Cardiología e hipertensión. Vol. 12. Fasc. 53. Octubre 2011. pdf

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Cardiología e hipertensión
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Indice
Página 4
Síndrome metabólico
Página 10
Síndrome metabólico en deportistas
Página 12
Artículo destacado
Página 13
Artículos selectos
Figura de tapa: Contrariamente a lo que se ha aceptado desde hace muchos años, el 40% de
los pacientes con embolia de pulmón no tiene una trombosis venosa periférica precedente o
concurrente. En ese sentido, se han postulado varias explicaciones, una de ellas podría ser la
existencia de otras vías de formación de trombos del lado derecho, incluyendo la enfermedad
cardíaca.(La enfermedad cardíaca puede ser un factor de riesgo para la embolia de pulmón sin
trombosis venosa profunda periférica. (H. Sorensen y col. Circulation 2011, 124: 1435-1441). El
estudio muestra una tomografía computada con contraste que presenta grave tromboembolismo de las arterias pulmonares principales, en un paciente de 78 años, con insuficiencia cardiaca
y trastornos del ritmo, En los estudios seriados de ecodoppler venosos de miembros inferiores
no fue posible demostrar existencia de trombosis venosa.
2
Editorial
“El arte es largo, la vida breve, la ocasión fugitiva, la experiencia falaz, el juicio dificultoso. No basta
que el médico haga cuanto debe hacer, si no concurren al mismo objeto, las circunstancias exteriores”
Hipócrates
El síndrome metabólico (SM), término adoptado por consenso, refiere a una constelación de
entidades patológicas que, individualmente, aumentan el riesgo de enfermedad cardiovascular, a saber: obesidad (abdominal en particular), resistencia a insulina, hipertensión arterial y
dislipemia. En estas condiciones sobreviene un estado protrombótico (aumento de factores de
coagulación) y proinflamatorio (aumento de proteína C reactiva) según el informe del Panel
de tratamiento para adultos III del Programa Nacional para la Educación sobre el Colesterol
(National Cholesterol Education Program's Adult Treatment Panel III, NCEP-ATP III, National
Heart, Lung and Blood Institute).
Se estima que los individuos con SM tienen un 30%–40% de probabilidad de desarrollar diabetes tipo II o enfermedad cardiovascular en un período de 20 años a partir del diagnóstico
confirmado de SM.
La prevalencia de SM oscila entre 15% a 30% en individuos no diabéticos y se eleva a 79%
entre individuos con diabetes tipo II.
Según estimaciones de la OMS para 2015 habrá aproximadamente 2300 millones de adultos
con sobrepeso y más de 700 millones con obesidad, cálculos que aumentan la predicción de
riesgo de SM para entonces, y falta muy poco.
Con alta prevalencia actual a nivel mundial (más del 25%-30% de la población norteamericana,
aproximadamente 23% de la población europea, 20%-25% en países sudasiáticos, 43% a nivel
mundial en mayores de 60 años según la American Heart Association, AHA), parece convertirse en uno de los principales problemas de salud pública del siglo XXI, duplicando el riesgo
de enfermedad cardiovascular y quintuplicando el riesgo de diabetes de tipo II. La morbilidad
y mortalidad prematuras debidas a éstas podrían por sí solas desequilibrar completamente los
presupuestos sanitarios de muchos países en vías de desarrollo y desarrollados.
Consistentemente con estas proyecciones, Lerman e Iglesias, junto a un grupo de colaboradores, enfatizan en la detección precoz y el tratamiento del SM en su libro Enfoque Integral del
síndrome metabólico (2009, 2ª Ed.).
Atento a tal contexto, este número de la Revista se dedica a tratar el tema de 'síndrome metabólico', estando integrado por una selección de artículos que consideramos de interés para los
lectores. El artículo Bebidas endulzadas con azúcar, obesidad, diabetes tipo II y riesgo cardiovascular. Malik VS, Popkin BM, Bray GA, Després JP, Hu FB. Circulation 2010; 121: 1356-64, es el
destacado de este mes.
Genética, etnia, alimentación, cultura y factores psicológicos, sociales y económicos modifican
intrínsecamente la probabilidad de desarrollar SM. Hay variables que no podemos modificar.
Por lo demás, podemos generar cambios culturales, mejorar la educación y propiciar estilos
de vida más saludables, reduciendo los costos en salud y elevando la calidad de vida a nivel
individual, social y económico.
Dra. Matilde Otero-Losada
Investigadora Independiente CONICET
3
Síndrome Metabólico
Julián González, Matilde Otero-Losada
Resumen
En comparación con los trastornos a
los que predispone, i.e.: diabetes de
tipo II y enfermedad cardiovascular, incluyendo alteraciones coronarias, cerebrovasculares y vasculares
periféricas, el síndrome metabólico
(SM) puede considerarse una patología cardiometabólica intermedia.
En este artículo se presenta un resumido panorama de los factores etiopatogénicos y fisiopatológicos que
favorecen el desarrollo y progresión
de esta compleja entidad pluripatológica. Asimismo se ofrece una
concisa actualización en estrategias
de prevención y tratamiento del SM
considerando que las mismas están
fundamentalmente orientadas a evitar la aparición de la enfermedad y
reducir el impacto de sus secuelas
cardiometabólicas. Se destaca la
importancia de la modificación en el
estilo de vida en la prevención primaria del SM considerando que su
interacción con la genética y otros
factores no modificables, determinará la calidad de vida estimada.
Comprender la importancia de la
prevención primaria del SM no sólo
por parte de la comunidad médica
sino por la sociedad en conjunto, es
4
un punto de partida necesario para
desacelerar la ola de trastornos cardiometabólicos en el siglo XXI.
Etiopatogenia y Fisiopatología
Factores Genéticos
Contribución de la Obesidad
La gran mayoría de los pacientes
que desarrollan síndrome metabólico (SM) tienen grados variables de
obesidad, pero no todos los pacientes obesos desarrollan SM. Cabe
por lo tanto preguntarse cuál es el
rol de la obesidad en la patogénesis
del SM y, si existe tal rol, cuál es la
razón por la cual tantos pacientes
obesos no desarrollan el síndrome1.
El hecho de que en algunos grupos
étnicos, especialmente orientales,
se desarrolle SM con obesidad muy
leve sugiere la presencia de factores
genéticos que confieren riesgo de
desarrollar el SM independientemente de la obesidad2.
Adipocitoquinas
Existen de todos modos algunos
compuestos producidos por el tejido
adiposo que actuarían como mediadores químicos y estarían impicados
en la patogénesis del SM, entre ellos:
• Los ácidos grasos no
esterificados
• Citoquinas proinflamatorias
• Leptina
• Adiponectina
• Inhibidor del Activador
del Plasminógeno-1 (PAI-1)
Los triglicéridos almacenados en
el tejido adiposo son hidrolizados
por la lipasa hormonosensible que
es activada por las catecolaminas
vía estimulación del receptor b3 e
inhibida por la insulina. Los ácidos
grasos libres se encuentran notablemente elevados en los pacientes
obesos tanto durante el ayuno como
en el período posprandial3. En estos
individuos, los adipocitos suelen ser
genéticamente insulinorresistentes4.
El tejido adiposo es fuente de citoquinas proinflamatorias que también
parecen jugar un rol importante en el
desarrollo del SM. El tejido adiposo
produce TNF-a factor de necrosis
tumoral-alfa) e IL-6 (interleuquina-6)
y ambas citoquinas se encuentran
aumentadas en la obesidad5,6. Como
mencionaremos más adelante, ambas
interleuquinas están relacionadas
con los niveles de proteína C reactiva
(PCR), que a su vez interviene en la
patogénesis de la aterosclerosis estimulando procesos inflamatorios. Otra
citoquina de particular interés es el
PAI-1, cuya secreción se encuentra
aumentada en la obesidad7. Esta citoquina estaría implicada en el estado
protrombótico presente en el SM.
Dos hormonas producidas por el
tejido adiposo están relacionadas
con la génesis del SM: la leptina y
la adiponectina. Se ha observado
que el cociente entre las concentraciones de ambas hormonas se
relaciona con el SM8-10.
La leptina se encuentra elevada en
los pacientes con SM11 y su concentración guarda relación directa con
la cantidad de criterios diagnósticos
positivos para el SM. Esta correlación
se mantienea luego de ajustar por
edad, tabaquismo, uso de medicamentos, actividad física, HOMA-IR
(evaluación de homeostasis según
insulinorresistencia= glucemia en
mientras que el SM fue concebido
justamente como una constelación
clínica que coloca a sus portadores
en un alto riesgo cardiovascular20.
mmol/L x insulinemia/22.5 ó glucemia
en mg/dl x insulinemia/405) y LDL-C;
también luego del ajuste por índice
de masa corporal y la circunferencia
de la cintura. Aún luego de estratificar
según obesidad, i.e.: sujetos obesos
y sujetos no obesos, las concentraciones de leptina contiuaron siendo
mayores en sujetos con SM en ambos
grupos11. Los niveles de leptina correlacionaron además con los niveles de
PCR12 y con el grado de calcificación
de las arterias coronarias13.
Vale la pena sin embargo, analizar
brevemente la relación entre la IR y
los diversos componentes del SM.
Hiperglucemia
La relación entre la IR y la hiperglucemia parece hoy en día una obviedad. La aparición de IR antes de la
aparición de hiperglucemia ha sido
bien documentada en familiares de
pacientes con diabetes tipo II21, 22.
Hay que destacar sin embargo, que
muchos sujetos con IR no están en
riesgo de desarrollar hiperglucemia
mientras mantengan una secreción
adecuada de insulina23.
La adiponectina es otra hormona producida por el tejido adiposo. A diferencia de la leptina, que como vimos
se encuentra elevada, ésta se ecuentra paradójicamente disminuída14.
Recientes investigaciones han idenfificado diversas variantes en el gen de la
adiponectina asociadas con el SM15,16.
Incluso se ha postulado que la normalización de los niveles plasmáticos de
adiponectina sería un marcador útil de
éxito terapéutico en el SM17.
Dislipemia
El perifil lipídico típicamente asociado con la IR consiste en hipertrigliceridemia, colesterol HDL disminuído y lipoproteínas de baja densidad
(LDL) pequeñas y densas. La génesis de la dislipemia asociada con la
IR fue revisada por Gisnberg24. El
evento inicial sería la inadecuada
inhibición de la lipólisis en los adipocitos insulinorresistentes. Ésto, que
ocurre principalmente en los adpocitos viscerales, produce una liberación aumentada de ácidos grasos
libres a la circulación portal. Estos
ácidos grasos libres son captados
por el hígado, re-esterificados en
triglicéridos y ensamblados junto
con la apo-lipoproteína B (apoB)
en lipoproteínas VLDL (de muy baja
densidad), que se producen en gran
cantidad, resultando en hipertrigliceridemia. Estas VLDL son capaces
de interactuar con las HDL, transfiriéndoles triglicéridos y extrayéndoles ésteres de colesterol mediante la
lecitin-colesterol-éster-transferasa
(LCET). Estas HDL ricas en triglicéridos son blanco de la lipoproteínlipasa (LPL), que extrae y degrada
los triglicéridos. Esta actividad resulta en una partícula de menor tamaño y con escaso contenido lipídico
Distribución del Tejido Adiposo
El tejido adiposo abdominal es el
más relacionado con el desarrollo
de SM. Si bien hay consenso en
cuanto a la primacía del tejido adiposo abdominal sobre el periférico
para la determinación de la resistencia a la insulina, algunos estudios
discrepan en cuanto a la mayor
importancia del tejido visceral18 o
del tejido subcutáneo abdominal19
con este fin.
Contribución de la
Insulinorresistencia
La contribución de la insulinorresistencia (IR) en la patogénesis del SM
es insoslayable, al punto que algunos
autores sugieren la sinonimia entre
SM y síndrome de resistencia a la
insulina. Sin embargo, esta sinonimia
no sería estrictamente apropiada y
menos aún conveniente, ya que la IR
es un mecanismo fisiopatológico que,
si bien puede explicar muchas de las
características del SM, también se
asocia con otras anomalías. Por otra
parte, la IR no es una entidad clínica,
5
que es excretada por los riñones,
con disminución de la lipemia.
Las VLDL pueden también interactuar de igual modo con las LDL. Las
LDL ricas en triglicéridos también
son sustrato de la LPL, convirtiéndose en LDL pequeñas y más densas.
En consecuencia, en la insulinorresistencia se observa aumento de las
VLDL plasmáticas, cuyo contenido
en colesterol es mayor que el observado en los pacientes no insulinorresistentes, por lo que son más aterogénicas. Las HDL están disminuídas
y las LDL, aún dentro de niveles
normales, son más aterogénicas que
las observadas en los pacientes no
insulinorresistentes24.
Hipertensión
Es importante remarcar que si bien
existe una fuerte relación entre IR e
hipertensión, no todos los hipertensos
(esenciales) son insulinorresistentes
ni todos los pacientes con IR desarrollan hipertensión. Los mecanismos
propuestos que vinculan la hiperinsulinemia resultante de la IR con la
hipertensión son básicamente dos: la
retención de agua y sodio a nivel del
riñón estimulada por la insulina, y la
estimulación del sistema nervioso simpático por la insulina. Ambos mecanismos se encuentran exacerbados en
los pacientes con IR25.
to en la expresión de moléculas de
adhesión, y disminuye la producción
de óxido nítrico y prostaciclina28-31.
En el músculo liso vascular produce
aumento en el número de receptores
para angiotensina (up-regulation) y
aumento en la expresión de óxido
nítrico sintetasa inducible32.
Estado Protrombótico
En el SM se han descripto varias
alteraciones de la coagulación asociadas a IR: aumento del PAI-1,
aumento en los niveles de fibrinógeno, elevación del factor VIII y el
factor de von Willebrandt, elevación
del factor VII y mayor reactividad
plaquetaria33. De todos ellos, el que
se encuentra mejor documentado es
el aumento del PAI-17, 34.
Actualización en Tratamiento
y Prevención del Síndrome
Metabólico
Prevención
Estado Proinflamatorio
La prevención del SM debe orientarse hacia la cotidiana y sostenida
conquista de un estilo de vida saludable, manteniendo relativa estabilidad en el peso corporal dentro
de los límites recomendados, cese o
mayor reducción posible de tabaquismo, reducción en el aporte de sodio,
consumo moderado de alcohol y mantenimiento de una vida físicamente activa sin descuidar la actividad
mental e intelectual y los aspectos
psíquicos y emocionales35.
La importancia de los fenómenos
inflamatorios en la patogénesis de
la aterosclerosis está hoy en día
adecuadamente establecida, por lo
cual sólo remitiremos al lector a dos
excelentes revisiones del tema26, 27.
Como mencionamos anteriormente,
en los pacientes obesos se produce
un incremento de ciertas citoquinas
proinflamatorias, especialmente IL-6
y TNF-a, las cuales a su vez estimulan la producción de PCR en el hígado 5, 6 La PCR ha demostrado tener
efectos aterogénicos per se. A nivel
endotelial produce aumento de la
producción de endotelina-1, aumen-
A nivel nutricional, ésto significa
mantener una dieta variada, completa y equilibrada en nutrientes, que
satisfaga los requerimientos energéticos sin excederlos, reduciendo el
aporte de grasas saturadas y aumentando el consumo de aceites ricos
en ácidos grasos poli-insaturados. Así, se recomienda incorporar
o aumentar la ingesta de granos y
semillas enteros, pescado, frutas y vegetales. En el caso de las
semillas, es importante que sean
crudas para no alterar sus bondades nutricionales. Por ejemplo los
tan actuales panes con semillas, si
6
bien conservan el aporte de fibra,
desafortunadamente han perdido un
alto porcentaje de aceites poli-insaturados que se destruyen durante
la cocción. Pequeños detalles como
éste y otros, sin duda serán contemplados por el médico nutricionista
tratante. Aceites como los de canola
(colza, contiene la proporción ideal
de ácidos omega 3, 6 y 9), de oliva
extra virgen (primera presión, que
no ha sufrido variaciones de temperatura ni procesamiento químico), girasol, las nueces (consumo
moderado), reducen los niveles de
triglicéridos, retardan el proceso
de aterogénesis y contribuyen a
reducir moderadamente presión
arterial36.
Los ácidos grasos omega-3 también
se encuentran en alta proporción en el
aceite de pescado, en particular el
proveniente de pescados azules (salmón, atún, sardinas). Los resultados de
los estudios disponibles fundamentan
el consumo de ácidos grasos poliinsaturados es beneficioso para mantener
la salud cardiovascular tanto en sujetos sanos como en aquéllos con alto
riesgo cardiovascular o que ya sufren
de una enfermedad cardiovascular. La
American Heart Association (AHA)
también recomienda el consumo de
tofu y otros productos derivados de la
soja, nueces, aceite de lino y aceite de
colza (canola). Estos alimentos contienen ácido alfa-linolénico, precursor
de síntesis de ácidos grasos del tipo
omega-3 en el organismo. En todos los
casos debe controlarse que el aporte
de sodio no exceda las recomendaciones, en particular cuando se
trata de productos del mar37-40.
Debe desalentarse el consumo indiscriminado (menos aún por automedicación) de suplementos de aceite
de pescado ya que su exceso y acumulación luego del consumo sostenido sin control médico, en el largo
plazo puede derivar en hemorragias
internas, tromboembolismo y/o accidente cerebrovascular41,42.
Es fundamental que los pacientes
tomen conciencia de la importancia de comprometerse a respetar y
seguir las recomendaciones nutricio-
nales indicadas. Esta actitud sostenida en el tiempo puede contribuir por
sí misma a reducir la prevalencia de
SM y enfermedad cardiovascular en
la población en general43,44.
Tratamiento del SM
La piedra angular en el tratamiento del SM es el cambio de estilo
de vida enfatizando en la pérdida
de peso con aumento de la actividad física y mejoras en la dieta,
tanto cuantitativas como cualitativas,
cesación del tabaquismo, observación de los ciclos sueño-vigilia,
reducción del distrés crónico, etc.
Un objetivo realista para la reducción de peso debe ser de 7% a un
10% en un período de 6 a 12 meses.
Las recomendaciones dietéticas
generales incluyen la baja ingesta
de grasas saturadas, grasas trans y
colesterol, y las dietas con bajo índice
glucémico. La proteína de soja podría
ser más beneficioso que la proteína
animal en la reducción de peso y
corrección de la dislipidemia45.
La actividad física se asocia con
la reducción de peso exitosa y la
reducción en la progresión de la
insulinorresistencia [46]. Las recomendaciones deben incluír la práctica regular de ejercicio moderado con
un mínimo diario de 30 a 60 minutos,
manteniendo el equilibrio entre ejercicio aeróbico y el entrenamiento de
fuerza.
El tratamiento farmacológico es
un paso crítico en el manejo de
pacientes con SM cuando las modificaciones en el estilo de vida no
alcanzan los objetivos terapéuticos,
como por ejemplo si no se observa
reducción de peso corporal o mejora
en la curva de tolerancia a la glucosa
luego de 3 a 6 meses47.
La evidencia apoya el uso de estatinas como tratamiento de primera
línea para la dislipemia. También se
reconocen beneficios terapéuticos
con el uso de secuestrantes de ácidos biliares y/o fibratos en algunos
subgrupos de pacientes. El empleo
de estatinas reduce el nivel de las
aterogénicas cLDL, en particular
cuando en asociación con fibratos,
ácido nicotínico, resinas quelantes
de ácidos biliares o ezetimibe48.
Los inhibidores de la enzima conversora de la angiotensina II y
los bloqueantes del receptor de la
angiotensina II son los fármacos preferidos para el tratamiento de la
hipertensión. En estos casos deberá considerarse que ciertas drogas
pueden exacerbar la dislipemia y/o
la hiperglucemia características del
SM. En cuanto al empleo de diuréticos y betabloqueantes, se ha observado mayor aumento en la incidencia
de diabetes con el uso de diuréticos
y betabloqueantes que con agentes
antihhipertensivos nuevos favoreciendo a estos últimos para iniciar el
tratamiento49- 51.
bidores de la dipeptidil peptidasa-4,
DPP-4, que degrada las incretinas
endógenas) que aumentan la vida
media de las incretinas y prolongan
la acción estimulante de éstas sobre
la producción de insulina. Su uso
como monoterapia no está autorizado y suele asociárselas a metformina
o glitazonas.
Considerando el estado protrombótico y proinflamatorio propio del
SM, el uso de acetil-salicilato (aspirina) se recomienda en la prevención primaria de la enfermedad56.
Los últimos advances en el desarrollo de drogas con acción agonista de
receptores del proliferador activado
de peroxisoma (PPARs) prometen
ampliar los horizontes en el tratamiento actual del SM57.
La metformina parece ser el fármaco de elección para reducer la hiperglucemia. Como hipoglucemiantes,
el uso de tiazolidinedionas como
la pioglitazona y su asociación con
cáncer de vejiga ha resultado en
su discontinuidad en ciertos países europeos. La evidencia demuestra que drogas como metformina52,
acarbosa53 y orlistat54 reducen la
incidencia de diabetes II en 31%,
25% y 37%, respectivamente, al cabo
de 3-4 años. Asimismo, el tratamiento con metformina ha demostrado
prevenir recurrencias de SM55.
Conclusiones
La modulación del eje de las incretinas GLP-1 y GIP (glucagon-like peptide 1 o péptido similar al glucagon y
gastric inhibitor peptide o polipéptido inhibidor gástrico), hormonas del
tracto gastrointestinal que actúan
sobre la regulación de la glucemia
aumentando la secreción de insulina
y reduciendo la de glucagon en respuesta a la ingesta de hidratos de
carbono, también puede ser útil. En
los últimos años se han desarrollado
y comercializado hipoglucemiantes
que actúan potenciando el efecto
de las incretinas. Actualmente se
dispone de exenatida, un incretín
mimético análogo de la GLP-1, que
se administra por vía subcutánea y
de sitagliptina y vildagliptina (inhi-
La prevención primaria del SM es
fundamental ya que una vez instalado es prácticamente imposible evitar
sus complicaciones.
El SM es una condición pluripatológica favorecida por la mala calidad de la alimentación y el estilo
de vida poco saludable en general.
La conjunción de obesidad central,
hiperinsulinemia, hiperglucemia,
dislipemia e hipertensión arterial
genera un estado proinflamatorio
y protrombótico que, unido a la
disfunción endotelial consecuente,
acelera el proceso aterosclerótico y multiplica el riesgo cardiovascular.
Se impone la toma de conciencia en el mantenimiento de un
estilo de vida saludable, coherente
con una nutrición completa, variada y
balanceada que satisfaga los requerimientos energéticos sin excederlos.
Suprimir los hábitos nocivos, los desórdenes en los ciclos sueño-vigilia, el
distrés crónico y, en general, mantener
una vida activa en sus aspectos físico,
mental, psíquico, emocional y social.
Estos objetivos no son imposibles de
alcanzar, es ineludible el auténtico
compromiso con la propia vida.
7
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9
Síndrome metabólico
en deportistas
Dra. Matilde Otero-Losada
Investigadora Independiente CONICET
El síndrome metabólico (SM)
(coexistencia de obesidad abdominal, aumento de glucemia en ayunas y/o insulinorresistencia, hipertensión arterial y dislipidemia) se
asocia con alto riesgo para el desarrollo de enfermedad cardiovascular
y diabetes tipo II. El tratamiento del
SM se basa en cambios dietarios,
aumento en la actividad física y descenso del peso corporal, entre otras
indicaciones. La lógica indica, y es
de hecho la creencia general, que
los atletas y deportistas estarían
mejor protegidos contra los riesgos
de la enfermedad cardiovascular,
en comparación con la población
en general. Paradójicamente, se ha
observado una alta prevalencia de
síndrome metabólico y otros marcadores biológicos adversos asociados a la enfermedad cardíaca en
jugadores profesionales de fútbol
americano en actividad (se sabe
de la mayor prevalencia de enfermedad cardiovascular y muerte prematura en ex atletas).
tro de cintura, niveles plasmáticos
de colesterol en lipoproteínas de alta
densidad (cHDL), triglicéridos (TG) y
glucemia en ayunas (Figura 1).
Un estudio descriptivo de corte transversal publicado en 2008 detectó
síndrome metabólico (SM) en 49%
(43/70) de los atletas participantes,
todos ellos defensores de línea de
fútbol americano (linemen) según
registros de tensión arterial, períme-
Anteriormente la distinta prevalencia
de SM de acuerdo con la posición de
juego ya había sido documentada. En
2009, un estudio en el que participaron 69 jugadores de fútbol americano, halló mayor prevalencia de SM
en defensores de línea en contraste
10
El cociente cTotal (colesterol total)/
cHDL fue mayor que 5.00 en 46%
(32/70) de los participantes, y el
cTotal superó los 200 mmol/L en
17% de los casos (12/70). También
se observaron niveles altos de proteína C reactiva (21% de los participantes, 15/70) y altos niveles de
hemoglobina glicosilada (13% de
casos estudiados, 9/70).
En 2010 un estudio concluyó que
existe un riesgo excepcionalmente alto para desarrollar diabetes
II y enfermedad cardiovascular
entre futbolistas colegiados (fútbol
americano) en actividad. Los más
afectados fueron los defensores
de línea (linemen) en quienes la
prevalencia de SM fue de 46% en
contraste con un 14% observado en
el resto de los jugadores.
Figura 1. Factores de riesgo de SM en defensores de línea de fútbol
americano.
No. of Factors
3
4
5
Combination of Factors No. of Participants
Waist, BP, HDL
Waist, TG, HDL
Waist, FBG, HDL
Waist, BP, FBG
Waist, BP, TG
Waist, BP, TG, HDL
Waist, BP, FBG, HDL
Waist, BP, FBG, TG, HDL
18
4
1
1
1
3
5
1
Abbreviations: BP, blood pressure; FBG, fasting blood glucose; HDL, HDLcholesterol; TG, triglycerides. Fuente: Buell JL, Calland D, Hanks F, Johnston B, Pester B, Sweeney R, Thorne R.
Presence of metabolic syndrome in football linemen. J Athl Train. 2008; 43: 608-16
con el resto de los jugadores (22% vs
0%, p = 0.004). Lo mismo se observó
en relación con componentes individuales del SM: valores de IMC> 30
kg/m2 en 100% de los defensores de
línea (vs 32% observado en el resto
de los jugadores, p <0.001) y relación
perímetro de cintura/altura mayor
que 0.5 en 95% de los defensores
de línea (vs 36% en el resto de los
jugadores, p <0.001).
Comparativamente, los factores de
riesgo cardiovascular y la enferme-
dad metabólica han sido menos
investigados en basquetbolistas profesionales. Según un estudio en el
que participaron 69 jugadores de fútbol americano y 155 basquetbolistas,
todos ellos profesionales, se observó
que los basquetbolistas tenían parámetros cardiovasculares favorables
en comparación con la población de
referencia (no deportistas, ajustando los valores según sexo y edad,
cohorte del estudio NHANES, National Health and Nutrition Examination
Survey, 1999-2002) con excepción de
mayor prevalencia de hipertensión
que la observada en la población de
referencia. A su vez, los basquetbolistas presentaron menor prevalencia
de obesidad, hiperglucemia y SM en
comparación con los jugadores de
fútbol americano, especialmente en
relación con los defensores de línea
(linemen).
La evidencia indica que la prevalencia de SM y/o de alteraciones
en sus componentes individuales (e.g.: dislipidemia, insulinorresistencia, obesidad, hipertensión)
varía según el tipo de deporte y
probablemente en relación con la
posición de juego.
Ciertamente muy poco sabemos del
SM en relación con los jugadores de
fútbol tal como se juega en nuestras
latitudes. No hallamos información
científica al respecto, no en los
bancos de datos de referencia mundial. Quizá sea hora de ocuparnos
de nuestros jugadores de fútbol.
Cuanto más conozcamos del tema,
mejores estrategias podrán formularse para mejorar la salud de estos
integrantes de la sociedad que con
su actividad proporcionan ratos de
satisfacción, entretenimiento y largos debates que atraen a una vasta
proporción de los argentinos.
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11
Artículo destacado
Bebidas endulzadas con azúcar, obesidad,
diabetes tipo 2 y riesgo cardiovascular
Malik VS, Popkin BM, Bray GA, Després JP, Hu FB.
Circulation 2010; 121: 1356-64
La obesidad ha emergido como
uno de los principales problemas
de salud. De acuerdo a las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud en relación con
adultos de todo el mundo, 1.600
millones tenían sobrepeso (IMC,
índice de masa corporal, ≥ 25
kg/m2) y al menos 400 millones
eran obesos (IMC ≥ 30 kg/m2) en
2005. Se estima que estas cifras
se elevarán a 2.300 millones y
700 millones respectivamente para
2015. El porcentaje de adultos con
sobrepeso (43%) y obesidad (15%)
observado en el período 1976-1980
aumentó marcadamente a 66% y
33% respectivamente entre 2005
y 2006, con la mayor proporción
de aumento observado en mujeres
afroamericanas y mexicanas. El
sobrepeso y la obesidad son factores de riesgo para la diabetes tipo
II, la enfermedad cardiovascular, el
cáncer y la muerte prematura.
En el contexto de esta pandemia
de obesidad, la American Heart
Association (AHA) ha emitido un
documento recomendando no
consumir más de 100 a 150 kCal
diarias en carbohidratos, e identifica a las bebidas azucaradas
como principal fuente de azúcar
agregada a la dieta. Las bebidas
azucaradas podrían contribuir al
aumento de peso por su alto contenido calórico y su baja capacidad de saciedad, con una capacidad incompleta para compensar
las calorías consumidas, llevando
al aumento en la ingesta calórica.
Pero además, se sospecha que
las bebidas azucaradas podrían
contribuir al riesgo de enfermedad cardiovascular y diabetes tipo
II por resistencia a la insulina y
disfunción celular . La fructosa,
tanto la originada por hidrólisis de
la sacarosa como la proporcionada
directamente por el jarabe de maíz
de alta fructosa (JMAF), producen
aumento de la tensión arterial,
acumulación de grasa visceral, dislipemia y aumento de los depósitos
ectópicos de grasa.
Las primeras bebidas carbonatadas se empezaron a producir hacia
1760, como tónicos reconstituyentes, pensando que eran saludables. En ese momento no se les
agregaba azúcar. A fines del siglo
XIX, J.S. Pemberton, un farmacéutico norteamericano, formuló
un tónico a base de extractos
de kola (una nuez africana rica
en cafeína) y de cola, una planta americana cuyo extracto tiene
efectos estimulantes. A principios
del siglo XX, Asa Candler compró la patente para fabricar la
Coca-Cola y comenzó a producirla masivamente. Sin embargo, el
verdadero boom ocurre durante la
Segunda Guerra Mundial, cuando
el Departamento de Guerra de los
Estados Unidos decidió proveer de
Coca-Cola a los soldados. A partir
de allí la Coca-Cola® Company
comenzó a ganar los mercados
europeos, para expandirse luego
12
por todo el mundo. Para 1970, las
bebidas azucaradas conformaban
el 3.9% de las calorías consumidas
en Estados Unidos, alcanzando el
9.2% en 2001.
Cada vez hay mayor evidencia
epidemiológica que vincula la
obesidad en la niñez con la
obesidad en la vida adulta, y
con el riesgo de desarrollar
diabetes tipo II y enfermedad
cardiovascular. La evidencia en
adultos es menos consistente, si
bien la mayoría de los estudios en
adultos carecen del nivel riguroso
con que se han realizado los estudios en niños. No obstante, en el
Frammingham Offspring Study,
los adultos que consumían
bebidas gaseosas azucaradas
tenían un riesgo 39% mayor de
desarrollar síndrome metabólico que quienes no consumían
esas bebidas.
Artículos selectos
Comparación de los efectos de la atorvastatina
(10 versus 80 mg) sobre marcadores de
inflamación y estrés oxidativo en pacientes
con síndrome metabólico
Singh U, Devaraj S, Jialal I, Siegel D.
Am J Cardiol 2008; 102: 321-5
Antecedentes
El síndrome metabólico (SM), caracterizado por grados leves de inflamación, confiere un riesgo cardiovascular
aumentado. Las estatinas, además de
tener efectos hipolipemiantes, ejercen
efectos pleiotrópicos y disminuyen
la concentración de marcadores de
inflamación y estrés oxidativo. En el
estudio TNT (Treating to New Target
Study) se observó una mayor disminución de colesterol LDL y de eventos
cardiovasculares con atorvastatina en
dosis de 80 mg comparado con dosis
de 10 mg en pacientes con SM y
enfermedad coronaria. Es probable
que estos beneficios de las estatinas
se deban al mayor efecto pleiotrópico
observado con dosis altas. Los efectos
dosis-respuesta de la atorvastatina
sobre los marcadores de inflamación y
de estrés oxidativo no han sido investigados en sujetos con SM.
Objetivo
Evaluar la relación dosis-respuesta de
atorvastatina para sus efectos sobre
marcadores de inflamación: PCR-hs
(proteína C-reactiva de alta sensibilidad), MPM-9 (metaloproteinasa 9 de
matriz) y NF-κB (nuclear factor kappalight-chain-enhancer of activated B
cells, o factor nuclear-kappa B) así
como a nivel de indicadores de estrés
oxidativo: LDL oxidada, nitro-tirosina
urinaria, F2-isoprostanos y liberación
de anión superóxido por monocitos.
Metodología
Se estudiaron 70 sujetos con SM
empleando un diseño aleatorizado a doble ciego. Los participantes recibieron uno de los siguientes
tratamientos durante 12 semanas:
placebo, atorvastatina 10 mg/día, o
atorvastatina 80 mg/día.
Resultados
Se observó una fuerte relación dosisrespuesta (p < 0.05) para los efectos
de atorvastatina sobre colesterol total,
en la fracción c-LDL (reducción del
32% y 44%), en las lipoproteínas no
c-HDL (reducción del 28% y 40%) y
en la fracción c-LDL oxidada (reducción del 24% y 39%) observados
luego del tratamiento con 10 y 80 mg/
día de atorvastatina respectivamente.
Los niveles de PCR-hs, MPM-9 y
NF-kB disminuyeron en el grupo de
atorvastatina 80 mg/día respecto de
los observados previo al tratamiento.
Conclusión
Este estudio en sujetos con SM
demostró la superioridad de la
dosis de 80 mg/día de atorvastatina
respecto de la dosis de 10 mg/día
para reducir los niveles de c-LDL
oxidada, PCR-hs, MPM-9 y NF-kB.
13
El consumo de bebidas en niñas de 5
años predice la masa de tejido adiposo
y el peso en la niñez y la adolescencia
Fiorito LM, Marini M, Francis LA, Smiciklas-Wright H, Birch LL.
Am J Clin Nutr 2009; 90: 935-42
Introducción
El aumento del consumo de bebidas
azucaradas ha sido vinculado con el
incremento en el consumo de calorías y de la masa de tejido adiposo
en la niñez.
Objetivo
Evaluar en niñas de 5 años, si el consumo de bebidas predice el consumo
de calorías, la masa de tejido adiposo
y el peso a lo largo de la niñez y la
adolescencia.
Diseño
Las participantes fueron parte de un
estudio longitudinal de niñas blancas
no hispánicas y sus padres (n=170).
Las niñas fueron evaluadas bienalmente entre los 5 y los 15 años. En
cada evaluación se estableció el tipo
de bebida consumida (leche, jugos
de frutas y bebidas azucaradas) y
el consumo de calorías mediante
tres llamadas en 24 hs. Se midieron
el porcentaje de grasa corporal y el
perímetro de la cintura. La estatura
y el peso se obtuvieron para determinar el índice de masa corporal.
Mediante un análisis de regresión
múltiple se predijo la masa de tejido
adiposo. Además, a los 5 años, las
14
niñas se agruparon de acuerdo a la
cantidad de porciones de bebidas
azucaradas que consumían: <1, ≥1
y < 2, o ≥ 2. Se utilizó un enfoque
de modelo mixto para evaluar diferencias longitudinales y patrones de
cambio en las bebidas azucaradas y
consumo de calorías, masa de tejido
adiposo y peso corporal, según la
frecuencia de consumo de bebidas
azucaradas.
Resultados
El consumo de bebidas azucaradas se
relacionó positivamente con la masa
de tejido adiposo entre los 5 y los 15
años. Esta asociación no se observó
para la leche ni para los jugos de fruta.
El grupo de mayor consumo (≥ 2 porciones) presentó mayor porcentaje de
grasa corporal total, mayor perímetro
de cintura y mayor peso corporal
entre los 5 y los 15 años.
Conclusión
Estos hallazgos observados en
niñas de 5 años proveen nueva
evidencia acerca de la relación
positiva entre el consumo de
bebidas azucaradas en edades
tempranas, la masa de tejido
adiposo y el peso corporal en la
niñez y la adolescencia.
El efecto del carvedilol sobre
los parámetros metabólicos
en el síndrome metabólico
Uzunlulu M, Oguz A, Yorulmaz E.
Int Heart J 2006; 47: 421-30
Objetivo
Explorar el efecto del carvedilol
sobre parámetros metabólicos en
pacientes con síndrome metabólico (SM).
Diseño y Metodología
Se realizó un estudio prospectivo, aleatorizado y controlado en
el que participaron 77 individuos
de 20 años como edad mínima
(59 mujeres y 18 hombres, edad
promedio 52.3 ± 10.3 años) con
hipertensión grado 1, que cumplían por lo menos 3 de los criterios propuestos por el NCEP-ATP
III (National Cholesterol Education
Program- Adult Treatment Panel
III, Tercer Reporte del Panel de
Expertos del Programa Nacional
de Educación en colesterol) para
SM. Los pacientes fueron asignados de manera aleatoria a diferentes tratamientos respectivamente
durante 90 días, según: grupo carvedilol (n =27; dosis inicial: 12,5
mg/día durante los dos primeros
días y luego dosis: 25 mg/día),
grupo atenolol (n =26; 50 mg/día)
o grupo doxazosina (n =24; 2 mg/
día). Las dosis se duplicaron si
luego de 3 semanas no se habían
alcanzado los objetivos del tratamiento anti-hipertensivo, y se
agregaron 10 mg de amlodipina si
los objetivos no se habían alcan-
zado a las 6 semanas. Se efectuaron determinaciones bioquímicas
basales y en respuesta a estímulo:
se evaluó la sensibilidad a la insulina mediante el método HOMA
(Homeostasis Model Assessment)
al inicio y al cabo del tratamiento.
Resultados
La reducción de la tensión arterial
fue similar en los tres grupos (p <
0.05). En los grupos de doxazosina
y atenolol se observó una disminución de los niveles de colesterol
HDL respecto del grupo de carvedilol (cambio %: respectivamente
-5.6 ± 13.5 y -8 ± 9.8 vs -0.1±
12.2, p < 0.05). Además se halló
un aumento en los niveles de apolipoproteína A1 en el grupo carvedilol respecto de lo hallado en
los grupos atenolol y doxazosina
(cambio %: + 4.3 ± 9.6 vs – 0.5±
10.6 y -2.3 ± 6.6 respectivamente, p < 0.05). No se observaron
diferencias relacionadas con el
tratamiento en el resto de los
parámetros estudiados.
Conclusión
De acuerdo con estos resultados, el tratamiento antihipertensivo con carvedilol reduciría la
tensión arterial en forma efectiva sin afectar negativamente los
parámetros metabólicos.
15
La dieta hipocalórica rica en proteínas
mejora el hígado graso y la
trigliceridemia en ratas obesas
alimentadas con sacarosa por dos vías
Uebanso T, Taketani Y, Fukaya M, Sato K, Takei Y, Sato T, Sawada N, Amo K,
Harada N, Arai H, Yamamoto H, Takeda E.
Am J Physiol Endocrinol Metab 2009; 297: E76-E84
Antecedentes
El mecanismo por el cual el remplazo
de parte de los hidratos de carbono
de la dieta por proteínas beneficia el
metabolismo lipídico permanece aún
sin esclarecer.
Objetivo
Estudiar el efecto de una dieta restringida en calorías, rica en proteínas y con menor cantidad de
hidratos de carbono sobre el metabolismo lipídico en ratas obesas.
Metodología
Se asignaron aleatoriamente ratas
con obesidad inducida por alto consumo de sacarosa, a dos tipos de
dietas restringidas en calorías: una
con niveles habituales de hidratos
de carbono (HC) y otra con alta proporción de proteínas (APP). Se utilizaron ratas delgadas de la misma
edad como controles.
Resultados
Se halló una disminución de la
hipertrigliceridemia y una notable
mejoría del hígado en el grupo APP
respecto del grupo HC. Se observó un incremento en la expresión
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de genes regulados por el factor
de crecimiento de fibroblastico-21
(FGF-21) implicados en la utilización
de lípidos en el hígado y en la lipólisis hepática, en ratas APP. Incluso se halló una correlación inversa
entre la expresión de genes dependientes de FGF-21 (regulados por
el balance glucagon/insulina) y la
alta concentración de triglicéridos
en el hígado de las ratas obesas. La
expresión hepática de la estearilCoA-1 desaturasa (SCD-1), regulada
principalmente por los carbohidratos de la dieta, también se halló
notablemente reducida en el grupo
APP, respecto del grupo HC.
Conclusión
En este modelo, una dieta hipocalórica rica en proteínas mejora el
hígado graso y la hipertrigliceridemia
comparada con una dieta con contenido habitual de hidratos de carbono.
Las vías celulares que median estos
beneficios serían la estimulación de
la lipólisis hepática y la utilización de
lípidos mediada por FGF-21 así como
la reducción en la producción de
VLDL (enriquecidas en triglicéridos)
regulada por SCD-1.
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