TEMA 1 MARCO GENERAL DE LA CIVILIZACIÓN GRIEGA: ETAPAS CULTURALES Esquema: 1. El marco geográfico 1.1. La Grecia continental 1.2. La Grecia no continental 1.3. Causas y efectos de este marco geográfico 2. La época micénica 2.1. Grecia antes de la llegada de los griegos 2.2. La llegada de los griegos 2.3. La etapa micénica (1600-1100 a. C.) 3. La época oscura (1100-750 a. C.) 4. La época arcaica (750-500 a. C.) 5. La época clásica (500-323 a. C.) 5.1. Esparta 5.2. Atenas 6. La época helenística (323-146 a. C.) 7. La época romana (146 a. C.-395 d. C.) 1 TEMA 1 MARCO GENERAL DE LA CIVILIZACIÓN GRIEGA: ETAPAS CULTURALES 1.El marco geográfico. 1.1. La Grecia continental. Lo que tradicionalmente se entiende por Grecia corresponde geográficamente a la parte más meridional de la península de los Balcanes, en el fondo de saco del Mediterráneo. Es un país pequeño y esencialmente montañoso, en el que lo escarpado del terreno no deja espacio para fértiles llanuras o ríos caudalosos de largo y fructífero cauce, como sucede, por ejemplo, en buena parte del resto de Europa. De una forma general podríamos decir que la península helénica está divida en dos grandes partes, una al norte de la otra y separadas entre sí por el golfo de Corinto. La parte septentrional está ocupada básicamente por la cordillera del Pindo, que deja escasos espacios abiertos y cultivables hasta el mar, a excepción de las planicies de Macedonia, de Tesalia y de un sinfín de estrechos valles en el resto, en los que se gana un poco de terreno con la formación de terrazas artificiales en las laderas de las montañas. La parte meridional presenta una estructura geográfica semejante, con un centro muy escarpado y un estrecho cinturón periférico más habitable, en el que destacan algunos valles más abiertos (Esparta y Argos). Podría hablarse de un 75/80 % de terreno montañoso. A esta realidad se añade lógicamente la inexistencia de importantes cursos de agua, todo lo cual determinará un amplio abanico de otros factores de la vida del hombre griego. El clima es también duro. Los veranos son largos y secos, mientras que los inviernos húmedos. Las lluvias escasas en una parte importante del año, y los vientos con frecuencia recios. La sociedad griega antigua era básicamente agraria, en la que primaba el cultivo del olivo, la vid y, en la medida que lo permitía el terreno, los cereales, en especial la cebada. Respecto a la ganadería las ovejas y cabras ocupaban el lugar preferente, cuyo pastoreo encajaba bien con la orografía helénica. A partir de un momento dado surgen con cierta pujanza algunas variantes artesanales e industriales, en especial la de la cerámica. Y todo ello se verá favorecido por el progresivo incremento del comercio exterior, en especial el marítimo. 2 Esta realidad material va a determinar, en no pequeña medida y al menos en los primeros momentos, el tipo de comunicabilidad existente entre los diversos asentamientos de población en la Grecia continental, así como su permanente línea de comportamiento sociológico. Es claro que había una importante dificultad de contacto de unos núcleos de población con otros, lo que llevará a escoger el mar como salida prácticamente natural, y ello tanto para comunicarse con las restantes ciudades griegas como para abrirse a horizontes más amplios a lo largo y ancho de todo el Mediterráneo, dada la progresiva normalización que va adquiriendo el dominio del viaje por mar. 1.2. La Grecia no continental. Esta apertura al mar da lugar a la formación de la otra parte de lo que culturalmente llamamos "mundo griego". Desde los primeros momentos del asentamiento de los griegos en Grecia, sobre lo que volveremos en el punto siguiente, es claramente perceptible su tendencia a expandirse en todas las direcciones, creando núcleos de población que en muchos casos tendrán una importancia cultural e intelectual superior a la metrópoli. Este nuevo ámbito geográfico se manifiesta en cuatro grandes zonas. En primer lugar está el anillo insular: Grecia irá creando asentamientos en todas las islas que rodean la península helénica, tanto en su parte occidental (el llamado Mar Jónico, que le separa de la península italiana), como, sobre todo, de norte a sur del Mar Egeo, y al este, sin olvidar las más apartadas como Creta y Chipre. Desde los primeros momentos los griegos establecieron asentamientos permanentes en la costa de Asia Menor, donde fueron creando un rosario de ciudades en contacto especial e intenso con las viejas culturas minorasiáticas (Mesopotamia, Persia, etc.), y donde surgirán centros culturales destacados (Bizancio, Pérgamo, Éfeso, Mileto, etc.). Con posterioridad los griegos volverán la vista a Occidente y fijarán su destino en el sur de Italia y Sicilia, donde su implantación será de tal relevancia que esa región será conocida ya siempre como la Magna Grecia. Pero tampoco descuidaron otras costas del amplio Mediterráneo, y así los encontramos en Francia, España y el norte de África. Éste fue realmente el verdadero marco geográfico de la Grecia antigua, y ante esta realidad es como debemos enfocar el acercamiento a su desarrollo cultural. 3 1.3. Causas y efectos de este marco geográfico. El carácter eminentemente montañoso de la Grecia continental está, junto a otros factores, en la base de varias realidades de diverso tipo (sociedad, política, religión, etc.), caracterizadas todas ellas por el rasgo predominante de la ausencia de uniformidad, debido a la difícil comunicabilidad física. El producto más evidente es la ciudad-estado: todos los grupos de población tenían conciencia clara de que pertenecían a una misma estirpe, la griega, pero nunca aceptaron la existencia de una identidad absoluta, sino que conscientemente mantenían un amplio abanico de elementos diferenciadores. Tal vez el testimonio de la lengua sea un ejemplo modélico: tuvieron que pasar bastantes siglos para que se sintiera la necesidad de crear un griego común (koiné) para todos, puesto que hasta bien entrada la época clásica lo que había era un no pequeño abanico de dialectos. De otro lado, este extenso y heterogéneo marco geográfico es fruto fundamentalmente de la pobreza que en diversas épocas lastró la vida del griego continental, sobre todo en ocasiones de una excesiva superpoblación, que obligaba a buscar nuevos territorios. Y siempre se hacía a través del mar: la comunicabilidad terrestre de Grecia con las regiones situadas más al norte siempre fue muy escasa. P. Lévêque en un precioso libro de hace unos años nos dejó dicho: "La aventura griega es hija del hambre". Esta carencia de recursos dará lugar a diversas campañas de colonización por el Mediterráneo, variables en el tiempo y en el espacio, pero siempre tendrán una característica común: la colonia mantendrá desde el mismo momento de su fundación una independencia de todo tipo con la metrópoli, de forma que lo que se conseguía era una simple ampliación igualitaria del mundo griego –en armonía con la fragmentación socio-política reinante en la Grecia continental-, pero de ningún modo se pretendía crear un producto semejante a los imperios que otras culturas coetáneas buscaban con sus campañas militares de expansión fuera de sus fronteras. Esta inclinación de Grecia a la expansión geográfica posibilitará múltiples contactos con otras civilizaciones contemporáneas, lo que enriquecerá el acerbo cultural e intelectual de la civilización griega, al tiempo que a nosotros nos servirá de pauta para encontrar los puntos de arranque de diversas aspectos destacados de la cultura helénica. De una forma especial la investigación moderna última pone un énfasis especial en la aportación que recibió Grecia de su contacto con el mundo minorasiático, y ello en diversos órdenes de la vida: literatura, filosofía, ciencia, religión, mitología, etc. En sentido inverso, esta notable ampliación del marco geográfico originario aportará el marco material idóneo para la helenización de buena parte de la cuenca del Mediterráneo a 4 lo largo de bastantes siglos: desde el incipiente alfabeto hasta la más abstracta especulación matemática, pasando por todos los géneros literarios, las artes plásticas, el debate filosófico, el mundo de los dioses y su mitología, todo este bagaje se expandió por los países ribereños creando una cierta uniformidad cultural mediterránea, sobre la que luego se construiría en no pequeña media el edificio de Europa y de Occidente en general. 2. La época micénica. 2.1. Grecia antes de la llegada de los griegos. a. La vida humana en Grecia durante la Edad de Piedra (Paleolítico y Neolítico), a juzgar por los restos encontrados, fue de escasa importancia. Sabemos que estuvo habitada por una población probablemente procedente de Anatolia occidental, y que tenían un nivel de civilización muy bajo, sobre todo si lo comparamos con el que por las mismas épocas había en Egipto, Mesopotamia, etc. Se trataba de pequeños poblados en los que paulatinamente se fue implantando el cultivo de cereales y la domesticación de animales. b. La situación empezará a cambiar radicalmente con la llegada de la cultura del bronce. La Edad del Bronce en el Egeo comienza en torno al año 3000 a. C. –con bastante retraso, pues, en relación con otras regiones próximas–. Este avance general es el resultado de una importante progresión en diversos campos. Ante todo, claro está, el conocimiento del bronce y el posterior desarrollo de su técnica metalúrgica, que van a ser el motor del auge en otros terrenos. Se inicia la fabricación de utensilios de diversa índole en bronce, con su aplicación directa a las armas (lanzas, puñales y, finalmente, la espada). Y este avance metalúrgico se aplica también a metales nobles (oro, plata), con su repercusión en el ámbito de las joyas y objetos valiosos, manifestaciones todas ellas de un desarrollo cultural importante. La producción agraria cerealista también experimenta un importante auge, a lo que se añade la incorporación del cultivo del olivo y de la vid, que van a dar lugar a una producción de aceite y vino en tal cantidad que surgirá un importante comercio con el exterior, lógicamente por mar, y esta circunstancia coadyuvará al desarrollo de la industria naval y de toda una artesanía de variada gama, en especial la cerámica. Este desarrollo material se refleja en el plano social. Hay un incremento demográfico notable, derivado no sólo de este auge económico sino también de la llegada de nuevos pueblos. Todo esto dará lugar a la creación de núcleos de población mayores, pequeñas ciudades ya, donde van surgiendo una cierta estratificación social y una incipiente 5 organización política. Y esta creciente complejidad social tendrá una incidencia directa en otros aspectos, como la vivienda, el urbanismo, las artes decorativas, la escritura. Finalmente, el incremento del comercio con el exterior repercutirá en el incremento de los contactos culturales con otras zonas del Mediterráneo, uno de cuyos frutos importantes será la adopción de un rústico –al principio- sistema de escritura. La Edad de Bronce en el mundo egeo se extiende desde los comienzos del tercer milenio hasta finales del segundo milenio, y suele ser dividida en tres subperíodos: Bronce Antiguo (3000-2000), Medio (2000-1550) y Reciente (1550-1050). Pero no hay una progresión uniforme y paralela en sus diversas zonas, lo que impone la implantación de cuatros grandes apartados: Creta, que recibe el nombre de civilización minoica por el legendario rey cretense Minos; las islas Cícladas; la Grecia continental, o Heládico; y Troya. Cada una de estas cuatro variantes está dividida en los tres períodos antes mencionados. El Heládico Reciente, o sea, la Grecia continental en la segunda mitad del segundo milenio, recibe el nombre de Época micénica, denominación tomada de la ciudad de Micenas, que desempeñará un papel central durante esa etapa. c. Durante el Bronce Antiguo todo el Egeo va experimentando de forma paulatina ese cambio antes descrito, en el que el despegue material va a llevar al desarrollo del comercio y a la toma de contacto con otras regiones. En un principio se tratará de una progresiva asimilación de toda la riqueza material y cultural ahora a su alcance, para pasar a continuación a ir creando ellos mismos una entidad civilizadora propia. Ya desde estos primeros momentos Creta se adelanta a las otras regiones, y los análisis arqueológicos de la cerámica permiten ir destacando el auge de la civilización minoica, así como la aparición de recintos sagrados, lo que supone el desarrollo de la religión, en la que goza de relieve el culto del toro. En las Cícladas es el momento de las famosas figurillas cicládicas, representaciones igualmente religiosas. En la Grecia continental la ciudad de Lerna, en la Argólida es el máxime exponente del nivel de desarrollo alcanzado: pequeña ciudad con doble sistema de fortificación y algunas destacadas construcciones. Pero Lerna en el paso de un milenio a otro es destruida, junto con otros lugares de la Grecia continental. d. Durante el Bronce Medio (= Minoico Medio: 2100-1600 a. C.) Creta alcanza el momento culminante de la civilización minoica. Es el período de los grandes palacios cretenses, en especial los de Cnoso, Festo, Malia y Zacro, cuya historia tiene dos etapas: los primeros palacios y los grandes palacios. Los primeros se construyeron entre 2000 y 1900 a. C., pero quedaron destruidos hacia 1700, probablemente por un terremoto. Unos cincuenta 6 años después, y previa demolición de lo que había quedado en pie, se levantaron los grandes palacios, cuyos restos podemos hoy día contemplar en las excavaciones: su grandiosidad y esplendor marcan un punto importante en la historia de la civilización. Su estructura arquitectónica, aparentemente un caótico laberinto de habitaciones, pasillos y pisos, seguía un plan bien trazado: todo se organizaba en torno a un gran patio central, y las diversas partes del conjunto estaban funcionalmente bien definidas: el sector dedicado al rey y la reina, la zona sagrada, los talleres de manufacturas, los depósitos de productos agrarios y artesanales, y los aposentos para toda la gente que estaba en función de la vida de palacio. Tal vez una de las realidades básicas que explican buena parte del esplendor minoico sea la institucionalización de la realeza en varios puntos de Creta. El palacio era el soporte de toda la vida de la población. Organizaba todos los aspectos de la vida económica, que era de tipo redistributivo: el rey hacía acopio de toda la producción, que luego redistribuía y garantizaba la comercialización del excedente. Y no fue menos importante la función sacerdotal del rey, aunque sin llegar al extremo de su modelo egipcio, donde el faraón era considerado una reencarnación del dios Horus. En la Creta minoica no existieron templos propiamente dichos, sino que el palacio era también el centro religioso. En el plano estrictamente cultural la civilización minoica alcanzó un nivel destacado. En primer lugar debemos destacar los frescos de las paredes de los palacios, en los que prima el interés por la vida de palacio con la presencia constante de motivos tomados de la naturaleza. También es notable el nivel alcanzado en los diversos campos de la actividad artesanal: en especial la cerámica, tanto por sus formas, su decoración o el tamaño de los enormes y bellísimos píthoi; pero sin olvidar los trabajos en bronce, piedra y marfil. Finalmente, no debemos olvidar el uso de la escritura. En la Creta minoica se utilizaron sucesivamente dos sistemas. A la época de los primeros palacios pertenece el famoso disco de Festo, descubierto en 1908 al excavar el palacio de Festo. Es un pequeño disco de arcilla, de 16 cm. de diámetro, que lleva en ambas caras impreso una serie de signos grabados en forma de espiral. La crítica suele coincidir últimamente en que se trata de una escritura jeroglífica o, mejor, logográfica, o sea, aquélla en la que a cada palabra corresponde un signo. Sigue sin ser descifrado, fundamentalmente porque se desconoce la lengua en que está escrito. El segundo sistema de escritura minoico es el lineal A, llamado así por Evans, el descubridor del palacio de Cnoso, para diferenciarlo del lineal B, al que nos referiremos más abajo y ya en lengua griega. Uno y otro son sistemas silábicos, en los que los signos 7 corresponden en su mayoría a sílabas fonéticas, lo que supone que el número de signos necesarios para escribir una lengua sea mucho menor que en los estadios de escrituras ideográficas, aunque persiste el uso de determinados ideogramas. Conservamos poco más de 1500 tablillas de arcilla escritas en lineal A, la mayor parte procedente de Haghia Triada, un pequeño palacio cretense cercano al de Festo. Tampoco está descifrado por desconocerse la lengua que reproducía. Los especialistas no se ponen de acuerdo en los aspectos centrales de ambos sistemas de escritura. Sobre su origen, unos piensan que el jeroglífico cretense es autóctono y otros que deriva del jeroglífico egipcio; a su vez, el lineal A para unos es originario de Creta, mientras que para otros tiene un importante influjo de la llamada antigua Europa, o sea, la población asentada en el sudeste de Europa antes de la llegada de los indoeuropeos. Sobre el contenido de las tablillas, para unos se trata de documentación concerniente a la administración de palacio, pero otros ven en ellas textos inmersos en un contexto del culto a los dioses. Sobre su posible interrelación, unos suponen que cada sistema corresponde a una etapa cronológica distinta, lo que no va en contra de que en un momento dado pudieran coincidir, frente a lo cual otros imaginan la posibilidad de que estén reproduciendo dos lenguas distintas. 2.2. La llegada de los griegos. a. En torno al año 2000 a. C. tiene lugar el paso del Heládico Antiguo al Heládico Medio, es decir, la etapa de la Edad del Bronce Medio en la Grecia continental. La Arqueología detecta en ese espacio de tiempo la llegada de un nuevo grupo de población que altera la situación cultural preexistente, al tiempo que se perciben huellas de destrucción en distintos lugares y se va generalizando un nuevo tipo de planta de casa. Este nuevo pueblo que, procedente del norte, se asienta en la parte meridional de la península balcánica en el último tercio del tercer milenio a. C., es una de las ramas escindidas del grupo indoeuropeo, y se corresponde con los que tradicionalmente llamamos griegos. Conviene precisar cómo se formó lingüística y culturalmente el pueblo griego. Hoy en día se suele estar de acuerdo en que fue el resultado de la fusión del bloque indoeuropeo probablemente ya asentado en la región del Epiro al noroeste de la península balcánica desde mediados del Heládico Antiguo- con la población preexistente. Esta adaptación debió de ser progresiva y lenta, como nos lo testimonia, entre otras cosas, la fragmentación dialectal de la 8 lengua griega ya desde los primeros momentos. Además, tal vez tengamos que hablar de dos etapas en esa adaptación lingüístico-cultural: una primera sería el contacto con la población continental en el paso del tercero al segundo milenio; y una segunda, a principios del siglo XVI a. C., cuando la influencia minoica de Creta antes mencionada, que era pregriega, se deja sentir de forma especial en la Grecia continental. Ahora bien, a esta descripción habría que añadir dos precisiones. La lengua hablada por esa población indoeuropea presentaba ya unos rasgos específicos que la diferenciaban de otros grupos indoeuropeos repartidos por Europa y Asia, de forma que podríamos hablar de la existencia de un cierto protogriego unitario, o al menos de una serie de innovaciones comunes a todos los posteriores dialectos. De otro lado, es cosa aceptada la existencia en Grecia de lenguas distintas previas a la llegada de los griegos, y que en algún caso se trataba de lenguas indoeuropeas, de forma que el sustrato lingüístico-cultural con el que se van a fusionar los griegos será de variado tipo. b. Un punto polémico en la historia griega es el número de invasiones migratorias en que penetró el pueblo griego en la Grecia continental. Hasta bien entrado el siglo XX se pensaba que los griegos habían llegado en tres oleadas, que se correspondían con las tres estirpes tradicionales en que ellos mismos solían dividirse: los jonios, los eolios y los dorios. Pero el importante avance en el conocimiento arqueológico de la Grecia del segundo milenio a. C. ha llevado a una disminución de ese número. En la actualidad los especialistas se dividen en dos bloques. Unos, sobre bases fundamentalmente lingüísticas, sostienen que hubo dos migraciones: una en torno al año 1900 a. C., que luego dará lugar a los grupos dialectales del jonio-ático y el eolio; y otra, la del dorio, que llegó a Grecia hacia el 1200 a. C. Sin embargo, la Arqueología no encuentra huellas materiales de peso para confirmar la llegada de los dorios, de donde otros concluyen que realmente hubo una única migración de griegos, que tuvo lugar en el mencionado paso del tercer milenio al segundo, aunque a su vez encuentran dificultades para ubicar el dorio dentro del griego hablado en Grecia en el segundo milenio. c. Culturalmente el Heládico Medio (2000-1550 a. C.) trascurre en medio de una importante atonía. Cronológicamente coincide con el apogeo de la civilización minoica –o sea, no griega– ya descrita, pero en la Grecia continental la situación es de escaso relieve cultural, que se explica por el proceso de adaptación de los dos grupos de población ahora en contacto. 9 2.3. La etapa micénica (1600-1100) Es el período de esplendor de la Grecia del segundo milenio a. C. Recibe el calificativo de "micénica" por el nombre de Micenas, la ciudad más importante de aquel período y de la que, según la mitología, era rey el legendario Agamenón. Este florecimiento se refleja en una presencia intensa en el Mediterráneo. Se corresponde con la Edad del Bronce Reciente de la Historia Universal. Hacia el año 1600 a.C. irrumpe en Grecia una nueva oleada de población cuya lengua es griega, como nos lo certifican las tablillas de barro escritas en el ya mencionado lineal B, sobre el que volveremos con mayor pormenor en el Tema 3. Frente a la pacífica población agraria anterior ahora aparece una brillante cultura. Se construyen grandes fortalezas, en especial la de Micenas. Son amantes de la guerra: traen el carro de guerra de dos caballos; sobresale el esplendor de sus armaduras; es una sociedad básicamente varonil y patriarcal; su sistema político es la monarquía; usan con frecuencia el ámbar en las joyas, desconocido antes en la cuenca del Mediterráneo. Hasta este momento el centro cultural más desarrollado era la isla de Creta, de población aún no indoeuropea. Ahora los micénicos, atraídos por el brillo de la civilización cretense (también llamada minoica por el mítico rey cretense Minos), adoptan muchas de las características culturales minoicas y terminan por adueñarse del Egeo: las naves micénicas surcan en todas direcciones el Mediterráneo. Y en este contexto se entienden bien los relatos de la Ilíada y de la Odisea: en estos poemas hay muchos elementos de la época micénica. Entre 1200 y 1100 a.C. los distintos enclaves micénicos son atacados y destruidos. Los estudiosos no se ponen de acuerdo sobre las causas: unos piensan en la llegada de una nueva oleada griega, los llamados dorios, que destruyen los palacios micénicos; otros se inclinan por una revuelta social. En cualquier caso, hacia el año 1100 es destruida la fortaleza de Micenas, con lo que termina una etapa importante en la historia griega. 3. La época oscura (1100-750). 3.1. Tras el hundimiento de la civilización micénica el mundo griego entra en una etapa que calificamos de oscura por la ausencia casi total de fuentes de información importantes. Se extiende del siglo XI a mediados del VIII a.C., aunque no todo él responde a un mismo esquema, sino que en una exposición más pormenorizada que ésta habría que entrar en determinadas subdivisiones histórico-económicas y culturales. Con frecuencia este período es 10 minusvalorado en la bibliografía al uso, pero la verdad es que tal vez el hundimiento no fue de tanta magnitud como suele suponerse y, sobre todo, en esta etapa tuvieron lugar determinados hechos que se convertirán en elementos básicos de la evolución posterior. En esta época se difunde en la cuenca del Egeo la metalurgia del hierro, frente al uso del bronce en época micénica. Esta innovación supone un paso hacia delante, puesto que lleva implícito el dominio de la técnica metalúrgica correspondiente, así como la mejora del nuevo metal, más duro y que permite un afilamiento mayor, lo que tendrá una incidencia especial en la fabricación de las armas. La vida material es más rudimentaria, al menos en una primera etapa. Con el derrumbamiento del brillante mundo micénico, se produce una evidente disminución de la población, lo que se reflejará lógicamente en todos los órdenes de la vida material: los núcleos de población se convierten en pequeños poblados; la economía es agrícola y ganadera, y ello además en pequeña escala; los objetos de la vida diaria son de manufactura rudimentaria; las comunicaciones por mar prácticamente desaparecen. Ahora bien, pese a esto no es menos cierto que es en este período cuando empieza el movimiento colonizador hacia las islas orientales del mar Egeo y en la costa de Asia Menor, concretamente en la actual Turquía, donde se establecen unos asentamientos griegos que, en el futuro, se convertirán en el puente de comunicación cultural entre el mundo asiático y el griego. Especial importancia tendrá la zona llamada Jonia, que ocupa la parte central de la zona asiática, y donde ahora se fundan ciudades como Mileto, Éfeso, etc., de resonancia decisiva en la historia posterior. De todas formas, debemos tener claro que varios de estos asentamientos se consolidan sobre enclaves micénicos previos, de cuya expansión mediterránea ya hemos hablado en el punto anterior. A partir del siglo IX a.C. se produce una reactivación de todo tipo en el mundo griego. Hay un claro incremento de la población, lo que sobre todo redundará en el desarrollo de ese proceso colonizador en Asia Menor arriba aludido. Esta realidad histórica es fundamental para entender la Época Arcaica, a partir de mediados del s. VIII a. C. 3.2. Culturalmente tienen lugar en esta época oscura dos hechos singulares. En primer lugar, el desarrollo de la poesía épica. Tradicionalmente empezamos la descripción de la Literatura griega por la figura de Homero como primer representante de la época arcaica, dado que efectivamente sus dos poemas la crítica actual suele situarlos en la segunda mitad del s. VIII a. C. (750-700). Pero lo que a veces nos olvidamos de destacar es el hecho de que los poemas homéricos son el final de una tradición poética que, a juzgar por el nivel alcanzado en Homero, 11 tuvo un largo recorrido anterior, que, como ya se ha dicho, arranca de época micénica, pero que debió consolidarse a lo largo de toda esta época llamada oscura. En su mayor parte el mundo que nos describe Homero corresponde realmente al momento final de la Edad oscura. En segundo lugar, en este período tiene lugar la aparición de un sistema de escritura mucho más útil que los preexistentes y que determinará la historia cultural de Occidente: el alfabeto completo. Se llama "alfabeto" (nombre formado sobre la denominación de las dos primeras letras griegas: alfa, beta) porque cada nuevo signo corresponde a un sonido fonético, lo que disminuye radicalmente el número de signos posibles y, consiguientemente, facilita su aprendizaje y el incremento del público lector. Y decimos "completo" porque el alfabeto griego es el primer sistema de escritura que tiene signos para todos los sonidos de la lengua que registra: es bien sabido que los griegos lo adoptaron de los fenicios, pero éstos no notaban las vocales, sino sólo las consonantes y semiconsonantes; los griegos utilizarán la notación de éstas últimas para notar las vocales. Respecto a la aparición del alfabeto hay dos interrogantes básicas: el dónde y el cuándo. Pero la crítica especializada no sostiene al respecto un criterio uniforme: unos piensan que la adopción tuvo lugar en la propia Grecia, y Creta suele ser la opción más aceptada; otros, por el contrario, suponen un asentamiento griego en tierra asiática, y en concreto en Al-Mina. Respecto a la fecha, el abanico temporal ha sido muy amplio, aunque en la actualidad las dos propuestas más aceptadas varían entre finales del s. IX a. C. y mediados del VIII. En cualquier caso, a partir de ahora se podrá registrar todo por escrito: desde las cosas más o menos insignificantes de la vida privada, hasta los asuntos transcendentales (p.e., las leyes). 4. La época arcaica (750-500). 4.1. En este período se asientan las bases de lo que hoy entendemos por Cultura griega. Empecemos por algunos hechos externos. La situación económica era difícil: había una gran pobreza entre los pequeños campesinos, que eran una mayoría de la población, como nos lo atestigua el poeta Hesíodo. A esto se unía un incremento demográfico. Se acudió como solución a dos medidas: la fundación de colonias por todo el Mediterráneo, en especial en Occidente (Sicilia, Italia, Francia, España, el norte de África); y el desarrollo de la industria y el comercio marítimo. Durante dos siglos (750-550) tuvo lugar la llamada "gran colonización griega". La finalidad principal era buscar nuevas tierras de cultivo para asentar el excedente de población. Se transplantaba la estructura política y social de la metrópoli, pero desde el principio el nuevo 12 asentamiento gozaba de una autonomía plena. Los vínculos entre ambas comunidades eran únicamente religiosos y culturales. Esta colonización griega afectó sobre todo a Sicilia y al sur de Italia, región ésta llamada desde ahora la Magna Grecia y que, con el tiempo, será núcleo de una intensa actividad intelectual griega. Es también el momento del asentamiento de colonias griegas por las costas del Mar Negro. De otro lado, se alcanza una creciente fabricación de cerámica, que se exporta a todo el Mediterráneo y, al tiempo, hace que se alcance un alto nivel en la técnica ceramista. Un factor favorecedor del comercio fue la aparición de la moneda, que facilita la adquisición de productos frente al más difícil sistema anterior de intercambio de mercancías. En este terreno, una vez más, las colonias griegas de Asia Menor sirven de puente entre Grecia y Lidia, de donde se adopta el sistema de monedas acuñadas conforme a un peso fijo. Otro logro de la época arcaica fue la codificación de las leyes. Antes la administración de la justicia estaba en manos de la aristocracia, que aplicaba según su personal criterio unas normas tradicionales transmitidas oralmente de generación en generación -el poeta Hesíodo, en la segunda mitad del s. VIII a.C., deja ver la inquietud de las clases bajas por la justicia y su oportuna aplicación-. Una salida a esta situación será la puesta por escrito de estas mismas normas, lo que supondrá un avance importante en la consolidación de la justicia y, por tanto, en la defensa de las clases sociales más débiles. Estos hechos socioeconómicos llevan a la aparición de una nueva clase social, la de los artesanos y comerciantes, intermedia entre la aristocracia y el campesinado. Y todo ello conduce a una progresiva pérdida de derechos de las clases superiores, lo que en ocasiones dio lugar a revueltas sociales. Políticamente también es trascendental la época arcaica. En primer lugar, ahora se constituye en suelo griego esa realidad política que llamamos la pólis, la ciudad-estado, que va a ser la base sobre la que se erigirá ese sorprendente mundo que es la Grecia antigua. La pólis es una zona geográfica –normalmente de no mucha extensión- que comprende una ciudad y un territorio adyacente en el que puede haber un número reducido de aldeas, pero toda la población tiene conciencia de formar una unidad política-social-religiosa. Dentro de esta realidad en una primera época detenta el poder una clase aristocrática, que ha sucedido a la realeza micénica, y la gestión político-administrativa la ejercen ahora un gobierno de magistrados así como un Consejo de ancianos. Con el auge de nuevas clases urbanas artesanas, ya aludidas, va produciéndose una nivelación del poder, lo que, tras diversas situaciones de guerras internas, desemboca, desde la segunda mitad del s. VII a. C., en una nueva forma política, la tiranía: en 13 un momento dado, y como salida a las tensiones sociales creadas, un aristócrata se desgaja de su grupo y, apoyado por el partido popular, se erige en el hombre fuerte de la ciudad. Es la situación previa a la llegada de la democracia, pero para esto tendremos que esperar a la época clásica. 4.2. Demos ahora algunas pinceladas del desarrollo intelectual y cultural de la Grecia arcaica. Deberíamos empezar por señalar un elemento al que los helenistas dan cada vez más importancia: el influjo de las culturas del Oriente Próximo y Egipto, que llega principalmente a través de las colonias asentadas pocos siglos antes en la costa de Asia Menor, y en las que destaca la cultura jonia. Esta influencia será de todo tipo (literaria, mitológica, científica, etc.) y determinará en principio la creación del mundo intelectual griego arcaico, aunque luego Grecia terminará imponiendo su sello particular, como veremos. A este elemento habrá que añadir dos rasgos peculiares del griego arcaico, en especial en el contexto jonio: su espíritu sintético y empírico. La característica más importante de la época arcaica es la toma de conciencia del hombre como realidad individual y, al tiempo, como miembro activo de la ciudad, en cuyo gobierno intenta cada vez participar más activamente, puesto que, dadas las nuevas tácticas de la guerra, cada vez interviene más en su defensa. Así es como se entiende bien, por ejemplo, la figura del nuevo poeta de esta época, frente al viejo poeta épico de tipo homérico. Ahora los poetas ya no tratan de rememorar el pasado con grandes relatos heroicos, sino que son conscientes de que su papel social es reflexionar y aconsejar sobre la vida humana del momento, es el poeta-sabio, y así entendemos cómo adquiere a partir de este momento un auge la variante poética que llamamos "elegía", a través de la cual Solón y tantos otros irán destilando reflexión sobre la naturaleza humana. Y en este mismo sentido, en la parte final de la época arcaica, vemos aparecer la figura del filósofo al lado del poeta lírico. Son los llamados Presocráticos, que empiezan a hacerse preguntas sobre el origen del mundo. 5. La época clásica. (500-323 a.C.) El comienzo de la época clásica se sitúa en el paso del s. VI al V a.C., cuando en Atenas se inaugura la etapa de gobierno democrático. De otro lado, se considera el 323 a.C., año de la muerte de Alejandro Magno, final de este período porque la nueva situación política y social derivada de las conquistas del rey macedonio, así lo justifica. 14 En la época clásica se alcanzan varias de las metas que caracterizarán a la civilización griega antigua. El siglo V a.C., el llamado siglo de Pericles, es el siglo de oro de Grecia. En él el protagonismo corresponde sobre todo a dos ciudades-estado: Esparta y Atenas. 5.1. Esparta. a. La historia de Esparta es sorprendente y, para entenderla debidamente, es preciso remontarse a la época arcaica. En el s. VIII a.C. decide una política de expansión, que la lleva a entablar la guerra con sus vecinos los mesenios (primera guerra mesenia). La victoria y consiguiente anexión del territorio conquistado la convierte en una potencia importante económica y culturalmente y, así, alcanza un gran florecimiento artístico. Ahora bien, a mediados del siglo siguiente los mesenios intentan librarse del yugo espartano (segunda guerra mesenia), con un desenlace igualmente favorable para Esparta -el poeta Tirteo escribe sus poemas para exhortar a sus conciudadanos espartanos a la lucha-. Pero Esparta se ve obligada a un permanente estado de alerta militar ante el peligro de insurrección mesenia y, así, la rica vida cultural espartana se va perdiendo y, a comienzos del s. V a.C., la encontramos de espaldas a las corrientes intelectuales de la época clásica, encerrada en la vida militar. b. Así es como se configuran las conocidas características del tipo de vida espartana, cuyo ideal será formar buenos soldados para la defensa del estado. El recién nacido era examinado y, si tenía algún defecto destacado, se le dejaba morir. Durante la infancia estaba bajo el cuidado de la madre, pero a la edad de siete años pasaba a depender directamente del estado, que se encargaba de su educación en comunión con los demás jóvenes. Al llegar a la mayoría de edad se convertía en soldado profesional, y llevaba una existencia inmersa en asociaciones de hombres, con los que compartía las comidas, todo lo cual hacía que la vida familiar fuera prácticamente inexistente. El matrimonio y la familia servían casi exclusivamente para la procreación de hijos. De rechazo, la mujer en tal situación disfrutaba paradójicamente de una independencia desconocida en otras partes de Grecia. En las relaciones exteriores la política espartana se caracterizaba por un rígido aislamiento: no se permitía a los extranjeros instalarse en suelo espartano, y a ellos mismos les estaba prohibido tomar parte en las grandes competiciones deportivas panhelénicas (por ejemplo, los Juegos Olímpicos), por temor a que se relajase la rígida disciplina militar. En resumen, la vida espartana se caracterizaba por una palabra: austeridad. 15 Esparta será, pues, a lo largo de la historia de Grecia, política e intelectualmente, la enemiga tradicional de Atenas, que representa un ideal de vida opuesto: la libertad. 5.2. Atenas. a. Históricamente la ciudad-estado de Atenas fue el centro de la civilización griega durante la época clásica. En el s. VII a.C. era todavía una ciudad poco desarrollada política y económicamente. Pero en el paso al s. VI empiezan a darse unas circunstancias que serán el punto de arranque del éxito en el s. V a.C. Hacia el año 625 tiene lugar la codificación de las leyes por obra de Dracón: era una legislación muy dura -nuestro adjetivo "draconiano" conserva un sentido semejante- para las clases bajas, pero suponía al menos una barrera al poder ilimitado de la justicia aristocrática anterior. A comienzos del s. VI la situación económica era difícil: el campesinado estaba lleno de deudas y las tierras en su mayor parte en manos de la aristocracia. Había, pues, un importante malestar social. El año 594 fue elegido arconte (magistrado) Solón como mediador entre los dos bloques. Su política fue conciliadora (canceló las deudas e hipotecas sobre las tierras, aunque diversos privilegios siguieron en manos de la aristocracia), sin embargo sus reformas acabaron con la hegemonía aristocrática, al dividir a los ciudadanos en clases según su índice riqueza y no por el nacimiento, lo que suponía el ascenso de los nuevos ricos frente al linaje noble por ascendencia. Una medida económica soloniana importante fue la especialización en los cultivos, orientada a la exportación, lo cual produjo un beneficio muy superior al cultivo anterior de cereales. Ahora Atenas se especializa en la producción de vino y aceite, que exporta a todo el Mediterráneo. Y con ello un desarrollo de la fabricación de cerámica, necesaria para el transporte, así como de la infraestructura naval. De esta forma Atenas consigue un despegue importante en el siglo VI, apoyado por la actividad política de Pisístrato, prototipo de la figura del tirano. La tiranía en Atenas, iniciada por Pisístrato, y continuada por sus dos hijos Hipias e Hiparco, se derrumbó a finales del s. VI y se instauró la democracia de la mano de Clístenes, que dio entrada a importantes reformas políticas y sociales, tendentes a consolidar la figura del ciudadano individual frente al poder anterior de los grupos oligárquicos o del tirano. 16 Entre 490 y 479 los griegos, con Atenas a la cabeza, tienen que defenderse del ataque de los persas: son las Guerras Médicas. Las victorias de Maratón (490), de Salamina (480) y Platea (479) detienen, por primera vez en la historia, la irrupción de un imperio asiático en Europa. Dentro de la línea de política democrática aparece a mediados de siglo la figura de Pericles, que apoya resueltamente la rica vida intelectual ateniense y hace avanzar los ideales democráticos e igualitarios de esta época en Atenas. Pero en el período final la ciudad se ve inmersa en la Guerra del Peloponeso (431-404), en la que se enfrenta a su enemiga Esparta, y cada una con sus aliados respectivos. La muerte de Pericles y la subida al poder de políticos menos brillantes conducen a Atenas a la derrota. En el s. IV asistimos a la aparición de distintas hegemonías políticas más o menos duraderas. Esparta intenta sacar beneficio de su victoria en la Guerra del Peloponeso, ayudada por los persas, pero es derrotada. Viene después un período de hegemonía de Tebas, que se apoya en una liga de ciudades beocias. Entretanto Atenas ha ido recuperando su antiguo poder y está una vez más al frente del grupo que se opone en vano a una nueva potencia: Macedonia, región hasta ahora apartada de la vida de Grecia. Ante el avance militar y político del rey macedonio Filipo II, que intenta adueñarse de toda Grecia, los atenienses se dividen en dos bloques: uno en contra de Filipo, con el orador Demóstenes a la cabeza,; y otro a favor, con Esquines al frente. La batalla de Queronea (338) se inclina del lado de Macedonia que, aunque garantiza formalmente la autonomía de cada ciudad, en la realidad supone una estricta autoridad de Macedonia. Estos planes expansionistas de Filipo llegan a la cima en la persona de su hijo, Alejandro Magno, que soñará con un imperio griego en el que se combinen armónicamente lo griego y lo bárbaro, y que será la andadura cultural y social de la etapa siguiente, el Helenismo. Sus proyectos se vinieron abajo con su repentina muerte, lo que da paso a una etapa en la historia de Grecia, aunque realmente la figura y los planteamientos de Alejandro Magno pertenecen más al espíritu helenístico posterior que a la época clásica en que tradicionalmente se le incluyen. b. Las grandes manifestaciones culturales de la civilización griega comienzan a aflorar en el siglo V. Es la época del desarrollo del Teatro, que acaba de surgir en los últimos decenios del siglo anterior y adquiere rápidamente una relevancia literaria y social destacada: los tres grandes trágicos (Esquilo, Sófocles y Eurípides) están escribiendo ya en la primera mitad del siglo V, y no olvidemos que hubo decenas de autores de tragedias contemporáneos de los tres grandes. La 17 tragedia fue un vehículo intelectual muy importante de los nuevos valores de la vida política, social y literaria de la Atenas de este momento. Y lo mismo debemos decir de la Comedia. Sin olvidar esa variante dramática peculiar de Grecia, que es el drama satírico. Pero también este siglo V es la época de la Sofística, de Sócrates y, en los últimos decenios, de Platón. Ahora la reflexión sobre la naturaleza va a ir desapareciendo, el hombre se convertirá en el centro de la especulación filosófica, y así, entre otros aspectos, comenzará la reflexión sobre la ética. Pero en todo momento quedará de manifiesto el poder de la palabra. También es muy importante el desarrollo de la prosa, que acaba de aparecer poco antes, en los momentos finales de la época arcaica. Esta nueva variante cultural va a propiciar el avance de la Historiografía y de la Ciencia en general, y de la Medicina en particular –buena parte del Corpus Hippocraticum se escribirá en los decenios finales de este siglo-. También la Oratoria, surgida al calor de la especulación retórica, alcanza ahora un primer momento de esplendor. El siglo V a. C. es, efectivamente, el bien llamado Siglo de Oro ateniense. Pero este éxito fue difícil de alcanzar. Es cierto que el programa político de la democracia, que se instaura con el cambio de siglo y se afianza tras la victoria en las Guerras Médicas frente al imperio persa, convierte a Atenas en el epicentro de la vida intelectual de todo el mundo griego. Y junto a este ideario político se yergue el axioma intelectual del poder de la razón. Los viejos ideales tradicionales se ven ahora sometidos a la revisión racionalista de los nuevos valores. Las tragedias que se representan en el teatro dedicado al dios Dioniso, someten los viejos mitos a un angustioso replanteamiento. La historiografía, que realmente acaba de nacer, se hace a toda prisa más reflexiva. La especulación filosófica, con el final de los Presocráticos, los Sofistas y el propio Sócrates, bascula desde un recalcitrante relativismo hasta una reflexión física o ética del mundo y del hombre pero, en todo caso, desde la óptica de la razón como guía en los nuevos senderos que ahora se abren. Comienza una indagación científica que se va haciendo cada vez más especulativa, a partir de unos comienzos pragmáticos, y que, en cualquier caso, busca explicaciones físicas que sustituyan a las interpretaciones extranaturales anteriores. El arte, técnicamente, se hace más realista, expresivo y humano; pero además, intelectualmente, intenta compaginar armónicamente la tradición con los nuevos planteamientos sociales y con el ideario que día a día se va construyendo y consolidando en Atenas. En esta nueva visión del mundo la persona humana va a ser colocada en el centro de la vida social, lo que acarrea que los viejos postulados, según los cuales la divinidad era la 18 única rectora de la existencia, pasan a ahora a un segundo plano o, al menos, pierden buena parte de su hegemonía. Pero no sería acertado limitarnos a esta visión idealista, que arranca de los intelectuales alemanes de finales del siglo XVIII y perdura en buena medida hasta hoy. El llamado siglo de Oro en Atenas fue una mezcla de grandezas y de miserias, de éxitos y de fracasos, de contradicciones permanentes fruto de esa tensión contrapuesta entre racionalidad y tradición. Este equilibrio inestable es menos utópico, pero más humano. Tal vez lo más apasionante de ese período sea su proximidad a nosotros, porque supo abrir un planteamiento de vida centrado en el hombre como realidad compleja, campo de batalla de fuerzas contrarias. Y así, en concreto, frente al programa ilustrado de Pericles hubo siempre una permanente oposición, que incluso llegó a hacer uso político de los tribunales de justicia. En las comedias se criticaba, entre risas pero con acritud, a los políticos e intelectuales contemporáneos. El mundo de la religión se defendía con la apertura de procesos judiciales por impiedad. En definitiva, se alcanzaron grandes metas, pero el éxito no fue fácil. En el camino fueron quedando desde pequeñas derrotas en conflictos puntuales hasta importantes frustraciones de mucho mayor calado, como cierta incomprensión por parte de la población. Toda una apasionante aventura intelectual. Por su parte el siglo IV ateniense es también de gran relevancia cultural, aunque normalmente suele ser postergado. Como hemos dicho, políticamente supuso un cierto fracaso frente a la joven y entusiasta democracia del siglo anterior: progresivamente se fue generalizando un abandono de las tareas e inquietudes políticas, que fueron pasando a manos de políticos profesionales. Pero no debemos olvidar que el siglo IV es la época de Platón y de Aristóteles, cuyos sistemas filosóficos serán la base de la especulación occidental. La oratoria y la retórica asientan ahora las bases, teóricas y prácticas, de una larga trayectoria. Surge un nuevo tipo de Comedia que, a través de Roma, influirá en el Teatro europeo. 6. La época helenística (323-146) a. A la muerte de Alejandro sus generales se reparten el imperio, que queda dividido en diversos reinos, a cuyo frente hay un rey absoluto, que llega incluso a recibir culto. Todo ello es producto del influjo que ejerce el mundo oriental en los nuevos asentamientos griegos en suelo asiático. 19 Las conquistas del rey macedonio permitirán la helenización de todo ese amplio territorio. Se generaliza por todo el mundo griego una lengua unitaria, la koiné, una variante del ático, el dialecto hablado en Atenas. Y a través de la lengua se alcanza la difusión de la cultura griega, que se enriquece con las peculiaridades de cada región. Así se llega a unos resultados bastante peculiares y variados dentro de esa uniformidad helenizante. Las ciudades de la Grecia propiamente dicha llevarán con el tiempo una existencia precaria. Se bascula entre el sometimiento al poder de Macedonia y la periódica aparición de ligas entre ciudades de segundo orden (la liga etolia, la liga aquea). La propia Atenas es simplemente un centro cultural, limitado casi exclusivamente a la especulación filosófica. Por estas épocas Roma ha impuesto su hegemonía en Italia y, desde comienzos del s. II a.C., inicia sus ataques a los reyes de Macedonia, a la que terminan por convertir en provincia romana tras la batalla de Pidna (168). Este éxito lleva a los romanos a tratar duramente a las restantes ciudades griegas, que experimentan agitaciones y revueltas de la mano de la liga aquea. El año 146 Corinto cae en manos de Roma y toda Grecia queda sometida a la autoridad del procónsul de Macedonia. b. Por encima de todo prima ahora una realidad: el individualismo. Se ha perdido la antigua concepción de que el hombre era básicamente un ser social. Ahora el ciudadano de este nuevo mundo se siente solo. Y paralelamente se produce un descreimiento en la protección de los dioses tradicionales: el concepto de azar (τύχη) se convierte en una de las deidades centrales, y el hombre se siente estrechamente determinado por ese ciego poder. Todas las manifestaciones culturales testimonian esta nueva realidad: desde la poesía a la especulación filosófica. Y a esto hay que añadir que la época helenística es el momento del gran avance en las ciencias: desde las matemáticas y la astronomía hasta los estudios literarios. 7. La época romana (146 a.C. - 395 d.C.) En adelante Grecia será una parte más del amplio imperio romano que, cuando la ocasión lo requiera, será utilizada en las luchas internas o externas de Roma. Sin embargo, culturalmente Grecia seguirá desempeñando un papel importante: Roma entra en contacto con la civilización griega y se heleniza (el poeta latino Horacio dirá: "La Grecia vencida ha vencido a su vencedor"), y a través de Roma se transmitirá la cultura griega a todo el mundo occidental. 20 En el s. III d.C. los bárbaros cruzan el Danubio y hacen una primera incursión en suelo Griego. Con el Bajo Imperio la situación se normaliza, pero el declive continúa. El Cristianismo alcanza su victoria definitiva con Constantino, y el espíritu helénico pagano cada vez va siendo más sospechoso para los emperadores: el 381 d.C. Teodosio I declara la religión cristiana oficial en todo el Imperio y prohíbe los cultos a los dioses antiguos definitivamente, y en el 393 se celebran los últimos Juegos Olímpicos. El año 395 se divide el Imperio Romano en dos, y Grecia queda incluida en el bloque de Oriente, lo que supone el fin del mundo antiguo y el inicio de la época de la Grecia bizantina, que se extiende hasta el 1453, año en que los turcos se apoderan de Constantinopla y comienza al período de dominación otomana. Con la independencia alcanzada el año 1832 Grecia encara la etapa moderna de su historia, que llega hasta nuestros días. Bibliografía Bengston, H. (1986), Historia de Grecia, Madrid, Gredos. Lévêque, P. (1968), La aventura griega, Barcelona, Labor. 21