Sábado 12.02.11 EL DIARIO VASCO 81 EL CINE ESPAÑOL FLOJEA EN CASA Y SACA PECHO EN EL EXTRANJERO ÍÑIGO CREE QUE CANTAR EN INGLÉSLula NOS AYUDARÍA charla con A GANAR un niño EUROVISIÓN durante P86 P94 la V Diferentes, pero iguales Bajitos, gordos, feos, raros... discriminar ya no va a ser tan fácil 82 Sábado 12.02.11 EL DIARIO VASCO V DIFERENTES, PERO IGUALES Un organismo velará para que ser feo, estar gorda, medir metro y medio o tener tics no sea objeto de discriminación laboral. Una ley castigará las agresiones a la dignidad de las personas por su físico, enfermedad u orientación sexual :: ISABEL F. BARBADILLO :: FOTOS: SALVADOR SALAS, JOSÉ RAMÓN LADRA, GABRIEL VILLAMIL, IOSU ONAINDIA Y JOAQUÍN PAÑEDA E n España discriminar sale gratis, pero con la nueva ley no será tan fácil», declara más que convencido el catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Valladolid, Fernando Rey, uno de los artífices de la futura Ley Integral de Igualdad de Trato y no Discriminación. En la reciente presentación del anteproyecto, la ministra Leire Pajín ya asumía que iba a generar debate social. Y político. Esperanza Aguirre se quejó de inmediato del afán regulador del Gobierno y respondió con ironía: «Dentro de poco nos van a decir qué tenemos que hacer en nuestro dormitorio con nuestra pareja». También dejaba patente su asombro al comentar: «Van a poner 500.000 euros de multa a los que llamen a otro ‘feo’. Yo no me lo he creído, la verdad», matizó. Es cierto que la futura normativa contempla sanciones desde 60.000 euros hasta el medio millón en caso de «vejaciones graves en los derechos fundamentales de las personas», incluso el cierre de locales o empresas, pero no llegará a pagar tan alto precio una persona que critique el aspecto físico de otra. Ojo, el concepto sí lo tendrá en cuenta la ley. Apariencia física, fealdad, enfermedad, piel oscura o discapacidad no serán objeto de discriminación ni en las administraciones públicas ni en las empresas privadas a la hora de contratar a una persona. De eso se ocupará la Autoridad de Igualdad de Trato, organismo independiente que trabajará en colaboración con una Fiscalía especial para garantizar la igualdad, con potestad sancionadora, y que actuará de oficio si lo considera necesario. Es el aspecto más novedoso de esta ley, que ya existe en otros países de la UE y que equiparará a España con Alemania, Suecia, Holanda o Austria. Algunos expertos dudan de su eficacia, como el profesor de Derecho del Trabajo de la Universidad de Oviedo Iván Antonio Rodríguez Cardo, que califica el propósito de «loable» y advierte de las dificultades de su plasmación práctica, como, según dice, sucedió con Ley de Igualdad de 2007, con actuaciones que derivaron en «superficiales –mayor abundancia del lenguaje neutro, por ejemplo– que no contribuyen a erradicar los problemas». A pesar de las críticas sobre la inconveniencia de la normativa en momentos en los que, a juicio de algunos partidos políticos, deben primar las soluciones para salir del bache económico, el Gobierno defiende su oportunidad y entiende que es una normativa «muy esperada» para avanzar en la lucha con- tra la discriminación y «más necesaria que nunca en estos tiempos de crisis donde los derechos de las personas y grupos más vulnerables se pueden ver más afectados», opina la directora general para la Igualdad en el Empleo y contra la Discriminación, Carmen Navarro. La Carta Magna ya recoge que los españoles somos iguales ante la ley sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social, según establece el artículo 14. El futuro texto legislativo se adapta a las directrices de la Unión Europea y mantiene esos conceptos, a los que añade la orientación o identidad sexual y la discriminación múltiple o por asociación. Se hace la vista gorda Pero más que reconocer nuevos derechos, lo que pretende la norma es garantizar su ejercicio y crear herramientas para dar cobertura legal a la no discriminación. Porque hasta ahora, reconoce el Ejecutivo, la legislación existente no ha bastado para que las víctimas de discriminación sean resarcidas cuando son rechazadas por su condición étnica, sexual, enfermedad o edad. «Tenemos un kilo o dos de normas, incluso penales, que castigan la discriminación racial, pero no se actúa. Lo importante es que haya garantías procesales, que es lo que pide el modelo europeo, que los procesos sean rápidos», explica el catedrático de Derecho Constitucional. Fernando Rey se asombra de la polémica que ha suscitado la inclusión en el texto de la inversión de la carga de la prueba, porque es un concepto que ya existía. Cuando alguien es discriminado, el que tiene que demostrar que discrimina es el empleador. La presunción de inocencia se refiere al ámbito penal y sancionador, algo que no se cuestiona, pero no en el plano laboral. Si una mujer es despedida por quedarse embarazada y su jefe alega que ha sido por falta de puntualidad, es él quien debe demostrar que no la despide por estar embarazada. La pregunta es si la discriminación campa a sus anchas en España. Los expertos consultados creen que sí, lo que sucede es que se hace la vista gorda y se admite. Muchos anuncios de empresas recomiendan ‘buena presencia’ a los aspirantes a un puesto. Las personas físicamente menos agraciadas o que padezcan obesidad mórbida tienen, de hecho, muchas menos posibilidades de acceder a un empleo, aunque el demandador argumente su recha- Sábado 12.02.11 EL DIARIO VASCO DIFERENTES, PERO IGUALES RUFINO NÚÑEZ TABARES zo por otros motivos. La Policía Nacional aún veta el acceso al Cuerpo a las personas que sufran psoriasis o varices, como si estas enfermedades fueran contagiosas. «Son exigencias ridículas y fuera de lugar», comenta indignado Roberto López Frías, afectado de psoriasis; a la hora de alquilar una vivienda, el propietario se puede fijar en la apariencia física y racial para decir «la tengo ya alquilada». En España no nos consideramos racistas. «No se protesta, porque tenemos la sensibilidad amortiguada, pero se cometen agresiones diarias contra las personas», agrega Rey. Los niños obesos sufren ‘bullyng’ en el colegio y existe discriminación religiosa cuando un barrio se niega a la construcción de una mezquita. También practicarían la discriminación aquellas aseguradoras médicas que negaran una póliza a un cliente enfermo, y los hospitales que rechazasen aplicar tratamientos caros a personas mayores con escasa esperanza de vida. Con la edad a vueltas Policías, miembros de las Fuerzas Armadas y de otros cuerpos de la Administración se han mostrado expectantes ante la ley por los requisitos de una determinada edad para acceder a las oposiciones u otras situaciones, pero la normativa no entra en ello. Los autores del anteproyecto lo debatieron, pero optaron por dejar la decisión a la autoridad pública, al legislador, al estimar que una cosa es discriminar y otra diferenciar. La edad (la antigüedad) es clave para los ascensos en el Ejército, al igual que, a partir de ciertos años, no se puede acceder a las Fuerzas de Seguridad del Estado. Uno de los contenidos más escabrosos de la norma se refiere a la subvenciones a colegios exclusivos para niños o para niñas. El anteproyecto propone la igualdad de trato en el ámbito educativo y refleja que esas escuelas no mixtas no podrán acogerse a la financiación pública, escollo que deberá limarse en el debate parlamentario. La previsión es que la ley entre en vigor en 2013. > Nació en Barbate (Cádiz). 48 años. Casado. Profesión y aficiones. Barrendero en Vélez (Málaga). Arbitra partidos de fútbol, torea y se atreve con el flamenco. Apariencia física. No le importa que algunos se le queden mirando por su peculiar cara. Tiene asumido que es diferente. «Nunca me han llamado feo y si lo han hecho, ha sido con cariño». UN ROSTRO SINGULAR TRANSEXUAL «Nunca me han llamado feo» «Ven mi nombre en la tarjeta y creen que la he robado» Dice que nació en Barbate de Franco, aunque la localidad perdiera el apellido en 1998. Lleva más de media vida barriendo las calles de Vélez (Málaga), actividad a la que suma el arbitraje de partidos de fútbol los domingos, pinitos en las plazas de toros y en los tablaos de flamenco. Pura dinamita: lo dicen sus 55,5 kilos de peso para sus 1,80 metros de altura. «No engordo ni a tiros, pero ni un gramo, siempre peso lo mismo», comenta con asombro, como si esperara que un día, de repente, el cinturón pudiera quedársele un punto estrecho. Su peculiar físico le ha proporcionado tablas en la televisión (‘Esta noche cruzamos el Mississippi?’, entrevistas con Jesús Quintero y Ana Rosa Quintana) y la portada del disco ‘Cuestión de gustos’, de Pignoise. A él le da igual. «Uno es como es. La belleza está por dentro». Su apariencia no le ha acarreado problemas ni discriminación de ningún tipo. «Jamás me han puesto un mote, ni los niños, que a veces son tan dañinos». Hasta le encantan las bromas de sus amigos, como cuando Fernando Hierro, de paseo un día por Vélez junto a Guti y Raúl, le soltó: «¿Eh?, que te miran a ti, no a nosotros». Lo cuenta con la misma gracia que habla de su intrusión en el flamenco. «Canto un poco, sin desmerecer a nadie...», ni, desde luego, al Arcángel, Miguel Poveda, que, a juicio de Rufino, marcará una época. En el otro arte, el del toreo, se jacta de conocer bien a Liria, Ponce o Espartaco. Ese casi medio siglo de vida le ha enseñado que la persona es como un chalé que «se va deteriorando, se le cae la pintura, y si no tiene buenos cimientos, acaba por derrumbarse. Y otra más universal: «¿Quién marca los cánones de belleza, dónde está la vara de medir?». Prefiere no dar su nombre de pila, al que ya no responde y que cambiará en cuanto obtenga la nacionalidad española. Se llama Linda, nacida en Argentina y casada con un español. Ha iniciado los trámites para homologar su título de enfermera y volver a trabajar. Para hacerlo «dignamente», lo mínimo es que «reconozcan mi nombre», clama. En estos momentos, engrosa la lista de espera en la Unidad de Género del Hospital Ramón y Cajal de Madrid para someterse a una operación de cambio de sexo, después de tres años de hormonarse. La cosa va lenta (lleva más de un año esperando), pero la cirugía en una clínica privada le costaría unos 12.000 euros. Linda se define activista de los derechos de los transexuales y ataca a las instituciones: «Si quieren que nos insertemos, que nos pongan herramientas. De lo contrario, la mayoría acaba ejerciendo la prostitución; somos la clase excluida de la democracia», sentencia. Denuncia abiertamente el malestar que siente cuando en la consulta médica de atención primaria la llaman por su nombre de varón. «¿Te imaginas cómo mira la gente, a mí que voy siempre tan arreglada y coqueta porque soy y me siento una mujer?». O peor aun, que la traten como a una delincuente en cualquier centro comercial al entregar la tarjeta con nombre masculino. «Entonces me acusan de fraude y creen que la he robado. Es horrible, no nos pueden discriminar ni excluir de esa manera». Al menos, se siente apoyada por su familia, a quien ha hecho ver que ella nació «en un cuerpo equivocado». LINDA Es argentina. 35 años. Nació varón. Casada desde 2008 con un español. Vive en Madrid. Enfermera. Cirugía. Está en lista de espera en el hospital madrileño Ramón y Cajal para someterse a una operación de cambio de sexo. Discriminación. Afirma que si existiera realmente la integración, la mayoría de transexuales no se dedicarían a la prostitución. V 83 84 Sábado 12.02.11 EL DIARIO VASCO V DIFERENTES, PERO IGUALES CARTERO JUBILADO. MIDE 1,52 DAVID ROJO SIMÓN SALVADOR «Si alguna vez no llegaba a los buzones pegaba saltitos» 1,52 metros de orgullo, amor propio y buen hacer. Así es este cartero, que jura que en sus 35 años de profesión no ha dejado ninguna misiva sin echar en el buzón por ser bajito. Por muy alto que encontrara el panel de casilleros en Bilbao y Valladolid, sus lugares de destino, ninguno se le resistió. «Si no alcanzaba, pegaba saltitos o me ponía algo debajo de los pies, pero las cartas siempre entraban», explica Simón, que ahorra en palabras pero derrocha simpatía y buen carácter, unas virtudes que agradece con años de amistad el grupo de amigos con quien chatea a mediodía y por la tarde por bares del centro de la capital vallisoletana. Tiene tiempo y está jubilado, soltero y sin cargas familiares. Hubiera deseado cumplir el servicio militar. Aunque no fue la talla la responsable de la mala jugada por la que quedó exento, sino su escasa capacidad torácica. «Vamos, que era estrecho de pecho, eso me dijeron. Cosas del Ejército», puntualiza. Pasó dos revisiones en un año, pero su tórax no creció ni un centímetro y se quedó en los 82, a seis de la mínima. Admite que la desventaja con la que más ha lidiado ha sido la ropa, que siempre le de- bían arreglar y cortar. Con los zapatos del 33, sin problemas. Asegura que los venden en muchas tiendas, y no precisamente infantiles. Su pensión de unos 1.100 euros le da para vivir y para comentar, en tono dicharachero, «que «no es oro todo lo que reluce» y que los carteros «no cobran tanto como la gente cree». Simón Salvador aterrizó en Basauri (Vizcaya) a los 20 años. Después de trabajar en la construcción se apuntó a Correos. «Necesitaban gente y yo quería cambiar de oficio». Cuatro años contratado le dieron experiencia para aprobar las oposiciones sin ningún problema. Hubiera deseado casarse y tener hijos. No ha sido por falta de novias, ni por ser pequeñito. «He tenido varias, pero cuando la vida dice que no, es que no». Y punto. Manganeses de la Lampreana (Zamora) es su localidad natal, aunque un tercio de su vida lo ha pasado en Bilbao y otro en Valladolid. 62 años. Soltero. Profesión. Cartero jubilado tras 35 años de vida laboral. Antes fue albañil. Exento del servicio militar no por la baja estatura sino por no dar la medida exigida de la capacidad torácica. «Vamos, por ser estrecho de pecho», aclara. Calza un 33. Madrileño, de 36 años. A los 14 sufrió un accidente en el Instituto por el que se rompió las piernas y empezó a engordar. Vive con su pareja. Pesa 120 kilos pero llegó hasta los 170. Operación. Asfixia, llagas en los tobillos y otras dificultades le convencieron de que tenía que operarse. Lleva un flotador, una especie de balón gástrico, en el estómago. Sábado 12.02.11 EL DIARIO VASCO OBESIDAD «Vivo de mi labia, no de mi cuerpo» David Rojo no tiene pelos en la lengua. «Vivo de mi labia, no de mi cuerpo», que pesa 120 kilos. De profesión comercial, todo hay que decirlo. Cuando hace unos años alcanzó los 170 kilos y empezó a sufrir incomodidades, como la de no caber en el asiento de los aviones, decidió operarse. Sin embargo, no fueron los complejos los que le condujeron al quirófano, sino las consecuencias de la obesidad: úlceras en los tobillos, varices, problemas de circulación o sudores. Empezó a engordar tras partirse las piernas en el instituto y estar postrado en cama seis meses. La báscula empezó a dispararse, hasta que hace unos años le practicaron un ‘banding gástrico’ y le colocaron una especie de brida en el estómago. Bajó hasta los cien kilos, con la mala suerte de que un trauma cerebral le obligó a abrir de nuevo el ‘banding’ para digerir las pastillas. Ganó otros 20. Ahora ha vuelto a cerrarse ese singular flotador. A David, excampeón de España de dardos electrónicos, no le gusta hablar de discriminación. «El empresario puede exigir una buena presencia a los empleados, y que te diga que por muy gordo que seas no lleves a trabajar el traje de tu abuelo. Otra cosa es que los obesos se automarginen». David vende cursos gratuitos para formación de empleados. Los tiempos le favorecen. «De momento», apostilla. DIFERENTES, PERO IGUALES V ROBERTO LÓPEZ FRÍAS Nació hace 37 años en Vitoria. Soltero. Consultor informático. Padece psoriasis en un grado leve y moderado, en cuero cabelludo y pliegues de piernas y brazos, detrás de las orejas y en las uñas. Temor. Aún hay gente que piensa que esta enfermedad es contagiosa y rehúye a las personas que tienen el cuerpo cubierto de escamas. PSORIASIS «Si vas a la piscina, algunos te temen» No porque tenga psoriasis se siente «afortunado», sino porque la sufre en menor medida que otros «que pasan por un infierno». Su enfermedad no le impide ejercer de informático en el Parque Tecnológico de Vitoria. Roberto López Frías sabe que muchos afectados lo ocultan en las entrevistas de trabajo. «Aunque oficialmente digan que no, estoy seguro de que quien presente rojeces o escamas en las manos, tiene menos posibilidades que otro de obtener un empleo, sobre todo si es de cara al público», lo que le parece «manifiestamente injusto». La psoriasis no se contagia. A él se la detectaron a los 10 años, época en la que lo pasó mal. «Vete a la piscina y enseña las manchas, algunos te temen». Con la edad los brotes aumentan –condicionados a factores psicológicos y medioambientales–, aunque también surgen nuevos productos que la alivian. Algunas personas se inyectan dos o tres veces al mes y están limpios, sin placas. Son inyecciones muy caras –entran por la Seguridad Social– a las que optan quienes peor lo pasan, personas que llegan a estar encamadas debido a la abundancia de llagas y que asumen los efectos secundarios del daño que pueden producir en órganos internos. Socio de Acción Psoriasis, se ha concienciado de la importancia de una patología ‘maldita’ que requiere permanente cura y paciencia. «Hace dos años tiré todos los medicamentos. Me hidrato con aloe vera y me lavo la cabeza con derivados del alquitrán cuando me salen las manchas. Me va fenomenal». ADRIANA CARNERO Nace en Gijón. 19 años. El síndrome de Tourette se lo detectaron a los 8 años. Muchos gestos con brazos y piernas y tics que no podía controlar. Los compañeros de clase se reían y los profesores pensaban que solo quería llamar la atención. Sufrió un verdadero calvario. Investigación. Cursa 2º de Bachillerato. Estudiará Psicología y se especializará en su enfermedad «para ayudar a los niños que la padecen». TICS EN CABEZA, BRAZOS Y PIERNAS «Esperaban a que repitiera cualquier gesto para reírse» «Muchos profesores no son conscientes de la enfermedad». Es el lamento de Adriana Carnero, joven gijonense de 19 años que ha padecido en sus carnes la ignorancia de los docentes y la burla de los compañeros de aula. Un psicólogo le detectó la enfermedad llamada el ‘síndrome de Tourette’: trastorno neurológico que se manifiesta en repetidos tics difícilmente controlables y asociados a obsesiones compulsivas. «Tenía tics leves que me asociaban con manías. Agitaba la cabeza y brazos y hacía movimientos bruscos y rápidos que no podía controlar». Sufrió un tremendo acoso escolar. Hubo profesores que creían que solo pretendía llamar la atención y compañeros que esperaban a que repitiera cualquier gesto para reírse. «Lo pasé muy mal, pero bueno, eran unos ‘guajes’», dice en tono condescendiente. Adriana piensa que ahora se detecta antes la enfermedad y que el profesorado la conoce mejor, pero nadie le quita los años en los que cada día llegaba a casa llorando con ganas de no volver al colegio, lo que influyó en sus estudios. Hasta los 16 años los especialistas no hallaron la medicación conveniente. Ahora se controla, ya no se lava las manos cada diez minutos con jabón por tocar cualquier objeto del exterior, ni comprueba si ha cerrado la puerta cada poco tiempo. «Al madurar he aprendido a controlar. Ya no me importa tanto lo que piense la gente, cuento con el apoyo de mi familia y de mis amigos», relata con calma, sabiendo que es una enfermedad crónica. 85