MARÍA FERNÁNDEZ RUBIO 2º CIENCIAS DEL TRABAJO ENERO 2009 INTRODUCCIÓN Y CONSIDERACIONES GENERALES. “Globalización, sociedad y escuela” es un libro que intenta recoger los actuales cambios económicos y sociales, al mismo tiempo que propone una serie de soluciones a problemas agravados en gran parte por el neoliberalismo global, como el del racismo, la xenofobia o las diferencias entre tercer y primer mundo. El libro es un compendio de numerosos estudios, lo cuál se observa claramente gracias a las múltiples citas de otros autores que aparecen a lo largo de toda la lectura. Del libro destaca el intenso trabajo de documentación que ha realizado el autor, si bien tantas referencias hacen que resulte un poco incómodo a la hora de leerlo. En mi opinión, creo que hubiera sido mucho más llevadero si todas las citas hubieran estado referenciadas con notas al pie de página y no entre paréntesis en mitad del texto. Al ser la edición de hace cuatro o cinco años y teniendo en cuenta el ritmo vertiginoso al que está cambiando el mundo, considero que sería necesario hacer una actualización del libro que permita a los lectores conocer más exactamente la situación actual, una situación que a mi entender ha cambiado bastante desde que se publicara el libro en el año 2004. En general se trata de un libro verdaderamente interesante y del que todos podemos y deberíamos aprender muchas cosas, aunque si que es verdad que para entender perfectamente el significado del libro y de algunos epígrafes es necesario tener ciertos conocimientos previos. Sin duda, no es un libro para todos los públicos, sino sólo para aquellos que tengan unos conocimientos mínimos de historia y economía, y que a ser posible también tengan nociones básicas en ciencias como la psicología y la sociología para poder comprender más fácilmente cada frase del libro (sobretodo porque en numerosas ocasiones se habla de experimentos como los que realizaron Milgram o Zimbardo pero en ningún momento se explica en qué consistían los mismos). Una de las cosas que he echado de menos en el libro ha sido que hubiera al final un glosario de términos, en el que el autor diese definiciones concisas sobre algunas palabras que pueden ser entendidas de varias formas. Por ejemplo, cuando se refiere a la escuela, ¿habla de la educación en general o sólo de la escuela primaria que es a la que comúnmente se le denomina así? Como éste hay otros términos que también pueden dar lugar a la duda y que creo que se deberían explicar más detalladamente, términos incluso más técnicos como relativismo, antidogmatismo, metarrelatos… Lo que sí que posee el libro es una amplia bibliografía, que permite al lector seguir indagando en el tema, una vez haya acabado la lectura de este, y es que por lo menos en mi caso, este libro si que ha despertado la curiosidad y el deseo de aprender más sobre como nos afecta la globalización. Aunque no sea un detalle de gran importancia, me gustaría puntualizar también que en el segundo capítulo, Modernidad y Holocausto, hay varias referencias hechas al libro de Ovejero del año 2007 titulado Paulo Freire y la psicopedagogía de la liberación, cuando en realidad esto es un error y al libro al que se refiere en realidad es al de Ovejero del año 2008, Las relaciones humanas: Manual de psicología social teórica y aplicada. A la hora de analizar el contenido del libro, empezaré diciendo que en general coincido con las teorías que expone el autor, por lo que a la hora de hacer la crítica a menudo utilizaré mis propios argumentos y mi propia visión del mundo actual para reafirmar las ideas expresadas en el libro. Asimismo considero que muchos incrédulos que en un principio se negaban a reconocer esta situación seguramente hayan cambiado de parecer gracias a toda la información que ha recabado el autor y a los argumentos y explicaciones que da a lo largo del libro. COMENTARIO CRÍTICO. Según mi opinión, el principal problema con el que nos encontramos es que hemos pasado de vivir en un mundo dirigido por gobiernos que garantizan derechos sociales a una situación en la que son las grandes multinacionales y corporaciones las que deciden el desarrollo del mundo. Unas empresas dirigidas a menudo por cientos de accionistas, entre los que se reparten la responsabilidad, de manera que ésta se acaba difuminando, y a los que les preocupa mucho más la obtención del máximo número de beneficios que las consecuencias de sus actos. Personalmente me resulta sorprendente la rapidez con la que la globalización se ha extendido en los últimos años. Sin ir más lejos en el año 2000, Anthony Giddens1 exponía dos tipos de reacciones frente a la existencia o no de la globalización: “Algunos se resisten a ella en bloque. Los llamo los escépticos, toda la palabrería sobre la globalización se queda en eso, en mera palabrería… Sea cuales sean sus beneficios, sus desafíos y tormentos, la economía globalizada no es especialmente diferente de la que existía en periodos anteriores. Otros toman una postura muy diferente. Los denominare radicales… Afirman que no solo la globalización es muy real, sino que sus consecuencias pueden verse en todas partes.” Ocho años después no creo que nadie niegue la evidencia de que la globalización influye en cada uno de los aspectos de nuestras vidas, al igual que lo ha hecho el neoliberalismo, el cuál ha cambiado nuestra forma de pensar, no solo en relación a como pensaban nuestros padres o abuelos, sino también a como lo hacíamos nosotros mismos hace tan sólo unos años. Así, la conjunción de ambos (globalización y neoliberalismo) ha hecho que nos hayamos ido convirtiendo en seres más consumistas, lo que nos lleva a ser más superficiales. Como se refleja en el libro, la globalización sólo es posible en un sistema capitalista, y sabido es de todos que el capitalismo se nutre del consumismo. Así, y gracias al apoyo de los cambios tecnológicos y de los avances en los medios de comunicación estamos continuamente expuestos a “nuevas necesidades” que nos impulsan a comprar productos que realmente no necesitamos pero que la sociedad capitalista nos hace adquirir. 1 A. Giddens, “Un mundo desbocado. Los efectos de la globalización en nuestras vidas”, Madrid, Taurus, 2000. A esto se suma el carácter competitivo característico del siglo XXI, por el cual vemos a la gente pidiendo préstamos para comprarse un coche que no se puede permitir pero que “necesita” porque el resto de la gente lo tiene, y que incluso busca un modelo más caro para no ser menos que el resto de la gente. Al igual que digo el coche me refiero a ordenadores, ropa, viajes, tecnología… Lo que hace que hoy en día sea prácticamente imposible que una familia normal de cualquier lugar del mundo pueda vivir con un único sueldo medio, como ocurría hace no tantos años. Todas estas necesidades han afectado también a los hábitos y costumbres de la gente, que ha pasado de dar más importancia a los amigos y familiares y tener una relación directa con ellos, a tener una vida centrada en aspectos materiales y a depender de los nuevos medios técnicos para entablar relaciones y amistades (móviles, redes sociales tipo facebook o tuenti, messenger, etc.). Otra grave consecuencia de la globalización es que todos o casi todos hemos pasado a ser prescindibles e incluso ser reemplazados por máquinas, ordenadores e incluso por otros trabajadores menos cualificados que nosotros. Hace treinta años terminar una carrera universitaria te aseguraba encontrar un puesto de trabajo acorde a tus estudios, hoy en día estar cualificado para un determinado empleo no te garantiza que lo vayas a obtener, y si lo consigues seguramente sea en peores condiciones (tanto económicas como laborales) que nuestros antepasados. Todo esto va haciendo mella en nuestra autoestima, que va descendiendo a medida que se van incumpliendo las ilusiones y los objetivos que nos habíamos marcado, lo cuál se refleja en el aumento del número de personas con problemas psicológicos y en la aparición de nuevos problemas (mobbing, burnout…). Por otro lado, en las empresas surgen dos tipos de trabajadores: los cualificados (que manejan las nuevas tecnologías, que dominan idiomas, etc.) y los no cualificados (la mayoría de ellos gente de cierta edad). El problema surge cuando un trabajador no cualificado pierde su empleo (conseguido antes de la revolución tecnológica), ya que es posible que no sea capaz de encontrar uno nuevo. Como también se ha dicho en el libro, en la actualidad ninguna empresa te garantiza un puesto de trabajo para toda la vida laboral, sea cual sea tu contrato, algo que sí pasaba anteriormente, cuando muchos de nuestros padres y abuelos entraban a trabajar en una empresa con 20 años y se jubilaban en ella cuarenta y cinco años después, algo totalmente utópico hoy en día. Los efectos que la globalización está teniendo sobre el mundo son impresionantes, la pena es que casi nadie habla de ellos. Este silencio creo que es responsabilidad principalmente de los movimientos antiglobalización y no de los medios de comunicación como se podía presuponer. Hay que tener en cuenta que las informaciones que aparecen en los medios son noticias puntuales, hechos, no procesos que se alargan en el tiempo. Por lo tanto, si los movimientos antiglobalización organizarán más huelgas, movilizaciones, conferencias, etc. seguramente los medios recogerían más datos sobre el problema y se empezaría a hablar más de él. Respecto a este tema, partiendo de que este libro tiene ideas claramente antiglobalizadoras, me ha chocado bastante que el apartado referente al movimiento altermundista no estuviese más desarrollado. Estoy de acuerdo con las soluciones que propone, las cuáles me parecen muy válidas, excepto la referente a la implantación de una renta básica de ciudadanía. ¿A cuánto ascendería esa renta? ¿No se lograría lo mismo, por ejemplo, dejando de pagar ciertos impuestos? ¿Seguro que el Estado podría hacer frente a esta renta para todos los ciudadanos? No hay que olvidar que aunque todos hemos oído hablar de la globalización y conocemos algunas de sus consecuencias, a la hora de explicar en que consiste muy poca gente de la calle sería capaz de hacerlo, y hasta que la gente no sea plenamente consciente de este problema y sepa lo que realmente está sucediendo en el mundo no hará nada para intentar cambiarlo. Los datos comparativos entre grandes empresas o personas millonarias con los países más pobres me han resultado especialmente llamativos. Es duro pensar que si un solo magnate quisiera, podría terminar con la pobreza de varios países, pero también hay que ser conscientes de que los datos de las grandes empresas no siempre reflejan la auténtica cifra de negocios, y de que aunque lo hagan, nadie les asegura su supervivencia, como ha sido el reciente caso de Lehman Brothers. En el primer capítulo se trata el tema de la explotación infantil, que creo que ha existido desde siempre, y que no es nada nuevo. Aquí la globalización ha desempeñado una doble función, ya que por un lado ha agravado el problema dando pie al turismo sexual, a la explotación infantil a cargo de multinacionales, etc.… Pero por otro gracias a los medios de comunicación esta lacra está siendo denunciada públicamente, lo que está haciendo que en ciertos países y sectores esté disminuyendo. Ahora las multinacionales son mucho más cuidadosas a la hora de meter niños a trabajar en sus fábricas y si lo llegan a hacer es muy probable que salga a la luz, y que puedan sufrir un boicot general como el que tuvo Nike tras la publicación de “No logo: el poder de las marcas”2. Esto demostraría el poder de unos medios de comunicación igual que igual que tienen la capacidad de crearnos falsas necesidades y de influir en nuestros pensamientos, también son capaces de hacer que la gente sea mas sensible a ciertos problemas e intente movilizase para solucionarlos. A lo largo de la lectura destacan algunos comentarios del autor, que a mi entender son un tanto frívolos, como por ejemplo cuando habla de la venta de niñas en algunos países por parte de sus padres, y la explica por el deseo de los progenitores de poder satisfacer sus necesidades consumistas, unas necesidades que por otra parte les llegan desde los medios occidentales. A pesar de no conocer la cultura tailandesa y los hechos que allí ocurren me parece muy duro y casi imposible el hecho de que algunos padres estén dispuestos a llegar al punto de deshacerse de sus hijos únicamente por satisfacer unas necesidades surgidas del puro consumismo. Otro aspecto en el que no estoy de acuerdo con lo expuesto en el libro, es cuando el autor habla de las teorías conspiratorias referentes a la crisis del petróleo del 73, y discrepo porque considero que no fue provocada con la intención de coartar la libertad de la gente, sino que fue algo que surgió debido a las consecuencias de la guerra del Yom Kippur, 2 Naomi Klein, “No logo: el poder de las marcas”, Barcelona, Ediciones Paidos Ibérica, 2002. cuando los países árabes integrantes de la OPEP decidieron dejar de suministrar petróleo a los países occidentales que apoyaron a Israel. Algo con lo que tampoco estoy de acuerdo es con la idea expuesta por el autor, según la cuál existen “continuados intentos de controlar la educación escolar y ponerla al servicio del neoliberalismo global”, y no opino lo mismo ya que considero que la educación escolar ahora mismo se rige por las normas del libre albedrío. Los profesores se limitan a enseñar lo que ven y lo que conocen, igual que hacen los padres. Sí es verdad que los valores que se están trasmitiendo a los niños actualmente son neoliberales, pero en lo que no estoy de acuerdo en que esto se este haciendo de manera voluntaria, sino que la sensación que tengo es que se hace así sin ninguna razón. Por otro lado, apoyo todas las propuestas del autor para erradicar el racismo y la xenofobia, y creo que otra posible solución consiste en fomentar el turismo y la enseñanza de idiomas, porque como dijo el comisario europeo de multilingüismo, Leonhard Orban: “el estudio de otros idiomas es el arma más poderosa frente al racismo, la xenofobia y la intolerancia”, ya que la lengua que una persona habla es parte de su identidad y su cultura, con lo que aprender diferentes idiomas significa también entender a la gente y su forma de vida, lo cual es aplicable también al turismo. Creo que el ser humano por naturaleza tiene miedo a lo desconocido, y que si la gente viajase más y conociese otras culturas, aprendería a ver que no somos tan distintos los unos de los otros, y que no siempre lo “nuestro” es lo mejor, creencia muy arraigada en este país. Viajar a países extranjeros siempre ayuda a abrir la mente. El problema del racismo y de la discriminación que sufren los inmigrantes es que la gente (debido al neoliberalismo) cada vez piensa mas en sus problemas, cada vez se es más egoísta y egocéntrica, lo que dificulta la empatía. Si no somos capaces de ponernos en el lugar de los inmigrantes, de entender las razones por las que se juegan la vida cruzando desiertos, océanos, etc. y nos limitamos simplemente a la información que nos ofrecen los medios de comunicación, nunca seremos capaces de eliminar la idea de que vienen a nuestro país a robar y a delinquir. CONCLUSIÓN. La idea principal del libro se resume en la página 110: "[...] hay q conjugar una política económica global que incremente la riqueza y el nivel de vida de los países del tercer mundo y una política social y educativa en los países receptores de inmigrantes que consiga, a la vez, tratarlos como personas y colaborar a una integración justa y respetuosa con sus costumbres y con sus creencias, lo que podría llevar [...] a una sociedad auténticamente intercultural. Y para ello la potenciación de una educación intercultural en nuestras escuelas debería ser, tal vez, el instrumento mas potente y eficaz”. Comparto la idea de que el cambio debe empezar en las escuelas, pero para que esto suceda se debería comenzar por modificar la universidad, ya que de ahí salen los futuros maestros. Durante años los estudiantes impulsaron los cambios sociales, y creo que aunque actualmente estamos un poco “dormidos”, si se nos motivase de forma adecuada (mediante asociaciones que organizasen actos, conferencias, etc) podríamos intentar cambiar las cosas, ya que como se suele decir el futuro es nuestro y de nosotros depende. Pero como no creo que estas asociaciones surjan de forma espontánea, creo, sinceramente, que es muy difícil cambiar la situación actual, y que para hacerlo sería necesario el apoyo de los poderes públicos (que parecen no estar muy por la labor), y de un movimiento social revolucionario. Para concluir, me gustaría decir que pese a que no se trata de un libro rápido de leer ni en ocasiones fácil de comprender, sí que aporta ideas interesantes y bien argumentadas que sin duda hacen pensar al lector, que no es poco, y que además da una visión optimista de que aún hay posibilidad de mejorar el mundo, que todavía podemos hacerlo, y que hay formas de lograrlo.