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“2014- Año de Homenaje al Almirante Guillermo Brown, en el Bicentenario del Combate Naval de Montevideo”
Senado de la Nación
Secretaria Parlamentaria
Dirección General de Publicaciones
VERSION PRELIMINAR SUSCEPTIBLE DE CORRECCION UNA VEZ
CONFRONTADO CON EL ORIGINAL IMPRESO
(S-1734/14)
PROYECTO DE DECLARACION
El Senado de la Nación
DECLARA:
Rendir homenaje al General Felipe Varela, caudillo catamarqueño
defensor del federalismo, al cumplirse el 4 de junio un nuevo
aniversario de su fallecimiento.
Blanca M. del Valle Monllau. –
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
Juan Felipe Varela nació en Huaycama, actual departamento Valle
Viejo, de la provincia de Catamarca. Hijo de un activo militante federal,
Javier Varela, se crió en el seno de una influyente familia
catamarqueña.
Siendo joven participó de un movimiento subversivo federal instigado
por el caudillo santiagueño Juan Felipe Ibarra, que encabezó su padre,
Don Javier, con el propósito de deponer al gobernador José Luis
Cano, que respondía a la coalición del Norte. En el combate que se
libró a orillas del río de Valle, los jinetes defensores del gobierno
dispersaron a los insurrectos, dando muerte a Javier Varela.
Tras la muerte de su padre en batalla, Felipe huyo a La Rioja
radicándose en Guandacol. En ese pequeño pueblito del pie de la
cordillera, formó su familia con Trinidad Castillo y se convirtió en
ganadero, trasladando animales hacia Chile. Esos continuos viajes y el
trato con peones y pequeños ganaderos, le dieron un amplio
conocimiento del paisano humilde de la región y de los vericuetos de
la cordillera, que cruzaría muchas veces.
Su estirpe guerrera lo llevó a combatir el centralismo porteño,
encarnado por Juan Manuel de Rosas. Luego de ser derrotado, Varela
tuvo que exiliarse en Chile por largos años.
“2014- Año de Homenaje al Almirante Guillermo Brown, en el Bicentenario del Combate Naval de Montevideo”
Al finalizar 1855, regresa nuevamente a nuestro país y el destino lo
lleva a conocer al general Justo José de Urquiza, a quien no sólo
servirá en el campo de batalla, sino que ganará su aprecio y amistad.
Indudablemente el vencedor de Caseros reconoce las dotes de mando
y el espíritu de orden del catamarqueño, al nombrarlo Comandante del
3er. Escuadrón del Regimiento de Caballerías Nº 7 de línea.
Bajo las órdenes del entrerriano luchó en la fatídica batalla de Pavón,
en 1961, que marcó el triunfo de la facción porteña y el inicio de la
hegemonía mitrista.
Las columnas liberales triunfadoras avanzaron hacia el interior para
cambiar la situación política a sangre y fuego. El liberalismo, heredero
del unitarismo rivadaviano, tenía sus objetivos bien definidos: la
ideología del progreso positivista, la vinculación con las potencias
extranjeras -especialmente con Gran Bretaña-, la construcción de los
ferrocarriles, la inmigración y el ingreso de los capitales. Todo vino a
fortalecer al puerto y a la pampa húmeda en desmedro de las
provincias del interior.
En 1862 se unió al general Ángel Vidente Peñaloza, sublevándose
contra las autoridades nacionales de Buenos Aires. Como
lugarteniente del “Chacho”, fue nombrado jefe de la policía en La
Rioja. En 1863 invadió Catamarca, y luego combatió contra las fuerzas
de Wenceslao Paunero en las batallas de Las Playas y Lomas
Blancas. Después del asesinato de Peñaloza, Varela se refugió en
Entre Ríos, donde fue edecán del gobernador Urquiza. Un año más
tarde se volvería a Chile.
Allí se puso en contacto con la llamada Unión Americana, una red de
intelectuales que se opuso fervientemente ante cualquier ataque de
potencias imperialista a los pueblos americanos. Desde allí, Varela
comprendió -en profundidad- el proceso político en que estaba
sumergido su país, y se dispuso a organizar una campaña militar para
regresar.
Convocando a las montoneras residuales de otros caudillos muertos o
debilitados en todo el país más combatientes chilenos, Varela marchó
sobre territorio argentino apoyado por los caudillos Juan de Dios
Videla, de Mendoza, y Felipe Saá, de San Luis. En Jáchal, provincia
de San Juan, lanzó el 10 de diciembre de 1866 su histórica proclama
revolucionaria:
"¡Argentinos! El pabellón de mayo que radiante de gloria flameó
victorioso desde los Andes hasta Ayacucho, y que en la desgraciada
jornada de Pavón cayó fatalmente en las ineptas y febrinas manos del
caudillo Mitre”…“ Nuestra Nación, tan feliz en antecedentes, tan
grande en poder, tan rica en porvenir, tan engalanada en glorias, ha
“2014- Año de Homenaje al Almirante Guillermo Brown, en el Bicentenario del Combate Naval de Montevideo”
sido humillada como una esclava, quedando empeñada en más de
cien millones y comprometido su alto nombre a la vez que sus grandes
destinos por el bárbaro capricho de aquel mismo porteño, que
después de la derrota de Cepeda lagrimeando juró respetarla"… "Tal
es el odio que aquellos fratricidas porteños tienen a los provincianos,
que muchos de nuestros pueblos han sido desolados, saqueados y
asesinados por los aleves puñales de los degolladores de oficio:
Sarmiento, Sandes, Paunero, Campos, Irrazával y otros varios dignos
de Mitre"… “¡Abajo los infractores de la ley! ¡Abajo los traidores de la
Patria! ¡Abajo los mercaderes de las cruces de Uruguayana, a precio
de oro, de lágrimas y de sangre argentina y oriental! Nuestro programa
es la práctica estricta de la constitución jurada, del orden común, la
paz y la amistad con el Paraguay, y la unión con las demás repúblicas
americanas"…
Varela ocupó toda la provincia de La Rioja. Volviendo hacia el oeste,
dominó también los departamentos occidentales de Catamarca, donde
predominaba un claro sentimiento federal. Los magros batallones con
los que había partido desde Chile se habían engrosado, llegando a
reunir casi 5.000 montoneros: la fuerza más importante que había
puesto en armas el partido federal desde la batalla de Pavón. La
situación era realmente peligrosa para el gobierno de Mitre, que
estaba personalmente al mando de los ejércitos aliados en el
Paraguay. Sin embargo, el moderno armamento y una serie de
circunstancias adversas hicieron que Varela y sus aliados fueran
derrotados. La revolución fue vencida: Felipe cayó en la famosa
batalla de Pozo de Vargas (popularizada por la “Zamba de Vargas”),
ante Antonio Taboada.
El temido caudillo catamarqueño debe retirarse a Jáchal para
reorganizar su tropa y resiste aplicando la táctica de guerrillas. A pesar
de algunos triunfos circunstanciales, su suerte estaba echada.
El 5 de junio vence al General Paunero en las Bateas y luego el
coronel Linares en la cuesta de Miranda. Prosigue su marcha y toma
La Rioja por once días. Perseguido por los generales Arredondo y
Navarro, entra en Antofagasta de la Sierra por Fiambalá, donde sufre
numerosos sufrimientos por el frío y el hambre. Finalmente llega a
Salta y toma la ciudad. Sin embargo, la llegada del Ejercito Nacional al
mando de Octaviano Navarro era inminente y debe huir a Jujuy
primero, y luego Bolivia. Sin apoyo y con un ejército diezmado, regresa
nuevamente a Salta pero es derrotado por las fuerzas nacionales en
Pastos Grandes, dispersando definitivamente su tropa.
Murió pobre, difamado y enfermo de tisis en Nantoco, cerca de
Copiapó, el 4 de junio de 1870. En su manifiesto, Varela decía que con
conciencia tranquila esperaba el fallo de la historia, “porque jamáshe
obrado de mala fe, ni pesa en mi conciencia una sola razón, ni liviana
“2014- Año de Homenaje al Almirante Guillermo Brown, en el Bicentenario del Combate Naval de Montevideo”
porque pueda yo arrepentirme”. La revisión histórica contemporánea –
más seria y desapasionada (incluso apoyada por nueva
documentación encontrada)- nos presenta a un Varela distinto al
gaucho analfabeto y violento en otrora presentado por la historia
oficial. Leyendo su manifiesto y sus cartas, descubrimos un líder con
un claro pensamiento nacional y americano; ferviente impulsor de la
unión con las demás repúblicas americanas; opositor a la vergonzosa
guerra contra el Paraguay, y defensor del federalismo.
La figura de Felipe Varela ha sido justamente reivindicada por el
parlamento catamarqueño, en agosto de 2007, al solicitar al Gobierno
Nacional el ascenso post-mortem del caudillo a General de la Nación.
Varela es uno de los grandes hombres que Catamarca brindó al país y
es necesario revalorizar su persona por el esfuerzo y sacrificios sin
límites a favor de una Argentina auténticamente federal y una patria
Americana unida.
Por todo lo dicho, solicito a mis pares la aprobación del presente
proyecto de declaración.
Blanca M. del Valle Monllau. –
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