Proteger al espectador

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SÁBADO 25 SEPTIEMBRE 2010
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LO DICE MARCA M
DESDE MI TRIBUNA
MARCA
POR
GRUPO UNIDAD EDITORIAL
CARMEN POSADAS
CONSEJERO DELEGADO
ANTONIO FERNÁNDEZ-GALIANO
Proteger al espectador
El fútbol es un monstruo que
se alimenta de la polémica.
Los dimes y diretes de este
deporte ocupan, inevitablemente, más espacio informativo que los propios partidos.
Esta semana, como tantas
otras, la polémica se ha impuesto a los resultados deportivos: se ha hablado del deplorable estado del césped
del Bernabeu, de las declaraciones de Sara Carbonero,
del olor del pis de Guardiola,
de si Mourinho es inflexible
porque no deja a los jugadores del Madrid llevar a sus niños al colegio o si La Roja aún
no ha recibido la prima del
Mundial. Como si alguien en
este país consiguiera cobrar
algo a su debido tiempo en
estos momentos.
Sin embargo, la polémica
estrella ha sido una ya recurrente: ¿hay que proteger a los cracks de las patadas? Esta controversia
es como los ojos del Guadiana, aparece y desaparece, pero está siempre ahí, vuelve a nosotros cíclicamente como si fuera un bumerán. Ahora las lesiones de Messi y del Kun y las patadas a Ronaldo
vuelven a avivarla y oímos las mismas declaraciones de siempre: los entrenadores que tienen grandes figuras piensan que hay que crear un Código
Civil especial para ellos, que hay que proteger al
talento, a los que son capaces de hacer algo distinto con un balón en los pies. Mientras, los equipos
humildes dicen que sí, que hay que proteger, pero
a todo el mundo, no sólo a los de los sueldos millonarios sino también a los currantes del fútbol, a los
que cobran poco, tarde y mal por las dificultades
económicas de sus clubes.
A mí todo esto me parece muy bien, pero he de
confesar que el asunto me ha quitado el sueño y
me ha hecho pasar unos días angustiosos por motivos muy distintos a los de otros aficionados: debido a algún tipo de trauma que aún no he identifi-
cado, pero que tengo firmemente enraizado, la sola
mención de un incidente donde hay rotura de huesos me
produce una grima invencible, me altera los nervios y
me produce sudores fríos. Esta semana casi no he podido
abrir un periódico sin toparme con la foto de la terrible
entrada de Ujfalusi a Messi,
reproducida una y mil veces,
sin mirarla de reojillo con una
mezcla de nausea y curiosidad. Además, cada vez que
encendía la tele, los telediarios se empeñaban en recordarnos a todas horas con imágenes la antología de las mejores lesiones de tibia y peroné de los últimos 30 años: la
patada de Goicoechea a Maradona, la pierna de Filipe
Luis partida por mil sitios, las
escalofriantes imágenes del jugador del Arsenal
Eduardo da Silva, Cissé revolcándose en el suelo
después de la coz que le dejó fuera del Mundial de
2006… Con moviola, para adelante, para atrás.
MENOS PATADAS Y MÁS GOLES. Miren, miren
cómo asoma el hueso. En esta toma se aprecia mejor. Observen la cara de sufrimiento del delantero
¡Brrr!, me dan escalofríos de sólo pensarlo. Ya sé
que la información es siempre lo primero, pero corremos el riesgo de que, en estos tiempos en que el
morbo vende tanto, la sección de deportes acabe
siendo un rosario de caídas en motociclismo, choques de Fórmula 1 y patadas de las mejores ligas
del mundo. Sin ir más lejos, es lo que ha pasado
con la fiesta de los toros, que sólo aparece en las
noticias cuando hay una cornada grave. Yo soy
partidaria, por supuesto, de proteger a los cracks
para que no les partan las piernas pero, por favor,
que alguien proteja también al sufrido telespectador. Que nos den más goles y menos patadas… Al
menos, a nuestra sensibilidad.
TRIBUNA MARCA
POR
GABRIEL MASFURROLL
“¡Messi, muérete!”
Tras el partido entre Barça y Atlético, me encuentro pensativo y
triste. Mientras escribo, hace minutos que Leo ha salido en camilla del campo y su lesión ha empañado la victoria. Cuando este artículo se publique, quizá todo ya sea
historia, pero aun así me gustaría
escribirlo. Conozco bien a Leo. Si
no sigue en la cancha, se queja y
se retuerce, es que presiente que
la lesión puede ser grave. Ojalá no
lo sea. Leo es un jugador que recibe faltas constantemente pero
aguanta y sigue el juego si puede.
Podría tirarse, provocar tarjetas o
faltas peligrosas y no lo hace por-
PRESIDENTA
CARMEN IGLESIAS
que busca la jugada y el gol ante
todo. Entiende que el fútbol es jugar al balón. Ésa es su pasión, así
de simple.
Ha venido a mi mente el triste
recuerdo de Goicoechea cargándose a Maradona y a Schuster. A
eso le llamaban fútbol raza. Así
nos iba. Si éste es el fútbol que
queremos, apaga y vámonos. No
hemos ganado el Mundial con el
fútbol raza sino con el fútbol de
verdad. Se habla y se escribe pidiendo la protección de ciertos jugadores. Pero, como bien dice
Pep, lo que hay que hacer es jugar
al fútbol. Si queremos proteger al-
go, lo que debemos hacer es proteger el buen fútbol, impedir los
desmanes y hacer pedagogía para
que actos así no se repitan. Se puede ser duro, y a la vez leal.
Me ha sabido mal la reacción de
una parte del público de un equipo con el que simpatizo. Los gritos
de “¡Messi, muérete!” me han parecido un despropósito. Situaciones como ésta hacen que a veces
uno se desilusione de este precioso deporte. Hasta que todos no entendamos que no todo vale para
ganar, nada irá bien en nuestro
país. Ni el deporte, ni todo lo demás. Está en nuestras manos.
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Si hay alguien capaz de
recuperar a Benzema
ése es José Mourinho
“Voy a tener que poner los entrenamientos a las 12 porque
a las 10, Benzema está dormido. Y a las 11, sigue durmiendo”. Estas palabras son de Mourinho durante una sesión de
trabajo en Valdebebas. MARCA descubrió el malestar del
entrenador con su jugador. En el partido ante el Ajax de Liga de Campeones sugirió que el banquillo era, de momento,
el mejor lugar para el francés. En una noche feliz para el madridismo, Mourinho no dejó de utilizar sus armas motivadoras y puso en el disparadero a Benzema.
Sólo unas semanas después, las cosas parecen estar cambiando. El punta aprovechó su oportunidad ante el Espanyol y marcó un gol en 10 minutos de juego. Mourinho quiso ser justo con él y ayer, públicamente, se manifestó en estos términos: “Tengo mucha más confianza en Benzema
que la que tenía hace un mes, va en la dirección positiva y
ahora depende de mí darle oportunidades”.
Mourinho ya ha dejado claro a lo largo de su carrera que
es un especialista en recuperar jugadores y equipos. Sus tratamientos de choque con futbolistas díscolos y casi perdidos
para el fútbol tienen la máxima efectividad. A sus órdenes,
hombres como Sneijder y Eto’o crecieron como jugadores
cuando parecía que sus carreras entraban en declive.
Con Benzema también se nota la mano de Mou. El francés
parece otro futbolista en los entrenamientos y está a punto
de alzarse con el privilegio de ser el jugador número 12 del
equipo a tenor de las palabras de su técnico. Mourinho le ha
apretado cuando ha tenido que hacerlo y ahora quiere ser
justo. El delantero ha completado un buen ciclo de trabajo y
ha demostrado que puede ser una alternativa válida a Higuaín o Di María si éstos bajan su nivel. Mourinho no
va a permitir que una perla como Benzema, con su calidad y juventud, se quede en el camino.
M
España exige que le
quiten la multa a Callejón
Resulta inconcebible que, a estas horas, nadie haya reaccionado en el estamento correspondiente y le hayan retirado la
multa de 3.000 euros a Callejón por su homenaje a Jarque.
El hecho saltó ayer al primer plano de la actualidad, tras la
denuncia de MARCA.
La incompetencia arbitral y la falta de sensibilidad del Comité de Competición han causado una auténtica indignación
social ante lo que se considera una verdadera barrabasada. El
multón al jugador del Espanyol ha calado hondo no sólo en el
aficionado de a pie, sino en la propia sociedad española, que
espera un gesto de justicia moral.
Por supuesto, el mundo del fútbol está reaccionando ya con
algunas iniciativas. Tras ver la portada de MARCA, el técnico
del Athletic, Joaquín Caparrós, pidió una cuestación para pagar la multa. No estaría de más que colectivos como la AFE
mostraran una mayor determinación ante una sanción que
es un auténtico atropello. Cuanto más tiempo pasa, mayor es la vergüenza que produce la falta de reflejos. No
hay razón para demorar una solución.
M
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