capítulo 4: páginas 87 a 102, 2,2MB

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continuación el estampido sobrecogedor.
5 de mayo de 1937. Nos han llevado a pesar de nuevo a la báscula que hay en el
Ayuntamiento. Yo he pesado 25,500 Kg Y mi hermano 35,000 Kg.
Nuestro compañero Miguel Fernández González, es asturiano; durante la revolución de
octubre de 1934, fue evacuado con otros niños desde Oviedo a Madrid, donde fueron
acogidos entonces, en domicilios particulares de familias madrileñas, solidarias y simpatizantes
con aquel movimiento popular. El 16 de febrero de 1937, fue evacuado nuevamente de
Madrid en nuestra compañía. Hoy su padre adoptivo madrileño, ha venido desde la capital a
visitarle. Se trata de un inspector de policía que se llama Arellano, que es compañero de mi
hermano Manolo, y nos trae noticias de él. Nos ha llevado a los tres a pasear, y a tomar unos
refrescos a la terraza de un bar de la calle Camprodón. Este Arellano, trata y cuida de Miguel
como si fuera hijo propio.
Anoche antes de acostarnos, nos llamó la atención numerosas luces que se desplazaban
lentamente, por la falda de la montaña que está en frente de nuestra casa; nos intrigó mucho
y nos intranquilizó bastante, enseguida alguien ha dicho que podían ser los fascistas. Nos
hemos informado esta mañana en el pueblo, nos han dicho que son gente que van a coger
caracoles de noche con faroles de aceite. Se han reído de nuestros temores.
Bombardeos en Madrid, Calle Preciados, al fondo la Puerta del Sol
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TESTIMONIO
Ha llegado de Madrid, la Sra. Consuelo Citores, madre de nuestros cuatro compañeros,
Jesús, Margarita, Valentina y Rafael Parrao Citores. Viene acompañada de su hijo pequeño
Juan José. D. Ángel la incorpora al personal auxiliar de servicio, y Juan José pasa a engrosar
nuestra Colonia; ahora somos 35.
La dedicación de D. Ángel a la Colonia es total, ya que no solamente se cuida de la labor
educativa, de la administración, de las actividades en general, sino que incluso atiende
personalmente a la higiene individual de los chicos, sobre todo de los mas pequeños; su esposa
Juanita lo hace con las chicas.
Me he despertado a media noche y he visto extrañado unos puntos luminosos que se
mueven despacio por el suelo, he llamado a los mas próximos, uno dice que son «gusanos de
luz», otro que se llaman luciérnagas; como dormimos con las ventanas abiertas han debido de
entrar desde el jardín.
7 de junio de 1937. Un poco antes del mediodía, nos sorprende (nadie nos había advertido)
la llegada de una nueva expedición de niños y niñas, también evacuados de Madrid, y que
vienen a integrarse en nuestra Colonia. Este grupo ha tenido mas suerte que nosotros, ya que
el viaje lo ha hecho en tan solo dos días.
Estos son:
María Cárceles Conesa
Francisco Cárceles Conesa
Claudio Cárceles Conesa
Antonio López-Cordón y Sanz-Siguero
Joaquín López-Cordón y Sanz-Siguero
Matilde Palacios Páez
Fernando Palacios Páez
Flor Olmos Calvo
María Olmos Calvo (Mariquí)
Josefa Bailen Carrasco
Federico Bailen Carrasco
José Bailen Carrasco
Arturo Rodríguez Sánchez
Mercedes Rodríguez Sánchez
Santiago Rodríguez Sánchez
Carmen Guerrero Martín
Elvira Montes Monge
José Luis Montes Monge
Carmen Montes Monge
Isabel Bailen Trelles
Federico Bailen Trelles
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Josefa Bailen Trelles
Guillermo Díaz
Eugenia Díaz
Los dos hermanos Palomo
Los dos hermanos Laguna
Los cuatro hermanos Rubio
Pedro, Pascual, Carlos, Antonio y
Francisco Fernández
Niña esperando la evacuación
Con la llegada de esta segunda expedición, se ha doblado el número de los integrantes de
la Colonia; ahora somos 72, y la ayuda de Joan no es suficiente, pues solamente viene unas
horas al día, ya que su régimen de trabajo es externo. El buen funcionamiento de la Colonia
se resiente.
Enseguida D. Ángel, ha dispuesto que todos los chicos pasemos a ocupar la planta
superior, que hasta hora estaba deshabitada, y que las chicas se extiendan hasta nuestro
anterior dormitorio. Nuestras nuevas habitaciones no se comunican con la planta noble, (son
independientes del resto del edificio) sino que lo hacen directamente con la calle a través de
una estrecha escalera que enlaza con la gran escalinata, cuya cancela de dos hojas de hierro
forjado, no se cierra nunca, ni siquiera de noche. A este piso no acudiremos nada mas que
para dormir, pues el comedor, la clase, las dependencias generales, no han cambiado de
emplazamiento, y en la planta inferior es donde seguiremos pasando toda la Colonia junta, las
horas diurnas.
A nosotros nos han designado un dormitorio pequeño, con solo dos grandes y
monumentales camas de matrimonio, en una dormirán los dos hermanos Val Díaz (Antonio
y José Mª) y en la otra mi hermano y yo.
Disponemos de una cómoda, donde guardar la ropa, de las correspondientes mesillas de
noche, y de un lavabo mueble con su espejo, su jarro y su cubo de hierro esmaltado en blanco.
Estas camas de hierro, muy recargadas de adornos, ya de por sí altas, tienen un grueso
«sommier» metálico de muelles de acero, y sobre él dos colchones de lana, uno encima de otro,
lo que hace que para subirme a ella tenga que hacerlo dando una carrerilla y saltando, o
trepando, amarrándome a la colcha.
D. Ángel dispone que para aliviar el trabajo de las mujeres de servicio, las chicas mayores
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TESTIMONIO
hagan nuestras camas (además de las suyas) y arreglen nuestras habitaciones. Ordena a los
recién llegados que escriban enseguida a sus padres, tranquilizándolos. El texto de la carta del
mayor de los Laguna, se hará celebre, dice: «Queridos padres: mandarme dinero. Paco».
El Director comienza a tomar medidas para disminuir nuestro número, trasladando a otra
Tarjeta postal de 13 de junio de 1937
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Colonia Infantil, Arbúcies, Gerona, Jardines
de la Torre del Roquer, 23 de junio de 1937
María Cárceles
Higinio
Agustina
Pedrito
Higinio y Pedro González Juarranz con el Director de la Colonia Infantil D. Ángel Vidal
Sánchez, Arbúcies, Gerona, 1 de julio de 1937
Colonia a algunos de los mas pequeños que llegaron el día 7, que son, los dos hermanos
Palomo, los dos Laguna, los cuatro Rubio, Pedro, Carlos y Antonio y Francisco Fernández.
Ahora somos 61, muchos todavía para el escaso personal que nos atiende.
Manuel Ribado Rodríguez, abandona la Colonia, reclamado por un familiar que vive en
Barcelona.
1 de julio de 1937. Se marcha también nuestro compañero asturiano Miguel Fernández
González, pero esta vez quien ha venido a buscarle, ha sido su padre biológico. Nos fijamos
que a este señor le falta el brazo derecho, y comentamos entre nosotros, que posiblemente
haya sido minero, y le haya explotado un cartucho de dinamita durante los sucesos de Asturias
octubre de 1934.
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D. Ángel persiste en su intención de disminuir la Colonia (estamos en 59). No sabemos si
habrá hecho alguna gestión en este sentido en los organismos correspondientes, el caso es que
nos anuncia que pronto vamos a ser divididos en dos grupos, uno que será trasladado con él
a Llansá, y el otro que partirá para Papiol. Esto nos intranquiliza; pues todos queremos ir con
D. Ángel; conocer nuevos lugares y nuevos maestros nos preocupa siempre. Nos ha reunido
en el comedor, para proceder al sorteo de los que irán en una expedición o en la otra, también
sorteará aquellas cosas comunes colectivas, que tenemos para nuestro recreo y juegos.
Intranquilidad y nervios. Ha terminado el sorteo. Yo estoy contento nos ha tocado ir con D.
Ángel a Llansá, también a Agustina. Aunque favorecidos nos llama la atención que
precisamente en nuestro grupo vayamos casi todos los que llegamos a Arbúcies el 16 de
febrero y muy pocos de los que lo hicieron el día 7 de junio,. En cuanto a los útiles de juego,
también nos han correspondido los mejores y mas nuevos.
Los que vamos a Llansá somos:
Saturnina Olmeda Antón
Lourdes García López
Alfonso García López
Victoria García López
Higinio González Juarranz
Pedro González Juarranz
Agustina Marín Martinez
Esperanza Parra Villar
Francisco Parra Villar
María Parra Villar
Enrique Olmos Molinero
Bruno Olmos Molinero (Pacuchi)
Luis Fernández Valladolid
Flor Olmos Calvo
María Olmos Calvo.(Mariquí)
Antonio Val Díaz
José Mª. Val Díaz
Carmen Guerrero Martín
María Jesús Gómez Galindo
Antonio Gómez Galindo
Montserrat Gómez Galindo
Elvira Montes Monge
José Luis Montes Monge
Carmen Montes Monge
Manuel Navarro Bañuelos
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Antonio Navarro Bañuelos
Carmen Moreno Barbolla
Domingo Rincón Redondo
Remigio Rincón Redondo
Nos comunica que el próximo 20 de julio, saldremos para Llansá. Del otro grupo no dice
nada.
20 de julio de 1937. Salimos a las 7 de la mañana en autocar. Contrasta nuestro contento,
con el desánimo y el desaliento de los que se quedan, incluso en algunos casos, como el de
Pepe Suárez, no se recatan y manifiestan su disgusto y disconformidad, en voz alta y
airadamente, en el momento de nuestra marcha. En Hostalrich, hemos cogido la carretera
nacional II, de Madrid a la Junquera, vamos muy animados y alegres, el viaje se presenta feliz.
Como Luis Fernández Valladolid, se marea en cuanto se sube a cualquier clase de vehículo y
este se ponga en marcha, D. Ángel dice que el asiento trasero corrido se lo dejemos para él
solo, para que pueda ir echado, ya que los mareos que le dan en estos casos, son tan agudos
que pierde el conocimiento. Es curioso lo que le ocurre a este Luis Fernández Valladolid,
porque dentro de 15 años será taxista en Madrid, y a mi me hará bastantes servicios, y
entonces comentaremos .lo que le pasa ahora. Parada y descanso de unos minutos en Girona,
y recuerdo de nuestro paso por esta ciudad hace, seis meses.
Continuamos felizmente el viaje y nuestro ánimo es estupendo. Figueras nos sorprende
muy gratamente, la animación de sus calles, sus edificios; nos da idea de que se trata de una
ciudad próspera, activa, muy agradable, y su nivel de vida elevado. Seguimos ahora por la
carretera comarcal 262. El tráfico es escaso, y son rarísimos los vehículos de motor.
La carretera está flanqueada por frondosos y gruesos árboles plantados regularmente.
Vamos animando al conductor a que aumente la velocidad y cuando lo hace, un carro tirado
por una caballería que venía en sentido contrario al llegar a nuestra altura, se ha espantado y
cruzado en nuestro camino, nuestro conductor gira violentamente hacia la derecha, nos
salimos de la carretera y vamos a chocar contra uno de estos árboles. El choque ha sido muy
violento, el árbol a pesar del considerable diámetro de su tronco, ha quedado inclinado y
empotrado en la parte delantera del autocar. Este árbol ha sido providencial, pues de otra
forma habríamos caído por la ladera que tiene un acusado desnivel, y los resultados hubieran
sido mucho mas graves.
Gritos, llantos, lamentos y confusión general, vamos bajando, y se hace un repaso general,
solamente hay algunas heridas, magulladuras, chichones y cuerpos maltrechos y un gran susto.
Yo iba de pie, agarrado al maneral metálico del asiento anterior, cuando vi lo que iba a pasar,
instintivamente, me agarré aún con mas fuerza, de todas formas recibí un fuerte golpe, al ser
impulsado hacia delante, e inmediatamente lanzado también hacia atrás. Quitando el susto y
mi cuerpecillo dolorido, estoy bien. Agustina tampoco le ha pasado nada. Mi hermano, tiene
una herida en una pierna, pero eso no le impide recoger del suelo un grueso tornillo, como
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TESTIMONIO
recuerdo.
Juanita, la mujer de D. Ángel, debido probablemente al golpe recibido, ha perdido la voz,
es angustioso verla como hace esfuerzos por recuperar el habla; lo conseguirá en unos
minutos.
El payés causante del accidente, ha huido, desapareciendo entre las primeras casas del
pueblo que se divisa desde aquí. El conductor baja los equipajes de la baca y sale en su busca,
y a llamar por teléfono a Llansá para comunicar lo que ha pasado, y a Girona para que envíen
otro vehículo. En silencio y doloridos, unos sentados y otros echados sobre las maletas,
debemos de presentar un cuadro bien trágico. Luis Fernández no se ha enterado de nada, a
pesar de que ha rebotado como una pelota, y esta aquí tumbado e inconsciente. Casualmente
el único automóvil que pasa es una ambulancia, que al vernos ha parado, y sus servidores han
procedido a curar y vendar algunas cabezas, brazos y piernas. Vuelve el conductor y dice que
ha encontrado al payés.
Recordamos la consigna acordada; de no decir a nuestras familias lo que nos ha pasado.
Llevamos dos horas en esta situación y nadie del pueblo inmediato, se ha acercado a ver si
necesitamos alguna ayuda.
Llega el autocar reclamado y reanudamos el viaje, no sin antes, recomendar al nuevo
conductor que vaya despacio y con prudencia.
Al mediodía entramos en Llansá y paramos en su plaza, donde nos están esperando dos
señoritas muy alarmadas, se tranquilizan, y seguimos hasta la playa donde nos alojan en un
chalet a escasos metros de la orilla del mar. Bajan a Luis Fernández y lo llevan directamente a
la cama, y nosotros pasamos al comedor, que ya está preparado.
A los chicos nos han distribuido en la planta baja; en la planta primera está situado el
comedor y los dormitorios de las chicas. Escribimos enseguida a casa, sin olvidar decirles que
ya estamos a tan solo 14 Km. de Francia, esto les va a tranquilizar mucho.
Nada mas llegar observamos que D. Ángel queda un tanto relegado, y se hace cargo de la
Dirección una señorita (Antonia), corpulenta, de carácter enérgico, activa y muy capacitada,
ayudada por otras dos. Aquí nos hemos encontrado que ya había dos muchachos, mayores que
nosotros. A D. Ángel casi no le vemos.
La disciplina y el orden son mas estrictos de lo que estábamos acostumbrados, los horarios
se cumplen con toda exactitud. La alimentación, buena y adecuada, en ningún momento
estamos solos, siempre hay una señorita con nosotros o muy próxima.
El ambiente y el trato son correctos y estamos atendidos perfectamente. Antes de las
comidas, como no se fían de que nos lavemos bien las manos; en fila de uno vamos entrando
a un cuarto de aseo, extendemos las manos abiertas encima del lavabo, y una señorita nos las
lava meticulosamente y otra que está al lado, con un montón de toallas, perfectamente
dobladas y apiladas, procede a secárnoslas, y pasamos al comedor.
21 de julio de 1937. Anoche tardé mucho en dormirme, porqué extrañé la cama con somier
de lamas de madera, y por el ruido de las cercanísimas olas que me impedían conciliar el
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sueño. Hoy es el primer día que nos bañamos en el mar, lo hemos pasado muy bien y estamos
muy contentos. Estas señoritas deben tener mucha experiencia, y saben que si nos mandan
hacer reposo después de comer a los dormitorios, lo que haremos es todo menos reposar, así
que han dispuesto que lo hagamos sentados en el jardín, y en silencio, en compañía de una de
ellas.
22 de julio de 1937. Durante la mañana hemos estado bañándonos en la playa, y la tarde la
hemos dedicado a pasear por los alrededores. Yendo por carretera que va al pueblo, hemos
visto un edificio grande, a la izquierda, en el que está acogida una colonia de niños evacuados
también madrileños, muy numerosa.
23 de julio de 1937. Hemos pasado la mañana jugando en la orilla del mar, porqué no nos
han dejado bañar, dicen que hay resaca. Ya me voy acostumbrado a dormir con el ruido de
las olas.
24 de julio de 1937. Esta mañana en la playa, se ha acercado un pescador a nosotros, y se
ha ofrecido a darnos un paseo por el mar en su lancha a motor. Se ha puesto de acuerdo con
la señorita que nos acompaña, y esta tarde vendrá a buscarnos. Esto nos ilusiona
enormemente y nos alegra a todos. Lo haremos en dos tandas, yo iré en la segunda, que el
viaje será mas largo. Este paseo es muy emocionante, la embarcación tiene la borda muy baja
y vamos jugando con el agua. Según nos alejamos se va ampliando el horizonte de la costa;
aparecen mas playas y mas pueblos, hasta que estos acaban fundiéndose entre sí, y ya no
distinguimos cual es la playa de Llansá; nos vamos distanciando, tampoco se distinguen las
casas; ahora ya solo se ve la cinta continua de la costa, cada vez mas larga, mas difusa, mas
lejana y apaisada. Comentamos y nos preguntamos, como se la va a arreglar este hombre para
volver al lugar de partida, si no hay ningún punto de referencia visible, que le sirva de
orientación. El agua es completamente transparente y se ve evolucionar a los peces . Nos
damos cuenta que ya regresamos, porque vemos la tierra con algún detalle, de nuevo se
diferencian los pueblos; allí está Llansá. ¡Que bien lo hemos pasado!, gracias a la amabilidad y
generosidad de este pescador. El paseo ha sido prolongado e inolvidable.
25 de julio de 1937. Acompañados de los dos chicos, que había aquí a nuestra llegada,
hemos estado pescando esta tarde desde una roca, con la caña que trajimos. Como el agua está
muy limpia, la pesca se hace mas difícil, según dicen estos, que parecen expertos. Después de
mucho tiempo hemos conseguido dos doradas, una mediana y otra pequeña.
Esta noche en el silencio del comedor, he tenido el atrevimiento ante el asombro de todos,
de decir, que no me gustaba la cena, y que no la iba a comer. Cuando los demás esperan y yo
mismo, que vengan reprenderme; después de la consulta de la mujer que nos sirve la cena,
con la señorita, la primera después de un rato me trae las dos doradas, perfectamente fritas en
su punto y con aspecto muy apetitoso. El pescado ha sido siempre, uno de los alimentos
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menos atractivos para mí. A partir de ahora me reconciliaré con él. Nadie me ha regañado ni
dicho absolutamente nada.
26 de julio de 1937. En la playa esta tarde, había unos pescadores que estaban echando el
«copo»; les hemos ayudado a recogerlo, y nos han regalado parte del pescado capturado, que
es muy variado, hay de todo. Después de varios viajes hasta la orilla, con cubos para coger
agua del mar, casi hemos llenado el pequeño estanque que hay en el jardín, y echamos en él,
unos peces raros que no conocemos, a un caballito de mar y a un calamar, que tocamos
repetidamente para ver como suelta la tinta.
27 de julio de 1937. Paseando por la playa después del reposo, ha aparecido en el horizonte
un buque de guerra, se ha aproximado hasta estar muy cerca de nosotros y permanece parado,
no lleva bandera, ni se ve indicativo alguno que le identifique, probablemente los lleva tapados.
Le miramos con curiosidad porque es el primero que vemos de esta clase y con tanto detalle.
En el pequeño promontorio que llaman «La Atalaya», está el carabinero de servicio, rodeado
de un grupo de gente, que se les ve intranquilos. Nuestra señorita con algunos de nosotros se
acerca; el carabinero mira constantemente con los prismáticos al buque, se le ve preocupado,
silencioso, la gente le apremia para que diga si es faccioso o leal, pero este hombre no ve
manera de saberlo. La gente empieza a alarmarse cada vez mas. Para salir de dudas, el
carabinero ha dispuesto que salgan dos pescadores en un bote de remos, y que se aproximen
al buque hasta una distancia, en que sea posible su identificación. Así lo hacen, se van
acercando al barco remando a ritmo normal, ante la ansiedad expectante, de todos los que
rodeamos al carabinero; cuando ya están muy cerca de su objetivo, repentinamente la barca
vira en redondo, y los dos pescadores comienzan a remar frenéticamente hacia la playa; como
si se tratase de una escena de cine mudo. Pánico y desbandada general, la señorita logra reunir
a unos cuantos y meternos en casa, al entrar, vuelvo la cabeza y veo al buque enemigo que no
se ha movido. Los demás han salido disparados en todas direcciones. Comienza la búsqueda
de los que andan desperdigados, y poco a poco nos vamos juntando todos. El barco fascista
ha desaparecido. Solo faltan Enrique Olmos y José Mª. Val. Después de un tiempo los han
encontrado, todavía corriendo, aterrorizados, en la carretera que conduce al interior.
Comentamos que si este incidente nos ocurre durante nuestro paseo marítimo, en lancha, de
hace tres días, el susto hubiera sido mas gordo, y el peligro muchísimo mayor, porque
hubieran podido apresarnos fácilmente.
El pasado día 30 de octubre de 1936, la prensa madrileña daba la noticia, de que había habido un intento
de desembarco del enemigo en esta parte del mediterráneo, por el crucero rebelde «Canarias».
28 de julio de 1937. Nos han dicho que el buque enemigo de ayer, lanzó un torpedo, que
fue a encallar en la vecina playa de la Selva.
Este acontecimiento ha servido para que se descubra nuestra estancia aquí, y el peligro que
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corremos.
Hoy por la mañana, han llegado dos funcionarios de la Generalitat, han hablado durante
bastante tiempo con D. Ángel; a juzgar por los gestos y las caras de los tres, la conversación
no es muy amistosa precisamente. Por lo visto nuestro traslado a Llansá, no contaba con la
aprobación de las autoridades autonómicas, e inmediatamente, hoy mismo, tenemos que
abandonar este lugar y regresar a Arbúcies.
Rápidamente preparamos los equipajes, y después de comer, a las 2,30 horas de la tarde,
emprendemos el regreso. Nuestra permanencia en esta playa ha durado solamente ocho días.
Recomendamos al conductor que vaya despacio y con cuidado, vamos pendientes de
localizar el lugar donde tuvimos el accidente, lo reconocemos enseguida por el árbol inclinado.
A media tarde ya estamos en Girona y cenamos y dormimos en Pro-Infancia Obrera.
29 de julio de 1937. Dejamos Girona por la mañana, y al mediodía llegamos a la Torre del
Roquer de nuevo, donde nos encontramos con nuestros antiguos compañeros, que no se han
movido de aquí, y que durante estos días han estado a cargo, exclusivamente de Joan
«Picolives», y al que la situación se le ha ido de las manos, en mas de una ocasión. Nos
comentan, que un día Pepe Suárez, como Joan no le dejase ir a pescar, entró en la cocina,
cogió un cuchillo y persiguió a este por las calles, una de las cocineras que le había visto, salió
detrás y se lo quitó. Se trataba de un cuchillo de los de cortar el pan, de hoja larga y ancha,
pero de punta completamente redonda y roma. También nos dicen que este Pepe ha estado
fumando.
D. Ángel recupera sus actividades de dirección, y comienza de nuevo a tomar medidas para
mejorar en lo posible nuestras circunstancias.
3 de agosto 1937. La «Soli» da la noticia de que: «El buque fascista «Canarias» se pasea por
el Mediterráneo, sembrando el pánico en algunas poblaciones costeras».
Hoy ha sido bombardeada Girona por primera vez.
En los seis meses que llevamos aquí, no hemos dejado en ningún momento de pensar en
nuestros familiares, pues Madrid sigue resistiendo heroicamente, con los frentes de combate
en sus calles, en los mismos lugares, que el día que nos marchamos. Vivimos pendientes de
las noticias de la prensa, pues la correspondencia (muy irregular en su tardanza por los
motivos bélicos), de nuestros padres, no dicen nunca nada que nos pueda intranquilizar, hacen
lo que nosotros.
El corresponsal escribe: «Madrid sigue bombardeado por la aviación y la artillería
franquistas, y los combates aéreos menudean sobre la ciudad. La metralla cae copiosamente
sobre Madrid. En lo que va de 1937, han caído sobre Madrid alrededor de cinco mil impactos
de proyectiles de cañón o bombas de aviación.
Joan «Picolives», nos deja. El trabajo para D. Ángel vuelve a ser abrumador; somos 59
niños para un solo maestro, que además tiene que atender las tareas de Dirección y las de
Administración.
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TESTIMONIO
A la pequeña Montserrat Gómez Galindo, se la llevan unos familiares a Barcelona.
El Director ha decidido trasladar a otra colonia a José Suárez, a Pascual, a Francisco
Fernández y a Federico Bailén Carrasco. En estos traslados ha sido determinante, el que
posiblemente los afectados presentan algún problema de conducta e inadaptación. Lo de Pepe
Suárez no ha extrañado a nadie. A Federico Bailen Carrasco, le traerá de nuevo porque su
hermano pequeño, José, no hace nada mas que llorar; le echa mucho de menos.
Ahora D. Ángel se ayuda de un silbato para reunirnos cada vez que vamos de paseo a los
bosques próximos, y también para indicarnos la hora de levantarnos por la mañana
haciéndolo sonar al pie de la escalera, y en cuantos casos sea preciso. Durante las comidas no
podemos hablar. Enseguida las chicas mayores han inventado un alfabeto manual y gestual,
semejante al que utilizan los sordomudos. A los pocos días ya estamos toda la Colonia
hablando por señas mientras comemos, de mesa a mesa, por distantes que estén. El Director
suprime también esta forma de comunicarnos, que no es ruidosa, pero probablemente por el
espectáculo que ofrecemos; todos moviendo las manos rápidamente y haciendo gestos, debe
de dar la impresión de que además de mudos estamos locos. Este lenguaje, que todos nos
hemos aprendido enseguida, le utilizamos siempre que queremos que los extraños, sobre todo
los adultos, no se enteren lo que decimos.
Los cuáqueros norteamericanos, nos han enviado, un donativo de cazadoras, pantalones y
«nikis», de excelente calidad y diseño, que nos han gustado mucho. Siempre conservaremos
un agradecido recuerdo para estos cuáqueros.
Cada vez que alguien comete una falta, D. Ángel, le anota con una rayita en su agenda de
bolsillo; tres rayitas a la semana, supone quedarse sin cine el domingo. Así que en cuanto hace
ademán de sacar la agenda, todos enmudecemos, porque el cine es muy importante para
nosotros.
El pasado domingo, como todos, el Director nos reunió en el comedor, para leer los
nombres de los que no irían al cine; silencio y expectación total; muy lentamente dice que no
hace falta consultar la agenda, ya que la semana pasada el comportamiento colectivo, ha
dejado mucho que desear, por lo tanto toda la Colonia está castigada, a excepción de: Higinio,
Agustina y Pedrito. Consternación general; a nosotros tres nos dice que vayamos a nuestras
habitaciones para arreglarnos y marcharnos, cuando lo estamos haciendo, oímos gran
alboroto abajo y todos suben en tropel la escalera; D. Ángel ha levantado el castigo general, e
irá la totalidad de la Colonia al cine.
Agosto de 1937. Por indicación del Alcalde Josep Pol, hemos hecho una cuestación por el
pueblo en día de mercado. Vamos de tres en tres, dos chicos y una chica. A mi hermano y a
mí nos ha tocado ir con Victoria García López que lleva la hucha, y que por una sola vez va
formalita. Nos identifica unos brazaletes con la senyera y la bandera republicana, rotulados
por mi hermano con su habitual perfeccionismo (en catalán y castellano), utilizando un
lapicero, que nosotros llamamos de «tinta», porque su mina se disuelve en agua. Se ha reunido
el dinero suficiente para que a las chicas les hagan batas blancas y a nosotros unos jerséis
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también blancos de cuello alto con nuestras respectivas iniciales, bordadas en el pecho.
Septiembre de 1937. Desde la terraza hemos visto pasar varios camiones, en ellos vienen
hombres mayores, mujeres y niños. Nos han dicho que son familias vascas, y que las han
alojado, en un antiguo edificio próximo, que fue convento y posteriormente las Escuelas del
pueblo, hasta que las trasladaron a las recién construidas, al lado del campo de fútbol. Ahora
todos le conocerán por «El Refugio».
Nuestro Director ha hablado con el Alcalde, que es un hombre culto y artista pintor, para
que dé clases de dibujo a mi hermano; sus múltiples actividades políticas y municipales le
impiden hacerlo, pero en compensación ha regalado a la Colonia, un magnífico equipo inglés
completamente nuevo de pintura al óleo, que yo contemplo con admiración.
Han sido varias las visitas de distintas personalidades que hemos tenido, se interesan por
nosotros, por nuestro bienestar, por nuestras actividades escolares, por todo lo que hacemos,
esto nos alegra y nos halaga, porque vemos que hay gente que se preocupa por la Colonia.
Cuando unas de estas visitas se produce, algunos hacen alarde de sus habilidades infantiles
en su presencia. Carmencita Montes que es de las pequeñitas, canta y baila:
Soy la muñeca mas graciosa,
la mas gentil, mas elegante
y caprichosa, que ha venido de París,
a saludarnos así:
Que por allí viene un mocito,
Que me hace así con el ojito,…
Manuel Navarro Bañuelos (y algunas veces también su hermano Antonio), con un trozo de
tela grande, da unos cuantos y variados lances, jaleado por todos; pues cuando sea mayor
quiere ser torero.
Jesús Parrao Citores, aunque madrileño es oriundo del Puerto de Santa María, siempre
canta la misma canción, poniendo mucho sentimiento:
El canario que cantaba,
ya no canta porque murió,…
Mi hermano Higinio, recita una poesía que se ha aprendido de memoria, y que publicaba
«La Soli», el pasado mes de junio, dedicada al Madrid de esta guerra:
Hace siete meses justos,
calle Toledo abajo,
tropel de gente corría
para contener el paso,
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TESTIMONIO
de la canalla fascista
que avanzaba por el Tajo.
No había ejército aún,
sólo había milicianos,
aún no había disciplina
pero sobraba entusiasmo,
Jóvenes casi chavales,
Viejos casi ancianos,…
Es calurosamente aplaudido. Después toda la Colonia a coro entonaremos alguna canción.
Tarjeta postal de felicitación para
mi padre
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2 de octubre de 1937. En el bombardeo de ayer de Barcelona, un proyectil ha caído en una Colonia de
niños madrileños, matando a treinta de ellos. Cuando le han comunicado por teléfono la noticia al Presidente
de la República, D. Manuel Azaña, ha dicho: «Cuando lo sepa el Arzobispo de Toledo, entonará el Cántico
de Simeón».
Nos hizo revivir el recuerdo de aquella bomba, caída
junto a la Parroquia de San Felipe Neri, en un local
donde se había improvisado una residencia de niños
madrileños, les habían evacuado de Madrid para
sustraerles a los intensos bombardeos de que era objeto la
Capital de la República y les habían traído a la de
Cataluña, todavía no bombardeada entonces, pero
encontraron la muerte en uno de los primeros y mas
espantosos bombardeos que conocimos. Para siempre me
ha quedado grabado en la memoria los carteles con
fotografías de aquellos niños, que el Comisariado de
Propaganda de la Generalitat distribuyó por toda
Barcelona; eran unas caras como de cera, con unos ojos
abiertos que no miraban y hacían estremecer.
Durante unos días, sentimos cierto respeto `por nuestros
condiscípulos, que subían del centro y evitamos cualquier
broma, cuando algunos de ellos, al oír las sirenas de
alarma se ponían a temblar.
Joan Raventós, Dos infancias y la guerra, 19361939
Octubre de 1937. Se ha incorporado a las tareas docentes de la Colonia, el auxiliar, Pedro
Ruiz Tolosa natural de Rentería (Guipúzcoa). Se trata del guardameta del Club Deportivo
Español de Barcelona, todos los fines de semana se tiene que incorporar a las actividades de
su equipo. Pronto se gana nuestra confianza, hemos tenido mucha suerte. D. Ángel tiene con
él una ayuda eficacísima y muy valiosa, y nosotros perfeccionamos nuestra manera de jugar al
fútbol. Es aficionado a pintar al óleo, y ha estrenado el equipo que nos regaló el Alcalde,
copiando unas escenas rurales vascas, sacadas de unas tarjetas postales; yo observo sus
esfuerzos por conseguir el color adecuado, y cuando creo que lo ha logrado, se lo digo, y él se
ríe. Al periódico mural que tenemos le ha adornado, pintándole alrededor unas guirnaldas y
unas grecas. Ahora ha quedado muy bien y se destaca mas que antes, en la pared del comedor,
donde está colocado.
Desde ayer día 1, contamos con una nueva profesora, se trata de Dª Jesusa Suárez
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TESTIMONIO
Echebeste, procede de Asturias, y viene acompañada de una hija de 20 años. Es competente
en sus funciones docentes, y persona afable; pero se limita a dar su clase y el resto del día se
recluye en su habitación, donde hay que llevarle incluso la comida, con lo que el contacto que
tenemos con ella es escaso. Esto para nosotros no es suficiente, y nuestra relación será muy
distante
5 de octubre de 1937. Nos han puesto la primera inyección de la vacuna antitífica, la dos
siguientes nos las pondrán los próximos días 13 y 21 de este mes.
Jugando en el jardín, he observado que Maruchi Parra Villar, que iba corriendo detrás de
mi, tratando de cogerme, se ha parado repentinamente y se queda completamente quieta,
como petrificada, la he pasado la mano por delante de la cara y no pestañea, ni me ve, al cabo
de unos segundos reacciona y sigue corriendo, la paro y la digo lo que le ha ocurrido; no se
ha dado cuenta ni se ha enterado. De vez en cuando tiene estas ausencias imprevistas.
Comienzan a manifestarse en esta región, los primeros problemas como consecuencia de
la marcha de la guerra, principalmente la escasez de alimentos, y los artículos de primera
necesidad.
D. Ángel se ha desplazado con mi hermano a Gerona, a visitar a la Editorial Dalmau Carles,
y ver de conseguir algún material escolar, pues carecemos de todo; esta gestión no ha sido
positiva porque esta casa no tiene existencias. A mi hermano le han regalado un libro,
«Lecturas Escogidas», de él se ha aprendido de memoria «La Canción del Pirata», de
Esproceda, con lo que aumenta su repertorio de recitados, para cuando vengan algunas
personalidades a visitarnos. El padre de Pedro Ruiz, que viene con frecuencia, y que antes de
la guerra era representante de una fábrica de papel, (probablemente de la Papelera Española
de Rentería), nos ha traído los gruesos muestrarios que conserva todavía de papel pintado
para revestir paredes. Los hemos cortado en trozos lo mas iguales posibles, y cosidos con
aguja e hilo, en forma de cuadernos. Escribir con tinta y pluma de acero sobre este papel es
un verdadero calvario, pues unas veces suelta un polvillo debido a su revestimiento, y además
algunos llevan dibujos y grecas en bajo relieve, con lo que la pluma, cuando no tropieza, se
embaza, y hay que estar limpiándola constantemente con un trapo. Un trozo de lapicero lo
conservamos y cuidamos como un verdadero tesoro. Los sobres de las cartas que recibimos
los despegamos con mucho cuidado, y los volvemos del revés, y pegados nuevamente, los
utilizamos una vez mas. Con los libros nos pasa igual, nosotros trajimos algunos cuentos y
después nuestra familia nos han enviado algunos mas, como «Bertoldo, Bertoldino y
Cacaseno», que me lo he leído tantas veces que me lo sé de memoria. Flor y Mariquí trajeron
los de «Celia», de Elena Fortún, y también me los he leído enseguida. En clase solo
disponemos de una Enciclopedia de Grado Superior y un ejemplar de el «Quijote», para todos.
Para aliviar el trabajo de las mujeres del servicio auxiliar, D. Ángel ha dispuesto, que las
chicas mayores, además de hacer nuestras camas, pongan y quiten el servicio de las mesas del
comedor, esto último lo harán por turnos. Esta tarde hemos oído un gran estrépito de
cacharros que se rompen; acudimos enseguida, y vemos que se trata de Maruchi Parra Villar;
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