eruditos, misioneros y mártires - E-Prints Complutense

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ERUDITOS, MISIONEROS Y MÁRTIRES. LIBROS SOBRE ORIENTE
Los libros de la colección Francisco Guerra relativos al romántico Lejano
Oriente, nos sorprenden por la calidad de sus observaciones, por el interés de sus
descripciones, y por la cantidad de conocimientos que en su momento difundieron
haciendo que aquel Oriente, allá por el último cuarto del siglo XVI comenzara a estar
más próximo. Esta misma sorpresa nos invita a interrogarnos sobre su porqué. Y quizá
la razón de dicha sorpresa resida en que India y Asia Oriental parecen estar siempre en
continuo proceso de redescubrimiento.
En el momento actual, las universidades españolas comienzan a preocuparse
levemente por aproximar las dos caras de un mismo globo terráqueo. Una mirada que
viene dada por el interés económico de abrir nuevos centros de producción y nuevos
mercados en la zona. Tal vez el mismo interés que llevó a Colón a cruzar el Atlántico, y
a los portugueses a doblar el Cabo de Buena Esperanza, la busqueda de otros caminos
para conseguir un control directo de las rutas y las preciadas mercancías que llegaban de
Oriente. Había en ello intereses económicos, y por tanto políticos; pero junto a
comerciantes, militares y funcionarios, también viajaban otros personajes capaces de
afrontar todo tipo de dificultades por una profunda creencia, compartir con otros lo que
consideraban su más preciado tesoro, su fe. Algunos de estos últimos fueron muy
conscientes de la necesidad del conocimiento de la cultura en la cual querían predicar su
estilo de vida y sus creencias. Fruto de esa cuidadosa observación son algunas de las
más valiosas obras con las que hoy contamos. Aquello que los padres jesuitas, como
Ricci o Valignano, vieron tan claro, hoy se pasa por alto creyéndolo algo innecesario
ante la globalización del mercado bursátil. Ante estas obras surge entonces la pregunta
de si nuestras instituciones llegarán a ser conscientes como lo fueron aquellos intrépidos
misioneros, de que redescubrir Oriente tiene una riqueza mayor que el valor del suelo
donde asentar una nueva fábrica con bajos costes de producción, y que desconocer los
sustratos del terreno sobre el que se asientan nuestros pies puede volverse en contra y
hacer temblar los cimientos de lo construido.
Mirando al pasado contamos para iniciar nuestro redescubrimiento con una obra
del dominico Gaspar da Cruz, publicada por un granadino establecido en Évora en
15691 y titulada Tractado das cousas da China2 (BHFG3034). Se trata del primer libro
1
En el frontispicio se indica el año 1569, mientras que en el colofón se dice que fue concluido el 20 de
febrero de 1570.
1
europeo impreso dedicado a China. Muchos fueron los autores de las décadas siguientes
que citándolo o plagiándolo, se basaron en su obra para componer sus propios escritos.
Resulta curioso, y al tiempo ilustrativo de su difusión, saber que un ejemplar de este
libro se contaba entre los bienes dejados por el matemático, cosmógrafo y arquitecto
Juan de Herrera a su muerte en 1597.
Fray Gaspar da Cruz embarcó para la India en Lisboa en 1548 junto con otros
doce misioneros dominicos que acompañaban a fray Diego Bermúdez, con la misión de
implantar la orden en Oriente. Tras recorrer distintos lugares de Asia, fray Gaspar pudo
ir a Cantón a finales del año 1556. Allí gozó de una estancia breve, pero intensa, ya que
regresó a Malaca a principios de 1557. En Cantón se dio cuenta de que la afirmación de
los jesuitas de que para evangelizar China había que convencer al gobierno de Pekín era
totalmente cierta. No sintiéndose capacitado para ello abandonó la ciudad. Sin embargo,
durante su estancia aprovechó para reunir todo tipo de datos y testimonios, tanto de
chinos que residían en Cantón, como de portugueses que llevaban largo tiempo allí, e
incluso de quienes habían estado presos en el interior. También utilizó fuentes escritas
locales que le tradujeron, y las preciadas descripciones de un mercader veneciano que
había llegado a ver incluso la Gran Muralla. Adentrarse en el país resultaba peligroso
por la desconfianza que la condición de extranjero generaba ante las autoridades, de
modo que las noticias que llegaban sobre y desde el interior eran siempre bien
recibidas3.
Fray Gaspar para realizar su obra se documenta de los conocimientos históricogeográficos antiguos y los contrasta con los modernos, cuestionando los primeros con el
auxilio de los segundos4. Se sirve además de otras publicaciones de la época para
completar la diversidad de temas que aborda en los distintos capítulos, o contrariar a sus
autores en lo apuntado. En ellos informa tanto sobre la situación geográfica y la
descripción física del paisaje chino, como sobre su división provincial, su urbanismo, la
organización social, las actividades económicas, y la vida cotidiana del mundo rural. Se
interesa igualmente por los usos y costumbres, la estructura del poder político y los
2
Tractado em que se contam muito por esteso as cousas da China, co suas particularidades, e assi do
reyno d´Ormuz, coposto por el R. padre frey Gaspar da Cruz da orde de sam Domingos. Dirigido ao
muito poderoso Rey dom Sebastiam nosso Señor. Reimpresa en Lisboa, 1829, y publicada en castellano
como Tratado en el que se cuentan cosas chinas, Barcelona, 1937
3
En este sentido es clara la relación del comerciante portugués Fernando Mendes Pinto (1510-1583), que
aproximadamente entre 1537 y 1558 pasó por India, Arabia, China, Madagascar y Sumatra, entre otros
lugares. Su viaje fue publicado en 1614 con el título
.
4
Galiote Pereira. Alguas cousas sabidas da China, 1561 (1989); Joao de Barros. Terceira decada da
Asia, 1563 (1992)
2
temas relacionados con el sistema de exámenes de funcionarios, la administración de
justicia y prisiones, prácticas religiosas, e incluso los contactos luso-chinos. Pocas, pero
fructíferas semanas aquellas del invierno de 1556, que pasó en Cantón.
Con sus descripciones interrumpió en aquellas últimas décadas del siglo XVI el
gran silencio que durante la Edad Media había existido con relación a China.
Si hoy nos sorprenden estos tempranos escritos donde se intenta detallar todo
tipo de información tratando de saciar la curiosidad sobre lo chino de gobernantes y
clases altas5, todavía impresiona más que en 1604 se publicara en la ciudad de
Valladolid una monografía sobre Camboya, redactada de nuevo por un fraile dominico:
Breve y verdadera relación de los sucesos del Reyno de Camboxa. Al Rey Don Felipe
nuestro Señor (BHFG2937)6. Gabriel Quiroga de San Antonio (c. 1565-1608) fue su
autor. Este misionero partió en 1594 de Sevilla, vía México, con la cuarta misión
dominica a Oriente. A su llegada a Manila se le asignó el ministerio entre los chinos, sin
embargo, sus dificultades para aprender el idioma, y sus grandes dotes de predicador
hicieron que sus superiores le encargaran la pastoral de los españoles. Entre ellos gozó
de alta estima, sirviéndoles de consultor en asuntos importantes como eran en aquellos
días la conquista de las Molucas, de Mindanao y de Camboya. Y es precisamente en
este contexto en el cual se inscribe la redacción de este libro. En 1598, de regreso a
España, se detuvo en Malaca y Camboya por encargo del Gobernador General de
Filipinas, llegando a nuestro país en 1603. En sus primeras páginas fray Gabriel de San
Antonio indica que se trata de un escrito dirigido al rey para “dar a conocer como sus
vasallos trabajan por su reino sin que en ocasiones se conozcan sus labores”. Para ello
da cuenta de la expedición bélica a Camboya enviada por el Capitán General de
Filipinas Luís Pérez Dasmariñas a cargo del general Juan Suarez de Gallinato, a la que
acompañó. Hay en sus párrafos intención de veracidad, y sobre todo deseo de informar
sobre su riqueza, su gobierno y sobre las posibilidades de que el rey pueda extender
sobre estos lugares sus dominios. De hecho, en el epílogo las intenciones del padre
dominico son claras, porque por un lado resalta la abundancia de bienes: “De lo referido
en esta relación consta de la riqueza, de la grandeza, de la abundancia, y opulencia de
los Reinos de Cochincina, Tunquin, Cachan, y Sinoa, y de los Reinos de Champa, y
Sian, que compiten con todo lo bueno que tienen América, Europa, y Africa: y son de
5
En estos años China aún no había sido identificada con el Catay de Marco Polo. Esto sería sospechado
por Ricci gracias a sus estudios durante su estancia en China, y confirmado mediante el viaje por tierra de
Bento de Goes.
6
En 1929 se hizo una reproducción de la de 1604 por Antonio Graíño, publicada en Madrid, por Suárez.
3
las buenas de la Asia. […] porque cierto ministro, no se con qué celo ha escrito que este
reino (el de Camboya) es pobre y miserable. Hay en Camboya oro, plata, pedrería,
plomo, estaño, cobre, seda, algodón, incienso, menjuy, lacre, marfil, arroz, elefantes,
búfalos, caballos, vacas, cabras, venados, gallinas, y frutas muchas y muy regaladas,
[…] es la puerta principal para gozar las riquezas inestimables, que tiene el reino de
Laos”7. Y por otro aconseja una intervención de conquista, que el autor ve como
beneficiosa, dado que mermaría las posibilidades de influencia de los holandeses,
además protestantes: “Y cierto que lo contrario sería caso lastimoso, pues aquellos
Reinos se quedarían en su infidelidad, y nuestros enemigos con razón se podrían reír de
nosotros, pues tienen sus tierras, mares y ríos, llenos de sangre, y huesos de españoles, y
están ricos con nuestros despojos, y contentos del crédito y opinión que hemos perdido,
viendo que hemos comenzado cosas, que con tanto caudal, de nuestra parte no hemos
podido acabar, y los revelados de Flandes continuarán sus robos, y latrocinios, y
llevarán adelante sus errores y herejías, predicándolas a aquella gente miserable. No es
menos conveniente y justa esta jornada para el Reino de Camboya. Porque si el rey
persevera en sus propósitos santos, justo es ayudarle, y favorecerle (anteriormente en los
textos apuntaba su deseo de conversión al cristianismo): pues con esto se siguen a todos
tantos, y tan grandes provechos; y sino quiere ser cristiano, sobrada justicia tenemos
para pedirle satisfacción de tantos gastos como hemos hecho por él y de tantos agravios
como por su causa hemos recibido” (p.82 A).
A esta perspectiva que aporta sobre la situación de estrategia política, comercial
y evangelizadora en la zona, se añade el interés que despiertan sus descripciones de
ciudades como la de Angkor, y que nos invitan a preguntarnos cuanto se ha perdido de
lo que fray Gabriel de Gaspar contempló, cuanto puso de su fantasía, y cuanto han
cambiado con el tiempo y el saber los parámetros de comparación:
“En el año de 1560 se descubrió en este reino una ciudad nunca antes vista ni conocida
de los naturales: esta ciudad está en la playa del río Meccon, ciento y setenta leguas de
la mar llega a ella las crecientes y mareas de este río, como a Sevilla las de
Guadalquivir, es de maravillosa hechura, tiene un muro muy fuerte de piedra, que en
redondo tiene cuatro leguas, cuatro brazas de ancho, y cinco de alto, está lleno de
almenas, y las almenas están muy espesas, y en ellas están pintados elefantes, onzas,
tigres, leones, águilas, y perros: tiene muchos escudos y letreros que no se conoce ni
7
Curiosamente hace la observación de que basta para saber sobre la riqueza de un lugar si hay o no
presencia de chinos y japoneses. Y en Camboya la había.
4
entienden: las casas son de piedra muy hermosas, repartidas en calles con mucho orden,
y la labor de sus portadas y patios, salas y cámaras, parece Romana. Hay muchas
fuentes y caños para la limpieza, y a trechos están repartidos algunas pagodas, y plazas
sobre el río Meccon tiene un puente de setenta pilares, son muy altos, y el puente no es
muy ancho. Remedan los pilares a los cuerpos de los gigantes y rematan en cabezas y
manos que la sustenta. El antepecho tiene más de una vara en alto, y a trechos tiene
bolas mezcladas como pirámides en que se remata. Hay en esta ciudad cinco torres, y
por remate de cada una de ellas está una bola de bronce dorada…”8 (III, p.6)9.
Fueron muchos los misioneros que de distintas órdenes religiosas se convirtieron
en autores o protagonistas de las historias que estos libros nos relatan. Entre ellos
tuvieron un papel muy destacado los jesuitas. La orden, surgida en el primer cuarto del
siglo XVI comenzó a desplegar toda la energía, impulso y entusiasmo que caracteriza lo
que acaba de nacer. La nueva milicia cristiana surgida con la vocación de servicio al
papado se vinculó muy directamente a la enseñanza, centrando gran parte de sus
objetivos en transmitir a la juventud la doctrina del humanismo cristiano. Esta
vinculación y el valor dado al estudio hicieron que cuando llegado el momento el Papa
les encomendara muy directamente la evangelización de Asia, hacia allí partieran
verdaderos maestros en las ciencias del momento, lo cual facilitó enormemente su labor
ante la elite social de países como China o Japón, que se sintieron atraídas por su
saber10. Probablemente el caso más destacado e ilustrativo sea el del padre Mateo Ricci
(1552-1610), quien finalizada su formación con enseñanzas de leyes, geografía y
matemáticas, que tan valiosas le habrían de resultar, partió para Goa. Advirtiendo los
8
“Estuvieron en ella muchos días el padre fray Antonio Dorta, y fray Luis de Fonseca de la Orden de
Santo Domingo nuestro padre, de la congregación de la India Oriental” Es posible que esta descripción
proceda de los que dichos padres le relataran.
9
A finales del siglo XVI, el antiguo Imperio Khemer habia dejado atrás su antiguo esplendor y se
encontraba en franca decadencia. Su capital, Angkor Vat, levantada a partir del siglo IX alcanzó su
maximo esplendor en el siglo XII, años en que sus emperadores ocuparon la mayor parte de los reinos de
Anamm, Birmania y Malaca. Con la implantacion del Budismo en el reino los emperadores dejaron de ser
considerados como divinidades encarnadas. Angkor Vat entró en un rápido declive y fue abandonada en
el siglo XV, tragada por la vegetacion de la selva. Aunque descrita por fray Gabriel Quiroga de San
Antonio en el siglo XVI, parece ser que desapareció de nuevo de la memoria y fue olvidada hasta el siglo
XIX, en el que los Franceses la redescubrieron durante las operaciones para la ocupacion de Camboya.
10
Entre ellos podríamos citar a Alessandro Valignano (1539-1606), el principal organizador de las
misiones jesuitas en Asia Oriental, quien construyó (1593) el colegio de Macao como centro de apoyo
para las misiones de China y Japón, dando directrices sobre la formación cultural y lingûística que los
misioneros llegados desde Europa debían adquirir; a Johann Adam Schall von Bell (1592-1666), quien
por sus conocimientos de matemáticas y astronomía ganó fama de ser experto en todos los campos del
saber, y trabajó directamente para el gobierno de los Ming y de la nueva dinastía manchú de los Qing; y
Ferdinand Verbiest (1623-1688), quien trabajó para el gobierno del emperador Kangxi, llegando a ser
mandarín con el cargo, entre otros, de viceministro del Buró de Obras Públicas.
5
superiores sus aptitudes fue llamado a Macao para comenzar su aprendizaje del idioma
chino. Desde 1579 los jesuitas habían hecho viajes a Cantón y Zhaoqing, pero dado que
los extranjeros no eran bien vistos en China, no habían logrado establecerse allí. En
1583, de manera providencial, consiguieron que el gobernador general de las provincias
de Guangdong y Guangxi, les diera permiso para que Ricci se instalara en Zhaoqing
junto con Michele Ruggiere. Consiguieron un solar y construyeron su primer puesto
misional en China. Ambos llegaron vestidos como los monjes budistas chinos, de
manera que no causaron extrañeza y les prestaron el debido respeto. Se dedicaron al
estudio, predicaron con su ejemplo y practicaron la contención con el proselitismo
verbal, ganándose el respeto de los miembros de las clases cultas.
Ricci elaboró un mapamundi basado en los conocimientos cartográficos
europeos11, tradujo el nombre de los lugares al chino y lo expuso en su casa, pero dada
la expectación que causaba entre sus habitantes decidió imprimirlo en 1584. Sus relojes,
los prismas venecianos, los cuadros y los libros occidentales despertaban el interés de
sus visitantes. Cuando se vieron obligados a trasladarse de ciudad, sus relaciones con la
elite instruida siguieron siendo afables por la admiración que el personaje y su saber
despertaba en ellos. Hubo incluso quien acudió a estudiar bajo su guía matemáticas y
astronomía.
Cuando Ricci se dio cuenta que el rango social de los monjes en China era
inferior al de los letrados, adoptaron el vestido de los letrados, y como ellos se dejaron
crecer el pelo y la barba.
En todo momento Mateo Ricci fue sumamente consciente de que la
evangelización necesitaba de la inculturación, de ahí su actitud. Esta le llevó a traducir
del chino al latín obras como los Cuatro Libros12 de Confucio que tituló Tetrabiblion
sinense de moribus (1593). Se desconoce si la traducción llegó a imprimirse, pero cada
nuevo misionero que llegaba a China estaba obligado a estudiarlo y a copiarlo. Con el
mismo planteamiento, como ayuda para el aprendizaje del idioma a aquellos que
ejercerían allí su misión, realizó con su compañero, Lázaro Cattaneo, un diccionario
chino en el que se consignaban los cinco tonos y las aspiraciones de las palabras usadas
en el lenguaje oficial. Esto último fue posible porque Cattaneo era un músico con muy
buen oido, capaz de captar la variedad de tonos usados en el chino hablado. Esta obra
11
En 1598 lo imprimió en seda sobre doce grandes tablas por engargo del mandarín Ligotzum. Ricci
colocó a China en el centro de la composición, siendo esto de nuevo un signo de respeto y acomodación.
12
En chino Se chou.
6
por desgracia no ha llegado hasta nosotros. Pero fueron cerca de veinte las obras,
científicas y no científicas, las que Ricci tradujo o compuso mientras permaneció en
China. Con títulos como Sex primi libri Euclidis13, Aritmética practica, Ars memoriae,
Geometría, Systema scripturae Europeae, escritos totalmente en chino, Ricci puso los
conocimientos técnicos matemáticos y cartográficos de Europa al alcance de China. Por
otro lado, fruto de sus profundos conocimientos, aportó con otro tipo de escritos noticias
de China serias y rigurosas, que posibilitaron nuevas visiones sobre la realidad de este
país.
Entre los libros de la colección Francisco Guerra se conserva la Istoria de la
China i Cristiana empresa hecha en ella por la Compañía de Iesus: Que, de los escritos
del padre Mateo Richo, compuso el padre Nicolas Trigault… Donde se descriven las
costumbres, las leies, i los estatutos de aquel reino, i los dificultosissimos principios de
su nueva iglesia14 (BHFG3045). Esta obra, publicada en latín en 1615, fue traducida al
castellano en Lima por el Licenciado Duarte Fernández, y publicada en Sevilla en 1621.
A mediados del siglo XVII, Daniello Bartoli censuró al padre Trigault por la
ambigüedad del título, ya que en realidad se trataba de la traducción al latín de la obra
italiana del propio Ricci.
En el prólogo el padre Trigault apunta lo que en el párrafo anterior
anticipabamos, el hecho de que los conocimientos que hasta el momento habían llegado
de China no habían partido del contacto directo con su realidad y sus fuentes, de ahí el
interés de estas nuevas publicaciones: “Me pareció dar noticia de todo aquello, porque
no cause perturbación la variedad de algunos escritores de las cosas de la China, que
hasta ahora han salido a la luz.
De los que hasta aquí han escrito de ellas, hallo dos géneros, uno de los que, o
ellos han inventados muchas cosas, o habiéndolas oído, las han publicado por
verdaderas, sin elección. De este número no excluyo, ni aún a los de nuestra Compañía,
que fiados en la fe de los mercaderes chinos, no advertían, que estos acrecentaban sus
cosas, como acontece, o referían por sabidas, las que no sabían bien; y así cuando
finalmente tuvieron los nuestros entrada al interior del reino, advirtieron, que a veces
caía el crédito de muchas; y aun después, que la tuvieron, principalmente en aquellos
años primeros, por ventura con nuestras cartas navegaron algunas menos apuradas;
13
Traducción de la obra Los Elementos de Euclides, realizada junto con el matemático chino Xu
Guangqi.
14
De Christiana expeditione apud Sinas suscepta ab Societate Jesu, ex P. M. Ricci ejusdem Scietatis
commentariis (Augsburgo, 1615)
7
porque ni luego que uno llega a Europa, sabe todas las cosas de ella, sino que conviene
se junte el tiempo de muchos años, la peregrinación de muchas provincias, la noticia, y
ciencia de la lengua de la tierra, la lección de muchos libros, para que pueda dar fe.
Todo lo cual habiendo ahora nosotros alcanzado, de aquí sin duda resulta, que estos
últimos escritos se aventajen en el crédito a todos los pasados, y que no les falte cosa
alguna para su verdad, sino cuanto la flaqueza humana digna de perdón puede errar”.
En las primeras páginas se nos presenta una “Tabla de las cosas memorables,
que en esta historia de la China se contienen”. En ella se ordenan alfabéticamente los
temas que se abordan y su localización en el texto, con entradas como: Abundancia de
la seda por todo el camino, Anchura de los muros de Pekín, En el comer usan de unos
palillos redondos, Los moros son admitidos a los grados, Modo de hacer la tinta... De
este planteamiento deducimos que el libro, aunque ordenado en capítulos, se presenta al
lector a modo de enciclopedia, en la que buscar aquel tema que en el momento le
interesa consultar.
Al padre Mateo Ricci, junto con Johann Adam Schall y Ferdinand Verbiest, se
les considera los líderes más significativos de la misión jesuita en la China imperial.
Misioneros hasta lo más profundo de su ser, se sintieron frecuentemente alejados de
aquella labor apostólica directa por la cual se habían embarcado, entendiendo sin
embargo que la voluntad de Dios para ellos era el ejercicio de su trabajo científico para
que sus hermanos pudieran ejercer su ministerio. Con su actitud y su trabajo fueron
capaces de entablar un diálogo cultural y un diálogo entre religiones, empresas que
están hoy entre nuestras aspiraciones más preciadas. Los chinos aceptaron de los
misioneros jesuitas muchos aspectos de la ciencia Europea, y los jesuitas trajeron a
Europa distintos planteamientos filosóficos de la civilización china15.
En Europa, otros jesuítas se encargaron de historiar la vida de la Compañía de
Jesús en sus distintas misiones, con la recopilación de las cartas y el material que los
padres enviaban regularmente a Roma. Este es el caso de Daniello Bartoli (1608-1685)
y su Dell´Istoria Della Compagnia di Giesu, escrita no ya en latín, sino en italiano, y a
modo de anales. En ella sus primeros volúmenes fueron dedicados a Asia: India (1653),
Japón (1660) y China (1663). Entre los ejemplares de la colección Francisco Guerra
contamos con dos de los tres dedicados a Asia: Dell´Istoria Della Compagnia di Giesu.
15
Testimonio de ello fue la empresa llevada a cabo en colaboración por un grupo de veintidós jesuitas,
cuatro dominicos y un franciscano en Guangzhou entre 1665 y 1671, liderados por el jesuita flamenco
Philippe Couplet, de traducir al latín algunas de las obras de Confucio: Confucius sinarum philosophus,
sive scientia sinensis. La Biblioteca Complutense posee un ejemplar de esta obra (BHFLL3770).
8
L´Asia. Parte Prima (BHFG2962) y Dell´Istoria Della Compagnia di Giesu. L´Cina.
Parte Terza dell´Asia (BHFG2963). Este último volumen sobre China apareció justo
antes de la China monumentis qua sacris qua profanis, nec non variis naturae et artis
spectaculis. Aliarumque rerum memorabilium Argumentis Illustrata (BHFG2961)
(1667) del padre Athanasius Kircher (1601-1680), y le sirvió como una importante
fuente de información y referencia. Erudito, polígrafo y orientalista, éste afrontó la
redacción del libro al darse cuenta de que se trataba de un tema de actualidad. Ojeando
sus páginas percibimos como es una obra de carácter documental, con vocación
didáctica, y no por ello carente de esa fantasía barroca, que gusta de resolver el saber
humano en espectáculo, de lo que dan fe sus grabados, que constituyen una parte
importantísima de la obra. Encajan estos además con el énfasis y recurrente gusto
jesuítico por la enseñanza visual, proveniente de la “composición de lugar ignaciana”.
Algo que se entiende perfectamente a través de las palabras de otro jesuita, el arquitecto
Juan Bautista Villalpando, quien en 1604 afirmaba: “Que los que van a leer estos
nuestros comentarios y explicaciones estén advertidos de que si quieren comprenderlos
con gusto y con provecho, extiendan los grabados, los mantengan delante de sus ojos
para que se acostumbren a descubrir en ellos casi cada una de las partes de estos
debates…”16
Así pues Kircher distribuye su información en seis grandes apartados en los que
intenta organizar el saber que de China se tiene hasta ese momento, rastreando contactos
anteriores con el mundo cristiano en los dos primeros capítulos, y entrando en los
siguientes en sus creencias (no lo centra exclusivamente en China), en su naturaleza, su
arquitectura, y su escritura. Resulta relevante como Kircher incluye a la par que un
índice de capítulos, otro de ilustraciones. Ante ellas es fácil descubrir la mano de quien
siguiendo las descripciones transmitidas por viajeros y misioneros plasma con las líneas
del dibujo lo que su mente alcanza a imaginar. Este es por ejemplo el caso del grabado
que encabeza el capítulo II de la Tercera parte de la obra (p.138). En la representación el
buda japonés Amida aparece totalmente vestido al estilo de lo que pudiera ser un
mandarín chino y con un tocado que remata en un copete. Además está sentado en lo
que se adivina una postura de flor de loto, pero en la que resulta imposible reconocer las
piernas. A su lado el “ídolo” representado por sus múltiples brazos y rostros pudiera ser
16
Villalpando, Juan Bautista. De postrema Ezechielis prophetae visione Ioannis Baptistae Villalpandi…
(1604), 1-XIV-54b, citado por Emilio Fernández González en Athanasius Kircher y la ciencia del siglo
XVII. Madrid: Universidad Complutense de Madrid, 2002, p.38
9
Ashura o una advocación de Kannon, ambas divinidades se presentan generalmente ante
el fiel con un aspecto femenino, por lo que choca ver estos múltiples rostros barbados y
curiosamente tocados con un único gorro que cubre todas las cabezas. Sin embargo, hay
otras representaciones, como las relativas al capítulo VI de la Tercera parte, en las que
se narran las encarnaciones de Vishnu, que parecen seguir muy directamente los
modelos dados por miniaturas indias. Cabría incluso señalar entre las ilustraciones un
tercer caso y es ese otro de aquellas representaciones, que habiéndose servido de
modelos gráficos orientales, estos son reinterpretados y recompuestos según los modos
occidentales y los modelos de perspectiva renacentista.
Esto nos hace conscientes de hasta qué punto Kircher utilizó en su afán de rigor
y documentación, todo tipo de fuentes y materiales que tuvo a su alcance para tratar de
acercarse lo más posible a aquellas otras realidades todavía lejanas.
Estos primeros misioneros se enfrentaron a todo tipo de penalidades en sus
largos viajes de Europa a Asia, pero también con la oposición del poder en buena parte
de los países en los que comenzaron su labor de predicación. En unas ocasiones era
cuestión de recelos, en otras miedo a lo desconocido, y temor a que su poder y posición
se vieran menoscabados. Por esta razón muchos misioneros fueron ejecutados por su
desacato a las órdenes promulgadas de no predicación o incluso de expulsión, y el caso
japonés fue el más notorio. En 1601 el franciscano Marcelo de Ribadeneyra dio a
conocer su Historia de las Islas del Archipiélago, y reynos de la gran China, Tartaria,
Cvchinchina, malaca, Sian, Camboxa y Japón: y de lo sucedido en ellos a los
Religiosos Descansos de la Orden del Seraphico Padre San Francisco, de la Provincia
de San Gregorio de las Philippina (BHFG3052). Este fraile fue compañero de algunos
de estos mártires, e incluso testigo de su muerte.
En 1613 en Japón, el sogunato Tokugawa incrementó su presión sobre el
cristianismo, y en diciembre, apenas tres meses después de la partida de la famosa
embajada japonesa enviada a Roma de Hasekura Tsunenaga (1613-1620), Ieyasu
redactó un decreto de expulsión, publicado en 1614 en forma de edicto. En él se
argumentaba que el cristianismo era enemigo del budismo y del sintoismo, y que
causaría graves daños a la nación si no era perseguido. En septiembre de 1614 algunos
sufrieron martirio y cerca de trescientos cristianos fueron reunidos en Nagasaki y
deportados hacia Macao y Manila. Luys Piñeyro (1560-1620) aborda concretamente las
persecuciones de esos años en su Relación del sucesso que tuvo nuestra santa fe en los
reynos del Iapón, desde el año de seyscientos y doze hasta el de seyscientos y quinze,
10
Imperando Cubosama (BHFG2969) de 1617. Aquel mismo año Lope de Vega recibió
una carta-relación del dominico Jacinto Orfanel en la que le contaba como habían
sucedido los últimos martirios de 1614. La pretensión de los dominicos era que a través
del reconocido escritor se divulgara y justificara su trabajo misionero, ganando así
mayor protección tanto de España como de Roma. Lope de Vega consideró el tema de
interés y escribió ese mismo año una obra en prosa titulada Triunfo de la fee en los
reynos de Japón. Los frailes se sintieron de algún modo escuchados cuando en 1627, el
Papa Urbano VIII beatificó a este grupo de mártires.
En 1621 se publicó otra obra, la del padre jesuíta Pedro Morejón (1562-1634),
Historia y relación de lo sucedido en los reinos de Japón y China, en la qual se
continua la gran persecución que ha auido en aqlla Iglesia, desde el año de 1615 hasta
el de 1619 (BHFG3028). Natural de Media del Campo, y Procurador de la Provincia de
Japón en aquellos años, relata con detalle la persecución y martirio de los cristianos en
el archipiélago japonés, dedicando tan sólo una pequeña parte a contar lo que sucedió en
China.
En 1624 el gobernador general de Filipinas Fajardo hizo un nuevo intento de
normalizar las relaciones, sin embargo, la embajada no fue recibida por el sogún
argumentando que no deseaban que se propagara el cristianismo en Japón bajo pretexto
de comercio. Esto equivalió a dar por zanjadas las relaciones, dándose inicio a la
expulsión de españoles de Japón (1624). Diego de San Francisco en su Relación
verdadera, y breve de la persecución y martirios que padecieron por la confessión de
nuestra Fee Católica en Iapon, quinze Religiosos de la Provincia de San Gregorio, de
los Descalços del Orden de nuestro Seraphico P. S. Francisco de las Islas Philipinas.
Adonde también se trata de otros muchos Mártires Religiosos de otras Religiones, y
seculares de diferentes estados. Todos los quales padecieron en Iapon desde el año de
1613 hasta el de 1624 (BHFG3054)17, nos relata lo sucedido justo desde que se inició la
proscripción del cristianismo, hasta la definitiva ruptura de relaciones diplomáticas con
España. El autor vivió en primera persona en sus distintas estancias aquellas
persecuciones sufridas por los cristianos, y fue desde allí desde donde llegaron las
últimas noticias que se tuvieron de él alrededor de 1632. A este periodo de
persecuciones le sucedería otro de clandestinidad (1625-1642), y por ello mucho menos
17
En este pequeño libro se incluyeron las actas de la audiencia pública que el Papa Pablo V concedió a la
embajada japonesa encabezada por Hasekura Tsunenaga. La obra comenzó a imprimirse en Manila, pero
dado que las naves que zarpaban hacia México y que debían llevar a España esta publicación salieron un
mes antes de lo acostumbrado, acabó de imprimirse en México en febrero de 1626.
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publicitado por las distintas órdenes, que con el tiempo vieron mermar su presencia en
el archipiélago.
Muchos más fueron después los viajeros hacia Oriente que con sus noticias
intentaron mantener al día a los europeos sobre lo que había más allá de sus fronteras.
Pero su carácter se diferenció bastante de estos pioneros. Todas estas obras, reunidas
con gran conocimiento por parte de Don Francisco Guerra, son hoy grandes tesoros que
nos invitan a reflexionar sobre la multitud de protagonistas de importantes y pequeñas
historias que construyeron, cada uno a su manera, la relación que hoy tenemos con estos
otros países. Su existencia y su lectura nos hacen sentir la necesidad de seguir
trabajando desde un sincero diálogo cultural.
Bibliografía:
C.E. RONAN y B.B.C. OH (eds.) East Meets West: The Jesuits in China (1582-1773),
Chicago, 1988
CRONIN, Vincent. The Wise Man from the West: Matteo Ricci and his Mission to
China. Londres: Harvill Press, 2000
DE BACKER, A. y SOMMERVOGEL, C. Bibliothèque De la Compagnie De Jesús.
Vol. VI. Mansfield (USA): Martino Publishing, 1998 (Edición facsímile de la publicada
en Bruselas, 1890-1909)
DEHERGUE, J. Répertoire des Jésuites de Chine de 1552 à 1880. Roma: Institutum
Historicum S. I., 1973.
FERNÁNDEZ, Pablo. Dominicos donde nace el sol. Manila: UST, 1958
Fonti Ricciane. Documenti originali concernanti Matteo Ricci e la storia delle prime
relazioni tra Europa e Cina (1579-1615), ed. P.M. d´Elia, 3 v. (Roma, 1942-1949)
GALLAGHER, L. J. (ed.) China in the Sixteenth Century: The Journals of Matthew
Ricci 1583-1610. Nueva York, 1953
GUADALUPI, G. y STOCCHI, G. (eds.) La China: las artes y la vida cotidiana vistas
por el P. Matteo Ricci y otros misioneros jesuitas. Milan: Franco Maria Ricci, 1989.
Internacional Symposion on M. R. His Legacy in East Asia. Seul, 1983
MEDINA, F. T. La imprenta en Manila, desde sus orígenes hasta 1810. Santiago de
Chile, 1896. Copia facsímil, Valencia 1993.
O´NEILL, Charles E.; DOMÍNGUEZ, Joaquín Mª (eds.). Diccionario Histórico de la
Compañía de Jesús. Biográfico-Temático. Madrid: Institutum Historicum, S.I.,
Universidad Pontificia de Comillas, 2001
OCIO, Hilario y NEIRA, Eladio. Misioneros Dominicos en el Extremo Oriente (15871835). Manila: Orientalia Dominicana, 2000, pp. 68-69.
Opere storiche del P. Matteo Ricci, S.J., ed. P. Tacchi-Venturi, 2 v. Macerata, 19111913
PFISTER, Louis S.J., Indices biographiques et bibliographiques sur les Jésuites de
l’ancienne mission de Chine. 1552-1773. Shanghai, 1932 (Reimpreso en San Francisco
por Chinese Materials Centre, 1976)
RONAN, CH. E. (ed.) East meets West: the jesuits in China, 1582-1773. Chicago:
Loyola University Press, 1982.
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SIMON DIAZ, José. Dominicos de los siglos XVI y XVII: escritos localizados. Madrid:
Universidad Pontificia de Salamanca, Fundación Universitaria Española, 1977 (No
consigo encontrar en él su referencia a este libro)
ZEULI, C. (ed.) Matteo Ricci, S.J. Lettere del Manoscritto Maceratese. Macerata, 1985
ILUSTRACIONES:
Al margen de los frontispicios que se crea conveniente insertar, son muchas las
ilustraciones que del libro de Kircher se podrían utilizar:
 Johann Adam Schall y Mateo Ricci mostrando el mapa de China FG 2961 0002
 Mateo Ricci y Xu Guangqi, grabado aparecido por primera vez en la edición
china de Los Elementos de Euclides (1595) que ambos tradujeron
conjuntamente. FG2961 0007
 El grabado de inicio en el que se muestra, probablemente a Francisco Javier
contemplando el mapa de Asia. Del libro de Daniello Bartoli Dell´Istoria Della
Compagnia di Giesu. L´Asia. Parte Prima FG2962 0003
 Representación de divinidades budistas. FG 2961 0010 y 0011
 Representación de las encarnaciones de Vishnu FG 2961 0016
 Representación de un emperador mogol en audiencia FG 2961 0005
Con relación al diccionario, aunque no he encontrado el modo de introducirlo en el
discurso, he recogido la siguiente información:
Vocabulario de Japón, declarado primero en portugués por los Padres de la Compañía
de Jesús de aquel reyno, y agora en Castellano en el Collegio de Santo Tomás de
Manila. Ed. Tomas Pinpin, Manila 1630. Fue compuesto por el misionero dominico
Jacinto Esquivel mientras se preparaba en Manila para la misión de Japón (Borao, José
Eugenio. “La colonia de japoneses en Manila en el marco de las relaciones de Filipinas
y Japón en los siglos XVI y XVII”. Publicado en Cuadernos Canela. El autor pertenece
a la Universidad Nacional de Taiwan, y localicé el escrito en internet, pero no tengo la
página).
El diccionario contiene unas treinta mil palabras y nos explica hasta los términos
budistas, e incluso términos técnicos de la literatura japonesa. La razón por la cual se
publicó en Manila fue que en Japón, desde finales del siglo XVI se estaba persiguiendo
el cristianismo.
Otro diccionario de importancia es el de Diego Collado, dominico que pasó tres años en
Japón. En 1632 publicó en Roma su Dictionarium sive Thesauri Iaponicae
Compendium, y en 1985 se localizó otro diccionario del mismo misionero Vocabulario
de la lengua japona, también fechado en 1632.
De forma casi paralela, con estos diccionarios se van editando, aunque de modo lento,
tratados de gramática japonesa. Uno de sus autores fue precisamente el citado misionero
Diego Collado, quien redactó un trabajo lingüístico de primer orden, Ars Grammaticae
Iaponicae Linguae, publicado igualmente en 1632. Esta gramática japonesa de Collado,
escrita en latín, es tan importante que hay a su vez traducción japonesa, y sigue siendo
una referencia fundamental para los estudios filológicos.
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