Revista TEMA´S. Principios del Comportamiento Vial

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REVISTA DIGITAL DE CRIMINOLOGÍA Y SEGURIDAD
“PRINCIPIOS DEL
COMPORTAMIENTO VIAL”
Por Victoriano Francisco Flores Corzo
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Revista Digital de Criminología y Seguridad
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REVISTA DIGITAL DE
PRINCIPIOS DEL
COMPORTAMIENTO VIAL
C
Por Victoriano Francisco Flores Corso
omo conductores y peatones que somos de todo este enentramado de la circulación vial tenemos derecho a
suponer que el resto de usuarios también debe cumplir las
normas que regulan la circulación del tráfico. El
comportamiento de los demás nos afectará de tal manera que
adecuará nuestra forma de poder desenvolvernos por la red
vial. Tan fácil, como esperar de manera confiada a que
respeten, por ejemplo, nuestra prioridad de paso en una
intersección, la distancia de seguridad entre vehículos, así
como las buenas prácticas al volante que aprendimos en su
momento.
Victoriano Francisco Flores Corso, es Especialista en Criminalidad y
Seguridad Pública. Universidad de Sevilla. Especializado en Derecho
y Criminología U.N.E.D.
Se desempeña en el Equipo de Atestados e Informes de la Guardia
Civil en Sevilla, España en Investigación de Accidentes de Tráfico.
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Revista TEMA’S Año II - Número 7 - Marzo 2013
CRIMINOLOGÍA Y SEGURIDAD
Los principios que rigen en la conducción
están explícitamente desarrollados en las normas
de circulación para que durante su aprendizaje
vayamos tomando nota sobre la forma de
convivir con los demás si hacemos uso de las
vías públicas. Por lo pronto, para recordar
algunas normas sobre el comportamiento vial,
hoy, comenzamos con el principio de confianza
en la normalidad del tráfico. Un principio también
denominado de expectativa adecuada por ese
derecho a esperar de los demás un uso
adecuado de las normas que regulan la
circulación. Para ello, necesitamos saber qué van
a hacer los otros conductores o peatones, cómo
van a hacerlo, desde dónde y cuándo iniciarán su
decisión.
EL SIGNO DE EXCLAMACIÓN EN LAS
NORMAS DE TRÁFICO
que bajemos la guardia y la atención que se
requiere al volante, ya que ante esa falta de
compromiso o ante cualquier indicio de
comportamiento indebido por parte de los
demás usuarios de la vía, tenemos que ceder,
es decir, poner de nuestra parte para evitar
cualquier conflicto.
El desarrollo estricto de la norma por parte de
todos los usuarios de la red vial es lo único que
garantiza el conocimiento de lo que van a hacer
los demás. Es decir, intentar prever cómo van a
actuar los demás usuarios de la vía es lo que
nos proporciona la tranquilidad y la confianza
necesaria para anticiparnos a las posibles
situaciones más o menos peligrosas y nos
permite estar en una posición adecuada para
tomar decisiones correctas. Por el contrario,
cuando no respetamos la normativa de tráfico,
podemos poner en grave riesgo nuestra propia
seguridad y la del resto de usuarios de la vía, al
hacer inesperado nuestro comportamiento. Un
comportamiento que puede ser previsible por
ese margen de desconfianza pero que no
siempre se da, precisamente, debido a una
mala interpretación o error de apreciación por
parte de alguno de los intervinientes.
CUANDO TOLERANCIA Y CONFIANZA
SE MEZCLA
Fuente fickr.com por: Teclasrorg. bajo licencia C.C.
De acuerdo con este principio de expectativa
adecuada o legítima, todo conductor necesita
circular con la relativa certeza y confianza de
saber que los demás usuarios de la vía van a
respetar las normas establecidas para la
circulación. Conocer la reacción de los
conductores y peatones próximos a nuestro
entorno, dará la tranquilidad suficiente para
anticiparse y prevenir situaciones de riesgo y así
poder actuar adecuadamente en cada caso para
evitarlas. No obstante, el hecho de presuponer
que los demás conocen las normas, no significa
Dos conceptos que quiero desarrollar para
llegar a la conclusión de que el espacio
compartido por todos requiere adaptarse a unas
normas consentidas y admitidas para ser
aplicadas. Me refiero a la expectativa adecuada
y al margen de confianza que debe existir en la
conducción. Es decir, esperar la reacción de los
demás a sabiendas de que puede haber una
mala interpretación o un fallo externo y ajeno so
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sobre alguno de los que comparten el mismo
escenario. Una señal de tráfico que no ha sido
restituida por otra nueva, una obstrucción visual
que no permite ver la proximidad de otro vehículo
en un cruce, el exceso de confianza de algunos
conductores experimentados o la falta de pericia
en la conducción de un conductor novel, son
claros ejemplos de que debemos ampliar esa
expectativa y ese margen de confianza para no
ocasionar un conflicto.
Además, con los ejemplos anteriores no sólo
se hace imprevisible el comportamiento del
infractor, sino que también se pueden provocar
comportamientos igualmente extraños en los
otros conductores. Estos, ante una grave alteración de la normativa, pueden no saber cómo
reaccionar, al no estar contemplada esta circunstancia en las normas de circulación, y se
pueden provocar a su vez nuevas situaciones de
riesgo encadenadas que pueden dar lugar al
incidente. Pero insisto, lo imprevisible no tiene
por qué ser inevitable ni tampoco la experiencia
en la conducción es la que resuelve todas las
situaciones de riesgo. Por tanto, es la suma de
dos hechos realizados por dos intervinientes y
que llevados a una situación de riesgo no han
podido resolver posiblemente por ese exceso o
falta de confianza.
Por otra parte, el principio de confianza está
basado, como es lógico, en el conocimiento y
cumplimiento estricto por parte de todos los
usuarios de las reglas y normas que regulan la
circulación por las vías públicas, lo que obliga a
las autoridades competentes a supervisar que
todo aquel que circule por ellas esté debidamente formado y autorizado. Conocer y cumplir las normas es la garantía fundamental para la
seguridad de todos los que compartimos el
mismo escenario vial. Por eso, debemos respetarlas para que se confíe en nosotros como
conductores y como peatones.
LA PREVISION
Como ya sabemos, tras ver el comportamiento
que pueden tener los demás y a pesar de utilizar
el principio de confianza, toda precaución es po-
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ca a la hora de ponerse al volante. De ahí, la
previsión como principio basado en que todo
obstáculo o situación que pueda sorprendernos
deberá ser aceptado sin alterar nuestra
capacidad de anticipación para evitar cualquier
incidente vial.
La anticipación como alternativa a la propia
seguridad personal, siempre que la situación de
peligro inicial sea de tal naturaleza que,
efectivamente, exija una resolución del conflicto
como, por ejemplo, una maniobra evasiva
consistente en el giro de volante hacia la derecha
para impedir una colisión por alcance en una vía
de doble sentido de circulación. Pero, hay
muchos más ejemplos…
No pretendo hacer un guión sobre las buenas
prácticas en la conducción pero mi experiencia
de muchos años conduciendo vehículos, me ha
enseñado no sólo a tener una expectativa
adecuada, por ese derecho a esperar de los
demás un uso adecuado de las normas que
regulan la circulación sino también, intentar
superar con éxito o estar a la altura ante
cualquier imprevisto que se presente, salvo que
se trate de incidentes: voluntarios, fortuitos como
por ejemplo, derrame de líquido deslizante sobre
la calzada o de fuerza mayor como por ejemplo,
la caída de un árbol a nuestro paso con nuestro
vehículo.
En consecuencia, descartando aquellos factores que con ocasión del tráfico sean
inevitables, el principio de previsión también
denominado de precaución en materia de
seguridad vial respalda la adopción de medidas
protectoras ante conductas que puedan crear
situaciones de grave riesgo para la circulación u
otras que por omisión o desconocimiento de la
norma sean mal interpretadas.
HAY QUE SABER PREVENIR PARA
ANTICIPARSE
Por tanto, el principio de previsión junto con el
de confianza pretende que la conducción se
realice de la forma más natural posible. Es decir,
que la circulación vial sea lo menos exigente
posible, con el menor número de obstáculos, traRevista TEMA’S Año II - Número 7 - Marzo 2013
CRIMINOLOGÍA Y SEGURIDAD
PRINCIPIOS DEL
COMPORTAMIENTO
VIAL.
Por Victoriano Francisco Flores Corso
mos rectos, buena visibilidad de la señalización,
etcétera. Son condiciones que nos ayudarán a
controlar en cada momento nuestra propia
intervención de acuerdo con nuestra capacidad y
experiencia. De todas maneras, con estos dos
ejemplos seguro que se entenderá mejor:
Supuesto 1: El conductor que circula por el
casco urbano debe prever que en un momento
determinado puede irrumpir un peatón y cruzar la
calzada, por lo tanto debe ajustar su conducción
a las circunstancias que puedan presentarse. En
el caso de no hacerse y producirse el siniestro
vial, aunque fuese inevitable, la responsabilidad
recaerá sobre el propio conductor. Del mismo
modo, la previsión del incidente vial juega un
papel muy importante, como hemos explicado
antes, en tanto que se responsabiliza por
completo al que pudo y no lo hizo.
Supuesto 2: El conductor que no puede prever
la aparición de un animal suelto transitando por
la calzada sobre todo si desconocemos la
carretera. Pero si se trata de un tramo recto con
buena visibilidad, aunque fuese de noche, lo más
probable es que nos permita realizar una
maniobra evasiva como por ejemplo advertir a
los demás nuestra intención de detenernos. En el
caso de producirse el atropello podría plantearse:
una velocidad excesiva, falta de atención o una
impericia del conductor.
LA IMPORTANCIA DE LA
CONDUCCIÓN DIRIGIDA
Siguiendo
con
los
principios
del
comportamiento vial ya enumerados, como conductores, estamos como dirigidos en todo mo-
mento por la señalización existente de la red
vial. Es decir, mientras no exista señalización
que indique una alteración de la normalidad en
el tráfico, podemos circular en la confianza de
que no vamos a encontrar ninguna anomalía.
Pero si además, asumimos algunas dificultades
que nos podemos encontrar como por ejemplo,
suelo mojado por lluvia, calzada en obras,
etcétera; sólo nos queda utilizar la previsión, es
decir, adoptar las medidas adecuadas para
superarlas sin dificultad.
Otro aspecto a tener en cuenta es el de la
obligación que tienen los usuarios de las vías de
señalizar las maniobras que realicen. Como
sabemos, tales maniobras implican un movimiento que, si no se anuncia con antelación,
pueden suponer un peligro potencial importante
para el resto de los usuarios puesto que
suponen desplazamientos laterales o cambio de
carril no esperados en los que se pueden cruzar
las trayectorias de los vehículos con riesgo de
sufrir alguna colisión o conflicto.
A veces, al volante, necesitamos reforzar
nuestras maniobras para que sean vistas por el
resto de usuarios. Es más, no podemos dar por
hecho que los demás han entendido nuestras
intenciones. Por ejemplo, cuando circulamos
por el carril exterior de una rotonda y no deseamos salir por la primera salida. En este
caso, si advertimos con el intermitente izquierdo
estaremos dando a entender a los demás, que
nos siguen, que no vamos a salirnos de la
rotonda. Cuando vamos en paralelo y junto a un
vehículo articulado (cabeza tractora más semirremolque) tenemos que prever que su ángulo
muerto le impide vernos. Si vamos detrás de un
conductor o conductora de avanzada edad
tenemos que prever que puede aminorar la
velocidad sin motivo aparente…
En definitiva, previsión en la conducción es
anticiparse a las maniobras de los demás para
facilitar la correcta utilización de nuestro entorno
vial y en todo caso evitar un conflicto sabiendo
de antemano que podemos dominar la situación. Como en el ajedrez: pensar dos jugadas por delante.
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REVISTA DIGITAL DE
LA SEGURIDAD
La seguridad en la conducción, como principio
del comportamiento vial, exige al conductor la
concentración de sus facultades físicas y
psíquicas para un correcto dominio de las
actividades que requiere la conducción. El
estudio del movimiento del vehículo con la
confianza y previsión que ya conocemos para
estar preparado ante cualquier situación de
riesgo que se presente.
El objetivo de este principio es dar una
respuesta adecuada a las distintas y cambiantes incidencias que presenta la circulación
vial con especial atención a la tarea de
conducir. De esta manera, evitaremos poner en
peligro nuestra vida y la de terceros ante la
posibilidad de sufrir un siniestro vial. Si
recordáis el artículo anterior, con la previsión se
logra una mayor capacidad de respuesta a los
mandos del vehículo.
Pues bien, con el principio de seguridad utilizaremos lo aprendido sobre algunos comportamientos viales para describir primero la
situación y anticiparnos después, sin poner en
peligro la seguridad vial.
UN CONDUCTOR SEGURO ES UN
CONDUCTOR FORMADO
Digamos que este principio tiene como
fundamento subjetivo el mecanismo que implica
concentrar la atención en la tarea de conducir y
sobre esto nos habla el artículo 17 del
Reglamento General de Circulación al referirse
al control del vehículo o de animales dentro de
las normas generales de los conductores:
1. Los conductores deberán estar en
todo momento en condiciones de
controlar sus vehículos o animales.
Al aproximarse a otros usuarios de la vía,
deberán adoptar las precauciones necesarias
para su seguridad, especialmente cuando se
trate de niños, ancianos, invidentes u otras
personas manifiestamente impedidas.
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2. A los conductores de caballerías, ganados y
vehículos de carga de tracción animal les está
prohibido llevarlos corriendo por la vía en las
inmediaciones de otros de la misma especie o
de las personas que van a pie, así como
abandonar su conducción, dejándoles marchar
libremente por el camino o detenerse en él.
El principio de seguridad aporta al conductor
un perfecto dominio del vehículo para afrontar
las situaciones que presenta la circulación vial.
Si conseguimos con nuestra conducta dominar
el coche, controlar su movimiento y velocidad
aplicando al mismo tiempo el conocimiento de
las normas de circulación alcanzamos la
conducción defensiva o lo que es lo mismo, la
suma de las dos técnicas: saber conducir +
saber circular.
EL INTERCAMBIO SOCIAL EN LA
CONDUCCIÓN
Hace tiempo, Josep nos explicó algunas
claves para una conducción defensiva y que
vienen muy bien al hilo de lo que estamos
hablando. Además, aprovecho para recordar
esa pregunta casi al final del artículo: ¿Cuál
debe ser la respuesta adecuada?, es decir,
mientras manejamos el vehículo en un entorno
compartido como es el escenario vial, ante la
multitud de factores que intervienen en el
fenómeno vial, ¿cómo podemos evitar las
situaciones de riesgo?
No quiero dar pistas… pero, algo tienen que
ver las personas que intervienen en la circulación vial (conductores, peatones, ciclistas…) y las circunstancias que le rodean e
influyen en la conducción (alcohol, drogas,
velocidad…). Si conocemos, por tanto, los
factores de riesgo y somos capaces de reconocerlos podremos dar una respuesta adecuada
a cualquier situación irregular que se nos
presente a los mandos del vehículo durante la
conducción.
Un ejemplo lo tenemos en el artículo 45 del
Reglamento General de Circulación en cuanto a
la adecuación de la velocidad a las circunstanci
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CRIMINOLOGÍA Y SEGURIDAD
as, dentro de los límites de velocidad regulados:
Todo conductor está obligado a respetar
los límites de velocidad establecidos y a
tener en cuenta, además, sus propias
condiciones físicas y psíquicas, las
características y el estado de la vía, del
vehículo y de su carga, las condiciones
meteorológicas, ambientales y de
circulación, y, en general, cuantas
circunstancias concurran en cada
momento, a fin de adecuar la velocidad
de su vehículo a ellas, de manera que
siempre pueda detenerlo dentro de los
límites de su campo de visión y ante
cualquier obstáculo que pueda
presentarse.
Existen estudios sociológicos sobre el
comportamiento y actitudes de los conductores al
volante y cuando nos preguntan, decimos que
somos muy buenos conduciendo y además, nos
sentimos muy buenos cumplidores de las normas
de tráfico. Sin embargo pensamos que los otros
no son así. Esto genera un exceso de confianza
que hace delegar la responsabilidad hacia
terceras personas.
También, son importantes las condiciones del
tráfico en la red vial: las deficiencias de la vía, las
retenciones de vehículos por imperativo de la
circulación, por ejemplo, suponen un cambio en
las actitudes de los conductores. No obstante, de
la experiencia del conductor y su carácter
dependerá su conducción segura. Reaccionar
con actitudes y comportamientos peligrosos ante
cualquier presión dentro del entorno vial es
propio de un carácter inmaduro. Evitemos, por
tanto, esa inseguridad vial que a nada nos
conduce.
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PRINCIPIOS DEL
COMPORTAMIENTO
VIAL.
Por Victoriano Francisco Flores Corso
LA RESPONSABILIDAD
Recordad que habíamos dicho que el hecho
de conocer y cumplir las normas es la garantía
fundamental para la seguridad de todos los que
compartimos el mismo escenario vial cuando
hablábamos de la confianza; después, vimos la
previsión, o lo que es lo mismo, anticiparse a
cualquier obstáculo o situación que pueda
sorprendernos sin alterar nuestra capacidad de
actuación para evitar cualquier incidente vial y
por último, tener la seguridad, es decir, la
concentración necesaria de nuestras facultades
físicas y psíquicas para un correcto dominio de
las actividades que requiere la conducción y así
dar la respuesta adecuada.
Pues bien, hoy, terminamos esta serie de
artículos sobre los principios del comportamiento
vial que nos afectan a todos, especialmente a
conductores y peatones, dentro del fenómeno del
tráfico con la responsabilidad. De esta forma
sabremos diferenciar los cuatro principios unidos
a su vez por un denominador común: la conducta
al volante.
LA CONDUCCIÓN ES UNA TAREA DE
RESPONSABILIDAD
La sociedad nos otorga la convicción de que
cuando nos subimos a un vehículo o cuando
circulamos como peatones todos somos responsables de nuestros actos. Cuando se toman
decisiones erróneas o cuando nos comportamos
de manera irresponsable en el ámbito vial se
rompe la seguridad en la circulación. (Programa
de intervención, sensibilización y reeducación
vial) El principio de responsabilidad se basa en el
cumplimiento por parte de conductores y
peatones de la normativa existente, evitando ser
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un peligro u obstáculo a los demás usuarios de la
vía, con un comportamiento adecuado en cada
momento y asumiendo las consecuencias de sus
propios actos. El aspirante a conductor debe
formarse debidamente para asumir que el hecho
de conducir y después circular con el vehículo es
una tarea de responsabilidad,
sabilidad, y que vimos con ejemplos cuando hablábamos de la respuesta adecuada, el elemento
humano es capaz de prever y afrontar con éxito
muchas circunstancias.
De hecho, la responsabilidad en la conducción
viene recogida en el Reglamento General de
Conductores, al referirse a la expedición de los
permisos de conducir, incluyendo las antiguas
licencias de conducción, así como los deberes de
los titulares de los distintos tipos de autorizaciones para conducir.
1. El titular de un permiso o de una
licencia de conducción, así como de
cualquier otra autorización o
documento que habilite para conducir,
deberá hacerlo con sujeción a las
menciones, adaptaciones, restricciones y
otras limitaciones respecto de las
personas, vehículos o de circulación
que, en su caso, figuren en el permiso o
licencia de conducción…
Por tanto, este principio de responsabilidad ha
de hacernos reflexionar sobre la especial
relevancia que tiene el factor humano en la
explicación no sólo de cualquier siniestro vial que
ocurra, sino de todo el fenómeno del tráfico. Además, añado que más allá del principio de respon-
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CUANDO LA ACTITUD Y APTITUD SE
MEZCLA EN LA FORMACIÓN VIAL
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CRIMINOLOGÍA Y SEGURIDAD
2. El conductor de un vehículo queda obligado a
estar en posesión y llevar consigo su permiso o
licencia de conducción, así como cualquier otro
documento o autorización que, de acuerdo con la
normativa vigente, necesite para poder conducir.
Estos documentos deberán ser válidos, estar
vigentes y se deberán exhibir ante los agentes de
la autoridad que lo soliciten. (Artículo 3 del
Reglamento General de Conductores)
Es importante, pues, generar y transmitir un
sentimiento auténtico de responsabilidad personal, donde la identificación del riesgo vial tiene
que ser prioritaria y presumible. A su vez nuestra
responsabilidad como conductores ha de
hacernos conscientes de que la clave para lograr
una mayor seguridad en la circulación está en
nuestras propias manos la mayoría de la veces,
tengamos o no experiencia, porque lo que vale
es asumir el rol de conductor desde el principio,
desde cuando nos dan carta blanca para
conducir con independencia de quien pueda
considerarse en último término responsable del
riesgo o incidente que con ocasión del tráfico se
ha originado.
Por otro lado sería conveniente, hacer
comprender a nuestros legisladores y a su vez
hacer llegar a la sociedad, que para obtener un
permiso de conducir, desde los conocimientos
que se adquieren tras obtener el permiso de
ciclomotor hasta un permiso profesional, el
aspirante debe recibir una enseñanza específica
y sin olvidar las clases teóricas necesarias
relacionadas con las actitudes y aptitudes, para
que pueda llegar a comprender, interiorizar y
hacerse suya, la práctica de la responsabilidad
en la conducción.
¿Por qué la formación vial no contempla la
posibilidad de dar el curso de recuperación de
puntos a los aspirantes al permiso de conducir de
la clase B, por ejemplo? ¿Habrá que empezar
por la formación adecuada sobre las actitudes y
comportamientos en la conducción a los
principiantes? En definitiva, todo es cuestión de
confianza, previsión, seguridad… pero sobre
todo de responsabilidad, de nuestra capacidad
para reconocer y aceptar las consecuencias de
un hecho realizado libremente.
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