La comunidad política y la cuestión femenina: inclusiones excluyentes Paola M. Chaparro Medina Universidad Autónoma de Nuevo León Resumen Las discusiones sobre la situación de las mujeres en el pensamiento político feminista, han encontrado como punto central del debate el ámbito de la comunidad política, así como la diferenciación entre el espacio público y el espacio privado, reconociendo el ámbito de exclusión de las mujeres como consecuencia de las nociones que han operado en la tradición político- filosófica. Esta problemática sobre la subordinación de los cuerpos y del género en los discursos sociales en el espacio público, conduce a preguntas sobre la situación específica de las mujeres en México. Por tanto, esta ponencia se propone exponer la relación que lo anterior tendría en el espacio privado y los modos en que se configuran las subjetividades femeninas que pasan por una diversidad de prácticas de exclusión establecidas en el espacio público. Palabras clave Comunidad política; espacio público; espacio privado; feminismo. Comunidad política y las mujeres en tanto otredad La concepción sobre la comunidad recae en un basamento que recorre el pensamiento político contemporáneo, principalmente en los sentidos sobre dicho concepto que han configurado los modos de organización política de nuestras sociedades. De acuerdo a Aristóteles, la comunidad se constituye con miras a algún bien, principalmente, aquella que se reconoce como la comunidad suprema, es decir, la ciudad o comunidad cívica. En la concepción aristotélica, es una determinación natural aquella que establece quienes se constituirán en súbditos y quienes en jefes o señores dentro de dicha comunidad, por tanto, se parte de una perspectiva que establece las diferencias como naturales. Lo anterior se advierte en la siguiente cita: "De todo esto es evidente que la ciudad es una de las cosas naturales, y que el hombre es por naturaleza un animal social, y que el insocial por naturaleza y no por azar es o un ser inferior o un ser superior al hombre"(Aristóteles, 1998: 28). En ese sentido, se comprenderá que la ciudad sería anterior a la casa y a cada uno de nosotros, el todo es previo a la parte, en consecuencia, la idea del vivir bien o del bienestar será la finalidad de la comunidad. En “La Política”, Aristóteles sostendrá que la parte de la administración doméstica estará integrada por esclavos y libres, además establece los modos en que ha de ser cada una de las partes de la casa, las relaciones entre amo y esclavo, marido y esposa, padre e hijos. En ese sentido, reconocerá que la vida en tanto acción no es producción, por eso el esclavo es un subordinado para la acción. Aquel que por naturaleza no se pertenece a sí mismo, si no que le pertenece a otro, entonces estamos por naturaleza frente a un esclavo. En esa misma dirección, sostendrá lo conveniente y necesario que es el mandato y la obediencia. El ser vivo, entonces, desde esta concepción estaría constituido de cuerpo y alma, dentro de la cual el primero deberá subordinarse al segundo de manera natural. Aristóteles expone lo siguiente: "De todo esto es evidente que la ciudad es una de las cosas naturales, y que el hombre es por naturaleza un animal social, y que el insocial por naturaleza y no por azar es o un ser inferior o un ser superior al hombre"(Aristóteles, 1998:32). En este sentido, Aristóteles posiciona a la mujer dentro de esos seres en donde ha de primar el uso del cuerpo, queda, por tanto, circunscrita al espacio de lo doméstico. Primer plano de la problematización que se establece en esta ponencia. Pasando a instalar el asunto de la comunidad como un debate dentro de las ideas políticas de nuestro tiempo, se acude al capítulo "Ciudadanía democrática y comunidad política" del libro El retorno de lo político, en el mismo Chantal Mouffe (1999) presenta las discusiones sobre ciudadanía y comunidad. Dentro de la primera, si bien no desestima lo necesario que se vuelve asumir el tema de la ciudadanía, también por otro lado, advierte que en la manera en que ésta se concibe tiene una relación directa con el desarrollo de una sociedad determinada, y principalmente de una comunidad política específica (Mouffe, 1999). Se centra, en un primer momento, en el debate entre los liberales kantianos y los "comunitarios". Se observa que el problema central de la crítica de Rawls y sus seguidores es el de la ciudadanía. Dos principios de justicia que articulan la democracia constitucional que se sostiene desde la igualdad de derechos. Es decir, que para que las personas sean libres e iguales, deberán contar con los mismos derechos y oportunidades básicos para tener los mismos bienes primarios. Por lo tanto, desde esta perspectiva, la ciudadanía tendría que constituir esa capacidad para conformar racionalmente su definición del bien. Se posiciona la posibilidad de que cada ciudadano promueva su interés propio, pero dentro de un marco que exige el respeto a los derechos de otros (Mouffe, 1999). Para los comunitarios, la propuesta ante el enfoque liberal, que desde su perspectiva constituiría una comunidad meramente instrumental, en la que los individuos previamente han definido sus intereses, los cuales se constituirán el punto de enclave a ser perseguido, más allá de interesarse en mantener el marco en común, sería esa visión del republicanismo cívico, con una alta noción de un bien público, el cual está previamente constituido, dejando en segundo plano los intereses privados (Mouffe, 1999). La visión del republicanismo genera un visión más amplia de la ciudadanía, en el sentido de que concibe a la política como el escenario en el que nos reconocemos en tanto participantes de una comunidad, sin embargo, ésta pudiera no reconocer la defensa del pluralismo y de la libertad individual, así como la separación entre la Iglesia y el Estado, cuestiones básicas dentro de los principios democráticos modernos (Mouffe, 1999). El liberalismo, si bien formula la idea de una ciudadanía universal en la que todos los individuos son reconocidos en tanto libres e iguales, por otra parte, se redujo a la ciudadanía en una significación legal para organizar los derechos de los individuos frente al Estado; es decir, que la búsqueda del bien común se reduce al incremento de nuestras capacidades productivas y la manutención de la propiedad privada. Por otro lado, el republicanismo cívico exalta la participación política y posiciona a la comunidad política en un papel central, de cualquier manera, la concepción de comunidad política se vuelve hasta cierto punto incompatible con la noción de lo común en el pluralismo liberal y las democracias modernas. Se genera un impasse al momento de que los liberales atienden a una idea de salvaguarda de la libertad, pero pensado desde el anclaje de la libertad moderna criticando la postura de los republicanos de que las ideas del bien común no son ya aplicables a nuestros contextos y que por el contrario, generarían la implementación de sociedades totalitarias (Mouffe, 1999). El problema de la comunidad política moderna. El utilitarismo sacrifica los derechos del individuo en nombre del bienestar general. Dentro del pensamiento liberal, se tratan los aspectos privados como aquello que los individuos deberán tratar de organizar en función de sus deseos, sin intervenciones innecesarias, sin que tampoco prime una concepción particular de vida buena. Esto es un principio que Mouffe considera decisivo para las sociedades democráticas modernas. Los comunitaritas se apegan a la conclusión de Sandel, de que el derecho no puede estar sobre el bien, por lo tanto, se deberá rechazar el pluralismo liberal en una vuelta hacia un tipo de comunidad organizada en torno a los valores propuestos por una idea del bien común. Mouffe insta a reestablecer el vínculo entre ética y política, pues arguye que el liberalismo no ha dado contenido al momento de solamente tener una preocupación por los individuos y sus derechos sin suministrar una orientación para el ejercicio de esos derechos (Sandel, 1984). Uno de las mayores contribuciones a las democracias modernas por parte del liberalismo político ha sido acomodar las distinciones entre lo público y lo privado, así como entre lo moral y lo político, sin que esto implique renunciar a la asociación política. Distinciones centrales entre universitas y societas, con la finalidad de pensar una posibilidad de asociación que permita desde las lealtades la asociación de comunidades específicas, dejando espacio a la individualidad, cuestión más cercana al socius. En cambio, la universitas considera la asociación en términos de un bien común, suprime la posibilidad del mantenimiento de la individualidad, pues lo que prima es la finalidad que cohesiona a los individuos. La respublica, como el reconocimiento de un lenguaje específico para el intercambio civil. Reglas de intercambio civil. "Esta forma moderna de comunidad política no se mantiene unida por una idea sustancial del bien común, sino por un vínculo común, una preocupación pública. En consecuencia, hay una comunidad sin forma ni identidad definida y en continua reactivación"(Mouffe, 1999:98). La comunidad política pensada desde un tipo de vínculo ético, no instrumental, posicionando la idea de un bien común, pero éste en un dinamismo desde la participación. Pero, dentro de este esquema de comunidad, dónde queda el principio del antagonismo, desde esa idea de Schmitt con respecto a la política en tanto el reconocimiento del amigo/enemigo, dónde queda el aspecto del enemigo y de qué manera establece una reformulación a la idea de comunidad? En ese sentido, la idea de respublica es el producto de una hegemonía dada, por tanto la expresión de relaciones de poder. Es importante dar cuenta que un exterior siempre será constitutivo. En ese sentido, esta autora lo expone de la siguiente manera: "La vida política concierne a la acción colectiva, pública; apunta a la construcción de un «nosotros» en un contexto de diversidad y de conflicto. Pero para construir un «nosotros» hay que distinguirlo de «ellos», y eso significa establecer una frontera, definir un «enemigo». En consecuencia, mientras la política apunte a la construcción de una comunidad política y a crear una unidad, será irrealizable una comunidad política completamente inclusiva y una unidad final, pues siempre habrá un «exterior constitutivo», algo externo a la comunidad y que la hace posible" (Mouffe, 1999: 100-101). La idea de ciudadanía "No se trata de que esos elementos no sean pertinentes, sino de que la definición del ciudadano cambia porque ahora el énfasis recae en la identificación con la respublica. Es una identidad política común de personas que podrían comprometerse en muchas empresas diferentes de finalidad y que mantengan distintas concepciones de! bien, pero que en la busca de sus satisfacciones y en la promoción de sus acciones aceptan e! sometimiento a las reglas que prescribe la respublica" (Mouffe, 1999: 101) Lo que comienza a instalarse es la imperiosa necesidad de identificar aquello que se conforma como la exclusión de la comunidad política. Por una parte, reconocer cuáles han sido las tradiciones de pensamiento que han poblado las reflexiones que han instaurado nuestras formas de constitución de la comunidad política en el caso mexicano, de esa manera atender a el segundo momento de esta discusión que tiene que ver con la instauración de dos esferas dicotómicas y los efectos que éstas tienen en el ámbito de la organización sociopolítica. En ese sentido, tal como lo afirma Mouffe de la siguiente manera: "Como han argumentado las pensadoras teóricas feministas, el dominio público de la ciudadanía moderna se basó en la negación de la participación de las mujeres." Esta exclusión se consideraba indispensable para postular la generalidad y la universalidad de la esfera pública. La distinción público/privado, fundamental en la afirmación de la libertad individual, también condujo a la identificación de lo privado con lo doméstico y desempeñó un papel importante en la subordinación de las mujeres"(Mouffe, 1999:103). Por ello, es requerido primeramente tener claridad de los conceptos sobre lo público y privado en el pensamiento político moderno y sobre todo las formas en que ha constituido en las prácticas políticas una inclusión discursiva de las mujeres en el espacio público, pero una conformación semiótica discursiva de las representaciones de lo femenino desde las cuales se instala un reconocimiento de las mismas en tanto sujetos que por su “naturaleza” estarían circunscritas dentro del espacio privado. En esos términos: "Para nosotros, el aspecto de la articulación es decisivo. Negar la existencia de un vínculo a priori, necesario, entre las posiciones de sujeto, no quiere decir que no haya constantes esfuerzos para establecer entre ellas vínculos históricos, contingentes y variables" (Mouffe, 1999: 112), este tipo de apreciaciones deben conducir a un análisis centrado en las situaciones histórico sociales y sus transformaciones, transfigurando esos ámbitos de la “naturalidad” de las prácticas políticas impuestas. El armazón político filosófico nos lleva a identificar los modos en que el pensamiento de Hobbes, Locke y Rousseau han de mantener, en el discurso político y sus efectos en la configuración del orden sociopolítico, la naturalización de la división sexual del trabajo y los roles de género, así como las distinciones entre Estado y familia. Los modos de configuración del Estado moderno han perpetuado la separación de las dos esferas mencionadas, estableciendo un ámbito de exclusión de las mujeres frente a la posibilidad de participación política., la corporalidad femenina y el deseo como cuestiones sociopolíticas a ser debatidas, En ese sentido, el pensamiento político feminista propone una serie de problemas situados en la relación entre lo personal y político, así como la pregunta por la exclusión del cuerpo sexuado del espacio público y los efectos que éstos han tenido en la conformación de una subjetividad propensa a ser vulnerada en el espacio privado dentro de las sociedades contemporáneas, así como el orden de la representación que instaura una invisibilidad de las prácticas de violencia contra las mujeres. Las preguntas que se desprenden para esta ponencia son: ¿Cuáles son los discursos políticos que han configurado al Estado mexicano en su relación con la conformación de un espacio público y privado? ¿Qué tradiciones político-filosóficas son integradas en relación con los asuntos de las mujeres en la división del espacio público y privado de las mismas en el México contemporáneo? Distinciones entre el espacio público y el espacio privado La dicotomía público-privado es sumamente compleja, desde diversas tradiciones de pensamiento es pensada de manera distinta, es difícil reducir en tanto una noción unificada, por otra parte, desde las concepciones que se han generado de esta diferencia, el horizonte político social ha sido delineado en función de la misma, es por eso que requiere que nos detengamos en su reflexión y las implicaciones que ésta ha tenido. Rabotnikof (1997) señala tres criterios tradicionalmente adheridos a la distinción público-privado: 1) Este primer criterio se sostiene en las diferencias entre aquello que tiene relación con lo común a todos, la utilidad que atañe al colectivo, la cosa que concierne a la colectividad; lo privado, en cambio, alude a la utilidad e intereses individuales. A partir de esa diferenciación se ha de comprender lo público como aquello relacionado con el poder colectivo, por ende se vuelve sinónimo de "político" tanto en su dimensión político-estatal, como en lo público-político-no-estatal. 2) El segundo criterio está determinado por la visibilidad en contraposición a la invisibilidad o el ocultamiento. Se recupera, en este sentido, la concepción ilustrada de "publicidad". 3) Este tercer criterio está determinado por la apertura-clausura, es decir, lo público deviene lo accesible, aquello que está abierto para todos, en contraposición a lo privado que concierne a las partes individuales. Por tanto, público será aquello que al no constituir un objeto que pueda ser apropiado de manera particular, por tanto está distribuido, en una apertura a todos los miembros de la comunidad. El ámbito privado, se veía en sentido aristotélico, estaría identificado con la necesidad y la dominación, dentro del esquema moderno, se presentaría como el mercado, la familia, el espacio doméstico, la vida íntima y la libertad de conciencia, en el esquema moderno, lo público se identifica con lo político (Rabotnikof, 2000). La autora recurre a los aportes de Aries en torno a la familia y los asuntos de la vida privada. Por otra parte, es importante tomar en consideración la perspectiva de Elias, Sennet y Goffman en torno a la concepción de espacio público como un lugar de sociabilidad dinámica, diferentes de los ámbitos de la burocracia y las empresas y de los ámbitos privados como la familia y lo doméstico. Por tanto, la noción desde esta perspectiva concibe las distinciones entre público y privado según los modos de sociabilidad que se entretejan. Así, el escenario, la representación en tanto puesta en escena del despliegue ante lo público es una de las características de este espacio, mientras que lo privado se atiende en la invisibilidad, a puerta cerrada, dentro de los propios códigos (Rabotnikof, 2000). Desde la mirada feminista, la crítica se ha vinculado a la forma tradicional que se exponía en un primer momento sobre la diferenciación entre ambas esferas y, por otro lado, establece una crítica a los modos en que el liberalismo propone dicha distinción reconociendo las operaciones ideológicas de la misma. Pues, de esa manera, el ámbito público se convertiría en el objeto de reflexión y legislación, mientras que dentro de la esfera de lo doméstico se aceptaban las relaciones patriarcales. Por otra parte, también se advertía la desigual composición entre hombres y mujeres a uno u otro ámbito. Por último, y se considera un asunto fundamental, dentro de esa defensa por la privacidad, se abolía la posibilidad de escrutinio público y, por tanto, de la protección legal. Se puntualizaban, entonces, las formas de poder que subyacían en la construcción legal y cultural (Pateman, 1996) (Rabotnikof, 2000). Bibliografía Aristóteles. (1988). Política. Madrid, España: Editorial Gredos. Mouffe, C. (1999). El Retorno de lo Político. Comunidad, ciudadanía, pluralismo y democracia radical. Revista Mexicana de Sociología (Vol. 54, p. 207 p.). doi:10.2307/3540942 Pateman, C. (1996). Críticas feministas a la dicotomía público/privado. Barcelona: Paidós. Rabotnikof, N. (2000). Público-Privado. In Léxico de la Política. México: FCE. Sandel, M. J. (1984). The Procedural Republic and the Unencumbered Self. Political Theory, 12(1), 81–96.