Adelante : Órgano del Partido Socialista Obrero [Español ] (México

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A d m td o r.: J. R. O L A Z A R A N
REGISTRADO COMO ARTICULO DE 2? CLASE EN LA ADMINISTRACION DE CORREOS DE MEXICO, EL 19 DE AGOSTO DE 1942.
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FRANQUEO CONCERTADO
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P re c io : 15 centavos
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LOS DESTINOS DE ESPAÑA LOS DECIDIRA SU DEMOCRACIA
DEMOCRACIA
ESPAÑOLA
De la misma manera que cuando un puebl
—en la guerra— no se siente vencido no exisl
íuerxa humana capaz de hacerlo capitular, cuand
la democracia no se somete, por su propia voluntat
.» la tiranía, acaba per triunfar de éítta. A ese res
|MClo, la actual contienda ideológica-militar nos e:
tá brindando maravillosos ejemplos. España —1
•scribimoíi con orgullo de españoles— ocupa el pr
mer lugar entre esos ejemplos. Ahí está, brindár
dolo a la imitación, la resistencia militar, opueiH:
durante treinta meses, a las fuerzas combinadas d
la traición y de la invasión, y la oposición firme d
los españoles a someterse a Franco ¡Con que nc
imiten, hasta el fin de suró fuerzas, los demás pu<
blos antifascistas, y sigan por la senda del sacrif:
eio que, desamparada y sola, tomó, sin titubeo:
España, poniendo los primeros jalones de la luch
contra el totalitarismo, pueden darse por satisfs
chosl Con la satisfacción de* saber que cumplimo
çon nosotros y con la democracia universal nos di
mos, por pagados, los españoles. ¿Orgullo de raza
No. Simplemente, esto: apreciación de la propi
estimación. Por tenerla en muy alta estima nc
,hemos abstenido de acudir, quejumbrosos, en d<
manda de favores. No va con el natural carácie
español, mendigarlos. Pertenecemos a un puebl
altivo, de casta de hidalgos, al que la limonsn
afrenta porque, está acostumbrado a dar a mano
lfenas. La justicia es lo único que llena les anhelo
de España. La pedimos cuando el nazifascismo ir
vadió nuestra patria, y se nos negó. No nos senti
mos atormentados por el hecho. Defraudados, ;
nada más. De nuestra dignidad —dignidad conscien
i »— no podía esperarse otra cosa. Por eso —n
está demás recordarlo— volvimos la espalda, coi
desdén, a los gobiernos que después de pasar po
la vergüenza de ver pisoteado —y de pisotear ello
fiemos— el derecho internacional, los convenio
y los tratados^ pretendían —absurda prelensiic)
tratándose de España— que la República aparecier
tentada, en el banquillo de los acusados, al lado d
los fialieadores de países pacíficos. Londres con si
SSPtfiS de xto Intervención —autor de la interven
P»n— Y Ginebra, con su Sociedad de las Naciones
^we permitía el crimen que el nazifascismo comí
^tia con la democracia española, se grangearon <
¿desprecio de un pueblo que, como el nuestro, sab<
^cuando llega el caso —muchas veces lo ha demos
^tirado— no someterse a la injusticia aunque vay
acompañada del terror.
A la injusticia de los gobiernos llamados déme
créticos, y a la cobardía universal —bien cara est
pagando el mundo una y otra— debióse la derrot
sufrida por el pueblo español. Derrota de las ai
mas, no del espíritu. Si tuvimos que abandona
aquellas ante la mirada indiferente de un' mund
qué, torpe, no comprendía el alcance de la trage
día de medio millón de es¡pañoles que se exilabar
y lo que significaba el puerto de Alicante, sí supi
mos, en cambio, conservar, íntegra, toda nuestr
fe en la democracia. No en la que nos había trai
donado, que no lo era más que de nombre, sin
tn la otra, en la que está destinada a ser —y lo ser
'después de la guerra, pese a todo contubernio ei
contra— el vehículo del progreso humano.
A ech democracia estamos —como lo estuvimo
siempre— adheridos. Sin reservas mentales. Reite
rarlo puede parecer innecesario. No lo es, sin en
bargo. Lo sería, en todo caso, si a nosotros solos
socialista^ nos estuviéramos refiriendo. Pero es
tamos abarcando con la mirada a toda la democraci
española. A la consciente de sus deberes para coi
el- país. A la que no se produce en demagoga, i
la que está percatada de que la reconstrucción pe
lítica, económica y social de España ha de exigi
■de todos, sin excepción, sacrificios y abnegaciones
'‘Quienes no esten dispuestos a hacerlas no podrá
tener cabida en el concierto de las voluntades es
pañolas,' decididas a que la de España sea respetad
dentro y fuera de susJ fronteras. No habrá de se
‘ el Partido Socialista el que menos sacrificios hay
-de hacer. Sacrificios, no renunciaciones, en el oí
«den doctrinal. Las renunciaciones quedan, de ma
ñera obligada, para loy que, egoístas, han pretendí
do volver atras las agujas del reloj de la evolució;
del mundo. Y también para los que no han salid
de la tierna edad de la utopía.
Sabemos a cuanto nos obligan las palabras qu
escribimos, y no desconocemos que nuestro pape
en España es el de abanderados de la democracia
Nos lo impone todo cuanto somos y representamos
No flaqueará en nuestras manos la enseña. Valg
lo manifestado como indicativo de que Españ
•erá una democracia auténtica, sin interferencia
: «ganas.
I El Gobierno de M é x ic o
y la J. A . R. E.
i
El Gobierno de México, en uso de unas facultades
I que no estamos autorizados a discutir, se ha hecho
i cargo de la administración de los fondos de la JARE.
H El acatamiento de la disposición oficial es una ob!,iB guión a la cual nos atenemos respetuosamente. A
I lo,que no nos sentimos obligados es a aplaudirla.
»'$** .-papel no nos corresponde, mucho menos cuando
j S# faltan españoles refugiados que \o toman a su
B cargo con singular impavidez, adecuada, por otra
I IB * a su psicología. Para distinguirnos de ellos
B 'le «criben, precisamente, estas palabras.
El día 9 se han cumplido 17 años de la muerte de Pablo Iglesias. Un Aniversario más. Transcurren los
años, es cierto, pero no se apaga en la mente de los socialistas españoles, el recuerdo del Abuelo. En la nues­
tra está siempre muy presente. Creimos en Pablo Ig lesias como hombre y como conductor de masas. Sus
enseñanzas nos abrieron los ojos a la doctrina socialista y de .su conducta tomamos mucho para inspirar la propia.
Gracias a eso seguimos creyendo en el Socialismo que Pablo Iglesias sembró en España, y sabemos que
comprender y razonar son dos grandes virtudes. Seguir creyendo en Iglesias equivale a proseguir la obra que
él emprendió, joven aún, en España. Nosotros seguimos creyendo en el Abuelo, con la misma fe inquebran­
table de antaño seguros que siguiendo la ruta que é 1 nos indicó triunfará en España el verdadero espíritu
socialista. El que no se alimenta de personalismos n i caudillajes.
Renovar los sentimientos no está de más si sir ven —para nosotros sí sirven— de acicate en la lucha
por los ideales que nos fueron legados, a los que prest amos, ai ingresar en el Partido, la firme promesa de
servir con decisión sincera. Así lo hemos hecho ha sta ahora y así seguiremos haciéndolo en el futuro.
En esa forma —sólo en esa forma— nos consideramos dignos discípulos de Pablo Iglesias.
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Por nuestra parte, hoy, nada más. Hemos preferido que en este XVII Aniversario de la muerte de
Iglesias, nos hablen de él unos viejos socialistas que e l azar de la guerra ha traído a México. Efemérides
del Abuelo impregnada del sabor augusto de su pers ona. Uno solo de entre esos viejos socialistas no ha
podido corresponder a nuestro requerimiento, el compañero Santiago Pérez Infante que, enfermo él mismo,
no se mueve estos días de la cabecera de la cama de su compañera, atacada de gravísima enfermedad que
Dos lecciones
inolvidables
Muy amablemente, un redactor del órgano oficial de
nuestro Partido, me formula esta pretensión: espero que
para el próximo número de “ADELANTE” trace Ud.
unas líneas en relación con Pablo Iglesias. Queremos que
en aquél aparezcan las firmas de Atienza, Pérez Infante,
Lacambra, Núñez Tomás y la suya. Consecuencias de ser
viejo socialista —y socialista viejo—, pienso yo por mi
parte. Me niego porfiadamente al requerimiento, no ya
sólo en atención a mi incapacidad para abordar la em­
presa, sino también, y principalmente, porque respecto de
la larga y gloriosa historia de Pablo Iglesias se escribió,
por plumas magníficamente forjadas, casi cuanto debía
escribirse.
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í¡-
*
No es tarea fácil conseguir de los socialistas vascos
_me refiero casi exclusivamente a los vizcaínos
la ad­
hesión completa a determinada persona. Sépanlo de una
vez quienes nos cuelgan el sambenito de islas --ellos,
quizá sin darse cuenta, lo son y lo exteriorizan
por el
hecho de que sintamos intensos afectos, en justa reci­
procidad, hacia un correligionario. Pero tampoco somos
aniiísias. Somos socialistas, nada más. Y nada menos.
Estamos en cada momento, en cuestiones que atañen a
nuestro Partido, con quien a nuestro juicio las plantea con
más oportunidad y más acierto. Nuestra idiosincrasia no
por ello debe calificarse de fría— resulta poco propensa a
conducirnos a la unión espiritual, decidida, con nadie, sin
antes examinar, con detenimiento, la pertinencia de en­
tregarnos, en correspondencia mutua, a las pruebas de
confianza de que se nos haga objeto.
En el caso de Pablo Iglesias, por excepción, la her­
mandad de sentimientos brotó velozmente. He ahí por
qué teníamos reservada para él una estimación absoluta,
un entrañable cariño, una total veneración. Nadie supo
conquistarnos tan rápida y completamente. Su sinceia ala.
bilidad, su carácter simpático, sus predicaciones caren­
tes de estridencias, persuasivas hasta para el mas injusto,
atinadísimas, nos unieron a él por siempre.
* 'r *
Ya en .su primera visita a Bilbao —hablo del año
1890_ su trato nos demostró que nos hallábamos ante
un hombre extraordinario, de una grandeza moral sin
límites, abnegado, amante de los trabajadores, que vivía
por el ideal y para el ideal socialista. ¡Qué pena que,
joven aún, padeciera, a consecuencia de las privaciones
a que su apostolado le condujo —no debemos olvidar la
tremenda guerra frente a la clase capitalista en que se
embarcó— una enfermedad que había de trocarse en cró­
nica, como resultado del esfuerzo a realizar y de la im­
posibilidad de someterse al régimen en tales circuns­
tancias aconsejado, no sólo por falta de medies econó­
micos, sino también porque no se avenía a abandonar
el camino emprendido. Con su envidiable espíritu de sa­
crificio, dando generosamente a pedazos su vida por de­
fender la causa de los trabajadores, iba de pueblo en
pueblo, alimentándose mal, y durmiendo peor, con la
pretensión de inculcar en los cerebros de las masas obre­
ras las teorías marxistas. ¡Cuánta y cuán cara labor la
suya!
El hombre y su obra
^ 11 i
w.
Aunque pueden contarse ya por los dedos de u a
mano los hombres que mantuvieron estrecho contac oí
con Pablo Iglesias desde los muy lejanos días de la fe
mación de las Agrupaciones socialistas en España y o n1
ellas, algo después, la creación del Partido Socialista Obr
ro, esos escasos supervivientes comprueban año tras ai oí
que los grandes núcleos de afiliados al Partido tras i ni
largo y penoso período de propaganda a través de nuest a:
Península, propaganda sostenida principal e incansabl
mente por el desaparecido Abuelo, no han echado i h
olvido su memoria, y que si bien no han menester pa a
recordarle, la llegada de la luctuosa fecha de su muerl i,
pues constantemente lo tienen presente y les sirve i e
guía en su actuación, aprovechan las efemérides para r inovar su fe en las doctrinas inculcadas en ellos y ma
tener viva la confianza en un porvenir que libre a la h
manidad de la horrible situación presente, a la que 1 a
venido a desembocar el ya caduco régimen capitalist i,
incapacitado para mantener el equilibrio moral y materi I
del mundo a causa precisamente del enorme desarrollo <e
los elementos materiales acaparados por el mismo r
gimen.
Claro es que la desaparición de un hombre, por muel a
que haya sido su influencia moral sobre las multitud s
que adoctrinara, no paraliza la marcha de las ideas ser
bradas, pero no es menos evidente que si tal desapai
ción coincide con períodos críticos de la historia de ^
humanidad —para citar un solo caso vale el del asesina
de Jaurés—, yo me permito creer que si nuestro Pab
Iglesias hubiera vivido al promulgarse la República e
pañola de 1931, en vez de desaparecer cuando se hallal el
en gestación el cambio de régimen y en plena dictadu a
España, sus consejos y sus advertencias hubieran sic
de alto valor para todos, y quién sabe si pudieran hab r
evitado los tropiezas que la República sufrió, y no s
lamente por los ataques de los adversarios, sino por I
errores padecidos y que ahora reconocen todos.
Esta apreciación mía, puramente personal, se basa (
el hecho de haber convivido con Iglesias durante mi
chos años, en los organismos directivos del Partido, ai a
cuando en puestos secundarios, y haber podido observi
su clara manera de tratar los asuntos, de enjuiciar 1
acontecimientos, de formular conclusiones; y conste qt
en todas las ocasiones era Iglesias el último en exponi
su opinión, pues siempre demandaba primero la de 1<
demás camaradas. Y si la suya discrepaba en algo de la
ajena, la sometía a discusión y quedaba al cabo aprobado por acuerdo unánime.
Para demostrar su claro razonar y su indiscutible
dialéctica, citaré sólo dos ejemplos de intervenciones su­
yas en que demolió por completo la obra de la política
burguesa. Fué la primera, allá por los años 1884, cuando
se verificó una información pública organizada por una
Comisión de reformas sociales que presidía el señor Mo­
ret, y a la cual dió el golpe de gracia un informe escrito
de él, en representación de la Asociación del Arte de
Imprimir, pero que fué leído por Matías Gómez Latorre,
entonces Secretario de la Sociedad. El segundo caso fué
el discurso que pronunció en tiempos de Canalejas en
una información pública abierta en el Congreso para discutir un proyecto de ley de represión del terrorismo, y
a la cual acudieron las organizaciones obreras. El dis­
curso que en contra del proyecto pronunció Iglesias fué
el último que se oyó en aquella información. El proyecto
quedó desechado.
Muchas veces visitó Bilbao, para alegría nuestra,
unas, con el fin de repetir su propaganda, otras, pala pre­
senciar las luchas electorales en qüe figuraba como indis­
cutible candidato del Partido, a propuesta, aceptada por
aclamación, de la Agrupación de la capital vizcaína. El
orgullo nuestro, el de los socialistas bilbaínos, hubiera
sido que Iglesias ocupase por primera, vez un escaño en
el Parlamento español, como representante de mi ciudad.
Pusimos siempre tanto empeño en su triunfo, que el día
en que se verificaba la elección, se convertía en día de
contiendas sangrientas. Hubo ocasión en que antes de la
hora’ del escrutinio hicimos pedazos la mitad de las u r­
nas electorales. Nos dolía el resultado adverso. No obs­
tante, todos nuestros esfuerzos resultaban poco menos
que estériles. Los candidatos que se nos oponían pagaban
los votos de los electores a ciento y más pesetas. Hacían
previamente, levas de agentes con matones, y licenciados
de presidio, al objeto —sin conseguirlo, pues nos en­
frentábamos valientemente con ellos— de amedrentarnos.
Las autoridades de todas clases, civiles, militares y ecle­
siásticas, se volcaban abierta y descaradamente del lado
de nuestros adversarios. Aunque éramos pocos, todos, sin
embargo, nos entregábamos íntegramente en la pelea,
porque lo merecían no sólo las ideas sustentadas, sino
igualmente el principal apóstol de ellas, Pablo Iglesias.
*
Quisimos un día los socialistas bilbaínos demostrar
Después, cuando ya tuvo asiento en el Congreso, fue- a Iglesias el afecto que por él sentíamos, dándole la sen­
ron notables sus discursos cada vez que trataba cual­ sación de que no nos bastaba con el calificativo de com­
quier asunto de Índole obrera, y era tal la impresión que pañero, usado oficialmente. Y, aprovechando una visita
producían sus intervenciones que generalmente era el que nuestro venerado correligionario hizo a Bilbao, le
propio Jefe del Gobierno el encargado de contestarlas. ¡ bautizamos, civilmente, de sorpresa, con este nombre:
Canalejas, Romanones, M au ra... hubieron de enfrentarse EL ABUELO, a propuesta de Eugenio Ubiríchaga. mo­
con él en las réplicas, pero sin lograr destruir el efecto de desto obrero que, como todos, quería a Iglesias de modo
su aplastante lógica.
extraordinario.
EL ABUELO se le llamó después a Iglesias en toda
Tal era el hombre que perdimos hace diecisiete años España, con gran complacencia por parte del interesado
y cuyo recuerdo perdura hoy en el corazón de quienes y gran alegría por la nuestra.
lo conocieron, y, en lo sucesivo, en el de quienes reco­
51- * '[•
gieron sus enseñanzas y las defienden sin desmayo.
No quiero term inar estas mis divagaciones sin dejar
consignado que las lecciones que más pertinazmente nos
Antonio ATIENZA.
diera Iglesias, tanto en sus visitas a Vizcaya, como en las
que nosotros le devolvíamos cuantas veces se nos brindó
^
$ la ocasión de verle en Madrid, ya en la Casa del Pueblo,
ya en su domicilio de la calle Ferraz, fueron estas dos:
“Para ser socialista es, preciso ser hombre bueno”. “Tanto
en el Partido como en el Sindicato, debéis defender con
,
tesón la disciplina, sin la cual ni uno ni otro significan
casi nada”.
|
\
Y los socialistas vascos no hemos olvidado ni que­
remos olvidar ambas lecciones. Nuestra conducta prueba
evidentemente que seguimos al respecto la norma tra­
zada por EL ABUELO.
En tercera página: \
\
\ Texto í ntegro de la \
[ \ Conferencia del compa- ¡!
; ñero MANUEL ALEAR. \
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I 1
|
Rufino LAISECA.
T R I N I D AD
A D M I RABLE
■ *= N O T A / —
Los educadores del Pueblo
IN F O R M A T IV A S
. Empleamos en nuestro epígrafe la
palabra “trinidad” como concepto sim­
bólico que comprende a tres personas
distintas que forman un solo postu­
lado, y le añadimos el adjetivo de
“admirable” porque tal fué la cate­
goría y amplitud de realización que
consiguió la labor que, aunque inco.
nexa, porque se verificó dispersa en.
tre sí y sin plan preconcebido entre
sus factores, llegó a cristalizar en la
opinión del pueblo español con el mis­
mo inevitable', destino con que las
aguas de los- grandes ríos van a. pa­
rar ál mar.
Aunque el tema merece ser motivo
de amplias y profundas consideracio­
nes sociales, este modesto coplero sólo
aspira a dejar sentado que los tres
hombres que hoy vamos a destacé',
—Giner, Iglesias, Besteiro— har
los más grandes educadores '
blo y a quienes en gran »- L u 5ebe
la transformación de ^ añ“ y el i¿ .
a*CnanZP el espíritu liberal
- Ia monarquía «secular
que nofbQ
nos a0f^°r
s f ^ iaba
proclamación dé la República habría
sido más difícil y sobre todo, más
violenta. La compenetración cordial e
inteligente de ambos sectores del país
pudo ser perfecta y realizar una pro.
funda revolución en forma que asom.
bró al mundo entero por lo consciente
y lo pacífica.
Las actividades de Giner y de Igle­
sias —almas gemelas también en lo
de evitar toda violencia innecesaria_
fueron, por tanto, coincid'entes, a pe­
sar del no acuerdo pt»Vi0, para crear
la nueve España o-Je surgió el año
1931 y que, a Tesar ¿e ios tropiezos
del m o m er'^ gS ia qUe habría de
seguir -Jj destino y continuar el ca.m ir.o de liberación que entonces co­
menzó.
* * *
Ninguno de ambos educadores vió
realizada su tarea. Ello es natural, pües
así ocurre a los hombres extraordi­
narios, grandes sembradores de ideas.
La tarea de roturación de la concien­
* * *
cia colectiva es siempre muy ingrata
A mediados del siglo pasado entre y la semilla tarda en dar frutos, que
las clases intelectuales españolas eran suelen ser para las generaciones fu­
objeto de estudio y debate las diver. turas. Giner moría el año 1915 y al
sas escuelas filosóficas, sobre todo las desaparecer de entre los vivos tenía
modernas alemanas que con Kant, He. la conciencia tranquila y “la camisa
gel y Krause venían a remover las limpia”; había realizado una gran la­
viejas ideas y concepciones. Uno de bor y su alma, siempre joven, noble
los grupos que más relieve adquirió y generosa, tenía por descontado que
en nuestro país fué el krausista, que no tardarían en conseguirse los resul­
dirigía D. Julián Saenz del Río, alre­ tados. La Institución Libre de Ense­
dedor del cual se agruparon cabezas ñanza, su gran obra, no había sido
■firmes y de orientación moderna, entre ineficaz, estaba bien asegurada en ma­
las que destacaba D. Francisco Gi­ nos de destacados discípulos, al frente
de los cuales se hallaba D. Manuel
ner de los Ríos.
Esta inquietud espiritual que se re­ Bartolomé Cossío, quien mantuvo los
velaba entre el núcleo de los selectos prestigios de Giner hasta el año 1935,
hallaba como contraste violento el con. en que también falleció el digno con­
cepto rutinario y bestial de los gober­ tinuador de la Institución.
Tampoco Iglesias vió conseguidas
nantes que sufría España. Y un día
tales autoridades atropellaron los al­ muchas de sus ilusiones; pero las de­
tos prestigios de la Universidad de jaba en vías de realización y al des­
Madrid, en donde un importante gru. aparecer el Abuelo en el año 1925 se
po de profesores defendía el principio llevaba el convencimiento de que su
de la libertad de la cátedra. Mante­ obra —el Partido Socialista y la Unión
nidos éstos en la dignidad de su pen­ General —era ya indestructible. Que­
samiento, el Gobierno reaccionario no daban numerosas y destacados secua­
tuvo otro modo de razonar que lanzar ces para la tarea y, sobre todo, en el
de sus aulas a tan sabios maestros, alma de los trabajadores había fruc­
destituyendo de sus cátedras a hom­ tificado ya la semilla lanzada durante
bres cual Giner de los Ríos, Salmerón, medio siglo.
Morayta, Azcárate, González Serrano
Entre esos discípulos destacados se
y otros que no recordamos, sólo por-: hallaba Julián Besteiro, en el que
que no se prestaban a hacer traición concurrían las circunstancias de ha­
a su conciencia y a su pensamiento ber venido al Partido con una pre­
como educadores. De momento triun­ paración doctrinal y filosófica como
faba una vez más el triste concepto de pocos, haber sido alumno de la Ins.
la retrógrada Universidad de Cervera, titución, discípulo predilecto de D.
que condenó la “funesta manía de Francisco Giner y amigo cordial de
pensar”.
Cossío. Como ellos, tenía Besteiro el
Pero este núcleo de catedráticos des­ corazón limpio y la conciencia firme,
poseídos de sus puestos comenzó a ac­ motivos por los que, cuando vino al
tuar en la vida pública, cada cual se­ Partido, encontró en Iglesias otro Maes.
gún su modo peculiar, sosteniendo su tro, otra alma gemela, y sirvió al pro­
concepto moderno acerca de la peda­ letariado con avocada devoción, pres­
gogía. Entonces D. Francisco Giner de tándole, en todo momento las altas do­
los Ríos tuvo la feliz idea de crear tes de su inteligencia, de su bondad,
la gloriosa Institución Libre de En­ de su sabiduría...
señanza que tanto impulso dió a la
Pero al convertirse Besteiro en guía,
didáctica en España al situarse frente el postulado filosófico de -la Institu­
a la anquilosada enseñanza oficial. Y ción Libre de Enseñanza, el alma nue­
durante medio siglo fué Giner el más va de las clases medias españolas, se
puro, el profesor de mayor limpieza hallaba emparejada con la fortaleza
que ha tenido nuestro país.
espiritual de un proletariado cons.
El selecto núcleo de educacionistas cíente y organizado en el terreno eco­
que se congregaron alrededor de la nómico y político, y de este ensamalta autoridad moral ,y pedagógica de blamiento popular habían de surgir
D. Francisco Giner ha realizado la necesariamente acciones positivas pa­
obra más inmensa que han conocido ra hacer una España grande y feliz.
las modernas generaciones. Si los en-’ Besteiro era la genuina. represen­
ciclopedistas fueron el espíritu básico tación de esta inmensa obra a realizar,
e impulsor ele la Revolución Francesa, siguiendo la tarea de Giner y de Igle­
la Institución Libre de Enseñanza ha sias, y en ello estaba cuando surgie­
sido el. órgano creador del alma que ron las perturbaciones de todas clases
transformó a España hacia las moder­ que nos han traído el estado actual...
nas concepciones liberales. Las sucesi­
No importa. En las sociedades mo.
vas promociones de jóvenes perfecta­ demás nada es obra de uno solo. La
mente capacitados que anualmente simiente fué desparramada en terreno
lanzaba la Institución eran soldados propicio. Cuando salga el sol comen,
aguerridos y conscientes para el ejér­ zará a fructificar y aunque lamente­
cito de la Democracia que un día ha­ mos la pérdida de estos maestros, co­
brían de apretar sus filas en lucha mo la de tantos y tantos colaboradores
abierta contra la reacción, el despo­ anónimos, considerando que ninguna
tismo y la inmoralidad política y ac­ fuerza de la naturaleza se pierde, si­
tuar junto al pueblo en la instaura­ no que se transforma en energía, le­
ción de Ta República como forma de vantemos la mirada y con ánimo re­
gobierno de mayores garantías para la suelto y decidido afirmemos que, gra.
vida ciudadana española.
cias a la obra de esos educadores del
pueblo, el porvenir es nuestro.
* * &
Perico el CIEGO.
No sabemos que jamás haya habido
relación ni trato personal entre Don
Francisco Giner y Pablo Iglesias, aun.
que la edad de ambos no difería en
mucho (Giner nació en 1840 e Iglesias
en 1850). El primero se movía entre
las clases medias y el segundo entre
Envío de toda clase de víveres
modestos obreros. Estamos seguros de
a
España por la República Ar­
que, uno y otro, al observar la obra'
gentina todos los meses, hasta 10
que realizaban, se mirarían con sim­
patía recíproca; pero actuaban en pla­
kilos de peso por bullo. Todos
nos sociales distintes y en aquellos
los gastos de Aduana compren­
tiempos o se miraba con hostilidad o
didos. Garantía bancaria exten­
con indiferencia la acción del prole­
dida por el Sr. Lopes, agente
tariado, tanto más porque careciendo
éste todavía de fuerza no se le con­
general en México. Seguridad
cedía la debida categoría de belige­
absoluta. Atiende. A N T O N IO
rante.
C A S A I S . Emparen, 14 - Dio. 8
Pero es indudable que tanto Igle­
Teléfono 13.96-52 . México. D. F.
sias como Giner estaban llevando a
cabo una obra que, aunque realizada
entre masas distintas, llevaba un
•rumbo idéntico y en un momento da.
do confluirían en el mismo punto del
camino. A pesar de su falta de coor.
dinación convenida, era ineludible la
concurrencia en los destinos de la His­
toria. Debemos decir más: la labpr de
"L A P A I L A"
estos dos admirables educadoras era,
más o menos conscientemente, com­ Paquete Familiar surtido en varios
plementaria entre sí; si Iglesias no
cortes y distintos colores
educa a los trabajadores, tanto en el
TIPO ESPAÑOL
terrenó sindical como en el político,
Caja
de 5 kilos $4.90
en la forma que lo hizo, las clases me­
Pedidos a:
dias capacitadas por Giner hubieran
ANDRES CAÑETE
carecido de un pueblo preparado y la
transformación del régimen no se hu­
Teléfono Eric. 13-59-30
biera realizado sin derramamiento de
Reparto a domicilio
sangre; si, por el contrario, el prole­
Llame
usted al teléfono y será
tariado no se hubiese hallado junto a
servido en el acto.
una clase media fuerte, con el espíritu
impregnado de las modernas ideas, la
EXPRESS IBERIA
Despacho de
J 4 E C N
H O T E L
LA
PAZ
“ P E R L A ’’
Decididamente, a los dos años y unos meses de forcejeos para ver quic
se alzaba con el poder en la Francia vencida, humillada y hambrienta, »
totalitarismo aparece triunfante en toda la línea. Con la total invasión 4>
CANADA
mano de obra todavía aprovechable. suelo francés las medias tintas han desaparecido. Hoy no hay más que«
La Junta Nacional del Trabajo de Gue­ color en Francia. El que imponen, apoyados por las bayonetas nazis, los h»
LA SANIDAD INDUSTRIAL Y LA rra, que actualmente funciona por me­ bres de confianza de Alemania. Los que a ellas se vendieron antes de l
PREVENCION DE LOS ACCIDENTES dio de secciones regionales, tiene una
guerra. Los quintacolumnistas de Otto Betz. El triunvirato de malvados $
tarea urgente a realizar sobre los di­ forman Laval.Doriot.Deat.
El número de accidentes industriales versos problemas planteados.
En las manos de esos tres hombres están los destinos de Francia. L»
comunicado á la Oficina del Fondo de
del proletariado francés, sobre todo, que es el que codicia, para sus fábrl»
Compensación se elevó en 1941 en la
de guerra, Hitler. Hasta hace poco pudieron resistirse los obreros franceé
proporción de un 20 por ciento, llegan­
a ser trasladados a Alemania. Se resistieron, y el plan de entregar 300,(1
do a la cifra de 314,514, de ellos, 1,217
esclavos al dictador alemán a que se había comprometido Laval, fracasó, b
mortales. Aunque desgraciadamente no
pudo hacerse cuando aún había algunos soldodos franceses en los cuartel»
existen estadísticas sobre las horas de
y la flota estaba en el puerto de Tolón. Los invasores y el triunvirato Lav»
trabajo perdidas a causa de estos acci­
Doriot Deat, temían a una sacudida del pueblo francés, a una reacción i
dentes, estas cifras récord demuestran
sus hijos aún en armas, capaz de provocar un estallido en el alma de 1»
que la salud de los obreros y la pro­
descendientes de la Revolución francesa. Por eso los alemanes y el triunviro
ducción de armamentos han sido se­
han esperado a que los últimos acontecimientos habidos en el país galo*
riamente afectadas por falta de una
para acabar con la ridicula pantomima que representaba <
A L consumaran,
adecuada legislación protectora del tra­ H O M E N A J E
gobierno del viejo Petain. Ni éste, ni los que se dicen sus colaboradores sif
bajo. La Central Nacional ha presenta­
nifican nada en Francia. Toda apariencia de libertad ha desaparecido, i'
pueblo francés —como casi todos los de Europa— está sometido a la tira»
do al Gobierno un escrito reclaman­ C O M P A Ñ E R O
totalitaria. Ha entrado en el destino trágico de trabajar, sin descanso, |
do la presentación de un proyecto de
provecho de los alemanes. Toda resistencia será ahogada en sangre. La nocí
seguro de enfermedad y una ampliación J IM E N E Z DE A S U A
nazi, una noche terrible, se ha cerrado sobre el proletariado francés.
y mejoramiento en l a .inspección para
La actual situación es, efectivamente, la más espantosa porque ha atft
prevenir los accidentes. Las previsio­
CIRCULAR A LOS AFILIADOS
vesado Francia, a lo largo de su historia. No compartimos el temor de qtf
nes establecidas por el Gobierno en
todos los contratos de fabricación de
Estimado camarada: Tenemos la sa­ ' no haya de poder salir de ella. Francia es un país de tradición liberal],
armamentos han sido insignificantes; tisfacción de poner en su conocimien­ revolucionaria que en no pocas ocasiones ha renacido de sus propias cenizij
pero aún así su aplicación no fué de­ to que el día 22 ó 23 del corriente mes Su proletariado es indomable. Lo acreditan de tal la Comuna y lu Coij
bidamente inspeccionada. Esto, por llegará a esta capital, nuestro com­ vención. Un pueblo con antecedentes históricos de esa naturaleza, r.o sí
cumbe.
<
ejemplo, es ampliamente practicado en pañero Luis Jiménez de Asúa.
Y los franceses no olvidan que son hijos espirituales de un triunviro
la Gran Bretaña y ha sido reconocido
El citado compañero al que la Uni­
que salvó a Francia, en momentos en que iba a ser engullida por Europa. PÍ
aun por la Alemania nazi; pero aquí versidad chilena se ha honrado al dis­
eso,
cualquier día, otros Danton, Marat, Robespierre, acabarán con la tiran!
no ha sido aceptado como principio tinguirle con el nombramiento de Doc­
por algunas autoridades y por muchos tor “Honoris Causa” de la misma, ha de Laval, Doriot, Deat.
directores de industrias. Horas excesi­ dado un curso de conferencias, so­
vas, descansos, insuficientes, pobreza de bre Derecho Penal, en la citada Uni­
elementos sanitarios, luz y ventilación versidad. En estos días es en la Uni­
defectuosas. .. Todas estas circunstan­ versidad de la República Cubana don­
cias no sólo minan la salud de los de explica, también sobre Derecho Pe­
trabajadores sino que surten un perni­ nal, un ciclo de conferencias. Su paso
cioso efecto sobre la producción indi­ por México lo aprovechará la Univer­
vidual y total. La propaganda educa­ sidad de este país para, sobre la misma
dora puede producir resultados posi­ materia jurídica, escuchar la palabra,
tivos; pero a condición de que las auto­ en el mundo autorizadísima, de Ji­
AFRICA DEL SUR.—National Joint Society’s home. Sandhurst Road, Gi
ridades adopten medidas enérgicas. Las ménez de Asúa.
Committee South Africa Trades & gaon, Bombay.
organizaciones han planteado ante el' La Junta Directiva del Círculo cre­ Labour Council, P. O. Box 5592.JohanComité de Higiene Industrial la necesi­ yendo interpretar el unánime sentir nesburg. (Confederación G. del Tra­
ISLAS NEERLANDESAS. — Pero
dad de que las autoridades sanitarias de los socialistas españoles residentes bajo del Africa del Sur).
toen Vakbonden Pegawai Negeri (Peí
aumenten la inspección médica, que sé en México ha pensado en la oportu­
ARGENTINA.—Confederación Ge­ sonal Indígena de los Servicio» P4
mejore la alimentación y que .se limi­ nidad que nos depara la próxima lle­
ten las horas de trabajo o se aumenten gada del compañero Jiménez de Asúa, neral del Trabajo de la República Ar­ blicos) Modjokerte.
los períodos de descanso, especialmen­ para rendir un homenaje de simpatía gentina. Independencia 2880, Buencs
MEXICO.—Confederación de Trabí
te en la industria dedicada a la fabri­ al Profesor insigne, verdadero emba. Aires.
jadores de México, Av. Feo. Maden
jador de la cultura de la República
cación de armamento.
CANADA.—172, McLaren Street, 27, México, D. F.
Española, y que sea, al mismo tiempo,
de afecto al compañero.
Ottawa, Ontario. The Trades and La­
MERCADO DE TRABAJO
En tal sentido esta Junta Directiva bour Congress of Cañada. (Confede­ NUEVA ZELANDIA. — New Zet
Como en todos los países, la guerra ha tomado el acuerdo de organizar un ración General del Trabajo del Ca­ land Federation of Labour (Fedenha determinado un gran descenso en banquete en honor del compañero Luis
ción del Trabajo de Nueva Zelandií
el número de obreros parados. Las Jiménez de Asúa, el que, en princi­ nadá).
31, Trades Hall, Vivían Street, P. Ó
pio,
hemos
acordado
tenga
efecto
el
estadísticas oficiales demuestran que
CHINA.—Federación del Trabajo de Box, 161. Te Ora Wellington.
próximo
día
27
del
corriente
mes.
a
en enero de 1942 estaban colocados en
la industria del armamento cerca de la una y media de la tarde, en el la China, 344 Linsen Road, P. O. Box
PALESTINA.—General Federan*
1.700.000 personas; o sea, cerca de un Restaurant “Tormo” de esta ciudad. 313, Chungking.
of
Jewish Labour in Eretz Lsraí
El
precio
del
cubierto
es
de
$5.00.
60 por ciento más que en 1926 y un
Chínese Association of Labour.
Para la buena organización del ac­
(Confederación General de los Tnjaumento de cerca 'del 30 por ciento so­
ESTADOS UNIDOS. — American bajadores Judíos de Eretz Israel), I
bre 1941. En el mismo período el nú­ to, y con el fin de dar al mismo el
mero de obreros partidos descendió de relieve que merece la personalidad del Federation of Labour (Federación A- O. Box 303, Tel Aviv.
700.000 a 31,900 y sólo quedan en pa­ compañero homenajeado, rogamos a mericana del Trabajo), American Fe­
SUECIA.—Lands organisationen i
ro un 3.1 por ciento de los compa­ usted se inscriba en la Secretaría del
ñeros organizados, lo que significa un Círculo, antes de las veinte horas del deration of Labour Building, Washing­ Sverige (Confederación Sindical i
día
22
del
mes
en
curso.
ton,
D.
C.
Suecia) Bamhusgatan, 18, Stockolm
descenso de más de la mitad en un
Cordialmente suyos y del Somalís­
año. A causa de las restricciones im­
INDIAS.—The
National
Trades
USUIZA.—Union Syndicale Suis
puestas a las inndustrias no conside­ ima,
El presidente. RUFINO LAISECA.— nion Federation (Confederación Ge­ (Unión Sindical Suiza), Monbijott
radas esenciales han sido transferidos
neral del Trabajo), Servants of India trasse, 61, Bern, Suisse.
a la industria de guerra millares: de El Secretario/ FELIPE GARCIA;
obreros. • No obstante se estima que
todavía serán necesarios algunos cen­
tenares de millares más- en 1942. Esto
familiares, y por profundas, hablaban de un magisteri
es una dificultad, pero no insoluble,
La austeridad, la recia austeridad de Iglesias le imped
a causa de la mano de obra. De acuer­
aparecer como afectuoso, pero en el fondo de sus carti
do con el Ministro de Trabajo las or­
advertíase un no sé qué paternal, de tan alta estirp. , qi>
ganizaciones obreras están estudiando
Recordar las figuras señeras es un medio de toni­ obligaba a respetarle, pero amorosamente, como a ir
la forma de organizar esto con ia ma­
yor rapidez y con el menor desgaste ficar el espíritu, tanto por el ejemplo que nos brindan, padre. “Tuyo y de la causa”. Así terminaba sus carta
posible, esto último, sin perder dé vis­ como por la sugestión que sobre nosotros ejercen, al con­ Su amistad era una fraternidad en el ideal. Sembrat
ta la urgente necesidad de mano de
ideas y cultivaba afectos. Pero todo, todo, era un cultt
obra en cuanto pueda afectar a los siderarles gestación e impulso creador.
Entre ellas, ninguna, quizás, alcanza en nuestra Es­ en el que él fué siempre el primer oficiante. Jamás sinti
obreros parados por largos períodos. '
paña la eminencia y la proyección luminosa de Pablo veleidades de colocarse en el altar, para recibir adorí
LA POLITICA SOCIAL Y LOS
Iglesias. Eminencia. .. no por el saber erudito que domina ciones. Lo había consagrado al pueblo trabajador ansio!
SEGUROS SOCIALES
las disciplinas científicas en fuerza de estudiar, sino por de redención.
Su silueta pudiera hacerse diciendo: que fué un honf
El índice ■general del costo de la el ser ejemplar, por la conducta moral, que se cierne en
vida se ha elevado en un 14 por cien­ él siempre a lo más alto, para brindarnos, vinculado a bre que vivió para el mundo del trabajo, con el afán di
to desde el comienzo de la guerra. Los un hombre, el sentido austero del deber, logrado teso
encontrarse en cada trabajador.
artículos alimenticios han obtenido un
aumento del 23 por ciento sobre el lo. ñeramente, por la estrecha senda del Sacrificio.
Vicente LACAMBRA.
de septiembre de 1939. El reciente es­
Pablo Iglesias era un hombre que sintió en su alma,
tablecimiento de un “tope” sobre los desde muy joven, la nobilísima ambición de encontrarse
salarios ha determinado que la Central ten los demás, de repartirse entre los oprimidos, como en
Nacional formule una reclamación con­
sistente en que se fijen unos salarios una comunión de ansias redentoras. Fué, como un Fran.
mínimos. A ningún obrero que esté cisco de Asís, un corazón inflamado en' amor, con la
ganando menos de 25 dólares a la se­ diferencia de que el de Asís lo amaba todo, e Iglesias
En los largas años que conviví con él sólo pude ot
mana ge le puede prohibir que haga cifraba su amor en la justicia y en las víctimas de la servar que tuviera .una vanidad o presunción, y ésta ai
toda clase de esfuerzos por mejorar
su situación. Todos los obreros adultos injusticia social. Se diferenciaba también en que su amor tan pequeña que bien podía dispensársele, como veiemoj
. Sabido es que Iglesias daba mucha importancia *
deberán ser pagados con un jornal mí­ no era místico y Contemplativo o pasivo, sino acción
nimo de 35'céntimos por hora. El seguro constante, energía jamás fatigada, producto, sin duda, Primero de Mayo —algo así como nuestra Epifanía o Peal
de paro ha sido aplicado, hasta ahora, del odio santo a la iniquidad, fuerza impetuosa, cuando tecostés —y su mayor anhelo era que en Madrid cadj
sólo a los obreros que tenían un in­
año figurasen en la Manifestación unos cuantos mil(|
greso anual inferior a 2,000 dólares. late en un espíritu enamorado de lo justo.
Las horas extraordinarias, las bonifi­
Sólo reuniendo tales condiciones se puede llegar a la de trabajadores más que en el anterior, lo que fué cm
caciones de guerra, los bonos sobre la cosecha fecunda en frutos generosos, de cuyas semillas siguiéndose triunfalmente.
producción, etc., han reducido conside­ el fué sembrador.
A tal punto le preocupaba el éxito de dicha jornal
rablemente el número de personas ase­
en
la
capital de la nación que nunca quiso salir de pw
El dinámismo de Iglesias —no obstante su deficiente
guradas. La reclamación de la Central
Nacional,' que eleva el ingreso límite salud— tenía por acicate la fe; la creencia firme de que paganda en ese día y siempre figuró a la cabeza de nua
tra formidable Manifestación madrileña.
para el seguro obligatorio a 3,000 dóla­
res, está en estudio. En cuanto al tiem­ nada se pierde, si merece subsistir; la confianza en la
Y con todo cariño y cordialidad nos recomendad
po que pueda tardar en resolverse virtualidad de las ideas, que eran, para él, como luces que acudiéramos a la formación vistiendo nuestras mí
a
encender,
al
contacto
de
la
chispa
que
prende
en
el
sobre tal demanda, el Gobierno ha dis­
jores ropas, como día de gran fiesta que era para lq
puesto que, hasta nueva orden, sólo entendimiento.
servirá para determinar qué clase de
Sabía que un afán se agita en cada alma; pero, a trabajadores. Y en ello nos daba ejemplo. Si tenía que cora
trabajo es asegurable, el salario base,
merced
de las sombras de la ignorancia, o ese afán se prarse zapatos, corbata, sombrero, traje, etc., procura»
sin bonificaciones 'de ningún género.
estrenarlo el día lo. de mayo.
En algunas provincias se han aumen­ resuelve en desespero, o toma forma de anulador con­
Los que estábamos en el secreto, al contemplar!
tado las pensiones de vejez al mismo formismo al aceptar la impotencia. O se desvía hacia
satisfecho
por ver cómo afluían oleadas de compañera
tenor. que el aumento del costo de la estadas anímicos religiosos, que sólo saben confiar en
vida y se está procediendo a unificar el milagro.
a la plaza de Isabel II y calles adyacentes para forma
todos los esfuerzos que se hacen a tal
Hay en Iglesias algo de taumaturgo. Realizó el mi­ la cabeza de la Manifestación, que ya era marejada ia
fin. Les niños obreros han aumentado
consíderablemnte. En 1940 sólo en la lagro de despertar de su letargo a la masa obrera, por gente; viendo reflejada en su rostro sereno y apaciblj
provinéia de Ontario se ha dispensado el milagro de su voluntad y su fe. Sólo los que saben la visión de un futuro cada vez mejor para el proletaria»!!
de la asistencia a la escuela a 6,750 jó­ creer saben crear. Del fondo sin fondo de su fe, emergen nos decíamos in péciore: Este año ha estrenado traje,
venes. La Central Nacional ha hecho
o sombrero, etc.
constar su más enérgica protesta con­ los entusiasmos, que son como ráfagas luminosas y co.
Era el único día del año que se sentía pinturero t
tra esta reducción del. nivel de educa­ municativas que prenden acá y allá en los espíritus dis­
el
vestir.
Como chico con zapatos nuevos, nuestro Aba
ción, reclamando que la edad escolar, puestos.
lo
iba
a
la
cabeza de aquella inmensa muchedumbre lie»
que termina a los 16 años, sea aplica­
Un apóstol que predica una doctrina es como un
da rigurosamente en todas las provin­
de presunción vanidosa, luciendo su indumento nuevo c«
sembrador
que
vierte
una
semilla
en
el
surco.
Sujetas
cias del país. La experiencia que hemos
reconcentrada alegría infantil, pero sobre todo complí):
ganado con este plazo para la educa­ una y otra a las inclemencias del tiempo, si el medio cido por aquella fuerza consciente y disciplinada, cad
ción y el entrenamiento de 130,000 es fecundo, siempre se obtienen frutos. Y nada más fe­
obreros para la industria de guerra, cundo que el alma humana, si en ella se sabe sembrar. vez más potente, que un día habrá de regir los destín
del mundo.
demuestran cuán necesario es esto que
La carta particular era, para Iglesias, reja y semilla.
la Central Nacional reclama. La incur­
Esta era la única vanidad, de un solo día, que le dessión juvenil en el campo del trabajo en Donde no podía llegar con la palabra hablada, alcanzaba cubrimos y bien se le podía tolerar, ¿verdad?
una edad temprana es uno de los peores con la palabra escrita. Y había en sus cartas tanta sen­
males sociales y puede ser evitada por cillez y tanta profundidad que, por sencillas, parecían
Francisco NUÑEZ TOMAS.
la utilización de todas las reservas de
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"Pablo Iglesias"
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)
EN
EL
XVII
UN E S P A Ñ O L :
H*n transcurrido diecisiete años desde que el co­
razón de los socialistas españoles se vistió de luto por la
muerte del más ilustre de sus capitanes: Pablo Iglesias.
Capitán porque su vida fué vida de combate; capitán
porque no en vano constituimos nosotros una milicia
en guardia permanente. Diecisiete años... Vienen a mi
recuerdo los jornadas civiles en que los obreros madri.
leños rendían callado testimonio ante las nobles piedras
que, en homenaje a Pábio Iglesias, trabajaron otros dos
soldados socialistas, Francisco Azorín y Emiliano Barcal,
este último muerto en la pelea, fusil en mano, a finales
de 1931, junto al Manzanares cuyo caudal, por exiguo
motivo de tanta burla, empezaba a engrosar entonces
con la sangre de un pueblo en desventura. Diecisiete
años... Forman ellos, indudablemente, el período más
violento e inconstante de nuestra Historia, tan pródiga en
violencias e incertidumbres. Cuando murió Pablo Iglesias
toda España registraba resonar de espuelas. Carraspea­
ban con talante fiero —bien que sin infundir excesivo pa.
vor— los genérales metidos a gobernantes, ciencia que
les estaba casi tan negada como la de ganar batallas.
Trababa Primo de Rivera pintorescos idilios amorosos
que alegraban clandestinamente el humor popular. Los
Relegados Gubernativos cumplían concienzudamente la
tarea —para la que parecían excepcionalmente dotadosde no dejar , un maravedí en las cajas municipales, con
lo que se aliviaba la confección, siempre enojosa, de los
presupuestos. Se conspiraba, unas veces de veras y otras
por simple afán de matar el aburrimiento. Paseaba por
las tertulias de la Villa y todavía Corte su altivez mal­
diciente y geniai —de hidalgo con blasón y malas pul­
gas— don Ramón del Valle Inclán. Escribía páginas
mordaces, acogido al refugio cordial de Hendaya, —por.
que todavía entonces había cordialidad para el refugia­
do— don Miguel de Unamuno. Los estudiantes repre.
sentaban en figura de burro al Ministro de Instrucción
Pública, con, lo que resultaba, en opinión de los doctos,
favorecido. Lloraban su desgracia los politicos en desu­
so, descontado Lerroux, que creía llegada su hora. Le­
vantaba su cuerpo canijo, deforme la Unión Patriótica,
•istribuía palizas beneméritas —como ahora, y como an­
tes también— la Guardia Civil. Y mientras el primer ca­
ballero, el primer militar, el primer marino, el primer
agricultor, el primer comerciante y el primer industrial
—que todo eso era el Rey— se dedicaba a los gratos me.
nesteres de jugar al golf, cazar en Doñana y catar en­
cantos femeninos —no importa que tuvieran dueño legal— agonizaba silenciosamente el primer ciudadano de
España: Pablo Iglesias.
PABLO IGLESIAS Y JOAQUIN COSTA
El primero por su calidad moral. El primero por la
obra que dejaba a su espalda. De Pablo Iglesias, nombre
que hasta los propios falangistas se ven obligados a res­
petar —que a tanto equivale no escarnecerlo— puede
decirse hoy aquello que escribía Masillón: “El hombre
justo está más 'arriba del mundo, y es superior a todos
los acontecimientos”. A todos, incluso a los que han
convertido a España en un inmenso cementerio cuyas
lápidas continúan el diálogo del odio. Todo el'esfuerzo
de Pablo Iglesias —esfuerzo en el que invierte cuarenta
añc.s de trabajo tenaz, de enseñanza heroica, de combate
a pecho descubierto— es un esfuerzo creador. Jamás su
voluntad sufre desmayo. Nunca la desesperanza le hi­
poteca el ánimo.’ Sabe —se lo dice su fe— que la siembra,
aunque tarde en granar, dará su fruto. Mé.s de una vez
he puesto un parangón a Pablo Iglesias con otro espa­
ñol de su tiempo que le era comparable: Joaquín^Cósta.
Siento por Costa una devoción profunda y entrañable,
• e ciento a viento surgen en la vida social de un pue­
blo hombres de la reciedumbre moral e intelectual de
Joaquín Costa. Parigual en virtud y en pasión a Pa­
blo Iglesias, Costa tenía, sin embrago, un defecto gra­
ve: no creía — o creía poco — en la acción política de
las masas obreras. La paciencia no era su aliada. Era
1 un profeta que quería ver su palabra —aquella palabra
que encendía hogueras— transformada en milagro lnme.
diato. Cuando su voz le devolvía el eco —y nada más
que el eco— de sus apóstoles, Costa renunciaba con do­
lor furibundo a seguir sosteniendo una empresa en la
que se'declaraba, de antemano, vencido. Maldecía enton­
ces del mundo y de los hombres, y la amargura se le
escapaba en gestos desabridos. Una de las pocas veces
que Costa abandonó su retiro de Graus para ir a Za­
ragoza —en donde abundan levitas y fariseos— fueron a
visitarle los Concejales republicanos, que balbuceaban cum.
piídos y ensayaban desmañadas reverencias. Costa les pi.
dio que se cubriesen. “De ningún modo, don Joaquín, de
ningún modo”, protestaban los cuitados representantes del
republicanismo local. Y Costa, colérico al fin, le.s ordenó:
“¡Tápense de una vez esos bolos de barandal!” ¡Grande
y atormentado Costa! Yo no sé hablar de él sin el ánimo
conmovido. Era, sobre ser un genio, un exponente viril
de nuestro carácter. Era una síntesis patética de todo lo
que hay de noble y encendido en el alma agitada de los
españoles.
ANIVERSARIO
PABLO
IGLESIAS
Conferencia pronunciada por M A N U E L A L B A R , en el
Centro Español de M éxico, el día 12 de diciembre de 1942
entonces no creyeron prudente estar en Madrid— pasaba
por las horas trágicas de noviembre y diciembre de 1936.
No fué posible. La artillería facciosa cañoneaba sin tre­
gua la barriada en cuya casa los suponíamos guardados.
Hasta la propia calle de Carranza llegaban frecuente­
mente las balas de las ametralladoras enemigas. Algunas
noches —porque Zugazagoitia lo ha contado lo cuento
yo— teníamos que cruzar, agachados y corriendo, la ca­
lle. “Parece que disparan”, decía yo. Y respondía él: “Sí,
pero no dan”. Era necesario que acabara la guerra y lo
cazaran en Francia, con Cruz Salido, para que aquellas
balas perdidas hicieran blanco seguro en su corazón.
LA INVENCION DEL "PABLISMO"
Pero las cartas de Pablo Iglesias se han perdido, tal
vez, para la historia. No se han perdido para la devo­
ción de los socialistas. En todas se juntaba la lección doc­
trinal —en la que era maestro— y la lección moral —de
la que era ejemplo. Para ser socialista —recomendaba—
hay que ser buen ciudadano, buen padre, buen marido.
De ahí nació la leyendo del “pablismo”, estigma hon­
rado, y honroso, con que un día nos apedrearían algunos
advenedizos y ganapanes de la revolución. Amigos míos,
yo me confieso “pablista”. Sin sentimentalismo, si que­
réis —Pablo Iglesias era lo contrario de un sentimental—
pero “pablista”. Lo soy, especialmente, después de nues­
tra guerra, en la que tantas actitudes han fracasado por.
que eran falsas; tantos hombres se han denigrado, porque
eran viles, y tantos prestigios se vinieron a tierra por
falta de sostén. Yo soy “pablista”. Y nuestro Partido ha
de ser “pablista” o no será nada. El hombre ya no im­
porta, o importa poco. Pero queda el mito, que es un
código de conducta y un reglamento de honestidad. No
se puede ser a la vez socialista y cínico; socialista y venal;
no se puede vivir del socialismo, sino para él. La gran
lección de Pablo Iglesias, rubricada por sus acciones, dic­
ta esa verdad, que él supo imponer en una España co­
rrompida y carente de alientos. Por ministerio de su
perseverancia, la nueva fe abre surco. La propagan, pri­
mero, centenares, millares luego, de adeptos que la pre­
gonan con fervor iluminado. Un lenguaje áspero, ama­
sado de intransigencias, hace su aparición en el diálogo
convencional de la feria política. Con el acento duro que
corresponde a las verdades que difunde, Pablo Iglesias
habla un idioma que le ganará, de una parte, la con­
fianza íntima y emocionada de los auditorios obreros; de
otra, la animosidad de ciertos rabadanes republicanos,
diestros en el charlatanismo inocuo de la demagogia anti­
clerical. Les será difícil entender palabras tan claras co.
mo éstas que Iglesias reitera: “El antagonismo social
existente, como los antagonismos anteriores, no lo han
inventado los socialistas, como dicen muchos de sus ene­
migos, ni tampoco los que no tienen sus ideas; dicho
antagonismo es una consecuencia natural, precisa, de la
forma de producción burguesa. Lo que los socialistas han
hecho ha sido descubrirlo, conocer su origen, señalarlo
a la clase trabajadora para que abandone engañosos
ideales y entre en el terreno de la lucha de clases. “Quie­
nes las asimilan bien, haciéndolas suyas para siempre,
son el albañil, el carpintero, el impresor, el campesino.
Y algunos hombres que han salido de la Universidad
con el espíritu abierto a la revelación socialista. Un viento
puro estremece, a partir de entonces el sombrío e inerte
panorama de la vida pública española.
UN REFORMADOR DE LA VIDA POLITICA
Pablo Iglesias era todo eso y algo más. Era el carác­
ter y la superación del carácter a la vez. Sobre Pablo
Iglesias se han escrito excelentes biografías. Falta, de
tqdos modos, la que presente a Iglesias como lo que
realmente fué: un reformador sin par de la vida pública
española. Los viejos socialistas que me escuchan com.
prenderán mejor que yo mismo el alcance de mis pala­
bras, para cuyo entendimiento cabal será menester que
regresemos a los años inanes de fin de siglo. El cansan­
cio de las guerras civiles —cansancio transitorio, ya se
ve—, la sangría menor, pero continua, de los pronun­
ciamientos militares; el constante tejer y destejer sobre
un cañamazo social que permanecía, a la postre, inalte­
rable —porque España, en fuerza de producir motines,
no ha consumado nunca una revolución— trajeron como herencia la atonía. De un- político de la Restaura­
ción —que no restauró nada— es la frase sabida: “España
es un pueblo sin pulso”. A través de la experiencia visi.
ble tenía razón el sentenciador. Todo parecía salir por
una friolera. Turnan apaciblemente en el Gobierno, por
tiempo convenido, liberales y conservadores, todos uno y
lo mismo, es decir, nada. Llenaba su papel subalterno
ub republicanismo atomizado, de frases gordas, pensa­
miento escurrido y conducta equívoca. Medraban los mi­
litares palaciegos. Echaban buena panza los santos va­
rones de la iglesia. Había ópera en el Real, besamanos de
Corte y corridas de toros. Y se nos escapaba de las manos,
sin remedio, sin honra y sin barcos, el apéndice de nues­
tra potencia colonial, bocado de gusto para el nuevo rico
que era entonces —y es hoy— la República yanqui.
Pero eso no era España, sino la apariencia de España.
Por debajo de la ficción oficial —espadas relucientes,
quincallería heroica, palios orlados, chisteras de seis re­
flejos y descotes sobre pechugas blancas— estaba, pronta
a pedir plaza, la clase obrera. Y allí sí que había pulso
que tocar y fuerza que poner en pie. He aquí llegado el
linimento de Pablo iglesias, ese anónimo cliente hosp,
cianp a quien un día, pasados los años, llamarán su Abue­
lo —que es ser dos veces padre— los obreros españoles.
Si habia pulso en España. El secreta estaba en encon­
trárselo, para lo cual era menester adentrarse en los
barrios bajos —los más altos, en espíritu— de Madrid;
llegar con simiente, de esperanza a las aldeas; hablar a los
trabajadores con palabra fraterna y paciente. Y levan­
tar la bandera de una nueva moral, una nueva vida y
un nueva credo. Todo eso representa el apostolado civil
de Pablo Iglesias, peregrino esforzado en una España har­
ta de santos que no hacían milagros, y redentores polí­
ticos que no sabían hacer otra cosa que hablar mal de los
santos. En el ambiente yermo, desvaído, de fin y co­
mienzos de siglo, Pablo Iglesias se alza como un gigante
de voluntad y pensamiento claros. Si Costa es el flage­
lador implacable de una España resignada a morir, Pablo
Iglesias es el animador de una España ansiosa de resu.
rrección. Ninguna injusticia —y los dos tercios de su
vida estarán jalonados por ella— domará .su entereza;
ningún insulto desviará su paso; ninguna incomprensión
le hará desfallecer. En su ser moral no se conocen los
altibajos. Conservó aún la última carta que salió de su
pluma, idéntica, en tono y espíritu, a las primeras que
eicribiá cuando el Partido Socialista era todavía una co­
munidad dispersa por falta de afiliados. ¡Lástima es que
el epistolario de Pablo Iglesias no haya podido ser reco­
gido! El último intento —creo que el último— para res­
catar una parte de sus papeles corrió a mi cargo cuando
Madrid— tona literario en el destierro para muchos que
mos llamados a guardar en particular, exactamente como
si de nuestra conducta personal dependieran su riesgo
o su ventura. Estoy anticipando la interrogación que
algún día nos será formulada. Se derrumbará, pese a los
puntales que se le pongan, el artilugio gubernamental
levantado en España sobre horcas y terrores. Volverá
España a ser una comunidad civilizada. Resurgirá nuestro
Partido. Alzará su maciza potencia la Unión General de
Trabajadores. Y entonces. .. Entonces será menester de­
mostrar que las viejas virtudes no se han marchitado;
que la honestidad no se ha perdido; que la dignidad no se
ha puesto en subasta. Y también esto: que hemos apren­
dido la lección angustiosa del fracaso. Cuando volvamos
a España —y volveremos, yo lo dóy por seguro, como
vencedores— habremos de examinar muy cuidadosamente
nuestro equipaje moral. Entre otras razones, porque allí
vamos a encontrar aduaneros inflexibles, prontos a re­
chazar toda mercancía que no sea de ley. Y si alguien
es lo bastante audaz para invocar títulos que están peri­
clitados, o jerarquías en bancarrota, ellos —los aduane­
ros socialistas— responderán enseñando los surcos del
hambre sobre las mejillas hundidas; las huellas de los
hierros en las muñecas; las cicatrices del látigo en la
espalda. Lo prevengo para aquellos que piensan en el
regreso con el optimismo fácil que proporciona la au­
sencia del buen sentido. Nuestro retorno podrá serlo todo,
menos una verbena.
EL PLEITO DE ESPAÑA ES PLEITO DE ESPAÑOLES
que los mejores militantes del Partido lleguen a él alec­
cionados, moldeados, debiéramos decir, en la disciplina
sindical. Y esa sola circunstancia bastaría a justificar
ampliamente el segundo apellido con que se honra núes,
tro Partido.
Y Español. Todo en el Partido Socialista es profun­
damente español. Lo internacional de la doctrina a que
se adscribe no menoscaba su cualidad de Partido na­
cional y con características acusadamente nacionales. He
aquí uno de los mayores aciertos de Pablo Iglesias y uno
de los que con mejor motivo deben movernos a orgullo,
sobre todo hoy, cuando el alma española ha sido profa.
nada y todo lo auténticamente español prostituido. El
internacionalismo absoluto no existe en nada. Nuestra ma.
ñera de pensar, el modo de sentir, las costumbres a que
nos aficionamos; eso que forma nuestra personalidad mo­
ral —y la física también— es producto del paisaje, de la
geografía, del clima, de la tierra que habitamos. Y nues­
tra conciencia se forma y se conforma de acuerdo con
nuestra Historia, no con la ajena o con la Historia to.
mada en abstracto. No es sorprendente que en nuestros
oídos —que también están hechos a una fonética y a una
onomatopeya propias— sonara a- cosa foránea la jerga
con que los arriscados misioneros de la llamada —y ya
muerta— III Internacional pretendieron un día desnacio­
nalizar, es decir, desfigurar y corromper nuestra obra pa­
ciente de cincuenta años. Y véa.se por dónde venimos a la
comprobación de lo que antes decíamos. La obsesión, na.
da inteligente, de la III Internacional, imponiendo un
solo lenguaje —el suyo— para todos los países del mundo,
ha determinado que no hayan sabido entenderlo en nin­
guno. Valdría la pena de ironizar sobre el suceso, si no
fuera porque semejante empeño —el de bolchevizar al
proletariado mundial —ha producido tantas víctimas y
derrotas. Deseemcs —si no es también inalcanzable— que
si de nuevo se intenta convertirnos, la conversión se nos
recomiende, por lo menos, en el lenguaje que cada uno
hemos aprendido a leer.
Socialista, Obrero y Español. Como Pablo Iglesias,
su primer impulsor. Esos tres apellidos dan fe de lo limpio
—aunque de origen humilde— que es nuestro linaje.
Para decir esto, en mí no influye nada la situación
actual de España en orden a la política internacional.
Puedo sentir desdén —y lo siento— por ciertos camba­
laches que la picaresca diplomática está llevando a cabo
DESVENTURA DE LOS REFUGIADOS ESPAÑOLES
en provecho de Franco y su régimen abierto; pero sin
demasiada preocupación. El pleito surgido en España
Este aniversario de la muerte de Pablo Iglesias nos
en julio de 1936, pleito que continúa en litigio, no ha de adviene en circunstancias particularmente penosas. Seña­
fallarse en Washington ni en Londres, sino en España, lados por el infortunio, millares de compatriotas, mu­
y con el voto exclusivo de los españoles. Es decir, miento. chos de ellos camaradas nuestros, corren anora en Fran.
Con el voto también —si hacen honor a su honor— de cia el peligro de ser devueltos a España para que Franco,
quienes se dicen —y han de probar que lo son— aban­ el honorable bellaco a quien los gobiernos de Washington
dérateos de la democracia universal. El fin de la guerra y Londres conceden trato de caballero, pueda seguir dan­
creará un nuevo orden social en el mundo. Eso se nos do trabajo a los verdugos. Triste es, en verdad, llamarse
ha prometido. Eso creemos aún. Pero nuestra creencia ahora refugiado político. Triste, no tanto por las priva­
—la mía, por lo menos— es una creencia en ascuas. Em­ ciones físicas que lleva consigo, como por las humillacio­
piezo a recelar que el fraude de 1918 puede repetirse, bien nes a que obliga. Testigos de mayor excepción somos
que no faltarán, si el fraude se consuma, paradas mili­ los republicanos españoles. Lo digo pensando en lc.s que,
taras con algarabías de pífanos y .tambores; ceremonias atrapados en Francia por la ocupación alemana, no pu­
solemnes en las catedrales; arcos de triunfo, y en las plá. dieron merecer,. cuando era tiempo, la piedad suficiente
ticas discursos patéticos en memoria del Soldado Des­ para que en favor suyo se hiciera algo más que formu­
conocido que, por desconocido, precisamente, es acreedor lar tardías e inútiles lamentaciones. Si la sensibilidad del
de una cuenta que nadie se considera obligado a pagar. mundo —el viejo y el nuevo— no estuviera tan acorcha­
Los veinte años de post-guerra —o ante-guerra, como da, y si los valores del espiritu no hubieran venido tan a
queráis— transcurridos desde 1918, justifican todas las menos, la desgracia de esos compatriotas nuestros hubiera
alarmas, y las que yo apunto ahora no son prematuras encontrado remedio fácil en Europa. En todo caso, pudo
ni las siento yo solo. Cuando sonó el clarinazo bélico, tres tenerlo en América. Hubiera bastado con que siguieran
años atrás, ninguno de los gobernantes comprometidos el ejemplo de México otros países que se negaron a ello,
en la pelea contra el nazismo se hubiera permitido echar sin duda porque no les consentía la admisión de refu­
a volar opiniones sugeridas ahora, cuando la victoria se giados el exceso de su población. O porque llevábamos
intuye. La victoria —urge la pregunta— ¿de quién? Por­ sobre la frente el signo de un orgullo que nos llevó a pe­
que es algo más que el triunfo deí dólar y la libra es­ lear como Quijotes en una Europa de Tartufos. Al cabo,
terlina lo que se apetece. No es sólo el aniquilamiento no se puede herir impunemente el amor propio de quienes,
del totalitarismo lo que se pide, sino la instauración de en el arrojo de los demás, descubren el motejo de su miedo.
una democracia fuerte, limpia y sana. Democracia de
Cuidemos de que el paréntesis del destierro no sea
hechos, no de palabras sonoras y vacías. Para edificar solamente tiempo perdido. Haremos bien en aprovecharlo,
la paz es inútil ¡que nadie ande revolviendo en el desván cuando menos, para la meditación, que nunca sobra, aun­
de..las cosas arrumbadas por inservibles. ¿O ge piensa, que sea ejercicio poco frecuentado por quienes se pagan
DOS EMPRESAS GIGANTES
acaso, ‘én una post-guerra urdida con remiendos, tronos más de sus propios errores que de asimilar las leccio­
recompuestos, repúblicas de rebenque y pistola, caudillos nes que la vida comporta. Lejos de la soberbia que pa­
Lo que el nacimiento de esas dos empresas gigantes, que llevan, por equivocación,' en la cintura, la faja que decen algunos que a sí mismos se tienen por infalibles, ha­
el Partido Socialista Obrero Español —deliberadamente debieran llevar, bien apretada, al cuello; una post-guerra gamos declaración de humildad. Convengamos en esto:
anoto sus apellidos— y la Unión General de Trabajadores en la que lo internacional siga siendo tan sólo la in. la restauración de la República Española es' obra que
representa, se verá, unos años más tarde, cuando las Ca­ fluencia del dinero y la miseria de quienes no lo tienen? exige conducta muy rigurosa, para la que no todos sir­
sas del Pueblo vengan a ser escuela de costumbres y Por nada de eso, sino contra todo eso, ne.s hemos batido ven, y menos que ninguno los embaucadores que de la
símbolo de la honestidad, ausente de los cuarteles, de las en España; por nada de eso, sino contra todo eso, se están demagogia hacen oficio. Más de una vez, atento a lo que
sacristías, de las covachuelas oficiales y de las taifas so­ batiendo ahora los soldados de las Naciones Unidas. Es
acontece en la emigración, me viene a la memoria la
ciales y políticas que entienden la patria a manera de peremos que las batallas ganadas por ellos en el frente pregunta del personaje de Baltasar Gracián: “¿Y estos
patrimonio y se alimentan de ella por la vía del grueso y no sean batallas perdidas en la retaguardia.
son los que gradúan de valientes y de sabios?” No qui.
substancioso pezón presupuestario, de esas Casas del
A nadie le está más permitido -que a un socialista siera que la interrogación fuera aplicable para nosotros,
Pueblo, en donde es frecuente asistir al espectáculo ejem. español hablar así. De un español genial, Luis Vives, son y no lo será, si nuestro comportamiento común se aco­
piar de ver cómo aprenden a leer y escribir escolares estas palabras: “Estamos en unos momentos difíciles en moda a eso que llamamos estilo socialista. Del socialismo
de cabeza cana, saldrán hombres humildes, pero inso­ los cuales no es posible hablar ni callar sin peligro”. Debe español, quiero decir, incompatible con ciertas actitudes
bornables, «pe irán a los Ayuntamientos y las Diputa­ entenderse que una y otra cosa reclaman su instante ade­ y bullicios en los cuales, a menudo, se nos invita a par­
ciones provinciales a exigir lo que casi nadie está dis­ cuado. Se me antoja que el actual lo es para sentar ver. ticipar. Nuestro clima es otro, lo cual no impide que el
puesto a otorgar: limpieza en la administración del cau­ dades que, calladas, nos traerían empacho. En todo caso, contagio haya hecho presa en no pocos de nosotros, in.
dal común, austeridad en el ejercicio de la función re­ las mías son verdades intrascendentales. Más grave son o'uso sin que los contaminados lo hayan advertido. Estos
presentativa. Se hará axiomática la honradez de los con­ —y se le toleran, y aun se le aplauden— las verdades y días del destierro pueden constituir —y a título de con­
cejales socialistas y de ella cobrará fama sólida nuestro mentiras— que de ambos ingredientes se compone el gui­ sejo lo digo— una excelente cura de salud.
Partido, hacia el cual se vuelve ya el respeto de gentes so— prodigadas por Franco, unas veces para amenazar,
que se sienten solidarias de él, no por la doctrina que otras para suplicar, y siempre, a lo que parece, con be­
EL DEBER NO HA SIDO CANCELADO
defiende, sino por la conducta que demanda de sus mi. neficio. ¡Bienventurados los felones, porque de ellos será
litantes. Hay un lugar en el que esé fenómeno revestirá el reino de la hipocresía!
Tarde o temprano volveremos a España, salvo aque­
proporciones insospechadas. Hablo de Madrid, escenario
Pero volvamos a Pablo Iglesias y a nuestro Partido,
de apasionadas contiendas electorales en las que los so­ cuyos apellidos he subrayado antes, no sin intención. Con­ llos —tal vez los hay— que estimen discreto no volver.
cialistas acabarán, al fin, por coronarse vencedores. Pero viene, en efecto, examinarlos por separado, ya que cada La señal del retorno sonará a su hora, sin que para ace­
no.es Madrid sólo el que se comporta de ese modo. Toda uno de ellos tiene proyección concreta y rigurosa en la lerarla sea menester que nos lancemos a un confuso e
España ha sido sembrada y en toda España prende la se- vida real del Partido. Socialista. Ningún otro de Europa innoble contubernio en el que, a juzgar por los anuncios
milla. La abundancia de la cosecha debe medirse en or­ le aventaja en vigor combativo, en temple moral, sin que, de quienes lo auspician, hay cabida para todos, no impor.
den al grado de sensibilidad política de las zonas en a la vez falte nunca en él aquel punto de ponderación tan su condición, ni su moral ni su pasado. De tal manera
hemos venido a descubrir ahora que todos somos unos,
siembra.
que le asegura el respeto de los ajenos, y en más de y cabe que estén en lo cierto, por lo que a ellos atañe,
Jamás será bastante agradecida esa tarea, sin pre­ una ocasión, el de los adversarios. Un reproche le harán
lo afirman. Pero nuestros anheíos de unidad son
cedentes en la Historia de nuestro país. Como que signi­ algunos desccmtentadizos sabihondos: el de su escasa for­ quienes
más moderados, y en ningún caso se extienden hasta el
fica el saneamiento moral del acervo común, la dignifi­ mación doctrinal. No faltará tampoco quien extienda ese punto de reclamar la compañía de nuestros enemigos de
cación del vivir cotidiano. Y ello traerá por consecuencia reproche personalmente a Iglesias, cometiendo injusticia ayer, presuntos arrepentidos de hoy. Que otros se amal­
forzada, pero dramática para nosotros, que el Partido So. notoria, porque Iglesias es —sobre ello no cabe disputa— gamen, si les place, con los que aun conservan las ma­
cialista venga a ser el depositario de un crédito político uno de los intérpretes más justos que la doctrina haya nos tintas en la sangre de nuestros muertos o tienen la
cien veces superior a sus posibilidades verdaderas y al vo­ tenido jamás. Lo que Iglesias, por propio «iesignio, des­ conciencia turbada por la complicidad contraída en los
lumen de su potencia. Cuando llegan las jomadas de conoce es otra cosa: la pedantería, de la que, andando crímenes falangistas. Cada cual busca la unidad que le
agosto de 1917 le corresponderá, por eso mismo, figu. el tiempo, nos ofrecerán cosecha abundante unos cuantos conviene. A nosotros nos basta —propósito fácil, si la
rar en cabeza y recibir en la propia los palos con que graduados en marxismo gracias a cuya intrepidez y luces buena voluntad lo hace suyo— con la nuestra.
un militarismo de casino y burdel pretende hacer olvidar el Partido arruinará su disciplina y entrará en colapso.
Tampoco nos es indispensable la compañía de quie.
sus promesas tradicionadas, arte que le es familiar. Aque­ Pablo Iglesias habla y escribe con admirable sencillez r-s, abatidos por el fracaso, han hecho dimisión de sus
lla fué la primera derrota, convertida de inmediato en porque sabe que habla y escribe para gente sencilla, deberes de militante. Ni la de aquellos —también lo.s
victoria —luego ha ocurrido lo mismo, y volverá a ocu­ gente que reclama la verdad desnuda, exenta de retórica, hay— que en el destierro, donde no se ofrecen ventajas
rrir— padecida por el Partido Socialista y la Unión Ge­ y honradamente proclamada. En ese menester es maestro que obtener, y si pesadumbres que soportar, se inhiben
neral de Trabajadores. Recuérdese la campaña de amnis. difícilmente igualable Pablo Iglesias, que gusta en todo de toda responsabilidad invocando escrúpulos de con­
tía, el viaje triunfal de los presidiarios de Cartagena, la de la claridad. Modelo de ella son sus artículos, lectura ciencia que les prohiben .seguir ocupando su puesto de
emoción civil que sacudió a España de norte a sur. Por que nó dejaría de serles provechosa a ciertos teorizantes combate. Lutero —a quien cito no porque sea personaje
entonces ya empezaba Pablo Iglesias a tener más de que todos hemos tenido «jue sufrir. Ese mismo estilo, de mi simpatía, que no lo es, sino por la oportunidad
mito que de hombre mortal. Era ya el Abuelo, apelativo sobrio, austero, de trazo firme y liso, es el que Pablo de las palabras suyas que voy a copiar— le escribía bur­
que compartía, con él, otro gran español y gran amigó Iglesias le imprime al Partido, en el que acaso haya lonamente a Erasmo: “Queréis caminar sobre huevos sin
suyo: don Benito Pérez Galdós. Para uno y otro habían muchos militantes que no acierten a definir en lenguaje machacarlos, y entre vidrios sin quebrarlos”. Lo que vale
llegado los días de salud en quiebra, cuando la me­ académico lo que es el socialismo, pero saben sentirlo, tanto como decir que no es lícito apartarse de la pelea
lancolía hace nido en el corazón y se vive más del pasado que es mejor. Desconfiad de aquellos que todo lo con­ en ningún instante, aunque para ello sea necesario afron­
que del presente. Pero uno y otro podían sentirse conten­ fían en la elaboración intelectual. De ellos decía Juan tar descalabraduras, propias o ajenas. Semejante absti.
tos de saber que, sonada la hora de morir, nos dejaban Jaurés que vienen al socialismo por la teoría y por la nencia no tiene traducción socialista. Menos la tendrá
a falta de mayores ganancias para sí, una herencia es­ teoría se van.
mañana, cuando, emprendido el viaje de regreso, haya­
pléndida: Pablo Iglesias, una organización obrera y po­
mos de revalidar nuestro merecimiento. La incomunica­
lítica sin par que perpetuaría su nombre; don Benito
ción existente entre los socialistas que
están
en España y
LOS
APELLIDOS
DEL
PARTIDO
SOCIALISTA
;---tJ—
Pérez Galdós, esa obra ingente, retrato fiel y único de
nosotros no es tan absoluta que impida
elI concimiento
nuestro acongojado siglo XIX, que se llama “Episodios
lo que unos y otros sabemos dar de sí. Yo me confor­
Socialista y Obrero. Este segundo apellido ha sido de
Nacionales”. Algunas mañanas o prima tardé del admi­
maría con que nuestro proceder alcance tal aprecio en el
rable otoño madrileño, que tiene color de uva madura, tema frecuente de discusión, fallada ya —pienso que con juicio de nuestros camaradas, que cuando los socialistas
Pablo Iglesias solía pasear lentamente por Rosales de­ carácter definitives— a favor de quienes nos negamos a de aquí, pensando en lo.s de allá, suspiramos: ¡un año mas
volviendo saludos y escuchando las voces infantiles que renunciar a él. Obrero porque obreros son, casi exclusi. de ausencia!, los de allá, pensando en los de aquí, pue­
cantaban en corro romances de niñez. También Pérez vamente, sus fundadores. Obrero porque de obreros se dan responder: ;un año menos para la vuelta! ¡Que el
Galdós, ciego ya, sentía la nostalgia de aquel paisaje. En nutrirán sus filas en porcentaje que no consiente paran­ espíritu de Pablo Iglesias nos inspire a todos! (Una gran
los días templados, cuando sus achaques no eran exclu­ gón. Pero obrero, sobre todo, porque ese título perfila ovación cierra las últimas palabras del orador).
sivos, se hacía llevar en coche descubierto hasta la y acentúa de manera cabal su fisonomía. Entre l?s muchas
*
Moncloa. La luz incomparable* del Madrid querido y so­ condiciones que el Partido exige a sus militantes, no es
ñado le daba de golpe en los ojos que carecían de ella. la menos sabia la de requerir, como medida previa, la in­
El compañero Albar fué muy felicitado por las asis­
Aspiraba y suspiraba profundamente don Benito. Todos corporación al sindicato profesional. El sindicato, cuando tentes al acto y se mostraron altamente complacidos de
los personajes de sus libros, arrancados a la nada por su el sindicato cumple su misión, es una escuela insuperable
la elevada concepción socialista de su brillante confe­
genio creador, se ponían en pie para verle pasar. Dos para el aprendizaje de la ciudadanía. No es extraño, pues, rencia.
sino
que
responde
a
una
lógica
profunda,
el
hecho
de
grandes españoles. De vivir hoy, don Benito estaría con­
finado o en el destierro; Pablo Iglesias, limpiando letri­
nas, como Besteiro, en la cárcel inmunda de Carmona.
Compañeros: Igual que “El Socia­
Mosaicos en toda clase de
LA HERENCIA DE PABLO IGLESIAS
Y bien... Del recuerdo de Pablo Iglesias ¿queda hoy
algo más que el recuerdo? La pregunta va derecha a
vuestra conciencia y a la mía. De aquella herencia de Pa­
blo Iglesias ¿qué parte hemos logrado conservar’ Por.
que hay tesoros —y los hechos acaban de probarlo— con
los cuales resulta un mal negocio andar a cuestas por
el mundo. Pero hay uno que nadie puede hipotecar, ni
someter a fiscalía, ni poner en entredicho. Es el tesoro
de la fe, riqueza común que cada uno de nosotros veni­
Fábrica: General Plata, No.
70. Observatorio Tacubaya.
Telf. Eric. 15-23-80
colores y dibujos — Mosaieos de granito — Azulejos
Losetas de barro
4%
A
Mosaicos Valíencía, S. A.
IMITACION CANTERA PARA REVESTIMIENTO DE FACHADAS
D. F.
MEXICO-
lista" en la época gloriosa de "el Abue­
lo", ADELANTE se escribe, se admi­
nistra, se empaqueta y se os envía me­
diante el esfuerzo desinteresado de un
grupo de compañeros; pero este es­
fuerzo, sin vuestra ayuda económica,
resultaría estéril.
Ayúdanos, contribuyendo con tu do­
nativo.
El equívoco y la confusión que produceri las consignas son
valores negativos para la conquista del Estado Socialista.
ADELANTE
La unidad con los enemigos de la República representara
la reanudación de la guerra civil.
IRRESPONSABILIDAD Besteiro d ió una clase de T R A L L A Z O S
DE F R A N C O
DE P A R T I D O ★ lógica al Tribunal que lo ★
condenó a la última pena
En ocasión reciente, Mije, Secretario del partido comunista de España,
ha hecho un patético requerimiento a los carlistas, a los católicos y a los
monárquicos españoles para formar “el frente único”, dentro de la “unidad
nacional”, con el fin de “salvar a España”. A mayor abundamiento, Mije, en
Valentín de Pedro es ya conoci­ cal le pidiera la pena de muerte...
la misma ocasión —queremos suponer que para tranquilizar la conciencia de
do de nuestros lectores. En el ar­ No, don Julián Besteiro no había roto
los requeridos— se declaró ardiente revisionista del artículo 26 de la Cons.
tículo suyo que publicamos a con. su largo silencio por una complacen­
titución de la República. He ahí un puñado de consignas, lanzadas a voleo
tinuación hay algunos juicios de cia con el enemigo.. —“Os hablo —ha­
en el caldeado ambiente de un discurso mitinesco, para que fructifiquen en
los cuales no nos hacemos solida, bía dicho cuando se formó el Conse­
rios, extremo que nos interesa de­ jo—, para deciros que cuando se pier.
la mente de los adictos. No fueron muchos los razonamientos que Mije empleó
jar bien sentado. Sin embargo, lo de es cuando hay que demostrar el
para justificar la novísima —por lo reciente— posición doctrinal y táctica que
insertamos en nuestras páginas muy valor moral que se posee”. Y su con­
ha dispuesto para el partido que dirige. En realidad, atendida la construcción
gustosamente por estimarlo trabajo ducta fué una afirmación de sus pa­
orgánica en que se desenvuelve el partido comunista, no hacía falta más.
de ’,a mayor estimación en cuanto labras.
Como a otro cualquiera de los mi­
pone de relieve la conducta de Ju­
Para los comunistas, por supuesto. Para España, para la democracia de nuestro
les de detenidos que había en Ma­
lián Besteiro.
país que no comulga con ruedas de molino, y que no está dispuesta a que
drid, lo llevó un día a Salesas, donde
persista el equívoco y la confusión, sí. Por eso, donde dejó de explicarse Mije,
Julián Besteiro, el ilustre catedráti­ funcionaban los tribunales, una pare­
lo haremos nosotros.
co de la Universidad Central y viejo ja de la guardia civil, y allí tuvo que
La fórmula que para salvar a España esgrime ahora el partido comunista, dirigente del Partido Socialista, vivió vérselas con el Consejo de Guerra
en Madrid durante la guerra de Es­ que había de juzgarle como rebelde,
no es nueva. Tiene su antecedente en las Cortes Constituyentes de la Repú­ paña,
pero no tuvo parte en, su inicia, es decir, como rebelde a la rebelión
blica. En la ocasión fué Gil Robles —después se unió a él Lerroux— quien ' ’ción ni en su desarrollo. Pese a su de Franco, porque se consideraba que
preconizó la unidad nacional. La de los carlistas, católicos, monárquicos y re­ alta significación intelectual y política, todos los que no se habían adherido
publicanas lerrouxistas, se entiende. El aglutinante de aquella unidad fué permaneció en su casa oscuramente, a la sublevación militar eran los su.
cualquier vecino de la ciudad. blevados. Y esta era la situación de
la reforma del artículo 26 de la Constitución. La resultante, el bienio negro, como
En realidad, hacía tiempo que su nom­ Besteiro, agravada por su condición
la represión por los sucesqs de octubre y la guerra. Tres episodios qut han bre sonaba poco en las actividades del de dirigente político de izquierdas. Co.
dejado profunda huella en la conciencia y en el cuerpo de la democracia Partido, en el cual figuró durante mu­ mo a todos los que se encontraban en
chos años en lugar inmediato al de su su caso se le acusó de ser responsa­
española. Del último de ellos —la guerra— aún no ha salido España.
fundador: Pablo Iglesias. Sin duda lo ble indirecto de cuantos crimines, in­
A conciencia hemos traído a colación el antecedente. Su recuerdo nos apartaban
de ellas más que los acha­ cendios y desmane? se habían come­
ha parecido oportuno a los efectos de dejar demostrado el equívoco —uno ques de la edad, los nuevos métodos tido durante la guerra. Don Julián
más— dialéctico, adoptado, en esta ocasión, por los comunistas. No basta ar­ de lucha que se avenían mal con su protestó de que se le atribuyera par­
gumentar —eso ya lo hizo Gil Robles— que la revisión del artículo 26 lo naturaleza ponderada de profesor de ticipación, aunqúe indirecta, en todo
lo que más pugnaba a su conciencia.
impone la circunstancia de que la mayoría de los españoles son católicos. So­ Lógica. Había dejado el campo a In­ El
fiscal siguió desarrollando su tesis:
dalecio Prieto y Largo Caballero, que
bre que la demostración sería difícil, existe el hecho inconcuso de que ca­ se disputaban con violencia por con­ si bien no creía al acusado capaz de
tólicos son los que se levantaron en armas contra la República; los respon­ seguir la adhesión personal de la ma. cometer esos delitos, sí estaba seguro
de que con sus. propagandas marxistas
sables de la tragedia espantosa porque atraviesa nuestro país; los autores yoría de sus correligionarios.
La gran aventura revolucionaria de había contribuido a formar a esas lemorales —también materiales, en muchos casos— de las tropelías y los ase­
Besteiro quedaba allá lejos, por el giones de “rojos” que los habían co.
sinatos de que se ha hecho víctima a los hombres que defendieron el régimen año
1917, cuando estuvo en la cárcel metido. Y a esto contestó Besteiro:
—Me temo, señor fiscal, que en
legal que el pueblo, en uso de sus soberanía, se había dado. Con esa clase Modelo de Madrid, por formar parte
de católicos que han despedazado España, que la han arruinado económica­ de un comité de huelga. Sp actuación mis cuarenta años de prédica socialis­
ta haya hecho yo menos rojos que los
mente, que han creado odios y rencores para un siglo de vida, no puede se había ido haciendo cada vez más que
ustedes llevan hechos en el poco
restringida y apagada. Era francamen.
contares —los socialistas, por lo menos, no habremos de permitir que se te
opuesto a la infiltración comunista tiempo que están en el poder.
cuente— para salvar la patria en ruinas.
La campanilla de la presidencia se
en las filas del partido, y le era pro­
La República fué respetuosa —excesivamente respetuosa— con todos. fundamente desagradable el carácter agitó inútilmente para ahogar aquella
frase, que fué recogida por el público
No hay nadie que, honradamente, pueda decir que se le hiciera víctima de soviético de ciertas propagandas. De­ que
había en la sala y por él lleyada
bió
sentirse
cada
vez
más
en
minoría,
persecuciones. Ninguna causa de orden moral, o humano, existía en España hasta acabar en casi absoluta soledad. a la calle.
para que se perpetrara el terrible crimen de la rebelión. Tampoco de carácter
Y el juicio siguió: el fiscal, exci­
Por eso, consciente de su situación,
religioso. La República ni persiguió, ni maltrató ni humilló a los católicos. cuando al final de la lucha, en los pri­ tado por la respuesta de Besteiro, y
El artículo 26, del que ahora se declara revisionista el partido comunista, meros días de marzo del 39, sale de su deseando quitarse aquella espina, se
para formar parte del encaró con él acusándole, por su ca­
en nada afectó a la vida espiritual de la iglesia, que se desenvolvió sin retraimiento
Consejo Nacional de Defensa, lo hace tegoría de dirigente, de la ruina del
obstáculos de clase alguna. Sin embargo, carlistas, católicos y monárquicos sin representación alguna de partido, país. ¿Qué se había hecho del oro que
—compendio de la reacción española— se sublevaron, y al grito de ¡Arriba en un gesto puramente personal. En había en el Banco de España antes
España!, invocando a Dios, mataron, sin compasión, a católicos y ateos, a esa hora gravísima y decisiva, no es. dQl ‘“glorioso movimiento'? ¿Quién
en Madrid y ni aún siquiera en se lo había llevado? ¿Adónde había
españoles que, creyentes o no, por ser amantes de la democracia, de la liber­ tán
España los dos jefes socialistas aue ido a parar? ¿Es que no se conside­
tad de pensamiento y de la independencia nacional, rechazaban el nazi- al empezar la contienda y a lo largo raba él responsable de aquel expo.
fascismo, negación del derecho humano.
de ella asumieron para sí la respon. | lio? ¡Ah! ¿Qué tenía que decir a es.
Pues sí, parecía que algo tenía
La reconquista de la República y el pleno funcionamiento de la Cons­ sabilidad del mando, siempre en pug­ to?
que decir el profesor Besteiro, porque
na
por
imponer
su
criterio.
A
los
dos
titución, son condiciones indispensables para que España vuelva a la nor­ los ha barrido de España el huracán hace un adem;n y un gesto como si
malidad. Toda política de concesiones, encaminada a desvirtuar tan esencia­ de la guerra: Prieto está en América! quisiera hablar. Y habló al fin:
—Perdone usted, señor fiscal, pero
les aspiraciones de la democracia española, encontrará —venga de donde Largo Caballero en Francia. El siguió
no tengo la menor idea de ese oro
venga— nuestra más irreductible oposición. El principio indispensable que en Madrid, la ciudad singularmente yo
de que usted me habla. El único oro
haga posible la convivencia entre los españoles consiste en el previo , some­ querida, que le ha distinguido siem­ de España que yo conozco, ese sí pue­
pre otorgándole su voto, para que la
timiento de todos a la legalidad que en nuestro país existía el 18 de Julio represente en el parlamento, por in­ do decirle dónde está: lo tienen uste­
del año 36. Desupés de eso, y una vez que la justicia haya exigido las obliga­ mensa mayoría. Después de treinta y des en las cárceles.
La alusión era demasiado clara, pa­
das responsabilidades a los causantes de la catástrofe española, será llegado dos meses de guerra, se oye su voz
ra que no advirtieran todos que ese
por
vez
primera,
a
través
del
micro,
el momento de proceder, supuesto que los españoles lo quieran, a la revisión
oro era el pueblo trabajador.
fono, que dice:
de la carta fundamental del Estado. Del artículo 26 y de todos los artículos.
Nuevamente tintineó sobre las pa­
—■“Españoles. Después de un largo
Ese es el mínimo respeto que se debe a los que sucumbieron defendiendo la y penoso silencio, hoy me veo obligado labras del acusado la campanilla pre.
República y a los que' en España sufren y mueren bajo el terror falangista. a dirigiros la palabra por un impera­ sidencial. En la sala, el público —un
público de excepción, en el que se
La era de la demagogia ha pasado para España. Los tópicos de “frente tivo de la conciencia... Ha llegado el veían
algunos diplomáticos—, se re.
momento
de
irrumpir
con
la
verdad
y
único” y “unidad nacional”, están desprovistas de contenido para el proleta­ rasgar las redes de falsedades en que bullía como tocado en lo más vivo.
riado de nuestro país. Gracias a eso las últimas consignas de Mije han caído estamos envueltos. Es una necesidad Se repetía la frase por lo bajo, para
en la indiferencia y el desdén. Las masas obreras de España tan orgullosas - ineludible, un deber de humanidad y retenerla en la memoria. Un rumor,
no se sabía si era de aprobación o
de su responsabilidad colectiva, no pueden por menos que ver con des­ una exigencia de la suprema }ey de que
salvación de la masa inocente é irres­ de protesta, llegó hasta el tribunal,
precio la irrsponsabilidad de Partido con que se producen los comunistas.
ponsable. Os hablo desde este Madrid cohibido de duda por la calidad del
procesado y por la calidad del audi­
que ha sabido y sabe sufrir con emo­ torio.
cionada dignidad su martirio; desde
De pie junto al banco de los acu­
este “rompeolas de todas las Españas”,
que dijo el poeta inmortal que hemos sados, la noble ancianidad de Julián
perdido, tal vez abandonado, en tie­ Besteiro parecía rodeada de un halo
de respeto. Los siete militares que
rras extrañas. . . ”
formaban el Consejo de Guerra, sen­
Le
temblaba
la
voz
al
evocar
la
A la memoria de mi que­ ledo). (A todo esto, mi comunicante muerte del gran Antonio Machado en tados frente a él, dijéranse sus discí­
rido e inolvidable amigo tenía, por su doble condición de estu­ un
de concentración de Fran. pulos. Volvía a ser, en aquella oca.
Luis Rodolfo Castro, organi­ diante de Medicina y amigo personal cia. campo
En
la
desventura
del poeta veía la sión, el ilustre catedrático de la Uni.
zador de los sindicatos de del Teniente Coronel Jefe de los Ser­ desventura del pueblo,
ese pueblo al versidad Central de Madrid, dictando
Llerena, socialista de cora­ vicios de Sanidad Militar de su provin­ cual hablaba desde el micrófono
con su última lección, antes de ser nue­
zón y combatiente de prime­ cia, oportunidad de enquistarse tran. el alma partida por el dolor. Cuando vamente conducido a la cárcel por la
ra línea, que en vísperas de quilamente en un hospital. Después, ya terminó de hablar lloraba, acaso con guardia civil. La magnanimidad de la
su desgraciada muerte pasó en Valencia, se incorporó con grado de el presentimiento de lo irremediable. justicia del caudillo, le rebajó la peti­
por el dolor de saberse mo­ Oficial y categoría de Jefe de Botiquín
El 28 de marzo, cuando tos fascistas ción fiscal, dejando su condena en
tejado de agente de Falange. de Batallón a una de las Brigadas se apoderaron de Madrid, lo encon. treinta años de prisión mayor.
Pocos 'días después se lo llevaron
del XX Cuerpo, en cuyo servicio le cu­ traron en el viejo edificio del Minis­
Siempre ha sido la difamación sola­ po el honor de ser herido en Teruel terio de Hacienda —calle de Alcalá, de Porlier. El profesor Besteiro, en
pada, hecha a media voz, por la es­ el 23 de enero del 38 y de participar junto a la Puerta del Sol—, donde se los huesos, iba arrastrando su peta­
palda y sin riesgo de respuesta vio­ en cuantas operaciones intervino di­ había instalado el Consejo Nacional te, como tantos hombres que salían
lenta, es decir, la peor de las difama­ cha Unidad. De sus penalidades en de Defensa. Pudo marcharse, como se de las cárceles de Madrid hacia leja­
ciones, arma favorita de los comunis­ Francia, diré tan sólo que a las que marcharon otros, de madrugada, pero nas prisiones, repartidas en toda Es.
tas españoles. Por eso nos parece nor­ de ordinario proporciona un campo de se resistió a hacerlo. Otro imperativo paña, donde habían de cumplir su
condena. A él lo llevaron a un antiguo
mal que recurran a ella con frecuencia Concentración, tuvo que añadir la de de su conciencia.
convento de Andalucía, habilitado pa.
en el destierro. Y más ahora, en que saber que un comunista de última hor­
Allí
lo
encontraron,
con
su
enfer­
e l . estado de guerra porque atraviesa nada, de Lugo y pelirrubio, pedía su medad crónica agravada por la fatiga ra prisión, donde todos los reclusos
México permite la prisión de un hom­ cabeza en .un campo tan poco seguro de los últimos días, en que había echa­ eran sacerdotes desafectos a la causa
bre honrado si se le hace figurar co­ como era el de Argelés sur Mer. Y do sobre sus jiombros una carga ago. de Franco. Parece que, en atención
mo quintacolumnista.
por lo que respecta a sus modestas tadora; con la tristeza de haber com. a lo delicado de su salud, y también
Un amigo mío, muy dado a reaccio­ actividades políticas en México, haré probado la inutilidad de su tremendo a poderosas influencias que se movie­
nes sentimentales, me decía en días pa­ constar que este buen amigo se distin­ esfuerzo; con el anonadamiento del ron en su favor, lo llevaron allí. De
sadas que estaba hecho un volcán por­ gue entre los que somos sus paisanos fracaso... El ultraje de los años y de nada le valió, sin embargo. A poco
de estar recluido entre aquellos mu­
que ciertos sujetos desaprensivos le por la enemistad cerrada que profesa los hombres estaba bien patente en ras
propicios, circuló la noticia de que
cuelgan el sambenito de agente de la a los discípulos de Mije.
aquel cuerpo encorvado que no era
fallecido; pero no se confirmó:
Es muy probable que alguno de los Julián Besteiro, sino el esqueleto de había
Gestapo, enemigo de la libertad de los
era
que
muerte había ido a visi­
pueblos, lacayo a sueldo dél repre­ que tengan paciencia suficiente para Julián Besteiro. Alrededor de su ac­ tarlo. Se laagravó
su estado. Y, entre
sentante de Franco en México y otras soportar la lectura de estas líneas, ad­ titud última se habían hecho, con bue­ la vida y la muerte,
vivió todavía
zarandajas por el estilo. La excitación vierta la semejanza de su caso perso­ na y mala intención, muchas conje­ algún tiempo, con su aire
venerable
de mi amigo era muy justa, porque nal con éste que nos ocupa. Y todos, turas. No faltó, entre sus enemigos, de prior de aquel monasterio,
quienes eso dicen lo hacen a sabiendas estoy seguro, sospecharán que los cier­ quien pronunciara la palabra que en brando a los religiosos con su asom­
de que mienten y con el deliberado tos sujetos a que aludía mi amigo per­ casos similares sale a relucir siempre: nidad, aquella serenidad que tan sere.
des.
propósito de injuriarle de modo siste­ tenecen a la “clá” del Partido de todo traición. Y hasta hubo quien hizo es. esperadamente
anhelaba
el
poeta
“an­
mático y aleve. Que mis difamadores el Proletariado; a ese explosivo núcleo ta frase: —Consejo Nacional de De. te el tenebroso día de losa fría y re—gritaba él— no sirven para descal­ de damas y distinguidas caballeros que fensa al Servicio de Burgos. Besteiro quiescat in pace”. Hasta que ese día
zarme y no ignoran que siempre he tararean, con ímpetu juvenil y adema­ apenas tuvo un gesto despectivo nara llegó.
sido y seguiré siendo leal defensor nes trágicos, siempre que se les de­ el juicio de sus detractores. Ni se la­
El cardenal Segura, en su plática
de las ideas liberales. Y es verdad: para ocasión para hacerlo: “ri, ri y mentó de ello ni intentó defenderse. dominical
desde el púlpito de la ca­
a los quince años ingresó en la Juven­ rala; pipo y pipa y pala; viva Moscú, En realidad, su mejor defensa iba tedral de Sevilla,
ante el mudo asom­
implícita
en
sus
actos,
y
no
es
el
me­
viva
Stalingrado,
viva
la
unidad,
etc.,
tud Comunista, en la que causó baja
bro
de
sus
fieles,
hizo su elogio fú.
nos
significativo
éste
de
su
detención.
a fines del 35 por razones teóricas etc.” Porque, en efecto, el tiempo ex­
nebre. Había muerto, dijo, un gran
y por considerar inadmisible la conduc­ tra de tan animosos siajanovistas de El oficial que se enfrenta con él lanza español, digno de respeto por la pro.
ta pública del partido, no sin que an­ la propaganda se gasta ahora en herir los gritos de ritual: “¡Franco! ¡Fran­ bidad de su conducta y la nobleza de
tes hubiera desempeñado el cargo de a los auténticos defensores de la lega-- co! ¡Franco!”. Y levanta el brazo, es­ sus pensamientos. La iglesia no le ha­
Secretario de Agitación y Propaganda lidad republicana de forma vil: tirando perando que Besteiro haga lo mismo. bía contado entre sus filas, pero re­
Es lo obligatorio. Pero el viejo profe.
en el Radio de Pontevedra durante los la piedra y escondiendo la mano.
conocía en él un alto espíritu.
años 33 y 34; posteriormente, por sus
¿Por qué injurian a hombres tan sor de Lógica permanece inmóvil, con
A raíz de esta plática se recordó
los
brazos
pegados
al
cuerpo.
Y
a
una
actividades en el período electoral probados como mi sentimental ami­
el desacuerdo del cardenal Segura
conminación
del
oficial,
responde:
del 36, volvió a ser señalado por sus go? Desde luego, no siempre porque
—Supongo que viene usted a dete­ con Falange, hecho público un poco
conciudadanos como elemento de desor. barrunten en ellos péligrosos futuros
antes, cuando se negó a que se ins­
den; sin duda por eso, se le honró con enemigos. Que mi atribulado comuni­ nerme: aquí me tiene. Pero le ruego cribieran en las iglesias de su diócesis
los nombramientos de vocal del Comité cante es sencillo en todo y se reconoce me ahorre la violencia de un saludo los nombres de los “nacionales” caí­
Juvenil de Huelga Revolucionaria y falto ^de los recursos para emprender que en mí no sería un homenaje, sino dos en la guerra civil. Dios no podía
Policía-Delegado del Comité del Frente con ánimo el escabroso camino de la un sarcasmo.
preferencia por los caídos de
Y don Julián Besteiro fué condu­ tener
Popular de su provincia el día 19 de política militante. No. La la génesis
uno u otro bando, pues todos eran
cido
a
la
cárcel
de
Porlier,
donde
se
julio del mismo año, cargos que, sos­ de tan torcidas acciones hay que bus­
igualmente sus hijos; ni la Iglesia po.
pechados por los facciosos, le valieron carla en la ejemplaridad de una fábu­ contó entre los primeros que entra­ día dejar de reconocer como espa­
ser sometido a sumario, del que pudo la —hormiga que, picando el talón de ron en ella, - sin levantar el brazo, ñoles a los que, por razones políticas,
desligarse a mediados de octubre por un experto cazador, salva a su águila porque el oficial, vencido por la ente­ se les negaba el serlo.
falta de pruebas y abundancia de ami­ protectora— y en lá certeza de que reza moral de aquel anciano, no in­
Siguiendo la trayectoria de su pen­
gos; más tarde, incorporado por reem­ hombres de la cordialidad de mi amigo sistió en exigirle aquella prueba de samiento, este elogio postumo de don
acatamiento
al
vencedor.
plazo al Ejército faccioso, marchó vo­ no le perdonarán nunca errores, traicio­
Julián Besteiro tenía todo el carác­
No; don Julián Besteiro no se sal. ter de una réplica, que se comentó
luntariamente al frente del Centro, el nes y crímenes que les vieron cometer
26 de julio del 37, evadiéndose al Ejér­ en los campos ensangrentados de Ara­ vaba de ir a la cárcel; ni de ser pro. largamente en los más diversos tonos.
cesado, ni de comparecer ante un
cito de la República el día 2 de agosto gón y Cataluña.
Valentín de PEDRO.
por el Sector de Añovet de Tajo (To­
Benito BUA RIVAS. Consejo de Guerra, ni de que un fis­
Difamación en el destierro
El día 8. hablando ante el Consejo nacional de 1.a Falange, Franco ratificó
su posición de decidido partidario de la política del Eje. Por si alguna duda
pudiera quedar en alguien —en nosotros no la había— ahí está la declaración
terminante del caudillo, salpicada de groserías e insultos para las demo­
cracias. De rebelión de las masas "civilizadas" contra viejos sistemas, ha defi.
nido Franco la forma de gobierno fascista. Luego, las masas "no civilizadas”
deben ser las de los países democráticos. Las que luchan en descomunal
batalla mundial, contra los soldados alemanes, italianos, rumanos y japoneses,
Las que combaten contra las divisiones simbólicas que mantienen en el
frente ruso. Franco y Laval. Como trallazos debieron sonar en los oídos de los
embajadores de Inglaterra y Estados Unidos, las palabras de’, generalísimo,
pues éste no se mordió la lengua oara mostrar su desprecio por las naciones
unidas.
De un tajo, ccn su espada de dictador, ha corlado Franco el nudo gor.
diano que se empeñaban en mantener las dos potencias democráticas, con la
España falangista, igual, en conducta y en aspiraciones, a la Alemania nazi y
a ’,a Italia fascista. No han dado muestras de haber reaccionado, frente a la
actitud inequívoca del generalísimo, las cancillerías de los gobiernos anglo­
sajones. ¿Porqué, abrigan la esperanza de volver a atar el nudo cortado? No
caeremos en la simpleza de creerlo. Los señores Rocseve'f y Churchill no
pueden ignorar los fuertes lazos que atan a Franco, a ’.a carroza del Eje,
Otros motivos que los de la ignorancia deben existir que obliguen al Presi
dente de Norte-América y al Premier de Inglaterra, a tragarse, en forma de
amargas pí’doras, el orgullo legendario de los países que gobiernan, piso­
teado, en Madrid, por un mequetrefe como Franco. A esa clase de paradojas
conducen las contemporizaciones. O el temor. En éste, más que en aquellas,
creemos ver las causas del silencio de las naciones aliadas en torno a los
términos francamente retadores del discurso de Franco. Téngase en cuenta
que las palabras del caudillo fueron acompañadas de sonar de espuelas,
arrastrar de sables, redar de cañones y ruido de motores de aviación. De iodo
el estrépito que corresponde a un millón de soldados^ españoles movilizados
en momentos en que va a entablarse la batalla decisiva por el dominio de,
Mediterráneo, el mar clave de la victoria o la derrota de la guerra que se
libra en Europa.
El fin de la III Internacional
Tienen incalculable importancia pa­
ra la guerra y para la paz los pactos
y compromisos suscritos por Ingla­
terra, Estados Unidos y Rusia. El en­
tendimiento de estas tres poderosas
naciones para acumular en forma co.
ordinada sus recursos, a fin de impo­
ner una decisión en el actual conflicto
bélico, deja claramente establecida la
suerte de la guerra, siquiera aún la
potencia militar de los totalitarios,
reunida durante largos años de inten­
sísima preparación, pueda descargar
golpes muy fuertes en unos u otros
frentes de combate.
Pero sin dejar de reconocer que
la tarea urgente es ganar la guerra,
posee importancia vital saber cómo
ha de edificarse la paz. Si se dejan
subsistentes las causas profundas que
dan origen a estos espantosos conflic­
tos no valdría la pena realizar el sa­
crificio presente. Por ello, el enten.
dimiento anglo-yanqui-ruso para es­
tablecer los fundamentos de la paz
tiene tanta o más trascendencia que
el acuerdo para proseguir y decidir
la guerra.
Esos pactos estuvieron precedidos
por las deliberaciones y resoluciones
del Congreso del Partido Laborista,
reunido en Londres, y fueron seguidos,
a pocos días de distancia, por el mag­
nífico discurso del presidente Roosevelt en el día de las banderas aliadas.
Coincide todo ello en señalar un rum­
bo a uno de cuyos aspectos queremos
referirnos.
Podemos creer que estos hechos
significan el fin de la III Internacio­
nal. Y nos parece conveniente decirlo
porque son muchos los que ante la
eficacia demostrada por el ejército
rojo — que no existiría de no ser
eficaz el régimen soviético —, entien­
den que ello se traduce en un incre­
mento de la fuerza comunista en el
mundo, y, por consiguiente, en un
ensanchamiento de las actividades de
la III Internacional.
Digamos, en primer término, que
la III Internacional no ha existido
nunca. Para que funcione un orga.
nismo de ese alcance es indispensable
que sus diversos miembros, represen­
tantes de las distintas naciones, po­
sean en él la misma ó parecida influen­
cia; así es como puede alcanzarse una
coordinación de criterios que rebase
las angosturas de las fronteras. No
podía ocurrir tal cosa en la III Inter­
nacional. Es cierto que tampoco en la
II tenían idéntica influencia los delegados de cada país; gravitaban con
mayor peso los que representaban
fuerzas de mayor volumen, lo que, en
el caso de la II Internacional, corres­
pondió a la social-democracia alema­
na; pero dejaríamos de ser veraces
si dijésemos que era una influencia
absorbente, capaz : de anular por en­
tero a las otras representaciones. En
cambio, no es posible dudar de que
en la III Internacional los delegados
estaban limitados a recibir instruc­
ciones. Era natural que fuese así. Los
delegados rusos ocupaban el poder en
el país más grande de la tierra, en
tanto que los otras representaban a
grupos en su casi totalidad insignifi­
cantes, cuya actividad era apenas to­
lerada en sus países respectivos, y a
veces estaba rigurosamente prohibida.
Por eso decimos que la III Internacio­
nal no ha existido nunca, sin decir
por ello nada en favor o en contra
del organismo que ha funcionado con
tal nombre.
De hecho, la III Internacional ha
sido una organización al servicio del
Gobierno ruso, de los intereses nacio­
nales rusos. Si admitimos que esos in.
tereses coinciden con los de la revolu­
ción marxista en el mundo, estará
bien la adhesión de sus partidarios,
pero no porque la III Internacional es­
tuviese encaminada directamente a
servir los fines de tal revolución. Bro­
taba este servicio como una conse­
cuencia de la finalidad esencial: ser­
vir los intereses de la nación rusa.
Pero en el momento en que el Go­
bierno'ruso se compromete con el in­
glés y el norteamericano a proceder
de acuerdo para trazar las bases de
paz, y renuncia a intervenir en la or.
ganización interna de los diversos paí­
ses, queda la III Internacional sin otra
finalidad que transformarse en un
auxiliar secundario de los acuerdos
que tomen los Gobiernos de Moscú,
Londres y Washington, acuerdos en los
que no puede haber la preponderancia
soviética qúe existía en los de la III
Internacional, pues si Rusia concurre
a ellos con una fuerza innegable, tam­
bién Londres y Washington aportan
otras fuerzas cuya cuantía es imposi­
ble desconocer.
Antes de esos acuerdos están los
del laborismo británico, con la con.
formidad expresa de calificados repre­
sentantes socialistas europeos que hoy
residen en Londres, para buscar el
entendimiento con las fuerzas rusas.
Y después del discurso de Roosevclt,
que basa la paz futura en cuatro liber­
tades, entre las que figura en tercer
lugar la libertad económica.
Tenemos, pues, una aproximación
que seguramente no satisface a los
adeptos de la revolución marxista, pe­
ro a cuyo servicio habrán de ponerse,
si es que sigue existiendo el rótulo de
la III Internacional y siguen adherí,
dos a ella.
José VENEGAS.
Próxima l legada a
M éxico del compa­
ñero Jiménez Asía
Por informes dignos de todo crédito
que hasta nosotros han llegado, sa­
bemos que el compañero Luis Jimé­
nez de Asúa, Diputado Socialista Es.
pañol y Profesor de Derecho Pena!
de la Universidad de Madrid, llegará
a México el próximo día 22 o 23 del
actual mes.
.
Nuestro compañero Jiménez de’
Asúa procede de Chile y Cuba, en
las Universidades de cuyos países lia
explicado, con gran éxito, cursos de
conferencias relacionadas con la ma­
teria de que es profesor insigne. La
Universidad, chilena le ha distinguido
—honrándose con la distinción— con
el nombramiento de Doctor “Honoris
causa”.
La estancia de Jiménez de Asúa en.
tre nosotras, será de corta duración.
Unos quince días aproximadamente.
Anticipándonos a la llegada del in­
signe compañero, le expresamos desde
este momento el afecto y el cariño del
Partido.
Columna Funeral
Ha muerto el compa­
ñero Eddo Fimmen
En C.uernavaca, localidad donde re­
sidía, ha fallecido víctima de cruel y
larga enfermedad, nuestro compañero
Eddo Fimmen, Secretario de la Fe
deración Internacional del Transporte
La noticia ha llegado a nuestro cono
cimiento en el preciso instante en que
iba a entrar en máquina este número
de ADELANTE. Esa circunstancia nos
impide dedicar al desaparecido compa­
ñero, con la extensión que hubiéramos
deseado, el homenaje postumo a que
es acreedor por su destacada actua­
ción internacional, política y sindical,
Nos limitamos, pues, por ?,as causas
antes apuntadas a expresar nuestro
fraternal sentimiento por tan sensible
pérdida y a manifestar a sus familia­
res y a la Federación Sindical Inter­
nacional, el testimonio del dolor de
los Socialistas españoles.
Compañeros: En México, la Admi­
nistración de ADELANTE se encargi
de recaudar los donativos de los com­
pañeros residentes en el país. Los re­
sidentes en los demás países del Con
tinenle deben constituir grupos de ayu­
da de ADELANTE, designando al com
pañero que se encargue de recoger y
enviar las colectas y recibir y distri­
buir los ejemplares.
Conviene que los envíos de efecti­
vos se hagan a nombre del adminis
trador a fin de evitar dificultades.
Por obligados motivos de com­
paginación , el habitual artículo
de nuestro querido compañero y
colaborador PERICO EL CIE
GO, va inserto en la segunda ps.
gina de este número de ADE­
LANTE.
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