Un mundo renovado y una organización ideal

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Eü
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Vaticinios de mis treinta años
Un mundo renovado y una organización ideal
VI
M u c h a s empresas se h a n
malogrado en el mundo por
haberse desatendido una circunstancia muy leve; y no es
lo más difícil imaginar u n
plan, sino concertar bien los
medios de llevarle a cabo
MARTÍNEZ DE LA ROSA.
L a iniciativa de toda empresa es
indudable que surge de un solo cerebro ; ello nos dice, clara y terminantemente} que a quien o quien
más debemos cuidar c o n nuestra
atención y sigilo es a l a persona m a dre de l a iniciativa que se nos presenta.
Las segundas partes, útiles en casi
todos los casos, para el bien y para
el mal, porque se prestan a ello i n conscientemente y s i n estudios previos, pueden ser consideradas como
juguetes cómicos que sólo se mueven a impulsos de u n primer actor y
también del ambiente que los rodea,
sano o impuro, según cada caso.
P o r eso, l a buena o mala dirección
de u n pueblo, de u n a organización,
de u n a empresa, y hasta de u n combate guerrero, no es admisible achacarla a segundas personas, juguetes, a l fin, de unos y otros, porque
así suele suceder que, cuando se h a
llegado con feliz éxito a l punto final
de l a empresa, los juguetes pierden
toda su influencia, todo su valor que
en cada caso concreto tuvieron, y
quedan relegados, a lo sumo, a l disfrute de u n pequeño agradecimiento,
pero jamás a poder participar de u n a
pequeña partícula de l a corona de
laureles, que para l a primera figura
se empezó a construir con anterioridad a l a terminación de l a empresa.
aconseja m i sexto y último vaticinio,
y que es l a siguiente :
Desaparición absoluta en todo el
mundo de toda clase de superioridades que se comprobara que solamente eran figuras decorativas.
Implantación rápida del derecho a
manifestarse p o r todos los medios
adecuados públicamente y con franca libertad.
Desaparición completa de toda
clase de agasajos y artificios que se
usan para estimular a l hombre, porque, en la mayoría de los casos, desde la posesión y el disfrute de éstos,
pierde e l m u n d o u n continuador del
progreso; se cierran para siempre en
unos libros, y se cierran las puertas
que tuvo franqueadas u n a inteligencia qué, para l o sucesivo, sólo fija l a
persona su mirada en lo útil materialmente que le pueda ser dicho
agasajo, dicha posición social, política o ciudadana.
L a inteligencia y l a bondad de todos los hombres podían ser los mejores códigos y los mejores reglamentos para renovar el mundo y ,
acto seguido, hacer en él u n a organización ideal.
Manuel
P A R A Z U E L O S
lllllllllllllllllllllllllIIIIIIIIIIIIIMIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIlilllllllllllllllllll!
CUENTO ANDALUZ
U n año, p o r Viernes Santo,
con l a proseción forma,
se lió u n a tempesta
que a r coco le daba espanto.
A r lao de aquer día en S e v i y a ,
yo les juro de verdá
Así, pues, cuando el obrero, desque er d i l u v i o universa
de su hogar, desde su sitio de trabafué u n a nube ligeriya.
jo, maquina y estudia el medio de
realizar con más perfección u n tra¡ Compare ! A cántaro veno
bajo que le encomiende l a Dirección,
la y u v i a , fuerte, caía,
y prevalece y es aprobada a lfinsu
y a los cofrade ponía
modificación por l a mencionada D i Jechos unos nazareno.
rección, queda oculta l a inteligencia
del obrero, porque, de l o contrario,
sufre u n a merma considerable el
C o n agua hasta er- palada
prestigio que se creó la superioridad.
iba gente de toa clase,
Pero hay más todavía.
y cuando y a , p a no ahogase,
se iban a jechá a nada,
Casos se dan en los cuales no existe oficial n i públicamente l a condisarta al aire una saeta
ción de señor, como tampoco l a de
de deje triste y rasgao,
esclavo; pero los hechos demuestran
que existe solapadamente, como vecual s i se hubiera cortao
remos más adelante.
la pier de u n a pandereta:
Compañeros de trabajo con estas
dos condiciones existen en muchos!
((Divino y güeno Jesú,
sitios, y en los cuales, hasta usando
tú, que tiés tanto podé,
de u n derecho que nadie les conceordena dende l a crú
dió, tratan a los otros, que en l a m a que deje y a de y ové.»
yoría de los casos poseen idénticas
aptitudes y condiciones para el desY er m i l a g r o se cumplió.
envolvimiento, de u n a manera coC o n poquísima demora
rrectísima, pero con m u y mala intendejó de yové ; ¿ que no ?
ción y a latigazos, pues para que los
¡Claro que a l a media h o r a ! . . . ;
salven del apuro y l a superioridad
pero er caso... es que dejó.
no haga recaer sobre ellos el peso de
la censura y de la crítica se amparan
José
P I N T O
en l a inteligencia del que considerallllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllilllllllllllllllllllli
ban y consideran esclavo suyo.
¡ Cuántos casos conozco y a idénticos a éste, a pesar de m i s pocos
años!
¡ Cuántos subalternos perdieron su
prestigio y su valía por conducto de
elementos consagrados que ejercieron en contra de ellos toda clase de
argumentos falsos!
¡ A cuántos conozco que, para contradecir las calumnias contra ellos
vertidas y deshacer errores e injusticias, realizaron u n noble esfuerzq
en su tarea encomendada, y sus v o ces fueron desatendidas, de l a m i s m a
forma que sus trabajos, superiores
en cantidad y calidad, fueron desestimados por • los propios hombres
que antes se los aplaudieron !
¿Nobleza p a t r i ó t i c a ?
¿Nobleza
ciudadana ? ¿ N o b l e z a política ? ¿ N o bleza societaria ? E n n i n g u n a parte
es posible encontrarlas, si antes no se
coincide en opinión, a lfin,incubadora ésta de cumbres y precipicios.
N o se es buen patriota en n i n g u n a
nación s i no se acepta l a teoría i m perante ; no se es buen político y ,
como consecuencia, tampoco se es
buen ciudadano s i , en e l momento
de tener que depositar en las urnas
electorales el sufragio, no se hace de
la forma que los demás desean, y
no se es buen societario n i buen compañero s i , a l plantearse u n problema, u n a cuestión, por insignificante que ésta sea, se discrepa de los'
demás...
Una página de Historia
(1793)
F r a n c i a . París. Salón de sesiones
de l a Convención.
E l local es como u n enorme crisol,
en el que se incuban los destinos de
E u r o p a . S u temperatura es tremenda.
S e g ú n una estadística del doctor Descuret, sobre los 76 presidentes de d i cha Asamblea, 18 fueron guillotinados, cinco se suicidaron, ocho fueron
deportados, seis encarcelados, 22 declarados fuera de l a ley y cuatro se
volvieron locos. ((Análogo fin—añade—tuvieron los secretarios.»
De l a tensión nerviosa en que allí
se vivía dan idea páginas como l a presente, que no pueden ser leídas -sin
que en nuestra a l m a produzcan una
huella imborrable de dolor y de tragedia.
V o l v a m o s a l salón de sesiones.
Son las ocho de l a mañana. Robespiérre se dirige a su banco y se sienta. S u astuta fisonomía refleja una
mezcla de preocupación y firme seguridad, porque i g n o r a l a conspiración tramada contra él. L a s tribunas,
llenas de enemigos suyos, llevados
allí para el golpe que se quiere dar.
De repente, Collot agita l a campaEsto nos l o dice claramente l a ac- nilla, dominando los rumores.
titud que se observa a l ocurrir estos
Collot-: Ciudadanos, ábrese la secasos en toda clase de gobernantes,
sión. E l ciudadano Saint-Just tiene
industriales, políticos y h a s t a en
la palabra.
compañeros de trabajo.
Saint-Just, gran a m i g o de RobesP a r a que esto no sucediera, ¿ qué
piérre,
comienza su discurso, N o ha
medio se podía emplear y que diera
salido del exordio, cuando es intebuen resultado ?
rrumpido por u n a explosión de murP o r s i pudiera servir para algo,
v a y a por delante l a opinión que me mullos.
Tallen (con animación) : C i u d a d a nos, p i d o la palabra para una moción
de orden. (Aplausos en el centro y en
la Montaña.)
Sorprendido e irritado Saint-Just
por esta violenta interrupción, quiere
continuar su discurso ; pero los gritos
ahogan de nuevo su v o z .
Tallen, indicando a Robespiérre y
sus amigos, exclama : E s o s hombres
agravan los males de l a patria. P i d o
que se rasgue el velo que cubre l a
verdad.
— S í , sí—contestan muchas voces.
U n a tempestad de aplausos atruena los oídos. L o s dos Robespiérre y
L e b a s protestan de que se corte de
una manera tan i n d i g n a l a palabra de
Saint-Just.
Voces: ¡ Más que l a palabra os han
de cortar, traidores !
Saint-Just (dominando el tumulto) :
Ciudadanos, habéis de oírme.
N u e v a y más ruidosa gritería.
V i l l a u d - V a r e n n e , c o n vehemencia,
lanza sobre Robespiérre y amigos el
calificativo de asesinos.
T a l l e u y sus cómplices se agitan en
sus bancos, amenazando a Robespiérre.
Villaud: lia llegado el momento de
decir l a verdad : Saint-Just no debe
permanecer en l a tribuna. D^be bajar
a l a barra con sus cómplices. L a
asamblea los juzgará, y sólo es de desear que en este j u i c i o no sea débil.
A estas palabras se levanta en el
salón u n tumulto espantoso. L o s de
las tribunas, comprados para gritar,
gritan y aplauden, diciendo : ¡ V i v a
la Convención ! ¡ V i v a el Comité de
Salud Pública!
Saint-Just: Ciudadanos, os engañan
lastimosamente. Oídme.
Muchos:
¡ A b a j o ! ¡ F u e r a ! ¡ Que
hable V i l l a u d - V a r e n n e !
Saint-Just, pálido, m i r a a Robespiérre, que le dice que no abandone l a
tribuna.
V i l l a u d - V a r e n n e habla, acusando
durísimamente a Robespiérre y acumulando cargos, que l a A s a m b l e a
subraya con voces y aplausos ensordecedores.
N o pudiendo por más tiempo d o m i nar s u indignación, Robespiérre se
precipita hacia l a tribuna, hace una
señal a Saint-Just para que l e ceda e l
puesto y pone el pie en l a primera
grada.
Muchas voces: ¡ A b a j o el t i r a n o !
¡ Abajo el dictador ! ( G r a n tumulto.)
Robespiérre queda a l p i e de l a tribuna, considerándose impotente para
dominar el tumulto.
Talleu (con voz de trueno) : T o d o
anuncia que el enemigo v a a caer.
Muchas voces: ¡ S í , s í ! ¡ B r a v o !
T a l l e u saca un puñal, y , agitando
el arma de los asesinos en el aire,
añade : M e he armado de u n puñal
para herir el pecho d e l dictador, si l a
Convención N a c i o n a l no tiene el valor suficiente para decretar su acusación.
Robespiérre:
Y a que me acusáis,
oídme.
Fouché: ¡ Abajo el tirano !
Voces: ¡ A b a j o el d i c t a d o r !
Robespiérre, poseído de i n d i g n a ción, intenta hacer uso de la palabra ;
pero su voz es ahogada por el tumulto. Interpela violentamente a l presidente para que le conceda l a palabra.
Collot contesta con u n a sonrisa de
triunfante odio, y concede l a palabra
a Barére.
Barére se desata en infamias contra
Robespiérre, y , a coro, muchas voces
exclaman : ¡ Abajo el tirano ! ¡ M u e r a
el d i c t a d o r !
Robespiérre
(levantando a l cielo
las manos) : ¡ D i o s justo !
Barére continúa acumulando insidias.
Robespiérre (con sumo desprecio) :
¡ U n Barére perdido de vicios, hablar
de su pureza y atreverse a acusarme
a m í ! Ciudadanos, quiero...
Desmarais:
¡ N o tienes l a palabra,
malvado ! ¡ Cállate !
Voces: ¡ Abajo el tirano !
Vadier: P i d o l a palabra.
Collot: E l ciudadano V a d i e r tiene
la palabra.
Robespiérre (exasperado): ¡ C ó m o !
¡ C u a n d o todos me acusan, no se me
quiere oír !
Freron: ¡Silencio, m o n s t r u o !
Voces: ¡ Q u e hable V a d i e r !
H a b l a V a d i e r , que se aprovecha de
la ocasión para descargar todo su odio
contra Robespiérre.
Talleu: P i d o l a palabra.
Robespiérre: Ciudadanos : E n nombre del derecho, en nombre de la justicia, debéis oírme.
Bourdon:
N o tienes l a palabra.
¡ Cállate!
T R A B A J O
Robespiérre:
C i u d a d a n o p r e s i - : muchos de sus miembros, les hizo badente...
jar a l a barra. A q u í no debe haber
Bourdon: C a l l a y tiembla.
privilegios para nadie.
U n a tempestad de aplausos acoge
Voces: ¡ A l a barra los acusados !
estas palabras de B o u r d o n .
¡ A l a barra í
L a voz de Robespiérre se pierde
L o s acusados, previniendo una vioentre las injurias y amenazas de muerlencia, bajan a l a barra. U n oficial de
te con que se le a b r u m a .
; gendarmería, encargado p o r el presiRestablecido el silencio, Collot con- 1 dente, se hace cargo de ellos y los concede l a palabra a T a l l e u . Este f o r m u - ¡ duce a prisión.
la u n a acusación abrumadora.
E n el momento de salir del salón
Robespiérre
(dirigiéndose a todos de sesiones las víctimas de esta eslados de l a A s a m b l e a ) : H o m b r e s p u - pantosa i n i q u i d a d , los representantes
ros de todos los partidos, a vosotros del pueblo se levantan y gritan :
¡ V i v a lá república ! ¡ V i v a l a C o n v e n apelo, y no a los malvados.
ción !
Talleu: T ú , tú eres el malvado.
Voces: ¡ A b a j o el t i r a n o !
Pocas horas después, un gendarme
Robespiérre
(dirigiéndose a l presidestrozaba de un pistoletazo l a mandente Collot) : P o r última vez pido la
díbula de Robespiérre. Cubierto de
palabra para defenderme, presidente
sangre fué llevado, en unas angaride asesinos.
llas, a l Comité de S a l u d Pública.
Allí desfilaron sus enemigos a i n s u l A este fulminante apostrofe, crece
tarle y escupirle. N o era bastante este
espontáneamente el tumulto. T a l l e u
martirio, pues los ayudantes del veragita su puñal.
Collot:
N o obtendrás l a palabra dugo se complacieron pinchándole
con los cortaplumas antes de hacer rosino a tu turno.
dar su cabeza por l a g u i l l o t i n a .
Robespiérre:
P e r o esto es infame.
Y o tengo el derecho de...
A s í acabó el gran ciudadano, víctiM a x i m i l i a n o no puede acabar. Des- ma de u n a gran i n i q u i d a d . S u propués de tantas emociones, su voz se fecía se cumplió. M u e r t o él, no tuvo
F r a n c i a más tranquilidad, y todo, desdebilita y expira en sus labios.
de entonces, fué preparando el camiGamier: L a sangre de D a n t o n le
no a l golpe de Estado bonapartista.
ahoga.
E l pueblo se dio cuenta, aunque tarRobespiérre:
Pero ¿ e s a Danton a
quien queréis vengar ? ; Cobardes ! de, del engaño de que había sido víc¿ P o r qué no le. defendisteis entonces ? tima, y de que con Robespiérre y sus
Louchet: P i d o l a prisión de M a x i - amigos había perdido a sus principales guiadores. L a s frases proféticas de
miliano Robespiérre.
L a A s a m b l e a vacila, duda ; no se Robespiérre se recordaron con dolor
atreve a apoyar l a petición de L o u - t r á g i c o : La república está perdida,
chet. T a l l e u y sus cómplices, que l o pues los malvados triunfan.
observan, se ven perdidos s i dejan a
Por l a transcripción,
Robespiérre tiempo para explicarse y
Feliciano
M A R T I N
tranquilizar a l a A s a m b l e a , y v a n de
banco en banco diciendo : «Si retro- iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiimiiniiiiiiiiii
cedemos, no quedará uno de nosotros
v i v o . E l dictador nos enviará h o y
mismo a l a guillotina.»
Louchet: U n a vez apoyada m i proposición, pido que se someta a votaL a Agrupación Socialista M a d r i l e ción.
ña,
l a Federación N a c i o n a l de JuvenRobespiérre menor: S i m i hermano
tudes Socialistas y l a Juventud Sociaes culpable, soy tan culpable como él.
lista de M a d r i d han dado c i m a a l beComparto sus virtudes y quiero comllo proyecto de creación de u n a E s partir su suerte. P i d o que el decreto
de acusación me comprenda a mí tam- cuela Obrera, y a en funciones en esta
Casa del P u e b l o . E n ella cúrsanse
bién.
Fouché: A votar l a prisión de R o - cuatro asignaturas de indudable interés : Nociones preliminares, F r a n bespiérre menor.
cés,
Prácticas sindicales y L e g i s l a Muchas voces: S í , sí.
ción
social,
a cargo cada una de ellas,
Robespiérre
mayor:
Ciudadanos,
respectivamente,
de los competenvosotros no aceptaréis el sublime acto
tes
camaradas
F
e
l i p e A . Cabezas,
de abnegación de m i hermano. Y o os
Enriqueta
de
P
a
l
m
a
, Trifón Gómez y
ruego...
L
u
c
i
o
Martínez
G
i
l
. A 50 elévase e l
Muchas voces: ¡ A b a j o el t i r a n o !
número
de
compañeros
inscritos como
¡ M u e r a el dictador !
alumnos.
B
i
e
n
.
L
a
Escuela
Obrera SoRobespiérre mayor: Y o os ruego...
cialista
de
M
a
d
r
i
d
es
una
realidad.
Ya
Collot: Robespiérre, no tienes l a
cuentan
las
colectividades
que
c
o
n
vipalabra.
ven en esta Casa del Pueblo con u n
Robespiérre:
¿ T a m b i é n me será
buen elemento de orientación y de canegado el derecho de defender a m i
pacitación societaria y política. P e r o
hermano ?
¿está todo hecho? N o , por cierto. D e
Voces: ¡ Basta ! ¡ Basta ! ¡ Abajo
ahí l a motivación de l a presente nota,
el tirano !
que el G r u p o de P r e n s a de l a JuvenRobespiérre
mayor:
¡Asesinos!
tud Socialista Madrileña decídese a
¡ Asesinos !
publicar, ante l a incomprensible frialEspantoso tumulto.
dad con que parece haber sido acoDuval: Ciudadano presidente, ¿por
g i d a p o r l a mayoría de las organizaqué consiente que u n hombre domine
ciones obreras l a constitución de esta
a l a Convención ?
Escuela.
Freron: ¡ Q u é duro es de caer un
tirano !
Comencemos p o r reconocer ¡cálmente l a necesidad, que déjase sentir
Sometida a votación l a prisión de
Robespiérre mayor, todos se levan- cada día más imperiosamente, de que
tan, menos Robespiérre menor, C o u - la clase obrera se capacite y adquiera
la necesaria cultura para poder afronthon, Lebas y Saint-Just.
tar y resolver con éxito los magnos
Talleu: ¡ V i v a l a república ! ¡ V i v a
problemas que le atañen. R e c o n o c i la libertad !
miento que nos hará comprender que
•Los representantes y las tribunas redebemos
ser nosotros los más interepiten los mismos gritos.
sados en proporcionarnos los adecuaRobespiérre
(con desesperación y
dos elementos culturales y educativos
acento profético) : L a república está
de que hemos menester, con medios
perdida, pues los malvados triunfan.
nuestros, con dinero nuestro, si de veA continuación se votó l a prisión
ras deseamos una sana orientación que
de Robespiérre menor, de C o u t h o n ,
no nos desvíe u n ápice de las convicde Lebas y de Saint-Just.
Collot:
C i u d a d a n o s : Acabáis de ciones que nos son más queridas. Quesalvar l a patria. (Prolongados aplau- da, pues, destacada l a enorme importancia que para el proletariado orgasos.) L a patria suspirante, y el seno
nizado tiene toda tarea de esta índole.
casi desgarrado, y l a . . . , y e l . . . ( A p l a u sos.) S í , señores ; l a patria no os ha- Y con ello, l a obligación que todos
adquirimos de prestarle calor y a y u d a .
brá suplicado en vano. Vuestros ene-
La Escuela Obrera Socialista
de Madrid
m i g o s decían que era menester hacer
un nuevo 31 de M a y o .
Robespiérre:
¡ M i e n t e s ! L o que y o
he d i c h o . . .
U n a tempestad de gritos y protestas ahoga l a voz del gran ciudadano
una vez más.
Clausel: P i d o que los ujieres ejecuten los acuerdos de l a Convención,
prendiendo a los acusados.
Collot: Y a he dado esa orden a los
ujieres; pero los acusados se han negado a obedecer.
Muchas voces: ¡ E m p l e a d l a fuerza
armada ! ¡ A l a barra ! ¡ A l a barra los
acusados !
Loiseau:
Recuerdo a l a C o n v e n ción que cuando redujo a prisión a
Porque esta Escuela O b r e r a — m o desto ensayo de lo que algún día queremos sea l a U n i v e r s i d a d Obrera, hacia cuya implantación tienden todos
nuestros esfuerzos—viene a llenar u n
gran vacío en nuestros medios y a
realizar una labor a todas luces m e r i - '
toria y d i g n a de todo encomio.
Piénsese, si no, en los beneficios
que reportará a nuestra clase sindicada l a preparación de un buen núcleo
de camaradas jóvenes y animosos, b a jo l a acertada y competente dirección
del profesorado ; y s i , además, tiénese
en cuenta lo indispensable que nos es
la posesión de u n a cultura general y
lo difícil de alcanzarla por métodos
autodidácticos,
comprenderemos el
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