Pastoral de la Caridad

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LA PASTORAL DE LA CARIDAD EN TIEMPOS
DE MISION EVANGELIZADORA
EN LA ARQUIDIOCESIS DE MEXICO
Instrucción Pastoral con ocasión del 40 Aniversario de Cáritas Arquidiocesana
1
Saludo Fraternal a los laicos, diáconos, presbíteros, miembros de Cáritas,
benefactores, miembros de organizaciones sociales y autoridades con ocasión de
este Aniversario y oportunidad de este Mensaje.
En este mes de septiembre del año del Jubileo de la Encamación, la Cáritas Arquidiocesana
de México cumple 40 años de vida y de encamación del servicio de la caridad entre los
pobres que han quedado excluidos de muchos beneficios y oportunidades.
Este aniversario coincide felizmente con la realización de la Misión Evangelizadora 2000
que estamos realizando en la Arquidiócesis. Misión que nos ha de recordar que somos
permanentemente Iglesia Misionera; Misión que ha de incluir las obras de la Caridad, ya
que el mismo Jesús evangelizó con palabras y obras, según las palabras de San Vicente de
Paul, patrono de toda obra caritativa en la Iglesia.
Con ocasión de esta conmemoración y para impulsar la Misión, saludo en nombre de Jesús,
Buen Pastor, que preside la Caridad a través del ministerio episcopal, en primer lugar, a
todos los agentes de acción caritativa en nuestra Arquidiócesis, a los laicos nobles y
desinteresados que en las parroquias y grupos durante muchos años han hecho presente a
la Iglesia entre los pobres a través de gestos de fraternidad y signos de justicia; a los
sacerdotes que promueven incansablemente en sus comunidades la vida fraterna, la
comunión de los hermanos y con ello le dan visibilidad, cercanía y encamación a la Iglesia
en medio de los pobres. Todo esto no es ajeno a la Misión Evangelizadora 2000, antes al
contrario, es parte medular de ella que debe de impulsarse más y más para llegar a los que
están lejos y para dar credibilidad al mensaje que se proclama.
El aniversario de Cáritas ha de ser una oportunidad para dar reconocimiento a los agentes
de las diversas obras de caridad existentes en la Arquidiócesis, sean parroquiales,
diocesanas, o de comunidades religiosas, independientemente de que se llamen Cáritas o
no, pero que lo han hecho a nombre de Jesús y en fidelidad a la Iglesia, comunidad de
discípulos del Señor.
Quiero también estrechar la mano amiga de todos los actuales colaboradores y personal de
la Cáritas Arquidiocesana, en sus diversos programas e instituciones, la de los miembros del
Equipo Sacerdotal y la de los integrantes del Patronato y de los Patronatos de las Cáritas
Específicas. Saludo y agradezco también a todos los amigos y personas o grupos y
fundaciones nacionales e internacionales, que cooperan con la Cáritas Arquidiócesis de
México.
Mi reconocimiento a los laicos que, de manera autónoma pero inspirada en el Evangelio y
asociada de alguna manera a la labor de la Iglesia, trabajan en el campo de la asistencia,
promoción y desarrollo social, sea de manera personal o en grupo a través de
organizaciones sociales diversas.
En este aniversario saludo también a las autoridades civiles, sean federales como locales de
la Ciudad de México, que han creído en la posibilidad de abrir espacios de cooperación
con Cáritas, para programas y acciones que son clara y decididamente a favor de los más
pobres. Que los nuevos tiempos de mayor democracia y participación, nos lleven a buscar
formas más adecuadas y francas en las que las autoridades y las diversas Iglesias, en nuestro
caso a través de Cáritas, cooperen en beneficio de las mayorías.
Saludo también a los pobres, quienes son los más importantes en este aniversario, porque
en ellos está Cristo presente; me hermano y solidarizo con sus circunstancias y sus justas
luchas. Nuestro interés y nuestro compromiso debe ser mayor en las actuales circunstancias
en que el número de pobres ha crecido en forma alarmante y en donde muchos de
nuestros hermanos ya no están en la pobreza sino en la miseria o "pobreza extrema". El
empobrecimiento se sigue dando aún cuando existen condiciones de crecimiento de la
economía, lo cual nos compromete más en la búsqueda de la justicia y de la fraternidad.
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La Pastoral de la Caridad al Servicio de la Misión
2.1 Introducción
Con ocasión del 40 Aniversario de la Cáritas Arquidiocesana hay que recordar la
enseñanza incesante de la Iglesia en el sentido de que las obras de caridad son parte
esencial del ministerio evangelizador y que la enseñanza, predicación y celebración del
Misterio Cristiano deben estar acompañadas de las obras de caridad fraterna.
2.2 Las Obras de la Caridad y el Anuncio del Evangelio
La Iglesia, consciente de que la caridad es el don de Dios por excelencia en Cristo Jesús,
anuncia el Evangelio no sólo con la palabra de la predicación, sino también con la
comunión fraternal y con las obras buenas de todos sus discípulos; ya que éstas son motivo
de que los hombres rindan gloria a Dios (Cf. Mt 5,16).
Verdaderamente buenas son las obras de la caridad fraterna, porque “toda la ley encuentra
su plenitud en un solo precepto: amarás al prójimo como a ti mismo” (Gál 5, 14). Por esta
razón la caridad debe ser considerada no sólo como una entre las diversas virtudes
cristianas, sino como la más alta, la más importante y expresiva de nuestro ser cristiano (1
Co 13, 13). Evangelizar por las obras de caridad ha de ser considerado el medio más
excelente para llevar a todos al conocimiento de la verdad.
A través de las obras de caridad el discípulo, por una parte, imita fielmente la obra del
mismo Jesús que ha dicho: "Les he dado en efecto un ejemplo, para que como yo lo he
hecho lo hagan también ustedes" (Jn 13, 15) y, por otra, el mismo discípulo participa del
modo más auténtico en la misión de la Iglesia, de anunciar el Evangelio de Jesús: "Por esto
todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros" (Jn 13,35).
2.3 La Caridad como Unión Fraterna
La expresión más inmediata y clara de la caridad que se actúa en obras es la unión fraterna
(Koinonía) de cada uno de los creyentes con todos aquellos que profesan la fe en el único
Evangelio de Jesús. Esta vivencia de comunión es recordada en el libro de los Hechos de
los Apóstoles; entre las notas que le dan identidad a la comunidad de Jerusalén se nos dice:
"Eran asiduos a escuchar la enseñanza de los apóstoles y a la unión fraterna, en la fracción
del pan y en la oración" (Hch 2,42).
La unión fraterna o “Koinonía” que se nutre de la Eucaristía se manifiesta de manera más
expresiva en la comunión de los bienes materiales: “Todos los que habían aceptado la fe
estaban unidos y tenían todas las cosas en común, quien tenía propiedades y bienes los
vendía y ponía a disposición de todos, según la necesidad de cada uno” (Hch 2, 42-45).
Sin embargo, la obra de caridad que se expresa en la unión fraterna no implica
necesariamente el compartir los bienes materiales en el modo que lo practicaba la
comunidad de Jerusalén, sino que exige manifestarse en la vida eclesial de alguna manera
que sea propia de las circunstancias de cada época, lugar y cultura. Lo importante para
cada cristiano y para cada comunidad cristiana es buscar la unión fraterna: “Con nadie
tengan otra deuda, sólo aquella del amor mutuo” (Rm 13,8).
2.4 La caridad como Servicio y Participación con los Pobres
Entre las muy diversas obras de caridad, asume una especial importancia la actitud y obra
caritativa con los pobres. Según la enseñanza de Jesús en la parábola del buen samaritano
(Cf. Lc 10, 29-37), la condición del pobre lo hace de modo especial prójimo de cada uno
de nosotros y, más aún, hace de él una presencia del mismo Señor: “Cada vez que han
hecho estas cosas a uno de estos mis hermanos más pequeños, lo han hecho conmigo” (Mt
25, 40).
La caridad hacia el hermano más necesitado debe llevar a los cristianos a organizar obras a
favor de los pobres. Tal ministerio, ampliamente asentado en la tradición cristiana de todos
los siglos, encuentra su inicio y fundamento en la práctica organizada y específica del
ministerio de la caridad de la comunidad apostólica; pensemos en particular en la
institución de “siete hombres de buena fama, llenos del Espíritu y de sabiduría”, a los
cuales se les confía “el servicio de las mesas” (Hch 6, 1-6) pero también el relieve que
asume “la colecta a favor de los hermanos” en el ministerio de San Pablo (Cf. 1 Co 16, 1-4;
2 Co 8, 9; Gá1 2, 10; Rm 15, 26-28).
Más allá de la ayuda material y espiritual organizada por la comunidad cristiana para servir
a Cristo en los pobres, la caridad exige también y sobre todo, recibirlos y verlos como
personas, insertándolos en una comunión de vida y de afecto.
La obra de la caridad debe crear vínculos personales y comunitarios con los pobres.
Vínculos de inclusión en la propia vida de aquellos que están excluidos. Hacerse prójimo
del pobre, del enfermo, del extranjero, del encarcelado y darle espacio en el propio
tiempo, en la propia casa, entre las propias amistades, en la propia ciudad y en las propias
leyes y estructuras sociales, es darle vida, en la Iglesia, al ministerio de la caridad. Es crear
un rostro de Iglesia que sea misionera en la Ciudad a través de obras y gestos concretos.
Es decir, la Iglesia que sirve a los pobres, la Iglesia que actúa con ellos y es de ellos, hace
posible la superación de la simple beneficencia ocasional, da nueva vigencia y actualidad y
fuerza evangelizadora y misionera a la caridad, rehabilitándola y haciendo de esta hora, la
hora de la caridad (Cf. Ecclesiam Suam 52).
Además de lo anterior, es necesario reflexionar sobre otros aspectos, ya que el servicio a los
pobres conlleva, en nuestra época, problemas complejos que se implican en la relación de
Iglesia y comunidad civil. En efecto, en el pasado más o menos reciente, la Iglesia realizaba
obras de beneficencia, incluso supliendo a la autoridad civil; en la actualidad tanto la
sociedad civil en general como el gobierno asumen cada día responsabilidades más
importantes para atender y promover a los pobres. Sin dejar de reconocer y alentar las
obras de acción social de la sociedad civil en general, con las cuales la Iglesia tiene un
deber importante de colaboración, articulación, animación y servicio, y sin dejar de
reconocer las obras que dependen directamente de la responsabilidad gubernamental con
las cuales la Iglesia debe cooperar, la Iglesia conserva el derecho-deber de impulsar sus
propias obras caritativas de asistencia, promoción y cambio social.
Se trata, más bien, de establecer relaciones maduras de colaboración y cooperación que no
produzcan una pérdida de identidad de las actuaciones de la Iglesia, sin que ello signifique
un proselitismo entre los pobres; y por otra parte, que el servicio de la Iglesia no ha de
percibirse como suplencia de la actuación del gobierno, ni se debe pensar que la Iglesia no
reconoce la autonomía e independencia de las organizaciones de la sociedad civil que han
surgido muchas veces de la inspiración cristiana y que buscan la construcción de
estructuras sociales más justas.
2.5 La Educación a la Caridad
Para que la comunidad cristiana viva eficazmente la caridad y, a través de todo esto la
Iglesia evangelice, sea a través de las buenas obras, especialmente hechas entre los pobres,
sea a través de la unión fraterna de las comunidades, es necesaria una eficaz formación en
el campo de la pastoral de la caridad.
En cada cristiano debe, por tanto, ser cultivada la conciencia del fundamental empeño de
edificar una comunidad de amor fraterno y de traducir esto en obras de amor preferencial
hacia los pobres.
En la formación ordinaria de los cristianos, sea en los contenidos, sea en las metodologías
de la catequesis o en la pastoral sacramental, especialmente a partir de la Eucaristía,
deberán promoverse itinerarios permanentes de educación a la caridad, que ilustren la
riqueza espiritual y vivencia! de la caridad evangélica y valoricen las experiencias de
“diaconía” o servicio.
No se debe perder de vista que la educación a la caridad entre los cristianos deberá incluir
procesos formativos concretos de asistencia, promoción y cambio social en campos
específicos: niños, jóvenes, ancianos, población vulnerable, extrema pobreza, etc.
Por la importancia de la pastoral vocacional, en la formación de los futuros sacerdotes y de
los aspirantes y las aspirantes a la vida religiosa, deberá también tomarse en cuenta
seriamente la exigencia de la formación en la teología de la caridad, de sus implicaciones
sociales y la necesidad de una cuidadosa formación en la pastoral de la caridad.
3
Cáritas al Servicio de la Pastoral de la Caridad. Su Presencia en la Vida y Estructura
Ordinaria de la Pastoral de la Arquidiócesis
3.1 Introducción
La organización Cáritas es considerada en todo el mundo la obra mediante la cual, de
manera orgánica y organizada, una Iglesia Diocesana, en comunión con otras Iglesias
Diocesanas, es decir de manera católica, promueve la pastoral de la caridad.
No dejaremos de insistir en la naturaleza eclesial de Cáritas. Cáritas no es de la Iglesia, ni
está en la Iglesia, Cáritas es la Iglesia que promueve, organiza, articula, colabora y coopera
con las acciones socio caritativas que surgen tanto en la comunidad eclesial como fuera de
ella.
Ya el Papa Juan Pablo II en 1979, en una Asamblea General de Cáritas Internacional decía:
“Es de capital importancia que los cristianos testimonien la caridad solidariamente, que sus
corazones sean formados en ella y que sus deseos de acción caritativa sean esclarecidos,
que sus iniciativas sean coordinadas... éste es el papel de las asociaciones caritativas en la
Iglesia y especialmente de Cáritas”.
Cáritas surgió en Alemania en 1897; se difundió en Europa a principios del siglo veinte; la
constituyó en Confederación Internacional en 1950 el Secretario de Estado de entonces, el
Cardenal Montini, futuro Paulo VI; el Consejo Episcopal Latinoamericano en 1955 acuerda
promover la creación de entidades Cáritas en todas las diócesis de América Latina; en la
Arquidiócesis de México fue fundada en septiembre de 1960 por Monseñor Moisés
Ugalde, respaldado y avalado por el entonces Arzobispo Miguel Darío Miranda y Gómez.
La Cáritas Arquidiocesana de México ha vivido varias épocas y etapas; todas ellas tienen su
sentido, sus méritos y sus limitaciones. En la etapa actual precisamente en la realización de
la Misión Evangelizadora 2000, deseo que Cáritas tenga más presencia, difusión e
institucionalidad en la vida de toda la Iglesia de la Arquidiócesis, de modo que la Iglesia
Particular viva la caridad en sus diversas implicaciones y al mismo tiempo colabore y
coopere con otras Iglesias, así como con otras organizaciones civiles y gubernamentales en
el campo del servicio a los más pobres.
De acuerdo con la estructura de Cáritas en otras diócesis, que tienen en este campo un
desarrollo maduro e importante, propongo que a partir del avance que ya tenemos, y que
ha implicado un notable esfuerzo en los últimos años, Cáritas quede estructurada en la
Arquidiócesis en diferentes ámbitos de la vida eclesial.
3.2 La Cáritas Parroquial o la Cáritas de Rectorías, Capillas y Comunidades Educativas
Si todo lo que he dicho sobre la Pastoral de la Caridad en el apartado anterior tiene un
sentido y una consecuencia concreta, la Cáritas Parroquial es parte integrante de la
identidad, organización y testimonio misionero de la Iglesia; su constitución no debería ser
una opción facultativa en cada comunidad, teniendo desde luego en cuenta la necesidad
de diversas expresiones y adaptaciones.
La parroquia es el lugar familiar donde la memoria de Jesús es narrada, acogida, celebrada
y compartida. Es el lugar habitual en el cual la Iglesia lleva entre las casas de la gente esta
historia de amor de Dios que está en Jesús y que se encarna en la historia concreta y
cotidiana de los hombres.
El mismo término parroquia significa literalmente “junto a la casa”. A través de la parroquia
todo cristiano se siente en la casa común de la Iglesia; se hace posible así expresar la
proximidad entre las personas, sintiéndose partícipes de la Palabra, del pan de la Eucaristía
y de los gestos concretos de caridad.
La Cáritas Parroquial es un organismo, presidido por el párroco, que tiene como finalidad
animar, coordinar y promover el testimonio de la caridad en la vida de los miembros de la
comunidad. Su función es prevalentemente pedagógica.
Los objetivos de una Cáritas Parroquial son:
a) La educación al testimonio comunitario de la caridad. El objetivo principal es
formativo, se trata de ayudar a toda la comunidad parroquial a poner la caridad en el
centro del testimonio cristiano, de modo que las personas aprendan a servir a su
Señor que está presente en los pobres concretos que están en el territorio donde las
familias viven, éstos son parte de la comunidad.
b) Animación, comunicación de bienes y promoción del “voluntariado”. La Cáritas
Parroquial para cumplir su función animadora en la comunidad, será un
observatorio permanente de la vida de la gente radicada en un territorio concreto,
especialmente de los pobres: Saber dónde están, quiénes son, cuáles son sus
necesidades. No se trata de una mera clasificación de necesidades sociales, sino de
un esfuerzo de comprender a los pobres, de abrirles las puertas de la parroquia para
que sean mirados como hermanos y lleguen a sentirse partícipes de ella.
El trabajo de animación es de sensibilización y procurará favorecer que la
comunidad practique de alguna manera la comunicación de bienes. Ya algunas
parroquias, un domingo al mes, organizan la colecta con gestos y signos de
participación solidaria para apoyar alguna iniciativa o pequeño proyecto concreto de
servicio a los demás.
Lo anterior se puede profundizar aún más si la Cáritas Parroquia! promueve el
Voluntariado, personas que estén dispuestas a participar con su talento y
capacidades, así como con su tiempo, en propuestas fraternas y promocionales,
nacidas en la misma Parroquia, el Decanato, la Vicaría, la Arquidiócesis. La Cáritas
Parroquial deberá ser sobre todo en este sentido, un espacio en donde las personas
voluntarias encuentren cómo encauzar sus inquietudes y posibilidades.
c) Coordinación, colaboración y cooperación. La Cáritas Parroquial puede promover
las acciones concretas que ya existen en la misma parroquia y tienen su historia e
identidad propias, o bien podría activar algunas nuevas. Entre las más conocidas
están: dispensarios; apoyos nutricionales a enfermos y ancianos solos (despensas);
grupos de auto ayuda (alcohólicos y de otro tipo); grupos de alfabetización y de
educación abierta; centros de comunicación de bienes que evitan el desperdicio;
formación de promotores de salud comunitaria o de atención y participación de los
ancianos; prevención de situaciones de vulnerabilidad social entre los niños y los
adolescentes; círculos de promoción de las mujeres; centros de acopio y
distribución en casos de desastre etcétera
Todos estos servicios necesitan ser coordinados desde el proyecto caritativo de la
parroquia, el alma de sus participantes formada en la caridad, los modelos y
métodos de atención constantemente mejorados hasta llegar a ser significativos y
vinculados con otros de otras parroquias y de la misma Arquidiócesis o relacionados
con los servicios de grupos sociales diversos y del mismo gobierno. Esta es la tarea
coordinadora, formadora y de articulación que ha de desempeñar la Cáritas
Parroquial.
Los objetivos que se han señalado proponen un amplio campo de trabajo, quizá
algunas parroquias insistan más en uno o en otro aspecto, otras puedan comenzar
sólo con algunas acciones sencillas que se deriven de las funciones señaladas o sólo
de una de ellas; poco a poco se alcanzarán mejores y mayores logros. Lo importante
es estar convencidos de la importancia de la vida caritativa y decididos a darle forma
y estructura a la pastoral de la caridad.
Para poner en marcha las Cáritas Parroquiales se requiere de un trabajo muy
concreto a partir de todos estos criterios; se requiere elaborar manuales prácticos,
que surjan de experiencias, y recursos didácticos para activar los procesos de
formación; se requiere integrar y capacitar equipos promotores de esta iniciativa en
las Vicarías y Decanatos; se requiere empezar por experiencias de tipo piloto y,
después de un proceso de aprendizaje, las Cáritas de parroquias deberán difundirse
ampliamente. Se requerirá también, a su debido tiempo, del mismo Estatuto de la
Cáritas Parroquial.
3.3 La Animación y coordinación de Cáritas Parroquiales en los Decanatos y la
Asamblea de las Cáritas Parroquiales en las Vicarías Episcopales
El Decanato es la estructura eclesial y pastoral de coordinación entre parroquias, puede ser
un medio eficaz de programación de los trabajos pastorales y, por ello, es la organización
eclesial que tiene como función, en relación con la pastoral de la caridad, animar de
manera directa la creación de las Cáritas Parroquiales y coordinarlas de manera que su
acción sea complementaria, que sus servicios lleguen a ámbitos a los que difícilmente
podría llegar la acción de una sola parroquia.
Cuando los Decanatos son más homogéneos, seguramente las Cáritas Parroquiales podrían
tener mayor interacción, sea en el conocimiento de las realidades, sea en las propuestas de
acción, sea en la promoción del Voluntariado, sea finalmente en la animación a través de
métodos concretos para una formación del espíritu de caridad en las comunidades o en la
comunicación de bienes.
Las Vicarías Episcopales son estructuras de co-gobierno pastoral de la Arquidiócesis misma,
presididas por un Vicario Episcopal de su servidor.
Por esta razón la animación de la pastoral de la caridad en las Vicarías Episcopales, se ha
de procurar a través de la Asamblea de las Cáritas Parroquiales como estructura de
dirección de la vida de estas entidades, en el marco de la Vicaría y no de cada parroquia en
particular.
La Asamblea deberá ser presidida por quien designe el Vicario Episcopal; la conformarán
todos los representantes de cada una de las Cáritas Parroquiales de la Vicaría; podrá contar
con auxiliares y asesores de la misma Vicaría, sean sacerdotes, religiosos, religiosas y
laicos; la Cáritas Arquidiocesana tendrá un papel de asesoría externa, de acompañamiento
y de articulación de cada una de las Asambleas con el conjunto de la Arquidiócesis.
Desde luego que las Cáritas Parroquiales tendrán que irse constituyendo en un proceso que
deberá de acompañar la Vicaría, especialmente a partir de los decanatos, y, en la medida
en la que las parroquias cuenten con su Cáritas, será conveniente que en la Vicaría
encuentren un espacio de intercomunicación, formación y acompañamiento.
3.4 La Cáritas Arquidiocesana
Dado que en los últimos años la Cáritas Arquidiocesana ha tenido un importante desarrollo
y crecimiento y se ha ido conformando como una organización más institucionalizada, es
necesario señalar, precisar y dar a conocer los siguientes puntos:
•
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•
Estatuto Jurídico. Cáritas Arquidiócesis de México es, en la actualidad, una
Institución de Asistencia Privada, “IAP” lo cual le permite actuar en su propio campo
dentro del marco legal apropiado; depende en lo jurídico, de la Arquidiócesis
Primada de México, AR, y del Arzobispo Primado de México como únicos
asociados, que tienen, sobre la Institución de Asistencia Privada, las funciones
legales que se le otorgan como a sus fundadores.
Naturaleza. Es un organismo diocesano que, como otras entidades Cáritas en
diócesis muy grandes, desarrolla tareas básicas y comunes a todas las Cáritas y se
constituye en forjadora de organizaciones que son la acción de Cáritas en la
atención directa a la población pobre en campos específicos.
Organizaciones Cáritas de Servicio Directo y Específico. El servicio directo se refiere
a lo que hace de manera concreta la Cáritas en la Arquidiócesis. Ésta actúa a través
de un conjunto de organizaciones legalmente constituidas, con su estructura propia
y específica, que son autónomas en su operación, mas no independientes de la
Cáritas Arquidiocesana, ya que legalmente ésta mantienne las prerrogativas de
Fundadora y comparte una misión general, los valores y la filosofía institucional. Las
organizaciones de servicio directo son: Cáritas Salud Familiar y Comunitaria; Cáritas
Bienestar del Adulto Mayor; Cáritas Comunicación de Bienes; Cáritas Superación
Humana y Social; Cáritas Servicios Inmediatos; Cáritas Emergencias; Cáritas Niños
de la Calle y Programas Cáritas de Extrema Pobreza y Vulnerabilidad. A futuro estará
también la Escuela Cáritas de Formación. Todas estas organizaciones son
organismos propios de pastoral de la caridad de la Arquidiócesis de México.
Funciones Básicas y de Normatividad y Apoyo. Actualmente se cuenta con:
Coordinación de Animación Comunitaria de la Caridad y Promoción del
Voluntariado: se trata de una función de servicio constante a las Vicarías para la
constitución de Cáritas Parroquiales y la promoción del Voluntariado. Coordinación
de Organizaciones Asociadas: se trata de favorecer la colaboración y cooperación
con organizaciones que sin ser de Cáritas, sí se vinculan con ella. Coordinación de
Gestoría de Recursos: responsabilizada de la tarea de conversar con las
organizaciones, para recaudar los fondos y los recursos necesarios fomentando la
comunicación cristiana de bienes. Coordinación de Sistemas: importante función de
la informática en la actualidad, aplicada al campo de la pastoral de la caridad.
4
Criterios de Actuación Cáritas
4.1 Introducción.
En este último apartado quiero proponer una serie de criterios que se han de tener
presentes en la actuación de Cáritas, sobre todo tomando en cuenta la necesidad de
institucionalizar este organismo en la vida arquidiocesana.
Son criterios que deben ser tomados en cuenta tanto en la comprensión de los problemas
que afronta la actuación de Cáritas entre los pobres, como en referencia más directa a la
acción y servicio ante dichos problemas. No son de carácter exhaustivo, sino más bien de
tipo indicativo.
4.2 Profundidad Ética en la Comprensión de la Pobreza
Ya que el campo natural de los trabajos de la pastoral de la caridad y por tanto de Cáritas se
orienta prioritariamente hacia los pobres, será muy importante tener en cuenta con qué
criterio se comprende y se interpreta el fenómeno de la pobreza desde Cáritas.
Nos encontramos, nos dice Juan Pablo II, “frente a un grave problema de distribución
desigual de los medios de subsistencia, destinados originariamente a todos los hombres, y
también de los beneficios de ellos derivantes. Y esto sucede no por responsabilidad de las
poblaciones indigentes, ni mucho menos por una especie de fatalidad dependiente de las
condiciones naturales o del conjunto de circunstancias” (Sollicitudo Rei Socialis 9).
Es decir, al encontrarnos con los pobres en la vida diaria de los servicios de la caridad,
hemos de entender que no estamos ante un sufrimiento originado sólo por las carencias,
sino fundamentalmente ante el drama humano proveniente del sentirse rechazados y
excluidos de la mesa común de la fraternidad.
La misma Encíclica referida, al citar otro documento pontificio, la Encíclica Populorum
Progressio de Paulo VI, propone, al explicar la pobreza, aludir a un hecho moral, o sea, el
problema social de la pobreza es un problema ético, en el sentido más amplio de la
palabra. Se trata de la necesidad de una justicia que dé equidad a las relaciones entre las
naciones, entre los grupos sociales y entre las personas.
Los valores de la sociedad que vivimos, tanto en México como en la llamada globalización
de la que participamos, se concentran en el “tener”; eso parece ser lo importante. El “ser”
puede llegar a aparecer intrascendente, puesto que el afán de consumo define las
relaciones entre las personas y los grupos. Esto es tan grave que se van creando
mecanismos legales y sociales para negarles a los más débiles no sólo el derecho a “tener”
sino negarles el mismo derecho a “ser”.
La pobreza no es tanto un desafío de tener más o de tener menos, sino en última instancia,
de llegar a ser más por parte de todos, de ser justos, de ser personas y, sobretodo de ser
hermanos.
4.3 Conocimiento y Análisis Concreto de las Situaciones de Pobreza
La pastoral de la caridad que traduce la fe en obras, de acuerdo al pensamiento del apóstol
Santiago (Sant 2, 18), implica un conocimiento cercano, certero, encarnado y
comprometido de los rostros de la pobreza. La pastoral de la caridad desde Cáritas se
ejercitará constantemente en este conocimiento concreto y diferenciado de los pobres, no
sólo a través de estudios e investigaciones de los profesionales, que siempre se necesitan,
sino a través de la relación cotidiana con personas y familias pobres y marginadas.
Cáritas tiene que estar siempre cerca de los pobres, no puede ni debe hacer
generalizaciones y abstracciones de la pobreza. Los pobres tienen rostro, son personas.
Vincularse a esas personas para comprenderlas y escucharlas, es criterio fundamental de la
actuación de Cáritas.
4.4 Conocimiento y Análisis de las Políticas Sociales
No podemos negar que las condiciones que pesan sobre los pobres tienen como origen
problemas estructurales muy complejos. Por esta razón Cáritas debe actuar a partir del
análisis que haga, cuidadoso e iluminado siempre por la preocupación ética y el mandato
evangélico de la fraternidad, de las políticas sociales y, cuando parezca necesario, abrirá
espacios de diálogo y de propuesta con las autoridades competentes y con quienes son
autores de dichas políticas, en orden a que se incluyan medidas que hagan posible la
aspiración a una sociedad más justa y fraterna.
4.5 Actuación Caritativa que tiene como fundamento la Dignidad de la Persona Humana
Si la pobreza significa una situación de negación de derechos básicos, la acción contra la
pobreza, desde Cáritas, deberá convertirse en un proceso educativo y progresivo que,
partiendo de la dignidad de las personas, tratará de reconstruir las condiciones necesarias
para el ejercicio de los derechos fundamentales, favoreciendo la plena integración y
participación sociales.
Cáritas, en sus diversas expresiones diocesanas, no podrá ni deberá sustraerse de la ayuda
material inmediata del necesitado, pero debe tener siempre presente que ésta no es su
misión principal y que tal ayuda cobra su pleno sentido cuando forma parte de un proceso
de relación en el que se van brindando otros apoyos de manera que se vayan liberando las
propias capacidades de quienes las reciben.
En cualquier caso, las ayudas inmediatas materiales deben realizarse con suficiente calidad
y rigor, aplicando las formas y métodos que garanticen el respeto a la dignidad de las
personas.
4.6 La Interacción entre las Personas, elemento Fundamental de la Pastoral de la Caridad
La persona humana es clave de la acción caritativa, mas no sólo en su dimensión individual
sino, sobre todo, en su capacidad de participación y de actuación en grupo. De esta
manera puede decirse que el objeto del servicio de Cáritas es la interacción entre las
personas, las familias, los grupos.
En este sentido, Cáritas habrá de impulsar a los mismos pobres a ser los principales autores
de su integración social.
En la pastoral de la caridad que promueve Cáritas hay que cultivar los espacios, las
dinámicas y las formas de una relación horizontal con los pobres, entre los pobres y con la
comunidad.
4.7 Procesos de Integración e Inclusión Social
Cuando se establecen relaciones horizontales con los pobres, cuando se les apoya para
movilizar sus propios recursos, ellos van perfilando su propio desarrollo. De esta manera
recuperan su autoestima y se disponen a la capacitación y formación para enfrentar sus
vidas con dignidad y autonomía. A esto le llamamos proceso o itinerario de inserción social
y comunitaria. Esta es la vivencia de la caridad fraterna.
4.8 Importancia de la Prevención Social
Las situaciones de pobreza, no sólo de ingreso económico, sino las situaciones de pobreza
humana que conducen a una muy notable vulnerabilidad de las personas y los grupos, tales
como adicciones, prostitución, indigencia etcétera. tienen un campo obligado de actuación
para Cáritas: el trabajo paciente y constructivo de la prevención social.
De la misma manera, el trabajo preventivo se refiere a procesos de educación como puede
ser el trabajo de la formación de promotores sociales en diversos órdenes: ancianos, niños
de la calle, mujeres, salud comunitaria, indígenas, inmigrantes, analfabetas etcétera.
El lugar privilegiado para la acción preventiva es el trabajo en los barrios, el trabajo de
calle, por lo que son las Parroquias, sea a través de las Cáritas Parroquiales, de acuerdo al
concepto que hemos trazado anteriormente, o los grupos comunitarios y las organizaciones
sociales que inciden en territorios, los que pueden mejor actuar con las personas y grupos
de los pobres.
4.9 La Actuación de Cáritas como Acción Significativa
La palabra “significar”, según el diccionario, es “ser una cosa, por naturaleza, imitación,
convenio, representación o indicio de otra cosa distinta”; también es “hacerse notar o
distinguirse por alguna cualidad”, así las acciones de pastoral de la caridad promovidas por
Cáritas, por más sencillas y cotidianas que sean, tienen que surgir de motivaciones claras,
tienen que estar impregnadas de valores profundos, que permitan traslucir su significado: El
amor caridad de Dios.
El carácter significativo de las acciones de Cáritas exige calidad y eficacia. Esto implica que
Cáritas debe de ir generando “modelos”, puntos de referencia, caminos abiertos a la
fraternidad y colaboración y cooperación, que inviten a otros a ponerse en marcha en la
construcción del Reino de Dios.
4.10 Promoción del Voluntariado
En Cáritas, al hablar de voluntariado, hemos de referirnos a la presencia gratuita y activa de
personas que trabajan en las Cáritas Parroquiales, en las Organizaciones Arquidiocesanas
de Cáritas: ancianidad, salud, comunicación de bienes, becas, niños de la calle etcétera. Y
en Cáritas Arquidiocesana como tal.
El Voluntariado implica:
-
Una concepción de la persona, como alguien capaz de participar y de asumir una
responsabilidad comprometida y solidaria con los demás.
Una expresión de gratuidad que, para los cristianos, arranca de la misma identidad
bautismal.
El espacio del voluntariado promovido por Cáritas debe estar abierto no sólo a personas
cuya posición les permita donar talentos importantes y tiempo de servicio; aunque la
participación de estas personas es muy apreciada, es imprescindible, además, que se abra a
sectores populares y a los mismos grupos de afectados.
Cáritas debe ser una escuela donde las personas pueden aprender a poner las propias
capacidades y competencias al servicio de los demás.
4.11 Importancia de la Formación
En toda la acción pastoral, la importancia de la formación de los agentes es fundamental.
Por eso, aliento y celebro la posibilidad de que en un futuro, más o menos próximo, se
conforme claramente la Escuela de Formación de Cáritas.
Sé que actualmente, de una manera descentralizada pero auspiciada y promovida por la
Cáritas Arquidiocesana, ya operan los Diplomados en Farmacodependencia y Situaciones
Críticas Asociadas, con un alto nivel formativo y con importante impacto entre
organizaciones no sólo de la Ciudad de México, sino de otras diócesis de la República y
del Continente.
A partir de experiencias concretas de servicio evangelizador caritativo, con un alto nivel de
significado, deben sistematizarse experiencias a partir de las cuales se hagan posibles los
procesos formativos.
La formación es un importante apoyo para:
-
Ver y entender con más claridad la realidad que nos rodea.
Captar más directamente las necesidades de los más pobres.
Desarrollar nuestra sensibilidad, nuestra conciencia y nuestras motivaciones.
Purificar, desde los valores evangélicos, las motivaciones que nos impulsan a
colaborar con Cáritas.
Adquirir competencias y habilidades para servir a los más pobres en proyectos de
profundo significado pastoral.
Conocer y profundizar en la misión de Cáritas.
4.12 Financiación
Como es de comprenderse, la tarea de Cáritas en sus distintos niveles necesita de los
recursos económicos que hagan posible su servicio. Es muy importante considerar para esto
lo siguiente:
a) Participación de las Comunidades Parroquiales. Las comunidades parroquiales en su
diversidad de circunstancias y posibilidades deberán ser educadas en la
comunicación de bienes y en la solidaridad, en primer lugar en referencia a los
mismos pobres que están dentro de las mismas parroquias. Pacientemente, en la
medida en la que se van creando las Cáritas Parroquiales, habrá que propiciar que
las comunidades parroquiales tomen bajo su cargo iniciativas, pequeños proyectos
de promoción y dignificación de los pobres.
Como un signo de su apertura al servicio de la caridad, las parroquias colaboren
generosamente en la colecta anual de caridad en toda la diócesis y en circunstancias
especiales, como las que se derivan de desastres y emergencias.
b) Cultura de la Solidaridad. Como parte de su tarea, la Cáritas Arquidiocesana
trabajará constantemente en la ciudad para generar una cultura solidaria, de
participación, de colaboración y ayuda, ya sea entre particulares, empresas,
comercios etcétera. que hagan posible la financiación y realización de proyectos.
Esta cultura solidaria deberá también de fomentarse entre los mismos pobres, de
manera que entre ellos se ayuden y se hagan responsables de las ayudas recibidas.
c) Gestiones ante Fundaciones o Agencias de Financiamiento. Las gestiones de
financiamiento ante organismos de cooperación, nacionales e internacionales,
deberán ser cuidadosamente hechas por la Cáritas, especialmente tomando en
cuenta que deberá mantenerse la libertad institucional del servicio evangélico a los
pobres, el cual no se puede condicionar a intereses extraños; además, será
importante mantener una rigurosa administración transparente y calidad de
resultados, que permita que Cáritas aparezca como confiable y sólida.
d) Corresponsabilidad de los Patronatos Cáritas. En la Cáritas Arquidiocesana se han
constituido Patronatos que dan sentido institucional a las diversas organizaciones Cáritas.
Dichos Patronatos están integrados por personas voluntarias de reconocida trayectoria y
solvencia moral. Es conveniente que estos grupos estén mejor integrados, sean formados en
su función y vayan cada día asumiendo más sus tareas, entre las que destaca la de cuidar y
procurar apoyo efectivo a la respectiva entidad legal Cáritas que representan.
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Exhortación Final
Para terminar, quiero hacer un llamado a todos los agentes de la evangelización
arquidiocesana, tanto laicos, religiosos, religiosas, diáconos, presbíteros y obispos,
especialmente en estos tiempos de Misión Evangelizadora.
Es necesario, si queremos llegar a los más “alejados” y a los más “pobres” y llevarles el
mensaje del Evangelio, convencernos de que la pastoral de la caridad es esencialmente
misionera y que forma parte fundamental de todo el proceso pastoral.
Así mismo aliento los esfuerzos de quienes desde la catequesis, la predicación y la pastoral
de los sacramentos, especialmente la Eucaristía, fortalecen la pastoral de la caridad y
alientan a los cristianos a comprometerse en favor de los más pobres.
A Cáritas le pido que su acción propia y específica esté más y más vinculada con la pastoral
profética y litúrgica y, por tanto, con los diversos organismos diocesanos encargados de
tales ministerios.
Que este aniversario reafirme en todos la necesidad de avanzar más, en fidelidad a Cristo y
a la Iglesia, por el camino de la pastoral de la caridad.
A todas las personas de buena voluntad, independientemente de su credo religioso, mi
saludo y llamado a colaborar juntos para poder dar respuesta a las necesidades tan ingentes
de los hermanos más empobrecidos.
ARZOBISPO PRIMADO DE MEXICO
México, 5 de septiembre de 2000
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