S C H E R Z O 25 AÑOS 1985 - 2010 Año XXV - Nº 257 - Noviembre 2010 REVISTA DE MÚSICA Año XXV - Nº 257 - Noviembre 2010 - 7 € DOSIER Gustav Mahler ENCUENTRO Josep Colom ACTUALIDAD Dimitri Mitropoulos Olivier Py referencias Misa en si menor de Bach $/.$1 &' 5$&+0$1,12)) &' '925d. &' 02=$57 &' )$85v &' 0(1'(/662+1 &' INTERIOR PORTADA.indd 1 *5,(* &' %5$+06 &' 5$9(/ &' %((7+29(1 &' 25/10/10 11:42 257-Pliego 1 21/10/10 14:13 Página 1 AÑO XXV - Nº 257 - Noviembre 2010 - 7 € OPINIÓN 2 Morir para vivir: la sinfonía Pablo L. Rodriguez CON NOMBRE PROPIO Reflejos del alma: el lied Asier Vallejo Ugarte David Rodríguez Cerdán Arturo Reverter 8 Olivier Py Desde el podio Bruno Serrou Juan García-Rico 10 AGENDA 14 ACTUALIDAD NACIONAL 34 ACTUALIDAD INTERNACIONAL 44 Juan García-Rico SCHERZO DISCOS 110 REPORTAJE Año Chopin en Polonia Santiago Martín Bermúdez EDUCACIÓN Pedro Sarmiento Pierre Boulez 52 104 Josep Colom 116 118 JAZZ Juan Antonio Llorente Discos del mes 100 ENCUENTROS ENTREVISTA 50 96 Fuente de la modernidad Dimitri Mitropoulos 6 92 Sumario Pablo Sanz 120 LIBROS 122 LA GUÍA 124 CONTRAPUNTO 91 DOSIER Gustav Mahler, 1860-2010 Norman Lebrecht 128 Colaboran en este número: Javier Alfaya, Daniel Álvarez Vázquez, Julio Andrade Malde, Íñigo Arbiza, Emili Blasco, Alfredo Brotons Muñoz, José Antonio Cantón, Patrick Dillon, Pierre Élie Mamou, José Luis Fernández, Fernando Fraga, Germán Gan Quesada, José Antonio García y García, Juan GarcíaRico, José Guerrero Martín, Fernando Herrero, Bernd Hoppe, Paul Korenhof, Norman Lebrecht, Juan Antonio Llorente, Joaquín Martín de Sagarmínaga, Santiago Martín Bermúdez, Josep Pascual, Enrique Martínez Miura, Aurelio Martínez Seco, Blas Matamoro, Juan Carlos Moreno, Antonio Muñoz Molina, Rafael Ortega Basagoiti, Enrique Pérez Adrián, Eduardo Pérez Maseda, Javier Pérez Senz, Paolo Petazzi, Xavier Pujol, Francisco Ramos, Arturo Reverter, Pablo L. Rodríguez, David Rodríguez Cerdán, Justo Romero, Pablo Sanz, Bruno Serrou Carlos Singer, José Luis Téllez, Asier Vallejo Ugarte, Claire Vaquero Williams, Pablo J. Vayón, Juan Manuel Viana, José Luis Vidal, Albert Vilardell, Carlos Vílchez Negrín, Reinmar Wagner. Traducciones: Rafael Banús Irusta y Blas Matamoro (alemán) - Enrique Martínez Miura (italiano) - Barbara McShane (inglés) Juan Manuel Viana (francés) Impreso en papel 100% libre de cloro PRECIO DE LA SUSCRIPCIÓN: por un año (11 Números) España (incluido Canarias) 70 €. Europa: 105 €. EE.UU y Canadá 120 €. Méjico, América Central y del Sur 125 €. Esta revista es miembro de ARCE, Asociación de Revistas Culturales de España, y de CEDRO, Centro Español de Derechos Reprográficos. SCHERZO es una publicación de carácter plural y no pertenece ni está adscrita a ningún organismo público ni privado. La dirección respeta la libertad de expresión de sus colaboradores. Los textos firmados son de exclusiva responsabilidad de los firmantes, no siendo por tanto opinión oficial de la revista. Esta revista ha recibido una ayuda de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas de Ministerio de Cultura para su difusión en bibliotecas, centros culturales y universidades de España, para la totalidad de los números del año. 1 257-Pliego 1 21/10/10 12:29 Página 2 OPINIÓN OPINIÓN EDITORIAL 2 TIEMPO DE MAHLER E l tiempo de Mahler ha llegado antes de lo que él mismo pensaba. El compositor bohemio ha sido asimilado por la sociedad en la que se movió entre dificultades, contradicciones, éxitos y envidias, entrando, al parecer de forma definitiva, en la zona más inamovible de lo que en literatura Harold Bloom llamara el canon occidental. Se suceden los libros sobre él, las grabaciones discográficas lo tienen como uno de sus protagonistas principales y, lo que es más importante, su presencia en las salas de conciertos es constante y ya no produce ese vértigo ante lo desconocido que hacía quejarse a las audiencias de hace sólo veinte o treinta años. Hoy el oyente que se acerca a Mahler parece darse cuenta de que va a escuchar a un contemporáneo, a compartir con él una concepción del mundo, de la cultura y de la vida cotidiana que no le resulta en absoluto ajena, tal vez porque, como Mahler, vive también tiempos de crisis. El destino quiso que las efemérides mahlerianas llegaran seguidas, así que este año recordamos los ciento cincuenta de su nacimiento y el próximo haremos lo propio con los cien de su muerte. Por eso le dedicaremos dos dosieres distintos, el primero el que se incluye en este número y el segundo a lo largo del año próximo. Mahler da para mucho, entre otras cosas porque su vida también dio para mucho. Una vida corta pero intensa situada en el momento crucial en que muere una época y nace otra. ¿Cuál de las dos que chocan en la Europa del cambio de siglo era la suya? Probablemente las dos y en todo caso, la que marca la pluralidad de su realidad propia, desde su origen hasta su muerte, trenzados en su destino los pasos del genio con los del ser humano que sufre y se alegra, que es vencido por la vida mientras la marca con su estar en el mundo. Desde las inconveniencias del propio oficio, Mahler pensaba que el futuro le haría justicia. Hoy, al escuchar su música, comprendemos aquella esperanza mientras, a la vez, no deja de sorprendernos cómo en sólo un siglo haya pasado a pertenecer a la humanidad entera como antes lo hizo la de Beethoven o la de Brahms, sin pasar siquiera por los altibajos en la receptividad que otros compositores debieron sufrir después de muertos. Incluso alguien con no demasiada buena intención podrá decirnos que seguramente ninguno de los grandes compositores de hoy puede aspirar a gozar de una gloria póstuma tan inmediata. Sucedió a Mahler lo que a sus contemporáneos Rilke o Nietzsche en la filosofía o la literatura. Tal vez porque no bastaba con un solo tiempo, con una sola época, con una sola generación para lograr la irradiación que su obra portaba. Y no olvidemos tampoco lo que de revolucionario se planteaba desde su escritura, la relación en buena medida insólita —quizá con la excepción de alguna sinfonía de Chaikovski— entre vida y obra, la transparencia con la que la que aquélla se filtraba en ésta sin que sirviera, por otra parte, como coartada sentimental. Entre nosotros, entre el público español, Mahler está suficientemente asentado desde hace tiempo en las programaciones de nuestras orquestas y a nadie extraña ya su presencia, antes temida, junto a lo que antes y hoy era y es lo que llamamos gran repertorio. Los responsables de ello transitan hoy cómodamente —y ven llenas las salas al conjuro del nombre del músico— por ese camino que en su día abrieron, y es de justicia reconocerlo, Rafael Frühbeck de Burgos y Federico Sopeña. El director preparando para la Orquesta Nacional de España una temporada entera —la 19711972— con Mahler como protagonista. Y quien acogiera gustoso aquel desafío bajo su autoridad de lo que entonces se llamaba Comisario General de la Música publicando, once años antes, un libro fundacional entre nosotros: Introducción a Mahler. Casi tres generaciones después el descubrimiento se ha hecho compañía. 257-Pliego 1 22/10/10 20:56 Página 3 OPINIÓN La música extremada ELITISMO, IGUALITARISMO Diseño de portada Argonauta Foto portada: Harald Hoffmann / DG Edita: SCHERZO EDITORIAL S.L. C/Cartagena, 10. 1º C 28028 MADRID Teléfono: 913 567 622 FAX: 917 261 864 Internet: www.scherzo.es E mail: Redacción: [email protected] Administración: [email protected] Presidente: Santiago Martín Bermúdez REVISTA DE MÚSICA Director: Luis Suñén Redactor Jefe: Enrique Martínez Miura Edición: Arantza Quintanilla Maquetación: Iván Pascual Fotografía: Rafa Martín Secciones Discos: Luis Suñén Educación: Pedro Sarmiento Jazz: Pablo Sanz Consejo de Dirección: Javier Alfaya, Manuel García Franco, Santiago Martín Bermúdez, Enrique Pérez Adrián, Pablo Queipo de Llano Ocaña, Arturo Reverter Departamento Económico: José Antonio Andújar Departamento de publicidad Cristina García-Ramos (coordinación) [email protected] Magdalena Manzanares [email protected] Relaciones externas: Barbara McShane Suscripciones y distribución: Choni Herrera [email protected] Colaboradores: Cristina García-Ramos Impresión GRAFICAS AGA Depósito Legal: M-41822-1985 ISSN: 0213-4802 Scherzo Editorial, S. L. , a los efectos previstos en el artículo 32.1, párrafo segundo del vigente TRLPI, se opone expresamente a que cualquiera de las páginas de Scherzo-Revista de música, o partes de ellas , sean utilizadas para la realización de resúmenes de prensa. Cualquier acto de explotación (reproducción, distribución, comunicación pública, puesta a disposición, etc.) de la totalidad o parte de las páginas de ScherzoRevista de música, precisará de la oportuna autorización, que será concedida por CEDRO mediante licencia dentro de los límites establecidos en ella. © Scherzo Editorial S.L. Reservados todos los derechos. Se prohíbe la reproducción total o parcial por ningún medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopias, grabados, o cualquier otro sistema, de los artículos aparecidos en esta publicación sin la autorización expresa por escrito del titular del Copyright. E n los medios de la politiquilla o de la baja política cultural no es infrecuente que alguien arrugue la nariz ante la música clásica, detectando en ella el olor sospechoso de lo imperdonable: es elitista. Cuando yo trabajaba hace muchos años organizando conciertos y exposiciones en la administración municipal, a los concejales o viceconcejales y gestores que empezaban a mangonear las oficinas de cultura cualquier cosa les parecía más digna de programación que la música clásica. Les seducía sobre todo un nebuloso engendro llamado “animación sociocultural”, que consistía sobre todo en organizar jornadas en las que expertos de dudosa erudición elucubraban sobre aquel concepto tan innovador que nadie sabía lo que era, aunque solía resumirse en ofrecer a la gente de los barrios más pobres espectáculos musicales y teatrales de la más ínfima calidad, calificándolos de populares y participativos. Las verbenas subvencionadas, los carnavales de penoso oficialismo y nula efervescencia popular, los conciertos gratuitos de rock o de cantos vernáculos a cargo de grupos locales, los patéticos desfiles de teatro de calle con bombos y zancos y saltimbanquis de leotardos agujereados y maquillajes de payasos estropeados por el sudor se convirtieron en los emblemas de una nueva cultura que rompía con el clasismo de la herencia franquista. En el Auditorio Manuel de Falla, que el arquitecto García de Paredes había dotado de una acústica tan sofisticada, más de una vez me vi atronado por las amplificaciones retumbantes de recitales roqueros, para gran escándalo de mi amigo el compositor José García Román, que clamaba de indignación en medio del desierto de la máxima indiferencia. Eran los tiempos en los que empezó a ponerse de moda la idea de que lo fácil, lo espontáneo en apariencia, lo desaliñado, eran indicios de autenticidad; en la que lo gratuito se confundía con lo democrático, y lo indiscriminado con lo igualitario. Siempre será saludable que un grupo de chicos muy jóvenes que tienen las cabezas llenas de música pop se junten para dar salida a su incompetente entusiasmo. Pero en aquellos tiempos daba la impresión de que cualquier otra forma de música que requiera mayor esfuerzo y no permitiera una inmediata fruición tendría algo de retrógrada. A García Román se lo llevaban los demonios cuando calculaba la diferencia entre lo que se gastaba en una sola noche en un concierto multitu- dinario y por supuesto gratuito de una estrella del rock y las mezquindades presupuestarias con las que sobrevivía el conservatorio. A nadie con autoridad se le ocurría pensar que tal vez eso sí que era elitismo: que un conservatorio tuviera tan pocos medios y tan pocas plazas que sólo pudiera admitir a un grupo reducido de alumnos, frustrando sin remedio las capacidades de muchos más niños que de haber tenido la oportunidad habrían podido emprender dignas carreras como músicos, o al menos adquirido para siempre el don de apreciar desde dentro la música. Me acuerdo de aquellas viejas desventuras municipales en otro auditorio también diseñado por García de Paredes, el Nacional, en Madrid, el día en que voy a ver a la Orquesta Juvenil Teresa Carreño, dirigida con sólida vehemencia por alguien tan sólo unos años mayor que la mayor parte de los músicos, Christian Vásquez. El proyecto visionario de José Antonio Abreu es una gozosa realidad que se comprueba recorriendo las caras de estos muchachos de entre catorce y veinte años para quienes la promesa de una vida más intensa y mejor que late siempre en el arte tiene toda la contundencia de la justicia social. Igualitarismo es no vedar a los hijos de los pobres las posibilidades más altas de la expresión estética con el argumento condescendiente de que no tienen por qué apreciarlas: es dar a cada persona la oportunidad de desarrollar al máximo sus propias capacidades, por encima del origen y de la posición social. Antonio Muñoz Molina 3 257-Pliego 1 21/10/10 12:29 Página 4 O AP GIENNI D ÓA N Música reservata METÁFORAS L 4 a ambigüedad tonal como imagen sensible de la inesta- de ahí la palabra nozze enunciada en primer término en el bilidad amorosa en Tristan und Isolde ha sido brillante- título: la ley nueva). Convergencia final de ópera y sinfonismo. La obra como metáfora de su lenguaje: en Lulu, Alban mente señalada por Jorge Fernández Guerra (Cuestiones de ópera contemporánea: metáforas de superviven- Berg emplea una serie pancombinatoria como matriz genéricia, Edición GCG, Madrid, 2009), al destacar que lo mismo ca de la que se extraen las series individuales de los diferenque sucede con sus protagonistas (“muerte o pérdida de la tes personajes mediante operaciones numéricas (por ejemidentidad, fusión del yo desde el canto”) acontece con la plo, tomando una nota de cada siete se obtiene la serie de textura musical: “la armonía, el orden vertical de los sonidos, Alwa). Lulu tiene su propia serie, pero en la estrofa inicial de se enamora y sucumbe”. La ruptura del orden (moral: el su canción del acto II (Wenn sich die Menschen um meinetadulterio) equivale a la ruptura del orden armónico: el acor- willen umgebracht haben…), utiliza la serie matriz como de del tercer compás que carece de preparación y de resolu- materia melódica principal con una de las series derivadas ción, enfrenta al espectador con el enigma de una pulsión como armonía (la serie que representa al pintor: tres acordes perturbadora que a partir de ese instante se enseñoreará del de cuatro notas obtenidos por permutación), mientras que las de Schön y Alwa cumplen función análoga en la segunda texto, que se revelará como su alegoría. La obra musical como metáfora de su propio lenguaje es la estrofa, cuyo canto se inicia a partir de la trasposición a la esencia misma de la ópera (cuando menos, las óperas dignas cuarta superior de la serie matriz: en ese episodio crucial de la obra (la única aria de la de semejante nombre: una figura titular: su retrato ópera no es una mera yuxtamusical, cabria decir, su úniposición de episodios de ca expansión lírica indivilucimiento vocal, pese a lo dual), la protagonista no que aún parecen creer solamente se declara como muchos de sus pretendidos objeto del deseo del Otro amantes). La historia narrada bajo todas sus apariencias debe generar su propia for(cada uno de sus amantes la ma: cualquier argumento no llama de un modo: Nelly, puede desarrollarse de cualEva, Mignon, Lulu, sin que quier modo. El Mozart de Le lleguemos a conocer su vernozze de Figaro lo tenía perdadero nombre), sino que fectamente claro. En esta se revela como síntesis de obra, ejemplo augural de un todas las series, lo que es genuino operismo sinfónico, tanto como decir que asume nada de lo que (musicalmentodas las imágenes que los te) sucede es fruto de la condemás personajes proyectan vención o el capricho: la sutisobre ella, en perfecta conleza de las relaciones tonales sonancia con el texto de la entre sí y entre ellas y la hisúltima estrofa: “nunca pretoria que se narra supone Louise Brooks como Lulu en La caja de Pandora de Pabst tendí parecer otra cosa que una reflexión sobre la materia dramática en tanto que materia expresada musicalmente. Las aquello por lo que me han tomado, y nadie me ha tomado figuras populares, presentadas en una tonalidad que les es por algo distinto de lo que soy”. El serialismo de Lulu es propia (sol mayor) ascienden una quinta hasta alcanzar una mucho más que un simple método de composición: es la conclusión unificadora en la del Conde (re mayor: tono de la esencia misma de su figura epónima. Si hay una ópera que obertura y de su aria del acto III), al tiempo que el retrato de justifique la necesidad del dodecafonismo ésa es, justamente, los personajes asume formas vocales específicas según su Lulu. Le nozze di Figaro (1786) es dos años posterior al estreno carácter (aria da capo simplificada, aria bipartita con estrambote, canción estrófica…), pero también su situación de clase, de la obra de Beaumarchais, Tristan und Isolde (1876) se sitúa alcanzando su cénit en la anagnórisis del acto III: una sonata entre Madame Bovary (1857) y Anna Karenina (1877) y la sin desarrollo cuya tonalidad de contraste (do mayor, aquélla ópera de Berg está virtualmente concluida el año de su muerte con que Susanna entra en escena con el dinero del rescate) es (1935), tres décadas después de la tragedia de Wedekind de la la misma del posterior monólogo de la Condesa, ese Dove que parte. Si el sistema tonal clásico expresaba la ley nueva de sono de dolorida dignidad que anticipa la conclusión del acto, la burguesía revolucionaria, el cromatismo absoluto representó la boda tan largamente demorada hasta entonces: la felicidad la insatisfacción esencial y la frustración amorosa de esa misma de la pareja popular se expresa en la misma clave que la des- burguesía una vez alcanzado el poder, mientras el serialismo dicha de la figura nobiliaria. El arquetipo del sinfonismo supo- de Lulu habla de la rebelión implícita en el descubrimiento de ne el cambio de perspectiva argumental, y la sonata, forma ins- un territorio —el inconsciente freudiano— enunciado con el trumental por excelencia, se ofrece como vehículo idóneo del cambio de siglo y que, todavía hoy, sigue resultando subversirelato cantado: lo narrado y la forma de narrarlo son una sola y vo en el mismo grado en que la ópera de Berg sigue resultanmisma cosa. Con aparente paradoja, Le nozze di Figaro procla- do inasumible para los públicos más convencionales. Toda ma la autonomía del lenguaje a través del modo en que éste se gran ópera es una Zeitoper: metáforas de su propio lenguaje, revela como dramaturgia: apoteosis del diatonismo (negativo los grandes hitos operísticos lo son también de su propio tiemanticipado de Tristan, cabría decir) la tonalidad se manifiesta po histórico. como símbolo de un orden utópico en el que señores y criaJosé Luis Téllez dos habitan un ámbito único, sujetos de idénticos derechos (y 257-Pliego 1 21/10/10 12:29 Página 5 O AP GIENNI D ÓA N Prismas UN REPASO N os preguntamos si realmente valen para algo los programas culturales con que trata de ganar nuestra simpatía la televisión estatal. ¿Realmente se puede hacer algo peor? Como no sea en una hora diabólicamente preparada para evitar que la música clásica, por ejemplo, pueda disfrutar de un número importante de oyentes y sirva así para que los sabios del momento dictaminen que a esa abstracción que llamamos “la gente” no le interesa en absoluto nada que tenga que ver con un seria información cultural. Lo que casi nadie se pregunta seriamente es por qué los conciertos sinfónicos que aparecen en la 2 de la televisión estatal se dan a las ocho de la mañana, precisamente a una hora y en un día en que la mayor parte de los ciudadanas y ciudadanos de este país tratan de descansar después de una semana laboral, es decir los sábados a las ocho de la mañana. Qué felices deben de quedar esos supuestos especialistas que tienen como función dejar de lado el concepto de cultura popular y sancionar con su aquiescencia la manipulación de quienes la tienen como elemento clave de sus sustanciosos beneficios económicos. Mientras tanto a nadie en los medios de comunicación estatales o privados se le ocurre, por ejemplo, hacer reportajes y entrevistas en los que se hable de que por primera vez en muchos años la interpretación musical —de música clásica, por supuesto— está viviendo entre nosotros un buen momento: hay muchos jóvenes de nuestro país trabajando en varias de las más importantes orquestas de cámara y sinfónicas europeas. Un hecho que abre notables esperanzas para el desarrollo de la música en España. ¿De verdad es ese un hecho tan poco interesante como para que no se le permita estar presente ni un minuto en unos programas que en su mayor parte están dedicados única y exclusivamente al consumismo llamémosle cultural? ¿Es por ignorancia o por otra cosa peor que ni siquiera deseo citar? Cualquiera sabe. ¿Realmente estamos tan sobrados —el deporte aparte— de cosas de calidad que nos permitamos pasar desdeñosamente al lado de ellas? Lo he dicho muchas veces desde aquí, los que hemos vivido los años estériles de la dictadura sabemos valorar hasta qué punto España ha cambiado profundamente en los últimos treinta años, los años de la libertad. Esa renovación de la cultura musical que se está produciendo entre nosotros es precisamente fruto de esa libertad, de ese mirar más allá de nuestro ombligo, de ser ciudadanos y ciudadanas europeos. ¿No sería bueno contarlo, explicárselo a quienes han sido educados en la ignorancia y de la infame oscuridad en que vivió cuarenta malditos años este nuestro país? Es una pregunta a la que me gustaría que me respondiera alguien con poder. Javier Alfaya 5 257-Pliego 1 21/10/10 12:29 Página 6 CON NOMBRE PROPIO DIMITRI MITROPOULOS Elfriede Broneder PROPIO CON NOMBRE Al límite de la expresión E 6 ste griego, nacido en Atenas el 1 de marzo de 1896, era un tipo más bien estrambótico. Enjuto, magro y moreno, adornado desde muy joven con una incipiente calvicie, se lanzaba sobre las partituras con auténtico fervor, con una unción que no iba acompañada las más de las veces de un cuidado en la exposición, una justeza en el ataque o un refinamiento en los timbres. Pero Mitropoulos tenía mucho que decir, aunque lo dijera a su modo y siempre apoyado en una memoria prodigiosa, que le permitía retener en su mente cualquier partitura por intrincada que fuese. Los movimientos espasmódicos que caracterizaban su gestualidad, su continuo temblor en el podio comunicaban a los músicos de atril una vibración y una intensidad legendarias, un calor y una emotividad únicos. Holmes nos recordaba esta opinión de Virgil 257-Pliego 1 21/10/10 12:29 Página 7 CON NOMBRE PROPIO DIMITRI MITROPOULOS Thomson: “Era supersensitivo, excesivamente brusco pero muy inteligente y, sin embargo, inseguro y escasamente hábil. Su excitación bordeaba la histeria y distorsionaba la música con nerviosa pasión”. Y carecía de la elegante y solemne mímica de un Stokowski o de un Kusevitzki. Había sido precisamente este director quien lo había invitado a Boston en 1936. En esta época el músico griego se había labrado ya un crédito importante. Tras sus estudios en el Odeón de su ciudad natal, había completado su formación en Bruselas con Paul Gilson y, en Berlín, con Busoni y Kleiber. En su patria llevaría a lo más alto a la Sinfónica Nacional. Su ascensión americana fue meteórica. Escaló la titularidad en Minneapolis, en la Filarmónica y en el Metropolitan de Nueva York. Volvió a Europa y triunfó en centros neurálgicos como Edimburgo, Florencia o Milán, donde se dedicó sobre todo al género lírico. Fue en esta ciudad italiana, durante los ensayos una de sus obras favoritas, la Tercera de Mahler, cuando murió víctima de un infarto traicionero el 2 de noviembre de 1960. Fue, efectivamente, Mahler, uno de sus compositores preferidos, en el que podía manifestar su talento, algo anárquico, adaptable a lo proteico de la música. No disfrutaba tanto con el cla- sicismo o romanticismo, en donde podía ofrecer, de todas formas, impensadas sorpresas. Porque, después de todo, era hijo de la más rancia tradición germana. Y, en todo momento, llevado de un carácter curiosamente bonancible y de una extraña generosidad, amigo de la nueva música y de los creadores —como él lo había sido en sus años mozos—, lo que le empeñó en el estreno de numerosas composiciones, no todas de la misma calidad. Dio a conocer, entre otras cosas, la Sinfonía en mi bemol de Hindemith, el Concierto para piano nº 3 y la Sinfonía nº 4 de Krenek y la ópera Vanessa de Barber. Arturo Reverter DISCOGRAFÍA SUCINTA Mitropoulos grabó mucho y con grandes orquestas y solistas. Es difícil recoger, entre tantas incisiones, algunas de relativa calidad sonora, unas cuantas especialmente significadas. Nos aventuramos de todas formas: BARBER: Vanessa. STEBER, GEDDA. ÓPERA DE VIENA. Orfeo. BEETHOVEN: Concierto Emperador. FALLA: Noches. CASADESUS. Sony BERG: Wozzeck. HARRELL, FARRELL. 1951. FILARMÓNICA DE NUEVA YORK. Sony. BERLIOZ: Sinfonía Fantástica. SCHOENBERG: Noche transfigurada. MAHLER: Sinfonía nº 3. BEATRICE KREBS, mezzo. FILARMÓNICA DE NUEVA YORK. Archipel. — Sinfonía nº 6. BERLIOZ: Romeo y Julieta. DEBUSSY: La mer. STRAUSS: Salomé (extractos). WDR. NYP. 2 CD EMI. MOZART: Don Giovanni. SIEPI, GRÜMMER, DELLA CASA, SIMONEAU. FESTIVAL DE SALZBURGO. 1955. 2 CD Sony. RAVEL: Concierto para la mano izquierda. CASADESUS. STRAUSS: Sinfonía Alpina. FILARMÓNICA DE VIENA. Orfeo. PUCCINI: La fanciulla del West. STEBER, DEL MONACO. 2 CD Myto. STRAUSS: Elektra. BORKH, DELLA CASA, MADEIRA. 1957. ÓPERA DE VIENA. 2 CD Orfeo. VERDI: Ernani. CERQUETTI, DEL MONACO, BASTIANINI, CHRISTOFF. FLORENCIA, 1957. 2 CD Opera D’Oro. — La forza del destino. TEBALDI, DI STEFANO, BARBIERI, GUELFI, NERI. FLORENCIA, 1956. 3 CD Myto. BOLETÍN DE SUSCRIPCIÓN c/ Cartagena 10, 1ºc - 28028 MADRID Tel. 91.356 76 22 - Fax 91.726 18 64 E-mail: [email protected] - www.scherzo.es Elfriede Broneder Deseo suscribirme, hasta nuevo aviso, a la revista SCHERZO por períodos renovables de un año natural (11 números) comenzando a partir del mes de ………………… nº…… El importe lo abonaré de la siguiente forma: Transferencia bancaria a la c/c 0182 0945 37 0201555882 del BBVA, a nombre de SCHERZO EDITORIAL, S.L. Cheque a nombre de SCHERZO EDITORIAL, S.L. Giro postal. Rellene y envíe este cupón por correo, fax o correo electrónico. O llámenos por teléfono de 10 a 15 h. También está disponible en nuestra página en internet. Nombre………………………………………….......... .................................................NIF……………….... Domicilio…………..……………………………......... ................................................................................ CP………Población………………………………...... Provincia……………………………..……………...... Teléfono……………………………………………..... Fax…………...……………………….……………...... E-mail……………………………………………….......... VISA. Nº: …………………………………………… Caduca … /… /… Firma………..…………… Con cargo a cuenta corriente ………… ………… …… ………………………………… (No utilice este boletín para la renovación, será avisado oportunamente) El importe de la suscripción será: España: 70 € Europa: 105 € por avión. Estados Unidos y Canadá: 120 € America Central y del Sur: 125 € El precio de los números atrasados es de 7 € Tratamiento automatizado de datos personales.- Los datos recabados formán parte de los ficheros de la empresa, y son necesarios para la formalización de las suscripciones, su facturación y seguimiento posterior. Los datos se tratarán y protegerán según la LO. 15 /1999 de 13 de diciembre de Datos de Carácter Personal y el titular de los mismos podrá ejercer los derechos de acceso, rectificación, cancelación y oposición ante las oficinas de la Sociedad sita en Madrid, calle Cartagena nº 10 1º C, 28028 Madrid. 7 257-Pliego 1 21/10/10 12:29 Página 8 CON NOMBRE PROPIO El teatro polimorfo OLIVIER PY 8 Carole Bellaide A utor, director de escena, realizador, actor, cantante y teólogo, Olivier Py es una figura polimorfa del teatro en Francia. Artista comprometido, reaccionó especialmente en pleno Festival de Aviñón en 1995 a la caída del enclave bosnio de Srebrenica y a la muerte de miles de personas, inscribiendo una cruz negra sobre el decorado de la obra que ofrecía entonces. Reivindicadora a la vez de su catolicismo y su homosexualidad, la obra de Py lleva la marca omnipresente de lo espiritual, lo social y lo político en sus motivaciones de creador. Personaje fácilmente travieso, excéntrico y enamorado del texto, que sabe manipular las formas más complejas, representa la creación contemporánea en su forma más poética. Director del Teatro del Odeón de París desde marzo de 2007, sucesor entre otros de Jean-Louis Barrault, Giorgio Strehler y Georges Lavaudant, ha hecho de este lugar no un “teatro en la ciudad, sino una ciudad del teatro. Un espacio vivo donde siempre pasa alguna cosa, que asume su responsabilidad institucional, artística y educativa”. “No tengo ninguna angustia, le gusta decir. Al contrario, creo que lo que es notable en mi generación es que soy uno de los raros creadores no desesperados. Algo insólito, incluso en Europa”. Nacido en Grasse, en la Costa Azul, el 24 de julio de 1965, formado en París en el ENSATT y después en el Conservatorio Nacional Superior de Arte Dramático, Py realiza una carrera meteórica. A los 25 años, en 1990, estrena una de sus primeras obras, Gaspacho un chien mort, que recibe el premio del jurado del Festival de Alès en 1991. Después presenta dos piezas en el teatro de La Bastille en París, Les aventures de Paco Goliard (1992) y Les drôles (1993), pero es el Festival de Aviñón el que le revela al gran público en 1995, con la integral de La servante, histoire sans fin, ciclo de cinco obras y seis “dramaticules”. Esta epopeya de 24 horas cuenta la historia de una joven y cuatro muchachos a los que pide recorrer el mundo mientras ella les espera. El teatro de Py no teme a las dimensiones ni a la épica. En 2000 estrena en Orleáns L’apocalypse joyeuse, obra en cinco partes de una hora y media, donde la revelación lleva la máscara de las turbaciones y los sufri- mientos seculares. En continuidad con esto, en 2003 y también en Orleáns, pone en escena en su versión íntegra de doce horas Le soulier de satin de Paul Claudel, que repone en París en el Théâtre de la Ville y después en el Odeón. En 1999, Jean-Marie Blanchard, entonces director de la Ópera de Nancy, le confía su primera puesta en escena operística, Der Freischütz de Weber, y le invita tan pronto como es nominado al Gran Teatro de Ginebra, escena en la que Py dará lo esencial de sus espectáculos líricos. Así firma en 2001 Les contes d’Hoffmann de Offenbach, La damnation de Faust de Berlioz en 2003, Tristan und Isolde y Tannhäuser en 2005. El año anterior, dirige en el Festival de Edimburgo Jeanne d’Arc au bûcher de Claudel y Honegger y en 2006 Curlew River de Britten. Un año más tarde realiza el estreno escénico en Moscú de Pelléas et Mélisande de Debussy con Marc Minkowski y, en 2008, debuta en la Ópera de París con The Rake’s Progress de Stravinski en el Palais Garnier. Después llega su primera aparición en el Festival de Aix-en-Provence con Idomeneo de Mozart. Contemplada en Ginebra el invierno pasado, la dirección escénica de Py de la Lulu de Alban Berg se impuso por una destacable dirección de actores. Cada personaje resulta de una veracidad excepcional, los intérpretes se identifican con ellos con una naturalidad asombrosa, sin confusiones ni artificios. Entre los proyectos de Py, Roméo et Juliette de Gounod y Les huguenots de Meyerbeer. Bruno Serrou Traducción: Juan Manuel Viana Barcelona. Gran Teatro del Liceo. Berg, Lulu. Boder. Py. Petibon, Volle, Groves, Hörl. 3, 7, 10, 13, 16-XI2010. 21/10/10 12:29 Página 9 Carole Bellaide 257-Pliego 1 9 257-Pliego 1 21/10/10 12:30 Página 10 En su cuarta Edición CLAUDIO ABBADO, PREMIO DON JUAN DE BORBÓN E l director de orquesta Claudio Abbado ha obtenido el Premio Don Juan de Borbón de la Música, dotado con 30000 euros y que otorga en Segovia, con carácter bianual, la fundación Don Juan de Borbón a “una gran figura internacional que haya dedicado su vida a hacer de la Música un bien común de la Humanidad”, según rezan sus bases. El jurado, presidido por Eduardo Díez-Hochleitner, y formado por Antonio Moral, Julia Gállego, Jesús Hernández, Luis Suñén y la coordina- dora de la Fundación Don Juan de Borbón, Teresa Tardío —que ha actuado como secretaria, con voz pero sin voto— eligió esta candidatura de entre las presentadas por cincuenta instituciones musicales de todo el mundo por “ser uno de los grandes directores de nuestro tiempo y por llevar manifestando, desde hace más de 30 años, su compromiso con los jóvenes músicos, creando para ellos nuevas orquestas que aúnan la excelencia artística y la proyección profesional”. El pre- Javier del Real AGENDA AGENDA mio Don Juan de Borbón de la Música fue concedido en sus ediciones anteriores a Maria João Pires, José Antonio Abreu y sir Simon Rattle. Se espera que Claudio Abbado lo reciba la próxima primavera en un acto presidido por un miembro de la Familia Real española. Adiós al amigo y al crítico HA MUERTO LEOPOLDO HONTAÑÓN E n la madrugada del 16 de octubre fallecía repentinamente en su casa de Madrid Leopoldo Hontañón. Nacido en Santander en 1928, Hontañón ha sido uno de los críticos más entregados en su dedicación a la música contemporánea española de cuantos han ejercido su labor en los últimos años. Su seguimiento de los estrenos en las páginas de ABC y de SCHERZO — Fotografía LA COLECCIÓN DE AGUSTÍN MUÑOZ A LA BNE C 10 on una mesa redonda sobre su obra se celebrará el día 24, en la Biblioteca Nacional de España, la cesión de la colección de Agustín Muñoz —uno de nuestros mejores fotógrafos de temas musicales— a la casi tricentenaria institución. Unos días después, el 2 de diciembre, se inaugurará en la sede madrileña de la Real Sociedad Fotográfica una exposición dedicada a su trabajo de tantos años que tuvo, también, reflejo en las páginas de SCHERZO. los dos medios en los que desarrolló mayormente su labor— representa una crónica de los avatares de nuestra música nueva, de sus momentos mejores y peores y ha sido siempre un modelo de cómo el crítico debe acompañar a la creación de su propio tiempo. Durante los años en los que Hontañón coordinó la crítica de música contemporánea en SCHERZO fue un ejemplo de dedicación y de buen hacer. No olvidaremos en esta casa a quien hizo de la generosidad una forma de ser. 257-Pliego 1 21/10/10 12:30 Página 11 AGENDA Emanuel Ax en el Ciclo de Grandes Intérpretes LA EMOCIÓN DE UNA CITA L Madrid. Auditorio Nacional. 30-XI-2010. Emanuel Ax, piano. Obras de Schubert y Chopin. Lois Greenfield a novedad de este año en el Ciclo de Grandes Intérpretes se llama Emanuel Ax. Novedad relativa en cuanto que ningún buen aficionado ignora que se trata de uno de los grandes pianistas de nuestro tiempo y, a la vez, deseo al fin cumplido de muchos de ellos que lo echaban de menos en la serie pianística de la Fundación Scherzo. Ax nació en Lvov —Polonia hasta 1945, Ucrania después— en 1949. Sus padres, judíos supervivientes de los campos de exterminio, se trasladaron en 1957 a Canadá para instalarse en Winnipeg. Muy joven se formaría en la Juilliard School de Nueva York y seguiría los consejos de un Artur Rubinstein de quien siempre se sentirá muy cercano. Luego llegaría una carrera internacional compartida también, en el terreno de la música de cámara, donde es igualmente incomparable, con colegas como Isaac Stern, Yo-Yo Ma, Jaime Laredo o Itzakh Perlman. Como ha escrito David Cuesta, “Emanuel Ax es artista que aborda cualquier repertorio con la vocación del verdadero servidor de la música. Un pianista a cuyo inteligente corazón le importa más la música que su interpretación. Quizá por ello sea uno de los bastiones del piano absoluto”. Ax ha grabado, además, muchos discos. Ahora tenemos la ocasión de verle y escucharle en vivo, una de esas oportunidades que llegan envueltas en la emoción de las grandes citas. Para esta con el público de Madrid, Ax ha preparado un atractivo programa que lo enfrenta con unas cuantas cimas del romanticismo. Así, los cuatro Impromptus, D. 935 y la Sonata D. 664 de Schubert y la Barcarola, op. 60, una selección de Mazurcas, dos Nocturnos, op. 27 y el Scherzo, op. 31 de Chopin. Xacobeo Classics: Reestreno de la ópera O Mariscal, de Rodriguez Losada CRUEL E PODEROSO D espués de ochenta y un años, se reestrena la ópera O Mariscal, con texto de Villar Ponte y Cabanillas, y música del compositor coruñés, Eduardo Rodríguez Losada (1886-1973). La obra se representó el año 1929 en Vigo, Pontevedra, El Ferrol, La Coruña y Madrid. El argumento narra los últimos días del Mariscal Pardo de Cela (ca. 1426-1483) y su muerte ejemplarizante, “por ser cruel e poderoso”, a manos de las huestes de los Reyes Católicos, que consiguieron con ello la sumisión de la rebelde nobleza gallega. Pardo de Cela no fue ni mejor ni peor que otros nobles de aquella época; sin embargo, su muerte en la plaza pública, la traición de sus servidores y la insidia del obispo de Mondoñedo (envió a unos canónigos disfrazados para que detuviesen con engaños a la esposa de Don Pedro que traía de Valladolid el indulto) lo convirtieron en personaje de leyenda y su figura fue exaltada por ciegos, rapsodas y troveros. Los autores del texto siguen la línea legendaria y convierten al Mariscal en un héroe popular, nacionalista y libertario. Son las convenciones teatrales y el guiño al nacionalismo. La música se inspira con frecuencia en melodías gallegas y tiene momentos muy bellos. Se escuchará en versión de concierto en Vigo y La Coruña, los días 18 y 19 de Noviembre. Cantarán Teresa Novoa, Pablo Carballido y Javier Franco. Joám Trillo dirigirá la Sinfónica de Galicia. Julio Andrade Malde 11 257-Pliego 1 21/10/10 12:30 Página 12 AGENDA Recibidas 158 partituras FINALISTAS DEL II PREMIO DE COMPOSICIÓN ANM-FUNDACIÓN BBVA U n Jurado internacional presidido por el compositor Tristan Murail y compuesto por Theodoros Antoniou, Edith Canat de Chizy, José Evangelista, Reinhard Febel, José Manuel López López y Raúl Alejandro Viñao ha elegido las cinco obras finalistas del II Concurso Internacional de Composición Auditorio Nacional de Música Fundación BBVA. Son estas Ravage of time del malayo Chong Kee Yong, Memento del italiano Roberto David Rusconi, Silensis del mexicano Víctor Ibarra y Signals y Erfahrung und sonst nichts de, respectivamente, los españoles Manuel Martínez Burgos y Eduardo Soutullo. El 8 de enero de 2011 las obras finalistas serán interpretadas por la Orquesta y Coro Nacionales de España y, tras el concierto, el jurado dará a conocer a los galardonados de la presente edición. La dotación de los premios es de treinta mil euros para el primer premio, quince mil para el segundo y ocho mil para el tercero. Asimismo, la obra ganadora será programada por la Orquesta y Coro Nacionales de España dentro de su temporada de abono 2012-2013. Yelmo transmite desde Nueva York EL MET EN EL CINE Y elmo Cines ha suscrito un acuerdo exclusivo con la Metropolitan Opera de Nueva York (MET) para, a través del proyecto Met: live in HD mostrar en sus salas, vía satélite, entre octubre de este año y mayo de 2011, doce títulos de los 28 que integran la presente temporada del prestigioso coliseo neoyorquino. El próximo será, el día 13, Don Pasquale de Donizetti con Anna Netrebko como Norina, Matthew Polenzani como Ernesto, Mariusz Kwiecien como Doctor Malatesta y John Del Carlo en el papel titular. James Levine dirigirá por vez primera en su carrera la que es una de las obras maestras de su autor. Entre los títulos que seguirán se incluyen Nixon en China de John Adams, El Conde Ory de Rossini, La walkyria de Wagner y Capriccio de Richard Strauss con Renée Fleming en el papel principal. Del Liceu al Palau ALARMA SINFÓNICA L os más negros presagios se ciernen sobre el futuro de la Jove Orquestra Nacional de Catalunya (JONC), la herramienta pedagógica más eficaz de que disponen las nuevas generaciones de jóvenes intérpretes en su formación como músicos de orquesta. La cantera se nutre con el trabajo diario y callado de algunas formaciones orquestales juveniles que sobreviven en Cataluña con más ilusión que medios económicos. Para ellas, la JONC es el techo de una acción pedagógica que un país civilizado debería potenciar al máximo. Pero, al rebufo de la crisis económica, el Departamento de Educación de la Generalitat pretende lo contrario, en lugar de consolidar su futuro, pretende diluir la fundación autónoma que conforma la JONC para integrarla en la fundación de la Escola Superior de Música de Catalunya (ESMUC), cargándose de paso su autonomía y su identidad educativa. Si el objetivo es su futura reconversión en orquesta de la ESMUC, el consejero de Educación, Ernest Maragall, debería cambiar urgentemente su equipo asesor, porque sólo desde la ignorancia de la realidad educativa musical del país, o desde oscuros intereses personales, se puede perpetrar tamaño disparate. No tiene sentido ligar su futuro a una escuela en concreto, porque desde su nacimiento, con un proyecto ejemplarmente diseñado por Josep Pons y Benet Casablancas, la JONC ha estado al servicio de todas las escuelas. Las orquestas comparables a ella que hay en Europa, entre ellas la JONDE, que fue el modelo más cercano, son independientes: vincularla ahora a un centro que, dicho sea de paso, se ha caracterizado hasta la fecha por una gestión bastante ineficaz, es un tremendo error. Ante las voces de alarma, la fecha prevista para la anunciada disolución ha sido aplazada: alguien con dos dedos de frente le habrá indicado a Maragall que, con elecciones a la vista, no es el 12 mejor momento para hacerlo. Pero el peligro acecha. No es la primera vez que un buen proyecto musical ha sido borrado del mapa con la complicidad de una casta política que suele mirar hacia otro lado cuando se perpetran este tipo de acciones: aún duele la desaparición de la Orquestra de Cambra del Teatre Lliure, que se ganó a pulso fama y reconocimiento internacional para acabar siendo eliminada de un plumazo y sustituida por nada. No deja de ser curiosa la vinculación personal y artística de Josep Pons con ambos proyectos: fundó y dirigió a la orquesta del Lliure en sus momentos de gloria, e impulsó y dirigió la JONC hasta que tomó el relevo un director y pedagogo competente y honesto, Manel Valdivieso, su actual titular. No debe hacerle mucha gracia, desde luego, ver en peligro otro proyecto al que dedicó tanta ilusión y esfuerzo, y menos ahora que se embarca en otra aventura artística como director musical del Gran Teatro del Liceu a partir de la temporada 20122013. No ha sido una sorpresa, pues su nombre sonaba desde hace un año: lo que sí sorprende es la duración del contrato: seis temporadas prorrogables de mutuo acuerdo a dos más, y su participación directa en el diseño de las temporadas. También sorprende el cambio de perfil para el cargo, pues, en los últimos años, el Liceo ha contratado siempre directores de amplia experiencia operística, como Bertrand de Billy, Sebastian Weigle y Michael Boder. Frente a ellos, Pons es un director eminentemente sinfónico, con no demasiada experiencia en el campo lírico. Probablemente, se avecinan más cambios en el Liceu, entre ellos, el aumento de los conciertos sinfónicos y una cada vez más limitada oferta operística, acorde con los tiempos de crisis que no cesan. Javier Pérez Senz 257-Pliego 1 22/10/10 12:16 Página 13 AGENDA Comienza el IX Ciclo de Jóvenes Intérpretes TÉCNICA Y CONCEPTO V Madrid. Teatro de la Zarzuela. 16-XI-2010. Hardy Ritter, piano. Obras de Bach, Brahms y Chopin. Jan Gutzeit uelve al Teatro de la Zarzuela el Ciclo de Jóvenes Intérpretes de la Fundación Scherzo, esa especie de complemento indispensable del Ciclo de Grandes Intérpretes por el que pasan las promesas del teclado justo en ese momento en que están a punto de saltar a las categorías superiores. En esta edición —que se prolongará hasta mayo del año próximo con otros tres conciertos— el cartel se abre con Hardy Ritter (Rüsselsheim, 1981), un pianista que une a una extraordinaria técnica una seriedad de concepto propia de la madurez que ya asoma. Los compradores de discos le conocen por protagonizar uno, espléndido —publicado por la firma MDG, lo que ya es también toda una garantía—, con obras de Brahms en instrumentos del tiempo del compositor. Precisamente con la Sonata nº 1 de Brahms finalizará su recital el día 16. Habrá empezado con la Partita nº 1 de J. S. Bach y seguirá con más Brahms —las Fantasías, op. 116— y dos nocturnos y una mazurca de Chopin. Necrología JOAN SUTHERLAND C uando desaparece una gran figura, aunque retirada hace tiempo, nos acordamos de sus cualidades positivas más que de las negativas. Si pensamos ahora en Joan Sutherland, extinguida el pasado 10 de octubre a los 83 años, nos parece que no deben tenerse en cuenta sus problemas de dicción, su pronunciación oscura o confusa; ni su distanciamiento del latido más humano de sus personajes operísticos. Y que han de prevalecer su prodigiosa técnica, su arte para la messa di voce, la mezza voce, los reguladores y la increíble pirotecnia, los saltos de octava, los ataques fulminantes, las escalas diatónicas y cromáticas, las inverosímiles roulades. Un legato inconsútil, manejado con el máximo apoyo, el fiato adecuado y un control de respiraciones legendario determinaron la base de su maniera. La voz, no intrínsecamente bella, hacía verdaderas diabluras y penetraba cualquier sensibilidad. Las notas picadas y picado-ligadas salían como collares de perlas, unidas y separadas al tiempo y constituían otra de las facetas de un canto hipnótico y arrebatador, que fluía de manera naturalmente ornada, con ventaja sobre los adornos y coloratura variada de otras cantantes posteriores, cuya emisión abusa demasiado del golpe de glotis. Maravillaban, particularmente, sus trinos, de los que existen numerosísimas muestras en grabaciones de altura: Puritanos, Lucia di Lammermoor, Lakmé, Sonámbula, Fausto o Hugonotes. Basta escuchar el aria de las joyas de la penúltima o la de Isabel de Valois de la última para quedar enganchado. Arturo Reverter 13 257-Pliego 2 21/10/10 13:56 Página 14 AC T U A L I DA D 14 XXVI Festival de Música de Alicante FINAL EN PUNTA Xavi M. Miró Teatro Principal. Teatro Arniches. 23/25-IX-2010. Vera Fischer, flauta; Uli Fussenegger, contrabajo. Klangforum Wien. Director: Peter Hirsch. Ensemble Sillages. Director: Renaud Déjardin. Joven Orquesta Nacional de España. Director: Lutz Köhler. Obras de Aperghis, Camarero, Cattaneo, Sotelo, Hervé, Torre, Murail, Carro y Shostakovich. CENTRO CULTURAL “LAS CIGARRERAS” El Klangforum Wien bajo la dirección de Peter Hirsch en el Festival de Alicante ALICANTE NAC I O NA L ACTUALIDAD ALICANTE Dos de cal y una de arena podría ser el resumen de los tres últimos conciertos ofrecidos por el Festival de Alicante, el último también de su veterana andadura bajo las siglas del —a punto de desaparecer— CDMC. La esperada actuación del espléndido Klangforum Wien (era su debut en el Festival) dirigido con precisión por Peter Hirsch, antiguo asistente de Gielen, se saldó con éxito, a lo que contribuyó la acertada recolocación de las obras respecto al orden inicialmente previsto. Triunfadora de la sesión, la imaginativa Giano, repainted del joven italiano afincado en Madrid Aureliano Cattaneo. A destacar asimismo la ejecución transparente de la refinada Klangfarbenphonie 2 de Camarero y el duelo instrumental flauta-contrabajo sostenido por Fischer y Fussenegger en Klang-Murofor-Klangforum de Sotelo, aquejada de algunas bajadas de tensión en su dilatado dis- curso. Menos interés evidenció la deshilachada Seesaw de Aperghis. Las interminables pausas entre pieza y pieza y las notorias imperfecciones en la ejecución de un concierto que parecía falto de ensayos arruinaron el interés de una velada construida como evocación de las querellas entre “espectralistas” y “combinatorios” en el París de los 90. Ni las dos obras del alumno de Grisey Jean-Luc Hervé (En découverte e In sonore, la única que precisó director) ni las dos del bilbaíno Joseba Torre (Trío y Lo saben mis palabras) ni, mucho menos, la formidable Treize couleurs du soleil couchant de Tristan Murail —aquí sorprendentemente pálidos— gozaron de traducciones que les hicieran justicia. Por el contrario, la noche del sábado y en un Teatro Principal a rebosar, la JONDE se atrevió —nada menos y de qué manera— con la Décima de Shostakovich. Espoleados por la contun- dente batuta de Lutz Köhler, sus jóvenes integrantes dieron una lección de entrega y musicalidad en una obra de ejecución nada fácil. Un triunfo rotundo y merecido al que sirvió como entonado prólogo Días y noches de amor y de guerra, obra estreno del madrileño Mario Carro. Los días 23 y 24, y en paralelo con las actividades del Festival, se presentó en el Centro Cultural “Las Cigarreras” el I Encuentro Profesional de Música Contemporánea de Alicante. Una cita que se presenta con voluntad de continuidad y en la que, mediante la presencia de diversos stands (18 en esta ocasión, dedicados a editoriales, discográficas y grupos musicales), se pretende tomar el pulso de la realidad musical actual, intercambiar experiencias y promover el contacto entre los distintos profesionales del sector. Juan Manuel Viana 257-Pliego 2 21/10/10 13:56 Página 15 AC T U A L I DA D BARCELONA Bieito imprime un ritmo trepidante a Carmen CAMBIO DE TÓPICOS A. Bofill Gran Teatro del Liceo. 27-IX-2010. Bizet, Carmen. Béatrice Uria-Monzon, Roberto Alagna, María Bayo, Erwin Schrott. 30-IX-2010. Jossie Pérez, Brandon Jovanovich, María Bayo. Jean-Françoise Lapointe. Director musical: Marc Piollet. Director de escena: Calixto Bieito. BARCELONA Escena de Carmen de Bizet , en la producción de Calixto Bieito en el Teatro del Liceo Calixto Bieito ha vuelto al Liceo con su particular visión de Carmen ambientada en una zona fronteriza entre España y Marruecos, entre legionarios cargados de testosterona, prostitución a granel y trapicheo de drogas y electrodomésticos. Sin cambios significativos con respecto al montaje original estrenado en el Festival de Peralada en 1999 —ha rodado por diversos teatros europeos en estos once años, Bieto impone un ritmo teatral trepidante, a veces con dureza excesiva: la inquietante escena entre un chusco oficial y una niña gitana, la omnipresente bandera española, la imponente figura del toro de Osborne que levantó más de un silbido o el maletilla desnudo que ensaya unos pasos a la luz de la luna durante el más poético de los entreactos… Bieito no engaña a nadie y hace lo que sabe hacer: sacudir al espectador con imágenes de estremecedora potencia y en esta Carmen no ahorra cargas, desde una sexualidad latente hasta el derroche de violencia. Se lleva por delante todos los tópicos folclóricos asociados a la España distorsionada por la fiebre romántica de Merimée; pero cae, curiosamente, en los nuevos tópicos que impone la modernidad, con escenas que remiten al cine de Tarantino, a los mafiosos de Scorsese, y a una cutrez cansina. Puro Bieto, con excesos y aciertos, aplaudido a rabiar por unos, abucheado sin piedad por otros. Musicalmente, destaca la finura y el gusto por el detalle del director Marc Piollet, la meritoria respuesta de la orquesta y la imponente actuación del Coro del Liceu, en especial en el último acto, el más desnudo de artificios, en que Bieito muestra sus mejores armas como director de actores. Lo que Bieito hace sólo con una cuerda y un círculo en el suelo es pura magia teatral. En este sentido, la actuación de Roberto Alagna es pura dinamita, impresionante como actor, entregado al máximo a una visión lírica de Don José de desbordante expresividad, aunque con poco calado dramático en el dúo final. Con un canto mucho menos refinado, Brandon Jovanovich fue un Don José muy irregular, con buenos momentos dramáticos, pero sin elegancia y corto de aliento lírico. Béatrice Uria-Monzon da la talla como actriz pero decepciona en lo vocal, corta de fiato y de irregular proyección. Su Carmen es una mujer que vive al límite, aunque tiene poco de gitana: —nada que objetar a su exacerbada pasión sexual cuando queda a solas con Don José, pero en público y delante de los suyos, ninguna gitana sería capaz de tanta procacidad. Eso sí, su química con Alagna fue total y a su favor hay que apuntar una dicción impecable. Jossie Pérez mostró un material vocal más generoso y bello que Uria-Monzon, pero sin su naturalidad teatral. Estupenda María Bayo en una delicada y lírica Micaela (en el estreno sustituyó a una indispuesta Marina Poplavskaia que en otras funciones consiguió un rotundo éxito). En el papel de Escamillo, Erwin Schrott lució más presencia escénica que fuerza vocal y Jean-François Lapointe no pasó de discreto. La labor de Eliana Bayón (Frasquita), Itxaro Mentxaca (Mercedes), Josep Ribot (Zúñiga), Àlex Sanmartí (Morales), Marc Canturri (Dancaïre) y Francisco Vas (Remendado) combinó solvencia vocal y eficacia escénica. Javier Pérez Senz 15 257-Pliego 2 21/10/10 13:56 Página 16 AC T U A L I DA D BARCELONA Canciones para un público de ópera ESPERANDO LAS ARIAS V ioleta Urmana, cuya excelente Kundry de Parsifal —la inolvidable función en que el rol protagonista fue desempeñado por Plácido Domingo— pudimos admirar hace unos años, ha vuelto al Liceu, esta vez con una propuesta liederística. Era esperada con lógicas ganas, fue acogida con aplausos cordiales y despedida con otros entusiastas. Pero el programa carecía del suficiente interés, por lo menos para lo que se esperaba de la cantante. Lo que esperaba el público, para qué nos vamos a engañar, no era lo que “oficialmente” había programado la cantante. El público quería arias de ópera, y las tuvo. Nada menos que Vissi d’arte de Tosca y Suicidio de La Gioconda, ofrecidas en bises (junto con un lied de Strauss, Schlechtes Wetter, y una canción de Obradors, esta última gentileza que agradeció, entregado, el respetable), fueron lo mejor del concierto y lo que más gustó y se aplaudió. En la parte programada, Urmana estuvo grande en Chaikovski (dos canciones, las números 6 y 7 del Op. 47) y en Strauss (Vier Lieder, op. 27) con una zona media vocal de interesantes matices oscuros, un buen recuerdo de su época de mezzosoprano, y una expresión rica en matices, desde la melancolía hasta el dramatismo y el éxtasis. El recital había comenzado con una canción de Rossini y dos de Bellini, que quizá sirvieran para “calentar la voz”, pero que estuvieron faltas de ligereza y adecuación estilística A. Bofill Barcelona. Gran Teatro del Liceo. 4-X-2010. Violeta Urmana, soprano; Jan Philip Schultze, piano. Obras de Rossini, Bellini, Liszt, Mahler, Duparc, Chaikovski y Strauss. —en el caso de Rossini— y vertidas nada más que con corrección dramática —en el de Bellini. La elección de Listz (Benedetto sia il gior- no), una canción un poco perdida entre la parte italiana y el Mahler que siguió, no pareció muy acertada, como tampoco el Duparc (dos canciones que comenzaron la segunda parte): la mélodie no es el fuerte de Violeta Urmana. La primera parte había concluido muy bien con el citado Mahler, cuatro Lieder de Des Knaben Wundenhorn, vertidos con sabiduría, recursos vocales abundantes (otra vez hay que mencionar los buenos graves) y solvencia estilística. Mahler, pues, Chaikovski y Strauss fueron lo mejor. Pero no tan esperados, ni tan bien acogidos como los bises de ópera. Al fin, se trataba de un público de ópera en un gran teatro de ópera. José Luis Vidal Palau 100 RACHMANINOV PARA EMPEZAR E 16 l ciclo de conciertos Palau 100 inauguró su vigésima temporada con un monográfico Rachmaninov a cargo de la Orquesta Philharmonia dirigida por Vladimir Ashkenazi. Se empezó con una versión para orquesta del célebre Vocalise, una pieza demasiado frágil y etérea para iniciar un concierto, pues ni el público ni la orquesta estaban suficientemente concentrados para entrar de golpe en tanta sutileza. Se siguió con el tremebundo Tercer Concierto para piano, una de las piezas objetivamente más difíciles del repertorio. El joven Nikolai Luganski presentó en la parte solista una lectura fluida y brillante, técnicamente soberbia y hasta apabullante. Expresivamente quiso ser deliberadamente sobrio, se negó a añadirle melodrama al concierto. Es una opción válida y hasta preferible a las versiones tópicamente tórridas de la pieza; aun así, un poco de melodrama siempre le sienta bien a Rachmaninov. El acompañamiento orquestal del concierto no siempre se benefició de la enorme experiencia acumulada como solista por Ashkenazi en sus años mozos ante esta misma pieza y la conjunción con la orquesta no siempre resultó impecable. De todos modos, se debe tener en cuenta que la dificultad de la obra es tal que es muy difícil cuadrarla a la perfección en directo. La segunda parte de la sesión estuvo ocupada en exclusiva por la Tercera Sinfonía, la penúltima obra de Keith Sanders Barcelona. Palau de la Música. 18-X-2010. Nikolai Luganski, piano. Orquesta Philharmonia. Director: Vladimir Ashkenazi. Obras de Rachmaninov. Rachmaninov. Aquí se esperaba lo máximo tanto de la orquesta como del director, pues era su pieza de lucimiento; las esperanzas, sin embargo, quedaron un tanto frustradas. Vladimir Ashkenazi quiso ser muy preciso en lo rítmico pero descuidó excesivamente los matices dinámicos y la separación y relieve de las voces y matizó poco el fraseo y la expresividad. El resultado fue que el rendimiento orquestal estuvo por debajo de lo esperado. Entendámonos: el sonido fue bueno y hasta de calidad, pero estamos hablando de la Philharmonia, una verdadera leyenda en el ámbito de las orquestas y la realidad fue que de sonido de leyenda, nada. Xavier Pujol Vladimir Ashkenazi 257-Pliego 2 21/10/10 14:02 Página 17 257-Pliego 2 21/10/10 14:04 Página 18 AC T U A L I DA D BARCELONA / BILBAO Temporada de la OBC BUENOS AUGURIOS E l primer concierto de Pablo González como director titular de la OBC se saldó con éxito. No hubo sorpresas: el buen entendimiento con los músicos fue la tónica de un concierto que fue a más, desde el refinado y bien matizado Preludio a la siesta de un fauno, que permitió ver en acción a la estupenda nueva solista de la orquesta, la flautista Frauke Oesmann, a la sólida y muy enérgica lectura de la monumental Sinfonía Leningrado, pasando por el estreno de los dos movimientos del compositor catalán Ramon Humet que completan su obra titulada Música del no ser (2008-2010), basada en un breve poema póstumo del monje zen Daido Ichi’i, Blancor de nieve y Nubes brillantes. Un primer programa concebido como declaración de intenciones del flamante titular: gusto por la música francesa, apoyo a la creación e interés por Shostakovich como pieza clave en el repertorio habitual de una gran centuria. González hizo un buen trabajo con la refinada música de Humet, dando relieve a la finura del trazo y a su brillante juego tímbrico. La respuesta orquestal en la Leningrado fue más irregular —hay que pulir muchas cosas, ganar flexibilidad, precisión y mayor equilibrio—, pero los aciertos ganaron la batalla: la rotunda sonoridad despertó merecidos bravos y aplausos. Sin duda, buenos augurios en el comienzo de una nueva etapa. Más novedades: Giovanni Antonini ya es nuevo director del Festival Mozart, fichaje óptimo para lograr que la OBC gane reflejos, soltura y conocimiento estilístico en la interpretación del barroco y el clasicismo. Antonini cum- Decker Barcelona. Auditori. 26-IX-2010. Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña. Director: Pablo González. Obras de Debussy, Humet y Shostakovich. 5-IX-2010. OBC. Director: Giovanni Antonini. Obras de Bach, C. P. E. Bach y Haydn. 17-X-2010. Karl-Heinz Schülz, flauta. OBC. Director: Christoph Köenig. Obras de Musorgski, Mozart y Dvorák. GIOVANNI ANTONINI plió con creces las expectativas en un programa que tuvo sus mejores logros en un Haydn (Sinfonía nº 102) de increíble vitalidad, ligereza y empaque sonoro. La res- puesta orquestal fue algo más tímida y apagada en la Suite nº 1 de Bach, pero el rendimiento subió muchos enteros en la Sinfonía nº 3 de C. P. E. Bach. Tras lamentar la cancelación por enfermedad de Yakov Kreizberg, poco hay que reseñar de un programa de absoluto repertorio —Musorgski/Rimski (Una noche en el monte pelado), Mozart (Concierto para flauta nº 2) y Dvorák (Séptima)— dirigido con corrección y cierta tendencia al exceso de decibelios por Christoph König: lo mejor, el bellísimo sonido del flautista Karl-Heinz Schülz en la galante partitura mozartiana. Lástima, porque podían haber aprovechado la baja de Kreizberg para dar una oportunidad a los valores emergentes de la cantera que siguen esperando turno. Javier Pérez Senz Inicio de temporada SORPRESA HALFFTERIANA 18 tres obras de la suite, ya escuchada por la misma orquesta y el mismo director en el pasado Festival de Santander, aunque quizás su tono fino, lírico e intimista convenga más a la serena Evocación que a las más encendidas y coloristas Triana y Lavapiés. Aun así, Halffter recuperó enseguida el protagonismo cuando recibió la batuta de manos de Neuhold y se puso al frente de las fuerzas vascas para dirigir ese auténtico hit que es su brillante Tiento de primer tono y batalla imperial (1986), obteniendo un clamoroso triunfo personal ante un público a veces un tanto Unai P. Azaldegui La nueva temporada de la Orquesta Sinfónica de Bilbao se abrió con un triple homenaje: a Cristóbal Halffter por los ochenta años, a Albéniz y a Mahler por los ciento cincuenta. Un acoplamiento sorprendente que funcionó a las mil maravillas. El pórtico fue Halfbéniz (2001), un homenaje del compositor madrileño al gran maestro catalán a partir de una página iberista, El Albaicín, deformada magistralmente hacia un caos que en ningún momento desatiende su raíz evocativa. A su manera, tampoco lo hace Jesús Rueda en su excelente orquestación de CRISTÓBAL HALFFTER BILBAO Palacio Euskalduna. 8-X-2010. Sinfónica de Bilbao. Director: Günter Neuhold. Obras de C. Halffter, Albéniz-Rueda y Mahler. receloso ante la creación contemporánea. En la segunda parte, la Primera de Mahler sonó como se espera en un director de la escuela de Neuhold: matizada, segura, firme, sólida, sin fisuras y sin desfallecimientos, puede que (para algunos o para muchos) sin el verdadero vuelo poético que podrían pedir las reiteradas llamadas de la naturaleza o los acentos cáusticos y macabros que van apareciendo aquí y allá, pero sí con un sentido del canto pleno y bellamente delineado, algo verdaderamente esencial en una obra de tan evidente base liederística. Asier Vallejo Ugarte 257-Pliego 2 21/10/10 14:04 Página 19 AC T U A L I DA D BILBAO La ópera de Floyd llega a España MARAVILLOSA SUSANNAH Palacio Euskalduna. 16-X-2010. Floyd, Susannah. Latonia Moore, Stuart Skelton, James Morris, Cosmin Ifrim. Coro de Ópera de Bilbao. Sinfónica de Euskadi. Director musical: John Mauceri. Director de escena: Robert Falls. Realización de la puesta en escena en Bilbao: Ignacio García. Coproducción de la Lyric Opera de Chicago y la Houston Grand Opera. E. Moreno Esquibel Q uizás muchos de los asistentes a esta Susannah de Carlisle Floyd (n. 1926) no esperasen encontrarse con una obra tan implacable, tan realista, tan melódicamente intensa, tan regresiva para lo que debían de suponer para la ópera norteamericana los años cincuenta del siglo XX. En el fondo, esta ópera no está lejos de la línea folk que habían marcado años atrás Virgil Thompson en su Four Saints in Three Acts y George Gershwin en su Porgy and Bess, pero tampoco está lejos del verismo que había traído Giancarlo Menotti, ni de la mirada al pasado de la Vanessa de Samuel Barber. Cuenta una historia de rumores, de habladurías y de exclusión social alrededor de la casta Susannah dentro de una comunidad religiosa en las montañas de Tennessee, al sur de los Estados Unidos, y se estrenó en una universidad, la Florida State University, en febrero de 1955, iniciando un largo e ininterrumpido camino que llegaría a la Lyric Opera de Chicago en 1993 con Renée Fleming y Samuel Ramey como voces primerísimas y con una producción firmada por Robert Falls, la misma que viajaría años después al Metropolitan de Nueva York y que desembocaba ahora en Bilbao para ofrecer al fin el estreno de la ópera en España. Sabemos por las hemerotecas que las representaciones neoyorquinas fueron triunfales, en buena parte porque Susannah es una ópera muy norteamericana y a la vez muy del Met (lo uno no siempre va unido a lo otro), y ahora sabemos que las bilbaínas, o al menos la primera, han sido también muy bien recibidas por el público, un público que tiene fama de carca, conserva- Stuart Skelton y Latonia Moore en Susannah de Carlisle Floyd dor y reaccionario, pero que en los últimos tiempos se está abriendo sin problemas a nuevos repertorios y está aplaudiendo títulos que no hace mucho ni se planteaba llegar a ver en escena. Una de las grandes bazas de la noche fue, qué duda cabe, la presencia de Latonia Moore en una Susannah delicada, doliente, lírica y dramáticamente esplendida, con unos acentos muy adecuados, una voz llena y una línea maravillosa en sus dos bellas arias (Ain’t it a pretty night y The trees on the mountains), aunque no con el glamour escénico de una Fleming, claro está. Se escuchó con respeto a James Morris en el predicador Blitch, al que dotó de un tono mefistofélico verdaderamente siniestro, pero es la suya una particella que pide voz a raudales, y hoy el gran bajo-barítono sólo retiene una parte de la muchísima que tuvo. Al contrario, el tenor australiano Stuart Skelton fue toda una revelación por la estatura vocal (de dimensión en verdad wagneriana) y la emotiva sensibilidad que confirió a un ser tan primario como Sam, y quizás ello empañase un tanto la buena labor del también tenor Cosmin Ifrim en la parte del Little Bat. Como los cuatro viejos se defendieron dignamente Miguel Sola, Vicenç Esteve, José Ruiz y Richard Wiegold, mientras que entre sus esposas destacó un poco la mezzo Silvia Beltrami sobre sus tres compañeras: Jessica Julin, Julia Faulkner y Mette Ejsing, todas ellas foráneas (lo cual no las hace peores, pero tampoco mejores). Desde el foso, John Mauceri pareció concebir la obra como un enorme fresco sinfónico no exento de dramatismo y teatralidad, sin reparar tal vez en que algunos cantantes se las veían para dejarse oír en condiciones, nada nuevo en la gran sala del Euskalduna. Formidables de sonoridad y empaque la Orquesta de Euskadi y el Coro de Ópera de Bilbao, y muy sureña la puesta en escena de Falls, dedicada principalmente a recrear con realismo y algunos tonos poéticos el clima rural del Valle de Nueva Esperanza y el régimen opresivo asentado por la comunidad, sin cargar demasiado las tintas sobre una historia ya de por sí suficientemente trágica. Y todo ello ante la presencia del compositor, que estaba allí, con todos sus ochenta y cuatro años. En fin, una noche para el recuerdo y un buen tanto para la ABAO, que esta vez no ha necesitado a Verdi para estar en el centro de todas las miradas. Asier Vallejo Ugarte 19 257-Pliego 2 21/10/10 14:04 Página 20 AC T U A L I DA D CÓRDOBA / LA CORUÑA Reencuentro con el gran repertorio PERSONALIDAD, INICIATIVA Y MUSICALIDAD CÓRDOBA Gran Teatro. 14-X-2010. Mikhail Milman, violonchelo. Orquesta de Córdoba. Director: Manuel Hernández Silva. Obras de Shostakovich y Chaikovski. La cantidad de decisiones que hay que tomar e intercambiar a lo largo de la interpretación de una obra concertante por parte de solista y director son numerosas a la vez que arriesgadas. Conjugarlas, para alcanzar el ideal marcado por el compositor, es cosa de técnica y profesionalidad, lograr emoción y trasmitirla es una de las cualidades que distingue a un verdadero artista. Este ha sido el caso de la actuación del moscovita Mikhail Milman en el concierto inaugural de la temporada 2010-2011 de la Orquesta de Córdoba, de la que forma parte como principal violonchelista. Así se pudo per- cibir desde los primeros compases del Concierto para violonchelo y orquesta nº 1, op. 107 de Shostakovich. Con un respeto reverencial hacia el autor, el solista fue adentrándose en el complejo mundo emocional que desprende esta obra desde su musicalidad, que le llevó a sentirse protagonista en la iniciativa a seguir en el discurso de la interpretación, siempre, en perfecta conjunción con el pódium. Su versátil personalidad de intérprete, forjado en la música de cámara como componente del Cuarteto Kopelman, realzó la bella coda del Moderato y la tensión de la emocionante expresiva, justo encaje en ritmo y medida, y cuidada gradación en el planteamiento dinámico. Este aspecto se hubiera enriquecido puntualmente de haber iniciado en attaca el cuarto movimiento, dado el estallido de su comienzo después del imaginativo Scherzo anterior. Este concierto ha venido a confirmar que la Orquesta de Córdoba está alcanzando el momento más dulce de su historia bajo la batuta de su titular, el maestro Hernández Silva, que trasmite el entusiasmo propio de quien se siente con plena confianza en su carrera. cadenza que ocupa el tercer movimiento. El enérgico Allegro con moto final le sirvió a Milman para demostrar cómo poner su virtuosismo al servicio de la inspiración del compositor. Con la Sinfonía nº 4, op. 36 de Chaikovski se completaba un programa que ha servido para iniciar una temporada en la que Hernández Silva desea un reencuentro con el gran repertorio, entendido éste, según palabras del maestro venezolano, como “elemento clave para el desarrollo de las grandes orquestas”. Este hecho quedó patente en la interpretación de esta hermosa sinfonía por varias razones; fuerza José Antonio Cantón LVIII Festival de Ópera (y II) BAJO EL SIGNO DE LA CALIDAD 20 Finalizó un nuevo Festival de Ópera en La Coruña signado por la calidad. En esta ocasión, el mecenazgo del Xacobeo Classics fue determinante. La ópera de Donizetti alcanzó un nivel medio altísimo, comenzando por el trabajo de Livermore, cuyo extraordinario talento consiguió, con medios bastante modestos, plantear una escena funcional y obtener una gran movilidad de todos los intérpretes (coro incluido). Excepcional, Patrizia Ciofi, como cantante y como actriz; otro tanto cabe decir de un espléndido Albelo que hubo de repetir su célebre aria de los nueve dos que en el bis fueron once (tres, en el último ascenso a las alturas). Excelente, Javier Franco en una verdadera creación de su cómico personaje. La mezzo Trullu, indispuesta, salvó muy bien su parte. Y Rosy de Palma hizo una divertida Marquesa. Impecable la OSG, bajo la batuta de un notable Alcoccella. El intermezzo de Pergolesi Livietta e Tracolo fue la parte del Festival reservada para los niños; se adaptó al mundo infantil con medios modestos e hizo las delicias de la gente menuda y de sus papás. Se entusiasmó también el público con la pareja Matos-O’Neill que cantaron arias y dúos de ópera italiana y de obras de Wagner. Formidable la soprano portuguesa de voz poderosa, y muy bien O’Neill, sobre todo en el repertorio wagneriano, al Miguel Ángel Fernández LA CORUÑA Palacio de la Ópera. 24-IX-2010. Donizetti, La fille du régiment. Celso Albelo, Patrizia Ciofi, Javier Franco, Mª José Trullu. Coro y Sinfónica de Galicia. Director musical: Luciano Acoccella. Director de escena: Davide Livermore. Producción del Teatro Lírico de Trieste. Teatro Colón. 25, 26-IX-2010. Pergolesi, Livietta e Tracollo. Julia Cea, Miguel Rivas. Quinteto de arcos Bengala. Director de escena: José M. Rabón. Palacio de la Ópera. 1-X-2010. Elisabete Matos, soprano; Simon O’Neill, tenor. Sinfónica de Bilbao. Director: Günter Neuhold. Arias y dúos de ópera. 2-X-2010. Mark Stone, Gregory Kunde, Olga Senderskaia, Alexandra Rivas, María José Moreno. Coro Nacional Checo. Sinfónica de Castilla y León. Director: Alberto Zedda. Rossini, Guillaume Tell (versión de concierto). Patrizia Ciofi en La fille... igual que el director. La Sinfónica de Bilbao, estimable. Después de 181 años, se estrenó en España la versión original de Guillaume Tell con caracteres de acontecimiento histórico. Todo funcionó a la perfección, bajo la batuta inspiradísima del gran rossiniano Alberto Zedda: cantantes, coro y orquesta. Destacó la magistral actuación del tenor Kunde en un rol que se denomina “la tumba de los tenores”, la calidad vocal del barítono Stone, la belleza tímbrica de la soprano Senderskaia y el valiente desempeño de Mª José Moreno. Muy bien el tenor Guerrero (cuya carrera parece prometedora) y los bajos Feria, Todisco y José Antonio García. Julio Andrade Malde 257-Pliego 2 21/10/10 14:04 Página 21 257-Pliego 2 21/10/10 14:04 Página 22 AC T U A L I DA D MADRID Mahagonny como ópera ¿ASÍ QUE USTEDES TRATAN DE PROVOCARME? 22 Pueden seguir tranquilos los guardianes del Grial de Kurt Weill, que acaso no le hacen un gran favor a su memoria ni al verdadero sentido de su obra: en el Teatro Real se ha hecho Mahagonny como una ópera, como debe ser, caramba. No con cómicos de la legua, gente poco respetable, sino con una orquesta y unos cantantes, y un público de coliseo operístico. ¿Qué habrían dicho Brecht y Weill? No lo sabemos, pero después de todo ellos escribieron esto como ópera. Y acaso fueron de los que, a la larga, consiguieron cambiar las mentes del público de ópera, junto con Berg, Janácek, Zimmermann, Britten, Henze y muchos, muchos otros, ya lo saben los lectores. Pero en parte es inevitable que ese mundo te acabe tragando a ti si tu mensaje tiene vocación vitriólica con fecha de caducidad: el vitriolo se convierte en carne de videoclip con estética cutre. El texto de Brecht es hoy un poco esquemático, simplón. La música de Weill sigue siendo espléndida. Podría decirse que, juntos, estuvieron más acertados y más en su sitio en La ópera de perra gorda. La orquesta ha funcionado muy bien, y eso gracias a un joven maestro que está en alza, el granadino Pablo Heras-Casado, un espléndido concertador que no sólo da las entradas con enorme claridad, sino que mantiene tenso aquello que el texto o la escena dejan caer a veces. Puede que el futuro sea de Heras-Casado; desde luego, el presente lo es. Fue la gran baza de esta función, junto con los cantantes, de grandísimo nivel. Y el coro de Máspero, que se portó de maravilla en su capacidad de desdoblarse, adaptarse. Lástima, es una versión en inglés, que tiene menos Javier del Rael MADRID Teatro Real. 5-X-2010. Weill, Rise and Fall of the City of Mahagonny. Michael König, Measha Brueggergosman, Jane Henschel, Donald Kaasch, Willard White. Director musical: Pablo Heras-Casado. Dirección de escena: Alex Ollé, Carlus Padrissa (La Fura dels Baus). Escenografía: Alfons Flores. Figurines: Luc Castells. Iluminación: Urs Schönebaum. Michael König y Measha Brueggergosman en Mahagonny garra que en alemán. Hace tres años se hizo en castellano, en una producción del Teatro Español aquí reseñada que se las vio con los guardianes del grial de marras. Tuvieron aquellos cómicos y músicos que limitarse a mes y medio, sólo en Madrid, sin una gira internacional muy prometedora que, claro está, impidieron esos guardianes. Era una puesta espléndida, leal a Weill y a Brecht. Pero así son las cosas. Quién sabe si esos guardianes no le prohibirían hoy a la mismísima Lotte Lenya cantar el papel de Jenny. Aunque sea en inglés, podemos escuchar un quinteto protagonista de altísimo nivel. El protagonista es un magnífico tenor lírico al que se le piden ocasionales momentos exaltados, Michael König, aquí Jim McIntyre, en el original Jim Mahoney. Hay varios lujos, aparte del de König, en este afortunado reparto: en Moisés Trinidad, Willard White, espléndido barítono con oscuridades, y eso que no es ningún niño, pero el que tuvo, retuvo; la excelente mezzo Jane Henschel y el también espléndido tenor Donald Kaasch redondean el “trío de especuladores depredadores fundadores de la ciudad del vicio en el desierto”. Measha Brueggergosman es una gran soprano, muy capaz para el repertorio del siglo XX (muy aconsejable su CD con Canciones de cabaret de Satie, Schoenberg y Bolcom). La puesta en escena la arrincona de manera incomprensible. Su papel se difumina, se evapora. La presencia física de Measha Brueggergosman y de Willard White es asombrosa, y no siempre bien aprovechada por la dirección. Pero los secundarios están muy bien servidos, porque este reparto no tiene desperdicio, esa es la verdad: John Easterlin, Otto Katzameier y Steven Humes, a los que habría añadir las seis chicas malas que van con Jenny, y que salen con bien de su cometido como grupo: Rossella Cerioni, Esther González, Pilar Moráguez, Carolina Muñoz, Iria Rajal y Miriam Valado. Todos ellos, con el coro, dan presencia a esta puesta, en la que hay más acierto en sus cometidos que en lo que propone la producción misma. La puesta en escena es mediocre, está llena de cosas obvias (hoy “eso” ya no escandaliza). La firma la Fura del Baus, que ha triunfado merecidamente en Valencia con una Tetralogía insuperable, que se puede ver en DVD y que ha sido encomiada en estas páginas. Pero una de las especialidades de la Fura es fingir rebeldías y convencer a los medios de lo transgresores que son. Caramba, hoy día son transgresores hasta ciertos automóviles: por ahí hay un anuncio. La Fura y tantos otros son nostálgicos de cuando obras como Mahagonny cabreaban a la gente. Ahora, los conservadores o reaccionarios se callan, se la tragan, y hasta se ríen de que eso se considere un ataque al capitalismo. Suspiramos por el filisteo, desearíamos refutarlo, ridiculizarlo, pero el filisteo está curado de espanto. Se calla, se marcha, se pitorrea. Apoquina, y hasta la próxima ocurrencia. Recordemos, de pasada, que en 1930 nuestros autores se las vieron no con filisteos, sino con restos del viejo régimen, con militarotes que habían mordido el polvo, con patriotas resentidos y con nazis en auge. La Fura plantea un basurero, y eso ha sido una noticia repetida y repetida. Pero llegas al teatro y resulta que no hacen gran cosa con ese basurero. Qué imagen, caramba. Qué desperdicio, y nunca mejor dicho: con esa idea hay que tener capacidad de desarrollo. Es lo habitual en la Fura: brillantes, y también superficiales. Aunque a veces dan en el clavo, y el clavo de la Tetralogía no es cualquier clavo. Santiago Martín Bermúdez 257-Pliego 2 21/10/10 14:04 Página 23 AC T U A L I DA D MADRID Ibermúsica: Orquestas del Mundo LA EMOCIÓN DE LO PERFECTO Peter Fischli / Festival de Lucerna Madrid. Auditorio Nacional. 17-X-2010. Orquesta del Festival de Lucerna. Director: Claudio Abbado. Mahler, Novena Sinfonía. Claudio Abbado con la Orquesta del Festival de Lucerna L a Sinfonía nº 9 de Mahler es obra que, tras un desarrollo en el que la esperanza se diluye entre la amargura y la ironía, nos ofrece, en un curioso vuelco, una suerte de consolación más allá de las cosas de este mundo. En este concierto, desde el comienzo, con el intervalo de segunda como base del desolado aire de marcha fúnebre, se nos reveló la calidad de la interpretación en el asombroso y lento crecimiento en arco que desemboca en el primer gran tutti. Los pavorosos clímax se alternaron con refinadísimos pasajes en los que el tejido resultó delicadamente camerístico (esos lejanos chelos en pianísimo con el pespunteo de la flauta y el arabesco del arpa). El detallismo en el dibujo, la clarificación de texturas fueron asombrosos y marcaron el devenir de una interpretación memorable en la que la precisión de ataques, los reguladores, las superposiciones tímbricas, la acentuación y el perfil de cada frase estaban milimétricamente medidos dentro de una expo- sición que, he ahí lo milagroso, dejaba escuchar el latido, la emoción profunda de la música, que se tornó auténtico encaje aéreo en pasajes del bien danzado Ländler, exactitud rítmica cargada de enjundiosa ironía en el Rondó-Burleske y prodigioso desarrollo en el Adagio, cantado y respirado desde lo más hondo en una tensión progresiva irrespirable, donde los silencios, una vez más, fueron parte intrínseca de una música que parece nacer y disolverse en la nada. Sobró el desvanecimiento de las luces de la sala. Una soberbia lección de dirección musical; una disección fabulosa, de dentro afuera, de una composición testamentaria y esperanzadora; una demostración de control y dominio de batuta, manejada con elegancia y sentido, en el secreto del glissando y del sonido Mahler. Y una respuesta orquestal ejemplar, rozando la perfección, apabullante de virtuosismo y, cuando la ocasión lo demandaba, de recogimiento. Arturo Reverter 23 257-Pliego 2 21/10/10 14:04 Página 24 AC T U A L I DA D MADRID Grandes Cantantes, Ciclo de Lied TRES CHICAS MUY LISTAS B artoli llegó, miró, cantó y venció, como siempre. Ahí estaban sus filados diamantinos, su aliento insobornable, sus cascadas cromáticas de doble octava, sus trinos sucesivos, su impecable legato, su vaivén de reguladores de volumen, sus picados infalibles, su presencia de condottiera y una gracia hipnótica que va desde la fioritura frenética hasta al spianato más concentrado y lírico del mundo. Barroca y, a la vez, incomparable de personal, nos dejó algunos medallones antológicos e inolvidables: Scherza infida (Ariodante), Ah mio cor (Alcina) y Da tempeste (Giulio Cesare), añadida esta última ante el delirante entusiasmo de la sala. Antonini condujo a sus músicos con frugal aplicación y empeño, aunque su pobreza tímbrica (instrumentos originales) chocó ante la rutilante tim- bración de doña Cecilia y su eficaz afinación. Otro glamour, esta vez cabaretero y operetero, exhibió Denoke, quien nos sorprendió dando el salto de sus altas intervenciones en el exasperado repertorio contemporáneo a la seductora intimidad donde reaparecieron Marlene Dietrich, Lotte Lenya y Sarah Leander. Sobrada de medios y apoyada en un lucidísimo conjunto de jazz moderno (léase: década de 1950) revivió el tinglado berlinés de la entreguerra, la comedia musical americana de fechas posteriores y hasta un momento de El baile en el Savoy de Abraham. Luces cómplices y un comedido uso del cuerpo se unieron a una riqueza vocal enfrenada por el intimismo del repertorio, entre picante, voluptuoso, enamorado y provocador. Denoke demostró que se pueden Javier del Real Madrid. Teatro Real. 13-X-2010. Cecilia Bartoli, mezzo. Il Giardino Armonico. Director: Giovanni Antonini. Obras de Haendel. 15-X- 2010. Angela Denoke, soprano. Cuarteto de jazz. Obras de Hollaender, Weill, Kreuder, Abraham, Mackeben, Heymann y otros. Teatro de la Zarzuela. 18-X- 2010. Soile Isokoski, soprano; Marita Viitasalo, piano. Obras de Schumann, Duparc, Kuula y Strauss. Angela Denoke en el Teatro Real hacer estas cosas sin forzar el estilo con aspavientos de ópera, sin imitar a nadie —y eso que modelos sobran— y sin faltar al arte del canto. Así lo pequeño exhibe su secreta grandeza. También grata resultó la sorpresa de Isokoski en repertorio de cámara. Sus medios son seguros y amplios. Se trata de una soprano lírica con finos pasajes y riqueza de registros, desde un agudo brillante hasta un grave macizo y sugerente. Mostró una ejemplar lectura del schumanniano Liederkreis y luego rayó a máxima altura en las canciones de sesgo dramático, como El castillo de Rosamunda de Duparc, o de exaltación amorosa, como Cecilia de Strauss. De admirar, especialmente y con carácter general, fue la manera de contener su experiencia operística y adecuarla gradualmente a otro tipo de vocalidad. Contó con el apoyo de la pianista, sin conseguirlo. Blas Matamoro Temporada de la OCNE EL RESPLANDOR DEL MUSICAL Madrid. Auditorio Nacional. 15-X-2010. Jennifer Larmore, mezzo; José Manuel Zapata, tenor; Peter ColemanWright, barítono. Coro y Orquesta Nacionales de España. Director: Josep Pons. Obras de Bernstein, McCartney, Rodgers, Arlen, Kern, Hupfeld, Gershwin, Mancini, Brown, Porter, Loewe, Leigh, Styne y Claude-Michel Schönberg. Arreglos de Peter Hope. P 24 artituras geniales dentro del género, como Candide de Bernstein, desfilaron por los atriles del conjunto madrileño, en este rutilante concierto, llevado en volandas por la batuta, en el que se ofrecía música de operetas o comedias musicales, en la mayoría de los casos trasladadas a la gran pantalla. Fue una sesión divertida, que discurrió a ritmo veloz e imparable; aunque no todo en ella fuera digno de loa. De los tres solistas vocales, nos pareció mediocre el barí- tono australiano ColemanWright, de timbre engolado y pobretón y extensión muy justa. Larmore, lejos ya de sus esplendores de antaño, muy delgada, evidenció, aparte de sus habituales sonoridades nasales, excesivo vibrato y un cierto agostamiento del color. Zapata estuvo en su sitio, con estilo y garbo, con un excelente inglés y con recursos operísticos de buena ley. Ciertos apuros en el pasaje no empañaron su labor abundosa en fáciles agudos. Un punto negro: la innecesaria e inclemente amplificación de las voces. El Coro anduvo irregular, un poco titubeante a veces, no siempre templado o empastado, en ocasiones sin perfecta afinación, así en Casablanca de Hupfeld. Mejor en otras piezas como And I Love Her de McCartney. A veces los arreglos del británico Hope se nos antojaron más que discutibles y de relativa calidad, como el de Moon River (Desayuno con diamantes) de Mancini. Pons gobernó la sesión con soltura y mucho aire, bien que no acertara en todo momento con el tono idóneo y no acabara de lograr una clara ejecución en páginas como la suite de Un americano en París de Gershwin. Sin embargo, tanto él como la aplicada orquesta brillaron en una ágil interpretación, por claridad y desenvolvimiento rítmico, de la obertura de la mencionada Candide, de endiablado encaje e imitaciones y variaciones de nada fácil desarrollo. Arturo Reverter 257-Pliego 2 21/10/10 14:04 Página 25 AC T U A L I DA D MADRID 15 años de musicadhoy PASADO, PRESENTE Y FUTURO Madrid. Auditorio Nacional. 9-X-2010. Milagros Poblador, soprano; Arcángel, cantaor; Yukiko Sugarawa, piano. Orquesta Nacional de España. Director: Peter Rundel. Obras de Sotelo y Lachenmann. X avier Güell sopló los quince añazos que le caían a su musicadhoy con uno de esos discursos elocuentes y sentidos que tanto se echan en falta en ciertas tribunas. Departió con el pecho henchido sobre los méritos y objetivos que el proyecto ha deparado en sus tres lustros de vida y razonando las afinidades electivas de un programa-homenaje que se justificaba por sí solo. Difícilmente podrían haberse encontrado dos personalidades musicales más idóneas para glosar en música la apuesta de una empresa que ha estado siempre en primera línea de batalla: Helmut Lachenmann, por una parte, como sumo pontífice de toda una escuela de pensamiento musical que lleva a su consecuencia lógica la emancipación del sonido de sus protocolos musicales. Por otro lado, el últimamente indispensable Mauricio Sotelo —quien con su “flamenco espectral” levanta pasiones allá por donde pasa— como representante de la última hornada de compositores españoles. Alumnos ambos, además, de un Luigi Nono a cuyo “piacere del suono” deben sus propios ensayos y alientos. El apasionante Arde el alba (2008) del compositor madrileño volvió a recordarnos que el futuro de la música culta pasa también por salir del laboratorio y “respirar aire de otros mundos”, como diría Schoenberg. Es ésta una de las encantaciones más conseguidas de Sotelo: un poema taumatúrgico para cantaor, soprano, orquesta y coro articulado sobre unas stanzas que se parten en dos sanguíneas líneas vocales, una orquesta texturizada sobre arabescos PETER RUNDEL y unos trópicos para percusión de envés flamenco en bongós, tam tams y congas. Muy lorquianos estuvieron Milagros Poblador y el cantaor Arcángel, que juntaron fuego con fuego hasta dispararnos las pulsaciones. El estreno español de la titánica Ausklang (1984/85) una partitura concertante para piano y orquesta de casi una hora, demostró por qué Lachenmann merece figurar a la diestra de Nono y Stockhausen. Pocos compositores pueden retener la percepción del respetable densificando páginas a cientos con hechos atómicos. Lachenmann lo consigue gracias a una intuición desbordante y a una arquitectura microscópica de implosiones controladas que Rundel y la ONE levantaron sobre plano con una dedicación inagotable. La pianista Sugarawa, cuya parte exige sangre, sudor y lágrimas, dejó pasmado al personal con una ejecutoria intensísima que hizo valer cada silencio y cada partícula como si después de ellos no cupiera esperar otros. Menudo concierto. David Rodríguez Cerdán 25 257-Pliego 2 22/10/10 12:12 Página 26 AC T U A L I DA D MADRID Final del XXVII Premio Reina Sofía de Composición Musical MEDIAS TINTAS Madrid. Teatro Monumental. 7-X-2010. Coro y Sinfónica de RTVE. Director: José Luis Temes. Obras de Farías, Bonato y Olofsson. E l pasado 7 de octubre los madrileños que iban y venían por la calle Atocha tuvieron que hacer encaje de bolillos para rodear el precinto que la policía había instalado frente al Monumental con motivo de la presencia de la Ministra de Cultura y Su Majestad la Reina Sofía en la final del XXVII Premio que lleva su nombre. El jurado, presidido por Mauricio Sotelo, antiguo ganador del mismo, falló a favor de la obra más original —que no la más perfecta— de las tres concurrentes: y es que si de algo puede presumir Dar Gaist ist heüte kemmet (El Espíritu Santo llega hoy) del italiano Giovanni Bonato es de desmarcarse de las escuelas enrocadas en la vanguardia y proponer una música en primera persona. Bonato se inspira en la tradición del altiplano véneto de Asiago (la de sus antepasados) para poner en juego una armonía difractada en clusters y acordes centrífugos y unas evoluciones de intervalos paralelos al estilo de la música balinesa (con la percusión haciendo las veces de gamelan). El coro interviene con una salmodia polirrítmica basada en un cántico de Pentecostés mientras que un umbrío violonchelo divaga sobre una dinámica mf ahogada de continuo por la masa sonora, lo cual nos lleva a cuestionar su añadidura. No obstante, la pieza delata el pulso firme de su autor a la hora de prensar texturas, espacializar sonidos y graduar la coloración. De una mayor perfección estructural —por la pertinencia de sus argumentos y la distribución de los tensores armónicos— hizo gala Ecos de un color, del joven chileno Miguel Farías; su obra no epataba y conseguía moverse como pez en el agua entre una expresividad articulada con materiales enteros y floraciones corpusculares. Gigantista y afectada, por el contrario, se nos antojó la obra para coro y orquesta del sueco Kent Olofsson Æther, que por querer tocar todos los palos y echarse al coleto demasiadas referencias quedó orillada en la inopia estética. De lo que no hay duda es que los tres autores llevaban la lección bien aprendida. No habrían ido mal un pellizco más de audacia o un puntito de riesgo, pero tal vez eso sea demasiado pedir dadas las circunstancias. Es sabido que en materia de certámenes lo mejor es andar con pies de plomo. La excepción —que fue el caso— confirma la regla. David Rodríguez Cerdán Liceo de Cámara VARIACIÓN Madrid. Auditorio Nacional. 21-X-2010. Cuarteto Ebène. Obras de Haydn, Beethoven y Schubert. L 26 a formación del cuarteto, que vivió hace unos años una edad auténticamente dorada, se encuentra en un momento de cambio generacional no totalmente ultimado. Son varios los grupos jóvenes que apuntan una sólida técnica e ideas interpretativas propias y desde luego el Ebène es uno de ellos. Ahora bien, en su concierto inaugural del XIX Liceo de Cámara, en el que fueron de menos a más, evidenciaron algunas dificultades todavía por solventar, sobre todo la dureza de sonido —asociada por lo general a instantes de ardorosa entrega— y la entonación más que dudosa de su primer violín en no pocas ocasiones. Los 18 conciertos del curso 2010-2011 del Liceo se acogen al hilo conductor de las Variaciones, aunque claro está se toquen también obras carentes de tal forma —de unas y otras se ocupa El Cuarteto Ebène Gabriel Menéndez Torrellas en su importante texto del libro-programa—; y precisamente en las dos series de los tiempos lentos de los cuartetos de Haydn y Schubert programados pudieron apreciarse los puntos extre- mos de la actuación del Ebène. El Andante grazioso del Cuarteto en fa mayor op. 74, nº 2 de Haydn no consiguió despegarse de un prosaísmo algo anodino, en tanto que las celebérrimas variaciones del Andante con moto del schubertiano Cuarteto en re menor D. 810 “La muerte y la doncella” gozaron de una excelente progresión, bien que en el clímax en fortísimo la sonoridad se tornase algo metálica. En conjunto, la página de Schubert fue la mejor interpretada, con dos impulsivos movimientos extremos. La composición de Haydn sirvió para calentar arcos, en tanto que el Cuarteto en fa mayor op. 18, nº 1 de Beethoven, planteado de manera muy leve, tuvo un bien dibujado tiempo lento, pero en el de cierre los problemas de sonido del primer atril se hicieron patentes. Enrique Martínez Miura 257-Pliego 2 21/10/10 14:30 Página 27 AC T U A L I DA D MADRID Ciclo de la ORCAM PASILLO MÍSTICO Madrid. Auditorio Nacional. 5-X-2010. Raquel Andueza, soprano; Marta Infante, Marina RodríguezCusí, mezzosopranos; Héctor Colomé, Carlos Martos de la Vega, recitadores. Coro de Cámara del Palau de la Música Catalana. Coro y Orquesta de la Comunidad de Madrid. Director: José Ramón Encinar. Debussy, El martirio de San Sebastián. JOSÉ RAMÓN ENCINAR Rafa Martín M isterio medieval, oratorio, drama en música, música litúrgica; incluso pasillo místico con música podría denominarse desde el punto de vista puramente teatral, esta obra un tanto insólita de D’Annunzio y Debussy, con las colaboraciones, para su estreno en 1911, de Fokine y Bakst en la coreografía y el vestuario respectivamente. La escenificación en este concierto de las huestes musicales de la Comunidad de Madrid, con el adendum del Coro barcelonés y los colaboradores de quienes luego haré más puntual mención, fue sumaria, lo que no tiene mayor importancia, porque se obtuvieron el sen- tido, la atmósfera y la calidad sin decaimientos. Y no es fácil, porque la capacidad de arrastre de la obra consiste en focalizarla en el intimismo casi total de su discurso musical, con las explosiones místicas verbales de Sebastián. Hay que destacar como tal al joven Carlos Martos de la Vega, que lo hizo arrebatado y trascendido de ansiedad mística; o sea, creíble: muy bien. En contraste, Héctor Colomé hizo lo que era necesario en su cometido, narrar con claridad. Así contrastaron los dos recitadores, haciéndose merecedores de elogios. También lo es Raquel Andueza, que dijo su compleja parte con autoridad y arte. Apropiadas en su poco destacado papel las dos mezzos. El coro, sumados aquí madrileños y barceloneses, dio también testimonio de probada calidad, por lo que el maestro Encinar, cuya batuta fue soporte y artífice de la acertada interpretación, hizo saludar, con el merecimiento de tantas veces, al maestro Casas Bayer. José A. García y García 27 257-Pliego 2 21/10/10 14:04 Página 28 AC T U A L I DA D MÁLAGA / MURCIA Fundación Unicaja FANTASÍA CON RIGOR DIDÁCTICO La Fundación Unicaja ha querido inaugurar la temporada de la Sala María Cristina con la presencia de una de las más destacadas figuras del piano que nuestra patria ha dado, el maestro Joaquín Achúcarro. Su particular homenaje a dos de los grandes compositores de los que este año se cumple el bicentenario de su nacimiento ha significado toda una lección magistral de rigor técnico —hay que tener siempre presente su calidad de insigne didacta del arte pianístico— y excelsa fantasía. Estas dos inquietudes polarizaron su recital de manera natural descubriendo las esencias estéticas de las obras, que fueron escogidas con la intención de ofrecer la singular personalidad artística de cada uno de los autores. Empezar la actuación con la Fantasía-Impromptu, op. 66 fue una excelente introducción para impregnarse del poético mundo de Chopin, antes de su monumental Sonata, op. 58. Achúcarro, desde un tempo que buscaba más la autenticidad en la expresión que el alarde vistuosístico, hizo una lectura feliz, llena de contemplación y delicado apasionamiento, destilando esa experiencia artística propia de un pianista de los grandes. Las primeras ovaciones no se hicieron esperar por parte de un público que llenaba la sala y que era colmado en sus expectativas. Éstas fueron superadas con la interpretación de la sonata en la que el maestro vasco alcanzó la sublimación en el desconsolado Largo que dibujó sobre el teclado con serena ensoñación. En el Presto final contu- Rafa Martín MÁLAGA Sala María Cristina. 25-IX-2010. Joaquín Achúcarro, piano. Obras de Chopin y Schumann. vo el ardor y la desbordante exaltación que pide este movimiento en aras de transmitir los contrastes emocionales de este grandioso rondó. No menos espectacular resultó ser la segunda parte dedicada a los Estudios sinfónicos de Schumann. Achúcarro centró fundamentalmente su interpretación en resaltar, en cuanto a la expresión, la búsqueda del color del instrumento en su proyección a ser tenido como un esbozo de la orquesta y, en lo que respecta a la estructura musical, reflejar la natural concatenación de las piezas del intrincado arte de la variación del gran compositor sajón. En todo momento supo resaltar la difícil música interna que siempre propone este músico interpretando el brillante Allegro final con enorme elocuencia. El entusiasmo generado fue tal que el pianista complació al público con cuatro bises que, por su trascendencia y duración, dieron contenido a una tercera parte del recital, destacando, por su sentido y rigor, Navarra de Albéniz y, por su carga didáctica, un revelador Scarbo de Ravel lleno de fantasía. José Antonio Cantón Ciclo de la OSRM DEPURADA TÉCNICA MURCIA Auditorio y Centro de Congresos Víctor Villegas. 7-X-2010. Sinfónica de la Región de Murcia. Director: Vladimir Kiradjiev. Obras de Schubert y Schoenberg. 28 Con obras de dos de los más representativos músicos nacidos en Viena, la Sinfónica de la Región de Murcia ha inaugurado su temporada haciendo posible la presentación en Murcia del maestro búlgaro Vladimir Kiradjiev, poseedor de una depurada técnica de dirección, cualidad que le ha llevado a ser profesor del Instituto de Dirección Orquestal en Universidad de Música y Artes Escénicas de la capital austriaca. Desde el menor detalle en el gesto hasta la más amplia indicación de dinámica del sonido, pasando por una continua matización expresiva, su forma de comunicar con los músicos se manifiesta clara y diáfana, cualidad siempre de agradecer en un director que, desde su complejo cometido, está obligado a hacer fácil el sentido y estructura de una obra tanto en su ejecución como en su percepción por el oyente. Su capacidad de coordinación quedó de manifiesto desde los primeros compases de la Obertura en re mayor, D. 590 de Schubert, acentuando el carácter italiano de su estilo. La orquesta ofreció un sonido homogéneo en la sección de cuerda, que se mantuvo a lo largo de todo el concierto. Lo vientos no le fueron a la zaga, como quedó patente en la interesante Sinfonía de cámara nº 2, op. 38 de Schoenberg, en la que el padre del serialismo se reencontró con la tonalidad. Kiradjiev hizo que la orquesta ofreciera los acentuados contrastes tímbricos que propone el autor realzando la constante sobriedad melancólica que refleja esta obra. El concierto adquirió máxima relevancia en la Sinfonía nº 9 “La Grande”, D. 944 de Schubert. La Sinfónica mostró sus mejores cualidades, en un natural entendimiento con el director, que supo analizar con sus indicaciones esta pieza crucial del gran repertorio sinfónico. Así, desde el primer compás, mantuvo la tensión poética que quiso transmitir el compositor, destacando la monumentalidad del Andante inicial en el que tuvo una destacada intervención la excelente trompista Serezade Borja. Kiradjiev acentuó el contenido lírico del segundo movimiento dando fluidez y elasticidad a su discurso. Sin duda fue el momento culminante de la interpretación. Tanto en el Scherzo como en el último movimiento, obtuvo el contraste de los planos sonoros con resolutiva eficacia pese a tener un reducido número de elementos en la sección grave de la cuerda, tan importante y significativa en la expresiva grandiosidad sonora que exige esta gran obra, que tiene el rango de ser cualificado eslabón estético y estilístico entre Beethoven y el sinfonismo romántico. Su interpretación dejó buenas sensaciones de cara a la nueva temporada de la Sinfónica en la que se apuesta, en gran medida, por un repertorio de corte tradicional. José Antonio Cantón 257-Pliego 2 21/10/10 14:04 Página 29 AC T U A L I DA D OVIEDO Decepcionante dirección musical de Julian Reynolds TROVATORE NON TROVATO carlospictures Teatro Campoamor. 8-X-2010. Verdi, Il trovatore. Dalibor Jenis, Hui He, Elisabetta Fiorillo, Walter Fraccaro, Stefano Palatchi, Marifé Nogales, Albert Deprius, Bruno Prieto. Coro de la Ópera de Oviedo. Oviedo Filarmonía. Director musical: Julian Reynolds. Director de escena: Gilbert Deflo. OVIEDO Escena de Il trovatore de Verdi en el Teatro Campoamor de Oviedo Desde su estreno en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona, la producción ideada por Gilbert Deflo para Il trovatore de Verdi había dado más que hablar por sus sombras que por sus luces. Curiosamente, lo peor de la función ovetense no fue la puesta en escena, siendo realmente mala, sino la versión musical de Julian Reynolds, director que propuso una lectura ingenua, superficial, falta de carácter y, además, inestable, en el aspecto rítmico y en la concertación. Reynolds descuidó totalmente la dinámica, e hizo imposible disfrutar de la velada con tranquilidad, debido al escaso control sonoro al que sometió a una Oviedo Filarmonía que, entre otras cosas, martilleó los oídos del público con unos fortísimos muy desordenados. La tersa y expresiva línea melódica verdiana, fue interpretada como una especie de idea sonora flácida y excesivamente matizada, que logró desvirtuar la estética de la obra por su melifluosidad. La puesta en escena resultó decepcionante. El escenario se desnudó tanto que apenas mostró algún elemento de atrezo. Casi parecía una versión de concierto. Deflo incluyó un puñado de telas de fondo de muy buenas calidades, pero que en la obra sólo aportaron la imagen de la luna y el sol. No hubo ni un solo momento interesante o de especial belleza que sirviera al público de ligera distracción ante tan discretos resultados musicales. Por el contrario, todo resultó vulgar y pretencioso, como quien se empeña en hacer comulgar a los demás con ruedas de molino. El movimiento en escena fue aburrido y descuidado. Ante este panorama, obvio es decir que resultó imposible encontrar algo parecido al Trovatore ideado por Verdi. Sin embargo, el reparto fue bastante aplaudido por un público que, seguramente, quiso compensar sus carencias premiando un trabajo más voluntarioso que certero. Del conjunto sólo destacó el Coro de la Ópera, que realizó un gran trabajo, en escena y cantando. Hui He es una cantante con algunos problemas técnicos evidentes. El primero es un “vibrato” excesivo y poco agradable, que sesgó cualquier ápice de dulzura en la imagen sonora de Leonora. También pareció claro su problema con los agudos que, lamentablemente, no estuvieron a la altura, con el desasosiego que esto supuso para el oyente cualificado. La soprano china tampoco brilló por la serenidad de su fraseo, que resultó nervioso e incómodo de seguir para el director. Entre lo positivo está su generosidad dramática. Elisabetta Fiorillo —Azucena— parece haber perdido con el tiempo cualquier tipo de continuidad entre registros. Su línea de canto pasaba, directamente, de un incómodo y punzante registro agudo, a un registro grave algo crispado. No obstante, hay que agradecer a la mezzo su entrega con el papel, que compensó sus carencias líricas y recogió abundantes aplausos. Dalibor Jenis fue un Conde de Luna bastante frío en escena. Vocalmente muestra demasiada tendencia a engolar con la “e” y con sus medias voces. Interpretó el papel con garantías, sin lograr dejar huella. Walter Fraccaro —Manrico— es un tenor correcto, de voz siempre presente y buenos recursos técnicos que, aunque no logró hacer brillar Di quella pira ni a su personaje, lo resolvió con profesionalidad. Stefano Palatchi defendió bien el papel de Ferrando, aunque le quedó algo justo en los registros extremos. Marifé Nogales y Albert Deprius estuvieron discretos. Aurelio M. Seco 29 257-Pliego 2 21/10/10 14:04 Página 30 AC T U A L I DA D PAMPLONA / SAN SEBASTIÁN Final del XIII Concurso Internacional de Canto Julián Gayarre AL BUEN CANTAR LLAMAN SANCHO PAMPLONA Teatro Gayarre. 17, 18-IX-2010. Gala lírica y entrega de premios. Sinfónica de Navarra. Director: Ramón Tébar. La soprano donostiarra Elena Sancho, mi candidata y justa ganadora del 2º premio —con méritos incluso para el 1º— sabe entreverar su canto de una cierta melancolía y, pese a su juventud veinteochesca, también de nostalgia. Son las notas dominantes del aria —de Bellini y bellisima— Ah! non credea mirarti. En la final no contrastó en exceso esa languidez con la liberadora alegría de la cabaletta, pero al día siguiente participó en una pequeña gala lírica, cuyas vicisitudes no caben aquí, y entonces sí le dio un tono algo más exultante. Esto último vale también para el Aria de Norina, casi modélica y hoy por hoy aún más apropiada a sus maneras, de buen trino y mejores picados y, aunque encantadora, con el debe de cierto subrayado Julien Dran, Teresa Berganza y Hyekyung Choi vocal y mímico de las graciosadas, que diría un asturiano. Hyekyung Choi, la ganadora femenina de la noche, coreana, me interesó menos, pues en cierto modo remite al canto de tantas paisanas suyas anteriores aquí, dando lugar a ese fenómeno de multiplicación clonada, o cuasi, que gana concursos (sobre todo de nivel medio), invade el mundo lírico y ya casi lo ha conquistado. Eso sí, hay que reconocerle a la Choi pamplonica dos cosas: musicalidad y preparación. Con tales condiciones desta- có en Dove sono por el tratamiento delicado de la pieza, con uno de sus puntos altos en el recitativo. Desierto el 1º, el 2º premio en la categoría masculina, el francés Julien Dran es más fresco y directo que otro Sancho, masculino éste, pero peor estilista. Atesora un timbre más o menos grato. La sorpresa es que siendo galo —¡y galo hoy!—, con los proverbiales cambios de posición de su escuela, cantando ora nasal ora gutural —y galo al fin—, nunca del todo enmascarada, tiene agudos curiosos, bastante fáciles, algo disímiles y a su modo atractivos: buen arma en Fille du régiment. Y en fin, con notas de interés (aunque ¡ay¡, sin premio) la cálida Jessica R. Cambio (EEUU). J.Martín de Sagarmínaga Fundación Kursaal ENTUSIASMO SONORO SAN SEBASTIÁN Auditorio Kursaal. 13-X-2010. Orquesta de Cámara de Europa. Director: Yannick Nézet- Séguin. Obras de Schubert, Mozart y Schumann. 30 La nueva temporada de música clásica de la Fundación Kursaal arrancó con éxito gracias al estimulante concierto ofrecido por la COE, que dejó el listón muy alto en buena medida gracias a las habilidades y destrezas de sus intérpretes — aunque no exentas de pequeños desajustes—, y sobre todo por la magnífica batuta del canadiense Yannick Nézet-Séguin. El programa confeccionado con sinfonías de Schubert, Schumann y Mozart, sonó desigual en las formas y en cuanto al resultado obtenido se refiere. En este sentido, los europeos anduvieron un tanto tibios en la Sinfonía nº 4 “Trágica” de Franz Schu- bert, donde los violines cayeron en notorios desajustes y el volumen del conjunto orquestal sonó un tanto desequilibrado, probablemente fruto de lo que exigía el director. Nézet-Séguin mostró un entusiasmo fuera de cualquier tipo de duda y unas maneras muy efectistas, cuidándose mucho en lograr intensos climas, usar de forma contundente los reguladores, y rematarlos de forma súbita al pasar a pianos o fortes buscando grandes contrastes sonoros, con lo cual no siempre el peaje sale barato ya que siendo una formación de cámara corre el riesgo de querer obtener un sonido mayor del que los músicos pueden dar. Rozó YANNICK NÉZET-SÉGUIN esa barrera en varias ocasiones; sin embargo, salió airoso obteniendo un Schubert correcto y un Mozart bien medido con preciosas dinámicas en el Allegro final de la Sinfonía nº 39 en mi bemol mayor K. 543. Mucho más rotunda sonó la Sinfonía nº 2 en do mayor, op. 61 de Robert Schumann tanto desde el punto de vista expresivo como técnico. El canadiense exigió la perfección y pareció que los músicos entendieron lo que había. Impresionante la entrada de metales en el Sostenuto assai, perfecto el Scherzo, lleno de destreza técnica y grandes contrastes en el Allegro molto vivace, combinando preciosas frases llenas de furor y recogimiento al mismo tiempo. Íñigo Arbiza 257-Pliego 2 21/10/10 14:05 Página 31 257-Pliego 2 21/10/10 14:05 Página 32 AC T U A L I DA D SANTIAGO / SEVILLA MADRID XI Ciclo de Lied MÚSICOS Y POETAS SANTIAGO Teatro Principal. 14-IX-2010. Stella Doufexis, mezzosoprano. Obras de Brahms, Mahler, Debussy, Ravel y Rossini. 17-IX-2010. John Mark Ainsley, tenor. Obras de Fauré, Escaich, Poulenc y Hahn. 21-IX-2010. Angelika Kirchschlager, mezzosoprano. Obras de Wolf y Strauss. 28-IX-2010. Alek Shrader, tenor. Obras de Schumann, Wolf, Liszt, Duparc y Rossini. Roger Vignoles, piano. El lema Si mis poemas tuviesen alas, sacado de la canción de Hahn con versos de Victor Hugo, presidió la celebración del undécimo Ciclo de Lied, segundo de los dedicados a la ligazón entre músicos y poetas, objetivo logrado esta vez fundamentalmente con Victor Hugo y Joseph von Eichendorff, quedando el resto más disperso, pues la ausencia por enfermedad de Carolina Ullrich impidió la prevista presencia de poemas de Goethe. Sustituida por la mezzo Stella Doufexis no tuvo ésta tiempo de adaptar su programa. Una primera parte con Brahms y Mahler, en la que quizás faltó madurez para el primero, fue seguida por una sensible versión de las Trois chansons de Bilitis de Debussy y una excelente de las Cinco canciones populares griegas de Ravel, que cantó en su versión original griega, cosa bastante insólita, para cerrar graciosamente con el humor rossiniano de La regata veneziana. John Mark Ainsley que ofreció una primera parte de poemas de Victor Hugo, puestos en música por Fauré, Bizet, Saint-Saëns, Liszt, Hahn y Thierry Escaich, nacido en 1965. Comienzo un poco áspero hasta que la voz se fue calentando y nos permitió apreciar en su justo valor las magníficas cuatro canciones de Escaich escritas para el Festival Victor Hugo que se celebra desde 2002 en la isla Guernsey, donde estuvo exiliado el poeta. Y el también veneciano final, esta vez con el ciclo Venezia de Reynaldo Hahn, fue una delicia expuesta con la delicadeza que Hahn requiere. Llamarse Angelika es gran ventaja a la hora de tener alas y con ellas voló Kirchschlager sobre los lieder de Wolf y R. Strauss. En recital copatrocinado por el Xacobeo Classics, estuvo maravillosa en los seis de Mörike y los seis de Keller a los que Wolf puso su penetrante, incisiva y genial música. Dividió los de Strauss en dos grupos, el primero de poemas un tanto empalagosos de amores materno-filiales, dejando para el final las cuatro obras maestras que son Ruhe, meine Seele, Für funfzehn Pfennige, Morgen y Cäcilie. Bellísima voz, expresividad, fluidez, todo lo que hay que tener para dar una lección no por magistral menos emotiva, que contagió a Vignoles, superándose a si mismo, lo que ya es decir. El joven tenor norteame- ricano Alek Shrader centró su primera parte en poemas de Eichendorff con el Liederkreis op. 39 de Schumann y seis de los compuestos por Wolf. La segunda, más variada, con los Tre soneti di Petrarca de Liszt, cuatro canciones de Duparc y dos humoradas de Rossini. Voz bella y poderosa, pero con ciertas dificultades de afinación en los piano y cambios de color que esperemos supere. Cantante de estilo más acorde con lo operístico, lo que se notó especialmente en las obras de Liszt, quizás arrastrado por el idioma. De todo punto elogiable su dicción en los diferentes idiomas usados, que nos dejó pasmados en las dos canciones de Turina que ofreció de propina. José Luis Fernández Ciclo de la ROSS NUEVA ACÚSTICA SEVILLA Teatro de la Maestranza. 17-IX-2010. Monica Groop, mezzo; Coro femenino de la AA del Maestranza. Escolanía de los Palacios. Real Sinfónica de Sevilla Director: Pedro Halffter. Mahler, Tercera Sinfonía. 23-IX-2010. Pablo Sáinz Villegas, guitarra; Daniel del Pino, piano. ROSS. Directora: Gloria Isabel Ramos. Obras de Ramos, Rodrigo y Falla. 7-X-2010. Director y solista: Christian Zacharias. ROSS. Obras de Beethoven. 32 La temporada se inicia con un cambio de acústica para la música sinfónica en el Maestranza, merced al empleo de una plataforma desmontable que se extiende desde la boca de escena y ocupa las cuatro primeras filas de patio (con la consiguiente pérdida de 144 butacas, lo que no parece preocupar demasiado a los responsables de la ROSS, pues hace tiempo que el lleno en los conciertos de abono es casi una quimera), todo ello en el intento de conseguir, en opinión de Halffter y su equipo, una “acústica tipo auditorio”, más presente, directa y nítida, también más dura y seca. De momento, lo que se aprecia es que todos tienen que acostumbrarse a esta nueva ubicación, pues en el primer concierto de abono a Pedro Halffter la Tercera de Mahler le sonó por momentos atronadora. Fue en cualquier caso una versión muy respetable, que supo moverse entre lo bullanguero y lo sublime, culminado en un Adagio final de estupenda articulación interna y ondulado y sugerente trabajo con las dinámicas. Notable actuación de Monica Groop y grandes prestaciones de las mujeres del Coro del Teatro (en su primer desempeño con su nuevo director, Íñigo Sampil) y de los niños de la Escolanía de Los Palacios. En el segundo de abono, la canaria Gloria Isabel Ramos estrenó La torre del oro, especie de obertura de concierto de un atonalismo libre algo deshilachado. Luego acompañó a Pablo Sáinz Villegas en un Concierto de Aranjuez muy estilizado e hizo un Falla de notable adustez, que resultó mejor en El amor brujo, seco, pero muy tenso, que en unas Noches en los jardines de España algo mortecinas y sin misterio, pese a las líricas manos de Daniel del Pino. Lo sorprendente de la sesión beethoveniana de Christian Zacharias es que el alemán convenció más como director, con unas Criaturas de Prometeo muy ágiles y saltarinas y una Séptima de gran vigor en el final, a despecho de un Allegretto más bien premioso, que como pianista en un Cuarto desmayado y excesivamente blando, al que tampoco ayudó nada ni el pobre estado del instrumento ni su ubicación en el centro de la escena y sin tapa. Pablo J. Vayón 257-Pliego 3 21/10/10 14:20 Página 33 AC T U A L I DA D VALLADOLID Ciclo de la SCyL VETERANÍA Y JUVENTUD Fue un emocionante homenaje a los 80 años de Cristóbal Halffter. La orquesta le toco el Cumpleaños feliz y repitió el final del espectacular Tiento de primer tono y batalla imperial, tal vez su obra más popular. Antes Cristóbal Halffter había dirigido con unción casi religiosa y un tempo muy lento ese maravilloso preludio de Parsifal, la mejor introducción a la ópera para crear el ambiente y la segunda suite de El sombrero de tres picos espectacular e idiomática. Recuerdo una versión de La vida breve en La Zarzuela también personal y sentida. La parte nueva del concierto la componían dos obras del propio Halffter que dirigió con gran maestría. Creo, y le he visto muchas veces, que es quien mejor hace sus partituras. Su orquestación del Tiento y la Batalla de Cabezón y Cabanilles, sabe mantener el espíritu de sus orígenes y resulta sumamente atractiva tanto en la introducción como en el despliegue espectacular y su efecto para el público. Así se vivió en el Auditorio con la presencia del Presidente y de la Consejera de Cultura de la Junta de Castilla y León. Ritual, estreno en España, de 17 minutos de duración, como dice su autor es un homenaje al silencio en música. La partitura, espléndidamente orquestada, juega con los contrastes sonoros. Desde el comienzo, con los violines en sordina, hasta la utilización magistral y variadísima de la percusión. Se divide en pasajes adagio y en despliegues orquestales con fuerza para terminar en otro, el tercer silencio, que fue guardado por el público. De la veteranía a la juventud. Magistral Volodos en el Concierto de piano nº 1 Rafa Martín VALLADOLID Auditorio. 19-IX-2010. Sinfónica de Castilla y León. Director: Cristóbal Halffter. Obras de Wagner, Falla y Halffter. 7-X-2010. Arcadi Volodos, piano. SCyL. Director: Lionel Bringuier. Obras de Chaikovski y Berlioz. CRISTÓBAL HALFFTER de Chaikovski. Pianísimos increíbles y tremenda fuerza en los momentos espectaculares. Una versión de gran clase. Lionel Bringuier, correcto acompañante, se volcó en la Fantástica tanto en los dos últimos tiempos, con gran fuerza con el difícil tercero, como en un adagio matizadísimo. Otra vez brilló su claridad gestual que hace que la orquesta le siga muy cómoda. Un grandísimo éxito de ambos artistas. Volodos dio de propina una primorosa Siciliana de Vivaldi. Ha comenzado con éxito la temporada del Auditorio. Se han vendido más abonos (con las nuevas modalidades y el viaje gratis desde Palencia) y una serie de figuras esperan. Sus nombres: Baltani, Sokhiev, Pogorelich, Gergiev, Freire, Mehta, Barenboim —los dos conciertos de piano y orquesta de Liszt—, Lupu, Hahn, Christie y sus Arts Florissants, Antonini y Petibon, Lott, Gheorgiou, Bostridge, Kirchschlager, Meyer, Jessye Norman, Lempe, Glass, Gil… abriéndose otras selecciones en la densa programación, incluidos tres espectáculos de danza. Fernando Herrero 33 257-Pliego 3 21/10/10 14:20 Página 34 AC T U A L I DA D Recuerdo de Christoph Schlingensief SIN RÉGISSEUR Monika Rittershaus Schiller-Theater. 3-X-2010. Joneleit, Metanoia. Martin Wuttke, Annette Dasch, Anna Prohaska, Graham Clark, Daniel Schmutzhard, Alfred Reiter. Director musical: Daniel Barenboim. Dirección de escena: Christoph Schlingensief-Anna-Sophie Mahler. INTERNACIONAL ACTUALIDAD ALEMANIA BERLÍN Escena de Metanoia de Jens Joneleit en el Schiller-Theater 34 Con el estreno de la ópera Metanoia de Jens Joneleit se reabrió el pasado 3 de octubre el Teatro Schiller, donde la Ópera del Estado vuelve a presentarse tras varios años de clausura por reconstrucción. Christoph Schlingensief se encargó de escenificarla. Enfermó poco antes de la primera función y lo sustituyó en la tarea su asistente AnnaSophie Mahler. La dramaturgia corrió a cargo de Carl Hegemann, quien concibió el mundo escénico como un montón de fragmentos, llevados a la práctica por el escenógrafo Thomas Goerge. El libreto reúne un texto de René Pollesch con partes de El nacimiento de la tragedia de Nietzsche, donde se trata de la oposición dual entre lo apolíneo y lo dionisíaco. Vastas y férreas construcciones universales chocan con banalidades ínfimas, lo que ha llevado al compositor a una suerte de encadenamiento entre palabra y sonido. El lenguaje utilizado mezcla el atonalismo vienés con efectos electroacústicos en vivo a cargo de Joachim Haas y Reinhold Braig. Daniel Barenboim, al frente de la Capilla Estatal de Berlín, puso claridad estructural en el foso. Cinco cantantes en traje de gala y el actor Martin Wuttke con blanca toga romana (diseño: Aino Laberenz) se emplearon a fondo. La soprano Annette Dasch obtuvo un gran éxito por la firmeza de sus agudos, mientras Anna Prohaska lucía una estupenda coloratura. Graham Clark, tenor de carácter, cantó con su reconocida y cortante potencia. El barítono Daniel Schmutzhard y el bajo Alfred Reiter se mantuvieron a parecida y brillante altura. El coro, preparado por Eberhard Friedrich, actuó vestido con una indumentaria de goma, clara y adherente, que parecía extraída del film de Woody Allen Todo lo que usted quiso saber sobre el sexo y se situó en la rampa, sobre un tablado de doble nivel, en plan oratorial. Sobre el proscenio, trozos de cuerpos poblados de bacilos, se reducen, al final, a un hígado y una tráquea. Al fondo, un elemento escalonado da lugar a las recitaciones del actor, mientras se ven diversas proyecciones de las películas de Schlingensief. Éste, provocador, supo fraguar una puesta polémica e interesante. Bernd Hoppe 257-Pliego 3 21/10/10 14:20 Página 35 AC T U A L I DA D ALEMANIA / ARGENTINA Lo bucólico convertido en trágico DAFNE EN EL CAMPO DE EXTERMINIO La tragedia Dafne de Richard Strauss es una pieza bucólica, de poesía natural y mágica hechicería. Nada de eso tuvo la puesta en escena de Torsten Fischer, que la volvió irreconocible. La protagonista se ha tornado en Sophie Scholl, vestida de azul y con un abrigo rojo por el diseñador Andreas Janczyk, una luchadora antifascista en un campo de concentración, asesinada en 1943. Así se nos anuncia en una proyección previa. En un escenario vacío, obra de Herbert Schäfer, se instala el coro, vestido según la moda de 1930. Unas guirnaldas exaltan a Hitler y vuelan octavillas. El pueblo está inquieto y soldados de negro van y vienen. Apolo, desde un sol rojo y entre nubes, dirige la maniobra. Es un jefe de la Gestapo, con cuero y pistola, y ataca a su rival Leucipo. Los esbirros matan brutalmente a Dafne y ni siquiera Peneios oculta su Matthias Creutziger DRESDE Semperoper. 2-X-2010. Strauss, Daphne. Camilla Nylund, Robert Dean Smith, Ladislav Elgr, Christa Mayer, Georg Zeppenfeld. Director musical: Omer Meir Wellber. Director de escena: Torsten Fischer. Escena de Daphne de Strauss en la Sempeoper de Dresde placer tanático. La escena final es una masacre. Los hombres, con el torso desnudo, huyen por una escalera. Por un espejo vemos cómo los van a ahorcar. Sus ropas se esparcen por el suelo. Dafne canta su monólogo de la transfiguración delante de un telón de acero, como un homenaje a las almas de los difuntos, que forman una corona a sus espaldas, en torno a un árbol, agitando los brazos a modo de ramas. Es el único momento atmosférico de la velada, y la orquesta luce el clima seductor y floridamente melódico propuesto por Strauss. Hasta entonces el director musical Omer Meir Wellber no ha sabido equilibrar el foso con la escena, sumándose al rudo montaje desde la entrada inicial del coro de pastores, inaudible. Lo mis- mo en el central momento entre Apolo y Dafne. Camilla Nylund mostró sus medios sólidos y potentes pero le faltó el fluido lirismo que su parte impone, especialmente en el agudo. Robert Dean Smith careció del metálico empuje que Apolo requiere. Su cultivado registro medio se oyó destimbrado. El joven Ladislav Elgr exhibió más heroico aplomo en Leucipo, un muchacho hitleriano, aunque su color demasiado claro resultó, por momentos, insuficiente para cumplir con su parte. En cambio, sobrados de medios se oyeron la contralto Christa Mayer y el bajo Georg Zeppenfeld. Asimismo se produjo con sonora prestancia el excelente coro masculino, preparado por Pablo Assante. La auténtica sublevación fue protagonizada por el público al terminar la función. Bernd Hoppe Dos óperas breves que se complementan LA SINUOSA RELACIÓN AMOR-MUERTE BUENOS AIRES Teatro Colón. 12-X-2010. Zemlinsky, Una tragedia florentina. James Johnson, Deanne Meek, Evan Bowers. Korngold, Violanta. Wolfgang Schöne, Eiko Senda, Evan Bowers, Enrique Folger, Mónica Philibert, Alejandra Malvino, Osvaldo Peroni. Director musical: Stefan Lano. Director de escena: Hans Hollmann. Ingenioso acople de dos títulos con diferente lenguaje (casi expresionista Zemlinsky, iluminado por la frondosa imaginería del texto de Wilde; postromántico Korngold, con flojo libreto) pero muchas similitudes: el ambiente decadente en grandes urbes itálicas del renacimiento más los clásicos triángulos amorosos que desembocan en homicidios, pero sobre todo por el rol de enorme relevancia de la orquesta, devenida singular coprotagonista de ambas óperas. Es así que Stefan Lano, (con una lectura intensa, unificadora y de mucho vuelo) y la Estable del Colón —mínimos deslices al margen— fueron los máximos triunfadores de la noche. Con leves cambios del mismo escenario (por una ventana se vislumbra ya Florencia, ya Venecia), obra de Enrique Bordolini, responsable también de la cálida iluminación y una acción trasladada a un modernismo más sugerido que explícito se encuadran dos concisas pero lacerantes historias de adulterio y venganza. Convincente el manejo actoral de Hollmann, heterogéneo y con altibajos el vestuario de Inge Möller. El Coro, ahora dirigi- do por Peter Burian, tiene efímera pero eficaz labor en Violanta. El peso de Tragedia recayó en el veterano James Johnson que domina el papel del marido engañado y logra una notable progresión dramática aunque su agudo resulte algo opaco y engolado. Correcta sin más Deanne Meek, de voz chica. Evan Bowers asumió el rol de seductor en ambas obras mostrando excelentes medios canoros, con más ocasión de exhibirlos en Violanta, donde estuvo bien acompañado por Wolfgang Schöne, de adecuada labor tanto vocal como escénica. En esta ópera Eiko Senda aportó su emisión firme y de gran caudal, componiendo una protagonista de buena línea de canto aunque su interpretación pareció demasiado volcada hacia el verismo. Muy destacada la tarea de dos artistas argentinos, el tenor Enrique Folger, de voz plena y grato timbre así como de Alejandra Malvino, fina y sensible, secundados con acierto por un elenco en el que sobresalieron los trabajos de Mónica Philibert y Osvaldo Peroni. Carlos Singer 35 257-Pliego 3 21/10/10 14:20 Página 36 AC T U A L I DA D ESTADOS UNIDOS Despega el Anillo de Lepage SOFISTICADO Y MATE NUEVA YORK Ken Howard Metropolitan Opera. 30-IX-2010. Wagner, Das Rheingold. Bryn Terfel, Stephanie Blythe, Richard Croft, Eric Owens. Director musical: James Levine. Director de escena: Robert Lepage. Escenografía: Carl Fillion. Vestuario: François St-Aubin. Iluminación: Etienne Boucher. Vídeo: Boris Firquet. 36 Fea (el decorado básico se parecía a un paseo marítimo de un pueblecito, pintado de gris), ruidosa (debido a la sofisticada maquinaria de escena que sube y baja e inclina los decorados) y dramáticamente inerte (todo ocurre delante y dentro del escenario) son las palabras que mejor describen la nueva producción del Met de Das Rheingold que inauguró la temporada (y el caro e incansablemente promocionado nuevo ciclo del Ring) con un gran chasco. Aparte de crear unos cuantos espectaculares efectos especiales —muy pocos— daba la impresión de que el director Robert Lepage no tenía pensado nada más. Nunca he visto un Rheingold tan soso y carente de emoción. En general, los momentos álgidos fueron totalmente insípidos: el robo del oro por parte de Alberich y luego sus transformaciones y su forzada renuncia del anillo, el asesinato brutal de Fasolt cometido por Fafner, todo esto fue escenificado con una ineptitud bochornosa. O más bien, no escenificado: la producción me recordó una anticuada sesión dramática espontánea, con cada uno haciendo lo que le daba la gana, con los aparatos de alta tecnología de Lepage sustituyendo a los viejos telones pintados. Los cantantes eran bue- nos y algunos hasta espléndidos, pero todos hubieran hecho mejor su cometido con un poco de interacción dramática convincente e inteligentemente concebida. El Wotan de Bryn Terfel pareció y sonó espectacular, pero estuvo curiosamente pasivo y retraído, continuamente eclipsado por la exuberante Fricka de Stephanie Blythe, el sorprendentemente melifluo Loge de Richard Croft y el vocalmente convincente (aunque dramáticamente demasiado tiernecito) Alberich de Eric Owen. En los papeles secundarios, tanto Wendy Bryn Harmer (Freia) como Adam Diegel (Froh) demostraron ser dos excelentes profesionales y dos promesas wagnerianas que daba gusto oír y ver. Recién vuelto al podio después de su última y prolongada baja medica (y con un aspecto durante las llamadas a escena inquietantemente débil), James Levine dirigió una típica interpretación: con larga y espléndida sonoridad, a menudo con ritmo y propulsión breves —y respeto por los pulmones mortales de sus dioses y diosas, gnomos y gigantes. Pero ninguna elegancia musical hubiera sido capaz de reparar la desilusión que causó la puesta en escena, el estancado y deslustrado Oro del Rin de Lepage. Patrick Dillon 257-Pliego 3 21/10/10 14:20 Página 37 AC T U A L I DA D ESTADOS UNIDOS Estreno en USA de El gato con botas de Montsalvatge DELICIAS GATUNAS Richard Termine Nueva York. New Victory Theater. 3-X-2010. Montsalvatge, El gato con botas. Leah Wool, Craig Verm, Nadine Sierra, Kyle Pfortmiller, Kevin Burdette. Gotham Chamber Opera. Blind Summit Theatre. Director musical: Neal Goren. Director de escena: Moisés Kaufman. Escena de El gato con botas de Montsalvatge en el New Victory Theater D espués de dos decepcionantes noches en el Met, Das Rheingold, producción inflada y obsesionada con la alta tecnología, y una desvencijada y despojada reposición de Rigoletto, fue una grata media sorpresa ver devuelta mi fe en las puestas en escena operísticas con una casi desconocida ópera, un cuento de hadas, que duró 70 minutos, compuesto por el catalán Xavier Montsalvatge, él mismo poco conocido en los Estados Unidos aparte de unas cuantas canciones suyas. Digo “media sorpresa” porque la producción fue obra de la espléndida Gotham Chamber Opera de Nueva York, que tiene una magnífica historia de presentar deliciosas rarezas en encantadoras producciones. El gato con botas, melódicamente escrita en 1946, se estrenó dos años más tarde en el Liceu de Barcelona. No tengo idea qué aspecto tenía entonces ni como sonó, pero no podía haber sido más cautivadora que la producción de Gotham (el estreno de la ópera en Estados Unidos), con la encantadora orquestación de cámara de Albert Guinovart. El director Moisés Kaufman escenificó el entrañable cuento de Perrault con sencillez y claridad —el público estaba más o menos formado la mitad por niños y la otra por embelesados mayores— y sin la ayuda de toda esa prodigiosa maquinaria teatral moderna. Toda la magia emanaba de los propios intérpretes, incluyendo a los diestros titiriteros del Blind Summit Theatre, que manipulaban las incluso más diestras marionetas diseñadas con mucha imaginación por Nick Barnes. Hace muchos años el Blind Summit Theatre creó para una Madama Butterfly de Anthony Minghella un niño títere más acongojadamente humano que la propia Butterfly. Se veía el mismo talento aquí, con gran relevancia a la ópera. Los personajes —fueran cantantes, títeres, o una mezcla de los dos— estaban maravillosamente labrados. Todos los que estaban en el escenario merecían grandes elogios pero en cuanto a los cantantes —Leah Wool, Craig Verm, Nadine Sierra, Kyle Pfortmiller y Kevin Burdette—, lucieron en sus papeles al igual de los titiriteros. Neal Goren dirigió con deleite que todo el mundo sentía y mi única desilusión fue que el espectáculo tuvo fin. Patrick Dillon 37 257-Pliego 3 21/10/10 14:20 Página 38 AC T U A L I DA D FRANCIA XXVIII edición de Musica EÖTVÖS EN EL CENTRO ESTRASBURGO Eglise du Bouclier. Palais de la Musique et des Congrès. Cité de la Musique. Salle de la Bourse. 24/26-IX-2010. Filarmónica de Radio France. Remix Ensemble. Vienna Vegetable Orchestra. Directores: Pascal Rophé, Baldur Brönnimann. Obras de Mitterer, Xenakis, Blanchi, Eötvös, Moirera, Rzewski, Beethoven, Crumb, y Mitterer. La edición XXVIII de Musica de Estrasburgo se abrió bajo el duelo por un joven compositor de brillante porvenir a quien el festival rindió homenaje, Christophe Bertrand, estrasburgués de 29 años descubierto por este mismo festival en 2000 y que se suicidaba el 17 de septiembre. El primer fin de semana estuvo centrado en el compositor y director de orquesta húngaro Peter Eötvös, mientras los dos siguientes lo estuvieron en Iannis Xenakis y Bernd Alois Zimmermann. Como inicio de la velada inaugural, el estreno de Stop Playing del compositor y organista austriaco Wolfgang Mitterer (1958), que vampiriza el Preludio y fuga en mi bemol mayor de Bach que encuadran su propia partitura, en la que lleva los registros a sus límites extremos. Dirigido con maestría por Pascal Rophé, el concierto de la Filarmónica de Radio France, vio truncado el estreno anunciado de una partitura de Johannes Maria Staud a causa de una huelga de transportes. Lo reemplazó Peaux de Pléïades de Xenakis, a cargo de seis estudiantes del Conservatorio de Estrasburgo. El estreno del ítalo-suizo Oscar Bianchi (1975), Ajna Concerto, deudor de Le sacre stravinskiano, seduce por su fuerza conquistadora pero resulta escaso de matices. La obra mayor del programa fue Atlantis (1995) de sobre una referencia a Haydn que juega con resoluciones tonales de una inventiva movilidad. Al contrario que Coming Together de Frederic Rzewski, minimalista y sosa, de olvido inmediato. Otra página de Eötvös, Kosmos para dos pianos (1961, 1999), homenaje a Bartók y al primer vuelo habitado en el espacio. Celestial Mechanics (Makrokosmos IV, 1979) de George Crumb, para cuatro manos, explota las posibilidades del piano; incluso la pasapáginas colabora en la maniobra del pedalero. Todo fue realizado con convicción por los jóvenes franceses Jean-Sébastien Dureau y Vincent Planès. Eötvös —de quien se ofreció igualmente el estreno francés de su ópera Love and other demonds— en su versión revisada este año. Este oratorio para niño soprano, barítono y orquesta dispersa en el espacio posee un dramatismo anunciador de sus óperas aunque, bajo la dirección de Rophé, pareció asombrosamente insulsa e indiferente. El Remix Ensemble de Oporto, dirigido por Baldur Brönnimann, presentó dos partituras de Oscar Bianchi en su estreno francés: Transparente II (20072008), seductora y expresiva, y Anahata Concerto (2008), repetitiva pero refinada. Limiar (Seuil) de Daniel Moreira, aunque utiliza un lenguaje personal, se funda Bruno Serrou La infrecuente trilogía vuelve a París IL TRITTICO ENTRA EN LA BASTILLA PARÍS Ian Patrick Opéra Bastille. 4-X-2010. Puccini, Il trittico. Juan Pons, Marco Berti, Erich Huchet, Mario Luperi, Oksana Dyka, Marta Moreto, Tamar Iveri, Luciana D’Intino, Barbara Morihien, Louise Callinan, Marie-Thérèse Keller. Director musical: Philippe Jordan. Director de escena: Luca Ronconi. Decorados: Margherita Palli. Vestuario: Silvia Aymonino. 38 Primera nueva producción presentada en la Ópera de París, Il trittico de Puccini hace su entrada en La Bastille en la producción de Luca Ronconi, estrenada en la Scala de Milán en marzo de 2008 en coproducción con el Teatro Real de Madrid y ya disponible en DVD. La trilogía es infrecuente en París, sin duda a causa de su difícil reparto (veintidós voces femeninas, dieciséis masculinas, una voz infantil y coros) y la escasa relación entre las obras, si no es porque se trata de tres variaciones sobre la muerte, respectivamente sentimental, mística y materialista. Hasta el extremo de que la última producción original se remonta a 1987, en la Sala Favart, con puesta en escena de Jean-Louis Martinoty. La producción es muy clásica pero la dirección de actores de Ronconi se muestra eficaz, incluso impresionante durante la visita de la tía de Angelica en la pieza central. La escenografía de Margherita Palli, Silvia Aymonino y Gianni Mantovanini (iluminación) resulta bastante lograda en Il tabarro, con esa proa de gabarra hundiéndose entre una bruma de luz grisácea, y menos convincente en Suor Angelica (demasiado sulpiciana, con una enorme Virgen caída en el suelo alrededor de la cual circulan todas las religiosas) y en Gianni Schicchi (demasiado pesada, comparada con lo que hizo Laurent Pelly, con esta misma obra, en 2004). Por el contrario, la dirección de Philippe Jordan, poco inspirada en la primera parte, resulta ágil y sin pathos en la segunda, puntillista y espontánea en la tercera, con una orquesta muy brillante. En el seno de un rico reparto se imponen los ardientes Oksana Dyka (Giorgetta) y Marco Berti (Luigi), la inquisitorial Luciana D’Intino, impresionante Zia Principessa, y Saimir Pirgu, radiante Rinuccio. A semejanza de todos los papeles secundarios, Alain Vernhes (Betto) es magnífico si bien Ekaterina Syurini decepciona. Tamar Iveri (Angelica), que acaba por cogerle la medida al inmenso escenario de La Bastille, y el veterano Juan Pons (Michele, Schicchi) son excelentes, pero a este último le falta la facundia y la pizca de locura de un Gabriel Bacquier como Gianni Schicchi. Bruno Serrou 257-Pliego 3 21/10/10 14:20 Página 39 AC T U A L I DA D HOLANDA Loy sitúa Les vêpres siciliennes en el París de hoy CONTEXTOS ÁMSTERDAM Monika Rittershaus Het Muziektheater. 14-IX-2010. Verdi, Les vêpres siciliennes. Barbara Haveman, Livia Ágnová, Burkhardt Fritz, Alejandro Marco-Buhrmeister, Balint Szabo, Hubert Francis, Fabrice Farina, Roger Smeets, Rudi de Vries, Jeremy White, Christophe Fel. Filarmónica de los Países Bajos. Director musical: Paolo Carignani. Director de escena: Christof Loy. Verdi y la Ópera de los Países Bajos no congenian muy bien y la nueva producción de Les vêpres siciliennes no hizo nada por mejorar esa imagen. En una entrevista, el director alemán Christof Loy mostró su afecto por la partitura de Verdi y su deseo de superar las debilidades de la obra sin sacrificar el ballet, pero sus soluciones resultaron discutibles. El hecho de que las explícitas referencias al París de hoy carecieran del necesario contexto histórico desconcertaba. Problema añadido fue la decisión de Loy de situar el ballet en un mundo completamente distinto. El coreógrafo Thomas Wilhelm contó la vida de los personajes principales como un cuento burlesco para niños, llamado Jahreszeiten, que recordaba el estilo del productor suizo Christoph Marthaler. De todo esto podía haber salido una fascinante obra teatral, pero la desbarató el último acto que era casi incomprensible. Empezó con los decorados usados durante el ballet del tercer acto como un sueño de felicidad matrimonial de Hélène y Henri. Luego el fantasma de Procida (¡sic!), ejecutado con una jeringa hipodérmica al final del cuarto acto, vuelve a destruir este sueño para que la proyectada masacre continúe. La carencia de emoción musical probablemente se debía al hecho de que el director musical Paolo Carignani intentó evitar algunos de los elementos más extravagantes de la partitura, porque no casaban muy bien con la producción de Loy. Incluso colocó la obertura después del primer acto, arrebatando a la ópera su manifestación musical más poderosa. La intriga entre el hijo y el padre, central en el argumento, podía haber sido más efectiva con cantantes más adecuados; al barítono suizo Alexander Marco-Burmeister le faltó un verdadero tono verdiano y la capacidad de sostener líneas muy largas que es imprescindible para el agotador tercer acto. Más convincente fue el tenor alemán Burkhardt Fritz en el papel de su hijo Henri, cuyo estilo no fue francés del todo, pero creció vocal y dramáticamente durante la representación, y el bajo rumano Istvan Szabo estuvo bien en el papel de Procida. La única cantante capaz de crear algunos momentos de verdadera emoción verdiana fue la soprano holandesa Barbara Haveman como una joven Hélène. Durante la primera mitad de la ópera su actuación parecía predominantemente lírica, pero después cantó con pasión en los últimos dos actos. Paul Korenhof 39 257-Pliego 3 21/10/10 14:20 Página 40 AC T U A L I DA D FRANCIA Festival Verdi DESILUSIONES Y ACIERTOS PARMA Teatro Regio. 1-X-2010. Verdi, Il trovatore. Marcelo Álvarez, Leo Nucci, Norma Fantini, Marianna Tarasova. Director musical: Yuri Temirkanov. Director de escena: Lorenzo Mariani. 10-X-2010 Verdi, I vespri siciliani. Leo Nucci, Fabio Armiliato, Giacomo Prestia, Daniela Dessì. Director musical: Massimo Zanetti. Director de escena: Pier Luigi Pizzi. Yuri Temirkanov había dirigido una maravillosa Traviata el año pasado en el Festival Verdi de Parma (donde también se apreció mucho la reposición del montaje de los Hermann), pero este año no ha repetido el milagro con Il trovatore. Hubo siempre muchas razones para admirarlo, se pudo intuir una concepción interpretativa intensa y refinada, con opciones de sonido a menudo fascinantes, pero quedaron problemas de coordinación con los cantantes, que demasiado a menudo parecían abandonados a su suerte. Quizá el mejor entendimiento con el director fue el de Leo Nucci, aunque se incorporó en el último momento para sustituir al enfermo Sgura. Ni Norma Fantini, ni Teresa Romano parecían poseer medios del todo adecuados para el papel de Leonora, y a Marianna Tarasova le faltaban por completo las cualidades esenciales para el personaje de Azucena. Decepcionante Marcelo Álvarez, estilísticamente descuidado y aproximativo. Modesta la producción con ambientaciones nocturnas de las escenas de William Orlandi y la dirección carente de ideas de Lorenzo Mariani. El reparto era mejor, y el director musical bastante menos interesante en la segunda ópera del festival, I vespri siciliani (también en programa, Attila, que será conducida en Busseto por Andrea Battistoni, con dirección escénica de Pierfrancesco Maestrini). En un Festival Verdi hubiéramos querido escuchar una obra difícil y problemática como las Vísperas en la lengua original francesa y no, como en Parma, en italiano. Añádase que la dirección de Massimo Zanetti no iba más allá de una sólida profesionalidad. Pier Luigi Pizzi firmaba, como de costumbre, escenografía, vestuario y dirección y en la concepción general retomaba la idea de la ambientación decimonónica y del Resurgimiento que había compartido con el director De Lullo cuando ideó la escenografía para una producción de la Scala de 1970. Entonces la trasposición de la acción al XIX y al ambiente del Resurgimiento (con Procida como Mazzini) fue muy discutida, hoy es casi un lugar común. Los decorados son muy distintos de los de 1970, apuntando a una sobriedad extrema, con diversas tonalidades de gris y renunciando a elementos reconocibles de ambientación siciliana. Dirección cauta y estilizada. Un equilibrado reparto: se apreciaron la clase de Leo Nucci (Monforte), el hermoso timbre de Giacomo Prestia (Procida), la seguridad de Fabio Armiliato y Daniela Dessì. Paolo Petazzi Myung-Whun Chung, director verdiano GEOMETRÍAS 40 Con una bellísima interpretación de Rigoletto en Venecia, Myung-Whun Chung se ha confirmado como un gran director verdiano. El año pasado (y de nuevo en septiembre de 2010) había dirigido magníficamente La traviata con dirección de Carsen; también en Rigoletto ha estado admirable por un sutil refinamiento unido a la fuerte tensión dramática, manteniendo una sobria elegancia aun en los momentos en que una discutible tradición quiere que se ejecuten de manera sumaria, pero revelando siempre una apremiante necesidad teatral, una convicción profunda de cada detalle de la escritura verdiana. La visión de Chung encontró una feliz correspondencia en la nobleza de Roberto Frontali, siempre Michele Crossera VENECIA Teatro La Fenice. 25-IX-2010. Verdi, Rigoletto. Roberto Frontali, Désirée Rancatore, Eric Cutler, Anna Malavasi. Director musical: Myung-Whun Chung. Director de escena: Daniele Abbado. intenso y controlado y en el buen rendimiento de Désirée Rancatore, que no tiene los medios para una Gilda ideal (por su voz demasiado ligera), pero estuvo impecable en las agilidades y encontró acentos de hermoso lirismo. Seguro, pero sin elegancia el Duque de Eric Cutler. Anna Malavasi fue una Maddalena excelente; Marco Spotti, un discreto Sparafucile. La dirección de escena de Daniele Abbado se vale de decorados elegantemente geométricos, sobrios y funcionales de Alison Chitty. No estuvo muy persuasiva cuando en el primer acto trata de encadenar improbables gimnasias eróticas y estuvo llevada de modo lineal en los siguientes. Paolo Petazzi Roberto Frontali en Rigoletto de Verdi 257-Pliego 3 21/10/10 14:20 Página 41 257-Pliego 3 21/10/10 14:20 Página 42 AC T U A L I DA D SUIZA Calixto Bieito ofreció en Aida el esperado baño de sangre EL SHOW DE LA VIOLENCIA BASILEA Theater. 14-IX-2010. Verdi, Aida. Ángeles Blancas, Michelle De Young, Sergei Khomov, Alfred Walker, Daniel Golossov, Andrew Murphy. Director musical: Maurizio Barbacini. Director de escena: Calixto Bieito. Escenografía: Rebecca Ringst. Vestuario: Ingo Krügler. Quien encarga a Calixto Bieito el montaje de una Aida, sabe ya que en la marcha triunfal no va a ver camellos dando vueltas o graciosas bailarinas honrando a las autoridades egipcias. Ya al comienzo de esta escena, el director español muestra a prisioneros semidesnudos y bañados en sangre, que sirven para divertir a las masas. Naturalmente, pueden ser vejados a discreción, pues al final reina un enfrentamiento entre culturas, y el enemigo es el mundo árabe. Estamos en un estadio, el lugar de alienación de nuestra sociedad, los coros de Verdi se convierten en los cantos fanáticos de los hooligans, la masa celebra arcaicos rituales como sacrificios de animales y orgías de sangre, la iglesia, el estado y la policía celebran sin pudor sus excesos de poder. Son imágenes poderosas las que nos presenta Bieito, Escena de Aida de Verdi en la producción de Calixto Bieito un show de la violencia, lleno de asociaciones e ideas, que no siempre quedan respondidas pero, en cualquier caso, permanecen abiertas como fuertes interrogaciones. Bieito no es un narrador de historias, lo que le importa es acercarnos lo más posible a los personajes y sus motivaciones. Su dirección de actores, cuando se preocupa por acciones concretas entre los protagonistas, tiene ciertas debilidades, pero las supera, sobre todo en el acto III, cuando la acción se concentra en los cuatro protagonistas, donde vuelve a encontrar momentos de fuerte impacto. En este sentido, el clímax estuvo en el dúo entre Aida y Radames junto al Nilo. También musicalmente alcanzaron aquí Ángeles Blancas y Sergei Khomov su mejor forma vocal, la soprano española con vibrante intensidad en su fascinante color, sobre todo en la zona superior, y el tenor ucranio con un oscuro timbre, que no sólo brilló en los pasajes heroicos sino también en unos tonos delicados. La norteamericana Michelle De Young como Amneris supo estar a la altura de ambos, mostrándose dominadora de todas las facetas de este rico personaje. Más limitados estuvieron Daniel Golossow como Ramfis y Alfred Walker como Amonasro. Al frente de la Orquesta Sinfónica de Basilea estuvo el experimentado maestro italiano Maurizio Barbacini. También él impuso vigorosos acentos sonoros, pero tuvo algunos desajustes y no siempre estuvo muy pendiente de respirar con los cantantes. Reinmar Wagner Honrosa defensa de la primera gran ópera de Bizet CONFLICTOS SOCIALES SOBRE LA PISCIFACTORÍA ZÚRICH Opernhaus. 18-IX-2010. Bizet, Les pêcheurs de perles. Malin Hartelius, Javier Camarena, Franco Pomponi, Pavel Daniluk. Director musical: Carlo Rizzi. Director de escena: Jens-Daniel Herzog. Decorados: Mathis Neidhardt. Vestuario: Sybille Gädeke. 42 De la Carmen no se oye mucho todavía en esta partitura, terminada por Bizet en 1863. Más bien de Halévy, Gounod y la grand-opéra a lo Meyerbeer. Pero esto no quiere decir en modo alguno que el ambicioso primer título largo del compositor francés —del que especialmente dos números se encuentran en la memoria como piezas favoritas del público—, no tenga sus virtudes. Sobre todo la aludida romanza del tenor es realmente un punto culminante de la obra, una ensoñadora evocación que Javier Camarena delineó de un modo muy delicado y sensible. Aquí, por una vez, Carlo Rizzi fue un acompañante congenial desde el podio. Por lo demás, el maestro italiano no sólo luchó con los problemas de ajuste y de precisión, sino también con el perfume específico de la obra, que no supo encontrar de manera satisfactoria. El joven tenor mexicano fue el que mejor supo luchar contra este discurso grandilocuente, gracias a su bello timbre, la fuerza de su emisión y su magnética presencia. En Malin Hartelius, por desgra- cia, no encontramos las mismas posibilidades, y aparte de su bello lirismo apenas pudo aportar nada más a la figura de Leila. El barítono norteamericano Franco Pomponi ofreció un retrato potente, pero muy unidimensional, del rival amoroso. El trabajo de Jens-Daniel Herzog convenció, en primer lugar, por su coherente y minuciosa dirección de personajes, llena de buenas ideas incluso en las numerosas acciones paralelas. El hecho que la acción transcurra en una piscifactoría de hoy en lugar de en una playa paradi- síaca de Sri Lanka, y que la arcaizante sociedad haya sido sustituida por imágenes del mundo de Orwell de dominación y lucha de clases, no es realmente necesario. Pero, cuando se realiza tan bien como en este caso, cuando la brutalidad, la dominación de las masas y las realidades sociales son reflejadas de un modo escénicamente tan creíble, podemos alegrarnos ante una moderna e inteligente producción que va más allá de la propia ópera. Reinmar Wagner 257-Pliego 3 21/10/10 14:21 Página 43 257-Pliego 4 20/10/10 13:26 Página 44 E N T R E V I S TA PIERRE BOULEZ: UN MOMENTO DE SÍNTESIS omo si lo hubiera dispuesto Verlaine, poeta querido por Boulez, llueve sobre la ciudad a la hora prevista para el encuentro con el músico para hablar entre otras cosas de los regalos que le ha hecho su discográfica por cumplir 85 años. O del homenaje que este mes le tributan en Madrid el Auditorio Nacional y la Fundación BBVA. La cita está prevista en el camerino del maestro en el KKL, el centro de cultura y congresos de Lucerna, donde acude cada verano a encontrarse con los alumnos de la Academia del Festival, creada por él hace siete años. Nuestra charla tiene lugar en su espacioso camerino, un lugar concebido, como el resto del edificio, por Jean Nouvel. Decorado sobrio: mesa —donde las partituras rompen el aire minimalista de los tres cilindros de cristal que albergan otras tantas rosas: una por recipiente—, un sofá y dos pequeños sillones en los que nos sentamos para, tras una disculpa del maestro por el retraso, intentando sobreponerse al perceptible cansancio que intenta disimular con una sonrisa de las muchas que prodiga, da el pistoletazo de salida con un “Adelante, cuando quiera”. Fotos: Harald Hoffmann/DG C ¿Empezamos así? “Atención señores, que comienzo…”, con palabras que le suenan. Naturalmente que sí. Pertenecen a El retablo de Maese Pedro, de Falla, que he dirigido en algunas ocasiones. Es el único compositor español por el que se ha interesado. Fundamentalmente él y la obra de piano de Albéniz, a través de Iberia. 44 Una obra que conoció, por cierto, en casa de Messiaen. Así fue. Gracias a él y a su mujer, Yvonne Loriod. Más tarde también escuchándosela a Barenboim. De manera que considero a Albéniz uno de los compositores más interesantes de España. ¡Una pena que muriese tan joven! Conociendo la amplitud de sus intereses, ¿cómo no ha sentido curiosidad por otro español que, además de compartir profesor con Falla y Albéniz, fue discípulo de Scho- enberg, amigo de Webern…? Está dibujando el retrato de Roberto Gerhard… Y claro que me interesa su obra. Lo conocí, incluso. No voy a decir que tuviéramos una gran amistad, pero nos encontramos en alguna ocasión en Londres, cuando la London Sinfonietta tocaba su música. Más tarde, propuse hacer alguna de sus obras en París, pero me dio la impresión de que mi oferta no le interesaba a nadie. 257-Pliego 4 20/10/10 13:26 Página 45 E N T R E V I S TA PIERRE BOULEZ Una pena, porque, como se dice en religión, una imposición de manos suya, lo habría sacado del olvido, si de verdad le interesa. Digamos que relativamente. Me interesan algunas obras suyas. Pero es cierto que es el único que mantuvo una relación directa como alumno de Schoenberg. Incluso se responsabilizó en Barcelona del estreno mundial del Concierto para violín de Alban Berg. Aquella fue una historia terrible. El encargado de dirigir “a la memoria de un ángel”, era Webern, pero fue tanta la emoción que sintió, teniendo en cuenta la reciente muerte del compositor, que no se sintió con fuerzas para hacerlo y le tuvo que sustituir Scherchen… En este año se habla de su edad. Un colega menciona su “eterna juventud”. Un tango dice que 20 años son nada ¿Y 85? Para empezar, muchos años, que te conceden una visión diferente y más distante de las cosas. Es verdad. También lo es que nunca he sido una persona a quien le hayan encantado las polémicas. Como mucho, me he limitado a escribir determinados artículos en los momentos en que tuve que hacerlo. O al menos me pareció que debía hacerlo. Después de eso, se acabaron las disputas. Y en este momento, cuando veo la superficialidad de aquello por lo que se polemiza, me doy cuenta de que no me interesan en absoluto. Tengo claro que lo más importante para mí es hacer cosas, organizar conciertos, poner en marcha instituciones como esas en las que me he implicado… eso es mucho más positivo que cualquier polémica. Así lo entiendo yo. Porque permanece, o tiene idea de permanecer, en cualquier caso. Cuando veo lo que ha hecho el IRCAM o el Intercontemporain en las tres décadas que llevan ya funcionando, pienso que la idea que tuve en el momento de crearlos fue positiva, porque sin esas dos instituciones la música contemporánea no tendría la importancia que tiene, particularmente en Francia. Aun admitiendo que usted no sea polémico, lo cierto es que cuando lo ha sido, sus argumentos han acabado triunfando. O el tiempo se ha encargado, por una cosa u otra, de darle la razón. Como su Parsifal, cincuenta minutos menos… … que Toscanini. Así es. En un principio se vio como un sacrilegio. Hoy se habla del estilo Boulez como referencia. Pues sí. Es verdad. Pero no lo hice a propósito. Cuando llegué a Bayreuth no me planteé “¡pues ahora lo voy a hacer más corto!”. Nada de eso. Simplemente me pareció que, desde el punto de vista dramático me parecía que funcionaba mejor con los tempi que entonces mar- qué. En un primer acto, cuando los personajes gozan aún de buena salud, se mueven bien, se les percibe vigorosos y se muestran combativos, no parece lógico que se les haga cantar llorando, como si estuvieran sufriendo. En el segundo, que es bastante, digamos “escandaloso”, tampoco concebía que se debiera hacer reposado. Por el contrario, me pareció conveniente hacerlo más agitado. El tercer acto es otra cosa. Es verdad que al llegar a ese punto nos encontramos toda esta gente desalentada, sin ánimo. Pero aun así pervive en ellos el espíritu de la rebeldía, porque quieren, y así lo piden, que cambie la situación, y cuando Parsifal llega al fin, todos ensalzan al héroe. Cuando le preguntaba qué eran 85 años, creí que iba a establecer la relación matemática con aquellos 20 que no eran nada. Está bien. En ese caso hablaríamos de cuatro veces y cuarto nada, si le parece mejor. Simplemente quería probar si conservaba fresco el trivium y el quadrivium que enseñaban los sacerdotes con los que estudió. Claro que me acuerdo de esas enseñanzas de la Edad Media, que no se podrían hoy conservar como tales. A pesar de que allí se citaban cosas como “La música es el estudio del número en movimiento”. Y es verdad que la música está relacionada con las cifras, eso es innegable. Pero de ahí a establecer una especie de restricción… a circunscribirla a un territorio sólo relacionado con ellas, es otra cosa, puesto que el espacio en el que se mueve la música es mucho más amplio. Las cifras son una parte de su territorio, pero sólo una parte. La otra, ¿para quién se la dejamos? Para las sensaciones, podemos decir, que a veces denominamos sentimientos, aunque en realidad se trate de otra cosa. Al hablar de sensaciones me refiero a efectos incluso epidérmicos, que son la razón del refinamiento de ciertos aspectos de la música, como la sonoridad, que es una parte muy importante en cuanto a la percepción. Al concepto de sonoridad se le viene concediendo importancia desde el siglo XVIII. Se apreciaba especialmente por su posibilidad de ser intercambiable, de modo que si un aria funcionaba bien para la voz, podía transformarse en una música para flauta, u otro instrumento, con el texto como elemento principal. Como la fuente a la que se concedía más importancia. Que el color que se añade a la sonoridad sea algo que esté presente de modo a veces indispensable. Pero el texto continúa siendo el texto. Por ejemplo, en la estética barroca, si es que la podemos denominar así, prácticamente no se considera más que el texto, y lo importante es cómo interpretarlo. Era casi más importante lo que se interpretaba que el modo en que se interpretaba. Dice Shostakovich que mejor que explicar qué se propuso en sus obras, prefiere escuchar los comentarios de quienes las escuchan, y saber qué opinan de ellas. Le interesaba la acogida del público. Eso era a causa del estalinismo. Era preciso que la música fuera popular, inmediata… En resumen, populismo inútil desde cualquier punto de vista. Respecto a las obras que son profundas, complejas, diría que es preciso investigar para habituarse a ellas. Y llegar a entender cualquier cosa lleva un tiempo. Las cosas que son fáciles, que se absorben inmediatamente, se pueden olvidar también con rapidez. Las obras importantes de la humanidad son aquellas que han obligado a reflexionar para comprenderlas. Sabiendo la tendencia a celebrar los años “sonoros”, para alguien con tantos amigos y admiradores como usted, ¿ha sido duro cumplir con tantos homenajes? Bueno, 85 es una cifra que pesa mucho [sonríe]. A pesar de todo, y del cansancio que supone corresponder, con tantos viajes y tantos actos, estoy muy feliz en este momento a la vista del calor que he recibido en cada una de las ocasiones. Eso es muy agradable. De cualquier forma, quiero destacar dos regalos que me han emocionado especialmente. En primer lugar, una hoja manuscrita de Messiaen en la que por un lado analizaba una parte de mi Marteau sans maître y en la otra cara hacía lo mismo con una obra para piano de Stockhaussen. Ambos textos redactados por él para algún curso que tendría que dictar, o algo así. Este hombre, que tenía tantas dedicaciones y tantas cosas por las que preocuparse, se había puesto a estudiar las obras de dos jóvenes que habían sido alumnos suyos. Estaba interesado en lo que íbamos haciendo. El otro regalo que me ha causado una gran impresión es un libro que me llegado de una orquesta, que había pedido a algunos músicos que dijeran lo que pensaban de mí. Ellos han descrito sus recuerdos, sus experiencias tocando conmigo, o el modo en que habían descubierto por mí determinado repertorio. Ese tipo de cosas me conmueve sobremanera, por lo que implica el aspecto personal de la relación, sin tener una idea clara de quiénes son esas personas con las que he trabajado. Habrán hablado todos bien. De no ser así, simplemente no habrían escrito nada [otra sonrisa]. También en Madrid se le ha organizado un pequeño tributo. Lo sé. Pero no puedo estar en él. Porque las fechas me coinciden con una gira que tenía cerrada con el Ensemble Modern. ¿Conoce los programas que se van a 45 257-Pliego 4 20/10/10 13:26 Página 46 E N T R E V I S TA PIERRE BOULEZ interpretar? Recibí una carta de Panisello, pero en este momento no recuerdo los contenidos. ¿No controla lo que se programa en ocasiones como ésta? No, me limito a dejar hacer. También su discográfica, a pesar de los momentos que vive el sector, ha tirado la casa por la ventana, reuniendo todas sus grabaciones de Stravinski o permitiéndole rendir cuentas con Mahler y Ravel. ¿Le ha gustado el detalle? Naturalmente. Por una parte, por haberme permitido hacerlo con la Orquesta de Cleveland, a la que tanto quiero. Por otra, con Pierre-Laurent Aimard, un pianista a quien conozco muy bien, después de haber pasado quince años trabajando conmigo en el Ensemble Intercontemporain, donde se puede decir que prácticamente se hizo, aunque está claro que se formó por sí mismo. Lo decía porque ingresó en el Intercontemporain con 19 años, y allí se desarrolló de una manera portentosa. Con él tiene además como factor común a Messiaen, a quien le unió una buena relación. Una relación muy estrecha. En realidad fue Messiaen quien lo descubrió. Además de las grabaciones mencionadas, ha podido cumplir con otro sueño al que aspiraba desde hace algún tiempo con la de Szymanowski. Szymanowski es un compositor que me resulta muy interesante. Al menos, lo que escribió en un determinado periodo de su vida. Me interesé por el vocabulario tan especial que maneja, influenciado de una parte por Debussy y de otra por Scriabin, pero sin la idea del éxtasis de este último. El lenguaje de Szymanowski está mucho más controlado, y es más rico en determinados momentos. Por eso considero tan interesante su Tercera Sinfonía, la que he grabado, completando el disco con su Primer Concierto para violín, claramente el más interesante de los dos que escribió. Lo de su interés por un determinado periodo de Szymanowski o de Gerhard le ocurre con otros compositores. Mackerras decía que en Janácek, de cuya música fue apóstol, se paraba al llegar a De la casa de los muertos… 46 En mi caso, el Janácek que me interesa comienza ahí, o poco antes. Yo he hecho el último Janácek, que es el que me interesa, y apenas nada de la primera parte de su obra. Dirigí en una ocasión, para conocer su música, las Danzas lachianas ¿y qué puedo decir…? Que estaban bien, pero no dejaban de ser otro Dvorák, mientras que El diario de un desaparecido es una obra que me parece soberbia, como lo son De la casa de los muertos o El caso Makropulos, con su carga de misterio. Cualquie- ra de esas obras me impresionan más que esas otras suyas a las que podría haber puesto música Puccini o cualquiera de la escuela verista. Jenufa, sin ir más lejos, es puro Leoncavallo. Por eso me ha apetecido hacer sus últimas obras, mucho más originales. ¿Reconoce en usted varios Boulez? No. En lo que a mi obra respecta creo que hay mucha uniformidad. Tengo una trayectoria a lo largo de la cual es cierto que se producen cambios, porque no voy a hacer ahora lo que hacía en los años 50. Pero es cierto que he seguido una cierta línea en general, que a veces se bifurca. Para buscar un ejemplo totalmente contrario al mío se podría pensar en Stravinski, cuyas creaciones van en zigzag, y ese ir de un lado a otro a mí no me interesa en absoluto, lo que no quita que sus grandes obras, que es como llamo a los grandes ballets que hizo para Diaghilev, son sin duda, extraordinarias. Y lo juzga con conocimiento, después de haber dirigido buena parte de su obra. Por eso lo digo. Siguiendo esa línea que se atribuye, ¿cómo podría definir su momento actual? Como el de una síntesis de lo que he hecho a lo largo de estos años, y que me lleva más lejos. Sencillamente así. Si lo comparamos con el tiempo en que hice obras como Dérives II, vemos que estaba apuntando a lo que vendría después. Desde entonces hasta aquí lo único que he adquirido es lo que denomino como el largo formato, algo que en la música francesa prácticamente no existe. Ni siquiera en Debussy, que prácticamente nunca hizo piezas largas. Podemos encontrar una, por supuesto, en Pelléas, que es un trabajo para la escena. Lo mismo que ocurre con el ballet Dafnis y Cloe en el caso de Ravel, que es su obra más amplia, y aun así se trata de pequeños pedazos: bien ensamblados, pero a fin de cuenta, formalmente podemos estudiarlas como pequeñas obras por separado. En lo que a mí respecta, he aspirado a hacer obras de una sola pieza. Heráclito decía: “Todo cambia, nada es”. Efectivamente, para luego añadir que nadie se baña dos veces en el mismo agua. En otras palabras, la evolución. Eso mismo, la evolución. Ninguna de las cosas que escrito ha sido siguiendo un mismo esquema. ¿Se le ha quedado en el tintero algo que le hubiera gustado llevar al disco y no se lo han pedido? No, no. Creo que he tenido la posibilidad de hacer todo lo que quería. ¿Ni siquiera grabar alguna obra suya? Claro que sí. Pero antes sería preciso que las escribiera [risas]. Por lo pronto, para ganar tiempo para hacerlo, voy reduciendo el número de conciertos que dirijo. Físicamente me viene bien, y además me permite más tiempo de concentración para mis propias cosas. Para escribir piezas de cámara. No doy el paso decisivo para escribir obras orquestales, composiciones largas, como Sur incises, que dura unos 45 minutos. Pero algún día tengo que ponerme a ello, porque me apetece escribir algo para orquesta, de extensión similar. Quería llegar a ser pintor, y acabé siendo Picasso, dice el artista. ¿Le ocurrió a usted algo similar? Sí. Picasso no sé con quién tropezó, pero yo, que tenía claro que quería ser músico, me encontré con Messiaen y acabé de convencerme. Fue en 1944, en un momento en el que el interés por la música contemporánea en París apenas existía, porque la guerra había acabado con las vanguardias. La única que en aquel momento funcionaba era la de Poulenc y poco más. Así que gracias a Messiaen pude, para empezar, descubrir partituras de cuya existencia no tenía conocimiento hasta entonces. Messiaen era una persona con gran entusiasmo por lo que había hecho, y sabía transmitirlo. Por eso siempre he valorado todo lo que él me hizo cambiar, y he dicho que si hay que buscar en mí alguna influencia sería la suya. Matizando también que cuando me refiero a influencias no hablo de sus obras, sino de él personalmente, más allá de su música. El pasado año, el Louvre le abrió sus puertas con la muestra Boulez: Fragments. ¿Qué le impresionó más, compartir “escenario” con un pintor como Klee o un poeta como Mallarmé, sabiendo cómo le han influenciado ambos? Las dos cosas, porque ambos me resultan indispensables. Pero si tengo que quedarme con uno en especial, sería con Mallarmé. Era el indicado para ilustrar mi obra Fragments, teniendo en cuenta la enorme cantidad de anotaciones que dejó escritas, que le servían para confeccionar sus poemas. Es emocionante pensarlo. Conocía a una persona que acaba de morir, y era un gran coleccionista de manuscritos. Entre ellos tenía muchos de Mallarmé, y me resultaba emocionante consultarlos, porque son impecables, escritos sobre papel muy bueno. No se trata de notas al uso, garrapateadas a toda velocidad, sino de reflexiones muy útiles a la hora de ver cómo iba fraguando sus pensamientos. ¿Como usted los suyos al redactar Pli selon pli? Claro que Mallarmé fue entonces fundamental. Pero no por su descubrimiento, ya que conocí su obra mucho tiempo atrás, sino por el modo en que 257-Pliego 4 20/10/10 13:26 Página 47 E N T R E V I S TA PIERRE BOULEZ debía utilizar sus palabras. Sin embargo, Pli selon pli se puede ver como un pentimento en su creación. ¿No estaba contento con el resultado o le parecía no rendir el homenaje debido a Mallarmé? Porque la fui creando a lo largo de años y años, a medida que me iban surgiendo las ideas. Eran una serie de improvisaciones sobre Mallarmé escritas a toda velocidad, sin pensar en hacer una obra entera. Y el resultado fue una acumulación de fragmentos a lo largo del tiempo. Respecto a la rapidez también se quejaba Shostakovich a propósito de la Décima Sinfonía diciendo de la prisa que es “posiblemente más un defecto que una virtud, porque muchas cosas pueden no estar tan bien hechas cuado trabajas demasiado rápido”. Estoy totalmente de acuerdo, pero eso es algo que a mí no me pasa [ríe al decirlo]. En su primera biografía aparecida en España, escrita por Jorge Fernández Guerra, se dice que usted “no fue ni el primero estrictamente hablando, ni el más característico utilizador de estos procedimientos, pero sí el que creó las obras musicalmente más perfectas; el que en un principio se pidió más a sí mismo”. Y así es. En cuanto al serialismo, cuando fui capaz de vislumbrar que aquella actitud llevaba al absurdo, me descolgué inmediatamente del movimiento. Pero lo hice después de haber pasado por él. Y eso es en mi opinión lo más importante de todo. Hace tres años anunció que con De la casa de los muertos dejaba de dirigir ópera. Y era verdad, como se ha podido ver. No es que no me guste, sino que me ocupaba demasiado tiempo. En lugar de pasar cinco días trabajando con una orquesta, me suponía todo un mes. Y no digo nada si era con puesta en escena. En ese caso, teníamos que hablar de tres meses. No voy a decir que fuera tiempo perdido, sino que lo utilizaba únicamente para una cosa que no es exactamente en la que quiero centrar mi trabajo. najes viven en una especie de sueño, que es el noruego Jon Fosse. En París vive un escritor que tal vez le resulte interesante: Amin Malouf… … sé quién es. Pero los libretos que ha escrito para Saariaho no son muy buenos. Le quedaría la posibilidad de crear una ópera de autor. ¿En la que yo mismo escribiese el texto? En esa parte, sí puedo decir que no me considero capaz. En ese hipotético caso, ¿qué primaría: música o palabra? Con la ópera con usted como compositor, ¿qué pasa? Creo que una cosa y otra deben situarse en el mismo plano. Pero ese caso apenas se da. Diría que sólo funcionó en la colaboración entre Hofmansthal y Richard Strauss. Aunque para mí el caso paradigmático es Wozzeck, con un texto maravilloso desde el punto de vista literario y una música a la misma altura. Se trata de raras excepciones, porque en Lulu, también de Berg, nos encontramos con que el texto no es tan bueno, o al menos a mí no me lo parece. Por el momento, no pasa nada. Sencillamente, que hoy por hoy no existe ninguna ópera. El citado Fernández Guerra se cuestiona la muerte de la ópera como tal en el siglo XX. ¿Cuál es su opinión? Hace unos años era por no encontrar el libretista, ¿insiste en ese argumento? Hay muchos compositores jóvenes y de mediana edad que han escrito óperas, porque es un género que interesa, no como ocurría cuando yo empecé, que a nadie le atraía. No había buenas puestas en escena, carecíamos de cantantes notables… hablo de la situación que me tocó vivir en París. Aunque puesto a valorar lo que he visto, diría que el único que se había propuesto una verdadera renovación es Stockhaussen, pero desgra- La verdad es que sí. En este momento no encuentro ningún escritor vivo que me interese. Hay tal vez uno o dos nombres que contemplaría como posibles. Pienso en el escritor inglés Edward Bond, pero ha dado un giro tan grande hacia lo político, que en este momento me interesa menos. Luego está otra persona cuya obra considero definitivamente apolítica, cuyos perso- ciadamente los textos no llegaban al nivel de su música. Estoy pensando en Licht, que en el aspecto literario deja mucho que desear. Ese ha sido el problema en este caso. A pesar de la falta de tiempo para desarrollar su actividad y poner en marcha sus ideas, ¿siempre encontrará un hueco para su proyecto en Lucerna? Sí, sí. Eso es algo que tengo siempre presente, y ahí estaré al menos por ahora. Hasta que, como se dice, me soporten las piernas. Porque la dureza de trabajar con jóvenes se compensa con esa especie de transfusión de sangre del intercambio. Absolutamente. Esa es la satisfacción que me anima. De otro modo, lo habría dejado. Pero es gente muy disciplinada, y todo va sobre ruedas. Edmon Colomer, fundador de la JONDE comenta que lo importante no es la edad, sino la posibilidad de hacer música. Es verdad lo que dice. En eso coincido totalmente con él. Si finalmente termina su ópera, un buen marco para su bautizo sería Madrid, donde su amigo Mortier dirige el Teatro Real. Ya sé que está empezando allí, porque efectivamente somos muy buenos amigos, y me parece que su presencia allí es muy buena para Madrid. ¿Le ha llamado para una colaboración? No. Ni yo voy a decirle así como así que voy a escribir una ópera. Es preciso trabajar, y eso supone un gran compromiso. Por otra parte, él sabe que si me ofrece dirigir una ópera le iba a decir que no. Ese capítulo se acabó, y cuando digo que se acabó es que se acabó. Juan Antonio Llorente 47 Organizado por la FUNDACIÓN SCHERZO, con el patrocinio del diario EL PAÍS y la colaboración del Ministerio de Cultura (INAEM) y la Fundación Hazen-Hosseschrueders ORGANIZA: Dezsö Ranki Martes, 11 de enero de 2011. 19.30 h piano Elisabeth Leonskaja Lunes, 28 de febrero de 2011. 19.30 h piano Rafal Blechaz Martes, 22 de marzo de 2011. 19.30 h piano GRIGORI SOKOLOV Lunes, 11 de abril de 2011. 19.30 h piano Leif-Ove Andsnes Martes, 26 de abril de 2011. 19.30 h piano sala sinfónica 1 2 3 4 5 16 www.scherzo.es MADRID, 2010 PATROCINA: Till Fellner Martes, 17 de mayo de 2011. 19.30 h piano Arcadi Volodos Martes, 28 de junio de 2011. 19.30 h piano PAUL LEWIS Martes, 25 de octubre de 2011. 19.30 h piano Christian Zacharias Miércoles, 9 de noviembre de 2011. 19.30 h piano Murray Perahia Martes, 13 de diciembre de 2011. 19.30 h piano 6 7 8 9 10 9 Organizado por la FUNDACIÓN SCHERZO y el TEATRO DE LA ZARZUELA, con la colaboración del diario EL PAÍS, el INAEM del Ministerio de Cultura y la Fundación Hazen Hosseschrueders TEATRO DE LA ZARZUELA MADRID, DEL 16 DE NOVIEMBRE DE 2010 AL 9 DE MAYO DE 2011 16 / 11 / 2010 - 20 h 1 RECITAL Hardy Ritter, piano 15 / 2 / 2011 - 20 h 2 RECITAL Antonio Ortiz, piano ALEMANIA ESPAÑA JOHANN SEBASTIAN BACH Partita nº 1 en si bemol mayor, BWV 825 Johannes Brahms Fantasías, op. 116 FrYderyk Chopin Nocturno en re bemol mayor, op. 27, nº 2 Nocturno nº 20 en do sostenido menor, op. posth Mazurca en la menor, op. 17, nº 4 J. Brahms Sonata en do mayor, op. 1 FRYDERYK CHOPIN Preludios, op. 28 CLAUDE DEBUSSY Estampes SERGEI PROKÓFIEV Sonata nº 7 en si bemol mayor, op. 83 7 / 3 / 2011 - 20 h 3 RECITAL David Kadouch, piano FRANCIA 9 / 5 / 2011 - 20 h 4 RECITAL Ana Karina Álamo D’ALESSANDRO, piano VENEZUELA FRANZ JOSEPH HAYDN Variaciones en fa menor, Hob. XVII. 6 Robert Schumann Concert sans orchestre (Grande Sonate) en fa menor, op. 14 Modest Musorgski Cuadros de una exposición Robert Schumann Kreisleriana, op. 16 Aleksandr Scriabin Estudio en do sostenido menor, op. 42, nº 5 Estudio en re sostenido menor, op. 8, nº 12 Sonata nº 5 en fa sostenido mayor, op. 53 Nikolai Medtner Sonata en la menor, “Reminiscenza”, op. 38, nº 1 ERNESTO LECUONA A la antigua La comparsa Malagueña 257-Entrevista 20/10/10 13:33 Página 50 D I S C O S EXCEPCIONALES LOS DISCOS XCEPCIONALES DEL MES DE NOVIEMBRE La distinción de DISCOS EXCEPCIONALES se concede a las novedades discográficas que a juicio del crítico y de la dirección de la revista presenten un gran interés artístico o sean de absoluta referencia. BEETHOVEN: MAHLER: ONYX 4050 CAPRICCIO 5026 Pg. 63 Pg. 57 BRETÓN: MOZART: Sonatas para violín op. 12, nº 3 y op. 47 “Kreutzer”. VIKTORIA MULLOVA, violín; KRISTIAN BEZUIDENHOUT, fortepiano. Concierto para violín y orquesta. Sinfonía nº 1. Rückert-lieder. CHRISTINE SCHÄFER, soprano. SINFÓNICA DE BERLÍN. Director: CHRISTOPH ESCHENBACH. Concierto para violín y orquesta. ARA MALIKIAN, violín. SINFÓNICA DE CASTILLA Y LEÓN. Director: ALEJANDRO POSADA. Conciertos para piano y orquesta nºs 24-27. ALICIA DE LARROCHA, piano. ORQUESTA DE CÁMARA DE EUROPA. FILARMÓNICA DE LONDRES. Director: GEORG SOLTI. TRITÓ TD0071 2 CD DECCA 478 2420 Pg. 64 Pg. 73 BRITTEN: PAGANINI: MONASTERIO: Songs and Proverbs of William Blake. Tit for Tat. Canciones. GERARD FINLEY, barítono; JULIUS DRAKE, piano. 24 Caprichos op. 1. JULIA FISCHER, violín. DECCA 00289 478 2274 Pg. 73 HYPERION CDA67778 Pg. 64 BRITTEN: Sinfonía para violonchelo y orquesta. Suite para violonchelo nº 1. PIETER WISPELWEY, violonchelo. SINFÓNICA DE FLANDES. Director: SEIKYO KIM. ONYX 4058 Pg. 65 SAINT-SAËNS: Concierto para piano y orquesta nº 5 en fa mayor op. 103 “Egipcio”. GERSHWIN: Concierto en fa. SVIATOSLAV RICHTER, piano. SINFÓNICA DE LA RADIO DE STUTTGART. Director: CHRISTOPH ESCHENBACH. HÄNSSLER CD 93.707 Pg. 75 BRUCKNER: Sinfonía nº 5 en si bemol mayor. ORQUESTA DE LA SUISSE ROMANDE. Director: MAREK JANOWSKI. PENTATONE PTC 5186351 Pg. 56 STRAUSS: Ariadna en Naxos. DEBORAH VOIGT, NATALIE DESSAY, SUSANNE MENTZER, WOLFGANG BRENDEL, WALDEMAR KMENTT, RICHARD MARGISON, NATHAN GUNN, JOHN NUZZO. ORQUESTA DEL METROPOLITAN. Director musical: JAMES LEVINE. Director de escena: ELIJAH MOSHINSKY. VIRGIN S099964 186795 Pg. 89 HAENDEL: Apollo e Dafne HWV 122. Agrippina condotta a morire HWV 110. Cuopre talvolta il cielo HWV 98. ROBERTA INVERNIZZI, soprano; THOMAS E. BAUER, bajo; FURIO ZANASI, bajo. LA RISONANZA. Director: FABIO BONIZZONI. GLOSSA GCD 921527 LA VIOLA CELTA II. Obras de O’Carolan, Gow, Hunter, MacDonald, Skinner, e.a. JORDI SAVALL, viola soprano y viola baja; ANDREW LAWRENCE-KING, arpa irlandesa y salterio; FRANK MCGUIRE, bodhran. ALIA VOX AVSA 9878 Pg. 84 Pg. 69 HAYDN: Cantata “Arianna a Naxos”. 12 canciones. STÉPHANIE D’OUSTRAC, mezzosoprano; ALINE ZYLBERAJCH, fortepiano. AMBRONAY AMY023 Pg. 70 50 FESTIVAL DE LUCERNA 2009. Obras de Mahler y Prokofiev. YUJA WANG, piano. ORQUESTA DEL FESTIVAL DE LUCERNA. Director: CLAUDIO ABBADO. EUROARTS 2057968 Pg. 54 257-Pliego 5 20/10/10 11:58 Página 51 DISCOS Año XXV – nº 257 – Noviembre 2010 TED PERRY Hyperion 30 AÑOS DE UNA AVENTURA C SUMARIO ACTUALIDAD: Hyperion. 30 años de una aventura . . . . . . . . 51 REFERENCIAS: Bach: Misa en si menor BWV 232. E.P.A. . . . . 52 ESTUDIOS: 3 Abbado 3. E.P.A.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54 Huillet y Straub amaban a Schoenberg. S.M.B... . . . . . . . . . . . . . . . . . 55 Bruckneriana. J.G.-R. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56 Mahleriana. J.G.-R. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57 REEDICIONES: Christophorous. D.A.V. . . . . . . . . . . . . . . . . . 58 Richter, siempre Richter. R.O.B.. . . . . . . . . . . 60 EMI: Edición Simon Rattle. E.P.A.. . . . . . . . . . 61 DISCOS de la A a la Z . . . . . . . . . . . . . . . 62 DVD de la A a la Z . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86 ÍNDICE DE DISCOS CRITICADOS. . . . . . 90 uando en 1980 George Edward Perry fundaba con su mujer, Doreen, Hyperion se hacía realidad el sueño imposible perseguido por un hombre extraordinario. Con su primer disco —los conciertos para clarinete y orquesta de Stanford y Finzi con Thea King como solista— llegaban también las dificultades económicas. No se achantó frente a ellas el siempre tenaz Perry, quien llegó a hacerse conductor nocturno de un minicab para poder aportar dinero fresco a su recién creada compañía. Luego llegaría el disco de Gothic Voices dedicado a Hildegard von Bingen —excelente olfato el de Ted—, del que se venderían centenares de miles de ejemplares y que serviría para consolidar financieramente la firma. Y mucha música inglesa y el trabajo con grupos, orquestas y cantantes de primera fila que iban acrecentando un catálogo que hubo también de lidiar con problemas de ediciones críticas que casi le ponen al borde del desastre. Según crecía la empresa, Hyperion iba proponiendo nuevas aventuras que irían situando a la firma británica en un lugar de privilegio, no ya en la estima de los aficionados sino en la historia de la fonografía. Ahí están, por ejemplo, las canciones completas de Schubert en edición admirablemente realizada —y acompañada— por el gran pianista Graham Johnson. O las de Strauss, Schumann y Fauré. O las dedicadas a Vivaldi y Monteverdi. Junto a eso, la incursión en repertorios raros y curiosos, con la colección de conciertos románticos para violín o piano que han ampliado hasta extremos impensables nuestro conocimiento de la realidad de una época de la historia de la música. En este trigésimo aniversario, Hyperion nos ofrece una colección conmemorativa, con las estrellas de su repertorio, con lo que Perry, fallecido en 2003, llamaría sus highlights. Ahí están joyas como aquellas New World Symphonies de ExCathedra, los Cuartetos nºs 13 y 14 de Schubert con el Takács, el Winterreise de Matthias Goerne, el Concierto y el Quinteto de Mozart por su admirada Thea King, cómo no la Hildegard de Gothic Voices, el Réquiem de Victoria dirigido por David Hill al Coro de la Catedral de Westminster o el maravilloso Fauré de Domus. Hay más cosas, todas atractivas. Pero, por encima de todo, está en estos discos el espíritu del fundador de la casa, eso que queda entre las alegrías y los pesares: la mano inteligente y audaz, modesta y orgullosa al mismo tiempo, del inolvidable Ted. 51 257-Pliego 5 20/10/10 11:58 Página 52 D D I SI CS O C O S S REFERENCIAS Johann Sebastian Bach MISA EN SI MENOR BWV 232 L 52 a Misa en si menor es la única misa completa de Bach, una vasta composición litúrgica donde las diferentes partes del Ordinario de la misa (Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus con su Benedictus y Hosanna, y Agnus Dei) forman un conjunto estructurado. Sin embargo y debido a su singular génesis, la BWV 232 ocupa un lugar aparte en la obra completa de Bach. Comenzada en 1724, no vio su final hasta los últimos días del compositor, ya que como nos dice el experto bachiano Walter Blankenburg, Bach dedicó sus últimos esfuerzos a la terminación de esta obra y no a El arte de la fuga como hasta ahora se creía. Ya son conocidos los problemas de todo tipo que todavía persisten en su interpretación y estudio, llegándose a discutir la relación entre sus partes, la negación como tal misa y distintas razones de tipo histórico-crítico a las que hay que añadir su larguísimo proceso de elaboración de casi 25 años. Según nos cuenta Daniel Vega Cernuda en su estudio sobre el que hemos basado la redacción de estas líneas de introducción (Bach, Repertorio completo de la música vocal, Madrid, Cátedra, 2004), “todavía hay mucha oscuridad sobre la creación de esta misa, que posiblemente no tuvo su primera audición completa hasta un siglo después de la composición de su primera nota, contribuyendo a esta oscuridad factores como que la obra no fue impresa en vida de Bach y se nos ha transmitido a través de fuentes manuscritas. Lo único documentalmente probado de la mano de Bach es que el 27 de julio de 1733 envía al príncipe elector de Sajonia Friedrich August II (más tarde Augusto III de Polonia), el Kyrie y el Gloria del Ordinario de la misa latina, torso que suele denominarse misa luterana para diferenciarla de la católica, que incluye, además, el Credo, Sanctus (con Hosanna y Benedictus) y Agnus Dei. Acompañaba la solicitud de ser nombrado Hofcompositeur, compositor de la Corte, que no se haría realidad hasta 1736” (op. cit., pág. 714). Como ya es sabido, muchas de las partes de la Misa, salvo el Kyrie y el Gloria, tuvieron su origen en parodias de obras compuestas anteriormente, pudiendo encontrar notas sobre la estructura de la obra en Vega Cernuda, op. cit., págs. 716 y 717. La Misa hace gala de una maestría técnica muy compleja que evidentemente no se va a analizar aquí, pues es un tema que sobrepasa nuestra labor de comentaristas para pasar al de la exclusiva competencia musicológica. Es una concepción abstracta de dimensiones colosales, un edificio gigantesco concebido por el composi- (Marriner, Schreier, la última de Jochum) y que seguramente tendrán su público. Tampoco nos ha parecido oportuno incluir determinadas opciones que, efectivamente, se han quedado algo trasnochadas (Karl Richter, Karajan, Solti, Giulini, este último a pesar de su fervor incontestable), pensando que las diversas opciones que siguen podrán satisfacer sin problemas a los aficionados más diversos. Klemperer, Giebel, Baker, Gedda, Prey, Crass. Coro BBC. New Philharmonia (EMI, 1967, 136’). Richard Osborne nos cuenta en el libreto de esta versión que Otto Klemperer (1885-1973) fue un hombre de fe y que, como Bach, había pasado por diversas creencias. Judío educado en el protestantismo de la Alemania del norte, había abrazado el catolicismo a los 33 años para final- según sus propias palabras y por supuesto sin nada, o con poco que ver, con la revolución barroca que vendría sólo un año después de esta grabación. Los efectivos empleados son un coro de 48 voces y una orquesta de menos de 50 instrumentistas modernos, con órgano, violonchelo y fagot para el continuo. Un pilar, en todos los sentidos del término, en cualquier discoteca. Harnoncourt I, Hausmann, Iiyama, Watts, Equiluz, Van Egmond. Niños Cantores de Viena, Chorus Vienensis. Concentus Musicus Wien (Teldec, 1968, 107’). Primera versión con instrumentos originales o históricos en la que se rompe definitivamente con todo lo anterior. Harnoncourt pretende restituir las mejores condiciones posibles que su creador habría imaginado para la interpretación de esta Misa según el Memorándum envia- tor como coronación de toda una vida de trabajo dedicada a la música, sin duda una de las más altas manifestaciones del espíritu religioso. Para los interesados en su estructura musical recomendamos el libro citado de Vega Cernuda, que analiza con lenguaje asequible para el profano el contenido de esta gran obra (op. cit., págs. 717 a 728). La discografía es muy amplia, aunque la dirección de la revista nos permite una extensión limitada que solamente da cabida a media docena de versiones. No conocemos algunas que pasan por ser hitos en la fonografía de la obra (Brüggen, Koopman, Herreweghe), ni otras que por determinados aspectos podrían tener algún interés mente volver al judaísmo en 1967. Su aproximación arquitectónica y objetiva a Bach, monumental y efectivamente de carácter sinfónico, no será actualmente plato de gusto para todos los públicos, aunque su profundidad expresiva exenta de cualquier matiz sentimental y extremadamente dramática, su discurso hondamente reflexivo, su portentosa claridad de exposición en la que todo se oye, además de un reparto vocal realmente excepcional (escúchese a título de ejemplo el Agnus Dei por Janet Baker en el que cualquier elogio se queda pequeño e incapaz de expresar lo que ahí está pasando), hacen de esta grabación una importante versión de esta obra, la favorita de Klemperer do por Bach al Concejo municipal de Leipzig el 23 de agosto de 1730, con el número de cantantes adecuados para el coro y de instrumentistas para la orquesta (Harnoncourt lo explica todo en el libreto de esta versión en un ensayo en el que habla de la distribución instrumental, los solistas, la sonoridad coral y orquestal, la instrumentación de la orquesta de Bach, el tempo y una breve historia de la interpretación de la Misa en si menor). Hay que decir que la revolucionaria y audaz interpretación de Harnoncourt de hace más de cuarenta años no es perfecta y tiene problemas de índole instrumental y coral, ya que ni los coros ni el Concentus Musicus tenían la experiencia necesaria, pero evidentemente es un 257-Pliego 5 20/10/10 11:58 Página 53 D D I SI CS O C O S S REFERENCIAS documento que supone un sólido e innovador punto de partida en la interpretación del barroco. Los rápidos tempi son poco propicios a la reflexión y a la emoción, pero el ardor juvenil y la intensidad en algunos números les harán picar el anzuelo. Nada será igual después en la interpretación barroca. Gardiner, Argenta, Dawson, Fairfield, Knibbs, Kwella, Hall, Nichols, Chance, Collin, Stafford, Evans, Milner, Murgatroyd, Lloyd-Morgan, Varcoe. Coro Monteverdi. Solistas Barrocos Ingleses (Archiv, 1985, 106’). Reeditada recientemente en un espléndido álbum de 22 CDs con todas las obras corales bachianas que Gardiner grabó para su entonces sello habitual, es un monumento excepcional a la música de Bach que, además, se comercializa a precio de orillo. La versión de la Misa sigue los pasos propuestos por Harnoncourt, esto es, orquesta de instrumentos originales, coro reducido y una rara peculiaridad que no he encontrado en ninguna otra versión de la obra, y es que Gardiner emplea a solistas al principio los notables Solistas Barrocos Ingleses; versión de polifonía clara y contrastada, algo precipitada en ocasiones (Cum Sancto Spiritu) y no demasiado profunda desde el punto de vista expresivo, aunque en general merece todos los elogios, sobre todo por ir incluida en este importante álbum cuya adquisición recomendamos. Leonhardt, Poulenard, Laurens, Jacobs, Elwes, Van Egmond, Van der Kamp. Coro Collegium Musicum de la Sociedad Bach de Holanda. La Petite Bande (Deutsche Harmonia Mundi, 1985, 111’). En el mismo mes y año que Gardiner, Leonhardt grabó su versión para Deutsche Harmonia Mundi, una lección espiritual que ha sido unánimemente elogiada por toda la crítica europea, especialmente la francesa, que le ha dado en el Dictionnaire des Compacts de la revista Diapason la máxima de las calificaciones. Esta aproximación en la que se conjugan perfectamente la inspiración, el idioma, la claridad polifónica, la intensidad emocional de la orquesta, la radiante presencia de solistas llevados de un extraordinario Bach de la Universidad Johannes Guttenberg de Mainz. Filarmónica de Múnich (EMI, 1990, 128’). La recreación ya fue comentada por el firmante con todo el entusiasmo del mundo cuando salió publicada hace unos años. Recordemos que Celibidache era un excelente conocedor de la música antigua, manifestando un vivo interés por la polifonía vocal de los siglos XV y XVI, y además en su repertorio se contaban obras de los Gabrieli, Monteverdi, Corelli, Purcell, Schütz y otros. Por lo que respecta a su aproximación a la Misa de Bach, sus características se manifiestan desde el primer compás: transparencia y plasticidad en el fraseo de todas las voces, inequívoca relación entre las voces simultáneas y las entradas sucesivas, plenitud expresiva sin igual en el coro, exposición de cada detalle en relación con todos los otros, efectivos reducidos teniendo en cuenta la gran sala de conciertos donde se interpreta y que supone una consciencia total de las condiciones materiales y estilísticas con las que Bach trabajaba en la iglesia de Santo de algunos números estrictamente corales (he preguntado a expertos que no me han sabido dar una contestación satisfactoria. Sin embargo, mi colega en estas lides, Ortega Basagoiti, me ha hecho alusión a la carta de Bach al Concejo de Leipzig, ha revisado la partitura y me dice que Bach sólo escribió las partes y no mencionó contingentes, por lo que si alguna parte se hace con solistas huele a decisión personal del director). Por tanto, un aparente capricho de Gardiner que hace que su versión tenga 15 solistas que cantan en diversos números en vez de los cinco habituales. A pesar de todo, una excelente recreación en la que brilla el excepcional Coro, magníficamente empastado, así como entusiasmo interior (aquí encontramos a René Jacobs de contratenor), la profunda humanidad del coro, todo de la mano de Gustav Leonhardt, uno de los más competentes expertos en Bach de nuestros días, todo, en fin, nos lleva a una de las cimas discográficas de esta Misa, aunque en algunos pasajes la profunda gravedad casi calvinista del holandés haga que el oyente añore otros pasajes más amables de Gardiner o Jacobs. El problema es que esta versión actualmente sólo se puede localizar a través de Internet y a precio bastante elevado (30 euros más gastos de envío), aunque el desembolso merece la pena. Celibidache, Bonney, Donose, Ruxandra, Wulkopf, Schreier, Windmüller. Coro Tomás de Leipzig (aquí nos encontramos con un coro de 50 voces y una sección de cuerdas que comprende 6 primeros y 6 segundos violines, 5 violas, 2 violonchelos y 1 contrabajo, utilizando exclusivamente la parte central del arco y evitando casi enteramente el vibrato). También hay que decir que Celibidache renegaba de los instrumentos antiguos como “una moda que desconoce lo esencial” [sic], condenando también las excrecencias postrománticas que hacían de la obra de Bach en los años 50 y 60 algo como la Missa Solemnis de Beethoven o el Réquiem alemán de Brahms. En fin, una versión en la que todo (los golpes de arco, los matices, los timbres, el orden de prioridad de las voces, la rigurosa coherencia) se pone de manifiesto a través de una profunda emoción expresiva que hace de esta recreación un eslabón esencial en la fonografía de esta obra. Efectivamente, MÚSICA con mayúsculas. Jacobs, Martinpelto, Fink, Köhler, Prégardien, Görne, Selig. Coro de cámara RIAS. Academia de Música Antigua de Berlín (Berlin Classics, 1992, 110’). Nos volvemos a encontrar con René Jacobs, pero aquí como director en esta su versión que sigue la estela de los Harnoncourt, Gardiner y Leonhardt que hemos visto hasta ahora, además de la de otros como Koopman, Brüggen, Herreweghe, Parrott, Christophers y el consabido etcétera que no conocemos, pero en las que todos siguen los postulados estéticos y musicales propuestos por Harnoncourt. Esta es una de las versiones más atractivas de las hechas con instrumentos originales, para el que suscribe la mejor por su luminosidad, vigor y extrema claridad, igual de seductora en el detalle que en su concepción global, perfectamente equilibrada entre solistas, coro y orquesta, y además con un fervor y un entusiasmo propios de los más grandes traductores de esta música. El conjunto berlinés es magnífico, el coro no tiene el virtuosismo del de Gardiner, pero responde hábil y efectivo, y los solistas merecen los más altos elogios. Sonido magnífico. Posiblemente se pueda adquirir a través de Internet sin problemas. Por tanto, y a juicio del firmante, Celibidache se lleva la palma tanto por estricta realización como por profundidad musical y expresiva. El resto, salvo Klemperer, que, como hemos visto, se ha quedado como el último eslabón de otros tiempos, sigue los postulados estéticos propuestos por Nikolaus Harnoncourt. Entre estos, posiblemente Leonhardt y Jacobs a juicio del autor de estas líneas sean los más recomendables, sin olvidar el excelente álbum de Gardiner por su conjunto de obras de Bach. Enrique Pérez Adrián 53 257-Pliego 5 20/10/10 11:58 Página 54 D D I SI CS O C O S S ESTUDIOS Claudio Abbado 3 ABBADO 3 FESTIVAL DE LUCERNA 2009. Obras de Mahler y Prokofiev. YUJA WANG, piano. ORQUESTA DEL FESTIVAL DE LUCERNA. Director: CLAUDIO ABBADO. Director de vídeo: MICHAEL BEYER. EUROARTS 2057968 (Ferysa). 2009. 93’. N PN CONCIERTO EUROPEO 1998. Obras de Wagner, Chaikovski, Debussy y Verdi. COROS DE CÁMARA ERIC ERICSON Y DE LA RADIO SUECA. FILARMÓNICA DE BERLÍN. Director: CLAUDIO ABBADO. Director de vídeo: BOB COLES. ARTHAUS 107159 (Ferysa). 1998. 100’. N PN NOCHE ITALIANA 1996. Obras de Verdi, Bellini, Rossini y Lincke. ANGELA GHEORGHIU, soprano; SERGIEI LARIN, tenor; BRYN TERFEL, barítono. CORO DE LA RADIO DE BERLÍN. FILARMÓNICA DE BERLÍN. Director: CLAUDIO ABBADO. Director de vídeo: BOB COLES. ARTHAUS 107154 (Ferysa). 1996. 107’. N PN T 54 res películas del último Abbado nos llegan ahora a la redacción. En primer lugar el recentísimo concierto con la Orquesta del Festival de Lucerna (2009) y la colaboración de la joven pianista china Yuja Wang, una conocida del público español que ya había colaborado en el ciclo de Jóvenes Intérpretes que organiza la Fundación Scherzo. Aquí nos la encontramos en una rutilante, precisa, brillante e idiomática recreación del Tercer Concierto de Prokofiev irreprochable en cualquier aspecto a considerar. El acompañamiento de Abbado, que aquí dirige sin batuta (y sin partitura, como casi siempre), es espectacular por la claridad de texturas orquestales, el virtuosismo instrumental de una orquesta fabulosa y el brío rítmico puesto de manifiesto, por no hablar del sentido del estilo y el refinamiento del discurso sonoro. Una versión extraordinaria, la mejor de las conocidas por quien esto les cuenta (Abbado ya había grabado la obra hace más de treinta años con Martha Argerich y la Filarmónica de Berlín, pero la interpretación que ahora se comenta, más clara, transparente y mejor grabada, gana la partida). La Primera de Mahler que completa el DVD, impecable en el aspecto técnico y de una dinámica ejemplar —es un verdadero disfrute para el espectador ver esta magnífica filmación—, deja sin embargo algo que desear por su fuerte talante intelectual en detrimento de otros aspectos expresivos de la obra, es decir, que el idioma puesto de manifiesto por otros directores (Kubelik, Horenstein, Tennstedt/Chicago, Walter/Columbia), queda aquí arrinconado en beneficio de una rutilante envoltura técnica. A pesar de todo, el Prokofiev es impresionante y sería un pecado perdérselo, mientras que la versión de la Titán les enganchará nada más empezar aun con todas las reservas apuntadas. El siguiente es el típico de los conciertos del primero de mayo que la Filarmónica de Berlín suele dar en diversas ciudades de Europa con los directores más destacados. En esta ocasión el concierto fue dado en el Museo Vasa de Estocolmo en el citado mes del año 1998. En este museo se encuentra una joya fabulosa, un velero del siglo XVII que da nombre al museo, que la cámara va mostrándonos durante algunas secuencias del concierto y que efectivamente es de una belleza espectacular. Por lo demás, el atractivo concierto tuvo una primera parte en el más puro estilo marítimo: la obertura El Holandés errante, el poema sinfónico La tempestad y los Tres nocturnos de Debussy formaban esta introducción, destacando la filmación de la tenebrosa obertura wagneriana con la silueta del Vasa situada detrás de la orquesta, un acoplamiento ideal con el contenido expresivo de la música. También fueron muy adecuadas las relaciones con las ilustraciones marinas de La tempestad, la fantasía sinfónica de Chaikovski que Abbado suele frecuentar en sus conciertos, lo mismo que los colores, luces y sombras de los Tres nocturnos de Debussy, otra de las páginas favoritas del director italiano. En la segunda parte se interpretó la obra maestra de la velada: las Cuatro piezas sacras de Verdi en las que también intervinieron dos estupendos coros: el de la Radio Sueca y el Coro de Cámara Eric Ericson, ambos colaboradores habituales de la Filarmónica de Berlín. La versión, expresiva, profunda e idiomática, es de una belleza magnética, Abbado está en su medio y la orquesta y coros responden como si estuviesen habituados a interpretar las piezas frecuentemente. Un concierto, en suma, muy atractivo y totalmente recomendable, muy bien grabado y filmado. Finalmente, un programa en el Waldbühne de Berlín en 1996, un espacio imponente al aire libre aquí totalmente abarrotado para escuchar a la Filarmónica con su entonces director titular en una velada enteramente dedicada a la ópera italiana. A la orquesta se le añadió el Coro de la Radio de Berlín y los tres solistas citados en la cabecera. Muy vibrantes e intensas las páginas orquestales (oberturas de Nabucco, La forza del destino, I vespri siciliani —ésta interpretada sin introducción— Guglielmo Tell e Il barbiere di Siviglia), lo mismo que el empastado e intenso coro (las célebres páginas corales de Nabucco, Trovatore, Aida y Otello hicieron las delicias del respetable), mientras que los solistas, los tres en buena forma, interpretaron una verdadera gala de arias y dúos de ópera dominados por Verdi (Angela Gheorghiu cantó una bella aria de Bellini, Eccomi in lieta vesta, de Capuletos y Montescos), destacando Terfel en el imponente Credo de Yago en Otello, y Larin y Gheorghiu en el dúo del final del acto primero de la misma ópera. A mitad del concierto, y justo cuando la orquesta empezaba la sección de la tormenta en la obertura de Guillermo Tell, empezó a caer un chaparrón tremendo en el Waldbühne que obligó a Abbado a volverse y sonreír abiertamente a la orquesta por la coincidencia. La lluvia ya no paró hasta el final del concierto, pero nadie se movió de su sitio y un gran abanico de paraguas pobló el paisaje. Un pequeño inconveniente es que el ruido de la lluvia quedó registrado por los precisos micrófonos, pero al espectador del DVD le pasa lo mismo que al público berlinés, no se mueve del sillón hasta el final. Por tanto, popular y muy atractivo concierto de ópera italiana, muy bien grabado y filmado siguiendo la tónica de los DVDs comentados hasta aquí. Resumiendo, tres DVDs protagonizados por Abbado en sus mejores momentos. Para el que suscribe, el Tercero de Prokofiev es un verdadero prodigio, la Primera de Mahler que completa el DVD es una notable lectura, otro eslabón más del ciclo que el milanés está haciendo con la Orquesta de Lucerna, mientras que los otros dos DVDs, tanto por obras como por interpretación, merecen la máxima de las atenciones. Enrique Pérez Adrián 257-Pliego 5 20/10/10 11:58 Página 55 D D I SI CS O C O S S ESTUDIOS Michael Gielen HUILLET Y STRAUB AMABAN A SCHOENBERG SCHOENBERG: Von heute auf morgen. Introducción a la Música de acompañamiento para una escena de película. RICHARD SALTER (El hombre), CHRISTINE WHITTLESEY (La Mujer), ANNABELLE HAHN (Niño), CLAUDIA BARAINSKY (Amiga), RYSZARD KARCZYKOWSKI (El cantante). SINFÓNICA DE LA RADIO DE FRÁNCFORT. Director musical: MICHAEL GIELEN. Directores de vídeo: DANIÈLE HUILLET, JEAN-MARIE STRAUB. 1973, 1997. 75’. Moisés y Arón. GÜNTHER REICH (Moisés), LOUIS DEVOS (Aron), EVA CSAPÒ (Una joven), ROGER LUCAS (Un joven), RICHARD SALTER (Un hombre), WERNER MANN (Un sacerdote), LADISLAV ILLAVSKI (Un efraimita), FRIEDL OBROWSKY (Una enferma). CORO Y ORQUESTA DE LA RADIO AUSTRIACA. Director musical: MICHAEL GIELEN. Directores de vídeo: DANIÈLE HUILLET, JEAN-MARIE STRAUB. 1975. 104’. INTERMEDIO - PRODIMAG PRP 22 (Diverdi). E n estas dos obras de Schoenberg hay algo de veras profundo que nos lleva al compositor de las primeras rebeldías vienesas, el de los Jardines colgantes, el de Erwartung, el de Pierrot y el de Die glückliche Hand. Ahí está el Schoenberg primigenio que fue aportador y al mismo tiempo artista, pero que acaso no lo habría sido sin la mutua fuerza que se daban a sí mismos él y sus discípulos Webern y Berg. En Von heute auf Morgen Schoenberg vuelve con humor (Schoenberg no es únicamente severo) a un tema que le encanta: no es moderno todo lo que reluce, no finjan moderneces, no posen, no mientan, basta ya. Es una comedia, pero con una tensión musical que nos mantiene en vilo durante cincuenta minutos. Esto no es sólo emancipación de la disonancia; esto es emancipación en clave de comedia de las violencias cromáticas contenidas en la caja de Pandora de la tonalidad en retroceso. Sólo que estamos ya en 1931-1932, en tiempos plenamente dodecafónicos, seriales. No es cuestión de dar detalles ahora, baste con esa sensación de desasosiego, de perturbación que provoca y procura esta pequeña obra maestra. En Moisés y Arón las cosas van más allá. Por una parte, el judaísmo recuperado (pero, en rigor, la mayor parte de lo que hoy conocemos de esa obra inconclusa está compuesto antes de la conversión del compositor, esto es, antes de la toma del poder por el Nacional Socialismo: Schoenberg termina el acto segundo en Barcelona, junto a Roberto Gerhard, en 1932). Por otra, está el conflicto entre la Verdad y el Artista. O entre el que tiene algo que expresar pero no sabe cómo hacerlo, y el que lo edulcora o mixtifica mediante su expresión seductora. Esa es la historia de este Moisés y Arón. Moisés habla, pero no canta (Sprechsgesang). Arón tiene una línea vocal sinuosa, seductora. Al final, Schoenberg puede dar una idea puritana con estas obras: contra los seductores, peligrosos para los matrimonios y para las grandes causas, como la del pueblo judío. Pero no es eso, o por lo menos no es simplemente eso. A Schoenberg nunca le dio por la ópera, pero tiene cuatro; a estas dos hay que añadir Erwartung y Die glückliche Hand, ya citadas. De la época expresionista. De la época del terror de la espera en el jardín amenazante, de la época del grand guignol para la misa de Pierrot. ¿Sabían los que les esperaba? Lo digo porque fal- taba poco para Sarajevo, 1914. Estos dos DVDs forman parte de un lanzamiento del sello Intermedio con películas de Jean-Marie Straub y Danièle Huillet. Recordemos que esta última falleció hace cuatro años, a la edad de setenta. Huillet y Straub firmaron juntos muchos films, a menudo con trama y contenidos musicales o teatrales. Este Moisés y Arón es uno de sus films más nombrados, ya que acaso no “conocidos”. Pero incluso TVE la programó en su día, aunque a horas prudentes, creo recordar. Von heute auf Morgen se vio en la Filmoteca Española, lugar de refugio de impenitentes cinéfilos, que en ocasiones se han hermanado con melómanos y operistas en la misma penumbra. Francamente, creo que este Moisés y Arón es acaso adecuado (acaso, no estoy seguro) para cinéfilos. Yo creo serlo a veces, pero ante films como éste o equipos como el de Garci me veo disminuido y no sé qué decir. José Luis Téllez, algo tonante, nos insta a que nos guste este film o podemos caer de bruces en el purgatorio, acaso en el infierno. No me gusta demasiado esta película, la verdad, y lo escribo temiendo que Téllez me mire mal. Pero si encima tengo que pensar que es traducción visual, siquiera aproximada, de la ópera de Schoenberg, entonces creo que hay que constatar que se trata de un fracaso en toda regla. Es un film despojadísimo, puritano casi. Puesto que trata del Dios indecible, inimaginable, irrepresentable, todo eso, puede parecer que Straub y Huillet se ponen de la parte de Moisés, de la impotencia del logos para expresar a Dios. De la impotencia del cine e incluso el teatro para expresar al maestro vienés. ¿Lo pescas, papá?, como decían mis hijos cuando eran pequeños. En fin, eso sería una interpretación agarrada por los pelos. La manía de este film (que en parte pasa a Von heute auf Morgen) es la de enfocar a un actor cuando canta otro. Puesto que da la sensación de que los cantantes cantan de verdad, de que esto no es simple playback, eso facilita las cosas en los ensayos y la filmación. Sabemos que el fonograma es el de Michael Gielen con Reich y Devos, y la Radio austriaca (Philips, 1974). Recordamos el impacto de aquel fonograma. Impresionante, un acontecimiento, era una novedad radical, el conocimiento de algo que sabíamos de oídas. Ángel Mayo hizo una traducción del libreto, que publicó la revista Ritmo. Se habló en tiempos del enfrentamiento de Moisés y Arón en claves muy distintas: Arón era un populista peligroso, o bien Arón era un líder honesto que entendía a su pueblo. Qué cosas. Pero la película no es recomendable ni para los que ya conocen la obra ni — mucho menos— para los que tratan de iniciarse en ella. Es cine, y la obra de Schoenberg se desvanece en medio de un tenso puritanismo de imágenes. Caramba: si no os gustan las imágenes, no hagáis cine. Sabemos que no es eso, que Huillet y Straub amaban las imágenes. Pero resolver ciertas escenas clave de esta ópera de esa manera fácil y al tiempo devota tiene un poco de trampa. O bastante. Si no le parece a usted bien el caos de la danza del becerro de oro, renuncie usted a esta ópera, pero no me la estropee. Si no quiere usted sacar al coro, déme usted el disco, pero no me ponga tres minutos de pantalla en negro, me puedo pensar que se ha estropeado la cámara en el cine o que tengo que llevar a arreglar la pantalla de mi tele o de mi ordenador; o no me ponga otros tantos minutos, o más, de cielo azulito mientras se oye al coro; o fotos fijas del Nilo o lo que sea ese río. Si no me quiere dar usted la zarza ardiente, déme algo a cambio, aunque no sea zarza, aunque no arda, pero que tenga un sentido, que al menos no parezca el campo de los alrededores de una ciudad cualquiera. Si no le gusta a usted fotografiar el desierto porque ya está mencionado y no hace falta, caramba, no me ponga usted el mismo aprisco para todas las escenas. Excepto la final, en la que Moisés lleva a un lago al prisionero Arón, para castigarlo. Un lago, caramba. Creí que estábamos en el Sinaí. Pero si esto no es realista, me dirían. Entonces, si la clave no es realista, ¿por qué los personajes van vestidos de “pastores a Belén”? 55 257-Pliego 5 20/10/10 11:58 Página 56 D D I SI CS O C O S S ESTUDIOS Esta ópera es uno de los títulos más difíciles de trasladar al teatro de todo el repertorio de todos los tiempos. Es una obra agresiva, como todo lo de Schoenberg, aristada, tensísima, sin concesiones. Si usted accede a ella mediante esta película odiará el título inconcluso de Schoenberg. Si usted no gusta de esta ópera ni tiene intención de acceder en serio a ella, pero es usted cinéfilo, entonces puede encontrarle virtudes al film. Aunque en la muy posterior Von heute auf Morgen (de nuevo, en colaboración con Gielen) Huillet y Straub insisten en los contraplanos ya indicados, esta puesta en imágenes es más interesante que la de Moisés y Arón. Y tiene la virtud que carecer del defecto principal del Moisés de ambos cineastas: no nos mira con severidad para que aquello nos guste, no nos amenaza con las tinieblas exteriores si somos incapaces de comprender aquello. Y es que sospechamos que Huillet y Straub llegaron más lejos que Téllez. La visión de ambos en la comedia es corrosiva, todo lo corrosivo que puede ser un film, ya saben. Este matrimonio no puede acabar bien, piensa uno. Estas modas de intercambio de adulterios constituyen un curioso fenómeno zoológico, piensa uno. Este reencuentro del matrimonio después del coqueteo no nos convence, piensa uno. Y uno piensa: aquí hay una historia mucho más inquietante que la de una pareja en crisis en medio de un mundo libertino y cínico. Excelentes cantantes-actores, incluido el niño. Magnífica ambientación, con esos figurines y esos decorados (¡y ese aparato de radio!) que sugiere el periodo de entreguerras, pero que guiñan hacia otras épocas más recientes. Sensacional Gielen, el impagable. Uno de los dos discos contiene un pequeño film en el que podemos ver a Huillet con su gato y al propio Straub; es una introducción a la obra orquestal de Schoenberg Música de acom- pañamiento para una escena de película en la que se leen muchos textos de Schoenberg. Estos textos —dicho sea de paso— pueden encontrarse junto con otros muchos en las Cartas del compositor (Turner, traducción, de nuevo, de Ángel Mayo) y en: Arnold Schoenberg y Vasili Kandinski: Cartas: Cuadros y documentos de un encuentro extraordinario, edición de Jelena Hah-Koch, con un ensayo de Hartmut Zelinsky, traducción de Adriana Hochleitner, Alianza Música. Es cierto que estos libros son de hace mucho tiempo, pero para eso está Iberlibro. Santiago Martín Bermúdez Marek Janowski, Benjamin Zander, Gary Bertini BRUCKNERIANA BRUCKNER: Sinfonía nº 5 en si bemol mayor. ORQUESTA DE LA SUISSE ROMANDE. Director: MAREK JANOWSKI. PENTATONE PTC 5186351 (Diverdi). 2009. DSD. 74’. N PN Sinfonía nº 5 en si bemol mayor. ORQUESTA PHILHARMONIA. Director: BENJAMIN ZANDER. 2 SACD TELARC 60706 (Diverdi). 2008. 149’. DSD. N PN Sinfonía nº 7 en mi mayor. SINFÓNICA DE LA RADIO DE COLONIA. Director: GARY BERTINI. ALTUS 151 (Diverdi). 1988. 60’. DDD. N PN C 56 omencemos el análisis y comentario de este lote bruckneriano por el álbum firmado por Benjamin Zander, director norteamericano que un servidor había tenido la oportunidad de escuchar en concierto en un par de ocasiones sin haberle dejado un recuerdo especialmente grato. De los dos discos que integran la caja, el primero es una larguísima disertación explicativa de la obra guiada por un afán pedagógico que pretende establecer paralelismos entre la arquitectura de una catedral y la estructuración de la sinfonía en cuestión, aderezada con apelaciones emotivas a la memoria del padre del director. Dejando respetuosamente a un lado el aspecto sentimental, hemos de decir que lo escuchado se puede calificar como simplemente mediocre. La exigencia a la orquesta no logra extraer de ella un resultado equilibrado, con muchos momentos de aspereza en el metal. La dirección de Zander tiende a la grisura, sin esmero en la ejecución de los detalles instrumentales. El exaltado histrionismo pseudo-divulgativo de este personaje, en muchos momentos a medio camino entre el telepredicador y el humorista de tercera, no aparece en esta ocasión sino en forma de una laxitud que hace flaquear la vertebración de la obra. Sin contrastes, con tempi poco hilvanados y pulsos caprichosamente variables, escuchamos un todo fragmen- tado y mal construido. Tan solo podemos encontrar algún ligero destello de naturalidad en un par de tramos del 3/4 del segundo movimiento o en el cierto vuelo con el que se alza el cuarto. Todo lo demás, un discurso plomizo, encorsetado y falto de lustre. Después de esto, casi cualquier cosa podría parecer buena. Una sorpresa viene a mitigar el mal sabor de boca. Marek Janowski nos ofrece, con la misma obra, una lección de elegancia, naturalidad y buen hacer orquestal. Como la noche y el día, vamos. Permítase hacer la observación de que, por evitar aquello de los deslumbramientos, pasado un tiempo prudencial ambos discos fueron de nuevo escuchados teniendo como principal objetivo ver si las notas iniciales cobraban forma definitiva o se desvanecían como espejismo de un primer momento. Y, en efecto, es constatable que nos encontramos ante una Quinta de referencia. La solvencia del director polaco, que en otras ocasiones hemos podido encontrar exce- sivamente robusta o marmórea, aquí sabe hallar el equilibrio perfecto que permite a la obra fluir, engordar, desarrollarse, eclosionar y concluir con toda lógica. Hay toques magistrales que hablan de sabiduría y experiencia, como la flexibilización ligerísima del pulso en momentos clave —del primer movimiento, por ejemplo, en el cc. 220 (8:46), en el pasaje previo a la re-exposición o durante toda la preparación a la fulgurante conclusión. La idoneidad dinámica es otro de sus valores, adornando el Adagio con detalles que hablan por sí mismos. La vivacidad encuentra también su lugar, dejando un Scherzo enérgico y punzante pero sin sobrepasar nunca los límites de la coherencia. Refiriéndonos al trabajo orquestal, los laureles han de ser repartidos entre todas las secciones, por el empaste satinado del metal — que en muchos momentos corales llega a parecer más un excelente órgano que un puñado de esforzados atriles—, por la sutileza de la madera y por la exactitud de la cuerda. Disco, pues, excepcional con total objetividad. Por último, Altus rescata la grabación de un concierto cuya batuta a priori lo hace interesante. Lectura, la de Gari Bertini, llena de luces y sombras que, quizá por lo elevado de las expectativas, deja regusto a decepción. Comenzando por la toma, que prioriza las maderas en detrimento sobre todo de la cuerda, presenta además el resultado orquestal 257-Pliego 5 20/10/10 11:58 Página 57 D D I SI CS O C O S S ESTUDIOS con escasa profundidad. Aparte de esto, el rendimiento de la centuria alemana no es tampoco precisamente sobresaliente. La emisión del viento decae en varios puntos cuando no entra en un completo desbarajuste —scherzo, cc. 181-184, o cc. 137-140 en la repetición— ante el que llega incluso a escucharse la protesta del propio Bertini. Pero no todas las sombras son, evidentemente, achacables a momentáneas pifias instrumentales. Tampoco el maestro israelí evidencia un especial cuidado del tejido sonoro, olvidando en muchos momentos lo necesario de clarificar las líneas — secciones I-K del Andante, por ejemplo— o la atención a las indicaciones del texto — zart/gezogen cc. 9-12 de ese mismo Andante—, que llegan incluso a ser obviadas con descaro flagrante —etwas langsamer en el Scherzo, por ejemplo. Entre los principales méritos de esta lectura, que no debemos calificar negativamente en conjunto, hay que citar sobre todo la magnífica dosificación de tensiones, especialmente lograda a lo largo de todo el primer tiempo, con puntos sobresalientes como el episodio dramático que antecede al desarrollo o el sprint final de la coda. En resumen, tres enfoques con resultados dispares, desde la mediocridad prescindible de Zander a la excelencia de Janowski, pasando por la irregularidad de Bertini. nos gusta escuchar a muchos, pero con un grado de perfección y objetividad que no puede dejarnos indiferentes. La primera sorpresa llega en el larguísimo pasaje de “estatismo” adorniano que introduce la obra. Su tempo es lento, tan lento que, en efecto, llegamos a sumergirnos en una intemporalidad que permite a cada nueva entrada instrumental — esas célebres “llamadas de la naturaleza”— aparecer como algo imprevisto. Percibimos una pulcritud en el tratamiento de —perdonen la redundancia pero es necesario enfatizar para describir con fidelidad lo escuchado— todos y cada uno de los apuntes dinámicos del texto. Se lleva hasta tal punto a cabo el plan de equilibrio orquestal plasmado ahí, sobre el papel, que las intervenciones instrumentales alcanzan grados difíciles de creer. Son tantos los ejemplos a destacar que inundaríamos nuestro texto de acotaciones que evitaremos por farragosas. Retomando la descripción, ese tempo inicial va ganando aliento, no sin falsear —lícitamente— ligerísimamente las relaciones de batuta en varios pasajes de la cuerda, hasta la eclosión tras la cual todo fluye con creciente vigor. Asistiremos a una sonoridad orquestal basada en la reconstrucción literal del equilibrio entre las masas del viento y la cuerda en la que ésta pierde prioridad, contra lo que hemos escuchado hasta ahora en la mayoría de las ocasiones. El segundo movimiento nos deja, igualmente, otro pequeño regalito dinámico en los ocho primeros compases que, si ciertamente no responde a un deseo explícito de Mahler, nada hay tampoco que lo contradiga y goza de enorme coherencia. El Trío está lleno de mimo melódico pero resulta algo rígido en su concepción rítmica, habiendo sido, sin embargo, óptima con tan sólo un poco más de flexibilidad. Siguiendo con aquello que uno esperaría oír y no oye, ya apuntábamos arriba la falta de ese toque “vulgar” que nos gusta encontrar como condimento de los tramos más raciales del tercer tiempo. No existe aquí, ciertamente, pese a estar espléndidamente tocado. Resulta, por otro lado, excepcional la dosificación del rubato que consigue Eschenbach en este tramo. Lo mide muy mucho, haciéndose esperar; pero, cuando finalmente llega, su flexibilidad resulta simplemente maravillosa. El movimiento final se sustenta sobre un sobrecogedor contraste estructural entre secciones y una realización insólita de los planos instrumentales. En resumen, una Titán que no se puede dejar de oír. Del complemento, lo mejor que podemos decir es que no es tal cosa sino el segundo gran pilar del disco. El trabajo orquestal es igual de soberbio al ya descrito en la sinfonía y la multiplicidad de registros que despliega Schäfer pone la guinda. La re-ordenación simbólica de las canciones facilita a la soprano alemana un camino evolutivo que va desde el lirismo de Blicke mir nicht a la oscuridad dramática de Um Mitternacht, pasando por el apasionamiento de Liebst du um Schönheit, para concluir en un desposeído y desgarrador Ich bin der Welt abhanden gekommen en el que la emoción se derrama con la serenidad de un ocaso premonitorio. Paavo Järvi ha esperado un nivel de madurez interpretativa suficiente para lanzarse al terreno mahleriano. Hasta donde sabemos, estamos ante su primera grabación sinfóni- Juan García-Rico Christoph Eschenbach, Paavo Järvi, Roger Norrington MAHLERIANA MAHLER: Sinfonía nº 1. Rückert-lieder. CHRISTINE SCHÄFER, SOPRANO. SINFÓNICA DE BERLÍN. Director: CHRISTOPH ESCHENBACH. CAPRICCIO 5026 (Gaudisc). 2008. 79’. DDD. N PN Sinfonía nº 2 “Resurrección”. NATALIE DESSAY, soprano; ALICE COOTE, mezzosoprano. ORFEÓN DONOSTIARRA. SINFÓNICA DE LA RADIO DE FRÁNCFORT. Director: PAAVO JÄRVI. 2 CD VIRGIN 69458606 (EMI). 2009. 109’. DDD. N PN Sinfonía nº 9. SINFÓNICA DE LA RADIO DE STUTTGART. Director: ROGER NORRINGTON. HÄNSSLER 93.244 (Diverdi). 2009. 73’. DDD. N PN T entadora sesión mahleriana la que, al menos sobre el papel, nos prometía este material al inicio de su análisis. Por motivos distintos, los tres discos contaban con alicientes suficientes para mantenernos expectantes y hacernos aguardar a que el reproductor fuera extrayendo de ellos su contenido. Para comenzar, una Primera a cargo de Christoph Eschenbach, un director que no siempre es de nuestro gusto pero al que le hemos conocido grabaciones que nos hacen reconocer en él un mahleriano más que interesante. A continuación, una Segunda a cargo de Paavo Järvi, batuta que ha demostra- do tener mucho que decir en otros repertorios y que parece querer resistirse con uñas y dientes a ser mera sucesora de una línea marcada por su progenitor. Y, por último, la grabación que tal vez haya levantado la mayor polvareda fonográfica que se recuerda en mucho tiempo: una Novena por Roger Norrington que, independientemente de la valoración que personalmente podamos hacer de ella, es con toda seguridad un auténtico órdago musical. Entremos a comentar el análisis de tan sugerente programa. Se agradecen, ¡y cómo!, discos como el que abre nuestro estudio. Maravillosamente interpretado y grabado, con además una duración que exprime honestamente cuanto puede dar de sí el soporte CD. Dicho de otra forma, un motivo más que suficiente para incitarnos a aligerar nuestras raídas faltriqueras y rebuscar hasta el último céntimo para hacernos con él y disfrutarlo una y mil veces. Eschenbach traduce como pocas —tal vez poquísimas— veces hayamos escuchado una Primera de Mahler para, a continuación, acompañar, re-crear al alimón con una insuperable e inolvidable Christine Schäfer, los cinco Rückert-lieder en una versión expresiva, emocionante, bellísima. El aficionado más conspicuo agradecerá, sin duda, el verse sorprendido por muchos aspectos de esta nueva lectura de la en re mayor. Su relación de tempi, su equilibrio instrumental y muchos de sus detalles tímbricos tienen un tratamiento no escuchado habitualmente. Se trata de una versión altamente intelectual dotada, al mismo tiempo, de una humanización profunda. Tal vez sin el leve matiz populachero que, en ciertos pasajes, 57 257-Pliego 5 20/10/10 11:58 Página 58 D D I SI CS O C O S S ESTUDIO ca, precedida tan sólo por un disco que reunía cuatro movimientos desmembrados de sus respectivas partituras originales, entre ellos el Totenfeier que correspondería a la que nos ocupa. En líneas generales podemos aplicar a la lectura de Järvi muchas de las observaciones que hemos hecho acerca del trabajo de Eschenbach en lo relativo a la búsqueda de la plasmación extremadamente fiel de la partitura. La transparencia orquestal que consigue el maestro estonio tiene ese grado de excelencia que estamos empezando a considerar —con fortuna— casi como un estándar irrenunciable en las interpretaciones actuales. Gracias a una no menos encomiable labor técnica en la toma sonora, podemos descubrir en él una capacidad impresionante para establecer las distintas capas dinámicas que la propia escritura mahleriana utiliza para estratificar las dosis exactas de presencia instrumental pero que no siempre han sabido o podido ser traducidas con exacti- tud. Järvi demuestra saber jugar con esa baraja, consiguiendo de la orquesta un color inusualmente hermoso y variado. Propone, por ejemplo, una sonoridad tan sumamente delicada y algodonosa en todo el segundo movimiento y gran parte del tercero, que pensaremos —y muy probablemente acertaremos— no haber escuchado nunca Mahler con tal nivel de delicadeza. De igual manera no pocas sorpresas tímbricas nos aguardan, diseminadas como pinceladas aquí y allá, en forma de ligeras variaciones en la modalidad de emisión de metales o maderas, o en la tipología de baquetas y parches con los que escuchamos bombo y timbales. Todo ello nos habla a las claras de un concepto inquieto, inconformista con una —¿simplemente?— buena ejecución. Sin embargo, a esta Resurrección le falta un importante factor para elevarla por encima de muchas a las que supera de largo en todo lo apuntado: el nervio dramático. La tensión de sus tres primeros tiempos adolece de un exceso de estatismo —¿por extatismo, quizá?— que tan sólo se supera en el soberbio gran trazo final. Ahí, la labor general, incluyendo a solistas y coro, es sencillamente sobresaliente. Es esperable que Järvi sepa encontrar ese equilibrio necesario entre el qué y el cómo. En ese momento habrá nacido un inmenso mahleriano. Y concluyamos con el plato más picante del menú. No descubriremos nada a estas alturas si decimos que Roger Norrington ha sufrido una mutación estilística sin vuelta atrás. Sus postulados estéticos en la última década se han radicalizado desde la importante avanzadilla que supusiesen muchos de sus trabajos en la década de los setenta. Como resultado de esta reencarnación en un díscolo grand-père terrible las lecturas que viene proponiendo el director inglés están caracterizadas por el primitivismo técnico en el tratamiento instrumental y una fuerte idiosincrasia en la traducción sonora que, no sin razón, levantan ampollas en los casos más leves cuando no reacciones furibundas. Bien, pero, ¿cómo es esta Novena? Pues, miren ustedes, para decirlo con sencillez, intrascendente, que es, tal vez, lo peor que puede decirse acerca de la interpretación de una obra como ésta. ¿Que viene tocada sin una pizca de vibrato orquestal? Sí. ¿Que la cuerda suena, directamente, fea y la orquesta, roma? Pues sí. ¿Que el pulso y su discurso es, en muchos momentos, oscilante? También. ¿Que el fraseo es vulgar en muchos tramos? Cierto. ¡Qué más daría todo eso si, a cambio, al menos pudiésemos sentirnos tocados por algo en ella! El inicio es irregular, indefinido y vacío. Peor aún el Ländler, convertido en danza contrarreloj todo lo caricaturesca que se quiera pero sin ninguna gracia. Y, finalmente, el Adagio. Ese Adagio antes del cual muchos incluso ayunan, no es aquí más que veinte minutos de sonido. No seremos nosotros los que le reclamemos lecturas simbólico-místicas pero, si admitimos que hay ciertas músicas elocuentes por sí mismas y que exigen un cierto nivel de espiritualidad, hay que afirmar entonces que ésta es una de esas músicas. En manos de Norrington no lo parece. Tal es su afán de destrascendentalización. No deseamos entrar a valorar el grado de provocación que puede haber tras estos postulados estéticos. Siendo lo más objetivos posibles, el resultado es, para nosotros, globalmente pobre, tanto desde el punto de vista musical como desde la coherencia que pudiese pretender sostener tales apuestas estéticas. Acerca de la aceptación que tenga entre el público, ése ya no es terreno de la crítica, sino del gusto personal de cada uno. Juan García-Rico Christophorus LUGARES POCO COMUNES C 58 hristophorus, el sello alemán fundado en 1935 y dedicado inicialmente a música religiosa, concentra hoy la mayor parte de su repertorio en la música antigua, renacentista y barroca, tanto religiosa como profana, aunque sin descartar ocasionalmente períodos posteriores. Los discos ofrecen en general versiones de gran calidad, con artistas altamente especializados, tomas de sonido muy buenas y una cómoda presentación en cajitas de cartón con el libreto integrado; en éste, los comentarios suelen ser interesantes aunque breves, y los textos de las obras tan sólo se ofrecen en la lengua original y en su traducción alemana. D e los trece álbumes que nos llegan, el que se remonta más atrás en el tiempo es el dedicado a Hildegard von Bingen (CHR 77314); se registró en 1990 por el Ensemble für frühe musik Augsburg y recoge varias piezas de esta mística y compositora del siglo XII (1098-1179); el disco se completa con obras anónimas y de Petrus Abelardus (1079-1142), siempre en lecturas interesantes por su precisión y claridad. El mismo conjunto de Augsburgo grabó, también en 1990, un excelente disco con canciones de Neidhart von Reuental (CHR 77327) que recoge música de los siglos XII y XIII en los cuales vivió este minnesänger bávaro del que se han conservado un número importante de obras. Nuevamente versiones muy notables, enfatizando muy bien el carácter cortesano y popular de las obras. En el mismo siglo XIII pero ya dentro del canto gregoriano, el Ordo Virtutum que dirige Stef a n Johannes Morent grabó en 2008 un magnífico CD que titulado Sanguis Jesu Christi (CHR 77309) se dedica a la música de los Oficios del culto a la Santa Sangre en la Abadía benedictina de Wingarten; voces de perfecto empaste, bello color y profunda expresión. De carácter bien distinto son las canciones de amor francesas de los siglos XIII y XIV recogidas en un disco titulado Le roman de la rose ( C H R 77325); es una reciente grabación de 2009 a cargo del grupo Per-Sonat que dirige y en el que canta Sabine 257-Pliego 4 21/10/10 13:44 Página 59 D D I SI CS O C O S S REEDICIONES Lutzenberger y que une piezas anónimas y autores como Machaut y Solage recorriendo varios manuscritos de la música trovadoresca; el resultado es también de una gran belleza, creando en todo momento una atmósfera muy adecuada para este periplo por los dominios del amor cortés. Y de Francia viajamos a Alemania, con otro CD del año 2009 que con el título Gyri gyri gaga, canciones renacentistas alemanas de lujuria y vida ( C H R 77311), integra una variada selección de anónimos y de autores como Orlando di Lasso o Michael Praetorius; las interpretan el grupo Stimmwerck con similar acierto al de los anteriores. Tras este paréntesis festivo, vuelve la música sacra: Et lux perpetua, Música fúnebre del Renacimiento (CHR 77298), con piezas anónimas y de Desprez, Agricola, y Spinacino entre otros; se grabó en 2008 y el grupo instrumental y vocal Chant1450 lo interpreta con severos acentos y rigor histórico; también realiza un pulcro y delicado trabajo coral el Ensemble Officium de Wilfried Rombach en la Misa Papæ Marcelli de Palest r i n a ( C H R 77313), un disco de 2004 completado con diversos motetes del mismo autor para la fiesta de la Ascensión; otro CD con música religiosa nos ofrece conciertos sacros germanos de Johann Rosenmüller (CHR 77319), en grabación realizada en el año 2000 por el Ensemble que lleva el nombre del compositor y que dirige Arno Paduch. Las intervenciones solistas son irregulares, pero lo poco habitual del repertorio y el digno trabajo de conjunto aportan interés al disco. Tampoco es un repertorio trillado precisamente el que llevaron al disco en 2008 el grupo de violas Les Escapades y el contratenor Franz Vitzthum: Música s a c r a para contratenor y conjunto de violas da gamba en la Alemania del siglo XVII (CHR 77305), que recoge entre varios contemporáneos, músicas de Rigatti, Biber, Fernando III o Heinrich Bach; correcto y una vez más, explorando terrenos muchas veces desconocidos. Volvemos a la música instrumental con las obras para violín de Marco Uccellini (CHR 77315); se trata de varias piezas breves para violín barroco y bajo continuo grabadas en 1999 por Hélène Schmitt, a la que acompañan Markus Märkl, Karl-Ernst Schröder y Arno Jochemk; virtuosismo y variedad de colores se recrean en estas notables versiones. El Neumeyer Consort por su parte aborda la música de cámara con violonchelo de Giovanni Benedetto Platti (CHR 77310); es un trabajo de 2008 que supone su presentación discográfica y que recorre algunas Sonatas y Ricercatas del compositor italiano; las versiones son brillantes, precisas y ricas en contrastes. Ya para terminar, pasamos en los dos últimos álbumes al más puro romanticismo del XIX: diversos lieder de Brahms, Spohr y Schubert bajo el título Canciones de amor y muerte (CHR 77320); y un doble CD con el oratorio Abraham de Carl Amand Mangold ( C H R 77326). En los lieder participan el t e n o r Christoph Prégardien y el guitarrista Tilman Hoppstock; la grabación es de 1998 y aunque como es obvio pierden más que ganan las obras con las transcripciones de los originales pianísticos, el trabajo de los artistas es correcto y demuestra buen gusto y sensibilidad. La extensa pieza sobre textos bíblicos de Mangold se registró en 1986 como primera grabación, con la Orquesta y Coro Filarmónicos de Darmstadt, ciudad natal del autor, con la dirección de Wolfgang Seeliger y la participación de varios solistas como Gilles Cachemaille, Gerd Türk, Mechtild Georg y Monika Frimmer, entre otros. Ambiciosa partitura que destaca en esta traducción por el trabajo del grupo más que por las individualidades, y que revela el sólido oficio del compositor alemán. Daniel Álvarez Vázquez 59 257-Pliego 5 20/10/10 11:58 Página 60 D D I SI CS O C O S S REEDICIONES Melodiya, Supraphon, Alto, Doremi RICHTER, SIEMPRE RICHTER L 60 a discografía de Sviatoslav Richter es aparentemente un filón inagotable, y los archivos de la extinta URSS parecen seguir dispuestos a arrojar luces poco conocidas por estos lares sobre el genial ucraniano. Aunque novedades “de repertorio” no hay, sí se nos ofrecen grabaciones que hasta ahora no han visto la luz en CD (incluso algunas, al menos teóricamente, ni siquiera en LP). Así, Melodía, lejos ya de depender de “terceros” nos ofrece con su propio sello (Distribuidor: Diverdi) varios discos de enorme interés. En primer término, un doble álbum (MEL CD 1001677, grabaciones de 1961 y 1979) dedicado a Prokofiev (Sonatas nºs 2 y 9, Leyenda op. 12, nº 6, Visiones fugitivas nºs 6 y 18, Paisaje op. 59, nº 2, Vals de “Guerra y Paz” op. 96, nº 1). Sonido muy bueno, claramente mejor del esperable para los pedestres estándares al uso en la Unión Soviética de la época. Por lo demás, aquí tenemos al Richter apabullante de costumbre en este repertorio, destacando unas irresistibles versiones de las dos Sonatas. Los registros contenidos en este disco aparecen, al menos que yo sepa, por vez primera en CD. Le sigue un d i s c o (MEL CD 10 01626, grabaciones de 1 9 6 7 1 9 7 6 ) dedicado a Chopin (Polonesa-Fantasía op. 61, Valses op. 34, nº 3 y op. 70, nº 3, Mazurkas op. 63, nº 3, op. 67, nº 3, op. 68, nº 3, op. post. nº 2, Estudios op. 10, nº 4 y op. 25, nº 7, 3 Nocturnos op,. 15, Nocturnos op. 62, nº 2 y op. 72, nº 1). El disco contiene obras que Richter ha grabado en otras ocasiones, pero de estos registros sólo el Estudio op. 10, nº 4 (enloquecido de tempo, según su costumbre) y el portentoso Scherzo nº 4 han sido publicados en CD con anterioridad. Digamos ya que de la Polonesa-Fantasía exis- ten varias interpretaciones posteriores más logradas del propio Richter. El Vals op. 34, nº 3 es brillante pero un tanto crispado. Mejor las Mazurkas, quizá más nerviosas que refinadas, y magníficos los Nocturnos, dibujados con intensa melancolía. Formidable el d o b l e álbum (MEL CD 10 01664, grabaciones de 1 9 8 3 ) dedicado a Chaikovski (selección de Las estaciones, Nocturno op. 10, Valsscherzo op. 7, Humoresque op. 10, Capriccioso op. 1, Vals op. 40, Romanzas op. 5 y op. 51, Un poco di Chopin op. 72, L’espiègle op. 72, Rêverie du soir op. 19, Chanson triste op. 40, Menuetto scherzoso op. 51, Vals de Salon op. 51, Meditación op. 72) y Rachmaninov (3 Études-tableaux op. 33, 5 Études-tableaux op. 39). En teoría casi todo es nuevo, aunque hay algunas que en determinados listados discográficos de Richter aparecen fechadas como “Moscú, 1982” y que bien podrían ser éstas (los errores de fechas abundan en las discografías de Richter, y es sospechosa la coincidencia de buena parte de este repertorio de Chaikovski con el de Rachmaninov también contenido en el álbum, que pertenece a las mismas fechas y aparece en las discografías richterianas como publicado previamente en Japón). En todo caso, álbum que no hay que dejar pasar, porque las páginas de Chaikovski simplemente no se pueden interpretar mejor. Suprap h o n (Distribuid o r : Diverdi) nos ofrece unas grabaciones efectuadas en 1956 y 1962, respectivamente, de los Conciertos nºs 1 y 3 de Beethoven, con la Filarmónica Checa en manos de Karel Ancerl (SU 4020-2). Editadas anteriormente en Preludio, encontramos una interpretación donde el ajuste solistaorquesta no es el mejor, pero Richter está inspiradísimo en una impetuosa traducción del Primer Concierto, a años luz del mortecino que grabaría en sus últimos años en SchleswigHolstein. Algo bien similar puede decirse del Tercero, aunque su colaboración posterior con Sanderling (DG) está, por lo menos, a esta altura, con mejor prestación orquestal. En todo caso, un disco espléndido, con sonido muy aceptable. El sello Alto (Distribuidor Diverdi) nos remite la legendaria grabación (ALC 1074) de las Sonatas D. 958 y D. 960 de Schubert, realizada en 1972 y anteriormente publicada en Olympia (OCD 335), que ha sido elogiada hasta la saciedad, de forma que sólo cabe insistir: si no la tienen, no la dejen pasar. Finalmente, Doremi (Distribuidor: Gaudisc) nos remite tres nuevos volúmenes de su serie richteriana, aquí, como viene siendo habitual, con sonido más pedestre pero en todo caso tolerable en general. El vol. 14 (DHR7909/10) es un d o b l e álbum con grabaciones de 1966 a 1973 de los Conciertos nºs 14, 15, 17, 22 y 27 de Mozart junto a la Orquesta de Cámara de Moscú dirigida por Rudolf Barshai, más el bonus de la Sonata K. 545 grabada “desde la audiencia” en 1989. Las grabaciones de los Conciertos nºs 15 y 27 aparecieron ya en Leningrad Masters, pero las demás son nuevas en CD. Barshai se desempeña como el gran director que es, aunque el viento moscovita suena algo pedestre. Richter está espléndido, con una vitalidad contagiosa y una frescura pocas veces reconocible en sus interpretaciones mozartianas. Lástima que el piano suene a veces como captado desde la habitación de al lado. El vol. 16 (DHR 7945) contiene el Concierto para 2 pianos de Poulenc (junto a Elisabeth Leons- kaja y la Sinfónica de Letonia dirigida por P e t e r M a g i , 1 9 9 3 , t o m a pobre para ser relativamente reciente), el concierto Aubade del mismo compositor (con la Orquesta de Cámara J. F. Paillard, 1965, ya publicado antes en CD como As Disc 333) y el Quinteto para piano y cuerdas de Reger (con el Cuarteto Borodin, 1960). Interpretaciones más que notables (muy festivo el Poulenc, incluyendo sus citas mozartianas, que refleja un perfecto entendimiento con Leonskaja) en un disco muy recomendable. Por último, el vol. 18 ( D H R 7 9 5 9 ) recupera un recital en Budapest (11 de febrero de 1958) en el que Richter interpretó obras de Schubert (Sonata D. 664, Impromptu D. 899, nº 4, la muy diferente calidad de las tomas hace dudar de que procedan de la misma fecha) y Liszt (Funerales, Gnomenreigen, Liebestraum nºs 2 y 3, Valses oubliées nºs 1-3, Soneto de Petrarca nº 123, Estudio de ejecución trascendental nº 5). De casi todos los Liszt existen grabaciones muy próximas en el tiempo (hay una de Revelation prácticamente con el mismo repertorio, fechada en febrero de ese año y sin mencionar el lugar, que muy bien podría ser esta misma). Por el contrario, ninguno de los dos Schubert consta como registro en ese año en Budapest, de forma que hemos de dar por “nuevos” ambos. Con todo, el disco es recomendable sobre todo por los Liszt, ya que las obras de Schubert fueron registradas posteriormente por Richter en interpretaciones al menos equiparables a éstas — magníficas— pero en mejores condiciones de sonido. En suma, recuperaciones richterianas muy golosas. Si hay que elegir, las tres de Melodía se llevan la palma, sin duda. No la dejen pasar. Rafael Ortega Basagoiti 257-Pliego 5 20/10/10 11:58 Página 61 D D I SI CS O C O S S REEDICIONES EMI EDICIÓN SIMON RATTLE L a multinacional británica le dedica una completa reedición discográfica a su actual director más importante, grabaciones comentadas en su día desde estas mismas páginas y que ahora vuelven en álbumes cuidadosamente presentados y dedicados cada uno de ellos a un solo autor o bien a una Escuela o a un país, como es el caso de la Segunda de Viena con los tres autores más representativos de la misma (Schoenberg, Berg y Webern) o a músicos británicos o rusos. No hace mucho comenzamos a comentar esta edición con el notable ciclo Mahler que sir Simon grabó en Birmingham, Viena y Berlín (ver el nº anterior de SCHERZO). Ahora nos llega el ciclo Beethoven que hizo con la Filarmónica de Viena (completado con algunos Conciertos y la ópera Fidelio) más el álbum dedicado a los tres vieneses, hecho en Berlín y Birmingham y que es, digámoslo desde ahora mismo, lo mejor y más suculento de esta nueva entrega (suponemos que los álbumes dedicados a Sibelius, Debussy/Ravel Stravinski, Szymanowski y músicos rusos y británicos, también serán comentados en esta revista). Beethoven Del ciclo Beethoven que Rattle grabó en vivo en Viena durante los meses de abril y mayo de 2002, recordarán que ya hablamos de él al ser publicado posteriormente en todo el mundo. Ahora, en esta reedición, viene acoplado con tres Conciertos de piano grabados en 1995 con el pianista Lars Vogt y la Sinfónica de la Ciudad de Birmingham (dos versiones del Primero, con la única diferencia entre ellos de que en uno las cadenzas son de Beethoven y en el otro de Glenn Gould, y otra versión del Segundo), otra interpretación más de la Quinta también en vivo y también con la Filarmónica de Viena, pero del año 2000, y finalmente una versión tomada en concierto público en la Philharmonie de Berlín del Fidelio hecha en 2003 (9 CD EMI 4 57573 2). Las Sinfonías están bien tocadas y concebidas, faltaría más tratándose de una orquesta como la Filarmónica de Viena, y a su evidente falta de expresividad romántica se le añade una intensidad, brillo y convicción que compensa el canto, la emoción y el aliento de otras versiones de otros tiempos. Pero, como es obvio, Furtwängler, Walter, Klemperer, Szell y hasta Karajan y Bernstein pasaron a mejor vida y los tiempos actuales han cambiado. Rattle nos da su objetiva y hasta científica versión de estas populares obras, y desde luego su escucha les proporcionará muy buenos momentos si la enfocan olvidándose de cualquier competencia, ya que el estilo no tiene nada que ver con el de cualquiera de los directores citados. Quizá Harnoncourt o Abbado II podrían ser modelos factibles para comparar con estas versiones de Rattle. El ciclo se completa con el Primer Concierto repetido. En una de las versiones, las cadenzas son de Glenn Gould, acertadas en nuestra opinión, ya que las que se conservan de Beethoven son de 1809, de su período medio, siendo de un desenfreno tumultuoso que perjudicaba más que beneficiaba el estilo de la obra de 1795. Fidelio creo que también fue comentado en su momento en estas páginas. Recordemos que su competente equipo vocal (Denoke, Villars, Held, Polgár, Banse y Trost), la briosa y dramática dirección de Rattle y la intervención de una brillante y espectacular Filarmónica de Berlín, son bazas más que suficientes para tener en consideración esta versión. Un notable Beethoven, en suma, que puede hacer un buen papel en cualquier discoteca. Excelentes tomas de sonido y comentarios convencionales, aunque bastante completos, sobre todas las obras del álbum. Segunda Escuela de Viena Excelente aunque incompleto álbum con música de los tres vieneses (5 CD EMI, 4 57562 2). La versión de los Gurrelieder fue de los primeros registros importantes de Rattle al frente de la Filarmónica de Berlín (2001), aunque creo recordar que ya había grabado para entonces su excepcional Décima de Mahler-Cooke. La versión está estupendamente concebida, planificada y realizada, ayudada por una grabación espectacular que proporciona al oyente una fenomenal claridad de planos y de texturas orquestales. Orquesta y coros espectaculares, solistas competentes y entregados (Moser, Mattila, Von Otter, Quasthoff y el inolvidable Langridge como narrador) y dirección perfecta en cuanto a técnica, organización y acompañamiento; quizá se le podría haber pedido un punto más de expresividad, pero en conjunto es una excelente versión moderna de esta monumental cantata que recomendamos sin reparos importantes. El tercer CD también contiene música de Schoenberg: Sinfonía de cámara op. 9, Erwartung op. 17 y las Variaciones para orquesta, op. 31. La primera está interpretada por un conjunto llamado Grupo de Música Contemporánea de Birmingham, de excelente prestación instrumental (no es de extrañar que posiblemente sean miembros de la CBSO), de encomiables claridad dinámica y de exposición, no hay ninguna dificultad técnica para estos quince solistas y Rattle los dirige con precisión, intensidad, convicción e idioma. Erwartung cuenta con la Orquesta de la Ciudad de Birmingham y la soprano experta en esta obra Phyllis Bryn-Julson, que seguramente se vería apurada en caso de cantar esta obra en concierto con este director, pues Rattle no se corta un pelo y espolea a la orquesta con ganas en detrimento de la voz. Las Variaciones op. 31 no hacen sombra a Karajan o Boulez, pero son una excelente versión grabada en 1993, con una CBSO ya entonces impresionante por técnica y virtuosismo. La buena grabación ayudará a enfrentarse a la obra. El cuarto CD cuenta con obras de Schoenberg (Cinco piezas, op. 16), Webern (Seis piezas, op. 6 y tres de las Cinco piezas, op. 10) y Berg (Suite de Lulu con una excelente Arleen Augér para el Lied de Lulu y para las frases del movimiento final), versiones de estética expresionista, muy bien interpretadas, de claridad estructural y sensibilidad totalmente acorde para ellas, con polifonía cristalina y transparente. De nuevo la CBSO responde a su director como un solo hombre, y no hay el más mínimo reproche para estas interpretaciones (¿por qué sólo tres de las Cinco piezas de Webern?). El último CD nos trae la orquestación de Schoenberg del Cuarteto con piano nº 1 de Brahms, trabajo discutible que ilustra el amor de Schoenberg por la gran tradición, y además obra favorita de Rattle que la interpreta frecuentemente en los conciertos y estudios de grabación. Aquí la recrea impecablemente con su habitual CBSO en una grabación de 1984. Muy efectiva e imponente en todo su horror la versión de Un superviviente de Varsovia, con Franz Mazura de narrador. Finalmente, muy seductor y elaborado el último movimiento del Concierto a la memoria de un ángel, de Alban Berg (una pena que sólo se incluya el segundo movimiento del concierto, interpretado espectacularmente por Gidon Kremer). En resumen, muy notables publicaciones dedicadas a las grabaciones del director estrella actual de la EMI. Tanto el Mahler que comentamos en el número anterior, como el Beethoven y, sobre todo y a juicio del firmante, el álbum dedicado a los tres vieneses requieren toda la atención del buen aficionado. Enrique Pérez Adrián 61 257-DISCOS 20/10/10 10:26 Página 62 D D I SI CS O C O S S CRÍTICAS de la A a la Z DISCOS ATTAINGNANT-BEETHOVEN ATTAINGNANT: Danceries. DOULCE MÉMOIRE. Director: DENIS RAISIN-DADRE. RICERCAR RIC 294 (Diverdi). 2009. 74’. DDD. N PN Las recopilaciones de danzas y canciones que realizó Pierre Attaingnant y llevó a la imprenta siguiendo el nuevo procedimiento de tipos móviles que había inventado, agilizando y abaratando la labor, supusieron un decisivo avance en la difusión de la música y siguen siendo hoy un rico yacimiento donde encontrar música francesa del siglo XVI, frecuentemente explotado por la industria del disco. Denis Raisin-Dadre y su conjunto Doulce Mémoire le tienen un especial aprecio, pues es éste que ahora comentamos el segundo disco basado totalmente en obras contenidas en las ediciones del impresor real de Francisco I, título que, por cierto, bien se mereció. Si el disco de 1995 estaba dedicado a chansons et danceries, este segundo centra su atención en las danzas y proceden la mayoría de los siete libros de Danceries que Attaingnant publicó durante su vida activa como impresor entre 1530 y 1557. Y en tan abundante recopilación hay de todo: pavanas, gallardas, tourdions y las animadas y populares bransles procedentes de diferentes regiones. Tres canciones de Claudin de Sermisy y dos de Pierre Sandrin, todas ellas con acompañamiento instrumental, completan el contenido de este excelente disco. Si a esta variedad añadimos la utilizada por el conjunto instrumental, con su orgánico de variados violines, flautas dulces y entre ellas las curiosas flautas en columna, oboes, laúd, arpa y percusiones, tocados todos con notable maestría, nos encontramos con una grabación de esas que se pueden estar oyendo ininterrumpidamente durante horas, tal es la infatigable sensación de discreta alegría que provocan. No es de extrañar, no se ha escuchado nunca un concierto ni se ha publicado un sólo disco de Doulce Mémoire que no dejara un gratísimo recuerdo. José Luis Fernández BACH: Suites BWV 995, 996, 997. Partita BWV 1006. Chacona de la Partita BWV 1004. Preludio BWV 999. Sonata BWV 1001. Preludio, fuga y allegro BWV 998. THOMAS SCHMITT, guitarra barroca. 2 CD EL GATO MURR. 2007. 127’. DDD. N PM E l musicólogo y guitarrista Thomas Schmitt (Flonheim, Alemania, 1959), profesor en la Universidad de La Rioja, ha trabajado sobre la música que se supone Bach escribió para el laúd y la presenta en una doble publicación de interés: la primera incluye dos libros de tamaño folio (63 y 143 páginas) con estudios de las obras, su edición en tablatura francesa y grabaciones con una guitarra barroca, mientras que la segunda presenta sólo las grabaciones en un doble CD. La naturaleza de esta música es diversa en origen, carácter y datación: la BWV 995 es la conocida versión laudística de la Suite para violonchelo nº 5; la BWV 996 es una suite que no se sabe si pensada para el laúd o para el clave-laúd (lo cual genéricamente es extensible al resto de estas obras), tampoco está clara su datación, aunque podría ser muy temprana, incluso de la época de Weimar; la BWV 997 es una obra, acaso escrita a finales de los años 30, muy singular por la fuga que aparece como segundo tiempo y la ausencia de alemana y correnta; la BWV 998 es posiblemente una obra incompleta de principios de la década de 1740; la BWV 999 es un breve preludio, quizá la más antigua de las piezas bachianas conservadas para laúd; finalmente, las BWV 1001, 1004 y 1006 forman parte de la célebre colección de Sonatas y Partitas para violín solo. Interpretaciones sensibles y suficientemente variadas, pese a las aparentes limitaciones del instrumento. Cierto que en algunos casos Schmitt bordea el efectismo para conseguir mayor variedad en color y articulación (como en la Gavotte II de la BWV 995, que es casi rasgueada en pianissimi para cargar los contrastes con la Gavotte I), pero en general el esfuerzo del solista va orientado a conseguir limpieza y claridad en las líneas, articulaciones bien marcadas y auténticos ritmos de danza, en especial en las piezas rápidas, que pueden llegar a ocasionarle algún pequeño problema de fluidez (como las Gigues de las BWV 995 y BWV 997), pero con las que logra vigor y desenfado. En las lentas el énfasis está colocado sobre el lirismo (muy hermosa, aunque algo lineal la Sarabande de la BWV 997) que a veces torna en exceso de solemnidad (Adagio de la BWV 1001, algo rígido). Las fugas resultan suficientemente claras y la gran Chacona de la BWV 1004 está tocada con un tempo muy rápido y resulta grácil y ligera. Pablo J. Vayón BACH: El clave bien temperado. Libro II. RICHARD EGARR, clave. 2 CD HARMONIA MUNDI HMU 907433.34. 2007. 161’. DDD. N PN H armonia Mundi presenta el Segundo Libro de El clave bien temperado registrado por TIPO DE GRABACIÓN DISCOGRÁFICA N H R Novedad absoluta que nunca antes fue editada en disco o cualquier otro soporte de audio o vídeo Es una novedad pero se trata de una grabación histórica, que generalmente ha sido tomada de un concierto en vivo o procede de archivos de radio Se trata de grabaciones que ya han estado disponibles en el mercado internacional en algún tipo desoporte de audio o de vídeo: 78 r. p. m., vinilo, disco compacto, vídeo o disco video digital PRECIO DE VENTA AL PÚBLICO DEL DISCO PN Precio normal: cuando el disco cuesta más de 15 € PM Precio medio: el disco cuesta entre 7,35 y 15 € PE Precio económico: el precio es menor de 7,35 € 62 257-DISCOS 20/10/10 10:26 Página 63 D D I SI CS O C O S S ATTAINGNANT-BEETHOVEN Richard Egarr en 2007 y lo hace, entiendo que por r a z o n e s comerciales, dos años después de la publicación del Primer Libro. Como en aquella ocasión, la interpretación del gran clavecinista británico se apoya en el rechazo a cualquier tipo de énfasis. Todo suena con una naturalidad asombrosa, a lo que sin duda contribuye el muy hermoso y delicado sonido del instrumento, una copia de un Ruckers de 1638, el mismo que utilizó para el Primer Libro, aunque aquí afinado un tono más alto (a 415 en lugar de a 392). Egarr elude el supuesto carácter de estudios de los preludios y hace puro arte con ellos, gracias a un fraseo libre, pero en absoluto caprichoso, una pulsación nítida, unas articulaciones y unos ataques variadísimos, unos tempi relajados, pero nunca lánguidos, y una fantasía ornamental que en ningún caso desfigura el lenguaje bachiano, otorgándole en cambio un distinguido sentido poético a unas piezas de resonancias casi impresionistas. Las fugas resultan cristalinas y sueltas, si acaso demasiado iguales unas con otras en materia de tempi y dinámicas. Egarr parece acariciar el teclado y divagar por él con la lucidez de un improvisador de genio, por lo que el oyente puede olvidarse por completo del sentido riguroso y estricto de la frase de un Leonhardt y también de su sonido un tanto percutivo y asfixiante. No hay aquí la brillantez sonora, el vigor y la enérgica exuberancia de un Ottavio Dantone (Arts), sino algo más parecido a la introspección elegante y distinguida de un Pierre Hantaï (Mirare). Muy recomendable, en cualquier caso. Pablo J. Vayón BACH: Motetes. SETTE VOCI. Director: PETER KOOIJ. RAMÉE RAM 006 (Diverdi). 2009. 70’. DDD. N PN La composición de motetes figuraba entre las obligaciones contraídas por Bach en Leipzig, pero sólo tres de ellos han llegado hasta nosotros en manuscrito y las primeras fuentes mencionan “diversos” (Forkel), “algunos” (Carl Philipp Viktoria Mullova, Kristian Bezuidenhout ANTE LA GLORIA BEETHOVEN: Sonatas para violín op. 12, nº 3 y op. 47 “Kreutzer”. VIKTORIA MULLOVA, VIOLÍN; KRISTIAN BEZUIDENHOUT, fortepiano. ONYX 4050 (Harmonia Mundi). 2009. 55’. DDD. N PN M aravilloso disco que, si se trata del primer peldaño hacia una integral, promete la gloria. Lo de menos es si los instrumentos son o no de época — que, por cierto, lo son—, ante tal grado de elevación artística. Sólo un detalle empaña ligeramente la valoración del disco: su minúscula duración. Dado que el enfoque parece ser el contraponer dos obras de distintas épocas y nivel evolutivo, bien habría cabido una de las tres del Op. 30, por ejemplo, completando un minutaje tan exiguo. Entrando en terrenos musicales, hay que decir que Emanuel Bach) o “más de diez” (Spitta), de forma que no existe seguridad sobre cuántos realmente escribió ni con qué acompañamiento instrumental deben ser interpretados. En las numerosas y muchas de ellas excelentes ocasiones en que han sido llevados al disco (Kuijken, Junghänel, Herreweghe, Suzuki, etc.), encontramos reflejadas estas dudas. Normalmente, se consideran auténticos los incluidos en el BWV entre los números 225 al 230, aunque parece dudosa la autoría de este último. El más notable de todos, por su extensión y la compleja construcción que centra la atención del oyente en la expresión Jesu, meine Freude es el BWV 227. En esta interpretación del conjunto vocal Sette Voci que dirige, aunque sin intervenir en el canto, el barítono Peter Kooij, bien conocido intérprete de Bach, se han grabado esos seis motetes citados más el Ich lasse dich nicht, catalogado como BWV Anh. 159, que suele considerarse apócrifo. La opción tomada está en la moderna línea, que algunos detestan, de una voz por parte, así que con ocho cantantes ya tienen para formar los dos coros que se precisan. Dos órganos, uno para cada coro, y un violone constituyen todo el bagaje instrumental. ¿Se hubieran conformado con ello los parientes de los ilustres Mullova impone su personalidad, incluso en las menos idiomáticas páginas del Op. 12. Extrae de su Guadagnini infinitos colores matizados por veladuras de matices bellísimos. La delicadeza en el control del arco combina un timbre de matiz levemente terroso en graves y medios con la transparencia y el brillo de las alturas. Los ataques juegan también a la variedad, desde un legato preñado por un abanico de vibratos sin complejos hasta las dobles cuerdas o los acordes, limpios y valientes. Respecto a su acompañante, su gran talento consiste, sobre todo, en saber compartir el protagonismo y, crear un pathos contrastante. La tendencia intimista que, en muchos momentos, él contrapone al ardor de ella crea una lucha de fuerzas de la que saltan chispas. La inventiva con la que ambos encaran las re-exposidifuntos para cuya conmemoración fúnebre compuso Bach los motetes? ¿Esta línea, que podríamos llamar minimalista, responde realmente a criterios historicistas? Puede que sí, pero resulta un tanto chocante. Para el actual oyente, sentado en el salón de su casa y ajeno a las ceremonias para las que fueron escritos, la límpida interpretación de este conjunto formado por reputadas voces barrocas es sumamente atractiva, pues no le falta calidez a pesar de su austeridad y pasa a formar parte del selecto conjunto de las más notables grabaciones de este extraordinario conjunto de motetes del Cantor de los cantores. José Luis Fernández BEETHOVEN: Conciertos para piano nºs 1 y 2. CRISTOPHORI. Fortepiano y director: ARTHUR SCHOONDERWOERD. ALPHA 155 (Diverdi). 2008. 60’. DDD. N PN N ada nos sorprende ya. Tampoco escuchar un Concierto de Beethoven tocado por una plantilla que no llega a la veintena de músicos. Por otra parte, a quienes ya conocíamos ciones da capo es un ejemplo que habla a las claras de un concepto imaginativo que no es óbice para mantener el rigor del canon y dotarlo, al mismo tiempo, de vitalidad. Así, la Op. 12 suena aquí como pocas veces la hayamos podido escuchar. En la Kreutzer, donde la competencia es brutal, nos arrastran a tumba abierta a presenciar una lucha con uñas y dientes que empequeñece al más pintado. Imprescindible. Juan García-Rico —y apreciábamos— los dos lanzamientos anteriores de esta integral la propuesta no nos pilla desprevenidos. En efecto, se podrían poner muchas objeciones a la reducción del concepto orquestal a un instrumentista por parte, aunque el argumento esgrimido sea el de recrear en lo posible una audición privada del propio compositor. Al fin y al cabo, miren, a estas alturas de la película discográfica, para bien o para mal, lo de menos es si hay o no documento que sostenga si aquello se hizo ya o no. Lo que el aficionado acaba pidiendo es que lo que se le ofrezca tenga coherencia, calidad y, por tanto, convenza. Habiendo ya legiones de versiones ortodoxas entre las que escoger, entrar en este tipo de experiencias nada tiene de malo, sobre todo si el resultado es tan hermoso como éste. La sonoridad del fortepiano, copia de un Anton Walter de 1800, ofrece un sonido delicado, bien definido, y una respuesta ágil. Lanzado ya el envite en el terreno de la plantilla, hay que decir que los parámetros interpretativos de Schoonderwoerd resultan bastante menos provocativos. Sus tempi son tan asumibles como los de cualquier lectura tradicional, y lo mismo puede decirse de sus articulaciones, sus fraseos y sus dinámicas generales. En este sentido hay que hacer notar 63 257-DISCOS 20/10/10 10:26 Página 64 D D I SI CS O C O S S BEETHOVEN-CASELLA la sustancial labor del ingeniero de sonido para conseguir un equilibrio que, pretendido en concierto en vivo, sería más que arriesgado. Tímbricamente, el resultado grupal es tan interesante como en sus dos entregas anteriores. En resumen, un Beethoven muy disfrutable, tanto como contraste a otros como por sí mismo. Juan García-Rico ¡A POR ÉL! BRETÓN: Concierto para violín y orquesta. MONASTERIO: Concierto para violín y orquesta. ARA MALIKIAN, violín. SINFÓNICA DE CASTILLA Y LEÓN. Director: ALEJANDRO POSADA. TRITÓ TD0071 (Diverdi). 2006. 62’. DDD. N PN BERNSTEIN: Serenata para violín, cuerda, arpa y percusión. BLOCH: Baal Shem, tres piezas de la vida Jasid. BARBER: Concierto op. 14. VADIM GLUZMAN, violín. SINFÓNICA DE SÃO PAULO. Director: JOHN NESCHLING. BIS SACD-1662 (Diverdi). 2007. 71’. DSD. N PN Un 64 Ara Malikian, Alejandro Posada programa concertante a mayor gloria del espléndido violinista israelí Vadim Gluzman, apoyado por una orquesta y un maestro en alza. La media hora larga de la Serenata de Lenny Bernstein (1954) constituye un recorrido concertante para violín y orquesta a través de cinco pretextos buscados en el Platón del Banquete. El compositor es un judío neoyorquino de treinta y cinco años que está de vacaciones en Europa con su esposa Felicia y que compone para esta pieza más de una página exquisita, como el Agatón (Adagio, cuarto movimiento). Stravinski se asoma por esos cinco movimientos, a veces mucho. Ernest Bloch, judío ginebrino casi treinta años mayor que Bernstein, se hizo ciudadano estadounidense allá por 1926, cuando Lenny tenía ocho añitos. Muchas obras suyas, en especial las de madurez, son plena y vocacionalmente judías, como este otro Concierto para violín (pieza para violín y piano de 1923, orquestada como concierto en 1939) llamado Baal Shem, en honor de rabino jasid llamado Baal Shem Toy, un místico, esto es, alguien que creía en y practicaba la comunicación directa con Dios a través del canto, el baile y, desde luego, el éxtasis. Es una obra bella, intensa, plenamente tardorromántica, con sus ocasionales pentatonismos orientalistas, que dura la mitad de la obra de Bernstein. Para cerrar este disco concertante, otro gringo, Samuel No se pierdan este disco. De Bretón se han grabado algunas cosas —necesariamente pocas si se tiene en cuenta la cantidad y la calidad de cuanto nos dejó— pero Monasterio es casi —o sin el casi— un ausente de la discografía. Y aunque sólo fuera por eso este compacto ya merecería recomendarse, pero es que además las versiones, tanto en lo que a solista como a orquesta y director se refiere, son un lujazo, de modo que no lo dejen pasar. El Concierto de Bretón, como el de Monasterio, es esencialmente romántico, claramente influenciado por Mendelssohn en particular y por el romanticismo en general. Este concierto dedicado a Sarasate data de 1909 y se estrenó en 1923, pero se ha perdido la partitura orquestal aunque se ha conservado la reducción para piano, de modo que se hacía necesaria una orquestación. Ahí entró Rogelio Groba, que en 2004 realizó un excelente trabajo que ahora podemos disfrutar. Su tercer movimiento, como el de Monasterio, tiene clara influencia popular, algo que añade atractivo o al menos “sal” al conjunto, ya de por sí muy interesante. El Concierto de Monasterio, de 1859, se nos ofrece según la revisión realizada por el compositor en 1880 a instancias de su amigo el compositor belga Gevaert. Obra en la misma línea que la anterior, claramente mendelssohniana, brillante y con un final de claro ascendente popular, es una auténtica delicia. Las versiones, ya lo hemos dicho, son extraordinarias y subrayan la calidad y encanto de un par de composiciones que podríamos escuchar una y otra vez sin cansarnos. Esperemos que esta maravilla de disco no pase inadvertida. Josep Pascual Gerard Finley, Julius Drake JUVENTUD Y MADUREZ BRITTEN: Songs and da gusto escuchar. Un repertorio hermoso y sugerente por unos intérpretes de primerísima clase. Canciones y proverbios de William Blake —estrenada por Dietrich FischerDieskau y el autor en 1965— constituye unos de los grandes ciclos brittenianos, de las más hondas muestras de su capacidad para la canción, para aunar texto y música con una expresividad que es, en realidad, una de las constantes de su obra. Así lo demuestran algunas de las canciones suel- tas, muchas de ellas de juventud, que se encuentran igualmente en este disco que comienza, precisamente, con una: Lemady. Minuto y veinte segundos de música que deja al oyente literalmente estupefacto. La razón es el genio de Britten, desde luego, pero también la voz, el talento enorme de Gerald Finley, uno de los mejores cantantes de hoy, cuyo toque de atención se reproduce inmediatamente con la mejor versión que imaginarse pueda de I wonder as I wander. Y luego con un Tom Bowling que es, al mismo tiempo —y gracias a su cultura como intérprete—, balada inglesa y episodio schubertiano. El disco incluye también el temprano Tit for Tat, que Britten recuperaría y modificaría como ciclo mucho Barber, la historia de cuyo Concierto para violín es todo un capítulo de acciones y reacciones, encargo desmentido, incomprensiones, viajes, dinero gastado que hay que devolver; y, sobre todo, una larga marcha hasta el resultado final, desde su comienzo hacia 1938, hasta 1949, en que se estrena la ver- sión definitiva. El Allegro inicial incluye uno de los temas más inolvidables de la literatura concertante. Vadim Gluzman está a sus anchas en este repertorio que ya no es tan inhabitual como antaño: virtuoso, expresivo, con su dosis de canto y de baile, su vibrato y su temblor melódicos, una maravilla de Proverbs of William Blake. Tit for Tat. Canciones. GERARD FINLEY, barítono; JULIUS DRAKE, piano. HYPERION CDA67778 (Harmonia Mundi). 2009. 74’. DDD. N PN He aquí un disco de esos que tiempo después de haberlo compuesto. Compañero de faena del barítono canadiense es el pianista Julius Drake, al que hemos visto crecer con rapidez hasta llegar a ser uno de los más competentes en lo suyo. Los dos firman un disco extraordinario que ningún amante de la canción de arte debiera perderse. Claire Vaquero Williams violinista. Le acompañan con acierto y con inspiración el carioca John Neschling y la cada vez más importante Orquesta de São Paulo. Un bello disco rico en evocaciones tensas, con mucho lirismo y no poco canto y danza. Santiago Martín Bermúdez 257-DISCOS 20/10/10 10:26 Página 65 D D I SI CS O C O S S BEETHOVEN-CASELLA CALDARA: Il più bel nome. MARÍA ESPADA, RAQUEL ANDUEZA, sopranos; MARIANNE BEATE KIELLAND, mezzo; ROBIN BLAZE, contratenor; AGUSTÍN PRUNELL-FRIEND, tenor. CORO DE CÁMARA DE ANTIGUA DE LA ESMUC. EL CONCIERTO ESPAÑOL. Director: EMILIO MORENO. 2 CD GLOSSA GCD 920310 (Diverdi). 2009. 118’. DDD. N PN A unque no se sabe la fecha con precisión, lo indudable es que esta obra de Caldara se estrenó en Barcelona en 1708, con motivo de alguna celebración ligada al Archiduque Carlos, pretendiente al trono de España. Se ignora igualmente si el propio Caldara asistió a la interpretación. Consideraciones históricas aparte, Il più bel nome presenta una trama muy simbólica, fuertemente estilizada, que entronca con el género de la serenata. La música es agradable, pese al origen de circunstancias, aunque tampoco sea especialmente significativa. Una partitura resuelta con oficio, pero un tanto carente de chispa. Moreno le devuelve la vida con una lectura elegante, matizada, de suaves colores y fluidez narrativa, solventando con profesionalidad e ingenio las zonas más sosas de la pieza y subrayando adecuadamente las más logradas. El rendimiento de El Concierto Español es muy notable, tanto globalmente como en los ocasionales solos. El coro, correcto. Los solistas defienden con solvencia sus partes, que incluyen algunos pasajes con agilidades de cierta dificultad. Espada presenta como Venus un hermoso timbre y una dulce línea melódica, por ejemplo, en el aria S’eglè ver che amasti un dì. Por su parte, el contratenor Robin Blaze saca adelante con soltura su papel de Paris, bien que su timbre y volumen sean más bien limitados. El tamaño reducido de la voz es igualmente el condicionante mayor del tenor Agustín Prunell-Friend (El destino), quien sin embargo emite con valentía las agilidades de su parte. En Al grande onor di sposa, aria guerrera con trompetas, está francamente entregado. Musicales y apropiadas Andueza (Juno) y Kielland (Hércules). Interesante y moderadamente atractiva recuperación, por lo tanto, de una música ligada a un momento crucial de la historia de España, la Guerra de Sucesión. Enrique Martínez Miura Pieter Wispelwey EL TIEMPO Y LA MEMORIA BRITTEN: Sinfonía para violonchelo y orquesta. Suite para violonchelo nº 1. PIETER WISPELWEY, violonchelo. SINFÓNICA DE FLANDES. Director: SEIKYO KIM. ONYX 4058 (Harmonia Mundi). 2010. 63’. DDD. N PN B ritten escribió la Cello Symphony (1963) pensando en su amigo Mstislav Rostropovich —los dos se entendían maravillosamente aunque no hablaran el idioma del otro— pero seguramente también en otras cosas. Para tocarla como corresponde hay que ser un intérprete técnicamente excepcional pero también saber de dónde viene y a dónde va esta música maestra, cómo recorre el tiempo y la memoria y qué significa en la obra de un compositor que ya entonces había construido un pequeño mundo que aún habría de crecer. La versión discográfica en estudio de Rostropovich con el autor (Decca) es espléndida y pareciera marcar una suerte de canon a seguir, aunque no haya que olvidar el empuje de la del estreno en Moscú —más histórica aún, por tanto— en 1964 (Russian). Esta de Wispelwey se coloca, por su parte, como la mejor de las habidas tras aquellas iniciales y, ojo, sin nada que envidiar a nadie —incluido el dedicatario— respecto a compromiso expresivo y competencia técnica y, además, con una carga emocional que quizá no hallemos tan rotunda en lecturas precedentes. Valor añadido la no sé por qué intuyo que modesta —en el mejor sentido de la palabra— Orquesta Sinfónica de Flandes, formación que luce aquí más que competente y a la que su maestro a la sazón, el japonés Seikyo Kim, lleva junto al solista con un cuidado exquisito. Formidable trabajo el suyo. El gran violonchelista holandés vuelve a mostrarse excelso en la Suite nº 1 —ya había grabado para Channel Classics la integral—, también grandísima música y complemento lógico —es de 1964 y también se escribió para Rostropovich— de este gran disco. Claire Vaquero Williams Gianandrea Noseda EL MAHLERIANO CASELLA CASELLA: Sinfonía nº 2. Scarlattiana. MARTIN ROSCOE, piano. FILARMÓNICA DE LA BBC. Director: GIANANDREA NOSEDA. CHANDOS CHAN 10605 (Harmonia Mundi). 2010. 77’. DDD. N PN S orprendente Casella. Hace menos de un año, la primera grabación de su Tercera Sinfonía a manos de Alun Francis para CPO desvelaba que el músico turinés era, como su coetáneo Malipiero, un maestro de la gran forma. Menos moderna que aquella en su lenguaje pero si cabe aún más ambiciosa, esta Segunda revela las múltiples (e inesperadas) influencias que marcaron los primeros años de carrera del joven compositor afincado por entonces en París. Nada de lo que pudiera esperarse de un italiano formado con Fauré y compañero y amigo de Ravel, de quien estrenará en 1911 la versión orquestal de su Pavana, delatan estos interesantísimos compases. Antes que casi nadie en su entorno musical inmediato, Casella fue un mahleriano entusiasta que contribuyó en gran medida a lograr que el público parisino escuchara en el Châtelet, el 17 de abril de 1910, la Sinfonía “Resurrección” con su autor a la batuta. Seis días después la sala Gaveau presenciaba el estreno de esta otra Segunda, dedicada a Enescu, en la que las sombras mahlerianas —desde la lúgubre introducción, punteada por sones de campanas, o el clima desolado de su emocionante Adagio hasta el amenazador Tempo di marcia del Finale, a caballo entre la oración fúnebre y el sarcasmo— planean con insistencia. Por el contrario el segundo movimiento, de inequívoca atmósfera rusa, confirma que Casella, como también Respighi, mantuvo un fructífero contacto con Rimski-Korsakov y Balakirev durante su primer viaje a Rusia (recuérdese que orquestó la Islamei de este último en 1907). En esa misma línea, la trabajosa ascensión hacia la luz del Epílogo no parece ajena al universo místico de Scriabin. Apoyada en una notable respuesta orquestal, la versión de Noseda enfatiza el carácter mahleriano de esta música si bien podrían pedirse colores más vivos, timbres más ásperos en ciertas secuencias. En la deliciosa y familiar Scarlattiana (1926), considerada con justicia como la Pulcinella de Casella, su ligereza de trazo, su frescura y sutileza tímbricas están aseguradas en una lectura sobresaliente que cuenta con Roscoe como eficaz protagonista. Con otros complementos, Naxos anuncia la inminente publicación de las dos primeras sinfonías de Casella a cargo de Francesco La Vecchia y la Sinfónica de Roma. Tiempo habrá para dilucidar cuál de las dos batutas italianas ha comprendido mejor a su compatriota. Juan Manuel Viana 65 257-DISCOS 20/10/10 10:26 Página 66 D D I SI CS O C O S S CHOPIN-DUTILLEUX CHOPIN: COUPERIN: DOHNÁNYI: Baladas. Concierto para piano y orquesta nº 2 op. 21. LISE DE LA SALLE, piano. STAATSKAPELLE DE DRESDE. Director: FABIO LUISI. Retrato de Iris. Suites para viola da gamba y Piezas para clave. EMMANUELLE GUIGUES, SYLVIA ABRAMOWICZ, viola da gamba; RÉMI CASSAIGNE, tiorba y guitarra barroca; BRUNO PROCOPIO, clave. Minutos sinfónicos. Variaciones sobre una canción de cuna. Suite en fa sostenido menor. ELDAR NEBOLSIN, piano. FILARMÓNICA DE BÚFALO. Directora: JOANN FALLETTA. PARATY 409.212 (LR Music). 2009. 68’. DDD. N PN NAXOS 8.572303 (Ferysa). 2010. 70’. DDD. N PE NAÏVE 5215 (Diverdi). 2009. 77’. DDD. N PN La jovencísima Lise de la Salle (1988) presenta un disco dedicado a Chopin, con dos enfoques claramente diferenciados: un Chopin al que le cuesta andar fluidamente (bajo la coartada de la poesía sensible y el sonido intencionadamente meditado), y otro de un talante más natural y benévolo con la música. Son, respectivamente, las Baladas y el Concierto. Las primeras se presentan con una sensibilidad depurada y unos sorprendentes y contrastados cambios de tempi; la pianista interpreta estas obras con lentitud y parsimonia, buscando dulzor y melancolía, expresión a la que le falta un punto de vivacidad y luminosidad. Es un Chopin concreto que no divaga en ambigüedades, las intenciones de la artista son claras desde el principio, quien no obstante tiñe las Baladas de gran elegancia y gentileza. En cambio, el Chopin del Concierto, curiosamente proveniente del vivo, difiere de las anteriores versiones por su naturalidad y extremada cordura musical: los tempi fluyen y los rubati son menos exagerados y más de acuerdo con las necesidades de la partitura. Sin duda, aquí debe tener que ver el director Fabio Luisi, pero sea como sea, Lise de la Salle exhibe equilibrio interior y un gran control de las dinámicas. Su sonido, más refinado y rico en colores, mana a través de las armonías del romanticismo con una paleta de sensaciones también espléndida y generosa. El Concierto luce claridad conceptual y una buena construcción formal y la francesa se mantiene lúcida a lo largo de los tres movimientos. La versión del Concierto despierta interés por todos esos factores, sin embargo habrá que escucharla más en solitario para dilucidar si la pianista tiene algo realmente diferente que transmitir. Emili Blasco 66 T ítulo que corresponde al fragmento del cuadro de Watteau que aparece en la portada del disco, no a obra alguna de Couperin, pero parece que a los franceses les gusta mucho eso de “ut pictura musica”. Lo más interesante de esta publicación son las dos Suites para viola da gamba que Couperin “Le Grand” hizo publicar en 1728 como Pièces de viole avec la basse chifrée par Mr. F. C., que se consideraron perdidas durante mucho tiempo, hasta ser descubiertas en los archivos de la Biblioteca Nacional de París a finales del primer tercio del pasado siglo. La viola da gamba o basse de viole, que ya iniciaba su definitivo declive a pesar de la célebre defensa que de ella hizo pocos años después Hubert Le Blanc, se emplea también por partida doble en la grabación del último de los Nouveaux Concerts y el resto del disco diez de las Pièces de clavecin entresacadas de diferentes Ordres. Emmanuelle Guigues, alumna en su día de Jordi Savall y de Paolo Pandolfo corre con el papel protagonista de su instrumento en las Suites y lo comparte con Sylvia Abramowicz en el concierto, estando en todos los casos el clave a cargo del brasileño Bruno Procopio, fundador del sello Paraty, camino de independencia que están siguiendo cada vez más los intérpretes que son también musicólogos. Todos ellos se muestran dominadores de sus respectivos instrumentos y del estilo, pero el disco es recomendable particularmente por la versión de las Pièces de viole, muy poco frecuentadas en comparación con el resto de las grabadas. Si bien la primera de dichas suites está integrada por los movimientos convencionales de este género, la segunda contiene dos soberbias piezas de carácter, Pompe fúnebre y La chemise blanche, que ningún amante de la música instrumental barroca debe dejar de conocer. José Luis Fernández Ya no es excepción que esta editora nos depare sorpresas en un catálogo que cada vez se enriquece más y abundoso en magníficos discos. Siempre a precio económico. Así que empezamos a escuchar este disco de un compositor no explotado en conciertos ni en grabaciones, y escuchamos a una estupenda orquesta muy bien dirigida (¡ah, si la cuerda fuese más aterciopelada!) con un pianista que se formó en nuestro país, y en una grabación excelente. No es extraño que al lector le resulten poco familiares los Minutos sinfónicos de Von Dohnányi, pero si le gustan las danzas de Brahms, o las de Galanta del también húngaro Kodály, no pierdan la ocasión de disfrutarlos en este disco. Porque les acompaña una interpretación excelente de las Variaciones sobre una canción de cuna en la que Nebolsin está claro y cristalino en la pulsación, como el agua de roca. Y además otra obra anterior en su fecha de composición a las dos que le anteceden, pero que tiene en parte de su curso la misma sabiduría en la orquestación, la misma facilidad y diversidad melódica, la oportunidad rítmica y tanta variedad en lo que al oído se ofrece como las dos anteriores, aunque su calidad sea algo menor. Un disco que es una lección de magnífico trabajo dedicado a un compositor poco difundido, pero que en esta ocasión se nos acerca con todos sus méritos y en unas condiciones subyugantes. José Antonio García y García DU MONT: Cantica sacra. LES SOLISTES. CORO DE CÁMARA DE NAMUR. Director: BRUNO BOTERF. RICERCAR RIC 293 (Diverdi). 2009. 73’. DDD. N PN En el número 250 de la revista comentábamos un disco dedicado a grandes motetes de Pie- rre Robert, que compartió durante años la dirección de la capilla real de Luis XIV con Henry Du Mont a razón de un semestre cada uno y ambos pueden ser considerados creadores del grand motet. La edición moderna de los Cantica sacra que Du Mont llevada a cabo por Jean Lionnet para el Centro de Música Barroca de Versalles, ha permitido la grabación de este disco, conteniendo una selección de las obras recopiladas por el compositor para su publicación con ese título en 1652. Los Cantica Sacra es una colección de motetes entre una y cuatro voces, órgano y bajo continuo y la utilización sistemática del continuo, de origen italiano y desconocido entonces en París es la gran aportación de Du Mont, que sienta aquí las bases del grand motet. El compositor había nacido en un lugar perteneciente al Principado de Lieja y su nombre original era Henry De Thier, afrancesando su apellido al empezar a trabajar en París después de haber desaparecido de su tierra natal pasando un par de años en paradero desconocido, pero sin duda en Italia. Es grande y variada la selección de motetes que ha realizado el tenor Bruno Boterf, director a su vez del Coro de Cámara de Namur completado por violín, bajo de viola y órgano que podemos encontrar en el disco: un himno para la fiesta de San Pedro y San Pablo, cuatro salmos, cinco para festividades de diversos santos, dos del Cantar de los Cantares, otros dos para el Santísimo Sacramento y tres para distintos momentos del año litúrgico, particularmente el de Navidad, el más variado y desarrollado de todos. El Coro de Cámara de Namur es un clásico en la interpretación de música de esta época. En estos Cantica Sacra son siete de sus componentes los que tienen que hacer diferentes agrupaciones de voces para cantar los motetes y son también en esta ocasión irreprochables. El órgano utilizado es un instrumento de 1742 restaurado en 1991, pero no parece que los responsables del sonido lo hayan captado adecuadamente, reverberante en exceso. En tal caso, es la única pega que se le puede poner a este muy interesante disco. Jose Luis Fernández 257-DISCOS 20/10/10 11:09 Página 67 D D I SI CS O C O S S CHOPIN-DUTILLEUX DURÓN: Misa a ocho sobre el “Ave maris stella”. CAPILLA DE MÚSICA DE LA CATEDRAL DE PAMPLONA. Director: AURELIO SAGASETA. VILLA ROJO: Glosas a Sebastián Durón. Glosas a Mozart. Oración serena. Églogas (memorando a Juan del Enzina). LIM. Director: JESÚS VILLA ROJO. LIM 023 (Ferysa). 2009. 63’. DDD. N PN L a edición de este compacto se inscribe en los actos de conmemoración del trescientos aniversario del asalto a Brihuega y el consiguiente inicio de la batalla de Villaviciosa, hechos circunscrito en la guerra de sucesión española que llevó al trono a la dinastía borbónica y cambió el mapa de Europa. Dos grandes músicos briocenses protagonizan el programa. Primero, Sebastián Durón, insigne figura del barroco, y después Jesús Villa Rojo, sin duda una de las personalidades más relevantes de la música contemporánea en su doble vertiente de intérprete y compositor. De Durón escuchamos una interpretación voluntariosa de una de sus misas. Una interpretación plena de detalles que patentizan un deseo de rigor histórico pero que no llega a levantar el vuelo y hace que la magnífica música de Durón resulte un tanto plana y uniforme. Ahora bien, dado que probablemente no haya alternativa, merece la pena acercarse a esta joya aunque no se nos ofrezca en las mejores condiciones posibles. La segunda parte del programa es otra cosa, y además mucho mejor: obras de Villa Rojo a cargo del LIM que él dirige. Esta segunda parte se inicia con un homenaje a Durón y termina con otro a Juan del Enzina. En medio, otro homenaje, éste a Mozart, y un recuerdo emocionado a las víctimas de la salvajada del 11 de marzo de 2004 en Madrid, Oración serena. Los homenajes de Villa Rojo son de una marcada personalidad y no son un pastiche ni mucho menos. El compositor despliega su creatividad a partir de elementos ajenos que le estimulan y le impulsan a desarrollarse en una determinada dirección pero también tiene que ver con el carácter de la música del homenajeado. La personalidad de Villa Rojo siempre queda de manifiesto en estas obras, acaso especialmente en la elegíaca Oración serena, composición emotiva y profunda de honda expresividad. Las versiones del propio autor al frente del LIM garantizan no sólo fidelidad sino también el máximo nivel. Josep Pascual DUTILLEUX: Toute un monde lointain… Trois Strophes sur le nom de Sacher. LUTOSLAWSKI: Concierto para violonchelo y orquesta. Variación Sacher. CHRISTIAN POLTÉRA, violonchelo. SINFÓNICA DE LA RADIO DE VIENA. Director: JAC VAN STEEN. Cinco nuevas entregas BIS SACD-1777 (Diverdi). 2008. 70’. DSD. N PN Cristóbal Halffter Los cuartetos de cuerda, vol. 11 Arditti Quartet c33007 Este disco lo preside la figura impresionante de Mstislav Rostropovich, que fue quien encargó el mismo año, 1970, las dos espléndidas obras concertantes que aquí oímos. Y también fue él quien, en 1976, consiguió que ambos compositores felicitaran a Paul Sacher por su septuagésimo aniversario con sendas partituras para violonchelo solo, y también de ellas disponemos en este generoso recital. Henri Dutilleux, que cumplió 94 años en enero, ha compuesto poco, y además considera suyo sólo lo compuesto a partir de los años 40 y sobre todo después de la guerra, esto es, desde que cumplió treinta años. Pero lo que ha compuesto es de una belleza y una envergadura nada fáciles de ponderar. Aquí nos llega su concierto para violonchelo llamado Tout un monde lointain…, así, con suspensivos; lo mismo que su concierto para violín se llama L’arbre des songes. La poética de los títulos se corresponde con la poética de una línea y de unas orquestaciones magistrales, poderosas, penetrantes. El polaco Witold Lutoslawski es de la misma generación, la de los nacidos en la década en que estalló el gran conflicto, cuando de veras nació el siglo XX. Pero Lutoslawski, que no vivió poco, no fue tan longevo como Dutilleux. También él tiene un Concierto para violonchelo, y pudimos vérselo dirigir a él, con la Orquesta Nacional de España. Es una obra más sombría y más dramática que la de Dutilleux, menos lírica, pero tan inquietante como aquélla, aunque provoca otro tipo de inquietud. Estamos ante dos caras de la moneda de la segunda posguerra, cuando la línea y el tim- Luis de Pablo Casi un espejo; Passio Georg Nigl. Roberto Balconi. Orchestra Sinfonica Nazionale della RAI. Juanjo Mena. Gianandrea Noseda c33008 Alfredo Aracil Epitafio de Prometeo y otras obras orquestales Orquesta Sinfónica de RTVE. Adrian Leaper c33009 Benet Casablancas Obras orquestales Orquesta Nacional de España Josep Pons c33010 Santiago Lanchares Castor y Pollux Ananda Sukarlan Miquel Bernat c33011 67 257-DISCOS 20/10/10 10:26 Página 68 D D I SI CS O C O S S DUTILLEUX-HAENDEL bre, los estallidos orquestales y el pensamiento sinfónico todo (aunque aquí, concertante) tienden a la evocación de una catástrofe no sobrevenida aún, y cuya pintura se vale de la evocación de las que ya fueron. La música no expresa nada, acaso tenga razón Stravinski. Pero a menudo se dan acuerdos tácitos entre creadores, intérpretes y público para entender que tal secuencia de sonidos nos trae reminiscencias y asociaciones. Después del color y la sensualidad de los cinco movimientos de Tout un monde lointain, la intimidad de Tres estrofas sobre el nombre de Sacher. Después del dramatismo del Concierto de Lutoslawski, la intensa miniatura de la Variación Sacher. En ambos casos, es como si el espléndido chelista suizo Christian Poltéra nos concediese un bis, una propina. Poltéra es uno de los grandes del violonchelo de nuestros días, un músico para el que la técnica es base y la interpretación es expresión sonora de las intenciones del compositor. Este disco demuestra con creces su estatura como artista. No hay que olvidar que tiene un muy buen acompañamiento con la Orquesta de la Radio de Viena y la dirección del holandés Jac van Steen. Un disco muy bello, muy recomendable. Santiago Martín Bermúdez FAURÉ: Barcarolas. DELPHINE BARDIN, piano. ALPHA 162 (Diverdi). 2008. 59’. DDD. N PN 68 A lpha presenta un disco con las barcarolas de Gabriel Fauré en una interpretación más que interesante; una grabación que aborda las partituras con serenidad y circunspección. Porque la pianista Delphine Bardin ofrece un Fauré delicado y etéreo, lleno de poesía y franqueza: una versión de las Barcarolas no solamente amable y distendida sino profunda y cuidada. La artista mima el fraseo con sumas atenciones, nunca descuida ningún detalle y procura y consigue la creación de climas sonoros muy atrayentes. El pedal, más bien escueto (pero en su justa medida) beneficia al discurso impresionista pero ayuda a una sonoridad de pocos colores. Bardin quizás expresamente no incide en la pátina sonora que tan necesaria le es al Fauré de las Barcarolas, ella prefiere la claridad sin demasiadas florituras, y en cambio sorprende con una expresión transparente y luminosa, un enfoque personal y sincero, maduro y razonable. Los tempi tienen equilibrio y sensatez, la oración desprende convicción y los añorados colores se contrarrestan con brillo y candor. Versiones recomendables. Emili Blasco FELDMAN: Two pieces for clarinet and string quartet. Clarinet and string quartet.IB HAUSMANN, clarinete. CUARTETO PELLEGRINI. HAT ART 157 (Harmonia Mundi). 1994. 50’. DDD. R PN A l contrario que en la música de repertorio, las reediciones no suelen contemplarse en el ámbito de los sellos dedicados a la música contemporánea. Hat Art, sin embargo, ha tenido la feliz idea de volver a publicar uno de sus viejos registros consagrados a Morton Feldman, el que contiene dos versiones de las Two pieces for clarinet and string quartet, de 1961, y la extensa Clarinet and string quartet, de 1983. Si la primera pieza pertenece de lleno al período presidido por el grafismo y una austeridad absoluta en las texturas y el desarrollo temático, la segunda obra se sitúa en el tramo final de la carrera del músico, lo que quiere decir que la duración es generosa y que el refinamiento de los timbres está asegurado. Clarinet and string quartet es contemporánea del segundo cuarteto de cuerdas y de Crippled symmetry, mucho más extensas y desarrolladas. A su lado, Clarinet parece una obra más discreta, con sus “escasos” 41 minutos. Y lo es, ciertamente, pero no por su duración, sino porque Feldman, aquí, no mueve en exceso las dinámicas, a las que suele acudir en variados y complejos juegos en este tipo de piezas extremas. Clarinet & String quartet permanece más estática e, incluso, no hay en ella el recurso a la lenta maduración de los temas para presentarlos, ya en la fase central de la obra, como una meseta, tanto formal como emocional, que es la característica, por ejemplo, de una pieza hermana, Piano and string quartet. Al contrario que esta, que lleva los conjuntos de motivos hacia planos de gran belleza, Clarinet & String quartet permanece más atenta al mismo enunciado, combinación entre los sonidos de un solista y el efecto de masa de un cuarteto. Esta idea, que está elaborada con mucha más complejidad en otra pieza gemela, Violin and string quartet, se percibe de forma más rotunda en la versión que el sello Mode realizara en 2003, a cargo del Cuarteto Diotima y el clarinete de Carol Robinson. En cambio, la lectura de Hat Art tiende más a privilegiar el sonido del solista, casi a convertirlo en una interpretación virtuosística. Pero este signo es normal en el sello Hat Art, donde las tomas de sonido siempre suelen ser muy claras, tal vez por la influencia que el jazz ha tenido sobre esta firma suiza. En la interpretación del Cuarteto Pellegrini y el clarinetista Ib Hausmann, la individualidad de los instrumentos es manifiesta. Y no es una solución equivocada, sino que nuestro oído percibe como más feldmaniana la opción de Mode, donde los miembros del Diotima hacen que el clarinete parezca más un timbre salido de la masa cuartetística que un solista. Francisco Ramos FRESCOBALDI: Arie musicali. MODO ANTIQUO. Directora: BETTINA HOFFMANN. 2 CD BRILLIANT 93796 (Cat Music). 2007. 121’. DDD. N PE E l séptimo volumen de la Edición Frescobaldi de Brilliant está dedicado a las dos colecciones de monodias publicadas por el compositor en Florencia en 1630 con el título de arias, añadiéndoseles otras tres arias editadas en misceláneas de los años 20. Son piezas pensadas en su mayor parte para una voz solista, aunque también las hay para dos o tres voces, con acompañamiento de tiorba y clave, si bien aquí el continuo se entiende en sentido amplio y se emplea también una viola da gamba (la de la directora del conjunto Modo Antiquo) junto a diversos instrumentos de tecla y de cuerda pulsada. En algunas piezas, como en la famosa Se l’aura spira, se utiliza también en el preludio y en los interludios entre estrofas una flauta dulce (que toca Federico Maria Sardelli, reconocido director barroco, especialmente en el terreno vivaldiano). El quinteto vocal es habitual de los conjuntos italianos dedicados a la música del período (Elena Cecchi Fedi y Silvia Vajente, sopranos; Lucia Sciannimanico, mezzo; Paolo Fanciullacci, tenor y Gabriele Lombardi, barítono), si bien es más frecuente su presencia en la música madrigalística (polifónica) que en el canto a solo. Cecchi Fedi asume la mayor parte del protagonismo de este doble álbum (es exclusiva solista para casi la mitad de las 46 piezas incluidas y participa en otros muchos dúos y tríos) y lo hace con solvencia: voz clara, buen estilo tanto para los recitativos como para las ornamentaciones, que en cualquier caso son más bien sobrias, lo que corrobora un continuo reservado, discreto. El resto del equipo canoro cumple sin alharacas. Algo por debajo de los históricos registros de Alessandrini para Opus 111, pero en buena línea con el resto de la integral. Pablo J. Vayón GRANADOS: Integral de la música para piano, vol. 1. Danzas españolas. Improvisación sobre la jota valenciana. DOUGLAS RIVA, piano. NAXOS 8.572313 (Ferysa). 2009. 64’. DDD. N PE A pesar de ser el primer volumen de la integral pianística de Granados por Douglas Riva, antes ya habíamos tenido otras entregas de esta colección. Se trata simplemente de un criterio de clasificación que se inicia con las conocidas —unas más que otras— Danzas españolas, probablemente su primera obra importante, que aquí escuchamos según la edición crítica sobre la que se basan las interpretaciones de Riva en esta integral en curso. Se añade una Improvisación sobre la jota valenciana que Granados registró en una pianola en 1916 y que ha sido transcrita por Agustín Martínez, cuyo carácter se relaciona con el de las Danzas españolas bastantes años anteriores. Música esencialmente romántica aunque de claros vínculos con música folclórica fácilmente identificable, estas Danzas españolas están vinculadas de algún modo con obras similares de autores tan admirados por Granados como Grieg con cuya música guarda unas evidentes similitudes. Riva, gran conocedor 257-DISCOS 20/10/10 10:26 Página 69 D D I SI CS O C O S S DUTILLEUX-HAENDEL y estudioso de Granados, es además, como hace tiempo que viene demostrando, un excelente pianista y un músico sensible. La exigente escritura pianística de Granados en lo técnico pero también en lo expresivo que halla en Riva a un intérprete de lo más indicado y no hay duda que cuando esta integral llegue a su fin será una referencia no sólo por ser la primera que se basa en la edición crítica —y quizá la definitiva— de los originales sino por su intrínseca calidad. Josep Pascual HAENDEL: Judas Macabeo. MARÍA SOLEDAD DE ROSA, soprano; MARIANA REWERSKI, mezzosoprano; FABIÁN SCHOFRIN, contratenor; MAKOTO SAKURADA, tenor; ALEJANDRO MEERAPFEL, barítono; ÉTIENNE DEBASSIEUX, bajo. CORO DE CÁMARA DE NAMUR. LES AGRÉMENS. Director: LEONARDO GARCÍA-ALARCÓN. LA 2 CD AMBRONAY AMY024 (Harmonia Mundi). 2009. 128’. DDD. N PN El oratorio Judas Macabeo, que por sí difícilmente se incluiría entre las más amplias seleccio- Fabio Bonizzoni HERIDOS Y FURIOSOS HAENDEL: Apollo e Dafne HWV 122. Agrippina condotta a morire HWV 110. Cuopre talvolta il cielo HWV 98. ROBERTA INVERNIZZI, soprano; THOMAS E. BAUER, bajo; FURIO ZANASI, bajo. LA RISONANZA. Director: FABIO BONIZZONI. GLOSSA GCD 921527 (Diverdi). 2009. 72’. DDD. N PN Llega a su término la integral grabada por La Risonanza bajo dirección de Bonizzoni de las cantatas compuestas por Haendel en Italia, donde llegó en 1706 y partió casi directamente para Inglaterra en 1710. Y lo hace con parejos si no superiores niveles de calidad interpretativa que han colocado este proyecto a la cabeza del renovado interés que en los últimos años han felizmente despertado estas bellísimas obras. Naturalmente, Haendel no sería Haendel si no hubiera sido inglés, pero tampoco si antes no hubiera sido italiano además de alemán. Aquí concretamente el foco se centra en la influencia napolitana, de la que aquí y allá en estas tres obras se dejan sentir mucho más que indicios. En Apollo e Dafne, Thomas Bauer recorre toda la gama de emociones por las que pasa su personaje, desde el orgullo inicial a la desesperación final, añadiendo a las extraordinarias belleza tímbrica y competencia técnica un buen gusto tanto más eficaz por cuanto alejado de cualquier histrionismo. Le da réplica una Roberta Invernizzi absolutamente deliciosa en su propio recorrido desde la inocencia fascinadora hasta la noble firmeza en la defensa de su virtud y, finalmente, en la aceptación de su trágico destino. Y si la soprano vuelve a maravillar como Agrippina alternativamente maternal, desesperada y ofendida, encomiable resulta asimismo la compo- sición por Furio Zanasi de un personaje más herido que furioso por su despecho amoroso. En todo momento, la orquesta, tan elocuente en los tutti como sobre todo cuando se producen intervenciones solistas, se mantiene a la elevada altura de las circunstancias. La traducción al español de los comentarios y textos en la carpetilla acaba por hacer muy recomendable este como todos los demás discos del ciclo. Alfredo Brotons Muñoz George Petrou EMOCIONES HAENDEL: Giulio Cesare in Egitto. KRISTINA HAMMARSTRÖM (Giulio Cesare), EMANUELA GALLI (Cleopatra), MARY-ELLEN NESI (Sesto), IRINI KARAIANNI (Cornelia), ROMINA BASSO (Tolomeo), TASSIS CHRISTOYANNIS (Achilla), PETROS MAGOULAS (Curio), NIKOS SPANATIS (Nireno). ORQUESTA DE PATRÁS. Director: GEORGE PETROU. 3 CD MDG 609 1604-2 (Diverdi). 2008. 232’. DDD. N PN No será a buen seguro el crítico británico Stanley Sadie el único en considerar Giulio Cesare como la ópera barroca más importante, en una cota para cuya superación habría que esperar a Mozart. En ésta más que en ninguna otra ópera de Haendel y sólo como en el Mesías, asistimos a la sucesión constante de números magistrales que cubren un vastísimo rango de emociones: de triunfo, de amor, de venganza, de profundo patetismo… Hasta ahora, las dos refe- rencias discográficas máximas han sido las dirigidas por Jacobs entre las grabadas en estudio y por Minkowski entre las live. El registro que ahora llega de Grecia pertenece a esta segunda liga, donde viene a situarse en una posición muy digna al frente del pelotón de perseguidores inmediatos del líder. De hecho, es precisamente a esta condición de versión “basada” en una producción escénica a la que diríase que debe algunas flaquezas (lo que a algunos cantantes les cuesta “calentar”, por ejemplo) y muchos aciertos una lectura que globalmente George Petrou mantiene casi en todo momento llena de intensa vida merced a la extrema sensibilidad con que administra los recursos a su alcance, principalmente las dinámicas y velocidades de una orquesta muy equilibrada internamente y con las voces. La labor del continuo en los recitativos merece asimismo encomio entusiasta prácticamente por los mismos motivos. En el reparto vocal repiten varios de los nombres ya admirados en Ariadna en Creta (véase SCHERZO, nº 218, pág. 89) y Tamerlano (véase SCHERZO, nº 226, pág. 94), dos estupendas contribuciones anteriores a la discografía haendeliana firmadas por Petrou y la Orquesta de Patrás. En el papel del título nos encontramos con una mezzosoprano, Kristina Hammarström, que empieza teniendo que engolar un tanto para poder afrontar las agilida- des de Empio, pero que poco a poco va sintiéndose más a gusto en ese terreno, y además alcanza altas cotas de delicadeza en Dall’ondoso periglio — Aure, deh per pietà. Emanuela Galli dota a su Cleopatra de las en cada momento convenientes dosis de lirismo y dramatismo, y sólo en Venere bella el tempo le resulta demasiado rápido para que se le entienda todo. El dúo final de los protagonistas es uno de los momentos cumbre de la versión, como también lo es el que al final del primer acto (Son nato/a a lagrimar) mantienen Sesto y Cornelia. En lo demás, el primero de éstos está muy brillante todo el tiempo; la segunda, conmovedora en su expresión del dolor de madre. Un Tolomeo de controlada potencia y un Achilla algo duro pero en general correcto completan el equilibrado elenco de solistas. Alfredo Brotons Muñoz www.scherzo.es 69 257-DISCOS 20/10/10 10:26 Página 70 D D I SI CS O C O S S HAENDEL-HUBER nes de obras de Haendel, tampoco está teniendo últimamente mucha suerte discográfica. A la anodina versión dirigida por Thomas Fey (véase SCHERZO, nº 244, pág. 72) viene ahora a sumarse esta otra en que el argentino Leonardo García Alarcón cuenta con colectivos franceses y un elenco solista de procedencia muy diversa. Pero no se achaquen todos los defectos a este hecho, pues hay otros muchos bastante más objetivamente decisivos en sentido negativo. Para empezar, la reverberación de la Abadía de Ambronay, donde al parecer se realizó la grabación en concierto con público, resulta excesiva para un coro que donde mejor parece estar es precisamente en los números más tumultuosos. Entre los solistas, la mejor parada es la soprano, y no pasa de correcta. La mezzosoprano tiene un timbre bastante leñoso y algo cacareante; el tenor, abierto y pálido; el contratenor, simplemente vulgar, y además le falta fiato. El barítono carece de musicalidad, y el bajo es de una tosquedad técnica y expresiva proverbial. De la orquesta no se sabe si elogiar su disciplina, pues el metronómico pulso de García-Alarcón (que luego, quizá como compensación, decreta por su cuenta silencios más largos que los calderones escritos) bien habría justificado una rebelión de la tropa. En fin, que no. Alfredo Brotons Muñoz HAYDN: Sinfonías de Londres. SINFÓNICA DE LA RADIO DE STUTTGART. Director: ROGER NORRINGTON. 4 CD HÄNSSLER CD 93.252 (Gaudisc). 2009. 297’. DDD. N PN D espués 70 de su acercamiento parcial a este grupo de sinfonías, con los London Classical Players (de 1992-1993), vuelve Norrington a las Londinenses con su orquesta actual de instrumentos modernos. Desde luego, el planteamiento es muy diferente, y no sólo por el instrumental, sino porque la articulación se ha hecho menos angulosa, los ritmos menos trepidantes y la acentuación no tan incisiva. Este Haydn está sometido al conocido proceso de limpieza, que asegura una elegancia, Stéphanie d’Oustrac, Aline Zylberajch EL AMOR Y VIDA DE MUJER DE HAYDN HAYDN: Cantata “Arianna a Naxos”. 12 canciones. STÉPHANIE D’OUSTRAC, mezzosoprano; ALINE ZYLBERAJCH, fortepiano. AMBRONAY AMY023 (Harmonia Mundi). 2009. 60’. DDD. N PN Así comienza Aline Zylberajch su aportación escrita a la carpetilla: “Para este disco hemos decidido tejer una cinta amorosa, un paseo sentimental entre los Lieder y las canzonettas de Haydn. Se pasará por las emociones inocentes, los sufrimientos en silencio y los tormentos del amor traicionado, sublimados por la magnífica cantata Arianna a Naxos”. Dos páginas más adelante, Stéphanie d’Oustrac concreta: “Poco a poco, un hilo conductor evocador del Amor y vida de mujer, célebre ciclo de Lieder de Schumann, nos llevó a escoger entre las más bellas piezas de Haydn Lieder y canzonettas ilustrativas del tema universal del ciclo amoroso: de la niña que sueña con el Amor a la que vive el Amor, de la mujer amada a la finura y transparencia muy estimables. A cambio, hay posiblemente instantes de excesivo comedimiento, como en el paso al Vivace assai del primer tiempo de la Sinfonía nº 94, el impulso rítmico de aliento algo corto del movimiento análogo de la nº 97, la un tanto caída exposición del también Vivace de la nº 99 y el toque hasta mecanicista del Presto de la nº 101. Pero el concepto general y las realizaciones ofrecen un Haydn vital, sumamente idiomático, con aciertos en multitud de movimientos. Tales valores positivos pueden localizarse sobre todo en la construcción de los desarrollos de los tiempos iniciales, la animación que siempre caracteriza a los andantes, los juguetones, picantes —más que rompedores— minuetos y los divertidos, virtuosistas finales. En muchos sentidos, la redonda interpretación de la Sinfonía nº 95 ejemplifica elocuentemente las mejores virtudes del Haydn de Norrington. Tampoco debe desdeñarse el personal comienzo de la nº 103, un punto amenazador y siniestro, o el anuncio prebeethoveniano del inicio de la nº 104, tal vez desmentido más que nada por el fulgurante Finale. La respuesta de la mujer abandonada…”. No se podría describir mejor lo que aquí se encuentra el oyente. El efecto es absolutamente fascinante de principio a fin. Sobre todo conocida en el repertorio barroco, D’Oustrac, la belleza de cuyo timbre no hace sino dotarla de mayor calidez un ligero pero sensible “grano”, sabe dar con aquel punto justo de intención expresiva que en un clásico como Haydn anticipa inequívocamente el romanticismo musical. Las canciones (en inglés y alemán) proceden de las dos últimas décadas de la vida del compositor, en una disposición que va y viene de un estilo más simple, donde el acompañamiento instrumental es simplemente tal, a otro en el que el diálogo entre los intérpretes cobra una riqueza cuyo descubrimiento arroja una nueva luz sobre la evolución de un género que en Schubert alcanzará su perfección. La cantata italiana Arianna a Naxos, compuesta en Esterháza el año 1789, marca el clímax con un lenguaje claraorquesta es ciertamente ágil y flexible, con un rendimiento sensacional de la cuerda —salvo muy leves pérdidas de la tersura del sonido— y un admirable equilibrio con maderas y metales. Versiones, en suma, dignas de ser tenidas en cuenta. Enrique Martínez Miura HERRMANN: Música de “Hangover Square” y “Citizen Kane”. Concierto macabro. ORLA BOYLAN, soprano; MARTIN ROSCOE, piano. FILARMÓNICA DE LA BBC. Director: RUMON GAMBA. CHANDOS CHAN 10577 (Harmonia Mundi). 2009. 78’. DDD. N PN E n el dosier dedicado a música de Estados Unidos nos referíamos varias veces a Bernard Herrmann (1911-1975). Allí lo veíamos como compositor de una ópera muy bella, Cumbres borrascosas, que durante mucho tiempo esperó para subir a la escena (1982, Portland, siete años después de la muerte de nuestro músico), aunque hay una grabación de 1966, dirigida mente operístico los dos recitativos y las dos arias en que Ariadna manifiesta con arrebatador dramatismo primero su inquietud y luego su rabia por la traición consumada. La inmersión en este profundo dolor tras haber asistido a las exhibiciones de cándido lirismo que lo preceden priva literalmente del aliento. Sobre el trabajo de Zylberajch el calificativo de ideal se queda corto. La manera en que lo hace ora reír ora sufrir zanja contundentemente la posible discusión sobre la elección del fortepiano como vehículo. Alfredo Brotons Muñoz por el propio Herrmann para Unicorn. Compuso música concertante, la cantata Moby Dick y fue un director de orquesta de gran altura; pertenece a esa generación que, desde muy joven, rescató del retiro o del olvido a un compositor como Charles Ives, nada menos (debe de estar en CD su lectura de la Segunda Sinfonía de Ives, con la London Symphony; apareció en Decca 4 fases y era espléndida). Pero se le recuerda, sobre todo, por sus magistrales partituras para el cine, desde Ciudadano Kane hasta Taxi Driver. No diré “todo el mundo”, pero sí “mucha gente”: mucha gente ha visto una y otra vez Citizen Kane, primera y genial película de Orson Welles, y esa fue la primera composición de Herrmann para el cine. Esa música ya es genial, está de veras al nivel de la propuesta fílmica de Welles. En este disco forma una larga segunda mitad, de casi 50 minutos de duración, y es reconstrucción de Stephen Hogger. Es una delicia escuchar a Orla Boylan el aria “íntegra” de Salambó que canta Susan Alexander Kane en la desastrosa producción que le propicia su marido. Ya lo conocíamos por un registro de RCA con música 257-DISCOS 21/10/10 11:58 Página 71 D D I SI CS O C O S S HAENDEL-HUBER fílmica de Herrmann, pero en otro arreglo y dirigida por Charles Gerhardt. Volveremos sobre este disco. Otra partitura interesantísima de Herrmann fue la de la película Hangover Square, de 1944. Pero esta película no ha quedado en la historia del cine como la de Welles, aunque en su día fue un éxito; la produjo Zanuck, la dirigió John Brahm y la había escrito Barré Lyndon basándose muy lejanamente en una novela; la interpretaban Laird Cregar (que falleció justo después del rodaje), Linda Darnell y George Sanders. La partitura es excelente y nos anuncia algunas de las que compondrá Herrmann para Hitchcock: nos evoca antes de tiempo tanto Vértigo como El hombre que sabía demasiado. Pero eso ya lo advertimos en ciertas secuencias de Citizen Kane. Es el estilo, es el suspense. Y ese suspense llamaría la atención, desde luego, del rey del suspense, don Alfredo. Que sacaría al propio Herrmann como actor en El hombre que sabía demasiado: ¿recuerdan el director de orquesta en la emocionante secuencia del Royal Albert Hall?; pues ése. Hangover Square se tituló en nuestro país, precisamente, Concierto macabro, debido a la parte culminante en que el protagonista, enloquecido, toca una pieza concertante hasta el incendio y desastre final. El Concierto macabro es una obra compuesta al modo del concierto pianístico tardorromántico desde Liszt y Grieg hasta, sobre todo, Rachmaninov. Poco antes de esta película hubo una pieza concertante de ese tipo que tuvo enorme éxito, el Concierto de Varsovia, compuesto por Richard Addinsell para la película Dangerous Moonlight, de Brian Desmond Hurst (de 1941, titulada en España Aquella noche en Varsovia). Menos tarareable, más rigurosa y más bella, la partitura de Herrmann es superior. Joaquín Achúcarro grabó el Concierto macabro hace muchos años, y apareció en el mismo disco en el que Kiri Te Kanawa cantaba el aria de Susan Alexander. Ahora nos llega en arreglo de Hogger, como el resto de la partitura y como la de Kane, en excelente interpretación del pianista Martin Roscoe. Son apenas 11 minutos que sirven como intermedio entre los 17 de la secuencia de Hangover Square y la amplia, contrastada y diferenciada partitura de Citizen Kane. Rumon Gamba y la BBC, duchos en estos repertorios, trabajan muy a gusto y de manera muy seria e inspirada para proporcionarnos estas joyitas que constituyen una parte de lo mejor que se ha compuesto para el cine. Santiago Martín Bermúdez HUBER: Erniedrigt-GeknechtetVerlassen-Verachtet… ANNE HAENEN, mezzo-soprano; THEOPHIL MAIER, tenor y recitador; PAUL YODER, barítono. SCHOLA CANTORUM STUTTGART. SWR VOKALENSEMBLE STUTTGART. SINFÓNICA DE LA SWR DE BADEN-BADEN Y FRIBURGO. Directores: MATTHIAS BARNERT, ARTURO TAMAYO. NEOS 10809 (Diverdi). 1983. 68’. DDD. N PN Llega al mercado una de las obras que han hecho de Klaus Huber (n. 1924) uno de los autores más comprometidos con el hecho político de entre todos los integrantes de la vanguardia, Erniedrigt-Geknechtet-VerlassenVerachtet…, compuesta entre 1975 y 1983, para voces solistas, coro, orquesta y cinta. Al lado de un Nono, que optaba por el documento sonoro, o a diferencia de un Zimmermann, que se suministraba de collages, Huber construye grandes edificios sonoros que, en lo sustancial, traza puentes tanto con los géneros de la tradición (aquí, el oratorio) como con el lenguaje fundacional de la vanguardia, el serialismo. La técnica serial le sirve para configurar un entramado vertical: todo aquí parece desarrollarse a través de grandes y monumentales acordes. El sonido resultante es ciclópeo, aislado, con lo que se obtiene un discurso fragmentario, en ocasiones de tono muy opresivo. El susurro del coro y el tono hierático de las voces solistas ayudan a crear un ambiente que roza con lo desesperado, con lo apocalíptico. El título de la pieza ya indica el motor que mueve a Huber para este plan sonoro: “Humillado, encadenado, abandonado, despreciado”. Los textos están tomados del mundo laboral, de los barrios bajos y del ambiente carcelario, a los que acompañan escritos del sacerdote y político nicaragüense Ernesto Cardenal, el que promoviera la conocida “Teología de la Liberación”. Se quiere desde aquí llamar la atención sobre los pueblos que luchan para romper sus ataduras y tomar las riendas de su propio destino. La toma de sonido de este :[kjiY^[=hWccef^ed ''' Dk[lWiYW`WiZ[[Z_Y_db_c_jWZW JhWi[bn_jeZ[bWd_l[hiWh_e:='''"[bi[bbe Z[ci_YWYb|i_YWc|ifh[ij_]_eieZ[jeZei beij_[cfei"fh[i[djWkdWi[]kdZW[djh[]W Z[dk[lWiYW`WiZ[[Z_Y_db_c_jWZWYedbWi c[`eh[i]hWXWY_ed[iZ[ik^_ijeh_W$ ,9:iJ>;9B7II?9IJH79AI??;Z$BjZW KdWdk[lWi[b[YY_dZ[beic[`eh[iWhj_ijWi Z[:=[d'''jhWYai$ +,9:iJ>;9EBB;9JEHI;:?J?ED??;Z$BjZW KdWdk[lWi[b[YY_dZ[beic[`eh[icec[djei Z[bi[bbe[d+*|bXkc[iYecfb[jei$?dYbko[ b_Xh[jeZ['*+fW]$YedjhWYab_ijiYecfb[jeio \eje]hW\Wi$ ¬EFEHJKD?:7: I[h[[Z_jWbWfh_c[hWYW`WZ[++9:i J^[9ebb[Yjeh¼i;Z_j_ed?;Z$BjZW$ Z[kjiY^[]hWccef^ed$Yec kd_l[hiWbcki_Y$[i ;D97IJ;BB7DE 71 257-DISCOS 20/10/10 10:26 Página 72 D D I SI CS O C O S S HUBER-PAGANINI disco de Neos, con todo, no es la mejor de las posibles. La obra ve debilitado, así, parte de su potencial. Es raro hallar en estos tiempos de realce tecnológico una grabación tan pobre, que no logra destacar unas voces sobre otras, que desprecia la espacialización. En lo musical, la obra de Huber casi habría que verla más como una pieza de un momento de la historia de la modernidad, cuando interesaban mucho este tipo de creaciones de fuerte compromiso social y político, que como una obra de alto calado, pues muchos de los materiales dispuestos por Huber han quedado obsoletos, entre ellos un recitado demasiado apegado al primer expresionismo y una disposición tan poco trabajada de los timbres que da la impresión de que al autor le ha importado por encima de todo dar un tono oscurantista. Francisco Ramos JACQUET DE LA GUERRE: Sonatas para violín, viola obligada y bajo continuo. LA RÊVEUSE. Director: BENJAMIN PERROT. MIRARE MIR 105 (Harmonia Mundi). 2009. 66’. DDD. N PN N iña 72 prodigio en el Versalles de Luis XIV, Elisabeth Jacquet de la Guerre (16651729) destacó como clavecinista desde cortísima edad, pero también como compositora. En este disco, el conjunto La Rêveuse, que forman el violinista Stéphan Dudermel, la gambista Florence Bolton, los teclistas Bertrand Cuiller y Emmanuel Mandrin y el tiorbista Benjamin Perrot, ofrece dos Sonatas para violín, viola obligada y continuo en la menor que se hallan en un manuscrito custodiado por la Biblioteca Nacional de París, datadas en 1695, y otras tres Sonatas de igual naturaleza extraídas de la colección de seis publicada en París en 1707. Es música que se mueve entre modelos italianos y franceses. La inspiración corelliana en la estructura de movimientos resulta evidente, pero de los italianos esta música tiene también la expresión, la incisividad rítmica y las secciones fugadas de los tiempos rápidos, mientras que de la tradición francesa conserva las danzas y los pasajes escritos para la viola. El disco se completa con un par de obras para viola y continuo de Jacques Morel y con Les Sylvains de François Couperin en transcripción para la tiorba de Robert de Visée. Las interpretaciones son excelentes, muy equilibradas, claras, expresivas, con un continuo ágil y bien empastado en la sonoridad global del grupo, que se mueve con elegancia entre la brillantez italiana (ornamentación muy sensual del violín) y cierto gusto por la típica sensibilidad un punto lánguida del barroco francés en las arias y los graves. Pablo J. Vayón MARCELLO: Cassandra. KAI WESSEL, contratenor; DAVID BLUNDEN, CLAVE. AEON AECD1087 (Diverdi). 2009. 67’. DDD. N PN Un disco que de ninguna manera debería pasar inadvertido para todo aquel que tenga un mínimo interés por la música de la época barroca. A los vivaldianos no nos cae bien el estirado Marcello “nobile veneto dilettante di contrapunto” por los a veces graciosos pero reaccionarios comentarios contenidos en su panfleto Il teatro alla moda. Ahora bien, la cantata para voz de contralto y bajo continuo en la que se van desgranando diversas secuencias de la guerra de Troya, siguiendo un texto encargado por Marcello al poeta veneciano Antonio Conti, es de una sorprendente modernidad. Además, debió de tener un gran éxito en su día, pues se conservan 25 copias manuscritas y, por otro lado, forma parte de una serie de monólogos semejantes sobre personajes de la antigüedad como son Catone, Lucrecia, Andromaca y Arianna abbandonata, compuestos por Marcello en colaboración con Conti. La mayor parte de Cassandra está integrada por recitativos y ariosos, a los que se unen cinco arias que en algunas de las copias llevan la indicación da capo y en otras no, quedando al criterio de los intérpretes su utilización para conseguir un mayor efecto dramático. De todas formas, el gran mérito de Marcello se encuentra en la sutilísima utilización de detalles aparentemente mínimos como son las ligeras variantes en las repeticiones o los inesperados cambios de métrica. Kai Wessel es un bien conocido contratenor que ha colaborado con numerosos grandes directores de obras barrocas y posee una abundante discogra- fía. Su actuación vocal en esta grabación de la cantata de Marcello es realmente soberbia por la amplitud de su tesitura y su gran expresividad, absolutamente necesaria en una obra que exige una enorme variedad de matices. Estupenda también la intervención del clavecinista David Blunden en perfecta compenetración con Wessel. Además, completa el disco con el Concierto para clave BWV 981 de Bach, prodigiosa trascripción para el instrumento de un concierto para violín de Benedetto Marcello. Se editan cantidad de discos de música barroca, pero éste es de los que no pueden perderse, como se dijo al comienzo, pues resulta obligado conocer una obra como ésta y su interpretación es sobresalientemente llamativa, como lo es también la originalísima cantata. Habría que animarse y grabar también las cuatro compañeras de serie que hemos citado. violonchelo y piano. El original, de 1947, era para piano solo y la versión para violonchelo y piano es de 1976, aunque la pieza conoció una versión posterior que es la que se incluye en este disco. De hecho, esta composición, junto a Altitud para violín y piano y las Tres comptines para piano a cuatro manos, son las únicas obras de cámara de Mompou y aquí las tenemos. En todas estas obras advertimos al Mompou más auténtico, a veces proclive a cierto romanticismo, pero siempre sereno, como su admirado Poulenc, con quien guarda no pocos puntos en común. Excelentes versiones que completan una integral que ha merecido el reconocimiento de la crítica y que se sitúa entre las más recomendables. Y además, este volumen constituye, dejando de lado su vinculación a esa integral, un reconocimiento aparte dadas sus peculiares características y su evidente interés. Josep Pascual José Luis Fernández MOMPOU: Integral de la música para piano, vol. 5. JORDI MASÓ, piano; MARC OLIU, violín; JOAN ANTONI PICH, violonchelo; MARISA RUIZ MAGALDI, piano. NAXOS 8.570956 (Ferysa). 2008. 73’. DDD. N PE I nesperado quinto volumen de la integral pianística de Mompou que Masó grabó entre 1997 y 2000. Esta nueva entrega consta de obras que nunca fueron publicadas en vida del autor —también inéditas discográficamente— y cuya composición data de entre 1944 y 1955. Ocupa más de media hora del programa la música para el ballet Don Perlimplín, que Mompou compuso junto a Montsalvatge. De hecho, de Montsalvatge sólo son del todo originales dos de las piezas, además de ser él quien asumió la orquestación del conjunto y la creación de los pasajes que unen los distintos fragmentos. Así pues, tenemos aquí lo que podríamos llamar la versión original de este ballet, inédito hasta 2007 en que se publicó la partitura. El resto son fundamentalmente miniaturas y llama la atención la inclusión de una obra bien conocida y que se publicó en 1976 en una edición de homenaje a Casals en su centenario impulsada por el Ministerio de Educación y Ciencia, El pont, para MUSORGSKI: Obra completa para piano. ALICE ADER, piano. 2 CD FUGA LIBERA FUG566 (Diverdi). 2009. 137’. DDD. N PN Es tan importante la suite Cuadros de una exposición, que el resto de la obra para piano solo de Musorgski ha palidecido o ha desaparecido de las memorias. No es justo, aunque podamos comprenderlo. No es más justo que si un ciclo vocal como Danzas y cantos de la muerte hubiera eclipsado las demás canciones del compositor. Además, esta serie de piezas — que casi nunca son verdaderas miniaturas: apenas las dos de Recuerdos infantiles (hay otra más amplia de casi igual título), o el muy popular Hopak ucraniano utilizado en La feria de Sorochintsi, ópera bastante inconclusa— dicen bastante sobre una sensibilidad y una manera de componer de las que creemos saberlo casi todo. Atención a esas dos piezas que forman En Crimea y se subtitulan notas de viaje. Puede sonarnos como antecedente de la elaboración bartókiana. Hay en esta integral cantos de la época final, como Una lágrima, un bello lamento (de 1880). El Recuerdo infantil más amplio es curiosamente una obra de adolescencia, de 1857; los otros dos, las miniaturas, son posteriores, de 1865, como el Ensueño 257-DISCOS 20/10/10 10:26 Página 73 D D I SI CS O C O S S HUBER-PAGANINI Alicia de Larrocha, Georg Solti MOZART ESENCIAL MOZART: Conciertos para piano y orquesta nºs 24-27.. ALICIA DE LARROCHA, piano. ORQUESTA DE CÁMARA DE EUROPA. FILARMÓNICA DE LONDRES. Director: GEORG SOLTI. 2 CD DECCA 478 2420 (Universal). 129’. 1977, 1985. ADD. R/N PN Escribe Jeremy Siepmann en el sustancioso texto que ilustra este doble compacto mozartiano firmado por Alicia de Larrocha y Georg Solti, que nuestra inolvidable gran pianista era “una mozartiana nata… que llevaba a Mozart en la sangre”. Este hecho, que asoma como verdad irrefutable en la grabación de los cuatro últimos conciertos para piano y orquesta de Mozart que comprende el álbum, también se puede aplicar en el caso de tantos otros compositores cuando llegan servidos en las manos fieles de Alicia de Larrocha. Como cuando se escucha su Albéniz, o su Ravel, o su Brahms, o su Schumann, su Soler, su Granados, su… Cuando toca Alicia, siempre se siente (Rêverie, Duma). La Meditación de 1880 ofrece a Alice Ader una de las oportunidades mayores del recital para hacer pianismo de medido toque, sutil y sin embargo intenso, un dominio asombroso de las gamas inferiores. Una de las obras más amplias, Intermezzo in modo classico, es obra transcrita por Musorgski después de haberla orquestado y dedicado a Borodin. En su amor musorgskiano, la excelente pianista Alice Ader se permite alguna libertad en forma de viaje triple: Una noche en Monte Pelado es transcripción de Konstantin Chiernov, muy conocida en época anterior a registros fonográficos eléctricos, pero que parte de la versión orquestal de Rimski-Korsakov. Peor sería no tenerlo, y así escuchamos lo que para varias generaciones fue una versión asequible de esa partitura tan conocida hoy, y que se convirtió en un hit debido a la aparición de una versión orquestada y reducida por Stokowski en el film Fantasía, de la factoría Disney (1940, aunque hasta mucho después de la guerra no tuvo alcance mundial). Desde luego, la gran demostración del recital viene con Cuadros de una exposición. Hay un crecimiento, un auténtico crescendo que el musorgskiano entrenado com- la certeza de que esa música está expresamente escrita para su modo de tocar, para su manera de ser. Ésta es una de las grandezas de nuestra artistaza: la de adentrarse en el universo estético y anímico de cada partitura para desentrañarlo desde su más interiorizado latir. Al escuchar sus grabaciones, se impone siempre la esencia de la música. Perfeccionista, tímida, rigurosa y trabajadora como nadie, Alicia pliega su yo para poner todo su talento, toda su vocación de servidora de la música a plena disposición del compositor y de la obra de arte. Escuchar estos cuatro conciertos de Mozart, grabados en dos tandas (una en diciembre de 1977, con la Filarmónica de Londres; la otra, con la Orquesta de Cámara de Europa, en marzo de 1985), es sentir Mozart en estado puro. La música, los aéreos movimientos lentos, el maravilloso melodismo mozartiano, la transparente ligereza de los allegros, el dramatismo de sus tonalidades menores, las geniales prenderá desde el principio: sí, creo que sé dónde va usted, Mrs. Ader, pero vamos a ver cómo lo resuelve. Sólo podemos decir que Alice Ader hace crecer el paseo, el discurso, la muestra pictórica, el suspense y también nuestra emoción. Mas para crecer a lo largo casi 40 minutos hay que saber matizar, ascender y bajar, esto es, retroceder a veces. Y ese parecer que no, aunque sí, es esencial en la interpretación de los Cuadros por Alice Ader. Qué retroceso el de, por ejemplo, Il vecchio castello: qué delicadeza, que manera de sugerir y de suspendernos. En Bydlo, a Ader se le da mejor alejarse que el forzudo paso de la carreta. En los dos judíos, hay más poesía en Schmuil que presunción en Goldenberg, ¿no es curioso? Estos paseos, este itinerario, llevan a este doble álbum a la categoría de referencia mayor, reforzada por el hecho de que se trate de una integral. Y no de una integral cualquiera, sino de un ciclo magistral. Que tiene una característica entre otras: no hace concesiones a la espectacularidad y prefiere esa apariencia de discreción que no es sino capacidad expresiva sin necesidad de muecas. Santiago Martín Bermúdez modulaciones, la compleja sencillez del fraseo… Todo cobra sentido, naturaleza, orden y lógica en las manos de Alicia. El pentagrama fluye sin mediar la fiel intérprete que lo anima. Mozart en estado nato. Sí. Un Mozart modélico y exento de elucubración. La música se impone sobre todo. La admiración que despierta Alicia en estos cuatro conciertos mozartianos es la misma que se siente cuando toca Chopin, Falla, Schubert, Grieg, Turina o Beethoven. La artista integral, absoluta, asoma con verdad en este Mozart nada remilgado, de contundentes registros graves, decididamente melódico, donde Ali- cia convierte el legato, el final en diminuendo de las frases — como certeramente señala Siepmann—, la luminosidad, el dramatismo y la sencilla perfección mozartiana en ejes de unas interpretaciones que hay que situar en la cúspide de la discografía del salzburgués. Solti deja hacer a la gran solista y se impregna de su Mozart inmaculado. Desde un sentido orquestal más sinfónico que camerístico. El sonido de la Orquesta de Cámara de Europa (Conciertos nºs 24 y 26) se muestra más pulido que el de la Filarmónica de Londres, que acompaña en los Conciertos nºs 25 y 27. Incomprensible que Decca haya mantenido inéditas en CD estas joyas mozartianas. Aún más: los Conciertos nºs 24 y 26 jamás habían sido editados en ningún soporte. Ha tenido que fallecer nuestra eterna Alicia, y transcurrir un año, para que este tesoro vea finalmente la luz. Todos estamos de enhorabuena. Justo Romero Julia Fischer HOMENAJE PAGANINI: 24 Caprichos op. 1. JULIA FISCHER, violín. DECCA 00289 478 2274 (Universal). 2009. 80’. DDD. N PN Cada uno de los veinticuatro Caprichos de Paganini plantea problemas técnicos específicos. Pero con resolverlos no es suficiente, al menos no lo es para grabarlos una vez más. Hay que ir más allá y resolverlos musicalmente, artísticamente. Y aquí tenemos a Julia Fischer, que ha reflexionado lo suyo sobre cada uno de ellos hasta dar con una visión más musical que técnica. Por supuesto, los problemas técnicos están resueltos —y más que resueltos pues Fischer es una violinista extraordinaria— y de lo que se trata es de afrontarlos desde la óptica puramente musical, y se arriesga en cuanto a tempi pero también en otros aspectos acaso más llamativos, como es el de emplear la sordina en el sexto. Más que de una interpretación más, por personal que sea — que lo es— estamos ante todo un homenaje al Paganini compositor, más incluso que al Paganini virtuoso o al Paganini violinista. Realmente lo merece y con Fischer esta música suena en más de un momento más musical de lo que estábamos acostumbrados. Cierta lentitud —deliberada— en algunos de ellos no les resta brillantez ni espectacularidad sino que tal opción se inscribe en esa búsqueda puramente musical, que va más allá de las notas que es, como dice Mahler, donde está lo realmente importante, lo esencial, en una partitura. Josep Pascual 73 257-DISCOS 20/10/10 10:26 Página 74 D D I SI CS O C O S S RAMEAU-SATIE RAMEAU: Arias y danzas de ópera trascritas para órgano. YVES RECHSTEINER, órgano; HENRI-CHARLES CAGET, percusiones. ALPHA 650 (Diverdi). 2008. 78’. SACD. N PN 74 A lpha siempre está iniciando algo, como su propio nombre obliga. Ahora, una nueva serie en forma de discolibro y grabación SACD dedicada al universo del órgano y denominada UGAB, instrumento que se cita en el Salmo 150 junto con otros muchos para alabar a Yaveh y que parece era precisamente una especie de órgano. Este primer número se dedica al instrumento histórico instalado en la iglesia de la Natividad de la Virgen de Cintegabelle, pequeña localidad de la región Midi-Pyrénées, aunque su emplazamiento original de 1742 fuera la cercana abadía cisterciense de Boulbonne. La documentación sobre el instrumento es muy completa, el reportaje fotográfico es una delicia visual y la grabación posee un sonido de extraordinaria calidad, lo que suponemos serán características comunes a toda esta nueva serie. ¿A quién está dedicado este primer número? ¿A Bach, a Buxtehude, a Franck? Pues no señor, a transcripciones para órgano de números orquestales de óperas de Rameau: Les Indes Galantes, Platée, Zoroastre, Les Boréades, Dardanus, Hippolyte et Arice y alguna más. Transcripciones realizadas por el organista Yves Rechsteiner, apoyándose en que el propio Rameau también las hizo, así como su paisano borgoñón Claude Balbastre, célebre organista, clavecinista y posterior pianofortista converso, labor vista con complacencia por Rameau. No se trata, por tanto, de un capricho o de una artificiosa originalidad, no hace falta recurrir a los fines, soberbios fines, para justificar los medios, ya que fue el mismísimo Rameau el primero en realizar sus propias transcripciones. Originalidad con sentido, que se agradece, pues descubre una nueva visión de la maravillosa música del gran Jean-Philippe, con su incomparable dominio de la armonía al servicio de lo teatral. En alguna ocasión, la versión organística se complementa o refuerza con la intervención de percusión, incisiva pero discreta, a cargo de Henri-Charles Caget. Total, una nueva serie de la factoría Alpha, que por lo oído y visto en este primer número será de obligada adquisición integral para los amantes de la buena música y los productos bien diseñados y elaborados, sean oyentes franceses, españoles o neozelandeses. No se pierdan este primer ejemplar, que luego se agota y se quedan sin completarla. José Luis Fernández RAPHAEL: Sinfonías nºs 2-5 y Sinfonía coral “Von der grossen Weisheit”. CVETKA AHLIN, contralto; RAIMUND GRUMBACH, barítono. CORO Y SINFÓNICA DE LA RADIO DE BAVIERA. Director: MICHAEL GIELEN. FILARMÓNICA DE BERLÍN. Director: SERGIU CELIBIDACHE. SINFÓNICA DE LA NDR. Director: HANS SCHMIDT-ISSERSTEDT. SINFÓNICA MDR. Directores: MATTHIAS FOREMNY, CHRISTOPH ALTSTAEDT. CPO 7775632 (Diverdi). 1950-2007. 279’. AAD/DDD. N PN En 1926, cuando Wilhelm Furtw ä n g l e r estrenó en Leipzig con la Gewandhaus la Primera Sinfonía de Günter Raphael (1903-1960) no dudó en proclamar que estábamos ante “algo de lo mejor de la joven generación alemana”. Ese mismo año, el Busch Quartett había estrenado su Segundo Cuarteto en Berlín, el compositor había firmado un contrato editorial con Breitkopf & Härtel o comenzaría a impartir clases de teoría y composición en el conservatorio lipsiense, pero la llegada al poder de Hitler en 1933 y su condición de “medio-judío” por parte de padre condenó a Raphael a un calvario vital los años siguientes en que perdió toda posibilidad profesional, mientras siguió componiendo con tesón; su Segunda Sinfonía (1932) tuvo que estrenarse en Helsinki en 1941 y para la Tercera (1942) hubo que esperar al final de la guerra. Precisamente, Raphael obtuvo un discreto reconocimiento a finales de los años cuarenta y durante los cincuenta cuando algunas de sus sinfonías fueron programadas por diferentes orquestas y emisoras alemanas (RBB, NDR, MDR…). De hecho, los archivos radiofónicos han sido de gran utilidad para este proyecto de recuperar fonográficamente la obra del compositor berlinés que inicia CPO con este lanzamiento dedicado a las sinfonías y al que ha seguido recientemente otro (CPO 777 564-2) destinado a la obra violinística auspiciado por la Fundación creada por su hija Christiane que curiosamente interviene también como solista en el Segundo Concierto de su padre. En realidad este lanzamiento tan sólo incluye lo disponible de Raphael en los archivos radiofónicos alemanes de posguerra, que van desde la Cuarta Sinfonía (1947) que programó Sergiu Celibidache con la Filarmónica de Berlín en 1950, después del entusiasmo que le había producido a Furtwängler el año anterior, hasta la Quinta y última (1952) que procede de la NDR y está dirigida por Hans Schmidt-Isserstedt un mes después de la muerte del compositor, pasando por la Segunda y Tercera grabadas, respectivamente, en 2007 por Christopher Altstaedt y 2003 por Matthias Foremy, ambos con la MDR de Leipzig. A todo ello hay que unir la espectacular Chorsymphonie “Von der grossen Weisheit” (1955-1956) para solistas, coro y orquesta sobre textos traducidos al alemán del filósofo chino Lao-Tsé registrada por la Sinfónica de la Radio Bávara en 1965 bajo la dirección de Michael Gielen. La calidad técnica de todos los registros es estupenda, inclusive los monoaurales, y musicalmente resulta muy interesante comprobar la evolución de Raphael desde los postulados de Brahms, Reger y Mahler, hasta un estilo que está a medio camino entre la concreción formal neoclásica de un Hindemith y los colores tonales de la Segunda Escuela de Viena: su Quinta Sinfonía es un perfecto ejemplo de ello al combinar formas tradicionales con el uso de una serie dodecafónica. Pablo L. Rodríguez RIHM: Vigilia. ENSEMBLE MODERN. CHORWERK RUHR. Director: RUPERT HUBER. NEOS 10817 (Diverdi). 2009. 62’. SACD. N PN L a proyección discográfica de Wolfgang Rihm, protagonista este verano en la programación del Festival de Salzburgo, va cubriendo paulatinamente lagunas de su inmenso y creciente catálogo: Neos, que el pasado año abordó dos de sus obras concertantes (La musique creuse le ciel y Über-Schrift), afronta en este ocasión Vigilia (2006), muestra de su música coral latina, un género cultivado por el compositor de Karlsruhe desde el extraordinariamente precoz Crucifixus (1968) a los oratorios Dies (1984) y Deus Passus (1999-2000) o la reciente “cantata hermética” Quid est Deus (2007). Un sucinto conjunto instrumental, en que cobran relevancia órgano y metales y que se cimienta en el registro grave en las cuerdas, y un grupo de seis partes vocales —concebidas en este registro como pequeñas entidades corales mixtas— desgrana los textos de los responsorios de la liturgia del Viernes Santo en siete motecta que, reverenciando la línea expresiva de Victoria o Gesualdo, actualiza su tensión armónica, privilegia el pensamiento homofónico y se ciñe a la práctica de puesta en música retórica de la materia verbal, propia de la polifonía manierista (“Tenebræ factæ sunt”). Por su parte, en los interludios nominados como sonate, se crea un clima de expectación creciente, una sucesión de “campos de tensión”, en palabras de Rupert Huber, que prologa el dramatismo de Tristis est anima mea o Caligaverunt, introduce atisbos policorales —caso del clarinete y trompa proyectados en el espacio sonoro en la Sonata VI— y abre el telón para el Miserere conclusivo, único momento en que participan de consuno las magníficas fuerzas corales e instrumentales del Ensemble Modern y del joven, y notablemente avezado en el repertorio contemporáneo, ChorWerk Ruhr, dirigido desde 2008 por el mencionado Huber: nocturnidad meditativa y reflexión espiritual, en la línea de una imponente tradición musical, que no debería pasar inadvertida. Germán Gan Quesada RODRIGO: Integral de la música para piano. ALBERT GUINOVART, MARTA ZABALETA, JOAQUÍN RODRIGO, VICTORIA KAMHI, piano. 3 CD BRILLIANT 9159 (Cat Music). 1960-1998. 218’. ADD/DDD. R PE E stas grabaciones son conocidas, ya que ya han sido editadas con anterioridad. La ocasión más reciente fue con motivo de la publicación en EMI de la edición del centenario del nacimiento de Rodrigo. El primer 257-DISCOS 20/10/10 10:26 Página 75 D D I SI CS O C O S S RAMEAU-SATIE compacto, a cargo de Albert Guinovart, empieza con las turinianas Tres evocaciones y termina con el delicioso Álbum de Cecilia, que Rodrigo dedicó a su hija y que escribió destinándolo a “manos pequeñas”. En medio, encontramos al Rodrigo más estilizadamente casticista, prudentemente equidistante entre el folclorismo y el neoclasicismo, tan elegante como siempre y salpicado con algún que otro momento felicísimo como la encantadora Bourrée de la Suite u otros tan inspirados como la nunca suficientemente reivindicada Sonada de adiós, sin duda una de las grandes obras para piano de su autor. Magnífico Guinovart, como siempre, lo mismo que estupenda está Marta Zabaleta en el exigente programa del segundo compacto que empieza con la brillante y evocadora Serenata española y termina con la exquisita y breve Pastoral. El tercer volumen empieza con las piezas para piano a cuatro manos en impecables versiones de los dos pianistas ya citados y se completa con interpretaciones de Rodrigo de su propia música, a quien se añade su esposa en la irónica Gran marcha de los subsecretarios. El interés documental de esta última parte es evidente pero además es de lo más convincente en lo musical ya que Rodrigo —y su esposa también— era un excelente pianista. El precio irrisorio de esta edición es como para no dejar pasar este más que apetecible estuche. Josep Pascual ROSSINI: L’italiana in Algeri. MARIANNA PIZZOLATO (Isabella), LAWRENCE BROWNLEE (Lindoro), LORENZO REGAZZO (Mustafà), BRUNO DE SIMONE (Taddeo). CORO FILARMÓNICO DEL ESTADO DE TRANSILVANIA. VIRTUOSI BRUNENSIS. Director: ALBERTO ZEDDA. 2 CD NAXOS 8.660284-85 (Ferysa). 2008. 136’. DDD. N PM Destaca esta lectura entre todas las interpretaciones rossinianas del catálogo Naxos, fiel testigo de lo que se cuece en el “otro Pésaro”, el de Wildbad. Un equilibrado reparto en manos de un director especialista en el compositor pesarense, con una orquesta como mínimo dócil y cooperadora, no podía dar de sí un resultado menor que el conseguido. La voz amplia y bruñida de Pizzolato recorre la tesitura del personaje Sviatoslav Richter, Christoph Eschenbach INCREÍBLE RICHTER SAINT-SAËNS: Concierto para piano y orquesta nº 5 en fa mayor op. 103 “Egipcio”. GERSHWIN: Concierto en fa. SVIATOSLAV RICHTER, piano. SINFÓNICA DE LA RADIO DE STUTTGART. Director: CHRISTOPH ESCHENBACH. HÄNSSLER CD 93.707 (Diverdi). 1993. 67’. DDD. N PN E stamos en mayo de 1993. Sviatoslav Richter se acerca a los 80 años de edad. Y parece que quiere tocar una obra que nunca interpretó ni en público ni en estudio de grabación, el Concierto en fa de George Gershwin. Así que su esposa llama a Christoph Eschenbach —según se nos cuenta en las notas de este CD— y le dice que Richter quiere tocar eso con él. Eschenbach se queda de piedra, está encantado. Pues claro que tocará con él. Y aquí por fin el registro del concierto, que pudo oírse por radio pero que estaba oculto para el gran público. Al Concierto de Gershwin le añadió Richter otro con la comodidad que le propicia su dominio instrumental del papel y, aunque puede ser susceptible de mayor profundización o encanto (glamour como se suele decir hoy), su Isabella tiene entidad suficiente para merecer elogios y superar descalificaciones. Impecable de canto, con los claroscuros necesarios, superando una parte de tenor contraltino nada fácil si se ignora el estilo y si no se dispone de posibles, Brownlee destaca un Ramiro brillante, desenvuelto y comunicativo. El Tadeo de De Simone es el asociado a un cantante de la mejor categoría bufa a la italiana, repertorio en el que el barítono napolitano es hoy con justicia un referente. Regazzo ofrece un suficiente retrato a base de unos recitativos bien matizados, ofreciendo así una reconocible definición sicológica del Bey, que pasa además por el importante dato de saberlo desentrañar con la agilidad vocalmente requerida. Incluyendo una bien aseada Già d’insolito ardore nel petto, verdadero talón de Aquiles para no pocos intérpretes del papel. Giulio Mastrotorado da la sensación de que merece encargos más comprometidos que el de Haly y tanto la tinerfeña Ruth González, una compositor que no cultivó nunca demasiado, Saint-Saëns y su llamado Concierto “Egipcio”. El resultado fue, como puede oírse ahora tranquilamente sin los apuros de la radio ni en un registro privado con más o menos menoscabo, algo más que excelente. En primer lugar, el Concierto nº 5 de SaintSaëns, en uno de esos momentos mágicos que saben dar a menudo, si no prodigar, los artistas realmente grandes: sugerencia, elegancia, susurro, pero en continua progresión sonora. A continuación, el gustazo que se dio Richter de interpretar por fin a Gershwin, pero no la Rapsodia in blue, sino el Concierto. Se puede asegurar, sin que uno se deje llevar por la pasión o la subjetividad excesiva, que es de esas veces en las que se desmiente por completo la apreciación de que el Concierto en fa es obra menos atractiva (no menor, eso no se puede decir nunca) que la Rapsodia. Richter recrea esta obra con talento extraordioportuna y tajante soubrette para Elvira, como la juvenil Zulma de Elsa Giannoulidou, cumplen con holgada satisfacción. Fernando Fraga SATIE: Du Chat Noir à la Rose + Croix. Valse ballet. 6 Gnosiennes. Première pensée Rose + Croix. Sonnerie de la Rose + Croix. Les 3 valses distingués du précieux dégouté. Avant dernières pensées. Je te veux, valse. Rêverie du pauvre. 12 petits Chorals. Caresse. 3 Gymnopédies. STÉPHANE BLET, piano. SAPHIR LVC 1066 (LR Music). 2006. 80’. DDD. N PN Siempre es un placer regresar a Satie si se trata de un pianista que busca el estilo. ¿Qué queremos decir con eso? Busca el estilo un pianista como éste, Stéphane Blet, que trata de recuperar el encanto del compositor mediante el trabajo práctico de una hipótesis, sobre todo en un aspecto: qué tempi, esto es, qué relación entre las duraciones; nario, y de nuevo lleva una obra relativamente enfática por el camino de la delicadeza y la insinuación. La musicalidad que despide este recital es asombrosa. Uno de esos momentos insuperables en los que un director (aquí, Eschenbach) sabe que tiene la oportunidad de acompañar a un dios de la interpretación. Y Eschenbach estuvo a la altura aquella velada de hace diecisiete años en el Teatro Rococó de Schwetzingen. Una maravilla, por la manera en que Richter recrea estas obras. Pero no sólo por Richter. Santiago Martín Bermúdez qué tempi podía utilizar Satie. No lo sabemos, o no lo sabemos muy bien, pese a que Satie vivió hasta 1925, y por eso hay que recuperarlo. A menudo hemos evocado aquí integrales o parciales de la obra pianística de Satie totalmente opuestas: por ejemplo, la primera incursión de Reinbert de Leeuw frente al ciclo de Ciccolini. Opuestas aunque sólo sea por los muy distintos metrónomos. Ya hemos dicho en alguna ocasión que, en las Gnossienes de aquel Reinbert de Leeuw, las notas de adorno se convertían en notas de pleno derecho. Stéphane Blet se muestra, claro está, más cerca de Ciccolini que del pianista holandés. El humor, el guiño, la fingida nonchalance… Pero no sólo de humoradas conocemos a Satie, que además de Valses distinguées, Avant dernières pensées o Je te veux, también compuso las solemnes y procesionales piezas rosacruces o los Doce pequeños corales, contemplativas miniaturas en valores amplios. Y ahí hallamos el buen equilibrio de un intérprete que busca una sonoridad en parte perdida, y para ello se muestra respetuoso, seguidor de sus colegas en una tradición de lecturas satinianas… y también, o sobre todo, artista. Sí, es un placer escu- 75 257-DISCOS 20/10/10 10:26 Página 76 D D I SI CS O C O S S SATIE-SMETANA char de nuevo a Satie. Sabemos que es él, reconocemos la línea. Pero algo nos dice: lo de Blet es diferente, aunque sea lo mismo. Es una nueva y apasionante incursión en los sonidos de nuestro viejo amigo Erik Satie. Santiago Martín Bermúdez SCARLATTI: Diez Sonatas. STEPHEN MARCHIONDA, guitarra. MDG 903 1587-6 (Diverdi). 2008. 70’. DDD. N PN Desde Andrés Segovia, las sonatas de Scarlatti son parte del repertorio de los guitarristas; no una parte fundamental o inevitable pero sí bastante común. Por supuesto, siempre a partir de transcripciones, como sucede en las obras de compositores como Albéniz y Granados, pianistas que no escribieron nada para guitarra. El supuesto guitarrismo implícito de alguna composiciones de Albéniz y Granados parece razón suficiente como para trasladar a las seis cuerdas los originales pianísticos. Con Scarlatti sucede lo mismo, y en todos estos casos se llega incluso a justificar tal opción por los vínculos con el folclore español más o menos directos. Segovia fue prudente en esto, como lo han sido guitarristas posteriores tan serios como Romero, Williams, Russell y otros, pero a veces el riesgo tiene recompensas y ese es el caso que hoy nos ocupa. Más de una hora de sonatas de Scarlatti para guitarra es toda una novedad y constituye toda una aventura tanto en lo que se refiere a la transcripción como a la interpretación. Marchionda, espléndido guitarrista, se muestra valiente al abordar tal empresa y sale más que airoso del desafío. De hecho, el timbre del clave en algunas ocasiones parece más cercano al de la guitarra que al del piano, y las sonatas de Scarlatti tal como las escuchamos aquí podrían ser un buen ejemplo para ilustrarlo. Pero Marchionda asume que las posibilidades de las cuerdas de la guitarra son distintas de las de las teclas del clave y no duda en enriquecer con vibratos y contrastes dinámicos su interpretación y al final esto es lo que prevalece en su interesantísimo trabajo: su personal acercamiento a Scarlatti, quizá un tanto romántico o romantizante, pero del todo convincente por su sensibilidad. 76 Josep Pascual SCHMIDT: Sinfonía nº 4. Intermezzo de “Notre Dame”. ORQUESTA BEETHOVEN DE BONN. Director: STEPHAN BLUNIER. MDG 1631-6 (Diverdi). 2010. 60’. DDD. N PN C omo Jakob Mendel en la novela corta de Stefan Zweig, el compositor austrohúngaro Franz Schmidt (1874-1939) fue un espíritu ingenuo; cuenta Michael Steinberg en su famosa guía sinfónica cómo en una ocasión recomendó a unos estudiantes vinculados al partido nacionalsocialista las Variaciones sobre un tema hebreo de su discípulo Israel Brandmann. Tras el Anschluss fue promovido por los nazis como uno de los principales compositores austriacos del momento al encargarle una cantata que nunca llegaría a terminar; no por casualidad, representaba un ideal como compositor perfectamente utilizable por el Tercer Reich al combinar eclécticamente la tradición sinfónica germana de Beethoven, Schubert, Brahms, Liszt o Bruckner con aspectos coetáneos de Strauss, Mahler o Reger y añadir algún destello modernista relacionado con la orquestación de Ravel o el primer Schoenberg. Su errónea condición de compositor vinculado al nazismo ha hecho que hasta los años setenta no haya sido recuperado para el disco o las salas de concierto; su composición más conocida hoy es la Sinfonía nº 4 (junto a la cantata Das Buch mit sieben Siegeln) que escribió en 1933 como réquiem instrumental por la muerte de su hija Emma durante el parto de su primer hijo. La discografía de esta bellísima sinfonía ya tiene un tamaño respetable que se inicia en 1955 con la pionera grabación monoaural de Rudolf Moralt para Philips (disponible on line en Naxos) y hasta la que aquí comentamos de 2010 se suceden nada menos que siete registros entre 1971 y 2006: Zubin Mehta (Decca), Ludovic Rajter (Opus Records), Franz Welser-Möst (EMI), Neeme Järvi (Chandos), Martin Sieghart (Chesky), Yakov Kreizberg (Pentatone) y Fabio Luisi (Querstand). El suizo Stefan Blunier (1964) dirige esta nueva versión en vivo para MDG en SACD al frente de la Beethoven Orchester de Bonn, ciudad de la que es desde 2008 el Director general de música, que destaca principalmente por su refina- miento en el fraseo o las dinámicas, especialmente en la cuerda, pero también por su esmero constructivo; algo fundamental en una obra donde cada movimiento deriva del anterior o dispone de una estructura casi de palíndromo con un misterioso solo de trompeta que abre y cierra la obra. A pesar de sus virtudes (especialmente de la desgarradora interpretación del Adagio), este registro no puede competir en su conjunto con el equilibrio y la intensidad de la grabación de Mehta realizada en la Sofiensaal en septiembre de 1971 al frente de la Filarmónica de Viena que sigue siendo la referencia fonográfica de esta obra. El disco se completa con una lírica página orquestal de tinte magiar de su segunda ópera Notre Dame (1902-04). Pablo L. Rodríguez SCHOENBERG: Trío de cuerda op. 45. Cuatro piezas para coro mixto op. 27. Tres sátiras para coro mixto op. 28. Septeto-Suite op. 29. Acompañamiento para una escena de película op. 34. ROLF SCHULTE, violin; RICHARD O’NEILL, viola; FRED SHERRY, violonchelo; CHRISTOPHER OLDFATHER, piano; CHARLES NEIDICH, ALAN R. KAY, clarinetes; MICHAEL LOWENSTERN, clarinete bajo; TOBY APPEL, viola. SIMON JOLY CHORALE. MIEMBROS DE LA LONDON SINFONIETTA. SINFÓNICA DE LONDRES. Director: ROBERT CRAFT. NAXOS 8.557529 (Ferysa). 1994-1995, 2005-2006. 79’. DDD. R/N PE Esto es Schoenberg en estado puro, y ese estado es estado de gracia: nos encontramos con cinco obras de lo más importante de este enorme compositor. Y una de ellas es de la época final, el Trío de cuerdas op. 45, de un radicalismo considerable en interválica, en el uso de la frase breve y poco menos que celular como apoyo de la suspensión tonal (esto es, de la disonancia emancipada y protagonista). En primera audición, esta obra echa abajo una de las supersticiones sobre el serialismo: que no hay repetición. No hay que confundir la variación constante (de la temática) con la ausencia de repetición (de las propias notas), y en esta obra densa, breve y aristada la repetición es un procedimiento más, tan legítimo como cualquier otro (como el silencio, por ejemplo). Su interpretación (esas frases cortas, esos saltos, ese virtuosismo que se esconde y se desmiente a sí mismo) es algo diabólica. Bravo por Schulte, O’Neill y Sherry, que consiguen una referencia indiscutible de esta obra poco citada y poco grabada; y poco interpretada en vivo. Acompañamiento para una escena de película (Begleitmusik zu einer Lichtspielszene) es una obra de menos de nueve minutos en un solo movimiento que se divide internamente en tres partes: Peligro amenazador, Miedo, Catástrofe, y la temática recoge nueve episodios breves que conducen al desenlace. El cine sonoro empezaba a balbucear y todavía no se podía saber que la música dominante para ese medio iba a inventarla, más o menos, un austriaco, como Schoenberg, pero mucho más joven, E. W. Korngold. Y que ese estilo iba a dominar en el cine a través de compositores de menor categoría. El Op. 34 es de escucha mucho más llevadera que la casi contemporánea serie de Variaciones op. 31; podríamos considerarlo un poema sinfónico. El Trío y el Acompañamiento son el principio y el final de este CD, su cara y su cruz. El Op. 34 es de lo más parecido a Alban Berg que hizo Schoenberg. En medio, las piezas corales Opp. 27 y 28, breves o miniaturas, excepto en un caso, El Nuevo Clasicismo. En estas piezas ataca Schoenberg a esos colegas suyos que tiran por la calle de en medio, “que es la calle que no te lleva a ninguna parte”. Sus blancos son los que no se atreven a la plena atonalidad, los folcloristas, los clasicistas y el propio Stravinski (que él consideraba tal vez un músico aceptado por los stablishment de aquí y allá). Pero el tiempo todo lo cura, y Stravinski se hizo serialista, poco a poco, tras la muerte de Schoenberg en 1951. Y Craft, gran amigo de Stravinski, graba las Sátiras. ¿Se cierra un círculo? El Septeto op. 29 es de la misma época que los coros, y está marcado por una ambición y un amplio alcance: cuatro movimientos, media hora. Comprendemos que esto que oímos hoy con placer debió de ser demasiado para 1926. Hoy es una auténtica delicia escuchar esta obra turbadora (y no es contradicción), también con sus frases breves, nerviosas, con su referencia tonal inmediata, pese al indudable serialismo. Craft, en sus notas, emparenta el Op. 29 con la Serenade de tres años antes (cinco de los siete instrumentos son comunes: dos clarinetes, trío de cuerda). Además, consigue con estos siete espléndidos músicos de la London Sin- 257-DISCOS 20/10/10 10:26 Página 77 D D I SI CS O C O S S SATIE-SMETANA fonietta una nueva referencia ineludible de esta obra en la que timbres, frases y aristas se combinan en una propuesta ácida e inquietante que hoy escuchamos como un misterio moderno (esto es, no como un misterio medieval). No todo es nuevo aquí, ahora lo veremos, pero se puede decir que Craft strikes again. Como siempre, Craft se rodea de excelentes profesionales, como esos tres instrumentistas de cuerda citados, que sacan adelante un Op. 45 insuperable. O los cantantes del Simon Joly Chorale, que Craft lleva a una nueva referencia obligada de los Opp. 27 y 28. Y, desde luego, la Sinfónica de Londres y la London Sinfonietta. Es uno de esos discos que alcanzan la perfección. La espléndida Edición Schoenberg de Robert Craft para Naxos se apunta un nuevo tanto, uno de los más importantes. Los coros Opp. 27 y 28 y el Trío corresponden a grabaciones nuevas, de 2005-2006; el Septeto y el Op. 34 son de 1994-1995, y ya aparecieron en el sello Koch. Santiago Martín Bermúdez SHOSTAKOVICH: Sinfonía nº 14. JULIA KORPACHEVA, soprano; PETR MIGUNOV, bajo. MUSICA ÆTERNA, ORQUESTA DE CÁMARA DE LA ÓPERA DE NOVOSIBIRSK. Director: TEODOR CURRENTZIS. ALPHA 159 (Diverdi). 2009. 52’. DDD. N PN C omo siempre, pero de manera legítima, se pregunta uno ante la Sinfonía nº 14 de Shostakovich: ¿esto es una sinfonía o un ciclo de Lieder orquestales con la envergadura de, por ejemplo, La Canción de la Tierra? A continuación, uno se entrega a la escucha de esta secuencia que es toda una obra maestra de ese tipo de arte penetrante y que turba, que llama en nosotros a algo profundo que tiene que ver con la inquietud y hasta con el terror. La manera en que Shostakovich pone en canto y acompañamiento La Loreley de Apollinaire es buena muestra de ese procedimiento: una pequeña ópera de ocho minutos y medio, resumen del mundo de Shostakovich, que se desenvuelve entre el lirismo de la tristeza y la tensión del espanto. No hará falta insistir en que es una manera muy alejada del estro de, por ejemplo, Prokofiev. Y totalmente ajena a la de, por ejemplo, Stravinski. No Dietrich Fischer-Dieskau, Gerald Moore IDEAL SCHUBERT: Lieder. DIETRICH FISCHER-DIESKAU, barítono; GERALD MOORE, piano. 21 CD DEUTSCHE GRAMMOPHON 477 8989 (Universal). 1966-1972. 1465’. ADD R PN Sabido es que la carrera discográfica de Fischer-Dieskau, al menos en materia de canción camerística, es una auténtica enciclopedia. Así se está viendo una vez más, y por arrobas, con motivo del 85 cumpleaños del barítono alemán. Toca ahora a esta suerte de examen schubertiano, que consta, si no falla mi cálculo manual, de 463 piezas, que incluyen los tres grandes ciclos (La bella molinera, Viaje de invierno, Canto del cisne) y, en conjunto, la mayor parte de la producción cancioneril de Schubert, calculada en unas 600 partituras. Las tomas datan de una edad de plenitud vocal y madurez experiencial de Fischer, al lado de la consabida maestría de Moore. Son interpretaciones oídas repetidamente y también nos preguntemos ahora las causas, basta con constatarlo. Pero ¿y la Respuesta de los Cosacos al Sultán? Madre mía, eso hubiera querido espetarle el compositor a más de uno. Pero no es cuestión de glosar los once cantos que forman la Sinfonía nº 14, sino de recomendarle al lector esta versión, porque está muy bien cantada y tocada, es de garantía por las voces y por la orquesta siberiana que las acompaña. Currentzis, animador de aquella zona en la que nos dicen que se puede caer en el desánimo, le da vida a esta secuencia atormentada y lírica, la honda belleza de estos cantos. Es su apoyo al canto hondo de la soprano Julia Korpacheva y del bajo Petr Migunov, su diseño del paisaje de esta bella desolación sin quimera. No se nos escapa que hay unos cuantos buenísimos registros, espléndidas versiones de esta misma obra. Que ésta que comentamos, siendo bella, no va a revolucionar el interior de las discotecas. Pero, lo dicho, es bella, es expresiva, es una dramatización lúcida de una especie de réquiem laico. De mucho interés. Santiago Martín Bermúdez repetidamente juzgadas. Sería ocioso volver a incidir en las cualidades vocales de uno y musicales de ambos intérpretes. Fischer es uno de los cantantes mejor resueltos del siglo XX, con los medios ideales del barítono lírico de cámara: claridad de timbre, flexibilidad de registros, extensión homogénea desde un extremo a otro de la tesitura. Una musicalidad infalible, rayana en lo instrumental, una dicción depurada en diversos idiomas, una cultura estilística amplia que va del barroco a la contemporaneidad, completan un veloz retrato, por otra parte conocido y reconocible, del cantante tudesco. El utillaje expresivo suyo es apropiado a la perfección a Wolf y Mahler, por ejemplo, pero resulta algo abusivo, en este orden, para Schubert. Aquí sobran manierismos, afectación y expresiones alquitaradas y se echa de menos, aunque parezca paradójico, un discurso directo y sencillo. En especial cuando se exige la presencia de un personaje, SMETANA: La novia vendida (en alemán). IRMGARD SEEFRIED (Marie), WALDEMAR KMENTT (Hans), OSKAR CZERWENKA (Kecal), MURRAY DICKIE (Wenzel), ROSETTE ANDAY (Háta), HILDE KONETZNI (Ludmila). CORO Y ORQUESTA DE LA WIENER STAATSOPER. Director: BERISLAV KLOBUCAR. 2 CD ORFEO C 785 O92I (Diverdi). 1960. 130’. ADD. H PN C incuenta años después de su registro para la Radio Austriaca, llega esta Novia vendida vienesa, en alemán, que no va a revolucionar el gallinero, pero que lo va a enriquecer. Nada menos que Irmgard Seefried. Seefried va a ponerse al lado de la Marie alemana por excelencia, que no ha sido otra que Pilar Lorengar. Y en no mala medida, Walter Kmentt se convierte en virtud de esta resurrección sonora en el gran Hans alemán (Jeník, en la versión original checa) después de Fritz Wunderlich. Lorengar y Wunderlich eran la insuperable pareja protagonista de la magnífica versión de Rudolf Kempe (EMI, 1962). La orquesta resulta un poco como en los dos primeros ciclos citados. De todas maneras, consultar a Schubert por medio de esta suerte de guía a través del laberinto de su catálogo, y hacerlo con la certeza técnica de estos dos intérpretes, tiene un inmenso mérito. Quien ame a Fischer sin condiciones, podrá darse una dosis flipante, directa en vena. Quien tenga sus reparos, no podrá sustraerse, sin embargo, a la calidad sonora del acontecimiento. En cuanto al esfuerzo editorial que supone esta opera omnia, merece el más caluroso aplauso. Blas Matamoro apagada, y el sonido es, como suele decirse, histórico. Junto a la esplendorosa pareja protagonista, tenemos un “rival” espléndido en el cómico cometido de Murray Dickie, en Wenzel; y una pareja de padres muy adecuada, sobre todo la muy bella voz de Hilde Konetzni en Lúdmila. Ahora bien, no podemos compartir el entusiasmo de Kraus para con Oskar Czerwenska en el casamentero Kecal; que acaso era un magnífico cómico, pero cuya prestación vocal de bajo queda aquí muy disminuida, por mucho que hiciera este papel repetidas veces en la Staatsoper en aquellos años. La toma concreta de esta velada la dirigía el yugoslavo (croata) Berislav Klobucar, eficaz, de mucha práctica, contra el que, ya hemos visto, se levanta el muro del tiempo y de la calidad del sonido. Pero este discípulo de Matacic y de Clemens Krauss, no lo olvidemos, estuvo casi cuatro décadas en la Staatsoper y dirigió en Bayreuth, en los sesenta, tanto la Tetralogía como otras óperas de Wagner. Los pequeños fallos alimentan veracidad teatral del instante de este registro en vivo. Santiago Martín Bermúdez 77 257-DISCOS 20/10/10 10:26 Página 78 D D I SI CS O C O S S STRAUSS-VERDI STRAUSS: Ein Heldenleben. WEBERN: Im Sommerwind. SINFÓNICA DE CHICAGO. Director: BERNARD HAITINK. CSO Resound CSOR 901 1004. 20082009. 62’. DDD. N PN L os 78 sellos orquestales están permitiendo a los directores veteranos redondear sus discografías lejos de las imposiciones y las campañas de marketing de las grandes compañías. El caso del octogenario Bernard Haitink (1929) es bien significativo, pues en los últimos años no sólo ha registrado alguna integral realmente destacada para el sello de la London Symphony (LSO), como la dedicada entre 2005 y 2006 a las sinfonías de Beethoven, sino que se ha convertido como titular de la Chicago Symphony Orchestra en el principal protagonista del sello CSO Resound, para el que ha grabado desde 2006 cuatro sinfonías de Mahler, una de Bruckner y Shostakovich junto a un interesante disco de música francesa; la reciente sucesión de Haitink por Riccardo Muti hace albergar más interesantes novedades en el futuro. Hoy el nombre de Haitink no suele asociarse mucho con la música de Richard Strauss, a pesar de que LSO publicó recientemente una sensacional Sinfonía Alpina de 2008; no obstante, durante su etapa al frente del Royal Concertgebouw grabó para Philips varios poemas sinfónicos straussianos y, entre ellos, su grabación de Ein Heldenleben de mayo de 1970 pasa por ser todavía hoy una de las referencias fonográficas de la obra. Treinta y ocho años después Haitink revisita esta partitura con buen resultado, aunque con una visión más atemperada por la edad. La concepción formal vuelve a ser bruckneriana, utiliza la misma integridad mahleriana, junto a esa fórmula única en él que relaciona precisión con refinamiento sonoro; resulta impresionante el sonido tan europeo que saca a la cuerda o los solos de violín de Robert Chen que llenan de matices la representación musical de la personalidad de Pauline, la esposa del compositor. En esta nueva versión, Haitink ahonda mucho más en los momentos más contemplativos de la obra y rebaja la intensidad (y el tempo) en los más intensos. No estamos ante una versión superior a la antigua, ni tampoco ante una referencia de la obra; sin salir de Philippe Herreweghe LAUDATE STRAVINSKI: Monumentum pro Gesualdo. Misa. Sinfonía de los Salmos. BACH: Variaciones sobre el coral “Von Himmel hoch”. COLLEGIUM VOCALE GENT. REAL FILARMÓNICA DE FLANDES. Director: PHILIPPE HERREWEGHE. PENTATONE PTC 5186 349 (Diverdi). 2009. 51’. SACD. N PN No hace falta ser un stravinskiano de pro para degustar este manjar exquisito, este recital que sabe a poco, estas sugerencias de Stravinski como manierista o de Stravinski como plenamente barroco, junto a Gesualdo y Bach. Eso sí, es un Stravinski sacro, el que era creyente, pero sobre todo alguien que quería creer. Sólo le hace falta una cosa al oyente: quitarse de encima la abrumadora presencia del romanticismo de las salas de conciertos. Aún hay que decir esto, al comenzar la segunda década del siglo XXI, pero es que sin eso no nos llegarán las bellezas intensas de una página como la Misa de 1948 en esta interpretación de Herreweghe; que no pierde de Chicago la clásica de Fritz Reiner de 1954 es muy superior. El disco se completa con la juvenil y post-romántica Im Sommerwind de Anton Webern donde Haitink exhibe, una vez más, el refinamiento tímbrico de la orquesta de Illinois. Pablo L. Rodríguez STRAVINSKI: El beso del hada. Scènes de ballet. SINFÓNICA ESCOCESA DE LA BBC. Director: ILAN VOLKOV. HYPERION CDA67697 (Harmonia Mundi). 2009. 58’. DDD. N PN D os obras ya instaladas en el repertorio sinfónico del siglo XX y también objeto de varias coreografías memorables: El beso del hada (arreglos chaikovskianos) es un ballet largo, todavía de los años locos (1928), mientras que Scènes de ballet es de los años de la segunda guerra, encargo de Billy Rose para Broadway, y ahí persigue el maestro uno de sus ideales en danza: la abstracción, la huida vista el modelo Ars Nova, pero que sabe que Stravinski es en rigor un creyente de la ortodoxia rusa, y que ha elegido una misa católica sólo para poder poner instrumentos (aunque apenas diez, todos de viento), así que esto suena a menudo oriental. Al mismo tiempo, los stravinskianos (de pro, o no) reconocerán al compositor de Apolo, del Octeto en la llamada a sonoridades venerables, y de esas obras medio danzarinas y medio concertantes que cubren buena parte de los años treinta: Danzas concertantes, Concierto en re, Concierto Dumbarton Oaks… Eso, en cuanto a Herreweghe, que es sabio y sabe cómo enfocar una obra de la belleza serena y muy intensa de la Misa. Vemos que el Gesualdo stravinskiano escolta o precede a la Misa. Pues bien, las Variaciones Von Himmel hoch de Bach, con su fanfarria inicial deletreando el texto para la memoria, introducen la Sinfonía de los Salmos de 1930. Que es la cara de una moneda cuya cruz sería, pongamos, la Misa. del relato, la búsqueda de la situación sin especiales acciones. Estamos en ambos casos en esa amplia etapa que se llama neoclasicismo stravinskiano, más de tres décadas, demasiado tiempo para que defina algo con un mínimo de concreción. Pero da la impresión de que directores vigorosos y exigentes como el israelí Ilan Volkov se sienten más inspirados por esos treinta años (y a juzgar por su Agon, también los posteriores, la década de los 50 y los 60, abstractas y sacras al tiempo). Es como si el ancestro ruso de Volkov fuese en busca de Stravinski como compatriota, cuando en Rusia todos han crecido con la idea de que Igor Fiodorovich era o un ruso renegado o uno que en fin de cuentas no era de los suyos. Ahí es donde Volkov, israelí, busca al compatriota (otro disco suyo con Hyperion incluye Agon, Jeu de cartes y Orpheus; Orpheus se lo hemos visto en vivo con esta misma orquesta.) y lo encuentra en el clasicismo; esto es, en el ancho y tolerante mundo del politeísmo artístico. A una bella secuencia dramática aunque contenida, El beso del hada, le sigue lo que nos parece superior en este CD, una lectura No hay una correspondencia clara de estilos entre Gesualdo y la Misa, por una parte; y Bach y los Salmos, por otra, pero no importa, porque el parentesco es más espiritual que de gramáticas o periodos. Ese es el acierto de Herreweghe: situarnos en el pasado para comprender la afinidad del más importante de los compositores del siglo XX con toda la historia, todos los sonidos, todos los niveles de conciencia sonoros. Además, esto es bello hasta dolerte. (Se advierte una vez más que no se trata sólo de entusiasmo de cronista.) No es preciso rezar, basta con ponerse de rodillas. Santiago Martín Bermúdez contrastada de veras de Scènes de ballet en cada uno de los once breves momentos o pasos (para 16 minutos), con momentos lentos pero tensos, como el muy bello Adagio (pas de deux) o, por el contrario, una culminación sonora en la Pantomima (Agitato ma tempo giusto), que después de todo son los episodios más dilatados de esta partitura abstracta, ajena a lo romántico, futurista, vanguardista a su manera: afirmando lo tonal en 1944. En fin, de nuevo Stravinski, y también el joven Volkov, nacido cinco años después de irse Igor de este mundo. Un espléndido reencarnarse. Santiago Martín Bermúdez TORRES: Cuentos de Andersen. Double. IÑAKI ALBERDI, acordeón; PEDRO MARÍA SÁNCHEZ, recitador. TRÍO ARBÓS. ENSEMBLE RESIDENCIAS. VERSO VRS 2090 (Diverdi). 2009. 58’. DDD. N PN D os obras de diverso signo conforman este CD en el que se nos ofrece una muestra de la producción de Jesús Torres en la década que ahora termina. En 257-DISCOS 20/10/10 10:26 Página 79 D D I SI CS O C O S S STRAUSS-VERDI Cuentos de Andersen (2006), la música apoya, acompaña, glosa o sirve de fondo a la narración. Como se trata de cuatro cuentos, y puesto que hay una continuidad musical en las correspondientes partituras, podríamos hablar de algo parecido a una sinfonía en cuatro movimientos. Double (2004) nació de una reducción orquestal de un Concierto para acordeón y orquesta, en la que la parte del acordeón solista permanece igual que en la obra que le dio origen. Distintas, por lo tanto, las dos obras presentan sin embargo un doble rasgo común: el interés de sus respectivas propuestas y el atractivo del resultado sonoro en uno y otro casos. Si la primera es para recitador, acordeón, violín, violonchelo y piano, la segunda está escrita para acordeón solista, flauta, clarinete bajo, percusión, violín, violonchelo y piano. En ambas, es de gran importancia la parte interpretativa, aquí de gran nivel. El actor manchego Pedro María Sánchez le proporciona fuerza, emoción, equilibrio e intención a los cuentos escogidos: La abuela, El ángel, La pequeña cerillera, El traje nuevo del emperador. Magnífico el acordeón de Iñaki Alberdi, componente destacado en este CD. Y a gran altura la participación del Trío Arbós y del Ensemble Residencias, en el que bastante tiene que ver el primero. Música con gancho, pues, servida a través de notables versiones. José Guerrero Martín VERDI: Luisa Miller. LILAN SUKIS (Luisa), FRANCO BONISOLLI (Rodolfo), GIUSEPPE TADDEI (Miller), BONADLO GIAIOTTI (Walter), CHRISTA LUDWIG (Federica), MALCOLM SMITH (Wurm). CORO Y ORQUESTA DE LA ÓPERA DE VIENA. Director: ALBERTO EREDE. ORFEO C 784 102 ADD (Diverdi). 1974. 137’. ADD. R PN M eramente rutinario pero capaz de hacer reconocible el mundo verdiano, Erede se limita a seguir a los solistas y apoyarlos cuando hace falta, dando cierta unidad a un equipo un tanto heterogéneo, ya que la sensibilidad y ligereza mozartianas de Sukis poco tienen que ver con la labor bien extravertida de Boniso- Sabine Liebner BENDICIONES PARA LA EXCLUIDA USTVOLSKAIA: Cuando un político, un grupo de políticos o incluso un sistema traza una línea para excluir a aquellos artistas que no le gustan, que van contra lo que defiende el sistema (el paraíso futuro pero no presente en la tierra, el realismo socialista, el optimismo antropológico, las nuevas tendencias y la vanguardia, cualquier cosa), la victoria del político, el prelado, el grupo, el partido es cosa inmediata: anulación del extraño, del inasimilable, del disidente, del indeseable. El director de centro nacional puede rumiar su venganza. Pero esa victoria es sólo para el corto plazo. A la larga, la vergüenza cae sobre el prelado o el director del centro nacional, del Zdanov de turno, del Goebbels socialdemócrata, del censor neofranquista. Los soviéticos creyeron dominar a los artistas, ponerlos en su sitio, domesticar a esos orgullosos infatuados renuentes a servir al pueblo. Y anularon varias carreras, arruinaron varias vidas. En música nunca mataron a nadie, como nos recordaba hace tiempo Yuri Temirkanov en una entrevista. Mataron poetas, dramaturgos, narradores. No músicos. Aunque algunos quedaron marcados por el miedo para toda la vida. Hoy sabemos que no mataron ningún músico, pero entonces veías desaparecer gente como Meierhold y por ciertas señales creías que después te tocaba a ti. No cabía sino meterse en casa, callarse, trabajar en la medida de lo posible. Aunque el miserable director nacional de turno no estrenara las obras que componías. Algún día, estoy seguro, alguien hará una película, una serie, o una comedia o drama sobre un aspecto concreto de uno de aquellos músicos que creyeron que los iban a ir a buscar los de la troika alguna noche; concretamente, sobre el amor de ese músico por una de sus discípulas. Se llevan unos cuantos años, pero no es para tanto. Él, Dimitri Dimitrievich, nació en 1906, cuando todo era posible, incluso las catástrofes que sobrevinieron. Ella, Galina Ivanovna, en los tiempos de la hambruna, en 1919, con guerra civil y crisis del comunismo de guerra. Crecieron ambos en un sistema cada vez más opresivo para sus personas y sus obras. Él vivió unos cuantos años de relativa libertad en tiempos de la NEP, antes de las colectivizaciones y los planes quinquenales. Ella vivió ya la plena sovietización: tenía quince años cuando mataron a Kirov y se desencadenó el Gran Terror. En cuanto al amor de que hablábamos, sólo sabemos que ella le dio calabazas. Dimitri Shostakovich tuvo que casarse con otra. Pero fue uno de sus grandes promotores, protectores, mentores, por mucho que tampoco en la obra se sintiera ella muy próxima ni al espíritu ni a la letra del maestro. Era una moderna; esto es, una excluida. Murió el año en que se celebraba el centenario de su maestro y pretendiente. El ciclo musicadhoy de Xavier Güell le ha prestado atención a la obra de Galina Ustvolskaia (1919-2006). Lo hemos registrado aquí en 2006, pocos meses antes de su fallecimiento, y esta misma temporada. Ahora nos llega en doble álbum una especie de resumen vital (insuficiente como resumen, desde luego, pero significativo, y hasta luminoso) de la obra de Galina Ustvolskaia, desde lo críptico y lo disimulado de los nueve minutos y cuatro movimientos o episodios de la Primera Sonata (1947, fecha peligrosa) hasta lli. De ahí que la soprano encuentre los mejores hallazgos en momentos de introspección como la plegaria del acto II (donde sería preferible evitara unos llantos poco ortodoxos) o en el dúo con el padre y en la multitud de frases que jalonan el III, mientras sus límites se evidencian en el A brani, a brani, o perfido, demasiado amable para la situación. El Rodolfo del tenor, voz rica y talante muy de loggione, brilla sobre todo en el canto de fuerza, concretado especialmente en una lectura impresionante de la cabaletta. Matizado Miller el de Taddei, por un lado soldado autoritario, por otro de una ternura paternal sobresaliente, siempre Obras completas para piano. SABINE LIEBNER, piano. 2 CD NEOS 10904/05 (Diverdi). 2008. 91’. DDD. N PN los casi diez minutos de la Cuarta (1957, supuesto deshielo). Treinta años de silencio sonatístico: la Quinta y la Sexta no llegan hasta 1986-1988. El programa de Sabine Liebner se abre con Doce Preludios de 1953. La compositora decía que no tenía el don de explicar su música, sólo de componerla. Y lo decía con menos arrogancia, citamos de memoria. Ahora bien, Ustvolskaia advertía contra los análisis y teorías sobre su obra: si quiere usted acercarse a mis obras, no las analice y ni las teorice. Cita, también, de memoria. Atención: la obra de Ustvolskaia no es tanto objeto de discusión como sujeto de atenciones opuestas, los que se sienten atraídos, interesados (no puede decirse que fascinados, esta música no fascina, no embriaga tampoco) y los que prescinden de ella con más olvido que desdén. Y me refiero a gente interesada en la música de nuestro tiempo. No mitifiquemos a Ustvolskaia. Escribo esto como un intento de estímulo para el aficionado, pero comprendo que esta música seca, despojada y sin lirismo evidente exige demasiado y acaso rinde poco, al menos desde ciertos puntos de vista. Yo diría: atrévanse, adelante, no les va a morder esta música, pero puede enriquecerles. Y con una intérprete como Sabine Liebner, mejor todavía. Esto es, con este álbum se roza la excelencia. Santiago Martín Bermúdez algo menos protegido su canto cuando ha de ascender a las notas más agudas. Giaiotti hizo de Walter uno de los mejores logros de su carrera (lo grabó en estudio con Peter Maag en 1975 y en el Met con Levine dejó un documento visual de 1979). Esa afinidad con el personaje aparece contundente, valorada por ese 79 257-DISCOS 20/10/10 10:27 Página 80 D D I SI CS O C O S S VERDI-RECITALES personalísimo timbre que aquí parece encajar con soberana persuasión. La Federica de Ludwig es un lujo vocal y expresivo, aunque esta expresividad remita a otros universos distintos del verdiano. Smith pone en Wurm el esperado canallismo, de clima algo anglosajón. Fernando Fraga VIVALDI: Conciertos para fagot, vol. 1. SERGIO AZZOLINI, fagot. L’AURA SOAVE CREMONA. NAÏVE OP 30496 (Diverdi). 2009. 75’. DDD. N PN Después del violín, es el fagot el instrumento al que más conciertos dedicó Vivaldi, 37. La Edición Vivaldi de Naïve dedica un primer volumen a este sector de la extensa producción del compositor con siete obras (RV 471, 477, 484, 488, 493, 495 y 503) que tocan Sergio Azzolini y el conjunto L’Aura Soave Cremona, que encabeza Nicholas Robinson como primer violinista. Música con la estructura y el estilo típicos del maestro veneciano, que adquiere gran variedad en unas interpretaciones que buscan la individualidad de cada pieza mediante un tratamiento de la articulación, los acentos y el fraseo que se va adaptando constantemente al carácter de la música. Basta comparar el agresivo Presto de inicio de RV 495, todo acentos y rectas, con el mucho más relajado y curvilíneo Allegro con el que se abre RV 477 o con la gravedad del Allegro poco de RV 484, una de las obras más extraordinarias que aquí se incluyen, de un dramatismo intenso, con un incisivo y misterioso Andante en lugar del tradicional Largo de carácter lírico en el segundo tiempo. Drama y lirismo se mezclan en una visión teatral, apasionada, en la que el bajo continuo se pliega también permanentemente a las necesidades expresivas de cada pasaje, alternando tiorbas con guitarras, clave con órgano, rellenando lagunas y ocultándose con discreción cuando corresponde. Pablo J. Vayón 80 WIDMANN: Freie Stücke. Sieben Abgesänge auf eine tote Linde. Oktett. OLGA PASICHNYK, soprano. COLLEGIUM NOVUM ZÜRICH. Director: JÖRG WIDMANN. NEOS 10923 (Diverdi). 2009. 66’. DDD. N PN Tras el disco de Wergo, dedicado a la obra para solistas y conjunto de Jörg Widmann (n. 1973), se edita con celeridad otro monográfico de este autor alemán. El sello Neos opta por un programa mucho más variado. A la obra Freie Stücke, ya presente en Wergo, se agregan aquí una cantata poco relevante y un Octeto que hace referencia directa al clasicismo vienés, lo que deja más dudas que certezas acerca del perfil auténtico de este compositor. El disco que propone Neos se sostiene sobre la enorme calidad de la obra de apertura, las Freie Stücke, que ya fue saludada desde estas mismas páginas (SCHERZO nº 252) como una creación de peso. Sin embargo, las otras piezas despistan mucho sobre el valor real de la música de Widmann, pues la cantata Sieben Abgesänge auf eine tote Linde, de 1997, no aporta nada sobre el género, casi es una pieza de circunstancias y el Oktett, mucho más brillante, se mueve en un terreno que ya los mismos cultivadores del lenguaje de la vanguardia (Berio, Maderna, Boucourechliev) transitaron numerosas veces. El gesto consiste en tomar el esquema clásico para crear una pieza de nuevo cuño gracias al noble trato con el arsenal instrumental. Hay una deconstrucción, por así decir, del aparato formal original (Beethoven, Schubert), pues las variaciones y el tejido tímbrico al que es sometido el material pertenecen plenamente a nuestra época. Widmann retoma el interés de Holliger, con quien mantiene muy buena relación por su condición de clarinetista, por configurar un lenguaje de ahora que se suministre del legado del pasado, pero no como objeto de guardarropía, sino como fuente expresiva. El fuerte tono romántico, visible en el tratamiento de los timbres, en la morbidez de las líneas melódicas, el contraste entre las partes, apunta a que Widmann, antes que optar por la crispación sonora, prefiere los tonos medios, gustar al receptor con una disposición tímbrica que no Cinquecento EXULTANTE WILLAERT WILLAERT: Missa Mente tota. Motetes. CINQUECENTO. HYPERION CDA67749 (Harmonia Mundi). 2009. 71’. DDD. N PN La Misa Mente tota es seguramente obra de juventud de Adrian Willaert y está basada en la quinta parte del monumental ciclo de Josquin Vultum tuum deprecabantur. La pieza original josquiniana, que abre el CD, está escrita a 4 voces y resulta de una transparencia exquisita en esta soberbia interpretación del conjunto Cinquecento, sexteto vocal masculino que con apenas cinco discos en el mercado se ha encumbrado a un puesto privilegiado entre los grupos europeos dedicados a la polifonía renacentista. La misa de Willaert, a seis, de notable extensión (35’), con todas las secciones construidas a partir de cánones dobles y un aligeramiento de texturas en Benedictus y Agnus II (que son dúos), suena brillante y majestuosa en esta versión, pero también con un equilibrio, una elegancia, una fluidez y una dulzura extraordinarios. El himno O iubar, nostræ specimen salutis, compuesto por completo en polifonía, muestra la capacidad de Cinquecento para mantener igual prestancia con texturas en continua transformación (del dúo al sexteto), obteniendo una visión de serena contemplación, que contrasta con la exaltación final del Quid non ebrietas? a 4 o difiere, en realidad, de la que encontramos en la música de cámara del siglo XIX. Lo que destaca de las Freie Stücke es que estamos ante una obra de gran concentración, de intención casi minimalista. La morbidez de la versión del Ensemble Modern, en el sello Wergo, sigue aquí presente, pero es perceptible, en las secciones más ensimismadas (las nºs 2, 6, 10), un mayor trabajo del Collegium de Zúrich sobre la individualización de los instrumentos. El silencio es más patente también en la versión de Neos, pues la segunda sección parte casi de la nada para trazar una imponente secuencia de sonidos mantenidos sobre una levedad a punto de romperse. Francisco Ramos del extraordinario Verbum bonum et suave, a 6, cuya densidad contrapuntística queda admirablemente desbrozada merced a una versión que sin perder el sentido global y la intensidad expresiva del conjunto da espacio al matiz individual de cada timbre. El equilibrio y la sensibilidad por destacar los detalles expresivos de cada pasaje funcionan igual en un motete escrito para la reliquia de la Santa Sangre de Brujas, Laus tibi, sacra rubens, a 5 voces, y en Creator omnium, Deus, otra vez a 6, y con un canon como sustento formal. El disco se cierra con el homenaje póstumo que Cipriano de Rore dedicó a Willaert con Concordes adhibete animos, que se separa del lamento habitual en estas ocasiones para penetrar en el terreno del elogio postmortem, un sentido que entiende a la perfección Cinquecento con una interpretación exultante, rápida y brillantísima, con unos graves que por esta vez parecen sacrificados en pro de la retórica. Pablo J. Vayón WOLF-FERRARI: Intermezzo de “L’amore medico”. Obertura de “Il segreto di Susanna”. Preludio de “I quatro rusteghi”. Ritornello de “Il Campiello”. Suite veneziana. Trittico. Divertimento. Arabeschi. OVIEDO FILARMONÍA. Director: FRIEDRICH HAIDER. PHIARTIS PAV 0902 (Diverdi). 2009. 77’. DDD. N PN No es demasiado habitual encontrarse con discos con música de Wolf-Ferrari; y aún lo es menos que se trate de obras orquestales, y encima éste contiene tres primicias discográficas de interés. Pero es 257-DISCOS 20/10/10 10:27 Página 81 D D I SI CS O C O S S VERDI-RECITALES que además la interpretación corre a cargo de una orquesta poco común en un repertorio como éste, la estupenda Oviedo Filarmonía, en esta ocasión bajo la batuta de Friedrich Haider. Curiosamente, el programa empieza con lo más conocido de Wolf-Ferrari, los deliciosos fragmentos orquestales de cuatro de sus óperas más célebres, óperas que entroncan con la tradición dieciochesca veneciana, la de Goldoni y el gran Galuppi. Algo de la rica escritura orquestal de Richard Strauss también puede apreciarse en estos fragmentos encantadores interpretados aquí con gracia y precisión. Pero después vienen tres suites orquestales que hasta ahora estaban inéditas discográficamente. Y se nos presentan en óptimas condiciones, ya que suponen una justa reivindicación de una música digna de ser más y mejor conocida. En primer lugar, la Suite veneziana, de clara inspiración popular, auténtico homenaje de un compositor enamorado de su ciudad. También Venecia, en este caso sus majestuosas iglesias, inspiró el Trittico, de gran vuelo lírico y poética como la anterior. Más claramente neoclásico —según el peculiar y muy personal neoclasicismo de Wolf-Ferrari— es el Divertimento, cuyo carácter entronca con los fragmentos operísticos que abrieron el programa, que se cierra con los Arabeschi, otra delicia. Según parece, este sello y los mismos intérpretes se proponen grabar más música de Wolf-Ferrari. Ánimo. Queremos más. Josep Pascual RECITALES de Saba, destinada al ballet, es su última gran obra orquestal, y para crearla estudió a fondo la música oriental e incluso incluyó entre los temas más de uno auténticamente oriental además de conceder importancia al color instrumental para resultar más evocador. Por supuesto que tiene interés y la versión nos muestra la sabia escritura orquestal del maestro italiano, además de poder apreciar la belleza melódica de más de un momento y la riqueza en los contrastes subrayados hábil y eficazmente por la batuta… pero no es una obra maestra, ni de lejos, y a menudo suena peligrosamente cercana a una banda sonora de película bíblica. Lo mejor, sin duda, las prestaciones de una orquesta estupenda. Mucho mejor es la obra de Hindemith, en la que algo hay de sonoridades orientales pero cuya inclusión aquí se explica por la posibilidad que esta música ofrece para mostrar el alto nivel de la orquesta. Espectacular. Para terminar, una obra de Schmitt que, como la de Respighi, estuvo inicialmente destinada al ballet y es de clara inspiración oriental, La tragedia de Salomé. Pero es muchísimo más interesante, sin duda. Con razón la alabó Stravinski, quien dijo que era “una de las obras maestras de la música moderna”. Es el gran acierto del compacto, la gran aportación que hace a la discografía, ya que no abundan versiones de esta obra extraordinaria. Y la versión es sensacional… más aún, probablemente, como todo lo que contiene este disco, una versión que hace que nos descubramos ante la labor de esta orquesta a las órdenes de un director evidentemente experto. Josep Pascual SASCHA GOETZEL. Director. CAROLINE GOULDING. Obras de Respighi, Hindemith y Schmitt. FILARMÓNICA BORUSAN DE ESTAMBUL. Violinista. Obras de Kreisler, Corigliano, Schoenfield, Vieuxtemps, Gershwin-Heifetz y tradicional. CHRISTOPHER O’RILEY, JANINE RANDALL, pianos. ONYX 4048 (Harmonia Mundi). 2009. 78’. DDD. N PN D os obras de inspiración oriental, una de Respighi y la otra de Schmitt, y entre una y otra la célebre Metamorfosis sinfónicas sobre temas de Weber de Hindemith. Programa audaz, poco habitual y no exento de riesgo por el peligro de caer en el puro efectismo. La composición de Respighi, Belkis, reina TELARC 80744 (Índigo). 2009. 68’. DDD. N PN Nuevo disco que nos descubre a una joven violinista que lo es desde que era muy pequeñita y cautivaba a todo el mundo. Currículum la mar de presentable, instrumento histórico cedido por una institución que confía en ella, programa que permite mostrar su habilidad y su musicalidad… En fin, no es nuevo: una excelente violinista como hay tantas que tiene una brillante carrera por delante y de la que ahora nos llega su prometedor primer disco —o, al menos, su primer disco realmente importante. El programa es atractivo y no es la sucesión —a veces tan habitual— de piezas más o menos trilladas sino que se ha realizado de un modo inteligente y que tiene elementos que lo cohesionan además de dotarlo de interés. Así pues, tenemos algo más de una hora de música como mínimo agradable interpretada con convicción y solidez técnica. Poco más se puede pedir para el inicio de una carrera que, como decíamos, es de lo más prometedora. Veremos qué pasa. Josep Pascual INVA MULA. Soprano. Il bel sogno. Arias de óperas de Puccini, Verdi, Massenet y Gounod. FILARMÓNICA DE ZAGREB. Director: IVO LIPANOVIC. VIRGIN 6 94538 0 (EMI). 2009. 77’. DDD. N PN L a soprano albanesa lleva sus buenos quince años en la tarima de calidad operística y así lo hemos comprobado unos cuantos por sus grabaciones de integrales y sus actuaciones en vivo. Somos los mismos que advertimos ahora que este recital no da satisfactoriamente la talla de su arte. Mula es una soprano netamente lírica, con obvia facilidad para las agilidades, aplicada en la emisión, que domina cabalmente las dicciones italiana y francesa, y nos proporciona una placentera experiencia sonora gracias a la buena y pareja timbración de su órgano. Verla, por su parte, añade encanto y aprobación por su figura glamurosa y sus rasgos de impecable diseño. En esta muestra destacan los momentos menos líricos y más tensos de su menú: el delirio místico y erótico de Mireille por los desiertos de su comarca, la desazón de Thaïs ante el espejo que le anuncia su decrepitud, el impotente lamento de Violetta a pocos minutos de su agonía. En los demás casos, sin abolir la corrección, Mula no pasa de lecturas decorosas y escolares, acaso por falta de preparación o de inteligencia con el director de la orquesta, que proporciona un acompañamiento frugal y desatento. Incluso hay breves instantes de indecisión en la altura de alguna nota aguda, lo cual no puede achacarse a la aseada técnica de la cantante sino a factores accidentales que debieron evitarse en el registro definitivo. Blas Matamoro SIMON O’NEILL. Tenor. Padre e hijo. Escenas de Lohengrin, Sigfrido, El ocaso de los dioses y Parsifal. CORO DE LA ÓPERA CHAPMAN TRIPP. SINFÓNICA DE NUEVA ZELANDA. Director: PIETARI INKINEN. EMI 4 57817 2. 2009. 80’. DDD. N PN S i m o n O´Neill es un tenor neozelandés nacido en 1971, formado en los Estados Unidos y Gran Bretaña, cuya carrera no llega aún a la década pero que cuenta en su haber con intervenciones de primera importancia, como el Metropolitan neoyorquino o Riccardo Muti en el podio. Ha pasado de roles líricos (La flauta mágica, La novia vendida) al repertorio de empuje, especialmente con Wagner, al tiempo que se anuncia su primer Otello con Barenboim en la Scala milanesa. El timbre de O’Neill es claro y sus registros suenan ricos en toda la extensión de las exigencias wagnerianas, que requieren un tenor de spinto en el agudo pero con un centro ancho y un grave audible. El neozelandés cumple en toda la gama gracias a una impostación saludable y una dicción cuidadosa, y sabe dar matices líricos a su Lohengrin, de sensible heroísmo a su Siegmund e incauto a Siegfried, así como alucinación angustiosa a su Parsifal. Quizá pueda asegurar sus agudos que, a veces se oyen algo exigidos como si no “subieran” con soltura. Muy grata sorpresa proporciona el joven y maduro Inkinen, que propone un Wagner de opulento sensualismo sonoro (en especial cuando se queda solo en los dos interludios del Ocaso), un sentido del relato que va desde las tensiones parsifalianas a la beatitud lohengriniana, de la agitación de Siegmund a la de su hijo Siegfried. Bueno Parsifal es el padre de Lohengrin, así que se justifica el título del compacto. En fugaces colaboraciones se oyen Susan Bullock, Thomas Grace y John Tomlinson. Blas Matamoro 81 257-DISCOS 20/10/10 10:27 Página 82 D D I SI CS O C O S S RECITALES-VARIOS SVIATOSLAV RICHTER. Pianista. Obras de Chaikovski, Prokofiev y Bach. FILARMÓNICA CHECA. SINFÓNICA DE PRAGA. Directores: KAREL ANCERL, VACLAV TALICH. SUPRAPHON SU4014-2 (Diverdi).19541956. 72’. AAD/Mono. N PN M ateriales de fondo de armario que ya han aparecido anteriormente en el mercado en diversas presentaciones. Grabaciones de mediados de los cincuenta, con tomas monoaurales limpias de ruidos pero distantes, focalizadas sobre el piano solista y, en ciertos momentos, saturadas. Dicho esto, el valor histórico de las lecturas es innegable por los nombres que las firman. Escuchamos a un Richter musculado e impetuoso, técnicamente intachable y artísticamente fulgurante, enfrentado a obras con las que cinceló su cátedra. Poco hay que añadir sobre él haciendo los Primeros de Chaikovski o Prokofiev que no se haya escrito ya. Baste recordar que sin Richter, probablemente, esas dos obras no serían hoy como son. Respecto al Concierto BWV 1052 de Bach, es evidente que asistimos a algo superado en lo relativo a masa orquestal, sonoridad y concepto. Sería redundante entrar a poner objeciones a cuestiones dinámicas sobre esos tutti o a tantas otras cosas que, sencillamente, fueron producto de otra época y así hay que escucharlas. Sabiendo lo que uno oye, el disfrute no ha de ser pequeño. En ese sentido, entendido como documento sonoro, es como el disco adquiere su significado y su valor. No concluyamos sin aludir al gran trabajo de las batutas, pese a que la calidad de la grabación no permita su apreciación más que en parte. Aun así, lo que se puede escuchar es magnífico. Juan García-Rico VARIOS ALTO/MULTIPLES. Obras de Hindemith, Zimmermann, Berio, Grisey, Nunes, Carter, Binchois-Kröll, Boulez, Ockeghem-Maderna, Rihm, Harvey, GesualdoDesjardins y Fedele. CHRISTOPHE DESJARDINS, viola. 82 2 CD AEON AECD 0981 (Diverdi). 2008. 146’. DDD. N PN C hristophe Desjardins, el viola del Ensemble Intercontemporain, entrega para el sello Aeon un suntuoso estuche con un programa ambicioso y generoso en duración, una especie de panorama del material compuesto para viola en el siglo XX, en el que figura una obra de referencia, la Sequenza VI, de Berio, que ya este mismo instrumentista grabara en la integral del sello DG, y algunas licencias que hacen del recital una singular aventura sonora. El primer disco, titulado Solo, recoge piezas destacadas de las últimas décadas, mientras que el segundo, Multiples, acoge tanto obras antiguas arregladas por autores del XX (Maderna, Kröll), como piezas en las que el recurso a las nuevas tecnologías permite descubrir insospechadas prestaciones del instrumento. El resultado, con todo, es desigual, pues el interés de Desjardins por ofrecer composiciones muy recientes, como la de Fedele o la pieza Einspielung, de Nunes, muy poco elaborada y de sonoridad plúmbea, lleva a la dispersión. El programa, en realidad, merece la pena por darnos la oportunidad de escuchar una versión esplendorosa, sin rival alguno en la fonografía, del Prologue de Gérard Grisey, un momento de genio que deja en un lugar discreto al resto del recital. Desjardins nos descubre un concepto espacial de la pieza inédito hasta ahora y, además, consigue una sonoridad enriquecida, por decirlo así, pues los glissandos, trémolos y resonancias que pueblan la obra vienen suministrados aquí por un excelente, opresivo tratamiento electrónico. Al lado de la magistral Prologue, no obstante, resisten, en el presente registro, piezas muy concentradas como el Figment IV, de Carter, el Messagesquisse, de Boulez, en la que el autor francés abandona su puntillismo exacerbado para armar un tejido más compacto, muy sensual, de trazo muy suelto, que Desjardins trabaja con una finura asombrosa. El viola opta por una reducción para viola de la versión que Boulez hiciera de esta pieza en 1976 para siete violonchelos. La obra de Wolfgang Rihm es sorprendente, pues se trata de una lectura particular que el alemán hace en 1982 sobre FragmenteStille, an Diotima, el formidable cuarteto de Nono. Lo que oímos es una escritura posterior para cuatro violas, de 2003. No es esta Canzona nuova una obra a retener, pero sí es interesante comprobar cómo Rihm está siempre atento a multitud de estéticas, aunque sean tan contrarias a la suya, pues intenta aquí crear con la viola un mundo ensimismado que guarde alguna similitud con la mirada interior de Nono. La primera parte de la pieza, con sus sonidos sostenidos, más que recordar a Nono, parece entrar en el mundo estático de un Cage, pero en su segunda parte el discurso se acelera, se crispa y pierde todo su hálito. Algo parecido le sucede a Fedele, quien maneja la tecnología en Elettra para establecer un diálogo entre parte instrumental y procedimientos que remiten a la “Técnica IRCAM”, pero con resultados poco satisfactorios, pues el material se encrespa en exceso con cambios de dinámicas y fuertes contrastes que empobrecen el conjunto. Francisco Ramos A NOBLE NOYSE OF MUSICKE. Obras maestras vocales e instrumentales del Renacimiento inglés. THE ROYAL WIND MUSIC. Director: PAUL LEENHOUTS. LINDORO MPC-0118 (Diverdi). 2004. 63’. DDD. N PN D isco que en sus 22 cortes ofrece un v a r i a d o muestrario de obras vocales e instrumentales inglesas compuestas durante los reinados de Enrique VIII e Isabel I. Tres son de autores anónimos y hay pequeñas muestras de Thomas Tallis, William Byrd, Anthony Holborne, John Bull, John (Giovanni) Coprario y otros menos conocidos, entre los que destaca William Mure of Rowallan, del que se ofrecen cuatro interesantes obras para laúd, sacadas de un libro que lleva su nombre y que se conserva en la Biblioteca de la Universidad de Edimburgo. Además de ésta, se recurre a fuentes diversas, entre las que no podían faltar el Henry VIII’s Manuscript y el Mulliner Book, pertenecientes ambos al British Museum. Las piezas vocales, cinco en total, corren a cargo del contratenor Christopher Field, que se muestra como un excelente cantante, acompañado al laúd o al virginal o por un consort de flautas dulces denominado The Royal Wind Music, realmente inusual. Se trata de un doble conjunto de seis flautas dulces renacentistas que abarcan desde una sopranino que mide quince centímetros hasta una espectacular sub-contrabajo que mide más de tres metros, conjunto que también interpreta a solas una obra de Byrd y otra de Holborne. Fundado por el flautista Paul Leenhouts, su participación en el disco es notable, pero no tanto como para ser el único del que se hace mención en la portada. Una destacada actuación tiene también el laudista Israel Golani y el citado Christopher Field. El disco se escucha con agrado, aunque la grabación, que se ha efectuado en dos diferentes iglesias, holandesa una y alemana la otra, es en ambos casos en exceso reverberante. Quizás la mezcla de tipos de obras y compositores es excesiva, aunque todos tienen el común denominador de su pertenencia al renacimiento inglés. A pesar de ello y del título del disco, lo primero que se agradece es encontrarse los comentarios en castellano nada más abrir el librillo. Una editora que se llama Lindoro, sevillana ha de ser. José Luis Fernández BALTIC RUNES. Obras de Tormis, Sibelius, Kreek y Bergman. CORO FILARMÓNICO DE CÁMARA DE ESTONIA. Director: PAUL HILLIER. HARMONIA MUNDI HMU 807485. 2008. 69’. DDD. N PN Paul Hillier y el Coro Filarmónico de Cámara de Estonia prosiguen su exitosa colaboración con Harmonia Mundi, y lo hacen insistiendo en un repertorio coral que parece inagotable: el báltico-escandinavo. Runas bálticas es el título de su nuevo trabajo, y bajo su paraguas reúne una serie de composiciones que tienen en común diferentes acepciones del término “runa”, ya sea como “un carácter con poderes misteriosos” o como un “ensalmo provocado por cantos mágicos”. De ahí el aroma folclórico que tienen las piezas de los estonios Cyrillus Kreek (1889-1962) y Veljo Tormis (1930), mientras que Rakastava, de Jean Sibelius (1865-1957), se acerca más al terreno de la epopeya y el mito, y Lapponia, de Erik Bergman (1911-2006), lo hace al del ritual chamánico. Esta última obra es precisamente la más original de 257-DISCOS 20/10/10 10:27 Página 83 D D I SI CS O C O S S RECITALES-VARIOS las aquí recogidas, y también la de escucha más ardua, pues toda ella está construida a base de onomatopeyas, gritos y efectos vocales que pulverizan la idea de canto. Si se entra en el juego que propone, puede llegar a sorprender; si no, lo más fácil es que provoque un ataque de nervios… En todo caso, es un producto típico de la década de 1970 que hoy suena un tanto envejecido, más, curiosamente, que las piezas de sabor folclórico. Sobre la interpretación, poco que decir que no sea alabar su precisión, transparencia, virtuosismo y sabor idiomático. Juan Carlos Moreno ESPAÑA. A CHORAL POSTCARD FROM SPAIN. Obras de Rodrigo, Alcaraz, Olaizola, Obradors, Montes, García Martín, Azurza y otros. OLATZ SAITUA, soprano; JAGOBA FADRIQUE, barítono; LAIA CORTÉS, soprano. CORO CERVANTES. Director: CARLOS ARANSAY. SIGNUM SIGCD196 (LR Music). 2009. 71’. DDD. N PN Un sugestivo paseo coral y musical nos propone este CD del sello Signum Classics. Un vasto paseo por la España varia y plural en la que están representadas las comunidades de Madrid, Valencia, País Vasco, Andalucía, Murcia, Cantabria, Galicia, Valencia, Extremadura, Baleares, Cataluña, Castilla y León, Asturias, Navarra, Aragón, La Rioja y Castilla-La Mancha. La gran peculiaridad, sin embargo, es que este amplio y rico recorrido de melodías populares se nos propone desde fuera de nuestro país, desde Londres (de ahí el título de A choral postcard from Spain). Y quien nos invita a ello es el magnífico Coro Cervantes, único grupo profesional del Reino Unido dedicado a la música clásica de la península ibérica y Latinoamérica. Fundada en 1995 por el tarraconense Carlos [Fernández] Aransay, bajo los auspicios del Instituto Cervantes de la capital inglesa, esta agrupación de cámara, normalmente integrada por dieciséis cantantes, hace gala de una gran calidad después de haber sabido aunar perfectamente voces británicas y españolas en una modélica demostración de bien hacer tanto en lo estilístico como en lo expresivo. A la acertada y original traslación del segundo movimiento del Concierto de Aran- Carles Magraner LA HISTORIA BIEN CONTADA MORESCA. Romances y cantigas entre moros y cristianos. CAPELLA DE MINISTRERS. Director: CARLES MAGRANER. CDM 1028 (Diverdi). 2010. 66’. DDD. N PN L os cuatrocientos años de la expulsión de los moriscos, que por su número afectó especialmente a los que vivían en el reino de Valencia, no podía dejar indiferente a Carles Magraner y su Capella de Ministrers, como no sorprenderá a cualquiera que conozca su trayectoria. Con tal motivo, no han realizado un libro-disco como los dedicados a Jaume I o a Ausiàs March, han inventado el mosaico-disco, preciosa y oportuna presentación del contenido musical. El contenido de Romances y cantigas entre moros y cristianos comprende la grabación de seis de las Cantigas de Santa María, la mitad de ellas en versión instrumental; tres obras del Cancionero de Palacio; varias para voz y vihuela de Milán, Fuenllana, Narváez y Pisador, así como otras anónimas y tradicionales, unas del bando cristiano, otras del musulmán, más el juez, de Joaquín Rodrigo, tantas veces versionado, siguen canciones populares repetidamente escuchadas, con más o menos difusión entre nosotros. Así, por ejemplo, El Vito, El cant dels ocells, Adiós Granada, Xivarri, Al paño fino, Riverana… Hasta un total de veinticuatro. Textos de García Segura, Boyer, Sagarzazu, Rosalía de Castro, Gabriel y Galán, Gandiaga, Francisco Pino, Garcés, Mingote, Cases, Cervantes, Verdaguer y otros populares tradicionales. Un compacto de muy grata escucha y oportuna publicación. José Guerrero Martín ROSE TRES BELLE. Canciones y polifonías de damas troveras. DIABOLUS IN MUSICA. Director: ANTOINE GUERBER. ALPHA 156 (Diverdi). 2008. 71’. DDD. N PN romance sefardí tradicional de Marruecos La reina Sherifa mora. Además de ésta, el disco contiene otra obra característica del pensamiento del exilado, el Soneto del faraón de España, debido posiblemente al poeta morisco Ibrahim Taybili, en la que compara a Felipe III con el faraón que expulsó de Egipto a los israelitas y aquí que se canta como contrafactum utilizando la música del soneto de Mudarra Por ásperos caminos. Esta técnica, de uso corriente entonces, también se utiliza para los romances anónimos Moricos, los mi moricos y La mora moraima, con música de Juan del Encina. No podían faltar la célebre Levanta Pascual, levanta de este último, así como el anónimo Tres morillas m’ enamoran en Jaén, ambos recogidos en el Cancionero de Palacio. Uno de los aspectos más notables de esta nueva grabación de CDM, además del habitual trabajo de investigación musicológica que siempre precede a las suyas, es la conseguida sensación de estar oyendo algo en vivo, aunque se haya realizado en estudio y de que lo interpretado no es No se conservan melodías de mujeres troveras y sólo una de una trobairitz (trovadora), la famosa A chantar de Beatriz de Dia, pero ese no es el tema de este disco, que en realidad se afana en encontrar la voz femenina entre las piezas de los troveros masculinos, lo cual no es tan complicado, pues el amor cortés, temática casi exclusiva tanto de troveros como de trovadores, siempre fue cosa de dos, y en las canciones del siglo XIII resulta relativamente fácil encontrar piezas escritas desde la perspectiva de la mujer. Guerber recurre a muchas obras anónimas y también a algunos de los nombres de troveros más célebres, como los de Jehan de Lescurel y Richard de Fournival, aunque se permite algunas fría música “culta”, sino música cantada por el pueblo, como en realidad lo era. Contribuyen mucho a ello las voces de Pilar Esteban y Jordi Ricart y sus emisiones naturales y espontáneas, así como el sabio manejo instrumental y la naturalidad de la toma sonora. En conclusión, un disco excelente tanto por su contenido musical como por su interpretación. La atractiva presentación y las notas acompañantes, con interesantes consideraciones sobre diferentes aspectos de este contenido y los hechos históricos que lo motivaron, son otros sumandos que llevan a valorar este disco con la nota más alta. José Luis Fernández licencias, como añadir segundas voces y desarrollar estampidas propias a partir de algunos temas. El repertorio de troveros y trovadores era por completo monódico, si bien Guerber introduce también algún que otro rondeau y un motete polifónicos, de relación algo laxa con la lírica trovera. En cualquier caso lo que dominan son las chansons, pero se incluyen también ballades, virelais y un fragmento de un lai. Diabolus in Musica está aquí formado por un trío de sopranos con acompañamiento instrumental de flauta travesera, arpa, fídula y percusiones varias. Las versiones optan por el lirismo, la claridad, el refinamiento de la prosodia y la palabra y la levedad en los acompañamientos, sin estridencias ni colores saturados. Pablo J. Vayón 83 257-DISCOS 20/10/10 10:27 Página 84 D D I SI CS O C O S S VARIOS Patricia Petibon, Andrea Marcon APASIONADAMENTE ROSSO. Arias barrocas italianas. Patricia Petibon, soprano. ORQUESTA BARROCA DE VENECIA. Director: ANDREA MARCON. DEUTSCHE GRAMMOPHON 477 8763 (Universal). 2009. 75’. DDD. N PN El título del CD apela al color del pelo de Patricia Petibon (Montargis, 1970) o tal vez al apodo por el que es conocido Antonio Vivaldi, aunque también podría ser una simbólica referencia a la pasión que suele representar en nuestra cultura el rojo, pues este trabajo de la soprano francesa parece poner precisamente el énfasis en el carácter pasional del repertorio al que se acerca. Aunque centrado principalmente en la figura de Haendel (hay arias de Alcina, Rinaldo, Ariodante y Giulio Cesare), el disco incluye también fragmentos de Sartorio (Giulio Cesare, Orfeo), Stradella (San Giovanni Battista), A. Scarlatti (Griselda, Sedecia), Porpora (Lucio Papirio), Vivaldi (L’Olimpiade) y B. Marcello (Arianna). A punto de cumplir los 40, Petibon conserva un instrumento de extraordinaria agilidad, que no tiene el menor problema con los pasajes de coloratura, aunque a más de uno resultarán irritantes esos grititos en el límite del registro en las ornamentaciones de algunas arias, como en el Tornami a vagheggiar de Alcina o en el Siam navi all’onde algenti de L’Olimpiade. Pareciera que la soprano francesa ha interiorizado tanto su papel de la Olimpia offenbachiana que tiene que ir dejando rastros muñequiles de ella por doquier. Resulta en cualquier caso muy estimable que la cantante anteponga su voluntad expresiva a la fría ortodoxia. Sus da capo resultan siempre imaginativos, aunque a veces la extrema libertad le lleva a emplear algunos recursos espurios que la conducen hasta el amaneramiento: así en Se il mio dolor t’offende de la Griselda de Scarlatti, con reguladores y efectismos descriptivistas (por ejemplo, sobre el término “eco”) que terminan casi en la caricatura. En las arias lentas, Petibon se esfuerza por resultar expresi- va, aunque su vehemencia pueda parecer excesiva en Ah! mio cor de Alcina, con hondos suspiros incluidos en el da capo y unos graves que se hacen brumosos y descolocados, con abundantes cambios de color. Sin embargo, el famoso Lascia ch’io pianga de Rinaldo está hecho con admirable sentido de las proporciones y de la prosodia, hasta lograr una contenida emoción. Muy realista se muestra la soprano francesa en la interpretación de la Ariadna de Marcello, a la que se le escapan algunos gemiditos, como en la Eurídice de Sartorio, casi un hilo de cristal en los agudos. En el Piangerò de la Cleopatra haendeliana exprime el patetismo de forma extraordinaria, sin necesidad de demostraciones exageradas de personalidad en el da capo. También destaca esta famosa aria por su contrastante parte central, aquí de lúcida intensidad dramática. El carácter manipulador de la reina egipcia es destacado en cambio en el Quando voglio de la ópera homónima (y basada en un libreto común) de Sartorio, un aria cuyo carácter chispeante es realzado por un acompañamiento en el que se incluyen castañuelas. En general, Marcon y su orquesta siguen el guión a la perfección, ofreciendo líneas flexibles en los momentos más sentimentales y arreando auténticos martillazos en las partes de bravura, con merecida mención para el aria vivaldiana, que parece en último término la inspiración definitiva para el título de este recital que dividirá seguramente a los aficionados entre estupefactos adoradores y encendidos detractores. Pablo J. Vayón Jordi Savall MEJOR QUE MEJOR LA VIOLA CELTA II. Obras de O’Carolan, Gow, Hunter, MacDonald, Skinner, anónimos del Manchester Gamba Book e irlandesas y escocesas tradicionales. JORDI SAVALL, viola soprano y viola baja; ANDREW LAWRENCE-KING, arpa irlandesa y salterio; FRANK MCGUIRE, BODHRAN. ALIA VOX AVSA 9878 (Son Jade). 2010. 74’. SACD. N PN No por previsible menos deseado, este segundo disco de Savall dedicado a la viola celta contradice manifiestamente el contenido de la célebre frase relativa a las segundas partes. No es de extrañar, dado que en el primero manifestaba el músico catalán haber analizado unas 10.000 obras recopiladas en diferentes manuscritos, entre ellos el gran descubrimiento de 84 1970 llamado Manchester Gamba Book, de las que había seleccionado 29 para su primer disco. Semejante yacimiento ha de contener mucha piedra preciosa y este segundo volumen incluye otras 28, que se han agrupado por tonalidades en siete series, sets o suites, ya que se trata siempre de aires y danzas, recibiendo cada subconjunto una denominación relacionada con su contenido. En el primer disco, las violas usadas eran tres violas soprano, pero por las características de las obras ahora seleccionadas utiliza Savall en tres de las suites una lyra viol o viola baja, de sonido más cálido que la viola soprano, que es usada para interpretar las restantes. Tan sólo la suite denominada Abelgerdie Castle se interpreta con lyra viol sola, ya que en las demás la viola correspondiente goza de acompañamientos con arpa irlandesa o con salterio, que son improvisados por Andrew Lawrence-King conforme a lo que se sabe sobre la práctica del acompañamiento en esas épocas. En algunas obras se suma el tambor irlandés llamado bodhran, muy utilizado también por los grupos de música folk céltica y cuyo intérprete es aquí Frank McGuire. Todo lo dicho en el comentario al primer disco, publicado en el número 243 de esta revista se mantiene y si se enmienda es, en tal caso, para mejorar la opinión. No teman encontrar el menor asomo de monotonía, pues desde las imitaciones del sonido de la gaita que figuran en el manuscrito de Manchester, conseguidas gracias a determinadas afinaciones, hasta la nostalgia contenida en el Planxty Irwin del célebre arpista O’Carolan, considerado el músico nacional de Irlanda y que algunos sostienen pudo llegar a influir en Vivaldi en la composición de varios de sus conciertos, todo el disco es una sucesión ininterrumpida de deliciosas danzas e inspiradas melodías. José Luis Fernández 257-DISCOS 20/10/10 10:27 Página 85 257-DISCOS 20/10/10 10:27 Página 86 D V I SD C O S D CRÍTICAS de la A a la Z D V D BIZET-MASCAGNI Yannick Nézet-Séguin EXCITANTE BIZET: Carmen. ELINA GARANCA (Carmen), ROBERTO ALAGNA (Don José), BARBARA FRITTOLI (Micaela), TEDDY TAHU RHODES (Escamillo). CORO Y ORQUESTA DEL METROPOLITAN DE NUEVA YORK. Director musical: YANNICK NÉZET-SÉGUIN. Director de escena: RICHARD EYRE. Director de vídeo: GARY HALVORSON. 2 DVD DEUTSCHE GRAMMOPHON 073 4581 (Universal). 2010. 176’. N PN Eyre se vuelca en una fundamental dirección de actores y todo está trabajado para que los personajes y la historia (ambientada en los años 40 del pasado siglo) se plasmen con enorme fuerza y sensualidad, algo que viene captado magníficamente por la cámara de Halvorson, con unos decorados giratorios, parcos y algo imprecisos pero funcionales, que adquieren mayor relieve en los actos III y IV. El vestuario, asimismo de Rob Howell, se complementa hábilmente con ellos. La relación de la pareja protagonista se revela de forma contundente, revalorizada por una actuación notable de Alagna y extraordinaria de Garanca. Ésta domina completamente la escena: hermosa como pocas, traza una gitana de variados matices, increíble fuerza visual, apoyada en unos medios cálidos y suntuosos, sin ninguna fisura ni debilidad. Puede que el canto o el fraseo pudieran ser susceptibles de superiores sutilezas, pero el CILEA: Adriana Lecouvreur. MARCELLA POBBE (Adriana), FEDORA BARBIERI (Principessa), NICOLA FILACURIDI (Maurizio), OTELLO BORGONOVO (Michonnet). CORO Y ORQUESTA DE LA RAI DE MILÁN. Director musical: ALFREDO SIMONETTO. Director de escena: ENRICO TOVAGLIERI. IMMORTAL IMM960025. (Diverdi). 1955. 131’. N PN L os estudios 86 de la Radiotelevisione Italiana hicieron una gran labor en la difusión de la ópera y tanto a través de la radio o de la televisión consiguieron una programación de buen nivel. Ahora se nos presenta una propuesta del 26 de marzo de 1955, en personaje está ahí con toda su presencia y mucha esencia. Fascinante, en la exacta extensión de la palabra. Alagna aprovecha la inmediatez de su riqueza tímbrica, con un registro agudo a veces algo dañado, pasando un poco por alto el lirismo de los primeros actos (con un discutible y provocativo si bemol en el aria) para volcarse luego más por el lado dramático del personaje, siempre con una notable prudencia al atacar las notas altas. Un Don José que acaba convenciendo sobre todo en el dúo final donde, con la preciosa colaboración de Garanca, es capaz de poner los pelos de punta. De Frittoli podría esperarse una Micaela, aquí dibujada menos ñoña que de costumbre, de mayor contundencia. Le sobra voz (tan ricamente dotada, sólida pese a algún descontrol del vibrato) pero le falta encanto, elocuencia. Al contrario que al Escamillo del neozelandés Tahu Rhodes, quien saca un buen rendimiento escénico a su popular página solista, compensando en parte su vocalidad modesta y restringida con el físico y la desenvoltura fácilmente asociables al torero. Muy apropiadas, bien encajadas en la acción, la cubana Elizabeth Caballero como Frasquita y Sandra Piques Eddy como Mercedes. Extraña ver a Earle Patriarco en un personaje comMilán, Adriana Lecouvreur de Cilea, en blanco y negro, con una escena clásica con detalles que muestran conocimiento de la época y un planteamiento de grabación que da prioridad a los primeros planos, que enmarca de forma suficiente la dramaturgia de la obra, todo bajo la supervisión de Enrico Tovaglieri. La dirección musical está a cargo de Alfredo Simonetto que sabe dar ese aire de “verismo de salón” que tiene la obra contrastando los momentos de mayor capacidad melódica con los que expresan una cierta tensión. El reparto esta encabezado por la bella soprano Marcella Pobbe, que los aficionados españoles recuerdan, cantante profesional siempre con un buen nivel, destacando en la parte escénica por la gran expresividad de sus ojos que indican las vicisitudes que vive. Su ena- primario como Dancairo, con medios más atractivos para Zúñiga que Keith Miller, aunque éste a su favor añada una atractiva apariencia personal. Los bailarines Maria Kowroski y Martin Harvey, muy ocupados en este montaje, aportan un buen complemento danzable. El joven y fogoso canadiense Nézet-Séguin dirige la partitura con los recitativos cantados, con unos pocos diálogos hablados y ligeros cortes, combinando adecuadamente los momentos brillantes con los íntimos, dejando que salga a la luz la riqueza y poderío de tan deslumbrante orquestación. La velada la presenta de nuevo Renée Fleming, con las habituales entrevistas (éstas sin subtítulos: hay que aprender inglés) y con su acostumbrada comodidad. Fernando Fraga morado es el tenor griego Nicola Filacuridi que años antes, en 1951, ya había grabado la ópera en disco junto a Mafalda Favero. Es un artista efectivo con una línea canora apasionada, que remarca el amor por Adriana, pero también su ambición por el poder que lleva al desenlace final. Junto a ellos la gran Fedora Barbieri que aporta su potente voz y un canto rotundo y profundo, expresado claramente su deseo de venganza, completando el reparto el efectivo Otello Borgonovo. Albert Vilardell 257-DISCOS 20/10/10 10:27 Página 87 D V D BIZET-MASCAGNI DONIZETTI: DONIZETTI: Le convenienze ed inconvenienze teatrali. DONATA D’ANNUNZIO LOMBARDI (Daria), ENRICO MARABELLI (Procolo), PAOLO BORDOGNA (MammiAgata), STEFANIA DONZELLI (Luigia), DANILO FORMAGGIA (Guglielmo), DOMENICO COLAIANNI (Biscroma). CORO DEL TEATRO DELLA FORTUNA – MEZIO AGOSTINI. SINFÓNICA GIOACHINO ROSSINI. Director musical: VITO CLEMENTE. Director de escena: ROBERTO RECCHIA. Director de vídeo: GIANCARLO CAPELLANI. L’elisir d’amore. EKATERINA SIURINA (Adina), PETER AUTY (Nemorino), ALFREDO DAZA (Belcore), LUCIANO DI PASQUALE (Dulcamara), ELIANA PRETORIAN (Giannetta). CORO DE GLYNDEBOURNE. FILARMÓNICA DE LONDRES. Director musical: MAURIZO BENINI. Directora de escena: ANNABEL ARDEN. Director de vídeo: ROBIN LOUGH. BONGIOANNI AB 20016 (Diverdi). 2009. 151’. N PN E ste DVD es un ejemplo de cómo, con imaginación, se puede superar la limitación de medios, que se sustituye con ideas, capacidad de equipo y entrega. La ciudad de Fano está en la costa Adriática, cerca de Pésaro y su Teatro della Fortuna tiene una serena belleza y fue una gran decisión la puesta en escena de Le convenienze ed inconvenienze teatrali, de Gaetano Donizetti, obra que por su calidad y sentido de la comicidad tendría que tener una presencia más habitual en los escenarios. La dirección escénica de Roberto Recchia es trepidante, situando la acción en dos planos distintos y colocando a la orquesta en medio, con un director que participa de forma efectiva en la acción de la obra y remarcando la picardía de la misma, las envidias y divismos del teatro, con un gran sentido de la efectividad, consiguiendo crear una velada muy divertida. Para ello cuenta con la presencia de Paolo Bordogna en el papel travestido de MammiAgata, que está literalmente sensacional, remarcando el carácter femenino, sin caer en tonterías, y autoritario del personaje, hábil manipulador y que además estimula a sus compañeros durante toda la obra. Donata D’Annunzio Lombarda se muestra como una diva caprichosa de forma muy expresiva, mientras que Danilo Formaggia da el carácter superficial y ridículo al tenor alemán, todo ello junto a un grupo de cantantes correctos. Albert Vilardell OPUS ARTE OA 1026 D (Ferysa). 2009. 126’. N PN Es sabido desde siempre el trabajo y la calidad con que se realizan las producciones realizadas en Glyndebourne, con su correspondiente y sucesivo disfrute. Este Elisir no es una excepción. Muy bien organizada desde el foso por un especialista donizettiano como es Benini, el montaje de Arden, quien regresaba al festival inglés tras el éxito incuestionable de un programa doble Rachmaninov-Puccini de 2004, saca mucho provecho a situaciones y personajes sin forzar la narración, sin tergiversar su contenido original, sin caprichosas propuestas, disparates impresentables o fanfarronadas al uso. Un cierto encanto femenino recorre su deliciosa y también sutil propuesta, donde todo está estudiado y asimilado y tras la cual se evidencia una excelente mujer de teatro y una no menos inteligente manera de introspección psicológica. El tenor inglés Auty de dicción impecable, tiene una hermosa voz, límpida y clara y, si su juego canoro es algo avaro de regulaciones, compensa con una utilización provechosa del flujo melódico al que suma una caracterización ajustada y una interpretación nunca decepcionante, la de un Nemorino totalmente simpático y amoroso. Siurina, transparente y luminosa voz lírica sopranil, con un toque de penetrante agresividad tímbrica, es la intérprete que sabe traducir Norina a través de sus diversos estados de ánimo. Consigue componer una pareja perfecta con el tenor. El arte de Di Pasquale se encuadra sin problemas en la categoría del bajo bufo italiano, el que precisa Dulcamara, añadiendo una voz nada desdeñable (incluso digna de mayores empeños) y unas maneras de decir que son las típicas del género, nunca con exageraciones o violencias gratuitas. El mexicano Daza (el Lescaut berlinés de Villazón y Netrebko) cuenta con la disposiciones vocales y escénicas suficientes para sacar adelante un Belcore merecedor de elogios. Este cuarteto no hace de menos, pese a la menor importancia del rol, a la pizpireta Giannetta de Pretorian. Es preciso dar constancia también de la labor del actor James Bellorini, siempre comentando o ampliando la actuación de Dulcamara como su astuto y burlón asistente. Un logrado Elisir, uno más para añadir a la lista de los ya existentes. Es una ópera que, en imágenes, goza de muy buena suerte. Fernando Fraga HUMPERDINCK: Hänsel y Gretel. KLAUS KUTTLER (Pedro), ROMELIA LICHTENSTEIN (Gertrudis), SUSANNE KREUSCH (Hänsel), BERNARDA BOBRA (Gretel). CORO DE NIÑOS DE LA ESCUELA SUPERIOR DE MÚSICA DE BLINDENMARKT. CAPELLA ISTROPOLITANA. Director musical: MARTIN HASELBÖCK. Director de escena: MICHAEL STURMINGER. NEW CLASSICAL ADVENTURES 60208. 2009. 103’. N PN E n el marco de la Burgarena Rheinsberg, al aire libre y en plan veraniego, esta versión aprovecha la realidad de un paisaje montañoso y un bosque para ambientar el cuento musical de Humperdinck. La propuesta es sabrosa y algo confusa. Empieza con realismo a tope: una casita de hoy con gente de hoy pero, claro, Hänsel no es un chico, es una señorita, y Gretel es una cantante de la edad de su madre. La cosa comienza al crepúsculo y la noche es de veras noche mas, a la mañana siguiente, hay que encender luces eléctricas para simular el día. Finalmente, la parte sobrenatural de la historia (bruja y hadas, conjuros y pases mágicos) se resuelve mostrando el artificio, es decir muy lejos de cualquier realismo y con un aire de fin de curso. La dirección de actores es cuidadosa e imaginativa. Todos parecen imbuidos de su tarea. La casa de la bruja, surgiendo de la tierra y volviendo a ella, resulta un hallazgo. Los cantantes se desenvuelven al límite de lo requerido y la pequeña orquesta suena de maravillas, limpia, pimpante, narrativa. El público, cercano al tablado y a veces mezclado con los actores, se divierte y celebra en grande la ocurrencia. Blas Matamoro MASCAGNI: Cavalleria rusticana. JOSÉ CURA (Turiddu), PAOLETTA MARROCU (Santuzza), CHEYNE DAVIDSON (Alfio), IRÈNE FREIDL (Lucia), LILIANA NIKITEANU (Lola). LEOCAVALLO: I pagliacci. JOSÉ CURA (Canio), FIORENZA CEDOLINS (Nedda), CARLO GUELFI (Tonio), GABRIEL BERMÚDEZ (Silvio), BOIKO ZVETANOV (Beppe). CORO Y ORQUESTA DE LA ÓPERA DE ZÚRICH. Director musical: STEFANO RANZANI. Director de escena: GRISHA ASAGAROFF. Director de vídeo: NELE MÜNCHMEYER. ARTHAUS 101489 (Ferysa). 2009. 151’. N PN V aya por delante la estupenda labor del director de escena, que ha resuelto este par de obras fundacionales del verismo con un realismo depurado y cuidadoso, incluso con oportunos traspasos de época, a la Italia de los años de 1940. con elementos escuetos pero indispensables, una estructura de dos niveles común a ambas óperas y un vestuario de una variedad, inteligencia cromática y funcionalidad ejemplares, Asagaroff marcó hasta el último detalle del último figurante, dando realidad a sus perfiles con una riqueza de actitudes y retratos que los implacables primeros planos de la televisión logran subrayar. Sombrío en Mascagni y colorido y tragicómico en Leoncavallo, el mundillo aldeano quedó rescatado con toda consecuencia. El otro director, el del podio, sirvió con un equilibrio y una atenta sensatez de tiempos a un canto sentido y sobrio. Los elencos respondieron, en general, con homogénea obediencia a la dirección actoral. Todos cumplieron en Cavalleria, en especial Santuzza, siempre en escena y eje de la tragedia de honor campesino, lo que completó con medios vocales sucintos pero perfectamente manejados. Turiddu tuvo la fuerte presencia y el sutil juego psicológico del mejor Cura, compensando cierta disi- 87 257-DISCOS 20/10/10 10:27 Página 88 D V I SD C O S D MASCAGNI-STRAVINSKI dencia de registros entre un pasaje débil, un centro oscuro y un agudo rutilante. Alfio, de voz modesta, dio en la diana de su parte e igualmente, y con perfectos physiques du rol, Lola y Lucia. En Pagliacci Cura exageró la comicidad, el alcoholismo y la desesperación melodramática de su personaje, pero se empleó a fondo y acabó convenciendo por la fuerza de su faena. Cedolins hizo una Nedda suntuosa de medios, apetitosa de aspecto y justa de modales. Bermúdez, como siempre, estuvo correcto y de bella corporeidad. Deficiente, el Tonio. Cumplido, el Beppe. En general, la vivacidad y el ajuste de la toma en vivo y la cálida aceptación del público, contribuyen a un resultado globalmente brillante. Blas Matamoro ROSSINI: La cambiale di matrimonio. VITO PRIANTE (Tobia), JULIJA SAMSONOVA (Fanny), DANIELE ZANFARDINO (Edoardo), GIULIO MASTROTOTARO (Slook), TOMASZ WIJA (Norton), FRANCESCA RUSSO ERMOLLI (Clarina). FILARMÓNICA DE WÜRTTEMBERG. Director musical: CHRISTOPHER FRANKLIN. Directora de escena: ANNETTE HORNBACHER. Director de video: MARK POEPPING. BONGIOVANNI AB 20017 (Diverdi). 2006. 73’. N PN 88 S egunda ópera de Rossini, y aun sin llegar a ser una partitura completa, ya surgen en La cambiale de matrimonio muchas de las características del genio de Pésaro, tanto en el esquema de la trama, como en la transparencia de la música. Esta producción, dirigida por Annette Hornbacher, se dio julio de 2006, en el Festival de Wildbad dedicado a Rossini e intenta adaptar las situaciones a la vida moderna, con un despacho lleno de relojes y una actividad como de agente de cambio y bolsa. La idea podía ser aceptable pero en su desarrollo se cae con frecuencia en la risa fácil, en la escena exagerada, con lo que la visión escénica queda algo distorsionada y no se aprovechan de forma suficiente las situaciones ni las posibilidades teatrales de los cantantes, con lo que todo transcurre sin especial interés. Mejor resulta la prestación de la Filarmónica de Württemberg, dirigida por Christopher Franklin, con una visión vital, chispeante y cohesionada. El grupo de cantantes se mueve en un nivel correcto, con Julija Samsonova que sabe dar un cierto carácter a Fanny y algo limitado Daniele Zanfardino como su enamorado Edoardo. El personaje de Tobia Mill, a cargo de Vito Priante, queda algo desdibujado, al igual que el Slook de Giulio Mastrototaro. Albert Vilardell ROSSINI: Moïse et Pharaon. ILDAR ABDRAZAKOV (Moïse), ERWIN SCHROTT (Pharaon), GIUSEPPE FILIANOTI (Aménophis), SONIA GANASSI (Sinaïde), BARBARA FRITTOLI (Anaïd). CORO Y ORQUESTA DEL TEATRO ALLA SCALA. Director musical: RICCARDO MUTI. Director de escena: LUCA RONCONI. Director de vídeo: CARLO BATTISTONI. 2 DVD ARTHAUS 107 149 (Ferysa). 2003. 181’. R PN E ste Moisés francés de la etapa Arcimboldi de la Scala (antes en el catálogo TDK) lleva, sin la menor duda, el sello Muti, con su sonido compacto pero transparente, en lectura espléndidamente articulada a partir de un diáfano concepto que pone a Rossini cercano al solemne clasicismo de Gluck y a la pompa de tragedia lírica a lo Cherubini. No le va nada mal a obra de bastante híbrido origen. Coro y orquesta responden con decisión a tan personal y atractiva visión que Ronconi pone en imágenes de manera un tanto monótona y altisonante, aunque en esencia respete su contenido dramático. Sin ser nada excepcional, al menos permite seguir el desarrollo de la obra sin alterar ni enfrentarse a su sentido, incluso recurre a métodos tradicionales para los momentos de mayor compromiso escénico. Aunque quepa preguntarse el porqué de algunos detalles del imponente y único decorado (Gianni Quaranta) y por el espacio destinado al ballet, en este tipo de óperas tan importante. Vocalmente, el amplio equipo disfruta de la uniformidad conceptual impuesta por su director, pese a que los resultados dentro de un notable nivel difieran. Frittoli, a cuya voz uno acaba siempre rindiéndose por la belleza y rotundidad del sonido, no responde por igual en todas sus intervenciones, tardando la intérprete y su voz en calentar- se. Filianoti demuestra que por entonces se hallaba en plena actividad rossiniana; ello no opta para que algunos ascensos al agudo le queden algo tirantes. Abdrazakov, aunque en conjunto su personaje quede algo frío, luce sus atractivas posibilidades vocales, autoritario en el fraseo, seguro en todo momento. No se queda atrás Schrott, con una presencia sonora y física a la altura de su oponente. Nino Surguladze (Marie), Giorgio Giuseppini (Osiride) y Tomislav Muzek (Eliézer), como el resto del reparto, apoyan convenientemente a sus compañeros más favorecidos por la partitura. Queda para el final el juicio sobre la Sinaïde de Sonia Ganassi. Simplemente impecable, muy por encima de sus compañeros. Con la tesitura justa para el papel, la mezzo emiliana ofrece una genuina lección de canto además de exhibir unos posibles instrumentales de original y estimulante belleza. Fernando Fraga STRAUSS: Una Sinfonía alpina. Concierto para oboe. DIEPENBROCK: Elektra, suite sinfónica (arr. Eduard Reeser). PAULINE OOSTENRIJK, oboe. ORQUESTA DE LA RESIDENCIA DE LA HAYA. Director: NEEME JÄRVI. Director de vídeo: JASON STARR. VAI 4511 (LR Music). 2008. 96’. N PN U na obra excesiva para un director acostumbrado a la vía directa. Neeme Järvi nunca ha sido el colmo del refinamiento, ni amante del detalle preciosista, pero hay que atribuirle un gran sentido de la tensión y el dramatismo. Eso hace que la Sinfonía alpina funcione… a medias. La lectura de la Sinfonía alpina resulta algo monótona debido a la falta de contraste y variedad en los matices. Mientras que los pasajes más abigarrados funcionan, los más íntimos carecen de la sutilidad necesaria. No pasa lo mismo con el Concierto para oboe, una obra posterior a la Segunda Guerra Mundial en la que la estructura más uniforme y un papel solista de indudable virtuosismo casan mejor con el estilo directorial del maestro letón. La suite de Diepenbrock no pasa de ser una simple curiosi- dad ligada, aunque sea estéticamente, al autor de El caballero de la rosa, del que rememora uno de sus títulos operísticos más célebres. La filmación resulta algo monótona. Se huele el producto televisivo con una serie de planos más o menos repetidos aunque, eso sí, de gran precisión cuando se enfoca a los instrumentistas. Carlos Vílchez Negrín STRAVINSKI: El pájaro de fuego. Feu d’artifice op. 4. ORQUESTA DE PARÍS. Director: PIERRE BOULEZ. Directores de vídeo: HENRY LOYRETTE, ANDY SOMMER. IDÉALE AUDIENCE 3078628. 2008. 105’. N PN H ace ya mucho tiempo que Pierre Boulez cambió por completo lo que se hacía, decía y sonaba de compositores importantes del siglo XX como Debussy, Ravel, Bartók, los vieneses y, desde luego, Stravinski. Y hace mucho tiempo que insistimos machaconamente en ello, no porque desconfiemos del lector, sino en atención a los lectores novicios. Así que disculpen. Estamos en diciembre de 2008, en el Louvre, nada menos. Mucho antes, en 1967, había grabado Boulez la suite de El pájaro de fuego (BBC, Sony), así que han pasado más de cuatro décadas. De 1971 es su asombroso Petrushka con la Filarmónica de Nueva York (también Sony). De 1963 es su primera Consagración de la primavera (Orquesta Nacional de Francia), de las muchas que Boulez ha dado al disco o al soporte audiovisual. Esto es: Stravinski y Boulez son viejos amigos. El joven rebelde y sectario de principios de los años cincuenta no tragaba ni a Stravinski ni a Berg, pero el tiempo le hizo comprender que precisamente esos dos, con Bartók, eran los grandísimos. Así que se dedicó a la obra de los tres, entre otros, y eso le ha dado gloria, y eso ha permitido descubrirlos de nuevo. Rectificar es de sabios, dicen; Boulez es sabio, luego Boulez ha rectificado alguna vez. Disculpen la retranca del silogismo. Hace tiempo que Boulez rectificó, y desde hace años y años nos parece que siempre defendió la causa de Stravinski: olvidamos su severi- 257-DISCOS 20/10/10 10:27 Página 89 D V D MASCAGNI-STRAVINSKI James Levine THE BIG JIMMY STRAUSS: Ariadna en Naxos. DEBORAH VOIGT (Primadonna, Ariadna), NATALIE DESSAY (Zerbinetta), SUSANNE MENTZER (El compositor), WOLFGANG BRENDEL (El maestro de música), WALDEMAR KMENTT (El mayordomo), RICHARD MARGISON (El tenor, Baco), NATHAN GUNN (Arlequino), JOHN NUZZO (Brighella), ERIC CUTLER (Scaramuccio). ORQUESTA DEL METROPOLITAN. Director musical: JAMES LEVINE. Director de escena: ELIJAH MOSHINSKY. Director de vídeo: BRIAN LARGE. VIRGIN S099964 186795 (EMI). 2003. 134’. N PN La información que ha llegado hasta nosotros es que el Metropolitan celebrará el 40 aniversario de la colaboración profesional con el Gran Jimmy, como se conoce familiarmente a James Levine, el actual artífice musical y artístico del coliseo neoyorquino, publicando dos álbumes de 32 CDs y 21 DVDs que recogerán parte de su enorme trayectoria operística en la casa, un caso único, incombustible y efectivo en la historia de cualquier teatro lírico. Pero por el momento, Virgin Classics nos hace llegar una versión de Levine de la Ariadna en Naxos en la que se hace constar en la esquina superior izquierda de la portada la leyenda James Levine celebrating 40 Years at the Met, aunque no sabemos si pertenecerá a la citada colecdad policial de juventud. Pero el abuelo Igor, sabio él, supo meterse en el bolsillo muy pronto a aquel músico prometedor. Igor no sólo era sabio, también tenía olfato, que es una de las cualidades que admiraba de su viejo amigo Sergei Diaghilev. Este DVD se compone de dos partes. En primer lugar, el concierto bajo la pirámide del Louvre, el 2 de diciembre de 2008. A continuación, la explicación de Pierre Boulez y Hélène Jarry, el día anterior, en la Salle Pleyel, para un público de estudiantes muy jóvenes. Es una excelente introducción de esta obra, acaso no sólo para principiantes. Forma parte de un proyecto educativo, con apoyo de la televisión. Imágenes de una coreografía de la obra, intervenciones de los músicos de la orquesta, a veces uno a uno, tomas complementa- ción o bien será el comienzo de la publicación aislada de los 21 DVDs. Como quiera que sea, una extraordinaria versión que comentamos en las líneas que siguen. El propio Levine nos cuenta en la entrevista del libreto que Ariadne es una de sus óperas straussianas favoritas, y efectivamente ya dejó constancia de ello en sus dos anteriores y muy estimables versiones para DG en audio (con la Filarmónica de Viena, 1986) y vídeo (Metropolitan, 1988). Su tercera versión que ahora comentamos es también una producción en vivo del Met, del año 2003, en la que Levine, como siempre, hace gala de un agudo sentido del tempo y de la acción teatral y dramática, la excesiva brusquedad y violencia de su primera versión se ha moderado y suavizado sus contornos, y en conjunto es una interpretación de impecable factura, fogosa, apasionada, transparente, muy cuidada y perfectamente organizada. La impresionante orquesta del Met, de lujo sonoro, sutilezas tímbricas y precisión infalible, está incluso mejor que en la anterior versión de 1988; los cantantes son acompañados con mimo y efectividad, y la unidad de equipo vocal y estilístico nos trae una auténtica interpretación fuera de serie. La escena de Moshinsky, imaginativa, colorista y muy agra- dable para la vista (a la que tenemos que añadir los trajes lujosos y de sobria elegancia), contribuye perfectamente a las excelencias musicales citadas. El equipo vocal está a la altura de la escena y de orquesta y director, o sea, extraordinario. Deborah Voigt, bien de voz, de canto muy musical y entonado, y además de actuación dramática irreprochable, es una perfecta Ariadna que no desentona al lado de otras sopranos quizá más personales y famosas (recordemos a Jessye Norman en su anterior versión para Levine). La Zerbinetta de Natalie Dessay, no solamente por la coloratura y perfecto virtuosismo vocal (que alcanza en su endiablada aria el mi natural sobreagudo con pasmosa facilidad), sino por su magnífica actuación teatral e inteligencia expresiva, es una rias del concierto día siguiente… Un bonus de mucho interés. Como sabemos, Boulez dirige como quien no quiere la cosa, como si nada, sin especiales gestos, pero es la suya una de las batutas más incisivas y más objetivas del último medio siglo. Como ya adelantábamos, una obra como El pájaro de fuego la domina hasta en sus menores detalles, y la claridad de la exposición, del relato sonoro, se aúna con una elevada altura artística. Hay un servicio total a la obra y al compositor, y ahí radica siempre la grandeza de Boulez, que después de todo es un gran compositor. Este Pájaro colmará a quienes no se conforman con un disco sin ver a los músicos, o con una coreografía sin presenciar el detalle instrumental, que muy a menudo es camerístico. Las gamas dinámicas en el Pájaro transcurren a menudo en los pianos y pianissimos, y ahí se luce Boulez sin que se le note, si uno no quiere notarlo. Para estallar en determinados momentos, como la consabida danza infernal; o para cantar en otros, como la Berceuse, e incluso el Jorovod de las de las grandes en este papel, y eso que desde Gruberova hasta Battle hemos tenido a memorables sopranos en la traducción de la coqueta actriz. Susanne Mentzer es otra sensacional voz para el Compositor (un personaje cuya cuerda está a caballo entre la de soprano lírica y la de mezzo), igual de efectiva en la declamación que en el aspecto vocal. En cuanto al Baco de Richard Margison, tiene al principio cierta inseguridad en la entonación, pero su dúo final con Ariadne, es de indiscutible calidad vocal y expresiva. El resto de comprimarios, entre los que encontramos algún viejo conocido como el barítono Wolfgang Brendel (Maestro de música) o el tenor vienés Waldemar Kmentt en la parte muta del Mayordomo, es, como siempre en el Met, de probada solvencia y efectividad. Excelente toma de sonido e imaginativa y perfecta filmación de Brian Large. Correctos los subtítulos en español. En resumen, una velada extraordinaria, un magnífico homenaje además al Gran Jimmy, sin cuyos buenos oficios y competente actividad musical y artística el Met no hubiese llegado a ser el indiscutible primer teatro operístico del mundo. No se pierdan esta inolvidable versión. Enrique Pérez Adrián princesas, que aunque sea una ronda, esto es, una danza, es poco menos que un canto elegíaco. Como complemento, Feu d’artifice, una de las dos obras que sirvieron para que Diaghilev se fijara en Stravinski y, en consecuencia para que éste se convirtiera en el gran compositor que conocemos. Como siempre en Boulez, un concierto que es una maravilla, muy recomendable de oír, y desde luego de verlo, y verlo en detalle, varias veces. Santiago Martín Bermúdez C/ Fernández de los Rios, 50 - 28015 Madrid -Tel.: 91 543 94 41. Fax: 91 543 94 74 [email protected] www.elargonauta.com 89 257-DISCOS 20/10/10 10:27 Página 90 ÍNDICE ÍNDICE DE DISCOS CRITICADOS Abbado, Claudio. Director. Obras de Mahler, Wagner y otros. Arthaus/Euroarts. .54 Alto/Multiples. Obras de Hindemith, Zimmermann y otros. Desjardins. Aeon. 82 Attaingnant: Danceries. Raisin-Dadre. Ricercar. . . . .62 Bach: Clave bien temperado. Egarr. H. Mundi. . . . . . .62 — Misa en si menor. Varios.52 — Motetes. Kooij. Ramée.63 — Suites. Schmitt. Gato Murr. . . . . . . . . . . . . . . .62 Baltic Runes. Obras de Tormis, Sibelius y otros. Hillier. H. Mundi. . . . . . . . . . . .82 Beethoven: Conciertos para piano 1, 2. Schoonderwoerd. Alpha. . . . . . . . . . .63 — Sonatas para violín opp. 12, 47. Mullova/Bezuidenhout. Onyx. . . . . . . . . . .63 Bernstein: Serenata. Gluzman/Neschling BIS. . . . .64 Bizet: Carmen. Garanca, Alagna, Frittoli/NézetSéguin. DG. . . . . . . . . . .86 Bretón: Concierto para violín. Malikian/Posada. Tritó. .64 Britten: Sinfonía para violonchelo. Wispelwey/Kim. Onyx. . . . . . . . . . . . . . .64 — Songs and Proverbs. Finley/Drake. Hyperion. . . .65 Bruckner: Sinfonía 5. Janowski. Pentatone. . . . . . . . .56 — Sinfonía 5. Zander. Telarc.56 — Sinfonía 7. Bertini. Altus.56 Caldara: Il più bel nome. Espada, Andueza, Blaze/Moreno. Glossa. .65 Canciones de amor y muerte. Prégardien/Hoppstock. Christophorus. . . . . . . . .58 Casella: Sinfonía 2. Noseda. Chandos. . . . . . . . . . . . .65 Chopin: Baladas. De la Salle. Naïve. . . . . . . . . . . . . . .66 Cilea: Adriana Lecouvreur. Pobbe, Barbieri, Filacuridi/Simonetto. Immortal. . . . . . . . . . . . .86 Couperin: Suites para viola. Abramowicz/Procopio. Paraty. . . . . . . . . . . . . . .66 Dohnányi: Minutos sinfónicos. Falletta. Naxos. . . .66 Donizetti: Convenienze ed inconvenienze teatrali. Lombardi, Marabelli, Bordogna/ Clemente. Bongioanni. . .87 — Elisir d’amore. Siurina, Auty, Daza/Benini. Opus 90 Arte. . . . . . . . . . . . . . . .87 Du Mont: Cantica sacra. Boterf. Ricercar. . . . . . . .66 Durón: Misa a ocho. Sagaseta. LIM. . . . . . . . . . . . . .67 Dutilleux: Toute un monde lointain. Poltéra/Van Steen. BIS. . . . . . . . . . . . . . . . .67 España. Obras de Rodrigo, Alcaraz y otros. Aransay. Signum. . . . . . . . . . . . . .83 Et lux perpetua. Chant1450. Christophorus. . . . . . . . .58 Fauré: Barcarolas. Bardin. Alpha. . . . . . . . . . . . . . .68 Feldman: Two pieces. Hausmann/Pellegrini. Hat Art. 68 Frescobaldi: Arie. Hoffmann. Brilliant. . . . . . . . . . . . .68 Goetzel, Sascha. Director. Obras de Respighi Hindemith y Schmitt. Onyx. . .81 Goulding, Caroline. Violinista. Obras de Kreisler, Corigliano y otros. Telarc. . .81 Granados: Danzas españolas. Riva Naxos. . . . . . . . . . .68 Gyri gyri gaga. Stimmwerck. Christophorus. . . . . . . . .58 Haendel: Apollo e Dafne. Invernizzi, Bauer, Zanasi/Bonizzoni. Glossa.69 — Giulio Cesare in Egitto. Hammarström Galli Basso/Petrou MDG. . . . .69 — Judas Macabeo. De la Rosa, Rewerski, Schofrin/ GarcíaAlarcón. Ambronay. . . . .69 Haydn: Arianna a Naxos. D’Oustrac/Zylberajch. Ambronay. . . . . . . . . . .70 — Sinfonías de Londres. Norrington. Hänssler. . .70 Herrmann: Concierto macabro. Roscoe/Gamba. Chandos. . . . . . . . . . . . . . . . .70 Hildegard: Piezas. Ensemble Augsburg. Christophorus.58 Huber: Erniedrigt. Tamayo. Neos. . . . . . . . . . . . . . . .71 Humperdinck: Hänsel y Gretel. Kreusch, Bobra/Haselböck. NCA. . . . . . . . . . .87 Jacquet de la Guerre: Sonatas. Perrot. Mirare. . . . . .72 Mahler: Sinfonía 1. Eschenbach. Capriccio. . . . . . .57 — Sinfonía 2. Järvi. Virgin.57 — Sinfonía 9. Norrington. Hänssler. . . . . . . . . . . . .57 Mangold: Abraham. Seeliger. Christophorus. . . . . . . . .58 Marcello: Cassandra. Wessel/Blunden. Aeon. . . . .72 Mascagni: Cavalleria rusticana. Cura, Marrocu, Nikiteanu/Ranzani. Arthaus. . . .87 Mompou: Obras para piano, vol. 5. Masó. Naxos. . . .72 Moresca. Romances y cantigas. Magraner. CDM. . .83 Mozart: Conciertos para piano 24-27. Larrocha/Solti. Decca. . . . . . . . . . . . . . .73 Mula, Inva. Soprano. Obras de Puccini, Verdi y otros. Lipanovic. Virgin. . . . . .81 Música sacra alemana. Vitzhum/Escapades. Christophorus. . . . . . . . . . . . . .58 Musorgski: Obra para piano. Ader. Fuga Libera. . . . . .72 Noble Noyse of Musicke. Obras del Renacimiento inglés. Leenhouts. Lindoro.82 O’Neill, Simon. Tenor. Obras de Wagner. EMI. . . . . . .81 Paganini: Caprichos. Fischer. Decca. . . . . . . . . . . . . . .73 Palestrina: Misa del papa Marcelo. Rombach. Christophorus. . . . . . . . . . . . . .58 Platti: Sonatas. Neumeyer. Christophorus. . . . . . . . .58 Rameau: Arias y danzas. Rechsteiner Alpha. . . . .74 Raphael: Sinfonías 2-5. Gielen e. a. CPO. . . . . . . . .74 Rattle, Simon. Director. Obras de Beethoven, Schoenberg y otros. EMI. . . . .61 Reuental: Canciones. Ensemble Augsburg. Christophorus. . . . . . . . . . . . . . . . .58 Richter, Sviatoslav. Pianista. Obras de Chaikovski, Prokofiev y Bach. Supraphon. .82 — Obras de Prokofiev, Richter y otros. Varios. . . . . .60 Rihm: Vigilia. Huber. Neos. 74 Rodrigo: Música para piano. Guinovart, Zabaleta, Rodrigo, Kamhi. Brilliant. . . . .74 Roman de la rose. Lutzenberger. Christophorus. . . . .58 Rose tres belle. Canciones y polifonías de troveras. Guerber. Alpha. . . . . . . .83 Rosenmüller: Conciertos. Paduch. Christophorus. .58 Rossini: Cambiale di matrimonio. Priante, Samsonova, Zanfardino/Franklin. Bongiovanni. . . . . . . . . . . . .88 — Italiana in Algeri. Pizzolato, Brownlee, Regazzo/Zedda. Naxos. . . . . . . . . . . .75 — Moïse et Pharaon. Abdraza- kov, Schrott, Filianoti/Muti. Arthaus. . . . . . . . . . . . . . .88 Rosso. Arias barrocas italianas. Petibon/Marcon. DG. . . .84 Saint-Saëns: Concierto para piano 5. Richter/Eschenbach. Hänssler. . . . . . . .75 Sanguis Jesus Christi. Morent. Christophorus. . . . . . . . .58 Satie: Du Chat Noir à la Rose + Croix. Blet. Saphir. . . .75 Scarlatti: Sonatas. Marchionda. MDG. . . . . . . . . . . .76 Schmidt: Sinfonía 4. Blunier. MDG. . . . . . . . . . . . . . .76 Schoenberg: Moisés y Arón. Reich, Devos/Gielen. Intermedio. . . . . . . . . . . . . . .55 — Sátiras. Craft. Naxos. . .76 — Von Heute auf Morgen. Gielen. Intermedio. . . . .55 Schubert: Lieder. FischerDieskau/Moore. DG. . . .77 Shostakovich: Sinfonía 14. Korpacheva, Migunov/Currentzis. Alpha. . . . . . . . . . . . . .77 Smetana: Novia vendida. Seefried, Kmentt, Czerwenka/Klobucar. Orfeo. . . . .77 Strauss: Ariadna en Naxos. Voigt, Dessay, Margison/Levine. Virgin. . . . . . . . . . . . . .89 — Vida de héroe. Haitink. CSO. . . . . . . . . . . . . . . .78 — Sinfonía alpina. Järvi. VAI. . . . . . . . . . . . . . . . .88 Stravinski: Beso del hada. Volkov. Hyperion. . . . . .78 — Sinfonía de los Salmos. Herreweghe. Pentatone. 78 — Pájaro de fuego. Pierre Boulez. Idéale Audience.88 Torres: Cuentos de Andersen. Alberdi, Sánchez/Arbós, Residencias. Verso. . . . .78 Uccellini: Piezas para violín. Schmitt. Christophorus. .58 Ustvolskaia: Obras para piano. Liebner. Neos. . . . . .79 Verdi: Luisa Miller. Sukis, Bonisolli, Taddei/Erede. Orfeo. . . . . . . . . . . . . . .79 Viola celta II. Obras de O’Carolan, Gow y otros. Savall. Alia Vox. . . . . . .84 Vivaldi: Conciertos para fagot. Azzolini. Naïve. . .80 Widmann: Freie Stücke. Widmann. Neos. . . . . . . . . .80 Willaert: Missa Mente tota. Cinquecento. Hyperion. 80 Wolf-Ferrari: Oberturas e intermedios. Haider. Phiartis. . . . . . . . . . . . . . . . . .80 257-dosier 20/10/10 09:43 Página 91 D O S I E R Infografía: Ivanpascual.co GUSTAV MAHLER 1860-2010 91 257-dosier 20/10/10 09:43 Página 92 D O S I E R GUSTAV MAHLER MORIR PARA VIVIR O LA SINFONÍA COMO COMPROMISO DE FUTURO Entre los versos que el propio Mahler añadió al canto sacro titulado Auferstehung de Friedrich Gottlieb Klopstock para el movimiento final de su Sinfonía “Resurrección” hay uno muy significativo: “Sterben werd ich um zu leben!” (“¡Voy a morir para vivir!). El realizador Wolfgang Lesowsky convirtió estas palabras en 1987 en el título de una biografía cinematográfica cuasi-documental del compositor de origen bohemio donde se mostraba su espectacular ascenso como director de orquesta pero también su dificultad para hacerse un lugar entre los principales compositores del momento. Y es que Mahler no llegaría a ser reconocido como compositor de forma generalizada hasta varias décadas después de su muerte. De algún modo, él mismo sabía que ese momento llegaría; en su epistolario encontramos numerosas expresiones que combinan esa conciencia de futuro (la más famosa, escrita en una carta de 1902 a su querida Alma: “Mi tiempo llegará…”) junto a un permanente contacto con la muerte que le acompañó toda su existencia (otra famosa cita de 1904: “¿Es que debemos siempre morir antes de que el público nos permita vivir?”). A 92 l igual que a otros músicos y artistas del siglo XIX, el público coetáneo veía a Mahler como una especie de profeta, un visionario, un adelantado, pero no como un artista verdaderamente contemporáneo. En pocos textos se ha explicado con tanta claridad el “fenómeno Mahler” como en los pioneros artículos que el director de orquesta Karl Georg Göhler escribió a lo largo de 1910 y donde cifró la incomprensión coetánea de la música de Mahler en su rechazo a hacer concesiones al gusto y las modas del momento: su música, al igual que la de otros grandes compositores como Beethoven, Schubert, Bruckner o Wagner, era una música del futuro; era una música moderna pero que podía comprenderse directamente, sin necesidad de un programa y donde los sonidos despertaban en el oyente los mismos sentimientos que inspiraron a su creador; era, en definitiva, una música para la que el público de principios del siglo XX no estaba preparado al carecer de la imaginación necesaria para escuchar la Naturlaut o voces de la naturaleza que coexistían en ella. Otro de los primeros estudiosos de Mahler, Paul Stefan, fue todavía más lejos al afirmar en su estudio sobre la personalidad y la obra del compositor publicado en 1910: “Lo que le falta a nuestro tiempo no es tanto la imaginación, sino el coraje para ser imaginativo, el coraje para abrir los brazos tanto a la vida, como al pensamiento y la poesía, y realizar la tantas veces soñada unidad entre la vida y el arte. Somos esclavos de la técnica. Podemos, de hecho, volar; pero en verdad apenas nos alzamos del suelo”. El crítico Ernst Otto Nodnagel, autor de un importante ensayo sobre la música más allá de Wagner y Liszt, expresó en esos años iniciales del siglo XX una opinión similar a Göhler y Stefan, cuando estableció que mientras el futuro pertenecía a Mahler en el presente reinaba Richard Strauss. En las páginas iniciales del famoso y reciente bestseller sobre la música del novecientos, Alex Ross resume la compleja relación, tensa y respetuosa, que tuvieron Richard Strauss y Mahler; entre el artista mundano y orgulloso de sí mismo que era el bávaro y ese verdadero caleidoscopio de estados de ánimo que era el bohemio. Los triunfos de Strauss a comienzos del siglo XX coincidieron con un Mahler cada vez más postergado como compositor y que profundizaba más hondamente en el sentido místico de su profesión; en una ocasión confesaría al director Oskar Fried verse como un “redentor” entre los compositores, algo que Strauss nunca comprendió (el compositor bávaro confesó a Otto Klemperer tres meses después de la muerte de Mahler lo siguiente: “No sé de qué se supone que debo ser redimido”). Claramente fueron los compositores de la Segunda Escuela de Viena los que comprendieron a Mahler, llegando a convertirse para ellos en una especie de líder espiri- tual; recordemos la dedicatoria de Schoenberg de su Harmonielehre de 1911 donde convierte a Mahler en un “mártir” y un “santo” que había muerto antes de ver arraigada su obra a la vez que había confiado en ellos el testigo del futuro. Andando el tiempo, Schoenberg retiraría esa dedicatoria por considerarla superflua, aunque también incluiría un ensayo destinado a defender su memoria dentro de Style and Idea (1950). Pese a la inspiración que supuso Mahler para la Segunda Escuela de Viena (y su influencia especialmente en Berg), los análisis críticos publicados por Theodor W. Adorno a partir de 1960 han colocado la música de Mahler en una especie de limbo denominado “Spätromantik” o “Romanticismo tardío”, una etiqueta historiográfica peyorativa que, como ha aclarado el musicólogo Carl Dahlhaus, nació durante la década de 1920 para monopolizar el prestigio de la etiqueta “modernismo”. ¿No es acaso modernista la música de Mahler? Si entendemos el modernismo como un compromiso con el futuro, no hay duda alguna que la respuesta es afirmativa; Richard Sprecht recoge en su clásica biografía de Brahms una conversación que tuvo lugar en 1896 entre el compositor hamburgués y Mahler en Bad Ischl donde, mientras el primero habla del estancamiento y decadencia de la música, el segundo simboliza a través de las ondulaciones en el agua el eterno movimiento en la vida y el arte que no cesará nunca. Anticipos El comentarista musical Norman Lebrecht también aborda el modernismo de Mahler en su último libro titulado Why Mahler? Para él, aunque el compositor nacido en la actual Kaliste no llegase tan lejos como Schoenberg, al menos anticipó avances en la música del siglo XX al apartarse del naturalismo romántico de Beethoven y Bruckner, y plasmar en sus obras multitud de significados que alcanzan hasta lo relacionado con el subconsciente; concluye su argumentación con un atractivo símil: “Las caras fragmentadas y angulares de la obra rompedora de Picasso (Retrato de Kahnweiler, 1910) son el reflejo de las múltiples capas de [la música de] Mahler en relación con lo visual”. No hay duda de que Lebrecht se refiere aquí a lo que el musicólogo Rudolf Stephan ha denominado Weltanschauungsmusik, es decir, música que plasma una concepción específica del mundo a través de textos, programas o planteamientos filosóficos. Este concepto no puede ser más apropiado para definir las sinfonías de Mahler ya que las concebía como expresión de cuestiones personales, aspectos biográficos, pasiones literarias o inquietudes filosóficas; los testimonios de Mahler acerca de su cosmovisión de la sinfonía son abundantes, y 257-dosier 20/10/10 09:43 Página 93 D O S I E R GUSTAV MAHLER todo lo relaciona con la constante evolución de la música: “Con la imitación de los sones musicales llegó la tendencia de adoptar nuevos elementos expresivos; los compositores empezaron a incluir en sus obras secciones con mayor complejidad y profundidad a partir de sus propias experiencias emocionales, hasta que la nueva era de la música empezó con Beethoven. A partir de entonces, no sólo un estado de ánimo básico (por ejemplo, el regocijo o la tristeza), sino también la transición de un temperamento a otro —los conflictos, la naturaleza y su impacto, el humor y las ideas poéticas— fueron los objetos de la creación musical”. Como es bien sabido, Mahler utilizó títulos poéticos en algunos movimientos de sus primeras sinfonías, a la vez que aportó detalladas explicaciones epistolares o incluso también programas específicos. Sin embargo, tal como explica Constantin Floros en su monografía sobre las sinfonías de Mahler, en octubre de 1900 el compositor comenzó a distanciarse del uso de programas específicos tal como hacía por entonces Richard Strauss; explicó su postura en una carta al editor y crítico Max Kalbeck: “¡Abajo con todo programa! Después de todo, uno tiene que traer oídos y un corazón y, por último pero no menos importante, estar dispuesto a entregarse al rapsoda. Siempre queda un remanente de misterio — ¡incluso para el creador!—”. Para Floros, Mahler tenía la ingenua creencia de que podría confiar en el público directamente las emociones que le habían embargado durante la composición, pero se engañaba; el público era consciente de que Cartel de la Séptima Sinfonía de Gustav Mahler, diseñado por Alfred Roller las sinfonías expresaban significados extramusicales que no se podían percibir directamente y por ello pedía insistentemente programas explicativos que aquí podemos incluir la famosa frase de su conversación Mahler siempre rehusó dar; es interesante, en este sentido, con Sibelius (“La sinfonía debe ser como el mundo. Debe la anécdota que recogen Ryding y Pechefsky en su biograabarcarlo todo”) junto a la confesión que hizo a su amiga la fía de Bruno Walter, según la cual a comienzos de 1902, violinista Natalie Bauer-Lechner durante la composición de cuando el joven historiador Ludwig Schiedermair pidió a su Tercera Sinfonía (“Crear una sinfonía significa construir Gustav Mahler una explicación de su Cuarta Sinfonía para un mundo con todos los medios técnicos a mi alcance”) o una serie de artículos sobre él en la revista Die Musik, el también la famosa descripción —en este caso cosmológicompositor de origen bohemio le dijo, sin más, que consulca— que hizo a Willem Mengelberg acerca de su Sinfonía tase a Bruno Walter, como mejor conocedor de sus inten“De los mil” (“Imagine que todo el universo comenzase a ciones. sonar. Ya no son sólo voces humanas, sino planetas y soles Precisamente Bruno Walter fue uno de los primeros en girando en torno a sus órbitas”). plantear una división de las sinfonías de Mahler atendienRichard Taruskin ha relacionado a Mahler en su monudo a su contenido. En 1910, es decir, antes de conocer mental Oxford History of Western Music con el llamado Das Lied von der Erde o la Novena Sinfonía, Walter reco“maximalismo”. Esta tendencia, desarrollada a finales del nocía dos periodos diferentes en las sinfonías de Mahler siglo XIX y principios del XX, fue uno de los primeros que confluían al final: por un lado, en las cuatro primeras, impulsos del modernismo y supuso el progresivo increMahler aborda lo eterno en parte expresado con palabras mento de los medios temporales y sonoros de las obras y en parte mediante un programa oculto transformado en musicales siguiendo la estela de Beethoven o Wagner. música absoluta; por otro lado, las Sinfonías Quinta, Sexta Desde luego, ese incremento no sólo implicó que las y Séptima no disponen de programa oculto y, por tanto, obras fuesen cada vez más largas y complejas, o que utilicomparten una misma concepción de música absoluta; zasen texturas sonoras extremadamente ricas y preñadas finalmente, la Octava combina ambas tendencias conforde significados potenciales, sino que también supuso un mando algo nuevo. Al parecer, el propio Mahler reconoció incremento de las disonancias, cuyas resoluciones se posa su amigo el compositor Alfredo Casella un año antes de ponían cada vez más, o de las tensiones emocionales, lo su muerte, es decir, cuando todavía no había abordado la que desembocó (al menos en teoría) en una mayor particicomposición de la Décima Sinfonía, una división similar a pación del oyente durante la audición. El propio Mahler la comentada por Walter, y donde separaba las cuatro priexplicó en una carta ya en 1893, es decir, cuando todavía meras sinfonías de las cuatro siguientes, añadiendo un terno había concluido la revisión de su Primera Sinfonía y cer periodo iniciado con la Novena, aunque tal y como ha apenas había empezado a componer la Segunda, la neceaclarado Paul Stefan, esa “Novena” es posible que se refiesidad de disponer de semejantes medios temporales y ra también a Das Lied von der Erde. Floros añade evidensonoros a la hora de plasmar sus ideas musicales: “Cuanto cias biográficas que refuerzan esta división en tres periomás se desarrolla la música, más complicado se vuelve su dos de las sinfonías de Mahler, al situar el paso del primer aparato a la hora de expresar las ideas del compositor”; y 93 257-dosier 20/10/10 09:43 Página 94 D O S I E R GUSTAV MAHLER periodo al segundo en 1901, el año en que conoce a Alma e inicia la composición de la Quinta, y al relacionar el paso del segundo al tercer periodo con los trágicos acontecimientos de 1907, es decir, el fallecimiento víctima de la difteria de su hija mayor Maria y la diagnosis de sus problemas cardiacos, unidos a su traslado a Nueva York, que precedieron el inicio de la composición de Das Lied von der Erde. Durante el verano de 1900, Mahler confesó a Bauer-Lechner que veía confluir en su Cuarta Sinfonía tanto el contenido como la estructura de las tres anteriores; el propio compositor llegaría a hablar del conjunto como de una “tetralogía cerrada”. Esta concepción no sólo estaba fundada sobre los puntos en común presentes en la mayor parte de las cuatro obras, tales como la disposición de los movimientos, la estructura de los mismos, el uso de las voces o los préstamos de sus propias canciones sobre poemas de Des Knaben Wunderhorn, y tampoco suponía una mera evolución de su lenguaje; se trataba más bien de una perfecta continuación y síntesis: para él, la superación de la miseria y el sufrimiento de la Primera engarzaba directamente con el tema de la muerte y el más allá de la Segunda, la Tercera se elevaba por encima de sus predecesoras al plantear un sujeto cosmológico donde plasma la jerarquía de la existencia o el lugar del hombre, o la Cuarta condensa todo lo anterior en una meditación acerca de la vida después de la muerte. Claramente, Mahler veía en sus obras una expresión precisa de su visión del mundo y, es más, consideraba cualquier tipo de creación artística como una actividad mimética donde el artista extrae el material de su entorno y su actitud hacia ese entorno conforma los elementos de su estilo artístico ya sea bello y sublime, sentimental, trágico o humorístico e irónico. Está claro que uno de los aspectos más destacados de su primera etapa como sinfonista es el estilo humorístico e irónico que Mahler siempre combina de algún modo con los otros tres, tal y como queda claro en la Todtenmarsch in Callots Manier (Marcha fúnebre al estilo de Callot) de la Primera, la versión sinfónica de Des Antonius von Padua Fischpredigt (San Antonio de Padua predicando a los peces) del Scherzo de la Segunda, War mir die Thiere im Walde erzählen (Lo que me dicen los animales del bosque) en el tercer movimiento de la Tercera o Das himmlische Leben (La vida celestial) al final de la Cuarta. Un nuevo estilo 94 Con la Quinta Sinfonía, Mahler inicia lo que denomina “un estilo completamente nuevo”; en una carta fechada en febrero de 1911, el compositor confiesa a Göhler cómo tuvo que volver a orquestar esta sinfonía casi en su totalidad: “Me cuesta creer que haya llegado a componer de nuevo como un principiante, como si hubiera olvidado la rutina de las cuatro primeras sinfonías. Un estilo completamente nuevo demanda una nueva técnica”. Efectivamente, Mahler abandona con sus Sinfonías Quinta, Sexta y Séptima el modelo de cantata sinfónica que había cultivado en las tres anteriores, al igual que desaparecen los arreglos sinfónicos de canciones o el uso de títulos y programas. No obstante, como nos recuerda Floros, es posible relacionar algunos movimientos de estas sinfonías como el famoso Adagietto de la Quinta, el Andante moderato de la Sexta o el Andante amo- roso de la Nachtmusik II de la Séptima con el estilo de los Rückert-Lieder. Mahler buscó además a partir de la Quinta una orquestación mucho más brillante, con más efectivos y mayor virtuosismo, y ello le llevó a revisar constantemente la orquestación de esta sinfonía; en la edición crítica de la Quinta realizada por la Sociedad Internacional Gustav Mahler de Viena en 1964, Erwin Ratz contabiliza hasta tres versiones diferentes de la obra que variaban en múltiples detalles, y que tanto en la revisión de Karl Heinz Füssl de 1989 como en la nueva edición de Reinhold Kubik de 2001 se han ido incorporando progresivamente a partir de las últimas investigaciones. Alma aclara en sus Recuerdos de 1940 cómo la inseguridad de Mahler fue tan sólo transitoria: “En la Quinta variaba la instrumentación prácticamente en cada concierto, la Sexta y la Séptima estaban siempre en continua reescritura […] Sólo con la Octava volvió a estar seguro de sí mismo”. Por ello, tanto la Sexta como la Séptima padecen similares problemas textuales más o menos complicados con las sucesivas ediciones disponibles; sin duda, el caso editorial más llamativo es la famosa inversión de los movimientos centrales de la Sexta (de Scherzo-Andante a Andante-Scherzo) que Mahler realizó después de dirigir la obra en concierto y que Ratz no respetó en la primera edición crítica de 1963, lo que generó desde entonces todo tipo de posicionamientos, aunque ahora los especialistas parecen estar de acuerdo en la tendencia de “Andante primero”. En su conjunto las sinfonías del segundo periodo marcan un claro desarrollo estilístico del compositor hacia la modernidad al endurecer el sonido, subrayar los contrastes, aportar cambios bruscos de dinámica o tempo, acercar los modos o alejar los centros tonales alcanzando efectos de bitonalidad. Mahler no llegaría a cultivar la atonalidad, pero en la Séptima utiliza muchos de estos elementos para admiración de Schoenberg que, tras sus Fünf Orchesterstücke op. 16, caminaba con paso firme hacia la atonalidad; en una carta fechada en diciembre de 1909, el compositor austriaco expresa a Mahler su admiración: “Las impresiones que me ha causado la Séptima […] son de lo más duraderas. Me he convertido en uno de sus discípulos de la cabeza a los pies. No me cabe ninguna duda sobre esto”. Con la Octava, Mahler no sólo recuperaría la confianza en sí mismo, sino que culminaría su segundo periodo con uno de sus mayores éxitos; el público celebró la vuelta de Mahler al formato de cantata sinfónica, combinando en este caso el himno de Pentecostés Veni creator spiritus con la escena final del Faust de Goethe, aunque impresionó especialmente la espectacular plantilla vocal e instrumental utilizada en la obra; en el estreno, celebrado en Múnich el 12 de septiembre de 1910, se contó con 858 cantantes y 171 instrumentistas, lo que llevaría al promotor Emil Gutmann a bautizar la obra como “Sinfonía de los mil”. Para Mahler, la Octava no sólo fue su mayor logro como compositor sino también la 257-dosier 20/10/10 09:43 Página 95 D O S I E R GUSTAV MAHLER culminación de todas sus sinfonías anteriores; tal como confesaría a Sprecht en agosto de 1906, el borrador de la misma fue completado en tan sólo tres semanas de ese verano: “Probablemente nunca he trabajado con semejante compulsión; fue una visión que me golpeó como un rayo. Todo estaba frente a mis ojos; yo sólo tenía que escribirlo, como si me fuera dictado…”. Pese a haber encontrado con la Octava una perfecta combinación entre escritura sinfónica y vocal, entre sonido y poesía, que denominó la “verdadera sinfonía”, Mahler abandonó en 1908 lo que había llamado “fuente de la alegría” para volver a la “tragedia subjetiva”, ahora con tintes exóticos chinos, en su siguiente sinfonía: Das Lied von der Erde; tanto en esta obra como en la Octava aparece al final la palabra “Ewig” (“Eterno”) aunque con un significado completamente distinto: pasamos de la celebración apoteósica al intimismo contemplativo que se suspende lentamente hasta el silencio. Ello remite claramente a los acontecimientos vividos por Mahler en su annus horribilis de 1907, que para muchos especialistas determinaron, junto a su insatisfactoria experiencia norteamericana o sus problemas maritales, las características estilísticas de sus dos últimas sinfonías. En realidad, las dos últimas sinfonías suponen un paso más en la evolución de Mahler al utilizar elementos novedosos, como el famoso cluster de nueve sonidos en el primer movimiento de su Décima, pero sin llegar a un planteamiento atonal; predomina en ellas el tono melancólico y tétrico, aunque nunca haya decadencia; hay elementos nuevos, pero también muchos otros utilizados en las sinfonías anteriores, por lo que el ciclo sinfónico mahleriano sigue un curso perfectamente establecido. Floros ha resumido las características de las últimas sinfonías de Mahler en cuatro puntos: más libertad formal y economía de medios; una construcción más horizontal que vertical y con mayor profusión de líneas melódicas; un mayor intimismo instrumental donde se incrementa lo camerístico; y la renuncia a conclusiones apoteósicos en favor de finales etéreos lentos, llenos de poesía y tomando como modelo el Ruhevoll de la Cuarta Sinfonía. Mahler murió en mayo de 1911 sin haber terminado su Décima Sinfonía y esa obra, al igual que otros “torsos” fundamentales del repertorio tales como el Réquiem de Mozart o Turandot de Puccini, ha quedado como testigo de su compromiso con el futuro en el que su música está más viva que nunca. Pablo L. Rodríguez LAS SINFONÍAS DE GUSTAV MAHLER Sinfonía nº 1 en re mayor “Titán” Composición: 1884-1888 Estreno: Budapest, 20 de noviembre de 1889 Sinfonía nº 2 en do menor “Resurrección” Composición: 1888-1894 Estreno: Berlín, 13 de diciembre de 1895 Sinfonía nº 3 en re menor Composición: 1895-1896 Estreno: Krefeld, 9 de junio de 1902 Sinfonía nº 4 en sol mayor Composición: 1899-1900 Estreno: Múnich, 25 de noviembre de 1901 Sinfonía nº 5 en do sostenido menor Composición: 1901-1902 Estreno: Colonia, 18 de octubre de 1904 Sinfonía nº 6 en la menor Composición: 1903-1904 Estreno: Essen, 27 de mayo de 1906 Sinfonía nº 7 en si menor Composición: 1904-1905 Estreno: Praga, 19 de septiembre de 1908 Sinfonía nº 8 en mi bemol mayor “De los mil” Composición: 1906-1907 Estreno: Múnich, 12 de septiembre de 1910 Das Lied von der Erde (La canción de la Tierra) Composición: 1908-1909 Estreno: Múnich, 20 de noviembre de 1911 Sinfonía nº 9 en re mayor Composición: 1908-1909 Estreno: Viena, 16 de junio de 1912 Sinfonía nº 10 en fa sostenido menor (Incompleta) Composición: 1910 Estreno: Viena, 12 de octubre de 1924 (movimientos 1º y 3º) NOTA BIBLIOGRÁFICA El principal estudio acerca de Gustav Mahler es la monumental biografía en tres tomos de Henry-Louis De La Grange, escrita en los setenta y ochenta, y publicada en francés por Fayard. El mismo autor inició en 1995 una revisión de la misma en inglés para Oxford University Press en cuatro tomos, de la que hasta ahora se han publicado los tres últimos. Otros estudios importantes en inglés son la colección de trabajos de Donald Mitchell publicados en cuatro tomos por Boydell & Brewer entre 2003 y 2007 o el Cambridge Companion editado en 2007 por Jeremy Latham. Existen numerosas monografías importantes sobre las sinfonías, algunas pioneras como la de Paul Stefan publicada en 1910 y otras clásicas como la relacionada con el “Mahler renaissance” de Deryck Cooke editada en 1960, aunque entre todas destaca el brillante estudio histórico, analítico y hermenéutico de Constantin Floros, publicado en alemán en tres tomos entre 1985 y 1987 por Breitkopf & Härtel, y del que existe una traducción inglesa de 1994 en Amadeus Press del último de ellos propiamente dedicado al comentario de cada sinfonía. En castellano, la referencia absoluta sobre el mundo mahleriano en general y sus sinfonías en particular es la monografía de José Luis Pérez de Arteaga publicada en 2007 por Antonio Machado Libros/Fundación Scherzo. Los interesados en ediciones de referencia de las sinfonías de Mahler deben consultar las realizadas por la Sociedad Internacional Gustav Mahler de Viena en donde sigue adelante la nueva edición completa de sus obras bajo la dirección de Reinhold Kubik que publica la Universal Edition. Por último, hay infinitas páginas web dedicadas a Mahler como el blog creado por Universal Edition para celebrar el doble aniversario del compositor en 2010 y 2011 (http://mahler.universaledition.com/), la web oficial de la Sociedad Mahler (http://www.gustavmahler.org/) que incluye numerosos recursos al igual que la web de los Chicago Mahlerites (http://www.mahlerarchives.net/), aunque la mejor web dedicada a Mahler está afincada en España: http://www.gustav-mahler.es 95 257-dosier 20/10/10 09:43 Página 96 D O S I E R GUSTAV MAHLER Los ciclos lieder REFLEJOS DEL ALMA L as canciones que se han conservado de Mahler, desde los Tres lieder para tenor y piano hasta los dos últimos Kindertotenlieder, cubren un lapso temporal de casi veinticinco años, lo cual nos permite observar a través de ellas buena parte de la evolución de su pensamiento musical. Se podría destacar quizás que el lied puede estar presente —literalmente o no— en las sinfonías, o que puede, cuando menos, ser para ellas referencia y base musical. Hay asimismo un antes y un después en 1901 en lo que se refiere a las fuentes de inspiración: la obra de Friedrich Rückert, que impulsa el salto de la literatura popular a la poesía de (este) autor. El contraste entre la luz y la oscuridad, entre la vida y la muerte, se sitúa en primer plano. A su vez, la orquesta se va afianzando con los años como asiento sonoro en detrimento del piano, que en los últimos ciclos (a partir de Des Knaben Wunderhorn) abandona su papel de acompañante; además, la incorporación de la orquesta permite a Mahler aliviarse de la carga titánica de las sinfonías y recrearse tímbricamente en un ámbito más reducido, casi camerístico, en el que el viento madera llega a asumir un protagonismo superior al de la cuerda y, a veces, similar al del solista. No es por tanto casual que la voz esté ausente en el núcleo sinfónico que conforman la Quinta, la Sexta y la Séptima: son contemporáneas de los Rückert-Lieder y los Kindertotenlieder. Primeros pasos: Tres lieder para tenor y piano (1880) y Lieder und Gesänge (1882-1890) 96 Se sabe que Mahler escribió entre 1870 y 1880 tres canciones para voz y piano, y que esa misma década pudo haber compuesto, aunque quizás no más que parcialmente, la música de las óperas Herzog Ernst von Schwaben y Die Argonauten. Nada de ello parece haber llegado a nuestros días, por lo que los Tres Lieder para tenor y piano se hallan entre las primerísimas piezas vocales que se conservan del compositor. Están dedicadas a Josephine Poisl, hija de un oficial de correos de Iglau que por entonces ocupaba el corazón del joven músico, autor también de los poemas (Im lenz, Winterlied y Maitanz im Grünen). Por supuesto, la personalidad mahleriana está en ellos aún por hacer, no mucho más que anunciada, y en su lugar es la influencia schumanniana la que domina con toda claridad la línea vocal, el acompañamiento para piano y el sobrevenir armónico. Los Lieder und Gësange no constituyeron un ciclo como tal hasta que la editorial Schott los agrupase en tres cuadernos en 1892. El título se ampliaría posteriormente a Lieder und Gësange aus der Jugendzeit, que tal vez se pueda traducir como “Canciones [en un sentido clásico] y cantos [con un alcance más tradicional y popular] de juventud”. Las cinco piezas del primer cuaderno son cronológicamente las primeras de la serie. En realidad, Hans und Grethe es el tercero de los Tres lieder para tenor y piano, Maitanz in Grünen, pero con el título cambiado; las resonancias bohemias de su melodía hacen de ella la canción más atractiva del cuaderno. Además, se trata del único poema escrito por el compositor, puesto que los dos primeros se deben a Richard Leander y las dos últimos parten del Don Juan de la traducción alemana de El burlador de Sevilla, de Tirso de Molina. Los demás lieder del ciclo, nueve, están basados en Des Knaben Wunderhorn, una antología de cantos y poemas recogidos de la tradición popular alemana sobre la que volveremos más adelante. Han pasado entre cinco y ocho años, Mahler ha compuesto entretanto los Lieder eines fahrenden Gesellen, la influencia de Schumann se va diluyendo, y los avances son importantes. El humor sobresale en Um schilmme Kinder artig zu machen”, en “Selbstgefühl, en Starke Einbildungskraft y, a su manera, en Ablösung in Sommer. En cambio, Zu Strassburg auf der Schanz es una triste canción de soldado en la que los graves trémolos anotados en el acompañamiento pianístico aludirían al sonido de los redobles de un tambor. Aus! Aus! sigue esa misma línea militar, pero el ritmo es más vivo y el carácter más enérgico y marcial. Ich ging mit Lust durch einen grünen Wald, en re mayor, es el lied más contemplativo y soñador del ciclo, mientras que Scheiden und Meiden es quizás el que de manera más clara hunde sus raíces en la esfera popular. Por último, Nicht Wiedersehen, en do menor, es un conmovedor canto de despedida a la amada que muere de pena al sentir la ausencia del poeta. Amores lejanos: Lieder eines fahrenden Gesellen (1884) Ya se ha visto que los Lieder eines fahrenden Gesellen son anteriores al segundo y al tercer cuaderno de los Lieder und Gësange, pero esta vez sí se puede hablar de un ciclo verdadero (y no de una mera colección) no sólo porque el propio Mahler lo concibiera como tal, sino por su concisión y por la evidente unidad temática y musical. Su título suele traducirse como “Canciones de un camarada errante”, que parece una solución literalmente aceptable y estéticamente magnífica. En verdad, los “fahrenden Gesellen” son aprendices asociados a un determinado gremio u oficio que buscan ampliar conocimientos recorriendo mundos y ampliando horizontes, generalmente en compañía de alguien. No se excluye, por tanto, al (a la) “camarada errante”, que de algún modo estaría en la línea de un Hans Sachs, el zapatero de Los maestros cantores de Núremberg, de la del poeta schumanniano del Dichterliebe, de la del que descansa en el arroyo de Schubert en La bella molinera o, más lejos aún, de la del que en Beethoven canta A la amada lejana. El joven Mahler, que dedica el ciclo a la hermosa cantante de ópera con la que vive entonces una breve historia de amor, Johanna Richter, se detiene así en uno de los temas centrales de la canción romántica alemana: el canto al amor del poeta solitario. Y lo hace inicialmente con acompañamiento para piano, pues la versión orquestal (que estrenará un barítono, Anton Sistermans) tardará aún cerca de diez años en llegar. De las cuatro canciones, tres llevan se basan en poemas del propio compositor; la excepción es la primera, Wenn mein Schatz Hochzeit macht, en re menor, que parte de Das Knaben Wunderhorn. En ella es pertinente destacar los contrastes, que están ciertamente en el texto (se llora la boda de la amada, pero se admira la belleza del mundo), pero también en la música, con los continuos cambios de tempo y de dinámica, y con ese delicado mi bemol central que pasa por ser una dulce y apacible oda a la naturaleza. Más exigido en la zona alta y en un gozoso re mayor, Ging heut’ morgen übers Feld representa el bálsamo que el poeta halla al cruzar los campos, al dialogar con un pinzón y al ver brillar la luz del sol, recreándose una vez más en lo her- 257-dosier 20/10/10 09:43 Página 97 D O S I E R GUSTAV MAHLER moso que es el mundo; mas los versos finales suponen una vuelta al clima del primer lied y revelan que, en el fondo, la felicidad no florecerá jamás. La tercera pieza, Ich hab’ glühend Messer, es una canción encendida y hasta exaltada, subrayada por la amenaza y el deseo de la muerte. En la versión con acompañamiento orquestal la diferencia con sus tres compañeras es más palpable, pues la instrumentación es más densa y contundente. Asimismo, es recurrente el empleo de un intervalo de semitono descendente para resaltar las palabras “O weh!” (“¡Oh, dolor!”), que en su última aparición preludian un sorprendente giro deformador y fatalista. El cuarto lied, Die zwei blauen Augen, alla marcia, en un fúnebre mi menor, (casi) siempre en pp, es tal vez el único desenlace posible a todo lo que antes se ha vivido. En la noche, pacífica y tranquila, el poeta acaba descendiendo a las profundidades de fa mayor para despedirse en soledad del mundo. Y, de alguna forma, el Mahler más juvenil y apasionadamente romántico se va con él. Poética popular: Des Knaben Wunderhorn (1888-1901) Clemens Brentano (1788-1842) y Achim von Arnim (17811831) se conocen en Gotinga en 1801, y sólo un año después emprenden una travesía por el Rin en la que deciden dar inicio a un gran trabajo de recopilación y publicación de cuentos, relatos, cantos y poemas recogidos de la tradición folclórica alemana. La finalidad será unir al país, vencido y derrotado, en torno a la poesía popular, con la idea de penetrar en las familias a través de la literatura infantil. Es la época también de los hermanos Grimm, que defienden una poesía aún más pura y natural al rechazar la intromisión del compilador en los poemas; Brentano y Von Arnim, en cambio, son partidarios de introducir en las canciones cuantos cambios hicieran falta para revitalizar esta forma de literatura, y hasta llegan a incluir, sin indicarlo expresamente, obras de su propia autoría. La serie ve la luz en Heidelberg, entre 1805 y 1808, está dedicada a Goethe y recibe el nombre de Des Knaben Wunderhorn, que en castellano se puede leer como “El cuerno maravilloso del muchacho”: el cuerno (maravilloso, mágico) sería, claro está, el cuerno de la abundancia, el cuerno de la Fortuna. No está claro cuándo tiene lugar el primer acercamiento entre Mahler y la antología de Brentano y Von Arnim. Tal vez en su etapa universitaria, pero en cualquier caso antes de la composición de los Lieder eines fahrenden Gesellen (1884), pues el primero de ellos, como ya se ha visto, está basado en Des Knaben Wunderhorn. Sea como fuere, el gran encuentro puede haber tenido lugar en Leipzig durante el otoño de 1887, y el océano que se abre ante el compositor no puede ser más variado: el amor, la luz, la infancia, lo militar, la naturaleza, la noche, el cielo… todo ello, “más naturaleza y vida que arte”, está en la serie de Brentano y Von Arnim, y todo ello se traslada al ciclo de Mahler y a sus quince canciones, compuestas entre 1888 y 1901, y agrupadas al fin, tras varias tentativas previas (Humoresken para unas, Weitere lieder para otras), en 1905. Der Schildwache Nachtlied (1892) es la canción nocturna de un centinela, en realidad un diálogo en el que se alterna una voz firme y decidida con otra más sutil y delicada, con una línea más cantábile, la de la amada, siempre bajo una atmósfera un tanto inquieta. Verlorne Müh’ (1892), en la mayor, opone el absorbente y seductor canto de una muchacha al más apático de su pretendido. Trost im Unglück (1892) es un lied al galope, una viva despedida de soldado con redoble de tambor militar. En un diáfano y alegre fa mayor, Wer hat dies Liendlein erdacht? (1892) pide en sus inacabables melismas un(a) cantante de excelente línea y sin problemas de aliento. Por su parte, la canción Das irdische Leben (1892) tiene tal vez mayor importancia que las anteriores, pues en ella aparece uno de los temas centrales en el pensamiento musical mahleriano: la amenaza de la muerte, aquí simbolizada por un niño que se ve perseguido por el hambre; la pieza, de tono muy sombrío, estalla en un macabro ff al anunciar el final del muchacho. El humor vuelve en Des Antonius von Padua Fischpredigt (1893), en un irónico y travieso do menor, y permane- 97 257-dosier 20/10/10 09:43 Página 98 D O S I E R GUSTAV MAHLER ce en Rheinlegendchen (1893), un 3/8 de límpidas resonancias schubertianas. El Lied des Verfolgten im Turm (1898) es el canto de un prisionero a su amada; nuevamente, las intervenciones de ésta son más líricas y poéticas que las del protagonista, a quien la cuerda acompaña con motivos breves y algo agresivos en el grave. Wo die schönen Trompeten blasen (1898) es otra bella y conmovedora despedida de soldado, con lejanos ecos militares y un sutil juego de modulaciones que acaba donde empieza, en un taciturno re menor. Lob des hohen Verstandes (1896) relata la victoria de un cuco sobre un ruiseñor en un torneo de canto presidido por un asno, lo que permite a Mahler regocijarse a sus anchas con el viento madera. Urlicht (1892) es la luz originaria, inextinguible y prístina que se convertirá en el cuarto movimiento de la Segunda, de igual modo que Es sungen drei Engel (1895) será el quinto de la Tercera y Das himmlische Leben (1892) el cuarto de la Cuarta. Quedan sólo dos canciones, las dos últimas, acaso las mejores: Revelge (1899) y Der Tambourg’sell (1901). La primera, en re menor y sobre un macabro ritmo de marcha, pone música a lo que se acaba revelando como un tétrico desfile de esqueletos. La segunda, fúnebre y doliente, también en re menor, es el melancólico lamento un tamborilero condenado, a quien acompañan los vientos graves, la percusión, el violonchelo y el contrabajo. La intensidad es máxima cuando el músico entona (“schreiend”, “gridando”) las palabras “Tambour von der Leinkompanie!” (“[fui] Tambor del primer regimiento”), mas pronto, después del bellísimo canto del corno inglés, en un clima asfixiante, irrespirable y a la vez profundamente sereno, llega la noche, la vida se empieza a apagar y el mundo del tamborilero, el mundo de la poesía popular, se desvanece así para siempre. penetrante en la tercera, Liebst du um Schönheit?, la única escrita en 1902, cuando su flamante amor por Alma (a quien está dedicada) brilla a toda luz. Las líneas ascendentes y las expresivas apoyaturas confieren al lied, orquestado por Maurice Puttmann, un tono encendido y apasionado, tan sólo suspendido por el matiz de nostalgia que originan las palabras “Liebst du um Jugend?” (“¿Amas la juventud?), donde se advierte tímidamente el modo menor. La visión del mundo cambia por completo en la canción Ich bin der Welt abhanden gekommen: vuelve aquí el poeta solitario, la paz del silencio, el descanso del alma. En agosto de 1901, retirado en su villa de Maiernigg, junto al lago Wörther, Mahler sólo existe para sí mismo. Fa mayor es aquí una tonalidad plácida, seráfica, en la que la sensación de abandono conmueve por su insondable belleza. La madera (el corno inglés, el oboe) domina el lied desde los primeros compases; la cuerda, en cambio, se mantiene lejana, aunque envuelve con ternura al poeta (al músico) cuando éste confiesa haber muerto para el mundo (“Denn wirklich bin ich gestorben der Welt”). El quinto lied, Un Mitternacht hab ich gewacht, va aún más lejos al prescindir casi completamente de la cuerda (sólo queda el arpa). Los clarinetes, los fagotes, las flautas, las trompas y el oboe de amor evocan una noche oscura y tranquila, en la cual el poeta, inicialmente abatido, acaba entregándose extasiado a las manos de Dios. El eremita Mahler vislumbra al fin la puerta del firmamento, y cuando la abre, en el paso de si menor y si mayor, supera los límites del género y transforma el lied en una verdadera canción sinfónica en la que, por una vez, el reino de la noche brilla por el esplendor de la fe. Y la música se hizo realidad: Kindertotenlieder (1901-1904) Confesiones personales: Rückert-Lieder (1901-1902) 98 Nacido en la ciudad bávara de Schweinfurt en mayo de 1788, Friedrich Rückert no es un poeta especialmente estimado por sus contemporáneos, para quienes su literatura se ve afectada por un excesivo academicismo. Así y todo, Mahler halla en ella el refugio espiritual que en el verano de 1901, año en el que la salud ha dado ya elocuentes muestras de debilidad, le permite seguir prolongando su mirada al futuro. El escritor, fallecido en 1866, y el músico comparten una visión contemplativa de la vida, influenciada en buena parte por la mística oriental (Rückert fue traductor y profesor de lenguas orientales en Erlangen y Berlín), un profundo amor por el campo y la naturaleza, y una extraordinaria capacidad para expresar sus sentimientos a través del arte. Los diez lieder escritos por Mahler sobre poemas de Rückert están agrupados en dos ciclos: los Rückert-Lieder (Canciones de Rückert) y los Kindertotenlieder. En realidad, los primeros no poseen verdadera unidad temática y son inicialmente publicados junto con Revelge y Der Tambourg’sell bajo el título de Sieben Lieder aus letzter Zeit (Siete canciones para los últimos días). Todos ellos, incluidos los Kindertotenlieder, se estrenan en Viena el 29 de enero de 1905 en la voz del barítono Friedrich Weidemann (que creará también la parte de barítono/contralto de La canción de la Tierra) y con el propio compositor al frente de su Filarmónica. Las canciones Blicke mir nicht in die Lieder! y Ich atmet’ einen linden Duft! no están en el fondo muy lejos de lo que en Mahler el lied ha venido siendo hasta ahora. Su finura y su limpidez vienen dadas ante todo por la leve orquestación, que pide sordina a la cuerda en la primera, y por su poético melodismo, que hace dialogar con delicadeza a la madera y a la voz en la segunda. El lirismo es aún más Mahler escribe sus Kindertotenlieder (“Canciones de los niños muertos”, o tal vez “Canciones a la muerte de los niños”) sobre poemas de Rückert en dos etapas: la primera en 1901 y la segunda en 1904. La historia es conocida: el 31 de diciembre de 1833, Rückert pierde en Erlangen a su única hija, Luise, de sólo tres años, tras una grave enfermedad. Su hermano Ernst, de cinco años, sigue el mismo camino apenas tres semanas después. El poeta, aun temiendo por la vida de otros tres hijos aquejados del mismo mal, escribe hasta junio de 1834 más de cuatrocientos poemas a la muerte de los niños, poemas que no publica en vida y que terminan viendo la luz en 1872 bajo el título de Friedrich Rückert’s Kindertotenlieder: Aus seinem Nachlasse. Mahler, por su parte, crece viendo cómo varios de sus hermanos se van yendo de este mundo sin llegar a conocer la infancia, y en 1874 sufre la muerte del más querido de todos, Ernst, un año menor que él. En su recuerdo escribe la ópera Herzog Ernst von Schwaben, con libreto de Josef Steiner, probablemente inacabada y hoy, como se ha apuntado, perdida. En el verano de 1901 han pasado veintiséis años del triste episodio, el compositor aún no está casado, ni siquiera conoce a Alma, y el deseo de tener hijos puede ser tan fuerte como el temor a perderlos. Cuando retoma el ciclo en el verano de 1904, el matrimonio Mahler vive una época feliz y sus dos hijas, Maria (“Putzi”) y Anna (“Gucki”), gozan de buena salud. Alma escribe en sus Recuerdos: “Puedo entender muy bien que se compongan textos tan terribles si no se tienen hijos o si se ha perdido a alguno. […] Pero no puedo comprender que se cante la muerte de niños cuando, media hora antes, se los ha estado besando y acariciando, alegres y sanos”. El trágico desenlace de la historia, la muerte de la mayor de las niñas en el verano de 1907, ha hecho correr ríos y ríos de tinta y ha generado tanta, tantísima literatura que al final se puede acabar obviando que el 257-dosier 20/10/10 09:43 Página 99 D O S I E R GUSTAV MAHLER Alma Mahler con sus hijas, Maria y Anna ciclo es no sólo el final del camino de Mahler como liederista, sino también (y sobre todo) la culminación del mismo. Las primeras tres canciones son contemporáneas de cuatro de los Rückert-Lieder, del lied Der Tambourg’sell y de los tres primeros movimientos de la Quinta, mientras que las dos restantes lo son del final (trágico) de la Sexta, pero la separación temporal no impide que el ciclo mantenga una inquebrantable unidad musical, dramática y emocional, a lo que contribuyen la delicada orquestación de cámara, la intensidad melódica y el tono intimista de nostalgia y tristeza, sólo parcialmente agitado en el último lied. Reina una vez más el mundo de la noche, pero no en solitario: la luz (de un candelabro, del sol, de las estrellas) se abre paso una y otra vez, y sólo al final logra contraponerse a la oscuridad y a la tempestad. Se sabe, por otro lado, que Mahler prefería una voz masculina para el ciclo, una voz capaz de expresar una profunda ternura paternal (recordamos que las canciones fueron estrenadas por el barítono Friedrich Weidemann), pero cantantes eximias como Kathleen Ferrier, Christa Ludwig, Janet Baker, Brigitte Fassbaender o Anne Sofie von Otter han demostrado que un instrumento femenino puede teñir la obra de unos colores, unos acentos y unos matices no menos conmovedores. Éstos aparecen ya en la primera can- ción, Nun will die Sonn’ so hell aufgeh’n, en re menor: amanece, y la luz del día quiere llegar al hogar “como si nada hubiera pasado”. La página se inicia con un lúgubre diálogo entre el oboe y la trompa, que se irá retomando en adelante. Unas campanas recuerdan la imagen del niño. La doliente línea vocal se mueve sin sobresaltos en un ámbito muy reducido, y sólo se ve remotamente arropada por la cuerda en los versos pares; no obstante, ésta tiene una intervención apasionada tras las palabras “Licht versenken”: luz eterna. La segunda canción, Nun seh’ ich wohl, en la que los ojos de los niños se convierten en espejos de sus almas, en estrellas de la noche, está en do menor, pero la sensación de falta de reposo tonal hace pensar en el Tristan wagneriano; además, la sección central alude a la Liebestod de Isolda, la muerte por amor, una muerte hermosa. Por otro lado, el motivo ascendente inicial no puede ocultar que estamos en los tiempos del Adagietto de la Quinta. El tercer lied, Wenn dein Mütterlein, también en do menor, crea un clima especialmente fúnebre y sombrío, sobre todo por las hondas incursiones de la voz en el grave y por el delicado empleo del corno inglés y, después, del oboe, que elevan su canto melancólico durante buena parte de la obra. Los pizzicati de los violonchelos simbolizan los pasos de la niña ausente, o acaso los de su madre, que entra por la puerta bajo la tenue luz de un candelabro. La cuarta página, Oft denk’ ich, sie sind nur ausgegangen!, es la única en modo mayor, mi bemol (relativo de do), pese a que la voz emprende su canto en modo menor. Los niños han salido a dar un paseo y ya no volverán a casa, pero vive aún la esperanza del encuentro en las alturas (¿los cielos?), bajo la luz del sol, donde el día sí es hermoso. El clímax recae sobre las palabras “auf jene Höhn!” del último verso, en línea vocal descendente, donde un poderoso crescendo se resuelve en un súbito pp que acaba muriendo en la calma. El tempestuoso lied final, In diesem Wetter, se relaciona tonalmente con el primero, pues vuelve a la tonalidad inicial, re menor. Aquí, el dolor del padre deviene en una ira extrema motivada por un demencial sentimiento de culpa. La orquesta suena por primera vez nerviosa, tensa y al completo, pero, tras la tormenta, se hace efectivamente la luz en un hermoso re mayor, el solista canta con dulzura y delicadeza (sempre pp al fine) sobre el acompañamiento hipnótico de la cuerda, y vuelven las campanas, como si todo hubiera quedado atrás. Mas, ¿puede la vida volver a fluir después de tanta desolación? Mahler entona, quizás, un llanto de esperanza, los niños están en manos de Dios, y cuando en el epílogo orquestal se alza la voz de los violonchelos volvemos a recordar a Wagner, o al dios Wotan tras despedirse para siempre de su hija más querida, Brunilda, en el final de La walkyria. Pero esta música no habla de mitos o de leyendas: habla de la realidad, de esta vida, de este mundo, y nada hacía presagiar que ese último resplandor que lentamente descendía al silencio no era sino la luz que suele preceder a la oscuridad. Asier Vallejo Ugarte 99 257-dosier 20/10/10 09:43 Página 100 D O S I E R GUSTAV MAHLER FUENTE DE LA MODERNIDAD Propedéutica 100 Cuando un aniversario reclama su tributo se suele exponer la verdad al riesgo de la hagiografía. Las ciento cincuenta velas del compositor de Kalitsch nos obligan a repensar el Mahler real y el imaginario y establecer un diagnóstico sobre cuán enfermos estamos de su música. Pero medirle las hechuras entre ese “bosque psíquico” que refiere Jaume Radigales y el arte de nuestro tiempo entraña el mismo peligro que corre la estética cuando algunos filosofastros dicen haber encontrado la proporción áurea en un poso de té. Y es que establecer el influjo de Mahler en la modernidad dependerá en muchos casos del oído de quien escucha. Por otro lado, todos los creadores comportan un tema y una simbología. Para los ensayistas de Shostakovich, el tema es el estalinismo; su símbolo, la libertad frente a la tiranía. En el caso de Takemitsu, el tema es la transculturalidad; su símbolo, la confluencia de dos mundos ¿antagónicos? En el de Mahler, el tema es la crisis del romanticismo y el advenimiento de un nuevo orden en música. Su simbología, la crisis de la kultur y del individuo modernos. Alguien me comentaba hace poco que para cartografiar la influencia de Mahler habría que plantearse justamente lo contrario: ¿quién no ha sido influido por Mahler? Es cierto que resulta casi imposible silenciar el anhelo prosístico de nombrar a Mahler padre y decano de la música del siglo XX, porque su imagen literaria, la que nos ha llegado a través del epistolario y las biografías, avala la mitopoética: ese Mahler quijotesco cuyo rubro se nos aparece en art nouveau y que se abisma como el Caminante de Friedrich ante los desfiladeros del futuro: genio, visionario y al tiempo humano, demasiado humano. Flaco favor nos hizo el propio Gustav al pronunciar esas palabras que habrían estremecido hasta al mismísimo Eurípides: “Mi tiempo está aún por llegar”, dijo el hombre. Ahí queda eso. Hay, por lo tanto, dos instancias a considerar: en primer lugar, el “mahlerianismo” como materia fáctica, cuantificable, demostrable sobre el papel; en segundo, el “mahlerianismo” como materia de orden metafísico, el esprit du temps, el angst existencial, la incontinencia del genio. En el primer caso, hemos de tener en cuenta vectores propios como la armonía (que preludia la crisis de la música tonal), la expresión (timbres netos y distinguidos contra la aglomeración romántica) y la morfología (la disrupción de la proposición musical; la discontinuidad de los hechos musicales; la miscelánea de fuentes populares y cultas). En el segundo, el juicio corre el albur de la subjetividad: decidir hasta qué punto cabe encontrar a Mahler en el fatalismo y la morbidez de la música de nuestro tiempo depende más de la capacidad de fabulación que de un puñado de rudimentos técnicos. Tras su muerte en 1911, la Segunda Escuela de Viena se convierte en la primera depositaria de la música de Mahler. Pero la continuidad de su arte en la segunda mitad del siglo se debe en gran parte al revival que Leonard Bernstein —siguiendo la estela de Walter y Klemperer— hace posible en los sesenta con motivo del centenario. Estas son las dos ruedas dentadas que accionan la estética post-mahleriana en el siglo pasado. Por el contrario, el auge del serialismo y las prácticas vanguardistas propugnadas por Darmstadt, así como la Segunda Guerra Mundial y el nazismo, contribuyen a su zozobra. Si en los albores del “mahlerianismo” se hallan las claves para la disolución de la tonalidad y la abolición del romanticismo, Mahler resurge en el último tercio del siglo debido a una urgencia deconstructiva que se inspira en los renglones torcidos de sus sinfonías. Concretamente, en la sinfonía que más ha influido en el siglo XX y que sigue flameando en el nuestro: la monumental y architrágica Novena. No pocos compositores y musicólogos han indicado que ya sólo en el Andante comodo del primer movimiento se encuentran in vitro los principales rasgos de la música de nuestro tiempo. Fraseo histórico: influencia y recepción de Mahler 1911-1930: Revolución El mismo año de la muerte de Mahler, Arnold Schoenberg concluye su conocido Tratado de Armonía; en él se ensayan la devaluación de la tonalidad y la delación de lo programático en favor de una música absoluta. La concisión, la depuración y la claridad son las metas del nuevo pensamiento estético tras el empacho romántico: mientras que Schoenberg enarbola la bandera de la revolución de los doce tonos, intuyendo en Mahler la materia armónica que pondrá patas arriba la vieja tonalidad, Webern y Berg admiran la morfología surreal de las concatenaciones fragmentarias de las últimas sinfonías: chanzas, ironías y demencias que Krenek primero, y luego Weill y Shostakovich incorporarán más tarde a sus ideaciones sinfónicas para exorcizar los horrores de la guerra y el fascismo. La relación personal y artística entre Schoenberg y Mahler fue sumamente compleja, pero si hay que buscar un epicentro para estudiar la deriva de la estética mahleriana habría que retrotraerse hasta esas veladas en casa de los Mahler en las que Schoenberg, Zemlinsky y su anfitrión departían hasta altas horas de la noche. Schoenberg ama y al tiempo detesta la música de Mahler, pero no puede negar la deuda que contrae con su preceptor y amigo. La ama por cuanto hay en ella de revolucionario y “crítico”, pero la detesta por espejear las ascuas del antiguo régimen romántico. Schoenberg afirma que al escuchar por primera vez la Segunda de Mahler llega a experimentar un “impacto físico”. No menos admirable le resulta también la Séptima, que se halla en línea con su propio credo estético: un giro copernicano hacia la negación de la expresión post-romántica que se materializa en la Sinfonía de cámara, op. 9 de 1907. La influencia de Mahler en Schoenberg determina, por ejemplo, la fuerte estructura tonal y la armonización sostenida de las Canciones orquestales, op. 8 (1906). En la pieza Ich darf nicht dankend, op. 14, nº 1 (1907) aparecen pasajes de cuarta y texturas lábiles, típicamente mahlerianas, que precursan las decisivas Seis Pequeñas Piezas para piano de 1911. Las obras Die glückliche Hand (1913), la incompleta Seráphita (1914) y un proyecto sinfónico del mismo año entroncan también con la religiosidad metafísica y el fragor mahlerianos. En Alban Berg cristaliza de forma mucho más visible el lenguaje de Mahler. Su tremenda Wozzeck (1917-1922) no deja de ser una combinación inextricable de Mahler y Schoenberg, pero en la superposición de danzas que jalonan la escena de la taberna observamos esquemas métri- 257-dosier 20/10/10 09:43 Página 101 D O S I E R GUSTAV MAHLER Mahler en la Ópera Imperial de Viena, 1903 cos dobles y triples que refieren el Scherzo de la Novena. El epílogo de la ópera está considerado, justamente, una de las cumbres del post-mahlerianismo: a fin de cuentas es la refacción de una sonata para piano que Berg escribe siendo alumno de Schoenberg y que delata el embrujo de Mahler. En las Tres Piezas orquestales, op. 6 (1914-1915), el carácter alegórico de la música de Mahler configura una amalgama de acontecimientos sonoros dispuestos sobre una estructura desfondada: si en la Marcha titilan con tenuidad los sones apocalípticos del Finale de la Sexta, los elementos paródicos de Reigen aluden directamente al Scherzo de la Séptima. Adorno considera que el atributo más mahleriano de la música de Berg es la voluptuosidad vienesa que aromatiza, por ejemplo, la música de la libertad del segundo acto de la ópera Lulú (1929-1935). Berg se vale de Mahler, por lo general, para crear un efecto contrastante: en la Escena II del Segundo Acto la interpretación de Lulú se encuentra perfumada por una impostada sonoridad romántica. En las disonancias del acorde de la muerte, además, resuena el propio con el que culmina el Adagio de la Décima, que Berg conocía muy bien a través de la versión de Krenek. A Anton Webern le interesa principalmente la música de Mahler como espejo deformado de los sonidos de la naturaleza. Esta fascinación le hace posible llevar a cabo el viaje desde lo programático a lo abstracto y es pieza clave para entender cómo en su arte se produce el tránsito del romanticismo al modernismo y la transformación del paisaje austriaco en un ente puramente abstracto. Si en la masiva Passacaglia de 1908 y la Pieza orquestal op. 6, nº 4, de 1909 los formantes orquestales se sostienen sobre un dramatismo quintaesencialmente mahleriano, los pasajes más quebradizos de la Sinfonía, op. 21 (1928) remiten sutilmente al inicio de la Novena. La utopía compositiva de Webern, dirigida a la consecución de la síntesis última, pone en liza lo dinámico y lo estático, el espacio y la distancia. Webern admira la importancia que Mahler concede a las voces secundarias en el ámbito de la polifonía, lo cual contribuye a afianzar un universo musical sin valores jerárquicos. Pero aun ambicionando la síntesis última que se halla en el corazón de su ideario, a Webern le cuesta desapegarse de esa tendencia a la fragmentación propia de la práctica serial, lo que genera una dialéctica intempestiva en el seno de su escritura. En torno a 1922 Ernst Krenek llega a proclamar que su meta como compositor sinfónico es convertirse en el sucesor de Mahler. En este año compone su Segunda y Tercera Sinfonías. El trágico Finale de su Segunda remite indefectiblemente al desesperado segmento homólogo de la Sexta de Mahler y al Adagio de la Décima. Si la música de Krenek se emparenta con la de Mahler por la disposición de su morfología, la de Alexander von Zemlinsky entronca más con su gusto por el eclecticismo, como reflejan claramente las Seis Canciones, op. 13 (1913), que no son otra cosa que tonadas populares convertidas en enigmas. Si en este ciclo la clave es la compresión, la expansión es el rasgo predominante de la última canción de la Sinfonía lírica, op. 18 (1922-1923), en la cual emergen unas disonancias en cuartas que recuerdan tanto el Ich darf nicht dankend de Schoenberg como partes de la Séptima de Mahler y los acordes de cuarta de La canción de la Tierra. Antes de trabar contacto con Bertolt Brecht, Mahler ya había dejado una profunda huella en Kurt Weill. 101 257-dosier 20/10/10 09:43 Página 102 D O S I E R GUSTAV MAHLER Mahler, por Otto Böhler, en Wiener Ertrabalatt. 1899 En la cantata Der neue Orpheus (1925) el compositor introduce una parodia de una Totentanz mahleriana para espolear los oídos del público burgués; por otro lado, en el inicio se suceden varios objetos musicales expuestos mecánicamente, al estilo de los collages de la Séptima. En estos efectos se encuentra el quid de la sonoridad expresionista de Weill, quien travestido de Mahler parece glosar sórdidos arrabales y un lumpen grotesco. El surrealismo de Mahagonny (1927) y La ópera de los tres centavos (1928) se basa, por otro lado, en la regeneración de materiales pasados de moda: en Mahagonny, por ejemplo, el magro contrapunto de la escena decimonovena bebe del principio de los Kindertotenlieder, y las distorsiones y tajaduras que presentan las diversas danzas recuerdan la configuración del Scherzo de la Séptima. En el Largo clausural, Weill invoca a su manera los fantasmas de cuento que aparecen en las canciones de Des Knaben Wunderhorn, reformulando a Mahler a través de la ironía y la intertextualidad. 1930-1970: Catarsis 102 Uno de los post-mahlerianos más importantes de mediados de siglo es Benjamin Britten. Pero a diferencia de la Segunda Escuela de Viena y de los expresionistas, Britten bebe más de la poética decadentista y lírica de Mahler que de las particularidades técnicas de su estilo o de los elementos grotescos de su prosa. Por lo general se tiende a pensar que el último movimiento de la Cuarta influye de forma notable en la temprana apuesta de Britten por el diatonismo. En sus años de juventud, incluso, dejará consignadas en algunas de sus partituras anotaciones muy específicas sobre usos dinámicos y expresivos de Mahler. En los ciclos vocales de Britten la sensación de melancolía y de pérdida se hace eco de los oscuros Ländler del compositor bohemio. Ejemplo paradigmático es la Serenade de 1943, donde el vaivén del modo mayor y el menor en la línea de trompa se convierte en trasunto de la desolación y la ruina. Pero resulta difícil encontrar en Britten una obra que deba más al arte de Mahler que la monumental Sinfonia da Requiem (1940), caracterizada por el empleo de la modalidad y un dualismo entre lo abstracto y lo programático. No obstante, la obra mahleriana que más impresiona a Britten es sin lugar a dudas la Quinta Sinfonía, con cuyo Adagietto llega a establecer una relación casi erótica. Este candor erótico recala también en el gusto de Hans Werner Henze cuando en 1963 pone música al poema de Rimbaud Being Beauteous. Harto de las abstracciones y ascetismos de Darmstadt, Henze tiende hacia la expresividad mahleriana urgido acaso por la necesidad de establecer un idioma más directo y comunicativo. La música de Mahler permite a Henze aquietar su dilema estético: en ella encuentra la inspiración necesaria para hallar su propia voz renunciando a las imposiciones de la vanguardia. La música que escribe Henze en los años sesenta juega mahlerianamente con estilos contradictorios, colores inconciliables y asechanzas de la vieja tonalidad para expresar la obsesión con el amor y la muerte. En el tercer movimiento de Las Basárides (1965) Henze emplea una melodía y una polifonía claramente mahlerianas, así como alusiones no del todo veladas al segundo movimiento de la Quinta. Este tipo de citas forman parte de una sintaxis que interrumpe los procesos sinfónicos con fines dramáticos. Dimitri Shostakovich llega a afirmar que si sólo dispusiera de una hora de vida no dudaría en emplearla en escuchar el último movimiento de La canción de la Tierra. Al margen de la fisonomía titánica de sus quince sinfonías, que comparten con Mahler la ambición universalista y ecuménica, en las tres primeras Shostakovich se alejará intencionadamente de la tradición sinfónicoromántica, mientras que en la Cuarta (1936) destila pasajes que se mueven entre una subjetividad radical y una extroversión grandilocuente. El modo en que ambos polos son yuxtapuestos responde en última instancia a una clara intención irónica. El efecto constructivista y maquinal de las sinfonías Cuarta, Décima (1953) y Decimoquinta (1971) de Shostakovich es de orden claramente mahleriano; en ellas se generan unos intercambios sofísticos entre los deslizamientos neorrománticos y una fría geometría que parece referir una cadena de producción. Es posible que el rasgo más mahleriano de esta última sea el propio Finale, que conjuga de forma ambiciosa una 257-dosier 20/10/10 09:43 Página 103 D O S I E R GUSTAV MAHLER marcha fúnebre, un scherzo y un medley de baile, entreverándolos en un psicótico nudo de relaciones musicales. Compositores como George Rochberg contribuyen en los cincuenta y sesenta a la sublimación de las digresiones y extremosos contrastes en los que abundan las últimas sinfonías de Mahler. En la Music for Magic Theatre (1965), diversos fragmentos de la Novena inspiran las crisis armónicas que se concitan en el interior de la pieza como símbolos de la irresolución. Aquí Rochberg pone en práctica su técnica del collage o de la “cita múltiple”, que luego extenderá en las Caprice Variations (1970), en la que imbrica también el tercer movimiento de la Quinta de Mahler. Para Rochberg no es factible una progresión estética en términos hegelianos: sólo existen contradicciones y convulsiones que mientan la problemática de la innovación. El único modo de salvarse es poner en práctica un ars combinatoria por la cual pasado y presente se fundan en un abrazo y desbrocen el camino a seguir. Esta tesis se materializa en el Tercer Cuarteto de cuerda de 1972, en cuyo quinto movimiento queda transustanciado el Finale de la Novena a modo de nostálgica revisitación proustiana. 1970-2000: Desintegración La música “made in Darmstadt” ocluye un tanto la relevancia y la significación estética de la música de Mahler, que por un tiempo adquirirá un aspecto necrótico. En su deseo de expurgar el pasado y denunciar la amnesia cultural, Pierre Boulez llega a condenar la “técnica de la cita” como una forma de muerte tolerada que pone en riesgo el futuro de la música. No obstante, compositores como Karlheinz Stockhausen, Alfred Schnittke y el propio Rochberg contribuyen a que las ideas protomodulares que se hallan en la gramática mahleriana rebroten en tendencias como el poliestilismo o el neotonalismo, decuplicando así el potencial intertextual y metamusical de esta música. Si Karlheinz Stockhausen emplea su “técnica intermodular” en la obra Hymnen (1967) con el fin de contener en su ucrónico fluir no sólo el mundo entero, como Mahler, sino la suma de todos los tiempos, Luciano Berio, por su parte, basa su hiper-mahleriana Sinfonía de 1968 — uno de los mojones del poliestilismo y de la música modular del siglo XX— en el Scherzo de la Segunda. El cuarto movimiento se inicia con las mismas dos notas que Mahler emplea en el comienzo del cuarto movimiento de la Segunda mientras que el tercer movimiento de la Sinfonía de Berio se basa en procesos y transformaciones de todo tipo (superposiciones, interpolaciones, citas, distorsiones, saturaciones periódicas) que canalizan un flujo en el que chapotean toda suerte de acontecimientos e impresiones musicales. En el último cuarto del siglo XX despuntan dos de los más grandes post-mahlerianos de la historia reciente: el ruso Alfred Schnittke y el ucraniano Valentin Silvestrov. Schnittke aquilata las posibilidades del poliestilismo sirviéndose de sus habituales procesos de “desfamiliarización”: en el segundo movimiento del Cuarteto con piano de 1988 deconstruye un fragmento de un scherzo de Mahler que luego arregla para gran orquesta en su Quinta Sinfonía. Este gusto por la fragmentación, rotura, superposición y difusión de la materia musical le lleva a reutilizar la cita mahleriana al final de la obra a modo de epifanía. Schnittke plantea las estructuras como enunciados abiertos e irracionales, meros jirones de sentido que semejan pesadillas o aberraciones. Por esta razón, su atributo mahleriano consiste en una radical intensificación de los contrastes y antagonismos que se dan entre los cuerpos heteróclitos de sus sinfonías y conciertos, corolarios de una concurrencia impracticable. Por el contrario, Valentin Silvestrov se vuelca más en las industrias armónicas de Mahler que en sus asunciones metafísicas, fijándose —a veces demasiado— en el delineado de su anfractuoso lenguaje para montar sobre él sus propias criaturas sonoras: el Adagietto de la Quinta, por ejemplo, determina con precisión varios niveles de la armadura armónica de su sinfonía homóloga, que se plantea como la mayoría de ellas en un único y espacioso movimiento. Otra de sus grandes obras mahlerianas, la sinfonía para violín y orquesta Widmung (1990-1991) asimila en no pocos momentos la forma y la gestualidad de la Novena para crear su propio ditirambo sonoro. Coda A vista de pájaro, da la impresión de que Gustav Mahler no ha sido tan decisivo en el curso de la música moderna como, por ejemplo, un Arnold Schoenberg. De hecho, hoy en día su música puede sonar hasta conservadora. Pero no es menos cierto que Mahler siempre ha estado ahí, mientras que Schoenberg y sus dogmas han ido languideciendo poco a poco, a veces para procrear otros géneros y especies. Podría decirse que Mahler es una criatura ubicua: está en todas partes. Porque a diferencia de otros jerarcas de la historia de la música, su música es capaz de transitar entre múltiples estados de conciencia en los confines de un solo compás. De ahí que en su caso revista tanta importancia la sutil torsión estética que imprime en el arte como el contenido ontológico y psicológico de sus páginas. Es, por ello, perfectamente posible toparse con Mahler en la concreción celular de Wolfgang Mitterer y en las argamasas metamusicales de Detlev Glanert y Moritz Eggert como en el trascendentalismo místico de un Alan Hovhaness o en el neominimalismo épico de John Adams, quien siguiendo la línea marcada por Leonard Bernstein y Charles Ives ha cifrado a Mahler en ciertos requiebros de sus obras para alcanzar portentosas cumbres tímbricas de extraordinaria resonancia poética. Sirvan estos ejemplos —tan sólo un puñado de ellos— para dar fe de la inescrutable actualidad de nuestro compositor, quien a día de hoy, y tal como afirma la especialista Almudena de Maeztu, “es el músico más interpretado, grabado y programado de la historia. Por algo será”1. David Rodríguez Cerdán BIBLIOGRAFÍA Theodor W. Adorno, Monografías Musicales: Mahler — Una fisionomía musical. Madrid, Akal, 2008. Stephen Downes, “Musical languages of love and death: Mahler’s compositional legacy”, en The Cambridge Companion to Mahler. Jeremy Barham, editor. Cambridge, Cambridge University Press, 2007. José A. González Casanova, Mahler, la canción del retorno. Barcelona, Ariel, 1995. Alma Mahler, Recuerdos de Gustav Mahler. Barcelona, Acantilado, 2006. José Luis Pérez de Arteaga, Mahler. Madrid, Antonio Machado/Fundación Scherzo, 2004. Jaume Radigales, “Sonidos para un fin de siglo. La (de)construcción musical en la Viena de Klimt”, Trípodos, nº 21. Barcelona, 2007. Paco Yáñez, Entrevista con Jorge E. López, www.gustav-mahler.es Almudena de Maeztu, “150 años de Mahler”, El Cultural, 2-72010. 1 103 257-dosier 20/10/10 09:43 Página 104 D O S I E R GUSTAV MAHLER Un recorrido por la historia de la interpretación mahleriana DESDE EL PODIO: ORÍGENES Y EVOLUCIÓN Es probable que Mahler sea el compositor más deseado por la mayoría de las batutas del circuito profesional actual. Sus obras presentan un abanico de variedad, emociones, profundidad y color que conectan directamente con la sensibilidad del oyente actual. Aquel tiempo aún por llegar al que tantas veces se alude era —es— un tiempo marcado por una estética de efectos especiales y una ética en la que la frivolidad convive con la necesidad de transcendencia. La capacidad de evocación sensitiva de su música, unida a su sintaxis abundante en yuxtaposiciones y recurrencias, encuentran en un público familiarizado con los lenguajes musicales cinematográficos y sus derivados el sustrato óptimo del que carecía a principios del siglo XX. P ero Mahler no siempre fue esa perita en dulce para los directores. A las innumerables dificultades que encontró en vida para ver su música dirigida desde otros atriles distintos al suyo, hay que añadir que apenas un puñado de incondicionales estuvo dispuesto a interpretarla tras su muerte. En medio de una hostilidad que se prolongó durante más de medio siglo, aquellos primeros apóstoles marcaron la senda por la que habría de transitar posteriormente una segunda generación, responsable de esa gran explosión de mahlerismo surgida hacia 1960. El perfeccionamiento de la tecnología fonográfica y la expansión del mercado discográfico no fueron hechos ajenos al fenómeno, convirtiendo a Mahler en uno de los compositores más grabados de la Historia. A partir de los años ochenta, con su figura ya resucitada y prácticamente canonizada, la interpretación mahleriana se vio obligada a profundizar aún más en sus partituras para poder encontrar aspectos inexplorados en los que basar nuevas propuestas para las audiencias. Partamos del propio Mahler para observar la evolución que ha experimentado la interpretación de su obra durante un siglo hasta llegar a ser, en la actualidad, piedra de toque ineludible para la mayoría de directores y orquestas, a la vez que protagonista de los proyectos discográficos más ambiciosos. Mahler frente a Mahler Lo que se entiende por tradición la mayoría de las veces es desidia (Mahler). 104 Gustav Mahler fue el primer director moderno. Si su faceta de compositor le fue dolorosamente ninguneada por la mayoría de sus contemporáneos, el terreno en el que sí impactó como un obús en su época fue en el de la dirección de orquesta. Esbozado apenas por Berlioz o Mendelssohn, el escurridizo perfil profesional de ese oficio casi demiúrgico había venido definiéndose progresivamente a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX con figuras como Wagner, Kreisler, Bülow o Nikisch. Sin embargo, la concepción romántica del intérprete-creador impulsaba a toda esa venerable estirpe de maestros a un intervencionismo subjetivo sobre el material musical que dirigían. Mahler erradicó esta actitud e implantó un afán de objetividad y de respeto al texto que, aun bien distintos a los que actualmente consideraríamos como tales, supusieron una revolución en los usos interpretativos del momento. Desgraciadamente, no podemos escuchar a Mahler dirigiendo su propia música. No existen registros fonográficos, dejando aparte unos cuantos rollos de pianola Welte-Mignon que, más allá de espolear nuestra imaginación hechizada por el embrujo que supone poder escuchar al propio compositor, no son base suficiente para extraer conclusiones sólidas en obras donde la importancia de la orquestación es definitiva. Sí tenemos, en cambio, numerosos testimonios literarios y gráficos que lo definen como un trabajador meticuloso, ultraexigente e incansable. Son tantas las fuentes que insisten en el poder subyugante de su mirada y de sus gestos que, incluso restando cautelosamente el grado de hipérbole que suele ser consustancial a todo intento de descripción del oscuro arte de la batuta, deberemos admitir que Mahler poseía un poder de comunicación sólo comparable a su perseverancia. Su afán de control absoluto sobre el resultado orquestal generó una leyenda en torno a aquel judeo-converso y todopoderoso Direktor der Hofoper que se tradujo en multitud de caricaturas y dibujos que una prensa instigada por las inquinas subterráneas de la época publicaba casi a diario . El análisis de estas fuentes y su comparación con otras semejantes, referidas a algunos de sus colegas, nos mostrará que, si bien hemos de conceder a Mahler un altísimo potencial mímico y una gran eficacia icónica en la exigencia desde el podio, la hiperactividad motriz que muestran bien podría entenderse como lugar común inherente a la profesión . A colación de esto, otro dato que nos permite suponer la fuerza expresiva de Mahler es, curiosamente, la insistencia con la que su más directo rival, Richard Strauss, se jactaba de una parquedad gestual inusual en “otros” directores. Aunque sabemos que, con el paso de los años, Mahler fue adquiriendo sobriedad y concisión en el gesto, los motivos fueron muy distintos a la indolencia de la que hacía gala su colega alemán. Sin embargo, por encima incluso de todas las observaciones y comentarios de terceros, son las propias partituras las que nos ofrecen pistas inequívocas sobre su obsesión por el control y la exactitud. En un primer momento, las 257-dosier 20/10/10 09:43 Página 105 D O S I E R GUSTAV MAHLER marcas y acotaciones puramente directoriales hablan ya de la importancia concedida a una técnica clara y precisa; pero, más profundamente, es la infinita matización y la variedad de recursos rítmicos, dinámicos y tímbricos que muestra su escritura la que evidencia que nos encontramos ante un músico que debió contar, forzosamente, con una capacidad expresiva prodigiosa. Será éste uno de los factores determinantes, como veremos, a la hora de observar la evolución interpretativa, dado que la posibilidad de plasmación sonora de esa hipertrofia detallista corre pareja a la necesidad de perfección de las técnicas instrumentales, el incremento en la calidad y profesionalización de las orquestas y el fundamental desarrollo de la expresión gestual en la dirección orquestal. Sin detenernos ahora en este último campo, es importante apuntar siquiera un par de aspectos que han resultado claves en este sentido. El primero de ellos es la evolución de la técnica directorial propiamente dicha, y muy especialmente en lo relativo a la disociación y distribución de contenidos expresivos entre ambos brazos. Este aspecto, aparentemente insignificante, encierra, sin embargo, algunos de los mayores secretos en cuanto a la capacidad de los directores para transmitir a la orquesta la elasticidad en el fraseo que caracteriza radicalmente la escritura musical de Mahler. Igualmente, la evolución de la técnica de batuta, e incluso los cambios en la tipología de éstas a lo largo del siglo XX, ha redundado en una ganancia de plasticidad visual que ha tenido su traducción sonora inmediata. El segundo de los aspectos mencionados es la progresiva transformación de una expresividad corporal decimonónica acartonada y marcial hacia una más natural y variadamente teatral, cambiando el pudoroso decoro por gestos emotivos y visualmente explícitos. Todos estos cambios, en muchos casos surgidos de la necesidad de una comunicación mímica eficaz y unívocamente clara como única vía para rentabilizar el cada vez más escaso número de ensayos que se ha venido imponiendo como norma, han producido importantísimas mejoras interpretativas en una música en la que la intervención del director se percibe de manera esencial. Considerando lo expuesto, podríamos concluir que las interpretaciones de Mahler de sus propias obras debieron de ser lecturas dominadas por el rigor y el máximo apego posible a lo plasmado sobre el papel. Con toda probabilidad también, los múltiples condicionantes ajenos pudieron ser causa de que mucho de lo escrito acabase convertido más en una anhelada ilusión acústica a la que tender que en la representación gráfica de un pensamiento materializado plenamente en sonido real. En cualquier caso, la interpretación ideal está precisamente ahí, en la partitura, escrita y acotada con todo detalle. A contracorriente Una partitura impresa es como un libro con siete sellos. Incluso los directores, que saben descifrarla, la presentan al público impregnada de sus interpretaciones particulares. (Mahler) Los paladines que, prácticamente durante toda la primera mitad del siglo XX, mantuvieron la música de Mahler en cartera, frente a toda la carga de desprestigio que arrastraba, son bien conocidos. Bruno Walter, Oskar Fried, Willem Mengelberg, Otto Klemperer, Charles Adler, Jascha Horenstein, Dimitri Mitropoulos y sir John Barbirolli podrían acotar aquella nómina. Ya sea por los distintos grados de contacto o amistad que varios de ellos mantuvieron con el compositor, o por la mera cercanía temporal al personaje histórico, en sus lecturas podemos suponer un alto grado de fidelidad respecto a las formas e intenciones del propio Mahler. Sin Ambas ilustraciones sobre Mahler fueron realizadas por Hans Schliessmann, 1901 embargo, las grandes diferencias que constatamos en sus documentos fonográficos, así como los distintos grados de comunión de cada uno con la idiosincrasia estilística que aún pervivía como herencia del siglo anterior, nos llevan a admitir la posibilidad de múltiples vías de acercamiento a las partituras mahlerianas y la no necesaria univocidad de ninguna de sus lecturas en concreto. Sabemos, por ejemplo, de la aversión que Mahler sentía hacia el rubato excesivo o de su obsesión por conseguir la mayor transparencia textural para sus obras. Sin embargo, muchos de estos intérpretes incurren plenamente en lo primero o renuncian abiertamente a lo segundo. Walter, por ejemplo, tenido por uno de los más cercanos al original, confiesa las frecuentes reconvenciones que el propio Mahler le hacía acerca de la necesidad de exactitud métrica mientras reconoce su natural tendencia a inclinar la balanza a favor de la expresión emocional. Si analizamos las interpretaciones de toda esta primera hornada de mahlerianos podremos extraer una serie de conclusiones válidas de manera general. En cuanto al tempo, por ejemplo, hay una tendencia casi unánime a mantener la homogeneidad del pulso, prestando una atención sólo parcial a los múltiples cambios que las partituras piden en la mayoría de sus secciones. Como contrapartida, muestran una fuerte sustentación estructural que se traduce en robustez respecto al gran arco de un movimiento o una obra. El tratamiento del factor dinámico es otro aspecto absolutamente crucial en la música de Mahler. Su empleo de este recurso tiene dos vías características: por una parte, lo que podríamos llamar una dinámica horizontal, en la que no sólo las frases —como es habitual en la mayoría de los compositores—, sino fracciones más pequeñas como subperiodos, motivos e incluso células, adquieren un preciso y aquilatado realce expresivo; por otra parte, existe una dinámica vertical que Mahler utiliza tanto para jerarquizar en estratos los efectivos orquestales como para producir 105 257-dosier 20/10/10 09:43 Página 106 D O S I E R GUSTAV MAHLER DIMITRI MITROPOULOS BRUNO WALTER 106 LEONARD BERNSTEIN característicos cambios de color tímbrico en el empaste sonoro . En esta primera generación mahleriana a la que nos venimos refiriendo, observamos la propensión mayoritaria a minusvalorar la —en ocasiones apabullante— abundancia de reguladores de dinámica horizontal de pequeñas dimensiones, centrando la atención, por el contrario, en una expresión dinámica de segmentos mayores, como frases y periodos. Teniendo, pues, en cuenta ambos factores —el agógico y el dinámico—, podríamos afirmar la general preferencia por resaltar lo esencial del mensaje a costa de perder parte de su plasticidad o, dicho más llanamente, ir más al meollo del qué sin detenerse tanto en el cómo. Y sin dejar aún la dinámica, algo parecido cabría apuntar en lo relativo a la plasmación de la abrumadora sutileza de la paleta requerida por Mahler, sobre todo en los terrenos del pianissimo, inalcanzable en aquellos primeros años en los que nos costaría encontrar diferencias entre un pp y un ppppp. En este sentido, no podemos obviar las limitaciones y deficiencias en los efectivos orquestales, que tantos quebraderos de cabeza dieron también a Mahler a lo largo de su vida, presentes en aquellas interpretaciones pioneras. Desde las drásticas reducciones de plantilla y duración que imponían las viejas grabaciones acústicas, a la severidad presupuestaria que las discográficas de mediados de siglo sacaban a relucir con tan sólo mencionarles el nombre de Mahler, advertiremos que en muchos de aquellos registros míticos numerosos pasajes son poco más que un amasijo de notas donde los elementos acaban por encajar con mayor o menor fortuna. Pero, por encima de las muchas diferencias que se puedan encontrar respecto a los parámetros fonográficos o interpretativos actuales, lo cierto es que la fuerte personalidad artística que se esconde tras los nombres de esa primigenia cruzada mahleriana constituye un valor en sí mismo. La calidez del bondadoso Walter, con su tendencia a neutralizar aristas, en contraste con la sobriedad implacable del ceñudo Klemperer puede ser un claro ejemplo de ello. Si hablamos de particularidades, quizá no las haya mayores que las de Mengelberg. Pero, confesemos: ¿cuántos de nosotros no daríamos cualquier cosa por haber podido presenciar aquel mano a mano de 1903 con el propio Mahler con la Cuarta como plato único? Tal vez aquella noche el pequeño holandés no se permitiera tantas gratuidades como las que se tomó, treinta y seis años después, al llevarla al disco en una lectura mítica tan vital como autocomplaciente. ¿Y qué no decir ante las desenfrenadas tropelías de aquel otro Nosferatu sin batuta, de nombre Dimitris, con cuyo convulso y atropellado apasionamiento transigimos ante la valiente exaltación con la que conseguía hacer morder el polvo mahleriano a auditorios reticentes cuyo único recurso al pataleo era una indisimulada lluvia de toses? Citemos, por último, al que quizá fuera el mejor eslabón de unión con la generación posterior: Jascha Horenstein. Dotado con el don del poderío estructural propio de su época y de un acrecentado sentido de libertad personal, fue también capaz de intuir, mejor que los demás, que la atención al pequeño detalle era algo que aún podía dar mucho más de sí. Morir para vivir La década de los sesenta sería proclamada por Leonard Bernstein como el tiempo de Mahler. Dejando aparte su inmodesta identificación personal con el compositor, hay que reconocerle haber sido el artificiero máximo responsable de la gran explosión que proyectó a Mahler hacia el gran público. El bohemio pasó de ser un autor minoritario a formar parte sustancial de las agendas de los más importantes sellos discográficos. Como si un gran pistoletazo hubiese dado la salida, los principales nombres de la dirección del momento se embarcaron en una carrera por la grabación de sus sinfonías, no ya de forma aislada, como hasta entonces, sino con ansias de integral. Bernstein fue, como es sabido, el primero en llegar a meta, seguido muy de cerca por Bernard Haitink, Rafael Kubelik, Václav Neumann o Georg Solti. Con ellos cinco se podría establecer una buena base de estudio de las líneas interpretativas de esta genera- 257-dosier 20/10/10 PIERRE BOULEZ 09:43 Página 107 WILLEN MENGELBERG D O S I E R GUSTAV MAHLER RICHARD STRAUSS ción protagonista del resurgimiento mahleriano. Mientras algunos de los maestros de la generación anterior conocían el declive, los que aún se resistían a ceder el testigo se vieron acuciados por un joven pelotón de directores deseosos de ver sus nombres junto al del resucitado en las flamantes portadas de los nuevos LP’s estéreo. Los reverenciados dogmas interpretativos de aquella —ya vieja— escuela, supuestamente tomados directamente del compositor, fueron absorbidos y superados por músicos que, sin ignorar el valor de esa herencia, sentían el impulso renovador de un nuevo tiempo colorista y pop. Mirando, más abiertamente unos, más de soslayo otros, a los grandes movimientos culturales de masas que se estaban produciendo en ese momento, estos intérpretes se atrevieron a sacar a la superficie rasgos de las partituras mahlerianas que, hasta ese momento, habían sido matizados cuando no ocultados descaradamente. Se trata de un Mahler limpio, brillante y mejor tocado de lo que había sido nunca hasta entonces. Se destapa su lado más naíf y populachero, pero también el más nostálgico y lacrimógeno, alcanzando límites de sinceridad expresiva que habrían ruborizado a la generación anterior. Veremos, por ejemplo, cómo esas instrumentaciones paródicas callejeras que surgen frecuentemente en los movimientos más ligeros, son abordadas buscando recrear su sabor original; o cómo empiezan a salir a relucir efectos instrumentales que eran causa de perplejidad y sonrojo hasta ese momento. Los col-legno, por ejemplo, se escuchan con descaro; los sorprendentes pasajes wild —salvajes— se abordan con valentía, y los desconcertantes y característicos glissandi, que la mordacidad de Toscanini ridiculizaba llamándolos “lamentaciones”, saltan, sin complejos, al primer plano. La gama de tempi se ensancha hacia los extremos, concediendo en ocasiones a los tiempos lentos unas dimensiones que parecen querer superarse lectura tras lectura, reviviendo la idea del propio Mahler al concebir el secreto del efectismo de un adagio en la capacidad de la batuta para llevar la lentitud del pulso siempre un paso más allá. Las texturas ganan transparencia, mostrando líneas contra- JASCHA HORENSTEIN puntísticas secundarias o terciarias que dormían ocultas bajo el peso de una concepción orquestal más compacta. Las articulaciones se benefician también de un protagonismo que redunda en una mayor vivacidad. Las grandes cimbras del fraseo, finalmente, pierden algo de su majestuosidad precedente pero, a cambio, ganan pálpito y vuelo. Si el estilo primitivo tenía, en definitiva, algo de la firmeza de un estudiado retrato de época, el nuevo lenguaje no está menos calculado, pero para producir, por el contrario, una ilusión de franqueza donde, hasta los excesos, resulten lógicos y necesarios. Esas profusiones, que si en algún compositor resultan plausibles es en Mahler, serán llevadas por Bernstein cada vez más lejos hasta el límite de la sofisticación manierista. El compromiso, a veces discutible pero casi siempre sorprendente, de sus ciclos —especialmente el segundo de los realizados en audio— no deja a nadie indiferente, llegando a convencerse a sí mismo y al resto del mundo del tino de sus interpretaciones. Su contrapunto lo encontramos en un Haitink mesurado y eficaz, cuya honradez y seriedad de planteamientos le han granjeado un sambenito de planicie que el tiempo —o él mismo— no tardará en derribar. Sus sucesivos acercamientos a estas obras pueden tomarse como un excelente ejemplo de la evolución interpretativa que venimos describiendo. Kubelik, por su parte, ofrecía destellos de talento con los que iluminar el aroma artesanal de su quehacer. El suyo es un Mahler menos preciso que el de otros pero adornado como el de ninguno por el valor de la espontaneidad. Su compatriota Neumann consiguió hacer de Mahler un profeta en su tierra, con un sentido expresivo profundamente conmovedor y un reflejo tímbrico de un idiomatismo impagable. Respecto a Solti, solemos decir que resulta perfeccionista y frío, y, siendo ambas cosas ciertas, en muchas de sus interpretaciones ninguna es totalmente verdad. En sus grabaciones hay pifias de antología junto a momentos donde la escrupulosa fidelidad a la letra no es sino una manera de rendir tributo. Y, aunque no lo hayamos citado como pilar de esta generación de artistas, no 107 257-dosier 20/10/10 09:43 Página 108 D O S I E R GUSTAV MAHLER podemos cerrar este apartado sin citar a ese hombre irregular que fue Klaus Tennstedt. Quizá no referencial, pero indispensable para comprender en un sentido profundo hasta dónde puede llegar la emoción en la interpretación de Mahler. Más que sus grabaciones de estudio, asistir a uno de sus conciertos era como tener que decidir qué cable cortar ante la cuenta atrás del temporizador. Todo podía saltar por los aires o terminar uno creyendo haber vuelto a nacer. ¡Fortissimo! ¡Al fin! No podemos conformarnos con un mezzopiano si lo que Mahler escribió fue un pianissimo. (C. Eschenbach) 108 Cuando el estilo ultra-objetivo de Pierre Boulez irrumpió en la música de Mahler comenzó a fraguarse el último gran peldaño de su evolución interpretativa. La claridad diamantina con la que el francés traducía las partituras permitía que toda su hiperpoblación de indicaciones y matices pudiera ser, al fin, escuchada completamente. Los jóvenes directores tomaron ejemplo y encontraron en su método — más que en sus formas— la clave para introducirse en un terreno tomado por figuras consagradas que habían sentado jurisprudencia como artífices del milagro. Bien preparados pero recién llegados al fin y al cabo, debían ofrecer algo más, o algo distinto. Tras la ingente producción mahleriana de los años anteriores, podía haberse pensado que todo estaba ya descubierto, dicho y grabado, pero no era así. En ese preciso instante, finalizando la década de los ochenta, un par de factores, aparentemente ajenos al asunto, vinieron a convertirse en auténticos catalizadores del progreso: los nuevos soportes audiovisuales y, sobre todo, la fuerza comercial que estaban tomando las nuevas tendencias en la praxis de la música antigua. Pese a la distancia abismal que pudiésemos suponer entre la corriente historicista y la práctica orquestal del repertorio mahleriano, los crecientes resultados que aquélla venía presentando en la guerra por las audiencias encendió la bombilla de muchos de estos nuevos directores. Se sumergieron y buscaron, a su manera, la autenticidad del estilo Mahler tomando prestadas las banderas que desde hacía tiempo venían enarbolando sus colegas de la música antigua, como la limpieza exhaustiva de las fuentes, el máximo respeto a las intenciones del compositor y la fidelidad micrométrica a la partitura. El resultado no tardó en aparecer: interpretaciones donde todo se replanteaba de manera radical. Se rastreaba cada palmo de papel a través de un microscopio para, posteriormente, interiorizar largamente la obra y ponerla sobre los atriles de la orquesta con una exhaustiva idea de cada uno de sus elementos y los pasos a seguir para transformarlos en sonido. Como resultado de este proceso revisionista, en el que la tradición interpretativa apenas contaba en comparación con la elocuencia de los propios textos, Mahler se convirtió en un ejercicio de preciosismo sonoro. En su traducción, cada detalle diminuto era considerado, cuantificado y ponderado en el conjunto, para, posteriormente, ser ejecutado con un cuidado pulquérrimo por instrumentistas que podían dar cien mil vueltas a cualquiera de sus colegas con quienes el compositor hubiera tenido que bregar un siglo antes. En este último estadio evolutivo, el sonido llega a convertirse en artículo de lujo, y sus condicionantes en recursos que hay que tratar con una mezcla de mimo y precisión quirúrgica. La expresividad resultante es, tal vez, menos espontánea pero, a cambio, se adapta punto por punto a lo escrito por la minuciosa mano de Mahler. La voluptuosidad tímbrica se ha llevado a límites impredecibles y determinados efectos instrumentales sorprenden a cada paso incluso al oyente más familiarizado con este repertorio. Nunca, como en esta última época, se han escuchado con más sentido y claridad, por ejemplo, la diferenciación de planos ante la aparición de marcas tan características de Mahler como, por ejemplo, las hälfte —mitad— en las secciones de cuerda aguda. Tampoco los abundantísimos glissandi, que hemos mencionado ya como uno de los rasgos más controvertidos en cuanto a su tratamiento, habían ofrecido jamás un matiz tan mórbido y sensual como el que se logra al ser considerados como un efecto con más caracterización e intencionalidad que un simple rasgo de cursilería melódica. La dinámica es, de nuevo, uno de los rasgos en los que la evolución es perceptible de manera más clara. Sus límites se han ampliado hasta lo inaudito, gracias a la seguridad que instrumentistas y director tienen de que esa sutileza, que tanto esfuerzo exige, tendrá su contrapartida al ser recogida por la calidad de la grabación o al ser recibida con absoluto silencio de la sala de conciertos. Se asumen sin dudar las aparentes paradojas escritas por Mahler y se buscan sus motivos, así como la manera de plasmarlas, en lugar de intentar trazar una corrección gratuita por más que ésta pudiese facilitar la inmediatez del resultado. La flexibilidad es otro de los conceptos clave, aplicándose al pulso motor y, simultáneamente, a la expresividad recogida en los reguladores de dinámica horizontal. Gracias a esto, los fraseos resultan absolutamente maleables y palpitantes. También en las sonoridades orquestales hay una búsqueda de nuevas vías que atenúen el gigantismo de las secciones de cuerda, o que exploren timbres del viento semejantes a los coetáneos del compositor. Igualmente gusta el captar el color particular de los timbales o el lograr efectos sobrecogedoramente oscuros y mullidos en los grandes parches y planchas. Por último, por influencia de un loable sentido musicológico, no dejan de reavivarse —pese al bizantinismo de algunas de ellas— conocidas cuestiones acerca del orden de interpretación de determinados movimientos o la reconstrucción de esbozos inconclusos. Tras todo lo expuesto, podríamos vernos tentados a considerar que los grandes directores mahlerianos actuales reducirían a meros intentos fallidos las aportaciones de cualquiera de sus colegas anteriores. Francamente, no creemos que sea así. Los Inbal, Abbado, Eschenbach, Chailly, Rattle o Nott, que son en gran medida los responsables del excelente momento que vive la interpretación mahleriana actual, deben verse como herederos de quienes un día marcaron las líneas directrices. Hoy, la escucha atenta de todo aquel legado fonográfico no sólo es ilustrativa sino, en muchas ocasiones, sorprendentemente cautivadora. Ahora bien, como cualquier otro campo de expresión humana, también la interpretación instrumental y la dirección orquestal han evolucionado, alcanzando cotas impensables hace un siglo. Aun venerando el trabajo de nuestros predecesores, estamos de alguna manera obligados, como se dice en La Celestina, a superar a nuestros maestros. En nuestra opinión, esa transformación, en la que ciertamente se han perdido aspectos valiosos, agranda, no obstante, la posibilidad de escuchar un Mahler de mayor calidad. Lo que ocurra en lo sucesivo lo iremos siguiendo con atención, mas las trazas parecen apuntar hacia enfoques que ahonden en el perfeccionismo y la expresividad, pese a verse relativamente desprovistos de personalidad diferencial. ¿O tal vez, por reacción, volvamos a encontrarnos ante corrientes potenciadoras de la idiosincrasia personal? ¡Quién sabe! Lo que sí parece seguro es que, gracias a todos los que alguna vez se interesaron por interpretar la música de Mahler, generaciones futuras tendrán la enorme fortuna de poder conocer un legado inconmensurable. Juan García-Rico 257-dosier 20/10/10 09:43 Página 109 257-Pliego final 20/10/10 09:27 Página 110 ENCUENTROS JOSEP COLOM, DE DENTRO A FUERA J osep Colom (Barcelona, 1947) lleva en la mano una imaginaria lámpara con la que busca la verdad de cuanto le rodea. La música es para él, según confiesa, un acto de exploración profunda y, al mismo tiempo, una inmejorable vía de comunicación con el resto del mundo. Ante ese mundo, el pianista o, mejor, el artista, se posiciona con la humildad y la valentía del Diógenes griego, desnudo de ataduras. 110 Hablar de hondura es, quizá, el mejor elogio que hoy se le puede hacer a un músico. Digamos que, como en el ejército, el oficio se te supone cuando tocas en un ciclo de tal prestigio y, por tanto, la solvencia téc- nica no es, en sí, un mérito. Tampoco es que podamos estar siempre a salvo de tener una mala tarde, ¿verdad?, pero, por encima incluso del nivel de la ejecución, creo que el objetivo está en la profundidad de los planteamientos. Los autores que toqué en ese recital me son muy afines. He convivido con ellos durante muchísimos años y, de alguna manera, acabas sintiéndolos casi como amigos tuyos. Al tocar obras que empezaste a abordar en tu juventud encuentras un poso que vas enriqueciendo cada vez que retornas a ellas. Ya que menciona lo de la afinidad, me sorprendió encontrar a Bach entre esos autores. He tocado Bach desde siempre. Sin embargo, es verdad que en públi- Fotos: Rafa Martín El mes pasado, su recital en el Ciclo de Grandes Intérpretes fue para algunos un descubrimiento y para la mayoría la confirmación de la hondura de Josep Colom… 257-Pliego final 20/10/10 09:27 Página 111 ENCUENTROS JOSEP COLOM co lo he frecuentado poco. A mí me tocó vivir la época en la que había mucha reticencia a abordar su música desde el piano. Estaba incluso mal visto. Flotaba en el ambiente un planteamiento muy academicista, tan respetuoso que lo ahogaba. Había que pensárselo muy mucho antes de aportar algo personal y, honestamente, durante mucho tiempo no me he atrevido a tocar Bach en público. Habla usted en pasado… Sí. Afortunadamente, el movimiento de la música antigua ha dado la vuelta a esto. Se entiende la partitura como un esquema para ser completado por el intérprete y eso te hace sentir mucha más libertad. Actualmente me apetece mucho tocar Bach. Si no le estoy entendiendo mal, ¿viene a decirme que hemos vuelto a las libertades interpretativas de la mano del mismísimo purismo historicista? En cierta medida, sí. Ese purismo al que alude, en realidad, nos está dando lecciones de libertad. Bach es un repertorio que marca una frontera histórica. Mientras para los clavecinistas es el final de su repertorio, la culminación si se quiere, para nosotros, los pianistas, es el inicio. Bach no llegó a conocer el pianoforte, si exceptuamos algunos prototipos Silbermann que, por cierto, no le convencieron demasiado. Por tanto, se trata de un repertorio que no nos corresponde directamente, pero por su repercusión en la música posterior es el origen. No hay compositor posterior que no haya sido influido por él: Mozart, Beethoven, Schumann, Chopin, Schoenberg… ¡todos! Creo que le vemos con reverencia en tanto que fundador, por decirlo de alguna manera. A ello hay que sumarle esa herencia pseudo-academicista heredada de los años sesenta y setenta según la cual había que ser radicalmente fieles al texto, a pesar de tratarse de textos en los que no tenemos nada más que las notas. Esa concepción correspondería con fidelidad a un texto de Stravinski, pero no a lo escrito por un músico del Barroco. Fotos: Rafa Martín Admiro su valentía, porque cosas como la que me acaba de decir suelen levantar polvareda. La lección de los clavecinistas que han investigado el tema a fondo, como Leonhardt o toda la escuela posterior, nos enseña que es necesario contemplar con amplitud de mira los aspectos ornamentales, agógicos e históricos de estas obras. Desde el punto de vista del piano, ¿por qué no vamos a utilizar los pianistas las posibilidades dinámicas que nos brinda nuestro instrumento? El propio Leonhardt, hace algunos años, me decía muy tajantemente que los pianistas interpretan la música de Bach de forma completamente equivocada… Respeto su opinión aunque no la comparta. La libertad interpretativa de la que hablo empieza ahora a no verse como una fantasía o un mero producto de libertinaje, sino como algo que forma parte del estilo mismo. Sobre la eterna cuestión de si tocar al Bach al piano has de jugar con todos los recursos, lo que es totalmente absurdo es tratar de imitar el sonido del clave, partiendo de la base de que además es una misión imposible. Si tocas un piano, tocas un piano, con todas sus consecuencias. Si no, tocaríamos el clave, ¿no? Creo que puedes inspirarte en la estructura y la claridad de las líneas, pero no buscar la imitación. También en el concepto del tempo está aflorando la libertad en forma de flexibilidad. Estamos tan influidos por nuestro aprendizaje dentro de los patrones del compás que, cuando un fraseo tiende a tirar de nosotros hacia una mayor elasticidad, sentimos una especie de culpabilidad métrica. Esto, que evidentemente es mucho más relevante para la música del XIX, tiene, a mi manera de ver, plena vigencia también aquí. ¿Y si le pregunto cómo entiende usted la música, en general? Bueno… ¡ésa es la gran pregunta! Entiendo la música… como un lenguaje. Un lenguaje que no necesita palabras. En segundo lugar, diría que es una ventana abierta a la trascendencia, a algo que está fuera del tiempo o fuera de esta dimensión. No soy especialmente místico pero tengo conciencia de que hay algo, algo que no nos es posible explicar. A continuación, sin querer parecer pretencioso, diría que la música es, también, una manera de conocerme a mí mismo en el proceso por comprender las experiencias y emociones que han tenido músicos con dotes por completo fuera de lo normal y que nos han legado sus obras. Ese proceso lo entiendo más desde el campo de la emoción y del sonido directo que desde el intelecto. Es una manera de abordar las obras que me viene desde niño. ¿Me hablaría de aquel niño? Yo crecí escuchando tocar el piano a mi hermana mayor. Desde que tengo recuerdo deseaba tocar aquello que le oía hacer a ella. Cuando tenía seis o siete años intentaba imitarla y, en la medida de mis pocas posibilidades, lo hacía. No podía tocar aún aquel repertorio, obviamente, pero trasteaba, cogía sus libros y me las apañaba como podía. Desde entonces, mi acercamiento a la música es directo, de tú a tú con el compositor sobre la partitura. En aquel momento la discografía no era algo común y de acceso tan fácil como lo es ahora, así que no había muchas más opciones. Una figura importante en aquella época fue mi tía. Ella era quien enseñaba a mi hermana y, pasado un tiempo, después a mí. Era una persona complicada y en mi casa había una atmósfera un tanto enrarecida. De hecho, la música fue mi refugio emocional y mi evasión. Tuve la ventaja de tener, pues, un acercamiento muy temprano hacia todo lo musical, pero también el problema de haber crecido considerándome más músico que persona. Este ha sido uno de mis mayores problemas personales, aunque hoy ya completamente superado. He llegado a entender que la música no es más importante que la vida o que la comunicación directa con las personas. Para mí, la música fue, durante mucho tiempo, la única vía de expresión. Pese a todo, creo que mi tía nos transmitió confianza en nosotros mismos y, sobre todo, entusiasmo por la música. Después, otra figura clave fue Joan Guinjoan. Me dio una formación de cierta solidez como pianista pero, por encima de eso, me aportó la comprensión integral de la música. Su visión en tanto que compositor es algo que siempre he agradecido y que, a su vez, siempre he recomendado a mis alumnos. Intentar la composición, siquiera levemente, te facilita entender las claves de las obras que, como intérprete, has de estudiar. En referencia a esto, buscando y rebuscando me he encontrado alguna tímida alusión a un tal Josep Colom compositor. ¿Le conoció usted? [Sonríe] Sí, algo, aunque durante no mucho tiempo. En realidad, tengo que decir que a Josep Colom siempre le interesó más la música como estructura que el piano propiamente dicho. Sigue siendo así, de hecho. Aquella etapa creadora fue algo juvenil, más guiada por la intuición que por la formación en la orquestación, y enfocada sobre todo a las piezas para piano. Pasados aquellos años fui dándome cuenta de que tenía más facilidad para tocar que para componer e, inevitablemente, acabé enfocándome más hacia el instrumento. Años después hubo un repunte y, de una manera inesperada, un buen día me encontré componiendo. El impulso fue algo por completo emocional y, en aquel momento, descubrí que cuando me llegaba la bocanada creadora, las ideas musicales me absorbían hasta tal punto que me cambiaba el carácter. Así que pensé que para que se me pusiera el temperamento como a Beethoven sin llegar a ser Beethoven no valía la pena componer [risas). Lo dejé por segunda vez y, quién sabe… En un momento dado, su maleta, que intuyo machadianamente ligera, recala en París. ¿Recuerda aquella etapa? Sí. El propio Guinjoan me encauzó 111 257-Pliego final 20/10/10 09:27 Página 112 ENCUENTROS JOSEP COLOM hacia L’École Normale. Lo más importante de aquel periodo fue el encontrar, finalmente, un método cómodo y anatómico de tocar. Aunque después, cada cual acaba encontrando sus propias formas, descubrir aquello fue fundamental para mí. Viniendo hasta el presente, tengo entendido que tocar con orquesta no es un plan que, a priori, hoy le seduzca… 112 He tocado y toco con orquestas importantes, es cierto. Lo que ocurre es que prefiero otras formas de hacer música. ¿Por qué? Pues fundamentalmente por tres aspectos: en primer lugar, la literatura para piano y orquesta tiene obras maravillosas, pero, en conjunto, no llega a alcanzar la riqueza del repertorio escrito para piano solo. Si miramos compositor por compositor veremos que la mayor parte de sus esfuerzos están volcados en este campo. Beethoven, por ejemplo, tiene treinta y dos sonatas frente a cinco conciertos. De éstos, los dos primeros son de juventud y, de los restantes, ninguno iguala la categoría de las últimas sonatas. Podríamos seguir diciendo lo mismo de los conciertos de Liszt o Schumann, a pesar de ser obras maestras. La única excepción sería Mozart, pero este caso sería más para una orquesta de cámara y, si puede ser sin director, mejor. La segunda razón es que el tiempo dedicado a la concertación es cada vez menor. Nada que ver con el que se emplea en montar una obra de música de cámara, por ejemplo. Por esto, difícilmente con directores con quienes no hayas tenido una larga experiencia previa se puede llegar a resultados de alto nivel. Generalmente hay que cuadrar las fechas con las agendas de los directores y encajar con uno que esté disponible. En un rato, al piano, si tienes suerte, puedes llegar como mucho a convenir unos puntos básicos principales en la obra. Luego un ensayo y el general. Y eso es todo. De esta manera, aunque el director sea muy bueno y uno mismo sea bastante dúctil y no trate de imponer su criterio, lo cierto es que puede que sea la primera y última vez que vayamos a hacer música juntos. Si la orquesta es buena, las cosas salen bien pero la música no debe ser un mero acuerdo. Para que surja la magia hacen falta cinco o seis conciertos, para sentir ambos la libertad de poder reaccionar al momento de manera unánime. Si no, tienes que limitarte a hacer lo que has hecho en el ensayo para evitar que ocurra una catástrofe. En música de cámara, insisto, esto no ocurre. Por último, mi carácter personal tiende a lo reservado. Me siento mejor en la intimidad que entre multitudes. En este sentido, encuentro más satis- facción en el terreno del recital que en ningún otro. Dado su interés por la música de cámara, ¿podríamos encontrarnos uno de esos discos titulado Colom and friends? Tanto como eso, no sé, pero hacer cámara me interesa mucho, desde muy joven. Trabajas con un conjunto más pequeño y la sensación es inmejorable. El peligro del pianista que se encierra en el repertorio para piano solo —que, por otra parte, podría decirse que es casi inagotable— acecha en forma de extravagancia y manías, o de perfeccionismo excesivo. La soledad interpretativa te aboca a considerar una única visión posible de la obra y no darte cuenta de que existen otras formas posibles de sentir la música. Es necesaria una especie de socialización interpretativa y el repertorio de cámara es magnífico para esto. ¿Se tiene una idea absurda sobre el papel de segundón del pianista de cámara? Desgraciadamente, sí. Afortunadamente esto ya va pasando pero, hasta hace no mucho tiempo, por ejemplo en sonatas donde el piano tiene un papel importantísimo —pongamos por caso, la de César Franck—, se consideraba al pianista como el acompañante del otro instrumento. Como si éste fuese el protagonista y el piano un mero elemento de sustentación. Hay obras camerísticas donde la dificultad del piano es mayor que en muchos conciertos, pero eso no se sabe. La suprema importancia que nuestro mundo concede a la imagen y el hecho de que la puesta en escena sea menos grandilocuente llevan a mucha gente a la conclusión final de que el pianista de cámara es menos capaz que el solista que toca con orquesta. En muchos jóvenes todavía se ve ese planteamiento. Como le digo, es más una cuestión de reconocimiento social que puramente musical. Se percibe el éxito en función del salario y, como el solista gana más, la conclusión para ellos se revela inmediata. Sueles escuchar planteamientos del tipo “mejor concertista. Si no, pianista de música de cámara; en último caso, profesor”, como si esos ámbitos exigiesen un menor talento. Bueno, si nos metemos ya en el terreno de la enseñanza no le quiero ni contar. Cuente, cuénteme. Es aberrante la poca importancia que nuestra sociedad da a sus profesores. Me es igual hablar del terreno musical o de cualquier otro. Parece que, para enseñar a niños, por ejemplo, sirviese cualquiera, y no es así. La labor docente es un campo para el que hay que tener un talento especial. Un maestro de escuela, al lado de un catedrático parecería, a ojos de mucha gente, un pobre hombre que no valía para más. Es una estupidez. En sus manos está la formación de futuras generaciones. El tramo superior de la enseñanza es el más gratificante y muchos de nosotros, acostumbrados a enseñar en esos últimos niveles no seríamos capaces de conectar con un niño. Yo mismo no sabría hacerlo. ¡Es que es mucho más difícil que trabajar con adultos! Hay que saber interesarle, poniéndote a su nivel, hablando su lenguaje… De verdad: es muy difícil. Requiere, como le digo, un enorme talento. La escuela soviética, en su momento, acertó al dar a la iniciación la importancia que tiene. Algún conocido alumno suyo ha ensalzado su gran generosidad, su volcarse en la música sin mirar siquiera el reloj o su actitud siempre positiva. Bueno, vamos a ver. He de decir que, por fortuna, las clases nunca han sido mi principal fuente de ingresos. Por ello, cuando he aceptado impartir una clase, he podido permitirme esa flexibilidad. Si mi sustento hubiese procedido de la enseñanza, tal vez no hubiese podido tomar esa postura y habría tenido que rentabilizar mi tiempo de una manera más rigurosa. Respecto a mi actitud, yo difícilmente me enfado. Parto de la base de que nadie toca mal a propósito. Tocar el piano, incluso a un nivel, si quiere decirlo así, “normalito”, es muy difícil y hasta para tocar mal hay que haber pasado muchas horas sentado trabajando, aunque haya sido en la dirección equivocada. Nadie se equivoca para molestar a su profesor y, por lo tanto, quien no hace una buena ejecución lo que necesita, en primer lugar, es ayuda. Cuando escucho a un joven por primera vez, si el resultado es malo, puede ser por muchas causas que no indican que esa persona no sea capaz de tocar mejor. Puede haber falta de capacidad, sí, pero muchas veces hay más una falta de técnica subsanable y, muy a menudo, miedo escénico o incluso miedo a mí. Y hablando de maestros, ¿su generación — pianísticamente hablando— no fue un poco esa generación perdida que se diluyó entre la cátedra de sus maestros y la pujanza de sus alumnos? Rafael Orozco, Almudena Cano — ambos ya fallecidos, desgraciadamente—, Ana Guijarro… El gran problema de nuestra generación es la gran dificultad que tuvimos para poder establecer contactos con el exterior. Estuvimos un poco aislados respecto a lo que se estaba haciendo en el resto de Europa. Cada cual se las fue apañando como buenamente pudo. Mirando el camino recorrido, ¿se ve como la punta de todo aquel iceberg generacional? [Pensativo]… No, para nada. Éste es un oficio en el que suele ser muy habi- 257-Pliego final 20/10/10 09:27 Página 113 ENCUENTROS JOSEP COLOM tual establecer comparaciones cuando, en realidad, no es posible. ¡Hay tantos parámetros en juego! En las circunstancias que llevan tu carrera por unos caminos u otros influyen muchos factores que, la mayoría de las veces, no dependen de ti. El Premio Paloma O’Shea, por ejemplo, fue en mi caso una ayuda, como también lo fue el hecho de haber vivido en París o tener una discográfica francesa. Pero, si salvamos los aspectos mensurables, como el número de conciertos o de discos, no se pueden sacar conclusiones sobre quién de nosotros ha tenido más éxito que los demás. Respecto a lo de ser la punta del iceberg, no creo serlo. Orozco, por ejemplo, tuvo una carrera internacional más amplia que la mía y, a su vez, la mía tal vez haya sido mayor que la de otros de mis compañeros, pero esto nada tiene que ver con el éxito. Una carrera es otra cosa. El valor musical de un intérprete no se mide. Si nos sirve de ejemplo, refiriéndonos a dos figuras míticas de la Historia de la música, Beethoven sería el modelo de triunfador frente al perdedor Schubert, que no sabía venderse igual de bien. Preferir uno u otro es cuestión de gustos; decidir quién fue mejor… es absurdo. Luego está el aspecto comercial. La competencia en este oficio es muy alta y hay quien tiene más suerte, o más habilidad; sabe venderse mejor, o le importa más y trabaja mejor ese terreno… Se nos acaba midiendo, queramos o no, por la resonancia social que tenemos pero, al final, suele ser el tiempo quien hace realmente la criba. Y en esa resonancia social, ¿cuánto peso tiene la presencia discográfica? El disco quizá ha tenido mucha, pero veo que la va perdiendo. Ahora es muy fácil acceder por vía Internet a cualquier grabación y el disco sigue siendo una tarjeta de presentación, si se quiere, pero sin el peso que tuvo. Por otra parte, una grabación podía ser una referencia artística cuando no existía el montaje. Hoy día un disco de estudio es, cada vez más, una labor de PhotoShop. Una especie de Frankenstein hecho a base de tomas excelentes que da una idea aproximada de cómo toca un pianista pero nada más. Tan distinto de la realidad como comparar un retrato de estudio con la persona misma. Una grabación en directo ya da una idea más fiel de cómo toca un músico, y ni aun así. La tecnología con la que se trabaja ha acostumbrado al público a una perfección y a un volumen de sonido irreales. Hay muchos melómanos que se sienten defraudados porque en un concierto las cosas no suenan como si uno estuviese donde está el micrófono en una grabación, es decir, al lado del piano, o a los que cualquier inevitable imperfección molesta mucho. En cierta ocasión, György Sebök me dijo: “en mi juventud, cuando grabábamos discos pretendíamos que parecieran conciertos; ahora, los jóvenes cuando dan un concierto intentan que parezca un disco”. No hay más que oír grabaciones de artistas míticos para darse cuenta de ello. Cortot, por ejemplo, es un caso muy claro de alguien que cometía muchísimos fallos enormes, lo cual no le impedía tener una elocuencia, una fantasía y una intensidad emocional increíbles, ¿verdad? Intérpretes considerados grandísimos virtuosos como Rachmaninov o Horowitz tienen fallos en sus discos, ¿y qué? No pasa nada. Importa tender a la imagen de perfección pero no si es a costa de perder espontaneidad. El peligro de esto es que si pretendes tocar tomando como referencia la perfección del disco —o, lo que es aún peor, de tu propio disco— te resta energía para arriesgar y tocar respondiendo a los estímulos del momento. Así de sencillo. El disco, en cierta medida, traiciona la esencia misma de la música como algo que se desarrolla en el tiempo y no se puede repetir. La posibilidad tecnológica de escuchar sucesivamente una interpretación le añade una previsibilidad que extingue la magia que tuvo en el momento. Igual que las reproducciones nos sirven para conocer obras maestras que se encuentran en museos a los que no podemos ir, pienso que el disco es un fantástico vehículo de divulgación e información pero hay que tener en cuenta que se trata de eso, de una reproducción, no del cuadro original. ¿La presión discográfica que describe con tanta precisión ha influido sobre el nivel de los pianistas más jóvenes? Indudablemente, sí. El nivel es más alto y, al mismo tiempo, la competencia también lo es. También ha transformado el entramado artístico. Hoy día, para un joven pianista, la probabilidad de llegar a ser concertista, en el sentido tradicional del término, ni siquiera 113 257-Pliego final 20/10/10 09:27 Página 114 ENCUENTROS JOSEP COLOM depende ya de su talento. Ése será un factor más, pero ni siquiera el más importante, que condicionará su carrera. Tendrá más importancia cuál sea su casa discográfica y quién sea su mentor. Cuando encuentro estos planteamientos en un joven, suelo avisarle: cuidado, que nadie te garantiza poder vivir hoy de dar conciertos. Hay todo un montaje que, o te metes en él, o directamente quedas excluido. A los de nuestra generación nos ha pillado ya con carreras hechas pero los que empiezan ahora tienen que luchar en un mundo muy mercantilizado. Hay que tener ganas y estar dispuesto a asumir todas sus pleitesías. …que son… Dicho en palabras llanas, tienes que rendir. Tienes que ser un negocio para la gente que te lleva, asumir un gran número de conciertos y ser capaz de dar en ellos siempre un nivel homogéneo y muy alto de perfección técnica. Eso es lo primero que se percibe en un músico, si toca limpio o toca sucio. Todo esto fomenta la despersonalización y la uniformidad. Hoy día, cada vez es más difícil encontrar un pianista que no esté técnicamente a la altura pero también es más difícil encontrar alguno que tenga una personalidad artística marcada. Le noto reticente a todo ese entramado… Sí, claro. Es… ¿cómo lo diría?… Es un poco la filosofía de Operación triunfo aplicada a una actividad que requiere muchos años de formación. Se inventa una estrella juvenil y si no responde como se espera, no importa porque hay más candidatos. Lo vemos a menudo. Jóvenes talentos que aparecen y desaparecen. Los únicos que consiguen mantenerse son los que se salen un poco de esta vorágine. Es un sistema que se puede tragar el talento, la energía y la creatividad, como peajes para entrar en una rueda de productividad antes que cualquier otra cosa. El repertorio del pianista se ve muy reducido, al tener que mantener un programa, máximo dos, durante toda la temporada y se acaba cayendo en la rutina. La implicación emocional también se ve reducida al mínimo para evitar el desgaste y, como le decía antes, se evita asumir riesgos sobre el teclado para mantener el rendimiento. Le soy sincero: yo no podría tocar un mismo programa, pongamos, cincuenta veces al año. No podría. ¿Cuando dice “asumir riesgos” a qué se refiere, exactamente? 114 Vamos a ver. Uno prepara una obra, en todos sus detalles, pero a la hora de tocarla, esa obra va a sonar de esa manera por primera y última vez. Se asume en la música clásica que lo escrito en la partitura son órdenes, con parámetros fijos —las notas— y parámetros también explícitos pero con un cierto grado de flexibilidad —dinámica, ritmo, color… El intérprete es un colaborador necesario para que esa partitura cobre vida, pero no puede programar todo de antemano, porque lo que el compositor ha volcado sobre el papel es, en definitiva, una sugerencia que refleja su idea. En ese momento, en el curso de la interpretación, asumir riesgos quiere decir permitirse a uno mismo reaccionar a lo que está sucediendo en el instante, que no forzosamente tiene por qué ser lo que uno había previsto. Lo contrario es prever lo que uno va a hacer y llevarlo a cabo, sin más. Tocar, como decía Sebök, igual que en el disco. En concierto, a veces, puede ser muy difícil encontrar el equilibrio entre la cabeza y el corazón. Si te dejas llevar por éste, te puedes estrellar; pero si lo obvias completamente, todo está demasiado fríamente organizado. La música es como la vida, nace, crece y desaparece. Es una metáfora muy acertada, de Barenboim. No le voy a poner en el aprieto de pedirle nombres que estén dentro de esa rueda de rutina de la que habla, pero sí alguno de los que voluntariamente se hayan salido de ella. ¡Buff…! Vamos a ver. Si le doy algún nombre que he podido escuchar alguna u otra vez en un recital es porque, en mayor o menor medida, están metidos en el engranaje. Le puedo citar nombres de pianistas que me llaman la atención por algún motivo. Si me limito a los vivos, y a los de mi generación, empezaría por Radu Lupu y a Maria João Pires. Me llega mucho lo que hacen ambos. Krystian Zimerman también me interesa pero, más que por su temperamento, por la capacidad de replantearse las cosas permanentemente, de no encasillarse en una manera de hacer. El propio Daniel Barenboim, cuando está en forma, merece mucha atención; incluso cuando no lo está, no deja de tener algo importante que decir y de lo que aprender. Sin salirnos del terreno discográfico, en sus grabaciones hay tres autores especialmente significativos: Debussy, Mompou y Nebra. Me interesa mucho su opinión sobre ellos. Debussy es uno de mis puntos de referencia en cuanto a afinidad. Tengo dos pilares muy claros en el repertorio. Por un lado la música alemana —Bach, Beethoven y Brahms, sobre todo— con un poder estructural e intelectual muy definido, así como un fuerte componente emocional. Por otro, la música francesa. Con Debussy ocurrió, como le digo, una especie de flechazo, curiosamente por todo lo contrario. Siendo en cierta manera un sucesor de Chopin en cuanto al tratamiento de la resonancia y al uso fundamental del pedal, creo que he entendido realmente a Chopin a través de Debussy. En ambos no hay ese grado de intelectualidad que se puede encontrar en los alemanes. El elemento sustancial que explica su música es intuitivo, no producto del desarrollo lógico. Es como una improvisación constante en la que los temas flotan sobre un mar de fantasía y en el que todo se va transformando de una manera imprevisible. La fascinación por Debussy me lleva igualmente al mundo naíf de Mompou. Él fue un compositor de una formación tardía y técnicamente pobre, pero con un componente genial irresistible. Su música está construida a base de pequeñas piezas sin desarrollo ninguno y sin posibilidad de análisis. Su magia es inexplicable, todo producto de la intuición; del hallazgo, si se quiere. Él mismo decía que no componía su música sino que, simplemente, la encontraba mientras pasaba horas sentado al piano. Esa falta de método, por así decirlo, es lo que hace que suene tan fresca. Respecto a Blasco de Nebra, fue realmente la casualidad la que me llevó a descubrirlo. Al inicio de la década de los ochenta, el sello Etnos estaba grabando una serie de música española y me propuso hacer un disco sobre Nebra. Yo, que no soy musicólogo, anduve mirando las partituras de sus sonatas que ya se habían editado y me lancé a ello. En aquel momento los clavecinistas sí lo tocaban pero a ningún pianista le había interesado. Soler o Scarlatti, siendo de la misma época, sí formaban parte del repertorio pianístico, pero Nebra no. Lo que más me llamó la atención de aquellas seis Sonatas — posteriormente se han descubierto más— fue la hondura y el pathos de sus movimientos lentos. Hay una pincelada de pre-romanticismo y de nostalgia en esa música. Juan García-Rico 257-Pliego final 20/10/10 09:27 Página 115 ENCUENTROS JOSEP COLOM 115 257-Pliego final 20/10/10 09:27 Página 116 D E JR R EO P OSR IT A E Polonia: año Chopin P oco antes de este viaje a Varsovia y a Cracovia, leí a Javier Solana que para España era especialmente importante estrechar lazos con Polonia. Sospechaba por qué, antes de ir. Ahora creo que empiezo a saberlo. La vida del Chopin adulto es todo un síntoma. Se marcha de Varsovia a los veinte años, cuando es un joven prometedor y cuando Rusia ahoga en sangre una rebelión patriótica. Y Chopin no regresa jamás a Polonia. Porque Polonia no es Polonia, sino una tierra ocupada por tres potencias, las tres Águilas. Por eso, el compositor polaco por excelencia vive aún la otra mitad de su vida fuera de su patria. Polonia ha sido repartida por última y definitiva vez en 1795. Ni los halagos ni las ofertas ni los intentos de soborno consiguen que Chopin regrese a Polonia. Y es que si al hablar del artista nacional polaco hay que hacerlo de manera distinta a como se hace del artista nacional de cualquier otro país, no se puede hablar de la historia de Polonia sin advertir desde el principio que, aquí, Historia significa otra cosa distinta a la de cualquier otra historia. Chopin está en todas partes. Su corazón, literalmente, está en la Iglesia de la Santa Cruz de Varsovia. Por allí, enfrente y camino de la Ciudad Vieja, está el palacio presidencial. Un grupo muy pequeño entona cantos que parecen religiosos. Son muy pocos, pero cerca de un centenar de paseantes les toman fotografías. Preguntan por una cruz. Dónde está la cruz. Se trata de una cruz de madera que alguien colocó durante la masiva jornada de luto por la catástrofe del pasado mes de abril, cuando el presidente Lech Kaczynski y casi un centenar de personalidades murieron al estrellarse su avión en Smolensk cuando Rusia, por fin, reconocía sus culpas por el asesinato masivo de militares polacos en las fosas de Katyn, en 1940. Se retiró la cruz, porque frente al palacio presidencial no puede haber símbolos religiosos, puesto que se trata de un estado laico. Desde entonces, se suceden protestas por haber retirado aquella cruz. Dónde está la cruz. El nacionalismo polaco no acaba de lamer sus heridas, y podemos comprenderlo, porque su historia es demasiado dolorosa. Como podemos comprender el nacionalismo húngaro, noventa años después del infame Tratado de Trianon. Ambos nacionalismos pueden ser perjudiciales para Europa. Pero en estos momentos lo son, sobre todo, para Polonia y para Hungría. Otoño de Varsovia 116 Chopin está presente en la música que de repente se escucha en las calles. Unos bancos de piedra tienen un mecanismo que te permite oír esa música con sólo apretar un botón. Es el año Chopin, doscientos de su nacimiento. Pero, como hemos podido comprobar, Chopin no es sólo necrología, celebración nacional o nacionalista. Chopin es también un acicate para la música viva, la que se hace y se compone hoy en Polonia. Se refuerzan los habituales ciclos de conciertos. Llegamos a tiempos de asistir al concierto de clausura de Warszawska Jesien, Otoño en Varsovia, dedicado a la música contemporánea. Es en la Filarmónica, con dirección del belga Etienne Siebens, un auténtico valor en alza. Una obra de compositor vivo y otra inédita para los polacos (y para un servidor de ustedes). La inédita es del ruso Nikolai Obujov (1892-1954), Le Livre de la vie (préface), así, en francés, en la que quedamos sorprendidos por el lenguaje tan avanzado de alguien que moría en el momento en que surgía la vanguardia de posguerra. Sorprendente de veras el falsetista Andrew Watts; magnífica la soprano Agata Zubel. En la segunda parte, una obra del holandés Cornelius de Bondt, Karkas, en la que una imagen que evoluciona a cámara lenta, y en sentido contrario al acontecimiento, es acompañada por una partitura que es un perpetuo ostinato, un tratamiento acaso minimal, y en el que los fortes predominan de manera abrumadora. El día anterior tuvimos la oportunidad de asistir a uno de los conciertos del ciclo de musikFabrik (dentro del ciclo Otoño), conjunto y proyecto dedicado también a la música de hoy y que desde mayo hasta enero próximo tiene programas en Colonia (numerosos regresos a esta ciudad), Metz, París, Leipzig, Hannover, Hanoi, Wroclaw, Bochum, Berlín, Cracovia, Varsovia, Gladbeck, Estambul, Jerusalén, Tel Aviv, Dresde, Estrasburgo, Pécs, Bludenz, Ámsterdam, Huddersfield y Essen. Nada menos. Tuvimos oportunidad de escuchar su único concierto en Varsovia, una obra de la más plena vanguardia de antaño, Hiérophanie, obra experimental de juventud del genial canadiense Claude Vivier (19481983), a la que se le nota la fecha; y una novedad de Mauricio Kagel, In der Metratzenfruft, algo así como un ciclo de Lieder a partir de Heine, que acaso le habría valido fuertes reconvenciones de sus compañeros de generación de haberla compuesto cuando Vivier escribió su Hiérophanie. Cracovia y el proyecto Museo Chopin, Conservatorio Chopin, Ciudad Vieja, y desde luego Zelazowa Wola y la casa en que nació el genio. También visitamos al doctor Ryszard Kubiak, coordinador general del programa Chopin 2010, que nos explicó el alcance del proyecto. Nos entrevistamos con el muy respetado maestro Zbigniew Bargielski, que tiene un papel importantísimo en el proyecto de formación y desarrollo de las carreras y las aportaciones de los trece compositores que homenajean ahora al artista nacional. Y, en especial, hemos estado con Adrianna Poniecka-Piekutowska, directora del Centro Europeo Penderecki para la música, de la que podemos decir que es el alma del proyecto. Ella seguirá con nosotros. Porque, como ya hemos dicho, este año Chopin no es sólo fasto o celebración nacional. Es también motivo para que ahora, precisamente en 2010, culmine un proyecto de cuatro años alrededor de varios músicos nuevos, algunos de los cuales son muy jóvenes: “Jóvenes compositores en homenaje a Chopin”. Y que seguirá, como veremos. Para eso nos fuimos a Cracovia, a los alrededores, a Willa Decjusza, un palacio del Renacimiento que es sede de la asociación cultural que lleva su nombre. Allí, el compositor y director Fabián Panisello dio clases a estos compositores a partir del examen de las partituras de cada uno de ellos. Panisello y los compositores terminaban a veces en la madrugada, a unas horas inverosímiles para cualquier geografía, y más aún en Polonia. Pero vale la pena, dice Panisello, aquí hay compositores de auténtica envergadura. Recibimos discos de algunos de estos compositores. Después de oírlos, al regreso, echamos de menos más música de estos creadores. Hay cuatro libros, uno por cada año, que explican el proyecto paso a paso, desde su comienzo en 2007 (y se llevaba preparando desde dos años antes). Pues bien, el último contiene dos discos con obras de estos trece compositores. Eso, añadido a los que nos daban una visión más amplia de un solo compositor, te per- Karol Piechocki BAJO EL PATROCINIO DE CHOPIN 257-Pliego final 20/10/10 09:28 Página 117 D R EO P OSR IT A E JR E Karol Piechocki AÑO CHOPIN Otoño de Varsovia 2010, MusikFabrik mitía un atisbo de panorámica de enorme interés. Pero algo tenemos, y es posible que hagamos aquí algo útil con ese material (mantendré el secreto, de momento). Hace unos años muchos compositores y críticos se quejaban de que se componía casi igual en todas partes; obras diferentes, irreductibles, pero todas parecían lo mismo. Hoy todo eso ha cambiado. Algunos de estos compositores polacos así lo creen: “Somos distintos, tenemos mundos espirituales y sonoros diversos, y lo que los músicos de ahora aprenden es a respetarse”. Pero persiste el temor del público a lo que Adrianna Poniecka-Piekutowska llama las exageraciones de los años sesenta. Un programa como éste sirve para que, una vez desaparecidos los gases tóxicos segregados por los tiempos de Darmstadt y Donaueschingen (donde se hizo muy buena música, no queremos decir lo contrario, pero desde donde se difundió lo que se difundió) surja una generación de creadores que desarrollen su propio mundo creativo sin que sea obligatoria la mimesis o la aquiescencia a una estética. Patrocinios Son varias las instituciones y las personas implicadas en el proyecto. Empezando por las escuelas, conservatorios y universidades que seleccionaron esos trece músicos, ni uno más, ni uno menos. La selección, según parece, fue rigurosa y objetiva. El Rector de la Universidad F. Chopin de música, Stanislaw Moryto, considera que “no hay arte sin patrocinio”. Hace falta algún tipo de redistribución. Para Moryto, el patrocinio es una de esas formas, y es imprescindible. Este proyecto, en consecuencia, tiene un patrocinio múltiple de carácter público y semipúblico: la Asociación de compositores polacos, la Embajada de la República Francesa, la Asociación Willa Decjusza, el Instituto Nacional de lo Audiovisual. En estrecha unión con el Centro Penderecki, que reside en Luslawice, donde vive el gran compositor del Réquiem polaco. Y allí, en Luslawice, y con apoyo financiero de la Unión Europea, se va a construir el nuevo edificio del Centro Penderecki. Hemos visto su maqueta: auditorio, salas de ensayos, salas para clases y conferencias, conjunto hotelero para estudiantes, profesores y público. Luslawice está en plena Galitzia occidental, a unos 70 kilómetros de Cracovia; es un pueblo que apenas tiene mil habitantes, pero en el que Penderecki desarrolla su actividad como músico, director y organizador. Si Poniecka-Piekutowska es el alma del proyecto, Penderecki es el demiurgo. Penderecki nos recibe en su casa de Luslawice junto con Fabián Panisello trabajando con sus alumnos los trece compositores. Todos, delante del maestro, nos quedamos algo encantados, algo hechizados. Todos, tanto los más jóvenes como los veteranos, como el que esto firma. El proyecto supone que estos compositores van a ver y oír sus obras. Interpretar bien la música de nuestro tiempo es una proeza, y ya lo sabía John Osborne, que escribió algo por el estilo. A menudo se le echa la culpa al compositor cuando eso no suena bien, dicen algunos de estos músicos. En cambio, si interpretan mal a Beethoven o a Brahms o a Chopin, la culpa es del intérprete, desde luego. Por eso el proyecto tiene como objetivo que buenos profesionales toquen las obras de estos músicos, que se graben, que se den a conocer, que traspasen sus fronteras. Al padrinazgo de Penderecki se ha unido el de Górecki y otros compositores y profesores. El proyecto está en marcha, y su culminación es ahora, en 2010. Su culminación, pero no su final. Ahí está el proyecto del espléndido edificio que será centro de música en Luslawice. Lavs Deo. Santiago Martín Bermúdez ATENCIÓN A ESTOS TRECE COMPOSITORES Stanislaw Bromboszcz (1980) Michal Dobrzynski (1980) Marcin Gumiela (1980) Pawel Hendrich (1979) Krystof Maratka (1972) Michal Moc (1977) Dariusz Przybylski (1984) Weronika Ratusinska (1977) Marcin Stanczyk (1977) Marcin Tomasz Strzelecki (1975) Agnieszka Sutlginska (1978) Slawomir Zamuszko (1973) Woiciech Ziemowit Zych (1976) 117 257-Pliego final 20/10/10 09:28 Página 118 EDU GC UA Í AC I Ó N CIEN AÑOS NO SON NADA E chamos un vistazo a lo que ha sido la innovación educativa en los últimos cien años y comprobamos que lo que se presenta como nuevo suele ser un producto añejo al que se prolonga la vida por medios artificiales. Un ejemplo son las ideas del pensador estadounidense John Dewey, que dieron lugar o influyeron muy notablemente en un amplio movimiento del que hoy, pasado algo más de un siglo, es fácil encontrar abundantes resonancias. Cuando nos hablan de colegios en los que no se usan libros de texto, de contextos educativos en los que los niños toman decisiones que afectan a la forma en que aprenden, de metodología de proyectos o en general de ambientes educativos en los que se respeta por encima de lo habitual la libertad, la iniciativa, el espíritu crítico o los diferentes ritmos de aprendizaje, las probabilidades de estar frente a un producto del pensamiento de Dewey son elevadas. Dewey no fue ni mucho menos el único. De hecho, en España hubo un muy notable movimiento de renovación pedagógica basado en las ideas filosóficas del krausismo y guiado en sus aspectos prácticos principalmente por Francisco Giner de los Ríos desde las dos últimas décadas del siglo XIX hasta el comienzo de la Guerra Civil. Disfraces El caso de Dewey es un buen ejemplo para poner fecha, constatar y contrastar un vistoso inmovilismo disfrazado de evolucionismo de las tendencias educativas de todo un siglo. Es seguro que a menudo este disfraz no reviste en absoluto malas intenciones, sino la sincera intención de mejorar los planteamientos del mundo de la educación. Sin embargo, son demasiadas las veces que la falta de información o el afán de notoriedad convierte en novedosas ideas que la humanidad lleva milenios cocinando. No sólo se ofrece lo mismo con renovadas presentaciones, sino que puede hablarse incluso de un claro retroceso en la valentía de las propuestas, que en el pasado estuvieron a menudo ligadas a ideales filosóficos, sociológicos y políticos y que hoy languidecen sin grandes líderes, ideológicos o fácticos, que las defiendan. La fundación de la New School, en la que participó activamente Dewey cuando tenía aproximadamente sesenta años, se produjo en Estados Unidos en 1922 tras algunas décadas de diseminación de un pensamiento que encontraba en la educación la solución a la construcción de un mundo mejor. También en los años veinte se fundaba en Inglaterra Summerhill, una escuela que hoy, noventa años después, sigue anunciándose desde su web como un centro educativo “adelantado a su tiempo”. En los años treinta se fundaba en España la Revista de Pedagogía. Su fundador, Lorenzo Luzuriaga, tradujo algunos de los libros de Dewey y fue uno de los principales impulsores en España del método de proyectos, una metodología educativa que se origina en Columbia University muy cerca de 1900, que entra en España en los años treinta y que sigue caracterizando a la mayoría de los centros educativos que hoy seguimos considerando innovadores, avanzados, diferentes o de vanguardia de buena parte del mundo. Tatarabuelos 118 Todas estas fechas nos remiten al tiempo de nuestros tatarabuelos, si en vez de pensar en nosotros mismos pensamos desde el punto de vista de una niña de seis años que empieza a tocar un instrumento hoy, a la vez que comienza prime- JOHN DEWEY ro de primaria. Esos tatarabuelos vivieron, sin saberlo, el nacimiento y la propagación de unas ideas sobre cómo debía ser la educación que no sólo siguen vigentes en nuestro tiempo, sino que cien años después siguen blandiéndose, y esto ya es más raro, como ideas originales, renovadoras, atrevidas, experimentales, revolucionarias o libertarias. María del Mar del Pozo, profesora de historia de la educación de la Universidad de Alcalá, ha mostrado en artículos suyos cómo en los años anteriores a la Guerra Civil se vivieron algunas de estas ideas importadas principalmente de Estados Unidos nada menos que como un posible método nacional de educación. Leticia Sánchez ha escrito el libro Música para un ideal, que pronto reseñaremos en SCHERZO, sobre música, krausismo e institucionismo en España. Summerhill También leo con admiración y perplejidad Summerhill, el libro en el que Neill habla de su escuela después de varias décadas de funcionamiento, y reparte opiniones para todos los gustos: “Podría sostenerse con cierta razón que los males de la civilización se deben a que ningún niño ha jugado nunca bastante. Para decirlo de otros modo, todo niño ha sido cultivado en invernadero para convertirlo en adulto mucho 257-Pliego final 20/10/10 09:28 Página 119 GAUCÍ A EDUC IÓN antes de llegar a la edad adulta”. Hoy es fácil mirar condescendientemente a Summerhill y considerarlo un pequeño grupo de inadaptados que quisieron, con su mejor voluntad, creer en un mundo mejor, pero lo cierto es que, tamizados y por separado, sus principales argumentos son los que se utilizan y airean en todo tipo de instituciones educativas, algunas de claro corte conservador, como rasgos distintivos de una elevada calidad educativa: potenciar la creatividad, la importancia del juego, el respeto a la libertad, la confianza en las capacidades del individuo y un largo etcétera. Lo interesante de repasar estas posturas ideológicas (qué pena no disponer de espacio para poder explicarlas con un mínimo detalle) va más allá de la sorpresa de cuán viejo es lo nuevo. Sorprende también, por ejemplo, su capacidad para delatar prejuicios que hoy, como en cualquier época, moldean una forma de pensar que creemos libre y, sobre todo, informada. Un ejemplo casi arquetípico es la LOGSE y en el halo que se ha conseguido crear en torno a ella de paradigma de sistema educativo que prima la diversión del alumno, la ausencia de esfuerzo, la escasez de contenidos, el bajo nivel de los estudios, etc., será interesante comprobar que para un pedagogo como Neill no pasaría de ser más bien lo contrario: un sistema educativo eminentemente represor de la libertad infantil, en el que el mero hecho de hacer asistir a los niños a clase merecería la peor de sus críticas. Téngase en cuenta que Neill creó en los años veinte una escuela en la que asistir a clase fue, y sigue siendo, optativo; en la que el voto de una niña de seis años tenía el mismo valor que el de cualquier profesor, y en la que lavarse, peinarse o vestirse era algo en lo que los adultos no tenían nada que decir. El peso de la ley Otra contradicción que destapa el proyecto de Neill, así como otros proyectos de educación progresista de principios del siglo XX, es la imposibilidad de conciliar iniciativas educativas locales, libres, únicas, originales y cambiantes, con el demoledor peso de las leyes educativas que, sean del origen que sean, anulan prácticamente cualquier posibilidad de innovación educativa real. Es cierto que las leyes no marcan los proyectos educativos de los centros, pero de ahí a afirmar que dejan espacio para arriesgar formas innovadoras y experimentales hay un gran salto. De esa forma, el supuesto vaivén educativo al que se ven sometidos los alumnos a causa de los cambios políticos y del que tanto se habla, no es más que un pequeño e imperceptible balanceo. Si fuese legal crear escuelas en las que los alumnos decidieran si ir o no a clase, o en las que el voto de un niño de siete años tuviera el mismo peso que el de la directora, entonces sí podría hablarse de un espacio para la innovación. No es más que un ejemplo, pero lo que ilustra es que la falta de innovación se debe a la falta de ideas, pero también a la imposibilidad de imaginar y poner en práctica formas diferentes de entender y practicar la educación. Ese espacio que existió hace un siglo permitió la aparición y aplicación más o menos experimental de las ideas de Giner de los Ríos, Ángel Llorca, Decroly, Steiner, Montessori, Kodály, Orff y muchos otros. Hoy, para encontrar condiciones similares, hace falta pensar en islas desiertas o en centros educativos prácticamente clandestinos. La música En educación musical son miles y millones las familias dispuestas a considerar altamente innovador, en el año 2010, algo tan normal como que la clase de música consista en bailar y jugar, que sea divertida o que introduzca, en un lenguaje adecuado para los niños, conceptos como el pulso o el compás binario. Cuando nos expresamos con esta ingenui- ALEXANDER SUTHERLAND NEILL dad, cabe preguntarse dónde hemos encontrado la sorpresa: ¿en que las clases no se dan en mazmorras y no se sujeta a los alumnos con grilletes? Si la innovación en educación general se produce solamente en un grado menor, la situación de la educación musical, siempre vista en su conjunto, puede considerarse un paradigma de estancamiento. La falta de ideas nuevas puestas en la práctica y llevadas a la mayoría de los centros educativos es tal que a veces podría decirse que esta enseñanza ha vivido ajena al krausismo, a Dewey y a Montessori, pero también a la Ilustración, al racionalismo, al epicureísmo y puede que a corrientes del pensamiento de los antiguos egipcios. ¿De dónde habremos sacado esta Second Life tan peculiar, que tanto nos recuerda a una burbuja que ni se inmuta ante el paso del tiempo? La división en asignaturas estancas (clase de instrumento, lenguaje musical, armonía, música de cámara, etc.), la contradictoria distancia de lo emocional (no se habla de las emociones del alumno salvo para hablar de la “doma” de las emociones), la autoritaria obsesión del “tú vales/tú no vales” y muchos otros rasgos nos retrotraen a sistemas educativos inimaginables. En el caso de la música (también sucede en la danza clásica en cierta medida) bastan pequeños gestos para dar a entender que el sistema está renovándose profundamente conforme a adelantados criterios pedagógicos: la profesora muestra empatía y tiene tiempo para hablar con los alumnos y preocuparse por su situación familiar, la clase de coro es divertida y el repertorio incluye gospel, el centro hace audiciones desenfadadas que terminan con patatas fritas y refrescos, la clase de lenguaje musical tiene éxito y no quedan plazas libres, etc. La pregunta: “en un mundo mejor, ¿en qué sería mejor la educación musical?” merece respuestas imaginativas que, hoy por hoy, no se encuentran en el panorama general de la enseñanza de la música. Pedro Sarmiento [email protected] 119 257-Pliego final 20/10/10 09:28 Página 120 JAZZ JASON MORAN: UN PIANO DE AYER PARA MAÑANA E 120 l joven pianista Jason Moran (Houston, Texas, 1975) personifica como pocos aquella máxima que coloca los cimientos de la vanguardia sobre las ya inamovibles tierras del recuerdo y la tradición. Hoy su pianismo se ha convertido en uno de los escasos refugios donde las esencias de esta cultura musical del siglo XX pueden dormir tranquilas, conscientes de que la evolución no pasa por la destrucción, sino por la suma coherente de nuestros hechos y nuestras ideas. Y que nadie se lleve a engaños: el chaval no sólo se asoma al ayer, sino que visita algunas de las balconadas más imaginativas de nuestro presente, como sucede cada vez que acompaña el saxo venerable de Charles Lloyd, a cuyo lado se le ha visto en sus últimas comparecencias españolas. Y es que lo que Jason Moran propone no es otra cosa que una puesta al día creativa basada precisamente en la coherencia, para no perder ninguna identidad por el camino. Lógicamente, las decisiones estéticas y conceptuales adoptadas por otros músicos con diferente ideología artística están más que legitimadas, pero habría que preguntarse si, llegado ese momento, hablamos de jazz o no… aunque, visto lo visto y escuchado lo escuchado, lo que hoy realmente importante es el mordiente creativo de cada uno de los proyectos que hoy se nos presenta. Mucho se ha hablado esta temporada sobre lo que es jazz o no y a uno se le antoja que se trata de una infructuosa discusión. El jazz lo puede ser todo, como incluso el propio silencio lo puede ser, pero más allá de los ropajes sonoros lo que se le valora a este género es su compromiso con la creación, independientemente de si el compromiso mira al pasado o se incrusta en el mañana, de si se emplea el lenguaje del blues o la literatura anárquica de la improvisación más lacerante y libre. Jason Moran, queda claro, se posiciona entre los reformadores de la memoria y por eso su discurso también puede ser vanguardia, es vanguardia, porque… nos emplaza ante una determinada forma de creación. Este verano, como ya se ha reseñado, se ha dejado ver junto a Charles Lloyd en el Getxo Jazz, para liberar las esencias del último registro del saxofonista que un día descubriera a Keith Jarrett, Rabo de nube (ECM). Sin embargo, la mejor noticia que el chaval ha recibido en este tiempo ha sido la publicación del que se supone ya su octavo disco como líder, Ten, nuevamente grabado para el sello Blue Note, del cual hoy es santo y seña. El álbum se firma junto a dos de sus colaboradores más fieles, el 257-Pliego final 20/10/10 09:28 Página 121 JAZZ JASON MORAN contrabajista Tarus Mateen y el baterista Nasheet Waits, con quienes entrega un lote de 13 composiciones divididas entre esa visita equilibrada a la tradición y a la modernidad. En este sentido, frente a piezas heterodoxas y experimentales como Feedback Pt. 2 y Old Babies, el artista echa mano de versiones de Thelonious Monk o Andrew Hill, dos de sus pianistas más admirados. Luego también hay títulos de hipnótica e inclasificable belleza como Blue Blocks o RFK in the Land of Apartheid, que vienen a demostrar el talento exclusivo de un autor que ante todo busca su propia verdad. Jason Moran estudió en el Instituto Performing and Visuals Arts de su ciudad natal, Houston, para después dar el salto a la gran capital del jazz, Nueva York, donde ampliaría sus estudios musicales en la Manhattan School of Music junto a maestros como Jaki Byard, Muhal Richard Abrams o el propio Andrew Hill. “Jaki y Andrew son dos de mis músicos favoritos, porque conocen la tradición, pero no se encierran en ella. He tenido la suerte de conocerles personalmente más allá de las grabaciones. Tuve una relación muy especial con ellos y además fueron mis padrinos en mis comienzos, algo que siempre se agradece cuando uno está iniciando su viaje”. Años más tarde, en 1997, el baterista Eric Harland le recomendaría para entrar a formar parte de la banda del saxofonista Greg Osby, “quien me dio a conocer en la escena internacional”. Desde entonces la pareja ha mantenido sólidas alianzas creativas, además de una evidente amistad. Fue con Osby con quien Moran debutó discográficamente, gracias al álbum Further Ado (Blue Note, 1997), realizado junto al también saxofonista Mark Shim y el trompetista Tim Hagans. No obstante, como líder llegó discográficamente en 1999, con el excepcional registro Soundtrack to Human Motion; el disco fue premiado por el New York Times como “Mejor álbum de jazz del año”, y supuso el saludo profesional del artista con Blue Note, compañía a la que hoy todavía rinde cuentas. Facing Left (2000) y Black Stars (2001) fueron sus dos siguientes entregas, firmadas junto a los ya entonces dos miembros de su trío, Tarus Mateen y Nasheet Waits, e invitados de la talla de Sam Rivers o el mencionado Greg Osby. Ambos discos volvieron a obtener el aplauso de una prensa especializada que acabó por rendirse a sus pies con su cuarto álbum Modernistic (2002), un “piano solo” en donde germinaron todas sus influencias jazzísticas y pianísticas, así como todo su potencial musical. “Con Modernistic quise mostrar cuál era mi historia con el piano. Cada persona tiene su propia visión del mundo y cada músico, su propia visión del arte, la cultura. En ese sentido, a mí me influye desde el rap a la música de Muhal o Schumann…Todos son parte de mi historia y es por lo que quise desnudarme solo ante el piano. Para mí la tradición es la llave que abre el futuro, pero no puedes recrear la tradición, tienes que modificarla”. En este tiempo al chico se la ha podido reconocer en proyectos de muy diverso calado artístico, bien junto al irreverente Steve Coleman, bien con el todopoderoso Dave Holland o el ya citado Charle Lloyd. También a este tiempo recién concluido pertenecen otras grabaciones de gran interés jazzístico, el directo The Bandwagon (2003), Same Mother (2005) y Artist in Residence (2006), sobre todo, el primero: “En Bandwagon cuento con Tarus y Nasheet. Los tres veníamos de bandas donde nos habían despedido y quizás por ello nos sintamos especialmente unidos [risas]. Hemos crecido mucho en estos últimos años y es una bendición poder tocar con ellos”. Lo importante para Jason Moran, resulta evidente, reside en el propio caminar vital y es por ello que él conceda importancia “al conocimiento de la historia, el conocimiento del presente y el sueño del futuro”. La vida. Entiende el bebop con un sentimiento moderno del blues, un sentimiento que nos hace felices a todos. Y un sentimiento en el que el jazz se siente a salvo. Pablo Sanz UNA VOZ Y UN DIVERTIMENTO T ras su anterior y notable acercamiento jazzístico en The Jazz Album. Watch what happens, Thomas Quasthoff se enfrenta en su última producción discográfica a sentimientos musicales hermanos, caso del blues, el rhythm & blues y el soul. El álbum lleva por título el clásico de George Davis y Lee Diamond, Tell it like it is (Deutsche Grammophon), e incluye otros trece clásicos de la música negra, desde el saludo I can’t stand the rain al adiós Georgia on my mind. La voz majestuosa del prestigioso barítono alemán se impone a todo, aunque no asuma ningún riesgo. Dicho lo cual, el trabajo es un divertimento bien hecho y mejor contado, al que se le echa en falta, eso sí, algo más de ambición vocal. Quasthoff tiene recursos interpretativos más que suficientes para poder exigirle algo más que un divertimento, como por el contrario sucedió en la mencionada entrega de Watch what happens. Y para muestra un botón: la versión que realiza sobre el clásico que inmortalizara Ray Charles, Georgia on my mind, es demasiado blanda e insulsa, más aún si consideramos que se trata de un tema que emociona por sí solo. Al margen de invitados como la cantante Martina Frank, el trompetista Christian Grabandt o el saxofonista tenor Walter Gauchel, el núcleo del grupo que acompaña al barítono lo forman el jovencísimo guitarrista Bruno Müller y tres nombres veteranos de la escena musical germana: el pianista y teclista Frank Chastenier, el contrabajista Dieter Ilg y el baterista Wolfgang Haffner; ni siquiera su buen hacer logra despertar mayores sentimientos. Durante los catorce temas que conforman el lote del álbum hay momentos redondos, claro está, tanto desde el punto de vista vocal como desde el instrumental. Pero lo bueno se queda en regular ante la comparecencia de tanto talento junto, y ante la actitud eminentemente lúdica y aburguesada que impera en todo el proyecto. La experiencia de Quasthoff nos recuerda, en este sentido, las aventuras fallidas de voces igualmente poderosas como las de Barbara Hendricks o Jessye Norman, cuyos coqueteos con el jazz se quedan, en el mejor de los casos, en eso: en un coqueteo. Así pues, tras la escucha de Tell it like it is sentimos la irrefrenable tentación de echar mano de Watch what happens, donde los clásicos de My funny Valentine, de Rogers y Hart, o In my solitude, de Ellington, suenan verdaderos, intensos, plenos. Pablo Sanz 121 257-Pliego final 20/10/10 09:28 Página 122 LIBROS Arte, poder y economía en la familia Wagner HERENCIA DE FUEGO E n una carta fechada en los últimos momentos de su vida dirigida a Luis II, Wagner se lamenta de haber inventado, para su desgracia, el concepto de un “ideal wagneriano”: “Mis propias acciones, creaciones y proyectos me siguen por todas partes como serpientes que me rodean, me encierran y me oprimen como un Laocoonte…”. Ciertamente, la obra de Wagner no acabó con él, y no nos referimos sólo a su obra artística, que ahí está y es imperecedera, sino a la idea de un legado complejo y apasionante; un legado cargado de elementos de toda índole (ideológicos, políticos, culturales, filosóficos, religiosos y estéticos) que resumen a la perfección la dialéctica de la modernidad, y que explican, de manera extraordinaria, el devenir del arte y pensamiento de gran parte del siglo XIX y de la primera mitad del XX. Como figura proteica, el pensamiento de Wagner se expresa por medio de la contradicción y la acumulación. Por poner un ejemplo sencillo: quien, como Wagner, nunca fue un político en el sentido profesional y pragmático del término; que realmente no habría podido serlo jamás por la excesiva ambigüedad e inconcreción de su pensamiento confuso e idealista, se encontró abocado a ser el portador de la obra de artista más politizado de cuantos hayan existido jamás, y el olvido de que su obra, lo que realmente más interesa, no sea el trabajo de un político ni siquiera de un pensador, sino de un artista, es lo que, a buen seguro, provocaría hoy en él la misma estupefacción a la que se refiere en su carta a Luis II. En esta línea de prolongaciones, digamos “tentaculares” de la obra de Wagner, pero llevadas en este caso al terreno de la genealogía más o menos familiar, se sitúa El clan Wagner, de Jonathan Carr. Carr es un periodista fallecido recientemente (al poco tiem- 122 JONATHAN CARR: El clan Wagner. Traducción de Miguel Martínez-Lage. Madrid, Turner, 2009. 508 págs. po de finalizar este libro) que ha estado muy relacionado profesionalmente con el medio alemán y fue buen aficionado a la música (visitante asiduo de los Festivales de Bayreuth desde 1970, es también autor de una biografía de Gustav Mahler). Por la razón citada de su fallecimiento reciente (2008) Carr no llega a dar noticia en su libro de la desaparición el pasado mes de marzo, a los 90 años, de Wolfgang Wagner, el último nieto superviviente de Richard Wagner, que había dirigido el Festival, bien en solitario o en compañía de su prematuramente fallecido hermano Wieland, desde la posguerra; un hecho este que pone de mayor actualidad el libro de Carr. Se trata de una obra que plantea un recorrido minucioso y prolijo (perjudicado a veces por un exceso de reiteración sobre argumentos, situaciones o personas que ya han sido analizados en capítulos precedentes) por lo que el autor denomina “clan” Wagner; una abigarrada sucesión de personajes que van más allá de la propia descendencia genealógica del compositor, y que se completa con la muy necesaria e interesante aparición de personajes afines y allegados a dicho entorno familiar. A partir del periodo revolucionario de Dresde, y pasando por la relación con Cósima, Luis II o cuestiones como el antijudaísmo, hasta los últimos avatares ligados al Festival de Bayreuth, el libro se va desplazando suavemente 257-Pliego final 20/10/10 09:28 Página 123 LIBROS por ese árbol genealógico del compositor que en muchos momentos, invirtiendo el título nietzscheano, podríamos definir como una auténtica “Genealogía de lo inmoral”. Una “saga” en términos cinematográficos (o mejor televisivos) bastante tenebrosa, en la que aparecen protagonistas (los familiares y herederos directos de Wagner) y esos personajes secundarios (que a veces no lo son tanto) que escenifican una serie de episodios y que muestran unas trayectorias vitales en cuya base se encuentra una lucha feroz, y a veces despiadada, por el control y el mantenimiento del poder dentro del entramado social, político y económico del Festival de Bayreuth. Algo que es inherente a su propia existencia y que pasa por contingencias de enorme importancia como pueden ser la relación de Winifred, esposa y viuda de Siegfried (el único hijo varón del compositor) o de sus nietos (Wieland y Wofgang) y resto de familiares, con Hitler, el III Reich y los bien documentados procesos de desnazificación y “aggiornamiento” posteriores a la guerra y la ocupación aliada. Esos momentos en los que en el teatro de la Colina Verde, y en la “sacrosanta sala” que había cerrado sus puertas con Los maestros cantores de Núremberg, pudieron verse actuaciones de las Rockettes de Radio City de Nueva York o pimpantes representaciones de Anything goes, de Cole Porter. Es preciso destacar —y no se engaña sobre ello, sino más bien al contrario— que estamos ante la obra de un periodista. No es la visión del músico, el sociólogo o el historiador la que aquí Carr se plantea, a la búsqueda de una explicación, reflexión o análisis sobre los hechos de que se trata (es, por ejemplo, bastante superficial el análisis de la relación entre Wagner y Nietzsche o la importancia de la figura de Gobineau en el último Wagner), sino la de un cronista ameno, de buena pluma y sentido del humor, que maneja una gran cantidad de datos, muchos de ellos nuevos y valiosos, aunque a veces, y quizás por cierta deformación profesional, exista una incidencia un tanto reiterativa en cuestiones de carácter personal, quizás demasiado “fáciles” o proclives a un cierto “cotilleo”, que en su prolijidad poco añaden al desarrollo de la narración, de la misma forma que habría que destacar, en sentido contrario, la puesta de relieve de personajes hasta ahora no suficientemente valorados, y que jugaron un papel de importancia dentro de la “saga” como pueden ser el gestor financiero de Bayreuth Adolf von Gross, gran ayuda económica de Cósima tras la muerte de Wagner, o la extraña y peculiar figura de Heinz Tietjen, hombre de confianza de Winifred Wagner y director del Festival en la práctica durante bastante tiempo. De esta forma, tras los grandes nombres de referencia y muy bien documentados: la propia Cósima, Chamberlain, Siegfried, Winifred, Hitler o los dos nietos citados, la información va desmenuzándose en flecos más próximos y afines a la talla personal y la relevancia intelectual y artística, más bien escasa, de los miembros recién llegados al clan. Se produce una especie de “aplebeyamiento” afín al tono ligero de los personajes, y todo se homogeneiza en un contexto social en el que la intensidad “trágica” desaparece con el tiempo. Se debilitan, en suma, las ondas en el estanque, pero no desaparece una impresión: la de que, una vez muerto Wagner, la simbología del Anillo permanece viva, quedó sin terminar o sólo lo hizo provisionalmente; la lucha por el Poder, el Anillo, el “Oro”, continúa tras la muerte del Maestro y así sigue. Hasta ayer. Hasta ahora mismo. Eduardo Pérez Maseda ORQUESTA BARROCA DE SEVILLA PREMIO “MANUEL DE FALLA” 2010 Ciclo de Cámara de la OBS 21-X. Sevilla. Christophe Coin, violoncello 24-X. Sevilla. Sinfonías con “violoncello obbligato” de Haydn Christophe Coin, director y solista 3-XI. La Rinconada. (Festival de Música Antigua) Obras de C.P.E. Bach y J.S. Bach. Solistas de la Orquesta Barroca de Sevilla 6-XI. Sevilla Andoni Mercero, violín 15-XI. Sevilla. Pablo Valetti, violín y Céline Frisch, clave La OBS en el Kursaal 19-XI. San Sebastián. María Espada, soprano; Juan Sancho tenor; Eskola Easo, coro. Diego Fasolis, director Otras actividades Conciertos Pedagógicos 13, 14, 15, y 17-X. Sevilla III Veladas de Arte 14 -XI. Guadalajara. Diego Fasolis D. Scarlatti - Salve Regina. “...una Orquesta Barroca de Sevilla de presente cada vez luminoso”, ABC. Recuperación de patrimonio Presentación del disco “Pardiobre!” Noviembre de 2010. Obras de Juan Francés de Iribarren. Proyecto Atalaya 2009 Marta Almajano, soprano; Lluis Vilamajó, tenor Alfredo Bernardini, director Música de P. Rabassa 22, 23, 25 y 27 a 30-XI. Enrico Onofri Conciertos en Sevilla, Málaga, Sacro Almería, Cádiz (Festival de Música Española) y Carlos Mena, Úbeda (Festival de contratenor Música Antigua de Úbeda y Baeza) Andoni Mercero, Proyecto Atalaya concertino-director 2010 Concierto de Raquel Andueza,soprano; La Navidad Hispanoflamenca, coro 19-XII. Sevilla. Christophe Coin Anton Steck, solista y Enrico Onofri, director director www.orquestabarrocadesevilla.com 123 257-Pliego final 20/10/10 09:28 Página 124 GUÍA LA GUÍA DE SCHERZO NACIONAL GRANADA BARCELONA 5,6,7-XI: Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña [www.obc.es]. Pablo González. Urmana, Maltman. Mahler, Stravinski. (Auditori [www.auditori.com]). 8: Sergei Khachatrian, violín; Lousine Khachatrian, piano. Bach, Beethoven. (Ibercamera [www.ibercamera.es]. Auditori). 9: Coro y Orquesta del Gran Teatro del Liceo. Michael Boder. Brahms, Stravinski, Ravel. (Auditori). 12,13,14,16: Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña. Pablo González. Pecková, Werba. Mahler, Chaikovski. (Auditori). 15: Michal Drewnowski, piano. Chopin. (Euroconcert [www.euroconcert.org]. Palau [www.palaumusica.org]). 18: Cuarteto Casals. Mozart, Shotakovich, Schubert. (Auditori). 22: Bandart. Coro de Cámara del Palau. Colin Davis. Ek, Lehner, Kennedy, Rose. Mozart. (Palau 100). 25: Trío Kandinsky. Montsalvatge, Schumann, Dvorák. (Auditori). 26,27,28: Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña. Pablo González. Wesseling. Mahler, Bruckner. (Auditori). 28: Gnessin Virtuosi. Mikhail Khohlov. Mozart, Paganini, Sarasate. (Auditori). ORQUESTA CIUDAD DE GRANADA OCG/10/11 www.orquestaciudadgranada.es Xavier Pagès director Auditorio Manuel de Falla viernes 12, 20:30 horas Concierto Sinfónico 4 sábado 13, 20 horas Sábado Sinfónico 2 Chaikovski Serenata para cuerdas en Do mayor, op. 48 Ibert Concierto para flauta y orquesta Schubert Sinfonía núm. 4, “Trágica” Juan Carlos Chornet flauta Manuel Hernández Silva director Con el patrocinio de Grupo Civil Constructora XVI Encuentros Manuel de Falla Gaos Impresión nocturna Chopin Concierto núm. 1 para piano y orquesta Guridi Diez melodías vascas Castellanos Santa Cruz de Pacairigüa Javier Perianes piano Alejandro Posada director domingo 21, 12 horas Concierto Familiar I El carnaval de los animales Camille Saint-Saëns CÁCERES Taquilla OCG Información y reservas 958 22 11 44 [email protected] 26-XI: JoAnn Falletta. Michael Ludwig, violín. Barber, Dvorák. 5-XI: Oleg Caetani. Schumann. 12: Salvador Mas. Marie-Elisabeth Hecker, violonchelo. Weber, Schumann. 26,27: Víctor Pablo Pérez. Yuja Wang, piano. Vila, Prokofiev, Chaikovski. WWW.BILBAORKESTRA.COM GERONA MADRID 11,12-XI: Philippe Bender. Arámbarri, Mozart, Ravel. 25,26: Günter Neuhold. Honegger, Poulenc, Franck. AUDITORI WWW.AUDITORIGIRONA.ORG 1-XI: Filarmónica de Londres. Vladimir Jurowski. Leif Ove Andsnes, piano. Brahms, Beethoven. (Ibermúsica [www.ibermusica.es]. (Auditorio Nacional [www.auditorionacional. mcu.es]). 2: Orquesta de Cámara Mahler. Fabio Luisi. Marlis Petersen, soprano. Schubert, Berg, Mahler. (Juventudes Musicales [www.juventudesmusicalesmadrid.es]. A.N.). 3: Antoine Tamestit, viola. Biber, Ligeti, Stravinski (Liceo de Cámara [www.fundacioncajamadrid.es]. A.N.). 4,5: Coro y Orquesta de RTVE [www.rtve.es]. Leopold Hager. Quintans, Roeck, Davislim. Strauss, Mendelssohn. (Teatro Monumental). 12,13,14: Orquesta Nacional de España [ocne.mcu.es]. Andreas Spering. Salvador Navarro, trompa. Turina, Strauss, Mahler. (A.N.). 18: Monica Mauch, soprano; Richard Wistreich, bajo; Nigel North, tiorba; LULU (Berg). Boder. Py. Petibon, Volle, Groves, Hörl. 3,7,10,13,16XI. BILBAO ORQUESTA DE EXTREMADURA WWW.ORQUESTADEEXTREMADURA.COM SINFÓNICA DE BILBAO SOCIEDAD FILARMÓNICA WWW.FILARMONICA.ORG 3-XI: Cuarteto Auryn. Nobuko Imai, viola. Haydn, Bartók, Mendelssohn. 10: Musikkollegium Winterthur. David Douglas Boyd, Lise de la Salle, piano. Goetz, Beethoven, Schubert. 17: Oxalys. Laure Delcampe, soprano. Busoni, Schoenberg, Mahler. 25: Jue Wang, piano. Ravel, Brahms. ABAO WWW.ABAO.ORG IL CORSARO (Verdi). Palumbo. Puggelli. Armiliato, Guleghina, Lewis, Salsi. 13,16,19,22-XI. 124 viernes 26, 20:30 horas Concierto Sinfónico 5 Con el patrocinio de Industrias Kolmer S.A. TEATRO DEL LICEO WWW.LICEUBARCELONA.COM El carnaval de los animales 7-XI: Orquesta de Gerona. Coro Filharmonia. Martí Ferrer. Vivaldi, Mozart. 19: Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña. Pablo González. Pecková, Werba. Mahler, Chaikovski. JEREZ TEATRO VILLAMARTA WWW.VILLAMARTA.COM LA TRAVIATA (Verdi). Aragón. López. Ercolano, Jordi, Bergasa, Lanza. 11,13-XI. LA CORUÑA SINFÓNICA DE GALICIA WWW.SINFONICADEGALICIA.COM AUDITORIO NACIONAL DE MÚSICA Información: 91 337 10 40 Web: http://auditorionacional.mcu.es Venta de entradas: 902 33 22 11 www.servicaixa.com MONOGRÁFICO PIERRE BOULEZ 2.11.10. 19:30h. Palacio del Marqués de Salamanca Conferencia y concierto: Septeto de metales de la JORCAM Germán Gan, ponente Dimitri Vassilakis, piano Gabriel Arcángel Pérez de Aranda, violín Programa Initiale, Sonata nº3, Anthémes 4.11.10. 19:30h. Sala de Cámara Conferencia y concierto: Plural Ensemble Fabián Panisello, director Hillary Summers, soprano Programa Le marteau sans maître 6.11.10. 18:00h. Sala de Cámara Concierto: Ensemble Orchestral Contemporain de Lyon Daniel Kawka, director Programa Dérive I, Dérive II, Memoriale 06.11.10. 19:15h. Vestíbulo de la Sala Sinfónica Concierto: Septeto de metales de la JORCAM Programa Initiale 6.11.10. 19:30h. Sala Sinfónica Concierto: Orquesta y Coro Nacionales de España Jordi Bernácer, director Pilar Jurado, soprano Itxaro Mentxaka, alto Dimitri Vassilakis, piano Programa Le soleil des eaux, Notations, Notations I-IV, Notations VII DIVERSIDAD CULTURAL COREA 15.11.10. 19:30h. Sala Sinfónica Orquesta Nacional de Corea Hwang Byung Ki, director Programa Música tradicional de Corea Erica Rubis, viola da gamba. Peri, Piccinini, Dowland. (Liceo de Cámara. A.N.). 19,20,21: ONE. Lawrence Renes. Benedetto Lupo, piano. Bernstein, Rota, Bruckner. (A.N.). 23: Sinfónica de São Paulo. Yan-Pascal Tortelier. Antonio Meneses, violonchelo. Musorgski, Elgar, VillaLobos, Ravel. (Ibermúsica. A.N.). — Grupo Zarabanda. Álvaro Marías. Telemann, Bach, Vivaldi. (Juventudes Musicales. A.N.). 257-Pliego final 20/10/10 09:28 Página 125 GGUUÍ A ÍA CDMC ORCAM (Centro para la Difusión de la Música Contemporánea) Martes 9 de noviembre de 2010. 19,30 horas Auditorio Nacional Sala Sinfónica Auditorio 400. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía Ronda de Atocha esquina c/Argumosa. Web: http://cdmc.mcu.es Entrada libre hasta completar aforo. Lunes, 8 de noviembre. 19:30h. Miembros del LIM Neopercusión Trío Arbós Asier Polo, violonchelista Electroacústica, LIEM “Jesús Villa-Rojo, 70 aniversario” Programa Trío (2005), Trío Arbós Lamento (Versión B) (2008), Asier Polo, violonchelo; Rafael Romero (“El Gallina”), voz grabada Caminando por el sonido (Versión B) (1991), Juanjo Guillem, percusión; Esperanza Abad, voz grabada Adornos (2009), Miembros del LIM Triamí (2009), Miembros del LIM Suite rítmica (2008), Neopercusión Variaciones sin tema (Versión B) (2007), Neopercusión (En colaboración con la SGAE y la Fundación Autor) Lunes, 15 de noviembre. 19:30h. Gabriel Estarellas, guitarra Programa Carlos Perón Cano: Necronomicón * Sebastián Mariné: NINGÚ mai ho sabrà * Vicente Roncero: About Janis * David del Puerto: Danza de Otoño * Manuel Tizón Díaz: Tocata, fuga y fantasía * Miguel Ángel Jiménez: Duelos y Quebrantos * Eduardo Morales-Caso: Samskara * Manuel Millán de las Heras: Pasacaglia * *Estreno absoluto, dedicado a Gabriel Estarellas Lunes, 22 de noviembre. 19:30h. Ricardo Descalzo, piano Jorge Padín, actor “Noche de invierno” Programa Toru Takemitsu: Rain Tree Sketch Maki Ishii: Black Intention III Toshio Hosokawa: Nacht Klänge Michio Mamiya: Joiku of reindeer for winter (Preludes) Maki Ishii: Aphorismen II Karen Tanaka: Techno-Etudes (n. 2) Akira Nishimura: Invoker Karen Tanaka: Crystalline II Lunes, 29 de noviembre. 19:30h. XXI Premio Jóvenes Compositores Fundación Autor-CDMC 2010 Ensemble Espacio Sinkro Programa Concierto final y entrega de premios ORQUESTA DE LA COMUNIDAD DE MADRID Pandeli Gjezi, violín José Ramón Encinar, director P. Sorozábal Victoriana P. Hindemith Concierto para violín y orquesta L. Mateo Acín Homenaje a R. J. Sender* M. Ravel Dafnis y Chloe, suite nº 2 *Estreno absoluto. Obra ganadora del Premio Joaquín Rodrigo del Ayuntamiento de Madrid. lunes 22 de noviembre de 2010. 19,30 horas. Auditorio Nacional Sala Sinfónica ORQUESTA Y CORO DE LA COMUNIDAD DE MADRID Avri Levitan, viola Elena de la Merced, soprano Jean-Jacques Kantorow, director I. Urrutia Gerok* W. Walton Concierto para viola y orquesta G. Fauré Pavana F. Poulenc Gloria *Obra ganadora V edición del Premio de Composición A.E.O.S./Fundación BBVA Lunes 29 de noviembre de 2010. 20,00 horas Teatros del Canal ORQUESTA Y CORO DE LA COMUNIDAD DE MADRID Marta Mateu, soprano Roman Trekel, barítono Michel Corboz, director J. Brahms Un Requiem alemán 25: Orquesta de Conciertos de Budapest. Tamás Gál. Hyo-Sun Lim, piano. Beethoven. (Ciclo Sinfónico. Fundación Caja Madrid). 25,26: Coro y Orquesta de RTVE. Adrian Leaper. Holst, Bax, Vaughan Williams. (T.M.). 26: Cuarteto Quiroga. Bretón, Cuartetos. (Siglos de Oro. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando). 26,27,28: ONE. Josep Pons. Julian Rachlin, violín; Estrella Morente, cantaora. Prieto, Piazzolla, Falla. (A.N.). 30: Emanuel Ax, piano. Schubert, Chopin. (Grandes Intérpretes. Fundación Scherzo [www.fundacionscherzo.es]. A.N.). TEATRO REAL Información: 91 516 06 60. Venta Telefónica: 902 24 48 48. Venta en Internet: www.teatro-real.com The Turn of the Screw. Benjamin Britten.. Estreno en el Teatro Real. Nueva producción en el Teatro Real. Procedente del Teatro Mariinski de San Petersburgo. Noviembre: 2, 4, 6, 8, 10, 12, 14, 16. 20.00 horas; domingo, 18.00 horas. Director musical: Josep Pons. Director de escena: David McVicar. Escenógrafa y figurinista: Tanya McCallin. Solistas: John Mark Ainsley, Emma Bell, Peter Shafran/Jacob Ramsay-Patel, Nazan Friket. Marie McLaughlin, Daniela Sindram. Orquesta Titular del Teatro Real. Concierto aniversario Cristóbal Halftter. Siete cantos de España, Odradek (Homenaje a Kafka), Tien- to del primer tono y batalla imperial. Noviembre: 11. 20.00 horas. Director musical: Alejo Pérez. Orquesta Titular del Teatro Real. ¡Motín en el festín! Cuento musical con obras de Wolfgang Amadé Mozart y Gioachino Rossini. Guión: Fernando Palacios. Noviembre: 13. 12.00 y 19.00 horas. Edad de 4 a 7 años. Orquesta-Escuela de la Sinfónica de Madrid. Sala Gayarre. Los domingos de cámara II. Obras de Eduard Mirzoyan, Claude-Paul Taffanel, Ileana Pérez Velázquez y Johannes Brahms. Noviembre: 14. 12.00 horas. Solistas de la Orquesta Sinfónica de Madrid. Enfoques: Der Rosenkavalier. Richard Strauss. Noviembre: 30. 19.30 horas. Sala Gayarre. SANTIAGO DE COMPOSTELA TEATRO DE LA ZARZUELA Jovellanos, 4. Metro Banco de España. Tlf.: (91) 5.24.54.00. Internet: http://teatrodelazarzuela.mcu.es. Director: Luis Olmos. Venta localidades: A través de Internet (servicaixa.com), Taquillas Teatros Nacionales y cajeros o teléfono de ServiCaixa: 902 33 22 11. Horario de Taquillas: de 12 a 18 horas. Días de representación, de 12 horas, hasta comienzo de la misma. Venta anticipada de 12 a 18 horas, exclusivamente. La del Soto del Parral, de Reveriano Soutullo y Juan Vert. Hasta el 21 de noviembre de 2010, a las 20:00 horas (excepto lunes y martes). Miércoles (día del espectador) y domingos, a las 18:00 horas. Dirección Musical: Rubén Gimeno. Dirección de Escena: Amelia Ochandiano. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Coro del Teatro de La Zarzuela. Entradas a la venta. IX Ciclo de Jóvenes Intérpretes de Piano. Martes, 16 de noviembre, a las 20 horas. RECITAL I: Hardy Ritter, piano. Programa: J. S. Bach, J. Brahms y F. Chopin. Coproducen: Fundación Scherzo y Teatro de La Zarzuela. 5,6-XI: Edmon Colomer. Nelson Goerner, piano. Núñez, Schumann, Brahms. OVIEDO REAL FILHARMONÍA DE GALICIA www.realfilharmoniagalicia.org AUDITORIO DE GALICIA www.auditoriodegalicia.org Jueves 4 - 21.00 h Auditorio de Galicia Real Filharmonía de Galicia Juanjo Mena, director Roberto Díaz, violín [Haydn, Hindemith, Prokofiev] [Concierto de abono] 11.00 h Ensayo abierto Viernes 5 – 11.00 h Auditorio de Galicia Odaiko Percussion Group [Conciertos didácticos] Jueves 11 - 21.00 h Auditorio de Galicia Real Filharmonía de Galicia David Afkhan, director Lars Vogt, piano [Beethoven, Mozart, Haydn] [Conciertos didácticos] Sábado 13 - 21.00 h Auditorio de Galicia Berrogüetto [Sons da diversidade] Jueves 25 - 21.00 h Auditorio de Galicia Real Filharmonía de Galicia Christoph Köning, director Arabella Steinbacher, violín [Dutilleux, Mozart, Bach-Webern, Saint-Säens] [Conciertos didácticos] MÁLAGA OPERA WWW.OPERAOVIEDO.COM PAMPLONA FILARMÓNICA DE MÁLAGA WWW . ORQUESTAFILARMONICADEMA LAGA.COM KATIA KABANOVA (Janácek). Valdés. Albery. OSPA. Matorin, Ludha, Forst, De Mei. 21,23,25,27-XI. BALUARTE WWW.BALUARTE.COM 125 257-Pliego final 20/10/10 09:28 Página 126 GUÍA 2-XI: Filarmónica de Londres. Vladimir Jurowski. Leif Ove Andsnes, piano. Brahms, Beethoven. 4: Sinfónica de Euskadi. Andrei Boreiko. Daniel Hope, violín. Shostakovich, Kalinnikov. 10: Sinfónica de Euskadi. Iker Sánchez. Aldave, Milhaud, Mendelssohn. 11,12: Sinfónica de Navarra. Antoni Wit. Boris Brotsin, violín. Kilar, Britten, Dvorák. LE NOZZE DI FIGARO (Mozart). Martínez Izquierdo. Sagi. Sinfónica de Navarra. Bayo, Menéndez, Puértolas, Fresán. 25,27-XI. 30: Sinfónica de Euskadi. Andrés Orozco-Estrada. Sociedad Coral de Bilbao. Garmendia, Mentxaka, Ferrero, Jun. Beethoven, Novena. SAN SEBASTIÁN FUNDACIÓN KURSAAL WWW.FUNDACIONKURSAAL.COM 5-XI: Rolando Villazón, tenor. Bolivar Soloists. Canciones mexicanas. 19: Orquesta Barroca de Sevilla. Coro Easo. Diego Fasolis. Carlos García-Bernalt, órgano. Haendel. SINFÓNICA DE EUSKADI WWW.EUSKADIKOORKESTRA.ES 15,17-XI: Gilbert Varga. Arcadi Volodos, piano. Chaikovski, Stravinski. 29: Andrés Orozco-Estrada. Sociedad Coral de Bilbao. Garmendia, Mentxaka, Ferrero, Jun. Beethoven, Novena. SEVILLA VALENCIA PALAU DE LA MÚSICA WWW.PALAUDEVALENCIA.COM 3-XI: Solistas del Covent Garden. Sinfónica del Mediterráneo. Juan Antonio Ramírez. Pamela Nicholson, piano. Glazunov, Mendelssohn, Falla. 12: Orquesta de Valencia. Alexis Calvo. Guridi, Usandizaga, Albéniz. 17,19: Orquesta de Valencia. Rudolf Buchbinder. Beethoven, Conciertos. 20: Orquesta Age of Enlightenment. Bernard Labadie. Mozart, Rapto en el serrallo (versión de concierto). 23: Yuja Wang, piano. Schumann, Scriabin, Chopin. 26: Orquesta de Valencia. Yaron Traub. Xavier de Maistre, arpa. Mozart, Rodrigo, Mahler. PALAU DE LES ARTS WWW.LESARTS.COM AIDA (Verdi). Maazel. McVicar. Thomas, De León, Barcellona, Prestia. 13,19,22,25,28-XI. VALLADOLID AUDITORIO WWW.AUDITORIODEVALLADOLID.ES 18,19-XI: Sinfónica de Castilla y León. Vasili Petrenko. Ilya Gringolts, violín. Schumann, Shostakovich. 26,27: Sinfónica de Castilla y León. Christian Zacharias. Weber, Beethoven, Schumann. TEATRO DE LA MAESTRANZA www.teatromaestranza.com Teléfono 954 223 344 Días 3 y 5 de noviembre (Sala Manuel García) JORDI CASANOVAS COMPAÑÍA MAL PELO Programa, Jukebox Mes de Danza 17 Organiza Trans-Forma Producción Cultural Día 3 de noviembre Conferencias En torno a la ópera El Oro del Rin En colaboración con la Asociación Sevillana de Amigos de la Ópera Días 4, 6, 8 y 10 de noviembre EL ORO DEL RIN (Das Rheingold) de Richard Wagner Dirección musical, Pedro Halffter Dirección de escena, Carlus Padrissa -La Fura del Baus Videocreación, Franc Aleu Escenografía, Roland Olbeter Vestuario multimedia, Chu Uroz Iluminación, Peter Van Praet SINFÓNICA DE SEVILLA WWW.ROSSEVILLA.COM 126 18,19-XI: Howard Griffiths. Michel Dalberto, piano. Haydn, Mozart, Beethoven. Principales intérpretes, Robert Brubaker, Jukka Rasilainen, Hanna Schwarz, Elena Zhidkova, Wolfgang Schmidt, José Ferrero, Gordon Hawkins, Attila Jun, Keri Alkema, Hans-Joachim Ketelsen, Stephen Bronk, Alexandra Rivas Real Orquesta Sinfónica de Sevilla Coproducción Palau de les Arts Reina Sofía de Valencia y Maggio Musicale Fiorentino Días 12 y 13 de noviembre (Sala Manuel García) COMPAÑÍA ERRE QUE ERRE Programa, Avatar* Mes de Danza 17 Organiza Trans-Forma Producción Cultural (www.trans-forma.es) Día 14 de noviembre DIANNE REEVES Grandes Intérpretes Día 21 de noviembre JOAQUÍN ACHÚCARRO Obras de Schumann y Chopin 8-XI: Sinfónica del Conservatorio de Aragón. Juan Luis Martínez. Pellejer, Saint-Saëns, Schumann. 16: Filarmónica de Bacau. Ovidiu Balan. Leonel Morales, piano. Rachmaninov. 29: Yuja Wang, piano. Schumann, Scriabin, Chopin. 30: Grupo Enigma. Juan José Olives. Torres, Webern, Mahler. INTERNACIONAL ÁMSTERDAM ORQUESTA DEL CONCERTGEBOUW WWW.CONCERTGEBOUWORKEST.NL 4,5,7,12,13,15,16,17,20-XI: Mariss Jansons. Beethoven, Janácek, Chaikovski. / Gil Shaham, violín. Rossini, Mendelssohn, Brahms. 21,22: Mariss Jansons. Coro del Nuevo Teatro Nacional. Larsson. Mahler, Tercera. DE NEDERLANDSE OPERA DRESDE SEMPEROPER WWW.SEMPEROPER.DE L’ITALIANA IN ALGERI (Rossini). Nánási. Boysen. Lepore, Incontrera, Henneberg, Camarena. 3,5,7-XI. IL BARBIERE DI SIVIGLIA (Rossini). Salemkour. Asagaroff. Trost, Lepore, Papoulkas, Lee. 4,6,8-XI. IL TROVATORE (Verdi). Luisi. Hampe. Ragatzu, Hoene, Marrucci, Belobo. 10,12,19-X. RIGOLETTO (Verdi). Baleff. Lehnhoff. Kim, Vassallo, Marquardt, Gutiérrez. 11,13,15-XI. TANNHÄUSER (Wagner). Schneider. Konwitschny. Vaughn, Martinsen, Gould, Owens. 14,17,21-XI. HÄNSEL UND GRETEL (Humperdinck). Kütson. Thalbach. Hadidi, Ulrich, Brohm, Vermillion. 26,29,30XI. WWW.DNO.NL FRÁNCFORT DIE SOLDATEN (Zimmermann). Haenchen. Decker. Olsen, Barainsky, Poulson, Dijkstra. 9,12,16,18,20,23,25,28-XI. BERLÍN FILARMÓNICA DE BERLÍN WWW.BERLINER-PHILHARMONIKER.DE 4,5-XI: Simon Rattle. Rachmaninov, Mahler. DEUTSCHE OPER WWW.DEUTSCHEOPERBERLIN.DE DON GIOVANNI (Mozart). R. Abbado. Schwab. D’Arcangelo, Rebeka, Kang, Donose. 4-XI. DIE ZAUBERFLÖTE (Mozart). Rogister. Krämer. Jerkunica, Bondelle, Carlson, Stober. 19,27-XI. IL BARBIERE DI SIVIGLIA (Rossini). García Calvo. Thalbach. Siragusa, Chausson, DiDonato, Jenis. 20-XI. LUCIA DI LAMMERMOOR (Donizetti). García Calvo. Sanjust. Taormina, Archibald, Kang, Ulrich. 21,26,28XI. OPER FRANKFURT WWW.OPER-FRANKFURT.DE DIE WALKÜRE (Wagner). Weigle. Nemirova. Aken, Anger, Stensvold, Westbroek. 4,7,10,18,21,28-XI. DIE ZAUBERFLÖTE (Mozart). Zorn. Kirchner. Reiter, Prégardien, Lascarro, Durlovski. 5,12,20-XI. LES CONTES D’HOFFMANN (Offenbach). Böer. Duesing. Kim, Argiris, Rae, Mahnke. 6-XI. LE NOZZE DI FIGARO (Mozart). Zorn. Bernardi. Geyer, Wagner, Bailey, Ryberg. 13,26-XI. ORLANDO FURIOSO (Vivaldi). Venanzoni. Bösch. Pini, Rae, Bailey, Magiera. 14,19,27-XI. GINEBRA GRAND THÉÂTRE WWW.GENEVEOPERA.CH ELEKTRA (Strauss). Soltesz. Nel. Marton, Vacik, Silins, Charbonnet. 10,13,16,19,22,25-XI. LONDRES STAATSOPER WWW.STAATSOPER-BERLIN.ORG TOSCA (Puccini). Wellber. Riha. Echalaz, Massi, Dobber, Kataja. 2,5,9,13,19,21-XI. IL BARBIERE DI SIVIGLIA (Rossini). Salemkour. Berghaus. Lee, Brownlee, Girolami, Marabelli. 6,10,12-XI. DIE ENTFÜHRUNG AUS DEM SERAIL (Mozart). Haider. Thalheimer. Lehmann, Schäfer, Prohaska, Tarver. 8,11,14,17,20-XI. BRUSELAS ZARAGOZA LA MONNAIE AUDITORIO WWW.AUDITORIOZARAGOZA.COM sain. Breth. Hawlata, Streit, Morloc, Herlitzius. 2,4,5,7,9,12,14-XI. WWW.LAMONNAIE.BE KÁT’A KABANOVÁ (Janácek). Hus- BARBICAN CENTRE WWW.BARBICAN.ORG.UK 5-XI: Sinfónica de la BBC. Yan-Pascal Tortelier. Jean-Eflam Bavouzet, piano. Hindemith, Debussy, Ravel, Musorgski. 7: Sinfónica de Londres. Daniel Harding. Lang Lang, piano; Tabea Zimmermann, viola. Berio, Liszt, Berlioz. 10: Sinfónica de Londres. Colin Davis. Nikolai Znaider, violín. Mendelssohn, Elgar. 19: Sinfónica de Londres. Valeri Gergiev. Olli Mustonen, piano. Shchedrin, Mahler. 26: Coro y Sinfónica de la BBC. Oliver Knussen. Shepherd, Copland, Anderson. 27: The English Concert. Harry Bic- 257-Pliego final 20/10/10 09:28 Página 127 GUÍA ket. Antonacci, Mingardo. Porpora, Vivaldi, Pergolesi. SOUTH BANK CENTRE WWW.SOUTHBANKCENTRE.CO.UK 4-XI: Orquesta Philharmonia. Orquesta Age of Enlightenment. Steven Devine. Tomás Netopil. Haendel, Mozart, Dvorák, Janácek. 7: Orquesta Philharmonia. John Wilson. Brown, Singing in the rain. 9: Orquesta Age of Enlightenment. Enrique Mazzola. Cherubini, Méhul, Berlioz. 10: Cuarteto Takács. Haydn, Mendelssohn, Shostakovich. 11: Orquesta Philharmonia. Tugan Sokhiev. Akiko Suwanai, violín. Debussy, Prokofiev, Chaikovski. 17: Filarmónica de Londres. Kazushi Ono. Nathalie Stutzmann, contralto. Strauss, Mahler, Ravel. 23: Hélène Grimaud, piano. Bartók, Berg, Liszt. 24: Filarmónica de Londres. Vasili Petrenko. Stravinski, Prokofiev, Shostakovich. 25: Orquesta Philharmonia. Tugan Sokhiev. Ivo Pogorelich, piano. Shostakovich, Chaikovski. 26: Filarmónica de Londres. Gunther Herbig. Andreas Haefliger, piano. Mozart, Bruckner. 29: Julia Fischer, violín; Martin Helmchen, piano. Schumann. fiev, Chaikovski, Rachmaninov. 17,18,19: James Gaffigan. Haydn, Rachmaninov. 25,26,27: Nikolaj Znaider. Mozart, Chaikovski. BAYERISCHE STAATSOPER WWW.BAYERISCHE.STAATSOPER.DE JENUFA (Janácek). Hanus. Haerter. Pilcher, Margita, Kaiser, Denoke. 3,6,8-XI. RUSALKA (Dvorák). Hanus. Kusej. Vogt, Krasteva, Stemme, Baechle. 4XI. AIDA (Verdi). Carignani. Nel. D’Intino, Carosi, Ventre, Kotscherga. 7,12,15,19,23-XI. DIE ENTFÜHRUNG AUS DEM SERAIL (Mozart). Debus. Duncan. Mosuc, Prohaska, Shrader, Ernst. 13,16-XI. DON GIOVANNI (Mozart). Nagano. Kimming. Maltman, Ens, Samuil, Castronovo. 14,17,20,24,27-XI. NUEVA YORK METROPOLITAN OPERA WWW.METOPERA.ORG ROMÉO ET JULIETTE (Gounod). Oren. Neal, Zhou, Jeffery, Machaidze. 1,5,8,11,13,17-XI. RIGOLETTO (Verdi). Ettinger. Ki, Hvorostovski, Gutiérrez, Aceto. 2,4,6-XI. ADRIANA LECOUVREUR (Cilea). Elder. Gheorghiu, Kaufmann, Muraro, Bottone. 18,22,25,27,30-XI. LA BOHÈME (Puccini). Fournillier. Sher. Christy, Gerzmava, Lindsey, White. 1,5-XI. DON PASQUALE (Donizetti). Levine. Schenk. Netrebko, Polenzani, Kwiecien, Del Carlo. 2,6,10,13,18-XI. IL TROVATORE (Verdi). Armiliato. McVicar. Raccette, Cornetti, Álvarez, Lucic. 3,6,11,15,19-XI. CARMEN (Bizet). Gardner. Eyre. Cabell, Garanca, Jovanovich, Relyea. 4,8,12,16,20,24,27,30-XI. COSÌ FAN TUTTE (Mozart). Christie. Koenig. Persson, Leonard, De Niese, Breslik. 9,13,17,20,23,27-XI. DON CARLO (Verdi). Nézet-Séguin. Hytner. Poplavskaia, Alagna, Keenlyside, Furlanetto. 22,26,29-XI. MILÁN PARÍS TEATRO ALLA SCALA WWW.TEATROALLASCALA.ORG 2-XI: Filarmónica de Nueva York. Alan Gilbert. Strauss, Wagner, Brahms. (Sala Pleyel [www.sallepleyel.fr]). 4: Cuarteto Hagen. Haydn, Janácek, Schubert. (Teatro de los Campos Elíseos). — Orquesta de París. Paavo Järvi. Elisabeth Leonskaia, piano. Pärt, Grieg, Sibelius. (S. P.). 7: Cuarteto Artemis. Beethoven. (T.C.E.). 9: Yundi Li, piano. Chopin. (S. P.). 10: Orquesta de París. Paavo Järvi. ROYAL OPERA HOUSE COVENT GARDEN WWW.ROH.ORG.UK CARMEN (Bizet). Dudamel. Dante. Ryan, Vinogradov, Dudziak, Rachvelishvili. 2,4,6,9,12,14,18-XI. MÚNICH FILARMÓNICA DE MÚNICH WWW.MPHIL.DE 5,6,7-XI: Dimitri Kitaienko. Proko- Truls Mørk, violonchelo. Sibelius, Shostakovich, Prokofiev. (S. P.). 13: Filarmónica de Londres. Vladimir Jurowski. Julia Fischer, violín. Shostakovich, Beethoven. (T.C.E.). 14: Sinfónica de Londres. Colin Davis. Nikolaj Znaider, violín. Mendelssohn, Brahms. (S. P.). 17: Cédric Tiberghien, piano. Chopin, Scriabin, Tansman. (T.C.E.). 17,18: Orquesta de París. David Zinman. Stephen Kovacevich, piano. Dalbavie, Beethoven, Schubert. (S. P.). 18: Orquesta Nacional de Francia. Fabien Gabel. Marie-Nicole Lemieux, contralto. Cherubini, Massenet, Bizet. (T.C.E.). 23,24,27,28: Filarmónica de Viena. Christian Thielemann. Beethoven, Sinfonías. (T.C.E.). 24,25: Coro y Orquesta de París. Jean-Christophe Spinosi. Maria João Pires, piano. Haydn, Mozart. (S. P.). 25: Orquesta Nacional de Francia. Kristjan Järvi. Alexander Toradze, piano. Adams, Stravinski, Rachmaninov. (T.C.E.). 26: Hélène Grimaud, piano. Mozart, Berg, Liszt, Bartók. (T.C.E.). 29: Les Musiciens du Louvre-Grenoble. Marc Minkowski. Harteros, Kasarova, Cangemi, Basso. Haendel, Alcina (versión de concierto). (T.C.E.). 30: Grigori Sokolov, piano. Bach, Brahms. (T.C.E.). — The English Concert. Harry Bicket. Antonacci, Mingardo. Porpora, Vivaldi, Pergolesi. (S. P.). OPÉRA BASTILLE WWW.OPERA-DE-PARIS.FR LE NOZZE DI FIGARO (Mozart). Ettinger. Strehler-Camerlo. Jenis, Maltman, Frittoli, Röschmann. 3,6,9,11,15,18,24-XI. MATHIS DER MALER (Hindemith). Eschenbach. Py. MacAllister, Goerne, Grümmel, Fritz. 16,19,22,25-XI. THÉÂTRE DES CHAMS ÉLYSÉES WWW.THEATRECHAMPSELYSEES.FR ORLANDO (Haendel). Haïm. McVicar. Le Concert d’Astrée. Prina, Wallace, Crowe, Berg. 3,5,7,9-XI. VIENA MUSIKVEREIN WWW.MUSIKVEREIN.AT 1-XI: Orquesta Nacional de Francia. Singverein. Daniele Gatti. Stoyanova, Lemieux, Neill, Zeppenfeld. Verdi, Réquiem. 7: Orquesta del Concertgebouw de Ámsterdam. Mariss Jansons. Beethoven, Janácek, Chaikovski. 7,8: Orquesta Cherubini. Riccardo Muti. Stoyanova, Gubanova, Zeffiri. Mozart, Haydn, Rossini. 10,11: Sinfónica de Viena. Mikko Franck. Tzimon Barto, piano. Chaikovski, Rautavaara, Sibelius. 20,21: Sinfónica de Viena. Georges Prêtre. K. y M. Labèque, pianos. Poulenc, Brahms. 29,30: Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig. Riccardo Chailly. Arcadi Volodos, piano. Chaikovski, Respighi. STAATSOPER WWW.WIENER-STAATSOPER.AT IL BARBIERE DI SIVIGLIA (Rossini). Abel. Hulcup, Bruns, Sramek, Monarcha. 2,4-XI. DIE ZAUBERFLÖTE (Mozart). Bolton. Youn, Ernst, Kühmeier, Klink, Werba. 3,6-XI. MADAMA BUTTERFLY (Puccini). Lange. Vasileva, Shicoff, Daniel. 8,11,15-XI. TOSCA (Puccini). Wilson. Naglestad, Giordano, Struckmann. 12-XI. ALCINA (Haendel). Minkowski. Harteros, Cangemi, Kasarova, Hammarström. 14,20,23,26-XI. RIGOLETTO (Verdi). Güttler. Ciofi, Vargas, Hvorostovski. 19,22,25,28XI. MANON LESCAUT (Puccini). Auguin. Guriakova, Kai, Cura. 27,29-XI. MEDEA (Reimann). Boer. Petersen, Houtzel, Kulman, Eröd. 30-XI. ZÚRICH OPERNHAUS WWW.OPERNHAUS.CH DIE ZAUBERFLÖTE (Mozart). Rider. Kusej. Peetz, Olvera, Muff, Drole. 3,12,27-XI. GESUALDO (Dalbavie). Dalbavie. Leiser. Wolff, Billy, Bermúdez, Vogel. 6-XI. L’ELISIR D’AMORE (Donizetti). Santi, Asagaroff. Rey, Olvera, Flórez, Antoniozzi. 7,11,14-XI. GUILLAUME TELL (Rossini). Rieder. Kusej. Mei, Janková, Pertusi, Siragusa. 13,16,19,21,23,26-XI. LA FANCIULLA DEL WEST (Puccini). Zanetti. Pountney. Magee, Peetz, Raimondi, Cura. 14,17,20,24-XI. TOSCA (Puccini). Rizzi. Carsen. Cura, Magee, Raimondi, Murga. 28-XI. 127 257-Pliego final 20/10/10 09:28 Página 128 CONTRAPUNTO CÓMO MAHLER PUEDE CAMBIAR SU VIDA E 128 n una oficina escuetamente amueblada de la City, uno de los mejores músicos de Londres me estaba contando su lucha con el cáncer de testículos. Gareth Davies, el flautista principal de la Sinfónica de Londres, recibió ese temible diagnóstico en el verano de 2004, un par de semanas después del nacimiento de su hija. Tras haberse sometido a terapia y quimioterapia, volvió precavidamente a su puesto, precisamente cuando la orquesta iba a tocar la Novena Sinfonía de Beethoven en la catedral de San Pablo. Sólo sentía un vacío. “Siempre he sido un músico instintivo”, me contó, “se me ponía la carne de gallina cuando tocábamos las grandes sinfonías, pero algo había cambiado dentro de mí. Sentía como si no tuviera ninguna razón para estar ahí”. Cada vez que tocaba hallaba un agujero negro donde antes había emoción. Seguía tocando pero sin sentir nada. Y habló con su mujer sobre si no sería mejor dejar la orquesta. No se puede ser el solista de una importante orquesta y no sentirse vivo al oír la música. El cáncer le estaba matando una parte vital de su ser. Poco antes de Navidad, Gareth Davies tocó la Décima Sinfonía de Mahler con Daniel Harding, un director de orquesta de su misma edad, y un amigo. Sabía que la pieza, que Mahler no terminó del todo, trataba del amor y de la muerte, pero Davies estaba más bien enfrascado en estudiar el solo para flauta que se encuentra a principios de la parte final de la sinfonía. “Hubo un golpe sordo de timbal” recordaba. “Daniel me miró y me dio la entrada. Cerré los ojos y sin más toqué la melodía. En aquel momento, todo empezó a volver. Todo se unió. La música de Mahler había encendido una mecha dentro de mi cerebro. En aquel momento me di cuenta de que podía seguir adelante con mi vida”. Gareth Davies había vencido su cáncer. Los músicos son normalmente reacios a hablar con emoción de la música, pero el testimonio de Davies, junto con otros que conozco, señala con precisión el etéreo elemento en Mahler que probablemente explica su irresistible ascensión. Casi desconocido hace medio siglo, Mahler ya ha reemplazado a Beethoven en el centro de la vida concertística. En los Proms se interpretaron sus sinfonías más que nunca. Se han programado veintisiete conciertos con sus obras en el South Bank de Londres durante 2011. China va a tener su primer ciclo Mahler y Corea del Sur el segundo. Ciertamente es el 150 aniversario de su nacimiento —el 7 de julio de 1860— y el centenario de su muerte, —falleció el 11 de mayo de 1911. Pero la continua ascensión de Gustav Mahler es unos de los fenómenos culturales de los tiempos modernos y llevo casi media vida preguntándome por qué es así. No se puede pasar por alto el factor subjetivo. En cualquier concierto dedicado a Mahler se ve entre un publico de tres mil oyentes a personas afectadas hasta lo más profundo por algo que contiene su música, llorando de emoción como queriendo pasar inadvertidos. No ocurre nada similar con la música de Elgar, Sibelius, Rachmaninov, Puccini o Richard Strauss, por nombrar cinco de sus contemporáneos. Por alguna razón u otra la música de Mahler cambia la vida de las personas. El fallecido Klaus Tennstedt, uno de los directores de más inspiración que han trabajado en Gran Bretaña, me contó cómo durante una crisis nerviosa encontró en Mahler “el sentido de mi existencia”. En un pueblo checo, no muy lejos del lugar de nacimiento de Mahler, encontré a un maestro de escuela que, bajo el comunismo, construyó una vida secreta para él y su familia en la vida y las obras de Mahler, un lugar donde se podía hablar libremente sin temor a la policía secreta. Un financiero de Wall Street describió su verdadero poten- cial al oír por casualidad la Sinfonía “Resurrección”. En sus memorias, Mikhail Gorbachov cuenta cómo Mahler le ayudó a superar el año en el que le expulsaron como líder ruso. ¿Por qué Mahler? En lo personal, cada uno tiene sus diferentes teorías. Pero hay más en Mahler que lo personal. Al igual que Sigmund Freud —al que consultó para intentar desesperadamente salvar su matrimonio cuando su joven mujer se hizo con un amante— Mahler explotó los acontecimientos de su propia vida como un modelo para la condición humana. Cada nota que escribió fue un intento de comprender y sanar las miserias de la existencia mortal. Cuando era niño vio cómo sus hermanos y hermanas fueron sacados en sus ataúdes desde la puerta trasera de la taberna de su padre mientras en la principal la gente seguía bebiendo y cantando. Su Primera Sinfonía es una protesta contra la indiferencia frente a la muerte de un niño. La Segunda declara que ninguna iglesia o fe tiene el monopolio de la vida después de la muerte. La Tercera es un lamento por los estragos producidos por el progreso industrial en idílicos paisajes, un grito en favor del medio ambiente. La Cuarta, en la que el primer violín tiene que dejar su instrumento y tocar con un violín gitano, es un comentario sobre la exclusión social. La Sexta una desesperada advertencia de la inminencia de la guerra mundial. Para Mahler, lo personal era siempre político. Nunca fue un orador tipo callejero, y ocultó sus profundas ansiedades bajo una capa de protectora ironía, su invención musical más grande. Ironía, según la define Samuel Johnson, es una manera de decir una cosa cuando en realidad significa otra. En Mahler, cada frase, cada gesto es susceptible de una connotación subversiva (más tarde la ironía mahleriana permitiría a Dimitri Shostakovich sobrevivir bajo el estalinismo). Muchos buenos directores pasan por alto las sutilezas de Mahler y dan lecturas de una impasibilidad literal, todas las notas en su exacto orden y sitio. Muchas interpretaciones de Mahler no llegan al meollo. Las cuestiones que Mahler planteó por primera vez en la música son incluso más contundentes hoy. En mi primer contacto con Mahler, cuando era un joven escritor viviendo en un sótano alquilado, reconocí cosas que podía relacionar con la moderna Gran Bretaña —prejuicios raciales, caos en los lugares de trabajo, conflictos de clases, confusión en las relaciones íntimas, alienación y pérdida de identidad. Obviamente yo no era el único. Durante cuatro décadas he visto cómo Mahler ha ido desplazándose desde los márgenes de la consciencia pública hasta una omnipresencia tal que Harry Potter no puede despegarse con su escoba sin que le acompañe un trozo de la Resurrección de Mahler. En el siglo XXI, Mahler se ha convertido en la banda sonora de nuestras vidas. Hay tantas respuestas a “¿por qué Mahler?” que es imposible meterlas todas en este artículo pero, cuando se llega a entender la posibilidad de sus múltiples sentidos, entonces se comprende que su música combina los retos intelectuales con la catarsis emocional, una hazaña que ningún otro compositor de sinfonías puede igualar. Escucho a Mahler con dolor y con júbilo. Hubo épocas en que no podía escuchar otra cosa y luego otras en las que no resistía oír una sola nota de su música. Pero sabía que siempre estaría ahí cuando le necesitara para dar un sentido a mi mundo. Hay una canción de Blur que reitera machaconamente: “esperando aquella emoción, esperando sentir aquella emoción”. Con Mahler, como descubrió Gareth Davies, ya no hace falta esperar más. Norman Lebrecht Martes, 2 de noviembre, 19:30h Fundación BBVA | Palacio del Marqués de Salamanca Jueves, 4 de noviembre, 19:30h Auditorio Nacional | Sala de Cámara Concierto-conferencia Germán Gan Quesada, ponente Concierto PluralEnsemble Fabián Panisello, director Hillary Summers, soprano Septeto de metales de la JORCAM Gabriel Arcángel Pérez de Aranda, violín Dimitri Vassilakis, piano Programa . Initiale para septeto de metales . Sonata nº3 para piano . Anthémes para violín solo Programa . Le marteau sans maître Sábado, 6 de noviembre, 18:00h Auditorio Nacional | Sala de Cámara © Jörg REICHARDT/DG. Pierre Boulez es artista exclusivo de Deutsche Grammophon Concierto Ensemble Orchestral Contemporain Daniel Kawka, director Programa . Mémoriale . Dérive I . Dérive II Sábado, 6 de noviembre, 19:15h Auditorio Nacional | Vestíbulo de la Sala Sinfónica Concierto Septeto de metales de la JORCAM Programa . Initiale Sábado, 6 de noviembre, 19:30h Auditorio Nacional | Sala Sinfónica Concierto Orquesta y Coro Nacionales de España Jordi Bernácer, director Pilar Jurado, soprano Dimitri Vassilakis, piano Programa . Rituel in memoriam Bruno Maderna . Le soleil des eaux . Notations I-XII (piano) . Notations I-VII-IV-III-II (orquesta) Entradas Organizado por: FUNDACIÓN BBVA: Imprescindible confirmación · Aforo limitado Tel: 91 374 54 00 · [email protected] Paseo de Recoletos, 10 · Madrid www.fbbva.es fbbva_boulez_200x280.indd 1 Príncipe de Vergara, 146 · Madrid www.auditorionacional.mcu.es AUDITORIO NACIONAL: Taquillas: Auditorio Nacional y teatros del INAEM Tel.: 902 33 22 11 · www.servicaixa.com 20/10/10 15:21 Intendente y Directora artística: Helga Schmidt TEMPORADA 2010 - 2011 Lorin Maazel Director Musical Lorin Maazel, director musical Zubin Mehta Presidente del Festival del Mediterrani Francesc Perales, director Ópera Aida Giuseppe Verdi Dirección musical Lorin Maazel Omer Wellber * Conciertos IV Festival del Mediterrani Jesús López Cobos, director musical Plácido Domingo, tenor Dirección de escena David McVicar Tosca Giacomo Puccini Concierto de zarzuela I V. Tola I. Thomas / H. He *, J. de León / M. Álvarez * D. Barcellona, G. Hakobyan / M. Vratogna * G. Prestia / S. Milling * Ópera (soprano), P. Domingo (tenor) Dirección musical Zubin Mehta 21 noviembre 2010 José Miguel Pérez Sierra, director musical 13, 19, 22, 25, 28 noviembre 2010 16, 19, 23, 29 diciembre 2010 * R. Ignacio (soprano), J. de León (tenor), C. Álvarez Dirección musical Lorin Maazel Jordi Bernàcer * Dirección de escena Vincent Paterson A. Pérez, V. Grigolo, A. Ruciński Producción: Los Angeles Opera Staatsoper Unter den Linden, Berlín Lluís Pasqual O. Dyka, M. Álvarez Producción: Palau de les Arts Reina Sofía Royal Opera House - Covent Garden Den Norske Opera & Ballet, Oslo Manon Jules Massenet Dirección de escena Concierto de zarzuela II (barítono) Nueva Producción: Palau de les Arts Reina Sofía Teatro Regio, Turín Gran Teatre del Liceu, Barcelona 28, 31 mayo 2011 4, 7, 10, 13 junio 2011 27 noviembre 2010 Lorin Maazel, director musical Intermedios y Preludios de El bateo, Moros y cristianos, La revoltosa, Las bravías, El tambor de Granaderos, La leyenda del beso, Doña Francisquita, La Torre del oro y La boda de Luis Alonso Johann Strauss: El murciélago. Leyendas de los bosques de Viena. Polca Tritsch-Tratsch. El Danubio azul Fidelio Ludwig van Beethoven Dirección musical Zubin Mehta Dirección de escena Pier’Alli J. Wilson, P. Seiffert / L. Ryan S. Milling, Y. Nikitin, S. Trattnigg, A. Poli Producción: Palau de les Arts Reina Sofía (estrenada en 2006) 9, 12, 15, 18, 21, 28*, 30* diciembre 2010 22 diciembre 2010 5, 8, 11, 22, 26 junio 2011 Yevgueni Oneguin Lorin Maazel, director musical Concierto Maazel: Monaco Fanfares. Music for Violoncello and Orchestra. The Giving Tree. The Empty Pot. Irish Vapours and Capers Zubin Mehta, director musical 27 febrero 2011 M. Radner (contralto) Piotr Chaikovski Dirección musical Omer Wellber Dirección de escena Mariusz Treliński A. Ruciński, A. Echalaz, A. Rachvelishvili D. Korchak, G. Groissböck Escolania de la Mare de Déu dels Desemparats Producción: Teatr Wielki (Opera Narodowa), Varsovia Pablo González, director musical 22, 25, 28, 30 enero 2011 8, 11 febrero 2011 Debussy: Prélude à l'après-midi d'un faune 1984 Lorin Maazel 12 marzo 2011 Dirección musical Dirección de escena Mahler: Sinfonía número 3, en re menor Luis Garrido, director 12 junio 2011 Ravel: Daphnis et Chloé (suite número 2). L’heure espagnole (versión semiescenificada) Omer Wellber, director musical Gira Comunitat Valenciana Gira Comunitat Valenciana 2010 Colomer: Convergencias M. Worth, N. Gustafson, R. Margison S. Vázquez, A. Drost, G. Danby, M. Rice M. Lloyd Davies, The Demon Barbers Alzira (1 octubre), Castelló de la Plana (2 octubre), Altea (3 octubre) Orihuela (9 octubre), Valencia (10 octubre - Palau de les Arts) Dorman: Spices, Perfumes, Toxins! (Concierto para dúo de percusión y gran orquesta) * Obras de Serrano y Chapí Producción: Big Brother Productions, LLC PercaDu 23, 26 febrero 2011 1, 4, 6 marzo 2011 9 abril 2011 Lorin Maazel Robert Lepage L’elisir d’amore Gaetano Donizetti Dirección musical Omer Wellber Dirección de escena Damiano Michieletto A. Kurzak / R. Ignacio*, R. Vargas, E. Schrott Nueva Producción: Palau de les Arts Reina Sofía Teatro Real 26, 29, 31 marzo 2011 3, 5, 8*, 10* abril 2011 Dvořák: Sinfonía del Nuevo Mundo (dúo de percusión) * Recital Juan Diego Flórez, tenor Obras de Calleja-Barrera, Mozart Pérez Soriano, Rossini, Serrano y Verdi V. Scalera (piano) 23 enero 2011 Enrique García Asensio, director musical Centre de Perfeccionament Plácido Domingo L'italiana in Algeri Gioachino Rossini Dirección musical Alberto Zedda Dirección de escena Damiano Michieletto Cantantes del Centre de Perfeccionament Plácido Domingo Nueva producción: Palau de les Arts Reina Sofía Mefistofele Arrigo Boito Concierto con los Tres Reyes Versión de concierto Programa sorpresa trirreal Dirección musical Orquestra de la Comunitat Valenciana Cantantes del Centre de Perfeccionament Plácido Domingo 16, 19, 21, 24, 27 octubre 2010 Obras de Dvořák, Falla, Saint-Saëns, Turina y Vivaldi Nicola Luisotti J. Reuven (mandolina), O. Wellber (acordeón y dirección musical) I. Abdrazakov, R. Vargas 5 enero 2011 27, 30 abril 2011 INFORMACIÓN Y VENTA DE LOCALIDADES: www.lesarts.com / 902 202 383 / Taquillas del Palau de les Arts