con Cómo ser 1, 2, 3... ? EDICIONES PALABRA Madrid Director de la colección: Ricardo Regidor © Rosa Pich-Aguilera Roca, 2013 © Ediciones Palabra, S.A., 2013 Paseo de la Castellana, 210 - 28046 MADRID (España) Telf.: (34) 91 350 77 20 - (34) 91 350 77 39 www.palabra.es [email protected] © Ilustraciones: Miguel Aranguren Diseño de cubierta y maquetación: Raúl Ostos ISBN: 978-84-9840-951-2 Depósito Legal: M. 29.640-2013 Impresión: Gráficas Anzos, S. L. Printed in Spain - Impreso en España Todos los derechos reservados. No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor. Rosa Pich-Aguilera Roca con Cómo ser 1, 2, 3... ? PALABRA Dedico este libro a mi hija Carmineta, que se fue al cielo hace tan solo un año con apenas 22 de edad, en la flor de la vida, casi sin avisar. Luchadora infatigable hasta el final, demostró una gran valentía ante la enfermedad. Murió feliz y llena de esperanza. Y, cómo no, a mi marido, mi fiel amigo y esposo, siempre a mi lado, exigiéndome y queriéndome cada día más y más. Un verdadero inconformista y un buen amigo de sus amigos. A mi hijo Perico le agradezco su ayuda en la corrección del libro durante el mes de agosto; lo hacía cuando podía, entre partido de pádel y de fútbol. Y realizó el trabajo con una gran resignación, pues siempre había una actividad más atractiva que leer el libro de mamá… Y a mis amigos que dejaron de leer el libro que tenían entre manos durante el verano para ayudarme en la corrección de este. Introducción Hace cinco años la BBC inglesa se puso en contacto con nosotros para grabar el programa The Biggest Family of the World. A raíz de su emisión comenzaron a pedirnos todo tipo de entrevistas: en televisión, en prensa escrita y digital, semanarios, radios... Pero nosotros no queríamos obstaculizar nuestra vida diaria, así que optamos por conceder solo dos entrevistas al año. Hace tres años, la madre de un compañero del colegio de mi hijo Pepe se enteró de que yo tenía 18 hijos y solicitó hacerme una entrevista para la sección digital de su periódico… Decidí aceptar, pero no por el mismo motivo que en otras ocasiones, sino porque quería ayudar: mi amiga acababa de finalizar su baja maternal y yo sé lo que se siente cuando una vuelve al trabajo. La entrevista apareció en la sección digital de La Vanguardia (un diario de mucha relevancia en Cataluña). Como nos encontrábamos al comienzo de las vacaciones, y la crisis no ayudaba, hablamos de las distintas actividades que se pueden realizar con los hijos en verano. Fue un éxito, o al menos eso indican las más de 35.000 entradas que la entrevista tuvo ese mismo día. 10 ROSA PICH-AGUILERA ROCA También me sorprendió enormemente cuando esta primavera TV1 nos grabó para sacarnos en las noticias del domingo por la noche. Los expertos saben que se trata de la franja horaria de máxima audiencia. Cansados de todo el fin de semana, nos sentamos delante del televisor para relajarnos e informarnos de lo más relevante de los últimos días. Y una familia con tantos hijos, a día de hoy, sigue resultando muy impactante. La noticia duró tan solo tres minutos y querían saber cómo era el día a día de una familia tan numerosa como la nuestra. Como tenemos tantos amigos por toda España, esa misma noche empezaron a enviarnos WhatsApp continuamente y a llamarnos diciéndonos que nos habían visto en la televisión y que todos salíamos muy guapos, que el reportaje «era una chulada», que les hacía mucha ilusión, que «cómo han crecido los niños»… El 19 de marzo es una fiesta grande en España: san José obrero, patrón de los trabajadores. Con la crisis que estamos viviendo, los lectores necesitaban alguna noticia que les proporcionara cierto aliciente y optimismo. Así que en esta ocasión nos preguntaron si podían sacarnos en el Magazine de El Mundo. Publicaron una gran foto a todo color y a doble página de toda la familia, sorprendiendo una vez más a esta sociedad en la que vivimos. La entrevista versaba sobre cómo nos las ingeniábamos para salir adelante. Además, varios miembros de la familia celebraban su santo ese día: mi marido se llama José María y dos de nuestros hijos, los mellizos, se llaman José María y María José, alias los Pepe’s. INTRODUCCIÓN 11 Mi marido y yo teníamos la ilusión de formar una familia numerosa. Nos casamos jóvenes: él con 28 y yo con 23 años. Ambos proveníamos de familias numerosas: él de una de 14 hermanos y yo de 16. Al año de casarnos tuvimos la ilusión de ver llegar a nuestra primera hija, pero a las pocas horas de nacer tuvieron que llevársela de nuestro lado pues había nacido con una cardiopatía muy severa y debían trasladarla a un hospital con más medios técnicos. Esos primeros días, los médicos nos avisaron de que no viviría más de tres años; pero gracias a Dios, con operaciones y marcapasos, vivió hasta los 22. Nuestro segundo hijo, Javi, murió a los dos años y medio, también a causa de un problema de corazón. Nuestra tercera hija, Montsita, murió a los 10 días, pues había nacido sin aorta. En menos de cuatro meses tuvimos que enterrar a dos de nuestros hijos y con la incertidumbre de que la mayor pudiera sobrevivir: fueron tiempos difíciles. Los médicos nos aconsejaron que no tuviéramos más hijos pues, si hasta ese momento todos habían nacido enfermos, los siguientes también nacerían con problemas. «No tengáis más hijos» fue el mensaje claro y directo. Pero a veces la ciencia no acierta en sus previsiones, porque decidimos seguir adelante con nuestros planes para formar una familia numerosa. En la cama de un matrimonio no se debe meter nadie. La decisión de papá y mamá de engendrar una nueva vida es una decisión de los dos, y solo nosotros decidimos sobre estos aspectos. Ni la suegra, ni tu propia madre, ni la amiga, ni la abuela, ni tu hermana, ni el vecino, ni el Estado, ni el ministro de turno pueden decidir sobre el futuro de tu familia. Incluso gente buena y sabia, 12 ROSA PICH-AGUILERA ROCA que nos amaba y nos quería mucho, nos aconsejaron que no tuviéramos más descendencia. Sin embargo, nosotros teníamos muy claro que nadie podía decidir por nosotros. Éramos muy jóvenes y el futuro nos pertenecía. A día de hoy tenemos 15 hijos que VIVEN. El pasado mes de junio nos invitaron a participar a un seminario sobre la familia en Dubrovnik. Y allí volvieron a insistirme para que escribiera un libro en el que cuente toda mi experiencia. Zeljka, mi buena amiga, me dijo: «no puedes ir viajando por todo el mundo explicando tus experiencias, deberías ponerlo por escrito y así llegarás a mucha más gente». Después de ese consejo creo que ha llegado la hora de escribir el libro. Tengo 47 años, llevamos 24 años de matrimonio, tengo 18 hijos, posiblemente seamos la familia con más hijos escolarizados de España y en medio de una crisis sin igual… nos están pidiendo a gritos saber de primera mano cómo sobrevivimos nosotros. Siempre nos hacen la misma pregunta: «¿Cómo lo hacéis?». Y me puse manos a la obra, un mes verdaderamente intenso para acabar el libro que tienes en las manos. 1. Comida familiar La comida es el encuentro más importante del día, la ocasión donde cada uno de la familia puede explicar sus vivencias y sus anécdotas personales en un ambiente cálido y agradable. Cada familia debe descubrir cuál es su comida principal: hay padres que llegan tarde a casa por la noche y hacen del desayuno su encuentro familiar diario. En vacaciones suele ser la comida del mediodía y, en época escolar, cuando los niños se encuentran en el colegio, la cena puede convertirse en el momento más adecuado. Nuestras comidas son sencillas pero bien decoradas y preparadas con mucho cariño. A mí me gusta dar un toque personal en la mesa como, por ejemplo, poniendo unas hojas verdes 14 ROSA PICH-AGUILERA ROCA que he recogido volviendo del trabajo a casa. La fuente donde presentamos la comida es grande y espaciosa y procuramos presentarla con gusto, que se note que le has dedicado tiempo. En las familias numerosas, la comida del día a día suele ser simple, ya que a los padres que trabajamos fuera de casa no nos da la vida para más. Pero se puede dar una nota de alegría en la decoración para hacer más apetecible el encuentro familiar. Durante la comida, es el momento en el que todos explican sus historietas del día: si mis profesores, si mis amigos, si por la calle he visto, si me he encontrado, mira lo que me ha ocurrido, adivina qué ha pasado en clase de matemáticas… Papá explica alguna anécdota de su trabajo y mamá cuenta su última aventura. Es importante traer bajo el brazo un tema de actualidad a la mesa, para ir educando a los hijos y darles criterio. También para saber qué piensan tus hijos y para aleccionarles si algo está bien o mal y para dar soluciones al problema. Además las comidas se hacen más interesantes cuando se debaten las noticias más relevantes que han tenido lugar ese día. Hace poco, nuestra hija Cuqui cumplió 18 años y montamos una fiesta en casa. Al día siguiente, en la comida familiar hablamos de cómo iba vestida la gente y de cómo se comportaban, buscando dar criterio a mis hijos. Comentamos quién se había preocupado de pasar las bandejas, quién había servido bebidas, quién había sacado a bailar a aquella persona que estaba sola en la esquina, quién se había despedido, quién había dado las gracias… En nuestra familia nos reímos mucho en esos momentos familiares, pues cada uno cuenta su anécdota COMIDA FAMILIAR 15 más divertida del día. Recuerdo el día que Pepa, que no había podido ducharse antes de cenar, me suplicaba que no empezáramos a contar nada porque, si no, se perdía toda la animada conversación. Es un momento para olvidarnos de nosotros mismos y para pensar en los demás, no solo en nuestro estómago. Me gustaría dejar claro que en casa todos somos muy tragones y nos gusta comer mucho. Tomás, de 5 años, suele agradecer las comidas: «Gracias por esta comida: primero macarrones, de segundo filetes y de postre mandarinas. Pero ¿qué tendremos hoy para cenar?». En casa tenemos una consigna durante las comidas: servir al de al lado. Si quiere más agua, si quiere pan, si le falta una servilleta o si quiere repetir... Hay que pensar en los demás y dejar el mejor filete empanado al que se encuentra a nuestro lado, escogiendo para nosotros el que se encuentra más quemado. De esta manera, les educamos para que piensen en los demás. La televisión no está invitada en este encuentro familiar tan importante. La dejamos en la sala de estar, bien cerradita, y así no interrumpe nuestras divertidas y ajetreadas conversaciones. 2. Mesa redonda En casa de mis padres ya comíamos en una mesa redonda, de dos metros de diámetro, que mi padre hizo fabricar al carpintero del barrio. Alrededor había dispuestos cinco bancos en los que cabíamos tres niños holgadamente y cuatro muy juntitos. Aprendíamos a la fuerza a comer con los brazos junto al cuerpo pues no había espacio materialmente para otra cosa. Ya de casada, y según iba creciendo nuestra familia, pensamos que también sería ideal contar con una mesa redonda para las comidas familiares. Así que también la hicimos fabricar. En el centro de la mesa, y a la misma altura, se encuentra una rueda giratoria que facilita la distribución de los alimentos. De esta manera, ponemos la comida en el medio y cada uno se sirve 18 ROSA PICH-AGUILERA ROCA lo que quiera girando esa pieza. Hay que aprender a comer de todo, y nos esforzamos para que tomen un poco de lo que no les gusta. Cuando los viernes iban a cenar a casa del Avi (como llamábamos al abuelo) mi padre les hacía repetir un dicho popular inglés cuando alguien se quejaba respecto a la comida: In this house we eat everything, a little bit more a little bit less (En esta casa comemos de todo, un poquito más o un poquito menos). Además, ayuda a la conversación. Solo tengo que pararme a recordar cuando vamos al restaurante, suele ser una vez al año: no paramos de pedir que nos pasen la sal, el pan o el aceite, interrumpiendo de esta manera la conversación, que es una y solo una. Hay que aprender a escuchar. A todos nos interesa saber qué le ha pasado a Magui o qué aventura ha tenido Pablo en el colegio, hay mil historias que contar y poco tiempo para hablar. Son tan interesantes estos momentos, que los pequeños intentan colarse disimuladamente entre los mayores para poder asistir a la conversación y para escuchar las anécdotas, quejándose de que otro día más no han tenido su turno para hablar. En la mesa redonda, los papás vemos de un vistazo quién se encuentra cansado, quién está preocupado, quién enfadado o quién contento. Solo con mirar a los ojos sabemos cómo se encuentran todos los hijos. Tengo que deciros que nos reímos mucho cuando estamos todos juntos y que, cuando quedamos solo las chicas en el comedor, nos llega a doler el estómago de tanto reír. 3. Mejoras y autosuperación En nuestra casa todos formamos un equipo en el que nos ayudamos unos a otros; nos conocemos tanto que todos sabemos nuestros puntos débiles y fuertes, somos conscientes de nuestro DAFO personal. Por eso, nos reunimos una vez en verano y otra en invierno para poner por escrito nuestras mejoras, tanto personales como familiares. Lo hacemos entre todos: en un plis-plas escribimos un folio que colgamos en el comedor, para que no se nos olvide. Comenzamos con las de papá y mamá. Por ejemplo, papá no debe comer pan, pues al no hacer ejercicio se le acumula en el hígado y le duele. Mamá tiene como mejora el no mandar mucho a papá. Mi marido 20 ROSA PICH-AGUILERA ROCA dice que ya tengo suficientes hijos para mandarles a ellos. Cuando vienen invitados a casa también leen las mejoras, pues están a la vista de todos, y les encanta la idea. Al fin y al cabo, los maridos siempre se sienten mandados por su mujer. Pepa, de 9 años, tiene como mejora sonreír, no porque esté siempre enfadada, sino porque ella es seria… Pero resulta más agradable convivir con alguien que sonríe. Tomás, de 6 años, no para de llorar y sus hermanos, a quienes les encanta oír sus gritos, no paran de chincharle pues se enfada por cualquier cosa. Así que tiene como mejora llorar una sola vez al día. Si ha llorado por la mañana, ya no puede hacerlo por la tarde. Cuqui, de 18 años, es una compradora compulsiva. Siempre siente la impetuosa necesidad de ir de compras y volver con cuatro bolsas en cada brazo. Tiene como mejora aprender a ver tiendas pero sin comprar nada, y además dejar su ropa a sus hermanas. Cuando llega a casa después de pasear con sus amigas, sin ninguna bolsa colgando del brazo, sus hermanas le toman el pelo, aplaudiendo y diciendo: «¡Cuqui genial, lo has conseguido! A ver cuánto duras sin comprar nada…». Álvaro, de 9 años, es muy tímido. Es un buen atleta y cuando hablábamos de él se escondía debajo de la mesa. Al año siguiente pasó a taparse la cara y ahora solo se sonroja, pues es reacio a las alabanzas. Rafa, que tiene 4 años recién cumplidos, es muy consciente de su mejora personal. Hoy hemos tenido invitados a comer en casa, algo muy normal en nuestra vida diaria, y les hemos explicado que durante el verano intentamos trabajar de una manera más intensa MEJORAS Y AUTOSUPERACIÓN 21 la mejora personal de cada uno. Le han ido preguntando a cada uno de mis hijos durante la comida cuál era su mejora personal. Los mayores contestan enseguida pues tienen muy clara cuál es la suya. Pero cuál ha sido la sorpresa de todos al preguntarle a Rafa su mejora y ver que respondía, súper consciente y entre mordisco y mordisco, mientras el zumo de melocotón le caía por la comisura de los labios: «la mía es pedir las cosas por favor», y se reía cabizbajo. Si nosotros no exigimos a nuestros hijos, ellos siguen la corriente del momento. «¡Pero si es muy pequeño!», «no se va a enterar», «ya le enseñaremos cuando crezca un poco más»… ¡No! Los pequeños tienen el mismo derecho a ser exigidos como los mayores, aunque a su medida. Rafa no quiere quedarse atrás cuando comprueba el hincapié que ponemos todos en mejorar, y además en su caso contamos con las ganas que tiene de crecer y de ser mayor… Lolita, de 5 años, debe aprender a hacer bien la cama. Gaby, de 13 años, ha de aprender a no molestar ni incordiar a cualquiera que pase por su lado. Rosita, de 14 años, a no protestar por todo. He de aclarar que es lo normal en una adolescente. Y así, sucesivamente, cada uno tiene una mejora personal y, cuando ya la han conseguido, a por otra. Siempre estamos en pie de guerra e intentamos mejorar en algo. Los soldados nunca se relajan ni pueden dormirse pues en ese caso puede llegar el enemigo sin que nos enteremos.