CÓMO ESTABLECE JESÚS SU REINO EN MI VIDA Pastor Carlos Stahl A. INTRODUCCIÓN En la oración que llamamos El Padre Nuestro, después de santificar el maravilloso e inexpresable nombre YHVH del Padre, lo primero que Jesús le enseñó a Sus discípulos a pedir fue: Venga tu reino. Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén (Mateo 6:9-13). El reino de Dios es Su Nombre o Su naturaleza. En el principio, Dios puso Su reino o Su nombre YHVH en el corazón y en la voluntad del hombre. El libro de Proverbios explica que el nombre del Señor tiene cuatro ramificaciones, las cuales son: SABIDURÍA ENTENDIMIENTO CONOCIMIENTO PRUDENCIA Así es que originalmente Dios dio al hombre, como un regalo, estos atributos de Su propio nombre o naturaleza. Pero el hombre dio cabida a la serpiente, la cuál tomó cautivo y corrompió este reino dentro del hombre con sus cuatro atributos. Esto lo convirtió en el reino de la carne, el cuál está en enemistad con Dios y es gobernado por la propia mente carnal del hombre. Por cuanto la mente carnal es enemistad contra Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede (Romanos 8:7). El Señor Jesucristo dio testimonio que el reino de Dios está entre (dentro de) nosotros, aunque este haya sido tomado cautivo por la serpiente y se haya corrompido. El hecho de haber tenido su origen en atributos dados por Dios explica porqué la mente carnal del hombre es tan poderosa para lo malo, así como el nombre de Dios es tan poderoso para lo bueno. …El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros (Lucas 17:20-21). Dios envió a Su Hijo, el Señor Jesucristo, al corazón y a la voluntad humanos a recuperar lo que se perdió y se corrompió. Al pedir: Venga tu reino, estamos pidiendo al Señor que destruya la corrupción que hay en nosotros y que establezca nuevamente Su Verdad en nuestro corazón y voluntad; estamos pidiendo que debilite el gobierno que ejerce nuestra carne sobre nosotros y que sean Su nombre y Su Verdad aquello que gobierne sobre nuestras actitudes y acciones. Así como el nombre de Dios es uno solo pero se divide en cuatro ramificaciones, el reino de la carne en el hombre tiene cuatro lados o naturalezas. Para efectos prácticos, nosotros les llamaremos los cuatro reinos de la carne. Estos le fueron revelados al profeta Daniel y reflejan la misma naturaleza que va a exhibir en anticristo cuando este aparezca. B. LOS CUATRO REINOS DE LA CARNE: Los cuatro reinos que le fueron revelados al profeta Daniel son los reinos literales históricos que se levantaron para gobernar la tierra en su momento, pero también representan los cuatro reinos de la carne, esa naturaleza corrupta que nos gobierna y que provoca tanta contienda entre los hombres. Recordemos que toda la Escritura es inspirada por Dios y útil (II Timoteo 3:16) para nosotros, en este caso útil para revelar cuatro lados de la naturaleza carnal del hombre que gobiernan al hombre y con las que el hombre quiere gobernar sobre los demás. 1. EL REINO AUTOCRÁTICO DEL LEÓN, QUE DICE: YO MANDO, YO SOY LA CABEZA. Y cuatro bestias grandes, diferentes la una de la otra, subían del mar. La primera era como león, y tenía alas de águila. Yo estaba mirando hasta que sus alas fueron arrancadas, y fue levantada del suelo y se puso enhiesta sobre los pies a manera de hombre, y le fue dado corazón de hombre (Daniel 7:4). Este león describe al imperio babilónico y en especial, al rey Nabucodonosor. Sin embargo, también pone al descubierto la naturaleza del primer reino de la carne que hay en nosotros. El león es llamado comúnmente el rey de la selva, y todos llevamos dentro este rey carnal que quiere mandar a todos los demás y reinar sobre ellos. La guerra comienza cuando mi “yo soy el rey y yo mando aquí” se encuentra con el “yo soy el rey y yo mando aquí” de la otra persona. Este león insensato es aquello en lo que se convirtió lo que una vez fue la sabiduría del nombre de Dios que había al principio en el hombre. 2. EL REINO ABSOLUTISTA DEL OSO, QUE DICE: YO ESTOY ABSOLUTAMENTE EN LO CIERTO, YO TENGO LA RAZÓN, NO ESCUCHO OPINIONES, LAS IDEAS DE LOS DEMÁS NO VALEN. Y he aquí otra segunda bestia, semejante a un oso, la cual se alzaba de un costado más que del otro, y tenía en su boca tres costillas entre los dientes; y le fue dicho así: levántate, devora mucha carne (Daniel 7:5). Este oso describe al imperio de los medos y persas, pero también pone al descubierto la naturaleza del segundo reino de la carne que hay en nosotros. El oso no es conocido por tener una gran inteligencia porque no la tiene, pero tiene una gran fuerza bruta que lo hace prevalecer sobre los demás, valiéndose de ella. Cuando mi “haré que mis ideas prevalezcan a la fuerza” se encuentra con el “haré que mis ideas prevalezcan a la fuerza” de la otra persona, tendremos una verdadera batalla. No solamente nos dejamos gobernar por esto, sino que buscamos gobernar así sobre los demás. Este oso fuerte y tonto es aquello en lo que se convirtió lo que una vez fue el entendimiento del nombre de Dios que había al principio en el hombre. 3. EL REINO AMBICIOSO DEL LEOPARDO, QUE DICE: YO QUIERO MÁS, YO MEREZCO MÁS. Después de esto miré, y he aquí otra, semejante a un leopardo, con cuatro alas de ave en sus espaldas; tenía también esta bestia cuatro cabezas; y le fue dado dominio (Daniel 7:6). Este leopardo describe al imperio griego y en especial a Alejandro Magno y a los cuatro generales que le sucedieron después de su muerte. Sin embargo, también pone al descubierto la naturaleza del tercer reino de la carne que hay en nosotros. El leopardo es un animal extremadamente veloz y representa la velocidad con la que Alejandro Magno conquistó todo lo que había por conquistar. Es un cuadro de nuestra propia ambición carnal que nunca se sacia con lo que tiene y siempre quiere más posesiones, posición, reconocimiento, etcétera. El reino de la ambición nos gobierna sin misericordia y hace que nunca seamos agradecidos con lo que tenemos y somos. Esta codicia, dice la Biblia, le quita la vida a quienes la poseen (Proverbios 1:19). Este codicioso leopardo es aquello en lo que se convirtió lo que una vez fue el conocimiento del nombre de Dios que había al principio en el hombre. 4. EL REINO AGRESIVO DE LA BESTIA ESPANTOSA Y TERRIBLE, QUE DICE: YO VOY A HACER MI VOLUNTAD A CUALQUIER COSTO Y VOY A PREVALECER ASÍ TENGA QUE LASTIMAR A ALGUIEN. Después de esto miraba yo en las visiones de la noche, y he aquí la cuarta bestia espantosa y terrible y en gran manera fuerte, la cual tenía unos dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies, y era muy diferente de todas las bestias que vi antes de ella, y tenía diez cuernos (Daniel 7:7). Esta bestia describe al imperio romano y la manera como este imperio conquistó y prevaleció sobre los demás. Sin embargo, también pone al descubierto la naturaleza del cuarto reino de la carne que hay en nosotros. La bestia no tiene comparación alguna en el reino animal por tratarse de un animal sin corazón ni sentimientos. Esta bestia tiene un objetivo y lo va a conseguir de manera agresiva sin ninguna consideración para nadie más: no importa si lastima, si hiere, si ofende, si mata. Cuántas veces esta bestia que llevamos en nuestro interior nos gobierna, haciéndonos destruir a los demás con tal de ver cumplidos nuestros objetivos. Esta agresiva bestia es aquello en lo que se convirtió lo que una vez fue la prudencia del nombre de Dios que había al principio en el hombre. C. JESUCRISTO QUIERE ESTABLECER SU REINO EN NUESTRO CORAZÓN Y VOLUNTAD. A Daniel también le fueron revelados estos cuatro reinos de la carne en la forma de la estatua que soñó Nabucodonosor: La cabeza de oro era el imperio babilónico, el pecho y los brazos de plata era el imperio medo-persa, el vientre y los muslos de bronce eran el imperio griego y las piernas de hierro y los pies en parte hierro y en parte barro eran el imperio romano (Daniel 2:32-33). Luego Daniel vio lo siguiente: Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra (Daniel 2:34-35). Y esta era la interpretación: Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre, de la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro…(Daniel 2:44-45). ¡El Señor Jesucristo es la piedra cortada del monte del Padre! Así como Él literalmente va a volver a la tierra un día no lejano para destruir a todos los reinos humanos y para establecer Su reino de paz, así Él quiere destruir los cuatro reinos corruptos de nuestra carne para establecer Su reino de paz en nosotros. Pedir: venga tu reino, es decirle al Señor que venga a las profundidades de nuestra voluntad y que desmenuce y destruya estos cuatro reinos corruptos de la autocracia, el absolutismo, la ambición y la agresión. Jesucristo mora en el corazón de todo creyente, pero esto no necesariamente significa que ya le hayamos permitido destruir estos reinos. Cuánta persona cristiana aún se deja gobernar y trata de gobernar a los demás de estas maneras. Para que Jesús establezca Su reino de paz en nosotros, debemos vernos a nosotros mismos y reconocer estas actitudes en nosotros, luego debemos arrepentirnos por ellas y entonces debemos clamar: ¡Venga tu reino! confiando en que Él destruirá estas actitudes y establecerá Su reino de paz en nuestra voluntad. D. EL ANTICRISTO TENDRÁ ESTAS CUATRO NATURALEZAS Y GOBERNARÁ CON ELLAS. Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus pies como de oso, y su boca como de león. Y el dragón le dio su poder y su trono, y grande autoridad (Apocalipsis 13:2). El poder de la persona del anticristo será equivalente al poder que tuvo el imperio babilónico sumado al del imperio medo-persa, sumado al del imperio griego y sumado al del imperio romano, todo de junto; pero su mayor fiereza vendrá de tener y ser la expresión máxima de autocracia, absolutismo, ambición y agresión que jamás antes haya habido en un solo individuo. Seamos fieles en dejar que Jesús destruya estas actitudes de anticristo en nosotros y establezca Su reino de paz en nuestro corazón y voluntad; entonces seremos tenidos por dignos de irnos con Él y de regresar a esta tierra como parte de Su ejército, para destruir a la persona del anticristo y para establecer, juntamente con Jesús, Su reino de paz en el mundo. Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados, elegidos y fieles (Apocalipsis 17:14). Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro…(Apocalipsis 19:1415).