Descargar PDF adjunto

Anuncio
Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección General de Publicaciones.
(S-0218/11)
PROYECTO DE LEY
El Senado y Cámara de Diputados,...
ARTÍCULO 1º.- El presidente de la Nación ejercerá las atribuciones
conferidas por el artículo 99, inciso 4º, segundo párrafo de la
Constitución Nacional en el plazo de ciento ochenta (180) días de
recibida la propuesta vinculante del Consejo de la Magistratura,
emitida de conformidad con lo dispuesto por el artículo 114 inciso 2º
de la Constitución Nacional y la Ley del Consejo de la Magistratura.
ARTÍCULO 2º.- Vencido el plazo establecido en el artículo precedente
sin que el presidente de la Nación hubiera emitido su voluntad de
modificar el orden de mérito de la propuesta formulada por el Consejo
de la Magistratura, se reputará elegido el candidato que ocupe el
primer lugar.
ARTÍCULO 3º.- El nombramiento emitido de conformidad a los
artículos precedentes será enviado al Senado dentro de los diez (10)
días de vencido el plazo establecido en el artículo primero.
ARTÍCULO 4º.- DISPOSICION TRANSITORIA.- En relación a las
propuestas remitidas por el Consejo de la Magistratura con
anterioridad a la sanción de la presente, el plazo establecido en el
artículo primero comenzará a correr a partir de su publicación.
ARTÍCULO 5°.- Comuníquese al Poder Ejecutivo. –
José M. Cano. -
FUNDAMENTOS
Señor Presidente:
La excesiva e injustificada mora del Poder Ejecutivo Nacional en
ejercer su facultad constitucional de nombrar a los jueces inferiores de
la Nación, ha provocado que a la fecha se encuentren vacantes más
del 20 % de los juzgados nacionales, lo que produce un innegable
estado de emergencia del Poder Judicial de la Nación.
El Poder Ejecutivo Nacional tiene a su consideración 153 ternas
elevadas
por
el
Consejo
de
la
Magistratura
-órgano
constitucionalmente facultado para la evaluación del mérito de los
postulantes a ocupar los cargos vacantes- y posterga indefinidamente
los nombramientos, sin que exista ninguna norma que ponga límites a
tal discrecionalidad1.
El presente proyecto tiene como objeto reglamentar las atribuciones
conferidas al presidente de la Nación por la Constitución Nacional, en
su artículo 99 inciso 4º, segundo párrafo, en orden al nombramiento
de jueces federales inferiores.
El artículo 99 de la Constitución Nacional establece en forma genérica
la atribución del Poder Ejecutivo de nombrar "los demás jueces de los
tribunales federales inferiores en base a una propuesta vinculante en
terna del Consejo de la Magistratura, con acuerdo del Senado, en
sesión pública, en la que se tendrá en cuenta la idoneidad de los
candidatos. (inc. 4)"
A su vez, la reforma constitucional de 1994 creó al Consejo de la
Magistratura como el órgano encargado de efectuar la selección de los
jueces. El artículo 114 de la Constitución Nacional establece que "El
Consejo de la Magistratura, regulado por una ley especial sancionada
por la mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada
Cámara, tendrá a su cargo la selección de los magistrados y la
administración del Poder Judicial", enumerando, entre sus
atribuciones, la de "seleccionar mediante concursos públicos los
postulantes a las magistraturas inferiores (inc.1)" y "emitir propuestas
en ternas vinculantes, para el nombramiento de los magistrados de los
tribunales inferiores. (inc. 2)"
El sistema legal actual prevé la elevación por parte del Consejo de la
Magistratura de una terna de carácter vinculante, con un orden de
mérito, al Poder Ejecutivo. Este poder debe nombrar a uno de los
propuestos, debiendo en caso de que tal elección modifique el orden
1
Han expresado su profunda preocupación por esta situación, la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional, la Cámara
de Casación Penal, la Junta de Presidentes de las Cámaras Nacionales y Federales y el Presidente de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación.
de mérito propuesto, fundamentar tal decisión. Luego, el Poder
Ejecutivo debe remitir el nombramiento al Senado de la Nación, quien
presta el correspondiente acuerdo en caso de no existir motivos
fundados para no otorgarlo.
Si bien el nombramiento de jueces es una facultad discrecional del
Ejecutivo, la discrecionalidad no puede entenderse como un derecho a
no ejercer tal facultad. En otras palabras, el nombramiento de jueces
es una facultad y también un deber del Presidente, quien como cabeza
de un poder del Estado se encuentra obligado a cumplir de un modo
adecuado en el tiempo, su ineludible función de nombrar a los jueces
nacionales y federales en las numerosas vacantes existentes, con
nóminas provistas a ese efecto por el Consejo de la Magistratura,
conforme lo ha sostenido la Corte Suprema de Justicia.
En la práctica, la ausencia de previsión del modo adecuado en el
tiempo para que el Ejecutivo cumpla con su facultad-deber de
nombrar jueces, provoca una situación institucional insostenible.
La enorme cantidad de vacantes cubiertas por jueces subrogantes
nombrados por un "régimen que confiere la función jurisdiccional a
personas que no han sido designadas conforme a los mecanismos
constitucionales correspondientes, carece de legitimidad, legalidad,
validez y vigencia" como lo declaró la Corte Suprema en el fallo
"Rosza, Carlos Alberto y otro s/ recurso de casación" e implica lisa y
llanamente la privación de las garantías elementales de acceso a la
jurisdicción y de juez natural, de un gran porcentaje de la ciudadanía
argentina.
Esta situación se agrava por la mora del Poder Ejecutivo en el
nombramiento de los candidatos propuestos por el Consejo de la
Magistratura, ya que posibilita de tales jueces designados en forma
temporaria se conviertan en la práctica en jueces definitivos.
A su vez, los jueces subrogantes no se encuentran amparados por las
garantías de intangibilidad y de inamovilidad, lo que atenta contra el
estado de derecho, la división de poderes, la imparcialidad y las
garantías del debido proceso y de juez natural.
La situación actual requiere una solución que no dependa de la
discrecionalidad absoluta de los poderes del estado en el ejercicio de
sus atribuciones, y que a la vez se encuentre dentro de los parámetros
establecidos por la Constitución Nacional respecto de la división de
poderes y de las facultades indelegables de cada uno de ellos, sin
alterarlos.
En este orden, el presente proyecto establece un plazo dentro del cual
el Poder Ejecutivo deberá ejercer la facultad de alterar el orden de
mérito propuesto en forma vinculante por el Consejo de la
Magistratura, vencido el cual se considerará que existe una voluntad
tácita de no ejercerla, y por lo tanto, se considerará nombrado el
primero en mérito, debiendo remitir su pliego al Senado de la Nación.
Dicha solución legal, resultará respetuosa de los parámetros fijados
por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en cuando a la
independencia e imparcialidad necesaria en los tribunales de justicia
para no violentar las garantías establecidas en los artículos 82 y 253
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San
José de Costa Rica), puesto que el cabal cumplimiento de las
obligaciones impuestas por las normas internacionales precitadas
resulta seriamente afectado por la ausencia de cobertura de las
vacantes en la justicia.
En efecto, con relación a los nombramientos provisionales de jueces,
la Corte Interamericana consideró que no eran compatibles con las
garantías de independencia e imparcialidad que emergían de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos (Caso "Apitz
Barbera y otros c/ Venezuela" y Caso "Reverón Trujillo c/
Venezuela")4.
En el Caso "Apitz Barbera" la Corte Interamericana sostuvo que: "la
provisionalidad (...) no debe extenderse indefinidamente en el tiempo y
debe estar sujeta a una condición resolutoria, tal como el cumplimiento
de un plazo predeterminado o la celebración y conclusión de un
concurso público de oposición y antecedentes que nombre al
reemplazante del juez provisorio con carácter permanente. Los
nombramientos provisionales deben constituir una situación de
excepción y no la regla. De esta manera, la extensión en el tiempo de
la provisionalidad de los jueces o el hecho de que la mayoría de los
jueces se encuentren en dicha situación, generan importantes
obstáculos para la independencia judicial."5
No debe soslayarse que las sentencias de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos constituyen la última y obligatoria interpretación
de los derechos y garantías consagrados en el Pacto de San José de
Costa Rica, de jerarquía constitucional para nuestro país desde 1994
(art. 75 inc. 22 Constitución Nacional).
2
Convención Americana sobre Derechos Humanos, Art. 8.1. "Toda persona tiene derecho a ser oída, con las
debidas garantías y dentro de un plazo razonable por un juez o tribunal competente, independiente e
imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la substanciación de cualquier actuación penal formulada
contra ella, o para la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de
cualquier otro carácter."
3
Convención Americana sobre Derechos Humanos, Art. 25.1. "Toda persona tiene derecho a un recurso
sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes (...)".
4
Corte IDH. Caso “Reverón Trujillo Vs. Venezuela”. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 30 de junio de 2009. Serie C No. 197
5 Corte IDH, Caso Apitz Barbera y otros “Corte Primera de lo Contencioso Administrativo” Vs.
Venezuela. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 5 de agosto de 2008. Serie C
No. 182.
En este sentido, la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha
sostenido en reiteradas oportunidades que “La jurisprudencia de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, así como las directivas
de la Comisión Interamericana, constituyen una imprescindible pauta
de interpretación de los deberes y obligaciones derivados de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos”6. Incluso, ha dicho
que “La jurisprudencia de la Corte Interamericana pronunciada en
causas en las que son parte otros Estados Miembros de la
Convención constituye una insoslayable pauta de interpretación para
los poderes constituidos argentinos en el ámbito de su competencia y,
en consecuencia, también para la Corte Suprema de Justicia de la
Nación, a los efectos de resguardar las obligaciones asumidas por el
Estado argentino en el sistema interamericano de protección a los
derechos humanos”7.
El proyecto de ley que se pone a consideración del cuerpo contribuye
al cumplimiento de las pautas fijadas por el máximo tribunal con
competencia en la defensa de los derechos humanos en la región, que
son obligatorias para la República Argentina.
La consolidación de un sistema de selección de magistrados en
abierta contradicción a las pautas sentadas por la Corte
Interamericana (en este caso, porque el nombramiento se ve
demorado por el Poder Ejecutivo, que incumple su mandato
constitucional) podría comprometer la responsabilidad internacional de
la República Argentina por violación de los derechos humanos. El
derecho al acceso a la justicia y el derecho a ser escuchado por un
tribunal competente, independiente e imparcial (art. 8 y 25 de la
CADH), son derechos que de alguna manera condicionan el ejercicio
de los demás derechos protegidos por el pacto: sin juez competente,
independiente e imparcial (y peor aún: sin juez), imposible utilizar las
garantías que ofrece la convención para la defensa de los derechos.
Por lo expuesto, solicito a mis pares la aprobación del presente
proyecto de ley.
José M. Cano
6
7
CSJN Fallos 328:2056, Causa Simón.
CSJN; Causa Mesquida
Descargar