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Antonio de Ulloa. Vida y obra de un ilustrado a través de su librería
Los testamentos del almirante Antonio de Ulloa.
Manuel Ravina Martín
Director del Archivo General de Indias.
Pocos autores del siglo XVIII, especialmente si se trata de científicos, han visto
su obra tantas veces impresa y tan utilizada, citada y reproducida como los marinos
Jorge Juan y Santacilia y Antonio de Ulloa y de la Torre Giral. Ya en vida de ellos, su
libro Relación Histórica del viaje a la América Meridional, impreso en Madrid en dos
volúmenes el año de 1748, fue inmediatamente traducido a las principales lenguas
cultas de la época: al francés dos veces, al inglés cinco y al holandés una. Del mismo
modo la vida de Ulloa, tan larga y laboriosa, también ha sido objeto de estudio, en
especial los principales hitos de su biografía, como la participación en la medición del
grado del meridiano, el gobierno de la Luisiana y la Florida, la dirección de las Minas
de Huancavelica, el mando de la flota a la Nueva España en 1776, y otros muchos
aspectos de su carrera como marino y científico. Sin embargo, faltaba un libro donde se
hiciera un recorrido por toda ella y se diera una visión de conjunto de tantos aspectos
tratados con anterioridad de una manera concreta y parcial, hasta que Francisco de
Solano Pérez-Lila abordó dicho estudio en su libro Antonio de Ulloa, la pasión de
reformar1. Lamentablemente hubo de ser editada de manera póstuma porque el autor
falleció en 1996, sin haber podido darle una última corrección a su texto.
Este libro supone un gran avance historiográfico pues en él quedan incorporados
todos los conocimientos que hasta la fecha se tenían sobre Ulloa, además de una
documentación no sólo inédita sino prácticamente desconocida. Este es el caso del
documento que va a retener nuestra atención brevemente, la Disposición testamentaria
del almirante Ulloa, conservada en un volumen de la escribanía de Marina del Archivo
de Protocolos de San Fernando. Este no pudo estar accesible a los investigadores hasta
su traslado al Archivo Histórico Provincial de Cádiz en el año 1993.
Fue casi un golpe de suerte que esta apertura al público ocurriera cuando el
Doctor Solano aun no había terminado de escribir su libro y pudo tener la oportunidad
de leer y utilizar en su obra tan importante documento.
1
Francisco de Solano Pérez-Lila: La pasión de reformar. Antonio de Ulloa marino y científico 17161795. Universidad de Cádiz y Escuela de Estudios Hispano-Americanos, Cádiz, 1999, XI + 458 págs.
Manuel Ravina Martín. Los testamentos del Almirante Ulloa
Con posterioridad a la publicación de esa biografía, hemos editado parte del
texto de esa memoria testamentaria en el libro "23 Testamentos del Cádiz de la
Ilustración”, aparecido en 2008, donde se da a conocer un grupo de testamentos de 23
personalidades del Cádiz de la Ilustración2. En el libro, aparte de escritores,
comerciantes, aristócratas, funcionarios, etc. aparecen, como no podía ser menos, los
testamentos de un selecto grupo de marinos que vivieron en esa centuria en Cádiz, como
Juan José Navarro, marqués de la Victoria, Andrés Reggio Branciforte, Vicente Tofiño
de San Miguel, Manuel González Guiral y Federico Gravina y Napoli. Entre ellos no
podía faltar Antonio de Ulloa. Pero en aquella ocasión no pudimos publicar el
documento íntegro, dada su extensión, aunque sí la mayor parte y, desde luego, la más
sustancial.
Dada, sin embargo, la índole de aquella publicación, no nos fue posible explicar
in extenso la razón de ser de este documento, ni su carácter tan excepcional, por lo que
nos ha parecido oportuno hacerlo ahora con un poco más de detenimiento, aunque esto
signifique una cierta contradicción, porque la ocasión que ahora nos convoca, -la
existencia de parte de la biblioteca de Ulloa en la Universidad de Sevilla- sea
precisamente un testimonio del fracaso de la disposición testamentaria de Ulloa pues
éste manifestó en todo momento que su colección de libros e instrumentos científicos
debería siempre permanecer unida, vinculados en sus sucesores. Desgraciadamente, este
no es un hecho episódico sino habitual: por más esfuerzo que hacen los testadores en
llevar su voluntad más allá de su muerte, lo cierto es que en muchísimas ocasiones los
herederos o los albaceas trastocan, siempre a favor de su particular interés, dicha
voluntad.
Esta "disposición testamentaria" no es un simple testamento; y no sólo por el
hecho de que sea ológrafo (hay muchos testamentos de puño y letra del otorgante) pero
nosotros lo vamos a considerar como tal en el siguiente cuadro3:
2
23 Testamentos del Cádiz de la Ilustración. Transcripción e introducción por Manuel Ravina Martín.
Cádiz, Consejería de Cultura. Junta de Andalucía, 301 págs. La disposición testamentaria de Ulloa está en
las páginas 92-184.
3
No mencionamos los testamentos que hay en el AHP Cádiz de otros miembros de la familia Ulloa; son
fáciles de localizar gracias a la base de datos que dicho archivo posee de todas las disposiciones de Cádiz,
San Fernando y otros pueblos de la provincia; solo a título de ejemplo citaremos el de su mujer, Francisca
Remírez de Laredo, ya viuda, otorgado en Cádiz el 7 de Septiembre de 1810 ante el escribano público
Pedro de Montes. AHP (Cádiz), pr. Cádiz, pr. 2618, fol. 346.
Antonio de Ulloa. Vida y obra de un ilustrado a través de su librería
TESTAMENTOS DE ULLOA
LUGAR
FECHA
TIPO DOCUMENTAL ESCRIBANO
SIGNATURA
La Habana
Sevilla
Sevilla
1765
1.IX.1773
7.V.1785
Testamento
Testamento
Codicilo
Memoria
Testamentaria
1785
III.1786
6.VII.1788
29.III.1789
20.XII.1789
28.I.1794
Codicilo
Testamento
No localizado
AHP (Sevilla)
AHP (Sevilla)
Cádiz
Cádiz
San Fernando
12.VI.1789
16.I.1792
No localizado
Pedro Leal
Luis de León Pérez
Cristóbal González Téllez AHP (Cádiz)
Fols. 92-103
Fols.103v-104
Fols.104v-105
Fols. 105
Fols.105r-v
Fols. 105v-107
Fernando de la Parra
AHP (Cádiz)
Cristóbal González Téllez AHP (Cádiz)
Es habitual que una persona otorgue distintos testamentos a lo largo de su vida,
pues las circunstancias de su familia, de sus negocios o de cualquier otro tipo son
siempre pasajeras, lo que obliga a cambiar, corregir o modificar las decisiones que ya se
habían tomado en un documento testamentario. En el Archivo Histórico Provincial de
Cádiz hay un ejemplo insuperable de este continuo cambio de pareceres. Doña Ramona
Melgar Toñanejo, Marquesa de Torresoto, otorgó ¡19! testamentos o codicilos entre
1854 y 1876.
Es importante subrayar, aunque es algo obvio, que ninguno de esos testamentos
son iguales entre sí, porque si lo fueran ¿Qué sentido tendría ir una y otra vez al
escribano público o notario, y pagar los correspondientes derechos, para decir siempre
lo mismo? Cada uno supone un añadido, una supresión o una corrección con respecto al
anterior. Esto es importante tenerlo en cuenta porque, como ocurrió en el caso de Ulloa,
se puede caer en el error de, una vez que se ha localizado un testamento, considerar que
ese es el único otorgado por el testador, y no continuar la búsqueda de más documentos
similares, anteriores o posteriores al encontrado. Bien es cierto que el único testamento
válido jurídicamente es el último, pero todos los demás pueden tener algún dato de
interés para la investigación.
Manuel Ravina Martín. Los testamentos del Almirante Ulloa
Ulloa, desde luego, no otorgó tantos testamentos como la Marquesa de
Torresoto, sino sólo tres más dos codicilos. El primero fue otorgado en la Habana en
1765 (tenía ya 49 años), estando soltero y lo hizo obligado por la enfermedad que
padecía, con la asistencia de su fiel secretario Manuel Felix Riesch. No lo hemos
consultado ni localizado, pero, dada su soltería, es bastante probable que nombrara
herederos a sus hermanos.
El segundo testamento lo otorgó en la ciudad de Sevilla el 1 de Septiembre de
1773, cuando ya estaba casado con Francisca Melchora Remírez de Laredo y Calvo de
Encalada, hija de los Condes de San Javier y de Casa Laredo, miembros de la más alta
aristocracia limeña (la boda se celebró por poderes el 11 de Marzo de 1766 en Lima y
fue ratificada luego en La Luisiana), ya tenía algunos hijos en el mundo y había vuelto
de su etapa americana como Gobernador y Superintendente de la villa y minas de
Huancavelica, en el Virreinato del Perú, y Gobernador de La Luisiana. Este es el único
testamento que se conocía hasta la investigación del Dr. Solano, por la simple razón de
las facilidades -relativas- que siempre hubo para acceder a los protocolos sevillanos.
El último testamento fue otorgado en San Fernando en 1792, cuando Ulloa ya tenía una
edad muy avanzada para la época, 76 años. Evidentemente su situación familiar y
personal había cambiado, tenía más hijos y, posiblemente, problemas distintos de los
que tendría 19 años antes.
Estos tres son, pudiéramos decirlo así, los testamentos oficiales; en ellos se
repite casi siempre la misma estructura: su filiación, datos sobre su casamiento, el
nombre de sus hijos, enumerados siempre por el orden de sus edades, los bienes que se
poseían, quiénes son sus herederos, las mandas y mejoras, y los nombres de los tutores
de los hijos menores de edad y los de los albaceas encargados de llevar todas esas
disposiciones testamentarias a la práctica. Era el único medio legal conocido de hacer
llegar a sus descendientes sus bienes materiales una vez que se produce la muerte del
testador. Como el testamento era imposible alargarlo demasiado, entre otras razones
porque en tal caso sería mucho más caro, era preciso omitir algunos aspectos concretos
de la voluntad del testador, que éste transmitía verbalmente a sus herederos y albaceas
para que los cumplieran.
Ulloa era hombre inteligente y práctico, y no debía desconocer lo feble de la
naturaleza humana, en especial cuando se trata del tema del dinero y de ejecutar la
voluntad de los difuntos, cuando no existe ninguna posibilidad de enfadarse ni de
corregir lo ejecutado por sus descendientes y albaceas. El mundo está lleno de ejemplos.
Antonio de Ulloa. Vida y obra de un ilustrado a través de su librería
Y aquí está la raíz del documento que está siendo objeto de nuestra atención: "una
memoria que tengo formada de mi letra en que explico con individualidad lo
perteneciente a estos asuntos, la cual tiene por título Disposición testamentaria".
Pero hay otra razón más familiar e intima para la existencia de esta Memoria. No
es otra que al contraer Ulloa matrimonio siendo ya un hombre maduro -tenía 50 añoscon una mujer de tan solo 17, limeña de nacimiento, y desconocedora del mundo
español. En 1785, fecha del inicio de la Memoria, sus hijos eran todavía pequeños (El
menor, Francisco Javier, tenía solo ocho años, pues había nacido en San Fernando en
1777, cuando su padre contaba ya 61 años), por lo que era obvio que su joven esposa se
tendría que ocupar ella sola más pronto que tarde de sus siete hijos, una vez fallecido
Ulloa. Esto explica, como vamos a ver a continuación el tono y el contenido del
documento: lejos de ser un texto escrito en la fría y vulgar prosa administrativa parece
más bien una carta llena de cariñosos consejos dirigida a su esposa, en un lenguaje casi
íntimo.
Quizás todavía podemos encontrar un motivo más para redactar ese documento,
a mi juicio tanto o más importante que los ya mencionados. Los testamentos eran el
vehículo obligado para hacer llegar a los herederos el patrimonio material que se poseía,
casas, tierras, mobiliario, objetos artísticos, dinero, etc... pero Ulloa tenía claro que
además de los bienes materiales había un patrimonio moral y espiritual -unos valoresque era preciso considerar más si cabe que los bienes materiales, y por lo tanto
susceptible de ser dejado en herencia. Queda magníficamente plasmada esta idea
cuando al hablar de lo importante que es la sabiduría, y su aplicación a la actividad
humana, y después de enumerar todo lo que él ha hecho por la monarquía y la patria,
concluye: “Estas ideas y buenos fines son los que yo deseo dejar por herencia y
sobresaliente patrimonio a mis hijos” (Cláusula 37).
Esto explica la extraña cronología de los documentos. En 1773 otorga un
testamento en Sevilla en el que, como ya se ha dicho, deja a sus hijos herederos de sus
bienes materiales. De 1785 a 1791 va redactando en su retiro de Cádiz diversas
pequeñas memorias sobre cómo debían comportarse esos herederos y albaceas en lo que
se refiere a la educación y formación de los hijos, sus matrimonios, etc. y por último, en
1792 vuelve a redactar un testamento "normal" en San Fernando, con las habituales
cláusulas de este tipo de documentos en el que ordena a sus albaceas y herederos que lo
lleven a cabo de acuerdo a lo que en él se contiene, pero teniendo al mismo tiempo
presente las instrucciones contenidas en la ológrafa disposición testamentaria.
Manuel Ravina Martín. Los testamentos del Almirante Ulloa
Como hemos visto en el cuadro, la "disposición testamentaria" no está escrita de
golpe, sino de distintos momentos a lo largo de seis años, aunque la mayor parte lo fue
en el verano de 1785; después de esa fecha sólo se añadieron breves notas sobre
aspectos concretos; la última la redactó cuando estaba a punto de cumplir los 75 años.
Como el propio Ulloa declara en el principio de la misma el objetivo de su redacción no
fue "para que sirva de amplificación al testamento jurídico que hice en Sevilla en
primero de septiembre de mil setecientos setenta y tres [...] concernientes a mejor
régimen de mi familia, a su subsistencia, y a la crianza y educación de los hijos que me
sobrevivieren [...] y a que sigan carrera decente, decorosa, procurando mantener el
lustre de los antepasados con la ayuda de Dios y dispuesto con arreglo a lo que me ha
enseñado la experiencia en el discurso de mi vida y particular estudio que he hecho de
las vicisitudes de este mundo"4.
Ulloa es consciente, en el declinar de la vida, de cuál es la familia a la que
pertenece, un linaje noble, cumplidor de las obligaciones religiosas, a las que sin
embargo no presta excesiva atención en el testamento, y también con las propias de ese
linaje.
En primer lugar, sus hijos deben actuar en todo momento como tales, es decir
como nobles, y pertenecer a todas aquellas sociedades y corporaciones que acrediten y
sostengan la nobleza, y que al mismo tiempo, les puedan permitir una decorosa
subsistencia. Al igual que él pertenecía a la Orden de Santiago, en la que gozó de la
encomienda de Ocaña, con sus rentas, quiso que sus hijos Antonio, Javier, Martín y José
ingresaran en la Orden de San Juan de Jerusalén, popularmente conocida como de
Malta, cuando todavía eran pequeños, con el fin de que les quedara "siempre la cruz que
es un distintivo distinguido y muy recomendable en todos los países de Europa, y sin
comparación más que en España en los extraños". Al mismo tiempo aconseja a todos
los varones "a correr la caravana", o sea, el viaje obligatorio a la Isla de Malta para
aquellos que tuvieran vocación de consagrarse como caballeros profesos, con votos de
castidad, los que en su día podrían disfrutar de alguna de las encomiendas de la orden.
Ulloa tendría muy presentes los ejemplos de su buen amigo el bailío Frey Antonio de
Bucareli y Ursúa, con el que tantas similitudes guarda su vida, y que había ya fallecido,
siendo virrey de México, en la fecha en que redacta esa memoria, y del también bailío
Frey Julián de Arriaga, que había sido Secretario del Despacho de Marina e Indias,
4
23 Testamentos del Cádiz de la Ilustración, pág. 215.
Antonio de Ulloa. Vida y obra de un ilustrado a través de su librería
también fallecido en esa época. El hijo mayor, Buenaventura, siguió el ejemplo paterno
y se cruzó como Caballero de Santiago en 1795, el mismo año de la muerte de su
padre5.
En cuanto a sus hijas, el mantenimiento de su nobleza dependía mucho de la
condición social de la persona con la que contrajesen matrimonio, por lo que en este
caso los consejos paternos van dirigidos, refiriéndose a su hija mayor Pepita, a "la buena
elección del que vaya a ser su marido... procurando que posea consecuencias conocidas
para que pueda mantenerla con esplendor, que no sea enfermizo, vicioso ni abandonado,
de genio violento ni extravagante, ni de edad desproporcionada; después de estas
precisas circunstancias es otra que sea de su gusto, sin cuya circunstancia no se le debe
dar estado a ninguna mujer, por las malas consecuencias que después se originan" 6.
Sabios consejos dados desde su larga experiencia de la vida en un mundo en el que
todavía se forzaba a las mujeres a contraer matrimonio con personas de avanzada edad,
como satirizó Moratín en sus comedias. Llama la atención no obstante la advertencia de
que el novio no sea de edad desproporcionada si tenemos en cuenta que la diferencia de
años entre Ulloa y su esposa era nada menos que de 33.
Los afanes de Ulloa por darle lustre a la familia y ennoblecer su linaje no
alcanzaron el reconocimiento de un título nobiliario, como quizás él hubiera
ambicionado y esperado, pero al final de su vida debió experimentar una gran
satisfacción cuando tanto su mujer, Francisca Ramírez de Encalada, como su hija
Pepita, fueron llamadas a la Corte en 1789 para prestar sus servicios nada menos que a
la nueva reina María Luisa de Parma, esposa de Carlos IV, la madre como Señora de
Honor, y la hija como Camarista de la Reina. Esto suponía romper la familia, porque
ambas como es lógico debían residir en Madrid mientras que él con los hijos varones
permanecerían en Cádiz. Pero todo se daba por bien empleado, por la honra que suponía
ocupar tan elevado puesto. Para lucir el cargo como correspondía, fue preciso remitirle a
Madrid los muebles de casa, alhajas y plata labrada. Esa estancia en la Corte le costaba
a Ulloa 6.000 reales de vellón para mantenimiento de su mujer y 200 pesos para el de su
hija Pepita (también vivía con ellas su otra hija Carmelita).
Junto a la nobleza y lustre de la familia, la mayor preocupación de Ulloa era la
formación de sus hijos varones, como lo expresa en el punto 36 de su memoria
testamentaria, que no tiene desperdicio: “Entre las cosas principales a que mi mujer y
5
6
23 Testamentos…, pág. 222 (Claúsula 21).
23 Testamentos…, pág. 222 (Claúsula, 23).
Manuel Ravina Martín. Los testamentos del Almirante Ulloa
mis albaceas deben cuidar es de la buena crianza, educación y instrucción de los hijos,
porque sin estos no son útiles ni la calidad ni la riqueza: los buenos modales, las
costumbres sanas y los conocimientos generales y particulares de las cosas del mundo
son los medios por donde los sujetos se hacen recomendables y dignos de aprecio a las
gentes...; el mérito de la sabiduría es el verdadero, pues siempre subsiste sin
disminución, por ser el que proporciona las luces necesarias para el acierto”7.
Como consecuencia, Ulloa aconseja que se extreme el cuidado en el punto de la
educación de sus hijos, señalando incluso cuál debería ser el recorrido de esa enseñanza:
"Los tres hijos Ventura, Antonio y Javier, se hallan al presente adelantados en la
latinidad empezando a traducir con principio de la lengua francesa y de la aritmética;
luego que concluyan la latinidad, deberán empezar el estudio de las matemáticas, sin
dejar el francés, y seguir con la lengua inglesa, la física, el cálculo y la química, la
historia antigua y moderna, el dibujo, el baile y algo de música, siendo todo útil y
conveniente que los sepan"8.
Además de la educación recibida en casa por medio de profesores particulares,
Ulloa aconseja que se envíe a los dos menores (los mayores estaban desde pequeños en
la Academia de Guardias Marinas) al Colegio de Vergara, en Guipúzcoa, uno de los
más afamados de la España de la Ilustración “para que se críen con sujeción y reciban la
educación y instrucción que les importa”9.
Todo esto, con ser tanto, no le parece suficiente. A los hijos hay que darles
instrucción, pero también protección y consejo en las edades en que estos carecen de
criterio propio. Veamos lo que escribe al respecto: “Los tres niños guardias marinas
Ventura, Antonio y Xavier son de poca edad para gobernarse por sí solos; necesitan una
persona de respeto que viva de continuo en su compañía para que los gobierne, dirija,
cuide de que no se desgracien por alguna de las muchas travesuras que son propias de la
edad; que no se extravíen y perviertan con la compañía de otros; ni pierdan las buenas
costumbres en que están criados, que se apliquen a los estudios y aprovechen el tiempo
pues todo esto necesita quien se lo recuerde diariamente. La dificultad está en encontrar
persona de satisfacción que llene estos objetos. Don Francisco Rovira pudiera facilitar
un clérigo italiano que cuidó de sus sobrinos y actualmente hace de limosnero del
Hospital de la Isla; o tal vez en Cádiz podría encontrarse algún francés eclesiástico o
7
23 Testamentos…, pág. 226 (Claúsula 36).
23 Testamentos…, pág.227-228 (Claúsula 38).
9
23 Testamentos…, pág. 220 (Claúsula 14).
8
Antonio de Ulloa. Vida y obra de un ilustrado a través de su librería
secular con las cualidades que se necesitan para este intento y hallándose este mismo
podrá encargarse de la educación de los dos menores Martín y Pepe”10.
También sus hijas deberían recibir instrucción. No señala en su testamento cuál
es la que recibió su hija mayor, pero sí indica que la pequeña, María del Carmen,
debería entrar en el Colegio de la Enseñanza de la Isla de León, fundado por el
matrimonio vasco Manuel de Arriaga y María de Arteaga, y que tanta fama alcanzó en
el Cádiz e Isla de León de la época11.
Después de la formación, todos deberían buscar una colocación que sea de
distinción –lo que él llama carreras de esplendor- y que, además, les permita mantener
el lustre de su casa, porque los bienes de fortuna de la familia Ulloa no iban a ser
suficientes para cubrir este objetivo. Nada mejor para ello que seguir la carrera paterna,
por lo que los tres mayores ingresaron jovencísimos (con 14, 12 y 11 años de edad) en
el Colegio de Guardias Marinas de la Isla de León (Cádiz), donde desarrollaron una
brillante carrera, culminándola el hijo menor Javier en el cargo de Ministro de Marina.
A estos tres hijos dedicó D. Antonio su libro "Conversaciones de Ulloa con sus tres
hijos en servicio de la Marina, instructivas y curiosas, sobre las navegaciones y modo de
hacerlas”. En 1792, su hijo Martín era Paje del Rey, y el menor de los varones, José
María, Cadete de Reales Guardias Españolas. Todos, pues, estaban de un modo u otro al
servicio de la Corona.
Pero para sostener ese nivel de vida, la formación de sus hijos y darles carrera y
buenas dotes, era imprescindible contar con unos bienes suficientes, acompañados de
una buena y recta administración de los mismos. No es extraño que a este tema dedique
la mayor parte de su disposición testamentaria. D. Antonio tenía sus motivos: cuando
era muchacho tuvo que sufrir la quiebra de su padre. D. Bernardo, por culpa de su mala
administración de los bienes del Duque de Medinaceli.
Por ello, en numerosas cláusulas se enumeran una serie de consejos que su viuda
e hijos deberían seguir, y que no son otros sino las reglas que el metódico Ulloa había
seguido durante toda su vida, que pasamos a resumir en tres puntos principales.
1º. La complejidad que ya en el siglo XVIII comportaba la gestión del dinero,
para conseguir una mayor rentabilidad al mismo a través de buenas inversiones, le llevó
a contar siempre con el asesoramiento de la casa comercial Diego Juglá y Compañía,
10
Memoria Testamentaria, AHP Cádiz, protocolos San Fernando, pr. 120 (ante Cristóbal González
Téllez), fol. 151
11
23 Testamentos…, pág. 223 (Cláusula 24).
Manuel Ravina Martín. Los testamentos del Almirante Ulloa
una de las más afamadas de Cádiz, de la que formaban parte los franceses Diego y
Marcos Solier, quienes tuvieron a su cargo la administración de los bienes de Ulloa
nada menos que 46 años. Buena prueba del carácter constante del almirante y de la
buena administración de estos comerciantes12.
2º. Para que el capital que se posee no mengüe de valor con el paso del tiempo,
es preciso realizar buenas inversiones. Para ello, Ulloa tenía como norma “colocar en
fincas seguras la tercera parte del caudal para tenerla asegurada”. Sabia decisión, pues el
gran peligro del dinero que circulaba por Cádiz era que junto a la facilidad de obtener
altísimos intereses en las rentas gracias a los prestamos marítimos, también había una
enorme facilidad para arruinarse13.
Los comerciantes de Cádiz eran muy dados a invertir en lo que hoy llamaríamos
el ladrillo, la compra de casas, que en Cádiz alcanzaban altos precios y cuyos alquileres
proporcionaban buenas rentas, o en fincas rústicas. Sin embargo Ulloa optó por un
sistema mixto: de un lado compró una finca en Palomares (Sevilla), y una Salina en San
Fernando, llamada Los Ángeles Custodios, y puso parte del dinero a buen recaudo en las
acciones que compró del recién creado Banco de España14; de otro siguió invirtiendo
bastante dinero en el riesgo marítimo, a través de sus fieles administradores los Juglá y
Solier. Su nombre, sin embargo, por tanto no va a figurar en los cientos de documentos
de esta naturaleza que se guardan en los protocolos notariales de Cádiz o en los legajos
de la Casa de la Contratación del Archivo General de Indias de Sevilla, pues era
habitual el uso de testaferros para la firma de estos contratos15.
3º. Una y otra vez, de manera machacona, Ulloa insiste para que sus herederos
extremen el cuidado en no gastar si no en aquellas cosas indispensables.
Una vida de trabajo y ahorro, además de las herencias recibidas, tanto Ulloa
como su mujer, dio como resultado que a fines de 1784 su capital ascendiera a la suma
de 197.604 pesos con 6 cuartos16; una cifra importante, pero ya no tanto si tenemos en
12
23 Testamentos…, pág. 218 (Claúsula 7).
23 Testamentos…, pág, 218 (Claúsula 8).
14
23 Testamentos…, pág. 218-219 (Claúsulas 8, 9, 10 y 11).
15
Era muy tentador asumir el riesgo que implicaba el préstamo marítimo por la extraordinaria
rentabilidad que se obtenía. Ulloa lo resume brevemente pero con absoluta claridad: “El peligro de
pérdidas [en las inversiones] es siempre igual por mar y por tierra, pero las utilidades son diferentes
siendo mayores las del mar; y así debe preferirse este giro al otro; asegurándose de los sujetos a quienes
se confía el caudal que es lo principal”. Memoria Testamentaria…fol. 218. O sea, la importancia de
seguir acudiendo a la casa comercial Juglá y Solier de Cádiz.
16
Sin embargo, en la cláusula 25 de la Memoria testamentaria señala que su caudal en esa fecha era de
124.700 pesos 4 1/4 , pero en ella no se habían incluido “los adelantamientos de las cantidades de riesgos
que estaban pendientes”. Vid. 23 Testamentos, pag. 223, cláusula 25.
13
Antonio de Ulloa. Vida y obra de un ilustrado a través de su librería
cuenta lo numeroso de su familia (Cuando murió el virrey Bucareli, soltero y sin hijos,
en México en 1779 dejó la suma de 100.000 pesos, en números redondos)
A pesar de tantas precauciones al final de su vida su fortuna había decaído
bastante, quedándose en torno a los 130.000 pesos, y, como él ya consideraba, a su
muerte la pensión que le iba a quedar a su viuda sería menor de la que él disfrutaba, no
tuvo más remedio que aconsejar que se redujese el tren de vida, cerrando la casa de San
Fernando (siempre tuvieron abiertas dos: una en San Fernando y otra en Cádiz),
vendiendo muebles, aminorando los gastos, etc…
A pesar de todos sus esfuerzos, no fue capaz de transmitir a su mujer e hijos el
bienestar que deseaba para ellos y por el que tanto había luchado, pero siempre le quedó
la satisfacción de legarles un ejemplo admirable de recta conducta, amor desinteresado a
la sabiduría y servicio al rey y a la patria.
Precisamente, para que sus hijos tuvieran un modelo en quien mirar de cómo se
debía servir al Rey y a la patria, Ulloa no dudó en insertar en su Memoria una especie
de Hoja de los servicios que el había llevado a cabo en su larga vida:
«Para que sirva de ejemplo a mis hijos y posteridad más que por vanidad propia diré
en resumen las cosas a que he contribuido en la Monarquía para que se establezcan y
perfeccionen debiéndose a mis noticias, influjos y cuidados los fundamentos de los
adelantamientos que han llegado hasta el presente:
-Lo primero fue la medición de los grados terrestres con todo lo que de estas
operaciones se siguió para la perfección de la geografía, navegación y física terrestre.
-La navegación por los mares del sur y paso por el cabo de Hornos, habiendo dado las
instrucciones convenientes para hacerlo con escuadras.
-La disposición para los Arsenales de Marina habiendo dispuesto el proyecto del de
Cartagena de acuerdo con Sebastián Jeringan, ingeniero en gefe en el año de mil
setecientos cuarenta y nueve que se aprobó por el rey Fernando Sexto, y se ejecutó en
consecuencia.
-La perfección de jarcias y lonas, proporcionando de Holanda maestros hábiles para
ello en 1750 con otras varias cosas para aligerar y facilitar las maniobras de los navíos.
-El proyecto y ejecución de los canales de navegación y riego en Castilla la Vieja y en
León, en 1752.
-La geografía de la Península de España en el mismo año.
-La habilitación de la importante mina de azogues de Almadén hallándose totalmente
perdidas las antiguas en el propio año y en el siguiente.
-El primer Entable (sic) del Estudio de la metalurgia teórico y práctico con hábiles
sujetos en la facultad.
-El estudio de la cirugía para el servicio de la Armada y habilitación de sujetos hábiles
bien instruidos en este arte en 1751.
-La enseñanza y habilitación de relojeros que se enviaron a Ginebra a aprender este
arte.
-La de grabadores geógrafos en figura, países y piedras que se cometieron a Paris para
su enseñanza.
-La reforma y perfección de la Imprenta en todas sus partes que son papel, tinta y
tipos: siendo la primera obra que se imprimió después de perfeccionada la de mi viaje
y observaciones al reino del Perú el 1748 con estampas finas.
Manuel Ravina Martín. Los testamentos del Almirante Ulloa
-La de las encuadernaciones de libros de todos modos.
-La del establecimiento del gabinete real de Historia Natural habiéndolo principiado
en 1752.
-La de las Fábricas de paños con particularidad en Escaray en Navarra y la de Segovia.
-Las primeras reglas, disposiciones y providencias para el gobierno de la provincia de
Luisiana y acrecentamiento de su población hasta el término de la conspiración que
hubo allí desde 1766 hasta 1768.
-La exploración, reconocimiento y examen de los Países en los Reinos de Nueva
España y costas contiguas al Puerto de Veracruz, por el Norte y por el Sur y desde el
mismo río Alvarado hasta el puerto de Tampico, con examen de sus montes y madera
en el año de 1776 a 1778 y a este respecto otras tantas cosas no de tanta
consideración»”17.
El último consejo que les dió es digno de un filósofo de la antigüedad o de un
buen cristiano al manifestar su alegría en ese momento final de la vida y su aceptación
de la muerte como algo natural y consustancial con todos los seres de la creación.
«Que mi mujer, hijos y parientes que me sobrevivan le ofrezcan muchas gracias y
alabanzas [a Dios] por los singulares beneficios que se ha servido hacerme
manteniéndome en el mundo el tiempo de la vida con muchas felicidades y
satisfacciones, por haberme sacado de los muchos peligros que he corrido con felicidad,
con aires y lucimiento de las persecuciones injustas… Haberme concedido una familia
lucida y bastante crecida de hijos que todos manifiestan ser buenos: por haberme dado
posibles para criarlos con decencia, instruirlos y educarlos y para dejarles patrimonio
razonable con que vivan y se coloquen en carrera correspondiente y útil al soberano y al
público: todos los cuales son motivos para alabar y bendecir a nuestro Criador, alejando
de la imaginación los motivos de sentimiento en una causa tan natural y tan precisa
como la muerte corporal para pasar a la mejor vida»18.
El viejo y sabio marino falleció en la Isla de León el 5 de Julio de 1795. Su
cuerpo fue enterrado en la Iglesia Castrense de San Francisco de dicha ciudad, revestido
con el hábito de caballero de la Orden de Santiago y las ropas e insignias militares,
donde aún reposa, porque por obras realizadas en la solería de dicha Iglesia en diversas
épocas, nadie ha conseguido dar con su sepultura y cumplir el mandato de trasladar sus
restos al Panteón de Marinos Ilustres, situado en el mismo San Fernando.
Su familia recogió de entre los papeles de Ulloa esta Disposición testamentaria
y la llevó a la Escribanía Mayor del Departamento Marítimo de Cádiz, que regentaba
Cristóbal González Téllez, quien el 27 de Febrero de 1796 levantaba la correspondiente
acta de que el documento había sido protocolizado ese día con todas las formalidades y
garantías jurídicas. Así es como ha llegado hasta nosotros. Los demás papeles del
17
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23 Testamentos…, págs. 226-227 (Claúsula 37).
23 Testamentos…, pág. 228 (claúsula 39).
Antonio de Ulloa. Vida y obra de un ilustrado a través de su librería
Almirante, que él tenía bien organizados19, no corrieron igual suerte y fueron o
destruidos o dispersados, como le ocurrió también a su biblioteca y a su colección de
instrumentos científicos.
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Buena prueba del interés y cuidado con que Ulloa trataba a sus “papeles de familia” es que también los
consideró parte del Vínculo que fundó en 1785 con “su librería,….., los instrumentos de Astronomía, de
Física y otras; las cosas de Historia natural con minerales de todas especies, piedras fósiles y
antigüedades” (Vid. El testamento que otorgó el 16 de Enero de 1792, AHP (Cádiz), pr. San Fernando, pr.
105, fols. 41-48).
Manuel Ravina Martín. Los testamentos del Almirante Ulloa
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