91 MINISTERIO PÚBLICO DE COSTA RICA 2008 Tema FIN DE LA CADENA DE CUSTODIA DE LA PRUEBA. RUPTURA DE LA CADENA DE CUSTODIA. LEGALIDAD DE LA PRUEBA EN EL PROCESO PENAL. Sumario Cadena de Custodia “En cuanto a la cadena de custodia de la prueba, se tiene que lo que se pretende con la aplicación rigurosa de dicho rito procesal penal, es la identidad entre la evidencia recolectada durante el desarrollo de la investigación, o los resultados de su análisis criminalístico, según sea el caso, y la que se conoce, o se introduce al debate. En este sentido, esta Cámara de Casación ha establecido que “(…) La cadena de custodia no protege, se subraya, la cantidad y la calidad de la evidencia sino la identidad de ella, pues la decomisada debe ser la misma que llega al perito y al debate.” Ruptura de la Cadena de Custodia …“La ruptura de la cadena de custodia se da por la perdida de garantía de identidad entre lo decomisado y lo entregado al perito (…)” (Resolución N° 161-01, de las 16:34 horas del 8 de febrero de 2001, Sala Tercera Corte Suprema de Justicia).” Legalidad de la Prueba en el Proceso Penal . “La legalidad de la prueba en el proceso penal, se define por el respeto de los derechos y garantías individuales del imputado, así como de la tutela efectiva de las garantías de carácter procesal que le asisten, en el procedimiento de obtención y producción de la misma.” VOTO- 2007-1523. TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las diez horas cincuenta minutos del veintiuno de diciembre del dos mil siete. EXP: Nº único 02200289-0414-PE. Trascripción en lo conducente Considerando: I. Recurso de Casación interpuesto por el licenciado JBLV: En escrito visible de folio 185 a 189 del expediente, el licenciado JBLV, defensor público del encartado OJM, interpone recurso de casación contra la sentencia número 55-2005 de las dieciséis horas, treinta y cinco minutos del veintiuno de setiembre de dos mil cinco, emitida por el Tribunal Penal de Guanacaste, sede Santa Cruz, mediante la cual se condenó a OJM, a un año de prisión por el delito de homicidio culposo en perjuicio de TGM. Fundamenta la admisibilidad del recurso de casación en los artículos 39 y 41 de la Constitución Política; y artículos 1, 2, 6, 88, 142, 178 incisos a) y c), 180, 181, 369 inciso d), 422, 423, 424, 444, 445, 447, 448, 449 y 450 de Código Procesal Penal. ensayo”, así como una boleta de citación de tránsito firmada por el oficial EMB, documentos que fueron designados y valorados por el Tribunal de mérito en la sentencia, como la alcoholemia que se le practicó al imputado. Reitera que el dictamen criminalístico de folios 45 a 47 tomó como base el resultado del análisis que consta en el documento de folio 1. Al respecto considera que la prueba es espuria, ya que el artículo 88 del Código Procesal Penal, establece que el Ministerio Público puede ordenar como prueba para la investigación en un proceso penal, la toma de muestras de sangre mientras no afecte su integridad física. Alega que según lo establecido en la boleta de folio 1 denominada “Resultado de ensayo”, se constata que el Ministerio Público no ordenó la toma de la muestra de sangre que se utilizó para el análisis, sino que fue realizada por el oficial de tránsito, quien según su criterio, no está legitimado para investigar en procesos judiciales, y menos aún, tiene la potestad para ordenar la realización de una prueba de sangre para que sea valorada como prueba en un proceso penal. Señala que en la boleta de citación que se encuentra a folio 1 junto con el documento en que se encuentran los resultados de la prueba de sangre practicada al imputado, se establece que la prueba de alcohol se realizó por parte del Organismo de Investigación Judicial, lo cual según su criterio es falso, ya que en la boleta del resultado del ensayo de sangre en cuestión, se establece que fue realizada por el oficial de tránsito EBM, así como se establece en el informe del Organismo de Investigación Judicial de folio 15. Alega que la prueba en cuestión no se realizó ni en el momento ni en el lugar del accidente, sino que se realizó en el Hospital de la Anexión de Nicoya a las 4:08 horas, casi dos horas después de sucedido el accidente. Añade que la prueba objeto de discusión se realizó sin la presencia de testigos, y sin que el imputado estuviese consciente, estado en que se encontraba al momento en que II. UNICO MOTIVO DE CASACION: Fundamentación ilegal, por ruptura de la cadena de custodia de la prueba, y valoración de prueba espuria. El recurrente alega como violados los artículos 1, 2, 6, 88, 142, 178 incisos a) y c), 180, 181 y 369 inciso d) del Código Procesal Penal. Considera que con la inobservancia de la normativa citada, se le produjo un agravio a su defendido, el cual se da en razón de que el Tribunal Penal valoró en el fallo condenatorio, prueba obtenida de manera incorrecta, específicamente la alcoholemia practicada al imputado, la cual califica de espuria e ilegal, por infracción de la cadena de custodia de la prueba. Alega que la sentencia condenatoria en contra de su defendido, se fundamentó en el hecho de que el encartado condujo la motocicleta placas 081954 en estado de ebriedad, lo cual le imposibilitó conducir, reaccionar, coordinar sus habilidades motoras, circunstancias que fueron la causa del accidente en que murió la ofendida TGM. Establece que el Tribunal tuvo por demostrado el estado etílico del imputado, única y exclusivamente en el dictamen criminalístico que rola de folios 45 a 47, cuyos resultados se obtuvieron de la prueba de sangre practicada al imputado, según consta a folio 1. Considera que de los testimonios de JRHA, CEJL, LMAA y EEPF, no se puede derivar tal circunstancia, ya que estos testigos, según su criterio, desconocen si el imputado ingirió alcohol, si olía a licor, y si su comportamiento reflejaba consumo excesivo de dicha sustancia. Establece que a folio 1 consta una pequeña boleta que se denomina “resultado de 2 presentaron los oficiales del Organismo de Investigación Judicial. Establece que la prueba no se realizó conforme a lo establecido en las normas procesales, y que no fue practicada por las autoridades pertinentes. Señala que no consta decomiso, el traslado a las autoridades judiciales y ni siquiera coincide la información que se extrae de la boleta de citación. Alega que la prueba en cuestión, nunca estuvo bajo custodia de ninguna autoridad judicial, ya que no fue decomisada, ni embalada, ni realizada en presencia de las autoridades competentes, ni de la asesoría legal que correspondía. Considera que si la investigación y la realización de la prueba en cuestión, fue incorrecta, igual lo es la sentencia condenatoria que se sustentó en los resultados de la misma. Señala que en el dictamen criminalístico de folios 45 a 47, en el apartado correspondiente a los “indicios recibidos”, no se indica la condición de los que fueron recibidos, ya que sólo se establece que se recibe un tubo con tapón gris rotulado bajo el nombre del encartado, su número de cédula, la fecha de recolección y la hora. A su criterio el decomiso, embalaje y transporte de la evidencia debe realizarse de tal forma que no haya duda de la manipulación que se dio de la misma, de tal forma que la muestra de sangre en cuestión, debió ser trasladada en una bolsa completamente cerrada, con sello de seguridad, titulada, con indicación de la hora y el lugar de recolección, así como de las autoridades encargadas de la custodia de la prueba, todo lo cual se echa de menos en el presente caso, Según lo anterior, concluye que cualquier persona pudo manipular la prueba. Señala que incluso podría ser que la prueba de sangre recogida por un oficial de tránsito, y no por un oficial del Organismo de Investigación Judicial o un enfermero bajo la custodia judicial mínima, no sea la sangre de su representado, por lo que según su apreciación, la prueba es espuria, en consecuencia es nula, y no se debió utilizar para fundamentar el fallo condenatorio dictado en contra de su defendido. Añade que ni siquiera la hora de recolección de la muestra en cuestión, que se indica en el dictamen criminalístico referido anteriormente, coincide con la información que consta en la boleta de tránsito, en donde se señala que la recolección de la muestra de sangre del imputado se realizó a las 4:08 horas, mientras que en el dictamen pericial se establece que fue a las 4:20 horas. Establece que en virtud de lo expuesto, solicita la anulación de la sentencia, y se absuelva a su representado de toda pena y responsabilidad. Se declara sin lugar el motivo de casación planteado. El recurrente reclama la violación de la cadena de custodia de la prueba, y la valoración de prueba espuria en el fallo condenatorio dictado en contra de su defendido. En cuanto a la cadena de custodia de la prueba, se tiene que lo que se pretende con la aplicación rigurosa de dicho rito procesal penal, es la identidad entre la evidencia recolectada durante el desarrollo de la investigación, o los resultados de su análisis criminalístico, según sea el caso, y la que se conoce, o se introduce al debate. En este sentido, esta Cámara de Casación ha establecido que “(…) La cadena de custodia no protege, se subraya, la cantidad y la calidad de la evidencia sino la identidad de ella, pues la decomisada debe ser la misma que llega al perito y al debate. En el caso de autos, la juzgadora pretende superar el hecho del cierre hermético incompleto del embalaje de la evidencia, en razón de haberse decomisado catorce puchos de aparente marihuana y haber llegado en ese número la supuesta evidencia al laboratorio; sin embargo, no se trata de decomisar catorce y entregar catorce al perito, sino que lo decomisado tenga identidad con lo entregado al laboratorio, lo que no se garantiza por la imperfección en los sellos del embalaje. La ruptura de la cadena de custodia se da por la perdida de garantía de identidad entre lo decomisado y lo 3 entregado al perito (…)” (Resolución N° 161-01, de las 16:34 horas del 8 de febrero de 2001, Sala Tercera Corte Suprema de Justicia). En el presente caso, se tiene que de lo alegado por el recurrente, así como del estudio de las pruebas en que basa su reclamo, no se extraen elementos de juicio que pongan en duda la indemnidad de la prueba que cuestiona, es decir, no existe pérdida de garantía de que la sangre contenida en el tubo de ensayo recolectada a las 4:20 horas del 14 de abril de 2002, al imputado OJM, cédula de identidad 5-272684, sea la misma que fue analizada por parte de la sección de toxicología del Departamento de Ciencias Forenses del Organismo de Investigación Judicial, cuyos resultados fueron introducidos al debate, según lo establecido en el dictamen criminalístico DCF N° 02-1017-TOX. La información contenida en el tubo de ensayo recibido como indicio por parte de la sección del Departamento de Ciencias Forenses referida anteriormente, es conteste con las circunstancias de modo, tiempo y lugar de los hechos juzgados, así como tales circunstancias de la investigación, realizada en torno a los mismos. Se tiene que efectivamente, el accidente objeto de juicio, se dio en la fecha indicada en el tubo de ensayo en cuestión, y que las calidades de la persona a la que se señala en dicha prueba a la cual se le tomó la muestra de sangre, concuerdan con las del imputado en la presente causa. Por otra parte, la hora de recolección de la evidencia cuestionada, concuerda con el momento en que el imputado era atendido en el Hospital de la Anexión de Nicoya, a raíz del accidente sufrido. Respecto a este punto, no lleva razón el recurrente al alegar que la hora que se consigna en la boleta de resultado de ensayo de la prueba de alcoholemia practicada al imputado, sea esta las 4:08 horas, no coincide con la hora que se consigna en el tubo de ensayo que contenía la sangre analizada pericialmente, en el cual se indica 4:20 horas, por cuanto ambas situaciones son distintas, y no corresponden a una única prueba como lo pretende hacer creer el recurrente. En este sentido se tiene que la prueba de folio 1, fue practicada por el inspector de tránsito a través de un alcosensor, o prueba de aliento a las 4:08 horas del 14 de abril de 2002. Posteriormente, a las 4:20 horas de la fecha ya indicada, no se practicó ninguna prueba, sino que lo que se hizo fue tomar una muestra de sangre al imputado para ser remitida ante la sección de toxicología forense, lo cual efectivamente se hizo por parte del Organismo de Investigación Judicial de Nicoya, siendo que los resultados del análisis de dicha muestra, se hicieron constar en el dictamen criminalístico DCF N° 02-1017-TOX (folios 45 a 47). Así las cosas, el reclamo es improcedente, ya que no se observa ninguna situación irregular en el tratamiento de la evidencia cuestionada, que determine la pérdida de garantía de la identidad entre la muestra de sangre tomada al imputado OJM (a las 4:20 horas del 14 de abril de 2007 en el Hospital de la Anexión de Nicoya), remitida por parte del Organismo de Investigación Judicial de Nicoya, a la Sección de Toxicología del Departamento de Ciencias Forenses del Organismo de Investigación Judicial, y la que fue efectivamente analizada, según lo establecido en el dictamen criminalístico en cuestión, de manera que no existe infracción o violación de la cadena de custodia de la prueba. Por otra parte, el recurrente alega el vicio de falta de fundamentación de la sentencia impugnada, en virtud de que, según su criterio, la misma se fundamentó en prueba espuria. Considera que el vicio alegado existe, en primer término, en razón de que se incorporó prueba al debate, específicamente el resultado de la alcoholemia de folio 1, y el dictamen criminalístico de folios 45 a 47, que fue recolectada con infracción de las reglas de la cadena de custodia de la prueba, y a pesar de esto, fue valorada por el Tribunal Penal en la sentencia recurrida. En segundo 4 término, alega que la prueba en cuestión es ilegal en virtud de que no fue ordenada por parte del Ministerio Público, y que no podía ser practicada por el oficial de tránsito EBM. En cuanto al primer punto del alegato del recurrente, el cual reclama la ilegalidad de la prueba por violación de la cadena de custodia, se tiene que tal y como se consideró por parte de esta Sala, no existió tal infracción, por lo que según lo resuelto previamente, se rechaza el reclamo por inexistente. Por otra parte, en cuanto al segundo aspecto del reclamo del recurrente, en torno a la ilegalidad de la prueba o prueba espuria, es relevante considerar el precedente jurisprudencial de la Sala Constitucional, que al respecto ha establecido que, “(…) Supuesto que la finalidad del procedimiento es ante todo la averiguación real de los hechos, tanto el Ministerio Público como el juez tienen el deber de investigar esa verdad objetiva y diligentemente, sin desdeñar ningún medio legítimo de prueba, sobre todo si ofrecida por la defensa no resulta manifiestamente impertinente, e inclusive ordenando para mejor proveer la que sea necesaria, aun si ofrecida irregular o extemporáneamente. En material penal todo se puede probar y por cualquier medio legítimo, lo cual implica, desde luego, la prohibición absoluta de valerse de medios probatorios ilegítimos y de darles a éstos, si de hecho los hubiera, alguna trascendencia, formal o material. b) El principio de legitimidad de la prueba: Lo último dicho plantea, por cierto, un tema difícil, que aparece en el meollo del caso motivo de esta consulta, a saber, de la prueba ilegítima, su tratamiento formal y su valoración, tema sobre el cual la doctrina y la jurisprudencia penales y constitucionales no alcanzan todavía consenso. Sin embargo, ya esta Sala ha venido adoptando una posición, si no unánime, al menos constante, sobre la base de la supresión hipotética de la prueba espuria, en el sentido de que, amén de negarle todo valor probatorio en sí -sobre lo cual no parecer haber ninguna discusión-, se suprima del proceso, es decir, se suponga que no hubiera existido y, por ende, se invaliden también otras pruebas, no ilegítimas per se, en cuanto que hayan sido obtenidas por su medio. Las diferencias entre la mayoría y la minoría de la Sala han sido más bien del matiz y del grado atribuidos al dicho principio de supresión hipotética, por lo que puede decirse que éste es el criterio respaldado por el valor vincular erga omnes de los precedentes y jurisprudencia de la Jurisdicción Constitucional, ordenado por el artículo 13 de su Ley -en este sentido, ver, por todas, por ejemplo las sentencias Nos. 802-90, 1298-90, 1345-90, 1417-90, 185590, 280-91, 556-91, 701-91, 885-91, 140991 y 1578-91, entre otras muchas […]”(Resolución 1739-92, de las 11:45 horas, del 1 de julio de 1992 de Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia). En este mismo sentido, esta Sala de Casación ha considerado que “(…) El tema de la legitimidad de la prueba y por ende, de la prueba espuria, significa una reflexión y también, una toma de posición frente al conflicto de los dos intereses que gravitan y caracterizan siempre a la intervención penal: averiguar la verdad y sancionar penalmente al responsable de un hecho delictivo. La existencia de requisitos de índole constitucional esenciales para la vigencia del estado de derecho, señalan límites a la averiguación de la verdad, de manera tal que ésta sólo puede obtenerse respetando los derechos y garantías fundamentales de los ciudadanos y éstos sólo admiten lesiones o injerencias en los términos en que ello esté permitido (…) (Resolución 2006-00412, de las 15:10 horas, del 10 de mayo de 2006). Tal y como se deriva de los precedentes jurisprudenciales indicados, la legalidad de la prueba en el proceso penal, se define por el respeto de los derechos y garantías individuales del imputado, así como de la tutela efectiva de las garantías de carácter procesal que le asisten, en el procedimiento de obtención y producción de la misma. En el caso concreto, estima esta Sala que no 5 existió quebrantamiento alguno de los derechos y garantías individuales del imputado, en el procedimiento seguido en la obtención de la prueba que el recurrente califica de ilegal. Concretamente, en cuanto al documento de folio 1, que se denomina “resultado de ensayo” (crf. folio 1), en el cual consta el resultado de la prueba de aliento realizada al imputado por medio de un alcosensor, se tiene que contrario a lo que indica el impugnante, el oficial de tránsito EBM, era legalmente competente para practicar dicha prueba. En este sentido, en el artículo 199 de la ley Ley de Tránsito por Vías Públicas y Terrestres, Ley N° 7331, se establece “Las autoridades de tránsito, cuando medie un motivo razonable, pueden requerir al conductor sospechoso de conducir bajo los efectos del licor o de drogas enervantes de uso no autorizado, de acuerdo con la legislación vigente y las normas que dicte el Ministerio de Salud, para que se realicen pruebas químicas de su sangre, aliento u orina, con el propósito de determinar el contenido de estos agentes. Sin embargo, el conductor tiene derecho a escoger el tipo de prueba dentro de las que sean técnicamente procedentes.Los exámenes de sangre y de orina pueden realizarse en cualquier centro de salud pública autorizado por el Ministerio de Salud y sus funcionarios están obligados a administrar la prueba. En el caso de la prueba del aliento, será administrada por medio de alcosensores u otros dispositivos, debidamente calibrados por las autoridades de tránsito adiestradas en su uso. Si el conductor se niega a que se le realice el examen o escoge la prueba del aliento y el resultado arroja un exceso en los límites de alcohol en la sangre, los cuales prevé esta Ley, sólo podrá presentar a su favor como prueba técnica de descargo, el resultado de una prueba de sangre realizada por un profesional previamente autorizado por el Ministerio de Salud, dentro de los treinta minutos posteriores a la hora indicada en la boleta de citación respectiva. La autoridad está en la obligación de acompañarlo a efectuarse el examen.” (Artículo 199, Ley N° 7331, publicada en alcance N°13 a la Gaceta N° 76 del 22 de abril de 1993). De esta forma, la autoridad de tránsito actuante, conforme a la normativa del artículo citado, y en apego al principio de legalidad, era competente para realizar la prueba de alcoholemia cuestionada, por lo que el reclamo debe rechazarse. Por otra parte, en cuanto al alegato del recurrente según el cual la prueba que cuestiona se obtuvo con inobservancia de lo establecido en el artículo 88 del Código Procesal Penal, se debe establecer que el mismo no es procedente. En este sentido se tiene, que de conformidad con los artículos 62, 63, 67, 68 y 69 del Código Procesal Penal, los oficiales del Organismo de Investigación Judicial, si tiene la competencia para realizar la investigación del delito y recolectar aquellos elementos de prueba que sean útiles para la investigación. Concretamente, según lo establecido en el dictamen criminalístico DCF N° 02-1017TOX (ver folios 45 a 47), el tubo que contenía la muestra de sangre del imputado, que se analizó para emitir las conclusiones que en él se establecen, fue remitido por el Organismo de Investigación Judicial de Nicoya. Los oficiales del Organismo de Investigación Judicial de Nicoya, JLD, y LCD, se presentaron efectivamente el 14 de abril de 2002, al Hospital de la Anexión de Nicoya, con el fin de realizar la investigación correspondiente al accidente objeto material del presente proceso, tal y como se deriva de lo establecido en el informe policial 200-2002SRN (ver folios 15 a 17). De esta forma, se verifica que si hubo una autoridad judicial presente el día en que se recolectó la evidencia que fue utilizada en el análisis criminalístico toxicológico, que arrojó como resultado, “ETANOL: Positivo en sangre, Ciento treinta y dos miligramos por cada cien mililitros (0,132 gramos por ciento)” (crf. folio 46). De lo anterior se colige que no existe ilegalidad alguna en la recolección de la muestra de sangre que determinó los 6 resultados de la prueba en cuestión, ya que la misma se dio por parte de oficiales del Organismo de Investigación Judicial, quienes de conformidad con lo establecido en los artículos 67, 68 y 69 del Código Procesal Penal, son competentes para llevar a cabo los actos de investigación necesarios en el centro hospitalario, donde fue atendido el imputado, a efecto de reunir elementos de prueba útiles para el proceso; la práctica de la extracción de la muestra se realiza por las autoridades médicas del hospital y los oficiales actuantes, según oficio que consta a folio 44, remitieron los resultados de la pericia objeto de análisis ante el Fiscal Coordinador de la Fiscalía de Nicoya, quien estaba a cargo de la dirección funcional en la investigación del caso. Así las cosas, se tiene que la prueba cuestionada, se obtuvo por parte de las autoridades judiciales competentes, bajo la dirección funcional del Ministerio Público, de manera que no existe el vicio reclamado por el impugnante en cuanto a la falta de competencia de las autoridades actuantes. Por otra parte, la supuesta contradicción que el recurrente alega que existe en cuanto a cuál de las autoridades policiales actuantes, practicó la alcoholemia, se tiene que no hay contradicción alguna entre lo indicado en los documentos que constan a folio 1, y lo establecido en el dictamen criminalístico de folios 45 a 47, como lo pretende establecer en su reclamo. Lo anterior, por cuanto el alegato del recurrente parte de un análisis erróneo de tales elementos de prueba, ya que confunde la boleta de ensayo (ver folio 1) que corresponde a la alcoholemia practicada por el oficial de tránsito EBM, y la toma de la muestra de sangre que fue realizada por parte de los oficiales del Organismo de Investigación Judicial de Nicoya, JLD y LCD. En cuanto al alegato del recurrente que establece que la toma de muestra de sangre no fue firmada por su defendido, ni tuvo asesoría legal, se tiene que el impugnante no especifica, cuáles circunstancias concretas al momento de la recolección de dicha evidencia se dieron en detrimento del derecho de defensa de su patrocinado, así como que relevancia tienen tales situaciones para la legalidad de la prueba, ya que según se establece en los artículos 107 y 109 de la Ley de Tránsito por Vías Públicas Terrestres, dicha prueba puede ser realizada por parte de las autoridades de tránsito, incluso en los casos en que la persona a la que se le deba practicar, no preste su consentimiento. En este mismo sentido, se tiene que según la normativa establecida en el segundo párrafo del artículo 88 del Código Procesal Penal, la toma de muestras de sangre se pueden realizar sin el consentimiento del imputado, en razón de que en tal supuesto se le considera como un objeto de prueba. El recurrente alega que el representante del Ministerio Público no ordenó la recolección o toma de la muestra en cuestión, y en consecuencia, que la prueba derivada de la misma es ilegal. Estima esta Sala, tal y como se consideró anteriormente, que no lleva razón el recurrente, por cuanto los Oficiales del Organismo de Investigación Judicial actúan bajo la dirección funcional del Ministerio Público, según la normativa procesal que al respecto ya ha sido citada, y en el caso concreto, no existe elemento de juicio alguno que haga suponer, y mucho menos que acredite que en el presente caso dicha prerrogativa fue inobservada, siendo más bien, que de lo establecido en el oficio del Organismo de Investigación Judicial de Nicoya dirigido al Fiscal Coordinador de la Fiscalía de Nicoya, que consta a folio 44, en el cual se remite la prueba pericial que contiene el resultado de la prueba de etanol en sangre del imputado, se acredita lo contrario, es decir, que el Fiscal a cargo de la investigación tenía conocimiento de la realización de dicha prueba, e incluso, al momento de concluir la etapa preparatoria, la incluyó como prueba de la acusación, con base en la cual se realizó el juicio en el presente proceso. De lo expuesto se deduce, que no existió ninguna vulneración del derecho de defensa, o algún otro 7 derecho o garantía fundamental del encartado en la obtención de la prueba cuestionada, por lo que debe rechazarse el reclamo. Por último, a pesar de que esta Sala considera que no existe vicio alguno en la obtención de la prueba que fundamentó la decisión del fallo de mérito, se tiene que la aplicación de la teoría de la supresión hipotética en el presente caso, concretamente respecto de la pericia toxicológica forense (folios 45 a 47) en la que se utilizó como indicio o evidencia la toma de sangre del imputado, realizada a las 4:20 horas del 14 de abril de 2002 en el Hospital de la Anexión de Nicoya, confirma la legalidad de la sentencia, y en consecuencia, la inexistencia de agravio o perjuicio a la situación jurídica e intereses del imputado. En este sentido, se tiene que en la boleta de resultado de ensayo de alcoholemia, de folio 1, practicada al imputado por el oficial de tránsito EBM, en el Hospital de la Anexión de Nicoya a las 4:08 horas del 14 de abril de 2002, se establece la presencia de alcohol de 1.16 G/L. En igual sentido, en el parte oficial de tránsito 020022366 suscrito por el mismo oficial de tránsito se establece que OJ M conducía bajo los efectos del alcohol (ver folio 4). Por otra parte, en el dictamen médico legal emitido por el médico forense Dr. JJLK se establece “RESUMEN DE HOJA DE PUERTA: paciente que sufrió accidente de tránsito en motocicleta, es llevado por miembros de la Cruz Roja en estado de inconsciencia con traumatismos cráneo encefálico con pérdida de la consciencia, traumatismos múltiples, en estado de etilismo agudo. EXAMEN FISICO: Paciente inconsciente, desorientado, con aliento etílico severo (…)”(crf. folio 27). Esta pericia médica, es clara en indicar que al momento de ser examinado el imputado, horas después de que sucedieron los hechos, se encontraba en estado de etilismo agudo, y con aliento etílico, circunstancias que aunadas a las establecidas en la pruebas referidas anteriormente, acreditan que el imputado Juárez Solano se encontraba en estado etílico cuando conducía la motocicleta y tuvo el accidente que provocó las lesiones que implicaron la muerte de TGM. Las pruebas referidas anteriormente se evacuaron en el debate que precedió la sentencia impugnada, y fueron valoradas por el Tribunal Penal para fundar su decisión, tal y como se colige de lo establecido en el Considerando II denominado “Existencia del hecho acusado, participación del imputado” (ver folios 162 y 163), así como de lo señalado en el Considerando IV denominado “Análisis de la prueba y responsabilidad del encartado” (ver folios 173 a 177) del fallo de mérito. De esta forma se tiene, que aún y cuando se suprimiera el valor probatorio al resultado de la prueba pericial contenido en el dictamen criminalístico cuestionado por el defensor público del encartado, las conclusiones del Tribunal de mérito emitidas en la resolución impugnada, se mantienen incólumes. Lo anterior, determina la legalidad y eficacia de la sentencia condenatoria de un año de prisión y diez años de cancelación de la licencia de conducir motocicleta dictada en contra de OJM, por el delito de homicidio culposo, cometido en perjuicio TGM. En virtud de lo expuesto, se declara sin lugar el motivo de casación planteado. POR TANTO Se declara sin lugar el recurso de casación interpuesto por el licenciado JBLV defensor público del encartado OJM. 8