JOHANNES SCHILDENBERGER SENTIDO DEL LIBRO DE JONÁS Decía León XIII que cede ciertos pasajes de la Escritura, una más severa investigación juzga hoy con más rectitud». Es lo que pretende hacer el autor, partiendo de la crítica interna y de la finalidad del libro. Su opinión es compartida por muchos exegetas católicos actuales. Sin que falten voces autorizadas en contra, como la de A. Vaccari, y G. Rinaldi. Der Sinn des Buches Jonas, Erbe und Auftrag, 38 (192), 93-102 El tema fundamental Como todo escrito bíblico el libro de Jonás pretende proporcionarnos sabiduría para la salvación (2 Tim 3,15). Relucen en él la omnipotencia y el poder milagroso de Dios haciendo dócil al profeta. Resalta, en particular, el amor perdonador y misericordioso de Dios hacia todos, incluso los páganos peores, con tal de que se arrepientan. (cfr. Nahún 3,1:4.19). Pero esta enseñanza viene matizada con una perspectiva especial: si nos convertimos, "Dios se arrepentirá del furor de su ira y no pereceremos" (Jonás 3,9). Estos sentimientos misericordiosos de Dios, son distintos de los del profeta y le producen a éste tal pesadumbre que quiere sustraerse a su misión (4,1-3). Entonces Jahvé en las palabras finales del libro le instruye amablemente (4,9-11). Jonás y jeremías Semejante proceder de Dios está expuesto ideológicamente en Jeremías 18,7-10. El libro de Jonás es una ilustración del programa divino anunciado por Jeremías. Esta ilustración ¿se verifica por un suceso real o por una parábola.? Ambas cosas son posibles. Si la narración de Jonás hubiera que tomarla al pie de la letra, Jeremías hubiera podido confirmar sus programáticas palabras con la referencia a este suceso, de modo semejante a como ha hecho destacar si! profecía de la destrucción del templo de Jerusalén con la alusión a la destrucción de Siló (Jer 7,12 ss. 26,6). Jonás vivió (cfr. 2 Re 14, 25) ciento cincuenta o más años antes que Jeremías. Verdad es que el silencio de Jeremías sobre Jonás, por sí solo nada prueba. Enseguida aduciremos razones para probar que el inspirado autor del libro de Jonás es posterior a Jeremías e intentaremos explicar las coincidencias verbales de ambos (cfr. Jer 18,7 ss. con Jon 3,10). El autor del libro de Jonás El autor ha vivido después de la caída de Nínive (612 a. C.); "era Nínive una ciudad inmensamente grande, de un recorrido de tres días" (3,3). Las excavaciones dan por resultado solamente una superficie de cerca de 660 Hectáreas. Diodoro, medio milenio después de la caída de Nínive, da para la muralla un perímetro de 80- Km. La expresión "Yahvé, Dios del cielo" (1,9) es característica de la época persa, como muestra su aparición por once veces en Esdras-Nehemías. El empleo de expresiones JOHANNES SCHILDENBERGER tomadas de escritos bíblicos anteriores está en boga desde la época de la cautividad. Puede hablarse entonces de un "estilo de antología". Así en Jonás hay también expresiones espigadas de Joel (cfr. Joel 2,13-14 y la oración de Jonás cuando Yahvé perdona a los Ninivitas arrepentidos 4,2 ss.). La oración de los marineros (1,16) recuerda a Isaías 19,21. Y otras conexiones que constataremos después. El describirnos tan detalladamente la conducta de Jonás no es simplemente para darnos a conocer su pesadumbre cuando Yahvé no lleva a cumplimiento su amenaza. Jonás, que en el libro de los Reyes es honrado como siervo de Yahvé, pudo no comportarse así. Pero con tal descripción se pretende aleccionar a muchos contemporáneos de Jonás que tenían una mentalidad semejante a la suya. Pues Israel no se escandalizaba de que Dios amenazase a su propio pueblo y no realizase el castigo (tenemos abundantes ejemplos de ello en 1 Reyes 21,29; Jer 26,12 ss.); pero no podía tolerar el incumplimiento de una amenaza divina con respecto a un pueblo pagano, como acontece en el libro de Jonás. Ambiente postexílico En los Salmos (78 y 82) se invoca la justicia divina contra los crueles perseguidores paganos. También los profetas anuncian el juicio de Dios contra los injustos reyes y pueblos gentiles (Is 10,13 ss.; Jer 25,15-38; 50 s.; Ez 25-32). En las deprimentes circunstancias del tiempo postexílico, cua ndo la pequeña comunidad judía tenía que sufrir las vejaciones de sus vecinos y soportar las gabelas e intromisiones de los funcionarios persas, podían excitarse los sentimientos que. estos vaticinios proféticos contenían acerca de los pueblos paganos. Las visiones nocturnas de Zacarías y la consoladora respuesta de Yahvé confirman esta posibilidad (Zacarías 1,11-15). Hay que esperar medio siglo para que Malaquías muestre lo peligroso de esta mentalidad hostil hacia los paganos: el Señor vendrá; pero el juicio empezará por los servidores del templo (3,1 ss.). También en Isaías (58,2) reprende Dios esta impaciencia de su pueblo porque se cumplan sus justos juicios. El librito de Jonás pudo muy bien dirigirse a gentes en tal estado de `ánimo. La separación de los paganos se llevó a cabo, en las reformas de Nehemías y Esdras. Estas reformas no eran responsables de la antipatía hacia los paganos: Pero Dios se ha cuidado no sólo de que su pueblo estuviera blindado contra la corrupción pagana sino de que esta separación no exacerbara los ánimos hasta convertirse en un mezquino nacionalismo. Como Dios en el Deutero-Isaías (40-55) ha mostrado su amor a los paganos y la universalidad del reino mesiánico (Is 45,22; 49,6), así el libro de Jonás de un modo exquisito y ameno nos revela la voluntad salvífica universal de Dios. Con el proceder suave, con que Yahvé reprende y educa al testarudo profeta, quiere conquistarse a todos los hijos de su pueblo que tienen un corazón mezquino. JOHANNES SCHILDENBERGER ¿Suceso histórico? Todas estas características sugieren la posibilidad de que no se trate de un hecho real. Esta posibilidad viene avalada por otra serie de razones: 1.ª La conducta singular del protagonista: reprocha en su fanatismo a la misma bondad y misericordia divina, cosa inaudita para un judío. El desearse la muerte después de la sequía del ricino (4,6 ss.) resulta ridículo. Son rasgos de tozudez infantil. Caricatura tanto más intencionada cuanto que se hace con palabras (4,3.8) tomadas del caso de Elías narrado en 1 Reyes (19,4). Pero Elías estaba en una situación extrema: perseguido a muerte por Jezabel, ve venirse abajo toda la obra de su vida: el conducir de nuevo a Israel hacia Yahvé. Al lado de esto la actitud de Jonás provoca risa. 2.ª Ningún profeta recibió el encargo de ir como predicador de penitencia a un pueblo pagano. Jeremías tuvo que anunciar el castigo de los paganos. pero no ir hasta ellos. Los envíos de Elías a la viuda de Sarepta (1 Reyes 17,8 ss.) y a Jazael de Damasco (1 Reyes 19,15) eran, a lo más, un viaje a un pueblo vecino para asuntos relacionados con Israel. Mientras que la misión de Jonás está al margen de los intereses de Israel y es un viaje a una ciudad muy distante. 3.ª La singularísima conversión de Nínive por las escuetas palabras de un predicador de penitencia extranjero (3,5). Obra tan excepcional de la gracia no tiene igual ni siquiera en el Nuevo Testamento. Además, en la historia de Nínive y del brutal estado militarista de Asur, no es posible encontrar ninguna época -ni siquiera la que corresponde a Jonásen la cual hubiera ocasión para semejante penitencia y conversión. [El autor hace aquí un documentado excurso histórico.] Describe tan gráficamente la penitencia y conversión de Nínive, "ciudad sanguinaria, toda llena de mentira" (Nahún 3,1), para evitar que los lectores se formen la idea de que los ninivitas habían optado por un sincretismo o de que se trataba de una mera angustia religiosa pagana ante el Dios verdadero. Es decir, son dos imágenes proyectadas sobre el pasado para que los israelitas caigan en la cuenta de la disponibilidad religiosa y la posibilidad de conversión total de los paganos más malvados. No se trata de servir a Baal y a Yahvé. Eso sería un "cojo sobre dos muletas",, según la vívida expresión de Elías (1 Reyes 18,21), actitud condenada también por Sofonías (1,5). 4.ª El punto de vista universalista del autor, confirmado por el uso de los nombres de Dios: Yahvé y Elohim. a) Yahvé: nombre con que Dios se ha revelado a Moisés; por medio de esta denominación ha entrado en contacto con Israel. Lo emplea Jonás, como hebreo que es, para que los marineros (tipo de paganos abiertos) sepan que es el Dios de los cielos, que hizo los mares y la tierra (1,9). Se usa también (excepto la última perícopa) en las relaciones entre Dios y Joná s. Y al final del libro (v. 10): pues la enseñanza que en él se contiene vale, ante todo, para Israel y principalmente para aquellos que anhelan el juicio de Dios contra los paganos. JOHANNES SCHILDENBERGER b) Elohim: nombre general de Dios; le designa más inmediatamente como al Dios único, creador del cielo y de la tierra. Se utiliza para las relaciones de Dios con los ninivitas (3,3-10). Los dos nombres aparecen varias veces en la perícopa final del libro (4,6-11) para significar que Yahvé, el Dios de la alianza de Israel, es igualmente el Dios de la naturaleza y de todos los hombres. 5.ª Se escoge una conocida ciudad pagana y un profeta conocido para despertar atención y curiosidad. Jonás, es el último profeta nombrado en el libro de los Reyes, que había profetizado para el Reino del Norte una profecía de salvación. El poco honroso papel que el hagiógrafo hace representar aquí a Jonás va encaminado a hacer ver a los lectores que ellos son los protagonistas de tales o semejantes actitudes. Los milagros del libro de Jonás Las intervenciones extraordinarias de Dios que empapan el libro desde el principio hasta el fin, muestran la providencia especial de Yahvé en la historia de su pueblo, la cual llegaba con frecuencia a verdaderos hechos milagrosos y a través de la cual hacía comprender a su pueblo más claramente su divino modo de ser y sus intenciones. El milagro de la ballena podía sobre todo, dar a conocer a los destinatarios del libro cómo Israel, aunque hubiera merecido la ruina, debía su subsistencia al poder milagroso de Yahvé. Precisamente este milagro hace resaltar más la frivolidad de la oración del salvado Jonás y la ofensa de Dios en tal proceder. El obrar milagroso de Dios se narra esquemática y efectistamente como conviene a una narración parabólica. El libro de Jonás y el Nuevo Testamento Se pretende aducir el modo en que Cristo se refirió a la narración de Jonás, como confirmación de que es un libro histórico. Pues bien, a pesar de que sea una parábola, Cristo pudo emplear a Jonás como signo de su sepultura y resurrección (Mt 12,40). También en esta hipótesis puede Jonás en el vientre de la ballena representar la sepultura de Cristo; lo mismo que Melquisedec representa la eternidad de Cristo, "pues era sacerdote de Dios Altísimo" (Gén 14,18 ss. y Hebreos 7,3), y es descrito sin nombrar a sus padres, ni su genealogía, ni su nacimiento ni su muerte. Y si Cristo presenta a los ninivitas increpando en el juicio a sus incrédulos conciudadanos (Mt 12, 41; Lc 11, 31), condena simplemente a los judíos incrédulos en virtud de lo simbolizado por la narración divinamente inspirada de Jonás. Es decir, quien condena a los judíos son los gentiles dóciles a la fe, representados. en los ninivitas con dramática fuerza. Como es también una representación dramática el diálogo entre el juez y los justos y réprobos en el julio (Mt 25, 3445), aunque los justos saben ya sobre la tierra que ellos han servido a Cristo en los prójimos. Los judíos acostumbrados a las parábolas y versados en las Escrituras, entendían perfectamente estas maneras de hablar. JOHANNES SCHILDENBERGER De la disponibilidad de los paganos habla el Señor también en su "ay" sobre las ciudades impenitentes: si en Sidón y Tiro hubieran sucedido los milagros que se han obrado en vosotros, tiempo haría que en cilicio y ceniza hicieran penitencia; por eso os digo que con Tiro y Sidón se usará en el día del juicio menos rigor que con vosotras (Mt 11,20 ss.). Conclusión El libro de Jonás es verdaderamente un libro maravilloso. De modo conmovedor nos muestra el amor misericordioso de Dios abarcando a todos lo s hombres y a todas las criaturas. Amor con el que pretende conducir también a los testarudos mezquinos hijos de su pueblo, por medio de una gran tolerancia y perdón, a la reflexión y a la responsabilidad, y a una magnanimidad de corazón análoga a la de su divino corazón. Es la misma imagen del Padre amoroso, que el Señor muestra en la parábola del Hijo Pródigo (Lc 15,11-32): este Padre corre presuroso al encuentro del hijo menor arrepentido que vuelve a casa, le estrecha en sus brazos y festeja su regreso con un banquete. Pero Él quiere también inducir además amablemente al hijo mayor, disgustado por esto, a que venga allí y se alegre por el retorno a casa del hermano menor.1 Notas: 1 Remitimos al núm. 1 de 1962 de la revista Bibel und Kirche. En él aparecen varios artículos dedicados al libro de Jonás. Tradujo y condensó: MANUEL MARTÍN-POZUELO UTRILLA