Dossier sobre la "Cuestión Marítima" Nº 32 (Octubre

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Selección de artículos de opinión
Prensa boliviana
Octubre, 2015 – Nº 32
CONTENIDO
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La solvencia de Mesa y la estrategia de Chile ........................................................... 3
Chile víctima de su propia trampa, por Ilya Fortún ................................................... 4
¿TVN Chile se equivocó?, por Mónica Olmos Campos ............................................. 5
Mesa y la causa del mar, por Mauricio Aira............................................................... 6
Entrevista ejemplar .................................................................................................. 7
Heinz Fischer visita Bolivia, por Walker San Miguel Rodríguez ................................ 8
¿Y después del éxito de La Haya qué?, por Rafael Puente ....................................... 9
Chile equivocó el camino en La Haya, por Jaime Aparicio Otero ............................ 10
Ni vuelta: Carlos Mesa para elogiarlo y cranear, por Gonzalo Mendieta Romero .... 11
El uso político de un fallo de la CIJ, por Marcos Aguirre......................................... 12
El largo camino al mar, por Marco Antonio Barroso Mendizábal ............................. 13
Carlos Mesa y el pentatlón moderno, por Fadrique Iglesias Mendizábal ................. 14
El fallo de la CIJ en Chile ........................................................................................ 15
La excepción preliminar, una nueva oportunidad, por Walker San Miguel .............. 16
El entrevistador ...................................................................................................... 17
Chile sin mar, por Julieta Paredes .......................................................................... 18
Historia secreta del fallo de la CIJ, por Carlos Antonio Carrasco ............................ 19
El Abrazo de Charaña, ¿tiempo de reflotar la idea?, por Máximo Quitral Rojas ...... 21
Fallo de la CIJ en Chile: entre la condescendencia oficial y la dura crítica ............. 22
El fallo de la CIJ también es visto con atención en Perú ......................................... 26
Tres maneras de convencer a Chile, por Walter Guevara........................................ 28
El mar y los derechos humanos, por Carlos Alarcón Mondonio ............................. 30
Más simple de lo que aparenta, por Óscar Ballón ................................................... 31
El punto de inflexión: el 14-2 de La Haya, por Pablo Peralta Miranda ...................... 33
Estrategia del mar .................................................................................................. 36
Una estrategia exitosa, por Carmen Sandoval Landívar .......................................... 37
“Tenemos una de las costas más largas”, por Agustín Saavedra Weise ................. 38
Oficiosa invitación, por Rubén D. Atahuichi López ................................................. 38
El fallo de La Haya y los sueños marítimos bolivianos, por Joshua Bellott Sáenz .. 39
Medias verdades, por Rocío Estremadoiro Rioja .................................................... 41
1
31. Riesgos y modos de dialogar con Chile, por Walter Guevara Anaya ....................... 42
32. La negociación como objetivo principal de la demanda marítima de Bolivia, por Gabriela
Durán M. ................................................................................................................. 43
33. El supremo destino de Bolivia ................................................................................ 44
34. Más sobre el fallo de La Haya: Orías y el rol de “los doctores”, por Raúl Peñaranda U.
............................................................................................................................... 45
35. Diálogo por el mar .................................................................................................. 47
36. Fallo en La Haya, dedicado a todos, por Gustavo Murillo Carrasco ........................ 47
37. La invitación a Muñoz, por Cayo Salinas ................................................................ 48
38. Sobre el corte y recorte de la transmisión del juicio, por Iván Bustillos Zamorano . 49
39. Juan P. Cárdenas: ‘No nos haría ni un rasguño ceder un paso soberano’ a Bolivia 50
40. ‘Un indio sin plumas’ ante la Corte, por Amanda Dávila Tórrez .............................. 53
41. Si lo dice la Corte, debe ser cierto, por Andrés Guzmán Escobari .......................... 54
42. La mentira de Penélope, por Juan Murillo Dencker ................................................. 56
43. El interés privado en la Guerra del Pacífico, por Víctor L. Sánchez Sea .................. 57
44. Bolivia en un nuevo escenario internacional, por Marcos Aguirre .......................... 58
45. Carlos y Eduardo, por Juan José Toro Montoya ..................................................... 59
46. ¿Quién es el autor de la demanda boliviana?, por Walker San Miguel Rodríguez ... 60
47. Los temores chilenos, por Walter Guevara Anaya .................................................. 61
48. Áreas protegidas y exploración petrolera, por Winston Estremadoiro .................... 63
49. Dialogar con Chile .................................................................................................. 64
50. Otra salida a nuestro enclaustramiento, por Horacio Poppe Inch ........................... 65
51. Lo que le queda por decir a Chile ........................................................................... 66
52. La suficiencia de Mesa en la televisión chilena....................................................... 67
53. Las posibles salidas argumentales de Chile en el juicio de fondo .......................... 68
54. Siguiente paso en la demanda: normalizar la relación con todos ........................... 71
55. El mar y la pirámide del éxito, por Iván Arias Durán ............................................... 73
56. Al mar con mesura, por Rubén D. Atahuichi López................................................. 74
57. A 111 años del Tratado de 1904, por Marco Antonio Barroso Mendizábal ............... 75
58. Bolivia gana respeto, Chile pierde simpatía, por Gabriela Ichaso Elcuaz ................ 76
59. Asuntos pendientes, por Juan José Toro ............................................................... 77
60. Al mar, por la razón del mercado, por Cayo Salinas ............................................... 78
61. Mapa de la cualidad marítima ................................................................................. 79
62. Triunfalismo precoz, por Carlos Antonio Carrasco ................................................. 80
63. Bolivia y nuestra demanda marítima, por Xavier Albó ............................................ 81
64. La Haya: 14 victorias y 2 premios consuelo, por Sergio Alberto Fernández ............ 82
65. Las demandas marítimas y sus protagonistas, por Fernando Cajías ...................... 84
66. Fernando Salazar: La demanda es ‘una construcción de muchos’ ......................... 88
67. La victoria en La Haya, patrimonio del pueblo de Bolivia........................................ 91
68. Tirantes relaciones con países importantes, por Winston Estremadoiro ................ 92
69. Cambiar todo para que nada cambie, por Alejandro A. Tagliavini ........................... 94
70. A no olvidar el apoyo del “hermano Papa”, por Gustavo Murillo Carrasco ............. 94
Recursos Audiovisuales ........................................................................................................ 96
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Selección de artículos de opinión
Prensa boliviana
Octubre, 2015 – Nº 32
1.
La solvencia de Mesa y la estrategia de Chile
La intervención del vocero de la Causa Marítima, Carlos Mesa, en el programa El
informante, de Televisión Nacional de Chile, ha sido, además de solvente, pedagógica y
precisa, una oportunidad para que los bolivianos nos percatemos del rumbo que adoptarán
la prensa y la élite política chilena en los próximos meses, después del fallo de la Corte
Internacional de Justicia de La Haya (CIJ) que se declaró competente para tratar la
demanda boliviana ante Chile.
Tras una semana del fallo de La Haya, el vocero y expresidente Mesa fue invitado a un
programa de alto rating en la televisión estatal chilena,
al que también asistieron dos
excancilleres de ese país, José Miguel Insulza y Hernán Felipe Errázuriz. Ambos estaban
en el público durante la entrevista y luego conversaron con el conductor del programa, el
periodista Juan Manuel Astorga.
En una entrevista preparada para desarmar al invitado y a la posición boliviana, el Vocero
hizo una atinada y brillante defensa de la causa marítima, demostró su conocimiento
histórico, sus dotes discursivas, su experiencia mediática y principalmente su capacidad de
argumentar cualquier detalle que concierna a la demanda boliviana. Demostró también, por
añadidura, que en la etapa actual, después de declararse competente la CIJ para tratar el
tema, la estrategia comunicacional boliviana es más importante que nunca y que es Mesa la
persona más idónea para conducirla.
Aunque el programa mostró a un público adusto y preocupado, y a dos excancilleres
totalmente refractarios a la posición boliviana, el haber llegado de esta forma a la opinión
pública chilena no sólo ha sido oportuno sino que debe ser parte permanente del trabajo del
Vocero y del equipo boliviano en los próximos meses.
Mesa hizo afirmaciones importantes de ser compartidas con el público chileno: que Bolivia
no busca vulnerar el Tratado de 1904; que los ofrecimientos chilenos a lo largo del último
siglo son tangibles y crean la evidencia de lo que se denomina "derecho expectaticio”; que
la salida soberana -que deberá ser definida en una eventual negociación- partió de Chile
como propuesta aunque resta definir y precisar sus condiciones; que Bolivia se someterá al
fallo de la CIJ cualquiera que sea y, no menos importante, que la demanda boliviana no se
reduce a la Corte y al fallo que ésta determine sino que es un causa nacional e histórica que
es y seguirá siendo una prioridad nacional.
Pero, más allá de la satisfacción que sintió el país ante la acertada defensa realizada por el
expresidente Mesa, quedó en todos la percepción que desde Chile se debe esperar en los
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próximos meses una estrategia agresiva, que anule inclusive la validez y legitimidad de los
fallos de la CIJ -Errázuriz se refirió a ella como "una Corte política” y que "está haciendo
mucho daño”- y no esté dispuesta a un diálogo abierto y fructífero.
Aunque simultáneamente el presidente Evo Morales informó que en su breve encuentro con
la Presidenta de Chile en Nueva York notó un "cierto interés en conversar” -recordemos
que luego del fallo, Evo Morales invitó a las autoridades chilenas al diálogo-, está claro que
en las autoridades y líderes de opinión de ese país está por ahora ganando terreno la
posición más dura y conservadora: la de negar a Bolivia cualquier posibilidad de arreglo
que implique un retorno soberano al océano Pacífico.
Las amenazas de que Chile pueda incluso dejar el Pacto de Bogotá -también salidas de la
boca del excanciller Errázuriz- muestran cuán poco flexible es el ánimo en ese país para
acatar una futura negociación de "buena fe” con Bolivia.
Afortunadamente, la argumentación boliviana ha conseguido posicionar la idea de que el
diálogo abierto es la mejor apuesta para resolver este diferendo histórico y aunque Chile
esté inclinándose por retomar su posición de inflexibilidad y autoritarismo, Bolivia ha
conquistado un inmejorable apoyo internacional.
La presencia y voz del expresidente y vocero de la causa marítima, Carlos Mesa, refuerza
precisamente este concepto.
Fuente: Página Siete 01.10.2015 (Editorial)
2.
Chile víctima de su propia trampa, por Ilya Fortún
El martes pasado, el periodista Juan Manuel Astorga de la Televisión Nacional de Chile,
fue por lana y salió trasquilado.
Invitó a Carlos Mesa hasta su set en Santiago y creyó que con un par de preguntas
capciosas iba a desarmar a su entrevistado -empañando así el primer triunfo boliviano en la
Corte Internacional de Justicia- e iba a contribuir a la inaudita interpretación que se intenta
forzar en Chile, que intenta convertir una derrota en una victoria.
Astorga arrancó el programa con una astuta sonrisita en los labios, tratando de hacerle pisar
el palito a uno de los hombres mejor formados del país en el tema marítimo -que
seguramente le debe llevar dos décadas de ventaja en el periodismo televisivo- y terminó
con el rostro desencajado, al igual que los otros invitados y el público en el set.
El expresidente Mesa lo destrozó de principio a fin con una solvencia y un aplomo que,
estoy seguro, hizo que muchos televidentes chilenos se digieran en el fondo de sí mismos:
con razón nos ganaron estos bolivianos.
El Informante (así se llama su programa), o no sabía realmente a quién tenía delante o
cometió el mismo error que ha llevado a Chile a la situación en la que se encuentra en el
conflicto con Bolivia: creer que ellos son los más vivos del mundo y que el resto son
tontos.
El problema en Chile hoy es que todavía no son capaces de darse cuenta que el escenario ha
cambiado y que insistir en la misma postura de siempre los coloca en una posición que raya
en lo ridículo.
Y es que durante muchísimo tiempo les funcionó muy bien la cómoda postura de decir que
no a todo, mientras nos hacían creer sucesivamente que estaban dispuestos a negociar una
salida soberana al mar, para después hacerse los locos y seguir diciendo que no a todo.
Era tan cómoda su postura que, incluso, proyectaba la falsa impresión de que ellos tenían
una sólida política de Estado al respecto y que los bolivianos, al contrario, divagábamos
erráticamente. Bueno pues, los últimos acontecimientos han demostrado todo lo contrario.
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Bolivia buscó y buscó hasta que encontró la manera de impedir que se nos siga engañando
y el país entero se alineó detrás de esa estrategia, y la gran política de Estado chilena se
tambalea como un flan, en medio de un cacareo que clama el abandono del Pacto de Bogotá
o cualquier pateada de tablero que les evite rendir cuentas ante la comunidad internacional.
Hoy ciertas élites chilenas se resisten a aceptar que una corte de justicia del más alto nivel
ha establecido que sí tienen un tema pendiente con Bolivia y que existe una seria
posibilidad de que, desde el banquillo del acusado, sean obligados a cumplir finalmente con
sus ofrecimientos.
El primer reflejo que han tenido es insistir en el mismo razonamiento, pensando que, en el
peor de los casos, también engañarán a la Corte y a la comunidad internacional, sin costo
alguno, con una negociación engañosa que mantendrá las cosas como siempre.
No se dan cuenta de que la esencia y la posibilidad de éxito de la demanda boliviana se
basa justamente en haber vuelto contra ellos su actitud mañosa y que, por eso mismo, el
eterno truco corre el riesgo de no funcionar más o, peor aún, funcionar en contra.
Tampoco parecen darse cuenta de que la situación en la que están -de crisis estructural y de
un profundo agotamiento de modelo de país- los pone también en una posición bien distinta
a la que históricamente estuvieron acostumbrados; nada raro que los chilenos de a pie, que
están hasta la coronilla con sus élites, terminen cobrándoles caro este nuevo fracaso, una
vez que se despejen los vapores chauvinistas y nacionalistas.
¿O será que sí se dan cuenta, pero no les queda otra?
Fuente: Página Siete 01.10.2015
3.
¿TVN Chile se equivocó?, por Mónica Olmos Campos
Como soy comunicadora y no política voy a decir que desde la gestión periodística se tomó
una decisión correcta, si dijera lo contrario estaría de acuerdo con la endogamia política,
comunicacional e ideológica en la que incurren medios como Radio Red Patria Nueva y
canal 7.
Desde los intereses geopolíticos de Chile, invitar a Carlos Mesa al programa televisivo El
Informante de TVN para que se pasee como “Pedro por su casa” fue un error inobjetable; lo
es tanto que la Cámara de Diputados de ese país ha solicitado explicaciones al Presidente
del medio de comunicación estatal para que informe por qué se lo invitó, quién lo invitó y
quién financió pasajes y demás.
Alguien, de manera muy perspicaz, decía que la televisión chilena invitó a Carlos Mesa,
pero de pronto ésta se hizo de tres invitados: Un periodista, un historiador y un
expresidente. Primer error: Invitar a un personaje cuyo dominio de la historia, del lenguaje
y de las cámaras de televisión es reconocido por todos en Bolivia pero ignorado, incluso,
por algunos ciudadanos influyentes en Chile.
Segundo error: Dejar que hablara sin contraparte; es decir, sentarlo junto a un entrevistador
cuya experiencia fue insuficiente ante un interlocutor que no dejó de mirarlo. Mesa,
usualmente le habla a la audiencia, pero en esta oportunidad, el vocero de la demanda
marítima, no le quitó los ojos al periodista lo cual no fue inconsciente, claro está.
Quizá si el programa se hubiera desarrollado en otro formato de intervención, las
oportunidades de Mesa para explayarse se habrían reducido, pues el tercer interlocutor
podría haber desviado, manipulado, negado o tergiversado el discurso del boliviano.
Los errores siguen y suman: El horario, el formato en vivo, el medio (estatal) y el
entrevistador que aunque se defendió como gata en celo, no alcanzó a estar. Repito, desde
los intereses geopolíticos, la participación de Carlos Mesa fue una tremenda metida de pata
de los chilenos.
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Ahora bien, desde el periodismo y los principios de respeto a la libertad de expresión, de
prensa y el pluralismo, no fue para nada un error; es mas, desde el periodismo romántico es
adecuado pensar que el medio hizo su trabajo y muy bien, además: Invitar a un personaje
que le retribuiría muchos puntos de audiencia en un contexto absolutamente propicio, que
era necesario escuchar a la contraparte, que el tipo es autoridad en el asunto, y que, para
rematar, es muy “televisivo”.
Desde la mente del alumno más pragmático se podía haber pensado que Mesa era una
mente de agilidad aletargada por efectos de la gélida puna, pues la televisión chilena suele
vendernos como un país altiplánico caótico, deprimido y reprimido.
Es posible, pues que hayan pensado quienes invitaron a Carlos Mesa que el hombre se
achicopalaría ante un entrevistador hecho al ducho, en un prime time en vivo, con dos
excancilleres mirándolo fija y furiosamente, y con público en el estudio; cuando, en
realidad, lo que hicieron fue diseñar el escenario perfecto para que el vocero boliviano se
desplace como pez en el agua hablando de un tema al que está dedicado hace décadas;
tampoco pensaron que las luces de un set de televisión hacen que Mesa muestre sus
mejores destellos.
Ahora, después del “plop” colectivo, la cúpula política chilena exige explicaciones al
responsable del medio por haber tenido semejante idea.
Como soy comunicadora y no política voy a decir que desde la gestión periodística se tomó
una decisión correcta, si dijera lo contrario estaría de acuerdo con la endogamia política,
comunicacional e ideológica en la que incurren medios como Radio Red Patria Nueva y
canal 7, dos medios que ni a cañón convocarían otras voces que no sean las del Gobierno
atentando contra los más elementales principios del periodismo. Desde ese enfoque, TVN
no cometió delito alguno.
Fuente: Los Tiempos 01.10.2015 (La autora es comunicadora social)
4.
Mesa y la causa del mar, por Mauricio Aira
Aplaudimos el editorial de Los Tiempos sobre la actuación de Carlos Mesa como vocero de
la causa marítima de Bolivia y su reciente comparecencia en la TV oficial de Chile, cuando
sin ambages dijo la verdad histórica que, ¡ay! muchos chilenos desconocían. En efecto
nuestra autoestima y orgullo se acrecientan tras la tarea del equipo que representó a Bolivia
ante la fase preliminar del proceso judicial implantado en la Corte Internacional de Justicia.
Primero Mesa. Varios de mis amigos me reprocharon que hubiese puesto de relieve desde
hace mucho la actuación del expresidente porque descalifican su actuación política al
suceder a Sánchez de Lozada en la Jefatura del Estado y porque hubiese dictado una
amnistía que habría librado del rigor de la justicia a los principales protagonistas del
derrocamiento del Presidente. Al margen del juicio de la historia que será sin duda severo y
drástico, nosotros los mortales no podemos juzgar y menos condenar actitudes en todo caso
controversiales en un presente, que todavía no ha concluido.
Segundo, el mar. Gracias a la pertinacia de Carlos Mesa, sus dotes de bonhomía, a que
estudió mucho sobre el tema histórico y a su acendrado patriotismo, ha sido posible ir
clarificando ante Chile y el mundo la postura de Bolivia en cuanto al tratado de 1904, cuya
revisión no está en mientes y sí más bien destacar con pleno conocimiento de causa la
retahíla de compromisos y de promesas del vecino para facilitar una salida soberana al
Pacífico. Esta forma de razonamiento ha resultado tan exitosa que los jueces de La Haya
han expresado su casi unánime acuerdo. Bolivia tiene derecho de plantear la demanda, lo
cual ha provocado una hecatombe a todo nivel en el vecino, al punto que Mesa ha logrado
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con palabra segura y precisa demostrar lo incorrecto de la actuación de sus delegados ante
la Corte.
Tercero: un bajo nivel. Está claro que Carlos Mesa no se limita a ser un digno vocero de la
causa del mar ante el mundo.
Mesa es también un hombre cauto y diplomático. En la entrevista de marras no ha proferido
adjetivos ni actitudes agresivas en contra del “usurpador de nuestro territorio”, sino que ha
caído simpático y provocado una sensación de alivio ante los chilenos. A su regreso y ante
la “agravante verborrea” del medio oficialista, ha recomendado observar “un bajo nivel” y
en efecto digámoslo con claridad, no es hora de insultar a Chile, ni mostrar agresión por la
conducta de sus líderes cuando en 1879 invadieron Antofagasta primero y acto seguido
toda la costa hasta Perú.
Subsisten en el plano de la política dos aspectos que Mesa ha recomendado, porque lo
notable y lo acertado del vocero, es que desde un principio ha expresado su independencia
en materia de política interna, muchas veces divergente con la oficialista.
Sus recomendaciones son un acercamiento a los Estados Unidos, cuyo respaldo se hace
imprescindible en un tema tan sensible y delicado y el respeto a la institucionalidad. Es
sobre este punto que una sola pregunta ha quedado pendiente de respuesta, en la ya célebre
entrevista ante la TV chilena.
Fuente: Los Tiempos 01.10.2015
5.
Entrevista ejemplar
La participación, el martes, del expresidente y vocero de la demanda marítima boliviana,
Carlos Mesa, en una entrevista de la Televisión Nacional de Chile (TVN), además de
confirmar las dotes que lo hicieron el indicado para tan delicada misión como la que
desarrolla, ha dejado un ejemplo digno de ser citado en diversos ámbitos de la vida nacional
y no solo en la diplomacia.
El portavoz boliviano respondió con gran soltura y dominio del tema las preguntas del
periodista Juan Manuel Astorga, conductor del programa El informante, que se transmite en
horario estelar. Fue ejemplar, pues, el modo en que el expresidente se refirió a todos y cada
uno de los temas planteados en el diálogo televisado. Si hubo preguntas dirigidas a
provocar respuestas sentimentales, el vocero evitó caer en la trampa y las respondió a la
altura de su dignidad, así como supo evitar innecesarios desgates para la imagen del país y
de sus gobernantes, cuando el entrevistador intentó trasladar el tema a los asuntos internos
del país.
Fue ejemplar también porque con su elocuencia, dominio de los recursos televisivos y,
sobre todo, por su calidad expresiva, el vocero boliviano logró explicar a la teleaudiencia de
ambos lados de la cordillera de qué se trata la demanda boliviana y sobre qué bases se
sustenta. Muchos de los tópicos desarrollados esa noche por Mesa fueron en su momento
publicados por este diario, lo cual, irónicamente, le valió una amenaza de juicio. Las
reacciones de la clase política del vecino país demuestran que la población chilena fue
impactada por el mensaje boliviano, al extremo de que no pocos políticos pidieron
explicaciones y cuentas a TVN por la entrevista, pues eso comprensiblemente debe
preocupar a las clases dirigentes.
Fue ejemplar porque del mismo modo que quedó clara la posición boliviana, antes, durante
y, eventualmente, después del proceso ante la CIJ, también se hizo un esfuerzo considerable
por permitir al Gobierno y la clase política chilenos demostrar que en caso de ser favorable
a Bolivia la demanda no significará tocar el Tratado de 1904, ni mucho menos ceder
territorio chileno; así, la lectura chilena, limitada para fines políticos, ha quedado clara.
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Ejemplar también fue el modo en que la televisión chilena hizo un esfuerzo no solo por
tener en su estudio al más notorio de los bolivianos involucrados en el proceso ante la
Justicia internacional, sino también por mostrar una gran variedad de puntos de vista de la
población y los políticos de ese país. Que hubo sesgos más o menos evidentes, seguro; sin
embargo, el ejercicio periodístico y su pretensión de equilibrio informativo es digno de
imitación no solo por parte de los medios privados chilenos, sino también a este lado de la
frontera.
Ejemplar Mesa, finalmente, porque demostró a propios y extraños que su posición como
portavoz de la demanda es más importante que su opinión personal. Y muchos en el país
deberían aprender de él.
Fuente: La Razón 02.10.2015 (Editorial)
6.
Heinz Fischer visita Bolivia, por Walker San Miguel Rodríguez
El presidente de Austria, Heinz Fischer, ha llegado a Bolivia en visita de Estado. Un
acontecimiento de suma importancia para las relaciones diplomáticas de Bolivia con uno de
los países fundadores de la Unión Europea (UE), y que cuenta con aproximadamente 9
millones de habitantes. El Presidente de Bolivia invitó personalmente a su homólogo
austriaco, quien lo recibió en Viena cuando el avión presidencial tuvo que aterrizar de
emergencia en territorio austriaco el 2 de julio de 2013, grave incidente internacional que
involucró a varios países europeos que impidieron el aterrizaje de la aeronave que traía de
retorno al Presidente boliviano desde Moscú, a raíz de la sospecha de que Edward Snowden
se encontraba a bordo.
Heinz Fischer es miembro del Partido Socialista de Austria, de tendencia socialdemócrata,
y es jefe de Estado desde 2004; fue elegido en reemplazo del conservador Thomas Klestly
y es doctor en Ciencias Jurídicas y Políticas egresado de la Universidad de Viena. Antes de
ser elegido presidente federal fue diputado y ministro de Ciencias e Investigación. Es autor
de varias publicaciones en materia jurídica y política y fue coeditor de revistas
especializadas. El periodo presidencial en Austria es de seis años, y el 25 de abril de 2010
fue reelegido para otros seis años de mandato con el 79% de los votos, por lo que goza de
gran prestigio y legitimidad en su país y en la Unión Europea.
La actual República de Austria sucedió a la monarquía austro-húngara que finalizó en 1918
y desde entonces tiene un sistema federal. En 1920 se promulgó la Ley Constitucional
Federal y posteriormente un gran número de leyes constitucionales que obligaron a
promulgar una nueva Constitución en 1945, después de finalizada la Segunda Guerra
Mundial y una vez que fue liberada de la ocupación alemana (Hitler anexó en 1938 a
Austria como parte de Alemania). Hoy, Austria está dividida en nueve estados llamados
Länder. Viena, la capital, es considerada una ciudad-estado. La influencia de Austria en la
música, las artes y las ciencias en general es muy relevante. Su PIB al año 2013 superaba
los $us 428.000 millones; mientras que el PIB per cápita alcanza a $us 48.000.Bolivia
puede aprovechar esta visita de Estado para obtener líneas de cooperación con el país
europeo, que ha demostrado ya su experiencia y capacidad tecnológica en la construcción e
implementación del sistema de transporte por cable (teleférico) entre La Paz y El Alto, obra
a cargo de Doppelmayr, empresa líder en el sector con sede en Wolfurt. Austria posee
también líneas de financiamiento concesional para la construcción de hospitales, escuelas y
centros comunitarios que atienden a sectores sociales vulnerables. La presencia del
presidente Fischer permitirá de seguro generar convenios de cooperación en esos y otros
sectores económicos.
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La Paz y Santa Cruz, las ciudades que visitará Heinz Fischer, recibirán con la cordialidad y
hospitalidad de siempre a un ilustre visitante. Recibirá además el Cóndor de los Andes, la
más alta condecoración que otorga el Estado boliviano, de parte del presidente Evo
Morales. En suma, se trata de una visita de gran relevancia, que se produce apenas a una
semana de emitido el fallo por la Corte Internacional de Justicia (CIJ) que rechazó la
excepción de incompetencia que Chile pretendía dentro de la demanda boliviana por el
acceso soberano al Pacífico. El Presidente austriaco encontrará una Bolivia Plurinacional en
pleno proceso de cambio, una Bolivia más altiva, más segura de sí misma y confiada en un
futuro promisorio donde el desarrollo económico con justicia social le permitirá cerrar las
heridas de varios siglos de dominación colonial, subdesarrollo y extrema dependencia que
marcaron su historia.
Fuente: La Razón 02.10.2015
7.
¿Y después del éxito de La Haya qué?, por Rafael Puente
Nadie puede negar que la gestión diplomática de nuestro Gobierno ante el Tribunal de La
Haya fue un acierto total. Se preparó todo con tiempo y con toda la seriedad que el tema
amerita; se conformó un equipo amplio de expertos (al margen de que fueran o no parte del
proceso de cambio); se hizo todo lo necesario para que el país entero se sintiera
representado y no se politizó el tema (en el sentido negativo de la palabra). Ha sido la
única vez en la historia que nuestra diplomacia ha superado a la chilena; y se puede decir
que se ha puesto en práctica todo el simbolismo de nuestro escudo nacional… (Realmente
sería de desear que se aplicara este mismo estilo participativo y a-partidario a todo el resto
de las tareas que nuestro Gobierno tiene pendientes, pero este es otro tema).
El tema preocupante es qué va a pasar ahora. Después de la resolución de la Corte de La
Haya, la actitud del Gobierno es la de iniciar un diálogo serio con el Gobierno chileno y eso
no deja de ser coherente. Y cabe pensar que el resultado de ese diálogo, bajo la tutoría de la
Corte, que se ha declarado competente, tendría que ser positivo para Bolivia. Pero, no
olvidemos que en este caso el interlocutor tiene como lema nacional el de "Por la razón o la
fuerza”, y, por tanto, la perspectiva de tener razón -por parte de nuestro país- lo que
previsiblemente va a generar es la apelación a la fuerza -por parte del Gobierno chileno-.
Una "fuerza” que, en este caso, se puede limitar a un "no me da la gana” y listo, ahí se
quedan ustedes enclaustrados…
¿No será entonces que contra esa apelación a la fuerza la única respuesta válida por parte de
Bolivia -para no limitarnos a lamernos la herida con el consuelo de que teníamos razóntendría que ser otra forma de fuerza? Por supuesto nada de fuerza militar (sería
contradictorio con nuestros principios pacifistas, además sería ingenuo), pero hay otros
tipos de fuerza, en nuestro caso un cierto tipo de fuerza económica.
Por una parte, ya está claro que mientras el Estado chileno no reconozca nuestro derecho al
mar no puede pretender que le vendamos gas -cosa que en todo caso habría que ratificar-.
Pero ahí está el otro tema, que es el del comercio: se sabe que la principal fuente de
ingresos del norte chileno es el comercio con Bolivia, fundamentalmente por Iquique, pero
secundariamente también por otros puertos. ¿No sería, por tanto, necesario que se le deje
claro al Gobierno de Chile que si no se aviene al diálogo y a los futuros posibles veredictos
de la Corte de La Haya vamos a cerrar las fronteras comerciales (y eventualmente las
turísticas)? ¿No habría que tomarse en serio las potencialidades del puerto de Ilo y,
posiblemente, de otros puertos peruanos?
Ahora bien, eso supone, por parte de nuestro Estado, la capacidad de controlar seriamente
las carreteras y el contrabando. Supone reformar a fondo, y potenciar, el Comando
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Operativo Aduanero y otras posibles instancias de control. Porque está claro que el
comercio a través del Perú resultaría algo más caro que el que viene por Chile, y eso iría en
contra de comerciantes y contrabandistas, que tendrán que aportar lo suyo a los intereses
nacionales. Y supone, también, el mejoramiento y la construcción de carreteras y
ferrocarriles hacia los puertos peruanos.
Está bien que nuestro Presidente convoque al diálogo a la presidenta de Chile, pero, al
mismo tiempo, parece importante que no confiemos en la voluntad de diálogo de un Estado
que siempre ha hecho lo que le ha dado la gana, no sólo con sus vecinos, sino con su propio
pueblo (ahí está el pueblo Mapuche, no sólo reprimido y cada vez más arrinconado, y
despojado de sus territorios, sino incluso desconocido como pueblo. En Chile lo único que
hay son chilenos, dicen. Y, mejor, no dicen qué pasa con los derechos de esos chilenos, y
si no que le pregunten a Camila Vallejos).
¿Qué podemos esperar nosotros? Carlos Mesa y Rodríguez Veltzé ya han jugado su papel;
ahora les toca a la Policía, a las Fuerzas Armadas y a la ABC. ¿O no?
Fuente: Página Siete 02.10.2015 (Rafael Puente, miembro del Colectivo Urbano por el
Cambio (CUECA) de Cochabamba)
8.
Chile equivocó el camino en La Haya, por Jaime Aparicio Otero
Desde un punto de vista jurídico, la caracterización del litigio de la demanda contra Chile
ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) -escrita por expertos internacionales,
acertadamente escogidos por Bolivia- esquivó hábilmente las limitaciones que establece
el Pacto de Bogotá para viabilizar la jurisdicción de la CIJ. Las acciones de relaciones
públicas y el papel del embajador Rodríguez también fueron apropiadas.
Lo curioso es que el Gobierno de Chile haya hecho tan mala lectura de la demanda
boliviana y que haya objetado la jurisdicción de la CIJ basándose en criterios políticos y
emociones nacidas de un recurrente complejo de superioridad de la clase política chilena
frente a Bolivia, más que en la lógica jurídica a la que se atienen los jueces de la CIJ. La
mayor parte de los analistas coinciden en que Chile equivocó el camino y sufrió un duro
revés en esta fase del proceso en La Haya.
En efecto, la CIJ ha recordado a Chile que Bolivia no le ha solicitado que declare si tiene
derecho a una salida soberana al mar ni que se pronuncie sobre el Tratado de 1904. En
consecuencia, independientemente de la calidad del contenido del reclamo de fondo, la CIJ
ha determinado que tiene jurisdicción, sobre la base del Pacto de Bogotá, para ver la
cuestión de derecho internacional que le ha sometido Bolivia.
Es posible que ésta sea la última victoria legal significativa que tenga Bolivia en este
proceso, en el que, como lo ha señalado el presidente de la Corte, no se tratará el tema del
acceso soberano al mar. Pero -a mi juicio-, lo más importante es que por primera vez el
Gobierno de Chile ha mostrado sus debilidades, miedos y contradicciones.
Las actuales autoridades del socialismo chileno están nerviosas y no porque teman
nuevamente perder en La Haya, donde no se va a decidir sobre ningún tema que afecte
directamente la integridad territorial de Chile, como fue el caso de la reciente controversia
con el Perú. La clase política chilena está nerviosa porque sienten que ya no es sostenible
seguirse apoyando en su viejo canturreo de que no hay asuntos pendientes con Bolivia y
que todos los asuntos se definieron en el Tratado de 1904.
Es, precisamente, el caso boliviano el que pone el dedo en la llaga del falso modernismo
de Chile, que sigue anclado en políticas conservadoras y discursos chauvinistas del pasado.
Por esa razón, el canciller Heraldo Muñoz reacciona con arrogancia y molestia frente a los
argumentos bolivianos. Se siente incómodo porque ha mostrado la hilacha de un discurso
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de izquierda vacío. La actitud de Muñoz no le hace ningún favor a la imagen internacional
de Chile.
Hoy las circunstancias han cambiado y el mundo observa cómo un supuesto gobierno
socialista pierde credibilidad internacional cuando se aferra a argumentos decimonónicos.
La opinión pública global no entiende por qué Chile no puede sentarse a negociar una
solución definitiva a esta controversia. Tiene todas las posibilidades de hacerlo en una
forma inteligente, generosa y rápida. Podría, además, beneficiarse de un acuerdo de
integración, libre comercio e inversiones que le permitan contar con todos los recursos
naturales de los que actualmente carece, incluyendo los energéticos.
Unos pocos kilómetros en su enorme costa no afectaría la integridad de Chile y, más bien,
le permitiría vivir en un barrio de amigos agradecidos. Chile, además, aseguraría su ingreso
a la modernidad con una nueva mentalidad de futuro y de solidaridad.
De la misma manera, sería de esperar que Bolivia genere las condiciones para un diálogo
con mediadores internacionales y, sobre todo, no utilice esta causa nacional con fines
políticos internos.
Fuente: Página Siete 02.10.2015 (Jaime Aparicio Otero fue viceministro de Relaciones
Exteriores)
9.
Ni vuelta: Carlos Mesa para elogiarlo y cranear, por Gonzalo Mendieta
Romero
Ensalzar a Carlos Mesa no tiene ya mucho chiste ni me valdrá el premio a la columna más
original del mes -al que usualmente aspira María Galindo en Página Siete, con más
denuedos y tenacidad-, luego del aluvión de aclamaciones que suscitó la entrevista a Mesa
en TVN Chile.
Pero sería de envidiosos no reseñar los talentos de Carlos Mesa, su conocimiento, altura y
garbo, expuestos ante la teleaudiencia chilena esta semana. De paso, en esa entrevista el
país redescubrió ideales abandonados y se topó con las señas de un lenguaje político
distinto. Gratifica ocuparse de estas cuestiones, en vez de las bravatas de tanto postulante
local a hombre fuerte, pero de cómic.
En primer lugar, acertaron, el Gobierno y Mesa, al rehuir la tentación de una visita a Chile
como la anunciada hace meses. Con la invitación de la TV chilena a Carlos Mesa, nadie
pudo acusar -en Santiago o en el mundo- una torva intención de provocar a Chile con una
exhibición de artes marciales, verbales o físicas. Parece trivial, pero no desafiar sin sentido
no es para ser buenos chicos. Es para probar que la causa boliviana se defiende sola, sin
mala leche. Y si se pretende negociar con Chile algún día, tampoco interesa enajenar a su
opinión pública, sino inducirla a repensar. Esta veta fue entreabierta en la entrevista a
Carlos Mesa.
Sin darse cuenta, con Mesa en Santiago, el país también rememoró el ideal del patricio
ilustrado. Para comparar, Evo Morales es de la estirpe popular, con su arquetipo del macho
inexpugnable, heroico y rústico. Y García Linera ha hipotecado la irradiación de intelectual
radical schick por la imagen del hombre de poder. En cambio, Mesa expresa los sueños hasta conservadores- de las clases medias bolivianas, ansiosas por formar a los suyos en el
prestigio del saber. Ese paradigma resucitó sin complejos en el desempeño de Mesa y en la
reacción que originó.
En Chile, Carlos Mesa dio otra vez vida al arte público de retórica, ideas y gestualidad,
desmintiendo a nuestros maestros del Realpolitik de choripan, para quienes en política sólo
rinde ser marrullero o práctico. De un puesto significativo, pero relegado a la cuestión
marítima, Mesa ha hecho una palestra. Que las virtudes personales no sean suficientes para
11
manejar el poder es algo que Mesa sabe por agria experiencia, pero eso no quita la lección
que presenciamos.
Mesa también hizo señas de un discurso post-opositor. Él ponderó el papel -esa obstinada
voluntad- de Evo en la demanda marítima, de una forma que un opositor severo dudaría,
calculando el electorado a perder. Pero ni la oposición más áspera se animó a cobrarle a
Mesa ese gesto.
A la vez, en Chile Carlos Mesa tradujo su opinión adversa a la relección de Evo, en el único
momento en el que zigzagueó por no prever ese obvio flanco débil, usado por el periodista
chileno -convertido ya en polemista- para evitar la rechifla de su audiencia (no ha de ser
fácil entrevistar a un chúcaro como Mesa en apronte; su entrevistador no era malo, pero
carecía del barniz intelectual para lidiar con el expresidente). Ya en Bolivia, Mesa ratificó
su censura a la reelección, para molestia de los perdidos -del MAS- en la política pequeña y
servicial.
Mesa perfiló así otra senda, que se permite apreciar los éxitos del Gobierno sin callar su
crítica al oficialismo monopolista. El riesgo de esa postura es el equilibrismo, pero aun así
refresca. Tiene el mérito de trascender la intragable dieta discursiva a que estamos
sometidos: "el Gobierno hace todo bien/el Gobierno hace todo mal”. De esas
construcciones verbales nuevas, que se arriesguen a dejar las trajinadas trincheras, se
armarán las coaliciones políticas del futuro.
Fue una ocasión para reconocer a un personaje de nuestra vida pública. El país lo ha visto
crecer, destacar, consentirse, atinar, equivocarse y volver a brillar. De este tiempo quedarán
pocos en la memoria nacional, Evo y Carlos Mesa entre ellos. Y tal parece, como apuntaba
un ojo de águila, que aún no podemos juzgar cuál será el lugar de su relevancia final.
Fuente: Página Siete 03.10.2015 (Gonzalo Mendieta Romero es abogado)
10. El uso político de un fallo de la CIJ, por Marcos Aguirre
No hay nada más político que aquello que se pretende mantener fuera del espacio político.
Será muy difícil para cualquier gobierno cumplir con su promesa de no politizar un triunfo
a la competencia de la Corte.
En Chile la cosa es parecida. Los gobernantes chilenos juegan abiertamente a la política
con la demanda marítima boliviana. Queda muy claro que la decisión de presentar una
Objeción Preliminar a la competencia por parte de Chile tuvo un cálculo político simplón:
que la decisión de fondo del caso no le toque al Gobierno de Bachelet. Ésta será una papa
caliente que la Presidenta chilena se la otorgará a su sucesor.
Pero este razonamiento no dejó de ser simplón, porque el fallo del 24 de septiembre
también fue y es una papa caliente para los actuales gobernantes, sobre todo para el agente
Felipe Bulnes y para el ministro de Relaciones Exteriores, Heraldo Muñoz. Yo pensé que
después del fallo este último iba a renunciar, pues tiene la culpa de no llevar este proceso
con prudencia. Abre mucho la boca, provoca sin motivo aparente. Recordemos que en una
entrevista a CNN Chile dijo que su país tenía un 98 por ciento de posibilidad de ganar la
Objeción Preliminar. Luego logró convencer a la diplomacia chilena para hacer creer que
Bolivia sí tiene acceso al mar, hasta hizo preparar videos y documentos carísimos, le costó
esta apuesta. Y finalmente cuando el papa Francisco tendió la posibilidad de un puente, el
muy prepotente retó a Bolivia y le dijo: “Nos vemos en La Haya”. Si bien ninguna
autoridad de los gobiernos boliviano y chileno fueron a La Haya yo no recuerdo que el
canciller Choquehuanca hubiera respondido algo tan altanero como el “nos vemos en La
Haya” de Muñoz.
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Ahora que el fallo le ha dicho a Chile un fuerte y sonoro “perdiste”, la tarea de Bulnes y de
Heraldo Muñoz consiste en empezar a interpretar el fallo. Hasta un niño sabe que la parte
resolutiva de un fallo se encuentra al final, y en el caso del fallo de 24 de septiembre esta
parte resolutiva se encuentra en el parágrafo 56, el cual es meridianamente claro: se rechaza
la Objeción Preliminar presentada por Chile y la Corte se declara competente para conocer
la demanda boliviana presentada el 24 de abril de 2013. Yo me pregunto ¿dónde se
encuentra mermada la demanda boliviana? La respuesta es en ninguna parte. Otra cosa es el
papel político que deben jugar Bulnes y Muñoz para conservar sus pegas, y más que sus
pegas, su prestigio.
Este fallo adverso también deja mal parada a la señora presidenta Michelle Bachellet, en
tanto había los rumores de una posible postulación a Naciones Unidas, que hoy ante la
amenaza de que su gobierno pueda decidir que Chile se retira del Pacto de Bogotá o restar
importancia a un fallo de la Corte Internacional de Justicia, dicha postulación se encuentra
muy cuestionable.
En nuestro país es lógico que todos intentarán capitalizar el triunfo. Hay muchos padres
para la victoria pero la derrota hubiera sido huérfana.
Cuando transmitieron la lectura del fallo a mí me quedó claro quiénes son los papás de esta
victoria, se los veía en la pantalla.
Fuente: Los Tiempos 03.10.2015
11. El largo camino al mar, por Marco Antonio Barroso Mendizábal
En la alborada del 24 de septiembre de 2015, junto a mi familia sufrimos el dolor
inenarrable de la pérdida de mi madre, a escasas horas de su partida al encuentro con el
Supremo Creador, la tristeza se convirtió en esperanza, nuestra Bolivia, acostumbrada a
escasas victorias, se apuntó un incuestionable triunfo jurídico - diplomático que supera el
listón dejado por la Resolución 426 de la OEA de 1979, ocasión en la que se reconoció
que el problema marítimo es un asunto de interés hemisférico permanente.
Bolivia recurrió al arreglo judicial -artículo 33 numeral 1, Capítulo VI de la Carta de la
ONU- porque las autoridades ultraconservadoras de Chile sistemáticamente han negado la
existencia de un problema pendiente de resolver, atrincherándose en la intangibilidad de los
tratados, calificando a la demanda boliviana como artificiosa, la cual se halla radicada en la
Corte Internacional de Justicia (CIJ).
En la causa Bolivia vs. Chile, la CIJ resolvió la cuestión relativa a la excepción preliminar
de incompetencia presentada el 15 de julio de 2014 por Chile, en el juicio Obligación de
negociar acceso al océano Pacífico, a través de un fallo que en lo sustantivo señala que
"habida cuenta de cuál es el objeto del diferendo, la Corte concluye que los asuntos en
litigio no son asuntos ya resueltos por arreglo o acuerdo entre las partes, ni por laudo
arbitral ni por decisión de un tribunal internacional ni tampoco regidos por acuerdos y
tratados en vigor, a la fecha de formalización del Pacto de Bogotá. Por consiguiente, el
artículo sexto no impide a la Corte tener competencia en virtud del Artículo 31 del Pacto de
Bogotá. Por ello debe desestimarse la objeción preliminar de Chile a la competencia de la
Corte”.
El 29 de septiembre, la CIJ comunicó a Chile que tiene hasta el 25 de julio de 2016 para
presentar su contramemoria, se ha reiniciado el procedimiento sobre el fondo, previsto por
el Reglamento de la CIJ en el Título III, sección C, subsección 2, subsección 3, artículos 44
- 72, inherentes al procedimiento escrito y oral.
Chile utilizó el derecho de oponer una cuestión preliminar, atribuyó a Bolivia la pretensión
de desconocer el Tratado de 1904 y la Corte ha resuelto un incidente procesal. No se ha
13
pronunciado por el fondo, ergo, hay un largo camino procesal por recorrer. Ante el fallo, las
actuales autoridades chilenas no han podido "justificar”, porque en esta etapa procesal
Bolivia es un claro vencedor, decisión contundente de los jueces por 14 votos a favor y 2 en
contra.
Chile, por segunda vez consecutiva, está sentado en el banquillo de la CIJ. A ello lo ha
llevado su clase política que, con miopía, no sólo política sino jurídica, se mantiene
atrincherada en posturas históricas distorsionadas, jurídicas inviables y políticas y
diplomáticas radicales.
Se han impuesto los argumentos jurídicos de Bolivia y los jueces de la CIJ se convencieron
de que la demanda boliviana no desconoce el Tratado de 1904 y que no es óbice el Artículo
VI del Pacto de Bogotá para que abra su competencia. El velo "temido” fue bajado por la
propia CIJ.
De aquí para adelante, la carga de la prueba le corresponde a Bolivia en la fase escrita y
oral del proceso, y al Estado demandado le corresponderá "desvirtuar” los argumentos
jurídicos de Bolivia.
Chile encuentra a Bolivia más unida que nunca en su causa vital y sabe que llegará con
todas sus fuerzas al objetivo final. En esta etapa del proceso es justo reconocer a los
artífices y diplomáticos bolivianos de la Cancillería que, durante los siglos XIX, XX y XXI,
colocaron los cimientos jurídicos - diplomáticos que sustentan la actual demanda marítima,
"héroes olvidados”.
Una mención a la Diremar, a los profesionales que elaboraron la demanda y la enriquecen.
A los asesores internacionales, al agente y al brillante vocero de la demanda, el
expresidente Carlos Mesa, quien desarmó e informó al "temido” Juan Manual Astorga, en
el programa El Informante. Resaltar la valiente decisión del gobierno, que preside Evo
Morales, de llevar adelante la demanda marítima y el apoyo singular del pueblo boliviano.
A Chile decirle: nos vemos en La Haya.
Fuente: Página Siete 04.10.2015 (Marco Antonio Barroso Mendizábal es abogado,
diplomático y catedrático)
12. Carlos Mesa y el pentatlón moderno, por Fadrique Iglesias Mendizábal
El pentatlón moderno existe en las olimpiadas desde hace más de un siglo a iniciativa del
barón Pierre de Coubertin, creador del movimiento olímpico, y su origen responde a la
necesidad de encontrar al atleta más completo, es decir, aquel que iba bien por tierra y por
agua, que sorteaba obstáculos y que se defendía de los embates externos.
Si la capacidad retórica e intelectual de Carlos Mesa tuviera una forma corpórea encarnada
en un deportista, sería algo así como un atleta con cualidades de esgrima, equitación,
carreras de fondo a campo través, tiro y, si hablamos de mar, natación.
Esta semana el expresidente de Bolivia nos sorprendió a todos con su voz firme, ideas
certeras, serenidad y objetivos claros desde territorio mapuche. El hombre iba a una
entrevista a hablar de la causa marítima y de la postura nacional, no de sus opiniones
personales ni de política interior boliviana ni de su visión de futuro. Tampoco se le encargó
aconsejar a los juristas chilenos qué hacer en cuanto a soluciones.
Mesa, el protagonista absoluto del programa El Informante del martes, fue el gran ganador
del envite, si es que la entrevista se puede considerar como tal, a juzgar por el tono de los
anfitriones. Fue capaz de escapar limpio de los intentos de encerronas puntiagudas que
trataba de propiciar su hábil, aunque frenético, entrevistador Juan Manuel Astorga.
Seguramente dejó a más de uno de los contribuyentes que sostienen esa cadena televisiva
chilena dubitativo.
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Con su corbata bien anudada, postura firme, didáctico, Mesa fue respondiendo una a una
las preguntas que el periodista de TV Chile propinaba, priorizando organizadamente cuál
era el mensaje que quería transmitir. Lo hizo en cuestión de segundos y ante una nutrida
tribuna, asunto de muy compleja ejecución.
Lo que quizás gustó menos en Chile -y ha revuelto las redes sociales en Bolivia esta
semana-no se reduce exclusivamente a la materia expuesta en el plató televisivo, sino
también a las formas. El fondo ya estaba en un pdf llamado El Libro del mar, para
descargar en la web de la Dirección Estratégica de la Reivindicación Marítima desde el año
pasado, y se había expuesto hace varios meses ante el Tribunal de La Haya.
Es indudable que ese resultado trajo cola. Algunos congresistas chilenos pidieron cuentas a
la televisión pública de su país por haberlo invitado, quizás temerosos de que una postura
real de debate tuviera consecuencias adversas en una sociedad que aparentemente dista de
ser borreguil.
La aparición de nuestro pentatlonista no debe servir para inflar nuestros pechos acostumbrados a múltiples derrotas deportivas- en postura nacionalista, sino para aprender
a discutir, a debatir e intercambiar ideas, de forma deportiva y en buena lid.
El deporte es un asunto de ejercicio del músculo y de velocidad de la mente y, sobre todo,
de trabajo bajo presión. Esta semana hemos visto esa combinación llevada al paroxismo.
Fuente: Página Siete 04.10.2015 (Fadrique Iglesias Mendizábal fue atleta olímpico)
13. El fallo de la CIJ en Chile
El fallo a la objeción preliminar que Chile presentó a la Corte Internacional de Justicia
(CIJ) de La Haya ha levantado mucha polvareda en ese país. Las reacciones oficiales llegan
a una condescendencia que quiere matizar, sin éxito, el aplastante rechazo de los jueces a su
recurso; mientras que las críticas de políticos y líderes de opinión no atenúan la derrota. Sí,
la califican como derrota inequívoca: “En cualquier país del mundo, perder 14-2 es una
derrota, en Chile lo estamos mostrando como un éxito, yo no sé en qué país vivimos”, dijo
el senador independiente por la ciudad de Antofagasta Alejandro Guillier.
Michelle Bachelet dio la línea que pretendió atenuar el fracaso que significó el rechazo de
todos los argumentos que Chile había esgrimido en la CIJ para que desestime el tratamiento
de la demanda boliviana.
Pese a la disciplina antes mostrada, algunos voceros propusieron una cosa y otros otra,
hubo diputados que pidieron la destitución del canciller Heraldo Muñoz y Felipe Bulnes, y
legisladores negando esa línea exitista que marcó Bachelet en su primera conferencia de
prensa al respecto, cuando el contenido de su discurso (que para Chile todo seguía igual, o
hasta mejor) contrastó con el desconcierto posterior.
Sin embargo, también se escucharon en Chile voces críticas que admitieron que la demanda
marítima no guarda relación alguna con el Tratado de 1904, pilar fundamental de la defensa
chilena que fue desbaratado por la sentencia del 24 de septiembre. Entre ellos tenemos al
senador mencionado, los periodistas Juan Pablo Cárdenas, Vivian Lavín y Tomás
Mosciatti, entre muchos otros que leen el fallo como lo que es: un rechazo de los jueces a la
validez jurídica de los argumentos de Chile.
En esta edición también se ve lo que la prensa boliviana ha dejado de lado al solo prestar
atención a las repercusiones en Bolivia y Chile, olvidando una pieza importante del asunto:
Perú, país en el que se sigue con atención el desarrollo del juicio.
Fuente: La Razón 04.10.2015 (Editorial – Suplemento Animal Político)
15
14. La excepción preliminar, una nueva oportunidad, por Walker San Miguel
Luego de la decisión tomada por la Corte Internacional de Justicia (CIJ) desestimando la
excepción preliminar de incompetencia que Chile planteó contra la demanda boliviana,
conviene detenerse y analizar los aspectos jurídicos más relevantes del fallo. Iniciemos el
análisis con la pregunta: ¿cómo surge la competencia en este tipo de controversias de orden
internacional? El avance del Derecho Internacional en la segunda mitad del siglo XX ha
permitido afianzar al consentimiento como el fundamento de la jurisdicción internacional.
Esto significa que para lograr que un determinado tribunal administre justicia ante un
diferendo suscitado entre dos o más estados es indispensable que exista plena
manifestación de voluntad de los estados-partes, de someterse a la decisión del tribunal.
Bolivia, Chile y todos los estados signatarios del Tratado Americano de Soluciones
Pacíficas —más conocido como Pacto de Bogotá suscrito el 30 de abril de 1948—
manifestaron su consentimiento para sujetarse a la jurisdicción de la CIJ por imperio del
artículo XXI del Pacto, que a la letra dice: “De conformidad con el inciso 2º del artículo 36
del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia, las Altas Partes Contratantes declaran que
reconocen respecto a cualquier otro Estado Americano como obligatoria ipso facto, sin
necesidad de ningún convenio especial mientras esté vigente el presente Tratado, la
jurisdicción de la expresada Corte en todas las controversias de orden jurídico que surjan
entre ellas y que versen sobre: a) La interpretación de un Tratado; b) Cualquier cuestión de
Derecho Internacional; c) La existencia de todo hecho que, si fuere establecido, constituiría
la violación de una obligación internacional; d) La naturaleza o extensión de la reparación
que ha de hacerse por el quebrantamiento de una obligación internacional”.
La República de Chile, al suscribir y luego ratificar el Pacto de Bogotá, otorgó su
consentimiento respecto a todos los otros estados parte (incluyendo Bolivia), para someter
controversias de derecho internacional ante la CIJ, tribunal internacional creado por la
Carta de las Naciones Unidas en 1945. Por tanto, el artículo XXI citado es aplicable
plenamente a la controversia que Bolivia suscitó a través de su Solicitud ante la CIJ en abril
de 2014. Sin embargo, Chile optó por interponer la excepción de incompetencia,
apoyándose en el artículo VI del Pacto de Bogotá que excluye de aplicar procedimientos de
resolución de disputas en “asuntos ya resueltos por arreglo de las partes, o por laudo
arbitral, o por sentencia de un tribunal internacional, o que se hallen regidos por acuerdos o
tratados en vigencia en la fecha de la celebración del presente Pacto”. El argumento de
Chile era que el Tratado de 1904 ya había resuelto todos los temas entre ambos estados.
La CIJ, en su fallo leído el 24 de septiembre, se pronunció en el sentido de que “los asuntos
en litigio no son asuntos que ya estuvieran resueltos por arreglo de las partes, o por laudo
arbitral o por decisión de un tribunal internacional”, desestimando así la objeción
preliminar de Chile y dando en consecuencia continuidad al proceso que culminará con una
decisión al fondo de la demanda, luego de los pasos procesales que aún restan por venir. En
su fallo, la Corte realiza un análisis detenido sobre la naturaleza de una excepción
preliminar y refiriéndose al artículo 79 de su Reglamento nos recuerda que solo ese alto
tribunal puede determinar si acepta o rechaza una excepción de tal carácter o si ha de
reservar su decisión para el fallo del fondo de la causa. Con claridad la CIJ determinó que
“dispone de todos los elementos necesarios para pronunciarse sobre la objeción de Chile” y
reafirmó que su competencia se origina “sobre la base del Artículo XXXI del Pacto de
Bogotá”.
Al precisar la CIJ que el tema en controversia es “si Chile tiene la obligación de negociar
de buena fe el acceso soberano de Bolivia al océano Pacífico”, acogió la solicitud de
Bolivia de rechazar la excepción y descartó el argumento esgrimido por Chile en sentido de
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que el artículo VI del Pacto de Bogotá le impedía a la Corte asumir competencia sobre
cuestiones que supuestamente ya fueron resueltas por el Tratado de 1904. En su demanda,
Bolivia fue extremadamente cuidadosa, se apoyó en los “acuerdos, práctica diplomática y
una serie de declaraciones atribuibles a los representantes del más alto nivel de Chile”
producidos desde la formalización del Tratado de Paz de 1904, actos que prosiguieron
sucesivamente durante el pasado siglo y los primeros años del presente y que forman parte
del fundamento central de la demanda boliviana referido a obligaciones de derecho
internacional que Chile ha incumplido.
La decisión de la CIJ, respecto a declararse competente, ha colocado a Chile en una difícil
situación procesal al haber basado su estrategia de defensa en la excepción preliminar,
asumiendo que la CIJ le daría la razón. Luego de conocido el fallo, el canciller Heraldo
Muñoz declaró sin embargo que conocían de la escasa probabilidad de éxito de la
excepción, por lo que resulta inexplicable por qué optaron por esa vía. Los argumentos que
utilizaron los abogados de Chile, conocidos en las audiencias producidas a principios de
mayo de 2015, apuntaron a que Bolivia había construido una demanda que intentaba
modificar las fronteras y de manera encubierta pretendía alterar el Tratado de 1904. El 24
de septiembre, la delegación chilena asistió al peor escenario posible pues al desestimar La
Haya su excepción desbarató toda esa argumentación, quedándose además Chile sin poder
cuestionar la solicitud boliviana en la discusión de fondo. La Corte fijó para el 25 de julio
del 2016 la fecha en la que Chile debe presentar la Contramemoria o respuesta a la
demanda boliviana.
Sin duda, Bolivia ha conseguido una victoria procesal muy relevante al abrir la
competencia de la CIJ basándose en el artículo XXI del Pacto de Bogotá. No solo se refleja
dicho triunfo en la contundencia de la decisión del cuerpo colegiado (14 magistrados a
favor y 2 en contra), sino también en la debacle de la postura chilena que afirmaba haber
resuelto todos los temas con Bolivia y que nada quedaba pendiente. No menos importante
es la incorporación de los antecedentes históricos; en los párrafos 15 al 17 del fallo se
describe cómo es que Bolivia perdió su extensa costa por una acción de fuerza, pese a que
en 1879 se encontraba firme y vigente el Tratado de Límites firmado entre La Paz y
Santiago el 6 de agosto de 1874, “que separaba los territorios costeros vecinos”.
Permítaseme una reflexión final. Considero que el resultado de la excepción preliminar es
una nueva oportunidad para el diálogo entre Bolivia y Chile, países que han de vivir como
vecinos por siempre y que tienen pendiente dar pasos conducentes a una verdadera
integración. Apenas conocido el dictamen de La Haya, el presidente de Bolivia, Evo
Morales, convocó a la gobernante Michelle Bachelet a reiniciar el diálogo que haga posible
cerrar las heridas del siglo XIX. Nos adherimos a ese llamado.
Fuente: La Razón 04.10.2015
15. El entrevistador
Ni bien el canciller de Chile, Heraldo Muñoz, aceptó la invitación de la ministra de
Comunicación de Bolivia, Marianela Paco, para una entrevista en el canal estatal
BoliviaTV en reciprocidad con la hecha por el también canal estatal TVN al portavoz de la
demanda marítima, Carlos Mesa, en las redes sociales fue una tendencia la danza de
nombres, entre en serio y en broma, de quién o quiénes podrían estar a la altura de ese
histórico hecho, por lo menos, mediático.
No es necesario mencionar los nombres manejados por internautas, pero son muchos y de
los más variados. La ministra Paco evitó responder quién sería el entrevistador y se limitó a
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señalar que se lo hará conocer en caso de ser aceptada la invitación y definidas las reglas de
lo que —seguro— será una de las entrevistas más vistas de la historia de la Tv en Bolivia.
Quien sea elegido seguro cargará la representación de todo un país, y cómo lo haga marcará
un antes y un después en su trabajo frente a una o parte de una sociedad que empieza a ver
a esa entrevista como un campo de batalla, donde espera un triunfo y la derrota del
adversario. No se me ocurre cómo podríamos medir esos dos extremos en términos
cuantitativos y cualitativos, por ejemplo.
Parecería ilógico entrar en este debate, porque da la impresión de un pensar de que en el
canal oficial no hay un periodista capaz de entrevistar al canciller Muñoz, y creo que no es
así. Un periodista no sabe ni maneja todo en detalle, por lo que para cualquier entrevista
debe interiorizarse sobre el tema y estar preparado para respuestas o argumentos posibles;
ésta no sería la excepción.
Si pretendemos otro tipo de entrevista que vaya a lo histórico o discusión de argumentos
jurídicos de fondo, tendríamos que pensar en poner a un historiador o a un experto en
derecho internacional, por ejemplo. Creo que no es el caso.
En Chile, seguro, no pasan por alto el debate generado y me atrevería a pensar que hablan
de que en Bolivia no esperaban que Muñoz acepte la invitación, y que ahora estamos
preocupados en buscar quién está a su altura.
Mesa fue elogiado desde diferentes sectores tras la entrevista por la consistencia histórica y
legal con la que defendió los argumentos bolivianos frente a un incisivo periodista. De
concretarse su visita, Muñoz también traerá lo suyo, pero no creo que cambie la conciencia
marítima enraizada en el boliviano.
Hay que entender que la entrevista es una herramienta-género del periodismo para lograr
información, sin que ello impida entrar, en una entrevista en profundidad, a polemizar y
generar debate.
Fuente: La Razón 04.10.2015
16. Chile sin mar, por Julieta Paredes
Los medios de comunicación controlados diluyen las noticias para que no cumplan el papel
de informar
Chile sin mar es una frase que se me ocurre a propósito de compartir aquí en Santiago con
hermanas y hermanos del pueblo; frase con la que quiero graficar lo que devela la situación
de la gente común y corriente hoy en Chile, aquellos resultados del laboratorio del
neoliberalismo desde donde se lo concibió y reforzó.
Cuentan las y los hermanos chilenos que después de una dictadura atroz donde el miedo y
la impunidad calaron el tuétano de la sociedad, se fueron ensayando diversas medidas
económicas y los instrumentos para imponerlas. El control fascista en las calles todavía es
cotidiano, los medios de comunicación controlados diluyen las noticias, para que no
cumplan el papel de informar, un paso previo fundamental para reflexionar y actuar. El alza
de las tarifas del transporte público se realiza sin que la gente diga ni chis ni mus. El dinero,
o lo que se dice el efectivo, no se ve mucho, lo que manda es la tarjeta de crédito; es decir,
que la gente vive endeudada, sujeta al imaginario de gasto y poder adquisitivo falso que se
ha creado.
La Iglesia, que forma parte de los instrumentos de dominio, no cumple ni mínimamente el
rol de consolar a la gente. Al contrario, las denuncias de abusos sexuales a niños, incluso de
familias ricas, cometidos por miembros del clero son encubiertos por cardenales y obispos.
Y si esto ocurre con miembros de la élite, imagínense los abusos cometidos a los niños y
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niñas pobres o a las mujeres que son consideradas seres inferiores en los seminarios de
formación de los sacerdotes chilenos.
Están sin duda las y los que luchan, pero por si acaso quisieran escapar (es un manera de
decir) en busca de mejores condiciones de vida, los pasaportes han subido de precio y van a
costar cerca de $us 150. El Chile de hoy está vendido a las transnacionales del cobre. Son
siete familias las dueñas del mar. Las inmobiliarias dejan sin techo a pobladores que se
organizan para pelear por el derecho a una vivienda digna. En este contexto, la
determinación de la Corte Internacional de Justicia ha generado una ola de manipulación
mediática, que ha exacerbado el chauvinismo en el pueblo. Con calma y en diálogos de
pueblo a pueblo tendremos, las y los bolivianos, que explicar el derecho que tiene la
humanidad al mar, arrebatado por una injusta guerra, y que juntos tendremos que recuperar
para los pueblos.
Estamos como feminismo comunitario en este Chile que ama la poesía; este Chile de la
Violeta Parra, de Víctor Jara, y de Salvador Allende; este pueblo que se levantó y nos dio
esperanzas en los 70; este pueblo que se sigue levantando y gritando utopías, pero que tiene
que lidiar con el ruido ensordecedor del capital, las transnacionales, el individualismo y la
desconfianza. Pero mi piel es testigo de la armonía y la calidez de los corazones que se
amontonaron en cada una de las actividades que convocó Somos Sur, una corporación que
nos invitó a dar charlas en distintos lugares como la Biblioteca del Archivo Nacional,
universidades y poblaciones donde están los movimientos sociales autogestionando la
esperanza y buscando el cobijo para que el futuro no tenga frío. Gracias Chile.
Fuente: La Razón 04.10.2015
17. Historia secreta del fallo de la CIJ, por Carlos Antonio Carrasco
El impenetrable hermetismo que impera en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) hace que
las conjeturas acerca de cuál de las partes podría salir airosa de la inapelable sentencia sean
casi nulas. Sin embargo, se pueden recoger a posteriori ciertos elementos, para reconstruir,
con alguna imaginación, los posibles escenarios en que se desenvolvió el pleito Bolivia
versus Chile, poco antes del 24 de septiembre de 2015.
Después de las deliberaciones internas, el borrador del documento (en inglés y francés)
estuvo listo para una primera lectura de los togados a fines de julio, con el propósito de
facilitarles el estudio del mismo durante la pausa estival. Restando la excusa de James
Crawford (Australia), quedaron disponibles 16 jueces. Mientras 12 de ellos se inclinaron
por aprobar el papel, 4 resolvieron escribir su voto razonado. Dos, Mahamed Bennouna
(Marruecos) y Antonio Augusto Cancado Trindade (Brasil) por la afirmativa, y dos con
voto negativo: el italiano Giorgio Gaja y la juez ad hoc (nombrada por Chile) Louise
Arbour (Canadá).
Mahamed Bennouna, en dos páginas, declara que resulta superfluo insistir en un par de
artículos el objeto-materia del juicio, toda vez que se determinó que la objeción planteada
por Chile no tiene un carácter exclusivamente preliminar.
Cancado Trindade, que habitualmente opta por personalizar su criterio, redactó —en
inglés— todo un estudio sobre el tema, en 22 páginas, titulado Opinión separada,
justificando su posición contra la excepción preliminar. Las digresiones del brasileño
impresionaron fuertemente a sus colegas, por el hecho de ser el único representante de la
región concernida.
En cambio, Giorgio Gaja, en dos fojas, simplemente asume que para arribar a la conclusión
del carácter no-preliminar de la objeción, hubiese sido prudente adentrarse en parte del
fondo del problema. La canadiense Luisa Arbour apoya su desacuerdo en media docena de
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fojas, reclamando que la disposición acerca de la objeción preliminar de Chile debía
haberse adoptado después de que el fondo del caso hubiese sido escuchado en toda su
extensión.
A principios de septiembre, el secretario de la CIJ, el obsequioso belga Philippe Couvreur,
ya tenía presto el documento final, junto al texto de los votos razonados, para la segunda
lectura, la misma que fue adoptada por 14 votos contra 2 disidentes. El presidente convocó
a las partes el 24 de septiembre de 2015, a las 15.00, para la lectura del fallo y los servicios
respectivos se encargaron de imprimir el expediente con el máximo nivel de carácter
secreto.
Para entonces, sin entrar a detalle alguno, se expandió el rumor de que la CIJ rechazaría la
objeción preliminar impetrada por Chile. Una filtración oportuna aseguró al Gobierno
chileno que no solamente debía esperar un revés, sino que éste sería contundente. En la
Cancillería mapochina cundió el pánico y se ensayó influir en el secretariado de la CIJ para
que el magno evento fuese postergado, en razón del viaje de la presidenta Michelle
Bachelet a la Asamblea General de la ONU. Para optar el cambio de fecha, se requería el
aval de la parte contraria y Bolivia respondió negativamente al sondeo. Ante esa
circunstancia, Santiago comenzó a pensar en las opciones que tenía: a) retirarse del Pacto
de Bogotá; b) abandonar el proceso; y, c) reorganizar su estrategia y asumir la defensa en
su contramemoria.
Anoticiada de esa mala noticia, Michelle Bachelet, agobiada por graves cargos de
corrupción de su entorno familiar (que minó su popularidad a un dígito) y apenada por la
catástrofe natural que devastó esos días buena parte del país, requería curarse en salud y
emplazar a sus antecesores en la presidencia a asumir su responsa-bilidad en el fracaso,
definida como política de Estado.
El miércoles 22, acudieron a La Moneda los expresidentes Ricardo Lagos, Eduardo Frei y
Sebastián Piñera, para ser protagonistas de una reunión plena de recriminaciones mutuas,
en las que el canciller Heraldo Muñoz insistía en que se debería conocer el texto completo
de la sentencia y, por lo tanto, esperar con resignación la decisión oficial de la Corte.
Alguno reconoció hidalgamente que fue el agente Felipe Bulnes, quien desde un comienzo
alertó el riesgo que se corría al presentar la objeción preliminar. Trascendió que ante una
Michelle Bachelet dubitativa, fueron sus antagonistas políticos Frei y Piñera quienes
insistieron en adoptar una posición fuerte frente a la pretensión boliviana e impusieron su
criterio. Los cuatro dignatarios aparecieron ante la prensa y cerraron filas ante cualquier
eventualidad que ocurra en La Haya. Se decidió, además, que el pesado fardo de la derrota
lo absorbiera el embajador Bulnes, sin ninguna otra autoridad gubernamental presente.
Mientras tanto, en La Paz, otra filtración presagiaba la victoria y el presidente Evo Morales
decidió jugar la moderación en el acto de La Haya, pero reservaba la fanfarrea entusiasta en
el país. Se decretó vigilia, abanderamiento general y seguimiento del evento de la CIJ, en
pantallas gigantes que transmitan la buena nueva al pueblo.
A las tres en punto de la tarde, nueve de la mañana en Sudamérica (en Bolivia), se instaló la
solemne sesión de la CIJ y el presidente Ronny Abraham leyó las premisas y la conclusión
del veredicto. La admirable síntesis histórica y el resumen de los argumentos de las partes
fueron seguidas por bolivianos y chilenos, presentes en sala, con tenso interés. La CIJ se
declaró competente para considerar la demanda boliviana y descartó la pretendida objeción
preliminar de Chile. Al final, la lectura del voto 14 contra 2, dejó estupefactos a unos y
jubilosos a otros.
A la salida del anfiteatro, saludé a un Felipe Bulnes contrito pero sereno; el decirme que me
leía, me halagó, pero enseguida añadió “la pretensión boliviana ha sido recortada, a solo la
20
‘obligación de negociar’”. Su opinión tuvo eco en la presidenta Bachelet que, poco después,
declaró “Bolivia no ha ganado nada”.
Afuera, llovía a cantaros, no obstante reporteros de las cadenas chilenas y algunas
bolivianas, deseaban conocer mi opinión y ésta se resumió asi: “Nadie perdió. Ganó el
derecho. Sin embargo, la prosecución del juicio no impide que se entable una negociación
directa entre las partes”. Había concluido la etapa preliminar para recomenzar el 25 de julio
de 2016, con la contramemoria chilena, la madre de todas las batallas para la cual Eduardo
Rodríguez Veltzé alista otra vez su escuadra vencedora de abogados internacionales.
Fuente: La Razón 04.10.2015
18. El Abrazo de Charaña, ¿tiempo de reflotar la idea?, por Máximo Quitral
Rojas
El jueves 24 de septiembre, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) rechazó lapidariamente
la objeción preliminar propuesta por Chile en contra de la demanda boliviana. Por catorce
votos en contra y dos a favor —que en realidad tampoco apoyaban la propuesta chilena—
el tribunal internacional se consideró competente y aceptó la demanda interpuesta por el
gobierno del presidente Evo Morales. Pero ¿qué es lo que solicita Bolivia en su demanda?
Que la CIJ obligue a Chile a negociar una salida al mar, sustentando su presentación en tres
hitos históricos de tremenda relevancia para la relación diplomática entre Bolivia y Chile.
El acercamiento entre los gobiernos de Gabriel González Videla, por el lado chileno (19461952), y de Enrique Hertzog, por el lado boliviano (1947-1949). El Abrazo de Charaña de
1975, encuentro bilateral entre los dictadores Augusto Pinochet, por parte de Chile (19731990), y Hugo Banzer, por Bolivia (1971-1978). Finalmente, se consideró importante la
agenda de los 13 puntos, instancia de diálogo abierta por la actual presidenta Michelle
Bachelet, en 2006.
Todo esto Bolivia lo convirtió en los llamados “derechos expectaticios” que, con el paso
del tiempo, se transformaron en actos unilaterales por parte del Estado chileno. Estos actos
implicarían que Chile le prometió o se comprometió con Bolivia a negociar una salida al
mar, en algunos casos, con soberanía, entre 1920 y 2006. A mi juicio, los dos casos que
desde un punto de vista político y no jurídico tienen fuerza histórica en las relaciones
diplomáticas de ambos países, serían 1950 y 1975.
Quisiera detenerme en el Abrazo de Charaña de 1975. Sostengo que el Abrazo de Charaña
representó una de las mejores posibilidades de acceso al mar para Bolivia a lo largo de su
historia diplomática. Sin embargo, una serie de aristas entorpecieron el proceso y
provocaron que su resultado final no fuera favorable para las pretensiones políticas de los
regímenes del momento.
¿En qué consistió este acercamiento entre Chile y Bolivia?
Las dictaduras de Pinochet y Banzer comenzaron a allanar el camino hacia un encuentro
bilateral ya en 1974, producto de la Declaración de Ayacucho de ese año. Este acto de
conmemoración efectuado en Perú con motivo del sesquicentenario de la Batalla de
Ayacucho (1824), sirvió de espacio diplomático para predisponer a los dictadores a
dialogar sobre la mediterraneidad que inquietaba a Bolivia. La consecuencia final fue el
llamado Abrazo de Charaña del 8 de febrero de 1975, momento en el cual Bolivia
reanudaría relaciones diplomáticas con Chile, siempre y cuando se abriera a la opción de
dar acceso soberano al mar. El resultado fue que Bolivia propuso el siguiente petitorio:
a) Cesión a Bolivia de una costa marítima soberana entre la Línea de la Concordia y el
límite del radio urbano de la ciudad de Arica. Esta costa deberá prolongarse con una faja
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territorial soberana desde dicha costa hasta la frontera boliviano-chilena, incluyendo la
transferencia del ferrocarril Arica-La Paz.
b) Cesión a Bolivia de un territorio soberano de 5 kilómetros de extensión a lo largo de la
costa y 15 kilómetros de profundidad, en zonas apropiadas a determinarse,
alternativamente, próximas a Iquique, Antofagasta o Pisagua.
c) Elementos complementarios que deberían caracterizar, tanto la cesión que se pedía al
norte de la ciudad de Arica como la extensión territorial considerada en las zonas próximas
a Iquique, Antofagasta o Pisagua.
Chile en cambio, propuso lo siguiente:
a) Chile tenía interés en un entendimiento de mutua conveniencia que contemple los
intereses de ambos países y que no contenga innovación alguna a las estipulaciones del
Tratado de Paz, Amistad y Comercio, suscrito entre Chile y Bolivia el 20 de octubre de
1904.
b) Chile expresaba su voluntad de ceder a Bolivia una costa marítima soberana unida al
territorio boliviano por una franja territorial de la misma naturaleza.
c) La cesión comprende la zona marítima ubicada entre los paralelos de los puntos
extremos del área que se trasferiría (mar territorial, zona económica y plataforma
submarina).
d) Chile recibiría en cambio una superficie compensatoria equivalente al menos al área de
tierra y mar cedida a Bolivia.
e) El Gobierno de Bolivia autorizaría a Chile a utilizar la totalidad de las aguas del río
Lauca. El territorio cedido por Chile sería zona desmilitarizada y el Gobierno boliviano se
obligaría a obtener garantía expresa de la OEA respecto de la inviolabilidad de la franja
territorial cedida.
Si se analizan objetivamente estos ofrecimientos, es imposible negar que ambos países en
1975 estuvieron más cerca que nunca de dar solución al encierro geográfico boliviano. Por
eso, la diplomacia boliviana siente que este episodio de la historia de ambos países se
encuadra perfectamente en la tesis de los actos unilaterales. Pero, mientras el canciller
Muñoz y la presidenta Bachelet sostengan la equivocada idea de que no existen temas
pendientes con Bolivia, que el fallo de La Haya favorece a Chile y debilita la posición del
país vecino y que considera imposible que Bolivia obtenga mar con soberanía, lo cierto es
que podemos sufrir una nueva derrota por la tozudez y la soberbia que hoy nos tiene
(nuevamente) en un tribunal internacional. Por eso es tiempo de dialogar abiertamente con
Bolivia y encontrar soluciones políticas que dejen satisfechos a ambos Estados por sana
convivencia vecinal.
Fuente: La Razón 04.10.2015 (Suplemento Animal Político)
19. Fallo de la CIJ en Chile: entre la condescendencia oficial y la dura crítica
Las reacciones en Chile, tras el fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) que rechazó
la objeción preliminar de competencia presentada por ese país, no tienen medias tintas: van
desde la autocrítica condescendiente del oficialismo hasta lecturas de dura condena
realizadas por intelectuales, políticos independientes y personas respetadas en la opinión
pública.
No pasó ni media hora desde que el presidente de la CIJ leyera el fallo para que Michelle
Bachelet, flanqueada por sus ministros, diera una conferencia de prensa que marcó la línea
para que luego el resto de voceros gubernamentales replicaran la interpretación
condescendiente de la derrota: “Bolivia no ha ganado nada, lo único que se ha decidido
hasta ahora es que la Corte es un tribunal apto para conocer el reclamo boliviano”, dijo la
22
Presidenta chilena. Bachelet olvidaba decir que la Corte había rechazado todos los
argumentos por la incompetencia presentados por su gobierno.
Esta línea fue reiterada, por ejemplo, por el ministro de Relaciones Exteriores, Heraldo
Muñoz, y el expresidente Sebastián Piñera, ambos en entrevistas publicadas en el periódico
de ese país La Tercera. El primero dijo: “Sabíamos que la posibilidad de ganar la objeción
preliminar en La Haya era limitada”. Piñera fue más específico y culpó de la debacle a la
falta de difusión de la tesis jurídica chilena y el éxito de la campaña boliviana: “El
Gobierno tiene que comprender que Bolivia ha sido más activo en generar simpatías” y
“creo que tenemos que redoblar nuestros esfuerzos por explicar, difundir y defender los
argumentos y los intereses de Chile en todas las instancias que tengamos disponibles,
incluyendo el campo diplomático, político y comunicacional”.
En esto, el expresidente Piñera olvida que el fallo de la CIJ rechazó, en derecho, todos los
argumentos chilenos de su objeción y que, por tanto, para los miembros de este tribunal,
Chile estaba equivocado. En todo caso, el senador independiente de Chile Alejandro
Guillier da por el piso con esa autocrítica del oficialismo chileno y pasa a una crítica cruda
sobre la idea de Piñera de reforzar la campaña; en su entrevista con CNN Chile afirma: “En
cualquier país del mundo, perder 14-2 es una derrota, en Chile lo estamos mostrando como
un éxito, yo no sé en qué país vivimos”.
Para Guillier, la totalidad de la tesis jurídica chilena está errada: “El contexto internacional,
desde que se firmaron los tratados con los países vecinos, cambió mucho. El Derecho
cambia, se reinterpreta. (...) ¿Quién podría imaginar seriamente que podíamos ganar si ya
habíamos perdido (contra Perú) en ese mismo tribunal con esa tesis jurídica de que los
tratados son inmodificables y eternos?”.
Entonces, si se recuerda que Piñera sugería fortalecer la difusión de su tesis, se llega a la
conclusión de que el expresidente chileno pide divulgar a escala mundial un desacierto
jurídico, al menos así lo entiende Guillier: “¿Cómo no se dan cuenta que estamos aislados y
que tenemos una tesis equivocada? Ahora, se ha sacado como gran conclusión que lo que
falta es que Chile comunique mejor su tesis, o sea que el error se generalice y todo el
mundo lo conozca; el ridículo completo”.
Debilidad
La conclusión definitivamente crítica a la que llega Guillier es que Chile no cuenta,
estrictamente hablando, con una Cancillería: “Creo que Chile tiene una gran debilidad
institucional. Chile no tiene Cancillería en rigor. El Presidente decide sin el Congreso, sin
las universidades (...), sin los especialistas, sin ninguna prospectiva histórica, sin ninguna
visión estratégica, y no hay una capacidad crítica que le ayude al Presidente a elaborar esa
propuesta, entonces no hay una política de Estado”.
¿Con todo esto, qué depara el futuro para Chile en referencia al juicio? El senador chileno,
a tiempo de subrayar que el mundo está cambiando y que los viejos conflictos hoy se
resuelven, pone el ejemplo de Cuba y Estados Unidos y de la cercanía de la paz en
Colombia. En el juicio en La Haya, a Chile no le quedan ya argumentos, remarca Guillier:
“Van a revisar si Chile ha creado expectativas razonables de que estaba disponible a
negociar: ¿vamos a esconder Charaña?, ¿vamos a decir que Chile nunca conversó con
Bolivia los 13 puntos?, ¿vamos a decirle que desde el presidente Domingo Santa María, que
es el primero que dice, que es el que gana la guerra, aún en guerra, (...) él dice ‘¿qué vamos
a hacer para que Bolivia salga al mar?’
¡Lo dice el presidente que ganó la guerra! ¿Vamos a desdecir toda nuestra historia? (...)
¿Vamos a esconder toda la historia?”.
23
El periodista Tomás Mosciatti tampoco comparte la condescendencia oficial, en una
entrevista a CNN Chile dice: “Hay distintas maneras de perder (...) yo creo que hoy día
(Sic) fue goleada. Perdimos. Cada vez que se pide algo a un tribunal y éste le dice que ‘no’,
bueno, eso es una derrota (...) se podía perder absolutamente como perdimos hoy (por
jueves 24 de septiembre). La victoria de Bolivia es una victoria importante, yo diría
absoluta y por lo tanto una gran derrota chilena”.
El profesional de la información destaca que la Corte “resolvió el objeto de la
controversia”: “el objeto del juicio para la Corte, no es lo que decía Chile (...) es decir la
vulneración o no del Tratado de 1904 (...). La Corte estableció la controversia de acuerdo
con la pretensión boliviana. Por lo tanto aquí también hay una gran derrota chilena”. Una
tercera derrota, según este periodista, es que Chile no podrá en el juicio de fondo invocar a
“una viga maestra que era el Tratado de 1904”.
En serio
Otro representante del legislativo chileno y excanciller, el senador Ignacio Walker, también
hace una autocrítica, si bien menos contundente que Guillier: “Tenemos que dejar de lado
un cierto tono de autosuficiencia y de mirar a Bolivia por encima del hombro. Cuando leí
por primera vez la demanda de Bolivia me dije a mí mismo ‘esto va en serio’. No hay que
confiarse”. (La Tercera)
Más allá de que un Estado debería “tomar en serio” a sus vecinos todo el tiempo y no solo
después de leer una demanda bien hecha, el menosprecio hacia Bolivia (ligado al racismo,
según algunos de sus estudiosos, de una población que paradójicamente también tiene una
ascendencia indígena que se esfuerza en negar) ha sido una constante en Chile.
Vivian Lavín, reconocida periodista chilena, escribe sobre esta negación identitaria en
DiarioUChile (el artículo “Bombardear Bolivia”): “Nuestra natural condición isleña,
rodeados de cordillera, desierto, mar y hielos eternos, nos ha determinado un carácter
diferente del de nuestros vecinos, acostumbrados al contacto cultural, amplio y diverso. Un
aislamiento que ha llegado a consolidarse con la triste frase de que somos los ‘ingleses de
Latinoamérica’, cuando las similitudes con los británicos son muy escasas”.
“El mestizaje que alcanza a más de un 90% de nuestra población, a simple vista para los
ojos de cualquier extranjero, es casi una novedad en Chile, incluso para quienes exhiben
evidentes rasgos indígenas. La negación de lo que somos y dónde vivimos, si es que
recordamos la triste frase del “mal barrio donde nos tocó nacer”, de quien aspiró a la
presidencia de la República alguna vez, nos impiden entender la contundente y
ejemplificadora sentencia del Tribunal de la Haya”.
Esto del 90% que niega su identidad cobra importancia al ver, en redes sociales, que la
reacción de algunos chilenos después del fallo fue la de publicar comentarios racistas,
alentados por algunos medios. Como dice el Premio Nacional de Periodismo de Chile, Juan
Pablo Cárdenas, en su columna “Una derrota contundente y bochornosa” en DiarioUChile:
“(...) Cómo no lamentar el triste papel de los grandes y poderosos medios de comunicación,
como de tantos periodistas obligados a celebrar una derrota y alimentar el desprecio a
nuestros países hermanos. Verdaderos topos de la información y sin conciencia alguna del
deber ético de asumir nuestra independencia y compromiso con la suerte de todos los seres
humanos y pueblos”.
Competencia. Este menosprecio se vio reflejado en una actitud similar frente a la demanda
boliviana, la cual, aunque parezca extraño, recién comienza a preocupar a Chile, que jugó
todas sus cartas en la objeción preliminar de competencia que acaba de perder. Ése el
espíritu que se siente al leer el texto “We have a problem” del periodista chileno Ascanio
Cavallo: “En un mundo perfecto, Chile tendría razones para confesarse extenuado por
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tantos laboriosos esfuerzos fallidos ante Bolivia. Pero la diplomacia es lo contrario del
cansancio, y quizás sea hora también de soslayar a los termocéfalos y a los simplones y
admitir que en este mundo imperfecto Chile tiene un problema serio (refiriéndose al juicio
en La Haya), profundo, complejo, frente al cual ninguna imaginación de Estado tiene
derecho a declararse agotada”.
Con Guillier, Lavín y Cárdenas se tienen entonces críticas a aspectos políticos y sociales
que nublan el modo en que la oficialidad chilena ha tomado el fallo, el cual para los tres
solo cabe en una palabra: “derrota”.
Aún más, el fallo de la CIJ significa que este tribunal le dice a Chile que tiene un problema
pendiente con Bolivia, el marítimo. A pesar de la sentencia, los voceros gubernamentales
chilenos respondieron con sordera, aunque no mudez, reiterando que el Tratado de 1904 ha
zanjado todo. Ya se veía cómo Guillier dijo que ésta es una tesis jurídica errónea. Desde
otro punto de vista, el periodista chileno Ascanio Cavallo, en su artículo “We have a
problem”, llega a una conclusión similar: “Desde el punto de vista político, el fallo tiene
alcances un poco más amplios, en cuanto le ha recordado a Chile que tiene con Bolivia un
problema de relación, y que ése es en realidad su principal problema de política exterior”.
Otra crítica que sale como consecuencia del fallo, resquebraja lo que es el Estado chileno y
un nacionalismo exacerbado que defiende una soberanía que no existe. Ya Lavín y
Cárdenas lo mencionan en sus textos, pero el académico Arturo Alejandro Muñoz lo dice
claro: “En Sudamérica hay un país llamado Chile donde nada es de Chile”.
Luego complementa: “El agua, las carreteras, la telefonía, la salud, la previsión social, la
energía eléctrica, los bosques, la minería, la banca, el mar, las sanitarias, el transporte
público, los puertos, los lagos, la educación, las comunicaciones (e incluso parte importante
de la geografía austral, como es aquella en manos de Douglas Tompkins), son elementos
vitales de toda nación que, en nuestro caso, pertenecen en su totalidad a particulares”.
Cárdenas añade, en una entrevista que será publicada en extenso en la próxima entrega de
Animal Político, que “solo falta privatizar el aire”.
Entonces, lo que el Estado chileno defiende, en el caso del mar, es la propiedad privada y
los intereses de siete familias potentadas de Chile. Por tanto, cuando Bachelet dice: “Les
aseguro que mi Gobierno —y enfatizó que será el caso de los (gobiernos) que vengan en el
futuro— adoptará todas las medidas que correspondan para salvaguardar la integridad de
nuestro territorio de manera que bajo ninguna circunstancia ésta se verá afectada”, solo
queda una gran interrogante.
‘En rigor, Chile no tiene Cancillería’: Alejandro Guillier, senador independiente de
Chile.
Creo que Chile tiene una gran debilidad institucional. Chile no tiene Cancillería, en rigor.
El Presidente decide sin el congreso, sin las universidades —de gobierno en gobierno— sin
los especialistas, sin ninguna prospectiva histórica, sin ninguna visión estratégica, y no hay
una capacidad crítica que le ayude al Presidente a elaborar esa propuesta, entonces no hay
una política de Estado.
‘Sabíamos’ la limitada posibilidad de ganar: Heraldo Muñoz, canciller de Chile.
Todo el equipo compartió la misma convicción (presentar la objeción). Sabíamos que la
posibilidad de ganar la objeción preliminar era limitada en razón de las tendencias de la
Corte en tiempos recientes. Pero no podíamos dejar de ejercer un paso procedimental al
cual Chile tenía derecho. Y la verdad es que no nos arrepentimos para nada de haber dado
ese paso.
Reforzar la defensa en todas las instancias: Sebastián Piñera, expresidente de Chile.
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Chile tiene que reforzar su estrategia no solamente en la defensa jurídica ante la Corte, sino
en el terreno político, diplomático, comunicacional, usar todas las instancias y usar a todos
sus personeros. Yo quiero reiterar que (...) estoy absolutamente disponible para colaborar
con Chile en esta causa, como lo hemos hecho cada vez que la Presidenta o el Gobierno nos
lo han pedido.
‘Desbarató’ la estrategia chilena: Ascanio Cavallo, periodista chileno.
El fallo de la Corte Internacional de Justicia del jueves tiene un solo significado jurídico
para Chile: desbarató la estrategia de terminar de una sola plumada la controversia
planteada por Bolivia, como quien se sacude una mosca de la oreja. La excepción
preliminar destinada a que la Corte declarase su incompetencia no tenía ninguna otra
finalidad, ni podía tenerla.
En tiempo normal, el Canciller habría dimitido: Juan Pablo Cárdenas, periodista
chileno.
En tiempos normales o en una democracia seria, el Canciller (...) así como el equipo
negociador de Chile ante La Haya, ya habría ofrecido su dimisión después de su derrota
abrumadora ante la Corte Internacional de Justicia. 14 sufragios contra dos que, en realidad,
son 13 contra uno, si consideramos que uno de los dos votos contrarios (...) fue el del
representante nombrado por Chile.
Incompetencia en la clase política chilena: Vivian Lavin, periodista chilena.
Cuando las señales de La Haya nos dicen que la manera de entender las relaciones
internacionales con nuestros vecinos por parte de los gobiernos de las últimas décadas no es
la adecuada, es tiempo que la cultura empiece a sanar (...) heridas que la política no ha
podido recuperar. La incompetencia de nuestra clase política es evidente a la hora de
entender lo que es vocación latinoamericana.
Fuente: La Razón 04.10.2015 (Suplemento Animal Político)
20. El fallo de la CIJ también es visto con atención en Perú
La determinación de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), señalando que tiene
competencia para tratar la demanda de Bolivia contra Chile, es seguida con interés en Perú.
Si bien en Bolivia las repercusiones locales y chilenas han copado la atención, en el vecino
Perú, que es un país al que le interesa el caso, los medios han observado el tema.
Si bien la fase actual pueda parecer muy anterior respecto del momento del fallo final de la
demanda en La Haya, no hay que olvidar el Protocolo Complementario del Tratado de
Lima de 1929, que dice que Chile debe consultar con Perú en caso de una transferencia de
territorios que fueron peruanos a una tercera potencia. Al respecto, en una entrevista
pasada, el diplomático Armando Loaiza dijo: “Perú tiene que decir sí o no, pero tampoco se
le puede atribuir tamaña competencia como para vetar, esa es una interpretación excesiva”.
En todo caso, es visible que Bolivia ha estrechado vínculos de integración con el país
vecino, tal como se evidencia en el Gabinete Binacional en Isla Esteves, donde Perú señaló
en la declaración final que “mantiene su más amplio espíritu de solidaridad y comprensión
en relación a la situación de mediterraneidad que afecta a Bolivia”.
El gobierno del presidente Ollanta Humala no ha realizado sin embargo ninguna
declaración oficial sobre el fallo. En 2014, Humala afirmó que Perú solo “se pronunciará si
algo de este tema involucra al Tratado de 1929 o involucra algo en Arica”. Sin embargo, en
varias ocasiones dejó en claro su solidaridad con Bolivia, así como lo hicieron antes sus
predecesores.
26
No obstante del silencio gubernamental, los analistas llevaron el debate. El historiador
Daniel Parodi, profesor de la Universidad Católica, quien regularmente se expresa sobre las
relaciones entre Perú, Bolivia y Chile, escribió que “El Perú debe tomar nota del fallo de
hoy (24 de septiembre) porque nos acerca más a la posibilidad de una negociación entre
Chile y Bolivia para la salida soberana al mar del segundo”.
Llamando a un entendimiento trinacional, afirmó: “Quizá el fallo del 24 de septiembre le
esté diciendo a Chile que hay que abrirse, que el Perú ya no tiene más reivindicaciones y
que Bolivia apenas quiere unas millas de mar. Por ello, Chile debe imaginar el día siguiente
de una Bolivia con mar”.
Por su parte, César Hildebrandt, editor del influyente semanario Hildebrandt en sus trece,
escribió: “El dictamen de la Corte Internacional de Justicia tiene visos históricos”. Según su
lectura, “La Haya puede solicitarle a Chile algo que este país ha rehuido con magistral
asiduidad: actuar de buena fe”.
Que Chile diga que los tratados son inamovibles, a Hildebrandt le parece absurdo: “Suena a
cinismo guaso que lo diga Chile, que se burló (durante décadas) del Tratado de Ancón”.
Este personaje de opinión del Perú califica al Protocolo Complementario del Tratado de
Lima como “un obsoleto añadido del Tratado de 1929”.
En su texto sugirió que Perú debe pronunciarse decididamente a favor de Bolivia: “Les
podríamos decir a Chile y Bolivia que si alguna vez se ponen de acuerdo en un corredor
soberano por Arica, Perú no pondría objeción alguna”.
Luego se pregunta. “¿Tenía derecho Bolivia a llevar hasta su seno (de la Corte) su vieja
aspiración de negociar? Sí, lo tenía: no importa lo que aquí diga el lobby chileno aceitado
por 18 mil millones de dólares invertidos en el país (Perú)”, concluye.
Pero los medios tuvieron especial atención a lo que el embajador boliviano en Perú,
Gustavo Rodríguez Ostria, quien formó parte del equipo de historiadores que trabajó en la
elaboración de la Memoria de Bolivia, tenía que decir.
El día del fallo fue entrevistado por los canales ATV y N, además de varias radios. Según el
embajador, los resultados en La Haya son el fruto “de la decisión del presidente Morales”
de acudir a la CIJ y que la demanda no se trata de una “revancha histórica”, sino “la
demanda de justicia, basada en el derecho”: “Mi país, está seguro que se va a llegar a un
entendimiento donde (...) ganen Chile y Bolivia”.
En Radio Tv Exitosa, Rodríguez Ostria sostuvo un debate con el diputado chileno Jorge
Tarud, integrante de la Comisión de Relaciones Internacionales, quien expresa las
posiciones más duras. Tarud argumentó que la demanda boliviana vulneraba el Tratado de
1904 (pareció que el diputado no conociera que la Corte ya había delimitado que el objeto
del juicio no tiene nada que ver con el Tratado de 1904).
Rodríguez Ostria respondió que ya no tenía ningún sentido debatir ese punto, luego del
contundente pronunciamiento de la CIJ, que dejó en claro que la demanda de Bolivia se
sustentaba en los actos unilaterales de Chile sobre negociar una salida soberana al Pacífico
para Bolivia. El principal argumento de Tarud era aquél que la Corte había desbaratado
hacía pocas horas.
Escenarios
Perú, en un escenario post La Haya puede ser importante para una solución a la persistencia
del último problema que deriva de un conflicto bélico en la región (si bien no determinante,
como dijo Loaiza). Sin embargo, en esta etapa del juicio, Rodríguez aclaró, en el programa
Al estilo Juliana, de RPP, radio y televisión, que la controversia con Chile es un asunto
estrictamente bilateral, entre ese país y Bolivia, que no incluye a un tercer Estado y, en
consecuencia, tampoco a Perú.
27
No obstante, Bolivia es consciente de que en Perú debe darse a conocer sus razones sobre el
tema marítimo y lo que se hace en La Haya para lograr que todo ese país comprenda el
conflicto, como lo hace, por ejemplo, Hildebrandt.
Otra declaración que muestra esta atención de la opinión pública peruana es la del
internacionalista Miguel Ángel Rodríguez Mackay (en Correo y USIL), quien ratifica lo
que decía Rodríguez sobre el carácter bilateral del asunto: “El Perú no tiene que
pronunciarse absolutamente de nada porque esto es un asunto entre Bolivia y Chile, de
carácter bilateral. (...) Hemos visto un minifallo que envuelve toda la cuerda principal”.
En ese programa Mackay consideró que la Corte asume, “de facto y de derecho”, que el
argumento boliviano está sobre la base de cien años de compromisos que no están en
relación con el Tratado de 1904.Mackay también dedicó su columna del 1 de octubre en
Correo al fallo. Ahí, hizo un contraste con el juicio Perú-Chile. Esa vez Perú “nunca mostró
discrepancias públicas internas durante todo el proceso y hasta antes del fallo de la Corte”
En cambio, hoy, en Santiago, después del rechazo a su excepción preliminar, “el
hermetismo los está dominando y refleja la fragilidad y desconfianza en la posición
nacional y, en consecuencia, la falta de unidad en los criterios de la estrategia jurídica de
este país”.
Notó una “falta de unidad”, pues mientras el expresidente Sebastián Piñera dice que “Chile
debe mejorar su estrategia y recuperar el tiempo perdido”, un grupo de diputados
oficialistas, liderados por Gabriel Silber, pide que el agente Felipe Bulnes sea relevado de
sus funciones por no dedicar exclusividad a su trabajo.
También le llamó la atención que el canciller chileno, Heraldo Muñoz, manifieste que
Bolivia se ha quedado con un caso recortado para referir que la CIJ ha limitado las
aspiraciones de Bolivia, “cuando todos sabemos que la Corte jamás establecerá ninguna
salida al mar, pues eso nunca fue invocado por Bolivia”. Es decir confirmó lo que dijo
Payam Akhavan, abogado de Bolivia, en los alegatos, que no se pide a la Corte que falle
sobre los resultados de la negociación.
Como se ve, en Perú hay un interés importante por lo que pasa en la CIJ. En consecuencia,
el embajador se encuentra explicando a diferentes medios televisivos, radiales, escritos,
reuniones con residentes bolivianos, universidades, sindicatos, organizaciones sociales, a
parlamentarios, intelectuales, diplomáticos acreditados en Perú y funcionarios del Estado
peruano, por qué la demanda boliviana “no es territorial”. Lo que complementa el trabajo
de Carlos Mesa y el reciente enrolamiento de expresidentes del país.
Fuente: La Razón 04.10.2015 (Suplemento Animal Político)
21. Tres maneras de convencer a Chile, por Walter Guevara
Si afinamos y dosificamos de una manera bien coordinada estos tres enfoques, Chile se
tendrá que defender no solamente de una serie de demandas jurídicas, sino que deberá
evaluar la conveniencia política de acabar de una vez con este pleito.
La línea dura chilena acaba de sufrir una primera derrota en su pleito con Bolivia. Por la
amplitud del fallo le quedan pocos argumentos para la cuestión de fondo. Más allá de esta
notable victoria jurídica, nuestra estrategia necesita otras dos vías para ser completa y
efectiva.
El haber llevado a Chile al más alto tribunal de justicia internacional tuvo varios efectos
colaterales de la mayor importancia. Se desbarató la pretensión supuestamente jurídica de
que el diferendo con Bolivia es estrictamente bilateral. La Corte de La Haya es un órgano
de las Naciones Unidas. No hay nada más multilateral en el mundo. Chile no puede decirle
a la Corte que no meta su nariz en un tema en el que sólo Chile determina lo que es justo o
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injusto con Bolivia. La pretensión chilena de bilateralidad excluyente no es jurídica. Es una
imposición política unilateral.
El primer fallo de La Haya desbarata la pretensión igualmente arbitraria y abusiva de que
Chile no tiene nada pendiente con Bolivia y que el Tratado de 1904 saldó en todos sus
detalles los temas de acceso soberano al mar por parte de Bolivia. La Corte dijo
explícitamente que ese tratado no resolvió el problema que Bolivia llevó a la Corte.
Tampoco se inmutó la Corte con que eso de que escuchar la demanda boliviana atentaría
contra el orden internacional, la paz y la ley de las naciones. Y la Corte aceptó dirimir una
demanda basada en la doctrina relativamente novedosa de los actos unilaterales mediante
los cuales un Estado contrae una obligación. No está nada mal para desportillar la línea
dura chilena en sus aspectos más tóxicos.
En lo que concierne al frente interno, por su precisión la vía jurídica nos ha permitido
ponernos de acuerdo en nuestros objetivos. El primer objetivo boliviano es convencer a
quienes toman las decisiones en Chile que se sienten a negociar de buena fe un acceso libre,
soberano y útil al océano Pacífico para Bolivia. El segundo es que cuando Chile se siente a
negociar debemos plantearle que nos conceda a perpetuidad un corredor que termine en un
puerto sobre el océano Pacífico. Tanto el corredor como el puerto deben ser no solamente
soberanos, sino útiles. Un corredor que termine en unos peñascos inaccesibles desde mar y
tierra no sirve para nada.
El problema de fondo es que los que toman las decisiones en Chile se la están jugando por
la línea dura. Ni ellos ni una mayoría de los chilenos están dispuestos a escuchar ningún
planteamiento boliviano que involucre una salida soberana al mar. Nos toca verle los
dientes a este lobo muy de cerca. Hay que convencer a Chile de que su línea dura le
perjudica y que atender la demanda boliviana le conviene. Por fortuna existen desde hace
muchos años las herramientas que nos permiten hacerlo.
Según el inventario clásico al que me voy a referir, hay tres lugares donde podemos
encontrar argumentos para convencer a tres muy diferentes tipos de públicos de algo que
nos incumbe. Estos lugares no son físicos sino conceptuales. Es muy diferente buscar
argumentos para convencer a un juez mediante litigación que a un interlocutor político
mediante deliberación o a una comunidad mediante la calificación de la conducta de
alguno de sus miembros. No es un mal rayado de cancha para esbozar una estrategia
completa.
En el primer caso hay que convencer a jueces sobre el pasado. Eso nos obliga a acusar y
defender una causa tal como lo hemos hecho en La Haya. En el segundo caso se trata de
encomiar las conductas favorables de Chile y repudiar las desfavorables ante los líderes de
opinión mundial. Esta valoración ética concierne al presente. En el tercer caso hay que
exhortar a un vecino sobre las ventajas que le traería una solución política y disuadir a su
línea dura sobre las desventajas de su inflexibilidad. Estas argumentaciones se refieren al
futuro.
Nuestros objetivos finales no son ni mediáticos ni jurídicos, sino políticos. La vía política
es central para lograrlos. Por cierto que la vía jurídica y la mediática son valiosísimas si se
las sabe utilizar de manera complementaria. No basta con obtener la condena de Chile en
una Corte o ante la opinión internacional. Lo importante es que Chile se siente a dialogar
con nosotros con el ánimo de resolver nuestro diferendo de una vez por todas. Ese es el
desafío que nuestra capacidad política debe aceptar y resolver.
Hay tres enfoques diferentes que no se deben confundir, pero no se trata de tres
compartimientos estancos. Un par de ejemplos. Si Chile pierde en varias instancias de la vía
judicial, su línea dura puede razonar que eso no es lo que más le conviene a la larga y
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abrirse a un diálogo político. Lo mismo puede suceder si la comunidad internacional
rechaza a la línea dura chilena por injusta, odiosa y poco práctica. Se pueden buscar
ejemplos de líneas duras modificadas, como la devolución del Canal a Panamá y de
Guantánamo a Cuba.
Si afinamos y dosificamos de una manera bien coordinada estos tres enfoques, Chile se
tendrá que defender no solamente de una serie de demandas jurídicas, sino que deberá
evaluar la conveniencia política de acabar de una vez con este pleito. Por si eso no fuera
suficiente, su orgullo tendrá que chuparse las consecuencias de una creciente condena ética
por parte de la comunidad internacional. Su línea dura se encontrará en medio de un mar
cruzado, cuestionada al mismo tiempo desde tres ángulos estratégicos.
Los lectores interesados en otras versiones de este artículo y en sus fuentes originales las
pueden obtener escribiendo a [email protected].
Fuente: Página Siete 04.10.2015 (Suplemento Ideas)
22. El mar y los derechos humanos, por Carlos Alarcón Mondonio
Si bien el planteamiento de nuestro país tiene importantes elementos jurídicos, el resultado
final y decisivo dependerá, internacionalmente, de cuestiones políticas y no jurídicas.
Estimado lector, el título de este artículo le debe causar sorpresa porque en apariencia son
dos temas completamente independientes y distintos: ¿Qué tiene que ver el juicio por la
reivindicación marítima ante la CIJ con los derechos humanos en Bolivia?
Permítame demostrarle que no sólo están íntimamente vinculados en el contexto del
petitorio de la demanda de nuestro país y de un eventual fallo favorable a Bolivia en el
tema de fondo, sino que el pleno respeto de los derechos humanos que constituyen la base
de sustentación de la democracia será determinante y condicionante para obtener, de
mantenerse este contexto de eventos favorables, un triunfo total: el acceso a una costa del
océano Pacífico con soberanía.
La premisa de esta afirmación se basa, en mayor o menor medida, en que vamos a seguir
dependiendo de la voluntad negociadora de Chile, porque como ya lo señalaron los jueces
de la CIJ en el fallo sobre la competencia, lo que está en juego en este caso es si Chile tiene
o no tiene una obligación de negociar una salida al mar para Bolivia con soberanía y, si la
tiene, la CIJ no puede determinar ni condicionar los resultados de esta negociación.
Por ello, si bien el planteamiento de nuestro país tiene importantes elementos jurídicos, el
resultado final y decisivo dependerá, internacionalmente, de cuestiones políticas y no
jurídicas, que representen un peso ético y moral tan fuerte y contundente sobre las espaldas
de Chile que no le quede otro camino sino el de llegar a resultados tangibles y concretos en
una negociación de buena fe con Bolivia.
Como muchos afirman, el expresidente Carlos Mesa defendió magistralmente la causa
marítima en la TV de Chile y prácticamente acorraló en todas las respuestas al periodista
chileno que lo entrevistaba y que no encontraba la forma de hacerle pisar el palito; salvo en
la última pregunta cuando le dijo si en Bolivia tendrían la misma actitud de apertura y
tolerancia para invitar al representante chileno ante La Haya. Me hubiera gustado una
respuesta contundente de Carlos Mesa concretando el mismo un día y hora de esta
invitación en Canal 7 (TV del Gobierno y no del Estado), pero entiendo las limitaciones de
su rol y función de vocero de la causa marítima.
No me imagino al representante de Chile en un canal boliviano exponiendo amplia y
libremente el punto de vista de Chile en este momento en el cual uno de los elementos
clave del Gobierno para ganar el voto por el Sí en el referendo de modificación a la
Constitución, con el objeto de habilitar la tercera reelección (en realidad la cuarta debido a
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la alquimia del TCP que la convirtió en tercera) para el actual Presidente, es hacerle creer al
pueblo de Bolivia que el resultado de La Haya, si el fallo final de la CIJ es favorable para
nuestro país, no consistirá únicamente en una negociación con Chile sino en una directa
recuperación de una costa marítima con soberanía.
Pero lo más preocupante en esta causa marítima no es la anécdota mediática de los
respectivos voceros sino el contexto que estamos viviendo en la vigencia de derechos
fundamentales esenciales para la democracia, cuando resulte vital para nosotros contar con
la simpatía y presión internacional de la comunidad de naciones que podrían generar un
impacto decisivo sobre Chile.
¿Qué pensarán de un gobierno que pretende acomodar la Constitución para perpetuarse en
el poder, cambiando plebiscitariamente un artículo que nunca se aplicó?, ¿que opinarán de
la disposición arbitraria de los dineros públicos para castigar con la distribución de la
publicidad estatal a los medios de comunicación que no se arrodillan al Gobierno; de la
relación favorable únicamente con los medios de comunicación que el Gobierno considera
que dicen la "verdad” que a él le gusta; del trato hostil y discriminatorio contra ONG
nacionales e internacionales, especialmente de las que velan por la protección del
medioambiente y de los recursos naturales; de la total sumisión del sistema judicial y de la
instrumentalización del castigo penal como arma letal de destrucción de los opositores, etc.,
etc., etc?
Para el expresidente Carlos Mesa me surgen las siguientes preguntas: ¿Tendrá la capacidad
persuasiva de hacer entender al actual Presidente del Estado que si no cambiamos decidida
y auténticamente este rumbo, las perspectivas para una victoria total y contundente en el
tema del mar, son bastante sombrías y desalentadoras? ¿Así como tuvo un límite ético en
relación con su ruptura con el expresidente Sánchez de Lozada también lo tendrá en el
futuro, o la causa del mar permite un vale todo y no me importa en relación con los
derechos humanos? ¿Cuál es este límite? ¿Pueden mantenerse estos dos temas tan distantes
y separados?
Yo tengo una convicción absoluta: tema 1, los derechos humanos; tema 2, el mar.
Invito cordialmente a mi amigo Carlos Mesa, en un debate democrático, a contestar a estas
preguntas.
Fuente: Página Siete 04.10.2015 (Suplemento Ideas)
23. Más simple de lo que aparenta, por Óscar Ballón
A la hora de resolver problemas limítrofes reales, la noción absoluta de la soberanía externa
emerge en forma implacable incluso hoy en pleno año 2015.
Como todos sabemos, el 24 de abril de 2013, Bolivia instauró una demanda contra Chile
ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya. Nuestro país pretende que esta
Corte falle y declare que Chile tiene la obligación de negociar un acuerdo que otorgue a
Bolivia un acceso plenamente soberano al océano Pacífico.
No debemos olvidar, sin embargo, que el 16 de enero de 2008, Perú presentó una primera
demanda contra Chile, también ante la CIJ, buscando redefinir la frontera marítima entre
los dos países, reivindicando una zona en el océano Pacífico bajo soberanía chilena. El 27
de enero de 2014, el fallo emitido por la CIJ, restringiendo el mar territorial de Chile, ha
provocado un sinfín de posiciones políticas, atribuyéndose, ambas naciones, la victoria
procesal.
Si el día de mañana, la CIJ emitiera un pronunciamiento declarando que Chile está en la
obligación de negociar un acuerdo definitivo con Bolivia, sin duda este fallo, más la
situación de los exterritorios peruanos ahora chilenos y lo resuelto ante la CIJ en enero de
31
2014, desde el punto de vista del Derecho Internacional, sentarán las bases formales de un
problema limítrofe entre los tres países que, desde el fin de la Guerra del Pacífico, siempre
estuvo latente.
La solución al problema, a primera vista, se presenta compleja, pero podría ser mucho más
simple de lo que aparenta.
Una solución inteligente
En efecto, esta visión simplificada del problema está cegada por un gran velo que se llama,
en términos técnicos, Soberanía Externa Absoluta; un concepto utilizado en la jerga del
Derecho Internacional Público y que a lo largo de los últimos 60 años, en algunas partes del
mundo, ha cambiado para bien de la humanidad.
Para explicar cómo actúa este gran velo en estos tres Estados hay que comprender, en su
verdadera dimensión, qué es lo que se entiende por soberanía. Para ello, es preciso recordar
los postulados iniciales de Jean Bodin (1530-1596), planteados hace más de cuatro siglos.
Jean Bodin, un francés estudioso del Derecho, planteó las bases teóricas del concepto
(soberanía) en dos niveles; el de la soberanía interna y el de la soberanía externa. Desde
aquella época, ambos niveles sustentaron, legitimaron y consolidaron la total independencia
de los Estados y de éstos entre sí.
A nivel interno, la independencia debía eliminar cualquier forma plural de ejercicio del
poder y también cualquier pugna de fuerzas en el establecimiento del orden jurídico
interno, garantizando, de este modo, la existencia del Estado como única entidad suprema
generadora del orden interno.
A nivel externo, la total independencia debía eliminar cualquier forma de injerencia
extranjera. Los constantes conflictos territoriales y conquistas militares que se generaron en
Europa entre los siglos XVI y XX, le impregnaron al concepto de soberanía Externa
también un carácter completamente rígido y absoluto.
Este pensamiento inflexible y absoluto de ambos niveles (soberanía interna y soberanía
externa), junto a los postulados del filósofo inglés Thomas Hobbes (1588 – 1679), sobre la
inviolabilidad de las fronteras y la integridad de los territorios de los Estados provocó en
Europa –y más tarde en América- que, a nivel interno, los países consoliden sus estructuras
de Estado y de Gobierno y que, para efectos externos, interpongan entre sí una gran muralla
china de autoprotección. Todos los países eran y son enemigos potenciales.
En nuestra América, no sólo Bolivia, Chile y Perú actúan bajo esta lógica. Al margen de la
prédica integracionista, latinoamericanista o de hermandad de los pueblos que pudiera
existir en el discurso, a la hora de resolver problemas limítrofes reales, la noción absoluta
de la soberanía externa emerge en forma implacable incluso hoy en pleno año 2015. La
invisible muralla china entre los países sigue presente.
¿Qué pasó en otras partes del mundo?
Es importante destacar que en algunas partes del mundo, la soberanía externa absoluta se ha
flexibilizado siempre que los países, por decisión libre e independiente, han visto en esta
flexibilización la solución compartida de algunos problemas y/o el desarrollo económico de
determinados territorios.
En efecto, incluso en medio de los postulados de Jean Bodin, los primeros antecedentes
sobre esquemas de relativización de soberanía externa se remontan a los tratados
multilaterales que establecieron la utilización y el aprovechamiento económico de las aguas
del río Rin y del río Danubio en Europa Central y Oriental respectivamente.
En el primer caso, la Comisión Central del Rin, a partir del Tratado de Westfalia de 1648 y,
después, a pesar de la crisis generada a raíz de las dos guerras mundiales en el siglo XX, no
solamente ha podido estructurar un modelo de administración común vigente hasta nuestros
32
días, sino que ha consolidado una de las vías de transporte fluvial más importantes y
modernas de Europa Central.
En el segundo caso, a partir del Acta del Congreso de Viena de 1815, el tratado que
estructuró la administración compartida del río Danubio, hoy el aprovechamiento
económico de esta importante vía fluvial se ha descongelado también para dar paso a otra
de las más importantes opciones de transporte fluvial entre Europa Occidental y Europa
Oriental.
En el caso de la Unión Europea, el concepto de soberanía externa relativa es uno de los
pilares más importantes de la estructura supranacional.
Bajo el concepto de soberanía externa relativa, la solución de conflictos y desarrollo de
territorios compartidos es una verdadera opción, que funciona bajo una lógica
eminentemente técnica, para beneficio de los ciudadanos que habitan en los territorios
involucrados. Cualquier otra posible solución, bajo la lógica de la soberanía externa
absoluta, tiene incorporada, en su génesis, el riesgo de conflicto.
Entorno favorable
Para que la solución inteligente funcione, los Estados de Bolivia, Chile y Perú deben,
primero, arrancarse de los ojos ese gran velo de la lógica absolutista del concepto de
soberanía externa.
Amigo lector, las condiciones para desarrollar un territorio compartido entre los tres países,
bajo un sistema supranacional, son mejores de las que Europa tuvo que enfrentar. Por
ejemplo, los tres países hablamos el mismo idioma; compartimos, informalmente, cultura y
poblaciones similares; tenemos un mismo sistema jurídico; las rivalidades geopolíticas se
desprenden únicamente del conflicto del Pacífico, es decir, no hay otras rivalidades
históricas latentes y, finalmente, lo más importante: los tres vivimos una gran época de paz;
aspectos todos que, a futuro, estamos obligados a proteger, garantizar y aprovechar en
beneficio común.
Por lo tanto, la solución al problema sí podría ser más simple de lo que aparenta.
Fuente: Página Siete 04.10.2015 (Suplemento Ideas)
24. El punto de inflexión: el 14-2 de La Haya, por Pablo Peralta Miranda
14-2 es un resultado que quedará para la posteridad. Expresa la cantidad de jueces de La
Haya que votaron en favor de que esa corte se declare competente para tratar la demanda
marítima, pero también marca un punto de inflexión en el proceso de la causa nacional.
No es para menos. El fallo que dictó la Corte Internacional de Justicia (CIJ), respecto de su
competencia, generó revuelo en Bolivia y en Chile, países en controversia. Y es que
mientras aquel histórico 24 de septiembre se desataba la algarabía de más de un boliviano
por el resultado del tribunal, en el país vecino, la presidenta Michelle Bachelet -flanqueada
por dirigentes políticos de su nación- declaraba que "Bolivia no ha ganado nada”.
Sin embargo, los acontecimientos e incidentes posteriores a la lectura del fallo dejaron ver
al menos tres líneas de pensamiento en ese país: 1) La que expresa la llamada posición
"dura”, afincada con gran fuerza –da la impresión- en la clase política mayoritaria, la que
incluso plantea abandonar el pacto de Bogotá por su desconfianza en La Haya; 2) la de
quienes cuestionan al gobierno de Bachelet por no reconocer que el fallo es una "derrota”, y
que habla de un alejamiento entre el Gobierno y la sociedad chilena; y 3) la línea de
pensamiento que expresa que ésta es una oportunidad para negociar de cara a la proyección
de futuro de ese país en la región.
Sobre la primera, Mesa en Chile mencionó lo siguiente: "No hay la menor duda, la posición
chilena es dura, no parece que tenga ninguna posibilidad de cambiar en corto tiempo y en
33
ese contexto el Gobierno boliviano tiene que ser consciente de que su oferta de diálogo que yo respaldo- es importante y muestra nuestra voluntad pacifista y la opción de un
camino alternativo. No va a ser fácil”.
En referencia a la segunda se debe mencionar, por ejemplo, la postura del diputado chileno
Ernesto Silva, quien en su artículo La Haya, ¿verdadero o falso?, sostuvo que "mientras el
gobierno de la presidenta Bachelet siga en su dinámica de no enfrentar la realidad con la
verdad, los chilenos se van a distanciar cada vez más de ella, de su gobierno y de la política
en general”.
La tercera línea de pensamiento se caracteriza por planteamientos como que la derrota le
"cambia el eje” a Chile o que "es el momento del viraje y la política”.
Los especialistas Cyntia Páez y Claudio López en el artículo Bolivia: negociemos hoy,
afirmaron: "Veamos la demanda boliviana en La Haya como una oportunidad.
Aprovechemos la negociación. Adelantémonos y sorprendamos a La Paz. No nos limitemos
a que la Corte Internacional dicte nuestro actuar en política exterior. Seamos quienes rayen
la cancha. Dejemos de ser reactivos y seamos proactivos. Sentémonos a negociar y con
miras al futuro, basados en cómo queremos ser de aquí a 20, 30 o 50 años plazo”.
El cambio en Bolivia
Si en Chile se ha generado ese tipo de posturas, en Bolivia otro es el matiz. Tras conocer
el fallo, el presidente Evo Morales celebró la decisión de la Corte y llamó a Chile a sentarse
a la mesa del diálogo, bajo la premisa de que ninguno de los dos países pierda.
"Quiero decirle al pueblo chileno que no queremos ganadores ni perdedores, sino que
juntos ganemos por el beneficio de los pueblos”; "convoco a un diálogo para resolver (la
demanda) en vez de que seamos juzgados por organismos internacionales”, fueron algunas
de las frases que expresó el Jefe de Estado, en las últimas dos semanas.
El excanciller Agustín Saavedra Weise explica que Bolivia ha manifestado dos
condiciones, tras conocerse el fallo de la CIJ. La primera es que seguirá adelante con la
demanda marítima; y la segunda, que también está dispuesta a negociar.
"Bolivia tiene que seguir adelante con su demanda, máxime después que la Corte se ha
declarado competente. Pero esto no está reñido con una posibilidad de diálogo”, asegura.
Mientras que el excanciller Javier Murillo de la Rocha afirma que "hay que seguir con la
tarea informativa, la comunidad internacional; hay que estar atentos a todos los
movimientos de la Corte; hay que ir pensando en una estrategia negociadora, que debe ser
meditada con mucho cuidado y por lo tanto estar siempre preparados, de manera que no
exista, como no ha existido hasta el momento ninguna improvisación”.
¿La diplomacia, en escena?
El nuevo contexto que generó el fallo sobre la competencia de La Haya nos deja ver hoy a
una Bolivia con la iniciativa política (con el llamado al diálogo). En ese marco, la
diplomacia se muestra como una vía que puede dar luces al respecto para lograr resultados,
a la par de ir con la demanda, según los consultados.
"No hay que olvidar que la política modifica, extingue o crea situaciones jurídicas. La
política siempre es más fuerte que el derecho. Entonces, yo creo que poder volver a la vieja
diplomacia, buscar mecanismos de negociación que procuren entendimientos, puede ser
algo muy conveniente para las partes”, sostiene Saavedra Weise.
Este excanciller agrega que "lo mejor sería tratar de sentarse a dialogar y lograr un
entendimiento constructivo, en paralelo al juicio que se sigue, y quién lo dice, si el
entendimiento es sólido a lo mejor las cosas priman más por el lado diplomático que por el
lado jurídico. Todo es posible”.
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Una de las preguntas al respecto es si al final La Haya, en el mejor escenario, falla que
Chile tiene la obligación de negociar con Bolivia una salida soberana ¿no será pertinente
preparar una estrategia de negociación, la que incluso pueda correr desde ya, en el marco
del llamado al diálogo?
Hay que tener presente que "una posible negociación y posterior solución al problema
marítimo boliviano está condicionada a ciertas premisas esenciales y necesarias para poner
en marcha la estrategia de aproximaciones sucesivas”, explica Fernando Salazar Paredes,
internacionalista y exembajador de Bolivia ante la Organización de Estados Americanos
(OEA).
Salazar es quien negoció la resolución del 18 de noviembre de 1983 de ese organismo
internacional, que logró que incluso fuera aprobada por Chile. En el documento se
exhortaba a Bolivia y Chile a que "inicien un proceso de acercamiento de los pueblos
boliviano y chileno orientado a superar en especial una fórmula que haga posible dar a
Bolivia una salida soberana al océano Pacífico sobre bases que consulten las recíprocas
conveniencias y los derechos e intereses de las partes involucradas”.
El especialista
detalla al menos seis premisas necesarias para entablar un proceso de
negociación hoy: 1) Un contexto bilateral favorable; 2) confianza mutua y cambio de
mentalidad de las partes; 3) coincidencia de intereses de las partes; 4) restablecimiento de
relaciones diplomáticas; 5) disminución de asimetrías de factores de poder; y 6) propuestas
de solución concretas, realistas y viables.
Sobre el primer criterio, Salazar Paredes menciona que en este momento no existe un
contexto bilateral favorable. Sin embargo, cree que "hay que crearlo” y agrega que "la
excelente presentación de Carlos Mesa en Santiago puede ser un comienzo”.
Este internacionalista asegura también que la descolonización debe llegar a este ámbito.
"No podemos esperar que la fórmula o el planteamiento de solución venga de Chile, venga
de afuera. El planteamiento tiene que originarse en nosotros. Cualquier planteamiento que
venga de Chile obedecerá, como es lógico, a los intereses chilenos”, explica.
Agustín Saavedra Weise, excanciller
"La política, más fuerte que el derecho”
Yo creo que diálogo y demanda no está reñida una cosa con la otra, porque los plazos de la
demanda, tal como la propia Corte Internacional de Justicia lo señala, son plazos largos. La
Corte se da su tiempo, da el tiempo a Chile para su contramemoria. Vienen los alegatos,
dúplica, réplica, el tiempo mismo que se dé la Corte, etc. Luego vendrá el proceso mismo
de negociación; habrá que ver bajo qué parámetros, bajo qué condicionamientos, bajo qué
mecanismo se inicia; cuál será la voluntad política de Chile en esa época para realizarlo, si
el fallo, como esperamos todos, es favorable a nosotros.
No hay que olvidar que la política modifica, extingue o crea situaciones jurídicas. La
política siempre es más fuerte que el derecho. Entonces, yo creo que poder volver a la vieja
diplomacia, buscar mecanismos de negociación que procuren entendimientos, puede ser
algo muy conveniente para las partes. No solamente para nosotros, sino para Chile.
No sólo porque Chile nos ha hecho innumerables promesas, sino porque su propia
Presidenta lo ha dicho esta semana en la setentava Asamblea General de Naciones Unidas:
que Chile tiene una de las costas más extensas del mundo. Entonces, el mundo qué va a
pensar de que un país que tiene una de las costas más extensas del mundo, casi 10.000
kilómetros, es incapaz de cederle a Bolivia un corredor marítimo, sobre un territorio que
además Bolivia tuvo. No le está regalando.
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Javier Murillo de la Rocha, excanciller
Bolivia debe proseguir el proceso con tranquilidad y con optimismo. Tranquilidad porque
se abre una etapa importante, en la que ya se comienza a tratar el tema de fondo. Una vez
que se ha despejado el camino con la decisión que ha tomado la Corte Internacional de
Justicia de rechazar la objeción preliminar presentada por Chile, en ese propósito de
obstruir el camino y terminar con la demanda boliviana y eso se ha despejado y por lo tanto
eso tiene que proseguir el trámite que corresponde.
Chile tiene hasta julio para presentar la contramemoria.
Entonces, ya tiene que contestar sobre los argumentos de fondo, y luego se suceden las
otras etapas que son la réplica, la dúplica, luego la fase oral del proceso, donde las partes
refuerzan sus argumentos, complementan sus argumentos y a partir de ese momento ya
viene una etapa bastante prolongada en la que la Corte comienza a estudiar los argumentos
de fondo de ambas partes. Las posiciones de ambas partes.
Digo con serenidad porque estamos bien encaminados y con optimismo porque yo confío
en la solidez de los argumentos que ha presentado Bolivia en su demanda, en sus
fundamentos, confío en esa solidez y por lo que hemos visto, por la decisión única que ha
tomado la Corte, confío también en la alta ponderación de los magistrados para cumplir esa
misión importantísima que tienen, de contribuir a la solución de los litigios y los diferendos
entre los países que los confrontan.
Fuente: Página Siete 04.10.2015 (Suplemento Ideas)
25. Estrategia del mar
La estrategia comunicacional, aplicada por Bolivia para divulgar las razones de la demanda
marítima, ha dado frutos. El resultado más relevante de este conjunto de acciones fue el
pronunciamiento del Papa a favor del diálogo por el mar. Ahora, con un fallo positivo de la
Corte Internacional de Justicia (CIJ) toca evaluar para proyectar los mensajes que
acompañen el litigio.
Bolivia ha sabido mostrar a la comunidad internacional el problema pendiente que persiste
con Chile y las razones de la demanda planteada contra ese país en la CIJ, el órgano judicial
más importante de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Se neutralizaron los
mensajes chilenos que aseguraban que el país planificaba subrepticiamente desconocer
el Tratado de 1904 que fijó los actuales límites fronterizos entre ambos países y se explicó,
con cuidadoso detalle, que solo se pide el cumplimiento de compromisos que se asumieron
varias veces. En suma, se multilateralizó el reclamo muy a pesar de una tradicional política
de encriptar estos temas en el escenario bilateral.
La postura de Chile, incluso en el ámbito jurídico en el que buscó que la Corte resignara su
competencia para tratar el caso, fue la de poner en duda la “buena fe” de la demanda,
cuando se sugirió el supuesto interés boliviano de dinamitar el orden mundial de los
tratados internacionales. Esta acusación —por cierto tremendista— es contradictoria con el
mensaje chileno de la “autovictimización de Bolivia” que supuestamente se hizo para
ganarse el respaldo internacional. Chile aún insiste que el país intentará mostrarse así para
ganar espacios en los climas de opinión global, pero especialmente en el ámbito de su
política interna, donde los indicadores de popularidad son exóticos.
Ahora bien. Bolivia tendrá que mostrar que en los hechos ha sido “víctima”, primero de una
guerra que no declaró y luego de unos compromisos que no se cumplieron por diversos
factores que, seguramente, serán desvelados durante el juicio de fondo que ya comenzó.
Pero también se enarbolará la gran fortaleza de haber construido una demanda que ya
superó el primer gran examen.
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Las armas para acompañar este litigio —complejo e histórico a la vez— deberán formar
parte de una nueva estrategia comunicacional, mucho más rigurosa acorde con este nuevo
contexto. Carlos Mesa, expresidente y representante internacional de la demanda marítima, ya
anticipó que la herramienta principal para esta nueva fase será el propio fallo del tribunal
internacional que claramente estableció la pertinencia del objeto de una demanda (promesas
incumplidas) que no fue resuelta ni atendida por ningún tribunal anterior. En otras palabras:
hay temas pendientes entre Bolivia y Chile.
El camino es largo, las tentaciones también. ¡Velas y buen viento!
Fuente: La Razón 05.10.2015 (Editorial)
26. Una estrategia exitosa, por Carmen Sandoval Landívar
Dicen que las victorias tienen muchos padres y las derrotas, ninguno. Lo cierto es que si
Bolivia hubiera fracasado en su estrategia de recurrir a la Corte Internacional de Justicia
(CIJ), con sede en La Haya, para obligar a Chile a entablar negociaciones acerca del
diferendo marítimo, toda la oposición le hubiese echado la culpa a Evo Morales, no se
hubieran ahorrado adjetivos ni epítetos al respecto de su personalidad y de su vocabulario.
Como eso no sucedió, ahora pretenden hacernos creer que los verdaderos y únicos
responsables de la exitosa estrategia ante el organismo internacional fueron los miembros
del equipo elegido por el propio Presidente del Estado Plurinacional. Se olvidan que la
responsabilidad de un mandatario está en escuchar consejos y tomar decisiones, y la
decisión de Evo Morales fue la adecuada.
Lo mismo sucedió cuando Morales inauguró el teleférico, la oposición recordó que la idea
fue de un exalcalde paceño y así sucede cada vez que nuestro Presidente inaugura alguna
obra de infraestructura. Lo que no pueden reconocer hidalgamente es que los proyectos
pueden ser de otros, pero el mérito lo tiene el que tuvo la capacidad de llevarlos adelante
por encima de la crítica y de los denuestos. Cuando la estrategia de llevar adelante la
demanda marítima ante la CIJ se inició, muy pocos le daban crédito a Morales porque no la
habían analizado a fondo y creían que se trataba de una propuesta de otro gobierno de
turno. No entendieron que, por primera vez, Bolivia estaba diseñando una propuesta de
Estado y no de un gobierno pasajero, una propuesta aprobada por un mandatario que, dando
muestras de su calidad de estadista, fue capaz de convencer e incorporar al equipo nacional
a políticos adversarios, exmandatarios y excancilleres, para que se sumen a la iniciativa.
Algo pocas veces visto en el país.
Nadie va a negar el aporte de cada uno de ellos, porque desde el lugar que les brindó el
presidente Morales hicieron lo suyo, especialmente Eduardo Rodríguez Veltzé como
responsable de la Comisión; y Carlos Mesa, como vocero. El primero porque es una
personalidad del derecho internacional, y el segundo, porque es un historiador y un
intelectual de reconocido prestigio que, además, posee una deslumbrante oratoria. Los
otros, como David Vildoso, Jaime Paz Zamora y Jorge Quiroga, así como los excancilleres,
si bien aconsejaron desde sus experiencias, jugaron el papel de mostrar ante el mundo que
toda Bolivia estaba unidad por encima de las diferencias políticas. Este primer paso nos
demuestra que, si dejamos de lado el lamento y tomamos la iniciativa, podemos alcanzar las
metas que nos proponemos. Como dice mi hijo, hemos metido el primer gol, pero aún nos
falta ganar el partido, y para eso nuestro equipo necesita de toda la hinchada, es decir de
todo un pueblo.
Fuente: La Razón 05.10.2015
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27. “Tenemos una de las costas más largas”, por Agustín Saavedra Weise
Durante su discurso en la septuagésima Asamblea General de la Organización de las
Naciones Unidas (ONU), pronunciado el pasado 28 de septiembre, la presidente de Chile,
Michelle Bachelet, -al mencionar que su país sería sede de la segunda conferencia
multilateral del evento Nuestro Océano- expresó textualmente: "...tenemos una de las costas
más largas del mundo”. Teniendo el Estado chileno un extenso dominio marítimo, ¿cómo
puede ser que rehúse negociar con Bolivia la concesión de un acceso soberano al mar? La
sola pregunta ya arrastra dudas acerca de pautas de moral internacional. El tema se hace
más escabroso si consideramos que Bolivia perdió ante Chile 400 km de costa y 120 mil
km2 de superficie al serle arrebatado su Litoral, que comprendía -entre otros- los puertos de
Antofagasta y Tocopilla.
¿Cómo puede ser que una nación con casi 9.000 km de costa no tenga voluntad para
negociar y ceder un pequeño espacio de territorio conquistado bélicamente? Estos son los
interrogantes que el mundo se hace y que la propia élite chilena debería hacerse en la
intimidad de su conciencia. Sin embargo, como lo he expresado en múltiples ocasiones, los
gobernantes chilenos se cierran como ostras ante los legítimos pedidos bolivianos, aunque
hayan asumido compromisos sobre la materia en el pasado. De ahí el camino de La Haya
que Bolivia se vio forzada a tomar desde abril de 2013.
Todo el reconocido talento de la clase dirigente chilena se disuelve misteriosamente
cuando se trata el caso dramático de Bolivia, asomando, más bien, una hostil cerrazón.
Incomprensible y triste en verdad. Por suerte hay chilenos y chilenas que se dan cuenta de
la tragedia ocasionada a un país vecino, que hoy debería ser hermano -no el demandante
ante la Corte Internacional de Justicia-, y desean solucionar el problema. Lamentablemente,
esos grupos realistas no se encuentran entre los tradicionales y recalcitrantes detentadores
del poder en Chile, que siempre obstaculizan entendimientos constructivos.
Chile se presenta, además, como país "respetable”, no le gusta que Bolivia le recuerde su
pasado de geofagia. Por eso se encolerizan cuando quedan mal parados ante la comunidad
mundial, lo que sucede con el caso actual. Existe una lamentable mezquindad de miras de
la clase gobernante chilena, que no ve con sentido estratégico el tema pendiente con Bolivia
a fin de darle solución con beneficios para ambas partes.
Bolivia nació con mar y quiere retornar al mar, es algo irrenunciable. Si de veras se
pretende paz e integración en la región, esto debe ser resuelto. El mundo observa a Chile y
lo que ve ya no le está gustando; la cerrazón chilena resulta extemporánea en los tiempos
actuales. Ojalá las cosas cambien y sea posible iniciar pronto un diálogo de alcances
fecundos, para beneficio de ambos pueblos y para lograr nuestro ansiado retorno soberano
al mar.
Fuente: Página Siete 05.10.2015 (Agustín Saavedra Weise es economista, politólogo y fue
canciller de Bolivia)
28. Oficiosa invitación, por Rubén D. Atahuichi López
Cuando el país se regodeaba por la defensa magistral de Carlos Mesa sobre la causa
marítima en el mismísimo set de la televisión estatal chilena, ante el público de aquel país y
en medio de la “resaca” nacional sobre el fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ),
algo inesperado ocurrió: la ministra de Comunicación, Marianela Paco, invitó al canciller
trasandino, Heraldo Muñoz, y al agente Felipe Bulnes a una entrevista en Bolivia Tv.
Muchos no entendimos la pertinencia y oportunidad del convite en una situación en la que
el país se encontraba en la cumbre de la incidencia mundial y nacional de sus derechos
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sobre el acceso soberano al mar. La invitación fue pública, con anuncio de carta formal
incluido, y a manera de “réplica” a favor de los representantes chilenos.
Paco dijo: Hubo legisladores chilenos que “han buscado desde su propia aflicción (...) una
especie de réplica desde nuestro país”. ¿Réplica? ¿Por qué si la entrevista a Mesa en
Televisión Nacional de Chile (TVN) fue iniciativa del canal estatal de aquel país? En todo
caso, TVN debería ser la estación televisiva requerida para tal réplica.
Cierto, poco después de terminada la entrevista a Mesa, políticos y legisladores chilenos
protestaron contra la dirección de TVN, al punto que la Comisión de Relaciones Exteriores
del Senado pidió explicación y hasta advirtió con exigir cuentas a la televisora estatal sobre
los gastos que implicó la llegada, el retorno y el hotel del vocero boliviano (éste aclaró que
si bien dispusieron de esos gastos a su favor, su viaje fue con dinero boliviano).
Es más, se quejaron de que la televisión boliviana nunca dio oportunidad a representantes
chilenos a difundir su postura en Bolivia. Quizás no hubo una iniciativa en ese sentido, pero
también se sabe que las fuentes oficiales en Chile no necesariamente fueron accesibles para
el periodismo boliviano.
Nada importaba a Bolivia. Pero ser condescendientes, más allá de la pluralidad vital en el
oficio, resultan oficioso e innecesario en las condiciones en que Bolivia se encuentra en la
opinión internacional respecto del diferendo con Chile.
Hecho está. La ministra Paco volvió a hablar del asunto ayer y dijo que no existe una
respuesta a la invitación de parte de Muñoz y Bulnes. Es más, ofreció un avión para
eventualmente trasladar a La Paz a los funcionarios de La Moneda, aunque en Santiago ya
surgieron voces en sentido de que la mentada entrevista se concrete en aquel país a través
de una unidad móvil de Bolivia Tv.
De la euforia por la destacable defensa de la causa boliviana en TVN por parte de Mesa, la
agenda de los medios de información hizo un viraje obligado a la discusión sobre la
invitación y hasta las especulaciones con relación a qué periodista debería ser el anfitrión,
debate “irrelevante” para Paco. Si bien la ministra ofreció Bolivia Tv para ese propósito
(¿no debería haber sido un ejecutivo de la televisora estatal? Claro que sí), los nombres de
periodistas de medios de información privados comenzaron a aparecer dentro las
posibilidades, en desmedro de quienes —por la lógica de dependencia de Bolivia Tv—
trabajan como tales en la estación estatal.
Dicha apertura del Gobierno hasta ha desnudado las limitaciones del periodismo nacional
en el asunto, salvo excepciones radicadas en pocos medios de información. No imagino
que, a manera de selección de fútbol, los especialistas ajenos al canal estatal hagan de
entrevistador de Muñoz o Bulnes. Mientras tarde la respuesta desde Santiago o aparezca
alguna coartada, es posible pensar que la oficiosa invitación pueda convertirse en algo
estratégico para la difusión de la demanda boliviana.
Fuente: La Razón 06.10.2015
29. El fallo de La Haya y los sueños marítimos bolivianos, por Joshua Bellott
Sáenz
Para todos es conocido que Bolivia interpuso una demanda ante la Corte Internacional de
Justicia de La Haya para "obligar a Chile a negociar un acceso soberano a las costas del
Pacífico”. Chile interpuso una objeción preliminar, argumentando que la Corte no tiene
jurisdicción para fallar en contra o a favor de esta demanda.
Por un lado, Bolivia, en su demanda, busca encontrar jurisdicción de la Corte Internacional,
amparada en el Artículo 31 del Pacto de Bogotá, artículo que primero aclara que los
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Estados reconocen la jurisdicción de la Corte y sus fallos como de cumplimiento inmediato
y obligatorio, en cuanto a disputas de naturaleza jurídica que surjan entre los mismos.
La Corte puede fallar acerca de: interpretación de un tratado o pacto; cualquier hecho de
incumplimiento de una obligación internacional y otros aspectos más. Por supuesto, ambos,
Bolivia y Chile, son parte del Pacto de Bogotá puesto en vigencia el 30 de abril de 1948.
Bolivia afirma que Chile tiene la obligación de negociar un acceso al mar, dado que ha
violado dicha obligación por acuerdos precedentes, y debe hacerlo de buena fe,
prontamente, formalmente y dentro de un tiempo razonable y efectivo que garantice el
acceso al océano con soberanía total.
Por el otro lado, Chile aduce que la Corte no tiene jurisdicción, citando el Artículo 6 del
Pacto de Bogotá. Este artículo menciona que los procedimientos establecidos en dicho
pacto no pueden ser aplicados a asuntos ya acordados entre partes por fallos de arbitraje o
decisiones de una corte internacional que fueron ya establecidos por tratados en vigencia a
la firma del Pacto de Bogotá.
Esto es así porque Chile afirma que la esencia de la demanda interpuesta por Bolivia está
referida a un acceso con soberanía territorial a las costas del Pacífico, hecho que ya fue
establecido por el Tratado de 1904 que todavía está vigente, lo que hace improcedente la
jurisdicción de la Corte.
En este sentido, Bolivia responde a esta objeción preliminar afirmando que Chile
malinterpreta el objetivo principal en disputa, que se fundamenta en la existencia de una
obligación por parte de Chile a negociar de buena fe un acceso soberano al mar, y no así a
revisar lo establecido en el Tratado de 1904. O sea que dicha obligación no es un asunto
establecido en este Tratado; por lo tanto, la Corte sí tendría jurisdicción.
Para argumentar que sí existe una obligación a negociar este acceso soberano al mar,
Bolivia basa su demanda en "acuerdos, prácticas diplomáticas y una serie de declaraciones
que son atribuibles a Chile desde sus más altos niveles de representación”, como el acuerdo
de 1975 entre Banzer y Pinochet.
La Corte considera que si bien se puede asumir que el objetivo último de Bolivia es el
acceso soberano al mar, se debe distinguir éste de lo relacionado a la disputa presentada por
la demanda, que sólo es el hecho de que Chile tiene la obligación de negociar una salida
soberana al mar. Bolivia no pide a la Corte que se pronuncie acerca del derecho que pueda
tener o no a este acceso al mar.
Sobre la base de todo lo anterior, la Corte concluye que el argumento principal de la disputa
es: si Chile está obligado o no a negociar de buena fe una salida soberana al océano
Pacífico y no lo que Chile argumenta (acceso al mar), por lo tanto, considera que existen
todos los argumentos de convicción para determinar o fallar acerca de la objeción
preliminar de Chile.
Para concluir, debemos tener en cuenta que si Chile no accedería jamás a cedernos un
acceso soberano al mar, la demanda interpuesta ante la Corte Internacional estaría
confundiendo o dejando a un lado la aspiración última de los bolivianos, que es el acceso
soberano al mar (no parece de muy buena fe). Pero si pretendemos que el posible fallo de la
Corte sea positivo, negociar de buena fe significa que Chile debería estar dispuesto a ceder
un territorio a Bolivia, pero esta predisposición implica saber a cambio de qué los chilenos
estarían dispuestos a ceder este territorio. En ese entendido, no se puede predecir un
resultado óptimo para Bolivia, y la Corte tampoco podría garantizarlo, como solicita
Bolivia.
Fuente: Página Siete 06.10.2015 (Joshua Bellott Sáenz es economista)
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30. Medias verdades, por Rocío Estremadoiro Rioja
Suponiendo que en un futuro la Corte de La Haya fallara a favor de Bolivia (...) ¿estarían
dispuestos los bolivianos a otorgar a Chile una compensación territorial a cambio de una
franja costera de utilidad incierta?
Latinoamericanista de corazón y convencida como estoy de que el ser humano es el mismo
animal, más allá de las fronteras y nacionalidades, hace unos años me embarqué en una
Tesis Doctoral cuyo tema es la Guerra del Pacífico y su influencia en las identidades
nacionales en Chile, Perú y Bolivia. Hoy, cuando estoy finiquitando muchas jornadas de
ardua investigación y después de engullir una y otra vez las distintas interpretaciones del
acontecimiento condimentadas con narraciones mitológicas de batallas, “héroes”, “trofeos
de guerra”, etc., me queda el sabor amargo que debe sentir cualquiera que estudia a fondo
una guerra, más aún, tomando en cuenta lo que se “relata” de ella.
No obstante, el gustillo acre rebasó los límites al revisar las reacciones en Chile y Bolivia
en relación a la decisión de la Corte de La Haya al declararse competente para tratar la
demanda marítima boliviana. Cual si no hubiese corrido el tiempo, las peores expresiones
chauvinistas, maniqueas, generalizadoras e insidiosas referentes al “otro” no se dejaron
esperar en los dos países. Así, del triunfalismo fútil y llorón de ciertos bolivianos por la
“victoria”, pasé al ofendido complejo fascistoide de “excepcionalismo” de algunos
chilenos.
Entonces, me pregunto si esa manera pacífica y diplomática de intentar resolver una
cuestión centenaria que, históricamente, separa a dos vecinos, conllevará un futuro
entendimiento o, al contrario, no hará más que potenciar taras identitarias basadas en la
denigración y desprecio del “otro” y, por tanto, ahondará los desencuentros.
Procurando centrarme, como boliviana, en los trapos sucios de la casa propia, creo que lo
verdaderamente lamentable es la cínica recurrencia a medias verdades con las que algunas
autoridades de Bolivia pretenden obnubilar las mentes de aquellos ingenuos que
escasamente han revisado la historia del país y la región, fomentando patéticas
manifestaciones de un vano triunfalismo patriotero, como si el citado fallo de la Corte de la
Haya, poco más, nos trajera “el mar” a la puerta.
Lo que convenientemente no se recuerda es que un fenómeno similar ocurrió en 1975 con
el famoso abrazo de Charaña de Banzer y Pinochet. En Bolivia, la dictadura armó todo un
show mediático frente al asunto, un espectáculo muy provechoso para un régimen que, a
pesar del uso y abuso de la fuerza, se veía tambalear y caer irremediablemente. No faltó el
funcionario gubernamental que, públicamente, se atrevió a asegurar: “Quiero decir a mi
pueblo, humildemente, que traigo el mar”.
Lo que igualmente no se dice es que en los más importantes acercamientos entre Chile y
Bolivia, concernientes a la demanda marítima, siempre estuvo presente la sombra de una
compensación territorial u otras similares a cambio de una estrecha faja costera al norte de
Arica y esas condiciones se tradujeron en una contundente y airada oposición en Bolivia,
factor primordial para que esas gestiones fracasaran. Al respecto, los más célebres
opositores fueron Franz Tamayo en 1950, y René Zavaleta, Marcelo Quiroga Santa Cruz y
Juan José Torres en la década de 1970.
Suponiendo que en un futuro la Corte de La Haya fallara a favor de Bolivia y Chile se viera
“obligado” a negociar una salida soberana al mar con el país, y comprendiendo que de ello
devendría un prolongado proceso de diálogo bilateral en el que Chile también tendría el
derecho de plasmar sus propias expectativas, cabría cuestionarse: ¿Estarían dispuestos los
bolivianos a otorgar a Chile una compensación territorial a cambio de una franja costera de
utilidad incierta?
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Fuente: Los Tiempos 06.10.2015
31. Riesgos y modos de dialogar con Chile, por Walter Guevara Anaya
No sería sorprendente que la línea dura chilena acepte dialogar con Bolivia antes de que la
corte emita su fallo final. Su plan podría ser documentar que dialogó con Bolivia de buena
fe y que lo hizo sobre un acceso a un puerto soberano y útil. Al asegurarse que ese diálogo
no tenga resultado por culpa de Bolivia o del Perú, Chile podría alegar que la demanda
boliviana ya no tiene razón de ser y pedir a la corte que anule todo el proceso.
Abriendo un camino paralelo al jurídico, el presidente Morales propuso a Chile que el papa
Francisco sea el garante de que el diálogo tenga un resultado favorable a las partes en un
plazo de cinco años. Una primera señal de cómo se viene la mano nos la dará el canciller
Heraldo Muñoz cuando sea entrevistado en La Paz. Podría ser que acepte la propuesta del
presidente Morales o algo similar, pero que lo haga con la idea de marear la perdiz con la
táctica indicada.
Incluso si ése no fuera el caso debemos continuar con la estrategia de tres frentes: entrar en
un diálogo político y diplomático con La Moneda, perseverar con el proceso en La Haya y
denunciar la ceguera de la línea dura chilena ante la comunidad internacional. El éxito final
de nuestra estrategia depende de que sepamos dosificar y combinar sistemáticamente lo
jurídico con lo mediático y lo político. Se trata de tres ámbitos diferentes, no de
compartimientos estancos.
Evo Morales y Carlos Mesa brindaron hace poco un gran ejemplo de cómo estos enfoques
se pueden aplicar separadamente, sin embargo, reforzarse los unos con los otros. Evo lo
hizo desde la palestra de las Naciones Unidas y Carlos Mesa desde la TVN en Santiago.
Con un excepcional tino político el presidente Morales le dijo a Chile desde Nueva York:
“Y quiero decirle a los hermanos chilenos, especialmente al pueblo chileno, no queremos
aquí ganadores ni perdedores. Aquí queremos mediante el diálogo resolver y juntos
ganemos para el bien de nuestros pueblos. Es el gran deseo que tenemos como Bolivia. No
se trata de enfrentar o hacer quedar mal a nadie. Somos dos hermanos vecinos (…) y
nuestro deseo es sólo que se cumplan todos los ofrecimientos y saludo el apoyo de todo el
mundo.” Citado en El Mercurio del 28/09/15.
Acosado por las preguntas capciosas del entrevistador de TVN en Santiago, Mesa evitó que
sus embates lo desviaran de su principal propósito, que fue presentar el significado jurídico
y las consecuencias legales de la resolución preliminar de la corte. No invocó como
Morales a que Chile descarte su línea dura con Bolivia. Menos aún se refirió a lo mal que
queda Chile ante la comunidad internacional por la inflexibilidad de su línea dura. Y sin
embargo dejó estos dos mensajes –uno político y el otro ético– muy claros ante la clase
política y el pueblo chileno.
Hace milenios sabemos que hay tres lugares donde podemos buscar y encontrar argumentos
para convencer a tres totalmente diferentes tipos de públicos receptores de nuestro mensaje
de algo que nos incumbe. Estos lugares no son físicos sino conceptuales. Son tan conocidos
que podemos llamarlos tópicos, tal como lo hizo su expositor original.
Es muy diferente buscar argumentos para convencer a un juez en un litigio que a un
interlocutor político en un diálogo deliberativo o a una comunidad que se detiene a calificar
la conducta ética de alguno de sus miembros. La selección, aplicación y combinación de los
argumentos que surgen de cada uno de estos tres tópicos específicos depende de a quién se
trata de convencer.
En el primer caso hay que convencer a jueces sobre lo justo o lo injusto de hechos pasados.
Este ámbito nos obliga a acusar y defender una causa dentro de un litigio tal como lo hemos
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hecho en La Haya. En el segundo caso hay que exhortar a un país vecino sobre las ventajas
que le traería una solución política permanente y disuadir a su línea dura sobre las
desventajas de su inflexibilidad. Este ámbito es propio para un diálogo deliberativo sobre el
futuro. En el tercer caso se trata de repudiar las conductas desfavorables de Chile en el
ámbito de la opinión mundial y de encomiar las favorables. Esta valoración ética de lo que
honra y deshonra a Chile concierne al presente.
Si Chile opta por la táctica de negociar de mentiritas, la defensa de nuestra demanda
jurídica volverá a ocupar el escenario central para subrayar ante la corte cuál es el
verdadero objeto de esa negociación y cuándo se lo cumple de buena fe. Si Chile alega ante
la corte que la negociación no tiene un objeto preciso, será fácil para el equipo jurídico
boliviano rebatir este argumento. En su resolución preliminar la corte señaló el camino.
Si la línea dura chilena opta por una táctica engañosa, Bolivia queda habilitada para
denunciarla ante la comunidad internacional. No es poca cosa si lo hace con el poder
mediático de Carlos Mesa y Evo Morales. La clave es no alienar ni insultar a Chile, sino
preparar el terreno para un eventual acuerdo de buena fe. Por esa razón la campaña
mediática tiene que concentrarse en denunciar los daños que la línea dura le causa tanto a
Chile como a Bolivia, no ir en contra de la gente de la calle, que por lo general es tan
decente, tan práctica y de tan buena voluntad como la boliviana.
Es así como los tres ámbitos –jurídico, político, mediático– se diferencian y combinan
sistemáticamente para desinflar la línea dura chilena, que es el principal obstáculo para que
los chilenos se den cuenta de lo mucho que les conviene dar curso a la solución propuesta
por Bolivia.
Los lectores interesados en otras versiones de este artículo y en sus fuentes originales las
pueden obtener escribiendo a [email protected].
Fuente: Los Tiempos 06.10.2015
32. La negociación como objetivo principal de la demanda marítima de
Bolivia, por Gabriela Durán M.
Contrariamente a lo que muchos creen, al enfrentar un conflicto, la mejor alternativa no es
necesariamente acudir a la vía judicial. En la carrera de Derecho suele decirse que la vía
judicial es de última ratio. Con la práctica se asimila que cualquier transacción,
negociación, pacto, acuerdo es mucho más efectivo para la solución de una controversia
que acudir a esta vía. El diálogo, el encuentro y la complementariedad de intereses son
elementos esenciales para llegar a una solución pronta y benefactora para ambas partes.
Incluso dentro de un proceso judicial, muchas veces es preferible dar un paso atrás y
abandonarlo buscando una solución más efectiva. Aplicando este principio dentro del
enfoque que tiene Bolivia en su demanda marítima contra Chile en la Corte Internacional
de Justicia de La Haya, debemos tener en cuenta que la base de la misma se asienta en una
palabra clave a la que al parecer no se le dio el énfasis necesario: negociar.
La demanda es clara, busca el cumplimiento de una “obligación internacional asumida por
Chile, de negociar de buena fe un acuerdo que le permita un acceso soberano al océano
Pacifico a Bolivia”. No pide una reivindicación marítima, ni tampoco pretende recuperar el
territorio perdido como la demanda territorial de Nicaragua contra Colombia en 2001, esa
no es la disputa. Las estrofas de nuestra Marcha Naval “Antofagasta, tierra hermosa,
Tocopilla […], otra vez a la patria volverán”, ya no se aplican a la realidad. Para
comprender mejor nos centraremos en la palabra clave de la demanda analizando: ¿En qué
consiste un “negocio”?
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Para el economista Carlos Altschul, negociar “es el proceso a través del cual, ante un
proyecto particular, se detectan las tensiones propias de un conflicto, se investigan
oportunidades, se amplían los propios recursos, se resuelven diferencias personales y
situaciones objetivas concretas, y se obtienen beneficios, imposibles de lograr por sí solo”.
Es decir, al negociar, Bolivia y Chile, luego de realizar un análisis de las necesidades de
cada uno y encontrar una solución que beneficie equitativamente a ambas partes.
La política que maneja el Estado no es de “ganadores y perdedores”, es una política
pacifista y mediática, convencida de que el diálogo es la mejor forma de solucionar
cualquier desacuerdo, y lo ha demostrado durante todos los intentos de acercamiento
durante la historia de Bolivia.
Por ello es indispensable aclarar lo siguiente: La demanda boliviana es para negociar. Las
posibilidades de acuerdo mutuo son infinitas. Vale la pena resaltar que Chile es un país
bastante vulnerable, y de asimilar con buena fe la demanda, podría reconocer los beneficios
podría otorgarle este “negocio” tomando en cuenta nuestras grandes reservas de recursos
naturales y el nivel de industrialización chileno por mencionar un ejemplo.
Sencillamente es necesario que se actúe conforme a los principios del Derecho
Internacional, particularmente al de complementariedad. La complementariedad es
primordial, un intercambio equitativo entre las fortalezas de ambos Estados para subsanar
sus propias debilidades traería consigo grandes beneficios, no únicamente mutuos, sino
para la Comunidad Internacional, para el proceso de integración y sobre todo para la
economía. El objetivo de la demanda tiene como fin un negocio donde indiscutiblemente se
beneficien ambas partes, ése es el objetivo final: negociar; en última instancia, por la vía
judicial.
Fuente: Los Tiempos 06.10.2015
33. El supremo destino de Bolivia
El pasado de nuestra amada Bolivia está signado por el infortunio y la desgracia,
encerrados entre nuestras montañas, sometidos vilmente al arbitrio de Chile para llegar
pidiendo permiso a las costas que un día fueron nuestras. Viril expresión de repulsa nace de
los corazones bolivianos, pero se ha dejado atrás el pasado, consagrados todos los esfuerzos
a nuestra madre común, más amada cuanto más desventurada, y esos esfuerzos supremos
deben converger en un solo objetivo que una las todavía discordantes regiones de Bolivia,
un solo horizonte que unifique la esperanza y la fe nacional en un mejor destino. Debemos
volver a ser la nación que fuimos, la Bolivia dueña de su puerta de calle y dueña de su
destino.
Ese supremo idealismo debe unirnos ahora más que nunca, la gran herida de Bolivia debe
sanar de una vez y definitivamente. No es un idealismo o chauvinismo barato el que
propugnamos, es, como decía el gran defensor de los derechos de Bolivia don Fernando
Díez de Medina, “una conciencia de responsabilidad ante el destino adverso, consigna de
nación y fuego sagrado de Patria”, que aunque algo débil en el presente debe avivarse más
que nunca por las brasas de nuestro sincero y más puro patriotismo, lo que nos conducirá al
ideal por tantos años soñado, la restitución soberana de Bolivia a las costas del Pacífico.
Pero no con corredorcillos inservibles, como solución artificial, esto sería un error político
y una imprevisión histórica. Porque, oídlo bien pueblo de Bolivia, ¡tarde o temprano el Perú
ha de recuperar Arica y Tarapacá, y tarde o temprano Bolivia volverá a su litoral! Si bien
será muy difícil por ahora recuperar los 400 kilómetros de costa que un día tuvimos, al
menos una parte de ello será tal vez posible; necesitamos al menos una costa con 50 km
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lineales, conectados al interior por una faja de territorio de la misma extensión, y debe ser
en algún punto de nuestro antiguo y querido departamento del Litoral.
Otra cosa no satisfaría la sed de justicia que clama el alma de Bolivia y las almas de las
generaciones enclaustradas, esas almas nos acompañan en este tiempo de esperanza. La
gran herida de Bolivia que sangra por más de un siglo, ante la impotencia de nosotros sus
hijos, debe darnos fuerzas y la suprema voluntad para lograr al fin el gran objetivo.
Acerquémonos a manar de ella la fuerza y coraje que necesita nuestro pueblo para enfrentar
el infortunio. Echemos por los suelos la falacia de que somos un pueblo vencido. Nuestro
viril patriotismo grita a los confines de la tierra. Ciertamente somos un pueblo infortunado,
acosado por la desgracia, ¡pero jamás un pueblo vencido! La melancolía, el lamento y la
quietud cesen de una vez por todas. Bolivia, nuestra santa madre, no es más la cenicienta
del continente.
Ahora pedimos con voz clara y fuerte, pero también con sublime decisión, lo que nos
corresponde. Bolivia mantiene su derecho irrenunciable al patrimonio que le fue
arrebatado. No es la hora de los festejos ni de la espera quieta, estéril, es la hora de la
espera creadora edificadora. La victoria final, en la que creo con todo mi corazón, está en
nuestras propias manos, ella acude a los pueblos que se atreven a desafiar al infortunio y se
acrecientan con él. Mare nostrum, mare sacrum decía el gran escritor antes mencionado,
“Mar nuestro, mar sagrado” que éste sea, pues, nuestro primer pensamiento al despertar y
nuestra última plegaria al cerrar los ojos, que sea un baño de honestidad y el impulso para
la superación personal que contribuye a la causa común. ¡El mar, el mar, el mar! amado,
soñado, ausente y desgarrador. El mar perdido de los antepasados, el mar recuperado para
los hijos y los nietos, porque sé que como yo hay muchos jóvenes dispuestos a cualquier
sacrificio por Bolivia, he ahí el supremo destino que aguarda a Bolivia.
Fuente: La Razón 08.10.2015
34. Más sobre el fallo de La Haya: Orías y el rol de “los doctores”, por Raúl
Peñaranda U.
El Vicepresidente está en una franca campaña contra la República. Todo lo que ocurrió
antes, dice García Linera, no tiene valor. Le achaca a los gobiernos previos todos los males.
En sus recientes discursos ante públicos diversos señala cosas como: "en el pasado, los
gobiernos deseaban mantener a la gente en la pobreza, en la miseria, no querían que los
niños se sanen y querían regalar todo a los gringos”.
Es más grave lo que hizo hace poco frente a dirigentes interculturales al explicar la causa
marítima, ya que se lanzó especialmente contra "los doctores” para insistir en que fue un
"campesino” (Evo Morales) el que logró el éxito en La Haya. Al atacar a los "doctores”,
una forma de retratar a las elites bolivianas del pasado, García Linera está atacando a toda
la estrategia jurídica boliviana ante la Corte Internacional de Justicia. En su esfuerzo por
lograr la reelección, suya y la de Evo, a toda costa, en el nuevo modo en el que está, en el
que adora hablar por horas y horas, el Vicepresidente no logra reprimirse y, así, afecta la
argumentación nacional.
Justamente, la estrategia del país ha sido construir sobre lo que los "doctores” hicieron en
136 años de historia, en muchas veces complejas, agotadoras y descorazonadoras
negociaciones con Chile. Precisamente allí está la fuerza del planteamiento boliviano (y
debilidad chilena), en recordar el pasado y haber convertido esta lucha en una política de
Estado.
Pero no yerra García Linera del todo. Es correcto que fue Evo, "un campesino”, quien
decidió emprender, en una carrera inicialmente un poco a ciegas, el proceso judicial
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internacional. Se debe reconocer que su intuición, aunque no hubiera sabido todavía,
cuando hizo el anuncio en 2011, qué pasos seguirían después, acaba de implicar un gran
triunfo internacional, como es el reciente fallo de La Haya. Es un inicio de un proceso largo
que podría desembocar en la consolidación de una nueva etapa de la historia boliviana.
¿Pero y los "doctores”? ¿Por qué negar su aporte? No sólo los del último siglo, de esa
república con fallas que el Gobierno intenta desacreditar más de lo que merece, sino
también los de ahora. No hay más representación de "doctores” que dos personajes claves
en este asunto, como son Eduardo Rodríguez y Carlos Mesa, además de excancilleres como
Armando Loaiza, hoy de capa caída, y Gustavo Fernández y Javier Murillo, en este éxito.
Todos ellos tienen una línea ideológica contraria al Gobierno y todos fueron cruciales para
el resultado obtenido.
La inteligencia y pragmatismo del Gobierno hizo que fueran convocados. El patriotismo de
los mencionados los hizo aceptar el desafío, pese a sus claras diferencias con el Gobierno.
Y si es así, ¿por qué el Vicepresidente se regodea en atacar a los "doctores”? ¿O algún
"masista genuino” podría haber tenido, por ejemplo, la solvencia que mostró Mesa en el
canal estatal chileno? No hay ninguno de ese nivel. ¿Qué hubiera hecho García Linera en
ese set? ¿Hablar de comunitarismo y marxismo-leninismo? Y, a propósito, el menos
"doctor” de todos ellos, el canciller David Choquehuanca, "otro campesino” para seguir con
la etiqueta del Vicepresidente, es hoy el más aislado de los políticos que tienen que ver con
este tema. (No vale la pena comentar el dislate de la ministra Marianela Paco de insinuar
que Mesa es un "antipatriota” porque dijo que votará No a la reelección de Evo).
Tras casi un siglo desde el fallido intento boliviano de llevar el tema a la Liga de las
Naciones, Bolivia estuvo en un callejón sin salida. El Tratado de 1904 era como un sino
ineludible. Todo había sido zanjado, creíamos. Pero otro de los "doctores”, Ramiro Orías,
empezó, a fines de los 90, a mascullar la idea de que se podía llevar a Chile ante un estrado
internacional eludiendo el Tratado de 1904. Orías, un abogado internacionalista, ha debido
sentir que araba en el desierto, durante años, mencionando su idea. "Bolivia debe procesar a
Chile”, decía, "usando el concepto de ‘actos unilaterales de los Estados’”, que generan una
obligación de éstos. Los Estados -asegura esta relativamente nueva concepción del derecho
internacional- no pueden, así nomás, prometer cosas a otros. Su palabra empeñada debe
traducirse en hechos.
Orías, que era consultor de Unidad de Análisis de Política Exterior (UDAPEX) de la
república que tanto odia García Linera, presentó en 2000 su documento, en el que propuso
dejar de lado la estrategia de intentar afectar la vigencia del Tratado de 1904 y a cambio
planteó "iniciar una nueva negociación jurídica internacional para acordar una salida libre y
soberana a las costas del Pacífico, tal como Chile ha ofrecido de manera expresa y formal
en 1895, 1920, 1923, 1926, 1950, 1953, 1961, 1975 y 1987”. Y esa idea fue el centro de la
argumentación boliviana en La Haya.
Con su proverbial modestia, Orías, a quien el gobierno actual le negó participar del proceso
debido a que es un supuesto "neoliberal”, le dijo a Isabel Gracia de ANF hace unos meses:
"Me alegra que lo que yo propuse haya contribuido a la presentación de la demanda,
aunque me hubiera gustado tener un rol como asesor”. Hoy trabaja en Estados Unidos. El
"Estado Plurinacional” de García Linera tiene el raro privilegio de haber alienado a uno de
los actores cruciales del éxito diplomático más importante en décadas.
Fuente: La Razón 08.10.2015 (Raúl Peñaranda U. es periodista)
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35. Diálogo por el mar
Bolivia ha buscado dialogar con Chile desde hace mucho tiempo. El país quiere acceder al
mar y espera que Chile repare, al menos parcialmente, el daño que provocó por efecto de la
invasión al antiguo puerto boliviano de Antofagasta (14 de febrero de 1879). El país ha
planteado el diálogo sabiendo la existencia del Tratado de 1904, que si bien estableció
compensaciones, no le devolvió su cualidad marítima, esa capacidad de llegar al mar para
vincularse con los mercados del océano Pacífico.
El Tratado de 1904, la norma con la que Chile argumentará su defensa en la
Corte Internacional de Justicia (CIJ), ha sufrido unas siete enmiendas, la mayoría a pedido
de Chile, sobre diversas cuestiones, desde comerciales hasta aquellas que “perfeccionan” el
acceso del país a los puertos (Arica y Antofagasta, actualmente habilitados), lo que debía
suponer un amplio espíritu de colaboración bilateral, que al parecer no existe en Chile.
Dialogar supone abandonar las trincheras, dejar las armas con las que nos hemos defendido
durante la historia. Es el instrumento más avanzado de la humanidad. Bolivia ha buscado
ese diálogo por el mar, incluso aceptó desarrollar el mecanismo de las “Confianzas mutuas”
(2006-2010) y halló un no disfrazado de silencio. El país insistirá y los caminos son
diversos.
Fuente: La Razón 10.10.2015 (Sub editorial)
36. Fallo en La Haya, dedicado a todos, por Gustavo Murillo Carrasco
¿Que Bolivia no ha ganado nada? Se equivoca señora Presidenta, como se equivocó
también su petulante y, ahora, comprobadamente poco diplomático Canciller.
Bolivia ha ganado mucho. Su inveterada fijeza marítima ha adquirido vigor ante los ojos
del mundo y ha posicionado con éxito el tema más importante de su política exterior. El
trabajo serio y planificado ha dado resultado. Se ha conseguido, luego del fallo de la CIJ
sobre incompetencia planteado por Chile, un resonante triunfo diplomático en términos de
imagen y, detrás de los Andes, el lamento ya no es boliviano.
En fin, es legítimo alegrarse y hasta celebrar, aunque eso diste mucho de la dramatización
deliberada, de las lágrimas forzadas y algunas poses teatrales. Vamos bien, pero no
exageremos, queda redoblar el trabajo y el esfuerzo para no dejar nada suelto para lo que
viene.
Un mínimo de objetividad permite afirmar, sin ambages, que el presidente Morales tuvo el
coraje de afrontar lo que ninguno de sus predecesores se animó a hacer: tomar la decisión
política de enjuiciar a Chile aceptando los riesgos propios de tal medida, con atrevimiento e
innegable temple. Ese mérito nadie se lo quita. Por sí sola tal acción hará que su nombre
pase con todo merecimiento a los anales de nuestra historia, sin necesidad de la irrefrenable
manía del "llunkerío”.
Morales asumió a su cargo la responsabilidad del desafío, pero lo hizo precedido de un
buen asesoramiento técnico sobre la base de muchos antecedentes acumulados: iniciativas,
gestiones, notas, negociaciones y aproximaciones con matices -a veces modestos y otros
exitosos- coronados por nuestra diplomacia, por lo que no es propio restarles
reconocimiento a esos aciertos que sirvieron de sustento para acudir con fundamentos
firmes ante La Haya.
Ese cúmulo valioso de referencias fue coherentemente articulado con el concurso de
muchos profesionales para marcar el rumbo que al final se decidió seguir. Trabajo de
muchos, tal vez no de "ningún doctor en particular”, más bien de varios -bolivianos y
extranjeros-, diplomáticos y asesores, por supuesto. Bien lo saben quienes pretenden
direccionar una lectura única para particularizar méritos.
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Lo cierto es que en un ambiente político como el nuestro, en el que prima a veces con
mayor notoriedad la insondable mediocridad de sus actores, hablar de "honestidad
intelectual” puede ser hasta hilarante, pues si así no fuera, alguien quizás se hubiera
acordado a la hora de reconocer créditos, por ejemplo, de Ramiro Orías Arredondo,
destacado abogado boliviano que fue el primero en investigar a fondo los "actos
unilaterales” con verdadero rigor científico, hace ya 15 años, estudio que sirvió de
plataforma para estructurar lo que al final se convirtió en la demanda presentada en 2013
por Bolivia.
Como toda sociedad, la boliviana
conforma un complejo tejido de múltiples
contradicciones -sobre todo cuando del mar se trata-, sin cuya dialéctica tampoco se habría
podido materializar una visión renovada que permita hallar una fórmula para presionar a
Chile en nuestro justo reclamo.
Esta vez, sin embargo, las mezquindades y las visiones políticas obtusas no evitaron que,
por fin, hayamos tenido la grandeza humana de unirnos, logrando así un salto cualitativo a
partir de las discrepancias que siempre existieron.
Por eso este primer paso es un triunfo genuino que pertenece a los bolivianos en conjunto.
Es el fruto de una construcción colectiva, y así debe ser entendido.
Aquí caben todos, expresidentes y excancilleres, diplomáticos e historiadores, intelectuales
y profesionales, asesores honestos y consecuentes, los que creen en las causas justas, el
sufrido pueblo boliviano; pero también los incrédulos, los oportunistas que cambian según
sopla el viento, incluso aquellos miserables y coludidos carentes de horizonte ético, los que
prefieren mirar al otro lado y los que sólo critican de palco. Por supuesto, los que obedecen,
sin reflexión ni aporte, y hasta los pusilánimes y chilenófilos que los hay. Va para todos,
entre buenos y malos, entre "Dimas y Gestas”, así es la vida, aunque maniqueo suene.
A todos ellos dedicado algo trascendente que nos une como bolivianos, porque acometer
contra Chile, casi siempre sin fortuna y víctimas del centenario desasosiego existencial que
el mar nos provoca desde que fuimos despojados, parece que de a poco es una realidad que
cambia.
Fuente: Página Siete 10.10.2015 (El autor es abogado, diplomático y docente universitario)
37. La invitación a Muñoz, por Cayo Salinas
La aparición de Carlos Mesa en TVN de Chile fue efectiva en términos mediáticos, al punto
que los chilenos no imaginaron el efecto que produciría la participación del vocero
boliviano fruto de la elocuencia con la que supo defender nuestra postura. Probablemente el
sesudo conductor pensó en un coloquio donde la balanza iba a estar inclinada de su lado,
sin imaginar episodios en los que de entrevistador pasó a ser el entrevistado y donde se
profundizó la idea de que el pedido boliviano pasa no sólo por argumentos de naturaleza
jurídica vinculados a la responsabilidad y efectos vinculantes que genera la actuación
unilateral de los Estados, sino también por hechos históricos que en estos tiempos colocan
en una situación incómoda a los usurpadores, ergo, Chile en el siglo XIX.
Por tanto, fue la actuación de Mesa la que dio curso a la reacción del Gobierno chileno que
inmediatamente después de haberse producido la entrevista se preguntó por qué y a título
de qué se tomó la decisión de llevar “al enemigo” a territorio local. La consecuencia
inmediata en tono de réplica fue preguntarse por qué Bolivia no propiciaba una entrevista
similar, en el canal estatal y con la presencia del Canciller chileno y su agente en La Haya.
A partir de entonces se midieron fuerzas y estrategias.
El Gobierno boliviano reaccionó a tiempo y bien, cursando la invitación que fue aceptada
(encantado dijo Muñoz) de inmediato. Las cartas estaban echadas. Así como Bolivia tuvo la
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oportunidad, en la voz de Mesa, de dirigirse al pueblo chileno y hacer conocer los
argumentos históricos de la postura boliviana y los jurídicos de la demanda ante la CIJ,
Chile podía hacer lo mismo en territorio boliviano.
Algo pasó después para que el Gobierno chileno desestime enviar a su Canciller y más bien
pedir que la entrevista se desarrolle en Chile. Habrán con certeza evaluado varias factores.
Barajo algunos. Muñoz no tiene la habilidad y experiencia en términos comunicacionales
como la tiene Mesa, lo que lo hace más vulnerable al yerro. Por otro lado, si a esa
vulnerabilidad se suma que en ambos países se creó una inusitada expectativa por la
presencia chilena en la televisión boliviana, la incógnita por lo que podría acontecer en la
entrevista era más contundente a la hora de la valoración de la estrategia final, que la
misma posibilidad de llegar a Bolivia para defender una postura. Chile sabía que una vez
aceptada la invitación, en Bolivia se generó un debate respecto a quién debía ser el
entrevistador, y que dadas las circunstancias, la previa a la probable entrevista a Muñoz
difería a la previa que se suscitó cuando Mesa estuvo en Santiago. El reality estaba armado
y a eso tuvo temor el equipo chileno. Frente a ese escenario, pidieron que la entrevista se
realice en Chile. “Invitamos a la Tv estatal boliviana a que vengan a Chile y me
entrevisten”, dijo Muñoz. Inmediatamente después, la novel Ministra de Comunicación
salió al frente dando por cerrado el caso y criticando la decisión chilena. No valoró que aun
en estas circunstancias, convenía ir a Chile no sólo porque de nuestro lado prima la razón
histórica (se verá la legal una vez proferido el fallo) sino también porque estratégicamente
cabía, ante una diezmada diplomacia chilena, dar el golpe de gracia para terminar de
posicionarnos y cerrar con éxito el ciclo mediático. Pero bueno, ante la mala lectura, lo que
resta de aquí en adelante, es aguardar el fallo, que de ser positivo, no ordenará se nos
devuelva el mar, sino, se negocie una salida a él. El tiempo lo dirá.
Fuente: Los Tiempos 11.10.2015
38. Sobre el corte y recorte de la transmisión del juicio, por Iván Bustillos
Zamorano
Resultó un poco extraño que al finalizar la entrevista que se le hizo a Carlos Mesa en
Televisión Nacional de Chile, el periodista Juan Manuel Astorga casi le reclamara: “¿Por
qué no se transmitieron los alegatos chilenos de mayo pasado?, ¿por qué no se
transmitieron en Bolivia?”, a lo cual el exmandatario respondió con la franqueza que se
debe cultivar: “Por una falta de mirada clara de lo que debe hacerse, por una miopía que
nos perjudica”.
Sí pues. En una nota-reclamo en esta misma columna, días después de los alegatos
bolivianos y chilenos en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, protestamos
acerca de cómo casi a uno de nuestros editores le da un infarto cuando en el canal estatal
suspendieron la transmisión de los alegatos de los representantes de Chile.
Y conste que no sucedió solo una vez. El jueves 7 de mayo, cuando la parte chilena iba a
exponer su réplica, nuevamente se cortó la transmisión una vez que empezaron a hablar los
abogados de Chile. Por el contrario, la exposición boliviana, que duró tres horas, fue
repetida en toda una mañana; esto no está mal, claro; pero era inocultable que allí, hablando
desde el periodismo, solo estaba la parte, faltando la necesaria contraparte; como si la idea
fuese convencer de un credo antes que brindar elementos de razonamiento.
Ahora, lo que el periodista Astorga, del programa El informante, no dijo en la entrevista
con Carlos Mesa es que en Televisión Nacional de Chile (TVN) también cortaron la
transmisión de la propia réplica chilena. Esto fue al parecer por razones estrictamente
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comerciales, pues la exposición jurídica del país vecino en La Haya fue interrumpida para
dar paso a su programación habitual. Aquella vez se decía en esta misma columna:
“Mientras muchos bolivianos y chilenos seguramente seguíamos por internet la disertación
(a Dios gracias que la Corte Internacional de Justicia tiene un excelente sitio web), TVN
pasaba el programa de variedades Menú a la carta...”.
Como se sabe, la entrevista con Mesa en Chile derivó en un toma y daca con el Gobierno
de ese país sobre si su canciller Heraldo Muñoz venía o no a Bolivia para una similar
entrevista. Finalmente no vino. Pero, digo, ¿por qué no se le toma la palabra y se le
entrevista en su país? ¿Acaso el interés de invitarle no era sobre todo periodístico?
Fuente: La Razón 11.10.2015
39.
Juan P. Cárdenas: ‘No nos haría ni un rasguño ceder un paso soberano’
a Bolivia
El periodista Juan Pablo Cárdenas, respetado académico chileno y Premio Nacional de
Periodismo de ese país, habla del fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) que
rechazó la objeción preliminar de competencia presentada por Chile y del momento político
de su país, marcado por la falta de credibilidad en la clase política.
— ¿Qué piensa del fallo?
— A todas luces esto es un fracaso para nuestra Cancillería. Aquí existía la certeza de parte
de la política en general de que la Corte iba a acoger la excepción de Chile y que el juicio
iba a quedar anulado con esa sentencia. Ocurrió exactamente lo contrario: el tribunal
rechazó la solicitud de competencia de Chile y se abrió a la posibilidad de tratar el fondo
del problema de la demanda boliviana. Es por esto que yo creo que el fallo no tiene doble
lectura, la única lectura posible es que a Bolivia le fue muy bien y a Chile le fue muy mal.
— ¿Un fracaso de ese tamaño significaría la renuncia de los responsables?
— Aquí nosotros estamos acostumbrados a que los errores e incluso los delitos que comete
la clase política jamás son sancionados. Se mantienen los ministros en sus cargos y se
mantienen los diputados y senadores corruptos en sus cargos y no hay quién los mueva a
pesar de que, como ustedes saben, la credibilidad de los políticos está por el suelo y no hay
ninguna coalición política que tenga más allá de un 15% de confianza. Hay una decepción
generalizada por la política y esto se pudo comprobar fehacientemente en las últimas
elecciones presidenciales en que hubo un 58% de abstención. Eso habla del desgano que
hay en nuestro país respecto a la política y la falta de confianza que se tiene con los
referentes políticos y, claro, no extraña entonces que un manifiesto error y falta de cálculo
de nuestro canciller Heraldo Muñoz y su equipo no obligue a la Presidenta a cambiar el
equipo negociador y, por el contrario, lo haya ratificado en el cargo, supuestamente porque
la sentencia del tribunal internacional sería favorable para nosotros.
— ¿Es posible imaginar un cambio de timón, una autocrítica?
— Muy difícil, imposible diría yo. Heraldo Muñoz ha sido absolutamente ratificado,
también el comisario Felipe Bulnes. No va a haber cambios, al contrario, la Presidenta ha
dicho que va a ampliar el equipo negociador, lo va a reforzar. Ni tampoco veo la
disposición del Gobierno chileno de conversar con Bolivia directamente. Se ve que la
Presidenta no quiso reunirse con Evo Morales en Nueva York, no hay disposición del
Gobierno de tratar el tema bilateralmente. Eso es muy negativo. Por lo menos yo soy de los
múltiples chilenos que piensa que deberíamos ir a una solución de controversias con
nuestros vecinos y abrirnos a la posibilidad de que Bolivia tenga una salida al mar a través
de una negociación entre los dos o tres países, con Perú.
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— Usted habla muchas veces de “justicia” de la demanda marítima.
— Yo considero que es justo porque lo que Bolivia perdió de territorio fue producto de una
guerra injusta acicateada por los intereses internacionales. Los tratados que existen al
respecto son tratados que siempre ponen los vencedores sobre los vencidos; por tanto, en
materia de justicia, no de derecho, creo que los bolivianos tienen toda la razón; en materia
de derecho probablemente Chile tenga algunas razones, pero en definitiva yo soy de los que
cree que prefiere la justicia por encima de las disposiciones legales. Lo único que ha
resuelto la Corte es declarar su competencia frente a la demanda boliviana, no ha tratado el
fondo del asunto. En este sentido, creo justa la pretensión boliviana de tener una salida
soberana al mar, aunque el Tratado de 1929 no lo haya determinado. Pienso que la justicia
debe primar sobre los textos y tratados.
— La manera de haber recibido la demanda boliviana en la clase política chilena no es
igual a cómo recibió el juicio del Perú. ¿Hay racismo, menosprecio, hacia el
boliviano?
— Hay que reconocerlo claramente, la clase política chilena tiene, claro, ese desprecio por
nuestra interioridad también mestiza, por los mapuches. Los pueblos originarios han sufrido
en carne propia el desprecio de los diversos gobiernos y de la clase política chilena, no son
asuntos solamente con bolivianos y peruanos, sino también con nuestros propios pueblos.
En el sur del país estamos viendo una verdadera confrontación, una guerra interna a pesar
de todo lo que contribuyó el pueblo mapuche a la independencia nacional. Sin embargo, la
historia se ha encargado de separar aguas. En la alta burguesía chilena, en las clases
pudientes y la gobernante existe un desprecio hacia los pueblos y países que tienen una
preeminencia indígena, de la cual otros nos sentimos muy orgullosos.
— Por otro lado, ¿qué consecuencias internas ve que pueda tener el fallo en la
política?
— Soy optimista en términos de que el país, poco a poco, está tomando conciencia de esta
injusticia, de esta mala política exterior que hemos tenido hacia nuestros vecinos. Con
todos hemos tenido dificultades. El país comienza a entender que nuestra identidad está
muy marcada por la ascendencia que tenemos de nuestros pueblos originarios, mapuches en
particular, que es algo que se desconocía. Mucha gente de claros rasgos mapuches no
asumía su identidad. Eso ha cambiado muchísimo, incluso yo diría que en el país
crecientemente se valora nuestro origen. Eso va a ir cambiando poco a poco la política.
— Pero, ¿hoy?
— Hoy en Chile no tenemos una democracia real, tenemos un régimen político que se
hereda de la Constitución de Pinochet y sigue vigente, tenemos un régimen económico
social injusto con la mayoría. Tenemos un desequilibrio en el ingreso que es uno de los más
escandalosos del mundo; en fin, esto está haciendo crisis en nuestro país. Primero se ha
pesado la falta de credibilidad en la política, más adelante pienso que esto va a ser
auspicioso para un cambio, porque el descrédito en quienes nos gobiernan, e incluso en la
oposición, es generalizado. Ninguno de los dos bloques tiene más allá de 15% de
aceptación.
Yo tengo una visión optimista al respecto, creo que el país está tomando conciencia de estas
injusticias, de estos errores, de esta discriminación. Chile es un país escindido que perdió su
identidad nacional, aquí la pertenencia de cada cual es a su grupo, a su familia. Es muy
poco lo que queda de sentimiento nacional, salvo respecto del fútbol y otro tipo de
fenómenos que nos unifican, pero no son consistentes con lo que estamos viviendo, los
niveles de injusticia interna son altísimos: el hecho de que un parlamentario gane 40 veces
más que un trabajador que recibe un salario mínimo es algo que irrita.
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— Esta falta de pertenencia que se deja de existir en el fútbol, como dijo, ¿también se
suspende en el caso del juicio de Bolivia contra Chile en la gente común?
— Mientras más ignorante es el pueblo chileno, mientras menos formación intelectual y
educacional tenga por supuesto que es más chauvinista y nacionalista, pero la gente con
más conciencia se da cuenta de estas inequidades y asimetrías que hay en la sociedad y eso
es auspicioso. El mundo intelectual, al menos, está reconociendo estos errores y estas
injusticias flagrantes en que vivimos. Creo que de no corregirse profundamente nuestra
actitud, por ejemplo, respecto a nuestros vecinos, vamos a estar auspiciando un quiebre
institucional severo, un estallido social.
Piense que hubo un candidato que estuvo a punto de ser elegido y escribió un libro en el
que afirmaba que Chile era un país europeo, pero encalado en un mal barrio, Joaquín Lavín:
ésa es la percepción que se tiene en Chile respecto de nuestra condición latinoamericana y
tercermundista. En algún momento, el país se creyó este cuento de que éramos un país
desarrollado, que habíamos entrado a pertenecer a la gran élite de países desarrollados, pero
el país hoy despierta a su verdadera realidad: los salarios siguen deprimidos, las ganancias
se las llevan unos pocos, los empresarios siguen siendo los dueños de este país, los
militares velan por los intereses de los empresarios y nuestra soberanía sobre el territorio no
es tal. No hay soberanía, no hay soberanía en un país en el que el desierto norte está
enseñoreado por las empresas extranjeras, no hay autonomía en un país en que todas las
aguas, ríos, lagos, son de propiedad extranjera, donde siete familias son las que tienen el
dominio y derechos de pesca en todo lo largo de nuestro litoral, ¿de qué autonomía, de qué
soberanía nos hablan? El país empieza entender que aquí no hay soberanía alguna, que lo
único que falta privatizar es el aire que respiramos.
— ¿Comunistas y socialistas de la coalición de Gobierno y la gente común
defendiendo frente a Bolivia una soberanía inexistente?
— Es bochornoso. Un nieto del presidente Allende que vive en Venezuela ha dicho —en
nuestro diario digital (Diario UChile)— que el Partido Socialista al que perteneció Allende
es un partido neoliberal. La derecha que hoy se proclama democrática sabemos que siempre
está en condición de alentar un golpe militar a objeto de defender sus intereses, aquí no
tenemos un régimen democrático seguro, seguimos apegados a la legislación que nos
heredara Pinochet. Nadie sabe que el Estado chileno, pese a que tiene enormes recursos
depositados en el extranjero, no puede hacer inversiones en nuestro país porque la
Constitución le prohíbe al Estado invertir, todo por ley tiene que ser privado. Por eso es que
las clases pudientes, el empresariado de siempre, defiende con tanto ahinco la Constitución
de Pinochet, porque no quieren competir con el Estado, no quieren que el Estado nos lleve a
una convivencia más justa.
— Frente a este panorama interno, ¿qué esperar respecto a la demanda?
— Lo que me queda claro es que mientras exista esta demanda boliviana ante el tribunal no
hay ninguna posibilidad de diálogo. En la medida en que a Bolivia le vaya bien y Chile
empiece a ver el riesgo de un fallo que podría obligarnos a cederle derechos sobre nuestro
territorio, ahí recién yo creo que las autoridades políticas van a disponerse a un diálogo. La
verdad, el simple hecho de consolidar una zona de paz con bolivianos, peruanos y con
argentinos sería muy auspicioso para nuestra economía. Ustedes tienen lo que a nosotros
nos falta, y nosotros tenemos un enorme mar que no nos haría ni un rasguño poder cederle
un paso soberano a los hermanos bolivianos. Entonces, en todo convendría que haya un
acuerdo entre nuestros países, pero aquí los militares son muy fuertes, los intereses
implicados en la compra y venta de armas, y el racismo empoderado en las autoridades,
hacen muy difícil cualquier diálogo. Entonces, creo que el camino que ha seguido Bolivia,
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de apelar a un tribunal internacional y al apoyo del mundo, ha sido lo más efectivo que ha
hecho, y es tremendamente demoledor para nuestro país.
Fuente: La Razón 11.10.2015 (Entrevista – Suplemento Animal Político)
40. ‘Un indio sin plumas’ ante la Corte, por Amanda Dávila Tórrez
Pueden rasgarse las vestiduras, pero ningún otro Presidente en la historia de este país logró
lo que Evo Morales: sentar a Chile en el banquillo del máximo tribunal de justicia del
mundo; que la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya determinara que hay un
problema con Bolivia desde la guerra de 1879, y que éste no es un tema solo bilateral.
Fallo histórico e inapelable. Un paso, sí, en nuestra lucha por recuperar el mar arrebatado,
pero un gran salto en la jurisprudencia internacional porque nunca antes, hasta ahora, el
mundo reconoció de manera clara y firme la fuerza de la razón boliviana.
Un indio en la Corte de La Haya. Fue Evo Morales el que nos llevó a este triunfo, “un indio
sin plumas”, como lo calificó seis días después del fallo de La Haya, el historiador y
escritor chileno Alfredo Jocelyn-Holt, connotado miembro de las oligarquías chilenas.
Evo tuvo el coraje de hacer lo que muchos presidentes de diversa formación y origen social,
historiadores, militares, periodistas, médicos, empresarios y terratenientes, no habrían
siquiera pensado: unos por cobardía, otros por intereses económicos vinculados a empresas
chilenas y, finalmente, porque una patria digna y soberana nunca formó parte de sus
preocupaciones.
Fue Evo, “un indio sin plumas”, como repitió gozosa la derecha de allá y de aquí, el que
decidió llevar a Chile a juicio ante La Haya y devolvernos la dignidad. En esas
madrugadas paceñas, Evo explica sus razones: Chile nos había invadido, forzado a una
guerra, arrebatado el mar, y hecho firmar, en medio de un país sitiado y encañonado, el
Tratado de 1904, como lo recuerda siempre: “impuesto, injusto e incumplido”.
Los serios intentos de lograr justicia por la vía diplomática habían fracasado y las
negociaciones iniciadas de buena fe nunca se habían aproximado a buen puerto, ya que,
para algunos sectores de ese Chile que aún no logra liberarse de la herencia pinochetista,
eran una forma de distraer el anhelo del pueblo boliviano.
Y no es el pueblo chileno, dice Evo, son grupos de empresarios, la oligarquía chilena, que
nos enfrentó entre hermanos por ambición. Organizaciones sociales, movimientos
estudiantiles, intelectuales, sindicatos, chilenos apoyan la demanda boliviana; la
Diplomacia de los Pueblos que impulsa el canciller David Choquehuanca logra resultados y
se extiende por varios continentes.
Evo Morales rememora la larga historia boliviana de frustraciones y traiciones, y en esa
hora clave decide, como el gran estadista que es, llevar a Chile a juicio ante La Haya,
dispuesto a asumir la responsabilidad, también definitiva para el país, de un fracaso. Coraje
del hombre que supo en la vida valerse por sí mismo, que se enfrentó a una lucha diaria,
tanto por la sobrevivencia como por la dignidad, coraje de un Presidente que apuesta todo
por el bien del pueblo.
Evo Morales es el estadista y el estratega, analizando los documentos, preguntando,
planteando, cuestionando, pidiendo esclarecimiento a uno y otro, conformando el equipo
boliviano ante La Haya y eligiendo a quienes representarán al país en las tareas de difusión
de la demanda, y no importa de qué lado estén, baste ser boliviano.
Y no solo eso, en un acto de generosidad pocas veces visto en la historia boliviana,
convoca a expresidentes y excancilleres, olvidando las veces que alguno de ellos lo
vilipendia, humilla y le acusa falsamente. Evo expone los atributos y cualidades de cada
uno para convencer de estas designaciones a unos y a otros.
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Ahí están los expresidentes, ungidos por sucesión, sin la conquista y legitimidad del voto;
quizá autores de errores de política y de gestión ruinosa, ungidos por cuoteos congresales o
sin jamás afrontar, por sí mismos, el veredicto en las urnas, pero por juegos del destino
convertidos en jefes de Estado.
En el medio, el presidente Evo, elegido en las urnas con más apoyo en la historia, al que
llevaron al revocatorio; el estigmatizado, el insultado, al que (solo porque es “un indio sin
plumas”, como dicen los grupos oligárquicos chilenos, y también bolivianos) se le
desconoce todo triunfo y se exagera cualquier error.
Evo dando ánimo a unos, marcando la línea, recomendando a otros, pidiendo, decidiendo,
escuchando en interminables horas, y aceptando las sugerencias de los otros con el
entusiasmo que le caracteriza. ¡Lo saben! El pueblo lo apoya y emprende la lucha a su lado.
Mientras los eternos pájaros de mal agüero graznan una derrota, nuestro Presidente se
moviliza, habla con papas, reyes, presidentes, cancilleres, expresidentes; dialoga en foros y
encuentros con movimientos sociales, intelectuales, sindicatos y el mundo se rinde ante un
Evo que arrasa con su simpatía pero, ante todo, por su convicción en clamar por la justicia
y la dignidad de un pueblo.
La reinvención de la política. Solo un líder como Evo Morales tuvo la lucidez para
comprender la complejidad del problema marítimo y la generosidad de convocar a
opositores y simpatizantes, y movilizar a toda una nación para lograr la unidad en torno a
un objetivo de vital importancia: reparar una injusticia que ha condenado a todo un país a
un enclaustramiento centenario, impidiendo su libre desarrollo.
Evo Morales, junto al pueblo, reinventó la política desde una lectura más objetiva de la
historia colonial interna y externa, y una comprensión más lúcida y generosa de las
necesidades estructurales y anhelos del pueblo. Evo nos llevó, con el apoyo del pueblo y de
su equipo que él formó, al primer paso triunfal de La Haya.
Y la historia lo reconocerá así, cuando las mezquindades de algunos de sus contemporáneos
desaparezcan en la lista de los logros que ha alcanzado, con errores, caídas, olvidos
posiblemente, el presidente Evo Morales y el pueblo boliviano que lo acompañó.
Evo Morales reinventó la política, dándole un nuevo sentido a la democracia representativa,
que pasó a ser democracia directa, comunitaria, participativa y un ejemplo palpable de todo
ello fue la demanda ante La Haya.
Un cambio que no termina de aceptar una oposición sin propuesta ni liderazgo y menos
representatividad nacional, que apela al juego de la alternancia como único horizonte. Y la
alternancia no puede dar solución ni tiene incidencia en los grandes problemas nacionales,
como lo ha demostrado la demanda marítima que ha logrado su primer triunfo con un
presidente como Evo Morales, que pudo diseñar estrategias de largo aliento y desarrollarlas
en virtud a cerca de una década de estabilidad política y económica del país.
Fuente: La Razón 11.10.2015
41. Si lo dice la Corte, debe ser cierto, por Andrés Guzmán Escobari
Es preciso considerar que todas y cada una de las afirmaciones que contienen sus sentencias
atraviesa una exhaustiva revisión para corroborar la exactitud y la veracidad de todos sus
datos.
El fallo de la Corte Internacional de Justicia que rechazó la objeción preliminar de
incompetencia presentada por Chile en el caso incoado por Bolivia en abril de 2013 (por 14
votos a favor y dos en contra) puso de relieve el potencial de la demanda boliviana y sus
principales virtudes. Por un lado, la demanda continúa la política de reintegración marítima
basada en la doctrina del arreglo negociado que se ha convertido en una verdadera política
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de Estado en Bolivia, y por otro, abre la posibilidad de promover y extender la conciencia,
sobre todo en Chile, de que existe un asunto pendiente entre ambos países.
En efecto, al rechazar la objeción preliminar chilena, el tribunal más importante de las
Naciones Unidas reconoció que existe una disputa pendiente entre ambas naciones referido
a la obligación de Chile de negociar un acceso soberano al mar para Bolivia, cuyo objeto es
dilucidar si dicha obligación existe y, de ser así, si Chile ha incumplido dicha obligación.
No es lo mismo que lo diga el presidente de un país amigo, como Pepe Mujica o Rafael
Correa, entre otros, ni que lo diga un organismo internacional como la OEA, el Movimiento
de Países No Alineados o el ALBA, ni tampoco que lo diga el mismísimo papa Francisco.
Que lo manifieste un tribunal jurisdiccional como la Corte Internacional de Justicia tiene un
cariz especial porque se trata de la más alta instancia judicial del planeta, y porque sus
fallos son obligatorios e inapelables.
"Si lo dice la Corte debe ser cierto”, escribió un chileno en Twitter [@pato_32] el día
posterior al fallo, en respuesta a uno de sus compatriotas que esgrimió con alto fervor
nacionalista que no existen temas pendientes entre los dos países y que el Tratado de 1904
es "intangible”. A pesar de que falta mucho trabajo por hacer para convencer a la mayoría
de los chilenos de que negociar es lo mejor para resolver este asunto, la demanda tiene esa
virtud, genera un cuestionamiento en quienes mantienen una posición inamovible, y que
son generalmente los que fueron educados entre discursos nacionalistas y una historia
distorsionada. Ese cuestionamiento es muy valioso para nuestra causa porque contribuye al
esclarecimiento de la verdad, que es precisamente lo que más conviene a Bolivia.
En cuanto a la historia, debemos valorar que la demanda boliviana ayuda a desmitificar
algunos hechos del pasado que se presentan en la historiografía de ambos países de manera
contradictoria, y que naturalmente no han contribuido al buen entendimiento de nuestros
gobiernos. Al respecto, en los antecedentes de su fallo, la Corte señaló con claridad que
Bolivia nació a la vida independiente con una salida soberana al mar y que Chile reconoció
solemnemente esa situación mediante los tratados firmados en 1866 y 1874. Por otra parte,
también confirmó que Chile declaró la guerra a Bolivia y no al revés, como aseguran
muchos historiadores chilenos que interpretan al decreto del 1 de marzo de 1879 como una
declaratoria de guerra, no siendo más que una medida para expulsar a los chilenos del
territorio nacional y llamar a las reservas, pero no una declaratoria de guerra.
Al respecto, en la histórica entrevista que Televisión Nacional de Chile le hizo al
expresidente Carlos Mesa el pasado 29 de septiembre, el periodista se permitió afirmar:
"...mayoritariamente los historiadores latinoamericanos no hablan de una invasión de Chile,
más bien de una declaratoria de guerra de los países que se enfrentaron”. Lo cual hizo que
Mesa le preguntara extrañado: "No me estará Ud. hablando en serio”, y el periodista replicó
entusiasmado: "Por supuesto que le estoy hablando en serio”. Y ahí fue donde recibió el
embate de una respuesta magistral y demoledora basada en hechos objetivos: "El 14 de
febrero de 1879 la armada chilena invade Antofagasta, ese es un hecho objetivo. [Otro]
hecho objetivo, entre el 5 y 6 de abril de 1879 Chile le declara formalmente la guerra a
Bolivia y Perú, no habiendo declaratoria de guerra ni de Bolivia ni de Perú previamente.
Por lo tanto, hay dos hechos objetivos: la invasión física que comienzan las acciones
bélicas y la declaratoria formal de guerra por parte de Chile”. Ante lo cual el periodista
tuvo que cambiar el tema, diciendo: "Porque se nos va acabando el tiempo, no vamos a
aclarar esto ahora”, y que después le preguntaría a un representante de la vieja guardia
chilena.
Pero volviendo a lo que dictaminó la Corte, es preciso considerar que todas y cada una de
las afirmaciones que contienen sus sentencias atraviesa una exhaustiva revisión para
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corroborar la exactitud y la veracidad de todos sus datos. Para ese trabajo existe un equipo
de especialistas en historia que revisan los documentos que elaboran los jueces para que no
exista error alguno. Por tanto, los bolivianos debemos celebrar este fallo, no sólo porque
nos permite discutir el fondo de nuestra demanda, sino también porque significa un
importantísimo aporte para el esclarecimiento de los hechos históricos.
En ese mismo sentido será sumamente valiosa e interesante la discusión sobre la historia de
los diversos compromisos y promesas formales adquiridos por Chile de darle a nuestro país
una salida soberana al mar, pues también contribuirá a la comprensión de lo que
verdaderamente ocurrió, y no de lo que algunos quisieran que haya ocurrido.
Por todo lo dicho, la demanda boliviana que ya obtuvo una victoria contundente, pero
inicial, como bien lo dijo el agente boliviano, Eduardo Rodríguez Veltzé, contribuye a
descartar esa idea de que no tentemos asuntos pendientes y también a mejorar el ambiente
para el momento en que bolivianos y chilenos se sienten a negociar una solución a este
asunto, que estamos seguros que llegará.
Fuente: Página Siete 11.10.2015 (Suplemento Ideas)
42. La mentira de Penélope, por Juan Murillo Dencker
Un señor de nombre Heraldo, cuyo significado etimológico nos remonta a la categoría del
soldado-mensajero
Distinguida señora Bachelet: Según rezan los periódicos y los anuncios oficiales, usted es la
presidenta de un país llamado Chile, también ha sido Ministra de Salud y de Defensa. Es
hija de un connotado oficial del Ejército chileno, torturado -por sus propios camaradashasta morir en prisión. Algunos años más tarde, acabados los tiempos de la intolerancia y
recuperada la democracia, inició -como una ciudadana más del pueblo que la vio nacer- las
investigaciones para encontrar a los implicados materiales e intelectuales del crimen
perpetrado en su familia. Se hizo justicia, usted no ganó nada, puesto que su padre no
resucitó, pero sí ganaron los valores humanos, la democracia y, principalmente en este y
otros casos, le devolvieron al pueblo chileno la esperanza de que estos crímenes no
sucederían nunca más. La conciliación prometió la felicidad. Quizá usted obtuvo la
satisfacción de haber reparado un daño cuya herida se abrió desde la piel íntima de la hija
doliente, y proyectada en toda la sociedad chilena víctima de los abusos del poder y de los
que estaban armados; no fue la razón, fueron las armas. Usted sufrió en carne propia los
vejámenes de la época que le tocó presenciar. Pero, principalmente, aprendió el drama y la
tragedia de cómo es vivir y morir en cautiverio a merced de sus verdugos.
El 24 de septiembre de 2015, día en que la Corte Internacional de Justicia de La Haya
anunció su fallo relacionado con la demanda de incompetencia del tribunal internacional
interpuesto por Chile, ante el fallo y la falla, la he visto -enojada- emitir un mensaje al
pueblo que la eligió como su máxima representante; estaba rodeada de un compacto grupo
de caballeros elegantemente vestidos, la he escuchado afirmar con voz grave y rostro
ausente de afabilidad que "Bolivia no ha ganado nada”.
Ciertamente, Bolivia no ha ganado nada, pero, ¿cuánto ha perdido Chile? Hoy los
bolivianos sólo hemos reivindicado el derecho a ser escuchados por encima del ruido de los
cañones. El guión ejecutado por ustedes, inmediato y mediáticamente calculado -ante la
determinación escuchada en La Haya-, fue un buen guión confesional para representar los
miedos y fantasmas de un país develado y revelado ante el mundo como un mal vecino,
arrogante, abusivo e ignorante del Otro. La prepotencia de negar el real fracaso de sus
gestiones transforma a sus ejecutivos y representantes en un séquito de autistas, que repiten
a ultranza no deber nada a su vecino boliviano.
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Un señor de nombre Heraldo, cuyo significado etimológico nos remonta a la categoría del
soldado-mensajero que anuncia el "ultimátum”, dijo hace un tiempo: "Basta, nos vemos en
La Haya”. Hoy nos vimos allá, confundió la diplomacia con la gimnasia, en un in-feliz
intento de mal humor inglés parodió lo ocurrido con una competencia olímpica de
velocidad y resistencia. La situación ante la Corte Internacional -entre nuestras dos
naciones- no es parte de un torneo olímpico, aquí no se impone el más veloz o el más
fuerte, al contrario, aquí se impone la razón de la justicia, de los argumentos bien
planteados, aquí no cabe el doping para seguir con la parodia propuesta.
Un expresidente de Chile, irónicamente apellidado Lagos, cuando habla de mares propios y
extraños acusa a los bolivianos de haber roto las relaciones diplomáticas con el Estado
chileno. Bolivia no los acusa de haber invadido territorio boliviano, los acusa de no haber
cumplido a cabalidad los tratados cuyos actores diletantes -sólo- prometieron; pero nuestra
acusación principal debería ser porque ustedes no tienen y no quieren aprender el espíritu
humano de los seres superiores, espíritu a reinar entres las dos naciones que, antes que
opuestas, son complementarias en la Gran Patria Latinoamericana.
No en vano al norte de Chile, donde habita el cobre, y al sur de Bolivia, donde habita la
plata, ustedes danzan la tirana y nosotros la diablada, hasta nuestras supersticiones son
comunes como lo fueron nuestros minerales.
Bolivia vive en cautiverio (como vivió su padre, el general Alberto Bachelet, antes de
morir), estamos presos entre llanos y montañas, sin una costa que nos permita tomar el aire
marino que invita al viaje, al comercio, al desarrollo, a enfrentar nuestros sueños. Aunque
ustedes digan que confundimos derechos con aspiraciones y se niegue cualquier tema
pendiente, no intentaré imaginar el otro guión preparado (anticipadamente) en la
eventualidad más favorable a sus intereses, no imagino su reacción malvada, que si aun
perdiendo son capaces de inventar la historia como novela, y aunque ustedes tengan "dos
premios Nobel” de literatura, Bolivia -definitivamente- escribió el último capítulo de su
más reciente producción ficcional. Hemos puesto punto final a su nuevo tratado sobre el
desprecio.
Señora Bachelet, me dirijo a usted con el máximo respeto que merece un ser humano, para
indicarle que ante su particular indolencia ante la Historia y el cautiverio boliviano, puedo
apreciar que usted aprendió más de los verdugos de su padre que de la propia muerte que
intentó reivindicar. Hoy Bolivia no ganó nada, pero tampoco perdió su dignidad. La
Historia nos juzgará.
Fuente: Página Siete 11.10.2015 (Suplemento Ideas)
43. El interés privado en la Guerra del Pacífico, por Víctor L. Sánchez Sea
Pese a las evidencias históricas sobre la usurpación de nuestras costas, no dejan de surgir
opiniones opuestas en Chile; no obstante, la respuesta del expresidente Carlos Mesa al
respecto durante la entrevista que le hicieron en TVN fue categórica: “El 14 de febrero de
1879 la Armada chilena invade Antofagasta y entre el 5 y 6 de abril de 1879 Chile declara
formalmente la guerra a Bolivia y a Perú”.
Asimismo parte de la prensa chilena también testimonia esa verdad, razón que me motiva a
compartir parte de la biografía desclasificada de la familia Edwards, publicada por El
Mostrador, en la que se narra cómo Agustín Edwards Ossandón, bisabuelo del actual dueño
de El Mercurio, jugó un rol preponderante para que se desatara la Guerra del Pacífico.
“(…) fue su hijo Agustín quien catapultó a la rica familia (Edwards) a los más altos círculos
del poder político y social… y comprendió a cabalidad el juego unificado entre el dinero, la
política y los medios de comunicación. (…) Un año después de la muerte de su padre, en
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1873, (Agustín) tuvo un papel esencial en la Guerra del Pacífico. Ese año asumió la
presidencia de la Compañía de Salitres y Ferrocarriles de Antofagasta, su familia tenía el
42% de las acciones (...) envió a un emisario a La Paz a gestionar al Gobierno de Bolivia el
reconocimiento de los derechos y concesiones de esa compañía para explorar y exportar
salitre en Antofagasta, lo que le fue concedido, pero nunca ratificado por el Congreso de
Bolivia. En 1878, la Asamblea Constituyente boliviana aprobó el establecimiento de un
impuesto de 10 centavos al quintal de salitre exportado, lo que desencadenó la ira de los
empresarios chilenos. La compañía se negó a pagar el impuesto. Nueve meses después, el
prefecto de Antofagasta ordenó la aprehensión del gerente de la empresa, quien estuvo dos
meses detenido. En enero de 1879, La Paz aprobó un decreto para confiscar los bienes de la
empresa y anunció su remate, con lo que sus faenas se detuvieron. En paralelo, el Gobierno
chileno desplegó sus cartas. Los empresarios lo presionaban para que interviniera. La
posibilidad del remate de una empresa chilena levantó las alarmas y el Presidente envió al
buque que días después ancló en Antofagasta. La sucursal en Chile de la firma Gibbs &
Sons (dueña de la compañía citada) sugirió a sus jefes en Londres ‘gastar algún dinero para
estimular a periodistas que publiquen artículos de naturaleza patriótica’. La prensa El
Ferrocarril y Los Tiempos propagaron esos textos”.
“Finalmente, la jugada política y militar de Chile llegó, y justo cuando la compañía iba a
ser rematada (14 de febrero de 1879) las tropas desembarcaron en Antofagasta. De esta
forma, Agustín salvó a su empresa del remate y fortaleció su poder económico y de
manipulación política. El accionar de Edwards y las conexiones del mundo político con el
sector económico eran evidentes; llamó la atención que tres de los cinco ministros que
formaron el primer gabinete de guerra chileno eran de la compañía de Edwards. Sacó
lecciones valiosas del conflicto de 1879: que las guerras victoriosas son un negocio muy
rentable, que la prensa fue un factor clave en formar una opinión pública favorable a sus
intereses y que para generar un real dominio había que mezclar los intereses políticos y
económicos… En 1882, Edwards Ross compró los diarios La Época y El Mercurio.
Concluida la Guerra del Pacífico emergía una de las figuras más poderosas de Chile. No
solo había logrado expandir la vasta fortuna familiar, sino que ejercía también una enorme
influencia empresarial y política; cumplió un rol fundamental en esa guerra, la que dio
origen a la pérdida de la salida al mar de Bolivia”.
Ahondar en detalles como los anteriores y otros sobre las causas de la invasión y la
posterior Guerra del Pacífico resaltados en las obras Guano, Salitre y Sangre y Guano
Maldito, de Roberto Querejazu Calvo y de Joaquín Aguirre, respectivamente, fortalecen los
argumentos para continuar reivindicando en el mundo nuestro derecho a una salida
soberana en el Pacífico.
Fuente: La Razón 13.10.2015
44. Bolivia en un nuevo escenario internacional, por Marcos Aguirre
Parece que el sentido común, el menos común de todos los sentidos, se hizo presente en
Heraldo Muñoz, canciller chileno, y le dijo: ¿Para que vas a ir a Bolivia a interpretar una
sentencia que está más clara que el agua del mar?
Hubiera sido muy bueno que Muñoz le hubiera escuchado un poquito más y en vez de
continuar pensando en denunciar el Pacto de Bogotá hubiera ingresado a pensar en una
estrategia de acercamiento a Bolivia, pues no hay nada mejor para ambos, para Bolivia y
para Chile que un acuerdo ventajoso.
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Entonces, pese a que primero dijo: nos vemos en La Haya y no fue, y luego dijo nos vemos
en La Paz y no vino, ahora dice vengan a Santiago, todo con la esperanza de que nadie vaya
y ojalá así sea.
Este asunto debe darse por concluido, por cerrado y en consecuencia avanzar a un nuevo
escenario.
Bolivia tiene delante de si un nuevo escenario en tanto la Corte Internacional de Justicia ha
aceptado tratar la demanda marítima, es decir, ha encontrado que hay un tema pendiente
entre Bolivia y Chile.
Nuestra diplomacia puede pasearse como niña con vestido nuevo de domingo mostrando a
todo el mundo la existencia de una controversia reconocida por el más alto tribunal de
justicia de la humanidad. Y esto no es poca cosa, si prestamos atención a las últimas
décadas en las que Chile se esforzaba por convencer en todo foro internacional que no
había ningún tema pendiente con Bolivia. Y eso que no se ha hablado todavía del Lauca ni
del Silala, temas que por supuesto se encuentran en las negociaciones de los años 75 y 76 y
que no son ajenos a la noción de temas pendientes de negociación que en su momento
Bolivia hará valer.
Quedaron en el pasado las labores de dar a conocer la demanda, de explicarla y de
convencer a los demás de que hay un tema pendiente con Chile. Ahora la diplomacia
boliviana deberá ir en busca de la empatía internacional y de aprovechar el escenario de
negociaciones en el mundo que han solucionado divergencias tan grandes como las FARC
en Colombia o EEUU y Cuba.
Yo sueño un día despertar y leer en mi periódico de todas las mañanas, por su puesto Los
Tiempos, que luego de un conjunto de negociaciones secretas Bolivia y Chile restablecen
sus relaciones diplomáticas con una agenda que busca darle un acceso soberano al mar a
Bolivia.
Ojalá esto suceda pronto y no se tenga que esperar a una nueva generación de chilenos
dispuestos a olvidar el siglo XIX en el que la guerra daba derechos y los necios se
encargaban de afirmarlos a los cuatro vientos, como si se tratara de continuar la guerra
también en el mundo diplomático. Bolivia ya ha dado un paso hacia el siglo XXI y espera
un gesto de similar madurez de Chile.
Fuente: Los Tiempos 13.10.2015
45. Carlos y Eduardo, por Juan José Toro Montoya
El éxito obtenido, hasta ahora, en la Corte Internacional de Justicia con la demanda
marítima ha puesto de moda a dos expresidentes bolivianos, Carlos Mesa y Eduardo
Rodríguez.
Además de expresidentes, ambos son reconocidos profesionales en sus respectivas áreas y
eso es lo que destaca la gente pensante. Tan bien cayeron que hasta se hicieron gráficas con
sus fotografías proponiéndolos para presidente y vicepresidente.
Déjeme explicarle las razones que tengo para no estar de acuerdo: Rodríguez Veltzé tiene
un excelente perfil, especialmente en su natal Cochabamba, pero muchos parecen haber
olvidado cómo fue que llegó a la Presidencia de la República. Era ministro de la Corte
Suprema de Justicia (CSJ) cuando renunció su presidente, Armando Villafuerte, y se desató
una pugna por la sucesión. En virtud a la última parte del artículo 53 de la Ley de
Organización Judicial de entonces, quien debía sucederlo en el cargo era el decano, Kenny
Prieto. Pese a ello, Rodríguez fue elegido presidente interino de la CSJ, violando por lo
menos tres normas, como se denunció en su momento, en el Consejo de la Judicatura.
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Cuando se produjo la ilegal elección, el diario El Potosí alertó que lo que en realidad se
jugaba no era la presidencia de la Corte, sino de la República. La advertencia se hizo
realidad cuando Carlos Mesa renunció a la primera magistratura del país y, tras los
desistimientos del presidente del Senado, Hormando Vaca Díez, y de Diputados, Mario
Cossío, Eduardo Rodríguez asumió el mando de la nación. Aunque se intentó legalizar la
elección en la CSJ, el mandato de Rodríguez nació nulo y eso pone en entredicho sus actos
como presidente de la República.
Mesa sucedió a Sánchez de Lozada tras la guerra del gas. Aunque fue un excelente
gobernante, no logró completar su mandato porque no tenía -ni tiene- un aparato político
que lo sustente en el poder.
A mi juicio, Carlos Mesa fue quien inició la actual pugna por el acceso soberano al mar, ya
que rompió relaciones con Chile y declaró públicamente sus intenciones de pelear por
nuestra más que centenaria reivindicación. La prueba está en aquella fotografía en la que se
lo ve con una chalina del tinku colgando de su cuello y con el mar a sus espaldas. Fueron
los tiempos en los que dijo que "ni una molécula de gas” sería vendida a Chile.
La diferencia entre ambos se hizo evidente en los últimos días. Cuando lo entrevistaron en
Chile, Mesa no sólo dejó bien parado al país, sino que declinó comentar sobre los intentos
de una nueva reelección del presidente Evo Morales. Dijo que no hablaría de temas de
política interna de Bolivia estando en Chile. Cuando volvió al país, declaró que no estaba
de acuerdo con la "repostulación”. A Rodríguez le preguntaron lo mismo y él prefirió
guardar silencio.
Mesa fue un buen presidente y lo más probable es que volvería a serlo. Lamentablemente,
no sólo no tiene el suficiente respaldo partidario, sino que no es un hombre para estos
tiempos.
Paciencia. Parece que cada pueblo tiene, nomás, los gobernantes que se merece.
Fuente: Página Siete 15.10.2015
46. ¿Quién es el autor de la demanda boliviana?, por Walker San Miguel
Rodríguez
El autor de la demanda por un acceso soberano al mar es el propio pueblo boliviano. Desde
que en 1879 una acción atroz nos privara de costa marítima, no hemos cesado un instante
en demandar una reparación por ese acto avieso e injusto. Sucesivos gobiernos realizaron
distintos esfuerzos diplomáticos para que Bolivia recupere su cualidad marítima y se
conecte al mundo a través de un puerto propio. Ninguna iniciativa fructificó hasta el
presente, al punto que el reconocido diplomático Wálter Montenegro se refirió en un libro a
las oportunidades perdidas, aquéllas en las que Bolivia estuvo cerca de lograr acuerdos con
Chile, pero que finalmente no se concretaron.
¿Quién fue el presidente boliviano que más esfuerzos realizó para lograr que Bolivia
recupere su acceso al mar? Sin duda, el actual mandatario Evo Morales, tanto por su
actuación en el proceso de diálogo con Chile conocido como la Agenda de 13 puntos
(2006-2010), como por haber tomado la decisión (marzo de 2011) de formular y presentar
la demanda marítima ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ).
Durante el siglo XX, Bolivia abrigó esperanzas de que Chile permitiera resolver el
enclaustramiento de nuestro país, negociación diplomática por medio, pero ante promesas
incumplidas y negociaciones interrumpidas nuestra diplomacia optó por llevar la demanda
ante los foros internacionales. La Sociedad de las Naciones (1920) fue el primer escenario,
luego, las Naciones Unidas, el Movimiento de Países No Alineados y la Organización de
Estados Americanos. En 1979, durante el gobierno de Wálter Guevara se obtuvo un
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rotundo éxito al aprobar la Asamblea General de la OEA una resolución que exhortaba a
Chile a “iniciar negociaciones encaminadas a dar a Bolivia una conexión territorial libre y
soberana con el océano Pacífico”. El canciller Gustavo Fernández y el embajador Gonzalo
Romero fueron piezas claves de ese triunfo diplomático opacado luego por la torpeza del
coronel Alberto Natusch, autor del golpe que derrocó al presidente Guevara de forma
violenta.
Cansado de esperar que Chile propusiera con claridad una fórmula que le permitiese a
Bolivia recuperar su cualidad de país costero, el presidente Morales tomó el camino de
pedir a la CIJ que declare vinculante la obligación de Chile de negociar con Bolivia un
acceso soberano al mar. En 2010, siendo cónsul general de Bolivia en Santiago fui
autorizado para dirigirme ante La Haya y acceder el expediente completo de la controversia
jurídica entre Perú y Chile en la que se debatía un tema de interés para Bolivia: el límite
marítimo entre esos dos países vecinos. A partir del conocimiento pleno de ese litigio asumí
la tarea de advertir a las autoridades bolivianas que Bolivia podía solicitar a la CIJ
intervenir como un tercer Estado en dicha controversia, a fin de ser escuchado por dicha
corte y por los dos Estados litigantes y así lograr que en lugar de disputar los espacios
marítimos a continuación de la Línea de la Concordia se avengan, con la venia de la CIJ, a
otorgarle el ansiado acceso soberano a Bolivia por el norte de Arica, tal como Santiago le
había prometido a Bolivia durante el proceso de negociación de Charaña (1975), promesa
vinculante bajo los principios del derecho internacional contemporáneo.
Aunque la idea de la tercería no prosperó, se presentó un documento oficial (nota
diplomática) a conocimiento de la CIJ (noviembre 2011). El trabajo se hizo en La Haya por
un reducido equipo de abogados en el que tuve el honor de participar y donde conocí al
prestigioso jurista español Antonio Remiro Brotóns. Ese documento contiene en esencia el
nudo argumental que luego se refleja en la demanda boliviana presentada en abril de 2013.
Bolivia ha logrado algo que parecía imposible: abrir la competencia de la CIJ para conocer
su demanda amparándose en el Pacto de Bogotá. Ese triunfo indiscutible debe ser
adecuadamente administrado para que luego la CIJ le dé la razón a Bolivia en el fallo de
fondo (probablemente en 2018). En todo caso, no se debe perder de vista que el objetivo es
conseguir que Chile se siente a una mesa de negociaciones, por tanto, nada ganamos
endureciendo posturas y mirando a Chile como enconado enemigo. Chile es la contraparte
con la que hoy litigamos en La Haya, pero con la que mañana negociaremos en Santiago y
en La Paz.
Fuente: Página Siete 15.10.2015
47. Los temores chilenos, por Walter Guevara Anaya
Bolivia pasó de ser despreciada por Chile a ser temida. Si queremos convencer a Chile de
que le conviene otorgarnos una salida soberana y útil al océano Pacífico debemos prestar
muchísima atención a sus temores. Para que Chile venza sus temores bastaría con que
Bolivia abandone su demanda. No lo vamos a hacer. Pero para que logremos nuestro
objetivo es imprescindible que aprendamos a conocer y luego vencer los temores chilenos.
El rechazo a la excepción de incompetencia logró concentrar la atención chilena en un
problema que su línea dura dice que no existe. Tal como lo repite el canciller Muñoz, ese
batacazo ha aumentado la resistencia chilena a una solución negociada con Bolivia. Pero
sin ese golpe Chile no hubiera prestado la más mínima atención al encierro marítimo
boliviano. Ahora, nos toca a los bolivianos vencer el temor chileno a cruzar el río y
atreverse a negociar con Bolivia de manera franca y valiente una salida soberana a un
puerto útil sobre el océano Pacífico.
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Cuando recibió la invitación a presentar la causa chilena en La Paz Muñoz dijo
agresivamente que ya era hora. Llegado el momento se le chorrearon los calcetines. Prefirió
responder desde la seguridad de su propia cancha a las preguntas concertadas de una
entrevista en la que no se pudo ver su ceño fruncido ni apreciar sus reacciones faciales. En
el curso de la entrevista reforzó uno de los temores más irracionales que hay en Chile a las
consecuencias del diferendo con Bolivia.
“En el momento que empezamos a discutir soberanía nos estamos poniendo en una época
de enfrentamiento que ha sido superada y nos lleva al terreno de los imposibles”, dijo. Por
cierto, no teme que Bolivia pueda ganar un enfrentamiento militar con Chile. Al decir que
esa época ya ha sido superada se refiere a otra cosa. Cuando denuncia que la demanda de
Bolivia ante La Haya es “un enfrentamiento” lo hace para reforzar el temor irracional de
muchos de sus compatriotas a negociar unos pocos metros áridos de sus más de 7000
kilómetros de costa. El pedido pacífico de una negociación de enorme conveniencia para
Chile, que es en el fondo lo que Bolivia le pide a la corte que disponga, es lo que Muñoz
pinta como una agresión contra una pobre víctima.
Al comentar la presentación de Carlos Mesa en la televisión chilena, el excanciller Hernán
Felipe Errázuriz se llevó la mano a la frente y exclamó: “Los bolivianos son muy
fastidiosos, nos tienen hasta aquí”. Se quejó amargamente de que durante su entrevista,
Mesa “se convirtió en jurista”. Mostró más temor a Mesa como jurista que como
historiador o portavoz de la causa marítima boliviana. Eso no es racional. Mesa hizo un
gran papel al limitarse a explicar los aspectos jurídicos de la demanda boliviana. De ahí a
temerlo como abogado hay una gran distancia. Uno se pregunta cómo lo habrá asustado el
exitoso desempeño jurídico de Eduardo Rodríguez en La Haya.
Por su parte, el excanciller Insulza sorprendió al moderador del mismo programa al
sostener que la estrategia de Bolivia no es jurídica. Dijo que lo que Bolivia busca es aislar a
Chile con una campaña mediática. Expresó su temor por el probable éxito de una campaña
en la que el débil se presenta ante la comunidad internacional como abusado por el fuerte.
Con esa fórmula avivó el temor chileno al muy bien ensamblado perfil político de Evo
Morales con el indudable brillo mediático de Carlos Mesa y el extraordinariamente serio y
cauteloso perfil jurídico de Eduardo Rodríguez.
Chile está ante una tripleta armónica que transmite con mucha fuerza la unión de todos los
bolivianos. No tiene personalidades capaces de producir esa combinación de impactos ante
una gama tan amplia de públicos. Es tan amenazadora esta tripleta que su diplomacia y sus
servicios secretos podrían arriesgar jugadas encubiertas para promover la discordia entre
los tres.
Al desviar el tema jurídico hacia lo mediático Insulza escondió el temor justificado que
existe en Chile de que el equipo dirigido por Eduardo Rodríguez sea superior al chileno.
Chile no puede descartar a su equipo actual sin admitir una derrota ni confiar en su
desempeño en las próximas rondas. Con mucho temor se limitará a reforzarlo bajo la
dirección incierta del canciller Muñoz.
Si Chile opta por dialogar con Bolivia en falso con la idea de probar ante la corte que el
objeto de la demanda boliviana ya se cumplió y que por tanto la corte debe cerrar el
proceso, se expone a que el equipo jurídico boliviano le diga a la corte que esa es una
prueba adicional de las promesas incumplidas de Chile. Y si Chile se niega a dialogar con
Bolivia, deja prueba clara del incumplimiento de una larga serie de promesas pasadas.
Cuando el pueblo chileno asuma las consecuencias de este dilema se preguntará cuál es la
gran victoria que su línea dura celebra.
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A estos temores de coyuntura se añade un temor estructural del estamento militar chileno.
Como los de cualquier parte del mundo, los militares chilenos sostienen que deben estar
preparados para una guerra contra cualquier y todo vecino. El Perú es un país mucho más
rico y más variado que Chile. Su pujante economía ya ha sobrepasado a la chilena. La
necesidad de armarse contra Perú podría dejar de justificarse si Chile terminara de una
buena vez con las consecuencias de la Guerra del Pacífico.
Un corredor boliviano que separe a Chile del Perú significaría la renuncia del Perú a
recuperar los territorios perdidos. Una razón de ser de la altísima preparación militar
chilena dejaría de existir. Es muy probable que cada vez que Chile se compromete con
Bolivia a una solución de mutua conveniencia los altos mandos chilenos sean los que
cierran la puerta a una paz definitiva para Chile. La oferta de Pinochet en Charaña podría
ser la excepción que prueba la regla.
La línea dura chilena es la que atiza todos los temores posibles a esta solución. Lo hace en
la medida en que la causa boliviana deja de ser una mera aspiración simbólica y pasa a
tener consecuencias reales. Esa no es una razón para abandonar nuestra estrategia de tres
puntas. Hay que seguir aplicando presiones jurídicas y mediáticas combinadas con
aperturas al diálogo político. El objetivo final es que Chile acepte entregar a Bolivia unos
pocos metros de acceso a un puerto útil y soberano.
Fuente: Los Tiempos 15.10.2015
48. Áreas protegidas y exploración petrolera, por Winston Estremadoiro
Apuesto a que pignorarán las joyas de la abuela, digo, la Madre Tierra. La declaración de
Tiquipaya II será puro aire caliente. O lengua bífida, dirían los pieles rojas
Menos mal que no están en riesgo los flamencos de lagos multicolores del Parque Abaroa,
y los auquénidos que triscan alrededor del nevado Sajama, pensé, entre áreas protegidas del
país en peligro por la exploración petrolera. Bueno, pensándolo bien, el Parque Abaroa sí.
Es la opción que tendría Chile en un eventual Plan B, si son forzados por la razón a ceder a
Bolivia un cordón umbilical de mar con soberanía, al norte de Arica (con el visto bueno de
Perú). El Abrazo de Charaña (el oso gris estrujando al monito tití), es precedente para
viabilizar un injusto trueque de territorios. La opción de Chile para un eventual trueque del
territorio altiplánico se resume en turismo y agua. Ambas adornan el Parque Abaroa: el
flujo de turistas a las lagunas multicolores de Sud Lípez (desde San Pedro de Atacama); un
poquito más al norte, las aguas del Silala (cuidadito con desviarlas, como hizo Chile con el
río Lauca, que manda el que tiene los fierros).
Sin embargo, da para lágrimas enumerar las áreas protegidas en peligro por la exploración
petrolera. Están casi todas las joyas de la abuela, perdón, la Pachamama. Bolivia es una
potencia mundial en diversidad ecológica, en la que 66 de los 112 ecosistemas existentes en
el planeta están en su territorio. Según el Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernap),
un Parque Nacional es un lugar que contiene una inmensa y singular riqueza natural, que
requiere de protección estricta y permanente de recursos naturales, ecosistemas y provincias
biogeográficas existentes, para conseguir que también sean de beneficio para las futuras
generaciones. Puro papo.
Porque si el mismo Gobierno recula de su obligación de proteger, ¿a quién apelar? Esto es
lo que ha pasado desde que abrieron la tranquera para que las exploraciones petroleras
atropellen flora y fauna protegidas. Hay 20 áreas directamente amenazadas, la mayoría de
las cuales son parques nacionales clasificados siguiendo sabe Dios qué definiciones. Me
late que tanto palabrerío –reserva nacional de vida silvestre, áreas protegidas de manejo
integrado, reservas de la biósfera, reservas de flora y fauna, etc.- enturbian el agua
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cristalina, ¿hay algo tan desprovisto de sentido como “territorio indígena”? Eso sí, seguro
estoy que enumerarlos no es pregunta de examen en la secundaria, y menos, de un “viaje de
promoción”, mareados que parecen todos de viajar a Punta Cana.
Propongo que semejante ensalada de nombres sean, uno, “Áreas Protegidas” (AP); dos, que
al nombre se añadan las especies de flora (Flo) y fauna (Fau) que protegen; tres, que
adjunten cuántos guardaparques (Gpq) las resguardan. Por ejemplo, la AP Tunari tendría
Flo 30, Fau 130, Gpq ¿?; la AP Tariquía protege Flo 1.500, Fau 400, Gpq ¿? Quizá se
debería añadir la mayor amenaza, que en el primer caso serían los campesinos pirómanos,
en el segundo, los campesinos bagalleros. En peligro estarían: AP Madidi, AP Manuripi,
AP Apolobamba, AP Pilón Lajas, AP Noel Kempff, AP Cotapata, no ‘Cotapati’, AP Tipnis,
AP Tunari, AP Carrasco, AP Amboró, AP San Matías, AP Toro Toro, AP El Palmar, AP
Iñao, AP Aguarague, AP Beni, AP Kaa Iya, AP Otuquis, AP Sama, AP Tariquía. “A ver
jóvenes”, diría un maestro, “a llenar el resto para mañana”.
Empieza a manifestarse la oposición indígena. Los guaraníes desmienten haber aceptado las
actividades extractivas en sus territorios, en que paradójicamente de inicio, quizá tuvo
mucho que ver la demagogia gubernamental. Lo único que existe, dijeron, es un convenio
para iniciar mesas técnicas con el Gobierno, respecto a compatibilizar decretos extractivos
que les afectan. ¡Umm!, mesas técnicas para mí son tan estériles como formar “una
comisión”. ¿Cuántas serían para las 20 áreas protegidas en peligro?
Pobrecito el Defensor del Pueblo, que anuncia presentar un recurso de inconstitucionalidad
contra el decreto atropellador, ya que afecta al menos cuatro artículos de la Constitución,
que paradójicamente de inicio, quizá tuvo mucho que ver la demagogia gubernamental,
repito. Se estrellará contra la arbitrariedad de uno que practica el “le meto nomás” y deja
que los abogados solucionen los entuertos, que para eso han estudiado. Si de doble discurso
se trata, fíjense nomás su hacerse el que no quiere la re-re-reelección, y pide aportes para la
campaña electoral; que receta la salvación de la Pachamama, sin guardabosques.
Apuesto a que pignorarán las joyas de la abuela, digo, la Madre Tierra. La declaración de
Tiquipaya II será puro aire caliente. O lengua bífida, dirían los pieles rojas. ¿Acaso el
presidente Evo Morales no ganó indulgencias en el V Congreso Internacional de Gas y
Petróleo en Santa Cruz de la Sierra, al anunciar que su Gobierno ha decidido explorar
hidrocarburos en áreas protegidas? Sólo los ignaros o los fanáticos de su entorno político
creerían en las grandilocuentes declaraciones de Tiquipaya.
Otra podría ser la historia, si reconocieran que del mismo cuero salen las correas: las
mismas empresas petroleras, YPFB incluida, deberían presupuestar un diezmo para
solventar y por lo menos, mitigar, el daño medioambiental causado por la exploración o la
explotación. Ah, Calderón de la Barca siempre se asoma: la vida es sueño, y los sueños,
sueños son.
Fuente: Los Tiempos 16.10.2015
49.
Dialogar con Chile
Bolivia ha insistido, recientemente y a lo largo de la historia, que el único instrumento real
para lograr su reintegración marítima es el diálogo. Incluso el espíritu de la demanda
planteada ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) tiene que ver con esta poderosa
herramienta, la única que ha sido capaz de generar integración y desarrollo en el mundo.
De hecho, el país ya se anotó una primera victoria legal en la CIJ, luego de que el tribunal
internacional se declarase competente para tratar el reclamo boliviano, que también apunta
al cumplimiento de las promesas incumplidas por parte de Chile. Tras este logro, el
presidente Evo Morales agradeció al país por la unidad y la estabilidad política, a tiempo de
64
asegurar que recibía con humildad el histórico dictamen. No obstante, pocos días después,
el Mandatario se molestó con el Canciller chileno, a quien le sugirió ver al psiquiatra,
porque llamó a los embajadores de los países que habían apoyado a Bolivia precisamente
en esta búsqueda de diálogo.
Es necesario anotar que las descalificaciones no aportan a este noble fin. En ese marco, el
agente boliviano ante la CIJ, Eduardo Rodríguez Veltzé, está seguro de que Bolivia y Chile
deben empeñarse en un diálogo productivo. Y es que esa es la única ruta para alcanzar la
tan anhelada salida al océano Pacífico.
Fuente: La Razón 17.10.2015 (Sub editorial)
50. Otra salida a nuestro enclaustramiento, por Horacio Poppe Inch
La entrevista hecha al canciller chileno Heraldo Muñoz por el padre Pérez nos deja las
siguientes impresiones:
Según el canciller Muñoz, hablar de soberanía es anacrónico, pues sería algo así como un
viejo concepto del nacionalismo burgués de siglos pasados, ya obsoleto en nuestros
tiempos. Pese a ello, y de manera paradójica, es el mismo concepto de soberanía el que
esgrime Chile para frenar las legítimas aspiraciones de Bolivia de acceso soberano al
pacífico, concepto que, dicho sea de paso, no aplica con sus plutocracias.
Claro, para los adalides del neoliberalismo que gobiernan el vecino país, las fronteras -y la
soberanía como tal- ya poca o ninguna importancia tienen cuando se trata de negocios. En
su lógica, lo único real son los negocios y las únicas fronteras son las que señala el
mercado. No de otra forma podemos entender que los gobernantes chilenos hayan dejado
que su soberanía marítima sea usurpada -o si quieren usufructuada- por sólo siete familias
chilenas.
Dado lo anterior, si la soberanía se negocia (así, sin eufemismos), ¿qué es lo que los
gobernantes chilenos esperan para ayudar a solucionar nuestro enclaustramiento? Sencillo,
que Bolivia le plantee un negocio atractivo, donde ambos obtengan provecho y no sólo una
de las partes. Lo que en palabras del padre Pérez se llama "soluciones creativas”. Y ahí
entra nuestra tesis, la de obtener un enclave con soberanía en un puerto de aguas profundas
a cambio de energía (que es el talón de Aquiles chileno) y de un corredor bioceánico de
libre tránsito que, partiendo de Chile, atravesando Bolivia (Santa Cruz - Chuquisaca Potosí), y llegando al Brasil, expanda los mercados de la región.
Y esto último tiene que ser así, porque cualquier otro arreglo es prácticamente improbable.
Primero porque Chile, repetidas veces, ha manifestado que para ceder territorio con
soberanía a Bolivia deben cumplirse dos requisitos: que todo Chile apruebe dicha medida
mediante plebiscito y que la cesión de territorio sea en base a un canje territorial, en igual
extensión y recursos estratégicos.
Cosa verdaderamente imposible, porque el 86% de los chilenos se resiste a esta medida y
porque nosotros no podemos seguir desmembrando nuestra Patria. Y, segundo, porque
cualquier acuerdo con Chile sobre territorios que pertenecieron al Perú (v. gr.: sobre la línea
de la Concordia), debe necesariamente involucrar a este último por el tratado "candado” de
1929. Por lo tanto, el tema deja de ser bilateral para convertirse en trilateral. Y así
volvemos nuevamente al punto de partida.
Por otro lado, el canciller Muñoz al citarnos en la entrevista busca respaldo a su postura. Y
aquí cabe separar las aguas: una cosa es nuestra demanda marítima, que para nosotros es un
derecho irrenunciable, y otra cosa es la propaganda artera que el MAS hace sobre la
demanda ante La Haya, generando falsas expectativas (porque la CIJ a lo sumo puede
obligar a Chile a sentarse en la mesa de negociación, pero jamás a ceder territorio con
65
soberanía, porque no es de su competencia y porque no tiene la fuerza coercitiva para
lograrlo).
Lo primero es tan antiguo como lo segundo, nuestro legítimo reclamo de acceso soberano
al Pacífico lamentablemente siempre ha venido acompañado del recurso chovinista de
gobiernos inescrupulosos que utilizan este sentimiento patrio para inyectarle testosterona a
su imagen, sobre todo en momentos preelectorales. Por tanto, tomar sólo algunas partes de
nuestras declaraciones, como lo ha hecho el señor Muñoz, es descontextualizar las mismas
tergiversando su sentido.
Asimismo, según el canciller Muñoz, si Bolivia entra a considerar sus pérdidas territoriales
con todos sus vecinos, incurre en una actitud beligerante, inconducente a una relación de
respeto mutuo.
El señor Muñoz debería saber que el respeto es consecuencia de una relación justa y
equitativa entre las partes que la conforman; esto es así en la familia, en la sociedad y en las
relaciones internacionales. Intentar convencerse de lo contrario u obviarlo, es asumir una
posición soberbia que en nada sirve a la región.
Por último, convencidos estamos de que el diálogo alejado de la diatriba es la única
alternativa para la solución de nuestros conflictos.
Fuente: Página Siete 17.10.2015 (Horacio Poppe Inch es diputado nacional)
51. Lo que le queda por decir a Chile
Los tres volúmenes escritos que empleó Chile en argumentar su ya rechazada objeción
preliminar de competencia ocupó 1.158 páginas. La respuesta escrita boliviana a dicha
objeción fue redactada en 30. Con base en esta fase preliminar escrita, más la posterior oral,
la Corte Internacional de Justicia (CIJ), situada en La Haya, rechazó cada uno de sus
argumentos chilenos y desestimó su recurso.
Carlos Mesa dijo al respecto que Chile había puesto toda su artillería argumental en su
objeción, bajo la presunción de que los jueces les serían favorables. Eso no sucedió.
Ahora Chile debe argumentar únicamente con relación al objeto claramente delimitado por
la Corte, es decir que sus nuevos razonamientos deberán dirigirse a lo que se juzgará, a
saber: si Chile tiene la obligación de negociar con Bolivia un acceso soberano al mar y, de
ser así, si Chile incumplió tal obligación.
Es así que Santiago deberá contraargumentar en razón de lo que Bolivia sostiene basada en
la teoría de los actos unilaterales de los Estados. Es difícil indagar sobre las posibilidades
argumentativas que tiene; sin embargo, una cosa es cierta, la defensa chilena no podrá más
invocar el Tratado de 1904 y su inmutabilidad por una razón: la Corte dijo que la demanda
boliviana no guarda relación con dicho pacto bilateral.
La internacionalista Karen Longaric, desde un análisis académico, habla de una posible
salida de Chile. Se trataría de que Santiago intente poner en duda que los hechos
presentados por Bolivia como actos unilaterales vinculantes de Chile se acomoden a esta
noción stricto sensu.
A esa posible argumentación, Bolivia solventa la naturaleza en sus documentos escritos, de
modo que los compromisos de Chile entran en la categoría de acto unilateral. Por lo demás,
La Moneda reforzó su campaña comunicacional y se apresta a posicionar una idea: que
Chile da a Bolivia un amplio acceso al mar. Llama la atención que esta idea es periférica al
objeto del juicio.
Fuente: La Razón 18.10.2015 (Editorial Suplemento Animal Político)
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52. La suficiencia de Mesa en la televisión chilena
El representante Oficial de Bolivia para la Demanda Marítima, Carlos Mesa, invitado por la
televisión estatal de Chile, acudió en nombre de Bolivia, con un aplomo y un garbo
memorables, a uno de los más célebres alegatos de defensa de la causa marítima.
El programa El Informante de Televisión Nacional de Chile seguramente tuvo la intención
de contrarrestar a los ojos de la opinión pública chilena el reciente fallo preliminar de la
Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya; pero el asunto que pensaron simple y
sencillo actuó finalmente como un bumerán, dejando a la audiencia más asombrada que
entusiasmada. El entrevistador, conocido presentador y editor de noticias Juan Manuel
Astorga, fue incisivo, agudo, cáustico e irónico con el representante boliviano; pero luego
de despedirse de Mesa, como si el guante se hubiera dado vuelta, pareció una acaramelada
celestina tomando una taza de té con los diplomáticos chilenos. El expresidente Carlos
Mesa desbarató de un solo trazo las imprecisiones y leyendas chilenas.
Usurpación: Chile hasta hoy le hace creer a sus ciudadanos que Bolivia nunca tuvo salida
soberana al mar desde el tiempo de la Colonia. Dicha salida fue ratificada por el libertador
Simón Bolívar luego de la independencia. Después, en el Tratado de 1866, se estableció el
paralelo 24 de latitud, hacia el norte (al sur de Antofagasta), como la frontera binacional.
Fue el Estado chileno que el 14 de febrero de 1879 desconoció dicho tratado de 1866
invadiendo territorio boliviano, arguyendo que: “En vista de que los tratados por los cuales
habían sido ‘cedidos estos territorios’ no fueron respetados por una de las partes y, por lo
tanto, quedaron nulos, permitiendo el retroceso hasta las condiciones iniciales en que
fueron firmados”.
Usurpar (del latín usurpare) es apoderarse de una propiedad o de un derecho que
legítimamente pertenece a otro, por lo general con violencia (Diccionario de la Real
Academia de la Lengua Española, DRAE). Es curioso mencionar que la presidenta de
Chile, Michelle Bachelet, el 15 de abril de 2014 expresó antes de embarcarse su delegación
a La Haya que: “Nosotros respetamos los tratados internacionales, eso es un tema clarito”.
En TVN de Chile fue una omisión del representante Mesa no recordarle a su interlocutor el
antecedente de 1879, cuando fue el Estado chileno (por la razón que fuere) que desconoció
unilateralmente el tratado previo de 1866, plenamente vigente como el de 1904. El fallo
preliminar y la entrevista con Mesa sirvieron para desmentir, en televisión chilena, que
Bolivia quiera modificar el Tratado de 1904, que no existan asuntos pendientes con relación
al enclaustramiento de Bolivia, que la demanda de Bolivia sea una amenaza a la
arquitectura internacional de fronteras. (Animal Político, 2015)
Imposición: Bolivia y Chile celebraron el 20 de octubre de 1904 un tratado de paz y
amistad. El acuerdo fue revisado en muchas oportunidades con actas y protocolos desde
1905 hasta 1959, la última vez. Nunca fue ratificado por el Congreso boliviano pese a ser
un prerrequisito en el último acápite en su texto. El reclamo actual ante la CIJ no peticiona
por parte de Bolivia una modificación del Tratado, y la respuesta de La Haya ha sido
rotunda, así como la del representante Mesa. Bolivia respeta la Convención de Viena de
1980 y olvidan los diplomáticos chilenos la declaración formal del plenipotenciario chileno
en La Paz, Abraham König del 13 de agosto de 1900: “Chile ha ocupado el litoral y se ha
apoderado de él con el mismo título con que Alemania anexó al imperio la Alsacia y la
Lorena. Nuestros derechos nacen de la victoria, la ley suprema de las naciones. Que el
litoral es rico y valía muchos millones, eso ya lo sabíamos. Lo guardamos porque vale,
porque si nada valiera no habría interés en su conservación”. Chile probablemente nunca
más podrá argumentar (a partir de la nota pública de König Velásquez) que el Tratado de
1904 no fue impuesto.
67
Intransigencia. La intransigencia de parte de Chile no es una fantasía, es una realidad que el
pueblo de Bolivia conoce por más de un siglo. La diplomacia chilena, conocedora de los
vaivenes de la política boliviana, se enmarcó en una estrategia bastante simple: “no hay
presidente boliviano que dure más de diez meses”; así que para apaciguar a esos “pobres
indiecitos, hermanos gemelos de los peruanos” (Jaime Bayly, 2012), “Bolivia es país
salvaje, un absurdo geográfico” (Carlos Badia Malagrida, 1919); vamos a ofrecerles
soluciones a largo plazo que requieran complejas operaciones y el consentimiento de Perú,
de tal manera que en unos pocos años retomaremos las negociaciones cada vez con un
nuevo mandatario.
La estrategia funcionó por casi un siglo. A excepción del gobierno militar de Hugo Banzer
y de las abrumadoras victorias del mandatario Evo Morales, que le permitieron mantenerse
como presidente del Estado en Bolivia, la maniobra chilena aún seguiría vigente.
Una de las máximas de la Cancillería chilena era (es) que la mejor relación con Bolivia es
justamente no tener relaciones. Más tarde, después de años de lentas, prudentes y
silenciosas negociaciones entre los gobiernos de Bolivia y Chile, el presidente Sebastián
Piñera se encargó de dilatar y evitar cualquier solución, pasando por desechar en forma
total la propuesta del gobierno de Michelle Bachelet. Hubo varias reuniones, se formó otras
tantas comisiones, se fijó citas entre los cancilleres, y se prometió una respuesta para
noviembre de 2010, incluso con el Gobierno de Brasil como facilitador de buena fe. Solo
fue el montaje de una obra que nunca fue pensada para que tuviera un final feliz. Aquí
quedó una vez más de manifiesto que la tan manoseada aseveración de “política de Estado”
en materias internacionales nada importó al momento de las definiciones y, en cambio,
operó lo que siempre ocurre con la actividad política y el poder, que es la instalación de los
respectivos proyectos ideológicos que cada uno sustenta. (Carlos Gutiérrez, Centro de
Estudios Estratégicos, Santiago, 2011).
Para terminar, un par de valiosos testimonios chilenos luego del dictamen de La Haya:
judicializar la política exterior le ha hecho muy mal a Chile. Se deben construir lazos
políticos, identificarse con la región, porque si seguimos así vamos a seguir aislados como
lo hemos estado hasta ahora, y aquello implica una política de Estado dialogada en materia
internacional, por sobre una de gobierno. (Historiador Máximo Quitral, Santiago de Chile,
2015)
Bolivia no reclama el territorio perdido de Antofagasta. Pide una salida al mar, la que
puede discutirse mirando nuestros propios intereses. Eso es plausible. Es falso que los
tratados sean intocables. Medio siglo después de la guerra de 1879, los países bálticos
pasaron a formar parte de la Unión de Repúblicas Socialista Soviéticas (URSS) y casi
medio siglo después vuelven a ser territorio independiente. Abundan los ejemplos.
(Rodolfo Carrasco, Santiago de Chile, 2015).
Fuente: La Razón 18.10.2015 (Editorial Suplemento Animal Político)
53. Las posibles salidas argumentales de Chile en el juicio de fondo
Cuál o cuáles serán los argumentos chilenos en el juicio de fondo en la Corte Internacional
de Justicia? En el fallo del 24 de septiembre, respecto a la objeción preliminar de
competencia rechazada a Chile, los jueces delimitaron que el objeto del juicio es “si Chile
está obligado a negociar de buena fe un acceso soberano al océano Pacífico para Bolivia y,
de ser así, si Chile ha infringido esa obligación” (“...the subject-matter of the dispute is
whether Chile is obligated to negotiate in good faith Bolivia’s sovereign access to the
Pacific Ocean and, if so, whether Chile has breached that obligation”) Fallo sobre la
objeción preliminar de competencia presentada por Chile, Parágrafo 34, CIJ.
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Los nuevos argumentos de Chile tendrán entonces que dirigirse únicamente a fundamentar
o que no tiene tal obligación, por lo que nunca la infringió, o admitir la obligación y
argumentar que no la infringió, todo en torno a la teoría de los actos unilaterales de los
Estados.
La internacionalista Karen Longaric apunta una advertencia necesaria al momento de
indagar qué podría decir Chile: “Es muy difícil abordar un análisis sobre los aspectos que la
CIJ de La Haya evaluará y sustanciará en el análisis sobre el fondo de la demanda
boliviana. El carácter reservado de la Memoria y de la Contramemoria impide efectuar un
análisis jurídico riguroso”.
Otra limitación que señala es la “emotividad” que genera el tema, lo cual restringe la
discusión, por lo que, al menos en lo inmediato, el ámbito más apropiado para este debate
“continuará siendo la academia”. Tomando en cuenta esto, Longaric aborda el análisis a
partir de la “Solicitud para instaurar procedimientos ante la Corte Internacional de Justicia”
presentada por Bolivia en abril de 2013.
A partir de ese documento infiere la posible respuesta de Chile en la discusión de fondo.
“Ambas argumentaciones deben ser examinadas y confrontadas con los presupuestos
jurídicos de la teoría de los Actos Unilaterales de los Estados y las normas internacionales
que directa o indirectamente vinculan el tema”, precisa.
En esa tarea —prosigue— habrá que tener presente los elementos que confluyen en la
configuración de un Acto Unilateral. Al respecto, la Comisión de Derecho Internacional de
las Naciones Unidas en un proyecto de Convención para regular los Actos Unilaterales de
los Estados, ha sistematizado los “supuestos necesarios para configurar un Acto estatal
unilateral vinculante”.
“Es así que el acto unilateral debe ser realizado con la intención de generar efectos jurídicos
vinculantes respecto a terceros Estados; no debe estar regulado por otros regímenes
jurídicos internacionales, el objeto debe ser lícito y posible; quedan excluidos de esta
categoría los actos estatales estrictamente políticos, etc.”.
La doctrina de los actos unilaterales “no es uniforme”, sin embargo, predomina aquella que
sostiene que los actos que reúnen los supuestos mencionados pueden alcanzar efectos
jurídicos vinculantes respecto a terceros. “Otra corriente señala que los que aparecen como
actos unilaterales de un Estado, con frecuencia resultan ser solo etapas en el proceso de la
celebración de un acuerdo, en consecuencia no alcanzarían la calidad de actos unilaterales
con efectos jurídicos respecto a terceros, sino únicamente formarían parte de los diferentes
estadios que sigue un proceso de negociación”.
Con estos elementos, recién podremos ingresar a evaluar si los acuerdos, la práctica
diplomática y una serie de declaraciones de Chile realizadas en el pasado constituyen o no
Actos Unilaterales vinculantes en relación a Bolivia, destaca Longaric. Chile podría,
entonces, dirigir su argumentación en ese sentido: tratar de convencer a los jueces que las
pruebas presentadas por Bolivia no son estrictamente actos unilaterales.
No obstante, “es obvio que en su Memoria, Bolivia ha refrendado y fortalecido su tesis
como una verdad incontrovertible y continuará haciéndolo durante la réplica y en los
alegatos orales (si la Corte amplía el debate)”. Chile, a su vez, “negará la calidad de Actos
Unilaterales con efectos jurídicos vinculantes a las negociaciones que sostuvo con Bolivia
en el pasado, en las que reiteradamente prometió dar a Bolivia una salida soberana al mar”.
Longaric, entonces, estima que la CIJ estudiará cada uno de los antecedentes citados por
Bolivia, las cartas de 1951, el memorándum de 1961, la Declaración de Charaña de 1975, la
nota de 1975, la Resolución de la OEA de 1983, la agenda de los 13 puntos, entre otros.
69
Chile, con esta posible argumentación (que aquello que Bolivia presenta como actos
unilaterales no sería tal), tendría que mostrar, por ejemplo, que cada uno de sus
compromisos con Bolivia son diferentes de los actos unilaterales en base a los cuales la CIJ
ya falló en otros casos. Así, tendría una tarea difícil si se considera, por ejemplo, el caso
Nueva Zelanda y Australia contra Francia para que este país deje de realizar pruebas
nucleares en el atolón de Mururoa.
En el fallo de este caso (1974), la Corte Internacional de Justicia (CIJ) recordó que el
Ministro de Defensa francés, en una entrevista con la televisión francesa, declaró el 16 de
agosto de 1974: “El Gobierno francés ha asegurado que las pruebas nucleares de 1974 serán
las últimas que se desarrollen en la atmósfera”.
Esa declaración de una autoridad competente bastó para que la CIJ determinase en la
sentencia: “Se reconoce en general que las declaraciones hechas mediante actos
unilaterales, respecto a situaciones jurídicas o de hecho, pueden tener el efecto de crear
obligaciones jurídicas (...) el carácter obligatorio del compromiso resulta de los términos
del acto y se basa en la buena fe; los Estados interesados tienen derecho a exigir que la
obligación se respete. (…) El objetivo de los demandantes (Nueva Zelanda y Australia) se
cumplió de hecho, en la medida en que Francia se había comprometido a no efectuar
nuevos ensayos (...)”.
Entonces, cuando el ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Walker Larraín, en 1950 se
comprometió por escrito a nombre de Chile a negociar con Bolivia un acceso soberano al
mar, o cuando Emilio Bello Codesido firmó el Acta Protocolizada de 1920 en la que se
compromete a poner fin al enclaustramiento boliviano mediante alguna fórmula
independiente del Tratado de 1904, ¿son casos muy diferentes al del Ministro de Defensa
francés, que ni siquiera firmó un documento, sino que hizo solamente una declaración en la
televisión? Si Chile se acoge a la posible argumentación de que lo que Bolivia presenta no
son actos unilaterales, entonces tendrá la complicada tarea de demostrar que las promesas
de negociar son del todo distintas al último ejemplo que se puso de la jurisprudencia de la
Corte (el caso de Nueva Zelanda y Australia contra Francia).
Otra posible salida de Chile es una que ya ha repetido muchas veces: que los compromisos
que Bolivia invoca no serían jurídicamente exigibles (ya se vio que un ejemplo de la
jurisprudencia de la Corte muestra lo contrario, aunque existen más casos de ello como la
“declaración Ihlen” en el juicio Dinamarca-Noruega, cuando estos países se disputaban la
soberanía sobre Groenlandia). Según el abogado y excónsul en Chile Walker San Miguel,
las líneas principales de la defensa de Chile ya las ha agotado en la excepción preliminar.
La causa boliviana “es muy potente por varios sentidos: por la razón de justicia, Bolivia
habiendo tenido cientos de kilómetros de costa hoy no tiene un centímetro; Bolivia pide una
reparación en justicia; además muestra elocuentes pruebas de que Chile le comprometió, le
firmó documentos, diciendo que resolvería el enclaustramiento”.
¿Cómo Chile va a desvirtuar eso? “¿Cómo un Estado va a decir que lo que expresó su
presidente González Videla no tiene valor, que lo que dijo el canciller Carvajal no tiene
valor, lo que sostuvo el gobierno de Pinochet no tiene valor? Es muy difícil ponerse en esa
situación. Ésa sería una nueva manera de negar la demanda boliviana, pero con pocas
probabilidades de éxito”.
Sobre esto mismo, el senador chileno Alejandro Guillier en una entrevista en CNN Chile en
septiembre de este año también desvirtuó esa posible salida de su país en caso de
argumentar que sus compromisos no tienen valor jurídico, pues dijo: “Van a revisar si Chile
ha creado expectativas razonables de que estaba disponible a negociar: ¿vamos a esconder
Charaña?, ¿vamos a decir que Chile nunca conversó con Bolivia los 13 puntos?, ¿vamos a
70
decirle que desde el presidente Domingo Santa María, que es el primero que dice, que es el
que gana la guerra, aún en guerra, (...) él dice ‘¿qué vamos a hacer para que Bolivia salga al
mar?’ ¡Lo dice el presidente que ganó la guerra! ¿Vamos a desdecir toda nuestra historia?
(...). ¿Vamos a esconder toda la historia?”.
También se sabe que Chile quiere intentar convencer a la Comunidad Internacional,
mediante una campaña mediática, de que su país otorga a Bolivia acceso al mar. Sin
embargo, de ser cierto, Bolivia nunca habría llevado a la Asociación Latinoamericana de
Integración (Aladi) sus reclamos por el quebrantamiento de Chile del libre tránsito que
estipula el Tratado de 1904 y otros convenios bilaterales.
Además, decir que Bolivia tiene acceso al mar puede ser una ofensiva más comunicacional
que jurídica, ya que no tiene sino una relación muy periférica con el objeto del juicio, que,
como se dijo, es si Chile tiene o no la obligación de negociar una salida soberana al océano
Pacífico y, de existir tal obligación, determinar si la ha incumplido.
Por otro lado, un artículo del periodista Francisco Artaza publicado en La Tercera a
principios de octubre y titulado “Chile mueve las primeras piezas con miras a La Haya” da
indicios de una otra posible salida argumental que se enfocaría solo en la segunda parte del
objeto de la demanda delimitado por la CIJ, es decir, en si Chile incumplió la obligación de
negociar.
El texto de Artaza dice: “Con todo ese material, (Luis) Winter (exdiplomático que es parte
de los asesores de Chile) elaboró un informe de 600 páginas, que contiene, además, las
respuestas y declaraciones que formularon autoridades bolivianas a cada una de esas
gestiones y que corroborarían que muchos de esos esfuerzos y acercamientos no
prosperaron por decisión de Bolivia”.
De ser cierta esta labor del historiador Winter, entonces se puede presumir que Chile
intentará decir que es culpa de Bolivia que las negociaciones no hayan prosperado y que,
por tanto, Chile no incumplió su obligación de negociar. Los historiadores bolivianos del
equipo seguramente considerarán este probable argumento y los juristas estudiarán hasta
qué punto sería jurídicamente válido.
Es algo históricamente comprobable que Chile no da libre tránsito a Bolivia y que utilizó el
diálogo bilateral para dilatar indefinidamente una solución definitiva del enclaustramiento
provocado a Bolivia. Su doble discurso ha sido un comportamiento que Bolivia ha
denunciado reiteradas veces. Hoy, Chile dice que no va a ceder ni un centímetro de lo que
llama su soberanía. Como conclusión, San Miguel nota un nuevo doble discurso
relacionado a que La Haya le ha cambiado el límite marítimo con el Perú. Con ese fallo ha
cedido miles de kilómetros; entonces, “¿por qué Chile tiene que tener un doble estándar con
dos vecinos?”.
Fuente: La Razón 18.10.2015 (Suplemento Animal Político)
54. Siguiente paso en la demanda: normalizar la relación con todos
Tras el fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), que desestimó la objeción
preliminar de competencia chilena, Bolivia tiene que fortalecer algunos flancos paralelos a
su estrategia jurídica. La principal tarea es la normalización de las relaciones con todos los
países de la comunidad internacional y seguir con las explicaciones de la naturaleza de la
demanda, coinciden los entendidos.
Horas después del fallo, el 24 de septiembre, el representante Oficial para la Causa
Marítima de Bolivia, Carlos Mesa, dijo a La Razón: “Creo que en el camino que tenemos
por delante, Bolivia tiene un desafío fundamental que se llama normalización plena de
relaciones con todos los países del mundo, eso se llama: Estados Unidos de América. Un
71
primer objetivo de Bolivia tiene que ser, imperativamente, la reanudación de relaciones
plenas con Estados Unidos”.
Walker San Miguel, excónsul de Bolivia en Chile, coincide en que es necesario normalizar
esta embajada en vistas a llegar a un buen final en la demanda marítima. “Bolivia, después
de la firma del Acuerdo Marco con Estados Unidos, está en condiciones de normalizar su
relación. No debemos perder de vista que 2016 es año electoral ahí. La presencia de un
equipo es sustancial para trabajar en ese proceso”.
A una semana del fallo de la CIJ, el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry,
dijo en Chile sobre el conflicto marítimo: “Espero que se resuelva y creo que sería bueno
para todos”. Si se recuerda el papel de otro secretario de Estado de Estados Unidos, Frank
Kellogg, en los años 20 del siglo XX, cuando trató de convencer a Perú y a Chile de que
cedan Tacna y Arica en favor de Bolivia, queda claro que la potencia del norte puede jugar
un papel central en caso de interesarse en el tema. Sin embargo, casi simultáneamente, el
ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, acusaba a Estados Unidos de planear
“asesinar” al presidente Evo Morales en 2008.
Pero la idea de la “normalización de las relaciones con todos los países” no solo habla de
Estados Unidos, sino también de que Bolivia tenga embajadas en países en que ha dejado
puestos vacantes o interinos, además de cuidar que los encargados de las misiones sean
profesionales ecuánimes.
“Lo importante es que la gente que llegue a esas embajadas tenga fuerza comunicacional y
conocimiento del tema para que sea un eficaz transmisor de la postura boliviana, que es de
diálogo”, sugiere San Miguel.
Mesa, por otro lado, opinó que había que profundizar la explicación de los argumentos con
las potencias. “La lógica de acompañar políticamente tus acciones jurídicas no debe
detenerse y ése es un aspecto clave. Tenemos que profundizar nuestros argumentos con
potencias como Estados Unidos, China, Rusia, Francia, Gran Bretaña, sin ninguna duda.”
Diálogo. Todo lo anterior, en un escenario deseable, tendría que conducir al diálogo y una
negociación en buena fe; sin embargo, ¿cómo hacer que Chile se siente a dialogar ya sea
antes o después del proceso?
Bolivia llamó a Chile reiteradas veces a dialogar. Por su parte, Chile ha negado que se
pueda dialogar mientras exista un juicio en la CIJ... Paradójicamente, la demanda boliviana
solo busca que la Corte se pronuncie en el sentido en que Chile tiene la obligación de
negociar...
La respuesta de Santiago ha sido terminante: “no vamos a dialogar”.
Los llamados de Bolivia a dialogar, no obstante, en la semana que termina contrastaron con
expresiones emitidas por el presidente Evo Morales, cuando el miércoles 14 dijo que no
sabía si había que “conseguir un psiquiatra para (Heraldo) Muñoz”, el ministro de
Relaciones Exteriores de Chile, en respuesta a dichos de éste contra apoyos de Cuba y
Venezuela a la causa marítima boliviana. En todo caso, para el excónsul de Bolivia en
Chile lo recomendable es que el país busque apoyos internacionales para que se logre una
“presión positiva” sobre Chile.
Recientemente hubo apoyos del jurista español Baltasar Garzón (que dijo que la demanda
era justa) y del secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry (que dijo que espera
que el conflicto llegue a una solución), entre las manifestaciones más importantes, siendo
ésta última fundamental si se considera que Estados Unidos es uno de los principales
aliados de Chile. San Miguel destaca los apoyos renovados de Venezuela, Ecuador y Cuba.
Meses antes el Papa llamó al diálogo. “Esto, diplomáticamente, irrita a Chile, pero debería
recoger el mensaje de diálogo de la comunidad internacional”, apunta.
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Ante la evidencia de que la actual administración de Michelle Bachelet se niega a dialogar
y la posibilidad de que la siguiente administración no varíe esta posición, el excónsul cree
que existe la probabilidad de que los que releven a la Nueva Mayoría en el corto plazo
podrían posicionarse promoviendo una “solución realista” al tema marítimo. Además, los
apoyos mencionados, asegura, “no dan otra salida (a Chile) que no sea la del diálogo”.
Por último San Miguel recomienda que para un momento posterior a La Haya, Bolivia debe
tener una “tesitura de escenarios de negociación que los tendría que ir trabajando ya mismo.
Hay que prepararse para una negociación que no va a ser larga. Hay que prepararse para
escenarios en que una negociación con Chile implique su ratificación por los poderes
legislativos de ambos países e implique el acompañamiento y orientación de las opiniones
públicas de ambas partes, demanda.
Fuente: La Razón 18.10.2015 (Suplemento Animal Político)
55. El mar y la pirámide del éxito, por Iván Arias Durán
La entrevista al abogado constitucionalista e internacionalista Ramiro Orías (Página Siete,
Ivone Juárez, 14 octubre, 2015) pone en su verdadera dimensión el tema del mar. El
experto boliviano, que hoy vive en Estados Unidos, planteó el 2000 la hipótesis de una
nueva negociación jurídica internacional con Chile para acordar una salida libre y soberana
al Pacífico, en base a los ofrecimientos que ese país hizo formalmente en 1895, 1920, 1923,
1926, 1950, 1953, 1961, 1975 y 1987.
Esa hipótesis es la base de la actual demanda ante La Haya: "El trabajo - dice
humildemente Orías - estaba destinado para el uso de la Cancillería. Es de mi autoría y me
place que finalmente la hipótesis planteada, entre todos los escenarios revisados, haya sido
la seguida por el equipo de abogados internacionales que asesoran hoy al Gobierno
boliviano”
Y es que el tema del mar no le pertenece a nadie. Es como la Bandera, el Himno, la
Selección: son de todos y nadie puede arrogarse propiedad o éxito sobre ellos. Si algún
externo mansilla estos símbolos patrios, todos estaremos allí para defenderlos y reponer el
daño hecho. De eso no cabe duda.
Por ello, desde el mismo momento que Chile nos arrebató el mar, todos los gobiernos
hicieron de su recuperación y retorno una causa de Estado. Ahora bien, una de las
características de la política y, en particular de los políticos bolivianos, es su mezquindad y
ceguera. Nuestros políticos son egoístas e incapaces de reconocer los avances de los otros y
de sus antecesores. Por eso casi nunca tenemos políticas de Estado, sino sólo políticas de
Gobierno.
Por eso nos encantan las refundaciones y el eterno volver a empezar. Mientras los países
que prosperan se mueven en una espiral de avance-error-reforma-avance; los bolivianos nos
movemos en un círculo vicioso de estancamiento, expresado en avance-revoluciónretroceso-avance-revolución-retroceso. Como dijo un viejo amigo consultor experto en
elaborar informes: Bolivia es un eterno país en borrador. Nunca termina de estar en limpio,
como un documento, consensuado, aprobado por todos y listo para imprimir.
El éxito obtenido hasta ahora en la CIJ ha demostrado que cuando se combinan tres
factores de una pirámide, las posibilidades del triunfo se agrandan:
1) La voluntad política, tan necesaria en la toma de decisiones en la gestión pública, la puso
el presidente Morales. La apuesta fue muy alta y no se debe desmerecer ni desconocer
jamás. "Era demasiado riesgo, era un riesgo personal, pero era un gran logro para Bolivia si
nos iba bien, ganaba Bolivia, si nos iba mal, perdía Evo, y Bolivia se quedaba estancada”,
dijo el Vicepresidente.
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2) La voluntad política no basta, por ello ésta debe estar acompañada de otro factor: la
capacidad técnica. Morales reconoció que estaba equivocado referente a la demanda
marítima contra Chile porque pretendía pedir el cambio del Tratado de 1904, pero los
juristas le convencieron de que había que exigir el cumplimiento de los compromisos
unilaterales adquiridos por Chile. "Era nuestra pelea, yo defendía mi propuesta, pero me
ganaron, tenían razón, yo me estaba equivocando, la demanda era por los compromisos
(…), no era por el Tratado de 1904, así aprendo, quiero ser sincero” mencionó el
Presidente. De esa manera la conformación del equipo técnico, nacional e internacional, a
la cabeza del expresidente Eduardo Rodríguez fue y es la garantía de solvencia y
competencia nomotética, demostrada en esta primera fase.
3) Cabildeo- Comunicación: una decisión política y técnica sin que la sociedad y los
destinatarios se enteren es como si no existiera. Por ello, la sumatoria de los expresidentes y
ex cancilleres a reforzar la tarea de la Cancillería es otro acierto que nos permitió "vender”
nuestra demanda al mundo. La cúspide de esta labor se puso a prueba cuando al
expresidente Carlos Mesa lo entrevistaron en Chile, dejando bien parado al país. Los
propios chilenos quedaron sorprendidos de la contundencia de nuestros argumentos.
Esta pirámide no debe ni puede ser afectada por intereses mezquinos y particulares, porque
la causa del mar está por encima de todo. La política interna tiene su lógica y se debe evitar
que afecte al bien mayor. Esto no quiere decir que, en lo interno, debamos decir sí a
cualquier decisión del Gobierno.
El mar nos une en lo externo, pero nos castra en lo interno. Cuando lo entrevistaron en
Chile, Mesa declinó comentar sobre los intentos de una nueva relección de Morales. Dijo
que no hablaría de temas de política interna estando en Chile. Cuando volvió al país, en una
acto de democrático, declaró que no estaba de acuerdo con la rererelección. A Rodríguez le
preguntaron lo mismo, prefirió guardar silencio y añadió que el procedimiento estaba bien.
Jaime Paz y Tuto Quiroga expresaron su negativa a la rererelección.
Que la mezquindad no sea comida para los rivales a los que nos enfrentamos. El periódico
El Mercurio del 11 de octubre, en el artículo Autoristarismo y relección, señala que la
actitud de Mesa lo "arriesga al ostracismo, tal como ocurrió a Armando Loayza”. A esto
debe añadirse la andana de declaraciones descomedidas de la Ministra de Comunicación,
del Presidente del Senado y otros funcionarios del Gobierno, que dan fe que el éxito de la
vocería de Mesa sería un inconveniente para el Gobierno, por lo que hay que bajarle el
perfil y enfriarlo: el cuarto de guerra del MAS quiere su cabeza, sin darse cuenta que le
quitarán la cabeza a la patria y destruirán esa pirámide que nos está dando buenos
resultados. Y como dijo el doctor Orias: "Sólo la acumulación de energías, saberes y
esfuerzos en torno a un objetivo común permitirán a Bolivia avanzar en nuestra
reintegración marítima al Océano Pacífico”.
Fuente: Página Siete 19.10.2015
56. Al mar con mesura, por Rubén D. Atahuichi López
Aunque no ha pasado la catarsis boliviana sobre el fallo de la Corte Internacional de
Justicia (CIJ), que se declaró competente en la demanda interpuesta por Bolivia contra
Chile, la euforia parece no tener fin en un conflicto muy delicado y vital para el país, que
amerita la mesura especialmente de las autoridades.
Hizo bien el presidente Evo Morales, minutos después de la decisión de los jueces, en
convocar por enésima vez al diálogo con el gobierno de Michelle Bachelet cuya negativa
recurrente fue evidente a la vez, con el argumento de que la propuesta no es compatible con
el juicio.
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Sin embargo, las buenas intenciones dejaron de ser tales con el recrudecimiento del clima
de tensión, si bien típico entre los gobiernos de ambos países, innecesario ante la
contundencia de la decisión de 14 magistrados que consideraron válida para su jurisdicción
la demanda de Bolivia que pretende que la CIJ disponga, para el cumplimiento por parte de
Chile, “la obligación de negociar” con Bolivia una salida soberana al océano Pacífico.
No fue grato, por ejemplo, escuchar del presidente Morales su insinuación de que el
canciller chileno, Heraldo Muñoz, vaya a un psiquiatra. Aunque es obvio que Santiago
magnifique una declaración de esa naturaleza, el funcionario consideró esa alusión como un
insulto, que seguramente lo divulgará en cualquier foro que acuda, mucho más ante una
opinión internacional que comprendió a estas alturas del último forcejeo bilateral la
dimensión del derecho boliviano de volver al mar.
Nos habíamos quedado con el “nos vemos en La Haya” de Muñoz, que fue la prueba de la
soberbia trasandina de antes del fallo de la CIJ comparable a la de “auquénidos
metamorfoseados” que pronunciara sobre los bolivianos aquel penosamente recordado
vicealmirante Toribio Merino, cancerbero del dictador Augusto Pinochet. Pero los cruces
verbales de las últimas semanas no contribuyen a los propósitos del país, que se muestra al
mundo como una nación violentada por el expansionismo chileno y pacífica por
idiosincrasia y mandato constitucional.
El país necesita un clima distensionado y prudente ante los detractores trasandinos, incluso
para su propio fuero. Así, no es sano ni sensato que la oposición del Gobierno —como lo
hizo veladamente Samuel Doria Medina— pretenda desconocer la iniciativa de Morales
sobre el juicio, cuyos primeros pasos son destacables, al atribuir la gravitación en el caso de
solamente los expresidentes Eduardo Rodríguez Veltzé, el agente ante la CIJ, y Carlos
Mesa, el vocero internacional de la causa boliviana.
Tampoco es sano que, por intereses políticos ajenos a la demanda marítima, funcionarios
del Gobierno como la ministra Marianela Paco o Idón Chivi, por citar algunos, ataquen a
Mesa —quien cumple un rol cívico y patriótico ponderable en la causa— incluso
aludiéndolo de “antipatriota (sic)” por no respaldar la eventual repostulación de Morales.
Y menos, el uso electoral del proceso en la CIJ y la demanda, como Chile siempre intentó
hacer creer, con miras al inminente referéndum para la modificación de la Constitución
Política del Estado y la consiguiente habilitación de las candidaturas de Morales y el
vicepresidente Álvaro García Linera.
El camino al juicio de fondo en la CIJ, en aras del difícil retorno al mar, requiere de la
mesura de los bolivianos, que puede evitar las fisuras internas en torno a la causa, más allá
del interés por desahuciarla por parte de las autoridades y los políticos conservadores
chilenos.
Fuente: La Razón 20.10.2015
57. A 111 años del Tratado de 1904, por Marco Antonio Barroso Mendizábal
Consumada la ocupación del departamento del Litoral de Bolivia, Chile entendió que la
única forma de conseguir la paz era someterla y asfixiarla. La suscripción de Pacto de
Tregua, del 4 de abril de 1884, significó una etapa de angustia y de gran peligro.
El historiador chileno Gonzalo Bulnes en su obra Historia de la Guerra del Pacífico, refiere
que el presidente de Chile, Santa María, daba toda la importancia que tenía a la ocupación
militar de la línea Mollendo - Arequipa, la cual la hizo extender a Puno, bajo las órdenes
del coronel Diego Almeida, manifestando que con ello "está resuelta la paz con Perú y
Bolivia” y que están registradas en la carta que dirigió a Patricio Lynch, el 14 de noviembre
de 1883, expresando que "así mantendremos en jaque a Bolivia”.
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Durante el período 1884 - 1904 reinó el régimen de servidumbre de Bolivia hacia Chile, en
el que las rentas aduaneras bolivianas dependían de Chile y de su política respecto a las
rentas percibidas en Arica. La controvertida firma del Tratado de Paz, Amistad y Comercio
del 20 de octubre de 1904 estuvo precedida de una serie de dificultades: las presiones del
gobierno de Santiago, iniciadas por la nota ultimátum de Abraham Koning, el 13 de agosto
de 1900, que desembocaron en las negociaciones entre Gutiérrez y el canciller chileno
Bello Codecido.
El gobierno liberal boliviano quería terminar con el "dogal aduanero”, por el cual Chile
retenía el Litoral y se beneficiaba de sus riquezas, además de una parte de las rentas
recaudadas en aduanas. Pensaba que de ese modo, y por medio de ferrocarriles conectados
con el exterior, podría comenzar a resurgir el país, maniatado todavía por el pacto de tregua
y detenido en todas las posibilidades de su desenvolvimiento.
Los opositores bolivianos a la suscripción del Tratado de 1904 pensaban en el futuro del
desarrollo nacional, no lo vislumbraban venturoso, ni libre, Bolivia sería siempre
dependiente de Chile, el "más libre tránsito” no sería suficiente para dinamizar el comercio
ni su economía.
La visita a Chile del agente peruano Lemke, con cartas credenciales secretas para
solucionar el problema de Tacna y Arica, fue aprovechada con la publicación de las mismas
en la prensa con la intención de darle celeridad a la firma del Tratado de 1904; la política de
"Chilenización” de Tacna y Arica, la fuerte migración de mano de obra, construcción de
cuarteles en las fronteras; los constantes pedidos de Germán Riesco, presidente chileno al
Ministro de Guerra, de preparar al Ejército y armamento para encarar una nueva guerra y
los pagos de indemnización a empresas de Coro Coro y Huanchaca de capitales bolivianos,
estuvieron orientados a acelerar la firma del tratado, ejerciendo una presión moral en sus
empresarios para apoyar su firma, igual que la petición de solucionar problemas en la
frontera Antofagasta - Lípez y el proyecto de declarar a Arica "Puerto Libre”.
El repudio fue generalizado en la población boliviana al conocer el contenido del Tratado
que Chile proponía al Gobierno liberal de Bolivia a principios del siglo XX. Los
sobrevivientes de las batallas del Alto de la Alianza, Tarapacá y Tambillo fueron
perseguidos y encarcelados.
En esas penosas condiciones fue suscrito el ominoso Tratado de 1904. Transcurrieron 111
años de su suscripción, Bolivia permanece privada de su cualidad marítima y es perjudicada
por los innumerables incumplimientos abusivos de Chile.
Fuente: Página Siete 21.10.2015 (Marco Antonio Barroso Mendizábal es abogado,
diplomático y catedrático)
58. Bolivia gana respeto, Chile pierde simpatía, por Gabriela Ichaso Elcuaz
Qué hacía sentado junto a Miguel Insulza el canciller de la dictadura de Pinochet, Hernán
Felipe Errázuriz, durante la entrevista que le realizaron semanas atrás al vocero de la
demanda marítima boliviana, Carlos Mesa, y quien además intentó descalificar al
historiador y expresidente de Bolivia como jurista?, ¿y qué de la participación como
conductor del programa de Juan Manuel Astorga, quien quiso refregar la reelección de Evo
Morales durante la entrevista para descalificar al país? Esas debieron ser las preguntas del
público ante la insistente insidia del periodista de El informante, programa de entrevistas de
Televisión Nacional (TVN) de Chile hacia su invitado boliviano, respecto a la existencia o
no de una democracia plena en Bolivia.
El prestigioso espacio informativo del canal estatal chileno reunió a los cuatro personajes el
29 de septiembre, en un programa diseñado para denostar la demanda interpuesta por
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Bolivia contra Chile en la Corte Internacional de Justicia (CIJ), protagonizada por el
historiador, comunicador y expresidente boliviano, supuesto entrevistado, quien más
parecía haber sido invitado a un sillón acusatorio, frente a un conductor, Astorga, cargado
de prejuicios que durante toda la entrevista se negó a escuchar las respuestas claras,
concretas y contundentes del entrevistado.
Los primeros 30 minutos del programa, que estuvieron dedicados a analizar las posiciones
de Bolivia y de Chile luego del fallo de la CIJ, fueron inesperados para los dueños de casa y
representaron un punto más a favor de la campaña itinerante boliviana, gracias a la
sobresaliente participación de Carlos Mesa, quien lució un notable dominio de escenario,
conocimiento del tema marítimo y de la historia del país, aplomo ante la agresividad verbal
del conductor y ubicuidad de su rol como estadista, antes que como político o funcionario.
Nuevamente Mesa dejó clarísimo que Bolivia acudió al tribunal adecuado para que Chile
honre sus reiterados compromisos de dialogar sobre el pedido boliviano de una salida
soberana al mar por el territorio arrebatado. Algo que el Gobierno chileno no quiere
reconocer ante su propio pueblo ni ante la CIJ, posición reproducida por el conductor de la
entrevista.
La segunda parte del programa fue un debate entre connacionales chilenos, alimentado por
la respuesta en las calles de diferentes localidades chilenas de abandonar el Pacto de
Bogotá, contestando a una pregunta direccionada por Astorga, incluso burlona, sobre la
intención de los bolivianos de seguir en carrera pacífica hacia la obtención de un diálogo
por una salida soberana al mar.
Insulza, Errázuriz y Astorga dieron vueltas sobre las mismas disquisiciones que han llevado
a Chile a una política exterior errática y cada vez más solitaria respecto a la demanda
histórica boliviana, edificada con base en la perspectiva soberbia de desatender con
menosprecio el pedido reiterado del Gobierno boliviano de justicia. Las referencias del
canciller de la dictadura chilena hablando de lo “fastidioso” que resulta el tema marítimo y
lo “pesado” que le cae el máximo Tribunal Internacional de las Naciones Unidas, con sede
en La Haya, son más que representativas.
Si la democracia en Bolivia es plena o no o si el tema marítimo será usado por Evo Morales
para apuntalar la posibilidad de su re-re-reelección en el referéndum de enero es harina de
otro costal, respecto al asunto puntual que impulsó al canal estatal de televisión de Chile a
realizar un programa especial tras el fallo de la CIJ. Habrá tiempo para eso, si realmente les
interesa.
Lo que quedó claro en la entrevista que aquí se comenta es que los bolivianos a cargo de
llevar adelante la demanda marítima ante la CIJ saben de qué están hablando y qué están
haciendo, mientras que los chilenos responsables de difundir su punto de vista y explicar
las acciones de respuesta de La Moneda ante la demanda boliviana siguen divagando y
mirando a Bolivia por encima del hombro.
Fuente: La Razón 22.10.2015
59. Asuntos pendientes, por Juan José Toro
¿Les dedicaremos a esos asuntos el mismo tiempo y pasión empleados para debatir sobre el
destino del reinado del Carnaval cruceño?
El crédito chino duplica la deuda externa boliviana, pero el Gobierno la considera
“manejable”. En nueve años al mando del Estado, la actual administración ha elevado el
monto de la deuda de 1.831 millones a 9.434 millones de dólares. Como consecuencia de
esos movimientos financieros, cada boliviano debe 900 dólares a diferentes acreedores.
Como cualquier ama de casa sabe, aumentar una deuda es hacerse más dependiente y una
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persona que es dependiente no puede considerarse soberana. Deuda externa y soberanía…
¿no es un buen tema de debate?
La demanda marítima ante la Corte Internacional de Justicia ha congelado los otros 12
temas que Bolivia y Chile incorporaron, de mutuo acuerdo, en su agenda bilateral. Uno de
los 13 puntos pendientes es el uso de las aguas del Silala.
Cada día, 50 millones de litros de agua se van a Chile donde son vendidos por una empresa
privada a la población civil y las mineras del norte de ese país. Según un último cálculo del
Gobierno, Chile le debería a Bolivia entre 8.000 a 10.000 millones de dólares por el uso de
esas aguas… ¿no es un buen tema de debate?
En un lapso de cinco años, Potosí le hizo dos huelgas al Gobierno de Evo Morales, una de
19 y otra, la última, de 27 días. La movilización potosina es por un pliego petitorio que
incluye la construcción de un nuevo aeropuerto. El Gobierno ha rechazado de plano el
pedido argumentando que no se justifica. Hace sólo unos días, ese mismo Gobierno
inauguró un moderno aeropuerto en Chimoré, en pleno territorio cocalero, cuyo costo
asciende a 36 millones de dólares. ¿Se justifica ese gasto?... ¿no es un buen tema de debate?
El Tribunal Supremo Electoral ha suspendido de sus funciones a cinco vocales del Tribunal
Departamental de Chuquisaca por su responsabilidad en la anulación de los votos de un
frente opositor que posibilitó la elección del gobernador Esteban Urquizu, actualmente en
funciones. Dado el alto nivel del cargo que estaba en juego, la sanción confirma que en ese
Departamento se cometió el más escandaloso fraude electoral de los últimos tiempos. ¿No
es un buen tema de debate?
El 21 de febrero de 2016, los bolivianos volveremos a las urnas, esta vez para responder si
queremos que se modifique o no la Constitución con el fin de posibilitar una nueva
postulación del presidente Evo Morales. La redacción de la pregunta es, por decir menos,
poco clara y actualmente está en manos del Tribunal Constitucional. Evo Morales ya lleva
nueve años continuos en el poder y todavía le quedan cuatro por delante. ¿Realmente
debemos votar por otros cinco adicionales?... ¿No es este otro buen tema de debate?
Como se ve, en el país hay muchos temas sobre los cuales discutir y varios son decisivos
para nuestro destino común, aquel que tenemos como un conglomerado de personas, como
una sociedad política y jurídicamente organizada. ¿Les dedicaremos a esos asuntos el
mismo tiempo y pasión empleados para debatir sobre el destino del reinado del Carnaval
cruceño?
Fuente: Los Tiempos 22.10.2015 (El autor es periodista, Premio Nacional en Historia del
Periodismo)
60. Al mar, por la razón del mercado, por Cayo Salinas
Bolivia busca obtener un fallo que en términos legales le permita entablar una negociación
con Chile sobre la base de la buena fe y con la perspectiva de alcanzar el éxito que se
traduzca en acceso soberano al Pacífico. Una de las premisas parte por recomponer
episodios de naturaleza histórica que dieron cuenta de la actitud beligerante chilena al haber
ocupado territorio ajeno a través de la fuerza, hecho que desde el plano moral e
internacional genera una obligación ineludible “de reparación” y una “Cuestión de
Cumplimiento” a la luz del Derecho. Lo dije en este mismo espacio, y es que nada más
gravoso para Chile que verse desenmascarado en pleno siglo XXI como un país avasallador
y a pesar de ello seguir insistiendo en mantener una postura en la que nada tiene que
negociar porque todo está dicho, cuando los acontecimientos que dieron curso a la reyerta
fueron propiciados por su beligerancia usurpadora.
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La otra premisa parte por establecer si es posible alcanzar una negociación de buena fe
antes a que el Tribunal de La Haya emita su fallo. El presidente Morales a poco de
conocerse la declaratoria de su competencia, hizo una invitación al diálogo, quizá en el
entendimiento de que aun cuando la sentencia del Tribunal nos sea favorable, no está
asegurado el éxito de una negociación, lo que nos podría colocar a fojas cero nuevamente.
Una tercera premisa pasa por aquilatar adecuadamente qué se busca con un acceso al mar.
Más allá de remediar de alguna manera una justa reivindicación fruto de la artera invasión,
lo que menos debería considerar el ciudadano boliviano es que el propósito por la pugna
judicial tiende a alcanzar un lugar de veraneo en playas que precisamente no son las
mejores para ello. El interés nuestro, amén a lo histórico y reivindicacionista,
indudablemente debe ser y es económico. No tener un acceso soberano al mar nos ha
impedido contar con mejores herramientas para hacer frente a agresivas políticas de
expansión y exportación de nuestros productos y cumplimiento de programas de desarrollo.
La paradoja es que del total de la carga que mueve el Puerto de Arica, entre un 80 a 90 por
ciento proviene de Bolivia, lo que en buen romance significa que la zona no sólo por el
trazado geográfico sino por componentes económicos, está altamente ligada a nuestro país.
Entonces, nadie mejor que nosotros para hacernos cargo del manejo de ese puerto y a partir
de ahí, generar una estrategia tanto empresarial, de inversión, migratoria, etc. que sienta
soberanía en términos comerciales y que nos permita ser los artífices del movimiento de
mercadería del lugar por doble razón: la histórica y económica.
Y es que más allá de los fundamentos de orden histórico y jurídico que hayamos podido
esbozar en nuestro planteamiento, serán razones de mercado las que probablemente
terminen por apuntalar nuestro retorno al Pacífico, es decir, será esa la causa para que
finalmente Chile negocie de buena fe y con resultados prácticos, concretos y reales. Pesarán
sin duda los acercamientos que se produjeron en los Gobiernos de González Videla y
Hertzog y de Banzer y Pinochet, que dieron curso a derechos expectaticios que después
aterrizaron en lo que hoy conocemos por Actos Unilaterales de lo Estados, sin embargo,
considero que al final de todo este periplo, si acaso logramos sentar a Chile a negociar de
buena fe, serán las razones del mercado las que darán luz para arribar a una solución
definitiva, lo que evidentemente no dejará de ser histórico, legal y reivindicatorio.
Fuente: Los Tiempos 24.10.2015
61. Mapa de la cualidad marítima
Chile ha sacado el mapa que muestra las pérdidas territoriales que sufrió Bolivia a lo largo
de la historia. El objetivo parece claro: mostrar a la comunidad internacional el riesgo de
los países vecinos de ser demandados ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) o
justificar la agresión que cometió el 14 de febrero de 1879, cuando se produjo la invasión al
antiguo puerto boliviano de Antofagasta. “Nosotros no fuimos los únicos que le
arrebatamos territorio a Bolivia” dirán seguramente —y sin ruborizarse— los legisladores
chilenos que ahora mismo están en Europa, según señalan, “defendiendo los intereses” de
su nación, aunque ya en el marco del proceso de fondo sobre el que la CIJ declaró su plena
competencia.
En realidad lo que Bolivia busca es que Chile cumpla sus promesas y acepte negociar “de
buena fe” una salida soberana al Pacífico, una cualidad que perdió por efecto de la invasión
chilena de 1879
Tampoco sobra recordar que si bien Bolivia perdió 2,3 millones de km2 desde que nació a
la vida independiente, con ello no perdió su Amazonía, su gravitación en el Chaco o su
fortaleza en el altiplano. En cambio, con el cercenamiento de su litoral perdió su cualidad
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marítima. ¿Cabe preguntarse cómo verá el mundo a quienes muestran un aciago mapa para
justificar la apropiación de un territorio ajeno?
Fuente: La Razón 24.10.2015 (Sub editorial)
62. Triunfalismo precoz, por Carlos Antonio Carrasco
Cuando el 24 de septiembre la Corte Internacional de Justicia (CIJ), con sede en La Haya,
emitió su fallo declarándose competente para considerar el caso Bolivia vs. Chile, por
decisión del voto positivo de 14 jueces contra dos disidentes, con toda razón resonaron las
trompetas de la victoria en La Paz, provocando desazón en Santiago, donde un
malabarismo semántico distorsionó la determinación judicial en un consuelo ingenuo,
encastrado en la expresión de su presidenta “Bolivia no ha ganado nada”.
En cambio en La Paz, en desfile amorfo, personajes de todo color se declaraban padres de
la victoria, incluyendo a uno que sostiene que ya en el 2000 habría escrito
confidencialmente sobre “los actos unilaterales de los Estados”. A esa perla hay que añadir
declaraciones de ilustres estadistas latinoamericanos, la invocación del papa Francisco en
favor del diálogo, las sagaces gestiones del vocero de la demanda marítima boliviana en el
exterior, el entusiasmo de los movimientos sociales y otros factores positivos que se
manifestaron en favor de la demanda boliviana. Todo ello muy útil para concientizar al
mundo acerca de esa justa causa.
Sin embargo, en rigor a la verdad, ninguno de esos gestos tuvo (ni tendrá en el futuro) un
ápice de influencia en las decisiones de la CIJ. Y precisamente por esta circunstancia tiene
alto valor el fallo que declara competente al máximo tribunal internacional de la ONU para
tratar la demanda marítima boliviana; sentencia que es, tanto en su preámbulo de premisas
como en su parte resolutoria, una admirable pieza de arquitectura jurídica que ni siquiera
Chile pudo objetar.
No obstante, este primer paso tan auspicioso no es nada más que una etapa procedimental,
porque la batalla comenzará —realmente— cuando se trate el fondo de la demanda, the
merits, en inglés. De allí que el motivo de regocijo antes mencionado fue innecesariamente
sublimado y traducido en apoyos externos totalmente superfluos, como lo es una encuesta
que tabulaba el porcentaje atribuido a cada uno de los fautores del éxito.
Ciertamente, sin el coraje político del presidente Evo Morales para presentar la demanda a
la corte de La Haya, las gestiones posteriores obviamente no hubiesen tenido lugar. Me
pregunto cuál hubiese sido la reacción en el país si la objeción preliminar chilena hubiera
sido aceptada. Seguramente rodarían las cabezas de chivos expiatorios. Es preciso recordar
que los argumentos elaborados principalmente por el equipo internacional de abogados y la
presentación oral de éstos complementaron la exitosa arremetida boliviana. Entonces, el
gran ganador de la contienda fue el derecho, cimentado en las doctas opiniones de la CIJ.
Por lo tanto, insistir en que hubo un derrota chilena solo crea anticuerpos
contraproducentes, que podrían inducir a los jueces de la CIJ a buscar en su futuro fallo un
equilibrio que denote su imparcialidad.
En otro nivel, las invocaciones del presidente Morales y del agente Eduardo Rodríguez
Veltzé para entablar un diálogo directo con Chile se inscriben en los usos diplomáticos más
sofisticados y efectivos. Se ve con preocupación que la satisfacción popular por el fallo
conlleva también a utilizar la algazara en la politiquería cotidiana, ya sea como estandarte
oficialista en el referendo venidero o como arma de mal gusto por la Alcaldía paceña
opositora cuando opta por condecorar a los gestores más conspicuos del trámite marítimo,
minimizando al Canciller, quien, en rigor, es el jefe de aquellos.
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El laborioso logro de haber forjado una política de Estado en torno al problema marítimo
debe ser preservado con suma cautela hasta que las audiencias en la Corte Internacional de
Justicia se reasuman el 25 de julio de 2016.
Fuente: La Razón 24.10.2015
63. Bolivia y nuestra demanda marítima, por Xavier Albó
Mientras en Bolivia se debate la instalación de una central atómica, en Europa se procede al
cierre de las plantas nucleares, sobre todo por tres causas, lo que les ha conducido a asumir
grandes costos para modificar su matriz energética hacia otra cada vez menos dependiente
de los recursos hidrocarburíferos fósiles. Las tres causas son el extremo peligro del
funcionamiento de las plantas nucleares, sus efectos sobre la salud humana y el
medioambiente y, finalmente, la disponibilidad de otras fuentes de energía más seguras,
menos costosas, y renovables como la energía eólica o los paneles solares, que tras una
sólida inversión inicial alternativa aseguran con un costo absorbible el futuro
mantenimiento.
En el caso nuestro nos preguntamos si algún ciudadano paceño, orureño o potosino estaría
de acuerdo en que la central atómica que Evo Morales planea instalar en La Paz deposite en
sus aguas cientos de miles de desechos atómicos.
Al respecto, en un artículo publicado recientemente en el matutino Los Tiempos (18.10.15),
Mauricio Aira señala que “los partidarios de construir una planta nuclear a un altísimo
costo como el propuesto en Bolivia”, que estaría en torno a los $us 2.000 millones, “ven
como muy lejos la posibilidad de un accidente, aunque no tienen argumentos para
convencer a sus pobladores de ser huéspedes de una planta, como bien lo demostraron los
paceños que reaccionaron con un No rotundo y han sugerido que la misma se instale en
Orinoca, tierra natal de Evo Morales”.
Respecto al proceso encarado en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) por el Gobierno
para que Chile se siente a negociar, de buena fe, una salida soberana al pacífico en favor del
país, cabe resaltar la sobresaliente participación de los expresidentes Eduardo Rodríguez
Veltzé y Carlos Mesa Gisbert, ambos delegados por el presidente Morales, el primero como
embajador ante la Corte Internacional de La Haya y el segundo como portavoz
internacional de la posición boliviana.
Mesa tiene el mérito de sustentar con, facilidad y solvencia, en distintos momentos, el
desempeño de su función como vocero y la expresión de sus posiciones personales. Así lo
acaba de demostrar en la entrevista que le hizo el canal estatal de la televisión chilena
(TVN). Resalta aún más esa firmeza con el desconcierto casi general de los chilenos frente
al rechazo interpuesto por La Moneda contra la competencia de la CIJ para tratar la
demanda marítima boliviana, con un apabullante 14 a dos que, según de qué lado se lo
mire, equivale a 16 a 0. ¿De dónde habrá surgido la idea inicial de objetar la competencia
de esa corte ya establecida, algo que los hechos han mostrado que solo ha servido para
retardar el proceso? Obviamente no hemos entrado aún en los temas de fondo, Pero de
hecho esos primeros resultados ya han obligado a Chile a cambiar todo su planteamiento
inicial y a modificar su equipo de asesores como si empezaran de cero, mientras que en
Bolivia no hemos sentido de momento tal necesidad.
Reconozco que después de esos recientes resultados, me inclino incluso por la reelección de
Evo, siquiera hasta que se aclare mejor esa nueva posición internacional ante el mar. Más
vale Evo conocido, que cualquiera por conocer. Parece que, de momento, se está abriendo
una nueva pista muy favorable que no deberíamos obstaculizar con objeciones de otra
índole, como el principio de la alternancia que en viarias democracias europeas no existe.
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Hay que saber distinguir entre tiempos ordinarios y extraordinarios... La reciente entrevista
de Carlos Mesa en TVN va un poco en esta misma línea, aunque no llegue a sacar ni a
impugnar nada sobre la posible relección de Evo.
Fuente: La Razón 25.10.2015
64. La Haya: 14 victorias y 2 premios consuelo, por Sergio Alberto Fernández
Después de que la Corte Internacional de Justicia (CIJ) rechazó la objeción preliminar de
Chile para que la misma se declare incompetente para conocer la demanda boliviana, la
victoria nacional se ha podido sentir en múltiples dimensiones.
Por otro lado, el Gobierno chileno ha ideado cuentos, fábulas, epopeyas, del calibre de la
imaginación de Julio Verne, Esopo y Walt Disney para maquillar la derrota y tratar de
forzar una interpretación fuera de la esfera de la realidad, ¡incluso encuentran a Chile como
vencedor del fallo! No hay que culparlos por intentarlo ya que, al igual que el recurso de
incompetencia, es una bala más en la cacerina de municiones jurídicas que el derecho
internacional proporciona. Pero más allá de la ficción y el chauvinismo detrás de las
declaraciones del Gobierno chileno, hay dos cuasi-victorias para La Moneda que son de
relevancia, aunque no para su política exterior, sí para sus asuntos internos.
Fueron 14 magistrados de la Corte los que votaron a favor de rechazar la objeción chilena,
pero también son 14 las victorias que cosechó Bolivia de este fallo. Primero, es necesario
ver el ámbito más próximo, que es el jurídico, ya que la Corte conocerá el fondo de la
demanda, es decir, que los jueces analizarán la demanda boliviana en todo su scriptum y se
pronunciarán en consecuencia.
Chile está obligado a proseguir con los actos procesales y presentar su contramemoria hasta
el 25 de julio de 2016, le guste o no. Asimismo, el argumento (o argucia) que invocó Chile
durante los alegatos orales respecto a que Bolivia intenta modificar el Tratado de 1904 de
manera encubierta y usando “medios artificiales” fue echado por tierra. Por otro lado, se
desmanteló la trinchera jurídica detrás de la cual Chile se guarneció para sortear el Pacto de
Bogotá de 1948 bajo la tesis de que el Tratado de 1904 zanjó todos los asuntos limítrofes
con Bolivia y el Pacto no podía aplicarse de manera retroactiva.
Finalmente —y bajo el principio unificador de la jurisprudencia— este fallo se convierte en
una línea jurisprudencial que consolida al Pacto como un portal permanente para
judicializar otras conductas antijurídicas chilenas derivadas del Tratado de 1904 e
instrumentos anexos. Esto porque al haberse hallado competente, la Corte evita que una
situación jurídica similar en el futuro sea interpretada de forma diferente.
Por otro lado, el fallo desvertebró una importante parte de la política exterior chilena al
refutar dos aspectos fundamentales: sí existen temas pendientes con Bolivia y la demanda
marítima no es estrictamente bilateral, ya que son justamente los compromisos bilaterales
incumplidos por Chile los que edificaron la base jurídica de la demanda, y permitieron
llevarla al sistema multilateral y judicializarla.
Como resultado de estos dos logros, se ha puesto en evidencia que la posición chilena
respecto al reclamo boliviano no es una política de Estado, sino una “mentira consistente de
Estado”.
En cuanto a la política exterior boliviana, como una expresión de su política interna más
allá de sus fronteras, el fallo ha elevado la demanda marítima de su status de aspiración,
anhelo, quimera, a materia judiciable y potencialmente exigible. Ha cosechado los frutos de
la unión de los líderes de la Bolivia de ayer y de hoy que, independientemente de si
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capitanearon el Estado hacia babor o estribor y de sus fricciones internas, proyectaron la
demanda en todos los foros posibles como una sólida política de Estado.
El campo histórico no es para desestimarlo ya que la Corte asentó, inequívocamente con
una afirmación de derecho positivo, en el parágrafo 16 de la sentencia, que Bolivia nació
con una costa soberana hacia el océano Pacífico.
Esto puede parecer algo irrelevante para el ciudadano de a pie ya que es una certeza de que
Bolivia nació con litoral, pero fueron varios los intentos de la historiografía chilena por
desvirtuar aquello y crear una tesis negacionista durante los años 60 al afirmar que Bolivia
jamás tuvo salida al mar.
Algunos exponentes de esta tesis fueron Jaime Eyzaguirre y el fallecido general Augusto
Pinochet. Naturalmente hubo antítesis para desvirtuar semejante falacia, como la obra de
Juan Siles Guevara, en la que rebate todas las conjeturas e insinuaciones de Eyzaguirre;
pero ahora es una sentencia de la Corte la que establece categóricamente en el mismo
parágrafo que Chile ocupó el litoral boliviano y declaró la guerra a Bolivia y a Perú, no al
revés.
Probablemente es el área comunicacional y de la diplomacia pública donde más ha
resonado el fallo. En términos aritméticos, el fallo ha sido para Bolivia un “sumando”, ya
que a todo el lobby realizado por el vocero de la demanda, Carlos Mesa, el servicio
exterior, la Dirección de Reivindicación Marítima (Diremar) y bolivianos en el extranjero,
como quien escribe estas líneas, más los pronunciamientos y apoyos a la solución del
conflicto recibidos antes del fallo como del papa Francisco y, después, del Secretario de
Estado de Estados Unidos, John Kerry (quien afirmó que espera que se resuelva el
diferendo marítimo), se le ha sumado todo el peso de la validez jurídica de una sentencia de
la Corte.
Por el contrario, para el “minuendo” chileno, es decir, su estrategia comunicacional, donde
quiso sembrar el terror afirmando que la demanda boliviana pondría en riesgo todo el
sistema internacional y que carecía de argumentos, el fallo fue un “sustraendo”, que dejó
como diferencia un vacío en su arca de argumentos. La Cancillería chilena quiso llenar este
vacío con ficciones, como que la sentencia supuestamente “recortó sustancialmente” la
demanda boliviana ya que la Corte no deberá predeterminar el resultado de cualquier
negociación si se prueba la existencia de una obligación de negociar.
Bolivia ha sido muy clara en su petitorio: la obligación de Chile de negociar, su
incumplimiento y que Chile debe cumplir dicha obligación. La demanda está intacta, corre
y sigue, será justicia.
En cuanto a la administración de la presidenta Michelle Bachelet, una gestión prisionera de
sus propias promesas y múltiples alianzas políticas con partidos de centro y de izquierda,
compromisos de reformas profundas en materias tributaria y educativa, ¡y hasta una
asamblea constitucional!, sazonada con sonados escándalos de corrupción, como los casos
Penta y Caval, crisis de gobernabilidad, cesantía, desindustrialización, bajísimos niveles de
popularidad y recurrentes azotes de la naturaleza, al parecer se ganó dos premios consuelo
con su objeción: por un lado, postergar el tema de la demanda boliviana un año, de manera
que ya no sea su debilitada gestión la que tenga que afrontar la sentencia sobre el tema de
fondo, y, por otro, pasar la papa caliente a la siguiente gestión que, como van las cosas,
probablemente recaiga sobre el culpable de la demanda ante La Haya y su más férreo
opositor: Sebastián Piñera. ¿Trágica ironía o justicia poética?
Fuente: La Razón 25.10.2015
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65. Las demandas marítimas y sus protagonistas, por Fernando Cajías
Como en toda lista existe el peligro de significativas e involuntarias omisiones, lo
importante es contribuir a que su trabajo permanezca en la memoria.
En los últimos años, una importante tendencia historiográfica está realizando profundos
estudios sobre el rol de los llamados subalternos. Sin desmerecer los liderazgos políticos,
militares o intelectuales, la mayoría de los acontecimientos políticos, militares o de otra
índole no se pueden explicar a cabalidad sin conocer el rol de los subalternos, tanto para los
éxitos como para los fracasos. Por ejemplo, Napoleón no habría logrado ninguna victoria
sin sus oficiales y sin sus soldados.
En la historia de la lucha diplomática de Bolivia, primero por mantener la provincia de
Atacama, luego Departamento del Litoral y, posteriormente, por recuperar la cualidad
marítima, han destacado varios presidentes y cancilleres de Bolivia, cuyo aporte es bastante
conocido.
En este artículo analizo el rol de intelectuales, diplomáticos, empresarios, juristas que
hicieron importantes aportes para las causas mencionadas y que, en muchas ocasiones,
fueron los autores y operadores de significativas estrategias instruidas por sucesivos
gobiernos bolivianos. Como en toda lista existe el peligro de significativas e involuntarias
omisiones, lo importante es contribuir a que su trabajo permanezca en la memoria.
Los protagonistas de 1840-1879
El proceso de la usurpación de la provincia de Atacama, denominada posteriormente
departamento del Litoral, se inició 40 años antes de la Guerra del Pacífico. Esta provincia
desértica no fue del interés del Gobierno chileno, sino cuando el guano se convirtió en un
producto apetecible en los mercados europeos, más aún cuando al guano se sumaron otras
riquezas como el salitre, la plata y el cobre.
Esto ocasionó, como es bien sabido, el inicio de la política expansionista de Chile sobre
Atacama y Tarapacá. Para justificarla legalmente, se emitieron leyes que declaraban la
provincia de Atacama como suya. Con el transcurso del tiempo, el Gobierno chileno aclaró
que sus derechos llegaban hasta el grado 23; en cambio, Bolivia reclamaba como suyo el
territorio existente hasta más allá del grado 25.
Precisamente para defender esos derechos, el Gobierno boliviano envió sucesivas misiones
diplomáticas. La mayor parte tuvo rango de Encargados de Negocios; fueron personas
preparadas, conocedoras del tema, con trayectoria política, con prestigio e influencia en
Bolivia. En el periodo entre 1842 y el Tratado de 1866, los principales protagonistas, en
orden cronológico, fueron los siguientes: Casimiro Olañeta (1842 – 1843), quien dejó
importantes folletos sobre el tema de límites; Manuel Buitrago (1843 – 1844), luego
prefecto del Litoral; Joaquín Aguirre (1846); Juan de la Cruz Benavente (1853); Manuel
Macedonio Salinas (1858 – 1859), quien publicó las memorias de su misión y un excelente
libro titulado Impugnación a la cuestión de límites entre Chile y Bolivia escrita por Miguel
Amunátegui (Sucre, 1863) en el que refuta los argumentos del escritor chileno y defiende
los derechos de Bolivia. José María Santiváñez (1860 – 1861), que reclamó
apasionadamente las dilaciones del Gobierno chileno a la solución del problema de límites
para seguir explotando informalmente las guaneras de Mejillones, situación que produjo la
declaratoria de guerra por parte de Bolivia en 1863. En esa situación tensa, el Gobierno
boliviano envió al prestigioso abogado y político potosino Tomás Frías (1864), luego
Presidente de Bolivia, quien también fracasó en el objetivo principal de su misión.
Dos situaciones impidieron que se pase del debate diplomático a la guerra: la invasión
española y el ascenso de Melgarejo al poder, situaciones que permitieron una negociación
pacífica que desembocó en el Tratado de 1866. Además del presidente, el principal
84
protagonista fue Donato Muñoz, representante de la élite paceña de la época. Mientras los
chilenos, durante la presidencia de Melgarejo, mantuvieron un solo ministro
plenipotenciario, el Gobierno boliviano envió varios diplomáticos. Destacan el historiador
José Rosendo Gutiérrez, de corta misión, y Jorge Oblitas, luego canciller de Hilarión Daza.
No es objetivo de este ensayo analizar los pros y contras del Tratado de 1866. Lo cierto es
que, a la caída de Melgarejo, fue desconocido por el nuevo Gobierno boliviano. En la
década de los años 70 se dio mayor acercamiento con Perú hasta llegar al Tratado de
Alianza de 1873 y se firmó con Chile el Tratado de 1874. En la década de los 70 los
actores bolivianos en las misiones diplomáticas fueron también personas destacadas; por
ejemplo, el prestigioso hombre público Rafael Bustillo (1871-72) y el secretario de la
legación por varios años, el historiador Gabriel René Moreno. En todo caso, uno de los
personajes más influyentes, sobre todo para el acercamiento con Perú, fue el geopolítico
Julio Méndez.
Méndez, además de ser un actor político en el gabinete de Daza, escribió artículos
periodísticos, compilados en el folleto (publicado en Lima en 1874) titulado Realidad del
equilibrio hispanoamericano y necesidad de la neutralización perpetua de Bolivia.
La invasión de 1879
Luego de un largo proceso de apropiación de las riquezas naturales de Atacama y Tarapacá,
especialmente de la explotación del salitre, mediante una alianza de empresarios chilenos
(varios vinculados al Gobierno de Chile) y de empresarios ingleses, así como de una fuerte
migración de trabajadores chilenos, se produjo la invasión militar chilena, con el claro
objetivo geopolítico de apropiarse del Litoral boliviano como del Tarapacá peruano.
Desde el inicio de la invasión, el Gobierno de Chile, especialmente su ministro de
Relaciones Exteriores, Domingo Santa María, y el ministro de Guerra, Rafael Sotomayor,
se dieron cuenta, como consta en una correspondencia ampliamente difundida, que no
podían dejar a Bolivia sin una salida al mar, por ello propiciaron la llamada "política
boliviana” que buscaba una alianza con Bolivia contra Perú a cambio de otorgarle Tacna y
Arica. Para ello, sumaron como objetivo militar la toma de esas localidades peruanas,
tradicionalmente muy vinculadas a Bolivia.
Luego de una serie de conversaciones secretas, el Gobierno chileno envió, con el
reconocido historiador boliviano Gabriel René Moreno y Luis Salinas Vega las "bases
chilenas” para un acuerdo con Bolivia, mediante el cual Bolivia renunciaría a la provincia
de Atacama, a cambio de asegurarse Arica como su puerto de conexión con el océano
Pacífico. Las reuniones con Daza se realizaron en mayo de 1879 en Arica y el resultado fue
un fracaso. El historiador Gabriel René Moreno fue declarado traidor, pero luego de una
brillante defensa, fue absuelto por la Corte Suprema de Sucre en 1880. Sobre el particular
se ha escrito bastante, destacando, entre otros, el libro del propio Gabriel René Moreno.
1880 - 1930
En octubre de 1880 el Gobierno de Estados Unidos auspició conferencias para lograr la paz
entre los tres países beligerantes. Por parte de Bolivia asistieron Mariano Baptista, Juan
Crisóstomo Carrillo y como secretario de la delegación boliviana Félix Aramayo. La
representación boliviana como la peruana se negaron a aceptar las drásticas condiciones
chilenas.
Desde inicios de 1883 se iniciaron negociaciones para llegar a un pacto de tregua. La
posición boliviana abogaba por una negociación tripartita, la que se frustró cuando uno de
los presidentes que gobernaba Perú, Miguel Iglesias, firmó el Tratado de Ancón, por el
cual Perú cedía el perpetuo dominio de Chile sobre Tarapacá, y, que Tacna y Arica queden
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bajo tuición chilena por espacio de 10 años hasta que un plebiscito determine a qué país
quedarían anexadas ambas ciudades.
Los efectos para Bolivia fueron enormes, el gobierno de Santa María abandonó la "política
boliviana” y ya no buscó una solución con Bolivia, acercándolo como futuro aliado, sino,
bajo presión militar, obligarle a firmar el Pacto de Tregua.
En la negociación del pacto participaron los representantes bolivianos Belisario Boeto y
Belisario Salinas. Ambos plantearon que Bolivia no podía resignarse a carecer de un punto
de comunicación con el Pacífico sin riesgo de condenarse a un perpetuo enclaustramiento.
El proceso de negociación del pacto dejó en claro dos posiciones irreconciliables: Bolivia
declara su derecho a tener un acceso al océano Pacífico y Chile se lo niega aduciendo que
no puede interrumpir su territorio ni disponer sobre el territorio anteriormente peruano,
aunque sobre esto último se dieron cambios muy importantes, sobre todo en 1895, 1950 y
1975.
Después de varios años de una paz fría, la Guerra Civil en Chile desencadenada en 1891 y
el acercamiento de Bolivia con Argentina dejó abierto el camino para que el Gobierno
chileno retorne a la "política boliviana”. Durante los gobiernos del chileno Jorge Montt y
del boliviano Mariano Baptista, el 18 de mayo de 1895, se suscribieron en Santiago tres
tratados, uno de paz, uno de transferencia de territorios y otro de comercio. Por el primero
Bolivia cedía todo el territorio del Litoral; por el segundo Chile se obligaba, una vez
llamado el plebiscito, a ceder a Bolivia los territorios de Tacna y Arica y, si no ganaba el
plebiscito ceder la caleta Vitor.
El principal protagonista boliviano en la negociación fue Heriberto Gutiérrez, enviado
extraordinario y ministro plenipotenciario de Bolivia ante Chile. Por dilaciones en los
protocolos de los tratados y otros problemas los tratados no llegaron a consumarse.
A fines del siglo XIX y a principios del siglo XX, las buenas relaciones de Chile con
Argentina y Perú, la guerra de Bolivia con Brasil, las malas relaciones de Bolivia con sus
países vecinos, la dividida situación interna boliviana como consecuencia de la Guerra
Federal ocasionaron el cambio radical de la política chilena hacia Bolivia reflejada en la
tristemente célebre carta de Abraham Köning por la cual expresaba que Bolivia debía ceder
el Litoral bajo las condiciones de Chile como nación vencedora de la guerra y que a cambio
Chile no estaba obligado a entregarle un puerto para Bolivia. Es decir una posición
totalmente contraria a la que había asumido la cancillería chilena en 1895 cuando reconoció
la necesidad de que Bolivia tenga un puerto.
Al principio de las nuevas negociaciones, el Gobierno liberal, mediante su canciller
Eliodoro Villazón, rechazó la posición de Köning reafirmando la aspiración portuaria de
Bolivia. Sin embargo, por la presión militar, económica, por el aislamiento diplomático y
otras circunstancias, el Gobierno boliviano firmó el Tratado de 1904 por el cual Bolivia
cedía todo el departamento del Litoral a cambio de compensaciones territoriales y el libre
tránsito.
Los protagonistas, además de las autoridades del Gobierno liberal, fueron el empresario
Félix Avelino Aramayo, el ministro plenipotenciario Alberto Gutiérrez y el canciller de
Bolivia Claudio Pinilla. Un análisis especial requiere la figura de Alberto Gutiérrez ya que
fue el autor de dos libros fundamentales de defensa de los derechos bolivianos en respuesta
a la obra histórica del chileno Manuel Bulnes, que justificaba la invasión chilena.
Si bien los gobiernos liberales fueron bastante pasivos respecto al reclamo boliviano de
acceso al mar, se dieron importantes manifestaciones en este sentido. La principal demanda
al respecto fue el Memorándum del 22 de abril de 1910, dirigido por el canciller boliviano
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Daniel Sánchez Bustamante a los gobiernos de Chile y Perú expresando el deseo boliviano
de adquirir Arica a cambio de compensaciones a Chile y Perú.
Paradójicamente, fue a fines de los gobiernos liberales, cuando sus autoridades
reconocieron el gran mal que producía el Tratado de 1904 e iniciaron una ofensiva para su
revisión. También es paradójico que los protagonistas de esta ofensiva fueron, en parte, los
mismos que protagonizaron la negociación de 1904. Por ejemplo, el excanciller Claudio
Pinilla, en ese momento ministro plenipotenciario de Bolivia en Chile, quien planteó en
1918 la necesidad de buscar un puerto propio para Bolivia y la perjudicial condición
económica ocasionada por el Tratado de 1904, tratado que era necesario revisar, ya que fue
firmado bajo presión.
La creación de la Sociedad de la Naciones fue considerada como la situación favorable
para que Bolivia presente la demanda marítima. De esto también se dio cuenta el Gobierno
chileno que se apresuró a realizar negociaciones con Bolivia respecto a su demanda. En
enero de 1920 se firmó un protocolo entre el canciller boliviano Carlos Gutiérrez y el
ministro plenipotenciario de Chile Emilio Bello en el que, entre otras cosas, manifestaba
que Chile estaba dispuesto a procurar que Bolivia obtenga una salida al mar.
El pacto de la Sociedad de las Naciones fue creado por Tratado de Versalles que entró en
vigor en enero de 1920. Entre los países firmantes y fundadores de la sociedad estuvieron
Bolivia, Perú y Chile. Varios artículos del tratado daban pie a la revisión de tratados que
hubieron llegado a ser inaplicables. Así, Bolivia decidió presentar su demanda marítima
ante la Sociedad de las Naciones. Uno de los protagonistas principales para elaborar la
estrategia boliviana fue Ismael Montes, bajo cuya presidencia se aprobó el Tratado de 1904
y, el que lo redactó fue el historiador Alcides Arguedas secretario de la delegación
boliviana. El objeto principal de la primera estrategia boliviana ante la Sociedad de las
Naciones
refleja la posición practicista: obtener Tacna y Arica a cambio de
compensaciones a Perú y Chile, posición que produjo indignación en Perú.
Si bien esta demanda fue presentada en forma de Memorándum y con folletos anexos, no
prosperó porque a mediados de 1920 se produjo el cambio de gobierno cuando los
republicanos reemplazaron a los liberales en el poder. Ismael Montes fue reemplazado
como jefe de la delegación por Félix Avelino Aramayo y Arguedas, como secretario fue
reemplazado por otro famoso escritor boliviano, Armando Chirveches. Como delegados
ante la asamblea, además de Aramayo, fueron designados Florián Sanabria y el famoso
poeta Franz Tamayo. Ellos elaboraron la segunda estrategia boliviana ante la Sociedad de
las Naciones, de línea reivindicacionista, que planteaba la denuncia del Tratado de 1904,
basándose en el artículo 19 del Tratado de Versalles, que normaba la posibilidad de realizar
un nuevo examen de los tratados, argumentando la violencia bajo la cual fue impuesto el
Tratado de 1904 y que como consecuencia Bolivia estaba convertida en un país privado de
acceso al mar.
La Asamblea General de 1920 decidió postergar el análisis de la demanda boliviana a la
Asamblea de 1921, ese año Bolivia volvió a presentar la demanda. La delegación boliviana
estaba conformada nuevamente por Félix Avelino Aramayo, su hijo Carlos Víctor Aramayo
y Demetrio Canelas. Sin pronunciarse sobre el fondo de la demanda, ésta no fue analizada
por la Asamblea por no considerar de su competencia e invitó a los dos países a reiniciar
conversaciones bilaterales. Es importante recordar que el canciller boliviano, en ese
momento, era Alberto Gutiérrez otro de los protagonistas de 1904 quien explicó, en su
memoria de 1921, que el retiro de la demanda boliviana era momentáneo y que con su
presentación se había logrado un éxito: difundir suficientemente la condición mediterránea
de Bolivia.
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Bolivia, forzado por las circunstancias, tomó la iniciativa de una negociación bilateral;
para ello envió primero a Macario Pinilla y, a fines de 1922, al prestigioso poeta y
excanciller Ricardo Jaimes Freire. Éste presentó ante el presidente Alessandri la posición
de Bolivia de revisar el Tratado de 1904 y obtener un puerto soberano en la zona de
Atacama. Por rechazo del Gobierno chileno, si bien reconoció las legítimas aspiraciones de
Bolivia, las negociaciones fracasaron nuevamente.
Si bien, la política principal del Gobierno boliviano republicano fue conseguir la revisión
del Tratado de 1904 y la consecución de un puerto propio en el Litoral boliviano, no
descuidó la posibilidad de obtener Tacna y Arica antes del plebiscito. Por múltiples
divergencias los gobiernos de Perú y Chile no habían logrado ponerse de acuerdo en la
forma de realizar el plebiscito y, por eso aceptaron la mediación del Gobierno de EEUU.
Durante las negociaciones, para la causa boliviana, el gran protagonista fue el secretario de
Estado norteamericano Franz Kellog, quien, mediante Memorándum de 30 de noviembre
de 1926, propuso, ante el fracaso de dos fórmulas de solución en la controversia peruanochilena, una tercera: "La cesión libre y voluntaria a Bolivia de los derechos, títulos o
intereses que Perú y Chile tuviesen en las provincias de Tacna y Arica…”, a cambio
"Bolivia daría una compensación voluntaria, fijada por las partes destinada a cubrir el
monto de las obras públicas existentes”.
El Gobierno boliviano, a través de su canciller Alberto Gutiérrez, expresó su satisfacción y
la aceptación plena de la propuesta. El Gobierno chileno aceptó en principio discutir la
propuesta; en cambio, el Gobierno peruano se opuso.
Fuente: Página Siete 25.10.2015 (Suplemento Ideas)
66. Fernando Salazar: La demanda es ‘una construcción de muchos’
Fernando Salazar presentó su nuevo libro El mar dentro de nosotros. Ensayos, lecturas y
precisiones sobre política marítima boliviana. Esta publicación reúne 30 años de textos
sobre el tema del mar, con todo un cuerpo de ideas en vista a lograr la reintegración
marítima. Acerca de estas reflexiones que atraviesan la obra, Salazar habla con Animal
Político.
— El mar como interioridad en los bolivianos no solo está en el título, sino que está a
lo largo del libro.
— Sí, es un contexto cultural que tenemos a partir de la Guerra del Pacífico, donde de una
mentira empírica se nos ha dicho que Chile es nuestro enemigo y Perú nuestro amigo. Eso
ha calado profundo. El mar ha llegado a tener una categoría sacrosanta. Nunca hemos
profundizado, siempre nos hemos dejado llevar por el corazón más que por la cabeza. Pero,
¿qué hemos hecho realmente para recuperarlo, aparte de reunirnos cada 23 de marzo y
hacer dar vueltas los despojos de Eduardo Abaroa y hacer discurso? Hemos hecho muy
poco. Siempre, además, hemos tenido una actitud reactiva, hasta que llegó Evo Morales.
Plantear esta demanda, con la cual uno puede o no estar de acuerdo, establece por primera
vez algo proactivo e inusual. Inusual también consigo mismo, porque él (Morales) siempre
estaba diciendo que Chile tiene que darnos una propuesta.
— Entonces, Bolivia tiene que proponer.
— Si tú fueras chileno, ¿qué propuesta presentarías? Una favorable a tus intereses.
Entonces, la propuesta tiene que partir de no-sotros. Para que esté delante de nosotros,
como dice Roberto Prudencio, tenemos un largo trecho por recorrer. Creo que lo que ha
hecho el Presidente está bien, coadyuva; pero todavía es una consigna y no un plan.
— En qué se evidencia esto que no es un plan. Pienso en las declaraciones de Morales
contra Muñoz.
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— No quiero referirme a este tipo de anécdotas que se dan en todos los tiempos. Yo creo
que tenemos que sentarnos, hablar de la cuestión de fondo. Estamos en un gran partido de
fútbol, tenemos un equipo bueno. Hemos metido un gol, pero estamos a diez minutos de
haber empezado el partido y ya sabemos nosotros cómo nos va en el fútbol... Todavía hay
80 minutos de juego, no podemos cantar victoria. Creo que ha sido bueno porque ha sido
un gol.
— Es lo que viene diciendo el agente Rodríguez.
— Claro, Rodríguez es el hombre más sensato y con conocimiento de los procesos
judiciales. Yo no estoy muy seguro, pero no creo que el discurso pueda influir en la Corte.
— ¿O sea que sería algo estrictamente jurídico y no político?
— Una cosa es la cuestión política.
— Entonces, ¿lo político no gana votos de los jueces?
— No. Una cosa es lo político. Creo que la solución al problema marítimo no es jurídica,
sino política.
— Esa idea está incluso en sus escritos más tempranos.
— Claro, la solución política quiere decir confrontar argumentos e intereses en una mesa y
persuadir al otro de que lo que estoy planteando es bueno, pero también tomar en cuenta
que lo que estoy planteando tiene limitaciones. Entonces, tenemos que apartarnos de esa
lógica tan perversa que viene del siglo pasado, que es una lógica de poder. ¿Por qué dice
Heraldo Muñoz que hay un Tratado? Porque quiere hacer prevalecer la lógica del poder.
Porque tenían poder y nosotros no firmamos el Tratado. Hay que entrar en el equilibrio de
intereses. ¿Qué le interesa a Chile? Todos los días hay canjes territoriales. Nosotros lo
hacemos. Cuando van nuestros expertos y se ha movido un hito se dice entonces que se
mueva otro. Todo el tiempo se hacen canjes territoriales en pequeño.
— Pero en la opinión pública es un escándalo.
— Claro, porque se desconoce el asunto. El canje territorial es un instrumento normal en
las relaciones internacionales. No tenemos que tener miedo a eso. Yo digo una salida libre,
soberana y con conexión territorial. No digo “útil”. ¿Qué quiere decir “útil”?, quiere decir
“puerto”. ¿Quien metió esa palabra, esa zancadilla?: Perú, para decir que los bolivianos
quieren Arica.
— ¿Por qué no hablar de enclave?
— Digo “libre” porque el mar está dentro de nosotros, queremos llegar al mar sin tener que
atravesar otro país. ¿Qué se nos pone al frente? El enclave. “El enclave está bien”, dicen los
empresarios porque con eso hacen negocios. Digo “soberano” para que sea nuestro. “Útil”
quiere decir con puerto, ¿qué puerto hay ahí? El de Arica, los chilenos no van a dar Arica,
pero eso lo metió Perú y nosotros hemos repetido la zancadilla que metió Perú. La
diplomacia peruana es la mejor de Sudamérica, muy hábiles. Ellos han ganado, porque
Perú, cuando presentó su demanda, estaba en cero, ha pedido 100 y ha conseguido 50, ha
ganado.
— Chile le ha cedido soberanía de miles de kilómetros.
— ¿Cuándo se ha empezado lo del Perú? Hace cuarenta años y les ha dado resultado, eso es
política de Estado. Chile no tiene política de Estado, ése es otro mito.
— Recién lo dijo el senador chileno Alejandro Guillier en Chile.
— No hay, es que somos tan desgraciados que nos comparamos con Chile y decimos que
son una gran cancillería y no es así, lo hemos demostrado.
— ¿Cómo ve las ideas de sus textos de hace 30, 20 años a la luz del juicio, por ejemplo,
el tema de una salida subóptima que preceda a una salida óptima?
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— Decía que la solución no es jurídica sino política. En política hay que diferenciar la
negociación política del discurso político. Los resultados de una negociación son públicos;
las negociaciones son secretas, cerradas. No hay negociación de cara al pueblo. Hay que
tener sí una base de consenso para ver qué es lo que se va a plantear. Creo que mi
pensamiento ha evolucionado mucho, me he vuelto más realista y menos emotivo.
— El realismo para enfrentar el tema es recurrente en su libro.
— Yo soy un realista, sé hasta dónde van mis posibilidades, pero también tengo que saber
hasta dónde van las de mi interlocutor. Porque si yo le pido a Chile una salida al mar que
implique quitarle 3.500 km cuadrados de su territorio tengo que estar consciente de que
Chile puede darme. Si sé que no me puede dar y sigo insistiendo, entonces van a pasar otros
100 años de desfiles. ¿Puede dar eso Chile? No, porque tiene limitaciones constitucionales.
Pero voy más allá. Bueno, le daré 3.500 a cambio, a sabiendas de que en Bolivia van a decir
“éstos nos han robado y de paso piden más”. Pero el espacio-tiempo histórico ha cambiado.
De dónde voy a sacar ese territorio para darle y llegar al objetivo. Tendría que sacar a
Oruro. Los orureños por lo que dijo Milena Fernández casi se declaran autónomos.
— O los potosinos.
— O los paceños. Entonces hay que ver alternativas, Personalmente pienso que se les puede
dar un enclave en Puerto Suárez. Los cruceños, con otra mentalidad, aceptan: “acá vamos a
hacer negocios”. ¿Alguien está viendo propuestas?
— Tal vez Charaña, en la negociación “agua dulce por agua salada” o en la propuesta
gas por mar.
— Hasta ahí hemos ido, pero algo más serio no se ha hecho, porque no es cuestión de decir
que les vamos a dar Puerto Suárez, sino ver si al norte, al sur o dónde. Eso implica un
estudio de por lo menos dos años. ¿Qué pasa si Chile dice ‘no quiero sino gas’ y que no
puede dar lo que se le pide’? Ahí entra la idea de supremacía territorial. Yo no la descarto.
Ésa es una alternativa. El mejor escenario es que la Corte dé la razón a Bolivia y diga que
se negocie de buena fe y rápido. Siendo Chile, ¿cómo reaccionarías?
— Se espera un cumplimiento del fallo en razón de su prestigio.
— La posibilidad de respetar el fallo por su prestigio es lo que quisiéramos algunos acá.
Pero todo el mundo ve sus intereses y actúa en función de éstos. Puede también sentarse.
Aquí hay otros escenarios: dilatar, como lo ha hecho ya; puede pedir una propuesta
boliviana y pedir canje territorial; o puede decir que no puede dar soberanía, pero sí
supremacía territorial por 90 años. Hay otras posibilidades.
— Usted apunta en sus libros a una solución subóptima que puede ser perfectible.
— Así es. Pero no estamos viendo todavía eso, sino cómo llegar a los escenarios de
negociación. Para eso necesitamos un grupo de pensamiento estratégico con jóvenes
talentos en una mezcla de ajedrez y póker. El presidente hizo una jugada de póker al
plantear la demanda. Ahora hay que ser un poco recatados porque no ha terminado el
partido.
— ¿Cómo ve los momentos históricos del tema: Charaña, 1979, 1983, el Enfoque
Fresco, Algarbe, hasta la demanda?
— En el fondo hubo un proceso de construcción de doctrina de política internacional sobre
el retorno al mar, en el cual han aportado muchos bolivianos. En ese proceso hay luces y
sombras. El 79 (Resolución de la OEA) es un momento estelar de todo un trabajo que se
había hecho antes desde los 60, con personas como Jorge Escobari Cusicanqui o Gonzalo
Romero. Después viene la Resolución de la OEA del 83, que no es mejor, pero es un
corolario lógico de avance de la Resolución del 79. No hay una sin la otra. Ya con la del 83
se puede llegar al Enfoque Fresco y a todo lo demás y, finalmente, a la demanda. Estaba
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leyendo un artículo donde se decía que hay que darle crédito al doctor Ramiro Orías. Hay
contribuyentes. ¿Quién ha sido el más grande contribuyente de la demanda?
— Jorge Escobari Cusicanqui, no hay dónde perderse, deja todo servido.
Jorge Escobari Cusicanqui, no hay dónde perderse.
Escobari era un diplomático metido a político, estudioso, que comienza a desentrañar esto.
“Nos han engañado esta vez, esta otra y ésta”. Luego viene Orías y con más formación
jurídica dice que esos son actos unilaterales que obligan y le da un contexto jurídico. Viene
(Remiro) Brotóns y lo convierten en una causa.
Acá hay una construcción en la que han participado muchos. Hoy, uno de los fundamentos
de la demanda es la resolución del 83, sin esto hubiésemos estado cojos porque de los otros
compromisos tenemos documentos, pero lo del 83 fue un acto público. Hay que decir que
éste es un país que ha estado construyendo su doctrina, acá no hay predestinados.
En el mejor de los escenarios vamos a tener que presentar propuestas, una de ellas puede
ser lo de la supremacía territorial, no es la alternativa óptima, pero tenemos que analizar en
ese momento las circunstancias que se den. En este país, en materia internacional, faltan
estrategas. Lamentablemente, los nombramientos diplomáticos no han sido los más felices
los últimos tiempos.
— ¿Seguirá escribiendo del tema?, su último texto parece una despedida
— Son 30 años que escribo de esto, creo que se necesita sangre nueva, que surjan los
jóvenes talentos. Hay una evolución en el pensamiento. Es difícil seguir escribiendo 30
años sobre un mismo tema. Mi texto no pretende ser un texto académico, es un recuento
que puede ser útil.
Fuente: La Razón 25.10.2015 (Suplemento Animal Político)
67. La victoria en La Haya, patrimonio del pueblo de Bolivia
La sentencia del 24 de septiembre de 2015 marcará para siempre un antes y un después en
la historia de nuestra irrenunciable lucha por recuperar nuestra cualidad marítima soberana.
Sin duda, esta presea jurídica, moral e histórica, tiene un único propietario: el pueblo
boliviano; un arquitecto e impulsor: el Presidente Evo Morales, y un equipo constructor:
una generación de hombres y mujeres probos y comprometidos que, tomando nuestra
valiosa herencia diplomática con Chile (también construida por grandes patriotas), pudieron
identificar la clara e inequívoca obligación chilena de restituirnos una salida soberana al
mar, y sobre este lecho de roca tuvieron la capacidad de construir una propuesta jurídica
sólida y científica.
A diferencia de la práctica de otros Estados, ésta no fue una demanda adquirida "llave en
mano”; es decir, encargada a una costosa firma internacional, como la que contrató Chile
para su defensa. Sino que fue el producto de un proceso intenso de reflexión de un equipo
nacional, cuyos resultados fueron luego validados y pulidos por nuestro equipo de asesores
Internacionales.
Vale la pena recordar que durante el segundo semestre de 2010, hasta el marzo de 2011, el
presidente Evo Morales conformó un equipo de abogados nacionales, quienes definieron la
viabilidad de llevar a Chile ante estrados internacional, identificando varias alternativas.
Este equipo trabajó en reserva y sólo le reportaba al Presidente los avances de lo que en el
futuro sería la estrategia jurídica más importante desarrollada en Bolivia. Posteriormente, el
23 de marzo de 2011, el presidente Evo le anunciaba al mundo nuestra determinación de
buscar, en un fallo jurídico, justo y certero, la tan anhelada reintegración marítima.
En abril de 2011 se creó la Dirección Estratégica de Reivindicación Marítima (Diremar),
concebida como un laboratorio jurídico de alto nivel, en el que se realizaron numerosas
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investigaciones para definir la fórmula jurídica que Bolivia debía presentar ante tribunales
internacionales.
En paralelo, el Consejo Nacional de Reivindicación Marítima, encabezado por el presidente
Morales, fue conociendo y evaluando los resultados de este minucioso proceso de
investigación, y luego asumió con gran determinación la responsabilidad de presentar la
demanda ante la Corte Internacional de Justicia, el 24 de abril de 2013.
La fórmula boliviana, que correctamente se denomina Obligación de Chile de negociar un
acceso soberano al océano Pacífico para Bolivia se fundamenta en variadas fuentes del
derecho internacional y no puede ser considerada patrimonio ni idea individual de nadie.
Fue el producto de un meditado proceso de análisis iniciado a mediados del 2010 y
consolidado en abril del 2013, el cual se basó también en doctrina, jurisprudencia y otros
elementos jurídicos desarrollados por varios autores, intelectuales y diplomáticos
nacionales y extranjeros, como ocurre en estos casos.
La fortaleza de la demanda boliviana no se encuentra fundada únicamente en actos
unilaterales, sino que reposa en una fórmula original y compleja de múltiples fuentes del
derecho internacional, convirtiéndola en un auténtico Partenón jurídico sostenido por varios
pilares que mantendrán incólume la verdad y la justicia de nuestra causa ante la Corte
Internacional de Justicia. Es justamente esta solvencia y originalidad que ha puesto en jaque
al equipo jurídico de Chile, que debe reinventarse cada día para tratar de escapar de sus
insalvables contradicciones.
Siguiendo las palabras del presidente Morales, el equipo que hoy trabaja por Bolivia lo
seguirá haciendo con la mayor "humildad y serenidad”, ya que, como lo señaló Mahatma
Ghandi: "Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo
total es una victoria completa”.
Fuente: Página Siete 29.10.2015 (Héctor Arce Zaconeta esprocurador de Estado
Plurinacional de Bolivia)
68. Tirantes relaciones con países importantes, por Winston Estremadoiro
Ojalá que el encebollado ecuatoriano, los porotos con rienda chilenos, el ceviche peruano,
la feijoada brasileña y la torta neoyorkina no sean indigestos para las relaciones con países
importantes
En Tiquipaya causó revuelo la declaración del presidente Correa, apoyando la demanda
marítima boliviana. Fue encebollado ecuatoriano que se agrió en Santiago, cuando el
guayaquileño tuvo que tragar un plato de porotos con rienda y asegurar “que nunca apoyó
salida soberana al mar para Bolivia por Chile”. Así fuera desmentido para aplacar airados
reclamos chilenos, o para quedar bien con Dios y con el diablo, lo penoso es que la
diplomacia nacional ignora líneas de fuerza de la geopolítica latinoamericana, quizá
estancada en el siglo 19: un país vecino es un enemigo potencial, y otro es tu amigo en
tanto colinde con tu adversario pero sin frontera con el tuyo. Tanto más si Perú se cobró
Tarapacá y Arica a costa de Ecuador.
Hoy en día Chile y Perú pelean por un triángulo exiguo de territorio en la frontera común:
la Línea de la Concordia en el sinuoso lenguaje diplomático. ¿Y el reclamo por un corredor
soberano de acceso al mar al norte de Arica? La diplomacia de Torre-Tagle en Lima no se
avendrá a ceder los derechos perpetuos que tiene Perú en Arica: un muelle con espigón y
todo, el ferrocarril Arica-Tacna. ¿Será que construyen un túnel de nunca acabar como el de
Misicuni, o un viaducto que ceda como el de la ‘llajta’? Ahí se verá el zapateo de la
hermandad de los dos aliados de 1879, en cueca boliviana versión peruana previa a
degustar un ceviche marino binacional en Ilo.
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Brasil sigue en el zarandeo de lavar la corrupción de su sistema político, al tiempo que
parece haberse detenido el avance de su crecimiento económico. Es el tironeo entre el
orden y progreso del lema positivista que adorna su bandera. Sin embargo, ¿qué pasará si
su podredumbre contagió al orden político boliviano, de por sí nada impoluto? Porque hubo
nomás un eje Brasilia-La Paz, o por lo menos Lula-Evo. Es feijoada que de servirse fría,
sería comer cerdo y frijoles que serían dañinos en la altura altiplánica.
Tampoco se anda de ñañas con el “imperio”. Quiero decir que las relaciones de Bolivia con
Estados Unidos no son un “derroche de amor, cuánta locura”. La primera quincena de
septiembre la Embajada de EEUU mandó una nota. Aunque fuera mediante chasqui que se
lustró los zapatos en la plaza Murillo, no tomaría más de media hora en llegar a la
Cancillería.
Proponía la visita del Subsecretario Adjunto de Estado para asuntos del Hemisferio
Occidental para el 16 a 20 de noviembre, y relanzar la Comisión Conjunta Bolivia-Estados
Unidos establecida en 2011. El vicecanciller nuestro quizá estaba de viaje y el Canciller tal
vez presidía la preparación de “tanta’guaguas” para el “Mastaku” que compita con
Halloween. El Ministerio de Relaciones Exteriores no respondió y los gringos cancelaron la
visita. Bolivia quiere inversionistas, pero las relaciones bilaterales siguen en limbo.
Ningún humilde ‘ajtapi’, dio para alta “cuisine” el malgasto de casi medio millón de
dólares en un evento en Nueva York para motivar inversiones en Bolivia. Imagino que con
whisky etiqueta azul preferida por el socialista del siglo XXI, se contrató al Financial
Times para organizar el ágape, ojalá marcando un cuarto de conversión del régimen hacia
el capitalismo. Evoca algo que dijera Deng Xiaoping, que despertó a China de la pesadilla
comunista con su “no importa el color del gato, sino que cace ratones”.
Quizá luego que el dinero pactado fuera abonado en su cuenta, el organizador se desmarcó
del objetivo del evento al remarcar contrasentidos de invertir en Bolivia. Fueron cerezas en
torta que indigestó a cualquier potencial inversionista del blablá socialista y canapé
capitalista. La torta fue aderezada por Roca y Ostreicher, víctimas del doble discurso
gubernamental. El uno, un empresario de adentro dañado por un interés oculto del
Gobierno: anular rivales de la aerolínea estatal. El otro, un capitalista de afuera asaltado por
pillos con la consigna de ‘pelar al gringo’.
Quedó un doble consuelo: festejar a Evo Morales sentado más tiempo en la silla
presidencial, y celebrar su cumpleaños en la capital del mundo capitalista, sin mixtura que
arruine el peinado, guirnaldas que irriten el cogote y platos desbordantes que hay que
acabar. Medio millón de verdes es poca cosa para un malgasto más, así se resquebrajen
techos de escuelas, sobren sanitarios cubanos y falten hospitales, en un país con todo
deficiente en tanto la ‘coimisión’ reste calidad a las obras. Quizá eso pasó en viaductos
“c’ochalas” de buen hormigón y débiles tensores. Como en el país se invierte en satélites y
no en balanzas de pesaje, quizá fue un bus cama lleno de gente ahíta de pollo frito que hizo
ceder tirantes del viaducto. Quieren derruirlo ahora, algo como asfixiar a un bebé con tos de
ahogo en vez de ponerle una inyección.
Ojalá que el encebollado ecuatoriano, los porotos con rienda chilenos, el ceviche peruano,
la feijoada brasileña y la torta neoyorkina no sean indigestos para las relaciones con países
importantes, de por sí tirantes como los tensores del viaducto cochabambino que cedió. ¿Y
si deriva en diarrea infecciosa que no cura ninguna pócima naturista de yatiri? Mientras
tanto, queda la resaca del medio millón de verdes malgastados en Nueva York y la tirantez
de las relaciones con países importantes para Bolivia.
Fuente: Los Tiempos 30.10.2015
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69. Cambiar todo para que nada cambie, por Alejandro A. Tagliavini
Hay dos principios que rigen al cosmos que la opinión pública, impaciente, suele olvidar.
El primero, que nada en la naturaleza —ni la sociedad humana— se desarrolla por
revolución sino por evolución, como las plantas que crecen lentamente y los niños que
tardan años en llegar a adultos. Por esto el cambio radical produce miedo y las personas
suelen ser conservadoras, más allá del discurso “revolucionario” que suele ser puro
gatopardismo.
El segundo principio es que todos, en alguna medida y de alguna manera, somos
responsables de lo que ocurre —es la “comunión de los santos”, diría la teología católica—
incluso aquellos que teóricamente ven los problemas con cierta claridad, al actuar suelen
cometer o inducir los mismos errores y así se produce la continuidad. Por otro lado, es
inevitable que los políticos terminen hastiando porque basan su “gobierno” en el monopolio
de la violencia que se arroga el Estado —poder policial y militar— con el que imponen
leyes que solo llevan a la destrucción, como toda violencia.
Así, el mundo parece moverse como un péndulo según van hastiando los gobernantes: se
eligen izquierdistas, luego de derecha y, más tarde otra vez de izquierda, pero sin que en el
fondo ocurran grandes cambios. La buena noticia es que, en estos vaivenes del péndulo, sus
extremos se acortan: la izquierda de hoy es mucho más moderada de lo que solía ser y lo
mismo la derecha. Hoy, pareciera que el péndulo se inclina hacia la derecha.
Mientras el deshielo entre Cuba y EEUU deja sin argumentos al marxismo más
recalcitrante, Brasil tiene una presidenta que fue guerrillera, que se ha moderado mucho, y
que es acosada por la centroderecha que se perfila para el próximo gobierno, en tanto que la
socialista Michelle Bachelet está provocando en Chile —el país más promercado del
continente— gran desilusión. En Perú, la líder derechista Keiko Fujimori, con 33% ocupa
el primer lugar de las preferencias para las elecciones presidenciales del próximo año,
mientras el presidente Humala —examigo de Chávez aunque finalmente mantuvo las
políticas de centro derecha de su antecesor— tiene una desaprobación que llega al 85%.
En las recientes elecciones para alcaldes y gobernadores en Colombia, la izquierda fue la
gran derrotada que, entre otras cosas, perdió Bogotá tras 12 años de gobierno, destacándose
la elección de independientes mostrando el hartazgo que la gente tiene —de los políticos—
en todo el mundo. El colmo fue Jimmy Morales, independiente, que será presidente de
Guatemala, luego de superar ampliamente a su rival en la segunda vuelta electoral. Morales
ha logrado ganar, irónicamente, basándose en su inexperiencia política, es decir que le
bastó con sonreír para resultar el más creíble de todos los candidatos políticos: ni corrupto
ni ladrón… hasta ahora… luego será político.
En fin, quizás las elecciones más sintomáticas hayan sido las de Argentina. El cuasi empate
entre el oficialista Daniel Scioli y Mauricio Macri obliga a dirimir la presidencia en una
segunda vuelta, el 22 de noviembre, en la que ganaría el opositor que se presenta como de
centro derecha “promercado” pero que, en la práctica, ha aumentado impuestos, gasto y
empleados públicos ayudando al crecimiento del estatismo y a la falta de libertad, según la
ley de que de algún modo todos somos culpables —y no solo el oficialismo— de la fuerte
decadencia argentina.
Fuente: La Razón 31.10.2015
70. A no olvidar el apoyo del “hermano Papa”, por Gustavo Murillo Carrasco
Era previsible -por obvias razones- que el importante apoyo del papa Francisco sobre el
problema marítimo, durante su visita en julio pasado a nuestro país (que en su momento fue
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objeto de mucha atención y cobertura), haya sido eclipsado por el fallo de la CIJ en La
Haya declarándose competente para conocer la demanda boliviana interpuesta en 2013.
El tema quedó pendiente y deberá retomarse sin demora. La coyuntura es propicia y,
estratégicamente, es el tiempo adecuado para iniciar gestiones y afianzar nuestra posición a
partir de la inédita como útil mención que hizo el Santo Padre con relación al mar y la
subsecuente intervención del Vaticano en el tema más importante de la agenda exterior
boliviana.
Ahora bien, no vaya a ser que, con nuevos bríos y acicateados por la referida determinación
de la CIJ, se vuelva a la carga con inapropiadas declaraciones por parte de algunas de
nuestras principales autoridades. Lo mejor, en todo caso, será seguir el ejemplo del
canciller Choquehuanca, quien, en su oportunidad, sorprendió a todos con una intervención
equilibrada, clara, corta y concisa.
El torpe intercambio verbal y las acusaciones mutuas perjudican e indisponen el ambiente
ya de por sí enrarecido por el juicio -tanto en Chile como en Bolivia- y de insistir en esos
equívocos, nuestra imagen como país podría verse afectada, más aún cuando las
circunstancias confluyen como nunca antes y de manera inmejorable a nuestro favor, y eso,
en definitiva, es lo único que debe importarnos a los bolivianos.
La virulencia y los extravíos del canciller Muñoz, a estas alturas, son por demás conocidos;
no será propicio, entonces, caer en la trampa, pues quizás no se intuya que a lo mejor ésa
sea justamente parte de la estrategia chilena, dirigida a que perdamos la compostura y
cometamos yerros. Hay que evitar ingresar en la dinámica de descalificaciones para no ser
nosotros mismos, los bolivianos, quienes le seguimos el juego a Chile, que no se cansa de
afirmar (a veces fundadamente por esos errores) que utilizamos el tema del mar para lo
interno -entre otras cosas-.
La visita del Papa -aparte de haber provocado las previsibles iras y hondos retorcijones en
la escuálida e ideologizada comunidad atea boliviana-, dio un invalorable respaldo a
nuestra demanda ante la CIJ con moderados y cuidados términos diplomáticos, situación
que debiera ser capitalizada para apuntalarla más todavía, pero sobre criterios estratégicos
bien calculados sin que se generen nuevas tensiones con el vecino.
No hay que olvidar que la diplomacia tiene su propio protocolo, sus sutilezas, su lenguaje y
sus mensajes, los mismos que deben ser "descifrados” apropiadamente. En otras palabras,
es clave saber leer entre líneas pues en ese ámbito las cosas se insinúan, se sugieren, "se
dicen sin decir” y las señales deben interpretarse acertadamente para actuar de manera
hábil en favor de nuestros intereses.
Bolivia debe aprovechar a fondo el ofrecimiento papal que, según se refirió, fue expresado
a solas y en persona al presidente Morales. Ese importante apoyo debió haber sido
mantenido en total discreción, para luego, por los conductos diplomáticos que
corresponden, ser oficiado para beneficio propio. Aún es tiempo de hacerlo, pero evitando
trastocar algunos códigos que en el "arte de la representación” son fundamentales como "la
reserva”.
La conceptuosa carta de agradecimiento de Francisco por la acogida y el recibimiento
brindado por el pueblo boliviano, ha pretendido ser instrumentalizada con fines difusos. Se
la ha hecho pública y, además, se ha querido darle un sentido que no es -cuando menos- el
que el Papa manifestó textualmente ni en su alocución ni en el contenido de su nota. Y
suponiendo que así fuera, si efectivamente subyace la buena intención del Santo Padre ¿qué
mejor ocasión para que iniciemos desde de dicho ofrecimiento una discreta e inteligente
acción para tratarla en reserva y sacar la mayor ventaja?
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No equivoquemos el camino, no dejemos escapar este tan preciado gesto para fortalecer
nuestra demanda, no echemos a perder el magnífico involucramiento de la Santa Sede en el
problema marítimo y la excelente predisposición del "hermano Papa” en el tema más
importante de nuestra política exterior.
De nosotros depende que su benigno deseo sobre el mar, ésta vez, sea genuina y
únicamente propicio para los bolivianos: Urbi et orbi. Aprovechemos la oportunidad.
Fuente: Página Siete 31.10.2015 (Gustavo Murillo Carrasco es diplomático)
Recursos Audiovisuales
1. Lectura del fallo completo de la CIJ de La Haya
https://www.youtube.com/watch?v=OMaCBtuXylk
2. Carlos Mesa explica el significado del fallo de La Haya para Bolivia
https://www.youtube.com/watch?v=WNRJtbRgk1M
3. Felipe Bulnes explica el significado del fallo de La Haya para Chile
https://www.youtube.com/watch?v=zzW9ZIoZNuk
4. Entrevista a Carlos Mesa en el programa El Informante de TVN Chile 28-092015 (Parte 1): https://www.youtube.com/watch?v=rkbnoLX1XxU
5. Entrevista a Carlos Mesa en el programa El Informante de TVN Chile 28-092015 (Parte2): https://www.youtube.com/watch?v=Qb2MafaMO2Q
6. Entrevista de CNN-Chile a Carlos Mesa G.
https://www.youtube.com/watch?v=IZPG_FNVwXQ
7. El análisis del ex canciller peruano José García Belaúnde
https://www.youtube.com/watch?v=zxJh3Fc-wYw
8. El análisis de Tomas Mosciatti https://www.youtube.com/watch?v=jYFf0cf7FUc
Tel: 591 2 2799673
Fax:591 2117326
Calle 21 de Calacoto, Edificio Lydia, Piso 2 Of. 201
La Paz – Bolivia
Página Web: www.institutoprisma.org - Correo electrónico: [email protected]
Edición a cargo de Rodrigo Fernández Ortiz
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