el nuevo régimen - Hemeroteca Digital

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EL NUEVO RÉGIMEN
SEMANARIO
FEDERAL
REDACCIÓN T ADMINISTRACIÓN
AÑO I.—NÚM. 48
Madera, 1, segundo izquierda.
de Castilla, según era la costumbre, una ciudad al extremo de la Península y cerca del mar con el fin de
facilitar la huida de los saqueadores de España. CeloFEDERAL DE MADRID EL DÍA 3 DEL CORRIENTE
so de sostener las pren'Ogativas de Castilla, escribe el
Amigos y correligionarios: no. soy orador, y he de Ayuntamiento de Toledo una enérgica carta á todas
obtener, ante todo, vuestra benevolencia al ocupar, en las ciudades de voto en Cortes, aconsejándolas que
cumplimiento de sagrados deberes, este puesto que nombren comisionados que, unidos á los suyos, pidan
han enaltecido nuestro ilustre jefe y otros hombres al rey que no salga de Castilla, que no se vendan los
eminentes de nuestro partido. Contando con vuestra cargos públicos y que se administre pronta y recta
bondad, entro á ocuparme del tema propuesto, «Las justicia. Acepta la mayoría de las ciudades con júbilo
la idea, y envía comisionados á Valladolid, donde el
Comunidades castellanas. >
Agitada como nunca aparece España en los comien- rey se hallaba. Temeroso el rey de la actitud amenazos del siglo XVI. Muchas eran las causas; procurare- zadora de esta ciudad, ordena la salida de ella, sin remos citar algunas. La muerte de Isabel la Católica. La parar en lo lluvioso y crudo del día, y manifiesta á los
locura de su hija doña Juana. El nuevo casamiento de comisionados de las ciudades que les dará audiencia
Fernando el Católico con Germana de Foix. Su lucha en Tordesillas. Los oye en Villalpando con gran dispor la regencia con su yerno Felipe el Hermoso. El gusto, y los despide sin acabar de escucharlos. A pedisgusto de la nobleza y el clero. La subida de las con- sar de todo, los valerosos comisionados de Toledo y
Salamanca siguen al rey á Santiago, donde abiertas
tribuciones.
Cisneros, regente á la sazón, levanta frente al ejér- las Cortes el 1 .o de Abril de 1520, y manifestada por
cito feudal de los nobles las milicias populares, y or- el presidente la necesidad que D. Carlos tenía de mardena la pesquisa de los bienes de los grandes; y cuan- char á Alemania y la precisión de que se le otorgasen
do los nobles le exigen los poderes con que gobierna, ' nuevos subsidios, se niegan los procuradores do Salaresponde señalándoles las milicias formadas bajo los manca y Toledo á prestar el juramento ordinario, si el
balcones: Mirad, con ellas y sus cañones gobierno á rey no promete antes acceder á sus justísimas quejas;
Castilla, y la gobernaré hasta que vuestro amo y el acto de energía que los privó de volver á las Cortes.
Temeroso D. Carlos de que el ejemplo de los promío venga á tomar posesión de su reino.
Cisneros no comprendió, á pesar de su inmenso ta- curadores de Toledo y Salamanca encontrara imitadolento, que un exagerado realismo era un arma de dos res en s';s compañeros, ordenó la traslación de las
filos que no tardaría en volverse contra él. Don Car- Cortes á la Coruña, donde á fuerza de sobornos y de
los, seguido de su favorito Chievres y de su fastuosa cohechos se obtuvo el subsidio por un voto de mayocorte de nobles flamencos, desembarcó en Villaviciosa rín, no sin protestar los procuradores de Salamanca,
(Asturias) el 19 de Septiembre de 1517. Su primer acto Toledo, Madrid, Toro y Murcia. D. Carlos, logrado su
fué negarse á recibir á Cisneros, á quien todo lo de- intento, después de nombrar por regente á su precepbía; á Cisneros, que, enfermo y lleno de achaques, ha- tor Adriano de Utrech, y por capitán general á D. Antonio de Fontseca, se embarcó para Alemania. ¿No es
bía salido á esperarle hasta la pequeña villa de Roa.
Desde esta villa le escribió que apartase de su lado á verdad que más que un rey parecía un mendigo, y Eslos flamencos, cuyo número é insolencia irritaba á los paña más que una nación un Monte de Piedad?
Castilla entera se agita y las ondas revolucionarias
castellanos, y obtuvo por todo galardón una fría carta,
en que se le permitía retirarse á su diócesis de Toledo se encrespan. La nobleza, herida por el desprecio con
á terminar pacíficamente sus días. El golpe asestado que 1). Carlos la había tratado, y juzgándose impotenpor Cisneros á la nobleza se lo devolvió el rey; y el te para promover por sí sola un levantamiento, mueve
ilustre cardenal espiró á poco de dolor, según unos, H1 pueblo; y el clero, negándose á pagar el diezmo de
envenenado con una trucha, según otros. De cualquier las rentas eclesiásticas y burlándose del entredicho
modo, la entrada del extranjero rey en España se se- del Papa León X, enardece las almas desde el pulpito
y exhorta al país á sacudir el tiránico yugo. En cuanñalaba por un cadáver.
Llega D. Carlos á Valladolid, y la mayoría • de las to se sabe la partida de D. Carlos, y lo acontecido en
Cortes lo reconoce á condición de que si BU madre las Cortes de Santiago y la Corana, toda Castilla se
levanta en armas. Toledo se alza la primera, apodedoña Juana recobra el juicio, ejercerá sola la autoridad
real y le otorga después un subsidio gratuito de rándose del Alcázar y organizando tropas, á cuyo frente coloca á Juan de Padilla; Maldonado y Pimentel
seis cientos mil ducados, pagaderos en tres años.
Los flamencos tratan á Castilla como á país conquis- sublevan á Salamanca; el deán de la catedral y el tuntado; reemplazan al gran Cisneros en el arzobispado didor Pinillos, á Avila; Juan Bravo, á Segovia; Ulloa,
de Toledo con un joven alemán, sobrino de Chievres, á Toro; fray Villegas, á León; Zapata, á Madrid; el docllamado Guillermo de Croy; venden los cargos públi- tor Zumel, á Burgos; Albornoz, á Cuenca; y el obispo
cos y extraen la moneda, especialmente la de oro, con Acuña á Zamora.
Reunida la Santa Junta en Avila, á nombre y en retal escándalo, (^ue el pueblo dio en cantar, bajo los
balcones del favorito, los siguientes epigramáticos presentación de todas las ciudades sublevadas y al objeto de constituir un Gobierno nacional encargado de
versos:
administrar pronta y recta justicia, celebró su primeQue Dios os guarde.
ra
sesión el 29 de Julio do 1520 en la catedral con reDoblón de á dos,
presentación de las tres clases del Estado, nobleza,
Que Monsieur Chievres
clero y pueblo. Empezó declarando nulo el nombraNo topó con vos.
miento de regente hecho por D. Carlos por recaer en
Marcha D. Carlos á Aragón y Cataluña para exigir un extranjero, declaró también nulo el del Consejo, y
de sus Cortes fuertes tributos, que no sin dificultad
abolió los ayuntamientos perpetuos.
le otorgan; va luego á Valencia, donde se los niegan,
Reunido el Consejo en Valladolid con el cardenal
y hasta rechazan los poderes con que habla investido regente, determinó enviar al ferez alcalde Ronquillo
á su preceptor, el cardenal Antonio de ütrech. Ape- para castigar el levantamiento de Segovia, ciudad en
nas ha vuelto á Castilla, decide partir á Alemania á que había sido arrastrado el procurador Tordesillas por
coronarse emperador, cargo para que le habla elegido haber votado, contra el expreso mandato de su ciudad,
la dieta de Francfort. Resuelve antes exigir de los su- los subsidios que D. Carlos había pedido en las Corfridos castellanos un nuevo tributo que le permita pre- tes de la Coruña; pero sus fuerzas fueron batidas en el
sentarse en Alemania con grande esplendidez, y con Espinar por las tropas de Padilla y Zapata. Entonces
este objeto torna á convocar las Cortes, eligiendo para el Consejo mandó al capitán general Fontseca que sasu reunión la ciudad de Santiago de Galicia, resolu- case la artillería que en Medina del Campo había reción que apura el sufrimiento de los castellanos por unido Cibneros y destruyese á Segovia. Medina se nehaberse escogido, en vez de un pueblo en tierra llana gó á entregar los cañones, diciendo que no debía ser
DISCURSO
PRONUNCIADO POB D. ENBIliUE RODRÍGUEZ SOLÍS EN BL CENTBO
MADRID 7 DE NOVIEMBRE DE 1891
maltratada Segovia sin razón y sin ser oída, y no era
servicio del rey destruir las ciudades. Resistió Medina
con el mayor heroísmo el horroroso incendio que para vencer su altivez ordenó Ronquillo, incendio en que
se consumieron todas las ricas mercaderías que ge hallaban ahnacen&das para su célebre feria y desaparecieron más de 400 casas.
Tan pronto como Segovia supo el desastre de Medina, dirigió á los medineses una notable carta de
agradecimiento en que había las siguientes sentidas
frases:
«Nuestro Señor nos sea testigo que, pues Medina se
perdió por Segovia, ó de Segovia no quedará memoria
ó vengará la su injuria á Medina. >
Adriano y los consejeros, al ver perdida su autoridad, recordaron que cerca de ellos, encerrada en Tordesillas hacía más de quince años, se hallaba la reina
doña Juana, más como prisionera que como enferma;
y á ella apelaron para que restaurase sus poderes y
firmase algunas provisiones. Lo habrían tal vez conseguido si Padilla y Bravo, por orden de la Santa Junta, no se hubiesen apoderado de Tordesillas, y no se
hubiesen presentado á doña Juana, que los recibió con j
benevolencia y agasajo, diciéndoles:
I
—«Mientras yo pueda remediar eficazmente los
males de que os quejáis, proseguid haciendo todo lo
que convenga al bien público. >
Instalada la Santa Junta en Tordesillas, Padilla, en
nombre suyo, se dirigió á Valladolid, donde fué recibido en triunfo; prendió á algunos consejeros, tomó
el sello real, y dejó en libertad á Adriano, por respeto á su alta dignidad, y porque le pareció que sólo
no era temible; en nuestro concepto error lamentable.
Al saber D. Carlos que la nobleza apoyaba el levantamiento popular de las ciudades, se humilló ante los
mismos que poco antes había despreciado, y nombró
por gobernadores al almirante de Castilla y al condestable, y por capitán general al conde de Haro, exhortando á la nobleza á defenderse contra las pretensio
nes de los Comuneros, y al clero á predicar al pueblo
el amor al rey.
Por su parte la Santa Junta, perdiendo un tiempo
precioso, y encerrándose en una estrecha y mezquina
legalidad, envió á D. Carlos su célebre Memorial de
agravios: y entre tanto los nuevos gobernadores levantaron gentes, trajeron tropas de Navarra y dinero de
Portugal, entró el condestable en Burgos y ofreció privilegios á la ciudad, siempre que ésta abandonase la
causa popular, y el cardenal Adriano completó en
Rioseco el Consejo, mientras el conde de Haro iba
juntando un fuerte ejército en la villa de Melgar.
Presos los diputados que se envió á Alemania con
el Memorial de agravios, vióse obligada la Junta á tomar fuertes medidas para oponerse á los poderes reunidos del trono y la nobleza. A su enérgico llamamiento,
veinte mil hombres se colocaron bajo las banderas
populares, veinte mil hombres que habrían, seguramente, triunfado, llevando al frente á Padilla, ídolo
del pueblo y de los soldados, pero no capitaneados por
el noble D. Pedro Girón, á quien la Santa Junta tuvo
la debilidad de nombrar capitán general, siendo hombre que había abrazado la causa de las Comunidades
sólo por odio personal al Emperador. Padilla se vio
obligado á retirarse á Toledo, desde cuya ciudad lloró
la muerte de SMS valientes y sufridas tropas.
Girón se presenta con el ejército comunero en Villabraxima, y todos los historiadores convienen en que
aquí comenzaron los imperiales á entretener á los populares con falsos tratos de paz, añadiendo que si Girón, con los diecisiete mil hombres que llevaba á sus
órdenes, mandados por Laso de la Vega, Pimentel,
Maldonado, el hijo del cardenal Mendoza, Ulloa, Luna
y Figueroa, ataca á los imperiales en Rioseco, la victoria habría sido suya y el triunfo de las Comunidades
tan completo como decisivo. Como albergaba ya
en su pecho la traición, se trasladó á Villalpando, á
fin de tomar,—dijo,—cuarteles de invierno. Al saberlo
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