Evangelio según San Mateo 25,1-13 ( Domingo XXXII del T.O. (B) (8 de Noviembre 2015) ) En aquel tiempo, dijo Jesús a las gentes en su predicación: «Guardaos de los escribas, que gustan pasear con amplio ropaje, ser saludados en las plazas, ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y que devoran la hacienda de las viudas so capa de largas oraciones. Esos tendrán una sentencia más rigurosa». Jesús se sentó frente al arca del Tesoro y miraba cómo echaba la gente mo- nedas en el arca del Tesoro: muchos ricos echaban mucho. Llegó también una viuda pobre y echó dos moneditas, o sea, una cuarta parte del as. Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo: «Os digo de verdad que esta viuda pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del Tesoro. Pues todos han echado de lo que les sobraba, ésta, en cambio, ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir». 8 de Noviembre 2015 Parroquia de San Mateo Año 2 — Nº 8 Un original argumento para demostrar la existencia de Dios 9 de Noviembre Comentario al Evangelio Hoy, el Evangelio nos presenta a Cristo como Maestro, y nos habla del desprendimiento que hemos de vivir. Un desprendimiento, en primer lugar, del honor o reconocimiento propios, que a veces vamos buscando: «Guardaos de (…) ser saludados en las plazas, ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes» (cf. Mc 12,38-39). En este sentido, Jesús nos previene del mal ejemplo de los escribas. Desprendimiento, en segundo lugar, de las cosas materiales. Jesucristo alaba a la viuda pobre, a la vez que lamenta la falsedad de otros: «Todos han echado de lo que les sobraba, ésta [la viuda], en cambio, ha echado de lo que necesitaba» (Mc 12,44). Quien no vive el desprendimiento de los bienes temporales vive lleno del propio yo, y no puede amar. En tal estado del alma no hay “espacio” para los demás: ni compasión, ni misericordia, ni atención para con el prójimo. Los santos nos dan ejemplo. He aquí un hecho de la vida de san Pío X, cuando todavía era obispo de Mantua. Un comerciante escribió Hoja-Boletín Parroquial de uso Interno Distribución Gratuita calumnias contra el obispo. Muchos amigos suyos le aconsejaron denunciar judicialmente al calumniador, pero el futuro Papa les respondió: «Ese pobre hombre necesita más la oración que el castigo». No lo acusó, sino que rezó por él. Pero no todo terminó ahí, sino que —después de un tiempo— al dicho comerciante le fue mal en los negocios, y se declaró en bancarrota. Todos los acreedores se le echaron encima, y se quedó sin nada. Sólo una persona vino en su ayuda: fue el mismo obispo de Mantua quien, anónimamente, hizo enviar un sobre con dinero al comerciante, haciéndole saber que aquel dinero venía de la Señora más Misericordiosa, es decir, de la Virgen del Perpetuo Socorro. ¿Vivo realmente el desprendimiento de las realidades terrenales? ¿Está mi corazón vacío de cosas? ¿Puede mi corazón ver las necesidades de los demás? «El programa del cristiano —el programa de Jesús— es un “corazón que ve”» (Benedicto XVI). ( Pbro. José Martínez Colín) Pastoral Medios de Comunicación Social - Parroquia de San Mateo Plaza de San Miguel nº 1 -14900-Lucena (Córdoba) Tlf. 957500775 Email: [email protected] Pagina Web: www.parroquiasanmateo.es Ntra. Sra. de la Almudena La Virgen de la Almudena está unida, desde el primer momento, a la historia cristiana de Madrid. Según una tradición, avalada por la historia, el 9 de noviembre del año 1085, se rasgó el frente de una torre de la muralla de la Puerta de la Vega y apareció una imagen de la Virgen, que los cristianos madrileños habían ocultado, y venerado con singular devoción. A lo largo de la historia del pensamiento muchos han sido los esfuerzos de filósofos y teólogos para formular argumentos que, basados en la sola razón humana, demostraran la existencia de Dios, Ser Supremo, origen y explicación del Universo. Creer en Dios, a quien no vemos, no sería sólo cuestión de fe, sino que su existencia podría demostrarse con el esfuerzo de la razón humana. Entre los argumentos más conocidos destacan las célebres Cinco Vías de Santo Tomás, argumentos cosmológicos, teleológicos, basados en la conciencia o moralidad…, y otros muchos. Todos estos argumentos tienen en común que parten del conocimiento de la realidad, de la observación del mundo objetivo (el orden del universo, la contingencia de los seres, el ansia de felicidad, el orden moral…), para llegar a la conclusión de que Dios existe como causa necesaria de ese orden o del ser de las cosas. El argumento al que me voy a referir tiene de original que pretende llagar a esa misma conclusión (Dios existe), pero no partiendo del conocimiento del mundo, sino del sólo análisis de la idea de Dios que tengo en mi mente, del concepto. (Continua en la pag. siguiente) (...viene de la pag. anterior) Cuando pienso en Dios, tengo en mi mente la idea de Dios, el concepto de Dios, la idea de Ser Infinito. Basta analizar lo que significa la idea de “Ser Infinito”, lo que encierra en sí el concepto de Dios, para concluir su existencia. Es conocido como argumento ontológico precisamente porque pretende deducir la existencia real de Dios a partir de la idea pensada de Dios. Este argumento ha sido formulado en distintas épocas y por autores diversos. Quizás la formulación más asequible la encontramos en René Descartes, filósofo francés del s. XVII, padre del Racionalismo. Para entender el sentido del argumento habría que tener en cuenta que hasta Descartes se había mantenido, como base del conocimiento, que las ideas, las teorías, eran ciertas, eran verdaderas, si se adecuaban a la realidad. El criterio de verdad era la adecuación con la realidad. Una idea, una teoría, en principio, no es ni verdadera ni falsa; ello dependerá de su confrontación con la realidad. Si la idea se adecua a la realidad, es verdadera; en caso contrario, es falsa. La verdad no es una propiedad de las ideas, sino algo que les acaece, que les sobreviene cuando se adecuan a la realidad. Así la realidad se constituye en árbitro de la verdad del pensamiento. Con el Racionalismo de Descartes cambia este planteamiento. La realidad no puede constituirse árbitro de la verdad y certeza del conocimiento porque no estamos seguros de que podamos conocer la realidad tal y como es: nuestros sentidos nos engañan con frecuencia, nuestra razón se equivoca en aspectos importantes cuando pretende explicar el mundo y los acontecimientos, quizás estemos engañados siempre, quizás lo que creemos real no sea más que un sueño del que algún día logremos despertar (el tema de la vida es sueño se populariza en esta época, incluso en el teatro). Si la realidad es problemática, entonces la verdad de las ideas no puede depender de ella. Por eso Descartes propone un nuevo “criterio de verdad y certeza” de las ideas, distinto del de su adecuación con la realidad: La evidencia será el nuevo criterio. Toda idea evidente será verdadera. La evidencia es una propiedad que tienen determinadas ideas por sí mismas, con independencia de su relación con la realidad. Más aún, la realidad tendrá que ser, tendrá que construirse, tal y como muestran las ideas evidentes. Las ideas se convierten, así, en árbitro de la realidad, al contrario de lo que se había mantenido durante siglos (que la realidad era el árbitro de las ideas). Veamos: Que la idea de Dios, de ser Infinito, debe incluir todas las perfecciones, es evidente, (de no ser así entraríamos en contradicción lógica de decir que A es no-A, que la idea de Ser Infinito que tengo en mi mente no es la idea de Ser infinito puesto que, pensándolo infinitamente perAhora estamos en situa- fecto, lo pensaríamos carente ción de comprender el argumento en cuestión, que podríamos formular, para andar por casa, así: La idea de Dios, Ser Infinito, que pienso en mi mente, debe incluir todas las perfecciones (si no reuniese todas las perfecciones, no estoy pensando en Dios). La existencia es una perfección. Luego la idea pensada de Dios debe incluir su existencia real. Luego Dios existe (su esencia pensada incluye necesariamente su existencia real; Dios es la única realidad cuya esencia es existir).Si la idea de Dios puede ser pensada, entonces Dios de alguna perfección, esto es, existe realmente, o la idea carente de la existencia real). pensada que tengo de Dios no Que la existencia es una persería la idea de Dios. fección, también para Descartes es evidente (puesto que es más perfecto existir que no existir. Y es más perfecto existir en el pensamiento y en la realidad que existir sólo en el pensamiento). Si la evidencia es el criterio de verdad y certeza, y todas las ideas que posean la propiedad de ser evidentes son verdaderas, la existencia de Dios, así expuesta, por ser evidente, carece de toda duda para Descartes, tanto que sobre ella construirá el gran edificio de su metafísica. El análisis de la idea de Dios le conduce a la afirmación de su existencia. Este argumento no es original de Descartes. Ya, en el S. XIXII, lo había expuesto de forma algo diferente San Anselmo de Canterbury en su Proslogion. Fue criticado por Santo Tomás de Aquino y por Kant. Pero fue defendido además de Descartes, con algunas variantes, por Espinosa, Leibniz y Hegel. En nuestro siglo sigue siendo objeto de controversia, especialmente entre pensadores pertenecientes a la filosofía analítica (sobre el sentido y naturaleza de las proposiciones analíticas y en la discusión de los diversos sentidos del predicado “es”. “Dios existe” ¿es una tautología, teniendo en cuenta que una proposición tautológica es aquella en la que el predicado sólo dice lo que ya está incluido en el sujeto, del tipo “si A, entonces A”?). Ofrecemos este razonamiento a los lectores como un argumento controvertido y bastante original, por si deciden, por unos minutos, olvidarse de la crisis y de la política y dejar a la mente vagar con libertad por los inquietantes vericuetos de la reflexión.