, 1995) y sobre la mujer (Beijín, 1995). Por otro lado, hay que señalar que dichos textos responden también a las demandas que surgen en las diversas esferas sociales y a un nuevo contexto sociopolítico de la región iniciado con la independencia de los países del Caribe angloparlante en los años 60 y 70, el término de los regímenes dictatoriales de los años 80 y la llegada de la democracia a gran parte de América Latina. Panorama al que hay que unir otros como los actuales modelos de desarrollo económico y el rápido crecimiento tecnológico que exigen renovados esfuerzos tanto para competir efectivamente en el ámbito internacional, como para superar la pobreza extrema, eliminar las grandes desigualdades de ingresos y evitar la marginación social y la violencia urbana y rural. Hechos que globalmente considerados han dado lugar al actual consenso: la educación socialmente equitativa contribuye a una integración y estabilidad social, a una armonía étnica y racial, a la capacitación de la fuerza de trabajo y a la formación de una comunidad de ciudadanos informados y responsables. Y también promueve la tolerancia política, reduce la violencia y, por lo tanto, crea un clima más favorable para las inversiones nacionales e internacionales y para el crecimiento y prosperidad social y cultural. Esto ha llevado a los gobiernos a comprenden con claridad que necesitan una educación que: a) facilite a todos una capacidad para comunicarse efectivamente y para continuar aprendiendo durante toda la vida; b) asegure un adecuado ingreso al mundo del trabajo; c) incen- humanos, el pluralismo ideológico, las libertades fundamentales, la justicia y la paz; capacitar a todas las personas para que participen efectivamente en una sociedad democrática y pluralista; favorecer la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos raciales, étnicos o religiosos; y promover las actividades a favor del mantenimiento de la paz. la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo... 233 tive la investigación en ciencia y tecnología, para el desarrollo de la región y la inserción competitiva en el ámbito internacional; d) elimine la pobreza, facilite la movilidad social y permita acceder a una calidad de vida que asegure la paz social; e) prepare para ser un ciudadano responsable, que valore la solución pacífica de conflictos y la búsqueda de consensos; y f) tenga un grado de descentralización que le permita lograr una participación significativa de la comunidad en la supervisión y gestión pedagógica local. En la agenda de la Segunda Cumbre de las Américas, celebrada en Santiago de Chile del 18 al 19 de abril de 1998, los Jefes de Estado y de Gobierno propusieron a la comunidad interamericana reflexionar acerca del valor de la educación y del papel que ésta debe desempeñar en la transición hacia el nuevo milenio. La Organización de los Estados Americanos participó activamente en este nuevo debate y redactó importantes informes técnicos como el titulado «Educación en las Américas: Calidad y Equidad en el Proceso de Globalización» elaborado bajo la responsabilidad de la Unidad de Desarrollo Social y Educación de la Secretaría General de la OEA. En dicho texto se examina el papel de la educación «para construir una democracia permanente». En el Plan de Acción firmado por los Jefes de Estado y de Gobierno asistentes en la Segunda Cumbre de las Américas relacionado con educación, pobreza y empleo se afirma que los gobiernos: «Incorporarán en los proyectos educativos, dentro del ordenamiento jurídico de cada país, objetivos y contenidos que desarrollen la cultura democrática en todos los niveles, para la formación de personas en valores éticos, conductas solidarias y de probidad. Se deberá fortalecer para ello, la participación de docentes, familias, estudiantes y comunicadores sociales, en su tarea de concebir y poner en práctica los proyectos orientados a formar ciudadanos inspirados en valores democráticos». Para alcanzar los objetivos marcados, los gobiernos se propusieron, entre otras medidas, incorporar en la educación, los principios democráticos, los Derechos Humanos, la visión de Género, la Paz, la convivencia tolerante, el respeto al medio ambiente y los recursos naturales.* Por último, hay que destacar la Declaración de Santiago sobre Medidas de Fomento de la Confianza y de la Seguridad que recomendó la * .N. E. Véase el capítulo «Paz y Género. Debates y coincidencias sobre un binomio imperfecto» 234 sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo aplicación de diversas medidas de confianza, entre las que se mencionó la elaboración de programas de educación para la paz. La Asamblea General reunida en su vigésimo sexto período de sesiones, mediante su resolución AG/RES. 1409 (XXVI-O/96) solicitó al Consejo Permanente que, a través de la Comisión de Seguridad Hemisférica y con el apoyo de la Secretaría General, elaborase los lineamientos generales para el Programa de Educación para la Paz. Este mandato permitió la reunión de expertos y la elaboración de documentos de importante valor que establecieron las líneas directrices de actuación. Los componentes de este Programa sugería tres líneas de actuación: 1. la educación y la solución pacíficas de los conflictos; 2. La educación y la promoción de los valores y prácticas democráticas; y 3. la educación y la promoción de la paz entre los Estados. Dentro del marco de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), se han celebrado diferentes cumbres y conferencias21. De las mismas han surgido diferentes declaraciones que han servido para promover y potenciar los valores democráticos en la formación de una ciudadanía emergente, capaz de superar pacíficamente los conflictos, contribuir en la democratización de los países de la región y mejorar la gobernabilidad, además de abordar las problemáticas mundiales (medioambiente, desarrollo económico y social, género, globalización, migraciones...) a través de un conjunto de medidas coordinadas y sistémicas que se han concretado en los ámbitos económicos, culturales, sociales y educativos. Así por ejemplo, la Declaración de Margarita aprobada en VII Cumbre Ibero Americana de Jefes de Estado y Presidentes de gobierno (Venezuela, 1997),reforzó el compromiso en la democracia considerada no sólo como un sistema de gobierno, sino también como una forma de vida a la que los valores éticos dan consistencia y perdurabilidad 22. Por su lado, en materia educativa, la VIII Conferencia Iberoamericana de Educación (Sintra, 1998) propuso líneas de cooperación, analizando específicamente los efectos de la globalización y el surgimiento de la sociedad del conocimiento, de modo que se realizaron importantes contribuciones y establecieron 21.Para un conocimiento en detalle se remite al lector a: http://www.oei.es/cumbres2. htm 22.Esta Declaración recoge los principios de VII Conferencia iberoamericana de Educación, celebrada también Venezuela dos meses antes y que abordó el tema de «La Educación y los Valores Éticos para la Democracia». la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo... 235 líneas estratégicas de acción que permitieron el desarrollo de políticas posteriores en materia curricular, de organización escolar, de uso de las nuevas tecnologías de la comunicación y de la información, así como una mayor atención a las necesidades de la multiculturalidad. Por último, destacar que el proyecto de educación en valores de la OEI se denomina «Democracia y Educación» y forma parte del Programa «La Enseñanza en Valores para un Mundo en Transformación». Éste se inició en 1991 y tiene como finalidad el apoyo a los Ministerios de Educación de Iberoamérica para la incorporación en los currículos de contenidos que promuevan un sistema de valores acorde con los principios de la Democracia, la Paz, la defensa de los Derechos Humanos y la Tolerancia, adaptándose a las diferentes culturas y formas de entender la sociedad de cada uno de los países23. 2.2.2. La situación actual de la educación en valores, los Derechos Humanos y la Paz en América: experiencias nacionales La preocupación por los problemas mundiales ha llevado a los sistemas educativos, los centros escolares, las organizaciones sociales, las universidades y otras instituciones a desarrollar investigaciones, proyectos y experiencias en todos los continentes. Este es el caso de las experiencias educativas que desde hace tiempo se realizan en los países de América Latina24, iniciadas en la década de los ochenta gracias a la 23.Para obtener mayor información sobre este programa puede visitarse por Internet la OEI: www.oei.es. 24.Son muchos y variados los proyectos de Cultura de Paz en el mundo. Para una conocimiento de las mismos se recomienda la lectura del informe preparado por UNESCO (1998) Reunión d´informations des donateurs des projets de Culture de la Paix. UNESCO, París. (CAD-98/WS/06. REV y CAD-98/WS/07) Cabe señalar los esfuerzos relativamente recientes en América Latina y el Caribe para fortalecer la educación en derechos humanos y constituir los elementos básicos de una propuesta latinoamericana y del Caribe, entre los que destacan la Declaración de Mérida (Venezuela, 1997) celebrada por los ministros de educación de los países iberoamericanos; el Encuentro de Lima de Investigadores en Derechos Humanos (Perú, 1999) organizado por Instituto Interamericano de Derechos Humanos; la Reunión de Gobiernos sobre la Promoción y Protección de los Derechos Humanos en la Región de América Latina y el Caribe (Ecuador, 1999) impulsada por la OHCHR; y el Plan Latinoamericano para la Promoción de la Educación en Derechos Humanos, resultado del Seminario Latinoamericano de Educación para la Paz y los Derechos 236 sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo incansable labor del movimiento social que ha conformado un mapa con una rica experiencia en la educación formal y no formal, deudora de la educación popular, con aportaciones valiosísimas tanto en el terreno de la fundamentación teórica como en el ámbito de prácticas e innovaciones concretas. Dichas experiencias presentan algunos rasgos o elementos de contextualización que las caracterizan 25: a) El análisis de la actual situación educativa y de sus perspectivas futuras no puede efectuarse al margen de las dos principales características del actual proceso de desarrollo social que afectan a los países de América Latina: la democratización de los sistemas políticos y la crisis económica asociada al alto endeudamiento externo. Estas dos características explican, además, los desafíos más serios que enfrentan las políticas educacionales: la crisis económica obliga a incrementar sustancialmente la eficacia y la eficiencia, mientras que la democratización exige atender el objetivo de la equidad; La educación en derechos humanos emerge en América latina como consecuencia de la democratización de aquellos países que durante años habían sufrido gobiernos dictatoriales o debido a la necesidad de dar respuesta a la violencia institucionalizada en aquellos otros países donde la dignidad humana se encuentra amenazada de manera permanente. En ambos casos, la educación en derechos Humanos (Venezuela, 2001) de la Red Latinoamericana de Educación para la Paz y los Derechos Humanos del Consejo de Educación de Adultos de América Latina (CEAAL). También es necesario destacar los proyectos educativos institucionales en Educación en Valores auspiciados por los Ministerios de Educación (Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay, entre otros) y la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI). 25.TEDESCO, Juan Carlos. (1990) «Las perspectivas de la educación en América Latina» en Cuadernos de Educación, núm. 192. CIDE, Santiago de Chile. SERPAJ (1993) «Experiencias y estrategias de formación docente en derechos humanos», en Educación y Derechos Humanos: Cuadernos para docentes, año VI, núm. 19, Julio. Servicio Paz y Justicia, Montevideo. MAGENDZO, Abraham. (1994) «Una visión analítica de la educación en Derechos Humanos en América Latina», en TUVILLA, José. La escuela: instrumento de paz y solidaridad. MCEP, Sevilla. SCHMELKES, Sylvia. (1995) «Educación para los derechos humanos: reflexiones a partir del conocimiento y de la práctica latinoamericana» en La Piragua, revista latinoamericana de educación y política, núm. 11. Consejo de Educación de Adultos de América Latina, Santiago de Chile. CUELLAR, Roberto. (2000) Experiencias de Educación en Derechos Humanos en América Latina. Instituto Interamericano de Derechos Humanos, San José de Costa Rica. la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo... 237 humanos tiene un carácter tanto preventivo como de promoción; La educación en derechos humanos se inicia con el movimiento de la educación popular y es promovida por los movimientos sociales y las organizaciones no gubernamentales en distintos países; Es interesante destacar el papel de los organismos internacionales de carácter regional en la promoción de esta educación en aquellos países en los que se han implementado programas desde el Estado; En la actualidad existe prácticamente en todos los países de América Latina, un reconocimiento oficial de la responsabilidad del sistema educativo en materia de educación en derechos humanos, aunque no se han consolidado las propuestas en marcha. b) El movimiento social y las instituciones latinoamericanas de derechos humanos tienen una gran experiencia y trayectoria en materia de educación; poseen redes de intercambio de experiencias; desarrollan encuentros y eventos a todos los niveles; han realizado aportaciones metodológicas importantes; y han sido y son impulsores de su implantación en la educación formal a través de la formación del profesorado, el desarrollo de propuestas curriculares concretas y la elaboración de materiales didácticos. c) El estudio de las propuestas estatales26 de Cultura de Paz pone de manifiesto la necesidad de articular políticas educativas orientadas a resolver, en muchos casos, situaciones de violencia. Este es el caso de Guatemala o de Colombia donde la educación constituye el eje estratégico fundamental del proceso de cambio en una sociedad con un grado de militarización y de violencia muy arraigados. Tres líneas de acción se advierten en estas propuestas en cuanto a objetivos, destinatarios y desarrollo de medidas. La primera responde al modelo integral en el que establecen estrategias generales gubernamentales como fundamento del proceso de desarrollo nacional, con implicación de diferentes administraciones del Estado que buscan el fortalecimiento de la democracia. Este es el caso, por ejemplo, de 26.Las experiencias educativas realizadas por los gobiernos miembros de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (O.E.I) pueden consultarse en el sitio de Internet de este organismo en: www.campus-oie.org Respecto a las iniciativas para resolver la conflictividad escolar, se remite a: AVALOS, B (2003) Prevención de la Violencia en Escuelas de América del Sur. Catastro de Programas y Proyectos. PREAL. Santiago, Abril 2003. 238 sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo Ecuador y la creación de la Oficina de Cultura de Paz, adscrita a la Presidencia de la República, para coordinar las iniciativas definidas desde el Estado y la sociedad civil a favor de la cultura de paz, entre las que se destaca el Plan Nacional de Cultura de Paz. Dentro de esta línea se incluye también el Plan Nacional de Acción sobre Cultura de Paz del gobierno salvadoreño que entre sus prioridades se encuentran: la Educación para la Paz; medidas para la prevención y erradicación de la violencia; la promoción de la participación democrática de sectores deficitarios de la población; así como también, la promoción de mecanismos de resolución alternativa de los conflictos; La segunda línea, dentro del modelo ampliado, implica a varias administraciones que coordinan esfuerzos dentro de sus competencias para alcanzar un objetivo común cuyo destinatario es un sector específico de la población. Ejemplo de este modelo es el programa “Paz nas escolas» de Brasil que tiene por objetivo contribuir a la integración y pacificación de la sociedad a través de los valores cívicos entre los jóvenes. Entre las medidas se destaca la difusión de los derechos humanos, la formación de diversos agentes sociales (policías, profesorado, monitores deportivos...), realización de encuentros deportivos, etc.; La tercera línea de acción se integra dentro del enfoque restringido, tal es el caso del Programa Ciudadanía y Paz del Ministerio de Ciencia y Tecnología de Venezuela dirigido a investigadores y universidades, así como a otras entidades, con el fin de impulsar proyectos en tres áreas prioritarias: gobernabilidad y ejercicio de la democracia; Cultura, educación para la paz y derechos humanos; y, violencia e inseguridad. La década de los noventa supuso un importante avance en la esfera de la educación en derechos humanos en América Latina, gracias a su incorporación en las reformas educativas emprendidas que palautinamente, aunque no de manera concluyente, han ido configurando una pedagogía específica que necesita definirse con mayor rigor a la luz de los desafíos que plantea la Cultura de Paz. Esta educación, como señala Magendzo27, aunque responde a situaciones particulares y distintas entre los países, debe superar tensiones que están muy generalizadas en todo el continente: 27.MAGENDZO, Abraham (2000) «La educación en derechos Humanos en América Latina: una mirada de fin de siglo». En CUELLAR, Roberto Experiencias de Educación en Derechos Humanos en América Latina. Instituto Interamericano de Derechos Humanos, San José de Costa Rica. la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo... 239 Una primera tensión es la que se establece en la relación entre el Estado, las organizaciones no-gubernamentales y la sociedad civil de modo que muchas experiencias desarrolladas por las ONG han suspendido su papel crítico al ser cooptadas de manera sistemática por parte de los gobiernos; la segunda tensión deriva de las políticas económicas y sociales que ha impuesto modelos particulares de educación en derechos humanos difíciles de superar en su dimensión hegemónica; la tercera tensión está vinculada al sentido ético de pensar y enseñar los derechos humanos en un contexto histórico de violaciones e impunidad; la cuarta tensión tiene relación con los niveles de difusión y masificación de la educación en derechos humanos, no siempre dirigida a sectores diversificados de la población; la quinta tensión es debida a una indefinición de este campo que se subsume en la educación democrática, educación cívica o en la educación para la ciudadanía democrática, buscando por consiguiente lenguajes moderados sin demasiada posición socio-crítica; la última tensión es originada por las propias dificultades que produce la carencia de experiencias escolares sin una sólida fundamentación teórica. Después de cerca de veinte años de experiencia en materia de educación en Derechos Humanos28 se han alcanzado los siguientes logros: a) Esta educación se ha incorporado a los sistemas educativos, aunque en algunos países, caso de Colombia, la seguridad de los educadores no puede garantizarse; b) La educación en derechos humanos es considerada un medio fundamental para la construcción de procesos sociales basados en la Cultura de Paz; c) Se han realizado importantes adelantos con la elaboración de interesantes e innovadores materiales didácticos y curriculares; d) Se ha alcanzado un aumento importante respeto a la información y conocimiento en materia de derechos humanos de amplios sectores de la población gracias a la implementación de programas de educación formal e informal; e) La educación en derechos humanos ha permitido un fortalecimiento de las democracias; f) El tema de la educación en derechos humanos como elemento esencial de la construcción de la Cultura de Paz se ha incluido en las agendas nacionales y regionales al más alto nivel. Son importantes los avances efectuados en América Latina en relación con la educación en derechos humanos tras los procesos democratizadores 28.RODRÍGUEZ, Dina (2000) The Role of Human Rights Education in building a Culture of peace in Latin America. University for Peace, Costa Rica. 240 sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo producidos en la región, tal como señalan los respectivos informes elaborados, desde el año 2002 hasta la fecha, por el Instituto Interamericano de Derechos Humanos29 y que revelan: 1. Un crecimiento progresivo del número de países que han incorporado en sus Constituciones y leyes nacionales los principios y los fines relativos a la educación en derechos humanos, con la consiguiente puesta en marcha de importantes reformas educativas. 2. Un avance considerable en materia de derechos humanos y su implicación en materia educativa al ser ratificados progresivamente los instrumentos internacionales, de manera que esta educación se ha desarrollado y especializado a favor de los sectores sociales más vulnerables: mujeres, niños, pueblos indígenas, discapacitados...; 3. La asunción del concepto de educación en derechos humanos en su perspectiva transversal del derecho a la educación, presente tanto en la educación formal como en la educación informal. 4. Un nivel relativamente alto de dispersión teórica en la definición de los contenidos con las consecuencias metodológicos y pedagógicas que esto representa, aunque cabe destacar la incorporación, cada vez con mayor importancia, de contenidos referidos a valores relativos a la convivencia entre las naciones y la solidaridad internacional. Uno de los progresos más notables es la inclusión de la perspectiva de equidad de género, así como un mayor reconocimiento y valorización de la diversidad racial o étnica de la población nacional y del continente en general. 5. Aunque existen, en algunos países, normas legales, ninguna de ellas establece que la formación en este campo constituya un requisito expreso para el ejercicio docente, siendo la formación inicial dispersa pese a que en algunas asignaturas incluyan contenidos relacionados directamente con derechos humanos y democracia. No obstante, la formación permanente del profesorado ha alcanzado un aumento significativo en relación con los esfuerzos realizados en la década de los noventa. Actualmente, las autoridades educa- 29.Los países a los que se hace referencia son: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Surinam, Uruguay y Venezuela. Para saber más sobre el contenido de los informes: http://www.iidh.ed.cr/ la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo... 241 tivas, en casi todos los países, realizan esfuerzos continuados para que el profesorado activo adquiera un conocimiento preciso de los principios, contenidos y metodologías de la Educación en derechos humanos. 6. Pese a que es tardía la adopción de Planes Naciones30 de Derechos Humanos y, en su caso, de Educación en Derechos respecto de lo propuesto en los planes de acción de la Declaración de Viena (1993) y del Decenio de la Educación en Derechos Humanos (1994) se están realizando grandes esfuerzos en este sentido. 2.3. La educación en Derechos Humanos (edh) y la educación para la ciudadanía democrática (ecd) en Europa La ECD y la EDH han sido prioritarias para el Consejo de Europa desde 1997. La organización ha puesto en marcha toda una serie de iniciativas y medidas en los Estados miembros para apoyarlas31. Entre las resoluciones adoptadas es importante señalar la Recomendación (1401 de 1999) de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa sobre la educación en las responsabilidades de la persona que reconoce que la educación es uno de los mejores medios de prevenir la actitudes negativas hacia los demás y de construir la cultura de paz entre todos los grupos de la sociedad. Dicho esto, examinemos brevemente la situación de ambas educaciones en el ámbito de este organismo regional. 30.La EDH está incluida en los Planes Nacionales de Derechos Humanos de seis países: Brasil, Bolivia, Ecuador, México, Perú y Venezuela. Así mismo, los contenidos de derechos humanos se incluyen en los Planes de Educación de Bolivia, Brasil, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, México, Nicaragua y República Dominicana. Existiendo Planes Naciones de Educación en Derechos Humanos en Brasil, Colombia, Ecuador, El Salvador, México y República Dominicana Recomiendo al lector la lectura del Plan Nacional de Educación en Derechos Humanos de Brasil, Colombia y México. Sobre el Plan Nacional de educación en derechos humanos de Brasil véase en http://www.presidencia.gov.br/sedh. htm. 31.http://www.coe.int/edc/fr 242 sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo 2.3.1. La Educación en Derechos Humanos32 Son muchas las resoluciones, declaraciones y recomendaciones adoptadas por el Consejo de Europa referidas al papel que la educación debe desempeñar en los sistemas educativos de los Estados miembros. Conscientes de la necesidad de reafirmar los valores de la democracia cara a la intolerancia, los actos de violencia y el terrorismo se adoptó en 1985 una Recomendación sobre el aprendizaje y la enseñanza de los Derechos Humanos en las escuelas europeas. Las sugerencias anexas a la recomendación sirvieron para establecer programas y reformas en los últimos años. Los trabajos del Consejo de Europa sobre la promoción de la educación y de la información relativa a los derechos humanos, especialmente contra el racismo, la xenofobia y la discriminación en las escuelas (infantiles, primarias y secundarias) se han desarrollado bajo la responsabilidad del Consejo de Cooperación Cultural en dos períodos. En el primero (1978-1986) se organizaron dos reuniones de expertos intergubernamentales, seis seminarios europeos y cuatro estudios. En el segundo periodo, dirigido a la difusión y aplicación de la enseñanza y aprendizaje de los derechos humanos se organizaron seis seminarios que abordaron ampliamente los desafíos de esta educación para los sistemas educativos europeos. Estas etapas, orientadas principalmente desde la perspectiva intercultural de la educación, fueron completadas desde 1997 por el proyecto sobre la educación para la ciudadanía democrática33 tratando de favorecer el desarrollo de iniciativas pedagógicas nuevas basadas en la participación en el seno de los centros educativos, así como en otros contextos de aprendizaje. Al periodo exploratorio del proyecto (19972000) le sigue una nueva etapa que, basándose en sus resultados, pretende ser más operativo tanto en el ámbito de las prácticas educativas como en el de las políticas concretas. En síntesis, Best ofrece los principales 32.Para ampliar este apartado remitimos al lector a: TUVILLA, José (1998) Educación en derechos humanos. Hacia una perspectiva global, Bilbao. De interés también: STARKEY, Hugh. (1994) «La enseñanza de los derechos humanos. El trabajo del Consejo de Europa», en TUVILLA, José La Escuela: Instrumento de paz y solidaridad. MCEP, Sevilla. 33.Recomendamos al lector algunos documentos publicados por el Consejo de Cooperación Cultural, entre ellos: VELDHUIS, Ruud. (1997) Education à la citoyenneté démocratique; concepts de base et compétences-clés, Strasbourg, Consejo de Europa (DECS/CIT (97) 23); VERDANA (2000), Stratégies pour aprendre la citoyenneté démocratique, Strasbourg, Consejo de Europa (DECS/ EDU/CIT (2000) 16). la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo... 243 ejes que durante estos últimos años han sido establecidos y que están incluidos en numerosas publicaciones del Consejo de Europa:34 1. La educación en los derechos humanos constituye una de las finalidades educativas de los sistemas educativos europeos; 2. La importancia de la vida escolar y del clima de la comunidad educativa en este tipo de educación; 3. La necesidad de aprender nociones y conceptos así como de abordar los textos fundamentales en clase; 4. Los lazos comunes entre paz, derechos humanos, derechos de los pueblos, comprensión internacional y sus respectivas educaciones; 5. La dimensión intercultural de la educación como reveladora del respeto de los derechos humanos; 6. La importancia de los medios de comunicación y las NTI en la educación de la democracia; 7. La necesaria formación del profesorado en la materia; 8. Las actividades de intercambio e interculturales dirigidas sobre la base de los derechos humanos. 2.3.2. La Educación para la Ciudadanía Democrática A finales de los años 90, la Educación para la Ciudadanía Democrática (ECD)35 se convierte en el objetivo común de las políticas educativas europeas gracias al papel impulsor del Consejo de Europa. Este objetivo 34.BEST, F (1992) Pour l´éducation aux drots de l´homme. Conseil de l´Europe. CCC, Strasbourg. 35.Para una mayor información, remitimos al lector a: BÎRZÉA, César. (2004) «Les politiques de l´ECD en Europe. Une Synthèse». En éducation à la citoyenneté démocratique 2001-2004. Edita: Consejo de Europa, Strasbourg ( (DGIV/EDU/CIT (2004) ) . El informe presentado tiene algunas limitaciones debido a : 1/ Dificultad de determinar las responsabilidades en materia educativa, especialmente en aquellos Estados federales o autonómicos; 2/ Utilización solo de los documentos oficiales; 3/ Han sido abordados sólo algunos aspectos de las políticas educativas; 4/ Los estudios se apoyan a veces en fuentes indirectas; 5/ Ausencia del impacto de las políticas de ECD. De interés también: TORNEYPURTA, Judith Y HENRY BARBER, Carolyn. (2004) Democratic School Participation and Civic Attitudes among European Adolescents: Analysis of Data from the IEA Civic Education Study. Consejo de Europa, Strasbourg. (DGIV/EDUT/ CIT (2004) 40). 244 sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo prioritario de las políticas y reformas educativas encuentran su fundamentación en la Resolución de la conferencia permanente de Ministros de Educación (Cracovia, 2000) y en la Recomendación (2002)12 del Comité de Ministros de Educación relativa a la ECD36. Después de la Segunda cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno (1997) la ECD es objetivo común de la política educativa europea, definida como el conjunto de prácticas y principios dirigidos a preparar mejor a los jóvenes y adultos para participar activamente en la vida democrática asumiendo y ejerciendo los derechos y responsabilidad en la sociedad. Las políticas educativas en materia de ECD han conducido a un tipo concreto de acción, inducido por las declaraciones y principios que conllevan una determinada práctica en distintos ámbitos: sociedad en su conjunto, sistema educativo, organización de los centros educativos, currículo formal, no formal e informal, así como en la elaboración de materiales escolares. La Educación para la Ciudadanía Democrática en Europa se caracteriza por: 1. La ECD es un objetivo educativo entre otros, pero desde la Conferencia Ministerial de Cracovia es un objetivo prioritario en el conjunto de políticas educativas europeas; 2. Cualesquiera que sea el sistema educativo, la ECD está inserta en el orden del día de las políticas educativas públicas en el conjunto de países. No obstante, existen diferencias debidas a la adopción del enfoque conceptual. De manera que junto al concepto global —educación formal, informal y no formal— propuesto por el Consejo de Europa que integra términos diversos (educ. política, educ. democracia, educ. para la paz, educ. en derechos humanos, etc.), existe un enfoque restringido al referirse exclusivamente a la «instrucción cívica» que designa únicamente las materias escolares o la parte del currículo formal dedicado a la ECD; 3. En general, las políticas educativas europeas de ECD aspiran a: Favorecer el ejercicio de derechos y deberes expresados en las 36.Existe una amplia diversidad de términos para referirse a la ECD. Así por ejemplo: Educación política ( Alemania), Educación Cívica (Francia), Educación para la ciudadanía ( Reino Unido), Educación social (Estonia), Desarrollo personal y social ( Portugal) y Ciencias sociales (Dinamarca). la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo... 245 constituciones nacionales; Ayudar a adquirir las competencias necesarias para la participación ciudadana: ciudadanos responsables / ciudadanos organizados ( sociedad civil); Ampliar el interés por los cambios e innovaciones pedagógicas e impulsar las iniciativas de base; Fomentar un enfoque holístico de la educación integrando en las políticas educativas tanto el aprendizaje no formal como el aprendizaje informal. Para concluir este apartado, nos referiremos al informe presentado por Bîrcéa37 (2004) que analiza la situación de la ECD en el periodo 2001-2004, en los siguientes ámbitos: Política deseada (nivel de las declaraciones de intenciones) La ECD aparece como objetivo político común a todos los sistemas educativos públicos de Europa que —con independencia de la terminología empleada las declaración de intenciones— presentan rasgos comunes en todos los países, inspiradas en las resoluciones y recomendaciones del Consejo de Europa. Declaraciones integradas en los textos o documentos generales sobre la política educativa concreta de cada país y que justifican la ECD por la necesidad de mejorar la democracia en los países europeos con miras a paliar el déficit o erosión de su capital cívico. La ECD es considerada como un instrumento de consolidación de la democracia ya que de ella depende que los ciudadanos asuman sus compromisos cívicos. No obstante, pese a esta voluntad política manifiesta, dichos discursos carecen de líneas claras de acción, de métodos específicos o de actuaciones prácticas concretas, quedándose sólo en definir las grandes finalidades educativas de esta educación. Política definida (marco normativo y contextual) La ECD es definida a través de los correspondientes instrumentos normativos que se concretan en el currículo oficial. Es decir, tanto en las leyes constitucionales donde la ECD encuentra su fundamento y los principios básicos de esta educación (derechos humanos, democracia pluralista y preeminencia del derecho) como en las leyes educativas que contienen, según los casos, dos tipos de referencias a la ECD bien desde el enfoque integrador de un aprendizaje a lo largo de toda la vida (educación formal, no formal e informal) expresado en el preámbulo de la ley o en un capítulo específico ( Ej.: Dinamarca, Finlandia, Alemania, Hungría, Italia, Países 37.BIRZEA, César. (2004). 246 sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo Bajos, Noruega, Polonia, Portugal, Rumania, Turquía) o bien desde un enfoque que reduce la ECD a la instrucción cívica limitada al currículo formal de la educación formal ( caso de Austria, Chipe, Letonia o Luxemburgo). El lugar de la ECD en el currículo formal es diverso introducido de distintas formas ( a través de una materia específica con tiempos y contenidos propios, en los llamados ejes transversales, incluida en materias específicas o con fórmulas mixtas ) y con distintas denominaciones. Pese al lugar preponderante acordado para la ECD un análisis exhaustivo revela un lugar insuficiente en el currículo. Esto es debido bien a que ocupa un lugar secundario en relación con las materias tradicionales, bien porque las horas dedicadas a la ECD son insuficientes (1-2 horas), en ocasiones porque tiene, a menudo, un estatus no obligatorio en el currículo o porque en algunas materias integradas no se abordan suficientemente aspectos de esta educación. En resumen, los documentos oficiales del currículo no contienen referencias a todas las competencias básicas de la ECD. Política aplicada (desafío de la práctica educativa) El informe señala Las políticas de ECD no pueden ponerse en práctica sin la participación efectiva de los docentes. Por ello han de superarse los siguientes desafíos: 1/ Necesidad de una formación inicial y permanente del profesorado en ECD. La mayoría de las veces estas actividades formativas son fruto de las experiencias, buenas prácticas de los centros o de proyectos escolares específicos y no de una planificación general diseñada dentro de un marco general de acción gubernativa; 2/ Necesidad de mejorar la organización escolar pues las mejoras recientes de los sistemas educativos europeos están ligados a los aspectos más significativos de la ECD relativos a los aspectos de organización y gestión escolar basados en la descentralización, la participación, la democratización de la vida escolar y las relaciones estrechas entre escuela y comunidad; 3/ Necesidad de implementar políticas efectivas que favorezcan la ECD a lo largo de toda la vida de manera que se integren la educación formal, no formal e informal. En conclusión, existe una brecha abierta entre las buenas intenciones expresas en las declaraciones y normas y la práctica real de la ECD que conlleva dos riesgos. Por un lado, desatender las líneas prioritarias de las políticas educativas en esta materia y, por otro, no posibilitar los medios y recursos necesarios para la implementación de la ECD. Pese a que esta educación encuentra, actualmente, su pilar principal en la educación formal, comienza a despegar y concretarse un enfoque más diversificado que sugiere y requiere de la implicación de otros agentes sociales. la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo... 247 2.4. La Cultura de Paz y la Educación para la Paz y los Derechos Humanos en España La lectura de los principios que sustentaron la Reforma educativa española de los años 90, contenidos en la Constitución de 1978, nos lleva a considerar la Declaración Universal de los Derechos Humanos como uno de sus ejes vertebradores y la clave que nos permite encontrar elementos de convergencia entre todos los ejes transversales propuestos entonces. La Ley Orgánica del Derecho a la educación (LODE) de 1985 desarrolló el derecho a la educación reconocido en el artículo 27 de nuestra Carta Magna asignando a la actividad educativa fines consustanciales con la educación como el pleno desarrollo de la personalidad del alumno y otros relacionados directamente con los valores que hemos venido refiriendo en este trabajo. De especial interés para nosotros son los siguientes: — La formación para la paz, la cooperación y la solidaridad entre los pueblos. — La formación en el respeto de los derechos y libertades fundamentales y en el ejercicio de la tolerancia y de la libertad dentro de los principios democráticos de convivencia. Es obvia la influencia del marco legal y de las directrices educativas de los organismos internacionales en el planteamiento de aquella Reforma que opta por una educación en valores con una fuerte función personalizadora tendente a la formación de la personalidad y de la autonomía para que las personas puedan tomar, dentro de nuestro contexto social, sus propias opciones preferenciales. Es decir, opta por una función no sólo socializadora sino también transformadora o liberadora de la educación dentro de un proyecto concebido globalmente en el que la educación cívica o moral está en total armonía y conexión con los demás componentes de los procesos del desarrollo humano. Idea expresada en el Proyecto para la Reforma de la Enseñanza (1987) donde leemos: «Por tanto, es pertinente considerar que, aunque reflejo de la sociedad donde se inserta y a la que sirve con funciones reproductoras, la educación puede, a su vez, actuar sobre la sociedad misma, para modificar su rumbo y sus reglas de convivencia. La posibilidad de que la educación pueda contribuir al cambio de la sociedad, al incremento de la calidad de la vida, del bienestar individual y colectivo, de la convivencia y de la solidaridad, es la apuesta esperanzada de quienes aspiran a un porvenir 248 sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo mejor y trabajan por él en el campo de la educación (...). La escuela ha de ser, ella misma, un lugar donde se convive en la tolerancia y la igualdad, contribuyendo así, antes aún que con los conocimientos, a iniciar la vida social y democrática de niños y jóvenes. Una escuela integradora para todo, sin discriminaciones por razón de sexo, de origen social o de aptitudes. Sin embargo, reivindicar una escuela igualitaria no significa reclamar la uniformidad para todos sus alumnos sino que supone educar en el respeto de las peculiaridades de cada estudiante y en la estima por la diversidad, el pluralismo y la tolerancia». El Libro Blanco para la Reforma del Sistema Educativo (1989), en su capítulo primero, hará más evidente la relación del derecho a la educación en la Constitución y en la LODE. En el Preámbulo de la LOGSE se reconoce que «la educación permite, en fin, avanzar en la lucha contra la discriminación y la desigualdad, sean éstas por razón de nacimiento, raza, sexo, religión u opinión, tengan un origen familiar o social, se arrastren tradicionalmente o aparezcan continuamente con la dinámica de la sociedad». Fines que en su totalidad se reproducen en el artículo 1 de la LOGSE de 1990 que configuraron la nueva imagen de nuestro sistema educativo donde la actividad educativa (considerada como el conjunto de actividades que realiza la comunidad educativa y no sólo la actividad dentro del aula) debe atender a los valores y principios de: formación personalizada, participación y colaboración de los padres, igualdad de derechos, desarrollo de capacidades creativas y espíritu crítico, hábitos de comportamiento democrático, autonomía pedagógica... La actual Ley Orgánica de Educación (2006) establece en su Preámbulo que «la educación es el medio más adecuado para garantizar el ejercicio de la ciudadanía democrática, responsable, libre y crítica, que resulta indispensable para la constitución de sociedades avanzadas, dinámicas y justas». Tres son los principios fundamentales que presiden esta Ley: El primero consiste en la exigencia de proporcionar una educación de calidad a todos los ciudadanos de ambos sexos, en todos los niveles del sistema educativo. El segundo principio consiste en la necesidad de que todos los componentes de la comunidad educativa colaboren para conseguir ese objetivo tan ambicioso. La combinación de calidad y equidad que implica el principio anterior exige ineludiblemente la realización de un esfuerzo compartido. El tercer principio que inspira esta Ley consiste en un compromiso decidido con los objetivos educativos planteados por la Unión Europea para los próximos años. El proceso de construcción la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo... 249 europea está llevando a una cierta convergencia de los sistemas de educación y formación, que se ha traducido en el establecimiento de unos objetivos educativos comunes para este inicio del siglo XXI. La LOE introduce sustanciales cambios respecto a las leyes anteriores, una de las principales novedades, en cuanto al currículo, consiste en situar la preocupación por la educación para la ciudadanía en un lugar muy destacado del conjunto de las actividades educativas y en la introducción de unos nuevos contenidos referidos a esta educación que, con diferentes denominaciones, de acuerdo con la naturaleza de los contenidos y las edades del alumnado, se impartirá en algunos cursos de la educación primaria, secundaria obligatoria y bachillerato. Su finalidad consiste «en ofrecer a todos los estudiantes un espacio de reflexión, análisis y estudio acerca de las características fundamentales y el funcionamiento de un régimen democrático, de los principios y derechos establecidos en la Constitución española y en los tratados y las declaraciones universales de los derechos humanos, así como de los valores comunes que constituyen el sustrato de la ciudadanía democrática en un contexto global. Esta educación, cuyos contenidos no pueden considerarse en ningún caso alternativos o sustitutorios de la enseñanza religiosa, no entra en contradicción con la práctica democrática que debe inspirar el conjunto de la vida escolar y que ha de desarrollarse como parte de la educación en valores con carácter transversal a todas las actividades escolares. La nueva materia permitirá profundizar en algunos aspectos relativos a nuestra vida en común, contribuyendo a formar a los nuevos ciudadanos» (Preámbulo de la LOE)38. Es de esperar que esta Ley supere los déficit educativos en material curricular relativa a los derechos humanos, puestos de manifiestos por algunas ONGs españolas como Amnistía Internacional en su informe (Educación en derechos humanos: asignatura suspensa, 2003) sobre la formación en las escuelas de magisterio y facultades de pedagogía y ciencias de la educación en materia de derechos humanos o como la Asociación Pro Derechos Humanos39. 38.En Educación Primaria, en uno de los cursos del tercer ciclo de la etapa, a las áreas incluidas en el currículo se añadirá la de educación para la ciudadanía y los derechos humanos, en la que se prestará especial atención a la igualdad entre hombres y mujeres. Del mismo modo esta educación se incluirá en uno de los tres primeros cursos de la Educación Secundaria. 39.Nos referimos al documento «Implantar en España una mejor educación en y para los Derechos Humanos» de 2004. 250 sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo Entre las iniciativas relativas al fomento de la Cultura de Paz es notable resaltar la Ley 21/2003, de 4 de julio, de fomento de la paz de la Generalitat de Cataluña40. Esta Ley tiene por objeto (Artículo 1) El fomento de la paz, la justicia, la igualdad y la equidad en las relaciones entre personas, pueblos, culturas, naciones y estados; la prevención y la solución pacífica de los conflictos y tensiones sociales, y el fortalecimiento y arraigo de la paz y la convivencia, valores que deben guiar la actividad de la Administración de la Generalidad y los entes locales, el establecimiento de las actuaciones que deben llevar a cabo la Administración de la Generalidad y los entes locales con el fin de promover la cultura de la paz y el diálogo intercultural e interreligioso, contribuir a la erradicación de los conflictos violentos y tratar sus causas; y el fomento de la paz que debe estar estrechamente unido a la voluntad de promover la justicia y la igualdad de oportunidades, para lo cual es necesario que la Administración promueva unos valores, actitudes, comportamientos y estilos de vida que faciliten un buen entendimiento entre las personas y entre los colectivos. En el Artículo 2 (Ámbito de aplicación) la Administración de la Generalidad y los entes locales, de conformidad con sus respectivas competencias, deben actuar en los siguientes ámbitos: a) Los derechos humanos y las libertades individuales y colectivas; b) La convivencia ciudadana, la promoción del diálogo y la solución pacífica de los conflictos; c) La enseñanza y la educación por la paz; d) Los medios de comunicación social; y e) El fomento del desarme global. A nivel Estatal, la Ley 27/2005, de 30 de noviembre, de fomento de la educación y la cultura de la paz, amparándose en el punto a.2 40.Esta Ley se estructura en tres capítulos, dos disposiciones adicionales y dos disposiciones finales. El capítulo I, de disposiciones generales, establece el objeto de la Ley y su ámbito de aplicación, tanto personal como material. El capítulo II, sobre las actuaciones para el fomento de la paz, concreta las actividades que la Administración de la Generalidad y los entes locales, en función de las respectivas competencias, deben promover para fomentar la paz en los distintos ámbitos especificados por el capítulo I. El capítulo III define la naturaleza del Consejo Catalán de Fomento de la Paz como órgano consultivo y de participación de Cataluña para el fomento de la paz, establece sus funciones, determina los representantes que han de integrarlo y remite la concreción de los demás aspectos relativos a su composición, organización y funcionamiento a la regulación reglamentaria. Finalmente, establece que el Gobierno ha de presentar al Parlamento, en un plazo de cinco años, el proyecto de creación en Cataluña de un instituto internacional por la paz o de la estructura organizativa que se considere más adecuada para la contribución al fomento de la paz. la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo... 251 del Programa de Acción sobre una Cultura de la Paz, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1999, establece una serie de medidas destinadas al ámbito educativo y de la investigación, con el objeto de establecer la cultura de paz y no-violencia en la sociedad española. Para ello, España resolverá sus controversias internacionales de acuerdo con la Carta de Naciones Unidas y los instrumentos jurídicos internacionales, colaborando en el fortalecimiento de la Paz y Seguridad Internacional, la Cooperación y los Derechos Humanos. Correspondiendo al gobierno español la promoción de la paz a través de iniciativas de solidaridad, culturales y de investigación, de educación, de cooperación y de información. Y estableciendo mecanismos de colaboración con las Comunidades Autónomas, las Entidades Locales, así como con otros entes y organismos del propio Estado, además de contemplar convenios de colaboración con los organismos internacionales, las entidades y ONGs más significativas en el ámbito de la paz. Para alcanzar los fines propuestos, el Artículo 2, establece que corresponde al Gobierno: 1. Promover que en todos los niveles del sistema educativo las asignaturas se impartan de acuerdo con los valores propios de una cultura de paz, y la creación de asignaturas especializadas en cuestiones relativas a la educación para la paz y los valores democráticos. 2. Impulsar, desde la óptica de la paz, la incorporación de los valores de no violencia, tolerancia, democracia, solidaridad y justicia en los contenidos de los libros de texto, materiales didácticos y educativos, y los programas audiovisuales destinados al alumnado. 3. Promover la inclusión como contenido curricular de los programas de educación iniciativas de educación para la paz a escala local y nacional. 4. Combinar la enseñanza dentro del sistema educativo con la promoción de la educación para la paz para todos y durante toda la vida, mediante la formación de adultos en los valores mencionados. 5. Colaborar con la Organización de Naciones Unidas, en la promoción de Institutos Universitarios Especializados. 6. Promover un incremento del conocimiento público y de la enseñanza del Derecho Internacional humanitario y de la legislación sobre Derechos Humanos. 7. Promover la formación especializada de hombres y mujeres en técnicas de resolución de conflictos, negociación y mediación. 252 sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo 8. Promover las tareas de construcción de la paz en áreas de conflicto con la participación de personal especializado. 9. El Gobierno creará los mecanismos de consulta periódica con la sociedad civil y la vinculada y asociada con los movimientos de la Paz para el adecuado cumplimiento de las disposiciones contenidas en la presente Ley. 2.5. Aportaciones desde Andalucía Entre las iniciativas autonómicas de promoción de la Cultura de Paz son de destacar las realizadas desde Andalucía41, especialmente, por la relación con nuestra temática, con el Plan Andaluz de Educación para la Cultura de Paz y la Noviolencia, puesto en marcha en el curso escolar 2001-2002 por la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía que constituye una experiencia única en el ámbito del sistema educativo español. Este Plan contiene un conjunto de medidas coordinadas dirigidas al conjunto de actores sociales con responsabilidad en materia educativa, se guía por unos principios generales sostenidos tanto por el ordenamiento y marco jurídico español y andaluz como por los instrumentos y recomendaciones internacionales, se desarrolla a través de diferentes y diversificados programas y en conjunto constituye un instrumento eficaz para fomentar la calidad en igualdad de la educación. Cuatro ideas básicas sostienen su fundamentación teórica: 1/ La educación es un importante factor de progreso, de cohesión social y de desarrollo; 2/ La educación permite humanizar la globalización aprovechando sus oportunidades y reduciendo sus efectos negativos; 3/ La educación es un importante instrumento para construir una cultura que responde al derecho humano a la paz; 4/La educación para la cultura de paz, desde un modelo ecológico y preventivo, aumenta los factores de protección contra todo tipo de violencia y favorece la mejora de la convivencia a través de la regulación pacífica de los conflictos. Estas ideas o líneas generales se concretan en tres principios orientadores: Promover la paz como acción colectiva e individual; Saber 41.MUÑOZ, Francisco A.; HERRERA FLORES, Joaquín; MOLINA RUEDA, Beatriz y SÁNCHEZ FERNÁNDEZ, Sebastián (2005) Investigación de la Paz y los Derechos Humanos desde Andalucía. Granada, Editorial Universidad de Granada, Colección Eirene. la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo... 253 convivir con los conflictos y proponer soluciones creativas y pacíficas a los mismos; Detener, disminuir y prevenir las manifestaciones de la violencia. Se trata en definitiva de desarrollar y articular un programa integral de acciones que —como expresa el propio texto del Plan— aúne los esfuerzos que desde distintos ámbitos se vienen realizando algunos de ellos incluidos en otros Planes de la Consejería de Educación. Seis son los objetivos que este Plan persigue: mejorar la convivencia en los centros educativos mediante el conocimiento y puesta en práctica de estrategias de negociación, regulación y solución pacífica de los conflictos; apoyar a los centros educativos en la elaboración, desarrollo y evaluación de proyectos educativos integrales de Educación para la Cultura de Paz; dotarles de los recursos necesarios; fomentar la participación de todos los sectores de la comunidad educativa, mediante el impulso de acciones educativas coordinadas; promover la colaboración institucional mediante la difusión de la Cultura de Paz como base esencial del aprendizaje de los valores democráticos y el ejercicio de una ciudadanía responsable; y, por último, promover la acción de la investigación sobre la Cultura de Paz y Noviolencia. En síntesis, cuatro son los ámbitos de actuación de este Plan: El aprendizaje de una ciudadanía democrática; La educación para la paz y los derechos humanos; La mejora de convivencia escolar; La prevención de la violencia a través del aprendizaje de estrategias de mediación y resolución pacífica de los conflictos. Tres han sido los grandes ejes de actuación llevados a cabo hasta el momento (2001-04) en la puesta en marcha del Plan Andaluz de Educación para la Cultura de Paz y Noviolencia: 1. Desarrollo normativo: A través de diferentes órdenes y decretos se ha implantado este Plan en los ámbitos de desarrollo curricular en Educación Secundaria y Bachillerato, estructura y funcionamiento de la orientación educativa, funciones de la inspección educativa, creación de gabinetes provinciales de asesoramiento a la convivencia y la cultura de paz, fomento de la investigación sobre la paz, impulso y desarrollo de actuaciones por las asociaciones de padres y madres del alumnado y por las asociaciones de estudiantes, promoción de proyectos educativos integrales y creación de una Red de centros específica, etc. 2. Coordinación, planificación, desarrollo, seguimiento y valoración: Junto a la existencia de un coordinador regional del Plan, se han creado en cada provincia andaluza una Comisión de Planificación 254 sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo y Seguimiento constituida por todos los servicios educativos y representantes de los centros educativos que tiene entre otros objetivos la elaboración de un Plan Anual de Actuación; así mismo se ha creado la coordinación del Área de asesoramiento a la función Tutorial y convivencia dentro de los Equipos Técnicos de Orientación Educativa con funciones exclusivas de desarrollo de programas de acción Tutorial, educación en valores y cultura de Paz. 3. Desarrollo de objetivos y de medidas: exposición itinerante «La paz en tiempos de guerra» por las ocho provincias andaluzas, concurso escolar «La paz en tus manos», cursos y jornadas de formación del profesorado, puesta en marcha de programas de mediación, puesta en marcha del Programa de Evaluación del Clima de centros y convivencia escolar, celebración del I Congreso Hispanoamericano de Educación y Cultura de Paz, publicación de materiales didácticos y de obras de divulgación, impulso y apoyo a la Red de Escuelas Asociadas a la UNESCO, difusión de experiencias educativas a través del programa «El Club de la Ideas» de Canal Sur TV, concesión de cinco becas de investigación, ayudas económicas para realización de actividades extraescolares y complementarias. Como desarrollo de la puesta en marcha del Plan Andaluz de Educación para la Cultura de Paz hay que destacar: 1. La creación del Área de Apoyo a la Función Tutorial del profesorado y de Asesoramiento sobre la Convivencia Escolar dentro del ETPOEP a través del Decreto 39/2003 de 18 de febrero (BOJA núm. 36 de 21 de febrero de 2003); 2. La realización de tareas relacionadas con la mediación, resolución y regulación de conflictos en el ámbito escolar asignadas a los orientadores y orientadoras funcionarios y laborales que presten sus servicios en los Equipos de Orientación Educativa. (Artículo 9.1 de la Orden de 23 de julio de 2003- BOJA núm. 155 de 13 de Agosto de 2003); 3. La Orden de 4 de septiembre de 2002, por la que se aprueba el Plan General de Actuación de la Inspección Educativa de Andalucía para los cursos académicos 2002-2003 y 2003-2004 (BOJA 28 Septiembre 2002 página núm.19017). De interés el contenido del Objetivo 2 que establece como actuación prioritaria la supervisión la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo... 255 de la inspección de la coherencia entre los elementos que integran la organización escolar y el clima de convivencia de los centros que imparten ESO.; 4. Las actividades formativas desarrolladas por los Centros del profesorado en el marco de sus planes anuales; 5/ La convocatoria de ayudas para el desarrollo de actividades relacionadas con los ámbitos del Plan destinadas a las AMPAS y asociaciones de estudiantes; 5. La Ley Andaluza de Universidades aprobada por el Pleno del Parlamento en sesión celebrada los días 10 y 11 de diciembre de 2003 (Orden de publicación de 16 de diciembre de 2003), expresa en su Capítulo I referido al estudio, docencia e investigación del Título III, en su artículo 53.2 lo siguiente: «De manera singular, los programas de financiación universitaria condicionada contemplarán ayudas a programas universitarios que estén orientados a favorecer la consecución de los objetivos anteriores así como a todas aquellas actuaciones de las Universidades destinadas a desarrollar iniciativas en favor del desarrollo económico y social de Andalucía, la sostenibilidad ambiental y el desarrollo de las energías alternativas no contaminantes, la articulación del territorio andaluz, la difusión e internacionalización de la ciencia, la cultura, el arte y el patrimonio de Andalucía, la cooperación al desarrollo, interculturalidad, fomento de la cultura para la paz y la no violencia, de las políticas y prácticas de igualdad y muy especialmente las de género, y atención a colectivos sociales especialmente desfavorecidos». Pero no cabe duda que una de las medidas de este Plan más interesantes es la «Red Andaluza Escuelas: Espacio de Paz» constituida por aquellos centros que desarrollan un proyecto integral desde el enfoque de la Educación para la Cultura de Paz, implican en sus procesos participativos a toda la comunidad educativa, constituyéndose en verdadera comunidad de aprendizaje y aplican estrategias de mejora de la convivencia y de prevención a través de la resolución pacífica de los conflictos 42. 42.Esta Red, en el curso escolar 2003-04, estaba constituida por 354 centros educativos que desarrollaron 305 proyectos unicentro, 13 proyectos intercentros con implicación de varios centros educativos de una misma localidad o zona y 15 proyectos en centros concertados. En esta Red inicial participaron 4.353 profesores/ as y 1.052 miembros de la Comunidad Educativa con la implicación directa de 1.221 instituciones del entorno. En la convocatoria regulada por las Ordenes de 9 y 10 de Febrero de 2004 para los cursos 256 sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo Cabe destacar también por su reciente aprobación por el Gobierno andaluz y sus importantes novedades el Decreto 19 /2007, de 23 de enero, por el que se adoptan medidas para la promoción de la Cultura de Paz y la mejora de la convivencia en los centros educativos sostenidos con fondos públicos43. Entre sus aportaciones, resultan relevantes para nuestro estudio las siguientes: Como actuaciones prioritarias para la promoción de la convivencia en los centros educativos se indican los planes de convivencia, las comisiones de convivencia y las aulas de convivencia; Se potencian las tutorías y la orientación, y los centros con especiales problemas tendrán un tratamiento específico: un menor número de alumnos por aulas y la incorporación de educadores sociales, cuya labor será la intermediación entre los profesores y las familias; Habrá especial atención a la protección de los centros y asistencia jurídica y psicológica a los profesores que hayan sufrido agresiones.; Se crea la figura del delegado de padres, con funciones de mediación, para cada grupo de la enseñanza obligatoria; Se prevén medidas correctivas, que contemplan el apercibimiento oral, el cambio de grupo, la suspensión de asistencia a clase durante determinados periodos y el cambio de centro; Los centros contarán con protocolos de actuación para detectar las situaciones de riesgo e intervenir rápidamente; Se dedica un apartado específico para la formación de los miembros de la comunidad educativa (alumnado, profesorado, familias) en los ámbitos de la educación para la cultura de paz y mediación y resolución pacífica de conflictos; Se crean los denominados compromisos de convivencia, que deberán suscribirse entre el centro y las familias de los alumnos con problemas de conducta, con el objetivo de asegurar la colaboración de los padres en la 2004-2006 que impulsan el desarrollo de proyectos integrales «Escuela: Espacio de Paz» a través de ayudas y reconocimiento a los centros andaluces sostenidos con fondos públicos, con excepción de los universitarios, han participado un total de 815 centros, a través de la presentación de 708 proyectos. Posteriormente, la Red estuvo integrada por un total de 801 centros en los que participabann a través de proyectos integrales 274.359 alumnos/ as, 11.807 profesores/ as, 5.604 miembros de las respectivas comunidades educativas y 3.421 instituciones, asociaciones y colectivos sociales del entorno de los colegios e institutos. En la actualidad está formada por 1.600 centros, de los que 914 realizar proyectos unicentro y 115 proyectos intercentros en centros públicos, participando 131 centros privados concertados. Respecto a la convocatoria anterior se habían sumado 799 centros más, lo que supone un aumento del 99,7%. En la actualidad, la red está constituida por más de 1.700 centros. Para saber más: http://www.juntadeandalucia.es/educacion/convivencia 43.B.O.J.A. nº 25, de 2 de febrero la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo... 257 aplicación de las medidas correctoras que se propongan; Se contempla la creación de de los Gabinetes Provinciales de la Convivencia Escolar, así como el impulso de la Red Escuela, espacio de paz; También se crea un Observatorio para la Convivencia Escolar como órgano consultivo de la Consejería de Educación. También hay que señalar la aprobación de la Ley de Educación de Andalucía44, que establece como principios del sistema educativo andaluz ( Artículo 3), entre otros, los siguientes: f) La convivencia como meta y condición necesaria para el buen desarrollo del trabajo del alumnado y del profesorado, la promoción de la cultura de paz y no violencia en todos los órdenes de la vida, el respeto a los demás, la tolerancia con las diferencias legítimas y la búsqueda permanente de fórmulas para prevenir los conflictos y resolver pacíficamente los que se produzcan en los centros docentes; i) La democracia, sus valores y procedimientos, como principio que orienta e inspira las prácticas educativas y el funcionamiento de los centros docentes, así como las relaciones interpersonales y el clima de convivencia existente en los mismos. Esta Ley se inspira en uno de los objetivos básicos de la Comunidad Autónoma de Andalucía de acuerdo con su Artículo 10.3, párrafo 22 (El fomento de la cultura de la paz y el diálogo entre los pueblos). 3. PROPUESTAS PARA TRABAJAR E INVESTIGAR LA EDUCACIÓN DESDE LA PERSPECTIVA DE LA PAZ IMPERFECTA De los análisis anteriores se deduce claramente que los temas educativos representan un amplio campo de trabajo y de estudio para los investigadores para la paz y los derechos humanos. Veamos brevemente para terminar algunas sugerencias que, a modo de propuestas para el debate, podríamos utilizar como líneas y temas de investigación para la paz en la educación desde los enfoques que nos abre la perspectiva de la paz imperfecta.* 44.Remitimos al Portal de la Consejería de Educación: http://www.juntadeandalucia. es/educacion/portal/com/bin/Contenidos/TemasFuerza/leyde_educacion/1152793463225_lea. pdf * .N. E. Véase el capítulo «Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la Paz». 258 sebastiÁn sÁnchez fernÁndez y josÉ tuvilla rayo Como enfoque de las temáticas educativas susceptibles de ser objeto de nuestros estudios, es conveniente superar visiones extremistas y sensacionalistas, que podríamos denominar periodísticamente deseables45, sobre las realidades sociales y educativas, como la proliferación de terminología negativa asociada a las instituciones escolares, sobre todo en el tratamiento que los medios de comunicación social hacen de los problemas de convivencia y de los conflictos de las instituciones escolares.46 Del mismo modo, tenemos que evitar las percepciones angelicales de las realidades educativas que en ocasiones se nos pretenden dar desde análisis políticamente correctos. Como se propone en la ponencia marco, no se trata de ocultar las situaciones problemáticas ni negar los casos de violencia escolar, sino de estudiarlas para comprenderlas mejor, sin que esta dedicación nos dificulte seguir construyendo situaciones de paz educativa imperfecta. Es necesario focalizar nuestra atención como investigadores en las buenas prácticas docentes, relacionales y de gestión que tienen lugar en los centros educativos para hacer visibles las situaciones y experiencias pacíficas —y, por tanto, no exentas de conflictos 47— que suceden todos los días en los espacios escolares.48 En cuanto a las temáticas de estudio e investigación, algunas de las que adquieren especial relevancia desde la perspectiva de nuestros trabajos y del Proyecto de Investigación que compartimos, expuesta en la ponencia marco, podrían ser las siguientes: Las relaciones ente la sociedad, las familias y los sistemas educativos; La atención educativa a la diversidad, especialmente los enfoques interculturales de la diversidad 45.Véanse, como planteamiento contrario, las reflexiones y propuestas que se hacen en el capítulo de Miguel Vázquez sobre Guerra, propaganda y periodismo para la paz, publicado en este mismo volumen. 46.Véase HARRIS, Sandra. y PETRIE, Garth F.. (2006) El acoso en la escuela. Barcelona, Paidós. JARES, Xesús R. (2006b) «La violencia escolar en los medios», Escuela, 3728 (1505) p. 29. SÁNCHEZ, Sebastián (2005) «Las espirales de convivencia ante la espiral de la violencia», Escuela, 3674 (891), p. 2. 47.Véase el capítulo de Jorge BOLAÑOS y Alberto ACOSTA sobre «Una Teoría de Conflictos basada en la complejidad», en este mismo volumen. 48.Véase HERNÁNDEZ, Fernando (2007) «Espacios de subjetividad: qué niños y niñas contribuyen a formar la escuela primaria», Aula de Innovación Educativa nº 161: pp. 77-80. la educaciÓn, un espacio complejo y conflictivo... 259 cultural; Los estudios detallados sobre experiencias educativas pacíficas valiosas, tanto en los ámbitos académicos como sociales, laborales, etc.; Los casos de violencia que tengan lugar en los espacios educativos, con la finalidad de conocer su génesis y evolución, con la finalidad de afrontarla, disminuirla y prevenirla; Los estudios sobre algunos hitos o tópicos relevantes, como el desarrollo del Plan Andaluz de Educación para la Cultura de Paz y Noviolencia; Los componentes sociopolíticos de algunas de las iniciativas relacionadas con la Educación para la Paz y los Derechos Humanos, como las reacciones y debates generados por la asignatura de Educación para la Ciudadanía en nuestro país. En cualquier caso, los debates que vayan surgiendo dentro del Seminario mejorarán, sin duda, las propuestas iniciales que planteamos desde esta ponencia. La riqueza y la complejidad de los fenómenos educativos necesitan ser vistos y analizados desde perspectivas y enfoques inter y transdisciplinares, más allá de los propios de las áreas académicas especializadas. En este sentido, la Investigación para la Paz, sobre todo desde las aportaciones de la Paz Imperfecta, seguro que ayuda a comprender mejor la educación y a mejorar sus prácticas. 261 EL PODER POLÍTICO DE LA PAZ. LA PRESENCIA SOCIAL Y POLÍTICA DE LA PAZ Miguel Gómez Oliver Catedrático de Historia Contemporánea. Universidad de Granada. Gregorio Cámara Villar Catedrático de Derecho Constitucional. Universidad de Granada. Fernando Martínez López Catedrático de Historia Contemporánea. Universidad de Almería. Afortunadamente, y aunque sea un camino del que queda mucho trecho por recorrer, cada vez son más abundantes los estudios, análisis e investigaciones sobre la Paz abordados —como no puede ser de otro modo— desde una perspectiva multi y transdisciplinar. La propia complejidad de la Paz, que da título a este volumen es indicativo de este camino a seguir.* De los aspectos que vamos a desarrollar, la presencia social y política de la Paz, el primero está bastante más trabajado, y con seguridad, el segundo depende de forma muy estrecha de la extensión y profundización de esa Cultura de Paz que, a modo de lluvia fina, ha terminado por impregnar y calar en muy diversos ámbitos sociales como son los medios de comunicación, las ongs, las manifestaciones públicas, legislación, y las propias actuaciones políticas. N. E. Véase el capítulo «Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la Paz». *. 262 Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez 1. LA PRESENCIA SOCIAL Y POLÍTICA DE LA CULTURA DE LA PAZ Aunque sea objeto de otra ponencia, basten aquí algunas pinceladas para caracterizarlas. Se trata de una Cultura de Paz en permanente, complejo e imperfecto proceso de construcción, entendida como «la creación de nuevas formas de cultivar las relaciones entre los seres humanos y entre éstos y la naturaleza para incrementar las posibilidades humanas de vivir en paz»1. Cultura de Paz que, por un lado, constituye una alternativa a la violencia cultural y, por otro, se caracteriza por ser «una cultura de la convivencia y de la participación fundada en los principios de libertad, justicia, democracia, tolerancia y solidaridad» 2. Una cultura, por ende, que rechaza la violencia, intenta prevenir los conflictos y resolverlos por la vía del diálogo y la negociación y asegura a todos los seres humanos el pleno ejercicio de sus Derechos. Entendida así, la Cultura de Paz supone un compromiso permanente y complejo cuya extensión, tanto en la perspectiva de la creación de conciencia y sentimientos pacíficos como en la de su imbricación en una realidad social compleja y teñida de violencia, requiere de una fuerte apuesta en la Educación para la Paz dentro del sistema educativo reglado, en la opinión pública, en las agendas políticas y en la sociedad civil que debe asumir esa Cultura de Paz como uno de sus valores más preciosos. Todo lo cual fue tenido en cuenta por la ONU desde la Carta de San Francisco y explicitado por la UNESCO en el Manifiesto Cultivar la Paz del año 2000 (proclamado como el de Cultura de Paz) que da toda una serie de indicadores para su construcción: respetar todas las vidas; rechazar la violencia con un compromiso positivo con la práctica de la no violencia activa; desarrollar la capacidad de generosidad de los individuos para compartir su tiempo y sus recursos materiales; escuchar para comprendernos en la multiplicidad de voces y de culturas en que nos expresamos; preservar el planeta, lo que supone un consumo responsable y con criterios de justicia; reinventar la solidaridad y reconstruir unas sólidas relaciones entre los seres humanos. 1.MARTINEZ GUZMAN, Vicent. (2004) «Cultura para la Paz», en LOPEZ MARTÍNEZ, Mario (ed.) Enciclopedia de Paz y Conflictos. Vol. 1. Granada,. pp. 209-211. 2.TUVILLA RAYO, José. (2004) «Cultura de Paz y Educación», en MOLINA RUEDA, Beatriz y MUÑOZ, Francisco A.(ed.). Manual de Paz y Conflictos. Granada,. Pp. 387-486. el poder polÍtico de la paz. la presencia... 263 Indicadores que, por su claridad, no merecen mayor comentario por nuestra parte puesto que constituyen una poderosa convocatoria al compromiso individual y colectivo para la construcción de unas Culturas de Paz en todos lo ámbitos, incluidos por su puesto, los sociales y políticos. 1.1. Ongs y Paz Probablemente uno de los fenómenos sociales más influyente y atractivo producido en los últimos años haya sido la irrupción de las organizaciones no gubernamentales en el escenario político para desarrollar, implementar y llevar a cabo toda una serie de acciones que los Gobiernos no realizaban o, si lo hacían, era de una forma muy interesada y relacionada con sus expectativas más inmediatas o sus aspiraciones a tener un mayor peso en la esfera internacional. Su acción, centrada en la cooperación y el desarrollo, supone en primer lugar, la práctica de la solidaridad con los seres humanos más desfavorecidos en la lucha contra la pobreza. En segundo lugar, la búsqueda de la resolución pacífica de los conflictos y la lucha activa de la consecución de la paz. En tercer lugar, la defensa de los Derechos Humanos, tanto en escenarios conflictivos que los vulneran, como respecto a los sectores y colectivos más indefensos ante su conculcación (infancia, mujeres, pueblos indígenas, etc.).* En cuarto lugar, han irrumpido históricamente con fuerza en la defensa del medio ambiente y del desarrollo sostenible. Por su propia configuración, se trata de movimientos y organizaciones que tienden a la especialización de su actividad. (Por ejemplo, UNICEF, Save the Children o Fundación Padre Ferrer en la defensa de la infancia; Médicus Mundi, Veterinarios, Farmacéuticos, y Médicos Sin Fronteras en la lucha contra la enfermedad y la creación de condiciones de vida saludables; ADENA, o Green Peace en la preservación del medio ambiente y la biodiversidad). Muchas otras plantean la solidaridad internacional e interregional y no son menos abundantes las que sitúan la lucha por la Paz como su objetivo fundamental, en muchas ocasiones omnicomprensivo de su tarea por la solidaridad y el desarrollo, como pueden ser el Movimiento por la Paz el Desarme y la Libertad, la Fundación Paz y *. N. E. Véase el capítulo «Derechos Humanos, Interculturalidad y racionalidad de resistencia». 264 Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez Solidaridad, la Asamblea de Cooperación por la Paz, Mujeres de Negro, Asociación por la Paz y el Desarrollo o las Asociaciones pro Derechos humanos. Organizaciones que se especializan para lograr una mayor eficacia en su labor, pero tienen una perspectiva global en la medida en que sus objetivos últimos se dirigen al logro de un mundo más pacífico, armonioso y justo. Obviamente no se trata de una lista exhaustiva, sino indicativa de la irrupción de la sociedad civil en la tarea de la transformación del mundo y las relaciones entre los seres humanos con una perspectiva pacífica que las convierte, a mi juicio, en unas organizaciones que son constructoras de la Paz, independientemente de su carácter religioso o laico; sectorial o global y del ámbito espacial más o menos extenso de su actuación. Constructoras de la Paz por su actividad de cooperación y solidaridad, pero también porque sus campañas y la masiva participación de colaboradores de muy diversa condición social, edad, sexo, religión o raza las convierten en una formidable caja de resonancia capaz de crear conciencia de Cultura de Paz y en unos poderosos instrumentos de denuncia ante los poderes públicos de las conculcaciones de la Paz y de los Derechos Humanos en diversas zonas del mundo. No es, pues, de extrañar que muchas ONGs declaren en sus estatutos o documentos fundacionales que su principal objetivo sea fomentar la Paz y la solidaridad en todo el mundo; promover las relaciones pacíficas entre los pueblos; apoyar una política de Paz, democracia y desarrollo o luchar contra toda forma de racismo, xenofobia o discriminación de género. Una tarea compleja, difícil y comprometida en ese camino de construir una Cultura de Paz, por imperfecta que se que constituye una vía privilegiada de actuación y de presencia en la sociedad civil y en la actividad política, haciendo de la Paz una dimensión fundamental de la sociedad democrática avanzada. 1.2. La presencia de la Paz en los medios de comunicación Ciertamente, lo que destaca en los medios de comunicación es la abrumadora presencia de la violencia, los conflictos bélicos, el terrorismo internacional o, en un plano más doméstico, la impresionante escalada de acritud verbal de la lucha política en España en los últimos años. Por otra parte, las propias características y necesidades de los Mass Media influyen poderosamente en que el rasgo fundamental de noticias el poder polÍtico de la paz. la presencia... 265 y artículos de opinión sea su carácter efímero, en su sentido etimológico de «lo que solo dura un día». De modo tal que es frecuente observar cómo un suceso o un acontecimiento por brutal que sea, pasa de estar omnipresente en la prensa, radio o televisión mediante un auténtico bombardeo de planos, imágenes u opiniones en las que suelen primar las más descarnadas o espectaculares, al más absoluto de los olvidos o, como en el caso de la guerra de Irak, al tedioso —pero no por ello más espantoso— recuento diario de las víctimas de atentado o de acciones de combate, en su inmensa mayoría civiles inocentes. ** En el mejor de los casos, la presencia destacada de la violencia da lugar a que las apuestas por la paz más frecuentes en los medios de comunicación tengan que ver con la «Paz negativa»: las protestas y opiniones contrarias a la guerra y al terrorismo o contra la violencia ejercida contra mujeres y niños. Presencia de esa Paz negativa importante, sin duda alguna, por su efecto de creación de conciencia y opinión de rechazo a la violencia en sus múltiples formas, pero que, a mi juicio, resulta insuficiente en la medida en que despoja a la Paz de parte de su complejidad y puede llegar a ser fácilmente manipulable o convertible en pura retórica mediática que «siempre queda bien», pero que casi nunca sirve para poner en marcha mecanismos eficaces para la resolución pacífica de los conflictos.** Desde nuestro punto de vista, uno de los casos más claros de perversión política e ideológica lo constituyó la creación del concepto de injerencia humanitaria que sirvió para justificar la intervención militar y los bombardeos sobre Serbia durante el conflicto de Kosovo o el insoslayable desprecio a los Derechos Humanos en el conflicto de Chechenia. Un concepto que justifica la guerra para evitar, se dice, males mayores y que despierta pocas voces y menos ecos contrarios, al menos en el mundo occidental. A este respecto, posiblemente uno de los posicionamientos más firmes fuese la «Declaración a favor de la Paz de los miembros de la Universidad de Granada» con motivo de la guerra de Kosovo en 1999 3 .N. E. Véase el capítulo «Guerra, propaganda y periodismo para la Paz». .N. E. Véase el capítulo «Cultura de Paz en la Publicidad de la Admistración General del Estado». 3.El texto completo en RODRÍGUEZ ALCÁZAR, Francisco Javier (ed.) (2000). Cultivar la Paz. Perspectivas desde la Universidad de Granada. Granada. pp. 335-347. En su * * 266 Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez que denunciaba el abandono de las estrategias para la construcción de la Paz en los Balcanes por medios pacíficos y su sustitución por medios violentos, cuyo resultado fue una frágil y superficial Paz que no acabó con otras formas de violencia, exclusión o conculcación de los Derechos Humanos, por no hablar de la persistencia de situaciones de extrema miseria en el corazón de la opulenta Europa. La Declaración se pronunciaba a favor de una Paz extensa y perdurable para Kosovo y los Balcanes, defendiendo las alternativas pacíficas en ese conflictos «para que sirvan como antecedente constructivo en el futuro» y para que «esta guerra no se convierta en un funesto precedente para la regulación de los conflictos en el futuro». Terminaba reclamando la intervención de la ONU y la atención de la ciudadanía sobre la responsabilidad colectiva para convertirse en actores de la Paz. Sin duda, la guerra de Irak y su secuela casi diaria de atentados es el acontecimiento internacional de mayor presencia en los medios de comunicación. En la actualidad prácticamente toda la prensa coincide, con mayor o menor énfasis en una posición contraria al hecho bélico, una vez conocida la mentira acerca de la existencia de armas de destrucción masiva en manos del régimen de Sadam Hussein y la manipulación, por parte de la administración norteamericana de los informes de los inspectores internacionales. Sin embargo, durante la invasión el conflicto se convirtió en el mayor exponente de la controversia especialmente en España, a propósito de la intervención de nuestras tropas firmemente contestada en la calle, en el Parlamento y por parte de alguno de los medios más influyentes, mientras otros defendían a capa y espada la decisión del Gobierno presidido por Aznar. La de Irak se convirtió en nuestro país en una guerra de información y de opinión. Más adelante me referiré a este tema con mayor profundidad. Valga aquí como ejemplo señero de la apabullante presencia de la violencia y, en menor medida, de la Paz negativa en los medios de comunicación. Sin embargo, poco a poco y trabajosamente, también se abren espacios de noticias y de opinión a una concepción de la Paz positiva y de la Paz imperfecta que, aún siendo minoritarias, creo que revisten la mayor importancia para la difusión de una Cultura de Paz. En muchos momento el texto fue recogido por la revista universitaria CAMPUS y amplios extractos en el diario granadino Ideal. el poder polÍtico de la paz. la presencia... 267 de los casos que he podido examinar para este trabajo, se reflejan intervenciones y artículos de prestigiosas personalidades, entre las que destaca la del Exsecretario General de la UNESCO, Federico Mayor Zaragoza uno de los adalides de la necesidad de crear una cultura y una educación para la Paz. A título de ejemplo, reivindicando la Educación para la Paz expresa que ... La educación para la Paz es un proceso de participación en el cual debe desarrollarse la capacidad crítica, esencial para los nuevos ciudadanos del mundo. Se deben enseñar y aprender soluciones a los conflictos, a la guerra, a la violencia, al terrorismo, a la explotación de género, a combatir el daño ambiental y oponerse a todo lo que sea contrario a la vida y a la dignidad humana. Hay que aprender a comportarse para favorecer la transición de una cultura de guerra y de fuerza a una Cultura de Paz4. En ese mismo artículo resalta los avances producidos a iniciativa de la sociedad civil y define los objetivos y requisitos de tal educación. También se ha prodigado en la prensa diaria, como cuando aboga por revertir la tendencia de la sociedad contemporánea de estar en pie de guerra de forma permanente, en una clara crítica a la ideología militarista. …Progresivamente se ha puesto en marcha una inmensa maquinaria de guerra de una inercia tal, que parece inútil intentar hacerle frente y ponerla en su sitio y a su ritmo, para que cumpla sus funciones sin hipotecar el cumplimiento de todas las demás. Para ello es necesario preparar la Paz, actuar cada día, todos, a favor de un cambio radical en las tendencias actuales, tanto económicas como sociales, medio ambientales, culturales y morales. En lugar de ponernos en pie de guerra, ahora debemos procurar ponernos diligentemente en pie de Paz 5. O abogando por la mediación pacífica en el conflicto entre Palestina e Israel, a propósito del inicio de conversaciones entre ambas partes: 4.MAYOR ZARAGOZA, Federico.(2004) «Educación para la Paz», en Revista de la Facultad de Educación de la UNED, 28 de mayo. 5. El País 17 de febrero de 2003. 268 Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez …Desde hace muchos años, los pueblos israelí y palestino se han visto forzados a aceptar la perversa dinámica de que si quieres la Paz, prepara la guerra. Ahora, después de tantos desmanes, la ensangrentada realidad les conduce irremediablemente a considerar la necesidad de que, cuando realmente se quiere la Paz, hay que prepararla. Si quieres la Paz, contribuye con tu comportamiento a hacerla posible 6. En un llamamiento a la necesidad de comprometerse individual y socialmente en la búsqueda de la creación de condiciones que favorezcan la Paz definitiva en uno de los conflictos que mayor odio y derramamiento de sangre ha producido en el mundo. En algún otro caso, Mayor Zaragoza recurre a un cierto efectismo emocional para hacer más visible y expresiva su propuesta, como en el artículo «En nombre de los niños muertos»7, en el que denuncia las muertes infantiles en las contiendas consideradas como «efectos colaterales» de la guerra o del terrorismo, proponiendo la sustitución del uso de la fuerza por el diálogo y finalizando con un párrafo que llama directamente al corazón y al sentimiento de los lectores: ... Las emociones que he sentido y observado frente a la imagen de una niña acribillada me ha hecho pensar que quizás sólo invocando a los niños muertos podría lograrse que todos, de un lado y de otro, de una y otra creencia o ideología, estarían dispuestos a deponer las armas y sentarse alrededor de una mesa para intentar hallar soluciones pacíficas a sus conflictos. Una llamada al diálogo, a la creación de un mecanismo de Paz, siquiera en nombre de las víctimas inocentes, tratando de tocar la fibra sensible de los lectores para crear un estado de opinión favorable a esa Cultura de Paz que constituye uno de los objetivos fundamentales del milenio, según Naciones Unidad. Otro de los aspectos que más ha cultivado es el de la necesidad de la mediación internacional y el acercamiento a los países del Tercer Mundo, apostando por la interculturalidad y el diálogo para combatir las guerras. Así, en un encuentro celebrado en Jaén8 afirma de manera taxativa: 6. El País 2 de marzo de 2007. 7. El País 7 de agosto de 2006. 8. El País 21 de octubre de 2006. el poder polÍtico de la paz. la presencia... 269 ... Hay quien tiene miedo a la diversidad, pero debe ser al contrario: cuantos más seamos para favorecer actitudes sociales, culturales o éticas tendremos la partida ganada y no tendremos una Europa obediente como hasta ahora, sino una Europa que sea el foro de la democracia a escala mundial. En otras ocasiones hace hincapié en el papel de la educación en valores pacíficos o en la necesidad de que las universidades se impliquen en la tarea de crear una cultura de Paz criticando el silencio de los intelectuales y de los creadores ante la cultura militarista. Incluso una reflexión sobre la masacre del 11 M en Madrid, la convierte en un alegato a favor de la «seguridad de la Paz», en lugar de la «Paz de la seguridad», pronunciándose por la necesidad de refundar unas Naciones Unidas «dotadas de los medios humanos y económicos que les permitan cumplir su misión de garante mundial de la justicia, la libertad y la igualdad»9 y como garante también de la formación de una «ciudadanía armoniosa del siglo XXI». Pasando del plano de la opinión al plano de la información, la mayor parte de la presencia de la Paz a través de las noticias, tiene que ver con reseñas de Jornadas, Congresos o Conferencias pronunciadas sobre el tema. En este punto sólo quiero destacar algunas que tienen como escenario Andalucía, relacionadas con actividades de la Fundación Tres Culturas*; la estancia en estas tierras de la Escuela de Jóvenes Músicos de Daniel Baremboin en la que conviven artistas árabes e israelíes, citada como ejemplo de «lección de Paz» o las referidas al proyecto emprendido por la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía: «la escuela, promotora de una Cultura de Paz en la que participaron más de 20.000 alumnos, 1000 profesores y 66 centros que trabajan el tema de la Paz en las aulas.* 9. «11 M. Deber de memoria. Deber de acción». El País 20 de mayo de 2004. N. E. www.tresculturas.org. * .N. E. Véase el capítulo «La Educación, un espacio complejo y conflictivo de Investigación para la Paz y los Derechos Humanos». *. 270 Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez 1.3. Manifestaciones a favor de la paz Sin duda, uno de los mayores exponentes de la presencia pública a favor de la Paz y contra la guerra de un modo global tuvo lugar con objeto de impedir la invasión de Irak en 2003. Fueron convocadas por una plataforma integrada por diferentes foros sociales pertenecientes en su mayoría a la izquierda política, de manera simultánea en todo el mundo.10 Su motivación, impedir la invasión de Irak utilizando la consigna de Paremos la guerra, que fue capaz de movilizar a millones de ciudadanos contrarios a un conflicto liderado por la Administración norteamericana, pese atener en contra a la inmensa mayoría de la opinión pública. Manifestaciones, que fueron especialmente relevantes en los países comprometidos con la invasión y convocadas de forma totalmente novedosa, través de las nuevas tecnologías de la comunicación (Internet y mensajes SMS) que demostraron una enorme efectividad, ya que la protesta mundial se comenzó a organizar apenas un mes antes. El 15 de febrero de 2003 se produjo la mayor manifestación y movilización de la Historia, bajo el lema universalmente adoptado de «No a la guerra». Pese al baile de cifras de participación, entre los datos oficiales aportados por los Gobiernos y por los convocantes, al menos se movilizaron 10.200.000 personas, según cálculos gubernamentales seriamente interesados en minimizar sus efectos. Por sólo aportar un ejemplo, el Ayuntamiento de Madrid dio una cifra de 660.000 manifestantes y dos millones, según los organizadores. Aunque ambas cifras sean exageradas, l hecho real fue una impresionante ocupación antibelicista de las calles madrileñas. En España se movilizaron 2.520.000 personas y en las cinco ciudades andaluzas computadas, 470.000 (200.000 en Sevilla; 150.000 en Granada; 75.000 en Córdoba; 30.000 en Cádiz y 15.000 en Algeciras). Además del lema general de No a la guerra, máxima expresión de la más simple y emotiva reivindicación de una Paz negativa, al menos en España se corearon otros lemas, de los que los más repetidos fueron No más sangre por petróleo, en alusión al interés del Gobierno norteamericano (confirmado en fechas muy recientes por el exdirector de la 10.Veáse http://es.wikipedia.org/wiki/Manifestaciones_contra_la_invasi%C3%B3n_de_ Iraq_de_2003 el poder polÍtico de la paz. la presencia... 271 CIA) de invadir Irak para que empresas afines controlasen las segundas reservas mundiales conocidas; Blair, Bush, Aznar, asesinos, ya que se consideraba al denominado «Trío de las Azores» como responsables políticos de las bajas entre civiles iraquíes que pudiesen producirse como consecuencia de los bombardeos y de la invasión, o Vosotros fascistas, sois los terroristas una consigna fuertemente arraigada en la izquierda española desde los años de la Transición que ahora aludía a la calificación de Irak como Estado terrorista. Las manifestaciones continuaron durante el transcurso de la guerra, si bien disminuyó progresivamente el número de participantes, desengañados de la escasa respuesta dada por los Gobiernos de los países invasores pero, a mi juicio, sirvieron para continuar demostrando la oposición de la opinión pública a la política bélica. Movilizaciones que se repitieron el 30 de marzo de 2004, aniversario del inicio de la guerra, reclamando a los Gobiernos que «contaran la verdad» a la ciudadanía Desde el punto de vista de la influencia política que pudiesen haber tenido estas movilizaciones en el comportamiento electoral de los ciudadanos, parece que fue en nuestro país donde mayores consecuencias tuvieron. Es conocida la teoría de que los atentados producidos en Madrid el 11 de marzo de 2004 pudieran deberse al apoyo del Gobierno español a la invasión de Irak y ello debió influir en un sector del electorado, que de esta manera, podría interpretarse que apostaba por la Paz. También hubo un apoyo casi unánime a las movilizaciones contra la guerra por parte del mundo del espectáculo, que convirtió la gala de entrega de los Premios Goya de ese año en un alegato contra la guerra. Desde otra perspectiva, ésta muy lamentable, se produjeron ataques a diversas sedes del PP durante la primavera de 2003, por parte de grupos contrarios a la guerra. Algunas voces críticas tildaron estas movilizaciones como una expresión del antiamericanismo existente en la izquierda española, ya que ignoraban el resto de conflictos militares que se producían simultáneamente en el mundo, como los casos de Sudán o Palestina. Sin restar razones a esta argumentación, parece indudable que el tema estrella político y mediático fue la invasión de Irak, llevada a cabo en contra de la mayoría de la población que realizó un ejercicio de ciudadanía democrática en contra de la guerra y a favor de la Paz, por imperfecta que ésta sea. 272 Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez 2. LA PAZ EN LA LEGISLACIÓN De los horrores y los escombros de las dos grandes guerras mundiales de la primera mitad del Siglo XX surgió una revalorización del constitucionalismo garantista, tanto en el plano internacional como en el nacional, que incorporó la paz como valor y aspiración de las personas, de los pueblos y de los Estados. Este constitucionalismo ya no era tan solo el constitucionalismo liberal de tiempos pretéritos, sino un constitucionalismo más «antropocentrista», más preocupado por el control del poder por medio del Derecho y por la protección de las personas y su dignidad, y especialmente de las minorías y de los más débiles, mediante el aseguramiento de los derechos civiles y políticos y la incorporación paulatina de los contenidos económico-sociales y culturales necesarios para construir una sociedad menos escindida y más pacífica, y también más orientado a la cooperación internacional. Desde luego esto no significaría que las sociedades cambiaran de manera instantánea, como se encargarían de demostrar la guerra fría y el enfrentamiento entre bloques, la carrera armamentista y los numerosos conflictos, ahora más localizados, que asolaron al mundo en los siguientes decenios. Del mismo modo que no ha significado tampoco la erradicación del imperialismo ni que se haya atajado el surgimiento, en el marco de la globalización de la economía, de nuevas formas de dominación y explotación de unos países por otros y del recurso a las agresiones armadas para preservar muy tangibles intereses económicos y geoestratégicos bajo capa de vagas y eufemísticas apelaciones a intervenciones armadas justas y preventivas o basadas en razones pretendidamente «humanitarias», como han demostrado claramente, entre otros conflictos, las guerras del Golfo y de Irak. Sin embargo, pese a este gran déficit de eficacia de las aspiraciones de este constitucionalismo, lo cierto es que quedaron plasmados en documentos internacionales y nacionales de valor constitucional principios y aspiraciones pacifistas propios de una larga lucha, desterrando el desde antiguo operante concepto de guerra justa en la comprensión y tratamiento de las relaciones internacionales. Y también la paz, junto con esta dimensión, tendrá claras manifestaciones como valor y bien constitucional a perseguir en el ámbito interno de cada uno de los Estados. El poder conformador del Derecho constitucional gana así terreno progresivamente y, en la actualidad, en definitiva, el uso de la fuerza por los Estados se ve tanto ilegítimamente considerado desde una perspectiva el poder polÍtico de la paz. la presencia... 273 moral como jurídicamente proscrito de manera imperativa, con la única excepción de aquel que fuere necesario por razón de legítima defensa y que, aún así, quedaría sometido a procedimientos tendentes a la preservación del interés común y al restablecimiento de las condiciones de paz. El constitucionalismo contemporáneo, pues, es un presupuesto y, a la vez, un instrumento para el avance y estabilización de las políticas para la paz. 2.1. Naciones Unidas y la Paz. la Carta de Naciones Unidas y la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. los pactos internacionales de 1966. ¿un derecho humano a la paz? Es también en este sentido en el que cabría valorar esa especie de embrionaria Constitución global que, en términos de L. Ferrajoli11 vendría a representar en el ámbito internacional la conjunción resultante de la Carta de las Naciones Unidas, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y los Pactos Internacionales de 1966. Se trata ciertamente de un conjunto de declaraciones y de normas convencionales interrelacionadas, conformador de un constitucionalismo internacional que refuerza las previsiones específicas que sobre la cooperación, la paz y el control de las decisiones sobre la guerra puedan contenerse en algunas Constituciones de los Estados. En estos instrumentos podemos encontrar el conjunto de principios, valores básicos y normas que podrían permitir el avance hacia una progresiva constitucionalización de la sociedad mundial que otorgaría, al tiempo que un suelo firme y ampliamente compartido, un horizonte de largo alcance para que la Política —bajo la condición de tomarlos en serio, que es la gran cuestión pendiente— pueda alcanzar paulatinamente mayores niveles de comprensión intercultural y de objetivos comunes de bienestar material. Se trata de promover los derechos humanos sin dogmatizaciones particularistas, el progreso social y la libertad; de practicar la tolerancia y convivir en paz «como buenos vecinos», remitiendo al empleo de medios pacíficos para la resolución de los conflictos y adoptando también la perspectiva necesaria y complementaria de cooperar internacionalmente para la resolución de los problemas de 11.FERRAJOLI, Luigi (2004) Razones jurídicas del pacifismo. Madrid, Editorial Trotta. 274 Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez carácter económico, social, cultural o humanitario. Esta perspectiva es fundamental, porque estos factores actúan como «precondiciones» para la paz y la seguridad. Es decisivo en el ámbito de las relaciones internacionales y para el diálogo entre civilizaciones actuar sobre el plano de la solidaridad, donde precisamente se instalan los llamados «derechos humanos de tercera generación», entre los que se encuentran el derecho al desarrollo, al medio ambiente, a la identidad cultural, a la asistencia humanitaria, al patrimonio común de la humanidad y a la paz; derechos que solo podrán ser efectivos si se toman en su mutua interrelación. Se trata de la incorporación de un paradigma de la paz como paz positiva y holística, no solamente como ausencia de guerra. Aunque el llamado derecho a la paz no tenga por ahora plasmación jurídico-positiva, su promoción constituye «una obligación fundamental para cada Estado» (Declaración sobre el derecho de los pueblos a la paz, Resolución 39/11 de 1984, art. 2). Se trata, pues, de un «derecho de oposición» porque no se puede identificar con una «situación jurídica accionable»12, pero que expresa una «nueva aspiración colectiva» netamente vinculada con la definición de nuevos parámetros de justicia en las relaciones humanas en los que domina el aspecto objetivo del derecho13. En cualquier caso, esta dimensión supone todo un nuevo reto y una indudable fuente de inspiración jurídica e institucional para el desarrollo y orientación del constitucionalismo en su conjunto y para producir avances en el terreno del establecimiento y la preservación de la paz en el mundo conforme a la ejecución de las políticas necesarias y coherentes con estas finalidades. 2.2. La Paz en el constitucionalismo mundial Igualmente en el constitucionalismo mundial de los Estados se percibe una cada vez más progresiva valoración y reforzamiento de la idea de la paz y de los instrumentos necesarios para reafirmarla en el plano 12.PACE, A. (2004) Pace, A.: «Los retos del constitucionalismo en el Siglo XXI». Revista de Derecho Constitucional Europeo, nº2, Julio-Diciembre, en http://www.ugr.es/~redce/, apartado 2.1. 13.ZAGREBELSKY, G. (2002) El derecho dúctil (Ley, derechos, justicia). Madrid, Editorial Trotta. el poder polÍtico de la paz. la presencia... 275 normativo constitucional. Las expresiones más concretas y desarrolladas son deudoras, fundamentalmente, de la contemplación de los desastres de la II Guerra Mundial y del empleo y desarrollo de las armas nucleares, así como del enfrentamiento entre bloques ideológicos y políticos y del crecimiento del armamentismo. Pero también, después de la caída del muro de Berlín, a partir de la conciencia de la globalización y de una más radical exigencia de paz en el marco del desarrollo humano, se deduce una mayor atención a la paz como valor axiológico constitucional positivo, fundamentador de todo el sistema en su conjunto. La paz se percibe en la actualidad como perteneciente a la esencia del Derecho, formando parte del sustrato o entramado valorativo sin el cual no sería posible ni la dignidad, ni la libertad y la seguridad, ni el libre desarrollo personal, ni la igualdad, ni, en definitiva, la vida entendida como el «derecho de vivir», en el que se dan cita numerosos factores económicos, sociales, políticos y culturales. Claros ejemplos son la Constitución italiana de 1947, la Ley Fundamental de la República Federal Alemana de 1949 o la Constitución española de 1978. Es de notar que algunas Constituciones han introducido un entramado de referencias a la paz que refleja un alto grado de conciencia colectiva sobre la importancia de reforzar esta perspectiva en el mundo actual. Así, en la Constitución de Portugal, su artículo 7 (modificado en diciembre de 2001) establece que en las relaciones internacionales, Portugal «se rige por los principios de la independencia nacional, del respeto a los derechos humanos, de los derechos de los pueblos, de la igualdad entre los Estados, de la solución pacífica de los conflictos internacionales, de la no injerencia en los asuntos internos de los demás Estados y de la cooperación con todos los otros pueblos para la emancipación y el progreso de la humanidad», y «preconiza la abolición del imperialismo, del colonialismo y de cualesquiera otras formas de agresión, dominación y explotación en las relaciones entre los pueblos, así como el desarme general, simultáneo y controlado, la disolución de los bloques político-militares y el establecimiento de un sistema de seguridad colectiva, con vistas a la creación de un orden internacional capaz de asegurar la paz y la justicia en las relaciones entre los pueblos». Del mismo modo, este país se manifiesta «empeñado en reforzar la identidad europea y en fortalecer la acción de los Estados europeos en favor de la paz, de la democracia, del progreso económico y de la justicia en las relaciones entre los pueblos». 276 Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez Existen algunas Constituciones, especialmente de países que han vivido muy intensamente las lacras de la guerra, que incluso han llegado a incorporar a sus textos un «derecho a la paz», aunque no sea factible dotarlo de exigibilidad jurídica desde una perspectiva subjetiva, lo cual no desdice su impronta simbólica, axiológica y política, destacándose su dimensión objetiva. Particularmente expresiva es, en este sentido, la Constitución de Japón de 1946, cuyo Preámbulo está transido de referencias a la paz a la que aspira el pueblo japonés, así como a la cooperación pacífica con todas las naciones, repudiando la guerra y sus horrores y reconociendo el derecho de todo el mundo a vivir en paz. De la importancia tanto real como simbólica de esta posición da cuenta el hecho de que dedique un Capítulo, el II, a la renuncia a la guerra y a mantener estructuras potencialmente destinadas a este fin (art. 9). Desde luego junto a los países que se sitúan en la perspectiva del constitucionalismo más desarrollado, conviven muchos otros que o bien responderían solo nominalmente a este concepto, aunque se estén desarrollando constitucional y políticamente, o bien son de factura y práctica netamente autoritaria, por lo que habría que atribuir a sus Constituciones un valor más bien semántico, ideológico y puramente organizador de sus instituciones de gobierno. Las políticas de la paz, por tanto, deben procurar también como objetivo prioritario el acercamiento progresivo de estos países a los postulados centrales del constitucionalismo democrático, donde el poder pueda ser controlado y se reconozcan y protejan los derechos humanos. Ahora bien, esta promoción constructiva y progresiva de la «globalización de la democracia» para que sea coherente con la política de la paz y, por tanto, eficaz, necesita siempre operar con la cautela de no sustentarse sobre visiones cerradas o solo centradas en valores y modos occidentales. Ejemplos de estos países podrían ser lo siguientes: Egipto incluye como primera referencia en la Proclamación Constitucional de la Constitución de 1980 la voluntad de la dedicación de sus esfuerzos a la paz en nuestro mundo: viene a decir así que la paz debe basarse en la justicia, y que el progreso social y político de los pueblos solo puede ser realizado a partir de su libertad e independencia y que ninguna civilización merece el nombre de tal si no está libre de cualquier forma de explotación . La Constitución de Marruecos de 13 de septiembre de 1996 afirma en su Preámbulo que el Reino de Marruecos se adhiere completamente a los principios, a los derechos y a las obligaciones que se derivan de el poder polÍtico de la paz. la presencia... 277 las Cartas de las organizaciones internacionales, así como reafirma su determinación para seguir los derechos humanos universalmente reconocidos. Asimismo, reafirma su determinación para continuar sus esfuerzos constantes hacia la salvaguardia de la paz y la seguridad en el mundo. La Constitución de Argelia de 1976 (enmendada en 28 de noviembre de 1996) se refiere en su Preámbulo a la paz de una manera retórica al calificar a sus nacionales en la historia como «constructores de Estados democráticos y prósperos durante los períodos de la gloria y de la paz». Y en el artículo 26, dedicado a la guerra, rechaza la guerra de agresión sobre otros pueblos y proclama su compromiso de esforzarse por resolver las disputas internacionales por medios pacíficos. En su artículo 28 proclama, además, su compromiso por el reforzamiento de la cooperación internacional y el desarrollo de relaciones amistosas con los Estados, sobre las bases de la igualdad, el interés mutuo y la no interferencia en asuntos internos y suscribe los principios y objetivos de la Carta de Naciones Unidas. La Constitución de Túnez de 1 de junio de 1959 (enmendada en 1988) proclama también en su Preámbulo el deseo del pueblo tunecino por trabajar por la paz, el progreso y la cooperación entre naciones, así como garantizar el respeto de los derechos y deberes de los ciudadanos. Y dedica un precepto a la atribución de poderes para declarar la guerra y hacer la paz (art. 48). Finalmente, Libia, en el Preámbulo de su Proclamación Constitucional de 1969 subraya que el pueblo libio piensa que la paz no es posible sin la justicia. En el artículo 6, establece que «el objetivo del Estado es la realización del socialismo con el uso de la justicia social que prohíbe cualquier forma de explotación. El Estado se esfuerza, mediante la construcción de una comunidad socialista, por alcanzar autosuficiencia en la producción y equidad en la distribución. Su finalidad es eliminar pacíficamente las disparidades entre las clases sociales y lograr una sociedad de la prosperidad. Su inspiración es su herencia árabe e islámica, los valores humanitarios y las condiciones específicas de la sociedad libia». No hay ninguna otra referencia a la paz en la mencionada Proclamación ni en la Declaración sobre el Establecimiento de la Autoridad del Pueblo (1977), por lo que cabe concluir que establece formal y materialmente una subordinación del valor paz al del específico entendimiento de la justicia social en el marco de la «comunidad socialista». Otro grupo de países sería el de aquellos de Europa que han sido escenario de recientes conflictos armados entre grupos nacionales, étnicos 278 Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez y religiosos y que están en fase de recuperación de su estabilidad y de su vocación pacífica, del respeto de su pluralismo social y religioso, así como de su orientación europea: es el caso de Croacia (que significativamente refleja los derechos de asociación y secesión como bases para la paz) y de Bosnia-Herzegovina (que, también significativamente se refiere a la paz, la justicia, la tolerancia y la reconciliación, destacando igualmente el valor del pluralismo). Distinto es el caso de Montenegro, recientemente independizado de Serbia tras la separación de la unión estatal Serbia-Montenegro (Referéndum de 21 de mayo de 2006) a partir de la situación regida por la Constitución de 4 de febrero de 2003, que en en el Preámbulo de su Constitución de 1992 se refiere a la amistad entre las naciones y al esfuerzo por proporcionar paz permanente.Albania, por su parte, tras la implantación de una democracia pluralista en 1991 una vez disuelto el partido comunista único, aspira, según reza el Preámbulo de la Constitución de 28 de noviembre de 1998, a construir un Estado social y democrático de Derecho para, entre otros objetivos, establecer la paz y la armonía y cooperación entre las naciones, a la que considera, junto con la justicia, uno de «los más altos valores de la humanidad». Caso aparte es el de Turquía, país cuyos habitantes profesan mayoritariamente la religión islámica, pero fundado sobre una fuerte voluntad laica y esforzado desde hace años por ingresar en la Unión Europea, con la que mantiene intensos lazos de cooperación; en su Constitución tiene un importante reflejo la paz, uniendo paz interior con exterior y señalando también a ésta como un objetivo fundamental del Estado. Es igualmente un caso aparte Israel, pero por razones bien diferentes. Desde la perspectiva constitucional, porque no tiene Constitución, en el sentido de que ésta sea identificable en un documento solemne de este carácter; en cualquier caso, en las Leyes Básicas, que podrían ser entendidas como su equivalente funcional, no hay referencia alguna a la paz. Desde el punto de vista geopolítico, porque en relación con este país se focaliza el conflicto fundamental del Mediterráneo oriental que, simultáneamente, cualifica y polariza las relaciones internacionales del área con repercusión mundial: la confrontación árabe-israelí y el conflicto palestino. Los relativos avances y los grandes y recurrentes retrocesos del proceso de paz abierto fundamentalmente en Madrid en Diciembre de 1991, en intensa interrelación con las guerras de Irak, son fuente de permanente atención y preocupación internacional y, desde luego, banco de prueba para las posibilidades de avance de la paz en el mundo y, el poder polÍtico de la paz. la presencia... 279 en consecuencia, del conjunto de principios y valores que alimenta el constitucionalismo garantista y más personalista de nuestros días. 2.3. La Paz en el ámbito de la Unión Europea Una perspectiva de especial intensidad, valor y riqueza nos la proporciona la consideración de la paz en el Derecho y en la política de la Unión europea, en tanto que es una emanación común de las «tradiciones constitucionales» de los Estados miembros y foco de orientación para las políticas mancomunadas de la Unión en materia de política exterior y de seguridad común, en relación más intensa con sus países vecinos del área mediterránea. La misma idea de la unidad de Europa se ha venido concretando como un proceso gradual, buscando su basamento, como se dijera en la Declaración Schumann de 9 de mayo de 1950, en «solidaridades de hecho» (Europa no se hará de una vez ni en una obra de conjunto: se hará gracias a realizaciones concretas, que creen en primer lugar una solidaridad de hecho). Ese proceso se ha ido desarrollando mediante la ampliación progresiva y la intensificación paulatina de los vínculos económicos y políticos entre los Estados, así como mediante el establecimiento de relaciones de buena vecindad y amistad con los países de su entorno, tanto en el Este como en el Sur. Esta idea y este proceso han tenido un indudable éxito, alcanzando un impulso político de extraordinaria importancia con el Tratado de Maastricht (1992), línea que ha venido profundizándose desde entonces hasta la actualidad, cuando se abrió una puerta hacia la necesaria constitucionalización de la Unión tras su ampliación a 25 miembros, primero, y a 27 después, que entró en crisis, sin embargo, tras los resultados de los referenda francés y holandés de la primavera de 2005, lo que ha supuesto un freno político durante estos últimos años, pero no necesariamente debe suponer una negación o abandono del proceso mismo. En este sentido, el Consejo Europeo de Bruselas de 21-22 de junio de 2007 acordó convocar una Conferencia Intergubernamental (CIG) e invitó a la Presidencia entrante a redactar un Proyecto de texto de Tratado («Tratado de Reforma») por el que se modifiquen los Tratados existentes. Este Proyecto ha sido publicado ya el 23 de julio de 2007, previéndose que la CIG finalice sus trabajos durante este mismo año. En esta fase se ha abandonado, ciertamente, el concepto constitucio- 280 Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez nal anterior en su dimensión formal, si bien la mayor parte de los contenidos alcanzados en 2004 permanecen. En efecto, el Tratado de Reforma introducirá en los Tratados existentes, que seguirán en vigor, las innovaciones resultantes de la CIG de 2004, con arreglo a una serie de precisiones. Contendrá dos cláusulas sustantivas que modificarán, respectivamente, el Tratado de la Unión Europea (TUE) y el Tratado constitutivo de la Comunidad Europea (TCE). El TUE conservará su denominación actual, mientras que el TCE pasará a llamarse Tratado sobre el funcionamiento de la Unión, ya que la Unión tendrá una única personalidad jurídica. La palabra «Comunidad» se sustituirá en todo el texto por la «Unión»; y se estipulará que ambos Tratados constituyen los Tratados sobre los que se funda la Unión y que la Unión sustituye y sucede a la Comunidad. Por lo que se refiere a los derechos fundamentales, contendrá una referencia cruzada a la Carta de los Derechos Fundamentales, tal como se aprobó en la CIG de 2004, que le conferirá un carácter jurídico vinculante y establecerá su ámbito de aplicación, por lo que no se incluirá en los Tratados el texto de la Carta de los Derechos Fundamentales. Así, el artículo 6 TUE sobre los derechos fundamentales se sustituye por el siguiente texto: 1. La Unión reconoce los derechos, libertades y principios enunciados en la Carta de los Derechos Fundamentales de 7 de diciembre de 2000, tal como fue adaptada en [... de 2007], que tendrá el mismo valor jurídico que los Tratados. Las disposiciones de la Carta no ampliarán en modo alguno las competencias de la Unión tal como se definen en los Tratados. Los derechos, libertades y principios de la Carta se interpretarán de acuerdo con las disposiciones generales del título VII de la Carta por las que se rige su interpretación y aplicación y teniendo debidamente en cuenta las explicaciones a que se hace referencia en la Carta, que indican las fuentes de dichas disposiciones.» 2. La Unión se adherirá al Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales. Esta adhesión no modificará las competencias de la Unión que se definen en los Tratados. 3. Los derechos fundamentales que garantiza el Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales y los que son fruto de las tradiciones constitucionales comunes el poder polÍtico de la paz. la presencia... 281 a los Estados miembros forman parte del Derecho de la Unión como principios generales. Se conservan, por consiguiente, todos los elementos formales y materiales relativos a los derechos fundamentales que se incorporaron al Tratado constitucional y se sanciona el carácter jurídico vinculante de la Carta. La paz es, con toda evidencia, un objetivo central y fundamental de la Unión. Así se reafirma en el Tratado de Maastricht y en el Tratado constitucional, que orienta los objetivos de la Unión a conseguir la paz, la seguridad y el bienestar de los pueblos que la integran, junto con un desarrollo sostenible y un crecimiento económico equilibrado, y también a contribuir a que estos valores, principios y objetivos lleguen a ser realidad en sus relaciones con los demás países del mundo. En el Preámbulo del Tratado de la Unión se destaca como uno de sus fines el de «fomentar la paz, la seguridad y el progreso en Europa y en el mundo», y el artículo 11 afirma como uno de los objetivos de la Política Exterior y de Seguridad Común «el mantenimiento de la paz y el fortalecimiento de la seguridad internacional, de conformidad con los principios de la Carta de las Naciones Unidas, con los principios del Acta Final de Helsinki y con los objetivos de la Carta de París, incluidos los relativos a las fronteras exteriores; el fomento de la cooperación internacional; el desarrollo y la consolidación de la democracia y del Estado de Derecho, así como el respeto de los derechos humanos y de las libertades fundamentales». Del mismo modo, en el marco de esta política, el Tratado de Maastricht efectúa previsiones en relación con «misiones humanitarias y de rescate, misiones de mantenimiento de la paz y misiones en las que intervengan fuerzas de combate para la gestión de crisis, incluidas las misiones de restablecimiento de la paz» (artículo 17) . Por su parte, en el Preámbulo del Tratado por el que se establecía una Constitución para Europa se tenían en cuenta plenamente estas mismas orientaciones, cuando se afirmaba que Europa «se propone avanzar por la senda de la civilización, el progreso y la prosperidad por el bien de todos sus habitantes, sin olvidar a los más débiles y desfavorecidos» y manifestaba su intención de «obrar en pro de la paz, la justicia y la solidaridad en el mundo». Según el artículo I-2, la Constitución la Unión Europea tenía por fundamento (como los Estados que merecen el calificativo de democráticos), los valores de respeto de la dignidad 282 Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez humana, la libertad, la igualdad, los derechos humanos, incluidos por supuesto los de las minorías, el Estado de Derecho, la tolerancia, la justicia, la no discriminación, la solidaridad, la igualdad entre hombres y mujeres, el pluralismo y la democracia. Sus objetivos (art. I-3) estaban orientados a conseguir la paz, la seguridad y el bienestar de los pueblos que forman parte de la Unión, junto con un desarrollo sostenible y un crecimiento económico equilibrado, y también a contribuir a que estos valores, principios y objetivos lleguen a ser realidad en sus relaciones con los demás países del mundo. En el art. I-41 se refería a las misiones en pro del «mantenimiento de la paz, la prevención de conflictos y el fortalecimiento de la seguridad internacional, conforme a los principios de la Carta de las Naciones Unidas». Y los mismos principios se reafirmaban en otros preceptos (así, en el artículo III-292 y III-309). El proyecto de Tratado de Reforma, en el mismo sentido, se refiere en el apartado 1 del artículo 3 (dedicado a los objetivos de la Unión) al objetivo de promover la paz, sus valores y el bienestar de sus pueblos. Y en el apartado 5 a que «en sus relaciones con el resto del mundo, La Unión... contribuye a la paz, a la seguridad, al desarrollo sostenible del planeta, a la solidaridad y al respeto mutuo entre los pueblos, al comercio libre y equitativo, a la eliminación de la pobreza y a la protección de los derechos del hombre, en particular los del niño, así como al estricto respeto y al desarrollo del derecho internacional, en particular al respeto de los principios de la Carta de Naciones Unidas». Por su parte, entre las Disposiciones Generales relativas a la acción exterior de la Unión, el artículo 10 A 2.c establece que la Unión define y ejecuta políticas comunes para asegurar un alto grado de cooperación en las relaciones internacionales con la finalidad, entre otros objetivos, de preservar la paz, prevenir los conflictos y reforzar la seguridad internacional, conforme a los objetivos y principios de la Carta de Naciones Unidas, así como a los principios del Acta final de Helsinki y a los objetivos de la Carta de París, comprendiendo aquellos relativos a las fronteras exteriores. En la Sección relativa a las Disposiciones concernientes a la política de seguridad y de defensa común, se incluye también un apartado en el artículo 27 en el que se refiere a los recursos que la Unión puede destinar, en el marco de la política de seguridad y de defensa común, a misiones destinadas a asegurar el mantenimiento de la paz, la prevención de los conflictos y el reforzamiento de la seguridad internacional conforme a los principios de la Carta de Naciones Unidas. El artículo 28 también se refiere a estas misiones y acciones conjuntas en pro del mantenimiento y el poder polÍtico de la paz. la presencia... 283 restablecimiento de la paz, que pueden contribuir igualmente a la lucha contra el terrorismo. En el proyecto de Declaración sobre la política exterior y de seguridad común se subraya, por su parte, que la UE y sus Estados miembros permanecerán vinculados por las disposiciones de la Carta de Naciones Unidas y, en particular, por la responsabilidad principal que incumbe al Consejo de Seguridad y a sus estados miembros para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales. Del mismo modo, el Protocolo nº 4 sobre la cooperación estructurada permanente establecida por el artículo [I-41] del TUE realiza un recordatorio de todos estos elementos en relación con el refuerzo de la mencionada cooperación. A la vista de estos datos, puede decirse que se mantiene la misma línea que inspiraba el Tratado constitucional en lo esencial, inscribiéndose también este proceso, pese a sus todavía evidentes limitaciones, en el marco de un progresivo «constitucionalismo cosmopolita» (entendida esta expresión en un sentido amplio) que viene a expresar tanto el «sentido común» de la humanidad ante los retos de la existencia, cuanto las profundas aspiraciones de las personas a hacer efectiva la posibilidad de un mundo en paz. Se trata de un constitucionalismo basado en un humanismo renovado fundado en la dignidad y en los derechos personales, sociales, culturales y económicos, que halla expresión en la Carta de Derechos fundamentales de la Unión, recogiendo las tradiciones constitucionales comunes y el parámetro protector de los derechos y libertades objetivado en el Convenio Europeo de 1950, entre otros instrumentos internacionales de reconocimiento y protección de derechos. El valor de este ámbito europeo se ve acrecentado ante la constatación del protagonismo, como potencia hegemónica, de Estados Unidos, que tras los ataques terroristas del 11-S ha incrementado su agresiva política exterior y la justificación de la guerra incluso «preventiva» y alimentado con su desenfocada reacción la regresión de las libertades y el respeto por los derechos humanos. 2.4. La Paz En la Constitución española y en la legislación estatal La Constitución de 1978 proclama en su Preámbulo la voluntad de la Nación española de «establecer una sociedad democrática avanzada, y colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz cooperación entre todos los pueblos de la Tierra». 284 Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez En el artículo 10 proclama además que « La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden político y de la paz social» (apdo. 1), así como que «Las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y los tratados y acuerdos internacionales sobre las materias ratificados por España» (apdo.2) . En el artículo 63 contiene, sin embargo, una disposición relativa a la atribución de poderes para declarar la guerra y hacer la paz. Este último precepto parece contradecir el firme compromiso manifestado en el Preámbulo, toda vez que España puede declarar la guerra y entrar en ella; pero realmente, lo que ocurre es que éste precepto resultaba innecesario al haber establecido el Derecho internacional una interdicción de la guerra, por lo que sólo cabría el empleo de la fuerza (lo que no conlleva necesariamente la declaración de guerra) en los supuestos en los que el derecho internacional así lo prevé (art. 51 de la Carta de Naciones Unidas: legítima defensa, individual o colectiva, en caso de ataque armado contra un miembro de la ONU, «hasta tanto que el Consejo de Seguridad haya tomado las medidas necesarias para mantener la paz y la seguridad internacionales»). La Constitución, en definitiva, contempla explícitamente la paz como un valor propio de la sociedad democrática avanzada, adoptando un concepto de la misma como paz positiva, holística, «de satisfacción», en los términos empleados por R. Arón14, incorporando la dimensión teleológica de colaborar en su fortalecimiento en el plano internacional mediante la cooperación con los pueblos de la Tierra; implícitamente, contempla a la guerra como un disvalor. La Constitución expresa igualmente de manera muy intensa la idea de que la paz, tanto en su dimensión internacional como interna, se sustenta sobre el respeto y protección de los derechos fundamentales. En esta misma clave cabe entender que la Constitución española, tras un largo período de represión brutal de los objetores al servicio militar obligatorio durante el régimen autoritario de Franco, reconociera la objeción de conciencia en el apartado 2 del artículo 30 como causa de exención, junto a otras, del mencionado servicio, debiendo ser regulada 14.ARÓN, Raymond (1962) Paix et guerre entre les nations. Paris, Calmann-Lévy. el poder polÍtico de la paz. la presencia... 285 por el legislador con todas las garantías, pudiendo imponerse, en su caso, una prestación social sustitutoria. La objeción de conciencia quedó constitucionalizada, pues, fuera del conjunto de los derechos fundamentales más especialmente protegidos por el artículo 53.2 (los de la Sección 1.ª del Capítulo II del Título I), si bien este mismo precepto dispone que el recurso de amparo también es «aplicable a la objeción de conciencia reconocida en el artículo 30». De esta manera se consagró para este derecho una posición constitucional muy especial, de la que ha derivado buena parte de las grandes y graves dificultades que para su interpretación y aplicación se han seguido en España hasta la suspensión del servicio militar obligatorio tras la entrada en vigor de la Ley 17/1999, de 18 de mayo, del régimen del personal de las Fuerzas Armadas. Es el único derecho que se sitúa fuera de la Sección I del Capítulo II, además del principio de igualdad del art. 14, que está protegido por el recurso de amparo; y aunque el bien jurídico que protege es la integridad de la conciencia de la persona frente a la eventual obligación de cumplir el servicio militar, aparece prima facie formalmente desvinculado de la libertad ideológica reconocida y amparada por el artículo 16. El contenido material del derecho a la objeción de conciencia al servicio militar y la prestación social sustitutoria fue muy tardíamente regulado por la Ley 48/1984, de 26 de diciembre, en cuyo preámbulo significativamente se caracterizaba a la objeción de conciencia como una manifestación de la libertad ideológica, religiosa y de cultos, que implica el que «los comportamientos personales se ajusten, en cuanto no lesionen ningún bien social, a las propias convicciones», para lo cual es preciso articular los mecanismos que permitan adecuarla, «con las debidas garantías», con el deber de los ciudadanos de cumplir sus obligaciones militares. Esta contestada Ley, vigente a lo largo de más de una década, fue derogada por la Ley 22/1998, de 6 de julio, que adaptó la regulación de esta materia a la situación de transición entre modelos de ejército. Técnicamente se configuraba como un derecho a ser declarado objetor, es decir, a obtener una declaración del órgano correspondiente mediante la cual el español sujeto a obligaciones militares que así lo hubiera solicitado era reconocido como tal, siendo su efecto la exención del cumplimiento del servicio, debiendo realizar en su lugar una prestación social sustitutoria en sectores que tendían a la contribución al «interés general» (conservación del medio ambiente, servicios sociales, servicios sociales por la paz y, en particular, ayuda a refugiados y protección de los derechos humanos, cooperación internacional, servicios sanitarios, 286 Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez etc.), aunque para caso de guerra la previsión sobre la realización de la prestación se aproximaba más a la defensa nacional, en su vertiente civil (actividades de protección y defensa civil). En la actual legislación se prevé que los reservistas obligatorios puedan efectuar declaración de objeción de conciencia para prestar servicio en filas en las Fuerzas Armadas o en otras organizaciones con fines de interés general en las que se requiera el empleo de armas. Tal declaración producirá efectos automáticamente, pudiendo el afectado ser asignado a organizaciones con fines de interés general en las que no se requiera el empleo de armas (art. 180 de la citada Ley 17/1999). En clara sintonía con los fundamentos constitucionales sobre la paz y el respeto a los derechos humanos, la Ley Orgánica 5/2005, de 17 de noviembre, de la Defensa Nacional, declara en su Exposición de Motivos que España debe acomodarse a las transformaciones que actualmente se están experimentando en el mundo «para asegurar su propia seguridad y defensa y para contribuir a la paz y a mejorar el orden internacional», argumentando que nuestra estrategia como país «debe fundamentarse en un sistema multilateral de acciones e iniciativas, basado en el reconocimiento de que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas tiene la responsabilidad fundamental en el mantenimiento de la paz y seguridad internacionales», continuando así con una trayectoria de actuaciones dirigidas al mantenimiento de la paz y a la ayuda humanitaria. De manera correspondiente, el artículo 2 establece en los siguientes términos la finalidad de la política de defensa: « La política de defensa tiene por finalidad la protección del conjunto de la sociedad española, de su Constitución, de los valores superiores, principios e instituciones que en ésta se consagran, del Estado social y democrático de derecho, del pleno ejercicio de los derechos y libertades, y de la garantía, independencia e integridad territorial de España. Asimismo, tiene por objetivo contribuir a la preservación de la paz y seguridad internacionales, en el marco de los compromisos contraídos por el Reino de España.» El artículo 15, por su parte, incluye entre las misiones de las Fuerzas Armadas contribuir militarmente «a la seguridad y defensa de España y de sus aliados, en el marco de las organizaciones internacionales de las que España forma parte, así como al mantenimiento de la paz, la estabilidad y la ayuda humanitaria», y entre los tipos de operaciones contempla en su artículo 16 «la colaboración en operaciones de mantenimiento de la paz y estabilización internacional en aquellas zonas donde se vean afectadas, la reconstrucción de la seguridad y la administración, así como la rehabili- el poder polÍtico de la paz. la presencia... 287 tación de un país, región o zona determinada, conforme a los tratados y compromisos establecidos». En el mismo sentido, una de las condiciones que en el artículo 19 se establecen para las misiones en el exterior es que éstas cumplan con los fines defensivos, humanitarios, de estabilización o de mantenimiento y preservación de la paz, previstos y ordenados por Resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas o, en su caso, por organizaciones internacionales de las que España forme parte, particularmente la Unión Europea o la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), en el marco de sus respectivas competencias, así como que sean conformes con la Carta de las Naciones Unidas y no contradigan o vulneren los principios del derecho internacional convencional que España ha incorporado a su ordenamiento. En el mismo sentido, la Ley 17/1999, de 18 de mayo, de Régimen del Personal de las Fuerzas Armadas, afirma en su Exposición de Motivos que «La sociedad española está convencida de la necesidad de dotarse de una defensa eficaz que garantice el ámbito de seguridad imprescindible para seguir construyendo el sistema de libertades, de bienestar económico y de igualdad social que nuestra Constitución proclama, al mismo tiempo que es consciente del deber de contribuir al mantenimiento de la paz mundial y del esfuerzo económico que supone para la Nación la consecución de estos objetivos.» Y el artículo 53 de esta misma ley, por tales motivos, considera altos estudios militares, entre otros, los relacionados con la paz y la seguridad. Por su parte, el art. 126 establece que también tendrá consideración de destino la participación del militar profesional en misiones para mantener la paz y seguridad internacionales. Respecto de las misiones en el extranjero, el art. 165 establece que el Gobierno también podrá autorizar la incorporación de reservistas temporales y voluntarios para misiones en el extranjero, por exigencias que se deriven de los acuerdos internacionales suscritos por España o para colaborar en el mantenimiento de la paz y seguridad internacionales, participación que se hará siempre con carácter voluntario. El art. 168 prevé además el apoyo de las Administraciones públicas para la constitución de asociaciones de reservistas que ayuden a mantener relaciones entre sus propios miembros, de la sociedad con sus Fuerzas Armadas y de las que se constituyan con otras de carácter similar de otros países, con el objetivo de difundir los valores de seguridad y defensa en el marco de la solidaridad y del mantenimiento de la paz. Finalmente, esta Ley prevé en el artículo 178 la figura de la declaración de reservistas obligatorios para poder cubrir las necesidades de la defensa nacional en las Fuerzas 288 Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez Armadas o en otras organizaciones con fines de interés general relevantes para la satisfacción de las necesidades de la defensa nacional (protección civil; defensa civil; seguridad ciudadana; conservación del medio ambiente y protección de la naturaleza; servicios sanitarios y servicios sociales), que exige la previa solicitud de autorización al Congreso de los Diputados, pudiendo afectar a todos los españoles que ese año cumplan desde diecinueve a veinticinco años. Respecto de estos reservistas obligatorios, como antes se ha expuesto, la ley prevé la posibilidad de ejercitar el derecho a la objeción de conciencia. La Ley Orgánica 6/2002, de Partidos Políticos, contempla en su artículo 9 que los partidos deberán respetar los valores constitucionales, expresados en los principios democráticos y en los derechos humanos y la posibilidad de que un partido pueda ser declarado ilegal cuando su actividad, entre otras vulneraciones, suponga complementar y apoyar políticamente la acción de organizaciones terroristas para la consecución de sus fines de subvertir el orden constitucional o alterar gravemente la paz pública, tratando de someter a un clima de terror a los poderes públicos, a determinadas personas o grupos de la sociedad o a la población en general, o contribuir a multiplicar los efectos de la violencia terrorista y del miedo y la intimidación generada por la misma. Específicamente, la Ley 27/2005, de 30 de noviembre, de fomento de la educación y la cultura de paz, ha establecido una serie de medidas destinadas al ámbito educativo y de la investigación, con el objeto de establecer la cultura de paz y no-violencia en nuestra sociedad, amparándose en el punto a.2 del Programa de Acción sobre una Cultura de la Paz, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1999. En ella se establece que el Gobierno promoverá la paz a través de iniciativas de solidaridad, culturales y de investigación, de educación, de cooperación y de información, para lo cual establecerá mecanismos de colaboración con las Comunidades Autónomas, las Entidades Locales, así como con otros entes y organismos del propio Estado, y establecerá convenios de colaboración con los organismos internacionales, y las entidades y ONGs más significativas en el ámbito de la paz (art. 1). Su Disposición Adicional segunda establece que «en el marco de la proclamación por la Asamblea General de la Naciones Unidas de la década 2001-2010 Decenio Internacional de la promoción de una cultura de no violencia y de paz en beneficio de los niños del mundo, el Gobierno buscará el desarrollo de iniciativas concretas en materia de cultura de paz en plena coordinación con las organizaciones de Naciones Unidas el poder polÍtico de la paz. la presencia... 289 para la para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), y para la infancia (UNICEF).». Por su parte, la Disposición Adicional tercera establece el mandato de que el Estado español, en el plazo más breve posible, formalizará la adhesión a la Agenda de La Haya para la Paz y la Justicia en el Siglo XXI, comprometiéndose a desarrollar los programas y propuestas que en ella se contienen. La Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación, en su art. 2.1, e) incluye entre los fines de la educación «la formación para la paz, el respeto a los derechos humanos, la vida en común, la cohesión social, la cooperación y solidaridad entre los pueblos así como la adquisición de valores que propicien el respeto hacia los seres vivos y el medio ambiente, en particular al valor de los espacios forestales y el desarrollo sostenible». Incorpora, además, como una importantísima novedad la «educación para la ciudadanía y los derechos humanos», materia que ha de ser impartida en algunos cursos de la educación primaria, secundaria obligatoria y bachillerato, y cuya finalidad, a tenor del preámbulo de la Ley, es «ofrecer a todos los estudiantes un espacio de reflexión, análisis y estudio acerca de las características fundamentales y el funcionamiento de un régimen democrático, de los principios y derechos establecidos en la Constitución española y en los tratados y las declaraciones universales de los derechos humanos, así como de los valores comunes que constituyen el sustrato de la ciudadanía democrática en un contexto global», cuyo fundamento más directo se encuentra, obviamente, en lo dispuesto por el artículo 9.2 CE. Es importante subrayar que los contenidos de esta materia no pueden considerarse en ningún caso alternativos o sustitutorios de la enseñanza religiosa y redundarán en el establecimiento de un espacio educativo especialmente importante para la educación para la paz. Se trata de una formación relativa a un tronco común en valores y basilar para todos los alumnos, futuros ciudadanos en plenitud de derechos, con independencia de sus propias opciones ideológicas y religiosas; en este sentido, este tipo de formación puede presentar igualmente una trascendental importancia para la integración como ciudadanos, en los planos social, cultural y político, de los inmigrantes, fundamentalmente los de segunda generación, con pleno respeto a sus diferencias en el marco del necesario respeto, a su vez, de los derechos humanos . En definitiva, como dice el mencionado preámbulo, «la nueva materia permitirá profundizar en algunos aspectos relativos a nuestra vida en común, contribuyendo a formar a los nuevos ciudadanos». 290 Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez Del mismo modo, la Ley Orgánica 8/1985, de 3 de julio, Reguladora del Derecho a la Educación, contempla como uno de los fines de la educación, en su artículo 2, apartado g) (según la redacción dada por la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género), «la formación para la paz, la cooperación y la solidaridad entre los pueblos y para la prevención de conflictos y para la resolución pacífica de los mismos y no violencia en todos los ámbitos de la vida personal, familiar y social». En desarrollo de la LOE y de las antedichas previsiones legales, el Real Decreto 1631/2006, de 29 de diciembre, por el que se establecen las enseñanzas mínimas correspondientes a la Educación Secundaria Obligatoria, establece en su Anexo I las competencias básicas y, entre ellas, una «competencia social y ciudadana» que, en síntesis, supone «comprender la realidad social en que se vive, afrontar la convivencia y los conflictos empleando el juicio ético basado en los valores y prácticas democráticas, y ejercer la ciudadanía, actuando con criterio propio, contribuyendo a la construcción de la paz y la democracia, y manteniendo una actitud constructiva, solidaria y responsable ante el cumplimiento de los derechos y obligaciones cívicas.» Y entre los objetivos de las ciencias sociales se establece el desarrollo de la capacidad de «conocer el funcionamiento de las sociedades democráticas, apreciando sus valores y bases fundamentales, así como los derechos y libertades como un logro irrenunciable y una condición necesaria para la paz, denunciando actitudes y situaciones discriminatorias e injustas y mostrándose solidario con los pueblos, grupos sociales y personas privados de sus derechos o de los recursos económicos necesarios». De manera correspondiente, en los contenidos comunes de cuarto curso ESO se incluye en el Bloque 1 la «Valoración de los derechos humanos y rechazo de cualquier forma de injusticia, discriminación, dominio o genocidio. Asunción de una visión crítica hacia las situaciones injustas y valoración del diálogo y la búsqueda de la paz en la resolución de los conflictos». Y se desarrollan los contenidos de la asignatura «Educación para la ciudadanía», donde se aborda el análisis de determinados problemas característicos de la sociedad actual, como «el estudio de los factores de discriminación de distintos colectivos, el análisis de la globalización, el concepto de ciudadanía global, el desarrollo humano sostenible o lo relativo a la cooperación y al desarrollo de una cultura de paz.». Similares precisiones cabe encontrar en el Real Decreto 1513/2006, de 7 de diciembre, por el que se establecen las enseñanzas mínimas de el poder polÍtico de la paz. la presencia... 291 la Educación primaria. El bloque 2 de la materia Educación para la ciudadanía y derechos humanos ( La vida en comunidad), trata de «la convivencia en las relaciones con el entorno, de los valores cívicos en que se fundamenta la sociedad democrática (respeto, tolerancia, solidaridad, justicia, igualdad, ayuda mutua, cooperación y cultura de la paz), de la forma de abordar la convivencia y el conflicto en los grupos de pertenencia (familia, centro escolar, amigos, localidad) y del ejercicio de los derechos y deberes que corresponden a cada persona en el seno de esos grupos, identificando la diversidad, rechazando la discriminación y valorando la participación y sus cauces. Asimismo, desde el reconocimiento de la diversidad cultural y religiosa presente en el entorno inmediato y asumiendo la igualdad de todas las mujeres y hombres en cuanto a derechos y deberes, se puede trabajar el respeto crítico por las costumbres y modos de vida distintos al propio y permite proporcionar elementos para identificar y rechazar situaciones de marginación, discriminación e injusticia social». Por otra parte, en el bloque 3 (Vivir en sociedad), se propone un planteamiento social más amplio en el que figura, entre otros items «la defensa al servicio de la paz». Correspondientemente, entre los contenidos del tercer ciclo figuran «Valores cívicos en la sociedad democrática: respeto, tolerancia, solidaridad, justicia, cooperación y cultura de la paz» y la «valoración de la defensa como un compromiso cívico y solidario al servicio de la paz.» Por su parte, el Real Decreto 3474/2000, de 29 de diciembre, por el que se modifican el Real Decreto 1700/1991, de 29 de noviembre, por el que se establece la estructura del bachillerato, y el Real Decreto 1178/1992, de 2 de octubre, por el que se establecen las enseñanzas mínimas del bachillerato, contiene referencias a una enseñanza orientada a la construcción de la paz. Así, respecto de la materia «Historia del mundo contemporáneo» se refiere a que los alumnos «a través del estudio de la historia contemporánea, deben adquirir también una sensibilidad especial ante los retos del presente, y desarrollar una actitud crítica y responsable respecto a los problemas de hoy, solidaria en la defensa de la libertad, los derechos humanos, los valores democráticos y la construcción de la paz.» y, de manera consecuente, establece como uno de sus objetivos el de «fomentar la sensibilidad ante los problemas sociales actuales, potenciando una actitud crítica y un sentido responsable y solidario en la defensa de los derechos humanos, los valores democráticos y el camino hacia la paz.» 292 Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez 2.5. La Paz en el Estatuto de Autonomía para Andalucía y en la legislación andaluza La Ley Orgánica 2/2007, de 19 de marzo, de Reforma del Estatuto de Autonomía para Andalucía, en plena sintonía con los principios y valores constitucionales y mostrando una especial sensibilidad por las necesidades de orientar la acción política, en el propio nivel autonómico, para la consecución de las finalidades de una paz positiva y el logro de unas sociedad realmente avanzada y democrática, establece en el artículo 10 como uno de los objetivos básicos de la Comunidad Autónoma el «fomento de la cultura de la paz y el diálogo entre los pueblos» (apdo. 22º) y « la cooperación internacional con el objetivo de contribuir al desarrollo solidario de los pueblos» (apdo. 23º). Por otra parte, el artículo 37 incorpora como uno de los principios rectores de las políticas públicas «la lucha contra el sexismo, la xenofobia, la homofobia y el belicismo, especialmente mediante la educación en valores que fomente la igualdad, la tolerancia, la libertad y la solidaridad» (apdo. 2º). También en el Preámbulo destaca que Andalucía ha sido y es un espacio de encuentro y diálogo entre civilizaciones diversas, por lo que en su articulado presta una especial atención a la protección del pluralismo y la diversidad cultural, y menciona el basamento de Andalucía sobre «los principios irrenunciables de igualdad, democracia y convivencia pacífica y justa». A estos objetivos y al desarrollo de estos principios contribuye de manera especial el que se incorpore en el Título I, como novedad radical respecto del Estatuto de 1981, una «Carta de derechos» de contenido predominantemente social, respecto de los cuales se regulan también sus garantías normativas, institucionales y jurisdiccionales. Se presta en el Estatuto igualmente una especial atención a la necesidad de consecución de objetivos de igualdad, con prohibición de todas las causas odiosas de discriminación y, muy significativamente, se introduce la perspectiva de igualdad de género en todos los ámbitos y, en consecuencia, las medidas de afirmación positiva. Todo ello tiene, sin ninguna duda, una proyección convergente para la afirmación y consolidación de la paz. Por otra parte, el Capítulo V del Título IX del Estatuto se dedica a la Cooperación al Desarrollo. El artículo 245 establece en su apartado 1 un principio de solidaridad internacional del pueblo andaluz con los países menos desarrollados, promoviendo un orden internacional basado en una más justa redistribución de la riqueza. En este sentido, establece el apartado 2 que la Comunidad Autónoma «desplegará actividades de el poder polÍtico de la paz. la presencia... 293 cooperación al desarrollo en dichos países, dirigidas a la erradicación de la pobreza, la defensa de los derechos humanos y la promoción de la paz y los valores democráticos, particularmente en Iberoamérica el Magreb y el conjunto de África.» Por su parte, la Ley 14/2003, de 22 de diciembre, de Cooperación Internacional para el Desarrollo, establece en su art. 2, d) como uno de los principios rectores de la política de cooperación internacional para el desarrollo, « el fomento del diálogo, la paz y la convivencia y el respeto de los modelos de desarrollo social y económico de otros pueblos y de sus particularidades culturales. De otro lado, el apartado b) del artículo 3, dedicado a los objetivos de la referida política, establece como uno de ellos «contribuir a la consolidación de la democracia, del Estado de Derecho, al fortalecimiento institucional y a la descentralización políticoadministrativa en los países destinatarios de la ayuda, como instrumento para la resolución de las necesidades de la población y, de esta forma, favorecer la redistribución de la riqueza, la justicia social y la paz, así como la extensión de la educación y la cultura a toda la población.» La Ley 9/1999, de 18 de noviembre, de Solidaridad en la Educación, establece como uno de sus objetivos el desarrollo de actitudes de comunicación y respeto entre todos los miembros de la comunidad educativa, independientemente de sus capacidades personales y de su situación social o cultural. El art. 20 dispone que la Consejería de Educación y Ciencia favorecerá el valor de la interculturalidad, corrigiendo, en el ámbito de sus competencias, las actitudes de discriminación o rechazo que pudieran producirse en el seno de la comunidad educativa. El actual Proyecto de Ley de Educación de Andalucía establece como uno de sus objetivos «promover la cultura de paz en todos los órdenes de la vida y favorecer la búsqueda de fórmulas para prevenir los conflictos y resolver pacíficamente los que se produzcan en los centros docentes.». Por su parte, el Decreto 19/2007, de 23 de enero, adopta medidas para la promoción de la Cultura de Paz y la Mejora de la Convivencia en los Centros Educativos de Andalucía sostenidos con fondos públicos, a excepción de los universitarios. Entre los objetivos figuran «mejorar la convivencia escolar, facilitando el diálogo y la participación real y efectiva de todos los sectores de la comunidad educativa» y «fomentar en los centros educativos los valores, las actitudes y las prácticas que permitan mejorar el grado de aceptación y cumplimiento de las normas y avanzar en el respeto a la diversidad cultural, en el fomento de la igualdad entre hombres y mujeres, y en la prevención, detección y tratamiento de todas 294 Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez las manifestaciones de violencia, especialmente de la violencia de género y de las actitudes y comportamientos xenófobos y racistas». Y entre las diversas medidas que se contemplan se encuentra la de «potenciar en los centros educativos el desarrollo de programas de innovación educativa y de proyectos integrales «Escuela: Espacio de Paz». En conclusión, tras este recorrido sumario de las normas jurídicas dedicadas a la paz en los ámbitos internacional, europeo, nacional y autonómico, puede decirse que la cuestión fundamental es que la paz como valor constitucional a nivel global, donde adquiere realmente su fuerza, es en la existencia de un entramado constitucional normativo sustentado en el control del poder y en el respeto y garantía de los derechos fundamentales. La paz y el diálogo intercultural no serán posibles o no estarán suficientemente sustentados sin la democracia. La paz es un valor cuyo desarrollo jurídico y político es necesario priorizar en un mundo en el que los pactos por la creación de las condiciones de la paz, si han de ser efectivos, tienen que ser globales, poniendo en diálogo a las civilizaciones y apuntando a la consecución de objetivos propios de una democracia social. Para que la paz no sea tan solo una mera ausencia coyuntural de guerra basada en el miedo, en la separación y en débiles equilibrios políticos y diplomáticos, es preciso establecer las condiciones materiales necesarias para la realización de un objetivo más ambicioso de fundamentar una paz fuerte y duradera, de «satisfacción» 15 que se base en la confianza recíproca y se exprese mediante el diálogo y la cooperación. La paz es así una dimensión más de la sociedad democrática avanzada. Orientarse en el objetivo de la instauración y el mantenimiento de la paz ha de ser tarea fundamental de la Política con mayúscula, operando mediante políticas con minúscula sobre el complejo entramado de condiciones económicas, sociales y culturales que permitan el intercambio y la interrelación en todos los ámbitos y niveles. Esto implica, por una parte, un radical compromiso de los países más ricos y desarrollados para, en beneficio tanto común como propio, combatir el malestar antropológico de fondo, de civilización, provocado por la desigualdad estructural en la que estamos inmersos a escala planetaria, que es el caldo de cultivo o el contexto más propicio de otros muchos males normalmente asociados, como el autoritarismo, los 15.Ibídem. el poder polÍtico de la paz. la presencia... 295 fundamentalismos, el racismo y la xenofobia, el terrorismo y las guerras. Son las desigualdades tan descarnadas que hoy viven las personas y los pueblos las que provocan mayor retracción y refugio en valores culturales particularistas y regresivos frente al Occidente rico y hegemónico, impidiendo el mutuo reconocimiento y poniendo en peligro la paz y la seguridad. Los textos internacionales nos advierten, como dice Ferrajoli16, de que «no se podrá hablar de paz y seguridad futuras, ni mucho menos de democracia y derechos humanos, si no se remueven, o al menos se reducen, la opresión, la desigualdad, el hambre y la pobreza de miles de personas, cuya situación comporta una terrible negación de las promesas contenidas en numerosas cartas constitucionales e internacionales». En este marco, por consiguiente, es fundamental también el compromiso por seguir estimulando de manera realista y adecuada la liberalización y la progresiva democratización de los Estados no democráticos. La universalización en los avances efectivos en estos dos aspectos constituyen los presupuestos inexcusables para la paz en el mundo. Perseguir su realización con esta complejidad es menos utópico que pretender paz y seguridad sólo mediante equilibrios de poder en un mundo marcado por y sustentado en la existencia de una ominosa, escandalosa e insostenible desigualdad. Como brillantemente sostiene Carlos de Cabo17, el progreso del constitucionalismo formal y material de nuestros días consiste en la interpenetración y el potenciamiento de las dos utopías que representan una cultura constitucional más individualista y tendente a la eliminación de obstáculos y otra más general y promocional, propia del Estado social. Un «constitucionalismo beligerante», por contraposición a otro predominatemente «funcionalista», solo se puede construir incorporando el pensamiento utópico, que implica una crítica a la situación presente y una propuesta transformadora. Propuesta transformadora que las políticas de la paz han de tender a convertirla en realidad. 16.FERRAJOLI, Luigi, Op. Cit. 17.DE CABO MARTÍN, Carlos (2004) «El elemento utópico, ingrediente cultural del constitucionalismo», en F. BALAGUER CALLEJÓN (Coord.): Derecho Constitucional y Cultura. Estudios en Homenaje a Peter Häberle. Madrid, Tecnos, pp. 47-56. 296 Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez 3. LAS PROPUESTAS POLÍTICAS DE PAZ La búsqueda de la Paz ha sido una habilidad política permanente orientada a obtener las mejores condiciones de convivencia y de bienestar en nuestras sociedades. Frente a los problemas planteados por la confluencia de intereses, necesidades, objetivos o percepciones diferenciadas en las sociedades, la acción pública y política ha tenido un continuo esfuerzo por lograr que se alcancen el mayor número de expectativas con el menor coste social posible. Implícita y explícitamente la transformación y regulación pacífica de los conflictos ha influido en la toma de decisiones políticas de las sociedades, instituciones y Estados18. La Paz se ha convertido en una práctica, una ideología y una teoría pública y política que ha tenido capacidad para hacer frente a los diversos desafíos de las sociedades. Podríamos decir que todas las tendencias políticas presentes en las culturas y países de nuestro entorno han mantenido posiciones y discursos con respecto a la Paz, al menos entendida como la ausencia de guerra. La Paz ha servido para enmarcar las relaciones entre los estados, las culturas, las religiones, las ciudades, los grupos sociales y las personas. La Paz aparece como un deseo, un horizonte ético, una diosa, el establecimiento de relaciones diplomáticas, la firma de un tratado, el fin de una guerra, un lema político o un proyecto social. Justamente, esta polisemia y plasticidad de la Paz es la que le ha hecho ser un recurso útil. Cuando desde finales del siglo XVIII y a lo largo del siglo XIX se fueron consolidando diferentes culturas políticas (liberalismo, republicanismo, socialismo o comunismo), tuvieron que reelaborar su posicionamiento con respecto a la regulación de los conflictos, y las teorías de la Paz se multiplicaron ante los conflictos bélicos decimonónicos y especialmente con motivo de la Primera y la Segunda Guerra Mundial. No en vano la Paz y la regulación de los conflictos fueron los objetivos y principios con los que nació la Sociedad de Naciones y se creó las Naciones Unidas19. 18.Cf. PÉREZ BELTRÁN, Carmelo y MUÑOZ, Francisco A.(Eds.) (2004) Experiencias de Paz en el Mediterráneo, Granada. 19.Cf. MARTÍNEZ LÓPEZ, Fernando y MUÑOZ, Francisco A. (2007)«El reconocimiento de la paz en las culturas políticas del Mediterráneo», en MARTÍNEZ LÓPEZ, Fernando y MUÑOZ, Francisco A. (Eds.), Políticas de Paz en el Mediterráneo. Madrid, pp. 14 y ss. el poder polÍtico de la paz. la presencia... 297 Democracia, Libertades Públicas, Derechos Humanos y Paz han estado estrechamente vinculados en la Historia de la España Contemporánea y han constituido ejes básicos de la tradición de la izquierda española desde las primeras décadas del siglo XIX. Los pioneros de la Democracia española estamparon en sus idearios la palabra Paz junto a la conquista de las libertades, los derechos individuales y las reformas sociales. Basta tomar como referencia los enunciados del programa del Partido Demócrata Español a mediados del siglo XIX o leer la cabecera del diario demócrata madrileño La Discusión, que les alumbró durante varias décadas, para encontrar totalmente vinculadas las ideas de Democracia y Paz. En la idílica sociedad de pequeños propietarios libres, iguales en derechos y libertades a que aspiraban, creían que las reglas del juego democrático regularían los conflictos. El deseo de una España armónica, basada en la conciliación y en la negociación entre obreros y patronos, gradualista en las reformas, sustentada por un estado representativo emanado de la voluntad nacional, donde todos cupieran y aceptaran las reglas del juego de la política democrática, constituyó el norte de una parte de la izquierda española, guiada por las ideas krausistas e institucionistas, que abrazó la forma de estado republicano ante la incapacidad de la monarquía de los Borbones por vincularse a un sistema constitucional democrático. Demócratas y republicanos españoles, ya fueran federales o unitarios, demoliberales o demosocialistas, en el breve espacio de tiempo que estuvieron en el poder durante el Sexenio Democrático propiciaron políticas de Paz —la abolición de la esclavitud en las colonias, la abolición de la pena de muerte, el establecimiento de jurados mixtos (Ley Benot), la libertad de enseñanza, la libertad religiosa o los intentos de separación de la Iglesia y el Estado en pro de una sociedad donde la religión quedara situada en el marco de las conciencias individuales— que quedaron truncadas con la Restauración de los Borbones. No obstante, la identificación de la Democracia republicana y las propuestas de paz se pusieron de relieve en múltiples ocasiones a lo largo de la Restauración. La defensa de la Autonomía para las Antillas y la oposición a la guerra de Cuba, el apoyo a los Congresos de la Paz celebrados en diversos países europeos a fines del siglo XIX, la crítica y la movilización contra la guerra de Marruecos, las campañas antibelicistas del primer tercio del siglo XIX, la defensa de la neutralidad española en la I Guerra Mundial que fue también común a liberales y conservadores a pesar de las simpatías hacia la Entente o la Triple Alianza, son 298 Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez elementos que dejaron huella en la sociedad española y contribuyeron a crear opinión pública a favor de la Paz, contra las políticas africanistas, tanto en la política interna como en la política internacional. No deja de ser significativo que a todo ello se sumaran los obreros desde su clara impronta de clase. Anarquistas y socialistas fueron sumamente combativos contra las guerras de Cuba (1895-1898) —la campaña de «o todos o ninguno» del PSOE— y de África, y siguieron la preocupación por la Paz emanada de los Congresos Socialitas de la II Internacional ante las graves amenazas a la Paz que suponían las tensiones inter- imperialistas de principios del siglo XX20. Correspondió a los liberales, procedentes del institucionismo, impulsar los intentos de regulación de conflictos entre obreros y patronos a principios de la década de los ochenta del siglo XIX con el establecimiento de la Comisión de Reformas Sociales o, más tarde ya en el siglo XX, con la creación del Instituto de Reformas Sociales. Fueron ellos los que también impulsaron la Junta de Ampliación de Estudios, cuyo centenario de creación se cumple en este año, con la decidida voluntad de que los estudiantes universitarios españoles conocieran otras culturas y ampliaran sus campos de estudio y conocimiento. Especial significado tuvieron las corrientes pacifistas en el ideario de la masonería española, nutrida por republicanos y liberales, del mismo modo que reformistas y socialistas españoles participaron de la idea de la creación de la Sociedad de Naciones en la que desempeñó un papel destacado el institucionista Pablo de Azcárate. Todo este conjunto de propuestas políticas democráticas, de intentos de regulación de conflictos en una sociedad de clases y de preocupación por la Paz cristalizarían una opinión pública española proclive al neutralismo, que tomaría cuerpo en la II República en el compromiso de la Constitución de 1931 con la Paz. Una Constitución que impuso una política exterior de paz y renunció explícitamente a la guerra, —«España renuncia la guerra como instrumento de política nacional» (art. 6)—. Fue precisamente durante la Segunda República cuando mayor empeño se puso en propiciar propuestas de Paz desde la Escuela. A nadie se le escapa que los demócratas e intelectuales del primer gobierno republicano 20.Cf. GÓMEZ OLIVER, Miguel. (2007) «La paz en la cultura política del socialismo español», en MARTÍNEZ LÓPEZ, Fernando y MUÑOZ, Francisco A. (Eds.), Políticas de Paz en el Mediterráneo. Madrid, pp. 145 y ss. el poder polÍtico de la paz. la presencia... 299 estaban convencidos de que el éxito de la República iba a depender de la capacidad de los españoles para adoptar valores y comportamientos políticos desconocidos hasta entonces. Educar a los españoles en los valores propios de la cultura cívica republicana se convertiría, por tanto, en unos de los ejes claves de la Segunda República. La política educativa, definida por el artículo 48 de la Constitución, caracterizada por la gratuidad y obligatoriedad de la enseñanza primaria y el carácter público y laico de la misma, —sustentada por el ideario de la Institución Libre de Enseñanza, las ideas de la Escuela Moderna y las del movimiento internacional de la Escuela Nueva— perseguía hacer del niño un ciudadano, libre de dogmas y consciente de su propia dignidad. En consecuencia, los maestros y maestras republicanas trataron de forjar una nueva generación de españoles que tuviera como valores fundamentales de su vida el altruismo, la virtud moral y cívica, la justicia social, la libertad, la corresponsabilidad, el pacifismo, la hermandad entre los pueblos, el internacionalismo y la fe en el progreso21. Tristemente todo el esfuerzo educativo y cultural de la República se quebró con la llegada de la cruenta guerra civil y la dictadura franquista. Cuarenta años de dictadura, de represiones, exilio y miedo de los vencidos en un contexto internacional caracterizado por la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría entre bloques, la creación de Naciones Unidas, la OTAN, la Declaración Universal de Derechos Humanos, la emancipación de las colonias asiáticas y africanas, el mayo del 68 y la rebelión de los jóvenes, los estados de bienestar en los países europeos occidentales …, fueron un largo período del que se salió, tras la muerte del dictador, con una transición democrática que, con grandes aciertos y sombras, se caracterizó por la voluntad de evitar los viejos enfrentamientos que habían caracterizado a la España Contemporánea. Los viejos y nuevos partidos, surgidos a socaire de la transición, se esforzaron por crear un clima de consenso, reformaron sus idearios y trataron de homologarse con las organizaciones políticas democráticas europeas salidas de las experiencias de las terribles guerras mundiales. La izquierda española volvió a poner en valor, adecuar y reactualizar sus valores, mientras la derecha, procedente en gran medida del franquismo, 21.Cf. BOYD,Carolyn P. (2000), Historia Patria. Política, historia e identidad nacional 1875-1975. pp. 175 y ss. 300 Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez se alineó lentamente con los idearios de la derecha democrática europea y emprendió un camino de apuesta democrática desde donde defender sus valores tradicionales. En el nuevo contexto político, la entrada en las organizaciones internacionales políticas (UE, Consejo de Europa, OCDE, etc. ) y militares (OTAN) obligó a los partidos políticos españoles, agrupaciones sindicales y patronales a no quedarse aisladas y desarrollar políticas internas y externas homologables desde sus respectivas opciones políticas a los países europeos occidentales. La defensa de los Derechos Humanos, la cooperación internacional, la preocupación por la Paz en este mundo convulso y globalizado pasó a ser una referencia obligada de sus idearios y programas políticos. 3.1. La políticas de paz en los programas de los partidos políticos Para empezar, se puede afirmar que los programas de los partidos políticos españoles y andaluces, ya sean de la izquierda, la derecha o nacionalistas, recogen la preocupación por la Paz, los Derechos Humanos y la Cooperación Internacional. La mayor parte de ellos lo hacen desde la definición de sus idearios, de tal modo que forman parte sustancial de sus principios y de sus objetivos más o menos inmediatos. Pese a las diferencias existentes entre ellos, especialmente el reforzamiento o no de las relaciones atlánticas o el análisis de las causas de los conflictos, los puntos comunes en política internacional se explicitan, sobre todo, en los deseos de reforzar Europa, dar credibilidad a las Naciones Unidas, exigir la aplicación de sus Resoluciones, especialmente la «Hoja de Ruta» para la solución del conflicto del Oriente Próximo, o la disposición por contribuir a las misiones de paz internacionales con nuestras Fuerzas Armadas. Menor unanimidad se encuentra respecto al fomento de la Cultura de Paz, el desarrollo de los pueblos y las causas de los conflictos, correspondiendo a las organizaciones de la izquierda española y sindicatos de clase la mayor apuesta solidaria y la extensión de la Cultura de Paz como elemento vertebrador de la convivencia interna y de las relaciones exteriores. Las actitudes ante la emigración, el encuentro y alianza de civilizaciones, el análisis de las causas de los conflictos, la prevención de ellos con diálogo y negociación, la educación en valores, las redes de paz, la apuesta por la cooperación internacional y la erradicación el poder polÍtico de la paz. la presencia... 301 de la pobreza, etc. las encontramos más en los programas, en los compromisos y en las prácticas políticas de la izquierda que en los de los partidos de la derecha. En las páginas siguientes se recogen los ejes básicos desde donde se afrontan las propuestas de paz de los más significativos partidos políticos de la vida política andaluza. 3.1.1. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE)22 Este partido centenario pone de relieve en sus bases ideológicas la aspiración de «transformar la sociedad para convertirla en una sociedad libre, igualitaria, solidaria y en paz, que lucha por el progreso de los pueblos». Su proyecto responde fundamentalmente a los objetivos de conseguir una España plenamente integrada en Europa, comprometida con la Paz, unida y cohesionada a partir de su diversidad, social y solidaria, moderna y laica, culta y tolerante. Para alcanzar esos objetivos centra su actuación en diversos ejes prioritarios entre los que sobresalen: la defensa de la seguridad y la lucha contra el terrorismo; la renovación y revitalización de la democracia, abriendo nuevos espacios de participación ciudadana; el impulso del papel que debe desempeñar España en el mundo; la promoción de un desarrollo económico sostenible al servicio del bienestar colectivo; el reconocimiento e implantación de nuevos derechos y políticas sociales activas y solidarias; un decidido impulso a las políticas de igualdad y a los derechos civiles. La apuesta socialista por la Constitución Europea, que le llevo a ser la primera en la realización del referéndum de la Carta Europea, se inscribe en la idea de que la Unión sea una potencia mundial que sirva de «elemento de equilibrio para la Paz», que proyecte su capacidad económica y que ofrezca al resto del mundo un modelo de cohesión social, basado en el consenso, en el respeto a la diversidad, en la garantía de los derechos y libertades, y en la solidaridad. La Europa que, al menos teóricamente, pretende construir el PSOE es aquella capaz de ejercer su papel como actor global, autónoma y comprometida con la paz, la estabilidad, la erradicación de la pobreza, 22.En http://www.psoe.es 302 Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez el desarrollo sostenible, el progreso económico y social, la igualdad y el respeto de los derechos humanos. La paz, la libertad, y la seguridad son, por tanto, los ejes centrales de su visión europea. Consecuentemente, los ejes estratégicos de su política de Paz son: La potenciación de la diplomacia preventiva en la gestión, contención y solución de los conflictos; la reforma de las operaciones de mantenimiento de la paz; el impulso a la negociación y puesta en práctica de acuerdos globales de desarme y control de toda clase de armamentos; el fortalecimiento de la cooperación multilateral en la lucha contra el terrorismo, el narcotráfico y las demás formas de delincuencia organizada; el apoyo efectivo a los mecanismos de arreglo pacífico de controversias. Para los socialistas, promover la paz y la seguridad, defender la democracia y los derechos humanos en Europa y en el mundo, exige un enfoque integral de la seguridad internacional que aborde también la imprescindible atención a las principales causas de inestabilidad en los diversos escenarios y conflictos. En primer término, es imprescindible el respeto riguroso de la legalidad internacional, basado en un multilateralismo efectivo que «refuerce el papel de Naciones Unidas»; en segundo lugar, la implicación profunda en el Mediterráneo y Oriente Medio y un mayor grado de cooperación con América Latina23. Situados en el espacio occidental europeo, los socialistas defienden «una relación transatlántica robusta y equilibrada» —no de subordinación— como elemento decisivo para la paz y la estabilidad internacionales. Europa y Estados Unidos comparten los mismos valores. La calidad de las relaciones en el seno de la Comunidad Iberoamericana debe tener, para los socialistas, su traducción en términos de una acción concertada ante los problemas de la Agenda Global y, en particular, en favor de la paz y de la seguridad internacional. A nivel regional, mediante la cooperación en la lucha común contra el terrorismo, el narcotráfico y otras formas de delincuencia organizada. A escala mundial, participando conjuntamente en las Operaciones de Paz de las Naciones Unidas. Se dotaría así a la Comunidad Iberoamericana de una nueva dimensión que contribuiría positivamente a la seguridad y a la estabilidad global. La afirmación de que la guerra de Irak nos llevaría a un mundo más sólido y más seguro y supondría la plataforma definitiva para alcanzar el 23.Ibídem, PSOE. Programa electoral de 2004, p. 18. el poder polÍtico de la paz. la presencia... 303 definitivo acuerdo de paz entre palestinos e israelíes ha resultado dramáticamente inexacta. Terminada la guerra, el mundo es más inseguro; la inestabilidad en la región ha aumentado y el proceso de paz está al borde del colapso. Para el PSOE, las consecuencias políticas del conflicto han sido devastadoras. Se dividió a la Unión Europea, se socavó la credibilidad de las Naciones Unidas, se dañó la relación transatlántica; y, ante todo, se ha desestabilizado una región vital para la paz y la seguridad internacionales, abriéndose, especialmente, una gran brecha en la opinión publica árabe que puede tener graves consecuencias en el futuro. La retirada de las tropas españolas de Irak, además de cumplir una promesa electoral, supuso un claro revulsivo en la política interna y en la política exterior española. Una determinación que está siendo adoptada o se la están planteando otros países, incluido los EEUU ante la presión de los demócratas. A partir de la llegada de los socialistas al poder en 2004, la política internacional española volvía a retomar los ejes fundamentales que se habían ido gestando y madurando a lo largo de los años anteriores: un país que intentaba favorecer el diálogo con los países árabes, autónomo, respetuoso, cooperativo con Estados Unidos pero sin servilismos con su presidente. Respecto a las propuestas de Paz para los países del Mediterráneo, los socialistas apuestan por relanzar el Proceso de Barcelona —que el gobierno del PP tiró por la borda— con la finalidad de integrar a la frontera sur de la Unión Europea en un área de paz, estabilidad y cooperación, demostrando que el diálogo multilateral entre diferentes culturas es la mejor fórmula para resolver los conflictos. Desde estas posiciones consideran que la única solución posible al conflicto palestino-israelí es la negociación, sin condiciones previas, de un Acuerdo de paz firme y definitivo, basado en la existencia de dos Estados democráticos, soberanos y viables que convivan en paz dentro de fronteras seguras y reconocidas, tal y como definió la denominada «Hoja de Ruta». Para ello resulta imprescindible la firme colaboración de la comunidad internacional, que no puede perder de vista que en este conflicto se enfrentan un ocupante y un ocupado, y que tan sólo el fin de la ocupación acabará con la espiral de violencia. Y más en concreto, plantean que Israel ponga fin a la ocupación y colonización de los territorios palestinos, a los asesinatos selectivos, y a la construcción del llamado muro de seguridad; y que la Autoridad Nacional Palestina cumpla sus compromisos de eliminar completa e incondicionalmente todas las formas de violencia y regresar al diálogo político como única vía para conseguir la paz, dirigiendo 304 Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez esfuerzos concretos y visibles contra las organizaciones terroristas, completando las reformas anunciadas y realizando, cuanto antes, unas elecciones libres y transparentes24. Los socialistas completan su apuesta por la Paz a escala internacional potenciando la actuación de nuestras Fuerzas Armadas en misiones de Paz. Desde que a finales de los años 80 España inauguró las acciones de paz del ejército en Angola para contribuir modestamente a la salida de las tropas cubanas, nuestro país ha venido interviniendo en el mantenimiento de la paz en las zonas de conflicto. Lo ha hecho en los Balcanes, en Bosnia-Herzegovina, en Kosovo o en Afganistán. Ello prestigió en su día a nuestras Fuerzas Armadas, totalmente desacreditadas como consecuencia de la dictadura, y supuso un antes y un después de la visión de los ciudadanos respecto a las fuerzas Armadas. También marcó una forma de intervención en operaciones internacionales que, definida en el Informe en el Congreso con motivo del 50 aniversario de las Naciones Unidas (1995), fue quebrado por la intervención en Irak. En ese Informe se definían las condiciones que se debían de dar para que las Fuerzas Armadas españolas actuaran en operaciones internacionales: contar con un mandato claro emanado de una resolución de Naciones Unidas y actuar con imparcialidad. Una imparcialidad que no significa ser neutral, porque ante la barbarie no se puede ser neutral. Pero se debe ser imparcial a la hora de castigar, a la hora de perseguir, a la hora de separar contendientes, etc. La imparcialidad es algo que caracterizó la actuación de España en los Balcanes, en Bosnia-Herzegovina o en Kosovo, adoptando un perfil muy singular, abriendo una interlocución con la población civil y favoreciendo la entrada de organizaciones no gubernamentales que actuaban en su ámbito cooperando con ellas. En la nueva ley de Defensa se establecen las condiciones en las que España participará en operaciones internacionales —mandato de Naciones Unidas, etc…—, y el papel del Parlamento en esas decisiones, un papel que se ha venido aplicando a partir de las elecciones del año 2004 con el gobierno de Rodríguez Zapatero (Afganistán y Haití). Lo común a todas las operaciones es su inserción en una determinada cultura de paz y de seguridad que, en todos los casos, deben cumplir el requisito de la legitimidad internacional 25. 24.Ibídem, p. 23. 25.ESTRELLA PEDROSA, Rafael (2007) «La paz desde la perspectiva de los grupos políticos españoles», en MARTÍNEZ LÓPEZ, Fernando y MUÑOZ, Francisco A. (Eds.), Políticas de Paz en el Mediterráneo. Madrid, pp. 289 y ss. el poder polÍtico de la paz. la presencia... 305 El programa del PSOE de 2004 concluye, cuando se refiera a los valores universales de los derechos humanos, que promoverán el diseño, desarrollo y evaluación de proyectos educativos encaminados a promover la cultura de paz y no violencia en los centros docentes 26. 3.1.2. El Partido Popular27 El Partido Popular se presenta con un ideario de clara vocación europea e inspirado en los valores de la libertad, la democracia, la tolerancia y el humanismo cristiano de tradición occidental, en el que «aboga por una comunidad internacional fundamentada en la Paz y en el universal respeto de los derechos humanos». El Programa Electoral con el que se presentó a las elecciones de 2004 sintetiza los ejes básicos de sus actuaciones en políticas de paz a lo largo de sus dos legislaturas y avanza una línea de continuidad en su política internacional y propuestas de Paz, marcadas por el reforzamiento de los lazos trasatlánticos. El PP impulsó durante la VI y VII legislaturas la integración de España en la estructura militar de la Alianza Atlántica y el proceso de refundación de la misma, —«tras la victoria de las democracias occidentales y la caída del Muro»— hacia la dedicación de los ejércitos occidentales a exportar estabilidad y a garantizar la paz en los aledaños europeos a través de intervenciones limitadas; ha reforzado la cooperación con los Estados Unidos e Iberoamérica, alineándose con la Administración Bush y los neoconservadores en la idea de que con la «guerra preventiva» y «la contundencia de la disuasión militar» podían hacer frente a la nueva amenaza terrorista28, y ha hecho participar a las tropas españolas en operaciones de paz y ayuda humanitaria («Bosnia, Kosovo, Macedonia, Guatemala, Afganistán, efectos de la catástrofe del Prestige, de los incendios forestales y la asistencia y recuperación de inmigrantes»). Muy a la defensiva por el alcance de la protesta ciudadana a tenor de su política internacional y especialmente por su actuación en la guerra 26.Programa electoral de 2004, p. 175. 27.En http://www.pp.es 28.SEGURA, Antoni (2007) «El nuevo orden mundial y el mundo islámico», en Ayer, 65, (1), pp. 11 y ss. 306 Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez de Irak, el PP afirma en su Programa de 2004 haber defendido el papel de las Naciones Unidas como elemento esencial en el mantenimiento de la paz y seguridad internacional frente a las amenazas terroristas y la proliferación de armas de destrucción masivas que representaba la violación sistemática de las Resoluciones del Consejo de Seguridad por parte del régimen iraquí. Su máxima preocupación en 2004 estribaba en llevar al convencimiento de la ciudadanía que su actuación estaba dentro del respeto a la legalidad internacional y en especial a las Resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas29. Para el PP, el terrorismo, las armas de destrucción masiva, los estados fallidos y el crimen organizado constituyen las nuevas amenazas a la paz y seguridad internacionales. Amenazas que trascienden las capacidades de los estados individuales y que exige una responsabilidad compartida. En función de ello, los ejes de su política internacional son: 1. Europa y el proyecto de construcción de la Unión Europea como un actor mundial y un espacio de paz, seguridad, progreso y libertad. Su compromiso en 2004 —y su voto favorable en el referéndum de la Carta Europea— estribaba en conseguir que el proyecto de Constitución fuera una realidad cuanto antes para todos los ciudadanos europeos, como garantía de la paz, libertad, la democracia, los derechos humanos, las libertades fundamentales, el Estado de Derecho y la integridad territorial de los Estados miembros de la Unión. Del mismo modo, la prioridad política de la UE debía de ser la creación de un espacio de libertad, paz y prosperidad en el continente europeo así como la defensa y proyección de estos principios y valores en el resto del mundo para favorecer la emergencia de un orden internacional más estable, más seguro y más justo. Junto a ello, desde su clara opción atlantista, apuestan como objetivo básico de la Política Exterior y de Seguridad Común de la Unión Europea el reforzamiento de los lazos transatlánticos y el fomento de una comunidad transatlántica capaz de garantizar la paz, la estabilidad y la prosperidad en el mundo. 2. La Organización de las Naciones Unidas como guardián de la legalidad internacional y garante de la paz y la seguridad internacionales. De ahí su interés porque España estuviera presente en el proceso de reforma de las Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad. 29.Cf. Partido Popular. Programa electoral de 2004, pp. 221-224. el poder polÍtico de la paz. la presencia... 307 En este sentido, por ejemplo, la solución que defiende para el conflicto de Oriente Medio es poner en práctica la Hoja de Ruta, que cuenta con el respaldo unánime del Consejo de Seguridad, buscando «como objetivo final la existencia de dos estados —el de Israel y el Estado Palestino— viviendo en paz y seguridad el uno junto al otro» 30. 3. La presencia de nuestras Fuerzas Armadas en misiones de paz, humanitarias y en lucha contra el terrorismo más allá de nuestras fronteras constituye el tercer eje de su política internacional y propuestas de paz (pp. 226-227). Unas misiones de paz que decide el Poder Ejecutivo y en ningún caso se plantea pasar por el Parlamento como defienden los socialistas e Izquierda Unida. Estas misiones en las que se plantea potenciar la presencia de la Guardia Civil —por ello justifica el estatuto militar de Benemérito Instituto— constituyen, al igual que otros instrumentos del Estado, un ejemplo de solidaridad y cooperación 31. 3.1.3. Izquierda Unida El nacimiento de Izquierda Unida se produjo el 27 de abril de 1986 al calor de las movilizaciones de la Paz y contra la OTAN, del referéndum de 1986 por el que España se integró en la estructura política y no militar de la OTAN, cuando casi siete millones de votos planteaban con su NO el apoyo a una política de paz y neutralidad y, en consecuencia, una nueva concepción de la política. Izquierda Unida se constituyó, según se recogía en las Bases de acuerdo para la constitución de la plataforma de la izquierda unida ante «una ineludible necesidad para recuperar la esperanza que subyace en los anhelos de tantos españoles que se pronuncian por la paz y la neutralidad». Nació, por tanto, con el compromiso de defender la Paz y la Neutralidad de España, la salida de España de la OTAN, la terminación del Tratado militar de 2 de julio de 1982 con EE.UU y preaviso de un año para la salida de todos los efectivos norteamericanos de las bases de Torrejón, Zaragoza, Morón, Rota y demás instalaciones de carácter militar en España, la Cooperación pacífica con todos los pueblos de la tierra, y la solidaridad con el Tercer Mundo32. 30.Ibídem, p. 237 31.Ibídem, p. 250 32.Cf. Bases de acuerdo para la constitución de la plataforma de la izquierda unida, p. 4 308 Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez Para Izquierda Unida con el referéndum de 1986 no finalizaba la lucha por la Paz y la soberanía de España. Había que desvincular a nuestro país de la política de bloques, entre otras cosas, porque los bloques militares situaban a las naciones que los integran bajo el control de la superpotencia que hegemoniza a cada uno de ellos, y porque había que seguir propugnando una neutralidad activa y una política exterior fundamentada en la paz, la distensión y la cooperación internacional. Pasados veinte años de la formación de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares señalaba que la batalla no fue en vano, otros elementos vinieron a fortalecer la conciencia pacifista de nuestro país: «En España, se perdió por parte de Izquierda Unida y por parte del movimiento pacifista la batalla de la OTAN. Perdimos aquella batalla; al final se entró en la OTAN. Pero, los ecos de esa batalla ganaron otra, que fue el fin de la leva obligatoria en nuestro país y la aparición de un Ejército profesional en España. Creo que eso tiene mucho que ver con la lucha del movimiento de objeción de conciencia, del movimiento de insumisión, que son elementos que también se añaden a la conciencia pacifista en nuestro país»33. A lo largo de su existencia política, tanto en las proposiciones en el Parlamento como en sus programas políticos ha venido defiendo dicha política que se ha concretado en proposiciones en las Cortes, en preguntas y en propuestas claramente pacifistas y de cooperación en sus programas generales y municipales. Entre las propuestas de paz que el grupo parlamentario de IU-Los Verdes ha desarrollado en la legislatura de 2004 a 2007 cabe destacar: El apoyo del envío de cascos azules españoles en misión de Paz al Líbano; La petición al Gobierno socialista para que desarrolle nuevas iniciativas de paz en el Oriente Próximo; Proposiciones de ley sobre fomento de Educación y Cultura de Paz; Propuestas de paz para el Oriente Próximo; Creaciones del Instituto Civiles para la Paz; Diversas aportaciones a la Ley de Defensa referentes a que cualquier intervención de las fuerzas Armadas sea necesaria la autorización del Congreso de los Diputados, que esas intervenciones tengan que tener aval por parte del Derecho Internacional y estar bajo el amparo de resoluciones de Naciones Unidas. 33.Cf. LLAMAZARES, Gaspar (2007) «Otra mirada a la cultura de la paz en la política española», en MARTÍNEZ LÓPEZ, Fernando y MUÑOZ, Francisco A. (Eds.), Políticas de Paz en el Mediterráneo. Madrid, 302 y ss. el poder polÍtico de la paz. la presencia... 309 Al mismo tiempo han sido evidentes la críticas a las actuaciones del Gobierno del PSOE, visibles especialmente en la exigencia de la retirada de las tropas de Afganistán, o las críticas a la ambigüedad y el acercamiento a Marruecos en relación con el Sahara Occidental, el desarrollo reglamentario del Acuerdo de cooperación con EEUU para la Defensa, la connivencia con los vuelos de la CIA y el uso de las bases de utilización conjunta para el traslado de prisioneros a Guantánamo, la venta de armas de doble uso a Marruecos, la colaboración militar con Israel y la profundización de los compromisos con la OTAN, o a los proyectos de nuevas bases en Zaragoza o Valladolid. Para Izquierda Unida la nueva conciencia pacifista surgida con las movilizaciones de la guerra de Irak incorpora no sólo un carácter antiimperialista sino también un carácter solidario. Esa conciencia pacifista se interroga sobre la seguridad militar y se plantea el objetivo de la seguridad humana pues, entre otras cosas por ejemplo, la fosa que nos separa al Mediterráneo, esa fosa que en algunas zonas tiene tan solo 14 kilómetros de distancia, es la fosa de desigualdad económica más profunda del universo. Por ello, para Izquierda Unida es insuficiente una política internacional frente a la política mayoritaria de los Estados Unidos basada en el Derecho Internacional, en los Derechos Humanos, multilateral. Se hace imprescindible cada vez más tener, una Ley de Seguridad humana en el ámbito internacional, lo que significa mecanismos de cooperación internacional, un mercado amplio en el conjunto del Mediterráneo, organismos de prevención de conflictos 34. El reflejo de las preocupaciones de Izquierda Unida por la cooperación internacional, la pobreza, el fomento de la paz y los derechos humanos queda reflejado en el Programa marco local 2007 cuando sitúa propuestas del siguiente tenor: Una educación pública de calidad en condiciones de igualdad, en la que se faciliten recursos orientados a potenciar la educación en valores relacionados con los derechos humanos, la Paz, el respeto mutuo y la solidaridad, la igualdad entre mujeres y hombres, la educación ambiental, la educación para la salud, la educación afectivo-sexual, la educación en materia de comunicación, la educación para el consumo, el valor de la diversidad y la tolerancia para luchar contra la xenofobia y el racismo 35. 34.Ibídem, pp. 307-308. 35.Programa marco local 2007, p. 34. 310 Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez Ciudades solidarias en un mundo global, poniendo de relieve que los municipios españoles no están fuera del mundo, pertenecen a un mundo global en el que la mayoría de la población vive al borde de la miseria, de donde se deduce la obligación ética de los municipios españoles con la cooperación al desarrollo de los pueblos, y la obligación de respeto a su historia y su cultura y un compromiso de paz. Participación ciudadana y movilización social con la creación en cada ayuntamiento de un Consejo Municipal de Paz, solidaridad y cooperación con carácter consultivo, la creación de una concejalía delegada de paz, Solidaridad y Derechos Humanos, fomentar la educación para el desarrollo y la paz , a través de convenios con los centros de enseñanza que pongan en funcionamiento proyectos que incorporen la educación para la paz y la solidaridad como eje trasversal de los proyectos circulares, hermanamientos con comunidades educativas de los países del Sur, jornadas seminarios, etc. Propuestas que, en el caso andaluz, conectan con el Plan Andaluz de Educación para la Cultura de Paz y la Noviolencia, puesto en marcha en el curso escolar 2001-2002 por la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía lo que constituye una experiencia única en el ámbito del sistema educativo español, especialmente la Red Andaluza «Escuelas: Espacio de Paz» integrada por aquellos centros que desarrollan un proyecto integral desde el enfoque de la Educación para la Cultura de Paz. 3.1.4 Los Verdes36 En la Carta de Los Verdes del Mundo hay un claro pronunciamiento contra la noviolencia y el logro de la Cultura de Paz y cooperación entre los estados como base de la seguridad global. Una seguridad que no ha de descansar sobre la fuerza militar sino sobre la cooperación, sobre un desarrollo económico y social solvente, sobre la seguridad ambiental, y el respeto a los derechos humanos. Para los Verdes, todo ello requiere: Un concepto integrado de seguridad global, que otorgue prioridad a los aspectos sociales, económicos, ecológicos, psicológicos y culturales del conflicto, en vez de un concepto basado principalmente en los balances de poder militar; Un sistema 36.En http://www.losverdesdeandalucia.org/ el poder polÍtico de la paz. la presencia... 311 global de seguridad capaz de prevenir, gestionar y solucionar conflictos; La eliminación de las ocasiones de guerra por medio de la comprensión y el respeto a las otras culturas, erradicando el racismo, promocionando la libertad y la democracia, y erradicando la pobreza a escala planetaria; La persecución del desarme general y completo incluyendo acuerdos internacionales para asegurar una prohibición completa y definitiva de las armas nucleares, biológicas y químicas, las minas antipersona y las armas de uranio empobrecido; el fortalecimiento de las Naciones Unidas como la organización global de gestión de conflictos y pacificación; La búsqueda de un código riguroso de conducta sobre las exportaciones de armas a países donde se violen los derechos humanos. Propuestas a las que se suma la preocupación del uso no sostenible del agua como fuente de conflictos, guerras y amenaza contra la paz y la cooperación, abogando por la democracia del agua como creadora de condiciones de paz37. En cualquier caso, Los Verdes proponen la construcción de la Unión Europea que sirva de modelo alternativo a la globalización neoliberal y defienden una solución de los conflictos basada en un enfoque multilateral —Naciones Unidas— y en una organización multipolar del planeta, en la que la prevención prime sobre la represión o la opción militar. No obstante, cuando las medidas de prevención fracasan, consideran legítimo recurrir a la fuerza armada, bajo el mandato de la Naciones Unidas para restablecer la Paz y la Seguridad con la intención explícita de retornar un enfoque político multilateral democrático. Los partidos nacionalistas andaluces (PSA, PA) hacen una apuesta en sus idearios por el afianzamiento de la Paz, la cooperación universal, la afirmación de los Derechos Humanos y el encuentro entre las culturas y las civilizaciones (PA), o la defensa de los Derechos Humanos de los Pueblos, el desarrollo sostenible, la defensa del medio ambiente, la justicia, la paz y la solidaridad (PSA)38. Es indudable la apuesta y la suma de estos partidos al fomento de la cultura de paz, a las movilizaciones por la paz llevadas a cabo con motivo de la guerra de Irak, pero tal se 37.El agua, derecho de vida en el siglo XXI. Cumbre de Siete Países de los Más Pobres del Mundo. Bruselas, Parlamento europeo del 7 al 10 de junio de 2000. 38.Véase Los Estatutos del Partido Socialista de Andalucía, p. 4 en http://www.psaandalucia.org/, y Los Estatutos del Partido Andalucista, p. 3 en http.//www.partidoandalucista.org/. 312 Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez echa en falta un mayor desarrollo de estos principios de sus idearios que contribuirían, sin duda, a reafirmar el gran legado de Blas Infante cuando señalaba «Andalucía por si, por España y la Humanidad». 3. 2. Las propuestas de paz de los agentes sindicales Si los partidos políticos democráticos españoles contemplan, a veces con importantes insuficiencias, la defensa de la Paz y los Derechos Humanos, en los idearios, las practicas sindicales y el amplio campo de los pronunciamientos de las centrales sindicales españolas y de la patronal nos encontramos claras apuestas y propuestas en pro de la Paz, los Derechos Humanos y el bienestar de los conciudadanos. Tal vez el elemento más significativo de la contribución de estos actores sociales a la regulación de los conflictos entre obreros y patronos haya sido el tránsito de la «lucha de clases y la confrontación» con que se inició la transición a una política de concertación social y negociación que ha terminando por imponerse, generando un clima de paz laboral, social, que ha contribuido ampliamente al desarrollo y el crecimiento que viene produciéndose en nuestro país en los últimos 14 años 39. Junto a ello, las propuestas de Paz de las grandes centrales sindicales (CCOO, UGT) se han situado en el contexto de las organizaciones de la izquierda española, aportando su singularidad desde el mundo laboral. De este modo, CCOO tiene constituidas Fundaciones de Paz y Solidaridad para la cooperación internacional y la promoción de la paz y solidaridad de los pueblos, y los dirigentes sindicales españoles no cesan de exigir en los foros sindicales europeos (CES) que la Unión Europea «sea un referente mundial que reclama el derecho internacional, 39.En la página web de la CEOE se puede leer en este sentido lo siguiente: «La concertación, a través de Acuerdos Nacionales de muy distinta naturaleza, estructura y alcance, ha sido una nota constante en la actividad de la Confederación Empresarial en sus veintiocho años de existencia. Desde 1979 hasta nuestros días, la negociación y firma de convenios colectivos se ha visto facilitada a través de sucesivos acuerdos globales en los que la CEOE ha participado directamente. Desde el Acuerdo Básico Interconfederal (ABI), al Acuerdo Económico y Social (AES), se ha pasado un largo trecho, no exento de dificultades, pero con un balance muy positivo para la negociación colectiva y para la paz social en España. el poder polÍtico de la paz. la presencia... 313 el equilibrio pacífico y la evitación de conflictos bélicos en cualquier punto del planeta»40. Especial atención han puesto ambas centrales sindicales en inculcar a sus afiliados y a todos los agentes sociales la necesidad de la educación en valores como eje fundamental para trabajar la paz en la escuela y en todos los espacios extraescolares desde la calle, el barrio, la familia, los amigos, los espacios públicos de ocio, los medios de comunicación, los juguetes, los videojuegos, Internet. Etc. A nadie se le oculta el importante papel desempeñado por CCOO y UGT en las movilizaciones contra la guerra de Iraq, las denuncias contra las guerras preventivas auspiciadas por la Administración Bush de los EEUU y los gobiernos de Tony Blair de Gran Bretaña y José María Aznar de España, o las exigencias al gobierno del Partido Popular de que no nos hiciera a los españoles cómplices de la barbarie, implicando a nuestro país en un conflicto bélico que carecía de justificación, no contaba con el amparo de ninguna institución internacional ni con legitimidad alguna desde el derecho internacional . A ellos correspondió impulsar, junto a otras organizaciones políticas y sociales, las acciones más mayoritarias por la Paz de la historia de nuestro país, como fueron las manifestaciones del 15 de febrero de 2003, la jornada de acción sindical contra la guerra (10 de abril de 2003), paros de quince minutos y una huelga general de dos horas. Para ellos, un Mundo en paz necesita, también, medidas que alivien la deuda externa y la condonen para los países más empobrecidos así como medidas adicionales de protección contra la inestabilidad financiera mundial, prestar mayor atención a la lucha contra la pobreza y por la igualdad entre hombres y mujeres, y actuaciones eficaces de las instituciones internacionales, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, de apoyo a las normas fundamentales del trabajo de la OIT, de ayuda financiera a favor de servicios públicos de calidad, y un desarrollo económico sostenible que respete las conclusiones de la Conferencia de Río y el Protocolo de Kioto 41. Unas centrales sindicales que han hecho una clara defensa de la Carta de las Naciones Unidas y han apostado claramente por su reforzamien- 40.Véase Paz y Solidaridad Andalucia, en http://www.pazysolidaridadandalucia.org/. 41.Por la Paz y el Empleo, Manifiesto conjunto de UGT y Comisiones Obreras. 1º de Mayo de 2003 314 Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez to como único organismo de la comunidad internacional para adoptar medidas y mantener la paz frente a las presiones y los ultimátum a que era sometida por los EEUU para que legitimara acciones unilaterales. «Defendemos —decían en un comunicado conjunto el día Internacional de la Paz— la necesidad de mantener y reforzar la ONU, como único organismo legítimo de la comunidad internacional para adoptar medidas y mantener la paz, reclamamos , a su vez, profundas reformas en el funcionamiento de sus organismos y agencias para situar en un plano de igualdad a una amplia mayoría con voz limitada y a una minoría con derecho a veto, y contemplamos con preocupación las presiones y ultimátum para que la ONU resuelva y legitime acciones decididas unilateralmente»42. Del mismo modo que apuestan por dar la mayor credibilidad a la ONU y que se cumplan sus resoluciones, se han mostrado firmes partidarios del fortalecimiento de la política exterior y de seguridad de la Unión Europea para que muestre una voz común en el mundo a favor de la paz y la seguridad, la justicia social, la democracia, los derechos fundamentales y el desarrollo económico y social de los pueblos. Recientemente, bajo el eslogan NO hay PAZ sin Justicia. NO a la Ocupación Israelí, se situaban ante el conflicto de Israel-Palestina, denunciaban, junto a partidos políticos y asociaciones, la guerra permanente de Israel contra el pueblo palestino y sus graves consecuencias, «catastróficas» en el ámbito humanitario y «peligrosas», en el plano político, y solicitaban a la Comunidad Internacional que su compromiso no se limitara al envío de tropas a la región. Aducían para ello que construir la paz implica reivindicar «sin concesiones, ni dobles raseros, el Derecho Internacional, los Derechos Humanos y el reconocimiento de los derechos nacionales del pueblo palestino». Han pedido al Gobierno de España que promueva una nueva Conferencia Internacional de Paz para sentar las bases de un acuerdo definitivo justo y sostenible para la región, que permita a los pueblos vivir en paz 43. 42. Día Internacional de la Paz: UGT y CC.OO. exigen que cesen las presiones sobre la ONU y se restaure su credibilidad, 20 de Septiembre de 2002. 43.Partidos, sindicatos y asociaciones se comprometen por la Paz con Justicia en Palestina. Madrid, 16 de noviembre de 2006. el poder polÍtico de la paz. la presencia... 315 3.3. La paz en la política autonómica andaluza Los idearios, las propuestas y los pronunciamientos que recogen los partidos políticos y los agentes sociales han tomado cuerpo en la política andaluza, especialmente en la vida parlamentaria, en las decisiones del Poder Ejecutivo andaluz y en las declaraciones de sus dirigentes. Tal vez haya que destacar en primer término que la reforma del Estatuto Andaluz, recientemente aprobada en referéndum, incluye entre sus objetivos básicos (art. 10) el fomento de la cultura de la paz y el diálogo entre los pueblos, y reafirma la cooperación internacional con el objetivo de contribuir al desarrollo solidario de los pueblos, la promoción de las condiciones necesarias para la plena integración de las minorías y el diálogo y la concertación social, reconociendo la función relevante que para ello cumplen las organizaciones sindicales y empresariales más representativas de Andalucía, o la integración social, económica, laboral y cultural de los inmigrantes en Andalucía44. Del mismo modo, el Estatuto de Autonomía cuando hace referencia a las relaciones institucionales de la Comunidad Autónoma y habla de Cooperación internacional apunta el principio de solidaridad (art. 245), comprometiendo a la Comunidad Autónoma a desplegar actividades de cooperación al desarrollo, dirigidas a la erradicación de la pobreza, la defensa de los derechos humanos y la promoción de la paz y los valores democráticos, particularmente en Iberoamérica el Magreb y el conjunto de África. En cumplimiento de este principio se aprobó la Ley de Cooperación Internacional para el Desarrollo entre cuyos principios rectores está el fomento del diálogo, la paz y la convivencia y el respeto de los modelos de desarrollo social y económico de otros pueblos y de sus particularidades culturales45. La vida parlamentaria andaluza ha contemplado en los últimos años multitud de declaraciones, proposiciones de ley y no de ley, preguntas que, en mayor o menor grado, recogen iniciativas y medidas dirigidas a apoyar y poner en práctica acciones relacionadas con la paz, la cooperación internacional y los derechos humanos en algunos aspectos concretos como puede ser la educación. Destacan en este sentido las proposiciones, preguntas o comparecencias sobre medidas para la pro- 44.Ley Orgánica 2/2007, de Reforma del Estatuto de Autonomía para Andalucía. 45.En http://www.juntadeandalucia.es/cpre/ 316 Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez moción de la cultura de paz y la mejora de la convivencia en los centros educativos sostenidos con fondos públicos, los contenidos de la cultura de paz, la Red Andaluza Escuela: espacio de paz, la campaña «Adiós a las armas», el fomento de la conciencia social por la paz en Andalucía o proposiciones relativas al desarrollo de una campaña institucional contra los juguetes bélicos46. El fomento de la cultura de la paz y diálogo entre los pueblos ha estado presente en múltiples declaraciones de los presidentes del Parlamento reafirmando el papel de la Cámara Andaluza como un espacio para «el debate y la deliberación» en donde se pone de relieve que «la palabra es la mejor herramienta para construir las sociedades en paz»; o poniéndose de manifiesto la conveniencia de tender puentes entre Andalucía y otros pueblos, especialmente con Marruecos, al existir muchas materias para la cooperación, como son la educación, la universidad o el intercambio de experiencias democráticas (Mar Moreno recibiendo a «la caravana de la paz»)47. Desde el Poder Ejecutivo Andaluz son múltiples las actuaciones que han emanado desde las diversas Consejerías. Podríamos afirmar, que el Gobierno Andaluz y todas sus Consejerías buscan por definición el bienestar de todos los ciudadanos. Independientemente de evaluaciones más pormenorizadas, sus políticas van destinadas a conseguir la satisfacción de las necesidades de los ciudadanos. Por esto sería deseable hacer un análisis pormenorizado de los objetivos que se persiguen en este sentido y los logros alcanzados. En cualquier caso, muchos de estos objetivos y logros, dentro de casi todas las Consejerías, tienen como característica común la regulación pacífica de conflictos, y el cumplimiento de los Derechos Humanos. Efectivamente, Justicia y Administración Pública, Innovación, Ciencia y Empresa, Obras Públicas y Transportes, Empleo, Educación, Turismo, Comercio y Deporte, Agricultura y Pesca, Salud, Igualdad y Bienestar Social, Cultura, y Medio Ambiente, llevan a cabo numerosas acciones en este sentido aunque aquí sólo hablemos de los que nos parecen más claros. Dar un paso más nos llevaría a investigaciones que transcienden el papel de este trabajo. 46.Sobre iniciativas parlamentarias con temática sobre pacifismo, véase http://www. parlamentodeandalucia.es/ 47.Cf. Discurso de la presidenta del Parlamento a la delegación de la Caravana por la paz y la solidaridad de Marruecos, 8 de marzo de 2006. el poder polÍtico de la paz. la presencia... 317 En este sentido la Consejería de Presidencia ha realizado muy diversas convocatorias y acciones encaminadas a fomentar el respeto y el desarrollo de los Derechos Humanos y de la Paz, gestionadas en la anterior legislatura (2000-2004) fundamentalmente por la Dirección General de Asuntos Europeos y Cooperación Exterior. Estas actuaciones, y otras que se encontraban dispersas en otros órganos directivos de la administración andaluza, se han unido en la actual legislatura con la creación de la Secretaría General de Acción Exterior. Los proyectos impulsados por la Conserjería se centran en el acercamiento de otras culturas a la sociedad andaluza, a través de exposiciones artísticas, congresos, jornadas y encuentros, con el objeto de promover el diálogo, la paz, la convivencia y el respeto a otros pueblos y sus particularidades culturales, de acuerdo con los principios de la ley andaluza de cooperación internacional para el desarrollo. Entre las actividades promovidas, destacan las realizadas por la Fundación Tres Culturas del Mediterráneo, entre cuyos objetivos se encuentra el promover el entendimiento de las culturas árabe, hebrea y cristiana. Otras empresas públicas ejecutan proyectos de sensibilización, como E.P. Gestión de Programas Culturales, E.P. Desarrollo Agrario y Pesquero, o Inturjoven La aportación más importante de la Consejería de Gobernación, en relación con nuestra temática, está siendo la coordinación de todas las actuaciones del Gobierno andaluz en materia de atención a las personas inmigrantes. Empezó a concretarse de forma visible con la creación al inicio de la legislatura 2000-2004 de la Dirección General de Coordinación de Políticas Migratorias y de la Comisión Interdepartamental de Políticas Migratorias. Junto a ello es importante destacar el Foro Andaluz de la Inmigración, constituido por parte de los miembros de la Comisión Interdepartamental de Políticas Migratorias junto con representantes de la Federación Andaluza de Municipios y Provincias, de la Confederación de Empresarios de Andalucía, de las Organizaciones Sindicales, Administración Central y asociaciones de inmigrantes y pro-inmigrantes. Una buena síntesis de las acciones desarrolladas por estas instituciones se recoge en el I Plan integral para la inmigración en Andalucía 2001-2004, aprobado por el Decreto 1/2002, de 9 de enero de 2002. Una vez fundamentado conceptual y jurídicamente y analizada la realidad de la inmigración en Andalucía, el Plan de inspira en los siguientes principios rectores: Igualdad, globalidad, coordinación, participación, interculturalidad, descentralización, normalización y socialización, buscando favorecer la plena integración social, laboral y personal de la población inmigrante. 318 Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez Al mismo tiempo pretende asegurar el acceso de la población inmigrante a los servicios básicos comunes al conjunto de la población, cualificar la oferta de bienes y servicios tanto a la población inmigrante como a la de acogida, fomentar la sensibilidad social acerca de los valores positivos del hecho de la inmigración y contribuir a mejorar las condiciones de vida y de las infraestructuras de los países de origen de la población inmigrante. Tal vez por su propia naturaleza, la Consejería de Educación —tal como se pone de relieve en otra ponencia de este encuentro— es la que más atención ha dedicado y dedica a cuestiones relacionadas con el desarrollo de actitudes, valores y prácticas de paz. Es hasta cierto punto lógico si tenemos en cuenta que la educación es uno de los pilares fundamentales para el desarrollo de estas ideas y un medio indispensable para ir modelando el pensamiento, los hábitos y las prácticas de los ciudadanos que deben llevar a un cambio de la realidad social. Las acciones impulsadas y desarrolladas por la Consejería de Educación son numerosas en los últimos años, abarcando tanto la formación y educación formal de los niveles de las enseñanzas primaria y secundaria como el ámbito universitario durante la anterior legislatura, en la que tenía también la competencia de las universidades. Entre las acciones desarrolladas y las iniciativas puestas en marcha por esta Consejería destaca su participación en el Plan Integral para la inmigración en Andalucía pero, sin duda, las acciones más estrechamente relacionadas con la Investigación para la Paz y los Derechos Humanos ha consistido en la elaboración y desarrollo del Plan Andaluz de Educación para la Cultura de Paz y Noviolencia (2001-2010), inspirado en los principios de promover la paz como acción colectiva e individual; saber convivir con los conflictos y proponer soluciones creativas y pacíficas a los mismos; detener, disminuir y prevenir las manifestaciones de la violencia. La Ley Andaluza de Universidades (2003); La Red Andaluza «Escuelas: Espacio de Paz» constituida por aquellos centros que desarrollan un proyecto integral desde el enfoque de la Educación para la Cultura de Paz —en el presente curso se han acogido a esta red unos 801 centros de toda Andalucía, llegando la iniciativa en estos momentos a cerca de 2000 centros. El Decreto 19 /2007, de 23 de enero, por el que se adoptan medidas para la promoción de la Cultura de Paz y la mejora de la convivencia en los centros educativos sostenidos con fondos públicos 48. 48.B.O.J.A. nº 25, de 2 de febrero el poder polÍtico de la paz. la presencia... 319 Todo ello culmina con el Proyecto de Ley de Educación de Andalucía, en tramitación parlamentaria en estos momentos, que establece como principios del sistema educativo andaluz (Art. 3), entre otros, los siguientes: La convivencia como meta y condición necesaria para el buen desarrollo del trabajo del alumnado y del profesorado; La promoción de la cultura de paz y no violencia en todos los órdenes de la vida, el respeto a los demás, la tolerancia con las diferencias legítimas y la búsqueda permanente de fórmulas para prevenir los conflictos y resolver pacíficamente los que se produzcan en los centros docentes; La democracia, sus valores y procedimientos, como principio que orienta e inspira las prácticas educativas y el funcionamiento de los centros docentes, así como las relaciones interpersonales y el clima de convivencia existente en los mismos. Dentro del desarrollo del Plan Andaluz de Cultura de la Paz y Noviolencia, la Consejería de Educación y Ciencia de la Junta de Andalucía promovió y auspició el Primer Congreso Hispanoamericano de Educación y Cultura de Paz (2002), apoyado por la Universidad de Granada y la Asociación Española de Investigación para la Paz. Su significado práctico se situaba en el compromiso del ámbito educativo y social, tanto de los gobiernos como de la comunidad científica e intelectual y de la sociedad civil, por mejorar la calidad de la enseñanza, imprimiéndole estos rasgos distintivos en favor de una Cultura de la Paz. Del mismo modo, en el marco de las iniciativas patrocinadas por la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa destaca el apoyo al proyecto de redes de paz de la universidades andaluzas e Iberoamérica y, especialmente, el patrocinio del Congreso Internacional sobre la Paz en las Culturas Políticas del Mediterráneo, organizado por la Universidad de Almería y Raipad con motivo de la celebración de los Juegos del Mediterráneo, que congregó a numerosos investigadores andaluces, de la Asociación Española de Investigación para la Paz (AIPAZ), de los diferentes países del Mediterráneo, de las religiones mediterráneas, diplomáticos, militares y políticos, con la finalidad de analizar el papel de la paz en la práctica política de organizaciones, instituciones y estados a lo largo de la historia del Mediterráneo. Las reflexiones de este Congreso quedan reflejadas en el libro Políticas de Paz en el Mediterráneo, publicado por Biblioteca Nueva (2007), y en un CD —las comunicaciones— bajo el título La Paz en la culturas políticas del Mediterráneo (Editorial Universidad de Almería, 2007).49 49. MARTÍNEZ LÓPEZ, Fernando, MUÑOZ, Francisco A. (2007) Políticas de paz en el Mediterráneo. Madrid. 320 Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez Como podemos apreciar, dentro de la Junta de Andalucía se tienen un sinfín de iniciativas en relación con el tema que nos ocupa, que en gran parte han sido propiciadas por la labor de concienciación de entidades civiles, organizaciones no gubernamentales y, especialmente, grupos de investigación y docencia universitarias entre las que destaca el grupo de Derechos Humanos de la Universidad Pablo de Olavide y el Instituto Universitario de la Paz y los Conflictos, cuya investigación y divulgación ha repercutido extraordinariamente durante sus veinte años de existencia entre muchos profesionales de la enseñanza, en la vida política andaluza y sobre todo en las políticas de fomento de la cultura de paz de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía. Finalmente, las declaraciones del presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, han contribuido a fijar las posiciones de nuestra Comunidad y a potenciar políticas de Paz. La defensa de la aplicación de la «hoja de ruta» como solución al conflicto Palestino-Israelí bajo la supervisión prevista por los miembros del Cuarteto, el reforzamiento del papel de las Naciones Unidas y la obligatoriedad de cumplimiento de sus Resoluciones, la apuesta por el encuentro y Alianza de Civilizaciones, la potenciación de patronatos y fundaciones como la de Tres Culturas del Mediterráneo o Barenboim-Said refuerzan la idea de que Andalucía es una tierra comprometida activamente en la defensa de los principios de la paz y de la convivencia, apuesta por la cooperación como el gran instrumento para favorecer las relaciones pacíficas entre los pueblos, y repudia la guerra como instrumento de solución de los conflictos 50. 50.Véase entre otros los discursos del Presidente Manuel Chaves en http://www.juntadeandalucia.es/, especialmente en: Seminario internacional de medios de comunicación sobre la paz en oriente medio, Sevilla, 22 de octubre de 2003, Discurso de investidura de Manuel Chaves VII legislatura, Pleno del Parlamento de Andalucía Sevilla, 20 de abril de 2004, Inauguración del X Foro España ­Estados Unidos, Sevilla, 14 de mayo de 2005, Seminario ‘Paz. Sueño o Vision’, Israel, 16 de Noviembre de 2005, Reunión del Patronato de la Fundación Tres Culturas del Mediterráneo. Sevilla, noviembre de 2005, Curso Encuentro y Alianza de Civilizaciones, Granada, 27 de abril de 2006, Seminario `Bridging The divides’. Diálogo interreligioso en el siglo XXI , Nueva York, 19 de diciembre de 2006. el poder polÍtico de la paz. la presencia... 321 4. EL PODER POLÍTICO DE LA PAZ Como hemos visto a largo de las páginas anteriores, el concepto de Paz es operativo políticamente para distintos escenarios y actores, que partiendo de unos presupuestos más o menos elaborados de la Paz realizan adaptaciones eficientes para sus contextos sociales. Así la Paz ha sido operativa en ámbitos privados, públicos y políticos, existiendo retroalimentaciones entre todos ellos. Una paz vivida, pensada, escrita o ejercitada, con el objetivo de armonizar las relaciones personales, grupales y exteriores. En nuestro caso nos hemos centrado en la perspectiva de Andalucía, España, Europa, pero cabría hacer desarrollos similares de otras escalas y estamos seguros de que siempre podríamos comprobar cómo la Paz ha equilibrado y armonizado las dinámicas de los conflictos. Todas éstas deben ser reconocidas y potenciadas. De otro lado, lo mas relevante de estos procesos no es sólo la notabilidad de tales acontecimientos, legislaciones, acciones o manifestaciones, sino también las relaciones entre ellos y la importancia de las dinámicas sociales con las que se relacionan. Iniciativas de presidentes de gobierno, ministros, consejeros, políticos, diplomáticos, ongs, asociaciones, coordinadoras, federaciones o confederaciones, han estado orientadas a la gestión pacífica de las tensiones, la negociación, la búsqueda del bienestar de la población, a evitar las guerras, la consecución de la justicia, del desarrollo o la igualdad. Estas actividades queda reflejadas, como hemos visto, en el cuerpo legislativo, actas de sesiones, medios de comunicación o reflexiones de intelectuales, religiosos, científicos o políticos. Con el seguimiento de estas iniciativas podemos afirmar que la búsqueda de la Paz ha sido una habilidad política permanente orientada a obtener las mejores condiciones de convivencia, para conseguir el mayor bienestar posible de las sociedades. Frente a los problemas planteados por la confluencia de intereses, necesidades, proyectos o percepciones diferenciadas en las sociedades, la acción pública y política ha mantenido un continuo esfuerzo por lograr que se alcancen el mayor número de expectativas colectivas con el menor coste social posible. Implícita y explícitamente la transformación y gestión pacífica de los conflictos ha influido en la toma de decisiones políticas de la sociedad en general y, asimismo, de organizaciones, asociaciones e instituciones públicas y privadas. 322 Miguel GÓmez, Gregorio cÁmara y Fernando MartÍnez La Paz se ha convertido en una práctica política, una ideología y una teoría pública y política que ha tenido capacidad para hacer frente a los diversos desafíos aparecidos en cada coyuntura. Podríamos decir que la mayoría de las tendencias políticas representadas por los diversos actores públicos han mantenido posiciones y discursos con respecto a la Paz, al menos entendida como la ausencia de guerra. La paz ha servido para enmarcar las relaciones entre los diversos grupos sociales y comunidades en su conjunto. Ha aparecido como un horizonte ético, como el establecimiento de relaciones de negociación, un lema político o un proyecto social. Justamente, esta polisemia y plasticidad de la Paz es la que la convierte, por encima de todo, en un recurso útil. En la negociación llevada en el entorno de la organización que las acoge, en las relaciones con las instituciones y asociaciones de su entorno, los contactos con las fuerzas políticas, los contactos con ongs, las acciones llevadas en zonas en conflicto, etc., en todas estas ocasiones el «poder» está presente. Nosotros, coincidiendo con otras propuestas de la Investigación para la Paz, queremos apelar al «empoderamiento pacifista» como un reconocimiento de las realidades, prácticas y acciones pacifistas y sus capacidades para actuar y transformar su entorno más o menos cercano; y para impulsar y promover la creación de redes entre todos los actores que de una u otra forma tienen intereses en promocionar la paz.51 Todos (mujeres, hombres, intelectuales, artistas, activistas, ongs, religiones, culturas, instituciones, empresas o estados) podemos ser actores continuos, momentáneos o coyunturales de la construcción de un mundo más justo y pacífico. En cualquier caso el poder político de la Paz es innegable desde la constatación de su presencia en las acciones de las organizaciones, en las manifestaciones sociales, en los programa de los partidos políticos y en la legislación. De poco servirían todas las reflexiones y análisis teóricos sobre la Paz si no tuvieran un reflejo práctico, una praxis a través de la cual ir transformando. Los procesos de creación y potenciación de lo que podría identificarse como una Cultura Política de la Paz están, en gran parte, vinculados a las reivindicaciones y acciones de todo tipo 51.Cf. MUÑOZ, Francisco A., HERRERA FLORES, Joaquín, MOLINA RUEDA, Beatriz y SÁNCHEZ FERNÁNDEZ, Sebastián (2005) «El poder de la Paz y los Derechos Humanos», Investigación para la Paz y los Derechos Humanos desde Andalucía, pp. 131 ss. el poder polÍtico de la paz. la presencia... 323 de organizaciones sociales que, de esta forma, promueven acciones que queremos reconocer como un «empoderamiento pacifista». Un empoderamiento reivindicativo de su presencia en los ámbitos públicos y políticos, de la participación en la toma de decisiones, en la distribución del poder, y en el que podríamos incluir muchas acciones, desde algunas de las democracias formales hasta las reconocidas explícitamente como no «noviolentas». Aunque en todo este reconocimiento siempre nos tropezamos con las dificultades de la identificación y definición del «poder». Por un lado porque ha sido, injustificadamente, relacionado unívocamente con el poder violento, de otro porque no han sido reconocidas suficientemente las potencialidades de transformación pública y política de las gestiones pacíficas de los conflictos. Es necesario, por tanto, abordar sin ambigüedades estas praxis desde una teoría renovada del poder que tenga en cuenta las capacidades sociales para promocionar y desarrollar la Paz. 325 LA CONCORDIA LAICA Octavio Salazar Benítez Cátedra UNESCO de Resolución de Conflictos Universidad de Córdoba «Guerra entre dioses o concordia laica: es preciso elegir» Henri Peña-Ruiz, La emancipación laica «Los hombres están hechos para entenderse para comprenderse, para amarse, tienen hijos que serán padres de los hombres tienen hijos sin fuego ni lugar que inventarán de nuevo a los hombres y a la naturaleza y su patria la de todos los hombres la de todos los tiempos» Paul Éluard Estimo necesario iniciar estas reflexiones dejando claro que cuando utilizamos el término laicismo nos estamos refiriendo a la articulación jurídica, y por tanto también política, de las religiones en el espacio público. Es decir, no estamos realizando con él una valoración moral, ni un juicio crítico sobre el contenido de las religiones ni, en general, sobre las creencias de los ciudadanos y ciudadanas, sino simplemente realizando una propuesta de cómo debe ser su presencia pública. Todo ello en el contexto de un Estado democrático y apoyado pues, en los derechos fundamentales y en el respeto al pluralismo. Por lo tanto, cuando hablamos de laicismo lo hacemos desde la perspectiva de la res publica y no desde la dimensión moral y privada propia de la religión o de otro tipo de creencias amparadas en un Estado constitucional por 326 octavio salazar benÍtez la libertad de conciencia1. De ahí que el laicismo requiera una mirada constitucional en la medida en que incide en la posición del individuo como ciudadano y en sus relaciones con los poderes públicos *. El debate sobre el laicismo ha de situarse, además, en la complejidad que encierra cualquier sociedad democrática. Una complejidad que deriva de una cierta paradoja, la que se mueve en el equilibrio siempre inestable entre los valores comunes que hacen posible la convivencia y la diversidad propia de un régimen pluralista. Una convivencia no siempre pacífica, a veces conflictiva, pero inevitable en un sistema que se apoya en la libertad, la igualdad y el pluralismo. El espacio público democrático se articula sobre una tensión que tiene su origen en los mismos valores que lo fundamentan, es decir, en los derechos y libertades que se reconocen a los individuos. Unos derechos que en ningún caso pueden ser ilimitados y que, en ocasiones, para posibilitar una convivencia pacífica, han de verse sometidos a restricciones sin las que no sería posible la paz social. En muchos casos esas limitaciones vendrán impuestas por la necesidad de hacer compatibles nuestros espacios de libertad con los espacios de libertad de los demás, todo ello sin que se fracture el suelo sobre el que unos y otros desarrollamos nuestra personalidad y nuestras opciones políticas, culturales o religiosas. Nos enfrentamos, pues, a lo que Peter Häberle2 ha denominado «la paradoja del pluralismo», es decir, a la necesidad que en muchas ocasiones las sociedades democráticas tienen de limitar el pluralismo con la finalidad de garantizar la continuidad del mismo sistema pluralista. 1.Es necesario realizar una aclaración en torno a dos términos que a veces se utilizan indistintamente: laicismo y laicidad. Sólo la primera de ellas aparece en el Diccionario de la Real Academia Española, el cual la define como «la doctrina que define la independencia del hombre o de la sociedad y más particularmente del Estado, de todo influencia eclesiástica o religiosa». En ocasiones se utiliza laicidad, un neologismo que traduce términos existentes en otras lenguas (laicité, laicità, laicity, laicidade). Si tuviéramos que establecer una diferencia entre ambos términos, ésta se centraría en que la laicidad implica el ideal ya realizado mientras que el laicismo haría referencia al movimiento, al proceso, a la reivindicación. Siguiendo a Henri-Peña Ruiz, «el laicismo propugna la laicidad, o sea, la condición emancipada del Estado, de las instituciones y servicios públicos y de los ciudadanos de toda injerencia doctrinaria que les resta la universalidad necesaria en una democracia que se cuide de la igualdad y de la libertad». * .N. E. Véase el capítulo «Religiones como gestión de la complejidad y la paz». 2. HÄBERLE, Peter (2002) Pluralismo y Constitución. Madrid la concordia laica 327 Uno de los principales retos que en la actualidad tiene planteado el constitucionalismo, y en general todas las Ciencias Sociales, es el crecimiento de la complejidad de ese espacio público *. Fracasados los intentos homogeneizadores del modelo del Estado Nación, y a pesar de que la globalización también encierra el riesgo de una homogeneización cultural, si por algo se caracterizan las sociedades actuales es por su creciente diversidad. Esta se ha visto favorecida por instrumentos como las nuevas tecnologías y por fenómenos como los movimientos migratorios. La ruptura de fronteras, la movilidad, la cercanía de unos mundos y otros y, sobre todo, el cada vez más heterogéneo mapa humano, nos plantea el reto de la articulación de ese nuevo espacio público y, entre otras cosas, nos obliga a redefinir paradigmas clásicos de la teoría constitucional como la identificación estricta de ciudadanía con la nacionalidad o, en general, la misma teoría de los derechos fundamentales. Una teoría que debe superar la concepción etnocéntrica que ha sido dominante en el siglo pasado y que debe ser objeto de una relectura desde el entendimiento de la igualdad como garantía de las diferencias. Esa creciente heterogeneidad, o mejor, creciente visibilidad de esa heterogeneidad3, plantea a su vez el debate de la protección de las identidades. De ahí las miles de páginas que en los últimos años se han venido escribiendo sobre identidad cultural, multiculturalismo, interculturalismo,…. Con independencia de las respuestas que podamos dar a la necesidad de proteger la identidad de los individuos, que son las que realmente plantean un intenso debate político, lo que no admite discusión es que la sociedad, cualquier sociedad, es de hecho multicultural, lo cual nos plantea una doble exigencia: la protección de la diversidad cultural y la garantía de un «mínimo común denominador» que permita la supervivencia del modelo democrático *. * .N. E. Véase el capítulo «Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la Paz» 3.La heterogeneidad siempre ha existido. Lo que ha ocurrido es que ha sido invisibilizada o domesticada en nombre de determinados intereses y con la ayuda de ciertas ficciones como la «voluntad general» o la misma idea de Nación. *. N. E. Véase en este mismo volumen el capítulo «Derechos Humanos, Interculturalidad y Racionalidad de Resistencia». 328 octavio salazar benÍtez 1. EL DESPERTAR DE LAS RELIGIONES Uno de los fenómenos más significativos en ese contexto de creciente heterogeneidad es, sin duda, el resurgir de los sentimientos religiosos. Cuando ya parecía que los procesos de racionalización y secularización, al menos en el mundo occidental, habían desterrado a un plano secundario, y estrictamente privado, a las religiones, éstas han vuelto a recuperar posiciones en el espacio público, a centrar debates y reivindicaciones y, por supuesto, a ser utilizadas interesadamente por aquellos a los que los sentimientos identitarios pueden servir de coartada para la defensa de otros intereses políticos o económicos. Como agudamente escribiera Vicente Verdú4 a finales de los 90, «el fin de siglo marca el éxito de Dios… Nada más antiguo que Dios pero, a la vez, nada más nuevo, transcultural o golosamente exquisito en un mercado que, día a día, sólo expende vulgarizaciones de lo real». Son muchos los factores que pueden explicar este despertar de las religiones. Me limitaré a apuntar algunas circunstancias de nuestro mundo que pueden, si no explicar totalmente, sí aportar elementos que confluyen en una determinada presencia de lo religioso en nuestras sociedades. De entrada, no podemos olvidar que las estructuras políticas y económicas del mundo globalizado están generando, entre otras consecuencias, un aumento de la exclusión, de la desigualdad, de la inseguridad. Ante un mundo que a través de las medios de comunicación y de las nuevas tecnologías pone ante los ojos de todos las múltiples posibilidades de bienestar y de desarrollo personal pero que al mismo tiempo cierra las puertas de esas oportunidades, es lógico que muchos y muchas acaben refugiándose en dioses que les ayuden a encontrar respuesta ante tal terrible paradoja. A ello habría que sumar la necesidad de afirmación comunitaria frente a políticas avasalladoras y como mecanismo de garantía de una dignidad que acaba siendo pisoteada o, cuando menos, ignorada. De esta manera, es normal la defensa de las raíces identitarias frente a las invasiones o el refugio en lo propio ante las dificultades de integración en contextos que tan difícil se lo ponen a quienes llegan desde afuera. Como bien afirma Juan José Tamayo5, «la religión es, a 4. El País, 19-7-07 5.TAMAYO, Juan José (2006) Desde la heterodoxia. Reflexiones sobre laicismo, política y religión. Madrid. la concordia laica 329 veces, el único modo de que dispone una cultura determinada para preservar su historia y sus esperanzas en los momentos difíciles». De esta manera, el refugio en la religión es también una manera de defender lo colectivo, la comunidad, las señas de identidad que corren el peligro de desaparecer por obra y gracia del invasor o del mercado que trata de expandir una cultura única. Por otra parte, la misma inseguridad que genera el mundo actual, la fragilidad de los vínculos humanos, la liquidez, como diría Bauman6, de unas estructuras que nos vuelven cada día más individualistas e insolidarios, propicia también el refugio en sentimientos, emociones, memorias que nos atan a determinados troncos y con los que pretendemos salvarnos en medio del oleaje. De ahí la pervivencia, a veces difícil de entender, de la religión no sólo desde una perspectiva festiva y lúdica, sino también como estrategia de crecimiento personal. En este sentido habría que tener presentes fenómenos como los nuevos movimientos religiosos, tales como los de inspiración oriental y todos los que responden a un eclecticismo que hace difícil su catalogación. Paralelamente, no han dejado de crecer en los últimos años de manera preocupante los movimientos fundamentalistas. Y no sólo, como algunos pretenden hacernos creer, en la órbita de determinadas religiones —el Islam, básicamente—7, sino en contextos como el occidental y bajo el paraguas de religiones como el catolicismo. Baste con recordar la creciente presencia, incluso política, de movimientos protestantes conservadores en EEUU o las manifestaciones extremas del catolicismo, a través de movimientos como el Opus Dei o los Legionarios de Cristo, por no hablar de las posiciones conservadores de Juan Pablo II o del cardenal Ratzinger y que tan acertadamente Hans Küng ha calificado como «fundamentalismo católico romano». Sin ir más lejos, podríamos poner muchos ejemplos de la posición de la jerarquía católica en nuestro país ante cuestiones de relevancia pública como el matrimonio de homosexuales o, más recientemente, la asignatura de «Educación para la Ciudadanía». 6.BAUMAN, Zygmunt. (2007) Miedo líquido. La sociedad contemporánea y sus temores. Barcelona 7.Este discurso «interesado» avala un determinado entendimiento de las relaciones internacionales y alimenta la teoría del «choque de civilizaciones» que tan bien sirve a los intereses políticos y económicos de los que, al menos por el momento, son los «vencedores» en el proceso de globalización. 330 octavio salazar benÍtez Juan José Tamayo8 ha explicado muy bien las características de estas posiciones fundamentalistas que, de alguna manera, representan una «absolutización de la tradición». Por una parte, estas posiciones confunden lo público y privado, de manera que tratan de imponer una determinada ética religiosa como ética pública. Por otra, es habitual que estos movimientos se alíen con otros fundamentalismos políticos, económicos o sociales (véase el caso de EEUU y de la íntima conexión de Bush con dichos movimientos o incluso también en nuestro país la estrecha relación entre las posiciones más conservadoras del PP y la jerarquía católica). Si en algo suelen coincidir todos estos posicionamientos es en su actitud hostil ante todo lo que suponga avances de la modernidad. Podríamos citar como ejemplos las reacciones frente a avances científicos (por ejemplo, la investigación con células madre), al reconocimiento de derechos (el matrimonio de homosexuales, la incorporación de la mujer a la esfera pública) o al avance de determinadas teorías (por ejemplo, la posición de movimientos fundamentalistas americanos frente a las teorías evolucionistas). 2. LIBERTAD DE CONCIENCIA, IDENTIDAD Y PAZ SOCIAL Es, por tanto, en el contexto analizado en el que tenemos que plantearnos cómo hacer posible la paz social, la convivencia pacífica en unas sociedades cada más plurales y diversas. Una paz social que, como bien indica el art. 10.1 CE, descansa sobre «la dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás». Es decir, el orden político y la convivencia en una sociedad democrática tienen que apoyarse en el respeto a los derechos fundamentales del ser humano y han de posibilitar el libre desarrollo de la personalidad. Un concepto que está íntimamente ligado con la dignidad y, por supuesto, con los elementos que constituyen la identidad de un individuo y sin los que, normalmente, es difícil hallar la felicidad. Un objetivo que estaba presente en las declaraciones de derechos pioneras como la de Virginia de 1776 en la que se dejaba muy claro que los derechos tienen 8.TAMAYO, Juan José (2002) Fundamentalismos y diálogo entre religiones. Madrid la concordia laica 331 como horizonte «la búsqueda y obtención de la felicidad». Es decir, la felicidad entendida como un proceso, como un trayecto que cada hombre, y cada mujer, tendrá que recorrer con el amparo suficiente de sus derechos fundamentales. El derecho a la identidad no aparece reconocido como tal por el constitucionalismo europeo. En Constituciones como la española de 1978 lo que encontramos es la garantía de una serie de libertades que forman parte del contenido de la identidad o bien son instrumentales para su ejercicio. De esta manera podríamos construir ese derecho a través de derechos tales como la igualdad y la no discriminación, la integridad moral, la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y de las comunidades; el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen; la libertad de expresión, los derechos de participación, el derecho a la educación y la libertad de enseñanza o el genérico derecho de acceso a la cultura. Pero si realmente existe una libertad que abre las puertas de nuestra identidad ésa es sin duda la libertad de conciencia. La libertad que, precisamente, está en el origen de lo que hoy conocemos como modernas declaraciones de derechos y sobre la que, por tanto, empieza a construirse el edificio del Estado de Derecho. Una libertad que es reivindicada a partir de las guerras de religión que se viven en Europa en los siglos XVI y XVII y que dará lugar a que se forje el concepto de tolerancia (John Locke, Voltaire). Recordemos cómo la Declaración de Derechos de buen pueblo de Virginia de 1776 ser refería expresamente a la libertad religiosa: «Que la religión, o las obligaciones que tenemos con nuestro Creador, y la manera de cumplirlas, sólo pueden estar dirigidas por la razón y la convicción, no por la fuerza o la violencia; y, por tanto, todos los hombres tienen idéntico derecho al libre ejercicio de la religión, según los dictados de la conciencia; y que es deber mutuo de todos el practicar la indulgencia, el amor y la caridad cristianas» De este artículo merecen destacarse dos elementos: por una parte hay una referencia a la libertad de conciencia (según los dictados de la conciencia) y, por otra, la referencia, que puede parecer hasta contradictoria, a la razón y la convicción como únicas vías de dirección de la religión que, en ningún caso, debería aliarse con la fuerza y la violencia. Igualmente son llamativas las referencias a valores considerados tradicionalmente cristianos —indulgencia, amor, caridad— pero que traducidos en términos sociales son predicables de cualquier otra religión e, incluso, de estructuras políticas como el Estado 332 octavio salazar benÍtez social de Derecho que se apoya en valores como la libertad, la igualdad o la solidaridad. De manera más genérica el art. 10 de la Declaración de derechos francesa del hombre y del ciudadano de 1789 precisa que «nadie debe ser incomodado por sus opiniones, inclusive religiosas, a condición de que su manifestación no perturbe el orden público establecido por la ley». En ambas declaraciones se consagra además como derecho fundamental la libertad de expresión sin la que, obviamente, poco sentido tendría la libertad de conciencia. La identidad tiene, además, una doble dimensión. Por una parte, la individual, y que enlaza con la libertad, la dignidad y el libre desarrollo de la personalidad. Por otra, la colectiva, en la medida en que la identidad, o al menos determinados aspectos de la misma, tienen raíces comunitarias y se proyectan a su vez en posiciones, actuaciones o rituales colectivos. Algo que es especialmente visible en el caso de las religiones. Esta dimensión colectiva incide a su vez en otro de los valores superiores de un ordenamiento democrático, el pluralismo. La conexión entre la identidad y la libertad de la conciencia, así como la dimensión social que ambas tienen, se refleja de manera muy significativa en el art. 1º de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948: «Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y dotados como están de razón y conciencia deben comportarse fraternalmente los unos con los otros». Vemos cómo el artículo enlaza razón y conciencia, que podríamos decir que son los dos pilares a partir de los cuales es posible deducir todos los derechos fundamentales, y cómo no se olvida la dimensión relacional que también tienen los derechos. Una relación que no puede darse de cualquier manera, sino que ha de ser fraternal. Por otra parte, y junto a esa doble dimensión individual/colectiva, la identidad también se mueve entre dos posiciones que pueden resultar contradictorias o, como mínimo, que pueden generar conflictos difíciles de resolver. Me refiero a que, por una parte, la identidad se nutre de elementos heredados, transmitidos, vividos normalmente en comunidad. Pero, al mismo tiempo, el sujeto también construye su identidad desde la libertad. Es decir, no podemos perder de vista que estamos hablando, en términos democráticos, del «libre desarrollo de la personalidad», o como ha dicho nuestro Tribunal Constitucional, de «la autodeterminación consciente y responsable de la propia vida» (STC 53/85). Esta libertad puede llevarnos incluso a rechazar los elementos identitarios heredados y la concordia laica 333 a buscar otras opciones, lo cual, en determinados contextos y situaciones, puede provocar tensiones y conflictos a veces dolorosos para el sujeto. Es lo que Raúl Fornet-Betancourt9 denomina «derecho a la desobediencia cultural», derecho que también debe estar amparado por el derecho a la identidad y, en todo caso, por la libertad de conciencia. Desde esta perspectiva, pues, el derecho a la libertad de conciencia y de religión, tendría también su vertiente negativa, es decir, el derecho a no tener religión o a cambiar de religión. Algo que se expresaba con claridad en el Proyecto de Carta de Derechos Humanos Emergentes que se discutió en el Diálogo Derechos humanos, necesidades emergentes y nuevos compromisos que tuvo lugar en el Fórum de Barcelona de 2004: «El derecho a la libertad de conciencia y religión, que garantiza a toda persona y a los pueblos en que se integran la libertad de conciencia y de religión, así como el derecho a cambiar de religión y a no tener religión». 3. LAICISMO Y DEMOCRACIA El Estado laico es el modelo político y jurídico que trata de conciliar dos factores sin los cuales es imposible la democracia: un mínimo denominador común ético y la diversidad que dimana de la libertad de conciencia sumada a la igualdad, entendida ésta como garantía de las diferencias. De esta manera, el laicismo trata de hacer compatibles la afirmación del sujeto individual con los requisitos exigidos para que la sociedad sea justa. Desde este punto de vista, es interesante recordar el origen etimológico de las palabras laicismo y democracia. Mientras que el primer término deriva de laos, que significa «multitud indiferenciada, muchedumbre», el segundo lo hace de demos, que remite a una «comunidad organizada». Podríamos deducir que en el término laicismo lo que está presente es la diversidad, la pluralidad, la libertad, que ha de ser reconducida a determinados límites, a una concreta regulación, para lograr una comunidad organizada, no de cualquier manera, sino con pleno respeto a la libertad de conciencia y a la igualdad. El laicismo está pues estrechamente vinculado con la libertad y es lo más opuesto 9.FORNET-BETANCOURT, Raúl. (1997), «Aprender a filosofar desde el contexto de las culturas», Revista de filosofía. Nº 90. pp. 365-382. 334 octavio salazar benÍtez a los fundamentalismos, es decir, a la pretensión de imponer una ética privada como pública y de considerar como única y verdadera una determinada religión10. Por ello, una democracia, en sentido estricto, sólo puede ser laica. La unión laica supone llegar, como señala Henri Peña, a una «concordia voluntaria» apoyada en la libertad. Por lo tanto, es una unión que implica una cierta distancia con respecto a las creencias religiosas (cultura de la distancia) porque esa concordia ha de apoyarse en los valores asumidos por todos y todas. Sólo así es posible construir una ciudad justa. El laicismo se sitúa así además en una orientación racionalista. Por una parte, el bien común, lo universal, lo que todos compartimos, ha de ser buscado a través de instrumentos racionales y bajo los valores compartidos por todos y todas. Por otra, el Derecho y las instituciones han de emanciparse de cualquier orientación moral particular y han de propiciar la convivencia pacífica de las diversas opciones religiosas, morales o espirituales de los ciudadanos y ciudadanas. Sin que exista jerarquización real o simbólica entre ellas. Por lo tanto, un Estado democrático ha de responder a esos parámetros racionales y críticos, propiciando la efectividad de la libertad de conciencia de sus ciudadanos y ciudadanas. Un objetivo que no es posible si lo público está impregnado de una determinada opción religiosa o si, de hecho, una concepción moral o espiritual se considera jerárquicamente superior a las restantes. Por más que la misma sea sociológicamente mayoritaria o responda a una tradición histórica. Una situación que, por ejemplo, es la presente en nuestro sistema constitucional. La Constitución española de 1978 en su art. 16 consagra como derecho fundamental la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y de las comunidades 11 y, como no podía ser de otra 10. Henri Peña-Ruiz recoge la distinción que Ferdinand Buisson propone entre laicos y clérigos en su Diccionario de Pedagogía. En él considera que «los clérigos son una facción de la sociedad que se considera especialmente elegida y que piensa que ha recibido la misión de gobernar al resto de humanos; el espíritu clerical es la pretensión de esa minoría de dominar a la mayoría en nombre de una religión». Por el contrario, «los laicos son el pueblo, la masa que no se pone aparte, todo el mundo, excepto los clérigos, y el espíritu laico es el conjunto de las aspiraciones del pueblo, del laos, es el espíritu democrático y popular». 11.Cabe destacar cómo el artículo no habla de libertad de conciencia que hubiera sido un término más comprensivo de todas las posibles opciones espirituales o morales de los la concordia laica 335 manera, señala que ninguna confesión tendrá carácter estatal 12. Ahora bien, a continuación el texto constitucional contempla las relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones. De esta manera, y como lo ha definido nuestro Tribunal Constitucional, se establece un «laicismo cooperativo». Es decir, el Estado español carece de religión oficial, pero ello no impide que los poderes públicos mantengan relaciones de colaboración con las confesiones religiosas. El problema es que, desde la misma redacción del art. 16 CE, se establece un sistema de relaciones desiguales ya que el mismo constituyente optó por hacer referencia expresa a la Iglesia Católica. Una mención que obedeció a las circunstancias sociales y políticas del proceso constituyente y que se trató de justificar teniendo en cuenta que la mayoría sociológica de nuestro país, al menos en aquel momento, era «católica». Una situación que se ha modificado sustancialmente en los últimos años en los que la diversidad religiosa de la sociedad española cada vez es mayor y en los que la misma adhesión al catolicismo ha dejado de responder a los índices abrumadores de otros momentos históricos. Ello ha propiciado un sistema de relaciones con las confesiones de «geometría variable», es decir, con una posición de privilegio para la Iglesia Católica y claramente discriminatorio para el resto de confesiones. Un sistema avalado por la LO 7/1980, de 5 de julio, de Libertad Religiosa, y que encuentra su máxima expresión en los Acuerdos suscritos entre España y la Santa Sede, de 3 de enero de 1979. Unos acuerdos negociados de manera paralela al proceso de elaboración de la Constitución española y que, como ha señalado buena parte de la doctrina, son inconstitucionales en la medida en que contradicen el principio de igualdad y la aconfesionalidad del Estado español. Con el respaldo de dichos Acuerdos a lo largo de estos 30 años se ha venido prorrogando una situación de privilegio de la confesión católica en materias como la educación o en los criterios de su financiación. Todo ello sin olvidar la apabullante a veces presencia pública de los representantes de una individuos. En todo caso, hay que entender amparadas también por este derecho fundamental opciones como el agnosticismo o el ateísmo. 12.Llama la atención de la redacción de este artículo el que la aconfesionalidad se contemple no desde la perspectiva del Estado sino de las confesiones. Hubiera sido más correcto, y por supuesto contundente, afirmar que es el Estado español el que es aconfesional. 336 octavio salazar benÍtez confesión que pretenden convertir sus criterios éticos en los propios del Estado, desconociendo los mecanismos propios de una sociedad democrática e incluso sometiendo a presiones inauditas a los mismos poderes públicos (recuérdese el llamamiento a la «objeción de conciencia» con respecto a la asignatura Educación para la ciudadanía). De esta manera, nuestro país ha seguido viviendo una confesionalidad encubierta. Tal vez no estaría mal recordarle a los jerarcas de la Iglesia Católica lo que Spinoza escribiera en su Tratado teológico político: «Es pernicioso, tanto para la religión como para el Estado, consentir que los ministros del culto puedan decretar nada o tratar asuntos de Estado». 4. ASIMILACIÓN CÍVICA Y LAICIZACIÓN RELATIVA Por lo tanto en nuestro país, como en otros muchos de nuestro entorno, aún no hemos completado la transición que nos lleve a un régimen radicalmente democrático. Al menos en materia de religión. En este sentido, habría que dar el paso desde un Estado aconfesional hasta un Estado laico. Una exigencia cada vez más urgente si tenemos en cuenta los cambios sustanciales que nuestra sociedad está experimentando y que nos reclaman la neutralidad del Estado con respecto a las opciones religiosas de la ciudadanía. Lo cual no implica una actitud beligerante hacia lo religioso, sino que por el contrario puede incluso propiciar una relaciones de cooperación más justas con las diversas confesiones, además de favorecer el retorno de las creencias al lugar que les corresponde, el estrictamente privado. El Estado deberá limitarse a garantizar que cada sujeto pueda desarrollar su libertad de conciencia y religiosa, tanto en su dimensión individual y colectiva; a proteger sus manifestaciones públicas, siempre que no atenten contra los derechos y libertades de los demás, e, incluso, podrá mantener relaciones de cooperación con las distintas comunidades religiosas. Unas relaciones que, en todo caso, deberán estar presididas por el principio de igualdad y de ninguna manera han de suponer la conversión de una determinada opción en la oficial del Estado. El Estado ha de ser, pues, absolutamente neutral con respecto a las religiones. Al mismo tiempo, ha de estar radicalmente comprometido, ser militante, con respecto a los valores constitucionales, al mínimo común denominador ético que hará posible la convivencia en paz y la protección de las libertades todos los ciudadanos y ciudadanas. Sólo habrá la concordia laica 337 de ser público lo que es común a todos. El Estado habrá de situarse en esa tensión republicana, la que inevitablemente se generará entre los valores comunes – la dignidad, los derechos y deberes fundamentales, los principios democráticos de convivencia —y los valores diferenciales— culturas, religiones, identidades. Como bien ha escrito Salvador Giner13, nos encontramos ante la gran «paradoja de la ciudadanía: lo común y universalmente compartido, la condición ciudadana, legitima lo diferente, privativo e incompartible por todos». Uno de los instrumentos que el Estado debe utilizar para hacer fructífera, y pacífica, esa tensión es la educación. Una educación pública y laica, comprometida con los valores comunes y, al mismo tiempo, también con los valores diferenciales. Que fomente el análisis crítico de unos y de otros. Que se apoye en el diálogo y la reflexión. Que tenga como objetivo conseguir una ciudadanía ilustrada14. De ahí que el sistema educativo tenga un papel esencial en la integración, que no asimilación, de los hijos de los inmigrantes que llegan a nuestros países y a los que es necesario mostrar los principios y valores en que se fundamenta nuestro modelo de convivencia. Lo cual no ha de implicar necesariamente una negación de lo suyos. Por el contrario, el colegio público debe fomentar también el conocimiento y análisis de los valores, de las culturas, de las religiones, de los que llegan. Y sobre ese viaje de vida y vuelta, en el que será necesario un esfuerzo de unos y de otros, habrá que construir un diálogo que nos permita ir resolviendo de manera pacífica los conflictos que puedan plantearse entre diferentes concepciones culturales, religiosas o identitarias, al tiempo que vamos forjando unos valores comunes, no desde la imposición, sino desde el encuentro y el análisis crítico. No cabe duda que los procesos migratorios que estamos viviendo nos ofrecen una ocasión magnífica para poner en práctica esta propuesta*. 13. GINER, Salvador (2007).«Dignidad cívica», Claves de razón práctica. Nº 173. pp. 4-15. 14.Tal y como proclama el art. 1 de la LO 2/2006, de 3 de mayo, de Educación, al señalar como uno de los objetivos del sistema educativo español «la transmisión y puesta en práctica de valores que favorezcan la libertad personal, la responsabilidad, la ciudadanía democrática, la solidaridad, la tolerancia, la igualdad, el respeto y la justicia, así como que ayuden a superar cualquier tipo de discriminación». * .N. E. Véase el capítulo La Educación, un espacio Complejo y Conflictivo de Investigación para la Paz y los Derechos Humanos 338 octavio salazar benÍtez La escuela ha de fomentar que el individuo se vaya haciendo en libertad, que cuestione sus propios orígenes, que se distancie reflexivamente de ellos y adquiera capacidades para desarrollar libremente su responsabilidad. Hay que ofrecerles herramientas a los niños y a las niñas para que se emancipen de las raíces que pueden limitarlos y para que sean dueños de sus vidas. Libres de toda dominación y de toda interferencia arbitraria. Hay que mostrarles el dolor de la lucidez, los hechos incómodos de los que hablaba Weber15, las contradicciones y todas las posibilidades que el mundo ancho nos ofrece. En este sentido habría que interpretar los objetivos que marca el art. 27.2 CE: «La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales». Al mismo tiempo, la escuela pública y laica debe preparar a los niños y niñas para que sean buenos ciudadanos y buenas ciudadanas. Ha de fomentar virtudes cívicas, la preocupación por los asuntos comunes y los valores que guían e iluminan la democracia. De ahí la oportunidad de una asignatura que en nuestro país ha llegado a imponerse como obligatoria después de 30 años de democracia y que tanta polémica ha provocado entre sectores conservadores y, muy especialmente, en la Iglesia Católica. Una asignatura a la que, si algo hay que reprocharle, es su mínima presencia todavía en el currículo. De acuerdo con los principios generales establecidos por la LO 2/2006, de 3 de mayo, de Educación, la asignatura Educación para la ciudadanía tiene como objetivo precisamente forjar una ciudadanía sobre unos valores comunes pero sin renunciar a los diferenciales. Utilizando como instrumento el diálogo y el análisis crítico. Basta con repasar los decretos que regulan los contenidos mínimos de esta asignatura para comprobar que, frente a posiciones apocalípticas, la misma no tiene otra finalidad que mejorar la calidad de nuestra democracia y de sus ciudadanos y ciudadanas: «El aprendizaje de esta área va a más allá de la adquisición de conocimientos, para centrarse en las práctica escolares que estimulan el pensamiento crítico y la participación, que facilitan la asimilación de los valores en los que se fundamenta la sociedad democrática, con objeto de formar futuros ciudadanos responsables, participativos y solidarios» (RD 1513/2006, de 7 de diciembre, por el que se establecen las 15. WEBER, Max (1992) El político y el científico. Madrid la concordia laica 339 enseñanzas mínimas de la Educación primaria). Dicho Decreto insiste además en el reconocimiento crítico de la diversidad cultural y religiosa: «Desde el reconocimiento de la diversidad cultural y religiosa presente en el entorno inmediato y asumiendo la igualdad de todas las mujeres y hombres en cuanto a derechos y deberes, se puede trabajar el respeto crítico por las costumbres y modos de vida distintos al propio y permite proporcionar elementos para identificar y rechazar situaciones de marginación, discriminación e injusticia social». En un sentido similar, el RD 1631/2006, de 29 de diciembre, por el que se establecen las enseñanzas mínimas de la Educación Secundaria Obligatoria, señala entre los objetivos de esta nueva asignatura facilitar que los jóvenes asuman «de un modo crítico, reflexivo y progresivo el ejercicio de la libertad, de sus derechos individuales y sociales en un clima de respeto hacia otras personas y otras posturas morales, políticas y religiosas diferentes de la propia». De ahí que con esta asignatura se pretenda, además de adquirir un conocimiento de los valores que fundamentan nuestro sistema constitucional, así como de las realidades plurales del mundo globalizado, que los jóvenes adquieran determinadas habilidades y virtudes que les permitan «adquirir un pensamiento crítico, desarrollar un criterio propio y habilidades para defender sus posiciones en debates, a través de la argumentación documentada y razonada, así como valorar las razones y argumentos de los otros». De esta manera, el modelo que proponemos recoge los planteamientos básicos de la concepción republicana de la democracia, la cual se apoya en la libertad entendida como «no dominación» y propugna un modelo deliberativo para el que es fundamental el desarrollo y fomento de las virtudes cívicas. De esas virtudes que nos permiten construir una casa común, un espacio de encuentro desde nuestras diferencias. Un proyecto que requiere como uno de sus principales aliados el laicismo, porque como bien apunta Salvador Giner, «la ciudadanía genuina sólo se alcanza a través de un proceso cultural de asimilación cívica y laicización relativa. La paz civil requiere un grado mínimo de escepticismo credencial, de distanciamiento apasionado, por así decirlo, que estimule nuestra participación activa en el mundo y nos aleje del cinismo». De ahí que no haya ninguna contradicción entre el derecho que recoge el art. 27. 3 CE, el de los padres a escoger la educación religiosa o moral que reciban sus hijos en el colegio, con la obligatoriedad de cursar una asignatura en la que se analice una fomente una ética construida sobre los valores constitucionales. Como he apuntado, ésta es una exigencia 340 octavio salazar benÍtez derivada de la propia Constitución —art. 27. 2— y que responde a las mismas exigencias de conservación y continuidad de un Estado democrático. Precisamente el art. 27.2 CE, como ha señalado buena parte de la doctrina constitucionalista, representa la mayor expresión en nuestra Constitución de lo que en traducción de términos alemanes se ha llamado democracia militante. Es decir, la apuesta por unos valores y unos principios que es necesario mantener vivos para garantizar la supervivencia del sistema. 5. EL ESPACIO DE LAS RELIGIONES El citado art. 27.3 CE es el que ha legitimado la introducción en nuestro sistema educativo de la enseñanza de la religión, entendida como transmisión de un conjunto de dogmas y creencias. Una enseñanza durante mucho tiempo mayoritariamente católica y avalada además por los Acuerdos con la Santa Sede de 1979. Este sistema, que no ha dejado de provocar polémicas desde los momentos iniciales de la democracia, ha puesto de manifiesto la desigualdad existente entre las distintas confesiones, a pesar de que progresivamente otras se han ido incorporando al espacio educativo. Sin embargo, los debates permanentes en torno a esta cuestión —la garantía del derecho de opción de los alumnos y alumnas, el lugar de esta asignatura en el currículo, el régimen del profesorado— ponen de manifiesto la oportunidad de que la enseñanza de las religiones, concebida como catequesis, quede fuera de las aulas públicas y retorne a los lugares de los que nunca debió salir: los hogares, las parroquias, las sinagogas, las mezquitas... Ello no significa que los colegios deban tener una actitud hostil, ni siquiera indiferente, hacia las religiones. Al contrario, las religiones han de tener una presencia en cuanto factores culturales, identitarios, históricos. Es necesario que el alumnado conozca el legado cultural, artístico, político, de las religiones y que puedan someter no sólo ese legado, sino también su presente, a un análisis crítico desde la razón. Todo ello además con el objetivo que anteriormente apuntaba: el de ofrecer al individuo a herramientas que le lleven a cuestionar incluso su propio círculo identitario y le permitan escoger con libertad sus opciones culturales, religiosas o ideológicas. De ahí que sea tan importante pasar por el filtro de los valores democráticos todas las opciones religiosas, de manera que se ofrezca a los niños y las niñas el abanico más amplio posible de caminos que seguir, de reglas la concordia laica 341 mediante las cuales hacer posible la convivencia de los distintos y de cauces mediante los cuales ser plenamente autónomos. De ahí, por ejemplo, la importancia de incluir de manera militante en la enseñanza pública los valores relacionados con la igualdad de género* de forma que puedan ofrecer una perspectiva liberadora a todos los niños y a todas las niñas cuyo contexto cultural o religioso determina una situación discriminatoria de la mujer16. Esta visión laica de las religiones debería además insistir en las propuestas liberadoras de las religiones, en los valores humanitarios, de solidaridad, de hospitalidad, de atención a los más desfavorecidos y discriminados, que suelen ser coincidentes en todas ellas. Unos valores sobre los que debería construirse un diálogo entre religiones que permitiera superar las visiones extremas y fundamentalistas y que contribuyera a un encuentro de culturas sin el que difícilmente será posible la paz social en las sociedades plurales del siglo XXI. A su vez, las religiones deberían plantearse una serie de retos internos que les permitan situarse en mejores condiciones para ese diálogo democrático. Unos retos que fundamentalmente tienen que ver con la superación de unas estructuras estamentales, y de en algunos casos unas organizaciones jerárquico-patriarcales, con la revisión de unos presupuestos tremendamente discriminatorios para las mujeres y con el fomento de la participación de sus fieles en la toma de decisiones. Y, por encima de todo, habrán de hacer un esfuerzo por ir reduciendo las lecturas fundamentalistas y por ir haciendo visibles las vetas ilustradas, como diría Celia Amorós17, que es posible encontrar, más o menos escondidas, en cualquier religión. * .N. E. Véase el capítulo «Paz y Género. Debates y Coincidencias sobre un binomio imperfecto». 16.Desde esta perspectiva, pienso que es demasiado simplista limitar el debate «multicultural» en la escuela a polémicas como las del «velo» usado por las chicas. Al margen de que la «solución» francesa a estas situaciones me parezca errónea, y traducción de un laicismo mal interpretado, pienso que la clave democrática se halla en que la escuela ha de mostrar, por ejemplo, a las chicas musulmanas todo lo que la «cultura occidental» ha avanzado en materia de derechos de las mujeres. Hacerles comprender los elementos de su cultura, o de cualquier otra en la que se den presupuestos semejantes, que chocan frontalmente con las posibilidades de libre desarrollo de la mujer. De esta manera, usando como argumentos la razón y el diálogo, será posible hacer efectivo el «derecho a la desobediencia cultural» incluso en contextos tan rígidos como el de determinadas religiones. Otras posiciones pueden llevar a la «victimización» de determinadas culturas e incluso a provocar un efecto contrario al perseguido. 17.AMORÓS, Celia (2004) «Por una Ilustración multicultural», Quaderns de filosofia e ciencia. Nº 34. Pp. 67-79. 343 GUERRA, PROPAGANDA Y PERIODISMO PARA LA PAZ Miguel Vázquez Liñán Grupo interdisciplinario de Estudios en Comunicación, Política y cambio Social (Compolíticas1) Coordinador del Observatorio Eurasia2 Universidad de Sevilla Durante los últimos años se ha ido formando un consenso casi generalizado, en los estudios sobre conflictos bélicos, en torno a la importancia estructural que ha adquirido la información en el desarrollo de los mismos. La necesidad de planeación propagandística de la guerra está ya fuera de duda en casi cualquier cuartel general, sea éste de un ejército regular, de una formación guerrillera o de un grupo terrorista. La propaganda es una necesidad militar y, por lo tanto, podemos decir, con poco miedo a equivocarnos que, de una forma u otra, no hay guerra sin propaganda. De hecho, la ecuación a veces se invierte y la guerra pasa a ser una necesidad propagandística. Como apunta Giovanni Porzio sobre el conflicto armado en Somalia, la operación Restore Hope en la ex - colonia italiana del Cuerno de África, lanzada en 1992 por Estados Unidos y un nutrido grupo de países aliados, fue casi una ‘imposición’ de los medios de masas.3 Más reciente, la llamada guerra contra el terrorismo, en sí planteada en términos propagandísticos, está siendo 1. Grupo Interdisciplinario de Estudios en Comunicación, Política y Cambio Social (COMPOLITICAS) http://alojamientos.us.es/cico/index.htm 2.Observatorio Eurasia http://www.observatorio-eurasia.blogspot.com/ 3.PIZARROSO QUINTERO, A. (2005) Nuevas guerras, vieja propaganda. De Vietnam a Irak. Madrid. p. 21. 344 miguel vÁzquez liÑÁn prolífica en este tipo de «batallas mediáticas»; Philip Hammond, comenta una de estas operaciones: las fuerzas especiales estadounidenses que entraron en Kandahar en 2001, por ejemplo, estaban ostensiblemente involucradas en una «operación encubierta» que fue grabada por ellos mismos y difundida por todo el mundo. La operación tuvo un dudoso valor militar ya que, como reveló Seymour Hersh en el New Yorker, los pathfinders del Ejército ya habían estado allí con antelación para asegurarse de que el área no era peligrosa. 4 No es una situación nueva. La persuasión ha estado ligada a la guerra desde el momento en que nos es posible rastrear la historia de ambos fenómenos. Sun Tzu advertía a los estrategas militares, en sus escritos, recopilados bajo el título El arte de la guerra y fechados entre los siglos V y III a. C., de la importancia de persuadir al enemigo: Una operación militar implica siempre engaño. Aunque seas competente, aparenta ser incompetente. Aunque seas efectivo, muéstrate ineficaz.5 La guerra ha incluido siempre persuasión, censura militar y política (llevada a cabo por la dirección de los diferentes bandos, sean estos estatales o no), dificultades para los periodistas (y sus equipos, sobre todo en el caso de la televisión) a la hora de acceder al campo de batalla, sistemas de lo que algunos denominan news management, es decir, el establecimiento de operativos para suministrar material propagandístico a los corresponsales (resúmenes de prensa, comunicados, imágenes interesadas, etc.)… Tampoco hay guerras sin llamadas a la lealtad, la unidad, al patriotismo, sin peregrinas interpretaciones de la Historia y, dentro de la propia profesión periodística, sin discusión sobre el «derecho a saber» del ciudadano versus el «secreto militar». Y, dicho esto, ¿qué entendemos por propaganda? Merece la pena que nos detengamos a recordar, aunque de forma somera, algunas de las respuestas a esta pregunta. 1. SOBRE EL CONCEPTO PROPAGANDA Con Alejandro Pizarroso (1993), comenzaremos diciendo que la propaganda es un proceso comunicativo que incluye información y persuasión, 4.LYNCH, Jake y McGOLDRICK, Annabel (2005) Peace journalism. Stroud, Gloucesters. p. XIII. 5.SUN TZU (2000, versión de Thomas Cleary) El arte de la guerra. México DF (et. al.). p. 21. guerra, propaganda y periodismo para la paz 345 y tiene como objetivo esencial la difusión de ideas. Desde este punto de vista, se trataría de un proceso de persuasión porque, en efecto, implica la creación, reforzamiento o modificación de la respuesta; pero también es un proceso de información sobre todo en lo que se refiere al control del flujo de la misma.6 Aun siendo conscientes de la dificultad, si no de la imposibilidad, de aprehender en una definición un proceso complejo y multidimensional como el que aquí intentamos describir, nos será de utilidad exponer algunas de las aproximaciones de mayor predicamento entre los estudiosos del tema. Quizás sea la definición de Violet Edwards una de la más recurrentes en los estudios sobre propaganda: Expresión de una opinión o una acción por individuos o grupos, deliberadamente orientada a influir opiniones o acciones de otros individuos o grupos para unos fines predeterminados. 7 Influir deliberadamente con unos fines predeterminados: es la clave del proceso. Creemos necesario, para delimitar el campo de estudio, incluir el concepto de intencionalidad en la definición de propaganda. Edwards lo hace; no así Oliver Thomson (1999), que propone eliminar lo «deliberado» y lo «sistemático» de la descripción del proceso, que quedaría como sigue: uso de técnicas de comunicación de todo tipo, por parte de un grupo de personas, para conseguir cambios en las actitudes o comportamientos de otro grupo.8 Thomson señala que son muchos los ejemplos, a lo largo de la historia, en los que la difusión de ideas políticas y religiosas se han llevado a cabo con poca o ninguna premeditación o plan concebido. Y está en lo cierto. También Pizarroso hace hincapié en la necesaria multidisciplinariedad del estudio de la propaganda y añade que su historia no debería referirse sólo a lo que es manifiestamente tal, sino a todo el complejo sistema de comunicación humana en una sociedad donde cada mensaje (escrito, hablado, simbólico, etc.) puede jugar una función propagandística independientemente, algunas veces, 6.PIZARROSO QUINTERO, A. (1993) Historia de la Propaganda. Notas para un estudio de la propaganda política y de guerra. Madrid. p. 27. 7. Ibid. p. 28 8.THOMSON, Oliver (1999) Easily Led. A History of Propaganda. Thrupp, Stroud, Gloucestershire. p. 5. 346 miguel vÁzquez liÑÁn de que al ser producido hubiera o no una intencionalidad definida en ese sentido.9 No siempre es fácil conocer la intención del emisor de un mensaje en el momento en que decidió su difusión, sobre todo cuando hablamos de tiempos lejanos de los que conservamos pocas fuentes; si mantenemos como criterio la intencionalidad, es indudable que este problema surgirá a menudo. Pero tampoco parece solucionar estas cuestiones la posición de ver toda comunicación como propagandística, con lo que el objeto de estudio se antojaría inabarcable. En cualquier caso, parece razonable diferenciar entre mensajes que deliberadamente han sido creados y difundidos con objetivos propagandísticos y aquellos otros de los que se ha hecho un uso propagandístico a posteriori, como tantas veces ha ocurrido con la apropiación política de, por ejemplo, determinadas obras literarias e incluso de la memoria de sus autores. Es también terreno común en las definiciones del término propaganda la referencia al objetivo de «cambiar actitudes y comportamientos» del receptor; «convencer» es otro concepto que gravita sobre la mayoría de dichas definiciones, muchas de ellas deudoras de los estudios que sobre este proceso comunicativo se llevaron a cabo, principalmente en Estados Unidos, durante el período de entreguerras. La citada definición de Violet Edwards, por ejemplo, fue publicada en 1938, en el marco del trabajo que desarrollase en esos años el Instituto para el Análisis de la Propaganda, creado, en 1937 con el objetivo de «educar» al público estadounidense en la naturaleza de la propaganda política. La Primera Guerra Mundial marca, sin duda, el estudio de la propaganda; Jesús Timoteo se refiere al efecto que produjo en la sociedad norteamericana el conocimiento (tras el conflicto) de que habían sido manipulados por sus gobiernos para cambiar su visión sobre la guerra en Europa: cuando los soldados vuelven del frente en Europa y contrastan lo que ellos han vivido con lo que sus gobiernos contaron se produce un sentimiento generalizado de rechazo.10 Durante la guerra se utilizaron todas las fórmulas conocidas para influir en las actitudes y las opiniones de los ciudadanos, para ganarse sus «corazones y sus mentes». Había llegado el momento de plantearse 9.PIZARROSO QUINTERO, A. (1993) p. 25. 10.TIMOTEO ÁLVAREZ, Jesús (2005) Gestión del poder diluido. La construcción de la sociedad mediática (1998-2004). Madrid. p. 163. guerra, propaganda y periodismo para la paz 347 el estudio sistemático y «científico» de la propaganda. Eso sí, el término comienza a no ser políticamente correcto y a cargarse de unas connotaciones negativas que llegan hasta nuestros días y han dado lugar a numerosos eufemismos para evitar el término «propaganda». Interesa, en estos años, encontrar un método fiable para la persuasión de masas y, sobre todo, calcular (medir) sus efectos en el público. El reto era complicado y no se conseguirá, pero el período de entreguerras nos deja nombres como Walter Lippmann, Harold Lasswell o Edward Bernays, cuyas teorías son tan discutibles como grande su influencia hasta hoy. Lippmann había trabajado, durante la Primera Guerra Mundial, como especialista del gobierno norteamericano en inteligencia militar. Escribió editoriales para The New Republic apoyando la entrada de EEUU en la guerra, interrogó a prisioneros y redactó panfletos propagandísticos para la retaguardia. En 1922, recoge sus impresiones en La Opinión Pública, texto ya clásico en el que Lippmann se muestra tajante: podemos tener la certeza de que en el ámbito de la vida social, lo que se denomina adaptación de los individuos al entorno tiene lugar por medio de ficciones.11 En esta línea, el autor se pregunta: ¿qué es la propaganda, más que el esfuerzo por alterar la imagen ante la que los individuos reaccionan, con el fin de reemplazar un modelo social por otro?.12 Lippmann sienta las bases de una visión recurrente de la propaganda como forma de «construcción del consenso» (manufacturating consent), que nos ayuda a simplificar una realidad compleja e inabarcable para el ciudadano medio, pero también a interpretarla desde la perspectiva del poder, siempre tendente a la integración del receptor en un determinado orden establecido. Este proceso de simplificación-interpretación requiere la manipulación simbólica. Lasswell incidiría en este punto, definiendo propaganda como la dirección de las actitudes colectivas a través de la manipulación de los símbolos significativos.13 Bernays (1928) pondría también nombre (engineering of consent) a este punto de vista. Para este familiar de Sigmund Freud, somos gobernados, nuestras mentes moldeadas, nuestros gustos formados y nuestras ideas sugeridas en gran parte, por personas de las que nunca hemos oído hablar.14 Él había participado en ese «gobierno en la sombra» durante la 11.LIPPMAN, Walter. (2003) La opinión pública. Madrid. p. 33. 12.Ibid. p. 40. 13.THOMSON, Oliver (1999) p. 2. 14.BERNAYS, E.L. (1928) Propaganda. Nueva York. p. 9. 348 miguel vÁzquez liÑÁn guerra, como miembro de la Comisión Creel. Sabía, por lo tanto, de lo que hablaba y, tras dejar claro que la influencia de esos especialistas en propaganda llegaba a todos los rincones de la vida del ciudadano, defendía su utilidad. Bernays titula Organizando el caos el primer capítulo de su obra Propaganda; y esta es, desde su visión del problema, la función de la misma: el «gobierno de propagandistas», cuya función es la de filtrar e interpretar la compleja realidad, aparece como necesario: Hemos acordado voluntariamente dejar en manos de un gobierno invisible la criba de datos y la jerarquización de los asuntos más destacados, de forma que nuestro campo de elección sea reducido a proporciones prácticas.15 En la sociedad democrática (Bernays se refiere a la norteamericana de su época), la propaganda es sistemática, inevitable, y ha venido para quedarse. En una sociedad que vota y consume en masa, las minorías han encontrado la forma de influir sobre las mayorías. Bernays define la propaganda moderna como un coherente y duradero esfuerzo para crear o modelar hechos, con el objetivo de influir en las relaciones del público hacia una iniciativa, idea o grupo.16 Se nos antoja especialmente relevante retomar hoy esta forma (la del periodo de entreguerras) de entender la propaganda ya que, en buena medida, la idea de construir el consenso desde el poder en torno a una «realidad mediática» para consumo masivo, parece gozar de muy buena salud. Ron Suskind reproduce los comentarios de un consejero del presidente George W. Bush poco antes de su triunfo electoral en 2004: El consejero dijo que los tipos como yo estabamos en lo que llamamos «la comunidad asentada en la realidad», que él definió como «gente que cree que las soluciones surgen del estudio juicioso de la realidad discernible». Yo asentí y murmuré algo sobre los principios de la Ilustración y el empirismo. Me cortó enseguida. «Así no es como funciona ya el mundo», prosiguió. «Ahora somos un imperio y, cuando actuamos, creamos nuestra propia realidad y, mientras usted está estudiando juiciosamente esa realidad, nosotros actuamos de nuevo, creando otras realidades».17 15.Ibid. p. 11. 16.Ibid. p. 25. 17.LYNCH, Jake y McGOLDRICK, Annabel (2005). p. XVI. guerra, propaganda y periodismo para la paz 349 En 1988, Noam Chomsky y Edward S. Herman retoman la línea de Lippmann y Bernays en su obra Manufacturating Consent. The Political Economy of the Mass Media. Pero las conclusiones son diferentes: lo que para Bernays era un acuerdo «voluntario», por el cual el ciudadano cedía a ese gobierno en la sombra una parte de su libertad de elección por motivos prácticos, se convierte, con Chomsky y Herman, en un sistema (impuesto) de propaganda sistemática que pretende integrar al ciudadano medio en las estructuras institucionales propias de la democracia estadounidense. La función de los medios en esta empresa es central: Los medios de comunicación de masas actúan como sistema de trasmisión de mensajes y símbolos para el ciudadano medio. Su función es la de divertir, entretener e informar, así como inculcar a los individuos los valores, creencias y códigos de comportamiento que les harán integrarse en las estructuras institucionales de la sociedad. En un mundo en el que la riqueza está concentrada y en el que existen grandes conflictos de intereses de clase, el cumplimiento de tal papel requiere una propaganda sistemática.18 La democracia se convierte así, en «virtual», y la propaganda en el elemento central de esa virtualidad. Una vez más, estamos ante el tema de la realidad y la ficción (lo aparente). Ya en el prefacio, los autores hacen constar su opinión de que los medios de comunicación en EEUU sirven para movilizar el apoyo a favor de los intereses que dominan la actividad estatal y de las grandes empresas privadas. Es decir, la libertad de expresión está ahí, es constitucional... pero hay truco; tal y como está estructurado el sistema, es difícil que las opiniones disidentes, aquellas que ponen en duda los elementos estructurales del sistema, lleguen a los grandes medios en prime time. Una vez más, las apariencias: Pero incluso cuando la controversia de las elites acerca de cuestiones tácticas está en pleno apogeo, quedan excluidas de los medios de comunicación las opiniones que ponen en cuestión las premisas fundamentales o sugieren que los modos de ejercicio del poder del Estado al uso están basados en factores sistémicos.19 18.CHOMSKY, Noam; HERMAN, Edward S. (2003) Manufacturating Consent. The Political Economy of the Mass Media. p. 21 19.Ibid. p. 15. 350 miguel vÁzquez liÑÁn Se puede, por lo tanto, discutir la táctica, pero nunca la estrategia. La estructura, así las cosas, permanece. El tema es recurrente y viene de lejos. En 1864, Maurice Joly publicaba, en Bruselas el ensayo que lleva por título Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu. Se trata de una interesante reflexión, escrita en forma de diálogos, en la que Joly pone en boca del estadista florentino toda una colección de argumentos que pretendían demostrar con qué facilidad se pueden utilizar los instrumentos políticos democráticos, para transformar (a la democracia) en un régimen despótico. Ante un desesperado Montesquieu, que no ha perdido la fe en la separación de poderes y en la imposibilidad de que un régimen representativo degenere en dictadura, Maquiavelo va desmontando los logros de la separación de poderes, partiendo de la siguiente base: En todos los tiempos, los pueblos al igual que los hombres, se han contentado con palabras. Casi invariablemente les basta con las apariencias, no piden nada más. Es posible entonces crear instituciones ficticias que responden a un lenguaje y a ideas igualmente ficticias. 20 Maquiavelo se refiere a un nuevo tipo de despotismo, con nuevos procedimientos: conseguir transmitir la imagen de la existencia de libertades, sin que las haya realmente; de pluralismo, sin que éste exista; de democracia, en suma, bajo el despotismo. El Maquiavelo de Joly lo tiene claro: nada de esto es posible sin propaganda; es imprescindible tener a la opinión pública del lado del gobierno, y esto implica el control de la prensa; pero, de nuevo, la máxima es controlar sin perder la apariencia de libertad de expresión. La idea de «construir el consenso» (en la interpretación aquí expuesta de Lippman-Bernays) ha generado intensos debates entre los teóricos e historiadores de la propaganda, y también lo hizo en el Seminario de Investigadores para la Paz. Resulta difícil negar las ventajas de un cierto consenso social en torno al modelo de convivencia que un grupo de ciudadanos haya elegido darse; más aún si dichos ciudadanos han participado activamente (y tras recibir una información adecuada) en la construcción de ese sistema. Pero tampoco es fácil afirmar que esas condiciones 20.JOLY, M. (2002) Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu. Barcelona. p. 141. guerra, propaganda y periodismo para la paz 351 ideales de elección libre e informada del sistema de convivencia se den con frecuencia. Habitualmente, la elección es «dirigida» a través de la persuasión. Las campañas electorales no son más que el punto álgido de este proceso, pero la propaganda de un sistema (autoritario o democrático, aunque haya diferencias evidentes entre ellos) es permanente. En este sentido, la crítica que Chomsky y Hermann hacen del «consenso» es del todo asumible. Se trata de un consenso «no consensuado» (¿deberíamos hablar entonces de «consentimiento», «aceptación»...?), sino impuesto verticalmente y asumiendo que los grupos sociales tienden al conformismo, por lo que acabarán aceptándolo. Nos hemos referido a la recuperación «revisitada», por parte de Chomsky y Hermann, de las tesis de Lippman y Bernays. Charles U. Larson (1992) también vuelve a Bernays para retomar la idea de la utilidad de la propaganda para el receptor, cuya participación en el proceso persuasivo resulta vital. Refiriéndose a la persuasión, que define como un proceso que cambia actitudes, creencias, opiniones o conductas 21, Larson hace hincapié, como decimos, en la necesidad de la colaboración del receptor. Para este autor, toda persuasión tiene un componente de «autopersuasión». El proceso sólo tendría éxito, por lo tanto, si se da la colaboración emisor-receptor. Sólo somos persuadidos, según esta visión deudora de Bernays, si participamos en el proceso: seré persuasivo siempre que me veas como alguien que comparte un territorio común —de valores, objetivos, intereses y experiencias- contigo.22 Siguiendo con esta argumentación, la persuasión es necesaria para la vida en la sociedad de consumo. Nos ayuda a elegir por quién votar, ante la «imposibilidad» de conocer con detalle todas las propuestas, a decidirnos por una u otra marca sin tener que testarlas todas para formarnos nuestro propio criterio, o a escoger una determinada universidad en la que cursar nuestros estudios ante la dificultad de probar todas las posibilidades antes de elegir. Evidentemente, la diferencia de enfoque es crucial. Si vemos la simplificación de la complejidad como una oportunidad, como algo útil para la vida diaria, transmitiremos una historia de la propaganda muy diferente a la que resultaría de la visión de dicha simplificación como una imposición del sistema social en el que vivimos. 23 21.LARSON, Charles U. (1992) Persuasion. Recepcion and Responsibility. Belmont (California). p. 9. 22.Ibid. p. 11. 23.Ver el capítulo «Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la paz» 352 miguel vÁzquez liÑÁn 2. LA PROPAGANDA DE GUERRA Werner Jaeger recupera a Tucídides cuando afirma que el principio de la fuerza constituye una esfera propia, regida por sus propias leyes.24 Y la guerra es un acto de fuerza al que, según Karl von Clausewitz (17801831)25, no se le pueden poner límites. Para el militar y pensador prusiano, la guerra es una herramienta política utilizada para impedir que el adversario pueda ejercer su voluntad. Si el fin es político y la violencia el medio, no podemos separar ambos conceptos sin riesgo de perder la coherencia del análisis. Consecuencia de una situación extrema, la propaganda de guerra también suele serlo. Parafraseando a Clausewitz, Pizarroso (1993) habla de objetivos comunes entre guerra y propaganda. Visto así, si la guerra es un acto de violencia que pretende forzar al adversario a someterse a nuestra voluntad, podríamos decir que la propaganda es un acto de violencia mental para forzar a alguien a someterse a nuestra voluntad.26 La propaganda es, en efecto, una potente arma de guerra. R.D. McLaurin, define Psychological Operations (una de las denominaciones más comunes en el mundo anglosajón, junto a Psychological Warfare, para referirse a la propaganda en tiempos de guerra) como el uso planeado o programado de todo el espectro de acciones humanas para influir en las actitudes de poblaciones aliadas, neutrales y enemigas, importantes para los objetivos nacionales.27 La alusión a los «objetivos nacionales» es coherente con la visión de la guerra entre Estados. En este contexto, la planificación propagandística debe contemplar estrategias diferentes dependiendo del receptor («poblaciones» en la definición de McLaurin) y de su posición respecto al conflicto. Brown sintetiza las principales metas de la propaganda de guerra, atendiendo precisamente a esta posición: 1) movilizar y dirigir el odio al enemigo y minar su moral; 2) convencer al público de la legitimidad de la causa aliada y aumentar y mantener su espíritu de lucha; 3) conseguir la amistad de los neutrales y fortalecer 24. WALZER, M. (2001) Guerras justas e injustas. Barcelona. p. 34. 25.Véase: CLAUSEWITZ, K. V. (2005) De la guerra. Madrid: La Esfera de los libros. 26.PIZARROSO QUINTERO, A. (1993) p. 34. 27.McLAURIN, Ron D. (et.al.) (1982) Military Propaganda. Pshychological Warfare and Operations. New York. p. 2. guerra, propaganda y periodismo para la paz 353 la impresión de que no sólo tenían razón los aliados, sino que además iban a alzarse con la victoria, y, siempre que fuese posible, conseguir su apoyo activo y su cooperación; 4) extender y fortalecer la amistad de las naciones aliadas.28 Desde luego, la guerra se puede presentar en formatos que no siempre coinciden con el enfrentamiento militar entre Estados. Es propaganda de guerra la que difunden los bandos de una guerra civil, la de los grupos guerrilleros o terroristas e incluso determinadas prácticas llevadas a cabo en tiempos de relativa paz, como la propaganda anticomunista en EEUU durante la Guerra Fría y su negativo (propaganda anticapitalista) en la Unión Soviética. En tiempos de guerra, la propaganda no cambia necesariamente sus métodos, al menos no de forma radical, pero sí se hace más estridente. Lo habitual es que se extreme la irracionalidad de los mensajes y la simplificación, de lo que suelen ser complejas realidades, lleve al dualismo, al enfrentamiento entre el blanco y el negro, entre el «Bien y el Mal». Este maniqueismo, que huye de la explicación de las causas estructurales del conflicto, suele conducir a la demonización del enemigo, que es presentado como el único responsable de la guerra. Nadie reconoce estar llevando a cabo una campaña propagandística. La propaganda es algo que siempre emplea «el otro». Paralelamente, tampoco nadie admite querer o haber provocado la guerra; más aún, como apunta Anne Morelli, la primera máxima de la propaganda de guerra parece ser el axioma: «nosotros no queremos la guerra»29; que frecuentemente va acompañado de algunas matizaciones del tipo «pero nos hemos visto obligados», «no podemos permitir que nos humillen» o, muy a menudo: «hemos actuado en legítima defensa». La guerra ha sido y es utilizada también para 28.BROWN, J.A.C. (2004) Técnicas de persuasión. Madrid. p. 101 - 102. 29.MORELLI, Anne (2002) Principios elementales de la propaganda de guerra (utilizables en caso de guerra fría, caliente o tibia). Hondarribia. Esta historiadora ha sintetizado los mecanismos básicos de la propaganda de guerra descritos por Arthur Ponsoby (Falsehood in Wartime, 1928) en el siguiente decálogo: «1.Nosotros no queremos la guerra. 2.El adversario es el único responsable de la guerra. 3.El enemigo tiene el rostro del demonio. 4.Enmascarar los fines reales de la guerra presentándolos como nobles causas. 5.El enemigo provoca atrocidades a propósito, si nosotros cometemos errores es involuntariamente. 6.El enemigo utiliza armas no autorizadas. 7.Nosotros sufrimos muy pocas pérdidas, las del enemigo son enormes. 8. Los artistas e intelectuales apoyan nuestra causa. 9.Nuestra causa tiene un carácter sagrado. 10. Los que ponen en duda la propaganda de guerra son unos traidores». 354 miguel vÁzquez liÑÁn recuperar o consolidar la unidad nacional: «ahora, más que nunca, debemos permanecer unidos» es una frase repetida hasta la saciedad en los últimos tiempos tras cada atentado terrorista, especialmente de aquellos atribuidos al «terrorismo internacional», convertido hoy por los propagandistas de medio mundo en el enemigo por antonomasia. La exaltación del patriotismo ante el enemigo común es siempre un método eficaz para que las disensiones y pugnas políticas internas pasen a un segundo plano. Más allá aún, quienes cuestionan la política de los gobiernos en momentos de guerra son tildados, en muchas ocasiones, de traidores. El enemigo es siempre, por tanto, el único culpable de la guerra; las víctimas que ocasiona (que son muchas), son causa de las atrocidades cometidas, mientras que las ocasionadas por nuestro bando (que son pocas), son errores involuntarios. Desde luego, las motivaciones del enemigo son amorales, mientras que las nuestras son nobles e incluso sagradas («Dios está de nuestro lado»). En los últimos tiempos asistimos a la transformación de la guerra en un espectáculo mediático. Es cierto que los conflictos armados son una fuente inagotable de posibles historias, trágicas y heroicas, de sentimientos como el miedo y la angustia, pero también la euforia de la victoria y el patriotismo. La guerra «mediada» nos lleva a casa, principalmente a través de la televisión, una dramatización de los acontecimientos que pretende, además de convertirla en objeto de consumo rentable, dar la sensación de realidad. Pero difícilmente será más que eso, una vez más... apariencia de realidad, ya que si algo caracteriza la relación guerra-medios de comunicación esto es la dificultad que tiene el periodista para llevar a cabo su trabajo. No hay gobierno, ejército o grupo insurgente que no intente controlar la información que del conflicto se desprende. La censura es intrínseca a la guerra, y las noticias que recibimos son el resultado de una información tamizada por múltiples filtros que van desde la censura militar a las modas y la corrección política del momento. No significa esto la imposibilidad de escribir la historia de la guerra, pero debe alertarnos de las diferencias entre el periodismo y la labor del historiador. Martin Bell, ilustra esta difícil relación: Hay momentos en los que el periodismo parece casi privilegiado, como si tuviera un asiento de primera fila en la escritura de la Historia.30 Pero el propio 30.Taylor, Phil. (1995) War and the media. [en línea]. [ref. de 29-10-2005]. Disponible en: http://ics.leeds.ac.uk/papers/vp01.cfm?outfit=pmt&requesttimeout=500&folder=25&p aper=47 guerra, propaganda y periodismo para la paz 355 Bell reconoce que lo mejor es dejar a los historiadores que hagan su trabajo. Phil Taylor, comenta al respecto: El problema es que los historiadores compiten en desventaja con respecto al periodismo, en su papel de proveer ‘el primer borrador de la historia’; dicho de otra forma, en el momento en que los historiadores se implican, el primer borrador ha sido tan ampliamente difundido por los medios masivos, que resulta extremadamente difícil extraer los contaminantes que ya han infectado la corriente dominante del conocimiento popular. 31 Taylor diferencia entre la cobertura mediática que se da a lo que él llama «nuestras guerras», es decir, aquellas en las que participan «nuestras tropas», a veces junto a «nuestros aliados», y las «guerras de los otros». Entre otras distinciones, llama la atención la alusión de Taylor a la dificultad de mantener una cierta distancia a la hora de cubrir aquellos conflictos en los que participa nuestro ejército. La intención de objetividad del periodista puede llegar a ser incompatible «con el subjetivo deseo de su audiencia de ver el apoyo general al esfuerzo militar de la nación. La malas noticias sobre el progreso de ‘nuestro bando’ provocan, invariablemente, las demandas de disparar al mensajero». 32 No es fácil posicionarse contra el sentimiento de unidad nacional y defensa del propio ejército, que suele ser el mensaje propagandístico nacional en todas las guerras entre Estados.33 El fenómeno propagandístico, en sus diferentes formas, ha acompañado al ser humano a lo largo de toda su andadura histórica y no hay ningún indicador que nos invite a pensar que esto dejará de ser así. Por lo tanto, estamos ante una discusión necesaria y siempre de actualidad: volveremos 31.Ibid. 32.Ibid. 33.Sobre el papel de los corresponsales (y los medios a los que pertenecen) en la guerra, véanse, entre otros: ALLAN, S. Y ZELIZER, B. (2004) Reporting War. Journalism in Wartime. Londres y Nueva York; CARRUTHERS, SUSAN L. (1999) The Media at War. Communication and Conflict in the Twentieth Century. London.; KNIGHTLEY, PHILLIP (2003) The First Casualty. The War Correspondent as Hero, Propagandist and Mith-Maker from the Crimea to Iraq. Londres.; PIZARROSO QUINTERO, A. (2005) Nuevas guerras, vieja propaganda. De Vietnam a Irak. Madrid.; VÁZQUEZ LIÑÁN, MIGUEL (2005) Desinformación y propaganda en la guerra de Chechenia. Sevilla; SAPAG, P. «Militares y periodistas. Entre el barro y la tecnología», en BENAVIDES, J. Y VILLAGRA, N. (2003) Públicos, instituciones y problemas en la comunicación del nuevo milenio. Madrid.. 356 miguel vÁzquez liÑÁn a repetir nuestros errores, a ser convencidos por los mismos mensajes que persuadieron a nuestros abuelos; pero la resistencia posible al mensaje bélico está también en el conocimiento del quehacer propagandístico y, en este sentido, nos parece muy pertinente seguir la discusión sobre la comunicación propagandística tanto en la guerra como en la paz. Pero sí se ha producido un cambio de escenarios. La superabundancia de información, en la parte del mundo que toma las decisiones, ha hecho que se recrudezca la batalla «por los corazones y las mentes», y que la organización de la propaganda evolucione, adaptándose a las nuevas redes de información. En ocasiones, la red ha sustituido a la organización piramidal de la propaganda tradicional. Nuestra percepción de lo que ocurre en el mundo es esencialmente mediática, y los medios se convierten en productores de imaginarios, dando sentido a la pregunta que se hace César San Nicolás sobre hasta qué punto lo único «real» que tenemos es precisamente vivir a base de dichos «imaginarios». 34 Las guerras son una realidad cruel y tangible, el problema está en su justificación pública tomando como axiomas esos imaginarios. Si bien los canales y las formas de organización han evolucionado en buena medida con la aparición de las nuevas tecnologías, los mensajes de la actual propaganda de guerra han cambiado poco con respecto a sus «antepasados». Otra cosa, dice Francisco Marín, es el aspecto tecnológico y militar del conflicto armado: El éxito de las operaciones militares dependerá, cada vez más, de la capacidad de alcanzar la superioridad en materia de adquisición de información sobre un adversario en los niveles estratégicos y operacional.35 Esta perspectiva militar convierte en aún más estratégico el componente informacional de la guerra, lo que nos debe alertar sobre la posible visión deformada de que la tecnología elimina la violencia en asuntos humanos.36 No es así. La guerra no es, ni mucho menos, un fenómeno sólo propagandístico. 34.CONTRERAS, F. y SIERRA, F (coords.) (2004) Culturas de guerra. Madrid. p. 128. 35.Ibid. p. 337. 36.Ibid. p. 276. guerra, propaganda y periodismo para la paz 357 3. PERIODISMO PARA LA PAZ Si bien siempre tendremos dudas sobre el verdadero impacto de la propaganda en general, y de la propaganda de guerra en particular, pocas son las que albergamos sobre la importancia que se le da hoy en la planeación y desarrollo de los conflictos bélicos (y de la actividad política en general). Dicho esto, cabría preguntarse si el potencial persuasivo de los medios, que tan intensivamente se ha explotado para llevar a los pueblos a la guerra, no sería también útil para el mantenimiento de la paz. La respuesta en uno u otro grado afirmativa a esta cuestión ha dado lugar a un planteamiento que, si bien no totalmente nuevo, sí resulta hoy más consciente y estructurado, sobre cómo informar del conflicto en general, y del conflicto bélico en particular. Muchos han sido los acercamientos al tema, y muchas las etiquetas que han dado nombre a las diversas perspectivas. De ellas, quizás la de «periodismo para la paz» (Peace Journalism) ha sido la de mayor éxito. Los profesores y periodistas Jake Lynch y Annabel McGoldrick editaron, en 2005, un texto titulado precisamente así, Peace Journalism, que se ha convertido ya en referencia ineludible para los interesados en esta propuesta de cubrir conflictos bélicos y, de modo muy especial las crisis internacionales. Para Lynch y McGoldrick el periodismo para la paz es una respuesta al modelo dominante de informar sobre la guerra que, creyéndose «neutral y objetivo», acaba siendo «periodismo para la guerra» (War Journalism), un periodismo que informa sobre los hechos en el frente más que sobre los procesos que originaron o hacen que se desarrolle el conflicto, que no atiende suficientemente al contexto, que plantea el conflicto de forma maniquea, como una guerra entre ellos y nosotros en la que la única salida es la victoria total de uno de los contendientes y, sobre todo, que privilegia la salida militar e ignora, o no da la misma importancia, a las opciones pacíficas de resolución de conflictos. Ante esto, los autores hablan de periodismo para la paz cuando los directores y periodistas toman decisiones, sobre qué historias contar y cómo contarlas, que dan la oportunidad, a la sociedad en general, de tomar en consideración y valorar respuestas no violentas al conflicto.37 Esta perspectiva pretende actualizar convenciones clásicamente aceptadas en el ejercicio periodístico. Sin negar su importancia, cierto es que 37.LYNCH, Jake y McGOLDRICK, Annabel (2005). p. 5. 358 miguel vÁzquez liÑÁn conceptos como el de «objetividad» pueden convertirse en un callejón sin salida a la hora de cubrir determinados eventos ya que, en la práctica, limita el tipo de informaciones, pone en duda el análisis (poco «objetivo») y el debate sobre procesos y contextos (siempre discutibles). Esto puede llevar, y de hecho así ocurre con preocupante frecuencia, a que la información de la guerra se ciña al parte sobre número de muertos y heridos o a la cantidad de explosiones y objetivos dañados; es decir, aquellos aspectos cuantitativos y relativamente «contrastables» de la guerra. Y quizás no estemos entoces hablando ya de periodismo objetivo, ni equidistante ni equilibrado, ni veraz, sino de una forma de informar que perpetúe la ignorancia sobre las motivaciones complejas del conflicto, dejando campo libre a la interpretación simplista y propagandística de los bandos enfrentados y enquistando los estereotipos a través de los cuales, en la mayoría de los casos, interpretamos las guerras lejanas (y también las cercanas). En el mismo sentido se podría hablar de la obsesión por presentar «las dos caras del conflicto»: rara vez un conflicto tiene dos caras, y presentarlo de forma dual es cualquier cosa menos equilibrado. Así como presentar las opiniones de los dos principales partidos políticos de un país no nos dice gran cosa sobre la realidad política del mismo, tampoco las arengas prebélicas de George W. Bush y Sadam Hussein nos aclararon nada sobre el porqué de la guerra. Consecuencia del mismo concepto de información que cuestiona el periodismo para la paz, es la omisión, en los reportes sobre la guerra, de aquellos actores que están proponiendo salidas no violentas al conflicto. Quizás sea ésta la característica más nociva de muchos de los reportajes de guerra de nuestros días: la inercia (y la comodidad) lleva a reproducir los discursos oficiales (habitualmente, DOS discursos oficiales) que, no lo olvidemos, son siempre interesados. Este punto es subrayado también por Lynch y McGoldrick: el discurso que emana de las partes en conflicto es también parte del conflicto. Cuando nuestro gobierno entra en guerra, comienza, y esta regla no parece conocer excepciones, a propagar una versión de la misma que, en el mejor de los casos, está compuesta por «medias verdades», cuando no por invenciones con pretensiones de convertirse en «verdad». La intención de dar una mayor visibilidad informativa a aquellos actores que buscan salidas no violentas al conflicto forma parte de lo que Javier Bernabé denomina «periodismo preventivo», definido como una disciplina o corriente periodística cuya intención es dotar a las diversas opiniones públicas, nacionales e internacionales, de elementos guerra, propaganda y periodismo para la paz 359 informativos que sean útiles para comprender el origen, desarrollo y finalización de las situaciones clave, destacando los esfuerzos para su resolución, haciendo visibles aspectos que permitan la prevención de situaciones con características similares en un momento posterior, a partir de la información realizada antes, durante y después del acontecimiento. Entendemos por situaciones clave: conflictos armados, crisis institucionales, crisis sociales, crisis humanitarias, crisis de Derechos Humanos y crisis medioambientales, que son las áreas de trabajo planteadas.38 Este planteamiento de investigación es el que desarrolla el Instituto de Periodismo Preventivo y Análisis Internacional (IPPAI)39 que, con sede en Madrid, edita la Revista de Periodismo Preventivo. En el ámbito latinoamericano, y con una especial atención al análisis del conflicto colombiano, trabaja Medios para la paz (MPP)40, colectivo de periodistas que se ha marcado como meta propiciar el ejercicio ético y con responsabilidad social del periodismo como instrumento de construcción de democracia y cultura de paz, con énfasis en el conflicto armado colombiano. Otras organizaciones que contemplan acercamientos similares al trabajo periodístico son The Committee to Protect Journalists 41, Fahamu42, Internews Network, Media Channel, Fairness and Accuracy In Reporting43, etc. Lo que parece evidente no siempre lo es, y por eso es deseable recuperar, como hacen Francisco Muñoz y Beatriz Molina en el primer capítulo de este libro, el concepto de «deconstrucción», tan esclarecedor a veces. El objetivo de «deconstruir la violencia» pasa, en las sociedades con una fuerte presencia mediática y donde estos medios son creadores fundamentales de imaginarios colectivos, por «deconstruir la propaganda». Desmontar (entendiendo) ese consenso impuesto al que nos referíamos más arriba. El periodismo para la paz debe ser fundamental en este objetivo, usando las potencialidades de los medios de comunicación para, lo hemos dicho, visibilizar las opciones pacíficas, pero también para denunciar, tozuda y sistemáticamente, el maniqueismo propagandístico con el que se nos 38.BERNABÉ FRAGUAS, Javier (2007) Periodismo preventivo. Madrid. pp.28 - 29. 39.Instituto de Periodismo Preventivo y Análisis Internacional http://www.periodismopreventivo.org/ 40.Medios para la paz http://www.mediosparalapaz.org/ 41.The Committee to Protect Journalists http://www.cpj.org/ 42.Fahamu http://www.fahamu.org 43.Fairness and Accuracy In Reporting http://www.fair.org 360 miguel vÁzquez liÑÁn transmite, tan a menudo, el conflicto. Buscar el porqué de los discursos bélicos nos ayudará a valorar propuestas no violentas. 44 Las dificultades de un proyecto similar son evidentes. El sistema mediático actual no es ajeno, sino pieza fundamental, de esa «agenda global injusta que genera violencia» de la que habla, en Otra economía para hacer posible la Paz, Juan Torres.45 Se hace necesaria la creación de redes mediáticas y de colaboración entre aquellos que adoptan una mirada diferente a la información sobre los conflictos bélicos, «abriendo el campo de lo posible» como nos propone Joaquín Herrera en su Manifiesto inflexivo. Efectivamente, resulta complejo intentar cambiar un sistema mediático rígido que ha sido diseñado para no cambiar y perpetuar el «consenso impuesto» al que se referían Chomsky y Hermann. Pero tampoco hay que asumir la imposibilidad de su modificación como un freno al cambio de perspectiva que debe protagonizar el periodismo para la paz. Suscribimos, también aquí, las palabras de Joaquín Herrera, su propuesta de «proponer continua e intempestivamente alternativas realistas que pidan lo imposible, ‘lo todavía no’ [...) Hay, por tanto, que ‘fugarse’ del círculo cerrado de teorías que imponen significaciones y sentidos como algo ‘natural’ disimulando u ocultando las relaciones de fuerza que fundamentan su fuerza». 4. EL ESPACIO POSTSOVIÉTICO Y «LA PAZ DE LOS CEMENTERIOS» Esta es la perspectiva desde la que, desde el Grupo Interdisciplinario de Estudios en Comunicación, Política y Cambio Social (COMPOLITICAS), entendemos la cobertura de los conflictos internacionales. Y la deconstrucción de la propaganda que generan implica conocimiento de realidades complejas, lejanas y habitualmente estereotipadas. En el entendimiento de que hay que sacar del silencio informativo a regiones del mundo que han sufrido también el «silencio histórico occidental», el Observatorio Eurasia, como proyecto de COMPOLITICAS, propone el estudio multidisciplinar de una zona, la de la antigua Unión Soviética 44.Veáse el capítulo «Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la paz». 45.Veáse el capítulo «Otra economía para hacer posible la Paz». guerra, propaganda y periodismo para la paz 361 que, si exceptuamos Rusia, sigue siendo muy desconocida para el público español y latinoamericano. Existe un cierto consenso en torno a la opinión de que el estado soviético desapareció de forma relativamente pacífica, teniendo en cuenta el alto grado de conflictividad potencial que albergaba en su interior. No obstante, dicha interpretación merece ser matizada: por una parte, esta percepción se ve alimentada por el hecho de que los conflictos, armados o no, que se han producido en el espacio postsoviético desde 1991, han tenido lugar en escenarios «mediáticamente lejanos», con poca presencia de los medios internacionales: apenas se ha informado sobre ellos por lo que, en cierta medida, «no han existido». Por enumerar someramente algunos de estos conflictos (y nadie debe dudar de que es una lista incompleta), tendríamos que recordar la guerra civil que asoló Tayikistán entre 1992 y 1997, los diversos conflictos que han tenido lugar en Georgia (guerra civil en los primeros años noventa, enfrentamientos secesionistas en Abjazia y Osetia del Sur, etc.), el contencioso entre Azerbaiyán y Armenia por Nagorno-Karabaj, la guerra en Transnistria por su independencia de Moldavia, el conflicto entre las dos Osetias, los múltiples episodios violentos entre (y dentro de) las pequeñas repúblicas del Cáucaso ruso (Daguestán, Ingushetia, Kabardino-Balkaria, Karachai-Cherkessia, etc.) y, desde luego, la guerra de Chechenia. Tampoco se debe omitir, en este breve repaso, que la relativa paz reinante en los estados centroasiáticos que componían la URSS se parece bastante a la «paz de los cementerios»: dictadores como Islam Karímov en Uzbekistán, Nursultán Nazarbáyev en Kazajstán o el ya fallecido Saparmurat Niyázov en Turkmenistán, apoyados puntual y convenientemente por gobiernos occidentales, han reprimido violentamente cualquier manifestación de disidencia en sus territorios, en muchas ocasiones justificando su represión como episodios de la guerra contra el terrorismo (tal y como ocurre en Occidente) o, en la mayoría de las ocasiones, sin necesidad de argumentar nada, ya que la impunidad de la que gozan no lo hace especialmente necesario. Por otra parte, el proceso de desintegración de lo que fue el estado soviético no parece haber concluido. En 1991 se produjo la separación de las quince repúblicas federadas que componían la URSS, a saber: Estonia, Letonia, Lituania, Bielorusia, Ucrania, Moldavia, Rusia, Georgia, Armenia, Azerbaiyán, Kazajstán, Turkmenistán, Uzbekistán, Kirguizistán y Tayikistán; pero la división administrativa, frecuentemente artificial y motivada políticamente, no coincidió siempre con los sentimientos nacionalistas (o los intereses económicos) de grupos y pueblos que 362 miguel vÁzquez liÑÁn buscaban un mayor grado de independencia. En 1991, los territorios que formaban un segundo o tercer nivel en la jerarquía administrativa de la URSS vieron frustrados sus deseos de autonomía o independencia: el caso de Chechenia, dentro de la Federación Rusa, es paradigmático. El resultado es que, en la actualidad, Rusia sigue siendo, en muchos sentidos, un estado imperial, muy centralizado y con una composición étnica, lingüística y religiosa altamente conflictiva. La situación no se ha abordado con seriedad por los gobiernos de Yeltsin y Putin, incapaces de desarrollar políticas de convivencia interna. Hasta hoy, la información de calidad sobre lo que ocurre en buena parte de esta zona del mundo, y nos referimos sobre todo al Cáucaso y Asia Central, llega con cuentagotas a los grandes medios de comunicación de masas occidentales. El porqué es complejo e incluye, entre otras, causas estructurales que tienen que ver con el funcionamiento del sistema internacional de medios de comunicación, guiado demasiado a menudo por criterios exclusivamente mercantiles, pero también de política internacional (pocos gobiernos se atreven a entrar en conflicto con estados que surten de gas y petróleo a buena parte del mundo) y propiamente periodísticas (pocos corresponsales en la zona, desconocimiento de los procesos que allí se desarrollan, etc.). El resultado es tremendamente satisfactorio para los gobiernos autoritarios de la zona, que se ven con las manos aún más libres para hacer y deshacer a su antojo y, además, son presentados ante las audiencias internacionales como «un mal menor para Occidente». El mensaje latente parece ser: «siempre es mejor un dictador como Karímov, que mantiene a raya al radicalismo islámico, que la toma del poder por grupos como el Movimiento Islámico de Uzbekistán o Hizb ut-Tahrir». En este contexto, un trabajo periodístico digno sobre el terreno se hace casi imposible. Y esta afirmación no es sólo válida para las repúblicas centroasiáticas o del Cáucaso, sino también para la Federación Rusa donde, desde la llegada al poder de Vladímir Putin, las posibilidades de organizar alternativas políticas y mediáticas se han ido reduciendo exponencialmente. La persecución y hostigamiento constante a la disidencia interna se ha convertido en la norma y, en los últimos años, Rusia está a la vanguardia mundial en lo que a muerte en extrañas circunstancias y asesinatos de periodistas se refiere (el caso del asesinato de Anna Politkóvskaya ha sido el que mayor respercusión mediática ha tenido). El trabajo de esta disidencia activa, organizada habitualmente en partidos y organizaciones no gubernamentales, no es bien visto por las guerra, propaganda y periodismo para la paz 363 autoridades rusas que, con su presidente a la cabeza, no desaprovechan ninguna ocasión para desacreditarla, acusándola habitualmente de estar vendida a los intereses de sus patrocinadores (léase Europa y EEUU) y llevar a cabo una labor «quintacolumnista» en su propio país. El director del FSB, Nikolai Pátrushev, se ha manifestado en este sentido en varias ocasiones: Servicios de inteligencia extranjeros, cada vez con más intensidad, emplean para su trabajo métodos no tradicionales con la ayuda de programas educativos de diferentes organizaciones no gubernamentales que hacen propaganda de sus intereses y recogen información. 47 Para intentar contrarrestar esta situación, el gobierno ruso ha promovido una serie de medidas reguladoras más restrictivas de la actividad de las organizaciones no gubernamentales en territorio ruso. Las críticas han pasado, en muchas ocasiones, de la retórica a las amenazas, intimidación, asaltos a las sedes de organizaciones como Memorial y agresiones físicas que, demasiado frecuentemente, suelen quedar sin investigar. 48 El gobierno de Putin ha llevado a cabo una restructuración del sistema mediático en Rusia (coherente con el modelo de Estado autoritario que se ha reforzado bajo su presidencia) tendente a la creación de un «monólogo desde el poder» que reduzca a lo anecdótico la difusión de las opiniones disidentes. Este sistema se apoya en una serie de leyes, como la de medios de comunicación, la ley sobre organizaciones sociales o la ley sobre el extremismo, diseñadas para criminalizar comportamientos que pretendan poner en duda el status quo. En este contexto, hablar, por ejemplo, de «elecciones» en Rusia es simplemente absurdo: sólo los grupos políticos cercanos al Kremlin tienen la posibilidad real de difundir sus programas, si es que podemos llamarlos así. 47.Gazeta.ru [en línea]. 12/05/2005 [ref. de 12-05-2005; 21:10]. Disponible en: <http:// www.gazeta.ru/2005/05/12/oa_157330.shtml>. 48.Para una mayor información sobre estos hechos, véanse, entre otros: PANFILOV, Oleg (coord.). Dangerous profession. Monitoring of violations of journalists’ rights in the CIS 2000. Moscú: Human Rights Publishers, 2001; RIJTER, A.G. (red.). Zhurnalistika i voina. Osveshenie rossiskimi SMI voennyj deistvii v Chechnie [en línea]. Moscú: Institut «Otkrytoe Obschestvo», 1998 [ref. de 05/10/2001]. Disponible en: < http://www.medialaw. ru/publications/books/war/>. 364 miguel vÁzquez liÑÁn Y «Occidente» (el principal enemigo de Rusia según la propaganda interna del gobierno de Putin) no hace más que mantener ese orden de cosas, en virtud de que seguimos dependiendo energéticamente del gas y petróleo de la región. Para nuestra vergüenza, España es uno de los países que ha cedido ante la ofensiva propagandística, internacional y diplomática, del gobierno ruso, que quiere privar de voz, también en los foros internacionales, a las organizaciones rusas disidentes. En septiembre de 2007 pudimos ver un ejemplo de este comportamiento, cuando la presidencia española de la OSCE vetó la presencia en las reuniones de dicha organización de la Asociación de Amistad Ruso-Chechena. ¿Se hicieron eco los medios españoles de este suceso? Sólo la iniciativa personal de Carlos Taibo, a través de una carta al director al diario El País, hizo que no pudieramos contestar con un rotundo no a esa pregunta. A esto nos referimos (y a la necesidad de combatirlo y denunciarlo) cuando hablamos de silencio informativo (interesado políticamente). Reproducimos, por su interés y «rareza», la carta de Carlos Taibo, titulada «Veto español en la OSCE», y publicada en El País el 19 de septiembre de 2007: En nuestros medios de comunicación ha pasado inadvertido lo ocurrido al calor de la reunión que la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) ha celebrado en Viena los pasados días 13 y 14, dedicada a las víctimas del terrorismo. España, que ostenta la presidencia de la OSCE, parece haber aceptado las presiones de las autoridades rusas encaminadas a evitar la presencia, en ese cónclave, de la Asociación de Amistad Ruso-Chechena. En virtud de mi conocimiento personal, puedo testimoniar que las acusaciones de “extremismo», y en su caso de colaboración con el terrorismo, vertidas por el Gobierno ruso contra la asociación en cuestión carecen de todo fundamento y forman parte de una genuina guerra sucia orientada a cancelar cualquier suerte de contestación en lo que respecta a las políticas que Moscú desarrolla en Chechenia. La Asociación de Amistad Ruso-Chechena, que trabaja desde tiempo atrás en un escenario marcado por el acoso y la persecución, se ha caracterizado de siempre, y sin más, por el designio de prestar ayuda humanitaria a las víctimas de la violencia y por el propósito paralelo de abrir cauces al diálogo. Mala noticia es que el Gobierno español se pliegue —habrá que pensar que en virtud de intereses inconfesables— a las presiones de otro Gobierno, el ruso, cuyas acciones no se caracterizan precisamente por el compromiso con la causa de los derechos humanos, en Chechenia y lejos de ella. guerra, propaganda y periodismo para la paz 365 No obstante, existen colectivos que, bien desde el exterior o en la misma Rusia (y otras repúblicas exsoviéticas) trabajan para dignificar la profesión periodística a través de la investigación, la denuncia, el activismo y la preparación de periodistas para desarrollar su labor en situaciones de conflicto. El Institute for War and Peace Reporting49, con base en Londres y programas en Asia Central (Regional Training & Human Rights Reporting), el Cáucaso (Regional Dialogue & Governance Reporting) y otras zonas como Afganistán o los Balcanes, es una de esas organizaciones que fomentan la creación de medios locales y la formación de periodistas que trabajen sobre el terreno. Dentro de Rusia, trabajan en esta línea el Centro para el periodismo en situaciones extremas (Tsentr Ekstremalnoi Zhurnalistiki), el instituto Ley y medios de comunicación de masas (Pravo y sredstva massovoi informatsii), el Fondo para la defensa de la transparencia (Fond Saschity Glasnosti50), etc. 5. EL OBSERVATORIO EURASIA En España, el interés académico por el espacio postsoviético ha sido escaso, en general poco estructurado y, en la mayoría de los casos, dirigido al estudio político, histórico, filológico o económico de la Federación Rusa. Las investigaciones, salvo algunos trabajos sobre medios de comunicación en Rusia, en el ámbito de la comunicación, son casi inexistentes. Con la idea de fomentar los estudios en comunicación sobre el espacio postsoviético nace, en 2005, el Observatorio Eurasia (antes llamado Observatorio de Geopolítica y Comunicación en Asia Central y el Cáucaso), que pasará a formar parte, poco después, del Grupo Interdisciplinario de Estudios en Comunicación, Política y Cambio Social (COMPOLITICAS), dirigido por el profesor Francisco Sierra. Actualmente, el Observatorio Eurasia es un proyecto que se encuadra dentro de la línea de «Historia de la propaganda y análisis de la comunicación política» y tiene como principal objetivo el estudio, investigación y difusión de los principales fenómenos políticos y comunicacionales que tienen lugar en ese espacio geográfico. El Observatorio es, asimismo, un foro de debate que, con sede en la Facultad de Comunicación de la 49.Institute for War & Peace Reporting http://www.iwpr.net/ 50.Fond Saschity Glasnosti http://www.gdf.ru/ 366 miguel vÁzquez liÑÁn Universidad de Sevilla, pretende discutir y dar a conocer, especialmente en lo que a los aspectos comunicacionales se refiere, una zona del mundo muy poco estudiada en la Universidad española. Esta inquietud investigadora está en consonancia con la convicción de que es necesario aportar nuevos elementos para la confección de una verdadera historia de la comunicación «universal», que se aparte del eurocentrismo que normalmente aqueja a la disciplina. Para ello, el Observatorio se acerca a la región del antiguo espacio soviético con una mirada multidisciplinar que incluye el interés por su historia, cultura, religión, desarrollo político-social, relaciones internacionales, etc., imprescindible para comprender la evolución histórica de las diferentes formas de comunicación en este lugar del mundo. El interés por una nueva historia de la comunicación que tenga en cuenta modelos «nooccidentales» está en conexión directa con la intención de comprender mejor, también, el acercamiento de los medios de comunicación de la zona al conflicto. El estudio de las estructuras económicas de los medios de comunicación, la legislación, el análisis del discurso, el estado de la libertad de prensa, etc. son objeto de estudio del Observatorio Eurasia. Si bien resulta complejo definir con precisión el espacio al que llamamos Eurasia, el Observatorio se interesa por el espacio ex – soviético de esta región, con un énfasis especial en la Federación Rusa y las repúblicas de Asia Central y el Cáucaso. Bibliografía ALLAN, S. y Zelizer, B. (2004) Reporting War. Journalism in Wartime. Londres y Nueva York: Routledge. BERNAYS, E.L. (1928) Propaganda. Nueva York: Horace Liveright. BERNABÉ FRAGUAS, Javier (2007) Periodismo preventivo. Madrid: Catarata. BROWN, J.A.C. (2004) Técnicas de persuasión. Madrid: Alianza Editorial. CARRUTHERS, Susan L. (1999) The Media at War. Communication and Conflict in the Twentieth Century. London: Palgrave Macmillan. CHOMSKY, Noam; HERMAN, Edward S. (1995) Los guardianes de la libertad. Barcelona: Mondadori. CONTRERAS, F. y SIERRA, F (coords.) (2004) Culturas de guerra. Madrid: Cátedra. DOMENACH, J.-Marie (1986) La propaganda política. 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Recursos en línea — The War and Media Network http://www.warandmedia.org/ — The Moscow Media Law and Policy Institute http://www.medialaw.ru — Center for Journalism in Extreme Situations http://www.cjes.ru/ — Yuridicheskaya Podderzhka Zhurnalistov, Centro de apoyo jurídico a periodistas http://www.media-advocat.ru/ — Frontline Club Foro de discusión sobre la situación del periodismo en Rusia. http://www.frontlineclub.ru/ — Glasnost Defense Foundation http://www.gdf.ru/ — Revista de Periodismo Preventivo http://www.ippai.info/ — Arab Media Watch http://www.arabmediawatch.com/amw/ 369 CULTURA DE PAZ EN LA PUBLICIDAD DE LA ADMISTRACIÓN GENERAL DEL ESTADO Alfonso Cortés González Grupo Comunicación y Poder (Universidad de Málaga) La publicidad de las Administraciones Públicas, como he defendido en otras ocasiones, se podría emplear para contribuir a la mejora de la sociedad y de sus relaciones en conjunto. Este texto está redactado a propósito del libro Cultura de paz y publicidad institucional. El Estado en el fomento de la cultura de paz a través de la publicidad televisiva 1, que se ha presentado en este Primer Seminario de Investigadores para la Paz de Andalucía. Es evidente, que en muchísimos casos la publicidad del Estado, se utiliza más bien como un arma electoral, para engrandecer los logros o actuaciones del partido de turno en el gobierno. Estamos desgraciadamente acostumbrados a observar que en períodos electorales, las administraciones aumentan considerablemente el presupuesto destinado a publicidad institucional, con fines propagandísticos y electorales 2. 1.CORTÉS GONZÁLEZ, Alfonso. (2007) Cultura de paz y publicidad institucional. El Estado en el fomento de la cultura de paz a través de la publicidad televisiva. Jaén: Alcalá Grupo Editorial. 2.Por ejemplo, el Ministerio de Trabajo y AA.SS. aumentó su presupuesto en publicidad más del doble en vísperas electorales y la Junta Electoral obliga al Ministerio a retirar esta campaña, por entenderla como propaganda política (El País, 21 de enero de 2004). El 20 de diciembre de ese mismo año, el Tribunal de Cuentas denunció el uso partidista de la publicidad del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales en la etapa Zaplana (El País, 20 de diciembre de 2004). 370 alfonso cortÉs gonzÁlez Es muy común entender la publicidad como una herramienta exclusiva del marketing orientada a incitar el consumo. Sin embargo existen otros tipos de publicidad (que muchos denominan social, y sobre ello hablaremos en el siguiente punto), como la del Estado, que en principio no pretende vender productos, sino que está orientada a conseguir el cambio social en resumidas cuentas. Paralelamente, el Estado también necesita de la publicidad (tanto como de otras formas de representación) para hacerse existir (ya que los estados existen en tanto y cuanto se perciben a través de sus símbolos). Del mismo modo que en su día, la mejor forma para llevar a cabo este cometido (representación del poder3) fue la iconografía feudal, los retratos del rey, la imprenta, o la radio, hoy día este lugar privilegiado de representación del poder lo ostenta la televisión, unido a la gran capacidad que tiene este medio de comunicación para transmitir valores y crear cultura. Una de las formas comunicativas persuasivas más características de la televisión, hasta la fecha, es la publicidad. No es que sea la más efectiva, pero contribuye a definir nuestro imaginario colectivo. La publicidad es indudablemente una forma de comunicación con los ciudadanos de las que dispone el Estado. Entendemos que las Instituciones Públicas deben estar al servicio de la sociedad y que ellas mismas emanan de la propia sociedad civil, teóricamente. «Las Instituciones [...] son el resultado de la naturaleza social del hombre, que se realiza como individuo en la medida en la que participa con la comunidad» 4, y algunas campañas de la Administración tiene la intención de invitar a los ciudadanos a participar en la sociedad de distintas formas. Construir y tratar de asentar las bases de una sociedad más justa y solidaria, son aspiraciones que, en principio, están ampliamente asumidas por muchos grupos sociales, al menos de cara a la galería. La cultura de paz, sin entrar ahora en profundidad conceptual, pretende hacer evolucionar las sociedades, actualmente ancladas en una cultura de la violencia, hacia sociedades pacíficas a todos los niveles, tanto a nivel macro (violencia entre estados) o micro (violencia de cualquier índole entre individuos). Así pues, fomentar esta cultura de paz, debe ser responsabilidad (aunque no exclusiva) de nuestras Administraciones Públicas. En este empeño se 3.Ya sea civil, religioso, legítimo o instaurado por la fuerza. 4.SOTELO ENRÍQUEZ, Carlos. (2001) Introducción a la comunicación institucional. Barcelona, Ariel. p. 201. cultura de paz en la publicidad de la administraciÓn... 371 debe y se puede contribuir a crear cultura a través de la publicidad, ya que se trata de una herramienta de importantísima penetración social, y capacidad de influencia en los individuos, en sus modos de vida y en sus cosmovisiones sociales y simbólicas. 1. PUBLICIDAD PARA LA CULTURA DE PAZ Este tipo de publicidad, del que estamos hablando, muchos teóricos la enmarcan dentro del concepto de publicidad social. Sin embargo yo prefiero denominarla publicidad de progreso, pero dejaremos este debate del área de publicidad para otro texto, y así no alejarnos del tema de este artículo. Ahora bien, creo que es importante que brevemente aclaremos qué se entiende por publicidad social. Compartiendo la misma apariencia, en los distintos medios encontramos dos modelos de publicidad encontrados. Por una parte está la publicidad comercial, que es individualista, infantil, egoísta y compulsiva. En el lado opuesto hallamos la publicidad social, idealista, colectiva, madura y reflexiva5. La publicidad social la podemos definir también como filántropa ya que persigue el beneficio del receptor sobre el propio del emisor6. La cita recogida en la nota 6, al pie de página, pretende desarrollar el concepto de publicidad social, que es un tipo de publicidad con finalidad y contenido cívico. De este modo, y tomando esta postura de Alvarado, en nuestro caso, una publicidad social, debería ser aquella con finalidad y contenidos orientados a la incitación del cambio social, que ha de ser continuo y progresivo. Esto nos lleva a entender que los contenidos y formas de la publicidad social son muy heterogéneos y que en un primer momento es difícil de delimitar conceptualmente, y saber concretamente qué es y qué no es publicidad social. 5.No toda la publicidad social es así, pero sí la ideal. Del mismo modo, encontramos publicidad comercial que plantea la reflexión, por ejemplo, pero como recurso para conseguir un beneficio empresarial. 6. «La finalidad en la transmisión de ideas por parte de la publicidad no tiene por qué ser sólo favorable al emisor, sino que puede serlo para los receptores mismos, para el conjunto de la sociedad» en ALVARADO, María Cruz. (2003) Publicidad social: una modalidad emergente de comunicación. Universidad Complutense, Tesis Doctoral, p. 45. Estimo que hay llevar este enunciado más allá, y matizar que este tipo de publicidad busca el beneficio del receptor, en lugar de «puede buscarlo». 372 alfonso cortÉs gonzÁlez Ahondando en este concepto de publicidad, es imprescindible comprender cómo se integra «lo social» en esta bien conocida forma comercial de comunicación. Lo social se puede incorporar conceptualmente a la publicidad de tres formas diferentes, sirviendo el mismo término (y aportando confusión, por eso propongo llamarla publicidad de progreso) para designar tres realidades distintas. Estas tres maneras de vincular lo social a la publicidad serían, según Feliu7: «Lo social» de la publicidad (función social de la publicidad); «Lo social» en la publicidad (publicidad con causa); La publicidad de «lo social» (publicidad social). Ciertamente es importantísimo para el estudio y la comprensión de los fenómenos publicitarios estas tres formas de «lo social» en la publicidad. En este texto nos interesa concretamente «lo social de la publicidad», es decir, las campañas con causa de la Administración General del Estado. Aunque, como se puede ver en el libro8 nos encontramos también mucha «publicidad de lo social». Concluyendo el epígrafe, afirmamos que esta publicidad (que reitero en denominar de progreso) es aquella que tiene por objeto «promover una correcta comunicación social y sensibilizar la conciencia de los ciudadanos en sus problemas morales, civiles y educativos con la ayuda de las herramientas publicitarias profesionales» 9. Por lo tanto, estas campañas publicitarias, una vez más en palabras de Feliu, tratan de «poner las herramientas de la publicidad al servicio de temas de utilidad pública alejados de cualquier interés mercantil, sentando las bases de una modalidad de publicidad no comercial, como lo son la publicidad política o la publicidad institucional» 10. El tipo de publicidad que aquí defendemos es aquella cuyos objetivos son los siguientes enunciados, que se corresponden con los puntos desarrollados por la UNESCO, pare definir qué es la cultura de paz: 7.FELIU, Emilio. (2004) «La Publicidad Social» en AA.VV: La comunicación: nuevos discursos y perspectivas. Madrid: Edipo. 8.CORTES, Alfonso. (2007) Op. Cit. 9.Según la asociación italiana Pubblicità Progresso. Transcribo la cita original, por si mi traducción del italiano, idioma que no manejo con demasiada fluidez, no es del todo precisa: «promouvere una corretta comunicazione sociale e sensibilizzare la coscienza dei cittadini sui problema morali, civili ed educativi con l’ausilio dello strumento publicitario professionale» . En FELIU, E (2004) «La Publicidad Social» en AA.VV: La comunicación: nuevos discursos y perspectivas. Madrid: Edipo. 10.FELIU, Emilio. (2004) «La Publicidad Social» en AA.VV: La comunicación: nuevos discursos y perspectivas. Madrid: Edipo. p. 4 cultura de paz en la publicidad de la administraciÓn... 373 a) Aprender a vivir juntos; b) Reemplazar la cultura de la guerra. Una cultura de paz es la transición lógica de la fuerza y el miedo a la fuerza de la razón y del amor; c) Transformar las economías de guerra en economías de paz; d) Buscar nuevos métodos y soluciones no violentas a los conflictos sociales, al desarrollo de nuevas alternativas para la economía y la seguridad política; e) Construir y transformar valores, actitudes, comportamientos, instituciones y estructuras de la sociedad; f) Reforzar la identidad cultural y crear aprecio a la diversidad de culturas; g)Introducir la prevención. En el plano del individuo, este enfoque se dirige a los valores, las actitudes y los comportamientos. En el plano del Estado se insiste en el buen gobierno basado en la justicia, en la participación democrática y la amplia participación de la población en el proceso de desarrollo; h) Fomentar estructuras y comportamientos democráticos; i) Sustituir las imágenes de enemistad por el entendimiento, la tolerancia y la solidaridad entre todos los pueblos y culturas; j) Asegurar el derecho a la educación, sin ningún tipo de discriminación. A continuación, y teniendo algo más claro el contexto conceptual en el que nos movemos, vamos a describir con una visión muy global el panorama de la publicidad para la cultura de paz, atendiendo a las campañas planteadas por la Administración General del Estado de 2002 a 2004. En el libro Cultura de paz y publicidad institucional se pone de manifiesto de qué forma y hasta qué punto, estas campañas publicitarias del Estado han perseguido (o conseguido) difundir los fines de la cultura de paz, y si contribuyen al debilitamiento de la cultura de la violencia. 2. PANORAMA GENERAL DE LAS CAMPAÑAS DE LA ADMINISTRACIÓN GENERAL DEL ESTADO En el libro al que hace referencia este texto, se toma un período reciente que abarca desde el año 2002 al 2004. La muestra no pretende describir una evolución histórica en el uso y forma de la publicidad de las Administraciones Públicas, sino detectar si es verdad que estas campañas, están en consonancia con los paradigmas teóricos propuestos. Nuestra aportación, aunque pequeña, es útil para llamar la atención sobre la pertinencia de abrir una línea de investigación en la materia. También queremos que a partir de aquí seamos capaces de aportar prospectivas y alguna orientación para un futuro próximo y contribuir con la responsabilidad de fomentar un cambio social, que nos lleve a 374 alfonso cortÉs gonzÁlez un mundo que sea capaz de aportarnos más alegría y menos sufrimiento a todos los niveles11. El período que abarca los tres años que van de 2002 a 2004 es una etapa muy interesante y con especial influencia en nuestro presente, ya que desde 2002 a 2004 se han sucedido dos gobiernos en nuestro país, pasando de una mayoría absoluta de la derecha a una mayoría simple del centro izquierda con apoyos de la izquierda y puntualmente de los nacionalismos periféricos. También en esta etapa tienen lugar acontecimientos de nivel internacional, que llegan hasta el mismo día de hoy y que han, al menos mediáticamente —que no es poco—, configurado una nueva visión del mundo en el que existe una casi guerra al límite entre democracias y dictaduras yihadistas según ciertas afirmaciones oficiales de Occidente (depende qué «dictaduras». Si estas benefician los índices económicos de grandes capitales, son bienvenidas al lado de los «buenos» además esta sensación es construida por los propios medios de comunicación). En el período sujeto a estudio, los ministerios españoles han invertido un total de 596.700.000 euros, haciendo evidente que este presupuesto global convierte al Estado en el primer anunciante de nuestro país (y esto sólo contando la Administración General del Estado, excluyendo comunidades y ayuntamientos). Tanto en 2002 como en 2003, el presupuesto se mantuvo estable con una inversión superior a los 170 millones de euros. Sin embargo, en 2004 el presupuesto sobrepasa los 224 millones de euros, coincidiendo con el año de las elecciones generales 12. 11.En los capítulos 1 y 2 del libro (Cortes González, 2007) se atiende a dos niveles de violencia o paz: nivel micro y nivel macro. 12.La Junta Electoral central incluso obligó al gobierno del Partido Popular unas campañas que fueron acusadas de propaganda en lugar de publicidad institucional. Este tipo de prácticas de dudosa ética política hicieron aumentar considerablemente el presupuesto publicitario de la Administración General del Estado en 2004. Fuente: El País, 24 de enero de 2004. En la actualidad, el gobierno Zapatero ha disminuido el presupuesto en publicidad. Esto tiene un trasfondo ético, pero puede quizás perjudicar la dimensión estratégica de la propia imagen del Gobierno de cara a los comicios de 2008. cultura de paz en la publicidad de la administraciÓn... 375 CUADRO 1 Inversiones totales por año ejecutadas por la Administración General del Estado PRESUPUESTO PUBLICITARIO EN MILLONES DE EUROS 250 224,24 200 171,48 173,98 2002 2003 150 100 50 0 2004 Fuente: Elaboración propia. CORTÉS GONZÁLEZ, A. (2007): Cultura de paz y publicidad institucional. El estado en el fomento de la cultura depropia. paz a travésCORTÉS de la publicidadGONZÁLEZ, televisiva. Jaén, AlcaláA. Grupo Editorial, p. 235 Fuente: Elaboración (2007): Cultura de paz y publicidad Las institucional. El presupuestos estado en el de la superlativas. cultura de Tomemos paz a través cifras de estos sonfomento evidentemente por de la televisiva. Jaén, Alcalá p. 235 ejemplo elpublicidad año 2003, año en el que el Estado centralGrupo se gastóEditorial, más de 173,9 millones de euros. Por su parte, el primer anunciante o grupo empresarial privado en cuanto cuantía dineraria destinada a publicidad fue el Grupo Telefónica con una inversión de 134,2 millones de euros. La diferencia, como podemos apreciar es notable a favor de la del Estado. Por si fuera poco, la distancia entre presupuestos se dispara más, si Lasinversión cifras presupuestos sonde evidentemente superlativas. cabe, respectode al estos segundo grupo de la clasificación grandes anunciantes (Grupo El Corte Ingles una inversión de 107,6 millonesaño de €)en y casi triplica aleldécimo en la lista Tomemos por con ejemplo el año 2003, el que Estado central se 13 (Grupo PSA con 63,7 millones de €) . gastó más de 173,9 millones de euros. Por su parte, el primer anunciante CUADRO 2 o grupo empresarial privado en cuanto cuantía dineraria destinada a Ranking de grupos empresariales anunciantes en función de su publicidad fue el Grupo presupuesto Telefónica con una inversión de 134,2 millones publicitario en 2003 Puesto en Grupo anunciante Inversión en Inversión en Evolución % de euros. La diferencia, como podemos apreciar es notable a favor de la función de la Millones de millones de inversión euros en inversión del Estado. Por si fuera poco,Euros la 2003 distancia entre presupuestos 2002 1º General aldelsegundo 173,98 171,48 de 1,46% se dispara más,Administración si cabe, respecto grupo la clasificación Estado de grandes anunciantes (Grupo El Corte Ingles133,8 con una inversión de 2º Grupo Telefónica 134,2 0,34% El Corte Ingléstriplica al 107,6 13,65% 107,6 3ºmillonesGrupo de e) y casi décimo 94,7 en la lista (Grupo PSA 4º Grupo L’Oreal13 93,1 66,9 39,24% con 63,7 millones de e) . 5º Procter & Gamble España, S.A. 76,7 62,4 22,94% 6º 7º 8º 13 70-79 Grupo Editorial Planeta Grupo Danone Grupo Volswagen 72,3 66,8 66,4 57,3 58,2 79,4 26,29% 14,69% -16,33% Datos extraídos de Estudio Infoadex de la Inversión Publicitaria en España (2004), pp. 45- 68 y 13.Datos extraídos de Estudio Infoadex de la Inversión Publicitaria en España (2004), pp. 45- 68 y 70-79 376 alfonso cortÉs gonzÁlez CUADRO 2 Ranking de grupos empresariales anunciantes en función de su presupuesto publicitario en 2003 Puesto en función de Grupo anunciante la inversión 1º 2º 3º 4º 5º 6º 7º 8º 9º 10º 15º 20º 25º 30º Administración General del Estado Grupo Telefónica Grupo El Corte Inglés Grupo L’Oreal Procter & Gamble España, S.A. Grupo Editorial Planeta Grupo Danone Grupo Volswagen Grupo Prisa Grupo Unilever Ford Motor Company Grupo Sony Globalia Grupo Repsol YPF Inversión Inversión en Millones en millones Evolución de Euros de euros en % 2003 2002 173,98 134,2 107,6 93,1 76,7 72,3 66,8 66,4 64,9 64,1 46,9 36,1 28,3 26,8 171,48 133,8 94,7 66,9 62,4 57,3 58,2 79,4 65,1 69,3 55,4 34,0 28,4 21,0 1,46% 0,34% 13,65% 39,24% 22,94% 26,29% 14,69% -16,33% -0,33% -7,43% -15,50% 6,22% -0,43% 27,59% Fuente: Elaboración propia / Infoadex 2004, tomado de CORTÉS GONZÁLEZ, A. (2007): 236-237 Nos damos cuenta por lo tanto que las Administraciones Públicas mantienen unos altos presupuestos en campañas publicitarias. Esta cuestión en principio se podría entender como un interés y compromiso real en fomentar la educación social (además de la función de hacerse ver y oír por parte del Estado14) a través de esta forma de comunicación. Sin embargo, no podríamos llegar a estas conclusiones, peligrosamente parciales, sin observar con más detalle el contenido y difusión de estas campañas publicitarias, aspectos que se detallan y desmenuzan en el libro. 14.Ver DEBRAY, Régis. (1995) El Estado seductor. Las revoluciones mediológicas del poder. Manantial, Buenos Aires. p. 60. Además la publicidad de las Administraciones, tiene dos funciones: a. educar socialmente y fomentar el cambio social; y b. informar y describir los procesos de relación con las propias administraciones, que los ciudadanos deben seguir para diversos trámites relacionados con el aparato del Estado. cultura de paz en la publicidad de la administraciÓn... 377 3. ALGUNAS VALORACIONES PRELIMINARES En los tres años objeto de estudio, se pusieron en marcha más de un centenar de campañas, y solamente trece de ellas hacen referencia a la cultura de paz. Este tipo de publicidad que aquí estudiamos, pretende acercar los valores de la cultura de paz a la ciudadanía. Fomentar esto consiste en inculcar unos valores en la sociedad de integración social, de libertad y de respeto entre los seres humanos. Antón Álvarez Ruiz, a propósito de la inclusión social de los discapacitados argumenta que: «Se ha destacado que las formas de inclusión y exclusión social dependen básicamente de dos variables, ambas muy interrelacionadas: por una parte, la actuación de los afectados, sus amigos y su entorno; y por otra parte el contexto social en el que se ha producido la socialización, es decir, la forma en que el afectado ha vivido sus primeras tentativas de relación social, que generalmente suceden en el seno de la propia familia y los amigos más cercanos»15 Deberíamos añadir a estas palabras que, a su vez los medios de comunicación actuales tienen la capacidad de homogeneizar la cultura (de masas) y por lo tanto de difundir a través de sus contenidos determinadas pautas de comportamiento y cosmovisiones de nuestro universo simbólico. Es sabido que estratégicamente la publicidad, para aumentar sus posibilidades de éxito, suele ir dirigida a grupos concretos de personas (target o público objetivo en la jerga profesional). Álvarez Ruiz nos explica que la publicidad, por poner otro ejemplo, para la integración de los discapacitados primeramente ha de ir dirigida a los propios discapacitados y a sus familiares, y una vez que estos grupos objetivos «encuentren una mayor permeabilidad en la sociedad o interioricen las imágenes ofrecidas por las campañas normalizadoras, también redoblarán sus esfuerzos para forzar los límites impuestos por la sociedad y acelerar el ritmo de normalización»16. Siguiendo esta propuesta y enfocando la cuestión de la cultura de paz, los primeros públicos objetivos deberían ser las minorías, los maltratados, los y las que a fin de cuentas sufren la cultura 15. ÁLVAREZ RUIZ, A. (2003) La función social de la publicidad de la ONCE. Madrid: Escuela Libre Editorial y Fundación ONCE, p. 47 16.Ibídem. p. 48 378 alfonso cortÉs gonzÁlez de la violencia (aunque en realidad, de una forma u otra, todo el mundo la sufre). Aunque claro, no podemos saber si esta manera de plantear la publicidad funciona, si previamente no la probamos, y en mi opinión esto merece ser discutido con más detenimiento en cualquier caso. Es contradictorio, siguiendo el argumento del libro, que las propias Administraciones, que se muestran muy sensibles y comprometidas con la cultura de paz, hagan uso del miedo y de la violencia para fomentar unos determinados comportamientos. Evidente muestra de ello serían las campañas de tráfico, que repetida y asiduamente, como hemos podido comprobar en nuestras carnes, emplean el terror, el miedo y lo macabro para incitar el uso del cinturón, del casco, o el respeto de las normas de circulación. La violencia llama la atención, eso está claro. Además capta todas las miradas porque pretendemos poner a salvo nuestra vida que sentimos amenazada, es una cuestión instintiva, de estar muy atentos ante el peligro. Una situación violenta puede suponer un gran riesgo en nuestra integridad física. Por lo tanto, que la violencia capte la atención no justifica su uso para educar. En conclusión, aunque esté probada la eficacia de la violencia para fomentar comportamientos, esta no se puede justificar bajo ningún concepto sobre los principios de la cultura de paz, sistema cultural que se defiende en la monografía que en este evento se presenta. En otro orden de cosas, incidiendo ahora en su discurso, la publicidad, es de algún modo la forma de comunicación más característica del actual sistema sociopolítico (capitalismo), acorde con los propios valores posmodernos que defienden que «por influjo del declive y presunta extinción próxima de la galaxia Gutemberg, las grandes narrativas de la modernidad […] han caído ya en el descrédito, siendo sustituidas por la publicidad y el sensacionalismo»17. Esto quiere decir que han triunfado un tipo de mensajes muy sintéticos, mucho más «funcionales» en esta nuestra emergente sociedad-red, y por supuesto este tipo de mensajes con sus características formales y estructurales, son al mismo tiempo portadores de valores propios del sistema social que los produce y reproduce. Para ir concluyendo y no extendernos en este comentario sobre la monografía en cuestión, el escenario que se describe en torno al fomento de la cultura de paz a través de la publicidad del Estado no resulta 17. GIL CALVO, E. (2003) El miedo es el mensaje. Riesgo, incertidumbre y medios de comunicación. Madrid: Alianza Ensayo, p. 280. cultura de paz en la publicidad de la administraciÓn... 379 nada alentador, y pone de manifiesto el escaso esfuerzo que realmente dedican nuestras Instituciones Públicas a estos asuntos de educación y cambio social. Paradójicamente, antes de analizar la situación, se preveían unos resultados bastante positivos, sobre todo si atendíamos a las manifestaciones institucionales y off the record de los distintos responsables políticos o técnicos de los ministerios, y más aún observando los abultados y significativos presupuestos que el Estado dedica a la publicidad institucional y social. Desde este lugar, creo que es necesario, en consecuencia, reivindicar un compromiso real, y no sólo formal, de las instituciones como representantes de la propia sociedad en lo que realmente nos hace progresar: conseguir unas relaciones justas en todas las dimensiones de nuestra existencia. 381 LA DECLARACIÓN DE LUARCA SOBRE EL DERECHO HUMANO A LA PAZ1 RECENSIÓN Dra. Ana Salado Osuna Profesora Titular de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales. Universidad de Sevilla Miembro de la AEDIDH y representante en Andalucía. El libro, cuya recensión acometo, La Declaración de Luarca sobre el Derecho Humanos a la Paz, es una obra colectiva que está precedida de un «Prologo» realizado por Federico MAYOR ZARAGOZA (Presidente de la Fundación Cultura de Paz y ex Director General de la UNESCO); de una «Presentación» (en catalán y español) de David MINOVES I LLUCIÀ (Director General de Cooperación al Desarrollo y Asuntos Humanitarios) y de Andreu FELIP I VENTURA (Director General de la Agencia Catalana de Cooperación al Desarrollo) de la Generalitat de Cataluña; y de una «Reflexión» titulada «La conquista del derecho humano a la paz» de Francisco Javier GARCÍA VALLEDOR (Consejero de Justicia, Seguridad Pública y Relaciones Exteriores del Principado de Asturias). La «Introducción» está realizada por Carlos VILLÁN DURÁN (Presidente de la Asociación Española para el Desarrollo y la Aplicación del Derecho Internacional de los Derechos Humanos -AEDIDH), siendo ésta la conductora de una reflexión mundial sobre el derecho humano a la paz con el objetivo de que en su día la Asamblea General de las 1.C. R. Rueda Castañón y C. Villán Durán, (eds) (2007), publicado por MADÚ Ediciones, Siero (Asturias), 529 pp. 382 ana salado osuna Naciones Unidas proclame una declaración universal que lo regule. Está integrado por cinco partes de las que me ocupo a continuación. La «Primera Parte: La Declaración» (pp. 25-190) contiene un «Estudio Preliminar», a cargo de Carmen Rosa RUEDA CASTAÑÓN (Directora Ejecutiva de la AEDIDH) y del Presidente de la misma, publicado en cuatro idiomas, como también lo está el texto de la «Declaración de Luarca sobre el derecho humano a la paz» («Declaración de Luarca») que da título al libro. En el «Estudio Preliminar» se da cuenta del trabajo y esfuerzo realizado por un buen número de personas para que el texto de la «Declaración de Luarca», elaborado por la sociedad civil, llegara a ser realidad. En el mismo se señala además que existen algunos antecedentes internacionales sobre el derecho a la paz (p. 27), aunque precisa que la titularidad del derecho había sido atribuida a «los pueblos» y no a la persona, en sí misma considerada. Hubo valiosos intentos por la UNESCO, en la década de los noventa, de que el derecho humano a la paz fuera reconocido internacionalmente, sin embargo, no prosperaron (p. 28). Sobre los esfuerzos realizados en pro de la «Declaración de Luarca» hay que tener presente que dos ONG (AEDIDH y UNESCO Etxea) organizaron un Seminario (Gernika, 2005) para debatir sobre el derecho humano a la paz. Fruto del mismo fue identificar los contenidos mínimos y el acuerdo alcanzado acerca de la necesidad de la redacción, por expertos independientes, de un proyecto de declaración. Antes de acometer esta tarea la AEDIDH (con el apoyo de la Agencia Catalana de Cooperación) decidió celebrar otros Seminarios regionales, llegaron a celebrarse seis, entre ellos, uno en Andalucía (Sevilla), que me ocupé de organizar, con la colaboración de la Universidad de Sevilla. En el mismo, bajo la coordinación de la AEDIDH, participaron expertos en derechos humanos procedentes del ámbito universitario y de ONG que aportaron reflexiones del mayor interés, no sólo mediante las distintas ponencias que tuvieron lugar, sino en los debates que las mismas suscitaron. Cinco de las ponencias, que integran este libro, fueron presentadas en el Seminario de Andalucía. Pero la contribución andaluza no finalizó en el citado Seminario sino que de los quince expertos que se reunieron en Luarca (Asturias) para proceder a redactar el proyecto de declaración sobre el derecho humano a la paz (finales de octubre de 2006), dos éramos de Universidades andaluzas (p. 148). El «Estudio Preliminar» también pone de manifiesto las características principales del texto de la «Declaración de Luarca» haciendo referencia la declaraciÛn de luarca sobre el derecho... 383 a su estructura y contenido. Concluye con la acción emprendida por la AEDIDH con posterioridad a la redacción de la misma. En cuanto a su contenido, justifica y precisa las referencias a determinados derechos, algunos reconocidos en diversos instrumentos internacionales, pero otros de carácter novedoso. Centrándose en la efectividad del derecho humano a la paz, hace notar que las obligaciones, aunque recaen fundamentalmente en los Estados, «los individuos, grupos y otros actores también tienen deberes y obligaciones» (p. 45). Una de las grandes aportaciones de la «Declaración de Luarca», y así se resalta, es que propone el establecimiento de un órgano colegiado internacional (grupo de trabajo integrado por expertos independientes) para controlar la aplicación del derecho humano a la paz a nivel nacional (p. 48). Por último, en lo que respecta a la acción emprendida por la AEDIDH, tras la «Declaración de Luarca», ello consiste en consultar a la sociedad civil internacional (consulta que se está llevando a efecto) y cuando finalice (2009) la meta será instar a los órganos de Naciones Unidas con competencias codificadoras en materia de derechos humanos para que se inicie el «proceso de codificación oficial y definitivo del derecho humano a la paz en el marco de las Naciones Unidas» (p. 50). El concepto de paz que impregna todo el texto de la «Declaración de Luarca» es que la paz no se limita a la ausencia de conflicto armado, sino que abarca un triple objetivo: «lograr la satisfacción de las necesidades básicas de todos los seres humanos, la eliminación de todo tipo de violencia y el respeto efectivo de todos los derechos humanos» (p. 32). La «Segunda Parte: Los antecedentes» (pp. 191-236), contiene un estudio de Carmelo FALEH PÉREZ acerca de «El proyecto de declaración sobre el derecho humano a la paz elaborado por la UNESCO», en el que de forma precisa y pormenorizada describe todos los esfuerzos de la UNESCO los cuales no tuvieron un final feliz. No obstante, en sus reflexiones finales, tras calificar el intento fallido de «desalentador», considera que «arroja lecciones positivas» (p. 214). Esta Parte (las más breve de todas) también incluye el texto del «Acuerdo final del seminario de expertos sobre el derecho humano a la paz» (Gernika, 2005). La «Tercera Parte: Los presupuestos filosóficos y educativos» (pp. 237332) está integrada por cuatro ponencias. José VEGA LÓPEZ aborda «El derecho a la paz a la luz del ideal kantiano de paz perpetua». Comienza con la formulación kantiana del ideal de pacifismo cosmopolita, prosigue con la vigencia y reformulación actual del mismo, con la presencia del ideal kantiano de paz perpetua en el Derecho internacional contemporáneo, 384 ana salado osuna y finaliza con dos premisas para la codificación del derecho humano a la paz: el derecho a la paz política como derecho humano y el derecho a la paz social como derecho humano. Sobre la base de ambas premisas propone una definición del derecho humano a la paz (p. 260). Joaquín HERRERA FLORES reflexiona sobre «Derechos humanos y paz: Nuevos fundamentos filosóficos y jurídicos para nuevas prácticas sociales»*. Inicia su exposición haciendo notar que «los derechos h«umanos, como instrumentos reales y concretos de paz, deben entenderse de un modo diferente a como fueron establecidos en la Declaración Universal de 1948» (p. 261) y alerta de los peligros que acechan a los derechos humanos. Ante ello y como alternativa se refiere a recuperar la acción política, a la formulación de una filosofía impura de los derechos y a la recuperación de una metodología relacional, concluyendo con una propuesta, para el debate, de una «Declaración Universal de los Derechos Humanos a la Paz» (pp. 281-282). Francisco JIMÉNEZ BAUTISTA se centra en «Cultura de paz, educación y valores». Realiza unas premisas de partida para cuestionarse seguidamente ¿Qué es la paz? ¿Qué implica una Cultura de paz?, dando respuesta a ambas interrogantes. Prosigue con investigación para la paz: la Paz neutra y por último se refiere a la educación, investigación y valores para una Cultura de paz. En este contexto precisa que: «Toda alternativa de propuesta de valores debe pasar necesariamente por una ética de mínimos como valores comunes, es decir, un mínimo de valores comunes, actitudes y comportamientos básicos para todos los seres humanos» (p. 298). Finaliza afirmando que «el papel fundamental de los valores es la solidaridad política que consiste en ocupar una posición de ayuda y apoyo a los más humildes del mundo» (p. 301). José TUVILLA RAYO en su ponencia «El Derecho Humano a la paz en la educación: construir la cultura de la paz», parte del derecho a la paz y los derechos humanos como fundamentación del derecho humano a la paz, para analizar posteriormente los fundamentos del derecho a la paz en el ámbito internacional, regional y nacional. En el último apartado, mediante un amplio recorrido, se ocupa del derecho a la educación y educación para la cultura de paz y los derechos humanos. En sus consideraciones finales, entre otras cosas sostiene: «No cabe duda que la educación constituye el instrumento más valioso para construir la Cultura *.N. E. Véase capítulo 2 de este volumen. la declaraciÛn de luarca sobre el derecho... 385 de paz, pero a su vez, los valores que ésta inspira deben constituir los fines y los contenidos básicos de tal educación» (p. 330). La «Cuarta Parte: La dimensión individual del derecho humano a la paz» (pp. 333-442) es la que mayor numero de ponencias contiene, un total de ocho. Alberto HIDALGO TUÑÓN la apertura con su ponencia titulada «El derecho a la seguridad humana y el derecho a la paz». Alude como premisa a los principios del Seminario de Gernika (2005) y propone el iter para la redacción de un proyecto de declaración de principios. En este contexto, se refiere a los problemas de la fundamentación, de la demarcación (seguridad y justicia) y de la formulación. Por último se refiere a problemas que sólo se pueden resolver a nivel global (la seguridad, la defensa de los derechos humanos, el desarrollo económico y social, y la protección del medio ambiente planetario) a cuyos efectos sostiene que es necesario tres reformas en Naciones Unidas: Parlamento Mundial, eliminación del veto en el Consejo de Seguridad y una Corte Mundial de Justicia (pp. 345-346). Antonio RUIZ DE LA CUESTA se ocupa de «El derecho humano a la paz como presupuesto del derecho fundamental a una vida digna». Analiza inicialmente el derecho a la vida a través de lo que denomina una alianza de valores y la prescriptividad ética y jurídica del derecho a vivir con dignidad, para centrarse a continuación en el derecho humano a la paz en el contexto de la paz como valor universal, las negaciones de la paz, el desarrollo de la paz, y la paz y el ejercicio de la fuerza. Finaliza reproduciendo palabras de Gandhi al que con toda razón califica de «gran pacifista». Juan Manuel FARAMIÑÁN GILBERT dedica su ponencia a analizar «El ejercicio del derecho humano a la Paz a través de la desobediencia civil». Sobre el concepto de «desobediencia civil» recurre a John Rawls y a la distinción entre objeción de conciencia y desobediencia civil realizada por Hannah Arendt. Y tras hacer referencia a la consolidación de la sociedad civil en la era de la globalización, sobre la que realiza diversos apuntes, sostiene que la sociedad civil «ha canalizado su vitalidad en el marco de las ONGs» considerando además que «detrás de la sociedad civil, de las organizaciones no gubernamentales, trasunta el individuo como raíz de la comunidad internacional» (373-374). Concluye retomando la reflexión final de Emmanuel Kant en su obra La Paz Perpetua por considerar que sigue estando vigente (p. 379). Enrique de SANTIAGO ROMERO titula su ponencia «Reconocimiento del derecho de asilo por causas económicas: persecución por vulnera- 386 ana salado osuna ción de derechos económicos y sociales». Pone de manifiesto que en el plano de las garantías el nivel de protección de los derechos económicos y sociales es menor que el de los derechos civiles y políticos. A continuación se centra en la Convención de Ginebra sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y se refiere a las nuevas formas de persecución (no contenidas en la citada Convención) que han sido asumidas por las sociedades democráticas. Concluye diciendo que lamentablemente no existe «percepción social ni voluntad política» para abordar lo que él también califica de «persecución» refiriéndose a la «negación y vulneración sistemática de los derechos económicos y sociales» (p. 390). Ramón DÍAZ HERNÁNDEZ aborda el problema relacionado con la inmigración bajo el título «Ningún ser humano puede ser ilegal». Se refiere al auge de las migraciones internacionales contemporáneas, al concepto de frontera y soberanía nacional como construcciones políticas, y se cuestiona si debe prevalecer el control de fronteras o el de «puertas abiertas». A continuación se refiere al miedo a la avalancha inmigratoria y al paradójico concepto de frontera en el Estado liberal. En sus conclusiones sostiene que: «Se debe establecer el derecho de todo ser humano a circular libremente y sin restricciones por el mundo y a que su ciudadanía sea efectivamente respetada» (p. 402). Prudencio GARCÍA Y MARTÍNEZ DE MURGUÍA se ocupa de «La impunidad del estamento militar como obstáculo para la construcción de la paz». A tales efectos se refiere a los principios básicos de la sociología militar y de la moral militar democrática, en éste se centra en el análisis de diversos conceptos, entre ellos, en los derechos humanos como núcleo básico de un «recto concepto de honor militar». En sus consideraciones finales entre otras cosas sostiene que «los valores que nutren una recta moral militar, respetuosa de la democracia y los derechos humanos (…) constituyen sólidas piedras angulares en la construcción de esa paz» (p. 422). Alfred de ZAYAS en su reflexión titulada «El Crimen contra la Paz» se refiere a diversos instrumentos internacionales relacionados con la cuestión objeto de su análisis para finalizar señalando que el derecho a la paz «implica la ilegalidad de la guerra. Por tanto, es necesario llegar a un consenso sobre una definición de agresión e instar a los Estados Partes en el Estatuto de Roma a adoptar una definición que permita al Tribunal Penal Internacional comenzar a limitar la impunidad de los jefes de estado que comienzan guerras sin tener que sufrir consecuencias penales» (p. 429). la declaraciÛn de luarca sobre el derecho... 387 Juan RODRÍGUEZ-DRINCOURT ÁLVAREZ en su ponencia «El derecho a la paz, la dignidad de la persona y la transformación de la ciencia», se centra en el análisis del principio constitucional de dignidad de la persona y el derecho a la paz, para ocuparse a continuación del derecho a la paz y la transformación de la ciencia y por una investigación científica en beneficio del interés general y de la paz. Finaliza con el derecho a la paz como límite de la investigación científica, concluyendo que la «dignidad de la persona y el derecho a la paz se sitúan en el núcleo de todo debate sobre los límites a la investigación científica. Constituyen una forma de condición sine qua non de legitimidad de todo desarrollo científico» (p. 442). La «Quinta Parte: La dimensión colectiva del derecho humano a la paz» (pp. 443-529) incluye seis ponencias. Jaume SAURA ESTAPÀ la titula «Hacia un derecho humano a la paz internacionalmente reconocido». En la misma analiza los fundamentos del derecho humano a la paz en Derecho internacional positivo, se refiere a continuación a los derechos humanos y el derecho a la paz, así como a los instrumentos declarativos del derecho humano a la paz. Lo último que aborda es las cuestiones pendientes en el objetivo de un derecho humano a la paz. En sus consideraciones finales pone de manifiesto que la «formulación en Derecho internacional del derecho humano a la paz no es una utopía. Constituye una reivindicación legítima que cuenta ya con una sólida, aunque parcial, base jurídica positiva: la prohibición del uso de la fuerza, la obligación de solución pacífica de las controversias y el Derecho internacional de los derechos humanos» (p. 459). Ángel G. CHECA SANCHO se ocupa de forma específica de «El contenido de la dimensión colectiva del derecho humano a la paz». Desde el punto de vista jurídico internacional de los derechos humanos analiza la dimensión colectiva del mencionado derecho. Considera que el derecho humano a la paz va mucho más allá de la ausencia de guerra, por lo que se refiere al derecho humano a la paz y los derechos de los pueblos, a su dimensión migratoria, social e intergeneracional. Concluye conjugando la dimensión individual y la dimensión colectiva del derecho humano a la paz señalando que ambas dimensiones «sin duda se influyen mutuamente en gran medida» (p. 476). Felipe GÓMEZ ISA se centra en «Reparación, memoria y derecho a la paz». Parte del derecho a la reparación para ocuparse a continuación de la verdad, la justicia y la reparación como tres elementos interdependientes, para hacer referencia finalmente a un proceso integral de reparaciones. 388 ana salado osuna Concluye diciendo que resulta evidente que «el derecho a la verdad, a la justicia y a la reparación forman parte de cualquier proceso de codificación de un futuro derecho humano a la paz» (p. 490). Carmen MAGALLÓN PORTOLÉS en su ponencia «La paz en una perspectiva de género», se ocupa inicialmente del género como categoría analítica y como relación social entre los sexos para pasar posteriormente a centrarse en el contenido de la paz desde la perspectiva de género, así como que la paz incluya el respeto y valoración de la igualdad y la diferencia entre los sexos. Finaliza reflexionando acerca de una paz que haga sostenible la vida humana a cuyos efectos sostiene que la noción «de sostenibilidad de la vida une humanidad y naturaleza, es inseparable de la noción de equidad y es una clave para asentar una cultura de paz, en las dinámicas que rigen el mundo» (p. 501). Santiago RIPOL CARULLA se ocupa de «El derecho al desarme general y completo bajo control internacional». Inicia su reflexión sobre el derecho al desarme como expresión del derecho a la paz, para referirse a este último como «derecho de solidaridad». En el contexto del desarme se refiere a la obligación de los Estados de promoverlo y realiza unos apuntes para la caracterización del derecho humano al desarme. En este contexto sostiene que la dimensión individual y colectiva «del derecho al desarme en tanto que expresión del derecho a la paz» consistirá en el «derecho de los pueblos y Estados a vivir en condiciones de seguridad, sin la amenaza de catástrofe que supone la posesión y el uso de armas» (p. 516). Pablo Antonio FÉRNANDEZ SÁNCHEZ se ocupa de «La Comisión de las Naciones Unidas para la Consolidación de la Paz y su contribución al desarrollo del derecho humano a la paz». Tras referirse al proceso de creación de la Comisión y las reacciones más importantes, se centra en la creación formal de la misma, en su naturaleza jurídica y fundamento. Prosigue con las funciones principales de la Comisión, su estructura y funcionamiento y finaliza con la cuestión relacionada con la financiación. Entre sus reflexiones considero oportuno destacar que «no basta con pacificar, no basta con establecer medidas para evitar los conflictos, sino que se requiere construir y consolidar la paz si queremos hablar de un derecho humano a la paz. Éste es el objetivo primigenio de la Comisión de Consolidación de la Paz» (p. 518). la declaraciÛn de luarca sobre el derecho... 389 *** A través de estas páginas he pretendido poner de manifiesto las contribuciones realizadas por algunos de los ponentes a los Seminarios regionales sobre el derecho humano a la paz y, en concreto, a las ponencias publicadas en el libro objeto de la presente recensión. Aunque disponía de un espacio superior del que normalmente se dedica a una recensión, sin embargo, para que la misma no sea excesivamente amplia he preferido hacer referencia a los contenidos y destacar algunas de las reflexiones de los autores, con el fin de propiciar el debate, en lugar de realizar valoraciones personales. Recuerdo que las ponencias publicadas, junto con otras, constituyeron el punto de referencia para la redacción del texto de la «Declaración de Luarca sobre el Derecho Humano a la Paz» que en la actualidad está sometido a consulta de la sociedad civil internacional. Dado que en la «Declaración de Luarca» el derecho humano a la paz está conformado por distintos derechos (algunos clásicos, otros novedosos), sería conveniente una reflexión sobre el contenido y alcance de cada uno de los derechos por la comunidad científica. Quizás la Red Andaluza de Investigación de la Paz y los Derechos Humanos (RAIPAD), coordinada por Francisco MUÑOZ, podría acometer dicha reflexión. Hasta la adopción del texto de la «Declaración de Luarca» la contribución andaluza ha sido importante, habiendo contado con integrantes de RAIPAD. Además en el Seminario de Andalucía sobre el Derecho Humano a la Paz (2006) entre los participantes se encontraban la Directora del Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada y algunos de sus miembros (que presentaron ponencias que están publicadas en el libro) y todos ellos forman parte de RAIPAD. No quiero concluir sin agradecer que se me diera la oportunidad de presentar el libro objeto de la presente recensión en el Seminario «Una paz compleja y conflictiva» celebrado en Granada (21 y 22 septiembre de 2007), organizado por Francisco MUÑOZ, coordinador de RAIPAD, Seminario al que fui invitada a participar. Y agradecer asimismo que Francisco MUÑOZ me propusiera preparar una reflexión sobre el derecho humano a la paz o bien una amplia recensión para incluirla en las Actas del mencionado Seminario de Granada. Me decanté por la última de las opciones a fin de propiciar el debate de esta obra colectiva, motivo por el cual destaco algunas reflexiones de los autores. 391 PAZ Y CONFLICTOS EN LAS UNIVERSIDADES ANDALUZAS E IBEROAMERICANAS. UNA PRIMERA EVALUACIÓN Francisco A. Muñoz, Beatriz Molina Rueda, Luis Sánchez Vázquez, Juan Codorníu Solé Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada Los conflictos en los que se ven envueltas las sociedades contemporáneas, la Paz y la Violencia resultante de ellos son motivo de preocupación de todos los agentes sociales y objeto de investigación de diversos ámbitos del saber y de centros interdisciplinares. La Paz forma parte de las preocupaciones que la investigación de las Ciencias Humanas y Sociales tiene planteadas. Las razones para avanzar en su estudio son teóricas y también prácticas, ya que los enfoques epistemológicos que se plantean sobre la Paz y la Violencia influyen en las formas y vías de gestión de los conflictos, en un mundo en el que las distintas formas de la Violencia se manifiestan cada vez de forma más patente. Dadas las actuales circunstancias locales y globales, la necesidad de analizar y comprender estas temáticas se hace más apremiante. En efecto, en un mundo actual, complejo y conflictivo, el conocimiento de la Paz, en sus diferentes formas y dinámicas, como instrumento de evaluación y promoción del bienestar, es completamente necesario. 1 El estudio de los fenómenos y realidades que condicionan la Paz ha de hacerse desde una perspectiva científica y a su vez desde una ciencia que incorpore los valores y un futuro deseable en su terreno de estudio. La propia naturaleza del objeto de estudio hace necesario tener en cuenta 1.Véase el capítulo «Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la paz» 392 francisco a. muÑoz, beatriz molina, luis sÁnchez, et. al. los aspectos humanos, ontológicos y axiológicos. Son justamente sus significados históricos, éticos, filosóficos y prácticos los que exigen que se realice una reflexión profunda que dote de significado la búsqueda de líneas de acción que potencien y validen al máximo los valores y las realidades de la Paz. En el seno de la Investigación para la Paz existe un gran interés por organizar este pensamiento desde unos presupuestos científicos. Desde los años cincuenta se ha realizado un gran esfuerzo en este sentido, lo cual ha dotado a la comunidad humana en general, y a la científica en particular, de un amplio legado, en cuyo curso y discurso nos queremos situar. Desde la Paz de París y las subsiguientes que pusieron fin a la Segunda Guerra Mundial, se ha desarrollado una investigación específica sobre la Paz. La Paz ha sido abordada desde entonces bajo la suma de los mejores recursos filantrópicos, intelectuales y científicos. Todas las instituciones dedicadas a la investigación tienen una responsabilidad en un mundo globalizado sobre el bienestar de los ciudadanos y en particular sobre el mantenimiento de las mejores condiciones de Paz. Las Universidades Andaluzas e Iberoamericanas comparten una cultura general —también académica— común que cabe analizar y comparar. En este caso lo hacemos desde Andalucía, una comunidad española unida íntimamente con Iberoamérica. 1. LA INVESTIGACIÓN PARA LA PAZ EN LAS UNIVERSIDADES ANDALUZAS E IBEROAMERICANAS Este trabajo es un primer balance del estudio realizado en el proyecto La investigación para la Paz en las Universidades Andaluzas e Iberoamericanas. Es un proyecto de investigación auspiciado por la Junta de Andalucía a través de la Dirección General de Universidades de la Consejería de Innovación Ciencia y Empresa amparándose en el interés que el gobierno autonómico ha demostrado por la difusión de la Cultura de Paz, tal y como se recoge en el Estatuto de Autonomía para Andalucía (Ley Orgánica 2/2007, de reforma del Estatuto de Autonomía para Andalucía.).2 2.Aprobado el 2 de noviembre de 2006 por el Congreso de los Diputados y refrendado por los andaluces el 18 de febrero de 2007, en cuyo Título Preliminar, Artículo 10, paz y conflictos en las universidades andaluzas... 393 Su desarrollo y coordinación está a cargo de la Red Andaluza de Investigación de la Paz y los Derechos Humanos (RAIPAD)3. La Raipad está coordinada por el grupo de investigación de la Junta de Andalucía Paz y regulación de Conflictos (HUM-607) perteneciente al Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada 4. Este proyecto también se apoya en diversas labores investigadoras (proyectos, grupos, acciones, etc.) ya realizadas o en curso de realización (publicaciones, actas, congresos, seminarios o programas de Doctorado) en nuestra comunidad, el resto del Estado y países de todo el mundo. Asimismo, y dadas las características de los objetos de estudio implicados, muchos de estos presupuestos han servido de guías a acciones realizadas por organismos oficiales, instituciones, asociaciones u organizaciones de diverso tipo y alcance. Todas estas aplicaciones teóricas y prácticas aportan una gran riqueza epistémica y de praxis, que pueden y deben ser evaluadas. El objetivo central es colaborar a reconstruir teorías de la Paz desde una perspectiva interdisciplinar —particularmente en el mundo iberoamericano— ya que ésta es la mejor manera de prevenir el avance de las distintas formas de la Violencia que se manifiestan cada vez de forma más patente. Partimos de un mundo complejo, conflictivo y violento, en el que la Paz es un instrumento de evaluación y promoción del bienestar. La Investigación para la Paz y de todos aquellos principios asociados (Derechos Humanos, Justicia, Equidad, Desarrollo, ...), son herramientas de «alta tecnología» humana y social que permiten incidir en un abanico se definen los Objetivos básicos de la Comunidad Autónoma, apareciendo cómo uno de ellos El fomento de la cultura de la paz y el diálogo entre los pueblos. 3.Surgida a partir de una acción coordinada sobre recursos de paz en los centros de investigación de Andalucía (http://www.ugr.es/local/raipad) subvencionada por la Consejería de Educación, dos de cuyas últimas acciones han sido el congreso La Paz en las culturas políticas mediterráneas (http://www.ugr.es/~gijapaz/almeria.htm), celebrado en la Universidad de Almería, y la publicación del libro Investigación de la Paz y los Derechos Humanos desde Andalucía, MUÑOZ, Francisco. A., HERRERA FLORES, Joaquín., MOLINA RUEDA, Beatriz y SÁNCHEZ FERNÁNDEZ, Sebastián (2005) Granada. En red, http://www.ugr.es/~fmunoz/documentos/pazddhhand.pdf. 4.En el curso académico 1987-1988, se dieron los primeros pasos para la creación del Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada, hace casi veinte años. Ésta puede ser una buena efeméride para reconocer y reivindicar todas las experiencias de Investigación para la Paz en Andalucía. http://www.ugr.es/local/eirene 394 francisco a. muÑoz, beatriz molina, luis sÁnchez, et. al. amplio de principios, epistemes y teorías que sólo tienen sentido en su relación con los objetivos sociales marcados. En segundo lugar tiene diversas aplicaciones sociales posibles, como el asesoramiento en diversos ámbitos (Educación y Cultura de Paz, Asuntos Sociales o Cooperación Internacional). Estos dos aspectos podrían transcender a otras Comunidades y países, especialmente Iberoamerica, espacio académico con el que pretendemos avanzar y profundizar en nuestras relaciones. Basándose en las premisas anteriores, este proyecto de investigación persigue los siguientes objetivos específicos: Identificar las teorías que sobre la Paz y los Conflictos se utilizan en la investigación y la docencia en las universidades andaluzas e iberoamericanas; estudiar las distintas aproximaciones que desde la investigación se realizan a la paz y los conflictos; estudiar los distintos conceptos y paradigmas que se utilizan en la docencia de la paz y los conflictos; estudiar las relaciones interdisciplinares y transdisciplinares que se establecen entre las distintas teorías; estudiar los flujos de conocimiento entre las universidades andaluzas e iberoamericanas, e implementar las relaciones mutuas; prospectar las repercusiones sociales de estas teorías. Para la consecución de tales objetivos se vienen desarrollando las siguientes actividades: la creación de una base de datos para la catalogación de los centros e investigadores relacionados con la metodología de la Investigación para la Paz en las Universidades y Centros de Investigación (problemáticas, paradigmas, conceptualizaciones, publicaciones,...); la facilitación de la información encontrada a todos los centros e investigadores para potenciar la interacción; fomentar la creación de una red virtual de expertos para establecer un debate interdisciplinar que identifique los conceptos, teorías y paradigmas que sustentan estas actividades; la evaluación del papel de las Universidades en la construcción de paradigmas teóricos que influyan en la práctica y en la realidad social; la elaboración de propuestas mono, inter y transdisciplinares, así como de un catálogo de conceptos nodales que reviertan en la labor de tales instituciones; la realización de propuestas de intervención pública y política para la difusión de la Cultura de Paz; la reinversión de todos los resultados en los centros de investigación para producir efectos multiplicadores e innovadores en la investigación. paz y conflictos en las universidades andaluzas... 395 3. LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN. GRADOS Y NIVELES Afortunadamente existen numerosos centros, proyectos, instituciones y organizaciones preocupadas por la Investigación para la Paz, tanto en Andalucía como en América Latina. Estos recursos se pueden encontrar en diversos directorios o realizando búsquedas en internet. Estimamos que sería interesante saber cómo llevan a cabo sus tareas de investigación, conocer sus publicaciones especializadas, y sus tareas de docencia y asesoramiento. Al situarnos ante un campo de investigación amplio y complejo, puede ser abordado desde muchas perspectivas complementarias. Evidentemente, la prioridad de algunos aspectos sobre otros (p.e: la violencia armada, o empoderamiento pacifista, ...), cada punto de vista y paradigma pueden dar resultados diferenciados que también conviene identificar. Esto no es inicialmente un problema si se sabe desde qué perspectiva se hace y con qué objetivos. Esto, como es lógico, tiene su proyección sobre las publicaciones, la docencia o el asesoramiento y la práctica social. Por otro lado hemos querido preguntarnos por el grado de «institucionalización» de cada centro, entendiendo por ello su continuidad y permanencia, nivel de independencia, asentamiento como institución propia, funcionamiento autónomo dentro de las universidades u otras instituciones públicas y privadas, órganos propios de decisión, plantilla fija de investigadores o la disponibilidad de presupuestos propios. Para alcanzar los objetivos del proyecto optamos por crear una base de datos, en la que hemos recogido los datos formales del centro y los datos cualitativos con los que poder hacer una primera evaluación. Esta se inició en la primera fase del proyecto partiendo de una antigua base de datos del Instituto de la Paz y los Conflictos, que incluía contactos de todo el mundo acumulados a lo largo de los 20 años de trayectoria investigadora de esta institución 5. 5.Ver http://cicode-gcubo.ugr.es/eirene/eventos/20_anos_de_la_Investigacion_de_la_Paz_ en_Andalucia/. En primera instancia se incluyeron todos los contactos tanto de Andalucía como de Latinoamérica para posteriormente depurar la base de datos eliminando contactos obsoletos o que no eran de interés para el proyecto, es decir que no eran propiamente centros de investigación sobre Paz, Conflictos y/o Derechos Humanos. Éstos resultaron ser principalmente ONGs o contactos de otra índole del Instituto, como proveedores o de la administración pública 396 francisco a. muÑoz, beatriz molina, luis sÁnchez, et. al. 2.1. Criterios de catalogación Los campos integrantes de la base de datos son los siguientes: Nombre (Persona o Institución), Responsable, Dirección, Correo Electrónico, Página Web, Temáticas, Publicaciones, Características, Calificación. Para realizar la clasificación se llegó a la conclusión de que era necesario definir qué temáticas relacionadas con Paz, Conflictos y DDHH trataba cada centro, qué tipo de actividades se realizaban en el mismo, y por último se decidió otorgar una puntuación según el nivel de calidad científica apreciado en cada centro (que se corresponden con los campos de la base de datos Temáticas, Características y Calificación). Las temáticas elegidas para la clasificación son algunas de las «clásicas» de la Investigación para la paz y otras que a nuestro entender son interesantes para comprender cualitativamente la actividad desarrollada por los centros6. Su definición se corresponde con las aparecidas en la Enciclopedia de la Paz y los Conflictos7 y el libro Investigación de la Paz y los Derechos Humanos desde Andalucía8. Se presentan a continuación con sus abreviaturas correspondientes: Paz Positiva (PP), Paz Negativa (PN), Paz Imperfecta (PI), Derechos Humanos (DDHH), Derechos Humanos (teoría crítica) (DDHH (Crit.), Desarrollo a Escala Humana (DEH), Conflictos Negativos (CN), Conflictos Positivos (CP), Violencia Directa (VD), Violencia Cultural (VC), Violencia Estructural (VE), Guerra (Armamentismo) (GA), Educación para la Paz (EDP), Empoderamiento Pacifista (EP), Interculturalidad Paz (IP), Complejidad (CO), Globalización (GL) y Género y Paz (GP). Las actividades de interés consideradas han sido las propias de un centro de investigación: Investigación (INVES), Docencia (DOCE), Asesoramiento específico y promoción de cultura de paz (ASES), Publicaciones (PUB), 6.Un cierto reflejo de esta posición puede verse en Investigación para la Paz ... Pueden ser consultadas en la página web de RAIPAD http://www.ugr.es/~raipad/investigacion/pazconflictos/catalogacion.html. 7.LÓPEZ MARTÍNEZ, Mario (coord.) (2004) Enciclopedia de Paz y Conflictos. Granada: Universidad de Granada. Paz Positiva, Paz Negativa, Paz Imperfecta, Desarrollo a Escala Humana, Derechos Humanos, Conflictos Negativos, Conflictos Positivos, Violencia Directa, Violencia Cultural, Violencia Estructural, Guerra, Educación para la Paz, Interculturalidad Paz, Globalización y Género y Paz. 8. Opus cit. Empoderamiento Pacifista, Complejidad, Género y Paz. Derechos Humanos (teoría crítica) ha sido facilitada por Joaquín Herrera Flores. paz y conflictos en las universidades andaluzas... 397 Publicaciones disponibles en red (PUB ®) y si llevan a cabo labores de investigación inter y /o transdisciplinares (INTRANS). En último lugar se definieron los criterios para otorgar un nivel de calidad de acuerdo con las actividades desarrolladas y la implantación de las mismas. Son los enumerados a continuación de mayor a menor nivel de «institucionalización»: (5) Investigación consolidada. Desarrollo de proyectos de investigación con carácter esencialmente inter y transdisciplinar. Realizan actividades de investigación, publicación, docencia especializada y asesoramiento. Participación/ creación de redes. (4) Investigación consolidada. Realizan actividades de investigación, publicación, docencia especializada y asesoramiento, pero sin necesidad de investigadores fijos (en caso de ser un centro). Participación/ creación de redes. (3) Actividades de investigación con cierta continuidad, e igualmente docencia, publicaciones y asesoramiento. (2) Centro o investigador que haya realizado las actividades anteriores sin continuidad a lo largo de los años. (1) Centro o investigador que haya realizado alguna de las actividades anteriores esporádicamente. 2.2. Estrategias de búsqueda Una vez definidos estos criterios y revisados los centros incluidos en la base de datos original, se procedió a realizar nuevas búsquedas. Inmediatamente se apreció la diferencia entre los resultados de las búsquedas según se tratase de Andalucía o de Iberoamérica. Otra distinción a señalar es la búsqueda realizada en los catálogos de las bibliotecas de las universidades andaluzas de títulos de libros relevantes en Paz y Conflictos9, tarea aún pendiente de realizar para el contexto iberoamericano. Las labores de búsqueda se han realizado a través de internet, utilizando para ello tanto buscadores genéricos como recursos específicos 10. 9.Titulos de la colección Eirene, del Instituto de la Paz y los Conflictos, así como algunos autores considerados como relevantes en castellano de X.Jares, V. Fisas, V. Martínez, J. Galtung y J. P. Lederach. En general encontramos bastantes títulos en todas las universidades, aunque esta búsqueda habría que refinarla y ampliarla para las universidades iberoamericanas. 10.Los resultados de google en www.google.com (el genérico y el scholar), que fueron cruzados con los de Altavista y Yahoo. También el recurso específico de Universia sobre 398 francisco a. muÑoz, beatriz molina, luis sÁnchez, et. al. Una primera estrategia se basaba en la vinculación de los centros a universidades, y para ello se visitaron las distintas webs universitarias con el objeto de realizar búsquedas más detalladas. En caso de ser centros independientes u otras organizaciones (fundaciones, ONGs), a la hora de incluirlos como centros catalogados se ha priorizado que realizaran labores de investigación y que contaran con publicaciones, además de analizar todos los criterios de evaluación/catalogación antes enumerados. A partir de las primeras búsquedas se abrieron nuevas posibilidades a través de los distintos contactos o enlaces que figuraban en las páginas web de los centros catalogados. En el siguiente punto se presenta un resumen de los resultados obtenidos hasta el momento, diferenciando los resultados de Andalucía respecto a los de Iberoamérica. Los resultados detallados pueden ser consultados en la página web de RAIPAD11. 2.3. Resultados Andalucía A continuación se detallan los datos relativos a los 5 centros y 13 grupos de investigación catalogados. Se ha localizado 1 en Málaga, 2 en Córdoba, 2 en Granada. Con respecto a los Grupos de Investigación: 6 en la Universidad de Granada, 1 en la Universidad de Almería, 1 en la Universidad de Cádiz, 1 en la Universidad de Córdoba, 1 en la Universidad de Huelva, 1 en la Universidad de Sevilla y 1 en la Universidad Pablo de Olavide. La Calificaciones (Nivel científico centros): Nivel 5: 1 centro (IPC), Nivel 4: 1 centro (ETEA), Nivel 3: 2 centros (INET, IEM), Nivel 2: 1 centro (AHIMSA). Y los grupos de investigación: Nivel 5: 1 grupo, Nivel 4: 3 grupos, Nivel 3: 7 grupos, Nivel 2: 1 grupo, Nivel 1: 1 grupo Características: 4 de los 5 centros realizan tareas de Investigación, Docencia y Publicaciones, 3 de los cuales las tienen disponibles en red. El restante se dedica al Asesoramiento además de tener Publicaciones. Asimismo hay que señalar que en la base de datos de Andalucía hay catalogados 56 investigadores individuales. paz, conflictos y violencia en http://www1.universia.net/catalogaxxi/C10066PPESII1/ S143306/P143297NN1/INDEX.HTML 11.http://www.ugr.es/~raipad/pazconflictos/pazconflictos. paz y conflictos en las universidades andaluzas... 399 Temáticas: En el primer cuadro se detalla el número de centros y/o grupos de investigación andaluces que trata cada una de las temáticas señaladas anteriormente, mientras que en el segundo se destacan los centros con mayor número de temáticas. TEMÁTICAS EN CENTROS Y GRUPOS ANDALUCES TEMÁTICAS Interculturalidad Paz (IP) Violencia Estructural (VE) Desarrollo a Escala Humana (DEH) Educación para la Paz (EDP) Guerra, Armamentismo (GA) Paz Positiva (PP) Conflictos Positivos (CP) Globalización (GL) Paz Imperfecta (PI) Paz Negativa (PN) Conflictos Negativos (CN) Derechos Humanos (DDHH) Empoderamiento Pacifista (EP) Género y Paz (GP) Violencia Directa (VD) Derechos Humanos - Tª Crítica (DDHH Crit.) Complejidad (CO) Violencia Cultural (VC) Nº DE CENTROS Y GRUPOS 5 5 4 4 4 4 3 3 3 3 2 2 2 2 2 1 0 0 CENTROS Y GRUPOS EN ANDALUCÍA CON MAYOR DIVERSIDAD DE TEMÁTICAS Instituto Universitario de la Paz y los Conflictos- Universidad de Granada Grupo de investigación HUM-607 «Paz y regulación de conflictos»Universidad de Granada Grupo de investigación HUM-828 «Paz, Conflictos y Violencia en el mundo actual». Fundación ETEA para el desarrollo y la cooperación - CORDOBA PP, PN, PI, VD, VE, CP, CN, IP PI, PP, PN, CP, EP, IP PP, VE, CP, CN, EP, GA DEH, EDP, VE 400 francisco a. muÑoz, beatriz molina, luis sÁnchez, et. al. Grupo de investigación HUM-313 «Intrahistoria, oralidad y cultura DEH, VE, IP en América Latina y Andalucía»- Universidad de Cádiz Grupo de investigación HUM-138 «Hebraístas Andaluces»- Univer- PI, CP, IP sidad de Granada 2.4. Resultados Iberoamérica En las siguientes líneas se presentan los datos relativos a los 87 centros evaluados de 18 países distintos12. Distribución por países: • • • • • • • • • • • • • • • • • • Argentina: 8 centros Bolivia: 3 centros Brasil: 10 centros Chile: 6 centros Colombia: 10 centros Costa Rica: 5 centros Ecuador: 3 centros El Salvador: 1 Guatemala: 4 centros Honduras: 1 centro Nicaragua: 5 centros México: 10 centros Paraguay: 3 centros Perú: 7 centros Puerto Rico: 3 centros República Dominicana: 4 centros Uruguay: 2 Venezuela: 2 centros. Calificaciones (Nivel científico): Nivel 5: 4 centros (5% del total). Distribución: 1 en Argentina y Costa Rica y 2 en Colombia. Nivel 4: 7 centros (9%). Distribución: 1 en Argentina, México, Venezuela, 2 en Brasil y 2 en Costa Rica. Nivel 3: 11 centros (14%). Distribución: 1 en Argentina, Brasil,Costa Rica, México, Nicaragua, Venezuela, 3 en Perú y 2 en Colombia. Nivel 2: 12.En la base de datos hay catalogados 105 centros de 19 países, pero sobre 26 de ellos no se dispone de la información suficiente para ser evaluados e incluir los resultados. paz y conflictos en las universidades andaluzas... 401 29 centros (36%). Distribución: 3 en Brasil, 2 Chile, 4 Colombia, 4 Guatemala, 4 México, 3 Paraguay, 2 Perú, 2 Puerto Rico, 1 en Argentina, Bolivia, Ecuador, Honduras y Nicaragua. Nivel 1: 28 centros (35%). Distribución: 4 Brasil, Chile,República Dominicana y México, 3 en Nicaragua, 2 en Bolivia, Ecuador y Perú y 1 en Argentina, Colombia, Costa Rica y Nicaragua. Características: 59 de los 79 centros evaluados (74’7% del total) realizan investigación sobre las temáticas recogidas. 50 de los 79 (63%) realizan labores de docencia, y 36 (45%) de asesoramiento. 45 (57%) cuentan con publicaciones, de los cuales 25 (31%) las tienen disponibles en la red. Por último, sólo 11 de los 79 centros (14%) definen sus investigaciones como inter o transdisciplinares. TEMÁTICAS EN CENTROS IBEROAMERICANOS TEMÁTICAS Derechos Humanos (DDHH) Paz Positiva (PP) Conflictos Positivos (CP) Educación para la Paz (EDP) Violencia Directa (VD) Violencia Estructural (VE) Conflictos Negativos (CN) Género y Paz (GP) Empoderamiento Pacifista (EP) Desarrollo a Escala Humana (DEH) Paz Negativa (PN) Guerra, Armamentismo (GA) Paz Imperfecta (PI) Interculturalidad Paz (IP) Violencia Cultural (VC) Derechos Humanos-Tª Crítica (DDHH Crit.) Complejidad (CO) Globalización (GL) Nº DE CENTROS 44 42 30 26 23 22 17 15 14 12 10 8 6 5 4 1 1 1 402 francisco a. muÑoz, beatriz molina, luis sÁnchez, et. al. CENTROS IBEROAMERICANOS CON MAYOR DIVERSIDAD DE TEMÁTICAS Instituto de DDHH y RRII- Universidad Javeriana. CO- PP, PN, DDHH, DDHH LOMBIA (crít), CN, CP, VD, VE, GA, EDP Instituto de Investigación Paz, Conflictos y Democracia PP, PI, CP, VD, VE, EDP, (IIPCD)- Universidad de Pamplona. COLOMBIA EP, GP, DEH, GP Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP). PP, PN, DDHH, VD, VE, COLOMBIA GA, EDP, DEH, CO Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (INDEPAZ). PP, PI, DDHH, CN, VD, COLOMBIA VE, EDP, EP, IP Estudios en Seguridad y Ciudadanía (FLACSO). CHILE PP, PN, VD, VE, CP, CN, CP, EP Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano. COS- PP, PN, DEH, CN, CP, VD, TA RICA VE, GP Asociación Peruana de Estudios e Investigación para la Paz PP, PN, CN, CP, VE, VD, (APEP). PERU EDP, GA Instituto de Transformación de Conflictos para la Construcción PP, PI, CP, VC, VE, EDP, de la Paz en Guatemala (INTRAPAZ). GUATEMALA IP Consejo Latinoamericano de Investigación para la Paz PP, CP, CN, EDP, DEH, (CLAIP). ARGENTINA GL, VE Centro de Investigación para la Paz (CIP). ARGENTINA Servicio Paz y Justicia América Latina (SERPAJ). COSTA RICA Programa Institucional de DDHH y Paz – ITESO. MÉXICO Máster en Paz y Desarrollo- Universidad Autónoma del Estado de México. MÉXICO Asociación del desarrollo sostenible de las Segovias (ADESO). NICARAGUA PP, CP, VC, VE, EP, EDP PP, CP, DDHH, EDP, GA, VD DDHH, VE, VD, CN, CP, EDP PP, PI, DEH, CP, VE, EP PP, PI, DEH, CP, VE, GP paz y conflictos en las universidades andaluzas... 403 3. LA INVESTIGACIÓN DE LA PAZ EN ANDALUCÍA En Andalucía las instituciones universitarias, así como otros organismos y centros, cuentan con alguna trayectoria y experiencia en el estudio e investigación de estas temáticas; sin embargo no es menos cierto que el trabajo y los esfuerzos en este sentido quedan a menudo dispersos e inconexos, lo que impide la adecuada visualización y rentabilidad de los mismos y esto ocurre, no sólo a nivel académico sino también de las instituciones y las políticas andaluzas, cuyos esfuerzos y acciones deben coordinarse y ser capaces de apostar claramente por un decidido apoyo a avanzar en esta línea13. Pero en definitiva, es necesario ser crítico con el panorama andaluz referente a la investigación en paz y conflictos, especialmente en lo relativo al número de centros de investigación, ya que sí que se aprecian esfuerzos de investigadores o algunos grupos de investigación por desarrollar proyectos sobre algunas de las temáticas recogidas en el proyecto, pero suelen ser iniciativas más descentralizadas o individualizadas. El número de centros recogidos es de 5, pero centros de investigación como tal son sólo 4, ya que uno de ellos se dedica principalmente al asesoramiento. Hemos incluido también a los grupos de investigación que existen dentro del Plan Andaluz de Investigación (PAI) porque son, en cierta medida, instancias de investigación permanentes. Así, sumando grupos y centros se obtiene un número de 18. Según esto, el espacio andaluz donde mejor pueden visualizarse los recursos para desarrollar una Investigación de la Paz y Derechos Humanos es sin lugar a dudas el de las universidades, ya que tanto los investigadores individuales como los grupos de investigación pertenecen a las Universidades, pero además 3 de los 5 centros de investigación son de carácter universitario. Por su propia naturaleza, las instituciones universitarias cuentan con una capacidad de gestionar esos recursos que va desde las acciones institucionales hasta la rentabilización práctica de los diversos recursos en el plano de la docencia o de las conexiones con la sociedad. Aunque, sin duda, su principal aportación se presenta 13.En este sentido cabe felicitarse por el interés que el gobierno autonómico ha demostrado por el fomento de la cultura de la paz y el diálogo entre los pueblos, al incluirlo como objetivo básico de la Comunidad en el Estatuto de Autonomía para Andalucía (Ley Orgánica 2/2007, de reforma del Estatuto de Autonomía para Andalucía.). 404 francisco a. muÑoz, beatriz molina, luis sÁnchez, et. al. en el ámbito de la investigación. Por todo ello, consideramos que las universidades deberían de asumir un papel principal en la Investigación por la Paz en nuestra comunidad14. Como ya se ha explicado anteriormente, a la hora de catalogar un centro se ha considerado prioritario que realicen labores de investigación, por lo que es lógico que en los resultados aparezca muy elevado el porcentaje de centros andaluces que investigan. En este caso hay que tener en cuenta de nuevo el bajo número de centros catalogados para interpretar los altos porcentajes: 4 centros de 5 investigan, 17 de 18 teniendo en cuenta los grupos, que deben investigar por definición. El único centro (Ahimsa) que no realiza labores propias de investigación, se consideró pertinente su inclusión por la interesante labor de asesoramiento en temas de Educación para la Paz. Fijándonos en las publicaciones, hay que destacar que todos los centros y grupos las elaboran. Sin embargo, lo llamativo en este caso es que sólo 3 de los centros las tienen disponibles en la red, un punto sin duda a mejorar dentro del panorama investigador andaluz. La característica referente a la inter o transdisciplinariedad de las investigaciones ha sido complicada de evaluar debido a la falta de información sobre la procedencia disciplinar de los miembros de algunos grupos o centros. Sólo se ha otorgado esta característica cuando se ha dispuesto de la información pertinente sobre los miembros, y cuando entre sus publicaciones también se aprecian trabajos interdisciplinares en los que se establecen relaciones entre las distintas teorías tratadas. Respecto a los niveles de calidad científica, los resultados reflejan que el nivel 3 es el que aparece en una mayor proporción entre los centros y grupos andaluces, en concreto el 50%. El siguiente nivel en porcentaje es el nivel 4, pero ya con sólo el 23% del total (un centro y tres grupos). Con nivel 5 sólo aparecen un centro y un grupo de investigación, ambos de la Universidad de Granada, que son los únicos que realizan labores de investigación interdisciplinar. El centro en cuestión es el Instituto de la Paz y los Conflictos, y el grupo de investigación HUM607, Paz y regulación de conflictos perteneciente a este centro. Esto nos lleva a reflexionar sobre la conveniencia de los criterios establecidos a la hora de valorar el nivel de calidad científica de centros o grupos. Sin 14.Véase Investigación para la Paz ... . p. 229. paz y conflictos en las universidades andaluzas... 405 embargo no hay que perder de vista que estamos en una fase intermedia del proyecto, y que a partir de esta presentación de resultados esperamos mejorar e implementar los instrumentos de análisis y valoración empleados hasta el momento. Aun así, y con todas las reservas expresadas, en este primer análisis los resultados según los niveles de investigación se pueden considerar razonablemente buenos. En cuanto a las temáticas tratadas en los centros y grupos andaluces, atendiendo a los ítems de catalogación utilizados, encontramos que la perspectiva que contempla las relaciones interculturales 15 y la paz es frecuentemente utilizada, posiblemente al asumir preocupaciones presentes tanto en la escala internacional 16 como local, y estrechamente relacionada con la temática de Globalización que también es asumida en algunos casos. La Violencia Estructural es otro de los temas recurrentes en los centros y grupos evaluados. De manera conjunta con las temáticas de Guerra/Armamentismo y de Violencia Directa, responden a los avances en la comprensión de la violencia, hasta cierto punto paralelos a la ampliación del concepto de paz con los también presentes de Paz Positiva, Paz Negativa y Paz Imperfecta, que han permitido profundizar considerablemente en la comprensión de muchas de sus manifestaciones, mediaciones e interacciones. Cabe señalar que la temática de Violencia Cultural no ha sido localizada de manera específica en ninguno de los centros y grupos andaluces, y ello puede significar un déficit en la investigación a la hora de desvelar los procesos ideológicos que conducen a la trivialización, naturalización y legitimación de la violencia. De cualquier forma, se percibe que de un tiempo a esta parte se viene produciendo en la investigación desarrollada un creciente tratamiento de temáticas que investigan la paz, complementando la inicial y casi exclusiva preocupación por la violencia. Educación para la Paz17 es una de las temáticas cuya repercusión ha trascendido el ámbito de la Investigación para la Paz y los Derechos 15.Véanse los capítulos: «Interculturalidad de Paz»; «Religiones como gestión de la complejidad y la paz»; «Concordia laica». 16.Véase el capítulo «Los procesos de cooperación y conflicto en las relaciones internacionales: continuidad y cambio». 17.Véase el capítulo «Educación, un espacio complejo y conflictivo de investigación para la Paz y los Derechos Humanos». 406 francisco a. muÑoz, beatriz molina, luis sÁnchez, et. al. Humanos, hasta llegar a integrarse en el conjunto de políticas activas implementadas por el Gobierno de la Comunidad Autónoma mediante el Plan Andaluz de Educación para la Cultura de Paz y Noviolencia18, constituyendo un referente cercano y valioso de empoderamiento pacifista. Por otro lado la Investigación para la Paz asume la crítica al crecimiento y al desarrollo entendido en su planteamiento más economicista, y como prueba de ello la gran repercusión en la comunidad investigadora del Índice de Desarrollo Humano (IDH) del PNUD. Por ello no es de extrañar que la temática de Desarrollo a Escala Humana aparezca de forma habitual19. Indudablemente la Investigación de la Paz está estrechamente vinculada a la Investigación sobre Conflictos, hasta el punto que es habitual encontrar ambas temáticas integrando el mismo campo, a saber Paz y Conflictos. En este sentido, en los centros y grupos evaluados en Andalucía, encontramos también que las temáticas no se ciñen a una concepción exclusivamente negativa de los Conflictos, produciéndose una ampliación integradora de los conceptos de Conflictos Positivos y los de Solución/ Regulación/ Transformación de Conflictos20 Con respecto a las temáticas referentes a los Derechos Humanos 21, se ha intentado especificar si la investigación llevada a cabo responde a una óptica crítica con los mismos, y cuándo se sitúa en un terreno más convencional. Decir que ambos planteamientos están presentes en el panorama andaluz con el grupo de investigación «Integración histórico cultural, desarrollo y DDHH en América Latina» de la Universidad Pablo de Olavide desde un planteamiento crítico, y el grupo de investigación “Derechos Humanos»de la Universidad de Sevilla, con un planteamiento más convencional. Dos temáticas tan íntimamente relacionadas como Género y Paz22, tanto por sus relaciones y estrategias en la institucionalización de sus estudios, como en la inevitable transversalidad de sus argumentos, son incorporadas en algunos de los centros y grupos andaluces, pero quizá se eche de menos 18.Véase 19.Véase 20.Véase 21.Véase tencia». 22.Véase perfecto». Investigación para la Paz ... 222. el capítulo «Otra economía para hacer posible la Paz». el capítulo «Una teoría de conflictos basada en la complejidad». el capítulo «Derechos Humanos, interculturalidad y racionalidad de resisel capítulo «Paz y Género. Debates y coincidencias sobre un binomio im- paz y conflictos en las universidades andaluzas... 407 un tratamiento más frecuente de ambas de manera conjunta. Posiblemente en aquellos centros y grupos con un carácter más interdisciplinar y donde los esfuerzos en la investigación resultan menos inconexos y dispersos, es donde solemos encontrar más este tipo de temáticas. Quizá el hecho de no localizar ningún Centro o Grupo en el que se adopte la perspectiva de la Complejidad23, pueda significar una pérdida de perspectiva general en la diversidad de temáticas utilizadas en la Investigación de la Paz en Andalucía. 4. LA INVESTIGACIÓN DE LA PAZ EN IBEROAMÉRICA Los centros iberoamericanos catalogados en la base de datos y evaluados para el proyecto, son muy superiores en número total a los tenidos en cuenta para el caso de Andalucía, 79 por 18. Esta diferencia es completamente lógica si se atiende a las apreciables diferencias geográficas y políticas (extensión, número de habitantes, organización en estados) de los contextos elegidos para la evaluación, más aún teniendo en cuenta que para el caso iberoamericano no se ha hecho un análisis exhaustivo de todos los grupos de investigación que pudieran tratar las temáticas recogidas en el proyecto. Una vez puntualizada esta cuestión, sobre la que se volverá en el próximo epígrafe, se puede comenzar con el análisis de los resultados obtenidos para Iberoamérica. Con respecto a las características de los centros, se observa que un importante porcentaje de los centros americanos (75%) se dedican propiamente a la investigación. Esto es debido a que hemos incluido centros no dedicados exclusivamente a la investigación pero considerados pertinentes por la relevancia de sus actividades de asesoramiento o docencia. Estas últimas son llevadas a cabo por el 63% y el 45%, respectivamente, de los centros evaluados. Centrándonos en las publicaciones, se aprecia que sólo poco más de la mitad de centros iberoamericanos (57%) las elaboran, lo que sería un resultado relativamente bajo. Pero ahondando en el análisis, se observa que prácticamente el mismo porcentaje dentro de ellos (55%) las tienen disponibles en red, lo que supone que un 31% del total de los centros 23.Véase el capítulo «Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la Paz». 408 francisco a. muÑoz, beatriz molina, luis sÁnchez, et. al. iberoamericanos evaluados facilitan la accesibilidad a sus publicaciones en la red, un porcentaje destacable. El número de centros iberoamericanos que definen sus investigaciones o actuaciones como inter o transdisciplinares no es muy alto, pero resulta llamativo si se compara con la proporción de centros de nivel científico más alto (niveles 4 y 5) ya que coinciden en número, representando el 14% del total en ambos casos. Sin embargo, los centros no son coincidentes totalmente en un caso y en otro: sólo uno de los 5 centros de máximo nivel ha sido calificado como inter-transdisciplinar, 4 centros más tienen nivel 4, pero los 6 centros intrans restantes tienen una puntuación de 1 a 3, por lo que no se observa la correspondencia que podría ser esperada, ya que esos centros en cuestión no cumplen con el resto de criterios para obtener una puntuación mayor. Este punto es controvertido en la medida en que se han clasificado dentro de la categoría intrans los centros que de alguna manera así definían su labor de investigación en la información disponible sobre cada uno de ellos, y en los que consta que al menos algunos de sus miembros proceden de distintos ámbitos disciplinares. Es decir, realmente no se ha hecho un análisis de sus publicaciones para saber hasta qué punto reflejan un trabajo inter o transdisciplinar, labor que se podría desarrollar en la siguiente fase del proyecto. En cuanto a los niveles de calidad científica, la mayoría de los centros evaluados ( el 70%) tienen una calificación de 1 o 2, lo que no refleja un panorama positivo a este respecto. El porcentaje decrece casi proporcionalmente al subir la calificación de los centros: 14% de nivel 3, 9% de nivel 4 y 5% de nivel 5. Hay que volver a señalar que el nivel científico adjudicado a cada centro se ha resuelto atendiendo a los criterios definidos en el proyecto, pero también podría estar condicionado por la información disponible sobre cada centro en sus respectivas páginas web, lo que conlleva ciertas limitaciones. Con el desarrollo del proyecto se irán revisando las calificaciones para afinar lo máximo posible, pero consideramos que los resultados obtenidos pueden ser un reflejo bastante aproximado de la institucionalización de la investigación en Iberoamérica. A pesar de estas reservas, el resultado de las búsquedas a través de las páginas web de los centros de investigación localizados en los países iberoamericanos, también configura la panorámica que exponemos a continuación con respecto a las temáticas utilizadas en la evaluación. paz y conflictos en las universidades andaluzas... 409 La preocupación por los Derechos Humanos tanto en su vertiente como área de investigación académica incluso desde una óptica crítica en algún caso, como en su actividad vigilante del cumplimiento de los mismos, es una constante en los distintos países iberoamericanos, y se encuentra estrechamente vinculada a la difícil situación sociopolítica en algunas de sus zonas más conflictivas. Es lógico que esta difícil situación, haya desarrollado la investigación en torno a la violencia y en los intentos de profundización conceptual de esas realidades sociales con la inclusión de la perspectiva que incide en señalar los distintos tipos de violencia, tanto directa como estructural, y en menor medida cultural. Pero a tenor de la proliferación en la investigación de temáticas que se preocupan principalmente en la construcción de la paz, quizá no sea demasiado arriesgado aventurarse a decir, en consonancia con los avances en la investigación de la paz, que no sólo conociendo minuciosamente los procesos que subyacen a las distintas manifestaciones de la violencia se contribuye a su disminución, y que también es necesario investigar las condiciones, mediaciones e interacciones de los espacios y actores de paz, para que esta realidad pacífica pueda ir ganándole terreno a aquella otra. Fruto de todo ello, observamos que las temáticas de Paz Positiva, Conflictos Positivos y Educación para la Paz, las localizamos en un mayor número de centros que las de Violencia Directa, Violencia Estructural y Conflictos Negativos. Incluso cuando sondeamos la temática de Paz imperfecta utilizándola en el sentido de paz estructural, se localizan algunos centros que pueden contemplar esta perspectiva. En la misma línea, cabe señalar cómo temáticas que inciden en el papel de la mujer y de la sociedad civil como constructoras de paz (Género y Paz, y Empoderamiento Pacifista), encuentran cada vez mayor presencia en la investigación en relación con aquellos temas que tratan manifestaciones de violencia directa y extrema (Guerra, Armamentismo). Con respecto a la temática de Interculturalidad y Paz, habría que decir que son pocos los centros que la tratan como tal, quizá y a modo de hipótesis, esta temática podría incluir también en el contexto iberoamericano, aquellos asuntos relacionados con las poblaciones indígenas y la paz. De cualquier forma, tal y como se recoge en el titulo de este capítulo, se trata de una primera aproximación para debatir en el seno tanto de este seminario, como en el que hay previsto realizar en Iberoamérica dentro de este mismo proyecto, y por lo tanto sujeta a modificaciones, ampliaciones y matizaciones de de diversa índole. 410 francisco a. muÑoz, beatriz molina, luis sÁnchez, et. al. Por último, hacer referencia a que según las estrategias de búsqueda efectuadas, temáticas que de alguna manera buscan una perspectiva general de los fenómenos relacionados con la paz y la violencia tales como Complejidad y Globalización encuentran escaso eco en los centros iberoamericanos evaluados. 5. DEBATES Y COINCIDENCIAS. UN BALANCE COMPARATIVO Hay que expresar una primera salvedad y es que la «geopolítica» puede que sea un condicionante de la investigación. Efectivamente, aspectos como son los demográficos, la extensión del territorio, o los índices de desarrollo, a los que hay que añadir la cultura y la historia propia de cada país, repercuten en las agendas de la investigación. Todo ello a pesar de que la globalización tiende, y lo consigue en muchas ocasiones, a unificar. Por todo ello, ver los «debates y las coincidencias» entre casi 20 países distintos con una comunidad autónoma dentro de un estado, tiene ciertas dificultades. Pero ahí no acaban los matices en la comparación, ya que también es necesario tener en cuenta los condicionantes socioeconómicos particulares y prestar especial atención a los sistemas educativos. Mientras en Andalucía disponemos de una educación universal y obligatoria, con preponderancia de los centros públicos, en muchos de los países de Iberoamérica nos encontramos con sistemas educativos que no garantizan esa universalidad ni obligatoriedad, lo que implica una menor accesibilidad a la educación superior —muchas veces privada—, y por tanto a la investigación en general 24. Los 18 centros de Andalucía (en los que incluimos, como ya hemos explicado, los grupos de investigación) no tienen en general parangón con ningún país iberoamericano. El producto interior bruto y el potencial demográfico podría indicar lo contrario, es decir que debería de haber más centros de investigación para la paz al menos en algunos países. Sin embargo, cabría atribuirle a los índices de desarrollo (incluso directamente a la propia renta per capita) el freno de tal posibilidad. Pero sobre todo esto hay que profundizar más. Si atendemos sólo al número de centros, Andalucía sería superada en número (5) por cinco países (Colombia, México, Brasil, Perú y Chile). 24.Véase nota 21. paz y conflictos en las universidades andaluzas... 411 Si tenemos en cuenta, además, la variable del nivel científico de los centros, estas comparaciones podrían ser más matizadas. Por ejemplo, el panorama andaluz se acerca al de Costa Rica (donde 3 de los 5 centros tienen nivel de 4 o 5), y en menor medida al de Argentina, también con cinco centros catalogados. Sin embargo, países como México o Brasil cuentan con una mayor cantidad de centros (10) pero en general de nivel bajo, y por tanto obtienen una media de calificación de nivel científico inferior a la andaluza. Según los datos manejados, Colombia sería el país con un número de centros importante (9) que además tienen un nivel de calidad científica considerable. Tanto en Andalucía como en Iberoamérica se ha detectado que la Paz adquiere cada vez mayor peso específico como anhelo y elaboración teórica, y aunque el interés por la violencia y sus ampliaciones conceptuales se encuentran en los centros evaluados, las temáticas que profundizan en el reconocimiento de los espacios y actores de paz para la construcción de paces parciales que vayan ganando terreno a las realidades violentas, se hacen cada vez más presentes. Un caso particular a resaltar es la Educación para la Paz tanto en Andalucía como en Iberoamérica —con la proliferación de considerables programas y maestrías universitarias en esta temática— juegando un papel importante en el horizonte de los centros.25 En ambos escenarios encontramos junto, con la convencional perspectiva de los conflictos en sus aspectos más negativos, la asunción de que pueden ser regulados o transformados por vías pacíficas, lo que equivale al reconocimiento de su intrínseca potencialidad para el cambio social. Como estamos viendo, la investigación de estos centros abordan temáticas estrechamente ligadas a las preocupaciones y demandas sociales de cada lugar y momento. En este sentido asumen paulatinamente preocupaciones de gran actualidad, un ejemplo de ello es la situación medioambiental —el cambio climático26— a la que hemos llegado conducidos por un modelo de desarrollo excesivamente dependiente del crecimiento económico. Podemos apreciar cómo el Desarrollo a Esca- 25.En el caso de Andalucía la relevancia del Plan Andaluz de Educación para la Cultura de Paz y Noviolencia, impulsado por la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía, para los centros escolares, está generando mucha investigación —también universitaria— al respecto. 26.Véase capítulo «Pax Orbis. Complejidad e imperfección de la Paz». 412 francisco a. muÑoz, beatriz molina, luis sÁnchez, et. al. la Humana encuentra cada vez mayor repercusión tanto en Andalucía como en Iberoamérica. De diferente manera, en Andalucía encuentran más acogida los temas relacionados con la Interculturalidad y la Paz que en Iberoamérica. Probablemente en las próximas búsquedas, cuando incluyamos los asuntos relacionados con las Poblaciones indígenas y la Paz, encontraríamos mucha más información al respecto. El panorama con respecto a los centros y grupos que investigan sobre Derechos Humanos, y pese a las dificultades de comparación expresadas anteriormente, parece ser que se encuentra más habitualmente en Iberoamérica que en Andalucía. Quizá también por el hecho ya expresado de que los temas de investigación también se encuentran influenciados por las demandas sociales. Nos sorprende sobremanera el hecho de que tanto en Andalucía como en Iberoamérica, en los temas relacionados con la Globalización y la Paz no hemos obtenido los resultados que cabría esperar, y es una de las líneas de trabajo, junto con la búsqueda de redes de investigación en Iberoamérica, por donde seguir indagando en próximas ampliaciones de esta evaluación. En último lugar, señalar que un campo de conocimiento tan complejo como el que nos ocupa, no encuentra correlación en la utilización de paradigmas de conocimiento que utilicen la Complejidad como referente para la adopción de perspectivas generales e integradoras en la investigación de la Paz y los Derechos Humanos. En cualquier caso, esta primera evaluación es solamente la apertura de una vía repleta de preguntas, sugerencias, e incluso incertidumbres, en la que sólo se podrá avanzar en la medida en que se mantengan lazos abiertos de diálogo y debate —no sólo interdisciplinares, sino también interculturales— entre los centros preocupados por estas temáticas. Esta es nuestra intención y nuestro deseo. APÉNDICE: CENTROS Y GRUPOS DE INVESTIGACIÓN EVALUADOS Andalucía AHIMSA (Centro de documentación y Educación para la Paz de la Axarquía). Málaga. http://www.ahimsav.com 412 francisco a. muÑoz, beatriz molina, luis sÁnchez, et. al. la Humana encuentra cada vez mayor repercusión tanto en Andalucía como en Iberoamérica. De diferente manera, en Andalucía encuentran más acogida los temas relacionados con la Interculturalidad y la Paz que en Iberoamérica. Probablemente en las próximas búsquedas, cuando incluyamos los asuntos relacionados con las Poblaciones indígenas y la Paz, encontraríamos mucha más información al respecto. El panorama con respecto a los centros y grupos que investigan sobre Derechos Humanos, y pese a las dificultades de comparación expresadas anteriormente, parece ser que se encuentra más habitualmente en Iberoamérica que en Andalucía. Quizá también por el hecho ya expresado de que los temas de investigación también se encuentran influenciados por las demandas sociales. Nos sorprende sobremanera el hecho de que tanto en Andalucía como en Iberoamérica, en los temas relacionados con la Globalización y la Paz no hemos obtenido los resultados que cabría esperar, y es una de las líneas de trabajo, junto con la búsqueda de redes de investigación en Iberoamérica, por donde seguir indagando en próximas ampliaciones de esta evaluación. En último lugar, señalar que un campo de conocimiento tan complejo como el que nos ocupa, no encuentra correlación en la utilización de paradigmas de conocimiento que utilicen la Complejidad como referente para la adopción de perspectivas generales e integradoras en la investigación de la Paz y los Derechos Humanos. En cualquier caso, esta primera evaluación es solamente la apertura de una vía repleta de preguntas, sugerencias, e incluso incertidumbres, en la que sólo se podrá avanzar en la medida en que se mantengan lazos abiertos de diálogo y debate —no sólo interdisciplinares, sino también interculturales— entre los centros preocupados por estas temáticas. Esta es nuestra intención y nuestro deseo. APÉNDICE: CENTROS Y GRUPOS DE INVESTIGACIÓN EVALUADOS Andalucía AHIMSA (Centro de documentación y Educación para la Paz de la Axarquía). Málaga. http://www.ahimsav.com paz y conflictos en las universidades andaluzas... 413 Fundación ETEA para el desarrollo y la cooperación. Córdoba. http://www. fundacionetea.org Grupo de investigación HUM-138 «Hebraístas Andaluces»- Universidad de Granada. http://www.ugr.es/~rimon/Welcome.html Grupo de investigación HUM-209 «Integración histórico cultural, desarrollo y DDHH en América Latina»- Universidad Pablo de Olavide. Sevilla. http://www.upo.es/ghyf/contenido?pag=/portal/departamentos/ghyf/contenidos/Investigacion/HUM209 Grupo de investigación HUM-358 «Innovación curricular en contextos multiculturales»- Universidad de Granada. http://www.ugr.es/~hum358/ Grupo de investigación HUM-366 «Orientación Educativa»- Universidad de Granada. http://www.ugr.es/local/mide Grupo de investigación HUM-400 «Sur Clio»- Universidad de Almería. http:// www.ual.es/Universidad/Depar/histgeo/SUR%20CLIO.htm Grupo de investigación HUM-607 «Paz y regulación de conflictos»- Universidad de Granada. http://www.ugr.es/~gijapaz Grupo de investigación HUM-654 «Creación, edición y conservacion de la imagen»- Universidad de Granada. http://invest.ugr.es/Grupos/grupos. asp?ref=HUM-654 Grupo de investigación HUM-828 “Paz, Conflictos y Violencia en el mundo actual»- Universidad de Granada. Grupo de investigación SEJ-372 «Democracia, Pluralismo y Ciudadanía»- Universidad de Córdoba. http://www.uco.es/organiza/centros/derecho/principal/investigacion/index.html#sej372 Grupo de investigación SEJ-119 «Política y Derecho Internacional»- Universidad de Huelva. http://www.uhu.es/vic.investigacion/oferta/fichasgrupos/SEJ119.html Grupo de investigación SEJ-112 “Derechos Humanos»- Universidad de Sevilla. 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