Actualidad administrativa, nº 20 (noviembre 2010), p. 2443

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Presupuestos y requisitos de la notificación edictal
Por L. Alfredo de Diego Díez
Magistrado-Doctor en Derecho. Profesor de Derecho Procesal (Universidad Pablo de
Olavide-Sevilla)
Actualidad Administrativa, N.º 20, Quincena del 16 al 30 Nov. 2010, Tomo 2,
Editorial LA LEY
LA LEY
13822/2010
El presente artículo tiene por objeto el examen de las notificaciones administrativas
edictales, de las que, por comodidad, tan frecuentemente se abusa por la
Administración, olvidando su obligación de desplegar una mínima diligencia para
lograr la notificación personal. Se tratan aquí tanto los presupuestos que habilitan la
utilización de los edictos como los requisitos exigidos en su publicación, unos y otros
ignorados en demasiadas ocasiones. Y todo ello se examina desde la perspectiva de
que se trata de un medio de comunicación residual y ficticio que puede llegar a
vulnerar en muchos casos el derecho de defensa de los administrados.
ABREVIATURAS
art(s). —F artículo(s).
CE —F Constitución Española.
cfr. —F confer, compárese.
ed. —F edición.
fj —F fundamento jurídico.
JUR —F Jurisprudencia disponible en www.westlaw.es (Aranzadi).
JT —F Jurisprudencia Tributaria (Aranzadi).
LPA —F Ley de Procedimiento Administrativo, de 17 de julio de 1958.
LRJPAC —F Ley de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del
Procedimiento Administrativo Común (Ley 30/1992).
núm(s). —F número(s).
op. cit. —F opere citato, en la obra citada.
p. ej. —F por ejemplo.
pág(s). —F página(s).
RJ —F Repertorio Aranzadi de Jurisprudencia del Tribunal Supremo.
RJCA —F Repertorio Aranzadi de Jurisprudencia de los Tribunales Superiores de
Justicia y de los Juzgados en materia contencioso-administrativa.
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SAN —F Sentencia de la Audiencia Nacional.
ss. —F siguientes.
(S)STC —F Sentencia(s) del Tribunal Constitucional.
(S)STS —F Sentencia(s) del Tribunal Supremo.
STSJ —F Sentencia del Tribunal Superior de Justicia.
TSJ —F Tribunal Superior de Justicia.
I.
APROXIMACIÓN AL TEMA
La notificación es una garantía instrumental, calificada por el Tribunal Constitucional
como «instrumento capital» del derecho de defensa (p. ej., SSTC 55/2003,
176/2009). Su finalidad primordial es lograr que el acto administrativo sea conocido
por el interesado para que pueda aquietarse o reaccionar contra el mismo con todas
las garantías. Por ello la Administración tiene la responsabilidad de realizar las
notificaciones con una especial dosis de escrupulosidad, celo y respeto de las
normas que regulan los actos de comunicación; y tiene también la carga de
acreditar la realidad y regularidad de las notificaciones. La eficacia del acto
administrativo dependerá de que se comunique al interesado con arreglo a Derecho.
Va de suyo, pues, la vital importancia que, tanto para la Administración como para
los administrados, tiene el conocimiento y manejo de las claves que regulan todo lo
relativo a esta materia.
En lo que ahora interesa, es frecuente que la Administración acuda, sin demasiados
escrúpulos, a la fácil y cómoda notificación edictal como vía de comunicación
alternativa, llegándose a publicar en boletines oficiales y en tablones de anuncios
—Fque nadie, o casi nadie, lee—F, actuaciones y resoluciones que afectan a los
derechos de los administrados sin que éstos tengan el más mínimo conocimiento real
de lo que, a sus espaldas, está fraguando alguna Administración Pública. Y todo
esto se lleva a cabo, las más de las veces, sin haberse cuidado de hacer todo lo
posible para que el conocimiento del acto o resolución administrativa le llegase
personalmente al ciudadano y sin cumplir, en la inmensa mayoría de las ocasiones,
los requisitos previos que habilitan para el uso de esa ficticia notificación ni los
requisitos de contenido que han de guardarse en las notificaciones edictales para
que éstas sean eficaces. A esta modalidad de notificación residual y ficticia se
dedica el presente trabajo, haciendo hincapié singularmente en el haz de garantías
que protegen al ciudadano frente a la arrolladora maquinaria administrativa cuando
ésta desconoce u olvida interesadamente que, en el tema de las notificaciones, está
en juego un derecho fundamental, protegido por la Constitución: el derecho de
defensa de los ciudadanos frente a la arbitrariedad de los poderes públicos.
II.
PRESUPUESTOS QUE HABILITAN LA UTILIZACIÓN DE LA NOTIFICACIÓN
EDICTAL
El artículo 59.5 de la LRJPAC autoriza la notificación edictal cuando se dé alguno de
los siguientes presupuestos: que los interesados sean desconocidos, que se ignore
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el lugar de la notificación o que, intentada ésta, no se hubiere podido practicar. STS
(Sala 3.ª, Sección 4.ª), de 25 de marzo de 2002(1) (FJ 1):
El sistema de notificación edictal es operativamente eficaz cuando se refiere a
sujetos desconocidos o cuyo domicilio se ignora; pero no puede utilizarse
válidamente en menoscabo de las garantías procedimentales de los administrados en
todos aquellos supuestos en los que la Administración pueda, con el empleo de la
diligencia exigible, llegar a conocer la identidad y lugar idóneo para notificar
personalmente a cualquiera de los posibles interesados en el trámite correspondiente
(SSTS 23 de septiembre de 1992, 30 de abril de 1993, 22 de julio de 1999, entre
otras muchas).
En palabras de la STS (Sala 3.ª, Sección 6.ª) de 10 de noviembre de 1993(2) (FJ 2):
La citación edictal requiere por su cualidad del último medio de comunicación no sólo
el agotamiento previo de las otras modalidades que aseguren en mayor grado la
recepción por el destinatario de la correspondiente notificación, así como la
constancia formal de haberse intentado practicar, sino también que esa
consideración de que la parte se halla en ignorado paradero, se funde en criterios de
razonabilidad que lleven a la convicción o certeza de la inutilidad de aquellos otros
medios normales de citación.
No pueden confundirse los anteriores supuestos con otras situaciones que, en
demasiadas ocasiones, se utilizan por la Administración como coartada para acudir a
la cómoda notificación edictal sin desplegar la más mínima diligencia para conocer el
paradero o el domicilio de la persona física o jurídica a la que afecta el acto o
resolución dictada. No es lo mismo que los interesados sean desconocidos, que el
destinatario sea «desconocido en esas señas»; ni puede aceptarse sin más que se
ignora el lugar de la notificación cuando el destinatario «se ausentó sin dejar
señas». Tampoco la «ausencia en horas de reparto» basta para aceptar que la
notificación se intentó y que ya no puede practicarse personalmente. Estas
situaciones (destinatario «desconocido en esas señas», «se ausentó sin dejar
señas» y «ausente en horas de reparto»), que se dan con bastante frecuencia en la
práctica de las notificaciones por correo con aviso de recibo, son las que suele
aprovechar indebidamente la Administración para acudir a la notificación edictal,
logrando, a la postre, que los tribunales acaben declarando la nulidad y carencia de
efectos de tales actos de comunicación.
En todo caso, es la Administración notificante la que debe acreditar la procedencia
de la notificación edictal. Por ello —Fseñala la STSJ de Andalucía (sede en Sevilla,
Sección 4.ª), de 16 de junio de 2006(3)—F, «la solución más acorde con el fin de las
normas reguladoras de la actividad notificante de la Administración es la que niega
validez a toda notificación edictal llevada a cabo sin que sea posible acreditar que,
intentada la notificación en el domicilio o lugar equivalente del interesado, no se
pudo practicar por su ausencia o por indicación engañosa o fraudulenta de aquel».
1.
Destinatario «desconocido en esas señas»
Con demasiada frecuencia sucede que ante un intento de notificación fallido porque
el destinatario «es desconocido en esas señas» o porque «se ausentó sin dejar
señas», la Administración opta por entender que «se ignora el lugar de notificación»
y acude directamente a la cómoda notificación edictal en vez de hacer
indagaciones, con los medios humanos y materiales de que dispone, para localizar
algún domicilio en el que poder practicar la notificación personal(4). Tal dejación
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supone desconocer la importancia que las notificaciones tienen como medio para
ejercer el derecho de defensa y la necesidad de practicarlas personalmente, y no
por edictos, cuando la dirección del interesado se pueda lograr sin esfuerzos
desproporcionados (STS, Sala 3.ª, Sección 7.ª, de 26 de enero de 2004)(5).
Sorprendentemente, esa misma Administración que, en un primer momento, no supo
o no quiso localizar otro domicilio para efectuar notificaciones, sí lo suele encontrar
a la hora de ejecutar la sanción o el apremio económico, dejando así al descubierto
sus intereses puramente crematísticos. Lo pone de relieve la STSJ de la Comunidad
Valenciana (Sección 1.ª) de 14 de abril de 2000 (FJ 3)(6):
Practicada la notificación personal, si se desprende que ha variado el domicilio del
deudor, o éste no es correcto, procede la práctica de mínimas gestiones de
investigación, máxime si se trata de una sociedad, cuyo domicilio puede fácilmente
averiguarse consultando registros públicos, como ha hecho la administración cuando
realmente le ha interesado, al averiguar el domicilio en vía ejecutiva.
Y también la STSJ de las Islas Canarias (sede en Las Palmas) de 11 de septiembre
de 1998 (FJ 3)(7):
No es admisible, por tanto (y menos aún en el contexto de un procedimiento
sancionador que finaliza con una multa de cinco millones de pesetas) acudir a este
medio subsidiario [la notificación edictal] cuando, como aquí ocurre, se intenta
practicar la notificación una sola vez y no se realiza el más mínimo esfuerzo por
comprobar si, efectivamente, el domicilio en que se intenta practicar la notificación
es o no el del interesado (dado que, efectivamente, lo era) ni se despliega otra
actividad, por mínima que sea, para averiguar otro lugar donde pudiera ser habido y
notificado el recurrente. Apatía que contrasta abiertamente con la diligencia
demostrada por la Tesorería General de la Seguridad Social que, sin esfuerzos de
ningún tipo, logra notificar al demandante la providencia de apremio en la calle
Tomás Morales, núm. ..., por ser el domicilio que figura en la cuenta de apertura del
actor, lo que pone claramente de relieve que de haber tenido la Administración
voluntad de notificar la resolución sancionadora al interesado lo habría conseguido,
como consiguió notificar, sin ningún esfuerzo especial, la providencia de apremio que
se impugna en los cauces de este proceso.
En fin, para que pueda realmente estimarse que el domicilio del interesado es
«desconocido» para la Administración, esta habrá de probar que ha desplegado una
razonable actividad en pro de la averiguación del mismo; solo entonces estará
habilitada para acudir a la notificación edictal. Se expresa en este sentido la STSJ
de Andalucía (sede en Sevilla, Sección 2.ª) de 11 de junio de 1999 (FJ 2)(8):
Este medio de notificación [el edictal] es insuficiente para garantizar el conocimiento
del obligado hasta no agotarse los medios que razonablemente permitan acreditar la
imposibilidad de hacerlo con garantía de que el obligado podrá conocer la actuación
seguida contra el mismo. La actora es funcionaria de la Administración autonómica
donde, en último caso, se ha podido indagar su domicilio; y asimismo se ha debido
intentar y apurar aún más la localización, habida cuenta de que otras notificaciones
de la demandada sí han alcanzado el objetivo de llegar a su destinataria.
Pocos días antes, la STSJ de Andalucía (sede en Granada) de 31 de mayo de 1999
(FJ 4)(9) resaltaba la necesidad de que la Administración emplease la diligencia
necesaria para averiguar el domicilio del interesado, donde efectuar personalmente
las notificaciones:
El examen de las actuaciones a la par que muestra que el Ayuntamiento de Linares
siguió el proceso descrito para la práctica formal de las notificaciones, también
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evidencia que omitió la diligencia necesaria para indagar de una manera mínimamente
fehaciente la titularidad de la finca así como el real paradero de sus titulares, en
cuanto era notorio que su domicilio no era el del inmueble declarado en estado de
ruina, dada su más que palpable situación de abandono. En efecto, el Ayuntamiento,
sin verificar el dato que en un determinado momento se le facilita sobre la propiedad
del inmueble, procede a dirigir todas las notificaciones que se iban produciendo en el
expediente a un domicilio que no le constaba fuese del propietario de la casa, sino el
de la propia sede de ésta. Esa falta de diligencia ha generado un defecto formal en
el procedimiento que se ha traducido en manifiesta indefensión y que pudo ser
fácilmente evitado interesando certificación al Registro de la Propiedad.
También la STSJ de Galicia (Sección 3.ª) de 16 de febrero de 2001 (FJ 4)(10) trata
esta cuestión y recuerda:
[...] lo que en sí es «domicilio desconocido» ha de ir referido al hecho de que el
desconocimiento continúe, no obstante la averiguación razonable hecha al efecto,
sin que pueda justificarse la omisión de la notificación personal garante del derecho
de defensa, salvo en el supuesto de que se justifique plenamente la imposibilidad
práctica de lograr la averiguación de los datos necesarios para llevar a efecto
aquélla pese a haberse desplegado la necesaria diligencia administrativa.
2.
Destinatario «ausente en horas de reparto»
La STC 36/1987 (referida a notificaciones en procesos judiciales, pero cuya doctrina
es aplicable igualmente a las notificaciones administrativas) señaló que el hecho de
estar el destinatario «ausente en horas de reparto» no podía equipararse, de
ninguna manera, al desconocimiento o ignorancia de su paradero o domicilio; en
consecuencia, tal ausencia del domicilio no justifica acudir, sin más, a la notificación
edictal.
La ausencia del interesado de su domicilio en las horas de reparto no excusa a la
Administración de notificar la resolución a cualquier otra persona que se encuentre
en tal domicilio, haciendo constar su identidad (art. 59.2.II de la LRJPAC); y si ello
no es posible, necesariamente habrá de intentar de nuevo la notificación personal.
Desde luego, «la simple mención de "ausente en horas de reparto", sin que conste al
menos un segundo intento de notificación, no permite entender cumplido el
presupuesto de imposibilidad de efectuar la notificación por los medios ordinarios»
(STSJ de Andalucía, sede en Granada, Sección 2.ª, de 22 de septiembre de
2003)(11) .
En fin, si no consta intentada por dos veces tal notificación ni las causas por las
que no se llevó a cabo, es improcedente acudir a la notificación por edictos. Así lo
estima la STSJ de Andalucía (sede en Sevilla, Sección 3.ª) de 16 de septiembre de
1998 (FJ 2) (12) :
El caso que nos ocupa es claro que, por ausencia del interesado de su domicilio al
momento del intento de la notificación los días 15 y 16 de febrero de 1994, la
comunicación no llegó a su conocimiento, mas no con ello quedaba eximida la
Administración, ante esa ausencia, del deber de entregarla a cualquiera persona que
se hallase en su domicilio haciendo constar su identidad (art. 59.2). No sólo no se
hizo así, sino que tampoco constan las razones por las que se omitió tal proceder.
La consecuencia no puede ser otra que la improcedencia de la notificación edictal
en el BOP (y aun de la publicación por medio de anuncio en el tablón
correspondiente del Ayuntamiento, de cuya realidad no existe, por cierto, la menor
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constancia en el expediente), pues aquélla precisa haberse agotado antes todas las
posibilidades de la notificación personal cuando la ausencia del interesado a la hora
del reparto del correo, no suponga que el domicilio del interesado sea desconocido o
se ignore el lugar de la notificación (supuestos del art. 59.4) [art. 59.5 desde la Ley
24/2001]. Es cierto que hubo dos intentos infructuosos de notificación personal de
la denuncia, pero no lo es menos que no consta acreditada mediante diligencia
expresa la imposibilidad de la citada notificación a cualquier persona que se
encontrase en su domicilio, por lo que el acudir sin más a la publicación del edicto en
los periódicos oficiales no permite entender que el acto pueda ser conocido por el
administrado, que es la finalidad de la notificación, dada la inobservancia de los
requisitos que justifican tan excepcional medio de notificación cual es la edictal.
3.
Doble intento de notificación en horas distintas
El artículo 59.5 de la LRJPAC en uno de sus incisos admite la posibilidad de acudir a
la notificación edictal cuando, intentada la comunicación en el domicilio del
interesado, ésta «no se hubiese podido practicar»(13) . Nos encontramos ante un
auténtico concepto jurídico indeterminado, el de «imposibilidad» de notificación(14) ,
que ha de ser dotado del adecuado contenido. En esa tarea tiene que servir como
guía, sin duda, la restrictiva doctrina constitucional relativa a la notificación edictal,
en el sentido de admitirla, pero sujeta a cautelas y considerada como último
remedio, previo agotamiento de cualquier otra posibilidad de notificación personal
(cfr. STC 36/1987, entre muchas otras).
De ahí que deba rechazarse la aplicación automática de la notificación edictal
cuando la notificación en el lugar designado al efecto hubiera resultado
infructuosa(15) . Por el contrario, la Administración está obligada a realizar una
razonable labor para notificar personalmente al interesado los actos que le afecten,
de tal manera que el recurso a la notificación edictal quede reservado para aquellos
casos en los que exista la convicción o certeza de la inutilidad de los otros medios
normales de notificación. Así, por ejemplo, si una carta certificada ha sido devuelta,
por encontrarse ausente el destinatario, y no existe en el expediente noticia alguna
de cambio de domicilio, será preciso, cuando menos, intentar de nuevo la
notificación personal por este medio, antes de pasar a la notificación edictal; y si,
del intento de notificación personal, se desprende que ha variado el domicilio del
destinatario o es incorrecto, procede la práctica de unas mínimas gestiones de
investigación para averiguarlo (consultando registros públicos, la documentación del
propio expediente por si consta otro domicilio, guías de teléfonos, buscadores de
Internet, etc.).
A)
Constancia de los días y horas en que se intentó la notificación
Para tener por intentada sin efecto una notificación y proceder seguidamente a la
notificación edictal, exige el artículo 59.2 de la LRJPAC que, si nadie pudiera hacerse
cargo de la notificación en el domicilio del interesado, «se hará constar esta
circunstancia en el expediente, junto con el día y la hora en que se intentó la
notificación, intento que se repetirá por una sola vez y en una hora distinta dentro
de los tres días siguientes»(16) . Esta prescripción aparece expresamente referida a
los procedimientos iniciados a solicitud del interesado, pero no cabe la menor duda
de que es igualmente aplicable a los procedimientos iniciados de oficio(17) .
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Pues bien, de entrada, la falta de constancia de los días o de las horas en que se
intentó la notificación es motivo suficiente para estimarla irregular e inhábil al objeto
de justificar la consiguiente notificación edictal. Pero el mayor juego exegético lo
dan los términos «en una hora distinta».
B)
Exégesis de los términos «en una hora distinta»
Una interpretación literal autorizaría a que la segunda notificación, que deberá
realizarse dentro de los tres días siguientes, tuviera lugar con una diferencia horaria
de solo un minuto respecto de la primera, pero es obvio que esa no es la finalidad de
la norma.
a)
Hora distinta es la que «guarde una diferencia de al menos sesenta minutos»
El Tribunal Supremo ha establecido el tiempo que ha de mediar entre el primer
intento de notificación y el segundo, antes de acudir a la notificación edictal. La
STS (Sala 3.ª, Sección 5.ª) de 28 de octubre de 2004(18) fija la siguiente doctrina
legal:
A efecto de dar cumplimiento al artículo 59.2 de la Ley 30/1992, de 26 de
noviembre, reformada por la Ley 4/1999, de 13 de enero, la expresión hora distinta
determina la validez de cualquier notificación que guarde una diferencia de al menos
sesenta minutos a la hora en que se practicó el primer intento de notificación.
Esta doctrina debe entenderse de «mínimos», esto es: cuando las notificaciones no
se hayan efectuado con al menos sesenta minutos de diferencia, carecerán
directamente de validez(19) . No puede, sin embargo, aceptarse también que esos
sesenta minutos de diferencia sean una válida habilitación, en todo caso, para que
la Administración pueda acudir, sin mayores exigencias, a la ficticia notificación
edictal. Ello supondría, en muchas ocasiones, la quiebra de la doctrina constitucional
a propósito del uso restrictivo de los edictos como medio de comunicación con los
interesados.
b)
Horas distintas son las correspondientes a «distintas franjas horarias»
Confirma la interpretación anteriormente expuesta el hecho de que el mismo Alto
Tribunal, unos días después de la citada sentencia de 28 de octubre de 2004, y con
ocasión de otro recurso de casación en interés de ley, precisase que por «horas
distintas» a efectos de notificación, se han de entender las practicadas en
«distintas franjas horarias», como pueden ser las de mañana, tarde, primeras horas
de la mañana o de la tarde. La STS (Sala 3.ª, Sección 4.ª) de 10 de noviembre de
2004(20) (FJ 3) declaró:
Esta Sala estima adecuada la doctrina de la sala de instancia, pues de un lado,
tratándose cual se trata de interpretar una norma que regula el régimen de las
notificaciones, su aplicación ha de tratar de posibilitar que se consiga el fin de la
notificación, que esta llegue al interesado, y si un día no está en el domicilio en las
primeras horas de la mañana se ha de posibilitar que la segunda notificación sea en
franja horaria distinta, por ejemplo, al final de la mañana; y de otro, porque esa
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interpretación la exige en parte la norma, cuando dice, dentro de los tres días y en
hora distinta, pues, si al legislador le hubiese dado igual el horario concreto, debía
haberse limitado a decir que la segunda notificación se practicará en el día siguiente
o en el otro, y no dice eso, sino que dice, dentro de los tres días en hora distinta, y
hora distinta a los efectos de la notificación, no es 9,30 cuando la anterior se había
realizado a las 10, aunque ciertamente las nueve y las diez sean horas distintas
según el diccionario, pues ese horas distintas, se ha de entender a los efectos de la
notificación, las que se practican en distintas franjas horarias, como pueden ser,
mañana, tarde, primeras horas de la mañana o de la tarde.
Es de retener que el Tribunal Constitucional considera que el derecho a no sufrir
indefensión y el principio de contradicción tienen como premisa lógica, para poder
ser cumplidos, que los actos de comunicación sean llevados a cabo con la garantía
del conocimiento real por el interesado de los actos o resoluciones que se le
notifican, de suerte que quede asegurado su derecho a intervenir en el
procedimiento desde tal momento y a interponer los recursos procedentes contra la
resolución (STC 138/2003). Por eso, las SSTC 7/2003 (FJ 2) y 138/2003 (FJ 2),
recuerdan la estricta doctrina en el uso de la notificación edictal:
[...] aun sin negar, porque no es posible, validez constitucional a la forma de
comunicación y emplazamiento por edictos, naturalmente siempre que la misma haya
observado el cumplimiento de las condiciones de su válida realización, nuestra
doctrina ha sido particularmente estricta con el recurso a la misma, dados los límites
consustanciales que padece este medio de comunicación para alcanzar el efectivo
conocimiento del destinatario; concretamente hemos subrayado el carácter
estrictamente subsidiario que debe desempeñar [...] y hemos afirmado que la validez
constitucional de esta forma de emplazamiento exige que se hayan agotado
previamente otras modalidades que aseguren en mayor medida la recepción por el
destinatario de la correspondiente notificación, lo que implica un especial deber de
diligencia del órgano judicial [y también administrativo] en la realización de los
actos de comunicación.
Sentado, por tanto, que se debe ser particularmente riguroso en el control de los
requisitos para acudir válidamente a la notificación edictal (SSTC 126/1999 y
53/2003), la interpretación que ha de darse a los términos «hora distinta» debe
acomodarse, sin cicaterías, a la realidad social de nuestro tiempo (art. 3 del CC),
singularmente en relación con el horario laboral de los ciudadanos. El doble intento
de notificación en horas distintas (art. 59.5 de la LRJPAC) se basa —Fnos dice la
STSJ de Navarra de 30 de septiembre de 2003 (21) —F «en la presunción de que
solemos estar ausentes de nuestro domicilio a las mismas horas, y por lo tanto hay
más probabilidades de que la notificación se llegue a practicar si el segundo intento
se hace a una hora distinta del primero». No se le puede achacar al ciudadano falta
de buena fe en sus relaciones con la Administración, por el hecho de no estar en su
domicilio precisamente en el horario de reparto del correo (normalmente de mañana)
que, por lo demás, suele ser horario laboral de la inmensa mayoría de la gente. No es
de recibo, en fin, que, por la simple circunstancia de que el destinatario no se
encuentre en su domicilio dos días en horario matinal de reparto del correo, ya se
pueda acudir a la notificación edictal. Destaca este aspecto la STSJ de Navarra de
4 de octubre de 2000 (FJ 1)(22) :
[...] la utilización del procedimiento notificador del apartado 4 [hoy apartado 5 del
art. 59 de la LRJPAC, desde la modificación operada por Ley 24/2001] exige,
inexcusablemente, que la imposibilidad de notificación por alguno de los medios a
que se refiere el apartado 1 sea real y comprobada, es decir, que sea real la
imposibilidad de notificarle en su domicilio. Y esto no se demuestra con lo actuado.
Con lo actuado, lo más que podríamos admitir demostrado (olvidando toda exigencia
respecto a las formalidades que debe revestir la actuación de los funcionarios de
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correos) es que a las horas de reparto, o sea, a una concreta hora (que no se
expresa) de los dos concretos días en que el repartidor se dirigió al domicilio, no se
encontraba en él el interesado lo que, por sí solo, no evidencia sino que este medio,
el correo certificado, no es uno de los que prevé el párrafo 1.º, debiéndose haber
acudido a otro que encajara en tal apartado lo que no sucede, ciertamente, con la
publicación edictal que es, de suyo, sistema sólo apto para cubrir la formalidad pero
no para garantizar el cabal conocimiento al que debe siempre aspirarse. Por ello que
la restrictiva interpretación del artículo 59.4 [art. 59.5 desde la Ley 24/2001] no
autorice a entender que el que nos ocupa es un supuesto en el que se intentó
baldíamente una notificación en los términos previstos en mismo artículo, apartado
1. Basta para entenderlo con suponer que el notificado sea un trabajador cuyo
horario de trabajo coincide con el de reparto de correo, caso de lo cual, todas las
comunicaciones que haya de recibir de la Administración serán a través del Boletín
Oficial.
Y también señala esta idea la STSJ de Castilla-La Mancha (Sección 2.ª) de 4 de
marzo de 2000 (FJ 2)(23) , partiendo de la doctrina del Tribunal Constitucional acerca
del criterio sumamente restrictivo en la utilización de la comunicación edictal:
[...] hay que afirmar que el uso, por la Administración, del Servicio de Correos para
la notificación, siendo legítimo, no puede suponer, sin embargo, el que el concepto
antes mencionado de imposibilidad de notificación se ciña a la posibilidad o no de
notificación en las horas en que aquel servicio efectúa su reparto. Parece que una
consecuencia de tanta importancia como el que la notificación de la incoación del
expediente sancionador, de la sanción misma, y de la providencia de apremio, se
haga a través de un sistema que presente escasísima posibilidad real de que se
consiga hacer llegar la información a su destinatario, como es el sistema edictal, ha
de tomarse únicamente después de que se haya agotado de modo más completo la
posibilidad de notificación personal. El concepto de posibilidad o imposibilidad no
puede llenarse a partir de cuál sea el horario de reparto de los servicios de correos
(horario que se fija en la forma que dispone el art. 246, último párrafo, del
Reglamento de los Servicios de Correos, es decir, la mera decisión del Administrador
de Correos), en especial cuando se comprueba que tal horario suele coincidir con los
horarios ordinarios de trabajo, de modo que, en infinidad de supuestos, el único
intento de notificación a una determinada hora de la mañana resulta altamente
improbable que tenga posibilidades de hallar en casa a la persona en cuestión. La
Administración no está constreñida a la utilización única del Servicio de Correos, con
las limitaciones y organización propias del mismo (derivadas de que, obviamente, no
es su función única la de notificar resoluciones administrativas), sino que puede
utilizar cualquier otro medio que deje constancia y que le permita tener un mayor
control sobre la práctica de la notificación.
C)
Constancia de que se ha dejado aviso al destinatario
Es preciso, además, que tras los dos intentos de notificación fallidos, conste que se
ha dejado aviso al destinatario y que éste no se ha personado a recogerlo en el
plazo para ello. El artículo 42 del Reglamento de los Servicios Postales (RD
1829/1999) contempla que la entrega a domicilio se intentará dos veces, en horas
distintas y en un intervalo de tres días. En el caso de que esta reiterada gestión
resulte infructuosa, el cartero devolverá la notificación a la oficina postal, para su
depósito en lista durante el plazo máximo de un mes, con nota expresiva de la causa
de la devolución, dejando al destinatario el oportuno «aviso de llegada» en su
casillero domiciliario. Es, por tanto, esencial la prueba del intento de entrega por dos
veces y de la recepción del aviso de llegada, que se tiene que haber entregado
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mediante su introducción en el buzón o casillero correspondiente; prueba que recae
sobre el correspondiente operador postal. En consecuencia, la Administración deberá
recabar, para su incorporación al expediente:
1)
La identidad de la carta certificada, con aviso de recibo, que se ha devuelto.
2)
Identidad y dirección del destinatario.
3)
Días y horas concretas en que se intentó, sin resultado, por dos veces la entrega,
en horas distintas y en un intervalo de tres días, indicando las causas concretas que
lo impidieron.
4)
Constancia del día y hora en que se entregó el aviso de llegada.
5)
Certificación de que el destinatario o persona autorizada por él no se ha personado
en la oficina postal a recoger la carta.
6)
Noticia de que ha transcurrido el plazo de recogida, por lo que ha caducado la
obligación de entregar la carta y se devuelve ésta al remitente (arts. 9.2, 24, 36,
42.3 y 6 del citado RSP).
Probados estos hechos, la Administración puede, de conformidad con el artículo 59.5
de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, acudir válidamente a la ficción de la
notificación por edictos (cfr. STS, Sala 3.ª, Sección 2.ª, de 12 de diciembre de
1997)(24) .
Siguiendo este planteamiento, la STSJ de Extremadura de 15 de julio de 2003 (FJ
2)(25) , declaró improcedente la notificación edictal «por no existir la debida
constancia, a cargo del Servicio de Correos, de la recepción de un aviso de
llegada», ya que, aunque el cartero puso en el acuse de recibo dos indicaciones de
ausencia en dos repartos efectuados en días consecutivos, no hizo constar que se
dejó aviso al destinatario.
III.
REQUISITOS DE LA NOTIFICACIÓN EDICTAL
Si se dan los presupuestos más arriba indicados que habilitan a la Administración
para acudir a la notificación edictal, ésta se ajustará a las previsiones del artículo
59.5 de la LRJPAC: los anuncios se insertarán en el tablón de edictos del
Ayuntamiento del último domicilio del interesado; si el último domicilio conocido
radica en el extranjero, el edicto se publicará en el tablón de anuncios del Consulado
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o Sección Consular de la Embajada correspondiente. Además, deberá anunciarse en
el Boletín Oficial del Estado, de la Comunidad Autónoma o de la Provincia, según cual
sea la Administración de la que proceda el acto a notificar y el ámbito territorial del
órgano que lo dictó.
1.
Contenido
La notificación por edictos debe ajustarse, en cuanto a su contenido, a lo dispuesto
en el artículo 58.2 de la LRJPAC para las notificaciones en general(26) ; esto es,
«deberá contener el texto íntegro de la resolución [no bastará un extracto], con
indicación de si es o no definitivo en la vía administrativa, la expresión de los
recursos que procedan, órgano ante el que hubieran de presentarse y plazo para
interponerlos». «De no hacerse así —Fha dicho la STS (Sala 3.ª, Sección 7.ª), de 7
de febrero de 2000(27) —F los interesados sufrirían una evidente merma de garantías
formales en cuanto a conocimiento del acto y posibilidades de impugnación». En
suma, si el edicto no reúne todos los requisitos expresados, la notificación debe
estimarse incorrecta y carente de efectos(28) .
Con todo, la notificación edictal defectuosa queda convalidada y surte efectos, de
conformidad con el artículo 58.3 de la LRJPAC (por expresa remisión del art. 60.2 de
la LRJPAC), cuando el interesado realice actuaciones que supongan el conocimiento
de su contenido, como, por ejemplo, la interposición del recurso procedente. Así lo
señala la STS (Sala 3.ª, Sección 5.ª) de 4 de marzo de 1992(29) :
No consta que en los edictos en los que se publicó la resolución impugnada mediante
el recurso de reposición, se hiciera constar el recurso que cabía interponer contra la
misma, ni ante qué órganos, ni durante qué plazo; con lo que al no poder afirmarse
con rotundidad, que la notificación estuviera bien hecha, ésta no puede surtir
efecto, sino desde la fecha en que se haga manifestación expresa por el interesado
de conocerla o se interponga el recurso correspondiente.
Es aplicable, a las notificaciones edictales, la previsión del artículo 61 de la LRJPAC,
de manera que si el órgano competente apreciase que la publicidad de los edictos
lesiona derechos o intereses legítimos, se limitará a publicar en los correspondientes
diario oficial y tablón de anuncios, una «somera» indicación del contenido del acto y
del lugar donde los interesados podrán comparecer, en el plazo que se establezca,
para conocimiento del contenido íntegro del mencionado acto y constancia de tal
conocimiento.
2.
Lugar
El edicto ha de publicarse, como regla general, en el tablón de anuncios de un
Ayuntamiento (o, en su caso, del Consulado)(30) y en un boletín oficial. La inserción
del edicto en el tablón del Ayuntamiento y en uno de los boletines oficiales es
acumulativa; esto es, no basta cumplir una de ellas, sino que han de darse las dos
publicaciones para que la notificación edictal sea correcta. El Tribunal Superior de
Justicia de Andalucía lo ha expuesto con nitidez(31) :
A tenor de lo que establece el artículo 59.4 de la LRJPAC[art. 59.5 desde la Ley
24/2001], en todos los supuestos que enumera el mismo, la notificación, que de
este modo pierde su condición para convertirse en una publicación, deberá hacerse
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utilizando dos medios que se acumulan entre sí, «la publicación por medio de
anuncios en el tablón de edictos del Ayuntamiento de su último domicilio y en el
Boletín Oficial del Estado, de la Comunidad Autónoma o de la Provincia, según cual
sea la Administración de la que proceda el acto a notificar, y el ámbito territorial del
órgano que lo dictó».
La dicción del precepto no deja dudas acerca de cuál ha sido la voluntad del
legislador, que no es otra que garantizar la mayor publicidad formal al intento de
notificación que supone esa publicación referida. Que esa es la voluntad mencionada
lo reiteran los dos párrafos siguientes del mismo número cuando se refieren a la
publicación en el tablón de anuncios del Consulado o sección consular de la
Embajada cuando se haga en el extranjero, o cuando invita a que potestativamente
las Administraciones acudan a otras formas de notificación complementarias a través
de los restantes medios de difusión.
Toda vez que la publicación en el tablón de anuncios del Ayuntamiento y en un
diario oficial son ambas preceptivas, el plazo para recurrir se iniciará desde la última
de las publicaciones.
A)
Tablón de edictos del Ayuntamiento
No plantea demasiados problemas. Hay que estar al último domicilio del interesado,
conocido por la Administración; será en el tablón de edictos del Ayuntamiento de
dicho domicilio donde se publicará la notificación edictal(32) . En el expediente
administrativo debe constar la certificación del secretario de la corporación local
haciendo constar las fechas durante las cuales estuvo publicada la notificación en el
tablón de anuncios del Ayuntamiento, dato esencial para poder comprobar que
efectivamente dicha publicación se efectuó en unas fechas concretas. Si falta esta
certificación, la notificación edictal será inválida e ineficaz(33) .
B)
Tablón de anuncios del Consulado
Si el último domicilio conocido del interesado radicara en el extranjero, debe
intentarse también la notificación personal y, de no ser ello posible, la publicación de
los edictos ha de llevarse a cabo en el tablón de anuncios del Consulado o Sección
consular de la Embajada correspondiente (art. 59.5.II de la LRJPAC).
Ha de tenerse en cuenta que para notificar a un residente en el extranjero, antes de
llegar a la notificación edictal la Administración debería hacer uso de las diversas
posibilidades establecidas en el Convenio Europeo sobre notificación en el extranjero
de documentos en materia administrativa (Estrasburgo, 24 de noviembre de
1977)(34) :
a)
La demanda de notificación. Si se trata de un país que haya suscrito el Convenio,
puede solicitarse la notificación de documentos en materia administrativa a través
de la autoridad central o las autoridades territoriales designadas por cada Estado
contratante para recibir y dar a tales documentos el curso que corresponda (art. 2).
La asistencia de las autoridades competentes del Estado en cuestión se realiza a
través de la llamada «demanda de notificación» que se redactará de conformidad
con un formulario modelo que figura como anexo del Convenio, e irá acompañada del
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documento que haya de notificarse (art. 3).
b)
La notificación por funcionarios consulares. Cada uno de los Estados contratantes
puede hacer la notificación de documentos directamente y sin compulsa por medio
de sus funcionarios consulares o, si lo exigen las circunstancias, por medio de sus
agentes diplomáticos a personas que se hallen en el territorio de otros Estados
contratantes (art. 10). Los Estados firmantes pueden oponerse a que se proceda a
esa clase de notificación en su territorio en el caso de que los documentos hayan de
ser notificados a sus propios nacionales o a nacionales de un tercer Estado o a
apátridas.
c)
La notificación por correo. La posibilidad de que los Estados contratantes puedan
hacer la notificación de documentos directamente por correo a una persona que se
halle en el territorio de otro Estado contratante, está contemplada en el artículo 11
del Convenio. Esta notificación es factible siempre que el Estado de destino no haya
formulado declaración en contra y, aun en este caso, si el ciudadano la acepta
libremente.
C)
Boletín Oficial
El edicto ha de insertarse también en el Boletín Oficial (del Estado, de la Comunidad
Autónoma o de la Provincia), según cual sea la Administración de la que proceda el
acto a notificar y el ámbito territorial del órgano que lo dictó, «sin que, a estos
efectos, proceda considerar el ámbito territorial correspondiente al domicilio del
interesado al que se notifica»(35) . Son varias las cuestiones que plantea el precepto.
En primer lugar, los criterios que han de conjugarse para elegir el boletín oficial en
que hacer la publicación son dos: ámbito territorial de la Administración de la que
procede el acto y del órgano que lo dictó. Es de aplicación preferente este último,
según entiende, con buen criterio, la Dirección del Servicio Jurídico del Estado(36) :
La publicación en el Boletín Oficial del Estado solo será posible —Fy obligada—F
cuando se trate de actos dictados por los órganos centrales de la Administración del
Estado. Cuando el acto emane de un órgano periférico de la Administración del
Estado, es decir, de un órgano que aun perteneciente o adscrito a dicha
Administración tenga competencias sobre un ámbito territorial inferior al de todo el
Estado, la publicación habrá de realizarse en el Boletín Oficial de la correspondiente
provincia o comunidad autónoma (esto último en el caso de comunidades autónomas
uniprovinciales).
Lo anterior es aplicable a los actos procedentes de la administración autonómica: si
emana o ha sido dictado por un órgano con competencia en todo el territorio
autonómico habrá de publicarse en su diario oficial, si el ámbito territorial del órgano
autonómico es provincial, bastará con que se publique en el boletín oficial de la
correspondiente provincia. Y si se trata de un órgano provincial (p. ej., diputación) o
de ámbito municipal (ayuntamiento), la publicación se hará en el boletín de la
provincia.
En segundo lugar, es de observar que el artículo 59.5 de la LRJPAC no cuenta con el
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domicilio del interesado a la hora de ordenar el diario oficial en el que publicar los
edictos. A estos efectos, el TSJ de Aragón entiende sin ambages que no procede
considerar el ámbito territorial correspondiente al domicilio del interesado al que se
notifica (37) . Distinta es la opinión de la Dirección del Servicio Jurídico del Estado en
el Dictamen antes citado: siempre que se conozca el domicilio del interesado, la
publicación deberá hacerse en el boletín oficial de la provincia o comunidad
autónoma en que aquel domicilio se encuentra; pero tal opinión carece de sustento
legal.
En el expediente administrativo ha de constar el boletín oficial en el que se lleve a
cabo la publicación del edicto(38) .
3.
Formas complementarias de notificación
Es notorio que, normalmente, el conocimiento de la publicación edictal de las
notificaciones nunca llegará a sus destinatarios. Su carácter de notificación ficticia
y la consiguiente falta de garantías de que el afectado tenga conocimiento real del
acto notificado, ha llevado al legislador a establecer que, además de la publicación
edictal, «las Administraciones públicas podrán establecer otras formas de
notificación complementarias a través de los restantes medios de difusión» (art.
59.5.III de la LRJPAC).
El legislador, consciente de que los anuncios en boletines oficiales carecen
realmente de difusión entre los ciudadanos, autoriza el uso de otros medios de
comunicación, como puede ser la inserción del anuncio en diarios de divulgación
dentro del ámbito territorial del órgano que dicta el acto; si bien, con dos
condiciones: esta publicación no evita ni sustituye a la que ha de llevarse a cabo en
los boletines oficiales, y a la hora de elegir los periódicos en los que insertar el
anuncio, la Administración no puede discriminar arbitrariamente (vulnerando así el
art. 14 de la CE) unas publicaciones privadas en favor de otras(39) .
(1) Ponente: Excmo. Sr. Fernández Montalvo (RJ 2002\4390).Ver texto
(2) Ponente: Excmo. Sr. Sanz Bayón (RJ 1993\8194).Ver texto
(3) Ponente: Ilmo. Sr. Rodríguez Moral (JUR 2007\48576).Ver texto
(4) Es verdad que el artículo 43.c) del Reglamento de los Servicios Postales
determina que no procederá un segundo intento de entrega en los supuestos en que
el destinatario de la notificación sea desconocido; pero una cosa es que el empleado
del operador postal no tenga la obligación de efectuar ese segundo intento de
notificación en tal domicilio, dado que sería absurdo reiterarlo a sabiendas de que allí
es desconocido el destinatario, y otra bien distinta es que ese único intento fallido
sea motivo suficiente para que la Administración acuda, sin mayores exigencias, a la
notificación edictal.
La STS (Sala 3.ª, Sección 2.ª) de 22 de julio de 1999, nos dice al respecto: «lo que,
en sí, es "domicilio desconocido" ha de ir referido [...] al hecho de que el
desconocimiento continúe, no obstante la averiguación razonable hecha al efecto,
sin que pueda justificarse la omisión de la notificación personal garante del derecho
de defensa, salvo en el supuesto de que se justifique plenamente la imposibilidad
práctica de lograr la averiguación de los datos necesarios para llevar a efecto
aquélla, pese a haberse desplegado la necesaria diligencia administrativa». Ponente:
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Excmo. Sr. Rouanet Moscardó (RJ 1999\6142).
Ver texto
(5) Ponente: Excmo. Sr. Murillo de la Cueva (RJ 2004\950).Ver texto
(6) Ponente: Ilmo. Sr. Altarriba Cano (JT 2000\1312).Ver texto
(7) Ponente: Ilmo. Sr. Gómez Cáceres (RJCA 1998\3466).Ver texto
(8) Ponente: Ilmo. Sr. Moreno Andrade (RJCA 1999\2078).Ver texto
(9) Ponente: Ilmo. Sr. Santandreu Montero (RJCA 1999\1413).Ver texto
(10) Ponente: Ilma. Sra. Pazos Pita (JT 2001\974).Ver texto
(11) Ponente: Ilmo. Sr. Santandreu Montero (EDJ 2003/151942).Ver texto
(12) Ponente: Ilmo. Sr. De la Cueva Aleu (RJCA 1998\4289). Idénticos
pronunciamientos se encuentran en las sentencias del mismo tribunal de 17 de
febrero de 1998 (RJCA 1998\397), 14 de mayo de 1998 (RJCA 1998\1903) y 3 de
diciembre de 1998 (RJCA 1998\4849).Ver texto
(13) Estamos ante una novedosa posibilidad de acudir a la notificación edictal,
introducida por la Ley 30/1992. La vieja LPA de 1958 admitía la notificación a través
de edictos en sólo dos supuestos taxativos: cuando los interesados en el
procedimiento fueran desconocidos, o se ignorase su domicilio. Fuera de estos casos
la notificación edictal no era posible y, había que recurrir a cualesquiera otros
medios para practicar la notificación. Esta situación ha cambiado con la nueva
LRJPAC, ya que además de los supuestos que mencionaba la antigua ley, incorpora
uno nuevo y admite la notificación edictal cuando «intentada» la notificación
personal «no se hubiera podido practicar».Ver texto
(14) Es concepto jurídico indeterminado toda vez que se trata de una imposibilidad
relativa, no absoluta, pues imposibilidad absoluta sólo la habría, como es obvio, si se
hubiera extinguido la personalidad jurídica del administrado.Ver texto
(15) El TSJ de la Comunidad Valenciana, en sentencia de 27 de mayo de 2005, ha
señalado que, a primera vista, parece que la norma persigue flexibilizar los medios
para practicar las notificaciones, articulando la notificación edictal como un remedio
supletorio de primer grado, aplicable automáticamente cuando la notificación en el
lugar designado al efecto hubiera resultado infructuosa. Pero, con buen criterio, el
tribunal valenciano rechaza esta amplísima interpretación de la norma por ser
sumamente peligrosa, ya que la frecuente imposibilidad de llevar a cabo una primera
notificación personal daría lugar a que el conocimiento real de los actos
administrativos resultase notablemente cuestionado; y porque raya en la
inconstitucionalidad, si atendemos a la reiterada doctrina del Tribunal Constitucional
sobre la restrictiva utilización de la notificación edictal, que requiere el agotamiento
previo de todas aquellas otras modalidades que ofrecen mayor seguridad a la
recepción por el destinatario. Ponente: Ilmo. Sr. Altarriba Cano (EDJ
2005/142031).Ver texto
(16) Se precisa, por tanto, un doble intento de notificación que, aunque haya sido
incorporado en el texto del artículo 59.2 de la LRJPAC a partir de su reforma por la
Ley 4/1999, venía establecido anteriormente en el artículo 251.3 del Reglamento del
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Servicio de Correos (Decreto de 14 de mayo de 1964) y exigido por reiterada
jurisprudencia, como por ejemplo las SSTS de 18 de marzo de 1995 (RJ 1995\2501) y
12 de diciembre de 1997 (RJ 1998\2264).Ver texto
(17) La STS (Sala 3.ª, Sección 4.ª) de 6 de febrero de 2007 (FJ 2), afirma que el
artículo 59.2 de la LRJPAC «se refiere al modo de su práctica en los procedimientos
iniciados a solicitud del interesado. Al no referirse al modo de proceder cuando el
expediente se inicia de oficio, entendemos deben aplicarse las normas del apartado
dos indicando que impone la necesidad de que se intente al menos por dos veces la
notificación». Ponente: Excmo. Sr. D. Antonio Martí García (RJ 2007\861).Ver texto
(18) Ponente: Excmo. Sr. Enríquez Sancho (RJ 2004\6594).Ver texto
(19) Indica María del Rocío Andrés Pérez,La notificación y publicación de los actos
administrativos, Bosch, Barcelona, 2006, pág. 28, que el primer intento
(infructuoso) condiciona, crea, una franja horaria de dos horas (una hora antes y
una después) que resulta inhábil para la práctica del segundo intento de
notificación, de manera que, realizado ese primer intento a las 11 de la mañana, el
segundo intento, para acomodarse a lo previsto en la ley, no podrá realizarse en el
espacio comprendido entre las 10,01 y las 11,59.Ver texto
(20) Ponente: Excmo. Sr. Martí García (RJ 2004\6889).Ver texto
(21) Ponente: Ilmo. Sr. Tajadura Tejada (EDJ 2003/167263).Ver texto
(22) Ponente: Ilmo. Sr. Rubio Pérez (JT 2000\1609).Ver texto
(23) Ponente: Ilma. Sra. Iranzo Prades (JT 2000\799).Ver texto
(24) Ponente: Excmo. Sr. Gota Losada (RJ 1998\2264). Véanse también las
sentencias de los Tribunales Superiores de Justicia (Salas de lo
Contencioso-Administrativo) de Castilla y León (sede en Burgos) de 15 de abril de
2000 (EDJ 2000/36133), 19 de junio de 2000 (JT 2000\1176) y 5 de septiembre de
2003 (JT 2003\1631); Cataluña, de 4 de junio de 2003 (EDJ 2003/193825), de 18 y
21 de noviembre de 2003 (EDJ 2003/182589 y EDJ 2003/182650); Cantabria, de 26
enero 2001 (JT 2001\28); Extremadura, de 15 de julio de 2003 (RJCA 2003\812);
Islas Canarias, de 30 de mayo de 2000 (RJCA 2000\1539); Navarra, de 9 de mayo de
2003 (EDJ 2003/67497).Ver texto
(25) Ponente: Ilmo. Sr. Villalba Lava (RJCA 2003\812).Ver texto
(26) Bien claro se establece en el artículo 60.2 de la LRJPAC: «La publicación de un
acto deberá contener los mismos elementos que el punto 2 del artículo 58 exige
respecto de las notificaciones. Será también aplicable a la publicación lo establecido
en el punto 3 del mismo artículo». A pesar de que esta previsión se incluya en el
artículo 60, dedicado a la publicación de los actos, las mismas exigencias hay que
entender son de aplicación para la notificación edictal prevista en el artículo 59.5 de
la Ley. Así. Luis Martín Rebollo, «Requisitos de los actos administrativos...», en op.
cit., pág. 204.Ver texto
(27) Ponente: Excmo. Sr. Goded Miranda (RJ 2000\1589).Ver texto
(28) Así, por ejemplo, las SSTSJ de Murcia (Sección 2.ª) de 10 de mayo de 2001
(JUR 2001\168219) y 14 de diciembre de 2001 (JT 2002\299).Ver texto
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(29) Ponente: Excmo. Sr. Barrio Iglesias (RJ 1992\3220).Ver texto
(30) Para José Luis Villar Palasí y José Luis Villar Ezcurra,Principios de Derecho
Administrativo, tomo II, 4.ª ed., Servicio de Publicaciones de la Facultad de Derecho
(Universidad Complutense de Madrid), 1999, págs. 140-141, «resulta criticable la
posibilidad de que la notificación pueda llegar a desplegar efectos cuando se realiza
mediante tablones de anuncios (ya que tanto en los municipios relativamente
grandes como en los Consulados, su contenido es absolutamente ignorado por los
particulares). Debido a ello es igualmente criticable y absurdo que en el caso de
emplearse otros medios de notificación probablemente más eficaces (tales como
anuncios en la prensa) se siga manteniendo la obligación de utilizar los tablones de
edictos o anuncios».Ver texto
(31) SSTSJ de Andalucía (sede en Sevilla, Sección 1.ª) de 14 de octubre de 1999
(EDJ 1999/52937) y 9 de junio de 2000 (EDJ 2000/64075).Ver texto
(32) SAN (Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 6.ª) de 18 de enero de
2006: «La publicación en un Ayuntamiento distinto de aquel en el que tiene su sede
la mercantil, tanto del acuerdo de incoación como del de imposición de la sanción,
determina la nulidad de ambos». Ponente: Ilma. Sra. Pedraz Calvo (JUR
2006\243879).Ver texto
(33) STSJ de Murcia (Sección 2.ª) de 10 de mayo de 2001 (JUR 2001\168219).Ver
texto
(34) Ratificado por España mediante Instrumento de 22 de junio de 1987 (BOE de 2
de octubre).Ver texto
(35) STSJ de Aragón (Sección 2.ª) de 20 de junio de 2003 (JUR 2004\46358).Ver
texto
(36) La transcripción parcial de este dictamen puede verse en José María Ayala
Muñoz,Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y Procedimiento
Administrativo Común, obra colectiva, 2.ª ed., Aranzadi, Cizur Menor (Navarra),
2002, pág. 409.Ver texto
(37) STSJ de Aragón (Sección 2.ª) de 20 de junio de 2003 (JUR 2004\46358).Ver
texto
(38) STSJ de Murcia (Sección 2.ª) de 10 de mayo de 2001 (JUR 2001\168219).Ver
texto
(39) La STS de 8 de julio de 1987 (RJ 1987\5273) concluyó que se había producido
una discriminación proscrita por el artículo 14 de la Constitución, por el hecho de
que el diario ABC de Sevilla fuese el único periódico de la ciudad al que se excluyó
de la campaña institucional de prensa sobre el Metro, patrocinada por la Junta de
Andalucía y el Ayuntamiento de Sevilla.Ver texto
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