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V I DA
E L NORT E - Domingo 5 de Septiembre del 2010
perfIlesehIstorIAs
Editora: Rosa Linda González
¡He, he, heeey!
la gente y de Poncho, que prende
el ambiente, aunque siempre se
pone muy nervioso porque quiere
que las cosas salgan bien”.
Humberto Zamora, asiduo
desde hace más de 15 años, comparte que Poncho no es el típico
locutor de voz modulada, pero su
energía es contagiosa.
“Rolando los Años es una tradición en la Ciudad. A mí me encanta la música disco y cientos disfrutamos de otras épocas gracias a él”.
Con casi tres décadas de locutor,
Poncho Saldaña es un referente de la radio
local. Con el programa Museo del Rock,
que también estuvo en TV,
y los bailes de Rolando los Años,
pone al día el pasado musical
mexicanos, existía interés por la
música en español, por Vicente
Fernández, Antonio Aguilar, y él
n lugar de comprar
le dijo que yo podía iniciar con
dulces o juguetes, el
¡la hora mexicanaaaa!”, exclama
pequeño Poncho gas- Poncho manoteando al aire.
taba su domingo en
Pero no podía desperdiciar la
discos.
oportunidad, comenzó a reunir
“Me iba a SuKsa, por la Ciga- discos, mandó traer otros de Monrrera. Los sencillos costaban 3.50, terrey; y al auditorio le gustó.
eran los que podía pagar, y más si
“Sólo que yo estaba desespelos ponían al dos por uno, porque
rado, no era lo mío. Un rocanrolos LP valían 17.75”, relata el hoy
lero anunciando mariachi, nortelocutor Alfonso Saldaña Ramírez, ño, como que no.
con voz rasposa y energética.
“Entonces, se me ocurrió haEl primero que adquirió en 1969
blar de los músicos con ascendenfue el de Mendocino, del quinteto Sir
cia mexicana que han trascendiDouglas. Después, el de Paranoid, de
do en Estados Unidos: Domingo
Black Sabbath. Luego, In The Sum- Zamudio y su famoso Bule, Bumer Time, de Mungo Jerry, que da- le; Question Mark y Los Misteriorían inicio a una colección de 3 mil
sos, con su vocalista Rudy Martí500 sencillos, 5 mil LPs y una apabu- nez, de 96 Lágrimas, y, obviamenllante cantidad de CDs.
te, Ritchie Valens y La
VIDEO
“Siempre estuve claBamba”, enumera inclielNorte.CoM
vado con la música. Hanando el torso.
bía una estación en KanEn tres semanas le
sas City, KOMA, que en las noches
dio vuelta al programa, aunque de
llegaba aquí, y para oírla me subía
repente lo frenaban cuando ponía
al techo de la casa con mi radio de
a Black Sabbath o Led Zeppelin.
transistores, sacaba un cable, se lo
A la gente le asombraba que
pegaba a la antena de la televisión
un jovencito se tomara tan en sey me ponía a escuchar lo que se es- rio la historia del rock, y es que
taba moviendo allá”.
desde entonces se documentaba
Poncho, de camiseta blanca, en libros y revistas como Guitar
pantalón de mezclilla y tenis ne- Player y Rolling Stone.
gros, se describe, de niño, inquieto,
soñador, con gusto precoz por el
Con la vocación más derock, fan de Mi Marciano Favorito,
finida que nunca, PonEl Súper Agente 86 y Los Monscho retornó a Monterrey,
ters, y a quien no le cabía la menor
cursó la licenciatura de
duda de que un día trabajaría en
Ciencias de la Información en la
la radio, su máximo anhelo.
UDEM, y se graduó en 1981.
Sentado en un sofá negro, en
“En ese ínter propuse hacer
el vestíbulo del grupo radiofóni- Radio UDEM, al director de Huco donde labora y se divierte, re- manidades y Ciencias Sociales, pehúye mencionar su edad.
ro me decía: ‘Déjate de cosas, nuesAfirma que como el rock, no
tra carrera es teórica. Enfócate a la
es cuestión de épocas, sino de ac- comunicación organizacional’”.
titud, la misma que después de
Después, tocó muchas puer27 años lo mantiene vigente en
tas. Hizo la revista interna de una
su programa Museo del Rock, y
empresa y por más que le pedía
encendiendo la pista de Rolando
una oportunidad a Polo Álvarez,
Los Años, los bailes que han he- a quien admiraba, y que entonces
cho historia en la Ciudad.
programaba la XERG, éste le decía que se dedicara a otra cosa.
Poncho es hijo de Homero
A lo más que accedió fue a que
Saldaña Botello y Alicia Alanís. Poncho presentara una canción, y
Está casado con Julia Téllez.
eso porque permaneció afuera de
Sus hijos son: Dayana, Alfonso
la estación durante un maratón que
y Juliana; y sus hermanos: Homero y
Álvarez conducía con Ricky Luis.
Alfredo; él es el de en medio.
“Le dice Polo a Ricky Luis: ‘Sal
De cabello lacio y negro, tez
y que este loco presente esta canclara, nariz pronunciada y sonri- ción. Acaba de llegar el disco’, y yo
sa retorcida, narra que luego de
dije: ¿de veras?, y me solté. ¡En el
terminar la prepa, en 1977 volvió
maratón de la RG, aquí está Scora hacer el último año en Glenwo- pions y Apagoooón!”. grita Ponod Springs, Colorado.
cho alargando la frase.
“La señora de la familia donde
Al final, se acercó a insistirle
me quedaba era locutora, y yo le pe- por enésima vez a Polo que le dedía que me diera chance de estar en
jara producir radio, aunque fuera
la radio, donde tocaban soft rock: Ea- sin paga, pero ya lo tenía harto.
gles, que empezaba a deslumbrar; Al
“Me dijo: ‘¡Ya estuvo suave!
Stewart, Elton John, Rod Stewart…
Vete a una estación experimental,
“Total que ella habló con
a lo mejor te oigo y te doy chanel dueño. Aunque ahí no había
5
María Luisa Medellín
2
1
Francisco Bustos
E
d El estilo entusiasta de Poncho Saldaña ha atraído a las nuevas generaciones al rock de todos los tiempos.
ce alguna vez’.
“Sentí que ese día se me acabó
todo. Me di la vuelta, caminé tres
pasos, pero algo me entró, que
volteo y le digo: Polo. ‘¿Qué, hombre?’. Algún día, dentro de poco,
vamos a trabajar juntos. ‘Sí, está
bueno’”, refunfuñó alejándose.
3
Un defecto de Poncho es la
desidia. Necesita estar totalmente seguro para actuar, pero si toma una decisión va sobre ella y no claudica.
Le ocurrió con la radio. Corría 1982, y mientras los locutores programaban a Madonna y
Michael Jackson, él desempolvaba décadas de rock.
“Una noche estábamos oyendo
discos Alejandro Porras y yo, en mi
casa. Entonces, él dice: ‘¡Qué bárbaro!, ésta es como una noche de
museo’, y yo seguí: como museo
del rock… En ese momento supe
que ésa iba a ser mi llave”.
Armó un guión y grabaron el
demo del programa en una videocasetera y una tornamesa, pero lo
rechazaron en varias estaciones.
En Radio Monterrey aceptaron
transmitirlo si lo respaldaban tres
patrocinadores, que Poncho, Alejandro y Roberto Álvarez consiguieron
tras recorrer de un lado a otro la Calzada Madero; uno de ellos era un tío,
propietario de la Papelería Saldaña.
“Pero al oír la estación, dije:
‘Ay, Diosito, esto está muy deprimente”, cuenta Poncho, entre ri-
sas. “Tenía 500 watts, muy poco
alcance. Entonces, me fui a Stereo 7. Estaba Luis Lauro Hinojosa, compañero en la primaria, y su
papá era dueño de la estación.
“Después del cotorreo, le hablé
del programa y le gustó. Además,
ya tenía patrocinadores, así que el
viernes 11 de febrero de 1983 salió
al aire. Desde entonces no hemos
parado; ya son 27 años”.
Recién nacida la emisión, recordó que cuando estaba en la prepa de Glenwood Springs había una
rockola en la que sólo se escuchaban Walk This Way, de Aerosmith;
y Play that Funky Music, de Wild
Cherry, y todos las bailaban hasta
el cansancio entre clase y clase.
Se había prometido hacer que
más gente se moviera al ritmo de
esas melodías, y pensó en un baile
con música de los 60 y 70.
Nació así La Noche de Museo del Rock, en la discoteca Ajá,
de la Vista Hermosa.
“Fue el primer baile del recuerdo aquí, en noviembre 10 de
1983. A la disco le cabían 700 gentes, había mil y dos mil queriendo
entrar”, relata Poncho, saboreando aquella velada.
4
Al año siguiente, Stereo
7 se afilió a otra empresa,
que de la programación de
su socio sólo dejó a Museo
del Rock, con la condición de que
uno de sus locutores experimentados asesorara a Poncho. Le dieron a
elegir entre Lacho Pedraza, Adrián
Peña o Polo Álvarez.
Obviamente escogió a este último, y cuando se reunieron, Polo
exclamó: “¡Eres tú, no puede ser!”.
“Te dije que algún día íbamos
a trabajar juntos”, contestó Poncho, quien al lado de Polo, que es
una enciclopedia musical, aprendió casi todo lo que sabe.
Polo recuerda que Poncho
era algo tímido, pero creó un estilo propio, ágil, entusiasta, que todos identifican.
“Al principio él no quería estar en el micrófono, sino en la producción, pero lo animé a intervenir y ahora algunos han querido
imitarlo”.
En diferentes épocas, Polo y
Poncho hicieron mancuerna en
Museo del Rock, que desde 1995
se transmite por la 91X, de FM.
También, cuando el programa
llegó a la pantalla del canal 12, luego
al 28, y esporádicamente en la emisión actual de Los Inoxidables, por
el Canal 2, que Poncho inició hace
cuatro años con Adrián Peña.
La dupla se mantiene en Rolando Los Años, que recién cumplió su 21 aniversario, aunque en
realidad son 27, pero antes era La
Noche de Museo del Rock.
“Yo soy el Dj y él conduce”,
dice Polo. “Nos reunimos para
opinar de la música a programar,
aunque ya en el momento veo la
pista y decido cuándo soltar cierta canción, acepto sugerencias de
Todos saben que el grito
de batalla de Poncho es ¡he,
he, heeey!, lo que quiza no
sepan es que surgió un día
que casi se cae al entrar a cabina.
“Fue en el 88. Usábamos acetatos, se iba a acabar la canción,
entré corriendo, y donde me resbalo me salió ¡he, he heeey!”, suelta entre risas.
Aunque cueste trabajo creerlo, Julia, su esposa, dice que fuera
de la radio, Alfonso es silencioso,
anticibernético y en su cabeza hay
siempre una idea en ebullición.
“No me gusta internet para esto, porque cualquiera puede subir
un dato erróneo.
“Mis referencias están basadas en recuerdos, libros y en Joel
Whitburn, quien escribe para Billboard, creo que es lo más fiel”.
Poncho, quien conduce Bufette Digital y Al Máximo, relata
que cuando transmitía desde una
cabina, en la Loma Larga, y no tenía teléfono, ideó comunicarse a
través de luces para identificar a
su audiencia.
“Le pedíamos a la gente que
si nos escuchaba que apagara y
prendiera la luz.
“Fue emocionante ver las luces por Constitución, en las casas
de abajo, en las colonias y hasta en
la torre del Canal 8”.
Aunque, sin duda, transmitir
un concierto de los Rolling Stones,
desde Dallas, en 1989, y su estancia en la Ciudad, en el 2006, han
sido dos de las alegrías más grandes de su carrera.
Sin embargo, el ídolo de Poncho es Ian Anderson, de Jethro Tull. Su canción Thick as a Brick lo
hacía soñar desde niño. Es la historia de Minton, un pequeño poeta que gana un premio y lo descalifican por no creer que tanta elocuencia haya surgido de una pluma
infantil.
Paradójicamente, cuando Ian
visitó Monterrey, Poncho sufrió
la mayor decepción de su vida.
Al preguntarle por Minton, le dijo que esa historia era un invento,
una respuesta irónica a un disco
conceptual de otra agrupación.
“Se me vino el mundo encima,
pero a los cinco días dije: no importa, Minton siempre ha existido para mí”.
¿Otra rola entrañable?
“Free Bird, de Lynyrd Skynyrd,
me define, y es con la que quiero
que me despidan, al morir”.
¿Y hasta cuándo seguirá Museo del Rock?
“Al programa no le daban más
de siete meses de vida, y ya cumplió 27. Creo que acabaré hasta
que mi garganta no pueda gritar
¡he, he, heeey!”.
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