LECCIONES EGIPCIAS ) © Licencia Creative Commons Horemheb: Atajar la corrupción Javier Fernández Aguado, Socio Director de Mindvalue. Miembro de Top Ten Management Spain (www.toptenms.com). D yeserjeperura-Setepenra y HoremhebMeryamón fueron los nombres que empleó quien es habitualmente conocido como Horemheb, que gobernaría Egipto desde el 1333 a.d.C. al 1305 a.d.C. Su antecesor, Ay (1337-1333 a.d.C.), había sucedido a Tutankhamón. La inesperada muerte del joven faraón, planetariamente famoso por el descubrimiento de su tumba intacta, pilló de improviso a Egipto. El anciano Ay, tras oficiar los funerales del faraón-niño, asumió el poder. Quizá su derecho al trono llegase a causa de su boda con la reina viuda Anjesenamón. Para otros, el ascenso se produjo por derecho propio, al ser el progenitor de Nefertiti. Con todo, la explicación más verosímil parece ser la de que Horemheb no había visto oportuno su propio desembarco en el 1337 a.d.C. y había promovido a un candidato de conveniencia, mientras él preparaba su asalto al trono. Horemheb era miembro de una aristocrática saga del Medio Egipto. Muy devoto de Horus, en su propio nombre se hacía referencia al del dios. Buen comunicador, hizo difundir la historia de que el mismo Horus había decidido facilitar su llegada al trono. Según la fábula que se transmitió, el mismísimo dios le había convocado a Karnak para, en su templo, presentarle a Amón. En esa especialísima circunstancia habría recibido el mandato de ser faraón… Como he mencionado en otros lugares, el empleo del mito no es sólo propio de antiguas civilizaciones. Sigue siendo empleado de continuo en todas las organizaciones. ¿Cómo olvidar el de Bill Gates trabajando en un garaje para crear Microsoft? ¿O el del fundador de un movimiento religioso recibiendo una bendición divina materializada en un objeto de madera? Lo de menos, en época de Horemheb y ahora, es la exactitud histórica del hecho. Lo relevante es que esa narración sirve para justificar una posición y las posteriores decisiones que van a ser tomadas. Horemheb utilizó la fábula recién apuntada, y otras, para apuntalar su ascendencia sobre el clero al servicio de Amón, que pretendía no sólo capitalizar las necesidades religiosas de la población, sino también tomar decisiones políticas en su beneficio. Para afianzar más aun su posición maridó con la princesa real Mutnedyemet. La competencia, en este caso los hititas, consideraron que les sería posible vencer fácilmente a un faraón recién llegado. Así, Shuppiluliuma, rey de ese pueblo El empleo del mito no es sólo propio de antiguas civilizaciones; sigue siendo empleado de continuo en todas las organizaciones ) pág 84/octubre/12 OBSERVATORIO de recursos humanos y relaciones laborales tradicional enemigo de Egipto, promovió un enfrentamiento armado. Shuppiluliuma pagaría con su vida el intento, pues falleció víctima de la peste. En su política de contemporizar con su principal enemigo interno –los sacerdotes de Amón- hizo demoler el templo que Akhenaton había hecho construir en Tebas en honor de Atón. Sus piedras servirían para ampliar el de Amón, en Karnak. Es precisamente en ese templo, en el pilono X donde se encuentra grabado lo que ha venido a denominarse el Edicto de Horemheb. En ese texto, algo anterior al 1.300 a.d.C., se encuentran los fundamentos de regulaciones legales y éticas posteriores. El objetivo fundamental era poner coto a los numerosos funcionarios que habían caído en la corrupción. Entre otros delitos, se había extendido el exceso de presión fiscal sobre los sujetos pasivos, que redundaba a favor de los recaudadores. Paralelamente, no pocos jueces se habían dejado comprar para que los primeros pudieran llevar adelante su perversa labor. Para terminar con aquella situación, Horemheb proporcionó claras indicaciones de que se auditase periódicamente la actividad de los funcionarios de la hacienda pública egipcia y de todos aquellos adscritos a los tribunales de justicia. Paralelamente, ordenó la puesta en marcha de dos tribunales que tendrían competencia sobre cada una de las dos partes en las que geográficamente se dividía el país. El texto es claro y radical. Se lee, por ejemplo: Se castigará con implacable rigor a los funcionarios que, abusando de su poder, roben cosechas o ganado de los campesinos bajo el pretexto de cobrar impuestos. El castigo consistirá en cien bastonazos y hasta el corte de la nariz. Si el involucrado fuera un juez que se hace cómplice de un recaudador de impuestos para compartir sus rapiñas, la pena será de muerte. OBSERVATORIO de recursos humanos y relaciones laborales © Licencia Creative Commons De todas formas, a lo largo de su reinado procuró equilibrar el poder del gran sacerdote de Amón con los cultos a Horus y a otros dioses locales: en Tebas, en Menfis, etc. Solo cerca de su muerte cambió de criterio y devolvió lo que podríamos denominar el sumo pontificado al sacerdote principal de Amón. Lo de menos es la exactitud histórica del hecho. Lo relevante es que esa narración sirve para justificar una posición y las posteriores decisiones que van a ser tomadas ) Como es fácil deducir, si se cometían tropelías, los funcionarios serían castigados. Si el responsable máximo era precisamente quien debía preservar el cumplimento de la ley, su castigo era notablemente mayor. En el ejército, que tanto soporte le había proporcionado en su ascenso al trono, también realizó modificaciones. Estaban orientadas fundamentalmente a descentralizar el poder y a remediar errores y desmanes producidos por las decisiones tomadas por Akhenaton. Sin descendencia propia, designó a otro militar el general Parameses para que fuese su sucesor. Éste se convertiría en Rameses I, fundador de la Dinastía XIX. La Dinastía XVIII desaparecía con la muerte de Horemheb. ) pág 85/octubre/12