España: de Estado a Länder

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España: de Estado a Länder
Miguel Ángel García Gil
España:
de Estado
a Länder
CRÉDITOS
Prólogo del autor
En mi perfil de Twitter me defino de la siguiente manera: “No me gustan los años que me han obligado a vivir
de manera que no quería. Pensaba y creí en la democracia.
Hagamos los periodistas un ejercicio de autocrítica”.
Creo que con esto, está prácticamente dicho todo en el
sentido de que ahora, siendo abuelo, peinando canas, y un
bagaje en la vida que me adentra casi en los sesenta años,
afirmo sin miedo ni temor a ruborizarme lo más mínimo,
que cualquier tiempo pasado fue mejor. Pero dicho esto de
que cualquier tiempo pasado fue mejor, del pasado anterior:
de mi niñez, adolescencia, pubertad y juventud, es decir, de
hasta los, pongamos, veinticinco o treinta años. No cualquier tiempo pasado más próximo, que podríamos decir,
sería desde mis treinta años, más o menos, en adelante.
Estos últimos treinta años que nos han llevado a una
ruina económica, política, social y de miseria intelectual,
que hace estremecerse a cualquiera que tenga dos dedos de
frente, sea objetivo, trate de ser imparcial, y no mire por
ningún tipo de interés o no le pueda o tenga que depender
de ningún tipo de interés, ya sea político, social, cultural,
religioso, económico o profesional.
Puede parecer engreimiento esto que digo, pero siempre
diré, que soy políticamente incorrecto, y cuando uno hace a
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diario ejercicios de autocrítica, cuando todos los días hace
reflexiones sobre lo que ocurre a su alrededor sin que exista
ningún tipo de propensión o inclinación hacia nada ni nadie, entonces puede definirse de ese modo. Y así lo hago y
así lo he venido haciendo toda mi vida y estoy seguro que lo
seguiré haciendo. Esto, y demostrarle a los demás que están
equivocados, no le gusta a la inmensa mayoría de la gente,
a quienes les va más la diplomacia y el ser políticamente
correcto. Lo veo a diario, lo respeto como no podría ser
menos, pero no lo comparto.
Si fuera o hubiera sido políticamente correcto, nunca habría escrito esta novela. Una novela, que por otro lado, lo
único que hace es mostrar mi pensamiento social y político,
sin más. No es un ensayo ni una profecía, ya que cualquiera
que la lea en estos tiempos que corren, ya se habrán dado
cuenta de que lo que podría parecer ciencia ficción hace
treinta años, hoy es algo que pensamos muchos, y que por
el camino que vamos, en nada podría decirse que lo escrito,
pertenece al género donde se narran cosas imposibles de
darse en la realidad.
Sé que la crítica a lo aquí expuesto, me llegará de los
dos bandos, y cuando digo bandos, estoy señalando a las
dos fuerzas políticas sobre las que se sustentan los distintos
gobiernos democráticos. Las dos mayoritarias ideologías
mundiales se llamen demócratas o republicanos, laboristas
o conservadores, socialistas o populares: las izquierdas en
general y las derechas en general. A nadie le va a gustar lo
que digo, porque –desde mi verdad- la verdad, repito, a nadie le gusta oírla. Sé que puedo estar equivocado en determinadas o contadas exposiciones de carácter histórico, algo
que desde luego no está hecho adrede, sino porque muestro
en exclusiva mi manera de ver la Historia.
En cualquier caso, esta novela que representa unos he[10]
chos que han pasado en su inmensa mayoría de los casos,
muestra mi pensamiento político, por un lado, y la frustración de haberlos vivido sin poder hacer nada por otro.
Supongo, que al igual que seré criticado por lo que digo
y como lo digo, del mismo modo creo que habrá miles de
personas que piensen lo mismo que yo. Todo aquel que
quiera mirar lo que ha sido nuestra sociedad en tiempos ya
lejanos de los años sesenta y setenta del siglo pasado, y
quiera comparar con objetividad parsimoniosa, con lo que
somos hoy, coincidirá conmigo en lo fundamental, que es
la carencia casi absoluta de rumbo, de identidad, y de un
fracaso colectivo, al que nos ha conducido la clase política,
por acción directa de nosotros, o por omisión consentida
nuestra. Así que nadie se rasgue las vestiduras porque todos
somos culpables de encontrarnos en la situación que nos
encontramos.
Por otro lado, la manipulación tan tremenda de los medios de comunicación en esta sociedad de la información
en la que vivimos, ha sido la clave para que se den todas las
circunstancias que han coadyuvado a este aquelarre político-financiero-social. Todos somos culpables, como acabo
de decir, si bien es cierto, que unos más que otros, pero
todos hemos puesto de nuestra parte por los motivos que
sean, pero en unos casos por intereses, en otros por dejadez,
en otros por visceralidad o en otros por puro rencor, hemos
dejado que nos quiten unos principios y unos valores sobre
los que se ha sustentado nuestra sociedad durante muchos
siglos.
No es ser anacrónico ni un conservador nato, no, nada
más lejos de mi intención, pero en la retina y la memoria
de todos los que hemos pasado los cincuenta, está aquella
sociedad, que con sus luces y sus sombras, con sus defectos
y sus virtudes, con sus más y sus menos, con sus carencias y
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sus privaciones, con su abundancia y una fertilidad intelectual que se ha usado para hacer el mal –en general y desde
mi punto de vista-, o lo que es lo mismo, nuestros coetáneos, han sido, los que nos han traído hasta esta estación en
la que estamos. Llena de fracasos, de irresoluciones, decepciones, desengaños, pérdidas de identidad y carencia de un
tejido intelectual que nos saque de esta bolsa de miseria en
la que vivimos hoy día.
Esto es algo que jamás llegaré a explicarme, cómo quienes nos educamos en aquellos valores, en aquellos principios, con aquellos preceptos, nos han conducido hasta esta
tristísima situación de paro, miseria física, social, económica, política e intelectual; cansancio, desgana, fracaso y
miedos.
Creo que si se ha producido el fiasco que se ha producido, ha sido fundamentalmente, porque la izquierda, una
vez instalada ya en el poder, teniendo como referencia y
consiguiendo lo que consiguió tanto en Extremadura como
en Andalucía, o sea, imponer un régimen dictatorial en
aquellas dos regiones, es lo que pretendía implantar en toda
España a costa de lo que fuera. Con mayorías absolutas o
teniendo que pactar con quien fuera, donde el despotismo y
el nepotismo, eran sus modos de gobernar, y el vehículo por
donde se transportaba toda la corrupción llegándose a arraigar como se ha arraigado, en todo el territorio español donde ni una sola Institución del Estado se ha salvado de ella.
Del ayuntamiento más humilde, a la mismísima Jefatura del
Estado. Ahí pienso que ha radicado el fracaso de nuestra
democracia. Es decir, por acción directa de una izquierda
que se ha creído tenía patente de corso para dar todo tipo de
carnés: de democracia, de tolerancia, de solidarios..., en fin
de todo. Y una derecha acomplejada y pusilánime incapaz
de enfrentarse a ellos por sus tradicionales complejos, los
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que la propia izquierda se encargó de imputar y de que se
aferrasen en sus propias conciencias.
Este libro pues, lo que quiere mostrar, es mi manera de
ver, desde las propias experiencias, lo que ha sido este periodo democrático, donde la democracia solo, única y exclusivamente, se demuestra cada cuatro años con la participación
de los españoles acudiendo a las urnas en las elecciones. Ya
sean municipales, autonómicas, europeas o nacionales. Esta
es toda la efectiva evidencia de que vivimos en un país cuyo
régimen, es decir, la Monarquía Parlamentaria, se sustenta
en una democracia tan enclenque como ineficaces son sus
controles a la hora de poner coto a tanto dislate y tanta corrupción como hemos vivido, seguimos viviendo y no sabemos lo que aún nos depara el futuro más próximo, en esta
materia. En este libro la política es la esencia. Las opiniones
de su protagonista, son el cien por cien del sentir del autor.
Las reflexiones hechas, lo han sido de manera concienzuda,
de ahí que sea el absoluto responsable para bien y/o para
mal, de lo que aquí se dice y escrito queda.
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EN BLANCO
[14]
A mi nieta Jara, principal protagonista de este libro y por
ser quien me lo inspiró. Y a su futura hermana, mi segunda
nieta.
[15]
EN BLANCO
[16]
CAPÍTULO I
Mayer Amshel Rothschild: "Dadme el control sobre
la moneda de una nación, y no tendré por qué preocuparme
de aquellos que hacen sus leyes".
Le preguntaba Jara a su bisabuelo Julián, después
de ver en televisión una recopilación de los acontecimientos
más importantes ocurridos durante la primera década del
siglo XXI, que por qué habían pasado tan horribles cosas.
Qué clase de sociedad era aquella que vivió y cómo vivió
todos esos acontecimientos.
Una gota saltó del lagrimal del ojo derecho de Julián, un nonagenario y bisabuelo enamorado de aquella
criatura de dieciséis años, a la que le gustaba pasar mucho
tiempo con él desde muy pequeñita. La miró y vio una cara
expectante, llena de juventud que arropaban unas facciones
perfectas.
Jara era la hija de su nieta Marta María, nacida precisamente, en el mismo mes de marzo de 2004, cuando se
produjeron los atentados en Madrid que conmocionaron
Europa y de los que ya, una vez que habían transcurrido
cuarenta años, se conocía todo el entramado que llevó a
aquel desenlace terrorífico en el que perdieron la vida ciento noventa y dos personas, y más de quinientas quedaron
con secuelas de por vida.
El anciano, sentado en su sillón ergonómico, con
orejeras, muy parecido a aquellos, a los de primeros del otro
siglo, le respondió:
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-Mi querida urenkelin –le llama así en alemán, muy
pocas veces, del poco que había aprendido y no le gustaba-,
verás, trataré de contártelo lo mejor que pueda, basándome
en lo que por entonces escribía y sobre lo que a menudo,
opinaba. Nunca quería haberte hablado de esto. De hecho,
nunca te he dado a leer lo que al respecto escribí por entonces y que tanto me costó, en lo personal y en lo profesional, porque fue mucho lo pasado antes, durante y después,
hasta llegar adonde hoy estamos, que no digo que estemos
ni mejor ni peor, esto, será asunto para destripar otros días
de charla, si así lo quieres, pero empezar analizando lo que
hemos visto, puede suponer la peana y el fundamento que
mejor ha de sentar las bases a la hora de comprender de
manera fidedigna esta parte de la Historia de España.
-Vale urgrossvater –que era como le decía, en alemán, también no muchas veces, a su bisabuelo- como tú
quieras y cuando tú quieras. Ya sabes que este tipo de materias no las estudiamos mucho, por no decir casi nada, en
el colegio. Tampoco entiendo muy bien, el porqué de otras
cuestiones, cuando la abuela me cuenta cosas de su infancia
que me parecen ahora muy lejanas, pero por extrañas.
-Será porque lo que hemos querido todos de verdad,
es hacer borrón y cuenta nueva. Los alemanes nos han enseñado mucho. El precio ha sido muy alto, pero los resultados, es, a vosotros, a quien le toca decidir si son los que de
verdad queréis.
-Bueno, si no conocemos otros acontecimientos, no
sé cómo vamos a opinar, ni comparar para poder elegir.
-Tienes muchísima razón, hija. Pero a veces hay que
ponderar mucho sobre las situaciones y el modo en que se
viven sin entrar en el maniqueísmo estúpido que definen los
intereses. Saber vivir de espalda a eso, los intereses espurios, sobre todo, es muy difícil, y me temo que aún no hemos
aprendido con la cantidad de lecciones que la Humanidad
en general ha recibido. Había un axioma que decía, que los
pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla. Eso ha sido así casi siempre, ahora bien, conocer la
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Historia de los pueblos es tarea individual, de cada uno por
separado, y no de adoctrinamientos o imposiciones didácticas hechas desde una pedagogía con intereses políticos. Eso
es lo peor que puede suceder. En el mismo momento que la
política entra en el terreno de los intereses personales o de
partidos, pierde su verdadera esencia que es el servicio al
pueblo y no a la inversa.
-Urgrossvater, de política nosotros no sabemos casi
nada. Porque casi nada nos dicen ni nos enseñan, fuera de
lo que es o ha sido la construcción del Federalismo Alemán
Europeo. Al menos a nosotros y por ahora. Yo hasta dentro
de un año y medio, no iré a la Universidad, así que no sé si
allí aprenderé algo más al respecto. La verdad es que no sé
si hará, o no, falta, ni mucha ni poca, el que nos cultiven en
esa materia. ¿Tú qué me dices?
-A ver. A mí, tu tatarabuelo me dijo en su día que
nada de política. Que fuera apolítico. Y de alguna manera
seguí su consejo.
-O sea, que eres apolítico ¿no?
- Bueno, depende de cómo se vea o como analicemos
el término. Si nos ajustamos a su significado concreto, entonces no. Porque apolítico quiere decir que eres ajeno a
la política. Y hoy sí se puede dar ese fenómeno, pero hace
cuarenta o cincuenta años no. Era prácticamente imposible.
-¿Y eso por qué?
-Por la sencilla razón de que la política la practicaban los políticos de una manera torticera y sucia, lo que
suponía, que si tenías sangre en las venas, te enervabas con
ellos viendo qué y cómo hacían lo que hacían. No eras político, ni pertenecías a ningún partido político como ha sido
siempre mi caso, pero te veías obligado a discrepar de tanta
y tanta podredumbre, de tanto y tanto desatino, y eso quieras o no, es hacer política. Llegaron a corromperlo absolutamente todo, de hecho, si hoy estamos cómo y dónde estamos, es la consecuencia de muchos de aquellos desafueros.
Por un lado. Por otro, que siempre he creído que la política,
en el ser humano va explícita en su ADN, que es algo in[19]
nato, ya que cada cosa que hacemos o cada resolución que
tomamos, hasta el hecho de ir a la compra a diario, hasta en
eso, influyen las decisiones políticas. Así que más bien, en
lugar de tomar la etimología concreta de la palabra apolítico, se lo aplicaré a todos aquellos que sin ser políticos ni
vivir de la política, ni pertenecer a ningún partido político,
sí hemos hablado o escrito sobre política. Siempre el hecho
político estuvo presente en nuestras vidas, y en la mía particularmente me señaló, y de qué manera. Pregúntale algún
día a tu abuela. Dile que te he dicho yo que te lo cuente.
- Muy bien así lo haré. Bueno qué, ¿me pones al
corriente de algo?
-¿Por dónde empezamos entonces?
- Por esto que hemos visto hoy ¿vale? Aunque reconozco que es muy triste.
Aquello lo dijo con una sonrisa en la boca, al tiempo que se levantaba del sofá en el que estaba sentada, y
dirigiéndose al sillón del bisabuelo, le plantó un beso en la
cara, acompañado de un achuchón con las dos manos en el
rostro arrugado del viejo. Un hombre al que de toda la vida
le habían encantado los niños y jugar con ellos, así que daba
gracias a Dios –aunque no era creyente- todos los días, más
por poder tener la posibilidad de contemplar aquellos frutos
que portaban sus genes, que del hecho en sí de estar vivo,
con noventa años cumplidos, y, al margen de los achaques
propios de la edad, con una vista muy cansada pero que aún
le permitía leer, y unos dolores de espalda que de vez en
cuando lo postraban en la cama, aparte de esos achaques, el
que tuviera la mente aún en perfectas condiciones y dotado
de una memoria extraordinaria, le cualificaba como referente de una actualidad que había pasado hacía casi medio
siglo.
Corría la primavera del 2044 y Villalentín vivía sus
fiestas patronales. Era de lo poco que le quedaba a la ciudad
como seña de identidad y recuerdo de su cultura y tradiciones ancestrales, perdidas, muchas de ellas, hacía poco
menos de veinte años cuando España pasó de ser un Estado
[20]
Soberano, a un Länder incrustado en la Federación alemana
que había absorbido a los veinticinco Estados miembros que
en su día llegaron a componer la Unión Europea, y España,
era el más meridional de todos ellos junto a Portugal.
-Para que entiendas bien todo lo que te voy a contar
–le dijo el bisabuelo-, debo empezar a ponerte en antecedentes, porque decirte de golpe lo que esos años significaron sin tener la base y el fundamento previo, seguramente
no haría más que liarte. Lo que te llevaría a la confusión.
Por eso, es tan importante leer todas las versiones si no las
has vivido, y de ellas, extraer las consecuencias. Pero cuando las has vivido, los hechos, son irrefutables, y todos, más
en mi profesión, sabemos cómo hacer, para de un hecho
concreto, tergiversarlo o dirigirlo hacia donde nos interese.
Eso sencillamente, cuando está hecho por periodistas, tiene
un nombre: manipulación informativa. Cuando lo hacen los
políticos llevando los acontecimientos, una vez cocinados
y manipulados, a libros de textos, se llama: adoctrinamiento. Tanto una cosa como la otra son malas, de ahí que se
plantee la disyuntiva, tanto en políticos como en profesionales de la información, entre lo lógico y natural y lo conveniente. Cuando ese dilema se sustancia por la parte de las
conveniencias, en lugar de por lo natural que es siempre la
objetividad, malo. Entonces es cuando podemos decir que
la manipulación es abyecta y sucia. Cuando está carente de
imparcialidad y de objetividad –ya te matizaré esto-, entonces se produce la total evanescencia de lo que rige el oficio
del informador.
-Entonces, ¿qué y a quién me recomiendas que lea?
¿Qué lecturas hay que sean lo suficientemente instructivas
para mí?
-De momento, o por el momento, ya te dejaré algún
libro que pueda aderezar mis comentarios. Son libros de
historiadores de la época. Unos que escribían la Historia de
una manera y otros de otra, pero resumiendo, te diré, todo
el siglo XX fue un hervidero de situaciones en España que
provocaron todo lo que ha venido pasando hasta ahora. De
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hecho, somos la consecuencia de aquellas luchas por el poder entre la izquierda y la derecha.
-Bueno, pero como te dije antes, nosotros de eso es
que no sabemos nada.
- Por eso te digo que me escuches con atención y leas
sobre lo que te voy a ir contando. Conociendo los acontecimientos del siglo pasado tendrás una idea muy clara de las
atrocidades que hemos visto hace un rato en la televisión.
-Bien, pues a ver, ¿por dónde empezamos? Estoy
preparada urgrossvater. Cuando quieras
Era un día espléndido. En Villalentín aquella tarde
del viernes once de marzo, lucía el sol. La temperatura era
agradable y los campos que desde la casa de Julián se veían,
estaban verdes. De un verde fuerte primavera, una estación
que estaba aún por llegar. Faltaban nueve días, pero tanto
la otoñada como el invierno, habían sido generosos en precipitaciones, con lo cual, aquellos montes que desde allí se
divisaban, estaban preñados de un color, que a los ojos del
veterano periodista, le agradaban sobre manera. Aquel viernes once de marzo, se había cumplido la cuarentena de años
de los atentados de Madrid, y, entonces, el día once, cayó en
jueves. Los documentos desclasificados un par de años antes, dieron la razón a todos aquellos que vieron y denunciaron una conspiración para que el Partido Popular, perdiera,
como así fue, las elecciones en 2004. Julián se arrellanó en
su sillón y comenzó a narrarle a su bisnieta Jara.
-El siglo XX comenzó en España con una profunda
incertidumbre política. Alfonso XIII subió al trono en 1902
cuando aún se respiraba la pérdida en el 1898, de las colonias que aún le quedaban a España, y que la dejó hundida
en una aguda crisis de valores, y de ahí que la Generación
del 98, llorara, desde el punto de vista intelectual y literario,
aquella tremenda acción que sumió a todo el país en una de
sus más profundas crisis que alcanzaba todo el tejido social,
económico, y, por supuesto, político. La restauración de la
Monarquía, que si bien no era absoluta porque se tendía más
a una forma democrática en la que el Rey reina pero no go[22]
bierna, tampoco fue el bálsamo de fierabrás que calmara las
heridas sufridas, de ahí que el propio Alfonso XIII esté de
acuerdo, sobre todo por su corta edad, en que se gobernara
al país con una dictadura, la del General Primo de Rivera,
que cortaba así de raíz, lo que podría haber sido un sistema
basado en la alternancia de los dos partidos más importantes como sucedió en la época de Cánovas. Bien, sin entrar
mucho en este tipo de detalles, te diré, que en lo que concluyó todo aquel desbarajuste que había entre partidos políticos, tanto monárquicos como republicanos, es que el 14 de
abril de 1931 se proclama la II República en España. Sobre
este punto, hay muchas tonalidades, porque la República,
quería ser la solución a todos los males que aquejaban a un
país que había perdido el norte en la gobernabilidad y, lo
más importante, sus propias señas de identidad, ya que las
exigencias que comenzaban a imponer los nacionalistas, era
de suma importancia por lo que en materia de desestabilizar
el sistema, suponía. Todas estas situaciones que refiero de
pasada, no son nada baladíes, ya que se repetirán de nuevo
en el siguiente paso por la democracia. Pero vayamos por
partes.
-Sí, a ver, porque dicho todo así de golpe…
-Por eso, Jara, es de tanta importancia leer sobre
todos estos pormenores, aunque creo que sin obviarlo, y
entender, el carácter luchador y conquistador que tiene el
español en sí, es lo que más importancia tiene para poder
comprender el resto de mi relato, y eso es lo que a continuación viene. Repito, que sin obviar en absoluto, todas estas
circunstancias, ya que la concatenación de ellas es la que
hace en definitiva, que este río de la intransigencia histórica, acabe con sus aguas en el océano de las irresoluciones
y de la frivolidad tan tremenda en la que hemos vivido y
adonde nos ha llevado. Porque nadie me podría haber dicho
a mí en serio, que a estas alturas, un Estado soberano como
era España en la primera y parte de la segunda década de
este siglo XXI, iba a ser unos años después, una provincia más de Alemania. Quién me lo iba a mí a haber dicho
[23]
después de haberlo escrito. Pero una cosa es lo que era un
futurible más cercano a la ciencia ficción y como tal escrito, que a la realidad. Aunque te repito, que verlo, algunos,
lo fuimos viendo sin encomendarnos a ningún oráculo ni
consultar con la bola de la bruja Lola. En fin. La cuestión
es que, durante la II República se fue forjando lo que era la
partición de España en dos. Tanto desde el punto de vista
político e ideológico, como social. La República no supo
llenar de contenido todas aquellas frustraciones devenidas
de la pérdida de las colonias. Como tampoco supo contrarrestar el crecimiento y poder al que llegaba la burguesía
catalana primero, y la vasca posteriormente, alcanzando
cotas en las que tutelaban a los partidos políticos dirigiéndolos hacia unos fines determinados, que más tenían que
ver con el fascismo, que con la democracia, debido a sus
postulados. De hecho, en 1931 Francecs Maciá proclama la
República Federada Catalana dentro de la República Española, así como en el 1934 por parte de Lluis Companys, proclama en octubre de 1934, el Estado Catalán. Por aquellos
entonces, el sindicato anarquista CNT es quien aglutina a
más trabajadores entre sus militantes, y con un enrarecido
panorama de huelgas y altercados en las calles, se llega en
el año 1936 al levantamiento del General Franco.
-¿Cómo dices que se llamaba ese general?
-Francisco Franco.
-Algo he oído de él, en alusión a Hitler. Y creo que
había otro que se llamaba Mussolini que era italiano ¿no es
así?
-En efecto, tres dictadores. Uno de ellos, Hitler, el
más cruel de todos por lo que conllevaron sus formas de
querer imponer un nuevo estatus mundial, hace ahora de
ello, cien años, porque lo que quiso fue eso, conquistar el
mundo como antes le había pasado desde Alejandro a Napoleón, pasando por Julio César o Felipe II. Las ansias de
conquista del ser humano, son consustanciales a su propia
genética; un hecho existencial. Por eso, Alemania en concreto, lo intentó dos veces el siglo pasado guerreando y no
[24]
consiguió nada. No fue, hasta que las armas se reemplazaron por otro tipo de lucha, la económica, que no consiguieron, como han conseguido, conquistar Europa.
-¡Ah!, ¿entonces por eso España es un Länder de
Alemania?
-En efecto querida Jara. Pero a eso llegaremos mucho más adelante. Esto es la consecuencia de los desatinos
de muchas personas, de muchos gobiernos. En definitiva: de
los políticos y de una sociedad muerta, anquilosada, que no
supo hacer las cosas en condiciones para que se diera lo que
se ha dado.
-Bueno sigue.
-La cuestión es, que con todo aquel cultivo dado en
la II República, por las luchas intestinas entre los partidos
políticos por alcanzar el poder, deviene uno de los episodios
peores que se han vivido en la Historia de España como país
soberano. Hasta entonces, las luchas que se produjeron en
la Península Ibérica, nunca habían llegado a una contienda civil en todo el territorio, en la que pelearon hermanos
contra hermanos y con un resultado terrorífico de muertos
por ambas partes. Todo ello, ocasionado por la cerrazón y
las ansias de tener el poder a toda costa. Una incivil guerra
-como la llamó don Julián de Unamuno, uno de los grandes
intelectuales de la Generación del 98-, que terminó en el
año 1939 después de haber empezado tres años antes. Cuando yo nací, acababa de pasar el periodo de la llamada autarquía, que consistió en un cierre de fronteras hacia adentro.
Es decir, Franco cerró las fronteras al exterior ante un bloqueo internacional. De este modo, España se autoabastecía.
Justo hasta el año en que yo nací, en España no se había
conseguido llegar a superar la renta por habitante, del año
antes de comenzar la contienda civil, o sea, de 1935. Como
la guerra terminó en el 1939, quiere decirse que Franco estuvo como dictador, al ser su régimen unipersonal, treinta y
seis años. A esta época se le conoce como franquismo, y de
ella, posteriormente se ha hecho muchísima política y muy
poca pedagogía. Pero a lo que vamos.
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La cosa es que aquel enfrentamiento dio como resultado que hubo vencedores y vencidos. Unos tenían sus
razones a la hora de enarbolar su bandera, y los otros, las
suyas, pero de queja y decepción frente a los que les legitimaban las urnas. Lo peor de todo, es que el odio con el
que se luchó en las trincheras, traspasó las fronteras de lo
razonable, si es que se puede encontrar alguna razón a esta
sinrazón. Y lo que debería haber servido como instrumento que aglutinase a una España dividida, no hizo más que
poner un parche, forzado, posiblemente, por las circunstancias, que con el tiempo, se cayó. Aquel apósito que pudo ser
la victoria, se desintegró con el paso del tiempo. La conclusión es que al haber dos bando, el de los vencedores y el de
los vencidos, cada cual contaba la fiesta como le iba en ella.
Durante treinta y seis años, los vencedores y admiradores
del dictador, vivieron más o menos conformes en lo que a
ideologías y modos de gobernar se refiere. En el bando de
los perdedores, la desconfianza, el resquemor, y las propias
actitudes del régimen contra quienes intentaban oponerse
al dictador, les sumían en el mar de la incomprensión, de
la desazón, del miedo, y lo que es peor: del odio. Sentirse
oprimido treinta y seis años es muy duro. La herida no cicatrizaba por muchos paños calientes que se ponían, desde
dentro o desde fuera. La cuestión es que la herida al no cauterizar, se enquistaba. Pasaba a un estado latente que con
el transcurrir del tiempo volvería a tener vida, a pesar de la
necrosis ya causada.
-Bien, y entonces, todo aquello a ¿qué os llevó?
-Aquello nos llevó a crecer a unos pensando de una
manera y a otros de otra. Y aunque esto parezca de Perogrullo, lo que te quiero indicar con ello, es que, si bien nosotros,
por nuestra edad, no lo veíamos de un modo evidente, sí
había dos bandos. Más o menos claro, más o menos definidos, pero se palpaba en el aire. Por jóvenes que fuéramos,
nos dábamos cuenta de que algo pasaba. Claro, que entonces no había la cantidad de medios de comunicación que
hay ahora. Para enterarse de algo la gente del pueblo, sobre
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todo quienes vivíamos en ciudades alejados de las capitales,
como fue nuestro caso, era una tarea realmente complicada.
Las noticias que se oían por la radio estaban todas controladas por el régimen franquista. Por ejemplo, yo me enteré ya
muerto Franco, de que él había sufrido tres atentados durante su dictadura. De eso no te enterabas por los periódicos ni
por las emisoras de radio. La tele llegó, aquí a Villalentín,
a primeros de los años sesenta. Como te puedes imaginar,
éramos ajenos a casi todo lo que pasaba, máxime, como te
apunté antes, que quienes estaban de acuerdo con el régimen, en realidad no querían saber nada de política. Por eso
mi padre, tu tatarabuelo, al tener inclinaciones de derechas,
me decía lo de que fuera apolítico. Por el contrario, los padres de aquellos que pertenecían al bando de los vencidos,
transmitían a sus hijos, su particular visión de lo que estaba
pasando. Del sufrimiento que significaba para ellos que una
enorme cantidad de derechos y libertades, estuvieran cercenados.
-¿Qué me quieres decir con eso?
-Pues que en las dictaduras, la libertad individual,
está muy pero que muy limitada en todos los sentidos. No
puedes salirte de lo que son las directrices políticas marcadas por el régimen. Él –el régimen-, es quien te instruye
en los valores que cree conveniente, y, lo que es peor, te
adoctrina en una única dirección. Por eso la pelea interna entre los adolescentes que se estaban formando, por un
lado, desde el adoctrinamiento en la escuela o los colegios,
y los ideales y valores que se le inculcaban en sus casas. De
ahí la enorme disyuntiva en muchos de ellos. Pero si con ser
esto importante, había otra serie de limitaciones, como eran
el derecho de reunión, el asociacionismo, la libertad de cátedra, de expresión… en fin, un montón de limitaciones que
coartaban la libertad individual y colectiva, y derechos fundamentales que ahora tenemos como si de siempre hubieran
existido. En este sentido, he de decirte, que al margen de
consideraciones políticas que nosotros de pequeños no valorábamos, ni pensábamos en ellas, sí es cierto que cada cual
[27]
se formaba, por el entorno en el que vivía, su propia manera
de pensar al respecto. Había familias, cuyos miembros eran
muy religiosos, y otros no. En mi caso, era de los primeros,
y si bien te digo, que hace muchos años que no creo en Dios,
no por eso, dejo de respetar a quien sí lo haga. Creo que a
esto en mi caso particular llegué, debido precisamente a la
educación en libertad que recibí de mis padres. Pero bueno, el caso es que la Guerra Civil, dividió a España en dos
bandos, los rojos y los nacionales. Y cada uno vivió hasta la
muerte del dictador Franco en el 1975, con arreglo a como
había podido, más que con arreglo a como hubiera querido.
-Una pregunta urgrossvater: ¿Pero pasaban cosas
como estas que hemos visto?
-Mira hija, desde que terminó aquel conflicto tan
tremendo, la Guerra Civil, se sucedieron una serie de episodios, todos encaminados a quitarse del medio al dictador, en
el que lo mismo participan los propios monárquicos como
los republicanos, pero el más significativo de todos aquellos
movimientos tendentes a desestabilizar el régimen, es el nacimiento en el País Vasco, de una banda terrorista llamada
ETA. La izquierda republicana, la que había salido huyendo
en el año 39 del siglo pasado, tenía un frente político en el
exilio contra Franco, pero dentro del país, la ETA, o extrema izquierda, eufemísticamente denominada “aberchale”,
se organizó para crear el terror como forma de lucha armada a través de atentados con bombas o ejecuciones con tiro
en la nuca. Su oficio era el de matar. Atentar, fundamentalmente, contra, militares y guardias civiles, estos últimos,
un cuerpo muy particular aquí en España, que desapareció
hace unos quince años. Yo de la ETA, siempre dije que eran
un grupo mafioso que se dedicaba a la extorsión y el asesinato, al objeto de vivir bien, sin trabajar y con el pretexto
político reivindicativo como telón de fondo, y el lema de la
independencia del País Vasco. Medios mafiosos para conseguir el fin de la autogestión y posterior desmembramiento
de España.
-Y, bueno, ¿qué es lo que pasó con la banda terroris[28]
ta esa?
-La banda tuvo su época de apogeo, precisamente, en los años de la democracia, es decir, justo después de
muerto el dictador, es cuando surge con más firmeza llegándose a cobrar la friolera de mil vidas, y dejando mutilados, o
heridos sicológicamente de por vida, a más del doble. Desde
luego, ese daño sicológico lo han padecido y aún lo padecen
todos los familiares de todas y cada una de las víctimas. Ya
fueran niños, ancianos, madres o padres, cuyo único delito
cometido era el de estar vivos. Ellos, a través de bombas
como la del Hipercor, o la peor de todas, esto de los trenes
que acabamos de ver, se hicieron notar sin ningún tipo de
discriminación. Su único motivo era sembrar el terror y durante más de cuarenta años, lo consiguieron.
-Pero eso es tremendo. Sentenció Jara. Nada de eso
sabemos. Y creo que todas aquellas personas se merecen un
recuerdo permanente ¿no?
-Así es, mi querida niña. Pero en este país, del que
algún socialista llegó a decir que después de ellos, no lo iba
a conocer ni la madre que lo parió, se han dado las mayores
aberraciones de la Historia, entre el final del siglo XX y
hasta los años veinte de este. Y no hay que remontarse ni a
los romanos ni a los visigodos para achacarnos la responsabilidad de lo que se ha hecho muy mal. Mucho más reciente
está en la retina de todos los que ya tenemos una edad, la
cantidad de extravíos que se han cometido para ser ahora
lo que somos. Y somos la consecuencia del desatino, de la
necedad, de la envidia, del odio, y, sobre todo, de la mentira.
Somos la derivada de la intransigencia, del rencor, de la codicia, en definitiva, de la sinrazón de unas personas que se
olvidaron de hacer su trabajo. Unas personas, los políticos,
que antepusieron, en exclusiva, sus intereses particulares y
de partido, a lo que en sí era un Estado, legítimo y legitimado por los siglos. Homogéneo, más o menos unido, pero con
unas señas de identidad propias, dentro de la singularidad
de cada una de sus regiones, que ya, se han perdido.
De vez en cuando, al recordar estas cosas Julián, el
[29]
lagrimal dejaba soltar una lágrima, que él, de inmediato y
para que no se diera cuenta la joven, hacía que fuera imperceptible para su bisnieta. Si bien, no podía ni quería negar el
dolor que le causaba revivir aquellos acontecimientos, tampoco quería que ella se contagiara de aquella pena.
[30]
Capítulo II
Bisabuelo y bisnieta, estaban sentados en un salón
de grandes cristaleras por donde se dejaban ver a lo lejos,
las montañas que circundaban aquel valle donde se encontraba la ciudad. Unas montañas de grandes extensiones de
jarales verdes a los que les habían brotado ya sus flores, de
pétalos blancos, dando la ligera sensación de una tibia nevada. Sierras aquellas, que además de jaras, estaban pobladas
de quejigos, y encinas, por las que se recreaban los ciervos
y los jabalíes. Villalentín tenía poco más de veinte mil habitantes, era una ciudad que vivía al setenta y treinta por ciento entre la agricultura y los servicios. Allí la industria, salvo
la relacionada con el sector primario –fábricas de tomate, de
piensos y alguna de transformación de frutas-, nunca había
llegado a implantarse. Se vivía del campo, pero de otra manera muy distinta a la de hacía poco más de veinte años. La
agricultura era el referente porque de alguna forma seguía
siendo una buena parte de la despensa para la Federación de
países alemanes. Es más, se había potenciado y regulado,
todo lo concerniente a las materias primas. Como también,
había que hacer funcionar aquel mercado del que subsistían
las manufacturas y las exportaciones. Todo, pero hecho de
una manera racional al margen del entramado de cooperativas y especuladores de los que hasta llegar a ser un Länder
más de Alemania, se habían venido dando de manera muy
[31]
evidente, restando, en lugar de sumar, a los beneficios que
la propia tierra daba.
Jara, después de haber hecho un pequeño receso y haber ido a la cocina a por un vaso de agua para su bisabuelo,
se sentó de nuevo y le requirió al anciano para que le siguiera contando sobre aquello que le empezaba a interesar sobre
manera.
-Entonces, a ver, dime. Después de que la banda terrorista esa dejara de matar, ¿qué pasó? Porque, te pregunto:
¿tienen que ver algo esos terroristas de la ETA con la Rote
Armee Fraktion? Sobre estos sí hemos estudiado algo. Son
de la misma época que me cuentas, de los años setenta del
siglo pasado. Pero en resumidas cuentas, creo que a ellos,
cuando cayó el Muro de Berlín, ya se los habían quitado de
en medio las autoridades políticas. Tengo entendido por lo
que hemos dado en clase, que poco menos fueron ejecutados en prisión, si bien, la versión oficial es que se suicidaron. ¿No es así?
-Lo único que tienen en común, es que son grupos
de extrema izquierda, pero creo que entre ellos no había
comunicación alguna. De todos modos, y por ir desmenuzando el asunto cronológicamente, te diré, que a finales de
los setenta del siglo pasado, pasaron muchas cosas, una vez
muerto el dictador –Franco-, en su cama, bueno, en realidad murió en un hospital, pero a efectos políticos, se podría
decir, murió ocupando el cargo que él mismo se había regalado, y este regalo es el que tuvo en jaque a la mitad –por
lo de las dos Españas-, de los españoles durante todo su
mandato. Como te he dicho antes, la Guerra Civil la perdieron los republicanos, o sea, el ejército rojo. Los que decían
defender la legalidad republicana. No hay que olvidar que
Franco se levantó en armas contra el Gobierno legítimo de
la II República, así es, pero como consecuencia, de los desatinos y la degradación que los políticos, todos en general,
habían sumido al país en aquella vorágine. Eso por un lado,
por otro, es que los que se quedaron en España, tuvieron
que someterse a las leyes y normas que iba imponiendo el
[32]
dictador. De ahí, que naciera aquella oposición terrorista de
la ETA, por la parte sangrienta, y política en las calles que
determinaron un cierto movimiento hacia el cambio de régimen. Pero lo que de verdad tiene enjundia, es cómo se
empiezan a hacer las cosas una vez muerto Franco.
-¿Y qué es lo que se hace?
-Franco le tenía verdadera inquina a Don Juan, el
padre del que fuera Rey de España, desde dos días después
de morir el sátrapa, hasta el año 2020. Y, aunque a quien
le correspondía de verdad ser Rey era a Don Juan, Franco
dispuso que fuera su hijo, Juan Carlos, el que ocupara la
Jefatura del Estado. A quien ya, de alguna manera había
aleccionado, o sea, quien le siguiera al frente del Estado
pero desde una monarquía parlamentaria. Esto, en un acto
verdaderamente abyecto, ya que Don Juan Carlos, traicionó
a su propio padre y a las costumbres y tradiciones monárquicas en las formas de heredar la regencia, y así, Franco
antes de morir, hizo que Don Juan, abdicara en su nombre,
siendo proclamado Rey de España el veintidós de noviembre de 1975. Franco, además de dejar a su heredero puesto
en la Jefatura del Estado, también dejó otro heredero, el que
desde el punto de vista político debería tomar los mandos
de la nave y hacer una España democrática. Por nada quería
el dictador, que España siguiera siendo ni una monarquía
absoluta bajo la regencia de los Borbones, ni una dictadura
totalitaria como la suya, de ahí, que eligiera la figura del entonces príncipe de Asturias, Juan Carlos, para que España
se convirtiera en una Monarquía Parlamentaria, en la que
el Rey reina pero no gobierna. Esa labor, la política, se tendría que definir en la composición de las Cortes Generales a
través de elecciones democráticas, para lo que de una terna
que le fue presentada (en realidad yo creo que la organizó él
mismo) eligió a Adolfo Suárez como su sucesor encargado
de llevar a cabo, lo que se llamó la “Transición” política de
España. Es decir, de una dictadura, a una monarquía parlamentaria, en la que vivimos durante casi cincuenta años. Y
esos cincuenta años, son los que marcaron definitivamente
[33]
el destino de España hasta llegar a hoy mismo
-¿Sí? ¿Por qué? ¿Qué pasó cuando llegó ése hombre
que dices?
-¿Quién? ¿Suárez?
-Sí.
-A Adolfo Suárez le fue encomendada una tarea
muy complicada. España estaba dividida en dos. Los bandos bien definidos de ganadores y de perdedores de la Guerra Civil. Aquello que se dio en llamar “las dos Españas”,
volvían a encontrarse casi cuarenta años después, cara a
cara, y, afortunadamente, sin armas. El enfrentamiento lo
llevaron a cabo, solamente, desde el punto de vista político.
Tanto los exiliados, como los que habían permanecido en el
país, así como los que se habían ido haciendo, motu proprio,
dentro de España, se veían frente a frente con aquellos a
los que desde fuera o desde dentro, habían estado odiando
todo lo que se daba interiormente ante el ordeno y mando
de Franco. Así que la tarea de unificar los sentimientos desde el borrón y cuenta nueva, sin someter al olvido, a todos
aquellos que dieron su vida por la patria en la guerra, fueran del bando nacional o republicano, se antojaba, cuando
menos, escabroso. Hacer olvidar las barbaridades que se hicieron por parte de ambos bandos, antes, durante y después
del conflicto bélico, era, desde cualquier punto de vista, una
labor, muy, pero que muy complicada. Primero había que
redactar una Constitución que fuera integradora, y que a su
vez, paradójico, pero así es, definiera los territorios y privilegios que algunas regiones de España, reclamaban como
identidades históricas. De esta forma, ya, no todos los españoles éramos iguales ante le Ley, porque tanto Cataluña
como el País Vasco, reclamaron una serie de prerrogativas
que les ponía por delante de las demás Comunidades Autónomas, que así es como empezaron a llamarse a partir
de entonces. Cada Comunidad, a su vez, aprobaría su Estatuto de Autonomía, y así, comenzó el desmembramiento
de la hasta entonces unidad española. Bueno, antes de eso,
en primer lugar, a Suárez le correspondió hacer dentro de
[34]
la primera parte de la Transición, el reconocimiento de los
partidos políticos, como es lógico. Y hecho eso, el paso siguiente fue el que te he contado. Así que cada región, o
comunidad, tenía sus propias leyes, eso sí, sin llegar a ser
un Estado Federado. Y si bien, al principio hubo mucha paridad entre lo que el Estado concedía a unas y a otras, las
diferencias y las distancias, se fueron ampliando a medida
que crecía en años la Constitución del 78, año, por cierto, en
el que se aprobó el seis de diciembre. Así, que de noviembre
del setenta y cinco, hasta la aprobación de la Constitución
-a la que por cierto, yo que ya tenía edad de votar, no voté,
y que estuvo en vigor hasta el 2020-, la tarea fue de los
constituyentes redactando la Carta Magna, y de los partidos políticos, posicionándose para las primeras elecciones
generales de la democracia, que ganaría la Unión de Centro
Democrático que encabezaba el adalid propuesto por Franco, Adolfo Suárez.
-Pues algo me suena el tema, pero eso se ve muy
de pasada ahora en los colegios ¿eh? Parece que no fuera Historia, o que no hubiera sido interesante. ¿O será que
como está muy próximo en el tiempo no le dan la suficiente
importancia? Porque a mí me gusta saber de dónde provengo, conocer mis raíces. Y me parece muy bien cómo están
enfocando nuestras clases de Historia, desde los Romanos,
y estudios exhaustivos de todo aquello, y del feudalismo, y
del siglo XV hasta el XIX, y las lenguas que vosotros llamabais muertas, pero el XX, en este siglo no se hace mucho
hincapié en casi nada. Pero sigue, sigue.
-Como te decía, una vez celebradas las elecciones,
hubo una Ley de amnistía. Con ella, lo que se pretendía por
parte de las fuerzas políticas representadas en el Parlamento, era zanjar de una vez por todas lo que había sido aquella
monstruosidad de la guerra, y que, ni vencidos ni vencedores, dejaran de recordar a la víctimas de aquella iniquidad,
cada cual con la suya, con su razón digo, pero nada más.
Hubo consenso de todas las partes y se redactó conforme
a lo que los diputados que representaban al pueblo, quisie[35]
ron en su momento, y así quedó escrita y en vigor desde el
quince de octubre del setenta y siete. Justo cuando llevaba
casado yo, un mes y doce días, para más señas, y tu abuela
era ya un proyecto de mujer.
Se rieron los dos por aquella apreciación de aquel
hombre que memorizaba y recordaba con pelos y señales
cosas que habían pasado hacía ya muchos años, pero que
para él, seguían vigentes, porque durante toda su vida las
había tenido muy presentes. Tanto, que le llevaron hasta a
coger una depresión por implicarse de la manera que lo hizo
con la cosa política. Toda su vida, desde que a los veintinueve años cogiera por primera vez un micrófono en la radio,
hasta aquel mismo día, se había comprometido en mayor o
menor medida con todo lo que a su alrededor veía. De ahí,
que censurara de la manera que lo hacía, los comportamientos que no le gustaban, de modo que, opinaba de la forma
que lo hacía, siendo crítico con todos, de todos los partidos
políticos y con los sindicatos y todo representante de la cosa
pública, funcionarios incluidos, lo que le había llevado a
tener que enfrentarse a muchas complicaciones a lo largo de
su vida profesional que tanto infirió en la personal. En una
ocasión, los trabajadores del Ayuntamiento de Villalentín,
le declararon persona non grata. Desde entonces, sin haber
llegado a los treinta, había estado escribiendo o hablando
del hecho político y las repercusiones que tenía para la sociedad en cada momento. Y continuó diciendo:
-Una vez que pasaron los primeros escollos y las
primeras elecciones generales, las de junio del setenta y siete, o sea, las denominadas Constituyentes, la UCD sin mayoría absoluta en el Parlamento y con una diversidad enorme, porque se sentaban en el Hemiciclo, nada más y nada
menos, que catorce fuerzas políticas, la gobernabilidad era
muy complicada por varios temas: La inflación que estaba
por encima del cuarenta por ciento, el paro, que, aunque
maquillado con la cifra de emigrantes, que comenzaban a
regresar de Suiza, Alemania o Francia, parecía menor de
lo que realmente era; la fuga de capitales que desde los úl[36]
timos años del “franquismo” se había estado produciendo,
y la desconfianza de los empresarios en los nuevos interlocutores con los que se tendrían que enfrentar, es decir, los
sindicatos de clase. Con todas estas circunstancias, había
que llegar a un acuerdo general y social de cara a salir de
aquella lacerante situación social, política y económica, por
eso fue, que Suárez, propusiera en octubre de aquel mismo
año de 1977, lo que se llamaron: “Pactos de la Moncloa”,
consistente básicamente, en poder enfrentarse, en un todos
a una, me refiero a los partidos políticos fundamentalmente, a este negro panorama que te acabo de contar, y que se
dibujaba en una realidad concluyente.
-Pues sí que estaba mal la cosa ¿no?
-Sí. Pero ahí es cuando se ve a la gente de Estado.
A los hombres con miras y capacidad suficientes, y al estadista versado y competente, que se enfrenta a todo tipo
de adversidades con el único interés de salir adelante en un
proyecto que se antojaba abiertamente difícil. Suárez cogió
el toro por los cuernos desde el primer día, y cuando conoció a fondo la situación, llegó a ofrecer un pacto de Estado
en el que el compromiso fuera de parte de todos los que lo
firmaron con solo un propósito: sacar a España adelante y
conseguir ponerla en el lugar, que dentro del concierto mundial, se merecía, tras aquella etapa en la que bajó muchos
puestos del ranking de países en vías de desarrollo. Pero
lo que al principio fueron todo buenas intenciones de cara
a los ciudadanos, no eran más que trampas -como demostrado ha quedado a lo largo de la Historia-, que ocultaban
las verdaderas intenciones que tenía uno de los principales
partidos políticos, o por mejor decir, el principal de todos,
que nos llevó a la catástrofe total.
-¿Por qué dices eso? ¿Por qué a la catástrofe total?
-¿Tienes una idea aproximada de lo que es la libertad?
-Bueno aproximada, no, la tengo total.
-No te lo digo en el plano de la libertad individual
y exclusiva de hacer lo que más o menos te parezca dentro
[37]
del orden que establecen las leyes. Me refiero a la libertad
colectiva, en concreto a lo que es la soberanía de un país.
-¿Cómo Alemania, dices?
-Sí, como Alemania.
-¿Y qué le pasa a la soberanía de Alemania?
-Pasarle, lo que se dice pasarle, a Alemania, nada. A
quien le ha pasado ha sido a la soberanía de España. Porque
de tenerla, pasó a perderla. España hasta hace poco más
de veinte años era un país soberano, y ahora no dejamos
de ser una provincia alemana más. Lo sé, tú has nacido ya
dentro de este sistema y de esta organización territorial. Y
que poco te han hablado de la soberanía de los pueblos, de
las naciones. Eso no interesa por el momento. De la libertad
colectiva con su propia idiosincrasia, sus propias costumbres y tradiciones. Y ni te han hablado en el colegio ni lo
hemos hecho tu familia. Entre otras cosas, porque tanto tus
padres como tus abuelos, nada han querido contaros de ello.
Desmenuzaros los por qué de tanto desatino, de tanta ignominia, de tanto descrédito.
-Te veo muy triste, y tu voz suena rota, urgrossvater,
si quieres lo dejamos.
-No, no, de ninguna manera. Es más que posible,
que como yo te pueda dar a conocer esto, no habrá otro que
lo haga, y no es pedantería de viejo chocho. Ni la vanidad
que pueden dar las canas y la cabeza casi sin pelos. No. Yo
viví en primera persona aquellos tiempos. Conozco a la perfección cómo y por qué se hicieron las cosas. Cuáles eran
los móviles, cuántos los intereses. Y, sobre todo, conozco a
las personas que lo hicieron. Viví con intensidad desde mis
dieciocho años el mundo de la política. Unos horizontes que
se antojaban espléndidos. Llenos de futuro y prosperidad
después de lo que se había pasado o habían pasado, aquellos
que vivieron la decrepitud de un imperio en el 1898 y la aniquilación de más de un millón de compatriotas treinta y seis
años después. Te lo puedo contar, además, porque durante
toda mi vida he pretendido ser objetivo, de ahí que haya
leído las dos versiones, haya comparado y llegado a conclu[38]
siones que nada tienen que ver con el adoctrinamiento de
parte. Porque en España, siempre han habido, por desgracia, desde que yo empecé a mocearme, dos versiones, dos
partes. Y ser objetivo, y políticamente incorrecto, en este
mundo de intereses y de consumo desmesurado, es motivo
de anatema.
-¿Anatema? Solicito una explicación que no estoy
muy familiarizada con el vocablo… Y se rió
-Anatema es un término que se utiliza en la jerga
eclesiástica, que sirve como sinónimo, para comunicarle a
alguien su excomunión de la Iglesia Católica. Pues a quienes somos así, igual.
-¡Ah! vale. O sea, que tú has sido siempre de los
echados para adelante ¿no?
-Pues sí. Seguramente hoy vas a descubrir muchas
de las características que nos conforman como personas, en
general, y mías en particular. Por eso, que los nietos siempre aprendan, o hayamos aprendido de sus abuelos, es una
realidad que acompasan los tiempos, aunque eso también
veo que va cambiando. Tú encima, tienes la posibilidad de
tener un bisabuelo que te cuente estas cosas, con lo cual,
sacarás doble visión y conocimientos. Los que a la vez,
podrás transmitir, y decir aquello que siempre hemos dicho… “como decía mi abuelo y no se equivocaba nunca”,
tal cosa…
-La verdad es que es todo un lujo tener un bisabuelo,
soy la única de mi clase y de mis amigas, que lo tiene. Y,
además, un bisabuelo conocido como tú.
-¿Ves? Eso es otra cosa que no me ha gustado nunca, ser conocido. Darme a conocer, o querer sobresalir en
algo por mucho que en algunos momentos llegara a ser una
persona más o menos pública por estar detrás de un micrófono. Un cierto complejo, y un tremendo miedo al ridículo,
han presidido siempre mi forma de proceder, de actuar en la
vida, tanto en lo personal como en lo profesional. Y eso, lo
del miedo al ridículo, es algo que hoy en día se ha perdido
por completo. Como se perdieron también una serie de va[39]
lores que eran los que caracterizaban a toda una generación,
que a su vez, habían heredado. Uno de los valores que se
esfumó, como polvo en la ventisca, y que fue determinante
para que pasara lo que pasó, ese valor, fue el respeto. A este
le siguió, el perderle el miedo al ridículo, y la vergüenza se
convirtió en desvergüenza, en mala educación, en vulgaridad, en mediocridad, en ordinariez… Y fueron cayendo
valores unos tras otro como efecto dominó, que consiguió
globalizar, hasta esta moralidad, ladina donde las haya, en
la que está inmersa nuestra sociedad actual.
-Bueno, yo al menos en el entorno que me muevo,
por lo general, somos toda gente educada. Sí es cierto, que
hay cada una que no veas cómo son de arrabaleras, pero allá
ellas. No seremos nosotras quienes les digamos qué tienen
que hacer y cómo han de comportarse.
-Por ahí es, por donde de alguna manera, se empezó
a perder el norte. La culpable de lo sucedido, fue nuestra
generación. La que salió de la posguerra, los nacidos a partir de la conclusión de los años del hambre –los cuarenta
del siglo XX-, que siguieron a la guerra civil. Fuimos pues,
por activa o por pasiva, los consentidores de aquel hecho
tan trascendental a posteriori, como ha sido la inversión de
la pirámide. Cambiar de unos principios éticos que se situaban arriba, en el vértice como referencia, a otros, verdaderamente monstruosos que fagocitaron a los anteriores.
Y cuando no consentidores explícitos, sí sujetos activos de
ello. Mira, yo siempre he dicho, que uno de los errores que
se fueron sumando a lo que los políticos iban haciendo, fueron las formas de ver la vida, que lo pueden resumir o se
puede definir, con tres palabras como parte principal y base
de la pirámide donde se asienta todo lo demás: el todo vale.
Me explico, porque aquí intervienen una serie de circunstancias muy concretas, y hay que matizar mucho para que
se pueda entender con claridad, ya que en mi ánimo, no está
confundirte, ni que tomes partido por mi idea en exclusiva,
de ahí que tenga que hilar muy fino para no corromper mi
argumento ni que sea objeto de una discrepancia inmereci[40]
da, al ser varios los factores que confluyeron y que fueron,
como te digo, determinantes para llegar a la conclusión, que
yo me hice entonces, y que hoy son una evidencia. Bueno,
mi evidencia y mi verdad, porque otros tendrán otras, como
es lógico, pero no te puedo contar nada más que la mía basada en los hechos, que siempre, repito, son irrefutables.
-A qué circunstancias te refieres en concreto.
-Como te digo, son varias. Por un lado, está el que
nosotros, los de mi generación, empezamos a ver y conocer
la libertad de la que –en teoría muchos-, no se había gozado.
Ese conocimiento de la libertad se abre en dos caminos, el
que de alguna manera es el racional, el sensato, el lógico,
y el otro, el improcedente. Insisto, que todo esto es desde
mi punto de vista. El racional y lógico, era el de que por
ejemplo, cuando llegabas a una cierta edad, como ha pasado en nuestra familia -y de ahí que tú tengas un bisabuelo,
y que yo tenga una bisnieta con dieciséis años-, es que de
joven, tú estabas deseando salir del cobijo de tus padres,
y lo que ansiabas era formar una familia, independizarte,
ser libre, tener vida propia sin tener que depender de ellos.
Punto uno. Segundo extremo: se empezaban a abrir posibilidades muy distintas, a las que hasta entonces se habían
vivido. Una evolución lógica, como debe ser con el paso
del tiempo, pero muchas veces, la lógica y los comportamientos y actuaciones devenidas del progreso, están muy
reñidos. Y te explico: España en los años sesenta, crecía
razonablemente desde la industrialización, y nuevas modas
iban llegando del otro lado de nuestras fronteras que tanto
tiempo habían permanecido cerradas a cal y canto. Nacían
a la vez entonces, tanto el sentimiento de libertad como el
de expansión. Y en el de la libertad referida a la familia,
el padre seguía siendo la cabeza visible. Sobre quien giraba y recaía la responsabilidad de sacarla adelante. Nuevos
tiempos, nuevas modas, nuevas libertades y nuevas aspiraciones. Y entre las nuevas aspiraciones, se dejaban ver
en el seno de las familias, una serie de novedades, como
por ejemplo fue la proyección de las frustraciones pasadas
[41]
por ellas, por las madres, dentro del esquema patriarcal en
el que se habían criado. Eso nos llevó, como consecuencia
de la libertad adquirida, a que brotara un desmedido sentimiento de proteccionismo de las madres sobre los hijos.
Lo que antes era un niño mimado, que no pasaba de ahí, de
consentirles algún que otro capricho, se convierte por arte
de birlibirloque, en una exageración protectora de la madre
sobre los hijos. El padre, unas veces por acción y la mayoría por omisión de sus responsabilidades, va pasando a un
segundo plano de forma voluntaria, o no. De esta manera,
poco a poco, la familia basada en el padre como cabeza
visible y mantenedor –esto lo entrecomillo-, de la casa, esta
familia del patriarcado histórico en el que generaciones y
generaciones se habían criado, y que formaba parte de nuestras tradiciones, pasa a convertirse en un “fili-matriarcado”,
podríamos denominar, en el que la figura del padre pasa a
ser meramente decorativa y tercera en el ranking en cuanto
a la importancia.
-¿No estás exagerando urgrossvater?
-Pues no, en absoluto, y, encima, como es normal,
estoy generalizando. Porque además, como te he dicho antes, son una serie de circunstancias las que concurren para
que esto suceda, y a la de la familia, hay que sumarle otra
que tiene mucho más que ver con el sistema. De golpe y porrazo, se pasó en los albores de los setenta, a ser, de un capitalismo desde la industrialización más o menos razonado,
donde la burguesía comenzaba a despuntar, se pasó, digo, a
un consumismo cerril y deliberado que aplauden todos los
partidos políticos y todos los estamentos sociales, y, ¡por
supuesto! los económicos.
Mira, a principio de los años sesenta del siglo pasado, comenzaron a surgir en Norteamérica y otros puntos
de la Europa democrática, una serie de movimientos, muy
minoritarios en principio, como es lo más natural y pasa
en casi todo, de lo que ya te darás cuenta poco a poco en
tu vida, que el poder, en su amplio sentido, reside y lo tienen las minorías. ¿Lógico? A lo peor no, pero es así. Y te
[42]
digo, que aquellas corrientes minoritarias y reivindicativas,
no llegaron a España hasta que se implantó la Monarquía
Parlamentaria, porque el dictador, no lo había consentido, y
desde la constitución de las Primeras Cortes, se empezaron
a oír las primeras voces en defensa del feminismo y de la
mujer, en cuanto a los derechos que tenían mermados frente
a los hombres, algo que por otro lado, era cierto. Ya, durante
las dos primeras legislaturas, las feministas se hicieron oír
en el Parlamento, como sucedió en la II República. Mucho
era el clamor que se alzaba contra el dominio machista y la
proscripción de la mujer en el ámbito laboral. Y esto, venían
a decir las feministas, lo del veto a la mujer en el trabajo, es
un asunto a analizar muy pero que muy peliagudo, como así
se ha venido demostrando desde entonces.
-¿En qué sentido dices eso?
-Voy a ver cómo te lo explico para que lo entiendas
de la mejor manera posible: La mujer siempre ha trabajado.
En la casa o en el campo. Y la que lo hacía en el campo, en
las sociedades rurales, además, lo hacía en casa, aún así, el
régimen era patriarcal y el hombre mandaba, por decirlo de
modo coloquial, en la casa. Pero lo que se pretendía desde
los movimientos feministas, era que la mujer estuviera en
todos y cada uno de los estamentos sociales. Que se acoplase a todas las formas productivas y laborales en las que
el hombre había sido dueño y señor desde siempre, y estas
iban desde la universidad a cargos directivos de empresas.
Por supuesto, también, y en mayor medida, irían a las cadenas de producción de las fábricas. Dicho así y visto así
como una aspiración en la que se dé la igualdad de trato en
todos los sentidos, entre hombre y mujer, bien. Yo estoy de
acuerdo en eso y pienso que una familia la forman un hombre y una mujer. Nunca fui, ni seré, partidario de que un
matrimonio, como tal lo ha definido siempre el diccionario
y nuestra cultura, esté formado por dos hombres o dos mujeres y luego tengan un hijo –en el caso de las mujeres claro,
por fertilización in vitro o por implantación de óvulos, o
como sea-, pero en el caso de dos hombres, eso no estoy de
[43]
acuerdo. Y como te decía, la familia la forman un hombre y
una mujer. Con un proyecto de futuro en común y creo que
son ellos quienes han de repartirse las tareas del hogar al
cincuenta por ciento. Pero, dicho esto, también decir, hilvanando con lo que te he comentado acerca de las feministas
y las campañas sobre la igualdad de la mujer y del hombre,
también hacer hincapié en un dato que a lo peor se nos pasa
por alto.
-¿Qué dato concretamente?
-El de que lo que en el fondo podría ser una campaña bienintencionada reivindicando los derechos de la mujer,
se tornó en una trampa.
-¿Una trampa? ¿Qué clase de trampa y por qué?...,
me parece que me estoy despistando.
-Verás. Resulta, como decía el refrán, “que de buenas intenciones está el infierno lleno”, que con aquellas miras, con una finalidad pretendida muy concreta, hubo quien
se aprovechó de ello. Incluso me queda la duda, de que no
se alentara desde las cloacas de la condición humana, lo que
en sí fue el hecho definitivo. Estas cosas son, como siempre,
la historia de la Humanidad. Hasta los inventos más beneficiosos, los avances científicos más importantes, al final se
han vuelto contra el Hombre.
-Como no te empieces a explicar mejor, creo que me
he perdido ya del todo. (Se rieron)
-Bueno, es cuestión de no impacientarse, y como tenemos tiempo, ¿no? Pues nada, a seguir resolviendo dudas.
Te decía que, al imponerse aquella lucha social, que coincidía en el tiempo con el desarrollo industrial, a la misma vez
que con el incremento e importancia del capitalismo, fue
el capital el que vio la posibilidad de sacar un rédito económico muy importante. Del usurero del Medievo, se pasó
a la especulación más cerril que se hubiera dado jamás. La
democracia trajo aires limpios, sí. Al menos eso creímos
quienes nos habíamos criado en la dictadura sin conocer ni
estudiar en profundidad otro tipo de régimen o sistema político de gobernanza. Aires de libertades, de prosperidad de
[44]
todo, y de ahí empezaron a aprovecharse los que luego, algo
más tarde, utilizando el eufemismo como bandera, llamaron a aquel crecimiento de la burguesía y del proletariado,
“clases medias” y que a su vez se adentran en el consumismo creando el “estado del bienestar”.
-Hombre urgrossvater, eso suena bien, así tal y
como lo dices. Pero sigo casi sin coger el hilo de qué tiene
eso que ver con la familia y con lo que me has dicho de las
reivindicaciones de las mujeres.
-Mucho. Tiene que ver muchísimo, porque lo que el
capital quería, era crecer, especular de una manera legal y
global, podríamos llamarlo. Para hacer esto, han de contar
con la maquinaria del Estado, por un lado, la que mueven
los políticos, y por otro, con una mano de obra que esté
contenta, satisfecha desde el punto de vista moral, ético, familiar y económico. Y eso ¿en qué deviene?, en el consumo.
Da lo mismo cómo hacerlo pero hay que conseguirlo. Y ahí
entran a jugar ya en este partido, los medios de comunicación. Mientras más se consuma, más gana el capital, como
es lógico, y así, nos empezamos a adentrar en una vorágine,
de la que aún no hemos salido, ni creo que salga ya la Humanidad, como no sea a través de un nuevo cataclismo que
borre de la faz de la tierra nuestra civilización.
-¿No te parece que estás mezclando muchos conceptos a la vez? Es más, hasta con esto último, te veo muy
catastrofista, ¿no se dice así?
-Pues sí, así se dice, pero no. No estoy exagerando
más de lo necesario. Quiero ser prudente, como siempre,
creo, al menos en esto de la opinión, lo he sido; y desde
luego, no está en mi intención asustarte. En cuanto a lo de
mezclar muchos conceptos, todos tienen un denominador
común. A poco que te fijes, te darás cuenta de que hay que
razonar muy poco, para interconectar unas cosas con las
otras.
-¿Me estás queriendo decir que de lo que se aprovechan los capitalistas es de las quejas de las feministas para
conseguir algo?...
[45]
Y en ese momento la interrumpió dando un pequeño golpe con el puño en el brazo del sillón en el que estaba
sentado.
-¡Exacto! Acabas de cogerlo. Lo que sucede, es
que hay muchos matices. A saber: En efecto que el capital
al ver la evolución de las sociedades occidentales, que se
apartaban del comunismo que se había impuesto en Rusia,
por ejemplo, y a través de los sistemas democráticos que
florecían en Europa, y que se iban implantando en todo el
mundo, tomó las riendas del asunto y se inventó el consumo. Para que haya más consumo ¿qué hay que hacer?, una
de dos, o se tienen más hijos para que haya un crecimiento
grande de la población, lo que llevaría su tiempo, o por el
contrario se tira de la mano de obra que ya existe, que está
en casa y que fundamentalmente es la mujer.
-Es decir, que equiparan de golpe a la mujer con el
hombre en el mundo del trabajo.
-En efecto, Jara. Sintetizando mucho, eso es lo que
se hace, a mi modo de ver, enmascarándolo de logro conseguido por la lucha de las mujeres, en el escenario político
de aquellos primeros años del siglo XX. Yo creo que fueron
unas condiciones impecables las que se dieron, o por el contrario, y siendo mal pensado, se fueron forjando, o sea, un
medio para conseguir un fin muy concreto, de manera que,
te dibujo un universo de posibilidades a las que puedes acceder. Invento procedimientos de marketing que induzcan
a la compra masiva, te presento un firmamento cargado de
motivos, como un árbol de Navidad, lleno de regalos, pero
claro, con un solo sueldo que entre en casa lo que te puedes
permitir es limitado ¿no? Así pues, ¿cómo es más fácil acceder a lo que el mercado nos ofrece?
-Claro, si los dos trabajan, como papá y mamá, ganan el doble.
-El doble, sí, o no. Depende. Porque de eso también
habría mucho que hablar, ya que las mujeres, hasta bien entrado este siglo en el que estamos, no te creas que se ha
equiparado al cien por cien con el hombre haciendo el mis[46]
mo trabajo.
-¿Ah no?
-Pues no. Cada vez están más cerca, eso sí, pero aún
hay empresas que distinguen en las nóminas el sueldo, por
hacer lo mismo, entre un hombre y una mujer. Y yo no digo
que eso esté bien hecho ¿eh? Me niego como me he negado
siempre. Pero es una realidad. Lo que sucede, es que además, en España, se dieron una serie de circunstancias muy
particulares para acceder a aquella equiparación con el resto de Europa, de quienes estábamos distanciados en un par
de docenas de años, cuando advino la democracia y todo
este entramado que cambió la forma de ver y vivir la vida a
toda la sociedad española.
-¿Cuánto para darle importancia?
-Pues creo que la mejor manera de entenderlo, es
con una frase de uno de los políticos con más carisma, y de
los más sinvergüenzas que hasta hoy ha habido en la España
democrática, antes, y Federal, de ahora. Se llamaba Alfonso
Guerra, ya fallecido. Este dijo nada más alcanzar el PSOE
–su partido-, la victoria en el año 1982: “A España no la va a
conocer ni la madre que la parió”. Frase cargada de contenido y hechos palmarios, como podrás llegar a comprobar tú
misma con el paso del tiempo, además de con lo que te vaya
contando, y de lo que es posible que aprendas en el colegio
o en la Universidad. Pero si con ser profética esta frase en
concreto, no menos, lo fueron otras como: “veréis cuando
dé la vuelta la tortilla” o la más lastimosas de todas, que fue
la promesa electoral de: “Cien años de honradez”
-Bueno, eso no suena mal.
-Claro que no. Si cuando lo dijeron hasta yo lo creí
al principio. Fíjate si me lo creí, que les llegué a votar en las
elecciones Generales del año 1982, las mismas en las que
llegaron al poder. Un poder que habían perdido en la II República por sus malas artes y por su tozudez e intransigencia. Pero todos creímos que aquel partido socialista había
cambiado, y lo que era más importante: que de verdad querían un cambio en España que nos llevara a la democracia
[47]
total de las libertades que tan mermadas –para muchos, no
para todos los españoles-, habían estado durante la dictadura de Franco. Creíamos, que aquello de dar la vuelta la
tortilla, se refería a aquellas carencias, a las insuficiencias
padecidas y a las necesidades que los tiempos reclamaban.
En definitiva, un cambio de rumbo que de manera definitiva, pusiera la nave de la gran nación española, rumbo a la
Historia de nuevo, para escribir otra vez, días de gloria y
crecimiento, tanto moral, como económico, social, intelectual y, por supuesto, político.
-¿Y qué es lo que pasó entonces? Porque otra vez me
he ido. Me refiero a que por qué creyéndote eso, luego me
has dicho lo otro. ¿Y qué tiene que ver lo del consumismo
con esto?
-Porque te repito, que pensábamos que el cambio de
régimen, a todos los efectos legales, que se había producido pasando de la dictadura, a la Monarquía Parlamentaria,
sería la panacea, la pócima mágica que se mostraba en los
países adelantados, como el mejor de los sistemas, donde
la convivencia y la riqueza, conformaba una sociedad adelantada en todos los aspectos, y aquello lo envidiábamos,
pero no pasando mucho, al menos en mi caso, me di cuenta
de que era un pensamiento erróneo donde los haya. Bien es
cierto, que confluyeron muchas circunstancias, pero desde
luego, yo estoy absolutamente convencido, de que el azar
jugó muy poco en esta partida en la que los jugadores estaban muy bien identificados y cada uno con sus cartas, y un
fin común, comenzaron a llevar a la práctica unas políticas
previamente diseñadas y muy bien elaboradas, que fueron
conformando lo que de democracia parlamentaria, de nuevo, pasó a ser un régimen totalitario, en el fondo y en las
formas, que nos condujo al abismo. La diferencia fundamental, es que ese totalitarismo se asentaba en el poder de
las urnas, en lugar de en un militar dictador.
-Pero entonces, a ver, dime. ¿Qué hicieron los socialistas para poder conseguir eso que me dices?
-Sin querer entrar ahora en una definición extensa
[48]
de contenido o retórica de pensamiento, hubo quien definió
en su día muy bien el socialismo: George Elgozy decía de
él que “es una doctrina cuyo objetivo esencial es la conquista del poder, aunque ello entrañe la aplicación de principios capitalistas”. Ahí quedó plasmado un pensamiento
cuyo proceder, y con la perspectiva del tiempo, se ha estado
llevando a la práctica durante muchos años, y que en definitiva, ha sido lo que nos ha llevado a la ruina total. Como
filosofía, el socialismo puede valer porque en esencia es a
lo que la inmensa mayoría de seres humanos aspiran o aspiramos. Valores como la igualdad, la solidaridad, la justicia
para todos y un largo etcétera de ellos, son los principios
fundamentales. O sea, la letra y el dogma en sí, son positivos y beneficiosos para la inmensa mayoría de la gente,
pero llevados a la práctica de la manera que lo hicieron los
socialistas españoles, fue conducirnos a un régimen totalitario en el que el Estado estaba al servicio de una opción
política, no de una ideología, sino de una forma política de
gobernar muy particular, en lugar de dar cabida, como en
democracia hay que hacer, a todos por igual. Pero las urnas
y un sistema electoral francamente malo, fueron el caldo de
cultivo donde se cocinó un potaje que a la inmensa mayoría
de los españoles no nos gustó ni nos gusta ahora.
-Me parece muy interesante esta clase de política y
de historia que me estás dando. Y me doy cuenta, de que si
nosotros ahora mismo, ya con mi edad, carecemos de todos
estos conocimientos porque nadie se molesta en darnos clases de historia en la que podamos saber, para comprender
en condiciones, qué es lo que pasó para que ahora estemos
como tú dices, padeciendo estas carencias, jamás comprenderemos a ciencia cierta nuestra Historia. Eso de alguna
manera es engañarnos ¿no?
-Pues sí. Y mira que hay por ahí un axioma muy
antiguo, de Maquiavelo, que decía aquello de que “el pueblo
que no conoce su Historia, está condenado a repetirla”. Lo
que en la inmensa mayoría de los casos, es perjudicial como
bien ha demostrado la historiografía de todos y cada uno de
[49]
los pueblos. También Maquiavelo en su obra El príncipe,
escribe el manual que han llevado a la práctica, de manera
torticera y al pie de la letra, muchos políticos en general,
pero creo, sinceramente, que en particular la izquierda, llamémosla democrática, española. Porque nunca me convencieron de que de verdad fueran demócratas, sino que más
bien, y por sus hechos, así lo hemos conocido, que se han
servido de la democracia, es decir del sistema, para conseguir sus fines. Cuando se tiene metido en la cabeza, que el
fin justifica los medios, todo, absolutamente todo, vale. Y
cuando se implanta la política del todo vale, el resultado es
sencillamente catastrófico.
-Pero haciendo honor a la verdad, y como sé que
algo tengo de ti que me han transmitido los genes de mi
madre, te voy a meter un poquito el dedo en el ojo ¿vale?
-Que sepas que a las personas mayores, eso no se
les hace, y mucho menos a ancianos como yo con la vista
cansadísima.
Se rieron de nuevo los dos a carcajadas. No era un
chiste bueno, pero el anciano tenía su gracejo. En ese momento, la chiquilla se levanto, se fue directa al sillón y abrazó a su bisabuelo otra vez. Y cuando le estaba achuchando,
sintiendo aquel rostro avejentado, con muchas arrugas y
con una barba suave que ya no pinchaba, casi susurrándole
en el oído le dijo:
-Como tú me has dicho, lo de ser objetivo, coherente y consecuente, es muy complicado. Lo de ser imparcial,
también. Y algo he oído –no mucho, la verdad-, de que te
has estado casi toda tu vida peleando, en el sentido retórico
del término, con ellos, con los socialistas y los comunistas.
Así que lo que me dices ¿no podría ser una manera muy
especial y poco objetiva de contarme las cosas, de contarme
solamente tu, historia?
-Un poquito puñetera, eres. Eso, en cualquier caso
es bueno porque me siento vivo dentro de ti, y con la certidumbre de que serás el carácter dominante, cuando con
tu marido, transmitáis a vuestros hijos la herencia genética
[50]
propia que has recibido, así, que orgulloso por eso. Por la
parte más esencial y enjundiosa de tu dardo envenenado, lo
que me gusta, por cierto, te diré, que en efecto, es muy difícil ser objetivo e imparcial al ciento por ciento. Dicho esto,
comentarte, que lo de ser objetivo e imparcial, es un modo
de ver y vivir la vida. Se parece un poco a ese carácter muy
criticado por mucha gente, que es el de el perfeccionista. O
incluso, también puede ser como un rasgo que hay quien lo
toma a mal, cual es, el de ser puntual. En cualquier caso,
esa actitud ante la vida, me refiero a lo de ser imparcial,
o como mínimo para poder autoproclamarte como imparcial, desde el fondo de ti mismo, has de decírtelo, sentirlo
y así intentarlo en cada una de tus acciones y opiniones.
Si piensas en los hechos sin apasionamiento, ni que en tu
conclusión sobre lo analizado medie ningún tipo de interés,
entonces, y solo entonces, cuando seas consciente de eso,
tendrás ganado mucho terreno para poder colgarte la medallita de que eres una persona objetiva e imparcial, y que
cuentas los hechos, sin que interés de ningún tipo esté por
encima del hecho en sí. Por supuesto que hay millones de
matices, pero creo que a eso solo se agarran los mediocres y
quienes carecen de argumentos lo suficientemente robustos
y convincentes, como para poder echar por tierra los planteamientos del otro. Así que ya sabes. Si me he estado peleando con los socialistas durante casi toda mi vida, ha sido
porque ellos han sido quienes más años han estado desde
que cambiamos de la Dictadura de Franco a la Monarquía
Parlamentaria, más años al frente del Gobierno de la que
fue gran nación española. Lo que no quiere decir, que no
haya sido, al menos, igual de crítico, con los gobernantes
de la derecha, solo que menos, por varios motivos que más
adelante te iré desmenuzando, porque hay que aplicar aquello de al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
Y no es con intención de justificarme.
[51]
Capítulo III
Pasaban las horas de aquel día de confesiones. Más
de dos horas y media ya, en aquel salón de grandes ventanales de casa de pueblo. De un pueblo que un día se topó de
golpe con la noticia de que España ya no era España. De que
una gran nación como había sido la española, con sus regiones y provincias, estaba Federada a una Alemania potente,
grande, abrumadoramente poderosa, cuyo concierto en el
panorama mundial, superaba con creces hasta la hegemonía
de los EEUU de Norteamérica. Una Alemania que había
fagocitado a la mayoría de los Estados miembros de lo que
originalmente se llamó la Unión Europea. Y España pasó a
ser el vigésimo tercer Länder al perder toda su soberanía.
Un hecho que se había ido produciendo poco a poco. Primero con la venta de activos y la marcha de jóvenes hacia otros
países, principal y primeramente a la Alemania de aquella
mujer implacable llamada Ángela Merkel. Posteriormente
a otros lugares del mundo, y así, descapitalizando la nación desde el punto de vista intelectual, del mejor activo que
puede tener un país con ganas de crecer, y consecutivamente, con rescates y más rescates, recesión, un sinfín de conflictos sociales y pérdida absoluta del rumbo en la unidad
nacional, se llegó a aquel extremo. Las Comunidades más
beligerantes como el País Vasco y Cataluña, se amotinaron
en su día y se siguieron los referéndums y la petición de
[52]
independencia, hasta escindirse de facto de la España arruinada por sus propios errores. Sin rumbo ni timonel que la
llevase por la ruta de la coherencia, los políticos se habían
dado a una serie de luchas, cuyos intereses bastardos, no
dejaban que la nave fuera capitaneada por alguien fuerte
que pusiera rumbo hacia la razón.
Lo primero que cambió fue la forma del Estado.
Muerto Juan Carlos I sin haber abdicado en su hijo y heredero Felipe, la III República fue instaurada por la fuerza
de unos desórdenes que recordaron al advenimiento de la II
República. El escenario bélico de las calles, era muy parecido, pero con la enorme diferencia de que a nadie de Europa
le interesaba una contienda civil, por lo que los resortes funcionaron de cara a unos intereses que ya la propia Alemania
barruntaba, y quién sabe, si no fue ella misma o desde los
servicios de inteligencia alemanes, que se diera todo aquel
maremágnum de circunstancias que desembocaron en un
presidente republicano de la izquierda, cuya mayor valía y
empeño, lo había puesto en descomponer todo el sistema ya
corrompido previamente, durante los años precedentes de
gobiernos que se limitaron a expoliar al Estado.
El bisabuelo miraba a su bisnieta a veces con una
mirada que transmitía, además de mucho amor, una anuencia explícita. Quería consentir de aquella manera para que
la jovencita se empapara bien de lo que le estaba diciendo.
No quería que se le escapara nada, y que lo entendiera tal y
como se lo contaba. Pero claro, aquello era complicado porque la joven, no tenía ni un solo sustentáculo, en su conocimiento, desde donde poder entender con mayor objetividad,
aquellos hechos que su bisabuelo le contaba. Por supuesto
que no ponía en duda nada de lo que le decía, pero ya a su
edad, conocía que la opinión, aunque sea la de tus mayores,
es subjetiva, y que aquella persona tan querida por ella, no
se salía de aquellos parámetros.
-¿Quién estaba en la cocina, parece que has tardado
y me ha dado la sensación de que hablabas con alguien?
-Pues sí, has acertado. Era tu amada doncella doña
[53]
Luisa.
-Jara, déjate de guasa que dices con mucho retintín
lo de amada doncella ¿eh? Y volvieron a soltar la carcajada.
-¿Sabías que lo de reírse es muy bueno para tardar
en envejecer?
-Algo he oído de clases de risoterapias a las que acude la gente a tirarse al suelo y desternillarse de la risa sin
venir a cuento. No creo que eso sea bueno para la salud,
pero si lo hacen, allá ellos con sus cosas.
-Yo me he reído mucho en esta vida, a pesar de los
pesares que te estoy contando. Y la verdad es que no sé si
habré durado lo que he durado hasta ahora, porque haya
movido tanto mi diafragma, y que eso, haya coadyuvado a
mi longevidad.
-¿Cómo es eso? ¿Coadyu… qué? -De nuevo la carcajada.
-Coadyuvado quiere decir contribuir, favorecer,
ayudar. Claro, como el alemán y, sobre todo el inglés, son
tan cortitos en términos y vocablos… tú serás políglota porque hablas tres idiomas, pero creo que del que menos sabes
ya, es del español. Y cuando digo saber, no te estoy diciendo
que lo hables mal, pero creo que más os expresáis en inglés
o alemán en la calle y en el colegio, que en español, ¿a que
sí?
-Pues si te digo la verdad, sí. Así es. Nos parece más
fácil.
-¿Ves? Las señas de identidad de nuevo. Lo que se
pierde, es difícil de encontrar por mucho que se pretenda
hallar de nuevo, si no existe una conciencia social mayoritaria, colectiva, y, entonces, la comodidad se instala, y ya
hace mucho, que suplantó al esfuerzo, al tesón a la firmeza,
al empeño.
-¿Quieres que le diga a Luisa que te traiga algo?
-No gracias, de momento no quiero nada.
-Entonces sigamos, “greis”.
-¿Qué me has llamado? ¿Gremlin? De nuevo las risas de la adolescente sonaron por todo el salón.
[54]
-¡No hombre, no! gremlin, no, greis…
-Que sepas que tu tatarabuelo, estaba algo sordo
¿eh?, igual yo lo he heredado, o he perdido audición por llevar muchos años los auriculares puestos cuando trabajaba
en la radio. Y, dime, eso de greis qué puñetas quiere decir?
-Viene a ser lo mismo que old man. Y de nuevo soltó
otra carcajada.
-¿Me quieres ver la paciencia o qué?
-La verdad, es que me lo paso bomba contigo. Recuerdo la cantidad de veces que has ido a recogerme al colegio desde pequeñita. Le daba envidia a mis amigas, y alguna de las profesoras, hasta me preguntaba por ti, por tu
actividad diaria, si estabas bien. En fin, que se interesaban
por ti. Y otras, no se creían que eras mi bisabuelo.
-Será porque soy un anciano al que la vida ha regalado con los años, tanto de lo que puedo presumir ahora. Y
la envidia hay veces que es sana, aunque te digan u oigas
por ahí decir, que la envidia nunca es sana. En estos casos
sí. Sé que tu profesora echaba de menos o a sus abuelos, o
a sus padres en el peor de los casos, y te envidiaría cuando
viera que un viejo que se acerca a la centena de años, iba a
recogerte al colegio.
-Y hecho este paréntesis ¿por dónde íbamos?
-Había empezado a pensar que querías distraer mi
atención hacia otro lado porque te estaba cansando toda esta
perorata que te estoy dando.
-¡Qué va! ¿Estás tonto? Ni mucho menos.
Y de nuevo se abalanzó sobre él yendo directamente
a las orejas tirando de ellas con la delicadeza de una loba
cuando coge a su cachorro para mudarlo de madriguera.
Fue un tirón de orejas, tan cariñoso, tan suave, que la cogió
por la cintura e hizo ademán de sentársela en las piernas.
-¡Ay coño!, ¡cómo pesas! La espalda ya no me responde.
-¿La espalda nada más, señor de los cien años? Ya te
quedarán pocas cosas que te respondan en condiciones ¿no?
-Desde luego, está claro que además de la verrugui[55]
ta en el párpado del ojo izquierdo y los rizos de tu pelo,
has heredado mi cachondeito ¿eh?, estás muy chistosa esta
tarde Y con lo serios que empezamos, después de ver lo que
vimos.
-Ya, como que desde luego, esas cosas no son para
menos que ponerse tristes. Pero me encanta verte reñirme
y reírte conmigo. Así que hecho el paréntesis a modo de
terapia para vivir más años que tú, sigue.
-Lo habíamos dejado cuando los socialistas llegan al
poder tras las elecciones del 82 ¿no?
-Sí creo que sí. Además del asunto de la incorporación de la mujer al trabajo y el consumismo que se empezaba a imponer.
-En efecto. Los socialistas accedieron al Gobierno,
como vulgarmente se dice, entrando cual elefante en cacharrería. O sea, que se iban a comer el mundo. Que le iban a
dar la vuelta a la tortilla y todo aquello por lo que se había
estado luchando desde la clandestinidad durante la dictadura, se iba a acabar. Se abrirían las cárceles a los presos
políticos; la participación ciudadana se requería para todo,
y la tela de araña, comenzaron a tejerla. La palabra libertad,
la desgastaron. Tanto y tan pronto, que cambió tanto su pronunciación, como su significado. De libertad, se transformó
en libertinaje.
-¿En qué sentido dices eso?
-La carencia de libertad, o de libertades, fue uno de
los pilares donde las izquierdas en general, fundamentaron
todo su discurso de cara a poder llegar mejor a la sociedad
para conseguir su fin. Un fin, el poder, que en principio, todos pensamos que era legítimo, pulcro y verdadero. A la palabra libertad, se le unieron otras que también desgastaron
rápidamente, como transparencia, claridad, pureza en los
comportamientos con la cosa pública. Otra fue solidaridad.
Había que ser solidario con todo y para todo. Desde los niños con sus juguetes para con los demás niños en la “guarde”, hasta los ancianos reconociendo errores pretéritos que
ni siquiera habían cometido, y habían de reconocerlo a la
[56]
puñetera fuerza. Y el deterioro de la libertad por mor de sus
propios intereses, derivó en el todo vale. Por un lado, de ahí
también que se quisiera liberar al Estado de tanta responsabilidad como era gobernar desde Madrid al resto de España,
y se inventaron las Autonomías.
-¿Lo del todo vale es sinónimo de anarquía?
-No, no, qué va. ¡Ni mucho menos! Y además, con
el agravante de que nada tenía que ver ni con la anarquía
hecha utopía, como en el caso de Tomás Moro, ni con la que
definieron Proudhon o Bakunin que podría estar más cerca
de la raíz del comunismo y del socialismo. En absoluto. El
todo vale al que me refiero, es una filosofía de vida. Una
concepción de la sociedad en la que lo único que importa
son valores tan baladíes, que priman la mediocridad y condenan el esfuerzo. El todo vale, asimismo, es una tapadera
que, en puridad, oculta toda la podredumbre, toda la gangrena infectada que corroe la espina dorsal de la sociedad
que deviene de los comportamientos abyectos de los políticos y sus decisiones. Lo parieron y practicaron los romanos:
“al pueblo, pan y circo”. Esta es la mejor manera de que
una clase dominante y muy minoritaria, oprima al resto de
la sociedad y que ésta no se dé cuenta. Entonces, si todos
contentos por un lado porque me dan la posibilidad de hacer
cosas que antes no podía, y haga lo que haga, todo vale, ya
tienes el binomio perfecto que determina y diagnostica una
enfermedad incurable cuyas metástasis nos han traído hasta
la muerte total del cuerpo del Estado como tal.
-Negro panorama urgrossvater, el que me presentas.
Y eso de las Autonomías ¿qué era exactamente?
-La jerga en la que se manifiestan los políticos está
plagada de eufemismos, si bien, desde mi punto de vista, lo
que los socialistas pretendieron desde su génesis al conocer
las muchas posibilidades que tenían de alcanzar el poder,
era el cambiarlo absolutamente todo. Lo de darle la vuelta a
la tortilla. O dicho más vulgarmente, darle a España la vuelta como a un calcetín para que así, parafraseando de nuevo
a Alfonso Guerra, no la conociera ni la madre que la parió.
[57]
Esto de cambiar radicalmente las cosas, que además de vulgar, puede sonar en algunos casos hasta bien si lo que se ha
tenido o vivido, ha sido extremadamente perverso, pero por
aquellos entonces, no fue así la cosa. Y no fue así, porque lo
que los socialistas pretendieron de inicio y consiguieron a
la postre, fue terminar con todo, absolutamente todo, lo que
España había sido a lo largo de muchos siglos de historia.
-¡Vaya! Eso suena muy fuerte, ¿para tanto fue la
cosa?
-Pues a ver, dime: ¿qué prefieres?, ¿ser dueña de tu
casa y gobernarla tú a tu antojo dentro de lo que marca la
Ley, o por el contrario prefieres no tener casa y que encima
te diga el político de turno lo que has de hacer permanentemente?
-Está claro que lo primero. Es lo lógico y normal
¿no?
-Sí, así es, pero no es lo que se dio. O por mejor decir, no era esa la intencionalidad con la que llevaron a cabo
su programa electoral los socialistas. Ganaron arrasando
en las urnas. La gente se echó a la calle llena de ilusión y
de esperanza, además de convencida, de que un cambio no
solamente era necesario, sino que se asumía el cambio en
la convicción de que todo lo que se propagaba a los cuatro
vientos, las consignas y mensajes cargados de optimismo,
y, como te dije antes, con la libertad como bandera, se creyó
que sería el paso de la oscuridad a la claridad de un día nuevo y lleno de expectativas, cargado de sueños realizables y
de horizontes limpios. Un aspecto que se antojaba diáfano,
como el futuro. Creímos a pie juntillas, todas aquellas promesas. Veíamos con meridiana claridad, que las carencias
de las que se hablaba que habían existido, pasarían a ser
guardadas en el baúl donde se guardan también, la intransigencia, la codicia, la mentira, el adoctrinamiento, la obligatoriedad sin contraprestación, el lujo material, la avaricia
y la mezquindad de unas personas que usaban uniformes.
Que daban vivas a España, que se jaleaban presumiendo de
patriotas, de bandera y de escudos, de enseñas nacionales.
[58]
Que hablaban de patria, en lugar de país, y que presumían
de ser españoles, lo primero, luego extremeños –como es
mi caso-, luego pacense, y por último, villalentino. Como
te decía, había mucha ilusión y decidimos que la hora del
verdadero cambio había llegado y votamos más de diez millones de españoles a Felipe González que encabezaba el
cartel del PSOE, o sea, Partido Socialista Obrero Español.
Por cierto que con el nombre, primera y gran mentira.
Y cuando se empieza a mentir con el nombre de uno mismo,
malo. Con el tiempo se demostró que solo decían la verdad
en la “pe” de partido, porque ni fueron socialistas en sus
modos de gobernar, ni fueron obreros, ni gobernaron para
los obreros, ni era español, porque consiguieron la secesión
y ruptura total de España.
-Pues sí que estaba buena la cosa entonces. Me dejas
anonadada. ¿Y de verdad me dices esto sin apasionamiento?
-Te lo digo como lo siento ahora, que es exactamente igual que lo mismo que sentí en su día, o sea, cuando
empecé a darme cuenta, de que todo aquel escenario que
nos dibujaron, con tantas bambalinas, figurantes, tramoyas
y decorados, no era nada más que ilusión. Una obra escrita por mala gente, y representada por unos actores que demostraron ser mucho peor de lo que se podría imaginar, y
con muy malas intenciones. Y con esos mimbres, te puedes
imaginar el desenlace del primer, segundo y tercer actos.
-De entrada te diré, mi querido abuelo, que me entristece pensar en ese paisaje que me dibujas y que percibo
lleno de sinsabores y frustraciones…
- … Y de miedos. Mucho miedo. Y de rencor y mucho odio. Y cuando el odio es el componente principal del
hecho humano, la resolución de lo realizado, no puede ser
nada buena.
-No me queda más remedio que preguntarte entonces si erais felices. Porque estar rodeados de todo aquello,
además de penoso, debería ser lacerante, la verdad es que
no sé muy bien cómo se puede vivir así.
-Bueno, verás. Tal como te lo estoy diciendo, parece
[59]
como si no hubiera otra cosa más que maldad, corrupción,
abusos… y que todo el mundo estuviera condenado a pasear sus cuitas diariamente empalado a una cruz de madera.
No mi pequeña, claro que no, había vida y se vivía. Para que
lo entiendas mejor, te diré, que ahora las cosas no son muy
diferentes a entonces, por supuesto, con muchísimos matices diferenciadores de aquella realidad y de esta. Con otros
escenarios, otros actores y otros guionistas, y no por ello,
con todo lo que hay a tu alrededor, tú eres infeliz. Como
tampoco te das cuenta en tu día a día, del sufrimiento que
otras personas pasan, y no hace falta verlas tiradas en la calle para saber que están ahí y que la gente padece. Ni de los
inconvenientes cotidianos y lo dura que es la vida para unos
y lo fácil que es para otros, eso es ley de vida. Eres muy joven aún. No por eso, insisto, quiere decir que no suceda y tú
no lo veas, diferente es, el análisis que puedas hacer de ello
viéndolo en el contexto de cotidianidad. Claro que suceden
cosas y casos a diario. Esta sociedad está corrompida hasta
los tuétanos. La deriva capitalista y la sin razón del poder en
manos de políticos que viven por y para los poderosos que
manejan el mundo –cuatro o cinco, no son más-, nos aboca,
bueno, mejor dicho, ya, os aboca a vosotros, a vuestra generación y las venideras, a un desenlace nada halagüeño.
-Se me acaban de poner los pelos como escarpias.
¿Tan mal está la cosa?
-Esta será conversación para otro día. Ahora, vamos
a seguir con lo que teníamos entre manos, sobre aquel pasado mío. Tu presente me interesa, y seguramente, conociendo en profundidad mi pasado, afrontarás mucho mejor tu
futuro. Pero vayamos por partes.
-Me parece que voy a ir de nuevo a la cocina a por
agua. ¿Te traigo algo?
-Sí, ahora, si no te importa, dile a Luisa que me ponga una copita del “ligaíllo” que ella me hace antes de comer.
-De acuerdo, voy a por tu “ligaíllo” y a por mi agua.
Bueno y también me tomaré una fruta para aguantar hasta
la cena.
[60]
Capítulo IV
Llegó de la cocina a los cinco minutos. Julián hojeaba un libro que hacía mucho tiempo había escrito. Era
un ensayo sobre la relación entre la política y los medios
de comunicación. Jara apareció acompañada de Luisa que
llevaba en las manos una bandeja de madera, rectangular
con dos asideros, en la que iban la copa de “ligaillo” (que
consistía en dos partes de moscatel y una de manzanilla de
Sanlúcar) y un platillo con tres rodajitas de caña de lomo,
y una jarra con agua. Era Luisa una mujer ya metida en los
sesenta y tantos años. Desde joven fue admiradora del ahora su jefe, al que servía hacía muchos años, con dedicación
y una admiración que algunas veces traspasaba lo que en
sí puede suponer una relación laboral. Se hablaban de tu,
y se gastaban bromas. A ratos, se sentaban en la cocina,
en el porche, en el salón o en la terraza, y hablaban. Daba
la sensación de que aquella mujer estuviera enamorada de
aquel hombre veinticinco años mayor que ella. Luisa, venida a Villalentín de una aldeíta de la ya también extinta
comarca de la Siberia extremeña, tenía unos modales muy
finos. Se había preocupado a la sombra de aquel hombre, de
aprender, y en sus tiempos de ocio, también se daba a la lectura y a la escritura porque hacía sus pinitos tanto en prosa
como en verso, y Julián, la animaba para que se los llevara
a una editorial y publicarlos, o que lo hiciera ella misma
[61]
como autora y editora. Y cada vez que él la animaba tras
leer lo escrito que le permitía que viera, ella siempre decía
que aquello no tenía valor literario. Que lo que plasmaba en
el papel, no era otra cosa más normal que sus sentimientos
y sus pensamientos. Y que a quién le iba a interesar aquello.
Tenían mucho tiempo los dos por delante todo el
día. Luisa, para arreglar la casa, y él para leer, oír música
y seguir escribiendo lo poco que ya escribía. Por supuesto,
estar con sus nietos y bisnieta, todos los ratos posibles que
ellos fueran a verle, o cuando él se desplazaba hasta sus
casas, allí en Villalentín. Los domingos, era tradición que
si no todos, una buena parte de la familia, se diera cita en
aquella casa que en esos momentos tenía tres inquilinos.
Luisa se acercó con paso acomodado, dejó la bandeja en
una mesita cercana al sillón donde estaba Julián, y le ofreció
el catavino con una sonrisa, no exenta de expectación, a la
que le acompañó un…
-¡Qué le estarás contando a la niña que le veo con los
ojos más brillantes que de costumbre! Desde luego, cuando
te pones, te pones ¿eh? Lleváis más de tres horas aquí dale
que te pego. Ella yendo a la cocina, y tú ahí postrado que te
van a salir escaras en el culo.
-Pues tienes razón Luisa. Ahora mismo voy al cuarto de baño, ¡ea! nada más que por decirlo.
-No, si obediente cuando quieres lo eres.
-Toma Jara tu fruta. Que con estas modernidades…
-Gracias Luisa.
-¿Y qué te está contando tu querido gro…? como se
diga en alemán.
-Me está hablando de cómo llegó España a ser una
provincia más de Alemania. Qué es lo que pasó para que se
diera esta circunstancia, que para él por lo que veo, le sentó
fatal. Y, bueno, aún parece no haberlo superado. De vez en
cuando parece poner un rictus que no sé si decirte que me
parece odio, o rencor, por suavizar el término, o apasionamiento en lo que dice.
-Jara, hazte caso de tu bisabuelo. Se ha pasado toda
[62]
su vida luchando y peleando contra molinos de viento.
-¡Ah! mira. ¿Me vas a decir que es todo un Quijote?
-En su amplio y total sentido. Ha estado peleando
contra lo imposible. Como un trapecista en el trapecio, sin
red abajo que le pudiera detener la caída. Es un idealista
nato. Lo que le ha llevado a estar siempre, solo ante la pasividad de los demás. Siempre en la búsqueda de la verdad.
No solo de su verdad, no, sino de la que existe, de la real,
de la que se puede demostrar. Por ejemplo, fíjate en eso que
habéis estado viendo antes. Lo del atentado de los trenes
de Atocha en Madrid en el año 2004. Él siempre estuvo
convencido de que ETA, no sé si sabrás qué es eso…, estaba
detrás de los atentados de alguna manera.
-Sí, sí, ya me lo ha explicado. Una banda terrorista.
-En efecto, pues él siempre dijo que los terroristas
de ETA habían participado en el atentado, pero que como
no le interesaba al Gobierno de entonces que se relacionara
a ETA con los atentados, todo quedó relegado a una sentencia que hoy día se ve a las claras, fue, totalmente injusta.
Pero ya no tiene remedio, y eso es lo que siempre ha dicho
cuando el tiempo, le ha dado la razón. Eso le molesta sobre
manera. De siempre. Desde que le conozco hace más de
cuarenta años.
-¿Tantos?
-Sí, le empecé a oír en la radio, siendo yo una jovencita de tu edad poco más o menos. Cuando tenía su emisora,
en un pueblecito cercano a la aldea donde yo vivía con mis
padres. Desde entonces no le he perdido la pista. Nunca.
Hasta que llegué hace ya más de veinte años, cuando me
quedé viuda, y pasó todo lo de España con Alemania, y eso.
-Vamos que le conoces bien en todos los sentidos.
-Pues sí. Es comprometido, sobre todo. Se implica,
o implicaba demasiado en todo lo que hacía, y el perfeccionismo es uno de sus mayores defectos. También algo egoísta. Pero eso lo digo porque lo dice él mismo, ya que yo, de
verdad de la buena, no lo he notado nunca.
Sigiloso como una culebra, se presentó por la es[63]
palda de Luisa y la interrumpió de golpe con un susurro al
oído.
-Imagino que mi ausencia no ha sido lo suficientemente larga como para echarme de menos ¿no?
-Julián, yo sé de tus problemas con la próstata ¿vale?
Pero no creo que el motivo de tu tardanza, sea tema a debatir ahora con Jara aquí.
-Graciosilla tú también ¿eh, Luisa? Anda, siéntate
aquí un rato con nosotros.
-No que voy a ponerme a hacer la cena.
-Bien, como quieras.
-Estábamos en la ilusión que os hizo el votar en el
ochenta y tantos a los socialistas ¿no? Preguntó Jara.
-Sí, más o menos. Ilusión y ganas, porque todo lo
que habíamos oído, nos hacía creer que otro mundo era posible. Que otras formas de gobernar, con aquellos mensajes,
estarían muy próximas a la perfección. Y si no a la perfección, sí, al equilibrio que se necesitaba. Por cierto, que
se me ha pasado por alto un episodio que también marcó
buena parte de lo que posteriormente fue argumento para
muchas cosas.
-¿Y qué fue eso?
-Pues que un año antes de aquellas elecciones generales de octubre del ochenta y dos, en febrero de mil novecientos ochenta y uno, se frustró una tentativa de golpe de
estado. ¿Sabes qué es eso?
-Pues no. Siéndote sincera, no lo sé. Pero creo que
las dos palabras lo definen claramente.
-Sí, y, además, también se da una circunstancia que
a lo largo de mi vida, me ha servido para escribir sobre ella.
Porque es curioso…
-¿Qué es curioso?
-Resulta, que si es la derecha la que por medios
violentos -como en el caso del levantamiento del General
Franco en 1936 contra la República-, cambia el régimen,
lo llaman golpe de estado o pronunciamiento. Ambos términos, utilizados normalmente dándoles una connotación
[64]
peyorativa. Si por el contrario es la izquierda quien lo hace,
como en el caso de la II República, por ejemplo, quien consigue que se cambie el régimen, de monárquico a republicano, entonces es la revolución del pueblo. Esto es algo de
lo que la izquierda siempre se ha servido. Del pueblo. En
realidad, del pueblo se han servido siempre todos, desde los
sátrapas y dictadores griegos o romanos, la nobleza de la
Edad Media, las monarquías absolutas, el comunismo, o el
fascismo. Es decir, tanto la derecha como la izquierda, ha
tenido al pueblo como pretexto y medio para conseguir su
fin. Nada más.
-¡Narices! ¡Qué asco de política!
-Así es hija. Y no se trata de simplificar al mínimo
común múltiplo el análisis político de la Humanidad con la
dualidad, derecha-izquierda, esto que te digo es una realidad contante y sonante que a poco que te interese, tú misma
te darás cuenta de ello. Pero a lo que vamos, que se me va la
olla y me disperso más que una piara de cerdos en la dehesa.
Como te decía, un guardia civil –eran una especie de policía que se dedicaban más a la labor por el campo y el tráfico-, llamado Antonio Tejero, entró en las Cortes e intentó
dar un golpe de estado. Sobre este asunto, yo siempre pensé
-y más aún, después de leer un libro que escribieron la hija
y el sobrino del Presidente del Consejo del Reino y Presidente de las Cortes, Torcuato Fernández Miranda-, que fue
un simple simulacro. Un montaje para reivindicar la figura
del Rey, y reforzarlo como Jefe del Estado. De aquel golpe,
hubo quien escribió también, Jesús Palacios, que el partido
socialista y Felipe González, estaban enterados de todo lo
que iba a pasar. Nadie le desmintió jamás ni se querelló por
todo lo que descubría en su libro, ni siquiera, la propia Casa
Real. Siendo esto, lo del golpe fallido, y toda la propaganda
que se montó en torno al acontecimiento, el trampolín final,
el espaldarazo decisivo que le faltaba al PSOE, para ganar
aquellas elecciones del ochenta y dos, como las ganaron.
Aquella victoria supuso mucho más de lo que cualquiera podría imaginarse al principio. No solo por la victo[65]
ria en sí y los 202 diputados que le daban una mayoría absolutísima, si me permites el término, a los socialistas, sino
que además, las derechas, los monárquicos, y la extrema
derecha que casi había aglutinado en su totalidad, durante
los años llamados de la Transición, la Unión de Centro Democrático (UCD), se descompuso por completo dejando al
partido socialista como dueño, amo y señor, de la política
española, sin nada, ni nadie, que se le opusiera, hicieran
lo que hicieran, y dijeran lo que dijeran. Ya fuera la Ley
del aborto, la del divorcio o la paulatina desmembración del
Ejército al que fueron quitando poco a poco el poder que
aún tenían heredado de la dictadura. Cambiando los altos
mandos, nombrando Jefes de Estado Mayor, a aquellos militares que, aún en activo, se habían decantado en su día por
el bando republicano, y por tanto, de una cierta tendencia
a la izquierda, y mostrando un especial interés, en uno de
los pilares básicos de cualquier sociedad, como es la educación. A esto, paralelamente le acompañaban otro tipo de
medidas como eran la aprobación de los distintos Estatutos
de Autonomías que ya estaban elaborados y con presidentes
pre autonómicos ejerciendo en muchas de ellas. Las Comunidades autónomas, o sea, lo que antes eran regiones en España y Länders en Alemania, empezaron a convertirse en el
verdadero cáncer que provocó la defunción de este paciente
sin paciencia, que fue España como país soberano. Y no fue
la incapacidad de la oposición, totalmente atomizada la que
provocó los desmanes del socialismo. Fue la intransigencia,
y la voracidad de poder, las que confluyeron y presidieron
unas formas de gobernar que a todas luces se antojaban, no
pasados más de tres años, claramente despóticas.
-¿Ahí es donde te das cuenta de cómo empieza entonces a fraguarse todo?
-En efecto. Ten en cuenta que por mi trabajo, el contacto con los políticos era diario. Todo, absolutamente todo
lo que movía a la sociedad, era consecuencia de una decisión política. Así, el bienestar o malestar de la ciudadanía,
dependía de lo que los políticos hicieran. Unos políticos a
[66]
los que hasta entrados los ochenta, la verdad es que eran
casi desconocidos, lo hicieran bien o mal. Daba lo mismo.
El caso es que nosotros, es decir los medios de comunicación, jugamos un papel muy importante también en todo
este desenfreno de situaciones y complejidades en las que
lo lógico, pasó a ser caótico. Pero el papel que jugamos los
medios en todo este “entripao”, lo dejo para más adelante.
Ahora sigamos con la base, desde mi punto de vista fundamental, para que llegásemos al epílogo de España como
nación soberana.
Como te decía, el PSOE, rápidamente se puso manos a la obra. A los tres años de estar en el poder hegemónico en todas las administraciones públicas, es decir, desde
los ayuntamientos, pasando por las diputaciones provinciales, comunidades autónomas y el gobierno central, todas,
absolutamente todas, estaban presididas por ellos. La mayoría de municipios tenían alcaldes socialistas, así como
en las provincias, tenían las mayores responsabilidades, los
socialistas. Fue, como la onda que se expande en el lago,
provocada al tirar una piedra. En tres años consiguieron
que todo, absolutamente todo lo que tuviera que ver con
la sociedad, llevara el marchamo del socialismo. Lo bueno
lo hacían ellos, solamente existían sus reivindicaciones, sus
proyectos, sus soluciones. Y los españoles, se lo creyeron.
Eso sí, nunca sabré a ciencia cierta, si fue por convencimiento propio y real, o por el contrario el embobamiento
derivó en adoctrinamiento.
-Dale un sorbito al ligaillo que se te va a calentar.
¡Ah! y no lo digo por cortarte ¿eh? que me está interesando
muchísimo el asunto. Lo que no sé es si seré capaz de digerir tanta cosa como me estás diciendo.
-Ya sabes. Si te interesa y quieres aprender más en
profundidad, de estas nociones que a modo de opinión te
digo, estúdialas. Hazte conocedora de la Historia. Investiga.
Indaga sobre tu procedencia. Conoce la vida política y las
consecuencias de las decisiones de los políticos. Sus acechanzas, sus engaños, sus mentiras. Descubrirás un mundo
[67]
terrible, de cloacas y porquería. Y lo malo de todo eso, es
que te dirán que lo hacen en nombre del bien y de la seguridad del Estado. Ahora que estás en la tesitura de qué
estudiar en la Universidad para poder ser algo en la vida, ya
ves. Aquí tienes una mina. Todo esto, si te gusta la Historia,
claro.
-Pues sí, la verdad es que dudo en hacer Educación
Especial, Biológicas o Historia… bueno, también me he
planteado hacer periodismo, pero no sé.
-Yo te animaría a que lo hicieras, pero tal y como
está la cosa en esta que otrora fuera bendita profesión, hoy
tan denigrada, sinceramente, no, mejor cualquiera de las
otras tres. Me parecen mucho más, si me lo permites, humanas.
-Ya veré, me queda un año. Seguramente estas conversaciones contigo, me hagan ir decantándome por alguna
de las tres. Mi abuela quiere que sea bióloga y mi madre
psicopedagoga. Pero este repaso-lección que me estás dando de Historia de España, me empieza a animar en otra dirección.
-Te digo que cualquiera de las tres opciones me parece positiva, pero solo tú has de decidir qué quieres ser
en la vida y cómo te la quieres ganar. Sopesa, búscate a ti
misma. Mira a tu alrededor, los tuyos, y, sobre todo, lo que
de verdad te atrae, así siempre acertarás. Se aprende de los
errores, pero también se aprende de la sinceridad con uno
mismo. No te engañes nunca por querer aparentar lo que no
eres. Eso es terrible. Sé tú misma siempre y no creas que
todo lo que haces está bien hecho. Sé analítica y a la vez
crítica contigo misma, y, sobre todo: exígete.
-Sabias palabras, urgrossvater, digerir todo eso me
llevará tiempo, pero no te quepa la más mínima duda de que
tomo debida nota… Y me decías que los länders…
-Autonomías, en España, eran autonomías, o regiones, no länders. Había diecisiete y dos Ciudades Autónomas, que eran las últimas posesiones extra peninsulares
situadas en África: Ceuta y Melilla, ambas ya anexionadas
[68]
al reino de Marruecos. Otra más de las concesiones socialistas antes de la debacle total. Y las Islas Canarias, también estuvieron a punto de pasar a Marruecos, pero unas
prospecciones llevadas a cabo en 2017, creo, dieron como
resultado el hallazgo de una importante beta de petróleo,
con lo cual, Alemania, viendo que aquello también sería
una futura, como lo es en estos momentos ya, fuente de
ingresos, hizo lo indecible para que las Canarias siguieran
siendo españolas.
-Intereses creados de futuro ¿no es así?
-Exacto. No podían dejar que aquel petróleo lo comercializara Marruecos. Muchos, muchos millones de
euros (de entonces) estaban en juego. Así que permitieron
que siguiera siendo una Autonomía española durante tres
años más. Y como te decía, esas diecisiete Autonomías, en
lo que en realidad se convirtieron fue en diecisiete reinos de
Taifa. Pequeños estados dentro del Estado que duplicaban
servicios y administraciones provocando unos gastos descomunales. De esto, como es lógico, quienes se encargaron
y le sacaron rédito político y económico, fueron los socialistas. Aumentaron con los servicios, las empresas públicas,
con ello la burocracia, y con la burocracia, los funcionarios.
Que dejaron, por cierto, de ser de carrera, para convertirse
en su mayor parte, en trabajadores puestos a dedo por el responsable político de turno de la administración que fuera.
¿Y a qué nos llevó esto? Sencillísimo, un régimen clientelar
que yo en su día, denominé y posteriormente escribí, el caciquismo del siglo XXI.
-¿Caciquismo? ¿Y eso qué es? Es la primera vez en
mi vida que oigo esa palabra.
-El caciquismo en España provenía de finales del
siglo XIX y el XX, y se basaba fundamentalmente, en la
influencia que el cacique, en este caso el terrateniente, o el
hombre poderoso y adinerado, ejercía sobre sus súbditos.
No, súbdito es más bien un término a emplear en la Edad
Media, mejor decir, sus jornaleros o aparceros, o braceros,
a los que empleaba en sus tierras por un mísero salario, y a
[69]
quienes, además, de explotar en el trabajo, después utilizaba
como votantes útiles, de cara a agenciarse algún puesto o
cargo político, que le diera más poder aún del que tenía.
-Ya, entiendo. ¿Y eso hicieron los socialistas?
-Exactamente lo mismo, pero con sus propias àrticularidades. Si el cacique del XIX o el XX de alguna manera les obligaba con amenazas de todo tipo, en la que la
más importante, era la pérdida del pequeño predio que les
tuviera dado para mantener a su familia, en el XXI, el cacique les proporcionaba el puesto de trabajo en cualquier
administración pública a cambio del voto en las elecciones
municipales, regionales y nacionales, para su partido.
-Pero bueno, urgrossvater, el voto, hasta donde yo
sé, es secreto ¿no?, cómo sabían que les iban a votar a ellos.
-Muy fácil, hija. Porque las cuentas salen. Mira, en
cada mesa electoral había un interventor por partido político. Cada uno de ellos, tenía un listado de todas y cada una
de las personas con derecho a voto de allí del barrio que le
tocara. En los barrios, igual que ahora, se conoce todo el
mundo. Así que tan solo tenían que echar las cuentas de
la gente que iba a votar. Sabiendo quiénes habían votado y
quienes no, conociéndose más o menos las tendencias, era
fácil de colegir, voto arriba, voto abajo, si tal familia, con un
número importante de miembros, se habían decantado por
otra opción que no fuera la suya. No sé si me entiendes.
-Más o menos, sí.
-Es más, para cerciorarse de que no les engañaran
o les hicieran trampa, a ellos, los grandes tramposos, les
llevaban el sobre con el voto de su candidatura, ya cerrado
y todo. Y más aún, les iban a buscar a casa, les llevaban en
coche, y en el colmo del retorcimiento, para cerciorarse de
que en efecto la papeleta que se iba a echar era la suya, los
sobres que hacían ellos para su partido, tenían una tintada,
pelín más clara, pelín más oscura, del resto de las candidaturas.
-¡Pero qué me dices!
-Lo que oyes, Jara. Y esto no es nada. Ya irás echán[70]
dote más y más las manos a la cabeza, cuando entremos en
harina de la buena.
-¿Pero cómo se puede hacer eso?
-Ya te digo, el caciquismo del siglo XXI. Ahí en la
estantería tienes el libro. Aún no te lo había dado para que
lo leyeras porque consideraba que era pronto, pero después
de esta charla, en el momento que lo desees lo coges y lo
lees. De momento te dejo este artículo que escribí el lunes
diecinueve de abril del 2010. Ya ha llovido. Pero de entrada te puede servir para adentrarte un poco en este agitado
mundo de la política real, no conceptual o teórica. Léetelo
mientras me tomo esta tapilla que me ha traído Luisa, y
fíjate lo que decía yo entonces, escribía esto:
Es un adalid, un guía espiritual y político, un líder,
un dirigente, un mentecilla, un talento con talentillo, un
caudillo, un soberano barón, un gobernador, un cacique,
señor amo y presidente durante 23 años seguidos, y ahora
es asesor sin paga; con despacho, pero sin paga, lo que hace,
o sea, dirigir en la sombra, lo hace de balde, de gratis total
porque ya los emolumentos que percibe son con cargo a su
salario como profesor de la Universidad de Extremadura,
dice… once trienios tiene acumulados sin haber dado clases, pero los suficientes que le han proporcionado bastantes experiencias como para publicar un libro: “Rompiendo
cristales”, que le servirá para seguir aumentando su cuenta
corriente. Once trienios dedicados a hacer de Extremadura
su cortijo, su predio, una hacienda donde cultivar la intransigencia y el rencor pagado con el dinero de todos.
En Rompiendo cristales, este personaje que ha dado
la vida política de la democracia española, se desnuda como
animal político porque es un libro personal y personalizado. Una visión de unas vivencias y lo que es un manual de
la perfección: él nunca se equivoca. Él es la perfección y
son todos los demás los que rompen compromisos, los que
no saben, los que no aciertan, los que no adivinan, los que
no gobiernan, los que no, y no… él, es el sujeto activo y
en activo con más arrogancia que ha dado en provincias la
[71]
vida política española… “tan sólo hay una cosa mucho peor
que hablen mal de ti: que no hablen”, dijo… y lo ha llevado
hasta sus últimos extremos. Esta es y ha sido su máxima,
el axioma que ha utilizado y practicado para hacerse algo
o alguien en el panorama político, ya que por sus logros y
capacidad de estadista, no lo ha, ni lo hubiera podido conseguir nunca.
Ha hecho de Extremadura, justo, lo que criticaba
desde que llegó al poder: dejarla en el último puesto de todos los rankings en los que se encontraba cuando llegó a la
presidencia de la Junta, cuando se editó aquel libro de Extremadura saqueada. Extremadura sigue estando a la cola
de todo, de desarrollo, de cultura, de economía…, cierto
que se han hecho muchas cosas, pero todas orientadas hacia
lo que ha sido su obsesión: la conformación de la tela de
araña que sustentara desde lo público y lo privado su partido. El caciquismo al estilo del siglo XXI se ha manifestado
tejiendo ésa tela de araña que desde el cooperativismo cerril
que hace lleguen los productos agrícolas al consumidor -tras
pasar por cooperativas de primer, segundo o tercer grado,
llenas de burócratas y plutócratas-, multiplicados por 30 o
40 veces su precio, pasando por el PER y hasta manejando
los consejos de administración de las Cajas de Ahorros que
operan en la región, todo, insisto, con base y cimentado en
un partido político que dirige y gobierna al más puro estilo
estalinista.
Rompiendo cristales es el testimonio escrito de una
peripecia política imperialista, un colonialista de voluntades, en el sentido del déspota, del tirano, del opresor, del
autócrata de pensamiento único: o estás conmigo o contra
mí. Del que ha llevado la bandera de la intransigencia y el
nepotismo como lábaro y señal inequívoca de una manera
de hacer las cosas: un represor que ha utilizado la fuerza
del voto o de los votos como pretexto democrático, como
argumentos justificativos de sus desmanes. Eso es lo que ha
legitimado sus 30 años de animal político, en eso se basa y
sustenta la credibilidad de que lo realizado está legitimado
[72]
por las urnas, y claro, si acaso la Historia lo llegara a culpar,
como con toda seguridad lo hará con el paso del tiempo, no
habrá sido él el responsable, si no los que le votaron y ayudaron o coadyuvaron con su voto, al deterioro y retraso de
Extremadura durante treinta años más.
Mientras Jara leía el artículo, Julián daba cuenta
con una estudiada parsimonia, de la copa de vino y la caña
de lomo ibérico de bellota que no faltaba en su despensa.
Como tampoco dejaba de haber colgada en la despensa una
pata de jamón, de las mismas características del lomo. Era
un amante del buen comer y del buen beber, y desde luego,
lo que eran los productos de la tierra en cuanto a frutas y
verduras, hortalizas, legumbres y demás, no faltaban en la
alacena. De todo la tenía abastecida siempre, lo mismo que
de huevos que ponían las gallinas que tenía en un pequeño
gallinero próximo a la casa; y con las carnes le pasaba lo
mismo. Era un sibarita en toda regla a pesar de la edad y los
achaques lógicos. Un pequeño lujo que se podía permitir,
al menos, de momento. No hacía excesos, pero tampoco se
perdía en el ahorro desmesurado del avaro que ahorra por
no gastar. No. Nunca fue ese su caso. Ni fue tampoco de los
que pensaban en hacer mucho dinero que luego heredaran
sus hijos o sus nietos. Nada de eso iba con él. Levantó la cabeza Jara nada más terminar de leer el artículo, y preguntó
con voz medio extrañada medio inquisidora:
-¿Y este quién era? Parece que te llevaras bien con él
(rieron de nuevo) Lo pones de limpio.
-Pues casi que no es nada esto que acabas de leer.
Ya irás conociendo más de este personaje en particular y de
todos ellos en general, si bien, Ibarra, que en paz descanse,
fue junto a Manuel Chaves, también ya en Gloria o Infierno,
el paradigma, el referente del socialismo democrático –si
así se le pudiera llamar-, en España. Y siendo estos dos el
modelo a seguir, te podrás ir dando cuenta, de que, el que
se llegara adonde se llegó en su día, tenía una explicación,
además de lógica, absolutamente justificada.
-Vale, vale. Sigamos.
[73]
-Como te decía, esto de las Autonomías fue la mayor sangría. La herida por donde España se fue desangrando
poco a poco ya que cada una de las diecisiete, sirvió como
tapadera de los desmanes, que los políticos, en general, y
los socialistas en particular, llegaron a cometer empezando
por los ayuntamientos y terminando por las Cajas de Ahorro.
-¿Las cajas de ahorros? ¿Eso qué es?
-Las Cajas de Ahorros, eran entidades, que en su
concepción original, provenientes de los Monte de Piedad,
prestaban el dinero a los más necesitados a intereses mucho más bajos que los bancos. Y los pequeños ahorradores,
metían allí sus dineros. De hecho, el Monte en sí no tenía
beneficios ni repartía ganancias con los accionistas, como
hacen los bancos, sencillamente porque beneficios como
tales, no los había porque no era su filosofía. Justo la contraria de los bancos. Eso sí, el dinero que se ganaba una
vez liquidada la cuenta de resultados, se destinaba a obra
social, y el resto, se repartía entre los propios empleados de
la entidad llegando a tener hasta cinco o seis pagas extras
al año. Por otra parte, el Consejo de Administración, estaba
presidido por uno de los impositores más importante de la
Caja, y las decisiones que allí se tomaban, en las que participaban tanto los representantes de los impositores, como
los propios empleados, iban encaminadas, más, a utilidades
de tipo social, que a intereses que engordaran los balances,
que luego alguien se embolsara. Esto resumido, como es
lógico, pero creo que es suficiente como para enterarte de
las maneras que presidían aquellas actuaciones. Las cajas
funcionaban estupendamente, y la gente confiaba en ellas.
Hasta que llegó la democracia, y con ella, nuevos métodos
y nuevos tiburones hambrientos de dinero. Reptiles con fauces y tragaderas más grandes que las de una anaconda, ávidos de todo.
-¡Vaya! De nuevo los políticos en el ojo del huracán.
-Por desgracia sí. Como en todo.
-Bueno, y qué es lo que pasó entonces con eso de las
[74]
Cajas.
-Pasó, que se dieron cuenta enseguida, de que allí
se movía mucho dinero. Verás. Cuando las Autonomías
comienzan a tener vida propia, nace otra administración
intermedia que es llamada el ayuntamiento de los ayuntamientos, es decir, las Diputaciones Provinciales. En cada
una de las cincuenta y dos provincias españoles, hay una
Diputación Provincial que se encarga, por decirlo de alguna
manera, de administrar los dineros destinados a los ayuntamientos, sobre todo, en materia de infraestructuras ¿me
entiendes?
-Más o menos, pero sigue que si tengo dudas te pregunto.
-Quiero decirte con esto, y no me aparto del tema de
las Cajas, que el advenimiento de los políticos democráticos, trae consigo un incremento tremendo de la burocracia,
como te dije antes. Mientras más crecen las Autonomías,
decrece el poder del Estado Central. Y eso como es lógico,
no se da por la simple circunstancia de un hecho aislado.
No. Es una tela de araña que empieza a tejerse en torno al
poder que da la política, y el dinero. A ver, imagina una
pirámide… pues igual. Hasta entonces no se dio el hecho
de esa estructura piramidal en la que el Estado va cediendo
competencias. Cosa que por otro lado está muy bien, pero
razonando el desbloqueo o el colapso al que pudiera llegar
el Estado. Así y por ese motivo, sí, duplicar administraciones por el mero hecho de colocar amiguetes y ganar mucho
dinero sin hacer nada, no. Y esto segundo es lo que pasó.
-¿Y qué papel juegan entonces las Cajas en todo
esto?
-Fácil, muy fácil. Las cajas eran entidades locales.
Raro era el pueblo con poco más de tres o cuatro mil habitantes que no tuviera su Monte de Piedad que luego se
reconvierten en los años sesenta del siglo pasado, en Monte
de Piedad y Caja General de Ahorros de… la que fuera. La
de aquí de Villalentín, tomó el nombre de la provincia de
Badajoz.
[75]
-Ya. Dijo Jara. Que era una de las dos provincias en
las que se dividía Extremadura. Como ahora pero distinto.
¿No?
-Sí, así es. Y como te decía, lo primero que se hizo
fue ir cambiando las leyes que les daban a los políticos representación en los Consejos de Administración de las Cajas. Del mismo modo que a los sindicatos. Y los impositores, los verdaderos protagonistas de que existiesen y se
mantuvieran, iban perdiendo asientos en el consejo donde
se toman las decisiones y las políticas financieras de la entidad. Paralelamente a eso, los ayuntamientos, necesitaban
cada vez más dinero para financiar las obras que empezaron
a hacerse en toda España, así que el panorama cambiaba por
momentos.
-¿Y por qué se empezaron a hacer tantas obras en
los pueblos? Que las hubiere en Alemania después de la II
Guerra mundial, vale, pero en España.
-Cuando digo obras, no me refiero en exclusiva a
infraestructuras básicas de carreteras, me refiero a que se
empezaron a construir Casas de Cultura, Hogares de Ancianos a troche y moche, se cambiaban las aceras en todos
los pueblos, se hacían obras de todo tipo, como pabellones
deportivos, piscinas municipales, pabellones para ferias de
muestra, parques, farolas. Vamos que se gastaba el dinero
pensando en exclusiva, no en la necesidad o viabilidad y
posterior rentabilidad de lo hecho, sino como propaganda
política. Quien más obras había hecho, ese era el mejor alcalde. Y claro, como en todo, con el tiempo nos fuimos dando cuenta de por qué se hacía aquello, que igual al principio,
no digo que no se hiciera de buena fe –lo dudo, pero bueno-,
pero más tarde, se ratificó otra evidencia.
-¿Y cuál era el motivo por el que se hacían entonces?
-Tan fácil y sencillo como es el que de los materiales
de construcción y las obras en sí, es de donde más dinero
se pueden sacar los tramposos y defraudadores. De eso, y
de otra de las más propagadas maneras de corromperse por
parte de los políticos, como fue la recalificación de terrenos.
[76]
-¿Y eso cómo podía ser?
-Tan fácil también, como darle una información privilegiada a un promotor de obras para que comprase terrenos que hasta entonces estaban catalogados para uso agrícola, pero que iban a ser recalificados a urbanos, por medio
de una modificación en el Plan General de Ordenación Urbana de cualquier ayuntamiento.
-Ahí me pierdo urgrossvater. No lo pillo.
-Los llamados Planes Generales de Ordenación
Urbana, eran la base, de, como su propio nombre indica,
regular y ordenar la urbanización en los municipios. Ya
fueran pequeños como grandes. Y eso, era la Ley sobre la
que cualquiera tenía que ceñirse, y si un terreno estaba calificado de rústico, no se podían hacer ni pisos, ni chalés
de lujo, ni viviendas de protección oficial, ni siquiera poner un Corte Inglés. Así de fácil. Pero claro, ahora venía
una persona al despacho del señor alcalde de turno, y le
decía que tenía la intención de poner una industria que iba
a crear muchos puestos de trabajo, pero que el sitio ideal
para instalarse, estaba justo encima de una Cañada Real,
por ejemplo, o sea, una Vía Pecuaria, o sea, un sitio donde
por Ley, no se puede edificar absolutamente nada, y ya se
organizaba el lío. O sencillamente, era terreno calificado en
el PGOU, como rústico. Entonces, el señor se presentaba
con esa oferta, y ya fuera con el concejal de urbanismo,
ya fuera con el alcalde, el susodicho, llevaba un sobrecito
cerrado con un cheque o con pesetas contantes y sonantes,
o le daba la entrada para un ático, o le regalaba una finca, o
una de las miles de maneras que hay de obtener ventajas de
la administración corrompiendo al político. Y claro, donde
dije digo, digo Diego, y el terreno que fuera, terminaba recalificándose y a la vuelta de un par de años se veía toda una
urbanización de chalés de lujo, u hoteles con mil quinientas
habitaciones, a pocos metros de la playa, o lo que menos podrías imaginarte. El caso es que de los 8.112 ayuntamientos
que había en España, ni uno solo, estaba libre del pecado de
la recalificación o de la permuta o venta de terrenos, lo que
[77]
suponía una corrupción en toda regla, en menor o mayor
medida, dependiendo de las posibilidades de cada uno, pero
corrupción de todos modos.
-Y dices que ni uno solo se salvó de incumplir la
Ley.
-Ni uno. La puse entonces y la pongo ahora, digo
la mano en el fuego, y seguro que no me quemo. En más o
menos ocasiones, siempre, hubo un corrupto, pero todos, y
digo todos, por pequeño que fuera el pueblo o la filiación
política que gobernase en el municipio, todos, insisto, se
han visto envueltos en algún tipo de tejemaneje ilegal, haya
o no haya salido a la luz pública.
-Si te digo que me está sorprendiendo todo esto, no
te miento, como tampoco lo hago, si te digo que me está
entusiasmando.
-¿No me dirás esto porque estás viendo una manera
fácil de hacer dinero y de corromperse?
-Pues claro, ¿de qué otro modo debería de verlo?
Tengo solo dieciséis años pero no soy tonta. Me estás describiendo un panorama realmente desolador, pero claro. Te
creo a pies juntillas todo lo que me dices ¿por qué habría
de dudar de ello? Eres mi bisabuelo, te tengo por hombre
íntegro, y justo, y lo que me dices es verosímil. Si encima le
hacemos caso a Luisa, que me ha dicho que te crea como si
leyera la Biblia, más motivos aún para darme cuenta, groso
modo, de que mi iniciación en el conocimiento de la Historia de España, está siendo positiva. Así, más fácil me resultará, entender esa barbaridad inexplicable, de los atentados
de Madrid de hace cuarenta años.
En el momento que le estaba diciendo esto Jara a su
bisabuelo, sonó el timbre de la puerta.
[78]
Capítulo V
Salió Luisa de la cocina y se dirigió hacia la puerta.
Eran ya las ocho y media de la tarde. Se les había pasado
volando, tanto al longevo periodista, como a la pipiola niña
ávida de conocimientos, aquella sobremesa que empezaran
justo después de almorzar y que se veía interrumpida por
la llegada de alguien. Hasta aquel día, cada vez que había
estado con su bisabuelo, Jara, había jugado con él, o charlado de cualquiera de las cosas más normales propias de su
edad, en una relación muy profunda entre bisabuelo y nieta,
pero nada trascendental. Juegos y conversaciones sin ningún contenido que no fuera más allá de un comportamiento
infantil, pero nunca, hasta aquel aniversario de tan luctuoso
suceso, le había hablado de aquella pasión que tenía -de la
que abominaba por dentro-, como fue la política. Era una
parte muy importante de su vida, porque la política en sí,
los políticos y el hecho político, habían presidido casi sin solución de continuidad entre unas elecciones y las siguientes,
su día a día, tanto personal, como profesionalmente.
A un hecho infame, le seguía otro peor. Así pasaban
los días, las semanas, los meses y los años, hasta llegar a
los noventa ya cumplidos, cuando su horizonte era difuso,
indeterminado. Lo miraba con la misma indiferencia que el
verdugo a la víctima que va a ajusticiar. Porque el tiempo
ajusticia. Es el verdadero verdugo de cada uno. Y cuando el
horizonte se hace borroso, es, porque falta la claridad que
[79]
aporta el futuro. Y él ya no tenía futuro, aquel tiempo verbal había desaparecido de la gramática de su cotidianidad.
Estaba tranquilo y vivía tranquilo, si bien, de vez en cuando, le seguía saliendo su visceralidad, y la vehemencia que
le había caracterizado toda la vida. Se mostraba de nuevo
con el mismo apasionamiento que lo había hecho siempre,
porque fue un gran discutidor. Y lo hacía con cualquiera en
cualquier momento se tratara el tema que se tratara, eso sí,
presidiendo aquel comportamiento, el que de lo que no sabía, ni hablaba, ni discutía, se limitaba a escuchar y a aprender de los otros.
Se oyó una voz, conocida por los dos ocupantes del
salón, que saludaba a Luisa en la puerta. Inmediatamente se
escuchó el grito de Jara en una expresión de alegría diciendo ¡abuela!, y al instante saltó del sofá para salir corriendo a
recibir a aquella mujer, que a pesar de su categoría ya como
abuela, seguía presentando unas facciones jóvenes y cuidadas que no representaban los casi setenta años que tenía.
Llegó la niña a la abuela antes de que esta pusiera los
pies en el salón y se le echó a los brazos fundiéndose ambas,
en un fuerte y cariñoso abrazo acompañado de dos sonoros
besos en la mejilla de la sexagenaria. Mientras, Julián, seguía sentado en su sillón esperando la entrada de su hija y
de su bisnieta junto a Luisa.
Entraron las tres mujeres al aposento, en cuyo rincón
más alejado, permanecía el anciano. Su hija, se acercó hasta
el sillón y besó con una especial dulzura a su padre, que
tomó sus manos, y las besó también.
Después de saludar, se sentó en el sofá y al lado su
nieta. Él continuaba en el sillón y Luisa preguntó por si se
iba a quedar a cenar. Le contestó que no, que solamente se
había llegado a ver a su padre. Entonces Luisa tomó de nuevo el camino de la cocina.
-Qué hacéis el par de ellos. Preguntó con una pronunciada sonrisa. Que me han dicho -dirigiéndose a su nieta-, que llevas todo el día aquí con tu bisabuelo y no has ido
en toda la tarde a casa, desde que saliste del colegio, según
[80]
me ha dicho tu madre.
-Así es abuelita. Y Jara puso una cara exclamativa
que le llamó la atención a la abuela.
-¿Pareces contenta? ¿Se puede saber qué habéis estado haciendo?
Claro, ¡cómo no! Aquí el abuelo que me está contando muchas cosas de la historia de España. Todo a raíz
de lo que hemos estado viendo en la tele cuando estábamos
comiendo. Lo del aniversario del once de marzo de 2004.
Puso un rictus que denotaba extrañeza por un lado y
aquiescencia por otro. Ella no era mujer inclinada hacia la
política ni el hecho político. Por su profesión, más se había
dado a los demás, que inclusive a ella misma, así que ni la
política ni los políticos iban con su carácter y personalidad.
Mucho menos, cuando había vivido en primera persona una
buena parte de los hechos que jalonaron la vida de su padre cuando era pequeña. De ahí que optara por apartarse
de aquel mundo que consideraba ruin y de ruines. Por ese
motivo, tampoco ella, a su hija, le había formado mucho en
aquella materia y por ende, los padres de Jara, permanecieran también, al margen absolutamente, de la vida de quienes
han de ser los servidores del pueblo.
-Cosa extraña esta, Jara. Hace mucho tiempo que no
oigo a tu “abuelísimo” hablar de política con nadie. Últimamente, parecía como si la tuviera olvidada. Y eso puede ser
por dos cosas, porque esté tremendamente cabreado -perdona la expresión-, o porque esté cansado, y eso me preocupa
más.
-Sabes que eso no es así, hija. Lo que ocurre, es que
cada vez tengo menos motivos y ganas para hablar de estas
cosas. Lo que ha sucedido, es que al ver el reportaje conmemorativo de aquella matanza, ahora que tu hija cumple
cuarenta años, ha salido la conversación, y Jara, me ha pedido que le cuente el por qué se llegó a todo aquello, y los
motivos por los que ahora somos una provincia alemana.
-Mi querida nieta, no sé qué será lo que hasta ahora
te ha contado este cascarrabias que tengo por padre. Lo que
[81]
sí te digo, es que si ni tus padres ni nosotros tus abuelos
te hemos hablado antes de ello, ha sido sencillamente por
ahorrarte un mal trago. Mi padre sabe que estas cosas relacionadas con la política, las odio, igual le pasa a tu padre y a
tu madre. Pero tu bisabuelo, las vivió tan intensamente, que
es inevitable que haya querido contártelas, como en su día
hizo con tu madre, aunque, repito, ella, jamás te haya hecho
referencia a ello.
-La verdad grobmutter que...
-¡Jara! a mí no me hables en alemán que sabes que
me da mucha rabia. Y no tiene nada que ver con la política,
es solo que me gusta más abuela que grobmutter. Suena a
monstruo o nombre de pizza, o algo así.
-Vale, abuela. Te iba a decir, que me parece muy interesante lo que me está contando tu padre. Estas cosas ni
las hemos dado en clase, ni he tenido una referencia concreta de dónde poder leerlas. Entender la Historia, creo que es
muy importante porque me gusta conocer mis orígenes, de
donde vengo y cómo eran las cosas antes de yo nacer para
así poder comparar. Y ni siquiera en Internet me ha dado
por buscarlas. Será que como no tenía base desde donde
empezar.
-Eso está muy bien, claro que sí. Y espero y deseo,
que de lo que te cuente, extraigas unas enseñanzas que te
sirvan en tu vida familiar, social y profesional en un futuro,
que ya lo tienes a la vuelta de la esquina para empezar a
desenvolverte tú solita en la vida.
-Entonces qué ¿te quedas a cenar?
-No, de verdad, no le he dicho nada a tu abuelo. Os
dejo. Que siga poniéndote al día de la Historia de España,
según san Julián...
Y rieron los tres. Se levantó, de nuevo se fue hacia
su padre, lo besó y se despidió. Y protestó el viejo.
-¡Hay que ver hija!, me haces la visita del médico.
-Este domingo comemos todos juntos y ya me dirás
que le has dicho a la niña.
-Vale. Y se marchó.
[82]
-Entonces qué ¿seguimos o cenamos?
-Las dos cosas mi general. Seguimos con la conversación cenando, porque imagino, que ya le dará cuenta tu
abuela a tu madre de que estás aquí conmigo, porque no ha
llamado en toda la tarde.
-Es que iba con papá, a ver unos muebles o qué sé
yo y como es viernes, seguramente cenen fuera. ¿Dónde lo
habíamos dejado?
-Déjame que haga memoria. Mira que imputarme a
mí la responsabilidad de memorizar, con lo viejo que soy.
-Vale, te lo diré yo, no creas que he perdido el hilo.
Tenías, al menos, tres frentes abiertos, uno el de las obras
de los ayuntamientos, otro el de las Cajas de Ahorros, y el
tercero, a ver, lo de las Autonomías y las Diputaciones ¿no
es así?
-En efecto. Tienes una memoria que me dice a las
claras que estabas prestando atención.
-¿En algún momento lo has dudado?
Y se le pusieron chispeantes aquellos dos ojos azules de mar profundo. Un azul turquesa que le daba un realce
bellísimo a aquel rostro redondeado de la púber que ya dejaba de ser.
-Claro que no, mi niña. De modo que, con el nacimiento de las autonomías, se duplicaron los servicios. Es
decir, y resumiendo mucho, que las competencias que antes
eran del Estado en exclusiva, se fueron atomizando. Este
hecho propició que llegara el momento en el que había diecisiete planes distintos de estudios, por ejemplo, al concederle el Estado, las competencias de educación a las Comunidades Autónomas, y empezaron a surgir problemas muy
importantes, que afectaban al resto del país. Otro ejemplo:
las regiones llamadas “históricas”, o sea, Cataluña y el País
Vasco, sobre todo, iniciaron una campaña tremenda contra
la lengua. Te explico. Intentaron, y, casi consiguieron, que
el idioma español quedara postergado. Lo arrinconaron de
tal manera, que teníamos que ver cosas tan rematadamente
absurdas, como que los rótulos de los comercios de la gente,
[83]
cualquiera que tuviera un negocio en Cataluña, esos rótulos
que dicen a qué se dedica, tenían que estar en catalán o de
lo contrario, se les multaba.
-¿No me digas?
-Eso no es todo, en catalán o cualquier otro idioma
que no fuera español, es decir, no les multaban a los ingleses, alemanes o rusos. Y eso casi es anecdótico comparado
con que el castellano, se quitó como lengua de las escuelas,
y en su lugar, se impartían idiomas como el inglés o el árabe
y, posteriormente, el chino.
-¿El árabe? Qué extraño ¿no? ¿Y el chino? Ya sabes que soy de la opinión de que mientras más idiomas se
sepan mejor. Pero es que el árabe, hoy en día aquí, lo hace
quien quiera estudiar expresamente filología, o quien haga
idiomas, pero ponerlo como lengua vehicular, y quitar el
castellano, me parece de locos.
-Si es que de no haber sido todo de locos, ahora no
te estaría contando esto.
-¿Y por qué el árabe y el chino y no el indú, que
también hay muchos, por ejemplo?
-Por una razón muy concreta, que de no haberse
dado el fenómeno este de la absorción por parte de Alemania, de los países de la entonces Comunidad Europea, habríamos terminado siendo colonizados por chinos o árabes.
-¿No me digas?
-Sí te digo sí. Porque resulta, que otra de las medidas adoptadas por los políticos socialistas en su afán de
auto proclamarse como los únicos progresistas del mundo,
entre las muchas decisiones abyectas que adoptaron, fue la
de papeles para todos. Te explico también:
A finales de los años ochenta, que fue el tiempo
que más o menos tardaron en organizar la tela de araña los
socialistas, con motivo de los fastos de la Exposición Universal del año 1992, en España se empezó a creer mayoritariamente que esto era Jauja. Cualquiera tenía ya opción
a poder hacer cualquier cosa. Es decir, los socialistas, con
su modo de gobernar, fueron adoctrinando a la sociedad
[84]
civil tirando de mucha propaganda. Crearon el estado del
bienestar, que venía a ser un eufemismo sobre lo que es la
socialización de todo. O sea, que como te indiqué de pasada
antes, cualquiera podría ya tener acceso a lo que antes solo
tenían derecho los ricos, los capitalistas. Esa gente tan mala
que son los empresarios y los patronos, es decir, los que
crean los puestos de trabajo. No te voy a decir que no exploten al trabajador también, como en la Edad Media, pero eso
es tema de otro debate.
La cosa es, que socializarlo todo, era decirle a las
clases medias e incluso bajas, que podrían hacer exactamente lo mismo, que los señoritos adinerados del siglo XIX. Lo
mismo te podías ir un mes de vacaciones, que hacer un crucero, como ser socio de un coto de caza mayor; comprarte
un chalé en la playa o simplemente un piso para vivir. Ya
te digo, el país de Jauja. Y la gente se lo creyó. Y la gente
iba al banco, y pedía un crédito, lo mismo para comprarse
la vivienda necesaria cuya hipoteca la firmaba de por vida,
como para irse a la Feria de Abril a Sevilla, o al Rocío, o
para otro coche, o para un todoterreno para ir de caza. En
fin, que se empezó a vivir un cuarenta por ciento más por
encima de nuestras posibilidades. Todo se nos pintaba de
color de rosa. No había problemas con la banca y su liquidez, porque el socialismo, trataba maravillosamente bien al
capital, es decir, a los bancos. Fue cuando más dinero ganaron los grandes bancos españoles. Y moviéndose el dinero,
está claro que una parte, se tiene que ir quedando por algún
sitio.
-¿Cómo que se tiene que ir quedando por algún sitio?
-Claro Jara, mientras más fluye un río, más agua da,
y mientras más agua hay, más agua se evapora o se pierde
por las acequias. Pues lo mismo. Mucho dinero circulando,
infinitas posibilidades de que se evaporara, o lo que es lo
mismo, muchísimas probabilidades de que mucha gente ganara dinero fácil. Legal o ilegalmente. A ver, por ponértelo
más fácil; con este modo de proceder, se crearon dos nuevos
[85]
oficios, esto cuando el PSOE llevaba en el poder poco menos de diez años. Y que fueron, la de político profesional,
y la de especulador. Y, en esta última, los ramales también
fueron infinitos. Desde especulador inmobiliario, hasta especulador de compañía telefónica, o especulador de bolsa.
Entonces, aquella manera de enfocar y dirigir, a la
sociedad hacia el estado del bienestar, tenía que ir acompañada de una serie indeleble de hechos o actuaciones políticas
que certificaran aquel panorama de progreso, crecimiento,
lujo, boato y bonanza en todos los aspectos, sociales y económicos. Para conseguir eso, lo que han de controlar, es el
principal, y quinto poder, que les serviría de escaparate: los
medios de comunicación.
-Vuelves a mezclarlo todo mi querido cascarrabias.
-Lo sé, pero como no estoy escribiendo un ensayo,
sino que te cuento las cosas sin el orden debido, literariamente hablando, he de ir engarzando unas cosas con otras.
De cualquier modo, cuando de algo no te enteres, con decírmelo estamos en paz.
-Tienes razón, pero no es el caso de momento. Así
que sigue.
-A los medios de comunicación, había que sumarles
algo más ¿y qué era?: la educación. Para ello, un individuo
llamado Alfredo Pérez Rubalcaba, del que siempre he dicho que fue, ante todo y sobre todo, una mala persona, se
inventó la LOGSE, que era como hacer que los niños desde
pequeñitos se fueran centrando en otro tipo de valores por
la manera de hacer las cosas. O lo que es lo mismo, ya lo
decía yo cuando tu abuela empezó a ir a la guardería, y eso
que a ellas, la verdad es que no les tocó. Era más importante
-lo digo solo como anécdota ¿eh?-, saber meter una pieza de
madera en su sitio, que leer o escribir. Esto, dicho así, no
tiene más importancia que la de lo que has oído, ahora bien,
visto en el contexto general de las consecuencias que trajeron a posteriori estos métodos de enseñanza, nos da la razón a quienes nos oponíamos entonces a aquellos métodos.
Y no solo por el método en sí, sino porque esto conllevaba
[86]
el cambio radical en la forma de ver y enfocar la vida desde
unos valores muy concretos.
-De esto de los valores ya me hablaste antes.
-Si, en efecto, y el primero de los valores que se aniquiló, como antes te dije, fue el respeto. Y con la ausencia de
este, y la anuencia de los políticos socialistas, dieron cabida,
invocando a la solidaridad, a un millón de iniquidades, y
desmanes que pasaban por el populismo hecho progresismo, y así vino el café para todos. Y España se convirtió
como por arte de magia en la receptora de todo tipo de inmigración. Este fenómeno, podría decirse que empezó por
el país más próximo a España por el sur, es decir, Marruecos. Y continuó sin parar hasta la primera decena de este
siglo. Primero, repito, fueron los árabes quienes llegaban
por cientos, en pateras.
-¿Qué son pateras? Interrumpió Jara.
-Pateras eran unas pequeñas embarcaciones en las
que se hacinaban muchas más personas de las que podrían
subir en ella, de ahí que se cuenten por miles, los ahogados
en el mar durante la travesía que hacían desde el norte de
África, a cualquiera de los puntos más cercanos de las costas de Huelva, Cádiz, Málaga y Almería.
Lo mismo daba que fueran mujeres o niños. Jóvenes, en la inmensa mayoría de los casos. El Rey marroquí
tenía muy bien estudiado el tema. Y lo que es mucho peor, y
que yo escribí también en su momento: Al igual que ocurrió
sobre el año 722 con la invasión del Islám, y cuyo periodo
de dominio moro fue hasta el 1492, se empezó poco a poco
a fraguar una nueva conquista, pero por métodos nada belicistas, pero sí, invasión al fin y al cabo.
Toda esta gente que llegaba de distintas procedencias y por diferentes métodos, se quedaba. Por las leyes
que sucesivamente fueron promulgando los socialistas, se
les iban dando más y más concesiones a este tipo de inmigración cuya aportación al Estado propiamente dicha, y
generalizando, no iba en consonancia la rentabilidad de su
trabajo, con lo que recibían del Estado. Otro ejemplo: cual[87]
quier niño que naciera en España, era considerado español
y por ende, su madre adquiría la nacionalidad española. Y
me dirás que eso es lógico ¿no? Sí, y no, ya que muchas de
las mujeres que se ahogaron durante la travesía a esta santa
tierra, venían embarazadas. ¿Y por qué? Pues puedes deducir que se hacía claramente con la intención de quedarse en
España sin tener que hacerlo de forma legal. Es decir, con
un contrato de trabajo, un tiempo en el país para solicitar la
nacionalidad etcétera, etcétera. O sea, una colonización en
toda regla, se diga lo que se diga. Y con los chinos pasó tres
cuartos de lo mismo. Empezaron a llegar e instalarse montando tiendas de todo a cien y restaurantes. Eso sobre todo,
luego, continuaron con las tiendas de ropa, de frutas... hasta
que cubrieron casi la totalidad de los gremios. ¿Por qué?
Porque debido a un tratado bilateral entre Europa y China,
se les daba una serie de facilidades para instalarse, como
eran, por ejemplo, la fiscalidad a la que estaban sometidos,
y otro tipo de incentivos y prebendas a las que no tenían
acceso otros empresarios españoles o comunitarios.
-¿Y eso cómo podía ser? Había una clara discriminación entonces ¿no?
-Claro que sí. Por eso hay que abundar en el tema de
la colonización, que si bien al principio nadie lo veía como
tal, con el paso del tiempo ya cada vez más gente se fue
dando cuenta. Pero claro, ya no había remedio. ¿Y cuándo
pasó eso? Cuando no había posibilidad de dar marcha atrás.
Como te dije antes, lo de rotular en Cataluña en español estaba multado ¿no? Rotular en árabe estaba permitido, del mismo modo que con el crecimiento de la población
musulmana, se fueron construyendo mezquitas, ocupando
cada vez más lugares públicos y el último paso, fue la constitución de partidos políticos presentándose a las elecciones, y sacando concejales, alcaldes y diputados regionales
y nacionales. La colonización en los años veinte de este siglo, justo antes de suceder lo que pasó luego, estaba prácticamente finalizada. Era tal ya su influencia en los poderes
políticos y económicos, que nos veíamos como una parte
[88]
más del Islám. Y todo, repito, debido a la inoperancia de
una casta política que por activa en el caso de la izquierda,
y por omisión de la derecha, nos abocó a un fracaso y a un
colapso, que de no haber sido por Alemania, hoy seríamos
una Taifa Alauita. Y si bien esto de hoy es malo, lo otro,
hubiera sido infinitamente peor.
[89]
Capítulo VI
Llegaba Luisa con la cena al pequeño comedorcito
adyacente a la cocina por un lado y al salón por otro, a la
vez que sonaba el teléfono donde aún estaban bisabuelo y
bisnieta. Saltó la joven como un gamo, del sofá, a la mesita
donde se encontraba aquel aparato antiguo, de los del siglo
XX que le gustaban a Julián y preguntó quién era. Era su
madre la que llamaba, a la que le dijo sin más explicaciones,
que ya a las horas que eran, se quedaba a cenar y a dormir,
allí, en casa de su bisabuelo.
Se levantaron y se fueron a la estancia contigua.
Una vez puesto el mantel y la cena, se sentaron a la pequeña
mesa redonda ausente de caballeros en busca del Grial. Los
platos allí puestos, a diferencia del que usara Jesucristo en
la última cena, eran de loza de la Cartuja sevillana, muy
antiguos pero que aún conservaba. Eran blancos. Pero de
un blanco sucio, como si el tiempo se hubiera encargado de
desteñir su original blancura. Además, estaban adornados
con unas cenefas azules, de un azul menos pronunciado que
el de los ojos de Jara. El motivo parecía dar la impresión
barroca de hojas de lechuga enredadas. En ellos se sirvieron una cena liviana compuesta de ensalada y un bistec de
ternera a la plancha. Con la cena, un receso en lo que le contaba. Breve. Solo el tiempo que tardaron en tomarse la ensalada, el bistec y una fruta como postre. Nada más terminar,
se levantaron y retomaron los asientos que casi no se habían
[90]
enfriado como la noche, que siendo marzo, a aquellas horas apetecía incluso la calefacción o encender la chimenea.
Algo que desde luego no hicieron. Así que la temperatura
ideal la ponían los radiadores del salón.
-Sigue urgrossvater, que esto de los musulmanes
me está haciendo pensar, en que en efecto, desde luego no
tiene nada que ver la religión musulmana con la nuestra, a
pesar de que yo tampoco sea muy religiosa.
-Absolutamente nada, a pesar de que en efecto, yo
tampoco lo sea. Digo lo de religioso, pero desde luego que
en la que nos podríamos haber metido, hubiera sido algo
tremendo. Ahí, en su manera de concebir la vida desde el
punto de vista político en el hecho religioso, desde luego
que le alabo el gusto a los dirigentes alemanes que borraron
casi de un plumazo toda aquella influencia y poder que habían conseguido, sobre todo, aquí en España. Pienso que su
conquista de Europa, estaba asentada, como es lógico desde
el punto de vista estratégico, en hacerse fuertes en el sur
y comenzar su expansión desde la Península Ibérica hacia
arriba. Pero ya te digo, que los alemanes no se lo permitieron.
-Lo que hemos leído y estudiado sobre determinadas prácticas del Islam, nada tienen que ver con la libertad
individual, la solidaridad, la igualdad entre el hombre y la
mujer y un montón de aspecto muy perniciosos para la convivencia.
-Así es. Como por ejemplo, el integrismo al que se
llega mediante el adoctrinamiento. Porque cualquier forma
de adoctrinar desde el sectarismo, sin dar opciones a otras
posibilidades, y respetar, tanto otras culturas, políticas, así
como otras religiones, es pernicioso para el ser humano. Y
ahí, es donde radicó, de alguna manera también, en el sectarismo y el pensamiento único, toda la política de los socialistas españoles. Por su culpa, ya te digo que estos males
que nos trajo la inmigración desordenada, y la intransigencia de unos políticos que solo se miraban su propio ombligo,
nos abocó a aquella forma encubierta de colonización. A
[91]
ellos les daba lo mismo, la cuestión era, que tenían que ir
cumpliendo con las estrategias que se marcaban de cara a
conseguir el único propósito que les motivaba: el poder.
-Pero si se llegaba a la colonización como me estás diciendo, ellos perderían el poder también que pasaría a
manos de los musulmanes, o como es el caso actual, de los
alemanes, ¿no?
-Sí, esta ha sido la consecuencia. Pero como por
aquellos entonces a ellos solo, repito, solamente les interesaba el poder, ganar las elecciones era cuestión de tácticas
y estrategias electorales, de ahí que fueran dando pábulo
poco a poco a los pequeños colectivos. Por ejemplo, los
socialistas se empeñaron en que una pareja compuesta por
dos hombres o dos mujeres se llamara matrimonio. Y eso,
desde cualquier punto de vista no podía ser. Que tuvieran
los mismos derechos civiles que un matrimonio a la hora de
las herencias, de las pagas por viudedad etcétera, bien, pero
que se llamara a aquello matrimonio, pues no porque el término matrimonio transciende lo que la Real Academia de
la Lengua Española definía como tal, ya que no era solo una
definición que unos académicos pueden cambiar en cualquier momento. No. El matrimonio está arraigado en nuestra cultura y tradición judeocristiana desde hace muchos
siglos, y que unos cuantos políticos, por el mero hecho de
querer captar el voto de los colectivos de gays y lesbianas,
quisieran romper con una tradición de millones de personas
a lo largo de la Historia de la Humanidad, es de nuevo otra
locura.
-¿Entonces tú te opones al matrimonio de dos hombres o dos mujeres?
-Insisto, no me opongo a que dos hombres o dos mujeres vivan juntos y hagan la vida sexual que les dé la real
gana. Que tengan todos los derechos como cualquier pareja.
Pero eso no es un matrimonio, como así, rectificaron hace
quince años los gobernantes alemanes.
-Bueno, en eso tienes razón. No creo que fuera tan
complicado llamarle de cualquier otra forma. Porque, ¿qué
[92]
interés pueden tener dos hombres o dos mujeres en llamarse
matrimonio?
-Eso mismo digo yo y me preguntaba a mí mismo
muy a menudo. No veo la causa ni nadie me justificó nunca,
el por qué de aquel empecinamiento, cuando además, paradójicamente, muchos de aquellos homosexuales, estaban
en contra de manera radical de la institución del matrimonio. Así, que la verdad, nunca me lo he podido explicar. Y
lo mismo que con estos colectivos, fueron tocando todos,
entre ellos los de los inmigrantes a los que nacionalizaban
por miles de un plumazo. Con el compromiso, claro está, de
que aquellos recién nacionalizados, pasarían a ser votantes
suyos en las siguientes elecciones que se celebraran. Como
ves, esta gente no daba un paso sin previamente haber calculado al milímetro, la repercusión electoral que iba a tener
la decisión adoptada o por adoptar. Y todo esto empezó,
como te dije antes, a finales de los ochenta cuando prácticamente tenían el poder absoluto en Comunidades Autónomas, Ayuntamientos y Gobierno Central. Así siguieron
tejiendo la tela de araña que nos tejieron poco a poco. Retomando de nuevo lo de la educación, pues imagínate los
casos que se dieron de colegios que impedían que las niñas musulmanas llevaran el hijab. Algo que se preocuparon
muy pronto los políticos en hacer cambiar las normas. Ni
te cuento, ya entrado este siglo, de los casos que rozaban la
estupidez suprema, cuando niños musulmanes acusaban a
los españoles de llevar bocadillos de jamón o de mortadela
a los colegios. Hasta llegaron a prohibir en determinados
colegios públicos, que en los comedores, se sirvieran comidas que llevaran cerdo.
-Pero qué cosas más absurdas ¿no?
-Absurdo para quienes piensan y razonan un poco.
Para los socialistas españoles, al igual que les pasó a los
nacionalistas separatistas vascos y catalanes, era una estrategia más de cara a conseguir sus propósitos, o sea, el poder.
El radicalismo catalán, no es ni más ni menos que la base
del fascismo. Al igual que el radicalismo vasco. Fascismo
[93]
puro y duro con la diferencia de que estos, los vascos, además, mataban a quienes no pensaban como ellos o a quienes
les impedían que hicieran lo que pretendían, como era la independencia del País Vasco de España que casi consiguen.
Con lo cual, hubo una época en la que nos encontramos
envueltos en tres radicalismos: el de los socialistas, y el de
los vascos y catalanes separatistas. Se servían de las leyes
y del sistema, la democracia, que en realidad no existía, les
servía, digo, para conseguir sus propósitos.
-¡Vamos!, que, como se dice por aquí, el patio lo teníais siempre revuelto.
-Sí siempre desde que Alfonso Guerra, como te dije
al principio de la conversación, pronunciara aquella famosa
frase de que a España no la iba a conocer ni la madre que
la parió. Y en efecto, así fue. Porque entrando los años noventa, es cuando se empiezan a ver a las claras los casos de
corrupción, en los que estaban envueltos, por regla general
-porque la corrupción se dio en todos-, miembros del Partido Socialista. Ya fueran de primera línea o de segunda. El
caso es que con motivo de la Exposición Universal del 1992
y los Juegos Olímpicos en Barcelona, el desmadre fue total.
A partir de aquí es cuando se comenzó a ver a las claras
y por determinados medios de comunicación, hasta dónde
estaban llegando los políticos.
-Pero bueno, ¿y eso cómo se consentía o por qué?
-A ver, consentir, lo que se dice consentir, no es que
se consintiera, sencillamente, los socialista, lo primero que
hicieron al ver la respuesta ciudadana, y notar que el molde de sociedad que estaban construyendo les iba bien, fue
ir convirtiendo la política en un oficio, en una profesión a
la que se llegaba sin hacer ningún tipo de oposición, ni de
tener una preparación intelectual. Nada. El sistema político
de partidos y el electoral de listas cerradas, daban pábulo a
todos aquellos especuladores y trepas que sin el más mínimo esfuerzo, alcanzaban puestos de responsabilidad que,
conllevaban, unas importantes contraprestaciones dinerarias a modo de sueldos muy elevados, que ellos mismos se
[94]
ponían.
-Pero te repito la pregunta, ¿cómo y quién consentía
eso? ¿Y la justicia, no actuaba?
-Ahora acabas de nombrar a la bicha. Debería haberte empezado por decir, que como bien sabes, la democracia se asienta desde un punto de vista filosófico y de su
concepción original, en la separación de poderes ¿no?
-Sí, así es. Eso al menos lo hemos estudiado así. Y
por lo poco que yo sé, al parecer funciona ¿no?
-Podríamos decir que aquí, en la Federación de Países, y ahora, en efecto funciona más o menos bien. Sí. Pero
esto nada tiene que ver con lo que se daba en España. He de
repetirte, que la casta política española, carente de intelectuales, y de gente formada en condiciones para llevar el país
más o menos bien, fue una casta parasitaria que fagocitó
absolutamente todo lo que se les oponía. De ahí, que, en respuesta a lo que me has preguntado sobre la Justicia, te diré,
como anteriormente, que los socialistas, empezaron por lo
que era el aparato militar y siguieron con la Judicatura en
General.
Lo mismo que hacían planes de estudios focalizados
a un interés y adoctrinamiento político; igual que hicieron
con las Cajas de Ahorros metiéndose y manejando los Consejos de Administración hasta pudrirlos. Del mismo modo,
se metían en las Asociaciones de Vecinos que controlaban,
Asociaciones de Padres de Alumnos, clubes deportivos,
Organizaciones No Gubernamentales, y hasta en asuntos
religiosos, como eran la Semana Santa sevillana y el Rocío,
por citarte dos ejemplos muy evidentes, hasta este tipo de
entidades quisieron controlar. Pues desde ahí, hasta la Judicatura. Todo, hecho, como no podría ser menos, de forma
legal.
-Entonces, ¿si era legal por qué lo criticas?
-A ver, legal es todo lo que se atiene a las leyes. Claro. Pero es que resulta que eran ellos mismos quienes hacían
aquellas leyes que luego los jueces tenían que interpretar
y aplicar. Y esto de interpretar las leyes por parte de los
[95]
jueces, siempre me ha parecido una auténtica aberración.
Porque las leyes hay que aplicarlas, tal y como se dictan, no
sencillamente eso de interpretarlas según convenga hasta
en cuestiones políticas, como fue el caso en tantas y tantas ocasiones. Es decir, desde el Gobierno, se nombraba al
Fiscal General del Estado, que se supone que es quien ha
de ejercer la acusación en nombre del pueblo. Pues todo lo
referente a casos en los que los políticos se veían envueltos,
en todos aquellos casos de corrupción en los que anduviera
metido un político del partido contrario, el Fiscal, ejercía
una feroz persecución contra el imputado en cuestión. Si
por el contrario, la denuncia se hacía desde la oposición
contra alguien involucrado del partido del Gobierno, el Fiscal General del Estado, miraba hacia otro sitio. Esto por
un lado, por otro, que a los Jueces y Magistrados del Tribunal Supremo, así como a los de Tribunal Constitucional,
los nombraban de acuerdo a las cuotas de los partidos con
representación parlamentaria. O lo que es lo mismo, como
los partidos mayoritarios fueron siempre el PP y el PSOE,
eran ellos quienes ponían, según su criterio, Jueces y Magistrados que posteriormente tendrían que juzgar a quienes incumplieran la Ley, y como curiosamente, había tanto
delincuente entre los políticos, pues, daban por hecho, que
les iban a juzgar unos Tribunales que ellos mismos habían
nombrado, de ahí que se vieran las caras de tranquilidad
que se veían, entre los acusados a la hora de sentarse en el
banquillo.
-Pues anda que pinta bien la cosa. Supongo que mi
extrañeza, y conmoción, provienen fundamentalmente de
que no tengo ni pajolera idea de la política, los políticos, y
todo lo que se mueve a su alrededor. O sea, del desconocimiento absoluto, y de que no nos han enseñado nada al
respecto en el colegio, ni en casa. Al menos hasta ahora. Y
la verdad, es que en mi entorno de amigos, tampoco se comenta sobre ello. La gente con la que me muevo vive feliz.
No se puede decir que nos vaya mal. Al contrario. Hemos
crecido en la abundancia, y a mi modo de ver, considero
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desde mi desconocimiento, que la vida ahora mismo nos
sonríe en todos los aspectos. ¿O no?
-No quiero quitarte la ilusión con la que a tus dieciséis años ves la vida. Por supuesto que no. A tu edad, yo
tampoco es que me preocupara mucho que digamos del hecho político en sí y de lo que pasaba. Ya te lo he dicho. Veremos a ver qué piensas después de haberte contado todo esto
y, sobre todo, cuando llegues a la Universidad. Como mínimo, entonces, una ligera preparación llevarás. Una base que
te hará ver lo que sucede a tu alrededor, de forma diferente
a como lo ves ahora mismo. Insistiendo, en que todo debes
mirarlo en presente, apoyándote siempre en la experiencia
del pasado y la perspectiva del futuro.
-En efecto, así deben ser las cosas. Pero continúa,
que esto de la justicia debe ser de lo más importante.
-Cierto, porque si falla uno de los pilares fundamentales en los que se debe asentar la democracia, como
es la división e independencia de los poderes del Estado,
está claro que entonces no existe la democracia real. Al no
darse esta separación entre el Ejecutivo, Legislativo y el Judicial, aderezada con la nula independencia de los medios
de comunicación, que son los últimos, podríamos decir, en
la cadena democrática, al ser quienes han de servir de control del resto de poderes, transmitiendo a la sociedad qué
es lo que se cuece por las entrañas del Estado, entonces,
te puedes hacer una idea de cómo y por qué se dieron determinadas y complicadas situaciones que derivaron, en la
mayoría de los casos, en una desconfianza generalizada de
la sociedad, con todo aquel entorno sociopolítico
-Quiere eso decir que estaba todo patas arriba, ¿no?
-A mí siempre me han llamado catastrofista. Me han
dicho de todo, y hasta la gente de mi entorno, me ha dado
la espalda. Bueno, darme la espalda, literalmente hablando,
no, pero me hacían todo tipo de reproches porque estaba
incidiendo siempre en lo mismo. Es decir, todos los días
denunciaba esta praxis torticera y degradante. Pero por más
que lo decía, más aburría. Tu propia abuela y tía abuela,
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me decían que siempre estaba con la misma cantinela. Que
si no me cansaba. Hasta mis mejores amigos, me decían
lo mismo. Claro, hasta que les tocó a ellos. Y eso fue ya
cuando el monstruo había crecido tanto al socaire de aquellos comportamientos pasivos, que ya no hubo remedio. Y
es que siempre me ha pasado en mi vida lo mismo. Me he
hartado de oír, pero ya a posteriori cuando no hay remedio,
una frase que llegaba a molestarme.
-¿Y qué era lo que te decían que te molestaba?
-Pues me decían aquello de: hay que ver la razón
que tenías. Y lo hacían cuando ya no había remedio. Pero
sigamos con lo de la justicia porque me parece que es de lo
más escandaloso. Si bien, he de reconocer, que el mismo
demérito tienen los medios de comunicación. Pero al fin y
al cabo, los medios son en su mayoría privados y allá ellos
lo que hacen con su manera de ejercer la profesión que ya
analizaremos más adelante, pero sin embargo a los Jueces
les pagamos los ciudadanos, y si bien como es lógico pueden tener sus creencias religiosas o políticas como todo hijo
de vecino, el administrar justicia es un hecho mucho más
relevante que el de dar una noticia. La justicia es básica para
la convivencia entre los seres humanos, porque ya no somos
trogloditas donde imperaba la ley del más fuerte. Eso lo
hacen los animales. De ahí, que un país en el que la justicia
esté coja o no sea absolutamente independiente, jamás podrá decirse que sea un país ni moderno ni democrático.
-Claro, eso es una obviedad.
-Ahora, Jara, ahora. Antes no parecía tan obvio. De
hecho, ni cuando se sacaban aquellas encuestas que hacían
los institutos demoscópicos en las que se preguntaban por
la confianza que la ciudadanía tenía en el sistema judicial
español, que se mostraban claramente en contra de ellos, ni
aún así, se tomaban medidas para corregir aquella deriva.
Evidentemente por dos razones, una porque eran el poder,
y otra, porque la gente ya estaba, en general, anestesiada
contra aquel virus de la intolerancia del propio sistema.
Sabían que por muchas encuestas que hubiera y aunque su
[98]
credibilidad cayera a cero, seguirían ocupando sus cargos
y subiendo en el escalafón si tenían un amigo político o se
portaban bien con los políticos.
Claro, que esto que te digo, no es que con ello quiera
decir que no había ni un solo juez o fiscal bueno, cumplidor y trabajador. No, ni mucho menos. Generalizo, porque
el problema de donde procede es del seno del poder judicial y de las altas instancias, de ahí que las Instituciones, se
corrompan por un comportamiento más o menos generalizado, lo que no implica, que sean absolutamente todos los
componentes de la institución, unos corruptos.
Partamos siempre de la base de que en todas las profesiones, así
como en todas las familias, hay gente buena, muy buena,
regular, mala y muy mala. Lo mismo en las instituciones y
quienes trabajan en ellas. De ahí que haga especial hincapié,
en que en el Órgano Superior de los Jueces, que era el Consejo General del Poder Judicial, es donde estuviera el fallo.
No porque los nombrados fueran corruptos. No. Tampoco
es eso, es que al ser nombrados por los partidos políticos, su
credibilidad bajaba muchos enteros y en los momentos claves y más delicados cuando la guerra sucia del Caso GAL,
pues bueno, ya se vieron, como posteriormente con el Juez
Gómez de Liaño o Baltasar Garzón, que la justicia estaba
totalmente politizada.
Hubo ataques, en su momento, por parte de los políticos, a jueces que quisieron ser independientes. Como
en el caso concreto de un juez que era extremeño, Marino
Barbero. A este hombre, Rodríguez Ibarra, entonces presidente de nuestra Autonomía, le llegó a decir de todo y a
acusar de todo, como por ejemplo de “querer intervenir en
política sin presentarse a las elecciones dictando sentencias,
abriendo y cerrando sumarios, al igual que hace ETA, que
quiere participar en la vida política poniendo bombas”; e
incluso, hasta llegó a decir, que los jueces eran “salteadores de camino”. Y se quedó tan pancho. Por supuesto no le
pasó nada, pero sin embargo, el magistrado Barbero, tuvo
que abandonar la carrera judicial por todo tipo de presiones
[99]
realizadas desde el poder político, y la falta de amparo, por
parte de quienes deberían haberlo hecho, o sea, del Consejo
General del Poder Judicial, como te he dicho antes, el máximo órgano jurisdiccional que había en España. Eso sí, hasta
que el Tribunal Constitucional, asumió competencias que
no le correspondían, como era anular sentencias del mismísimo Tribunal Supremo. Entre ellas, pero eso fue mucho
más adelante, la que permitió a ETA estar representada en
las Instituciones del País Vasco. Pero a eso ya llegaremos.
-No sé si los escalofríos son de la temperatura de la
noche que hace ya, o es de lo que me estás diciendo. Parece
una película de malos, malos, malísimos.
-Ya me gustaría que todo esto solo hubiera sido el
guion de una película y se hubiera quedado en eso, pero es
la evidencia, una vez más, del viejo axioma aquel que decía
aquello, de que la realidad, supera siempre a la ficción.
-¿Pero y porqué le decía esas cosas? ¿Qué había hecho el juez?
-Nada. Digo, que nada bueno de cara a los intereses
del partido socialista.
-¿Pues y eso?
-Porque él fue quien instruyó el caso FILESA.
-¿Y eso qué es?...
-Aquel fue, se podría decir, el paradigma y punta del
iceberg de la corrupción. Se trataba de un proceso penal por
la financiación ilegal –ellos decían irregular-, del PSOE, y
claro, en el año 1995, con los socialistas crecidos, con mayorías absolutas y gobernándolo absolutamente todo, eran
los dueños. Habiendo metido ya las narices en todas las instituciones, y manejando todos los medios de comunicación,
te puedes hacer una idea del poder que tenían. Lo que les
permitía hacer cosas como estas.
El juez Marino Barbero, instruyó durante cuatro o
cinco años la causa, e imputó a treinta y nueve personas.
Llegó a pedir el suplicatorio del nada más y nada menos
todo poderoso vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra. Ordenó el registro de la sede del PSOE, e inclusive, del
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Banco de España, y claro, aquello era demasiado. Treinta y
nueve imputados entre políticos y banqueros, es decir, las
clases más influyentes de la sociedad española, era poco
menos que poner negro sobre blanco, un panorama sombrío de corrupción generalizada entre quienes deberían ser
el referente democrático, y que le supuso, poco menos, que
un suicidio profesional, como así fue, ya que presentó, nada
más terminar la instrucción del sumario, su dimisión, que le
fue aceptada sin ningún titubeo por parte del CGPJ.
-Por cierto, jovencita, que está llegando la hora de
acostarse ¿no te parece? Va siendo tarde aunque sea viernes.
-Bueno, como quieras, yo no estoy nada cansada,
pero veo que tú ya empiezas a dar señales evidentes de que
sí.
-La edad, Jara. Ahora me acostaré y me quedaré
dormido, pero a las cinco o cinco y media de la mañana,
ya estaré mirando el techo de la habitación. Son cosas de
la edad, pero que ya a estas alturas de mi vida, como comprenderás, llevo bien. El cuerpo se acostumbra a todo, la
mente es poderosa. ¿Te quedarás viendo la tele un rato entonces, no?
-Sí, me quedaré un ratito con Luisa. Pero mañana
seguimos ¿eh?
-¡Ah! por supuesto. No me gustaría que esa traicionera que siempre llega sin avisar, se presentara de golpe y
me privara de contarte todo lo que queda.
-¿Quién es esa? ¿A qué te refieres?
-A qué me voy a referir, hija. ¿Qué le puede pasar a
una persona de mi edad?
-Anda, anda, no seas pájaro de mal agüero. Si estás
como un roble.
Se levantó ella primero y fue a darle las buenas noches a su bisabuelo, a modo de abrazo, a la vez que le ayudaba a levantarse del sillón.
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Capítulo VII
El sábado se presentó con las mismas credenciales
climatológicas que el día anterior, y el primero en levantarse, como siempre, fue Julián, que, tras el ritual diario de sus
abluciones, nada religiosas, por cierto, se daba al paseo por
aquel entorno distante del casco urbano poco menos de un
kilómetro. No tenía edificios a su alrededor, y sin estar en
el campo, tampoco estaba en la ciudad propiamente dicha.
Aquella zona de vegas, tenía pequeñas casitas de labradores, por donde paseaba cada mañana a paso muy lento, reposado. La edad, no le permitía ningún tipo de licencias a
la hora de acelerar la caminata ni hacerla demasiado larga.
Aún así, todos los días del año, salvo que lloviera de forma
copiosa, salía a dar aquel paseo matutino que le iniciaba
en aquella inercia de la que conocía muy bien su significado. Paseó más o menos cuarenta y cinco minutos, y cuando
llegó a la casa, como siempre, ya estaba Luisa en la cocina
ofreciéndose a la preparación de un desayuno para los dos.
Lo hacían variado. Unos días eran tostadas, otros
días fruta, otros pastelitos que ella misma preparaba. Sin
mucha azúcar. De vez en cuando, churros, sobre todo en
el invierno riguroso, que se dejaba notar la mayoría de los
años.
Llegó Julián y dio los buenos días. Se sentó a desayunar con Luisa en la cocina. Los dos solos, como casi
siempre. La conversación la enfocó Luisa:
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-¿Qué? ¿Estarás contento, no? El julepe que le diste
ayer a Jara fue de órdago a la grande ¿eh? Hacía años que no
te veía hablar tanto tiempo seguido con alguien sobre política. Además, se te ve que estás pirrado por esa criatura. No
sé qué habría pasado, si en lugar de haber tenido solo una
nieta, hubieras tenido dos o tres que te hubieran dado más
bisnietos. ¿Sentirías lo mismo por todos ellos?
-Supongo que sí. Lo mismo que siento lo mismo por
mis dos hijas. En eso no hay distingos.
-Esa es, creo, mi más grande frustración. La de no
haber tenido siquiera un hijo que luego me hubiera dado un
nieto y hasta un bisnieto, como a ti.
-Bueno, Jara es como si fuera tu nieta. Sabes lo que
te quiere.
-Y yo a ella. Sí, pero la sangre es la sangre. Es lo que
más tira, lo que te hace sentir algo diferente que está por
encima del cariño que hace el roce. Pero me conformo con
ello, desde luego que sí. Hace mucho que sé y me siento de
la familia. Qué haría yo sin vosotros, más sola que la una
que estoy en este mundo.
-¡Huy Luisa! Por favor no te me vayas a poner melodramática a estas horas de la mañana ¿eh?, que te veo aflorar ese ramalazo sentimentaloide que durante toda tu vida
te ha caracterizado.
-¡Mira quién fue a hablar! El romántico empedernido que se las daba de fuerte. Porque a estas alturas, a mí
no me vas a engañar ni a decir cómo eres. Muchos son ya
los años de penas y alegrías juntos, cascarrabias, así que me
pongo como me da la real gana ¿vale?
-Bueno, bueno, mujer, tampoco es como para ponerse así. ¿Y la niña, se acostó muy tarde anoche?
-No lo sé porque me fui a la cama sobre las doce y
media y ella se quedó viendo un documental. Curiosamente
no era de los que suele ver de animales y cosas de esas de la
Naturaleza. Era un documental en el canal Historia. No le
pregunté nada, pero me llamó la atención, y a mí esas cosas
como me aburren ya tanto, me acosté.
[103]
-¿No sabes de qué trataba?
-No exactamente, pero era evidente por los tanques,
los barcos, y las explosiones, que era referente a la II Guerra
Mundial.
-¿Jara viendo eso? Dijo entre extrañado y anuente
pensando en el día anterior.
-Sí, a mí también me extrañó, así que me dije: qué le
habrá estado metiendo en la cabeza a la criatura.
Se miraron, y en la mirada se hablaron. Se conocían y comprendían desde hacía mucho, de ahí la sonrisa
de ambos. Siguieron con el desayuno. Pausados, plácidos,
prestándole a aquella primera comida del día, una atención
tranquila y próspera en sensibilidad. Era la ociosidad, conjugada con el placer de unas tostadas con aceite de oliva y
ajo, café descafeinado y zumo de naranja. La paz se respiraba en aquella cocina que olía a café de puchero, lo que a él le
había maravillado toda su vida, porque le recordaba aquella
cocinilla de cortijo donde se crió con sus abuelos. Loza que
colgaba, de muchos y diferentes tamaños, sartenes, peroles,
trébedes, ollas de color rojo, otras de cinc. Ristras de ajos
secos, de pimiento choricero, ñoras y guindillas, le daban
un cierto parecido a una sala de museo etnográfico.
Sonó el carillón del salón, y a la vez, un vendaval en
forma de criatura de dieciséis años, entró a la cocina para
poner patas arriba aquella paz monacal cartuja que estaban protagonizando Luisa y Julián sentados a la mesa desayunando. Sus buenos días los venía dando desde la puerta
hasta llegar a abalanzarse al viejo que se limpiaba la boca
con la servilleta justo en el momento de haber dado el último sorbo al zumo de naranja. Inmediatamente después,
con un gesto felino, se fue hacia Luisa para abrazarla de
igual modo, dándole los buenos días con tres sonoros besos
-como solía hacer siempre-, en la mejilla de la mujer, que se
acercaba al fregadero con los cubiertos y tazas que habían
usado.
-¡Qué torbellino! Dijo Luisa.
-¿Qué desayuno? Preguntó Jara.
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-¿Qué se te apetece?
-Algo contundente que tengo hambre. ¿Dos huevos
fritos podrían ser? Como dice que hacía mi urgrossvater
todos los sábados.
-¿Con jamón o con panceta? ¿O quieres unas salchichas bratwurst? Le dijo Luisa.
-Igual me da. Lo que mejor te vaya, porque tengo
hambre. ¿Qué pasa abuelo?, buenos días. ¿Has dormido
bien? Espero que estés descansado y dispuesto para continuar con la charla ¿no?
-Sí, sí, claro. Pero desayuna primero con tranquilidad que luego, cuando termines, ya nos sentamos y seguimos con el tema. Me ha dicho Luisa que te quedaste viendo
anoche documentales en el canal Historia. ¿Hasta qué hora
estuviste despierta?
-Me acosté pronto, serían las dos o así.
-¡Vaya! Y ya estás levantada con lo temprano que
es aún. Me parece muy bien. De todos modos, no arrastres
sueño para la semana que has de estudiar.
-No te preocupes. Este fin de semana tengo planeado
pasarlo en casa. He mandado un “videomensaje” a mis amigas diciéndoles que me quedaba aquí contigo hoy también,
y que mañana, había comida familiar. Así que tranquilo que
mi desgaste físico va a ser mínimo. Lo que quiere decir que
vayas retomando el hilo. ¿Te acuerdas de dónde estábamos?
-Claro jovencita. Nada más despertarme, cuando me
puse a mirar el techo de mi habitación, rehíce el esquema de
todo lo que te había contado y de lo que faltaba, y creo que
como no ponga en marcha mi capacidad de sintetizar, no
terminamos ni hoy ni mañana.
-Bueno, tampoco pasa nada. Hay muchos días por
delante, y ya que has empezado, y a mí me está interesando,
si quieres nos lo tomamos más tranquilamente. Como tú lo
veas.
-No, creo que no hará falta. Tenemos un buen puñado de horas por delante. Si quieres damos ahora de que
desayunes un pequeño paseo y vamos cogiendo el hilo.
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-Estupendo. Me parece genial.
En ese momento llegaba Luisa con el pantagruélico
desayuno de la joven, a la que miró tiernamente el viejo que
se frotaba las manos de su espíritu bendiciendo la suerte
que había tenido de poder estar viviendo aquella situación.
Mirándola y sonriéndole, se decía para sus adentros, que
aquella sería la última vez que hablaría de política, así, que
lo que le contara a Jara, tenía que hacerlo, además de una
manera pormenorizada y entendible para la jovencita de
dieciséis años. Debía hacerlo de tal manera, que fuera lo
más objetivo posible y sin el apasionamiento que le había
caracterizado toda su vida. Así que esperó desde el disfrute
que le suponía ver a su bisnieta haciendo lo que tantas y
tantas veces había hecho él como una liturgia gastronómica
convertida en manía, hasta que ya, una vez cumplidos los
setenta y cinco, y con un pequeño aviso de la Madre Naturaleza, tuvo que poner coto a determinadas manías como
fue esta de tomarse dos huevos fritos con jamón para desayunar todos los sábados. Del mismo modo que borró de su
agenda matinal, las sopas de tomate o de ajo que se tomaba
todos los domingos.
De esta manera, edulcoró en cierta medida aquellos
desayunos que le podían suponer un serio riesgo a su salud.
Lo mismo que dejó el alcohol, que hasta entonces, había
estado tomando con más o menos frecuencia, siempre, eso
sí, sin pasarse de la raya. De hecho, aún se tomaba sus copitas de “ligaíllo”, y alguna que otra copa de buen coñac.
Pero solo en ocasiones señaladas. Ordenando el reinicio de
la parrafada que estaba por comenzar, fue sorprendido en la
nube en la que se encontraba, por la inquisidora voz juvenil
que conminaba a aquel hombre, que se parecía en su silente
postura, a un espíritu pintado en un mural, para que se manifestara de inmediato.
Poco menos que impresionado, pronunció un uf que
denotó susto. Lo que provocó de nuevo la sonrisa de aquella
criatura que desprendía frescura y proyectaba felicidad.
-Yo sí sé por dónde íbamos ¿Y tú? Parece que estés
[106]
haciendo memoria, como si no recordaras donde cortaste.
-Pues te equivocas jovenzuela. Nos quedamos en lo
que había pasado con el juez Marino Barbero y lo que suponía aquello de cara a demostrar la ausencia de independencia de los poderes del Estado. Y con aquella evidencia,
además, salió a la luz también a las claras ya sin ningún tipo
de disimulo, la falta de independencia de los medios de comunicación. Y más importante que la falta de independencia, el posicionamiento, no en una línea editorial concreta,
no, sino, el posicionamiento ideológico, de los medios en
general. Estamos hablando del año 1995, es decir, tres legislaturas completas con el PSOE en el Gobierno haciendo
y deshaciendo a su antojo en todos los ámbitos de la sociedad. La tela de araña estaba tejida, aunque aún así y todo,
algunos políticos socialistas, entraron en la cárcel tras el
peor de todos los modos de corromperse que puede darse
en cualquier sistema político, mucho peor si hablamos de la
democracia.
-¿Y aquello qué fue?
- El caso GAL.
-¿En qué consistió?
-Es el más infame de todos los casos de corrupción
que pueden darse en la vida democrática de un país, ya que
con el dinero de los contribuyentes, el Estado financió una
banda de sicarios terroristas, para luchar contra la ETA.
Con una particularidad añadida, que eran tan malos, que
les cogieron por los errores tan tremendos que cometieron.
Una chapuza ¡vamos! Pero que se llevó por delante la vida
de personas inocentes que no habían hecho absolutamente nada. Entre los implicados en el asunto, estaban tanto
políticos como agentes de la policía y de los Servicios Secretos del Estado. Las cloacas, la más mala de todas las
corrupciones, porque en el submundo del hampa están los
que manejan las pistolas, y que juegan con vidas humanas.
Porque si mal está la corrupción urbanística, el enchufismo,
las recomendaciones, el amiguismo, la compra de votos, la
especulación, la información privilegiada, la malversación
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de caudales públicos, la prevaricación, la falsedad en documento público, la evasión de capitales. Si todo eso está mal,
lo peor de todo, es esto de querer solucionar un problema
político, con las mismas armas que utilizaban los terroristas
de la ETA. Y el caso GAL, puso de manifiesto, además de
dejar al descubierto las malas artes y los sumideros infectos
de los que dicen que hacen las cosas que hacen (espiarnos
a todos de las mil y una formas que tienen de hacerlo) en
nombre de la seguridad del Estado, digo, que puso de manifiesto, la sangría de dineros públicos –los fondos reservados-, que se llevaron y nunca devolvieron. Además del caso
de los GAL, también por aquellos entonces, saltó a la luz
pública otro de los mayores escándalos que se dieron en la
democracia, como fue el denominado Caso Roldán.
-¿Que no tenía nada que ver con el anterior?
-No, nada que ver en las formas, pero sí en el fondo,
porque en definitiva, de lo que se trató el asunto este de Luis
Roldán, es que se llevó el dinero de la caja de lo que era una
especie de Monte Pío para los huérfanos de la Guardia Civil, y el individuo éste, dejó la caja vacía. Lo metieron en la
cárcel, pero en el año 2010 salió, tras cumplir poco más de
la mitad de la condena total que le impusieron en su día, que
fue de 30 años, pero cumplió solo quince. Este caso fue el
detonante para la caída del PSOE. A este le siguieron otros,
como el caso de Juan Guerra, hermano del vicepresidente
del Gobierno Alfonso Guerra. Y a este, otro, y otro más. Todos ellos, destapados en su momento, por dos o tres medios
de comunicación que se mantuvieron al margen del oligopolio, que los socialistas habían construido durante aquellos
doce años de mandatos hegemónicos, en los que además de
robar, se dedicaron a tejer la tela de araña clientelar, que te
mencioné ayer en cuanto se refería a todos aquellos puestos
de trabajo, creados y dados a dedo, que solo sirvieron para
engordar, una administración, cuyo final fue el colapso del
sistema autonómico.
-O sea, que la corrupción, como me dices, llegó a
esos niveles tan denigrantes ¿no?
[108]
-En efecto, porque se implantó el todo vale. Lo que
los políticos hacían, o sea, lo de llevárselo a manos llenas
sin pagar con la cárcel, la dimisión o la expulsión del partido, en la mayoría de los casos, lo copiaron los banqueros
y todo aquel que, sin el más mínimo escrúpulo, y amparándose en las facilidades que les daban las leyes, quiso
hacerlo. Unas leyes, cuya percepción se fue generalizando
entre la población coincidiendo la inmensa mayoría de la
sociedad, en que más bien estaban hechas para favorecer a
los delincuentes, en lugar de estar orientadas, a protegernos
de tanto chorizo de guante blanco. Todo aquel que contara,
solamente, con la intencionalidad de hacerse rico, sin miedo
a que fuera sorprendido en su actividad delictiva, ya tenía
sentadas las bases, para a corto, medio o largo plazo, llevar
a cabo su fin pretendido, que no era otro, que el de a través
de cualquiera de las mil y una posibilidades que le otorgaban las leyes vigentes, solapando empresas, creando fundaciones, ONG, o envolviéndose en la estela de algún político,
tenía garantizado el fin que era común entre ellos: hacerse
multimillonario. Esta ha sido la obsesión de los socialistas a
lo largo de su historia. Que no digo que no haya habido gente de derechas que haya hecho lo mismo, no, porque malas
hierbas hay en todos los campos, pero lo de los socialistas
era una especie de religión a seguir.
-¿Entonces solo los socialistas hacían esto? ¿Solo
ellos eran los corruptos?
-No, claro que no. Ya te digo que en todos sitios
cuecen habas y por eso te matizo. En esta etapa de Felipe
González en el poder, la corrupción generalizada, por supuesto que es achacable mayoritariamente a los socialistas,
pero también se dieron casos de corrupción y de gente que
fue a la cárcel en la derecha. Bueno, en la derecha, entre
los nacionalistas, y entre todo hijo de vecino, que como te
he comentado, tuvo la posibilidad de tocar algo de poder,
político o económico. Ya fuera alcalde, concejal, diputado
o senador; o gente de los negocios como “Los Albertos”,
Ruíz Mateos, o el mismísimo Emilio Botín, el banquero de
[109]
más prestigio de la primera y segunda década de este siglo.
También el todopoderoso Jesús Polanco, que fue el magnate
de la prensa española. O llegaron a darse casos como el de
Mario Conde. Otro banquero, contra el que el poder político
y el económico, se unieron para meterlo en la cárcel, si bien,
aquello fue una vendetta más que un acto de corrupción
pura y dura.
-¡Vamos! Que se puso de moda lo de entrar en la
cárcel.
-Desgraciadamente sí, pero no con la profusión que
se debería haber dado. Entrar en la cárcel llegó a convertirse
poco menos que en sinónimo de triunfador.
-¿Pero qué me dices?
-Lo que estás oyendo. La caída en picado de la bolsa
de los valores humanos, fue pareja a esta cantidad de despropósitos. Como todo valía y no había quien pusiera coto
a esta turbiedad de la corrupción, se fue formando el poso
que nos llevó a la hecatombe. Ni funcionaban los resortes
del Estado para combatir todo tipo de corruptelas, ni existía
una intención clara, de los partidos políticos, porque hubiera frescura y trasparencia, además, de resortes que les pararan los pies, y no se limitara la democracia, a un ejercicio
tan simple, como el de votar cada cuatro años unas listas cerradas que, para más inri, con la Ley electoral que se adoptó
en su momento, propiciaba en exclusiva el bipartidismo. En
este caso derecha e izquierda, se quedaba limitado a Partido Popular y Partido Socialista Obrero Español. Eso sí,
con algunos partidos bisagra, en los que los nacionalistas
solían ser quienes ponían la guinda al pastel. Es decir, consiguieron hacer que sus votos supusieran -para los partidos
mayoritarios, pero sin mayoría absoluta en el Parlamento-,
una necesidad, para conseguir llevar a cabo sus programas
y promesas electorales. En este caso en concreto, la corrupción era totalmente legal, pero verdaderamente abyecta, ya
que consistía en el chantaje puro y duro. Lo que es igual a
que los nacionalistas conseguían más cuotas de poder frente
al resto de las regiones españolas, a cambio de los votos que
[110]
le dieran la mayoría al PSOE o al PP, para sacar adelante tal
o cual Ley, o los presupuestos de cada año de esa Legislatura.
-Vamos, que cuando me hablas de corrupción, es
porque la había, ¡y de qué manera! ¿Y pasaba eso en el resto
de países de Europa, o en América?
-A estos niveles, que yo sepa, no ha habido un solo
país democrático, en Europa o América, al que se le puedan
imputar tantos casos, y tan variados, a lo largo de un mismo
periodo de tiempo, salvo el México del PRI. Ten en cuenta,
que te hablo hasta el 1995, es decir, de poco más de una
docena de años, desde que en 1982, ganaran los socialistas
las elecciones. Así que qué pensar y qué hacer, por parte de
la sociedad.
-Eso mismo te iba a preguntar, porque ante una situación como esta ¿qué se hace?
-Lo más lógico y normal en un país civilizado, es
que la justicia no hubiera dejado títere con cabeza entre
todo ese submundo de la delincuencia política y económica.
Lo malo, como te decía en el caso del juez Barbero, por
ejemplo, es que la Justicia no se supo poner en su sitio al
estar a estas alturas, totalmente politizada. Así que con una
situación así, a Felipe González no le quedó más remedio
que adelantar las elecciones. Todo esto, mientras la inmensa
mayoría de medios de comunicación, hacían justo lo que los
socialistas anunciaban por activa, por pasiva y por perifrástica, como era: negar la mayor.
-Entonces, si la mayoría de medios estaban con los
socialistas, ¿quiénes fueron los que levantaron todos estos
escándalos?
-Los cuatro o cinco que éramos independientes. Y
me pongo entre ellos, porque aunque fuera a nivel local,
yo les empecé a plantar cara a los socialistas extremeños,
en el año 85, cuando solo llevaban tres en el poder a nivel
nacional y dos años antes en Extremadura, con Juan Carlos
Rodríguez Ibarra. Con este individuo, me di cuenta de lo
que era el socialismo que yo mismo había votado solamente
[111]
tres años antes. Y empecé a denunciar sus desmanes, sus
perversiones, sus inmoralidades, y, sobre todo, su mentira.
La más grande de todas esas mentiras: que luchaban por la
libertad por encima de cualquier cosa.
-Sí, ya me dijiste algo de eso ayer. Pero si había libertad según ellos ¿qué pasaba entonces?
-Lo que te estoy diciendo. Una vez que los jueces no
ejercían de verdad su libertad, y la dimensión crecía como
un espectro en cuanto a la corrupción se refiere, le tocaba a la prensa denunciar este tipo de casos y de cosas que
ocurrían a nuestro alrededor, así, que medios como Diario
16, primero, y El Mundo después, junto con ABC y alguna emisora de radio como Antena-3 que empezó a emitir
en mayo del 82, y la COPE, se encargaron de golpear en
el yunque de la ética profesional para moldear lo que luego se conoció en todos los ámbitos de la sociedad, como
“corrupción institucionalizada”. Y contra esto, no pudieron,
por más que lo intentaron, los medios gubernamentales, es
decir, más del ochenta por ciento de todos los que existían
en ese momento. Ya fuera prensa escrita, radio o televisión,
locales, provinciales, regionales o nacionales, que manejaba
y utilizaba como altavoces para su propaganda, al más puro
estilo estalinista, el PSOE. Aún así, era tanta la suciedad –y
no conocimos nada más que la punta del iceberg-, que ya te
digo, que al omnipotente Felipe González, no le quedó más
remedio que convocar anticipadamente elecciones generales.
-Supongo que las perdería por goleada ¿no?
-Desgraciadamente no.
-¿Que no perdió las elecciones? ¿Pero qué me dices?
-Sí, sí las perdió, pero con todo lo que había caído,
solo hubo una diferencia de trescientos mil votos a favor
de José María Aznar que entonces lideraba el Partido Popular. De todos modos, y a pesar de haber perdido las elecciones, Felipe González, siguió manejando todo el aparato
del partido junto a Alfonso Guerra, pero tras la derrota, las
disensiones comenzaron a surgir entre ellos dos y nació el
[112]
“guerrismo” contra el “felipismo” por ver quien manejaba o
no, el aparato.
-¿Eso qué es? Interrumpió rápidamente Jara.
-El aparato, se podría decir que son los que más mandan en los partidos políticos, a veces, hasta gente que ni
siquiera está dentro de él, es más, el aparato estoy convencido de que es el capital. Eso de la democracia interna, lo de
que son las bases y los congresos, y las asambleas quienes
deciden, es todo, como en todo lo relacionado con la política y los políticos, al menos aquí en España antes, un mero
formulismo y engañabobos. ¡Vamos!, hablando en Román
Paladino: una mierda “muuuuu” grande. Y se dejó caer mucho el “muuuuuu”
-Bonito no serás, pero bien hablado tampoco, urgrossvater. Parece que te vas encendiendo ¿eh? Y echó una
de sus sonrisas.
-Vale, pido disculpas por mi vocabulario.
Y pidiendo las disculpas, lo repitió con más énfasis
y más alto aún: ¡y otra mierda •muuu” grande, para todos
ellos!, lo que produjo en los dos de inmediato, una sonora
carcajada.
[113]
Capítulo VIII
A la carcajada de bisabuelo y bisnieta, se unió también la de Luisa, que durante todo este tiempo que permanecieron en la cocina, ella había estado escuchando lo que
Julián contaba, sin rechistar -algo que por otra parte, ya
conocía a la perfección-, mientras seguía con sus quehaceres cotidianos. Y aquellas risas, fueron las que le sirvieron
como pretexto, para mandarles para el salón porque tenía
que barrer y fregar la cocina.
Obedientes como militares a la voz del superior jerárquico, se levantaron y se dirigieron a la estancia contigua, que Luisa, ya había arreglado mientras Julián daba su
paseo mañanero. Ocuparon los mismos asientos que el día
anterior, y allí se arrellanó en su butacón de orejeras Julián,
y Jara, descalzándose de las zapatillas de paño que llevaba
con la cabeza del ratón Mikey, y quedándose con unos calcetines de lana a rayas, se hizo un cuatro reposando el brazo
derecho sobre el sofá y las piernas en el asiento encogidas.
Y así se quedó mirando al anciano, que había carraspeado
dos o tres veces, como si se dispusiera a aclarar la garganta
para dar un do de pecho, o un si bemol, a saber.
-Entonces, como te decía, Felipe González perdió
las elecciones por mucha menos diferencia de votos, de la
que habían pronosticado las encuestas realizadas por todos
los institutos demoscópicos del país. Que por cierto, no
acertaron ni una sola vez en sus predicciones, con el mon[114]
tón de ellas, digo de elecciones, que hubo a lo largo de la democracia y hasta convertirnos en lo que somos hoy. Dicho
lo cual, y en relación a los escaños finales, a aquel resultado
lo llamaron los socialistas, “dulce derrota” y a la victoria de
la derecha que ganaba por primera vez desde la dictadura
de Franco, la definieron como “amarga victoria”. Y es que
para sacar eslóganes, y tirar de eufemismos, como el PSOE,
yo no he conocido partido político que manejase mejor la
propaganda que ellos.
-Bueno, en resumidas cuentas, perdió las elecciones.
-Sí, claro que las perdió, pero con la pérdida de
esas elecciones, se pusieron en evidencia otra serie de circunstancias, que había que anotar en el suma y sigue de
despropósitos, que tendríamos que ir viendo y viviendo los
españoles. Porque, te lo digo de memoria, pero ahí están
las informaciones para verlas por donde quieras, creo que
los escaños se repartieron así: 156 para el PP 141 para el
PSOE, 21 los nacionalistas catalanes y 16 lo nacionalistas
vascos, el resto eran partidos de izquierdas. Lo que quería
decir, que la derecha, aglutinada toda en el Partido Popular,
necesitaba de los votos de los vascos y los catalanes para
sacar adelante su programa electoral. Y aquí siempre se ha
dado una cosa muy curiosa, porque verás, yo siempre creí
que la democracia, además de lo que hemos hablado de la
separación de poderes, era la alternancia y, sobre todo, la
pluralidad. Me explico: Siempre pensé, que para los ciudadanos en general, sería mejor que hubiera un gobierno que
estuviera compuesto cuanto por más partidos, mucho mejor
¿no?, ya que así, se verían representados en las decisiones
que se tomaran, la mayor cantidad de personas que habían
votado, fueran de la ideología que fueran. Craso erro el mío.
Y mira que eso es fácil, al menos en lo medular de todos
y cada uno de los asuntos que al ciudadano le importan de
verdad. Luego están los puramente ideológicos, y bueno,
ahí ya que entren las ideologías, vale. Pero en asuntos capitales, mientras más ideas se aporten, y exista un debate
[115]
coherente desechando los intereses de partido, particulares,
y las ideologías, entonces, mejor para todos ¿no?
-Sí, así tal y como lo dices, es lo más coherente. No
me quiero dejar influenciar por ti, pero he de reconocer que
lo que me dices es puro sentido común.
-De nuevo nombras a la bicha, porque el sentido común, al igual que en los abogados, tampoco existe en los
políticos. Segunda coincidencia junto a lo que antes te he
comentado referente a la mentira. Ya sabes, eso de que la
judicatura es el arte del mejor saber mentir. El abogado que
más y mejor miente, es el que se lleva el gato al agua en un
juicio, pues en la política, igual. Así, que de este modo pensaba yo por aquellos años, justo, cuando vi caerse de golpe,
aquel castillo de naipes que levanté desde la ilusión y la
buena intención, pero que dejó al descubierto al derrumbarse, en lugar del castillo con su príncipe encantado y su princesa maravillosa, y la felicidad de ellos como mandatarios,
pero al servicio de sus súbditos, la suciedad y podredumbre.
Un príncipe y una princesa, como administradores de aquel
patrimonio que se llamaba España…, pues no, mi castillo
se derrumbó y apareció de golpe, la cueva de Alí Babá y
los cuarenta… Hizo una breve pausa mirando al techo, y
prosiguió… ¡cuarenta no, cuarenta mil ladrones!
España se había convertido en un patio de Monipodio donde los maleantes, los sinvergüenzas, los pícaros, los
tramposos, los especuladores, los mafiosos, los indignos,
los traficantes y un largo etcétera de personajes ruines, y,
minoritarios, de la sociedad, se daban cita para organizar
sus acechanzas y buscar las fórmulas para engañar, defraudar, mentir y timar a la gente. Cuando Felipe González perdió aquellas elecciones, ya estaba puesto en marcha el reloj
que haría detonar la bomba que eliminó a España del mapa
de Europa como país soberano, para bajarla a la categoría de
provincia, en este caso de Länder.
Y volviendo a los resultados electorales, y, teniendo
Aznar que consensuar…
Hizo otra pausa.
[116]
No, consensuar no es la palabra correcta, mejor decir,
que comenzó a saber conjugar el verbo chantajear, más que
el de consensuar, puesto que Aznar, tuvo que empezar a
aprobar leyes y sus primeros presupuesto. Para hacerlo, necesitaba de los votos nacionalistas, y claro, esto no le iba a
salir gratis, y eso se llama chantaje y no consenso.
¿Cómo que eso no le iba a salir gratis? ¿Qué quieres
decir?
-Algo tan simple y tan sencillo, como que para que
su programa, y lo prometido a los electores fuese una realidad, tenía que hacer concesiones a los nacionalistas, tanto
a CIU como del PNV. Y todas esas concesiones, se traducían en cuotas de poder y dinero. Y este poder, significaba
más y más competencias para cada una de las dos regiones.
En materia fiscal, sobre todo, pero también, en todo tipo de
transferencias. Lo que indicaba a las claras, que el despegue
de estas dos comunidades, se había iniciado en un claro y
contundente agravio con respecto al resto de las otras quince, a pesar de que estuvieran muchas de ellas, gobernadas
por socialistas. Como fue el caso de Extremadura y Andalucía, sin ir más lejos. Que estaban a la cola de todos los
rankings cuando llegaron los socialistas, y después de más
de cuarenta años de gobernar ellos con mayorías absolutas
o apoyados por Izquierda Unida, las dejaron exactamente
igual que cuando las cogieron: en los últimos puestos de
todas las clasificaciones habidas y por haber.
-¿Pero cambiaron las cosas cuando ganó la derecha?
-Cambiar, lo que se dice cambiar, en lo fundamental
que es la manera de hacer política, no. Cambió en exclusiva
en una cosa: Yo siempre he dicho en contra de lo que opinaban otras muchas personas respecto del equipo económico
del que se rodeó Aznar, y que nos sacó de la crisis económica en la que nos habían dejado los gobiernos de Felipe
González, que no es que fueran lo más de lo más en materia fiscal y económica. Para mí, lo que hicieron los gobiernos que presidió José María Aznar, fue, sencillamente, que
no se lo llevaron como habían hecho los otros. Nada más.
[117]
Ahora bien, eso tampoco les exime de su parte alícuota de
responsabilidad, de que hayamos terminado como hemos
terminado.
-¿Y eso por qué, qué hicieron si no se llevaron el
dinero como los otros?
-En efecto, no se lo llevaron como los otros, en
cuanto a la cantidad se refiere, ya que también se dieron
casos de corrupción en la etapa de Aznar como Presidente
del Gobierno de España. Porque está en el genoma del ser
humano, que en todas partes y todos los colectivos, ha de
haber una oveja negra que empuerque todo el digno y buen
trabajo de los demás. Lo mismo que te digo de estos, te digo
de los anteriores, de los socialistas, pero con matices y diferencias, porque una cosa es que haya en un colectivo de varios miles de personas, un millar de corruptos, y en otro de
similares características en cuanto al número de militantes,
haya solo un par de docenas. A veces la cantidad importa,
y esta es una de ellas porque define de alguna manera la
filosofía global e ideológica –aunque no lo digan los estatutos-, de la institución, en este caso, de los dos partidos políticos mayoritarios en España. De ahí, que fueran los propios socialistas quienes fueron poco a poco metiendo en las
conciencias de la gente, eso de que todos los políticos eran
iguales. Esta era una manera muy sutil de expiar así todos
sus pecados. Aquellos grandes vicios que les señalaban y
acusaban, y que les llevaron a perder las elecciones cuando
prometieron “cien años de honradez” al llegar al Gobierno
en el año 1982. Entonces, cuando la derecha tuvo responsabilidades de gobierno, y les pillaron también con el carrito
del “helao”, a partir de ahí, les convenía hacer ver a toda la
sociedad, que todos los políticos eran igual de sinvergüenzas como en ellos había quedado demostrado ampliamente.
Pero volviendo a los cuatro primeros años de Aznar y su parte proporcional en la responsabilidad del hundimiento de España, decir, que si bien les dignifica el no
habérselo llevado a manos llenas como los socialistas, les
descalifican otras cuestiones de vital importancia unos años
[118]
después, como fue, por ejemplo, el continuar con las mismas políticas urbanísticas que había marcado el PSOE dando así cobertura a la afamada burbuja inmobiliaria. Toda
política relacionada con este asunto que no fuera tendente
a evitarla, se convertía en cómplice necesario para que sucediera lo que pasó doce años después. Y como es lógico,
esa responsabilidad recaerá siempre en José María Aznar.
Esta, y otras políticas, como fueron las de personal y las de
comunicación. Era tal el complejo de inferioridad que ha
tenido siempre la derecha respecto de la izquierda, que sin
hacer nada, ellos, los de la derecha, se metían en la boca del
lobo manteniendo en sus cargos a personas puestas por el
“felipismo” y que a la postre, demostraron el por qué fueron
puestos en aquellos cargos. Pero centrémonos en el asunto
de los nacionalistas y lo de la burbuja.
-Si, explícamelo, sobre todo lo de la burbuja esa,
porque lo de los nacionalistas más o menos sé qué es, pero
esto otro ni idea.
-Por partes, te diré primero, que los cuatro años de
Aznar en minoría soportando la presión de los nacionalistas, fueron francamente agobiantes. Pero ese mismo agobio,
ya lo había sufrido en la Legislatura anterior Felipe González que no sacó mayoría absoluta en las elecciones del 1993,
y en lugar de coaligarse con los partidos de izquierda, como
cosa natural, en este caso con Izquierda Unida, lo hizo con
los nacionalistas. A saber por qué, pero las concesiones a
CIU y PNV, en realidad comenzaron por parte socialista
y Aznar, sencillamente lo que hizo, es seguir soportando
aquella presión, o lo que es lo mismo, no cambió de estrategia, como tampoco lo hizo en esto de la burbuja.
A ver, lo de la burbuja inmobiliaria, viene a ser
una fuente especulativa que financiaba a los municipios,
por ende a las provincias, a las Comunidades Autónomas
y al propio Estado. ¿Cómo era esto? Simplificando mucho
y para que me entiendas: cuando ayer te hablé de los Planes Generales de Ordenación Urbana, que venían a ser, el
“Catón” de las políticas urbanísticas de los Ayuntamientos,
[119]
te dije que con ellos hacían y deshacían como les venía en
ganas ¿no? Que se recalificaban terrenos rurales y se convertían en urbanizables. Pues en definitiva, lo que provocó
la burbuja inmobiliaria, fue eso, que se liberaron ingentes
cantidades de terrenos por todos los municipios de España,
y los ayuntamientos hacían caja de dos maneras, vendiendo
el suelo, y cobrando las licencias para edificar a los promotores que hacían miles y miles de urbanizaciones.
Lógicamente, aquellas cientos de miles… no, no,
millones, en realidad, de viviendas, se tenían que vender.
¿Qué pasaba, o qué condiciones tenían que darse para que
se vendieran? Porque de la noche a la mañana no le había
tocado la lotería a todos los españoles.
-Evidentemente no, y si no tenían dinero, no se podrían comprar la vivienda, eso es lógico.
-Ahí es donde empieza la trampa del capitalismo
real y el consumo mal enfocado o salvajemente enfocado.
Como te adelanté sobre la socialización de todo, o
sea, lo del estado del bienestar, incluía tener, primero un
trabajo y después una vivienda digna. Además, eso hasta lo
decía nuestra Constitución. Ahora bien, una cosa es la letra
de la Constitución y otra la praxis de quienes la interpretan
a su libre albedrío. Entonces, para empezar a formarse la
dichosa burbuja, empezamos con la liberación de terrenos
¿no?; empiezan las constructoras a construir, para lo que se
necesita una ingente cantidad de personas como mano de
obra directa. El ladrillo empieza a moverse y con él cantidad de empresas de electricidad, fontanería, ferrallistas,
camiones, grúas, todo tipo de maquinarias, empresas auxiliares, de servicios… en fin, que el país crecía al ritmo que
imponía la construcción. Eso sí, sin olvidar, que a los promotores les prestaba el dinero, o les adelantaban el dinero –
el circulante, que dicen ellos-, los bancos, o las cajas para la
edificación, y hacían lo mismo, digo los bancos y las cajas,
con quienes iban a comprar posteriormente las viviendas.
¿Lo vas entendiendo?
-Sí, claro que sí, es muy fácil de comprender. Había
[120]
mucho negocio, y ese negocio, giraba en torno a la construcción fundamentalmente.
-En efecto. Así, que los actores activos eran: por un
lado las distintas administraciones públicas, por otro y en
medio, el trabajador-comprador, y por otro, y cerrando el
círculo, los bancos y cajas de ahorros. Todo esto visto así,
parece sencillo, pero era muy complejo, no por nada, sino
sencillamente porque no nos enteraban, ellos los políticos, o
queríamos enterarnos, nosotros, la sociedad en su conjunto,
de lo que estaba pasando.
-Lo que estaba pasando es que se estaba creando
una bola de nieve ¿no?, como se suele decir.
-En el argot de entonces, lo denominaron burbuja.
Como esas pompas que se hacen con jabón cuando jugabais
de pequeña, pues igual, pero inmensamente más grande,
aunque igual de enclenque. En cualquier momento podría
reventar, pero de eso nada nos dijeron, porque yo creo, que
aquello se dejó hacer por otras cuestiones mucho más complejas y profundas que el simple hecho de llevar a cabo unas
operaciones simplemente urbanísticas, que también, no voy
a negar la mayor porque se hicieron, aunque pienso que fue
mayormente, por unos intereses cortoplacistas, en lugar de
ver la realidad, a largo plazo, y el por qué de aquella situación político-económica. Yo en este sentido tengo mi opinión, pero te la contaré más adelante que ahora no toca.
-Eso, sigue con lo que estábamos.
-Como te decía de los actores, los primeros en sacar
tajada hemos dicho que eran las Administraciones Públicas
¿no?, bien, los segundos, eran los promotores de las viviendas, y los que cerraban el círculo, los que tenían el dinero.
Dinero, que curiosamente nunca es de los bancos, sino de
los impositores y ellos mi dinero se lo dan o prestan a otros
por un interés mucho mayor y así hacen el negocio, pero a
lo que vamos.
Los bancos entonces eran quienes, además de a los
constructores, le daban el dinero a los compradores. Y empezaron a salir, lo que ellos llamaron, nuevos productos, si
[121]
bien, el más común de todos y el de siempre, era la hipoteca
sobre la vivienda. Como entonces el dinero estaba muy barato –esto es para que alguien escriba un tratado inteligible
para comprenderlo-, resulta que ibas al banco a pedir un
crédito para comprarte la casa, y te acababan haciendo otro
para las vacaciones, otro para la Feria de Abril de Sevilla,
otro para la moto acuática, otro para cambiar la escopeta
de dos cañones de toda la vida, por un rifle exprés, y luego,
otro, para el todo terreno. El caso es que cuando salías del
banco, te habías dejado la nómina tuya y la de tu mujer, allí
puesta adeudada para los próximos cuarenta o cincuenta
años.
-¿No me digas? ¿Y eso hacía la gente?
-Eso hacía la gente, sí. No todo el mundo, claro está,
pero sí millones de españoles que se creyeron que aquella
época dorada y de vacas gordas, iba a durar, toda su vida.
O sea, cuando terminaran de pagar el piso y demás ajuares,
justo, coincidiendo con la jubilación. Y dicho sea de paso,
me parece una tontería supina.
-Bueno, ¿entonces tú no hiciste lo mismo que toda
aquella gente, no te hipotecaste?
-No. Siempre estuve en contra de aquel tipo de cosas, y de no haber sido por una bonoloto que me tocó, hoy
esta casa no sería mía –en realidad, ya es vuestra, por la
edad como te puedes imaginar porque me quedan dos telediarios, que se decía antes-, y seguramente estaría viviendo
de alquiler o en casa de Luisa. Pero la suerte un día se alió
conmigo y puedo dar gracias a Dios –aunque no sea creyente-, de tener lo poquillo que tengo, para mí ahora y para
vosotros luego, que cuando ya no se lo llevó el corralito de
hace casi veinte años, ya no se lo lleva nadie. Y más que
nada, porque compré dólares. Defraudé a Hacienda, sí, pero
cosa de poco y por mi seguridad.
-Que te dispersas de nuevo. Apostilló la joven arrellanándose en el sofá.
-Son las cosas que tenemos los ancianos Jara. De
todos modos tarde no es y prisa no tenemos ¿no? Pues eso,
[122]
además, has sido tú quien me ha preguntado si yo me hipotequé o no.
-Sí, eso es verdad, pero me parece apasionante lo
que me estás contando, y si pierdes tú el hilo, me lo haces
perder a mí también.
-Continuemos pues con la cosa de las hipotecas que
no es moco de pavo, ¡vamos!, a decir verdad, es la punta de
lanza de todo este entramado kafkiano que formó una parte
también muy importante del desenlace final, en el que nos
encontramos.
-Las hipotecas se daban a muy largo plazo, pero al
estar el dinero tan barato, el Euribor –era un índice de referencia publicado diariamente que indica el tipo de interés
promedio al que las entidades financieras se prestan dinero
en el mercado interbancario del euro, o lo que es lo mismo,
el marcador que ponía el Banco Central Europeo- estaba
muy bajo, con lo cual, detraer unos cuantos cientos de euros,
menos de mil en casi todos los casos, de la nómina de cada
uno de los cónyuges en las familias que trabajaban los dos,
no suponía prácticamente nada a la hora de llegar a final
de mes de manera desahogada. Mientras esto duró, la cosa
iba bien. Aunque he de decirte, para ir poniendo todo en su
sitio, que cuando firmabas la hipoteca de la casa pasaban
cosas muy curiosas que se vieron a posteriori, como era,
que el crédito te lo daba el banco con el aval de la casa que
ibas a comprar, pero si no pagabas la hipoteca, no te quitaban la casa y santas pascuas habiendo perdido todo lo que
hubieras pagado hasta entonces, no, las leyes se hicieron de
tal manera, favoreciendo a los banqueros, que además de
quitarte el piso, perder lo dado, tenías que seguir pagando
lo que te faltara de hipoteca o ibas a la cárcel.
-¡Anda ya urgrossvater! ¿Pero cómo podría ser eso?
-Como todo lo que se hacía iba encaminado a lo mismo y para los mismos, y nadie protestaba y todo el mundo
vivía muy alegre con sus casas, sus coches, y sus hipotecas
sin mirar al futuro. Ante esta ceguera, se hiciera lo que se
hiciera, no pasaba nada. Y daba igual que legislara el PSOE
[123]
o que lo legislara el PP.
Entró al salón Luisa con media sonrisa en la cara y
preguntó en tono guasón:
-¿Qué, cómo va la clase de política? Jara, te noto
absorta, casi emocionada, podría decir. Yo como me lo conozco ya.
Y transformó la sonrisa, en una risilla burlona, pero
de complicidad con aquel nonagenario hombre al que tan
bien conocía.
-¿Les traigo algo a los señores?
-Menos “cachondeito” Luisa.
[124]
Capítulo IX
El paréntesis que abrió Luisa, le sirvió a Julián para
levantarse e ir al baño. La edad no perdona ni la próstata
de un anciano de noventa años, precisamente por eso, por
la edad, tampoco. Así que se levantó de su sillón ayudado
de su bastón, y encaminó sus pasos hacia el baño. Mientras,
en el salón, Jara le comentaba a Luisa, sobre lo último de lo
que había hablado su bisabuelo. No para que se lo ratificara
ella, no, porque no dudaba lo más mínimo de la palabra de
aquel viejo periodista. Se lo decía con asombro, con extrañeza, con una incredulidad de adolescente que está empezando a madurar a la vida y que oye por primera vez cosas
que le parecen ciencia ficción. De ahí que le preguntara a
Luisa si ella fue una de las que se hipotecó de por vida.
La mujer le dijo, que en efecto, su marido y ella, fueron
uno más de los que entraron en aquella sin razón, si bien, a
ellos, por fortuna, no les cogió el toro, como solía decirse
por entonces. La mañana transcurría fresca pero apacible.
El carillón del salón amenizaba aquella orgía de palabras
con sus cuartos, sus medias y sus horas que daba de manera
pesada, con eco, dejando una psicofonía de sonidos mezclados, perpetua al tiempo y en el tiempo, que oirían futuros
moradores de aquella casa, casi solariega. Eran poco más
de las once de la mañana, y con la placidez con la que escuchaba Jara, pasaba el tiempo. Para ella, para aquella criatura
de dieciséis años, pasaba muy rápido, volaba en su día a día
[125]
por lo consustancial a la edad. Para él, el tiempo se hallaba casi suspendido, transcurría a cámara lenta. A veces, se
preguntaba que cómo podría ser eso. Que cómo el tiempo al
que siempre había tenido miedo por pasar tan rápido, ahora
se colgaba del espacio y allí se quedaba convirtiendo los
segundos en minutos y los minutos en horas. Daba gracias,
de todos modos, por estar vivo, solo, por lo que significaba
poder disfrutar aún de tres generaciones, pero el tiempo en
sí, le cansaba. Y eso que su actividad intelectual la seguía
manteniendo, porque seguía leyendo y escribiendo, si no
todos los días, lo de escribir, sí la lectura, cada rato que su
cansada vista le permitía. Por lo demás, su vida se limitaba
a la contemplación y el pensamiento. Salvo aquellos fines
de semana que la casa recibía la visita de hijas, nieta y bisnieta, juntos o por separado. Y desde luego, sus charlas con
Luisa cuando los dos estaban solos en la casa.
Habían llegado a congeniar tanto, que casi podría
decirse que eran un matrimonio que hubiera pasado toda la
vida juntos, y se delectaban con lo mismo, en la amena y reposada conversación, que en la ya más tranquila discusión,
de las que habían mantenido algunas a lo largo de su vida
juntos. Y que las tenían aún, pero eso, como dos personas
que se quieren y se respetan. No había patrono y asalariado. Eran la anémona y el pez payaso. Por ese orden y cada
cual en su papel, él en el de pez payaso y Luisa de anémona. Receptiva a todo lo que le aportaba lo heterogéneo de
aquel personaje con el que llevaba tantos años conviviendo
y otros muchos antes, admirándolo por su entrega, su compromiso, su lealtad a sus convicciones dentro de un entorno,
durante todos aquellos pretéritos años, muy hostil. Eso ella
lo conocía a la perfección y de ahí que primero le admirara
y después le cogiera el cariño que le llevó a pensar en más
de una ocasión si estaría enamorada de aquel hombre. De
todos modos, fuera lo que fuera, ambos estaban convencidos desde el respeto mutuo, que se complementaban, y si
algún día Luisa necesitaba salir y él se quedaba solo en la
casa, cosa que no pasaba a menudo, la echaba de menos.
[126]
Llegó de nuevo al salón y las vio allí a las dos, en actitud familiar y desenfadada, aunque el tono y el rictus, eran
serios. Y Luisa, yéndose hacia él, le dijo con voz quieta:
-Julián, tienes a Jara totalmente alucinada. No puede creerse que aquellas cosas, lo que imagino le estás contando por lo poco que me ha explicado, pudieran pasar, y
me ha preguntado, si siguen sucediendo ahora. La criatura
está deslumbrada.
-Y tú, ¿qué le has dicho?
-En este preciso momento, cuando has entrado, le
estaba diciendo, que no. Que aquello pasó pero que después
de ser absorbidos por Alemania, las cosas se pusieron muy
serias para los políticos, y tanto ha cambiado el panorama
desde entonces que es difícil reconocerlo. Le iba a decir,
pero no me ha dado tiempo, que esta forma nueva de hacer
política, te ha dejado casi sin argumentos, y, que además, ya
estás muy viejo, que no te quedan reaños suficientes.
Y volvió a sonreír acompañando aquel gesto, con
una caricia en la mejilla semipoblada de una barba canosa y
corta de aquel decano ya sentado en su sillón, a la vez que
encaminaba sus pasos hacia la salida de la casa. Sin perder
tiempo, Jara preguntó de nuevo.
-Entonces gobernando la derecha, según me dices,
tampoco es que fueran la solución a todos aquellos tremendos males.
-La derecha de Aznar, como te decía, durante sus
primeros cuatro años en minoría estando a las conveniencias y el permanente chantaje de los nacionalistas, solamente fue la correa de transmisión, o la inercia a seguir, de las
políticas neoliberales –por más que dieran ellos lo contrario-, que los socialistas habían estado llevando a cabo durante los años precedentes. Aunque aquel tipo de políticas,
las enmascararan con la creación de lo que ya te he dicho
es una forma de caciquismo o compra de votos como era el
Plan de Empleo Rural, conocido por las siglas PER.
-Ayer no me enteré muy bien de eso. ¿Me dijiste de
qué se trataba?
[127]
-Sí, era una forma de subvencionar a la gente de los
pueblos pequeños que no tenían tierras y tenían que hacer
de braceros de quienes sí las tenían. El siglo pasado los socialistas a los que tenían tierras les llamaban terratenientes,
y había que quitárselas a toda costa para dárselas al pueblo.
Decían aquello de la tierra para el que la trabaja.
Entonces crearon una manera, que si bien en su génesis está bien, no así en la aplicación. Porque a posteriori,
en lo que se convirtió esto de darles un dinero a los trabajadores del campo, por el hecho de reunir una serie de
peonadas, en varias fincas o en la misma, que les daba la
oportunidad de cobrar el paro, digo, que aquello se convirtió en una verdadera estafa. Muchos menos alcaldes de los
que la practicaron fueron a la cárcel, pero alguno sí estuvo
por hacer trampas con este subsidio. Ayuda, por cierto, que
Aznar no fue capaz de quitar aunque estuvieran en contra
de ella.
-¿Y eso por qué?
-Por lo mismo que le ha pasado siempre a la derecha
española en el siglo pasado y en este. Porque la izquierda,
a fuerza de machacar y machacar, se ha creído ser la única
legitimada para hacer cualquier cosa, y como de entrada la
calle era suya porque la derecha no salía a manifestarse ante
tanto caso de corrupción, era una manera más de justificar
la izquierda, desde un punto de vista moral, que los únicos
que podían hacer ese u otro tipo de oposición, eran ellos. Y
la derecha callando siempre y poniendo la otra mejilla.
-Ya, y por eso dices que Aznar no quitó lo del PER
ese, ¿no?
-Efectivamente, porque era una medida poco electoralista, y si bien, no creo que contaran con muchos de
los votos de quienes cobraban el PER, sí tenían aseguradas
las algaradas callejeras, sobre todo, en Andalucía y Extremadura. Dos feudos tradicionales del socialismo. ¡Mira qué
casualidad!, en las dos regiones de España, cuando lo era,
más atrasadas, donde los niveles de incultura eran mayores
en términos generales, claro. Y eso de que la gente saliera a
[128]
la calle, el Partido Popular, no lo llevaba nada bien. Su exceso de educación, sobre pasaba los límites de lo razonable
en la arena y la lucha política. Este fue uno de los grandes
errores de Aznar. Por eso te decía, que cuando pudo no lo
hizo. Como tampoco fue capaz de derogar una Ley Electoral, a todas luces, nefasta para todos, pero sin embargo, muy
lucrativa, para los nacionalistas.
-Vamos que la izquierda por unas cosas y la derecha
por otras, como he oído a la abuela: unos por otros y la casa
sin barrer.
-Es evidente que todos tuvieron parte de culpa. Eso
en materia política estrictamente. Pero como ya te he referido, tanto la justicia como la prensa, puso sus paletadas de
arena, a la hora de contribuir en el desmembramiento de
España desde el punto de vista institucional. Luego, está
también la responsabilidad achacable a la sociedad que
como borreguitos se limitaban a votar, en función de las
más despreciables de las maneras que se pueden votar.
-¿Me estás diciendo que la gente en general no sabía
votar o lo que votaba?
-Eso te estoy diciendo, sí. Porque a la inmensa mayoría de los ciudadanos con derecho a voto, les importaba
un carajao –perdón por la expresión, pero ya sabes que a
veces los tacos…-, lo que pasara con su voto y otros, sencillamente, en la época de las vacas flacas, ni siquiera iban a
votar. Por la comodidad y porque sus sueldos los tenían garantizados como funcionarios que eran. El que Aznar ganara con mayoría absoluta en la inauguración de este siglo, fue
por dos cosas fundamentalmente: una porque no se destaparon, porque no los hubo, casos de corrupción, es decir, que
no se lo llevaron como habían hecho los otros, y dos, porque
al funcionariado y las clases acomodadas que no iban a las
urnas normalmente, en esta ocasión les dio por ir porque se
atisbaban horizontes de crecimiento y bienestar. Repito, que
hacer, lo que se dice hacer políticas efectivas, coherentes, y
de gran estadista, este hombre no las hizo, pero sí fue capaz
de controlar, tanto el gasto, como las políticas de austeridad.
[129]
Aunque hay que decir, que por lo bajini, seguían creciendo
las administraciones en cuanto a las Comunidades Autónomas se refiere, y la burbuja inmobiliaria a la que te he hecho
referencia hace un rato.
-Y al ganar por mayoría absoluta ¿qué pasó?
-Pasar nada. Porque lo que podría haber cambiado
como eran la Ley Electoral, por ejemplo, la manera de elegir al Gobierno de los Jueces, o sea, el Consejo General del
Poder Judicial, o a los Magistrados del Tribunal Constitucional, de eso nada hizo. Como tampoco movió un dedo,
para que los bancos siguieran con aquellas políticas que lo
esquilmaban todo. Como tampoco supo rodearse de personas en condiciones que lo asesoraran en condiciones. Porque
¿sabes una cosa hija? El problema básico de los políticos españoles, fue que se creyeron por encima de los ciudadanos.
Y digo, de todos los ciudadanos. Fueran de su ideología o
de la contraria. Resultaba curioso ver, cómo un “mindundi”,
o sea, un cualquiera, que no sabía hacer la o con un canuto,
salía elegido concejal, y alcalde después, de un pueblecillo
cualquiera. Era un hombre del campo, como otros tantos
cientos de miles que tienen sus limitaciones intelectuales
como cualquiera ¿no? Bueno pues una vez que juraba o prometía el cargo, por pequeño que este fuera, ¡oyes!, parecía
como si se les hubieran imbuído por arte de magia o por
obra del Espíritu Santo, la sabiduría suprema, y ¡zas! A las
primeras de cambio ya se había convertido en el Espasa.
-¿Y eso qué es, si se puede saber?
-Como verás, yo me sigo expresando como lo hacía
hace veinte años, o cuarenta. Pero te explico: el Espasa era
un diccionario enciclopédico de la editorial Espasa-Calpe,
que tenía, creo, setenta tomos originalmente, y ahí estaba
reflejado todo lo que a cualquier persona nos gustaría saber.
De ahí que exagerando, a cualquiera que se revelara como
erudito por sus conocimientos, se le dijera aquello de “eres
el Espasa”. Pues eso se creyeron los políticos, que el mero
hecho de tener un cargo, era motivo de ostentación de conocimientos sin tenerlos. Y el que no sabía hacer la o con un
[130]
canuto hacía dos meses, en sesenta días, te daba lecciones
de economía, filosofía, derecho, fiscalidad, agricultura, deportes, arte o ciencias políticas aplicadas al sistema monetario mundial. Así que podías oír las mayores barbaridades
en boca de estos personajes, que no se cortaban un pelo, a
la hora de decir sandeces en una rueda de prensa, o en el
mismísimo atril del Hemiciclo, o sea, de las Cortes, o sea el
Parlamento.
-No sé si decirte otra vez, ¡anda que estabais apañados!, o por el contrario, pensar que todo esto no era, o es,
nada más que imaginación tuya o una película que viste de
ciencia ficción, y ahora me la cuentas.
-Ya me hubiera a mí gustado que esto solo fuera una
película. La realidad superaba a la ficción, en aquella España nuestra, ya te lo he referido. De ahí que yo creo que la
gente, se iba haciendo a la idea por acción u omisión de que
todo daba lo mismo. Es decir, cuando llegó a las consciencias de la gente, que todo valía. Y la Historia de nuevo se
repetía.
-¿En qué sentido esta vez?
-En el sentido de que si en el 1982 la sociedad se
ilusionó con el cambio del régimen franquista a la democracia y a las promesas que hicieron los socialistas de que
se produciría un cambio radical, lo mismo pasó en materia
de frustración durante los cuatro primeros años de Aznar, o
sea, la derecha, en el Gobierno de España.
-Pero bueno, me acabas de decir que a las siguientes
elecciones ganaron por mayoría absoluta ¿no?
-Sí, sí. Eso es así y te he dicho lo que dejaron de hacer como cosas importantes que hubieran cambiado, creo,
muchos de las acontecimientos que pasaron luego. O por
mejor decir, de haber hecho entonces determinados cambios, no se habría dado pié a posteriori, a que ocurrieran
hechos como los que sucedieron. Porque con Aznar en el
Gobierno, se llegó al zénit de las vacas gordas, o como lo
dirían los socialistas: del estado del bienestar, aunque claro
está que ellos en el momento, no lo reconocían y de ahí la
[131]
feroz oposición que hacían. Pero la ilusión, al igual que el
dinero, circulaba a raudales. Si bien, todo era ficción, porque seguíamos viviendo muy por encima de nuestras posibilidades. He ahí la parte alícuota de responsabilidad de la
derecha en todo este maremágnum. No supieron cortar de
raíz los vicios adquiridos los doce años anteriores de gobiernos socialistas, y cuando, al ganar con mayoría absoluta
Aznar en el 2000 nos creímos que las cosas cambiarían,
de nuevo salió a relucir el complejo de inferioridad de una
derecha retraída y maniática, que dejaba con la miel en los
labios a muchos cientos de miles, cuando no millones de
españoles, que creyeron en ellos. Al menos, eso sí, quedaba
demostrada su honradez no llevándoselo a manos llenas,
pero, te repito, que no solo con eso era suficiente. Y la mayoría absoluta del año 2000 de Aznar, venía precedida y
acompañada, desde el uno de enero de 1999, de la peor pareja de baile que nos podíamos imaginar los españoles: la
entrada en la moneda única, o sea, en el euro, lo que ocurrió
el uno de enero del 99.
-¿Por qué dices que eso fue lo peor que pudo pasar?
-Espera un momento, ahora te lo cuento. ¡Luisa, por
favor!, ¿me traes un vaso con agua y el pastillero? Voceó...,
diciéndole a su bisnieta en voz baja:
-Es que se me han olvidado las pastillas que he de
tomar por la mañana, ya sabes, la tensión, la próstata, la caja
de cambios…, y lo peor de todo, no es eso, el que no me las
haya tomado. Lo peor va a ser la bronca que me voy a llevar
de Luisa.
[132]
Capítulo XI
Llegó Jara con uno de esos dispositivos electrónicos,
en las manos. Uno de esos muy modernos, un “tvfone”,
de enésima generación, con los que se comunicaba más o
menos a menudo, con familia y amigos. Y hablando y mirándolo, se dirigía hacia su asiento. Julián estaba allí, observando el desparpajo de la chiquilla. De aquel producto
de su descendencia, que con tanto donaire se movía y charlaba. No era de las que se pasaba todo el día utilizándolo.
Más o menos lo usaba lo justo, producto de una educción
bien encauzada, y, durante la última parte de la conversación, recordó que no había llamado a su madre cuando se
levantó. Así, que le estaba poniendo al tanto de manera muy
resumida de la clase de Historia, que estaba recibiendo por
parte de su bisabuelo.
-Era tu nieta. Que qué era lo que estaba haciendo,
para haberme olvidado de llamarla al despertarme.
-Y tiene toda la razón del mundo. ¿Ves? Te ha pasado
como a mí con las pastillas. Y tú eres algo más joven que
yo ¿eh?
Se rieron de nuevo, porque además, Jara asentía con
una mueca burlona y atusándose su melena rubia cobriza.
[133]
Como la de su madre. Haciendo una clara referencia a la
más que ostensible calvicie del viejo.
-Sí, sí, tú ríete, pero ojalá y puedas hacer esto mismo que yo estoy haciendo, ahora contigo, tú con mi misma
edad y salud física y mental con tu bisnieta. Porque a veces,
he pensado, cómo aquel personaje llamado Santiago Carrillo, que fumaba como un carretero, y que había pasado
la guerra, el exilio, y casi le llegó a transcender a la propia democracia, porque se murió el tío con 97 años, pues,
cómo, digo, con aquella vida tan ajetreada, pudo llegar a
esa edad. A mí aún me quedan casi cinco años, pero no creo
que aguante.
-¿Que no? Claro que sí. Me tendrás que ver graduada,
y si me apuras, hasta casada si sigo la senda de mi madre
y de mi abuela… bueno, y la tuya. Porque en realidad, tú
eres parte como artífice, de que esta situación se esté dando,
evidentemente.
-¿Y qué decía mi nieta?
-Que si tenía pensando quedarme todo el fin de semana aquí contigo. Y teniendo en cuenta que mañana vienen
todos, pues le he dicho que sí. Que me quedo de cháchara
aquí.
-Me parece estupendo. ¿De verdad que no te aburres?
He de reconocer que todo lo que te estoy contando así, del
tirón, es poco científico, y no deja de ser solo mi opinión
pero…
Y le interrumpió Jara.
-Ya me has dejado claro que es tu opinión, pero los
hechos están ahí, solo hay que molestarse en buscar la verdad.
-No Jara, la verdad no. La verdad absoluta no existe.
Yo te cuento sobre unos hechos, mi verdad. Así pasaron
porque yo los veía así. Mucha gente opina lo contrario. Ahí
[134]
radica también, uno de los pilares fundamentales de la democracia: la discrepancia. Y no te quepa duda de que discrepar es bueno, pero cuando se hace desde un punto de vista
ideológico sectario, y la ideología trasciende a la persona,
o sea, cuando alguien mata por una ideología, entonces la
ideología pierde toda su carga positiva y respetable que tiene como tal, sea de la inclinación que sea, y se convierte en
una aberración del pensamiento, ya que es utilizada como
dogma, en beneficio de una idea que pretende un fin, y eso
es lo perverso. Y cuando el pensamiento o la ideología, son
perversos, cambia su sentido filosófico y pasa a ser un mero
instrumento, al servicio de unos intereses personales o de
partido político o de tipo religioso, económico o como sea.
-Ya te entiendo. Lo que te quería decir, es que lo que
tú me estás diciendo como hechos que luego has analizado,
yo puedo investigarlo, estudiarlo, contrastarlo ¿no se dice
así? A eso me refería cuando te he dicho lo de buscar la verdad. Y por cierto, que creo que esto ahora no toca. Íbamos,
creo, que por otros temas ¿no?
-¿Ves? Esto es la vejez. Que me voy de unas cosas a
otras. No serviría ahora para ser tren de transporte de viajeros. Averigua dónde iba a ir dejando a cada uno de ellos. Y
es que mis pensamientos están ahí. Todos entremezclados.
Y fluyen como el río al llegar al delta, porque por algún sitio
exigen su camino al mar. Lo mismo me pasa a mí. Decirte
todo lo que pienso de manera pormenorizada, nos llevaría
muchos días y muchas horas de plática, y ya no estoy para
eso.
-Anda, anda, no empieces, quejica. Y voy a dejar el
aparatito este aquí enchufado, porque no quiero perder ripio
de todo lo que te quede por contarme. Ayer se me pasó, y
debería haberlo tenido grabando. Creo que me servirá mucho para el futuro.
[135]
-Me parece bien. Muchas horas de grabaciones tengo en mi vida, que por unas u otras circunstancias he ido
perdiendo, pero la verdad que había testimonios realmente
interesantes.
-¿Si? Como cuáles, a ver, dime de alguno.
-Pues así a bote pronto… no sé. Bueno sí. Siempre
he recordado dos o tres entrevistas que me sorprendieron
por la calidad humana de los personajes, dos de ellos, por
cierto, no muy conocidos en el contexto global como personajes públicos, el otro, absolutamente nada conocido. La
primera de ellas y que recuerdo con especial cariño, fue a
Josefina, la mujer de Marcelino Camacho.
-¿Y ese quién era?
-Un sindicalista. De Comisiones Obreras. Sindicato
ligado íntimamente con el Partido Comunista. Pero un sindicalista de verdad. Aquella entrevista se la hice mientras
su marido daba un mitin. Iba con él a todos sitios. Y ya eran
mayores los dos. La humanidad de aquella mujer, con la
dulzura y el cariño que hablaba, jamás se me olvidará. Pero
perdí la cinta. Otra de las que me llamó la atención, fue
la que el hice a Abel Paz, biógrafo de José Buenaventura
Durruti.
De nuevo Jara le interrumpió.
-¿Y este otro quién era?
-Durruti fue uno de los anarquistas más famosos de
España junto a Ascaso y Jover. Jóvenes idealistas, pero de
los que mataban por la ideología, de hecho él murió, se cree,
que a manos de sus propios compañeros en la misma fecha
que José Antonio Primo de Rivera, el veinte de noviembre
de 1936, recién comenzada la contienda civil. Abel Paz, su
biógrafo, me concedió una entrevista, que me aseguró, no
volvería a repetir, lo que me llamó poderosamente la atención. Murió hace mucho. Pero fue un testimonio también
[136]
impactante para mí. Y la última, a un personaje anónimo,
que vivía en un vertedero de basuras. Como un animal salvaje. Un tío joven, de poco menos de treinta años. Aquello
fue impresionante.
Luego hay mucho más, como puedes imaginarte.
Pero aquellos tres casos en concreto se me quedaron muy
grabados. ¡Ah! bueno, y una a un político de la tierra, al que
por cierto, Aznar se quitó de en medio porque reclamaban
su presencia en los altos órganos del partido, gente nueva.
Una sabia nueva que desde luego no regeneró su comportamiento ni el de la nación. Porque como te comenté antes, la
primera legislatura de Aznar, estuvo presidida por el chantaje de los nacionalistas, pero la segunda, el protagonismo
lo tomó, el que España se puso del lado de Estados Unidos
en la Guerra de Irak. Y no te puedes hacer una idea de lo
que aquello significó para la oposición, es decir, las izquierdas: la neoliberal del PSOE y la mucho más escorada hacia
la extrema izquierda, como era Izquierda Unida. Una coalición que ya había dejado a su verdadero impulsor, Julio
Anguita, y que adoptó una postura absolutamente contraria,
a lo que de gestos de oposición responsable, se podría haber
hecho. Pero claro, cada cual actúa conforme a lo que piensa y, lo que es peor, y tanto te he repetido ya, se procede
conforme a unos intereses en concreto. Y desde entonces,
comencé a darme cuenta de que a la izquierda, cuanto peor
le fuera a España, mucho mejor para sus intereses de cara
a ganar unas elecciones que les mantuvieran, sobre todo al
PSOE, que nunca pactó políticas a nivel nacional con IU,
con el poder en sus manos.
-Entonces con eso de la Guerra de Irak, ¿qué pasó?
-Que fue el único argumento que tuvieron para hacer
oposición. Esto, que además conllevaba, la rabia que les
daba que hubiera una política internacional, más o menos
[137]
bien gestionada, y que en el concurso mundial, se nos tomaba más en serio que en otras ocasiones de nuestra Historia,
esto les daba verdadera grima. Eso, o sea como se llevó a
cabo todo el tema de participación en Irak, y el hundimiento
en la Costa da Morte, en Galicia, de un petrolero llamado
Prestige, que asoló de chapapote, toda la costa gallega.
Como el país crecía dentro de esa burbuja que te he
mencionado, razonablemente bien, que no había escándalos
como los que habían protagonizado los distintos gobiernos
del PSOE, hacer oposición era complicado, y, entonces, la
izquierda, con un gobierno conservador que tenía una mayoría absoluta, lo único que podía hacer, era desestabilizar
con los métodos tradicionales que tiene la izquierda, al menos en España, que es sacar la gente a la calle a protestar.
-Pero eso es legítimo ¿no?
-Sí claro que es legítimo, por supuesto. Lo que sucede es que los argumentos eran paupérrimos. Todo debido,
a que como te digo, la mayoría de la gente, por su propia
comodidad, miraba hacia otro sitio. Y durante esta legislatura, vivimos también por encima de nuestras posibilidades,
con lo cual, la burbuja seguía creciendo estimulada por todos esos bróker que nos hacían ver la bonanza por la que
se estaba atravesando, sin poner los medios suficientes, ni
creando los mecanismos de control necesarios, que evitaran
un posterior desastre como al que nos llevaron todo tipo de
especuladores. No. Todo el mundo era más o menos feliz.
Sus vacaciones, su casita en la playa, sus dos coches… en
fin, todo eso que te he dicho antes que eran unos lujos al
alcance ya de casi todo el mundo y que por supuesto, todos
querían tener. Así que para qué se iban a preocupar de la
política y de lo que estaba pasando. De ahí que la oposición,
sin argumentos contundentes que demostraran que los que
estaban en el Gobierno lo estaban haciendo mal, para que
[138]
les votaran a ellos en los siguientes comicios, tuvieron que
aferrarse a estas dos cuestiones: Prestige y Guerra de Irak.
-¿Y les sirvió de algo?
Sí y no. Sí, porque movilizaron un electorado joven
que pasaba hasta entonces de votar, y no, porque solo con
la movilización de aquel voto joven, no era suficiente para
quitarle la mayoría absoluta al Partido Popular. Pero ya te
digo, toda la legislatura del año dos mil, cuando entramos
en el euro, hasta el dos mil cuatro, a lo único que se aferraron fue a estas dos cuestiones que a ojos de cualquiera, eran
absolutamente baladíes, por el poco calado político que
conllevaban. Pero ellos siguieron montando esa estrategia
que vino acompañada casi al final de la legislatura, con una
huelga general, que ya que se las habían hecho a Felipe
González en el 85, 88, 92 y 94, cómo no se las iban a hacer
los sindicatos, a pesar de lo bien que iba el país –aunque
fuera solamente imaginario-, a un gobierno conservador.
¡Faltaría más! Así que les hicieron una en serio en el dos
mil dos y otra de guasa –convocaron dos horas de huelga
general-, en dos mil tres.
-¿Una huelga general de dos horas?
-Sí hija sí. Ya te digo que a falta de argumentos sólidos y de situaciones contundentes que afianzaran unas tesis
con las que poder debatir o hacer oposición, solo les quedaba la calle. Pancarta y megáfono en ristre, con cualquier
escusa, salían a la calle. Sobre todo, como te acabo de decir,
por lo de la Guerra de Irak y lo del Prestige. Y como casi
todos los medios de comunicación estaban ya de su parte,
de cualquier tontería hacían una noticia, algo que por otro
lado, era el patrón a seguir en todas las televisiones. Y, por
supuesto, una vez que comenzara en dos mil tres la Guerra,
aquello era un diario. El manejo y utilización de la guerra
como coartada para darle caña al partido en el gobierno, se
[139]
tornó canallesco. Más, entre quienes conocíamos un poco
los medios de comunicación. Mira que en los años de Felipe González, ya lo habíamos visto, hasta con el caso de
los GAL que ya te he referido. Bueno, pues con lo de la
Guerra ya ni te cuento, más aún cuando dos periodistas,
uno por cierto hijo de Julio Anguita, el líder que te he dicho
de Izquierda Unida y otro, un cámara de una de las cadenas
privadas, Telecinco, hoy por fortuna ya desaparecida, murieron haciendo su trabajo.
-Pero en la guerra muere la gente, por desgracia.
-Sí, en efecto, y los reporteros de guerra llevan en sus
nóminas el plus de ese riesgo que corren. Pero eso era lo de
menos. Lo que importaba era machacar al gobierno poniendo encima de la mesa cadáveres, en una guerra que ellos
calificaron en su día de “ilegal”, como si hubiera guerras legales e ilegales, todo, porque según ellos, la ONU no había
dictado ninguna resolución que aprobara la dichosa guerra.
-Qué triste ¿no?
-Más que triste yo lo llamaría mezquino. Gente sin el
más mínimo escrúpulo que juega con los sentimientos de
los demás. Con vidas humanas, a favor, en exclusiva, de intereses políticos. La miseria humana pasa por muchas facetas, pero esta es la peor de todas. Por eso en tantas ocasiones
he reflexionado sobre el tema: el caso GAL que destronó a
Felipe González, se ve manchado de sangre de inocentes
asesinados o secuestrados, por unos cuantos matones de pacotilla. Sicarios a sueldo pagados con el dinero del Estado.
Pero lo que es peor de todo, cómo por el golpe de Estado
de 2004 con 192 muertos de cuerpo presente, vuelven de
nuevo al poder.
Se levantó del asiento, se dirigió a una de las estanterías, y sacó un archivador. De los antiguos, de los de antes:
el AZ. Buscó un instante y le dijo a Jara:
[140]
-Toma, lee esto mientras voy de nuevo al baño, por
si te sirve de algo. Esto está escrito en el 2003, a ver qué te
parece. Si me retrato con lo que te estoy diciendo, o por el
contrario he cambiado mi modo de ver el mundo.
-Muy bien lo leeré, te espero.
Y comenzó a leer:
El NO A LA GUERRA, debe ser un NO A LA GUERRA diario, no un NO A LA GUERRA, condicionado a
unas resoluciones adoptadas por decisiones tomadas en los
despachos de la ONU, resoluciones que se cumplen o no
al antojo de los burócratas y tecnócratas que gobiernan
este mundo dividido, dejando al albur los resultados, las
consecuencias..., los daños colaterales, las muertes de civiles y militares (que son todos seres humanos, no por llevar
un uniforme se pierde esa condición). El NO A LA GUERRA, no puede ser una negativa oportunista o electoralista,
arancelaria, o siquiera antiestrés, o un pretexto para salir
a la calle. O un acto lúdico: se verán en las manifestaciones
a los prestidigitadores, a los mimos, a los volatineros del
artisteo.Al Sardá de la mano de Joaquín Sabina, a Boris
Izaguirre del brazo de Marisa Paredes; a Dinio al lado de
Carlos Alvarez; Paco Umbral esposado a Pilar Barden, Almodóvar Pedro, adherido al León de Aranoa y al Bardén
hijo, prendido de la bastilla de las faldas de Penélope Cruz
y la Pitonisa Lola.
El NO A LA GUERRA, debe ser una práctica cotidiana, no un hecho aislado, del momento, de la ocasión, de
la mediocridad de lo que otros piden porque les conviene
cuando, a casi nadie, NUNCA le interesa la guerra, a otros
cuantos, aunque sean pocos, sí, les interesa porque viven
de ella.
El NO A LA GUERRA, ha de ser una forma de ser,
una condición, un pensamiento real que combata la eviden[141]
cia de los dictadores, de todos los dictadores.
El NO A LA GUERRA, debe ser de verdad. Ha de
ser antifascista, anticapitalista, anticomunista, antiliberal,
antisocialista, antidemócrata y antirrepublicano. Antimonárquico, anticlerical, antirreligioso y antiateo.
El NO A LA GUERRA, ha de ser una convicción propia, personal y real por convencimiento, una verdad empírica, efectiva, social y antipolítica, basada en exclusiva, en
el convencimiento de que las cosas se pueden hacer y llevar
por mejor camino.
El NO A LA GUERRA, per se, es utópico porque así
lo inventaron y así nos lo hicieron ver, ya que la guerra
se convirtió, desde tiempos remotos, en norma general del
comportamiento humano (lo dijeron los griegos casi 500
años antes de Cristo:"Los hombres podrán cansarse de comer, de beber e incluso de hacer el amor; pero no de hacer
la guerra"), de hecho, por esta circunstancia, se usa y se
ha usado en tan pocas ocasiones el NO A LA GUERRA, de
ahí que este NO A LA GUERRA, sea un NO A LA GUERRA
politizado, mediocre, oportunista, aprovechado, especulador, amañado, irrespetuoso contra las decisiones de un gobierno o de un presidente del gobierno, como en el caso de
España - lo que no justifico porque yo también digo NO A
LA GUERRA -, a quien le ha tocado tomar las decisiones,
y mal que le pese a Zapatero y al PSOE, aún durante dos
años más, esas decisiones las va a seguir tomando Aznar.
No hay que olvidar, que ellos están en la oposición y
las cuestiones de Estado les competen en esa medida nada
más, que a quienes asumen esa responsabilidad con el respaldo de los ciudadanos, se equivoquen o acierten, ¿o es
que invocan ahora a los Pactos de la Moncloa, cuando tanto han ejercido el poder absoluto en sus años de gobierno?,
y, además, ¿qué harán y dirán los socialistas de Zapatero
[142]
y los comunistas de Llamazares, dentro de un par de semanas, cuando una resolución de Naciones Unidas, dé luz verde al dictador Bush ¿para acabar con el dictador Saddan?
No dirán nada, y sólo hablarán de que lo que hacen
es ACATAR las resoluciones de un órgano internacional
como es el de la ONU que nos hemos dado – que dicen ellos
–, para salvaguardar el orden internacional y la paz en el
mundo. Mentira cochina.
ACATARÁN la resolución de unos burócratas, tan
alienados como serviles a la causa nacionalista americana
que nos ha impuesto ya, un nuevo orden mundial en el que
un dictador está a la cabeza, y los demás tragando.
Con el mismo dictador padre con el que ellos mismos, los socialistas, con el beneplácito (por aquello de las
cuestiones de Estado y de los buenos modales) del P.P., se
alinearon, porque justificaron los idénticos burócratas de
la ONU, que se habían vulnerado principios fundamentales
tan trascendentales, como fue el de la invasión de Irak a
Kuwait, lo que le costó al pueblo irakí, un aislamiento que
dura ya doce años.
¿Qué han hecho durante los últimos diez años de
bloqueo impuesto por una resolución de Naciones Unidas,
los socialistas y los artistas para con ése pueblo iraquí?,
los mismos civiles inocentes, que ahora defienden de una
muerte segura en la guerra. Muerte que ya tienen asegurada los miles de kurdos que fueron gaseados después del
término de la contienda del Golfo, o los que han perecido
de hambre durante el asedio, ¿qué hicieron entonces?
O sea, que han tenido doce años para manifestarse
en contra de eso y han callado consintiendo lo que la ONU
ordena y manda..., ¿qué hacen con el tema de Palestina, y
por consiguiente, del incumplimiento por parte de Israel de
las resoluciones del organismo velador de la paz en el mun[143]
do? Nada. ¿Por qué no se manifiestan contra Korea que
amenaza con bombas atómicas?, u otra cosa más sencilla:
¿por qué no inician una campaña internacional dándole
a conocer a la gente, que el malo de verdad es Bush, y no
Aznar que traga y calla y a mandar que para eso estamos,
para obedecer – como ellos -, y le cuentan a todo quisque,
que los verdaderamente terroristas, los que de verdad tienen y han proporcionado armas biológicas, son los americanos; y que los únicos que han tirado la bomba atómica
contra dos poblaciones civiles han sido los americanos?
¿Harán esto si vuelven a gobernar? Seguro que no harán
nada, como no harán, después de la resolución de la ONU,
manifestaciones diarias con el NO A LA GUERRA a las
puertas de la embajada americana, seguro, porque si por
casualidad ganan las próximas elecciones cosa que tienen
verdaderamente difícil, ¡vaya papelón con los americanos,
cualquiera les pide algo!
No harán manifestaciones ni saldrán en los medios,
a decir NO A LA GUERRA, en programas y entrevistas. No
presentarán mociones de NO A LA GUERRA en los ayuntamientos, ni siquiera, hablarán por teléfono con sus amigos,
los artistas, para decir no a la guerra, y por otro lado, los
artistas, además de no volver a sacarlo (a ver si se pone la
pegatina Almodóvar en la entrega de los Oscar), seguirán
haciendo “pelis” de guerra, de violencia..., de más guerra, y de más violencia, y no se negarán a representar esos
papeles, ni terminarán de admitir, que ellos, los artistas,
tienen un porcentaje muy alto de culpabilidad de que no
exista un sentimiento generalizado entre la población, que
sea capaz de estar todo el día diciendo, no a la guerra desde pequeñitos.
No a la guerra, sin duda, pero un no rotundo, también, al engaño de los políticos, que en definitiva, si nos da[144]
mos cuenta, son los que hacen, organizan y rentabilizan las
guerras, porque los que mueren en el frente, curiosamente
– se ve hasta en las “pelis” -, son siempre gente normal
y corriente: un fontanero, un albañil, un transportista, un
militar, otro militar –estos se lo tienen “merecido” porque
al fin y al cabo es su profesión -, pero ningún personaje de
esos que luego, con el paso del tiempo, conocemos como
prodigio de las bellas artes, y me refiero a los artistas, y eso
es, porque los primeros que se exilian en caso de conflictos
son: los políticos, los que tienen mucho dinero y por si se lo
quitan, los intelectuales, y los artistas ¡qué curioso!, ¿verdad?... ¿pasará en las guerras como en los barcos?
[145]
II PARTE
Capítulo XII
Gene Sharp: “El poder político es el conjunto de medios, influencias y presiones disponibles —incluyendo la
autoridad, recompensas y sanciones—, para alcanzar los
objetivos de quien detenta el poder, especialmente los del
gobierno, el Estado, y los de aquellos grupos contrarios”.
El tiempo pasaba, pero lento, en aquella casa de pueblo. Producto de la edad, por un lado, y por el entretenimiento nacido del amor que le profesaba aquella chiquilla
a aquel nonagenario. El olor de los jazmines que habían
trepado por dos de los cuatro paredones de la casa, se mezclaba con los del azahar de los naranjos que la circundaban.
Componían un eco armonioso de olores mezclados, que no
[146]
desentonaba en aquellos albores de una esperada e inminente, primavera. Un seto de tuyas de poco más de un metro,
cubría todo el perímetro de la casona. No quiso nunca un
seto alto, quería tener la vista libre hacia los cuatro puntos
cardinales, y que fueran solo los troncos de los árboles, los
que se interpusieran entre su vista y el horizonte. Llegaba
la hora de tomar un aperitivo, así que Luisa, se dejó caer
de nuevo por el salón cuando el carillón daba “las todas”,
como a Juliánle gusta decir, cada vez que sonaban las doce
campanadas que anunciaban un ángelus sin oraciones, sin
rezos, sin encomendarse ni a Dios ni al demonio. No había
oraciones, pero la palabra, aunque no dicha desde ningún
púlpito con ánimo hagiográfico, sonaba como en una iglesia
catedralicia. Sonidos más impíos, sin letanías, sin penitencias. No al estilo homilía de párroco de pueblo chico donde
se conocen todos los vecinos, y hasta se permite el lujo de
tirarles de la oreja si conoce de algún pequeño o gran desliz
de alguno de sus parroquianos. Pero eso sí, dicho en clave.
Solo para que el penitente que lo hubiera cometido, supiera
que él lo sabe aún sin haber pasado por el confesionario el
actor del pecado. Y seguro que algún listillo o listilla, cogería la indirecta… Pero allí, en aquel salón, no se hablaba
con indirectas. Todo era absolutamente directo. El pensamiento hecho voz. Y unos oídos escuchando aquella voz
que hacía tantos años no sonaba a través de ningún micrófono “AKG” o un “PL-88”, el mismo que aún conservaba,
cincuenta y cinco años después. Lo guardaba como oro en
paño. Una auténtica reliquia, en lo sentimental, sobre todo.
La cantidad de horas detrás de aquel micrófono. El aluvión
de editoriales por allí dichas. Pero cuando el periodismo,
en sus inicios, cuando él empezó a principio de los ochenta
del siglo anterior, era algo totalmente distinto. Nada que ver
con lo que había vivido posteriormente.
[147]
Y apareció Luisa con una bandeja en la que llevaba
una cerveza, para ella, un refresco de limón para Jara y la
copita de “ligaillo” para él, y en un plato, que dejó en la
mesita de sobremesa, en el que iban unas lascas de jamón,
caña de lomo y queso de oveja. Para los tres. Porque Luisa
se quedaba con ellos, y, cuando dejó la bandeja, alcanzó
el vino a Julián, ella se sirvió la cerveza y se sentó, y Jara
se echó su refresco en un vaso. Y fue la mujer la que le
preguntó, si le había contado algo sobre sus vivencias, y su
peripecia profesional:
-¿Qué? ¿Le has contado ya alguna de tus historietas
relacionadas con esto de la política?
Enseguida saltó la jovencita.
-¿Qué es eso de las historietas?
-Lo que quiere decir Luisa, es que si aún, con todo
el tiempo que llevamos hablando, solo te he dicho lo que
pasaba en general en el mundo de los políticos, y si no te
he contado nada, que tuviera que ver en particular con mi
experiencia profesional, porque en el fondo, cierto es que
mucho ha tenido que ver a lo largo de mi vida, la política,
en lo profesional y que tanto incidió también, a su vez, en
lo personal.
-¿A qué te refieres exactamente?
-No sé si tocaba ahora por el orden más o menos cronológico que estamos llevando. Porque vamos por la legislatura de Aznar, 2000-2004, pero creo que podría ser, en
efecto, como dice Luisa, el momento para tratar en profundidad, la repercusión que tuvo, sobre todo lo que ha sucedido, la prensa.
-Me has hablado de los políticos y la corrupción. Me
has referido algo sobre la poca independencia de los jueces,
¿y ahora me dices que la prensa no era libre?
-Así es. No. Rotundamente, no era libre. Y lo que es
[148]
peor aún, era una prensa dirigida, manejada y utilizada con
un fin, el que precisamente, justificaban los medios, qué paradoja ¿no? pero así es.
La prensa como cuarto poder por encima incluso, según mi opinión, de la Iglesia, era o debería haber sido la garante y controladora de los desmanes que los otros poderes:
el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, habían comenzado
a hacerse evidentes, desde el momento en que Alfonso Guerra pronunció aquella memorable frase de “Montesquieu ha
muerto”. Aquello lo dijo en alusión clara, a que el único
poder existente, era el Ejecutivo, o sea, el Gobierno, sustentado por un partido que era mayoritario en la Cámara Baja
(el Legislativo), o sea, el Parlamento, es decir: el PSOE, y
con el Judicial, echándose en sus brazos al no haberle hecho
cara, dando por enterrado a Mostesquieu por una omisión
clara de sus responsabilidades.
Después de todo lo hecho, y como no encontraron una
respuesta firme en la sociedad –que eran ya los únicos a los
que necesitaban tener de su mano-, poniendo pie en pared y
diciéndoles, de eso nada, entonces siguieron con la hoja de
ruta que previamente se habían marcado. Pero claro, todo
aquello pasaba por tener los medios de comunicación bajo
su dominio. ¿Y cómo se hacía eso? Pues de varias maneras.
La primera fue la de rescatar o abrir algún medio nuevo.
Por ejemplo, en mi vieja Extremadura, había solamente un
diario regional cuando entraron los socialistas. Por aquellos
entonces a los propietarios del periódico no les iba nada
bien y según pudimos oír, hasta se habían planteado cerrarlo, ¿qué hizo Ibarra entonces ante esta tesitura? Pues llegar
a un acuerdo con ellos. Me tratáis bien desde el punto de
vista de la información política, les dijo, y hay publicidad
institucional y subvenciones. Y he ahí una manera de sobornar lo que es una línea editorial, hecho de manera legal y
[149]
con el dinero de todos.
-¿Tan descarados eran? ¿Así a las claras lo decían y
hacían?
-No hija. Es una manera de hablar. De eso nos enteramos los que estábamos más o menos al tanto de los movimientos políticos y del sector periodístico. Lo mismo que
ocurrió con el relanzamiento del otro periódico regional.
Pero como uno estaba en la provincia de Badajoz, el otro
sería la cabecera principal de la provincia de Cáceres. Y
este en concreto, lo relanzaron ellos, porque ese proyecto
de diario, que había existido, no sobrevivió. Y el relanzarlo
de nuevo, abría unas expectativas muy lucrativas, desde el
punto de vista de la rentabilidad política, a quienes lo propiciaban a base de subvenciones directamente o también de
publicidad institucional.
Y lo mismo que pasaba en Extremadura, ocurría en
todas partes de España. En principio con los medios que
había, y posteriormente, con los medios que empezaban a
nacer como consecuencia de aquel falso aperturismo a la
libertad de expresión.
-Ya, entiendo.
-Tenían muy claro que sus propósitos, no serían realizables, si no encontraban la suficiente propagación. Una
difusión que llegara a todos y cada uno de los rincones más
apartados de España, y claro, eso es difícil de conseguir.
Digo, el lograr, que todas las voces suenen acompasadas,
como no sea utilizando una estrategia clara y contundente,
además de perfectamente diseñada, encaminada a dominar
la opinión pública. Esto es una estrategia “goebeliana” que
se traducía en que dominando la opinión pública, dominabas todo.
Desmembrada la cúpula militar, que serían los únicos que les podrían plantar cara por la fuerza, y decapitado
[150]
Montesquieu, el siguiente paso era hacerle ver a la sociedad
española, la grandeza de sus intenciones, por un lado, y tapar la bajeza de sus procederes demostrados, por otro. Y eso
solo se hace de una única forma: manejando los medios de
comunicación de todo un país. O lo que es lo mismo, lo que
se hace en las dictaduras, como hacía Franco.
-Pero eso debe ser muy complicado ¿no? Las empresas que tienen emisoras de radio o de televisión, o los periódicos, serían privadas ¿no?
-Sí claro, y ahí es donde radica de nuevo el quid de la
cuestión.
-¿En qué exactamente?
Luisa dejó clara una sonrisa, de nuevo cómplice, mirando al anciano porque sabía que le estaba tocando su célula más sensible. El viejo, asintió la sonrisa de Luisa, tomó
un sorbo, hizo una señal con la mano a Jara, con la palma de
la mano extendida en forma de ¡alto!, mientras con la otra
tomaba un trocito del jamón y se lo metía en la boca.
-Pues que como en todo, hacían trampas. Verás, te
cuento lo que yo he vivido, y luego tú extraes las conclusiones ¿vale? Y esto ya no va a ser mi opinión, o un análisis
más o menos pormenorizado de cómo veía yo las cosas que
pasaban. No, como poco será mi verdad, pero los hechos
que te narro, sucedieron así. De eso puedes estar segura.
Después de mi paso por una emisora nacional que
abrió sus puertas como consecuencia de la concesión de
nuevas licencias de Frecuencia Modulada, la conocida entonces FM, en España, se produjo un hecho muy singular,
que fue, que a una serie de gente, con más o menos inquietudes empresariales, y otros por motivos simplemente de
tener un trabajo para el que no había estudiado, o como
una manera de realizar un sueño, se les abrió un amplísimo
abanico de posibilidades. De este modo, empiezan a surgir
[151]
como hongos, emisoras en cualquier sitio donde hubiera alguien que le gustara la radio y tuviera los suficientes medios
económicos para poder correr con los gastos de la instalación.
De este modo, en poblaciones que estaban unas al
lado de otras, empezó a haber una cierta competencia, porque cualquiera, como te he dicho, podría emitir en FM. Lo
de poder emitir, no se ajustaba a la Ley, ya que la legislación por entonces vigente, no consideraba este hecho absolutamente nuevo. Así, que en cualquier rincón de España,
se podía oír una emisora de FM, pero que estaba calificada,
por el vacío legal existente, como alegal.
La proliferación de tantas emisoras había que regularlas, porque no solo fueron particulares los que se dieron a la
aventura radiofónica, sino que los propios ayuntamientos,
por pequeño que fuera el pueblo, quería tener también su
emisora de radio. Y así lo fueron haciendo. Entonces los
socialistas valoraron el hecho que se veía a las claras que
era irreversible. Primero fueron las amenazas de cierre y
precinto de las instalaciones, pero al darse cuenta de que la
mayoría de alcaldías las ocupaban ellos, y aquellas emisoras no podían cerrarlas así como así, se pusieron la tarea de
legislar sobre el asunto.
Mientras tanto, los propietarios de aquellas pequeñas
emisoras locales, al ver la actuación del Gobierno socialista
se constituyeron en asociación y así nació por el año ochenta y poco, la Asociación de Radios Independientes (ARI) Y
además, cierto es que sus siglas, sobre todo en lo de independientes, lo llevaban a la práctica.
-O sea, me quieres decir que aquellas emisoras no tenían nada que ver con lo que había pasado con lo de los
periódicos que me has dicho antes ¿no?
-Nada que ver. Había de todo, como en botica, pero
[152]
eso precisamente era lo bueno. Que haya disparidad de criterios, pero siempre porque uno lo vea de la manera que
lo ve. Acertada o equivocadamente, pero hecho sin que
ningún tipo de ideología o interés político o económico,
te lo ordene. Es más, precisamente por eso, fue tan bonita
aquella época, porque la gente se quería y tenía que ganar
la audiencia, a base de ser mejor que el otro. Vendías un
producto, como si fueran peras o jamones. A mayor calidad,
como es lógico, mejores precios en la publicidad, y más publicidad para la emisora significaban, más ganancias para el
propietario, o los socios si había más de uno.
-¿Y lo de la calidad como las peras y los jamones?
-Sobre todo, y como aprendí de mi maestro Pepe
Cuesta, hacer radio en los albores de una democracia que
tan poca gente de mi edad había conocido, digo conocer
la democracia, fundamentalmente se trataba de dos cosas:
una, dar calidad haciendo lo que nadie hacía o hubiera hecho, y la segunda y fundamental, ser objetivo. No ponerse
de parte del poder –fuera el que fuera-, por el mero hecho
de sacar más dinero o de atenerse a una ideología política
o religiosa. O sea, ser objetivo e imparcial, tratando las noticias como todo periodista debe hacerlo. Reitero, sin que
ningún fin político, justifique el medio de cómo uno ha de
hacer su trabajo.
¿Aquello qué conllevaba? Pues que todo aquel que
era más imparcial, que no tomaba partido por ningún grupo político, tenía más audiencia porque era más creíble. Se
traba pues, de hacer algo tan sencillo como eso. Nada más.
Dicho esto, y con tantísimas emisoras programando,
estaba claro que el PSOE tenía que mover ficha. Lo primero
era hacer una Ley que se ajustara a sus pretensiones, como
era lógico, al igual que cuando se concedieron las frecuencias de emisión para las televisiones privadas, en cuyo pro[153]
yecto original, no se contemplaba ningún canal de pago, y
sin embargo, saltándose la mismísima Ley a la torera, le
conceden al que luego será su máximo altavoz, el Grupo
Prisa de Jesús Polanco, un canal codificado, de pago. Pero a
lo que vamos con la radio.
Nace la Ley de Ordenación de las Telecomunicaciones (LOT) en diciembre de 1987 y de esta manera ya tienen el vehículo legal para con la Ley en la mano hacer y
deshacer lo que les viniera en gana. Para ello, lo primero
que hacen es abrir un concurso en el que cualquiera que
tuviera una emisora de radio propia o no, podía optar a dicha frecuencia. O lo que es lo mismo. Para regularizar las
emisoras, tenías que solicitarla, así que en principio, sale la
relación de emisoras a las que el Gobierno les daba el visto
bueno para poder pujar por ellas. Yo, entonces, con un socio,
tenía una en un pueblecito cercano, y como a unos cuarenta
kilómetros, había en otro pueblo, otra emisora que dirigía
un caradura muy próximo al partido socialista. Eso lo supe,
porque cuando conformamos la ARI, él, inmediatamente se
hizo socio, no por nada, sino porque dirigía la emisora de
aquel pueblo y desde dentro, daba información de lo que
hacíamos en la ARI. Y entonces conocí personalmente, a
quien por lo visto, le hacía yo la competencia. Cosa difícil
porque mi emisora se abrió antes que la suya. Él fue uno
más de los que se subió al carro, más desde el punto de vista
del negocio, que desde el estricto de hacer radio.
-Cada cual lo podría hacer como quisiera ¿no?
-Sí, sí, por supuesto. Yo no digo que cualquiera no
pudiera emprender un negocio de este tipo. No. Yo voy a lo
que tiene más enjundia, que es la filosofía de los medios de
comunicación. Es decir, para qué están y a qué y a quiénes
nos debemos. Luego lo del tema del dinero es secundario.
Para mí claro.
[154]
La cuestión es que conocemos, la ARI, inclusive antes de que se publicaran las listas de las frecuencias y los
lugares a los que se las concedían, el listado de las poblaciones, entre las que figuraban la mía y la suya. Después
de todo el papeleo, que nos llevó un montón de tiempo y
cantidad de problemas, nos presentamos en Madrid a llevar
los sobres con la documentación. Teníamos claro todos los
de los pueblos chicos, por decirlo de algún modo, que esas
frecuencias no las iba a solicitar nadie que no fuéramos nosotros mismos. Bueno pues no recuerdo muy bien si fue allí
en Madrid o posteriormente en una de las reuniones de la
ARI, que se hacían en Mérida, donde nos enteramos de que
hay alguien detrás de todas las emisoras esas de los pueblos
pequeños. Y claro nos preguntamos quién puede estar buscando hacer una cadena a nivel nacional, quedándose con
todas las frecuencias.
El caso es que nos enteramos de que es la ONCE.
-Quiénes ¿esos que tienen tantas loterías?
-Los mimos que visten y calzan, con la particularidad,
de que entonces, era infinitamente más pequeña la organización de lo que es ahora tras quedarse, en su día, con todas
las loterías de España por la privatización de empresas públicas. Ese fue uno de los primeros síntomas de la descomposición del Estado como tal, la venta de todo lo público.
Ellos, la ONCE, siempre he pensado, que pactaron de
alguna manera con los socialistas. Es decir, que si se llevaba a cabo el proyecto de formar la cadena de radio con el
consentimiento del Gobierno, desde las instancias políticas
echarían una mano, eso sí, marcando de manera indirecta la
línea editorial. O sea, un trapicheo más.
Interrumpió de nuevo Luisa poniéndose en pie y acercándose a la mesa, dijo:
-¿Y lo que te hicieron, aquello de cuando te precinta[155]
ron a ti la tuya?
-Espera mujer, ahora voy con eso, pero es que antes
lo que quiero es poner el toro en suerte. Que se vaya dando
cuenta Jara, poco a poco, de cómo fue todo aquello. Es que
si empiezo por mis batallitas, igual se lía.
-No, no te preocupes, en realidad el orden me da casi
lo mismo, lo que quiero es saber qué es lo que pasó.
-Como te decía, desde el minuto uno que los socialistas llegan al poder, la estrategia a seguir estaba marcada,
así que como aquello no se lo esperaban, digo lo de tantas
emisoras alegales, tuvieron que improvisar como mejor pudieron, así que esto desde luego fue una improvisación más,
pero como buenos estrategas que eran les salió bien, porque
a la hora de dictar decretos, eran únicos. De modo que se
dieron prisa en legislar a la par de que se iban cumpliendo
los plazos. Pero como dice Luisa, antes de eso, es decir de
sacar la Ley que regulara aquella situación, sucedieron unos
hechos que, en mi caso concreto, se puede calificar de una
auténtica y verdadera persecución, un claro abuso de poder,
y una declaración palmaria de lo que son los socialistas.
-¿Qué te pasó?
-Como te he dicho, yo tenía una pequeña emisora cerca de aquí. Todo bien mientras no me metí con ellos.
-¿Con quiénes?
-¿Con quién iba a ser?, pues con los socialistas, ¿no?
En un artículo que escribí y que fue publicado en uno de los
diarios regionales, hacía referencia a la ineptitud e ineficacia de un diputado regional socialista, que no fue capaz de
ganar las elecciones en su propio pueblo donde se presentó a la alcaldía. Esta población está, justo, al lado de donde tenía yo la emisora, de hecho, la antena emisora estaba
ubicada en el municipio donde vivía y tenía su negocio, el
diputado. Le sentó tan mal lo que allí dije en aquel artícu[156]
lo, además de lo que denunciaba en los editoriales que leía
todas las mañanas al abrir la emisión, sobre los desmanes
que ya en el año ochenta y cinco se estaban viendo, que
comenzaron una persecución contra mí, que duró hasta casi
poco antes de jubilarme, en realidad, hasta que España dejó
de ser España.
-¿Y eso traducido a años, cuánto fue?
-Echa tú misma la cuenta. El artículo fue publicado
en mil novecientos ochenta y siete y me jubilé con sesenta
y cinco años en el dos mil diecinueve o veinte. O sea que
treinta y cuatro años peleándome con ellos. Si bien, lo que
al principio fue solamente una discrepancia en lo profesional se fue tornando en algo personal. Fíjate hasta dónde no
se tomaría a pecho el susodicho diputado el asunto, que
buscó todos los recursos habidos y por haber para hundirme
profesional y personalmente.
-Pues ya eran malos.
-Malos, no, lo siguiente.
-¿Y qué te hicieron en una cosa y en la otra?
-En lo personal, que lo quiero pasar casi por alto del
todo, me llegaron a amenazar hasta de muerte, además de
hacerme más de una insinuación con respecto a la familia.
Pero repito que de eso no quiero contarte nada ahora. Y en
lo profesional, me hicieron de todo. Pero lo más significativo fue el intento de precinto de la emisora.
-¿Por qué dices intento?
-Porque solo se quedó en eso. Es decir, lo único que
me precintaron fue un conector de la unidad móvil a falta de
poder precintar el radio-enlace o el equipo emisor que estaba en la sierra. Y si con ser esto de sellarme con un trozo de
cinta aislante aquel conector, anecdótico, lo que de verdad
tuvo importancia fue el hecho en sí de cómo lo hicieron.
Intervino Luisa inmediatamente porque había conoci[157]
do en primera persona, de muy joven, aquella circunstancia.
-¡No te hace una idea de la que lió allí!
-¿Qué pasó?... que me tenéis en vilo.
-Que para llevar a cabo aquella tropelía, al funcionario en cuestión, un chichinabo que había trabajado en
correos y que no tenía ni idea de qué iba aquello de las
emisoras de radio, lo enviaron escoltado por una compañía
de antidisturbios.
-¡Qué me dices!
-Como lo oyes. Replicó Luisa muy en su papel que la
convertía en protagonista directa de la escena.
-En el pueblo no habíamos nunca visto una cosa así.
¡Cómo iban vestidos aquellos hombres! Y con unas escopetas…
-Rifles, Luisa, eran rifles con unas bocachas grandes
puestas en el cañón para disparar pelotas de goma.
-Bueno, pues eso. El caso es que aquello daba miedo.
Pero como la gente se había concentrado allí a las puertas
de la emisora para impedirle la entrada al funcionario, se
animaban unas a otras hasta que los policías comenzaron a
dar culatazos y empujones, porque disparar allí, no podían
hacerlo debido a que la calle era tan pequeña y tan estrecha,
que habría sido una locura. ¡Vamos! que podrían haber matado a alguien.
-El tema es que yo no estaba allí cuando llegaron –
continuó en anciano con su disertación-, porque preguntaban por mí, claro está. Y sucedió, que como me habían
dado el chivatazo la noche antes, de que al día siguiente
se presentarían allí para proceder al precinto, me quité de
en medio. Por eso, cuando llegaron, yo no había abierto la
emisora y se quedaron en la puerta haciendo las gestiones
oportunas con los políticos de turno, con el fin de que el tal
señor Bueno –que de eso no tenía nada-, pudiera hacer el
[158]
trabajo encomendado. Esa espera hizo que los ánimos se
fueran caldeando, y cuando me percaté de que aquello subía
de tono, que había cargas y agresiones, o sea, una vez que
vi el cariz que estaba tomando aquello, y sin saber en qué
podría derivar, me presenté y abrí la puerta.
-¿Y qué pasó entonces?
-Pasó lo que habían venido a hacer. La pantomima
del poder. De que aquello se cerraba porque le salía de sus
reales al Delegado del Gobierno, que fue quien dio la orden
del precinto basándose en exclusiva en una resolución administrativa que no tenía base jurídica ninguna. El caso es
que aquella emisora debería dejar de emitir. Y ya está.
-Censura en toda regla –agregó Luisa-, cargada de
un componente muy fuerte de violencia como allí se pudo
ver. A mí me dieron un fuerte golpe en el hombro y hubo
a personas mayores que les arrastraron por el suelo. Nunca
llegué a explicarme aquella actitud.
-Ni tú ni yo. Jamás habría llegado a pensar, que un
gobierno democrático o que así se denominaba, pudiera actuar de aquel modo. Pero les salió el tiro por la culata, ya
que la conversación entre Capitán de la Guardia Civil que
mandaba aquella tropa y el Delegado del Gobierno en Extremadura, fue grabada por compañeros de otras emisoras
que estuvieron presentes en el acontecimiento, y fue difundida por todas las emisoras de la ARI, lo que le costó el
puesto a aquel Delegado del Gobierno.
-¿Porqué abuelo?
-Porque las palabras, los términos en los que se pronunció alejándose de cualquier razonamiento o pauta legal, fueron lo suficientemente contundentes como para que
aquello circulara por casi toda España como un comportamiento censor por parte de los socialistas, y de una manera
velada, al poco tiempo de aquello, lo destituyeron.
[159]
Capítulo XIII
Aquellas palabras las oía Jara de una forma diferente
en su pronunciación y notaba algo extraño en el gesto de
su bisabuelo. El rostro del anciano se advertía más tenso
en la conversación, que durante el resto de la tarde anterior
y del comienzo de aquella sabatina mañana. Luisa, por su
parte, al haber tomado partido y poder participar de aquella
tertulia, se sentía reconfortada y al contrario que la de él, su
cara desprendía una especie de tensión pausada pero agradablemente agradable. En él se podía, inclusive, ver algún
atisbo cercano a un rictus que quisiera dibujar señales de
odio. Pero en ese momento, y en aquella edad -si bien lo
había sentido en otras pasadas fechas-, desde luego que no
era odio lo que sentía en su interior y que se manifestara
en aquel ceño fruncido. Era más bien una rabia comprimida, eso sí, nunca lo suficientemente exhibida y demostrada,
como le hubiera gustado, como para que pudiera haberse
quedado, por el uso, en el camino del tiempo y el recuerdo.
Una rabia que no exteriorizaba, ahora, ni había manifestado, antes, pero que vivía con él. No le frustraban ya las
cosas que sucedían del mismo modo que hacía unos lustros,
pero aún, al recordar aquellas historias, le era imposible,
[160]
desde el subconsciente, cambiar el ademán.
Y de nuevo fue Luisa quien volvió al ataque.
-Sí, pero aquello solamente fue lo primero ¿no?
-¿Qué más hubo? Preguntó Jara.
-La verdad es que no quiero extenderme mucho en
este asunto, porque personalizarlo todo, puede quitarle credibilidad a lo que te cuento. O podría dar la sensación, de
que soy totalmente parcial y nada objetivo en mis opiniones
debido a ese enfrentamiento, rabia, u odio que pueda o pudiera sentir por aquel trato vergonzoso que me dieron.
De inmediato intervino Luisa.
-No sé por qué dices eso. Está claro que cada persona
vive una vida diferente y que son las circunstancias que le
rodean las que le hacen pensar de una manera u otra. Y por
eso, no es querer contar la feria según te vaya, y así distorsionar la realidad. Si todos esos hechos jalonaron tu vida,
es tu vida y son aquellos hechos. Eso es una cosa. Otra muy
distinta, como le estás contando a Jara, es que lo que pasó,
pasó y ya está. Tú lo ves de una forma muy distinta a como
lo puedan ver la gente que lo aplaude, de ahí, que como le
estás diciendo, que sea ella misma quien compare, lea y extraiga las conclusiones pertinentes a posteriori. No dejan de
ser hechos, negativos para ti, y todo lo que tú quieras, pero
hechos, los que te sucedieron y viviste, y siendo de más o
menos calado, forman parte de la historia de este país. A
ver: ¿cuánta gente puede decir que su emisora de radio fue
la primera que se cerró en la democracia?, o ¿cuántas personas han pasado por lo que tu pasaste con las otras radios en
las que estuviste?, o las persecuciones a las que has estado
sometido a nivel personal allí donde has ido...; ya sé, hay
gente a la que se le ha hecho desaparecer de la faz de la tierra por otros motivos, pero de lo que estás hablando ¿qué?
Tú solamente eras un periodista crítico con el Gobierno.
[161]
Por cierto, con todos los Gobiernos, ya fueran de derechas
o de izquierdas.
-Sí, claro, en eso tienes razón. Pero es que creo, que
si incido mucho en mis batallitas, como tú las llamaste antes, puedo ejercer una influencia negativa en Jara. Podría
parecer poco creíble. Y que lo que digo, todo lo digo por
despecho, por frustración, o, lo que es peor, porque me haya
creído un fracasado.
-¿Fracasado?, ¿con todo lo que llevaste a cabo en tu
vida?
-Tú no eres objetiva, Luisa.
-¡Vaya hombre! Ahora me vas a decir tú lo que soy o
no soy respecto a lo que pienso. Mi opinión es la que es, y
precisamente, porque una buena parte de tus vivencias, yo
las viví también en primera persona, lo digo: ¿o no?
-Pero si casi eras una niña…
-¿Qué me quieres decir, que por ser joven no pensaba?
-No mujer. Lo que quiero decir, es que tú por lo que
nos une, nunca podrás ser totalmente imparcial. Tu opinión
es como la de alguien de la familia, y entre la familia, no se
van a decir malas cosas los unos de los otros ¿no?
-Hablas como un viejo chocho ahora mismo, Julián.
-Haya paz y sigue con el tema, que parecéis un matrimonio que vaya a cumplir sus bodas de platino. Interrumpió
Jara.
-Verás, es que no quiero contarte mi vida, sino esa
parte de la Historia de España que tanto se desconoce y que
yo viví de una manera muy intensa, ¿y sabes por qué se desconoce básicamente? Porque a la par, lo que se pretendía,
era cambiar la Historia que sí había existido. Resumiendo:
la izquierda durante la democracia, después del 1978, jamás
se resignó a lo que sucedió después del año 1939, hasta que
[162]
llegaron al poder, y después, tampoco. Eso fue una constante en su comportamiento, como verás más adelante, en los
años que vienen a partir de 2004.
-Bueno, pero es que tu vida también me interesa. Replicó Jara.
-Ya, pero si haces la carrera de Historia, desde luego
que no aparezco en ninguna página de los libros que leas.
-Eso me da lo mismo. Pero la quiero conocer.
-Vale, entonces haremos una cosa: el próximo fin de
semana que te quedes conmigo, te la cuento, ¿de acuerdo?
-Muy bien. La referencia en cualquier caso ya la tengo. Y vamos, que en materia de libertad de expresión, en
definitiva, la cosa estaba chunga.
-¿Chunga? Qué cantidad de tiempo hacía que no oía
esa palabra… y con los años que tengo.
Y rieron de nuevo los tres.
-Eso que has contado sucedió entonces en los ochenta
y pico ¿no?
-Sí, y fue un continuo. Una vez que tuvieron el control
de aquellas emisoras, y la Ley estaba en marcha, empezaron con las televisiones privadas y las regionales y locales.
Todo lo que supusiera ser un altavoz por donde pregonar
sus bondades y hacer callar sus perversidades, tenían que
dominarlo. Y, como te dije anteriormente, la táctica formaba parte de un muy milimetrado plan, puesto que la propaganda, iba acompañada por el adoctrinamiento en las aulas
desde unos planes de estudios (la maldita LOGSE que tanto
daño hizo a lo que fue este país soberano), y por el “todo
vale” en la calle: “al pueblo pan y circo”, que decían los
romanos. Pues lo mismo. Mucha televisión basura como
entretenimiento, mucho fútbol, y todo, era válido.
-Eso del todo vale, en concreto, ¿a qué se quiere referir? Preguntó Jara.
[163]
-Vaya, ahora parece que eres la anciana que se olvida
de las cosas más recientemente dichas. Y de nuevo rió.
-¿Ya me has dicho qué es eso del todo vale? Respondió la joven.
Intervino Luisa.
-El todo vale le llama tu bisabuelo, a que cualquiera
podía hacer lo que le viniera en gana…
Interrumpió Julián:
-Sí, a ver, con matices, ¿qué te dije ayer sobre lo de
los valores y demás?
-¡Ah! sí. De acuerdo, eso de que lo mismo daba atracar un furgón o robar un banco, o pertenecer a una banda
de pandilleros, o un clan social, o ser un político corrupto,
o perder por completo el sentido del ridículo ¡vamos!, que
todo valía.
-En efecto. Por ahí iban los tiros. Pero quiero centrarme, si me dejáis las dos, en el final del Gobierno Aznar.
-¿Entonces no me cuentas ninguna otra de tus batallitas?
-¡Ea! ya te salió otra vez el ramalazo del apellido que
tú ya no llevas. Cabezona ¿eh? Mis batallitas la semana que
viene o la otra, ¿vale?
-Bueno, gruñón, como usted quiera.
-Centrándonos entonces en la segunda legislatura de
Aznar, lo que sucedió como hecho verdaderamente relevante, fue la Guerra de Irak por un lado, y el hundimiento de un
petrolero, como te dije ayer, llamado Prestige. En el resto
de la acción política, no se veía ningún tipo de fisura por la
que la oposición pudiera meter baza.
La situación económica era boyante. La burbuja inmobiliaria seguía creciendo, y el llamado estado del bienestar alcanzaba sus cotas más altas, al igual que la entrada
masiva de inmigrantes por la permisividad de unas leyes
[164]
que así lo contemplaban. Cierto y verdad es que vinieron
a hacer aquellas tareas que los españoles no querían hacer.
Por una lado, por otro, que era mano de obra mucho más
barata que la nacional y aquello alentaba a los empresarios
a contratar por menos dinero y ganar más a final de mes.
-Pues eso no está nada bien.
-No, en efecto, pero sí se fue dando y así lo fueron
permitiendo todos: políticos, sindicatos y los propios inmigrantes que vieron en España la “tierra prometida”. Y cierto que había cantidad de oportunidades porque tanto en el
campo como en las ciudades, había trabajo para casi todo
el mundo. Lo que no sabían, o sí, eso nunca lo sabremos, es
que se estaba creando un monstruo que se acabaría comiendo a sus propios hijos.
-Pero bueno, ¿y todas esas cosas no se pueden evitar
a tiempo?
-Es obvio que no. Unos por acción directa y otros por
omisión de su deber, la bola de nieve se fue haciendo cada
vez mayor.
Aznar confiaba, a pesar de la durísima oposición que
se le hizo en la calle, en ganar de nuevo las elecciones porque mientras la economía de un país va bien, no es muy
difícil contentar a la gente. José María Aznar, en el tema de
la economía y la corrupción, no falló. Donde metió la pata
fue en sus políticas de personal.
-¿A qué te refieres con eso del personal?
-A quienes debió elegir para ponerlos al frente de cargos muy determinantes para el devenir de sus políticas. En
ese sentido, desde luego que peor no lo pudo hacer. Primero, y creo que el más importante, fue el que designó como
ideólogo o asesor principal que diseñaba las tácticas de
cómo se deberían ir haciendo las cosas de dentro del partido, y luego, con posterioridad, cómo había que enfocar,
[165]
por ejemplo, las estrategias frente a la oposición, las campañas electorales etcétera. Y a partir de ahí, en los puestos
de relevancia, por ejemplo, en lo que era La Casa, o sea, las
cloacas del Estado, es decir, el mundo subterráneo de los
espías y demás, metió la pata. Como también lo hizo con
quien debía dirigir todo el tema de comunicación; lo mismo
sucedió, con quienes deberían llevar el peso de la televisión
pública. En fin, un larguísimo etcétera de empleos dados a
las personas equivocadas. Luego, para echarle más leña al
fuego, y una vez que anunció su marcha tras haber estado
en el poder dos legislaturas, como se hacía en EEUU, su
postura se volvió chulesca. No sé si influido o influenciado, por los frecuentes contactos con el entonces presidente
George Bush, hijo. Un papanatas como tantos y tantos presidentes que ha dado ese país.
La cuestión es, que aún así, las perspectivas para las
elecciones del año 2004, se presentaban muy halagüeñas
para el sucesor que él mismo designó. Y si bien no se contaba con la mayoría absoluta, sí rondaban los escaños casi
necesarios. En definitiva, en eso era en lo que se pensaba,
porque desde luego daba las elecciones por ganadas.
-Pero entonces, ¿fue o no fue un buen gobernante?
-Si lo miramos desde el punto de vista de la economía, sí. Aunque siempre dije, que en España sencillamente
con que los políticos no se lo llevasen, era suficiente. Y si
comparamos las dos legislaturas de Aznar, con otras dos
de cualquiera de los dos presidentes socialistas que hemos
tenido, Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero,
nada que ver. La corrupción es un hecho ya contrastado en
la manera de gobernar de los socialistas. Lo que no quiere
decir que en el Partido Popular, fueran inmaculados. ¡Ni
mucho menos porque casos de corrupción se han destapado
en todos los partidos que han ejercido el poder. Pero eso es
[166]
una cosa, y otra muy diferente, institucionalizar la corrupción, como sucedió con los gobernantes socialistas.
Intervino de nuevo Luisa que seguía allí sentada con
ellos.
-Yo, no he votado nunca. Tengo mi ideología, por supuesto que sí. Pero desde que me puse a oír a tu bisabuelo,
cuando aún no era ni mayor de edad, y me empecé a dar
cuenta de lo que era el mundo de la política, me volví totalmente apolítica. Todo, en el sentido de no darles mi voto, a
unos personajes que vivían, en exclusiva, para ellos mismos
desde el punto de vista personal, y de los intereses del partido en lo político.
De este modo, me fui dando cuenta poco a poco, de
la podredumbre, de la bajeza moral y de los malos instintos que les guían y les mueven. Poco a poco, me fui convirtiendo en una escéptica política y una anarquista en las
ideas. Es que es tan fácil, me decía a mí misma. Si todos
conocemos cuál es la diferencia entre el bien y el mal, por
qué narices siempre triunfa el mal sobre el bien si lo que
la mayoría queremos es el bien. Esto me lo he preguntado
siempre, antes y ahora llegando hasta donde hemos llegado.
Nunca me impliqué en nada que tuviera algo que ver con la
política y los políticos. Es más, oyendo a tu bisabuelo, les
fui cogiendo manía, y después, hasta asco. Y lo que te está
diciendo, lo hace desde la mesura y la prudencia, que le han
dado los años. Dos cosas estas, que nunca pensé que llegaría a tener. Y le sonrió con la dulzura que ella tenía.
-Esto es para darme coba. Pero sí, es cierto, no he
sido capaz de influir en ella para que cambiara su postura,
al menos en cuanto a lo del voto. Y de eso hace muchos
años, claro, yo aún votaba, porque la última vez que acudí
a las urnas, si no me falla la memoria, fue en las elecciones
generales del 2011. A partir de ahí, no he vuelto a aparecer
[167]
por un colegio electoral. De ahí que entienda a la perfección
lo que sentía de joven, y siente ahora Luisa.
-Por cierto, una Luisa que se va a ir para la cocina si
queréis que el almuerzo esté para las dos y media.
-¿Qué vamos a comer Luisilla? Le preguntó la joven.
-Es un secreto, pero estoy segura de que te va a gustar
como te ha gustado otras veces.
-¡Ah! o sea que será unos de mis platos favoritos ¿no?
-Caliente, caliente…, bueno, seguir, que en nada estamos comiendo, luego cogeré la onda.
-Pues me parece que de lo que te voy a hablar a continuación, mejor lo empezamos en los postres, ¿vale?
-¿Por qué? Preguntó Jara casi sorprendiéndose.
-Porque resulta que estamos ya metidos casi de lleno,
en los albores de aquella primavera de cuya celebración se
cumplieron ayer los cuarenta años.
-¿Te refieres al documental sobre lo de los atentados?
-Sí, en efecto, y creo que es mejor que te lo cuente todo seguido. Así que almorzamos, tomamos el postre y
con una copita de coñac, que hoy me apetece, me explayo.
Siempre si quieres y no te has cansado de tanta charla, porque hay que ver lo que llevamos ya repasado ¿eh?
-Sabes que no me aburro, pero vamos que si quieres,
nos tomamos un descanso hasta que Luisa nos llame para
comer.
-Me parece estupendo. Vamos a dar un paseo y a estirar las piernas.
[168]
Capítulo XIV
Durante el paseo que precedió a la comida, estuvieron
hablando de las cosas que le llamaban la atención a Jara, en
lo cotidiano, de su vida y su entorno. Sus notas del colegio,
su pandilla, y la particular forma de vida que llevaba. Mucho más familiar, la de ella, que la que se hacía, entonces
y en general, tanto en los pueblos, como en las ciudades.
Parecía como si en su casa, se hubieran querido retomar
unas costumbres y unos valores, ya finiquitadas hacía mucho tiempo. Un islote de comportamientos, que al anciano
le recordaban los años de su niñez vivida en el campo, en
gran parte, con sus abuelos paternos. Un patriarcado dominado por la matriarca, pero de tal manera jerarquizado, que
cada quién, desde el respeto y el conocimiento de cuál era
su papel, constituía un modo de vida en el que todos estaban
a gusto consigo mismo y con los demás. Eso le llevó a pensar durante casi toda su vida, que cualquier tiempo pasado
fue mejor, o que su generación fue la generación perdida,
teniendo que obedecer de jóvenes a sus padres, y de mayores a sus hijos. Y no decía aquello de que los tiempos
pasados fueran los mejores precisamente por echarlos de
[169]
menos desde la edad, o aquella juventud que se le había ido
hacía mucho tiempo. No. Había vivido tanto ya, que añorar
aquello para revivirlo, desde luego que no era, ni había sido
en muchos años, su objetivo. Lo mismo que le había pasado
con el miedo a morirse. Hasta los sesenta o sesenta y cinco,
le daba terror pensar en la muerte y dejar el mundo de los
vivos, pero desde entonces, cambió de manera radical su
manera de pensar y de ver la muerte desde la vida de una
forma más sosegada, mucho más tranquila, aquiescente y
cómplice con su destino.
Eso le permitía vivir mucho más despejado, más relajado, más conforme con él mismo. El tiempo de los reproches había pasado ya. Los balances estaban hechos hacía demasiado, y los resultados eran obviedades que ni se
imaginaba, por un solo momento, intentar una mínima discrepancia de ellos. Su camino a la madura madurez estaba
comprendido desde aquel 2004 hasta el 2022. Fecha en la
que renunció a cualquier tipo de consideración que le llevara al estrés de tener que pelearse consigo mismo y con los
demás. Su faceta de discutidor se fue difuminando poco a
poco y conscientemente, hasta llegar a la paz interior que da
el paso de los años, ése karma que se estabiliza desde la humildad, cuando neutraliza la reacción causa efecto. Si bien,
el ramalazo lo seguía manteniendo, pero era muy distinto
a aquella vehemencia con la que se enfrentaba a diario en
su quijotil peripecia vital y que ocasionaba aquellas reacciones en los demás. El tiempo de las especulaciones y las
elucubraciones, dio paso al descanso del guerrero, pero la
genética tiene esas cosas, y hasta que el guerrero no desaparece con la muerte, sigue manifestándose con más o menos
intensidad.
Entre los frutales en flor, y, absorbiendo el olor del
azahar de los naranjos y limoneros, y los del jazmín, pasea[170]
ban despacio. El anciano ayudándose de su bastón con una
mano, y cogido del brazo de aquella criatura que le servía
como de guía y apoyo, con la otra.
Entraron a la casa y ya tenía Luisa todo preparado
y se sentaron los tres a comer. Lo hicieron sin despreciar
la charla. Con la televisión, poniendo la música de fondo,
con un runrún sordo y monótono de sonidos ininteligibles a
aquellos comensales, que departían en una animada y tranquila conversación, que poco o nada, tenía que ver con lo
que habían estado hablando hacía poco más de un cuarto
de hora. Habían seguido charlando en la mesa, del mismo
tema que durante el paseo pre almuerzo. Y así llegaron al
postre donde Jara les hizo una apreciación a los mayores
que tomaban fruta:
-¿No sabéis que comer la fruta como postre no es
muy recomendable?
-¡Vaya por Dios! Dijo el viejo. Yo que no he tomado
fruta como postre en mi vida, y ahora que empiezo a hacerlo con más o menos frecuencia, resulta que no es bueno.
-Pues no, no es recomendable ya que al ser más fácil
de digerir, su digestión se hace antes, que por ejemplo, la
del bistec de ternera o del cocido de garbanzos, con lo cual,
no es nada buena la fermentación de los azúcares que lleva
y, produce unos ciertos ácidos, o algo parecido, que me han
dicho, que incluso pueden llegar a dañar al hígado.
-Desde luego que cada día sacan una moda nueva.
Hay que ver lo que es el paso del tiempo. -Dijo Luisa, y
agregó:
-Recuerdo cuando decían que el jamón de bellota y el
aceite de oliva no eran buenos para la salud. ¡Por el colesterol, o yo qué sé!
-Pues eso nos han dicho en el colegio. De hecho, habrás notado que yo la fruta la tomo antes de comer y raras
[171]
veces lo hago en el postre.
-Claro. Intervino Julián. Yo había pensado siempre,
que esa era una de las costumbres que genéticamente te había transmitido, por eso nunca le eché cuenta al asunto, ni te
he preguntado por qué lo hacías, me gustaba recrearme en
la creencia de que era una heredad mía.
-Pues no, era solamente por eso que nos dijeron, y
hace ya bastantes años ¿eh?
-¿Y de tomarse una copita de buen coñac? ¿De eso no
os han dicho nada? -Y se rió.
-Ya sabes que en los colegios hay campañas contra las
drogas, todas las drogas incluido el alcohol, pero es evidente que una copa de coñac de tarde en tarde como lo tomas
tú, y a tu edad, no puede hacerte mucho daño. Más bien será
al contrario.
Luisa se levantó a recoger la mesa y Jara le ayudó
a llevar los platos y cubiertos que habían usado. Julián se
levantó y tomó la dirección del baño. Cuando llegó a su
sillón, ya estaba la copa de coñac servida en la mesita que
tenía a su derecha. Jara se sentó en el sofá y preguntó:
-¿Entonces, qué? ¿Dispuesto ya a entrar de lleno en
lo que vimos ayer?
Dando el primer sorbo al coñac, asintió con la cabeza
y comenzó a hablar.
-No se me va a olvidar mientras viva, aquel fin de
semana. Bueno, en realidad desde el jueves día once que es
cuando se produjeron los atentados en los trenes. Estaba en
casa. Trabajaba entonces para un grupo editorial que se dedicaba a la información agrícola y ganadera. Oí la radio y vi
en la televisión las primeras imágenes. Aún no se tenía una
conciencia cierta de lo que había sucedido. Primero quince
muertos en una explosión, luego sesenta, ochenta… en fin,
hasta que se dio la cifra más aproximada a eso de las dos de
[172]
la tarde que los situaban en torno a los doscientos cadáveres. La cifra oficial se dio al día siguiente cuando alguno de
los heridos murió en algún hospital. Total: ciento noventa
dos muertos. Aquello era una tragedia. Las informaciones
por radio y televisión eran más especulativas que ciertas.
De momento se empezaron a producir una serie de hechos
que daban la sensación de ir encaminados hacia alguna dirección que hiciera responsable al Gobierno en funciones.
No hay que olvidar que el domingo siguiente, el día
catorce, se celebraban elecciones generales. Se suspendieron los actos de campaña, y toda la información giraba en
torno a los atentados, y los autores del mismo. Como vimos
en el documental, la confusión era total, y, lo que llamó más
la atención desde el principio, fueron esa ristra de hechos
que no tenían ni pies ni cabeza, pero que se entrelazaban
unos con otros como si se fueran echando migas de pan en
un camino concreto que había de seguirse.
El caso es que desde los medios de comunicación
-ahora sabemos ya alentados por quién y quiénes les facilitaban la información, o quiénes eran quienes les decían lo
que tenían que decir-, se sembraba, tanto la incertidumbre,
como las consignas y proclamas que se empezaron a oír
en la calle. Manifestaciones de miles de personas ante la
sede del PP en la calle Génova en Madrid, y un aluvión de
arengas que directamente señalaban al Gobierno de Aznar
calificándoles de mentirosos, se propagaron el viernes y el
sábado, día de reflexión en el que no se pueden hacer ningún tipo de declaraciones.
A los socialistas les dio exactamente igual. El caso
es que aquellas elecciones tenían que ganarlas como quiera
que fuera. Y así pasó.
Aquello, y demostrado ha quedado ya, fue un golpe
de Estado en toda regla. Aznar, ante la gravedad de lo suce[173]
dido, debió aplazar las elecciones imponiendo el estado de
excepción. Pero no lo hizo. El miedo, una vez más, de la derecha a la izquierda, se impuso al raciocinio y la cordura de
lo que demandaban los acontecimientos. Aquel monstruo
llamado PSOE fagocitó el estado de derecho. Se lo tragó
como quien se bebe un vaso de agua.
Todas las dudas que quedaron para después en la instrucción de aquel sumario que duro unos años, no se resolvieron, porque la maquinaria política socialista, estaba
bien engrasada, teniendo todos los resortes e instrumentos
que pudieran sacar la verdad a luz, muy bien lubricados.
Desde los mandos policiales hasta el responsable de dictar
la sentencia, pasando por los jefes de los servicios secretos.
Todos con sus quehaceres, coadyuvaron a que no se hiciera
justicia. No antes de pasados cuarenta años, hemos podido
saber toda la verdad.
A quienes nos pusimos de parte de saber la verdad,
nos llamaron conspiradores. La maquinaria mediática, policial y jurídica, como te acabo de decir, hizo un espléndido
trabajo, lo que no impidió que tanto asociaciones –algunasde víctimas de la masacre, así como cientos de miles de ciudadanos, nunca creímos, lo que se dio en llamar: la “versión
oficial”, que no era ni más ni menos, que lo que el PSOE
mandó decir, y que la sentencia que firmó un juez apellidado Bermúdez, reconocía como legítimo.
Hemos sabido con el paso de este tiempo, quiénes estaban detrás, lo que nunca sabremos, es quiénes fueron los
verdaderos autores intelectuales con nombres y apellidos,
de tan horrible crimen. Los que idearon dar aquel encubierto golpe de Estado.
-Pero vamos a ver, ¿un golpe de estado no se da con
armas, y derrocando a un gobierno los militares?
-Sí y no. Te explico: un golpe de estado es todo aquel
[174]
que reúne una serie de premisas, como son, que haya pólvora, que haya muertos, y que como consecuencia o por la
combinación de estos dos, se produzca un cambio de gobierno. En este caso se dan los tres supuestos. Hubo bombas, hubo sangre de ciento noventa y dos personas, y lo
que el PP, según las encuestas tenía ganado para mantenerse
en el gobierno de la nación, fue adulterado desde el día siguiente de los atentados, con una campaña de acoso y derribo de dos días, viernes y sábado, que terminó con todas las
expectativas del PP, y, los resultados electorales predichos
previamente, se vieron totalmente falseados.
No te voy a pormenoriza todas y cada una de las preguntas que se hacían en aquel momento porque no cuadraban con la versión oficial y la sentencia del juez Bermúdez.
Pero como anécdota te diré, que a unos moros o islamistas
-como los quieras llamar, que les echaron la culpa de haber
sido ellos los autores materiales, y así lo dijo posteriormente la sentencia, de haber sido quienes pusieron las bombas
en los trenes-, les dio por suicidarse en un piso de Leganés
veintitrés días después de cometer los atentados. En la explosión murió un GEO, que es un miembro de las fuerzas
especiales, y aquel hombre, que fue enterrado con secretismo, a las dieciséis horas de su muerte, sin realizarle siquiera
la autopsia, al menos que se sepa, a los pocos días de ser
sepultado, su tumba, fue profanada por unos desconocidos
que destrozaron y quemaron el cadáver.
-¡Qué barbaridad! ¿Y con qué fin?
Dijeron que fue por motivos ideológicos dentro de
la religión islámica, aunque en realidad, lo que quisieron
hacer quienes llevaron a cabo aquel aterrador acto, fue borrar todo tipo de huellas que pudieran poner algo de luz en
aquella penumbra, que como ovillo de lana, cada vez se iba
enredando más y más. Los días pasaban y muchas eran las
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preguntas sin respuesta en torno, principalmente, al tipo de
explosivo que había estallado en los trenes, ya que de eso,
dependía que la autoría fuera de una procedencia o de otra.
-Bueno, ¿y eso por qué exactamente?
-A los socialistas les interesaba que los atentados fuera cosa de terroristas islámicos, por aquello de relacionarlo
con los atentados del 11 de septiembre en EEUU y la Guerra de Irak, en contra de la teoría, de que en lo ocurrido en
Atocha, de un modo u otro, había intervenido ETA, como
así se ha demostrado con el paso del tiempo. Por todo esto,
la indignación subía de tono, pero de golpe y porrazo, con la
toma de posesión de José Luis Rodríguez Zapatero, al mes
y seis días de los atentados, toda esa máquina mediática que
acosó sin piedad al gobierno en funciones -acusándoles de
haber mentido para sacar rédito político vinculándolos a la
ETA-, hasta que se hizo el traspaso de poderes, comenzó a
suavizar y contemporizar la información, porque el objetivo de cambiar el gobierno, ya estaba más que cumplido.
A partir de ese momento la consigna era la misma:
nada de hablar del atentado ya que la justicia debería hacer
su trabajo. Los investigadores tenían la responsabilidad de
irle dando forma a aquel sumario que tardó tres años en
instruirse por parte del Juez Luis del Olmo, manteniéndolo prácticamente durante toda la instrucción, como secreto,
por lo que las acusaciones particulares de las víctimas, no
tuvieron acceso a pruebas, pericias y todo lo relevante del
caso que podrían haber desechado, o por el contrario, contrastado para aportar su punto de vista a todo aquel material
que componían algo más de ciento treinta mil de folios.
-¿Nada menos que ciento treinta mil folios?
Pues sí hija, sí, y desde aquel momento, el de la sentencia de aquel sumario, hasta hace relativamente poco, las
víctimas han tenido que pasar un verdadero suplicio siendo
[176]
ninguneadas por los distintos gobiernos socialistas. Nunca les ha interesado que se supiera la verdad, ya que eso,
acabaría con la poca credibilidad que siempre han tenido,
y daría la razón, a todos aquellos que afirmaban o afirmábamos, que fue una conspiración para derrocar al gobierno
de la derecha. Un Partido Popular, que se limitó a asumir la
sentencia y a no investigar a fondo, cuando pudo hacerlo.
Unos por acción y otros, el PP, por omisión, el caso es que
las víctimas, no se las ha tenido en consideración. Han tenido que pasar casi cuarenta años, y con la inmensa mayoría
de los que entones estaban implicados en el asunto, muertos, para que sepamos la verdad, si bien, te repito, que aún
sabiendo que fue una conspiración urdida desde las cloacas
del Estado, el autor o autores intelectuales, sigue sin conocerse aunque se tienen muy claras sospecha de algunos
nombres, que por desgracia ya, tampoco podrían defenderse de la acusación si se les imputara lo sucedido porque han
fallecido. Así que en cualquier caso, lo que sí se ha hecho,
es cerrar de alguna manera una página muy oscura y dolorosa, de la historia de España, y de darle así, la claridad
que se merecía tan descomunal suceso reparando de alguna
manera el desasosiego y reconcomio que pasaron.
[177]
Capítulo XV
Era ya, a aquellas horas, una sobremesa de sábado
plagada de entusiasmo, el que le ponía la criatura de ojos
color azul topacio que sobresalían por su expresividad y
tamaño. Bebía Julián de su copa de coñac. Un Napoleón
del 1980. Se había convertido con el paso del tiempo en
un hombre muy sibarita. Es lo que tiene ser añoso, que te
da tiempo para casi todo. Le gustaba la buena comida y la
buena bebida después de todo lo que había comido y bebido
en su vida. De ahí que conociendo de los excesos que había
llevado a cabo, se preguntara muchas veces el por qué de
esa longevidad. El por qué su organismo le había permitido
pasar de los noventa años, y lo que era mucho mejor, con
aquella calidad de vida. No sabía si aquello era una cuestión genética, o sencillamente eran los genes del destino,
quienes determinaban el cuándo has de dejar los negocios
terrenales.
Lo del destino, lo pensaba desde el agnosticismo que
practicaba. Que en realidad, como en casi toda su anárquica
ideología, pervivencia y formas de ver y entender la vida
y vivirla, no era un agnosticismo puro, porque a veces, era
totalmente ateo. Lo que contrastaba, en otras ocasiones,
[178]
dándose cuenta, de que quedaba un poso dentro de él, que
le transportaba a la creencia, de que algo superior había por
encima del ser humano. Una Humanidad, que se empeñaba
en seguir intentando saber de dónde venimos y hacia dónde vamos. Todo ello, mezclado, además, con el conocer el
firmamento que está encima, debajo, del lado derecho y del
izquierdo de nosotros: el espacio.
El empecinamiento del hombre en querer saber sobre
el más allá continuaba. Cómo se formó el Universo y cómo
se hizo, y por qué está aquí, esta infinita infinidad finita que
es la tierra, que está ahí, en el espacio colgada de un techo
en todas las direcciones de la circunferencia, con nosotros
poblándola pero más sola que la una en todo lo que es el
contexto sideral y la vida tal y como la conocemos.
Julián de vez cuando se hacía aún aquellas preguntas.
Desde luego ya no eran su tema preferido, pero desde su agnosticismo, razonaba, casi desde un punto de vista místico,
aquel aquelarre de sentimientos y sensaciones, que tanto y
tan a menudo, en su juventud, le habían preocupado. La filosofía y el conocimiento siempre le atrajeron, y sin llegar a
ser un intelectual, sí procuró siempre, desde una conciencia
exacta de sus limitaciones, ser coherente con todo lo que
pensaba al respecto de la vida y la muerte; la maldad del ser
humano, y la bondad, y todo lo que a su alrededor se movía.
Se volvió cada vez más pragmático, a la par que la vida le
imponía el escepticismo como liturgia, pero desde un punto
de vista epistemológico, como a casi todo el que va llegando a una madurez, que roza ya la despedida.
Y llegaba en aquellos momentos, cuando paladeaba
ese sabor de la madera de roble que transporta a las papilas gustativas un último sorbo de aquel pequeño manjar,
la hora de acometer una etapa verdaderamente negra para
España desde el punto de vista social, político y económico.
[179]
Y desde la placidez de aquel ambiente tan relajado, con el
sabor en la boca, que solo el buen coñac deja después de
una sabrosa comida, y en aquella agradable compañía, dejó
la copa en la mesita, carraspeó, y haciendo el gesto de querer empezar a hablar de nuevo, se le adelantó la jovencita.
-Entonces -intervino Jara viendo la predisposición de
su bisabuelo a continuar-, al menos se ha hecho justicia y tú
lo has visto. Eso es para ti lo más importante ¿no?
-No solo para mí, creo que para todos los que pensaran de una manera u otra, da igual. Y, sobre todo, ya te
digo, es más importante para quienes tuvieron la desgracia
de perder a un familiar en aquellos trenes.
-Me has dicho que poco a poco se fue diluyendo la
agresividad -no sé si lo has expuesto de esta manera-, con la
que los medios de comunicación, habían actuado hasta que
se cambió el Gobierno ¿no es así?
-Cierto, así es. Fíjate, recuerdo, ya que estamos hablando de medios de comunicación, que la primera entrevista que concedió José Luis Rodríguez Zapatero, que en
Gloria esté – tosió de una forma burlona que delató la ironía-, a un medio después de ser nombrado Presidente del
Gobierno, fue al periodista que por aquellos años, tenía la
fama de ser el más crítico, cáustico y virulento con los socialistas.
-¿Y?
-Que en aquella entrevista que tuve la paciencia de
escuchar entera, me di cuenta de que el personaje, hasta
entonces desconocido en su valía político-profesional, que
España había elegido –tras el golpe de estado, claro-, para
llevar la riendas del país, no dejaba de ser un pelele sin
preparación política ni intelectual. Un hombre, con una formación académica limitada a la licenciatura de Derecho, y
ningún bagaje profesional, exceptuando los cargos dentro
[180]
del partido, que le sirviera como aval para poder desempeñar aquel cargo que conllevaba tantísima responsabilidad,
con este acervo, accedió al Palacio de la Moncloa. Un hatillo vacío de contenido, de esencia cerebral y del genio suficiente que todo estadista debe tener.
-Por lo que sigo viendo este es otro que te cae bien…
por las narices.
-Pues sí, porque oyéndole en su primera gran intervención, me iba dando cuenta, de que nada bueno podía
salir de aquella cabeza tan mal amueblada. Como así fue
y quedó demostrado y sentenciado posteriormente en las
urnas y en el erial de país que dejó.
-¿Pero tan malo fue o tan mal fueron las cosas?
-Explicarte de manera concienzuda esto para que lo
entiendas bien, nos llevaría casi otras dos charlas como las
de ayer y hoy, y no estoy por la labor de aburrirte. Supongo
que si te interesa, serás tú quien vaya averiguando y pormenorizando en ello si te seduce la idea, a tenor de lo que
te cuento. Esto que te digo, solo es la base y el fundamento
con más o menos pormenores que hagan inteligibles, lo que
expreso. Es más, ya sabes que si algo no entiendes o te lías
o me lío, no tienes más que decírmelo y aclaramos lo que
haya que aclarar.
-Bueno, por mí vale. No soy muy exigente como sabes.
-El caso es que nada más llegar al poder Zapatero, se
encontró con un país de luto, en lo sentimental, pero con
unas arcas llenas, en lo económico. Las velas del barco estaban hinchadas y el aire soplaba a favor de la nave que había iniciado, hacía cuatro años, una singladura con el viento
en la popa, llegando a estar considerada a nivel internacional, entre la octava y décima potencia del mundo.
La primera de las decisiones que tomó el primer Go[181]
bierno Zapatero, fue la de retirar las tropas que estaban destacadas en la Guerra de Irak. En torno a esta promesa y los
daños que causó el hundimiento del Prestige, giró toda su
campaña. La segunda decisión y, por Decreto Ley apoyado
por IU y los nacionalistas, fue cargarse la LOCE y la LOU
–las leyes que el PP había redactado para cambiar los planes
de educación en el país-, que había aprobado la mayoría absoluta de Aznar unos meses antes y que no llegó a ponerse
en marcha.
Esta decisión unilateral de retirar las tropas de Irak,
sumada, al gesto el año anterior, de no levantarse al paso de
la bandera de EEUU en el desfile del día de la Hispanidad,
le granjeó las primeras enemistades en el plano internacional. Este fue el preludio de lo que luego sería la constatación de que José Luis Rodríguez Zapatero, se convertiría en
el peor presidente del gobierno español en la democracia.
Y dicho esto, se levantó y se dirigió de nuevo a una
de las estanterías y sacó del viejo archivador un folio que
entregó a Jara.
-Toma, léete esto mientras me avengo con mi próstata.
Jara cogió el folio y comenzó a leer:
Zapatero el peor presidente
Vaga por los pasillos de la política en zapatillas de
dormir. Ya no da para más. Errático, de hombros caídos
como su pretendido talante.
Ya tenemos suficientes botones de muestra, hechos
contrastados y acontecimientos de toda índole, que se han
producido, suficientes, como para poder calificar sin ningún riesgo a que la historia algún día del futuro próximo o
lejano, nos llevara la contraria demostrando lo opuesto a lo
[182]
que con toda tranquilidad ahora califico, al decir que ZP, es
el peor presidente del Gobierno que ha tenido y tendrá, esta
democracia, la II República y los gobiernos de las monarquías parlamentarias del XIX. No hay la menor duda de su
incapacidad, no devenida o justificada por su débil mayoría
y el chantaje de las minorías, no, sino por su propia y demostrada insolvencia intelectual e ineptitud política, para
gobernar una nación como España.
Zapatero se creyó lo que le dijeron sus aláteres, los
aduladores que buscan el cargo mejor remunerado; los tiralevitas y rastreros de la jaez de Pepiño, el camarero de
Ferraz, que le dijo: Zapa, no te preocupes por lo poco que
sabes que cuando te dirijas por nuestros medios a los ciudadanos, digas las tonterías que digas, no pasa nada, porque
ahí afuera (expresión esta de jefe de la policía de Los Ángeles), sólo hay diez millones de descerebrados que harán lo
que tú les digas que hagan y creerán todo lo que tú dices con
ese talante moderado y de verbo fácil; y los otros casi diez
millones que votan a la “derechona”, nos dan lo mismo; que
digan lo que quieran que a esos no les oyen los nuestros, ni
salen a la calle a quejarse, ni “ná de ná”, tú sigue como vas,
que esto es la repanocha.
Y así funciona este país, con un presidente errático,
impersonal, vulgar, gregario de sus propias carencias, rehén
de sus muchas limitaciones, y prisionero de una manera de
hacer política como es la socialista, que no es otra que la de
tener el poder a toda costa, sea como sea, y haya llegado de
la manera que haya llegado, como en su caso, tras un Golpe
de Estado.
Zapatero es el referente del surrealismo crítico. Un
cuadro emborronado por sus propias miserias, un títere de
hombros caídos que denotan flaqueza física – de ahí que
se canse tanto -, y mental. La del iletrado que llega por la
[183]
puerta de atrás a un cargo de tamaña responsabilidad. Zapatero, el que exorcizó su Rodríguez como referencia sonora
y social, mucho más vulgar –el Rodríguez-, aún, que su discapacidad como estadista, es la negación de lo procedente,
la calumnia a la inteligencia, y la fábula en un país de pillos
que ellos mismos han construido desde la prosapia y casta
ideológica, que se basa en el rencor y el odio. Un linaje excluyente con la sonrisa por delante, la sonrisa del hipócrita
que se baña en sus propias maldades y se reafirma desde
su propia mentira. Zapatero es la negación de la lógica, del
sentido común y del entendimiento.
Zapatero es la abulia, el tedio, la indiferencia hacia la
realidad, la desidia en la proclamación de la verdad, la pasividad ante una actividad coherente en el ejercicio del poder.
Es la marioneta en manos de (¿?...) ¿lo sabremos algún día?
Se arrodilla ante los batasunos, se doblega a los separatistas, se alía a las minorías minoritarias de carácter sexual,
se enfrenta a la iglesia, a una educación en la que él mismo
se hizo, se humilla en Europa y venera a Chávez, Castro y
Morales. Mientras, espera abochornado que lo llamen de
la Casa Blanca, donde ya se ha presentado, a que le den la
enhorabuena, la recientemente, como él, elegida, presidenta
de Liberia.
Rodríguez Zapatero es el antónimo de perspicaz, inteligente, avispado, sagaz, previsor o profundo. Es un candil
a medio apagar, aunque cree en su propio silencio, que le
alumbrará cuando deje la profesión de Presidente del Gobierno, si bien, cuando de verdad debería estar callado es
ahora, en el ejercicio del cargo que ocupa de la manera que
lo ocupó.
Zapatero, en un tiempo récord de 20 meses, se ha
convertido, por méritos propios y hechos consumados llevándole la contraria al aforismo taurino de no hay quinto
[184]
malo, en el peor presidente de la democracia española.
17-01-2006
-¡Vaya! -Exclamó Jara justo en el momento que llegaba el viejo del baño.
-¿Has visto la fecha?
-Sí, enero del 2006. Yo no había nacido, pero tú pasabas de los cincuenta ya. -Y soltó una carcajada.
-Veinte meses solamente a los mandos de la nación
española, y ya llegaba yo a esas conclusiones, para que veas.
-Sí, claro. Pero también, ¿no puede ser que escribieras esto desde la antipatía que les tenías a los socialistas?
-He de confesarte, que por entonces, cierto es que estaba muy dolido por todo lo que había sucedido, y sicológicamente, muy afectado; y, sí, me influyó mucho. He de reconocerlo, pero como el odio, la impotencia es casi igual de
mal sentimiento cuando se da en determinadas condiciones,
porque te nubla el entendimiento, y yo verdad es, que como
tantos y tantos otros, me sentía impotente ante tamaño despropósito. Pero no. Creo que no es el caso, generalizando y
esta situación, sobre la opinión que me merece, en su contexto global, la gestión de Zapatero. Botones de muestra
que corroboraron posteriormente mis estimaciones, como
dije en ese artículo, hay por millares, y lo afirmo sin miedo
a equivocarme porque ahí están las hemerotecas, las videotecas y las fonotecas para comprobarlo.
-Entonces, a ver, según tú, ¿hizo algo bien este hombre? O mejor dicho, ¿hicieron algo bien los socialistas?
-Vaya, eso sí que es querer meterme el dedo en el ojo
¿eh?
-No, no, qué va. Solamente es una pregunta.
-Mira, durante toda mi vida he estado peleándome
con todo aquello que significara ser eso que se dio en llamar
“lo políticamente correcto”.
[185]
-¿Y eso qué es?
-Trataré de explicártelo de la mejor manera posible.
Y abreviando muchísimo, lo definiría, como que es el comportamiento que uno ha de tener de cara a los demás, y que
desde la sagacidad y la habilidad semántica, te haga quedar
bien con todo el mundo. Hay quien lo llama diplomacia.
Es decir, actuar conforme a unas reglas no escritas, de no
perturbar a los otros, de palabra u obra. O dicho de otro
modo sintetizando y desde mi punto de vista: no ser tú para
quedar bien con el resto del mundo.
-De todos modos, ¿eso qué tiene que ver con lo que
te he preguntado?
-Sencillamente, que como he dicho siempre lo que
pensaba, o sea, lo que significa ser políticamente incorrecto,
me gané muchísimas enemistades y antipatías de la gente,
que optó por la opción de lo políticamente correcto; y lo
mismo que te lo digo, desde el punto de vista político, sobre
los que eran de izquierda, que los que eran de derecha.
-Para para, que me estoy perdiendo.
-Me has preguntado que si hicieron algo bien hecho
los socialistas ¿no?
-Sí, y me has salido con lo de lo políticamente incorrecto.
-Es que tiene que ver y mucho. Porque al responderte
que para mí no hicieron nada bien –siendo políticamente
incorrecto-, estoy expuesto a que me taches de intransigente
o lo que es peor, de fanático, porque tú misma pensarás que
de todo, en tantos años, algo harían bien.
-En honor a la verdad, sí. Así es, porque ya lo estaba
empezando a pensar. Todo no pudo ser malo.
-Es que depende de infinidad de factores. Mi opinión
la fundamento en la globalidad de lo que se hizo desde un
punto de vista social y económico. Nada que ver con las
[186]
infraestructuras que se crearan, los proyectos que se desarrollaran etcétera. Porque estaría bueno, que con todo el dinero aportado por la ciudadanía que paga sus impuestos,
las subvenciones venidas de Europa y de otros organismos
internacionales, encima, no se hubiera modernizado el país,
desde la industria pasando por el campo, o sea, la agricultura y la ganadería, las carreteras, y los servicios de todos
y cada uno de los municipios españoles en 35 años. No me
refiero a eso.
-Entonces, ¿a qué te quieres referir cuando me dices
que no hicieron nada? Sinceramente no te entiendo.
-No he dicho eso. He dicho, o trato de decirte, que,
desde mi punto de vista, no hicieron nada bien hecho, que
además, es lo que tú me has preguntado, porque su obsesión
siempre fue la de cambiarlo todo. No dejar títere con cabeza
que pudiera asemejarse y parecerse, a la época o épocas
precedentes de la Historia de España.
-A ver si lo he cogido. Lo que me quieres decir, es
que tú criticas lo que hicieron desde el punto de vista ideológico, más que desde el punto de vista material ¿no es así?
-Así es mi querida niña.
-Vaya, menos mal. Me voy enterando.
-Volviendo entonces a lo de que si hicieron algo bien,
te repito rotundamente que no, porque como ya te dije ayer,
esta gente trató de cambiarlo todo: desde los principios básicos y los valores, hasta la educación. Querían un nuevo
modelo de sociedad, que en nada se pareciera a la que se
había arraigado en unas costumbres y unas tradiciones,
atávicas, que había ido dando el propio paso del tiempo.
La sociedad, era quien evolucionaba por su propia inercia
desde aquellos ancestrales valores y costumbres. En ningún
caso se había hecho de la manera que quisieron hacerlo los
gobernantes socialistas.
[187]
Corría el rumor de que Zapatero era masón, y la masonería tiene y quiere, un modelo y estructura político-social,
muy diferente a lo que ha sido y es, el modelo judeocristiano. De ahí la implantación del “todo vale” y de unas leyes
enfocadas a destruir todas aquellas costumbres y formas de
ver la vida que habían imperado hasta entonces.
-Y que Zapatero fuera masón ¿qué importancia tenía?
-Pues lo que te estoy diciendo. Al igual que ha sido
obsesivo en el hombre, en general, y en Alemania en particular, pretendiendo hacerse con el control y la conquista
de Europa, o el establecimiento de un nuevo orden mundial
por parte de los EEUU, también en su día, en Zapatero, se
arraigó ese querer cambiarlo absolutamente todo. Desde las
anécdotas más peregrinas, en el caso de quitar estatuas o
nombres de calles en todas las ciudades de España donde
gobernaban, que tuvieran algo que ver con el franquismo,
hasta tratar de imponer una asignatura –Educación para la
ciudadanía-, que adoctrinaba desde la escuela a los niños,
en unos dogmas tendentes a una particular ideología política: el socialismo, y no sé si también, desde los postulados
masónicos.
Un afamado masón, Edmundo Gardién, afirmaba: “El
porvenir pertenece a la masonería, y este porvenir es la instrucción”. Con estos pensamientos te puedes hacer una idea
de por dónde querían dirigir sus pasos los socialistas.
No se pretendía desde aquella asignatura enseñar desde los valores de la democracia, no, sino del socialismo o la
masonería. O eso, o no había nada. Entonces, como te puedes hacer una idea, nos encaminábamos hacia una dictadura
encubierta en el fino celofán democrático de contar con una
Constitución y una teórica, y repito, solo teórica, separación
de poderes por todo lo que ya te he contado, sobre la inexistencia real de esa independencia entre Legislativo, Ejecuti[188]
vo, y, sobre todo, entre estos dos y el Judicial.
-Pero la masonería entonces: ¿qué papel juega en
todo esto?
-Es una de las preguntas que aún nos hacemos mucha gente, ya que la conexión entre Zapatero en sus siete
años de presidente del Gobierno, y los masones, se centró
en exclusiva en la certeza, de que uno de sus ministros sí
pertenecía a la secta. Precisamente, el que fuera Ministro
de Justicia, nada más y nada menos. Ahora bien, que él se
manifestara o se pudiera demostrar que perteneciera a alguna de las logias que había en España, eso nunca se llegó a
producir. Pero desde luego que inclusive después de dejar
la presidencia del Gobierno, aunque desapareció como una
rata, se siguió hablando de su pertenencia a la masonería,
aunque no desde la excelencia por su capacidad intelectual.
[189]
Capítulo XVI
Se levantó Julián de nuevo a dejar en la estantería el
archivador con el artículo que le había dejado unos minutos
antes a Jara para que lo leyera. Los tenía guardados en el ordenador, que aún usaba con relativa frecuencia, e impresos
en folios. Y era así, en papel, como más le gustaba leerlos,
no en la pantalla de aquellos libros electrónicos que, según
él, le debilitaban todavía más la vista. Guardaba incluso,
los primeros que escribió a mano. Con pluma estilográfica,
de las que se cargaban con tinta china. Con aquellas plumas
era como le había gustado siempre escribir, y alguna tenía
aún guardada, de una pequeña colección que llegó a tener.
A la vez que soltaba el fichero entraba de nuevo Luisa
que le preguntó a Jara si quería algo, y a él si necesitaba
alguna cosa porque iba a salir.
Se sentó, y continuó con el relato:
-No es que lo más significativo de todo esto que te
digo sea la masonería en sí. Es como una especie de argamasa, que desde el punto de vista ideológico, une una
serie de postulados en los que intervienen los pensamientos
políticos, morales, religiosos, filosóficos, económicos y sociales. Y dicho lo cual, tampoco darle más importancia al
[190]
hecho en sí. Solamente, hacer hincapié en ello como fundamento de los comportamientos que jalonaron toda la trayectoria de este hombre y sus diferentes gobiernos.
-Quieres decir con esto, que según tú, en la creencia
de que Zapatero era masón, ¿es por lo que hace todo lo que
hace?
-En efecto, si bien, lo que resulta mucho más evidente, por tosco, y hecho como se hizo, son todas sus políticas
basadas en exclusiva, en el derroche. Para los socialistas,
gastar es sinónimo de buen gobierno, y ejemplo claro es
como lo llegó a decir una de sus ministras, “el dinero público no es de nadie”, y desde esta premisa –errónea, por supuesto-, sientan las bases del gasto público absolutamente
desmesurado y caótico. Yo siempre he opinado, desde un
pensamiento si quieres muy simplista, que cuando el dinero, más se mueve, más posibilidades hay de que se quede
por el camino. O de que se pierda. O de que al pasar por
tantas manos, se quede pegado en alguna de ellas.
Como te he dicho, Zapatero cogió España en un momento muy dulce en lo que a economía se refiere. El famoso
estado del bienestar nos llevaba por las sendas del crecimiento, pero de un crecimiento que los más escépticos, o
los más coherentes, calificábamos de absurda mentira.
-¿Y eso qué quiere decir, mi querido abuelo?
-Tan sencillo, como creo que te dije ayer, y si no es
así te lo digo ahora, a que lo que unos pocos, muy pocos,
veíamos y denunciábamos, es que estábamos viviendo más
de un cuarenta por ciento por encima de nuestras posibilidades. ¿Y eso en qué se traducía?
-¡Ya! No me lo digas. ¿En lo que me contaste de la
burbuja inmobiliaria?
-Un diez en atención, otro en memoria y otro en compresión. Estoy orgulloso de ti.
[191]
-Tampoco es para tanto ¿eh?
-Pues sí. Básicamente todo el crecimiento se había
basado en la construcción. De ahí devino una buena parte
del crecimiento, y como primer lujo que nos permitimos,
fue el de entrar en el año dos mil, en el segundo Gobierno
Aznar, en la moneda única, o sea, en el euro. Algo, que
los miembros más avezados de la Comunidad Europea, no
hicieron, como en el caso de Inglaterra, por ejemplo, que
mantuvo su libra esterlina.
Eso, lo de entrar en el euro, a corto plazo, lo que hizo
fue ponernos -solo en la teoría- a la altura del resto de países
europeos. Y con ello, una subida encubierta de precios -que
no de salarios-, que se fueron estancando mientras que la
diferencia entre peseta y euro se mantenía a la misma altura.
-Ahí, sí que estoy totalmente perdida.
-España para entrar a formar parte de la moneda
única, algo que al parecer nos vendieron como la panacea del crecimiento y la modernización total del país, tuvo
que cumplir una serie de requisitos. Había que cumplir los
acuerdos de Maastricht. Eso era básicamente, que los países
miembros debían coordinar sus políticas económicas para
conseguir unos objetivos fijados cuantitativamente, y conocidos, como "criterios de convergencia". Estos eran los que
hacían referencia a la reducción de la inflación, los tipos de
interés, y las fluctuaciones del cambio entre las monedas
europeas, además, del control del déficit y la deuda pública.
Los países que alcanzaran esos objetivos podrían pasar a la
última fase.
A partir del uno de enero de 1999 tuvo lugar la creación de la moneda única, el euro, y la fijación irreversible
de su equivalencia, con las monedas que participaran en
aquellos momentos, por lo que un euro, equivalía a 166,386
pesetas.
[192]
A partir de aquí y de otro de los pilares que se reconocían en el Tratado de Maastricht, como fue el establecimiento de un Banco Central Europeo (BCE), comenzaron
los verdaderos problemas para España. Los países que accedieron en 1999 a lo que se denominó "zona euro" fueron once: España, Portugal, Italia, Bélgica, Países Bajos,
Luxemburgo, Francia, Alemania, Austria, Irlanda y Finlandia. Cuatro países: Grecia, Reino Unido, Dinamarca y
Suecia, quedaron fuera del euro, y salvo Grecia, todos lo
hicieron con buen criterio y les dio un estupendo resultado,
por el contrario Grecia, no sé si por su carácter latino o por
qué, fue el foco de infección social que alteró durante mucho tiempo el panorama de la Unión Europea y el detonante
de revueltas sociales que pusieron de manifiesto la impopularidad de los políticos en general.
Aquello de la unidad monetaria, nos lo vendieron
como si fuera la pócima mágica que nos llevaría a las más
altas cotas de bienestar. Era la solución a todos nuestros
problemas. Estar en Europa, dentro de toda aquella inmensa
maquinaria, nos reportaría más beneficios que perjuicios. Y
nos lo creímos. Y no solo eso, sino que además de la filosofía con la que se habían dado aquellos pasos de cara a la
competencia mundial contra EEUU y Japón, fundamentalmente, actuó, como no podría ser menos, la idiosincrasia
española.
-¿A qué te refieres en concreto?
-A que en España tradicionalmente ha existido la figura del pícaro. Pero el pícaro de siempre, el nuestro, el
español, y que nada tiene que ver, ese pícaro, con el especulador nacido de la democracia, de la Unión Europea, de la
libertad de mercados y un larguísimo etcétera de despropósitos que nos condujeron al abismo.
-Me dices entonces que no le vino bien a España todo
[193]
aquello ¿no?
-Veamos, seguramente si las cosas se hubieran hecho
de otra manera, probablemente sí. Pero siempre pensé que
cada país tiene que tener su propia personalidad. Intentar un
federalismo de la manera que se hizo, solo iba encaminado
a una conquista encubierta como así ha sido.
-¿Entonces tú crees que Alemania, de siempre había
pensado eso? ¿Que lo tenía planeado así?
-En eso he dudado. Porque lo que yo tenía claro cuando entramos en la Unión Europea, es que aquello de tantas
subvenciones, tanto dinero por dejar las tierras baldías, por
tirar cuatro pipas en los campos y cobrar un montón de dinero como subvención sin que se vendiera el producto, no
era gratis. Y nos pusimos a vivir, como reyes, sin darnos
cuenta de que ese mismo euro que manejaban los alemanes,
a ellos les costaba menos marcos que a nosotros pesetas.
Seguramente te parezca un argumento muy simple, pero
tengo que decírtelo así si quieres enterarte más o menos.
-Bueno, eso de que le costara menos… a ver, explícamelo mejor.
-Como te acabo de decir, al llegar a aquellos “criterios de convergencia”, cada país estaba en una situación
económica diferente. Unos con más inflación, otros con
menos, unos con más deuda pública, otros con menos. Y
en España, hasta el 1999 habían gobernado los socialistas,
catorce años. Catorce años de despilfarro y de barra libre
para todo el mundo, lo que nos hacía arrastrar un lastre muy
considerable y que se había ido sucesivamente tapando. Esa
fue la labor del primer Gobierno Aznar, poner las cuentas al
día para poder llegar a aquellos criterios de convergencia o
de lo contrario, España no entraría en el euro por la puerta
grande. Así que hicieron todo lo que estuvo en sus manos
durante los tres primeros años de la derecha en el poder, y
[194]
consiguieron llegar a la hora justa a la hoja de ruta que previamente había sido marcada. La meta: la unión monetaria.
Como te he dicho antes, cierto es que durante los
ocho años de gobiernos de la derecha, se despilfarrara menos y no se lo llevaron como los socialistas –bueno algunos
sí, aunque mucho menos-, pero se continuó viviendo por
encima de nuestras posibilidades. El vivir por encima de
como se puede, aunque no se derroche, le está dando alas
al consumo de una manera desmedida e irracional, y eso
que puede ser bueno hoy, si no se controla debidamente,
mañana te pasa factura. Eso seguro, y obras son amores, y
no buenas o malas razones.
-Entonces lo que me decías del euro…
-Pues eso. Que con esto de la moneda única, cuando
nos quisimos dar cuenta de que era el chocolate del loro, fue
demasiado tarde. Un café, por ejemplo, que cuando entramos en el euro costaba setenta u ochenta pesetas, depende
de si era pueblo o ciudad, se empezó a redondear.
-¿A redondear? ¿Y eso qué es?
-Pues que como no estábamos acostumbrados a eso
de andar con céntimos, ya que nosotros hasta entonces
manejábamos la peseta y no había fracciones propiamente
dichas, es decir, las cosas te costaban, o una, cinco, seis,
veinticinco, treinta mil o cuatrocientas cincuenta y dos mil
trescientas cincuenta y dos pesetas. No siete pesetas con
veinte, diez, cuarenta u ochenta céntimos, así que lo de andar con los céntimos era complicado, y se optó por lo más
sencillo: todo aquello que se aproximara a una cantidad justa, es decir a un euro, se redondeaba.
-Sí, pero si me estás diciendo que un café costaba setenta u ochenta pesetas, pasarlo de buenas a primera a un
euro, deduzco que la diferencia era bestial, más del doble
por lo que me has dicho.
[195]
-En efecto. Y con un agravante. Que los precios de los
productos subían en consonancia a ese redondeo, que siempre era al alza, nunca redondeaban para abajo, sin embargo,
los sueldos de la inmensa mayoría de la gente, se estancaban un año y otro. Si acaso, subían lo que había subido el
IPC, que era el Índice de Precios al Consumo. Una porquería vamos. Y así, fuimos viviendo, mirando para otro lado, y
en el año 2005, al anunciar sus políticas socializadoras y de
crecimiento, Zapatero, después de llegar al teórico déficit
cero, después de incrementarse el gasto público desde el
Estado hasta los Ayuntamiento pasando por las Comunidades Autónomas y las Diputaciones provinciales, nos dijo a
los españoles, que estábamos a la cabeza de Europa. Después, eso sí, de comenzarse a hacer obras faraónicas, como
aeropuertos que nunca llegaron a tener ni un solo avión en
sus pistas. Desalinizadoras que iban a ser la salvación a las
posibles sequías en el norte, sur y este de España, papeles
para los inmigrantes que llegaban a barullo, y un aluvión
de medidas encaminadas, decían, a fomentar el empleo y
el crecimiento en general que garantizaba así el estado del
bienestar. España a comienzos del 2007 era Jauja o Alicia
en el país de las maravillas. Entonces, llegó el tío del mazo
-como decía Perico Delgado, un ciclista que ganó el Tour de
Francia en los ochenta-, o, como diría otro castizo, nos han
“pillao” con el carrito del “helao”.
Rió Jara. Le sonó aquello a una guasa de su bisabuelo, que de vez en cuando aún hacía chistes.
-El año dos mil cuatro, el dos mil cinco y el siguiente,
fueron de derroche sin medida. El país se movía con la inercia de lo que había dejado en las arcas, el Gobierno de Aznar. Estaba llena la caja de las pensiones que garantizaban
el cobro a millones de personas en un futuro a medio plazo,
así como se mantenía viva la locura del boom inmobiliario.
[196]
Pero en el dos mil siete, ya le empezaron los analistas más
curtidos en materia económica, a dar a Zapatero, señales
evidentes de que había que cambiar el rumbo a la economía. Esa deriva en la que se había entrado de gasto y más
gasto, de consumo y más consumo, habría que cortarla de
raíz y comenzar a sentar las bases para lo que se avecinaba.
-¡Ah!, ¿pero entonces se lo advirtieron?
-Sin ninguna duda. Hubo economistas y periodistas
especializados en materia económica, que comenzaron a
advertir que la crisis que comenzó en EEUU, más pronto
que tarde iba a salpicar a Europa, y por consiguiente, a España.
-¿Y qué hicieron los socialistas entonces?
-Nada. Absolutamente nada, y, como siempre, negar
la mayor.
-Bueno, eso parece un poco irresponsable por su parte
¿no? ¿La gente no decía nada?
-La gente, mi querida niña, vivía en la burbuja del
ilusionismo inmobiliario, de la buena vida; en la burbuja de
la incomprensión, del pasotismo, de la indolencia más absoluta que uno podría imaginarse. Una desidia por todo lo
que había pasado, desde el punto de vista de los atentados,
que se dejaba ir con aquella instrucción de aquel amañado
sumario. Una sociedad, que no quería verse colonizada por
la llegada de miles y miles de inmigrantes que reclamaban
unos derechos, y que exigían, sobre todo, en sanidad. Una
sociedad que no quería ver, cómo los políticos responsables de esas medidas a todas luces irracionales, hacían de
su capa un sayo.
Todo aquello que pasaba, no iba con ellos, con esa
sociedad anquilosada, sorda y muda. Totalmente inexpresiva, y, por supuesto, nada exigente. Y los políticos a los
que se les empieza a hacer responsables de lo que pueda
[197]
pasar a corto y medio plazo, no solamente es que hicieran caso omiso de lo que se comentaba en aquellas tertulias
y diarios a modo de vaticinios a corto plazo, encima, les
descalificaban llamándoles de todo: desde agoreros, hasta
antipatriotas. Poco menos que calumniadores cuyo único
oficio perseguido, fuera el de difamar a aquel Gobierno por
motivos políticos, más que reales.
-Entonces aquella situación ¿cuánto tiempo se dio?
-Pues fíjate, ya en el año dos mil siete, te repito, que
había muchas voces en torno a lo que se nos venía encima. La respuesta de los socialistas, era siempre la misma: el
problema lo tiene EEUU y nosotros estamos a la cabeza del
crecimiento. Zapatero, en su espiral demente e irracional de
quien no tiene ni idea de lo que hace ni de lo que dice, llegó
a afirmar, en una fecha tan significativa como el once de
septiembre de 2007 –día que se conmemoraba el sexto aniversario de los atentados en Nueva York-, que: "Haciendo
uso de un símil futbolístico, se podría decir que España ha
entrado en la Champions League de la economía mundial".
-¿Eso dijo? ¿Y aún te acuerdas?
-Eso dijo y aún me acuerdo. Son tantas las veces que
he oído, leído y escrito esta referencia, que me la sé de memoria, por muy mala que ya la tenga, la memoria digo, a
estas edades.
-Pues no, no tienes poca retentiva, que digamos, tal y
como me estás contando todo esto.
-La verdad es que me gustaría pormenorizar en todas
y cada una de estos asuntos más destacados, pero es que de
seguir así, no acabaríamos nunca.
-Bueno, pues entonces, sigue, que ya me ocuparé yo
de investigar si algún día me da por hacerlo, y, por supuesto, si tengo dudas te pregunto.
-Espera, que ya que te digo esto, voy a traerte para que
[198]
leas, ahora que me acuerdo donde las tengo, una pequeña
recopilación de frases que en su día reuní, de los distintos
medios de comunicación, en las que Zapatero, su Ministro
de Economía de entonces, y alguna ministra que se hizo
famosa por sus alocuciones, al margen de negar que estuviéramos en crisis, o que se nos estuviera aproximando la
crisis, como así lo decían la mayoría de analistas políticos y
económicos -que no estuvieran condicionados por el poder
socialista-, ellos, por tales motivos, se convirtieron en los
reyes del eufemismo. La retórica más vana y la demagogia
aderezada con términos grandilocuentes, pasaron a formar
parte de un corolario de pensamientos que convirtieron en
máximas y pasaron a la antología del disparate. Te las traigo
y voy de nuevo al baño. La próstata dice que el agua y el
coñac hay que evacuarlos.
Se levantó, de nuevo fue a la estantería, y sacó de
otro de los archivadores, dos folios que dio a Jara para que
leyera mientras él se ponía a bien con su vejiga. Jara cogió
los papeles y comenzó a leer:
Recopilación de diversos medios, de frases de Zapatero y Solbes:
15 de enero de 2007, Zapatero: "Vamos a superar a
Alemania en renta per cápita. De aquí al 2010 les podemos
superar perfectamente. Igualar y superar ligeramente. Es
que el crecimiento de España está en el 4%. Creando empleo. Sólo con esa cifra uno, como presidente de Gobierno,
se siente ya absolutamente reconfortado en el balance de
su actuación".
25 de abril de 2007, Solbes: "Yo no veo afectado para
nada el sector de la construcción. Específicamente, sigue
funcionando igual, con una ligera desaceleración que permite ajustarse a una realidad que lógicamente va a exigir
una demanda ligeramente inferior".
[199]
3 de julio de 2007, Zapatero:"Lo enunciaré de forma
sencilla pero ambiciosa: la próxima legislatura lograremos
el pleno empleo en España. No lo quiero con carácter coyuntural, lo quiero definitivo".
17 de agosto de 2007, Solbes: "Los efectos de la crisis hipotecaria estadounidense tendrán un impacto relativamente pequeño en la economía española".
21 de agosto de 2007, Zapatero: "España está totalmente a salvo de la crisis financiera".
6 de septiembre de 2007, Zapatero: "Tenemos la tasa
de paro más baja de la historia. El modelo económico español es un modelo internacional de solvencia y eficiencia".
11 de septiembre de 2007, Zapatero: "Haciendo uso
de un símil futbolístico, se podría decir que España ha entrado en la Champions League de la economía mundial".
16 de octubre de 2007, Zapatero: "No hay atisbo de
recesión económica. La economía española tiene muy buenos fundamentos".
24 de octubre de 2007, Solbes: "Rajoy tiene una visión apocalíptica de la economía. Incluso en un entorno
exterior hipotéticamente menos favorable, pensamos que el
3,3% de crecimiento en España es una cifra razonable".
11 de diciembre de 2007, Solbes: "La economía española crecerá a velocidad de crucero durante los dos próximos años, en los que avanzará en torno a un 3%".
9 de enero de 2008, Zapatero: "Crear un alarmismo
injustificado en torno a la economía de un país puede dañar las expectativas. Permítanme que diga que es lo menos
patriótico que conozco".
10 de enero de 2008, Solbes: "Estamos ante una gradual desaceleración. Se trata de una evolución natural y un
fenómeno saludable. Si llegaran las vacas flacas, las afrontaríamos con gran tranquilidad gracias al superávit de las
[200]
cuentas públicas".
14 de enero de 2008, Zapatero: "La crisis es una falacia, puro catastrofismo. Estamos creciendo por encima
del 3%. Aunque mañana crezcamos al 3% o al 2,8%, que
es un crecimiento bueno, vamos a seguir creando empleo y
teniendo superávit".
4 de febrero de 2008, propaganda electoral del
PSOE: "Por el pleno empleo". "Soñar con los pies en la
tierra". "Motivos para creer".
6 de febrero de 2008, Zapatero en Punto Radio ante
los datos de paro de enero: "Los 130.000 no son parados,
sino que son personas que se han apuntado al paro”
11 de febrero de 2008, Solbes: "Los que auguran el
riesgo de recesión no saben nada de economía. Estoy harto
y agotado por la cantidad de tonterías que oigo últimamente sobre el mundo económico. La economía española crecerá en la próxima legislatura a un ritmo cercano al 3%, lo
que permitirá crear 1,6 millones de nuevos empleos y mantener la tasa de paro en torno al 8% de la población activa.
6 de febrero de 2008, Zapatero: "No estamos en una
crisis económica. Tenemos alguna dificultad que nos viene
de fuera. La fortaleza de nuestra economía nos permitirá
sin duda alcanzar el objetivo de llegar al pleno empleo"
25 de febrero de 2008, Zapatero: "Las cuentas públicas han tenido superávit todos los años, 70.000 millones de
euros de superávit, que nos permiten tener una garantía,
una fortaleza para atender cualquier necesidad. La desaceleración no va a ser ni profunda ni prolongada. Va a ser
una desaceleración para la cual nuestro país está más preparado que nadie. Debería haber tomado nota del debate
entre el señor Solbes y el señor Pizarro, para darse cuenta
de que no vale la demagogia en la economía".
3 de marzo de 2008, Zapatero: "Prometo crear 2 mi[201]
llones de nuevos empleos".
7 de marzo de 2008, Zapatero: "España está en condiciones para llegar al pleno empleo".
26 de abril de 2008, Zapatero: "La peor previsión de
paro que podamos tener por delante será siempre una previsión de paro mejor que la que mejor tuvo el PP".
28 de abril de 2008, Zapatero: "La actitud de quienes
exageran sobre el alcance de la actual situación económica
es antipatriótica, inaceptable y demagógica".
8 de mayo de 2008, Solbes: "De hecho, nuestras previsiones apuntan a una recuperación de las tasas de crecimiento de la economía ya en el segundo semestre del 2009,
que en 2010 nos permitirán crecer a un ritmo medio cercano al 3%".
12 de junio de 2008, Solbes: "El Estado tendrá superávit presupuestario, a pesar de una coyuntura económica
desfavorable".
3 de junio de 2008, Solbes: "El Producto Interior
Bruto podría crecer en el actual ejercicio en el entorno del
2%. España está capeando el temporal".
29 de junio de 2008, Zapatero: "Como todo, es opinable y depende de lo que entendamos por crisis. [...] Por un
concepto como el de crisis habría que preguntar a los economistas, y seguramente no se pondrían de acuerdo. Más
allá de baches como el de ahora, España tiene condiciones
para ambicionar llegar a los niveles de empleo de la media
europea y de pleno empleo técnico. Vamos a trabajar por
ello. El Gobierno ha sido el que más ha acertado en sus
previsiones".
4 de Julio de 2008, Zapatero: "Ser optimistas es algo
más que un acto de racionalidad, es una exigencia moral.
[.] A trabajar, y también conviene que consumáis"...
8 de julio de 2008; Zapatero dice por primera vez la
[202]
palabra crisis: "En esta crisis, como ustedes quieren que
diga, hay gente que no va a pasar ninguna dificultad".
16 de julio de 2008, Solbes: "Para mí, que he vivido
la crisis del 93-94 y algunas otras indirectamente, ésta es
posiblemente la crisis más compleja por la cantidad de factores que están encima de la mesa".
21 de julio de 2008, Solbes: "Si el crecimiento es claramente por debajo de 2,3%, vamos a ver un ligero déficit,
pero no me preocupa".
24 de julio de 2008, Solbes: "A recesión no llegaremos en ningún caso, y a crecimiento negativo espero que
tampoco. No es esa nuestra hipótesis de trabajo, sino que
el comportamiento de la economía será de un crecimiento
próximo a cero, pero no por debajo. La situación es la más
compleja de las últimas décadas".
11 de septiembre de 2008, Solbes: "Si la recesión sirve para limpiar la economía, no tiene la mayor importancia".
23 de septiembre de 2008, Solbes: "Yo no sé si es la
peor; pero, sin duda alguna, desde que yo tengo uso de
razón, y tengo sesenta y seis años, sí es la peor crisis de la
que yo tengo conocimiento".
24 de septiembre de 2008, Solbes: "Nosotros no hemos negado nunca la crisis".
24 de septiembre de 2008, Zapatero: "Superaremos a
Francia en renta per cápita en tres o cuatro años. Esto no
lo quiere ni oír mi amigo Sarkozy, pero es así".
19 de octubre de 2008, Zapatero: "Yo creo que el segundo semestre del año que viene estaremos ya con una
actividad económica de crecimiento intertrimestral".
13 de diciembre de 2008, Zapatero: "Nadie quedará
a su suerte ante el drama del desempleo. Mi prioridad, es
que no haya una sola familia en este país que pueda tener
[203]
una situación de grave angustia o preocupación por la pérdida del puesto de trabajo".
18 de diciembre de 2008, Zapatero: "No; nadie lo sabía". En cuanto hemos entrado en una situación objetiva
de crisis, he sido el primero en hablar de una crisis del
sistema financiero internacional y de una crisis económica.
En marzo comenzará a crearse empleo de manera intensa".
18 de enero de 2009, Solbes: "Hemos utilizado todo
el margen que teníamos contra la crisis".
16 de marzo de 2009, el Premio Nobel de Economía
2008, Paul Krugman, durante la celebración del Foro Económico Innovae y, en presencia de José Luis Rodríguez Zapatero, opina sobre la situación de la crisis en España:
"Las perspectivas económicas de España son aterradoras. La situación económica es especialmente difícil en
España. Los próximos años van a ser muy difíciles para los
españoles. El camino de salida de la crisis para España
será doloroso o extremadamente doloroso".
29 de abril de 2009, Zapatero: "Es probable que lo
peor de la crisis económica haya pasado ya".
18 de junio de 2009; Zapatero dice que no se subirán
de nuevo los impuestos.
10 de julio 2009, Leire Pajín: "El problema si me permitís la expresión, es que el PIB es masculino, es claramente masculino, y por tanto el cambio estará en el momento en
que las decisiones importantes estén tomadas también por
las mujeres".
30 de julio de 2009, Zapatero: “La cuestión no es qué
puede hacer Obama por nosotros, sino qué podemos hacer
nosotros por Obama" (en una entrevista al NY Times).
17 de diciembre 2009, Zapatero en Copenhague: "La
tierra no pertenece a nadie, salvo al viento".
Jara, con los ojos como platos, una sonrisa en la boca
[204]
que se transformó en carcajada al ver llegar a su abuelo, se
levantó del sofá y le dijo medio riendo en tono burlón:
-¿Dónde pongo esto?
[205]
Capítulo XVII
Con aquella sonrisa burlona se volvía a su asiento la
jovencita. Él la miraba cauteloso pero también sonriente. Si
bien en su interior, no tenía muy claro si habría sido capaz
de entender lo que había leído en aquellos dos folios, todo,
debido al poco, o casi nulo, conocimiento que tenía de la
Historia de España. Se preguntaba si le habría sacado algún
jugo a todo aquello que sucedió durante unos años, que a
ella se le quedaban lejanos, además del profundo desconocimiento, que no iba, más allá, de lo que él la había contado
la jornada anterior y ese mismo día. De todos modos al verla sonreír le preguntó:
-¿A qué viene esa risa? ¿Te ha hecho gracia lo que
has leído?
-Bueno, la verdad es que desde luego tal y como está
dicho y escrito, al menos detecto una total incoherencia. No
hay que ser muy lista para darse cuenta de que estos sujetos
decían una cosa y la contraria al poco tiempo.
-Y ya no es que solamente fuera eso de decir algo y lo
contrario, que así era. Eran las formas de decirlas. Porque
una cosa es negar la mayor, y la otra mentir como bellacos.
Algo que desde luego, como te he dicho en alguna otra oca[206]
sión, es la máxima de los políticos, de todos los políticos
¿eh? Ahora bien, desde luego, como los socialistas, no ha
mentido nadie en España durante todo el tiempo que duró
la democracia y el Estado español.
-La verdad, es que me tendría que poner en situación,
conociendo al dedillo todos los pormenores para ser más
objetiva o más concisa en mis apreciaciones. Pero insisto,
en que solo con lo leído, cualquiera se da cuenta de que esa
gente de coherente, sinceros y razonables, no tenían absolutamente nada.
-La lógica para los políticos socialistas españoles no
existía, porque eran irracionales hasta decir basta. Y la evidencia mayor es esta: la de negar la crisis hasta cuando los
niños pequeños se daban cuenta de estábamos metidos en
un viaje sin retorno.
-¿Pero de verdad de la buena, que se creían lo que
decían?
-Eso es algo que yo mismo me he planteado muchísimas veces, porque cualquiera, con una mínima preparación, sin cegarle ningún interés espurio que altere los razonamientos, se da cuenta a la primera, de que lo que se
está haciendo está mal hecho. Que algo debe haber detrás
de esos comportamientos, para que los mandatarios de un
país, hagan cosas como las que hicieron. Con esto no te
quiero decir que los políticos y los gobernantes hayan de ser
perfectos, no, claro que no. Lo que quiero decirte, es que la
lógica y el sentido común nos dictan lo que está bien y lo
que está mal, y salvo que existan unos intereses ilegítimos
o que lleven un importante componente fraudulento, dirigir
un país con un buen equipo, es relativamente sencillo.
-Bueno, ahí creo que te estás pasando un poco ¿no?
Eso de fácil no debe tener nada.
-A ver. Mira lo que te digo desde la perspectiva que
[207]
quiero hacértela ver. Por supuesto que no es nada sencillo
dirigir un país, pero darse cuenta de las cosas cuando nos
las advierten, y admitir los errores, es también tarea de los
mandatarios políticos, se admiten errores y se depuran responsabilidades. Pero uno de los mayores inconvenientes,
de los muchos problemas que tuvieron los socialistas, fue
no querer admitir un error, ni aunque les metieran astillas
en las uñas de los pies; ni por consiguiente, asumir responsabilidades. Ni eso, ni decir a las claras cuáles eran sus propósitos reales de estar en el poder a toda costa y a costa
de lo que fuera. De hecho, si la crisis no se hacía patente,
era porque desde las bancadas de la izquierda en general y
de los medios de comunicación en particular, se le hacía el
caldo gordo al Gobierno de las mil y una formas que tenían
de hacerlo.
-¿Y eso por qué? No entiendo mucho, pero cuando se
está en la oposición, eso es lo que hay que hacer: oposición
¿no?
-Eso en la teoría, pero como bien dice el refrán, a río
revuelto ganancia de pescadores.
-¿Y con eso qué me quieres decir?
-Pues que mientras haya un Gobierno débil al no tener
la mayoría absoluta, el resto de partidos están a ver cómo
sacan tajada. Y para esto, otra más de las muchas circunstancias que caracterizaron al PSOE, ellos, fueron únicos.
La cuestión era estar en contra del Partido Popular, o sea,
la derecha, todos, incluso estando en la oposición, la cuestión era aislarles, de ahí, que con lo de la crisis ya en pleno
auge, aún los nacionalistas, siguieran apoyando las políticas
derrochadoras que aplicaba Zapatero. Y el bucle se iba haciendo cada vez más importante, porque las Comunidades
Autónomas, todas sin excepción de ninguna, continuaban
con sus políticas, no sé si neoliberales o qué, pero endeu[208]
dándose a troche y moche.
-Entonces todos eran culpables ¿no? porque me has
dicho que algunas regiones estaban gobernadas por la derecha.
-En efecto, así es. Por eso te digo que la culpa en general es de todos, de unos por acción, otros por omisión, y
otros por aplicación de esas políticas irracionales de crear
una deuda que al final siempre hay que pagar. Y mientras las
cosas van medianamente bien, bueno, tenía un pase, pero en
cuanto desde Europa nos empezaron a decir que había que
apretarse el cinturón, se nos vino encima de golpe todo lo
que se había querido ocultar.
-¿Cómo qué por ejemplo?
-Pues lo que te he dicho antes relacionado con el haber estado viviendo por encima de nuestras posibilidades.
-Ya, te entiendo. Bueno, pero ¿y qué tenía que ver
Europa en todo esto?
-Ahí es donde empezamos a darnos cuenta del verdadero significado de lo que firmamos en su día cuando entramos en la Unión Europea y en la moneda única, ya que era
el Banco Central Europeo el que diseñaba y hacía cumplir
todas las medidas relacionadas con la fiscalidad de los países miembros. ¡Y no solo con la fiscalidad!, sino también
con la política económica y el sistema financiero. Para que
lo entiendas mejor: los bancos.
-¿Y eso qué tenía que ver?
-De ahí es de donde parte todo, y ahora entronco con
lo que ya te he contado de las Cajas, de quiénes y cómo se
servían de ellas. De cómo actuaban los bancos con el tema
de las hipotecas dándoselas a todo quisque, y demás.
-Veamos si me he enterado. El banco ese, dice qué es
lo que hay que hacer y cómo tiene que hacerse ¿no?
-Así es. Pero vayamos por partes.
[209]
-Vale, vale, aquí manda su excelencia.
-No, es que si no, no te vas a enterar.
-Ya, ya.
-¿No te estarás cansando, verdad? Si quieres lo dejamos ya para otro día.
-¡No, no, qué va! Te lo prometo. Sigue. Aún queda
tiempo para cenar.
-Es que te lo digo, porque ya son unas cuantas horas
las que llevamos dale que te pego ¿eh?
-Por mí desde luego no. Ahora bien, si eres tú quien
está cansado, eso es ya otra cosa… estás mayor, abuelo.
-¿Yo cansarme hablando contigo? Sabes que no, y
menos haciendo de cuenta cuentos. Con lo que me gusta
hablar. –Y rieron los dos de nuevo.
-¡Ea! Pues ya puedes seguir diciéndome qué es lo que
vino a continuación.
-Como has leído en esa recopilación de frases, negaban la crisis porque desde el punto de vista electoral no
les venía nada bien. De hecho, en el año dos mil ocho, en
un debate que hubo entre el Ministro de Economía, Pedro
Solbes, y el aspirante del Partido Popular, Manuel Pizarro,
aún seguía negando que hubiera crisis y que nos fuera a
afectar como ya se lo habían venido diciendo dos años antes, y la misma Europa anunciaba. Para ellos, la única mira
estaba puesta en ganar las elecciones aquellas de marzo,
fuera como fuera.
Y como fuera, significaba seguir con la misma táctica de siempre: gastar y gastar, mentir y mentir. Hasta tal
punto mentían, que en la campaña electoral, volvieron a
prometer el pleno empleo, aún cuando se comenzaban a
destruir puestos de trabajo a empezar a deshincharse la burbuja inmobiliaria. Y ganaron las elecciones sacando cinco
diputados más, creo, que en las anteriores, pero sin llegar a
[210]
conseguir la mayoría absoluta, lo que les hacía depender de
nuevo de los votos de los mayores chantajistas que ha habido en la Historia de España, como fueron los nacionalistas
catalanes.
-O sea, que volvían a estar en la misma situación que
los años anteriores ¿no?
-En efecto, pero con el agravante, de que una vez comenzada la legislatura, no les quedó más remedio que admitir que el panorama que se nos avecinaba era negro como
boca de lobo, que se decía antes.
-¿Y qué hicieron entonces?
-Lo único que sabían hacer. Lo que mejor sabían hacer, es decir, mentir y engañar de nuevo, utilizar todo tipo de
trampas y de eufemismos, pero eso sí, echándole las culpas
a los americanos. Y el mensaje que enviaban a la sociedad,
era, el de que aquello no iba con nosotros. Eran elementos
exógenos los culpables de lo que pudiera pasar. Ellos, todo
lo hacían bien. Y los medios, como siempre, ocultando una
realidad que se iba mostrando poco a poco con la crudeza
que estas cosas tienen cuando se ven de frente y en toda su
dimensión.
-¿Se puede decir que es entonces cuando de verdad
empieza a ocurrir todo lo que me has dicho que nos llevó a
esto que hoy vivimos?
-Acabas de dar de lleno en la diana. Acércame un momento el portátil que quiero mirar unas fechas para ser más
preciso en lo que te digo.
-Vale, aquí tienes. –Abrió el ordenador y miró un momento.
-Fíjate cómo eran de mentirosos, y de la manera que
utilizaban a la gente, que justo dos días después de ganar las
elecciones –el día 11 de marzo, ¡oh!, casualidad- el mismo
Ministro de Economía que había dicho lo que había dicho,
[211]
y negado lo que había negado hacía una semana, resulta que
anuncia, la reducción de la previsión de crecimiento, achacándoselo, a la burbuja inmobiliaria. Y no solo eso, es que
poco más de un mes después, el Gobierno aprueba un plan
de diez mil millones de euros para reactivar la economía
española. Ahí es cuando yo dije: están haciendo caja.
-¿Qué quieres decir con eso?
-Sencillísimo. Sabían perfectamente como estaba el
patio y lo que se les venía encima, así que había que ir sentando las bases para llevárselo “cruíto”.
-Qué burro eres abuelo.
-Que no, mi querida niña. Que es así. Que solo pensaban en llevárselo y garantizarse de por vida su espléndida
jubilación.
-Pero que me quieres decir: ¿que lo robaron?
-Bueno, eso evidentemente es muy difícil de demostrar, pero lo que quedó claro, es que los casos de corrupción,
comenzaron a salir a la luz con más frecuencia de como
se había venido dando hasta entonces. Y no solamente los
casos de corrupción, sino fundamentalmente, con esos procederes torticeros, o sea, injustos y engañosos, con los que
distraían al personal. Tú fíjate, en el mes de julio de dos mil
ocho, aún no hablan de crisis, sino de desaceleración de
la economía, y no pasados tres meses, en octubre, la bolsa pierde un 8,16 por ciento, la segunda mayor caída de la
historia.
-O sea, que la cosa se ponía ya fea, pero que muy fea.
-Y tanto. Pero ellos, nada, a seguir con lo suyo. Nada
de adoptar medidas paliativas y de control del gasto, no,
más bien todo lo contrario, y en el mes de diciembre, aprueban un paquete de ocho mil millones de euros, destinados
a los Ayuntamientos para creación de empleo a través de
proyectos de infraestructuras. ¡Una macana, vamos!
[212]
-¿Una macana? ¿Y eso qué es?
-Pues desde una mentira, a una broma, depende del
país donde lo dijeras. Yo lo traduzco a: un cachondeo.
-¿Por qué?
-Porque se veía a las claras que aquellos dineros seguían siendo para hacer caja. Y el procedimiento era sencillísimo. No te puedes hacer una idea de lo que dio de sí
aquella medida y la de: el Plan E (estímulo a la economía y
al empleo), eso sí que fue un verdadero cachondeo, además
de un sonoro y bochornoso despilfarro.
-¿En qué consistía?
-Siéndote muy breve, pero creo que suficientemente
ilustrativo, te diré que de ese dinero que se les dio a los
ayuntamientos para mejorar infraestructuras creando empleo, fue destinado a obras totalmente innecesarias, cuando
no, absurdas. Te cuento. Por ejemplo, se hicieron cientos
de rotondas. Donde ni siquiera hacían falta, pero había que
gastar el dinero. O lo que dio la vuelta al mundo, fue la fotografía de un cartel anunciando una de esas obras del Plan
E, consistente en la instalación de tres farolas, cuyo plazo
de ejecución era de tres meses. A mes por farola. Pero si con
ser esto irrisorio, no era lo más gracioso, sino que el cartel
anunciador de quince metros cuadrados, costaba más que el
proyecto de las tres farolas.
Jara se echó a reír a carcajadas.
-Sí, sí, ríete, porque yo desde luego cuando lo vi, me
desternillaba de la risa, a pesar de lo triste que era el asunto
en el fondo. Y ya te digo que esto solamente son botones de
muestra porque fueron cientos, cuando no miles, las historietas de este tipo que se dieron a lo largo y ancho de todo el
país. Pero los medios, como siempre: Al servicio de la causa socialista. Mucho silencio cómplice en torno al derroche,
y muchos partidos de fútbol, y mucho programa basura en
[213]
la televisión, que solo se ocupaba de airear a través de rumores, las maldades del ser humano. Tanto programa rosa,
vacío de contenido, y solo enseñando las miserias de unos
y de otros, aderezaba la táctica de despreocupación de una
sociedad que navegaba por el mar de la especulación y el
despilfarro. Por decirlo en pocas palabras: por una deriva
irracional, incapaz nadie de ponerle coto a tanto desatino.
-Pero es que no me puedo creer que no se hiciera
nada. Que todo el mundo mirara para otro lado estando así
la situación.
-Es que si te das cuenta, tal y como se mostraba el
asunto, en realidad la gente, en general, no se daba cuenta de lo que estaba pasando. Las familias seguían saliendo
de vacaciones, tenían sus trabajos, sus hipotecas que iban
pagando poco a poco aunque ya les iban subiendo el euribor. Los miembros del matrimonio trabajando todavía los
dos…, en fin. Aún no se había manifestado de una evidente
manera, el batacazo que estaba por llegar.
-Ya, si me estás diciendo que eran cuatro gatos los
que anunciaban los malos tiempos, imagino que en efecto
la inmensa mayoría iría a lo suyo.
-¡Fíjate! En enero de dos mil nueve, no te lo digo de
memoria porque a tanto no llego, por eso tengo el ordenador. Pues ese mes, aunque seguían negando la crisis, El
Gobierno de Zapatero, aprueba la revisión del Programa
de Estabilidad 2008-2011 que contemplaba más paro, más
déficit y más recesión en la economía española en dos mil
nueve y una vuelta al crecimiento en dos mil once. O sea,
por un lado te estaban diciendo que la cosa estaba mal, iba
a ir a peor, pero en dos mil once, ¡oh! de nuevo casualidad,
habiendo elecciones al año siguiente, que se iba a empezar
a crecer de nuevo. Otra vez mentían como bellacos. Edulcoraban la realidad y se daban nuevos plazos. Eso en enero,
[214]
pero en marzo, el IPC armonizado se sitúa en el –0,1 por
ciento. La primera vez en la historia que sucedía esto.
-Eso del IPC armonizado debe ser algo…
-Bueno, sí, son parámetros macroeconómicos que
vienen a indicar que la recesión estaba muy cerca. Pero dejémoslo ahí, porque entrar en esas cuestiones tan farragosas
y, además, de las que no entiendo ni papa, mejor que solo
nos quedemos con el dato, insisto, como mera anécdota, al
margen de la importancia macroeconómica que suponía en
aquel contexto concreto y a posteriori, claro. Y como nuevo
incidente que transciende la pura anécdota, ese mismo mes
de marzo se interviene la Caja Castilla la Mancha.
Esto ya eran palabras mayores, porque fue como decir a las claras, que las Cajas de Ahorro, no habían hecho su
trabajo como tradicionalmente, y ya te he explicado el cómo
lo habían venido haciendo. Justo, creo que este el punto de
inflexión en el que ya se deja de mirar para otro sitio y se
pone el acento en la responsabilidad política. Es decir, se
empiezan a preguntar los porqués de esa intervención por
parte del Estado de una Caja, cuyo gobierno autonómico
presidía, precisamente, un socialista. Y lo malo no es que
se quedara ahí la cosa, porque al muy poco tiempo comenzaron a sonar tambores de guerra que delataban la situación
de otras cajas en similares condiciones.
-¿Es entonces en dos mil nueve cuando ya se puede
decir que se admite por parte de los socialistas la crisis?
-Sí, y no, como todo lo que pasaba con esta gente,
porque al atisbo de caos que se vislumbraba, se le ponían
todo tipo de filtros que distorsionaran la realidad. Así que
paralelamente a los anuncios negativos, se les acompañaba
de otros cuyas medidas fueran encaminadas a parecer que
se hacían políticas sociales.
-¿Qué quieres decir con eso?
[215]
-Que a la misma vez que se daba una mala noticia
relacionada con la burbuja inmobiliaria y su repercusión en
nuestro sistema financiero, se anunciaba, por ejemplo, que
se extendiera el cheque bebé a las madres inmigrantes que
llevaran más de dos años en España. U otra medida como
fue la de una ayuda de dos mil euros, para comprar un coche dentro del Plan 2000E, que hiciera que se recuperaran
las ventas de automóviles que habían caído en picado.
-¿Y eso era bueno, malo o regular?
-Como te puedes imaginar, a la corta les beneficiaba
porque de algún modo contentaba a la gente, pero a largo
plazo, lo único que se seguía haciendo, era gastar, gastar, y
gastar. Y, aún, no habíamos entrado de lleno en el lío gordo
del todo. Esas eran las bases sobre las que se cimentó la
caída de nuestra soberanía.
-¿Por qué?
-Porque como verás a partir de ahora, lo que solo eran
medidas que se adoptaban motu proprio por el gobierno español, no pasando mucho, como te contaré, las instrucciones, empezaron a venir dictadas desde Bruselas, que como
bien sabes, y si no te lo digo yo, era la sede de la Unión
Europea.
-Sigue, sigue. ¿Y qué pasó luego?
-Resumiéndote mucho de junio a diciembre, es cuando ya las cifras del paro empiezan a subir. Los parches calientes, las medidas de una cosmética sutil en lo político
pero ineficaces en lo económico, iban dejando a la luz la
evidencia de que la situación no solo empeoraba por momentos, sino que el deterioro era más que económico.
-¿En qué sentido lo dices?
-En el significado amplio de que la crisis no era solamente económica, sino como te he venido diciendo anteriormente, es una crisis de valores. El fondo de la cues[216]
tión, es la exclusividad de unas maneras de hacer política
sin querer bajarse de la burra. Y pensando, además, que el
problema se les iba a plantear en su total extensión a otros.
-Eso no lo entiendo muy bien que digamos.
-A ver, cuando uno se enroca en que todo lo que hace
está bien hecho por convicción, es una cosa. Se equivoca
pero desde el convencimiento de que está haciendo lo correcto. Eso es humano. Pero descapitalizar a un país de su
bien más preciado, como es la moral y el sentimiento patriótico, en aras de unos resultados electorales, es sencillamente de sinvergüenzas.
-Como no te expliques mejor, sigo sin entender. Lo
siento.
-Te he venido diciendo lo que iba pasando. La mentira y las medias verdades eran la moneda de cambio con la
que los socialistas llevaban al país. A eso me refiero cuando
te digo lo de descapitalizar el sentimiento, porque además,
a estas alturas, cada vez más se había arraigado de nuevo en
España, el sentimiento de las dos Españas de la posguerra.
Eso, que como te expliqué al principio de la conversación
ayer, se había tratado de finiquitar en los primeros años de
la Transición.
-Ya. De eso sí me acuerdo.
-Quiere decirse, que España en esta primera década
del siglo XXI, estaba llena de nuevo de los dos bandos que
más o menos al cincuenta por ciento, alzaban sus voces y
opiniones en contra los unos de los otros, sin analizar ni
buscar la verdad y el equilibrio, sino defendiendo a capa
y espada en exclusiva, unos intereses de partido. Ya no se
razonaba, ni se dialogaba. Las televisiones durante muchos
años habían estado ilustrando esa visión de nuevo de la España de los rojos, la izquierda, y los nacionales, la derecha.
Se olvidó la esencia de la democracia, que es la alternancia
[217]
en el poder, así como los principios de igualdad, de libertad
de cátedra, de opinión, de educación, y todo aquello que
tanto había cacareado la izquierda hasta llegar al poder. De
ahí que te diga, que a estas alturas, la crisis, cuyo detonante, en efecto, había sido económico, fue transformándose,
en una realidad que era otra muy diferente, más parecida a
esa de la carestía de valores individuales y colectivos, que
a otra cosa, y que hasta se globalizaron, para más infamia
de todos.
-Denoto ahora mismo unas importantes señas de malestar. ¿Te encuentras bien? Te veo excitado.
-No, no, qué va. Estoy perfectamente. Es que hay veces, que se me altera un poco la vesícula. Pero estoy bien,
en serio. Se me revuelven las tripas de puñetera rabia e impotencia al recordar todo esto. Pero no te preocupes, que
sabré reponerme de inmediato.
[218]
Capítulo XVIII
Entraba Luisa en aquel momento. Llegaba de Villalentín. Se pasó por aquella gran superficie que le cogía a
medio camino entre la casa y el centro del pueblo hasta
donde había ido, a comprar algunos avíos que le faltaban en
la cocina, para la comida familiar del domingo. Al entrar y
saludar, vio al viejo un poco excitado. Como con el rostro
alterado. Le pareció que había cogido ese color rosado que
demostraba mucho enojo. Se le quedó mirando y dudó en
si decir una gracia metiéndose con él, o sosegarlo. Su labor
como enfermera, también sabía muy bien, cómo y cuándo
ejercerla. Pero en ese momento no sabía la forma de cambiar el tercio, más que nada, al no conocer por donde iba la
conversación. Así que no podía adivinar cuál fue el motivo
para que su ceño estuviera fruncido y el rostro encarnado,
de tal modo que le preguntó a Jara. Era esa la forma más
fácil de enterarse de qué fue lo que le hizo cambiar el color
y el rictus al anciano que seguía sentado en su sillón. Había
dejado el portátil en la mesita que tenía al lado. Y solo miraba, expectante, a ver por donde salía cualquiera de las dos
que le miraban fijamente a los ojos, después de ese silencio
que se había producido. Lo que le sirvió a la vez, para hacer
[219]
un momentáneo acto de introspección.
Con el tiempo, él también había aprendido a analizarse. Lo hacía desde siempre, pero ahora de un modo mucho
más cualitativo y más liviano, así que en su cabeza, imaginaba más o menos qué le iban a decir, toda vez que Jara
había declarado su preocupación, al evidenciar su rostro,
unos signos que para ella, no eran normales. Pero no podía
evitarlo. Eso le salía de su interior y él lo sabía. Eran la relación causa efecto de cuando algo preocupa, pero que no se
puede controlar y sobre lo que no se podía hacer ya absolutamente nada. Aquello era superior a sus pocas fuerzas, aún
así, le hervía la sangre ante tanto desafuero a pesar de saber
que ya no había remedio, y que muchas sentencias se habían producido en todos los ámbitos: en el de la justicia en
sí, y en el de la vida que había terminado con muchos de los
protagonistas de todos aquellos hechos que le contaba a su
bisnieta. De ahí, que el ejercicio de abstracción que realizaba, lo centrara en exclusiva en la relajación, más que en una
solución meditada o el examen de una conciencia, que pudiera no ser sana. Así pues y dependiendo de cómo hiciera
las cosas, en su interior se manifestaba un pico en la tensión
diastólica, otra de las cuestiones que había sabido aprender
a controlar y rebajar con el transcurrir del tiempo. Desde
luego, tampoco era algo que supusiera quebranto, así que
esperando la andanada, la reprimenda, o el simple comentario, cruzó las piernas y con mirada sosegada pero como
esperando alguna respuesta, se preparó para lo que viniera
de aquella postura un poco altanera. Tampoco la mucha o
poca altanería que poseyera a aquellas alturas, iban a suponer rechazo alguno, así pues, cuidadosamente esperó la reacción viniera de donde viniera. Que de nuevo fue de Luisa,
pidiendo a Jara, que le pusiera en antecedentes del por qué
de aquel gesto circunspecto, sonrojado y expectante.
[220]
-¿Me vas a decir a qué se debe este pequeño silencio,
Jara?
-No, en realidad a nada en particular. El transcurso
de la conversación, que así lo ha querido. Igual es que te
presentía y no quería que oyeras lo que estaba a punto de
decirme.
-Lo que te voy a decir, al igual que de todo lo que te
he dicho ya, lo tiene Luisa en los zancajos. O sea que ni le
va a llamar la atención ni lo va a desconocer.
-En realidad yo no iba por ahí. Más bien es la consecuencia de lo que me has dicho, que me ha parecido que te
ha provocado un estado importante de excitación.
-Claro, como le ha pasado siempre. ¿De qué te estaba
hablando ahora?
-Pues estábamos en pleno comienzo de la crisis económica y social en España. Es decir, a finales de dos mil
nueve.
Tomó de nuevo el ordenador, abrió la tapa mientras
hablaba Jara, y tecleó unas palabras.
-A ver, si se me permite un matiz, decir, que en realidad es cuando te he dicho que Zapatero y los socialistas en
general, comienzan ya a hablar de crisis sin ambages. De
hecho, en diciembre han de reconocer unas cifras que son
ya, verdaderamente dramáticas, la economía solo se contrae una décima. El paro crece en 1.118.600 personas hasta
los 4.326.500, y la tasa de desempleo alcanza el 18,83 por
ciento, según la EPA. El paro registrado por el INEM arroja
una cifra de 3.923.603 desempleados y el déficit público
supera el once por ciento del PIB. Datos estos no dichos de
memoria por mí, sino leyéndoos esta información, que daba
por entonces la Radiotelevisión Española.
-Parece que se te va pasando el pico de malhumor.
Empiezas a recobrar tu color, aunque se te ve igual de viejo.
[221]
-No me tires de la lengua Luisa, que si me quieres ver
la paciencia, sabes que me la verás.
-Que no hombre, que no. Sigue anda.
-Sí, vamos, continua con lo que estábamos abuelete.
-Estábamos metiéndonos de lleno en el dos mil diez.
Cuando de alguna manera, ya empieza a mostrar su verdadera cara, lo que se nos venía encima. Por un lado, la
imposibilidad de ocultar ya por más tiempo las evidencias
que se dejaban sentir, sobre todo, en la clase trabajadora,
si bien, los medios de comunicación, no mostraban con la
suficiente claridad tampoco, el verdadero alcance de lo que
estaba pasando. Esto es algo que aunque me llames machacón, seguiré diciéndote, porque el papel que en todo esto
jugó la prensa, fue trascendental, y jamás se hizo por parte
de nadie, un verdadero ejercicio de autocrítica, ni de asunción de responsabilidades como debería haberse hecho.
-Claro, quiero entender, que porque la prensa no contaba lo que estaba de verdad pasando ¿no?
-Así es. Y la bola de nieve seguía creciendo. Y en Europa se sucedían las intervenciones, por parte de Bruselas,
y las injerencias en las políticas fiscales y financieras de
aquellos países que, al igual que España, no habían actuado
en consecuencia con lo que originalmente se había marcado. Es decir, se comenzaba a pasar la factura de los dineros,
que, a través de ayudas y subvenciones la Unión Europea
había acordado cuando se conformó aquel rango de unidad
y cooperación al desarrollo. Que en realidad era, ni más
ni menos como te expliqué ayer, un frente común desde
el punto de vista comercial en cuanto a la competitividad
entre mercados.
-¿Me dices que aparte de España había otros países en
la misma situación?
-En la misma o peor. Es más, no fue España la prime[222]
ra en ser intervenida, fue Irlanda, a la que le siguió Grecia y
después Portugal, nosotros fuimos los siguientes.
-Ya.
-En el caso de Irlanda, bueno, fueron haciendo las
cosas como se les dijo, no así en el de Grecia. Se nota la
sangre caliente del Mediterráneo.
-¿Qué quieres decir con eso?
-Que Grecia fue el primero de los detonadores que se
pusieron para hacer explotar la Unión Europea como estaba
concebida.
-¿Si? ¿Pues y eso?
-Como te termino de decir, la sangre mediterránea,
parece que hierve de otra manera que la anglosajona, y su
comportamiento fue muy parecido al español. No sé si sería
porque en ambos países gobernaban por aquellos entonces
los socialistas, tanto en el país heleno como Zapatero en
España, o por qué, el caso es que aunque les fueron inyectando cientos de miles de millones de euros, no cumplían
con las contraprestaciones que el Banco Central Europeo y
Bruselas, les pedían. Por otro lado, la situación social comenzó a distorsionarse con huelgas y cantidad de algaradas
callejeras debido a los esfuerzos que debían hacer los griegos para poder responder a aquellas imposiciones fiscales y
a las políticas que se les marcaban.
-Que se puso la cosa calentita ¿no?
-Desgraciadamente sí. Aquello nosotros lo veíamos
como lejano. La inmensa mayoría de la gente se había hecho tanto caso de lo que les habían estado diciendo durante
tanto tiempo, que se creían que era verdad aquello de que
estábamos en la champion league de la economía, como
dijo en su día Zapatero. Y con aquel panorama, dos mil diez
se empezó a manifestar como el verdadero vórtice de la crisis, no por su intensidad, a la que aún no habíamos llegado,
[223]
pero sí ya como una evidencia contundente imposible de
refutar, y absurda de desmentir como habían estado haciendo hasta entonces.
-¿Se puede decir entonces que ahora es cuando comienza lo gordo de verdad?
-Se puede decir porque así es. Una vez que ya no cabía ninguna posibilidad de engaño frente a la evidencia, que
hasta desde dentro del propio partido socialista se manifestaba con las primeras luchas entre ellos, el volcán había
entrado en erupción. Las señales eran tan obvias, como las
rocas que despedía por su cráter el Krakatoa. Justo en el
momento que se estaba planteando el rescate de Grecia, se
conocen datos de España que hace que todas las miradas
se pongan encima de nosotros. Como leo aquí, en el mes
de abril se dio a conocer la cifra del déficit público del año
anterior que se sitúa en el 11,2 por ciento del Producto Interior Bruto.
-¡Uf! Ahí ya sí que me pierdo bisa.
-Vale, vale, no te hablaré de cifras porque la verdad
que eso importa poco. No en el contexto general, por supuesto, pero sí en lo que te estoy contando, lo importante es
el fondo, en efecto, pero como lo tengo aquí delante por eso
te lo digo. En resumidas cuentas, lo que te quiero decir con
esto, es que nos empezamos a mover por la cuerda floja. Y
la estabilidad que se había tenido hasta entonces, comienza
a volverse inconsistencia, desconfianza entre aquellos que
juegan con el dinero de todos, y se nos empieza a poner en
entre dicho, a pesar de haber llevado a cabo algunas de las
recomendaciones, y lo entrecomillo, que ya se nos habían
hecho desde Bruselas.
-¿Y qué pasa entonces?
-Lo que tenía que pasar. O sea, nada. Los socialistas
empiezan su huída, como siempre, hacia adelante, y todos
[224]
sus socios, aquellos que les habían estado bailando el agua
todo el tiempo de vacas gordas, también les van dejando
solos. Se empiezan a cuestionar todas las medidas que se
iban tomando porque aquel no era el camino, ni largo ni
corto. Lo que sí se alargaban día a día, eran las colas en las
puertas de las oficinas de empleo. Eran miles de puestos de
trabajo los que destruían a diario. Una pena, pero así era y
así se veía, muy poco, en los medios que seguían sin darle el
tratamiento que debían, a un tema tan sumamente delicado
como era aquel, en aquellos momentos de lo que se había
llegado.
Era vergonzoso ver en la radio y la televisión, a los
tertulianos defendiendo a capa y espada lo que hacía Zapatero, aun viendo como veían, que aquello no surtía efectos
positivos ninguno. Les daba lo mismo, ellos a los suyo que
era, como dicen en Galicia, sostenella y no enmendalla.
-Y eso ¿qué quiere decir?
-Que metes la pata, y bajo ningún concepto reconoces
el error. Pero mucho peor en el caso de los socialistas, es
que encima, culpaban a otros de los problemas que ocurrían
aquí y de sus propios errores. Les daba lo mismo echarles
la culpa a los americanos que a los rusos, a los alemanes o
al mismísimo Partido Popular que estaba en la oposición.
-Pues vaya.
-El caso es que no se adelantaba nada. Parecía que el
guión que alguien había escrito estaba diseñado para que
lo representaran los socialistas, porque desde luego, tal y
como iba saliendo todo, más compenetración no podía haber. Se desangraba el país y solamente se ponían parches y
nadie actuaba en consecuencia. Ni la oposición que se limitaba a ver oír y de vez en cuando a hablar, ni los sindicatos
que le hacían el caldo gordo al Gobierno, ni la sociedad que
no se movilizaba en la calle como sucedía en Grecia.
[225]
-¿Y eso era bueno?, digo lo que se hacía en Grecia.
-Veamos. Desde luego que no es bueno para un país
que está atravesando por una situación difícil, complicar
más las situaciones echándose la gente a la calle. Bien cierto es que en parte, pero solo en parte, el problema de la crisis nos llegó de fuera. Por eso te he dicho antes, que había
gente que les avisaba de que venía el lobo y no hicieron
caso, por eso, la otra mucha parte de responsabilidad, la tenía Zapatero y Gobierno. Dicho lo cual, insisto, no está bien
que haya jaleo. Eso es una cosa, otra muy distinta, es que si
a su debido momento los sindicatos, por ejemplo hubieran
hecho su trabajo, igual no habría pasado lo que pasó, pero
como estaban subvencionados por el Ejecutivo socialista,
ellos se limitaban a ver, oír y callar, y solamente cuando ya
no les quedó más remedio por el clamor popular que había,
le hicieron un simulacro de huelga general. Aquello sí que
fue curioso.
-¿Por qué?
-Porque en el resultado final de la huelga ganaron todos.
-¿Y eso qué quiere decir?
-Que cuando se hace una huelga, en primer lugar, se
hace, o debería de hacerse, por unos motivos claros y unas
razones contundentes. En segundo lugar, antes de llegar a
ella, habría que haber tratado de solucionar los problemas
que se planteaban para convocarla. Y en tercer lugar, si ya
no queda más remedio, se hace contra las empresas. Y, si
acaso, contra el Gobierno si las medidas que este toma son
las causantes del malestar de los trabajadores. En este caso,
las razones de esta huelga, eran por la reforma laboral del
Gobierno. Eso sí, recuerdo que en la manifestación, no había ni una sola pancarta que hiciera alusión a Zapatero o se
metiera con él. Mira, había sin embargo otras tan curiosas
[226]
como estas, ven.
Jara se levantó y se acercó hasta el sillón donde Julián tenía el ordenador apoyado en sus piernas. Lo giró y
le enseñó una fotografía que él había incrustado en uno de
sus artículos, tomada el día de aquella huelga general. La
fotografía era del cartel que llevaba en la espalda uno de los
manifestantes y en ella se podía leer: “aunque hago huelga
no votaré a Rajoy”.
-Bueno, y eso qué quiere decir.
-Que aquella huelga en realidad solo fue una escenificación más del pasteleo que existía entre los sindicatos
y el partido socialista. Cosa que por otro lado es fácil de
entender en el caso de UGT que es la central sindical del
PSOE, pero de Comisiones Obrera, que era filial del Partido Comunista…, solo se entiende por la inmensa cantidad
de dineros que les daban en subvenciones. Una verdadera
millonada.
-¿Y qué hacían con todo ese dinero que les daban?
-La teoría decía que era para cursos de todo tipo que
ayudaran al trabajador a buscarse un trabajo o a mejorar en
el que estuviera. Pero aquellos cursos, en realidad no se daban. Bueno, no se daban todos para los que se les concedían
las subvenciones.
-¿Y eso no se controlaba? ¿Nadie sabía aquello?
-Verás, e voy a contar una experiencia que viví en
primera persona. O sea, otra de mis batallitas.
-Vale, a ver, dime.
-Trabajando yo en un periódico que se dedicaba a la
información agrícola y ganadera, se celebraban unas jornadas en Cáceres y tuve que ir a cubrirlas para luego dar la información. Me fui a Cáceres y entré al hotel. Había mucha
parafernalia. Una mesa con tres o cuatro personas que te
daban la documentación de las jornadas. Era una especie de
[227]
maletín, bueno. Me preguntaron el nombre. Yo creí que era
para acreditarme como prensa. Me anotaron en un folio y
me dieron en mano una serie de formularios que me dijeron
que rellenara solo con el nombre y apellidos y lo firmara.
Sin poner ni fecha ni nada. Les pregunté que para qué era
aquello, que yo era periodista e iba a cubrir la información
de las jornadas. Ante la sorpresa de la mujer que me dio los
papeles, me pidió perdón me los quitó de la mano y me dijo
que si era prensa tenía que acreditarme en la otra mesa que
había al lado, eso sí, me dejaron el maletín.
-¿Y qué pasó? ¿Qué eran aquellos papeles?
-Yo no lo sabía, así que entré a la primera de las ponencias. Cuando terminó la segunda, hubo un receso y fui al
bar del hotel Allí me encontré a un amigo que había pertenecido a un sindicato agrario y ahora trabajaba en un banco
que tenía mucho que ver con el mundo agrícola y ganadero.
Nos saludamos, y durante la charla, antes de entrar en la
siguiente conferencia, le comenté lo que me había sucedido con los formularios que me habían dado y quitado al
decirles que no era agricultor ni ganadero, sino periodista.
Se echó a reír y me preguntó si de verdad no sabía qué era
aquello.
-¿Y qué le dijiste?
-Que no me había dado tiempo ni siquiera a leer qué
era lo que decían aquellos papeles. Que solamente me había
dicho la mujer que pusiera nombre y apellidos, firmara, y se
los diera. Entonces me cogió del brazo e hicimos un aparte
porque había mucha gente a nuestro alrededor y me contó
el tema. Yo me quedé sorprendido porque algo había oído,
pero tan claro nunca lo había visto.
-¿Y qué fue lo que te dijo?
-Aquellos formularios se los daban a todos los asistentes que fueran los dos días que duraban las jornadas, y
[228]
con ellos, sencillamente lo que se haría a posteriori, sería
rellenarlos –al estar firmados-, como asistentes a algún curso de esos fantasmas que no se hacen pero sobre los que
se cobran las ayudas o subvenciones, entonces aquello que
venía de Bruselas se llamaban ayudas del FEOGA. Prestaciones estas en particular, para la agricultura y la ganadería,
pero orientadas en exclusiva a cursos de formación o de
integración en el ámbito rural.
Pero te digo más. Aquello me llamó tanto la atención, que me puse a investigar sobre el tema. Hablando con
amigos que estaban en sindicatos, tanto de clases –UGT,
CCOO, CSIF-, como agrarios, me contaron, cómo se hacía
esto de los cursos.
-¿Y qué era lo que hacían? Me huele esto a robo, por
lo que me dices.
-Resumiéndote: las centrales sindicales elaboraban
un borrador de proyectos a llevar a cabo, en el que se inventaban mil y un nombres de hipotéticos cursos con unos
costes determinados. Estos costes, en resumidas cuentas, lo
que iban en una buena proporción, era para financiarse el
sindicato.
-¿Y eso por qué?
-Porque al no poder hacerlo con las cuotas de los afiliados, tenían que buscarse las mañas para poder mantener
la estructura que habían creado. Una estructura que conllevaba muchos gastos, muchos asalariados, y mucha gente
colocada que sin darle un palo al agua vivía de la mamandurria.
-Mamandurria ¿y eso qué es?
-Eso es el sueldo que se gana uno sin merecerlo, y
de esos, había cientos de miles en España. Y eso a final de
año, es mucho dinero. Así que los sindicatos engañaban a
Europa de esta manera. Pedían un aluvión de cursos, que
[229]
se suponía, iban a proporcionar una ayuda a aquellos que
los realizaran rentabilizando así los dineros dados. Se les
concedían una buena parte de ellos –de los cursos que solicitaban -, por eso siempre pedían de más, para que sabiendo
que no se los iban a dar todos, poder llegar hasta lo que habían previsto de cara a su cuenta de resultados del balance
final, se los concedían, y luego no los daban.
-¿Pero no daban ningún curso?
-No, ninguno no, daban algunos, por supuesto, pero
habían muchos que no se daban, de ahí que tuvieran que
utilizar métodos como este que te acabo de contar, de lo que
me pasó a mí en aquellas jornadas, para poder financiarse.
Y ¡ojo!, no te creas que este tipo de estafa, solamente la
hacían los sindicatos, que también lo hacía la patronal, los
bancos y toda asociación que tuviera acceso a ese tipo de
ayudas ¿eh?
-¿Me estás queriendo decir que…?
-Que todo el mundo metía la mano. Como te he repetido ya en varias ocasiones, desde que se instauró el todo
vale por parte de los socialistas, todo, absolutamente todo,
valía. Pero sigo con el asunto de los cursos, y termino este
tema que nos desviamos de nuevo.
A resultas de esto que me contó mi amigo y me puse
a investigar, escribí un artículo sobre las jornadas aquellas.
En él hablé, como es lógico, del contenido y de las conclusiones a las que se llegaron, pero además, escribí sobre los
fondos del FEOGA haciendo responsable a los organizadores, en este caso la mayor cooperativa agrícola que había
por entonces en Extremadura, de que ellos utilizaban aquellos métodos fraudulentos, describiendo lo que me sucedió.
-¿Sí? ¿Y qué pasó? ¿Te denunciaron?
-Me llamaron por teléfono. Hablé con la responsable
de prensa de la cooperativa en cuestión y primero me ame[230]
nazó con llevarme al juzgado, ya que el Periódico ahí no
tenía responsabilidad, puesto que yo, firmaba mis artículos.
Cuando le dije que adelante, que no había problema, reculó
y me dijo que les diera derecho a réplica. Le contesté que si
yo había escrito aquello en una página, les daba dos, si hacía
falta, para que me contestaran lo que quisieran en su defensa. Después de una hora de conversación, no quedamos en
nada. Se despidió, y no volvía a saber nada más del asunto,
hasta la semana siguiente cuando el editor del periódico, me
llama para que fuera verle a su despacho. Cuando llegué,
estaba allí la directora también. Fueron muy directos.
-¿Qué te dijeron cuando llegaste?
-Que habían recibido una llamada de la Junta, o sea,
desde el gobierno regional, diciéndoles, que o me despedían
ipso facto, o dejaban de insertar las campañas publicitarias
que tenían contratadas con el periódico.
-¡No me lo puedo creer! ¿Y te echaron?
-No. El editor era de mi misma edad y la verdad que
éramos casi amigos, así que trató de buscarle una solución.
-¿Y cuál fue?
-Me quedé en el periódico con la condición de no firmar ningún artículo y ser supervisado todo lo que escribía,
por alguna de las dos directoras. Todo un ejemplo de libertad de expresión. Pero bueno, a lo que vamos.
-Sí, continúa.
-Entonces, se financiaban con todo este tipo de trampas que hacían, por un lado, por otro, las ayudas directas
que les venían del Gobierno, tanto a nivel nacional como de
las Comunidades Autónomas, y hablo solo de los sindicatos mayoritarios, es decir, la UGT y CCOO, estos, siempre
estuvieron del lado de los diferentes gobiernos del partido
socialista, y con Zapatero, por supuesto, no iba a ser menos,
así que le hicieron esa huelga general de mentirijilla -que
[231]
decíamos cuando yo era pequeño-, que fue una verdadera
pantomima. Aquello se demostró como la escenificación de
ese chapucero guión que yo denominé siempre: apesebramiento.
[232]
Capítulo XIX
Sonó el videoteléfono de Jara aunque había mandado
un mensaje a todas sus amistades, diciéndoles que estaba
en casa de su bisabuelo, donde iba a pasar todo el fin de semana, así, que si no era urgente, que no la llamaran. Aquel
fin de semana iba a ser para ella una excursión por el mundo familiar que tanto le gustaba, muy apartado, del que se
respiraba en los días que le tocaban vivir. Para ella, al fin y
al cabo, normal ese mundo de la familia; para su bisabuelo,
como ya había dicho en tantas ocasiones, cualquier tiempo
pasado, antes del 1982, fue mejor. Las tecnologías y el estado del bienestar, no podían suplir la carencia de valores
que Julián mantenía y a las que se aferraba a sus más de
noventa años. Jara pidió disculpas, y se levantó del sofá
mirando aquella máquina con la que hablaba y se dirigió
hacia el porche de la casa. Era una de sus mejores amigas,
de las tres o cuatro que de verdad pueden serlo y lo serán
para toda la vida.
En la casa se escuchó de nuevo el silencio mientras
Julián miraba en el ordenador, y buscando entre aquellos
miles de archivos que tenía guardados, se topó con uno que
le venía que ni pintado por lo que le había contado y por
[233]
lo que le iba a seguir contando a Jara. El artículo llevaba
el título de “Pantomima de huelga general”. Cuando llegó
la joven, le dijo que cogiera el ordenador y que leyera. Es
lo que hizo. Tomó el ordenador, se fue de nuevo al sofá y
comenzó a leer:
¿Día de huelga general?, o ¿día general de huelga?,
o quizás sea ¡día de huelga MI general! Estoy convencido
que ha sido esto último, donde “mi” general, es José Luis
Rodríguez Zapatero, el mismo que dice que tenemos en España un Rey un poco Republicano. Como también dice, él,
socialista de pro, que ha ido a trabajar hoy a su despacho
en el Congreso. Como si lo de trabajar, fuera con él. Pero
bueno. La cuestión es que este 29 de septiembre, será recordado en los anales (que nada tiene que ver la expresión
esta, relativa a la primera acepción del RAE, con el fétido
aire que por ahí sale, en lo relacionado con la segunda), de
nuestra historia, como el día que Zapatero se hace una huelga a sí mismo y la gana y la pierde. O por mejor decir, y la
pierde, pero la gana.
A ver, ¿por qué digo esto?, pues muy sencillo, porque
cualquiera que analice o viva la política española un poco
al día, habrá visto –como así se ha demostrado en la calle
por el seguimiento habido-, que la pantomima esta de los
sindicatos, tenía una raíz… y unas puntas. La raíz es que
Zetaparo les dijo a los sindicatos que le tenían que hacer
una huelga, porque tal y como estaba el patio interno en
España con la crisis, y por lo que le habían dicho desde Europa y EEUU que tenía que hacer, se iba a notar mucho que
siguieran tragando Méndez y Tojo con las medidas que no
se habían tomado hasta el momento, con el importante crecimiento del paro. Y no sólo eso, sino por las espectaculares
decisiones que a golpe de Decretazo Ley se iban a tener que
tomar a la fuerza, como si de cicuta se tratara, así que el
[234]
veneno había que suavizarlo con un “ginger-ale”. O lo que
es lo mismo, con un poquito de gaseosa casera.
Así que se ponen de acuerdo y cada uno por su lado
(Méndez en el Villamagna de Madrid y Tojo de crucero por
el Báltico) bajo la dirección del estólido ZP, y organizan
a tres meses vista, este simulacro –día de fiesta democrática, le han llamado los sindicatos UGT, CGT y CCOO-,
de huelga general, para que los que se dicen y proclaman
representantes de los trabajadores, salgan indemnes ante la
clase obrera, que son los votantes de ZP en particular. Que
contradicción ¿no?, pero, ¿me explico?, pues eso.
Aquella la raíz, y la punta, porque la caricatura de
huelga que se ha escenificado, además de haber causado
daños materiales, e incluso, personales, ha producido hilaridad y burla en la ciudadanía que ha visto y mirado cómo
pasaban esos abanderados de las proclamas megáfono en
grito de: ¡“no nos mires, únete”! (bis), por delante de sus
comercios, de sus industrias cerradas en la mayoría de los
casos por miedo, no por respeto a la cofradía del Santo Entierro o de la Dolorosa, y que estaban abiertas desde primeras horas de la mañana y que una vez ha pasado la comitiva
de abanderados, con esos lábaros, esos estandartes en rojo,
con las siglas de UGT, CGT y CCOO, han vuelto a abrir.
Porque además, este ¡día de huelga MI general!, nos
ha dejado también otros detalles. A saber: Uno de ellos, es
que no es día entero, sino medio día, es decir, que a las doce
del mediodía o la una, todo estaba normalizado. Si bien no
es que antes estuviera desnaturalizado, al menos donde yo
lo he vivido en Extremadura. Y segundo, que conociendo a
algunos de los que caminaban junto a los que voceaban por
los megáfonos aquello de ¡”Zaaapa-tero, diiiiimi-sión”!, se
les notaba en la carita, un gesto circunspecto, porque mientras SU jefe estaba trabajando, ellos estaban haciendo huel[235]
ga contra él y caminando al lado de los que anunciaban semejante acontecimiento planetario de la dimisión de quien
les mantiene en el pesebre. ¡Qué contradicción!, ¿verdad?
Así que se puede uno imaginar, que en su fuero interno al
oír aquello de Zaaaapa-tero, diiiii-mii-sión, lo que oían era:
¡Zeeeeta-paro, sigueeeee-en el sillón! Claro. Ya me explico
el tema.
Otra más de las perlas que nos regala un día como
este, es, que entre los manifestantes, apesebrados, o no, se
veían mayoritariamente banderines de CCOO, banderas de
Extremadura y banderas republicanas. Ni una sola bandera
española. ¿Por qué? Si me apuesto la lengua y las manos a
que más del ochenta por ciento de los que ahí iban, la tenían
puesta –digo la bandera de España-, en los balcones de sus
casas cuando ha jugado “la roja” el mundial de fútbol, no
las pierdo. Entonces ¿qué es eso de la tirria a la bandera,
insignia nacional de todos los españoles, incluso de ellos
mismos? En fin.
Si es que cada día estoy más convencido por las demostraciones de esta izquierda caduca y montaraz española, de que son marionetas del PSOE. Cada día nos dan una
lección más, de lo que no hay que hacer, ni de lo que no se
debe ser. Por lo que es evidente que se contradicen, terminando por esto, y empezando por cómo quieren imitar y mimetizar –en su modo de vida-, todas las costumbres rancias
de la “derechona” –que dicen ellos-, y es que a todos nos
gusta vivir bien, claro está, así que por eso, así nos luce el
pelo. 29 de Septiembre de 2010
-Las cosas parecen que no iban nada bien entonces
¿no? Dices, que poco menos, los sindicatos eran marionetas
del Partido Socialista.
-Y en realidad lo eran por activa con sus actitudes
y por pasiva porque jamás lucharon de verdad a favor de
[236]
los trabajadores. Hacían mucho más una clara labor política
que lo que de verdad han de hacer los sindicatos, que es
luchar por los intereses de los trabajadores, pero teniendo
como contrincantes a la patronal, y, por supuesto nada hicieron a favor de los parados. Al Ejecutivo también deberían
enfrentarse, evidentemente, si las medidas adoptadas unilateralmente, las toma el gobierno que sea, pero fundamentalmente, su trabajo han de desempeñarlo en las empresas y
en intentar buscar trabajo a los parados. Porque sucede otra
cosa más: Es que por lo único que de verdad se preocupaban, era más por los que tenían ya trabajo, y un trabajo más
o menos estable, como en el caso de los funcionarios, que
por los que no lo tenían o lo habían perdido.
En ese sentido, es uno de los muchos y de los principales reproches que se les puede hacer o se le han hecho desde siempre. De ahí también, la denuncia sobre el
asunto que te he contado de los fondos sociales que venían
de Europa. Y en cuanto a lo de esta huelga general, desde
luego que no se podía calificar de otro modo que de ese,
pantomima. Que, además, tal y como estaban ya las cosas,
casi a finales de ese ya fatídico dos mil diez, se causaron, al
dejar de producir como un día normal, una serie de pérdidas
que había que sumar al debe de la ya maltrecha economía
española. Este año finalizó con la evidencia clara de una
situación económica que iba a peor a pasos agigantados. Y
con la cantinela por parte del PP entonces en la oposición,
de que los mercados necesitaban un gobierno fuerte y estable en el que poder tener confianza. Nada más lejos de la
realidad, como más adelante veremos. Pero dos mil diez se
despidió ya con la burbuja inmobiliaria totalmente desinflada, una economía que no crecía, un consumo que bajaba, y
unos asalariados, que dejaban de serlo por cuenta ajena al
ser despedidos de las empresas, para incrementar el número
[237]
de subsidiados.
-Y ante eso ¿qué es lo que se hace? Porque a este ritmo pronto no trabajaría nadie.
-El dos mil once, comienza con el anuncio de la subida de la edad de jubilación. Una más de las medidas recomendadas, por no decir, obligadas -que sería más ajustado
a la verdad-, por Bruselas, y desde ahí hasta mediados de
año, todo un despropósito en derroches de todo tipo. Yo a
aquello lo llamaba: hacer el arqueo.
-¿Hacer el arqueo? ¿A qué te refieres? ¿Eso qué significa?
-Hacer el arqueo viene a ser el reconocimiento o el
echar las cuentas en una oficina, sobre lo que se ha ganado,
y como llevaban siete años haciendo caja…
De nuevo interrumpió Jara con otra expresión de extrañeza al no entender lo que le decía su bisabuelo.
-¿Haciendo caja? Me parece que me estás poniendo
las cosas un poco difíciles, ¿o será la hora?
-Haciendo caja viene a ser un eufemismo de robar,
y antes de que me lo preguntes, te diré, que eufemismo es
revestir con otras palabras aquello que dicho directamente
podría sonar mucho más duro. A ver, para que te enteres,
hacer caja, es el eufemismo de haber estado robando. Y robar se puede hacer de muchas maneras. Por ejemplo, no es
un delito que se le den cientos de millones a los sindicatos
en subvenciones, pero no deja de ser un robo a las maltrechas arcas del Estado, y por ende, a todo el pueblo español,
para que las centrales sindicales pudieran seguir con el tren
de vida que llevaban. Entonces, tanto a sindicatos, como a
los propios partidos políticos, en este caso el PSOE, a través
de fundaciones, o de las mil una maneras que tenían de hacer llegar el dinero, se les concedían subvenciones o ayudas
a troche y moche. Eso era hacer caja porque veían que la
[238]
situación se hacía insostenible e irreversible.
-Desde luego que aunque te lo haya dicho ya unas
cuantas veces a lo largo de estos dos días, no tengo por menos que volver a repetirlo: Se me ponen los pelos de punto
de oírte estas cosas. Lo mismo que tengo que preguntarte de
nuevo, si no hubo, nada que hiciera bien esta gente.
-Si tengo que decirte la verdad, que será siempre mi
verdad, no. No estoy convencido de que llegaran a hacer
algo bien, sobre todo, desde que pasó aquello del golpe de
estado, motivo de esta conversación de la que llevamos dos
días hablando.
-¿Y la gente no se daba cuenta de eso?
-Si se daba cuenta, no lo mostraba de la manera que
tenía que hacerlo, si bien, justo antes de las elecciones municipales de mayo de 2011, surgió de manera espontánea
un movimiento que, capitaneados por jóvenes, se plantaron
a protestar en la Puerta del Sol de Madrid. Este grupo que
empezó como DRY, que a la sazón quería decir: democracia
real ya, y que se auto calificaban como los “indignados”,
pasó a ser el Movimiento 15-M, por ser el quince de mayo
el día que llevaron a cabo la primera de las concentraciones
en protesta por todo lo que estaba pasando.
-O sea, que la gente joven, empezó a dar la cara ¿no?
-Sí y no.
-¿Y cómo es eso?
-Sí, desde el momento que en efecto, hay un grupo
de jóvenes que, como te he dicho antes, de manera casi instintiva, sin obedecer a una convocatoria de ningún partido
político, ni asociación de nada, toma la calle en el sentido
literal del término.
-¿Y el no?
-El no, en que la puridad de su reivindicación duró
poco más de cuarenta y ocho horas.
[239]
-¿Por qué?
-Porque, si la memoria no me falla, en realidad esta
primera salida a la calle que terminó con unos cuantos detenidos, fue un viernes trece, de hecho, creo que primero
se llamaron 13-m en lugar de 15-m. El quince era domingo y estábamos a una semana de unas elecciones Municipales, con lo cual, todos los partidos estaban en campaña.
Este movimiento, se empezó a definir como que estaban en
contra de todos los partidos políticos, de hecho, una de las
proclamas que voceaban era la de: no, que no, que no nos
representan. De modo que lo que querían mostrar con esa
actitud, era su disconformidad con todos los partidos políticos, tanto con el que estaba en el Gobierno sustentado y
apoyado puntualmente por los nacionalistas, como los que
se encontraban en la oposición.
-¿Y qué paso entonces?
-Lo de siempre, ¡qué otra cosa cabía que pasara con el
PSOE en el Gobierno!
-¿Y lo de siempre qué es exactamente?
-Pues que buscaron la forma de capitalizar aquella
protesta juvenil, en su beneficio.
-¿Y qué hicieron más concretamente?
-De entrada, permitir aquella acampada en la Puerta
del Sol por lo que significaba para los negocios y el tránsito
de gentes y vehículos por el mismísimo centro de Madrid.
Después, volvieron a hacer lo que ya habían hecho cuando
la jornada de reflexión de los atentados del 11-m, es decir,
consintieron, aunque la propia Junta Electoral Central había
ordenado que se retirasen de allí y no se ejerciera ningún
tipo de protesta durante aquel sábado, hicieron caso omiso de aquello y permitieron que los jóvenes siguieran allí
acampados y manifestándose.
-Bueno, ¿y eso cómo puede hacerse?
[240]
-De la manera que lo hacen todo. Pasándose por el
arco del triunfo la Ley. Les daba igual absolutamente todo.
Y como Madrid estaba en manos del Partido Popular, pensaron que con aquellas protestas allí podrían rentabilizarlas
y ganar las elecciones municipales o regionales de Madrid,
algo, por cierto que no pasó porque volvieron a perder estrepitosamente. Pero bueno, ellos a lo suyo. Así que en principio el PSOE y después IU, quisieron rentabilizar en su
propio beneficio aquellos movimientos juveniles que poco
a poco fueron degenerando en otra cosa.
-¿En qué?
-En movimientos desestabilizadores al darse cabida a
los anti sistemas, “ninis” y “perroflautas”.
-¿Ninis y Perroflautas?... ¡Qué divertido!
El viejo se echó a reír y la jovencita también, a la
misma vez que cambiaba de postura en el sofá, y con los
ojos de par en par, le preguntaba que le explicara también
aquello.
-Veamos: los “ninis”, forman parte de aquella generación que se crió con las enseñanzas de la LOGSE, la peor
Ley de educación que ha habido jamás en España, y quería
decir, que ni estudiaban, ni, trabajaban.
-Y si ni estudiaban ni trabajaban ¿qué hacían?
-Nada. Y como entretenimiento, muchos, tenían la actividad esta del alboroto y las algaradas callejeras. Así que
se hicieron un hueco entre todos aquellos que sí habían estudiado y hacían algo. En cuanto a los “perroflautas”, estos
eran aquellos jóvenes y menos jóvenes, que tocaban un instrumento musical, por lo general una flauta, tenían siempre
una mascota, en la mayoría de casos, un perro, y les daba
por hacer malabares y números de circo para entretener y
entretenerse. Vestían al estilo hippy de los años sesenta del
siglo pasado, y se manejaban muy bien con todo lo relacio[241]
nado con las nuevas tecnologías.
-¿A qué te refieres con lo de nuevas tecnologías?
-A todo lo relacionado con teléfonos móviles, internet, las redes sociales que empezaban a tener un impacto
importante entre la sociedad a la hora de comunicarse… en
fin, lo que era un modo de inmediatez a la hora de comunicar y comunicarse o convocar a tal o cual acto. Y claro, eso
no podían, bajo ningún concepto, dejarlo pasar los socialistas, o por mejor decir, la izquierda en general, y empezaron a extender sus tentáculos y a infiltrarse, por decirlo de
alguna manera, en el propio movimiento para controlarlo.
Así, que lo que en un principio nació desde la indignación
de aquellos que se empezaron a dar cuenta de que en efecto,
como yo te he dicho en tantas ocasiones, no vivíamos en
una democracia real, quisieron capitalizar esa indignación,
desde un punto de vista político, con lo que perdió aquella frescura inicial que les granjeó muchas simpatías, en un
principio, hasta llegar a diluirse casi por completo.
-Pero ellos, aunque fueran eso que me has dicho, tenían razón ¿no?
-Sí, claro que tenían razón, sobre todo en el fondo.
Luego las formas las puedes compartir o no, pero el fondo,
desde luego que tenía un suelo bien enmoquetado de indignación y desesperación de muchos cientos de miles de personas, al ver todo lo que había estado pasando, lo que pasaba, y lo que estaba por ocurrir. Y eso, en efecto, les daba
credibilidad. La misma que perdieron en el momento que se
vio la mano de los partidos detrás de ellos, o arrimándose a
ellos o dirigiéndoles. Se daban casos muy curiosos.
-¿Como cuáles?
-Por ejemplo, llegó a darse el caso, sobre todo en IU
que por aquellos entonces empezó a radicalizarse en sus
planteamientos políticos, que los mandatarios que iban a
[242]
apoyarles, digo a los indignados, eran abucheados en su
plena cara y tenían que salir “por patas” que se decía antes.
O también, otro caso con un personajillo que se quiso hacer
un hueco, como así fue con el tiempo, en el partido, y enarboló la bandera de los indignados, y como te digo, siendo
diputado, se llegó a dar la paradoja, de que un día, la consigna como acción a llevar a cabo, era la toma del Congreso
de los Diputados, y este individuo, en lugar de estar dentro, haciendo su trabajo como el resto de diputados, estaba
en la calle jaleando y alentando a los alborotadores, o sea,
aquellos del 15-m que habían pasado ya a ser marionetas
dirigidas por los partidos políticos.
-¿Y había muchas protestas?
-La verdad es que aquel 2011 fue un año complicado,
tanto, que en el mes de julio, el mismo día del santo de tu
abuela Marta, o sea, el 29, ante una situación que se hacía
irresistible, sobre todo, por las presiones que se recibían
desde Bruselas, a Zapatero no le quedó más remedio que
adelantar las elecciones generales de marzo de 2013, que
era cuando tocaban, al 20 de noviembre de 2011. Una fecha
por cierto, muy estigmatizada y con mucho significado, ya
que es la fecha en la que murieron personajes tan carismáticos de la derecha, como Franco o José Antonio Primo de
Rivera. Esos de la parte conservadora, que también el 20 de
noviembre, pero de 1936, murió un anarquista llamado José
Buenaventura Durruti. Pero hoy no toca hablar de esto, ya
te contaré en otra ocasión la vida este personaje, de quien
conocí, por su biógrafo, algunos entresijos de una azarosa
vida. Ahí en la estantería está el libro. La biografía que Abel
Paz, escribió sobre él, y a quien entrevisté en su día relatándome unos hechos, que desmitificaban la verdadera causa
de su muerte y quiénes lo mataron. Pero ya te digo, que eso
ya te lo contaré otro día. Ahora sigamos con lo que tenemos
[243]
entre manos porque a partir de ahora es cuando en realidad
comienzan a moverse los cimientos del todavía Reino de
España.
[244]
Capítulo XX
Apareció Luisa de nuevo en el salón. Parecía como si
fuera ella la encargada de llevar a cabo las pausas y así hacer más llevadera la conversación. No lo pensaba siquiera.
Su naturalidad y la familiaridad existentes, hacían que al
formar parte de la vida de aquel hombre, sus intervenciones fueran del todo aceptadas sin el más mínimo atisbo de
malestar por parte de ninguno de los miembros de aquella
ya larga estirpe villalentina. Estaba atardeciendo, y en los
reflejos del sol, se dejaba ver terminar su faena diaria. Unos
rayos de un color rojizo mate, seco y casi difuminado que
se reflejaban en el ventanal del salón que miraba al oeste, proyectándose sobre la parte alta de la estantería repleta de libros. Algunos lomos destellaban y brillaban, por la
tapa laminada en oro, lo que le otorgaba a aquella librería,
una calidad añadida, a su propio valor, por aquel refulgente colorido: el de libros ya leídos, que habían servido para
entretenimiento, para aprender, para proporcionar conocimientos y muchas horas de asueto. Llegaba el momento de
cenar y Luisa les preguntó si tenían algún antojo especial
para aquella cena. Julián le dijo que por favor les trajera un
pequeño aperitivo antes de cocinar lo que fuera a hacer, y
[245]
que si podía ser algo liviano, lo que hiciera, mejor, de ahí
que le dijera lo del aperitivo, que como siempre, sería, caña
de lomo, jamón y queso de oveja de la tierra. De oveja merina. De aquellas mismas que él conociera muy a fondo en
su infancia. Poco productoras de leche, ahora bien, la poca
que daban, era un manjar exquisito. Sobre todo, destacaba
el queso que se conseguía en la primavera, con las primeras
hierbas, las más tiernas y frescas, que le daban una textura
específica y muy característica a aquel queso de entonces,
pero que ya, se había industrializado de tal manera, que sin
estar malo, por supuesto, no estaba hecho, como se hacía en
su niñez y adolescencia. Era, e importaba más, la cantidad
que la calidad. Como casi todo lo que había pasado en España desde que se adoptó la decisión de entrar en la Unión
Europea. Mucha cantidad para competir con el otro gigante,
los Estados Unidos de Norteamérica. Para tanta cantidad, la
calidad, como es obvio, bajó, pero daba lo mismo. Del mismo modo que se comenzaron a imponer los transgénicos
en materia de maíz, trigos, cebadas, avenas, frutas y hortalizas; se impusieron las hormonas en todas las ganaderías:
ovina, caprina, bovina y porcina, para un mayor engorde y
rentabilidad. Por este motivo no eran igual los embutidos,
de lo que tanto sabía Julián, así como en todo tipo de salazón de jamones, lomos y demás, en todo, sucedió lo mismo, es decir, la adulteración de los métodos tradicionales,
para sustituirlos por otros más nuevos que conllevaban la
pérdida de aquel marchamo de calidad que tenía lo hecho
manualmente; de forma más tosca, más rural, pero de una
calidad inmejorable. De ahí que bajara aquella producción
tradicional, pero la cantidad subía como la espuma y era lo
que interesaba. Luego, aparte de aquello, había excedentes
que penalizaban las cuotas a la hora de percibir las subvenciones, y, cuando tanta gente moría de hambre en el mundo,
[246]
Occidente, se hacía la guerra por ver quién producía más,
inclusive, se daba el caso de que aquellos excedentes, en
muchísimos casos y en cantidades astronómicas, se destruyeran.
-Luisa, por favor ¿nos traes una tapita de lo que tú
sabes antes de cenar?
-No Luisa, para mí no, gracias. Yo solamente cenaré
una ensalada.
-¿Nada más que una ensalada? Y ayer lo mismo. Se te
van a pegar las tripas con tan poca comida, jolines.
-Pues lo único que me apetece es eso.
-Pero chiquilla que te vas a quedar en los huesos.
-Hazle caso Luisa.
-Sí hombre, encima tú dale la razón ¿no ves cómo se
está quedando de flaca? Le hacen falta un par de pucheros
en condiciones.
-Bueno, pues me haces una tortilla, también, pero
solo de un huevo. Y es de verdad, que no tengo apetito.
Anda sigue.
Luisa dio media vuelta, más convencida porque la
niña acompañara la ensalada con otra cosa, y se marchó
hacia la cocina.
-Me decías que entonces iban a celebrarse elecciones
de manera anticipada ¿no?
-Efectivamente, tal y como estaba la situación, y
como medida paliativa más que curativa, se optó por ver
qué decían los españoles en las urnas, con respecto a lo que
estaba pasando. El deterioro era tal, que el PP consideraba
que se había perdido la confianza en España por parte de
los inversores extranjeros al hundirse el sector de la construcción. Esto hizo que se produjera un efecto dominó que,
además de los males, y el propio cáncer que suponían los
políticos y un sistema corrompido hasta los tuétanos, se lle[247]
vaba por delante todo lo que encontraba. Así los Mercados,
el Banco Europeo y todas las instituciones financieras, nos
calificaron con la peor nota que podían hacerlo. España entró en recesión. Seguramente esa fue la gota que colmó el
vaso y de ahí que no le quedará más remedio a Zapatero,
que convocar elecciones a ver qué sucedía.
-¿Y qué pasó?
-Que ganó el Partido Popular con una mayoría absoluta que jamás antes ningún otro partido hubiera conseguido.
-¿Y eso fue bueno?
-Pues no. En principio estábamos todos a la expectativa. A ver si era verdad que los programas había algún
partido que lo cumpliera. Tampoco fue el caso. Mariano
Rajoy, no supo estar a la altura de las circunstancias. A la
altura que necesitaba un país en las condiciones que se encontraba España. Un estadista que hubiera cogido el timón
de aquella nave que se hundía sin remedio con tripulación
y pasajeros dentro. Eso sí, los chalecos salvavidas, estaban
solamente para los miembros de la tripulación, en este caso
los políticos, y algunos pasajeros bip, o sea, los capitalistas.
Los demás, seguro nos hundíamos con el barco.
-¿Y qué pasó luego, una vez que ganaron las elecciones, por qué dices que no estuvieron a la altura de las
circunstancias?
-Ellos habían propagado a los cuatro vientos que España, de cara al exterior necesitaba un nuevo Gobierno en
el que los mercados creyeran. Así se pasó todo el año 2012.
Subiendo el paro y llegándose a alcanzar nada más y nada
menos que seis millones de parados de los cuarenta y siete que por entonces había en España. Era la tasa más alta
de paro registrada desde que el histórico de la estadística
existía. A esto había que sumarle, que los sindicatos, sin un
[248]
partido como el PSOE al que le hacían el caldo gordo por
lo bien alimentados que les tenía, se echaron a la calle con
toda la intensidad posible. Antes de un año en el Gobierno,
a Mariano Rajoy, ya le habían hecho una Huelga General.
Todos los días se producían manifestaciones por todas las
grandes ciudades, bueno, y menos grandes, de todo el país.
Lo que de cara a los inversores, era muy mala señal sumado
a las cifras de desempleados. Fue, como diría un cursi: un
anno horribilis. El crecimiento se paró en seco, el consumo
descendió ese cuarenta por ciento en el que habíamos estado viviendo por encima de nuestras posibilidades. Cayeron las Cajas. Empezaron las fusiones, y las convirtieron en
bancos. A eso se sumaba que los propios bancos no daban
créditos, si bien, seguían con sus beneficios. La sociedad
se quedó estancada y en lo económico y colapsada en su
espíritu.
-¿Pero había muchos disturbios o qué?
-No recuerdo el dato con exactitud, pero quiero recordar que en un año se celebraron solo en Madrid, casi
tres mil quinientas manifestaciones, o algo así. Tremendo.
Por cierto, que se equiparó a Berlín, pero con una importante diferencia, en Berlín eran concentraciones, casi todas,
y no marchas de protestas, como sucedía en Madrid, en su
gran mayoría, que terminaban en altercados con la policía.
Y eso, al igual que sucedió en Grecia, rompía con la credibilidad y la buena imagen de España. De ahí que te haya
dicho que aquella crisis, no fue en todos los países europeos
hasta entonces, igual, es decir, con las mismas repercusiones sociales y económicas. No. Hubo países, como en el
caso de España, que debido a nuestra idiosincrasia mediterránea y nuestra manera de hacer las cosas, nuestro bagaje
democrático, y todas las malas costumbres advenidas tras
la dictadura de Franco, que nos diferenciaron del resto. De
[249]
ahí que nosotros fuéramos los primeros en ser absorbidos
por este gigante que hoy es Alemania. Por eso no hay que
echarle la culpa en exclusiva a nuestra manera de ser y los
malos y corruptos políticos, la crisis fue un compendio de
circunstancias, y en las económicas, desde luego que no supieron manejarlas.
Ya no era una crisis al uso, como las de antes, en la
que tú, como Estado, pudieras actuar motu proprio -como
hizo Inglaterra saliéndose de la UE-, no, ya las medidas,
como te he dicho en repetidas ocasiones a lo largo de esta
conversación, se tomaban en Bruselas, es decir, el país, ya
no era dueño de sus riquezas ni de su moneda, así que no
se podía devaluar lo que fue nuestra peseta, para salir de la
crisis, no, todo lo que hacía, eran medidas que se tomaban
extramuros de España, desde más allá de los Pirineos. Déjame otra vez el ordenador.
Jara se levantó, le acercó el portátil en el momento
que Luisa entraba de nuevo con las tres rodajas de caña
de lomo, tres lonchas de jamón, cortado más bien grueso,
como le gustaba Julián, y el queso en un platito aparte.
Abierto en cuña y derramándose como mantequilla hacia el
plato, de manera que pudiera ser untado. Buscó un instante
y antes de que se sentara le dijo:
-Mientras me tomo la tapilla, échale un vistazo a esto,
a ver qué te sugiere. Como te he comentado con los otros
artículos que te he dado a leer, mira la fecha, es muy importante, precisamente por el contexto histórico en el que
nos encontrábamos, lo que decía entonces y lo que somos
ahora.
Tomó de nuevo Jara el ordenador, lo apoyó en sus
piernas y comenzó a leer:
¡Quién coño es Bruselas!
Bruselas pide a España que… Bruselas dice, Bruse[250]
las aconseja, Bruselas recomienda, Bruselas exige, Bruselas advierte, Bruselas confía, Bruselas encarga… ¿Es ya
España un país? ¿O somos la rémora de unos desatinos
pretéritos y presentes, que nos abocan a un futuro catastrófico y sin identidad?
Resulta que ahora Bruselas, volviendo de nuevo a colarse en la cocina de nuestra independencia y de nuestro
estatus quo como país soberano, le pide al Ejecutivo de
Mariano Rajoy, en referencia a la edad de jubilación, que
se siga retrasando. Hay que recordar, que la primera recomendación-imposición sobre este tema, fue en 2011 gobernando Zapatero aún. Pero quieren más. Y yo me pregunto,
¿cómo narices y a quién, le van a retrasar la edad de jubilación, si cada vez hay menos gente trabajando? ¿Cómo
van a ser capaces, cada vez menos gente ocupada, de mantener el sistema de pensiones? ¿Por qué no es la propia
Bruselas la que nos dice, además de pedirnos-imponernos
un hecho como este, cuál es la solución a posteriori?
Evidentemente que no van a decir nada. Nos hacen
la política, nos imponen qué hemos de hacer y eso no está
bien. Echo de menos en las tertulias de los tertulianos de
la basura, que este tipo de debates no entren en sus guiones
para formar opinión al respecto, y más que opinión, crear
conciencia. Hemos perdido, además de la soberanía, unas
señas identificativas que llevaban aparejados una serie de
valores que nos definían como nación, como pueblo, como
sociedad, más o menos uniforme, pero que aglutinaba toda
una Historia y una cultura propia, con sus luces y sus sombras, pero al menos, exclusiva e individual como país cuya
trayectoria no voy a desvelar, por conocida, ahora.
Bruselas es el eufemismo en sí misma. Una perífrasis
que revela las carencias de la homogeneidad dando vueltas
sobre sí misma. Es el pretexto de los políticos nacionales, a
[251]
quienes impone los textos a seguir, las decisiones a tomar,
las medidas a adoptar. Lo de Bruselas me cabrea, porque
encima de esa encubierta inquisitorial postura, pienso que
nos toman por tontos, y eso, con perdón, es lo que más me
jode. Lo de que nos crean en general unos estúpidos que
vemos, oímos y callamos, me revuelve las tripas, máxime,
cuando tratamos de asuntos tan comprometidos como son
los relacionados con el trabajo y las prestaciones ganadas
a largo plazo, a la hora de disfrutar de una jubilación, por
haber hecho eso durante toda tu vida: trabajar.
¿Y trabajar para quién? Esta es la segunda de las
grandes cuestiones por las que me enfadan, sobre manera,
estas cosas de la política internacional que nos quiere empedrar el patio. Te pasas toda la vida trabajando, cobrando
una miseria en la inmensa mayoría de los casos. Consumes
según les parece o les apetece a los de siempre, y cuando
crees que te has ganado el merecido descanso como contraprestación a lo realizado ¡zas! Bruselas, va y le recomienda
a tu país, que sigas unos añillos más, currando como Pepe
el hijoputa poniendo el acento, para más inri, en que aún
así, no está garantizado el sistema de pensiones.
Es vergonzoso lo que está pasando. Encima las peleas de patio de colegio se suceden entre una ideología y la
contraria. Las formas se han perdido, porque en el fondo,
unos por acción y otros por omisión, son los culpables, sin
querer reconocer su responsabilidad, de todo lo que nos
está ocurriendo. ¿Solución? Según Bruselas, lo que nos vayan diciendo… ¿Pero quién coño es Bruselas?, me dirán
algunos: Pues eso, Bruselas es una entelequia pura y dura,
sobre la que se basa nuestro estado del “bien estar” y del
“mal estar”, y como entelequia, es impersonal, carente de
responsabilidad y de formas legales sobre las que ejercer
nuestros derechos sobre ella. Bruselas es la consecuencia
[252]
de un invento, de un sueño de algunos poderosos, de unos
cuantos, que nos lleva al abismo… y aquí seguimos, y así
seguiremos hasta que esto reviente por algún sitio… así que
concluiré como casi siempre, diciendo aquello de que por
cosas como estas, así nos luce el pelo.
18 de diciembre de 2012
-Parece premonitorio lo que dices aquí.
-Es que creo que era mucho más fácil de lo que parecía. Era tan sencillo deducir esto, que no había que invocar
ningún oráculo ni ser un adivino con bola para darse cuenta
de lo que iba a pasar, solamente con no tener cerrados los
ojos, y ser coherente sin que ningún interés te moviera, te
dabas de bruces con una realidad más clara que un veintiuno de junio en el Sahara. Por estas fechas de diciembre, se
cumplía un año de Gobierno del Partido Popular, y se podía
hacer balance de una gestión que estuvo caracterizada por
un aluvión de ajustes, y pautas a seguir, todas ellas encaminadas a contener el déficit, y todas ellas como te he referido
en más de una ocasión, impuestas por Bruselas. Unas medidas de austeridad, que le obligaban al ciudadano a apretarse
el cinturón. A todos en general, pero como es lógico, las clases menos pudientes, es sobre las que recayó, de momento,
todo el peso de esas decisiones, que iban desde una reforma
laboral, a unas medidas que auparan el maltrecho sistema
financiero. Esto, como es lógico, nada tenía que ver con el
poder paliar los tremendos dramas que se vivían en familias
que tenían a todos sus miembros desempleados y sin cobrar
ningún tipo de ayuda.
-Entonces con ese panorama que me cuentas, está
más que claro que la gente estuviera descontenta y saliera
a la calle ¿no?
-Te va a parecer curioso, pero no te creas que quienes
más protestaban y salían a la calle eran los parados. Ten
[253]
en cuenta, que de haberse constituido en partido político,
habrían sido la tercera fuerza más votada en el Parlamento,
nada más y nada menos, que con seis millones de votos.
-Entonces quiénes eran quienes organizaban todo ese
zipizape.
-Curiosamente, por no decirlo de otra manera, eran
los que tenían en trabajo más asegurado, o sea, los funcionarios y los sindicalistas. Es decir todos los que de alguna
manera veían cómo iban a perder una serie de privilegios
adquiridos a lo largo de los años bajo el paraguas del consentimiento, como te he referido, de un partido socialista,
que lo único que quería era poner en práctica aquella máxima de al pueblo pan y circo. Y luego, la inoperancia de un
partido conservador, que no supo cambiar lo que se tenía
que cambiar, a su debido tiempo. Así que ya era tarde.
-¿De verdad que no había ninguna forma de cambiarlo?
-No. Cuando algo se enquista, como fue el caso, la
medicina no sirve de nada. Si acaso una cirugía invasiva y
muy incisiva.
-¿A qué te quieres referir con eso?
-Pues a que cuando la corrupción, es decir, el cáncer,
ha invadido tantas zonas del cuerpo, en este caso de la estructura del Estado, desde la propia Casa del Rey, pasando
por las instituciones políticas, o sea los partidos, habiendo
entrado en la justicia y en el seno de la sociedad en general,
no hay cuidados de ningún tipo, así que o se extirpa el cáncer y las metástasis, o el cuerpo muere.
-Si me lo dices de una forma más clara, es posible que
me entere.
-Es que lo que te voy a decir te va a sonar muy fuerte.
-Inténtalo, ya te diré yo si es fuerte o no.
-Lo mismo que te conté ayer cómo llegó la II Repú[254]
blica, y lo que supuso el Alzamiento de Franco, lo que te
quiero hacer ver con la metáfora del cáncer, es que cuando
un sistema está totalmente corrompido, no caben curas o
paños calientes, como decíamos antes. O se cambia de sistema o eso se convertirá en una espiral que no tiene fin. Fíjate
China, hoy en día. Un país que lleva más de cien años de
dictadura comunista. El régimen o el sistema, está corrompido hasta los tuétanos, viven bien solamente lo que es el
entorno del establishment del poder, el resto de ciudadanos
están, literalmente sometidos. Solo el pensar en instaurar
allí la democracia, es poco menos que motivo de pena capital. Eso es ya sencillamente imposible de erradicar. Pues lo
mismo te digo con España. Un sistema que aunque se llame
democrático, tenía todas sus instituciones tan corrompidas,
que el único modo, además del que se ejecutó, era que un
dictador, o sea, un militar, impusiera por la fuerza un nuevo
régimen.
-O sea, que hiciera lo que según me dices, hizo Franco ¿no?
-En efecto. Esa y en la que ahora nos vemos, eran las
dos soluciones. Por supuesto que esta ha sido mejor porque
se hizo sin derramamiento de sangre, cosa que seguramente
no habría ocurrido de haber alguien optado por la otra fórmula, la del golpe de Estado. Si bien sobre las consecuencias finales, hay opiniones para todos los gustos.
-Claro porque hay quienes están de acuerdo y quienes
no debido a lo que ya me has dicho de las identidades, la
manera de ser y otras cosas.
-Sí, así es. Porque desde luego que hemos perdido
unas claras señas de identidad. Pero ahí está el asunto: ¿mereció la pena perder nuestra soberanía en aras de conseguir
un estado de bienestar como en el que ahora vivimos?
-Tú en particular ¿qué opinas?
[255]
-Complicada pregunta.
-Pero tendrás una opinión ¿no?
-Claro que la tengo. Sin ningún lugar a la duda. Pero
por el momento me la reservo.
-¿Por qué?
-Porque igual con el paso de la conversación la deduces.
-Pero es que yo quiero que me lo digas a las claras. Y
veo que cuando te andas así por las ramas…
-¿Qué?
-Que no me lo quieres decir por si no me gusta lo que
piensas. Hasta ahora me has contado cómo viste y viviste
aquello, pero tu opinión clara, salvo lo que he leído de tus
artículos, no me la has dado.
-Jara, cuando empezamos a hablar de todo esto, te
dije, que lo que iba a hacer, era contarte los hechos. Evidentemente, no son todos los hechos, este es mi modo de
ver aquella realidad, lo que no implica, obviamente, que sea
la que vieron todos los españoles. Sobre el mismo asunto,
se piensa de muchas formas diferentes, todo, dependiendo
de tu manera de ser, la educación recibida, tus valores, la
edad…
-Sí, pero sigues escurriendo el bulto, el caso es no
decirme qué piensas tú de lo que se debió de haber hecho, o
si te gusta esto más, o menos, que la otra opción.
Julián se limpió las manos con una servilleta de tela,
con unos motivos gastronómicos bordados a mano, que
acompañaba en la mesita a las chacinas y el queso. También se limpió la comisura de los labios, en un gesto más de
disimulo que le obligaba a no hablar, que el de realmente
quitarse la posible suciedad de su boca. Lo que le dio un
respiro ante la insistencia de su bisnieta, por querer saber
qué era lo que a él le hubiera gustado más.
[256]
-Podría haber habido alguna solución intermedia también. Dijo.
-Y si la pudo haber, ¿por qué entonces, me has hablado de tan solo esas dos opciones?
-Por la sencilla razón de que nadie la expuso. Y por
eso, yo he hablado en condicional: “podría haber habido”.
-Nada, que el caso es no decirme lo que tú pensabas.
Vale, no insisto.
-Igual después de cenar, y antes o después de concluir, te lo digo.
[257]
Capítulo XXI
Había llegado la hora de cenar, y Jara, ya no le seguía
insistiendo a su bisabuelo sobre la cuestión de qué habría
hecho o preferido él. Los mudos sonidos del silencio se dejaban oír allí en el salón, acompañados por unos leves ruidillos de loza de platos y cubiertos, procedentes de la cocina,
donde Luisa, ultimaba la cena para los tres. Pero de los labios de Julián no salía una palabra. Estaba a la expectativa,
como si hubiera sentido el dardo hiriente de la desazón que
le recordaba tiempos pretéritos en los que tanto había sufrido. Recordó, por un momento, aquellos desatinos cometidos contra él y aquellos negocios de la radiodifusión. Aquel
vandalismo propio de las épocas de las monarquías absolutistas y de los regímenes dictatoriales. Todo se le pasó
por la cabeza en aquel momento. Imágenes que definían el
totalitarismo. Quizás por eso no le quería decir a Jara lo que
él hubiera hecho porque de alguna manera sería como llevarse la contraria, o, en el peor de los casos, confirmar que
su actitud no dejaría de ser exactamente igual que la que
estaba criticando. Durante toda su vida, había tratado de ser
ecuánime, lo que le abocaba entonces a, o bien callarse su
opinión, o exponerse a defraudar a su bisnieta. Esa disyun[258]
tiva fue la que le puso de la parte del silencio, si bien, por
otro lado pensaba, que podría razonarle que ambas situaciones podrían conjugarse a la vez, incluso una tercera. De todos modos, optó momentáneamente por el silencio y esperó
a que los propios acontecimientos se fueran desarrollando
con la misma plasticidad y armonía que lo habían venido
haciendo. Así que esperó a que llegase Luisa con la cena.
Después de cenar, ya vería por dónde salía la cosa antes de
irse a la cama; aún le quedaban un par de horas de charla,
si es que no sucedía algo, como alguna visita inesperada o
cualquier otra cosa. Lo de la visita, ya, era improbable, pero
en aquella casa, de todo podía pasar en cualquier momento
porque el viejo era visitado muy a menudo, por hijas y nietas. Un mar de hembras por el que se había visto rodeado
desde su infancia, adolescencia, madurez y ancianidad. Aún
así, no había desarrollado el instinto más camaleónico que
tienen las mujeres. Siempre iba por derecho y a la cara, de
frente, lo que le granjeó, eso de ser políticamente incorrecto, muchos problemas y sinsabores. Era, además de Quijote, un lobo solitario.
Una cena liviana, salpicada de nuevo por el gracejo
de Luisa que veía cómo aquella jovenzuela, aguantaba estoicamente las explicaciones de aquel hombre a quien tan
bien conocía, sin inmutarse. Le parecía aquella situación
tan entrañable, que no le quedó más remedio que decir durante la cena:
-De nuevo tengo que decirte que te envidio, Julián. Es
una verdadera suerte tener a alguien que te escuche, más,
con la atención que lo hace Jara, con los años que tiene.
-Mujer, Luisa. Dos cosas: una porque es mi bisabuelo
y ya sabes cómo le quiero, te puedo decir, que más que a
mis otros abuelos, abuelos. Será porque es más viejo. Y rió.
-Muy bien, eso me gusta.
[259]
-Que es una broma, cascarrabias, lo de más viejo ¿eh?
Aunque a decir verdad lo eres. Y volvió a reír. Y segundo,
Luisa, porque me está interesando muchísimo todo lo que
me está contando. La verdad es que son situaciones que no
hubiera nunca imaginado tal y como, al menos por el momento, nos educan en los colegios.
-Ya sé que este tipo de tejemanejes, no te lo va a contar cualquiera. Por eso, igual que ayer, te sigo diciendo que
le escuches con atención. Y, por cierto, ¿por qué capítulo
va ya?
-Le estoy contando, que esta, la de habernos convertido en una provincia alemana, era la mejor solución de las
dos posibles.
-¿Y cuál era la otra? Preguntó con extrañeza Luisa.
-La de un golpe de estado. Pero no un golpe de estado como fue el 11 de marzo de 2004, o los subsiguientes y
anteriores a la colonización total por Alemania, no, me refería a la comparación de uno del estilo de Franco, es decir,
cruento y llevado a cabo por los militares para imponer otra
dictadura militar.
-Pues que yo recuerde, no guardo en me memoria
constancia alguna de que eso, lo de las opciones, lo hayas
dicho o escrito alguna vez. Repito, que yo recuerde.
-Y el caso es que me ha dicho además, Luisa, que había otra fórmula intermedia. Le he pregunta que él por cuál
de las fórmulas se hubiera inclinado, pero ahí le tienes, que
no me responde.
-Estamos cenando. Recuerdo.
-¿Y qué pasa? Es que no se puede hablar de esas cosas cenando. Replicó Luisa.
-Claro que sí, pero quería hacer un paréntesis para no
fatigar a la niña.
-No, tú lo que estabas es escaqueándote de lo que te
[260]
pregunté sobre por qué fórmula te hubieras decidido tú.
-Pues que os ponéis así las dos, tendré que salir por
peteneras. A ver, lo de decidir qué haber hecho en aquellos
entonces era más complicado que ahora porque no conocíamos del resultado. Pero está también lo que uno piensa desde el punto de vista individual y compara qué es preferible,
si ser una nación libre y soberana, o ser una provincia de
otra nación libre y soberana. Tú obviamente no has criado
aún ese sentimiento. Te sientes alemana porque has nacido y crecido en Alemania. Pero yo no me siento alemán,
que en resumidas cuentas es lo que cuenta para el resto del
mundo. Esto es beneficioso, en exclusiva, desde le punto de
vista político y económico. Pero la vida y una sociedad, ha
de tener otro tipo de aspiraciones e inquietudes.
-¡Vamos! que me veo en la resistencia.
-No es broma lo que te estoy diciendo. Te repito que
tú eres todavía muy joven. Estás educada en unos principios
y valores que podríamos llamar distinto por su propia naturaleza a los que nosotros, los de una cierta edad, tenemos,
se podría decir que estos tuyos, son un híbrido entre la cultura española, es decir, la lengua, las costumbres, el entorno familiar etcétera, y la teutónica, más encaminada a una
serie de valores más materiales, podríamos denominarles,
y arraigados en una cultura muy diferente a la nuestra. Eso
solamente lo podemos ver y analizar quienes tantos años vivimos en la libertad, y lo entrecomillo, de ser un país libre,
si es que se puede decir que yo, en concreto, haya vivido
de verdad en ese estado de libertad que todo hombre sueña.
-¿Me vas a decir ahora que tú nunca has sido libre?
-¿Libre? En el amplio sentido de la palabra: no. Como
ya te he dicho, una cosa es la democracia aplicada como
un sistema, y otra muy distinta es la verdadera libertad. Lo
puedes ver tú misma hoy en día, y te remito al principio,
[261]
casi, de la conversación de ayer. Hoy seguimos sin ser libres por mucho estado de bienestar que tengamos. Lo mires
por donde lo mires, nuestro estado de libertad se ha venido
amenguando desde siempre, aunque nos hayan querido hacer ver que hemos adquirido unas cotas de libertad como
jamás ha tenido el ser humano como especie. Eso sencillamente es mentira.
-¿Si?
-Claro, el ejemplo más práctico que te puedo poner es
este mismo del que estamos hablando. España se reduce a
ser un Lander, ya está. ¿Qué libertad tienen todos los españoles, como yo, para decidir por ellos mismos si quieren ser
una nación independiente?
-Pero bueno, y ¿por qué íbamos a querer ser independientes, yo vivo fantásticamente bien, y mis amigos dicen
lo mismo. No veo quejas. Ni siquiera en mi casa ni en la
de los abuelos. Ni en la calle. Ni en la televisión, ni por la
redes, oigo o leo quejas.
-Pues para que veas, esto de alguna manera es una
forma de dictadura. No es militar ni se hizo de forma cruenta, pero estamos atados a un sistema que controlan los de
siempre, los poderosos, políticos en su mayoría, que son
marionetas del capital.
Intervino Luisa:
-En eso de nuevo le tengo que dar la razón a tu bisabuelo ¿eh?, las cosas como son. Porque os han metido en
la cabeza una serie de cosas que a mí me dan miedo, pero
total, para lo que podemos hacer. Yo no he sido como él,
que siempre ha peleado. Yo he ido a lo mío como la inmensa mayoría de la gente. ¿Quién alzó la voz y se negó a
hacer lo que nos imponían cuando pasó lo que pasó? Nadie
o cuatro idealistas como él.
-¿Ves por lo que no quería responderte a tu pregunta?
[262]
Porque sabía que derivaríamos por estos derroteros y no
quería distraer tu atención para que desde un punto de vista
cronológico, fueras viendo las cosas. Luego eso podría ser
el colofón. Es decir, tu interrogatorio, pero ya has apurado
algunas preguntas y yo te he dado algunas respuestas.
-Bueno, pues nada, sigue por donde quieras ahora que
hemos terminado de cenar.
-Si es que me despisto. Son las cosas de la edad. Porque como me cambien el guión que tengo visualizado en la
cabeza, ya no sé por dónde me ando.
-No pasa nada, yo te recuerdo. Me contabas la situación que se vivía cuando la derecha llegó al poder.
-¡Ah! sí. Eran los tiempos más convulsos. Fue donde
se empezaron a sentar las bases para que todo se fuera a la
porra.
-Y eso ¿cómo fue?
-Como te he dicho, la izquierda del PSOE, menos radical, y la extrema izquierda encabezada por IU y los separatistas catalanes, vascos y gallegos, no se rindieron a la
evidencia de las urnas y empezaron a buscar en la calle, lo
que no habían conseguido de la democrática manera que
tenemos de pronunciarnos con el voto. Las revueltas eran
continuas. El Partido Popular tuvo que tomar medidas que
ya les imponía Bruselas…
Atajó la conversación Jara:
-Ya, eso me lo has dicho ¿y después?
-Que al no cumplirse las expectativas creadas, desde
el punto de vista político, en cuanto al régimen interno se
refiere, y, dentro del guión diseñado por Alemania, la intervención no se hizo esperar.
-¿Eso de la intervención qué es?
-A ver. La intervención es previa al rescate. Y el rescate, antes de que me lo preguntes te lo digo, viene a ser
[263]
producido por el incumplimiento de una serie de parámetros previamente marcados, como te he dicho, por Bruselas.
Esos parámetros estaban relacionados con el déficit público, la balanza de pagos, la comercial, el número de desempleados, y un largo etcétera, relacionado con todas esas cosas de la macroeconomía que solo entienden unos cuantos.
Por así decirlo, el rescate consistía básicamente, en que el
Banco Central Europeo, dominado por Alemania todo hay
que decirlo, te hacía un préstamo, por llamarlo de alguna
manera, y como tal préstamo, a más largo o corto plazo, con
unos intereses leoninos, has de devolver ¿no?
-Sí, así debe ser, claro.
-Entonces, y para que te enteres mejor, aquello vino
a significar, a la larga, pues algo así como si por ejemplo,
tú te compras un piso. Te adelanta el banco el dinero para
que le pagues al promotor en efectivo y al contado. Adquieres la deuda con el banco, o sea una hipoteca, y si al cabo
del tiempo estipulado para que le devuelvas el dinero no lo
haces, se queda con el piso ¿no? Pues en este caso, exactamente lo mismo. Con una importante diferencia, que con lo
que se quedaron fue con una nación entera y todo lo que eso
significa desde el punto de vista, no solamente económico,
sino del sentimental y todo lo que conlleva, que por culpa
de unos cuantos vividores de la política, los demás, hayamos tenido que prescindir, de derecho, no así de hecho, de
nuestra total soberanía como país y lo que eso supone. En
ti es obvio que no se haya instalado ese sentimiento porque
estás creciendo en este sistema. Tus diecisiete años los has
vivido por entero tal y como ves ahora una nación poderosa
que ocupa casi todo el mapa de lo que antes era una Europa como continente y que en la actualidad es casi un solo
país con muchas provincias, o lánderes, o regiones, como
lo quieras o quieran llamar, me da lo mismo, pero que nada
[264]
tiene que ver, con la pluralidad de países e idiosincrasias
que había en el 2020.
-No sé qué decirte, la verdad.
-A ver si continuando con este cuento hecho realidad,
te puedes hacer las preguntas luego y darme tu opinión, o lo
que es mejor, quedarte con el matiz pedagógico con el que
te lo estoy contando.
-Muy bien, sigo atenta.
-El caso entonces, era ese, una nación acosada por
todos lados y ningún militar –al menos que yo sepa, o se
supiera por aquellos entonces-, dispuesto a dar un golpe
de efecto que concluyera con que España se saliera del
la Unión Europea, y pudiera por su cuenta y riesgo tirar
adelante. Muchos han sido los periodos de vacas flacas y
muchas las dificultades, pero España, siempre, en mejores o peores condiciones, fue saliendo de ellas. Eso quiere
decir, que si la Monarquía, corrompida hasta los tuétanos,
ineficaz, y, totalmente anacrónica en el siglo XXI, la clase
política, más corrompida aún, y una sociedad apática que
se dejaba llevar por los ríos de la desconsideración, de la
abulia y de la enajenación mental colectiva, hubiera sabido
responder a la llamada de la coherencia, seguro que ahora
no estaríamos en esta situación tan decepcionante, aunque a
ti te parezca un jardín frondoso de felicidad y muy próximo
al Paraíso.
Cierto es que el crecimiento y el desarrollo tan espectacular que vivimos en la actualidad, hacen que este
bienestar se haya incrustado en las mentes de la mayoría
de quienes se criaron y vivieron en aquellos años, y, por supuesto, en la de quienes ya habéis nacido en este régimen de
prosperidad y progreso que roza la perfección. Pero pienso,
que es solo por ser el comienzo de otra nueva era, nada más
y de ahí que a ti, te cueste trabajo entender mi postura y mis
[265]
pensamientos en los que la melancolía se impone a la euforia, que por esa simple lógica del estar mejor que entonces,
debería imponerse en todos sin excepción. Pero no. No es
mi caso.
-Hombre “bisa”, es que la edad hace mucho ¿no?
-Desde luego, por eso no me quiero acordar por un
lado de todas esas situaciones vividas de millones de personas sin trabajo, expuestos a la caridad, y por el otro, los
políticos peleándose como si estuvieran en el patio de un
colegio. Y no se vapuleaban por dar lo mejor al pueblo, no,
sino por sacarle el mayor rédito para sus intereses. Que son
cosas muy diferentes. Los políticos por un lado, y los periodistas en general, por otro. Porque de mis compañeros,
como ya te he referido, me he pasado más de media vida
renegando. Lo mismo que te he contado que hacía cuando era joven, he seguido haciendo siempre. Porque fue una
vergüenza el papelón que jugaron los medios de comunicación en todo esto. Creo que fue por el 2014 o el 2015,
cuando su juego fue más falaz, si es que se puede decir que
en algún momento, desde aquel 1985 -en el que yo descubrí
para mi total decepción y creencia-, hubiera dejado de serlo
en alguna época, gobernara quien gobernara.
-¿Qué es lo que hicieron entonces?
-Lo más ruin que puede hacer un medio de comunicación. Que ya no es el que se posicionen desde un punto de vista editorial, que más que puramente editorial, era,
verdaderamente político, no, es que ante la nula capacidad
del partido mayoritario en la oposición, o sea, el PSOE,
fueron ellos quienes cogieron las riendas de aquel caballo que se había desbocado, para mantenerlo en su loca y
atropellada carrera hacia el abismo. Y para conseguir esto
utilizaron todo tipo de medios a su alcance. Me refiero a la
programación en sí, en la que lo único que perseguían, era
[266]
el enfrentamiento permanente, entre una derecha ramplona
y una izquierda que se creía con toda la legitimidad moral
para pisotear a todo el que no pensara como ellos. De este
modo si incrementaban las huelgas, los desórdenes, y se
llamaba de manera permanente a la gente a estar en la calle
por cualquier tontería.
-¿Y la gente les seguía?
-Desgraciadamente sí, porque ante una situación tan
dramática como la que se estaba viviendo, era muy fácil
activar el resorte visible de los sentimientos. El llegarle a la
gente hasta lo más hondo era fácil, y con toda aquella maquinaria mediática puesta en funcionamiento, más el poder
de convocatoria que habían tomado las redes sociales, el
mover a la masa, era una tarea diaria, además de muy fácil.
-Pero bueno, me estás diciendo que lo que querían era
desestabilizar el país ¿no?
-Sí. Y además por muchas vías. En todos los sectores
de la sociedad y desde todos los rincones donde hubiera
algo que pudiera perturbar el orden más o menos establecido, desde allí actuaban.
-Pero con qué sentido, si eso perjudicaba a todo el
mundo ¿no?
-Eso era lo que yo pensaba y decía. Del mismo modo
que pensaba, que nunca se podría llegar a una confrontación armada como cuando la Guerra Civil. Eso lo tenía claro porque no formaba parte de la estrategia de conquista -y
lo subrayo-, de Alemania.
-¿Cómo dices?
-A ver. Desde los estados más poderosos, como los
EEUU, por ejemplo, se han urdido cantidad de conspiraciones para derrocar a gobiernos de muchos países del mundo.
Tanto a lo largo del siglo XX como en lo que llevamos de
siglo XXI.
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-Eso es muy fuerte. Qué barbaridad. ¿Y cómo lo hacían?
-Ahí entra en juego lo que es la verdadera podredumbre de los estados. Las cloacas. Los espías, y toda esa gente
oculta que legal, pero subrepticiamente, hace lo que les da
la gana con arreglo a los intereses de un tercero que nunca
aparece, y, además, tienen la patente de corso para derribar
gobiernos, asesinar impunemente, y cualquiera de las barbaridades y atrocidades que te puedas imaginar.
-De nuevo se me ponen los pelos de punta. Pero sigue, sigue.
-Como te decía, a Alemania no le interesaba bajo ningún concepto un conflicto bélico. No porque en las anteriores intentonas de adueñarse de Europa les saliera mal,
no, sencillamente, se habían dado cuenta de que dominando el dinero, o sea, la economía, dominarían lo demás sin
derramar una sola gota de sangre. Como dijo Mayer Amshel Rothschild:"Dadme el control sobre la moneda de una
nación, y no tendré por qué preocuparme de aquellos que
hacen sus leyes." Eso te lo dice todo.
-¿Y ese señor quién fue?
-Un judío alemán que creó uno de los mayores imperios del mundo a través de la fundación de bancos. Empezando por Alemania y dándole la vuelta a la Tierra. Así que
llevaron su máxima, hasta las últimas consecuencias. De
ahí, que aunque el negocio de la guerra, y la venta de armas
seguía siendo un mercado por el que los estados ingresaban
ingentes cantidades de dinero, se preocuparon más -por decirlo de alguna manera, dentro de la economía doméstica-,
de ganar dinero, en lugar de guerreando fuera, o haciendo
guerras desde dentro de casa.
Esa táctica, la cambiaron por la compra de la deuda
que iban generando el resto de países, entre ellos España.
[268]
Porque resulta, que fueron los alemanes, quienes más deuda
tenían comprada nuestra, lo que les proporcionó una ventaja añadida de cara a hacerse con la “hipoteca”, o sea, con la
casa de España. ¿Entiendes?
-Perfectamente, claro que lo entiendo.
-Al dominar la moneda, como decía Rothschild, es
decir, una vez que consiguieron lo de la moneda única que
te he explicado, o sea, el euro, que nada tiene que ver con el
franco de hoy y de toda la vida de antes de la Unión Europea, que tenía Alemania, habían dominado a los que hacían
las leyes –o sea, a los políticos-, en cada uno de los países
miembros de la UE. Esto, lo de la moneda única, les sirvió
como verdadero trampolín para conseguir sus fines, ya que
como te dije ayer, España se encontró atada de pies y manos
al no tener una moneda que poder devaluar, como se había
hecho siempre para hacerle frente a las crisis. Por el contrario, se devaluó primero el euro, frente al dólar, después
lo hizo el propio dólar frente al euro y el yen japonés, y al
final, cuando a los alemanes les dio por hacer tabla rasa y
comenzar a absorber países hasta el día de hoy, desapareció
el euro e impusieron de nuevo el marco alemán y el Banco
Central Europeo, casa desde donde parten todos los desmanes y la estrategia para absorber a los países soberanos a
golpe de forzar las políticas económicas y financieras, pasó
a ser lo que hoy es la primera banca pública del mundo. Una
banca pública manejada por políticos tanto de izquierdas
como de derechas. El objetivo y el fin es el mismo para
ambas ideologías, si es que a esto que tenemos, o por mejor
decir, padecemos hoy, se le puede denominar ideologías.
[269]
Capítulo XXII
Aprovechó para ir otra vez al servicio, justo en el momento, en el que de nuevo volvieron a llamar a Jara. Durante el tiempo que la ya envejecida próstata del nonagenario
le mantuvo allí, la joven explicaba con toda rapidez a otra
de sus amigas, que este sábado ni el domingo iba a ir a
ningún sitio. Y de una manera precipitada, quería sintetizar lo que eran ya casi doce horas de conversación con su
bisabuelo, algo a lo que no daba crédito la otra joven que
le insistía, por aquel inusitado y repentino interés, por la
Historia de España. En un resumen tan rápido como sagaz,
vino a decirle poco más o menos, que no tenían ni idea de
lo que había pasado de verdad para que vivieran en la situación sociopolítica en la que hacían su vida actual. Una vida
cargada de bienestar; una más que obvia prosperidad, y una
tranquilidad que contrastaba con la agitación y la violencia que le narraba aquel anciano, desde hacía casi dos días.
Después de decirle que el lunes se verían en clase, cerró
aquel dispositivo video-telefónico.
-Mi amiga Elsa se ha quedado alucinada con lo poco
que le he contado que me estás contando.
-¿Si? ¿Qué le has dicho?
[270]
-Que no conocemos, bueno, que no tenemos ni la más
remota idea de lo que era antes España. Y tampoco ha pasado tanto tiempo.
-La verdad que veinte años, como decía la canción,
no es nada. Pero muchos son los intereses, como antes, de
que esto no se sepa, de que no cale en la gente. Existe un
contraste brutal entre lo que pasó durante aquellos años del
2015 al 2020, más o menos, porque tras la adhesión, absorción o conquista, llámalo como quieras, tal y como si
hubiera pasado una apisonadora por las mentes de todos los
españoles fueran de la ideología que fueran, esto se quedó
más tranquilo que el mar de los Sargazos, ¡vamos!, como
una balsa de aceite donde nadie, hasta ahora, ha abierto la
boca en contra de esta ocupación pacífica, que se hizo.
-Entonces continúa contándome, venga.
-Como te decía, los años más convulsos fueron ese
lustro que abarca del quince al veinte. Huelgas, manifestaciones, gente en la calle por todo, subida de precios, inflación, pugna social y un no querer, por parte de las izquierdas, tanto la más radical de Izquierda Unida, como la más
liberal, del Partido Socialista Obrero Español -del que no
quedaba, nada más que la pe de partido, porque ni era socialista, ni obrero, ni español-, por consentir que España se
desmembrase.
-¿Desmembrarse en qué sentido?
-En el año 2014 Cataluña planteó un referéndum para
hacerse independientes. Pero su tipo de independencia era
muy particular, porque resulta, que hasta el día de antes del
referéndum que fue declarado inconstitucional, previo a
convocarse, estaban pidiendo dinero de las arcas del Estado
español. Lo que no dejaba de ser paradójico además de ilegal a todas luces. Pero como consecuencia de unas políticas
muy blandas y estériles de intento de contención de aquella
[271]
medida, por parte de la derecha, y de un descarado amancebamiento con ellos, los nacionalistas catalanes, por parte de
la izquierda, consiguieron su propósito. Y lo que es peor, es
que acto seguido, el País Vasco, hizo lo propio. Es decir, allí
donde gobernaban los nacionalistas, se produjo el primer
intento real de escisión y ruptura.
-Pero entonces ¿se independizaron, sí o no?
-Como hecho real, no. Como pulso ganado al Gobierno de entonces sí. Porque como te digo, los acontecimientos se fueron precipitando de tal modo, que no solo eran las
consignas soberanistas y sus intenciones de independencia,
también a aquello se le sumó la enfermedad del Rey, el desprestigio de la Monarquía por los casos de corrupción que
les salpicaron de lleno, y por un cúmulo de circunstancias,
que le llevaron a un número importantísimo de ciudadanos
a nivel de todo el Estado, de salir a la calle y por las redes
sociales, además de resto de medios de comunicación, a pedir la instauración de la III República.
-Irrespirable el ambiente por lo que te oigo decir. ¿Tú
cómo te tomaste todo aquello? ¿De parte de qué idea estabas?
-Primero fue escepticismo, luego cabreo por la impotencia, y al final del todo, resignación. Como te dije hace un
rato, en aquel momento había quienes inclusive se atrevían
a afirmar que se atravesaba por un momento tan delicado,
que lo calificaron de prebélico. Si bien yo, te digo, que no
lo veía así por lo que te he contado. Pero sí hubo quienes
se apuntaban a esta teoría. Unos por lo que significaba en
sí el contexto de lo que se vivía, otros, aquellos herederos
de quienes nunca aceptaron la derrota de Franco, por conseguir lo que entonces, en el siglo pasado, no fueron capaces, o sea, ganar la guerra, para imponernos, su, régimen,
y, subrayo el “su”. Que hubiera sido lo mismo que te he
[272]
contado del “franquismo”, pero desde un punto de vista de
una dictadura de corte comunista. Que si te digo la verdad,
no sé qué es peor. Todas las dictaduras son perniciosas, pero
visto lo visto y vivido lo vivido, de verdad, que no sé cuál
habría sido peor.
Pero vayamos al grano, porque lo que sí consiguieron, fue que se anticiparan las elecciones. Tanto jaleo tenía
que dar sus frutos, y ante un panorama como aquel, lo más
lógico, era convocarlas para ver qué decían las urnas.
-¿Y qué pasó?
-Que faltando casi un año para que tocaran, el Partido
Popular, agobiado por los escándalos de los casos de corrupción en los que se vio envuelto, con la calle ardiendo en
protestas, llamó a las urnas a los españoles. El resultado no
dejó de hacer más que trocar las rosas por espinas.
-¿Y eso por qué?
-Porque si ya era difícil gobernar el país con una mayoría absoluta muy amplia que le permitía poder tomar las
decisiones que más convenientes les pareciera sin tener que
utilizar pactos, lo que en otras ocasiones te he dicho que
no eran eso, sino chantajes, con el resultado obtenido en
aquellas elecciones, la cosa, como no podría ser menos, fue
a peor. Tanto el Partido Popular, como el Partido socialistas,
los dos que se repartían más de la mitad de los representantes por tradición desde el setenta y ocho, obtuvieron unos
resultados desastrosos y tan parecidos, que la gobernabilidad se antojaba muy complicada con los nacionalistas de
nuevo teniendo la sartén por el mango y mango también.
La subida de la izquierda más radical, también fue significativa, y partidos de la derecha más extrema, entraron en
el arco parlamentario. Eso, desde un punto de vista político
y social, era muy peligroso por todo lo que aquello conllevaba, ya que hasta entonces, la extrema izquierda sí había
[273]
estado representada, pero no así la ultra derecha. Además,
la radicalización de Izquierda Unida, o lo que es lo mismo,
los representantes del Partido Comunista más extremistas,
hacía contemplar un panorama francamente desolador por
la ingobernabilidad que se adivinaba en un horizonte cercano a muy corto plazo.
-¿Pero quién ganó aquellas elecciones?
-Las ganó la derecha liberal, o sea: el Partido Popular, pero seguido muy de cerca por el Partido Socialista,
los comunistas también subieron, y la extrema izquierda se
mantuvo por su carácter regionalista, me refiero al partido
que sustentó durante muchos años a ETA en el País Vasco, y
a los de Ezquerra Republicana de Cataluña. La irrupción de
dos partidos más, orientados a la derecha, organizados desde la Sociedad Civil, más uno de extrema derecha, coparon
los asientos del Congreso de los Diputados. Ahora bien, lo
que sucedió en aquellas elecciones, nunca había pasado en
toda la democracia. Sí era un hecho habitual en las Comunidades Autónomas, pero no en las elecciones generales.
-¿Y eso qué era, qué pasó?
-Que durante toda la democracia, siempre se había
respetado que formara gobierno la fuerza política más votada aunque tuvieran una mayoría relativa, que no absoluta,
y que luego, hiciera los pactos o buscara el consenso con
otras fuerzas políticas para poder gobernar siempre y cuando los resultados no le hubieran dado la mayoría absoluta a
algún partido. En aquella ocasión, no sucedió eso.
La izquierda en general, es decir, tanto el PSOE como
resto de fuerzas políticas que estaban bajo las siglas del socialismo, más o menos de izquierdas, o más o menos radical, juntaron todos sus votos para que la derecha no pudiera
seguir gobernando aunque fuera con el apoyo, que no se
lo iban a dar, pero bueno, de los nacionalistas vascos o ca[274]
talanes. El caso es, que por primera vez en la historia de
España, se rompía aquel acuerdo tácito, de dejar gobernar
a quien hubiera sacado más votos, y por ende, ganado las
elecciones. En un gesto que recordaba de nuevo tiempos
pretéritos, las izquierdas en general se confabulaban contra la voluntad de los ciudadanos que por mayoría, simple,
habían votado más a una fuerza política que a las otras. Si
bien, la moral tan sumamente laxa de aquellos políticos que
se decían de izquierdas, pero que no lo eran, se imponía a la
voluntad de una mayoría de la sociedad.
Eran las reglas del juego y había que cumplirlas, así
que se pusieron manos a la obra para sacarnos de la crisis
institucional, social y económica, que padecíamos en aquel
dos mil quince.
-Me estás diciendo que entre los partidos de derechas,
aunque fueran los que me has dicho que entraron, de la extrema derecha, con esos no eran suficientes ¿no?
-En efecto, se dio el caso tan paradójico, que por un
estrecho margen de diputados, dos e concreto, todo se podría inclinar hacia un lado u otro. Eso precisamente era lo
que mayor inestabilidad causaba porque además, no se sabía cuál iba a ser el comportamiento de aquellos partidos de
extrema izquierda enfrentados en el Hemiciclo. De ahí que
te haya dicho lo de llegar a respirarse un ambiente prebélico. Las agresiones verbales eran continuas desde la misma
noche en que se celebraron las elecciones. Las calles se llenaron de todos esos indeseables que arribaban a la política
por la legítima vía del voto, pero que desde un punto de
vista político, poco o nada iban a aportar. Claro que como
estaba la situación, de una corrupción institucionalizada
como era el caso, y generalizada en todos los partidos, y
hasta en la propia sociedad, nadie tenía, desde un punto de
vista moral o ético, nada que echarle en cara al oponente.
[275]
Los reproches eran permanentes. El famoso: y tú más,
era la moneda de cambio y el más oído argumento esgrimido por los representantes del pueblo, y aquello, desde
luego que no ayudaba, en nada, a la concordia deseada por
la inmensa mayoría. Si le sumamos lo de siempre, que fue
el papel que en todo esto jugaron los medios de comunicación, entonces apaga y vámonos.
En el debe de esta situación kafkiana, además, se le
sumaba la delicada salud del Rey, que sufría operación tras
operación de diversa índole, lo que por un lado les hacía
proponer a algunos, la abdicación en su hijo, y a otros, la
instauración, como te acabo de decir, de la III República.
Mientras tanto, las órdenes seguían llegando de Bruselas.
Les daba lo mismo el ambiente de caos que se vivía. La
cuestión era que o se adquirían compromisos que habrían
de ser cumplidos, o llegaría “el tío del mazo”, o el tío Paco
con las rebajas.
-¿Y eso qué es? Preguntó Jara riendo.
-Que o se llevaba a cabo la política que nos imponían,
o cada vez se iba a ir perdiendo más aprisa, una indeterminada cantidad de soberanía.
-Si me lo tradujeras, te lo agradecería.
-Perder soberanía era, ni más ni menos, que como te
he explicado, perder la capacidad de manejarnos por nosotros mismos. Cuando hubo el primer rescate, eso era un
cheque al portador que había que pagar a más largo o corto
plazo. Después del segundo, la deuda se incrementó de tal
manera, que ya nos empezaron a intervenir empresas estatales y a manejarlas desde Bruselas. Con la máquina de
fabricar billetes lo mismo. Era el Banco Central Europeo, el
que nos decía cuánto había que hacer, con arreglo todo, claro está, a los descubiertos en las cuentas del Estado, que se
iban produciendo. Súmale a eso, que nos compraban toda la
[276]
deuda pública que se sacaba a subasta, a unos intereses leoninos. Todos lo veían, pero les daba exactamente lo igual.
Los políticos iban a lo suyo, los sindicatos, como el Gobierno era de izquierdas, levantaron el pie del acelerador y por
ese lado cesaron mucho las manifestaciones y las presiones
en la calle. Los grupos más radicales, los que estaban en el
lado de los antisistema, sí seguían con sus presiones y algaradas callejeras, pero el grupo medular, los que más movían, o sea, los sindicatos, pararon en sus reivindicaciones.
-Bueno, entonces, al menos se tranquilizó la cosa un
poco ¿no?
-Qué va. Ni mucho menos. La presión social en cuanto al ruido que metían los sindicalistas, sí, pero ese espacio
lo ocuparon, junto a los antisistema, que podríamos situar
en el anarquismo un poco edulcorado, los grupos radicales
de la extrema derecha. Al haber pasado los clanes de la izquierda más radicalizada a formar parte del Gobierno, entonces fueron estas masas -que promovían sobre todo gente
joven, universitarios o no-, las que tomaron el control de
las calles.
Lógicamente, el baturrillo que se montó al principio
fue tremendo, porque nadie sabía muy bien a quién o quienes defendían o representaban, por qué protestaban o qué
reivindicaban. Hasta los medios de comunicación, se hacían un lío y no sabían si meterse con ellos o no, y en caso
de hacerlo, contra quién dirigir su crítica.
No sabían, si defender al Gobierno formado por toda
la izquierda en conjunto, o si criticar a aquellos antisistema
y ultraderechistas que se entremezclaban en las manifestaciones, y que se enzarzaban a golpes, entre ellos y con la
policía. Así que los medios, siguiendo su línea y las directrices marcadas desde el Gobierno que presidía un personaje
siniestro donde los hubiera, salido de la rama más funda[277]
mentalista de aquel sextupartito, se les dejaba campar a sus
anchas, como ya había sucedido unos años antes, cuando
comenzó todo el tema de la crisis y aquellos que pedían una
democracia real.
-La verdad que no sé cómo respondería yo ante una
situación de esas, porque ha de ser muy complicado el moverse entre tantísimo escándalo. Así me puedo explicar, el
que la gente ahora, no quiera hablar de aquellas cosas. Me
refiero, en particular, a mis padres y abuelos. Pero también
lo digo por el colegio. Supongo que la mayoría de la gente
habrá querido olvidarlo ¿no?
-Yo, solamente puedo hablar por mí, y desde luego,
como decía aquel viejo axioma: los pueblos que no conocen
su Historia están condenados a repetirla. Y repetir, la verdad es que no sé muy bien qué; lo que es evidente, es donde
estamos ahora mismo. En cualquier caso la pregunta sería
la de si es preferible esto, o por el contrario, está por encima la dignidad individual y colectiva de todo una nación
con sus pros y sus contras, con sus luces y sus sombras. En
fin, una identidad propia. Eso en definitiva es lo que hemos
perdido. Es decir, esto de hoy, es el precio que pagamos por
nuestra inconsciencia, por nuestros errores cometidos de
una manera prolongada en el tiempo, que nos evitó poder
ser realmente un pueblo, una sociedad, con sus peculiaridades, pero libre.
-¿Me estás diciendo que no somos ahora libres?
-Te digo, que tú te estás criando en una libertad devenida de todo esto que te estoy contando. Es decir, una libertad, la tuya, a la que hemos llegado de una forma diabólica,
porque yo no me siento libre. Más bien me noto acorralado,
enclaustrado en unas normas que no comparto, ni me gustan. Otro idioma, la imposición de una cultura diferente,
pero que he de aceptar, porque ni me queda más remedio,
[278]
ni a estas edades voy a seguir peleando por una ideología
o un territorio, como lo hice hasta cuando tuve casi setenta
años. En absoluto.
-Pero de todos modos, la sociedad en general, así
como la tecnología y la ciencia, evoluciona ¿no?
-Sí por supuesto, pero una cosa es la evolución lógica
vista desde ese punto de vista, y otra muy distinta, el haber cambiado debido a tanto error, tanta corrupción, tanto
dislate. Pero espera, que nos estamos de nuevo apartando
del asunto, y quiero terminar, antes de irnos a la cama, de
contarte lo que pasó en los cuatro o cinco años siguientes.
-Sí, sí claro, además aún no es tarde. ¿O es que estás
cansado?
-No, qué va. Ni mucho menos. Sabes que me acuesto
el último de la casa, casi siempre.
-Sí, sí, eso es verdad. De todos modos si quieres seguimos mañana.
-No, mañana no. Ya sabes que llegará todo el mundo
más o menos temprano, y ni a mis hijas ni a mis nietas les
gusta hablar de estos temas, así que mejor, y si eres tú quien
no está cansada, o, lo que sería peor, aburrida, terminamos
esta noche ¿de acuerdo?
-Por supuesto, como quiera el señor. De verdad que
me está entusiasmando el tema, pero no dejo de reconocer,
que también noto algo dentro de mí. No sé si es algo que me
transmites, o nace en ese sentimiento de pena por la pérdida
de una identidad que nos hace, o haría, diferentes.
-En ti, y solo en ti, está el conocer los hechos. A partir
de ese momento, tú sabrás si eres más española que alemana o te da lo mismo una cosa que la otra, o ninguna de las
dos. O igual aprendes a distinguir, que la pluralidad, la tranquilidad y el sosiego son magníficos logros se hayan hecho
por los medios a los que se haya tenido que llegar, pero que
[279]
las raíces, también son importantes.
Y en esos momentos llegaba Luisa dispuesta a hacer
tertulia con ellos, cuando se aproximaba la hora de irse a
dormir.
[280]
Capítulo XXIII
Aquella conversación estaba llegando a su fin. Julián,
no se notaba ni cansado ni aburrido de aquella charla que
se prolongaba, a aquellas horas ya casi anocheciendo, más
allá de las quince horas. Un tiempo que había transcurrido
pausadamente, llevado a cabo durante aquellos dos días de
aquel fin de semana, en el que se conmemoraban tan terribles sucesos que conmovieron a España y cambiaron su
historia. Desde entonces, en ningún país democrático se había vuelto a cometer semejante atrocidad, y él sabía, que ya
no le quedaba mucho tiempo como para volver a celebrar
aquel aniversario, circunstancia aquella que se daba, desde
el conocimiento total y real, de lo que había sucedido en
2004.
El tener la edad que tenía, como era lógico, le llevaba
sin agobios, pero con una relativa frecuencia, a plantearse
el hecho de que estaba próximo a abandonar la vida terrenal, y como no era creyente, estaba convencido, de que ahí,
cuando la Parca fuera a visitarle, se acabaría absolutamente
todo. Esto, lo vivía desde una expectación relativa y pausada, pero, sobre todo, mirando a los demás y lo que supondría para sus hijas, yernos, nietas y bisnieta, su partida hacia
[281]
ese inexplorado territorio de la muerte. Le tranquilizaba de
alguna manera, eso sí, el saber que dejaba sabia viva. Que
sus genes seguirían formando parte de aquella Humanidad,
de aquella civilización que vivía enquistada en los peores
instintos del hombre; así como también dejaba su legado
intelectual plasmado en varios ensayos, algunas novelas
publicadas hacía muchos años, y los miles de artículos escritos a lo largo de su prolongada vida profesional. Aquello
quedaría por un tiempo indeterminado en aquel espacio
físico terrenal, marcando su impronta.
Y también sabía, que más tarde o más temprano se
secarían los árboles que plantó, que acabarían todas y cada
una de las generaciones venideras, y el mundo seguiría dándole vueltas al Sol hasta que en un momento, si es que existen los momentos, explosionara o implosionara todo aquello conocido y desconocido y no quedaría nada ni nadie de
lo por él conocido, que pudiera dar cuenta de aquello sucedido y de lo que había sido alguna vez un planeta llamado
(por nosotros) Tierra.
Ciencia ficción que de vez en cuando plasmaba en
su ordenador y allí lo dejaba escrito. Un disco duro abierto al entendimiento y a la publicidad que alguien pudiera
darle en días venideros cuando ya él no estuviera. Si algo
que tenía absolutamente claro, era aquello. De ahí, que su
no creencia en nada que supusiera una expectativa de otra
vida, le llevara al simplismo de que cuando uno muere, todo
se acaba. Ni siquiera se planteaba aquello tan elemental de
que la materia ni se crea ni se destruye sino que se transforma. No. No era ni siquiera esa su manera de ver la vida ni la
muerte. Se aferraba desde su indolencia en la fe, en que el
alma del ser humano es su mente, su cerebro, y cuando éste
deja de funcionar, se acabó todo. Pero de esto no le hablaba
a Jara. La misión que se había marcado era exclusivamente
[282]
llamar la atención de su bisnieta sobre algo que sabía que
desconocía totalmente y que cuando se lo hubiera transmitido, ella sola, y si le interesaba, agrandaría sus conocimientos en todo aquello que de manera tan profunda le había, a
él, marcado en su vida, y tanto supuso para todo un país y
varias generaciones.
-De manera que los cuatro años siguientes marcaron
definitivamente lo que hoy es Alemania ¿no bisa?
-Pues sí, pero no solamente con relación a España,
sino con todo lo que aglutinó como consecuencia de esta
primera, llamémosle: adhesión. Que en realidad fue una
conquista, como sucedió con los demás estados, si bien hay
particularidades en todas y cada una de ellas.
-¿Si? ¿Y eso por qué?
-Porque han habido países, que esa soberanía como
Estados, que tenían, la han cambiado consecuentemente
con una intencionalidad política que mejoraba su situación
no sólo social sino económica, en lugar de dejarse conquistar. Lo que quiere decir, que son Estados Federados, pero
con unos compromisos bilaterales que en cualquier momento pueden rescindir de manera unilateral a conveniencia de parte. Lo que les hace más libres y soberanos que a
nosotros.
-¿Por qué?
-Porque nuestra dependencia es totalmente económica, y la pérdida de soberanía y categoría de Estado, la
perdimos en base a la economía y la política. Para que me
entiendas: lo que ahora producimos en todos los sectores, lo
producimos no para España como Estado, sino como Länder. Antes había acuerdos en determinados sectores, como
el primario, o sea, la agricultura, pero no en todos. El turismo, por ejemplo, era la joya de la corona, a lo que se le
sacaba mucho dinero, y ahora, ese sector bien organizado,
[283]
lo que saca, es para incrementar el PIB de todo el Estado
Federal. Así pues, si economía y política dependen del establishment alemán, la otra pata del banco, o sea, la sociedad
española en su conjunto, no tiene nada que hacer.
-¿Nada? ¿Y eso por qué? Imagino que lo mismo que
me has hablado de que ha habido guerras y conquistas a lo
largo de la Historia, podría darse también ese caso aunque
no fuera a través de las armas ¿no?
-Supongo que ha pasado muy poco tiempo como para
que se levanten las voces y se manifiesten los deseos de
libertad. Es decir, de gentes, que le den valor verdadero a
aquella libertad de la que disfrutábamos como país independiente y libre. La coyuntura actual, está basada en la
precariedad de pensamientos e inquietudes, les voy a llamar, revolucionarias. O sea, gentes capaces de hacer ver a
los demás, que ser un estado libre con su propia identidad,
es mejor que ser una provincia alemana. Y la pregunta es
¿qué es mejor, lo de antes de que pasara esto o esto?
Pero bueno, que lo que te quería decir al respecto de
los cuatro años más o menos clave, era precisamente algo
que tiene mucho que ver con esta apatía, o esta resignación
a la carta que yo veo ahora y que tú vives desde la tranquilidad y la estabilidad sociopolítica y económica. Porque fue
todo lo contrario a esta consistencia política actual, como
empecé a decirte, la causante de todos nuestros males, con
lo cual, es absolutamente comprensible que no haya habido
en estos ya veinticuatro años transcurridos, quienes hayan
tomado las riendas para encaminar los pasos de aquel caballo desbocado que nos condujo al abismo.
-No sé si preguntarte de nuevo sobre lo que te parece
a ti entonces la situación actual.
-Mi querida bisnieta, creo que te lo estoy diciendo
¿no?
[284]
-Bueno, sí, pero es que a veces confundo la noticia,
por llamarlo de alguna forma, con la opinión. Hablando en
tu jerga… Y esbozó una gran sonrisa que el anciano agradeció.
-Te repito que lo que te estoy contando es desde mi
punto de vista. La manera de ver yo y contarte lo sucedido,
no deja de ser una opinión, basada en hechos, claro está,
pero mi versión. Estoy seguro que los socialistas, los populares, los más centrados y los más extremos, opinarán
diferente a mí, si bien creo que con todos, coincidiré en lo
esencial que son los hechos en sí mismos. Pero vayamos al
grano de nuevo.
Te decía, que aquellos cuatro años y pico de desgobierno, fueron particularmente siniestros en todo. Si maltrecha estaba la economía cuando la cogió la derecha al llegar
al poder, casi que la dejaron peor cuando salieron a pesar
de aquella mayoría absoluta con la que podían haber gobernado de otra forma, pero su pusilanimidad, les condujo a la
cobardía y aquella cobardía se incrementó cuando a pesar
de haber vuelto a ganar las elecciones, no gobernaron y se
convirtieron en un cero a la izquierda en una oposición, que
pasó de ser pusilánime gobernando, a timorata, aumentando sus complejos con las izquierdas, que de ningunearlos,
pasaron a obviarlos directamente.
Al suceder esto, las cuotas de soberanía iban decreciendo, y Bruselas seguía mandando en nuestras cuentas y
en nuestra fiscalidad. La izquierda comenzó a hacer todo
tipo de concesiones sociales, lo que ellos siempre han llamado políticas de izquierdas, es decir, sacar de la caja de
todos, dinero para sus votantes, simpatizantes y amigos. El
agujero que se iba haciendo a aquellas, ya de por sí, maltrechas arcas, aumentaba tanto, que los números no cuadraban ni con un martillo y un cincel, y el derroche seguía
[285]
aumentando, a pesar de las recomendaciones, órdenes e
imposiciones, que se hacían desde las altas instancias europeas. A ellos les daba lo mismo porque seguían teniendo la
máquina de hacer los billetes. Parecía, como cuando ocho
años atrás lo hicieron con los famosos Plan E, estuvieran
haciendo caja, o lo que es lo mismo, llevándoselo calentito
muchos de los que rodeaban a la familia socialista, incrementada, por la circunstancia que te he comentado, por el
resto de la izquierda española que gobernaba en conjunto,
y para más inri, también, aliados con los nacionalistas. Un
totum revolutum que era una verdadera bomba de relojería
a la que solamente le faltaba el tiempo para explotar.
-Entonces todo era cuestión de derroche ¿y nadie hacía nada?
-Nada de nada. Encima, la ocasión, que siempre la
pintan calva ¿sabes por qué?
-No, ¿por qué?
-Para no poder cogerla por los pelos… Y rieron los
dos.
-Pues esa ocasión fue, que falleció sin haber abdicado
antes en su hijo, el Rey Juan Carlos, una cabezonería real,
digo lo de no abdicar, y nunca mejor dicho lo de real, porque la verdad es que estaba en muy malas condiciones físicas para desempeñar su trabajo como Rey, trabajo por otro
lado, que no pasaba de ser una mera representación a título
diplomático, pero bueno, así se plasmó en la Constitución
y eso estuvo haciendo todo el tiempo de regencia. Con lo
cual, las izquierdas instaladas en el poder, vieron la ocasión
de proclamar de la noche a la mañana, la III República Española. A este aquelarre político e institucional de cambio
de régimen, cargado de frenesí independentista, como ya
ocurriera el siglo pasado, se sumaron los nacionalistas proclamando su independencia de España. Aquello era el caos.
[286]
Las semanas y los meses pasaban a velocidad de vértigo y
no había día, en el que no se produjera un acontecimiento
político que acallaba la inmensidad de voces de lo sucedido
el día anterior. Así, una y otra vez.
Era como te digo el caos. Ni política fiscal, ni económica, ni rumbo como país. Las leyes se las saltaban a la
torera lo mismo políticos autonómicos como locales; todo
era desorden y desconcierto. Lo mismo se independizaba
mediante un decreto autonómico toda una región, como lo
hacía mediante un acuerdo plenario un pueblecito del Valle
de Arán o de Álava. Y la gente se veía impotente ante aquella situación, porque los que tomaban tradicionalmente las
calles, eran los que habían propiciado aquel desconcierto.
Por otro lado, la derecha en casa sentada, impotente, inoperante y sin saber qué hacer, porque en realidad, nunca
había sabido qué hacer a la hora de gobernar este país con
la contundencia y la responsabilidad, que de ellos y, sobre
todo, sus seguidores, se esperaba. Se instalaron en la lasitud del necio que, acomplejado o no, echa la vista al cielo
cuando le dicen: mira un burro volando. No supieron jamás,
tener un orden en materia de personal y comunicación con
los ciudadanos, y no dieron una respuesta contundente, a
las provocaciones que se les hicieron durante casi las tres
legislaturas en las que gobernaron. Una derecha rancia,
avejentada y anclada a un conformismo intolerable propiciado por sus monomanías. La sociedad miraba para otro
lado mientras los medios de comunicación solamente distraían la estulticia de una mayoría conformista y un resto
de inconformistas que veían hundirse el barco, pero que ni
siquiera se ponían el chaleco salvavidas. Un verdadero desastre que se veía venir como en el 1898, pero sobre el que
nadie, ni quería, ni podía hacer nada.
-Claro, con ese panorama, es lógico pensar que si
[287]
ahora vivimos así de bien, nadie quiera hacer nada ¿no?
-En efecto, eso es lo que te estoy diciendo. Aún está
en la retina de casi todos, aquellas luchas por el poder, y
como todos hacían lo mismo, daba igual del lado político
que se estuviera, o de la Comunidad Autónoma que fueras.
Con el desmembramiento de España, que se fue convirtiendo en pequeños o menos pequeños, según el territorio o los
habitantes, reinos de Taifa, se le brindó la ocasión definitiva a Alemania para absorbernos, utilizando un eufemismo,
porque la verdad es que nos conquistaron.
España, a efectos oficiales, institucionales y territoriales con respecto al resto de países, ya fueran de la eurozona
o no, seguía siendo España. ¿Por qué? porque al no depender ya de nuestra moneda, ni siquiera de nuestro dinero,
que habíamos ido vendiendo para ir parcheando situaciones
verdaderamente ridículas que rayaban en la delincuencia,
tenía que cumplir con sus compromisos de pago. Nadie,
ningún país, nos iba a perdonar las deudas contraídas por
nuestra cara bonita. Una vez que cayó el consumo, que los
inmigrantes que habían venido de allende los mares, o los
asiáticos, se marcharon a sus países de origen, cuando ellos
habían coadyuvado a la descapitalización de España mandando divisas sin control, y que la deuda pública estaba en
manos, sobre todo, de Alemania. Cuando la banca para salvar sus culos, se echaron en brazos del Banco Central Europeo que les dio una salida lo suficientemente razonable para
ellos y sus intereses. Cuando el capital, tanto humano como
monetario, emigró, cuando todo esto pasó, con un gobierno
que en aquel poco menos de un lustro tuvo que soportar
¡nada menos! que tres, de lo que se denominaba rescate,
se garantizó, a través de acuerdos políticos, su continuidad
en los cargos siempre y cuando, fueran cediendo poco a
poco más y más soberanía. Es decir, lo que se había veni[288]
do haciendo dentro de España concediéndole determinados
privilegios a unas concretas Autonomías, nos lo hicieron
desde Europa, y, entones, llegó el golpe final.
-¿Y ese cuál fue? ¿Qué pasó?
-Pues nada más sencillo que lo que te dije antes que
había afirmado Rothschild: "Dadme el control sobre la moneda de una nación, y no tendré por qué preocuparme de
aquellos que hacen sus leyes”. Así consiguieron el control,
y con el control de la moneda y todo lo relacionado con
nuestra política fiscal y financiera, es como llegó el fatídico
día del vencimiento de aquella deuda –en todos los sentidos, y de todos los tipos-, que se había ido incrementando
a pasos agigantados, y el Gobierno de una España partida,
dividida, seccionada en su idiosincrasia, sin identidad nacional, echa trocitos en los mapas de regiones que decían se
autogestionaban. Una España a la que se le había perdido
todo el respeto desde el punto de vista internacional, ese
Gobierno de entonces, capituló en su único beneficio para
poder seguir, al menos mientras les dejaran los alemanes,
situados en sus poltronas. Y nada pudieron hacer, aunque
lo intentaron, aquellos que se habían independizado de España, porque era la adhesión de todo el territorio a Alemania, o la extinción de aquellas comunidades que estaban en
quiebra, por falta de recursos propios.
-¿Y no había organismos internacionales a los que recurrir?
-No. El Bundestag fue tajante: quien no entre por
este aro, al quedarse fuera, será como un país africano en el
desierto. Cerradas sus fronteras a Europa por todas partes,
sería como una isla en el Pacífico. Sin recursos agrícolas y
ganaderos, ni industrias que produjeran, ni clientes a quienes vender esos productos. Sin bancos que financiaran a las
empresas, era una bancarrota total. Sin mano de obra, sin
[289]
horizonte ni futuro, o, con ese futuro que se les garantizaba
desde fuera de sus fronteras, la elección era muy fácil: subordinarse a aquel destino. Desconocido, pero siempre más
halagüeño, que lo que se vivía. Así, que a los políticos, los
causantes de todos nuestros males, no les quedó otro remedio que tirar la toalla y plegarse a aquella eventualidad.
[290]
Capítulo XXIV
Luisa, como había sucedido a lo largo del viernes
y de ese mismo sábado, con su presencia, ponía los intermedios. Eran los descansos, los entreactos de aquella obra
cuyo epílogo llegaba. Entró al salón con el mismo donaire
de siempre. En aquel primaveral ambiente, se dejaba ver en
la anochecida villalentina de aquel recinto, la expectación
en una cara, la de la joven, y otra, además de devaluada por
los años, con una clara expresión de tristeza, la del nonagenario. Ambas posturas gestuales, serían hechas trizas con
la arrolladora desenvoltura y el gracejo que ella le ponía
a todo. A pesar de la edad, tenía aún una figura muy compensada en las formas, y se movía con donosura, y, en ocasiones, hasta con una pronunciada y evidente sensualidad.
Preguntó de nuevo, a los allí sentados, qué iban a cenar. La
respuesta siempre era la misma: lo que tú hagas. Se daba
media vuelta y de nuevo se metía en la cocina. Mientras
tanto, en el salón, acomodándose de nuevo en sus sitios,
tras aquella breve interrupción, se oía la voz de Julián:
-Alemania lo había hecho de nuevo: Sumó desde el
trabajo y la inteligencia. Como ya hiciera con la unificación
de la Alemania Democrática en 1990. Poco a poco, con un
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trabajo de zapa cambiando los tanques y la artillería, por la
agudeza mental, así empezó su conquista. Ahora, desde la
política, o también con la política, porque hacer la guerra es
una medida que toman los políticos, por cierto, los que luego no pisan los campos de batalla y son los primeros en huir
cuando ven que el barco comienza a hacer agua. Si bien,
aquella manera de hacer la guerra política, era netamente
económica. Una Canciller: Ángela Merkel, una mujer de
hierro, fuerte, con carácter y bien apoyada, se encargó de
hacer las suficientes maniobras como para conseguir de una
forma incruenta, lo que Hitler pretendió al principio de los
cuarenta del siglo pasado –hace ahora cien años-, con el
sacrificio de millones de seres humanos.
El propósito se había conseguido. Eso sí, tras darse
todos los condicionantes, desde el punto de vista técnico y
desde el punto de vista legal, debido a todos aquellos acuerdos a los que se había ido llegando poco a poco con la firma
de tratados, de compromisos, compra de deuda, rescates,
etcétera, quedaba muy clara la hipoteca y el precio, y en
este caso, tanto la letra pequeña como la grande, decía muy
claro aquello de la dación en pago. O sea, que aquella hipoteca el único modo que había para pagarla era entregando
el único activo que nos quedaba: España. Anexionarse, dar
este inmueble de quinientos cuatro mil y pico de kilómetros
cuadrados, a Alemania. Una finca grande, muy grande, con
cerca de cuarenta y ocho millones de españoles dentro. Así
que no quedó otro remedio que el de entrar a formar parte
de aquel estado federado, y ser un Länder más. El más grande de todos.
-Debe ser duro para ti esto ¿no bisa?
-Podría decir que no. Pero te mentiría. Sí claro que lo
es, máxime cuando tanto y toda mi vida, me he venido peleando con esta casta política española. A pesar de todo, la
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verdad es que lo único bueno de todo esto, es que a aquellos
políticos que nos condujeron al abismo, a todos, por suerte, les amortizaron. En principio, los primeros tres o cuatro
años, llamémosles de adaptación, les permitieron seguir en
sus puestos de responsabilidad. Pero poco a poco, les fueron liquidando.
-¿Sí? ¿Y cómo se hizo eso?
-Como te he dicho, la señora Merkel…
-Sí, de ella sí hemos estudiado algo. Vamos que conocemos de su valía y poderío personal y político. Los libros
hablan muy bien de ella y de lo hecho en general. Pero pocas referencias más.
-Bien, pues esta mujer, continuó a partir del momento
de la adhesión, otros tres años más llevando las riendas de
Alemania. Ella vio, cómo se iba incrementando con anexiones posteriores –Portugal, Chipre, Grecia…-, el territorio y
las fronteras alemanas. Y del mismo modo que en principio
dejó que los políticos españoles tuvieran una cierta libertad
a la hora de seguir ocupando las cámaras estatales y regionales, poco a poco comenzó a menguar todo lo que era la
tremenda estructura estatal.
Empezó por liquidar instituciones que hacían lo mismo unas que otras. Es decir, eliminó lo que eran las Diputaciones Provinciales, nidos de enchufados por los políticos
que costaban un dineral a las arcas del Estado pero cuya
productividad no se veía reflejada como contraprestación
a aquellos sueldos millonarios. El hacer esto conllevaba,
evidentemente, que el paro subiera, lo que de cara a sus
estadísticas, no era bueno. Le daba lo mismo porque con la
Alemania Oriental ya se había tenido la experiencia de que
lo que había que hacer, era poner a producir a todos aquellos desempleados, funcionarios o no, que pudieran trabajar.
Y materia para producir había, tanto en el sector primario
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como en el del turismo. Teniendo estos dos pilares, como
base donde sustentar la producción, tanto el sector servicios
como el industrial, saldrían adelante.
Una vez tomada aquella medida, optó por cerrar las
Comunidades Autónomas, y fue centralizando poco a poco
todo lo que había sido aquella duplicidad que incrementaba, sobre manera, tantísima burocracia. Simplificó pues así,
la tremenda tela de araña institucional que se había tejido
en España durante toda la democracia. Cerró empresas públicas que no servían absolutamente para nada, nada más
que para lo que te he dicho con las Diputaciones. Las otras
empresas públicas que aún eran rentables, las menos, pero
alguna quedaba, pasaron a controlarlas tecnócratas llegados de Alemania en cuyos equipos fueron metiendo a los
más competitivos directivos españoles. Al principio hubo
algunas voces que se oponían, pero fueron calladas radicalmente con la imposición de la Ley. Leyes por cierto, que
de manera paulatina, fueron adaptándose a las federales,
y si bien el Consejo General del Poder Judicial, siguió un
tiempo siendo autónomo, comenzó a no funcionar desde la
perspectiva anterior, es decir, de que sus representantes eran
nombrados por políticos. No, esta fue otra de las primeras
medidas adoptadas; y lo que se consiguió, es que su elección fuera hecha por los propios jueces y magistrados de carrera, que gozaran de un reconocido prestigio profesional,
y les avalase su total independencia y desvinculación en el
pasado, de cualquier partido político.
Adelgazó también el sistema judicial con la desaparición del Tribunal Constitucional, un órgano que también
durante toda la democracia, había sido manipulado, utilizado y dirigido, estando al servicio de los partidos políticos
que eran quienes nombraban a sus componentes. De esta
forma, y con estas medidas, dio paso a su sucesor, el Can[294]
ciller Tomas Müller que siguió en la misma línea que su
predecesora. Bien cierto es que el camino lo tenía allanado
cuando llegó, pero a él le tocó tomar las medidas que dieran
el empujón definitivo a una economía y una sociedad que
se adaptaba ya a otras maneras de ver y vivir la democracia.
Esa misma sociedad que se olvidó de golpe –seguramente
porque no les quedó más remedio-, de su soberanía. Que
vio cómo la prensa, que también tuvo que entrar por el aro
de las nuevas normas, dibujaba una realidad meridiana. Un
hecho empírico que nadie se atrevía a cuestionar. Y llegó
una reforma agraria, que como tú ahora puedes ver aquí
mismo, nuestra tierra es de las más afortunadas, veinte años
después, de ser consideradas durante muchos siglos, como
la estepa o la Siberia rusa. Decadente y sin futuro. Hoy, la
evidencia es todo lo contrario, y han tenido que ser gentes de otro país, con otra cultura y otros valores, quienes
precisamente pongan en valor esto que durante, al menos
doce siglos, fueron terrenos de latifundios para señoritos y
terratenientes.
Verdad es que han sido muchas las lecciones que nos
han dado. Cierto y verdad también, es, que como se vive
ahora, hace siglos que no se vive en Europa, si es que alguna vez se ha vivido mejor en alguna parte del mundo. Porque al potencial que tenía España, en concreto, solamente
le hacían falta personas -en este caso políticos-, desinteresadas. Personas que supieran sacar sin el interés mezquino
de la corrupción y la vileza del dinero, la rentabilidad que
cada territorio tiene para el bien común y general de la comunidad que allí reside. Así de sencillo. Esto es lo que hizo
Müller. Unos planes, sobre todo, de reflotación del sector
primario y del turístico. Fuentes ambas de recursos económicos incalculables cuando se gestiona en condiciones
como es el caso actual. No hay ni punto de comparación de
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lo que hoy se saca con el turismo, a lo que se sacaba hace
veinte años.
-¿Por qué?
-Porque en aquellos años locos de corrupción y todo
lo que te he contado, el turismo fue uno de los sectores que
más se vulgarizó, por decirlo de algún modo. Bueno, en
realidad como todo. El mismo nivel de barriobajero tenía
la televisión que el turismo. Daba exactamente igual. La
mediocridad se instaló en todo. Menos mal que esta gente, y
eso también es de agradecer, metió mano dura para limpiar
toda esta clase de mala educación. Porque lo mismo que se
hizo con la justicia, se hizo con la educación. A los profesores se les puso en el sitio que nunca deberían haber dejado. Unos por acción y otros por omisión dejaron de actuar
como debían, porque cuando se les perdió el respeto dentro
y fuera del aula, sobre todo dentro, aquello ni era enseñanza
ni era nada parecido. De ahí que España llegara a alcanzar
las cotas más bajas, del conocimiento de sus alumnos, con
respecto a Europa. Así que a la reforma agrícola, le siguió la
educativa. De ahí que tú seas trilingüe. Cosa que es de agradecer. Pero no solamente por lo que significa en sí mismo el
hablar tres idiomas, sino por darle de nuevo valor al respeto
y la educación, que aunque sea muy germánica, siempre
será mejor que aquella educación laxa, por libérrima, y,
desde luego, totalmente insana. Así que acometida aquella
reforma, hoy disfrutáis de las posibilidades que disfrutáis.
Y qué decir de las reformas en materia de pensiones.
Mucho es el dinero que ha puesto Alemania de cara a conseguir el sistema de pensiones que hoy existe, pero desde
luego que lo empieza a rentabilizar ya a la vuelta de veinte
años. Repito, igual que sucedió con la Alemania Oriental,
que en poco más de diez años hicieron un trabajo verdaderamente espectacular. Pues igual con nosotros. Así que por
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estas cosas, es por lo que te decía antes que no se oyen voces desacomodadas a esta prosperidad. El precio, todos, al
menos los que conocimos aquello y esto, lo sabemos. Distinto es si me preguntas, como así has hecho, qué pienso yo.
Por el momento ya conoces el por qué hoy esto es
así. Más adelante, si tú quieres y te interesa, estudia en profundidad todo esto que te he dicho. Me da lo mismo que lo
hagas desde la profesión de periodista o la de historiadora,
pero si lo haces, hazlo siempre con la intención de saber qué
pasó de verdad. Yo, echo de menos la soberanía, la independencia, la particularidad, pero he de reconocer que esto
es infinitamente mejor que toda aquella podredumbre. Vivir relajados, tranquilos, con ideologías, por supuesto, pero
partiendo de la base de que la política y los políticos están
al servicio del pueblo y no al contrario. Ver que las normas
se hacen cumplir y se cumplen. Que nadie tiene patente de
corso para hacer de su capa un sayo y saltarse la ley a la
torera por el mero hecho de tener un cargo o un carguillo.
O por ser un poderoso capitalista. Ya lo sé, suena a utopía
lo que digo, pero así lo veo. Esto nada tiene que ver con
aquellos casi cuarenta años de desbarajuste, de odio, de rencillas, de un rencor de unos contra otros que eran incapaces
de solucionar hablando, y todo, porque había una intencionalidad muy particular desde un sector, para que aquello
siguiera así. Esta situación que ahora vivimos es un producto de todos aquellos errores, de ahí que si me preguntas
por qué pondría antes, si la soberanía de un país podrido,
al bienestar general de una sociedad que ha cambiado su
identidad por habérsele rebajado su estatus, creo que siendo
políticamente correcto, te he de decir que esto. Que me queda algo dentro con la sensación de que me han robado algo
producto de unas minorías de procederes abyectos, también
es verdad. Pero siendo sincero y considerándome ciudada[297]
no del mundo, nada tiene que ver esto con aquella España
de la corrupción institucionalizada desde la Jefatura del Estado hasta el último alcalde de la población más pequeña. O
desde el Tribunal Constitucional, al último juez de familia.
-O sea, que te quedas con esto ¿no?
-Sí, pero porque te veo a ti feliz. Veo que vuestra generación actúa de una forma diferente. Que no existen tantos guetos, ni tantas mafias, ni tantos tiburones de cuello
blanco y pajarita. Ni tanta inmigración indiscriminada, ni
tato cafre en las calles, y, sobre todo, porque existe una seguridad en las calles. Porque ya nadie vive con la sensación
de que un día cualquiera te podrías levantar con la noticia
de la explosión de una bomba a las puertas de un cuartel. O
que le habían dado un tiro en la cabeza a un concejal cualquiera de cualquier partido político.
Soberanía sí, pero no a cualquier precio. Federalismo a este precio, también, pero desde el deseo, de que si
existen personas que sean capaces desde el conocimiento
y la carencia de intereses espurios, España pudiera ser así,
como es hoy, y soberana, entonces que luchen para conseguir de nuevo esa soberanía que le dé la libertad total llevada a cabo desde el raciocinio y la paz. De lo contrario, que
la Historia cuente dentro de unos siglos, si acertamos o nos
equivocamos haciendo lo que hagamos en el futuro.
Se levantó la niña en el instante que entraba Luisa a
poner la mesa. Se dirigió hasta el sillón de su bisabuelo y lo
abrazó. Entonces Luisa preguntó:
-¿Qué?, ¿ya hemos terminado con el repaso de la Historia? Pues ¡ea! a cenar que mañana tenemos más jolgorio.
-Muy bien Luisa, si quieres te ayudo a poner la mesa.
-Como quieras.
Julián se levantó del sillón, fue hacia la mesa, oteó
a su alrededor, aquella estancia grande y acogedora que le
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había dado comodidad, tranquilidad y calidad de vida sus
últimos años, y mirando a su bisnieta se dijo: ojalá y esto
no cambie nunca. Y ojalá nunca volvamos, pensaba, a tener
como tuvimos a todos aquellos que nunca quisieron dar las
soluciones. Los que jamás reconocieron sus pecados, sus
fechorías. Los que nos pusieron en la picota y fueron incapaces de hacer un acto de contrición, entonar un mea culpa
y asumir sus responsabilidades sociales, civiles y penales.
Aquellos mismos que las exigían de los demás. Que pedían
soluciones sin asumir que a todo aquello, se había llegado
por sus miserias, por su insensatez, por el disparate permanente en el que se vivía, echándole la culpa siempre al
oponente. Los que hacían cátedra del desatino, del despotismo, de la intransigencia, del nepotismo, de la mentira, del
rencor, del odio acumulado. A aquella situación que se ganó
a pulso de intolerancia, de adoctrinamiento. En la creencia
de que lo que se hacía era lo mejor para la comunidad a sabiendas de que no era así, que los intereses y las evidencias
demostraron lo contrario durante muchos años. Hasta que
no hubo remedio.
Se sentó, miró a la mujer primero y a la joven después, les echó una gran sonrisa y dijo:
-Cenemos, las lecciones u opiniones históricas, han
terminado, mañana estaremos de nuevo toda la familia juntos. Disfrutemos pues de ese hecho y olvidemos tanta desgracia y tanto despropósito.
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