Ramón del Valle-Inclán, Jardín umbrío y "El miedo" Publicado por M. Díez en Espéculo nº 33 "Este que veis aquí, de rostro español y quevedesco, de negra guedeja y luenga barba, soy yo: Don Ramón María del Valle-Inclán. Estuvo el comienzo de mi vida lleno de riesgos y azares. Fui hermano converso en un monasterio de cartujos, y soldado en tierras de la Nueva España. Una vida como la de aquellos segundones hidalgos que se enganchaban en los tercios de Italia por buscar lances de amor, de espada y de fortuna. Como los capitanes de entonces, tengo una divisa, y esa divisa es como yo, orgullosa y resignada: «Desdeñar a los demás y no amarse a sí mismo.» Así comienza su fabulosa autobiografía Valle-Inclán, "el gran don Ramón, de las barbas de chivo", como le llamó Rubén Darío. Y es necesario subrayar, ya desde el principio de esta semblanza, que el escritor gallego, en el empeño total de dedicación y entrega a una vocación literaria que condiciona toda su existencia, siempre hizo de sí mismo un personaje fantástico, como si fuera la principal figura, la más teatral de su obra literaria. Nacido en Villanueva de Arosa (Pontevedra), el 29 de octubre de 1866, hizo sus primeros estudios en Pontevedra y Santiago de Compostela; después comenzó la carrera de Derecho, que no le interesaba en absoluto y que abandonó enseguida para convertirse en un autodidacto nutrido de variadas y copiosas lecturas, y dotado, además, de una especial sensibilidad para conocer y absorber la realidad que le circundaba. Lleno de ensueños y deseoso de aventuras, viajó a México, en donde comenzó a desarrollar su vocación literaria con colaboraciones periodísticas y en donde conoció las nuevas corrientes estéticas que comenzaban a desarrollarse en la América hispana a partir de la publicación de Azul (1888) de Rubén Darío. Acceder al artículo 1/1