Redacción PRESENTACIÓN NARRATIVA 5 Editorial 6 La Sociedad secreta del Sueño ] Juan Jacinto Muñoz Rengel Despedida en Madrid ] Norma Elia Cantú Los culpables ] Juan Villoro Other Guys ] Daniel Chacón Neptuno ] Ivonne Lamazares Es el agua ] Rolando Hinojosa 12 15 18 21 28 DOSSIER 31 40 45 52 60 63 65 POESÍA 66 70 72 73 74 76 78 ENTREVISTA 80 82 CRÍTICA ] SUMARIO 84 85 86 Panorama de la literatura hispana en EEUU ] Nicolás Kanellos Sobre la obra de Rolando Hinojosa ] Klaus Zilles Sobre la novela de Denise Chávez ] María Herrera Sobek La novelística de Alisa Valdés Rodríguez ] Juan Bruce Novoa Antología de cuentos hispanos ] Antonio Torres Torres Ilán Stavans ] Entrevistado por César Alegre Pater Noster y Ave María ] Ilan Stavans Ana Castillo Tino Villanueva Gustavo Pérez Firmat Lemis Raquel Delgado Eduardo Moga Carlos Vitale Enrique Vila-Matas ] por Fernando Clemot Fernando Arrabal ] por Iván Humanes Bespin Gestual de Mireia Vidal-Conte ] reseña de Julieta Yelin La hora azul de Alonso Cueto ] reseña de Alejandro Tellerina Retorno 201 de Guillermo Arriaga ] reseña de A. Cartula Viladot Redacción ] EDITORIAL Paralelo Sur son Edición Fernando Clemot y Jordi Gol [email protected] [email protected] www.paralelosur.com Publicación Paralelo Sur Ediciones SCP (Plaza Trilla, n6, 2º 1ª, 08012, BCN) CIF: G-64102940 Dirección F. Javier Cubero Diseño de portada y maquetación Diego Petrilli Ilustración de contraportada Fernando Arrabal LITERATURA CHICANA, SPANGLISH… LAS LITERATURAS HISPANAS EN ESTADOS UNIDOS EN EL PUNTO DE MIRA Fotos interior Jordi Tarrés Corrección F. Javier Cubero, Eulàlia Padró, Bernat Padró, Fernando Clemot. Consejo de redacción Bernat Padró, Luis Miguel Hermoza, Diego Petrilli, José Luis Quintero, Raquel Delgado, Jordi Tarrés, Óscar Checa. Colaboradores Juan Jacinto Muñoz Rengel, Norma Elia Cantu, Juan Villoro, Daniel Chacón, Ivonne Lamazares, Rolando Hinojosa, Nicolás Kanellos, Klaus Zilles, María Herrera-Sobek, Juan Bruce-Novoa, Antonio Torres Torres, Ilán Stavans, César Alegre, Ana Castillo, Tino Villanueva, Gustavo Pérez Firmat, Lemis, Raquel Delgado, Eduardo Moga, Carlos Vitale, Enrique Vila-Matas, Fernando Arrabal, Iván Humanes Bespín, Julieta Yelin, Alejandro Tellería, Alberto Caturla Viladot, Itmar Conesa, Ester. Agradecimientos A Lara Hospital y a Silvia López por su inestimable colaboración; a Sergio Fidalgo, por darnos su apoyo incondicional; a Celia y a Mercedes, de La Gabia de Paper; a La Central; a Nacho; a Acolite; a Gudelna; y a todos aquellos que nos han permitido continuar con este proyecto. Imprime Huella Digital SL, c/Barcelona 60-65, 50017, Zaragoza Estados Unidos y la cultura hispana. El gigante del Norte se ha convertido en las últimas décadas en uno de los campos de mestizaje y enriquecimiento más importantes para todas las literaturas latinas. La pujanza de la cultura hispana ha alcanzado todos los ámbitos sociales; las editoriales, la televisión, la universidad y los aspectos más diversos de la cultura norteamericana. Una realidad emergente y cambiante que nos llena de fascinación. Una temática ambiciosa que requería un esfuerzo máximo para condensarla. Desde la páginas del dossier de este número 3 hemos tratado de dar una visión eficaz de un movimiento poderosísimo y con incontables matices; la literatura chicana y la del exilio cubano, los nuyorricans, el spanglish… Un trabajo de envergadura para el que la revista Paralelo Sur ha tenido la fortuna de contar con la colaboración de las más importantes figuras hispanas tanto del ámbito literario como del docente. Sería muy difícil entender una realidad tan poliédrica como la señalada sin nombres como los de Rolando Hinojosa, Gustavo Pérez Firmat, Juan Bruce Novoa, Ilán Stavans, Tino Villanueva, Norma Elia Cantú, Daniel Chacón, Ivonne Lamazares, Ana Castillo, María Herrera Sobek, Nicolás Kanellos o Klaus Zilles. Una nómina inmejorable que en gran parte debemos al trabajo del profesor Antonio Torres de la UB, a José Luis Quintero, Raquel Delgado, Esther Rodríguez y al colectivo universitario GUDELNA, amigos y colaboradores de esta publicación. Pero este número 3 no se limita únicamente a este estupendo dossier. En el apartado de narrativa hemos contado con colaboraciones como las de Juan Villoro y Juan Jacinto Muñoz Rengel. También en poesía destacamos a Carlos Vitale y Eduardo Moga y, como cierre, dos entrevistas de prestigio y plena actualidad: Enrique Vila–Matas y Fernando Arrabal. Como editores de Paralelo Sur nos sentimos orgullosos de dar luz a este nuevo número que amplia nuestros horizontes como publicación. Agradecemos su dedicación a nuestro director, Francisco Javier Cubero, y a todos los miembros del consejo y colaboradores. Sin la suma de sus esfuerzos no hubiéramos podido concretar este hermoso mosaico con el que –desde la modestia de nuestra publicación– creemos haber trazado uno de los mejores retratos de las literaturas hispanas en Estados Unidos realizados desde este lado del Atlántico. Jordi Gol y Fernando Clemot Editores de Paralelo Sur Depósito legal 03121564024564 5 paralelosur NARRATIVA [ Juan Jacinto Muñoz Rengel Juan Jacinto Muñoz Rengel ] NARRATIVA La Sociedad secreta del Sueño Juan Jacinto Muñoz Rengel Poco a poco tomas conciencia de que hay algo más, de que eso que te está ocurriendo no es todo lo que hay o te puede ocurrir. Adviertes que las personas no pueden cambiar de rostro así como así, o que algo en las esquinas de ese círculo cuadrado no es del todo sensato, y ésas u otras pistas, como el hecho de que no puedes estar en dos sitios a la vez, te llevan a pensar que estás soñando, y que eso tan fantástico que te ocurre no es lo real, sino más bien eso otro, cuya resonancia ya percibes ahí fuera, eso otro mucho más cabal, más estático, más aburrido. Acabas por salir del sueño y te despiertas. Piensas que es tarde ya, porque oyes un blando murmullo de carros y gentío en la calle. Aún así te quedas tumbado en la cama, mirando las humedades del techo y a esa araña que ha pasado la noche contigo; sin prisas, porque empiezas a recordar que anoche le pediste al ama de llaves que te despertaran a las ocho de la mañana. No sabes si pasan cinco o treinta minutos cuando llaman a la puerta y escuchas: –¡Ocho en punto, señor! En el comedor hay breakfast tea y huevos revueltos. Te incorporas, viertes media jarra de agua en el pequeño lavabo y te lavas la cara, frotándola con fuerza. Luego te miras en el espejo, tu cara adopta los signos de la concentración, pero te das cuenta de que ya no tienes suficiente perspectiva ni como para distinguir que el reflejado eres realmente tú, y no un objeto más de todos los que rodean tu vida y ves cada día. Agarras tu nariz, y la sometes a tu antojo, pellizcas un carrillo, enseñas los dientes, pero abandonas el espejo con el convencimiento de que esos apéndices de carne no son más tú que cualquier longaniza expuesta en el mercado, y que es pura casualidad que se encuentren adornando la parte superior de tu esqueleto, y no una inferior u oculta, y que mañana tu nariz no será la misma nariz, sino que tendrá ya un poco de la gallina que puso los huevos con los que se ha hecho el revuelto que te vas a desayunar en unos minutos. Recoges tu traje del perchero y te vistes. Ajustas las polainas sobre tus zapatos, porque en abril aún persiste intenso el frío en Londres. En los bolsillos del abrigo acomodas tu reloj, tu bolsa de tabaco, tu dublinesa pipa Peterson, tu monedero, los guantes de piel, y bajas al comedor. paralelosur 6 Pliegas el periódico con una destreza adquirida con los años, mientras sostienes con seguridad la pipa entre los dientes. El sol había salido durante unos minutos, pero la niebla lo ha vuelto a borrar del cielo y comienza a hacer frío otra vez. Estás en una terraza en Belgrave Square, son casi las once de la mañana, e intuyes que en unos veinte minutos empezará a llover. Sin embargo, el día no se presenta mal del todo. Lees una noticia más, apurando los últimos minutos en el exterior, una crónica de sucesos. Una chica asesinada en Southwark. Te lamentas de los tiempos que te ha tocado vivir, del desvanecimiento de las costumbres, de la depravación que impera en nombre de la pura y sola modernidad, en estos años de fin de siglo. Unas gotas heladas se posan en tu mejilla y te obligan a levantarte. No sabes dónde entrar, y te hastía hasta lo indecible la monótona repetición de los días. Vagas por las calles de Westminster, llueve, hasta que irritado llamas a un coche de caballos. Ahora estás en Marylebone. Miras unas postales en un escaparate, ves que dentro de la tienda hay libros, calefacción, y el suelo está cubierto por una alfombra roja; el vaho de tu aliento te impide la visión, y decides entrar. Para tu desconcierto, ves como un hombre intenta cerrar la puerta por dentro para que no entres, pero tú tienes ya la mano en el picaporte, empujas y ya estás dentro. El hombre te saluda con recelo, a la vez que disimula su previo e inexplicable intento. Te has quedado turbado, pero recuperas tu anterior propósito y te diriges a las estanterías de libros. Escoges una obra de William Blake, Songs of Innocence and Experience, y te sientas en un sillón. Por el rabillo del ojo puedes ver que el hombre de la puerta conversa con otro señor, y ambos giran una y otra vez la cabeza para mirarte. En el rato que estás sentado compruebas que hay numerosos caballeros en el recinto, que aparecen y desaparecen entre los distintos compartimentos, pero en momento alguno entra nadie más por la puerta principal, a la que ahora sospechas cerrada. Te levantas y te paseas por los salones. Ves a no pocos hombres, y percibes que te miran cuando has pasado de largo y ya no puedes verlos. Intentas entablar conversación en un par de ocasiones, pero notas cómo deliberada- mente te evitan. Descubres que varios caballeros desaparecen por una misma puerta. Cuando intentas atravesarla los dos hombres que viste cuchichear en la entrada aparecen a tu izquierda y a tu derecha: –Señor, lo lamento, estamos cerrados. –¿Cómo, a estas horas? –Sí, sólo abrimos por la mañana, señor. –Qué extraño. Pero yo he visto a gente entrar aquí –dices, tocando la puerta con la mano. –Eso es imposible señor. Usted es el último cliente, aquí no hay nadie más. –Los vi –te reafirmas. Los hombres se miran entre ellos y luego, a un tiempo, se vuelven hacia ti y te sonríen con condescendencia. –No señor, sería una doncella, o una sombra, aquí no hay nadie. –¿Quieren ustedes hacerme dudar de mis sentidos? –Nunca osaríamos señor… –te dicen, graves, y clavan unos ojos virulentos en tus ojos. Sus caras parecen transformarse, por un instante no son humanas, se agrandan y deforman, una cabra, un cristal rojo, un rayo, la voz desgarrada de tu madre, aquel lugar donde te quedaste atrapado de pequeño, te empequeñeces, dudas de todo, crees desvanecer, y no insistes más en tu afirmación. Después de la cena, en el salón de fumar de Knightsbridge House, ya no recuerdas por qué te fuiste de aquel lugar. En la mano izquierda balanceas un vaso ancho de whisky, haciendo girar lentamente los trozos de hielo en torno a sus paredes; en la palma de la mano derecha aprietas la ardiente cazoleta de la pipa, y te la llevas a la boca de forma mecánica. Luego sueltas los dos gustosos objetos en una mesilla, para una vez libres frotar tus manos la una contra la otra y compensar sus temperaturas opuestas. Sólo recuerdas que en la librería te ocultaron algo, y que quieres volver allí. También tienes el estómago lleno de ambiguas sensaciones que hacía tiempo olvidaste y no sabes quién ha puesto ahí. Cuando subes a tu dormitorio, desde uno de los recodos de la escalera, ves una puerta entreabierta que arroja un tenue triángulo de luz al pasillo, te paras en seco y observas; transcurren dos o tres minutos, tú no te mueves, 7 paralelosur NARRATIVA [ Juan Jacinto Muñoz Rengel y permaneces alerta por si alguien más subiera por la escalera seguir tu marcha con la normalidad del que nunca ha estado allí parado, observando. Una joven se deja ver por el hueco de la puerta, fugaz, mientras se mueve por la habitación. No sabes qué lleva puesto, pero asocias el blanco de la prenda con el de las enaguas. Tú no crees en Dios, porque los años de fin de siglo que vives no son como para que ningún librepensador culto crea en Dios, pero rezas interiormente porque la joven se pare en el ángulo en el que la puedes ver, y que, por Dios, se quite algo de las ropas que aún la visten. La mujer vuelve a pasar, se mueve ahora hacia el fondo de la pieza, hasta el tocador; puedes ver que ya tan sólo lleva un corsé y un sostén, que le cubren el torso, y de cintura para abajo se muestra por completo desnuda. La joven no sabe que la puerta está entreabierta, no puede saberlo porque ninguna damisela virtuosa se exhibiría así ni siquiera delante de su propio padre. No lo sabe, y en su inocencia se demora en algo, alguna pequeña imperfección, que ha descubierto en la cara interior de su muslo, algo que no le gusta y que quiere erradicar de ahí con el esfuerzo de sus uñas. Tú podrías haber permanecido observando durante largos y placenteros minutos sin obstáculo alguno, pero no te contentas con eso, no te contentas con ser mero componente pasivo de ese trance sensual que está aconteciendo sin que ella lo sepa; algo te impulsa, sin que entiendas muy bien el qué, a moverte, y a hacer que las tablas de suelo crujan bajo tus pies, para que ella mire y sepa. La joven te mira entonces asustada, como lo haría un gato sorprendido en la oscuridad por un repentino candil, se cubre, desaparece tras las paredes y a los segundos la puerta se cierra de un golpe. De alguna manera, que ella sepa que la has visto te causa un mayor gozo. Ahora eres un componente activo de la relación que se ha gestado entre ambos. Sin embargo, dudas si habrá llegado a ver tu cara. Entras en tu habitación, te tumbas en la cama y miras el techo en el vacío de la negrura. Te preguntas si podrás dormir sabiendo que esa mujer y su sexo duermen en la misma casa que tú, separándote de ella apenas una débil tarima de listones de madera. Inspiras con fuerza en un intento de cazar algunos olores íntimos que se eleven y se filtren por los resquicios de las tablas. Te irrita la posibilidad de que ella sí paralelosur 8 Juan Jacinto Muñoz Rengel pueda dormir. Sopesas la idea de bajar y llamar a su puerta; comprendes que es precipitado, que hace unos minutos ni siquiera sabías de su existencia, que habrá más días y ocasiones; pero también piensas que quizá no haya más días ni ocasiones, que el único día seguro es el hoy, y que lo que no hagas hoy ya nunca lo harás, porque si lo haces mañana ya no será el mismo acto, sino otro, en otras circunstancias y con otras posibilidades, o dicho de otra manera, que el coito de hoy ya no lo consumarás mañana. Hay un momento en el que consigues por fin atrapar los efluvios de la mujer que se liberan en el suelo de tu alcoba, explotando como pompas de jabón; eso te enerva, y te sientas en la cama. Eres consciente ya de que no podrás resistir esa excitación, que va más allá de tu miembro, y que se ha apoderado de tus manos, de tus pulmones, de tu vientre y de cada hueco de tu alma. Hay un momento en el que sientes un poder animal dentro de todas las cavidades de tus huesos, ves un cristal rojo, crees desvanecer. La puerta de la joven está abierta, sólo puedes pensar que la ha dejado así para ti, una balsa de nubes lila te conducen hasta la cama, notas un movimiento ahogado bajo las sábanas templadas, y un susurro que a la vez es un gemido. Ya no hay marcha atrás, buscas su contacto en el vacío de la negrura, topas con su piel palpitante, te arden las yemas de los dedos y el extremo de tu miembro. Ya no hay marcha atrás, recorres sus sinuosidades demandando la parte más interna y vibrante de su cuerpo, y liberas el animal. Por la mañana te despierta el ama de llaves. No ha llamado a tu puerta ni te ha dicho «son las ocho de la mañana, señor». La has escuchado gritar hasta el límite de sus fuerzas en la planta de abajo. Te apresuras a vestirte y sales de tu habitación. Al mismo tiempo que tú alcanzas las escaleras, medio Scotland Yard hace irrupción en el edificio. Te abres paso a través del corro de inquilinos y sirvientes que se arremolina alrededor de la habitación de la joven de flancos fogosos que viste anoche desnudarse a la luz de una vela, intentado permanecer en un segundo plano; y comprendes que la joven yace cadáver sobre la cama. Bajas al recibidor, disfrazando tu terror, aunque el bombeo de la sangre te provoca picores en la cara y crees que en ese momento no existe otra cosa en el mundo que tu pánico. Te dejas caer en un sillón de cuero, buscas tu pipa en los ] NARRATIVA bolsillos, y fumas con angustia hasta marearte. Más relajado, te quedas allí hundido hasta que consigues escuchar lo que necesitabas escuchar: la joven fue violada y asesinada. Recorres Londres sin rumbo. Mientras más tiempo pasa más seguro estás de que anoche ni siquiera bajaste a esa habitación. Te tumbaste en tu cama, te dormiste y soñaste con la mujer cuyo vientre desnudo te soliviantó el espíritu, soñaste que le hacías una y otra vez el amor a su piel ingenua y láctea, que penetrabas una y otra vez aquel pubis de desconocida del que te habías enamorado a primera vista. En tanto que te vas convenciendo de que tú eres culpable sólo de un sueño impúdico, y no del terrible crimen descubierto aquella mañana en Knightsbridge House, te van asaltando pavorosas imágenes, de la joven agitando sus brazos en la negrura del catre para defenderse, de la joven mordiendo la mano que la embozaba para poder hacer oír sus alaridos de dolor más allá de la puerta cerrada, del olor a semen y a sangre, de la consistencia de un fino cuello al romperse, el silencio ulterior, imágenes que están en tu cerebro y no sabes quién ha puesto ahí. Tienes la seguridad de que tú no has sido, te dices, pero lo recuerdas. Es un dilema incomprensible, y que no alcanzan a justificar las escasas gotas de alcohol que ingeriste antes de subir al dormitorio. En tu confusión, lo único que consigues resolver es tu cambio de residencia a una pequeña fonda en el norte, en las afueras, en las colinas de Highgate, en la que pernoctarás varias noches, lo cual, te dices sin que eso afecte a tu decisión, no hará sino mostrarte como más culpable ante los demás huéspedes y ante los agentes que investiguen el caso. Durante los días vagas por Londres, durante las noches sueñas que eres otro, que vives otras vidas, que estás en otros lugares. Sigues sin saber dónde ir, hasta que, por una suerte de impulso y no debido a ninguna razón fundada, una mañana decides volver a la librería que descubriste en Marylebone, eso sí, con la sensación de que aquello era lo que tenías que haber hecho desde el principio. El cochero te dice que no conoce ninguna librería en Montagu Street, pero tú insistes en que te lleve a la calle en cuestión de todas formas. Allí compruebas que, en efecto, la tienda que visitaste no dispone de ningún rótulo comercial, que 9 paralelosur NARRATIVA [ Juan Jacinto Muñoz Rengel han corrido una cortina en el escaparate y que la cancela está atrancada. Sin embargo, para tu desconcierto, ves que el señor que te intentó cerrar la puerta aquella mañana se apresura a salir a abrirte y te da la bienvenida. –Le habíamos estado esperando, señor –te dicen los dos caballeros de la entrada. Tú no pronuncias palabra porque simplemente no sabes qué decir. –Acompáñenos –te dice uno de ellos, y te guían hasta la puerta por la cual habían desaparecido todos los concurrentes aquel día. Tú los sigues, pero en realidad conoces aquellas estancias como si hubieras estado allí decenas de veces, incluso cuando uno de ellos extrae la llave de detrás de un tomo de Moll Flanders de Defoe, tú te habías adelantado en el pensamiento adivinando que la llave estaba allí. En la sala te esperaban unos veinte hombres, todos te saludan cordialmente según las más exquisitas normas de cortesía. Todos te felicitan por estar entre ellos. Un caballero de mediana edad, orondo y bigotudo, el único que no se te ha presentado, toma la palabra. –Querido señor Soames –te dice–, el nuestro es un club muy selecto. Es para mí un placer acogerle entre nosotros. Sabes de repente que el hombre se llamaba Isaac Frobisher, aunque nadie te lo ha dicho. También conoces muchas otras particularidades de su personalidad, propensiones íntimas incluidas, no todas probas, sino que más bien adoptan la forma de los vicios del terrible extremo contrario. En medio de una confusa sensación de asco creciente, reconoces también sus manos. –Me alegro de poder decirle –continúa Frobisher– que ha superado la prueba de acceso con éxito. Ahora, si usted lo quiere, puede pasar a formar parte de nuestra secreta Sociedad del Sueño, como uno más de nosotros. Todos los rostros se vuelven hacia ti, a la espera de que digas algo. Por fin, tras largos segundos no mensurables, la circunstancia te obliga a pronunciarte: –Caballeros –te aclaras la voz–, más o menos, a partir de continuas intuiciones que abordan mi mente, evocaciones y percepciones borrosas que estoy seguro todos ustedes conocerán bien, me estoy haciendo una idea de qué es lo que ocurre aquí… No obstante, aunque casi lo adivino sin saber ni cómo, ¿les importaría aclararme con palabras en qué consiste la Sociedad del Sueño? ¿Cuál es la principal actividad de esta sociedad? paralelosur 10 Juan Jacinto Muñoz Rengel –Señor Soames, los hombres aquí reunidos, este ramillete de caballeros distinguidos entre la más selecta alcurnia londinense, se dedican, nos dedicamos, a llevar a cabo la empresa que todo hombre alguna vez ha soñado. Hemos consumado las ambiciones de todo mortal, de todo ser humano destinado a vivir una sola vida. Nosotros, cada uno de nosotros, vivimos decenas de vidas. –Sigo sin entender… –Seré más claro. Cada uno de los hombres que ve aquí no sólo es él mismo, sino también todos los demás. Cada uno de ellos vive su vida por él mismo y por todos los otros. Cada día salimos a la calle, ocupamos nuestros puestos en la ciudad, atendemos a nuestras familias y a nuestros trabajos, por la noche tenemos nuestros deslices… En cualquier caso todo eso lo compartimos. Mediante el Sueño. Cada uno de nosotros sueña ser los otros, por lo que de alguna manera cada uno de nosotros es los otros. Hemos pactado un lazo onírico, que nos conecta como al enjambre de una colmena. –Y todo eso, ¿cómo es posible…? Aunque, no me conteste. Ya lo intuyo. Usted tiene un poder mental especial que lo hace posible… Y creo que lo sé porque usted ya ha estado dentro de mí. –Tengo un don, sí, pero esto es posible gracias a cada uno de nosotros. –¿Pero a qué precio? –le increpas. –A cualquier precio. ¿Quién no ha estado alguna vez en el eje de Oxford Circus, con los cuatro focos de gentío formados por el cruce de Oxford Street con Regent dirigidos hacia él, rodeado de personas de todas las clases y orígenes, de todas las edades, y no ha deseado ser todos ellos? ¿Quién no ha deseado vivir en todas las partes del mundo, poseer a todas las mujeres, tener todas las cosas? Frobisher lanza estas últimas palabras al aire con delectación, y sus acólitos rompen en aplausos. Tú contienes tu sentimiento de repugnancia, te llevas la mano a la boca, por un mínimo instante reparas en ella, y comprendes. Tu mano no tiene marcas. Buscas las manos de Frobisher entre las espaldas que se interponen entre ambos, te es difícil distinguirlo, porque él se ha sumado a los aplausos a sí mismo, pero cuando desciende el ritmo de las palmadas y las manos dilatan su ciclo, compruebas que en efecto el torso de su mano derecha muestra un círculo de incisiones moradas grabado en la piel. ] NARRATIVA No fuiste tú quien estuvo en la habitación de la muchacha aquella noche. Fue Isaac Frobisher, y tú soñaste ser él. –Amigo Soames, en los últimos días usted ya ha soñado ser alguno de nosotros en múltiples ocasiones, ¿quiere ser usted todos nosotros esta noche? ¿Quiere compartir su vida por una noche y que todos nosotros soñemos ser usted? –Sí, lo haré –respondes. A las nueve de la noche llegas a Knightsbrige House. El conserje se extraña de verte allí, pero sabes que no dirá nada, porque es un anciano discreto y te tiene aprecio. Te dice que tu habitación ya está ocupada, y le contestas que no importa, que te lleve una botella de whisky al salón de fumar. Allí, sentado en tu sillón delante de la chimenea, sorbes con placer el licor escarchado, ahogando el ardiente picazón del tabaco en tu lengua. Abres luego una ventana que da a Hyde Park, respiras el aire frío de la noche, y miras las estrellas. Cuando niño otorgabas poderes fabulosos a las estrellas, y pensabas que te tenían un lugar especial reservado entre ellas. Hace años que olvidaste mirar las estrellas. Ya no eres un niño, y en absoluto albergas ya inocencia desde el momento en que las imágenes y recuerdos del asesino te fueron traspasados. Desde el momento en el que tú de alguna manera fuiste él, creíste ser él y pudiste haber sido él. Son las dos de la madrugada, has esperado lo suficiente, sientes otras presencias dentro de tu cabeza, te subes al marco de la ventana y te lanzas al vacío. A la mañana siguiente la policía encontrará un culpable para su crimen sin resolver, estrellado contra el pavimento de la calle trasera de Knightsbrige House, de treinta pies menos de altura que la calle principal, casi debajo de la ventana de la que fuera su supuesta víctima. Más dificultades encontrará la policía en dar explicación a la más de una veintena de suicidios puntualmente simultáneos, todos ellos entre sujetos varones y pertenecientes a la alta sociedad londinense, con los que se rociará la ciudad por la mañana, y eso a pesar de estar este tipo de hábito impío muy en boga en estos años de fin de siglo. Juan Jacinto Muñoz Rengel (Málaga, 1974) Fundador en 1998 de la revista de filosofía y teoría de la literatura Estigma. Columnista y colaborador de Anthropos, Clarín, Barcarola y Clío. Su trayectoria como autor de relatos cortos ha sido avalada por más de una veintena de premios nacionales e internacionales, entre ellos el Fernando Quiñones, el Julio Cortázar de Cuba, el Miguel de Unamuno, Hucha de Oro, o La Felguera, el certamen más antiguo de España en su modalidad. 11 paralelosur NARRATIVA [ Norma Elia Cantú Norma Elia Cantú ] NARRATIVA Despedida en Madrid Norma Elia Cantú University of Texas Traducido por Esther Rodríguez La imagen regresa. Es el aeropuerto de Barajas y ella está diciendo adiós. La palabra “Despedida” permanece en su mente mientras la palabra “Adiós” empuja con más fuerza, como si pudiese nombrarse a sí misma y herirla. Aquella historia de amor había sido difícil, pero fácil también, muy fácil, sabiendo, como sabía, que habría un final y que se produciría esta escena en el aeropuerto. El pequeño Seat color manzana de él, ahora vacío, esperaba aparcado en la acera como una tranquila y dócil mascota. El diminuto auto estaba completamente desbordado de cajas y maletas, aún así, ella había logrado meterse en el asiento delantero. María José, su amiga, a quien había conocido en la tertulia nocturna de la casa de Luis Cano y que enseñaba portugués en Berlitz, había ido en taxi con las otras cajas y ahora estaba dentro del aeropuerto, esperando, para que ellos tuvieran un poco de intimidad. Se quedaron un rato mirándose a los ojos. Ella llevaba una mochila colgada al hombro y su bolsa de mano al lado. Él sostenía el filodendro que ella le había regalado. Se veía raro con la planta en sus manos. Ella llevaba un ramo de claveles color rojo sangre. paralelosur 12 No hubo lágrimas. Se abrazaron, se besaron, le vio subirse al coche y marcharse. Habían acordado que sería mejor así, que después de comprobar que su equipaje, sus cajas de libros y sus pocos tesoros hubieran sido facturados y puestos a salvo, él se iría. Volvería al piso donde estaba trabajando en un proyecto y ya iba con retraso. Era un trabajo para una revista. Además de ser diseñador gráfico también trabajaba en otras cosas y se jactaba de cómo le querían en todas partes. Era muy bueno en lo suyo. Ella había permanecido escéptica hasta que un día, en la ópera, durante el entreacto, un distinguido señor, ya mayor, se acercó y le propuso trabajar para una revista que iban a lanzar. Ella quedó impresionada. Ya habían derramado las lágrimas, ya habían dicho las ásperas y coléricas palabras que harían la partida más fácil, ya se habían herido donde debían, en el dulce galanteo final, ensombreciendo así su inminente partida. Hacía sólo unos días que él había cogido un resfriado de verano, era su manera de afrontar aquella despedida. Ella le había cuidado a ratos mientras empacaba todas las cosas del piso que había compartido con sus compañeras durante el año; era la última en irse y le había tocado devolver las llaves y mirar si la señora de la limpieza lo dejaba todo en orden. Se habían organizado algunas despedidas en Madrid las últimas semanas, ya que todos y cada uno de sus colegas habían vuelto a los Estados Unidos. Todos los estudiantes, investigadores, artistas y profesores se habían ido. El grupo se reunía en sus restaurantes y bares favoritos, y ella había asistido a todas las despedidas, y no había soltado ni una lágrima en ninguna de ellas. “Estoy siendo muy fuerte” se decía a sí misma, no como en la escuela cuando se pasaba los días llorando al final de cada curso, después de haberse despedido de sus amigos y profesores. La despedida más dura es, sin duda, ésta, pensaba mientras se dirigía a la puerta de seguridad de la TWA en el aeropuerto. Ni siquiera ayudó que, cuando el avión rodaba por la pista de aterrizaje para despegar, hubiera un retraso y tuvieran que desembarcar. Mientras todo el mundo estaba nervioso y asustado, ella, que ya estaba verbalizando sus recuerdos, había encontrado una cabina telefónica y le había llamado para dejarle un mensaje en el contestador, queriendo que su voz y su recuerdo estuviesen ahí, esperándole, cuando volviese a casa, a pesar de que para él su historia ya perteneciera al pasado. A la espera de que acabara el mensaje de él para poder dejar el suyo, tomó los pendientes que María José le había regalado, una pareja de rosas delicadas y pequeñitas hechas con miga de pan. De repente, María José se las había quitado un día, mientras charlaban y se prometían no perder el contacto, y se las regaló. De regreso a la puerta de salida del avión, tiró los claveles a la basura, y lloró. Ahora estaba bajo el sol de California resolviendo un crucigrama, y seguía llorando. Recordaba sus queridos pendientes y cómo lloró cuando perdió uno de ellos. Aún conservaba el otro en un viejo joyero, con otros pendientes sin pareja. A veces los mezclaba y emparejaba a su antojo, o se los ponía solos para divertirse y ver cómo reaccionaba la gente. Suspiró al momento que su hijo entró en el salón y se sirvió una taza de café descafeinado. Él le preguntó “¿Qué quieres para desayunar? ¿Mariachis de papa con huevo o pancakes?” “Lo que sea, no tengo mucha hambre”. En la televisión, Katie Curic entrevistaba a alguien sobre los escándalos del presidente. “Texas City, seis letras, la tercera letra es la “r””, dijo ella. “Laredo” dijo él sin inmutarse, sabiendo qué feliz le hacía a su madre que su ciudad natal saliese destacada en cualquier lugar. Y continuaron con el ritual matinal que habían comenzado este último verano, antes de que él se fuera a la universidad, mientras se preparaban para empezar un nuevo día. Ella estaba complacida de que a él también le gustaran los crucigramas, y que fuese lo suficientemente grande como para saber palabras como “carácter” y completar los cuadros que ella dejaba en blanco. Él sabía el nombre del perro del programa de TV, Frasier, mientras que ella sabía el nombre del perro de la película The Thin Man. Él sabía un sinnúmero de trivialidades sobre deportes y cantantes de rock; ella, todo sobre cuestiones literarias. A menudo, él la sorprendía con sus conocimientos sobre ciencia. Muy pronto se medirían de igual a igual, y él sería capaz de resolver el crucigrama del New York Times, siempre un gran reto en sí mismo. Quien se levantaba antes tenía que meter el periódico y empezar el crucigrama, el otro preparaba el desayuno. Ese era el trato. La mayoría de veces ella acababa cocinando, prefería pasar el máximo tiempo posible en la cama; y él, un madrugador nato, tenía la oportunidad de resolver el crucigrama antes de que ella se levantara. Esa tranquila mañana de septiembre ella se había despertado pensando en un sueño que no podía recordar del todo. “Y esta mañana”, pensó para sí misma, “cuando el pasado ha irrumpido en mi ritual matutino, me preparo para una despedida más”. Y al pensar eso, sintió un vacío en el corazón, como si le hubiesen exprimido la sangre, lo mismo que a veces conseguía sentir haciendo una postura de yoga, la asana, cuando el interior se siente tan inmenso como el universo mismo. Todo el verano había sentido en su corazón un agujero pequeñito que día con día crecía más y más. Sabía que ya estaba cerca el momento en el que él se iría, el momento de decir adiós. El agujero era ya tan grande como su corazón. Habían tenido grandes discusiones, a menudo él se comportaba de manera hostil y era tan impasible como una roca. Y había habido riñas menores, como cuando ella se dejó las llaves puestas con el coche en marcha y se fue a comprar algo, o cuando él se olvidó de cerrar la manguera una noche, y a la mañana siguiente encontraron el patio inundado. O cuando ella, según él, había sido antipática con uno de sus amigos. Alguna vez a él se le metió en la cabeza estudiar arte, o no estudiar nada en absoluto y dedicarse a pintar por su cuenta sin ir a ninguna escuela. Después se le antojó ir a la escuela de San Diego en vez de solicitar plaza en otro sitio más cerca de casa, en Los Ángeles o Santa Bárbara. Esto se prolongó durante meses, toda la primavera, hasta que declararon una tregua 13 paralelosur NARRATIVA [ Norma Elia Cantú Juan Villoro ] NARRATIVA Los culpables Juan Villoro El último par de meses habían decidido no pelearse y tomar en cuenta sus sentimientos, y hablar sobre ellos. Así, cierta vez él preguntó: “Mami, ¿qué te pasa? Estás extraña esta mañana y parece que has estado llorando, ¿estás bien?” “Sí, supongo que ya te estoy echando de menos, te estoy diciendo adiós, diciendo adiós en Los Ángeles.” Y cantó un par de versos de la canción de despedida de Sound of Music (Sonrisas y lágrimas) como lo hacía cuando él era un niño, y las lágrimas volvieron. Él sonrió. No estaba muy convencido, pero no sabía por qué. A sus dieciocho había aprendido a comprender los estados de ánimo de su madre, y sabía que solamente se dirigiría a él cuando estuviese preparada, así que siguió cortando el cilantro y los tomates, y rebanando las patatas para las papas con huevo. Sacó el paquete de tortillas congeladas y se disponía a meterlas en el microondas, cuando ella le dijo: “Deja que te haga unas de verdad, no de plástico. ¿Recuerdas cuando le dijiste a la abuela que sólo te daba de comer tortillas de plástico y no tortillas de verdad como las suyas?” y compartieron sonrisas recordando la vieja anécdota familiar. paralelosur 14 “Eso llevará mucho tiempo, mama, y tengo prisa” “N’ombre, me llevará 15 o 20 minutos máximo. Ya verás, para cuando estén listas las papas con huevo ya estarán las tortillas”. Se puso de pie de un salto y empezó a preparar la masa. Trabajaron tranquilamente durante unos minutos mientras en el programa matutino de la televisión nacional les estaban deseando feliz cumpleaños a las personas que cumplían 100 años o más. Finalmente, ella extendía las tortillas y él las cocía sobre el comal. Las lágrimas brotaron una vez más. “¿Qué pasa, mama?” “Nada, no pasa nada, de verdad”. “¿He hecho algo?” “No, m’ijo, nada, soy yo y mis recuerdos. Estoy empezando a hablar como tu abuela, ¿no? “Oh, mama, no eres tan vieja”. Ella se dio cuenta de que él estaba incómodo y nervioso. “No, no pasa nada, ¿ves? Estoy bien. Hacer tortillas siempre ha sido terapéutico para mí”. Él dirigió su mirada al cielo, señal de que no quería escuchar la historia que se acercaba, y que sabía muy bien, sobre cómo el hacer tortillas le había salvado la vida a su madre y, literalmente, le había ayudado a mantener la salud mental cuando estaba estudiando la licenciatura en Ann Arbor, cuando él era un bebé, y eran pobres, y el invierno era largo y frío. O como en Europa, cuando estudiaba con una beca de investigación, solía hacer tortillas siempre que se sentía nostálgica. “Oh, mama”, dijo él, y ella sonrió. Entonces ella hizo un gesto con la cabeza señalando en dirección a la mesa, el periódico con el crucigrama que todavía estaba incompleto, “Ándale, o no lo acabaremos”. Él cogió un bolígrafo y dijo en voz alta: “Palabra de cinco letras para ‘cólera’”, y dio la respuesta ‘rabia’. “O ‘enojo’”. “Acaba en ‘a’”. “Okay, pero dame toda la información”. “Palabra de cinco letras para ‘progenitor’, acaba en ‘e’”. “Padre”, dijo ella. “Sí, queda bien”, contestó él. Norma Elia Cantú (Laredo, 1947) Profesora universitaria y escritora chicana. Actualmente se desempeña como profesora en la Universidad de Texas en San Antonio. De entre sus obras destaca Canicula: Snapshots of a Girlhood, En La Frontera, con la que ganó el premio Aztlán. Es editora del libro Rio Grande/Rio Bravo: Borderlands Culture and Tradition. Su más reciente trabajo es un estudio sociocultural de la danza religiosa de “Los matachines”, en Laredo. Las tijeras estaban sobre la mesa. Tenían un tamaño desmedido. Mi padre las había usado para rebanar pollos. Desde que él murió, Jorge las lleva a todas partes. Tal vez sea normal que un psicópata duerma con su pistola bajo la almohada. Mi hermano no es un psicópata. Tampoco es normal. Lo encontré en la habitación, encorvado, luchando para sacarse la camiseta. Estábamos a 42 grados. Jorge llevaba una camiseta de tejido burdo, ideal para adherirse como una segunda piel. —¡Ábrela! –-gritó con la cabeza envuelta por la tela. Su mano señaló un punto inexacto que no me costó trabajo adivinar. Fui por las tijeras y corté la camiseta. Vi el tatuaje en su espalda. Me molestó que las tijeras sirvieran de algo; Jorge volvía útiles las cosas sin sentido; para él, eso significaba tener talento. Me abrazó como si untarme su sudor fuera un bautizo. Luego me vio con sus ojos hundidos por la droga, el sufrimiento, demasiados vídeos. Le sobraba energía, algo inconveniente para una tarde de verano en las afueras de Sacramento. En su visita anterior, Jorge pateó el ventilador y le rompió un aspa; ahora, el aparato apenas arrojaba aire y hacía un ruido de sonaja. Ninguno de los seis hermanos pensó en cambiarlo. La granja estaba en venta. Aún olía a aves; las alambradas conservaban plumas blancas. Yo había propuesto otro lugar para reunirnos pero él necesitaba algo que llamó “correspondencias”. Ahí vivimos apiñados, leímos la Biblia a la hora de comer, subimos al techo a ver lluvias de estrellas, fuimos azotados con el rastrillo que servía para barrer el excremento de los pollos, soñamos en huir y regresar para incendiar la casa. –Acompáñame –-Jorge salió al porche. Había llegado en una camioneta Windstar, muy lujosa para él. Sacó dos maletines de la camioneta. Estaba tan flaco que parecía sostener tanques de buceo en la absurda inmensidad del desierto. Eran máquinas de escribir. Las colocó en las cabeceras del comedor y me asignó la que se atascaba en la eñe. Durante semanas íbamos a estar frente a frente. Jorge se creía guionista. Tenía un contacto en Tucson, que no es precisamente la meca del cine, interesado en una “historia en bruto” que en apariencia nosotros podíamos contar. La prueba de su interés eran la camioneta Windstar y dos mil dólares de anticipo. Confiaba en el cine mexicano como en un intangible guacamole; había demasiado odio y demasiada pasión en la región para no aprovecharlos en la pantalla. En Arizona, los granjeros disparaban a los migrantes extraviados en sus territorios (“un safari caliente”, había dicho el hombre al que Jorge citaba como a un evangelista); luego, el improbable productor había preparado un coctel margarita color rojo. Lo “mexicano” se imponía entre un reguero de cadáveres. La mayor extravagancia de aquel gringo era confiar en mi hermano. Jorge se preparó como cineasta paseando drogadictos norteamericanos por las costas de Oaxaca. Ellos le hablaron de películas que nunca vimos en Sacramento. Cuando se mudó a Torreón, visitó a diario un negocio de vídeos donde había aire acondicionado. Lo contrataron para normalizar su presencia y porque podía recomendar películas que no conocía. Regresaba a Sacramento con ojos raros. Seguramente, esto tenía que ver con Lucía. Ella se aburría tanto en este terregal que le dio una oportunidad a Jorge. Aun entonces, cuando conservaba un peso aceptable e intacta su dentadura, mi hermano parecía un chiflado cósmico, como esos tipos que han entrado en contacto con un ovni. Tal vez tenía el pedigrí de haberse ido, el caso es que ella lo dejó entrar a la casa que habitaba atrás de la gasolinera. Costaba trabajo creer que alguien con el cuerpo y los ojos de obsidiana de Lucía no encontrara un candidato mejor entre los traileros que se detenían a cargar diesel. Jorge se dio el lujo de abandonarla. No podía atarse a Sacramento. Se había tatuado en la espalda una lluvia de estrellas, las “lágrimas de San Fortino” que caen el 12 de agosto. Fue el gran espectáculo que vimos en la infancia. Además, su segundo nombre es Fortino. No podía anclar su estrella fugaz. Mi hermano estaba hecho para irse pero también para volver. Preparó su regreso por teléfono: nuestras vidas rotas 15 paralelosur NARRATIVA [ Juan Villoro se parecían a las de otros cineastas, los artistas latinos la estaban haciendo en grande, el hombre de Tucson confiaba en el talento fresco. Curiosamente, la “historia en bruto” era mía. Por eso tenía frente a mí una máquina de escribir. También yo salí de Sacramento. Durante años conduje tráilers a ambos lados de la frontera. En los cambiantes paisajes de esa época mi única constancia fue la cerveza Tecate. Ingresé en Alcóholicos Anónimos después de volcarme en Los Vidrios con un cargamento de fertilizantes. Estuve inconsciente en la carretera durante horas, respirando polvo químico para mejorar tomates. Quizá esto explica que después aceptara un trabajo donde el sufrimiento me pareció agradable. Durante cuatro años repartí bolsas con suero para los indocumentados que se extravían en el desierto. Recorrí las rutas de Agua Prieta a Douglas, de Sonoyta a Lukeville, de Nogales a Nogales (rentaba un cuarto en cada uno de los Nogales, como si viviera en una ciudad y en su reflejo). Conocí polleros, agentes de la Migra, miembros del programa Paisano. Nunca vi a la gente que recogía las bolsas con suero. Los únicos indocumentados que encontré estaban detenidos. Temblaban bajo una frazada. Parecían marcianos. Tal vez sólo los coyotes bebían el suero. A la suma de cadáveres hallados en el desierto le dicen The Body Count. Fue el título que Jorge escogió para la película. La soledad te vuelve charlatán. Después de manejar diez horas escupes palabras. “Ser ex alcóholico es tirar rollos”, eso me dijo alguien en AA. Una noche, a la hora de las tarifas de descuento, llamé a mi hermano. Le conté algo que no sabía cómo acomodar. Iba por una carretera de terracería cuando los faros alumbraron dos siluetas amarillentas. Migrantes. Éstos no parecían marcianos; parecían zombies. Frené y alzaron los brazos, como si fuera a detenerlos. Cuando vieron que iba desarmado, gritaron que los salvara por la Virgen y el amor de Dios. “Están locos”, pensé. Echaban espuma por la boca, se aferraban a mi camisa, olían a cartón podrido. “Ya están muertos”. Esta idea me pareció lógica. Uno de ellos imploró que lo llevara “donde juese”. El otro pidió agua. Yo no llevaba cantimplora. Me dio miedo o asco o quién sabe qué viajar con los migrantes deshidratados y locos. Pero no podía dejarlos ahí. Les dije que los llevaría atrás. Ellos entendieron que en el asiento trasero. Tuve que usar muchas palabras para explicarles que me refería a la cajuela, el maletero, su lugar de viaje. Tenía que llegar a Phoenix al amanecer. Cuando las plantas espinosas rasguñaron el cielo amarillo, me detuve a orinar. No oí ruidos en la parte trasera. Pensé que los otros se habían asfixiado o muerto de sed o hambre, pero no hice nada. Volví al coche. Llegamos a las afueras de Phoenix. Detuve el coche y me persigné. Cuando abrí la puerta de atrás, lo primero que vi fueron ropas teñidas de rojo. Luego oí una carcajada. Sólo al ver las camisas salpicadas de semillas recordé que llevaba tres sandías. Los migrantes las habían devorado en forma inaudita, con todo y cáscara. Se despidieron con una felicidad alucinada que me produjo el mismo malestar que la posibilidad de matarlos mientras trataba de salvarlos. paralelosur 16 Juan Villoro Fue esto lo que le conté a Jorge. A los dos días llamó para decirme que teníamos una “historia en bruto”. No servía para una película, pero sí para ilusionar a un productor. Mi hermano confiaba en mi conocimiento de los cruces ilegales y en los cursos de redacción por correspondencia que tomé antes de irme de trailero, cuando soñaba en ser corresponsal de guerra sólo porque eso garantizaba ir lejos. Durante seis semanas sudamos uno frente al otro. Desde su cabecera, Jorge gritaba: “¡los productores son pendejos, los directores son pendejos, los actores son pendejos”! Escribíamos para un comando de pendejos. Era nuestra ventaja: sin que se dieran cuenta, los obligaríamos a transmitir una verdad incómoda. A esto Jorge le decía “el silbato de Chaplin”. En una película, Chaplin se traga un silbato que sigue sonando en su estómago. Así sería nuestro guión, el silbato que tragarían los pendejos: sonaría dentro de ellos sin que pudieran evitarlo. Pero yo no podía armar la historia, como si todas las palabras llevaran la eñe que se atascaba en mi teclado. Entonces Jorge habló como nuestro padre lo había hecho en esa mesa: nos faltaba sentirnos culpables. Éramos demasiado indiferentes. Teníamos que jodernos para merecer la historia. Fuimos a unas peleas de perros y apostamos los dos mil dólares del anticipo. Escogimos un perro con una cicatriz en equis en el lomo. Parecía tuerto. Luego supimos que la furia le hacía guiñar un ojo. Ganamos seis mil dólares. La suerte nos consentía, pésima noticia para un guionista, según Jorge. No sé si él tomó alguna droga o una pastilla, lo cierto es que no dormía. Se quedaba en una mecedora en el porche, viendo los huizaches del desierto y los gallineros abandonados, con las tijeras abiertas sobre el pecho. Al día siguiente, cuando yo revolvía el nescafé, me gritaba con ojos insomnes: “¡sin culpa no hay historia!” El problema, mi problema, es que yo ya era culpable. Jorge nunca me preguntó qué hacía en la carretera de terracería a bordo de un Spirit que no era mío y yo no deseaba mencionarlo. Cuando mi hermano abandonó a Lucía, ella se fue con el primer cliente que llegó a la gasolinera. Pasó de un sitio a otro de la frontera, de un Jeff a un Bill y a un Kevin, hasta que hubo alguien llamado Gamaliel que pareció suficientemente estable (casado con otra, pero dispuesto a mantenerla). No era un migrante sino un “gringo nuevo”, hijo de hip- pies que buscaban nombres en las Biblias de los migrantes. La propia Lucía me puso al tanto. Hablaba de cuando en cuando y se aseguraba de tener mis datos, como si yo fuera algo que ojalá no tuviera que usar. Un seguro en la nada. Una tarde llamó para pedir “un favorsote”. Necesitaba enviar un paquete y yo conocía bien las carreteras. Curiosamente, me mandó a un lugar al que nunca había ido, cerca de Various Ranches. A partir de entonces me usó para despachar paquetes pequeños. Me dijo que contenían medicinas que aquí podían comprarse sin receta y valían mucho al otro lado, pero sonrió de modo extraño al decirlo, como si “medicinas” fuera un código para droga o dinero. Nunca abrí un sobre. Fue mi lealtad hacia Lucía. Mi lealtad hacia Jorge fue no pensar demasiado en los pechos bajo la blusa, las manos delgadas, sin anillos, los ojos que aguardaban un remedio. Cuando decidimos vender la granja, los seis hermanos nos reunimos por primera vez en mucho tiempo. Discutimos de precios y tonterías prácticas. Fue entonces cuando Jorge pateó el ventilador. Nos maldijo entre frases sacadas de la Biblia, habló de lobos y corderos, la mesa donde se ponía un lugar al enemigo. Luego encendió el ventilador y oyó el ruido de sonaja. Sonrió, como si eso fuera divertido. El hermano que me ayudaba a bajarme los pantalones después de los azotes para sentir la fría delicia del río se creía ahora un cineasta con méritos suficientes para patear ventiladores. Lo detesté, como nunca lo había hecho. La siguiente vez que Lucía me llamó para recoger un envío no salí de su casa hasta el día siguiente. Le dije que mi coche estaba fallando. Me prestó el Spirit que le había regalado Gamaliel. Yo quería seguir tocando algo de Lucía, aunque el coche viniera de otro hombre. Pensé en esto en la carretera y quise aportarle un toque personal al Spirit. Me detuve a comprar sandías. No volví a ver a Lucía. Regresé el coche cuando ella no estaba en casa y arrojé las llaves al buzón. Sentí un sabor acre en la boca, ganas de romper algo. En la noche llamé a Jorge. Le conté de los zombies y las sandías. Al cabo de seis semanas, marcas azules circundaban los ojos de mi hermano. Cortó en cuadritos los dólares que ganamos en las peleas de perros pero tampoco así nos llegó la culpa creativa. No sé si sacó esa idea de los castigos en la granja, a manos de un padre de fanática religiosidad, o si las drogas en la costa de Oaxaca le expandieron la mente de ese modo, un campo donde se cosecha con remordimientos. –Asalta un banco –le dije. –El crimen no cuenta. Necesitamos una culpa superable. Estuve a punto de decir que me había acostado con Lucía, pero las tijeras para pollos estaban demasiado cerca. Horas más tarde, Jorge fumaba un cigarro torcido. Olía a mariguana, pero no lo suficiente para mitigar la peste de las aves de corral. Vio la mancha de salitre donde había estado la imagen de la Virgen. Luego me contó que seguía en contacto con Lucía. Ella tenía un negocio modesto. Medicinas de contrabando. Era ilícito pero nadie se condena por repartir medicinas. Me preguntó si yo tenía algo que decirle. Por primera vez pensé que el guión era un montaje ] NARRATIVA para obligarme a confesar. Salí al porche, sin decir palabra, y vi la Windstar. ¿Era posible que el “productor” fuese Gamaliel y los dólares y la camioneta vinieran de él? ¿Jorge era su mensajero? ¿Traía a la casa los celos de otra persona? ¿Podía haberse degradado con tanto cálculo? Regresé a mi silla y escribí sin parar, la noche entera. Exageré mis encuentros eróticos con Lucía. En esa confesión indirecta, el descaro podía encubrirme. Mi personaje asumió los defectos de un perfecto hijo de puta. A Jorge le hubiera irritado que actuara como el hombre débil que era, pero no podía atribuirme esa magnífica vileza. Al día siguiente, The Body Count estaba listo. Sin eñes, pero listo. –Siempre puedes confiar en un ex alcóholico para satisfacer un vicio –me dijo. No supe si se refería a su vicio de convertir la culpa en cine o de saciar celos ajenos. Jorge le hizo cortes al guión con las tijeras para pollos. El más significativo fue mi nombre. Él ganó bastante conThe Body Count, pero fue un éxito insulso. Nadie oyó el silbato de Chaplin. En lo que a mí toca, algo me retuvo ante la máquina de escribir, tal vez una frase de mi hermano en su última noche en la granja: –La cicatriz está en el otro tobillo. Me había acostado con Lucía pero no recordaba el sitio de su cicatriz. Mi refugio era imaginar las cosas. ¿Era ése el vicio al que se refería Jorge? Seguiría escribiendo. Esa noche me limité a decir: –Perdón, perdóname. No sé si lloré. Mi cara estaba mojada por el sudor o por lágrimas que no sentí. Me dolían los ojos. La noche se abría ante nosotros, como cuando éramos niños y subíamos al techo a pedir deseos. Una luz rayó el cielo. –12 de agosto –-dijo Jorge. Pasamos el resto de la noche viendo estrellas fugaces, como cuerpos perdidos en el desierto. Juan Villoro (México DF, 1956) Fue director del suplemento La Jornada Semanal de 1995 a 1998. Colaborador de las revistas Nexos, Vuelta, Letras Libres, Siempre!, Proceso y Pauta, de la cual fue jefe de redacción, así como en los periódicos y suplementos La Jornada, Uno más uno, Diorama de la Cultura, El Gallo Ilustrado, Sábado, entre otros. Obtuvo el premio Cuauhtémoc de traducción en 1988, el Premio Xavier Villaurrutia en 1999 y recientemente fue galardonado con el premio Herralde por su novela El testigo, Anagrama, 2004. Entre sus obras más representativas encontramos La noche navegable, Joaquín Mortiz, 1980; La casa pierde, Alfaguara, 1999; Los once de la tribu, Aguilar, 1995; Efectos personales, Era, 2000; El disparo de argón, Madrid, Alfaguara, 1991; Materia dispuesta, Alfaguara, 1997. 17 paralelosur Daniel Chacón Other guys Daniel Chacón João Gilberto y Tom Jobim en la playa NARRATIVA [ (Otros tíos) Daniel Chacón Traducido por Itmar Conesa Peacock estaba hablando con aquel otro tío. Iba moviendo las manos a modo de golpes de kárate, y aunque el otro tío aparentaba estar poniendo atención a lo que Peacock decía, en realidad observaba como sus manos cortaban el aire. El tío temía que le acabara cruzando la cara, y no le culpo. Conocía a Peacock. Todos conocíamos a Peacock. Sabíamos que esas manazas eran capaces de estrujar a un luchador de sumo hasta matarlo. Yo estaba sentado en la barra con Paperboy. Él iba dando sorbos a su whisky con hielo como un pajarillo, los hombros encorvados, levantando la vista de vez en cuando para verse en el espejo del bar, entre dos botellas; las mejillas hundidas, los ojos abiertos de par en par. Llevaba un peinado de chiquillo, cortado a ras de oreja, con la raya al lado, y no dejaba de lamerse los labios. -¿Crees que Peacock le acabará atizando?- le pregunté. Unos veintisiete segundos más tarde –como si ese fuera el tiempo que mi voz tardaba en llegar a Paperboy– se volvió hacia mi, y luego miró hacia el lugar del bar en donde estaban Peacock y el otro tío, junto a la mesa de billar. –Tal vez– dijo. -¿Crees que deberíamos separarles? –dije– esta noche no me apetece tener que estar yendo de aquí para allá. Al otro lado del bar se abrió la puerta del lavabo, y un rectángulo de luz se extendió por el suelo. Del lavabo salió un hombre calvo, de hombros anchos. Su sombra recorrió el suelo hasta su cuerpo y el hombre desapareció entre la gente difuminada. Había una vaquera bajo un anuncio luminoso de cerveza. Tenía una mata de pelo rubio embutida bajo un gorro blanco de cowboy. Asentía con la cabeza, sujetando su botella de cerveza, mientras escuchaba lo que le decía su amiga de pelo negro. La chica del pelo negro era Carla, la muchacha de la reserva. –Yo no voy a ir a ningún otro sitio –dijo Paperboy, mirando de nuevo a las botellas en el espejo, a su cara entre dos de ellas. Se le veía tan chupado y viejo, como si estuviera muriéndose de cáncer, pero tenía sólo 24 años. paralelosur 18 –Sabes lo que ocurrirá si Peacock se mete en una pelea –dije. –Si –dijo– todo el mundo lo sabe. Se abrió la puerta del lavabo de mujeres y un rectángulo de luz abofeteó el suelo. Una chica corpulenta salió del lavabo, y menos de un instante después, se abrió la puerta del de hombres y salió de él un tipo negro. Un vaquero enjuto y manco al que todos llamaban Mike. Mike se unió a Carla “la muchacha de la reserva” y a la rubia con todo ese pelo bajo el sombrero. Empezaron a charlar y a mirar hacia donde Peacock estaba hablando con aquel otro tío. El tipo, con los ojos levantados hacia Peacock, sujetaba tímidamente un taco de billar. Daba la impresión de que estaba algo asustado cuando asentía con la cabeza ante las explicaciones de Peacock, observando sus manazas dar golpes de kárate –tan rápidas que parecían un borrón. –Va a pegar a ese tío –le dije a Paperboy. –Quizás deberías tratar de pararle, Freddy –dijo, con ese acento apache de la reserva. Él era de Arizona.- Esta noche no quiero ir a ningún otro sitio, –añadió– Puede que aparezca por aquí. Tengo un presentimiento. -¿Por qué no dejas ya esa mierda, Paperboy? Lo digo en serio. Esa chorrada ya es agua pasada. No va a volver. Está muerta. –Si, bueno, nunca se sabe– dijo, tomando un sorbo de pajarillo de su whisky con hielo. Se limpió la boca.- Mi abuelo murió hace tiempo y nunca se fué. Todavía me sigue por la casa gritándome que me arregle y consiga un trabajo. –No va a volver, –dije– Y menos a ti. Se abrió la puerta del lavabo y el rectángulo de luz proyectado en el suelo se llenó con una sombra de mujer. –Bueno, de todos modos no quiero ir a otro sitio, –dijo Paperboy– así que mejor que lo pares. El otro tío, como si supiera que iban a atizarle, empezó a retroceder. Trató de decir adiós, como si todo hubiera terminado, decía adiós con la mano como si fuera a salir por la puerta y a adentrarse en la noche sin más. ] NARRATIVA Perdón si cuando quiero contar mi vida es tierra lo que cuento. Neruda Ella podría estar en cualquier parte, dijo Paperboy, podría estar en una de esas botellas, dijo mirando a una botella con un líquido verde que centelleaba con la luz, como un cuerpo de agua en una esfera de cristal, como un océano verde en la noche, podría estar en cualquier sombra, en cualquier lugar. La gente no se muere y punto, sabes. Se mueren, pero no estan muertos muertos. Nunca lo hemos creído. Una sombra se derramó lentamente sobre la luz que nos iluminaba en la barra. Me dí la vuelta. –Hombre, Freddy y Paperboy. Era Carla “la chica de la reserva”, allí de pie, con las manos en las caderas y una botella de cerveza colgando entre los dedos. Detrás estaban la rubia de la mata de pelo y Mike el vaquero negro, enjuto como un títere. Crucé los brazos sobre el pecho y Carla me miró los bíceps. Tenía un rostro joven y claro, con unos ojos grandes y negros, y unos labios preciosos; pero tenía la nariz aguileña, como una bruja, lo cual le daba un aire feo, pero feo y bonito a la vez, como si una parte fea resaltara aún más la belleza del resto. Yo la llamaba “la chica de la reserva” aunque por aquí nadie llamaba “reservas” a las reservas indias, las llamaban rancheritos, pero era lo mismo. Ella vivía en uno de los mayores del condado. -¿Qué haceis, chicos? –preguntó. –Cruzar los dedos para que Peacock no se cargue a ese tío –contesté. –Si, nosotros también le estábamos dando vueltas al asunto –dijo ella. Mike levantó su Coors Light con su único brazo y dijo: -¿Qué tal, Freddy? –Hey, Mike –dije. -¿En serio Peacock se cargó a un tío? –preguntó la rubia de la mata de pelo. -¿Te acuerdas de mi amiga Rita? –me preguntó Carla. Carla tenía muy buen aspecto. Llevaba una camisa azul abotonada hasta el cuello. Se colocó con los dedos un mechón de pelo detrás de la oreja, y me miró a los ojos. -¿Cuanto hace que estuviste por el rancherito, Freddy? –preguntó. –Mucho –dije. –Pues creo que ya toca –dijo ella. –Estoy de acuerdo –dije yo. –Rita no se traga que Peacock haya matado a un tío –dijo Mike. -¿A un tío? –dijo Paperboy, sin siquiera apartar la vista del espejo. ¿A que te refieres con “un tío”? Dirás “unos cuantos” tíos. Muchos tíos. –Eso le he dicho –dijo Carla, que seguía mirándome con esos ojos suyos. Abrió ligeramente la boca, y le vi la lengua. Dió un trago a su cerveza. La luz iluminó un instante sus mejillas en abrirse la puerta. Me di la vuelta. Era la puerta del parking. Se enmarcaba en ella la ciudad, brillando amarillenta en el horizonte como la radiación tras la bomba. El bar estaba en las afueras de la ciudad, entre los viñedos, frente al cementerio y la iglesia del otro lado de la carretera. Una sirena gemía en la distancia. Se cerró la puerta. –Pero si todo el mundo sabe que ha matado a varios tíos, ¿cómo es que no le han arrestado? –preguntó la rubia –es lo único que quiero saber. –Así son las cosas –dije. ¡Que te jodan! Estaba a punto de ocurrir. Todo el mundo se volvió hacia Peacock, que estaba gritándole al otro tío, sujetándole por el cuello de la camisa. Por encima de la música rock a todo volumen oímos palabras como “joder” y “lo siento” y “nacido”. El tío estaba a punto de llorar. 19 paralelosur NARRATIVA [ Ivonne Lamazares Daniel Chacón ] NARRATIVA Neptuno, dios del mar Ivonne Lamazares Traducido por Jesús Vega Era consciente de que sólo le quedaba un minuto de vida. –Haz algo, Freddy –dijo Paperboy –se lo va a cargar. –Sí, quizás deberías hacer algo, Freddy –dijo Carla –está pasando aquí, esta noche –se encogió de hombros y le dió un trago a la cerveza. Pero me miraba a mi. -¿No te parece que está pasando aquí esta noche? –preguntó. –Sí, de hecho sí. –dije– Toma, sujétame la cerveza –añadí. La cogí de la barra y se la di a Carla. Sonrió y la cogió, como si tuviera algún significado especial, como si el cristal fuera algún tipo de símbolo para nosotros. Y era un símbolo para nosotros. Esa noche, ella me pertenecía. Podía sentirlo. Ya lo habíamos hecho algunas veces, y yo amaba su cuerpo, su sexo, la calidez de aquel punto entre la parte inferior de su espalda y la curva de su culo. Nunca me cansaba de su delgada silueta en la oscuridad. Desnuda estaba preciosa. Ella decía que también le gustaba verme a mi desnudo. Le gustaba verme salir de la cama e ir a buscar agua o cerveza a la nevera, y le gustaba verme volver al vestíbulo, a la única luz, que derramaba por la ventana una farola callejera. Nos gustaba tanto vernos desnudos que a veces andábamos por el centro de su salón desnudos, en direcciones opuestas, en círculos, a oscuras, dando vueltas y más vueltas, lentamente, como un ritual ancestral de apareamiento, por la sala, con las cortinas abiertas, las luces de la calle brillando suavemente sobre las rectas y las curvas de nuestros cuerpos. En aquel momento, en el bar, alargó la mano y me tocó el pelo. Lo tenía tan largo que me llegaba hasta el culo. Y paralelosur 20 me cogió de la cintura, y me estrujó. “A por ellos, búfalo” –dijo. Toqué su mano y apreté. Si, yo era suyo esa noche. Y ella era mía. Así que anduve hacia donde Peacock estaba hablando con aquel tipo. Todos los del bar tenían sus ojos puestos en mí, como si supieran que en cuanto llegara al otro lado de la mesa de billar terminaría toda la movida, o que todo lo que habían estado imaginando sobre Peacock terminaría. ¿Mataría Peacock a ese tío antes de que yo pudiera separarles (y yo era el único que podía separarles)? ¿Esperaría a que yo llegara? ¿me escucharía? ¿vendría a la barra a emborracharse conmigo y con Paperboy, con Carla, Rita y Mike, todos juntos? En el preciso instante en que llegué a la mesa de billar, la puerta del lavabo se abrió con un golpe seco. Me enmarcó el rectángulo de luz. Ahí estaba yo, de pie, perfectamente iluminado. Estaba al otro lado de la mesa de billar, y Peacock se volvió hacia mi, tenía las mejillas gorditas, y unos ojos grandes, que se difuminaban, como en un cuadro. Era casi hermoso, completamente quieto, silencioso, con el rostro teñido de luces y sombras. Y entonces ocurrió. Fue entonces cuando lo sentí. Todos lo sintieron. Al día siguiente sabríamos que había causado daños en algunos edificios antiguos de la ciudad, pero en aquél momento creí (y lo creímos todos) que sólo nos ocurría a nosotros en el bar. La tierra se movía para nosotros. Palpitaba felizmente bajo nuestros pies, se balanceaban las lámparas, las botellas vibraban y repicaban tras la barra, y en su interior se agitaban minúsculos océanos como en una tormenta. Todos empezamos a gritar como si la felicidad nos embargara, levantamos las botellas, dimos largos tragos de alcohol. Y cuando terminó, cuando acabó la sacudida y todo lo que notábamos era la reverberación de la tierra en los huesos, Peacock dejó marchar al otro tío. Daniel Chacón (Fresno, 1962) Joven escritor chicano criado en la California norteña y que actualmente reside en Los Ángeles. Es profesor de Artes Creativas en la Universidad de San José. En 1999 publicó su primer volumen de cuentos Chicana Chicanery. Su más reciente libro es la novela And the shadows took him, publicada en 2004. Abuela Primera solía decirme que seríamos libres el día en que nos reuniéramos con ”El Señor que está en el Cielo”. Pero Abuela Segunda le ripostaba diciendo: ”Mentira”, con un rictus de disgusto en la boca, mirándome a los ojos, mientras pedaleaba en la vieja máquina Singer bajo la luz mortecina del quinqué, rellenando nuestras chaquetas y abrigos con retazos de tela que guardaba celosamente en sus gavetas desde antes de la Revolución. ”Seremos libres”-decía-”el día en que El Señor que vive en el Palacio de la Revolución nos dé la salida, y podamos huir de esta miseria de país”. Por supuesto, ella no sabía que era mi Abuela Segunda. Nunca me preguntó (Abuela Primera sí) que a cuál de las dos quería más. Abuela Primera era la madre de mi madre muerta, y Abuela Segunda la madre de mi padre que vivía en el extranjero, mi abuela de los fines de semana. Ambas sabían de sobra cuál sería mi respuesta, razón por la cual sólo Abuela Primera se atrevió a preguntármelo. Ocho años duró nuestra espera por el permiso de salida para poder reunirnos con mi padre en la República Dominicana. Aunque estábamos a sólo cientos de millas de distancia, los vuelos desde Cuba llevaban a los inútiles gusanos* como nosotros, a ”terceros países” como Jamaica, México o España, desde los que había que emprender el recorrido a la inversa para llegar a nuestro destino final. Corría el año setenta y cinco, el permiso brillaba por su ausencia, y, como no pensaba que llegaría jamás, en vez de empacar para el viaje sin regreso, preparaba la clásica maleta de madera que usaban los estudiantes para ir a trabajar durante cuarenta y cinco días en campamentos de labores agrícolas ”voluntarias”, bajo los auspicios de un controversial programa conocido como ”la escuela al campo”, donde las alumnas de décimo grado, con sus pañoletas rojas al cuello, cosecharían tomates verdes en interminables surcos, mientras que los muchachos, en una finca cercana, cortarían caña con sus machetes, ”bien arriba y bien abajo, ni caña en el cogollo, ni cogollo en la caña”, como indicaban los jubilosos e insistentes anuncios 21 paralelosur NARRATIVA [ Ivonne Lamazares políticos en la televisión. Por las noches, habría fiesta, baile y búsquedas a tientas por los matorrales plagados de mosquitos; y, de sol a sol, nuevas canciones patrióticas que aprender mientras trabajábamos en el surco. Pero antes de que llegara la hora de montar el autobús que me llevaría a los campos lejanos, llegó el día. No aquél en el cual ”El Señor que está en el Cielo” nos llamaría a su reino, sino el más temido, el día en que ”El Señor que está en el Palacio de la Revolución” firmó nuestros permisos de salida para emprender el viaje sin retorno. Abuela Segunda, con sus rizos blancos alisados y domesticados por un peine de conchas, redobló sus esfuerzos ante la Singer para reforzar nuestros abrigos con hombreras y amplias solapas cosidas a lo largo de los cuellos, para protegernos las narices de los vientos norteños, con su pequeño apéndice nasal a escasa distancia del tableteo incesante de la aguja. ”Los vientos vendrán del Sur. El permiso de salida es para Jamaica”, le dije. Sin prestar la más mínima atención, Abuela Segunda me hizo una demostración del uso de la solapa del abrigo, subiéndola de manera que quedase alrededor del cuello. ”Niña, es mejor prepararse para cualquier eventualidad”, dijo, utilizando una de tantas frases provenientes de las Selecciones del Reader’s Digest. A pesar del embargo impuesto por los Estados Unidos, cada mes nos llegaba aquella revistita yanqui desde Chappaqua, Nueva York, cuyas historias de valentía animal o humana provocaban la risa o el llanto de Abuela Segunda. Antes de que terminara aquel mismo mes, estábamos en fila, como detenidos a las puertas del ca-labozo, dentro de la encristalada sala de espera conocida como ”la pecera” del Aeropuerto José Martí, en La Habana. Abuela Segunda se encorvó para decirme, en tono confidencial, señalando con temor hacia el otro lado de aquel salón lleno de gente, donde una mujer delgada, vestida de miliciana, montaba guardia con un rifle ante la puerta que daba acceso a la pista: ”¿La ves? Esa te va a sacar del avión en cuanto te vea una sola lágrima. Es capaz de volvernos a meter en este estercolero de país, y nunca más nos dejarán salir. ¿Comprendes?”. Enseguida caí en cuenta que el truco surtiría efecto, pues sólo bastaría un acceso de llanto para detener el destino, mi destino, obligando a que la aguja de su reloj volviese al punto cero. Si lloraba, me quedaba. Abuela Primera, que nos había llevado al aeropuerto en el Ford del 57 que le prestara un vecino, estaba pegada al otro lado del cristal como sapo al ventanal, con el rosparalelosur 22 Ivonne Lamazares ] NARRATIVA tro transformado en una mueca, y la boca abierta, conteniendo las lágrimas. Yo me tragué las mías, y le dije adiós. Enseguida la fila comenzó a moverse. Abuela Segunda estaba en lo cierto. El ”pájaro de la libertad” no volaba hacia el sur, sino al nordeste, a Madrid. ”Tu padre nos recibirá en la Madre Patria. Niña, es una gran aventura”, me dijo en cuanto el avión despegó. Allá abajo, la isla se fue transformando en una mancha verde que se disolvió finalmente en el intenso azul. En el aeropuerto tomamos un taxi que nos llevó por las calles de Madrid, hasta detenerse frente a una fuente llena de luces. Al otro lado de la calle estaba el hotel donde mi padre indicó que nos alojáramos, el Hostal Jamil. En veinticuatro horas estaría con nosotros. Salimos del carro, en medio de una llovizna gris y glacial. Por la intersección iluminada se abrían paso hombres y mujeres protegidos por sombrillas, con prisa evidente, aunque eran más de las doce de la noche. Abuela Segunda señaló hacia la fuente, donde un viejo rey, tridente en mano y rodeado de sirenas semidesnudas, cabalgaba sobre un delfín. ”Es Neptuno, el dios del mar, niña. Buen presagio”, dijo, sonriendo como quien reconoce a un antiguo amigo. Luego, alzó la solapa de su abrigo endeble. ”Cúbrete la nariz”, añadió, con ademán triunfante. A la mañana siguiente, Abuela le hizo el mismo gesto triunfal al botones del Hostal Jamil. Vicente, que así se llamaba el hombre, había subido las escaleras para llevarnos en bandeja de porcelana un cablegrama enviado por mi padre. Abuela lo leyó en voz alta: llegaría a Barajas a las 9:15. Vicente se quedó impávido ante nosotros, como un guardia de palacio. Cuando Abuela advirtió que no se iba, abrió la gaveta de la mesa de noche, y sacó cinco pesetas de su monedero. Vicente no dijo ni una palabra, cerró la mano en la que tenía las monedas, e hizo mutis. Decidimos ir a la sala de televisión. La gente que aparecía en la pantalla del aparato era demasiado rosada, y sus dientes de una blancura excesiva. Tres huéspedes–dos hombres y una mujer–estaban sentados en sendas sillas afelpadas color magenta, cercanas al receptor. Abuela y yo nos dejamos caer en el sofá de piel, una fila detrás de ellos. Nadie se volvió. La mujer, a quien uno de los huéspedes llamaba ”Señorita Avilerca”, daba cuenta de un desayuno tardío, untando mermelada amarilla en una rebanada del pastel que anunciaba el menú de la habitación como ”madalena”. Me quedé mirando fijamente a la mujer, para la cual el acto de comer no estaba revestido de demasiado interés, en lo que a apetito respecta. En ese momento quise ser como ella, pero supe inmediatamente que jamás lo lograría. Durante años, Abuela Primera trató de obligarme a meter los codos hacia dentro, sosteniendo un libro bajo cada axila mientras comía. Ahora ya era demasiado tarde, y aquel pensamiento me entristeció. Un hombre de uniforme blanco se llevó la bandeja de la ”Señorita”. Abuela Segunda le pidió si podía traernos el desayuno a la sala de televisión. El hombre la miró ofen- dido. ”No soy camarero”, le dijo, pero salió con la bandeja y los platos sucios de la mesita vecina. Nos quedamos sentadas, con los ojos pegados a la pantalla. Después de un minuto que me pareció eterno, Abuela Segunda se levantó, tiesa e imperial. Yo la imité, y salimos de aquel salón para siempre, como Adán y Eva, desnudas y expulsadas del Paraíso. Mientras subíamos las escaleras, Abuela Segunda dijo con voz temblorosa: ”Deja que llegue tu padre”. En el rellano del tercer piso recuperó el aliento y pro–siguió su monserga. ”Tu padre es un hombre de éxito. Un hombre importante, mi cocholeta”, me aseguró. Yo tenía una sola fotografía de mi padre, dentro de un escapulario que guardaba desde que él se fue de Cuba, cuando yo tenía seis años. Siempre lo llevaba conmigo, sujeto con alfileres a los bajos de mis faldas. Por un lado del escapulario plastificado estaba el Sagrado Corazón de Jesús, rodeado por un collar de santería para conjurar el mal de ojo. Al reverso, estaba la fotografía en blanco y negro de un joven con calvicie incipiente, de pie junto a mi hermosa madre en la brillante y blanquecina playa de Varadero, aunque en la foto la arena supuestamente blanca ardía en tonos de gris. Los dos con los ojos entornados para protegerse del viento y el resplandor. Las manos de mi padre, que sostenían un sombrero de pajilla, parecían pálidas y pequeñas, con dedos regordetes. Antes de salir de La Habana, Abuela Primera se las había ingeniado para ocultar el escapulario en la parte interior de mi abrigo. Abuela Segunda pidió el desayuno por teléfono. Cuando llegó, nos sentamos en nuestra pulcra habitación y comimos en silencio, ataviadas con nuestras mejores ropas, y los cabellos alisados con un poco de pomada que Abuela pudo sacar de Cuba en una latica redonda, ilustrada con el grabado de un hombre delgado y barbudo. A media tarde, estaba hambrienta y cansada de esperar. Abuela Segunda caminó hacia la ventana, como para consultar con el dios marino de la fuente, el cual, tal vez por viejo, podría darle alguna pista y ponerse de su parte. ”Es posible que el vuelo se haya retrasado. Vamos a llamar a la aerolínea. O mejor, a Santo Domingo”, dijo, infundiéndose a sí misma el valor necesario para bajar al vestíbulo y preguntarle al carpetero cómo podía hacer una llamada de larga distancia. Cuando me pidió que la acompañara le dije, bajo las sábanas, que no podía, porque tenía la menstruación y no me sentía bien. Pero estaba mintiendo. Por mala. Allí me quedé, bajo la cálida penumbra de los cobertores, hasta que se cerró la puerta. Cuando saqué la cabeza para mirar, Abuela Segunda y su endeble abrigo habían desaparecido. Me puse a pensar en en nuestro caso: mientras más uno tenía, como en el caso de la ”Señorita Avilerca”, más se podía recibir. Y mientras menos se tenía, menos se recibía. Abuela Primera tenía otros nietos en Miami, hijos de la hermana de mi madre. Pero Abuela Segunda sólo me tenía a mí. Sin embargo, yo la había postergado como ”segunda” en mis afectos, y dejé que bajara sola al vestíbulo del hostal, a arreglárselas por su cuenta y riesgo. Además, mi padre, su único hijo, no parecía tener demasiada prisa en venir a buscarnos, después que cruzamos el océano para estar con él. Permanecí bajo las sábanas, y me imaginé mi vieja cama, lejos, en casa. Allá habría oscurecido ya, y los ruidos de mi calle –gritos de niños y vecinos, retumbar de trenes saliendo y entrando a la cercana terminal de la calle Corrales– estarían comenzando a penetrar por el balcón abierto. Y hasta me pareció escuchar el tronar del ”Cañonazo” estremeciendo las paredes de la Habana Vieja, como cada noche a las nueve, avisándonos para que pusiéramos en hora los relojes. Cuando desperté, todo estaba oscuro. Las sábanas habían caído al suelo. Al otro lado de la ventana, el rostro del viejo rey marino, iluminado desde abajo, se había tornado fantasmagórico. El reloj de la mesa de noche indicaba que eran más de las siete y media. Y Abuela Segunda no aparecía. Me eché agua en la cara, y salí al elegante vestíbulo, ataviada con mis mejores y arrugadas ropas. 23 paralelosur NARRATIVA [ Ivonne Lamazares El sitio bullía con el ir y venir de viajeros con valijas etiquetadas, hombres de saco y corbata, mujeres con suéteres de cuello de tortuga, faldas de telas a cuadros y botas de tacón alto que brillaban bajo el círculo de luz de la enorme lámpara del salón. En el bar, al otro lado del vestíbulo, dos hombres bebían sus tragos respectivos, sentados bajo la monótona iluminación de un anuncio de neón de Cerveza San Miguel, colocado detrás del cantinero. En la sala contigua, el televisor estaba apagado. Y ni rastro de Abuela Segunda. Mi corazón se estremecía de temor cada vez que se abría la puerta principal, los huéspedes salían hacia la ciudad iluminada, y el olor del viento nocturno inundaba el vestíbulo. Me imaginé sus pasos sosegados y seguros recorriendo las avenidas. Vicente, el botones, se me quedó mirando. Pero le pasé por el lado, con la mirada fija en el exterior, como si, más allá del tráfico bullicioso, tuviese un lugar adonde ir. El estanquillo de la esquina estaba plagado de revistas indecentes y vidrieras con caramelos y botellas de Fanta, húmedas y frías. Me apeteció de repente un Fanta. Abuela me había dejado unas cuantas monedas, pero no me atreví a contarlas en plena calle, pues ya me había advertido de la amenazadora presencia de los delincuentes en los países ”libres”. ”Como son libres, ¿ves?, también tienen libertad para robar –me explicaba– hasta que la ley los agarre. Y en la Madre Patria, niña, Don Francisco Franco es la ley”. Pero ya Franco había dejado de ser ”la ley”. La noche en que llegamos, estaban diciendo en la televisión que ”el Generalísimo Franco” estaba ”en capilla ardiente”. Al oír aquello, Abuela se persignó. Un periodista dijo que ya se respiraban aires de libertad, mientras que otro habló del advenimiento de ”la delincuencia y el desorden”. Una multitud cruzaba la intersección dirigiéndose hacia donde yo estaba, como si viajara a bordo de una embarcación con la proa hacia la otra orilla, desde la cual, otro barco zarpaba también, bajo la súbita luz verde. Los hombres y mujeres que pasaban a mi lado tenían un aire sombrío, y me pareció como si estuvieran listos a saltar sobre cualquier cosa que se les pusiera por delante. Un hombre se detuvo, me miró, y siguió su camino. Luego, tres chicos de mi edad se acercaron al estanquillo, y uno de ellos dijo: ”Mirad, ¡qué chica!”. Los otros dos me miraron. Me volví y regresé al Hostal sin el codiciado Fanta. Detrás del mostrador de mármol, el carpetero hablaba con un huésped. Me encaminé en su dirección, decidida a preguntarle por Abuela Segunda. Entonces fue que vi al hombre de manos pálidas de la foto, pero que ahora era totalmente calvo. El hombre a quien amé durante tantos años sin apenas darme cuenta. paralelosur 24 Ivonne Lamazares Hablaba con el carpetero, quien le sonreía, complacido. Sin dudas, se trataba de un hombre importante. A su lado, una rubia se apoyaba sobre el mostrador, de manera que los codos de ambos se tocaban. La mujer llevaba una gruesa cadena de oro que le llegaba al centro de sus senos abundantes. Ella y el hombre eran bastante altos y entrados en carnes. Lo miré insistentemente. Al verme, el carpetero me preguntó: ”¿Se te ofrece algo?”. Sentí los latidos de mi corazón dentro de mis oídos, con tal intensidad, que pensé que el carpetero llegaría a escucharlos. ”Soy yo”, dije. El hombre se volvió hacia mí. Sus ojos eran pequeños y oscuros, sin lentes, pero aquella cara me resultaba conocida. La rubia comenzó a mirarme con atención. Sus ojos pálidos estaban delineados por algo que me pareció tinta negra, con trazos dibujados por manos expertas, lo cual hacía que su rostro fuese llamativo, pero también efímero, como si se pudiera borrar tan fácilmente como las líneas que lo resaltaban. El hombre puso su estilográfica sobre el mostrador. Esperaba el momento de abrazarlo. El hombre le dijo algo a la rubia, y los tres nos dirigimos a un pequeño sofá, colocado bajo el cuadro de un toro con una luna roja. ”¿Viste a Abuela? ¿Está contigo? Salió a buscarte”, le dije. La mirada del hombre recorrió el concurrido vestíbulo. La mujer volvió a mirarme con curiosidad. Súbitamente, se me ocurrió que el hombre bien podía haberme abrazado. No parecía cubano al hablar, aparentemente a causa de tantos viviendo en el extranjero. El hombre le hablaba de un automóvil a la mujer, pero decía ”coche”, no ”carro”**. Extendió su mano y tocó la mía. Sus dedos eran largos y escurridizos. Mis dedos se entumecieron con el contacto, y aquella frialdad se extendió por mi columna vertebral y la parte posterior de mi cuello. Entonces me di cuenta de que jamás lo había visto. ”Señorita”, me dijo en un español ceceante. Me solté de un tirón. Cuando salí por la puerta, el frío metálico me golpeó el rostro, los ojos y las fosas nasales. Me volví a mirar al desconocido a través de los enormes ventanales, y vi cómo el botones se precipitaba hacia la puerta que se cerraba. Ya en la calle, me subí la solapa del abrigo como Abuela me había enseñado, y caminé con la cabeza gacha por unas cuadras, hasta que la llovizna se hizo menos intensa, y pude levantar la vista hacia aquellos edificios plenos de una historia que no conocía, y los ásperos nombres de calles y plazas, a fin de memorizarlos y saber por dónde debía regresar. El aliento se me congelaba en nubecillas a causa del frío. Al final de la calle, un hombre abrazaba a una mujer en plena acera, bajo un toldo chorreante, deslizando sus manos en los bolsillos traseros de ella, que miraba hacia arriba con un ligero alargamiento de su cuello, similar al de una tortuga; perpleja, absorta, con el rostro muy cercano al del que así la cortejaba. Un motociclista con capa amarilla les pasó por el lado a toda velocidad, empapándoles las piernas. La pareja miró hacia abajo, sorprendida. Lo que estaba ocurriendo entre ambos se interrumpió abruptamente, y se encaminaron hacia un café iluminado a su espalda, donde un grupo de jóvenes fumaba, y una música incesante emergía y desaparecía con cada apertura y cierre de la puerta. Cerré los ojos para no ver el viento, la lluvia y las luces cambiantes de aquella ciudad que no era la mía. Conté uno, dos, tres, y seguí caminando y contando a ciegas por la acera. Abrí los ojos cuando llegué a ocho, por el grito de una persona. Un hombre con un delantal y las manos extendidas hacia delante, regañaba a un chico que llevaba a un perro atado a un arreo. Ambos estaban ante una pirámide de manzanas. Y fue entonces que lo ví plenamente: el mundo en el que viviría, en esta u otra ciudad, con o sin Abuela, con o sin mi padre. En el camino de regreso al Hostal Jamil, entré a un pequeño café para mitigar un poco el frío. Allí, varios jóvenes con chaquetas negras y pantalones vaqueros hablaban y bebían, mientras los iluminados extremos de sus cigarrillos se movían inquietos bajo la sosegada luz de la Atlántida. Saqué las pesetas del bolsillo del abrigo, y compré un Fanta. La pareja vecina encendió sus respectivos cigarrillos, y pidió vino. La chica tenía un cerquillo negro, y parecía mayor que el chico, quien llevaba una gorra sobre el cabello enmarañado. Bebí el Fanta y me quedé mirando a la muchacha, quien levantaba la cabeza para soltar el humo. Volví rápidamente la cabeza, pero la chica, que ya me había visto, luego de un momento de vaci-lación, me ofreció un cigarrillo. Pensé que, con quince años, ya era lo suficientemente mayor para poder fumar. El chico trató de encendérmelo, pero, como yo no sabía qué hacer, fue inútil. La muchacha sonrió, y me dijo que aspirara. Luego, me preguntó de dónde era. Al oír mi respuesta, el chico no ocultó su entusiasmo. ”Nos encantaría visitar tu hermoso país. Un lugar de libertad. No como esta pocilga”, dijo. Ambos olían al vino que estaban bebiendo. ”Las cosas marcharán mejor ahora que el viejo asesino pedorro se ha muerto”, dijo el muchacho, hundiendo la ] NARRATIVA colilla en el cenicero. ”El asesino hijo deputa estiró la pata la semana pasada. Desde entonces estamos celebrándolo”, explicó, levantando su copa hacia mí. Terminé el Fanta y traté de aspirar el humo. Luego bebí el vino que me ofrecieron, tres copas mezcladas con agua gaseosa que me hicieron entrar en calor. Me cayó bien la chica. Su cerquillo brillaba, y sus largas y negras pestañas se encrespaban en la misma dirección por la que se escapaba el humo encima de su cabeza. Y después de las tres copas de vino, también me comenzó a agradar el chico, algo que a la muchacha no pareció importarle mucho. Cuando cesó la lluvia salimos del café, y recorrimos las transitadas avenidas hacia el Hostal Jamil. Ante nosotros se erguían amenazadores los edificios residenciales y de oficinas, algunos de los cuales estaban iluminados aún, brillantes como tartas de cumpleaños. El cielo se llenó de nubes bajas y pesadas. Al ver el viejo rey de la fuente con su tridente, y la marmórea opulencia del vestíbulo del hostal, el muchacho frunció el ceño. ”¿Qué clase de lugar es éste?”, preguntó. A su espalda, un chorro de agua se elevó por encima de la cabeza del monarca marino, para caer posteriormente, a través de una malla de luz, en el estanque que brillaba bajo sus pies pétreos. ”Aquí debíamos encontrarnos con mi padre. Pero se nos acabó el dinero. Tenemos que mudarnos a otra parte”, le dije. Vicente, el botones, montaba guardia erguido, tieso como una vela en el vestíbulo desierto, mirando por las ventanas húmedas de lluvia. Al otro lado, la modesta luz encima de la puerta del ascensor brillaba tenuemente, como una estrella lejana. ”Conozco una pension barata donde podeis quedarse”, dijo la chica, y mencionó el nombre de una calle, algo como ”Minestra” o ”Maestra”. Me volví hacia ella. ”Mi abuela salió por la tarde a buscar a mi padre, que venía de la República Dominicana en algún vuelo, para encontrarse con nosotros acá. No sé adónde fue. No he podido hallar a ninguno”, les expliqué. El muchacho desvió la mirada, y lanzó la cerilla 25 paralelosur NARRATIVA [ Ivonne Lamazares chamuscada a la acera húmeda. La chica se volvió hacia él, severa, y ladeó la cabeza con impaciencia. ”Bueno. Veamos qué ha pasado”, dijo el chico, entrecerrando los ojos detrás del humo de su cigarrillo. Entré con él al vestíbulo vacío. A medio camino hacia el ascensor el carpetero nos detuvo. Su cabello negro estaba dividido en dos mitades brillantes y exactas, como trazadas con tiza. ”¿Adónde váis?”, preguntó. El chico siguió su camino, ignorándolo. Y yo detrás de él. ”La habitación que ocupábais está vacante”, dijo el empleado. Paré en seco. ”¿Dónde está mi abuela? ¿Dónde están nuestras cosas?”. ”Esta no es una casa de beneficencia. Habéis pagado dos noches, y no habéis renovado el plazo de estancia”. El muchacho caminó hacia nosotros. ”Será mejor que le diga dónde están sus cosas, señor, o le llamo a la guardia civil”. ”¡No me diga!”, dijo el carpetero, sonriendo. Caminó en dirección a la carpeta y agarró el teléfono. ”Soy yo quien los ha de reportar a la guardia civil, señor hippie borrachín, por entrar acá sin autorización, y todos pasarán la noche en la cárcel. Mirad qué bien les va a sentar”, dijo, mirándonos alternativamente a mí, al chico y a la chica, que se abrazaba a sí misma al otro lado de la puerta. Luego, le hizo una señal al botones. Vicente nos escoltó fuera del hostal. ”Traté de decírselo, pero usted ha salido a la calle con la nariz en el aire y sin mirar a nadie. Vino gente de la Cruz Roja. Vaya mañana al edificio de la calle Sol”, explicó en tono de reproche. ”Pero ¿dónde está mi abuela? ¿Qué le ha pasado?”, le pregunté. ”En la Cruz Roja saben donde está”, respondió Vicente. ”Vámonos allá ahora mismo”, le dije al chico. ”Es muy tarde. No les abrirán la puerta”, aseguró Vicente, en tono más sosegado. ”Los va a agarrar la guardia. Su abuela está bien. La Cruz Roja la llevó a un sitio donde pasar la noche”, insistió. ”Mi abuela no me hubiese abandonado”, respondí. ”Está con la Cruz Roja. Vayanse allí en la mañana”, aconsejó Vicente. ”Gracias hombre”, le dijo el chico a Vicente, a manera de agradecimiento, para abrir luego la puerta del hostal y gritarle al carpetero: ”¡Oye, tú, mal nacido, léete los diarios! ¡Hace mucho que pasó el treinta y seis, saco de mierda!”. Al oírlo, me invadió una intensa sensación de amor hacia el chico, a pesar de que estaba borracho. El carpetero ni se dio por enterado. Luego Abuela Segunda me contó lo ocurrido aquella paralelosur 26 Ivonne Lamazares tarde. Después de llamar por teléfono a mi padre y a la aerolínea, con el cuello bien abrigado por la solapa protectora, salió al estanquillo de la esquina, donde, a cambio de un puñado de pesetas, el empleado le dio algunas monedas y una botella de agua efervescente, cuyo contenido la hizo sentir como si estuviera tragando vidrios rotos. Comenzó a sudar copiosamente, a pesar del viento frío. Junto al estanquillo, una mendiga pedía limosna, con la mano extendida. Abuela le dio una de las monedas, pensando que en breve podría estar haciendo lo mismo, mendigando su sustento en alguna calle del mundo, por lo que el gesto le pareció una buena manera de iniciar el ciclo a su favor. ”Y cuando una piensa que todo está perdido, se aparece tu Ángel de la Guardia”, me dijo cuando la encontré finalmente, recluida en el Hospital del Niño Jesús, administrado por los monjes capuchinos, cercano al edificio de la Cruz Roja. Yacía sobre la cama, con una delgada sábana doblada en dos sobre las piernas. Su piel había perdido el brillo, y la nariz puntiaguda parecía desplomarse sobre el rostro cansado. Llevaba la blanca cabellera recogida en un impecable moño sobre la cabeza. Mientras emprendía el camino de vuelta, escuchó cómo Vicente, ante la puerta principal del hostal, le daba orientaciones a una pareja de turistas para que pudieran llegar a su destino. ”Sigan hasta que pasen frente al edificio de la Cruz Roja”, decía el botones. Vicente había señalado hacia donde se ponía el sol, tras la silueta de los altos edificios de oficinas. Abuela le dejó un mensaje para mí, y luego siguió su camino, para ver lo que la Cruz Roja podía hacer por nosotros antes de arrastrarse conmigo y nuestro equipaje por las húmedas calles, en pos del cielo naranja del crepúsculo. Pero a medio camino volvió a sentir cómo se le cerraba la garganta, y se detuvo, apoyándose contra las columnas de un portal. ”¿Se siente bien?”, le preguntó alguien. Abuela hizo un gesto afirmativo, y siguió trastabillando unas cuadras más hasta llegar a la Cruz Roja. A la entrada del edificio había una persona sentada ante un escritorio, leyendo el periódico. Esa fue la última imagen que Abuela vio antes de perder el conocimiento. Cuando finalmente la encontré, estaba ingresada en el hospital, en una cama junto a una ventana flanqueada por cortinas verdes. Su brazo derecho colgaba de un cabestrillo azul sobre el pecho y el vientre. ”Tu padre no pudo venir”, me dijo, con voz enronquecida y diferente. Más allá de la ventana, junto a una terraza con algunos bancos, un sol gris reflejaba en el suelo las sombras de las hojas y las ramas de los árboles vecinos. Había pacientes en sillas de ruedas. Algunos de ellos tenían visitantes, sentados frente a ellos en los bancos. También algunas monjas con guardapolvos, paradas detrás de los pacientes, bajo la luz tamizada por la hojarasca. ”No pudo o no quiso”. ”¿Es igual, no?”. ”Eso fue lo que te dijo por teléfono. Que no viene a buscarnos”. Abuela se encogió de hombros y dijo: ”Olvídate de él”. Me senté en la silla metálica que había al lado de la cama, incapaz de contener el llanto. ”Esto un gran error. Tenemos que regresar. En Cuba les explicaremos. Cometimos un gran error, eso es todo”, dije entre sollozos. Abuela levantó una mano, y luego se sentó en la cama. ”Las cosas cambian, cocholeta. Y luego vuelven a cambiar”, respondió. ”¿Te vas a morir?”. ”Pregúntale a las monjas. Di un tropezón, pero estoy bien”. Sin embargo, la historia que me contaban las monjas cambió durante las dos semanas que siguieron. Primero, Abuela tenía una fractura menor en el hueso que le llaman radio, y un virus en la garganta. Después, le apareció una mancha en el esófago, un punto blanco como una mariposa diminuta en la radiografía. Y a la semana siguiente hubo que operarla, pero el cirujano se limitó a abrir y cerrar. Nada que hacer, aparte de darle caldo de pollo con una cucharilla. Yo comía en la cocina de la Cruz Roja, y lavaba platos y organizaba abrigos, guantes y botas de invierno que la gente donaba. Abuela Primera llamó desde La Habana a mi tía de Miami, la hermana de mi madre, quien, a los pocos días, vino y nos alquiló un apartamento. Todos los días visitábamos a Abuela Segunda. Hasta el final. Pero la noche que me perdí en Madrid, sin noticias de Abuela, me quedé con Maricarmen, la chica del bar, y con el muchacho, en el oscuro piso donde vivían. Como no tenían cama, Maricarmen y yo dormimos en el suelo, sobre un colchón manchado que ella cubría con una sábana floreada. El chico se acostó en el sofá de la pequeña sala de estar. Cuando arreció el frío, se acostó con nosotras, deslizándose entre las dos. Yo me quedé escuchando, con los ojos cerrados. El chico besó a Maricarmen, y todo quedó en calma. Volvió a besarla, pero Maricarmen le susurró: ”¿Estás loco, tú, bestia?”. El chico gruñó una síla- ] NARRATIVA ba de resignación, y volvió el silencio. Al cabo de un rato, se volvió hacia mí, hundiendo su rostro en mi cuello y tocándome, hablando en sueños. Cuando me tocó los senos, me sentí sucia y sola, pero también presa de un amor repentino y un deseo de hacer algo por él. Cuando trató de besarme, su boca húmeda sabía a vinagre. Maricarmen lo empujó, y le pidió que me dejara tranquila y volviera al sofá. El chico se levantó, murmurando algo incomprensible, y a poco le escuchamos roncar. ”Perdona. Está borracho. En la mañana estará mejor”, lo justificó Maricarmen. Seguí esperando en la oscuridad, sintiendo el aire que pasaba por mi garganta tan gélido y claro como el de la montaña. Empecé a temblar. De frío. De un terror nuevo. De ansiedad. Mis glóbulos rojos también comenzaron a estremecerse en sus tuétanos cual luciérnagas atrapadas dentro de un frasco, como la última noche en La Habana, en casa de Abuela Primera, cuando Abuela Segunda y yo nos acostamos en mi cama de la niñez, con los cuerpos tan unidos que ambas respirábamos el mismo aire, la víspera de nuestra salida. Finalmente nos quedamos dormidas, como logré hacerlo finalmente en el colchón de Maricarmen, con la promesa de Abuela Segunda resonando aún en mis oídos: ”Mañana, mi cocholeta. Mañana, cuando nos levantemos, seremos libres”. NOTAS * Gusanos: término peyorativo con que los comunistas cubanos definen a los desafectos al régimen. N. del T. ** Los cubanos prefieren la palabra carro a coche o automóvil. N. del T Ivonne Lamazares (La Habana, 1962) Emigró a Florida, Estados Unidos, a los catorce años de edad y actualmente vive en South Miami con su marido, el poeta Steve Kronen y su hija. Lamazares es profesora en el Miami-Dade Community College. Sus cuentos han aparecido en Blue Mesa Review y en Michigan Quarterly Review. Es autora de la novela La isla de azúcar, Alianza, 2001. 27 paralelosur NARRATIVA [ Rolando Hinojosa Rolando Hinojosa ] NARRATIVA Es el agua Rolando Hinojosa University of Texas Me llamo Fructuoso Alaniz García y así me bautizaron en las tierras de los Buenrostro por ser el día de mi santo, el día 21 de enero. En inglés, según mi nieta Lucía, mi nombre significa bountiful, es decir, productivo. Bien puede ser. De mi parte, me parece que eso encaja bien a bien ya que aquel que así se llame se le haya destinado a trabajar la tierra, y no sólo eso, no, sino también que el que la labra le da vida a la tierra para que ella, la tierra, devuelva parte de la vida en cereales y en todo tipo de grano, en verduras, sí, y en fruta como recompensa para aquel que preparó la tierra y presenció la siembra brotar casi de la nada sino con la esperanza y con un manojo de semilla. Eso sí es que ser productivo. Cuando trabajo en tierra ajena, ésa la labro igual como si fuera mi propia parcela. No hay, ni veo diferencia alguna, no. La tierra es la tierra y al fin y al cabo –o cuando se nos acabe la música, como decimos por acá– uno deja el terreno para la siguiente persona. Pero hay que dejarla limpia, podada, y lista para aquel que también viene como uno, lleno de esperanza y con ese manojo de semilla que dije. Yo soy de aquí, del Valle del Río Grande, fronterizo norteño igual que mi padre, igual que el abuelo, el bisabuelo, y el tatarabuelo. Mexicano, sí, pero estadounidense de nacimiento, igual que ellos. Hace muchos años, allá cuando andaba en los diecinueve años de edad, en el año l9l8, me mandaron a Francia; pero aquí me tiene usted. Volver a trabajar se ha dicho. Dos de mis primos, José Antonio y Francisco García no volvieron. Mi nieta Luciá–ah, y ella también trabajó la tierra hasta la edad de 17 –ella dice que a los primos se les recuerda— ¿será esa la palabra? ¿Se les recuerda? Bueno, Lucía dice que se les recuerda en Austin, la capital del estado. Sí, fíjese, en un estadio en la universidad donde los jóvenes juegan fútbol. Ella notó unas placas de metal en ese estadio, luego anotó los nombres el dónde, y cuándo murieron, y sí, son los mismos José Antonio y Francisco García –de eso no hay duda. Qué cosas, ¿verdad, usted? Yo no tenía idea que allás se les honrara. Pues, sí, yo también estuve en Francia– y esa tierra estaba cansada, me acuerdo bien –pero se repuso con el tiempo para proveer a la gente. ¡Je! Le diré algo que es muy de la tierra, profesor. Dios santísimo ya no está haciendo más tierra. Es más, la tierra no se mueve ni se va. Allí está, lista para que la trabajen– y hay que trabajarla, ni para qué andarse con rodeos. Yo he trabajado la tierra en los estados de Minesota, Michigan, Ojayo, lugares lejos del Valle. En mis días atravesábamos el estado de Texas cruzando por el pueblo de Texarkana, de ahí cruzábamos la línea divisoria para llegar al estado de Arkansó; lugar de malas carreteras en esos días. De ahí enrábamos a Poplar Bof, en el estado de Misuri. Nos íbamos rumbo al sol sale, hasta cruzar el río Misisipí, para llegar a Cairo, en Ilinois. Después le picábamos pa’l norte hasta llegar a un pueblucho que esa gente llama Kankankí. Cierro los ojos y lo veo. De ahí le colábamos al norte, rumbo a Reynols, Indiana –eso queda en la ruta 420– y para acabar, subiámos al noreste a Niu Búfalo, en Michigan. Viaje de tres/cuatro días con sus noches. Bueno, una vez en Michigan, a cosechar la ciruela, la cereza, la uva; fruta suave y blanda. Pero, si le seguíamos al este de Michigan, recogíamos pepinos en Pinconing o el betabel o la remolacha, y si nos íbamos al sur, caíamos en Ojayo donde se da mucho el tomate. Bueno, esto ocurría si uno hacía viaje en su propio mueble, su carro propio, ¿no? Pero, si nos llevaban por contrato nos montaban en los camiones de los granjeros mismos y nos íbamos donde nos llevaran. Había veces que nos juntábamos en Jupston, en Ilinoi, y nos separábamos allí. Unos amigos y parientes nuestros trabajaron por años por una sola familia de granjeros en el estado de Aiowa; una familia, sí. Esa gente se dedicaba a cultivar flores y se necesitaba gente especial para desempeñar ese tipo de trabajo. Nosotros también trabajamos allá unas siete u ocho temporadas, ya no me acuerdo muy bien. Los años se me corren, ¿sabe? Mi mujer y yo, y ella también hacía los viajes, trabajamos juntos en los campos más de 27 años y una vez buscamos trabajo en el estado de Wyomin que queda cerca del Canadá. Trabajamos con gente que viajaba desde Laredo, Texas. Mi mujer murió hace 10 años... nuestro único hijo, Marcos, falleció hace los cinco años contados en un accidente cuando el camión de transporte se estrelló contra un tren. Eso ocurrió en Monón, Indiana. Mi nieta Lucía salió ilesa y ahora estudia en la universidad en Austin. Mi nuera, Estéfana, enviudó y vive con nosotros. Pasa que mi mujer y yo la criamos desde que era niña. Esa Estéfana es una de las mejores y de las más rápidas en la poda de la lechuga y su empaque. También se defiende en inglés, lo lee y lo escribe. Su prima, Isaura, es profesora normal y da sus clases durante los veranos en la escuelita que construimos de las hojas de palmeras. Ella misma compra los lápices y las tabletas de escribir, y así les enseña a leer, a escribir, y las cifras a los chicos. Lo hace porque ella misma dice que es necesario que se haga de vez en cuando vienen varias de sus amigas y le ayudan, pero no importa, llueva o truene, Isaura está allí todos los días. No falla. paralelosur 28 Mi nieto Balde cuenta con 23 años y es dueño de un camión usado y junto con un amigo suyo que también es del Valle y que se llama Raúl Santos Coy son socios en el negocio. Balde es el campeón en eso de amontonar pacas de paja de centeno en el camión. Cuando los jóvenes hacen la competencia, los que conocen a Balde apuestan su dinero con él. Raúl conduce el camión y los dos se las angencian para firmar contratos paa el transporte de mercancías en el norte de Texas, en ciudades como Amarillo, Pleinbiew, lugares que nosotros del Valle lamamos el norte. Balde es el hermano mayor de mi nieta Lucía y él le manda dinero para sus estudios. ”Mi hermana es un ejemplo,” dice Balde y se enorgullece por los estudios que lleva su hermana–nosotros también estamos orgullecidos de Balde porque es un hombrecito hecho y derecho que no le tiene miedo al trabajo. Tenemos un dicho aquí en el Valle: es el agua. El agua del Río Grande. Tú le perteneces al agua, pero el agua te pertenece a ti también. No importa dónde trabajemos, siempre volvemos a la frontera, al Valle. Es el agua. El Valle tiene sus encantos, tierra dura, sí, pero esa es tierra de pan llevar–y uno tiene que ser más fuerte que la tierra y el trabajo. Y el Valle es diferente a otras partes de Texas y nosotros nos distinguimos porque somos de allí. Por eso, cuando vamos a otro Valle, el Yákima en el estado de Huashington o el Güilamet en Oregón, para la cosecha del lúpulo o a Nampa en Aidajó, es como estar en casa. ¿Por qué? P’s porque los que viven allí eran originarios del Valle, sí. Y, y, y los chicos que en su vida han puesto pie en el Valle, dicen que son de del Valle porque sus padres son de allí y así los chicos saben de dónde son. Saber quién es uno es algo especial. Esto está cambiando, pero todo cambia, es el son de la vida. Le daré un ejemplo: cuando mi mujer y yo y nuestros amigos trabajábamos en los algodones–y esto es solamente un ejemplo–pizcábamos algodón en el Valle de junio a agosto. Entonces el dueño mandaba herir la tierra con el arado en septiembre por ley del estado. De ahí nos montábamos para ir a los algodones en el centro de Texas o al oeste del estado a lugares como Braunfil o La Mesa. A veces salíamos para Arkansó o Misuri para el algodón y le dábamos hasta Tenesí si se terciaba –pero ya no en estos últimos 20 años– ahora casi todo es cosa de maquinaria; pero con todo eso, las máquinas no pueden hacerlo todo, no. Todavía se necesita la mano de obra, el ojo humano que sabe y que puede distinguir. La maquinaria no se enorgullece por su trabajo, le es imposible. Pero uno sí se enorgullece por su trabajo. Eso de trabajar la tierra es asunto duro, en eso no hay sorpresa. Lo molestoso –y lo vergonzante también– es dónde uno tiene que vivir en el mesoeste del país en carpas o en gallineros; estos son los peores. No siempre es así, pero con una vez basta para el recuerdo. Pero uno se aguanta, uno sobrevive –y hasta aguantamos y sobrevivimos el racismo, el prejuicio social de todos– y hasta por parte de los nuestros que nos menosprecian. Pero yo puedo cambiar el mundo y Dios no quiere encargarse, como decimos. Pero tampoco nos rajamos, no nos rendimos, no alzamos los brazos como los prisoneros. No. No nos rajamos y ya. Pero, después de tanto trabajo y de viajes aquí y viajes allá, volvemos al Valle donde nos espera otra temporada de trabajo. Es el agua. ¡Je! Esos que aseguran que el trabajo es de beneficio pa’l cuerpo y saludable y todo eso, no saben de qué se trata la cosa. El trabajo rudo y duro está de la patada, y lo llaman duro porque eso es lo que es. Te aplasta y hasta te mata. Pero también hay orgullo, orgullo de necios, quizás, pero una familia trabajadora se enorgullece porque trabaja y porque desempeña su trabajo como Dios manda. Al fin, como en todo, el trabajo se acaba. Era como cuando estuve en Francia. Uno estaba allí hasta el día que alguien vino y dijo, ”Vámonos ya. Vámonos a casa.” Y así era como cuando uno se encontraba en Indiana, en Aiowa, o en las bandas del río Rojo en Minesota. Uno estaba allí, en el jale, como le llamamos al trabajo, y entonces alguien venía y decía: ”Vámonos pa´la casa. Vámonos pa´ Texas. Al Valle.” Sí, es el agua. Rolando Hinojosa (Belken, 1929) Rolando Hinojosa es uno de los novelistas hispanos más prolíficos y bien respetados de los Estados Unidos. Escribió su primera novela en 1972, Estampas del Valle, que fue galardonada con el premio literario Casa de las Américas, que consiguió otra vez en 1976 con su serie de novelas The Klail City Death Trip. Entre sus obras destacan por su importancia bilingüe y cultural: Mi querido Rafa (1981), Rites and Witnesses (1982), Partners in Crime (1985), y Becky and her Friends (1990). Hinojosa también ha producido ensayos, poesía, y una novela detective titulada Los socios en crimen. 29 paralelosur Nicolás Kanellos ] DOSSIER Panorama de la literatura hispana de los Estados Unidos Nicolás Kanellos University of Houston CHICANA ] DOSSIER INTRODUCCIÓN Históricamente, todos los diversos grupos étnicos que por facilidad y conveniencia llamamos “hispanos” o “latinos” crearon una literatura en Norteamérica aun antes de que existieran los Estados Unidos. El volumen de su escritura a través de más de cuatrocientos años es tan cuantioso que habría que emplear a miles de estudiosos durante muchos años para investigar y recuperar, analizar y hacer accesible la totalidad de las expresiones hispanas que merecen ser preservadas y estudiadas. Debido a su variedad y perspectivas múltiples, lo que llamamos literatura hispana de los Estados Unidos es mucho más complejo de lo que demuestran los textos producidos en los últimos cuarenta años. Esta literatura incorpora las voces del conquistador y del conquistado, del revolucionario y del reaccionario, del nativo y del desarraigado de su tierra. Es una literatura que proclama un sentido de lugar y pertenencia a los Estados Unidos mientras que también elimina fronteras y es transnacional en el sentido más posmoderno posible. Es una literatura que trasciende conceptos de etnicidad y raza, mientras que lucha por una identidad chicana, nuyorriqueña, cubanoamericana o simplemente hispana o latina. La introducción de la cultura occidental en las tierras que eventualmente pertenecerían a los Estados Unidos fue obra de gente hispana: españoles, africanos y amerindios hispanizados, mestizos y mulatos. España fue el primer país que introdujo una lengua europea escrita en el área que llegaría a ser la parte principal de los Estados Unidos. Desde 1513, con los diarios de viaje a la Florida de Juan Ponce de Léon, la práctica de la escritura en los registros civiles, militares y eclesiásticos se volvió habitual en los lugares que se convertirían en el sur y el suroeste hispanos de los Estados Unidos. La cultura escrita no sólo facilitó los registros de la conquista y la colonización, sino que hizo surgir las primeras descripciones y los primeros estudios de la flora y la fauna de estas tierras nuevas para europeos, mestizos y mulatos. Hizo posible la formulación de las leyes para su gobernación y facilitó su explotación comercial al mismo tiempo que creaba una historia de estos territorios –una historia oficial que no siempre concordaría con la tradición oral–. La lengua española se extendió al norte de la Nueva España y hacia las tierras que a mediados del siglo XIX llegarían a ser parte de los Estados Unidos como resultado de conquista, anexión y compra. Todas las instituciones del mundo letrado –escuelas, universidades, bibliotecas, archivos del gobierno, tribunales y muchas otras– fueron introducidas en Norteamérica por gente hispana a mediados del siglo XVI. Los hispanos que se establecieron en las trece colonias británicas en Norteamérica tuvieron acceso inmediato a la imprenta. Hacia 1780 ya estaban publicando sus libros y periódicos en las primeras imprentas de los Estados Unidos. Editaban centenares de libros políticos, así como libros de literatura creativa, muchos de ellos en apoyo a los nacientes movimientos de independencia en Hispanoamérica. En Louisiana y más tarde en el suroeste y hasta parte del noreste, las publicaciones bilingües llegaron a ser a menudo una necesidad de comunicación, primero para las comunidades hispano-francesas y más tarde para las poblaciones donde convivían hispanos y angloamericanos, ya que dichas publicaciones, incluyendo las publicaciones literarias, reflejaban cada vez más la vida bicultural de los Estados Unidos. Al principio del siglo XIX, la cultura literaria de los hispanos empezó a poseer las funciones de expresión que la han caracterizado hasta el presente. Se distinguen tres tipos de expresión correspondientes a los nativos, los inmigrantes y los exiliados. Estas categorías se relacionan con los procesos sociohistóricos que los hispanos han experimentado en los Estados Unidos. No solamente reflejan las tres identidades generales de los hispanos en los Estados Unidos a través de la historia, sino que también nos permiten entender sus expresiones literarias. Estos tres procesos y patrones históricos de manifestación cultural echaron raíces profundas en el legado oral y escrito de los exploradores y colonos de las vastas regiones que llegaron a formar parte de los Estados Unidos. Esta base fundacional incluyó descripciones de la flora y la fauna, de encuentros con los amerindios, de la evangelización y de la vida diaria en la frontera, tal como la percibían los españoles y la gente hispana (incluyendo a africanos, amerindios, mestizos y mulatos), incorporadas en crónicas, diarios de viaje, etnografías, cartas y en la tradición oral. Los primeros textos fueron escritos por los exploradores que crearon los mapas de este territorio y escribieron tra31 paralelosur DOSSIER [ Nicolás Kanellos tados sobre su gente, como Álvar Núñez Cabeza de Vaca y Fray Marcos de Niza. También escribieron los primeros poemas épicos en lengua europea, como los del soldado Gaspar Pérez de Villagrá en su Historia de la Nueva México y el misionero Francisco de Escobedo en La Florida. Más tarde, colonizadores y misioneros como Fray Gerónimo Boscana y los autores anónimos de las obras de teatro popular Los tejanos y Los comanches y las canciones Indita y Alabado desarrollaron una literatura mestiza, mostrando muchos de los modelos culturales que sobrevivirían hasta la actualidad. Este fermento literario, tanto escrito como oral, se manifestó en los territorios del norte de la Nueva España, después México, sin acceso a la imprenta. Aunque el mundo de los libros, las bibliotecas y la educación había sido introducido por los españoles en Norteamérica, la estricta prohibición de la imprenta por la Corona Real en sus territorios del norte impidió el desarrollo de la impresión y de la publicación entre la población que vino a ser la base hispana nativa más grande y fuerte de los Estados Unidos de hoy día: la cultura méxicoamericana del suroeste. No obstante la falta de acceso a la imprenta, el legado de expresión oral y popular ha persistido en estas tierras, reforzando no sólo la cultura en general sino también creando una base muy rica para la expresión literaria escrita. Irónicamente, el uso extendido de la imprenta y la publicación por hispanos en los Estados Unidos se desarrolló en un medio ambiente de habla inglesa, en el noreste de los Estados Unidos. paralelosur 32 Nicolás Kanellos LITERATURA HISPANA NATIVA La literatura de los hispanos nativos nace primero de la experiencia del colonialismo y la opresión racial. Los hispanos estuvieron sujetos a más de un siglo de “racialización,” la cual resultaba de la visión que tenían los anglosajones de los hispanos como una raza fisiológica, cultural e intelectualmente inferior a la suya. A través de doctrinas como la ”leyenda negra española” y el ”destino manifiesto” (teorías racistas que justificaban la apropiación de tierras y recursos naturales por los ingleses y los angloamericanos), los hispanos fueron subsecuentemente conquistados y/o incorporados a los Estados Unidos como resultado de la compra de sus territorios; posteriormente fueron tratados como sujetos coloniales, como en los casos de los mexicanos en el suroeste, los hispanos en Florida y Luisiana, los panameños en la zona del canal y en el mismo Panamá, y los puertorriqueños en el Caribe. Por otra parte, los cubanos y los dominicanos también se desarrollaron como pueblos a principios del siglo XX, sometidos a muchas formas de dominación del gobierno colonial de Estados Unidos. Durante los cien años que siguieron a la expansión estadounidense en el siglo veinte hubo grandes inmigraciones provenientes de países de habla hispana. Estas olas de inmigrantes estuvieron directamente relacionadas con la administración colonial practicada por los Estados Unidos en sus tierras natales y el reclutamiento de mano de obra para mantener la máquina industrial de los Estados Unidos a un ritmo galopante. Así se creó una nueva población hispana con ciudadanía estadounidense: los cientos de miles de hijos de inmigrantes hispanos, cuyas perspectivas culturales sobre la vida en los Estados Unidos han sido fundamentalmente diferentes de las de sus padres, inmigrantes y exiliados. La literatura nativa hispana se desarrolló primero como una literatura de minoría étnica entre los hispanos que ya residían en el suroeste de México cuando los Estados Unidos se apropiaron de este territorio. Hasta ahora no se han encontrado los textos hispanos de Luisiana y Florida de la época colonial de los Estados Unidos y de sus inicios como estados. La literatura nativa hispana se ha manifestado específicamente en una actitud de reclamo de derechos civiles, políticos y culturales. Desde sus orígenes en el siglo diecinueve, los editoriales de Francisco Ramírez, las novelas de María Amparo Ruiz de Burton y la literatura nativa hispana en general se han ocupado del estado racial, étnico y minoritario de sus lectores. Haciendo uso de ambos idiomas, el español y el inglés, la literatura nativa hispana ha incluido a los inmigrantes entre sus intereses y ha mantenido una relación con las distintas tierras de “origen”, como Cuba, México, Puerto Rico y España. Pero la razón fundamental para la existencia de la literatura nativa hispana y su punto de referencia han sido y continúan siendo las condiciones de vida de los latinos en los Estados Unidos. A diferencia de la literatura de inmigrantes, la literatura nativa no tiene un pie en una supuesta tierra natal y otro en los Estados Unidos, ya que la mayoría de los nativos nacieron en los Estados Unidos o en territorios que fueron incorporados a esta nación. Esta literatura no comparte esa doble mirada que siempre contrasta la experiencia en los Estados Unidos con la experiencia en la tierra natal. Para el pueblo hispano de los Estados Unidos, la tierra natal es los Estados Unidos; no tienen la intención de regresar al México, Puerto Rico o Cuba que recuerdan con nostalgia. Por lo tanto, esta literatura muestra un firme sentido de lugar, a menudo elevado a un estatus mítico. Los chicanos, por ejemplo, adoptaron en los años sesenta y setenta a Aztlán, el legendario lugar de origen de los aztecas, supuestamente ubicado en lo que es hoy el suroeste; este concepto les dio –como mestizos– prioridad en estas tierras sobre los europeoamericanos. Lo que era para los inmigrantes el “Trópico en Manhattan” o la “Pequeña Habana”, en los años sesenta y setenta se transformó en un lugar donde reinaban culturas nuevas, sintéticas y sincréticas, como en “Loisaida”(el barrio bajo sureste de la ciudad de Nueva York), tan elogiado por el poeta y dramaturgo nuyorican Miguel Piñero en Lower East Side Poem y otros trabajos, y El Bronx de Nicholasa Mohr en El Bronx Remembered. Este sentido de pertenencia a una región o lugar donde su cultura ha transformado el medio ambiente físico y cultural es una manifestación entre otras del sentimiento general de que estaba surgiendo una cultura nueva derivada de la síntesis de las viejas culturas hispana y anglosajona, inicialmente enfrentadas antitéticamente. ] DOSSIER LA LITERATURA DE INMIGRACIÓN Mientras que la literatura de inmigración plantó raíces en los periódicos a mediados del siglo diecinueve en California y en Nueva York, a fines del siglo surgió una expresión inmigrante bien definida. Aunque Nueva York había sido el puerto de entrada de millones de europeos y centenares de miles de hispanoamericanos, las ciudades mayores del suroeste recibieron un flujo de aproximadamente un millón de mexicanos de clase trabajadora durante la Revolución Mexicana de 1910. La política exterior de los Estados Unidos para con el Caribe hispánico aseguraba un influjo constante de obreros puertorriqueños, cubanos y dominicanos. Los Ángeles, San Antonio y Nueva York, por ende, recibieron el mayor número de inmigrantes y consecuentemente pudieron apoyar el mayor número de instituciones culturales, entre ellas teatros, asociaciones de escritores, periódicos y editoriales. San Antonio llegó a ser la sede de más de una docena de casas editoriales hispanas, más de las que existían en cualquier otra ciudad de los Estados Unidos. Los Ángeles produjo casi una veintena de casas teatrales y numerosas compañías dramáticas y líricas que hacían giras constantes por el suroeste. En Nueva York, Los Ángeles, San Antonio y en muchas otras ciudades, apareció un tipo de empresario hispano, refugiado o inmigrante, con suficiente capital para establecer negocios de todo tipo para servir a la creciente población en los barrios hispanos. Construyeron de todo, desde fábricas de tortillas hasta teatros y cines, y por medio de su liderazgo cultural en las organizaciones mutualistas, las iglesias, los teatros, los periódicos y las editoriales difundían una ideología nacionalista que aseguraba tanto la solidaridad como el aislamiento de sus comunidades o, si se prefiere, de su mercado. Los refugiados económicos y políticos se asentaron en estas ciudades porque tenían tradición y población hispanas y porque sus bases industriales se estaban expandiendo, experimentando la industrialización y la modernización rápidas, tan necesarias para crear puestos de trabajo para los refugiados económicos y oportunidades de inversión en negocios nuevos para los empresarios. Nueva York ofreció muchas oportunidades en las industrias de manufactura y servicios, mientras que Los Ángeles y San Antonio eran también buenas bases para el reclutamiento de obreros industriales y campesinos migratorios. Desde su llegada a los Estados Unidos, los inmigrantes hispanos habían usado la imprenta y la literatura en su lengua nativa para mantener un vínculo con la tierra natal, mientras intentaban adaptarse aquí a una sociedad y una cultura nuevas. La literatura inmigrante hispana comparte muchos de los rasgos distintivos que Park identificó en 1922 en un estudio sobre la prensa inmigrante. Entre esas características mencionó: 1/ el usar en forma predominante la lengua de la tierra natal, 2/ el servir a una población unida por esa lengua, sin importar su país de origen y 3/ el fomentar y solidificar el nacionalismo (9–13). La literatura de inmigración sirve a una población en transición desde 33 paralelosur DOSSIER [ Nicolás Kanellos la tierra natal a los Estados Unidos y refleja las razones para emigrar al recordar las vejaciones y las tribulaciones del inmigrante; también facilita el ajuste a la nueva sociedad, mientras conserva un vínculo con la patria. Implícitos en los rasgos que señalan Park y otros estudiosos de la inmigración están los mitos del “sueño americano” y el “crisol de razas”: la creencia de que los inmigrantes vinieron para encontrar una vida mejor de la que tenían en la patria, incluyendo una mejor cultura, y que ellos o sus descendientes rápidamente se volverían estadounidenses y que entonces no habría ya más necesidad de una literatura en la lengua del “país viejo” (old country). Estos mitos y muchas opiniones de Park acerca de los inmigrantes europeos no nos ayudan en absoluto a comprender la literatura hispana de inmigración; el inmigrante hispano nunca vino a asimilarse a la población angloamericana ni a “fundirse” con los otros grupos en un “crisol de razas”. Al contrario, la historia de los grupos hispanos en Estados Unidos ha mostrado lo infundible y poco asimilacionista de las etnias hispanas. La inmigración de hispanoamericanos ha sido constante desde la misma fundación de los Estados Unidos hasta el presente, y ni se atisba el final de este fenómeno ni se puede anticipar en un futuro previsible. En general, la literatura hispana de inmigración muestra una doble perspectiva: compara el pasado con el presente, la tierra natal con el país nuevo, su propia cultura con la del angloamericano, y equipara la resolución de estos conflictos con el retorno a la patria del narrador, los paralelosur 34 Nicolás Kanellos personajes, el lector o la comunidad de inmigrantes. La literatura de inmigración trata de preservar y fortalecer la cultura de la tierra natal mientras facilita el acomodamiento a la tierra nueva. Además de ser fervientemente nacionalista, esta literatura busca representar y proteger los derechos de los inmigrantes protestando contra la discriminación, el racismo y los abusos de los derechos humanos. Como mucha de esta literatura surge de la clase trabajadora, frecuentemente adopta los dialectos de la clase rural y trabajadora inmigrante. Hoy en día la literatura temprana de inmigración puede considerarse como un museo de la oralidad de sus tiempos. Entre los temas predominantes de la literatura de inmigración están: 1/ la descripción de la metrópoli, a menudo en términos satíricos o críticos, como se ve en los ensayos de José Martí, “Pachín” Marín y Nicanor Bolet Peraza; 2/ la descripción de las vejaciones y las tribulaciones de los inmigrantes, especialmente cuando llegan a los Estados Unidos, y una vez llegados, desde la explotación como trabajadores hasta la discriminación como extranjeros y gente de “raza”, como en las obras de Daniel Venegas y Conrado Espinosa; 3/ el conflicto entre las culturas anglosajona e hispana; 4/ la resistencia a la asimilación y la correspondiente promoción del nacionalismo, siempre presentes en esta literatura; y 5/ el conflicto entre las clases sociales. Los autores más politizados, incluyendo los de la clase trabajadora, lanzan su discurso literario bajo la premisa de un retorno inminente a la tierra natal y con una adverten- cia para sus paisanos, que todavía no han emigrado, de que no vengan a los Estados Unidos porque se enfrentarán a la desilusión y la explotación. Estas advertencias a sus compatriotas de los peligros que los esperan son un pretexto, pues en realidad se están dirigiendo a su barrio o “colonia” de inmigrantes aquí en el ”vientre del monstruo”, para usar el término de José Martí. Ello permite a los autores establecer causa común y solidaridad con sus lectores; así, el escritor y el lector u oyente juntos dan testimonio a los no iniciados, los novatos potenciales, los destinados a sufrir en el futuro como han sufrido los protagonistas de las obras literarias de inmigración. Por supuesto, esta fórmula y los temas dependen de la premisa fundamental de la literatura inmigrante: el regreso a la patria. Para realizar ese retorno, se necesita preservar la lengua, la cultura y la lealtad a la patria. Casi invariablemente, las narrativas de inmigración terminan con los personajes principales regresando al suelo patrio. Quedarse en la metrópoli conduce a la muerte, la justicia poética más severa, como nos lo muestra la primera novela de inmigración, Lucas Guevara (1914) de Alirio Díaz Guerra y, casi medio siglo más tarde, La carreta (1953) de René Marqués. Debido a las migraciones masivas de mexicanos y puertorriqueños de clase trabajadora durante la primera mitad del siglo XX, mucha de la literatura de inmigración se encuentra en la expresión oral, en las canciones del pueblo, en el teatro popular y otras expresiones literarias y artísticas de la clase trabajadora. El corrido anónimo “El lavaplatos” reproduce el mismo ciclo de la clase trabajadora que se ve en la novela de Daniel Venegas, Las aventuras de Don Chipote, o cuando los pericos mamen: dejar el hogar para buscar trabajo en los Estados Unidos, desilusionarse al trabajar aquí como una bestia de carga y regresar a la patria. Las canciones de desarraigo y añoranza por la tierra natal pueden escucharse en Lamento de un jíbaro, décimas puertorriqueñas (en estrofas cantadas con diez versos y una rima como de soneto). Pero la última desilusión y vergüenza para el inmigrante es ser deportado, como lo documentan los versos melancólicos del corrido de Los deportados y el editorial A los que vuelven de Rodolfo Uranga. Muy a menudo, el desarrollo de esta literatura se da en el lugar de trabajo, ya sea en las calles recorridas por Wen Gálvez como vendedor de puerta en puerta, en la fábrica de La factoría (1925) de Gustavo Alemán Bolaños, o bajo el sol en los campos de cultivo en El sol de Texas (1926) de Conrado Espinosa. Pero también son frecuentes los temas domésticos, aun en las obras contemporáneas, tales como La carreta de René Marqués y El súper (1977) de Iván Acosta, que enseñan el conflicto entre niños aculturados y su padres. Para las comunidades de inmigrantes hispanos la defensa de los derechos civiles y humanos se extendió a la protección de sus barrios en contra de la influencia de la cultura angloamericana y de los verdaderos peligros que se presentaban en el lugar de trabajo, en las escuelas y en la política pública. El descontento editorial ha dominado las publicaciones de los inmigrantes en las ciudades mayores desde principios del siglo veinte. Joaquín Colón, presi- ] DOSSIER dente de la Liga Puertorriqueña e Hispana y hermano de Jesús Colón, utilizó el Boletín de la Liga durante los años 30 para castigar a la comunidad hispana por sus fallas. Los editoriales en los periódicos hispanos resonaron constantemente con los reclamos de igualdad y en contra de la discriminación y la segregación; la defensa de la comunidad no era un tema visible solamente en los títulos. Editorialistas del suroeste, también, desde Nemesio García Naranjo a la familia Idar y Rodolfo Uranga, atacaron el maltrato de los capataces y las autoridades de las comunidades de hispanos inmigrantes y nativos. Uranga censuró una de las mayores injusticias perpetradas contra los inmigrantes mexicanos (y también contra muchos nativos): las deportaciones generales que se llevaron a cabo durante la Depresión. Actualmente los periódicos en español continúan con la misma tradición, criticando repetidamente la discriminación y las deportaciones de el Servicio de Naturalización e Inmigración, y los autores inmigrantes a su vez siguen erigiéndose como un baluarte de vigilancia y defensa de sus comunidades. Como los puertorriqueños han sido ciudadanos estadounidenses desde 1917, la deportación no ha sido parte de su imaginario. Mientras que los puertorriqueños del continente han tenido la inmigración y la migración profundamente grabadas en su memoria colectiva, el miedo a la deportación como una forma de discriminación y opresión ha estado mayormente ausente. LA LITERATURA HISPANA DE EXILIO Estudiar la literatura hispana de exilio en los Estados Unidos es examinar los grandes momentos en la historia política del mundo hispano, desde principios del siglo XIX hasta el presente: la intervención napoleónica en España, los movimientos independentistas de las colonias americanas de España, la intervención francesa en México, la Guerra del 1898, la Revolución Mexicana, la Guerra Civil Española, la Revolución Cubana, las recientes guerras civiles en Centroamérica y las numerosas luchas en la América española contra los regímenes autocráticos y las intervenciones extranjeras, incluyendo las frecuentes incursiones por parte de los Estados Unidos en los asuntos domésticos de estos países. El partidismo estadounidense en la política interna de las repúblicas hispanoamericanas ha tenido el efecto de estimular la expatriación de sus ciudadanos a estas tierras. Todas estas luchas produjeron miles de refugiados políticos en los Estados Unidos a lo largo de su historia. Debido a la expansión territorial de los Estados Unidos y a la inmigración hispana, se fueron albergando poco a poco en los Estados Unidos grandes comunidades de hispanohablantes que continuamente recibirían a los expatriados. De este modo, los refugiados encontraban sociedades similares donde podían efectuar negocios y ganarse la vida mientras esperaban cambios en su patria que posibilitaran algún día su regreso. Buena parte de la literatura de los exiliados ha surgido tradicionalmente del deseo y la esperanza de que la patria 35 paralelosur DOSSIER [ Nicolás Kanellos de origen se independizara política y culturalmente, ya sea del imperio español o de los Estados Unidos. Mucha de esta literatura, particularmente la del siglo XIX, es altamente lírica e idealista en su poesía y elegante en su prosa. Sin embargo, también se caracteriza por un tono agresivo y argumentativo que resulta de su compromiso político. La publicación de periódicos y libros por hispanos empezó a finales del siglo dieciocho en tres ciudades: Nueva Orleans, Filadelfia y Nueva York. A juzgar por el número de libros políticos publicados a principios del siglo diecinueve, el motivo principal para los españoles, cubanos, puertorriqueños y otros hispanoamericanos en los Estados Unidos era su deseo de influir en la política de su tierra natal. Los refugiados políticos de habla hispana de España e Hispanoamérica repetidamente han recurrido al exilio en los Estados Unidos para ganar acceso a una prensa libre y, de este modo, poder ofrecer a sus compatriotas noticias e ideologías políticas sin censura. Debían enviar sus escritos como contrabando en barcos a la tierra natal, de manera que se pasaran clandestinamente de mano en mano. En muchos casos, la prensa del exilio también se comprometió en campañas políticas para recaudar fondos, en organizar a la comunidad de expatriados y en conspirar con revolucionarios para derrocar regímenes en sus países de origen. La razón de ser de la prensa de exilio siempre ha sido influir en la vida y la política en la tierra natal, al proveyendo información y opiniones sobre la tierra natal, cambiando o apoyando la opinión pública en su patria paralelosur 36 Nicolás Kanellos sobre la política y el gobierno, y asistiendo en la colecta de fondos para derrocar al régimen existente. La libertad de expresión existente en el exilio era altamente deseable en comparación con la que existía en las tierras de origen. El registro histórico está lleno de ejemplos de prisión, tortura y ejecución de escritores, periodistas y editores durante las luchas para establecer la democracia en Hispanoamérica. Numerosos autores exiliados, algunos representados en esta antología, sufrieron torturas en las prisiones y muerte en los campos de batalla en las Américas. Muchos, que se veían a sí mismos como patriotas sin patria, fueron forzados a vivir en el exilio y a peregrinar de país en país, creando sus obras literarias y esparciendo sus doctrinas políticas mientras peregrinaban. Parte de la importancia de la literatura del exilio para las letras hispanas de los Estados Unidos radica en que sirve de base para el transnacionalismo de nuestra literatura y cultura; nuestro ser y nuestra literatura no caben ni dentro de los confines geográficos y políticos de los Estados Unidos, ni los de los países de origen. Las comunidades hispanas de los Estados Unidos nunca han estado en realidad aisladas del resto de las Américas y del mundo de la cultura hispana y el idioma español; la influencia y el impacto de los hispanos en Estados Unidos, haya sido su vehículo el inglés o el español, no se han limitado a su comunidad étnica o nacional. No hay duda de que la literatura escrita por los exiliados hispanoamericanos y españoles en los Estados Unidos es una parte importante de la herencia literaria hispana de éste país. Los primeros libros políticos impresos por hispanos en el exilio fueron escritos por ciudadanos españoles que protestaban contra la instalación por parte de Napoleón de un gobierno títere en España a principios del siglo XIX. Estos exiliados publicaron poesía y novelas, además de tratados políticos. En su mayoría estos primeros libros de protesta fueron impresos en las primeras imprentas angloamericanas. Típico de esta corriente propagandista fue el ataque a Napoleón en España ensangrentada por el horrendo corso, tyrano de la Europa, publicado en 1808 en Nueva Orleans por un autor anónimo. Un poco después, las guerras dirigidas a independizar de España a los países hispanoamericanos fueron apoyadas por numerosas publicaciones ideológicas basadas en las enseñanzas de Thomas Paine, Thomas Jefferson y John Quincy Adams. Recomendaban la adopción de la Constitución de los Estados Unidos y su sistema de gobierno por el mundo hispano. El movimiento independentista que duró más años en el hemisferio fue el de las colonias españolas de Cuba y Puerto Rico. Muchas de estas campañas independentistas fueron planeadas, mantenidas y propagandizadas desde tierras estadounidenses. Uno de los primeros y más ilustres exiliados fue el sacerdote y filósofo Félix Varela, fundador del periódico El Habanero en Filadelfia en 1824 y autor de Jicoténcal (1826), la primera novela histórica en lengua española y uno de los primeros documentos que apoyaron los movimientos de independencia con la Leyenda Negra. Con un subtítulo de “periódico político, científico y literario”, El Habanero militó abiertamente por la independencia de Cuba. Tanto con su periódico como con su novela y otros escritos, Varela estableció el precedente para los cubanos y puertorriqueños de imprimir y publicar en el exilio y de tener sus obras circulando clandestinamente en sus tierras natales. En efecto, los libros de Varela sobre la filosofía y la educación, la mayoría de los cuales fueron publicados en los Estados Unidos, eran los únicos best sellers en Cuba, y el mismo Varela se convirtió en el autor más popular en el primer tercio del siglo XIX; esto a pesar de que había una conspiración de silencio en la que no se permitía ni nombrar a Varela en público bajo pena de persecución por las autoridades (Fornet 73–4). En su mayoría, los periodistas y escritores expatriados trabajaban con publicaciones periódicas en idioma español o bilingües: algunos periódicos políticamente orientados se publicaban también en inglés para influir la opinión pública angloamericana y la política del gobierno de los Estados Unidos con respecto a Cuba y Puerto Rico. Muy pocos de los intelectuales exiliados encontraron trabajo en la prensa de habla inglesa, excepto como traductores. Una notable excepción fue Miguel Teurbe Tolón que en los años 50 del siglo XIX trabajó como el experto sobre Latinoamérica para el Herald de Nueva York. Teurbe Tolón había sido director de La Guirnalda, periódico de Cuba, donde también había iniciado su carrera literaria como poeta. En los Estados Unidos, además de trabajar para el Herald, publicó poemas y comentarios en español y en inglés en publicaciones periódicas; también tradujo al español ] DOSSIER Common Sense de Thomas Paine y la Historia de los Estados Unidos de Emma Willard. Teurbe Tolón fue uno de los fundadores de la literatura hispana de exilio, no sólo por el tema del exilio en muchas de sus obras, sino también porque sus escritos figuran prominentemente en la primera antología de la literatura de exilio publicada en los Estados Unidos, El laúd del desterrado (1856) un año después de su muerte. Desde las publicaciones de Heredia, Varela, Teurbe Tolón y sus colegas, la literatura de exilio ha sido una de las corrientes constantes en la cultura y letras hispanas de los Estados Unidos. Muchos de los escritores que los siguieron en el siglo XX construyeron sus obras sobre la base de esta tradición, poniendo su arte al servicio de causas políticas. En general, la literatura del exilio se ha ocupado más de las condiciones políticas de la patria que del destino de la comunidad de hispanos en los Estados Unidos. Siempre está implícita la premisa del regreso a la patria y por esta razón tampoco se preocupa mucho por el peligro de la asimilación a la cultura anglosajona durante la estancia en los Estados Unidos, que se supone es temporal. A pesar del sueño del retorno a la patria, la razón histórica del exilio de muchos individuos y sus familias es la residencia permanente en los Estados Unidos por motivos que varían. Sin embargo, como el exiliado ve el regreso siempre como inminente, tiene miedo de echar raíces en tierra extraña. La visión de la cultura nacional, por otra parte, es estática, basada en la vida tal como estaba cuando dejaron la patria; así que muchas veces esa visión no refleja la evolución de la cultura en la tierra natal durante la ausencia de los exiliados. Los autores exiliados en el siglo XIX apelaron a la ”leyenda negra” (propaganda inglesa y holandesa sobre los abusos que sufrieron los indígenas a manos de los españoles, para justificar su competencia colonial con España en el Nuevo Mundo) y, en su afán de construir una identidad americana, muchas veces se identificaron con los indígenas conquistados y abusados por los españoles. Su literatura no sólo era culturalmente nacionalista, sino también políticamente nacionalista, dado que estos autores pretendían construir la nación no sólo con la pluma en la mano sino con el fusil en el campo de batalla. En el mundo de la literatura y del periodismo, la actividad creativa y editorial de los exiliados cubanos y puertorriqueños rivalizó con la producción de los escritores en la tierra natal. Muchos de los escritores e intelectuales dirigentes de ambas islas produjeron un corpus considerable de obras en el exilio, muchas veces más de lo que habían logrado bajo el represivo gobierno de la colonia española. Este legado sustancial incluye muchas obras fundacionales como los ensayos de Lorenzo Allo, Enrique José Varona y José Martí. Algunas de las figuras cubanas y puertorriqueñas más importantes siguieron los ejemplos de Heredia, Varela y Teurbe Tolón escribiendo, publicando y militando desde el exilio en Filadelfia, Nueva York, Tampa, Cayo Hueso y Nueva Orleans hasta el estallido de la Guerra del 98. Muchos de ellos eran periodistas y editores al igual que prolíficos poetas del exilio: Bonifacio Byrne, Pedro Santacilia, Juan Clemente Zenea y, posterior pero más importante, 37 paralelosur DOSSIER [ Nicolás Kanellos José Martí. Todos ellos estudiaron las obras de su modelo, José María Heredia, cuyo peregrinaje lejos del suelo nativo se recuerda en algunos de los versos más románticos del siglo diecinueve. En efecto, abrir El laúd del desterrado con su “Himno del exilio” era rendir homenaje a Heredia. Mientras que los expatriados cubanos y puertorriqueños tenían que someterse a largos viajes en barco e inspecciones de las autoridades aduaneras para entrar como refugiados a los Estados Unidos, los exiliados mexicanos cruzaban la frontera con relativa facilidad para establecer su prensa en el exilio. Dado que no hubo patrulla fronteriza hasta 1925, simplemente cruzaban caminando lo que era una frontera abierta para los hispanos para instalarse en las antiguas comunidades de origen mexicano del suroeste. En efecto, la frontera abierta había servido durante décadas como una ruta de escape para numerosos criminales y refugiados políticos de ambos lados de la línea divisoria. La prensa mexicana de exilio comenzó alrededor de 1885, cuando el régimen de Porfirio Díaz en México se hizo tan represivo que un gran número de editores y escritores se vieron forzados a exiliarse en el norte. Hacia 1900, el ideólogo revolucionario más importante, Ricardo Flores Magón, lanzó su periódico Regeneración en la ciudad de México. Anarquista militante, Flores Magón fue encarcelado en México cuatro veces por su periodismo radical. Después de un encarcelamiento de ocho meses, durante el cual se le prohibió leer y escribir, Flores Magón se fue como exiliado a los Estados Unidos y para 1904 había comenzado de nuevo a publicar Regeneración en San Antonio, en 1905 en San Luis, y en 1906 en Canadá. En 1907 fundó Revolución en Los Ángeles, y nuevamente en 1908 reinstituyó en esta Ciudad a Regeneración. Durante todos estos años, Flores Magón y sus hermanos emplearon todos y cada uno de los subterfugios posibles para contrabandear sus escritos desde los Estados Unidos a México, incluso envasándolos en latas o envolviéndolos en otros periódicos que eran enviados a San Luis Potosí, desde donde eran distribuidos a simpatizantes en todo el país. También se convirtieron en dirigentes de sindicatos y de movimientos anarquistas entre las minorías de los Estados Unidos. Debido a sus esfuerzos revolucionarios, fueron constantemente perseguidos y reprimidos por ambos gobiernos, el mexicano y el estadounidense. Numerosos periódicos hispanos del suroeste se hicieron eco de las ideas de Flores Magón y se afiliaron con su Partido Liberal Mexicano. La prensa mexicana del exilio Nicolás Kanellos floreció hacia la década de 1930 con periódicos semanales que representaban una u otra facción política. Las casas editoras se afiliaban a menudo con periódicos y publicaban desde folletos políticos hasta novelas de la revolución. En efecto, antes que cualquier otro género literario, la novela de la revolución fue la que más floreció, ya que los periódicos y sus casas editoriales publicaron más de cien de estas novelas. A través de la novela de la revolución, autores expatriados como Teodoro Torres y Manuel Arce reaccionaron ante el cataclismo que había interrumpido sus vidas y había causado que muchos de sus lectores se reubicaran en el suroeste de los Estados Unidos. Entre los escritores se encontraba la gama completa de las facciones revolucionarias en cuanto a lealtades e ideologías, pero la mayoría de ellos representaban una reacción conservadora a los cambios socialistas en el gobierno y a la reorganización social forjada por la revolución. Una de las primeras obras del género se considera hoy un clásico de toda la literatura latinoamericana, Los de abajo de Mariano Azuela, que no era un contrarrevolucionario. Los de abajo apareció como novela en serie en un periódico de El Paso y luego fue editada en forma de libro en esa misma ciudad en 1915. Después de su publicación le siguieron decenas de obras del mismo género desde San Diego a San Antonio. Pero estos libros se oponían a la Revolución Mexicana y sus editores por lo común eran exiliados conservadores que habían llegado al exilio con buenos recursos para establecerse en las comunidades méxicoamericanas y convertirse en empresarios culturales o en hombres de negocios. Algunos de ellos fundaron periódicos, revistas y casas editoriales para servir a la comunidad de refugiados económicos en rápida expansión. Sus periódicos eventualmente se convirtieron en una prensa para inmigrantes más que para exiliados cuando su espíritu empresarial llegó a ser más fuerte que su compromiso político para con su tierra natal. La otra gran ola de refugiados políticos es la que llegó cruzando el Atlántico: los liberales derrotados por el fascismo español. Las comunidades hispanas a lo largo de los Estados Unidos simpatizaron con la causa de estos refugiados; muchas eran las organizaciones cubanas, mexicanas y puertorriqueñas que hicieron campañas para juntar fondos para los republicanos durante la Guerra Civil Española. Los españoles expatriados establecieron rápidamente su propia prensa del exilio. Sus esfuerzos encontraron un suelo fértil en comunidades de la era de la Depresión en las Nicolás Kanellos (Nueva York, 1945) Fundador y director de la editorial hispana más grande de los Estados Unidos Arte Público Press y profesor de la Brown Foundation en Literatura Hispánica en la Universidad de Houston. Es el fundador de la Revista Chicano-Riqueña. Ha recibido el premio Denali (1996) de la Asociación de Bibliotecas Americanas y el American Book Award (1989). Entre sus otros libros se destacan los siguientes títulos: Thirty Million Strong: Reclaiming the Hispanic Image in American Culture (1997), Biographical Dictionary of Hispanic Literature of the United States (1989), Mexican American Theater: Legacy and Reality (1987) y Hispanic-American Almanac (1993). paralelosur 38 que se concentraba la organización social y sindical. Manhattan y Brooklyn eran centros hispanos de fervor antifascista y contribuyeron con títulos tales como España Libre (1939–1977), España Nueva (1923–1942), España Republicana (1931–1935), Frente Popular (1937–1939) y La Liberación (1946–1949). Además, muchas de las organizaciones socialistas hispanas, en las que los inmigrantes españoles eran prominentes, también publicaron periódicos que apoyaban la causa republicana: el periódico anarquista Cultura Proletaria (1919–1959), El Obrero (1931–1932) y Vida Obrera (1930–1932). Algunos de los escritores españoles más destacados se refugiaron en los Estados Unidos y en Puerto Rico durante la Guerra Civil y el régimen del dictador Francisco Franco: entre ellos, el novelista Ramón Sender y los poetas Jorge Guillén y Juan Ramón Jiménez, ganador del Premio Nobel mientras vivía en el exilio en Puerto Rico. El enfoque de la protesta escrita se transformó durante el siglo veinte; su propósito ya no era apoyar las luchas de independencia sino atacar las dictaduras modernas y los regímenes autoritarios que se habían apropiado del poder en muchos de los países hispanoamericanos. Otro propósito era criticar las repetidas intervenciones de Estados Unidos en la política interna de las repúblicas hispanoamericanas, casi siempre a favor de los dictadores y sus regímenes represivos. El poeta que escribía con el seudónimo Lirón fue uno de los combatientes más provocadores en sus ataques contra Francisco Franco. Así mismo el salvadoreño Gustavo Solano, con el seudónimo de “El Conde Gris”, consignó al dictador guatemalteco Manuel Estrada Cabrera al infierno en su obra Sangre (1919); antes de vivir exiliado por muchos años en los Estados Unidos, Solano fue encarcelado en México por sus actividades revolucionarias y se convirtió en persona non grata para casi todos los gobiernos centroamericanos debido a su lucha por lograr una América Central unida y democrática. Desde su lejana perspectiva en los Estados Unidos, otros escritores centroamericanos, como el nicaragüense Santiago Argüello, reavivaron la visión ignorada de Simón Bolívar de crear una América unida, no sólo para salvarla de las amenazas imperialistas de los Estados Unidos, sino también para integrar las culturas y economías de Centro y Suramérica. Los puertorriqueños Juan Antonio Corretjer y su esposa Consuelo Lee Tapia militaron por medio de su periódico Pueblos Hispanos y de sus escritos individuales a favor de la independencia de Puerto Rico de los Estados Unidos: la última lucha independentista hispanoamericana. Corretjer, después de servir una sentencia en una penitenciaría federal de Atlanta por sus actividades nacionalistas, se instaló en Nueva York después de que las autoridades federales le prohibieran retornar a Puerto Rico. La administración militar de los Estados Unidos en la isla era mucho más represiva que las autoridades en Nueva York u otras ciudades del continente. Los disidentes puertorriqueños disfrutaban de mayor libertad de asociación y pasaban más desapercibidos al escribir en español y crear sus organizaciones en las comunidades hispanas de Nueva York, Tampa y Chicago, que bajo la seve- ] DOSSIER ra vigilancia del gobierno colonial de la isla. Corretjer y Tapia se reconocían como líderes de los escritores puertorriqueños en Nueva York interesados en el retorno a una isla independiente, mientras que algunos de sus compatriotas, incluso los más radicales como Jesús Colón, quienes también escribían en Pueblos Hispanos, insistían en que los hispanos ya habían encontrado un hogar permanente en Nueva York. A lo largo del siglo XX los refugiados políticos han contribuido en gran medida a la cultura de inmigración hispana en los Estados Unidos. La Revolución Cubana y la Guerra Fría, articulada por medio de las guerras civiles en Centroamérica y Chile, produjeron una gran cantidad de refugiados políticos que continúa hasta el presente, y los gobiernos dictatoriales en estos países y en Argentina se convirtieron en temas de la literatura del exilio hispano. A principios de 1959, una nueva ola de refugiados de la Revolución Cubana estableció una prensa de exilio de amplio alcance. Chilenos, salvadoreños, nicaragüenses y otros expatriados hispanoamericanos han contribuido también a la literatura del exilio. Algo relativamente nuevo de esta última literatura del exilio es que muchos de sus textos se llegaron a traducir al inglés, y la obra de escritores liberales, como los argentinos Luisa Valenzuela, Manuel Puig y Jacobo Timmerman, los chilenos Emma Sepúlveda y Ariel Dorfman, el salvadoreño Mario Bencastro, entre otros, se publicaron junto a las voces más conservadoras del exilio cubano, como las de Heberto Padilla y Reinaldo Arenas. Mientras la población hispana de los Estados Unidos siga creciendo –se estima que hacia 2050 representará un cuarto de la población total– y se integre más la economía de los Estados Unidos con aquellas que están al sur de la frontera a través de tratados como el Tratado Norteamericano de Libre Comercio, la cultura estadounidense inevitablemente estará más directamente ligada a la política interna de los países hispanoamericanos. En el futuro previsible la cultura hispana del exilio continuará siendo parte de la cultura de los Estados Unidos, Estados Unidos seguirá siendo el lugar preferido desde donde los refugiados políticos puedan utilizar la prensa y los medios electrónicos de comunicación para expresar su oposición a los gobiernos de sus tierras natales. En años recientes hemos visto el ascenso de la literatura del exilio hispano en las listas de best sellers y en el cine, como en el caso de obras de Reinaldo Arenas y Manuel Puig. En conclusión, los refugiados políticos hispanos han dejado una marca indeleble en el carácter y la filosofía de las comunidades hispanas en los Estados Unidos mediante sus periódicos y su liderazgo en organizaciones comunitarias e iglesias. Sus perspectivas históricas sobreviven hoy en la cultura hispana sin importar mucho si algunos refugiados en particular han regresado o no a su tierra natal. Muchos de los que se han quedado aquí, así como sus hijos, se han casado con otros hispanos nativos e inmigrantes; muchos de éstos, al pasar el tiempo, han pasado a ser parte de la gran comunidad que hoy se reconoce como una minoría étnica nacional. 39 paralelosur DOSSIER [ Klaus Zilles Klaus Zilles Experimentación narrativa y diversidad lingüística en la obra de Rolando Hinojosa Klaus Zilles Universitat Ramon Llull. Barcelona En 1972, la revista chicana El Grito publicó un relato corto de Rolando Hinojosa titulado “Por esas cosas que pasan”, una narración bilingüe e innovadora que relata el mortal apuñalamiento de un tal Ernesto Tamez por Baldemar Cordero en una cantina de la ficticia localidad de Klail City (en el condado de Belken al sur del estado de Texas). Encabeza el relato una breve nota de prensa en lengua inglesa, aparentemente recortada del periódico Klail City Enterprise–News del 15 de marzo de 1970. El resto del relato consiste en una serie de documentos judiciales, la mayoría de ellos transcritos de las declaraciones hechas por el acusado y varios testigos, algunas en el castellano propio del norte de México, y una declaración del testigo ocular, Gilberto Castañeda, hecha en un inglés que reproduce el habla imperfecta y los errores frecuentes de muchos castellanohablantes de la región. El relato concluye con otra breve nota de prensa del 24 de agosto que informa a los lectores anglo-americanos del Klail City Enterprise-News que Baldemar Cordero fue condenado a 15 años de prisión por el asesinato de Ernesto Tamez. Ambos recortes de prensa destacan por su redacción plagada de errores, demostrando la flagrante despreocupación por los verdaderos hechos y por la suerte de las personas afectadas. La falta de profesionalidad y el patente desinterés periodístico por parte de los reporteros de la prensa anglo-americana contrastan significativamente con las declaraciones personales de los individuos directamente afectados, dibujando sobre el lienzo de la dura y oprimida existencia mexicanotexana una fatídica historia de celos y acoso por parte del abusón Tamez y su víctima Cordero, así como la clase de (in) justicia que el sistema judicial anglo-americano proporciona a éstos.1 EL INICIO DEL PROYECTO HINOJOSIANO Un año después, en 1973, el mismo relato formó parte de la primera novela de Rolando Hinojosa publicada bajo el título Estampas del valle y otras obras,2 que representa la iniciación del extraordinario proyecto literario hinojosiano, The Klail City Death Trip Series (”El viaje de la muerte de Klail”).3 A fecha de hoy, la serie está compuesta por un total de quince libros, con la última entrega, We Happy Few, prevista su publicación para abril de 2006. Estampas del valle, que fue premiada por la editorial chiparalelosur 40 cana Quinto Sol en 1973, es representativa de la obra temprana del autor texano que destaca por ser escrita casi exclusivamente en lengua castellana y por el diálogo metaliterario que mantiene con la literatura medieval española, de manera que las estampas literarias de los mexicanotexanos evocan los retratos poéticos de personajes ilustres en la obra de Fernán Pérez de Guzmán, cuyo libro Generaciones y semblanzas (1512) le sirvió a Hinojosa como modelo para su segunda novela, que fue publicada en Cuba bajo el título Klail City y sus alrededores después de ganar el prestigioso Premio Casa de las Américas (1976). Efectivamente, la segunda edición de esta novela, editada en Estados Unidos en 1977, llevaba el título Generaciones y semblanzas.4 De igual manera, el título de la tercera novela de Hinojosa, Claros varones de Belken (1986), alude al Libro de los Claros Varones de Castilla (1446) de Hernando del Pulgar.5 UNA PERSPECTIVA HISTÓRICA ALTERNATIVA La obra bilingüe, experimental y multigenérica de Rolando Hinojosa ”descubre al mundo la existencia de un pueblo que según la historia oficial de los Estados Unidos había dejado de ser y se había asimilado dentro de la sociedad anglosajona americana” (Rodríguez del Pino, 1994: 2). Efectivamente, los quince libros de la Klail City Death Trip Series (KCDTS) rinden testimonio a más de 250 años de presencia hispano-mexicana en el territorio llamado ”el valle” por sus habitantes y que se halla en el extremo sur del actual estado de Texas. La llegada de colonos angloamericanos a principios del siglo XIX inició una época de conflictos étnicos que se agravaron progresivamente y condujeron a un primer estallido cuando se produjo la rebelión tejana contra el gobierno mexicano que terminó cediendo ante la independencia de Texas en 1836. La posterior incorporación del nuevo estado a la Unión de los Estados Unidos de América desencadenó el conflicto que finalmente llevó a la guerra entre México y Estados Unidos, con la pérdida de casi la mitad norteña del territorio anteriormente mexicano que hoy en día se conoce como el suroeste norteamericano. El Tratado de Guadalupe Hidalgo de 1848, que convirtió a los descendientes de los primeros colonos españoles en ciudadanos estadounidenses, marca el nacimiento de una minoría y el comienzo de su subyugada existencia. LOS ESCENARIOS Y LOS PROTAGONISTAS El principal argumento de la serie literaria transcurre en la frontera entre Estados Unidos y México en el ficticio condado de Belken, inspirado en el condado real de Hidalgo, el verdadero lugar de origen del autor,6 ubicado a medio camino entre Río Grande City y la desembocadura del Río Grande en el golfo de México, en Brownsville. Klail City, una pequeña población agraria de 9.624 habitantes, toma su nombre de Rufus T. Klail, jefe de un emporio ganadero cuya familia, el clan de los Klail-Blanchard-Cooke (KBC), domina el condado política y económicamente desde principios del siglo XX. Asediados por los insaciables ganaderos anglosajones, los Buenrostro, una de las pocas “viejas familias” descendientes de los primeros colonos españoles, logra defender sus tierras contra los KBC, sus abogados y matones a sueldo y los compinchados Texas Rangers. Después del cruel asesinato de don Jesús Buenrostro, sus hijos Rafael, Israel y Aaron toman el control del Rancho del Carmen, que ha sido el patrimonio de la familia desde que el rey de España le entregó en merced las tierras del rancho al primer Buenrostro, que había venido a la entonces provincia de Nuevo Santander en 1749 con la expedición del capitán general José de Escandón desde la ciudad de México. Los enemigos de los Buenrostro forman el clan de los Leguizamón, considerados por las viejas familias como unos oportunistas recién llegados (“después de atole”, es decir posteriormente a la guerra civil norteamericana, 1861–1865),7 quienes, nada más llegar, tomaron partido y se reunieron con el KBC contra los Buenrostro y los demás hacendados del valle para hacerse con su patrimonio. Con este trasfondo histórico, Rolando Hinojosa narra las vidas de sus dos protagonistas, Rafa Buenrostro y su primo huérfano, Jehú Malacara, que nacen y se crían en el rígido y segregado mundo de una comunidad agraria en el lejano sur de Texas en los años treinta y cuarenta del siglo XX. Con cada nueva entrega de la KCDTS, Jehú y Rafa llegan a vivir y acomodarse a una nueva situación en un orden racial cambiante en el sur de Texas, hasta arribar al todavía conflictivo, pero relativamente integrado, mundo de Belken County de los noventa. ] DOSSIER LA NARRATIVA PICARESCA Además de Jehú, Rafa y sus familias, amigos y enemigos, Hinojosa puebla su condado de Belken con un reparto de más de un millar de personajes que aparecen, desaparecen y reaparecen en múltiples episodios, muchos de ellos inconexos, que pueden, o no, hacer una aportación al argumento principal. Muchos episodios, fragmentos e historietas permanecen aparentemente aislados y parecen servirle al autor para iluminar un aspecto concreto de la vida en el valle, hasta que el lector descubre más adelante, en el mismo tomo o en otro posterior, una pista que conecta dicho fragmento con las peripecias de Jehú, Rafa u otros personajes centrales de la serie. En efecto, el propio relato “Por esas cosas que pasan” parece un episodio aislado hasta que el lector perspicaz se percate en Los amigos de Becky (1991: 113) de que Jehú, a la corta edad de once o doce años, trabajaba de mensajero para su tío Andrés, que era dueño de una casa de apuestas. En uno de sus recados nocturnos, Jehú llega a la cantina de Lucas Barrón justo después de la reyerta entre Tamez y Cordero y se encuentra al primero muerto en el suelo y al segundo todavía con la navaja homicida en la mano. Este episodio es parte de un hilo narrativo que retrata al joven Jehú Malacara recorriendo el condado a modo de pícaro que, igual que el español Lazarillo de Tormes, vagabundea de amo en amo. Con un infalible sentido para la comedia, el autor nos proporciona instantáneas de Jehú viajando y trabajando con el circo de don Víctor Peláez y haciendo de monaguillo para el tiránico sacerdote católico don Pedro Zamudio, para luego escaparse y vender biblias con el predicador evangelista Tomás Imás. Entre tanto, Jehú atiende el bar de su tío Andrés y pastorea cabras en el rancho de don Celso, barre la barbería de los Chago e incluso trabaja de mensajero entre don Javier Leguizamón y sus diversas amantes. En su faceta trágica, Hinojosa emplea el género de la literatura picaresca y el viaje como leitmotiv para trazar la dura suerte de muchos mexicanotexanos que se ven forzados a dejar su tierra y sus casas para emprender un arriesgado viaje en camión para buscar trabajo estacional en los huertos y campos de los estados del norte como Michigan o Wisconsin. 41 paralelosur DOSSIER [ Klaus Zilles LA VIDA AISLADA Y SEGREGADA DEL VALLE Otro hilo narrativo que es recurrente, sobre todo en las primeras tres novelas, es la vida de Rafa Buenrostro antes y después de la muerte de su padre, Jesús. En forma de miniaturas literarias, entre diez líneas y una página de extensión, emerge la vida de la aislada y segregada comunidad chicana en escasas pero acertadas pinceladas en prosa, trazando primero la vida pastoril de Rafa en El Rancho del Carmen, sus primeros encuentros con el racismo durante las visitas con su padre a los pueblos de la zona, para luego enfocar el cambio traumático desde la segregada escuela primaria de Klail a la étnicamente mixta secundaria donde Rafa observa cómo algunos jóvenes chicanos se encuentran en una fase de asimilación que los deja aislados entre los alumnos angloamericanos y aquellos mexicanotejanos que se sienten firmemente arraigados en su identidad étnica, cultural, lingüística y religiosa. LA TRANSICIÓN LINGÜÍSTICA Y GENÉRICA El momento de transición en la obra de Rolando Hinojosa ocurre con la publicación de la novela Mi querido Rafa (1981), en la que el autor abre el abanico genérico y temático de su narrativa en una combinación de novela epistolar y reportaje historiográfico que además se narra en una mezcla de español e inglés. Sobre todo en la primera mitad de la novela, compuesta por veintidós cartas dirigidas por Jehú a su primo Rafa, el autor alterna de un idioma y otro –con frecuencia efectuando cambios en la misma oración– cosa que sólo se puede producir entre dos individuos consumadamente biculturales y bilingües, lo cual hace que el texto represente un desafío enorme incluso para lectores bilingües si no comparten el altísimo nivel de compenetración lingüística y cultural de Jehú y Rafa. Reflejando su particular naturaleza lingüística, el texto asimismo recalca un gradual acercamiento temático y argumental al mundo anglosajón. Sin duda, la guerra de Corea, un tema recurrente en la obra hinojosiana, representa la línea divisoria entre la fase inicial de la KCDTS y la nueva etapa en cuyo umbral se encuentra esta novela transcultural. La ley estadounidense proporciona beneficios para veteranos de guerra a través del GI Bill, facilitándoles estudios superiores al haber terminado su servicio, independientemente de su origen étnico. Tanto Jehú como Rafa aprovecharon esta oportunidad para emprender estudios universitarios. En el momento en el que transcurre la trama, a principios de los años sesenta, Rafa Buenrostro está ingresado en un hospital militar recuperándose de una vieja herida de la guerra coreana. Mientras tanto, Jehú había renunciado a su puesto en el Klail National Bank, después de haberse involucrado en tamaño enredo político, financiero y amoroso que parece haber caído en desgracia tanto con la comunidad chicana como la del los angloamericanos. Las cartas de Jehú, dirigidas a Rafa en el hospital, rozan los límites de las posibilidades retóricas en el constante vaivén entre los dos idiomas, y hacen un amplio, sarcástico y desenfrenado comentario sobre la corrupta vida paralelosur 42 Klaus Zilles financiera, política y social, y especialmente sobre la desigualdad racial en el valle, así como sobre los conflictos de interés que le ha causado su situación como primer empleado chicano del Klail National Bank. No me consta que ningún otro autor haya hecho hasta ahora un retrato realista de una minoría étnica en la encrucijada entre asimilación y aculturación tan profundo como lo ha hecho Rolando Hinojosa, hasta el extremo de constituir una mimética reproducción de la transición lingüística de los personajes en sus novelas. NUEVOS EXPERIMENTOS NARRATIVOS La siguiente entrega de la serie, Rites and Witnesses (1982), completa la transición lingüística al ser narrada enteramente en inglés (aunque el bilingüismo no deja de ser un tema recurrente). Esta vez la novedad genérica se manifiesta en el hecho de que gran parte del texto se aproxima ostensiblemente a un guión de una telenovela situada en Belken, que alterna con escenas que retratan a Rafa en la guerra de Corea. La yuxtaposición de los dos escenarios pone en evidencia la escandalosa desigualdad racial en el valle, que choca con las escenas en Corea donde jóvenes chicanos arriesgan, y muchos pierden, sus vidas defendiendo los valores democráticos y culturales estadounidenses. Motivado por la necesidad de adaptar incesantemente los géneros de sus novelas al tema que le interesa en un momento determinado, Hinojosa ha optado por el formato policiaco para transmitir su visión de los más preocupantes desarrollos en la frontera texana entre México y Estados Unidos en los años ochenta y noventa, de manera que Partners in Crime (1985) y Ask a Policeman (1998), ambos protagonizados por el teniente (y más tarde Chief Inspector) Rafa Buenrostro, abordan fenómenos como el tráfico de drogas y el papel de las mafias fronterizas, el aumento de la violencia, la militarización de la frontera, y los fatales y destructivos mecanismos de la venganza, que se pueden encontrar a lo largo de toda la obra hinojosiana. LA AUTOTRADUCCIÓN Un primer acercamiento a la riqueza y originalidad de la KCDTS no sería completo sin abordar el tema de la autotraducción, una idiosincrasia del autor que atrae cada vez más la atención académica por parte tanto de lingüistas como de críticos literarios. En efecto, los críticos, expertos y admiradores de la obra de Rolando Hinojosa también cuentan entre las quince entregas de la serie las traducciones (o ”recreaciones”, como las prefiere llamar el propio autor), ya que éstas han de considerarse como obras casi independientes debido al peculiar proceder del autor a la hora de ”recrear” su propio texto en inglés, permitiéndose licencias que serían poco aceptables en la habitual práctica de la traducción de obras literarias. Rolando Hinojosa no acostumbraba a traducir sus textos hasta que publicó The Valley en 1983, diez años después del inicio de la serie con Estampas del valle. Durante la década que transcurrió entre la publicación de la obra original y su recreación, la serie ya contaba con cinco entre- gas, y los argumentos y las tramas habían evolucionado en sentidos y rumbos imprevistos, de modo que al autor le resultaba imposible no dejar que este nuevo material repercutiera en la composición del ”nuevo” libro The Valley.8 Es más, volver a escribir las mismas historias pero en otro idioma no sólo le brindó la oportunidad de reestructurar y reorganizar las diferentes piezas de su narrativa fragmentada, sino que también le enfrentó a un reto que trasciende determinantemente la cuestión lingüística. Señala Manuel Martín–Rodríguez que ”las versiones al inglés de Hinojosa no llevan el texto de una lengua a otra, sino de una cultura a otra”.9 A MODO DE CONCLUSIÓN Con la inminente publicación de We Happy Few, una campus novel, un género con una larga tradición literaria anglosajona que sitúa la trama en el ámbito universitario, Hinojosa demuestra una vez más su talla como cronista e historiógrafo revisionista cuya obra se debe entender como deconstrucción de las simplistas historias fronterizas compuestas por los cronistas anglosajones que tanto se han esmerado en restarle importancia al papel de los mexicanotexanos en la memoria del suroeste de Estados Unidos. La ambición artística del autor consiste en llevarnos con él en su búsqueda apasionada por la verdadera, esquiva y suprimida historia de su Texas mexicana; y seguirle la pista, como en el caso de las obras de William Faulkner, requiere un descomunal esfuerzo por parte de los lectores, aunque finalmente éstos sean más que suficientemente recompensados. ] DOSSIER Bibliografía The Klail City Death Trip Series por Rolando Hinojosa 1972. “Por esas cosas que pasan.” El Grito: A Journal of Contemporary Mexican-American Thought 5.3 (primavera):26–36. 1973. Estampas del Valle y otras obras. Berkeley: Quinto Sol. 1976. Klail City y sus alrededores. La Habana: Casa de las Américas. 1977. Generaciones y semblanzas Berkeley: Justa Publications. 1978. Korean Love Songs. Berkeley: Justa Publications. 1981 Mi querido Rafa. Houston: Arte Público Press. 1982. Rites and Witnesses. Houston: Arte Público Press. 1983. The Valley. Tempe: Bilingual Press/Editorial Bilingüe. 1985. Dear Rafe. Houston: Arte Público Press. 1985. Partners in Crime: A Rafe Buenrostro Mystery. Houston: Arte Público Press. 1986. Claros varones de Belken: Fair Gentlemen of Belken County. Translated by Julia Cruz. Tempe: Bilingual Press/Editorial Bilingüe. 1987. Klail City. Houston: Arte Público Press. 1990. Becky and Her Friends. Houston: Arte Público Press. 1991. Los amigos de Becky. Houston: Arte Público Press. 1993. The Useless Servants. Houston: Arte Público Press. 1994. Estampas del Valle. Clásicos Chicanos/Chicano Classics 7. Tempe: Bilingual Press/Editorial Bilingüe. 1994. El condado de Belken: Klail City. Clásicos Chicanos/Chicano Classics 8. Tempe: Bilingual Press/Editorial Bilingüe. 1998. Ask a Policeman: A Rafe Buenrostro Mystery. Houston: Arte Público Press. 2005. Dear Rafe/Mi querido Rafa. Houston: Arte Público Press. 2006. We Happy Few, Houston: Arte Público Press. Bibliografía secundaria Martín-Rodríguez, Manuel. ”Introducción” en: Hinojosa, Rolando: Dear Rafe/Mi querido Rafa. Houston: Arte Público Press. 2005: 131-137. Rodríguez del Pino, Salvador. ”Génesis del mundo chicano según Rolando Hinojosa”. en: Hinojosa, Rolando. Estampas del Valle. Clásicos Chicanos/Chicano Classics 7. Tempe: Bilingual Press/Editorial Bilingüe. 1994: 1-18. Lesy, Michael. Wisconsin Death Trip. Albuquerque: University of New Mexico Press. 2000. Zilles, Klaus. Rolando Hinojosa: A Reader’s Guide. Albuquerque: University of New Mexico Press. 2001. Klaus Zilles (Cochem, Alemania, 1963) Doctor por la Universidad de Heidelberg. Profesor del Departamento de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Ramon Llull (Barcelona). Investigador de literatura chicana y estudioso de la obra del escritor chicano Rolando Hinojosa. Autor de la obra Rolando Hinojosa: Rider’s Guide, 2001. NOTAS 1 El termino ”chicano” está estrechamente asociado con el movimiento en defensa de los derechos civiles de los años sesenta que tuvo lugar sobre todo en California. Los méxicanoamericanos del valle de Texas suelen sentirse más mexicanos y texanos que chicanos. En el presente texto, se usarán ambos términos, ”chicano” y ”mexicanotexano” para designar a los residentes del valle de procedencia mexicana. 2 Cito la nueva edición que se publicó con el título abreviado Estampas del valle (1994) que forma el tomo 7 de serie Clásicos Chicanos de la Bilingual Press / Editorial Bilingüe. 3 Véase Martín Rodríguez (1993:73) para la génesis del título de la serie y su relación con The Wisconsin Death Trip de Michael Lesy (2000). 4 Cito la última edición que se publicó bajo el nuevo título El condado de Belken: Klail City (1994) que forma el tomo 8 de serie Clásicos Chicanos de la Bilingual Press / Editorial Bilingüe. 5 A pesar de que Claros varones de Belken fue publicada en 1986, se trata realmente de la tercera novela en prosa de Hinojosa. La obra debió de salir tras la publicación de un libro de poemas titulado Korean Love Songs en 1978 pero la editorial Justa Publications se echó atrás y la publicación se demoró. 6 De igual manera, Klail City corresponde a Mercedes, la ciudad donde se crió Hinojosa. 7 Véase la página Web de la ciudad de Matamoros para un resumen de la historia de la colonización de la región por ”las trece familias”, entre ellas la de Juan José de Hinojosa: http://www.matamoros.com/modules/soapbox/article.php?articleID=2 8 Para exploraciones detalladas de todas la autotraducciones de Hinojosa véase Zilles (2001), capítulos 2, 4, 8, y 12. 9 Martín-Rodríguez proporciona varios ejemplos de esta técnica en la introducción de la nueva edición ”bilingüe” (evidentemente un término problemático en este contexto), DearRafe/Mi querido Rafa, que recoge esta pareja de textos en un solo volumen (Martín-Rodríguez en Hinojosa 2005: 134). 43 paralelosur DOSSIER [ Klaus Zilles María Herrera-Sobek ] DOSSIER desconstruyendo Por el amor de Pedro Infante Cultura popular transnacional e ideología feminista en la novela de Denise Chávez María Herrera-Sobek University of California La crítica feminista Lana F. Rakow en su artículo Feminist Approaches to Popular Culture: Giving Patriarchy Its Due (1998:275–291) [Aproximaciones feministas a la cultura popular: dándole al patriarcado lo que se merece] afirma que “cualquier aproximación feminista a la cultura popular contiene cuando menos una crítica implícita a las estructuras sociales y a la organización de las relaciones sociales.” Partiendo de este postulado teórico el presente estudio intenta teorizar sobre la cultura popular mexicana subrayando su aspecto transnacional y transformativo en manos de escritores y escritoras chicanos. La cultura popular mexicana exhibe características migratorias como los trabajadores que emigran a los Estados Unidos ya que éstas cruzan fronteras y al cruzar fronteras se modifican, se expanden, se transforman y, a final de cuentas, se convierten en cultura popular chicana aunque retiene muchos de sus rasgos autóctonos mexicanos. En mi presente estudio comento brevemente sobre los acercamientos principales de teóricos europeos y norteamericanos sobre la cultura popular y subsiguientemente enfoco un caso específico de cómo la cultura popular, en este caso la figura del ídolo del cine mexicano Pedro Infante y sus películas, se inserta de lleno en la novela de Denise Chávez, Loving Pedro Infante escrita en el año 2001 y traducida al español con el título de Por el amor de Pedro Infante en el año 2002. Apunto la manera en que Infante y sus películas funcionan estratégicamente como vehículos para la construcción del plot o argumento narrativo de la novela y cómo al mismo tiempo sirven de plataforma para articular conceptos ideológicos feministas. En el artículo susodicho de Rakow la escritora asevera que en los debates sobre la cultura popular la perspectiva feminista ha sido marginalizada o anulada dentro de los discursos teóricos masculinos. Aún más significativo, los debates llevados a cabo sobre la cultura popular por estudiosos británicos y estadounidenses no examinan las estructuras patriarcales como fuentes ideológicas que influyen decisivamente en las formaciones discursivas de paralelosur 44 la cultura popular (275). Rakow subraya la contribución de estudios feministas hacia la elaboración de teorías que analizan la cultura popular desde un punto de vista feminista y cita cuatro aproximaciones que las estudiosas feministas han empleado en el análisis de la cultura popular: 1/ el análisis de la representación de la mujer y las imágenes de la mujer difundidas por la cultura popular y los medios masivos de comunicación, 2/recuperación y revalorización de la cultura popular creada por mujeres, 3/ la recepción y el análisis de la experiencia de las mujeres al consumir la cultura popular, y 4/ formulaciones teóricas articuladas por mujeres donde se subraya y se insiste acerca de la importancia de la perspectiva feminista para la total comprensión, entendimiento, y apreciación del significado de la cultura popular (275). Desafortunadamente Rakow se concentra predominantemente en teóricos ingleses y norteamericanos; no menciona estudios latinoamericanos y sólo menciona un estudio chicano: la edición de Cherríe Moraga y Gloria Anzaldúa This Bridge Called My Back: Writings by Radical Women of Color (1981). Naturalmente, los latinoamericanos y las latinoamericanas también han enfocado sus estudios en el examen de la cultura popular: Ernesto Canclini, José Martí, Carlos Monsivaís y Elena Poniatowska han hecho largos y extensos estudios por mencionar solo cuatro de estos estudiosos latinoamericanos que se han interesado en la cultura popular. Los chicanos, además de Moraga y Anzaldúa, también han dilucidado numerosos aspectos de este ramo de investigación. Tales estudios incluyen los de David Maciel, José Saldívar, Rosalinda Fregoso, Charles Tatum, Michelle Habel-Pallán, Sonia Saldívar-Hull y José Limón entre otros. Uno de los investigadores más involucrados en el estudio del folklore y la cultura popular fue el gran folklorista don Américo Paredes. En un artículo clave de Paredes titulado El folklore de los grupos de origen mexicano en Estados Unidos (1966), el autor indica que “hay tres maneras en que los estudiosos han distinguido el folklore mexicoamerica45 paralelosur DOSSIER [ María Herrera-Sobek María Herrera-Sobek cripción que se encuentra en el marco de la entrada a la sala de los Toltecas en el Museo de Antropología situado en la ciudad de México y que reza: “Estos toltecas eran ciertamente sabios. Sabían dialogar con su propio corazón”. Mi poema tiene el título: Los Tenochcas/Chicanos Y nosotros Los Tenochcas/Chicanos Peregrinos en el laberinto De piedras mudas ¿Sabremos aún Dialogar Con nuestro propio corazón? no: según lo que llamaré los modos de ver: ‘españolista’, ‘difusionista,’ y ‘regionalista’” (146). El españolista es aquel folklore cuyo origen sitúan los críticos en España, mientras que el folklore difusionista es aquel que proviene de México y el regionalista es el folklore de los chicanos que radican en ciertas regiones de los Estados Unidos. Este folklore, aunque tenga sus raíces en México, al cruzar la frontera y entrar y radicar en los Estados Unidos se convierte en folklore chicano, en una cultura transnacional ya que pertenece a dos mundos culturales puesto que sigue unido a México. Esta perspectiva del folklore en los Estados Unidos y su relación con México puede ayudarnos a conceptualizar modelos teóricos para la cultura popular que cruza la frontera, es decir, que se convierten en un elemento transnacional. Esta cultura popular emigrante y transnacional es mexicana pero generalmente sufre transformaciones radicales en manos de los chicanos. El folklore y la cultura popular de los medios de comunicación masivos en realidad son sin frontera, cruzan y recruzan líneas políticas sin documentación, convirtiéndose de esta manera en autóctonos elementos de ambos países. Para los chicanos y chicanas participantes del movimiento de derechos civiles iniciado en 1965 y que continúa hasta nuestros días en el siglo XXI, el imaginario popular mexicano es apropiado y se transforma en una excelente estrategia para la construcción de nación dentro de una nación (Aztlán), de nacionalismo (mexica-chicanos, es decir provenientes de los antiguos colhuas mexica o aztecas), y de etnicidad (chicanos/as). El movimiento chicano empezó a reencontrarse con sus raíces mexicanas porque es así como los chicanos se rebelaron y se unieron a un movimiento social revolucionario para reclamar no sólo su identidad mexica–mexicana sino su nacionalidad estadounidense, su carta de identidad de ser humano del mundo y del universo. Los chicanos, durante el movimiento, demandan su ciudadanía de primera clase la cual había sido negada durante más de cien años. Este movimiento de recuperación lo articulo en un poema inédito que escribí inspirada por la insparalelosur 46 ¿Acaso hemos olvidado El ritmo de las palabras el sonido hueco del caracol del mar? Hundida en el pecho Late, late La sangre Se alenta Al reconocer sus raíces Acuáticas De la laguna encantada Llena de salamandras De águilas en vuelo De serpientes enroscadas Late, late Y otra vez En el país De las piedras que hablan En el círculo mágico del sol Aprenderemos a balbucear Aprenderemos a dialogar Con nuestro propio corazón. Los poetas y escritores/as del movimiento chicano renovaron los mitos aztecas, mayas y las tradiciones populares mexicanas: Alurista, Luis Valdez, Miguel Méndez, Rolando Hinojosa, Lorna Dee Cervantes, Ana Castillo, Sandra Cisneros, por nombrar sólo siete estrellas del firmamento literario chicano. Y es así como las poetas y escritoras chicanas también han seguido esta pauta y se han nutrido literariamente de los mitos, del folklore y la cultura popular mexicana tanto antigua como contemporánea. Denise Chávez, por ejemplo, en su novela Por el amor de Pedro Infante, utiliza como agente estructurador principal la memoria del reconocido y muy llorado ídolo del cine mexicano de los 40 y 50, Pedro Infante. El actor murió en un trágico accidente de aeroplano en 1957 a la edad de cuarenta años pero dejó miles de admiradores y admiradoras quienes aún añoran y lloran su temprana e inesperada muerte. La memoria de Pedro Infante en la novela de Chávez se patentiza en particular, aunque no exclusivamente, al reme- ] DOSSIER morar y ver las numerosas películas en las cuales el ídolo mexicano aparece como principal protagonista. El título Loving Pedro Infante, (Por el amor de Pedro Infante) a primera vista sugiere que el libro será un homenaje a Pedro; que la obra ficticia encapsula un amoroso tributo al ídolo fallecido. Pero, la novela evidencia una estructura binaria de oposiciones en las cuales oscila el amor a Pedro Infante y el no amor a Pedro Infante ya que por una parte leemos acerca del gran amor que la protagonista de la novela, Teresina Avila, la Tere, le tiene a Pedro y por otra parte hay una crítica feroz hacia la ideología patriarcal que practica el gran mujeriego Infante tanto en su vida personal como en sus películas. De esta manera, mientras la memoria recuerda al héroe, la realidad presente lo desconstruye. Mi estudio argumenta que Denise Chávez sutilmente desconstruye la ideología patriarcal representada y encarnada en la figura de Pedro Infante a través de una perspectiva feminista y aparentando una construcción amorosa de la estrella del cine mexicano. Por lo tanto, podemos decir que tenemos en la novela a una narradora no fiable que brillantemente y con gran humor estructura en su novela Por el amor de Pedro Infante una crítica al sistema patriarcal en el cual el ídolo mexicano sistemáticamente participa. El espacio de la novela es un pueblito de Texas llamado Cabritoville (o sea, Villa de Cabrito). Cabritoville esta situado cerca de la frontera entre México y Estados Unidos a unas cuantas millas de El Paso, Texas. La protagonista principal es Teresina o la Tere Avila. La Tere es una ayudante de maestra de escuela primaria. Su comadre y compinche es Irma la Wirma Gravados y ambas comparten un amor y gran devoción al finado Pedro Infante. Las dos son miembros muy activas del Club de Admiradores Norteamericanos (#256). Todos los miembros del Club son mujeres excepto un hombre homosexual; y éstas se reúnen comúnmente cada semana a disfrutar de su tiempo libre viendo una de las películas de Infante y recordando al gran artista. Chávez incorpora veintisiete de las numerosas películas de Pedro Infante a través de los veintinueve capítulos de la novela. Las películas mencionadas incluyen las siguientes: Cuanto lloran los valientes (1945), Vuelven los García (1946), Nosotros los pobres (1947), Los tres huastecas (1948), La mujer que yo perdí (1949), Ustedes los ricos (1948), Angelitos negros (1948), La oveja negra (1949), No desearás la mujer de tu hijo (1949), Sobre las olas (1950), Las mujeres de mi general (1950), Islas marías (1950), El enamorado (Vuelve Martín Corona) (1951), ATM: A toda máquina (1951), Necesito dinero (1951), ¿Qué te ha dado esa mujer? (1951), Los hijos de María Morales (1952), Pepe el toro (1952), Un rincón cerca del cielo (1952), Ahora soy rico (1952), Gitana tenías que ser (1953), La vida no vale nada (1954), Los gavilanes (1954), El inocente (1955), La tercera palabra (1955), Tizoc (Amor indio) (1956), Arriba las mujeres. Las películas de Infante son indispensables en la estructuración de la mayoría de los capítulos de la novela y funcionan como puntos de partida para desarrollar y expresar una ideología feminista. Hay tres funciones diferentes que estas películas desempeñan: 1/ inician el flujo de la 47 paralelosur DOSSIER [ María Herrera-Sobek María Herrera-Sobek cional, Mary Alice, quien vive en el pueblo vecino de Arboles. Al igual que Lucio, el padre de Tere, el señor Quirino, también ha violado sus lazos matrimoniales y le ha sido infiel a la madre de Tere, doña Albinita. Además de ser representados como adúlteros, los hombres habitantes de Cabritoville son representados como embusteros, irresponsables y con personalidades débiles. El primer esposo de Tere, por ejemplo, era extremadamente sensitivo y le tenía miedo a la sangre menstrual. Poseía una líbido sexual muy baja y no le gustaba tener relaciones sexuales. La dedicatoria al principio de la novela pone en tela de juicio la ambivalencia hacia Pedro, evidente a través de la narrativa. La dedicatoria nos dice: narrativa y proveen a la autora de un punto de referencia y material narrativo para desarrollar la fábula del capítulo; 2/ funcionan como puntos de acción a mediados del capítulo para iniciar el desarrollo de un tema, un motivo, o un personaje y de esta manera ayuda a la autora a amplificar el hilo narrativo del capítulo, y 3/ funcionan como punto de clausura hacia los finales o al final del capítulo. El erudito griego, Aristóteles, diferencia entre los dos fenómenos mentales de memoria y recuerdo. Éste percibe a la memoria como un estado estático mientras argumenta que el recuerdo es un proceso más activo. En la novela de Chávez estos dos procesos están entrelazados ya que la memoria de Pedro Infante estimula el proceso activo de recordarlo y de reconstruir la figura del ídolo fallecido en la mente de los miembros del Club de Pedro Infante (#256). El acto de rememorar y reconstruir la figura de Pedro a través de las películas vistas y las conversaciones paralelosur 48 con los amigos tienen el efecto de suscitar la concienciación feminista de la Tere, la narradora de la novela. La autora, Denise Chávez, introduce desde el principio una visión del mundo feminista ya que el punto de acción de la novela se ubica en un lugar llamado Cabritoville. La palabra Cabritoville tendrá una multiplicidad de significados todos relacionados con una ideología feminista que tiene como meta desenmascarar las estructuras patriarcales de opresión. La palabra Cabritoville desconstruye a los habitantes masculinos de ese pueblo ya que la etimología de la palabra está asociada con la palabra “cabra” y por supuesto con la palabra “cabrón”. Podemos decir que los habitantes masculinos de Cabritoville son “cabrones” (una palabra escatológica que indica una persona cruel y abusiva y está asociada con ser muy macho). Pero, Chávez ha empleado el diminutivo de la palabra cabra o sea cabrito y de esta manera desconstruye a la figura amenazante del cabrón en una figura pequeña ya que la palabra cabrito significa la cría de una cabra. Otra acepción que se le puede atribuir a la palabra cabrito es la comida especial de cabrito al pastor. En este plato de cocina mexicana el cabrito es expuesto a las brasas y lentamente cocinado. En inglés este proceso se llama “to roast’ y otra vez “to roast” tiene otra acepción ya que no sólo indica cocinar a fuego lento sino también ridiculizar a una persona con humor especialmente durante un banquete de comida o cena. En la novela los hombres son frecuentemente ridiculizados por las mujeres y, de manera análoga, la imagen de Pedro Infante es degradada al ser desconstruida lentamente a través de la trayectoria de la narrativa. Los seres masculinos de la novela serán construidos como figuras patriarcales y tendrán mucho en común con Pedro Infante. Las características principales que poseen consisten en ser representados como infieles, mujeriegos, vividores, y borrachos. Lucio Valadez, por ejemplo, es el amante de Tere al mismo tiempo que está casado con Diolinda. Lucio no solamente es el amante de Tere y está casado con otra sino que también tiene otra querida adi- Pa’ Las Comadres, las fénix eternas, Y para todos los admiradores de Pedro Infante para los que sonríen al oír su nombre: para los que lo quisieron, y aún lo quieran. Y a sus nuevos admiradores, beinvenidos al club. ¡Qué viva Pedro Infante! ¡Qué viva en la inmensidad de los cielos! La dedicatoria demuestra un gran amor y admiración por Pedro pero sus defectos saldrán a la luz a través de la trayectoria de la narrativa ya que cada capítulo brindará al lector algún aspecto poco admirable del gran artista del cine mexicano. La página que le sigue a la dedicatoria subraya este aspecto ya que el epígrafo asevera: “¡Ay, qué trabajo me cuesta quererte como te quiero! Es verdad.” Federico García Lorca Aún más significativo es el hecho de que las mujeres en la novela son representadas de una manera muy positiva; son mujeres que han podido sobrevivir a todo lo que la vida les ha dado. La señora Nyvia Ester Granados, la madre de Irma, es una mujer físicamente y espiritualmente fuerte. La narradora la describe como una mujer “chaparra, oscura, correosa” (12) que poseía unos hombros amplios, un cuello fornido y musculoso. Ella era la presidenta del Club de Aficionados de Pedro Infante (#256). Irma Granados, otro de los personajes femeninos conocida coma “la Wirma” o la “Wirms” es la mejor amiga de Tere y funciona como su alter ego. Wirma es una mujer muy centrada, emocionalmente estable, inteligente, generosa y amable con una gran autoestima. La Wirma está constantemente aconsejando a Tere y dándole perspectivas feministas. Cuando le informa a Tere de la pendiente boda de una chicana llamada Rogelia Baeza que era tan mal parecida que le dieron el sobrenombre de ”Cara de Metate”, la Wirma comenta: ] DOSSIER “... Está en la sombra pero eso te comprueba que la cara no hace a la mujer. Ni tampoco a un hombre. Cuenta lo que está por dentro. Cualquier mujer puede ‘conchabarse’ a un hombre, si es que quiere, y cuando quiera. Pero no le hace falta y menos cuando ésta sabe mecanografía. Después me has de recordar que fuiste tú la que dijo eso, le contesté. Lo dije hace años en la prepa y lo sigo diciendo ahora… No sólo de hombre vive la mujer, tú siempre los has visto de forma equivocada, Tere, y no se diga más. Así piensan la mayor parte de las mujeres y por eso se meten en dificultades. O nos conseguimos el hombre preciso o mejor nada. Pero ¿quién es ese hombre? Y, ¿qué te parece la idea de que a algunas mujeres tal vez ni les haga falta un hombre? O cuando menos no lo necesiten tanto que las mutile...” (19) Tere, la narradora, nos da el trasfondo de la carrera artística de Pedro Infante quien perteneció a la Edad del Oro del cine mexicano y fue tremendamente popular. Su vida personal y emocional es minuciosamente elaborada y es aquí donde notamos aspectos negativos de la vida de Pedro visto desde una perspectiva feminista. La narradora describe los multiples matrimonios del artista, primero su matrimonio con Lupita Márquez y después con María Luisa descrita como su muy sufrida esposa. La siguiente mujer de Pedro es Lupe Torrentera, una chica bailarina de catorce años quien le dio una hija, Graciela Margarita al cumplir los quince años y después tuvo dos hijos más. Su última esposa fue Irma Dorantes. Tere comenta acerca del la vida que había llevado Pedro con sus multiples matrimonios y sus multiples amantes: “Entre estas mujeres estuvieron muchas otras, de algunas recordamos los nombre, de muchas no. Y nunca podremos olvidar a su madre, doña Refugio…[Pedro] era uno de los hombres que cuidan a las mujeres de su vida, desde doña Refugio hasta María Luisa, hasta todas sus amantes” Tere termina exclamando “Pedro vivió una vida enormemente rica y buena o infernalmente complicada” (5). El primer capítulo, el cual está estructurado a base de la película La Vida No Vale Nada, termina con varias preguntas articuladas por la incipiente feminista Tere. Empieza a cuestionar el final de la película ya que termina con la reconciliación del padre y el hijo y con el rechazo de la protagonista, Marta. Tere nos informa: Ambos hombres, padre e hijo, por fin se dan cuenta de que tienen que regresar a casa y cuidar a su gente. Todo sale bien, seguro, como debe de ser, para los hombres. A lo macho bravío. ”Y sin embargo, a mí me quedan dudas. Miro entorno a El Colón ¿Nadie más se ha molestado? ¿Y Marta qué? ¿Qué sucederá con ella? ¿A nadie le importa?” (16). El capítulo cierra con la narradora Tere comentando tristemente: “Yo me quedo sentada en el cine un poco más, los ojos todo llorosos, de lágrimas de esperanza. El corazón se me parte como cuando no puedes amar al hombre que quieres: un hombre como Pedro” (17). Al igual que en el primer capítulo cada capítulo subsecuente desconstruye a Pedro y critica su estilo de vida. Al 49 paralelosur DOSSIER [ María Herrera-Sobek final, aún su bien parecido se pone bajo un microscopio desalmado: “Nadie es perfecto... Ni siquiera Pedro. Era diabético, pues. Ya tenía el pelo ralo en la cabeza. No me digas que no te diste cuenta de que usaba peluquín” (329). La narradora, ya con su conciencia feminista totalmente despertada llega a la conclusión de que verdaderamente no hubiera querido casarse con Pedro. ”A veces pienso que si Pedro está en alguna parte, yo lo podría encontrar o cuando menos a alguien como él. Eso si quisiera a alguien como Pedro, ya no estoy tan segura. Bueno, me conformo con que sea alguien que se parezca a él y cante y hable como él. Por lo demás no sé, no salió con final feliz María Luisa, la mujer de Pedro. Alguien la encontró muerta sentada a la mesa, estaba solita.” (328). La novela exhibe una estética posmodernista en el uso de dos géneros distintos dentro de la estructura de la obra. Asimismo, la mezcla de dos registros lingüísticos, el inglés y el español, y la ideología feminista evidente a través de la narrativa conllevan una visión posmoderna. Por otro lado, la novela exhibe estructuras tradicionales del relato ya que se plasma una heroína que al principio de la obra se encuentra en un estado de inocencia relativa y según progresa la narrativa, la heroína aprende más y más acerca de paralelosur 50 María Herrera-Sobek la realidad que la circunda. Al final de la novela, nos encontramos con una Tere más sabia y en paz consigo misma. Mi ensayo presenta un estudio específico de la transformación de un icono de la cultura popular mexicana al emigrar a los Estados Unidos. La cultura popular mexicana se ha usado en Estados Unidos por los chicanos como arma de resistencia contra la hegemonía cultural, social, política y económica de las clases dominantes. Chávez continúa la tradición de utilizar la cultura popular como arma de resistencia. En mi trabajo he enfocado en los aspectos feministas que resaltan en la novela de Chávez pero en realidad se podría emprender un estudio igualmente interesante y significativo sobre la afirmación de lo mexicano por los chicanos a través de compartir una experiencia cultural colectiva. En el Cine Colón los mexicanos se agrupan y forman una colectividad dentro de la oscuridad del antro. En esta oscuridad que se podría comparar como un lecho materno o un útero renacen los chicanos dentro de la sala de cine y a través de la pantalla que les ofrece modales y paradigmas de lo mexicano se reafirma su mexicanidad. En el universo de Cabritoville casi no existen los euro-americanos. Sólo existe la comunidad mexicana que sufre sus penas en solidaridad con otros mexicano-americanos. A través del repaso y repetición de las películas de Pedro Infante se efectúa una reidentificación con la madre patria. Al presenciar cada semana en el espacio íntimo de la casa o en el espacio público del teatro (que también se convierte en espacio íntimo al apagar las luces) se afirma esa identidad mexicana. Pedro Infante, el mexicano, es adorado por todos, hombres y mujeres. Chávez, empero, trasciende el espacio de la identidad mexicana y transgresoramente reta las estructuras patriarcales dentro de ese espacio mexicano y chicano. Desde este punto de vista la autora chicana se inserta dentro de las teóricas feministas que insisten en la transgresividad de la cultura popular consumida por las mujeres. En los estudios sobre la cultura popular de los años 50 y 60 comenzaron a surgir nuevas aproximaciones a la cultura de las clases trabajadoras. En su artículo “Feminism and Popular Culture”, Morag Shiach asevera que previamente, se había insistido en privilegiar la alta cultura o cultura elitista (1998:333–341). Shiach traza la historia de los estudios sobre cultura popular y subraya la diferencia que hay en estos con los estudios de las teóricas feministas que enfocan en este ramo de investigación. Shiach explica que los estudios sobre la cultura de Raymond Williams dieron ímpetu a una nueva visión de la cultura de las clases trabajadoras. En su libro Culture and Society (1958), Williams traza la historia del desarrollo de los estudios de la cultura de la sociedad británica. Pero este estudioso le da un valor más amplio y menos elitista y restringido al término “cultura”. Afirma que el concepto de cultura debe abarcar todos los espacios de la creatividad humana. La contribución de Williams fue insertar el aspecto político de la cultura popular y subrayar como la cultura popular participa en las luchas de clase (Shiach 1998:334). Aunque Raymond Williams fue uno de los primeros en reevaluar el concepto de cultura popular y darle un puesto mas significativo dentro del las jerarquías sociales, él aún no pudo alejarse del canon literario y por lo tanto la posición de la mujer no cambió radicalmente dentro de sus postulados teóricos (334). Otros investigadores como Richard Hoggart, E. P. Thompson o los estudios del Birmingham Centre for Contemporary Cultural Studies fueron más allá de los conceptos de Williams y pudieron afrontar ideas más radicales con respecto a la cultura popular. Según Morag Schiach no fue hasta 1976 con la publicación de Resistance Through Rituals bajo el patronato del Birmingham Centre for Contemporary Cultural Studies cuando las perspectivas feministas pudieron reinterpretar la cultura popular dentro del marco de la mujer (337). El concepto de la mujer como consumidora de la cultura popular se expande en el estudio de Tania Modleski en su estudio seminal Loving with a Vengeance: Mass Produced Bibliografía Chávez, Denise. Loving Pedro Infante. New York: Farrar, Straus and Giroux, 2001. Por el amor de Pedro Infante. New York: Random House, Vintage Español, 2002. Habell-Pallán, Michelle and Mary Romero. Latino/Popular Culture. New York: New York University Press, 2002. Hall, Stewart y T. Jefferson, (editores). Resistance Through Rituals: Youth Subcultures in Post-war Britain. London: 1976. Modleski, Tania. Loving with a Vengeance: Mass-produced Fantasies for Women. Hamden: CT: Archon Books, 1982. Mora, Carl J. 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Modleski se niega a aceptar que las mujeres se dejen manipular por los medios masivos de comunicación y la cultura popular producida por éstos tales como las telenovelas y los libros de romances baratos (ver a Shiach 1998:338). Esta estudiosa propone que la razón por la cual grupos femeninos gustan de estas obras es porque comparten de una manera u otra de la realidad que se les presenta y pueden extraer lecciones útiles para sus propias vidas. Aún más significativo, Modleski percibe que dentro de las narrativas ofrecidas por la cultura popular existen posibilidades para una resistencia política (Shiach 1998:339). La novela de Denise Chávez comprueba los postulados de Modleski ya que el personaje principal al consumir la cultura popular representada por la figura de Pedro Infante y sus películas, en realidad está compartiendo un aprendizaje. La novela es un buildungsroman donde la protagonista pasa de un estado de inocencia a un estado de sabiduría. Es a través de ver repetidamente las películas de Infante que Tere, la heroína de Por el amor de Pedro Infante, llega a obtener una conciencia política y liberadora. Maria Herrera-Sobek Profesora del Departamento de Estudios Chicanos en la Universidad de California de Santa Bárbara. Entre su obras se encuentran The Bracero Experience: Elitelore Versus Folklore, 1979; The Mexican Corrido: A Feminist Análisis, l990; Northward Bound: The Mexican Immigrant Experience in Ballad and Song, 1993. Es editora de numerosas obras críticas sobre literatura chicana. Filmografía Ahora soy rico. México, D.F.: Director: Rogelio A. González. Prod. Filmex. Angelitos negros. México, D.F.: Director: Joselito Rodríguez. Prod. Rodríguez Hermanos, 1948. Arriba las mujeres. (no hay datos). ATM: A toda máquina. México, D.F.: Director: Ismael Rodríguez. Prod. Películas Rodríguez, 1951. Cuando lloran los valientes. Mexico, D.F.: Director: Ismael Rodríguez. Prod. Rodríguez Hermanos, 1945. El enamorado (Vuelve Martin Corona). Mexico, D.F.: Director: Miguel Zacarías. Prod. Zacarías, 1951. El inocente. Director. Rogelio A. González. Pro. Matouk Films, 1955. Gitana tenías que ser. México, D.F.: Director: Rafael Baledón, 1953. Islas Marías. México, D.F.: Director: Emilio Fernández. Prod. Rodríguez Hermanos, 1950. La Mujer que yo perdí. México, D.F.: Director: Ismael Rodríguez. Prod. Rodríguez Hermanos, 1949. La oveja negra. México, D.F.: Director: Ismael Rodríguez. Prod. Rodríguez Hermanos, 1949. Las mujeres de mi general. México, D.F.: Director: Ismael Rodríguez. Prod. Rodríguez Hermanos, 1950. La tercera palabra. México, D.F.: Director: Julián Soler. Prod. Filmex, 1955. La vida no vale nada. México, D.F.: Director: Rogelio A. González. Prod. Tepeyac, 1954. Los gavilanes. México, D.F.: Director: Vicente Oroná. Prod. Matouk Films. Los hijos de María Morales. México, D.F.: Director: Fernando de Fuentes. Prod. Diana Films, 1952. Los tres huastecos. México, D.F.: Director: Ismael Rodríguez. Prod. Rodríguez Hermanos, 1948. Necesito dinero. México, D.F.: Director: Miguel Zacarías. Prod. Zacarías, 1951. No desearás la mujer de tu hijo. México , D.F.: Director: Ismael Rodríguez. Prod. Rodríguez Hermanos, 1949. Nosotros los pobres. México , D.F.: Director: Ismael Rodríguez. Prod. Rodríguez Hermanos, 1947. Pepe El Toro. México, D.F.: Director: Ismael Rodríguez. Prod. Película Rodríguez, 1952. ¿Qué te ha dado esa mujer? México, D.F.: Director: Ismael Rodríguez. Prod. Películas Rodríguez, 1951. Sobre las olas. México, D.F.: Director: Ismael Rodríguez. Prod. Rodríguez Hermanos, Tizoc (Amor indio). México , D.F.: Director: Ismael Rodríguez. Producciones Matoak Films, 1956. Un rincón cerca del cielo. México , D.F.: Director: Rogelio A. González. Prod. Filmex, 1952. Ustedes los ricos. Mexico , D.F.: Director: Ismael Rodríguez. Prod. Rodríguez Hermanos, 1948. Vuelven los García. Mexico , D.F.: Director: Ismael Rodríguez. Prod. Rodríguez Hermanos, i Este trabajo fue publicado previamente con el título “Deconstruyendo Por el amor de Pedro Infante: Cultura popular e ideología feminista en la novela de Denise Chávez” en Los mexicanos de aquí y de allá: Perspectivas communes? Memoria del primer foro de reflexión binacional. Editado por Roger Díaz Cossío (México D.F.: Solidardidad Mexicano-Americana, A.C. y Senado de la República, 2004), pp. 409-422. 51 paralelosur DOSSIER [ Juan Bruce Novoa Juan Bruce Novoa Por una latinidad múltiple ] DOSSIER ”My divisions are infinite. . . We have in common The experience of love”. La novelística de Alisa Valdés-Rodríguez Juan Bruce-Novoa Bernice Zamora, Restless Serpents University of California LA OBRA La novela The Dirty Girls Social Club (2003) presenta seis meses en la vida de seis mujeres latinas –aunque cada una de un subgrupo distinto– más o menos de la edad de veintisiete años. Con la excepción de una que vive cerca de Los Angeles, California, las otras cinco viven en Boston, donde estudiaron juntas en Boston University. En el presente de la narración, cuatro siguen exitosamente una carrera: Lauren es periodista, Elizabeth es locutora del noticiero televisado, Usnavys dirige un programa estatal, y Rebecca es dueña y jefe de una revista latina, y está casada con un rico de alcurnia novoinglesa. Amber también sigue una carrera, la de música y cantante de rock, pero al principio su éxito se limita a un nivel local. Sara es la otra casada del grupo, pero en su caso el papel de ama de casa y madre de dos hijos se conforma al modelo tradicional. Como queda dicho, las seis representan subgrupos de la latinidad estadounidense. Lauren es hija de padre cubano, refugiado y doctorado, y madre no latina de Luisiana que parece ser de clase pobre y bastante vulgar ”...bayou swamp monsters with oil under their fingernails...” (6). Lauren casi no habla español. Sara también es cubangla, pero de familia judía adinerada que se refugió en Miami; se casó con el novio de su niñez que ahora es abogado en Boston; el español es su idioma de preferencia. El padre de Usnavys es dominicano y la madre portoriqueña de clase pobre; se identifica sólo con el lado maternal porque el padre las abandonó; es negra aunque jamás se identifica así porque dentro de su comunidad es simplemente eso: latina, habla español al estilo de su isla natal; su madre, cuyo sueño era mudarse a los EEUU, le puso el nombre de los buques militares de ese país: U.S. Navy. Amber es de Oceanside, California, un pueblo entre Los Angeles y San Diego; cuando llegó a la universidad era pocha, pero con sus novios mexicanos se fue convirtiendo primero en chicana para luego pasar a la onda mexica; considera el inglés y el español idiomas coloniales y por eso trata de utilizar nahuatl, aunque sólo sabe unas pocas palabras. Rebecca es hispana de alta clase media cuya familia reside en Nuevo México desde la llegada de los españoles en el siglo dieciséis; se autodenomina blanca de ascendencia española, paralelosur 52 aunque Lauren dice que tiene facciones de india –Rebecca explica que viene de su sangre mora– habla castellano perfectamente. Elizabeth es la única inmigrante en el grupo: es colombiana y el español es su lengua materna. Las seis forman un grupo unido por el afecto mutuo que desarrollaron durante los años universitarios y que mantienen a través de la comunicación telefónica continua y las reuniones que celebran cada seis meses. Sin embargo, son muy distintas y no sólo por las diferencias ya mencionadas. Valdés-Rodríguez reúne tipos representativos: negras y blancas, gordas (talla 24+) y flacas (talla 5-), rubias (naturales y pintadas) y pelinegras, hetero y homosexuales, recién inmigradas y nativas desde el siglo XVI, y como cada una narra por lo menos tres de los veintidós capítulos, llegamos a conocer seis voces distintas cada una con su propio registro lingüístico. Todas estas modalidades existen dentro de la categoría de latinidad. Por supuesto su inventario no es exhaustivo porque ninguna novela podría incluir todas las variantes de la latinidad, pero Valdés-Rodríguez ofrece un corte transversal, una sinécdoque de la vasta heterogeneidad latinoestadounidense. De esa manera se veta no sólo esa supuesta unidad, sino también las propuestas de unidad dentro de los subgrupos mismos. La latinidad resulta demasiado diversa para servir de elemento de cohesión. Y de eso se trata la novela: ¿qué justifica que este grupo tan diverso haya llegado a formarse y por qué sigue funcionando como grupo después de sufrir una serie de crisis de madurez y –no podría faltar– de identidad? Llegamos a conocer a las seis mujeres en el primer capítulo narrado por Lauren, quien espera a sus amigas para la reunión que han celebrado cada seis meses durante seis años desde que se recibieron de la universidad. Lauren presenta a cada una según van llegando al restaurante y a la vez se autopresenta en contraste con sus amigas o por los juicios que ofrece sobre ellas, de su modo de vestirse, comportarse o enamorarse. Esto convierte a Lauren en el eje desde y hacia el cual la narración fluye y la voz más relacionada con la autora misma, que también fue periodista en Boston y comparte con Lauren el tener padre cubano y madre británico-americana. Lauren nos cuenta como se conocieron en la universidad para formar el grupo de sucias, el apodo cariñoso que comparten. La palabra también comunica una actitud de desafío hacia la sociedad que cada una muestra, aunque en distintos niveles de agresividad ”... So many Latinas had enrolled ...[that] our collective power of intimidation in this increasingly Spanglish, Goya–beanified town was enough to make us instant and permanent best friends...” (4). Se reconocen en y por una supuesta etnicidad compartida, aunque en otro momento confiesa que ”... Nobody knew that we had no idea what a Latina was supposed to be, that we just let the moniker fall over us and fit in the best we could...” (34). Al yuxtaponer estas dos declaraciones entendemos que esta generación de mujeres pudo aprovechar el fenómeno creado por el ingreso de latinos a las universidades, pero que fuera de unos elementos como la influencia del español en el inglés y la boga de la comida latinoamericana, no existía un programa o una ideología que les explicara lo que debiera ser la cultura latina ni lo que se esperaba de ellas. Y en esa ausencia lo que surge para darles unidad es el acto de autodenominarse y de crear un proyecto común a base de la acción pragmática: ”... The important thing, though, is that we were sucias, and sucias stuck together. We studied together, shopped together, worked out together, complained together, laughed and cried together, grew up together, Sucias stuck to their word, too. Still do...” (34–35). Si sucias funciona como signo étnico, la razón tiene poco –un poco– que ver con la herencia cultural y casi todo que ver con los vínculos que se desarrollan al compartir la vida diaria que se va convirtiendo en un pasado comunal. O sea, estas mujeres podrían ser de cualquier tradición étnica, aunque cambiarían los detalles. La experiencia compartida de sobrevivir la transición a la madurez y de forjar su identidad como mujeres adultas, y hacerlo en un ambiente de apoyo mutuo es más importante que la particularidad de la etnicidad. Y, la etnicidad del grupo se define a base de todo lo demás. La introducción establece un punto cero en la situación de cada una y del grupo en general. Sin embargo, ValdésRodríguez usa a Lauren como narradora irónica que no lee bien los signos que representan sus amigas. La infor- mación que provee es correcta pero parcial porque su modo de interpretarla surge de juicios que luego resultan equivocados. De esta manera los lectores pueden experimentar un cambio en la vida de cada personaje que no sólo viene de la acción desarrollada en el presente sino de un proceso de profundización en el entendimiento de los signos malinterpretados por Lauren. O sea, habrá también cierto ajuste del pasado de cada mujer al compás de los descubrimientos que se hacen alrededor de esos signos que Lauren señala en el primer capítulo. Por ejemplo, Lauren describe a Rebecca como la más cerrada de las seis, casi una racista, y tan tímida y restringida moralmente que jamás se arriesgaría a una aventura. Pero resulta que Rebecca es la que corre el riesgo económico más peligroso al aceptar un préstamo de dos millones de dólares para establecer un negocio sin nada de experiencia y luego tiene la aventura sexual más liberada del grupo y además con un negro. Lauren cree que Usnavys es la que mejor ha logrado sus metas; la considera una mujer que controla inteligentemente su vida a la perfección y siempre consigue lo más caro y lujoso y bien hecho para mostrarle al mundo que sólo acepta lo mejor. En realidad Usnavys es la más insegura de ellas porque no confía en nadie ni nada a causa de haber sido abandonada por su padre y haber visto a su hermano morir de un balazo cuando era niña. Usnavys se casará con un hombre bajo, fachoso, de gustos peor que plebeyos, y de pésima promesa económica, pero que la quiere. Para Lauren, Amber es el caso perdido del grupo. Tiene talento pero no va a ningún lugar, sobre todo porque está metida en unas ondas seudoindigenistas. Seis meses más tarde Amber se habrá convertido en Cuicatl, diva del rock internacional, tanto en español como en inglés, multimillonaria y para el colmo la salva de su vida criminal al nuevo novio de Lauren al emplearlo como promotor de música. El éxito de Amber provoca la traición de su novio chilangomexica que resulta ser un macho burgués y también la lleva a venderse comercialmente, aunque ella justifica sus acciones en nombre del movimiento mexica. Lauren asevera que Sara lleva una vida 53 paralelosur DOSSIER [ Juan Bruce Novoa ideal: ”... she has it all. Great guy, great house, great family, great twins, great car, great hair. No need to work for money...”, porque su esposo la cuida y siempre le compra regalos, ”... Just because he loves her...” (26). Su única falla es su torpeza física, siempre se cae o se tropieza haciéndose daño. Mas resulta que su esposo está irracionalmente celoso y la maltrata violentamente, aunque luego le da regalos para pedirle perdón. Su casa es una prisión de la cual no puede escapar porque no trabaja y depende totalmente de su esposo, una prisión donde los hijos temen al padre, quien al final casi mata a Sara, haciéndola abortar, antes de matar a la vieja sirviente que había sido la nana de Sara. La imagen de perfección deviene en la escena más grotesca de la novela. Si para Lauren Sara es la mujer perfecta, Elizabeth es una diosa: exmodelo, bella, esbelta sin tener que cuidarse y fina, de una simetría física total. Además, en contraste con la propia Lauren que se desespera por encontrar esposo, Elizabeth ”... seems in no rush to find a father for some [kids] of her own. She’s been single forever...” (30). Elizabeth resulta ser lesbiana y no vive sola como piensa Lauren, sino con su amante. La misma Lauren, una mujer frustrada, cínica y prejuiciada, insegura de su etnicidad, y que desesperadamente busca esposo, se convierte en una mujer satisfecha consigo misma, segura de ser ”... a middle–class American...” en vez de una latina estereotípica y en una mujer que cree en el amor y que ha aprendido que no todo es lo que parece ser a primera vista. En ese primer capítulo de introducciones, Lauren enfatiza lo físico. La narración va concentrándose más que en la etnicidad, en el cuerpo femenino. Al enfocar las diferencias físicas que distinguen a las sucias Valdés-Rodríguez desmitifica la centralidad de los signos étnicos. No sólo presenta diferencias de raza –Elizabeth y Usnavys son negras, Sara es blanca de ascendencia austroalemana, Rebecca es hispanoindia– sino de tamaño, de modo de mover y utilizar el cuerpo, de gustos culinarios y problemas con la dieta que por metástasis aparecen como grasa en el cuerpo o enfermedades como la anorexia de Rebecca o la bulimia de Lauren. También enfatiza la presentación del cuerpo como objeto observado por el público. paralelosur 54 Juan Bruce Novoa Se habla tanto de la ropa que cada una lleva como del modelo de coche que maneja, sistemáticamente estableciendo a cada mujer como una presencia corpórea distinta que además está muy consciente de la imagen que proyecta a través de su cuerpo y su vestuario. Esa dinámica será una de las claves de la novela. Comienza con la presentación que hace Lauren de ellas en que obsesionadamente destaca el físico como si fuera el sello de identidad o por lo menos el signo de la situación en cierto momento. Lo mismo se nota en su autodescripción donde explica que se puede leer su estado emocional en su cuerpo: ”...Good nails: bad relationship, keeping up appearances. Ugly nails: happy Lauren letting herself go. You can also tell by how fat I am. When happy, I keep food down and stay around a size ten. When sad, I vomit like a Roman emperor and shrink to six...” (2), y en ese momento porta talla ocho que le queda un poco floja, o sea, entre triste y feliz. Como se verá a continuación, los cambios que acontecen a las demás también tendrán como escenario el cuerpo en este sentido de imagen pública y representación de la intimidad. Aunque este enfoque en el cuerpo puede parecer una característica del modo de ser de Lauren, la reportera obsesionada con la apariencia física también funciona como un resorte narrativo. La crisis que va a sufrir cada una de ellas afecta tanto cómo se ven en relación al mundo –sobre todo en forma del ser deseado– como el modo en que el mundo las ve a ellas. En efecto, la narración toma la forma de un outing colectivo en que cada una sale del closet que se ha formado para esconder su verdadero ser. Cada una sufre un ajuste a su imagen pública que representa otro cambio a nivel íntimo de autoestima y de identidad. El segundo capítulo funciona para asentar que se trata de un momento en el cual lo que ha existido hasta ahora está bajo tanta presión que requiere medidas extraordinarias para conservar el status quo. El cambio de narradora a Rebecca se lleva a cabo a través del contraste. Desaparece el cinismo impertinente del discurso de Lauren que le resta seriedad a todo y es reemplazado por otro ordenado por la agenda meticulosamente cuidada de Rebecca, a quien Lauren había dibujado como la sucia más opuesta a ella: la seriedad total. El día queda planeado rígidamente: las citas, la ropa o la actitud que un encuentro requiere, el aroma más apropiado para su despacho, la impresión que hay que crear en el público. Mas, al informarnos que debajo del orden supercontrolado el matrimonio de Rebecca tambalea, se produce una tensión entre la imagen pública y la realidad íntima. Algo se presagia, y al cerrarse el capítulo aparece la pieza que volteará la báscula para echarla al precipicio emocional: Andre, un magnate afroinglés cuya inversión permitió a Rebecca fundar su revista, y además, ”... handsome, well–bred, and charming...” (59). Inmediatamente Rebecca recuerda que su madre había tratado de inculcarle sus prejuicios: ”´... Date a black man, and you will break my heart´...” (59). El conflicto se agudiza: su próximo paso puede marcar una ruptura no sólo con su imagen actual sino también con su tradición familiar, que en este caso se presenta en forma de un prejuicio étnico en contra del mestizaje. ¿Triunfará el deseo y el amor o la etnicidad y la imagen correcta? Al final del capítulo Rebecca se encamina hacia una cita con Andre. El tercer capítulo pertenece a Elizabeth, la sucia de cuerpo perfecto que no se preocupa ni por las calorías ni por los hombres. O sea, mantiene sin esfuerzo alguno el equilibrio entre la bulimia de Lauren y la anorexia de Rebecca y se distancia de la preocupación por los hombres de las dos. Comienza su capítulo confesando, aunque sólo a sí misma, su amor por Lauren, confesión repleta de razones por las cuales no puede decírselo. Pondría en peligro su imagen pública en el momento en que le van a ofrecer un puesto en el noticiero nacional. Además, cree que las sucias la rechazarían también, sobre todo Sara que siempre expresa su prejuicio anti–gay. Por eso mantiene un control sobre su comportamiento casi tan estricto como el de Rebecca. Pero más tarde, conmovida por un recital de poe- ] DOSSIER sía de su amante, la besa. Creen que nadie las observa en un callejón, pero una reportera ha estado siguiéndolas para sacar una foto y denunciar a Elizabeth como lesbiana. El outing de Elizabeth inicia en la secuencia del texto el mismo proceso en las demás sucias. El capítulo cuatro inicia una serie de revelaciones de lo que los cuerpos escondían al principio. Arriba ya enumeré en términos generales la forma que toma la crisis en cada caso. Comparten que los signos del cuerpo ahora se tienen que leer de otro modo o que el cuerpo mismo, como resultado de una decisión, cambia para reflejar esa nueva realidad. Por ejemplo, al divorciarse de su esposo y abrirse al amor de Andre, Rebecca comienza a comer. Andre va convenciéndola, iniciándola en los gustos sensuales, primero los de la boca y luego los de la vagina. Como resultado, las sucias la ven feliz, más abierta y aun sanamente un poco más gorda. Sara casi muere a manos de su esposo, pero al final la ex-ama de casa ha fundado su propio negocio –con inversiones de las sucias– y está a punto de inaugurar su propio programa de televisión: Casas Americanas. Convertida en mujer profesional, vuelca el hogar cerrado en espacio abierto y compartido– transforma la prisión de su intimidad en signo de la libertad pública. Ese paso coincide con la revelación de que su esposo la maltrataba desde su adolescencia y aun más, que sus propios padres eran iguales. Toda la fachada familiar que tanto admiraba Lauren sufre una desmitificación que permite que Sara se mueva ya sin torpeza alguna en el círculo profesional de sus amigas. Y a su lado estará Elizabeth, la productora de Casas Americanas. Se mudarán a Miami para hacer el programa. Aunque Elizabeth habla de llevar a su compañera poeta, la última vez que vemos a Sara y Elizabeth juntas se abre la posibilidad de una relación más íntima entre ellas. Usnavys tiene que aceptar su amor por un hombre que representa todo lo que quería rechazar. Siempre conseguía los objetos más lujosos para demostar al mundo que una portoriqueña del barrio había triunfado. Ahora portará a un hombre que anuncia en todo su modo de ser que no importa la imagen de lujo. Signficativamente, el aceptar el amor la lleva al reencuentro con su padre que viene a la boda. O sea, al dejar de adornarse sólo con los símbolos del éxito, Usnavys 55 paralelosur DOSSIER [ Juan Bruce Novoa cura su llaga psicológica. Al final la vemos engordándose aun más en su felicidad. Amber, guiada por su novio chilango, va empapándose de ideología seudoindigenista. Cambia su nombre por Cuicatl en un rito supuestamente mexica; se viste al estilo de chicanopunk y grita su racismo postcolonial en forma de canciones. Su crisis viene en forma del contrato que le dan por millones de dólares que también transmuta todos los signos que Lauren y Amber misma veían como de resistencia antisocial en objetos comerciales del mercado capitalista global. Amber-Cuicatl comes out como otro producto más del sistema. Lauren tiene que enfrentarse a la traición de su novio texmex que tiene una amante chicana que acepta su predilección por tratar a las mujeres como putas mientras les hace el amor. Desesperada, se emborracha y se liga a un traficante de drogas dominicano. Baja al nivel social que más desprecia, aunque allí descubre que de veras es un hombre decente, un inmigrante forzado a trabajar del modo que la sociedad permite a su grupo. Pero es un hombre sensible, inteligente, y muy trabajador. Con la ayuda de Lauren y Amber se supera. Al aceptar a este hombre que se parece a la descripción de la familia maternal las raíces que Lauren negaba con su discurso tan a la moda de los jóvenes hip se afirman en ella. Al final lleva talla diez –signo de que está feliz—, ha dejado de tomar y, aun más, ha dejado de preocuparse por casarse. Y ha aceptado a sus amigas tal y como son. Al cerrarse la novela, cada sucia ha llegado a afirmarse con una identidad forjada en crisis, pero logra sobrepasar el peligro con la ayuda de las demás. Y de algún modo, eso define lo que quiere decir latinidad para ellas, como Lauren afirma al final cuando se encuentran en la próxima reunión del grupo: ”We may be really different in a lot of ways, but there´s something to it, this whole being a Latina –perception becoming reality and all of us finding each other and helping each other and– shoot, I don’t even have to drink to start sounding like a sentimental fool” (308). La novela acaba afirmando el papel de la percepción en la actualización de la realidad –aunque su proceso ha mostrado lo opuesto– pero que la verdadera unidad estriba en la acción de forjar la comunidad a través del amor mutuo. paralelosur 56 Juan Bruce Novoa LA CONTROVERSIA En su web-site oficial, Alisa Valdés-Rodríguez pide que si alguien escribe sobre ella que por favor no repita las mentiras que han circulado ya. ”Several published articles contain errors; all facts should be double-checked before being reprinted... Please refrain from reprinting untruths in the name of sensationalism and thanks for doing your own research rather than regurgitating the work and words of your colleagues at other publications. Thanks!” http://www.alisavaldesrodriguez.com/news.html Entonces, mejor citemos a la autora misma para establecer los hechos fundamentales: ”... I was born and raised in Albuquerque. My dad is from Cuba, of West African, Spanish, and Portuguese heritage; my mom is an Irish and English American from rural New Mexico whose family tree includes Roger Conant, the founder of Salem, Massachusetts. I have a bachelor’s degree from Berklee College of Music, where I majored in jazz on the tenor saxophone. I have a master’s degree in journalism from Columbia University. I worked, before becoming a novelist, as everything from a house saxophonist on a Caribbean cruise ship to a feature writer and news reporter for the Boston Globe and L.A. Times...” ValdésRodríguez ”Latina Like Me” Hace falta añadir que St. Martin`s Press le pagó 475.000 dólares por el derecho de publicar su novela y Jennifer López una cantidad no divulgada por los derechos para convertir la novela en pélicula (Morales). La novela ha tenido mucho éxito, apareciendo en listas de Best Sellers en Boston y Nueva York. Sin embargo, también ha provocado controversia. Hubo reacciones negativas de ciertas zonas de las comunidades latinas, como Latina Style Magazine (Morales). Y ha provocado una discusión, todavía incoativa, acerca de la literatura latina como ha existido hasta ahora, o por lo menos, de cómo se suele representar esa literatura en los medios de comunicación y gran parte de la crítica académica. El primer indicio de controversia la encuentra cualquier lector que busque información sobre la novela. Gran parte de las reseñas y las notas publicitarias subrayan que Dirty Girls destruye los estereotipos de los latinos en los EEUU. En entrevistas, Valdés-Rodríguez ha dicho que era una de sus metas. Y se nota en el texto, sobre todo en los capítulos narrados por Lauren donde aparecen muchos casos de estereotipificación. Por ejemplo, sus colegas en el periódico piensan que todos los latinos son iguales y por ende deben compartir ciertos rasgos culturales y aun físicos. Presuponen que Lauren habla español, aunque como muchos latinos ella tiene un vocabulario mínimo que no le permite seguir una conversación entre nativos y una falta de conocimiento básico que la lleva a confundir algo tan fundamental como el género de sus amigas: ”Que bonitos somos” dice (35). Y cuando el periódico monta carteles anunciando la columna de Lauren, ha alterado su cara:”...The promotions department had my face darkened in the picture so I looked more like what they probably think a Latina is supposed to look like. You know, brown...” (9). Le preguntan dónde se consiguen Mexican jumping beans (5) como si todos los latinos fueran mexicanos, y creen que los portorriqueños y los dominicanos son del mismo lugar. Sin embargo, esas partes son los clichés de la ignorancia que todo el mundo conoce bien y que se han repetido antes, no sólo en la producción latina, sino también en la de otros grupos de inmigrantes, sólo con las diferencias del matiz en cada caso. Si Valdés-Rodríguez sólo hubiera atacado estos estereotipos, no habría controversia porque de veras ya no ofenden a nadie. ] DOSSIER Lo que bien pudiera explicar la reacción negativa por parte de algunos críticos es que la novela de Valdés–R. ataca estereotipos que provienen de la misma producción latina como se ha definido en el código de la cultura estadounidense, sobre todo a través de las autoras chicanas más reconocidas. Frente a esos valores establecidos, Valdés-Rodríguez resulta iconoclasta. Buena parte de esta actitud aparece en los comentarios de Lauren, que declara su desprecio por los íconos de la latinidad como Frida Kahlo, los viejos músicos cubanos, el nuevo Hollywood latino y las autoras chicanas consagradas. Este desprecio se expresa como burla, pero en el tratamiento que la autora da al personaje de Amber, la ”pocha from So Cal” que se convierte en Cuicatl, activista del movimiento mexica, hay una sátira más desarrollada, más profunda, más aguda y por eso mucho más ofensiva desde la perspectiva de esos intereses establecidos y autorizados por la maquinaria de la industria cultural. O sea, Valdés-Rodríguez ha puesto en peligro la relación entre el sistema y su minoría favorecida. Esto hace de Valdés-Rodríguez una figura peligrosa. Para apreciar lo dicho hay que citar trazos amplios del texto, porque el iconoclasmo de Valdés–R. no sólo reside en lo que dice sino en cómo lo expresa. ”...I want to wax Frida Kahlo´s furry caterpillar unibrow and I´m thoroughly uninterested in anything with the words ”boxer” and ”East L.A.” in it ...” ”... You might have imagined [that] a sucia is something beautiful and curvy and foreign, something really super Latina, you know, like the mysterious name of a tortured–looking, bloody–haired Catholic saint, or a treasured recipe from a short, fat, wrinkled old abuelita who works erotic magic with chocolate and all her secret herbs and spices while the mariachis wail, Salma Hayek flutters castanets, and Antonio Banderas romps a white snarling horse through the cactus with, like, I don´t know what, a winged pig or some crap in his embroidered knapsack, and all of it directed by Gregory Nava and produced by Edward James Olmos. Get freaking over it, lames. It´s, like, so not...” (5) No denuncia los viejos estereotipos creados por el Hollywood tradicional, sino las imágenes de latinos creados por los propios productores latinos, tanto los extranjeros 57 paralelosur DOSSIER [ Juan Bruce Novoa que han llegado a aprovecharse de la boga étnica como los nativos. Pega duro a los ídolos más sagrados del momento acusándolos de traficar con estereotipos tan falsos como los del viejo Hollywood. En el mismo capítulo vuelve al ataque, pero ahora su blanco es lo literario. ”...We sucias are all professionals. We´re not meek maids. Or cha–cha hookers. We´re not silent little women praying to the Virgin of Guadalupe with lace mantillas on our heads. We´re not even like those down-trodden chicks in the novels of those oldschool Chicana writers, you know the ones; they wait tables and watch old Mexican movies in decrepit downtown theaters where whiskey drunks piss on the seats; they drive beat-up cars and clean toilets with their fingernails coated in Ajax; their WalMart polyester pants smell like tamales and they always, always feel sad because some idiot in a plaid cowboy shirt is drunk again and singing José Alfredo Jiménez songs down at the local crumbling adobe cantina instead of coming home and fixing the broken lightbulb that swings on the naked wire and making passionate amor to her like a real hombre...” (11) Primero contrasta la nueva latina profesional con los estereotipos de mujeres que corresponden a la literatura chicana escrita por hombres, como Yo soy Joaquín de Rudolfo Gonzáles o A Rosary for Doña Marina de Octavio Romano. Pero enseguida evoca las imágenes creadas por las autoras chicanas –alusión a escritoras como Cisneros, Castillos, etc. Utiliza ”old-school”, un enunciado de doble filo: por un lado las eleva a figuras que merecen respeto por seguir fieles a su ideología, pero simultáneamente clasifica esos valores como de una época ya pasada y que no surgen de ni responden a la situación cultural actual. Además, implica que esas autoras son viejas de edad; o sea, las autoras chicanas establecidas merecen el respeto que uno rinde a las abuelas– pero vuelve el eco de la imagen de la abuelita en el mismo párrafo cuya vigencia como modelo se rechaza. Por último, al contrastar lo que son las nuevas latinas, las sucias, a dos modos de ser que no les corresponde, eso dos modos de ser se funden como equivalentes dentro de su valor negativo compartido: Sucias =/= los viejos chicanos/chicanas paralelosur 58 Juan Bruce Novoa O sea, crea una equivalencia entre el chovinismo chicano y la etnicidad de pobreza y rascuachismo del feminismo de las chicanas: ambos códigos de imágenes no representan la realidad contemporánea de las latinas progresistas, las que son ”clever and, like, hip”(5) y que provienen de varios grupos latinos, distintas religiones, muchos modos de hablar y diferentes razas. El tono de ambas citas es burlón. Juega con los ídolos de una manera que mina su valor al evocarlos dentro un contexto de superficialidad coloquial irreverente de ”Kahlo´s furry caterpillar unibrow”. Al faltarles el respeto los baja a un nivel de basura lingüística, elementos desechables equivalentes a los giros como ”like, I don’t know what” o ”Get freaking over it, lames. It’s, like, so not”. Valdés-Rodríguez entabla un ataque devastador. Y los comentarios que ha hecho la autora al hablar de su motivación para escribir el libro permiten deducir que las opiniones del personaje Lauren coinciden bastante con las suyas. ”...If a novel by a Latina hit the shelves, I bought it. I wanted to read about someone like me–an American woman like any other, who happened to have a Spanish surname. While I was impressed by the writings I found, I usually couldn’t relate. Most ”Latinas” in American fiction were culturally isolated women who, as an editor once joked, ”always seemed to wash their clothes on a rock in the river,” women defined by an exotic ethnicity-women, in other words, who were more like my grandmother than they were like me. Where was literature about people like me? My frustration was intensified by the fact that I fancied myself a writer. I couldn’t see how I’d fit into the world of American letters. I knew nothing of the things ”Latina” writers were supposed to know about: immigration, making tortillas, loving Pedro Infante. I was sunk...” ”Latina Like Me” Este contraste no es tan ofensivo para las autoras establecidas, aunque sí las ubica dentro del canon autorizado como parte esencial de la literatura oficial. Esto implica que la nueva latinidad tendría que forjarse como la hizo la vieja, ahora aceptada desde afuera y en contra los estereotipos de sí mismos aceptados por la industria literaria y la academia. Pueden molestarse las figuras aludidas, pero no se propone nada que no sea cierto. Esa literatura y sus autoras más conocidas se mueven en lo que antes se llamaba el mainstream. Sin embargo, su sátira del activismo chicano que presenta a través del personaje de Amber sí resulta despiadada. La ”pocha” Amber descubre su chicanismo en Boston al enamorarse de un mexicano de Monterrey. La circunstancia es humorística: tiene que ir al este para aprender su etnicidad, pero la aprende no de un chicano sino de un mexicano que la adora porque se parece a la Virgen de Guadalupe. Cualquier feminista sensible debiera sentirse incómoda con el macho mexicano que utiliza el discurso de la etnicidad y la religión para seducir a una muchacha sin experiencia. Luego un capitalino de la alta burguesía la inicia en el culto de los Mexica. Amber comienza a repetir nombres, clichés y gestos que cualquier estudiante de historia o cultura mexicana reconocería como una mezcla de lugares comunes, errores y mentiras. Sin embargo, Amber lo toma muy en serio, sobre todo porque su amante, Gato, la trata como una niña que él puede formar a imagen de su ideal. Pero cuando Amber consigue un contrato para grabar sus canciones, Gato la abandona, acusándola de haberse vendido a los intereses comerciales. Amber se deja convencer de que no es cierto y que Gato solo está celoso, pero la narración nos permite ver que en efecto comienza a comprometer sus valores al firmar su contrato y aceptar grabar en inglés cuando siempre había jurado que no lo haría. Más tarde niega haberse alejado de la comunidad mientras explica que ya no va al ”east side” chicano, sólo a ”West L.A.” donde casi no se ve la chicanada. Bibliografía Morales, Ann. ”Author Alisa Valdés-Rodríguez Draws Attention to Boston Latino Community”, Candela, www.candelaboston.com/alisavaldes.htm. Valdés-Rodríguez, Alisa. 2003. The Dirty Girls Social Club. New York: St. Martin’s Press. www.alisavaldesrodriguez.com/news.html ”Latina Like Me,” Borders, www.bordersstores.com/features/feature.jsp?file=valdesrodriguez Juan Bruce Novoa Escritor, profesor y crítico de literatura chicana en el Departamento de Español y Portugués de la Universidad de California en Irvine. Autor de la novela Only the Good Times, 1995; y de los libros Chicano Authors, Inquiry by Interview, 1980; y Literatura chicana a través de sus autores, 1983. ] DOSSIER La gran ironía es que Amber triunfa en la costa de Nueva Inglaterra porque el novio de Lauren la promueve entre la comunidad dominicana que de mexicas no tiene ni la x. Y el último tiro satírico viene de Lauren cuando en un gesto de amistad declara que el rollo indigenista de Amber no es ”garbage. It´s history” (306). El movimiento mexica de Amber se opone a la historia por ser una versión oficial de los grupos dominantes: la historia es lo que escriben los que ganan a costa del silencio del pueblo. Al convertirse en history la versión del pasado de Amber se convierte en un discurso de poder capaz de imponerse por todos los mecanismos que controlan y reprimen al pueblo. Este comentario de Lauren irónicamente describe lo que le ha pasado a Amber al entrar al mercado como mercancía étnica. Por extensión, la sátira implica al establecimiento de la LATINIDAD en general como se ha manejado en los centros de poder, pero al ubicarla en la figura de una chicana, cuyo discurso y persona comparte tantos rasgos con autoras chicanas fácilmente reconocidas en las alusiones, la sátira se vuelve explícita. Sea lo que sea, funciona para crear una diferencia entre las sucias de la nueva ola de latinidad y las ya limpias de la vieja. CONCLUSIÓN The Dirty Girls Social Club de Alisa Valdés-Rodríguez se impone por el humor, el manejo de distintas voces de mujeres maduras, el desarrollo de los personajes y la novedad de su temática dentro de la literatura latina. Sobre todo, nos debe interesar la propuesta de una latinidad que en vez de imponer exámenes de sangre de nuestros antepasados, se abre al futuro como proyecto constructivo y participativo A algunos les parecerá peligrosa, pero a otros liberadora. 59 paralelosur DOSSIER [ Antonio Torres Torres Antonio Torres Torres ] DOSSIER Con otra mirada Cuentos hispanos de los Estados Unidos Antonio Torres Torres Universitat de Barcelona Editorial Popular arrancó en 1973 y hoy dispone de un catálogo de más de doscientos títulos. Con el fin de atraer a la lectura a un amplio número de personas ofrece la colección “Letra Grande”, en la que se incluye la obra que reseñamos. Se trata de una antología de cuentos que, a su vez, han sido seleccionados de los dos libros siguientes: Cuentos Hispanos de los Estados Unidos, Julián Olivares (ed.), Houston (Texas), Arte Público Press, 1998; y En otra voz. Antología de la literatura hispana de los Estados Unidos, Nicolás Kanellos (ed.), Houston (Texas), Arte Público Press, 2002. Sigue la estela, asimismo, de otras selecciones de relatos como la que realizaron Edmundo Paz Soldán y Alberto Fuguet en Se habla español. Voces latinas en USA (Alfaguara, 2000). Integran Con otra mirada trece cuentos precedidos de una presentación. La “Presentación” corre a cargo de Gabriela Baeza Ventura, quien destaca que la literatura latina en los Estados Unidos existe desde antes de que este país se constituyera como tal, y que en los últimos tiempos obtiene el reconocimiento debido, al que la presente antología quiere contribuir. Baeza propone que se entienda la experiencia vital de los latinos en los Estados Unidos a través de tres categorías: 1/ La “nativa”, que incluye a los autores que consideran los Estados Unidos como su país y no se plantean el regreso al lugar de origen. Promueven el sentido de comunidad hispánica dentro de la Unión y defienden sus derechos, a la vez que se enfrentan a conflictos de identidad que plasman en nuevas formas de expresión literaria; 2/ La del exilio y la inmigración. Muchos autores no se asimilan a los Estados Unidos y siguen con la mirada puesta en la patria que dejaron atrás. Por otro lado, muchos latinos inmigrados en el nuevo territorio se preguntan por su verdadera nacionalidad y no se sienten aceptados ni “aquí” ni “allá”. Para facilitar su anclaje intentan preservar sus costumbres y tradiciones en el seno de comunidades latinas; 3/ La transcultural. Desde esta perspectiva, los autores se aferran a una identidad múltiple que les permite ganar espacios en la sociedad estadounidense, a la vez que mantienen el apego a su país de origen. Ya no es necesario elegir, pues se puede sumar. paralelosur 60 En el primer cuento, titulado “La estenógrafa”, el escritor y eminente periodista mexicano, exiliado a San Francisco, Julio G. Arce (1870-1926), que usó el seudónimo de Jorge Ulica, muestra a una secretaria revolucionaria, con un comportamiento que va más allá de las reglas al uso, rebelde, ante la cual el jefe no reacciona. De Luis F. González-Cruz, profesor y crítico nacido en Cuba en 1943, se incluye “Lázaro volando”, una historia en la que Lázaro, el hijo muerto de Marcial y Edelmira, se despide definitivamente, en un contexto de levantamiento rebelde que amenaza a los protagonistas. Tomás Rivera, nacido en Texas en 1935 y fallecido en California en 1984, autor de …y no se lo tragó la tierra, novela de 1971, está considerado actualmente uno de los mejores escritores chicanos. “La comunión”, que es el texto elegido para esta antología, narra en primera persona, con gran candidez, y con un cuño lingüístico chicano, el efecto que experimenta un niño el día de su primera comunión al ver a una pareja retozando en la sastrería situada al lado de la iglesia. Rosaura Sánchez, la autora de “Tres generaciones”, nació en Texas en 1941 y es profesora de literatura en una universidad californiana. En el cuento se alternan tres voces, las de tres mujeres —abuela, hija y nieta— que viven juntas en el barrio, en California. Su narración nos lleva a tres formas de entender la vida separadas por el cambio generacional: la abuela, viuda, de origen humilde, sin apenas estudios, que observa el desmoronamiento de los viejos valores como el de la familia; la hija, que fue una avanzada en su familia por estudiar una carrera universitaria, por divorciarse y por tener un trabajo que le permite la completa autonomía; la nieta, una adolescente ajena a los valores de su familia mexicana, que flirtea con las drogas y llega tarde a casa. El siguiente cuento, “Dioses, animalitos y maestros”, pertenece a Lydia Vélez-Román, autora puertorriqueña que reside en California y es profesora de universidad y crítica literaria. En su relato, en primera persona, una niña describe sus primeros tiempos en la escuela con el entusiasmo que le produce aprender a leer, la incorporación al catolicismo y el día especial de su prime- ra comunión, así como su renuncia a ese dios sin nombre para acogerse a Quetzalcoatl. Al final recuerda el día en que se marcha a Nueva York. Roberto G. Fernández constituye un exponente destacado de la llamada “literatura cubano-norteamericana”. “Encrucijada”, título del cuento recogido aquí, es el nombre del pueblo que sirve para definir la atmósfera de esta historia, en la cual se aborda la peculiar relación epistolar entre Mercedes, la esposa del narrador, y otra Mercedes, tía de ella, cuyos recuerdos del pasado familiar parecen haberse trastocado. A continuación, el chileno Juan Armando Epple, profesor de literatura hispanoamericana en la Universidad de Oregón (Estados Unidos), retrata en “Garage sale” al matrimonio formado por Darío y Marta, y la hija de ambos, Marisol, una familia de exiliados chilenos de la dictadura pinochetista en los Estados Unidos. Marisol ya ha crecido en este país y menciona en varias ocasiones que le gustaría que los visitara su abuela. La afición de Darío a comprar en los garage sale adquiere nuevas e inesperadas dimensiones cuando ve en uno de esos garajes a una anciana y pregunta su precio. Emergen así el mercantilismo y la falta de sentido de familia que el narrador critica en los estadounidenses. Como el cuento “Tres generaciones”, este intercala las tres voces de los protagonistas. Seguidamente se incluye un relato de Pedro Juan Soto (1928-2002), uno de los escritores puertorriqueños más notables. Residió en la ciudad de Nueva York entre 1946 y 1955, y fue profesor de literatura en la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras. En 1956 publicó una recopilación de sus cuentos con el título de Spiks, en donde representa la amarga existencia de los boricuas en la Gran Manzana. “Garabatos” (1953), el magnífico texto incluido en la presente antología, transcurre durante una víspera de Navidad en un sótano del Barrio de Nueva York que sirve de casa a un matrimonio de origen puertorriqueño (Rosendo y Graciela) y sus dos niños. En este escenario de pobreza extrema, Rosendo, que se encuentra sin trabajo, quiere ser pintor, pero choca con las continuas acusaciones de holgazán que le lanza Graciela. La sorpresa que él desea dar a su familia en Nochebuena, para intentar recuperar los momentos felices del pasado, no dará el resultado que esperaba. Soto trata de reproducir en los diálogos el habla real de los personajes, en la que sobresalen los fenómenos de lambdacismo (-r > -l) y de aspiración de -s implosiva (uno y otro presentes en la forma altihta ‘artista’, p. 102). El cuento constituye, de este modo, un reflejo realista de los puertorriqueños pobres que viven en el Barrio de Niu Yol (p. 102) y, en sentido más amplio, de los sueños rotos que suceden a la esperanza de recuperar un ayer feliz que no volverá. Aunque nacido en una aldea de Galicia a principios del siglo XX, en Lino Novás Calvo se reconoce a uno de los grandes cuentistas de Hispanoamérica. De niño emigró a Cuba. Allí desempeñaría los más variados trabajos, y se introduciría en el mundo intelectual y literario habanero. Las últimas décadas de su vida transcurrieron en el exilio de los Estados Unidos, donde murió en 1983. “La vaca en la azotea” es un relato ambientado en Cuba. Trece años después de que Chucho la abandonara, Rita le escribe una carta en la que le cuenta los acontecimientos relacionados con el hijo de ambos, quien, según ella, se parece muchísimo a su padre, sobre todo en lo malo. En tiempos de penuria y racionamiento, Rita consigue una vaca que guarda en la azotea de su casa. Su hijo, en manos desde pequeño de los revolucionarios, se muestra decidido a dar la vaca al pueblo. Texana de quinta generación, investigadora y docente universitaria en los Estados Unidos, Roberta Fernández está representada en esta antología con el relato “Amanda”. En él, la narradora evoca la fascinación que durante su niñez sentía por la mujer de ese nombre, que tejía todo tipo de vestidos y a quien le pidió un hermoso traje de bruja. Amanda le confeccionó una capa negra con plumas de pollo, huesos de pájaro y garras de gato, que la protagonista encuentra años después entre sus cajas y de la que no se separa hasta que la pierde. Piensa en otros objetos talismánicos de sus juegos de infancia y se propo61 paralelosur DOSSIER [ Antonio Torres Torres Ilán Stavans . César Alegre ] DOSSIER Ilán Stavans entrevistado por César Alegre ne buscarlos. Son el símbolo de ese período de su vida que recuperará y ya no querrá volver a abandonar del todo. A continuación se incluye un cuento de Luisa Valenzuela, que nació en Buenos Aires en 1938 y ha vivido en París, Barcelona, México y los Estados Unidos (país donde ha dictado talleres en varias universidades). “De noche soy tu caballo” se publicó en Cambio de armas (1982), y es una historia dominada por el amor entre la narradora anónima y un hombre al que se refiere como Beto, fugitivo político que la visita furtivamente de noche. Sueño y realidad se confunden en esos encuentros nocturnos. Por otro lado, la autora de “La tejedora de palabras”, Rima de Vallbona, es una narradora y crítica que nació en San José (Costa Rica) en 1931 y que se ha desempeñado como profesora universitaria en los Estados Unidos. Presenta en su relato la sorpresa que provoca en Rodrigo, estudiante de la universidad, la profesora Thompson con sus transformaciones radicales, desde la imagen de una deslumbrante joven de voz melodiosa a la de una zarrapastrosa pedigüeña. Como una nueva Circe, la “tejedora de palabras” va tejiendo una tela de la que el joven no se podrá escapar. El último texto de la recopilación, “La noche que volvimos a ser gente”, corresponde al periodista y escritor José Luis González (1926-1996), nacido en Santo Domingo de madre dominicana y padre puertorriqueño. Pasó parte de su vida en Puerto Rico y en Nueva York, y en 1955 obtuvo la ciudadanía mexicana. Esta narración de 1970 aborda la vida de los puertorriqueños en la ciudad de los rascacielos. El protagonista explica a su interlocutor, en un bar, lo que le sucedió el día en que, mientras estaba trabajando en la factoría, lo avisaron de que su mujer iba a dar a luz. Mientras se encontraba en el metro, hubo un gran apagón en la ciudad. Al llegar por fin a la casa, el hijo ya había nacido, y en la azotea del edificio, en el Barrio, en la oscuridad, había una gran fiesta para celebrar que con el apagón se veían en todo su esplendor la luna y las estrellas, como en Puerto Rico. Así, un día desastrado para el narrador acaba bien, con “la noche que volvimos a ser gente”, de la misma paralelosur 62 manera que, simbólicamente, el futuro es luminoso para los puertorriqueños en los Estados Unidos. Dice el protagonista en relación a esa noche: “Pensé en mi hijo que acababa de nacer y en lo que iba a ser su vida aquí, pensé en Puerto Rico y en los viejos y en todo lo que dejamos allá nada más que por necesidad” (p. 185). Como se comprueba, el punto de vista de esta historia es totalmente distinto del que trasluce del relato de Pedro Juan Soto antes comentado. En otro terreno, salpican el cuento de González numerosos términos y expresiones del inglés, que aparecen en cursiva, y que ayudan a caracterizar el discurso de los latinos en Nueva York, como por ejemplo “time is money”, “¿cuál es el trouble?”, “subway”, “la hora del rush”, “take it easy”, “un party”, “en el rufo, o sea en la azotea”, “welfare”, etc. En resumidas cuentas, la presente antología recoge contribuciones de autores de variadas procedencias: algunos han nacido en los Estados Unidos, otros han llegado al país y se han quedado a vivir en él, mientras que un tercer grupo ha pasado allí una época de su vida. Aunque se pueda aceptar que todos los cuentos son “hispanos”, solo algunos son de temática latina. Al final de cada relato se añade una nota biográfica del autor y relativa a su obra que difiere mucho de unos casos a otros, con más o menos información o enfoques distintos. Únicamente algunas veces se comenta el cuento con brevedad. Por otro lado, no conocemos el criterio a partir del cual se han seleccionado los relatos a partir de otras dos antologías. ¿Qué aporta esta? ¿La razón de su existencia es dar a conocer más fácilmente a un lector español (e hispanoamericano) unos cuentos publicados en los Estados Unidos? Sea como sea, creo que sería necesaria una justificación. El breve estudio que introduce la obra resulta muy general y quizá poco apegado al contenido concreto de la antología. No obstante, el lector disfrutará de los diferentes cuentos, más allá de la coherencia global del conjunto. Antonio Torres Torres Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona. Desarrolla su labor docente e investigadora en el Departamento de Filología Hispánica de esta universidad. Sus líneas de investigación son el español de América y el español de los Estados Unidos. Entre sus publicaciones destaca la obra Procesos de americanización del léxico hispánico, 2004. ¿Puede Ud. definir la palabra “espanglish”? ¿Debemos utilizar “espanglish” o “spanglish”? El spanglish —ésta es la ortografía que yo prefiero— es una manifestación verbal que resulta del encuentro del inglés y el español, cuyo eje gravitacional es los EEUU y sus constelaciones el mundo hispánico en general. Pero limitarnos al fenómeno lingüístico es una forma de sordera porque el spanglish es asimismo una manera de ser: de amar, de soñar, de comer, de bailar y hasta de morir. La raíz etimológica de la palabra apunta a su simetría cultural: una parte hispánica, otra anglosajona. Además de spanglish, hay otras maneras de referirse al asunto, como espanglés e ingleñol. Luego vienen las variedades y subdivisiones: el término ”cubonics”, por ejemplo, se referirse al habla del cubano-americano, el ”dominicanish” al del dominicano, el ”nuyorrican” al del puertorriqueño en los EEUU, el pocho, pachuco, y chicano al de los mexicoamericanos, y así. Illán Stavans (México) Profesor en Amherst College, una institución dedicada a la enseñanza de las artes liberales. Es voraz crítico, experto en spanglish y dedica parte de su tiempo a la ficción. Es también un agudo entrevistador en su propio programa de televisión, La Plaza, Conversations with Illán Stavans. Es hijo de una familia mexicana judía. Se mudó a los EEUU para cursar estudios universitarios superiores. Ha escrito sobre una gran variedad de temas, ha entrevistado a multitud de personajes famosos, y el epicentro de su actividad es el ámbito latino en los EEUU donde explora cuestiones de identidad, de lengua, de producción artística y de reivindicación social y política. ¿Cómo, cuándo y por qué empezó a interesarse por el spanglish? A mediados de los noventa, cuando un alumno mío en Amherst College se apareció en mi oficina hablando este mejunge. Sentí una envidia enorme. Hacía tiempo que yo hablaba spanglish con él y otros estudiantes en la calle y en la cafetería. Pero no en mi oficina ni en el salón de clase. La envidia me obligó a reconsiderar mi actitud ante la lengua en general. Pronto sentí la obligación de estudiar el fenómeno de manera concienzuda. A eso me he dedicado desde entonces. Usted narra ese encuentro en detalle en el ensayo que abre su libro Spanglish: The Making of a New American Language (2003). Hoy por hoy, ¿con quién habla usted en spanglish? Con mis amigos, con mis hijos, con mis estudiantes, con periodistas y, si la situación lo permite, con usted. Hábleme más sobre las variedades del espanglish en los Estados Unidos. Cada una de ellas tiene características propias. Un caso específico: el español novomexicano, cuyas genealogía se remonta a la colonia, al yuxtaponerse al inglés de la región, genera un spanglish específico, distinto al habla chicana de Los Angeles o a la de Chicago. Los localismos, tanto regionales como trasnacionales, enfatizan las diferencias. Lo mismo ocurre con el cubonics o el dominicanish. Ahora bien, el desarrollo de los medios de comunicación, incluyendo al internet, así como la literatura, están dando pie a un spanglish universal y neutro. Dijo usted que el spanglish no se usa exclusivamente en Estados Unidos. Si nuestra definición es elástica, como yo lo propongo, el impacto de los anglicismos en el idioma de Cervantes es ya una forma de spanglish. En el prólogo a El nuevo dardo en la palabra (2003), Fernando Lázaro Carreter, cuyo intelecto ditirámbico admiro, reflexiona 63 paralelosur DOSSIER [ Ilán Stavans . César Alegre históricamente sobre el encontronazo del español y el inglés. “Este movimiento anímico”, dice, “que pasa de lo autóctono a lo advertido con o sin conciencia de hacerlo, y que lleva a unos hablantes a rechazar, a otros a admitir y a los más a hacer ambas cosas, no delata hipocresía, ni, si se me apura, contradicción, sino que constituye una evidencia de cómo vive el idioma en la cabeza de los hablantes, en nuestra alma”. En España y la América Latina, la injerencia de anglicismos se remonta por lo menos a la Guerra Hispanoamericana de 1898, sino es que a un período anterior. Pero en las últimas décadas se ha hecho más frecuente, a grado tal que a veces da la impresión que el español tiene menos que ver con su matriz en la época de Gonzalo de Berceo y más con las vicisitudes de Antonio Banderas en Hollywood. El spanglish va un paso más allá: se vale del cambio de códigos, de la traducción simultánea, y del acuñar de neologismos. Como tal, se escucha a diario en metrópolis como el Distrito Federal y Santiago, Madrid y Buenos Aires. ¿Por qué decidió impartir el curso “The Sounds of Spanglish”? Porque me parece que cualquiera que sea nuestra reacción ideológica al fenómeno, lo menos que podemos hacer es estudiarlo desde una perspectiva interdisciplinaria, que es lo que hacemos los ochenta y pico estudiantes y yo durante el semestre. Respondemos a preguntas similares a las que usted me hace ahora: ¿qué es el spanglish y quién lo habla? ¿cuál es su historia? ¿qué relación tiene con otras lenguas híbridas? ¿qué tipo de literatura produce? ¿tiene cabida en los medios de comunicación? ¿en la política? ¿qué piensan de él los políticos? ¿por qué genera tanta polémica? ¿Qué tipo de personas se matriculan en su curso y cuáles son las expectativas principales de sus alumnos? De todo tipo: estudiantes de bachillerato y graduados, con concentración en antropología, historia, negocios, filología, etc. Ilán Stavans ¿Cómo se le ocurrió la idea del diccionario de spanglish? ¿Cuál es la función de dicho diccionario? Luego de impartir por primera vez mi curso en Amherst College, empecé a viajar por los EEUU con una grabadora y un cuaderno en mano, registrando y catalogando spanglishismos que escuchaba por doquier. Reuní muchísimos y al fin seleccioné únicamente aquellos que se repetía al menos cuatro veces por hablantes diversos en geografías diversas. La editorial norteamericana HarperCollins se interesó en el proyecto y se comprometió a sacar un diccionario descriptivo de unos seis mil términos. Su función es dar muestra de la riqueza verbal de los latinos en Estados Unidos en la actualidad. ¿Cree que veremos el nacimiento de una Real Academia del Spanglish? El lingüista Max Weinreich dijo en una ocasión que la diferencia entre un idioma y un dialecto es que el primero tiene el apoyo de un ejército. La palabra “ejército” bien podría reemplazarse con “academia”. Es tal el interés en el spanglish que cada vez hay más clases, libros y conferencias. ¿terminará surgiendo, como Ud. dice, una RAS? En primeras, en Estados Unidos no hay nada más “real” que el alboroto democrático. Afortunadamente, el país no tiene una institución gubernamental dedicada a limpiar, fijar y dar esplendor al inglés. Dado que sin esa ayuda no le va nada mal a la lengua de Walt Whitman, no veo por qué sería recomendable establecer la RAS ¿Quién le presta atención en España a la Real Academia? Al contrario, es objeto de burla constante. Obviamente el Diccionario de la Lengua Española es maravilloso. Pero ¿podríamos sobrevivir los hispanoparlantes sin él? No tengo la menor duda y lo haríamos de manera vigorosa. Hay un sinfín de diccionarios excelentes, del de María Moliner a Claves. Le aseguro que no perderíamos una jota de ingenio verbal ni nos quedaríamos mudos de la noche a la mañana. Habló usted hace poco sobre la literatura. Bien se dice que la literatura da legitimidad a las lenguas ¿Quiénes son sus mayores exponentes en spanglish? Se trata de una literatura inquietante, que incluye cuentos de Ana Lydia Vega y novelas de Sandra Cisneros, crónicas de Susana ChávezSilverman, poemas de Tato Laviera, monólogos de John Leguizamo y obras teatrales del grupo Culture Clash. Ya es, pues, una tradición. Este año la editorial Houghton Mifflin publicará en Nueva York una antología mía, Lengua fresca, enfocada, en cierta medida, en esa tradición. Padre Nuestro ¿Es la literatura en spanglish un fenómeno exclusivamente urbano? En gran medida, aunque asimismo hay exponentes rurales entre los descendientes de los trabajadores itinerantes en California, Texas, Nevada, Utah, Nuevo México y Arizona. Father Nuestro Our Father Father Nuestro que’stás in el heaven, Our father, who art in heaven, sanctificado sea your nombre; hallowed be Thy name; bring to us your reyno; Thy kingdom come; may your voluntá sea in the tierra and el heaven. Thy will be done on earth as it is in heaven. gives us hoy our pan for each día, Give us this day our daily bread, excusa our ofensas, and forgive us our trespasses ‘cause we also perdonamos those that have been ofendidos. as we forgive those who trespass against us. Don’t lid us to la tentación, Lead us not into temptation, enfríanos del evil. Let it sea. Amén. but deliver us from evil. Amen. Usted está traduciendo el Quijote al spanglish. ¿Cómo afronta esta labor teniendo en cuenta que muchas de las frases cervantinas pueden tener varios equivalentes, si me permite, stavansianos, en spanglish? La traducción ha sido una tarea fascinante. No hace mucho terminé la primera parte. Tan pronto ponga a un lado ciertos compromisos, emprenderé la de la segunda parte. Las disyuntivas a que me enfrento me obligan a estar al día en relación al spanglish utilizado en el resto del país. Todo traductor es también un creador. Siguiéndole a usted la corriente, yo definiría el “stavansismo”, dentro ndel arte de la traducción, como la reconciliación de opuestos verbales en un justo medio afincado en una realidad lingüística concreta. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén. Ave-María Ave-María. God te salve, Mary, full of gracia. El Señor is contigo, blessed estás tú between todas las mujeres, and blessed es el fruto de your wom, Jesus. Holy Mary, madre of God, ¿Cómo ve el futuro del spanglish y por ende de su literatura, no sólo en EEUU sino en Hispanoamérica y España? El futuro del spanglish ya llegó. Seguirá diversificándose mientras los latinos sigan en la misma encrucijada cultural, forjando una identidad mestiza nueva. Llegará el momento en que una novela en spanglish deberá ser traducida al castellano para ser entendida en Madrid. pray for nosotros, sineadores, now y en la hora of nuestra death. Let it sea. Amén. Hail Mary. Hail Mary, full of grace. The Lord is with thee. Blessed art thou amongst women and blessed is the fruit of thy womb, Jesus. Holy Mary, Mother of God, pray for us sinners, now and at the hour of our death. paralelosur 64 ] DOSSIER Oraciones transladadas al spanglish por Ilán Stavans POESÍA [ Ana Castillo Ana Castillo ] POESÍA MAMÁ GRANDE Ana Castillo La Madre Originaria, Madre Desde Antes De Que El Tiempo Comenzara, La Abuela Primordial La vieja había vivido en la parte trasera de la casa de su hijo mayor—el Jefe, en dos cuartos de tablas, Poco más que una choza, pero nítida y aseada, con piso empedrado. Afuera estaban el excusado y la ducha helada. Habían dos gallos hermanos y un gallinero repleto para picarte los pies. Eso era lo mejor que el Jefe podía darle durante los últimos años a su madre. Ella tenía—¿qué—noventa Cuando murió? Bisabuela, con cabellera de seda hilada color de perla Y todos los días se ponía un delantal, señal de ser devota a sus propios quehaceres. La bisnieta advirtió todo esto desde sus primeras visitas familiares, estadías de una noche, verdaderamente, Entre cosechas. Una especie de vacaciones más bien dicho, en un lugar donde una ducha privada y un retrete Sin moscas eran lujos, a pesar del eterno silencio y el calor sofocante de las tardes caniculares. Como si estuviéramos en Pluto— ya sea planeta enorme de gas o luna en fuga— pesadas Horas alargadas en agujeros negros interrumpidas tan sólo por las entregas cotidianas Del repartidor de hielo, el vendedor de tortillas, el vendedor de frutas, La mujer que hacía permanentes en casa, el correo, de vez en cuando: anuncios para una revista de estrellas de cine, Un club que vende discos, las cuentas eléctricas, noticias de un pariente lejano. Ella se puso a grabar cada detalle como para una litografía, una detective trazando un mapa para el futuro. Ella comenzó con las manos delicadas de Mamá Grande, cual orquídeas estrujadas, pálidas y con manchas color café. Después siguieron las enaguas (todavía guardadas en un baúl) que Mamá Grande había hecho de retazos rosados de algodón Y con el borde bordado en croché para la bisnieta, el verano cuando ella cumplió diez. (¿O fue cuando cumplió doce? No— a los once había comenzado a sangrar. Después de esto, la pusieron a coser. Ya no jugaba con los demás niños. Y su madre—su madre tan real— Color de Siena Tostada antes de agregar el óleo, Ocre Oscuro y un azul de matiz misterioso, la mantuvo encerrada, Para aplanar masa, cocer frijoles, aprender a preparar el arroz y a planchar camisas correctamente). Mamá Grande, también, tenía una memoria férrea de todo lo sucedido en su juventud, En un radio de cien millas, más o menos, de dónde había vivido toda su vida. Ella se especializaba en recordar la Revolución, El famoso viaje por ferrocarril con Pancho Villa a Torreón. (Que fue el momento culminante de los oprimidos “Obligada a acostarme con cualquier puerco que me declarara suya. ¡Qué asco! Yo no. Que nacieron antes de mil novecientos diez, sin diferenciar si habían estado presentes o no). Una vez Mamá Grande haló a “Cuando los Federales llegaron y saquearon nuestra casa me escondí Su bisnieta hacia un lado de un tirón y con esa falta de ternura reservada para que los pre-adolescentes se porten como gente civilizada. “Arriba de un árbol. Así lo hice. Durante la noche huí. La sentó en el piso entre sus rodillas, y empezó a buscarle piojos, un rito que a menudo iba acompañado “Viví en el desierto y me alimenté de gusanos y de cacto de todos tipos y variedades. De advertencias y quejas y lo que entonces eran consejos incomprensibles. “Seguí los zopilotes que volaban en círculos (acaso ellos me seguían a mí— ¡yo que estaba en los huesos!) Cipactli gritó desde las galaxias. La Monstruo de la Tierra cuyos ojos creaban manantiales “Y cuando habían terminado con su carroña me guiaban adonde había agua para tomar. Y su boca, ríos y cavernas, su nariz, los valles, y su cabellera, los árboles y las espigadas hierbas. “Un día llegué a un pueblo donde una niña me dijo: ‘Eres bonita, güeno, no estás tan mal que se diga’. Mamá Grande era grandiosa, es cierto. Aunque la niña aun no podía decir por qué. “Me gané la vida en una cantina después de eso. Bailamos con los Federales, los Carrancistas, los Villistas, los Colorados. Ella sólo sabía quedarse callada y no dejar que nada pasara desapercibido, ni una palabra dicha en voz baja, “Bailamos con los Zapatistas, Ay, ¿sabes, hija? No importaba. Un regaño inmerecido, la costumbre más insignificante. Era su instinto formándose, quizás. “Los hombres eran hombres aun en aquellos tiempos. Bailamos, bebimos y, sí, “No creas, muchacha”, comenzó la Monstruo de la Tierra, “que yo alguna vez fui de esas mujeres que seguía a aquellos que se decían soldados “Nos quedamos con su dinero. Todo daba igual. Y de papel, que por lo general no valía nada. “Como una mula con un metate de piedra a cuestas para moler el maíz de sus comidas, “Cuando la Revolución terminó, llegó la hora de regresar a casa, cada uno por su rumbo. “Mi familia nunca supo. Ellos pensaban que había sido secuestrada. Pero mi padre estaba muy enojado 67 paralelosur POESÍA [ Ana Castillo “Y muy amargado por nuestras pérdidas. Éramos los peces gordos de nuestra región. Éramos blancos y poseíamos todo la alcurnia “Que uno podía desear. Él hubiera ofrecido una recompensa por su mejor potro, pero no por mí. una mujer necesitaba la protección de un hombre— “Para salvarla de los otros hombres. Si mi padre me hubiera dejado tan sólo un pedacito de tierra, un cachito Que viste una combinación rosada debajo la cual posan pezones como pasas visibles solos a indiscretas miradas fijas. “Yo hubiera podido regresar. Yo hubiera sembrado maíz, unos frijoles. Yo habría alimentado a mis hijos. “Está bien—si compartes propiedad con un hombre, si compras un solar, los materiales para una casa, la construyen juntos. “‘La leche se echa a perder con una noche afuera’, declaró mi padre. No importaba de quien fuera la culpa. “Los hombres son inútiles. En ellos no hay sorpresas. Después de conocer unos cuantos uno puede discernir un patrón. “Solamente conoce la ley y te percates de lo que es tuyo. Sabe lo que vales.” “No importaba lo que había pasado, no tan sólo a una niña sino a un país entero. “Sí, algún día oirás a las mujeres decir que todos los hombres son iguales. Eso es porque lo son. Entonces, sin haber consultado, dado una seña, pedido el permiso del padre, “‘¿Qué?’ le dije, un día harta con él. ‘¿Crees que nadie me querrá?’ “Pero mi padre no me aceptaba, dijo que era una ingrata. Mi madre no tuvo nada que decir sobre el asunto. O haberse preguntado si la niña hubiese estado de acuerdo, Mamá Grande le cortó la trenza con sus tijeras de coser. “‘Adiós,’ le dije, ‘para siempre’, y salí por la puerta para juntarme con el indio que “Y aunque todos peleamos en la revolución para tener una parcela, para sembrar un poco de comida, Con un agudo zas, irrecuperable y sin manera de retractarse, cercenada como si nada. “Marcaba con hierros candentes a nuestro animales. Mi padre nos corrió. Me llamó puta. “Tan sólo para que nos alcanzara. Lo que realmente estaban diciendo es que sería para que algunos hombres “Aquí tienes”, dijo Mamá Grande, entregándole la tronchada cabellera, “Algún día necesitarás unos pesos. “Ese indio sería mi esposo por los próximos cuarenta y cuatro años. Él era “Fueran los dueños, tomaran las decisiones, mandaran sobre las mujeres y los niños y los burros y los azotados bueyes. Y, claro está, otros hombres también”. “Puedes vender esto. Al fin de cuentas, siempre serás el amparo en que más puedes depender”. “‘Comme ci comme ça. Eso es Francés’ ella dijo, dándole un coscorrón a la niña cuando levantó los ojos. “Como esposo fue un poco cruel, particularmente cuando se emborrachaba con pulque. Eso era lo que los patrones daban “Como pago por su trabajo. Una revolución que se peleó por pulque y todo lo demás, igual. “¿Pero qué podía hacer uno? En mis tiempos paralelosur 68 A veces estas historias son compartidas en las cocinas o contadas bajo los portales a la luz de las estrellas. Otras veces una mujer habla mientras peina a su bisnieta, Meticulosamente, parejo, despacio. “Está bien”, Mamá Grande dijo en esa ocasión mientras entrelazaba una cinta color rojo vivo Con la soga colgante de cabello virgin, un mecate que desciende por la espalda de una niña 69 paralelosur POESÍA [ Tino Villanueva Tino Villanueva IX. ASI DIJO EL SEÑOR NUESTROS ABUELOS Tino Villanueva Tino Villanueva Al principio nadie dijo nada. Sería primavera del 56 —recuerdo aquel bochorno pegajoso y maloliente del salón pacificado— y tal enunciación venía del Director de secundaria, señor de voz indiferente a nuestras vidas. Hoy me declaro saludable; respiro bien para dentro y para fuera en ritmos esdrújulos y graves, sobresdrújulos y agudos, porque el arte bien labrado es también sabiduría: Y como nos llamaban latinoamericanos en aquel entonces, pusimos atención: ”Boys and girls... ”, resonó el altavoz por los salones. ”Chicos, he venido escuchando demasiado español últimamente. Les recuerdo que vivimos en los Estados Unidos; por lo tanto, hablen en americano en estos recintos”. Así dijo el señor con ese tono altivo que tenía, como diciéndonos que el español nos perjudicaba. Juventud, divino tesoro… Mas no me lo tragué del todo, como el agua no se traga el aceite y sigue viviendo. Hacía calor y bajo el orden azul del cielo, crucé el umbral de mis dos mundos: ”El que sabe dos lenguas vale por dos”, decía el abuelo en casa. Nada es eterno y salí de allí como pude un día, de aquel salón y de muchos más, y me dediqué a lo que nace de los libros, quizá porque allí se abrían otros horizontes — la paz y el compás de lo que vive entre las páginas. paralelosur 70 Who are the plaintiffs? It is the conquered who are humbled before the conqueror asking for his protection, while enjoying what little their misfortune has left them ... They do not understand the prevalent language of their native soil. They are strangers in their own land. * * Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, y un huerto claro donde madura el limonero... ] POESÍA CHICANO DROPOUT Tino Villanueva Nuestros abuelos in their private suffering toiled between the four winds of heaven & the fifth sun. * Jesús. Verde que te quiero verde. * In another world lo bautizaron Jesseera el más chuco de todos. voy por tu cuerpo como por el mundo, tu vientre es una plaza soleada... But no one, nadie (ni el más sabelotodo) supo de su historia: He doesn’t bother participating in my history class. Andar, desandar. Nada es eterno. Le he dado la vuelta al mundo y de pronto en el camino me he encontrado con esta memoria todavía. En la clara actualidad: lo marginado se ha movido más al centro; lo de afuera se transforma en lo de adentro. Y si antes no supe dar un contracanto, ahora conmigo traigo esta asamblea de palabras a favor de esta república donde se habla en español. He can’t seem to verbalize in our speech class, you know. Sus espaldas carried ties for iron-horse companies; sus coyunturas genuflected for other similar go-West-young-man enterprises. Sus manos se hincharon de años y de callos y por eso sus cuerpos, cansadas cicatrices, han llegado hasta la humilde tumba. Tino, just what’s wrong with these Latin Americans? So Jesse, cuando era junior, was pushed out into dirt-brown streets of his zip-coded barrio. * The Honorable Don Pablo de la Guerra, April 26, 1856, in opposition to the He left quietly, but on his desk he left carved his name: CHUY ”law to settle land titles in California,” approved by the legislature in 1856; from El Grito, Vol. 5, No. 1 (fall 1971). 71 paralelosur POESÍA [ Gustavo Pérez Firmat Lemis A CUALQUIERA SE LE MUERE UN TÍO (in memoriam Pedro Firmat) ¿ADIOS O ADIÓS? Gustavo Pérez Firmat Lemis Pero este tío mío no era un tío cualquiera. Era mi tío un tío especial. Era un tío vivo y ahora ya no lo es. Era un tío padre, como deben ser los tíos, y ya no lo es. Era un tío a quien quise sin reserva. Era un tío que, tal vez, me quiso. Huérfano de padre: peor, huérfano de tío. Sin tino, sin tío. No me fío de una vida sin ti, mi tío. Qué lío éste el del exilio, porque nunca será un exlío. Como mi tío es ahora un ex-tío. Existió mi tío y ya no existe mi tío y sólo me queda el desafío de quererlo más en su ausencia. Esto no tiene remedio, ni siquiera alivio. Me extravío. No me soy porque no es. No me estoy porque no está. Me falto porque me falta. Me duelo porque me duele. No habito su ausencia. Habito mi ausencia en él. Si dejara de extrañarlo, me extrañaría. Si empiezo a desconocerlo, él no me reconocería. Estoy vacío. De todos mis tantos tíos, era mi tío el más hablador, el más inefable. Parco de muchas palabras, callaba hasta por los codos. Tomaba Chivas y chivaba. Acariciaba a golpes y no se guardaba. Gandío, escondía tablillas de chocolate en los bolsillos. Siempre fue Pedro por su casa y por la nuestra. Enloqueció sin decir ni pío. Se jugó todo lo que tenía. Murió en Nochebuena, solo—jodío— y exigió entierro sin velorio, misa o gentío. Quería borrarse, ansiaba el olvido. Pero yo me acuerdo. Y no te borro, tío. ] POESÍA Anoche aprendí que un adiós lleva acento. Tanto a p r e n d e r, t a n t o a p r e n d e r, y todavía no he aprendido nada. Lo más básico, una despedida, y yo incapaz de ponerle un esfuerzo. ¿Qué un adiós lleva acento? BILINGUAL BLUES Gustavo Pérez Firmat Y si yo, dueño del poseer marcador, otorgador de lo ortográfico, no le coloco lo supuestamente necesario, ¿he escrito yo un adiós? Soy un ajiaco de contradicciones. I have mixed feelings about everything. Name your tema, I’ll hedge. Name your cerca, I’ll straddle like a cubano. WHAT HURTS I have mixed feelings about everything. Soy un ajiaco de contradicciones. Vexed, hexed, complexed, hyphenated, oxygenated, illegally alienated, psycho soy, cantando voy: You say tomato, I say tu madre; You say potato I say Pototo. Let’s call the hole un hueco, the thing a cosa, and if the cosa goes into the hueco, consider yourself en casa, consider yourself part of the family. (Cuban-American me: I singo therefore I am, sí.) Soy un ajiaco de contradicciones, un puré de impurezas, a little square from Rubik’s Cuba que nadie nunca acoplará. (Cha-cha-chá.) paralelosur 72 Será una cosa parecida a un adiós. Será un adiós, Sin terminación. Gustavo Pérez Firmat We are called broken because we do not humor the age, mask our distemper, dress our disdain in vests and valentines. We are called broken because we do not settle, we always seethe, we roil, we wrack, we wreck ourselves and our wives and our children, ourselves and our friends and their children, ourselves and our wives and their friends. Adios. Así lo escribo yo, y allá tú, si entiendes lo que te escribo, cuando te escribo Adios. Truths and troubles we tell them, hurts and hatreds we tell them, how it all began and how it will end, who did what to whom and for what reason. Who’s to blame and what the punishment should be. We spare them nothing. We tell todo, then go on to more. We break them with our brokenness until they are broken too. 73 paralelosur POESÍA [ Raquel Delgado Raquel Delgado MIEDO A MORIR EN EL OLVIDO DESEARÍA PERDER EL JUICIO Raquel Delgado Raquel Delgado ] POESÍA ¡¡Maldita seas!! De otro modo, habrías muerto. Caminas con aires de grandeza Y sabes que eres otra cosa, Te crees el centro del mundo Pero no es así. Con el tiempo Se rindieron a tus pies, Y ahora temes que contaminen Tu pureza ya corrompida. Crees que eres indispensable Pero no siempre eres necesaria, Crees que serás eterna Que tu gloria es inmortal. Temes perder el amor De quienes un día fueron tus hijos, Temes que pierdan U olviden sus raíces. Eres vulnerable, aunque infinita Te mueres, No eres consciente de ello Pero te estás muriendo. Sabes que has cambiado Que no eres la misma. Si escuchas las necesidades De tu pueblo, Puede que llegues a entender Quién domina a quién. Fue necesario madurar, evolucionar Tomar conciencia, De las necesidades De tu pueblo, sin embargo Eres importante, Pero no imprescindible. Sientes como Poco a poco desaparece, Esa fluidez de movimiento Que solía caracterizarte. Otras, Tan grandes como tú También lo creyeron. Sin embargo, Se perdieron en el olvido Y murieron dejando tras de sí Tan solo su recuerdo. Sabes Que no eres mejor Y, sin embargo, Miras con descaro A la pobre Malinche, Porque imita tus pasos Copiando tus andares. Te creces ante ella Y olvidas que tú también fuiste joven, Y que una vez copiaste los andares De bellas musas legendarias Que murieron con tu llegada. Tú, joven y altiva Rebosante de vida y futuro, Como reina de Castilla fuiste idolatrada. Fuiste el símbolo de una nación Y con orgullo te impusiste Allí donde otras reinaban. paralelosur 74 Sabes, A veces te odio Porque contigo no puedo expresar Lo que reside en mi corazón. Tal vez, Eres única, Parece que lo has olvidado. Y no comprendes lo que, La falta de identidad supone Para los Nadies de la frontera. Aquellos que no somos Ni de aquí ni de allá, Y que gracias a tu intolerancia, A tu miedo y rechazo. Pero si es necesario Renunciaré a ti Para adoptar una nueva madre Que ilumine mi camino. Eres rica, Pero el pueblo se muere de hambre. Posiblemente jamás Consigamos hallar Nuestro hogar. Crees que tus normas están Por encima de todo, Y no te das cuenta De que nadie las cumple ya. No hay motivo alguno Para que te sientas amenazada. Cierra los ojos Y abre bien los oídos Mírate al espejo Para ver quién eres realmente. Posiblemente, Encuentres la respuesta En este niño Desearía perder el juicio inseguro que me ata de pies y manos. Desearía dejarme arrastrar por la brillante locura que bendijo a Don Alonso Quijano, y correr desnuda entre la multitud pasiva. Desearía poder morir gritando y riendo a la vez, y volar más allá de los “beyond”. He colgado mis pieles flácidas en el armario. Quiero vestirme sólo con los cuerpos, ya inertes, de los absurdos que nacieron y murieron en mí. Quiero que la luz difumine mi rostro pálido. Quiero desaparecer en medio de la nada que me rodea, y ser borrada de la historia con el olvido. Deja ese estúpido orgullo atrás Y, sobre todo, Haz ver a todos aquellos Que te llevan en un altar, Que aquella época que tanto vanaglorian Pasó de largo Que todavía No ha decidido, Si dirá SÍ O si dirá YES. Y aunque siempre hablan de ti Como la que fuiste, Deberían reconocer que has cambiado, Has evolucionado. 75 paralelosur POESÍA [ Eduardo Moga Eduardo Moga ] POESÍA SOLILOQUIO PARA DOS [ fragmento ] Eduardo Moga DIME, ALMA, qué cincel has empleado para que sea yo tu forma, qué sombra subyace en mi sombra, o qué memoria soy, qué invertebrada conciencia. ¿Has moldeado el aire? ¿Asientes a mis volúmenes, a mis ojos? Acaso sea hijo de tu luz, y acaso ese resplandor aterido me rescate de lo inconcebible y me alimente de lo mortal: tu fiebre me unce al ser. ¿Qué extraña potencia, alma, constituyen mis manos? ¿Son las tuyas? ¿Tienes tú manos? ¿Ven? Dime, oh, alma, si es tuyo este silencio o si son los engranajes de mi cuerpo; dime si dictas tú mi sangre o es mi sangre la que te articula; dime si eres mortal o sólo sucumbes al azar. ¿Existes, alma? ¿Existo yo, o soy un arañazo de la nada? Te hablo, y no sé a quién. ¿Por qué es tu transparencia mi opacidad? ¿Por qué desconozco tu idioma, si en mí converge cuanto hay, y me iluminan soles dispares, y recae en mi piel el peso de lo que se aleja? ¿Por qué no te veo, alma, si advierto las hondonadas celestes, los remolinos de la fragilidad? Me oigo anochecer, y morir, y construirme; te niego, alma: niego tu azul y tus guadañas; niego tus células, en las que cunde lo incomprensible. Y oigo tu levedad, que me atenaza; y aquilato tu soplo homicida, el fluir de tu ausencia por mis capilares y mi ropa. ¿Eres, alma? ¿Determinas mi latitud y mi penumbra? ¿Coses mis latidos? ¿Me acunas? ¿Por qué no recalas en mis signos, y fotografías mis miedos, y me ratificas en tu hoguera sin causa, ajena al tacto, despojada de tildes, pero que siento en el fondo de mi nombre, derramada, derramándose? ¿Por qué no lloras? ¿Qué mar es el tuyo, alma? ¿Te poseo o soy yo tu objeto? ¿Qué abstracciones, pájaros, estragos son tu carne, o la mía? […] Fragmento inicial de Soliloquio para dos, recientemente publicado en La Garúa. paralelosur 76 77 paralelosur POESÍA [ Carlos Vitale Carlos Vitale ] POESÍA EL ESTADO DE LA CUESTIÓN y otros poemas Carlos Vitale JORNADA OTRA VUELTA DE TUERCA Tú, de pie, desnuda en la penumbra. Tu espalda es el arco del conocimiento. Desde la cama, observo y espero. Cuando te vuelvas me dirás quién soy. Sin otra luz que mi deseo. Y nada más que sed y vasos rotos. NEUCHÂTEL EL ESTADO DE LA CUESTIÓN No te fíes de la alianza del lago. Has parado la noche, pero me has negado el día. LIMOGES RISAS DE COCODRILO No te engañes. El de la foto tan sonriente ya era infeliz (tú lo sabes, bien que lo sabes). Contémplalo ahí detrás, público o comparsa, borroso incluso en primer plano. Las ramas arañan el río con dedos atónitos. SOBRE UNA ESCULTURA DE FINA OLIVER De tallos de metal florecen alas. Sonríe aunque esté muerto. Si le pides que se adelante no da sombra. ÍTACA Y si he llegado, ¿qué haré de mí? Convéncete: sólo la sombra no da sombra. paralelosur 78 79 paralelosur ENTREVISTA [ Enrique Vila-Matas . Fernando Clemot Enrique Vila-Matas . Fernando Clemot ] ENTREVISTA Sostiene Pasavento Enrique Vila-Matas Enrtevistado por Fernando Clemot La última década ha consagrado a Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948) como una de las figuras indiscutibles de la literatura europea. Esta circunstancia no es más que la culminación de una sólida trayectoria literaria que inicia en 1977 con la publicación de La asesina ilustrada y que continuó con obras tan notables como Historia abreviada de la literatura portátil (1985), Lejos de Veracruz (1995), El viaje vertical (1999), Bartleby y compañía (2000) o El mal de Montano (2002). Según afirma el autor su última novela, Doctor Pasavento, representa el cierre del exitoso eje formado por sus héroes Bartleby-Montano-Pasavento. Pudimos hablar sobre esta última obra, Walser y Pasavento, Nápoles y París, la huida, Enrique Vila-Matas no obsequia nuevamente con un maravilloso viaje a las fronteras de la soledad y la locura. ¿Cómo nace Doctor Pasavento? No parece surgir de una anécdota... Me puse a escribir Doctor Pasavento porque quería comentar, a través de una narración, la historia de la aparición y posterior desaparición del sujeto en Occidente; quería comentar la historia de la subjetividad desde Montaigne a Blanchot. Postula en Doctor Pasavento que sólo se pueden observar las señales más ocultas desde el alejamiento, viviendo “en las costuras del mundanal ruido” ¿Es la mejor forma de reflexionar sobre la sociedad el alejamiento de ella? Comprendo que para un joven que lea todo eso de “vivir en las costuras del mundanal ruido” tienen que resultar desconcertantes las inclinaciones del doctor Pasavento, pues lo lógico es que, si es activo y con ambiciones, ese joven desee meterse de lleno en el mundo, entrar en el combate de la vida. Yo no quiero frustrar antes de tiempo a nadie, de modo que vamos a dejarlo de la siguiente forma: se trata sólo de las tendencias a apartarse del mundo de un personaje de ficción; un doctor que tiene, además, varias personalidades; una de las cuales, por cierto, le lleva siempre a lo contrario de querer desaparecer. En cuanto al autor de ese personaje (es decir yo mismo), comparte con Pasavento alguna de esas inclinaciones, pero no a tiempo completo, del mismo modo que uno puede creer en Dios y al mismo tiempo no creer en él. A mí me gusta mucho estar y no paralelosur 80 estar, del mismo modo que hay cosas que no han sucedido nunca y tal vez nunca sucedan, nunca existan, y sin embargo están ahí puesto que hablamos de ellas. forma me resultarían más difíciles de encajar en mis textos. Pero que conste que si algo no soporto es a los locos que están locos de verdad; suelen ser unos imbéciles notables. Usted ha afirmado que admira de Walser su repugnancia por el poder, su renuncia al éxito... ¿De veras estropea tanto la fama? Lo que me interesaba en esa repugnancia por el poder era señalar a un tipo de escritor (Kafka era otro) que tenía muy claro que, cuanto más alejado del poder se encontrara, mejor sería la vida para él. Doctor Pasavento es posiblemente la más extensa y densa de sus novelas, ¿supone el cierre definitivo de un ciclo? Es más que probable. Pero también hay que saber que nada en este mundo queda cerrado del todo. De modo que no sería de extrañar que, tras una excursión por otros parajes, un día regresara a mi paisaje Bartleby-MontanoPasavento. Resulta curioso que uno de los ejes de la novela sea la figura de Robert Walser, un autor no demasiado familiar en el ámbito hispano ¿Por qué Walser? ¿Qué relación le une a este autor? ¡En el ámbito hispano! El mundo es mucho más grande que el ámbito ese. Me han reprochado en Sevilla, por ejemplo, en un programa de televisión, que hable de Walser al que nadie conoce en Andalucía. Pero Walser es fundamental para cierta comprensión de Kafka, que fue el escritor más importante del siglo XX. Walser es suizo, tampoco es que sea un extraterrestre. Y bueno, yo he dado conferencias en Zurich y en Basilea y he hablado largo rato del sevillano Cernuda y nadie se ha escandalizado por algo así; al contrario, lo conocen a Cernuda en Suiza y, es más, sospechan que como mínimo era tan bueno como García Lorca... En cuanto a todo lo que me une con Walser procede del deslumbramiento que me produjo, hace ya una friolera de años, la lectura de su impresionante libro Jakob von Gunten... No es que me guste ser extranjero, es que lo soy: ya he dicho muchas veces que me gusta –como posición metafísica ante la vida- ser como Walter Benjamin en la frontera de Port-Bou en su último día: “No tener nada y ser extranjero siempre”. Y, por otra parte, ¿por qué tendría que leer a la española Lucía Echevarria pudiendo leer a Fleur Jaeggy, Virginia Wolf o Simone Weil, muy superiores francamente? La locura es una de las temáticas principales de esta novela ¿Está el mayor galardón del loco en su libertad? Les confieso que me encanta en la libertad en la escritura y, por eso –como Cervantes en El licenciado Vidriera– recurro a veces a ella para poder decir ciertas cosas que de otra A vueltas con el ciclo... Hay quien dice que empezó con Bartleby y compañía pero también con Historia abreviada de la literatura portátil o con Suicidios ejemplares... ¿Qué obras cree que lo engloban? Todas mis obras están, como es lógico, conectadas. Creo yo, vamos. Su editor, Jorge Herralde, calificó la novela como “una catedral de la metaliteratura” ¿echa en falta alguna pieza a esta obra o está satisfecho con el resultado? ¿Se despide definitivamente con ella de la metaliteratura? Se olvida en España que El Quijote no sólo es una industria de algunos catedráticos, sino la obra que funda la metaliteratura mundial. Despedirme de esa metaliteratura sería como despedirme de Cervantes y abrazar a Jacinto Benavente. Usted afirmó en cierta ocasión que “la novela del futuro será multirracial o no será nada”. ¿Qué rasgos definirían a esa novela del futuro? Si yo supiera cómo será la novela del futuro, la estaría ya escribiendo. Los sambenitos... Se dice de usted que es un escritor de escritores ¿Cómo rebatiría esta afirmación? Debe haber muchos escritores porque cada día aumenta más el número de mis lectores. ¿Podría darnos algún anticipo de sus próximos trabajos? Llevo dos proyectos al mismo tiempo, a cual más secreto. 81 paralelosur ENTREVISTA [ Fernando Arrabal . Iván Humanes Bespín Fernando Arrabal . Iván Humanes Bespín ] ENTREVISTA Fernando Arrabal Entrevistado por Iván Humanes Bespín Fernando Arrabal nació en Melilla en agosto de 1932. Bucear en su biografía es toparse con una cantidad pánica de obras, con novelas como Baal Babilonia, La torre herida por el rayo, La hija de King Kong, etc., con un centenar de libros ilustrados por Amat, Dalí, Magritte, Miotte, Saura, etc., con obras de teatro: Pic-Nic, La noche también es un sol, Las delicias de la carne, El arquitecto y el emperador de Asiria, Carta de amor, etc., el memorandum Houllebecq, cine: Viva la muerte, ¡Adiós Babilonia!, Iré como un caballo loco... y más. Fue premio nacional de ”superdotados” a los diez años y Nadal de novela cuarenta años después. A pesar de ser una de los escritores más controvertidos de su tiempo, ha recibido el aplauso internacional por su obra (Gran Premio de Teatro de la Academia Francesa, el Nabokov de novela, el Espasa de ensayo, el World’s Theater, etc.). Con Jodorowsky y Topor fundó en 1963 el Movimiento Pánico. Milan Kundera dijo de él: ”El universo de Arrabal es un mundo tan fantástico y loco que este mundo se transforma en relato de una forma que a nada se parece... Así consta una vez más: Arrabal no se asemeja a nadie y el grado de su desemejanza alcanza el límite de lo concebible. Sólo se asemeja a sí mismo...”. En su página: www.arrabal.org puede leerse el Segundo Manifiesto pánico. ¿A qué se debe su admirable fertilidad? Cartas, conferencias, obras de teatro, libros y más libros, definiciones, arrabalescos y jaculatorias, más partidas de ajedrez y Fischer…? Fertilidad… la de Calderón o Lope de Vega [quien confesó al morir que nunca le había gustado “La divina comedia”]. Muy lejos de ellos, le dire cuasi humildemente, que también he sido el actor protagonista de films como “Pièges” de Baratier (con Bulle Oggier y Bernadette Laffont), he dirigido siete películas, once de mis propias obras teatrales y dos óperas, he hecho collages, he pintado cuadros, dibujo por fax etc. Mis genes son los responsables de la profusión. Y mi circunstancia de la instalación artística. La vida va de derecha a iquierda del dolor a la nostalgia, del arte a su representación. paralelosur 82 ¿Qué es para usted el teatro? Es una fiesta de barbarie y refinamiento: como, las de mi infancia, en Ciudad Rodrigo: un acto solitario y marginal gracias al cual se puede leer la filosofía en su propio texto. ¿Los premios literarios benefician al escritor o al promotor del premio? Los premios gordos son nefastos: raros son los escritores que no han sucumbido a ellos. Los menos perjudicados se han pasado de cinco a diez años sin escribir. Los más dañados perecieron en fiestas y presentaciones sin emborronar una página hasta la muerte. Los premios literarios son una lotería en el tubo de la risa. Nunca se sabe a quién van a beneficiar. Esta incertidumbre felizmente no reina en España. Estan distribuidos con adelanto a dedo por financieros deslumbrantes y rancios personajes políticos. Suelen hacerlo en astracanadas divertidísimas. Las televisiones envian a sus mejores reporteros de las páginas del corazón. Los premios tienen una virtud: tranquilizan al comprador, como la etiqueta de una morcilla. Con la fecha hasta cuando hay que consumirlo. Los premios que reciben los lúcidos les causan aburrimiento. Valle Inclan terminó contando sábanas en su oficina romana. Y pensar que creyó que aquel nombramiento era un premio. Es posible (no lo aseguraría) que fuese Enrique VilaMatas el que dijera en una entrevista que el canon literario español está dictado por las mafias, ¿qué es eso del ”canon literario”? Hay que preguntárselo a los canónigos de la literatura. Desgraciadamente no creo que pertenezca esta élite hispana. Mientras la literatura del pais se embadurna con un optimismo revolucionario cretino; la ciencia del mundo de hoy es trascendentemente patafísica. Basta ya de literatos amaestrados. Ubú, tirano corrupto de Ninguna Parte… ¿Se ha encontrado con muchos tiranos a lo largo de su obra-vida? Incluso les he dirigido alguna que otra carta. Pero Ubú es una figura que pervive bajo toda clase de disfraces políticos. Desgraciadamente, algunos tiranos parece ser que tienen una pasta dentífrica que les hace la sonrisa más atractiva... Nada tienen que ver estos mamelucos con el ahogo vital de un Buda. ¿Qué tiene como prioritario el arte? El arte es lo que perdura cuando se han olvidado todas las recetas culturales. Lo que más necesita es la libertad y el genio, como nos lo muestra Cervantes. Pero los imbéciles de las charlotadas de hoy se divierten repartiendose cascabeles culturales en los ministerios y bibliotecas dela nación. ¿Qué es lo que más detesta en el mundo? El fanatismo. Todo lo que justifica el crimen y el abusar uno de su poder haciéndose el generoso a costa ajena. El progreso es la quimera de personas a las que desertó la inteligencia. No merecen ni la resurrección de los muertos. Los cien golpes, de Melissa Pinarello, La vida sexual de Catherine Millet, libros que rompen el superventas. ¿Hay que escribir con el sexo en la boca para sobrevivir en la literatura? No. Tampoco hace falta descifrar códigos secretos. Ni escribir con los pies como los egregios nacionales. El poeta sueña con parecerse a un gato salvaje. ¿Cómo superar un bloqueo literario? ¿Y el sexual? No sé lo que es el bloqueo literario hasta ahora… Pan me libre. En cuanto a lo demás, ¿se le ha ocurrido alguna vez preguntarle a Miss Viagra cómo hay que escribir una novela? Toda esa parodia sexual huele a cocina rancia: merece todos los premios que recibe en Barcelona y Madrid. Tríbada, Escuela de Mandarines… Creo que le ha producido una orgiástica impresión el escritor Miguel Espinosa ¿Es acaso el gran olvidado de la literatura española? ¿Qué le ha impresionado de Espinosa? Espinosa ha intentado abarcarlo todo en una novela con un juego filosófico de malabarista y autista. Para él el amor es aburrido y decepcionante por eso no cesa de dar vueltas en torno a él. Las matemáticas y la teoría de motivos, ¿ha descubierto el motivo de la literatura? Cuando se haya descubierto el motivo de las decisiones divinas, o del clima quizá se arroje alguna luz sobre el motivo de la literatura. El tiempo matematico como el poetico es un círculo sin fin: es capaz de dar vueltas sobre si mismo. Hay escritores reacios a asomarse a las aguas de internet, en usted no es así. Su página web actualizada permanentemente, publicaciones en medios digitales… ¿Qué nos da internet y qué nos quita? Es como los albergues españoles en la época de Cervantes: ni quitan ni ponen. En internet encontramos nuestra propia contribución. No es algo mágico. Es la suma de todo lo que cada uno ha querido decir. Como son incapaces de concebir modificaciones todo les fuutra de verdaderos acontecimientos. ¿Quiere darnos dos consejos y medio para el escritor principiante? Uno solo: tú que entras aquí, pierde toda esperanza: tienes que acostumbrarte a la calumnia y a la envidia. Si eres un verdadero escritor ¡ sigue adelante! .Y no olvides que también Eros esta conectado misteriosamente con la muerte. 83 paralelosur CRÍTICA [ Julieta Yelin Alejandro Tellería Gestual de Mireia Vidal-Conte La hora azul de Alonso Cueto. Barcelona, Pagès Editors, 2005. Reseña de Julieta Yelin Barcelona, Anagrama, 2005. Reseña de Alejandro Tellería Los gestos son patrimonio inalienable de la oralidad; si hay algo de lo que carece fatalmente la escritura es de ese otro decir de las manos, de los ojos, del ritmo de la respiración, de las tonalidades de la voz. A la palabra literaria el mundo de las modulaciones y los ademanes le está vedado por completo, y es que la gestualidad sólo significa frente a la mirada del otro -se escribe solo, se lee solo, más allá de las condiciones concretas de escritura y de lectura, siempre está uno solo ante el texto. Los gestos provocan un espesamiento y una patentización del lenguaje, pero también pueden ser pensados como un ejercicio del pudor: con gestos arropamos las palabras para mostrárselas a los otros; la palabra escrita, en cambio, anda siempre desnuda. Gestual, primer poemario de Mireia Vidal-Conte, tematiza esa desnudez inventando una gestualidad de la soledad, una gestualidad íntima, inaccesible y perdida de antemano por la mirada ausente. Eso que hago y pienso cuando estoy sola, pareciera decir la voz poética, eso es lo que deseo reconstruir para los otros, que casi siempre es otro, un tú que sostiene omnipresente todo el libro. Es el testigo, el medio para que exista lo inconfesable. Este juego, que consiste en mostrar un ocultamiento, en hacer ver lo invisible, recorre cada gesto, cada poema. Gestual es un poemario de la intimidad que, como no es ingenuo ni pretende reproducir el mito de la identidad secreta ni el del solipsismo, pone al tú en el corazón de cada poema: Tú, te, tuyo, tuya, de ti, y los verbos conjugados en segunda persona, a menudo orientados hacia la voz poética, los me miras, me dices, me ofreces, me apartas, y los no me llames, no me inventes, no me lleves, no me nombres. Tú en el centro de yo, tú que hace visible yo, que ocupa el lugar de yo, que desdobla el yo, que es voz y oído al mismo tiempo. Tú como única coartada del yo, como única posibilidad de encuentro con lo íntimo, pues pareciera no haber más intimidad que la compartida, que la que se hace perceptible en el encuentro con otra. La voz que pronuncia ¿me oyes? dice también ¿me oigo?, y ese es quizás el efecto poético más importante de Gestual, su capacidad de mostrar y dejar oír con delicadeza y lirismo los ecos, los desdoblamientos que crean imágenes poderosas, como la puesta en abismo del mirarse a los propios ojos: Passant per sobre de tots els meus cadàvers / apareixo jo mirant-me / en l’última cara que puc posar. (Pasando por encima de todos mis cadáveres / aparezco yo mirándome / En la última cara que puedo poner). Y, como último abismo, el gesto de escribir. Irrecuperable, sepultado por el peso de la letra, afirma y sostiene toda obra poética. ¿Cómo escribe Mireia? Yo diría: erguida y con mano firme, inclinándose de vez en cuando sobre el poema o sobre el espejo para medir las distancias, para asombrarse y asombrar con el hallazgo de algún indicio de sí misma. Así, asomada al misterio de lo que su gesto hace nacer, termina el libro: dueS veus esperO Hi ha un segon diàleg interior mentre parlo amb tu. De sota la meva roba surten eflivis i rastres que tu no saps. que tu no esperes ni en les meves costures. Et dic que, Parlan-te, parlo doble. diametralmente opuesto al del peruano del interior. Salvo contadas excepciones, el conflicto literario de estos dos mundos ha servido históricamente para poco más que aligerar una lectura, a través de segundos planos que aumentasen la simpatía o el odio a un personaje central, o creando un malvado pudiente y blanco que refriega en la cara la miseria del sufriente cholo a quien nada le sale bien. Cueto sienta sus reales en ese miedo y ahonda en la problemática de Miriam, que no es otra que la de la sangre derramada por las víctimas anónimas del terrorismo y los soldados que lo combatieron. Y va más allá aún, cuando hace interactuar y coincidir a estos dos universos; de manera brutal e injusta quizá, pero proponiendo la posibilidad de que dos seres nacidos en realidades distintas lleguen a unirse. La portada de la edición de Anagrama lleva la fotografía en blanco y negro de una mujer, de rasgos genuinamente sudamericanos, que enlaza perfectamente con el personaje de Miriam y que, como es poco frecuente, contribuye a la fascinación en que se puede convertir la lectura de un libro sangrante, inspirado, imprescindible. Tot i que si preguntes al no-res del taronger trobes –perquè vols- Mentre legeixes aquets versos -em sents?- paralelosur 84 La última novela del peruano Alonso Cueto ganó el Premio Herralde; muy bien escrita, la mejor de toda su obra, influjo chandleriano, giro con respecto a su obra anterior, carveriano para llamarlo de alguna forma. Todo lo que precede se estanca en la fórmula inevitable que pergeña reseñas habituales de libros habituales y que no aplica a éste. La hora azul muestra el violento pasado terrorista marcado por Sendero Luminoso en el Perú a finales del siglo pasado, y desde allí presenta el entorno sosegado del exitoso abogado Adrián Ormache, la dura historia de la enigmática Miriam y la de Ormache padre, un alto oficial de la armada que sirvió en aquel Vietnam real-pero-no-muy-maravilloso que se montó en las alturas peruanas de Ayacucho. He aquí un acierto histórico de este ”cuento de hadas al revés”, como lo ha definido él mismo refiriéndose al camino inverso de Adrián desde el bienestar al dolor, y ”cuento de hadas en doble dirección” como lo vemos nosotros sumando a esto el recorrido de Miriam del infierno a la beatitud: describir milimétricamente una historia secreta a voces, algo a lo que los peruanos están menos habituados de lo que son capaces de admitir en sinceridad. Como en muchos países del tercer mundo, el peruano de Lima vive en un mundo ] CRÍTICA fruits meus 85 paralelosur CRÍTICA [ Alberto Caturla Viladot Retorno 201 de Guillermo Arriaga. Madrid, Páginas de espuma, 2005. Reseña de Alberto Caturla Viladot. Guillermo Arriaga, más conocido como guionista -Amores Perros o 21 gramos- que como escritor (aunque cuente con tres novelas en su haber), publica en España un libro de relatos escritos, en su mayoría, hace veinte años. Retorno 201 es, tal y como figura en el epígrafe de la obra, el nombre de una calle «ubicada en una colonia al sur de la ciudad de México» y a su vez el espacio imaginario por el que deambulan los personajes de estas historias. Algunos de ellos transitan por más de un relato –de entre todos especialmente destaca la figura del doctor Río- dibujando las líneas maestras del mundo de la colonia marcado por la violencia, el abuso y el abandono. Cuentos como “195” (el cual empieza: «Rómulo retira su pene exhausto del surco pegajoso de la mujer y envuelve su cuerpo con las sábanas raídas»), el “Invicto” o “Una cuestión de honor” nos han recordado a otro Guillermo, cuentista y chilango también, en su exploración de cierto realismo sucio asociados a los modelos de conducta de la calle del D.F., aunque Arriaga no llegue -o busquela contundencia expresiva de Fadanelli. La propuesta más interesante del libro consiste en el ensayo que el autor lleva a cabo con el discurso narrativo fragmentario, dentro del relato breve. El volumen puede leerse como un despliegue de las diversas posibilidades de contar una historia utilizando diferentes estrategias que pauten el discurso. Nos podemos fijar, por ejemplo, en los diferentes recursos que emplea para introducir cada uno de los fragmentos. En la “Viuda Díaz”, historia de un amor no correspondido, Arriaga opta por un relato lineal de los acontecimientos encabezando cada una de las etapas de esa relación, con un número romano. En cambio, en “195” utiliza la numeración arábiga (hasta el 31) en lo que puede interpretarse como una alusión a la cuenta atrás del conflictivo embarazo que se nos explica. En el “Invicto” se opta por titular alternativamente cada fragmento con los apodos de uno de los protagonistas (el Vikingo y el Rat), en lo que resulta una interesante aproximación al universo de la calle donde la lucha por la identidad se cifra en el apodo que el grupo le otorga –el nombre hace al hombre- . O bien, en la estremecedora historia “Lyli” observamos cómo los breves fragmentos se suceden simplemente separados por un doble espacio, variando de uno a otro el punto de vista y la voz narrativa. La pregunta inmediata que puede surgir al lector es en qué medida cada historia solicita esa experimentación en el contar. Nuestra respuesta es que Arriaga casi siempre acierta en su elección. ///////////////////////////////// ///////////////////////////////// ///////////////////////////////// ///////////////////////////////// ///////////////////////////////// ///////////////////////////////// ///////////////////////////////// ///////////////////////////////// ///////////////////////////////// / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / Final paralelosur 86