LA PASTORAL DE LA CARIDAD EN TIEMPOS DE MISION EVANGELIZADORA EN LA ARQUIDIOCESIS DE MEXICO Instrucción Pastoral con ocasión del 40 Aniversario de Cáritas Arquidiocesana 1 Saludo Fraternal a los laicos, diáconos, presbíteros, miembros de Cáritas, benefactores, miembros de organizaciones sociales y autoridades con ocasión de este Aniversario y oportunidad de este Mensaje. En este mes de septiembre del año del Jubileo de la Encamación, la Cáritas Arquidiocesana de México cumple 40 años de vida y de encamación del servicio de la caridad entre los pobres que han quedado excluidos de muchos beneficios y oportunidades. Este aniversario coincide felizmente con la realización de la Misión Evangelizadora 2000 que estamos realizando en la Arquidiócesis. Misión que nos ha de recordar que somos permanentemente Iglesia Misionera; Misión que ha de incluir las obras de la Caridad, ya que el mismo Jesús evangelizó con palabras y obras, según las palabras de San Vicente de Paul, patrono de toda obra caritativa en la Iglesia. Con ocasión de esta conmemoración y para impulsar la Misión, saludo en nombre de Jesús, Buen Pastor, que preside la Caridad a través del ministerio episcopal, en primer lugar, a todos los agentes de acción caritativa en nuestra Arquidiócesis, a los laicos nobles y desinteresados que en las parroquias y grupos durante muchos años han hecho presente a la Iglesia entre los pobres a través de gestos de fraternidad y signos de justicia; a los sacerdotes que promueven incansablemente en sus comunidades la vida fraterna, la comunión de los hermanos y con ello le dan visibilidad, cercanía y encamación a la Iglesia en medio de los pobres. Todo esto no es ajeno a la Misión Evangelizadora 2000, antes al contrario, es parte medular de ella que debe de impulsarse más y más para llegar a los que están lejos y para dar credibilidad al mensaje que se proclama. El aniversario de Cáritas ha de ser una oportunidad para dar reconocimiento a los agentes de las diversas obras de caridad existentes en la Arquidiócesis, sean parroquiales, diocesanas, o de comunidades religiosas, independientemente de que se llamen Cáritas o no, pero que lo han hecho a nombre de Jesús y en fidelidad a la Iglesia, comunidad de discípulos del Señor. Quiero también estrechar la mano amiga de todos los actuales colaboradores y personal de la Cáritas Arquidiocesana, en sus diversos programas e instituciones, la de los miembros del Equipo Sacerdotal y la de los integrantes del Patronato y de los Patronatos de las Cáritas Específicas. Saludo y agradezco también a todos los amigos y personas o grupos y fundaciones nacionales e internacionales, que cooperan con la Cáritas Arquidiócesis de México. Mi reconocimiento a los laicos que, de manera autónoma pero inspirada en el Evangelio y asociada de alguna manera a la labor de la Iglesia, trabajan en el campo de la asistencia, promoción y desarrollo social, sea de manera personal o en grupo a través de organizaciones sociales diversas. En este aniversario saludo también a las autoridades civiles, sean federales como locales de la Ciudad de México, que han creído en la posibilidad de abrir espacios de cooperación con Cáritas, para programas y acciones que son clara y decididamente a favor de los más pobres. Que los nuevos tiempos de mayor democracia y participación, nos lleven a buscar formas más adecuadas y francas en las que las autoridades y las diversas Iglesias, en nuestro caso a través de Cáritas, cooperen en beneficio de las mayorías. Saludo también a los pobres, quienes son los más importantes en este aniversario, porque en ellos está Cristo presente; me hermano y solidarizo con sus circunstancias y sus justas luchas. Nuestro interés y nuestro compromiso debe ser mayor en las actuales circunstancias en que el número de pobres ha crecido en forma alarmante y en donde muchos de nuestros hermanos ya no están en la pobreza sino en la miseria o "pobreza extrema". El empobrecimiento se sigue dando aún cuando existen condiciones de crecimiento de la economía, lo cual nos compromete más en la búsqueda de la justicia y de la fraternidad. 2 La Pastoral de la Caridad al Servicio de la Misión 2.1 Introducción Con ocasión del 40 Aniversario de la Cáritas Arquidiocesana hay que recordar la enseñanza incesante de la Iglesia en el sentido de que las obras de caridad son parte esencial del ministerio evangelizador y que la enseñanza, predicación y celebración del Misterio Cristiano deben estar acompañadas de las obras de caridad fraterna. 2.2 Las Obras de la Caridad y el Anuncio del Evangelio La Iglesia, consciente de que la caridad es el don de Dios por excelencia en Cristo Jesús, anuncia el Evangelio no sólo con la palabra de la predicación, sino también con la comunión fraternal y con las obras buenas de todos sus discípulos; ya que éstas son motivo de que los hombres rindan gloria a Dios (Cf. Mt 5,16). Verdaderamente buenas son las obras de la caridad fraterna, porque “toda la ley encuentra su plenitud en un solo precepto: amarás al prójimo como a ti mismo” (Gál 5, 14). Por esta razón la caridad debe ser considerada no sólo como una entre las diversas virtudes cristianas, sino como la más alta, la más importante y expresiva de nuestro ser cristiano (1 Co 13, 13). Evangelizar por las obras de caridad ha de ser considerado el medio más excelente para llevar a todos al conocimiento de la verdad. A través de las obras de caridad el discípulo, por una parte, imita fielmente la obra del mismo Jesús que ha dicho: "Les he dado en efecto un ejemplo, para que como yo lo he hecho lo hagan también ustedes" (Jn 13, 15) y, por otra, el mismo discípulo participa del modo más auténtico en la misión de la Iglesia, de anunciar el Evangelio de Jesús: "Por esto todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros" (Jn 13,35). 2.3 La Caridad como Unión Fraterna La expresión más inmediata y clara de la caridad que se actúa en obras es la unión fraterna (Koinonía) de cada uno de los creyentes con todos aquellos que profesan la fe en el único Evangelio de Jesús. Esta vivencia de comunión es recordada en el libro de los Hechos de los Apóstoles; entre las notas que le dan identidad a la comunidad de Jerusalén se nos dice: "Eran asiduos a escuchar la enseñanza de los apóstoles y a la unión fraterna, en la fracción del pan y en la oración" (Hch 2,42). La unión fraterna o “Koinonía” que se nutre de la Eucaristía se manifiesta de manera más expresiva en la comunión de los bienes materiales: “Todos los que habían aceptado la fe estaban unidos y tenían todas las cosas en común, quien tenía propiedades y bienes los vendía y ponía a disposición de todos, según la necesidad de cada uno” (Hch 2, 42-45). Sin embargo, la obra de caridad que se expresa en la unión fraterna no implica necesariamente el compartir los bienes materiales en el modo que lo practicaba la comunidad de Jerusalén, sino que exige manifestarse en la vida eclesial de alguna manera que sea propia de las circunstancias de cada época, lugar y cultura. Lo importante para cada cristiano y para cada comunidad cristiana es buscar la unión fraterna: “Con nadie tengan otra deuda, sólo aquella del amor mutuo” (Rm 13,8). 2.4 La caridad como Servicio y Participación con los Pobres Entre las muy diversas obras de caridad, asume una especial importancia la actitud y obra caritativa con los pobres. Según la enseñanza de Jesús en la parábola del buen samaritano (Cf. Lc 10, 29-37), la condición del pobre lo hace de modo especial prójimo de cada uno de nosotros y, más aún, hace de él una presencia del mismo Señor: “Cada vez que han hecho estas cosas a uno de estos mis hermanos más pequeños, lo han hecho conmigo” (Mt 25, 40). La caridad hacia el hermano más necesitado debe llevar a los cristianos a organizar obras a favor de los pobres. Tal ministerio, ampliamente asentado en la tradición cristiana de todos los siglos, encuentra su inicio y fundamento en la práctica organizada y específica del ministerio de la caridad de la comunidad apostólica; pensemos en particular en la institución de “siete hombres de buena fama, llenos del Espíritu y de sabiduría”, a los cuales se les confía “el servicio de las mesas” (Hch 6, 1-6) pero también el relieve que asume “la colecta a favor de los hermanos” en el ministerio de San Pablo (Cf. 1 Co 16, 1-4; 2 Co 8, 9; Gá1 2, 10; Rm 15, 26-28). Más allá de la ayuda material y espiritual organizada por la comunidad cristiana para servir a Cristo en los pobres, la caridad exige también y sobre todo, recibirlos y verlos como personas, insertándolos en una comunión de vida y de afecto. La obra de la caridad debe crear vínculos personales y comunitarios con los pobres. Vínculos de inclusión en la propia vida de aquellos que están excluidos. Hacerse prójimo del pobre, del enfermo, del extranjero, del encarcelado y darle espacio en el propio tiempo, en la propia casa, entre las propias amistades, en la propia ciudad y en las propias leyes y estructuras sociales, es darle vida, en la Iglesia, al ministerio de la caridad. Es crear un rostro de Iglesia que sea misionera en la Ciudad a través de obras y gestos concretos. Es decir, la Iglesia que sirve a los pobres, la Iglesia que actúa con ellos y es de ellos, hace posible la superación de la simple beneficencia ocasional, da nueva vigencia y actualidad y fuerza evangelizadora y misionera a la caridad, rehabilitándola y haciendo de esta hora, la hora de la caridad (Cf. Ecclesiam Suam 52). Además de lo anterior, es necesario reflexionar sobre otros aspectos, ya que el servicio a los pobres conlleva, en nuestra época, problemas complejos que se implican en la relación de Iglesia y comunidad civil. En efecto, en el pasado más o menos reciente, la Iglesia realizaba obras de beneficencia, incluso supliendo a la autoridad civil; en la actualidad tanto la sociedad civil en general como el gobierno asumen cada día responsabilidades más importantes para atender y promover a los pobres. Sin dejar de reconocer y alentar las obras de acción social de la sociedad civil en general, con las cuales la Iglesia tiene un deber importante de colaboración, articulación, animación y servicio, y sin dejar de reconocer las obras que dependen directamente de la responsabilidad gubernamental con las cuales la Iglesia debe cooperar, la Iglesia conserva el derecho-deber de impulsar sus propias obras caritativas de asistencia, promoción y cambio social. Se trata, más bien, de establecer relaciones maduras de colaboración y cooperación que no produzcan una pérdida de identidad de las actuaciones de la Iglesia, sin que ello signifique un proselitismo entre los pobres; y por otra parte, que el servicio de la Iglesia no ha de percibirse como suplencia de la actuación del gobierno, ni se debe pensar que la Iglesia no reconoce la autonomía e independencia de las organizaciones de la sociedad civil que han surgido muchas veces de la inspiración cristiana y que buscan la construcción de estructuras sociales más justas. 2.5 La Educación a la Caridad Para que la comunidad cristiana viva eficazmente la caridad y, a través de todo esto la Iglesia evangelice, sea a través de las buenas obras, especialmente hechas entre los pobres, sea a través de la unión fraterna de las comunidades, es necesaria una eficaz formación en el campo de la pastoral de la caridad. En cada cristiano debe, por tanto, ser cultivada la conciencia del fundamental empeño de edificar una comunidad de amor fraterno y de traducir esto en obras de amor preferencial hacia los pobres. En la formación ordinaria de los cristianos, sea en los contenidos, sea en las metodologías de la catequesis o en la pastoral sacramental, especialmente a partir de la Eucaristía, deberán promoverse itinerarios permanentes de educación a la caridad, que ilustren la riqueza espiritual y vivencia! de la caridad evangélica y valoricen las experiencias de “diaconía” o servicio. No se debe perder de vista que la educación a la caridad entre los cristianos deberá incluir procesos formativos concretos de asistencia, promoción y cambio social en campos específicos: niños, jóvenes, ancianos, población vulnerable, extrema pobreza, etc. Por la importancia de la pastoral vocacional, en la formación de los futuros sacerdotes y de los aspirantes y las aspirantes a la vida religiosa, deberá también tomarse en cuenta seriamente la exigencia de la formación en la teología de la caridad, de sus implicaciones sociales y la necesidad de una cuidadosa formación en la pastoral de la caridad. 3 Cáritas al Servicio de la Pastoral de la Caridad. Su Presencia en la Vida y Estructura Ordinaria de la Pastoral de la Arquidiócesis 3.1 Introducción La organización Cáritas es considerada en todo el mundo la obra mediante la cual, de manera orgánica y organizada, una Iglesia Diocesana, en comunión con otras Iglesias Diocesanas, es decir de manera católica, promueve la pastoral de la caridad. No dejaremos de insistir en la naturaleza eclesial de Cáritas. Cáritas no es de la Iglesia, ni está en la Iglesia, Cáritas es la Iglesia que promueve, organiza, articula, colabora y coopera con las acciones socio caritativas que surgen tanto en la comunidad eclesial como fuera de ella. Ya el Papa Juan Pablo II en 1979, en una Asamblea General de Cáritas Internacional decía: “Es de capital importancia que los cristianos testimonien la caridad solidariamente, que sus corazones sean formados en ella y que sus deseos de acción caritativa sean esclarecidos, que sus iniciativas sean coordinadas... éste es el papel de las asociaciones caritativas en la Iglesia y especialmente de Cáritas”. Cáritas surgió en Alemania en 1897; se difundió en Europa a principios del siglo veinte; la constituyó en Confederación Internacional en 1950 el Secretario de Estado de entonces, el Cardenal Montini, futuro Paulo VI; el Consejo Episcopal Latinoamericano en 1955 acuerda promover la creación de entidades Cáritas en todas las diócesis de América Latina; en la Arquidiócesis de México fue fundada en septiembre de 1960 por Monseñor Moisés Ugalde, respaldado y avalado por el entonces Arzobispo Miguel Darío Miranda y Gómez. La Cáritas Arquidiocesana de México ha vivido varias épocas y etapas; todas ellas tienen su sentido, sus méritos y sus limitaciones. En la etapa actual precisamente en la realización de la Misión Evangelizadora 2000, deseo que Cáritas tenga más presencia, difusión e institucionalidad en la vida de toda la Iglesia de la Arquidiócesis, de modo que la Iglesia Particular viva la caridad en sus diversas implicaciones y al mismo tiempo colabore y coopere con otras Iglesias, así como con otras organizaciones civiles y gubernamentales en el campo del servicio a los más pobres. De acuerdo con la estructura de Cáritas en otras diócesis, que tienen en este campo un desarrollo maduro e importante, propongo que a partir del avance que ya tenemos, y que ha implicado un notable esfuerzo en los últimos años, Cáritas quede estructurada en la Arquidiócesis en diferentes ámbitos de la vida eclesial. 3.2 La Cáritas Parroquial o la Cáritas de Rectorías, Capillas y Comunidades Educativas Si todo lo que he dicho sobre la Pastoral de la Caridad en el apartado anterior tiene un sentido y una consecuencia concreta, la Cáritas Parroquial es parte integrante de la identidad, organización y testimonio misionero de la Iglesia; su constitución no debería ser una opción facultativa en cada comunidad, teniendo desde luego en cuenta la necesidad de diversas expresiones y adaptaciones. La parroquia es el lugar familiar donde la memoria de Jesús es narrada, acogida, celebrada y compartida. Es el lugar habitual en el cual la Iglesia lleva entre las casas de la gente esta historia de amor de Dios que está en Jesús y que se encarna en la historia concreta y cotidiana de los hombres. El mismo término parroquia significa literalmente “junto a la casa”. A través de la parroquia todo cristiano se siente en la casa común de la Iglesia; se hace posible así expresar la proximidad entre las personas, sintiéndose partícipes de la Palabra, del pan de la Eucaristía y de los gestos concretos de caridad. La Cáritas Parroquial es un organismo, presidido por el párroco, que tiene como finalidad animar, coordinar y promover el testimonio de la caridad en la vida de los miembros de la comunidad. Su función es prevalentemente pedagógica. Los objetivos de una Cáritas Parroquial son: a) La educación al testimonio comunitario de la caridad. El objetivo principal es formativo, se trata de ayudar a toda la comunidad parroquial a poner la caridad en el centro del testimonio cristiano, de modo que las personas aprendan a servir a su Señor que está presente en los pobres concretos que están en el territorio donde las familias viven, éstos son parte de la comunidad. b) Animación, comunicación de bienes y promoción del “voluntariado”. La Cáritas Parroquial para cumplir su función animadora en la comunidad, será un observatorio permanente de la vida de la gente radicada en un territorio concreto, especialmente de los pobres: Saber dónde están, quiénes son, cuáles son sus necesidades. No se trata de una mera clasificación de necesidades sociales, sino de un esfuerzo de comprender a los pobres, de abrirles las puertas de la parroquia para que sean mirados como hermanos y lleguen a sentirse partícipes de ella. El trabajo de animación es de sensibilización y procurará favorecer que la comunidad practique de alguna manera la comunicación de bienes. Ya algunas parroquias, un domingo al mes, organizan la colecta con gestos y signos de participación solidaria para apoyar alguna iniciativa o pequeño proyecto concreto de servicio a los demás. Lo anterior se puede profundizar aún más si la Cáritas Parroquia! promueve el Voluntariado, personas que estén dispuestas a participar con su talento y capacidades, así como con su tiempo, en propuestas fraternas y promocionales, nacidas en la misma Parroquia, el Decanato, la Vicaría, la Arquidiócesis. La Cáritas Parroquial deberá ser sobre todo en este sentido, un espacio en donde las personas voluntarias encuentren cómo encauzar sus inquietudes y posibilidades. c) Coordinación, colaboración y cooperación. La Cáritas Parroquial puede promover las acciones concretas que ya existen en la misma parroquia y tienen su historia e identidad propias, o bien podría activar algunas nuevas. Entre las más conocidas están: dispensarios; apoyos nutricionales a enfermos y ancianos solos (despensas); grupos de auto ayuda (alcohólicos y de otro tipo); grupos de alfabetización y de educación abierta; centros de comunicación de bienes que evitan el desperdicio; formación de promotores de salud comunitaria o de atención y participación de los ancianos; prevención de situaciones de vulnerabilidad social entre los niños y los adolescentes; círculos de promoción de las mujeres; centros de acopio y distribución en casos de desastre etcétera Todos estos servicios necesitan ser coordinados desde el proyecto caritativo de la parroquia, el alma de sus participantes formada en la caridad, los modelos y métodos de atención constantemente mejorados hasta llegar a ser significativos y vinculados con otros de otras parroquias y de la misma Arquidiócesis o relacionados con los servicios de grupos sociales diversos y del mismo gobierno. Esta es la tarea coordinadora, formadora y de articulación que ha de desempeñar la Cáritas Parroquial. Los objetivos que se han señalado proponen un amplio campo de trabajo, quizá algunas parroquias insistan más en uno o en otro aspecto, otras puedan comenzar sólo con algunas acciones sencillas que se deriven de las funciones señaladas o sólo de una de ellas; poco a poco se alcanzarán mejores y mayores logros. Lo importante es estar convencidos de la importancia de la vida caritativa y decididos a darle forma y estructura a la pastoral de la caridad. Para poner en marcha las Cáritas Parroquiales se requiere de un trabajo muy concreto a partir de todos estos criterios; se requiere elaborar manuales prácticos, que surjan de experiencias, y recursos didácticos para activar los procesos de formación; se requiere integrar y capacitar equipos promotores de esta iniciativa en las Vicarías y Decanatos; se requiere empezar por experiencias de tipo piloto y, después de un proceso de aprendizaje, las Cáritas de parroquias deberán difundirse ampliamente. Se requerirá también, a su debido tiempo, del mismo Estatuto de la Cáritas Parroquial. 3.3 La Animación y coordinación de Cáritas Parroquiales en los Decanatos y la Asamblea de las Cáritas Parroquiales en las Vicarías Episcopales El Decanato es la estructura eclesial y pastoral de coordinación entre parroquias, puede ser un medio eficaz de programación de los trabajos pastorales y, por ello, es la organización eclesial que tiene como función, en relación con la pastoral de la caridad, animar de manera directa la creación de las Cáritas Parroquiales y coordinarlas de manera que su acción sea complementaria, que sus servicios lleguen a ámbitos a los que difícilmente podría llegar la acción de una sola parroquia. Cuando los Decanatos son más homogéneos, seguramente las Cáritas Parroquiales podrían tener mayor interacción, sea en el conocimiento de las realidades, sea en las propuestas de acción, sea en la promoción del Voluntariado, sea finalmente en la animación a través de métodos concretos para una formación del espíritu de caridad en las comunidades o en la comunicación de bienes. Las Vicarías Episcopales son estructuras de co-gobierno pastoral de la Arquidiócesis misma, presididas por un Vicario Episcopal de su servidor. Por esta razón la animación de la pastoral de la caridad en las Vicarías Episcopales, se ha de procurar a través de la Asamblea de las Cáritas Parroquiales como estructura de dirección de la vida de estas entidades, en el marco de la Vicaría y no de cada parroquia en particular. La Asamblea deberá ser presidida por quien designe el Vicario Episcopal; la conformarán todos los representantes de cada una de las Cáritas Parroquiales de la Vicaría; podrá contar con auxiliares y asesores de la misma Vicaría, sean sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos; la Cáritas Arquidiocesana tendrá un papel de asesoría externa, de acompañamiento y de articulación de cada una de las Asambleas con el conjunto de la Arquidiócesis. Desde luego que las Cáritas Parroquiales tendrán que irse constituyendo en un proceso que deberá de acompañar la Vicaría, especialmente a partir de los decanatos, y, en la medida en la que las parroquias cuenten con su Cáritas, será conveniente que en la Vicaría encuentren un espacio de intercomunicación, formación y acompañamiento. 3.4 La Cáritas Arquidiocesana Dado que en los últimos años la Cáritas Arquidiocesana ha tenido un importante desarrollo y crecimiento y se ha ido conformando como una organización más institucionalizada, es necesario señalar, precisar y dar a conocer los siguientes puntos: • • • • Estatuto Jurídico. Cáritas Arquidiócesis de México es, en la actualidad, una Institución de Asistencia Privada, “IAP” lo cual le permite actuar en su propio campo dentro del marco legal apropiado; depende en lo jurídico, de la Arquidiócesis Primada de México, AR, y del Arzobispo Primado de México como únicos asociados, que tienen, sobre la Institución de Asistencia Privada, las funciones legales que se le otorgan como a sus fundadores. Naturaleza. Es un organismo diocesano que, como otras entidades Cáritas en diócesis muy grandes, desarrolla tareas básicas y comunes a todas las Cáritas y se constituye en forjadora de organizaciones que son la acción de Cáritas en la atención directa a la población pobre en campos específicos. Organizaciones Cáritas de Servicio Directo y Específico. El servicio directo se refiere a lo que hace de manera concreta la Cáritas en la Arquidiócesis. Ésta actúa a través de un conjunto de organizaciones legalmente constituidas, con su estructura propia y específica, que son autónomas en su operación, mas no independientes de la Cáritas Arquidiocesana, ya que legalmente ésta mantienne las prerrogativas de Fundadora y comparte una misión general, los valores y la filosofía institucional. Las organizaciones de servicio directo son: Cáritas Salud Familiar y Comunitaria; Cáritas Bienestar del Adulto Mayor; Cáritas Comunicación de Bienes; Cáritas Superación Humana y Social; Cáritas Servicios Inmediatos; Cáritas Emergencias; Cáritas Niños de la Calle y Programas Cáritas de Extrema Pobreza y Vulnerabilidad. A futuro estará también la Escuela Cáritas de Formación. Todas estas organizaciones son organismos propios de pastoral de la caridad de la Arquidiócesis de México. Funciones Básicas y de Normatividad y Apoyo. Actualmente se cuenta con: Coordinación de Animación Comunitaria de la Caridad y Promoción del Voluntariado: se trata de una función de servicio constante a las Vicarías para la constitución de Cáritas Parroquiales y la promoción del Voluntariado. Coordinación de Organizaciones Asociadas: se trata de favorecer la colaboración y cooperación con organizaciones que sin ser de Cáritas, sí se vinculan con ella. Coordinación de Gestoría de Recursos: responsabilizada de la tarea de conversar con las organizaciones, para recaudar los fondos y los recursos necesarios fomentando la comunicación cristiana de bienes. Coordinación de Sistemas: importante función de la informática en la actualidad, aplicada al campo de la pastoral de la caridad. 4 Criterios de Actuación Cáritas 4.1 Introducción. En este último apartado quiero proponer una serie de criterios que se han de tener presentes en la actuación de Cáritas, sobre todo tomando en cuenta la necesidad de institucionalizar este organismo en la vida arquidiocesana. Son criterios que deben ser tomados en cuenta tanto en la comprensión de los problemas que afronta la actuación de Cáritas entre los pobres, como en referencia más directa a la acción y servicio ante dichos problemas. No son de carácter exhaustivo, sino más bien de tipo indicativo. 4.2 Profundidad Ética en la Comprensión de la Pobreza Ya que el campo natural de los trabajos de la pastoral de la caridad y por tanto de Cáritas se orienta prioritariamente hacia los pobres, será muy importante tener en cuenta con qué criterio se comprende y se interpreta el fenómeno de la pobreza desde Cáritas. Nos encontramos, nos dice Juan Pablo II, “frente a un grave problema de distribución desigual de los medios de subsistencia, destinados originariamente a todos los hombres, y también de los beneficios de ellos derivantes. Y esto sucede no por responsabilidad de las poblaciones indigentes, ni mucho menos por una especie de fatalidad dependiente de las condiciones naturales o del conjunto de circunstancias” (Sollicitudo Rei Socialis 9). Es decir, al encontrarnos con los pobres en la vida diaria de los servicios de la caridad, hemos de entender que no estamos ante un sufrimiento originado sólo por las carencias, sino fundamentalmente ante el drama humano proveniente del sentirse rechazados y excluidos de la mesa común de la fraternidad. La misma Encíclica referida, al citar otro documento pontificio, la Encíclica Populorum Progressio de Paulo VI, propone, al explicar la pobreza, aludir a un hecho moral, o sea, el problema social de la pobreza es un problema ético, en el sentido más amplio de la palabra. Se trata de la necesidad de una justicia que dé equidad a las relaciones entre las naciones, entre los grupos sociales y entre las personas. Los valores de la sociedad que vivimos, tanto en México como en la llamada globalización de la que participamos, se concentran en el “tener”; eso parece ser lo importante. El “ser” puede llegar a aparecer intrascendente, puesto que el afán de consumo define las relaciones entre las personas y los grupos. Esto es tan grave que se van creando mecanismos legales y sociales para negarles a los más débiles no sólo el derecho a “tener” sino negarles el mismo derecho a “ser”. La pobreza no es tanto un desafío de tener más o de tener menos, sino en última instancia, de llegar a ser más por parte de todos, de ser justos, de ser personas y, sobretodo de ser hermanos. 4.3 Conocimiento y Análisis Concreto de las Situaciones de Pobreza La pastoral de la caridad que traduce la fe en obras, de acuerdo al pensamiento del apóstol Santiago (Sant 2, 18), implica un conocimiento cercano, certero, encarnado y comprometido de los rostros de la pobreza. La pastoral de la caridad desde Cáritas se ejercitará constantemente en este conocimiento concreto y diferenciado de los pobres, no sólo a través de estudios e investigaciones de los profesionales, que siempre se necesitan, sino a través de la relación cotidiana con personas y familias pobres y marginadas. Cáritas tiene que estar siempre cerca de los pobres, no puede ni debe hacer generalizaciones y abstracciones de la pobreza. Los pobres tienen rostro, son personas. Vincularse a esas personas para comprenderlas y escucharlas, es criterio fundamental de la actuación de Cáritas. 4.4 Conocimiento y Análisis de las Políticas Sociales No podemos negar que las condiciones que pesan sobre los pobres tienen como origen problemas estructurales muy complejos. Por esta razón Cáritas debe actuar a partir del análisis que haga, cuidadoso e iluminado siempre por la preocupación ética y el mandato evangélico de la fraternidad, de las políticas sociales y, cuando parezca necesario, abrirá espacios de diálogo y de propuesta con las autoridades competentes y con quienes son autores de dichas políticas, en orden a que se incluyan medidas que hagan posible la aspiración a una sociedad más justa y fraterna. 4.5 Actuación Caritativa que tiene como fundamento la Dignidad de la Persona Humana Si la pobreza significa una situación de negación de derechos básicos, la acción contra la pobreza, desde Cáritas, deberá convertirse en un proceso educativo y progresivo que, partiendo de la dignidad de las personas, tratará de reconstruir las condiciones necesarias para el ejercicio de los derechos fundamentales, favoreciendo la plena integración y participación sociales. Cáritas, en sus diversas expresiones diocesanas, no podrá ni deberá sustraerse de la ayuda material inmediata del necesitado, pero debe tener siempre presente que ésta no es su misión principal y que tal ayuda cobra su pleno sentido cuando forma parte de un proceso de relación en el que se van brindando otros apoyos de manera que se vayan liberando las propias capacidades de quienes las reciben. En cualquier caso, las ayudas inmediatas materiales deben realizarse con suficiente calidad y rigor, aplicando las formas y métodos que garanticen el respeto a la dignidad de las personas. 4.6 La Interacción entre las Personas, elemento Fundamental de la Pastoral de la Caridad La persona humana es clave de la acción caritativa, mas no sólo en su dimensión individual sino, sobre todo, en su capacidad de participación y de actuación en grupo. De esta manera puede decirse que el objeto del servicio de Cáritas es la interacción entre las personas, las familias, los grupos. En este sentido, Cáritas habrá de impulsar a los mismos pobres a ser los principales autores de su integración social. En la pastoral de la caridad que promueve Cáritas hay que cultivar los espacios, las dinámicas y las formas de una relación horizontal con los pobres, entre los pobres y con la comunidad. 4.7 Procesos de Integración e Inclusión Social Cuando se establecen relaciones horizontales con los pobres, cuando se les apoya para movilizar sus propios recursos, ellos van perfilando su propio desarrollo. De esta manera recuperan su autoestima y se disponen a la capacitación y formación para enfrentar sus vidas con dignidad y autonomía. A esto le llamamos proceso o itinerario de inserción social y comunitaria. Esta es la vivencia de la caridad fraterna. 4.8 Importancia de la Prevención Social Las situaciones de pobreza, no sólo de ingreso económico, sino las situaciones de pobreza humana que conducen a una muy notable vulnerabilidad de las personas y los grupos, tales como adicciones, prostitución, indigencia etcétera. tienen un campo obligado de actuación para Cáritas: el trabajo paciente y constructivo de la prevención social. De la misma manera, el trabajo preventivo se refiere a procesos de educación como puede ser el trabajo de la formación de promotores sociales en diversos órdenes: ancianos, niños de la calle, mujeres, salud comunitaria, indígenas, inmigrantes, analfabetas etcétera. El lugar privilegiado para la acción preventiva es el trabajo en los barrios, el trabajo de calle, por lo que son las Parroquias, sea a través de las Cáritas Parroquiales, de acuerdo al concepto que hemos trazado anteriormente, o los grupos comunitarios y las organizaciones sociales que inciden en territorios, los que pueden mejor actuar con las personas y grupos de los pobres. 4.9 La Actuación de Cáritas como Acción Significativa La palabra “significar”, según el diccionario, es “ser una cosa, por naturaleza, imitación, convenio, representación o indicio de otra cosa distinta”; también es “hacerse notar o distinguirse por alguna cualidad”, así las acciones de pastoral de la caridad promovidas por Cáritas, por más sencillas y cotidianas que sean, tienen que surgir de motivaciones claras, tienen que estar impregnadas de valores profundos, que permitan traslucir su significado: El amor caridad de Dios. El carácter significativo de las acciones de Cáritas exige calidad y eficacia. Esto implica que Cáritas debe de ir generando “modelos”, puntos de referencia, caminos abiertos a la fraternidad y colaboración y cooperación, que inviten a otros a ponerse en marcha en la construcción del Reino de Dios. 4.10 Promoción del Voluntariado En Cáritas, al hablar de voluntariado, hemos de referirnos a la presencia gratuita y activa de personas que trabajan en las Cáritas Parroquiales, en las Organizaciones Arquidiocesanas de Cáritas: ancianidad, salud, comunicación de bienes, becas, niños de la calle etcétera. Y en Cáritas Arquidiocesana como tal. El Voluntariado implica: - Una concepción de la persona, como alguien capaz de participar y de asumir una responsabilidad comprometida y solidaria con los demás. Una expresión de gratuidad que, para los cristianos, arranca de la misma identidad bautismal. El espacio del voluntariado promovido por Cáritas debe estar abierto no sólo a personas cuya posición les permita donar talentos importantes y tiempo de servicio; aunque la participación de estas personas es muy apreciada, es imprescindible, además, que se abra a sectores populares y a los mismos grupos de afectados. Cáritas debe ser una escuela donde las personas pueden aprender a poner las propias capacidades y competencias al servicio de los demás. 4.11 Importancia de la Formación En toda la acción pastoral, la importancia de la formación de los agentes es fundamental. Por eso, aliento y celebro la posibilidad de que en un futuro, más o menos próximo, se conforme claramente la Escuela de Formación de Cáritas. Sé que actualmente, de una manera descentralizada pero auspiciada y promovida por la Cáritas Arquidiocesana, ya operan los Diplomados en Farmacodependencia y Situaciones Críticas Asociadas, con un alto nivel formativo y con importante impacto entre organizaciones no sólo de la Ciudad de México, sino de otras diócesis de la República y del Continente. A partir de experiencias concretas de servicio evangelizador caritativo, con un alto nivel de significado, deben sistematizarse experiencias a partir de las cuales se hagan posibles los procesos formativos. La formación es un importante apoyo para: - Ver y entender con más claridad la realidad que nos rodea. Captar más directamente las necesidades de los más pobres. Desarrollar nuestra sensibilidad, nuestra conciencia y nuestras motivaciones. Purificar, desde los valores evangélicos, las motivaciones que nos impulsan a colaborar con Cáritas. Adquirir competencias y habilidades para servir a los más pobres en proyectos de profundo significado pastoral. Conocer y profundizar en la misión de Cáritas. 4.12 Financiación Como es de comprenderse, la tarea de Cáritas en sus distintos niveles necesita de los recursos económicos que hagan posible su servicio. Es muy importante considerar para esto lo siguiente: a) Participación de las Comunidades Parroquiales. Las comunidades parroquiales en su diversidad de circunstancias y posibilidades deberán ser educadas en la comunicación de bienes y en la solidaridad, en primer lugar en referencia a los mismos pobres que están dentro de las mismas parroquias. Pacientemente, en la medida en la que se van creando las Cáritas Parroquiales, habrá que propiciar que las comunidades parroquiales tomen bajo su cargo iniciativas, pequeños proyectos de promoción y dignificación de los pobres. Como un signo de su apertura al servicio de la caridad, las parroquias colaboren generosamente en la colecta anual de caridad en toda la diócesis y en circunstancias especiales, como las que se derivan de desastres y emergencias. b) Cultura de la Solidaridad. Como parte de su tarea, la Cáritas Arquidiocesana trabajará constantemente en la ciudad para generar una cultura solidaria, de participación, de colaboración y ayuda, ya sea entre particulares, empresas, comercios etcétera. que hagan posible la financiación y realización de proyectos. Esta cultura solidaria deberá también de fomentarse entre los mismos pobres, de manera que entre ellos se ayuden y se hagan responsables de las ayudas recibidas. c) Gestiones ante Fundaciones o Agencias de Financiamiento. Las gestiones de financiamiento ante organismos de cooperación, nacionales e internacionales, deberán ser cuidadosamente hechas por la Cáritas, especialmente tomando en cuenta que deberá mantenerse la libertad institucional del servicio evangélico a los pobres, el cual no se puede condicionar a intereses extraños; además, será importante mantener una rigurosa administración transparente y calidad de resultados, que permita que Cáritas aparezca como confiable y sólida. d) Corresponsabilidad de los Patronatos Cáritas. En la Cáritas Arquidiocesana se han constituido Patronatos que dan sentido institucional a las diversas organizaciones Cáritas. Dichos Patronatos están integrados por personas voluntarias de reconocida trayectoria y solvencia moral. Es conveniente que estos grupos estén mejor integrados, sean formados en su función y vayan cada día asumiendo más sus tareas, entre las que destaca la de cuidar y procurar apoyo efectivo a la respectiva entidad legal Cáritas que representan. 5 Exhortación Final Para terminar, quiero hacer un llamado a todos los agentes de la evangelización arquidiocesana, tanto laicos, religiosos, religiosas, diáconos, presbíteros y obispos, especialmente en estos tiempos de Misión Evangelizadora. Es necesario, si queremos llegar a los más “alejados” y a los más “pobres” y llevarles el mensaje del Evangelio, convencernos de que la pastoral de la caridad es esencialmente misionera y que forma parte fundamental de todo el proceso pastoral. Así mismo aliento los esfuerzos de quienes desde la catequesis, la predicación y la pastoral de los sacramentos, especialmente la Eucaristía, fortalecen la pastoral de la caridad y alientan a los cristianos a comprometerse en favor de los más pobres. A Cáritas le pido que su acción propia y específica esté más y más vinculada con la pastoral profética y litúrgica y, por tanto, con los diversos organismos diocesanos encargados de tales ministerios. Que este aniversario reafirme en todos la necesidad de avanzar más, en fidelidad a Cristo y a la Iglesia, por el camino de la pastoral de la caridad. A todas las personas de buena voluntad, independientemente de su credo religioso, mi saludo y llamado a colaborar juntos para poder dar respuesta a las necesidades tan ingentes de los hermanos más empobrecidos. ARZOBISPO PRIMADO DE MEXICO México, 5 de septiembre de 2000