.CONTRATOS BANCARIOS. 1. Concepto. Instrumento jurídico para desarrollar la actividad bancaria y la obtención de fondos ajenos. Debe su nombre a los bancos o entidades de crédito. Banco: empresa, siempre S.A., que tiene por objeto y como actividad típica y habitual recibir fondos del público, en forma de depósitos, y prestar o ceder dichos fondos a otras personas. Por todo ello recibe remuneración a través de plusvalías e intereses. 2. Cuentas corrientes bancarias. Concepto y distinción de figuras afines. La expresión cuenta corriente no posee un significado univoco en la práctica comercial española. Se utiliza con referencia a la situación en que se encuentran dos comerciantes ligados por relaciones continuadas de negocio de las que surgen prestaciones dinerarias cuya realización se dispensan mutuamente, sustituyéndola por el pago diferido del saldo que a favor de cualquiera de ellos resulte al termino de un plazo señalados (cierre cuenta), fijándose en dicho saldo las partidas o remesas anotadas en la cuenta. En mecanismo de la CC, otrora entre los comerciantes debido a las ventajas económicas que la concesión de crédito comportaba, se ve superado actualmente por fórmulas más seguras, como el descuento bancario. En nuestros días, la CC se encuentra relegada a ámbitos muy concretos de la actividad mercantil. Como figura negocial atípica, la jurisprudencia ha definido el contrato de CC como aquel contrato mercantil por el que dos personas, acuerdan temporalmente concederse crédito recíproco, en el sentido de quedar obligadas ambas partes a ir sentado en cuenta sus remesas mutuas, como partidas de cargo y abono, sin exigirse el pago inmediato, sino el saldo resultante de una liquidación por diferencial al ser aquella cerrada en la fecha convenida. Sin embargo, en el ámbito bancario la CC ha encontrado el escenario operativo más apropiado para su desarrollo como soporte contable en el que se anotan los cargos y abonos producidos en la ejecución de otras operaciones bancarias. Por otra parte en la CC bancaria, no se aprecia esa recíproca concesión de crédito que singulariza al contrato de CC mercantil por cuanto en aquella es presunto esencial la concesión unilateral de crédito, de la entidad bancaria al cliente o viceversa, según que la operación principal sea de activo o de pasivo. Mayores reparos deben oponerse a la concepción autónoma de la CC bancaria respecto de esas operaciones bancarias a las que presta infraestructura contable. Esta parece no encontrar un apoyo suficiente en la práctica bancaria española, que la sigue configurando como un pacto accesorio de determinadas operaciones, a pesar de que algunas pólizas incorporen la expresión CC. Cuestión diferente es que, la cuenta funciones autónomamente respecto de la operación que generó la disponibilidad de fondos, de tal forma que aparezcan como un instrumento adecuado para reflejar los movimientos de fondos producidos por cualquier transacción económica y para facilitar el cumplimiento de las obligaciones dinerarias con cargo al saldo disponible. Régimen jurídico y clases de cuentas bancarias. La CC bancaria no está regulada en el Derecho español. Su régimen jurídico se desprende del inserto en el formulario de condiciones generales que se presenta a la firma del cliente. Para la apertura de una CC bancaria se exige que su titular disfrute de la capacidad general para celebrar contratos y contraer válidamente obligaciones. Esta apertura lleva consigo la asignación del llamado Código Cuenta Cliente (CCC), identificativo, no sólo de la cuenta, sino también de la entidad y sucursal donde se encuentra abierta y cuya utilización por los clientes bancarios. Las cuentas corrientes pueden clasificarse: Cuentas individuales o colectivas, según sean abiertas por una sola persona, física o jurídica, o a nombre de dos o más titulares. Entre las de titularidad múltiple, se denominan indistintas las cuentas colectivas en las que cada uno de los titulares indistintos puede operar con la cuenta sin la concurrencia o el beneplácito de los demás cotitulares. El origen remoto de esta práctica bancaria parece encontrarse en la idea de facilitar la transmisión mortis causa de las sumas existentes en la cuenta que, al fallecimiento de uno de los cotitulares, son retiradas por alguno de los cotitulares supérstite (familia, pariente, heredero,..) como si de fondos se trataran, con el propósito de eludir el pago del correspondiente impuesto sucesorio. La apertura y mantenimiento de la CC bancaria en forma indistinta implican que cualquiera de sus titulares ostenta frente al banco depositario facultades dispositivas del saldo que arroje la cuenta, pero no determina la existencia de una situación de condominio sobre dicho saldo, ya que esto ha de venir determinado por las relaciones internas entre los titulares. Este criterio es el que maneja nuestra jurisprudencia en relación con los fondos depositados en cuenta indistinta procedentes de uno de los titulares fallecido para reivindicarlos de quien los retiró indebidamente, atribuir su propiedad a los herederos y privar de participación alguna a los demás cotitulares. Para salvar cualquier tipo de responsabilidad a su cargo, las entidades de crédito suelen recoger en los formularios de concisiones generales, la obligación de sus herederos y de los restantes cotitulares de comunicar a la entidad otras obligaciones que les incumban. Por el contrario, se denominan conjuntas o mancomunadas aquellas cuentas colectivas abiertas a nombre de dos o más personas, cuyas firmas son indispensables para realizar cualquier disposición de fondos. El contrato suele incluir una cláusula especial en la que se establece la responsabilidad solidaria de los titulares por cualquier situación de descubierto que pueda presentar la cuenta. Cuentas inmovilizadas y abandonadas. Son cuentas simplemente inmovilizadas aquellas que no presentan anotaciones de cargos y abonos, salvo los correspondientes intereses, comisiones, etc…, mientras que se presumen abandonadas cuando el periodo de inmovilizado supera los 4 o 5 años. Si transcurridos 20 años desde el último apunte que no corresponda a intereses o gastos de liquidación, los saldos se transforman en bienes abandonados y se transfieren al Estado. 3. Depósitos bancarios de dinero. Concepto y naturaleza jurídica. El depósito de dinero constituye la operación bancaria pasiva por excelencia. En su virtud, el cliente entrega al banco una determinada suma de dinero para usarla en provecho propio y con la obligación de devolver otro tanto. En esa facultad de disposición atribuida a la entidad radica la singularidad de la operación en el ámbito bancario, de ahí que se califique como una modalidad irregular de depósito. Para otros autores, cuando el depositario tiene permiso para usar las cosas depositadas, el negocio jurídico sería préstamo. En este sentido, el art. 309 C. de c., reclama la aplicación de las reglas propias del préstamo mercantil; de la comisión o del contrato, que en sustitución del depósito se hubiere celebrado. Esta interpretación no puede admitirse, porque esas facultades dispositivas no son contradictorias con el deber de custodia que asume el banco si se tiene en cuenta la especial diligencia que se exige a las entidades bancarias en su actuación profesional para que, tengan asegurada los clientes la disponibilidad de los fondos depositados, hasta un límite máximo por cliente y depósito, de los riesgos de insolvencia de la entidad depositaria. El depósito irregular de dinero pertenece a la categoría de los contratos reales. Se trata de un contrato unilateral en el que solo surgen obligaciones de cargo de la entidad depositaria, por un lado la de restituir las cantidades recibidas y por otro la de abonar los intereses correspondientes. Clases. Atendiendo al grado de disponibilidad de los fondos, se distinguen los depósitos a la vista y a plazo fijo. En el primer caso, para facilitar la disposición del saldo, la entidad entrega al cliente un talonario de cheques o de pagarés, con la obligación de devolver los no utilizados en el momento de cancelar la cuenta. Los cheques o pagarés habrán de estar firmados por el titular o por una persona distinta siempre que tenga firma autorizada, cotejándose con las registradas en una cartulina que conserva la entidad. El cliente está obligado a comunicar a la entidad bancaria, el extravío o sustracción del talonario El banco, está obligado a atender las órdenes de pago que el titular de la cuenta le dirija, siempre que existan fondos suficientes en la cuenta de cargo. Asimismo, al tratarse de una operación bancaria pasiva, la entidad satisface al cliente unas cantidades periódicas, que remuneran la utilización de ese capital ajeno depositado en sus oficinas. Dentro de los depósitos a la vista, deben distinguirse los que se encuentran vinculados a una cuenta corriente con un completo servicio de caja y aquellos documentados en libretas o cartillas de ahorro. ☻ En los depósitos en cuenta corriente los movimientos de fondos, tienen su reflejo en la contabilidad interna de la entidad bancaria ☻ En los depósitos instrumentados en libretas de ahorro, cada movimiento de fondos produce una doble anotación contable, una en la contabilidad del banco y otra en la libreta que se entrega al cliente. Una tercera especialidad es la posibilidad de admitir descubiertos en la cuenta: en los depósitos de cuenta corriente, es práctica común la de tolerar la realización de adeudos en cuenta pese a carecer de saldo o ser éste insuficiente, por el contrario, en las libretas de ahorro la posibilidad de quedar en descubierto es menos frecuente, al no admitirse rebasar el importe del saldo que presente la libreta, exceptuando los casos en los que el recibo este domiciliado. Pero en ambos casos el titular de la libreta está obligado a reintegrar el saldo deudor. En las hipótesis de imposiciones a plazo fijo la asimilación del depósito al préstamo presenta más sólidos argumentos en a medida en que la obligación fundamental del banco consiste en la retribución temporánea de la suma depositada, incrementada con los intereses devengados y minorada con las comisiones y demás gastos repercutibles. Los depósitos a plazo fijo se incorporan a unos títulos de legitimación nominativos, también llamados libretas, que tienen carácter personal e intransferible. 4. Préstamo bancario. Concepto y notas características. El cliente se obliga a devolver al banco una suma de dinero determinada, junto a los intereses y demás gastos, en los plazos y condiciones pactadas. Aunque el préstamo pueda recaer sobre otras cosas distintas al dinero, la operación de préstamo bancario es la que tiene por objeto una cantidad cierta de dinero. El préstamo bancario de dinero se incluye dentro de la categoría de los contratos reales. En la práctica bancaria, la entrega del dinero se sustituye por el abono de su importe en una cuenta abierta al prestatario de tal manera que el apunte no se efectúe en la fecha de formalización de la operación. La concesión del préstamo lleva implícita la apertura de una cuenta de control (cuenta de cargo) cuya primera partida se refiere al importe del principal prestado, deducidos ya las comisiones y gastos devengados por la formalización. La formalización de los préstamos bancarios suele realizarse en un documento público, ya sea en póliza intervenida por corredor de comercio o colegiado o ya sea en escritura pública. Contenido. El contenido de los contratos de préstamo bancario recoge únicamente las obligaciones a cargo del cliente entre las que principalmente consiste en devolver al banco las cantidades recibidas. La devolución del capital prestado puede realizarse de una sola vez o en plazos sucesivos. En ocasiones, el banco concede un periodo de carencia. Dicha carencia puede extenderse también a los intereses de tal forma que una vez terminado el plazo, se iniciará la amortización del préstamo y el abono de los intereses al banco. También suele contemplarse la posibilidad que se adelante el momento de cumplimiento de esta obligación (pago anticipado). Tratándose de operaciones de crédito al consumo, las cantidades a pagar por dicho concepto están sujetas a límites máximos del 1,5 y del 3% sobre el capital reembolsado anticipadamente, según se complete o no en el contrato la modificación del coste del crédito. Por obligación del principio normalista esta obligación debe considerarse extinguida devolviendo el prestatario la misma cantidad de dinero que recibió, aunque su valor real sea diferente al que la moneda tenía en el momento de su entrega al prestatario. El beneficio económico del préstamo lo percibe el banco a través de los intereses y de la comisión de apertura. Los intereses remuneran el uso y disfrute temporal de unos capitales ajenos mientras que la comisión de apertura representa el premio que se abona al banco por la concesión del préstamo. La comisión de apertura se gira sobre el importe total del préstamo y es satisfecha por el cliente en el momento de la formalización de la operación. No deben confundirse los interés ordinarios con las cantidades que ingresan las entidades prestamistas en concepto de interese moratorios o de demora. Estos últimos tienen carácter indemnizatorio por incumplimiento de una obligación. El tipo de interés puede permanecer fijo durante toda la vigencia de la operación o variar conforme a las variaciones que experimente un tipo llamado de referencia previsto expresamente en el contrato. La duración del préstamo y el comportamiento más o menos estable del precio del dinero constituyen algunos de los factores determinantes para elegir una u otra fórmula. La técnica del interés variable permite ir adecuando en cada momento el tipo aplicado a las tasas reales del precio del dinero en el mercado. Para ello, la duración prevista del contrato se divide en varios periodos mensuales o múltiplos del mes, en cada uno de los cuales se aplica un tipo fijo. Al vencimiento de cada periodo de interés, se revisa el tipo a aplicar en el siguiente. El tipo de interés vigente en cada periodo está compuesto por un tipo de referencia al que se añade, según la calidad y solvencia del prestatario. Para no verse afectado por ninguna prohibición legal, los tipos de referencia han de ser objetivos, de tal modo que en su fijación no intervenga, la entidad prestamista. En los prestamos de duración determinada no serán tachables de abusivas, las cláusulas por las que la entidad prestamista se reservara la facultad de modificar el tipo de interés aplicable cuando éste se encuentre referenciado a un índice legal y en el propio contrato se describa el modo de variación, o siempre que la entidad prestamista se obligue a informar de ello a los otros contratantes. Por otro lado, en los contratos de duración indeterminada, serán válidas las modificaciones de las condiciones realizadas por la entidad de crédito, siempre que el consumidor sea informado con antelación y éste tenga facultad de resolver el contrato. Extinción y vencimiento anticipado. El contrato de préstamo bancario se extingue por el cumplimiento regular de las obligaciones de pago a cargo del prestatario. Sin embargo, la falta de pago desencadena el vencimiento anticipado de la relación obligatoria y la consiguiente exigibilidad de las cantidades adeudadas por el prestatario. Las pólizas de préstamo suelen incluir otras causas de vencimiento anticipado de la operación (falseamiento de datos contables tomados por el banco para la concesión del préstamo, traba de embargo sobre sus bienes, etc,…) circunstancias, que no implican necesariamente incumplimiento de las obligaciones dinerarias, derivadas del préstamo. La concurrencia de estas causas, calificadas como incumplimientos técnicos o cruzados facultan a la entidad para denunciar el contrato y exigir el reembolso de las sumas que, por capital, intereses y otros gastos, le adeude el prestatario. El fundamento jurídico de esta estipulación residiría en la disminución de la solvencia del deudor y la consiguiente pérdida del plazo. Cuando el prestatario es un consumidor, la cláusula de vencimiento anticipado podrá ser reputada abusiva y por tanto, nula, si el contrato no atribuye también al consumidor idéntica facultad de darlo por finalizado antes del plazo pactado. 5. Apertura de crédito. Concepto, función económica y naturaleza jurídica. Por este contrato, el banco acreditante se obliga a poner a disposición del cliente una suma de dinero, que el acreditado utilizará en el momento y en la cuantía que necesite. La apertura de crédito cumple una función muy destacada como fórmula habitual de financiación empresarial. Frente a la rigidez del préstamo, la apertura de crédito es un instrumento que permite adaptarse con facilidad a las necesidades de tesorería que vaya experimentado el acreditado ya que la suma concedida puede ser objeto de uno o varios actos, aplicándose los intereses sobre las cantidades efectivamente retiradas y no sobre el límite máximo del crédito concedido. La apertura de crédito está mencionada en el art. 175.7º C. de c., pero carece de una regulación legal. Se trata de un contrato consensual y bilateral. La apertura de crédito es un contrato autónomo, de naturaleza jurídica distinta, porque los actos de utilización pueden no consistir en la entrega de dinero acreditado. La obligación fundamental del banco consiste en poner a disposición del cliente el crédito concedido. Háyase o no producido ésta, el cliente se obliga a abonar al banco una comisión de apertura girada sobre el límite de crédito concedido. En algunas operaciones, la disposición efectiva de los fondos puede no ser inmediata a la preceptiva solicitud del cliente. Esta se conoce en el lenguaje bancario como crédito-subasta. Si el cliente ha hecho uso del crédito abierto, surgen a su cargo una serie de obligaciones. Está obligado a la devolución al termino del contratos, bien: ☻ Una sola vez a la finalización del contrato. ☻ Mediante amortizaciones parciales a lo largo de su duración. El cliente tiene que abonar los intereses devengados por las sumas retiradas mientras que por las cantidades no dispuestas, suele girarse una comisión de no disponibilidad para compensar al banco por el mantenimiento de los recursos. Clases. La cuenta corriente de crédito permite aplicar el conocido mecanismo de la cuenta corriente a esta operación, anotándose tanto los distintos actos que efectúe el cliente como los de reintegro que disminuyen el saldo deudor. Cuando el saldo deudor rebasa el límite máximo de crédito concedido, se produce una situación de excedido, que se traduce en el percibo de unos intereses más altos. En ocasiones, esta forma de instrumentar la operación permite que las cantidades reembolsadas puedan ser nuevamente retiradas por el cliente hasta la finalización del período de disposición. Los créditos de granita personal o real. A este pertenecerían las operaciones de crédito garantizadas con hipoteca máximo del límite del crédito, porque la finca hipotecada responde del importe máximo del límite del crédito. También es frecuente la pignoración de pólizas de seguros de vida y de saldos de libretas de ahorro o de imposiciones a plazo fijo para cubrir el riesgo de incumplimiento de las obligaciones del cliente acreditado. Extinción y liquidación. Son causas de extinción las comunes a todos los contratos como la muerte, insolvencia, disolución de la sociedad, el transcurso del plazo pactado o la falta de plazo, la denuncia unilateral. La falta de pago provoca asimismo la cancelación anticipada del crédito y el cierre de la cuenta. Si la reclamación judicial realizada por la vía de ejecución dineraria, surge el problema de la determinación de la cantidad líquida por la que despachará el juez la ejecución. En las operaciones bancarias activas, las frecuentes fluctuaciones del saldo que resulta del asentamiento contable de cada una de las disposiciones y reposiciones de fondos realizadas por el cliente explican que la cantidad adeudada, cuando el contrato se resuelve, no coincida con el importe inicial de la financiación. 6. Descuento bancario. Concepto, función económica y forma jurídica. El descuento comercial puede definirse como aquella operación bancaria por la que el banco descontante, anticipa al cliente el importe de un crédito no cencido que ostenta frente a un tercero, una vez deducidos los intereses correspondientes. El descuento supone, la cesión del crédito descontado a la entidad bancaria que, puede reclamarlo legítimamente del tercero a su vencimiento. En términos económicos, puede decirse que el descuento bancario es un instrumento que permite a los empresarios obtener una liquidez inmediata. Aunque en el descuento se adviertan atributos que son típicos de otros contratos como el préstamo y la cesión de créditos, estamos ante un negocio jurídico atípico y complejo. Clases. En el descuento cambiario, se distinguen entre descuento comercial y descuento financiero. ☻ Descuento Comercial: tiene como presupuesto la existencia de una operación comercial, de la que surge una obligación de pago cuyo aplazamiento se documenta en una letra de cambio o en un pagaré. Ello implica que, en los supuestos de letras comerciales, la entidad descontante exija al cliente que acredite la realidad de la operación subyacente aportando documento de su existencia. Las letras llamadas comerciales suelen incorporar la suscripción cambiaria del librado, aceptando el mandato de pago, sin que la cesión del crédito cambiario operado lleve consigo la del crédito extracambiario de provisión que requiere de una cláusula especial inserta en el propio título. ☻ Las letras financieras o de caución, no tienen como antecedente una relación crediticia constituida sino que, se utilizan como alternativa. En el descuento financiero la garantía de la operación descansa no sólo en la solvencia del cliente, sino en la mayor seguridad de cobro. No deben confundirse con las letras de colusión o de peloteo en las que existe una clara intención de fraude por parte del cliente. El descuento bancario puede realizarse como operación aislada o integrarse dentro de una línea de descuento, ya que el banco se compromete a admitir la negociación de los efectos que le sean presentados por su cliente. Suelen instrumentarse en una cuenta corriente, destinada a reflejar todos los movimientos de fondos que se produzcan. El límite de descuento concedido va reponiéndose conforme venzan y sean cobrados los efectos incluidos en cada remesa. El beneficio económico que la operación de descuento supone para el banco procede de los intereses aplicados, admitiéndose la posibilidad de fijar un tipo global cualquiera que fueren las características del papel.