Rimas. Vol. 2 - Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

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BARTOLOMÉ LEONARDO
DE ARGENSOLA
CLÁSICOS CASTELLANOS
BARTOLOMÉ LEONARDO
DE ARGENSOLA
RIMAS
II
EDICIÓN, INTRODUCCIÓN Y NOTAS DE JOSÉ MANUEL BLECUA
ESPASA-CALPE,
MADRID,
1974
S.
A.
ES
PBOPIEDA D
© Espasa-Calpe, S. A., Madrid, 1974
Impreso eu España
Printed in Spain
Depósito lega!; M. 39.347—1973
ISBN
ISBN
ISBN
ISBN
ISBN
ISBN
84—239—6838—3
84—239—6839—1
84—239—6840—5
84—239—3185-^i
84—239—3485—3
84—239—3785—2
(Obra completa) Rústica
(Obra completa) Tela
(Obra completa) Piel
(Tomo 2) Rústica
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Talleres tipográficos de la Editorial Espasa-Calpe, S. A.
Carretera de Irún, km. 12.200. Madrid-34
[141]
A SAN MIGUEL
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Pues que no hay voz ni estilo suficiente
para cantar, oh arcángel, tus Vitorias,
desciende fácil al discurso mío,
y no cual te presentan tus historias
de luz armado inaccesiblemente,
triunfando del primero desafío.
Depon el yelmo, que, tratable y pío,
con la toga pacífica te imploro;
pero ya senador te manifiestes
o militar entre las sacras huestes,
tu majestad no perderá el decoro;
y así en tu eterno coro,
o de nuestra humildad en lo profundo,
siempre serás incomprensible al mundo.
Mas, ¿de qué temo yo, si tú, mal grado
de la desproporción y diferencia
que hay de mi pobre ingenio al grande objeto,
le puedes ministrar tanta elocuencia,
que en mí, de tus alientos inspirado,
se conozca la causa por su efeto ;
y a las leyes humanas no sujeto,
cisne divino sublimarme tanto,
que el mundo oya tu voz en mi armonía
ardiente respirar la profecía,
o algún sacro furor que cause espanto,
y el angélico canto
[141]
Figura también en el Cancionero de 1628, f. 357.
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en mi lengua a prodigio se atribuya,
o a milagrosa maravilla tuya?
Liberal me promete esta esperanza
que el resplandor podrán sufrir mis ojos,
y el orden atender de tu milicia,
y a ti en ella, cargado de despojos,
vibrar infatigable aquella lanza
(mas antes fiero rayo de justicia),
y que tú mismo me darás noticia
de cómo, en extendiendo Dios al cielo,
y la tierra libró en su mismo peso,
te dio tu nombre un bélico suceso.
Mas esto mismo me recoge el vuelo
(¿oh prudente recelo
de no encumbrai^me Î ), porque tu costumbre
es echar los osados de la cumbre.
«Yo? la más noble de las criaturas
(dijo el soberbio antiguo), que amanezco
origen de mis vivos resplandores,
mí solio ensalzaré donde merezco,
en las cumbres del cielo, y las alturas
de tantas nubes dejaré inferiores ;
y las estrellas, que hizo Dios mayores,
con pompa digna pisaré triunfante.
Sobre Aquilón levantaré mi asiento,
y sobre el monte de su testamento,
al Altísimo mismo semejante:
que no es bien que adelante
a criatura inferior, y la mejore
a que el más alto serafín la adore.»
Esta rebelde ingratitud fue luego
con las armas parciales sustentada;
y contra Dios en descubierta guerra
Luzbel prueba su suerte por la espada;
y el bando, a quien armó de hierro y fuego,
con su caudillo se recoge y cierra.
Todo el mar se alteró, tembló la tierra
en el primer furor; mas, de otra parte,
el ejército justo resplandece
en armas de diamante, y obedece
al sol, que va oriental en su estandarte,
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y el angélico Marte,
gran Dios, primer ministro de tu furia,
y vengador de la mayor injuria.
De oro cendrado y puro va ceñido,
el pecho de crisólitos lucientes,
la faz el resplandor del rayo muestra,
y los ojos dos lámparas ardientes.
Cubre el metal fogoso y encendido
por las espaldas desde el pie a la diestra;
la voz dulce y suave más da muestra
de que es formada de otra muchedumbre.
«¿Quién como Dios? ¿Quién niega el ministerio
al eterno consorte de su imperio,
a la lumbre engendrada de la lumbre?
¿ Quién pretende la cumbre
de aquél en quien la tierra y cielos hizo,
y que ab eterno en él se satisfizo?»
Con estas voces busca al gran tirano
cuando el eterno Padre a sus legiones
gran general y príncipe lo elige.
«Tú del cielo guiarás mis escuadrones;
y si en la tierra algún poder humano
la verdadera religión aflige,
guía mi pueblo y sus designios rige;
pase las aguas con enjutas plantas;
tú el intérprete fiel de su escritura,
y en el tiempo también de la futura
esposa abrazarás sus almas santas;
y de mercedes tantas
gozarás tú y mis fieles en mi gracia,
de irrevocable fuerza y eficacia.»
Esto diciendo, de esmeralda fuerte
le cubre un grande yelmo de infalible
promesa y esperanza de vitoria;
y la espada le da fulmínea horrible,
con que guardó el jardín donde la muerte
fundó el principio a la inmortal historia,
Mas ei émulo fiero desta gloria,
a singular batalla provocado,
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Es el crisólito llamado onentaJ una piedra preciosa.
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ardiendo en ira, salta de las haces
(eterna obstinación) de sus secuaces.
«Aquí estoy (dice) de mí mismo armado,
y tan asegurado
que he de vencer, y en mi opinión tan firme,
que no quiero poder arrepentirme.»
A vista de los dos campos feroces
se forma al punto un bélico teatro;
y Dios desde su solio y real asiento
de sus ángeles fuertes manda a cuatro
que hagan silencio y las rebeldes voces
cesen por su preciso mandamiento,
y por las cuatro partes pare el viento,
porque ninguno a tierra o mar ofenda.
Todo es silencio, y mientras todo calla,
los dos contrarios entran en batalla,
en la cual quiere Dios que eí cruel defienda
su obstinación horrenda,
y materia de gloria en su porfía
hallen los justos en su monarquía.
Soberbia propria ie ministra y crece
las fuerzas y los ímpetus le inflama.
Tigre, que sigue al cazador astuto;
león, que enfermo y ofendido brama;
toro, que con sus celos se embravece;
corriente, que a la mar da su tributo,
y el mar, cuando no sólo al suelo enjuto,
mas al cielo y estrellas guerra mueve,
tiranizado por contrarios vientos,
y el caos primero de los elementos
son poca furia y semejanza breve:
a sí misma se debe
su rabia compararse, y siendo inmensa,
su límite (si lo hay) exceder piensa.
Miguel, regido con divino aviso,
ordena su furor y justa ira;
sin arte alguna da lugar al arte;
con prudencia acomete y se retira ;
no recibe ni da golpe improviso;
que la justicia eterna ele su parte
sus cuidados solícita reparte,
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ya la enemiga fuerza atenuando,
y ya creciendo la de su guerrero,
de cuyos fieros golpes el primero
(siendo el juez Lucifer) fue al tiempo cuando,
la espada levantando,
descargó en su cabeza, do el tirano
formó soberbio el pensamiento vano.
Del cual (como se vio desvanecido,
y a Miguel que su furia proseguía,
o fuese la desgracia de su estado,
o pensar que con fraudes libraría
su causa del peligro conocido),
súbito, de sus artes ayudado,
en un dragón horrible transformado,
silbando se retira impetuoso;
monstruo diverso en sí tres lenguas vibra,
y, a su opinión, del vencedor se libra;
como Aqueloo de Alcides fabuloso,
que se burló animoso
de sus formas y espantos, con los cuales
hizo sus vencimientos inmortales.
Él, de oro, azul y verde, las escamas
del fogoso rigor arma y enciende,
y de escamosas crestas la cabeza ;
entra en sí mismo y a sí mismo atiende
en mil ñudosas ruedas, y en sus llamas
con no visto furor de nuevo empieza
a mostrar en los dientes su braveza ;
mas Miguel con la lanza vengativa
(con que después libró del rey asirio
al pueblo amenazado de martirio)
al transformado serafín derriba.
«Así es bien que reciba
de mis armas (le dice) su diadema
quien aspira al de Dios y le blasfema.»
165 Aquelóo, hijo de Océano y de Tetis, o del Sol y la Tierra,
según otros, osó disputar a Hércules su amada Deyanira» siendo
vencido a pesar de sus transformaciones, puesto que adquiría
distintas formas, como serpiente o toro.
177 Daniel, 9, 8-21.
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Yace el dragón; mas, bravo y repugnante,
arrojando veneno en la encendida
asta, revuelto, al vencedor resiste.
Miran sus escuadrones la caída,
y alabándole el ánimo constante,
o porque su vitoria en él consiste,
o de ver espectáculo tan triste,
de su rabiosa lástima impacientes,
tarjas y escudos con su ayuda embrazan,
y ya con general guerra amenazan;
ya desnudan las haces diligentes
las espadas ardientes,
y de las grandes lanzas bajan juntas
horrendas mieses de ferradas puntas.
Y como si tal vez acá en la tierra,
acordando evitar mayor ruina,
al esfuerzo de solos dos guerreros,
por pactos de la humana disciplina,
encomiendan las causas de la guerí'a
su antigua pretensión dos campos fieros;
mientras sus combatientes los aceros
en singular batalla están probando,
viendo una parte la vitoria en duda,
contra la ley, a su guerrero ayuda ;
y por la fe violada, el otro bando,
el desdén renovando,
arremete, y presenta al enemigo
guerra común y general castigo.
Desta manera los guerreros fieles,
el ímpetu primero sosteniendo,
súbito de sus armas prevenidos,
mueven el campo justo, resistiendo
al de los obstinados y crueles;
suenan luego instrumentos nunca oídos;
los clásicos y lituos retorcidos
i g i tarjas, escudos. Comp.: «Parma es tarja redonda, escudo
ligero para cubrir el pecho.» A. de Palencia, Universal Vocabulario (Sevilla, 1490)- i- 342 b.
217 clásico es latinismo puro, l clasicus J , la trompeta de guerra; lituo, Uitns', clarín o trompeta, como el anterior.
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confunden el furor y la osadía.
Con sobrehumanas fuerzas de ambas partes
extienden los contrarios estandartes;
mas, | oh, si original la tiranía,
en su tragedia impía,
de alto escarmiento el importante aviso,
por fatal lo tuviera y por preciso!
Mas fatal protección se nos presenta
del arcángel, opuesto a su desinio;
y así en vano la madre de discordia
vestirse del pacífico dominio,
mudar las grandes monarquías tienta,
los legítimos cetros y concordia,
Y aunque a la paternal misericordia
nuestra culpa es tal vez impedimento,
y aprisionada dentro de su ira,
entronizados los tiranos mira;
librándola Miguel de su aposento,
del gobierno violento
del ya vencido capitán destruye,
y a su centro las cosas restituye.
Pues si en la tierra (do nuestras acciones
el artífice son de nuestros males)
con tal virtud por nuestro bien pelea,
ceñido de virtudes celestiales,
al derribar los fieros escuadrones
del que usurpar el cetro a Dios desea,
¿es mucho si la mano y pecho emplea
de incomprensible esfuerzo y vehemencia?
¿Cuáles armas formó la ira divina,
dedicadas a alguna gran ruina?
¿ Qué rayos, qué naufragios, qué inclemencia
la celeste violencia
tiene para mostrarse, que su diestra
no hiciese délias espantosa muestra?
Arde la guerra, y su furor rehace
la monstruosa esperanza del tirano;
implacable y feroz en sus centellas,
mézclase entre las suyas, pero en vano;
que buena parte de ellas débil yace
la tercera de todas las estrellas;
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y no pudiendo ya sufrir él ni ellas
del capitán de Dios la luz y fuego,
«Huid, dice, y durad comigo a una,
y reservaos para mejor fortuna.
Montes pondremos sobre montes luego,
y turbando el sosiego
de la tierra y del cielo, en sus confines
verán los enemigos serafines.
»Huyamos, pues, y sea de Dios trofeo
la huida de Luzbel; pero no entienda
que me rindo a su fuerza y que le cedo.
Renovaré la nuestra, y la contienda
renacerá mayor, y mi deseo,
siendo a su reino verdadero miedo :
conocerá (aunque tarde) lo que puedo.»
Esto decía cuando el cielo puro,
incapaz de tinieblas, les da puerta,
a su ruina irreparable, abierta.
Sale el más claro serafín escuro
por eï abierto muro.
Tras él con espantosas voces grita
la turba, y con furor se precipita.
Persigúelos la diestra vencedora,
y como seca nube al rayo ardiente,
el cielo los arroja de su seno,
y con nocturna sombra impropriamente
mas de un orbe inferior se descolora,
y el aire, en su región claro y sereno,
quedó de monstruos y prodigios lleno,
Llega Miguel y dales sus colores,
y ahuyenta las precitas jerarquías.
Así fingieron que de las arpías
en los aires salieron vencedores
los fuertes voladores
Cetes y Calais, a quien tanto precia
la madre del error, crédula Grecia.
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en la
Fineas
precitas, condenadas a las penas del infierno.
Cetes y Calais, hijos de Bóreas y Orítia» tomaron parte
expedición de los Argonautas, libertando a su cuñado
del tormento a que le sometían las Arpías. A su vuelta,
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¡Oh cómo (y esto es cierto) parecieron
en los aires ejércitos formados,
discurrir caballeros combatientes,
de doradas estolas adornados,
espadas y astas apiñadas vieron,
corridas de caballos diligentes,
órdenes de milicia diferentes,
encuentros y batallas, y el ruido
se oyó de los escudos y celadas;
el espantoso herir de las espadas,
el rechinar de flechas fue sentido,
y en el aire esparcido
el resplandor de las lorigas de oro,
que dio a Jerusalén cuidado y lloro.
Alcanzada por Cristo la vitoria,
la plaza de oro y de cristal inflaman
de la ciudad las luces celestiales;
y al vencedor al digno triunfo llaman
las angélicas trompas de su gloria,
y abre sus doce puertas tribunales.
Resplandecen gloriosos los umbrales,
y entra Miguel oyendo su alabanza,
como el hermoso pastorcillo hebreo
que su pueblo libró del filisteo,
cuya cabeza alzó en su misma lanza,
y fió la venganza
de su rústica honda y fuertes brazos,
con que mil fieras dividió en pedazos.
Yace encerrado en el escuro centro
de grande seno un tenebroso espacio,
que en la tierra, su horrible boca abriendo,
prepara a Lucifer digno palacio,
y con los suyos lo recoge dentro
con mil aullidos y confuso estruendo.
Aquí, con negra majestad horrendo,
habla a los suyos, y a su voz airada
fueron retados por Hércules y los mató. Los dioses, conmovidos,
los convirtieron en vientos que preceden a la canícula.
298 estolas, «significa todo género de vestiduras, como cerca
de nosotros si dixessemos ropa». Co v., Tes.
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tiembla, y resuena la espantosa cueva :
«No os mueva (dice) espíritus, no os mueva
a rendiros la pérdida pasada;
que aunque fue derribada
nuestra parcialidad en su conflicto,
siempre el atrevimiento queda invicto.
»La baja humanidad sube y coloca
(monstruoso desconcierto) en nuestras sillas;
piensa que ha de servir nuestra ruina
de que él pueda ostentar sus maravillas;
(aquí siento un dolor que me provoca
a guerra intempestiva y repentina) ;
él traza ya en la tierra y se imagina
de afectos religiosos templos vivos ;
y a su modo se forma la inocencia,
y a su arbitrio les da justicia y ciencia
y los dones más altos y excesivos;
y nosotros, ¿cautivos
en esta eterna cárcel, mientras sube
la humildad a sentarse donde estuve?
»Diversas armas aprestar conviene,
y al espiritual reino que funda
oponer los caudillos más robustos;
y pues le agrada la humildad profunda,
el primer golpe en su cabeza suene,
y después persigámosle en sus justos.
Y si la gracia de sus santos gustos
las manos liberales ejercita,
no baje inspiración ni aire divino
que no le deis asalto en el camino;
o procurad que el hombre no le admita;
y al que el peligro evita,
y busca, contemplando, los extremos,
en ángeles de luz nos transformemos,
»De aquestas sutilezas os instruyo,
porque después (y no será muy largo),
cuando os veáis sujetas mil naciones,
tendréis el general engaño a cargo,
cada cual invocado en templo suyo
con pío culto y orientales dones.
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Yo, apoderado de las opiniones,
autoridad daré a la idolatría;
turbaré la verdad con setas varias,
adornadas de fábulas contrarias.
¿Al arma, pues, al arma, gente mía!»
Esto Luzbel decía;
mas quedó interrumpido de un aviso
que Miguel envió del Paraíso.
«Mientras que con triunfal pompa levanta
el cielo los despojos de la guerra,
acabada con fin tan glorioso,
guárdese el mar y guárdese la tierra;
que descendió Luzbel con furia tanta,
que turbará hasta un mínimo reposo,»
Esto dijo, y mostróse luminoso,
porque tal le hallará cuando acometa
el fiero capitán lo que pretende;
y como con sangrienta luz extiende
sus prodigiosos crines el cometa
que aflige y inquieta
los ánimos tiranos, desta suerte
a confusión el de Luzbel convierte.
Bien ves, gran vencedor, que apresta el arco
el eterno soberbio que abatiste;
manda, Señor, (pues puedes), que sus flechas
a ofender a su autor vuelvan derechas,
como en el monte Gárgano lo hiciste.
Sepa quien te resiste
que en tu virtud revolverá su lanza,
sin haber ofendido, por venganza.
397 El monte Gárgano está en la Apulia, junto al Adriático,
uondc en tiempo del papa Galasio, entre el 494-540, hubo una
famosa aparición del Arcángel Gabriel, que se conmemora en la
festividad de la aparición de San Miguel, el 8 de mayo. La historia de la aparición se narra en el Breviario romano de Pío V,
hasta hace poco vigente, en las lecciones del segundo nocturno
de Maitines del 8 de mayo: «Galasio autem primo, Pontiñce máximo, in Apulia in vértice Gargani montis [...] Archangeli Michaelis fuit iilustris apparitio.» La fiesta del 8 de mayo conmemoraba, sobre todo, la victoria de los sipontinos, o habitantes
de Manfredonia, obtenida por intercesión de San Miguel.
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SANTA MARÍA
MAGDALENA
Aquelia pecadora que solía
ser fábula del pueblo de ordinario
y de su gente público cuidado,
hoy deja el techo de artificio vario,
do la quejosa cítara se oía
del uno y otro ocioso enamorado.
El antiguo propósito trocado,
la púrpura preciosa desampara,
las cintas de zafiro, y el cabello
tendido sobre el cuello,
abrasando con lágrimas la cara,
entre confuso número de gente;
olvidada de sí, de la vergüenza
que pudiera tener de tal mudanza,
pregunta por el fin de su esperanza,
y hállale al mismo punto que comienza
a quererle buscar; que nuestra mente
sin él no es para hallarle suficiente.
Y pues sin Dios ninguno a Dios aplace,
buscar a Dios de haberle hallado nace.
Turba el convite su presencia y lloro,
y el cabello, donde almas enredaba,
sobre los pies de Cristo lo derriba,
y con él y sus lágrimas los lava.
Entonces queda haciendo injuria al oro;
y pues muestra una fe tan excesiva,
es justo que tan buen lugar reciba,
y que, humillado, dé más alto vuelo.
Cese ya la ficción de Berinice,
de quien el vulgo dice
que alumbran sus cabellos en el cielo;
3i Sobre la cabellera de Berenice, véase la nota al poema 55,
verso 7.
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porque más son tus pies, gran Dios, los cuales,
en siendo con ungüento sacro ungidos,
porque de lo que deja no haya rastro,
hace pedazos luego el alabastro.
Mas no se trata así con los sentidos,
que no se priva dellos, pero dales
otro fin a sus actos naturales;
prosiguen sus oficios, y el objeto
solamente les muda más perfeto.
Sacerdotisa y víctima en un punto,
tu voluntad, María, en sacrificio
con invisible fuego a Dios preparas,
y con esto lo tienes más propicio
que sí el olor de Oriente todo junto
en su honor a las llamas entregaras.
Estas víctimas quiere y estas aras;
y por esto entre espíritus divinos
te elige eterna silla, eterna palma,
y es ocasión tu alma
de alegrarse los techos cristalinos;
porque todos la esperan ver triunfando,
cargada de despojos desta vida,
con los vicios al carro encadenados,
y entre sus estandartes conquistados
tu propria voluntad como vencida;
pues de manera en Dios se está abrasando,
que no por la ciudad a Dios buscando,
mas fueras, donde el hielo o sol ardiente
niegan habitación a toda gente.
¡ Oh tú, siempre dichosa pecadora,
la que fuiste por tal con grande espanto
del vulgo con el dedo señalada!,
tus lágrimas con Cristo pueden tanto,
que la menor lo enciende y enamora,
y a la culpa mayor deja anegada.
Tú quedas en apóstol transformada,
y de ignorante y mala, santa y sabia.
59 fueras, afueras, la primitiva forma que se documenta
hacia el 950 en las Glosas emilianenses.
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
No es mucho que la zarza en flor se mude
y que el álamo sude
en competencia de la mirra arabia,
y que cuando de hierba al campo priva,
la mies en abundancia se recoja.
Venid a ver de rosas y azucenas
las montañas estériles más llenas,
y un árbol seco revestido de hoja.
La planta antes inútil Dios cultiva;
regada en su jardín con agua viva,
es fructífera ya, y sus ramas bellas
tocan continuamente en las estrellas.
Canten otros, María, cómo fuiste
aquella que escogió la mejor parte,
y el amor que te tuvo Jesucristo,
cuando ningún apóstol le habia visto,
y a ti, en resucitando, quiso hablarte.
No callen la constancia que tuviste,
la penitencia que en Marsella hiciste;
digan cómo en los aires te elevabas
y la música angélica escuchabas,
si es dado tanto al limitado ingenio.
Y tú, canción, que confiada subes
penetrando los aires y las nubes,
escarmienta en el joven temerario
que dio infelice nombre al mar icario.
87 Según una leyenda muy difundida, María Magdalena se
retiró a hacer penitencia a un bosque de la Provenga.
94 Alusión al mito de ícaro.
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[143]
EN
LA TRANSLACIÓN DE UNA RELIQUIA DE SAN
RAMÓN
DE LA IGLESIA DE RODA A LA DE BARBASTRO, CUYO OBISPO
HABÍA SIDO
Hoy quiere el cielo que de tu Raimundo
a su primera cátedra, oh Burtina,
la parte humana se le restituya,
para que cuando cubra a la divina,
y al común tribunal acuda el mundo,
vaya desde ese templo y silla tuya ;
y allí en tu protección y gloria suya
incline al Juez, entonces riguroso.
Resuenen pues tus himnos y cantares,
arda toda Pancaya en los altares,
y adórese el despojo misterioso;
que el confesor glorioso
hoy lo está más, si en su divino asiento
se admite accidental contentamiento.
La aclamación de tu devota plebe,
su gozo y votos públicos recibe,
y en las sublimes aras los presenta;
que el celo pastoral que en su alma vive
a su ejercicio natural le mueve.
[143] De 1595. Véase la referencia en Labaña, Itinerario del
reino de Aragón (Zaragoza, 1895), pág. 88. Recuérdense también
las palabras del propio Bartolomé citadas en la nota al poema [132]:
Es San Ramón de Roda, de origen francés, que fue nombrado
por don Pedro de Aragón obispo de Roda. Acompañó ai rey don
Alfonso a la batalla de Cutanda contra los moros. Murió en
Huesca en 1126.
2 Burtina, Barbastro. Comp,: «Jerónimo Zurita dice que Aímudévar es la antigua Burtina y no Barbastro, como algunos
creyeron, por parecerse los nombres.» Obras sueltas, II, pág. 260.
10 Pancaya, isla de Arabia, célebre por su fertilidad, por sus
aguas y sus delicias. Se pintaba como un paraíso que exhalaba
exquisitos aromas.
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE AHGENSOLA
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y el uso de pontífice sustenta;
y así, con mitra celestial frecuenta
el gran propiciatorio, donde alcanza
mil ángeles que velen en tus muros,
por quien sus fieles subditos seguros
dirijan sus acciones y esperanza
a idea y semejanza
de su heroica virtud, con cuyo escudo
tantos casos adversos vencer pudo.
Venció, sufriendo, de un prelado injusto
la poderosa fraude, poderosa
a escurecer la luz de su inocencia,
pues para separarlo de su esposa,
dio (mal persuadido) Alfonso Augusto
sus fuerzas, o a lo menos su licencia;
mas él, no se rindiendo a la violencia
del émulo, abrazado está, y asido
de su tálamo místico y sacra ara,
do fue mil veces por su esposa cara
sacrificio en sus manos ofrecido,
y por Cristo instruido,
ve entrar el lobo, pero no le espanta,
ni desampara su consorte santa.
No la conciencia de pasado agravio
hace que del altar se abrace y prenda,
como al bravo Joab, cuando quería
huir el hierro y la venganza horrenda
del rey tercero, infusamente sabio,
que al paterno precepto obedecía,
sino el ver que con esto defendía
la unión divina y sacramento della;
y así, ornado de insignias obispales,
fue sacado por fuerza a los umbrales,
y desterrado de su esposa bella,
cuya amarga quei'ella
por su padre y esposo el rostro baña,
y a los montes le sigue y acompaña.
Entre piadosas lágrimas y llanto
de sus huérfanas greyes se retira
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La historia de Joab se cuenta en II Reyes, 2, 13 y sigs.
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es
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a las ásperas cumbres de Pirene,
porque rompa sus ímpetus la ira
del que persigue al desterrado santo,
que así a su gloria y crédito conviene.
El pueblo, que lo sigue, lo detiene,
porque muy tarde despedirse sabe,
ni vivir en ausencia amor perfeto.
Así los ciudadanos de Mileto
al gran Pablo llevaron a la nave;
mas con plática grave
(como Pablo) les dice: «¡Oh mis ovejas,
dolorosos testigos de mis quejas,
»volved, y consentidme que prosiga
yo sólo mi destierro, que la furia
destas ondas demandan al Profeta!
Quizá saldrá tal fruto desta injuria,
que estos montes por mí el Señor bendiga,
oyendo en ellos mi oración quieta.
Esta será la víctima perfeta
que sus misericordias solicite;
y pues son a su ungido fiel desvío,
no las prósperas lluvias ni el rocío,
como al ya estéril Gelboé, les quite,
sino que los visite
con fértil gracia su piadosa diestra,
y ampare la afligida ciudad vuestra.
»Y yo, que en ella administrar solía
al Señor el frecuente ministerio,
haré en mi soledad el mismo oficio;
y al doméstico ejemplo de Valerio,
escogeré la parte de María,
por su común salud y beneficio.
67 Hechos de los Apóstoles, 20, 17 y sigs.
81 Gelboé es una cordillera de la antigua Palestina, en la
tribu de Isacar, célebre por la derrota de Saúl.
88 Parece referirse a San Valerio del Bierzo, que vivió más
de cuarenta años como eremita, siendo perseguido muchas veces,
muriendo en 695. Quedan algunos fragmentos de sus obras, que
cita el P. Flórez en su España sagrada, ió, págs. 345 y sigs.
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ÍOO
ÍOO
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGEN SOLA
Querrá el cielo que en tiempo más propicio
otra mano real y otro prelado
piadoso alegre vuestros tristes ojos
con la restitución de mis despojos,»
Dijo esto, y bendiciendo al pueblo amado,
en lágrimas bañado,
al áspero camino se dispuso,
y el pueblo al general llanto confuso.
A su santo, oh canción, con el ejemplo
de Jacob, que notó con piedra ungida
el lugar donde el ángel lo bendijo,
su ciudad, en memoria y regocijo
de aquella bendición y despedida,
sobre el monte en que fue le funda un templo;
subamos por su senda
a sus nuevas paredes,
para que en ellas de mi mano quedes
de afecto inmenso desigual ofrenda.
[144]
E N LA RESTITUCIÓN DE UNA RELIQUIA DE SAN EUFRASIO
A LA CIUDAD DE ANDÚJAR
Hoy vuelve a los abrazos de su esposa
Eufrasio, con triunfales regocijos,
de ausencia larga, de hospedaje ajeno;
y ella, cercada de sus dulces hijos,
le recibe risueña y religiosa
(afectos vivos de amoroso seno).
[144] Sobre la translación de las reliquias de San Eufrasio,
véase el vol. de Lupercio, pág. 123. El 6 de mayo de 1597, escribía Bartolomé Leonardo al Canónigo Llórente: «remitiré a V. m.
presto un capítulo en tercetos que ha hecho Lupercio a ruegos de
Terrones [predicador del Rey], en que cuenta la causa de la oscuridad que ha}' en España en las reliquias, y luego una canción
mía a santo Eufrasio, con que se ha partido muy contento a
trasladalle». La Vinaza, Discurso cit., pág. 97.
RIMAS
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Cubre, antigua Iliturgi, el campo ameno
con pacífica pompa de escuadrones
devotos, como ya en ei fiero estrago,
armados en defensa de Cartago,
ios pusiste al valor de los Scipiones,
y entre orientales dones,
que al fuego ofrece tu abrasado celo,
suban las voces penetrando el cielo.
Que hoy eres espectáculo a los ojos
(como en teatro) de sus santas almas,
que acrecentando a Eufrasio aplauso y gloria,
forman crecidas mieses con las palmas,
y con la translación de sus despojos
renuevan de sus triunfos la memoria.
«Esos muros (le dicen), la vitoria,
como en segunda Jericó, te dieron ;
que, obedeciendo, almenas y cimientos,
a la voz eficaz y a los alientos
de tu trompa apostólica, cayeron.
Allí resplandecieron
los rayos de tu luz, siendo quebrado
el cántaro que hoy vemos adorado.
»Este es el pueblo que escuchó tus voces,
con que arruinaste las sangrientas aras,
de que temblaron sus antiguos techos,
y contrapuestas tus virtudes raras
a sus costumbres bárbaras y atroces,
hiciste humildes los soberbios pechos.
¡Ciudad feliz, que a tan heroicos hechos
de diversas maneras dio materia!
Pues crédito te dio y después la muerte
(dichoso el día que te cupo en suerte
junto el río que dio su nombre a Iberia),
de la humana miseria
(pues a sus templos vuelves) la preserva,
y tu memoria y cátedra conserva.»
Desta manera, en himnos celestiales
su alabanza repiten, entre tanto
7 Iliturgi, Ándújar.
i i pusiste, opusiste, «hacer frente o reñir con él». Aitts.
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
que tú con sacra ostentación recibes,
ciudad insigne, a tu prelado santo,
y con arte, que a piedras y metales
exceda, santuario le apercibes.
Revélame, oh memoria, tú que vives
en el eterno archivo y haces guerra
al tiempo y al olvido, ¿qué instrumento
privó a tu Eufrasio del vital aliento?
¿Fue eculeo, o dientes de la horrible sierra?
Que en la caduca tierra,
la antigüedad, con su silencio, muda
lo firme y lo seguro pone en duda.
¿Fuiste a la sedición vulgar expuesto,
donde armas da el furor, mártir divino?
¿Fue arrojada falárica española,
que, hendiendo el aire, al santo pecho vino?
O ¿del senado bárbaro dispuesto
quizá que la segur pública sola
bañase en sangre tu inocente estola?
Que esto sólo ignoramos; mas es cierto
que este pueblo, sus campos y ribera,
que agora te recibe y te venera,
te oyó viviendo y te ha guardado muerto;
y así, como despierto
de largo sueño, en siglos recompensa
la pérdida nacida de su ofensa.
Y aunque la ingratitud o la ignorancia
vertió tu sangre, entonces componía
tus eternas coronas y trofeos;
53 eculeo, instrumento de suplicio que servía antiguamente
en Roma para castigar a los esclavos. Consistía en un poste del
cual se suspendía al castigado, con las manos atadas a la espalda
y los brazos pasando por una barra transversal. Varias ruedas y
manivelas tiraban en sentido opuesto a los miembros del suspendido.
59 La falárica era «arma enastada arrojadiza, a modo de
azagaya, con su hierro cuadrado, largo de una vara castellana
y en la juntura del hierro y del asta se ponían unas mechas de
estopa, untadas con pez, a las cuales prendían fuego cuando las
arrojaban». Atds., que cita precisamente este texto de nuestro
poeta.
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entonces tu virtud resplandecía
y el cuerpo daba celestial fragancia,
y allí tomaron puerto tus deseos
candidos. Hace Dios sus nazareos
más blancos que la leche y que la nieve,
más rubios que el marfil antiguo cuando
la edad lo va de grana colorando,
más bellos que el zafir, que al centro breve
duro buril no mueve,
en medio de la injuria y de la muerte,
cuya tiniebla en resplandor convierte,
Quede, pues, este día tan notable
por obra de los dos graves hermanos
en nuestros sacros fastos añadido,
Francisco y Mauro, a cuyas pías manos,
y a la ciencia âel tío venerable,
la gran restitución se ha concedido.
Familia santa, que al escuro olvido
has las prendas dulcísimas robado,
celebren todos tu piadoso celo;
que si porque sacó del patrio suelo
a su padre y sus dioses, celebrado
fue el troyano esforzado,
hoy sacan otro Eneas y otro Acates
a Eufrasio, que es su padre y sus penates.
Pero baste, oh canción, que Eufrasio agora
otros himnos escucha; tú comigo,
con la devota multitud, te humilla,
77 nazareos, nazarenos, forma que da el Diccionario de Autoridades.
81 Sobre zafir, véase la nota al poema i8, v. 6.
89 Alucie a Francisco Terrones del Caño, predicador reat,
gran amigo de Lupercio y de Bartolomé. Mauro de S. Facundo o
Choto, monje benedictino, nacido en el condado de Essex (Inglaterra), de padres calvinistas. Volvió a su país a predicar y fue
condenado a muerte en 1612, El «tío venerable» es Juan del
Caño, de Andujar (1521), gran erudito, que aprendió muy joven
latín, griego y hebreo y fue maestro de su sobrino Francisco
Terrones. (Para más detalles, véase la edic. de Lupercio, pág. 127.)
97 La amistad de Eneas con Acates (Eneid. I) pasó a ser
proverbial.
28
ios
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
y de lejos la santa prenda adora;
que vuelve a su sepulcro y a su silla,
y lo visita con semblante amigo,
de la misma manera
que fénix renacida,
si vuelve a ver la consumida hoguera
que con fecunda muerte le dio vida.
[145]
A SAN LORENZO
&
lo
is
20
M á i ü r dichoso, que, con presto vuelo,
cargado de despojos y de palmas
(bien que con sangre tuya matizadas),
tratando el aire, hallaste abierto el cielo,
y entre la multitud de santas almas,
recibido a sus sillas reservadas,
donde están figuradas
las Vitorias de aquellas
que reposan en ellas;
ya libre en su pintura aquella brasa
estás mirando, que tu cuerpo abrasa,
o a ti, dando a los pobres los tesoros,
vuelve a tu patria y casa,
que oyó en naciendo tus primeros lloros,
Mírate en ella cómo, tierno infante,
de tus padres solícito cuidado,
de tu niñez hicieron sacrificio,
y como otro Samuel perseverante,
al grande ministerio dedicado
de los levitas, y a mayor oficio ;
[145] Anterior a 1604, por figurar en el ms. 4154 de la Nacional de Madrid, copiado, o terminado de copiar, ese año. E n
el ms. 4054, f. 6, figura el autógrafo.
4 tratando el aire, ascendiendo- 'Tratar' tuvo el significado
de 'tocar'. Corominas, DCELC, IV, pág. 524 a.
18 I Sam., 3. 1 y sigs.
RIMAS
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SÍÍ
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«
so
29
y cómo diste indicio
en edad más crecida
de la gracia escondida
en la más noble parte de tu pecho,
Cómo huyes de tus padres y del techo
nativo, y al Tirreno mar te entregas,
y para su provecho,
y nuestro, a los romanos fines llegas.
Mira también al Tibre (aunque pudiera
exceder de sus márgenes creciendo,
y la llama apagar que te encendía),
y alégrate de ver en su ribera
sus quintes, que cada cual vertiendo
lágrimas este oficio hacer quería.
Mas ¿quién no lloraría
viéndote en medio el fuego?
Pues nunca el furor griego
a tanto se trevió, ni el cruel Nero
osó ver espectáculo tan fiero.
No vio el mundo crueldad tan excesiva,
ni en ei tiempo primero
al fuego se entregó víctima viva.
Tres jóvenes hebreos pasearon
por entre iguales llamas no ofendidos,
como la zarza que Moisén nos cuenta,
y en medio del incendio que pisaron,
fueron sagrados himnos repetidos;
porque ni los ofende ni calienta;
mas en ti el fuego aumenta
su fuerza y violencia,
y con igual paciencia
más vivos articulas los acentos,
cual cisne que con últimos alientos
vive y muere, cantando a un mismo punto
33 quiHtes, caballero o ciudadano romano. Normalmente la
voz se usaba en plural.
38 trevió, atrevió. 'Trever' fue la forma primitiva. Compárese:
«Doña Venus [...] era [...] la que se trevie en fermosura menos
que las otras.* Alfonso X, General Estaría, R F E .
54 Sobre el canto del cisne cuando muere, véase la nota en
la pág. 5 del tomo I.
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
músicas y lamentos
en el sepulcro y nido todo junto.
«Yo, celestial Señor, yo, aquel Laurencio,
a cuyo corazón fuerza enviaste
para mayor martirio suficiente,
a quien tú visitaste en el silencio
de la noche, y con fuego examinaste,
y al ánimo con otro más ardiente,
mi espíritu inocente
encomiendo en tus manos.
Y tú, de los tiranos
el más fiero y cruel que el mundo ha visto,
déjame ya seguir mi amado Sixto,
Revuelve y come deste lado abierto;
estará el alma en Cristo,
y en sepoltura viva un cuerpo muerto.»
No fueron estas voces como cuando
las dio Perilo dentro de su toro,
a quien su proprio ingenio dañó tanto;
mas otras, que los cielos penetrando,
fueron oídas del celeste coro,
y luego replicó con igual canto;
y aquel spíritu santo,
pródigo de la vida,
la dejó consumida,
y él se subió con invisible vuelo ;
y ardiendo el aire, vio el hesperio suelo
no a Faetón en su carro derribado,
mas, con fuego del cielo,
a Elias, en el suyo trasladado.
Recibe, oh fénix santa,
mi humilde ofrenda, agora
67 Es el papa Sixto, a quien san Lorenzo substituyó como
diácono, que fue también martirizado dos o tres días antes que
el primero.
72 Perilo, o Perilao, fundió, según Ovidio, por encargo del
tirano Fálaris de Agrigeno, un toro de bronce cuyo dorso se
abría, pudiendo meterse dentro a los criminales; luego aplicaban
fuego al vientre del toro y los ayes y gritos del infeliz imitaban
los bramidos del toro.
RIMAS
SI
saludes a la aurora,
o al sol (obedeciendo tu costumbre)
mires opuesta a su divina lumbre,
aunque en la tierra tu real palacio
suba al cielo su cumbre,
y deje a los aradros poco espacio.
[146]
[ A L SEPULCRO DE S. RAIMUNDO]
Hay en esta peña fuerte
otra virtud escondida,
que al polvo estéril convierte
en instrumento de vida,
de despojos de la muerte.
[GLOSA]
Venid a ver una mina,
cuya espantosa virtud,
de lo que a la muerte inclina
produce vida y salud
con general medicina.
Todo lo trueca y convierte,
sin que le influya esta suerte
ninguna de las estrellas;
que más virtud que hay en ellas
hay en esta peña fuerte.
Porque ellas ni otros sujetos,
que de obrar con perfección
92 El ms. autógrafo lleva esta nota al margen: «Hox.: " l a m
pauca aratro ingéra regie molles, relinquuant", etc.»
[146] De hacia 1601, como los otros referentes al mismo
santo, probablemente destinados a algún certamen.
7 espantosa, asombrosa.
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGEN SOLA
tienen principios secretos,
si falta disposición,
no producen sus efetos.
Y aquí, sin ella, a dar vida,
en el débil polvo asida,
salen virtudes del centro,
y siempre queda allá dentro
otra virtud escondida.
Que esté un campo fértil lleno
de mieses no es maravilla,
porque en el húmedo seno
no entró estéril la semilla,
ni era estéril el terreno.
Todo va en que a hallar acierte
materia su virtud fuerte
a convertirse dispuesta;
luego superior es ésta
que al polvo estéril convierte.
Conviértelo de manera
que le infunde fuerza viva,
con que eficaz se apodera,
como si con la saliva
de Cristo la humedeciera.
Por experiencia es sabida
su virtud, ya no escondida;
mas diga el que no lo crea
¿qué habrá que vida no sea
en instrumentos de vida?
Y como Raimundo entiende
tan bien de Dios el intento,
por el mismo estilo emprende
sus obras con instrumento
contrario al fin que pretende.
Causa artificiosa y fuerte
suele sacar desta suerte
de los venenos triaca;
y así la vida se saca
de despojos de la muerte.
RIMAS
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[147]
A LA FAMILIARIDAD QUE SAN RAIMUNDO DE PEÑAFORl
TENÍA CON SU ÁNGEL CUSTODIO
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¿ Qué mucho es que a grandes reyes,
Raimundo, deis luz y espanto,
y con el báculo y manto
al mar y a los vientos leyes,
si con socorros divinos
manda a sus ángeles Dios
que os acompañen a vos
en todos vuestros caminos?
Pasar podéis con imperio
por los áspides seguro,
si os acude un ángel puro
con familiar ministerio
que los peligros aparta,
y con su impulso os envía
al silencio de María
y a los cuidados de Marta.
Ya os despierta a la oración
y ya a la piedad activa,
para que corra más viva
vuestra propria inclinación.
Que, aunque ella de suyo es tal,
su movimiento gobierna
otra inteligencia eterna,
como a globo celestial.
Tal compañero conviene
que se dé a siervo tan fiel,
para descargar en él
parte del peso que tiene.
Calle la ambiciosa Grecia
sus trágicas amistades
entre hombres y deidades,
de cuyo ejemplo se precia;
que en sus teatros no ha visto
familiaridad el mundo
VOL. 183.—2
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
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como la que entre Raimundo
y el ángel ha puesto Cristo.
Y no para breves días
se le presta apercebido,
ni en traje desconocido,
40
como al mancebo Tobías.
Ni para la adversidad
(como a Pedro) solamente;
mas para el trato frecuente
y doméstica amistad.
¡Oh Señor, cuáles serían,
pues tú les dabas sujeto,
las pláticas que en secreto
tus dos siervos conferían!
Cuando el uno la miseria
quizá del mundo lamenta,
el otro le representa
a su esperanza materia.
Y en estilo peregrino,
mas con trueco soberano,
él inmortal como humano,
y éí mortal como divino :
que un largo trato es tan fuerte,
que conforma las acciones,
y uno de los corazones
en el otro se convierte.
Y si cuando la frecuencia
recíproca se ejercita,
un amigo al otro imita
con igual correspondencia,
claro está que con acentos
concordes se satisfacen,
como acordados lo hacen
dos músicos instrumentos.
De aquí nace que en tu pecho,
oh nuevo ángel, nos ofreces
purísimas sencilleces
y agudezas del derecho;
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Tobías, 5. 4 y sigs.
RIMAS
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que juntas vienen a asillo
la paloma y la serpiente;
y como ésta eres prudente
y como aquélla sencillo.
Y así, ni razón de estado,
que a la justicia contrasta,
para derribarte basta,
de ambas cosas pertrechado.
[148]
E N LA FIESTA DEL NACIMIENTO DE NUESTRO SEÑOR
&
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J
La noche ofuscaba al mundo,
y por horror o por sueño
todas las cosas yacían
en el más alto silencio;
cuando piadosa la luz
nació de un virgíneo seno,
que distinguió los colores
y las tinieblas huyeron.
Luce en los ojos de un niño
con lágrimas, que al hibierno
visten de súbitas flores
con admiración del tiempo.
Vos, gloriosa Madre,
que le dais el pecho,
recogednos las perlas
que vierte gimiendo;
que por ser de sus ojos
no tienen precio.
Cuanto sus ojos miraren
veremos fértil y lleno,
la tierra de alegres frutos,
de serenidad el cielo.
Cesará el rigor del rayo
y la amenaza del trueno;
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE AKGENSOLA
pondrá a los pies de la paz
la venganza sus trofeos.
Obrad, lágrimas suaves,
nuestro general remedio,
y salgan de suspensión
la esperanza y el deseo.
Vos, gloriosa Madre, etc.
Niño divino y humano,
pues venís para volvernos
a la gracia, que al principio
nos quitó el primer exceso,
comience a esparcir sus glorías
la unión de los dos extremos ;
porque el ocio y el amor
no caben en un sujeto.
En vuestras lágrimas hierve
la calidad del afecto;
haced que el orbe se abrase
en tan amoroso incendio.
Vos, gloriosa Madre, etc.
[149]
Deteneos, entendimiento;
que si no os pensáis fundar
en la fe deste manjar,
os faltará el fundamento,
[GLOSA]
5
io
La fe sola es la que sabe
cómo este manjar encierra
al que ni en toda la tierra
ni en todos los cielos cabe;
y así, ni torres de viento
podréis sin ella fundar;
porque aun para comenzar
os faltará el fundamento.
ftîMAS
Si logrado queréis ver
el amor de vuestra empresa,
no hagáis, llegado a la mesa,
sino callar y comer.
Callar, porque es sacramento,
y comer, porque es manjar;
pero amad, que para amar
no os faltará el fundamento.
[150]
E N LA FIESTA DEL NACIMIENTO
Siempre, Amor, vencéis a Dios;
o la justicia no es fiel,
o tenéis más fuerzas que él,
o hay concierto entre los dos.
[GLOSA]
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Üa justicia que se inclina,
justicia deja de ser,
y donde falta el poder
no hay fortaleza divina ;
y pues la justicia en Dios
siempre es fuerte y siempre es fiel,
vos os entendéis con él,
y hay concierto entre los dos.
Cuando le veis previniendo
los rayos de indignación,
de toda su prevención
sabe él que os estáis riendo ;
porque mirándoos a vos,
cesará la saña en él,
por correspondencia fiel
concertada entre los dos.
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE AKGENSOLA
Hoy se viene a reducir
a ser niño por amar;
ama y muere por llorar,
porque llora por morir,
Dulce vencedor de Dios,
sed para los hombres fiel,
pues vemos que es triunfo en él
que le venzáis siempre vos.
[151]
E N LA FIESTA DEL NACIMIENTO DE NUESTRO SEÑOR
a
io
Hoy rompe Dios los orbes celestiales,
y al de la tierra tan benigno arriba,
que desarma la diestra vengativa,
para abrazar con ella a los mortales,
Y pues gime por paz en los umbrales,
un tiempo odiosos, la esperanza viva
del ofensor, ya próspero, aperciba
al Dios infante júbilos triunfales.
¡Oh feliz culpa!, que si por inmensa,
ni en los senos cupieras del olvido,
ni en méritos de humana recompensa,
la justicia y la paz, que tú has unido,
libran hoy el remedio de la ofensa
en el amor del príncipe ofendido.
[152]
A CRISTO NUESTRO SEÑOR, ORANDO EN EL HUERTO
¿Qué estratagema hacéis, guerrero mío?
Mas antes, ¿qué inefable sacramento?
¡ Que os bañe en sangre sólo el pensamiento
de que se llega el plazo al desafío!
Derramad de vuestra alma otro rocío
que aduerma o arme al flaco sentimiento;
RIMAS
39
mas vos queréis que vuestro sufrimiento
no cobre esfuerzo por cobrar más brío.
Que no es temor el que os abrió las venas
y las distila por los poros rojos,
que antes él los espíritus retira,
sino como se os viene ante los ojos
mi culpa, ardéis de generosa ira,
y en esta lucha aumento vuestras penas.
[153]
A LAS MUESTRAS DE DOLOR QUE AUN LAS COSAS INSENSIBLES DIERON EN LA MUERTE DE CRISTO NUESTRO SEÑOR
Hoy por piedad de su Hacedor le ofrecen
prendas de sentimiento sus hechuras;
llama el sol a la noche, y las escuras
sombras apriesa en tiempo ajeno crecen.
De la vida asaltadas se estremecen
atónitas las mudas sepolturas;
libran sus cuerpos a las almas puras,
y a los justos vivientes aparecen.
Las piedras se quebrantan, y a su ejemplo,
visten los astros voluntario luto;
rómpese el velo místico del templo.
Da cualquier obra al llanto algún tributo,
y yo, siendo la causa, ¡lo contemplo
con pecho alegre y con semblante enjuto!
[154]
A LA RESURRECCIÓN DE CRISTO NUESTRO SEÑOR
Mientras que el orden natural se admira
del súbito vigor que en esta aurora
contra el tiempo voraz se corrobora,
y atónita la muerte se retira,
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
crecer en un sepulcro la luz mira,
que el aire asalta y las tinieblas dora;
y oye la antigua voz producidora
que otra segunda instauración le inspira;
oh eterno Amor, si al nuevo impulso tuyo
naturaleza en todo el gran distrito
risueña y fuerte aviva el movimiento,
¿por qué yo no lo busco o no lo admito?
¿Yo sólo estéril al fecundo aliento
de la común resurección me excluyo?
[155]
AL SANTÍSIMO SACRAMENTO, INCLUYENDO LA ANTÍFONA
O sacrum convivium
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I Oh enigma, adonde Amor cifra la historia
de cómo vence a Cristo y cómo ordena
que a comer nos le dé una sacra cena,
efeto superior de la Vitoria!
En ti de su pasión la gran memoria
mejor que en los triunfales himnos suena ;
de cuya gracia queda el alma llena,
resguardo fiel de la futura gloria.
¿Qué convidado habrá que satisfaga,
aunque le preste méritos el cielo,
a caridad, Señor, tan estupenda ?
Cubierto estáis ; mas no nos niegue el velo :
que acá en el tiempo nos dejáis por prenda
lo que en la eternidad nos dais por paga.
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[156]
AL COLGAR SAN IGNACIO LAS ARMAS EN MONSERRATE
5
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Cuelga Ignacio las armas por trofeo
de sí mismo en el templo y, con fe ardiente,
espera que las suyas le presente
quien le infunde tan bélico deseo ;
que así, en dejando el pastorcillo hebreo
el real arnés, le dio una fiel corriente
limpias las piedras, con que hirió en la frente
altiva al formidable filisteo.
Salid, pues, nuevo rayo de la guerra,
a los peligros que producen gloria;
oprimid fieras, tropellad gigantes;
que si al valor responde la vitoria,
no dejaréis cervices repugnantes
ni en los últimos fines de la tierra.
[157]
[A SANTA TERESA DE JESÚS]
A su Teresa, Cristo, en visión clara,
que no sufrió ni transparente velo,
«Si no hubiera criado esposa el cielo,
para ti sola, dijo, le criara».
Si corresponde estimación tan rara,
oh virgen, al fervor de vuestro celo,
i En 1522, aún convaleciente de las heridas recibidas luchando
contra los franceses en Pamplona,, San Ignacio acudió a Montserrat en agosto, y terminada la confesión que hizo con Juan
Xanones, colgó en el altar de la Virgen la espada y la daga y
regaló a un pobre su ropa, vistiéndose con una especie de saco
tosco y grosero que había comprado en Igualada. El día de la
Asunción abandonó el Monasterio.
8 I Samuel, 17-57-58.
42
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
¿cuál pura unión, o cuál felice vuelo
de absorto serafín se le compara?
Si a sola vos, y sólo en vuestras bodas
se os da por dote el ámbito glorioso,
que fue a las almas justas dedicado ;
decid si allí nos muestra el sacro Esposo,
que, aunque las ama en exquisito grado,
ha puesto en vos el mérito de todas.
[158]
ELEGÍA EN LA MUERTE DE LA REINA DOÑA MARGARITA,
NUESTRA SEÑORA *
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IB
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Con feliz parto puso al heredero
séptimo en los confines de la vida
la gran consorte del monarca ibero;
mas del rigor fecundo reprimida,
cedió a la ley del término absoluto,
bien que a maduros años prometida;
como del peso de su mismo fruto
tal vez se quiebra alguna fértil rama,
si al otoño da pródiga el tributo.
Lloremos, pues, oh musas, que la fama
de trágico ciprés ciñe la frente,
y a funerales lágrimas nos llama,
Y mientras llora el último occidente,
al teutónico reino muda el vuelo,
para que el caso mísero lamente.
Allí el Danubio, desatando el hielo
con que acostumbra suspender los bríos,
suelta las riendas al paterno celo.
Abunda el llanto hasta los Alpes fríos,
para que el monte más soberbio admita
sobre robustos árboles navios.
Doña Margarita de Austria murió en
ron.
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Y por donde cazar vio a Margarita
con flechas y arco en hábito sucinto,
queda la selva del dolor marchita.
Secos yacen los robres, laberinto
antes puro a los nidos, y en la ciega
sombra a fieras y a canes indistinto.
De aquí volando, al reino hesperio llega,
que, ilustre en espectáculos marciales,
agora en generosa paz sosiega.
Donde el Sebeto, dando a los mortales
preceptos de modestia, en mayor seno
deposita sus líquidos cristales;
porque entre humildes márgenes ameno,
deja el nombre en tocando las espumas
primeras que le ofrece el mar Tirreno.
Suspensa aquí sobre sus varías plumas,
al pueblo que fundaron los cumanos,
y lo sufrieron, émulo de Cumas,
dijo: «Llorad vuestra miseria, humanos;
que ya la esposa real, víctima pura,
cayó al rigor de las fatales manos.»
Esta voz formidable en la espesura
sacó las fieras de los mudos lechos,
estremeciendo la quietud escura.
Temblar sintió Parténope sus techos,
y, aï mismo horror, las madres apretaron
tímidas sus infantes a los pechos.
En ti, oh fértil Vesubio, amenazaron
las llamas del incendio repentino,
que a su investigador fiel te usurparon.
23 sucinto, «lo que está recogido y ceñido por abajo. Viene del
latín succintus, y en este sentido es de raro uso». Auís. Compárese:
«Píntanla [a Diana] variamente; de una manera, como diosa de
la caza, con el hábito de ninfa, recogido y sucinto, y con arco
y aljaba.» Herrera, op. cit., pág. 510.
28 reino herperio, Ñapóles.
31 Sebeto, el río que desemboca en el golto de Nápoies.
Véase otra referencia en el poema 44, v. 67.
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
Tus gemidos también, lago Lucrino,
se oyeron en los piélagos remotos,
donde, acusando el ímpetu marino,
entregaban ya roncos los pilotos
las popas de la gente vencedora,
faltos de industria, a sus piadosos votos.
Y tú, que en el Pusílipo a la aurora
veneras, oh cultor, con las ofrendas
que de esmeraldas y rubíes colora,
no ingieras las fructíferas, ni entiendas
en esa cumbre a maridar las vides,
que a los ramos amantes encomiendas.
Ni se lamente el arte, si divides
las que reposan en los verdes brazos,
de que se coronó algún tiempo Alcides;
que rotos ya los conyugales lazos
del consorcio real, no es bien que altiva
crezca la imitación de sus abrazos.
Y pues que de su ejemplo se deriva
la obligación común, todos lloremos
por pi'opria su viudez intempestiva.
Mas ¿qué es lo que primero lloraremos?
¿Aquel favor, que ya por la violencia
de un accidente vacilando vemos;
o en pecho femenil una prudencia
que aliviar pudo la cerviz de Atlante,
sin que el orbe sintiera diferencia ;
o el desconsuelo del marido amante ?
Porque si bien lo encubre a su palacio
con la tranquilidad que orna el semblante,
no a Euridice lloró con tal fe el tracio
viudo, que se obligó a la ley impía
de contener la vista un breve espacio,
cuando libró el suceso en la armonía
de su canto, por ver si el cetro fiero
a lástima segunda se movía.
58 Pusílipo es el promontorio de Pausüipo, al SO. de Ñapóles,
que penetra en el Tirreno, famoso por sus villas y jardines.
66 El árbol de Alcides es el álamo blanco. Véase la nota al
poema I, v. 32.
87 Es el conocido episodio de Orfeo y Euridice.
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Mas, i quién no llora, oh tierna grey, primero
vuestra orfandad? ¿Por cuál error los hados
decreto os fulminaron tan severo;
profunda turbación de los cuidados
públicos siempre, y del amor materno
al umbral de la luz desamparados?
¡ Oh con cuan generoso y con cuan tierno
afecto, augusta madre, los mirabas
dando licencia al regocijo interno!
Ya en la imaginación menospreciabas
el honor de las ínclitas memorias,
cuando el de tus infantes contemplabas.
Ya los viste cargados de Vitorias
de África y de Asia, en otros rudos mares
aventurarse a no tentadas glorias,
Y para establecer las militares,
erigir otras últimas colunas
en oprobrio de idólatras altares;
porque, acusando las felices cunas,
con dulce engaño anticipar debiste
la futura verdad de sus fortunas.
Mas, ¡oh cómo tu ejemplo enseña, ¡ay triste!,
que cuando el pecho menos se recela,
se avecina a la injuria que le embiste!
Así en la fe del bosque, Filomela,
al álamo que el caro nido abriga,
a sus implumes pajarillos vuela;
104 Alude a las columnas de Hércules.
112 Filomela, el ruiseñor, hija del rey Pandión y hermana
de Progne casada con Tereo. Habiendo éste convencido a su
mujer para llevar al palacio a Filomela, fue a buscarla, la violó
y le cortó la lengua, encerrándola en otro lugar. Filomela bordó
toda la historia y la hizo llegar a su hermana, quien, aprovechando unas bacanales, la rescató y la llevó consigo. Mató a su
hijo Itis e hizo servir sus miembros en un banquete, apareciendo
Filomela con la cabeza del niño. Perseguidas por Tereo, los dioses convirtieron a Progne en golondrina, Filomela en ruiseñor,
Tereo en abubilla e Itis en jilguero. (Ovi., Met., 6.) Es fábula
cuya descendencia en la poesía europea ha sido enorme.
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y discurriendo por la sombra amiga,
que a entregarle el depósito seguro
de las insidias rústicas se obliga,
la piedra que, escondido, tiró el duro
villano, la derriba de la planta,
ya infausto apoyo del amor más puro.
Y cuando, por quejarse al cielo, canta,
mirando el hospedaje dolorido,
y la voz queda asida a la garganta,
gimen sus esperanzas en el nido,
bien que en la superior rama compuesto,
y por sus fieles hojas defendido.
Nadie, pues, viendo el orbe tan funesto,
límites ponga al llanto: que mal cabe
prueba de grande fe en dolor modesto.
Si tú le fuiste protección suave,
señora, y en su afán le desamparas,
¿pudo temerse pérdida más grave?
Cayó contigo el templo, en cuyas aras
la llama levantó el ardor secreto,
por ministerio de virtudes raras,
¿Cuándo no fue el bien público tu objeto?
¿A cuál dolor, como a miseria ajena,
respondió tu piedad con tibio efeto?
Mas, ¿quién dirá tu espíritu, y cuan llena
de aquellos pensamientos superiores
le fue ornamento la porción terrena?
El huerto de aromáticos olores
halló en tu honestidad la sacra esposa,
que produjo a su amor místicas flores.
No guarda allí sus púrpuras la rosa
con espinas solícitas, que ornada
entre ramos pacíficos reposa;
porque tu sencillez, apoderada
de lo interior, no quiso ver la mente
más que de su decoro pertrechada.
No la limpia niñez, ni la inocente
infancia con la candida pureza
de tus afectos igualarse intente,
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Que no vio, sino en ti, naturaleza
seguir en un sujeto su ejercicio
unidas inocencia y sutileza.
Si el favor desta unión te fue un indicio
de la futura gloria, ¿habrá quien crea
que después te acudió menos propicio?
Con tal prenda, ¿qué mucho si desea
una alma hallarse presto desasida,
y por dar fin al tránsito pelea?
Deste impulso la tuya prevenida,
con júbilo modesto se dispuso
a fuga no, sino a triunfal salida.
El amor natural quedó confuso
de verse aborrecido, y tú venciendo
todos cuantos horrores contrapuso:
que entre las penas de acabar muriendo,
el temor de morir es la más fuerte,
porque amenaza efecto más horrendo,
Y así, cuando el espíritu divierte
el último pavor que allí le oprime,
¿qué le deja difícil a la muerte?
Ella su injuria y tus victorias gime,
mientras que las celebra alterno el coro,
que te introdujo en la ciudad sublime.
Allí ves cómo lucen sobre el oro
piedras con no imitable ornato insertas,
que en los muros extienden su tesoro.
Vive allí la escultura de las puertas ;
y el palacio inefable las ofrece
a tus insignes méritos abiertas,
Y sus anfiteatros, donde crece
coronada tan varia muchedumbre,
que, al parecer, de número carece;
sobre la cual, de inaccesible cumbre,
infundiendo misterios, reverbera
la plenitud de la fecunda lumbre;
con que, ilustrando la verdad primera
las mentes puras, hermosea sus faces,
y en recíproco amor las confedera.
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Destos mismos suaves y eficaces
resplandores vestida, a tu deseo,
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que aspiró a tanta gloria, satisfaces.
Y no la influye próvido el rodeo
del tiempo, ni al temor ni a la esperanza
deja llevar un mínimo trofeo.
Es una perfección sin semejanza,
parto de aquel objeto incircunscrito,
felicísimo y libre de mudanza.
No es concedido al inferior distrito,
oh soberbios mortales, ni un trasunto
que guarde proporción con lo infinito.
No el tiempo de mil siglos puede junto
ser de la eternidad un punto breve,
ni la parte menor del mismo punto.
¿Y hay dentro del quien a esperar se atreve
suerte feliz, con ver que no a la ira,
sino al soplo más vago se comueve?
¿Cuál pecho no se turba cuando mira
que le dieron tasados los alientos,
y que a cuenta del número respira?
¿Que es obra de discordes elementos,
que de la unión pacífica se afligen,
a renovar su enemistad atentos?
Tal como se contrajo en el origen,
de cuya ley mortífera llevados,
al término que huyeron se dirigen,
desde el punto antiquísimo en que, osados,
sacudieron de sí el informe peso,
que los tuvo indistintos y agravados.
2oo objeto incircunscrito, «no cerrado o no comprehendido de
términos y límites. Dícese propiamente de Dios por su inmensidad». Auts. Comp.: «y tengan embrazdo el escudo de la religión,
y delante de sí aquel eterno fuego que precedía a los reyes de
Persia, símbolo del otro incircunscripto, de quien recibe sus rayos
el sol». Saavedra Fajardo, Empresas, Clás. Castellanos, 8i,pág. 20,
206 punto, instante, momento. Comp.; «Que un hidalgo no
debe a otro que a Dios y al rey nada, ni es justo, siendo hombre
de bien, se descuide un punto de tener en mucho su persona.»
Lazarillo, Clás. Castellanos, 25, pág. 211.
222 agravados, pesados, de 'gra vis-grave'.
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Bien que al Amor se atribuyó el suceso,
sin cuya diligencia nunca pudo
naturaleza ver su parto expreso.
La Materia, en saliendo del caos rudo,
vio a la Forma, y ardió por su hermosura,
y de ambas hizo Amor el primer ñudo.
Allí admitió la universal mixtura
en el seno las varias calidades,
con que el común estrago se apresura.
Los montes envejecen, las ciudades
yacen, y de soberbias monarquías
ven dudosos vestigios las edades.
Y un día llegará, tras luengos días,
en que esta magnitud mortal, cansada,
sienta las postrimeras agonías.
Y pidiéralas hoy, pero alentada
con ver, alma real, que aunque te alejas,
por tu despojo queda venerada,
en este honor espera que a sus quejas
será prenda segura de consuelo
esta preciosa parte que le dejas.
No agora pues, ni cuando justo el cielo
en la restitución del vital hilo
llueva divinidad sobre este velo,
él pedirá, para surgir tranquilo,
las urnas odoríferas al Tibre,
ni los sepulcros bárbaros al Niío;
q Ue entre altares ungidos saldrá libre
de frágil vida y de segunda guerra,
con luz que eternos resplandores vibre.
Demás, que el globo le ofreció la tierra
para urna suya en los espacios, donde
encierra al mar y donde el mar la encierra ;
que a esculpidos trofeos corresponde
de tantos reinos vivo el ornamento,
desde Gades, que al día nos esconde,
228 Según los griegos, al principio del mundo sólo existían
el Amor, el Caos y la Tierra, y de la unión del Caos y el Amor
nacieron los hombres y las mujeres.
258 Gades, Cádiz.
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hasta donde Heles tuvo el fin violento,
y hasta la mar donde, con hielo cano,
cerúleos golfos entorpece el viento;
y desde el suelo que ara el africano,
vecino al reino en que privó a Siface
del cetro antiguo el vencedor romano,
hasta el terreno que sin lluvias yace
(bien que fértil) en agua vagabunda,
que de ignorados manantiales nace;
y del Pelusio, donde más profunda
en los rústicos límites (cuidado
perpetuo del cultor egipcio) inunda,
que asido al remo, en el batel pintado,
cuando aplaya la próvida corriente,
va inquiriendo el distrito de su arado,
hasta el gran lago, en que de incierta fuente
nacido, el Tánais la soberbia enfrena,
con que aspiró al honor de aquel tridente;
y hasta el mar odorífero, en que amena
vierte aromas la verde Trapobana,
y crece el oro entre su negra arena.
259 Heles o Helle, hija de Atamas, rey de Tebas, huyendo
de su madrastra con su hijo Frixo, se confió al mar sobre un
carnero, cuyo vellocino era de oro, para pasar a la Cólquida,
por el estrecho que separa la Tracia de la Troda, donde murió
ahogada.
263 Siface es Sifax, el rey númida que fue vencido por Escipión, como cuenta Salustio en De bello Jug., 5.4 y 14.8.
267 Parece alusión a Egipto.
268 Pelusio, Pelusia, en Egipto.
272 aplaya, «salir el río de madre, extendiéndose por ios
campos, inundándolos. E s voz compuesta de la partícula A y del
nombre playa, tiene uso en Aragón». Auts., que cita este verso
precisamente.
275 Tánais, el Don. (Tánais, hijo de Ponto y de Talasa, que
habiéndose enamorado de su madre, se arrojó a un río que tomó
su nombre.)
278 Trapobana, en Oriente. Comp.: «hubiera sido más seguro
empeñar su Majestad cualquier otro reino de los suyos que el de
Malucos, Trapobana o Malaca, o cualquier otro de aquel Oriente,
que en su opinión todos eran del Emperador», Mahicas, 46.
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Y la cuarta porción del orbe ufana
de no rendirse a términos algunos,
que ostentar pueda la noticia humana;
de donde, opuesto a vientos impoi'tunos,
descubrió el lusitano temerario
el gran comercio de los dos Neptunos;
sus provincias de culto y color vario,
que en las desnudas leyes naturales
sirven a tu derecho hereditario.
Para tal urna y ceremonias tales,
las estrellas, el sol y el hemisferio
han de ser templo y luces funerales.
Y porque de tan sacro ministerio
no participen las regiones solas
que conocen las leyes de tu imperio;
si en mar de heladas o fervientes olas
yace parte ulterior, no descubierta
al celo de las popas españolas,
por más que hoy viva de piedad desierta,
júntela el orbe agora con las cuatro,
hasta que de sepulcro las convierta
para tus alabanzas en teatro.
[159]
ELEGÍA EN LA MUERTE DEL CONDE DE GELVES,
DON FERNANDO DE CASTRO *
Cayó, señor, rendido al accidente
que anticipó los términos del hado,
tu Fernando en la edad más floreciente;
280 «La cuarta porción del orbe» era Asia, porque sólo había
cuatro partes del mundo.
* Don Fernando de Castro, conde de Gelves, hermano del
Conde de Lemos, murió en 1608. Véase Fernández de Bethencourt,
Historia genealógica y heráldica de la Monarquía española, IV
(Madrid, 1902), págs. 560 y sigs.; pero la elegía data de 1610, según indicó E. Melé, fijando su atención en los vs. 193-198 («Tra
viceré, scianziati e poeti..,>> en el Bulletin Hispanique, X X X I
[I9?-9]i pág. 261, nota).
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
cual purpúreo jacinto que, agravado
de la lluvia, inclinó al humor el brío,
o al pasar le tocó el severo arado.
No quedó ninfa en el pinciano río
que de dolor no diese alguna muestra,
mirando en su ribera el cuerpo frío.
Llórale Mantua, que esperó en su diestra
bélicas glorias, cuando en paz festiva
lo vio animar la juvenil palestra.
Depuso Betis la feliz oliva
a la fama del caso, y entre tanto
asombró con ciprés la frente altiva.
Pero en Galicia, donde, con espanto,
produjo flores súbitas la cuna,
que aplacó de su infancia el primer llanto,
el fausto alcázar de su real fortuna,
ya en tiempos de aquel bien poco distantes,
los mismos astros que alabó importuna.
Mas, ¿quién retratará vuestros semblantes,
oh madre, oh esposa, oh hermanos, si del cielo
no le infunden alientos abundantes?
Extienda Euterpe el ingenioso velo
con que antiguo pincel en igual caso
nos descubrió el paterno desconsuelo;
que aunque al son de sus números Parnaso
interrumpa el celeste movimiento,
y a las ondas estigias halle paso,
si a la razón se iguala el sentimiento,
ni con graves coturnos repetido,
podrá no parecer remiso y lento.
Como tal vez el árbol sacudido
del viento enviuda de sus tiernas hojas,
de que sombra esperó y honor florido,
5 humor, líquido. Véase otro ejemplo en el poema 44, v. 599.
7 pinciano rio, el Esgueva o el Pisuerga, de Valladolid.
re Los Castros eran de Monforte de Lernos.
28 números, los números poéticos, versos. Véase la nota
al v. 7 del poema 97.
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y perdona a las pálidas o rojas,
que vieron sazonar consortes frutos,
y en el cansado ramo tiemblan flojas,
así los hados turban absolutos
el orden de las cosas tributarias,
y dilatan o cobran sus tributos,
Destas ejecuciones voluntarias
yaces, Fernando, y yacen imperfetas
varias acciones de virtudes varias;
como quedaran al horror sujetas
las de nuestra región, si el sol faltara,
o indistinta la luz de los planetas.
Contigo falleció la fuerza rara,
con que desnudo el animoso acero,
ni a la clava de Alcides respetara.
¿Quién dará ley al corredor guerrero
de los rebaños béticos, que viven
dispuestos siempre al ejercicio fiero;
cuyas fogosas madres, que reciben
la esperada virtud por el olfato,
de los fecundos céfiros conciben?
¿A quién fue el polvo olímpico tan grato
como a ti el circo, en que se vibran lanzas
con armas limpias o africano ornato?
Y no por el concento de alabanzas,
que atribuyen la auras populares;
que otro fin se imprimió en tus esperanzas.
57 Abundan las referencias literarias a la leyenda de que las
yeguas andaluzas concebían del céfiro. Comp.:
Aquí de ios caballos, sacrificio
del furibundo Marte, hay tan hermosas
madres, que han dado de que son indicios,
como en el Betis, fáciles esposas;
porque en el curso y materno oíicio
exceden las dehesas gamenosas,
si pueden ser que las dejaron graves
de Portugal los céfiros suaves.
Lope de Vega, La, Filomena, pág. 710.
6i concento, «canto acordado, harmonioso y dulce que resulta
de diversas voces concertadas». Auts.
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGEN SOLA
Llamábante las glorias militares;
mas por ventura maternal respeto
te obligó a no dejar los patrios lares.
Que ya tú, por estímulo secreto,
te dedicabas a la fama eterna,
cuando estorbó la muerte el noble efeto,
Así el tierno león, que en la caverna
líbica, en que nació crece al cuidado
que solicita la piedad materna,
conociéndose adulto y obligado
a la virtud de su niñez ardiente,
y con soberbia leche alimentado,
ya como a r m a r s e las quijadas siente,
pomposa ondea en la cerviz la greña,
y en las uñas creció el vigor reciente,
el sustento pacífico desdeña,
porque sangre feroz le pide el gusto,
y rabia por dejar la ociosa peña.
Mas cuando un t i g r e o toro el m á s robusto
a los noveles ímpetus destina,
p a r a domar después el campo adusto,
de accidente mortal en la vecina
selva expiró la fiera generosa,
que amenazaba general ruina.
P e r o de otra invasión m á s poderosa,
donde quien huye vence, oh g r a n Fernando,
seguiste la Vitoria prodigiosa;
entre amorosas gracias conquistando
un honesto favor, donde el sentido
halla el inaccesible objeto blando;
tal que en sí juzga el corazón herido
de rígida hermosura, que Diana
tira las mismas flechas que Cupido.
¿Quién armó, como tú, la mente humana
para asaltar la dulce tiranía,
conservando el decoro a la tirana?
Sirvieron la esperanza y la osadía
a la razón, y sin que Amor se queje,
guardaron los afectos cortesía.
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Porque Diana, era la diosa de la caza.
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¿Cuál frente, de las ñores que Amor teje,
favorecida, habrá que al olor de ellas
pretensiones divinas aconseje?
Ardiente joven fuiste a sus centellas,
mas no encendieron la sublime parte
que en ti vieron humildes las estrellas.
No fue vulgar, no fue vulgar el arte
con que, sin deshonor de las prisiones,
en los peligros fuiste interior Marte.
No respetó la muerte las acciones,
a que presto se viera reducida
la heroica prevención de tantos dones.
Pero sí al tardo ocaso de su vida
guardaba alguna trágica miseria,
piedad fue humana apresurar la herida.
Si muriera Aníbal, cuando en Hesperia
la fortuna, a sus armas obediente,
para glorioso fin le dio materia,
no huyera en la vejez a ser cliente
de un griego rey, (¡ Oh glorías nuestras vanas !
No hay bien que en larga edad no se descuente. )
No muere a manos griegas ni romanas,
sino al veneno que le dio su anillo,
vengador de la pérdida de Canas.
Y tú, Magno Pompeyo, fiel caudillo
de la causa más justa, a quien Tesalia
reservó para un bárbaro cuchillo,
próvidas fiebres antes en Italia,
luchando con el hado, pretendieron
librarte de los campos de Farsalia ;
pero los votos públicos vencieron,
unidos al clamor de las ciudades,
que su salud en tu salud pusieron.
122 El ms. 4141, pag. 391, anota: «Imitó en esto de Aníbal
a Jube., saty. to: "Expende Annibalem, quot libras in duce
soramo invenies." Et mox: / Kursus ad ethyopum populos alios
que eiephantos, additur impertís.»
130 Para ia muerte de Pompeyo, véase la nota ai v. 8 de)
poema 26.
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Como prodigio luce a las edades
la memoria del joven macedonio,
nacido para ver felicidades;
mas, ¡cuan triste nos diera el testimonio,
si sus progresos no atajara presto
la envidia del veneno babilonio!
Bien que el ánimo siempre tan modesto
mostró Fernando a glorias y ruinas,
que ningunas lo hallaran descompuesto;
pues cuando ambas fortunas repentinas
tentaran su constancia de improviso,
hubieran de vencer fuerzas divinas,
cuya virtud, cuando el interno aviso
puso al alma en estado más sereno,
al gran origen trasladarla quiso;
porque acá no le dieran triunfo lleno
latinas ni asiáticas victorias,
ni cuantas adquirió el valor ajeno,
Y si voló del tiempo a eternas glorias,
¿cuánto debe al suspiro poderoso,
que le forzó a dejar las transitorias?
Él mira agora el orden victorioso
de sus progenitores, ya inmortales,
en el firme consorcio del reposo.
Penetra los diáfanos cristales
y escucha el son que armónicas despiden,
impelidas, las ruedas celestiales.
Nota la ley con que sus lumbres miden
la magnitud del término prescrito,
las zonas que la cercan y dividen.
Y al abrasado amor, sólo infinito,
por las amadas prendas intercede,
que absortas mira en el mortal distrito.
Esta piadosa fe consolar puede,
y aun reprehender, señoi*, el llanto largo,
si de sufribles límites excede;
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Alude a la muerte de Alejandro Magno.
Es la conocida doctrina pitagórica de la música celeste.
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que aunque el dolor primero es tan amargo,
aquel vigor infuso ¿a quién no anima
de la esperanza que nos tiene a cargo?
Quien la ignora o la niega, llore y gima;
que tú a su inspiración acudir debes,
cuando naturaleza le lastima.
Modera, pues., las lágrimas que Hueves;
que no siempre la escarcha al sol resiste,
ni el monte yerto de obstinadas nieves.
No para que nos den lluvias embiste
siempre el Austro a las nubes, ni el hibierno
ama siempre el horror del aire triste.
Ni cuando Héctor murió, el dolor fraterno
se entrañó en los hermanos afligidos
tanto que lo juzgasen por eterno.
Tú solo no das ley a los sentidos;
antes en tu silencio escuchar sueles
del indómito afecto los bramidos.
¿ P o r cuál fruto, señor, no lo compeles?
¿No es mengua de tus fuerzas interiores
que en la suerte común te desconsueles?
No es tiempo ya que el grave caso llores,
pues desde que lo viste, dio el verano
la recompensa de la lluvia en flores.
Y, ceñidas las sienes, el villano,
segunda vez de pálidas espigas,
a surcos fieles encomienda el grano.
¿Siquiera por su ejemplo no mitigas
la obstinada tristeza, donde llevas
el hibierno interior de tus fatigas?
Del cual suele nacer que cuando elevas
la mente a la razón, acuden luego
del antiguo dolor lágrimas nuevas.
Busquemos, pues, busquemos el sosiego
en la inmortalidad, que nos alienta
a robar de su esfera el sacro fuego;
184 A Príamo se le atribuían cincuenta hijos, habidos entre
su esposa y concubinas, como Héctor, París, Heleno, Agaton,
Creusa, Iliona, etc.
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGEN SOLA
y el alma, si no libre, mas atenta,
por los objetos ínclitos anhela,
que su meditación le representa.
El tiempo con los suyos desconsuela,
que apriesa los desarma y desfigura,
y, no saciado de victorias, vuela.
El mármol que, soberbio en su escultura,
a los quietos huesos de tu hermano
ofreció venerable sepoltura,
¿quién sabe si también fue cuerpo humano
en otro siglo y lo pasó la muerte
por su alterable variedad temprano?
El sujeto más sólido y más fuerte
entre la fuga de los tiempos medra
cuando en sorda materia se convierte.
Y otros verán cómo tenaz la yedra
lamiendo ofenderá los tersos lados
al epitafio de la ilustre piedra.
Los sepulcros también sienten sus hados,
como las otras fábricas; mas antes
los montes mismos contra el tiempo armados.
Nuestros Pirenes, pues, o los Atlantes
de África, guarden minas, viertan ríos
en los senos avaros y arrogantes;
que del humor y del metal vacíos,
inclinarán decrépitas las frentes,
que agolpa ocupan árboles sombríos.
Ni a vosotras tampoco, oh sacras fuentes,
de vuestro parto líquido y sonoro
eternas se os libraron las corrientes.
Si a las ondas del Tajo enturbia el oro,
y a la luz oriental se opone Ibero,
mejorando sus aguas el decoro,
238 Se decía que las arenas del Tajo eran auríferas. Compárese:
«Las telas eran hechas y tejidas / del oro que el felice Tajo envía.»
Garcilaso, Égl. Ill, vs. 105-106. «Venistes finalmente a las arenas /
del Tajo (agora creo que son de oro).» Lope de Vega, La Filomena, pág. 792.
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huirán las linfas y el honor primero
de las urnas, agora manantiales,
obedeciendo al disponer severo.
Y aunque agora entre sombras pastorales
execrable segur suena y derriba
sus troncos para fábricas navales,
¿quién sabe si la suerte sucesiva
quiere, alterando el ser de los extremos,
que el mar para rebaños se aperciba?
Quizá los verdes golfos, donde hoy vemos
mover las esperanzas de los reyes
globos de espuma entre ambiciosos remos,
culto recibirán y agrestes leyes;
verán lucir las premiadoras hoces,
y en su labor sudar los tardos bueyes.
Pasan los siglos a su fin veloces,
sin que del curso retroceda una hora
por tiernos votos ni vehementes voces.
La edad, contra sus obras vencedora,
reserva para un último gemido
las mismas que alimenta y atesora;
porque origen mortal les fue infundido,
cuando les dieron el lugar segundo,
peso en su mismo centro sostenido.
La Materia, en el tálamo fecundo,
admitió los primeros himeneos,
y elementos discordes sintió el mundo.
Desde entonces, con ansias y deseos,
que las formas le dan, volver porfía
al primer caos por íntimos rodeos.
Mas la luz de más fiel filosofía,
por otros más seguros y propicios,
a la región de la verdad nos guía;
entre cuyos lucientes edificios
forma el número electo de las almas
estruendo de triunfales ejercicios,
¡Oh eterna pompa, oh incorruptibles palmas!
267 Alude a cómo al principio del mundo sólo existían el Caso,
el Amor y la Tierra. Véase la nota al v. 228 del poema 158.
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BARTOLOMÉ LEONARDO DB ARGËNSOLA
[160]
AL CONDE DE LEMOS, DON FRANCISCO, HOY EL PADRE
F E . AGUSTÍN DE CASTRO, SIENDO CONDE DE CASTRO*
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Joven real por el poder del hado,
bien que adulando a tu elección gloriosa,
a España y sus deseos usurpado,
como en Tesalia alguna vez reposa
Febo no menos claro ni fecundo,
cuando usa de su cítara amorosa ;
tu grande hermano (Apolo al primer mundo)
suspende así la rueda con que mueve
las causas inferiores del segundo;
y ornado de las flores que las nueve
celestiales hermanas le han tejido,
con ellas logra aquella tregua breve.
Yo, en estos doctos ocios admitido,
y sin rigor del mérito, a su gracia,
ver frutos de tu ingenio he merecido.
Versos tuyos oí, cuya eficacia
obrara en todo objeto resistente
lo que la voz del músico de Tracia.
Pero es el argumento diferente;
que al bien pasado lágrimas dio Orfeo;
tú aplausos y alabanzas al presente.
* Don Francisco de Castro, hermano del Conde de Lemos,
nació en Madrid en 1579. Fue embajador en Venecia y Roma,
y en 1616 se hizo cargo del virreinato de Ñapóles, hasta la llegada
del Duque de Osuna, pasando después de virrey a Sicilia. En
Ñapóles había casado con doña Lucrecia Legnano de Gatinara,
Duquesa de Taurisano, que murió de sobreparto en Zaragoza
en 1623. En 1629 ingresó en la orden de San Benito, en el Monasterio de Sahagún, tomando el nombre de fray Agustín de Castro.
(Véase Fernández de Bethencourt, op. cit., IV, págs. 558 y sigs.)
El ms. 521 de la B. P. de Toledo, indica: «Bartolomé Leonardo
a don Francisco de Castro, embajador en Roma, hermano del
Conde de Lemos.» El epígrafe de las Rimas es de Gabriel Leonardo.
7 El ms. 4141, pág. 217, anota: «Alude a ser Presidente del
Consejo de Indias el Conde don Pedro.»
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En el cual, como iguales Himeneo
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hizo a las esperanzas las victorias,
no por la posesión mengua el deseo.
Que aun de amargos sucesos las memorias,
en paces conyugales repetidas,
son alimento a sucesivas glorias.
I Oh felices consortes, cuyas vidas
a unión tan fiel, que a la mortal excede,
mira la humana envidia reducidas !
Ejemplo sois de cómo en tiempo puede
imitarse en la tierra el gozo santo,
que en la inmortalidad se nos concede.
Ésta fue la materia de tu canto ;
mas con tanta elegancia la describes,
que ninguna ambición aspiró a tanto.
Pero, ¿ qué hay que admirar, si la recibes
de un raro ingenio de doctrina lleno,
y del afecto a cuyas leyes vives?
Tras esto cuentas cómo os da el Tirreno
alegre a vuestras redes varios peces,
que libres discurrían en su seno ;
cómo gozas la presa, y cómo a veces,
dilatando la muerte a los menores,
a las maternas ondas los ofreces.
Y cómo tú, de ver los pescadores
a la presa, a la red y al barco atentos,
lo quedas a discursos superiores.
Es mucho de elevados pensamientos
poner en grandes cosas el juicio,
sirviendo las humildes de instrumentos.
Y todo aquel marítimo ejercicio
al de la suerte humana comprehende,
y al ambicioso fin de su artificio.
La astuta fraude ¡cuántas redes tiende!
i Qué cárcel teje a la verdad sencilla,
con que le pone horror, si no la prende !
40 El citado ms. apostilla: «Casóse en Italia don Francisco,
de donde escribió a Bartolomé Leonardo lo que aquí se refiere.»
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¿Qué es la vida mortal sino barquilla,
de tablas no, de vidrios fabricada,
expuesta a tempestad aun en la orilla?
Y el agua, en sus profundos saqueada,
¿no prueba o amenaza que no hay parte
de robadoras manos reservada?
¿Dónde podremos, santa paz, hallarte,
si no hallas tu secreto ni seguro
en la naturaleza contra el arte?
Deste común estrago conjecturo
que nos da a conocer quien lo permite
que te guarda un lugar más limpio y puro ;
y si acá te lo niega, es porque incite
a la mente inmortal la repugnancia,
para que así las alas ejercite,
Pero mi voz, ¿por qué cobró arrogancia
en sujeto adornado por la musa,
que oprime a quien imita su elegancia?
Callemos, pues, que no es bastante excusa
(para quien el error previno) el celo;
antes su misma prevención lo acusa.
Tiempo vendrá que algún dichoso vuelo
me suba a tus gloriosas alabanzas,
y suenen en lo cóncavo del cielo.
Pues si mayores bienaventuranzas
en ti libró, por esta fuerza espero
efecto a mis soberbias esperanzas.
¿8 La. metáfora de la vida como barca arranca de la antigüedad. Véase E. S. Morby, «A Footnote on Lope de Vega's barquillas», Romance Philology, VI (1952-1953)» P á g s - 2 8 9 y sigs. Compárese:
Para que no te vayas,
pobre barquilla, a pique,
lastremos de desdichas
tu fundamento triste.
Pobre barquilla mía,
entre peñascos rota,
sin velas desvelada,
y entre las olas sola.
Lope de Vega, La Dorotea, edición
citada, págs. 217 y 273.
RIMAS
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Tu prosapia real diré primero ;
mas en los tres hermanos en quien dura,
no tendré envidia del sujeto a Homero.
La edad presente muestra, y la futura,
en ellos los insignes Ger'íones,
cuyo valor la ilustra y la asegura ;
en cuyos tres unidos corazones
generoso respira un solo aliento,
dando conformidad a sus acciones.
Escudos de la patria y fundamento
de su veneración, de la cual toma
diverso el orbe ejemplo y escarmiento.
Celebre sus trecientos Fabios Roma,
con quien sin filos de otra espada extraña
(bien que muriendo) a los Veyentos doma,
que con tres Castros se le opone España,
cuyo raro valor, aunque la furia
del tiempo con la muerte se acompaña,
insigne les hará y eterna injuria.
[161]
A UN RELOJ QUE TENÍA EL CONDE DE LEMOS, DON PEDRO,
SIENDO VIRREY DE ÑAPÓLES, QUE ERA UN GLOBO SUSTENTADO POR ATLANTLE *
Oh tú, en cuya cerviz la fuerza estriba,
en que alternan los orbes celestiales
al tiempo la vitoria fugitiva,
y con ruedas de próvidos metales
le diriges apriesa lenta el vuelo,
para que guarde términos iguales;
86 El mismo ms. anota: «Don Pedro, don Francisco, don Fernando de Castro.»)
89 Sobre ios Geriones, véase la nota en la pág. 5 del tomo I
99 Veyentos, los habitantes de Veies, pueblo de la Etruria.
* Escrito en Ñapóles durante su estancia al lado del Conde
de Lemos. Pero algunos mss. precisan que ese reloj «sirve en la
cámara del Excelentísimo Conde de Lemos»,
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precioso emblema y místico modelo,
que Atlante con razón llamarte puedes,
como ese globo emulación del cielo;
aunque, a pesar de Siracusa, excedes
en la felicidad de la osadía
a los volubles vidrios de Arquímedes,
no fundes tu alabanza en su armonia?
ni en la escultura insigne del semblantef
que a los buriles griegos desafía;
sino en cuanto te forman semejante
al héroe que ejercita el grande oficio
que se atribuye al fabuloso Atlante;
porque si dan su celo y su juicio,
como causas fatales y primeras,
a la virtud intrépido ejercicio,
¿qué serán sus cuidados, sino esferas
que en hombros del espíritu robusto
influyen providentes y ligeras?
Imperio influyen tan benigno y justo,
que, con la antigüedad bien conferido,
queda sin opinión la paz de Augusto.
Aquí, ahuyentado el ocio y el olvido,
suena por estas ruedas animadas
el tiempo en horas justas dividido,
Y en tal fe con la paz confederadas
se reportan las bélicas acciones,
que sirven a las leyes las espadas.
Tú, magnánimo Castro, las compones
a ejemplo de ti mismo, y por ti vemos
que se precian de amar sus proporciones.
12 «los volubles vidrios de Arquímedes» son los famosos espe*
jos con que Arquímedes intentó defender Siracusa de las naves
de Marcelo. Comp.: «Desa manera le habrá sucededido lo que
suele con los espejos cóncavos, que, opuestos al sol, por reflexión
arrojan fuego, que abrasa fácilmente la materia dispuesta que
se aplica, como cuentan del espejo de Arquímedes con que abrasó
las naves enemigas.» Lope de Vega, La Dorotea, pág. 241. Para
más detalles, véase la nota a las Rimas de Lupercio, págs. 194
y 195-
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Y a la que en ti reduce los extremos,
mansedumbre y rigor, a unión fraterna,
el público descanso agradecemos;
porque obrando a más luz la fuerza interna,
que imprimió en tus afectos compostura,
el comercio político gobierna.
Y la naturaleza lo asegura
con las súbitas mieses, que le ofrece
sin labor de ambiciosa agricultura.
Pues la constelación que nos parece
que a nuestras esperanzas mueve guerra,
depuesto su furor, las obedece.
¿Qué suerte es ésta, o qué deidad se encierra
en tu valor, que impide la venganza,
de los astros, tal vez, contra la tierra?
Sienten los altos círculos mudanza,
y a tu honor los soberbios elementos
en su obediencia buscan alabanza.
Tú desarmas los rígidos portentos,
por ti recibe el aire resplandores,
y pacífico el soplo de los vientos.
Retrocede por ti a las superiores
nubes el agua, y de los turbios vasos
desciende a dar origen a las flores.
Y el año, sin recelo de los casos
que nacen de impresión inobediente,
vuelve asimismo por sus mismos pasos.
Es necessario, al fin, que se sustente
esta del bien común fábrica inmensa,
como en su esencia, en tu cerviz valiente;
pues con razón, librada su defensa
en esos felicísimos cuidados,
prevalecer en fuerza dellos piensa
contra las amenazas de los hados.
VOL. 185.—3
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[162]
A FERNANDO DE SOEIA GALVARRO *
Yo quiero, mi Fernando, obedecerte,
y en cosas leves discurrir contigo,
como quien de las graves se divierte;
por lo cual será bien que las que digo
no salgan fuera del distrito nuestro:
que al fin van de un amigo al otro amigo,
Y no soy tan soberbio ni tan diestro
en dar preceptos y admitir enmiendas,
que aspire a proceder como maestro.
Digo, pues, que me place el ver que atiendas
tanto a las filosóficas verdades,
que siempre de sus órdenes dependas;
pero que alguna vez te desenfades
de aquel rigor, y el gusto no apremiado
se cebe en más benignas facultades;
que si ellas guardan su nativo agrado,
no será menester que lo compelas
a seguir lo que yo le persuado«
Que allí no hay que ocurrir a las cautelas,
que por ventura un tiempo ejercitabas,
como lo enseñan hoy nuestras escuelas;
cuando, para probar tu intento, andabas
afilando entimemas, que volantes
salen de las dialécticas aljabas,
* Fernando de Soria Galvarro, amigo de Lupercio también,
al que dirigió un soneto [89], fue chantre de la catedral de Córdoba, ayo de los hijos de don Francisco de Castro, capellán de
su Majestad y discreto poeta. Véase Dámaso Alonso y S. Reckert,
Vida y obra de Medrano, Madrid, 1958.
19 ocurrir, recurrir. Cautelas, engaños. Véase otro ejemplo en
el poema 48, v. 378,
23 entimema es <ran razonamiento cuyas premisas son meramente probables o constituyen simplemente ejemplos». J. Ferrater
Mora, Diccionario de Filosofía abreviado.
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porque a lo ya pacífico levantes
por diversión el gusto con las nueve
Piérides, ingenuas y elegantes.
Y la canuda historia, que nos debe,
a pesar de la muerte, ejemplos vivos,
por los vestigios de la edad te lleve.
Y saliendo después de sus archivos,
al poético ardor se ofrezca el pecho,
dispuesto a pensamientos más altivos.
Esta excelente inclinación sospecho
(sin que preceda riguroso examen)
que es la que más te deja satisfecho.
Sigúela, pues, por más que la desamen
îa inconsideración y la fortuna;
no aflijas con violencias tu dictamen.
Y cuando, en la sazón más importuna,
sigue aquél en la selva unos ladridos
al resplandor escaso de la luna,
y el otro rinde al juego los sentidos,
o en indignos sujetos que no ignoras,
andan nuestros patricios divertidos,
tú, retirado en las nocturnas horas,
escribe a vigilante lamparilla,
o en la estudiosa luz de las auroras,
contra el rapaz que la razón humilla,
remedios nuevos, con primor juntando
en los versos deleite y maravilla.
Y si te instiga más, dulce Fernando,
la fama de magnánimas acciones,
costumbres y provincias explorando;
o si a canto más digno te dispones,
inquiriendo el concurso de los siete
planetas y sus varias impresiones,
27 Piérides, las nueve Musas, por habitar en el monte Pierio.
«Llámanse Piérides las Musas por la amenidad y soledades del
monte Pierio, porque se deleitan con los lugares secretos por
causa de los estudios liberales.» Herrera, op. cit., pág. 491,
28 canuda» canosa, vieja, de 'cana*. Comp.: «Tengas mil
hombres viejos engañados; / en sus canudas barbas te regales.»
Lupercio, Rimas, pág. 93.
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resuélvete al designio y acomete;
que a seguir sus estímulos resuelto,
el orbe encerrarás en tu retrete.
Pero si no te hallares desenvuelto
en consonar nuestro lenguaje, fía
la empresa al generoso verso suelto;
porque la libertad de su armonía,
como sólo sus números respeta,
de emparentar las voces se desvía.
Y el que atiende a la parte más perfeta,
ponderando y midiendo consonantes,
a ridículo estorbo se sujeta.
¡El ser forzoso que apercibas antes
lo menos sustancial, verbos y nombres,
que suenen con acentos semejantes;
y que si ha de acabar la estánza en hombres,
como si te mostrase alguna fiera,
diga el verso anterior, ¿qué?, no te asombres!
Por esto apenas oyes rima entera,
con ambas partes fáciles y llanas,
y excluyes por ociosa la primera;
como para guisar palustres ranas,
que, sospechoso el cuerpecillo todo,
las piernas sólo nos ofrecen sanas;
y cuando aplaya el Nilo, deste modo
causa el fecundo sol generaciones
en las graseras del informe lodo,
que organiza los húmedos terrones,
escarban ya los pies, gruñen las testas,
sin darles forma entera de ratones.
Desde que llevan consonante a cuestas,
miran su trabazón los versos ruda,
con voces no importantes ni dispuestas.
6o retrete, habitación retirada. Véase la nota al v. 401 del
poema 43.
82 Para aplaya, salir el río de madre, véase la nota al poema 158, v. 272.
84 grasezas, de 'graso'. Comp,: «Abdomen es graseza de carne»;
«Cafarnaum se interpreta villa de graseza,» A. de Falencia, Universal vocabulario, fols, 2 y 51.
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Concedo que a las veces nos ayuda
y apoya la sentencia, si lo ablanda
el arte, o a mejor lugar lo muda.
La fuerza del dinero o sirve o manda,
y la del consonante; que igualmente
por unos des tos dos extremos anda.
Mas quien por una cláusula elocuente,
para un final escrita de antemano,
pasa inculta la parte precedente,
¿en qué se diferencia de un tirano
que por medios injustos encamina
alguna utilidad del trato humano?
Perezca la política dotrina
que por sacar de la maldad ganancia
la ley de las virtudes arruina.
Pero si acomodar la consonancia
con liberalidad o con miseria
es en las rimas caso de importancia,
el escritor abunda en la materia,
para que se le vengan a la pluma
cuantas palabras vuelan en Iberia.
Mas el furor nativo no presuma
reducirlas a número y concierto
sin sumo estudio y sin industria suma.
Homero, en estas ondas tan experto,
que sobre trozos de animosas naves
responde como oráculo en el puerto,
para ser más acepto a las suaves
musas, surcó primero luengos días
profundos golfos de otras ciencias graves.
Si tú para las dos filosofías,
ya por Platón, de Sócrates conoces
las siempre misteriosas ironías,
95 Abundan mucho las referencias a la «fuerza del consonante».
Compárese: «Y en esto debes creer que me sucedió como a los
poetas, que dicen muchas veces por el consonante lo que no pensaron por el ingenio.» Lope de Vega» La Dorotea, pág. 271. En una
carta al Duque de Sessa dice el mismo Lope: «La necesidad,
señor, es como los consonantes en los poetas, que obligan a la
razón a lo que el hombre no piensa.» Lope de Vega en sus cartas,
edición de A. González de Amezúa, TV (Madrid, 1943), pág. 108.
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y prender te dejaste de las voces
con que suele el sutil Estagirita
dar caza a los espíritus veloces,
por esa docta antigüedad escrita
deja correr tu ingenio, y, sin recelo,
conforme a su elección, roba o imita.
Suelta después al voluntario vuelo
pomposa vela en golfo tan remoto,
que no descubra sino mar y cielo,
no navegante ya, sino piloto
intrépido a las olas insolentes,
tanto como a los ímpetus del Noto.
Quiero decir que cuando en las corrientes
métodos varios te hayas dado filos,
con destreza ya propria los frecuentes;
porque los dos genéricos estilos
más de un naufragio nuevo nos avisa
que no por frecuentados son tranquilos.
Obliga el uno a brevedad concisa;
que aunque la demasiada luz desama,
precia la elocución peinada y lisa.
Y no sólo el honor del epigrama
recibe calidad deste preceto,
sino la lira, con que Amor nos llama.
El trágico fervor puesto en aprieto,
y la sátira, en este caso amiga
siempre del panegírico perfeto.
El émulo de Píndaro lo diga,
por quien Venosa el título recibe
que a venerar a Tebas nos obliga;
y en el romano autor que en prosa escribe
(desde que falleció su Augusto) Annales,
el compendioso laconismo vive.
A Trajano sus dotes inmortales
refiere Plinio en este acento puro,
sin voces tenebrosas ni triviales.
152 Horacio, que nació en Venusia.
155 Cornelio Tácito, cuyos Anales, según algún códice, se
comienzan a la muerte de Augusto, íab excessu divi Augustít.
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De las primeras, ¿quién corrió seguro,
si el presbítero docto de Cartago,
aspirando a ser breve, quedó escuro?
Mas quien al genio floreciente y vago
de Séneca llamó cal sin arena,
no probó los efectos de su halago.
No niego yo que, de sentencias llena,
la agudeza sin límites congoja,
y al rigor con que hiere nos condena ;
como la nube que granizo arroja
sobre esperanzas rústicas floridas,
que aquí destronca y acullá deshoja;
y al golpe de las recias avenidas
mira el cultor su industria defraudada,
que yace entre las ramas esparcidas,
La fuerza, pues, no venga arrebatada
en esta brevedad jaculatoria,
si quieres que deleite y persuada;
aunque por ambición de mayor gloria
fleche cada palabra una sentencia
y obre cada sentencia una victoria;
que en el segundo estilo hay elocuencia,
que entre la igual corriente del progreso
anima su fervor con la frecuencia,
y en su mediocridad lleva gran peso,
pues sin que lo envilezca ni lo encumbre,
le suele dar más próspero suceso.
Pruébase por razón y por costumbre
que, aunque no influye en término tan breve,
insta con más vigor la mansedumbre.
Como en hibierno decender la nieve
tan sosegada vemos, que al sentido
parece que ni baja ni se mueve;
pero en valles y montes recibido
de la candida lluvia el humor lento
los cubre y fertiliza sin ruido.
Con la perseverancia deste aliento,
canta Homero las iras juveniles,
y el orbe escucha atónito o atento.
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Ahide a San Agustín, de Tagaste (Ntimidia),
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Y Marón los afectos pastoriles,
el culto agreste y el varón troyano
que el cielo arrebató al furor de Aquiles,
Este que llama el vulgo estilo llano
encubre tantas fuerzas, que quien osa
tal vez acometerle, suda en vano.
Y su facilidad dificultosa
también convida y desanima luego
en los dos corifeos de la prosa.
Fulmina la retórica del griego;
pero desata aquel vigor divino
en la igualdad frecuente con sosiego.
No menos el Demóstenes latino,
para cuya riqueza usurpa el oro,
que nació en minas áticas, Arpiño.
Yo ha mucho que lo hurté para el decoro
de algún poema, y hecho el aparato,
me asenté sobre el arca del tesoro.
Porque me profanó el cuidado ingrato
de gran causa civil, a pesar mío,
y es menester purgarme de su trato;
que, al fin, no sufre la altivez de Clío
que canto venerable se medite,
sino en la soledad de su desvío.
Demás desto no falta quien me incite
a que, si ornarme de laurel deseo,
los números latinos ejercite;
porque gusta de ver aquel museo
la ostentación del dáctilo gallarda
tropellar la quietud del espondeo;
20i Eneas, que huyó con su padre después del incendio de
Troya.
211 Es Cicerón.
218 Alude a las famosas aLteracion.es de Aragón, con motivo
de la huida de Antonio Pérez. Véase el prólogo, pág, rx.
22Ó museo, academia, grupo docto, porque se llamaba así
«el lugar destinado para el estudio de las ciencias, letras humanas
y artes liberales». Auts.
227 dáctilo, pie de la poesía clásica que consta de una sílaba
larga y dos breves.
228 espondeo, otro pie clásico, compuesto de dos sílabas largan.
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y cuando aquél prosigue y éste tarda,
más gracia desta priesa y deste espacio
que de los pies de nuestro verso aguarda.
Mas yo sé bien el sueño con que Horacio
(antes el mismo Rómulo) me enseña
que llevar versos al antiguo Lacio
fuera lo mismo que a los bosques leña,
y trastornar en Betis o en Ibero
una vasija de agua muy pequeña.
Nuestra patria no quiere, ni yo quiero
abortar un poema colecticio,
de lenguaje y espíritu extranjero;
pues cuando me quisiera dar propicio
Marón para su fábrica centones,
¿quién sabe cuál surgiera el edificio?
Con mármoles de nobles inscripciones
(teatro un tiempo y aras) en Sagunto
fabrican hoy tabernas y mesones.
Ya me parece, pues, que, al mismo punto
que me retiro a vida libre y sola,
imitaciones y advertencias junto.
Y que mi musa fiel, como española,
a venerar nuestras banderas viene,
donde la religión las enarbola.
Que en los silvosos montes de Pirene,
en ningún tiempo infieles ni profanos,
las espadas católicas previene,
para que las reciban de sus manos
los héroes que escogió por lidiadores
contra los escuadrones africanos,
cuando, por dar señal de sus favores,
sobre uno de los árboles fue vista
candida cruz vibrando resplandores.
232 Horacio, Sai. I, io, 31: ((Antiquum in latium versus qui
ferri pararit / lignis vult silvas, guttis ditare fluenta.»
236 trastornar, verter líquido de una vasija en otra. Véase
otro ejemplo en el poema 43, v. 484.
239 colecticio, bisoño, nuevo. Véase la nota al v. 246 del poema 48.
261 Alude a la leyenda de que al comenzar cierta batalla
contra los moros «viniendo en auxilio de los nuestros [fñigo
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Con lo cual dio principio a la conquista
el rey, en los fervores de la guerra,
por su velocidad llamado Arista.
Porque al ímpetu horrible con que cierra,
como de flor de sacudidas ramas,
se cubre de arcos púnicos la tierra.
Acero en limpias órdenes de escamas
teje a nuestros campiones las lorigas,
que, ilustradas del sol, arrojan llamas.
Y en ambas huestes, fieles y enemigas,
Héctores, Turnos, Nisos, Telemones
ejercitan las bélicas fatigas.
Ni con esfuerzo de ínclitos varones
faltarán otras vírgenes guerreras,
como en frigios y en túseos escuadrones.
Aquí verás Pantasileas fieras,
Camilas fuertes, que dejada el arte
de Aragne, siguen trompas y banderas,
Ni caira ocioso el arco en esta parte,
de cuyos tiros nacen los deseos
con que Amor solicita al mismo Marte.
Los ramos de los robres pirineos
desgajará el honor de las hazañas,
y en tanto que él los viste de trofeos,
Arista] se le apareció en los aires una visión celestial, o sea como
una cruz de plata en campo azul celeste», Jerónimo de Blancas,
Aragonensium, verum commentant (Zaragoza, 1588), págs. 29-133.
264 íñigo Arista, rey de Pamplona {fines del s. vin y principios del ix), del que deriva la dinastía fñiga del Pirineo.
277 Pantasiiea, reina de las Amazonas.
278 Camila, joven romana (m, 667 a. J. C), hermana de los
tres Horacios, enamorada de uno de los tres Curiacos, enemigos
de sus hermanos. Como en cierto combate entre ellos, muriesen
todos, menos un Horacio y llorase Camila la muerte de su amado,
su hermano le dio muerte diciéndole: «Ve a reunirte con él, puesto
que te hace olvidar a tus hermanos muertos, al vivo y a la patria.»
283 robres pirineos, robles de los Pirineos, pirenaicos.
285 trofeos, «fue costumbre muy usada poner el vencedor
en el mesmo lugar donde alcancé vitoria del enemigo alguna señal
para memoria délia, la qual los griegos llamaron trofeo [...] Los
primeros trofeos se erigieron en los árboles, cortando las ramas
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sonará el abolorio en sus montañas,
progenitor de tantos graves nietos,
que hoy veneramos en las tres Españas.
No guardaré el rigor de los precetos
en muchas partes, sin buscar excusa
ni perdón por justísimos respetos.
Y si algún Aristarco nos acusa,
sepa que los preceptos no guardados
cantarán alabanzas a mi musa;
que si sube más que ellos ciertos grados
por obra de una íuga generosa,
contentos quedarán y no agraviados.
Así habrás visto alguna ninfa hermosa
que desprecia el ornato o lo modera,
quizá con negligencia artificiosa.
Que es mucho de hermosura verdadera
a veces consultar con el espejo,
más por la adulación que del espera
que por necesidad de su consejo.
y colgando del tronco y de sus codillos despojos de los enemigos.
Después vinieron a hazerse de piedra y ponerlos en las cumbres
de los montes o en los cerros muy altos, donde pudiessen ser
vistos de muy lexos». Co v., Tes. Comp.:
Este monte de cruces coronado,
cuya siempre dichosa excelsa cumbre
espira luz y no vomita lumbre,
Etaa glorioso, Mongibel sagrado,
trofeo es dulcemente levantado...
Góngora, Obras completas, pág. 480.
286 abolorio, abalorio, las cuentas del rosario. Véase otro
ejemplo en el poema 46, v. 110.
29? Aristarco, gramático y crítico griego muy famoso, que
vivió en Alejandría, maestro de los Tolomeos, a quien Suidas
le atribuye hasta 800 libros, de los que se conocen sus Escolios
a Homero con los dos poemas y numerosas notas de gran interés.
Su nombre pasó a ser sinónimo de crítico muy severo. Compárese:
Yo sé que los revuelves y los mides,
y que no fue Aristarco tan severo,
ni pidió tantas leyes como pides.
Lupercio L. de Argensola, Rimas, pág. 76.
76
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
[163]
A UN CABALLERO ESTUDIANTE
Don Juan, ya se me ha puesto en el cerbelo
que aprendes la civil jurisprudencia
contra la inclinación que te dio el cielo.
Si la resistes, y a tu resistencia
los astros ceden, no te dificulto
el laberinto de esa grave ciencia.
Pero a pesar del predominio oculto,
yo saldré buen cetrero al mismo plazo
que tú salieres buen jurisconsulto.
Y por las calles, requiriendo el lazo
del capirote y el de las pihuelas,
sufriré que el halcón me manque un brazo.
Si te llaman las musas, no te muelas
en posponer tan elevados gustos
a escarmientos, arbitrios y cautelas
que Césares políticos y Augustos
en leyes convirtieron; ejercicio
que hoy postra los sujetos más robustos.
í 163] El 13 de julio de 1627 escribía nuestro poeta a fray
Jerónimo de San José una extensa carta, y al final le decía: «Bien
quisiera como VP. lo desea, escribir alguna que trate del modo
de historiar, aunque no sé cómo la recibirán los pseudo-históricos
Tengo acabada una en tercetos en que advierto a un caballero
estudiante de Derecho de cómo ha de escribir toda poesía. No
está copiada y por eso no la envío. Salió la misma los días pasados,
antes de enmendada, y pésame, porque agora lo está, y bien.»
Obras sueltas, II, pág. 330. En efecto, los mss. copiaron rápidamente esa versión no enmendada.
3 cetrero, el que sabía criar, domesticar y cuidar Los halcones
y otras aves de cetrería, y el que se ejercitaba en la caza con
esas aves.
11 capirote «es una armadura justa a la cabeça del pájaro,
hecha de cuero, y con echársela no ve nada, y está quieto en la
mano y en la alcándara; éste le quitan quando ha de volar?.
Covarrubias, Tes.
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En ti sabrás cuan raro beneficio
para nuestra república sería
el topar cada ingenio con su oficio.
Que si el guerrero al ocio se desvía,
si el filósofo empuña una bandera
y el causídico estudia Geometría,
si ninguno en su centro persevera,
o para investigarle pierde el tino,
deste común desorden ¿qué se espera?
A ti se te atraviesa en el camino
Bartulo agora, que al estudio humano
quiere que humilles el furor divino.
¿ Qué te va a ti en que ostente Papiniano
agudísimo ingenio cuando mira
un testamento inteligible y llano ;
y más si astuta entonces la mentira,
a ingerir en el fácil junco, liso,
ñudos, de que resulte un pleito, aspira?
El verá si el difunto poner quiso
substitución vulgar a su heredero,
o cargarle inmortal fideicomiso.
Y tú, por donde Píndaro y Homero
a Virgilio y a Horacio abrieron senda,
pasa a lograr tu genio verdadero.
24 causídico, abogado. Véase otra referencia en el poema
46, v. 47g.
20 Sobre Bartulo, véase la nota en la pág. 171.
31 Emilio Papiniano, el más grande de los jurisconsultos
romanos (m. 212 de J. C ) , que desempeñó importantes cargos
con Marco Aurelio y Septímío Severo. La mayor parte de sus
escritos se incorporaron al Di gesto.
38 substitución vulgar, «en lo forense significa la disposición
del testador, que en su testamento nombra heredero, y por si
éste no lo fuere, nombra otro que lo sea. Divídenla en vulgar y
pupilar: la vulgar es quando el primer heredero nombrado es
persona extraña». Auts.
39 fideicomiso, «especie de disposición testamentaria, en que
el testador dexa su hacienda o parte della encomendada a la
fe de alguno, para que execute su voluntad». Auts,
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
Noble has nacido, y manantial tu hacienda
te fertiliza, sin que la fortuna,
o tu olvido, la agote o la suspenda.
Huye esa profesión que te importuna,
y sigue el nobilísimo misterio
que en sí mismo formó de todas una.
Mas quiérote advertir (no con imperio,
sino a tus pies, para que no imagines
que me arrogo el honor del magisterio)
que pues entras agora en los confines
del Parnaso, a implorar que te corone,
al ingenio las fuerzas examines;
y tenle en opinión, si se dispone,
tras el examen, a escoger sujeto,
que con su habilidad se proporcione;
que habiéndola medido, ¿cuál conceto
te saldrá por aborto de las sienes,
si no en todos sus términos perfeto?
Si tus primicias dedicadas tienes
al rigor de amorosa tiranía,
picado entre favores y desdenes,
al discernir palabras, bien sería
no entretejer las lóbregas y ajenas
con las que España favorece y cría;
porque si con astucia las ordenas
en frasi viva, sonarán trabadas,
mejor que las de Roma y las de Atenas,
Con tal juntura, no te persuadas
que por humildes te saldrán vulgares,
ni por muy escogidas afectadas;
antes, si en rima larga las juntares,
surgirá tan lacónica y tan sabia,
que la envidien el Tormes y el Henares;
56 sujeto, tema, asunto. Comp.: «El sujeto elegido escriba en
prosa, / y en tres actos de tiempo lo reparta.» Lope de Vega,
Arte nuevo de hacer comedias, vs. 211-212. «Sus argumentos y motivos eran los que diversas veces están tratados en esta obra:
dividir las riquezas del Sur en tres sujetos ciertos: piedras y perlas, metales, especería y drogas.* Malucas, pág. 277.
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o en el versa menor, que entre la rabia
de sus flechas nos trujo por deiicias
de las escuelas púnicas Arabia.
Mas si tu ninfa celebrar codicias,
sabe que, aunque poético el ornato
le acumule riquezas translaticias,
las translaciones duras, como ingrato
lustre, las huye, en desatando el hilo
a sus lisonjas, la benigna Erato.
¿ Será bien que sin forma y sin estilo
luzgan en la hermosura los despojos
espléndidos del Ganges y del Nilo?
¿Zafiros o esmeraldas son los ojos,
y diamante la tez, perlas los dientes,
y encendidos rubies los labios rojos?
Las manos (que a marfiles excelentes
imita su candor), ¿serán cristales,
si no se han de preciar de transparentes?
Cuando destas metáforas te vales,
no las retires de su oficio tanto,
que aun al afecto salgan desleales;
mas si eres lapidario, no me espanto
de que las gracias huyan esa parte,
que es pedrería, y no amoroso canto.
Ni sutilices mucho con el arte
las congojas que amor finezas llama,
si esperas en su gusto acreditarte.
No las describe el que de veras ama
con pluma metafísica, ni duda
. que cualquier libre adorno las infama.
Gima el enfermo, y con noticia ruda
del pulso acuse la inquietud del seno,
donde clama sin voz la fiebre aguda,
Expiicarálas con primor Galeno,
que examina en su origen la dolencia,
y nunca le enmudece el daño ajeno.
82 translaciones, traducciones. Comp.: «Traducere [...] publicar, passar adelante, trasladar de una lengua a otra.» A. de
Palencia, Universal vocabulario, f. 505 d.
84 Erato es la musa de la poesía lírica.
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ÎSABTÔLOMÊ LEONARDO DE AßGENSOLA
jOh cuánto el puro amor se diferencia
del astuto y vulgar cuando sencillo
se opone a la ambición de la elocuencia!
Éste es el alto fin porque le humillo
a que no afile en rimas elocuentes
contra sus esperanzas el cuchillo.
Cuando decir tu pena a Silvia intentes,
¿cómo creerá que sientes lo que dices,
oyendo cuan bien dices lo que sientes?
Más sirven al ingenio esos matices
que al dolor, pues con culpa de inmodesto
tolera esos follajes infelices.
Y aunque asevero mi opinión, protesto
que ni a la docta escuela petrarquista,
ni a su autor venerable arguyo en esto.
La verdad se lamenta de otra lista
de antiguos y modernos, que la exorna,
en este gran precepto mal prevista.
Que en sus purezas de un jardín trastorna
lleno el canasto, y con las mismas flores
la encubre cuando piensa que la adorna.
Y envuelto en los poéticos honores
fsi la superflua erudición no cesa),
perece lo esencial de los amores.
¿Pues qué diré del verso donde expresa
dulce pasión o belicosa hazaña,
en cantares dramáticos profesa?
Mejor que otras provincias nuestra España
tiernos afectos y orgullosos trances
en números más breves acompaña;
pero no a sus letrillas y romances,
donde Marte y Amor fundan blasones,
aunque lo mande Silvia, te abalances.
No el bizarro neblí tras los gorriones
(vulgo volátil) cala ni desciende,
terror de fugitivos escuadrones,
que allá vecino al sol sus alas tiende,
y a vista de las más soberbias aves,
feliz pirata, altivas garzas prende.
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Huélgome, pues, de que la Eneida alabes,
la Tebaida, y la litada primero,
único ejemplo a los heroicos graves.
Llame fuente de ingenios Grecia a Homero;
pero ocúrrale el tuyo, y no le temas,
que, si vuelve por sí, como lo espero,
presto dará el mayor de los poemas,
de hazañas lleno y de invención tan brava,
que no estime el frisar con las supremas,
Sigue la imitación, que tanto alaba
la escuela por precepto más seguro,
que al mismo Alcides quitarás la clava.
Tragedia escribirás, cano y maduro;
que agora, aunque Sófocles te convide,
has de apelarte al término futuro.
Pues ya ni por Eurípides le pide,
ni por Séneca, alguno el real calzado,
con que a la pompa trágica preside.
Si hoy la escribes, de sabios admirado
al sordo viento volarás, pospuesta
la aclamación del popular senado.
Para ellos, pues, el alto estilo apresta,
en cuyo judicioso honor sosiegues,
sin respetar la multitud molesta.
Pero cuando a escribir sátiras llegues,
a ningún irritado cartapacio,
sino al de! cauto Juvenal, te entregues ;
porque nadie a los gustos de palacio
tomó el pulso jamás con tanto acierto
(con permisión de nuestro insigne Horacio).
Esto en razón de sátiras te advierto;
aunque de las más agrias o más finas
hablas como enemigo descubierto.
155 ocúrrale, de 'ocurrir', «prevenir, anticiparse o salir al
encuentro». Auts. Comp.: «De todo sexo y calidad de gente / la
multitud que ocurre es cosa estraña.» J. Rufo, La Austriada,
Canto 6.°, oct. 4.
160 La teoría de la mimesis o imitación de lo natural se puso
muy de moda en el Renacimiento,
169-174 Alude al teatro de Lope de Vega, como más adelante
también.
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Tras esto a musas cómicas te inclinas,
si bien las sequedades aborreces
de las fábulas griegas y latinas.
Y no lo extraño; pero muchas veces
en lo que yace desabrido y seco,
hallan que ponderar discretos jueces.
Si el coturno trocares por el zueco,
tu invención fértil goza; que lucido
sin duda te saldrá y alegre el trueco.
Haz, pues, que, así como el contexto unido
mandas que con el método se abrace,
que excluye la ignorancia y al olvido,
enrede lo historial desde que nace
hasta que la catástrofe risueña
con sutil discreción lo desenlace.
Y pues que a la instrucción moral se empeña,
no traiga para ejemplos de la vida
los que algún delirante enfermo sueña;
que ni la plebe es bien que se despida
después que te prestó grato silencio,
si no desesperada, desabrida,
Yo aquellas seis ficciones r e v e r e n c i o
(¿cómo que reverencio?, que idolatro)
que en sus cinco actos desplegó Terencio.
Cierra la tuya al uso en tres o en cuatro ;
que si ella, ya con risas, ya con lloros,
los afectos nos purga en el teatro;
si en lenguajes más claros que sonoros
discurre bien con prosa en metro inserta,
si guarda a las figuras sus decoros,
205 seis ficciones, las seis conocidas comedias de Terencio.
213 Que las figuras o personajes guarden sus Mecoros' es
regla muy clásica y renacentista. Quiere decir que actúen y
hablen de acuerdo con su situación social, psicología, edad, etc.
Por eso escribía Lope de Vega en su Arte nuevo, vs. 269-273:
Si hablare el rey, imite cuanto pueda
la gravedad real; si el viejo hablare,
procure una modestia sentenciosa;
describa los amantes con afectos
que muevan con extremo a quien escucha.
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¿hallará alguna impropiedad la puerta,
para descomponer lo que compones,
o por abuso o por descuido abierta?
Ánimo, pues; y para que en los dones
de tan raro inventor su gloria heredes,
fúndate en verisímiles acciones.
No en la selva al defín busquen las redes,
ni al jabalí en el piélago los canes;
pues que en sus patrias oprimirlos puedes.
Según lo cual, no quieran los galanes,
aunque traten, o incautos o sutiles,
con rameras, con siervos o truhanes,
envilecerse entre plebeyos viles,
sin discuento; ni príncipes ni reyes
aplebeyar los ánimos gentiles.
Tú, sin gran causa, no los aplebeyes
tanto, que a sus acciones y a sus famas
prefiera un siervo infiel que les dé reyes.
Y no aleguen a Séneca las damas,
ni a Marcial, si tal vez por travesura
no fisgan de sentencias y epigramas.
Y esto de introducir una figura
que a solas hable con tardanza inmensa,
¿no es falta de invención y aun de cordura?
Dirán que así nos dice lo que piensa
y lo que determina allá en su mente,
(a mi entender), ridicula defensa.
¿No es fácil de inventar un confidente,
a quien descubra el otro del abismo
del alma lo que duda o lo que siente?
Soliloquio es hablar consigo mismo;
pero, aunque no conversen dos, burlona
quiso Grecia llamarle dialogismo.
220-221 Procede de Horacio, Epístola ad Pisones, vs. 29-30:
«Qui variare cupit rem prodigaliter unam delphinum silvis
appingit, fluctibus aprum.»
222 patrias, los sitios donde se vive.
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¿Quién no se burlará de una persona,
que sin oyente, sobre algún suceso
en forma de diálogo razona?
El de Fedra por Tais fue un rapto expreso;
mas los de Plauto en su comedia vieja,
¿quién los escucha, que no pierda el seso?
Si airado un padre forma llanto o queja,
no para provocar el pueblo a risa
le interrompa el plebeyo que graceja.
Que si nuestra piedad, por tan precisa
obligación, socorre al afligido,
como naturaleza nos lo avisa,
¿quién hay tan falto del común sentido,
que por gusto de un chiste y de un apodo
ver quiera un noble afecto escarnecido?
Haz, al fin, que el lugar, el tiempo, el modo
guarden su propriedad; porque una parte
que tuerza desta ley destruye al todo.
Este precepto asaz desobligarte
de otros muchos podrá, con que prudente
(y aun pesada tal vez) nos cansa el arte.
Pero ningún poema tuyo intente,
luego como se copie o se concluya,
a la pública luz salir reciente.
¿No le diste tú el ser? ¿No es obra tuya?
Pues espere a que en ti aquel amor tierno
de la propria invención se disminuya.
247-249 Alude a los soliloquios de algunos personajes en las
comedias de Lope de Vega, que el Fénix justificaba en su Arte
nuevo, vs. 211-215, diciendo:
Quede muy pocas veces el teatro
sin persona que hable, porque el vulgo
en aquellas distancias se inquieta
y gran rato la fábula se alarga;
que, fuera de ser esto un grande vicio,
aumenta mayor gracia y artificio [vs. 240-245].
Pregúntese y respóndase a sí mismo;
y si formare quejas, siempre guarde
el debido decoro a las mujeres [vs. 276-278].
250 Se refiere al soliloquio de Fedra al principio de la tragedia de Séneca, en el que abundan las interrogaciones o preguntas
y las respuestas.
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Severa ley; mas hízola el gobierno
sagaz para entibiar al apetito
del anciano Parnaso y del moderno.
Es la lima el más noble requisito;
y así, no peligrando la sustancia
del verso deliciosamente escrito,
refórmele su pródiga elegancia,
como el gran Venusino lo dispuso
(por más que a sus secuaces la ignorancia,
cuando ciñes lo ocioso y lo difuso,
para dejarlo adelgazado y breve,
diga que formas de una lanza un huso).
Que, aun limado con arte, es bien que pruebe
a pasar por las dudas y opiniones
que el cuidado segundo al honor mueve.
Bórralo con crueldad; no te perdones;
pues con gozo has de ver cuánto más vale
lo que durmió en los próvidos borrones.
Saldrá dellos tan puro que se iguale
con el rayo solar que el aire dora,
cuando más limpio de las nubes sale.
Y porque un sabio todo lo mejora,
a lo que otro Aristarco aconsejase
te quisiera yo ver atento agora;
y que, dejada la suprema clase
que ocupas, te fingieras menos diestro,
para que con imperio te exhortase.
Que a su escuela de niños, ya un maestro
dijo: «Si detenéis en la memoria
que aquí lloráis en beneficio vuestro,
al rigor con que os trato dad la gloria;
pues no aguarda que el látigo castigue
lo que pudo enmendar la palmatoria.»
Bien ves que si al principio se consigue
que no engendre opinión la fantasía,
que a deponerla a tu pesar le obligue,
es por la viva voz, cuya energía,
más que el precepto, al proprio Amor convence,
o al desengaño le dispone y guía.
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Sobre Aristarco, véase la nota al v. 292 del poema 162.
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Y para que después no te avergüence
su afecto, es menester domarle, cuando
a descubrir su adulación comience.
Sócrates con Teeteto conversando
(ya fuese por halago o por castigo),
en su ironía misterioso y blando,
«Yo (cuentan que le dijo), dulce amigo,
nací de una comadre, cuya suerte,
y a cuyo ejemplo, el mismo oficio sigo.»
«Eso (le replicó) pudo exponerte
al ejercicio de un vulgar cuidado,
que tus contemplaciones desconcierte,
»¿No eres tú aquel filósofo elevado,
gloria de Atenas?» Él, con rostro entero,
y contra su alabanza pertrechado,
dijo: «Ella fue partera, y yo partero,
y como ella en los partos materiales,
yo en los del alma con piedad severo.
»Y pues para que a luz salgan vitales,
en la capacidad de mi jüizio
el arte y el amor corren iguales.
»Si con las dos potencias beneficio
la preñez del espíritu estudiosa,
con fruto me entregué al materno oficio.
»Ella y yo, al fin, por ansia fervorosa,
y casi natural destas pasiones,
nos lamentamos de una misma cosa,
»Ella, en las vigilantes ocasiones,
y cuando por sacar nota indecente
algún recién nacido en las facciones,
»con industriosos dedos, blandamente,
su forma a la nariz restituía,
a la barba, a los labios o a la frente,
»si la parida acaso lo entendía,
no es fácil de creer cuan como fiera
a la piadosa mano se oponía;
316-360 Es el conocido episodio de la vida de Sócrates que
cuenta Platón en el Teetetes.
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»sin permitir jamás (ni a tal partera)
que acrecentase gracia o suplemento
a lo que ella parió, aunque monstruo fuera.
»Así en los partos del entendimiento,
si él no lo estorba, hasta en la infancia ayudo,
y las industrias de mi madre intento.
»Pero ¿cuál vez, si lo afectado o rudo
probó a enmendar mi mano, la paciencia
del indiscreto amor sufrirlo pudo?
»De aquí, por no irritar su complacencia,
escarmentando en su aversión, despido
o templo mi oficiosa diligencia.»
Esto dejó con gloria referido
de Sócrates, Platón. Tú agora añade
cómo quedó aquel griego persuadido.
Nota que aunque la regia nos agrade,
siempre queda en los ánimos más firme
lo que la viva voz nos persuade.
Yo no por incapaz llego a eximirme
destos juicios, sino por experto
en el daño a que pueden reducirme.
Eg libre el proprio amor, y estoy tan cierto
de que la corrección tiene por dura,
que no sin mi provecho la divierto.
Que aquella su humildad, si bien se apura,
cuando los propios versos comunica,
más pretende alabanza que censura.
Mas presuma de sí la vena rica,
y la humana piedad no se entremeta
(si no quiere cobrar nombre de inica)
en no le permitir muerte indiscreta;
sea el echarse un lazo a la garganta,
por esta causa, lícito al poeta.
Mientras que con la ciencia se levanta
apolínea tu espíritu fecundo,
por dotrina y modestia a gloria tanta,
que sus leyes mejore, y docto el mundo
fe ofrezca el primer lauro, pues no cabe
ya el gran pi'incipio en el honor segundo;
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
y en la academia fiel, que probar sabe
como el águila el parto a luz más viva,
Sócrates fervoroso las alabe,
y admirado Aristarco las reciba.
[164]
D E D. FERNANDO DE ÁVILA Y SOTOMAYOR
Cuando a las cosas públicas atiendes,
y el peso que en tus hombros se repara,
tal vez con plectro heroico lo suspendes;
si el tiempo a estas acciones les robara
con prolijo sermón, maestro mío,
contra la utilidad común pecara.
Brevemente usará mi afecto pío
de aquella libertad que los romanos
daban al siervo en el deciembre frío.
Y en éste, que a los montes sevillanos
de su follaje los desarma, quiero
ociosa ocupación dar a tus manos.
£64] En el ms. 25 de la Biblioteca del Seminario de Vitoria, f. 70 v, léese en el epígrafe: «Carta del licenciado don Hernando
de Ávila Sotomayor, escrita en Sevilla, al Canónigo Leonardo,
en que le persuade que consienta que se impriman algunos versos
suyos.»
De 1625-1627, ya que en la respuesta de Bartolomé, v. 48,
éste alude la impresión de sus Anales. En carta a fray Jerónimo
de San José del 13 de julio de 1Ó27, parece aludir a la de don Fernando de Ávila, al decirle que le han rogado que publique sus
obras, «En Sevilla lo he estorbado a ciertos caballeros. A los
unos y a los otros he dicho cómo eran delicia juventutis.» Obras
sueltas, II, pág. 329.
Don Fernando de Ávila, sevillano (1598-1647), fue relator de
la Real Audiencia, profesando después en la Orden de San Ignacio. (Véase M. Méndez Bejaraño, Diccionario de escritores, maestros y oradores naturales de Sevilla, I, Sevilla, 1922, pág. 49.)
9 Ya se anotó, poema 43, v. 30, cómo en las fiestas saturnales,
en diciembre, los esclavos romanos gozaban de la libertad de
decir lo que quisiesen a sus dueños.
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Quisiera más: que me debiese íbero
que a tu trompa los griegos y latinos
reconociesen el metal severo.
Y que segunda vez capitolinos
agones viesen que te cede Estacio
el lauro en sus discursos peregrinos.
Y ia censura crítica de Horacio
en su pureza confesase ociosa,
y las leyes del luengo cartapacio,
si, o mi pluma, que apenas temerosa
se levanta del polvo de la tierra,
cuanto quiere pudiera generosa,
o aquella alteza que tu Euterpe encierra
admitiera las cortas alabanzas
que su imperiosa majestad des tierra.
Tú sólo, pues, que su grandeza alcanzas,
puedes, enriqueciendo las edades,
cancelarles sus justas esperanzas.
Que vinculada en las posteridades
su doctrina eternicen y tu nombre
cuanto abrazan Bengala y nuestro Gades.
Sube esa luz al monte, pues el hombre
no sólo nace para sí; que nace
también para el repúblico renombre.
El silencio en olvido satisface,
y mientras sepultados en su esfera
al vicio y la virtud iguales hace,
¿qué fuera de Marón? Dime, ¿qué fuera
en este siglo ia troyana historia,
si el fuego descortés la consumiera?
¿Ni qué durara la romúlea gloria,
si el silencio a sus méritos obstara,
secrestando envidioso su memoria?
16-17 capitolinos agones, los sacerdotes que herían la víctima
en los sacrificios.
17 El poeta Estacio, el autor de la Tebaida y de las Silva 1
43 la romúlea gloria, la gloria de Rómulo, es decir, la de \a±
orígenes de Roma, cantada por Virgilio,
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BARTOLOMÉ LEONARDO DB ARGENSOLA
Pues ni el soberbio mármol que prepara
Roma y con notas públicas sicela
a las rudas Piérides compara.
Ya escucho que tu mente se desvela
en ver por dónde puedas evadirte,
elidiendo esta acción con tu cautela.
Dirás que ¿cómo puedes eximirte
del diente de la envidia venenoso,
cuando más intentáremos subirte?
Que el que viviendo agrava estudioso
al suyo los ingenios inferiores,
abrasa con su luz al envidioso.
Y porque estos indómitos errores
doma el supremo fin, hipotecados
dejarás a esta acción tus sucesores.
¿Qué tú temes? ¡Oh tiempos depravados.'
Pero si alcanzo tu excepción, que es fuerte
y que pide consejos acordados,
mi réplica no es débil, si se advierte
cuánto en los ignorantes que te arguyen
es mejor que aplaudirte, reprehenderte.
De aquellos que en escuelas distribuyen
cuanto en doctas vigilias adquirieron,
o en cultas academias restituyen,
los sabios justamente se temieron,
y éstos todos su lima judiciosa
a tu voz reverentes abstuvieron.
Dale, pues, a tu edad, por ti gloriosa,
que, de la eternidad favorecido,
tu nombre esculpa en lámina famosa.
Y mientras altamente divertido
tus mayores estudios desempeñas,
permite estos menores al sentido,
en tiempo que por mármoles y peñas
oculta o fugitiva la elegancia,
si se atreve a hablarnos es por señas.
Que ya, por avaricia o ignorancia,
no hay ingenio, no hay arte que no afrente
si no se mezcla en pública ganancia.
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sicela, sincela, cincela.
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Pues no hay árbol, no hay rama que, obediente
al rígido precepto, entre las hojas
no lleve cierta su pensión pendiente.
Y tú, Castalia selva, te despojas,
mendiga, la deidad, y de tu seno
las Musas por inútiles arrojas.
Y conduce un gitano el bosque ameno,
y extiende por sus templos sus alhajas,
por cofres un cojín, por cama el heno.
Y en tiempo que hace a los oyentes rajas
Codro, que, como tú lo solemnizas,
les fuerza a que confiesen sus ventajas
del nombre que en tus versos eternizas,
no oprimas en tí mismo tu alabanza:
tarde llega la fama a las cenizas,
tarde se cumple en ellas la esperanza.
[165]
RESPUESTA DE BARTOLOMÉ LEONARDO
&
¿El título me das de tu maestro,
Fernando? ¿Quién dirá que adula tanto
la esperanza mayor del siglo nuestro?
¿ Soy el que a Troya debeló en el canto,
o el que con voz no menos poderosa
aî Tibre trasladó el honor del Janto?
¿ Qué le guardas a Píndaro, a quien osa
nadie emular, o al sabio por quien Clío
la cítara de Tebas dio a Venosa?
88 En el Parnaso se encuentra la fuente Castalia, pero no la
selva, cuya agua bebían las Musas.
6 Alusión a Virgilio. El río Janto o Xanto, se opuso, con el
Escamandro y el Simois, a la bajada de los griegos y sublevó sus
olas contra Aquiles.
9 Alude a Horacio, de Venusia. Véase otra en el poema 162,
verso 152.
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
¿Tú, para hablarme, tú, cuyo albedrío
sin ley podrá obligarme a leyes tales,
que no admitan excusa ni desvío,
de aquella libre permisión te vales
que en Roma dio a sus Siros y a sus Getas
el rito de las fiestas saturnales?
Si no te ignoras, ¿qué ocasión respetas?
¿No sabes que usarás de tu derecho
siempre que mi obediencia te prometas?
Señor, no más; y agora, satisfecho,
óyeme una verdad, que, aunque sencilla,
hierve en sí misma por salir del pecho.
Mas, pues no ha de inducir la maravilla
que tus versos, ni orar con el coraje
que tu prosa a Demóstenes humilla,
sufre que yo de los coturnos baje,
y pueda mi respuesta, sin cuidado
trágico, hablarte en familiar lenguaje.
Siempre mi ingenio fue a sus ocios dado,
y hoy, si el impulso proprio no le mueve,
ni a volar ni a salir le persuado.
Bien podrá ser que su elección lo eleve,
que su ambición jamás, aunque venera
grandes aplausos que a la fama debe.
Y toda la Vitoria le debiera,
si así como esparcir sus versos pudo,
darles arte y espíritu pudiera.
Si a los archivos con la pluma acudo,
donde la historia yace, como el oro
allá en sus venas inocentes rudo,
cuando él me la investiga, la atesoro
en las elocuciones de la prosa,
lejos de todo número sonoro.
Pero no (bien que crece numerosa)
con otra dimensión, ni el plectro amigo,
que en sorda tregua a su favor reposa,
13 saturnales, las ñestas en honor de Saturno, que se celeoraban. como ya se ha dicho en la pág. 54 del tomo I, en el mes
de diciembre.
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agravaron las artes, ni comigo
la utilidad común se desempeña
en los luengos Anales que prosigo.
Y sé que la ignorancia me desdeña,
como la contumaz sofistería,
resuelta en sí de que acusando enseña.
La de Aristarco me asaltó algún día,
y aunque el temer la envidia es arrogancia,
no le quise negar que la temía.
Más dándome a tragar su repugnancia
(de Mitridates próvida cautela),
convertí los venenos en sustancia.
Klla es, al fin, la risa de mi escuela
interior, aunque al vulgo satisface,
cuando en la voz de sus poetastros vuela.
Sin embargo, esa parte que allá yace
de mi poesía, y por tu afecto puro
de su cortés benignidad renace,
no espere por presagio muy seguro
que el agrado que halló recién escrita
crecerá como infancia del futuro.
Agradezca que el tiempo le permita
lo que en las tejas al inútil heno,
que en naciendo lo seca o lo marchita;
que de su hierba nunca el puño Heno
ostenta el segador, ni el que recoge
las haces de la mies la arrima al seno.
Si me piden que a crítico me arroje
para darle sazón, será pedirme
que en fecundar io estéril me congoje.
Cuando sostuve en otra edad más firme
ciencias prolijas, de su estudio ingrato
pudieron esos versos divertirme;
mas para ornarlos no pasé ni un rato
dándoles energía, o reprimiendo
el follaje ambicioso del ornato.
56 Alude a Mitridates IV que, por haberse acostumbrado
a beber venenos, no pudo suicidarse después de su derrota por
Pompeyo, y se hizo degollar por uno de sus guardias.
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE AfíGENSOLA
No moderé a la sátira el estruendo,
ni añadí consonancias a la lira,
quitando y con primor substituyendo,
a ejemplo del pintor, que se retira
del cuadro que formó, y no bien enjuto
con amoroso desamor lo mira;
cuyo pincel, por reprehendido, astuto,
socorre a la gran arte, que recibe
del segundo cuidado mejor fruto.
Entrambos beneficios me prohibe
alta noticia, que en mi pecho oculta,
para apreciarme los designios, vive;
y desde que mi amor se los consulta,
y con ser tierno y proprio, pende atento
a los que le permite o dificulta,
no se puede creer, con el aliento
que contra sí revuelve, y cuan rendido
se espeja en su interior conocimiento,
En virtud, pues, desta verdad, te pido
que esas mis juveniles diversiones
condenes al silencio y al olvido.
Por ti, que para honrarme las propones
a la fama, no niego que confuso
he vacilado entre ambas opiniones;
pero ya con acuerdo lo rehuso.
Cede esta vez; que no por mi mudanza
desamo la afición que las propuso.
El que en su centro a conocerse alcanza,
aun de los sabios alabado, entiende
lo que infunde en su mente una alabanza;
y si, para no errar, no se defiende,
siervo de aquella adulación propicia,
con sus exhortaciones condeciende.
¿Remitiréme en esto a mi noticia
o al público favor? La atenta dama,
sí su hermosura examinar codicia,
aunque la envidia y las lisonjas ama
de la opinión común, para el examen
¿ocurrirá al espejo o a la fama?
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Digno, pues, de su luz las musas llamen
mi estilo; pero yo no me subscriba
contra la persuasión de mi dictamen.
¡Ay, que el fervor de la justicia activa
versos, que ser debieran inmortales,
o les turba el progreso o los derriba!
Piloto a los manejos sustanciales
del gobierno en Parténope infinitos
(¡de aquel genio feliz cuan desiguales!),
abrasó sus poéticos escritos
nuestro Lupercio, y defraudó el deseo
universal de ingenios exquisitos.
Haz cuenta que rompió su lira Orfeo,
su heroica trompa el grave Mantüano,
y Séneca el coturno sofocleo.
¿Por qué, ¡oh más que la vida dulce hermano!,
autorizaste ejemplos tan crueles
a las vigilias del estudio humano?
¿O por qué no dan vida a tus papeles
las llamas, que a la ley mortal del ave
única, apenas vista, son tan fieles?
Tú, pues, Fernando, para el más suave
canto de las Piérides apresta
esa restauración celosa y grave;
que al horror de tragedia tan funesta,
no podrán, no, acetar los versos míos
que los sepulte una extinción modesta.
Vanos honores son, que no tardíos,
esos que noble la ceniza aguarda,
quizá entre jaspes o alabastros píos,
Pero ¿cuál bien, si no le esperan, tarda?
O ¿cuál ciega ambición por secas flores
contra el común estrago se resguarda?
¿Vivirán más que el orbe los honores,
aunque los juzguen la elección moderna
y la antigua a la envidia superiores?
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Es el ave fénix.
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
No plugo al que sus fábricas gobierna
(bien que artizadas por eterna traza)
establecerles consistencia eterna,
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Este gran todo siente, aun cuando enlaza
con las posteridades las memorias,
que un último suspiro le amenaza.
En tanto, pues, que sigue sus victorias
el tiempo, y por alivio nos consiente
estos esfuerzos que llamamos glorias,
cuando a tu devoción me las presente
(o tú con él, por generoso oficio),
ninguna me será tan excelente
como hallarme aprobado en tu juicio.
[166]
ALABANZAS DE ZARAGOZA AL REY NUESTRO SEÑOR DON
F E L I P E TERCERO (ENTONCES PRÍNCIPE) EN LA OCASIÓN EN
QUE SE CELEBRÓ EL CASAMIENTO DE LA SEÑORA INFANTA
DOÑA CATALINA
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En tanto que nos hace tu esperanza
(émula de la gloria de tu padre),
oh tercero Filipo, tan ufanos,
y en tu edad floreciente la gran madre
acrecienta temor con tu tardanza;
y para la quietud de los cristianos
reposa el mundo en las paternas manos,
ya Tetis te procure para yerno,
dios del inmenso mar, y en sacras bodas
te dé sus ondas todas;
158 artizadas, construidas con arte. Véase otro ejemplo en
el poema 44, v. 211.
[166] Debió de escribirse en febrero de 1585, con motivo de
la boda de doña Catalina con el Duque de Saboya. Véanse también los dos sonetos que escribió Lupercio, Rimas, págs. 169-170
8 Tetis era hija del Cielo y de la Tierra; casada con Océano
su hermano, fue madre de muchísimas ninfas, llamadas las
Oceáoidas.
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o nueva estrella, ya en lugar eterno
a los dos tardos meses añadida,
entre Erígone estés y las siguientes
brancas del Escorpión; que él, como mira
desde allá tu valor, en sí retira,
abrasando, los brazos relucientes,
y descubre la parte a ti debida;
mientras está esperando el universo
en cuál parte querrás ser colocado,
acostúmbrate ya a ser invocado.
Concede el curso fácil a mi verso,
pues canto la ciudad a quien ha dado
(para que fuesen para ti seguros)
Augusto César con su nombre muros.
Ya vio aquella felice edad del oro
próspera la república troyana,
no importunando al cielo con querellas.
Y la bárbara Mentis se vio ufana
con sus altas pirámides (tesoro
inútil y enemigo a las estrellas,
y en número mayor que todas ellas) ;
a Grecia la ilustraron sus Vitorias;
mas hoy consideramos las ruinas,
fábricas peregrinas
un tiempo y ya tristísimas memorias,
adonde no se avergonzó la gente
de postrarse y temer en la presencia
de dioses que compuso el artificio,
y ofrecer uno y otro sacrificio,
votos, adoración y reverencia.
Saldivia, en ti fue el culto diferente,
ï3 Erígone, hija de ícaro, que se ahorcó al saber la muerte
de su padre. Júpiter la colocó en la constelación llamada Virgen.
14 branca, «lo mismo que brazo o rama de árbol. Es voz puramente italiana y francesa, y de ningún uso en castellano». Autoridades, que aduce un testimonio de los Anales de Aragón del Padre
Pedro de Abarca, t. I, f. 44: «Y más quando la línea o branca
de los Reyes antepuso a sus mismos hijos los de los condes.»
28 Menfis, la antigua capital de Egipto. Véase otra referencia
en ía pág. 5 del tomo I.
41 Saldivia, Zaragoza.
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porque siempre vio el sol en más de un templo
religión verdadera y celo santo;
y así suben tus torres, sin que espanto
les den Menfis ni Troya con su ejemplo;
pues tú, Virgen, le das auxilio tanto,
que a la envidia, a la muerte y a la furia
del tiempo ha de dejar eterna injuria.
Aquí, Virgen ilustre y valerosa,
tienes tu carro, aquí tus armas tienes,
y tus altares son nuestras almenas,
donde, llamada, a nuestros votos vienes
a mirar cómo el alma paz reposa
entre tus aras, de cristianos llenas
desde que vio felices las arenas,
por ser pisadas de tus vivas plantas,
el gran río, que corre poco espacio
de tu primer palacio,
i Oh edificio divino! i Oh piedras santas!,
no llamadas con cítara de Orfeo,
que un artificio humilde las compuso«
Y aunque es verdad que sola una coluna
de mármol frisa con la misma luna,
no fue el lenguaje al fabricar confuso;
que fue arquitecto el santo Zebedeo,
los siete, y más de un ángel su ministro,
cuyos cantos resuenan por el llano,
do con el nombre de Ebro corre ufano
(bien más que con sus cisnes el Caístro),
escuchando el del coro soberano
53 alma, engendradora, vivificadora. Comp.: «¡Oh Cruz alma!,
¡oh suave / camino del cielo.» Lope de Vega, Rimas sacras, edición
citada, pág. 459. «Hermosa Venus, alma Citerea, / a quien la fiera
patricida mano / dio vida.» Lope de Vega, La Circe, pág. 1058.
69 El Caístro, río de Lidia que desemboca en el Egeo, era
famoso por sus cisnes. Comp.: «El Caístro jamás por su corriente /
tan dulce ha visto cisne cuando expira.» Lope de Vega, Rimas,
página 116. «Que son blancas las plumas de los grajos, / y que los
cisnes que el Caístro cría / las tienen de color de escarabajos.»
Lupercio, Rimas, pág. 77.
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el pequeño arroyuelo, antiguamente
no sufridor de márgenes ni puente.
Pero ¿quién reducir podrá, oh Saldivia,
a número las almas conquistadas
a Dios por el martirio de Daciano?
Contar podrá las ondas alteradas
y las arenas de la ardiente Libia,
y aplacar el furor del mar insano,
primero que el del bárbaro tirano,
que con mentido nombre de destierro
las inocentes víctimas condena
a que en gloriosa pena
rindan los cuellos al contrario hierro.
Mas esperad, oh mártires, que os haga
el santo agricultor en vuestra muerte
la misma compañía que en la vida.
Él ya con su cabeza dividida,
cual árbol destroncado, está más fuerte.
Al cuello afea la funesta llaga,
porque en sus manos habla la cabeza;
mas la de Engracia, con el clavo abierta,
para el alma gloriosa abrió la puerta;
y como ñor pisada, su belleza
fue de mortal amarillez cubierta,
con cuyos huesos y memoria suya
ilustras, Virgen, esta ciudad tuya.
Cuando los africanos escuadrones
tu ciudad por su sueño entran seguros,
entre los de los ángeles traída,
y levantada sobre nuestros muros,
75 Daciano, compañero de San Saturnino, que con otros
muchos cristianos de Abitina en África, por no querer entregar
los libros sacros, fueron presos y martirizados por los soldados
de Diocleciano en el 304.
88 Quizá San Lamberto o San Lupercio, decapitados en Zaragoza, junto con Santa Engracia. Véase la nota siguiente.
91 Santa Engracia, de Braga, que cuando iba a casarse a
Narbona con un jefe de la Galia, al pasar por Zaragoza, fue
torturada con un clavo en la cabeza y su comitiva decapitada.
Compárese: «Por él pasó la Virgen lusitana, / d e un clavo en
sangre roja coronada.» Lupercio, Rimas, pág, 221.
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al furor del ejército te opones,
del sol luciente y de piedad vestida;
el yelmo que tu frente trae ceñida,
oh Palas celestial, de estrellas hecho,
luce y abrasa más que el mismo Oriente,
Tú acaudillas tu gente,
y ella pelea con el mismo pecho
que mostró al derribar a los primeros
soberbios, que a Miguel dieron el nombre.
Victoria fue mayor ésta, María,
que la que el sol miró alargando el día,
que Dios obedeció a la voz de un hombre.
Mas eran inmortales los guerreros;
y así olvidan los bárbaros despojos
del ejército muerto mal sembrados.
Ebro corrió sangriento ; y en los prados
halla hoy el labrador los dardos rojos
y carcajes, estorbo a los arados;
humilde los ofrece, y a ti adora
donde antes era muro y templo agora.
Últimamente, aquí se desagravia
no poca parte del imperio griego,
pues más cobra hoy su rey que robó Troya.
Suenan las trompas, arde el sacro fuego,
humean los olores de la Arabia,
no queda por salir riqueza o joya.
La boda se celebra, sin que se oya
estruendo ni rumor de armas contrarias,
como en el casamiento de Perseo;
que hoy deciende Himeneo,
tratando el aire con las plumas varias,
la santa paz de oliva coronada.
¡Oh el más alegre día y más felice
que pudo dar el tiempo fugitivo!
129 Perseo casó con Andrómeda, después de liberarla del
monstruo que la iba a devorar y de sostener un combate con
Fineo.
131 tratando el aire, ascendiendo. Véase otro ejemplo en el
poema 145, v. 4.
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¿Qué verso habrá, qué espíritu tan vivo
que con debido honor lo solenice?
Tú, Virgen, en tu solio levantada,
lo manda celebrar debidamente;
que tu ciudad dichosa a ti atribuye
éste y cualquier suceso que concluye.
Mas ya la noche sigue hasta Poniente
a Febo, cuya luz se disminuye,
y, a pesar de la sombra, es el pasado
día con luz mayor continuado.
Ya con augusta gravedad se ofrece
Filipo, y Carlos con respeto de hijo;
los dos pueblos confusamente insertos
en común amistad y regocijo.
La esposa en los estrados resplandece,
todos de rica púrpura cubiertos.
Mueve el plectro Himeneo, y la garganta
sonora los nupciales himnos canta.
Danza Isabela, y tú, Filipo, sales
siguiéndola con pasos desiguales.
i Oh regocijo y gloria de tu padre!
Y tú, Virgen y Madre,
con faz serena este tu pueblo mira,
y la casa real ten a tu cargo.
Aplaca de tu Hijo la gran ira,
y acabe bien nuestro destierro largo.
[167]
E N LAS EXEQUIAS DEL REY NUESTRO SEÑOR DON F E LIPE II, QUE CELEBRÓ LA UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA
No quiero yo cantar como solía
cuando el cielo ofrecía la materia
alegre a Celtiberia para el canto;
[167] En el ms, 4097 de la Biblioteca Nacional, f. 221, en el
epígrafe se dice lo siguiente: «Canción a las exequias que hizo la
Universidad de Zaragoza al rey Felipe, y como aquélla de *'Mai
non piu cantar como io soleba", Dióse en nombre de Luis Esca-
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pero, pues en lugar del alegría
común lástima envía a toda Esperia,
y la humana miseria puede tanto,
llorémosla, y el llanto, alumnos píos,
acreciente estos ríos; suspendamos
en estos ramos tristes y sombríos
los instrumentos míos,
con que un tiempo victorias celebramos
del que agora lloramos. ¡Oh inmutable
ley y fuerza del hado, que lo fuerte
es debido a la muerte,
como lo más caduco y miserable!
Cortó la inexorable y dura Parca
la vida del monarca, en cuya mano
descargó el mauritano Atlante el mundo;
de Alcides indomable funesta arca
en breve seno abarca el peso humano,
de quien tembló el tirano en su profundo
reino, Alcides segundo, que domando
monstruos y ejercitando la saeta,
en el alto Oeta tuvo el premio, cuando,
lo mortal abrasando,
voló purgado a la región quieta;
y no menos sujeta vio la tierra,
antes compuesta por sus justas leyes,
que de bárbaros reyes
la tiranía domada en justa guerra.
Al mármol, pues, que encierra este tesoro,
en que de piedras y oro sus mayores
sacros progenitores resplandecen,
de la heliconia sierra el docto coro
trón, pero es del canónigo Leonardo. Está en el libro recogido por
el abad de San Juan de la Peña, f. 208.» Este libro es la Relación
de las exequias que la muy insigne civdad de Çaragoça a celebrado
por el Rey Don Philipe (Zaragoza, 1599). P¿g- 2 °89-10 Son recuerdo de los conocidos versos del salmo Super
flumina Babilonis. Véase la traducción en el poema 135.
24 Para la muerte de Alcides en Oeta, véase el poema a8, v. 6.
34 docto coro, las Musas, por vivir en el monte Helicón.
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mezcle con nuestro lloro sus loores,
y ofrezcan de las flores que allá crecen.
Ya veo que le ofrecen los mortales
honores celestiales; el piloto
de orbe remoto llega, y los umbrales
besa de las reales
fábricas, y en su altar suspende el voto
que prometió devoto en la tormenta:
ya los pedazos de la frágil popa,
ya la mojada ropa,
o el cuadro que el naufragio representa.
Que en la furia violenta y prodigiosa
habrá su luz piadosa descubierto,
y sacádole al puerto deseado.
Sus banderas presenta victoriosa
la juventud gloriosa, a quien del cierto
peligro, en el desierto campo, armado
de luz, ha libertado, discurriendo
misterioso, estupendo combatiente.
Cual por su gente y templo con estruendo
vino en caballo horrendo
el Mancebo, o como ya el valiente
vencedor del ardiente dragón vieron
nuestras huestes vencer sus enemigos,
que en los trofeos antiguos
cuatro cabezas bárbaras pusieron.
Tales sus obras fueron, tal su vida,
que a esperar nos convida tal ventura
y protección segura su santa alma,
agora que tuvieron la cumplida
perfección, ya vestida de luz pura,
con triunfal vestidura y sacra palma.
Defiende, pues, esta alma madre, oh justo
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En los libros de los Macabeos abundan las referencias a
Macabeo y las liberaciones y restauraciones del templo.
Alude a San Jorge, que según la leyenda liberó a la hija
rey matando a un dragón.
Sobre tfofeos, véase la nota al poema 162, v. 285.
En el escudo de Aragón figuran cuatro cabezas de moros.
alma, engendradora. Véase otro ejemplo en la pág. 98,
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Filipo, pues tu gusto fue abrazalla
no con muralla sola como Augusto.
Ese brazo robusto,
que del odio civil quiso Iibralla,
dígnese de amparalla, pues quisiste
de su familia, hoy huérfana, ser padre,
y adoptar a su madre,
ya en oscura viudez llorosa y triste.
Tu hechura soy; asiste y da a tu planta,
que fértil se levanta, tu influencia,
para que a tu asistencia deba el fruto.
Si en las letras consiste la paz santa,
que fundaste con tanta diligencia,
y te dio cualquier ciencia su tributo,
ninguna el rostro enjuto muestre al cielo;
y el laurel por el suelo descompuesto,
ciprés funesto es su corona y velo
negro, que el desconsuelo
del alma hace a los ojos manifiesto.
Tu imagen alivie esto ; venga Fidia,
cuya arte, y la de Apeles y Lísipo,
nos muestren a Filipo;
demos gloria a la vista, al tiempo envidia.
[168]
AL REY DON FELIPE TERCERO, NUESTRO SEÑOR, HABIENDO
CELEBRADO LAS EXEQUIAS DE SU PADRE, DE FELICE MEMORIA
Pues las piadosas lágrimas vertiste
sobre el mármol que guarda los despojos
que tu gran padre permitió a la muerte,
enjuga, oh sucesor, ya rey, los ojos.
69 Restos de las murallas romanas de Zaragoza pueden verse
aún hoy.
71 Alude a las famosas alteraciones aragonesas por la huida
de Antonio Pérez.
[168] Apareció por primera vez en cierta relación de las
honras hechas por la Universidad de Salamanca en honor de
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(No siempre el Austro esparce lluvias triste,
que alguna vez sereno las divierte.)
Y aunque él en mejor reino (por la suerte
a que le sublimó el fatal suceso,
que inadvertido nuestro afecto llora,
la mayor causa adora),
de haber el grave hereditario peso
librado en ti, que a luz ya no secreta,
ornas su centro y sus esferas mides,
se alegra como recto y como amante.
Juzgúese así que el orbe pasó Atlante
de su cerviz cansada a la de Alcides,
donde adquirió esplendor cada planeta,
y su cristal por trabazón perfeta,
sin crujir ni temblar, corrió más justo
en la fe de otro esfuerzo más robusto.
Como envuelve sagaz la fénix nueva
entre flores lo extinto, que resulta
del fiel incendio, y al honor lo aplica
del sol, y en funeral manejo oculta
su breve patria entre las uñas lleva,
hasta que en puro altar se la dedica,
muestra después resplandeciente y rica,
por donde el Nilo al verde Egipto baña,
sus esmeraldas y rubíes la cresta;
luce al aire, y con fiesta
ejército volátil la acompaña,
y, atónito, los ojos en el cielo,
deja el cultor el surco interrompido;
muda, señor, así el funesto ornato,
con que tal prenda veneraste grato.
Cese en tus reinos el filial gemido
por virtud de tu ejemplo ; y con el velo,
Felipe II, publicada por Matías de Porres. [El ejemplar de la
Biblioteca Nacional, R/7066, carece de portada.]
En esta edic. se lee: «Llevaron premio aparte, porque parecieron tan buenas que no entraron en competencia.» No obstante,
Bartolomé limó extraordinariamente la canción, a juzgar por la
versión de las Rimas, que nosotros seguimos.
6 divierte, distrae. Véase otro testimonio en la pág. 105 del
tomo I.
106
40
45
so
55
60
65
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
huyendo, el no evitable desconsuelo,
con las piedras que más precia el Oriente,
ciña el oro de Ofir tu hermosa frente.
Estos públicos ruegos escucharas,
aunque a privados lares reducido
en silencio el espíritu escondieras;
pues por luz natural reconocido,
y por la que arde en tus virtudes raras,
a obediencia y amor nos confederas.
¡Cuan bien con dulce suavidad moderas
el magnánimo afecto! Ese reposo,
que en la parte exterior al ocio imita,
rayos arroja al scita,
por ajenas discordias poderoso.
Irritado así Dios dentro del seno
de seca nube suele armar la mano
que lanza el fuego sobre los mortales,
rápido ejecutor de ix^as fatales.
Otra vez cuidas del sosiego humano
en tus ideas, fácil y sereno;
y de civiles observancias lleno,
la nube expones, no a los rayos sólo,
sino a la luz pacífica de Apolo.
Luego, Filipo, si han de ser tus artes
asegurar con armas y con leyes
el católico cetro, haz délias muestra
contra el orgullo de obstinados reyes.
Tropelle los sectarios estandartes
el rigor de tu celo y de tu diestra;
y adonde ya por experiencia nuestra
no es última del mar la helada Tule,
40 Ofir, la antigua Trapobana: «llamáronla tos antiguos Trapobana, los modernos Samatra; fue también de los antiguos
llamada Áurea Cnersoneso, y de los más curiosos investigadores
Ophyr; de donde Salomón acumuló aquella grande opulencia de
tesoros». Malucas, pág. 141. Kl oro de Ofir es un lugar común
en la literatura. Comp.: <(techos de oro de Ofir, mármoles parios, /
por pavimento candido y lustroso». Lope de Vega, Rimas sacras, pág. 383.
68 Tule, la isla situada, según Piteas, a seis días de navegación
del N, de Bretaña. Hay quien la identifica con las islas Shetland.
RIMAS
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75
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so
05
íoo
107
ni en clima o más vecino o más remoto
respire quien piloto
de la nave de Pedro se intitule,
sino el romano; empresa reservada
en el cielo a tus años juveniles.
Tal era el que libró de captiverio
su pueblo electo, y le afirmó el imperio
saliendo de entre ovejas y rediles
para herir la cabeza, que cortada
la vio en diez mil Vitorias estimada;
y tu augusta prosapia en otros tantos
héroes te acuerda sus ejemplos santos.
Mas no anhelen ni crezcan tus hazañas
a imitación de algunas, que sería
poner límites breves a su gloría.
Superior se verá tu monarquía
(sin las tres que hoy le dan tus tres Españas)
a cuantas suenan en soberbia historia.
Presto, por nueva y más feliz Vitoria,
tranquilo el mundo, logrará el sosiego
(no fabuloso ya) del siglo de oro;
la tierra, su tesoro,
ni del hierro oprimida ni del fuego;
dará el robre, torciendo su costumbre
(no sin admiración), frutos opimos;
las greyes, por nativo lustre ufanas,
de tirio carmesí ornarán sus lanas,
y de la zarza penderá en racimos
el néctar, y con fértil mansedumbre
flores producirá la estéril cumbre.
Y domados los monstruos, en el orbe
no verá el sol quien tu precepto estorbe.
Mas ya venciendo el ímpetu marino,
surcan armados leños el Tirreno,
porque merecen conducir tu esposa,
78 David. I Samuel, 17.
85 Alude a España, Portugal e Indias.
95 tirio carmesí, la púrpura de Tiro.
103 Alude a Margarita de Austria. Y con ese nombre se cita
en la primera versión publicada por Porres: «Margarita, escogida.*
108
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
de quien recibe leyes el destino,
y el piélago, por orden imperiosa,
firme tranquilidad en tiempo ajeno,
Y pues con tal medida
le guardan fe las inclemencias todas,
a sus reinos, ya prósperos, arribe,
Y tú, mi lira, agora suspendida,
para las sacras bodas
a los nupciales himnos te apercibe.
[169]
[ A L DOTOR G A S P A R R A M , A R C I P R E S T E DE DAROCA
EN LA METROPOLITANA DE LA SEO]
[En nuestras manos las almas,
y en las de Dios nuestras suertes,'}
GLOSA
No induce necesidad,
oh Ram, la gran Providencia
en la humana voluntad,
aunque ande su omnipotencia
sobre nuestra libertad.
Con ella vencen los fuertes
en Dios, que les da las palmas;
[169] En el Índice de las Rimas> escribe Gabriel Leonardo:
«A esta décima dio ocasión una plática que tuvo el Autor con
Dotor Gaspar Ram, Arcipreste de Daroca en la santa iglesia
de Zaragoza, varón muy docto, sobre las palabras del salmo
ciento diez y ocho, Anima mea in manibus meis semper, y sobre
las del salmo treinta, In manibus tuis fortes wieaç.,%
Gaspar Ram, notable teólogo, fue profesor de las Universidades de Huesca y Zaragoza.. Véase Latassa, Bibls. ant. y nuev,, III,
página 18.
En la edic. de las Rimas no figuran los versos glosados, que
proceden de los mss.
RIMAS
10
109
porque están, como tú adviertes,
en nuestras manos las almas
y en las de Dios nuestras suertes.
[170]
AL REY DON FELIPE TERCERO, NUESTRO SEÑOR,
CUANDO SUCEDIÓ EN LA MONARQUÍA
6
10
Como fue a Apolo por los dioses dada
la gloria de poner firmeza en Délos,
libraron tus magnánimos abuelos
la del orbe en los filos de tu espada.
Introduciendo aquella paz sagrada
que, libre de esperanzas y recelos,
asida a su virtud, desde los cielos
a lo inferior su habitación traslada.
Quiere, oh gran sucesor, que con tu ejemplo,
superior fuerza, así las cosas mudes,
que te agradezca el siglo su mudanza.
Para este fin te siguen las virtudes,
porque se críe y crezca esta esperanza
entre las sacras aras de su templo.
[171]
EN LA MUERTE DEL REY DON FELIPE III,
NUESTRO SEÑOR *
Este sí, gran Filipo, que es dominio
mayor que el que los reinos te asegura,
pues redujo tu afecto a compostura
tal, que dio a las virtudes patrocinio.
1-2 Apolo, el Sol, hijo de Júpiter y Latona, hermano de
Diana, nació en la isla flotante de Délos, donde se había refugiado su madre, perseguida por la ira de Juno.
* Felipe ÏJÏ miirió en 1621,
110
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
Aunque se aflija candido el arminio
por no admitir mancilla en su blancura,
la que luce en tu espíritu es más pura,
y su designio, superior designio.
Émulo de la angélica pureza,
triunfó a la sombra del corpóreo velo,
que pudo reprimir su interna gloria.
Sólo el raro espectáculo vio el cielo,
y con admiración de la Vitoria,
le humilló la cerviz naturaleza.
[172]
AL NACIMIENTO DEL REY, NUESTRO SEÑOR
Naces, oh infante, en hora no entendida
ni sujeta al arbitrio de la suerte,
pues (en fe de que a Dios plugo escogerte
para que a la Asia libres oprimida)
como otra esfera celestial movida,
tu augusta madre, por virtud más fuerte,
cuando la vida se escondió en la muerte,
te pone en ios umbrales de la vida.
Por tu cetro verá fieles cultores
el gran sepulcro, y cobrará su gloria
el sacro imperio, agora profanado.
Crece, pues, no te usurpe la Vitoria
tu padre, a sus designios obligado,
y tú de generosa envidia llores.
5 Véase otro ejemplo de arminio, armiño, en el poema 45,
verso 383.
[tyz] En el ms. 3907 de la Biblioteca Nacional, f. 24 v., se
lee el siguiente epígrafe: «A! nacimiento del Rey nuestro señor,
Filipe 3.0 de Aragón y 4.0 de Castilla, en Valladolid, Viernes
Santo, a 8 de abril, al punto que acabaron los maitines en su
palacio. Año 1605.» Pero el texto fue muy corregido después.
RIMAS
111
[ITS]
EN LA MUERTE DEL SERENÍSIMO PRÍNCIPE FILIPO
DE SABOYA*
&
10
No turba nuestro llanto la alabanza
que hoy suena, joven real, en la Vitoria
que de la vida o muerte transitoria
en mejor vida tu virtud alcanza.
Sólo se extiende a la fatal mudanza
del gran principio de gloriosa historia,
en quien de antigua hereditaria gloria
émula se mostraba tu esperanza,
Pídele a Dios, para lograr la nuestra,
Vitorias de su iglesia, pues tu celo
milita ya con armas celestiales.
Será en el orbe general consuelo
ver que a tu ruego deban los mortales
lo mismo que debieran a tu diestra»
[174]
A LA DUQUESA DE VlLLAHERMOSA, DOÑA JUANA DE PERNESTAIN, HABIENDO PERDIDO UN PLEITO EN ARAGÓN
Si en los sucesos prósperos declina,
oh Hercinia, la virtud de los mortales,
y generosa crece entre los males,
produciéndole glorias, la ruina,
* Filiberto de Saboya murió en 1624.
[174] Dirigido probablemente a doña Juana de Wernstein,
dama de la Emperatriz María, casada con don Fernando de
Aragón, octavo conde de Ribagorza y quinto de Villahermosa,
que se vio envuelto en los sucesos por la huida de Antonio Pérez
y murió en la cárcel. En el testamento de nuestro poeta {Malucas, pág. cxLvr) se halla la siguiente curiosa cláusula: «ítem.
Quiero que luego como yo fuere muerto se embie a la Excma. Se-
112
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
más debes a la tierra peregrina
que a la de tus penates naturales;
así como el mejor de los metales
debe más a la llama que a la mina.
Que la felicidad no perficiona
al alma, aunque le da noble materia,
donde con vigilancia se ejercite.
Y los monstruos que guarda Celtiberia
dignos de Alcides son, el cual no admite
de las manos del ocio la corona.
[175]
A LA DUQUESA DE VíLLAHERMOSA, DOÑA MARÍA DE ARAGON, CUANDO, SALIENDO DE MENINA, SE CALZÓ CHAPINES *
Cuando al Amor sus flechas aprestaba
vuestra hermosa niñez, real señora,
como quien su vecino daño ignora,
el orbe la defensa despreciaba;
y asi en las llamas súbitas sacaba
centella en otro tiempo, incendio agora;
ya Amor, subido en alto, se mejora,
para esparcir los daños de su aljaba.
Y porque herir las almas de improviso
le disminuye al vencedor la gloria,
noble pregón que se defiendan suena.
Mas como ven que es vuestra la vítoria,
aperciben los pechos a la pena,
y niéganlos al importuno aviso.
flora doña Juana de Pernestan Duquesa de Viüahermosa a quien
yo sumamente he desseado y deseo servir vn Brebriari (sic) que
tengo aforrado en terciopelo carmesí y me lo .dio la Sra. Princesa
de Caserta su hermana y fue de la Sra. Doña María Manrique
su madre.»
* Esta doña María de Aragón, era hija de los anteriores, fue
séptima duquesa de Villahermosa, menina de la Reina y casó
en ióio con don Carlos de Bor ja. El soneto podría datar de hacia
1604-1606.
EIMAS
113
[176]
A LA MISMA SEÑORA
No extraño yo que a la primera ausencia,
señora, os descomponga el sentimiento,
porque tanto es más áspero un tormento,
cuanto socorre menos la experiencia.
Mas pues concede el mismo Amor licencia
para que se divierta el sufrimiento,
tenedlo un poco a la esperanza atento,
y daréis algún ocio a la paciencia.
La mitad de vuestra alma, el dulce ausente,
volverá presto; que a su afecto puro
servirán la razón y la fortuna.
Poned la fe de entrambos en seguro,
formando Amor de vuestras almas una:
que ía ausencia no es más que un accidente.
[177]
[A DON CARLOS DE BORJA, DUQUE DE VILLAHERMOSA
Y CONDE DE FlCALLO] *
5
Duque, suspende al tiempo la Vitoria,
contemplando en tu edad que el varón fuerte
del tiempo y de los hados la divierte
en el seno feliz de su memoria.
Ni muere aquel valor que en viva historia
dio con imperio leyes a la suerte;
antes, ociosa en paz, la misma muerte
venera los confines de su gloria.
Sobre don Carlos de Borja, véase la nota ai poema I O I .
114
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
Vibra sus verdes palmas, no concedas
ocio ni olvido al movedor robusto,
con que la débil parte fortaleces.
Añada espacios a su edad el justo,
y en su proprio vigor viva dos veces,
aunque lo nieguen las fatales ruedas.
[178]
A LA CONDESA DE LEMOS, DOÑA CATALINA DE LA CERDA,
QUE SIENDO VIRREINA DE ÑAPÓLES, DIO UNA GRAN LIMOSNA
PARA LA FÁBRICA DE LA CAPILLA DE SAN GENARO, OBISPO
Y MÁRTIR, PATRÓN DE AQUELLA CIUDAD, CUYA SANGRE SE
CONSERVA, EN UNAS GARRAFILLAS, SECA, PERO SIEMPRE
QUE LA PONEN A VISTA DE LA CABEZA DEL MISMO SANTO,
QUEDA LÍQUIDA, COMO RECIÉN SALIDA DE LAS VENAS, A QUE
ALUDEN LAS PALABRAS cuya fiel sangre revive
Hoy, real señora, hasta la impírea esfera
sube en las alas de tu afecto el oro,
con tal fe, que al del místico tesoro
que en Belén se ofreció, emular pudiera;
fe a cuyo aplauso en la región primera
las angélicas mentes forman coro,
para anunciar con júbilo sonoro
la sucesión que el orbe de ti espera.
El mártir, cuya fiel sangre revive,
infunda, pues le invocas, el aliento,
que inspira en su prodigio, en tu esperanza.
Que ya naturaleza, al dulce intento
de compensar con frutos su tardanza,
los términos geniales apercibe.
RIMAS
115
[179]
E S T E SONETO S E ESCRIBIÓ CON OCASIÓN DE HABER DISCURRIDO SOBRE LA EPIQUEYA CON DON FERNANDO DE BORJA,
Y SOBRE LOS LÍMITES A QUE SE EXTIENDE
10
Pues tu gobierno, mi Fernando, imita
al de Dios en los orbes celestiales,
aunque excluya tal vez las judiciales
plumas, venere la justicia escrita.
Que cuando, por su arbitrio, la infinita
dispensa con las órdenes fatales
no les turba los lustres naturales,
ni el influjo común desacredita.
Ni tú, si la magnánima epiqueya
se opone a los derechos que nos rigen,
de su ornato purpúreo los desnudes;
que aunque ella tiene altísimo el origen,
no ha de pensar que las demás virtudes
en su presencia son turba plebeya.
i Sobre don Fernando de Borja, véase la nota al poema 44.
9 epiqueya, el arte o la virtud de interpretar la ley benigna
y prudentemente, atendiendo a las circunstancias de tiempo,
lugar y persona, en ciertos casos que no pueden ser comprendidos
en la mente del legislador, a cuya intención se atiende más que
a la letra de la ley. Suárez, en De legibus, lib. VI, cap. 7, habla
largamente de la epiqueya. Comp.: ((algunas veces el buen escritor debe contravenir a la ley o subirse sobre ella, como en las
acciones y ejercicio de las virtudes lo suele hacer de la epiqueya,
y más en estas facultades lógicas, cuyas leyes se fundan en la
autoridad o consentimiento de varones sabios y ellas prescriben
con el uso». Obras sueltas, II, pág. 296.
116
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
[180]
CELEBRA EL GOBIERNO DEL CONDE DE LEMOS, DON PEDRO,
VIRREY DE ÑAPÓLES, ADONDE PASÓ DESDE LA PRESIDENCIA
DE LAS INDIAS, Y A ESTO ALUDEN LAS PALABRAS Deberán
los dos mundos
s
to
Calle sus triunfos la romana historia,
Castro, pues con pacíficas acciones
su político estado le compones,
sin que el furor preceda a la vitoria.
Instrumentos fatales de su gloria
son Castros, como en África Cipiones;
mas cedan a tu paz sus escuadrones
y a nuestras esperanzas su memoria.
Que cuando de la toga te desnudes,
librarás el sepulcro, en que la vida
su inmenso amor a los mortales muestra.
Serás después común tiranicida;
deberán los dos mundos a tu diestra
la gran restitución de las virtudes.
[181]
[A CALATAYUD]
5
Terreno en cuyos sacros manantiales
suele Marte bañar yelmos y arneses,
y de altas picas las ferradas mieses,
para volver diamantes sus metales,
no sin emulación Pomona y Pales
te libran de influencias descorteses;
2 Para la industria de las armas en Calatayud, véase el poema 72, vs. 5-6.
RIMAS
10
117
osas dar flores en ajenos meses,
y el ocio no conoce a tus frutales.
Mas ni tu genio próspero te alaba,
ni la que armaste juventud robusta,
como el hijo de Fronto y de Flacila.
Él te dé el nombre, oh Bilbilis, de Augusta,
cuando en la urbanidad flechas afila,
con que arma el seno de su docta aljaba.
[182]
[POR LOS GALEONES QUE HAN LLEGADO A CÁDIZ]
Aunque en tus naves, ¡oh Bretaña ingrata!,
por el mar de Filipo armada vueles,
para robar católicos bajeles,
que le conducen tributaria plata;
por más que el bronce pérfido combata,
o amenace con máquinas crueles,
en Gades surgirán las popas fieles
a vista de tu herético pirata.
Y pues de tus designios infelices
no infieres los auxilios que te envía
el común padre, por piedad severo,
presto a la luz de un vengativo día
podrá en tus gentes religioso acero
confundir setas y segar cervices.
I Ï Alude a Marcial.
[182] Sí el soneto alude a la expedición de Drake contra
Cádiz, será de 1587.
14 setas, sectas. Véase otro ejemplo en el poema 45, v. 190.
118
BAKTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
[183]
HABIENDO DISCURRIDO EL AUTOR CON EL PADRE FRAY LORENZO DE ANDRADE, RELIGIOSO DE LA ORDEN DE SAN
JERÓNIMO, SOBRE EL MÉRITO DE LA PACIENCIA Y EN QUÉ
CONSISTE, RECIBIÓ UN PAPEL SUYO, EN QUE PROSEGUÍA
DOCTAMENTE LO QUE S E COMENZÓ DE PALABRA, AL CUAL
RESPONDE EN ESTE SONETO
Ya he visto, sabio Andrade, por la gloria
con que habéis satisfecho a mi argumento,
la que disimulada en el tormento
responde a la paciencia meritoria.
Que no pidiendo alivio a la memoria,
tregua al furor, ni a la esperanza aliento,
desarma y destituye al sentimiento,
y entonces se corona de vitoria,
¡Oh qué gran hi2 nos da vuestra elocuencia
de otras virtudes, que, blandiendo palmas,
ocurren a la fiel tiranicidaí
No pida, pues, paciencia, no, a las almas,
que absortas deja vuestro canto; pida
que en aplauso conviertan la paciencia.
[184]
DEL PADRE JUAN LUIS DE LA CERDA *
El arte falta do el sujeto sobra,
y el vuestro es tal, señor, que no me deja
para miraros levantar la ceja,
y menos alabar la menor obra.
i Ignoro quién puede ser ese padre fray Lorenzo de Andrade,
que no figura en las mejores bibliografías.
i i ocurren, se oponen. Véase ia nota al poema 163, v. 155.
* El padre jesuíta Luis de la Cerda, toledano (1560-1643),
fue profesor de Teología, Lógica y Elocuencia en su ciudad natal,
gozando de mucha estimación en la Corte, Es autor de una edi-
RIMAS
119
Un nuevo aliento y fuerza mi alma cobra
cualquiera vez que os trata, y de su vieja
vida y costumbre vil así se aleja,
que con acciones más ilustres obra.
Si recitáis la sátira divina
a vuestra Dafne, de hermosura palma,
en mí se ven de. aquel contento señas ;
y a veces vuestra musa peregrina
tanto se encumbra, que me roba el alma,
la cual dais, con que os oigan, a las peñas.
[185]
RESPUESTA DE BARTOLOMÉ LEONARDO
El pintor raro, a quien el arte sobra,
aunque acabada la pintura deja,
vuélvela a ver, y con severa ceja
la acusa, y pone en perfección su obra.
Y el que cada año con usuras cobra,
sembrando en tierra ejercitada y vieja.
no del culto solícito se aleja,
que con socorros sucesivos obra.
Pero ni la que vos llamáis divina
sátira, ni el laurel, que llamáis palma,
destas dos diligencias darán señas,
si ya vuestra elocuencia peregrina
no les infunde a las pinturas alma,
y no cultiva las heladas peñas.
ción anotada de Tertuliano, unos comentarios a la obra de Virgilio y una obra original titulada Adversa sacra, quibus fax praferíur ad mteligentiam scriptorum sacrorum (León, 1626).
120
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
[186]
DE DOÑA CATALINA DE SOLÍS *
Mientras gozamos con igual contento,
señor Retor, los días ya perdidos,
en el gusto los ojos detenidos
no descubrían lo que agora siento.
En esta soledad, mi pensamiento
de espacio os mira, libres los sentidos
desta fuerza secreta, que, rendidos,
os da mil pechos; ved el fundamento.
Mi fe os alabe con silencio cuerdo.
Si todo el mundo tanto amor os tiene,
grande es la causa de tan grande efeto.
No penséis que os conozco porque os pierdo
que alguna vez para juzgar conviene
apartar los ojos del objeto.
[187]
RESPUESTA DE BARTOLOMÉ LEONARDO
Oh sol, que dejas con mortal contento
los ojos de las águilas perdidos,
del resplandor suave detenidos,
hasta sentir la fuerza que ya siento ;
vencido te presenta el pensamiento
no sólo lo inferior de los sentidos,
* Dos mss. ponen el epígrafe siguiente, con leves variantes:
«De Doña Catalina de Solís, habiendo ido a su aldea, desde
Salamanca, al Rector, que quedó allí.»
No he logrado averiguar nada de esta dama, cuyo nombre
sólo registra Serrano y Sanz en sus Escritoras españolas, II (Madrid, 1905), pág. 473, tomándolo de las Rimas, junto con el
soneto.
RIMAS
iü
121
pues también los demás te trae rendidos,
que tienen en el alma el fundamento.
Que aunque no juzgo yo por poco cuerdo,
oh sol divino, al que por gloria tiene
morir a manos de t a n grande efeto,
en h u i r de t u s rayos no la pierdo,
si a la fe y a su mérito conviene
ignorar las grandezas de su objeto.
[188]
D E L P R Í N C I P E DE ESQUILACHE *
&
io
Si a Filis por qué llora le pregunto,
que no es del alma su tristeza j u r a ;
mas yo, por la inquietud de su hermosura,
que son de amor las lágrimas barrunto.
Llorando niega, y a sus penas junto
lo que ella siempre desmentir procura,
sin ver que encubre su infeliz cordura,
en cuerpo alegre, corazón difunto.
¡Qué pasos da su engaño tan perdidos!
í Qué mal se tuerce una costumbre larga,
pues no la vencen máquinas ni ruegos!
¡Qué poco debe Amor a los sentidos,
si al tiempo que el secreto les encarga,
j u r a n los ojos contra el alma ciegos!
Sobre el Príncipe de Esquilache, véase la nota al poema 49.
122
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
[189]
RESPUESTA DE BARTOLOMÉ LEONARDO
Si lloró Fili, o si juró, pregunto,
¿qué te mueve a inquirir si verdad jura?
Que yo en tí, pues contemplas su hermosura,
más que interior curiosidad barrunto,
Silvio, el más cuerdo, que llegó tan junto
al daño, si evitarle no procura
huyendo, cuando apela a su cordura,
suele quedar en la ocasión difunto.
Y así, pues ves que sigue los perdidos
el que a su afecto la licencia alarga,
admite los ejemplos y los ruegos.
Huye de lo que aprecian los sentidos;
que aunque al entendimiento Amor lo encarga,
él apremiado gime, y ellos ciegos.
14 Volvió a responder el Príncipe con el siguiente soneto
que figura en sus Obras en verso (Amberes, 1663), pág. 65:
RESPONDE EL PRÍNCIPE AL CANÓNIGO LEONARDO
POR LOS MISMOS CONSONANTES
Si a mi pasado engaño le pregunto
si amar es bien, que es un infierno jura;
ingrato Amor, tirana la hermosura,
y que anda corta su verdad barrunto.
Si a breves glorias y pesares junto,
que el miedo ahora eternizar procura,
amando desmintiera mi cordura,
o ya tuviera el corazón difunto.
Los años bastan, sin razón perdidos;
si no es que sobra una prisión tan larga,
que ya rompí con lágrimas y ruegos,
¡Qué poco estimas, Fabío, mis sentidos,
si cuando Amor mi vida los encarga,
que estamos, piensas, sin discurso ciegos!
RIMAS
123
[190]
DE LAMBERTO IÑÍGUEZ *
10
Retor, a la esperanza infiel no aspira
con fugitivas horas tu Lamberto;
por conocido, más que por experto,
de sus falsos halagos se retira.
Dentro de sí con generosa ira
en lo oculto del alma ha descubierto
que la parte inferior tiene por cierto
lo que a más noble luz ve que es mentira.
Si el sentido aparente gloria alcanza,
siempre el deseo de mayor le queda,
por no ser cierto bien la semejanza.
Dichoso será, y rey, aquel que pueda
el desengaño ser de su esperanza,
y sellar con su imagen la moneda.
[191]
RESPUESTA DE BARTOLOMÉ LEONARDO
Si la ambición, que llega adonde aspira,
no topa el gozo que esperó, Lamberto,
¿cuál ingenio, o por cauto o por experto,
de la esperanza infiel no se retira?
Corrido estoy de no poder sin ira
contarte cuan a juego descubierto,
* Lamberto Iñfguez, natural de Zaragoza, señor de Fablo y
Espín, fue tan amigo de Bartolomé que heredó varios de sus
libros italianos, «todas las obras que tengo del Marín y las bulgares italianas, que vienen en las gauetas de mi escritorio grande
de ébano», según dice en el testamento publicado por el padre
Miguel Mir en la Conquista de las islas Malucas, pág. CXLV. LO
elogió Uztarroz en su Aganipe de los cisnes aragoneses, pág. 69.
Para más detalles, véase Latassa, Bibls. aní. y nuev., II, pág. 43.
124
BARTOLOMÉ LEONARDO DE AEGENSOLA
siempre que me abonó algún bien por cierto,
en la fiel posesión lo hallé mentira.
Si esperado el placer, cuando se alcanza,
tan otro viene ya, que no le queda
sino aquella apacible semejanza,
hágame Dios tan recto juez que pueda
echar un lazo al cuello a mi esperanza
por falsificadora de moneda.
[192]
DEL PADRE FRAY JERÓNIMO DE S. JOSEP *
¿ Oh quién pudiera, superior Leonardo,
(a vos en esto superior siquiera),
arrebatar a la suprema esfera
el vuelo de ese espíritu gallardo!
¡Quién la punta seráfica del dardo,
que a mi madre abrasó, dulce y severa,
entre el papel y vuestras manos viera
arder, lucir y herir a un pecho tardo!
Esa divina pluma, que briosa
en la medía región florea el vuelo
con molíales discursos provechosa,
penetre aquesos orbes, arda en celo,
llegue a la inmoble cumbre, y animosa
corra del sumo y hasta el sumo cielo.
* Fray Jerónimo de San José, de la familia de los Ezquerra
de Rozas, natural de Malien, ingresó en el Carmen descalzo, fue
prior del Convento de Gerona, Definidor de la Provincia de
Aragón y cronista de su. orden. Buen poeta y erudito, amigo de
Uztarroz, Gracián, Lastanosa y los Argensolas, es autor de El
genio de la historia (Zaragoza, 1Ö51), precioso tratado del arte de
escribir la historia, de una Vida del venerable (ahora santo) Padre
Juan de la Cruz (Madrid, 1641), y de una serie de poemas, algunos de los cuales se publicaron en el vol. de Poesías selectas,
junto con las Rimas de Liñán de Riaza (Zaragoza, 1876). Murió
en el convento de San José de Zaragoza, en 1654. Para más
detalles, véase Latassa, Bibls. ant. y nuev., I, págs. 465 y sigs.
6 Moradas, VI, cap. I, 1, y XI, 2.
RIMAS
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[193]
RESPUESTA DE BARTOLOMÉ LEONARDO
5
io
Si alcanzáis de Teresa que a Leonardo
los dones de su pluma inspirar quiera,
¿la de cuál escritor subió a la esfera,
oh Jerónimo, en rapto más gallardo?
Que fije en él su fervoroso dardo
le pedid como a madre no severa;
veréis si quedará, cuando le hiera,
tibio al intento, o en las alas tardo.
Volará a diligencia tan briosa,
que de algún serafín parezca el vuelo,
a quien la caridad suprema endiosa.
Deba, sin este aplauso, a vuestro celo
que la esperanza de su fe animosa
en posesión se la convierta el cielo.
[194]
TRADUCCIÓN DE LA SÁTIRA NONA DEL LIBRO PRIMERO
SATIR. DE HORACIO : Ibam forte via sacra, etc.
Yendo por la via Sacra acaso un día
(como tengo costumbre, embebecido
del todo en cierta burla o niñería),
encontré con un hombre conocido
solamente de nombre, que, llegado
a mí, se para y, de mi mano asido,
me pregunta, poniéndose a mi lado:
«¿Cómo va, señor mío?» Yo le digo:
«Bien por cierto, señor, y a su mandado.»
[194] La primera versión, anterior a 1628, por figurar en el
Cancionero tantas veces citado, í. 280.
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
No me dejó por eso; antes comigo
se vuelve, y viendo yo que me seguía,
dije primero: «¿Queréis algo, amigo?»
Entonces respondió: «Lo que querría
es que me conozcáis, señor, os pido,
porque soy hombre docto en la poesía.»
«Por eso seréis vos en más tenido
de mí», le dije; y procurando verme
del con alguna traza desasido,
comienzo a andar apriesa y detenerme
a hablar al oído a mí criado ;
mas no pudo algo desto socorrerme.
Vínome al punto un trasudor helado
por todo eí cuerpo, y dije: «iOh cuan dichoso
es, Bollano, tu humor y desenfado!»
E n t r e t a n t o un momento el enfadoso
la boca no cerró jamás, loando
las casas de aquel barrio sumptuoso.
Como me vio que a todo iba callando,
dijo: «Ya, ya, señor, bien os entiendo,
que apartaros de mí vais procurando,
»No os aprovecha, pues; que yo pretendo
no dejaros a vos tan sola un hora,
y donde vais os tengo de ir siguiendo.»
«Pasado el Tiber voy, le dije, agora;
y he de ir sin vos a ver un forastero,
que junto del jardín de César mora.»
«No importa que esté lejos; bien ligero
me siento, dice, y bien desocupado.
No porfiéis; que acompañaros quiero.»
Yo entonces, cual rocín flojo y cansado,
que echándole la carga se derrienga,
estuve por caerme de mi estado.
Él hablar siempre, y dalle, agora venga
a cuento lo que dice, o al contrario ;
al fin comienza así una larga arenga:
«Bien entiendo que en tanto a vuestro Vario
no estimaríais, ni a vuestro señor, cuanto
a mí, si yo os tratase de ordinario.
46 L. Vario, poeta también, amigo de Virgilio y de Horacio.
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»Porque, preguntóos y o : ¿Quién sabe tanto
de versos, y de hacerlos con presteza?
¿Y quién sabe cantar como yo canto?
»¿Y quién danza con tanta ligereza?
¿Quién, sino yo, a Hermógenes prudente
hizo tener envidia a su destreza?»
Parecióme aquí tiempo conveniente
para atajar su arenga, preguntando:
«¿Tenéis padre, señor, o algún pariente?»
Kespondió entonces con semblante blando:
«No, que a todos los tengo sepultados;
ninguno ha ya quedado de mi bando.»
«Dichosos, dije, y bien afortunados.
Yo sólo quedo agora; hoy es el día
que me está amenazado por los hados.
»Porque siendo yo niño, un ama mía,
grande adivina, me sacó la suerte
de un cántaro, y cantó esta profecía:
»"A este niño le dará la muerte,
no dolor de costado o calentura,
no veneno, no tos, no espada fuerte :
» ,J un parlero ha de ser su sepoltura.
Huya, pues, de parleros con cuidado,
y más cuando llegare a edad madura/'»
E r a tarde, y habíamos llegado
al santo templo de la diosa Vesta,
y díceme: «Señor, yo estoy citado.
»Esme forzoso parecer en esta
audiencia. No os me vais, que luego salgo;
no tardaré un momento a dar respuesta.»
«Dios me destruya, amigo, si yo valgo
para pleitos, le dije, y si tenerme
puedo en los pies; mirad si mandáis algo;
77
vais, vayáis. Comp.:
Que como está sobre el cielo
de misericordia el mar,
no es mucho que siendo ríos
a la mar vais a parar.
Lope de Vega, Riwas sacras, pág. 524.
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
»que yo voy donde os dije, y detenerme
no sería razón.» Díceme luego:
«Dudoso estoy, no acierto a resolverme:
»si el pleito dejo, pierdo mi sosiego;
si os dejo a vos, también; no sé qué haga.»
«Dejadme, dije, a mí, por Dios os ruego.»
«No hayáis miedo que en esto os satisfaga»,
dijo, y comienza a andar; yo tras él sigo;
que el porfiar me es dura y mortal plaga.
Entonces, «¿Cómo os va con vuestro amigo
Mecenas?, dice. jOh, cuan avisado,
y de gente vulgar cuan enemigo!
»Nadie con él tan bien se ha gobernado
como vos; pero tengo confianza,
sí hacéis que me reciba por criado,
»que yo seré segundo en la privanza,
y acudiría a vuestras pretensiones
tan bien, tan sin descuido y sin tardanza,
»que a todos los privados y mandones
desprivaríades vos muy fácilmente,
sin admitir Mecenas sus razones.»
«Sabed, le dije, que es muy diferente
de lo que vos pensáis lo que se usa
en esta casa grande y excelente.
»Allí todo es virtud; ninguno acusa
al otro ; todos viven con contento ;
no hay cosa fuera de orden ni confusa.
»Ni el rico al pobre da desabrimiento,
ni el que es más sabio a mí me daña nada:
cada cual tiene allí su proprio asiento.»
«Gran cosa me contáis, y poco usada,
me dice, y para mí casi increíble.»
Dije: «Pues es verdad averiguada.»
«Ponéisme, dijo, un ansia no creíble
de servir a tal hombre.» «Pues yo creo,
dije, según sois cuerdo y apacible,
»que con una palabra o un meneo,
con Mecenas haréis, según es blando,
que huelgue de cumplir vuestro deseo.
RIMAS
»Y aunque veréis, cuando lo vais tratando,
que al principio es difícil y severo,
ío venceréis al fin perseverando.»
«Dejadme, dijo, hacer, porque el dinero
es gran persona, y con algún presente
un paje granjearé, o algún portero,
»que me metan en tiempo conveniente
a hablar a Mecenas ; y si hubiere
hoy en hacello algún inconveniente,
»voiveréme mañana, y si supiere
que está fuera de casa, iré corriendo
a acompañarle al tiempo que volviere.
»Yo buscaré mil trazas, porque entiendo
que no hay bien sin trabajo, y que conviene
al negociante nunca estar durmiendo.»
Estando en esto, veis aquí do viene
Fusco Aristio, mi amigo, que entendido
ei humor de aquel hombre muy bien tiene.
En juntándonos: «Sed muy bien venido»,
el uno dice al otro. Yo, pensando
ser del en aquel trance socorrido,
tiróle de la falda, y apretando
sus manos con las mías, le hacía
mil señas con toser de cuando en cuando.
Él con un falso sonreír fingía
no entenderme; yo empiezo a acongojarme
con cólera y furor que me encendía.
Dijele al fin : «¿ Qué fue lo que hablarme
quisisteis hoy? ¿Queréis que lo tratemos?
Que agora bien podré desocuparme.»
«Bien, dice, que mañana nos veremos;
hoy es fiesta solene entre la gente
hebrea, y no es razón los enojemos.»
«A mí, dije, ningún inconveniente
es no guardarla, porque nunca he sido
a tales religiones obediente.»
«Yo sí, porque no soy tan atrevido,
dijo; y por tanto, perdonadme agora;
mañana os hablaré, si no me olvido,»
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
wo
«¡Oh desdichada, dije, y triste hora,
en la cual salí hoy a pasearme,
de tantas pesadumbres causadora.»
Al fin él hubo de irse y de dejarme
con mi importuno, mas al mismo instante
165
me vino Dios a ver y a libertarme ;
que, acaso, su contrario, el pleiteante,
que para entonces lo tenía citado,
lo vio venir, y con feroz semblante :
«¿Dónde vais vos, tramposo y desalmado?»,
le dijo ; y vuelto a mí, me dice : «Amigo,
¿queréis serme testigo?» —«De buen grado,
»le dije; yo os seré muy buen testigo.»
Entonces, do el juicio y juez habita,
forcejando, lo lleva al fin consigo,
y de una y otra parte anda la grita.
Llévanmelo ante el juez; yo quedo solo,
acude al vocear gente infinita,
y así me libró del el dios Apolo.
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[195]
TRADUCCIÓN DE HORACIO,
5
lo
O diva, te potens..
Oh diosa, tú que riges
el agradable Ancio, y nuestros fines
a tu gusto diriges,
ya desde el centro al sol los avecines,
o ya las triunfales
pompas quieras trocar en funerales;
a ti el labrador pobre
con solícitos ruegos te procura,
y el que su nave sobre
el Carpacio piélago aventura,
* Carm. I, 35, que comienza «O diva, gratum quae regis
Antium». Figura también en el citado Cancionero de 1628, t 773.
2 Ancio, pueblo en el país de los Voseos,
10 El 'Carpacio lagoJ, el mar de Cárpatos.
RIMAS
de las ondas, señora,
a ti, en partiendo de Bitinia, adora.
A ti el áspero dacio,
los fugitivos scitas y otras gentes
i5
temen, y el fértil Lacio,
madres de reyes bárbaros ausentes,
los tiranos temidos,
bien que de rica púrpura vestidos.
No con el pie injurioso
esta columna firme postrar quieras,
ni el vulgo en sedicioso
tumulto al pueblo dé las armas fieras,
y el que cesaba vuelva
a armarse, y el imperio se resuelva.
En tu pompa precede
la gran necesidad, que en la cruel diestra
los clavos, a quien cede
el leño duro, y otros hierros muestra;
ni falta el garfio agudo,
ni el grave plomo, de piedad desnudo.
Hónrate la esperanza,
la rara fe, de un blanco velo toda
cubierta, a quien mudanza
jamás de tu amistad desacomoda,
aun cuando te declaras
y los soberbios techos desamparas.
El vulgo fraudolento,
la ramera perjura apenas mira
el común detrimento
que el pie poco constante atrás retira,
y en el trance postrero
rehuye la cerviz del yugo ñero.
A César, que a dar guerra
va a los britanos últimos del mundo,
y al escuadrón que atierra
los reinos del Aurora, y del profundo
Océano, te ruego
que nos lo restituyas con sosiego.
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Bitinia, territorio al NO. del Asia Menor.
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
Mas, i qué grande vergüenza ! :
¿las heridas no son de los hermanos?
i Qué infame desvergüenza!
¿Libre pudo pasar por nuestras manos?
¡Qué maldad inventada,
a atrevimiento ajeno reservada!
¿A quién detuvo el miedo
de Dios, que perdonase algunas aras?
¿Cuál hierro estuvo quedo?
Oh tú, que en nuevo yunque lo preparas,
haz que entre sus saetas
a los árabes dañe y masagetas.
[196]
TRADUCCIÓN
DE LA
ODE
SÉPTIMA
CARMINUM, DE HORACIO;
5
DEL
LIBEO
TERCERO
¿Quid fies, Asteria?
¿Por qué, Asteria, te afliges,
pues te restituirán en agradable
primavera a tu Gijes
los favonios con soplo favorable,
mozo de fe constante,
y de riquezas tinas abundante?
Él, del Noto arrojado,
en Orico, el furor de las impías
cabrillas ya aplacado,
6o masagetas, en Scitia, entre el mar de Aral y el Caspio.
Compárese: «Por el Oriente y Mediodía la cerca [a China] el Océano, que los antiguos llamaron Sérico; por la parte del Occidente
toca los fines de la India ulterior; por la Septentrional, los de los
Masagetas y Scitas.» Malucas, pág. 156.
6 Unas, de Thinia o Bitinia, pero antiguamente se distinguía
entre los tinos y los bitinios, dos tribus tracias.
8 Orico, ciudad del Epiro, con puerto en el Adriático,
8-9 impías cabrillas, «una constelación de siete estrellas en la
rodilla del Toro, dichas verguías, a veré, porque en el aequinocio
vernal nacen por el sol con el Oriente y porque entonces es tiem-
RIMAS
133
pasa sin reposar las noches frías
en la molesta casa,
y no sin muchas lágrimas las pasa.
Que a aficionarle aspira
de su huéspeda Cloe, que lo pretende,
y que por él suspira,
y en su fuego la mísera se enciende;
el tercero le cuenta,
y con mil pruebas la sagaz lo tienta.
Cuéntale de qué suerte
la infiel mujer a Pre to, su marido,
incitó a darle muerte
temprana, con mentiras persuadido
al demasiado honesto
Belorofonte por creer tan presto.
Y que huyendo asimismo
de la magnesa Hipólita Peleo,
casi al tartáreo abismo
lo hundió por contrastar a su deseo ;
po de navegar las llamaron Pleiades [...] por ser siete y parecer
casi juntas». Cov„, Tes.
17 tercero, alcahuete, de 'tercería'.
20 El Hercero' de Cloe desfigura leyendas. Antea o Estenobea, mujer de Preto, rey de Tirinto, enamorada de Belorofonte
y rechazada por él, le denunció a su marido diciéndole que había
querido seducirla. Preto envió a Belorofonte a luchar en Licia
contra la Quimera, a la que venció, y más tarde a las Amazonas.
El suegro de Preto, rey de Licia, lo casó con su hija.
26 Hipólita, mujer de Acastes o Acasto, se enamoró de Peleo
y también, rechazada, lo denunció a su marido. Acastes disimuló
y lo llevó consigo a cierta cacería en el monte Pelión, donde lo
abandonó para que fuese devorado por las fieras. Ayudado por
Jasón, Castor y Pólux, se liberó, volviendo a la corte de Acastes
y dando muerte a la reina.
27 tartáreo abismo, el infierno, de Tártaro.
28 contrastar, resistir, contradecir. Comp,: «ya rendido / vencer de vos me dejo, arrepentido / de haberos contrastado en tal
porfía». Garcilaso, son. 30. «Cuando para repararse porfiaban a
llegar a las islas de Caboverde los desviaban los vientos. Contrastaron sin topar tierra ni navio hasta que [...] descubrieron dos
velas,* Malucas, pág. 130.
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
y a esta historia añaden
todas las que a pecar le persuaden.
Él oye más entero
que peñascos al ímpetu marino
en el Icario fiero ;
tú, pues, guárdate acá de tu vecino
Enipeo, que a tu gusto
no satisfaga más de lo que es justo.
Aunque en el marcio prado
ninguno corra con igual destreza,
ni del caballo osado,
como élf fatigue y dome la braveza,
ni quien tan suelto y libre
nade en el fondo del toscano Tibre,
cierra en anocheciendo
tu casa, y déjate de andar curiosa
por las calles, oyendo
de las flautas la música quejosa;
y aunque te llame dura,
difícil y constante ser procura.
[197]
TRADUCCIÓN DEL EPIGRAMA DIEZ Y SEIS DEL LIBRO NONO
DE MARCIAL: Inscripsit túmulo, etc.
5
o
Cloe la séptima vez
las exequias celebró.
Siete maridos lloró:
no hay tan honrada viudez.
¿Pudo con más sencillez
toda la verdad decir?
Mandó en la piedra escribir
que ella les dio sepoltura,
y dijo la verdad pura,
porque los hizo morir.
37 murcio prado, el campo de Marte, en Roma, donde los
jóvenes se ejercitaban en las armas o en montar a caballo.
RIMAS
135
[198]
TRADUCCIÓN DEL EPIGRAMA SETENTA Y SEIS DEL LIBRO
PRIMERO DE MARCIAL: Si memini fuerunt Ubi quatuor,
Aelia, dentés
Cuatro dientes te quedaron,
si bien me acuerdo; mas dos,
Elia, de una tos volaron,
los otros dos de otra tos.
Seguramente toser
puedes ya todos los días,
pues no tiene en tus encías
la tercera tos que hacer.
O T R O S POEMAS AUTÉNTICOS
NO INCLUIDOS EN LAS RIMAS
O ATRIBUIDOS EN DISTINTOS
MANUSCRITOS
[I]
A DON MARTÍN DE BOLEA Y CASTRO
5
10
Aunque el bélico pecho y animoso
de tal manera a Orlando le ha ensalzado,
que está en suprema cumbre levantado,
pues en todo ha salido victorioso,
no menos por tu pluma fue dichoso,
Orlando en ser de ti tan celebrado,
que tanta fama y gloria has tú alcanzado,
cuanta él con ser en armas valeroso.
El postrimero límite y subjeto,
donde otros no pudieron allegarse,
desde allí comenzó tu vuelo altivo:
ha hallado don Martín tu gran coneeto
entre furia y amor determinarse :
dio este corte y falló superlativo.
[I] Publicado en el f. 190 del Libro de Orlando Determinado [„.] compuesto por don Martín de Bolea y Castro, Zâr&goza,, 1578.
Para don Martín de Bolea y Castro, véase la nota en las Rimas
de Lupercio, pág. 189.
140
BARTOLOMÉ LEONARDO DB ARGEN SOLA
[II]
ESTANCIAS DE BARTOLOMÉ JOAN
LEONARDO Y
ARGENSOLA,
EN ALABANZA DE LA ORDEN DE NUESTRA SEÑORA DE LA
M E R C E D
D E
L A
R E D E M P C I Ó N
D E
C A P T I V O S ,
A
F I N
D E
A L A B A R
AL AUTOR
Sacra paloma, tú que te cebaste
tanto en la Trinidad con humillarte,
que del pecho del padre nos bajaste
al que quiso por madre preordinarte.
Tú que al sancto Nolasco encomendaste
de tu orden militar el estandarte,
favorece mi verso de manera
que cobre el buen deseo paga entera.
Y no mires que falto del talento,
y del orden que aqueste sacro pide,
emprende mi ofuscado entendimiento
lo que con el afecto inmenso pide,
Y pues movido déste el ronco acento,
ya del oculto centro se despide,
óyeme, aunque pretendo locamente
mirar por recta línea al sol ardiente.
[II] Figuran las octavas en los fols, roí-104 de la obra de
fray Jaime Torres, Divina y varia poesía (Huesca, 1579)Fray Jaime Torres, de la orden de la Merced, natural de Elche,
llegó a Huesca en 1578 y se graduó de Bachiller en Teología por
aquella Universidad en 1579. Véase el artículo de Ricardo del
Arco «El poeta fray Jaime Torres, maestro de los Argensolas»,
en el Boletín de la Real Academia Española, t. X X X {1950).
páginas 369 y sigs.
4 preordinarte, «voz Theolog. Determinar Dios y disponer
todas las cosas desde ab eterno, para que tengan su efecto en
los tiempos que les pertenecen», Auts.
5 San Pedro Nolasco, nacido a fines del s. x n y muerto
en 1256, que el 10 de agosto de 1218 fundó la Orden de la Merced o de Redención de Cautivos, apoyado por el rey don Jaime
y San Raimundo de Peñafort.
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El hombre frágil ofrecióse al mundo
del que por su soberbia perdió el cielo,
no agradeciendo a Dios el tiempo, cuando
le dio el poder universal del suelo.
Desplegóse, y andúvole turbando
de la torpe ignorancia un negro velo :
mas aunque juez, mosti'óse tan piadoso,
que ofendido le vino a dar reposo.
En tu origíneo vientre, dulce Madre,
Dios del seno de Dios repara al hombre;
y aunque es coeterno al sempiterno padre,
disimula por bien del hombre el nombre.
De tal suerte, que quiere que le cuadre
de verdadero Dios y hombre renombre,
y al fin la fe nos muestra que convino,
que así lo decretó el trono divino.
Nace, padece, muere, resucita,
sube al impíreo, y dase al mundo en prenda,
mas con su muerte nos aparta y quita
de la barbarea y casi andada senda ;
elige para sí la Cruz bendita,
y de la redempción vio la encomienda
aragonés Don Jaime a la sagrada
orden de la Merced, por vos fundada.
Cual acostumbra un príncipe, que, habiendo
de hacer acaso alguna ausencia larga,
las cosas de su estado remitiendo
a su antiguo criado las encarga;
y este tal, trabajando y prosiguiendo,
sustenta y lleva la pesada carga,
cual su señor preside, y da sentencia
en el término y plazo del ausencia;
no de otra suerte el Príncipe humanado,
después que nos sacó de eterno llanto,
subiéndose al alcázar estrellado,
en vez del mismo deja a este orden sancto.
Al fin en parte Dios le ha encomendado
la redempción que amó y le costó tanto;
y si Él ha redimido al mundo todo,
quiere que acá rediman en su modo.
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
¿Hay mayor bien que ver que el apellido
de Redemptor, que Dios se precia y toma,
ya le cuadra y compete al redimido,
contra el secuaz soberbio de Mahoma?
Así que del amor de Dios vencido,
su poder y arrogancia oprime y doma,
las cristianas cervices libertando
del yugo que las anda dominando,
Y no con fuertes brazos ni con armas
ni otro instrumento bélico pelea,
porque antes de todo esto se desarma,
ques diferente el fin de su pelea;
de Fe, Esperanza y Caridad se arma,
de suerte que hace que se entienda y vea
que hubo dos redemptores en el mundo:
el primero sin Dios, y él el segundo.
Porque a más de los tres votos solenes,
que a cumplillos cualquier orden se' obliga,
tu escuadrón militar guardas, y tienes
otra esencial obligación antiga.
Que en prenda por el prójimo y rehenes
quedas en tierra bárbara, enemiga,
así que, si advertís punto por punto,
veréis de Cristo al vivo aquí un trasunto.
El cual después de habernos redemido
con su preciosa sangre, no con esto
se contentó, mas antes escondido
quedó, en el sancto sacramento puesto.
Cata aquí al mercenario, pues, metido,
aguardando del cita un fin funesto;
mas éste a su ejercicio no le impide:
que Dios con el trabajo el premio mide.
Bien el sancto Armengol mostró aquel celo
y aquel subido amor de Dios inmenso,
89 San Armengol (m. 1025), de Montblanch, en la provincia
de Tarragona, descendiente de los condes de UrgeU, redimió
cautivos en Argel y se constituyó en rehén para librar 18 niños.
Condenado a muerte en Bugia, se libró milagrosamente después
de estar varios días colgado de una horca.
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cuando en el moro y enemigo suelo
estuvo en un madero alto suspenso ;
y aquel que hoy goza en el impíreo cielo,
san Ramón, no nacido, que su intenso
amor, con Dios le puso, y otros ciento
que por prolijidad no nombro y cuento.
Al fin, Jaime, de tan reales manos
y causa principal de mi subjecto,
nunca aguardaron menos los hispanos
quel ya alcanzado y soberano efecto.
Por vos son rescatados los cristianos,
y para efectuar deseo tan recto,
¿en qué parte más cómoda podistes
que en la provincia insigne que escogistes?
Fue España el campo fértil que produjo
la hierba que la adorna y enriquece,
y María a sus haces la redujo,
y en ellas tanto multiplica y crece.
Es la tabla en la cual pintó un dibujo,
que en tanto grado al Redemptor parece,
que da de ser él mismo claro indicio,
su propio nombre hechura y ejercicio.
E s donde se aparejan los soldados
para el combate de lo necesario,
y donde del amor de Dios armados
nos rescatan del bárbaro contrario:
que Dios aquí los tiene aparejados,
dando el debido premio al mercenario:
y mirad si son todos cual el nuestro,
si dejará de ser cada uno diestro.
94 San Ramón Nonat, de Portell (hacia 1200), llamado así
por haber sido extraído del seno de su madre, ya muerta. Ingresó en la orden de la Merced, siendo muy querido por su fundador, con el que fue a Argel, donde quedó en rehenes. Como
diese tanto resultado su predicación, los musulmanes ordenaron
atravesarle la boca con un hierro o candado, que sólo se abría
para darle de comer. Gregorio IX, enterado de sus virtudes, le
nombró Cardenal. Llamado a Roma, quiso despedirse de la familia de Guillem de Foix, su protectora, muriendo en Cardona.
144
BARTOLOMÉ LEONARDO DE AKGENSOLA
[III]
SONETO DE BARTOLOMÉ LEONARDO Y ARGENSOLA
AL MUY REVERENDO P . FRAY BARTOLOMÉ PONCE
¿Cómo podrá premiar el bajo suelo,
subjeto al corto término de vida,
obra tan encumbrada y tan subida
que a su fin principal no abarca el cielo?
Él premio, pues (divino Ponce), délo
el que, bajo accidentes de comida,
a tus manos se rinde y te convida
con el disfraz del delicado velo.
Que tu subtil labor y heroico estilo,
donde (cual muro oculto) so la yedra
más con su fortaleza reverdece,
o cual bajo la cera está el pabilo,
o en rica guarnición la árabe piedra,
estando Dios, no sé qué más merece.
[IV]
A LA PUENTE LLAMADA DE GARCILASO
Pasajero, a la gran fuente
donde has suspendido el paso,
ya con versos Garcilaso
detuvo el de su corriente.
[III] Se halla en tos folios preliminares de la Primera parte
de la Clara Diana a lo diuino, repartida en siete libros. Compuesta
por el muy Reverendo Padre fray Bartolomé Ponce, Zaragoza, 1599.
Fray Bartolomé Ponce era fraile cisterciense en Santa Fe,
muy cerca de Zaragoza, donde fue abad en 1591. Véase Latassa, Bibls. ant. y mwv.. I I , pág. 574.
[IV] La décima fue publicada por José Alfay en las Poesías
varias de grandes ingenios españoles, Zaragoza, 1654. A su vez,
figura en dos buenos manuscritos.
Sobre la fuente de Garcilaso en Batres, tan celebrada por los
poetas del siglo xvii, véase el articulo de A, Marichalar, «Lares de
Garcilaso de la Vega: Batres», en Clavilefto> 7 (1951), págs. 13-22.
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Consonancia tan vehemente
¿a cuál Orfeo no admira?
Pero es Palas quien la inspira,
que, como en el campo armada,
le ciñó su misma espada.
le dio aquí su misma lira.
[V]
ALONSO DE EZQUERRA A BARTOLOMÉ LEONARDO, ESTANDO
PRESO EN LA CASA DEL NUNCIO DE TOLEDO
Desta casa del Nuncio propiamente
habló ya el toledano illustre vate,
en nada a la de Augusta diferente;
[V] Figura en los mejores manuscritos y fue publicada por
primera vez por Sedaño en su Parnaso español, I (Madrid, 1768),
página 330,
Alfonso de Ezquerra (Alfaro, h. 1555 f Cuenca 1637), sacerdote, graduado en Cánones por Salamanca, canónigo de Calahorra, visitador de los Obispados de Córdoba y Cuenca, hombre de
gran virtud y piedad, fue autor de unos Pasos de la Virgen Santísima María Madre de Dios Nuestra Señora, con doctrina moral
pava todos los estados, Alcalá, 1629. Ignoro por qué razones fue
llevado a la casa del Nuncio, en Toledo.
1 Se llamó Casa de Nuncio al Manicomio de Toledo porque
fue fundado a fines del s. xv por el Nuncio Francisco Ortiz.
Abundan mucho las referencias literarias. Comp.: «y mucho mejor llevalle a casa del Nuncio, donde pudiera ser con bien justa
causa mayoral de los locos, y metelle en cura». Vélez de Guevara,
El Diablo Cojudo, Clás. Castellanos, 38, pág. 101.
2 Quizá José de Valdivielso, el autor de El Hospital de los
locos, porque no creo que se refiera a Garcilaso, a no ser que
Ezquerra recogiese una tradición oral con la intervención que tuvo
Garcilaso en cierto incidente relacionado con el patronazgo de ese
hospital, por el que le condenan el 7 de septiembre de 151g a
tres meses de destierro de la población, según documentos publicados por F. de B. San Román, «Garcilaso desterrado», en el
Boletín de la Real Academia de Bellas Letras de Toledo, I (1919),
páginas 193-199.
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
do por autorizar el disparate
primero, no por loco me encerraron,
sirviendo el uno al otro de rescate.
Saludes ni otro bien no se enviaron;
pues nadie puede dar lo que no tiene,
ni jamás sus umbrales pasearon.
La queja es la que el campo aquí mantiene
y aunque en contra de Astrea son sus voces,
ella confiesa la razón que tiene.
Dice que los delitos más atroces
son los que se cometen a su sombra :
¡ ay cuan bien sé que esta verdad conoces !
¡Ay cuántas veces la doncella nombra,
levantándola falso testimonio
quien la debiera honrar! ¡El mundo asombra!
Dios nos libre, señor, cuando el demonio
de religión reviste su malicia,
que correrá peligro el grande Antonio.
Y es lo peor que sola esta milicia
es la que se ejercita entre... Mas callo,
que al quererlos nombrar me dio tiricia.
Hiciéralo, pudiendo yo estorballo;
pero sé que es echar al fuego leña,
o arrimar los talones al caballo,
Y sé que sin remedio se despeña
el que con libertad dice verdades,
que lá experiencia claro nos lo enseña.
Tenemos la peor de las edades,
dijo tu hermano, cuando con divino
espíritu lloraba las maldades.
¡Oh mil veces dichoso aquel camino
de tantos alabado, mas seguido
de pocos hasta agora con buen tino!
i i Astrea, hija de Astreo y de la Aurora, o, según otros, de
Júpiter y Temis, es considerada como la diosa de la Justicia.
2i Alude a las tentaciones de San Antonio,
24 tiricia, ictericia.
31 Es el v. 208 de la Epistola de Lupercio a don Juan de
Albion, Rimas, pág. 76.
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¡Dichosa soledad, seguro nido
de las águilas reales, que contemplan
el claro sol con ojo no torcido!
En tus aguas, sus fuertes armas templan
los que de la mentira y del engaño
a espada y lanza la soberbia tiemplan ;
los que buscan el simple desengaño,
y huyen las colores y matices
con que el mundo colora nuestro daño;
los que quieren echar firmes raíces
a su quietud, abrácense contigo,
que a su deseo en nada contradices.
Amada soledad, hazme tu amigo,
y al punto dejaré, si poseyera,
todo lo que perdió el godo Rodrigo.
Sácame de los dientes desta fiera
a quien el sabio dio tantas cabezas,
y arrójame a la más ardiente esfera,
¿De cuándo acá, señor, tantas bravezas?,
riendo me decís, o ¿qué barruntos
tuvisteis vos jamás de estas finezas?
Los tráfagos del mundo en vos veo juntos:
¿quién diablos os llevó las parlerías?
¿O quién os enseñó esos contrapuntos?
Sin duda habréis leído poesías
del músico de Porras o Belardo,
tan celebradas en aquestos días.
Ya de ese ingenio raro vuestro aguardo
otro libro devoto y elocuente,
como el del conde que vistió de pardo.
62 Es Antonio Martinez de Porras, «músico de la harpa» en
la Capilla Real desde enero de 1606 a 1613. Véase José Subirá
*La música en la Real Capilla madrileña...», en Archivo Musical, XIV (1959), páft. 213. Belardo es Lope de Vega, como es
harto sabido.
66 Parece referirse ai padre Agustín de Castro, el hermano
del Conde de Lemos del poema 160.
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGEN SOLA
Ya espero que se pare a oír la gente
un «Echa acá la barca» de esa boca,
que admire de Levante hasta Poniente.
Paso, señor Rector, licencia poca,
que sé cómo castiga el papagayo,
el que mi libertad agora apoca.
Aquí, señor, me toma un gran desmayo;
no puedo más hablar, falta el aliento:
Dios me lleve a ver nieve de Moncayo,
que allá declararé mejor mi intento.
[VI]
RESPUESTA DE BARTOLOMÉ LEONARDO POR LOS MISMOS
CONSONANTES
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Pues hablar de las cosas proprlamente
es el crimen, señor, que nos combate,
cordura es darle nombre diferente.
Llamaremos prudencia al disparate,
mientras los que por sierva la encerraron
no vuelven a tratar de su rescate.
Antes a la verdad santa enviaron
desterrada, y su opuesta el cetro tiene,
a quien con pompa y triunfo pasearon,
Mas sufrir y callar; que esto mantiene
la esperanza del justo ; y no dar voces,
pues nadie escucha la razón que tiene.
Andan los buenos entre los atroces;
mas yo espero gran luz tras esta sombra,
según el texto santo que conoces.
68 «Echa acá la barca» es frase hecha que registra Correas en
su Vocabulario, edic. de L. Cornbet (Burdeos, 3967), pág. 634:
«Echa aká la barca, ¡aho! Esto enseñan a los papagaios.»
[VI] Figura en los mejores mss. y también fue publicada por
Sedaño, Parnaso español, I, pág. 338.
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Pues no Camilo sin razón se nombra
e] que ha de castigar el testimonio
que tu verdad y tu justicia asombra.
Agora te hace cocos el demonio;
mas presto te opondrás a su malicia,
como se opuso el ermitaño Antonio.
Aunque ha poco que sigo esta milicia,
me puedes imitar, que miro y callo,
y ando como hombre enfermo de tiricia.
Daño hay que crece más con estorballo,
como cuando con agua arde la leña,
y con freno la furia de un caballo.
Siendo esto así, ¿cuál bobo se despeña
a decir en tal tiempo las verdades,
viendo cuan fieros dientes nos enseña?
Vengo a pensar que en todas las edades
por algún tiempo el disponer divino
permitió que venciesen las maldades;
pero al fin de sus pasos y camino,
soberanos efetos se han seguido
que al humano saber quitan el tino.
Están los pajarillos en su nido,
y ponzoñosas sierpes los contemplan
subiendo por el tronco retorcido;
y cuando como músicos se templan,
sienten los silbos y el vecino engaño,
y medrosos se pasman y destemplan.
Así en tu nido el dulce desengaño
gozabas tú; mas viste los matices
de la sierpe que quiso hacerte daño.
16 Ignoro a qué Camilo se refiere. Bartolomé alude también
a Marco Furio Camilo (m. 365 a. J. C ) , que intervino en la toma
de Veyes, libró a Roma de los galos y llevó fama de justo. La
leyenda cuenta que, luchando contra los aliados de Veyes, cierto
maestro de escuela le presentó atados a sus alumnos, hijos de las
principales familias de Falisco; Camilo los desató y les ordenó
que azotasen al maestro, acción que le valió la rendición de
Falisco.
19 hacer cocos, mirar cariñosamente, con afecto. Véase otro
ejemplo en el poema 43, v. 427.
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
Y no te dejó echar firmes raíces
en la quietud, y hará vivir contigo
la misma ocupación que contradices.
Pero confía en tu justicia, amigo,
que aunque ese tu contrario poseyera
el bien que poseyó y perdió Rodrigo,
quedarás victorioso de esa fiera;
cortarás, como Alcides, sus cabezas,
y, cual él, subirás a su alta esfera.
Y no tengan por vanas mis bravezas,
que hoy he tenido yo algunos barruntos
que las hacen verdades y finezas.
Hoy estuvimos yo y el Nuncio juntos,
y tratamos de algunas parlerías,
echando cantollano y contrapuntos.
Mas no se han de contar como poesías,
pues no eres Filis tú, ni yo Belardo,
enfado general de nuestros días.
El libro te enviara; mas aguardo
que divise de verde el elocuente
que lo compuso su vestido pardo.
Porque así trae vestida cierta gente,
a quien él se parece en seso y boca,
una de las ciudades de Poniente.
Materias grandes, experiencia poca,
discursos altos trata el papagayo:
aquí, aquí la paciencia se me apoca.
Cierto que a muy buen tiempo me desmayo ;
yo espero en Dios que cobraré el aliento
también de la otra parte de Moncayo,
donde mejor declararé mi intento.
51 Alusión a la pérdida de España.
62 Los romances en que Belardo, Lope, cuenta sus amores
con Filis, Elena Osorío, se cantaron por toda España.
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[VII]
D E DON F R A N C I S C O DE CASTRO
Siste el grado, caminante,
porque derrienga esta losa
al Rector de Villahermosa,
ancho de tripa y semblante.
[VII] La publicó por primera vez Juan A. Pellicer en su
Ensayo de una biblioteca de traductores españoles (Madrid, 1778),
página 94, que utilizó con seguridad un ms. de Uztarroz, Segunda
parte de los Progresos de la historia de Aragón. El Padre Miguel
Mir en su prólogo a las Malucas, pág. Lin, usa el mismo ms. que
PeHicer, pero, en cambio, narra íntegra la anécdota, que copio
más abajo. (Figura también en muy buenos ms.)
La anécdota es la siguiente, según el texto de Uztarroz: «A tres
de mayo [de 1615] se embarcó en Ñapóles Bartolomé Leonardo
en las galeras de Sicilia, donde fue muy regalado de su general
hasta el Tiber; y luego diole la faluca de la capitana, y con ella
navegó hasta dos millas de Roma, y por haber anochecido no
pasó adelante [...] Saltó en tierra y se albergó en una casina,
y adelantóse un criado para avisar de su llegada en casa del
Conde de Castro, embajador ordinario en aquella santa ciudad.
Luego vinieron en su carroza algunos amigos, y entre ellos,
Fernando de Soria Galvarro [...] Llegaron a la casina, y dijo
uno de ellos: —Sea Vm. muy bien venido. Dios se lo perdone, que
si llegase un día antes era Canónigo de Zaragoza. —Pues qué,
¿ya no lo es? —añadió el Secretario del embajador—. El Rector
de Villahermosa estuvo un poco suspenso, porque no sabía nada,
y dijo: —¡Canónigo soy! ¿Es posible?—. Salió a esto su íntimo
amigo Fernando de Soria, y dijo con mucho donaire: —Bueno,
bueno, por vida mía, bravamente ha tragado la gazpa—. Replicó
entonces Bartolomé: —Señores, díganme Vs. ms. a quién he de
creer—. Y en oyendo esto, le abrazaron todos y le dieron la
enhorabuena y le leyeron un epitafio que el embajador había
hecho, dando ocasión su tardanza, y decía así: Siste el grado,
caminante. Respondió [Bartolomé] con mucha gracia, desta suerte: No repares, caminantes
1 Siste, detente; es latinismo puro, Es el comienzo de muchos
epitafios.
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
De Zaragoza un instante
fue canónigo, y más fuera
si caminara en litera;
mas del agua se fió,
y el Tibre le zabulló
por dar nombre a su ribera.
[VIII]
RESPUESTA DEL LICENCIADO LEONARDO
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No repares, caminante,
en lo que dice esta losa,
que el Rector de Villahermosa
navega el Tibre adelante.
Dale tú que la vacante
le salga tan verdadera
como él andará en litera;
mas pienso que no vacó:
que no muere nadie, no,
cuando conviene que muera.
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;
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[IX]
SÁTIRA DEL INCÓGNITO
«í Déjame en paz, oh bella Citerea!,
así de Adonis venturosa goces,
y él en tus brazos inmortal se vea,
»Ignoras tú mi humor y que las voces
y bullicio de Corte han de acabarme,
por más que el apetito me retoces.
»Estimo de mi gusto un solo adarme
más que la renta y honra más segura
que pueda el Rey y quiera el Duque darme.
»Y como sabes quién me alzó figura,
[IX] Publicada por el Conde de La Vinaza, Algunas obras
satíricas de Lupercio y Bartolomé Leonardo de Argensola (Zaragoza, 1887), pág. 33, copiándola del ms. 2883, pág. 35o, de la
Biblioteca Nacional de Madrid. Figura también en el ms. 3797
de la misma Biblioteca, f. 29 v.
No podemos dudar de su autenticidad, puesto que habla de
ella Uztarroz, tan enterado siempre: «Tuvo Bartolomé Leonardo
mucha agudeza en las sátiras y tuvo grande inclinación a ellas [...]
De las sátiras que hay impresas, se conoce la gallardía de su
espíritu; pero más se conociera de una que escribió en Salamanca,
que empieza ¡Déjame en paz, oh bella Citerea. Cifra en este poema
ingeniosísimo una reprehensión general de los vicios, y puede
competir con las sátiras que escribieron Juvenal, Persio y Hora™
ció. El que tuviere dicha de leerla, conocerá que no se excede
en sus alabanzas, sino que son muy debidas a su ingeniosidad y
eJegancia.» En Gallardo, Ensayo, III, c. 383.
La sátira debió de escribirse entre 1600-1Ó06. Cfr. el v. 164,
el 507 y otros.
1 Citerea es Venus.
2 Para la fábula de Venus y Adonis, véase la nota al poema 18, v. 9.
9 Por la fecha, alude al Duque de Lerma, privado de Felipe I I I .
ro alzar figura, «en Astrología es formar plantilla, tema u
diseño en que se delinean las casas celestes y los lugares de los
planetas y lo demás concerniente para hazer la congetura y pro-
154
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
si alcanzar puedo desto alguna parte,
juzgo por mercurial mi genitura.
»No quiero yo cansarme, ni cansarte,
en deslindar agora si tal astro
la toga viste o ciñe el talabarte;
»si pudo Sacrobosco por el rastro,
cual podenco, oliscar que el Rey había
muerto su padre de tener padrastro;
»si el otro grande niño casaría
con hija de la tuerta y Juan de Cea,
y muerto el cura la repudiaría.
»Créalo quien quisiere o no lo crea,
que para mí serán más prevenidas
que hoy las copias del cuerno de Amaltea.
»Hallo en las naturales diciplinas
gran dulzura, y mayor si délias paso
con la especulación a las divinas.
nóstico que se intenta». Aufs. Comp.: «Preguntado que en qué
forma alzaba las figuras el dicho Rosicler [...], dijo que en un
papel hazía con la pluma un quadrado y en él dos triángulos
encontrados, con que quedaban doce casas divididas dentro del
quadrado; y en ellas, conforme el día del nacimiento y la hora,
o en la que se preguntaba lo que se quería saber, miraba el signo
o planeta que reynaba y los ponía en algunas de aquellas casas;
y todos los demás por la orden que están en los cielos, los yua
poniendo por los caracteres que son conoscidos; y luego yua
juzgando conforme hallaba la postura en ellos.» A. Tomillo
y C. Pérez Pastor, Proceso de Lope Vega por libelos contra unos
cómicos (Madrid, 1901), pág. 273,
12 genitura mercurial, nacido bajo el signo del planeta Mercurio.
15 talabarte, la pretina de la que pendía la espada.
16 Sacro Bosco o Sacrobosco es Juan Hollywood, matemático y astrónomo inglés, que fue profesor en París en 1230, autor
del célebre Tractatus de sphaera mundi del que se hicieron más
de 70 ediciones entre 1472 y 1647.
20 Aunque ese Juan de Cea parece un personaje inventado
por Bartolomé, lo cierto es que se trata de un pintor español del
siglo xvi, que en 1565 pintó los cuadros del crucero de la catedral de Burgos.
24 copias del cuerno de Amaltea, las cornucopias, símbolos de
la abundancia.
25 Nótese el cambio de rima.
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»Todo mi gusto es irme paso a paso
a la antigua academia del Liceo,
y disputar algún difícil caso.
»Tal vez sentado y grave a Platón veo,
que con divina suavidad explica
los puntos de su Fedro y su Timeo;
»y tal su grave oyente le replica,
hasta vencer, con la verdad desnuda,
a la elocuencia de figuras rica.
»Y emancipado ya, trabaja y suda
por pasearse en otra nueva escuela,
donde a escucharle todo el mundo acuda.
»Voime tras él a verle urdir la tela,
cual de sutiles hilos de fino oro,
de sus discursos que al del vulgo cela.
»Y allí, como quien busca un gran tesoro,
veo que sudan con igual fatiga
el cristiano filósofo y el moro,
»Y lo que es más : entrar en esta liga
veo al hijo dichoso de Filípo,
de la lanza olvidado y la loriga.
»I Oh del saber vicioso, inmortal hipo,
que a ingenio tanto diste sepultura
en lo profundo del infame Eurípo!
»Aquel que al rayo de su razón pura
la ceguedad así desvanecía,
como el del sol la niebla más escura,
»envidia le mató de ver que había
secreto más profundo que su ingenio:
¡tan loca fuiste allí, Filosofía!
47 Felipe III.
51 Euripo, estrecho entre la Beocia y la Eubea, famoso por
sus tormentas y peligros. Por eso, Euripo o Euripos pasó a ser
sinónimo de peligros. Comp.:
el mar del más valiente horror y espanto,
montes de sal, Euripos y sirenas,
pasan los hombres, que obligados, nacen
a los prodigios que los cíelos hacen.
Lope de Vega, La Filomena, pág. 686.
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»Y cuando siento fatigado el genio
de estudios serios, a esparcirme salgo
por los jardines de Virgilio y Enio;
»y veces hay que con ingenio hidalgo,
por divertirme más y entretenerme,
de Ovidio, Horacio y de Marcial me valgo»
»Estos con su buen gusto hacen que merme
la sangre adusta, y más la purifican
que la costosa confeción de alquerme.
»Los sentidos así se vivifican,
y a servir con aliento y gozo nuevo
al discurso, proprísimos, se aplican,
»Luego los afres a romper me atrevo
con este sumo sacre generoso,
y en corazones de ángeles lo cebo.
»Quitóle el capirote, y, codicioso,
haciendo puntas sobre ei cielo, sube
a la región del fuego milagroso,
»No llega allí vapor, ni cuaja nube,
si bien fabrican muchas aves nido,
de quien acá noticia jamás tuve,
»Mas el que desdeñoso siempre ha sido
a la garza gentil que más se encumbra,
o quiere herir o della ser herido;
»y aunque el rayo mil veces le deslumbra,
del sol vecino nunca pierde el rastro,
porque en volar a ciegas se acostumbra.
66 alquerme, «es una confección de acucar, polvos de rosas y
otras flores, con los de coral, perlas y otras cosas confortativas
para el coracón, y porque lleva polvos de grana y el gusanito
de que se haze (la grana], dicho coceo, en lengua arábiga se
llama harmes o kermes, dio nombre a esta confección, y la llamaron aíkermea. Cov., Tes- Comp.: «Y sabemos que hay oro potable
que conserva la vida, y al fin entra en la confección de alquermes.» Lope de Vega, La Dorotea, edic. cit., pág. 83. Véase la
nota del erudito editor Morby a ese párrafo.
71 sacre, ave de altanería.
73 Para capirote, véase la nota al poema 163, v. 11.
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»Sucede que, medroso del palastro,
procuro, como puedo, traelle al suelo,
y por le castigar mejor le arrastro;
»mas si me huye, muéstroíe el señuelo
de aquel retrato, antes dechado tuyo,
porque, humilde, a la carne rinda el vuelo.
»Con tales trazas los peligros huyo
de perder mi neblí por altanero,
cuando a término pasa que no es suyo,
»Porque en el golfo, donde el más velero
bajel amaina velas a su estima,
y de medroso, lerdo va y zorrero,
»y en alteza que verlo pone grima,
de donde resurtido para el suelo
baja cobarde el pájaro más prima,
»fuera temeridad que mi torzuelo
desplegara las alas, o las velas
2ni desazonado y roto navichuelo,
»y donde Tomás vuela con pigüelas
y Escoto haciendo puntas se entretiene,
luces ambos a dos de las escuelas,
85 El ms. 3797 de la Biblioteca Nacional, f. 29 v,, anota al
margen de palastro: «Palo con que se castigan los pájaros de
cetrería cuando han volado mal.»
98 resurtido, de ' resurtir', «venir a dar o parar desde otra
parte donde dio primero». Auts., que cita el siguiente texto de
los Comentarios del Inca Garcilaso, part. 2, lib, 2, cap. 16: «Dio
un gran golpe en una peña y resurtió adonde Pedro de Alvarado
estaba y llevóle tras sí la cuesta abaxo.»
99-100 Para prima y torzuelo, aves de cetrería, véase la nota
al poema 48, v. 372.
103 Santo Tomás.
104 Duns Escoto, de Escocia (hacia 1274-1308), que estudió
en Oxford, se hizo franciscano, y enseñó en París, A pesar de
morir muy joven dejó una obra filosófica vastísima (12 vols, en
ía edición de Lyon de 1639, Dunsii Scott Opera omnia) cuya
influencia fue considerable.
Haciendo pimías, «contradecir con tesón Ía opinión o resolución de otros». Auts.
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE AEGENSOLA
»la presunción es justo que cercene
el que más altaneras alas cría,
y agotar piensa el agua de Hipocrene.
»Ésta es la inclinación natural mía:
si llaman esto mercurial, confieso
que anduvo bien allí la astrología.
»Mas siendo así, pregunto yo: "¿En qué seso,
oh bella diosa, cupo el arrancarme
del centro que me dio mi poco peso ?
»"¿Podrá la Corte gusto alguno darme,
no habiendo en ella toda un rincón mudo,
donde conmigo pueda retirarme,
»"como ya la quietud dármela pudo
de Salamanca, donde con ruido
otro no me estorbó que mi estornudo?
»"El trato de la gente era cumplido,
no artificioso y falso, sino liso;
mas callo, que bien largo te habré sido.
»"Y sospecho que quiere ese sonriso
y viveza de rostro con que miras
de que calle y te escuche darme aviso,
»"Por mi fe, a gentil tiempo te retiras,
cuando la de quien eres te pidía
no fruncir más ni colorar mentiras."
»Yo muy diverso parecer tenía
cuando te truje a Corte y pensé en ello
que en todo a tu buen gusto le servía.
»Mas pues tú no has querido así entendello,
atento a la razón que tuve, escucha,
y si lo fuere, rinde humilde el cuello.
»Bien sé que tienes capacidad mucha
para letras sutiles, mas no ignoro
que el gusto délias es con grave lucha.
»Estaba yo influyendo desde el Toro,
alegre en la primera genitura,
de amorosos deleites un tesoro,
io8 agua de Hipocrene, la que bebían las Musas.
124 sonriso, sonrisa.
139 Influyendo desde el signo de Tauro, que es la primavera.
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»un vasallaje libre a la hermosura,
unos ojos discretos y habladores,
un trato sin dobleces ni amargura,
»y en la materia, otros mil primores,
que escritos traes en esa frente lisa
y de que ya te salen los colores.
»¿Y querrás que te escuche muy sin risa,
quien de hablar con Platón tiene más gusto
que en ver a Flora en mangas de camisa?
»Trata conmigo llano, que no es justo
solaparte a quien sabe que no pecas
tanto de melancólico y adusto.
»Ni te hicieron coxquillas las Batuecas,
si bien del Tormes claro habrás bebido
aquella hipocresía de sus becas.
»Agradece el haberte acá traído,
cosa que más de un sátrapa apetece
y no le es por la Junta concedido.
»Goza alegre del sol que te amanece,
deja tal vez el libro, que, enfadoso,
en medio de tus años te envejece.
»Da vuelta a la ciudad y con curioso
descuido de la nueva Corte goza,
sin los peligros del que rúa en el coso.
»El Rey es joven y la Reina moza,
y con cualquier asomo de alegría,
la risa en las mejillas les retoza.
152 solaparte, «encubrir[te]. Solapo, el negocio que se haze a
escondidas». Cov,, Tes, El de Auts, define 'solapar': «metafóricamente vale encubrir una cosa so color de otra».
154 coxquillas, cosquillas, era forma muy corriente en la Edad
de Oro. Véase A. Alonso, «Trueques de sibilantes en español antiguo», en la NRFH, I (1947), pág. 3. Comp.: «jPasso, madre, no
llegues a mí, que me fazes coxquillas e provócasme a reír e la
risa acreciéntame el dolor.» La Celestina, Clás. Castellanos, zo,
página 249.
156 becas, «cierto ornamento [adorno] de una chía de seda o
paño que colgava del cuello hasta cerca de los pies [...] Los que
se han aleado con las becas son los señores colegiales». Cov„ Tesoro.
159 Ignoro a qué Junta puede referirse.
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»Mira las tropas que entran cada día,
de gentes alistadas y bagaje»
tanta vejez y tanta mancebía.
»¡Qué de trencillo de oro y de plumaje,
espuelas plateadas y cadenas,
cuánto del sollastrín, cuánto del paje!
»De majestad verás carrozas llenas
con un príncipe sólo, y luego en torno
otras más enjambradas que colmenas.
»Callo de los palacios el adorno,
para quien Milán oro y lanas Flandes
hilan con primo y delicado torno.
»Entra en los camarines de esos grandes,
donde podrás con nueva maravilla
entretenerte todo lo que mandes,
»Los ojos tiende luego por la villa,
y rostros podrás ver angelicales,
a quien el Tajo y el Genil se humilla.
»Mas ¿qué diré de aquellos sin iguales
que adornan la suprema jerarquía
y traen de serafines las señales;
»de aquellas que en dichosa compañía
asisten a la Reina soberana,
digna de la española monarquía?
»¿Pues una dama sola italiana,
más hermosa que Porcia y más honesta,
la tierra toda pudo hacer ufana?
»No quiero en esto más serte molesta,
sólo diré el lugar cuyo desvío
tanto dolor y lágrimas te cuesta.
172 trencillo, trencilla, «tómase frecuentemente por el cintillo
de plata u oro, guarnecido de piedras, que se suele poner en los
sombreros por gala o adorno». Auts.
174 sollastrín, diminutivo de * sollastre', el criado o pinche de
cocina. No llevaron muy buena fama, y se identifican con los
'picaros de cocina'. Comp.: «Vagabundo, picaro, sollastre, ¿para
qué estás dando papilla de oro a ese buen hombre?» Quevedo,
Sueños, Clás. Castellanos, 34, pág. 173.
180 primo, el más excelente. Comp.: «Assí era tu madre, que
Dios haya, la prima de nuestro oficio e por tal era de todo el
mundo conocida.» La Celestina, edic. cit., pág, 241.
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»Salamanca es un pueblo seco y frío,
cercado de pizarras y arenales,
tristes de invierno, estériles de estío.
»Algunas casas tiene principales
y antiguas, que llamaba Zoilo viejas,
con magníficas puertas y corrales.
»Tal hay que empuja al cielo con las tejas,
siendo un desván o jaula, cuyo dueño
apenas tiene cera en las orejas.
»Este rúa después con grave ceño,
y dirás, según va tieso y enjuto,
que come un asador y cena un leño.
»¿Qué diré, pues, del mujiriego bruto,
que este lugar y su contorno lleva,
si no que es venturoso el que no es puto?
»Y que a ser ya cual una de éstas Eva,
sagaz la sierpe, nunca hubiera osado
a hacer del hombre tan costosa prueba.
»Dejo lo proprio y paso a lo prestado,
que de otras tiene esta ciudad, y todo
es hombres y mujeres bien mirado.
»Ellas no lo más lindo ni más godo
que pasa en ferias, antes el desecho
a quienes ya la Corte dio del codo.
»Aquesta cubre el zaratán del pecho,
descubre aquélla engerto o negro el diente,
y alguna tuerta estar sabe a derecho.
203 Zoilo, gramático griego, cuyas críticas a Homero se hicieron célebres, y como también atacó a Platón y a Isócrates, sti
nombre pasó a significar crítico presumido, maligno y envidioso.
220 más godo, de mayor linaje. Los godos «se apoderaron de
innumerables provincias y particularmente de nuestra España,
adonde reynaron mucho tiempo, hasta el desdichado rey don
Rodrigo; y de las reliquias dellos que se recogieron en las montañas, bolvió a retoñar la nobleza que hasta oy día dura, y en
tanta estima que por encarecer la presunción de algún vano, le
preguntamos si deciende de la casta de los godos». Cov., Tesoro.
223 zaratán, «es nombre arábigo, en la qual lengua sinifica lo
mesmo que en la nuestra cáncer o cancro». Cov., Tes. Es voz
todavía viva. Recuérdese la narración de Juan Ramón Jiménez,
titulada El zaratán.
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»Ninguna, al fin, si no es por accidente,
va a pisarte en el rastro a Salamanca,
y si alguna, ¡cuan presto se arrepiente!
»Dirás que viste a esotra pechiblanca,
y que no era tan mala Florencüla,
a no jugar con tantos de fayanca.
»Deso allá depondrán los de Sevilla,
a quien supo vender su miel de cañas
por virgen, dando a cinco o seis papilla.
»No quiero recontarte las hazañas
de la más bella ninfa del arroyo,
a quien ofrece el monte sus pestañas;
»ni de la que a su puerta tiene poyo,
presumiendo que es gente de a caballo
cuantos juegan con ella a tres en hoyo ;
»ni de la que, por ser quien sabes, callo,
que con caldo de pollos se sustenta,
porque le causa hastío el de su gallo.
»Dejo aquella Belisa que echa renta
sobre el cuerpo sin alma de su hija,
a quien siendo doncella puso en venta;
» y a la que tiene juego de sortija
de sólo caballero lánzamete,
según afirma esotra sabandija.
»Y dice bien, p o r q u e el m á s vil g r u m e t e ,
mientras está a caballo, bien se puede
caballero llamar, si no jinete,
»Pero si te parece, aquí se quede
lo de las ninfas, y a los hombres vamos,
que los dejé para la postre adrede.
»Esta suerte de gente, si miramos
su trato y diferencias personales,
dividirla podremos en tres ramos:
231 fayanca, «cierta postura del cuerpo, en la quai hay poca
firmeza para mantenerse». Auts. (Es decir, Florencüla se solía
caer con cierta facilidad.)
237 pestañas, cada uno de los pelos del borde de una parte
cualquiera de una planta.
240 Ignoro qué es jugar a tres en hoyo. Se sobreentiende la
malévola y erótica alusión, pero nada más.
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»escolares, maestros, colegiales,
cada uno de los cuales comprehende
algunos otros menos principales.
»El nombre de escolar tanto se extiende
cuantos son los oyentes y pasantes,
porque el pasante y el oyente aprende.
»¿Qué te dijera, si tú déstos antes
no los hubieras por tus ojos visto?
Mas, ¿qué te diré ya de que te espantes?
»Piensa alguno que echando un "i Vive Cristo!"
por hombre le tendrán, siendo tan niño
que acabar no le es dado lo que a Egisto.
»Procura persuadir con desaliño
otro que estudia tanto allá en su aldea,
que mitra es corto premio a su desiño.
»Don Luisico se mira como idea
de la belleza misma y compostura,
en cuyo parangón Helena es fea.
»Allá mi don Fernando se mesura,
porque acertó a traer muía con tocas:
sabe Dios si lo es más quien lo procura.
»Los dos Guzmanes, excelentes bocas,
con dos cribas de paja ceba Daza,
y si llega Zamudio, tres son pocas,
»El ximio de las Indias trae por maza
aí niño sabio, de la mano preso,
don García andaluz, su calabaza,
»En tu don Gabrielito es tanto seso
enfermedad y especie de apostema,
por venirle sin tiempo y con exceso.
270 Egisto, que debía velar por Clitemnestra, mujer de Agamenón, la enamoró y además, junto con ella, mató al marido;
pero luego fue, a su vez, muerto por Orestes, hijo de Agamenón.
280 No sé a quién se refiere. Don Gaspar de Guzmán, CondeDuque de Olivares, estudió en Salamanca, pero es muy raro que
Bartolomé Leonardo se atreviese a decir lo de excelentes bocas,
aparte de que sólo estudió allí don Gaspar.
286 Don Gabriel Leonardo, el hijo de Lupercio, supongo.
287 apostema, infección, «que algunos llaman postema; una
hinchazón que suele criar materia, abrirse y hazer llaga», Cova-
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»En esto el uno, en otro aquél se extrema,
y al fin, de todos, por mejor mirados,
se dijo cada loco con su tema.
»Y de que lo son todos graduados,
indicación bastante es la mollera,
que los bonetes cubren apocados;
»pues tanto seso como queda afuera,
exhalado del sol y vuelto en aire,
la cabeza les deja asaz ligera.
»Mas sobre todo, es cosa de donaire
verles torcer la boca melindrosos,
por hablar con cuidado y al desgaire.
»Y no están a mi ver menos donosos
en ceñirse tan alto, que parecen
preñados, de sus vientres cuidadosos.
»Bien dije, que según de España crecen
los vicios, y ellos andan de putíllos,
esta comparación y aun más merecen.
»Las arandelas dejo y copetillos,
que en vez de crestas alzan, pretendiendo
parecer gallos, siendo monacillos.
»Dejo también, por más irme ciñendo,
sus dulzuras y amores como Eneas,
en cuyos hornos Dido vive ardiendo.
»Y porque responderme ya deseas,
de paso entremos por las casas santas,
donde verás mil cosas que no creas,
»Palencia al menos nunca tejió mantas
que pudiesen cubrir lo que a la vista
una beca nos hurta; ¿qué harán tantas?
rrubias, Jes. Comp.: «A ocho de mayo, adolecieron todos en la
costa de Guinea de calenturas, tullimientos, hinchazones, apostemas en las encías, que en aquella tierra son mortales.» Malucas,
página 130.
307 Para arandelas y copetillos, véanse las notas al poema 45,
versos 95 y 279.
312 Eneas, después de sufrir las tempestades en su huida de
Troya, llegó a Cartago, donde remaba Dido, que se enamoró
perdidamente del héroe; pero Mercurio le libró de este lazo que
le había tendido Juno y así pudo arribar a las costas de Italia.
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»Porque en calando aquella sobrevista,
no hay cosa que su dueño no acometa,
ni casa tan murada que resista.
»El más bravo los teme y los respeta,
que si Hércules a dos no mueve guerra,
¿quién a tantos secuaces desta seta?
»Es verdad que jamás parió la tierra
especies de animales tan opuestos,
como este nombre colegial encierra.
»Y que si bien risueños y modestos
tratan unos con otros, dentro el pecho
quisieran verse en la picota puestos.
»Mas siendo así, si a tuerto o a derecho
tocáis alguno, en su defensa sale
un cerrado escuadrón de todos hecho.
»Nunca viste alacrán que les iguale
en revolver, do quiera que le pican,
con la cola mortal de que se vale;
»pues ya la autoridad que se adjudican,
haciendo papo y rueda como pavos,
es risa de quien sabe cuál platican.
»Yo suelo, y bien, llamarlos frailes bravos,
porque a los ojos compostura ofrecen,
y son del vicio y ambición esclavos;
»como unas flores que salvajes crecen
por la montaña inculta sin fragancia,
que a las hortenses mucho se parecen;
»así con pregonar limpieza rancia,
viven sin ella, y Dios la verdad sabe,
pues nunca información vino de Francia.
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sobrevista, la visera del casco. Comp.:
¿Ésta es la dicha? No, Rodrigo,
la que pierdes lo sería;
bien me lo dice por señas
la sobrevista amarilla.
G. de Castro, Las mocedades del Cid,
Clás. Castellanos, 16, pág, 69.
345 hortenses, cultivadas en huerto o jardín.
348 Alude a la «información de limpieza de sangre», que se
hacía donde se había vivido o habían vivido los antepasa-
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»Y aun más acá, donde la mole cabe
del indigesto y rudo villanaje,
no hay porque de tan limpio se me alabe,
»si no es porque se ignora su linaje;
que entonces, sabiamente, de tan baja
sangre, presumo yo cualquier ultraje.
»y si le doy, por evitar baraja,
que esté limpio de polvo y de ceniza,
no podrá el menos limpio estar de paja.
»O si no, quién fue en tiempo de Ubitiza
su ascendiente, me diga Juan García,
verá que su ignorancia la autoriza.
»Con esto dejaré para otro día
lo que me resta deste grave asunto,
si bien mil cosas que decir tenía.
»Pero no escuso de tocar un punto
que sirva de entremés a esta jornada,
por no enfadar si tanto riño junto.
»¿No es cosa muy de risa bien mirada
lo mucho que se estima entre esta gente
una prolija barba muy poblada?
»Desdichado del pobre pretendiente
sí acierta a ser lampiño y no procura
alquilársela al menos a Llórente;
»pues dado que lo tengas por locura,
es cierto que al supuesto más pintado
por ella es antepuesto un pobre cura.
»He dado muchas veces y tomado
sobre la causa desta maravilla,
y es, según los indicios que he notado,
»pensar que un presidente de Castilla
les cuelga de cualquier mínimo pelo
con su litera, machos, coche y silla.
»Salgamos deste pozo, do no hay suelo,
dos. Comp.: «Ésta es la información, éste el proceso / del hombre
que ha de ser canonizado.» Quevedo, Poesía original, pág. 615.
365 entremés, aquí intervalo entretenido. El entremés clásico
se intercalaba entre acto —jornada— y acto de la comedia.
372 No he podido documentar quién es ese Llórente.
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y lleven sus propinas los maestros,
pues no heredaron otro de su agüelo.
»No quiero yo tocar en tus siniestros,
ni deslindar si alguno en Teulugía
tan docto está como en hacer cabestros;
»ni si por mitra el otro, o señoría,
dando saco a papeles de teatinos,
sueña de noche lo que estampa al día;
»ni si hay quien con achaque de sobrinos,
dos o tres niños huérfanos sustenta»
de cuando cabalgaba Galaínos;
»ni si con buena fe gozan la renta
los que llevaron cátedra de prima,
comprando éste por diez, aquél por treinta;
»ni si con justa causa se lastima
el que en oposición de silla o beca
perdió con ellas tanto de su estima;
393 Calaínos es personaje del romance que comienza «Ya
cabalga Calaínos», que se convirtió en frase hecha. Correas en su
Vocabulario registra «Las coplas de Calaínos (por cosa de poco
valor. Fue un moro)». Por eso dice Quevedo en La visita de los
Chistes, Cías. Castellanos, 31, pág. 261: «Soy —dijo— Calaínos.
•—¿Calaínos eres? —dije—. No sé cómo no estás desainado, porque
eternamente dicen: ** ¿Cabalgaba Calaínos?" —¿Saben ellos mis
cuentos? Mis cuentos fueron muy buenos y muy verdaderos.
Y no se metan en cuentos conmigo.»
395 prima fue una de las cuatro partes en que los romanos
dividieron el día (desde la salida del sol a media mañana). Se
usó en las Universidades y Estudios para designar la primera lección, Lección de Prima, Cátedra de prima; más tarde pasó a designar la cátedra de Metafísica o Prima philosophiae. Comp.:
Es su Reverencia
un gran coronista,
porque en Salamanca
oyó Teología,
sin perder mañana
su lección de prima,
y al anochecer
lección de sobrina.
Góngora, Obras completas, pág, 62.
396 Alude a ia compra de votos de los estudiantes, que votaban con los profesores para proveer cátedras.
398 silla, «algunas vezes se toma por dignidad, como silla
pontifical o episcopal». Cov., Tes.
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»ni si liviana o gravemente peca,
quien para información de su justicia,
siendo eremita, en cómico se trueca;
»ni si bautiza el otro de malicia
con renombre de error las opiniones,
de que ni lumbre tiene ni noticia;
»ni cuántas veces por sus ambiciones
alternos hurtos tal de cual descubre,
como riñendo aviene a los ladrones;
»ni cómo alguno que capilla cubre
y otro que arrastra beca se arañaron,
sobre pagar o no pagar la ubre;
»ni si con justo título achacaron
a fray Montante y sóror Ensillada,
que al Anticristo ser comunicaron;
»ni cómo el de la barba salpresada,
bailando suele andar con cascabeles,
ante quien mucho ofrece y le da nada;
»ni a qué fin, ya con pellas y pasteles,
por medio de su hermano compra votos
quien los experimenta siempre infieles;
»ni si la fama quitan de más doctos
los que a traer por ella se constriñen
las becas sucias y los mantos rotos;
414 Según la Biblia y la Sagrada Teología se entiende por
Anticristo, en sentido concreto, un personaje que aparecerá en
el mundo antes de su total destrucción y que se servirá de su
poder para aniquilar la Iglesia.
415 barba salpresada, aderezada con sal y apretada como las
sardinas en cubo. Comp.: «Aficióneme a unas sardinas salpresadas.» Estebanülo González, Clás. Castellanos, 109, pág. 200.
418 pella, el manjar blanco: «cierta suerte de guisado que se
compone de pechugas de gallina cocidas, deshechas con azúcar
y harina de arroz, la cual se mezcla y mientras se cuece, se le
va echando leche, y después de cocido se le suele echar agua de
azahar». Auts., que cita el texto siguiente de Quevedo de La
fortuna con seso: «Juntemos estos billetes, con otros dos cahíces
que tenemos, y véndanse a un confitero [..,] para amortajar
especias y encorozar confites y hacer mantellinas al azúcar de las
pellas y calzar los bizcochos.»
419 hermano, pero de la orden a que pertenecía el opositor.
Normalmente por esos años se trataba de dominicos y agustinos.
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»ni si los almireces le retiñen
en el oído alguna gran persona,
cuando otro y él sobre el primado riñen;
»ni si de cumplidor tanto blasona,
que en vez de hablar con larga reverencia,
haciendo nalgas, anda como mona;
«ni dudaré si a doña tal Vicencia
para enseñar en públicas escuelas
le dan el sexo y el saber licencia;
»ni si a costa de alguno rozan telas,
las de quien ya pretéritos aporca
por sólo darles velos y arandelas;
»ni si descender vimos de la horca
en nuestro siglo un nuevo Mardoqueo,
puesto a caballo y con hermosa ajorca.
»Nada de aquesto ponderar deseo,
sino el común de su ejercicio y vida,
lo que a los malos aun parece feo.
»¿Viste más desalmada ni perdida
gente, que hoy es en cátedra vacante,
la que fue ayer por más de a Dios tenida?
424 reteñir almireces en el oído parece frase hecha que no he
logrado documentar. A juzgar por el contexto sería parecida a
la de hoy «chillar o silbar los oídos».
reteñir, «tinture; reteñir agudamente, sonar; dende tintinnire
o tintínnare es espessas vezes reteñir reteñir o sonar corno sonido
de cascaueles». A. de Palencia, Universal vocabulario, i, 500 d.
434 aporca, de *aporcar', «cubrir con tierra la hortaliza, como
el cardo, la escarola». Cov., Tes.
437 Mardoqueo, judío de fines del s. vi a. J. C , que hecho
prisionero con su sobrina Esther, fue conducido a Babilonia,
donde el rey Asuero quedó tan prendado de la joven que se
casó con ella. Mardoqueo, sin embargo, no quiso doblegarse y
el favorito real, Aman, quiso matarlo, junto con otros judíos prisioneros, siendo salvado por la intercesión de Esther. A Mardoqueo se le atribuye el Libro de Esther,
438 ajorca, «las que por otro nombre llamamos manillas,
que son cercos de oro o plata que se traen en las muñecas y junturas del braco y la mano [...] las ajorcas son anchas y quadradas
y suelen estar adornadas con esmaltes, labores y pedrería».
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»¿Hay profesor del duelo ni matante
que menos tenga en ocasión de afrenta
la ley de Dios y la razón delante?
»La religión, en compra infame y venta,
sin escrúpulo pone la justicia,
y la templanza de pasión revienta.
»Y llega a extremo tanto la malicia,
que ha sobornado votos con rameras
la misma cantidad por la codicia,
»Y que perdido ha vuelto, que a primeras
la pobreza evangélica doblones,
porque hay sobornos de cien mil maneras»
»Con lágrimas he visto en bodegones
profanar, vueltos pobres, edificios
que ricos hizo el cielo con sus dones;
» y a los que ofrecen castos sacrificios
por los vicios del pueblo, revolcados
en los más viles y afrentosos vicios;
»y andar por la ciudad menospreciados
los que envidiados de los serafines
hicieron cielos de los despoblados;
»y en lugar de cantar a Dios maitines,
ir conquistando el voto más dudoso
en forma y ademán de espadachines.
»No hay loco, ni más bravo, ni furioso,
que en ocasión de cátedra vacante,
si tiene opositor, un religioso,
»un seglar, pues, en caso semejante,
aunque así no se note ni señale,
no es porque en todo no le va adelante.
»Pero como la mancha menos sale
en paño basto, al polvo y agua expuesto,
que en tela rica o cosa que le iguale,
»así el exceso y crimen manifiesto
de un seglar tiene el serlo por resguardo,
y cuando más le nombran descompuesto;
»mas en un augustino y un bernardo
pisar la luna, porque el sol bien puede,
basta para estimallo por bigardo.
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profesor del duelo, el que enseñaba el arte de esgrimir.
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»Y bastara también, sí ya no excede
fo dicho, porque breve y confitado,
ni canse oído, ni mascado acede;
»y para convencerte por errado,
si tu afición a Salamanca diste,
ni basta, porque sobra lo alegado.»
«He estado mudo el tiempo que quisiste
responder a mi queja, oh bella dea,
con tanto mote malicioso y chiste.
»Y porque desamase, como a fea,
esa ciudad, tu industria y arte suda
y desta Corte apasionado sea;
»según la tierra es vieja, pongo en duda
que a tu labor y rica sementera
con el retorno pretendido acuda.
»Tiene gran fuerza la afición primera;
el curioso, y haciéndose entre ruines,
anteponerse debe a otra cualquiera.
»No es paraíso en Evas y jardines
Salamanca, ni Tormes aguas lleva
que de los hombres haga serafines ;
»mas es dañosa paradoja y nueva
preferir a su trato el de la Corte
y a los barros de Tormes los de Esgueva.
»Quisiera yo, que alcanzo cuanto importe,
dar luz a un pensamiento que he engendrado,
y de la pluma temo que le aborte.
»Que como la Ambición ha desterrado
a la Verdad, con pena de la vida,
al que meterla en Corte fuere osado,
»la más valiente pluma y atrevida
temblando trae del alma e] pensamiento
y del papel recela ser sentida.
»Mas, ¿qué temo decirte cuanto siento,
pues me confieso a solas y contigo,
y si disimular quiero, reviento?
»Y cuando se supiese cuanto digo,
y del Rey por escrito murmurase,
¿dejará de ampararme un duque amigo?
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acede, de 'acedad agriar.
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»Mas no me ampare Dios, si yo tocase
en huesos de un difunto, pues no había
de servir ya para que se enmendase.
»Antes, de quien la luz goza del día,
hable yo así, con celo de su enmienda,
que no quebrante ley de cortesía;
»pues no importa que el necio no lo entienda,
y se aventura mucho, aunque el discreto
se lo diga con término que ofenda.
»Hablaré, pues, de todos con respeto,
y de príncipes, grandes y privados
te diré, envuelto en cifra, mi secreto.
»Así de nieblas tiene rodeados
el cielo los defectos, que en la cima
suele haber de los montes empinados,
»y el más gallardo jugador de esgrima
así la parte muestra descubierta,
que con primor señala y no lastima.
»¿Cómo, pues, daré al gusto puerta abierta,
donde no hay boca al murmurar cerrada
y la materia es tan copiosa y cierta?
»Dejo aparte si fue o no fue acertada
esa transmigración de Babilonia,
no mejor recibida que invidiada;
»y aquel guardar con tanta ceremonia
a la avaricia pública y lujuria
la entrada y vecindad de esta colonia;
»siendo verdad que el cuerpo desta curia
por carne tiene la de Tais y Lamia
y por almas las gomias de Liguria;
545 Alude al traslado de la Corte de Madrid a Valladolid.
Babilonia es la Corte, por su confusión. Comp.: «Hermosa Babilonia en que he nacido / para fábula tuya tantos años.» Lope de
Vega, Rimas, pág. 107.
551 Tdis y Lamia, nombres de meretrices de la antigüedad.
552 gomias, «este nombre damos al que come mucho y desordenadamente [...] Espantan las amas a los niños quando lloran
diciéndoles: "Cata que vendrá la gomia y te comerá", y pintantes
una vieja descabellada, muy negra y fea, con unos grandes col-
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»y que apenas hubiera desta infamia
cuando verdades fueran muy sin duda
los vanos dogmas de la escuela samia.
»Porque si alguno se trabaja y suda,
corriendo allende el mar por mejorarse,
el aire sólo y no el corazón muda.
»Y es burla pretender santificarse,
usurpando de honesto el nombre vano,
y a la ambición y entonamiento darse;
»como si fuera luego buen cristiano
quien frailes tiene santos por vecinos
y gruesas cuentas pasa por la mano;
»o si quien se conñesa con teatinos,
el mérito y virtudes no olvidase,
por hacer en criados y en sobrinos.
»Por donde quiera que la vista pase,
aras encuentra al vicio levantadas,
como si España vicios adorase.
»Hubo ya quien con alas enceradas
voló tan olvidado de su peso,
que motejó a las aves de pesadas;
»y hay quien del mismo achaque ha sido preso ;
como sol quiere gobernar el mundo;
tan alta estima tiene de su seso.
»Mas si famoso el hombre al mar profundo,
con ejemplar fracaso, dio el primero,
Erídano le espere del segundo.
millos; y esto viene de muy atrás, según Lucilio, lib. 30». Covarrubias, Tes. Comp.:
Esta magra y famélica figura,
cecina del Parnaso, musa momia,
cadáver de la infamia y la locura,
de todo bodegón cáncer y gomia...
Quevedo, Poesía origina^ pág. 1178.
555 La escuela samia o Pitagórica creía en la transmigración
de las almas. Comp.; «o que el mentir un grande es grande infamia, / y su alma mudar en cuerpos varios, / como ya lo enseñó
la escuela samia». Lupercio, Rimas, pág. 112.
573 Alusión al mito de ícaro.
579 Fue Faetón quien cayó al Eridano,
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
»¿Qué escribiera la mano del mortero,
viendo en esta sazón mustias y flojas
sus flores sobajadas de un león fiero,
»y muchas délias ya perder las hojas
por aspecto malévolo de estrellas,
cometas, digo, más que el fuego rojas.
»Ejemplo son las rosas que así güellas,
con que te regles y prudente avises,
que harán contigo lo que tú con ellas.
»Y tu industrioso capitán Ulises
respeto cata al otro personaje,
aunque de Marte el cielo quinto pises;
»y no te indigne haberle visto paje
de Putifar el príncipe algún día,
para negarle agora el vasallaje;
»pues Faraón en su ciudad le cría
por segunda persona de la suya,
y es la primera de quien tanto fía.
»Y nadie al hado suertes atribuya,
ni más que una doncella, si la hay santa,
a la fortuna de pecado arguya;
»que la soberbia es quien los pies levanta,
no sé si al cielo, sí a sus gomecillos,
a pretender casarle con la infanta.
»Y en hacer mezcla y componer ladrillos.
para de nuevo fabricalles casa,
ocupa manos que adornó de anillos.
»Pues ya si el pensamiento desto pasa
a esa otra maga en hechos, bruja en talle,
que es el mejor principio desta masa,
582 sobajadas, maltratadas, estropeadas, sobadas. Compárese:
«Porque en ésta [tierra] tienen tan alta la justicia, que no se
deja sobajar ni sé si la podré alcanzar.» Mateo Alemán, Guzmán
de Alfarache, Clás. Castellanos, 73, pág. 66.
602 gomecillo, «lo mismo que lazarillo de ciego». Auts. Compárese: «Yo no iba a tratar ni a contratar, sino a negocios de mis
estudios y visitar mis parientes; pero serviles a los mercaderes de
gomecillo para mostrarles algunas cosas muy notables.» V. Espinel, Marcos de Obregón, Clás. Castellanos, 43, pág. 248.
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»basta para salirse deste valle
de lides y de lágrimas penosas,
quien puede con buen título dejalle.
»Aquestas son las obras milagrosas
de la soberbia y ambición humana,
cuya luz siguen tantas mariposas.
»Y callo si hay quien hoy se deshermana
por mandar sólo de su hermano mismo,
y con el fin de Rómulo se humana;
»y la ocasión que tuvo el parasismo
de aquel sin par gallego, a cuya ciencia
vemos hoy preferido el barbarigmo;
»y aquel disfraz, por no decir sentencia,
del bufón, cuya calza no subía
por faltarle el favor de su excelencia.
»Porque me enfada ya la fantasía,
y madama Avaricia, codiciosa
de verse así, Retor, me desafía.
»Esta es aquella más que el sol hermosa,
aunque amarilla y de color quebrado,
que el mundo reverencia como diosa;
»la que a la sombra asienta del brocado,
a quien estar mandaba la justicia
sin gorra ai Sol, en pie y desarrimado;
»la que un hábito corta de milicia,
tal es su habilidad, de una soleta,
a quien por años tantas desperdicia ;
»la que una religión, digo una seta,
ha de catarriberas erigido,
justificada gente y recoleta:
620 Parece aludir a] Conde de Lemos.
635 soleta, «pieza de lienzo u otra cosa que se pone y cose
en las medias, por haberse roto los pies délias. Es tomada esta
voz del nombre suela, por corresponder su asiento a la suela del
zapato». Auts. Comp.:
Quitósele al coturno la soleta,
y viéndose alcanzar, turbó el incesto,
vuelto en laurel su hermoso cuerpo honesto.
Lope de Vega, Rimas de Tomé
de Burguillos, pág, 1349.
Ö38 catarriberas, «se llama también al que anda vagando de
un sitio en otro sin tener domicilio ni lugar determinado». Autori-
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»hombres que fervorosos han vendido
con fe y con esperanza sus alhajas,
y a los pies del favor las han traído,
»Y quien de antigüedad tiene ventajas,
tan de pobre se precia y sin dinero,
que en vez de lana, mulle duras pajas.
»Guísanles de comer en un caldero,
donde su ración echa cada uno,
las cuales diezma y quinta el despensero.
»Bien sabes tú que destos salió alguno,
después de estar por necio condenado,
con calificaciones de un San Bruno ;
»mas siendo el interés tan respetado,
que no hay perrillo que por él no baile,
no es mucho ver saltar este letrado;
»ni al otro religioso, aunque no fraile,
el hábito sacar de paño y lana,
que su padre labró, siendo peraile;
»pero ia cortedad de la villana,
que la miel virgen trujo cuidadosa
de tierras lejos y de mejor gana,
»excusa recibir no puede honrosa,
como ni el de tener la triste paga
de tanta gente y tan menesterosa.
»No quiero adivinar el mal que amaga
esta sagrada hambre de riqueza,
que tanto el corazón humano estraga;
»mas ni ver junto puedo sin tristeza,
millones tantos con igual fatiga,
expenderse después con tal franqueza;
»ni que entre por abono de la liga
la pobreza evangélica a dar voto,
do no hay, si es cual debe, quien le siga;
dades. Comp.: «Pero yo, desventurado, serví siempre a catarriberas
y gente advenediza de ración y equitación.Í> Cervantes, Quijote, II,
capítulo 24.
648 diezmar y quintar, pagar de diez, uno, y de cinco4 lo mismo.
657 peraile, «oficial de la lana, quasi pelacre, a püis, porque
saca el pelo al paño». Co v., Tes.
669 expenderse, gastarse; franqueza, generosidad, largueza.
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»ni que rija las flotas un piloto
que el mar vio solo en mapa o en retrato
y naves ante algún altar devoto;
»ni que entre en este nuevo trunvirato
Juan de Buen Alma, porque no se atreve
o no sabe decirle zape al gato;
»ni finalmente que derechos lleve
tan tuertos excesivos el criado,
porque a su dueño paga lo que debe.
»Mas dejo esta materia en este estado,
por acudir a doña Cornerina,
que con señas y cocos me ha llamado.
»Debe pensar que tengo alguna mina
de juguetes y dijes de mujeres,
y a Cintia he de dar ferias, y a Corina;
»pues no espere llevarlas de alfileres,
de bobo, o de lisonja o pasamanos,
que no es mi tienda de esos menesteres.
»Un jabón le daré para las manos,
y para que se ponga colorada,
de rojo de Granada algunos granos.
»Y aunque según es sucia y descarada,
ni por avergonzada, vergonzosa,
ni será limpia por enjabonada.
»Sino dígalo Flora cómo osa
verme, sabiendo yo que su posada
de frailes y de clérigos rebosa;
»y esotra morenita alcoholada,
687 dar ferias, ofrecer regalos en las ferias, donde las damas
solían pedir con frecuencia.
689 pasamanos, «la guarnición del vestido, para echarse en
el borde». Cov., Tes. Comp.: «Sus ocho lacayos, vestidos de ropillas y calzones noguerados, guarnecidos en arpón, de pasamanos
de plata, sombreros con muchas plumas, espadas y dagas plateadas.» Obras sueltas, II, pág. 213.
693 rojo de Granada, especie de afeite, que otros llaman «rosas
de Granada», como Lope de Vega en las Rimas de Tomé de Burguillos, pág. 1416: «Cuando pensé que os daba más cuidado / las rosas de Guadix o de Granada, / el turco de Valencia, la pomada.»
700 alcoholada, de alcohol, que era un «cierto género de polvos,
que con un palito de hinojo teñido en ellos le passan por los ojos
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
que la garnacha en público remienda
y en secreto echa vaina a cierta espada;
»y la que acreditar sabe su tienda
por medio de un teatino, que pencando
vender legumbres, cabra y macho venda.
»¿Y tú, casapalomas, hasta cuándo
querrás a Celestina ser invidia,
y afrenta al que sin palo tiene mando?
»Di, ¿por qué inquietas a la hermosa Lidia,
sabiendo que la vara de su casa
castiga en tantas esa tu perfidia?
»Bastara haber heñido esotra masa
del pan más floreado de Castilla,
pagando a azotes el quebrar la tasa;
»pues aunque fueron sobre la rodilla,
no hay que tener en género de afrenta
a doña Elvira y doña Sol mancilla.
»Dirásme tú que no hay más cierta renta
en Corte que las destos corretajes,
y que el honor de plata se alimenta.
»Confiésote que en casas y en linajes,
mas de cuatro mejores conocimos,
que del oficio fueron grandes pajes.
para aclarar la vista y poner negras las pestañas y para hermosearlos [...] Alcoholado, el que tiene las pestañas negras, o por
natura o por arte. Proverbio: "El polvo de las ovejas, alcohol es
para el lobo"». Cov., Tes. Comp.: «Señor, Sempronio e una p u t a
vieja alcoholada davan aquellas porradas.» La Celestina, Clásicos
Castellanos, 20, pág. 67.
701 garnacha, «vestidura antigua de personajes muy graves,
con buelta a las espaldas y una manga con rocadero, y assí se
hallará en las figuras de paños antiguos [...] El rey Felipe segundo,
de felice memoria, ordenó que todos los de sus consejos [...] truxessen estas ropas dichas garnachas, porque anduviessen diferenciados de los demás». Cov., Tes. Comp.; «garnacha traía / de
oro presada / con broncha dorada / que bien parecía». Santillana,
Canciones y decires, Clás. Castellanos, i8, pág. 284.
714 El pan tenía, como hoy, una tasa o precio fijo, que variaba según las circunstancias o pragmáticas,
717 Alude a la afrenta de Corpes de las hijas del Cid.
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»Y aunque en destierro público los vimos,
honra íes quedó asaz, porque la fama
los abonó con título de primos.
»¿Qué diré, pues, de aquella gentil dama,
que de palacio vive tan remota
por evitar los celos de su ama,
»a cuya causa, dicen, fue la rota
de esotra gran matrona, conocida
por ilustre en España y por devota?
»Pero voy tan apriesa y de corrida,
huyendo por la posta el ser prolijo,
que dejo mucho y mucho se me olvida;
»como son las coxquillas que hace el hijo
de Petronila Hernández de Pedraza
a esotra marquesota de cortijo;
»y lo que se fatiga y embaraza
la de la zapatilla aragonesa
en perseguir de Córdoba la caza;
» y a todas las que huyen de remesa,
a quienes dio su oficio pasaporte
para entrar do no cabe la condesa.
»Sólo diré que siguen esta Corte,
y la de Francia en esto de que trato,
un mismo rumbo, aunque es diverso el norte;
»porque es igual en ambas eí barato
de truchas, y ha sub ido se el venado
a ser de grandes y aun de reyes plato.
730 roía, derrota.
742 huyen de remesa, huir andando ai revés. Remesa es «la
cochera donde meten los coches, a remitiendo, porque Los entran
cejando los caballos para atrás». Cov.( Tes.
748-749 barato de truchas, menospreciarlas, porque barato «vale
tanto como el precio de las cosas muy baxo; éste le pone la mucha abundancia délias». Cov., Tes. Comp,:
Burla de las amistades
y hace de ellas barato,
110 metiendo en el contrato
sino sus comodidades.
C. de Castillejo, Obras, Clásicos
Castellanos, 72, pág. 298.
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
»Ya entrambas vemos que las han poblado
de Putiers damas y hombres de Cornago:
¿cortes de reyes son o de ganado?
»No quiero referirte el grande estrago
que el sucio culifemo monstruoso
hizo en la Corte con un solo amago ;
»y como artero Ulises y animoso
le cegó a fuego el ojo que tenía,
tan sucio en la carrera y legañoso.
»Y si bien abrasarse un jirón vía
del sayo, y con centellas deste cisco,
la casa de algún príncipe se ardía,
»excepto el semiduque levantisco,
porque metió en la Corte nueva fruta,
hizo pechar a todos abarrisco.
»Es verdad que no falta quien disputa
si fue este incendio desmentir espías
del que por Muñatones se le imputa,
»Pero yo huyo el cuerpo a estas porfías,
y ni más presumir oso ni quiero
de que fueron, si fueron, niñerías;
»porque ¿a qué fin un príncipe heredero,
yeguas teniendo a di qué pides boca,
cabalgara en un macho sardinero?
»No hay ya en España cristiandad tan poca,
que algún prelado el nombre de Sodoma
usurpe como cosa que le toca;
»ni hospital della el apellido toma
de Culiroti por venirle justo,
como ya a tres jornadas le hay de Roma;
»ni es nuestro siglo no el del otro Augusto,
que a la casa de César dio remate
y juntamente a su vivir injusto ;
752 Nótese el juego de voces.
763 ¿Aludirá al Conde de Villamediana, que fue tachado de
afeminado?
765 pechar abarrisco, como pagar a ojo. Barriscar: dar o
vender alguna cosa a ojo, sin pesar ni medir; es aragonesismo.
«Voz anticuada de Aragón», según el Auts.
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»si bien ha habido en él cura que trate
de unir un acicate en matrimonio
con cierto Satanás de otro acicate.
»¡Oh vicio detestable del demonio,
siendo quien es, dar haces más arcadas
que a un enfermo diez purgas de antimonio!
»¿Quién desprecia unas lenguas lampreadas,
un menudo, unas manos de ternera,
o unas ubres de vaca sazonadas,
»por una anca de un macho de litera
o un cogote de un toro madrigado,
que el diente Bercebú no le metiera?
»Ya si lo hiciera, hambriento, algún soldado,
después de peligroso asedio largo,
y en diez meses no haber carne probado,
»sufriera tan gran culpa algún descargo,
porque a quien siempre el gusto hace coxquillas,
por miel tiene el acabar más amargo;
»más donde sobran pechos y tetillas
de pollas y de pavas y perdices,
fuego en quien a buscar va rabadillas.
»Con los gestos parece que me dices
que pase desto, porque el pan mascado
te da con su mal tufo en las narices;
785 acicate es la espuela de la jineta, pero nótese el sentido
que le da el poeta.
789 antimonio es un mineral «con naturaleza semejante a la
de los metales, junto a cuyas minas se encuentra, principalmente
cerca de las de plata y de plomo, aunque también suele hallarse
en la mina propia. En castellano, tomado del arábigo, se llama
también alcohol». Auts. El mismo Autoridades registra «Manteca
de antimonio».
794 toro madrigado, «se dize el toro padre, que por cubrir las
vacas que haze madres, se dixo madrigado. A éste le dexan envejecer, y assí cobra mucha malicia y recato», Cov., Tes. Compárese: «vio alterada la plaza, huyendo la turba de un famoso toro que
a este punto soltaron. Era de Tarifa, grande, madrigado y como
un león de bravo». M. Alemán, Guzmán de Alfarache, Clás. Castellanos, 73, pág, 209.
Soo Sobre cosquillas, véase la nota al v. 154.
804 El llamado l crimen nefando' se castigaba con la hoguera,
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
»y antes quiero dejarlo, que, enfadado,
hablar más en materias tan odiosas,
que de tocarlas sólo estoy cansado;
»y no para meterme en las rabiosas
horas, dije civiles o cebiles,
que entre sí pasan las humanas diosas;
»ni en los enojos más que mujeriles
del gran señor con sus consuegros todos,
sin que a purgarlos basten dos abriles;
»ni en si tiene atollado hasta los codos,
porque tal vez fue descortés su hermano,
a un gran Virrey de sangre de los godos;
»ni en sí la ciega invidia tentó en vano
cargar a don Enrique la embajada,
porque el Rey no estuviese tan a mano ;
»ni si a este mismo fin halla cerrada
la puerta quien al Rey hablar pretende,
sin que la escuchadera esté en la grada;
»ni sí en tiranizar feroz pretende
812 horas civiles, según Covarrubias algunos derivaban la
palabra hora de 'urina', «y fúndase en que Hermes Trismegisto
observó en el modo de orinar cierto animal dicho cinocéfalo,
consagrado al dios Serapis, que de hora en hora orinava veintiquatro vezes al día con iguales espacios día y noche. Otros dizen
que de dos en dos horas, y así repartió el día civil en otras tantas;
el qual se dividió después en veintiquatro». Pero no entiendo
claramente qué distinción puede haber entre 'civiles' y 'cebiles',
a no ser que 'cebil' derive de 'cebar' o de 'cebo', porque se
decía 'civil' y 'cevil', y no creo que Bartolomé Leonardo juegue
con esta última distinción.
817 atollado, de 'atollar', «caer en lugar lodoso y cenagoso
adonde es necesario acudir alguien a sacar y levantar al que estuviere en tal lugar». Cov., Tes. Comp.:
Atollada tengo el alma
de su trenzado en las roscas,
y ella me tiene sumido
su talle en el alma propia.
Quevedo, Poesía original, pág. 1215.
825 escuchadera, «la compañera que se da en las religiones
a la monja que sale a hablar a la grada o locutorio, que ha de
estar secreta, sin que la persona de afuera la vea ni oyga, y ella
pueda oyr todo lo que hablan». Cov., Tes.
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la gula, como el turco tanto estado,
que por su arbitrio cambia, empeña y vende.
»Pues no el gusto de Antonio ha regalado
con exceso más pródigo Cleopatra,
que el suyo cualquier título o prelado.
»La usura, eí robo, eí cambio, la mohatra
tienen por Dios y al vientre, en cuyas aras
el que no puede sólo no idolatra.
»No fueron más prolijas ni más caras
las cenas de Heliogábalo y de Nero
que las de nuestras crestas y tiaras ;
»porque desde el señor al escudero,
por regoldar a pastas y hojaldrados,
un linaje empobrecen todo entero.
»i Oh venturosos tiempos los pasados,
cuya templanza ofrece a los presentes,
progenitores bien aventurados!
»Éste sacó soldados excelentes
a los nunca vencidos numantinos,
que hicieron a sus émulos valientes;
»porque viendo ensuciar en los latinos
Nero Cipión su antigua valentía,
con largo pasto y generosos vinos,
»reformando una y otra compañía
de mujeres (azar triste en las guerras),
por tasa, el agua y pan les repartía;
»y nuevas lindes hechas en las tierras,
mandó por ejercicio a sus soldados
henchir los llanos y romper las sierras;
»con cuya industria, los que amilanados
daban la espalda al español huyendo,
temidos fueron del y respetados.
»Mas hoy va el ocio flojo consumiendo
el hierro con orín y, con desuso
del ánimo, el valor entorpeciendo:
»que como el sol de la virtud se puso,
rinden los vicios al varón la espada
y a la honesta mujer quitan el uso;
»y el sol los halla más de una alborada,
el naipe barajando sobre mesa,
a él desvelado y a ella trasnochada ;
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»y haciendo del corrido y que le pesa
de ver el ocio infame de Castilla,
su cara de oro cubre en niebla espesa;
»y que se afrente el sol no es maravilla,
si ya del mundo espadas vio triunfando
y hoy ve délias triunfar una espadilla.
»Ahora, pues, oh diosa, di si ando
cuerdo en odiar la Corte, que apetece
de necios y de inútiles el bando,
»No siempre mis mejillas humedece,
como a Heráclito el llanto, con que pueda
llorar cuanto en las cortes ver ofrece;
»ni soy de condición tan poco aceda,
que siempre con Demócrito me ría
de ver los matachines desta rueda.
»Y así, con el favor de Dios, querría
tierra poner en medio, y acogerme,
la soledad llevando en compañía.
»Allí podré a lo menos recogerme,
y despertar con pensamiento sabio
el alma que de sí olvidada duerme.
»Y con el dedo puesto sobre el labio,
haré que mientras ella está consigo
ninguno con estruendo le haga agravio.
»Y el común daño a reformar me obligo
que con aquella alforja mal trocada,
mostró el autor de apólogos antigo.
»La de ajenos defectos arrojada
será a la espalda con eterno olvido,
y la propria en el pecho conservada,
»para que así, presentes al sentido,
con húmidas mejillas vergonzosas,
crecido el mal y el bien mire perdido,
y a culpas libres penas son forzosas.»
868 haciendo del corrido, haciendo como que se avergüenza.
88i Sobre Heráclito y Demócrito, véase la nota al poema 104.
884 acogerme, de 'acogerse*, «escaparse y poner en salvo».
Covarrubias, Tes. Recuérdese los que se «acogían a sagrado».
894 Es la conocida Fábula de Fedro, IV, 10.
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[X]
Si tan pegado al rostro hablar le dejas,
Lice, al tosco Batilo tan de asiento,
¿qué mucho que él dilate el parlamento
con que te está lamiendo las orejas?
Húmedas las ha puesto y más bermejas
que su misma nariz y que un pimiento,
deslustradas las perlas de su aliento
o de lo necio de sus dulces quejas.
Pues a peligro estáis entrambos puestos
de que os cueste muy caro ese deleite
si tú vuelves el rostro al marquesote,
porque por fuerza han de rozar los gestos,
toparás tú en las cerdas del bigote,
y él lo tendrá encarnado de tu afeite.
[XI]
A UNA DAMA QUE SIN BEBER VINO NI TENER NEGROS LOS
DIENTES LE OLÍA MAL LA BOCA, SEÑAL DE POCA CASTIDAD
Si nunca Baco y siempre fuente viva
para tus labios su licor ofrece,
y de apariencia artificial carece
esa belleza sólida y nativa,
¿de qué causa tu aliento se deriva
que los tersos marfiles obscurece?
Hoy huele a yema o pollo que perece
corrompido en la cascara abortiva.
[X] Figura en los mejores manuscritos, como los siguientes,
y fue publicado por La Vinaza en Obras sueltas, II, pág. 22,
[XI] La Vinaza, Obras sueltas, II, pág. 23.
7 El verso procede de Marcial, LVII, ep. 93: «Pullus abortivo
uec cum putrescit in ovo.»
186
BARTOLOMÉ LEONARDO DE AEGENSOLA
Decir que en los convites excediendo
se estraga el huelgo, como en su frecuencia
de tu rara templanza te desvíes,
no lo quiero creer, con tu licencia.
Colorada te pones y te ríes :
mal disimulas, Filis; ya lo entiendo.
[XII]
A UNA PERSONA QUE SE PRECIABA DE PLATÓNICA
Gala, no alegues a Platón o alega
algo más corporal lo que alegares,
que esos cómplices tuyos son vulgares
y escuchan mal la sutileza griega.
Desnudo al sol y al látigo navega
más de un amante tuyo en ambos mares
que te sabe los íntimos lunares
y quizá es tan honrado que lo niega.
Y tú, en la metafísica elevada,
dices que unir las almas es tu intento,
ruda y sencilla en inferiores cosas;
pues yo sé que Apuleyo más te agrada
cuando rebuzna en forma de jumento
que en la que se quedó comiendo rosas,
[XII] Edic. de La Vinaza, Obras sueltas, II, pág. 23.
La versión primitiva figura en la Segunda parte de las flores
de Calderón, pág. 167, por lo que será anterior a 1611.
6 ambos mares, el Atlántico y el Mediterráneo.
14 En el Asno de oro cuenta Apuleyo cómo el héroe deja su
forma asnal al comer una corona de rosas. «Entonces yo, temblando e dándome el coracón muchos saltos en el cuerpo, llegué
a la corona, la qual resplandescía de rosas delicadas y muy frescas, y tomándolas con mucha gana y desseo, desseosamente las
tragué.» (Lucio Apuleyo del asno de oro, corregido y añadido,
1543, reedic. en la NBAE, 21, pág. 97 a.)
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187
[XIII]
SONETO DE JUAN RIPOLL AL RECTOR DE VILLAHERMOSA
Si el súbito peligro no reparas,
oh Fabio amigo, con prudencia larga
pones sobre tus hombros una carga
de falsos dioses y profundas aras.
Si de paciencia heroica te preparas,
aunque es el daño la memoria amarga,
cuanto el humano peso más te embarga
obras hazañas de virtud preclaras.
Pues quebrantó el engaño un fuerte muro,
bien debieras temer del trato doble
que guarda nuestra Troya en su caballo.
Hoy olvidar la injuria es más seguro
que el acordarse délia, pues que al noble
no hay más fácil empresa que engañallo.
[XIV]
RESPUESTA DEL RECTOR
Oh tú, que con tu celo nos reparas
cuanto es posible con la mano larga,
no la cerviz librando de la carga,
mas como fiel amigo hasta las aras.
[XIII] Edic. de La Vinaza, Obras sueltas, II, pág. 365.
Juan Ripoll, zaragozano, escribano de su Magestad, es autor
de poemas de justas y de un Diálogo de consuelo por la expulsión
de los moriscos de España. Elogíale Andrés de Uztarroz en su
Aganipe, págs. 17 y 18. Cfr. Latassa, Bibls. ant. y nuev., III,
página 54.
[XIV] La Vinaza, Obras sueltas, II, pág, 25.
4 amigo hasta las aras es frase proverbial muy citada en la
Edad de Oro. Comp.: «Yo soy amigo vuestro hasta las aras.»
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
Prosigue la piedad con que preparas,
envuelta en oro, la materia amarga,
que por ti de la nube que lo embarga
sacará el sol después luces más claras.
Nuestra credulidad derribó el muro,
no sin astucia de otro griego doble,
para que entrase el pérfido caballo.
Mas ¿quién está de un desleal seguro?
Ninguno; y mucho menos lo está el noble,
si es fácil, como dices, engañallo.
[XV]
SONETO BEL LICENCIADO JUAN JORDÁN AL RETOS
Retor muy docto, a quien ha dado el cielo
tener cabida con el gran Mecenas
en tan contrario tiempo que aun apenas
hallara entrada ni el señor de Délo,
acuérdate en tu reino, donde el vuelo
te ensalzó de tu pluma y sólo suenas,
de las nombradas antes letras buenas,
ya puestas en olvido o por el suelo.
Y en causa que cuan justa tanto siente
verse ultrajada, y más de lo más alto,
muestre tu buen oficio tu potencia.
Débate Apolo que su coro intente
de aspirar a mostrarse en la presencia
de quien temblaba más de favor falto.
Lope de Vega, La Dorotea, pág. 417. Cfr. A. Ramírez Araujo,
<iUsqu& ad aras amicus, un adagio glosado por Cervantes», Hispanic Review, X X I I (1954}, págs. 224-227.
[XV] La Vinaza, Obras sueltas, II, pág. 367.
Ño he podido averiguar nada de Juan Jordán, cuyo nombre
no cita Latassa, ni tampoco Uztarroz, ni aparece en las justas
poéticas de su tiempo, ni en Nicolás Antonio.
2 Parece aludir al Duque de Villahermosa.
10 Alusión a las alteraciones tan citadas.
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[XVI]
RESPUESTA DEL RETOR
Si llegar pienso con mi frente al cielo,
Jordán, por el aplauso de Mecenas,
siendo yo tal que he venerado apenas
los umbrales del dios que nació en Délo;
¿ qué gloria tú esperaras, que de un vuelo
junto a su esfera en doctas alas suenas
con la gran presa de las letras buenas,
que, como indigno, arrebataste al suelo?
Dedícalas a su valor, y siente
las fuerzas del sin descender de lo alto,
que aun el cielo es districto a su potencia ;
para que entonces su defensa intente,
bien que en su protección y en tu presencia,
aunque yo fuese Píndaro, no falto.
[XVII]
A UN CABALLERO DE HÁBITO, QUE, SIENDO VISITADOR EN
EL REINO DE VALENCIA, CASTIGÓ A OTRO DE SU HÁBITO POR
AMANCEBADO, Y ÉL SE AMANCEBÓ CON LA AMIGA DEL OTRO
Visto el proceso y autos del, fallamos:
que el amancebamiento se le prueba;
y según el estilo y forma nueva,
y el poder de que en esta parte usamos,
debemos condenar y condenamos
al reo en privación de la manceba,
a la cual, porque nadie se le atreva,
a nuestros mismos cofres aplicamos.
[XVI] La Vinaza, Obras sueltas, II, pág. 28.
[XVII] La Vinaza, Obras sueltas, pág. 29.
190
lo
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
Y porque yo, el reformador, comienzo
a visitar el reino de Valencia
y, a servicio de Dios, suceso tenga,
la ninfa, por tenor de esta sentencia,
dentro en mi coche y en mis brazos venga,
et neutram in expensis.
Don Lorenzo.
[XVIII]
&
10
Rendida Clori de una ardiente siesta,
admitió el sueño en el florido suelo,
donde la adulación de un arroyuelo
murmura y con sus hojas la floresta.
Viola Damón, a quien Amor apresta
dulce ocasión y favorable velo,
teniendo al resplandor del cuarto cíelo
toda la verde obscuridad opuesta.
Despertóla con próspera violencia
(que en verdadera fe siempre son justos
los asaltos de honesta resistencia) ;
resistió a los primeros leves gustos,
y pareció crueldad, mas fue licencia
para la gloria de los más robustos.
14 et neutram in expensis, fórmula jurídica para indicar que
ni una ni otra parte pague el gasto o las costas.
[XVIII] La Vinaza, Obras sueltas, II, pág. 29.
Por figurar en la Segunda parte de las flores de Calderón, pág. 154,
será anterior a i 6 n , aunque corregido después.
7 cuarto cielo, el del Sol.
RIMAS
191
[XIX]
Funda en plumas del viento la privanza
la fábrica soberbia en que hace nido,
cuyos vanos artífices han sido
la lisonja, el engaño y la esperanza.
Desprecia el edificio a la templanza,
que la violencia siente del olvido,
mientras diciembre del abril florido
se tarda en dar sazón a la mudanza.
Mas al tiempo que más se satisface,
como el vapor que en llama repentina
los astros deslumhró, se desvanece.
La máquina admirable se deshace,
y venganza en tan súbita ruina
al envidioso y agraviado ofrece.
[XX]
&
10
Mira, Alejandro, que si están ociosos
todos los conmistas y escriptores,
de tus robustos brazos vencedores
aguardando los hechos hazañosos,
previene Paro mármoles curiosos
para la industria de tus escultores,
y aparejan apriesa los pintores
del Líbano los cedros olorosos.
Ea, segundo Aicides, ¿cuándo aguarda
ese heroico valor a dar tal muestra,
que admire nuesti'a edad y la futura?
¿Todo ha de ser ostentación gallarda,
aplicar a una cítara la diestra
y hacer temprana guerra a la hermosura?
[XIX] La Vinaza, Obras sueltas, II, pág. 31, procedente del
manuscrito 4104 de la Biblioteca Nacional de Madrid, f. 53.
[XX] La Vinaza, Obras sueltas, II, pág. 33.
8 No se olvide que en el siglo xvn se pintaba también en lienzo
o en tabla.
192
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGEN SOLA
[XXI]
A UN PRIVADO
Oh tú, que en las sublimes aulas de oro
de reyes vives, huye, y escarmienta
del que a nado escapó de la tormenta,
echando ai mar riquezas y tesoro,
Y cuando la Fortuna en su alto coro
vieres que el rostro alegre te presenta,
teme de Amor la rigurosa cuenta,
como tragedia que provoca a lloro.
¿Qué piensas que has de hallar firme y estable
donde están en sus tronos la mentira,
ía lisonja, el engaño y la mudanza?
Huye de tu ruina lamentable,
que el cielo sólo arroja rayos de ira
a los que en él no ponen su esperanza.
[XXII]
Pródiga de nariz, de ojos avara,
espaciosa de boca, angosta en frente,
mejillas de cuaresma penitente,
y barba que en pirámide repara;
bosque do el tiempo con los años ara,
encubierto a la luz del rojo oriente;
[XXI] La Vinaza, Obras sueltas, II, pág. 33.
4 A pesar de mi esfuerzo no he podido averiguar a quien se
refiere.
[XXII] La Vinaza, Obras sueltas, II, pág. 34. Pero antes
había aparecido en la Heroyda ovidiana (Bourdeos, 1628}, de
Sebastián de Alvarado y Alvear, pág. 146.
RIMAS
10
193
fértil mina de pez que eternamente
destila en cada poro un alquitara;
vientre de odre, pecho de amazona,
cuello de tina, brazos de cordeles,
y en piernas de raíces pies de pato;
es dibujada al vivo en líneas fieles,
monseñor, la magnífica persona
di quella che vi piace in bel ritrato.
[XXIII]
5
io
¿ Qué mucho que los rayos suyos tienda
el padre de Faetón en niebla obscura,
si la hermosa Lacinia le asegura
que no habrá nieve que su luz ofenda ?
De noviembre el rigor Céfiro enmienda,
que entre corrientes y árboles murmura
con son más apacible, y su hermosura
a Flora restituye en nueva ofrenda.
Pues semejante efecto has producido,
Licinia, con mostrar el rostro hermoso,
que eí cíelo a su beldad deja rendido ;
el suelo, de gozarte venturoso,
encienda cuanto Ai^abia ha enriquecido,
en tu nombre de diosas victorioso.
8 alquitara, alambique. Narices alquitaras eran las catarrosas. Comp.:
Ya no hay ojos azacanes
con oficio de echar agua,
a fuerza de ardientes fuegos
como nariz de alquitara.
Quevedo, Poesía original, pág, 1084.
14 No sé de quién puede ser ese verso.
[ X X I I I ] La Vinaza, Obras sueltas, 11, pág. 34.
13 Parece aludir al incienso.
VOL. 185.—7
194
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
[XXIV]
A LA VIDA QUIETA Y LIBRE
Quiera el primer autor que se eternice
este dichoso estado en que me veo,
adonde en paz mi libertad poseo,
que es el bien de la tierra más felice.
Apaciente cualquiera o martirice
entre quimeras varias su deseo;
llueva rojo metal, seque el Ejeo
y a los hados en suma tiranice;
que yo, mientras el cielo permitiere
que mis ojos de luz ricos se vean,
pobre entre pobres lares verme quiero;
que nunca el rayo a los humildes hiere,
ni Jove deja que afligidos sean
de tirano envidioso o lisonjero.
[XXV]
A DON MIGUEL DE GUZMÁN, A QUIEN YENDO A CAZA QUITÓ
LA VIDA UN RAYO, DEJANDO CON ELLA A UN ESCLAVO TURCO
QUE CON ÉL IBA, EL CUAL, CON AQUEL SUCESO, SE CONVIRTIÓ A NUESTRA FE
Tu fee, oh Guzmán, obró en los cielos tanto,
que al rayo desarmó, y el surco horrendo
luz vibró en ti pacífica, infundiendo
éxtasis por efeto de su espanto.
[XXIV] La Vinaza, Obras sueltas, II, pág. 35.
[XXV] La Vinaza, Obras sueltas, II, pág. 36.
En otros mss. el epígrafe dice así: «A don Miguel de Guzmán,
hijo de los Duques de Medina Sidonia, que, habiendo confesado
y comulgado el día de antes, salió a caza con criado moro, y sabiendo que lo era, en una tempestad que le cogió mandó al moro
EIMAS
5
Así hizo presa del tesbite santo
volador carro, con fulmíneo estruendo,
y el siervo que le vio en la luz subiendo
su espíritu heredó y su insigne manto.
Si de invisibles fieras, joven fuerte,
to
antes que vieses las del monte, quiso
darte Dios palma oculta de victoria,
195
¿quién dirá que tu rapto fue improviso?
Súbito sí, porque veloz tu gloria
se opuso a los asombros de la muerte.
[XXVI]
&
10
A las puertas de Lice está tendido
Clito, sin atender si es excelencia,
sufriendo de los cielos la inclemencia,
por blando lecho el suelo empedernido.
No le despierta, con que se ha reído
la Aurora (pienso) viendo su presencia;
y acelerando el paso, ¡cruel sentencia!,
llamó al Sol que lo viese así dormido.
I Oh juventud lozana, penitente
en mentiroso traje de milicia,
imitadora de la edad antigua!
¿ Son éstos tus Scipiones ? ¡ Pero, tente ;
que es lástima de oírlo, y no es malicia
decir que no son más que una estantigua!
que se retirase del peligro, y al punto cayó un rayo y lo mató, y
viendo el caso, el moro pidió el bautismo.»
El suceso, ocurrido en 1619, fue muy comentado en la Corte,
y Góngora escribió el soneto que comienza, «Tonante monseñor,
¿de cuándo acá / fulminas jovenetes?» También Paravicino escribió dos sonetos. (Obras Alcalá. 1650. fols. 63 V.-64.)
5 Alude a Elias. Revés 1, 3-16
[XXVI] La Vinaza, Obras sueltas, II, pág. 38.
T4 estantigua. «La figura visión que se representa a ios ojos í ...J
por otro nombre griego le ¡lamamos fantasma. Suele el demonio,
permitiéndolo Dios, tomar algunas figuras fantásticas, para poner horror y miedo otras vezes la melancolía o la locura. Las
196
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
[XXVII]
A SAN LORENZO, MÁRTIR, Y A SU MARTIRIO
Cual cisne que con últimos alientos
vive y muere cantando al mismo punto,
y en el sepulcro y nido, todo junto,
más vivos articula sus acentos;
tal en la dura cama, en fuegos lentos,
el invicto español, vivo y difunto,
levantó este divino contrapunto,
cercado de tiranos y tormentos :
«Yo, celestial Señor, yo, aquel Laurencio
a cuyo corazón fuerza enviaste,
para mayor martirio suficiente;
»y a quien tú visitaste en el silencio
de la noche y con fuego examinaste,
ardiendo el alma en otro más ardiente,
»recibe este mi espíritu inocente.
Y tú, tirano cruel, cruel ceraste,
revuelve y come de este lado abierto
y da sepulcro vivo a un cuerpo muerto.»
forma en nuestra fantasía, y el mesmo demonio, pero no ay que
hazer caso desto». Cov., Tes,
[XXVII] La Vinaza, Obras sueltas, II, pág. 41, aunque
antes lo había publicado B. Gracián en su Agudeza, Discurso V.
En el ms. 4141. pág. 445, que es el editado por La Vinaza, se
anota «Fue premiado y laureado este soneto del Dr. Bartolomé
Leonardo de Argensola en un certamen público.»
7 contrapunto, «es una concordancia harmoniosa de voces
contrapuestas, esto es: el debido uso (según este arte) de especies
consonantes. Dícense contrapuestas, porque estas especies, que la
música llama perfectas, se usan siempre yendo una voz contra otra,
de suerte que si la voz baxa sube, la alta ha de baxar, y haciendo contrario movimiento la baxa, la alta ha de subir». Autoridades.
16 ceraste, «serpiente semejante a la víbora, de la qual se
diferencia en tener dos cuernecillos. Es larga de un codo y de
color de arena». Auts. Comp.: «Hínchase la parte mordida de
algún ceraste, y parándose más dura hinche de ciertas postillas.»
Laguna, Dioscórides, lib. 6, cap, 51.
RIMAS
[XXVIII]
Cuando a su dulce olvido me convida
la noche, y en sus faldas me adormece,
entre sueños la imagen me parece
de aquella que fue sueño en esta vida.
Yo, sin temor que su desdén lo impida,
los brazos tiendo al gusto que me ofrece ;
mas ella (sombra al fin) desaparece,
y abrazo al aire, donde está escondida.
Así burlado, digo: «¡Ah falso engaño
de aquella ingrata, que aun mi mal procura ;
tente, aguarda, lisonja del deseo!»
Mas ella, en tanto, por la noche obscura
huye ; corro tras ella, ¡ oh caso extraño !
¿ Qué pretendo alcanzar, pues sigo al viento ?
A LA MAÑANA DE LA RESURRECCIÓN
5
i°
Porque hoy llegó a sus términos la ira
del daño universal, más viva aurora
cuanto yace en sus fábricas explora,
cuanto crece a su luz, cuanto respira.
Naturaleza en sus esencias mira
intrépida virtud que las mejora,
y que la suerte humana vencedora
a sucesos más prósperos aspira.
En tanto que el eterno anfiteatro
hoy introduce al inmortal difunto,
componiendo otra vez el orbe suyo,
mísero yo en el ámbito de un punto,
de esta segunda perfección me excluyo
y a dioses fabricados idolatro.
[XXVIII] La Vinaza» Obras sueltas, pág. 42,
[XXIX] La Vinaza, Obras sueltas, II, pág. 44.
197
198
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
[XXX]
A UN LETRADO
Si vos pretendéis que venga
a ser tan gran necio el mundo,
que por vuestra barba luenga,
por filósofo profundo,
sin otro argumento, os tenga;
mirad que dais ocasión
a que ya cualquier cabrón,
por la gran barba que cría,
aspire a ser algún día
otro Séneca o Platón.
[XXXI]
EPIGRAMA
&
Guando una liebre me envías,
Gelia, me sueles decir:
«Mi Marcial, has de salir
hermoso estos siete días.»
Si no te burlas, si das
crédito a tales antojos,
Gelia, liebre tú a mis ojos
no la comiste jamás.
[ X X X ] La Vinaza, Obras sueltas, II, pág. ioo; pero antes
lo habían publicado en el Ensayo de Gallardo, IV, col. 1347.
Figura en el Cancionero de 1628, f. 777.
[ X X X I ] La Vinaza, Obras sueltas, I I , pág. 101.
Es traducción del epig. X X I X del lib. 5, de Marcial: «Si quando
leporem mittis mihi, Gelia, dicis.»
RIMAS
199
[XXXII]
EPIGRAMA
Escribí y no ha respondido
Nevia; luego indicio es malo
que no hará lo que le pido ;
pero pienso que ha leído
mi billete; luego harálo.
[XXXIII]
DÍSTICO DE AUSONIO
Dido infeliz, no bien eres
dada a marido ninguno,
huyes, cuando muere el uno,
y cuando el otro huye, mueres.
¡Oh gloria de las islas Verde Enaria,
donde oprimido el temerario gime
que sostuvo en la esfera más sublime
una región de dioses por contraria!,
[ X X X I I ] La Vinaza, Obras sueltas, II, pág. 102.
Es también traducción de Marcial, epig. I X , lib. 2: «Scripsi;
rescripsit nihil Nevia; non debit ergo.»
[ X X X I I I ] La Vinaza, Obras sueltas, II, pág. 103.
Figura también en el Cancionero de 1628, f. 777.
La Vinaza anota que es traducción del conocido dístico de
A.usonio:
„ ,
Infelix Dido, nullo bene nupta manto,
hoc perenne fugís, hoc fugiente peris.
[XXXIV] Gallardo, Ensayo, IV, col. 1346, procedente del
manuscrito 2883 de la Biblioteca Nacional, de donde pasó a La
Vinaza, Obras sueltas, II, pág. 398.
1-4 El ms. Abizanda anota: «Enaria es la isla llamada Ischia,
en Italia, en donde yaze oprimido el gigante Tifeo, a quien ful-
200
5
10
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
di a la selva, que crece voluntaria
en los riscos del monte que le oprime,
que a empresas temerarias nos anime,
si hay alguna en amores temeraria.
Aquí asaltó a Dorilda el vil Dameta,
y entre el horror de los gigantes presos
sucedió la vitoria a la osadía:
que Amor formó en su aljaba los sucesos,
y cuando en sordas flechas los envía,
la fama o los ignora o los respeta.
[XXXV]
6
io
Dulce Filis, tu halago nos aprieta
con grave ley, porque a esperar nos mueve
sin permitir ni que un indicio breve
de más piedad ninguno se prometa.
Así [a] la rosa en real jardín secreta,
ni el huésped raro ni el cultor se atreve :
la lluvia, el sol y el mismo soplo leve
que juega con sus hojas, la respeta.
Mas yo, que busco mérito en los daños
de esa benignidad para ornamento
de las victorias que con ella alcanzas,
una fe tan heroica te presento,
que se precia de amar con esperanzas,
y que a la luz las halla desengaños.
minó Júpiter. Díjose Enaria porque tornaron allí puerto las
naves de Eneas.»
[XXXV] Procedente del mismo ms., pág. i6o, también
editado por Gallardo, Ensayo, IV, col. 1347, de donde lo copió
La Vinaza, Obras sueltas, II, pág. 400.
6 cultor, agricultor, jardinero. Véase otro testimonio en la
página 69 del poema, vol. I.
RIMAS
201
[XXXVI]
A UNA DAMA QUE DESDEÑABA UN PAJE SUYO, CON QUIEN
ESTABA AMANCEBADA
Pues tú con tanta propiedad desdeñas
ese paje que es todo tu apetito,
miente de cualquier cosa el sobrescrito:
no es frío el hierro, ni ásperas las peñas.
Sabe, señora, que una de tus dueñas
(a quien yo algunas veces ejercito)
me hace ver en tus brazos el cabrito
que, como cabra, en tu retrete ordeñas.
Pues yo le vi atreverse a tu camisa
suplir pródigamente ajenas menguas
de tu marido, por tu industria ausente;
y mientras ambos os chupáis las lenguas,
yo, atento al espectáculo, impaciente,
muerdo la mía con invidia y risa.
[XXXVII]
A UN AMIGO QUE NO DABA EN EL PUNTO PARA ALCANZAR
CIERTA DAMA
En la edad de oro, aunque hubo afectos tiernos,
se ve que honestidad guardaron, Niso;
[XXXVI] Publicado por R. Foulché-Deibosc en su artículo
«Pour une édition des Argensolas», Revue Hispanique, XLVIII
{1920), núm. 26. Figura en muy buenos códices, como los siguientes.
8 retrete, habitación retirada. Véase la nota al v. 401 del
poema 43.
[XXXVII] Edic. de Foulché-Deibosc, ibid., núm. 27.
1 Los mss. 4141, pág. 423, y 4104, f. 54 v. de la Biblioteca
Nacional anotan: «Es imitación de Juvenal, sat. 6, initio; "Credo
pudicitiam Saturno rege moratam in terris visumque diu".»
202
6
10
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
mas la de plata el freno más remiso
vio en frente humana los primeros cuernos.
La de hierro acabó de ensordecernos
a la voz del ejemplo y del aviso ;
después ningún metal, de honesto, quiso
intitular la edad de los modernos.
Y por Gala, tu Eurïalo, cautivo,
no sin risa del pueblo anda fogoso,
cohechando siervos y falseando llaves.
Dile tú que lo trate con su esposo,
que, con ciertos capítulos suaves,
su mismo esposo le tendrá el estribo.
[XXXVIII]
s
lo
Ministra fue del tiempo aquella furia
que derribó estas torres peregrinas;
mas hoy Sagunto, viva en sus ruinas,
con ellas hace al tiempo ilustre injuria.
No estima que en su nombre, junto al Turia,
al cielo estén mil fábricas vecinas,
ni ver Scipión sus águilas latinas
contra el Cartaginés que las injuria.
Que entre sepulcros y epitafios tiene
la venerable antigüedad más gloria,
de su constancia y fee ciertos indicios.
Suerte a los dos común, que en mi memoria
yacen hoy con honor los edificios
que fueron dulce templo a mi Sirene.
3 Los mismos códices anotan: «Viderunt primos Argéntea
saecula moechos.»
4 Los mss. anotan: «Omne aliud crimen rnox férrea protulit
aetas.»
7 Los mismos apostillan: «ídem, Juvenal, sat. 13: M Noua
aetas agitur peroraque saecula, ferri temporibus quorum sceleri
non invenit ipsa nomen et a nullo posuit natura métallo".*
[ X X X V I I I ] Edic. de Foulché-Delbosc, ibid., núm. 29.
RIMAS
203
[XXXIX]
Ya cuanto puede el arte ha descubierto,
Clori, en la noche de tu frente escura,
pues, aunque sobre negro no hay tintura,
sales más blanca que el nevado puerto.
Vemos candor en tu tiniebîa injerto
por tu mano sutil, pero no pura,
y un color en tu hipócrita hermosura,
tan bien fingido que parece cierto.
Mas en vano con tez prestada fías
que engañarás el juicio de los hados,
que belleza y niñez íes persuades;
que si no hay fuerza o maña que a los días
estorbe los efectos decretados,
¿qué aprovecha hacer rostro a las edades?
[XL]
TRADUCCIÓN DE UNO DE LUIS DE CAMOES
Horas breves de mi contentamiento,
nunca pensé jamás, cuando os tenía,
que por mi mal trocadas os vería
en tan cumplidas horas de tormento.
Las torres que fundé se llevó el viento,
como el viento veloz las sostenía;
mas de todo este mal la culpa es mía,
pues hice sobre falso el fundamento.
[ X X X I X ] Edic. de Foulché-Delbosc, ibid., núm. 31.
[XL] Sin nombre de autor lo publicó Sebastián de Alvarado
en su Bevoyda ovidicma, pág. 169. Más tarde, Foulché-Delbosc,
número 32.
Sobre este soneto y las versiones del de Camoens (o de Diego
Bernardes), véase L. Rosales, Lírica española (Madrid, 1972),
páginas 18-19, y la nota ró de la pág. 128 para las atribuciones.
204
10
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
Amor con vanas muestras aparece,
todo lo hace llano y lo asegura,
y luego a lo mejor desaparece,
i Oh grande mal ! ¡ Oh grande desventura Î :
¡por un pequeño bien que desfallece
aventurar un bien que siempre dura!
[XLI]
DICHO AL AUTOR CON OCASIÓN DE DARLE UNA DAMA
UN BIZCOCHO
POR MARTÍN LAMBERTO *
s
io
Fabio, el manjar que del impíreo cielo
el sol te dio dos veces abrasado,
en su dulce sabor tiene encerrado
todas las glorias con que ilustra el suelo.
Levanta fie) tu generoso vuelo
y en medio de ese cóncavo estrellado,
celebra el bien que su elección te ha dado;
usurpe su alabanza tu desvelo.
Que yo, rendido a tu divino acento,
de elocuente silencio apercebido,
veneraré la causa y el efeto.
Toma la lira ya del firmamento,
pues por fénix de Apolo has merecido
tal manjar, tal amor y tal sujeto.
[XLI] Edic. de Foulché-Delbosc, ibid., núm. 33.
* Sobre Martín Lamberto, véase la nota al poema 190.
RIMAS
205
[XLII]
RESPUESTA DEL AUTOR EN OTRO SONETO
Si al que en alas de cera subió al cielo
vimos caer sin ellas abrasado,
dando, en su empresa trágica encerrado,
un gran precepto de modestia al suelo,
¿por qué me mandas que levante el vuelo,
oh Lamberto, hasta el cóncavo estrellado ?
¿No ves que el sostener su luz no es dado
acá ni al más solícito desvelo?
Al favor que me envidias, ni el acento
de mayor consonancia apercibido
podrá corresponder con digno efeto,
Diomelo un claro honor del firmamento:
juzga, pues, cuál ingenio ha merecido
medir su habilidad con el sujeto.
[XLIII]
Cuando la grata paz que el padre Jano
vio gozoso en su siglo verdadero,
turbó Belona con su aspecto fiero,
y sufrió cada tierra su tirano,
Bílbilis, fabricaste por tu mano
en tus arroyos el templado acero,
dándole el cumplimiento postrimero
el ministro tiznado de Vulcano.
Tu colono caballos en ti vido
que atrás dejaron sin alientos lasos
aquellos que nacieron de los vientos.
fXLII] Edic. de Foulché-Delbosc, ibid., núm. 34.
[XLIII] Edic. de Foulché-Delbosc, ibid., núm. 35.
3 Belona, la diosa de la guerra.
10 lasos, cansados. Véase otro ejemplo en el poema 131, v. 7.
206
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
Mas pues la paz a Marte ha sucedido,
en lugar de las armas nos das vasos
donde Pean infunda sus alientos.
[XLIV]
Rendida la cerviz al sacrificio,
en la ardiente parrilla recostados
están los duros huesos abrasados,
sin mostrar de flaqueza algún indicio.
«Tu amor, mi Dios, teniéndote propicio,
aunque el rigor del fuego era sobrado,
por Dios y por señor te he confesado,
poniendo en alabarte mi ejercicio,
»Como al oro en el fuego me probaste,
y aunque fue tan terrible aquel tormento,
lo deshice, en tu amparo confiado.
»Así mi corazón perfeto hallaste,
que, por tener en ti su dulce asiento,
no le es notado rastro de pecado.»
[XLV]
Después que los cornípedes quedaron
del bélico ornamento descargados,
con el cual simulacros tan pesados
de hierro, a costa suya, sustentaron,
Bílbilis, tus riberas ocuparon,
do sus relinchos fueron escuchados,
14 Pean, himno en honor de Apolo y de Diana; más tarde
se cantaron en homenaje a otros dioses, como Marte.
[XLIV] Edic. de Foulché-Delbosc, ibid., núm. 36.
[XLV] Edic. de Foulché-Delbosc, ibid., núm. 37.
r cornípedes, latinismo; cualquier animal con cuernos, pero
aquí los toros.
RIMAS
207
y comieron hambrientos a bocados
lo que, cuando corrieron, no pisaron.
En lo mejor, un ruido temeroso
sobrevino a los pobres de repente,
y, volviéndose, vieron a Pegaso,
que les dijo: «Dejad el puesto hermoso;
¿no veis que vengo a abrir aquí una fuente
mejor que la que vierto en el Parnaso ?»
[XLVI]
Después que hubo cantado el Celtibero
los juegos del ovado Coliseo,
la pena del fingido Prometeo,
y el castigo ejemplar del león fiero;
después que vio el entierro lastimero
de los dos que alentaron su deseo,
su lira, más gentil que la de Orfeo,
suspendió por volverse al suelo ibero.
Bílbilis, ya en Queues se retira,
que el disfavor de un príncipe romano
a la más alta pluma encoge el vuelo.
Mas ya descuelga la sonora lira,
y gozoso la toca con la mano
por ver que es a propósito su suelo.
i i Pegaso, el célebre caballo alado, nacido de la sangre de
Medusa, en el momento en que Perseo le hubo cortado la cabeza.
Se remontó sobre el monte Helicón y de una coz hizo brotar la
fuente de Hipocrene.
14 Alude a Marcial.
[XLVI] Edic. de Foulché-Delbosc, ibid., núm. 38.
i él Celtibero es Marcial; seguidamente alude a diversas obras.
9 Lo cierto es que el Queues nace en la provincia de Soria,
pasa por Tarazona y Tudela y desemboca en el Ebro.
208
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
[XLVII]
ß
10
Hoy que amontona fiestas y alegrías
la madre más fecunda y la más santa,
dando a sus buenos hijos toda cuanta
honra les dio partida en muchos días,
subid, deseos y esperanzas mías,
donde se goza lo que aquí se canta,
sin temer la grandeza que os espanta
de aquellas celestiales jerarquías.
Penetrad los palacios soberanos
hasta el trono do asiste el Rey que juzga
y gobierna y sustenta a los mortales ;
y ved sí entre sus nobles cortesanos
habrá por gran favor quien me introduzca
siquiera en el zaguán o en sus umbrales.
[XLVIII]
s
io
Lo que merece nombre de esperanza
nace de causa de esperar dudosa,
si se espera sin ella, y fe animosa,
si con seguridad es confianza,
Si a complacer en lo imposible alcanza,
puede llamarse adulación forzosa,
y casi posesión toda otra cosa
que quita el miedo a la desconfianza;
declina Amor en quien esperar puede,
que la enajenación y encogimiento
aun discurrir al esperar prohibe.
Y en el gozoso asombro que pretende,
contemplando posee el pensamiento
todo el bien de que nace y de que vive.
[XLVII] Edic. de Foulché-Delbosc, ibid., núm. 40.
El soneto se refiere claramente a Santa Teresa.
rXLVIII] Edic. de Foulché-Delbosc, ibid., núm. 42.
RIMAS
[XLIX]
A Dios
6
10
OMNIPOTENTE
Señor, que miras de tu excelsa cumbre
el tiempo todo en un presente eterno,
tu imagen mira en mí, que al ciego infierno
la inclina su terrena pesadumbre.
Oh suma luz, ya la encendida lumbre
de mi gozoso abril florido y tierno
muere, y ya temo ver en el invierno
más verde la raíz de mi costumbre.
Mírala, sacro santo Bey divino,
con ojos de piedad, que al dulce encuentro
del rayo celestial verás volvella
a verte, como en vidrio cristalino
la imagen mira el que se espeja dentro,
y está en su vista del su mirar della.
[L]
A SU HERMANO LüPEECIO
s
ío
Provecho hallarás, Fabio, en la tardanza
que no puedes sufrir, si consideras
que el contento más lleno y de más veras
no dura más del punto en que se alcanza,
Y así, pues poseído hace mudanza,
mitiga la opinión con que lo esperas:
que opinión de las cosas venideras
es esto que llamamos esperanza.
Demás, que pues el cielo me confiesas
que ya séptima vez los campos viste
desde que tu esperanza tarda y miente,
[XLIX] Edic. de Foulché-Delbosc, ibid,, num. 43.
[L] Edic. de Foulché-Delbosc, ibid., núm. 47.
200
210
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
si me crees, huirás su influjo triste,
pues en los campos ves que solamente
el cielo es puntual a sus promesas.
[LI]
5
10
Anduve el mundo, oh Rey del reino escuro,
con blancas barbas sobre carne y huesos;
hice maldades, intenté sucesos,
para rendir el más soberbio muro.
Induje a falsedad muy al seguro
mil hombres viles, escondí procesos,
tragúeme ojos y tenté con esos
un bruto fraile, inducidor perjuro.
Levanté testimonios y quimeras
contra el decoro de mujeres santas,
moví contra justicia el mundo todo.
¿ Qué miras, Lucifer ? ¿ De qué te espantas ?
De estas hazañas, ¿qué suceso esperas?
Pues no hice nada, póngome de lodo.
[LII]
Corneja que vestiste ajenas plumas,
ganso que le usurpaste al cisne el canto,
cuervo cuyo graznar anuncia llanto,
voz que siendo de Arcadia suena en Cumas ;
como hendrija de pipa te rezumas,
el rebozo destapa, quita el manto,
[LI] Edic. de Foulché-Delbosc, ibid., núm. 48.
[LII] Edic. de Foulché-Delbosc, ibid., núm. 51.
4 Arcadia estaba en Creta y Cumas es ciudad de la Campania.
5 hendrija de pipa, rendiia de tonel. Para hendrija, véase la
nota al poema 43, v. 479.
RIMAS
211
ingenio de almofrex de caí y canto,
ligero como plomo en las espumas;
que dejes de enredar más el urdimbre
de parte de las Musas te conjuro,
antes que el bello Apolo te confunda.
No mezcles nuestro abril con tu diciembre ;
sí nos por el Estigio lago juro
que el verdugo te dé una brava tunda.
[Lili]
Estos amigos tibios ejercito,
Mario, esta vez por última experiencia ;
culpable error, pero será prudencia
si sacare experiencia del delito.
Demás de que con hábito infinito
extendió el hado su circunferencia :
que importa que la humana diligencia
trabaje por salir de su distrito,
Por los cabellos al rebelde arrastra,
si al obediente lleva por la mano ;
pero, ya sea fatal o libre el yerro,
verás que no me sale el golpe en vano,
como el que por error, tirando al perro,
acaso hirió la piedra a su madrastra.
7 almofrex «ia funda en que se [leva la cama de camino; por
de tuera es de xerga y por de dentro de angeo o otro lienço basto».
Covarrubias, Tes.
r
LITI] Edic. de Fouiché-Detbosc. ibid., núm. 53,
212
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
[LIV]
A L LIBRO DE LAS FUNDACIONES DE S.a TERESA DE JESÚS
Bien probáis que quien se humilla
crece, oh virgen, hasta el Cielo,
pues le fundáis un Carmelo
en cada humilde casilla;
demás que otra maravilla
merecen ver superior:
que las baña un resplandor
tan apacible y tan fuerte,
que en cada cual se convierte
vuestro Carmelo en Tabor.
[LV]
A UN CABALLERO DE LA CASA DEL DUQUE DE Hf JAR, QUE
TRAJO UN FRANCOLÍN AL AUTOR DE PARTE DE LA DUQUESA
DOÑA ESTEFANÍA, SIENDO DAMA
Si es cosa cierta, señor,
que suelto el francolín canta,
y ie añuda la garganta
la vista del cazador ;
[LIV] Edic. de Foulché-Delbosc, ibid., núm. 66.
* El Libro de las Fvndaciones de las hermanas descalcas que
escriuió la Madre Fundadora Teresa de Jesvs, se publicó en
Bruselas en r6io. La décima será de ese año.
[LV] Edic. de Foulché-Delbosc, ibid., num. 67.
En 1594 Felipe II hizo Conde de Belchite y Duque de Híjar
a Juan Cristóbal Fernández de Híjar, que murió sin hijos. Su
hermana, Isabel Margarita (quizá esa Estefanía), ganó por pleito
el ducado de Híjar y casó con el Conde de Salinas, Don Rodrigo
de Silva, tan excelente poeta.
2 Para francolín, véase la nota al poema 48, v. 352.
RIMAS
5
w
213
por retrato de mi amor
]a dulce tirana mía
este francolín me envía:
mas si a cantar me atreví,
y en viéndola enmudecí,
yo seré cisne algún día.
[LVI]
ESTANDO DON FERNANDO DE BORJA, VIRREY DE ARAGÓN,
EN LA CARTUJA DE ZARAGOZA, ESCRIBÍA MOTES * AL CANÓNIGO LEONARDO, Y ÉL LE RESPONDIÓ CON LA SIGUIENTE
DÉCIMA
5
io
x a« señor, desde que pasa
de límites vuestra ausencia,
a pesar de mi paciencia
este fastidio me abrasa.
¿ Qué he de hacer ? ; que si en mi casa
sigo mi melancolía,
me visitan cada día
algunos de esta ciudad
que estorban mi soledad
y no me hacen compañía.
[LVI] Edic. de Foulché-Delbosc, ibid., núm. 68.
Para don Fernando de Borja, véase la nota al poema 44.
* La voz motes podía significar ahí lo de «sentencia dicha con
gracia y pocas palabras», pero también «dicho agudo y malicioso»,
como dice Covarrubias. Tesoro, Por la décima parece deducirse
este último sentido.
214
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
[LVII]
DEL CARDENAL DON DIEGO DE SAAVEDRA* AL LICENCIADO BARTOLOMÉ LEONARDO, CANÓNIGO DE ZARAGOZA,
EMBARCANDO UNA CANDIOTA DE VINO BLANCO LLAMADA
LA BOLONIESA
s
ÍO
is
20
Ya la Boloniesa al mar,
sólo por veros, se entrega,
y a fuer de la Iglesia griega
con vos se quiere casar;
su hermosura es singular,
con tal lustre y sencillez,
que no ha menester su tez
el agua que el Tajo envía,
y aunque es hermosa, no cría
humos de vana altivez.
Vivid con ella contento,
y por si fuereis traviesos,
contad con suaves besos
las luces del firmamento ;
no haya en el día momento
que deshaga vuestra unión;
Baco os dé su bendición,
destas bodas Himineo,
y diga por buen empleo:
ambos para en uno son.
[LVII] Edic. de Foulché-Delbosc, ibid., num. 71.
* Por esos años no he encontrado en Roma o Ñapóles ningún
cardenal de ese nombre; pero sí al célebre don Diego de Saavedra
Fajardo, qrte era secretario de cifra del cardenal don Gaspar de
Borja en el Vaticano, y estuvo muchos años en Italia.
20 ambos para en uno son es fórmula de canciones de
boda. Comp.:
Y a los nuevos desposados
eche Dios su bendición;
parabién les den los prados,
pues hoy para en uno sonLope de Vega, Peribáñez y el comenaaäo*
de Ocwña, I, vs. 141-145.
RIMAS
[LVIII]
RESPUESTA DEL CANÓNIGO LEONARDO
La BoJoniesa que al mar
con su Albano fiel se entrega
quiere, como la otra griega,
con su adúltero casar;
llegó al fin con singular
muestra de su sencillez:
mas la itericia a la tez
bien pálidas las envía,
y así Albano es el que cría
por su dama el altivez.
Y porque no sin contento
de otros amantes traviesos
ella cuenta en sí más besos
que estrellas el firmamento,
convino que ni un momento
se dilatase la unión
de entrambos, y es bendición
ver cuan alegre Himineo
dice que para este empleo
ambos para en uno son.
[LIX]
5
Hombre, si esa unión divides
que se obró con astas fuertes,
por presto que la conciertes
habrá tardanzas y lides;
huyelas, y como A leides,
[LVIII] Edic. de Fcmlché-Delbosc, ibid., núm. 71.
4 Alude a Helena de Troya.
[LIX] Edic. de Foulché-Delbosc, ibid., núm. 72.
215
216
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGEN SOLA
siquiera una vez, temprano
forma un justo abrigo humano
que dure y guarde tus paces,
pues para este fin las haces
con el acero en la mano.
[LX]
AL VELO DE D.a JERÓNIMA LÓPEZ EN EL MONASTERIO
DEL STO. SEPULCRO DE ZARAGOZA
5
10
is
20
Si os ha de valer a vos
el privilegio de esposa,
ya, Jerónima, sois diosa,
porque os desposáis con Dios.
Iguala Amor los amantes,
y él sólo es quien juntar sabe
con lazo fuerte y suave
los extremos más distantes.
Hoy lo muestra bien con vos,
pues de sierva os hace esposa,
dándoos título de diosa
por ser esposa de Dios,
A vuestro esposo abrazad
porque en ese abrazo estrecho
os comunica el derecho
no menos que a su deidad.
Ya el Reino es de ambos a dos,
porque la unión poderosa
os transforma a vos en diosa
desde que os casa con Dios,
[LX] Edic. de Foulché-Delbosc, ibid., núm. 73.
Ni al hacer la edic, critica ni ahora he podido averiguar nada
de doña Jerónima López.
RIMAS
[LXI]
Últimos suspiros míos,
pues que me dejáis de suerte
que, en despidiéndoos, la muerte
hinchirá vuestros vacíos,
partir con vuelo ligero
a dar nuevas del postrero
esfuerzo con que os arrojo,
si no habéis de dar enojo
con decir lo bien que muero.
Que pues no gusta esta fiera
de haberme dado la vida,
también quedará ofendida
de oír que por ella muera;
mas si entrambas cosas siente,
decidle que se contente
del fruto de sus desdenes,
pues ninguno de estos bienes
le dio voluntariamente.
Y si en ella echáis de ver
señales de compasión
(¡oh triste imaginación,
lo que me atrevo a creer!),
proseguid y acrecentad
aquella tarda piedad
hasta que mi muerte sienta,
de suerte que se arrepienta
en vano de su crueldad.
Porque es tan libre y altiva,
que si no a su pecho injusto
jamás ha mostrado gusto
de que muera o de que viva;
y yo, intérprete confuso,
cuando su silencio acusos
o el público desamor,
s
10
15
20
25
30
[LXI]
Edic. de Foulché-Delbosc, ibíd,, núm. 74.
217
218
35
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
por cordura y por valor
lo canonizo o lo excuso.
Pues basta lo que he vivido,
ni admitido ni olvidado,
que sin saber si la enfado,
soy por su ley excluido;
su vida tan trabajosa,
pues que la muerte es honrosa,
acertado el trueque fue,
que en su callar bien se ve
que no esperaba otra cosa.
¡Oh Dios, qué trasordinaria
y tiránica inclemencia,
con no hacer diligencia
mostrar que no es voluntaria;
y que obedeciendo a tiento
adivinemos su intento,
y ella mire los servicios,
no obligada a dar indicios
de amor o aborrecimiento!
Por otra parte, el engaño
en que por su causa estoy,
hace sospechar que soy
yo mismo autor de mi daño,
y que el fuego donde moro,
cual salamandra lo adoro,
aunque yo sigo otro estilo,
que muero como Perilo
dentro de su mismo toro.
¿Cuál es mayor maravilla,
el padecer con valor
40
4
&
50
5ö
60
05
6o salamandra, «es una especie de Lagartija, que comúnmente
llamamos salamanquesa, quasi salamandresa. Dizen de ella ser
tan fría, que passando por las ascuas las mata como si fuesse puro
yelo». Cov., Tes. Abundan muchísimo las referencias literarias. Comp.:
La salamandra iría, que desmiente
noticia docta, a defender me atrevo,
cuando en incendios, que sediento bebo,
mi corazón habita y no lo siente.
Quevedo, Poesía original, pág. 496.
62
Para Perilo, véase la nota al poema 145, v. 72.
RIMAS
vida de tanto rigor,
o morir por no vivilla?
Yo que no me satisfago
de sufrir sólo un estrago,
ambicioso de más gloria,
en esta última victoria
ambas maravillas hago.
Mas, triste, ya está a la puerta,
¡oh mis suspiros!, la vida
debilitada y perdida
y de espíritus desierta.
Id volando, no tardéis,
que detrás la llevaréis
como víctima al altar,
donde podréis celebrar
con llanto lo que perdéis.
Yo, cual cisne que lamento
el fin que contento espero,
¡en qué desdén vivo y muero,
que es nido y sepulcro junto!
Y mi lástima os obliga
a que cada cual le diga
que sea a todos intractable,
pues quien la mereció afable
no la mereció enemiga.
70
7
219
&
so
85
90
[LXII]
A LA PROFESIÓN DE UNA RELIGIOSA DE SAN BERNARDO
QUE TOMÓ LA OCTAVA DEL CORPUS Y ERA MUY PRINCIPAL
VILLANCICO
Ah, del valle, del prado, la selva
corone este triunfo con voces la sierra,
quel pastor disfrazado se casa
y para todos ofrece su mesa
con gusto, con gracia, con gloria,, y sin peno,.
[LXII]
Edic. de Foulché-Delbosc, ibid., núm. 76.
220
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
20
El valle celebre
lo que el prado alegra,
viendo que las flores
le sirven de lenguas
con gusto, con gracia, con gloria, y sin pena.
La selva publique
los frutos que espera,
llenos de virtudes
en la zagaleja,
con gusto, con gracia, con gloria, y sin pena.
Este pan convida
todos a la mesa,
y en su vida tiene
a la gloria eterna
con gusto, con gracia, con gloria, y sin pena.
25
Ah, del valle, del prado, la selva
corone este triunfo con voces la sierra,
quel pastor disfrazado se casa
y para todos ofrece su mesa
con gusto, con gracia, con gloria, y sin pena.
10
15
[LXIII]
ROMANCE
Aquel pastor, que pajizo
un vestido hizo en la aldea
y por volverlo encarnado
gotas de sangre le cuesta
(es tan costosa la gala,
que ha comprado cinco piezas
[LXIII] Edic. de Foulché-Delbosc, ibid., num. 77.
i pajizo, de color de la paja seca. Comp.: «Isbella, de pajizo
desesperado, con un fénix sobre la frente,» Lope de Vega, La
Arcadia, pág. 115 a.
RIMAS
de grana, que le hizo Tiro
en el blanco de una oblea),
hoy sale en santa Lucía
i»
16
20
25
30
35
40
y ofrece a todos su mesa,
que es la vida perdurable
contar el regalo de ella.
Se casa en casa Bernardo,
que en pruebas de su limpieza
un hábito da a la novia
y en su orden la encomienda.
En el raso de los cielos
hale cortado la tela:
mucho durará el vestido
por ser gala sempiterna.
Toda de blanco la viste,
y en la cruz roja le muestra
la pureza de su sangre,
dulce candor de sus venas.
La novia el alma le ofrece
con mucha gracia dispuesta,
en tres potencias su dote,
en la condición su suegra.
Si calidad sólo busca
en su profesión por prenda,
sin duda es galán de la alma
pues se paga de finezas.
De fina y enamorada
con sus tres votos profesa,
y para no errar el caso
toma en Bernardo la regla.
Este favor que recibe
es una merced muy cierta,
que pasará a señoría
cuando se vea abadesa.
221
222
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGEN SOLA
[LXIV]
A SAN CAYETANO [DE] TIENE, FUNDADOR DE LOS CLÉRI-
GOS REGLARES. ESTABA EN SU OCTAVA EL SANTÍSIMO
SACRAMENTO PATENTE
Romance lírico
¡Oh qué soberanas lumbres
dispensan candidos rayos,
y entre soñolientas luces
el sol sale pestañeando!
El sol de justicia viene,
y del Oriente los lazos
desata la claridad
que en botón tuvo el ocaso.
Crédito es la Providencia,
que el rosicler desmayado
temió no gozar el día,
desconfió del sol los pasos.
Esta fiesta lo publica,
y a su común desagravio
fundará la Providencia
religión en Cayetano,
j Oh qué noblemente espera
el influjo soberano
sin zozobrar que le pase
su fecundidad por alto!
Toma el ejemplo en las aves,
que ramilletes del campo
a flor y pluma vinculan
el alimento del canto.
Sus censos son la piedad,
la limosna el mayorazgo
fundado en el no pedir,
que es un vínculo apretado.
&
10
15
20
26
[LXIV]
Edic. de Foulché-Delbosc, ibid., núm. 78.
223
RIMAS
La viña del Evangelio
a sus hijos ha dejado:
manda que cojan buen fruto
y son las cepas carrascos.
Vivid, hijos del cristal
de roca más soberano,
a cuyo espejo las luces
reflejos dan por milagros.
Que aunque mis coplas h empañen
con el aliento bastardo,
en los lejos de sus sombras
habrán visto su retrato.
[LXV]
DÉCIMAS DE DON BERNARDO PONZ, ENVIANDO AL CANÓNIGO
LEONARDO U N E S T U C H E * DE L O S QUE H A C E N
CELONA
EN
BAR-
No es pistola en mi conciencia,
como si allá las hubiera,
sólo un mosquito en tijera
y un cuchillo en residencia.
39 lejos, «en la pintura llamamos lexos lo que está pintado
en diminución, y representa a la vista estar apartado de la figura
principal. Tener una mujer buenos lexos es parecer mejor desviada que de cerca». Cov., Tes. Comp.:
Pintóme en hieroglífico un hermoso
prado con aguas, lejos, perspectiva
de un campo para mí tan lastimoso.
Lope de Vega, La Circe, pág. 1239.
[LXV] Publicado por L. Pfandl en «Unveröffentlichte Gedichte de Brüder Argensola», Revue Hispanique, LV (1922), num. 20.
Ignoro quién puede ser este Bernardo Ponz, de apellido muy
aragonés, que no ñgura en Latassa ni en el Aganipe de Uztarroz
* estuche, «caxa pequeña donde se traen las herramientas
de taxeras, cuchillos, puncón y demás pieças». Cov.f Tes. Compárese: «Julia [dio] a Encreto un cuchillo de su estuche.» Lope
de Vega, La Arcadia, pág. 98 a.
224
5
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
Lo demás es indecencia,
sin que lo juzguen maestros;
tanto que los menos diestros,
mirando tales enredos,
os dirán que son mis dedos
o alfileres de los vuestros.
Y si no, señor, abrilde
y veréis a la verdad
que, si no es la voluntad,
todo es cual yo tan humilde.
No os miento, cierto, en un tilde ;
sólo en esto es lo que siento,
que es poco lo que presento
para quien tanto merece.
Mas hallo que, si más fuese,
perderia el merecimiento.
10
15
20
[LXVI]
RESPUESTA DEL CANÓNIGO
No es pistola, sino estuche,
Bernardo, vuestro presente
y cada pieza excelente
de cuantas tiene en el buche;
y ansí o ninguno os escuche,
o si os escucha, advertilde
que no es artificio humilde,
sino alivio el de la mano
que cuanto alcanza Vulcano
supo encerrar en un tilde.
Emblema es de la exquisita
metafísica gentil,
donde el acero sutil
en lo afilado la imita,
[LXVI]
Edic. de L. Pfandl, ibid., núm 20.
RIMAS
ifi
20
225
y el agudo Estagirita
que la introdujo en su escuela
que sus filos se recela;
pero tengo por sin duda
que ha de quedar más aguda
si en vuestro ingenio se amuela.
[LXVIIj
SONETO DEL ABAD MALUENDA * AL CANÓNIGO LEONARDO
5
lo
Leonardo, recto juez, censor severo
de las costumbres desta edad perdida,
feliz un tiempo en solitaria vida
de la razón guardaste el noble fuero.
Agora adonde mezcla el lisonjero
ponzoña entre alabanzas escondida,
pagas a la ambición desvanecida
pechos indignos del valor primero.
Mas ya la libertad desde la cumbre,
donde desprecia el mundo y sus mudanzas,
favorable a tu voz te mira y llama.
Camina, pues, al rayo de su lumbre,
antes que impidan falsas esperanzas
el presto vuelo de tu ingenio y fama.
[LXVII] Edic. de L. Píandl, ibid., num. i6.
* Antonio de Maluenda, burgalés, que fue canónigo de la
catedral y Abad de San Millán, excelente poeta, como se puede
ver por la edic. de Algunas rimas castellanas del abad de Ma~
luenda (Sevilla, 1892) de J. Pérez de Guzmán. Véase también el
artículo de Eloy García de Que vedo «El Abad Maluenda y el
sacristán de la Vieja Rúa», RABM, VI (1902), págs. 1 y sigs.
8 pechos, impuestos, contribuciones.
VOL. Í85.---JÍ
226
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGEN SOLA
[LXVIII]
RESPUESTA
DEL
CANÓNIGO
Reconozco tu voz, Catón severo,
que restituye la virtud perdida
y opone a los errores de la vida
el raro ejemplo de tu justo fuero.
Presto por obra tuya el lisonjero,
siempre entre alegres flores escondida,
verá su pretensión desvanecida,
y a mí abrazando a la que amé primero.
Sobre mis aras ha de ver la cumbre
que Olimpo guarda libre de mudanzas
mi gratitud en olorosa llama.
Y pues ha dado tu divina lumbre
suceso a tan felices esperanzas,
seré de hoy más ministro de tu fama.
[LXIX]
SONETO DEL DOCTOR MARTÍN DIONIS DE S E S É * , ARCEDIANO DE ANSÓ, AL CANÓNIGO, EN TIEMPO QUE HACÍA
EL LIBRO DE LAS MALUCAS EL CANÓNIGO
Fabio, afloja la rienda al pensamiento
que tal vez cobra bríos si se humana,
y hace la superior porción humana
suba más animosa al firmamento.
Si Céfiro en el mar esparce el viento
manso y suave, pomposa va y ufana
[LXIX] Edic. de L. Pfandl, ibid., núm. io.
Tampoco he logrado averiguar nada de ese Arcediano de Ansó.
que no cita Latassa.
Los sonetos parecen escritos hacia 1606-1609, ya que de enero
de 1609 son el privilegio real y la censura de Pedro de Valencia,
aunque la dedicatoria a Felipe I I I está firmada el 4 de mayo del
mismo año.
RIMAS
10
la nave, sin tener frustrada o vana
su esperanza el piloto, ni su intento.
Toda ha de ser cual sacre generoso
romper los aires con discursos grandes
del mundo en ese teatro y del Rey corte.
Acuérdate también que en ocio honroso
sus anchurosos campos desea que andes
la historia, y que navegues por su norte.
[LXX]
RESPUESTA DEL CANÓNIGO
&
io
No juzgues, mi Dionisio, al pensamiento
que en mí gobierna la porción humana
por de altivez tan libre y poco sana
que se avecine siempre al firmamento.
Porque el halcón que más penetra el viento
con ansia de prender la garza ufana,
queda tal vez con la esperanza vana
y defraudado del primer intento.
El ánimo no es menos generoso
en las cosas humildes que en las grandes,
y de todas abunda nuestra Corte,
Ya navega mi historia en mar honroso,
y si Dios quiere que en sus golfos andes,
los pisarás sin brújula ni norte.
[LXXI]
Dices, Inés, que de Florian te enfadas,
y su color tostado hay opiniones
que le cobró entre hierbas y terrones,
fijando arados y esgrimiendo azadas.
[LK.X] Edic de L. Pfandl, ibid., num. 22.
[LXXÍ] Edic, de L. Pfandl. ibid., num. 7.
227
228
5
10
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
Con su espada, que honró nuestras espadas,
rindió alfanjes en étnicas regiones,
de cuyo ardor volvió con las facciones
tostadas, pero a noble sol tostadas.
Nunca a su diosa menos plugo Marte
que Adonis, y si blanca tez quisiera
Florian, ¿cuál tocador se la negara?
Mas, ¿quién se espanta de que no la quiera,
si tú le enseñas con tu misma cara
que con cualquier sudor perece el arte?
[LXXII]
s
lo
Fabio, los espectáculos romanos
de la contienda olímpica, o la fiera
acosada en el circo de manera
que caiga destroncada por tus manos,
son digna ocupación de ojos humanos,
mas para los del padre que modera
el verso y la influencia de la esfera,
luchas pueriles son y juegos vanos.
Otras contiendas mira, otros despojos
vee repartir, cuando entra en desafío
con la calamidad el varón fuerte,
Y pues eres su objeto, Fabio mío,
hazte tú mismo con la adversa suerte
espectáculo digno de sus ojos.
[LXXIII]
Licio, aunque a Fausto erija el siglo altares
o a su privanza injusta, él no pretenda
que tú con sana o con mañosa enmienda
por idólatra suyo te declares.
L X X I I ] Edíc. de L. Pfandl, ibid., num. 12.
7 Apolo, por ser dios de la poesía y el Sol.
[LXXIII] Edic. de L. Pfandl. ibid., núm. 17.
SIMAS
5
10
229
Que no es bien que entre víctimas vulgares
les acreciente el número tu ofrenda,
ni que para aplacar îa envidia horrenda
tus virtudes heroicas desampares.
Sólo pedimos que le escondas una
(la de tu ingenio), que, aunque él calla, rabia
de que tanto en su ardor le excedas, Licio.
Obligue al monstruo, pues, tu omisión sabia
a que no les perturbe el ejercicio
con que nos libras hoy de su fortuna.
[LXXIV]
5
ío
Mi afecto, Amor, me acometió con brío,
mas no pudo rendirme a tu obediencia,
ni la exterior beldad que con violencia
dio el mismo asalto al pensamiento mió;
hasta que con más noble poderío
allanó la razón mi resistencia,
y por su autoridad y en su presencia
juró tu servidumbre mi albedrío.
Mas aunque la prisión que arrastro suena,
y sabe Cintia bien que adoro el peso,
no la oye, o no la admite, o la aborrece.
Suple o adorna tú el valor del preso,
pues su elección ya sierva no merece
que Cintia quiera asir de la cadena.
[LXXV]
No temas el halago ni el desprecio,
Lauso, de Nisa, en fe de tu tesoro;
[LXXIV] Edic. de L. Pfandl, ibid., núm. 19.
[LXXV] Edic. de L. Pfand!, ibid., núm. 25.
Pero en el Codex hispanicus 21 de Munich, que utilizó Pfandl,
sólo se copian los ocho primeros versos, que aparecen en el ma-
230
s
10
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
pero dáselo ronco y no sonoro,
que el estruendo en amor siempre fue necio,
Con sorda lluvia y sin combate recio,
líquido por las tejas corrió el oro,
precio y deidad, que por el real decoro
de Dánae un dios se convirtió en el precio.
[A su transformación Jove, no al oro,
dejando la fineza acreditada,
debió el logro feliz de su deseo,
que si Dánae quedara deshonrada
con la publicidad de su tesoro,
descrédito del dios fuera el trofeo.]
[LXXVÎ]
A FELIPE CUARTO, QUE ENTRÓ EN UN CONVENTO
DE MONJAS Y LE AYUDÓ EL PATRÓN
6
ío
Qué mucho que en tus lámparas, oh Vesta,
la casta luz tus vírgines desamen,
si en una tiene concubina el flamen,
fuego vecino por lo menos tuesta.
Y ella hace ostentación de tan honesta,
que siempre que ante Séneca la llamen
pasará sin temor por el examen
de recoger el agua en una cesta.
¿Es posible que al cómplice estupendo
le admitan sin horror las aras pías
que han recibido del tantas injurias?
A Júpiter al fin yo no lo entiendo:
él castiga con rayos niñerías
y solapa sacrilegas lujurias.
nuscríto Abizanda con los seis restantes y la siguiente nota:
«Aquí dejó el Canónigo el soneto y lo prosiguió don Miguel Leonardo, pero es como los hemistiquios de Virgilio, que nada llega.»
[LXXVI] Edic. de L. Pfandl, ibid., núm. 36.
3 flamen (latinismo), sacerdote.
14 solapa, encubre. Véase la nota al poema [IX], v. 152.
RIMAS
231
[LXXVII]
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is
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Sabia pastora, decid:
¿Cuándo las penas que siente
supo tan discretamente
templarlas Valladolid?
No me juzgues por tan lerda
que crea que es la poeta
que habla tan como discreta
y siente tan como cuerda.
Agravios harto diversos
de los de la Corte son
los que con la indignación
os hacen componer versos.
Que como anda en esta casa
quien gasta tan buen humor,
que en poético furor
se tuesta, si no se abrasa,
por las poetas Crispinas
os 3e dan las nueve hermanas,
bien que con ellas humanas
y con vos más que divinas.
Andad entre las poetas,
a lo menos con los dos,
aunque se diga por vos
Saúl entre los profetas.
Que seso en quien tanto cabe
no es posible que no pegue
a cualquier que se le llegue
cordura y estilo grave.
Cuanto a mí (pues ya he juzgado
sin aplicación escura
[LXXVII] Edic. de L. Pfandl, ibid., núm. 41.
Por los versos 9-12, alusivos a la Corte en Valladolid, el poema
será de 1600-1606.
17 Crispinas, de 'crespo', quizá, que «metaphoricamente se
dice del estilo elegante y realzado». A tits.
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4°
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
que es Valladolid figura
y algo más lo figurado)
digo que con vos, severo,
las penas de esta tardanza,
en virtud de la esperanza
de otro tiempo venidero.
Súfrase quien penas tiene,
pero si no enmienda el cielo
a la causa, no es consuelo
que siempre t r a s tiempo viene.
Pues las coplas crispinales
las tocas os han quitado,
y con zurrón y cayado
os sacan a los jarales,
bien puedo yo desde agora
con vuestra buena licencia,
pues no es contra mi conciencia,
trataros como a pastora.
[LXXVIIÎ]
A UN HOMBRE DE ESTATURA BAJÍSIMA QUE SE RETIRÓ
A MORIR EN UNA ERMITA
Bajo esta losa chiquita
yace un hombre sin segundo,
que por no verse en el mundo
se acomodó en una ermita31 figura, «quando encontramos con algún hombre de humor
y estravagante dezimos del que es linda figura». Cov., Tes.
[ L X X V I I I ] Edic. de O, H, Green en «Some inedited Verses
of Bartolomé Leonardo de Argensola», Revue Hispanique, L X X H
(1928), págs. 475 y sigs., núm. I.
RIMAS
233
[LXXIX]
SONETO DEL CONDE DE FUENTES, IMBIANDO UN VINO
DE BEUNA *, COGIDO EN FUENTES, AL CANÓNIGO
Brindis, famosas musas excelentes,
hágase la razón con el deseo,
que, aunque no es de las bodas de Proteo,
éstos son los cristales de mis fuentes.
Yo quisiera con cosas eminentes
serviros hoy, pues que también me empleo,
mas tenéisme enojado, cuando veo
que ingratas sois al monstruo de las gentes.
Si agradecidas fuisteis a Beíardo,
pastor que en Manzanares se remoza,
que ya, cual cisne, canta que fenece,
¿por qué no coronáis al gran Leonardo,
al hijo de la augusta Zaragoza,
con ei laurel insigne que merece?
[LXXIX] Edic. de O. H. Green, ibid., núm. 3.
Don Juan Fernandez de Heredia, conde de Fuentes, era gran
amigo de Fray Jerónimo de San José y del cronista Andrés de
Uztarroü.
Fuentes es un pueblo cercano a Zaragoza.
* Beuna es un vino de color de oro que se hace con la uva
llamada asi, de color rojo encendido.
Por la alusión a Lope, Belardo, en el v. 9, el soneto seria de
hacia 1590.
3 Hay un juego de voces con «cristales de fuentes» —el vino-—
y los cristales de las bodas de Proteo, deidad marina, hijo de
Neptuno y de Fenice.
234
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
[LXXX]
RESPUESTA DEL CANÓNIGO AL CONDE, EN NOMBRE
DE LAS MUSAS
s
10
Señor, estos licores excelentes,
pues que saciaron bien nuestro deseo
y mejor le transforman que Proteo,
del néctar son que manan vuestras fuentes,
Y así de cantimploras eminentes
haremos a Beiardo un dulce empleo,
que ninguno en el mundo el gran trofeo
merece de ser monstruo entre las gentes.
Aquel Fénix de España, aquel Beiardo,
es el que siempre, y con razón, le goza,
en quien no disminuye ni fenece.
No hagáis, pues, caso alguno de Leonardo,
que ni en un arrabal de Zaragoza,
por gordo y por poltrón, vivir merece.
[LXXXI]
Mudado estoy, mas en mi suerte varia
gloriosa es la mudanza que confieso,
porque fuerza y razón me tienen preso,
sin ser mi estrella a mi elección contraria.
Vayase la esperanza temeraria,
que no puedo ni quiero otro suceso,
ni que me alivie y desminuya el peso
de mi prisión fatal y voluntaria.
Danme afrenta y recelo dos extremos:
la vergonzosa libertad pasada
y el temor de salir de cautiverio.
[LXXX] Edic. de O. H. Green, ibid., núm. 39[ L X X X I ] Edic. de O. H. Green, ibid., núm. i8.
RIMAS
235
Mas, pues lo quiere el cielo, oh Fili amada,
entrambos en ti misma nos preciemos:
yo de esta servidumbre y tú de imperio.
[LXXXII]
OCTAVAS A SAN LAURENCIO
A un certamen
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iß
20
Conduce a templo celestial belleza
Salomón, que en afectos verdaderos
del honor de su Dios es su grandeza,
la del infante, sol entre luceros;
mas si David le congregó riqueza,
si Hirán solicitó cedros y obreros,
¿qué mucho que a tal máquina y asombro,
desfallecida Atlante, humille el hombro?
Al valor español, al fénix raro,
en quien del lauro la virtud contemplo,
émulo así del sol radiante y claro,
la madre patria le dedica templo;
pero si luce en Huesca tanto amparo,
si en su obrero campea tanto ejemplo,
¿qué mucho que parezca en los cuarteles
congregarse los astros a doseles?
Deja allí, como Elias a Elíseo,
su espíritu David al hijo amado,
que siempre para ñnes de su empleo
quiere Dios el intento propagado.
[LXXXII] Procedente del Cancionero de 1628, f. 859, lo
publiqué en mi edición (Madrid, 1945), pág. 545. (De 1625, según
Latassa, vol. II, pág. 411, el hablar de un ms. de Ayuso.)
2 I Reyes, 4, 1-34.
6 Hirán, rey de Tiro, prestó ayuda a Salomón en la construcción del templo. III Reyes, 3, 5 y sigs.
17 I Reyes, 19, 1-18.
236
BARTOLOMÉ LEONARDO DB ARGENSOLA
Huesca también su afecto y su deseo
solicita, cual madre, dilatado,
y acúdele su obrero, en cuya copia,
ver quisiera el erario de Ktiopia.
25
Salomón, animado con los dones
de su padre, exceder quiere la cumbre
que del alba registra los balcones,
solicitando al suelo pesadumbre.
Y aquí planetas diera en arbelones,
diamantes y topacios en techumbre
el solícito obrero, si oportuno
gobernara el tridente de Neptuno,
Por Salomón, Hirán gozoso envía,
con industrias de artífice prolijo,
âo
3B
árbol fragante que en perfumes fía
repetir a molduras regocijo;
así los parroquianos a porfía,
entre particulares de amor fijo,
por Laurencio concilian con decoro
diligencias de plata, fuerzas de oro.
Para mayor admiración del suelo,
labrado llega allí de la cantera
el alabastro, desmintiendo el velo;
el pórfido fingiendo primavera,
a quien la caridad y ardiente celo,
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23
28
copia, abundancia.
pesadumbre, edificio. Comp,, Garcilaso, Égl. III, versos
209-212:
Estaba puesta ea la sublime cumbre
del monte, y desde allí por él sembrada,
aquella ilustre y clara pesadumbre
de antiguos edificios adornada,
29 arbelones, quizá 'rosetones', a juzgar por el contexto. Es
voz que no he encontrado registrada en ningún Diccionario o
vocabulario.
33 Se trata del Hirán que menciona ei lib. 3 de los Reyes,
7. Î 3 y 36-40, perito en bronce, que se bailaba en Tiro, a quien
llamó Salomón para encargarle todos los trabajos en bronce.
37 parroquianos, de 'parroquia'.
43 Porque el alabastro se usaba como el cristal en las ventanas de los templos, y era tan transparente como un velo.
RIMAS
237
de la primera piedra a la postrera,
tal posibilidad dejó esculpida,
que sin sobrar jamás vino cumplida.
Del incansable afecto y diligencia
de los reyes fue el premio entrar por dueño
Dios a ser adorado en la eminencia
de aquel don con la suya tan pequeño,
del que en Laurencio busca la excelencia,
ha sido verse fuera del empeño
de subir el solar del hijo amado
hasta el cielo por padre celebrado.
Gocéisle a siglos [por] que riegue el mundo
con víctimas de amor tan verdadero,
y no pueda primero ni segundo
dejar de ser en su favor primero;
que si Dios, para asombro del profundo,
de caridad da un templo al limosnero,
bien puede Huesca por diversos modos
hoy prometerse templos para todos.
CANCIÓN DE LEONARDO, TRADUCIDA DE PÍNDARO
La excelencia de líquidos cristales,
que en natural razón se estima tanto,
pues no tiene otra tal Naturaleza;
la del oro, que, ensayado, cuanto
62 Esdras, 3, i y sígs.
[LXXXIII] Procedente también del Cancionero de 1628, página 547. Pero el texto está bastante estragado. Véase M. Fernández Galiano, «Notas a la versión pindárica de Argensola»,
RFE, XXXI (1947}, págs. 177 y sigs.
4 ensayado, de 'ensayar'. «En España de este término es el
examen que hazemos del oro y de la plata y los demás metales;
y es término muy usado y ay oficio en ias casas de la moneda de
ensayador.» Cov., Tes,
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGEN SOLA
al encendido fuego en sus fanales
la noche cede, ¿ excede a gran riqueza ?
Mas si cantar pretendes la grandeza
de justas griegas, dulce fantasía,
fuera del sol no pienses que otra estrella
podrás ver que más bella
por el sereno cielo alumbre el día;
ni celebres ahora otra contienda
que la de Olimpia, caudalosa fuente
de los famosos y suaves himnos,
que cantan mil ingenios peregrinos
en artificio y música excelente,
por venerar con alta y rara ofrenda
del gran Saturno la sagrada prenda
en el palacio rico y venturoso
de Hierón, con tal triunfo vitorioso.
De Hierón, que con título el gobierno
tiene y maneja el sceptro y justas leyes
de Sicilia, la próspera en ganados,
donde apacienta el sacro sol sus greyes,
recogiendo la nata y fruto tierno
de todas las virtudes por sus grados,
y en la flor de instrumentos concertados
resplandece por arte a que se inclina,
si a la amorosa mesa, en fiesta y juegos
celebramos los griegos
festines o con arpa o con bocina.
Mas baja, Amor, esa pendiente lira,
usada por los dores, si [el] deseo
de oír glorías de Pisa o Ferenico
de dulces pensamientos te hace rico,
18 Se decía que Júpiter o Zeus era hijo de Cronos o Saturno,
que tenía en Olimpia un gran templo.
20 Hierón I, de la familia de los Dmomédmas, soberano de
Siracusa en Sicilia, que atrajo a su reino a famosos escritores.
31 bocina, trompeta. Comp.: «Reniego de su boçma roldana,
que tal son ella me hizo.» La picara Justina, I, pág. 149.
34 Pisa, ciudad de la Elida, que disputó a los de Elea o Elis
el derecho a celebrar los juegos olímpicos, pretensión que ocasionó
su ruina. Ferenico, célebre caballo de Hieron, que había ganado
tantas carreras que le llamaron Porta-victoria.
RIMAS
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so
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so
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cuando en la orilla del famoso Alfeo,
sin tocarle acicate o temer ira,
cual suele de arco disparada vira,
las alas deja atrás del veloz viento
y a su dueño en la mano el vencimiento,
a su patrón, el rey siracusano,
amigo de jinetes voladores,
insigne en competencias de caballos,
cuya gloria con vivos resplandores
luce en la villa que fundó el anciano
Pélope, lidio, ilustre en sus vasallos,
Neptuno, que, con sombra de abrazallos,
a los vecinos montes pone coto,
fuerte dios, amó a Pélope en el punto
que escapó de difunto
de limpia paila por favor de Cloto,
sacando al vivo de marfil pulido
con nuevo adorno y gala el hombro bello:
que mil cosas ve el mundo milagrosas.
Mas siempre las historias fabulosas,
[que] como agudas parten un cabello,
trastornan a los hombres el sentido,
vendiéndoles por cierto lo fingido,
y entablando la falsa maravilla,
mejor que la verdad llana [y] sencilla.
El donaire y fineza de poesía,
que en cualquier accidente a los mortales
con un gusto de almíbar lisonjea
y ennoblece con honras temporales,
36 El hipódromo seguía la dirección del rio Alfeo y aun
subsisten restos.
38 oirá, saeta.
46 Pelops o Pélope, hijo de Tántalo, rey de Lidia, viéndose
obligado a salir de su patria, se retiró a Grecia, donde fue recibido
con bondad por Enomao, rey de Pisa, y casó con su hija Hipoda
mia. Cuentan las fábulas que, enamorado Neptuno de la belleza
de Pelops, se lo llevó al cielo; que, cuando tuvo que disputar en
¿a carrera la posesión de Hipodamia, Neptuno le regaló un carro
tirado por dos caballos alados.
51 paila «bacía grande», según el Tes. de Covarrubias. (Sepulcro funeral, en realidad.)
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
mil veces lo increíble hace al día,
que sin sospecha por su ardid se crea;
mas hace el sabio tiempo que se vea
sin máscara lo cierto que él vio y supo;
y es bien hablar de dios con gran respeto,
porque al hombi^e discreto
no va poco en hacer lo que le cupo,
que es tratar siempre de él con reverencia.
Hoy, pues, hijo de Tántalo, al contrario
te quiero celebrar que los pasados,
pues teniendo a los dioses convidados
tu padre en liberal correspondencia
en Supilo a un festín solemne y vario,
al fin deste banquete extraordinario
contigo se salió secretamente
el gran señor del húmido tridente.
De allí, con pecho de su amor rendido,
robó el sacro Neptuno tu hermosura
en sus cancos dorados por misterio,
para subirte a la sublime altura,
do Júpiter supremo es bien servido
por su extendido y soberano imperio;
y adonde para el mismo ministerio
después a Ganimedes diputaron.
Mas como algunos invidiosos vieron
que sin ti se volvieron
los que por varias tierras te buscaron,
sin que tu madre verte más pudiese,
no faltó quien, contando con malicia
que fuiste todo en piezas desmembrado
con crudo hierro y sobre el fuego echado
en herviente agua, diese esta noticia
75-80 Alude a que Tántalo hizo servir a los dioses miembros
de su propio hijo, o lo quiso hacer, y Neptuno, como se indica
en la nota al v, 46, enamorado, lo salvó. Píndaro alude a otra
leyenda, en la que Tántalo, en ese banquete, robó el néctar y
la ambrosía para darla a los mortales.
77 Supüo, el monte Sipilo, en Lidia.
88 Neptuno se vio obligado a devolver a la tierra a Pelops,
a quien substituyó Ganimedes.
RIMAS
y al vulgo de tu cuerpo persuadiese
que mullido en la mesa puesto fuese
[y] repartido en el festín que nombro,
comiese alguno con su pulpa el hombro.
Mas es abuso de ánimo insolente
llamar voraz a un morador del cielo,
y callo porque a nadie escandalice,
que no les falta mal y desconsuelo
a los que hablan ordinariamente
mal, porque sigue el mal a quien maldice;
y si lo cierto es bien que se autorice,
¿qué mortal fue en el cielo más bien visto
que Tántalo?, y al fin por su desdicha
digerir tanta dicha
no pudiendo, en él mismo fue mal quisto,
pues no hallarse en bien tanto indigesto
provocó los desdenes soberanos
de Júpiter, gran padre, que en despecho,
y por verdugo de su injusto pecho,
colgarle hizo aquel peñón molesto
sobre cabeza y pensamientos vanos,
que queriendo apartar del con las manos
el golpe siempre con inútil hierro,
del antiguo contento anda en destierro.
Esta es la cuarta y desigual fatiga
que sin reparo a Tántalo atormenta
con tanto exceso y pena congojosa,
porque dio a su mortal turba sedienta
néctar con que inmortal vida consiga
y ambrosía que hurtó al cielo preciosa.
No se le esconde a Dios ninguna cosa
de cuantas el error profano hace,
y quien de lo contrario fia se engaña,
que tras esta hazaña,
que al senado inmortal tanto desplace,
fue su hijo del cielo despedido,
porque viviendo entre la humana gente
sujeto fuese a muerte acelerada.
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mullido, majado.
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGEN SOLA
El cual ya la florida edad llegada,
y cuando el negro bozo repartido
la barba coronaba tiernamente,
a las bodas dispuso el pecho ardiente,
y a tomar del pisano padre un día
por suya a la gentil Hipodamía.
Del generoso habitador de Pisa
roba sin corazón la ínclita prenda,
y así, con un resuelto pensamiento,
al espumoso mar vuelta la rienda,
solo y de noche sus arenas pisa,
y con determinado atrevimiento
al insigne en tridente y turbulento
del margen invocó de su destrito.
Visto, pues, a ios pies se le aparece
y a su clamor se ofrece,
Pélope dijo lo que aquí repito:
«Neptuno, si es posible que hoy tu gracia
premie de Venus los suaves dones,
de Oenom[a]o el asta y duro acero impide
y la carrera de mi carro impide
con mis aceleradas pretensiones.
Pon luego mis caballos corredores
en Elis, donde queden vencedores;
que a trece amantes dio la muerte en vano,
y aun no casa a su hija aquel tirano.
»Hazaña grande y peligrosa empresa
nunca admite al remiso ni al cobarde,
mas al que es necesario que al fin muera,
¿ de qué sirve que en sombra escura aguarde
y en ocio a la vejez que tanto pesa,
pasando el tiempo en vano su carrera,
si de virtud ni fama fruto espera?
Mas yo me arrisco a entrar a tal porfía,
quede a tu cargo darme buen suceso.»
No hizo más progreso,
hablando más de aquella cortesía,
155 Sic. en el ms. Quizá habría que leer 'empuja' o 'impele',
en vez de 'impide'.
168 arrisco, arriesgo. Véase la nota al poema 45, v. 259.
EIMAS
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que pidió a la grandeza soberana.
No le salió engañada la esperanza,
que por su honor y por mayor decoro
le vino a dar un rico carro de oro,
con que más alentó su confianza,
y caballos de raza tan ufana,
que sin cansarse, a par de tramontana,
en saliendo a volar de sus escalas,
batiesen sus ventosos pies por alas.
Con éstos alcanzó la gran vitoria
de Oenomao, su contrario grave y fuerte,
y llevó la doncella por esposa,
que al fin parió con venturosa suerte
a seis príncipes dignos de memoria
por obras de virtud maravillosa.
Él, en suma, acabó con m u e r t e honrosa,
y es de sus descendientes celebrado
junto al raudal del argentado Alfeo,
y en rico mausoleo
con insignes obsequias ilustrado,
a quien en torno gentes mil festean
cabe el altar, que tantos forasteros
frecuentan, do la gloria resplandece
de lejos, que en Olimpia m á s florece
por los pasos de Pélope primeros,
donde su ligereza extraña emplean
los pies lozanos que vencer desean,
con los osados y valientes bríos,
que al trabajo y sudor no dan desvíos.
Donde el que triunfa, el tiempo que le queda,
vive en ocio suave y gran bonanza,
gozando el premio a la vitoria justo;
mas el postrero que el valor alcanza,
a cualquiera mortal da por su rueda
siempre en colmo de gloría mayor gusto.
Testigo es desto el vencedor robusto,
a quien por ley de caballero ilustre
conviene ya que al son de mi instrumento,
178 a par de tramontana, es decir, corriendo como el viento
llamado tramontana.
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
tras eólico acento,
con verde oliva su alta frente ilustre;
pues no confío que otro imperio alguno,
de cuantos viven hoy sobre la tierra,
con vario canto y acordada lira
en celebrarle aquí ponga la mira,
de cuanto bien su heroico pecho encierra,
de cuanto Temis le concede y Juno,
porque en justicia y en potencia es uno,
y el primer hombre ahora, y en doctrina
de ilustres artes Fénix peregrina.
En tí pone, Hierón, dios sus cuidados,
que es tu muro su sacra providencia;
mas pues él te engrandece de su parte,
si mi muerte en venir tiene paciencia,
yo espero que a los orbes estrellados
en veloz carro habré de levantarte,
y con más dulce plectro celebrarte,
valido en todo de vereda extraña,
de un gran torrente y sentencioso estilo,
siguiendo el largo hilo
por las cumbres de Cronio que el sol baña,
pues me dan armas las hermanas nueve
con que pueda emprender cualquier batalla.
Uno en el mundo a otro en algo excede ;
y un rey es el más alto y quien más puede.
No busques mayor bien, que no se halla;
el claro cielo, que este honor te debe,
de tan alto lugar tarde te lleve,
y yo en Grecia, entre tales vencedores,
venza en cantar do quiera a los mejores.
2io eólico acento, es decir de 'lira eólica'.
217 Temis, hija del Cielo y de la Tierra, hermana de Saturno,
que se distinguió por su prudencia y amor a la justicia.
231 Cronio o Cronius, monte de Grecia en el Peloponeso,
junto al límite de Laconia.
RIMAS
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[LXXXIV]
CANCIÓN DEL MISMO
Introduce hablando a una calavera
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De tierra me formó habrá veinte años
de] poderoso Dios la sabia mano,
y en formarme mostró grande artificio
y en deshacerme muestra desengaños:
que es loco el que consigo vive ufano
y quien su polvo olvida sin juicio;
mas ciega al hombre el vicio
y mientras ojos tiene nunca siente.
Su mal y su locura, agora ciego,
el vengativo fuego
y airado juez descubre claramente,
y de su hermoso rostro la belleza
trocada en este horror y esta fiereza.
Tal cual me ves, amigo, soy aquélla
que un tiempo, envanecida con mirarme
cada hora en el espejo mi figura,
tan grande gusto recibía en vella,
en vella, en componerme y adornarme,
juzgando a las demás por sombra escura,
que al fin la sepultura
y la común madrastra sola pudo
aquel claro cristal hacerlo piezas.
¡Oh tú, que en mí tropiezas,
seca como me ves, reviento y sudo,
agonizando en verme en tal estado,
mirando a lo presente y lo pasado!
[LXXXIV] Figura en el ras. 521 de la B.« P. de Toledo,
folio 11 v., y en el 3796, f. 310, de la Nacional. Lo publiqué, junto
con los tres siguientes, en la Hispanic Review, XV (1947), páginas $88 y sigs.
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BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
¿Qué es de mi clara frente, dividida
con dos madejas de cabellos de oro,
los ojos garzos, cejas arqueadas,
la nariz sin salir de su medida,
el coral de los labios y el decollo
de las restantes partes, que, sembradas
con sus proporcionadas
color y cuantidad, se conformaban
en una tal belleza, cual no ha sido
ni la que tuvo Dido,
ni la por quien troyanos se mataban
con los griegos? ¿Al fin todo este arreo
fue convertido en este hueso feo?
Ya la parlera lengua, que reposo
un hora apenas en un mes tenía
en las ajenas vidas empleada,
deshecha en polvo, no tendrá quejoso
al bueno; ni la invidia, que roía
el alto cedro y palma levantada,
conmigo sepultada,
de hoy más podrá emplear su rabia fiera.
Los instrumentos del roer deshechos,
quedarán satisfechos
el cielo y tierra y cuantos ofendiera.
I Oh rostro ! ¡ Cuál te viste y cuál te veo :
antes un sol, agora un hueso feo!
En agraz a la parra vino octubre
y la desposeyó de su belleza,
y en flor o almendro sobrevino helada.
La tierra a la adorada luna encubre
cuando más llena muestra su grandeza ;
y la ligera garza remontada,
cuando más descuidada
de su peligro, con soberbia altiva
los aires hiende, pierde en un momento
las fuerzas y el aliento,
del sacre viendo que ha de ser cautiva:
mis fuerzas, resplandor, flor y hermosura
pasaron en aquesta vil figura.
RIMAS
70
247
No quiero más cansarte, peregrino;
sólo te pido aqueste beneficio:
que este mi casco apartes del camino,
que el contino pisar casi deshecho
le tiene; y Dios, en pago deste oficio,
te dé que en su servicio
te ocupes y en tu pecho
estampe lo que ves que en mí se ha hecho.
[LXXXV]
5
lo
Hoy ei nefando autor del color bayo
y el sacrilego vil que a hecho injuria
al sacro honor de la romana curia
son mariposas en el blanco sayo.
Guarda, Sodoma, que deciende el rayo
de la mano de Dios, con justa furia,
contra la gomorrea vil lujuria
que abrasa a España con mortal desmayo.
Saca en los hombros la virtud, Eneas,
de las llamas del ocio consumida,
si ser piadoso príncipe deseas.
Camina, Loth, con tu mujer querida;
vuelve los ojos, Corte, no lo veas,
si no quies ser en piedra convertida.
[LXXXV] Ibid., procedente del ms. toledano y del 4117,
foiio 36 v., de la Nacional de Madrid.
1-4 Ignoro las referencias concretas de esos versos. El color
bayo es «color dorado baxo, que tira a blanco y es muy ordinario
en los caballos». Auts, (¿Referencia al caballo de Seyano?)
9-11 Otra nueva alusión a Eneas y su huida de Troya.
248
BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
[LXXXVI]
SONETO A MADRID, CUANDO SE TRATABA MUDAR LA CORTE
A VALLADOLID
Volverse han muchos a labranzas toscas,
que fueron sus primeros ejercicios;
trataran los magnates y patricios
en rubias mieses y vacadas hoscas.
Dejarán las culebras ya sus roscas
en que enlazaban huéspedes novicios;
andarán los casados en sus quicios,
pues le dejan en paz su miel las moscas.
Viviráse con gusto y más sin arte,
y cesará el hablar por cartapacio,
engomar el copete y frente lucia,
y las mohatras en igual descarte.
En faltando la Corte, Rey, Palacio,
aunque limpia, Madrid será muy sucia.
[LXXXVII]
Del mundo casi eterno el edificio
ya por su antigüedad se desmorona;
Alcides representa otra persona,
que pesa el cielo y desñaquece el vicio.
Toca la trompa del final juicio
el justo juez que la virtud corona;
[LXXXVI] Ibid., procedente del ms. de Toledo, f. 23 v.
De hacia 1600, a juzgar por el epígrafe.
10 Supongo que hablar por cartapacio es lo que Covarrubias,
Tes, (s. v. carta) llama «Razón de cartapacio, la que se dize estudiada y decorada, que muchas vezes no haze al propósito».
[ L X X X V I I ] Ibid., procedente también del ms. de Toledo, f. 24.
EIMAS
10
249
desmaya el bien y la maldad se entona,
y todo deja su ordinario quicio.
Revuélvense del orbe los confines,
y el oro universal, dueño de todo,
a los reinos extraños se remonta.
Tiembla la tierra y pónese en chapines,
y el nudo universal está de modo,
que si no se desata, tanto monta.
[LXXXVIII]
5
ío
Es, cuando alienta esfuerzos del deseo,
la esperanza (temiendo el desengaño)
confuso imaginar que siempre es daño,
bien que llegado a asir es devaneo.
Hace el Amor bastardo, según creo,
alimento a su vida deste engaño,
que para eternizar mi amor extraño
sólo el acierto de elegir poseo.
Esta, pu[e]s, mal fundada confianza,
bárbaro monstruo que su fin desea,
siempre grosera apeteciendo efeto,
no está en mi pecho, no, que la esperanza
busca a quien ame necio, donde vea
que no hay soberanía en el sujeto.
xi pónese en chupines, se alza, porque el chapín era un «calcado de mujeres con tres o cuatro corchos, y algunas ay que
llevan treze por dozena». Cov,, Tes.
[LXXXVIII] Procedente del ms. 4271 de la Biblioteca Nacional, pág. 187, lo publiqué en mi edición de las Rimas, pág. 661.
APÉNDICES
APÉNDICE I
POEMAS ATRIBUIDOS INDISTINTAMENTE
A AMBOS HERMANOS
[I]
A LA ESPERANZA FALSA
í>
10
16
Esperanza tardía,
por de fuera tan verde y dentro seca,
pesada compañía,
error común en que la vida peca,
lisonja del deseo,
cruz de las almas, ciego devaneo;
manjar de desdichados
y refresco de faltos de ventura,
sustento de cuidados,
enmascarado de engaño que asegura,
dama ingrata y risueña,
que encubre el corazón y el rostido enseña;
roedora y sorda lima,
sueño que nuestra vida nunca dejas,
burla puesta en estima,
áspid sorda que escondes las orejas
al justo desengaño,
invención de amor propria y proprio engaño ;
[I] En unos mss. aparece atribuida a Lupercio y en otros a
Bartolomé. Para más detalles, de éste y los otros poemas, véase
mi edición de las Rimas.
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APÉNDICES
treguas que da la muerte
para ser más penosa nuestra vida,
pena prolija y fuerte,
laberinto que niegas la salida,
de larga vista antojos,
que la paciencia gastas y los ojos;
camaleón hambriento,
buitre que a Ticios comes las entrañas,
de Sísifo el tormento,
agua falsa que a Tántalos engañas,
y huyes de la boca
cuando ya tu promesa el labio toca;
no ves el bien presente
y el mal futuro asegurarlo sabes,
y el alma casi ausente
entre la soga y la garganta cabes,
y vas volando asida
al postrimer aliento de la vida.
Contino en mar incierto
y en rota nave pintan tu morada,
botando por el puerto,
y en las olas sorbida y anegada.
jAh esperanza terrible,
que aun la pintura en ti no es apacible!
Cuando Pandora quiso
descubrir aquel bien que acompañaste,
no fuiste al paraíso,
23 antojos, anteojos.
26 Sobre Ticio, véase la nota al poema 78, vs, 9-10.
27 Sísifo, hijo de Eolo, fue condenado en e\ infierno a subir
una gran piedra a una montaña, de donde volvía a descender por
su propio peso, estando obligado a subirla inmediatamente, sin
un momento de reposo.
43 Irritado Júpiter porque Prometeo había creado un hombre,
ordenó a Vulcano que formase una mujer, la cual resultó bellísima.
Todos los dioses le dieron dones y Júpiter le entregó una caja
para que ia diese a Prometeo, pero éste no quiso ni recibir a
Pandora, diciéndole a Epimeteo, su hijo, que no aceptase nada
que viniese de Júpiter; pero lo olvidó el joven al contemplar a
Pandora, con la que casó. Abierta la caja, escaparon todos los crímenes y maldades, por cuya causa el diluvio inundó toda la tierra.
Epimeteo, queriendo cerrarla, sólo logró salvar a la Esperanza.
APÉNDICES
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255
que en la boca del cántaro quedaste:
al fin en frágil vaso
que le rompe cualquier pequeño caso.
No sé qué tienes bueno,
si el deseado bien, cuando se alcanza,
es tu muerte y veneno.
Mas no eres bien ni mal, vana esperanza,
porque si aquesto fuera,
la gloria o el infierno te cupiera.
Eres quimera vana
a quien da vida el ciego entendimiento ;
campanilla liviana,
átomo sin substancia, niebla al viento,
vasalla de Cupido,
a quien para engañar le das partido.
Quien te conoce, puede
de tu tienda sacar mercadurías,
que, aunque renta no herede,
podrá sacarlas, pues a pobres fías,
y haces siempre tu feria
en el sitio y lugar de la miseria.
[II]
AL MARQUÉS DE VELADA *
Si es del trabajo alivio la esperanza
del premio en un sujeto desvelado,
en servicio de un príncipe empleado,
que excede en valor a humana confianza,
[II] En el ms. 3797 de la Biblioteca Nacional, se atribuye
a Lupercío y se copia entre auténticos, f. 156; en cambio, en el
manuscrito 10330 del British Museum, f. 29, se copia al fin de
los de Lupercio y principio de los de Bartolomé. De aquí procede la edición de La Vinaza, Obras sueltas, II, pág, 30.
Pero lo cierto es que el poema no parece de ninguno de los
dos hermanos, dada su mediocridad.
* El marqués de Velada es don Antonio Dávüa y Toledo,
comendador de Calatrava y gentilhombre de Felipe IV.
256
5
10
APÉNDICES
de ti, príncipe excelso, a quien alcanza
la grandeza del más feliz estado,
de mi humilde fatiga el fiel cuidado
espera un premio digno de alabanza.
Que si a Alejandro llaman generoso
porque premió las obras eminentes
que el gran poeta Homero le ofrecía,
será más justo el título glorioso
en tus manos ilustres y excelentes
cuanto es humilde más la ofrenda mía.
[III]
A UNA MUJER QUE SE AFEITABA * Y ESTABA HERMOSA
6
ío
Yo os quiero confesar, don Juan, primero:
que aquel blanco y color de doña Elvira
no tiene de ella más, si bien se mira,
que el haberle costado su dinero.
Pero tras eso confesaros quiero
que es tanta la beldad de su mentira,
que en vano a competir con ella aspira
belleza igual de rostro verdadero.
Mas, ¿qué mucho que yo perdido ande
por un engaño tal, pues que sabemos
que nos engaña así Naturaleza?
Porque ese cielo azul que todos vemos
ni es cielo ni es azul. ¡Lástima grande
que no sea verdad tanta belleza!
i III] Lazan, en su Poética, II (Madrid 1789) pág. 296, ío
atribuye a Lupercio, pero en el ms. A de Foulché-Delbosc, edición número 65, se copia entre los de Bartolomé.
Para la fortuna de este soneto, véase L. Medina, «Dos sonetos
atribuidos a Lupercio Leonardo de Argensola», Revue Hispanique, V (1899), págs. 314-323.
* afeitaba, se daba afeites en el rostro. Comp-; «Entraron
con él dos mozas, afeitados los rostros, llenos de color los labios.»
Cervantes, Rinconete v Cortadillo, Clás. Castellanos, 27, pág. 187.
APÉNDICES
257
[IV]
A UN PRIVADO
¿Hasta cuándo, Babel, piensas que el cielo
ha de sufrir tu loco atrevimiento?
Deten el curso, enfrena el pensamiento,
que muy grande caída da un gran vuelo.
Ya tu desdicha pronostica el suelo,
que sabe que no dura lo violento;
y la ambición es un dañado intento,
por más que encubras su amoroso celo.
Escarmienta en las plumas abrasadas
del sin consejo ícaro atrevido,
por quien fundó su padre un templo en Cumas ;
o en quien, por ver sus glorias levantadas,
con sus caballos y ellas sumergido,
se vio del Po soberbio en las espumas.
[V]
A UN PODEROSO VICIOSO
Aunque de godos ínclitos desciendas
y cuelgues de pirámides gitanas
[ÏV] Los mss. 4141, pág. 430, y ei 521 de Toledo, í. iS v., lo
atribuyen a Bartolomé; el 4104, f. 12 v., lo da como de Lupercio,
y de este texto procede la edic. de La Vinaza, Obvas sueltas, I,
página 12. En cambio, en el 3795, í. 159, se atribuye a Góngora.
[V] Los mismos ms. anteriores, f. r6 v. y f. 38, ío ahijan a
Bartolomé y el 4104, f. 16 v., a Lupercio. Foulché-Deibosc,
número 45, lo publica como de Bartolomé.
2 gitanas, de Egipto. Comp.:
Amor, de Ceca en Meca,
como, olvidado Antonio con Cleopatra,
!a gitana de Meníis, que idolatra.
Lope de Vega, La Gatomaquia, HI, vs. 138-140.
VOL. 185.—9
258
&
»>
APÉNDICES
tus armas con las águilas romanas
y despojos de bárbaras contiendas;
aunque a Jove le des ricas ofrendas,
olores de Asia, plumas mejicanas,
y arrastres las banderas africanas,
y tu nombre de polo a polo extiendas ;
aunque ciñan laurel y oro tus sienes,
y gobiernes la rueda de Fortuna,
y pongas a tu gusto al mundo leyes;
aunque pises la frente de la Luna,
y huelles las coronas de los reyes,
si la virtud te falta, nada tienes.
[VI]
DÉCIMAS
6
ío
16
Mil años he sustentado
varios efectos de Amor,
y he callado mi dolor
por ser pobre y desdichado.
Nadie píense que he dejado
ocasión por ser cobarde,
sino porque es bien que aguarde
hasta que ventura sobre,
que efectos de Amor en pobre
son pocos y llegan tarde.
Vivo en segura pobreza ;
mas aunque en pobreza vivo,
en la pluma con que escribo
fundo mi inmortal riqueza.
Y de la divina alteza
que me dio el entendimiento
me der[r]iba el pensamiento;
[VI] El ms. 2883, pág. 144, ias atribuye a Lupercio. (De este
códice pasaron aJ Ensayo de Gallardo, IV, col 1343, y de aquí
a La Vinaza, Obras sueltas, II, pág. 403.) El Cancionero de 1628,
folio 504, las da como^de Bartolomé.
APÉNDICES
pues con ser mi hacienda suma,
como son bienes de pluma,
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todos se los lleva el viento.
Aunque más Amor me advierte,
no pienso hacer lo que manda,
pues con una pluma blanda
mai se ablanda un pecho fuerte;
y así es justo que despierte
mi amor a pobres amantes;
pues no Jos hará triunfantes
batir con quejas un muro,
que mal se ablanda lo duro
sino a fuerza de diamantes.
No hay aficiones seguras,
ni es bien que de Amor se trate,
que se han vuelto en disparate
cantar y escribir ternuras.
Quéjese de entrañas duras
quien de mí fuere diverso;
pues entiendo el trato adverso:
que en la pasión amorosa,
más vale interés en prosa
que no ternuras en verso.
259
APÉNDICE II
POEMAS ALGUNA VEZ ATRIBUIDOS
A BARTOLOMÉ LEONARDO
[I]
SÁTIRA
5
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is
Atrévome, señor, porque en vos veo
el desengaño, la verdad y celo
que en otros echo menos y deseo.
También quise escrebiros, porque el cielo
si hablar hoy me concede, yo no siento
con quién pueda mejor en este suelo.
Razones otras hay, que aquí no cuento;
baste el amor de vos, que en este pecho
crece (si puede más) cada momento.
Que pague a la cudicia infame pecho
cualquiera ya sin nota, ¿caso es fuerte
y que su tuerto pase por derecho?
El que nació en la hierba, en baja suerte,
al que la suya tanto desvanece,
su pecho el flaco ofrece, y rinde el fuerte.
[I] Sin nombre de autor figura en el ms. 8486 de la Biblioteca
Nacional de Madrid, entre dos sátiras de Lupercio, f. 180. La
Vinaza, sin dar ninguna explicación, la ahijó a Bartolomé en
Algunas obras satíricas inéditas, pág. 51, y más tarde en Obras
sueltas, II, pág. 47.
APÉNDICES
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Pintada la cudicia, íes parece
que en hermosura su fealdad varía;
y el que mejor la pinta medra y crece.
Ni vemos mal pintor, que cada día
doce mil líneas hace el más ocioso,
y ninguna de un punto se desvía.
El centro es su cudicia, y con hermoso
color y sutileza de su arte,
pretenden ocultar el fin vicioso.
Si Apeles hay diez mil en cada parte,
¿qué diremos de ti, siglo pasado,
que de uno solo puedes alabarte?
Sin duda que eres vivo, no pintado
como el presente nuestro, donde vemos
de cuantas cosas hay el ser trocado.
Forceja un miserable con los remos,
y forceja en las ondas hacer raya
que tenga la cudicia por extremos.
Apenas el papel la pluma raya
del que levanta torres con la pluma,
y si cudicia falta, se desmaya;
del oro y plata la partida suma,
y sale que cudicia por su cuenta
de todas las partidas es la suma.
Dejemos el que trazas mil inventa
a costa de su sueño y de su vida,
y más que su salud, procura renta.
No está segura déste; ni escondida
la plata de la tierra más distante,
entre menudos polvos esparcida.
Sobre sus hombros, más que tuvo Atlante,
de potosíes pesos ver desea,
y bien que [su] cudicia es ya gigante.
No ve cuan torpe su ganancia sea,
pues con pérdida cierta, i oh gran locura !,
si tiene su alma bienes, los emplea.
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pesos, monedas hechas con oro del Potosí.
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APÉNDICES
Mas pase tal cual es, que su ventura
le dio el oficio, y manda en la patente
que su cudicia pase por cordura.
Pluguiera a Dios no fuera más patente
en mercaderes esto, que en mi carta
está lo que murmura y ve la gente.
¿Y quién ha de sufrir al que la sarta
de cuentas a menudo cuenta y pasa,
y nunca su cudicia vemos harta?
¿Que reza por las calles, y en su casa
estudia de poner en las ajenas,
por hurtar él sin ellas, regla y tasa?
Veis aquí lo que pasa en las colmenas,
donde la miel que labra la abejilla
la quita de las flores más amenas;
meliflua es» y parece sin mancilla
con el susurro blando, mas la oreja
sentirá el aguijón, si llega a oí lia.
Mas no quiero rasgar la piel de oveja,
ni descubrir al lobo, porque veo
que de morderlo sátiro no deja;
en otro quiero hacer mayor empleo,
donde por ser más ardua la victoria
será mayor mi gloria y mi trofeo;
aquél (si no me engaño) cuya gloria
está toda cifrada en una vara,
principio, por ventura, de su historia.
¿Quién creerá que en éste se hizo avara
' la cudicia, que en otros es tan larga,
y apenas veis justicia poca y cara?
|Oh leño estéril, cuya fruta amarga
experimenta bien el que tu riego
no da en vasos de oro y mano larga!
Que das buen fruto a veces no lo niego,
mas con piedras, que son preciosas piedras
o barras de metal, que imita el fuego.
Arrímate a este palo, tú que medras,
regándolo a menudo, que, pues puedes,
con esto subirás como las yedras.
APÉNDICES
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no
na
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Yo quedaré arrimado a las paredes
por no haber, como tú, hurtado tanto
que pueda de oro y plata tejer redes.
Consúmase la viuda en triste llanto,
que, por serlo, no tiene pleito justo,
si ya no cubre a Venus con su manto.
No digo, ni es razón, que él es injusto,
sino que mira y juzga por antojos
que siempre muestran leyes a su gusto.
¿Quién deja de llorar con ambos ojos
este mal, sino aquél que por cudicia,
de puro lamentar, los tiene rojos;
aquél que tiene hambrienta su avaricia,
y llora por hartarla de contino,
(aunque si mucho llora, más cudicia) ?
Si acaso déstos a hablaros vino
alguno, y una blanca se atraviesa,
por no perderla, veis que pierde tino;
mas el otro, que tiene vuestra mesa
por suya y con vos trata como amigo,
y de alabaros más y más no cesa,
sabe Dios que quisiera ser testigo
de sus secretos íntimos una hora;
quizá os contara más un enemigo:
que os ama miente, y finge que os adora,
y aunque mil formas por momentos muda,
en él la de cudicia sola mora.
Reniego del amigo que no duda,
el oro de amistad trocando en cobre,
haceros por un cuarto guerra cruda.
Si os veis (mudada la fortuna) pobre,
veréis al más amigo más mudado,
faltando quien os pague, y no quien cobre.
Pues, ¿quién ha de vivir con un cuidado
perpetuo de calar las intenciones
y el mal intento bien disimulado?
¿Y quién ha de juzgar de mil razones
(si tales todas son en la aparencia)
que son las más embustes y ficciones?
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APÉNDICES
Confieso que no es tanta mi paciencia,
que disimule y sufra al que me vende,
ni yo le quiero hacer correspondencia.
El que sus mañas, por ser tal, entiende,
lo sufra, que su trato a mi deseo
de vida retirada, más enciende.
Mil años en quietud pasar deseo,
pluguiera a Dios que fuesen años largos,
si bien, como pretendo, los empleo.
Allí careceré de los amargos
frutos de la amistad y amor fingido,
huyendo del honor pesados cargos.
Bien sé que me asegura este partido
la envidia, de mi suerte venturosa,
que en vuestro pecho y otros he advertido.
Bien sé que la mentira os es odiosa,
y que, con tantos bienes, el engaño
no deja vuestra vida ser dichosa.
Mas yo dichoso llamo (y no me engaño,
pues tantos del carecen) al que tiene
del mundo y sus engaños desengaño.
Dichoso, digo, sois, si así conviene
llamar al que, con vida tan penosa,
sobre las ondas a peligro viene.
El tridente gobierna poderosa
diestra de sosegar el mar horrendo,
y dar en él bonanza muy sabrosa.
Espero que con ellas iréis riendo
del que turbado teme la tormenta,
y de las fieras ondas el estruendo,
Y mientras él con esto no escarmienta,
con pecho agradecido a un Dios inmenso,
veréis cómo sus dones acrecienta.
Yo siempre pagaré mi pobre censo
con las preces que lleva vuestra llama,
del pecho envueltas con el pío incienso;
y vos, señor, buscad adonde os llama
con baja y ronca voz mi pobre musa,
que bien sabe bajar el que bien ama.
APÉNDICES
no
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265
Temor de atrevimiento ya me acusa,
diciéndome que duermo más que Homero
y que con sueño el pobre no se ¡excusa.
Respóndole; «¿Seréis menos severo
conmigo que Aristarco?» Mas, ¿qué digo,
sabiendo que el amigo verdadero,
si el justo aviso calla, no es amigo?
[II]
SÁTIRA
A UNA VIEJA QUE NO LO QUERÍA PARECER
5
lo
16
Pues que no basta, Lice, al desengaño
de ese tu aun verde pensamiento el verte
que al fin cada año tienes más un año;
pues ni los mensajeros de la muerte,
ni la memoria de la corta vida
te pueden persuadir a conocerte,
muy duro te será que yo te pida
que te pares a ver en este espejo
que con tu propria imagen te convida,
Mas aunque no era mío el dar consejo,
ni tuyo haberle menester tampoco,
porque ni eres tú moza, ni yo viejo,
parémonos a hablar en seso un poco,
y con lo que del cuento resultare,
tú quedarás por loca o yo por loco.
170 Es un conocido verso de Horacio, Art. poet., v. 359;
«quandoque bonus dormitat Homerus».
PII] Figura en el mismo ms. que la anterior, sin nombre de
autor, detrás de la epístola de Bartolomé «Hoy Fabio, de la Corte
me retiro», f. 225 v De aquí la tomó La Vinaza, Algunas obras
satíricas y pág. 55, y Obras sueltas, II, pág. 53.
Por estar en el Romancero general, Madrid, 1600 (I, pág. 541
de la edic. de González Palencia), tiene que ser anterior.
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APÉNDICES
Claro conocerá quien me escuchare
que sólo a tu alabanza y tu provecho
va enderezado el fin de cuanto hablare.
Quiero que vea tu engañado pecho
cómo haberte traído a edad madura
es extrema merced que Dios te ha hecho.
Quiero que reconozcas tu ventura,
sin que cosa tan buena y deseada
la huyas como aborrescida y dura.
¿Cómo aquello porque eres respetada,
aquello porque todos te obedecen,
lo encubres como cosa desechada?
¡Oh, si echases de ver cuan bien parecen
ias largas tocas en el rostro anciano,
cuando con el vivir se compadecen!
Aquel juzgarse el parescer por sano
del pecho que se tiene por exento
del apetito juvenil y vano;
aquel gozar de un quieto pensamiento,
entretenido a veces con la ausencia
de la niñez que se pasó en contento;
aquel ser recebida su sentencia,
y ver huir las locas niñerías
del mozo, cuando mira su pi*esencia.
Si esto considerases, llamarías
al estado que agora tienes bueno,
y verdaderas las razones mías.
¿ Cuándo el senado, que de canas lleno,
leyes a todo el mundo en Roma daba,
admitió al mozo de experiencia ajeno?
Con pena de la vida castigaba
la antigüedad a aquel que al más anciano
cual a alguna deidad no veneraba.
Nunca delante del cabello cano
el mozo cubrió el suyo, que en pie puesto
le daba en todo la obediencia y mano.
¿Cuándo el convento de la Vesta honesto
lo gobernó mujer que no tuviese
corvado el cuello y arrugado el gesto?
APÉNDICES
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¿Pues es posible, Lice, que te pese
de verte en aptitud y en edad buena
de tener cargo tal, si se te diese?
¿Tanto la fértil mocedad serena
te fue gustosa? ¿Tanto la quisiste,
que te da ver su ausencia, tanta pena?
¿Tanto entre sus placeres te dormiste,
que, con ser ya pasada, aun no despiertas
sino que piensas que eres la que fuiste?
¿No ves que las verdades son más ciertas
y más cierto el provecho, como digo,
de la edad, que está ya dentro en tus puertas?
Y si bienes no son para contigo,
ni por bienes los tiene tu apetito,
por ser destos provechos enemigo,
¿qué aprovecha querer que el nuevo rito
y ley nueva que tiene tu albedrío
estorbe a las edades su distrito?
¿No ves que es desconcierto y desvarío
querer andar los tiempos escogiendo,
deseando yo el tuyo, ni tú el mío?
Por más que tras el sol vayas corriendo,
no hará tu diligencia que no caya
la noche que a su día va siguiendo.
Aunque a la edad más tires de la saya
y por entretenerla más trabajes,
¿crees podrás hacer que no se vaya?
No bastan invenciones ni potajes,
por más que en diligencia te adelantes,
para que la cabeza en fin no bajes.
Y caso que algún punto la levantes,
¿ h a de ser p a r a d a r m á s evidencia
de que la cara no es la que era de antes?
¿Dó quieres apelar de la sentencia
que te condena a perdición de dientes,
si no es obedecerla con paciencia?
Ríndete humilde ya a los acidentes,
de la vejez antiguos compañeros,
y de lo que es forzoso no te afrentes.
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APÉNDICES
Goza sus privilegios y sus fueros,
pues por el tiempo no se te permite
gozar los de la juventud primeros.
Haz que el mejor lugar no se te quite,
y el asiento mullido y descansado
cuando visites o alguien te visite.
Puedes andar con paso sosegado,
sin respetar al que detrás viniere,
ni desviarte a un lado o [a] otro lado.
Hablarás con quien gusto más te diere,
cierta de que cualquiera te asegure
de que no es liviandad lo que te quiere.
Tendrás autoridad, que a aquel que jure
podrás reprehender, y hacer que calle
cualquiera que ante ti de otro murmure.
No bastando palabras, podrás dalle
con el báculo liso, en que, estribando,
te arrimarás en casa y por la calle;
que es lícito con éste andar golpeando
la tierra, que dirás a quien lo vea
que a puerta de tu casa estás llamando,
En hibierno, al brasero o chimenea,
pornáste a referir antiguos cuentos,
tales que el mozo casi no los crea.
Allí de principales casamientos
dando cuenta, y de casas y linajes,
a los oyentes deternás atentos.
Contarás de invenciones y de trajes
las galas, las libreas, los colores,
las gorgueras de puntas y de encajes.
Irás mezclando a veces tus amores,
refrescando con ellos la memoria
del tiempo, sin sentir, pasado en flores.
Dirás los dulces trances de tu historia,
que referir sucesos de alegría
hace presente la pasada gloria.
123 gorgüera, «un género de adorno de lienzo plegado y alechugado que se ponía al cuello». Auts. Comp.: «Copete traerá
rizado, / gorguera de holanda fina.» Lope de Vega, PeHbáñe?,
II, vs. 524-525.
APÉNDICES
180
135
140
us
150
155
leo
íes
Aquesto es solamente lo que haría
yo, si estuviese dentro en tu pellejo,
(que a estar desarrugado bien cabría).
Éste es mi parecer y mi consejo;
si le quieres seguir, amiga Lice,
a tu albedrío y voluntad lo dejo ;
porque ya con tus años muy mal dice
procurar que la cara resplandezca
y que el color rosado la matice.
No te fatigue lo que bien parezca,
pues no has de hallar arte con que evites
que el pecho encoja y la cintura crezca.
Parecerá muy bien que ya te quites
de la plática ociosa, enamorada,
de fiestas, pasatiempos y convites.
No es para ti la música acordada,
ni la curiosidad, ni el artificio;
ni por juegos y fiestas te des nada.
Otro es tu menester, otro tu oficio;
y lo que es pasatiempo en la que es moza,
en la que no lo fuere será vicio.
Del verano gozaste, agora goza
del hibierno, pues no hay más primavera,
porque la fénix sola se remoza.
Lo que eres dentro muestra por de fuera,
y pues el cuerpo es ya de tanto peso,
no la cabeza sola esté ligera.
Procura que la adorne el juicio y seso,
no las tocas compuestas, que, perdido
lo principal, muy sin provecho es eso.
¿Qué importa que el tocado y el vestido
y exterior juventud hayan quedado,
si lo esencial y de importancia es ido?
Esté el placer de ti muy apartado,
pues hallas que en riéndote te queda
la penitencia urgente del pecado.
Aquesto en todo caso se te veda,
pues cuando más estés regocijada,
como te rías, desharás la rueda.
153
Sobre 1$ ffai%, vé&§e la not& al poema i6 ( v. 4.
269
270
wo
176
180
APÉNDICES
Porque has de abrir la boca allí forzada,
y aunque el fruncido labio más estires,
verse ha la procesión desconcertada.
Y aunque agora te sientes y suspires
oyéndome, yo sé que tú te allanes,
si atentamente las verdades mides.
Recibe mis consejos por galanes,
desecha al que contigo se revuelve,
haciendo con lisonja [s] que te ufanes.
Todo lo que te importa se resuelve
en esto que aquí, Lice, te receto;
si no me crees, verás cómo se vuelve
lo que era de consejo, de preceto.
[III]
s
io
Venus, preñada, consultaba un día,
en el templo de Júpiter sagrado,
las Parcas y los dioses con cuidado,
inclinada a saber qué pariría,
Láquesis que una piedra, respondía ;
Cloto dijo que un tigre muy airado,
Átropos, vivo fuego ha señalado,
Febo una blanda cera, le decía;
Marte dice que un áspero guerrero,
Juno que un Argos y Minerva un ciego;
extremos grandes que, en un solo efeto,
naciendo Amor fue todo verdadero:
fue ciego, cera, tigre, piedra, fuego,
Argos, guerrero, y todo en un sujeto.
[III] Editado por La Vinaza, Obras sueltas, II, pág. 37,
copiado del ms. 4104, í. 50, que lleva la siguiente nota: «Este
soneto se duda si es suyo.»
La Vinaza advierte que es traducción de un epigrama de
Falcó*. «Alma Venus praenans cum jam.»
APÉNDICES
271
[IV]
No es mío mi corazón, pues que os le he dado ;
ni vuestro, pues que no le habéis querido;
a mí no ha de volver, que aborrecido
le tengo, pues de vos es desamado.
Pues dalle a otra mujer, tan escusado
será como de vos ser recibido ;
ni en mí, ni en vos, ni en otro recogido,
¿a dónde alberga el corazón cuitado?
Amor, que ni por fuerza ni por ruego
puede alcanzar del vuestro que le quiera,
que desprecia de altivo sus despojos,
porque siervo tan fiel no se le muera,
le orla y le sustenta con el fuego
que hurta de la lumbre de esos ojos.
[V]
SONETO A LA MUERTE DE DOS NIETOS DEL MAESTRE
DE MONTESA
¡Oh dulces prendas por mejor perdidas
con tal seguridad de estar ganadas!
[IV] En algún ms. figura como de Lupercio, en otros anónimos, y en la Antología poética de don Juan de Tasis, de L. R. (Madrid, 1944). pág- 65, se atribuye a Villamedíana. La Vinaza lo
copió para sus Obras sueltas, II, pág. 43, del ms. 4141, pág. 179,
donde figura como anónimo.
Otis H . Green señala que los cuartetos proceden del soneto X I X
del Canzoniere de Petrarca. {«Sources of two sonnets of B, L,
de A.» en Modern Languages Notes, 1928, pág. 163,)
[V] Del Cancionero de Matías Duque de Estrada, f. 112 v.,
edición de E. Mêle en «Poesie de Luis de Góngora i due Argensolas
e altri», en la Revista crítica de historia y literatura españolas,
portuguesas e hispanoamericanas, VI (1901).
Melé ya indicó que era imitación del famoso soneto de Garcilaso,
y bastante mala.
272
APÉNDICES
Mas de grave dolor acompañadas,
os tengo en mis entrañas imprimidas.
Bien sé ya que gozáis mejores vidas,
aunque dejáis las nuestras lastimadas,
estábades acá como empeñadas
y agora estáis allá muy bien vendidas.
Y, pues, partiéndoos junto, me llevastes
todo el consuelo que al venir me distes,
llevadme agora el mal que me dejastes.
Con que os pueda gozar do os me fuistes
en ese precio grande que alcanzastes,
donde podréis curar mis llagas tristes.
[VI]
Nunca dañó en amor atrevimiento;
favorece Fortuna la osadía,
que suele la encogida cobardía
servir de piedra al libre pensamiento.
Quien sube al estrellado firmamento,
allá tiene su estrella que le guía;
que el bien que encubre en sí la fantasía
son ilusiones que las lleva el viento.
Abrir se debe el paso a la ventura;
sin sí mismo ninguno habrá dichoso ;
sólo la suerte los principios mueve.
No debe el atreverse ser locura:
que de cobarde pierde el venturoso
el mismo bien que a su fortuna debe.
[VI] En el ms. 18405 de la Biblioteca Nacional de Madrid,
folio 55, se atribuye a Bartolomé. Este ms. lo publicó J. Fucüla,
Poesía espanhola, PMLA, LVII (1942), pág. 387. Pero Luis Rosales, aparte de indicar que es traducción del de Camoens «Nunca
em Amor danou o atrevimento», lo encuentra atribuido a Villamediana en un ms. de la Biblioteca de Menéndez Pelayo y en el
íamoso de Méndez Britto de la Nacional. Véase su Lírica española (Madrid, 1972), págs. 106-107 y 137 nota.
ÍNDICE DE P R I M E R O S V E R S O S
Páginas
Ah, del valle, del prado, la selva (Villancico)
A la fuente anheló de eterna vida ( T e r c e t o s ) . . . . . . . . . . .
A las puertas de Lice está tendido ( S o n e t o ) . . . . . . . . . . . .
Algunas veces se nos permitía ( C a n c i ó n ) . . . . . . . . . . . . . . .
Amor (que en mi profundo pensamiento (Soneto) . . . . . .
Amor, si de la parte más perfeta (Soneto)
Anduve el mundo, oh Rey del reino escuro ( S o n e t o ) . . . .
Apenas hizo la Razón ausencia ( C a n c i ó n ) . . . . . . . . . . . . . .
Apriétame de manera
Aquel pastor, que pajizo ( R o m a n c e ) . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Aquella pecadora que solía (Canción)
Aquí, donde a pesar del tiempo hoy dura (Soneto)
A su Teresa, Cristo, en visión clara (Soneto)
A todos los espíritus amantes ( C a n c i ó n ) . . . . . . . . . . . . . . .
Atrévome, señor, porque en vos veo ( T e r c e t o s ) . . . . . . . . .
Aunque de godos ínclitos desciendas ( S o n e t o ) . . . . . . . . . .
Aunque el bélico pecho y animoso (Soneto)
Aunque en tus naves, ¡oh Bretaña ingratal (Soneto). . . .
Aunque ocupen mi secreto (Décimas)
Aunque Ovidio te dé más documentos (Soneto)
II,
I,
II,
I,
I,
I,
II,
I,
219
225
195
234
47
45
210
193
II,
II,
I,
II,
I,
II,
II,
II,
II,
I,
I,
220
18
214
41
240
260
257
139
117
20
166
Bajo esta losa chiquita (Redondilla)
Bástale al día su malicia, Fabio (Soneto)
Bella Amaríli, entre tanto (Redondillas).
Bien probáis que quien se humilla (Décima)
Bien sé yo, Cintia, el culto que se debe (Soneto)
Bílbilis, aunque el dios que nació en Délos ( S o n e t o ) . . . . .
Brindis, famosas musas excelentes (Soneto del Conde
II,
I,
I,
II,
I,
I,
232
206
30
212
47
177
I,
26
Búrleme (yo lo confieso) (Décimas)
274
ÍNDICE DE PRIMEROS VERSOS
Páginas
Calle sus triunfos la romana historia (Soneto)
Cayó, señor, rendido ai accidente (Tercetos) . . . . . . . . . . .
Cloe la séptima vez (Décima)
Cloris, este rosal que, libre o rudo (Soneto)
Como fue a Apolo por los dioses dada ( S o n e t o ) . . . . . . . . .
¿Cómo podrá premiar el bajo suelo (Soneto)
¿Cómo tienes noticia t a n profunda (Soneto).,
Conduce a templo celestial belleza (Soneto)
Con dura ley tu halago nos aprieta ( S o n e t o ) . . . . . . . . . . .
Con feliz parto puso al heredero ( T e r c e t o s ) . . . . . . . . . . . .
¿Contra qué entrañas de piedad desnudas (Soneto). .
Con tu licencia, Fabio, hoy me retiro (Tercetos)
Corneja que vestiste ajenas plumas (Soneto).
Crece de presto, poderosa yerba (Soneto)
Cremes, regala a Lice, y no celebres ( S o n e t o ) . . . . . . .
Cual cisne que con últimos alientos (Soneto)
¿Cuál mérito aspiró, Filis, a tanto ( S o n e t o ) . . . . . . . . . . . .
Cuando al Amor sus flechas aprestaba ( S o n e t o ) . . . . . . . .
Cuando a las cosas públicas atiendes (Tercetos de F. de
Ávila).
Cuando a su dulce olvido me convida (Soneto)
Cuando la grata paz que el padre Jano (Soneto)
Cuando la razón tenía (Décimas)
Cuando los aires, Pármeno, divides (Soneto)
Cuando me miras, Clori, de luz lleno (Soneto)
Cuando me paro a contemplar mi estado ( C a n c i ó n ) . . . . .
Cuando una liebre me envías (Redondillas)
Cuatro dientes te quedaron (Redondillas)
Cuelga, Ignacio, las armas por trofeo ( S o n e t o ) . . . . . . . . .
II
II
II
I
II
II
I
II
I
II
I,
I.
II
I
I
II
I
II
II
II
II
I
I
I
I
II
II
II
197
205
24
189
42
190
198
135
41
De antigua palma en la suprema altura ( S o n e t o ) . . . . . . .
Debajo de una alta haya Melibeo ( S o n e t o ) . . . . . . . . . . . . .
¡Déjame en paz, oh bella Citerea! (Tercetos)
Dejan las Musas arcos y vihuelas (Soneto)
,.
De la unión, Silvio, con que Amor prospera (Soneto)
De los campos y mares se apodera (Canción)
De los dos sabios son estos retratos (Soneto)
Del mundo casi eterno el edificio (Soneto)
Después que hubo cantado el Celtibero (Soneto)
Después que los cornípedes quedaron (Soneto).
Desta casa del Nuncio propiamente (Tercetos de A. de
Ezquerra)
Deteneos, entendimiento (Glosa)
De tierra me formó habrá veinte años (Canción)
I
I
II
I
I
I
I
II
II
II
38
44
153
173
45
11
207
248
207
206
116
51
134
212
IOC
I44
I64
235
SO
42
49
116
210
168
175
196
37
112
88
II M S
II 36
II 245
ÍNDICE DE PRIMEROS VERSOS
275
Páginas
Dices, Inés, que de Florian te enfadas (Soneto)
Dícesme, Ñuño, que en la Corte quieres (Tercetos)...., .
Dido infeliz, no bien eres ( R e d o n d i l l a ) . . . . . . . . . . . . . . . .
Di, Erine, aunque a Pitágoras leyendo (Soneto)
Dime, Padre común, pues eres justo (Soneto)
Dime, Teodoro (así los sacros huesos (Soneto)
Domadas ya las islas Baleares (Tercetos)
Don Francisco, aunque llames carta en seso (Tercetos).,
Don Juan, ya se me ha puesto en el cerbelo (Tercetos). .
Dulce Filis, tu halago nos aprieta ( S o n e t o ) . . . . . . . . . . . .
Dulce señora, no hallar (Décima)
...,,.,....
Duque, suspende al tiempo la Vitoria (Soneto)
II,
I,
II,
I,
I,
I,
I,
I,
II,
II,
I,
II,
227
91
199
183
203
171
229
158
76
200
30
113
I,
Ï,
II,
I,
II,
I,
I,
II,
I,
II,
I,
II,
II,
II,
I,
I,
II,
I,
I,
II,
I,
II,
221
51
119
223
91
220
186
201
165
108
204
96
199
249
43
220
253
215
37
109
53
211
El arte falta do el sujeto sobra (Soneto del P. L, de la
El hombre fue de dos principios hecho ( S o n e t o ) . . . . . . . .
El nombre, oh Cintia, que en el tiempo dura (Soneto). ..
El pintor raro, a quien el arte sobra ( S o n e t o ) . . . . . . . . . .
El santo pastorcillo perseguido ( T e r c e t o s ) . . . . . . . . . . . . . .
¿El título me das de tu maestro ( T e r c e t o s ) . . . . . . . . . . . .
Émulos, Cintia, son, o imitadores (Soneto)
Engañaste, Galeso, si barruntas (Soneto)
,
En la edad de oro, aunque hubo afectos tiernos (Soneto)..
En ¡a holanda bañada del tributo ( S o n e t o ) . . . . . . . . . . . .
En nuestras manos las almas ( G l o s a ) . . . . . . . . . . . . . . . . .
¿En qué veré que tú a mi llanto agora ( S o n e t o ) . . . . . . . .
En tanto que nos hace tu esperanza ( C a n c i ó n ) . . . . . . . . .
Escribí y no ha respondido ( Q u i n t i l l a ) . . . . . . . . . . . . . . . .
Es, cuando alienta esfuerzos del deseo ( S o n e t o ) . . . . . . . .
Ese pájaro, Cintia, que de) hielo (Soneto)
¿Es para ti ¡a esfera de la luna (Soneto)
Esperanza tardía (Canción)
¿Estás libre, Damón? Pues no blasones (Soneto)
Estas son las reliquias saguntinas (Soneto)
Este sí, gran Filipo, que es dominio (Soneto)
¿Estos consejos das, Euterpe mía? (Tercetos)
Estos amigos tibios ejercito (Soneto)
Fabio, año ja ia rienda ai pensamiento (Soneto de M. D. de
Sesé)
Fabio, el manjar que del impíreo cielo (Soneto de M. Lamberto)
Fabio, las esperanzas no son malas (Soneto)
Fabio, los espectáculos romanos (Soneto)
II, 226
II, 204
I, 222
II, 228
276
ÍNDICE DE PRIMEROS VERSOS
Páginas
Fabio, pensar que el Padre soberano (Soneto)
Fili, en tus ojos mi atención respeta (Soneto)
Filis, naturaleza (Canción)
Filis, yo te aborrezco, y de manera (Soneto)
Firmio, en tu edad ningún peligro hay leve (Soneto).,..
Funda en plumas del viento la privanza ( S o n e t o ) . . . . . .
I
I
I
I
I
II
Gala, no alegues a Platón o alega (Soneto) „
II
Hago, Fili, en el alma, estando ausente ( S o n e t o ) . . . . . . .
Ha llegado mi fe a t a n raro extremo (Soneto)
¿Hasta cuándo, Babel, piensas que el cielo (Soneto)
Hay en esta peña fuerte (Glosa)
Hombre, si esa unión divides (Décima)
Horas breves de mi contentamiento (Soneto)
Hoy el nefando autor del color bayo (Soneto)
Hoy por piedad de su Hacedor le ofrecen (Soneto)
Hoy que amontona fiestas y alegrías ( S o n e t o ) . . . . . . . . . .
Hoy quiere el cielo que de tu Raimundo ( C a n c i ó n ) . . . . .
Hoy, real señora, hasta la impírea esfera ( S o n e t o ) . . . . . .
Hoy rompe Dios los orbes celestiales (Soneto)
Hoy vuelve a los abrazos de su esposa ( C a n c i ó n ) . . . . . . .
Huyo de ti, y a tus umbrales llego ( S o n e t o ) . . . . . . . . . . . .
I
I
II
II
II
II
II
II
II
II
II
II
II
I
Incorregible Néstor, de los daños ( S o n e t o ) . . . . . . . . . . . . .
I
Jesús, corona del virgíneo coro (Canción)
Joven real por el poder del hado (Soneto)
Julio, aunque estoy de imperfecciones lleno (Soneto) . . .
Julio, venciste; pero con la suerte ( S o n e t o ) . . . . . . . . . . . . . .
I
II
I
I
La antigua verdad, por ruda (Décima).,
La Boloniesa que al mar (Décimas)
,
,
La estrella que hasta entonces con modesta (Canción)...
La excelencia de líquidos cristales (Canción)
La noche ofuscaba al mundo (Romance)
Leonardo, recto juez, censor severo (Soneto de Maluenda).
Licia es aquélla; acude, Fausto, y mira (Soneto)
....
Licio, aunque a Fausto erija el siglo altares (Soneto) . . .
Lico, pues Dios los pérfidos permite (Soneto)
.
Lo primero, me visto; lo segundo (Soneto)
Lo que merece nombre de esperanza (Soneto)
I
II
I
II
II
II
I
II
I
I
II
Llego a Guadalajara en este punto (Soneto)
I, 208
ÍNDICE DE PRIMEROS VERSOS
277
Páginas
Mario es aquel que del Minturno lago (Soneto)
Mártir dichoso, que, con presto vuelo (Canción)
Mártires y doncellas (Canción).
Más cruel espectáculo que cuando (Octavas)
Más embravezco al mar; más inquietos (Soneto)
Más teme en su raíz, Lauso, aquí un pino ( S o n e t o ) . . . . .
Mi afecto, Amor, me acometió con brío (Soneto)
Mientras gozamos con igual contento (Soneto de D.ft C. de
I,
II,
I,
I,
I,
I,
II,
209
28
242
233
216
184
229
Mientras que el orden natural se admira ( S o n e t o ) . . . . . . .
Mil años he sustentado ( D é c i m a s ) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Mil quejas, niña, me has dado ( R e d o n d i l l a s ) . . . . . . . . . . .
Ministra fue del tiempo aquella furia (Soneto),
Mira, Alejandro, que si están ociosos ( S o n e t o ) . . . . . . . . . .
Mirame con piedad, y arda el cometa (Soneto),
Mudado estoy, mas en mi suerte varia (Soneto)
«.,
¿Murió Bartolomé? ¿Cedió a la suerte (Tercetos de
II,
II,
I,
II,
II,
I,
II,
39
258
33
202
191
36
234
Naces, oh infante, en hora no entendida ( S o n e t o ) . . . . . . .
Ni Amor ni Marte esperen que en mi acento (Soneto)...
Ni opinión, Carlos, ni esperanza fundo ( S o n e t o ) . . . . . . . .
Ni soles, oh tahúr, lunas ni auroras (Soneto)
No con el vulgo acuses, oh Licino ( S o n e t o ) . . . . . . . . . . . .
No debe a mayo las flores ( R o m a n c e ) . . . . . . . . . . . . . . . . .
No es mío mi corazón, pues que os le he dado (Soneto) .
No es pistola en mi conciencia (Décimas de B. P o n z ) . . .
No es pistola, sino estuche ( D é c i m a s ) . . . . . . . . . . . . . . . . .
No extraño yo que a la primera ausencia (Soneto).
.
No hay duda, Gayo, que esta edad maldita ( S o n e t o ) . . . .
No juzgues, mi Dionisio, al pensamiento ( S o n e t o ) . . . . . .
No quiero yo cantar como solía (Canción)
No repares, caminante (Décima)
No temas el halago ni el desprecio (Soneto)
......
No temes tú mis versos, Citaredo (Soneto)
No te pienso pedir que me perdones (Tercetos)
No turba nuestro llanto la alabanza (Soneto)
Nunca dañó en amor atrevimiento (Soneto).
II,
I,
I,
I,
I,
I,
II,
II,
II,
II,
I,
II,
II,
II,
II,
I,
I,
II,
II,
no
202
205
173
210
35
271
223
224
113
176
227
101
152
229
176
137
ni
272
Oh Abete, si después que a ios lenices (Soneto)
Oh diosa, tú que riges (Canción)
,
¡Oh dulces prendas por mejor perdidas ( S o n e t o ) . . . . . . . .
¡Oh enigma, adonde Amor cifra la historia ( S o n e t o ) . . . . . .
¡Oh gloria de las islas Verde E n a n a (Soneto)
,.,.,.,
I,
II,
II,
II,
JI,
219
130
271
40
199
, I20
278
ÍNDICE DE PRIMEROS VERSOS
Páginas
¡Oh qué soberanas lumbres (Romance)
¡Oh quién pudiera, superior Leonardo (Soneto de F. J. de
San José)
Oh sol, que dejas con mortal contento (Soneto), . , , . . , .
Oh tú, en cuya cerviz la fuerza estriba (Tercetos)
Oh tú, que con tu celo nos reparas (Soneto)
Oh tú, que en las sublimes aulas de oro (Soneto)
II, 222
II,
II,
II,
II,
II,
124
120
63
187
rQ2
Para ver acosar toros valientes (Tercetos). . . . . . . . . . . . .
Pasajero, a la gran fuente (Décima)
Piensa, oh Mercurio, que unges los gentiles (Soneto). . . . .
Pon, Lice, tus cabellos con lejías ( S o n e t o ) . . . . . . . . . . . . .
¿Por qué, Asteria, te afliges (Canción)
¿Por qué habitáis, silvestres homicidas ( S o n e t o ) . . . . . . . .
Porque hoy llegó a sus términos la ira ( S o n e t o ) . . . . . . . .
Por verte, Inés, ¿qué avaras celosías (Soneto)
Pródiga de nariz, de ojos avara (Soneto)
Provecho hallarás, Fabio, en la tardanza ( S o n e t o ) . . . . . .
Pues das, Marcio, en pretender (Décima)
,
Pues hablar de las cosas propriamente (Tercetos)
Pues las piadosas lágrimas vertiste (Canción)
Pues no siempre tus rayos vengativos (Soneto)
Pues nos va bien con adular, Cratilo (Soneto)
Pues que no basta, Lice, al desengaño ( T e r c e t o s ) . . . . . . .
Pues que no hay voz ni estilo suficiente ( C a n c i ó n ) . . . . . .
Pues tú con t a n t a propiedad desdeñas (Soneto).
Pues tu gobierno, ni Fernando, imita (Soneto)
I,
II,
I,
I,
II,
I,
II,
I,
II,
II,
I,
II,
II,
I,
I,
II,
II
II,
II,
71
144
187
182
132
171
197
182
192
209
202
148
104
174
186
265
7
201
115
¿Qué estratagema hacéis, guerrero mío? (Soneto). . . . . . .
¿Qué mágica a tu voz venal se iguala (Soneto)
¿Qué mucho es que a grandes reyes (Redondillas). . . . . .
¿Qué mucho que en tus lámparas, oh Vesta (Soneto) . . .
¿Qué mucho que los rayos suyos tienda ( S o n e t o ) . . . . . . .
¿Quién me dará jazmines y violetas (Soneto)
Quien vive con prudencia (Canción)
Quiera el primer autor que se eternice (Soneto)
Quita ese afeite, Lais, que se aceda (Soneto)
II,
I,
II,
II,
II,
I,
1,
[I,
1,
38
169
33
230
193
41
199
194
178
Reconozco tu voz, Catón severo (Soneto)
Rendida Clori de una ardiente siesta (Soneto)
Rendida la cerviz al sacrificio (Soneto)
,
Re tor, a la esperanza infiel no aspira (Soneto)
Retor muy docto, a quien ha dado el cielo (Soneto
de J. Jordán)
II,
II,
II,
II,
226
190
206
123
11, 1
ÍNDICE DE PBIMEROS VERSOS
279
Páginas
Sabia pastora, decid (Redondillas)
Sacra paloma, tú que te cebaste (Octavas)
Sacro metal en Julia Celsa suena (Soneto).
Señora del alma mía (Glosa)
Señor, a eterno ayuno me dedico (Soneto).
Señor, estos licores excelentes (Soneto)
Señor, que miras de tu excelsa cumbre ( S o n e t o ) . . . . . . . .
Señor Ret or, razón será que pruebe (Tercetos del P. de
¿Será posible que a mis manos muera ( S o n e t o ) . . . . . . . . .
Si acomodado en mi fortuna aprieto ( S o n e t o ) . . . . . . . . . .
Si a Filis por qué llora le pregunto (Soneto del P. de EsSí alcanzáis de Teresa que a Leonardo (Soneto)
Si al que en alas de cera subió al cielo ( S o n e t o ) . . . . . . . .
Si amada quieres ser, Lícoris, ama (Soneto). . . . . . . . . . .
Si aspiras al laurel, muelle poeta ( S o n e t o ) . . . . . . . . . . . . .
Si conoces tus menguas, no te adules ( S o n e t o ) . . . . . . . . .
Si de Grecia sacaba el ostracismo (Soneto)
Si el alma sus afectos desordena ( S o n e t o ) . . . . . . . . . . . . . .
Si el súbito peligro no reparas (Soneto de Juan R i p o l l ) . . .
Siempre, Amor, vencéis a Dios (Glosa)
Sí en la Corte no apartas con cautela (Soneto). . . . . . . . .
Si en los sucesos prósperos declina (Soneto)
Si es cosa cierta, señor ( D é c i m a ) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Si es del trabajo alivio la esperanza (Soneto) . . . . . . . . . .
SÍ esperas hoy prosperidad alguna ( S o n e t o ) . . . . . . . . . . . .
Si la ambición, que llega adonde aspira (Soneto)
Silvia, dos arcos te ha dado (Décimas)
Si llegar pienso con mi frente al cielo (Soneto).
Si lloró Fiü, o si juró, pregunto ( S o n e t o ) . . . . . . . . . . . . . .
Si nunca Baco y siempre fuente viva (Soneto)
Si os ha de valer a vos (Redondillas)
,,.,...,.
Si quieres conservarte, Lauso, evita (Soneto)
Siste el grado, caminante (Décima de don F. de Castro).
Si t a n pegado al rostro hablar le dejas (Soneto)
Si un afecto, Señor, puedo ofrecerte (Soneto)
Si vos pretendéis que venga (Décima)
Sólo ofende el agüero a quien lo advierte ( S o n e t o ) . . . . . .
Su cabello en holanda generosa (Soneto)
Suelta el cabello al Céñro travieso (Soneto)
*
Tajo, producidor del gran tesoro (Soneto)
También adula, oh Ñuño, la tardanza (Soneto)
II,
II,
I,
I,
I,
ÍI,
II,
231
140
179
17
170
234
209
I, 216
I, 180
II,
II,
I,
I,
I,
I,
I,
II,
II,
I,
II,
II,
II,
I,
II,
I,
II,
II,
II,
II,
I,
II,
II,
I,
II,
I,
I,
I,
125
205
50
187
184
188
51
187
37
213
ni
212
255
Ï78
123
28
189
122
185
216
214
151
185
211
198
213
48
42
I, 43
I, 212
280
ÍNDICE DE PRIMEROS VERSOS
Páginas
Tanto ha podido un pensamiento honesto (Soneto)
¿Tendrás, amigo Julio, a maravilla (Soneto)
Terreno en cuyos sacros manantiales (Soneto)
Tú, a cuyos dedos hoy los pulsos fía (Soneto)
Tu aliento, Herminia, en su fragancia viva ( S o n e t o ) . . . .
Tu fee, oh Guzman, obró en los cielos t a n t o (Soneto)...
Tuya es, oh Lucio, esa canción sin duda (Soneto)
I,
I,
II,
I,
I,
II,
I,
52
222
116
167
172
194
183
Últimos suspiros míos (Redondillas)
II, 217
Venus, preñada, consultaba un día (Soneto)
Viendo Alño cuan desvalida (Décima)
Viéndome Fili en manos de la muerte (Soneto) . . . . . . . .
Viéndose en un fiel cristal (Décima)
Visto el proceso y autos del, fallamos ( S o n e t o ) . . . . . . . . .
Visto has, Amor, que no el rebelde brío (Soneto)
Volverse han muchos a labranzas toscas ( S o n e t o ) . . . . . . .
Vuelve del cielo al peso que le oprime (Soneto)
II,
I,
I,
I,
II,
I,
II,
I,
270
1Ó4
41
163
189
40
248
53
Ya cuanto puede el arte ha descubierto (Soneto)
Ya el oro natural crespes o extiendas (Soneto)
Ya he visto, sabio Andrade, por la gloria (Soneto)
Ya la Boloniesa al mar (Décimas de D. de Saavedra). . .
Ya la primera nave, fabricada (Canción)
Ya, Mercurio, no es bien que yo te siga (Soneto)
Ya no mormura el pueblo, sino brama ( S o n e t o ) . . . . . . . .
Ya, Opicio, a los acuerdos consulares (Soneto)
Ya que con tal placer tu mucha ciencia (Tercetos del
M. de C e r r a l b o ) . . . . . . . . , . , . . . . . . , . , . . ,
Ya resplandece en mí como nativa (Soneto)
Ya, señor, desde que pasa (Décima)
Ya tu piedad magnánima derriba (Soneto)
Yendo por la vía Sacra acaso un día (Tercetos)
Yo aquel, en cuyo insuficiente estilo (Soneto)
Yo os quiero confesar, don Juan, primero (Soneto)
Yo quiero, mi Fernando, obedecerte (Tercetos)
.....
Yo vi una ninfa, que entre rosas fuera (Soneto)
II,
I,
II,
II,
I,
I,
I,
I,
203
39
118
214
246
218
167
217
1**34
I, 46
II, 213
I, 204
II, 125
I, 210
II, 25o
II, óó
I, 185
ÍNDICE DE NOMBRES P R O P I O S
Y DE VOCES COMENTADAS
Abete: I, 219.
abismo, tartáreo: I I , 133.
abolorio: I, 120; I I , 75.
Ábrego. Véase Áfrico.
abrir cuellos: I, n i .
Acates: I, 99; I I , 27.
acedar: I I , 171.
acento, eólico: I I , 244.
acetar: I, 24, 138.
acicate: I I , 181.
acogerse: II, 184.
adarme: I, 181.
Adonis: I, 12, 40, 132; I I , 153,
228.
afeitarse: I I , 256.
África: I, 14, 94, n o , 209; I I ,
45- noÁfrico: I, 219, 232.
agones, capitolinos : I I , 89.
agrabados: I I , 48.
águila: I, 93.
Agustín, San: I I , 71.
ajorca: I I , 169.
Albano: I I , 215.
Albis: I, 89.
alcándaras: I, 149.
Alcides: I, 4, 146, 217; I I , n ,
44, 53, 81, 102, 105, 112,
150, 191, 215, 248.
Alcides, árboles de: It 12.
Alcides, el de Francia: I, 131.
alcoholada: I I , 177.
Alejandro: I, 58; I I , 191, 256.
Alfeo: I I , 239, 243.
Alño: I, 164.
alma: I I , 98, 103.
almofrex: I I , 211.
almohadillas, de los estrados: I,
roo.
Alpes: I I , 42.
alquerme: I I , 156.
alquitara: I I , 193.
alquitira: I, 99.
alzar figura: I I , 153.
Amaltea,
cuerno de: II, 154.
Amarili: I, 30.
Amarilis: I, 23.
Ambición: I, 169; II, 171.
ambos para en uno son: I I , 214.
Ambrosio: I, 133.
amigo hasta las aras: I I , 187.
Amor: I, 11-16, 24-26, 28, 38,
40-45, 47, 48, 163, 181, 191,
192, 202, 206, 209, 215, 230;
I I , S7> 4°> 49, 54> 55, 70,
74, 80, 85, 112, 113, 121,
122, 190, 192, 200, 204, 208,
216, 229, 238, 249, 238, 259,
270, 271.
Anacreonte: I, 57.
282
ÍNDICE DE NOMBRES PROPIOS Y DE VOCES COMENTADAS
Anales, d e Cornelio Tácito: I I ,
70, 93A n a x a r t e ; I, 9.
Ancio: I I , 130.
A n d r a d e , fray Lorenzo de: I I ,
118.
Andújar: I I , 24.
Anfitrite: I, 13.
Aníbal: I, 167, 208; I I , 55.
ánsar: I, 148.
antena: I, 249.
Anteo: I, 23.
Anticristo, el: I I , 168.
antimonio: I I , 181.
anteojos: I I , 254.
A n t o n i o : I, 02, 112; I I , 183.
Antonio, San: I I , 146, 149.
a par de tramontana: I I , 243.
Apeles: I I , 104, 261.
A p e m a : I, 230.
Apetito, el: I, 193, 198.
aplayar: I I , 50, 68.
apocar: I, 201.
Apolo: I, 23, 74, 103, 160, 177;
I I , 6 o , 106, 1 0 9 , 1 3 0 , 1 8 8 , 204,
211, 228.
aporcar: I I , 169.
apostema: I I , 163.
Apuleyo: I I , 186.
Aqueloo: I I , 11.
Aquilea: I, 109; I I , 72.
Aquilón: II, 8.
Arabia: I, 167, 239; I I , 79, 100,
193Aracne: I, 169; Aragne: I I , 74.
a r a d r o : I, 59; aradros: I, 200.
Aragón: I I , n i .
Aragón, María de: I I , 112, 113.
arandela: I, 103.
arbelones: I I , 236.
Arcadia: I I , 210.
Argensola, Lupercio L e o n a r d o
de: I, 158, 208, 222; I I , 95,
209.
Argos: I, 27, 121, 247; I I , 270.
Aries: I, 198.
Arista, Iñigo: I I , 74,
Aristarco: I I , 75, 85, 88, 93, 265.
Aristides: I, 218.
Aristio, Fusco: I I , 129.
Aristipo: I, 114.
aristoso: I, 173.
Aristóteles: I, 57, 58, 94, 214;
I I , 225.
Armengol, San: I I , 142.
Armenia: I, 247, 248.
arminio: I, 107; I I , n o .
Arpiño: I I , 72.
Arquíloco: I, 57.
Arquimedes: I, Óo, 155; I I , 64.
Arquistas: I, 100.
arriscar: I, 102; I I , 242.
arte: I, 189.
artizada: 1, 79; artizadas: I I , 96;
artizados: I, 123.
Artofilace: I, 248.
Asia: I, 145, 169, 184, 249; I I ,
45, 110, 258.
Asteria: I I , 132.
Astrea: I I , 14o.
Atenas: I, 133, 152; I I , 78, 86.
Ateneo: I, 80.
A t l a n t e : I, 56, 180; I I , 44, 64,
102, 105, 235, 261.
Atlantes, los: I I , $8.
atollado: I I , 182.
A t r i d a s , los dos: I, 13.
Átropos: I I , 270.
Augusta: I I , 117, 145. Véase
t a m b i é n Zaragoza.
Augustino: I, 133.
Augusto: I, 62, 229, 238; I I , 64,
70, 104, 180.
Augusto, Alfonso: I I , 22.
Augustos: I I , 76.
Aurora, la: I, 12, 182; I I , 131,
195Ausonio: I I , 199.
Austria: I, 6 1 .
Austria, M a r g a r i t a de: I I , 42,
43, 107,
Austro: I, 148; I I , 57, 105.
ÍNDICE DE NOMBRES PROPIOS Y DE VOCES COMENTADAS
Auxilio; I, 197.
Avaricia: I, 196. Avaricia, madama: II, 175.
Ávila y Sotomayor, Fernando
de: II, 88, 91, 95.
Aventino, el monte: I, 65.
Averno: I, 185.
Babel: I, 66, 235, 236; II, 257.
Babilonia: I, 230, 234, 236; II,
172.
Baco: I, 96, 128; II, 185, 214.
bala: I, 30; balas: I, 138.
bálago; I, 123.
Baldo: I, 171,
Baleares, las: I, 229.
barba salpresada: II, 168.
barbaria: I, 103.
Barbastro: II, 21.
Barcelona: I, 119, 232; II, 223.
Bar joña, sobrenombre de San
Pedro: I, 55.
Barrabás: I, 156.
barriscar: II, 180.
Bartulo: I, 171; II, 77.
Batilo: I I , 185.
Batuecas, las: II, 159.
becas: II, 159,
Belardo, sobrenombre de Lope
de Vega: II, 147, 150, 233,
234Belén: I, 238; II, 114.
Belgio: I, 108.
Belisa: I I , 162.
Belo: I, 3j,
Belona: I I , 205.
Belorofonte: I I , 133.
Bengala: I I , 89.
Bercebú: I I , 181.
Berinice: I, 165; II, 18.
Bernardo, San: II, 219, 221.
Betis: II, 52, 73.
Beuna: II, 233.
Bílbilis: í, 177; II, 117, 205207. Véase también Zaragoza.
283
Bitinia: I I , 131.
Bizancio: I, 145.
bocina: II, 238.
Boecio: I, 131.
Bohemia: I, 61.
Bolea y Castro, Martín de: II,
139Boloniesa, la: II, 214, 215.
Bollano: II, 126.
Bondad, la: I, 197, 198.
Bóreas: I, 7.
Borja, Carlos de. Véase también Villahermosa, duque de:
I, 205; II, 113.
Bor ja, Fernando de: I, 71, 91;
II, 115, 213.
Borja y Acevedo, Francisco
de: II, 121.
Braga, Santa Engracia de: II,
99branca: TL, 97,
Bretaña: II, 117.
brinco: I, 34, 109.
brindar: I, 123.
Bruno, San: II, 176.
Bruto: I, 165,
Bruto, Lucio Junio: I, 65.
Buen Alma, Juan de: II, 177,
Burtina: I I , 21.
cabrillas, impías: II, 132.
Caco: I, 78, 171.
cadenta: I, 103,
Cádiz: II, 117,
Caístro, el: II, 98.
Calaínos: II, 167.
Calais: I I , 14,
Calatayud: I, 177; II, 116.
calendas: I, 54.
Caligula: I, 97.
camarlenga: I, 151.
cambios: I, 54.
Camilas: I I , 74.
Camilo, Marco Furio: I, 65.
Camilo; II, 149.
Camoes, Luis de: II, 203.
284
ÍNDICE DE NOMBRES PROPIOS Y DE VOCES COMENTADAS
Campos: I, 155.
Canaria: I, 149.
Canas: II, 55.
candidez: I, 46.
candido: I, 16.
Canidia: I, 138.
cantimplora: I, 86.
canuda: II, 67.
Caño, Juan del: II, 27.
cañón: I, 170.
capelo: I, 173.
capilla: I, 231.
capirote: II, 76.
Caribdi: I, 133.
Caridad: II, 142.
Carlos: II, 101.
Carmelo, el: II, 212.
Carpacio, el: II, 130.
Cartago: I, 38, 81, 167, 209;
II, 25, 71.
Castalia: II, 91.
Castilla: I, 135; II, 166, 178,
184.
Castor: I, 46, 171.
Castro, Fernando de: II, 51, 53,
54, 56. Véase también Gelves, conde de.
Castro, Francisco de: II, 60,
151.
Castro, Pedro de: I, 213; II, 63,
64, 116. Véase también Lemos, conde de.
Castros, los: II, 63, n ó .
Catalina, Infanta: II, 96.
catarriberas : II, 175.
Catón: I, 218; II, 226.
Catulo: I, 57.
causídico: II, 77; causídicos: 1,
133cautelas: I, 149; II, 66.
Cayetano, San: II, 222.
Cayo: I, 78.
Cea, Juan de; II, 154.
cédula: I, 77, 113.
Céfiro: I, 9, ix, 42, 185; II, 193,
226.
Ceñan: I, 101.
celebro: I, 105.
Celestina: II, 178.
Celia: I, 35.
Celsa, Julia: I, 179.
Celtiberia: I, 74; II, 101, 112.
Celtíbero, el: II, 207. Véase
también Marcial.
Centauro: I, 247.
cerasíe: I I , 196.
Cerda, Catalina de la: II, 114.
Cerda, Juan Luis de: II, 118.
Cerralbo, marqués de: I, 134,
208. Véase también Pacheco, Rodrigo.
César: I, 132, 166, 238; II, 97,
126, 1 3 1 , 180.
Cesaraugusta: I, 73. Véase también Zaragoza,
Césares, los: I, 245; II, 76.
Cetes: II, 14,
cetrero: II, 76.
Cicerón: I, 57; II, 72.
Cíclopes, los: I, 115.
cielo, cuarto: II, 190.
cielo, tercero: I, 205.
cinamomo: I, 244.
Cintia: I, 40, 43, 47, 49-51,
100, 220; II, 177, 229.
Cipión: I, 110; II, 183.
Cipiones, los: I, 65, 96; II, 116.
Ciro: I, 96.
Citaredo: I, 176.
Citerea; II, 153.
clásico: II, 12.
Claudiano: I, 57.
clavel maluco: I, 85.
Cleonas: I, 146.
Cleopatra: I, 112; II, 183.
Cieves: I, 61.
Clio: I, 161; II, 72, 91.
Clitemnestra: I, 138.
CHto: I, 165, 166; II, 195.
Cloe: I, 166; II, 133, 134.
Clori: I, 41, 42; II, 190, 203.
Cloris: I, 27, 212-
ÍNDICE DE NOMBRES PROPIOS Y DE VOCES COMENTADAS
Cloto: I I , 239, 270.
Codro: I, 131, 184; II f 91.
Coicos: I, 148.
colecticio: I, 144; II, 73,
Colíbre: I, 177.
Coliseo: II, 207.
coloso: I, 123.
comedio: I, 195.
comento: I, 143.
cometas: I, 36.
concento: I, n i ; II, 53.
concetos: I, 59.
conducto: I, 214.
Constantino: I, 145.
contiendas: I, 54.
contraminar : I, 126.
contrapunto : II, 196.
contrastar: II, 133.
copete: I, 79, 95.
copia: II, 236.
Córdoba: II, 179.
coribantes: I, 132.
Corina: II, 177.
Corinto: I, i¿8, 195.
Cornago: II, 180.
Cornerina, doña: II, 177.
cornípedes: II, 206.
cornucopias: I, 129.
Coso, el: I, 71, 154.
cosquillas: II, 159.
Craso: I, 67, 171.
Cratilo: I, 186.
Cremes: I, 107, 175, 179.
Creso: 1, 67.
Creta: I, 132.
crisma: I, 61.
Crisofllo: I, 132.
crisólito: II, 9.
Crispinas: II, 231.
Cromo: II, 244.
cuartel: I, 72.
cuento: I, 28.
culebrina: I, 109.
Culiroti: II, 180.
cultor: II, 200; cultores: I, 6,
cultura: I, 69.
285
Cumas: I, 67; II, 43, 210,
257Cupido: I, 28, 194; II, 54,
255China: I, r26.
Daciano: II, 99.
dáctilo: II, 72.
Dafne: I, 12; II, 118.
Dameta: II, 200.
Damiano, Pedro: I, 225.
Damón: I, 215; II, 190.
Dánae: I, 101; I I , 230.
Daniel: I, 96.
Danubio: I, 89, 247; II, 42.
dar ferias: II, 177.
datarlo: I, 64.
David: I, 250; II, 235.
Davo: I, 142.
Davos: I, 54.
Daza: II, 163.
De consolatione philosophiae, de
Boecio: I, 131.
Dédalo: I, 66, 67.
Délo: II, 188, 189.
Délos: I, 177; II, 109.
Demócrito: I, 207; II, 184.
Demóstenes: II, 92.
desinio: I, 107.
déspotos: I, 59.
Destemplanza: 1, 144.
Deucalion: I, 248.
Deyanira: I, 45.
Diana: II, 54,
Dido: I, 14; II, 164, 199, 246.
diezmar y quintar: II, 176*
difugios: I, 92.
Diluvio: I, 89.
Diogenes: I, 58.
Discurso, el: I, 196, 197.
divertir: I, 105; II, 105.
Dólopes, los: I, 13.
Domingo, Santo: I, 231.
Dorilda: II, 200.
Drusila: I, 206.
286
ÍNDICE DE NOMBRES PROPIOS Y DE VOCES COMENTADAS
E b r o : Ï, 3, 4, 35; I I , 98, 100.
E b r o s : I, 3.
eculeo: I I , 26.
Echa acá la barca: I I , 148.
Edulio: I, 78. ,
Egeo: I, 13.
E g i p t o : I, 248; I I , 105.
Egisto: I, 138; I I , 163.
ejemplo: I, 147.
Ejeo: I I , 194.
elevarse: I, 20, 37.
EHa: I I , 135.
Elias: I I , 30, 235.
Elis: I I , 242.
Eliseo: I I , 235.
Elvira, doña: I I , 178, 256.
E n a r i a : I I , 199.
E n e a s : I, 14, 139; I I , 27, 72,
164, 247.
Eneida, la: I I , 81.
E n i o : I, 57, 110; I I , 156.
E n i p e o : I I , 134.
E n r i q u e , don: I I , 182.
ensayar: Tí, 237.
Ensillada, sóror: I I , 168.
E n t e n d i m i e n t o : I, 196, 197.
entimema: I I , 66.
entremés: I I , 166.
E n v i d i a : I, 196.
E p i c u r o : I, 86, 114,
epiqueya: I I , 115.
E r a s o , Francisco de: I, 116.
E r a t o : I I , 79.
Ericina: I I , 12.
E r í d a n o : I I , 173.
Erígone: I I , 97,
E r i n e : I, 183.
escarpín: I, 68.
Escorpión: I I , 97.
Escoto, D u n s : I I , 157.
escuchadera: I I , 182.
Esculapio: I, 73.
Esgueva: I, 135; I I , 52, 171.
espadas negras: I, 94.
espanto: I, 30; espantosa:
II,
31.
E s p a ñ a : I, 36, 61, 72, 110, 119,
145,161,248; I I , 6o, 63, 78,8o,
143, 164, 173, 179, 180, 247.
E s p a ñ a s , las tres: I I , 107.
Esperanza: I I , 142.
Esperia: I I , 102.
espódeo: I I , 72.
Esquilache, príncipe de: I, 154;
I I , 121, Véase t a m b i é n Borj a y Acevedo, Francisco de.
E s t a b i a : I, 73.
Estacio: I, 57; I I , 89.
E s t a g i r i t a , el: I I , 70, 225.
Véase t a m b i é n Aristóteles.
estantigua: I I , 195.
E s t e b a n , San: I, 232.
Estefanía, doña: I I , 212.
Estigio, el lago: II, 211.
estivo: I, 128.
estolas: I I , 15.
estoque negro: I, 189.
estrechar: I, 112.
estuche: I I , 223.
Etiopia: I I , 23o.
Euclides: I, 190.
Eufrasio, San: II, 24-27.
Eufrates: I, 234.
Enríalo: I I , 202.
Euridice: I I , 44,
Eurípides: I I , 81.
Euripo: I I , 155.
Euro: I, 46, 197, 232.
E u r o p a : I, 100, 184, 249.
E u t e r p e : I, 53, 63, 131, t6o,
185; I I , 52, 89.
Euxino: I, 184. Véase t a m bién Negro, mar.
E v a : I I , 161.
E v a s : I I , 171.
expenderse: I I , 176.
E z q u e r r a , Alonso de: I I . 145.
Fabio, Quinto: 1, 65.
Fabio: I, 116, 164, 206, 208,
221, 222; I I , 187, 204, 209,
226, 9.9,8.
ÍNDICE DE NOMBRES PROPIOS Y DE VOCES COMENTADAS
Fabios: I, 96; I I , 63.
F a c u n d o , M a u r o d e San: I I , 27,
F a e t ó n : I, 44, 200; I I , 30, 173,
193falârica: I I , 26.
F a r a ó n : I I , 174.
Farsalia: I I , 55.
F a u s t o : I, 181; II, 228.
F a v o n i o : I, 220.
fay anca: I I , 162.
F e : I I , 142.
F e b o : I, 4; I I , 60, i o i , 270.
F e d r a : I, 195; I I , 84.
F e d r o : I I , 155.
Felipe I I : I, 127; I I , i o i , 104.
Felipe I I I : I, 210; I I , 96, i o i ,
104, 106, 109, 155.
Felipe IV: I I , 230.
F é n i x : I I , 244.
fénix, ave: 1, 38.
F é n i x de E s p a ñ a : I I , 234. Véase t a m b i é n Vega, Lope de.
Ferenico: I I , 238.
F e r n a n d o , don: I I , 163.
ficciones, seis: I I , 82.
fideicomiso:
I I , 77.
Fidia: I I , 104.
figura: I I , 232,
Filautía: I, 140.
Fili: I, 20, 2 i , 39, 41, 42, 45,
48, 49, 52; I I , 122, 235.
Felipe I I I : I, 210.
Filipo: I, 114, 127; I I , 101, 104,
IOÓ, 109, 117, 155.
Filis: I, 16, 24, 25, 36, 37, 45,
53, 161, 168, 209, 216; II,
121, 150, 186, 200.
Filomela: I I , 45.
Filosofía: I, 147; I I , 155.
Firmio: I, 205.
fisgar: I, 114.
Flacila: I I , 217.
flamen: I I , 230.
F l a n d e s : I, 61, 120; I I , 160.
flechar: I, 112.
Flora: I, 130; I I , 159, 177, 193.
287
Florencilla: I I , 162.
Florian: I I , 227. 228.
F o r m a : I I , 49.
F o r t u n a : I, 62, 64, 68, 178, 214,
220, 221; I I , 192, 258, 272.
Francia: I, 6 i , 120; I I , 165, 179.
Francisco, don: I, 158. Véase
t a m b i é n E s q u i l a d l e , principe de,
francolín:
I I , 212;
francolines:
I, 148.
franqueza: I I , 176.
F r o n t o : I I , 117.
F ú c a r : I, 82.
fuelles: I, 159.
F u e n t e s , conde de: II, 233.
fueras: I I , r9F u l a n o , don: I, n i .
gabancillo: I, 79.
Gabrielito, don: I I , 163.
Gades: I I , 49, 89, 117,
Gala: I, 48; I I , r86, 202.
Galeno: I, 130, 167; I I , 79.
Galeso: I, 186.
Galicia: I I , 52.
Gange, el: I, 247; Ganges, el:
I I , 79.
Ganimedes: I, 98, 152, 194; II,
240.
García, don: I I , 163.
García, J u a n : I I , 166,
Garcilaso: I, 33; I I , 144.
Gárgano, el m o n t e : I I , 17.
garnacha: I I , 178.
Gayo: I, 176.
Gebres, Mos de: I, 175.
Gelboé: I I , 23.
Gelia: I I , 198.
Gelio, Aulo: I, 57.
Gelves, conde de: I I , 51.
Genaro, San: I I , 114.
Genil: I I , 160.
genitura mercurial: I I , 154.
Geriones: I, 5; I I , 63.
Getas: I, 54; I I , 92.
288
ÍNDICE DE NOMBRES PROPIOS Y DE VOCES COMENTADAS
Gijes: II, 132.
gitanas: II, 257.
Gnatón: I, 131.
Guido, reina de: 1, 98. Véase
también Venus.
Godeña: I, 102.
godo, más: II, 161.
Goleta, la: I, 99.
gomecillo: II, 174.
gomias: II, 172.
gorgarán: I, 55.
gor güera: II, 268.
Gracias, las: I, 4.
grado, mal: I, 147, 191.
Granada, rojo de: II, 177.
grasezas: II, 68.
Grecia: I, 53, 54, 59, 6o, 86,
122, 143, 188; I I , 14, 33, 81,
83. 97. 244.
grutescos: I, 129.
Guadalajara: I, 208.
guedejas: I, 79.
Gula: I, 196.
Guzman: I, 185,
Guzmán, Miguel de: II, 194.
Guzmanes, los: II, 163.
Habacuc: I, 63.
hablar por cartapacio: II, 248.
hacer cocos: I, 68; II, 149.
hacer del corrido: II, 184,
hacer la salva: I, 122.
hacer puntas: II, 157.
hacer tiro: I, 96, 121.
Hado, el: I, 7.
Hamete: I, 94.
Héctor: I, 109; II, 57.
Héctores: II, 74.
Helena de Troya: I, 14; II, 163.
Heles: II, 50.
Helesponto: I, 151.
Heliogábalo: II, 183.
Henares: I I , 78.
hendrija de pipa: II, 210.
h&ndrijas: I, 70.
Heráclito: I, 207; II, 184.
Hercinia: TI, n i .
Hércules: 1, 45, 146, £71; ti,
165.
hermano: II, 168
Hermete: I, 187.
Herminia: I, 172.
Hermógenes: II, 127.
Hernández de Pedraza, Petronila: II, 179.
Hesperia: I, 74; I I , 55hidalgón corito: 1, 156.
Hierón: II, 238, 244.
Híjar, duque de: II, 212.
Himeneo: II, 61, 100, 101;
Himineo: II, 214, 215.
Hipócrates: I, 137.
Hipocrene, agua de: II, 158.
Hipocresía, madama: I, 66.
Hipodamía: II, 242.
Hipólita: II, 133.
Hipólito: I, 195.
Hirán: II, 235, 236.
Homero: II, 63, 69, 71, 77, 82,,
256, 265.
Horneros: I, 57.
Horacio: I, 57, 78, 125, 133,
155, 187; II, 73, 77, 8i, 85,
89, 125, 130, 132, 156.
horas civiles: II, 182.
hortenses: II, 165.
Huesca: II, 235-237.
huir de remesa: II, 179.
humor: I, 90; II, 52.
humores gruesos: I, 187.
Hungría: I, 61.
Iberia: I, 5, 214; II, 25, 69.
Ibero: II, 58, 73.
Icario, el mar: I I , 20, 134.
ícaro: I, 66, 67, 200; II, 20,
173, 2C-5- 257.
Idumea: I, 235.
Iglesia, la: I, 250.
Ignacio, San; II, 41.
Ilia, los niños de: I, 122. Véase
también Rómulo y Remo.
ÍNDICE DE NOMBRES PROPIOS Y DE VOCES COMENTADAS
llíada, la: II, 81.
Iliturgi: II, 25.
imperio, mero: I, 97.
inaccesible: I, 85.
indeficiente, luz primera: 1, 8.
Indias, las: I, 95; II, 116, 163,
Inés: I, 182; II, 227.
Infantado, duque del: I, 208.
Inglaterra: I, 61.
Ino: I, 210.
interesal: I, 133.
Iníguez, Lamberto de: II, 123.
Ira: I, 196.
Isabela: II, 101.
Italia: I, 55, 6i, 64, 86, 145;
II, 55Jacob: I, 224; II, 24.
Jaime, don: I, 229; II, 141, 143.
Jano: II, 205.
Janto: II, 91.
Jarama: I, 167.
Jenofonte: I, 57.
Jericó: II, 25.
Jerónimo: I, 133.
Jerónimo, Orden de San: II,
118.
Jerónimo de San Josef, fray:
II, 124, 125.
Jerusalén: I, 235, 240, 249; II,
15Jesús, Santa Teresa de: II,
4 1 , 212.
jirifalte: I, 149.
Joab: II, 22.
Jonia: I, 148,
Jordán, Juan: II, 188, 189.
Jorge, San: II, 103.
Jove: I, 4, 14, 143; II, 194, 230,
258.
Jove, bellísimas infantas de:
Ï, 130. Véase también Musas, las.
Juan, don: II, 76, 156.
jugar a tres en hoyo: II, 162.
Julia, la ley: I, 166,
VOL. 185.—10
Julio: I, 217, 221, 222.
Juno: I, 64, 120, 121,
144, loo, 173, 181; II,
270.
Júpiter: I, 13, 44, 51, 101,
151, 161, 174, 206; II,
240, 241, 270.
juro: I, 83.
Justicia: I, 197.
Juvenal: II, 81.
289
143,
244,
143,
230,
Lacedemonia: I, 96.
Lacio: I, 57; II, 73, 131.
Lais: I, 178, 187.
Lamberto, Martín: II, 204, 205.
Lamia: II, 172.
Láquesis: I, 74; II, 270.
lardo: I, 125.
laso: I, 223; lasos: II, 205.
Latino, mar: I, 151.
Laura: I, 46.
Laurencio, San: I, 133; II, 30,
196, 235-237.
Lauso: I, 184, 213, 214; II,
229.
lechuguilla: I, 79.
Leda: I, 100.
legra: I, 111.
lejos: II, 223.
Lelio: I, 57, 110.
Lemos, conde de: I, 213; II,
60, 116. Véase también Castro, Pedro de.
Lemos, condesa de: II, 114.
Véase también Cerda, Catalina de la.
lenón: I, 102.
Lépido: I, 62.
Lesbia: I, 106.
Levante: I, 56; II, 148.
Levorino: I, 73.
Líbano: I, 241, 249; II, 191.
Libia: I, 108, 201, 202, 233; II,
99.
Libro de las Fundaciones, de
Santa Teresa: II, 212,
290
ÍNDICE DE NOMBRES PROPIOS Y DE VOCES COMENTADAS
Lice: I, 163, 165, Ï 6 6 , 175,
182; I I , 185, 195, 265, 267,
269, 270.
Liceo, el: I I , 155.
Licia: I, 181.
Licina: I, 51.
Licinia: I I , 193,
Licino: I, 210.
Licio: I I , 228, 229.
Licisca: I, 102.
Lico: I, 167, 168, I 8 I , 220.
Lícoris: I, 50.
Lidia: I I , 178.
Liguria: I I , 172.
ligústico: I, 148.
Lino: I, 57.
Lisipo: I I , 104.
lites: I, 172.
liíuo: II, 12.
Livio: I, 57.
logrado: Ï, 113.
López, J e r ó n i m a : II, 216.
Lorenzo, don: I I , Î90.
Lorenzo, San: I, 127, 233; l i ,
28, 196.
Loth: I I , 247.
lúbrico: I, 90.
Lucía, Santa: I I , 221.
Luciano: I, 114.
Lucifer: II, 11, 15, 210.
Lucio: I, 183.
Lucrecia: í, 65.
Lucrino, el Lago: I, 73; II, 44.
Luisico, don: I I , 163.
Lujuria: I, 196.
L u n a , la: I, 64; II, 258.
Luzbel: II, 8, 14, 17.
Llórente: I I , 166.
Macrobio; I, 57.
Madrid: I, ioó, 113, 134, 135,
144, 177, 210; I I , 248.
Magallanes: I, 177.
mágica: I, i o i , 169.
Mahoma: I I , 142.
Maluenda, Antonio de: I I , 225.
Mallorca: I, 119, 229.
Mancha, la: I, 155.
M a n t u a : I, 139; I I , 52.
Manzanares: I I , 233.
Marcelo: I, 60.
Marcial: I, 157, 175, 177; I I ,
83, 117, 134, 135, 156, 198,
207,
Marcio: I, 202.
Mardoqueo: I I , 169.
María, emperatriz: 1, 118.
María Magdalena: I I , réS-20.
María: I, 58; II, 33.
Mario: I, 199, 200, 209; I I ,
211.
Marón: II, 72, 73, 89. Véase
t a m b i é n Virgilio.
Marsella; II, 20,
Marta: I, 58; II, 33Marte: I, 14, 15, 65, 74, 197,
201, 202; I I , 9. 55> 74. 8 ° .
0 6 , 174, 206, 228, 270.
Martínez de Porras, Antonio:
II, 147.
masagetas: II, 132.
Materia, la: I I , 49, 59.
Mecenas: II, 128, 129, 188,
189.
Melibeo: I, 44.
Memoria, la: I, 196, 197.
Mendoza, Ñ u ñ o de: I, 9 1 , 96,
106, 207, 212. Véase t a m b i é n
Val de Reyes, conde de.
Menfis: I, 5; I I , 97, 98.
Menipo: I, 114.
Merced, Orden de N u e s t r a Señora de la: I I , 140, 141.
Mercurio: I, 54, 84, 173, 180,
187, 218.
Mesalina: I, 101.
Midas: I, 171.
Miguel, San: I I , 7, io, 11, 1315, 17, 100.
Milán: I, 120; I I , 160.
Mileto: I I , 23.
ÍNDICE DE NOMBRES PROPIOS Y DE VOCES COMENTADAS
Minerva: I, 4, 96, 120, 169;
I I , 270,
Minturno: I, 209.
mirlas: I, 148.
Miseno: I, 73.
Misericordia, la: I, 197.
Mitridates: I I , 93.
mohatras; I, 54, 93.
Moisén: I I , 29.
Moncayo: I, 78; I I , 148, 150.
Monserrate: I I , 41.
M o n t a n t e , fray: I I , 1Ó8.
Montesa, m a e s t r e de: I I , 17 1
motes: 1, 109; I I , 213.
mudas: I, 104.
Muerte: I, ó.
mullido: I I , 241.
M u ñ a t o n e s : I I , 180.
muñidores: I, 150.
Musas, las: I, 130, 173; II, 9 1 ,
102, 211, 234.
museo: I I , 72.
nabateo: I, 112.
Ñapóles: I, 73, 74 II, 43, 114,
116.
N a r b o n a : 1, 55.
narcisos: I, 99.
Naturaleza; I 25 32. 42. 51.
247; II, 237, 256
nazareos: I I , 27.
Negro, mar: I, 184.
N e p t u n o : I, 76, 101; II, 236,
239, 240, 242.
Nero, Claudio: I, 123.
Nero: I, 97; I I , 29» 183.
Néstor: I, 179.
Nevia: I I , 199.
nielar: I, 122.
Nilo: I, 5, 152, 147; H> 49. 68,
79, 105.
Ninfa: I, 13.
Nisa: I I , 229.
Niso; I I , 201.
Nisos: I I , 74.
Noches, de Aulo Gelio: 1, 57.
291
Noé: I, 247, 248.
Nolasco, San Pedro: I I , 140.
N o r t e , m a r del: I, 82,
N o t o : I, £97, 210, 232; I I , 70,
132novel: I, 100.
N u m a : I, 230,
números: I, 203; II, 52.
Nuncio, casa del II, 145,
objeto tncircunscrito : II, 48,
Ocasión, diosa: I, 4 1 .
Occidente: I, 61.
Océano, el: II, 131.
Ocio: I, 196.
octirrir : I, 92; II, 66, 81, 118.
Oenomao: I I , 242, 243.
Oeta: I, 45; II, 102.
Ofelo: í, 78.
Ofir: II, 106.
oidor: I, 135.
Olimpia: II, 238, 243.
Olimpo: I, 45, 161; I I , 226.
Olvido: I, 196.
ornas: I, 103.
Opicio: I, 217.
opilados, rostros: 1 108.
Orfeo- I, 57, 223; II. 6o, 95,
98, 145, 207.
Orico: I I , 132.
Oriente: I, 8, 38, 41, 42, 94,
240, 248, 250; II, 19, 106,
222.
Orion: 1, 248.
Orlando: I I , 139.
Osa Mayor: I, 89.
ostracismo: I, 188.
ovas: I, 131.
Ovidio* I, 166; II, 156.
Pablo, San: 1, 133; II, 23.
Pactólo: I, 74.
P a c h e c o , R o d r i g o : I, 134,
137paila: II, 239.
pajizo: II, 220,
292
ÍNDICE DE NOMBRES PROPIOS Y DE VOCES COMENTADAS
Palas: I, 7, 66, 128, 143, 144,
222; I I , 100, 145.
palastro: I I , 157.
P a l a t i n a , c u m b r e : I, 101.
Patencia: I I , 164.
Pales: I, 84, 130; I I , n 6 .
Palinuro: I I , 232.
P a n c a y a : I I , 21.
Pandolfo, micer: I, 55.
P a n d o r a : I I , 254.
Panfila: I, 179.
Pantasileas: I I , 74.
P a p a , el: I, 55Papiniano, Emilio: II, 77,
Papirio: I, 65,
Parca, la: I, ó; I I , 102.
Parcas, las: I, 173; I I , 270.
parió: I, 233.
Paris: I, 13, 143.
P á r m e n o : I, 18g.
Parnaso: I, 54; II, 52, 78, 85,
207.
Paro: I I , 191,
p a r r o q u i a n o s : II, 23o.
parte, eutropélica: I, Ï59.
P a r t é n o p e : I I , 43, 95.
pasamanos : I I , 177.
pastillas: I, 150.
patrias: I I , 83.
Paz, la: I, 198.
Pean: II, 206.
pechar abarrisco; II, 180,
pechos: I I , 225.
Pedro, San: I, 132, 248, 249;
I I , 34. I O 7 pegásides,
las musas: I, 4.
Pegaso: I I , 207.
Peleo: I I , 133.
Pélope: I I , 239, 242, 243.
Pelusio: I I , 50.
pella: I I , 168.
Peneo, ninfa de: I, 12.
Penafort, San R a i m u n d o de:
I, 119, 229, 230; I I , 31 33,
pevaile: II, 176.
Pereza, la: I, 196.
Perilo: I I , 30, 218.
P e r n e s t a i n , J u a n a de: I I , n i .
Perseo: I I , 100.
pesadumbre: I I , 236.
pesos: I I , 261.
Pestañas: I I , 162.
Petronio: I, 124.
Piérides: I, 73; I I , 67, 90, 9 5 .
pigüelas: 1, 142,
pincerna: I, 86.
P í n d a r o : I, 57, 133; I I , 70, 77,
91, 189, 237.
Pirene: I, 150; I I , 23, 73.
Pirenes, los: I I , 58.
Pirineo: I, 234.
Pirineos: I, 219.
Pirro: I, 230.
Pisa: I I , 238, 242.
Pisuerga: I, 155.
Pitágoras: I, 6, 169, 183.
Platón: I, 58, 80, 94; I I , 69,
87» *55. l59, *86, 198.
P l a u t o : I I , 84.
Píinio: I, 165; il, 70.
Po: I I , 257.
polimüo: I, 238.
Polonia: I, 6 1 .
Pólux: I, 46, 172.
Pomerio: I I , 65.
P o m o n a : I, 84, 130; I I , T I 6 .
P o m p e y o : I, 44; I I , 55.
Ponce, fray Bartolomé: II, 144.
poner: I I , 25,
ponerse en chapines: I I , 249.
Poniente: I I , 101, 148, 150.
Ponz, B e r n a r d o : II, 223, 224.
Porcia: I, 141, 165; I I , 160.
posada: I, i o i , 128.
Potosí: I, 82.
P r a d o : I, 98.
prado, mar ció; II, 134.
precitas: I I , 14.
preordinar: I I , 140.
P r e t o : I I , 133,
Príarao: Ï, 144,
prima: il, 167.
ÍNDICE DE NOMBRES PROPIOS Y DE VOCES COMENTADAS
primas: I, 149.
primo: I I , 160.
profesor del duelo: II, 170.
Prometeo: I, 159; II, 207.
Propercio: I, 57.
Proteo: I, 76, 113, 180; II, 233,
234Providencia, la: I, 21, 63, 232;
II, 222.
Ptolomeo: I, 44.
punto: II, 48.
Pusílipo: II, 44.
Putíers: II, rao.
Putifar: II, 174.
Queues, el: II, 207.
Quintín, batalla de San: Ï,
127.
Quirino: I, 145. Véase tam=
bien Rómulo.
quirites: II, 29.
quitamiento: I, 56.
Ram, Gaspar: II, 108.
Ramón, San: II, 21, 143.
randas: I, 99.
Razón: I, 193, 196-198.
recordar: I, IOÓ.
recuesta: If 77.
relanza: I, 82.
relevados: l, 122.
Remo: I, 122.
repuesto: I, 81, 125.
resurtido: II, 157,
reteñir: II, 169.
reteñir almireces en el oído: II,
169.
retrete: I, 67; II, 68, 201.
Rin: I, 89.
Ripoll, Juan: II, 187.
robres pirineos : II, 74,
Roda: II, 21.
Rodrigo: II, 147, 150.
Roma: I, 54, 63, 64, 97, n o ,
145; II, 63, 78, 90, 92, 18o,
266.
293
Rómulo: I, 122, 145; II, 73,
175.
rota: II, 179.
Saavedra, Diego de: II, 214.
Sabá; I, 239,
Saboya, Filipo de: II, 111.
Sacra, vía: II, 125.
sacre: II, 156.
Sacrobosco: II, 154.
Sagunto: I, 37, 38, 208; II, y%
202.
Sajonia: I, 61.
Salamanca: I, 136; II, 158, 161,
162, 171,
salamandra: II, 218.
Saldivia: II, 97, 99. Véase también Zaragoza.
Salomón: II, 235, 236.
Salustio: I, 186.
salva: I, 122.
Samuel: II, 28.
San Lúcar: I, 82.
Sansón: I, 164.
Santo Sepulcro, Monasterio del:
II, 216.
Sarmiento de Carvajal, Diego:
I, 199.
Satanás: II, 181,
saturnales: II, 92.
Saturno: I, 138, 164; II, 2$8.
Saúl: I, 223; II, 231.
Saulo: I, 181.
Sayas, Francisco Diego de: I, 3.
Scila: I, 133.
Scipión: II, 202.
Scipiones, los: II, 25, 195.
scitas: I, 100.
Sebastián, rey de Portugal: I,
200.
Sebeto: I, 74; II, 43.
secrestar: I, 130, 153.
Segovia: I, 214.
segur: I, 185.
Séneca: II, 71, 8i, 83, 95, 198,
230.
294
ÍNDICE DE NOMBRES PROPIOS Y DE VOCES COMENTADAS
Sentidos, los: I, 198.
sebas: Ï, 129.
Sesé, Martín Dionís de: II, 226,
227.
seta: I, 99; setas: II, 117.
Sevilla: II, 162.
Síbaris: I, gy.
Sibila: I, 23.
sicela: I I , 90.
Sicilia: I, 122, 195; II, 238.
Siface: II, 50.
Silvano: I, 169.
Silvestro: I, 132.
Silvia: I, 28, 29, 35; II, 80.
Silvio: I, 45; II, 122,
silla: II, 167.
Simón, Mago: I, 55.
Simón; I, 132. Véase Pedro,
San,
Sión: I, 224, 234-236.
Siracusa: I, 60; II, 64.
Sirene: II, 202.
Siró: I, 142.
Siros: II, 92.
Sísifo: II, 254.
siste: II, 151.
Sixto: II, 30.
sobajadas: II, 174.
Soberbia, la: I, 196, 198.
sobrevista: II, 165.
Sócrates: I, 131; II, 69, 8688.
Sodoma: II, 180, 247.
Sófocles: II, 81.
Sofos; I, 178.
Sol, doña: II, 178.
Sol, el: II, 175, 195.
solapar: II, 230.
solaparte: II, 159,
solecismo: I, 101.
soleta: II, 175.
Solís, Catalina de: II, 120.
sollastrín: II, 160.
sonriso: I I , 158.
Soria Galvarro, Fernando de:
II, 66, 67,
substitución vulgar: II, 77.
sucinto: II, 43.
Sueño de Cipión, de Cicerón:
I, 57Suetonio: I, 70.
sujeto: II, 78.
Supilo: I I , 240.
suspender: I, 5.
Tabor, el: II, 212.
Tácito, Cornelio: I, 57, 124.
Tais: I I , 84, 172.
Tajo: I, 43; II, 58, 160, 214.
talabarte: II, 154.
Taifa: I, 131,
Tánais: II, 50.
Tántalo: I, 15, 137; II, 240,
241.
Tántalos: II, 254.
tarjas: II, 12.
Tarsis: I, 239.
tartuga: I, 64.
Tebaida, la: II, 81,
Tebas: I, 195; II, 70, 91.
Teeteto: II, 86,
Telemones: II, 74,
Temis; II, 244.
Teodoro: I, 171.
tercero: II, 133,
Terencio: II, 82.
Teresa: I I , 125,
Terrones del Caño, Francisco:
II, 27,
Tertuliano: I, 105.
Tesalia: II, 55, 60.
Tetis: II, 96,
Teulugía: II, 167.
Theodoro: I, 164.
Tíbar: I, 138.
Tiber, el: II, 126.
Tiberio: I, 97.
tibicina: I, 160.
Tibre: I, 233; II, 29, 49, 91, 134,
152.
Tibulo: I, 57.
Ticio: I, 172, 181.
ÍNDICE DE NOMBRES PROPIOS Y DE VOCES COMENTADAS
Ticios: II, 254.
Tiempo, el: I, 7, 222.
Tifis: I, 233.
Timeo: II, 155.
Unas: II, 132.
tiricia: II, 146.
tiHo carmesí: II, ioj.
Tiro: I, 249; II, 221Tirreno, el: I, 73; II, 29, 43, 61,
107.
Tobías: II, 34.
Toledo: II, 145.
Tolomeo: I, 165.
Tomás, Santo: II, 157.
Tormes, el: I, 185; II, 78, 159,
171.
Toro, el: II, 158.
toro madrigado: II, 181,,
Tortosa: I, 127.
Tracia: II, 60,
Trajano: I, 214; II, 70.
Tranquilo, Suetonio: I, 186.
translaciones: II, 79.
Trapobana: II, 50.
Traso: I, 153.
trastornar: I, 70; II, 73.
tratar el aire: II, 28.
trencillo: II, 160.
Trenzo, Jácome de: I, 127,
trépida,: I, 6.
trever: II, 29.
triaca: I, 146.
Trifón: !, 169.
Trimegistro: I, 62.
trofeos: I I , 74, 103.
Troya: I, 13, 14, 81, 143, roo;
II, 91, 98, 100, 187.
truchas, barato de: II, 179Tule: II, 106.
Turia, el: II, 202.
Turno: I, 139.
Turnos; I í ; 74.
Ubitiza: IÏ, 16Ó,
Ulises: I, 90, 140, 20Ï.; II, 174,
180.
295
upupas: I, 150.
Urania: I, 203.
Val de Reyes, conde de: I, 91,
106. Véase también Mendoza, Ñuño de.
Valencia: I, 130; II, 189, 190.
Valerio Publicóla,, Publio: I,
65.
Valerio, San: I I , 23.
Valladolid: I, 135; II, 231, 232,
248.
Vario, L.: II, 126.
Vega, Lope de; II, 234.
Velada, marqués de: II, ?,$$.
Velilla: I, 179.
Venecia: I, 55.
Venosa: II, 70, 91.
Venus: I, 4, 40, 64, 98, ioo f 139,
143, 180, 187, 194; II. M%>
263, 270.
Venusino, el gran: II, 85. Véase también Horacio.
Verdad, la: II, 171.
Vesta: II, 127, 230, 266.
Vesubio: II, 43.
Veyentos, los: I I , 63.
Vicencia, doña tal: II, 169.
Vicios, los; I, 198.
Vidas, de Suetonio: I, 70,
Villahermosa, duque de: I, 119,
205.
Villahermosa, duquesa de: II,
n i . Véase también Pernestain, J u a n a de.
Villahermosa, duquesa de: II,
112, 113, Véase también Aragón, María de.
vira: II, 239.
Virgilio: I, 57, 187; II, 72, 77,
156.
virtud: I, 13, 93.
Virtud, la: I, 198.
viso: I, 249.
vivanderos: L, 115.
vivar: I, 125.
296
ÍNDICE DE NOMBRES PROPIOS Y DE VOCES COMENTADAS
Voluntad, la: I, 197,
Vulcano: I, 214; II, 205, 224.
vuseñoría: I, 66.
zafires; I, 39.
Zamudio: II, 163.
Zaragoza: II, 96, 97, 99, 101,
152, 213, 233, 234.
zaratán: II, 161.
Zebedeo: II, 98.
Zoilo: II, 161.
Zorobabel: I, 230.
ÍNDICE DE AUTORES
DE LA
COLECCIÓN CLÁSICOS CASTELLANOS
ALDANA (FRANCISCO DE):
¡43 POESÍAS. Edición, introducción y »otas de Ellas L. Hivers,
ALEMÁN (MATEO):
73 GUZMAN DE ALFARACHE, tomo I, Edición, introducción y notas de
Samuel Qili Gaya.
S3 GUZMAN DE ALFARACBE, tomo II. Edición, introducción y notas de
Samuel QÍU Oaya.
90 GUZMAN DE ALFARACHE, tomo III. Edición, introducción y nota?,
de Samuel GiH Gaya,
93 GUZMAN DE ALFARACHE, tomo IV. Edición, introducción y notas
de Samuel GiíJ Oaya.
114 OUXMÁN DE ALFARACHE, tomo V, Edición, introducción y notas
de Samuel Gili Oaya,
ANÓNIMO:
24 POEMA DE MÍO CÍD, Edición, introducción y notas de Ramón
Menéndez Pidal.
25 LA VIDA DE LAZARILLO DE TORMES. Edición, introducción y notas
de julio Cejador y Frauca.
108 LA VIDA Y HECHOS DE BSTEBANILLO GONZÁLEZ, tomo L Edición,
prólogo y notas de Juan Mille y Giménez.
109 LA VÏDA Y HECHOS DE ESTEBANÍLLO GONZÁLEZ, tomo l í , Edición,
prólogo y notas de Juan Mille y Giménez,
126 POEMA DE FERNÁM GONZALES. Edición, introducción y notas de
Alonso Zamora Vicente,
ARCIPRESTE DE HITA:
14 LIBRO DE BUEN AMOR, tomo i. Edición, introducción y notas de
Julio Cejador y Franca.
17 LIBRO DE BUEN AMOR, tomo II, Edición, introducción y notas de
Julio Cejador y Frauca,
ARCIPRESTE DE TAL A VERA;
134 VIDAS DE SAN ILDEFONSO Y SAN ISIDORO. Edición, introducción y
notas del P. José Madoz y Moleres, S. I.
AROLAS <P. JUAN):
95 POESÍAS. Edición, prólogo y notas de José R. Lomba y Pedraja.
ARTEAGA (ESTEBAN DE):
122 LA BELLEZA IDEAL. Edición, prólogo y notas del P. Miguel Bat»
lîori, S. I,
BECQUER (GUSTAVO ADOLFO);
153 RIMAS. Edición, introducción y notas de José Pedio Día?.,
BERCEO (GONZALO DE):
44 MILAGROS DE NUESTRA SESIORA. Edición, próiogo y notas de
Antonio G. Solallnde.
BRETÓN DE LOS HERREROS (MANUEL);
92 MUÉRETE JY VERÂSI E L PELO DE LA DEHESA. Edición, prólogo y
notas de Narciso Alonso Cortés,
CADALSO (JOSE):
112 CARTAS MARRUECAS. Edición, prólogo y notas de Juan Tamayo y
Rubio,
152 NOCHES LÚGUBRES. Edición, prólogo y notas de Nigel Glendinning.
CALDERÓN DE LA BARCA (PEDRO):
69 AUTOS SACRAMENTALES, tomo I: La cma del Rey Baltasar, El gran
teatro del mundo. La vida es sueño. Edición, prólogo y notas de
Ángel Valbuena Prat.
74 AUTOS SACRAMENTALES, tomo II: El pleito matrimonial del Cuerpo
y el Alma, Los encantos de la Culpa, Tu prójimo como a ti. Edición, prólogo y notas de Ángel Valbuena Prat.
106 COMEDÍAS RELIGIOSAS: La devoción de la Cruz, El mágico prodigioso.
Edición, prólogo y notas de Ángel Vaibuena Prat,
137 COMEDÍAS DE CAPA Y ESPADA: La dama duende. No hay cosa como
callar. Edición, prólogo y notas de Ángel Valbuena Briones.
138 LA VIDA ES SUEÑO, E L ALCALDE DE ZALAMEA. Edición, estudio
y glosario de Augusto Cortina.
141 DRAMAS DE HONOR, tomo ¡: A secreto agravio, secreta venganza.
Edición, prólogo y notas de Ángel Valbuena Briones.
142 DRAMAS DE HONOR, tomo îï: El médico de su honra. El pintor de
su deshonra. Edición, prólogo y notas de Ángel Valbuena Briones
CÁMPOAMOR (RAMÓN DE):
40 POESÍAS. Edición, introducción y notas de Cipriano Rivas Cherif.
Prólogo de Félix Ros.
CÁSCALES (FRANCISCO):
103 CARTAS FILOLÓGICAS, tomo I. Edición, introducción y notas de
Justo García Soriano.
1!7 CARTAS FILOLÓGICAS, tomo l í . Edición, introducción y notas de
Justo García Soriano.
118 CARTAS FILOLÓGICAS, tomo I I ! . Edición, introducción y notas de
Justo García Soriano.
CASTILLEJO (CRISTÓBAL DE):
72 SERMÓN DE AMORES, DIÁLOGO DE MUJERES. Edición, prólogo y
notas de Jesus Domínguez Bordona»
79 OBRAS DE AMORES, OBRAS P E CONVERSACIÓN Y PASATIEMPO. Edición, prólogo y notas de Jesús Domínguez Bordona.
88 OBRAS DE CONVERSACIÓN Y PASATIEMPO (conclusion). AULA DE COR*
TÉSANOS. Edición, prólogo y notas de Jesús Domínguez Bordona.
9í OBRAS MORALES. OBRAS DE DEVOCIÓN. Edición, prólogo y notas
de Jesús Domínguez Bordona.
CASTILLO SOLÓRZANO:
42 LA GARDUÑA DE SEVILLA Y ANZUELO DE LAS BOLSAS. Edición,
próiogo y notas de Federico Ruíx Mo reuende.
CASTRO (GUILLEN DE):
15 LAS MOCEDADES DEL CID. Edición, prefacio y notas de Víctor
Said Armesto,
CERVANTES (MIGUEL DE): ,
4 DON QUIJOTE DE LA MANCHA, tomo í. Edición, prólogo y notas de
Francisco Rodríguez Marín.
6 DON QUIJOTE DE LA MANCHA, tomo II. Edición, prólogo y notas
de Francisco Rodrigue? Marín.
3 DON QUIJOTE DE LA MANCHA, tomo III, Edición, prólogo y notas
de Francisco Rodrigue?- Marín.
10
13
16
19
22
21
36
125
154
155
tomo ÍV. Edición, prólogo y notas
de Francisco Rodríguez Marin.
DON QUIJOTE DE LA MANCHA, tomo V. Edición, prólogo y notas
de Francisco Rodríguez Marin,
DON QUIJOTE DE LA MANCHA, tomo VÏ. Edición, prólogo y notas
de Francisco Rodriguez Marín.
DON QUIJOTE DE LA MANCHA, tomo VIL Edición, prólogo y notas
de Francisco Rodríguez Marín.
DON QUIJOTE DE LA MANCHA, tomo V I l í , Edición, prólogo y notas
de Francisco Rodríguez Marín,
NOVELAS EJEMPLARES, tomo U ha Qítanllla, Rlmmwte y Cortadillo* La ilustre fregona. Edición, prólogo y notas de Francisco
Rodriguez Marín.
NOVELAS EJEMPLARES, tomo ¡I; El Licenciado Vidriera, El calosa
extremeño. El casamiento engañoso. Novela y coloquio que pasó
entre Cipión y Berganza. Edición, prólogo y notas de Francisco
Rodríguez Marín.
ENTREMESES, Edición, prólogo y notas de Miguel Herrero García.
LA GALATEA, tomo I. Edición, introducción y notas de Juan
Bautista Avalle-Arce.
LA CALATEA, tomo II, Edición, introducción y notas de Juan
Bautista Avalle-Arce,
DON QUIJOTE DE LA MANCHA,
CUEVA (JUAN DE LA):
60
E L INFAMADOR. LOS SIETE INFANTES &E LARA, EJEMPLAR POÉTICO.
Edición, introducción y notas df. Francisco A, do leasa.
ESPINEL (VICENTE):
43 VIDA DE MARCOS DE OBREGÓN, torno L Edición, prólogo y notas
de Samuel Gilí Gaya,
51 VIDA DE MARCOS DE OBREGÓN, torno II, Edición, prólogo y notas
de Samuel Gilí Gaya.
ESPRONCEDA (JOSÉ DE):
47 POESÍAS. E L ESTUDIANTE DE SALAMANCA, Edición, prólogo y notan
de José Moreno Villa.
50 E L DIABLO MUNDO. Edición, prólogo y notas de José Moreno Villa.
FEÎJOO (PADRE):
48 TEATRO CRÍTICO UNIVERSAL, tomo I. Selección, prólogo y notas
de Agustín Millares Cario.
53 TEATRO CRÍTICO UNIVERSAL, tomo IJ. Selección prólogo y notas
de Agustín Millares Cario.
67 TEATRO CRÍTICO UNIVERSAL, tomo i l l , Selección, prólogo y notas
de Agustín Millares Cario,
85 CARTAS ERUDITAS. Selección, prólogo y notas de Agustín Miliares
Cario.
FERNÁNDEZ DE HEREDIA (JUAN):
139 OBRAS. Edición, prólogo y notas de Raiael Ferreres.
FE.RRÂN (AUGUSTO):
164 OBRAS COMPLETAS. Edición, introducción y notas de José Pedro
Díaz.
FORNER (JUAN PABLO):
66 EXEQUIAS DE LA LENGUA CASTELLANA, Edición, introducción y
notas de Pedro Sainz y Rodríguez,
i68 Los GRAMÁTICOS, HISTORIA CHINESCA. Edición, introducción y
notas de José Jurado,
GARCÍA GUTIÉRREZ (ANTONIO):
65 VENGANZA CATALANA, JUAN LORENZO, Edición, prólogo y notas
de José R. Lomba y Pedraja.
OIL POLO (QASPAR);
135 DIANA ENAMORADA. Edición, prólogo y notas de Raíael Ferrare»,
OIL VICENTE:
156 OBRAS DRAMÁTICAS CASTELLANAS. Edición, introducción y notas
de Thomas R. Hart.
GRACIÁN (BALTASAR):
165 E L CRITICÓN, tomo Ï, Edición, introducción y nótasele Evaristo
Correa Calderón.
166 E L CRITICÓN, tomo II, Edición, introducción y notas de Evaristo
Correa Calderón.
167 E L CRITICÓN, tomo ï î ï . Edición, introducción y notas de Evaristo
Correa Calderón.
GRANADA (FRAY LUIS DE);
97 GUÍA DE PECADORES, Edición, prólogo y notan de Matías Martine»
Burgos.
GUEVARA (FRAY ANTONIO DE);
29 MENOSPRECIO DE CORTE Y ALABANZA DU ALDEA. Edición, prólogo
y notas de Matías Martínez Burgos.
HARTZENBUSCH <JUAN EUGENIO):
113 Los AMANTES ßE TERUEL, LA JURA mi SANTA OAÖEA, Edición,
introducción y notas de Alvaro Gil Albacete,
HERRERA {FERNANDO DE);
26 POESÍAS. Edición, introducción y notas de Vicente García do Diego,
ÍRIARTE (TOMÁS DE):
136 POESÍAS. Edición, prólogo y notas de Alberto Navarro González
SSLA (JOSÉ FRANCISCO DE):
148 FRAY GERUNDIO DE CAMPAZAS, tomo Ï. Edición, introducción y
notas de Russell P. Sebold,
149 FRAY GERUNDIO DE CAMPAZAS, tomo IL Edición, introducción y
notas de Russeíl P. Sebold,
3Ö0 FRAY GERUNDIO DE CAMPAZAS, tomo I!L Edición, introducción y
notas de Russeíl P, Seboid.
151 FRAY GERUNDIO DE CAMPAZAS, tomo IV, Eúiciónt introducción
y notas de Russeíl P. Sebold,
JOVELLANOS (GASPAR MELCHOR DE):
HO
INFORME SOBRE LA LEY AGRARIA. ESPECTÁCULOS V MVERÍÍONES
PÚBLICAS, primera parte. Edición, introducción y notas de Án-
1 ïi
ESPECTÁCULOS Y DIVERSIONES PÚP.UCAS, segunda parte. MEMORIA
SOBRE EDUCACIÓN PÚBLICA. DEFENSA DE LA JUNTA CENTRAL,
gel del Río.
Edición, introducción y notas de Ángel del Río.
129 MEMORIA DEL CASTILLO DE BELLVER. DISCURSOS. CARTAS. Edición
introducción y notas de Ángel del Rio.
LARRA (MARIANO JOSÉ DE);
45 ARTÍCULOS DE COSTUMBRES. Edición, prólogo y notas de José
R. Lomba y Pedraja.
52 ARTÍCULOS DE CRÍTICA LITERARIA Y ARTÍSTICA. Edición, prólogo
y notas de José R, Lomba y Pedraja.
77 ARTÍCULOS POLÍTICO? Y SOCIALES. Edición, prólogo y notas de
José R. Lomba y Pedraja.
LEÓN (FRAY LUIS DE);
28 D E LOS NOMBRES DE CitiS'í'o, tomo i. Edición, introducción y
notas de Federico do Onto.
33
D E LOS NOMBRES DE CRISTO,
41
D E LOS NOMBRES DE CRISTO,
notas de Federico de Onís.
tomo i l . Edición, introducción y
tomo fïî, Edición, introducción y
notas de Federico de OnJs*
LÓPEZ DE YANGUAS (FERNÁN):
162 OBRAS DRAMÁTICAS. Edición, estudio preliminar y notas de Fernando González Olié.
LOZANO (CRISTÓBAL):
120 HISTORIAS Y LEYENDAS, tomo l, Edición, prólogo y notas de
Joaquín de Entrambasaguas.
121 HISTORIAS Y LEYENDAS, tomo H. Edición, prólogo y notas de
Joaquín de Entrambasaguas.
MALÓN DE CHAIDE (FRAY PEDRO):
104 LA CONVERSIÓN DE LA MAGDALENA, tomo I, Edición, prólogo y
notas del P, Félix García, O. 3. A,
105 LA CONVERSIÓN DE LA MAGDALENA, torno IL Edición, prólogo y
notas deí P, Félix García, O, S. A,
130 LA CONVERSIÓN DE LA MAGDALENA, torno l i i . Edición, prólogo y
notas del P. Félix García, O. S. A.
MANRIQUE (JORGE);
94 CANCIONERO, Edición, estudio y glosario de Augusto Cortina,
MARTÍNEZ DE LA ROSA (FRANCISCO);
107
LA VIUDA DE PADILLA. ABEN 1-JUMLEYA. LA CONJURACIÓN DE VENECIA. Edición, introducción y notas de Jc-an Samüíh.
MELÉNDEZ VALDÉS (JUAN):
64 POESÍAS. Edición, prólogo y notas de Pedro Salinas.
MENA (JUAN DE):
Íi9 E L LABERINTO OE FORTUNA O LAS TRKSCIÍÍNTA§, Edición, prólogo
y notas de José Manuel Btecua.
MENDOZA (FRAY IÑIGO DE):
163 CANCIONERO. Edición, introducción y notas de julio Rodrigue?.Puértolas.
MENÉNDEZ PELAYO (MARCELINO):
140 DISCURSOS, Edición, prólogo y notas de José María de Cossío.
MENÉNDEZ PI DAL (RAMÓN):
Û2 FLORESTA DE LEYENDAS HEROICAS ESPAÑOLAS. Rodrigo, el último
godo, torno Ï, Compilación, prólogo y notas de Ramón Menén«
dea: Pídal,
71 FLORESTA DE LEYENDAS HEROICAS ESPAÑOLAS. Rodrigo, si último
godo, tomo IL Compilación, prólogo y notas de Ramón Menén=
dez Pidal.
84 FLORESTA DE LEYENDAS HEROICAS ESPAÑOLAS. Rodrigo, el ultimo
godo-, tomo III. Compilación, prólogo y notas de Ramón Menéndez Pidal.
MIRA DE AMESCUA (ANTONIO):
70 TEATRO, tomo I: El esclavo del demonio. Pedro Telonario. Edición,
prólogo y notas de Ángel Vaibuena Prat,
82 TEATRO, tomo II; Et ejemplo mayor de la desdicha. La Fénix de
Salamanca. Edición, prólogo y notas de Ángel Vaibuena Prat.
MOLINA (TIRSO DE):
2 COMEDIAS, tomo h Ei vergonzoso en Palacio. El burlador de Sevilla y
convidado de piedra, Edición, prólogo y notas de Ámérico Castro.
131 COMEDIAS, tomo 11; El amor médico. Averigüelo Vargas. Edición,
prólogo y flotas de Alonso ¿arooia Vicente y María Joseía Ca
sellada de Zamora.
MONCADA (FRANCISCO DE):
54
EXPEDICIÓN
D B LOS C A T A L A N E S V A R A G O N E S E S CONTRA
TURCOS
y GRIEGOS. Edición, introducción y notas de Samuel Gili Gaya.
MONTEMAYOR (JORGE DE):
127
Los SIETE LIBROS DE LA DIANA. Edición, prólogo y notas de Francisco López Estrada.
MORATÍN (LEANDRO F. DE):
58 LA COMEDIA NUEVA O E L CAFÉ. E L SÍ DE LAS NIÑAS» Edición,
prólogo y notas de Federico Ruiz Morcuende.
MO RETO (AGUSTÍN):
32 E L LINDO DON DIEGO, E L DESDÉN CON EL DESDÉN. Edición, prólogo y notas de Narciso Alonso Cortés.
NIEREMBERG (P. JUAN EUSEBIO):
30 EPISTOLARIO. Edición, prólogo y notas de Narciso Alonso Cortés.
PEREDA (JOSÉ MARÍA DE):
144 PEDRO SÁNCHEZ, tomo I. Edición, prólogo y notas de José María
de Cossio.
145 PEDRO SÁNCHEZ, tomo II. Edición, prólogo y notas de José María
de Cossio.
PÉREZ DE GUZMÁN (FERNÁN):
61 GENERACIONES Y SEMBLANZAS. Edición, introducción y notas de
Jesús Domínguez Bordona.
PULGAR (FERNANDO DEL):
49 CLAROS VARONES DE CASTILLA. Edición, introducción y notas de
Jesús Domínguez Bordona.
90 LETRAS, COPLAS DE MINGO REVU LOO. Edición, prólogo y notas de
Jesús Domínguez Bordona.
QUEROL (VICENTE W.);
160 POESÍAS. Edición, introducción y notas de Luis Guarner Pérez.
QUEVEDO (FRANCISCO DE):
5 E L BUSCÓN, tomo Ï, Edición, advertencia y notas de Américo
Castro.
31 Los SUEÑOS, tomo I. Edición, introducción y notas de Julio Ceja»
dor y Frauca.
34 Los SUEÑOS, tomo ÎÏ. Edición, introducción y notas de Julio
Cejador y Frauca.
56 OBRAS SATÍRICAS Y FESTIVAS. Edición, introducción y notas de
José Alaría Salaverría.
QUINTANA (JOSÉ MANUEL):
78 POESÍAS, Edición, prólogo y notas de Narciso Alonso Cortés.
RÏVAS (DUQUE DE):
9 ROMANCES, tomo I. Edición, introducción y notas de Cipriano
Rivas Cherif.
12 ROMANCES, tomo II. Edición, introducción y notas de Cipriano
Rivas Cherif.
ROJAS (FERNANDO DE):
2Û LA CELESTINA, tomo I. Edición, introducción y notas de Julio
Cejador y Frauca,
23 LA CELESTINA, tomo I I . Edición, introducción y notas de Julio
Cejador y Frauca.
RUJAS (FRANCISCO DE):
35 D E L REY ABAJO, NINGUNO. ENTRE BOBOS ANDA EL JUEOO. Edición,
prólogo y notas de Federico Ruiz Morcuende.
i 53 MORIR PENSANDO MATAR. LA VIDA EU KL ATAÚD. Edición, prólogo
y notas de Raymond R. MacCurdy,
RUEDA (LOPE DE):
59 Comedia Eufemia. Comedía Armetina. El deleitoso (Siete Pasos).
Edición, prólogo y notas de José Moreno Villa.
RUIZ DE ALARCÔN (JUAN);
37 LA VERDAD SOSPECHOSA. LAS PAREDES OVEN. Edición, prólogo y
notas de Alfonso Reyes.
146 LA PRUEBA DE LAS PROMESAS. E L EXAMEN DE MARIDOS. Edición,
prólogo y notas de Agustín Millares Cario.
147 Los PECHOS PRIVILEGIADOS. GANAR AMIGOS. Edición, introducción
y notas de Agustín Millares Cario.
SAAVEDRA FAJARDO (DIEGO DE):
46 REPÚBLICA LITERARIA. Edición, prólogo y notas de Vicente García
de Diego.
76
81
IDEA DE UN PRÍNCIPE POLÍTICO-CRISTIANO REPRESENTADA EN CIEN
EMPRESAS, tomo I. Edición, prólogo y notas de Vicente García
de Diego.
IDEA DE UN PRÍNCIPE POLÍTÍCO-CRISTIANO REPRESENTADA EN CIEN
EMPRESAS, tomo II. Edición, prólogo y notas de Vicente García
de Diego.
87
IDEA DE UN PRÍNCIPE POLÍTICO-CRISTIANO REPRESENTADA EN CIEN
EMPRESAS, tomo III. Edición, prólogo y notas de Vicente García
102
IDEA DE UN PRÍNCIPE POLÍTICO-CRISTIANO REPRESENTADA EN CIEN
EMPRESAS, tomo IV. Edición, prólogo y notas de Vicente García
de Diego.
<de Diego.
SALAS BARBADILLO (ALONSO JERÓNIMO DE):
57
LA PEREGRINACIÓN SABIA. E L SAGAZ ESTACIO, ALARIDO EXAMINADO.
Edición, prólogo y notas de Francisco A. de Icaza.
SAN JUAN DE ÁVILA:
1 i EPISTOLARIO ESPIRITUAL. Edición, prólogo y notas de Vicente
García de Diego.
SAN JUAN DE LA CRUZ:
55 EL CÁNTICO ESPIRITUAL. Edición, prólogo y notas de Matías Martínez Burgos.
SAN PEDRO (DIEGO DE):
133 OBRAS. Edición, prólogo y notas de Samuel Oil i Gaya.
SANTA TERESA DE JESÚS:
Ï LAS MORADAS. Edición, introducción y notas de Tomás Navarro
Tomás.
98 CAMINO DE PERFECCIÓN. tomo I, Edición, introducción y notas
del P. José María Aguado.
100 CAMINO DE PERFECCIÓN, tomo JI. Edición, introducción y notas
del P. José María Aguado.
í 15 LIBRO DE LAS FUNDACIONES, tomo I. Edición, introducción, apéndice y epistolario del P. José María Aguado.
116 LIBRO DE LAS FUNDACIONES, tomo Ií, Edición, introducción, apéndice y epistolario del P. José María Aguado,
SANTILLANA (MARQUÉS DE):
18 CANCIONES y DECIRES. Edición, prólogo y notas de Vicente García
de Diego.
TERRONES DEL CAÑO (FRANCISCO):
126 INSTRUCCIÓN DE PREDICADORES. Edición, prólogo y notas del
P. Félix G. Olmedo, S, I.
TÍMONEDA (JUAN);
101 E L PATRAÑUELO. Edición, prólogo y notas íie Fedeiíte RuU
Morcuende,
TORRE (FRANCISCO D E LA):
124 P O E S Í A S , Edición, prólogo y notas de Aionso Zamora Vicente.
T O R R E S V I L L A R R O E L (DIEGO DE):
7 V I D A . Edición, introducción y notas de Federico de Onis.
161
V I S I O N E S Y VISITAS D E T O R R E S CON DON FRANCISCO D E Q U E V E D O
POR LA C O R T E . Edición, introducción y notas de Russell P. Sebold.
VALDÉS (ALFONSO DE):
89 DIÁLOGO D E LAS COSAS OCURRIDAS EN R O M A . Edición, introducción
y notas de José F. Montesinos.
96 DIÁLOGO D E M E R C U R I O y C A R Ó N . Edición, introducción y notas
de José F, Montesinos.
VALDÉS (JUAN DE):
86 DIÁLOGO D E LA LENOUA. Edición, introducción y notas de José
F. Montesinos.
VALERA (JUAN):
80 P E P I T A J I M É N E Z . Edición, prólogo y notas de Manuel Azaña.
VARIOS:
62 F L O R E S T A D E LEYENDAS HEROICAS ESPAÑOLAS. Rodrigo, el último
godo, tomo I„ Compilación, prólogo y notas de Ramón Menéndez PidaL
71 FLORESTA D E LEYENDAS HEROICAS ESPAÑOLAS, Rodrigo, el último
godo, tomo I I , Compilación, prólogo y notas de Ramón Menéndez PidaL
84 FLORESTA D E LEYENDAS HEROICAS ESPAÑOLAS. Rodrigo, el última
godot tomo Ï I Ï . Compilación, prólogo y notas de Ramón Menén»
dez Pidal,
VÁZQUEZ ( F R A Y DIONISIO):
123 S E R M O N E S . Edición, prólogo y notas del P, Félix O. Olmedo, S. Ï,
VEQA (OARCILASO D E LA):
3 O B R A S , Edición, introducción y notas de Tomás Navarro Tomás.
VEOA ( L O P E DE):
39 E L REMEDIO EN LA DESDICHA. E L M E J O R ALCALDE, EL R E Y . Edición, prólogo y notas de J. Gómez Ocerín y R. M. Tenreiro.
68 P O E S Í A S LÍRICAS, tomo I: Primeros romances. Letras para cantar.
Sonetos, Edición, introducción y notas de José F. Montesinos.
75 P O E S Í A S LÍRICAS, tomo II: Canciones. Epístolas. Romances. Poemas
diversos. Edición, introducción y notas de José F. Montesinos.
157 E L VILLANO EN SU RINCÓN. LAS BIZARRÍAS D E B E L I S A . Edición,
estudio preliminar y notas de Alonso Zamora Vicente.
159 P E R I B Á Ñ E Z Y EL COMENDADOR D E OCAÑA. LA DAMA BOBA. Edición,
prólogo y notas de Alonso Zamora Vicente.
VÉLEZ D E G U E V A R A (LUIS):
38 E L DIABLO COJUELO. Edición, prólogo y notas de Francisco Rodríguez Marín,
132
REINAR
D E S P U É S D E MORIR.
EL
DIABLO ESTÁ EN
CANTILLANA.
Edición, prólogo y notas de Manuel Muñoz Cortés,
VILLEGAS ( E S T E B A N M A N U E L DE):
21 E R Ó T I C A S O AMATORIAS. Edición, introducción y notas de Narciso
Alonso Cortés,
ZAVALETA ( J U A N DE):
169 E R R O R E S CELEBRADOS. Edición, introducción y notas de David
Hershberg.
Z O R R I L L A (JOSÉ):
63 P O E S Í A S . Edición, prólogo y notas á<¿ Narciso Alonso Cortés
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