el rostro oculto de los pueblos precolombinos

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EL ROSTRO OCULTO DE LOS PUEBLOS PRECOLOMBINOS.
Durante el descubrimiento de América, los colonizadores encontraron en estas tierras
una gran diversidad de prácticas sexuales, desarrollándose todas en un ambiente de
respeto y dignidad, pues los modelos de tradición histórica existentes en estas
sociedades, no condenaban al individuo que nacía en su seno a un tipo de conducta
única. Las crónicas escritas entre los siglos XV, XVI y XVII, dan fe de la presencia en
suelo americano de todas las variantes de la homosexualidad, sin que estas fueran vistas
con algún desprecio o repulsión.
En Centroamérica y las islas del Caribe, los homosexuales eran considerados como
mágicos, dotados de poderes sobrenaturales y su cercanía era augurio de buena suerte,
el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo nos cuenta, que fue testigo de como en busca
de protección y ayuda divina los pobladores "traían por joyel un hombre sobre otro en
aquel acto de Sodoma, hecho de oro de relieve".
Durante la acción evangelizadora de fray Bartolomé de las Casas en México, este
prelado observó que la orientación sexual de los hijos, jamás fue un conflicto ni un
motivo de remordimiento para los padres aztecas, en sus trabajos el religioso cuentan
como en estas regiones cualquier varón que quisiese podía ser hija, y así, los padres "le
vestían de mujer le enseñaban artes, le buscaban marido y le casaban"
En los pueblos precolombinos cada grupo indígena concibió a la sexualidad de acuerdo
con los parámetros establecidos en su cultura, en el Reino de Nueva Granada los
caudillos desnudos promovían las relaciones homosexuales entre sus seguidores, esto
escandalizó al cronista fray Pedro Simón quien indignado sentenció a todas estas
naciones por haber "caído en el pecado nefando".
Al describir la organización de los Incas, el cura doctrinero fray Gregorio García nos
informa de la existencia de prostíbulos masculinos dedicados a atender a hombres; así
mismo la crónica de Pachacuti Yamqui comunica, que en tiempo del Inca Lluque
Yupanqui "habían sido criados varios muchachos para que atiendan sexualmente a los
soldados de guerra".
En el imperio incásico, los prostitutos fueron muy populares y su servicios sexuales
fueron muy bien pagados por los varones, se los conoció con el nombre de pampayruna
que significa hombre puto.
La relación de Pachacuti narra que cuando nació Amaro Ttopa Inga todos los animales
fieros y repugnantes fueron expulsados de la comarca del Cuzco, llenándose la ciudad
de piedras hermosas que alumbraban de noche; al mismo tiempo, se mando a recoger a
todos los enanos y jorabados para que se ocupen de tejer la ropa para el recién nacido; y
a pesar de que no se sabe que vaticinaron los hechiceros sobre el futuro del nuevo
heredero , la crónica nos informa, que para celebrar el acontecimiento desde las zonas
boscosas del Tahuantinsuyo fue trasladado al Cuzco el dios Chuqui Chinchay "guarda
de los hermafroditas e indios de dos naturas".
La relación de Pachacuti es la que mejor da a conocer la fuerza que tenía en los Andes
sudamericanos el concepto de un creador andrógino, pues este mismo autor en un
gráfico con el que apoya uno de sus escritos, coloca a Viracocha en la cúspide del orden
cosmológico, sugiriendo la dualidad sexual de este dios que incorpora a su naturaleza
las fuerzas ocultas que cada género representa.
Una de las primeras actividades que desarrollaron sacerdotes y encomenderos en tierras
americanas fue la evangelización de sus pueblos, con este acto se lograba, borrar la
memoria histórica de las civilizaciones precolombinas y su inmediata asimilación a la
cultura hispánica. La estructura cronológica e ideológica de la relación de Pachacuti en
una de las que mejor muestran la importancia que para los colonizadores tuvo la
evangelización de América, pues es evidente que hasta se trató de crear un nuevo
evangelio, en el cual los Incas eran merecedores de los crueles castigos que recibieron
de parte de los españoles en señal de justicia divina.
Los trabajos de Pedro Cieza de León entregan datos de un tipo de homosexualidad
religiosa, cuando nos informa que "cada templo o adoratorio principal tiene un hombre,
dos o más según el ídolo, los cuales andan vestidos como mujeres, y con éstos casi por
vía de santidad y religión tienen su ayuntamiento carnal los señores y principales".
La descripción de Cieza de León detalla como en las grandes fiestas religiosas, con
estos santones gays sólo podían tener relaciones sexuales los hombres más ilustres y
respetados, en una mezcla de religiosidad y reconocimiento social. En este punto la
crónica es casi una copia textual de la narración que hace fray Bartolomé de las Casas
sobres las prácticas homosexuales de los Aztecas.
Las descripciones que Cieza de León realizara sobre la homosexualidad sagrada de los
Incas fue mejorada por Bernabé Cobo, quien describe el culto homosexual que se daba
en Pachacamac y Apurímac dos de las más grandiosos y respetables santuarios del
Tahuantinsuyo.
El santuario de Pachacamac se ubicó cerca de Lima y después del sobrecogedor
Coricancha del Cuzco, este templo tenía el segundo lugar en grandeza, devoción,
autoridad y riqueza. Al igual que sucede en los santuarios universales, a él venían en
peregrinación las gentes de todo el imperio incásico
Según los conquistadores, en Apurímac el ídolo al que se rendía culto hablaba, tenía
senos y le vestían con enaguas. Por los infinitos poderes que le atribuían, todo hombre
para visitar su santuario debía de vestirse de mujer, y al aproximarse a la deidad en
señal de sumisión estaba obligado a cubrirse los ojos y generalmente tembloroso y lleno
de emoción, se arrodillaba con la cabeza apoyada en el suelo y levantaba los glúteos,
según Bernabé Cobo en "posición indecente y fea".
Los cronistas Cieza de León y Gracilazo de la Vega señalan, que en la costa ecuatoriana
la actividad homosexual fue "más evidente que en todas las demás naciones", dándose
el caso que en la isla Puná, su cacique Tumballá tenía a varios homosexuales en su
harén, todos cubiertos de oro y piedras preciosas.
En esta América cobriza unos pueblos parecían el espejo de otros, y el caso del cacique
de la isla Puná no fue excepcional, Gonzalo Fernández de Oviedo nos relata que en las
islas del Caribe, otro rey, el cacique Goanacagari también cubría de oro y joyas a sus
amantes varones y mujeres en una expresión típica de bisexualidad..
El historiador Garcilazo de la Vega recoge los mitos asombrosos que existían en todo el
litoral ecuatoriano, en donde los protagonistas eran héroes gays; una tradición repetida
generación tras generación narraba, que arrastrados por la furia del mar, llegaron a las
costas ecuatorianas unos hombres gigantes todos llenos de gran valor y que luego de
vencer en cruentas batallas a los de tierra construyeron en piedra edificios hermosos y
soberbios, "pozos hondísimos obra por cierto digna de memoria", esta misma relación
señala que los restos de estos marinos de admirable grandeza se encontraba esparcidos
entre Manta y Portoviejo y además que todos fueron homosexuales. Esta y otras
crónicas permiten afirmar que en la costa ecuatoriana antes y durante dominación
incásica, la homosexualidad estuvo magnificada.
A medida que se leen más crónicas, la narración que informa de la existencia de
prostíbulos masculinos en todos los grandes templos crece, así, Domingo de Santo
Tomas cuenta que entre los serranos las prácticas homosexuales estaban cobijadas por
una especie de santidad. Y que a pesar de que algunos indígenas decían que lo
aborrecían, sin embargo lo practicaban secretamente.
Igualmente, la homosexualidad femenina era muy conocida entre los precolombinos, la
crónica de Felipe Guamán Poma de Ayala afirma que Kapak Yupanqui tenía "un cariño
muy especial por ellas".
Los Incas tuvieron mucha consideración por las mujeres cuya desenvoltura en el trato
social fuera varonil, pues estas mujeres gozaban de muchos privilegios, podían
participar en combates, tenían la posibilidad de mantener relaciones promiscuas y de
participar en la toma de decisiones.
Por el historiador Agustín Zárate, conocemos la existencia de una provincia exclusiva
de mujeres que sólo consentían hombres con fines reproductivos, cuando éstas tenían
hijos varones, éstos eran enviados para ser educados por sus padres.
El segoviano Antonio de Herrera y Tordesillas asegura que en algunas etnias las
mujeres asumían definitivamente papeles masculinos, así por ejemplo entre los
naturales de Brasil, " algunas mujeres dejan los ejercicios de mujeres, imitan a los
hombres, se cortan como ellos los cabellos, van a la guerra y a la caza con arco y
flechas".
Los expertos en estudios etno históricos sugieren, que el patrón de conducta de estas
mujeres fue lo que originó en América, el mito de las denominadas amazonas.
La amazonas americanas se organizaron constituyendo pequeños reinos que habitaron
todas las regiones del imperio incásico, en cuanto a su estructura social, estuvieron
gobernadas por una reina, que se apoyaba y asesoraba con guerreras invencibles. La
crónica de Francisco López de Gomara asegura, que en una pelea una de estas guerreras
pudo matar a ocho españoles.
Para vivir libres del control masculino, las amazonas vivieron dentro de fortalezas
inexpugnables llamadas warmi pucará.
Las amazonas mantuvieron fuertes relaciones comerciales con todo el imperio, por esta
razón fueron muy respetadas, su desenvoltura como si fuera hombres las convirtió en
heroínas, que cautivaban y exacerbaban la imaginación de todos; una de las reinas más
mencionadas en los relatos es Goboimilla que significa "cielo de oro" , quien pagaba
tributo al imperio con ropa tejida.
Estudios antropológicos y lingüísticos han demostrado que los Incas utilizaron varias
voces para llamar a las amazonas, pues las llamaban chanchak marmi, kakcha, warkana
o komí, palabras que tienen el significado de lesbiana.
La homosexualidad femenina fue bien vista en los pueblos andinos, dándose el caso de
que en los estratos nobiliarios del imperio incásico esta conducta sexual estuvo
idealizada.
Conocemos que la homosexualidad hasta el siglo XIX fue conocida como pecado
nefando, contra natura o el crimen sin nombre, y para el complejo ideológico moral de
los colonizadores estos fueron los pecados más indignos, sin embargo curiosamente la
homosexualidad femenina no fue condenada, ni considerada como una relación contra
natura, ya que en aquellos tiempos no se sabía si la mujer con la excitación emitía o no
su propio semen.
A más de las fuentes escritas antes mencionadas, el material arqueológico proveniente
de aquel remoto pasado nos ofrece datos sobre la existencia de prácticas homosexuales
de carácter mágico religioso. Así, las culturas Moche y Vicús del centro y norte peruano
plasmaron artísticamente en vasijas de arcilla representaciones de la vida gay de estos
pueblos.
El sueño homosexual y la relación homosexual con seres míticos fue tema de creación
para los artistas estos pueblos, cuya actitud ante la homosexualidad hizo que los
colonizadores los anatematizaran, calificándolos de culturas depravadas.
Los últimos estudios históricos y antropológicos, consideran que se debe tomar con
mucha reserva lo afirmado por algunos cronistas, sobre los terribles castigos
administrados por Aztecas, Incas y otros pueblos prehispánicos a los homosexuales,
nuevos elementos de juicio permiten asegurar categóricamente que estas penas jamás
existieron, y no fueron otra cosa que un agregado personal que los historiadores dieron a
sus obras con fines moralizadores, puesto que estas historias oficiales fueron redactadas
por encargo de la Corona o de la Iglesia.
Los datos referentes a las prácticas homosexuales de los pueblos precolombinos
motivaron a los etnógrafos Patricia Alberts y Evelyn Blacwood, a realizar un trabajo de
investigación entre las tribus norteamericanas tratando de descubrir que aspecto de lo
narrado por los cronistas de Indias había sobrevivido a la rígida moral judeocristiana
impuesta por los colonizadores. Estos profesionales descubrieron que entre los indios
Crow habían hombres que se vestían de mujeres, practicaban el shamanismo y se
dedicaban a conceder favores sexuales a los grandes guerreros. Conocidos como
berdache, estos homosexuales eran tratados con grandes honores y se los consideraba un
género aparte, de ahí que, ser servido por un berdache era algo que todo Crow anhelaba
puesto que era un encomio a la hombría.
Respecto a las prácticas lésbicas los etnógrafos encontraron que estas estaban
institucionalizadas en 33 sociedades indias norteamericanas, en estas sociedades se
aceptaba transformaciones de género a las mujeres, por lo que estas pueden establecer
relaciones afectivas y sexuales con otra mujeres y casarse formalmente.
Uno de los cimientos sobre cuales se fundamentó la conquista en América fue el de la
evangelización, la misma que tuvo entre sus objetivos implantar creencias y
comportamientos cristianos entre los indígenas. Desde este momento la iglesia y el
estado se convirtieron en los controladores de la sexualidad con el fin de que los
pueblos precolombinos borren definitivamente el nexo que los unía con su pasado de
tradiciones propias.
Es evidente que en la historia de la humanidad la homosexualidad ha sido repudiada,
tolerada o idealizada según la época. En América la apreciación de la homosexualidad
por parte de la sociedad debe considerarse por lo menos en dos etapas, la primera sería
antes y la otra después de la conquista española, pues de aquí en adelante estas tierras se
convirtieron en teatro de toda forma de ultrajes hacia homosexuales, lesbianas,
transgéneros y bisexuales.
Las memorias dejadas por los Cronistas de Indias nos permiten conocer la fatalidad que
acompañó a los gays a principios de la colonización, estos fueron las primeras víctimas
del nuevo sistema, centenares de santones gays murieron en la indigencia cuando fueron
expulsados de sus tempos, otros y según relato de fray Bartolomé de las Casas
perecieron destrozados por perros asesinos que trituraban los huesos de sus víctimas,
quienes cayeron en las garras de la Inquisición Primitiva, fueron muertos a garrote vil,
ahorcados, quemados vivos o condenados a remar en galeras de por vida
FUENTES PRIMARIAS:
Cieza de León, Pedro: Crónica del Perú
Cobo, Bernabé: Historia del Nuevo Mundo
Fernández de Oviedo, Gonzalo: Sumario de la Historia Natural de Indias
García, Gregorio: Origen de los Indios del Nuevo Mundo e Indias Occidentales
Garcilazo de Vega, Inca: Comentarios Reales
Herrera y Tordesillas, Antonio: Historia General de los Hechos de los Castellanos en las
Islas y Tierra Firme del Mar Océano
Las Casa, Bartolomé: Historia de las Indias
Poma de Ayala, Felipe Guamán: Nueva Crónica y Buen Gobierno
Santa Cruz Pachacuti Yamqui, Joan de: Relación de antigüedades dete reyno del Pirú
Zarate, Agustín: Historia del Descubrimiento y Conquista de las Provincias del Perú
FUENTES SECUNDARIAS:
Ellefsen, Bernardo : Matrimonio y sexo en el incario.
Kauffmmann Doig, Federico: Comportamiento Sexual en el Antiguo Perú
BIBLIOTECAS CONSULTADAS:
Banco Central del Ecuador – Quito
(Fondos Isaac Barrera y Jacinto Jijón y Caamaño)
Universidad Politécnica Salesiana - Quito
Pontificia Universidad Católica del Ecuador - Quito
Eduardo Ramón L.©
Grupo País Canela™
[email protected]
VOCES FATALES - EL PROCESO DE JUANA DE ARCO
Juana de Arco nació en Donremy, Francia el 6 de enero de 1412 fue hija de Jaime de Arco
un campesino pobre y sin ninguna instrucción. Su niñez fue apacible y feliz en compañía
de su familia y numerosas amigas, con quienes jugaba alegremente en la campiña
francesa, a pesar del peligro que se cernía sobre èllas, por la presencia en suelo patrio de
las intrusas tropas inglesas.
Una vez iniciada su adolescencia Juana experimentó una serie de fenómenos mentales
que la condujeron inconcientemente por la ruta del patriotismo hasta la muerte en la
hoguera, todo empieza cuando la joven de 13 años confiesa escuchar “voces divinas”
provenientes de seres celestiales.
Con estos relatos impactantes, esta campesina consigue que su majestad Carlos VII la
nombre comandante de las tropas francesas, las mismas que luego de sangrientas batallas
pudieron expulsar de suelo francés a los indeseables huéspedes ingleses.
Con la venia real y contando con 17 años de edad, Juana de Arco es jefe de guerra, adopta
vestimenta masculina, bandera propia y se coloca al frente de un batallón de 10.000
soldados. Ella participó con éxitos rotundos en las batallas de Orleáns y Patay entre
otras, estos triunfos militares del ejército francés posteriormente permitieron la
coronación de Carlos VII como rey de Francia.
En este período de su vida, la líder del ejército francés mostraba una conducta distinta
a la de las demás mujeres, este comportamiento atípico se evidenció con mayor claridad
durante la coronación del rey, sucedió que, durante la ceremonia de investidura real,
Juana huyó de la muchedumbre aristocrática y buscó refugio en una apartada covacha,
con su mente atiborrada de angustia y crisis existencial. A esta joven la cercanía de las
mujeres la ponía nerviosa y la volvía irritable.
Para esta militar los afectos femeninos eran un objetivo inalcanzable, por este motivo se
sentía condenada a renunciar al cariño de las mujeres, a los cuales no se atrevía a mirar
ni de reojo, al referirse a las esplendidas bellezas femeninas que formaban la corte, Juana
con palabras entrecortadas por los sollozos que salían de lo más profundo de su
inconciente decía: “las damas de la corte me odian en el fondo de su alma”. Agobiada por
actos fallidos e inhibiciones, esta jefa de ejércitos buscaba tranquilidad entre sus tropas,
en medio de las cuales se sentía a salvo. Con este deplorable estado de de salud mental,
para Juana de Arco el asunto de la guerra se convirtió en una obsesión que copó toda la
razón de su vida.
Entre cantos de júbilo por las proezas de Juana de Arco su fama crecía por toda Francia,
mientras esto sucedía en las calles, en el palacio real se empezaba a sospechar de que
detrás de la figura de Juana de Arco se encontraba un equipo integrado por nobles,
gremios e iglesia, quienes a través de este personaje buscaban formar un ejército propio,
cuya misión sería obligar a Carlos VII a firmar una carta de gobierno, para romper con
el absolutismo de la corona. En estos tiempos se comentaba que Juana de Arco no era ni
campesina ni improvisada sino la hija de Isabel de Baviera.
Ante tal amenaza Carlos VII que no estaba dispuesto a aceptar un cogobierno puso a
mover sus asesores, estos empezaron a idear un plan para deshacerse de la joven. Una vez
expulsados lo ingleses de territorio francés, los borgoñeses capturaron a Juana y la
vendieron a los ingleses al precio de 10.000 francos de oro. Los ingleses al encontrar
“sospechosa” la conducta sexual de Juana consideraron que la instituciòn adecuada para
su juzgamiento era el Tribunal de la Santa Inquisición.
En este tribunal no se encontró ninguna novedad en las prácticas sexuales de Juana, puesto
que la prisionera había hecho un voto de virginidad perpetua, que la mantenía al margen
que cualquier actividad sexual. A pesar de ello fue acusada de crimen nefando o contra
natura, ya que según el criterio del tribunal inquisitorial, Juana se había arrogado un
género que no correspondía a su “condición biológica”.
Durante el proceso la Inquisición consideró a Juana de Arco como merecedora de la
abominación de Dios por llevar “indumentaria masculina a la cual no tenía derecho”.
Para la cultura de aquella época, a Juana únicamente le podía corresponder la obediencia
y el sometimiento sexual al varón, cualquier otra expresión sexual de esta mujer era
sencillamente inadmisible.
A través de los siglos, a la sociedad le ha costado aceptar que las mujeres se pudieran
sentir atraídas por otras mujeres, el común de la gente participaba de una concepción
falocèntrica de la sexualidad, las mujeres podían sentirse atraídas exclusivamente por los
hombres, en cambio aunque proscrito y si se aceptaba que los hombres pudieran sentirse
atraídos por otros hombres, pero jamás en una mujer podían despertarse deseos sexuales
y afectivos hacia otras mujeres. Las relaciones lèsbicas fueron banalizadas y consideradas
sencillamente imposibles de suceder.
Ser mujer equivalía a ser femenina por lo tanto no masculina. Toda mujer que osaba
desarrollar actitudes atribuidas al varón era calificada como bruja o desequilibrada
mental, por esta situación Juana fue también acusada por el Santo Oficio como
“invocadora de demonios”.
El lunes 28 de mayo de 1431 en las celdas inquisitoriales, Juana de Arco era víctima de
los miembros del Santo Tribunal quienes le aplicaban torturas físicas que la hacían
desplomarse y perder el conocimiento entre convulsiones y gemidos estremecedores.
Ante estas mazmorras infernales llegó el obispo de Beauvais, Pedro de Cauchon
presidente del tribunal que juzgaba a Juana de Arco. Al verificar que la prisionera no
renunciaba a vestirse de hombre, le preguntó por què lo hacía, èlla con firmeza le contestó:
“lo hice por mi voluntad sin que nadie me obligue. Me gusta más vestirme de hombre que
de mujer. Además, jamás hice juramente de no volverlo hacer”.
El historiador cubano Felipe de J Pérez Cruz considera que la acusación de
homosexualidad fue utilizada en Europa en muchas ocasiones para proteger intereses
económicos y destruir enemigos políticos, por esta razón el tribunal que procesó a Juana
de Arco dio tanta importancia al “travestismo de la valiente mujer”.
En la Edad Media, época de mayor represión para
la sexualidad de los seres
humanos, era considerado como homosexual todo varón afeminado o mujer
masculinizada, sin embargo las investigaciones presentadas por especialistas en el tema
como el sexólogo y humanista Siegfried Schnabl dan a conocer que solo un 10 o 15 %
de la población homosexual presenta signos externos que los hace visibles, por otra desde
el ámbito de la endocrinología se afirma
que homosexuales y heterosexuales
cromosomàticamente son indistinguibles y su única diferencia está en como expresan su
sexualidad.
En la época de juzgamiento a Juana de Arco se pensaba que cuando el rol de género no
era congruente con el sexo biológico, se tenía a una persona con evidencia de
desequilibrio psicológico e inversión sexual. Actualmente en el campo médico se
considera que el género, el sexo y la orientación sexual son independientes el uno del
otro.
La tortura para Juana de Arco terminó el 30 de mayo de 1431, cuando la inquisición la
quemó viva luego de 1 año de cárcel, suplicios y humillaciones. Los asesinos de esta
heroína francesa, consideraron a la masculinidad de su víctima como una expresión de
homosexualidad latente, a pesar de que no existieron pruebas concluyentes que indique
que Juana de Arco era gay.
Los estudios de género realizados por la doctora en psicología Ana Gracia - Mina señalan
que en ningún momento un varón afeminado o una mujer masculinizada, son señales de
problemas psicológicos y biológicos o de lesbianismo u homosexualidad. Pues hoy en
día, la congruencia entre varón y género masculino y mujer y género femenino, han sido
sustituidos en el campo científico por el criterio de que la andrógina psicológica en los
seres humanos es el prototipo de salud mental. Los trabajos de estas profesionales indican
que el modelo de masculinidad y feminidad que la sociedad obliga de manera radical a
llevar a varones y mujeres es el camino que los conduce a adquirir enfermedades
psicológicas como: el alcoholismo, drogadicción, fobias, histerias o depresión.
Mentes brillantes a lo largo de la historia han repudiado el imperdonable acto cometido
en contra de Juana de Arco, quien debió haber tenido, todo el derecho para empoderarse
de su sexualidad sin intromisión de nadie, pues variables como el género o la orientación
sexual son para cada ser humano tan legitimas y profundas como los latidos del corazón.
El proceso inquisitorial presentado, es un compendio de todas las aberraciones científicas
que dominaban el medioevo y que fueron el principal obstáculo para el desarrollo
material, moral y cultural de la humanidad.
Eduardo Ramón L.©
Grupo País Canela™
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