Nuestra Señora de los Pueyos de Alcañiz (Teruel)

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NUESTRA SEÑORA DE LOS PUEYOS
DE ALCAÑIZ (TERUEL)
CARMEN ALEJOS
Sobre un hermoso paisaje que tiene como alfombra la frondosa vega, a
dos kilómetros del río Guadalope, se levanta el Santuario de la Virgen de
Pueyos, que se encuentra en la ciudad de Alcañiz, capital del Bajo Aragón, y
es testimonio de una veneración mariana de antigua tradición. Está situado
sobre un altozano, fuera de la población, al noreste, desde el que se divisan
Castelserás, Torrevelilla, las alturas de Valdealgorfa, con su ermita de Santa
Bárbara, San José de Belmonte y los altos puertos de Beceite, límite con
Cataluña y Valencia, la sierra de Palomita, Tolocha de Calanda, etc.
Al Santuario se accede por una larga rampa o aventador, como se le llama
popularmente, con las catorce estaciones del Vía Crucis; tiene las aceras
enlosadas, está empedrada en su centro y una barandilla de piedra. Esta
subida tiene 102 metros de longitud y termina en una amplia explanada
de 900 metros cuadrados, con abundantes cipreses, ante el santuario.
El edificio consta del templo, la vivienda del ermitaño y una casa muy
amplia de dos plantas. Más allá, en el lugar de la aparición, se halla la
primera ermita. Los caminos y campos de alrededor están llenos de olivos,
cuyo aceite se utilizaba antiguamente “en las lámparas de Nuestra Señora”
(Faci, p. 43).
Probablemente el documento más antiguo que recoge la historia de esta
advocación es La Thesorera, descubierta i vengada de las injurias del tiempo1,
escrita en 1704 por el Dominico Pedro Juan Zapater (1634?-1720). Según
relata él mismo, en 1654 encontró en la librería del convento dominico de
1. El texto que hemos utilizado es una transcripción hecha por un particular. La descripción
que nos interesa se halla en los capítulos 18, 19 y 20 de la obra. Según Taboada, estaba
previsto editar la obra de Zapater en 1707 por el Ayuntamiento de Alcañiz, pero la guerra
de Sucesión lo impidió. “La obra se encuentra en la Academia de la Historia, copiada en
el tomo 9º de la colección de manuscritos de don Joaquín Traggia”, cfr. Mesa Revuelta,
Establecimiento Tipográfico la Derecha, Zaragoza 1898, p. 8.
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Santa Lucía, un cuaderno con apuntes escritos a mano del también dominico
fray Tomás Ramón que recogían “memorias y apuntaciones de algunas
antigüedades memorables y curiosas de la insigne ciudad de Alcañiz, su
patria y mía”. A su vez eran copia, en parte, de un antiguo manuscrito de
Alonso Gutiérrez, doctor en ambos derechos (civil y canónico) que vivió en
Alcañiz hacia 1540.
Zapater es el que da información más detallada hasta 1704; los autores
posteriores tendrán en cuenta la obra del dominico pero la completarán con
otros documentos descubiertos y aportando las novedades sucedidas en torno al
Santuario, hasta la fecha en que escriben. Los más importantes son: fray Roque
Alberto Faci2 (1684-1744), que en 1739, publicó Aragón, reyno de Christo y dote de
María Santísima3; Nicolás Sancho (1801-1883) que, en 1860 escribió Descripción
histórica, artística, detallada y circunstanciada de la ciudad de Alcañiz y sus afueras4;
2. La Codoñera (Teruel) 1684 - Zaragoza 1774. Se formó filosófica y teológicamente en el
Colegio Universitario de San José de Zaragoza. Obtuvo el doctorado y el título de Maestro
en Teología. Fue prior en Alcañiz, gran predicador, Examinador Sinodal del Obispado de
Albarracín, dos veces Rector del Colegio Universitario de San José, y Regente de Estudios
y Custodio de su provincia de Aragón. Pasó casi toda su vida en el citado Colegio. Se le
atribuyen unas 52 obras, casi siempre temas carmelitanos. La lista completa puede verse en
R. M. López Melús, VII Centenario del Carmelo en Zaragoza, Zaragoza 1991, pp. 193-194.
Su obra más famosa es Aragón Reyno de Christo y dote de María Santísima, con más de mil
páginas de gran tamaño y apiñado texto, que se puede considerar todo un monumento a la
religiosidad popular de Aragón. (Cfr. R. M. López Malús (O.C.), Cuatro siglos del Carmen
en Alcañiz, 1603-2003, Ayuntamiento de Alcañiz, Alcañiz 2004, pp. 124-125).
3. Aragón, Reyno de Christo, y dote de María SS.ma fundado sobre la columna immobil de Nuestra
Señora en su Ciudad de Zaragoza. Aumentado con las apariciones de la santa Cruz, santísimos
Mysterios, Milagros del Santísimo Sacramento, Imágenes singulares de Christo Nuestro Señor, y con
las Aparecidas, Halladas, Antiguas, y Milagrosas de Nuestra Señora en el mismo Reyno. Publica
su historia el M.R.P.M.Fr. Roque Alberto Faci, del Orden de Nuestra Señora del Carmen
[…]. Algunas Imágenes van en el suplemento de la primera y segunda parte porque o
no llegaron a tiempo o no estaban completas sus noticias. Dedícala a N.ra S.ra del Pilar,
venerada en su augusta Ciudad de Zaragoza. Con privilegio: en Zaragoza en la oficina
de Joseph Fort, enfrente del Colegio de S. Vicente Ferrer. Año 1739 (Fondo Antiguo de
la Universidad de Navarra, signatura FA 140.210). En 1979 la Diputación General de
Aragón publicó una reimpresión facsímil de las ediciones de 1739 y 1750, con ocasión de
los Congresos Mariano y Mariológico Internacionales celebrados en Zaragoza en 1979. Las
páginas dedicadas a la Virgen de Pueyos están en la parte segunda de la obra, pp. 41-44.
4. Imprenta de Ulpiano Huerta, Alcañiz 1860, Apéndices a la sección segunda, pp. 127-134.
Nicolás Sancho era Prior del Real Monasterio de Rueda de la Orden de San Bernardo. Sobre
la obra de Sancho puede consultarse una reseña de ese mismo año, de 20 páginas realizada
por D. Hevia, Descripción histórica de Alcañiz, Establecimiento tipográfico de A. Vicente,
Madrid 1860, en Biblioteca General de Navarra, Signatura: Cª 62/3313.
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y en 1898, el notario Eduardo Jesús Taboada5 daba a luz Mesa Revuelta.
Apuntes de Alcañiz6.
La tradición cuenta que en el siglo XII, poco después de la primera
Reconquista de la Ciudad (alrededor de 1119), la Virgen se apareció a
un pastor, y según Zapater éste fue a la ciudad a decir “que su majestad
soberana tenía gusto de ser vecina suya y coterránea y que así le edificasen
casa y habitación en aquel puesto donde gustaba ser venerada, sirviéndoles
de amparo, refugio y consuelo en todas sus necesidades”. Así pues, los
alcañizanos llevaron a la ciudad la escultura que encontró el pastor, donde se
le rindió homenaje en la iglesia de Santa María la Mayor7; pero al día siguiente
la imagen había desaparecido y fue hallada en el lugar de la aparición. Según
Gaspar Bono y Serrano, el rey don Alfonso I el Batallador aconsejó a don
Pedro Librana, primer obispo de Zaragoza, que esta vez portasen la imagen
con una procesión solemne8, ya que quizá “la santa imagen se había vuelto
aquella noche a su monte, y creyendo había sido por la poca veneración y
devoción con que había sido traída, y pareciéndoles juntamente que podría
ser más venerada y asistida dentro de la ciudad y en su iglesia que en un
monte desierto por tenerla más a mano para poderla visitar más a menudo
5. Alcañiz 1865 - Zaragoza 1938. Se licenció, en 1886 por la Universidad de Zaragoza, en
Derecho civil y canónico. Fue registrador de la Propiedad interino, abogado fiscal sustituto
y síndico del Ayuntamiento, en Alcañiz, desde 1888 a 1892, ganando, en este último año,
la plaza de notario en Alagón para pasar luego a Alcañiz y, en 1930, a Zaragoza. Su gran
preocupación social por su tierra se manifestó en el establecimiento, en su finca de Cantagallos,
de una especie de escuela agropecuaria dedicada al estudio de la producción de carne, miel y
seda, en la actuación, humanitaria y heroica, durante la epidemia de cólera, en la realización
de la gran campaña pro conmemoración de la batalla de Alcañiz durante la guerra de la
Independencia. Fue presidente del Casino Artístico, del Sindicato Agrícola y fundador de la
Asociación de Labradores, en Alcañiz. Fundador del semanario humorístico El Enano, de la
revista bimensual agrícola La Comarca, y de la revista Alcañiz pro conmemoración de los Sitios.
Escribió: El arte del buen labrador, Biografía de Gaspar Bono Serrano y del General Blake, Sobre el
pantano de Santolea, Pro ferrocarril de Val de Zafán a San Carlos de la Rápita, Conferencia sobre las
conclusiones del Congreso de Riegos, celebrado en Zaragoza, Alocución pronunciada como mantenedor
de los Juegos Florales, y, sobre todo, Mesa Revuelta. Apuntes de Alcañiz (1898), la obra que le dio
renombre de historiador.
6. Establecimiento Tipográfico la Derecha, Zaragoza 1898, pp. 26-32. Reeditada en 1969 y 2009.
7. Sobre la historia multisecular de esta iglesia, después Colegiata vid. Taboada, o.c., pp. 61-82;
Mª T. Thomson Llisterri, Iglesia de Santa María la Mayor. Textos y documentación, Centro de
Estudios Bajoaragoneses, Alcañiz 2006.
8. Taboada, o.c., p. 29, nota 5.
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por la devoción que ya le habían cobrado, ordenaron una devota procesión
que se encaminó al dicho monte donde hallaron la sagrada imagen en el
mismo sitio de antes. Diéronla su humildes tiernas quexas amorosas de
su no pensada ausencia, pidiéronle postrados perdón de su inadvertencia e
imprudente devoción en haberla llevado con tan poca decencia” (Zapater). Y es
que los vecinos deseaban “tenerla más cerca de sus casas, para frecuentarla
con más presteza” (Faci, p. 42). Sin embargo, la imagen volvió a desaparecer
y, en consecuencia, se decidió construir una ermita en el cerro donde tuvo
lugar la aparición9; ermita que, reconstruida, todavía se conserva hoy en el
mismo lugar.
Primero se le llamó Virgen del Monte Sión, después Virgen de los tres
Pueyos por haberse aparecido en un monte que tiene tres cabezos; hoy se le
denomina Virgen de Pueyos.
La primera ermita que se levantó era sencilla, de piedra arenisca, y según
cuenta la tradición fue construida por el mismo pastor que la encontró y ahí
se le rindió culto por espacio de cien años. Ya en el siglo XIII se levantó un
nuevo templo de cara a la ciudad, que “se hallaba de sur a norte; medía sobre
144 pies cuadrados; se emplearon magníficos sillares, algunos de 5 varas
aragonesas”. La devoción había arraigado tanto que algunos fieles dejaban
en el testamento sus posesiones para el culto. Por ejemplo “en el año 1384
un vecino de La Codoñera dejó fondos para acrecer y mejorar el edificio;
se hicieron las obras de oriente a poniente, tomando 80 pies de terreno;
levantáronse arcos de tres puntos, y por cariño se respetó la fábrica antigua”
(Taboada, p. 27).
Siglos más tarde, en 1649, se tiene constancia de que un matrimonio
(Vicente de Thomas y Ana López), que había recibido muchos beneficios de
la Virgen, hizo una generosa donación que permitió enriquecer el templo y
fundar una capellanía de cuatro misas semanales, “dotándola de renta perpetua
bastante a entregar cuatro sueldos por celebración” (Taboada, p. 27).
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Camarín de Nuestra Señora de los Pueyos.
9. En la Iglesia de Santa María, hay una capilla dedicada a la Virgen de Pueyos.
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Desde el primer momento se acudió a la Virgen de Pueyos en momentos
difíciles. Por ejemplo, tras la Concordia de Alcañiz, que culminó en el Compromiso
de Caspe, en 1412, en que se eligió rey de Aragón y Cataluña a don Fernando
el Honesto, don Guillén Ramón Alamar de Cerbellón, comendador de Calatrava
en Alcañiz10, “en agradecimiento (y por ventura en cumplimiento de algún voto
por él mismo negocio había hecho)” (Zapater), construyó la primera capilla para
la Virgen de Pueyos dentro de la iglesia; amplió 40 pies de largo la iglesia, y
puso una verja en el segundo arco e hizo un retablo de madera, pintada al estilo
de la época, en cuyo centro estaba el nicho con destino a la escultura aparecida.
En el siglo XVII y según describe Zapater, el templo medía 100 pies
de largo (31 metros aprox.) y 35 de ancho (10 metros aprox.); la capilla
de la Virgen tenía dos enrejados, distante uno de otro 26 pies; a lo largo
del templo había seis altares donde se decía misa y estaban dedicados a
un Crucifijo de bulto, de estatura natural “tan bien acabado y perfecto
que causa mucha devoción y mueve a compasión y penitencia a quien lo
mira y contempla”. Otro a santa Ana, que estaba a cuenta de los zapateros,
curtidores y blanqueros; un tercero “es del glorioso obispo y confesor san
Martín, cuyo altar y fiesta corre por cuenta de la cofradía del señor san Juan
y san Martín, que también es muy antigua y se compone de ciudadanos
mercaderes y labradores”. El cuarto estaba dedicado a san Jerónimo; el
quinto a san Benito y santa Escolástica; y el sexto a la Virgen de la Leche.
Tenía dos sacristías con suficientes ornamentos tanto para los altares
como para la sagrada imagen. Tenía frontales de todos los colores con una
colgadura de damasco para la capilla de la Virgen; 14 manticos para la
sagrada Imagen y para el niño Jesús; con tres coronas de plata para el niño
y tres para la madre; siete casullas de diversos colores y materias; y un terno
de damasco blanco. Cálices de plata blanca y dos de bronce sobredorado
con copas y patenas de plata. Seis albas; amitos, cíngulos, cubrecálices,
corporales, bolsas y toallas, y manteles y lo suficiente. Y con algunos floreros,
palmas, candeleros y otros muchos aderezos para el servicio de la Virgen y
de la iglesia. También se había construido una casa para el ermitaño, y en el
camino de subida ya estaba “el calvario con sus armitillas de piedra”.
10. Sobre la Orden de Calatrava y el Castillo-Convento de Alcañiz que data del siglo XII, véase
Taboada, o.c., pp. 83-98.
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Como se aprecia, la vida de la ciudad estaba estrechamente unida a la del
Santuario, en donde había gran actividad. De hecho, el crecimiento de la
ciudad y la afluencia de visitantes a la Virgen hizo necesario que en 1752 “se
ensanch[ara] el camino a Nuestra Señora de Pueyos”, junto con otras obras
de ampliación de caminos que se realizaron en la población11.
Después de la Guerra de Independencia, en que el cerro de Pueyos tuvo
una importancia relevante, como señalaremos más adelante, se realizó de
nuevo una importante reforma en el interior del templo por el alcañizano
Tomás Llovet12, que es la que perduró, probablemente, hasta la guerra civil.
Nicolás Sancho y Eduardo Taboada describen tanto las aportaciones de
Llovet como el resto de la iglesia que no fue reformado13.
Durante la guerra civil, el Santuario fue utilizado como cárcel de mujeres.
Una vez finalizada ésta, la reconstrucción formó parte del proyecto de la
Dirección General de regiones devastadas y reparaciones14 en que se restauró
el Santuario, mejorando algunas partes y adecuándolas al gusto de la época.
El edificio constaba, y consta, de dos partes: la anterior y planta baja donde
se halla la Ermita propiamente dicha, y la posterior y segunda planta, que es
11. Noticias memorables de la ciudad de Alcañiz, manuscrito de 1760, encontrado en el Fondo
Antiguo de la Universidad de Navarra, Signatura: FA 140352 (68) fol. 6r. El documento
consta de 7 folios, no tiene autor, y narra la historia de la ciudad desde el siglo VI al XVIII.
Es el último documento de un conjunto de 68 escritos, todos ellos impresos menos el citado
manuscrito, sobre diversos temas que pertenecían a la biblioteca del Barón de Valdeolivos.
A principios del siglo XIX la ciudad tenía alrededor de 7.000 habitantes.
12. Nacido en Alcañiz en 1770, fue uno de los primeros discípulos que tuvo la Academia de San
Luis de Zaragoza, que le concedió el nombramiento de Individuo de Mérito con fecha 6 de
julio de 1794, por su trabajo en medio relieve en barro “El sacrificio de Isaac”, que se conserva
en el Museo provincial de Zaragoza. Director de dicha Academia y Profesor de escultura hasta
su muerte, en 1848. Entre sus obras destacan las realizadas en la Colegiata de Alcañiz (en
gran parte destruidas en la guerra civil), las mejoras de la ermita de Pueyos; los retablos de la
iglesias de Maella y Mazaleón, también desaparecidos; el retablo y estatua del “Ecce Homo”
en la parroquia de San Felipe, de Zaragoza; y otros que hizo para la iglesia del Pilar, como los
“pasos” que la Hermandad de la Sangre de Cristo, la “Hiel”, el “Ecce Homo”, etc. Pero su obra
principal fue la fuente monumental de Neptuno. Su última obra fue un san Esteban para la
iglesia de Irún (Cfr. Joaquín Buñuel Lizana, pbro., Galería de alcañizanos ilustres y de destacadas
personas populares, Talleres editoriales del Noticiero, Zaragoza 1959, pp. 173-175).
13. Una descripción detallada la iglesia en N. Sancho, o.c., pp. 128-131, que recoge, también
Taboada en o.c., pp. 27-28.
14. Reforma en la ermita de Nuestra Señora de los Pueyos, de Alcañiz, en “Reconstrucción”, Revista de
la Dirección General de regiones devastadas y reparaciones, enero 1944, nº 39, pp. 33-38.
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la casa con locales que ha tenido diversos usos. Esta parte posterior y segunda
planta que existe en la actualidad es de finales del siglo XVIII - principios del
XIX, y la reconstrucción posterior a la guerra civil se realizó con vistas a una
guardería infantil del Auxilio Social, pero en realidad desde agosto de 1944 se
utilizó como Casa de ejercicios y entre 1971 y 1974 como Hospital Comarcal.
La talla de la Virgen que existe actualmente no es la original. Tampoco
se sabe si la descrita en 1739 es la primera que se hizo ni si es la que fue
destruida en la guerra civil.
El Padre Faci la describía del siguiente modo: “Es la S. Imagen de madera: su
rostro, y el del SS. Niño es hermosísimo: lo restante de la S. Imagen tiene nada
de arte, de colores, sí y mucho pero todo se oculta con los preciosos Manticos, que
la devoción ha ofrecido a su Patrona: es alta la S. Imagen unos cinco palmos: está
como sentada, aunque vestida con Manticos, parece estar en pie: era morena, como
otras antiguas15, pero quien tuvo por fealdad ese color, estuvo impaciente hasta
ver su S. rostro encarnado de nuevo: esta diligencia pudieron hacer algunos, que
menos píos, han enterrado algunas Imágenes, en quienes notaron alguna fealdad y
no supieron suplirla con el arte de la devoción. Tiene N.Sa. al SS. Niño en su brazo
izquierdo, y el Niño sustenta con su siniestra en orbe, su diestra se oculta con su
Mantico: la diestra de N.Sa. en postura de tener algún pomo; aunque hoy no lo
tiene, si bien suele la devoción ligar a ella algunas flores; pero no está con ademán
de dar la bendición, como se ve en su Imagen abierta en bronce, porque esta acción
debió fingirla devoto el buril, y no debía” (Faci, pp. 42-43).
Imagen que debía ser la misma en 1898 ya que Taboada da una
descripción semejante, y que probablemente fue destruida durante la guerra
civil ya que la talla de la Virgen que existe en la actualidad fue realizada
por los Salesianos después de la guerra; también la talla que se venera en la
ermita vieja fue tallada después del 39 y es la que aparece en las fotografías
realizadas en 1944 durante la reconstrucción de la Ermita16.
15. Según Zapater la imagen era morena de rostro, como lo eran todas las aparecidas: “Presúmese ser
de las que los cristianos escondieron y ocultaron en grutas y cuevas cuando se perdió España y por
recelo y temor no diesen en manos de los moros y los maltratasen como tenían de costumbre. Y
por ventura, en aquel mismo puesto, entre aquellos peñascos, la habían los cristianos escondido.
Donde se dignó, después de pasada aquella fea borrasca, de volverse a aparecer para tornar a ser de
nuevo venerada de los mismos ergavicenses, como antes de la pérdida de España lo había sido”.
16. Reforma en la ermita de Nuestra Señora de los Pueyos, de Alcañiz, o.c., p. 36.
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Nuestra Señora de los Pueyos.
La devoción a la Virgen de Pueyos es pública. En efecto, según la tradición,
hubo pronto una Cofradía “bajo la invocación de esta S. Imagen, pero se
instituyó de nuevo, la que hoy es célebre, por Bulla de N.SS.P. Clemente XI,
dada en Roma en 8 de julio de 1712. Celebra fiesta de su Patrona en el día
9 de septiembre, con Indulgencia Plenaria concedida a sus Cofrades y otras,
que confían por su Santuario. Hay aquí fundada también una Congregación
de Eclesiásticos, con leyes muy proporcionadas, para que N.Sa. tenga siempre
Capellanes muy devotos. Capellán particular de esta S. Imagen, y que resida
en su Casa, hasta hoy no hay; pero son muchas las Misas, que en él se fundan
cada día, con cuyo motivo jamás faltan en su Altar; antes casi todos los días
son muchas, por preciarse de Capellanes suyos, todos los Eclesiásticos de la
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Ciudad de Alcañiz, así Seculares, como regulares; y especialmente van el día
Sábado, en que es Altar Privilegiado, el de N.Sa. de los Pueyos, celebrando Misa
por las Almas de los Cofrades” (Faci, pp. 43-44).
Esta cofradía de la Virgen tuvo a su cargo el cuidado y mantenimiento
de la iglesia hasta 1978. Su fin primordial era “fomentar el culto y amor
a la Santísima Virgen en su advocación y Santuario de Pueyos y procurar
con esta devoción salvar las almas”. Ese año de 1978 se comenzó a pedir
la colaboración de los “Quintos y sus esposas” para el mantenimiento y
mejora del Santuario; y el día del Voto es cuando se hace la renovación de
los miembros y se nombran Prior y Subpriores entre aquéllos que alcanzan
ese año la edad de la jubilación (los 65 años). Gracias a esta iniciativa, las
mejoras urbanísticas, arquitectónicas y de todo tipo del Santuario lo hacen
un lugar más agradable para la ingente afluencia que todos los días del año
suben a honrar a la Virgen de Pueyos.
“El día del Voto” se remonta a mediados del siglo XVIII. En aquella
época, las sequías que amenazaban con hacer perder todas las cosechas,
impulsaron a pedir a la Virgen de Pueyos su intercesión. Como relata Zapater
en 1704: “Tiénese por costumbre en las necesidades graves y comunes traer
la sagrada ymagen de la Virgen de los tres Pueyos a la ciudad. Y siempre en
procesión devota y solemne, en hombros de sacerdotes y con asistencia de
todo el cabildo y religiones y colocada en una capilla de su colegial iglesia,
se le hace sus rogativas y novenas todos los días con notable asistencia del
pueblo, hasta que conseguida y alcanzada la gracia, la vuelven agradecidos
a su casa y hermita con la misma y aún mayor solemnidad y devoción y con
muchos festejos y regocigos, nacidos todos a piadoso agradecimiento, que le
tributan sus ciudadanos”.
Faci especifica un poco más: “La primera vez que fue traída en Procesión
General (de las veces que hay memoria) fue en el año de 1699 en 6 de mayo;
era la necesidad de agua, extrema, pero dio copiosas lluvias a sus devotos,
Ciudad y Pueblos vecinos, que la veneraron: la misma veneración se repitió en
17 de abril de 1702 con igual beneficio; en 13 de mayo de 1703 con la misma
experiencia de piedad; en 25 de marzo de 1710. En 14 de mayo de 1713
con universal consuelo. En el mes de mayo de 1730 dio cosecha sin agua. En
el presente de 1737 se ha llevado también la S. Imagen en veneración a la
Colegial, en el día 25 de abril, y se espera el consuelo” (Faci p. 43).
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En 1738, la sequía, que nuevamente asolaba la ciudad de Alcañiz y ponía en
riesgo la pérdida de las cosechas, animó al Ayuntamiento a solicitar que se trajera
la Imagen en procesión general a la Colegiata desde el 20 de abril hasta el 3 de
mayo de 1738; días en que estaba previsto se hiciera un novenario y se predicaran
cuatro sermones17. Sin embargo, en el acta del Ayuntamiento del día 25 se dice:
“en el día de ayer, veinticuatro del corriente, nos socorrió la Virgen Santísima
de los Pueyos con abundante lluvia; con cuyo motivo parece preciso que para su
vuelta a la Ermita se dispongan algunas demostraciones de agradecimiento”. Se
decidió que “padeciéndose en este presente año la necesidad de agua que era bien
notoria y universal en este reino, [...] llovió con tanta abundancia que se puede
esperar una fertilísima cosecha; y que sin embargo de tantos beneficios, por parte
de esta Ciudad no se hace en el discurso del año, demostración alguna de aquella
santa Ermita, en memoria y agradecimiento de los favores recibidos, cuyo descuido
o tibieza es muy notada de muchos devotos y de algunos pueblos comarcanos,
pues en ningún pueblo que haya logrado la dicha de tener una imagen aparecida
de María Santísima, deja de visitarla una vez en el año el Ayuntamiento”. Así
se acordó que “se obligan en nombre de esta Ciudad por sí y sus sucesores, con
voto solemne a ir una vez cada año perpetuamente en procesión General a la
Ermita de Nuestra Señora de Pueyos a dar gracias por el beneficio del agua
recibido (en este presente mes y año); y por los demás favores y beneficios
que aquella santa Imagen ha hecho a esta Ciudad y sus moradores, desde
que milagrosamente se apareció en aquel sitio, y a implorar su patrocinio y
amparo para en adelante” (Acta Municipal del 25 de abril de 1738).
Estas palabras están a la entrada del Santuario y se siguen cumpliendo en
la actualidad con una procesión, presidida por el Ayuntamiento, el último
domingo de mayo, en que se acude en romería al Santuario.
Pero no sólo se ha acudido a la Virgen de Pueyos ante la necesidad de
agua, sino también en muchas ocasiones, como devoción privada, para
pedir curaciones18. Y dan fe de ello los innumerables exvotos que ha habido
17. Actas Municipales, facsímil de las de los días 18, 25, 28, y 30 de abril de 1738, y 10 de abril de
1739, edición a cargo de José Ignacio Micolau, Industrias Gráficas Sansueña, Zaragoza 1985.
18. Taboada recoge la de una joven paralítica (de la época del rey Fernando VI [1746-1759])
que quiso ir a la ermita y se curó. Lo saca de Leyenda de Gaspar Bono, quien atribuye a la
musa del pueblo la siguiente copla: Vivan Cecilia y su madre/porque humildes merecieron/
les concedieran su amparo/Dios y la Virgen de Pueyos, (o.c., pp. 31-32).
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durante muchos años en la parte trasera del camarín de la Virgen, de los
que en la actualidad sólo quedan unos pocos, entre ellos, un capote del
torero Paco Camino. En 1739 se relataba del siguiente modo los beneficios
recibidos por la Virgen: “El Patrocinio de esta S. Imagen no se limita a ésta,
o aquella necesidad; pues en el mar, en la tierra, en la guerra, y en la paz
mostró ser Madre de sus devotos: las victorias, que dio a los que buscaron
su favor, en los conflictos Militares, publican las Banderas pendientes en
su Iglesia: la libertad y vida, con que conservó a los navegantes, dicen las
Galeras y Naves, que se vieron ofrecidas en sus Aras: de la salud en las varias
enfermedades, que afligieron a Alcañiz, hay tanto testimonios, como se ven
en su Capilla Presentallas: en las necesidades tan frecuentes de agua de aquel
País, ha sido el universal consuelo de su Ciudad, y Comarca” (Faci, p. 43).
Así, el día del Voto y el 9 de septiembre, fiesta de la Virgen de los Pueyos,
Patrona de la ciudad, son las dos fiestas más importantes y numerosas. La
fiesta del día 9 está precedida por una Novena, en la que se dedica cada
día a una prerrogativa mariana. Las oraciones propias de la devoción a la
Virgen de Pueyos se recogen en un pequeño folleto en el que se incluyen:
las oraciones para cada día de la Novena; y los Estatutos de la Cofradía de
Nuestra Señora de los Pueyos ambos aprobados por el Obispo de Zaragoza
en 1947; los “Gozos de Nuestra Señora de los Pueyos de Alcañiz”, oración
larga que contiene una rogativa de agua y otra de enfermos, y que data, por lo
menos de 183319; un Vía Crucis e indulgencias aprobadas por Clemente XI el
8 de julio de 1713; y el Himno a la Virgen de Pueyos.
La celebración del día 9 ha sido, y es, la propia de una fiesta popular. En
1880, por ejemplo, la Junta Directiva de la Cofradía decidió que el día de
la Patrona predicara el sermón el Rector del Colegio de las Escuelas Pías;
hubiera danzantes; la Cofradía saliera a las siete de la mañana en procesión,
con pendón, dulzaina y danzantes desde la casa de prior en dirección a la
Ermita donde se tendría la tercia cantada; y que la feria o puestos para
vender se colocasen detrás de la ermita. En 1898, Taboada recoge los festejos
de ese día que eran parecidos: se comenzaba con una procesión, seguida de
19. Es un texto a tres columnas y con orla tipográfica, impreso por una sola cara en una sola
hoja, editado por S. Gervasio [Barcelona]: Imp. de Torras, calle de S. Eusebio núm. 6,
1883. Puede consultarse en la Biblioteca Nacional de España, Sede de Recoletos, Signatura:
VE/1445/448.
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NUESTRA SEÑORA DE LOS PUEYOS DE ALCAÑIZ (TERUEL)
una misa cantada al llegar al cerro y después se bailaban las danzas típicas
de Aragón, acompañadas del tambor y la dulzaina (p. 32).
Otro acontecimiento importante sucedido en los montes en torno al
Santuario, ya sea fortuito o “providencial”, fue la batalla librada contra los
franceses durante la Guerra de Independencia española. De ello da fe el
obelisco construido en 1909, y bendecido por el arzobispo de Zaragoza D. Juan
Soldevila, en conmemoración de dicha batalla en que bajo las órdenes del
General irlandés Joaquín Blake, los soldados auxiliados por el pueblo,
derrotaron el 23 de mayo de 1809 a las tropas francesas comandadas por
el Generalísimo Suchet. Como allí se describe “La increíble serenidad de
nuestros artilleros, aguardando al enemigo sin hacer disparos hasta casi
tocar las bocas de los cañones decidió la victoria a favor de España”. Palabras
que el General Joaquín Blake, el 30 de mayo de 1809, escribía en un parte
de guerra a D. Antonio Cornel20.
Podemos, por tanto, afirmar, pues, que durante 900 años, es decir, desde
el siglo XII al XXI, la devoción a la Virgen de los Pueyos ha permanecido
incólume. Lo muestra tanto el esfuerzo y cariño por enriquecer y ampliar su
templo, como el empeño por reconstruirlo cada vez que ha sido destruido
por las guerras. Pero, sobre todo, lo muestra las continuas visitas que a lo
largo de los siglos ha recibido la Virgen y sigue recibiendo diariamente por
tantas personas que acuden a Ella a verla y a pedirle su intercesión.
Carmen Alejos
Universidad de Navarra
20. Puede verse en “Alcañiz, periódico dedicado a conmemorar la fecha gloriosa de 23 de mayo de
1809”, n. 2, 23 de marzo de 1909, p. 3. En el 2009 con motivo de los 200 años de la batalla
se publicó un facsímil de esa edición de 1909. Vid. la aplicación que hace de esta batalla
a la política española, Pedro J. Ramírez, Así se ganó la batalla de Alcañiz, 25 de enero de
2004, pp. 3-4.
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