Peste porcina africana. Nuevos desarrollos

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Rev. sci. tech. Off. int. Epiz., 1982, 1 (4), 991-1029.
Peste porcina africana.
Nuevos desarrollos*
C. SÁNCHEZ BOTIJA**
Resumen : La P.P.A. sigue siendo una amenaza para la producción
porcina mundial a pesar de una mejora notable de la situación en los
países afectados durante los últimos años.
En relación con la epizootiología, el cerdo enfermo constituye la
fuente principal del contagio directo, mientras los principales agentes
del contagio indirecto son los productos del cerdo y los vectores mecánicos. Todavía no se puede valorar con exactitud el papel de los portadores de virus. Pero el de la garrapata del género Ornithodorus y de los
cerdos salvajes como reservorios del virus ha sido demostrado en forma
concluyente. La incidencia y distribución de la P.P.A. guarda estrecha
relación con los sistemas de producción y comercialización del cerdo.
Desde el punto de vista clínico, las formas subagudas y crónicas, los
casos clínicos y formas de curso insidioso cobran cada vez mayor
importancia y complican el diagnóstico y el control.
En el diagnóstico de laboratorio, han sido conseguidos los progresos más importantes que han conducido a una eficacia altamente satisfactoría de las técnicas : identificación del antígeno viral por inmunofluorescencia directa y hemoadsorción en los cultivos de leucocitos,
detección de anticuerpos por inmunofluorescencia indirecta, inmunoelectroosmoforesis y el método ELISA.
En materia de lucha contra la enfermedad, los principales aspectos
de las nuevas orientaciones son : cooperación de los ganaderos a través
de Asociaciones de defensa sanitaria, la calificación sanitaria de las
granjas, la creación de zonas libres de la enfermedad, el control serológico, el registro oficial de las granjas, la reglamentación de la creación
de nuevas granjas, la ordenación de las explotaciones extensivas, el
control permanente de los mataderos, la transformación de los « ciclos
abiertos » en « ciclos cerrados », la transformación de las explotaciones familiares y la prohibición de la compra-venta ambulante.
En el área de la investigación, han sido conseguidos progresos notables en el conocimiento del virus : estructura química, biología molecua
* Ponencia presentada en la 50 Sesión General de la O.I.E., París, 24-29 de mayo de 1982
(Tema técnico II).
** Jefe del Departamento de Virología Animal del Instituto Nacional de Investigaciones
Agrarias, Embajadores, 68, Madrid-12 (España). Profesor de la Facultad de Veterinaria de la
Universidad de Madrid.
— 992 —
lar y estructura antigénica. Los ensayos realizados hasta la fecha con
vistas a la obtención de una vacuna contra la P.P.A. no han dado
resultados satisfactorios. Sin embargo, los estudios de inmunología
desarrollados en los últimos años podrían conducir a un conocimiento
más amplio de los fenómenos inmunológicos de la P.P. A.
I. — I N T R O D U C C I Ó N
La actividad epizoótica de la peste porcina africana ( P . P . A . ) durante los
últimos cinco años con su aparición en nuevas áreas de América, Africa y
Europa, ha puesto de manifiesto, una vez más, la permanente amenaza de
esta enfermedad para la industria porcina mundial.
El recrudecimiento importante de la enfermedad en 1977 en España y
Portugal y su aparición en 1978 en Malta, Cerdeña, Brasil, República Dominicana y Haití, así como en Cuba en diciembre de 1979, originó una situación
sanitaria alarmante con el riesgo de una expansión futura a otras áreas del
hemisferio occidental.
La aplicación de programas de control y erradicación en los países afectados y las medidas adoptadas en los países vecinos para prevenir la introducción de la enfermedad, apoyados por una importante cooperación internacional, han contribuido a una regresión progresiva de la actividad de la epizootia a partir de 1980 y a una notable disminución de casos en las áreas todavía
contaminadas de América y Europa.
Sin embargo, los períodos de remisión o pausas de la actividad epizoótica
de la peste porcina africana, seguidos de períodos de recrudecimiento, se han
repetido en la historia de esta enfermedad. La experiencia ha demostrado que
la difusión de la enfermedad en los períodos de activación generalmente fue
facilitada por la disminución de la vigilancia y la relajación en la aplicación
de las medidas sanitarias en los países afectados o amenazados. P o r ello, los
programas de prevención, control y erradicación actualmente en curso deber
ser reforzados al máximo precisamente en el presente período, cuando la fase
de difusión explosiva iniciada en 1977-1978 ha sido frenada y puesta bajc
control con importante disminución de la incidencia que ofrece mayores posibilidades de erradicación.
Los progresos de los actuales programas regionales de lucha sobre el terreno y los avances en el dominio del diagnóstico, la patogenesis de las infecciones inaparentes (portadores), la inmunología y el mejor conocimiento del
virus respecto a sus propiedades químicas y biológicas abren esperanzas de
una reducción a corto plazo de la amenaza actual de esta enfermedad sobre
los efectivos porcinos de numerosos países y de su futura erradicación en las
áreas afectadas.
En el presente documento son revisados algunos aspectos principales de la
situación actual de la P . P . A . con ocasión de su nueva etapa histórica de
extensión al hemisferio occidental. Esta revisión se refiere a la evolución
— 993 —
reciente, la epidemiología, diagnóstico, nuevos conocimientos científicos y
lucha sobre el terreno.
II. —
EVOLUCIÓN
D E LA
P.P.A.
(1977-1981)
América.
En Brasil los primeros focos declarados oficialmente aparecieron en mayo
de 1978 en Paracambí (Rio de Janeiro). El último foco declarado fue en
diciembre de 1979 y el total de focos extinguidos hasta esa fecha fueron 226
(1). En 1980 todos los casos sospechosos fueron negativos en las pruebas de
laboratorio. En 1981, hasta el mes de julio no había sido declarado oficialmente ningún nuevo caso. En la Reunión C . E . E . / F . A . O . de expertos sobre
P . P . A . en Cerdeña el 23-25 de septiembre de 1981, fue dada información de
la presentación en el mes de agosto de dos casos esporádicos con mortalidad
en las regiones del Sur del país. La vigilancia serológica en tres estados del
Sur (Sta. Catarina, Rio Grande do Sul y Paraná) detectó 0 , 3 % de sueros
positivos recogidos en mataderos, de una muestra de 49.643 cerdos. Los sueros positivos procedían del Estado de P a r a n á . Los sueros de Rio Grande y
Sta. Catarina fueron negativos (2). Está en curso un programa de lucha contra la P . P . A .
La República Dominicana (censo de 1.400.000 cerdos) fue afectada por la
enfermedad en febrero-marzo de 1978 y rápidamente se extendió por todo el
país. P a r a la erradicación eliminó todos los focos y realizó la despoblación
total de cerdos en 1980 con la cooperación de la F . A . O . , E . U . y la Agencia
de Desarrollo Internacional. P a r a realizar la repoblación fueron introducidos
a partir de julio de 1980 cerdos centinelas o « pilotos » para detectar virus
residual en las regiones del Este, Central, Nordeste y Norte-central. Quedando pendientes de este p r o g r a m a el Norte y la frontera con Haití. En 1981,
hasta septiembre, ningún caso de enfermedad clínica ha sido registrado y
todos los análisis serológicos de los cerdos introducidos han sido negativos
(3).
En Haití la enfermedad apareció en diciembre de 1978 y ha continuado su
presencia en el país bajo forma enzoótica durante 1979, 1980 y 1981 observándose discreto número de casos con manifestaciones clínicas. Una encuesta
serológica sobre 1.368 sueros de diversas procedencias detectó un 7 % de
casos positivos con infecciones inaparentes en la mayor parte, indicativas de
la presencia significativa de portadores del virus. En 1981 las Autoridades de
Haití con la cooperación de diversos países (E.U., Méjico, Canadá) y Organismos Internacionales ( F . A . O . e I.I.C.A.) han iniciado un programa de
erradicación de la enfermedad (9).
En Cuba fue detectada la P . P . A . por primera vez en 1971 y por segunda
vez en enero de 1980. Encuestas retrospectivas señalan la posibilidad de su
existencia en la provincia de G u a n t a n a m o en diciembre de 1979 antes del
diagnóstico de los primeros casos. La enfermedad se extendió a tres provin-
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cias, G u a n t a n a m o , Santiago de Cuba y Holguin, en las que fueron detectados 56 focos. Una de las provincias (Guantanamo) fue despoblada completamente para eliminar la enfermedad. Fueron sacrificados o muertos
173.287 cerdos, la mayor parte destruidos y la carne de los animales sanos de
las áreas vecinas fueron aprovechadas para el consumo h u m a n o . Después de
marzo de 1980 no ha sido registrado ningún nuevo caso. En el mes de septiembre de 1980, fue iniciada la repoblación introduciendo primero cerdos
rastreadores repartidos en las áreas afectadas para detectar la presencia de
virus residual. Esta prueba, terminada en diciembre de 1980 sin que fuera
detectado ningún caso, fue completada posteriormente con la repoblación de
las zonas afectadas (4, 10). En 1981, ningún caso ha sido registrado, considerando erradicado este segundo brote de la enfermedad.
Europa.
En España, afectada desde 1960, la P . P . A . ha evolucionado en los últimos años con una disminución importante de la incidencia. En el año 1977 se
registró un recrudecimiento alarmante con 1.780 explotaciones afectadas, la
mayor incidencia registrada en los últimos diez años. A partir de 1978 la
reducción progresiva del número de casos h a llegado en 1981 a 300 explotaciones afectadas declaradas hasta el mes de octubre de dicho a ñ o , que es la
incidencia más baja de los últimos diez años, después de la del año 1974.
H a n contribuido a esta evolución favorable de la incidencia, la transformación de la estructura del sector y la aplicación de nuevas orientaciones del
programa de erradicación reforzado recientemente con el apoyo financiero de
la C.E.E.
En Portugal ha disminuido significativamente el número de casos durante
los últimos años. Después del recrudecimiento registrado en 1977 con
5.017 explotaciones afectadas se ha producido una regresión progresiva de la
incidencia en los años sucesivos con 2.527 explotaciones afectadas en 1978,
440 en 1979, 257 en 1980 y 68 en los siete primeros meses de 1981. Se encuentra en curso un programa de control con la cooperación financiera de la
C.E.E.
En Cerdeña, la P . P . A . fue detectada en marzo de 1978 y hasta diciembre
de dicho año fueron declarados 19 focos. En los años siguientes se registraron 14 focos en 1979, 42 en 1980 y 4 en 1981 (hasta octubre). La enfermedad
persiste actualmente con carácter enzoótico favorecida por el sistema de producción familiar y el regimen de pastoreo y libertad de los animales, así como
por la ecología de la Isla.
En Malta, la repoblación continúa bajo control sin ninguna incidencia,
con la cooperación de la C.E.E. y F . A . O .
Africa.
La información disponible a través de la O.I.E. señala la siguiente incidencia declarada en los últimos años (1978-1981).
— 995 —
Angola comunicó 29 focos en 1978, 28 en 1979, 45 en 1980 y 23 focos en
1981 hasta el mes de septiembre.
Zimbabwe 1 caso en 1978 y otro en 1979, Sudán 2 focos en 1978, República Sud Africana 4 casos en 1978, 1 en 1979 y 1 en 1981 (hasta septiembre),
Mozambique 1 caso en 1979, Zambia 4 casos en 1979.
En Sao T o m é y Principe fue detectado el primer foco de P . P . A . en marzo
de 1979 en una granja de 70 animales que utilizaba los restos de comida de un
cuartel militar próximo a la granja, que recibía carnes de cerdo procedentes
de Angola. El 4 de abril fue establecido el diagnóstico por el Laboratorio de
Luanda (5). En mayo de 1979 habían sido sacrificados o muertos más de
7.000 cerdos (6). El Gobierno del país estableció un programa de control y
erradicación con la asistencia de la F . A . O . En 1980 y 1981 (hasta el mes de
septiembre) no se registra ninguna información oficial sobre la situación en el
Boletín del Servicio de información de la O.I.E.
En resumen, la evolución de la P . P . A . a nivel mundial ofrece un p a n o rama actual de regresión de la actividad epizoótica.
La enfermedad persiste enzoótica con disminución importante del
número de casos en España, Portugal, Cerdeña y Brasil. En Haití, la P . P . A .
se mantiene también enzoótica. N o se han presentado nuevos casos en la
República Dominicana, Cuba y Malta después de la despoblación de cerdos y
la repoblación bajo control realizada hasta este m o m e n t o .
III. — E P I Z O O T I O L O G Í A
Introducción y propagación de la P . P . A . en países libres de la enfermedad.
La entrada del virus en un país tiene lugar con la introducción de productos del cerdo o cerdos vivos procedentes de países infectados.
El origen de los primeros casos en los nuevos países afectados por primera
vez durante los últimos años (1978-1979), Malta, Cerdeña, Brasil, República
Dominicana, Haití y Sao T o m é y Principe, ha sido atribuido al igual que en
ocasiones anteriores en otros países a la alimentación de los cerdos utilizando
restos de las comidas de barcos o aviones. En el caso de países con fronteras
terrestres la propagación de la enfermedad desde el país contaminado puede
producirse por contacto entre los cerdos de ambos países a nivel de los campos de la frontera o por el tránsito no controlado de carnes infectadas o animales vivos (caso de la República Dominicana y Haití).
Una vez introducido el virus, los primeros casos de enfermedad generalmente pasan desapercibidos o confundidos con otros procesos del cerdo, particularmente con la peste porcina clásica, cuando esta última es endémica en
el país afectado.
A partir de los primeros enfermos es frecuente una fase inicial de difusión
por contacto con cerdos sanos que puede mantenerse algún tiempo dentro del
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área local del foco primario o extenderse a nuevas regiones distantes,
mediante movimientos comerciales de cerdos transportados en incubación o
enfermos. En esta fase y generalmente antes de ser identificada la P . P . A . ,
pueden ser sacrificados cerdos infectados para el abastecimiento familiar o de
poblaciones y las carnes contribuyen a la propagación del virus. La contaminación de los vehículos durante el transporte de cerdos enfermos, así como la
dispersión del virus por otros diversos vectores como el hombre, roedores,
aves, insectos, etc. aseguran la propagación de la enfermedad en el nuevo
país afectado.
Cuando no se consigue la erradicación completa de la enfermedad en sus
primeras fases y la mortalidad disminuye, los enfermos crónicos y los animales recuperados de la enfermedad constituyen u n a nueva fuente de virus para
el mantenimiento de la P . P . A . P o r último la persistencia de la enfermedad en
forma enzoótica en regiones con ciertas garrapatas (Ornithodorus) puede
facilitar la adaptación del virus a estas garrapatas que se convierten en reservónos del virus (21). Igualmente pueden ser infectados animales receptibles
de la fauna salvaje que participan posteriormente en la propagación de la
enfermedad, cuando toman contacto con el cerdo doméstico.
La demora del diagnóstico de la P . P . A . a su entrada en un país libre de la
enfermedad ha sido repetidamente la causa principal de que la difusión alcanzase proporciones importantes de difícil erradicación y pérdidas económicas
elevadas.
En las nuevas áreas contaminadas de América, la demora de la sospecha
en el campo de la presencia de esta enfermedad y el retraso en el diagnóstico,
así como la falta de infraestructura adecuada y de medios y programas para
la prevención y lucha contra la P . P . A . , facilitó la propagación perdiéndose la
oportunidad de erradicar los primeros focos.
En relación con el importante tema del retraso en el reconocimiento de la
P . P . A . , a su entrada en un nuevo país, las informaciones facilitadas por los
países de América, donde fue detectada la enfermedad, son u n a enseñanza
interesante para orientar los futuros esfuerzos en la lucha contra la enfermedad.
En la República Dominicana, la enfermedad apareció posiblemente en
febrero de 1979 y no fue identificada hasta 5 meses después, en julio de 1979.
En Haití, fue declarada oficialmente en enero de 1979, pero la enfermedad se
había introducido posiblemente dos meses antes a finales de 1978. P o r último
en Cuba, la P . P . A . fue diagnosticada por el Laboratorio de La H a b a n a el 30
de enero de 1980, pero se había manifestado en los últimos meses de 1979
(10).
Estas informaciones advierten de la posibilidad de que, en los países amenazados vecinos de áreas contaminadas, la P . P . A . puede estar inadvertida
desde hace tiempo confundida con otras enfermedades del cerdo. P o r ello,
están justificados los esfuerzos para mantener una adecuada información
— 997 —
educativa a nivel del campo, que facilite la sospecha precoz y una vigilancia
organizada para la recogida de muestras de los animales sospechosos que
deberán ser sometidos en rutina al diagnóstico diferencial de la P . P . A .
Contagio y difusión en los países con la enfermedad establecida.
En los países con la infección establecida desde hace largo tiempo como
España y Portugal, las fuentes principales del contagio directo son, como es
conocido, el cerdo enfermo, los portadores de infecciones inaparentes, las
garrapatas y los animales salvajes receptibles. En el contagio indirecto, las
fuentes de virus son los productos del cerdo y los vectores mecánicos, principalmente los vehículos de transporte contaminados y con menor importancia
el hombre por sus actividades profesionales (pastores, tratantes), otros mamíferos (roedores), aves y algunos insectos que pueden vehicular el virus.
Los mecanismos del contagio más frecuentes son el contacto con cerdos
enfermos y con portadores del virus, la ingestión de alimentos contaminados,
el contagio en los vehículos de transporte, la picadura de las garrapatas y
otros posibles vectores.
Como factores de propagación del virus, merecen atención particular los
movimientos de los animales ligados a las estructuras de producción y comercialización que cambian con la evolución y desarrollo de la industria del
cerdo en los países afectados. Constituyen uno de los factores más importantes en la diseminación de la enfermedad. El control de estos movimientos es
un serio problema que se agrava con el crecimiento de la población porcina y
el incremento de las operaciones comerciales.
En los países con la enfermedad establecida (Península Ibérica), la prevalencia de cada u n o de los mecanismos de contagio citados puede variar en el
curso del tiempo en función de las condiciones epizootiológicas, cambios en
las propiedades del virus (cepas de alta o baja virulencia), cambios en los sistemas de producción y comercialización, educación sanitaria de los granjeros, aplicación de medidas sanitarias, etc.
Una revisión en España durante el año 1981 sobre la frecuencia de los distintos mecanismos de contagio y difusión reveló los siguientes datos : el 65°7o
de los focos fueron originados mediante extensión por contactos entre granjas vecinas; el 1,7% fueron causados por residuos alimenticios; el 19% de los
focos fue asociado con la introducción de nuevos animales (en incubación,
enfermos o portadores); el 5 % fue atribuido a las garrapatas; el 5 , 8 % al contacto con el jabalí (Sus scrofa ferus) (15).
En los países con la enfermedad establecida, es importante, para centrar
los esfuerzos y medios disponibles en la neutralización de los mecanismos de
contagio y difusión prevalentes, la revisión periódica de la frecuencia de los
citados mecanismos implicados en la diseminación de la enfermedad.
— 998 —
Incidencia de la P . P . A . y sistemas de producción y comercialización.
La incidencia de la P . P . A . en los países con infección persistente guarda
estrecha relación con los sistemas de producción de acuerdo con las facilidades para el contagio que ofrecen los distintos sistemas.
Los sistemas de producción con mayores riesgos son la explotación familiar, la explotación extensiva y la explotación intensiva de engorde.
En los países con la infección persistente, el incremento de la producción
porcina y la concentración excesiva de granjas sin ordenación así como los
citados movimientos masivos de animales son factores que contribuyen a
mantener y activar la enfermedad.
La correlación entre la incidencia de la P . P . A . , las estructuras de producción, las áreas geográficas y los movimientos masivos de los lechones desde
las regiones productoras a las regiones importadoras dedicadas al engorde
han sido bien reflejadas en el estudio epizootiológico de la P . P . A . en la
Península Ibérica del informe preparado por el Dr. L. Blajan (26) p a r a la elaboración por la O.I.E. de un plan técnico y financiero de erradicación de la
P . P . A . en Europa.
En España, en los últimos años, el mayor número de casos se ha registrado en las explotaciones extensivas del Sur y Sureste y le siguió en importancia las explotaciones intensivas de engorde en el Nordeste (Cataluña) a
causa de las importaciones masivas de lechones de origen multiple. En Portugal, el número mayor de casos se ha registrado en las explotaciones familiares
del Centro y Norte del país y después en las extensivas al Sur del Tajo.
En Brasil, se pueden distinguir también dos áreas, los estados del Sur con
la industria del cerdo altamente tecnificada, donde el riesgo de infección es
mínimo y el área del Norte (Estado de Para) con explotaciones familiares,
cerdos en libertad, cerdos salvajes, terneros pantanosos, con mayor riesgo de
contagio y permanencia de la enfermedad.
Portadores del virus de la P . P . A .
Los portadores del virus de la peste porcina africana son animales con
infección persistente sin manifestaciones clínicas, aparentemente sanos
(infección inaparente o subclínica). Son cerdos supervivientes a la invasión
del virus que se han recuperado de trastornos clínicos más o menos graves o
que sufrieron inicialmente una infección discreta o subclínica.
El aumento de las formas subagudas, crónicas y subclínicas y el incremento de la supervivencia como consecuencia de la modificación espontánea
del virus y la pérdida de agresividad ha facilitado la creación de animales portadores de infecciones inaparentes.
En los últimos años, se ha atribuido gran importancia a los portadores en
el mantenimiento y propagación de la peste porcina africana, pero no se dis-
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pone de conocimientos suficientes sobre algunos aspectos necesarios para
valorar su verdadera participación en la difusión de la enfermedad, tales
como la frecuencia y distribución, la duración del estado de portador, la
capacidad p a r a transmitir la enfermedad por contagio directo o por la cadena
alimentaria, la persistencia de los anticuerpos, la activación clínica de la
infección inaparente por factores de stress, la transmisión intrauterina en los
portadores en diversas condiciones (viremia, activación clínica, cepas de alta
virulencia, reinfecciones, alteraciones inmunopatológicas).
Generalmente en la práctica existen dificultades para demostrar la responsabilidad de los portadores en el origen de los focos y frecuentemente una
parte de los focos de origen desconocido son atribuidos a los portadores sin
evidencia suficiente.
Actualmente la información sobre la frecuencia y extensión de los portadores es escasa. Algunos países con la enfermedad en estado enzoótico tienen
en curso programas de control y erradicación que incluyen la vigilancia serológica para detectar los portadores y se espera que en el futuro dispondrán de
datos sobre este tema.
En Brasil en 1979, el examen de 8.890 sueros de cerdos de 8 Estados para
autorización de traslados detectó anticuerpos de la P . P . A . en el 7,9%. En
otra pesquisa vinculada al programa de control, la vigilancia serológica sobre
una muestra de 49.643 cerdos de tres Estados del Sur de Brasil detectó el
0,3% de sueros positivos en el Estado de P a r a n á (2). En Haití, el examen de
1.368 sueros recogidos durante la evolución de la enfermedad sin programa
organizado de control detectó el 7 % de casos positivos.
En Portugal, la investigación de 25.000 sueros de cerdos aparentemente
sanos recogidos en el matadero reveló el 0 , 9 % de casos positivos y el 1,4%
de granjas contaminadas (18). En España, la investigación de 20.093 sueros
recogidos en 408 granjas de diversas regiones detectó el 0,75% de casos positivos y el 4 % de granjas contaminadas. El porcentaje de cerdos portadores en
las granjas con infecciones inaparentes oscilaba entre el 25 al 80% (15). En
Malta, en 2.409 sueros de 200 granjas recogidos en el matadero durante la
fase de difusión de la epizootia, fueron detectados el 3 2 , 5 % de casos positivos y el 12,8% de granjas con animales positivos.
Los porcentajes indicados son resultados de prospecciones en períodos y
condiciones diversas (sueros de granjas, o de mataderos) que tienen solamente un valor orientativo. Dichos porcentajes pueden variar con la ampliación de las prospecciones y con diferentes condiciones relacionadas con la
situación epizootiológica de la región de origen de los cerdos examinados,
con las fases de pausa y recrudecimiento de la enfermedad, aplicación de programas de control y erradicación, etc.
La duración del estado de portador en las actuales condiciones epizootiológicas con disminución de la virulencia del virus no ha sido estudiada suficientemente. Durante muchos años, fue estimado que los cerdos recuperados
— 1000 —
de la enfermedad quedaban portadores toda su vida. En el presente existe la
evidencia de que en gran parte de los portadores, no se detecta virus infeccioso después de cierto período de postinfección.
En Portugal, las investigaciones en 8 cerdos con anticuerpos, supervivientes de la enfermedad, sacrificados a los 5 meses de postinfección, no fue
encontrado virus infeccioso en numerosos órganos examinados (19). En
España, en un ensayo similar, el examen de varios cerdos con anticuerpos
recuperados de la enfermedad natural y sacrificados a los 5 y 10 meses de
postinfección no detectó virus infeccioso (15). En cerdos recuperados de la
infección experimental con virus de Malta, n o fue detectado virus infeccioso
entre los 6 y 16 meses después de la remisión de la fiebre (20). Deben ser continuados estos estudios para conocer la persistencia del virus.
La capacidad de los portadores para transmitir la enfermedad está condicionada por factores no bien conocidos todavía. Repetidas experiencias han
demostrado que el contagio entre portadores sin signos clínicos y cerdos
sanos generalmente n o se produce, pero c u a n d o la infección inaparente se
activa clínicamente por factores de stress (transporte, hipoalimentación,
etc.), el contagio puede establecerse. Sin embargo, existen también observaciones que demuestran que este contagio por el portador activado en la práctica no se produce en todos los casos.
Recientes estudios en España han comprobado que cerdos portadores de
la infección natural, con anticuerpos, n o transmitieron la enfermedad a cuatro cerdos receptibles después del contacto de 3 meses entre el sexto y noveno
mes de postinfección de los portadores, sin desinfección de los locales (15).
Ensayos en Portugal comprobaron que 47 cerdos supervivientes con anticuerpos no transmitieron la enfermedad a 4 cerdos receptibles después de un año
de contacto sin desinfección de locales. En el curso del ensayo 3 portadores
murieron de P . P . A . aguda por reactivación de la infección y no se observó
contagio de los cuatro cerdos receptibles (19). En las fases precoces de la
infección inaparente, 18 días después de la remisión de la fiebre, los cerdos
portadores pueden transmitir la enfermedad por contacto (20).
C.A. Mebus y A . H . Dardiri (29) observaron que dos grupos de cerdos
inoculados con virus de Brasil y República Dominicana y recuperados de la
infección no transmitieron la enfermedad por contacto a cerdos receptibles,
después de 135 y 110 días de postinfección.
Respecto a la transmisión intrauterina de la enfermedad por los portadores, investigadores portugueses comprobaron recientemente que 20 camadas
de lechones hijos de madres portadoras tenían anticuerpos maternales que
desaparecieron a los 3 meses y se desarrollaron de forma normal (19). También en España se ha observado el nacimiento de lechones de madres portadores sin transmisión de la enfermedad. Estas observaciones parecen descartar la importancia de la transmisión intrauterina en los portadores aparentemente sanos, pero este tema también debe ser objeto de nuevos estudios en
las actuales condiciones de la epizootia.
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La concentración del virus en los tejidos del portador es pequeña, siempre
inferior que en el cerdo enfermo y su distribución en los órganos es irregular.
Es frecuente que después de cierto período de postinfección, el virus se
encuentre localizado solamente en algún ganglio linfático. Recientes investigaciones en España h a n c o m p r o b a d o concentraciones de virus entre 10 a
10 D H A por gramo de tejidos en diversos órganos de portadores sacrificados a los 45 días de postinfección (15).
0,6
3
5 0
La persistencia de los anticuerpos en los portadores n o es bien conocida
pero se mantienen largo tiempo. En España y Portugal, han sido detectados
anticuerpos después de 12 meses de postinfección (15, 19). El título de anticuerpos en el suero fue entre 1:160 y 1:1280 a los 5 meses de la postinfección
y entre 1:160 y 1:640 a los 10 meses en determinaciones en España (15) y
entre 1:400 y 1:6400 a los 5 meses en observaciones recientes en Portugal
(19). Las cantidades pequeñas de virus y la presencia de anticuerpos limitan
posiblemente la capacidad para la transmisión de la enfermedad.
Contagio por garrapatas.
La persistencia de la enfermedad en las áreas donde existe el argásido del
género Omithodorus puede facilitar la adaptación del virus a los tejidos de la
garrapata que se transforma en un reservorio del virus.
En España, fue demostrada en 1963 la presencia del virus en el Omithodorus erraticus existente en el Sur y Suroeste del país así como la transmisión
de la enfermedad al cerdo por esta garrapata. El virus fue aislado en cultivo
de leucocitos a partir de garrapatas de granjas donde habían muerto cerdos
de P . P . A . (21). El Omithodorus t o m a el virus cuando se alimenta de sangre
de cerdos con peste porcina africana y transmiten la enfermedad cuando
hacen u n a nueva t o m a de sangre para alimentarse. Estos estudios fueron confirmados posteriormente en Africa con el aislamiento del virus en el Omithodorus moubata (22, 23, 24). Estudios realizados en España comprobaron la
persistencia del virus en la garrapata hasta ocho años (C. Sánchez Botija y
col., resultados n o publicados).
Estos conocimientos h a n sugerido la posibilidad de creación de nuevos
futuros reservorios en las garrapatas de las áreas de Latino-América recientemente afectadas y h a n planteado la necesidad de investigaciones para conocer
la distribución de estas garrapatas en los países libres o afectados por la
enfermedad. En investigaciones en Estados Unidos, fue comprobado en condiciones experimentales que el Omithodorus coriaceus, existente en dicho
país, puede mantener el virus durante 77-118 días (25).
Fauna salvaje y reservorios de virus de la P . P . A .
En Africa, los cerdos salvajes Phacochoerus aethiopicus y Potamochoerus porcus mantienen el virus de la peste porcina africana. E n diversas regiones de Africa, existe correlación entre la presencia de la enfermedad y los
citados cerdos salvajes. Estudios recientes en Africa del Sur h a n encontrado
— 1002 —
una estrecha relación entre la distribución de los cerdos salvajes Phacochoerus con anticuerpos y las áreas con garrapatas contaminadas con el virus de
la P . P . A . (Ornithodorus) (24).
En Europa, el jabalí (Sus scrofa ferus) es un cerdo salvaje receptible al
virus que adquiere la enfermedad generalmente por contacto con los cerdos
domésticos (27). Puede propagar la enfermedad entre la población de jabalíes
y también es fuente de virus para el cerdo doméstico.
La posible creación de portadores entre la población de estos cerdos salvajes podría dar origen a un nuevo reservorio de virus en la fauna salvaje de
los países del Sur de Europa. En recientes trabajos en España, p a r a determinar la posible existencia de portadores entre los cerdos salvajes, fueron investigados la presencia de virus y de anticuerpos en 84 jabalíes de las montañas
de diversas regiones del país cazados en los últimos años, obteniendo resultado negativo. De otra parte, fueron examinados 67 animales enfermos o
muertos encontrados en las mismas regiones. En 23 fue encontrado el virus
pero no fueron detectados anticuerpos y en 3 fueron revelados el virus y los
anticuerpos (15). Estos estudios no detectaron portadores entre los cerdos
salvajes cazados y parecen indicar que actualmente padecen la P . P . A . aguda
mortal. P o r ello, su papel en la propagación de la enfermedad está limitado
actualmente a los contactos esporádicos con los cerdos domésticos y al contagio de sus congéneres que finalmente mueren.
En Portugal, datos recogidos en el Instituto Nacional de Veterinaria sobre
análisis de jabalíes encontrados muertos en los años de 1975 a 1977 parece
confirmar la misma situación que en España respecto de la mortalidad entre
estos animales salvajes originada por la P . P . A . (31).
Sin embargo, estos resultados no excluyen la posibilidad de que, en el
futuro, cepas de baja virulencia puedan introducirse en esta fauna salvaje y
originar portadores y nuevas reservas de virus. Estas investigaciones epidemiológicas deberían ser continuadas y reforzadas en Cerdeña, Portugal y
España.
Supervivencia del virus de la peste porcina africana en los productos
derivados del cerdo (charcutería, salazón, conservas).
En los productos alimenticios derivados del cerdo, pueden ser incluidas
eventualmente carnes de animales infectados con el virus de la peste porcina
africana que pueden pasar desapercibidos en el matadero por estar en
período de incubación o porque son formas inaparentes sin signos clínicos ni
alteraciones morfológicas sospechosas (portadores). Dichos productos pueden ser una fuente potencial de difusión de la enfermedad si el virus persiste
después del proceso de elaboración y sus restos son utilizados para la alimentación del cerdo.
Es de gran interés para la epidemiología de la peste porcina africana, y en
particular para el comercio de los productos del cerdo, el conocimiento de la
— 1003 —
persistencia del virus después del proceso de elaboración de dichos productos. Sin embargo, los trabajos experimentales realizados hasta la fecha para
determinar el efecto sobre el virus del procesado de los múltiples productos
alimenticios derivados del cerdo son muy limitados.
M. A. Díaz Yubero (63), en su informe sobre la supervivencia del virus de
la peste porcina africana presentado a la O.I.E. en relación con el Tema II de
la 5 0 Sesión General, expone las experiencias realizadas recientemente en
España con productos sometidos a tratamiento térmico (jamón cocido tipo
York) y con productos elaborados sin tratamiento térmico, mediante secado,
fermentaciones y salazones (salchichón, chorizo, lomo, j a m ó n curado).
Seguidamente se resumen los principales resultados.
a
En dichos experimentos con el j a m ó n cocido tipo York realizados en 1981
por los Servicios de Sanidad Animal del Ministerio de Agricultura y el Departamento de Virología Animal de Madrid del Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias fueron preparadas piezas de j a m ó n de 400-600 gramos utilizando carnes de cerdo infectado que contenían 1 0
a 1 0 dosis H A de
virus de la peste porcina africana por gramo. En la sangre de los cerdos el
título del virus fue de 10 D H A . Las piezas fueron inyectadas con 2 8 % de
solución de salmuera a 7 ° C , mantenidas a 4 ° C durante 20 horas y envasadas
en latas cerradas de 400 gramos de capacidad (de 40 m m de altura, 140 m m
de largo y 100 m m de ancho).
4 , 2 5
5,2
5 0
6
5 0
Diferentes grupos de latas fueron calentadas a 65°C una hora, y a 75°C
una hora, dos horas y dos horas y media alcanzando el centro del j a m ó n al
final de los períodos señalados 46°C, 60°C, 75°C y 75°C respectivamente.
En las latas calentadas dos horas y media, la temperatura de 75°C en la masa
muscular fue mantenida 30 minutos. Otras latas sin tratamiento térmico fueron utilizadas como controles. Todas las latas fueron enfriadas en agua corriente quince minutos y conservadas a 4 .
o
Las pruebas p a r a detectar el virus en las latas sometidas a las diferentes
temperaturas ensayadas resultaron negativas en todos los casos. Las técnicas
para dichas pruebas fueron la inoculación a cultivos de leucocitos de cerdo y
a cerdos receptibles. Estos resultados demuestran que las temperaturas y condiciones utilizadas habitualmente en la elaboración del j a m ó n cocido tipo
York (70°C a 75°C) inactivan completamente el virus eliminando el riesgo de
propagación de la enfermedad con estos productos. Se puso de manifiesto en
estas experiencias que temperaturas de 46°, inferiores a las habitualmente utilizadas, inactivan igualmente el virus.
En los experimentos con productos no cocidos, fueron elaboradas por los
métodos standard salchichón, chorizo, lomo y j a m ó n curado utilizando carnes con 10 a 10 D H A de virus por gramo. En el tipo salchichón la mezcla de carne y aditivos es embutida en tripa de cerdo de 60 m m de diámetro y
en tripa de oveja de 36 m m . Seguidamente se mantienen durante 16 horas en
cámara a 22°C y 8 5 % de humedad. Después son llevadas al secadero a 17°
durante 30 días.
3,7
4,7
5 0
— 1004 —
Las pruebas para la determinación del virus residual demostraron la persistencia del virus en estos productos « crudos » entre 3 y 5 meses. Las pruebas en la médula ósea de los jamones después de 5 meses fueron negativas.
Los resultados demuestran que los citados productos crudos son un riesgo
potencial de difusión de la peste porcina africana si sus residuos son utilizados para la alimentación del cerdo en el período de tiempo señalado.
Algunos tipos de jamones y lomos con denominación de origen, elaborados generalmente con carnes de cerdo ibérico, requieren necesariamente para
su maduración un tiempo mínimo entre 9 y 12 meses para poder ser comercializados. Este período de tiempo es superior al requerido p a r a la inactivación del virus y elimina el riesgo de transmisión de la enfermedad.
Los resultados de los citados estudios en España sobre la estabilidad del
virus de la peste porcina africana en el j a m ó n sometido a tratamiento térmico
(tipo York) están de acuerdo con las experiencias similares de P . D . McKercher, W . R . Hess y F. H a m d y (64) realizadas en el Centro de Enfermedades
Animales de Plum Island del Departamento de Agricultura de Estados Unidos publicados en 1978.
En las experiencias de McKercher y col., fueron preparadas piezas de
j a m ó n de 800 gramos con carnes que contenían 1 0
D H A de virus por
gramo. Las piezas fueron inyectadas con 16% de solución de salmuera y
sumergidas en la misma solución 24 horas. Las piezas fueron envasadas en
cajas metálicas cerradas y calentadas en baño de agua a 37° elevando gradualmente la temperatura durante 3 y 1/2 horas hasta alcanzar 69° en el
j a m ó n . Después fueron enfriadas y conservadas a 4 ° . El título del virus en el
jamón salado antes de calentado investigado dos días después del sacrificio
del cerdo fue de 10 a 1 0 , , pero después del tratamiento térmico el virus
quedó completamente inactivado y no fue recuperado mediante las pruebas
realizadas a los 5 días utilizando la inoculación de cultivos de leucocitos y de
cerdos receptibles. Estos resultados demuestran que la temperatura ensayada
de 69° alcanzada al término de 3 y 1/2 horas inactiva completamente el virus.
3,75
5 0
2
3
75
Ambas experiencias en Plum Island y en Madrid ponen de manifiesto que
el virus es poco estable al calor en el j a m ó n cocido tipo York y que el procesado habitual inactiva con garantía el virus de la peste porcina africana.
McKercher y col. (64) han aportado también datos interesantes respecto
al virus residual en productos del cerdo no cocidos, ahumados y secados, preparados con carnes que contenían 1 0
D H A de virus por g r a m o . En estas
experiencias la carne fue picada finamente y mezclada con los aditivos similares a los utilizados en España para el tipo salchichón con pequeñas diferencias (sal, azúcar, dextrosa, nitrito y nitrato sódico, ajo, pimienta y alternativamente pimentón). Después de mantener esta mezcla a 4 ° C 48 horas, fue
adicionado un cultivo ácido láctico y la mezcla fue embutida en tripas de
37,5 mm y de 25 m m . Estos preparados fueron mantenidos 48 horas a 20° y
6 8 % de humedad y seguidamente una parte de ellos ahumados con humo de
3,75
5 0
— 1005 —
leña de nogal durante 12 horas en cámaras a 32° y 8 0 % de humedad y otras
12 horas a 49° y 5 8 % de humedad. Después fueron mantenidos en cámara de
secado a 11° y 7 2 % de humedad relativa durante un período no inferior a
25 días. Otra parte de estos preparados (embutidos en tripa de 25 mm) fueron ahumados 8 horas solamente en cámara a 32°, 8 5 % de humedad y secados a 11° y 7 2 % de humedad relativa durante 16 días como mínimo.
Las pruebas para detectar el virus después del a h u m a d o y antes del secado
fueron positivas, pero las pruebas de recuperación del virus en estos productos después de ahumados y secados realizadas a 30 y 60 días de la elaboración
fueron negativas. En los productos ahumados 12 horas a 32° más 12 horas a
49°, la inactivación fue más rápida que en los preparados ahumados 12 horas
a 32°.
Los resultados con dichos productos ponen de manifiesto la inactivación
del virus por el a h u m a d o y secado en dichos productos una vez pasado el
tiempo requerido para su procesado completo.
La información disponible sobre la persistencia de este virus expuesta en
este documento se refiere a un número limitado de productos de cerdo, y
dado que en el mercado existe una gran diversidad de preparados, es recomendable que las investigaciones sean continuadas y reforzadas para determinar el virus residual en otros tipos de preparados del cerdo.
IV. — C A R A C T E R E S
CLÍNICOS
Los síntomas de la P . P . A . son muy similares a los de la peste porcina clásica y en la práctica no es posible una diferenciación segura entre las dos
enfermedades. En el c a m p o , generalmente sólo puede observarse una entidad
clínica : la peste porcina; y su naturaleza africana o clásica, aunque pueda ser
sospechada en algunos casos, solamente puede establecerse definitivamente
mediante el diagnóstico de laboratorio.
En la situación epizootiológica actual, la P . P . A . puede introducirse en un
país clínicamente y permanecer sin ser reconocida confundida con la peste
porcina clásica.
Las formas clínicas actuales son la aguda, subaguda, crónica y subclínica.
En un mismo foco o granja, pueden aparecer las diferentes formas clínicas.
Generalmente, la enfermedad se inicia con formas agudas o subagudas y después aparecen los casos crónicos y subclínicos dependiendo de la actividad
del foco y de la aplicación de medidas sanitarias. También pueden comenzar
los focos con casos crónicos y manifestaciones clínicas discretas de curso insidioso de difícil identificación. Estos casos son menos frecuentes que los agudos y subagudos, pero tienen gran importancia epidemiológica porque
cuando se presentan en un área indemne, pueden permanecer sin ser reconocidos hasta que son revelados por una fase de recrudecimiento con formas
agudas y mortalidad elevada.
— 1006 —
Las formas crónicas y subclínicas han aparecido en el curso del tiempo
incrementándose paralelamente con la disminución de la virulencia del virus.
En los países donde se aplican medidas de control, no es posible conocer
exactamente el porcentaje de las distintas formas clínicas. Si el sacrificio de
los animales es precoz, solamente se observan las formas agudas prevalentes
generalmente al comienzo de los focos y cuando el sacrificio se demora o no
se realiza, las formas prevalentes en el cálculo final son subagudas, crónicas y
subclínicas.
El período de incubación en el medio natural es variable, dependiendo de
diversos factores (virulencia y dosis del virus, resistencia, etc.). Generalmente
oscila entre 4-6 días en las formas agudas y entre 6-8 días en las formas subagudas.
Los síntomas de las formas agudas y subagudas son similares y se diferencian por la intensidad y la duración del curso clínico. Fiebre de 40-42°C, que
durante los 2-4 días primeros no se acompaña de trastornos (fase febril presintomática). Después inapetencia, temblores, adinamia, conjuntivitis discreta, alteraciones circulatorias y vasculares, estreñimiento, vómitos, enterorragías, disnea, tos, trastornos motores nerviosos (parexia, ataxia, convulsiones). La muerte sobreviene entre los 4-6 días de sintomatologia en los casos
agudos y entre los 6 y 10 días en los subagudos. Es frecuente el aborto que
aparece en muchos casos como el primer signo de la presencia de la enfermedad.
El tiempo entre la entrada del virus y la muerte del animal en estas formas
se ha prolongado en los últimos años, posiblemente en relación con la disminución de la virulencia del virus. En las formas agudas, es aproximadamente
de 12 a 14 días y en las subagudas de 15 a 20 y más raramente hasta 30 días,
incluyendo por lo tanto la incubación, la fase febril sin síntomas, que pasa
desapercibida, y el período de síntomas visibles.
En las formas crónicas, los síntomas son fiebre irregular y ondulante (3940°C), adinamia, inapetencia, pérdida de peso, retraso en el crecimiento, tos
y artritis. En algunos focos pueden aparecer lesiones de piel (nodulos, úlceras, áreas de necrosis y pérdida de substancia) a nivel de las orejas, jeta,
tronco y articulaciones. La intensidad de estos signos varía desde el cuadro
completo señalado a simples manifestaciones discretas de pérdida de peso,
tos y oscilaciones térmicas. El período con síntomas es de 20-30 días o más
con alternativas de remisión y activación de los síntomas. U n a parte de los
casos se recupera y quedan con infección subclínica y otra parte muere a
intervalos separados. Estas formas evolutivas pueden confundirse finalmente
con otros procesos del cerdo.
Los casos subclínicos se originan por la infección con cepas de virus de
campo de baja virulencia o por la recuperación de los animales que sufren
una infección aguda, subaguda o crónica de la P . P . A . hasta quedar normales
aparentemente pero portadores de lesiones discretas y del virus. Estos casos
— 1007 —
pueden activarse y transformarse en formas agudas que generalmente termina con la muerte. En esta forma clínica se incluyen los portadores cuyo
estudio se hizo anteriormente.
Respecto a las lesiones macroscópicas de las formas agudas y subagudas
en las áreas enzoóticas, actualmente ha disminuido notablemente la incidencia de las lesiones hemorrágicas intensas características de la P . P . A . y han
aumentado las alteraciones similares a las de la peste porcina clásica y las
alteraciones discretas poco significativas. A h o r a son los ganglios linfáticos
los órganos que presentan mayor frecuencia de lesiones hemorrágicas intensas características de la P . P . A . (42%); en el bazo, las lesiones características
aparecen en el 1 8 % , y en el riñon el 7 % .
En las formas crónicas se presentan en unos casos las alteraciones conocidas de pleuritis pericarditis, neumonía, artritis, ganglios con hemorragias y
lesiones cutáneas de úlceras y necrosis, y en otros casos, solamente alteraciones vasculares de la piel, pulmón congestivo, ganglios con hiperplasia y
edema, bazo y riñon sin alteraciones apreciables. Los casos subclínicos presentan edema y hemorragias discretas en los ganglios linfáticos.
En los nuevos países afectados, las lesiones observadas en Malta y Cerdeña fueron en general muy intensas, características de la P . P . A . aguda y de
las cepas de alta virulencia (28).
En Brasil, República Dominicana, Haití y Cuba, se observaron las lesiones de la P . P . A . en cierto número de los casos agudos al iniciarse los primeros focos. En las fases posteriores, las lesiones fueron similares a las de la
peste porcina clásica y en otros casos fueron observadas lesiones poco significativas para el diagnóstico.
La evolución inicial de los focos de P . P . A . comienza generalmente aparentemente con la muerte de un animal o la aparición de algunos enfermos, y
el resto de los animales permanecen normales durante 10-12 días. Después de
este período, aparece gran número de enfermos que mueren en los plazos de
las formas agudas y seguidamente, como ya hemos indicado, la mortalidad se
mantiene o disminuye espectacularmente. La duración de la evolución de los
focos no se puede precisar cuando se aplican medidas de control, pero en
general depende de la virulencia de la cepa, del número de animales, de las
condiciones higiénicas, de las medidas sanitarias, etc. En los focos con formas agudas prevalentes y alta mortalidad, puede durar 30-45 días y si prevalecen las formas subagudas, crónicas y subclínicas, la actividad clínica se
mantiene 2-4 meses y a intervalos de meses pueden agravarse y morir animales que parecían recuperados.
Mortalidad.
La mortalidad es un aspecto importante para la caracterización actual de
la P . P . A . Las tasas de mortalidad en los países con la enfermedad durante el
período 1978-1981 han sido muy variables de unos focos a otros en los dife-
— 1008 —
rentes países y no pueden ser establecidas con exactitud en las áreas donde se
aplican programas de sacrificio precoz. En general, la mortalidad ha disminuido y la supervivencia de animales ha aumentado comparativamente con
las características dramáticas primitivas de la enfermedad. La causa de esta
disminución de la mortalidad ha sido asociada con la presencia en algunos
países de cepas del virus que en el campo se comportan con baja virulencia.
C o m o resumen de la situación actual, podemos recordar que han sido
observados focos con prevalencia de formas agudas de mortalidad elevada
(70-80%) mantenida durante la duración del foco. Otros focos presentaron
mortalidad elevada en los primeros días que disminuyó rápidamente en grado
notable en días posteriores y por último hay que citar los focos de enfermedad con manifestaciones clínicas discretas, poco características, insidiosas
con mortalidad inicial muy pequeña (2 o 3 animales) o ninguna.
En Malta, predominaron las formas agudas y la mortalidad elevada. En
Brasil, fueron observadas amplias variaciones de mortalidad y morbilidad,
desde la muerte de todos los animales a la muerte de muy pocos (1 o 2). El
primer diagnóstico de la P . P . A . en Brasil fue realizado en un foco con prevalencia de casos agudos y mortalidad muy elevada. En general en los tres países : Brasil, República Dominicana y Haití, la mortalidad fue muy elevada
(80-100%) en los primeros focos y después disminuyó notablemente hasta el
3-7%. La baja mortalidad ha sido el carácter dominante en Haití, en la fase
sin programa de control. En Cuba, en los primeros focos, la mortalidad fue
del 6 3 % y posteriormente disminuyó al 3 0 % en los últimos focos (10). En la
Península Ibérica, la mortalidad ha oscilado generalmente de unos focos a
otros, entre el 10 y el 8 0 % . También se observaron focos de baja mortalidad
y manifestaciones clínicas discretas poco significativas como ya ha sido
expuesto en diversas publicaciones.
V. — D I A G N Ó S T I C O
El diagnóstico clínico de la P . P . A . en los países o regiones donde también
existe la peste porcina clásica, como sucede en los países actualmente afectados de Europa y América, ofrece grandes dificultades por la gran semejanza
entre los síntomas y lesiones de las dos enfermedades. P o r este motivo el diagnóstico definitivo solamente puede establecerse con seguridad mediante el
laboratorio.
Sin embargo, en el campo es posible la sospecha o el diagnóstico presuntivo de la P . P . A . cuando se presenta bajo formas hiperagudas o agudas de
elevada mortalidad con los síntomas y las graves lesiones hemorrágicas repetidamente descritas. Pero tales casos sospechosos deben ser confirmados
siempre por el laboratorio para su diferenciación con la peste porcina clásica
u otros procesos del cerdo.
Por el contrario, es difícil la sospecha en el campo de la presencia de la
P . P . A . cuando aparecen formas clínicas de curso lento, evolución insidiosa,
— 1009 —
baja mortalidad con síntomas y lesiones discretas no características o cuando
se trata de casos subagudos semejantes a la peste porcina clásica endémica en
el país. En estos casos el diagnóstico clínico y el control presenta dificultades
importantes, particularmente en la fase inicial de la invasión de países indem­
nes. Este puede haber sido el caso de la P . P . A . en algunos países de América
Latina y el foco de Francia en 1974 (30).
El problema importante planteado por estas formas clínicas para los paí­
ses amenazados por la proximidad a las áreas contaminadas es la demora en
el campo de la sospecha de la presencia de la P . P . A . , el retraso de la recogida
de muestras y del diagnóstico de laboratorio y el riesgo de que sea ignorada la
presencia de la enfermedad confundida con otros procesos del cerdo hasta
que la activación clínica y la aparición de formas agudas de evolución dramá­
tica induzca sospechas.
D I A G N Ó S T I C O DE L A B O R A T O R I O
Dado que no existe vacuna para la profilaxis de la enfermedad y el con­
trol se realiza exclusivamente con severas medidas sanitarias, la rapidez y
seguridad del diagnóstico de laboratorio son factores básicos en la lucha con­
tra la P . P . A .
La tecnología del diagnóstico de esta enfermedad ha progresado notable­
mente, y en el m o m e n t o presente significa un apoyo fundamental para las
nuevas orientaciones de los actuales programas de control y erradicación.
En la situación epidemiológica actual, no es posible resolver el diagnós­
tico con una sola técnica y es necesario utilizar en cada caso el método a p r o ­
piado. Existe disponible una serie de técnicas cuyo orden de utilización está
condicionado por su rapidez, simplicidad, seguridad y sensibilidad. La
infraestructura del diagnóstico de la P . P . A . requiere laboratorios con el
equipo de material adecuado y especialistas entrenados en las técnicas de dia­
gnóstico diferencial.
El diagnóstico de la P . P . A . puede realizarse con dos finalidades : la iden­
tificación de la enfermedad en animales con manifestaciones clínicas (muer­
tos o enfermos) y la detección de cerdos portadores del virus aparentemente
sanos.
El diagnóstico de los casos de P . P . A . procedentes de los focos con activi­
dad clínica puede ser realizado mediante la identificación del virus y por la
detección de anticuerpos. Las técnicas actualmente en uso, brevemente
comentadas y cuyo detalle puede encontrarse en la bibliografía, son las
siguientes :
Identificación del virus.
Los métodos actualmente en uso son la inmunofluorescencia directa
(I.F.D.), la reacción de hemoadsorción y la inoculación al cerdo (32). Otros
— 1010 métodos han sido desarrollados, pero por diversas condiciones tienen menor
interés práctico para el diagnóstico de rutina (doble difusión en gel de agar,
radioinmunoensayo, enzimoinmunoensayo).
Identificación del antígeno viral por inmunofluorescencia directa (I.F.D.).
La identificación del antígeno viral se realiza con la inmunoñuorescencia
directa. Es una técnica rápida de sensibilidad elevada para las formas hiperagudas y agudas de curso rápido mortal. Se aplica sobre impresiones o cortes
congelados de bazo, pulmón, ganglios linfáticos, riñon o tonsilas. Su sensibilidad en dichas formas clínicas es del 70-80% (33). Sin embargo, esta sensibilidad ha disminuido notablemente en los últimos años, hasta el 4 0 % para el
diagnóstico de las formas subagudas, crónicas y las de curso lento o insidioso, que se presentan ahora con más prevalencia en las áreas enzoóticas
(Península Ibérica) (32).
La explicación de esta pérdida de sensibilidad es la presencia de abundantes anticuerpos en los animales infectados por las cepas de virus actualmente
circulantes y que bloquean la coloración del material antigénico con los anticuerpos fluorescentes. Esta técnica es utilizada también para completar el
examen de los cultivos de leucocitos para identificar el virus en los casos de
cepas no hemoadsorbentes y para confirmar el resultado negativo de tales
cultivos inoculados con las muestras de campo (32). La prueba de identificación del antígeno viral por la I . F . D . es complementaria de la detección de
anticuerpos en la misma muestra por la inmunofluorescencia indirecta
(I.F.I.) que exponemos más adelante. Entre las dos pruebas se consigue
detectar entre el 85-95% de los casos de P . P . A .
Reacción de hemoadsorción en cultivos de leucocitos (H.A.D.).
La reacción de hemoadsorción es la prueba más sensible para la identificación del virus (34). Sin embargo, es más laboriosa y requiere más tiempo
que las técnicas de inmunofluorescencia. Habitualmente se reserva, en los
laboratorios con experiencia, para el diagnóstico de los casos sospechosos
que resulten negativos con las técnicas de inmunofluorescencia directa e indirecta.
Para esta prueba son utilizados cultivos de leucocitos de sangre de cerdo
(35, 36, 38) o bien de médula ósea. Los cultivos son inoculados con suspensión de bazo, pulmón, ganglios linfáticos. La sensibilidad es del 9 8 , 5 % y ha
sido empleada a gran escala con resultados satisfactorios (37).
Cierto número de muestras de campo positivas (formas subagudas o crónicas) requieren uno o dos subinoculaciones en cultivos de leucocitos para
producir el fenómeno de la hemoadsorción. Un porcentaje pequeño de cepas
de campo producen solamente electo citopático sin hemoadsorción (cepas no
hemoadsorbentes). Esta técnica se completa con el examen por inmunofluorescencia directa del sedimento celular de los cultivos inoculados p a r a confirmar los resultados negativos y para detectar las cepas no hemadsorbentes
(39).
— 1011 —
Inoculación al cerdo.
La inoculación al cerdo para la detección del virus en las muestras de
campo es usada excepcionalmente en los países con experiencia en las otras
técnicas. Pero es la técnica utilizada para la confirmación de la P . P . A . en los
primeros casos de los países indemnes. Son utilizados cerdos receptibles y cerdos inmunizados contra la peste porcina clásica para la diferenciación con
esta última enfermedad. Si los cerdos enferman o mueren, son examinados
con la inmunofluorescencia directa y la reacción de la hemoadsorción. Si no
mueren, son investigados anticuerpos en el suero mediante las técnicas de
inmunofluorescencia indirecta y la inmunoelectroosmoforesis.
Diagnóstico mediante detección de anticuerpos.
La investigación de anticuerpos para el diagnóstico de la P . P . A . se aplica
a los animales muertos, a los enfermos crónicos y a los animales con enfermedad subclínica. Los métodos utilizados son la inmunofluorescencia indirecta (I.F.I.) para detectar anticuerpos en los tejidos de los animales muertos
o en el suero de los sospechosos, la inmunoelectroosmoforesis (I.E.O.P.) y el
enzimoinmunoensayo (ELISA).
Detección de anticuerpos en tejidos por inmunofluorescencia indirecta.
En la situación presente de la epizootia, la mayor parte de los cerdos que
mueren de P . P . A . tienen anticuerpos específicos y virus en los tejidos. La
identificación de los anticuerpos extraídos de los tejidos es un nuevo método
rápido sensible y específico de gran eficiencia para el diagnóstico, particularmente en las formas subagudas y crónicas prevalentes en las áreas enzoóticas
(32).
En los últimos años, la detección de anticuerpos en los tejidos por inmunofluorescencia indirecta se ha revelado más sensible para el diagnóstico de
las formas subagudas y crónicas, que la detección del antígeno viral en los
mismos tejidos por la inmunofluorescencia directa. La posibilidad de detectar anticuerpos en los tejidos facilita el diagnóstico rápido a causa de que las
primeras muestras de campo que se reciben en el laboratorio son los tejidos
recogidos de los animales muertos.
Los anticuerpos pueden ser extraídos de diferentes órganos (bazo, ganglios linfáticos, pulmón) pero preferentemente se investigan en los exudados
o en el plasma que fluye espontáneamente de los tejidos enviados al laboratorio (32). C o m o antígeno se utilizan monoestratos de cultivos de líneas celulares infectados con un virus de la P . P . A . adaptado al cultivo celular (40). Este
método ha detectado en España, en el período de 1978 a 1981, la cifra media
anual del 8 8 , 8 % del total de casos positivos de P . P . A . En Portugal, la media
detectada en los años 1979 y 1980 fue del 8 0 , 5 % del total de casos.
El uso combinado de las dos técnicas de inmunofluorescencia, la indirecta
y la directa, ha elevado la eficiencia del diagnóstico rápido en España al 9 8 %
del total de casos de P . P . A . como media anual en el período de 1978-1981 y
en Portugal al 9 1 % en los años 1979-1980 (19).
— 1012 —
Detección de anticuerpos en el suero por inmunofluorescencia indirecta.
El diagnóstico serológico de animales enfermos crónicos y de los casos
subclínicos a pequeña escala se realiza con la inmunofluorescencia indirecta
(40). Es la técnica más sensible y específica y h a sido recomendada como la
técnica de referencia para confirmar los casos positivos a la inmunoelectroosmoforesis y al inmunoenzimoensayo (ELISA).
Investigación de anticuerpos para la detección de portadores.
P a r a el control serológico a gran escala, ha sido recomendada la utilización de la inmunoelectroosmoforesis (I.E.O.P.) en atención a su rapidez,
simplicidad y economía de acuerdo con las conclusiones de la Reunión de
consulta de expertos de la O.I.E. sobre los métodos serológicos para la detección de la P . P . A . , celebrada en París del 29-30 de marzo de 1979. Este
método también puede ser utilizado para el diagnóstico de enfermos crónicos. La técnica fue adaptada por I.C. P a n y col. (41, 42). Es menos sensible
que la inmunofluorescencia indirecta y que el enzimoinmunoensayo
(ELISA), pero tiene sensibilidad y especificidad suficiente p a r a el diagnóstico
de grupo, es decir para la detección de granjas o rebaños con portadores. El
antígeno se obtiene de cultivos de una línea celular infectada con el virus de la
P . P . A . La calidad del antígeno es un factor fundamental para la especificidad y debe ser normalizado. Algunos sueros negativos dan reacciones positivas falsas. Todos los resultados positivos deben ser confirmados por la inmunofluorescencia indirecta. Actualmente esta técnica es utilizada en España,
Portugal y Brasil y en Malta para el control serológico de apoyo a los programas de control y erradicación y de repoblación. Los antígenos purificados
utilizados actualmente en España y Portugal han aumentado notablemente la
especificidad del método.
Detección de anticuerpos por el método ELISA.
El método ELISA ha sido adaptado para la detección de anticuerpos de la
P . P . A . (43, 44, 45). La posibilidad de automatización es una ventaja importante para el examen de sueros en gran escala. Su sensibilidad es similar a la
de la inmunofluorescencia indirecta y mayor que la inmunoelectroosmoforesis. Recientemente, ha sido standardizada con la cooperación de los laboratorios de Madrid, Pirbright, Lisboa y Alfort. Puede ser en el futuro un valioso
recurso para el screening serológico. La aplicación del método se halla en
fase experimental.
METODOLOGÍA GENERAL PARA EL DIAGNÓSTICO DE RUTINA
Para el diagnóstico individual de rutina, ha sido recomendado que las
muestras de campo sean examinadas de acuerdo con las siguientes secuencias
de las técnicas y con sus resultados (32).
1 ° Detección de anticuerpos en los exudados o en el extracto de los órganos mediante la inmunofluorescencia indirecta. Con esta prueba en las áreas
enzoóticas, es detectado el 85-88% de los casos de P . P . A .
— 1013 —
o
2 Detección del antígeno viral por inmunofluorescencia directa en las
impresiones de los tejidos en los casos negativos a la técnica precedente
(tiempo 1 ). Con esta prueba, se detecta otro 10-12% de casos positivos. Esta
prueba puede ser aplicada simultáneamente con la técnica de la I.F.I. en el
tiempo I o bien aplicarla en primer lugar. Con el uso de las dos técnicas, se
detecta el 95-98% de los casos de P . P . A .
o
o
o
3 Inoculación a cultivo de leucocitos para la reacción de hemoadsorción
de las muestras negativas a las dos técnicas de inmunofluorescencia. Con esta
técnica, se detecta otro 2-4% de casos positivos.
o
4 Detección del antígeno viral en los cultivos de leucocitos inoculados
negativos a la hemoadsorción con o sin efecto citopático. Se examina con la
I.F.D. el sedimento de los cultivos para detectar las cepas no hemoadsorbentes o no citopatógenas.
o
5 Subinoculación a nuevos cultivos de leucocitos a partir de los cultivos
negativos en el 4 tiempo para confirmar la ausencia de virus.
o
P a r a el diagnóstico diferencial con la peste clásica y la enfermedad de
Aujeszky, los casos negativos en el tiempo 2, son examinadas secciones de
órganos con los conjugados fluorescentes de peste porcina clásica y enfermedad de Aujeszky y son inoculados cultivos de la línea celular P K .
15
Los cultivos de leucocitos negativos a la hemoadsorción y a la I . F . D . con
conjugados de P . P . A . son examinados con conjugados de enfermedad de
Aujeszky, cuando presentan efecto citopático.
P a r a las encuestas epidemiológicas de portadores o para vigilancia sanitaria y control serológico de áreas y granjas libres de la enfermedad, la investigación de anticuerpos se realiza con la I . E . O . P . y los casos positivos se confirman con la I.F.I.
Por último debemos recordar la conveniencia de proseguir y estimular los
estudios para la standardización de los reactivos y de los procedimientos
técnicos de los métodos de uso para el diagnóstico de la P . P . A .
VI. — L U C H A C O N T R A L A E N F E R M E D A D
Dado que no se dispone de vacuna contra la peste porcina africana, su
control se apoya en el diagnóstico precoz y en la aplicación de severas medidas sanitarias en los países infectados y el establecimiento y cumplimiento
riguroso de las medidas defensivas necesarias para la protección de los países
indemnes.
Las normas fundamentales de la profilaxis y de la lucha contra la enfermedad a nivel nacional e internacional se encuentran descritas en diversos
documentos y recomendaciones de las numerosas reuniones internacionales
celebradas en los últimos veinte años. Los principales documentos y reuniones que contienen las normas esenciales de profilaxis y control aparecen
— 1014 —
reseñadas en el Informe del Director General de la O . I . E . sobre actividades
de la Oficina, de mayo de 1978, que incluye también las recomendaciones de
la Reunión Internacional de Avila de marzo de 1978, de expertos en administración y lucha de campo, convocada por acuerdo de la O . I . E . a los que se
suman más recientemente los informes y documentos de trabajo de las reuniones de México (diciembre de 1978) y de P a n a m á (octubre de 1979) convocadas por la F . A . O .
En la situación presente, las normas fundamentales de la lucha contra la
enfermedad continúan siendo las mismas que se actualizaron con motivo de
la invasión de la Península Ibérica en la reunión de urgencia O . I . E . / F . A . O .
en París, del 17 al 20 de enero de 1961.
Sin embargo, aunque los criterios básicos sean los mismos, la experiencia
acumulada en la lucha sobre el terreno durante los últimos veinte años, los
cambios de caracteres primitivos de la enfermedad, aparición de nuevas formas clínicas, la evolución y desarrollo de las estructuras de producción y
comercialización del cerdo, los progresos científicos en el conocimiento de la
epidemiología y en particular los avances en materia de diagnóstico han conducido a la revisión de antiguas normas y a la introducción de nuevas orientaciones en los programas de control y erradicación.
En estas nuevas orientaciones, se han incluido el refuerzo de algunas normas clásicas y nuevas medidas de política sanitaria que precisan u n a legislación renovada y adaptada a los conocimientos actuales científicos y prácticos.
Recordaremos primero las normas clásicas de lucha contra la P . P . A . y
seguidamente señalaremos los principales aspectos de las nuevas orientaciones de los programas de control y erradicación.
N O R M A S E S E N C I A L E S CLÁSICAS P A R A E L C O N T R O L
Y E R R A D I C A C I Ó N D E LA P . P . A .
Las normas recomendadas para el control, actualizadas en 1961 y vigentes
en los últimos veinte años, son :
— Declaración obligatoria de la enfermedad, ya sea con manifestaciones
clínicas o simplemente sospechosas.
— Secuestro e inmovilización de los animales de la explotación afectada y
de las vecinas.
— Toma de muestras y envío al laboratorio oficial p a r a el diagnóstico.
— Sacrificio obligatorio de todos los cerdos presentes en la granja afectada por la P . P . A . (enfermos, sospechosos y sanos).
— Destrucción de cadáveres y productos contaminados, desinfección,
desinsectación y desratización.
— Control del movimiento de los cerdos en las zonas con focos. Prohibición de salida de cerdos de la zona infectada.
—
1015
—
— Desinfección de transportes.
— Prohibición de ferias y mercados en función de la localización de los
focos.
— Prohibición de la utilización de residuos de la alimentación humana y
restos de mataderos no cocidos, para la alimentación del cerdo.
— Repoblación de las granjas afectadas condicionada a la introducción
de un pequeño grupo de cerdos « piloto » para rastrear el virus antes de la
repoblación total.
— Prohibición de tener granjas porcinas anejas a restaurantes, comedores colectivos, mataderos, industrias de la carne, centros de aprovechamiento
de cadáveres, etc.
— Lucha contra las garrapatas y otros vectores en las áreas de explotación extensiva.
— Vacunación contra la peste porcina clásica. Identificación de los animales.
— Organización de un servicio de vigilancia sobre el terreno con personal
especializado y de un servicio de diagnóstico de laboratorio dotado de equipo
de material y personal especializado en el diagnóstico diferencial de las pestes
del cerdo.
Las nuevas orientaciones responden a la necesidad de una política sanitaria global en el tema de la peste porcina africana.
Los aspectos principales de las nuevas orientaciones son :
— La participación activa del ganadero estimulada por la Administración
con el fin de interesar su colaboración en el programa general de control y
erradicación, no solamente a base de las indemnizaciones adecuadas, sino de
un protagonismo canalizado a través de Asociaciones de Ganaderos orientadas a la mejora sanitaria de sus granjas. Estas Asociaciones o Agrupaciones
de Defensa Sanitaria serían estimuladas mediante privilegios concedidos por
el Gobierno (créditos financieros para transformación de explotaciones de
ciclo abierto en ciclo completo, para mejorar las condiciones sanitarias de las
instalaciones, para el desarrollo de planes locales de profilaxis y control de la
P . P . A . , etc.).
— Calificación sanitaria de las granjas (Granjas de Sanidad C o m p r o b a d a
y Granjas de Protección Sanitaria Especial).
— Calificación y delimitación de áreas libres de P . P . A . , que lleven al
menos 6 meses sin focos de enfermedad.
— Promoción mediante ayudas de diversa naturaleza de la transformación de las estructuras de la explotación porcina de ciclo abierto en ciclo completo y transformación de la explotación familiar en granjas mayores de condiciones higiénicas correctas.
— Condicionamiento para la autorización de nuevas instalaciones de
engorde independientes para evitar las mezclas de animales de distinto origen
y para reducir los movimientos masivos de animales.
— 1016 —
— Control serológico de portadores del virus de la P . P . A . aplicado a la
protección de las zonas libres de P . P . A . , a la calificación de Granjas de Sanidad comprobada y de Protección Sanitaria especial y de los efectivos de las
Asociaciones de Ganaderos para la defensa sanitaria y a las encuestas epizootiológicas. Este control serológico es un nuevo aspecto importante de los programas de control y erradicación, que permite prestar atención especial al
problema de los portadores. La vigilancia serológica requiere una infraestructura de laboratorio de apoyo con personal especializado.
— Registro de las granjas porcinas y autorización de nuevas granjas de
producción condicionada a determinados requisitos de higiene, emplazamiento, etc.
— Ordenación y reforma de las explotaciones extensivas.
— Control del movimiento de los cerdos en las áreas libres.
— Control permanente de los mataderos de ganado porcino. Sacrificio de
los cerdos en mataderos autorizados.
— Prohibición de la compraventa ambulante de cerdos.
— Instalación de Centros de aprovechamiento de cadáveres, restos de
mataderos y de la alimentación humana.
Estas nuevas orientaciones han sido incluidas en su totalidad en el programa de control y erradicación en curso en España financiado en parte por
la C.E.E. Algunas de las nuevas medidas como es la declaración de zonas
libres, la calificación de granjas y el control serológico, también aparecen
incluidas en el programa proyectado en Brasil. En España, estas nuevas
medidas han sido bien acogidas por los ganaderos y la espectacular mejora de
la evolución sanitaria se atribuye al éxito inicial de tales medidas.
M E D I D A S DEFENSIVAS EN LOS PAÍSES I N D E M N E S
— Reforzar las medidas sanitarias del comercio internacional establecidas
a la importación o tránsito de cerdos domésticos y salvajes procedentes de
países contaminados por la P.P.A.,' así como de carnes refrigeradas o congeladas y de productos derivados del cerdo, a excepción de los tratados por el
calor con garantías sanitarias.
— Vigilancia estricta de aeropuertos, fronteras para evitar la introducción eventual de alimentos y residuos alimenticios.
— Destrucción de todos los restos alimenticios de aviones, barcos y vehículos de transporte.
— Información educativa del gran público a su llegada a las aduanas de
los peligros de la introducción de la enfermedad con los alimentos o los restos
alimenticios.
— Disponer de especialistas entrenados en técnicas actualizadas de diagnóstico.
— 1017 —
M E D I D A S DE P R E V E N C I Ó N EN LOS PAÍSES A M E N A Z A D O S
C O L I N D A N T E S CON LAS Á R E A S C O N T A M I N A D A S
Además de las medidas sanitarias defensivas generales señaladas anteriormente para los países indemnes, han sido recomendadas las siguientes :
— Reforzar la vigilancia sanitaria sobre el terreno de los procesos endémicos del cerdo con los cuales puedan ser confundidas las formas clínicas,
subagudas, crónicas o insidiosas de la P . P . A . , en particular los focos de peste
porcina clásica. Se recogerá material de todos los casos sospechosos para el
diagnóstico de laboratorio.
— Vacunación contra la peste porcina clásica, cuando sea endémica.
— Información a los veterinarios y ganaderos para crear la alarma y respecto a la posible aparición de la enfermedad con el fin de evitar la demora
en el campo de la sospecha de la P . P . A .
— Organizar la infraestructura oficial necesaria de campo y laboratorio
para el diagnóstico rápido utilizando personal especializado en la lucha sobre
el terreno contra las enfermedades animales y personal entrenado en las técnicas de laboratorio para el diagnóstico diferencial de la P . P . A . y la peste porcina clásica, y un sistema de identificación y registro para el comercio de cerdos.
— Todas las muestras de campo sospechosas serán examinadas en el
laboratorio para el diagnóstico diferencial, particularmente con la peste porcina clásica, si ésta es endémica en el país amenazado.
— Envío de personal necesario a los laboratorios oficiales de los países
con experiencia para entrenamiento en las técnicas de diagnóstico diferencial.
Se recomienda que los laboratorios de los países indemnes utilicen técnicas y
reactivos normalizados.
VIL — INVESTIGACIONES Y PROGRESOS
Los progresos más notables con repercusión práctica en el control de la
P . P . A . fueron conseguidos en el área del diagnóstico de laboratorio y fueron
expuestos en el capítulo de « Diagnóstico » de este documento. Los avances
más importantes fueron el desarrollo de los métodos de inmunofluorescencia
y particularmente en los últimos años la aplicación de la inmunofluorescencia
indirecta para la diagnosis individual rápida de la P . P . A . , mediante detección de anticuerpos en los tejidos fluidos y extractos de tejidos de los animales muertos (80); la aplicación de la inmunoelectroosmoforesis (41, 42, 80)
para la detección de portadores, calificación sanitaria de granjas, delimitación de áreas libres de P . P . A . y encuestas serológicas, y, por último, el desarrollo del método E L I S A (43, 44, 46) con el perfeccionamiento de la calidad
de los antígenos (46, 57), la standardización y la automatización para el
screening serológico.
— 1018 —
Se han conseguido también progresos interesantes sobre la caracterización
del virus a nivel de su estructura química, biología molecular y estructura
antigénica.
El virus de la P . P . A . es un virus D N A con simetría icosaédrica que se
ensambla en el citoplasma (47, 48, 49). El genoma viral es lineal de doble
cadena, con peso molecular de 10 daltons (51, 52, 53). En geles de poliacrilamida han sido identificados, al menos, 28 polipeptidos en el virus intracelular
con peso molecular desde 11.500 a 243.000 daltons. De ellas, 14 han sido
localizadas en la envuelta y 3 son glicoproteínas de peso molecular 89.000,
56.000 y 51.000 daltons. De las 28 proteínas, 6 son antigénicas frente al suero
hiperinmune. Sus pesos moleculares son 172.000, 162.000, 146.000, 73.000,
34.000 y 12.000. De las 28 proteínas, 5 están presentes en cantidades más
grandes que las otras (VP-172, VP-73, VP-42, VP-15 y VP-12). De las proteínas principales, 3 son antigénicas (VP-172, VP-73 y VP-12) (54). Otros investigadores utilizando tecnología de menor poder de resolución encontraron un
número más pequeño de proteínas estructurales (59, 60), pero los pesos moleculares consignados se corresponden con los anteriormente mencionados.
8
En la célula infectada han sido identificadas, al menos, 39 proteínas inducidas por el virus, utilizando diversos precursores radio-activos como marcadores. Sus pesos moleculares oscilan entre 9.500 y 243.000 daltons. Dos proteínas, la IP-73 y la IP-12, se encuentran en cantidad notablemente más
grande que las otras, 3 son glicoproteínas y 8 son fosfoproteínas; 21 son
antigénicas in vitro con suero hiperinmune (55, 56).
Como progresos importantes señalamos que la proteína principal VP-73
ha sido recientemente purificada a partir de extractos de células infectadas y
se está utilizando como antígeno altamente específico para la detección de
anticuerpos con el método ELISA. Esta proteina inoculada al cerdo induce
anticuerpos, pero no le protegen frente a la infección (57, 58).
El análisis de las proteínas inducidas en la célula infectada por diferentes
cepas de virus aisladas en España ha permitido caracterizar u n a mutante
natural del virus que induce una proteína diferente con peso molecular
13.500 daltons (56).
Recientes estudios sobre la organización del genoma del virus con enzimas
de restricción han puesto en evidencia diferencias entre distintas cepas analizadas (Lisboa 60, V-65, Haiti, Brasil y República Dominicana). Esta tecnología podría ser útil para caracterizar cepas de diferentes propiedades funcionales (61).
En relación con la replicación del genoma viral, ha sido demostrado que
el DNA se sintetiza en el núcleo de las células infectadas y se desplaza al citoplasma (50). El núcleo es esencial para la replicación del virus de la P . P . A .
(81).
Recientemente, en España han sido iniciados trabajos de ingeniería genética. Los enzimas E C O R1 y Kpm I y Sal I producen en el D N A del virus de la
— 1019 —
P . P . A . 28, 16 y 14 fragmentos con tamaños que oscilan entre 0,3-21,0, 1,339,0 y 0,5-32,3 pares de kilobases respectivamente. Veinte de los 28 fragmentos que representan el 7 0 % del genoma total han sido clonados en el fago
vector X. W E S , X B. P o r hibridación, estos fragmentos han sido ordenados
en un mapa físico del genoma del virus (62).
Respecto a la obtención de una vacuna contra la P . P . A . de aplicación a la
profilaxis, los ensayos realizados hasta la fecha no han dado resultados satisfactorios. Las necesidades futuras de la investigación fueron examinadas en
la reunión de la F . A . O . / E . E . C . / T . A . C , en R o m a del 19-20 de diciembre de
1978 (82) y en la reunión de la F . A . O . del 12-14 de diciembre de 1979, siendo
seleccionados tres temas prioritarios : caracterización del virus, inmunología
y vacunas. Estas necesidades siguen siendo actualmente vigentes. En dichas
reuniones, fue reconocida la necesidad de reforzar las investigaciones sobre
los aspectos más básicos de la caracterización, de la inmunología y de la
patogénesis que podrían conducir al desarrollo de la vacuna.
La inmunología de la P . P . A . es todavía poco conocida en sus aspectos
básicos, pero en los últimos años fueron obtenidos nuevos conocimientos.
Desde los primeros estudios sobre la P . P . A . , repetidos ensayos en diferentes laboratorios han confirmado que los cerdos supervivientes de la infección natural o de la inoculación de cepas parcialmente atenuadas, generalmente resisten la reinfección con virus virulento homólogo, pero no resisten
las cepas de virus heterólogos. Generalmente los cerdos resistentes son portadores del virus.
El mecanismo de dicha resistencia al virus homólogo no es conocido. Los
anticuerpos neutralizantes no participan en esa resistencia, dado que en
numerosos ensayos n o fueron detectados de forma concluyente en el suero de
los cerdos resistentes (65, 66). Sin embargo, fueron detectados anticuerpos
precipitantes e inhibidores de la H . A . D . (78) y fijadores del complemento,
cuya significación funcional no ha sido determinada. Paralelamente con el
incremento de dichos anticuerpos en la infección crónica se establece hipergamaglobulinemia (79). De otra parte, sabemos que los cerdos supervivientes a
la infección natural conservan la capacidad para formar anticuerpos neutralizantes frente a otros virus. Estos conocimientos han sugerido que el sistema
humoral inmune no está lesionado en el curso de la infección crónica de la
P . P . A . y que la respuesta inmune del cerdo (sin anticuerpos neutralizantes)
depende más de la estructura y propiedades del virus que de anomalías en la
capacidad de respuesta del cerdo. Seguidamente, indicamos la nueva información sobre la respuesta inmunológica del cerdo aparecida en los últimos
años.
Hess y col. (68) en un estudio de diversos parámetros de la inmunidad
humoral y celular (hipergamaglobulinemia, fluctuaciones de los leucocitos
totales, células T y B) en los cerdos con infección de P . P . A . crónica observaron linfocitosis con acusado incremento de células T y B entre los 7 y 28 días
de postinfección. La alteración más significativa fue el aumento de linfocitos
— 1020 —
nulos. Estos resultados sugieren que los cerdos con P . P . A . crónica conservaban la capacidad de respuesta inmune humoral y celular durante la infección.
Respecto a la inmunidad celular en la P . P . A . , Schimizu y col. en 1977
(70) demostraron la existencia de hipersensibilidad demorada mediante el test
de inhibición de la emigración de leucocitos y llegaron a la conclusión de que
el sistema de inmunidad celular no está afectado en los cerdos con infección
crónica de P . P . A .
Wardley y col. en 1980 (71) estudiaron la respuesta inmunológica de los
cerdos infectados con el virus de la P . P . A . y establecieron su relación con
cambios cuantitativos y cualitativos en la población de linfocitos. Observaron
una disminución de células B más grande que de células T . Mediante ensayos
de blastogenesis comprobaron que los linfocitos sensibilizados aparecían en
la sangre 10 días después de la infección con virus a t e n u a d o . Los cerdos
infectados con virus virulento mueren antes de aparecer dicha respuesta.
Sánchez Vizcaíno y col. en 1981 (72) estudiaron la función del linfocito y
la inmunidad celular en cerdos con P . P . A . inducida por virus parcialmente
atenuado y observaron que a los 7 días de postinoculación aparece linfopenia
y disminución de células T acompañado de depresión de la función del linfocito valorada por blastogenesis inducida por mitogenos y antígeno viral. La
disminución en el número y función del linfocito T fue proporcionalmente
mayor que en el linfocito B. El estudio de la función fagocitica reveló disminución de actividad en los monocitos de la sangre mientras que los leucocitos
neutrófilos mantenían actividad fagocítica normal.
a
Wilkinson y col. en 1981 (77) en su comunicación a esta 5 0 Sesión General de la O.I.E., sobre inmunidad en la peste porcina africana, informan que
en recientes estudios de inmunidad celular mediante ensayos de blastogenesis
de macrófagos y linfocitos en presencia de mitogenos y de antígeno viral,
observaron que la respuesta mitógena fue suprimida por el antígeno de virus
atenuado y estimulada por el virus virulento. De otra parte, en experimentos
para determinar in vitro el mecanismo humoral de la destrucción de las células infectadas por el virus y la reducción del nivel de virus, observaron que la
lisis de dichas células se produce por el sistema del complemento y que en
ensayos de citotoxicidad dependiente de anticuerpos, los neutrófilos reducen
también el nivel de virus in vitro.
Sánchez Vizcaíno y col. en 1981 (73) estudiaron la inmunidad humoral y
celular comparativamente en cerdos adultos y en lechones inoculados con
virus de alta y baja virulencia. Observaron que en los cerdos adultos, a partir
de los 4 días de postinoculación con cepas de alta virulencia, disminuyen progresivamente la respuesta mitógena, las células T y el número total de leucocitos hasta la muerte del animal, mientras que las cepas de baja virulencia
inducen incremento de la respuesta mitógena y del número total de leucocitos. P o r el contrario, los lechones inoculados con cepas de alta y baja virulencia presentan depresión total de la respuesta blastogénica frente a mitogenos inespecíficos y al antígeno viral y mueren todos.
— 1021 —
Las diferencias observadas en la respuesta inmunológica encontrada por
los diversos autores (cambios diferentes en las subpoblaciones de linfocitos)
posiblemente están en relación con las condiciones distintas de los ensayos
(cepas de virus diferentes, grado de virulencia, edad de los animales).
Finalmente, en el área de la inmunopatogénesis en la P . P . A . , Slauson y
col. en 1981 (76) aportan nuevos conocimientos. Demuestran la deposición
de inmunocomplejos en el riñon y el desarrollo de inmunoglobulinas E en
cerdos que sobreviven después de dos semanas a la inoculación de virus parcialmente atenuado. La degranulación específica de los leucocitos asociados
con anticuerpos producen agregación de plaquetas y liberación de aminas
vasoactivas, que participan en el proceso de deposición de los inmunocomplejos en la peste porcina africana.
En relación con los intentos para obtener una vacuna inactivada, recientes
experimentos de vacunación con virus inactivado han ampliado la información disponible sobre la respuesta inmunológica del cerdo frente a estos antígenos. Bommeli y col. en 1981 (84) han vacunado cerdos con suspensión de
bazo de cerdos infectados con P . P . A . , inactivada con un detergente no
iónico (n-octylglucosido). U n a parte de los cerdos (7 de 10) resistió el virus
homólogo, pero quedaron portadores y transmitieron la infección por contacto a otros cerdos. La reinfección de los cerdos supervivientes con virus
heterólogo produjo infección crónica y la muerte del 7 0 % de los cerdos entre
9 y 18 días. El estudio serológico por E L I S A demostró anticuerpos solamente
después de la prueba con el virus virulento.
a
Wilkinson y col. (77) en su comunicación a esta 5 0 Sesión General aportan los siguientes resultados de recientes ensayos con antígenos inactivados
realizados para determinar la actividad inmunogénica de los antígenos inducidos por el virus sobre la superficie de la célula infectada. En estos experimentos fue utilizado como antígeno, macrófagos alveolares infectados con
virus de la peste porcina africana, Malta 1978, fijados con glutaraldehido y
mezclados con adyuvante de Freund : el virus residual fue inactivado con
acetiletilenimina. Después de 28 días de la vacunación de los cerdos con dicho
antígeno, la investigación de anticuerpos por ELISA fue negativa y todos los
cerdos vacunados y los controles no vacunados fueron inoculados con virus
vivo homólogo que no produjo trastornos clínicos aparentes a los cerdos
vacunados ni a los controles. Sin embargo, en los cerdos vacunados con células infectadas fijadas fue observada, a los 14 días de la inoculación del virus
homólogo, una respuesta de anticuerpos más rápida y elevada (1/12.000) que
en los cerdos controles no vacunados (1/1.500). Wilkinson y col. sugieren
que la respuesta serológica más rápida de los vacunados fue inducida por la
actividad inmunogénica de las células infectadas fijadas. Los ensayos con
estos antígenos deben ser continuados para determinar si los anticuerpos
inducidos por los antígenos de la superficie celular juegan algún papel en el
mecanismo de la resistencia frente a virus homólogos virulentos.
C o m o consideración final de este documento, debemos reconocer el evidente esfuerzo realizado en los últimos años por los servicios veterinarios de
— 1022 —
lucha sobre el terreno y por los laboratorios de investigación que con sus p r o gresos apoyan los programas de prevención, control y erradicación de la
P.P.A.
En los esfuerzos realizados ha tenido un papel muy importante la cooperación internacional y los resultados obtenidos en el campo y en el laboratorio aconsejan mantener y reforzar dicha cooperación.
La regresión actual de la actividad de la epizootia debe ser aprovechada
para acelerar y reforzar los programas sanitarios y de investigación destinados a la erradicación de la peste porcina africana.
Anexo
50
A
SESIÓN G E N E R A L D E L A O.I.E.
RESOLUCIÓN N° XV
PESTE PORCINA AFRICANA. NUEVOS AVANCES
Considerando que la extensión de la peste porcina africana en el transcurso de los últimos años a nuevas regiones pone en evidencia u n a vez más el
permanente peligro que esta enfermedad representa p a r a el ganado porcino,
particularmente en aquellos países en los que es endémica desde hace años;
Habiendo examinado el documento 50 S G / 7 « Peste porcina africana.
Nuevos avances » y habiendo oído la presentación en la tercera sesión plenaria;
Teniendo en cuenta las discusiones que tuvieron lugar con este motivo y
las conclusiones que se desprendieron,
EL C O M I T É
RESUELVE
1. Llamar la atención de los Países Miembros sobre las recomendaciones
contenidas en el documento 50 S G / 7 insistiendo especialmente en la necesidad de poner en práctica las siguientes disposiciones :
A. En los países indemnes.
a) Reforzamiento de las medidas sanitarias que prohiben la importación o
el tránsito de los porcinos que proceden de regiones afectadas de peste porcina africana, así como de las carnes de cerdo refrigeradas o congeladas y de
los productos derivados, con excepción de aquellos procesados industrialmente y que presenten todas las garantías sanitarias (Boletín de la O.I.E.,
1961, 55 (1-2)). Asimismo, se recomienda que se ejerza mayor vigilancia en
los intercambios y en el comercio de menor importancia.
— 1023 —
b) Información del público en general acerca de los peligros que repre­
senta la introducción de la enfermedad en un país indemne.
c) Organización en los países amenazados de las infraestructuras necesa­
rias para el diagnóstico y control precoces de la enfermedad.
B. En los países en los que existe la enfermedad.
Refuerzo de los programas de control y erradicación de la enfermedad y
para ello :
a) Incentivos oficiales brindados a la cooperación de los ganaderos por
intermedio de las Asociaciones de defensa sanitaria.
b) Calificación del estado sanitario de las explotaciones porcinas.
c) Establecimiento de regiones libres de la enfermedad.
d) Aplicación de la detección serológica con miras a la protección de las
regiones indemnes, la calificación del estado sanitario de las explotaciones y
de las encuestas epidemiológicas.
e) Registro oficial de las explotaciones porcinas.
f) Reacondicionamiento de las estructuras de la ganadería porcina.
g) Protección de las regiones indemnes aplicando iguales medidas que en
los países indemnes.
2. Recomendar que, antes de que se adopten oficialmente nuevas técnicas
laboratoriales para la vigilancia serológica, se efectúe la experimentación pre­
via en las condiciones de c a m p o .
3. Recomendar a los Gobiernos de los países infectados que se intensifi­
quen los programas de prevención, control y erradicación de la peste porcina
africana, en la fase de regresión de la epizootia, y que se fomenten al máximo
las investigaciones sobre la caracterización del virus, inmunología, patogenia,
diagnóstico y vacunas.
4. Poner énfasis en la necesidad de completar la información epidemioló­
gica sobre la propagación de la enfermedad en el Continente africano, e insis­
tir en su importancia económica.
5. El Comité agradece al Dr. C. Sánchez Botija el excelente trabajo desar­
rollado y se identifica totalmente con el contenido de su exposición.
(Adoptada por el Comité internacional de la O.I.E. el día 29 de mayo de
1982).
— 1024 —
BIBLIOGRAFÍA
1. Informe de la Secretaría de Defensa Sanitaria Animal, Brasilia, D.F. F . A . O .
Peste porcina africana. Boletín Informativo N° 14, enero 1981.
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