LA PRIMERA OCUPACIÓN DEL CONTINENTE EUROPEO

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LA PRIMERA OCUPACIÓN DEL CONTINENTE EUROPEO:
ALGUNOS DEBATES SOBRE LA DETECCIÓN DE MOVIMIENTOS
HUMANOS
Robert Sala Ramos
Isidro Toro Moyano
Las más recientes revisiones de los fósiles de Homo antecessor de Atapuerca en
el contexto eurasiático sitúan su filogénesis en relación directa con Asia y el pool que se
origina en Dmanisi, en contra de las anteriores propuestas hipotéticas que lo situaban en
una descendencia procedente directamente de África. Por otro lado, a partir de esta
nueva línea de investigación y del descubrimiento más reciente de nuevos fósiles
humanos de 1,3 millones de años en el yacimiento de la Sima del Elefante, también en
el complejo de Atapuerca, se propone un origen distinto, por un lado, para la primitiva
ocupación de Eurasia durante el Pleistoceno inferior y por otro para la humanidad
europea de Pleistoceno medio. Por último, una nueva revisión de los fósiles de
Pleistoceno medio europeo propone, además, la posible convivencia de distintos linajes
humanos en el Pleistoceno medio europeo. Esto (re)abre en el debate arqueológico (1) la
cuestión de la continuidad ocupacional; (2) la continuidad evolutiva entre el Modo 1 y
el Modo 2 europeos; y (3), y más destacado, una cuestión en torno a la identificación de
una coexistencia de linajes y de formas culturales asociadas. Este último argumento es
el que debe dirigir toda la pesquisa en el sentido de situar las capacidades de la
arqueología para debatir y resolver este tipo de asuntos. En definitiva, debemos
cuestionarnos si esa coexistencia es una hipótesis soluble y, por lo tanto, aceptable en
arqueología. Lo mismo ocurre en el caso de decidir entre una hipótesis de continuidad
de Modo 1 a Modo 2 en Europa y otra de ruptura con una introducción desde África de
nuevas poblaciones humanas aportadoras de un Modo 2 que acabaría por hacer
desaparecer los linajes primitivos.
1. ¿Tiene la tecnología de 1,3 millones de años de Europa occidental un
parentesco con los conjuntos asiáticos? ¿O bien se relaciona directamente con África?
La ocupación humana en Asia arranca con el yacimiento de Dmanisi con más de 1.8
millones de años de antigüedad. La tecnología que se observa en él corresponde a un
estadio primitivo del Modo 1, con una dominancia de la talla ortogonal con tendencia
poliédrica y presencia de talla sobre yunque. Todo ello destinado a la obtención de
pequeñas lascas cuyos bordes cortantes definen el objetivo de esta tecnología. Aunque
el objetivo es univariante, las fórmulas para obtenerlo, como señalamos, son algo
diversas. Este es el registro más antiguo con presencia humana indudable fuera de
África. No podemos, de todas formas, olvidar Riwat y Pabbi Hills, dos yacimientos en
Pakistán con industria también de Modo 1 pero cuya propuesta cronológica en torno a
los 2 millones de años no ha terminado de aceptarse. A partir de este punto, los
conjuntos para los que se ha propuesto una datación anterior al millón de años presentan
industria de Modo 2. El yacimiento de Modo 2 por excelencia en el Pleistoceno inferior
asiático es Ubeidiya en el extremo norte del Rift Valley, con una fecha en torno a 1,4
millones de años. Más recientemente se han datado dos nuevos yacimientos en Asia
meridional. Situados en el subcontinente indio, Isampur y, sobre todo, Attirampakkam
han sido datados en 1,27 ± 0,17 millones de años y en 1,51 ± 0.07 millones de años
respectivamente. A pesar de que se trata de registros cuyas dataciones han recibido
contestación, estos dos sitios indios ofrecen dataciones coherentes y una muy primitiva
expansión del Modo 2.
Asia presenta, pues, una multiplicidad de modos técnicos que, como veremos,
Europa no registra hasta el inicio del Pleistoceno medio y durante el Pleistoceno inferior
no tenemos nada más que registros de Modo 1. Por lo que respecta al período anterior al
millón de años, los yacimientos clave en Europa son la cuenca de Baza, con los dos
sitios de Orce, Barranco León y Fuente Nueva 3 y los dos registros en cueva del
complejo de Atapuerca: Sima del Elefante y Gran Dolina. Más allá de la península
Ibérica hay que contar con el sistema kárstico de Pirro Nord, el sitio de borde de mar de
Montepoggiolo, con aproximadamente 1,4 y 1, 1 millones de años respectivamente,
ambos en Italia, y los sitios franceses de Pont-de-Lavaud y de Lézignan-la-Cèbe, con
fechas de 1,1 y de 1,4 millones de años, muy discutida la última de ellas. De entre todos
ellos los que contienen un registro más amplio y mejor referenciado en secuencias
estratigráficas son los dos conjuntos hispanos mientras que el de Pont-de-Lavaud, en
una secuencia fluvial y sin paleontología asociada, tiene un registro técnico muy amplio.
Por lo que se refiere a la industria, la secuencia inferior tanto de Sima del Elefante como
de Gran Dolina, a pesar de su extraordinario registro paleontológico y de fósiles
humanos, presentan un registro lítico reducido que permite poner de manifiesto la
preponderancia de los métodos ortogonales de talla, la utilización poco selectiva de la
materia prima presente en el entorno, muy variada en el caso de Atapuerca. Por lo que
se refiere a Pont-de-Lavaud, el conjunto está especializado en la explotación del cuarzo
con un método de talla bipolar. Los yacimientos de Orce, quizá por su situación
ecológica, presentan una mayor diversidad que los anteriores, con la descripción de la
talla bipolar y la ortogonal en el mismo nivel y la presencia de núcleos ortogonales que
conllevan la aparición de morfologías poliédricas típicas de la región del Rift, tanto
africano como asiático y del Magreb, representadas por el yacimiento de Ain Hanech.
La selección de materias primas en este caso es bimodal: sílex y caliza, con un cierto
sesgo hacia los poliedros y grandes objetos elaborados en caliza y el resto en sílex. En
todos los casos, a pesar de la diversidad de métodos de talla, el objetivo es único: la
obtención de pequeñas lascas de borde cortante. En Orce detectamos igualmente la
preparación de grandes objetos cuya característica principal es su peso.
No tenemos multiplicidad en el Pleistoceno inferior europeo que, eso sí, muestra
una buena diversidad. Por último, debemos fijarnos en que las dataciones de la
ocupación humana de Modo 1 en el Pleistoceno inferior europeo son todas muy
posteriores a la introducción de la humanidad en Asia, a través de Dmanisi, y muy
próximas, o completamente coetáneas, a la introducción de las primeras formas de
Modo 2 en ese continente. De esta forma, realmente Europa parece relacionarse con la
más primitiva ocupación de Asia y no tanto con la de su propia época temporal.
Tomando en conjunto Eurasia vemos coexistencia de los dos modos técnicos
diversificados en grandes regiones, ya que mientras la introducción del Modo 2 en Asia
corresponde al Pleistoceno inferior no es así en Europa donde más acá de la frontera del
millón de años seguimos teniendo numerosos yacimientos con restos de Modo 1 y no es
hasta hace 0,6 millones de años cuando vemos los primeros sitios con Modo 2. Así en la
fase final del Pleistoceno inferior aparecen también un buen número de sitios con restos
de ocupación antrópica de Modo 1 tanto en Francia, como España sin olvidar lo que ha
sido la mejor noticia de los últimos años, como es el descubrimiento de ocupación
humana de Modo 1 en el Pleistoceno inferior de Gran Bretaña.
Es cierto que esta convivencia se da quizá también en espacios más pequeños,
como en el caso de Israel donde, junto al Modo 2 inicial de Ubeidiya, seguimos
teniendo conjuntos de Modo 1 como el de Bizat Ruhama.
2. ¿Existe una tendencia evolutiva del Modo 1 en dirección al Modo 2 propia de
Europa? O ¿tiene el Modo 2 europeo primitivo un grado de evolución incompatible con
esa tendencia propia?
En este punto sólo las grandes secuencias pueden aportarnos una buena pauta de
conocimiento. El conjunto de TD6 en la cueva de la Gran Dolina, de Pleistoceno
inferior final, con 0,8 millones de años de antigüedad nos permite observar que sigue
dominando la talla ortogonal, con muy poca presencia de otras estrategias. A pesar de
ello, tenemos por primera vez la gestión de grandes núcleos de sílex neógeno. Muy
probablemente la gestión de los bloques de esta variedad de roca, que tienen unas
dimensiones que llegan a un metro en su eje mayor, requiera la puesta a punto de una
cadena operativa más larga para obtener resultados eficientes. Esto no obstante, la
mencionada cadena operativa no comporta búsqueda y obtención de grandes formatos
estandarizados típicos del Modo 2. El Pleistoceno inferior final en Europa mantiene,
pues, la diversidad típica de la fase anterior con esta ligera tendencia evolutiva, a la que
hay que sumar un mayor número de objetos retocados para obtener morfologías y
características especiales del borde, como es la denticulación.
En el campo de la selección de materias primas sigue dominando una selección
no direccionada, con un gran abanico de rocas utilizadas, incluyendo una buena
presencia de caliza y cuarzo. Esto entra en franca contradicción con lo que se observa
para el Modo 2 de Pleistoceno medio del mismo conjunto de Atapuerca. En la cueva de
la Galería se ha descrito un Modo 2, con grandes objetos configurados y estandarizados
realizados sobre todo en cuarcita, sílex neógeno y algo de cuarzo, mientras que la base
de la obtención de los objetos cortantes se realiza sobre sílex neógeno. Este sesgo no se
da en la fase final del Pleistoceno inferior, mostrando un cambio drástico.
Las fechas de la Galería de Atapuerca son de Pleistoceno medio avanzado. Para
buscar el Modo 2 más antiguo de Europa hay que contar con la cueva del Aragó en
Francia y Notarchirico en Italia, ambos con una fecha que ronda los 0,6 millones de
años. La distancia cronológica con el Modo 2 descrito en Asia es grande. También lo es
la distancia técnica: el Modo 2 de Europa presenta unas características muy
evolucionadas que lo alejan de Ubeidiya y también lo alejan de la tecnología del final
del Pleistoceno inferior de la propia Europa, de forma que la tesis de una evolución in
situ no parece defendible. En cambio, las características de esos dos conjuntos europeos
les acercan a otro registro israelí: Gesher Benot Ya’aqov (GBY), con 0,8 millones de
años. No tenemos datos para una evolución al Modo 2 en Europa y tampoco una
relación de este Modo 2 con el más primitivo de Asia sino probablemente con una
salida más reciente del continente africano, de finales de Pleistoceno inferior e inicios
del medio, implicando a yacimientos como Olorgesailie además del ya citado de GBY.
Una última cuestión debe ser abordada referente al acceso del Modo 2 a Europa: ¿qué
importancia tiene el hecho de que en España abunden los hendedores, una herramienta
muy poco representada fuera de la península Ibérica? Este criterio se ha usado a menudo
para señalar una posible relación directa de la península con el Magreb. Sin embargo
ningún dato paleontológico ni ningún otro en el campo de la tecnología, a parte del ya
indicado, permiten ahondar en esta cuestión. Seguimos sin tener una respuesta adecuada
y satisfactoria a este hecho, más allá de indicar que también aparecen estas
herramientas, aunque poco frecuentes, en yacimientos del sur de Francia.
2b. ¿Existe una discontinuidad ocupacional de Pleistoceno inferior a Pleistoceno
medio en Europa?
Es muy necesario hallar secuencias que nos permitan evaluar en condiciones el
tránsito del Pleistoceno inferior al medio con presencia de ocupaciones humanas. La
Gran Dolina de Atapuerca es una de las pocas que lo permiten. En ella se da una buena
continuidad de registro geológico y paleontológico entre ambas fases, con restos
faunísticos en diversos niveles que cubren este espacio cronológico. En cambio no se ha
hallado aún ningún resto de actividad antrópica en un nivel tan rico en fauna como TD8
para una datación que ronda los 0,6 millones de años y que podría corresponder al
acceso del Modo 2 a la región.
Este hecho puede hacer pensar en un vacío de ocupación humana, dado el buen
registro paleontológico. Sin embargo en ese momento otros puntos de Europa sí tienen
registro antrópico. ¿Hubo discontinuidad en Atapuerca? ¿Son suficientes los datos de
qué disponemos? No parece haber un auténtico vacío pero hay que reforzar el hecho de
que a un lado y otro de este pretendido vacío cambia completamente el registro técnico.
Ambos datos refuerzan la idea de una discontinuidad. Sin embargo, consideremos por
un momento que no hubiera un vacío poblacional y, en cambio, sí estamos en
condiciones de indicar que el Modo 2 europeo no tiene origen en una evolución en
nuestro continente. Ambos datos coordinados nos llevarían a plantear la siguiente
cuestión: una convivencia de distintas formas técnicas y ecológicas en el Pleistoceno
medio europeo igual que ya ha sido planteada para los linajes filogenéticos.
3. ¿Detecta la arqueología una convivencia de distintas formas de
comportamiento técnico, ecológico y económico durante el Pleistoceno medio europeo?
Es decir ¿podemos aceptar y resolver esta cuestión?
Por supuesto una buena resolución de esa fase temporal a la que nos referíamos,
con una persistencia de las formas primitivas justo hasta el momento de la introducción
del Modo 2, realmente ayudaría a concluir la discusión. Sería, junto a ello necesario
describir formas técnicas y ecológicas propias de cada uno de los linajes después de la
llegada del Modo 2. De momento el problema es la falta de resolución y el hecho de que
los dos linajes planteados desde la paleoantropología corresponden a yacimientos que
comparten el mismo modo técnico: el Modo 2. Aún así, el Pleistoceno medio, por lo
que respecta a la tecnología, es muy variado, con diversas formas técnicas, basadas en
general todas en la talla centrípeta, de manera que deben atribuirse mejor a una
diversidad dentro del Modo 2. Parece como si, en este aspecto, si realmente hubo una
convivencia de linajes esta se dio junto a una homogeneidad técnica que debería
relacionarse con una aculturación del linaje primitivo. Todo ello está aún por resolver.
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