LOS GRIEGOS Y SU CERMICA

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LOS GRIEGOS Y SU CERÁMICA
1. INTRODUCCIÓN
1.1. Atenas la «polis» productora de cerámica
Grecia en el s. V a. C. era un mosaico de polis o ciudades-estado, entre las que sobresalía
Atenas.
La ciudad-estado de Atenas es el modelo de la polis griega porque fue la que alcanzó un
mayor desarrollo económico y político entre todas las demás ciudades. A su desarrollo
económico contribuyó la masiva producción de cerámica que se hizo en los grandes talleres
concentrados en el barrio llamado «El Cerámico». Esta producción cubría las necesidades de un
comercio interior y exterior.
La cerámica se exportó en gran cantidad a otros países del Mediterráneo. Se apreciaba en
ella su mejor calidad técnica, sus nuevas y bellas formas, su decoración con figuras que contaban
cosas del pueblo griego. Por ello, con la cerámica se introdujo también en estos países algo de las
costumbres y de las creencias atenienses.
También hoy podemos conocer a través de la cerámica griega algo de la vida, la religión,
los rito, los mitos de los antiguos griegos y quizás reconocer alguna pervivencia de ellos en
nosotros.
2. COMO SE HACÍA LA CERÁMICA GRIEGA
2.1. El proceso de elaboración
Los alfareros griegos hicieron la cerámica de un modo muy parecido a como lo siguen
haciendo hoy los alfareros populares:
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Extracción de la arcilla: La fabricación de objetos de cerámica comenzaba con la
extracción de la arcilla de las canteras y su traslado en cestos.
Modelado: el alfarero preparaba la arcilla humedeciéndola y luego la coloca sobre la
rueda giratoria del torno para darle la forma deseada: copas, platos, crateras, etc.
Secado: terminado el proceso de modelado, se llevaban los recipientes a secar al aire.
Decoración: Los objetos se pintaban con pintura o barniz que se aplicaba con
pinceles. Este barniz, después de la cocción, tenía un típico color negro brillante.
Cocción: Se realizaba en un horno circular con la cubierta en forma de cúpula, con un
orificio de ventilación en la parte superior.
- La cerámica se colocaba en la cámara de almacenamiento, que estaba encima
de la cámara de combustión donde ardía la leña. La leña se había
introducido previamente por un túnel o pasillo por donde, posteriormente se
sacarían las cenizas.
- La cocción se hacía en tres etapas, que podían durar hasta tres días. En cada
etapa el orificio de ventilación se abría o cerraba según se quisiera la
cocción con oxígeno (si está abierto), o sin oxígeno (si está cerrado). Esta
alternancia produce el contraste del color rojo de la cerámica y el negro del
barniz
3. CÓMO SE DECORABA LA CERÁMICA GRIEGA
3.1. Diversas técnicas, diversas decoraciones
La técnica de decoración de la cerámica fue variando a lo largo del tiempo, pudiéndose
distinguir cuatro técnicas fundamentales: la de figuras negras, la de figuras rojas, la de barniz
negro y la de fondo blanco.
La decoración de un vaso griego exigía una gran maestría. Por ello las partes más
importantes del vaso, las de las escenas, era realizadas por el maestro pintor, mientras que los
aprendices hacían los ornamentaciones de las partes secundarias, como las asas, pié y borde.
Los alfareros y pintores trabajaban juntos en el mismo taller.
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Decoración de Figuras Negras: Sobre la superficie roja de la cerámica, se pintaban y
rellenaban las figuras con barniz, señalando los detalles interiores con incisiones y la
piel femenina con pintura blanca. El fondo quedaba «reservado», sin barniz. Se usó
del 700 al 400 a. C.
Decoración de Figuras Rojas: Se cubría la superficie roja de la cerámica con barniz
y se reservaba la figura. Sobre ésta se podía aplicar pintura blanca y roja para los
detalles. Se usó desde el 530 a. C. hasta …
Decoración de Fondo Blanco: Se cubría la superficie con un engobe blanco sobre el
que se dibujaban las figuras con barniz negro. Para los detalles se podía aplicar otros
colores. Se usó durante el s. V a. C.
Decoración de Barniz Negro: Todo la superficie se cubría con barniz. Se decoraba
con otras técnicas: incisión, estampilla o ruedecilla. Se usó….
4. PARA QUÉ SERVÍA
4.1. El diseño: relación entre forma y función
Los objetos de cerámica griega son útiles y bellos. Su utilidad deriva de que su forma se
adecua al uso o función que tuvieron (para comer, beber, transportar, guardar, alumbrar, etc.),
respondiendo cada forma a una función. Su belleza es consecuencia de la maestría en dar a esas
formas proporción, simetría y articulación.
- Lucerna: lámpara de aceite para iluminar.
- Pixis: Cajita para guardar joyas y cosméticos.
- Patera: ¿Plato? Con un saliente central. Se usaba para contener el líquido (leche, vino y
miel), que se ofrecía a los dioses.
- Cuenco: plato hondo o fuente
- Hidria: jarra con tres asas, dos horizontales y una vertical, para recoger, transportar y
servir el agua.
- Kilix: copa poco profunda, asas horizontales y alto pié, para beber vino. Puede ser de
tamaño grande para uso comunitario.
- Escifos: copa profunda con dos asas para beber.
- Enocoe: Jarra para servir el vino. Su boca trilobulada canalizaba el líquido.
- Cratera: recipiente profundo de boda ancha para mezclar el vino y el agua. Los
comensales se servían introduciendo la copa directamente en ella.
- Ánfora: Recipiente de cuerpo apuntado, cuello largo y dos asas para almacenar o
transportar líquidos.
- Lecitos: vaso de cuello y orificio estrecho para regular la salida del perfume o aceite
que contuviera.
5. QUE NOS CUENTA
5.1. La Infancia
El nacimiento de un hijo era motivo de alegría en cualquier hogar, sobre todo si era varón.
Durante sus primeros años era cuidado por su madre, por la nodriza, que le amamantaba o daba
el biberón, y por las sirvientas. En los hogares pobres solo la madre cuidaba de los hijos.
Los niños griegos, como todos los niños, aprendían a dar sus primeros pasos gateando y,
cuando eran un poco más mayores, se columpiaban o jugaban con las tabas, con los aros y con
las muñecas de cerámica articuladas.
Los sacaleches o biberones era un recipiente que se adaptaba al pecho femenino para
sacar la leche. Las tabas era un hueso de animal pequeño para jugar, mientras una se lanza al aire
con las otras se hacen combinaciones.
5.2. La educación de los niños y los jóvenes
La educación en Grecia tuvo una importancia extraordinaria. Al niño se le educaba para
que fuera un buen ciudadano, participando en el gobierno y defensa de la ciudad y respetando las
costumbres, creencias y ritos tradicionales. En cambio a la niña se la educaba para que fuera una
buena esposa y ama de casa.
La educación del niño comenzaba en casa donde el pedagogo (
: era un
esclavo ilustrado) le iniciaba en la escritura y lectura. A los siete años iba a la escuela y a la
palestra o gimnasio. En la escuela el niño aprendía literatura y música, y en la palestra se le
enseñaba diversos deportes y ejercicios físicos.
La enseñanza de la literatura se hacia mediante el recitado de memoria de los grandes
poemas griegos (la Iliada, y la Odisea). Así el niño conocía las hazañas gloriosas de los hombres
del pasado que se convertían en modelo de comportamiento.
La enseñanza de la música consistía en aprender a tocar de oído la lira y la flauta doble o
. Esto le permitía poder participar en las celebraciones sociales y religiosas en los que la
música jugaba un importante papel.
La educación física le preparaba para ser un atleta competitivo y un buen militar,
consiguiendo al mismo tiempo la «excelencia» física, complemento de la belleza ética o moral.
5.2.1. La Escuela
Los niños comenzaban a ir a la escuela cuando ya sabían leer y escribir. Allí acudían
desde el amanecer acompañados por el pedagogo que, sentado al fondo de la sala, vigilaba su
comportamiento y sus progresos.
Los alumnos se sentaban en taburetes frente al maestro y apoyaban sus tablillas de
escribir, hechas de madera y cubiertas de cera, sobre sus rodillas. El maestro de las letras o
grammatistes (
) le enseñaba a recitar los poemas escritos en el rollo de papiro, y
el maestro de música a tocar la flauta o la lira.
5.2.2. La Palestra
La educación física tenía lugar en el patio porticado de la palestra o gimnasio. Antes de
comenzar los ejercicios los atletas se untaban el cuerpo con el aceite que llevaban en el aríbalo
(frasco de cuello y orificio estrecho para regular la salida del aceite, y boca discoidal para
extenderlo por el cuerpo), evitando así las rozaduras o arañazos y haciéndolo escurridizo en la
lucha libre.
Tras el ejercicio se limpiaban el cuerpo con la estrigile de bronce que llevaban en un
saquito. Con ella rascaban la piel y quitaban la mezcla de aceite, polvo, sudor y arena.
Aprendían lucha libre (o lucha cuerpo a cuerpo, era la llamada pankration en la que se
traba de derribar al suelo al oponente y para ello todo estaba permitido, excepto morder y arañar),
carreras, saltos de longitud, lanzamiento de disco y jabalina para competir en los festivales
religiosos, que en Atenas eran en honor de Atenea (Juegos Panatenaicos), y en Olimpia en honor
a Zeus (Juegos Olímpicos).
5.3. La vida de la mujer
La mujer ateniense tenía la obligación prioritaria: dar hijos legítimos a su esposo para
perpetuar la familia. También tenía que ocuparse de la buena marcha del hogar organizando las
tareas domésticas y las compras, controlando los gastos, cuidando de los esclavos enfermos, etc.
Vivían recluidas en la casa. No podía salir ni ver a otros hombres que no fueran de su
familia, por lo que tampoco se le permitía asistir a los banquetes que su marido celebraba en la
casa.
En contraste con este papel exclusivamente privado, las mujeres tenían una importancia
extraordinaria en las fiestas y rituales, actuando como sacerdotisas en la mayoría de los cultos
públicos.
5.3.1. El vestido, signo de distinción
Sus vestidos eran: el peplo, túnica abierta por un costado. Pieza amplia de tela que se
doblaba en la parte superior, rodeaba el cuerpo pasando por las axilas y se sujetaba en los
hombros con imperdibles. Se ceñía con un cinturón. Y el quitón, túnica larga y cerrada, de tela
muy fina que formaba pliegues muy menudos. Se completaba con el himatión o manto de paño
grueso de lana que hacía pliegues más anchos.
5.3.2. El adorno, signo de lo femenino
La mujer distinguida perfumaba todo su cuerpo porque el olor potenciaba su poder de
seducción; se maquillaba con polvos blancos, colorete en las mejillas y pintura roja en los labios.
Estos cosméticos se guardaban en las píxidas (cajita cilíndrica para guardar las joyas y objetos de
tocador) y lecánides (cajita que pudo servir para contener regalos y ofrendas de amor) al igual
que los collares, pendientes, pulseras, anillos, etc. Los perfumes lo guardaban en lecitos,
alabastrón, oinocoe.
5.3.3. La boda
Toda mujer ateniense deseaba casarse. Su matrimonio estaba concertado por sus padres
desde que ella era niña y la boda se celebraba al cumplir la novia los doce o quince años y el
novio dieciocho.
La ceremonia de la boda duraba tres días. Comenzaba con la renuncia de la novia a sus
juguetes y su ofrecimiento a los dioses. Luego seguía el rito de la purificación con el baño de la
novia. El día de la boda se hacía el banquete en la casa de la novia y al anochecer se organizaba
el cortejo que acompañaba a los novios a su nueva casa. Al tercer día, los padres de la novia
llevaban en procesión los regalos que había recibido y entregaban la dote que se había acordado.
5.3.4. Las tareas femeninas, signo de posición económica
La mujer noble es la señora de la casa y gobierna sobre esclavos y criados, que son los
que realizan los trabajos pesados. La única labor manual que ella misma realiza es hilar y tejer.
El hilado y la elaboración de tejidos en el telar era una actividad apropiada de mujeres de alto
rango, y de la habilidad para realizarla dependía el «valor» y la apreciación que merecía. Estas
actividades le permitían disponer de bastante tiempo de ocio que dedicaba a su cuidado personal
y a reunirse con sus amigas para cantar o charlar.
La mujer de un campesino, un artesano o un obrero trabaja en casa y fuera de ella
ayudando a su marido en las faenas del campo, en el pequeño taller familiar o vendiendo
productos en el mercado: verduras, frutas, pasteles, etc.
Algunas mujeres, como las nodrizas, plañidera o heteras trabajaban a cambio de un
salario. Las heteras era mujeres libres e instruidas a las que se les pagaba por acudir a los
banquetes de hombres a tocar la flauta, cantar, bailar o simplemente a entretenerlos con su charla
y sus encantos.
5.4. El hombre, ciudadano de la polis
En Atenas, todos los hombres libres eran ciudadanos con el derecho y la obligación de
participar directamente en la política, es decir, en el gobierno de la ciudad. Este sistema político,
llamado democracia o gobierno del pueblo, fue un invento ateniense.
Todos los hombres: Tenían que asistir cuatro veces al mes a la Asamblea o reunió en la
que se promulgaban las leyes. Formaban parte del Consejo una vez en su vida y cuando les
tocaba por sorteo. El Consejo estaba constituido por 500 ciudadanos que preparaban las leyes y
controlaba su cumplimiento. También tenían que realizar algún trabajo de interés público durante
un año, como por ejemplo ser miembro del jurado en los tribunales de justicia, vigilar el
mercado, etc. Su actividad política podía prolongarse en el Simposio o reunión de varones
amigos que compartían intereses económicos y políticos. Allí se bebía, se recitaba poesías, se oía
música, se jugaba y también se hablaba de filosofía y política, formándose grupos de presión que
luego influían en la Asamblea y en el Consejo.
5.4.1. El hombre defensor de la polis
Para los griegos la guerra era un acontecimiento «normal», temido y deseado. Defender la
ciudad era también defender sus intereses, sus ideales, su forma de vida y además era la
oportunidad para conseguir la gloria.
La preparación de los jóvenes se hacía mediante el adiestramiento físico en la palestra y
el servicio militar que duraba dos años. Después permanecían en servicio activo y podían ser
llamados a combatir hasta los cuarenta años. Se podía combatir en el cuerpo de caballería, en el
de los hoplitas (infantería pesada) o en el de la infantería ligera. Los hoplitas era el cuerpo
principal del ejército.
5.4.2. El simposio o banquete
Esta reunión de hombres se hacía en la casa de uno de ellos. Los invitados, descalzos y
coronados con guirnaldas, comían y bebían recostados en sus lechos. El vino y el agua eran
llevados en las ánforas y mezclados en la cratera. El vino se colaba previamente y, tras mezclarlo
con el agua, ser vertía en las copas y vasos con la ayuda de pequeños cazos. Mientras tanto una
auletris o flautista tocaba la doble flauta.
5.5. Creencias y ritos religiosos
Los atenienses creían en unos dioses que imaginaban muy parecidos a ellos mismos, con
los mismos vicios y virtudes y con una vida llena de peripecias, que son relatadas en los mitos.
La diferencia fundamental era que los dioses eran inmortales y que tenían poder para
influir en la vida de la gente. Interesaba que esta influencia fuera beneficiosa y por ello les
imploraban sus favores y les agradecían los ya concedidos por medio de rituales.
Los rituales más frecuentes eran la libación (se hacía vertiendo el vino o la leche,
contenidos en una jarra y en un patera, en un altar o directamente sobre la tierra) y los sacrificios
(consistían en degollar animales y quemar sus huesos, grasa y piel sobre el altar para que en
forma de humo ascendiera a los cielos y alimentara a los dioses) que hacían en los momentos
más importantes de la vida: nacimiento, matrimonio y muerte, en la guerra, etc.
5.5.1. Dioses y héroes
Atenea, es la diosa protectora de la ciudad de Atenas, se representa como una mujer
guerrera con el casco, la lanza y la égida, una especie de piel de cabra.
Hércules, es un héroe, es decir, un hombre que destacó por su extraordinaria fuerza
demostrada en los Doce Trabajos que realizó. Uno de ellos fue matar al León de Nemea con cuya
piel se vistió y otro sacar al peligroso perro Cerbero, de varias cabezas, de las puertas del infierno
que guardaba.
Teseo, es un héroe ateniense (su padre fue rey de Atenas) que realizó numerosas hazañas.
Debe su fama a la liberación de los jóvenes atenienses, presos en el Laberinto de Creta,
venciendo al Minotauro que los guardaba. Teseo es un héroe que emplea más su ingenio e
inteligencia que la fuerza.
5.5.2. Los ritos funerarios
Cuando un familiar se moría se le lavaba, perfumaba y envolvía en un sudario,
comenzando los ritos fúnebres que duraban tres días. Mientras el cadáver estaba expuesto a la
entrada de la casa, las plañideras lloraban, gritaban, se arañaban el rostro, se cubrían la cabeza
con cenizas y cantaban la canción fúnebre en señal de duelo.
Tras el enterramiento, la tumba se señalaba con una estela colocada sobre unos escalones
en los que se depositaban los lecitos de fondo blanco y otras ofrendas, como huevos, tortas y
pasteles, etc.
5.5.3. Las fiestas religiosas
En las fiestas participaba la ciudad entera: hombres y mujeres, adultos y niño, esclavos y
extranjeros, y naturalmente los dioses, porque las fiestas se celebraban en su honor y para
agradecer su protección y favores.
Se celebraban fiestas casi todos los meses del año y había meses, como el de octubre, con
tres fiestas. El dios que gozaba de más fiestas en su honor fue Dioniso y la fiesta de mayor
esplendor era la de Atenea, patrona de la ciudad.
Las fiestas duraban varios días en los que se hacía procesiones y sacrificios a los dioses,
pero también juegos deportivos, concursos de canto, danza y poesía e incluso, representaciones
teatrales.
5.5.3.1. Las Fiestas Panateneas
Eran las fiestas en honor de Atenea, celebraban la solidaridad de la comunidad ateniense,
representada en la gran procesión de todos los ciudadanos caminando hacia el templo de la diosa
para ponerse bajo su protección. Esta celebración fue esculpida por Fidias en el friso del
Partenón. En los juegos, al ganador se le entregaba la ánfora panatenaica con la efigie de Atenea
y llena de aceite sagrado, era el premio por ser el vencedor.
5.5.3.2. Las Fiestas Dionisiacas
Las fiestas en honor de Dioniso tuvieron un gran arraigo popular. Se celebraban en el
campo, en la montaña, en el bosque, donde se pudiera estar en contacto con la naturaleza. Se
bebía y se danzaba hasta conseguir el «éxtasis», el estar fuera de sí, y el «entusiasmo» o posesión
del dios, que se manifestaba en una locura furiosa. La religión dionisiaca significa el triunfo de lo
que hay de irracional en el hombre y de su capacidad de transformarse en otro.
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