BRIHUEGA COMO CIUDAD DEL ARZOBISPO DE TOLEDO

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BRIHUEGA COMO CIUDAD DEL ARZOBISPO DE
TOLEDO: PERVIVENCIA ISLÁMICA EN LA
ARQUITECTURA CIVIL Y MILITAR
Mª Magdalena Merlos Romero
El protagonismo de Brihuega en la Edad Medi a viene fund ame ntalmente determinado por su papel en el señorío territorial del arzobispo de Toledo. Su conform ac ión
como ciudad del arzobispo responde a la cont1uencia de diversos factores. El primero
se explica por el peso del modelo de urbanismo medieval cristiano. Ello permite su
conexión con otras ciudades, especialmente con aquellas de fuerte impronta episcopal.
El segundo está vinculado al relieve histórico de su propietario, ya que el primado
toledano es el hombre más poderoso en Castill a después del rey. La conjunción de
ambos factores se materializa en un urbanismo y arquitectura que no difiere del de
otros poderes , la nobleza, las órdenes militares o la propia reale za.
Pero este proceso arquitectónico y urbano de Brihuega llevado a cabo por los
arzobispos, se establece sobre la base de conceptos y transformaciones ya gestadas
por el monarca taifa toledano Al-Mamún y por Alfonso VI. En la evolución desde
un primer reducto fortificado islámico hasta el concepto de vill a cristiana medieval
ha de situarse la política repoblado ra . Emprendida por el arzobispo toled ano en
estas tierras, coincide con los avances de la lín ea de fronter a que pasa definitivamente a situarse al sur del río Tajo. Esta tarea repobladora conoce un antecedente:
el primer asentamiento en el valle del Barrio de San Pedro, fundado por Alfonso
VI poco después de 1072, fech a e n que recibe Brihuega de manos de Al-M amun.
Es ese primer núcleo fortifi cado el que los arzobispos adoptarán como residencia. Allí instalan su palacio, en cuya concepción confluyen fun c iones defe nsivas ,
políticas, dioces a nas y administrativas, pero también residenciales y de ocio, lo
que se traduce en un modelo de castillo-palacio. Esta arquitectura, hija de su tiempo, conoce los presupuestos cristianos, pero asimismo supone la asimilación de las
formas islámicas bien a través de su reinterpretación, bien a través de su pervivencia.
Hecho, por otra parte, recogido documentalmente, puesto que en un privil egio de
1103 1 se concede a los arzobispos de Toledo licencia para us ar las mismas costumbres en sus palacios que en los regios. Identidad de usos que con toda probabilidad
ha de alcanzar a las modas y gustos artísticos y estéticos. De esta forma se puede
entender que el arzobispo no hace sino transformar un espacio que previamente
también había servido de reside nc ia a un rey musulmán y a un rey cristiano.
Con este trasfo ndo, es fundamental preguntar por la auténtica pervivenc ia de
los conceptos y formas islámicas en las actual es construcciones de Brihuega, espe-
1 F. J. Rivera Recio, La iglesia de Toledo el! e l siglo XII (1086-1208). Roma , J 966,
Toledo 1983. 2 vol.; Archivo Capitular de Toledo (ACT).
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cialmente en aquellas que el arzobispo adopta como lugar de residencia y descanso. Unos hallazgos recientes en una de las salas del castillo-palacio van a permitir
establecer varias secuencias constructivas. En correspondencia con dichas fases,
los hallazgos contribuyen al establecimiento de una periodización cronológica para
el castillo, con su punto de partida en la etapa de dominio islámico. Asimismo son
el testimonio de un proceso de adaptación de una arquitectura militar a la nueva
función residencial. Esta transformación, llevada a cabo durante la época de la taifa toledana, pervivirá con la propiedad arzobispal.
Los restos hallados pertenecen a una portada tripartita que comunica una estancia con un patio en una organización típicamente islámica. Significan la constatación arqueológica de una hipótesis que ya había sido intuida documentalmente. De
este modo el castillo de Brihuega se convierte en la ejemplificación de un fenómeno de interés, ya detectado en otras propiedades del arzobispo de Toledo: la asimilación de las premisas artísticas islámicas en el paso de la propiedad musulmana a
la cristiana 2 •
Los vestigios objeto de este estudio han sido descubiertos durante la temporada
1996- l 997. Se sitúan en el muro meridional de la sala que cierra por el Norte el
patio del castillo.
Corresponden a tres vanos, dispuestos simétricamente, de modo que el mayor ocupa
el centro y los otros dos menores, de idénticas dimensiones entre sí, se sitúan en los
laterales. Aunque no se dispone de la planimetría pertinente, se ha podido calcular
que el vano central tiene unas medidas de 2,50 m. de ancho por 3,40 m. de alto, mientras
que las de los laterales son l m. de ancho por 1,20 m. de alto (il. 3).
De los tres vanos, sólo el central era practicable hasta el suelo. Es éste el único
que ha sido descubierto parcialmente, estando tapiado aún en parte. Tanto el vano
central, como los huecos laterales presentan sendas reformas que llevaron, en una primera
instancia a reducir su luz, para, en una segunda, ser cegados completamente.
Las tres aberturas formarían una fachada con organización tripartita. Las aristas que las delimitan son de sillería, a diferencia del mampuesto empleado en el
resto del muro. Esta disposición de sillar en las aristas se repetirá en otros vanos
de la estancia.
El estudio de los elementos formales ha de centrarse en la abertura central (il. 4
Y 5). Ésta viene definida por la conformación de un vano geminado de herradura.
Los apoyos laterales de los arcos son columnas que conservan los capiteles in situ.
En cambio, las columnas centrales, algún fuste y parte de las dovelas se han desplomado y deben hallarse entre los materiales caídos.
Las dovelas permiten reconstruir el trazado de dos arcos de herradura muy cerrados, de aproximadamente un peralte de dos tercios de radio. Realizadas en silla-
2 Nuestra tesis doctoral, que está siendo realizada en el Dpto. de Historia del Arte de la
UNED bajo la dirección de la Dra. Clara Delgado Vale ro , tiene por objeto reconstruir lo
que fue durante la Edad Media la imagen política y administrativa del arzobispo de Toledo,
el hombre más poderoso de la Castilla Medieval, tras el Rey, a través de sus residencias, y
con base en las evidencias arquitectónicas y las fuentes documentales.
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res, presentan una estereometría perfecta y un despiece radial coincidente con el
centro generador del arco. La línea de imposta discurre a dos tercios del radio por
debajo del punto generador del arco. Éste apea sobre el cimacio de las columnas,
de un acusado desarrollo horizontal, determinado por lo cerrado del intradós. El
trazado del arco y la disposición de las dovelas se halla presente tanto en el arte
islámico como en el mozárabe (San Miguel de Escalada).
, La organización de arquerías con dos o más arcos de herradura se documenta
en el periodo taifa. Dispuestas como comunicación entre distintas estancias, se localizan en el Pabellón del Patio Sur de la alcazaba de Málaga; constituyendo ventanas, en la Aljafería de Zaragoza. La doble arquería en el periodo almohade aparece en la puerta abierta al Patio del Yeso del Alcázar de Sevilla. de la 2 a mitad del
XII, con una composición semejante a la de Brihuega, de vano geminado, que en el
ejemplo andaluz es antecedido por un pórtico . La pervivencia mudéjar de este esquema, con proporciones clásicas califales, tendrá exponentes como el de la torre
de Santiago del Arrabal (mediados del siglo XIII) . De mayor interés para este estudio resultan los referentes musulmanes en Toledo. Tal es el caso de la ventana geminada
de una vivienda en la calle de las Bulas, datada en el siglo XI-'. El modelo cn última instancia ha de buscarse en el periodo califal; en forma de ventanas en las puertas de la mezquita de Córdoba; como arquerías de dos o tres arcos, a las edificaciones militares de D ahr al Yund de Madinat AI-Zahra 4 • En todos estos ejemplos el
arco empicado presenta una modulación semejante a la de Brihuega, que determina
el acusado cierre del mismo.
El análisis de los materiales utilizados ha sido facilitado por el estado en que se
han hallado los vestigios. Ha quedado al descubierto el maderamen, una viga paralela a la línea del muro, a la altura del alfiz, por encima de los arcos, y otras transversales en la zona inmediatamente superior a las roscas de los arcos. Esta estructura debe corresponder a alguna de las modificaciones producidas en la portada
con posterioridad a su erección .
Más interesante resulta el sillar del dovelaje , enmascarado por el empleo del
yeso, en correspondencia con una tradición propia del periodo taifa, pero ya frecuente en el periodo califal en sus manifestaciones más vinculadas a lo militar o lo
doméstico. En yeso está trazado el alfiz que cobija la doble arcada y la superficie
delimitada por el mismo. Destaca , por último. la ausencia de un material como es
el ladrillo. en esa pervivencia del empleo de la piedra, que nos retrotrae así al periodo califal. Este dato es importante. Por un lado sorprende la ausencia de un material
tan querido de la arquitectura toledana y del siglo XI hispanomusulmán. Por otro
podría hablarse de cierta nobleza de materiales, que habrá de conectarse con el nivel social del propietario promotor de la obra, y con el propio vínculo de la portada a zonas de residencia. a pesar de su inclusión en un recinto fortificado.
J C. Delgado Valero, "El mudéjar toledano y su área de inf1uencia", El mudéjar iberoamericano y el arre islámico. Málaga. 1995, pp, 111-127.
• R. Manzano Martas, "Casas y palacios en la Sevilla Almohade. Sus antecedentes hispánicos». Casas y Palacios de Al-Anda/us. Siglos X/l-XI/l, Madrid, 1995 . pp. 315-352; S.
L6pez-Cuervo, Madinar Al-Zalll'a. Ingeniaría y formas, Madrid, 1985.
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El alfiz que cobija los dos arcos y define la organización del vano central presenta una decoración muy sencilla, pero trazada con gran precisión geométrica. Consiste
en una cinta doble que recorre el perímetro del alfiz, con pequeños lazos generados
por el giro de la cinta sobre sí misma. Presenta un punto mayor de complejidad en
la zona de las albanegas, pero nunca llegando a ocupar la total superficie de éstas.
La cinta se anuda cambiando de dirección y apuntando desde los ángulos superiores del alfiz hacia el extradós del arco, trazando una línea de 45 grados.
El empleo de este tipo de decoración, donde está ausente la labor de ataurique,
o la profusión geométrica, se conoce en muestras de la arquitectura doméstica almohade
(Cieza)'. Pero este periodo artístico no termina de resultar útil en su comparación
con Brihuega, ya en manos cristianas en las fechas de la invasión norteafricana.
Más próximo se sitúa en el tiempo y el espacio el vano toledano de la calle de las
Bulas fechado en el siglo XI, de idéntica traza, así como otras muestras toledanas
de accesos de un solo arco, datados en este mismo periodo". Fuera de este ámbito
geográfico también se ha hallado algún fragmento de yesería con decoración similar. Pertenece a las edificaciones del periodo Taifa de la fortaleza de Balaguer7 . La
disposición de la doble cinta ornamental es manifiesta en algún vano geminado de
la Aljafería, aunque en este caso trasdosando los arcos. Mas el primer referente
aparece en la época califal, en construcciones castrenses como Dar al Yund (Madinat
AI-Zahra), donde la sencillez ornamental viene determinada por la propia función.
Este último exponente va a ser de utilidad a la hora de comprender la decoración de la portada de Brihuega. La austeridad ornamental permite avanzar la respuesta a un interrogante, sobre si los vestigios a la vista corresponden a la cara
interna de una portada más profusamente decorada en su otra superficie, la que
mira al patio, aún no descubierta por tener adosada parte de los nichos del cementerio. La probable mayor riqueza ornamental que debía presentar esta cara hoy oculta,
permite intuir una organización arquitectónica establecida entre el patio y la estancia que constituye la crujía norte del castillo. Por otra parte, no es tan extraña la
sencillez decorativa en el Islam peninsular, y ello en fechas anteriores al periodo
almohade, como puede ser el de las Taifas. Tiene razón de ser en una arquitectura
taifa caracterizada por la obligada convi vencia de lo residencial y lo castrense, en
un periodo de incertidumbre y de ausencia de estabilidad política, que obliga a la
convivencia de dos conceptos en apariencia contradictorios, la defensa y la vida
cotidiana. Lo que conduce a esa pervivencia de modelos califales, y a la austeridad
ornamental, sin perder de vista la orientación castrense de la arquitectura.
Las columnas son otros elementos de análisis. Los vestigios permiten adivinar
la distribución pareada de seis columnas, dos en cada lateral de los arcos, dos en el
, J. Navarro Palazón, P. Jiméncz Castillo, "El castillejo de Monteagudo: Qasr Ibn Sa'd".
Casas y Palacios de Al-Andalus. Siglos XII-XIII. Madrid, 1995. pp.63-104; y de los mismos autores "La decoración almohade en la arquitectura doméstica: la casa nO 1O de Siyasa».
Casas y Palacios de Al-Andalus. Siglos XII-XIII. Madrid, 1995. pp.117-138.
" C. Delgado Va1ero Op. cit.
7 C. Ewcrt, Hallazgos islámicos en Balaguer y la A1jafería de Zaragoza. Madrid, 1979.
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punto de convergencia de ambos. Este esquema no es ajeno a la arquitectura
hispanomusulmana. Las columnas pareadas están presentes en construcciones taifas
como el Patio de la Aljafería, aunque cuentan con un antecedente califal tan emblemático como es el acceso al mihrab de la mezquita de Córdo ba.
Los fustes son sencillos y bastante finos. El mayor interés se centra en la zona
superior de la columna, donde se dispone el capitel, y el cimacio, que cumple la
función de imposta.
Los capiteles que hoy se pueden contemplar son tres, los dos correspondientes
al lateral derecho del vano y el más externo del lateral izquierdo. No se posee información de los que se situarían en la zona central de la portada. En cuanto al
interior izquierdo se supone igual al interior derecho, si nos regimos por la simetría que impone la identidad de los capiteles exteriores de los extremos.
En Brihuega contrasta la sencilla pero precisa geometría del yeso con la tosquedad de los capiteles. Tosquedad que se aproxima a los referentes inmediatos
anteriores del arte visigodo (elementos reutilizados de San Salvador o Cristo de la
Luz en Tolcdo) o prerrománico. Sin embargo, la impericia responde más bi e n al
trabajo de una escuela secundaria o taller local.
Los dos tipos de capitel localizados en Brihuega tienen en común la incorporación a los mismos de un elemento correspondiente al fuste, como es el collarino, y
el concepto facetado de su superficie, que se traduce en un volumen troncopiramidal
(il. 6).
Uno de los capiteles presenta decoración geométrica a base de cintas que conforman arcos de medio punto y entrelazos. Podría corresponder a un momento diferente de los otros dos, por sus similitudes con ciertos capiteles románicos. Sin
embargo también se asemeja a alguno de los capiteles de la Aljafería, especialmente a aquellos cuyo caulículo se desarrolla en dos hojas, dirigida una hacia el centro
de la cara y la otra, más desarrollada, hacia los ángulos, para conformar las volutas.
Lo infrecuente de su decoración y concepto es también compartido por los dos
capiteles en primer plano. En éstos, cada faceta presenta arcos poli lobulados que
arrancan simétricamente de una doble columna, una total transmutación del caulículo
corintio, para alcanzar la arista donde cada uno converge con el correspondiente de
la faceta adyacente, conformando una penca, cuya disposición permite hablar de
una voluta esquematizada. En cada una de las albanegas generadas por los mismos ,
coincidentes con el centro superior de cada una de las facetas del capitel, se sitúa
una media palmeta invertida. Ésta ocupa el lugar reservado para el 110rón en el
capitel clásico o la cartela en el hispanomusulmán.
La penca de las aristas evoca la de algunos capiteles asturianos (San Salvador
de Valdediós) y mozárabes (San Miguel de Escalada). De alguna manera se puede
interpretar como un proceso de simplificación del borde de la hoja de acanto, conocido en capiteles, dentro del arte islámico, ya plenamente almohades, como los
de Santa Clara la Real de Murcia, del segundo cuarto del siglo XIII.
En cuanto a la palmeta, ésta se incorpora de manera sistemática a la decoración
hispanomusulmana en el periodo Taifa. Muestras de una disposición semejante en
la superficie de los capiteles, pueden ser las del Bañuelo de Granada, en el mismo
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siglo XI, o las posteriores almohades en los capiteles del Patio de Banderas del
Alcázar de Sevilla.
La conformación troncopiramidal tiene su referente en el capitel bizantinizante,
cuya vigencia en la península deriva de una doble vía, la musulmana, pero también
la visigoda, ambas culturas admiradoras del lujo y de la corte de Constantinopla.
El capitel de facetas se halla, con distintas interpretaciones en el arte visigodo (San
Pedro de la Nave) y prerrománico (Santa María del Naranco). Sin embargo no hay
que perder de vista que los capiteles de Brihucga corrcsponden a una interpretación plenamente abstracta del capitel corintio, donde el borde de la hoja de acanto
ha dado paso a un trazo totalmente geometrizado, en forma de arco poli lobulado,
en lo que sería un proceso similar al quc sitúa en el perímetro ondulado de la venera clásica el origen de este tipo de arco. Una esquematización que no habría aleanzado en tan alto grado a la media palmeta que ocupa los centros laterales dcl arco.
La factura tosca de los capiteles, en un primer momento hace pensar en algunos
referentes prerrománicos, como el Salvador de Valdediós, donde la sucesión de arcos aparece como motivo de un capitel, o visigodos, tales los reutilizados en el
Cristo de la Luz. El recuerdo de facetas troncopiramidales de origen bizantino ya
ha sido visto en el arte visigodo, como pucde ser San Pedro de la Nave.
La referencia conocida más cercana para este segundo tipo de capitel en Brihuega se sitúa en la Aljafería. Unos capiteles organizados en tres cuerpos presentan en el superior una decoración de arcos polilobulados entrelazados, sostenidos
por columnillas de fustes entorchados, y dispuestos a modo de friso en cada una de
las facetas del arco.
Así, los dos modelos de capiteles de Brihuega responderían a la simplificación
de un tipo especialmente complejo de la Aljafería, en el ámbito de la taifa de Zaragoza, que repite sólo la parte más novedosa del mismo, la superior. En Brihuega el
nuevo repertorio formal constituirá la totalidad de las caras del capitel, aunque en
una interprctación esquemática que no saturará las superficies.
La separación entre elementos sustentantes y sustentados dc la portada se establece mediante un cimacio que cumple la función de imposta. Como decoración
ofrecc unas incisiones a modo de modillones esquematizados. Este tipo de decoración de imposta moldurada se ha visto también en edificios visigodos como Melque
o San Juan de Baños. El gran desarrollo de la imposta viene determinado por el
acusado cierre del arco. Los antecedentes se encuentran en el pcriodo califal, tanto
en el arco de ingreso al mihrab de la mezquita de Córdoba como en los de las casas
y dependencias de Madinat Al-Zahra.
En el conjunto de la portada, contrasta la cuidada geometría de la decoración
en yeso, del despiece de dovelas y del trazado de los arcos, con la tosquedad de los
capitcles y de la imposta. Ésta, con función casi de cimacio, resulta una simplificación de los cimacios de inspiración bizantina de la Mezquita cordobesa, cuyos modillones
de rollos en Brihuega se ven reducidos a un simple estriado en su cara frontal.
Otro dato a considerar es el que nos aporta la relación de este vano central con
los dos laterales. Conforman una portada tripartita -dos ventanales laterales y un
acceso, que ponen en relación una estancia con el espacio abierto del patio. La or-
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ganización de los tres vanos evoca, aunque en distintas proporciones, las portadas
de la mezquita cordobesa, donde a ambos lados del acceso se sitúan simétricamente
vanos de un desarrollo menor. Se trata no obstante, de un sistema perfectamente
documentado R• Está presente en Madinat Al-Zahra, en ámbitos residenciales (naves extremas del Salón Rico), donde las aberturas simétricas responden a alacenas
o tacas. En esta línea cabe destacar una estructura recientemente hallada en una
casa de la calle Soledad de Toledo·, datable en el periodo califal, donde a ambos
lados del vano de acceso aparece el arranque de dos huecos simétricos que no rasgan hasta el suelo. La presencia de esta organización en el mudéjar toledano (Salón de Mesa y Taller del Moro en Toledo) hablaría de la pervivencia de una tradición local, que partiría de una disposición de elementos califal.
En conclusión, este tipo de portadas tiene perfectamente documentada su presencia desde la época califal a la mudéjar. Teniendo en cuenta los materiales, los
elementos formales y los paralelos citados su datación podría acotarse entre el periodo califal y taifa. Es la circunstancia histórica de Brihuega la que nos permite,
no obstante, situar la portada en el tercer cuarto del siglo XI.
De esta forma, la portada de Brihuega pasaría a formar un eslabón intermedio
en la secuencia cronológica de este sistema, que heredado de la tradición califal
cordobesa, pervivirá en la arquitectura almohade y mudéjar.
Una vez realizado el estudio de la portada resulta imprescindible la consideración de otros factores, como son la propia conformación de la sala donde aparece y
el lugar que ocupa ésta en el conjunto arquitectónico del castillo (il. 1 Y 3).
La estancia donde se halla la portada ocupa la crujía Norte del castillo. Presenta una serie de elementos que sirven de base para comprender la portada descrita y
distinguir los distintos momentos constructivos. En definitiva, los datos que nos
aporta el análisis de la planta, dimensiones y disposición de la sala en el conjunto
del castillo, son complementados por el estudio del muro de acceso a la capilla con
la que limita, de los vanos abiertos en los laterales Norte y Oeste, de las pinturas y
del sistema de cubierta.
La sala posee una planta prácticamente rectangular. Está construida sobre una
dependencia inferior, con la que comunica mediante una escalera situada en el torreón de la esquina noroeste de la crujía y del conjunto residencial. Por su lienzo
Sur se abre al patio que organiza la planta del castillo, a través de una moderna
puerta, que sustituye a la oculta portada descrita (il. 9). Mide 33 por 7,5 metros al
interior, dimensiones mucho mayores que las correspondientes a las salas dispuestas al Este y al Oeste.
Los muros que la delimitan presentan idénticas características entre sí. La más
destacable, el grosor (1,8 m.), permite diferenciar esta obra de la anexa torre del
homenaje, que alberga la capilla que comunica con la estancia a través de un vano
• C. Delgado Valero, "El mudéjar, una constante en Toledo entre los siglos XII y XV",
Mudéjar iberoamericano, una expresión cultural de dos mundos, Granada, 1993, pp. 85.
9 Excavada por J .M. Rojas y R. Villa, quienes preparan su publicación.
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abierto en el lateral este (H. 9). Este dato va a ser de interés a la hora de confirmar
las palabras de Torres Balbás, quien ya apreciaba cómo la capilla debió hacerse
con posterioridad al muro, interrumpiendo una ventana inmediata lO • De hecho, la
aparición de un vano fragmentado por el acceso a la capilla y el propio desajuste
de volúmenes al exterior que se aprecia desde el Prado de Santa María, en el punto
de unión de los lienzos correspondientes a la torre y la sala, confirman la mayor
antigüedad de la estancia respecto de la capilla abierta en un lienzo de muro preexistente (H. 2 Y 8). Apreciación que permite abordar el estudio de la sala desestimando definitivamente el concepto de unidad arquitectónica conferida al conjunto
de salón y capilla por la historiografía. Asimismo, el grosor que también se manifiesta en el muro sur permite interpretar éste como un paramento exterior de una
edificación anterior sobre la que apoyaría la estancia.
Los lienzos O y N de la sala ofrecen, unos singulares vanos, obra cristiana de
difícil adscripción. Están distribuidos de modo que uno abre en el lienzo Oeste, y
tres en el Norte" (il. 1 Y 8). Todos están conformados por tres arcos, excepto el
más Occidental del lienzo norte, por cuatro. Los vanos se articulan en arcadas definidas mediante dos o tres columnillas que soportan pequeños arcos de medio punto,
cuyo trazado va marcado por la disposición semicircular de los ladrillos (H. 7). Las
basas, de planta cuadrada, presentan una sencilla moldura con un ornato en los ángulos que permite la transición al círculo de la sección del fuste. El capitel destaca
por adoptar una configuración que lo aproxima formalmente a un cimacio. Al interior cada uno de los vanos presenta un arco rebajado escarzano abocinado, que cobija la totalidad de la arcada (il. 11). La factura en general es tosca. Las basas y los
cimacios, de gran sencillez, resultan cronológicamente anteriores a los elementos
correspondientes de la capilla, éstos ya vinculables al periodo gótico. Apreciación
que no deja de ser interesante a la hora de datar la estancia, que se anuncia más
antigua respecto de la capilla anexa.
Desde luego estas diferencias formales confirman tanto la preexistencia y la
organización de la sala como volumen independiente de la torre del homenaje, como
la relación de la misma con el patio por el sur, abierta al paisaje en las otras tres
direcciones, a través de unos vanos que parecen concebirse como miradores.
La tipología de estos arcos y su presencia en la arquitectura civil remite a modelos conocidos en el románico del Noreste de la Península de la segunda mitad
del siglo XII. Los referentes se sitúan en Navarra (Estella), Aragón (Casal de Tárrega).
En Cataluña responden a un modelo regional de ventanas geminadas presente tanto
en el periodo románico como en el gótico. Sin embargo la factura de los miradores
briocenses hablan de una cronología anterior. Sólo se establecería una datación
contemporánea teniendo en cuenta la labor poco fina, que apuntaría hacia artistas
no de primera fila. Más interesante como referente es el ejemplo de la Puerta Ferrata
,o L. Torres Balbás, ""La capilla del castillo de Brihuega y los edificios de D. Rodrigo
Jiménez de Rada", A.E.A (1941) p. 284.
11 En el muro Este, posteriormente interrumpido por el acceso a la capilla gótica, aparece un vano presumiblemente en relación con los abiertos en los lienzos Norte y Oeste
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de San Feliú de Guixols, de cronología controvertida (siglo X-XI). Interesa no sólo
por la organización de arquerías en su fachada, sino por su hipotética interpretación como restos de un salón de recepciones. En cualquier caso habría que remontarse a prototipos carolingios, no sólo desde el punto de vista formal sino también
funcional. El referente más cercano sería el de la Abadía de Lorsch (datada en el
siglo XI, y considerada como la fachada de un palacio carolingio). La similitud de
estructural y funcional de estas arquitecturas con Brihuega se hace patente no sólo
en la disposición y organización de la fachada, sino en la propia morfología de los
vanos, que alcanza a los propios elementos de la columna.
En cualquier caso, el antecedente peninsular de los miradores -con función vinculada al disfrute del paisaje- se sitúa en el siglo IX, en el ámbito de las residencias pertenecientes a figuras poderosas, como la monarquía asturiana, por otra parte muy próxima ideológicamente al imperio carolingio. El prototípico edificio palatino de Santa María del Naranco presenta un conjunto de rasgos que Brihuega
comparte. Responde a un volumen de planta longitudinal, organizado en dos alturas, donde la conexión con el exterior se establece a través de arquerías tripartitas,
a modo de miradores abiertos al paisaje. Funcionalmente, el edificio asturiano ha
sido entendido incluso más como pabellón de recreo, como belvedere, que como
residencia '2 . La composición de la sala de Brihuega trae incluso al recuerdo disposiciones como la de la Sala de la Galera, abierta sobre el paisaje mediante ventanas
geminadas en una arquitectura tan emblemática como la correspondiente a Alfonso
X en el Alcázar de Segovia, en un estilo románico tardío 13 • Al hilo de estas observaciones, hablar de miradores anuncia un predominio en la sala de Brihuega de la
función residencial o protocolaria. Este dato es relevante, por cuanto se ha datado
la estancia en función de la obra de arzobispos y se ha querido ver como un salón
de concilios' 4 • Pero este destino sólo puede aceptarse como la adaptación a unas
nuevas necesidades de una estancia preexistente. Reformas que siempre serían posteriores
a la cronología de los miradores, que ha de situarse como muy tardíamente en la
segunda mitad del siglo XII; y ello sin olvidar que la fecha se retrotrae hasta el
siglo XI respecto de la portada abierta al patio ya descrita. En cualquier caso se
sitúa el volumen de la crujía Norte en fechas anteriores a la tradicional datación
que se le ha conferido, de principios del XIII y ligada a la figura de Rodrigo Jiménez
de Rada. C. Román Pastor l5 defiende una posible intervención de este arzobispo en
el salón para mejorarlo como espacio antecesor de la capilla. Es una consideración
más acertada que la datación de la sala en la primera mitad del siglo XIII, realizada
por autores como B. Pavón Maldonado '6 , apoyada en la datación de las pinturas.
12
V. Lampérez, Arquitectura civil espafiola del siglo I al XVIII. Madrid, 1920. t. 1, pp. 46-47.
13
T. Pérez Higuera, Arquitectura mudéjar en Castilla y León. Valladolid, 1993, pp. 83-84.
B. Pavón Maldonado, Guadalajara medieval. Arte y arqueología árabe y mudéjar.
14
Madrid, 1984, p. 165.
" C. Román Pastor, "Historia y arquitectura medieval de Brihuega", Actas del Primer
Curso de Brihuega: instituciones, arte y cultura. Brihuega, 1995,p. 43.
16 B. Pavón Maldonado, Op. cit., p. 165.
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Es en la superficie interior de los vanos que se acaban de describir, donde persisten restos de pinturas, dispuestas a modo de zócalos, siguiendo una tradición de
origen hispanomusulmán. La organización de los zócalos del salón remite inmediatamente a los conservados en el interior de la capilla, y estudiados, entre otros,
por L. Torres Balbás y Pavón Maldonado 17 • La organización se produce en paneles
tendentes al cuadrado, rectangulares, con decoración geométrica . Por encima corren dos frisos, uno con decoración de arcos mixtilíneos entrelazados con claves
pinjantes, otro de cartelas. Siempre en el ámbito de la arquitectura civil, los prototipos islámicos de estos zócalos se sitúan en el siglo Xli, como los de las viviendas
militares de la alcazaba malagueña, concebidos en un juego bicromático de blanco
y rojolK, o los del Castillejo de Monteagudo ' 9 , siendo del periodo taifa otras muestras como las de la casa de la Chanca (Almería)20. Los antecedentes se pueden situar en zonas de vivienda de M adinat Al-Zahra, definidas por zócalos de almagra,
aunque sin decoración alguna 21 • El desarrollo de estos zócalos se producirá ya a
partir del siglo Xlll, tanto en los palacios y casas musulmanas, como en las mudéjares . Los referentes más cercanos habrán de situarse en lo toledano y lo castellano-leonés, a fines del siglo Xli y siglo Xlll21 . De este modo, las pinturas podrían
comprenderse como integradas es esa posible reforma del salón contemporánea a
la construcción de la capilla.
Por último interesa la cubierta de la sala, hoy desaparecida . Aparecen vestigios
del arranque de cinco arcos transversales (j). 1 Y 11), que a modo de arcos diafragma
debían soportar una cubierta de madera a dos aguas . El ritmo en la distribución de
los arcos, equidistantes, contribuye a la articulación de la estancia. Asimismo permite confirmar que las dimensiones originarias del espacio co inciden con las actuales. Máxime si se tiene presente que la tipología de la cubierta -de amplia difusión en el ámbito mediterráneo- no hace su aparición en Castilla sino a partir de
finales del siglo XII 23, lo cual remite una vez más a esas posibles intervenciones de
Rodrigo Jiménez de Rada en esta estancia. La simetría de la c ubierta contribuye asimismo a potenciar el eje ya marcado por la disposición de la portada del muro sur.
Estos datos son relevantes desde el punto de vista cronológico, porque en el
ángulo Sureste del salón penetra un muro de sillar relleno de tapial (il. 9) . La técnica y los materiales nos hacen pensar que son restos del cerramiento exterior del
17 L. Torres Balbás. "Los zócalos pintados en la arquitectura hi spanomusulmana", AlAlldallls, VII (1942), p. 410; B . Pavón Maldonado, 01'. cit., p. 165 .
IR L . Torres Balbás, " El barrio de casas de la Alcazaba malagu eña", Obra Di spe rsa, AIAndalus, vol. 3, p. 79.
19 J. Navarro Pala zó n, P. Jiménez Castillo, "EI castillejo ... ", pp. 92-94.
20 M. L. Ávila Navarro. "La Sociedad", Los reill os de Taifas. AI-Alldallls ell el sig lo Xl.
Historia de Españ a Menéndez Pidal- Jover. vol. 8.1. Madrid, 1994,p. 367.
2 1 S. López-Cu ervo, 01'. cit., 1985. p. 73.
22 T. Pérez Higuera, 01'. cit. pp. 79, 98, 114-115 .
2-' L. Torres Balbás , "Naves de edificios anteriores al siglo XIII cubiertas con armaduras de madera sobre arcos transversales", Obra dispersa, III, vol. 10, pp. 173-215 .
290
;~,{
vo recinto fortificado islámico, y anteriores a la erección del volumen de la
En consecuencia se puede afirmar que la estancia es una fase posterior en la
se dibuja como compleja evolución constructiva del castillo. Una ampliación
la planta de éste en época islámica asimilaría estructuras anteriores en el períde la estancia Norte 24 • Si a la portada se otorgaba una cronología del siglo
• este resto de muro ha de ponerse tal vez en relación con obras del periodo califal
~,'''''''U'''. O dicho de otro modo, la estancia que nos ocupa responde a intervenciosobre una estructura militar preexistente, encaminadas a satisfacer unas funresidenciales, para las que se elige un enclave que ha dejado de ser vanfronteriza (iI. 2).
En resumen, elementos como miradores, cubierta o pinturas apuntan en cualcaso a intervenciones posteriores a la construcción de una estancia que debió
a cabo en el siglo XI y bajo propiedad musulmana, y de cuya traza origisólo pervivirían la planta y la portada abierta al sur. Las modificaciones no
sino confirmar una continuidad en la utilización de una sala que hubo de
gran protagonismo dentro de la jerarquía de ámbitos del castillo.
La independencia que mantiene este volumen respecto de la torre y su anteriocronológica, permiten la adscripción de la sala al citado periodo islámico,
en su relación con el patio. Exenta por tres lados, será el cuarto, uno de los
mayores, situado al Sur, el que limite con el patio que centra la planta del
. La relación entre la estancia y el patio se establece a través de la portada,
en dicho muro y centrada en el eje, respecto de la longitud de éste. Relaque genera una composición simétrica, punto de partida para una hipotética
ción de lo que fue la planta original del castillo, y que se fundamenta en
s hallados en otros edificios de raigambre hispanomusulmana.
La portada, dentro del conjunto residencial, presenta una ubicación interesante,
abrirse al patio por el Sur. En la relación de la estancia con el patio se adivina ya
sistema de organización típicamente islámico, como es el de patio con sala al
y pabellón que mira al Sur (i1. 1, 2 Y 3).
Por ello es fundamental tener en cuenta dos puntos de análisis a la hora de proa su estudio: uno, las interrelaciones patio y estancias alrededor del patio;
• las proporciones, dimensiones y orientación de éste.
El patio es el elemento crucial como organizador de la estructura palatina dendel castillo. Una descripción del siglo XVIII su habitación conserva un patio
con sus soportales. Cuatro salones. Dos aposentos, Oratorio ... 25 confirma la artión de estancias. El patio daría acceso a áreas de diversa índole; tanto a aquellas relacionadas primero con la administración, la política o la religión, en la ma-
El análisis de la estructura militar, y de su tipología, vinculable con la arquitectura
de la Marca Media, es objeto de un estudio de la autora, quien prepara su publicaEn este análisis también se contempla el estudio del volumen del ala Este del castillo.
de avance las referencias incluidas en el presente trabajo.
2S Archivo Municipal de Brihuega, Lg. 23. Cfr. J. Simón Pardo, Estampas briocenses.
de Brihuega. Guadalajara, 1987, p. 30.
24
291
nifestación más externa de la arquitectura palaciega, como a aquellas otras ya más
íntimas, meramente residenciales. Su función ha sido argumentada por la historiografía ':;7'
)J~
de diversos modos, como pequeño claustro , como Patio de Armas, como Patio de
Honor 26 • Respondería más bien a los dispositivos protocolarios y residenci ales. Su
ubicación como eje de la estructura palatina y sus reducidas dimensiones son argu- !~~'~.
+;
l;
mentos que impiden defender el espacio como escen ario de eventos de carácter
semi público.
Otra noticia del documento es de interés. Se trata de la cita a la organización
del patio con soportales. La estructura actual decimonónica sustituye a la que se (:!.
documenta en el siglo XVIII, pero no facilita dato alguno que permita restablecer
la disposición de ésta. Se puede intuir un esquema porticado medieval, que evoca
una organización claustral, aunque también modelos hispanomusulmanes. Este sistema, que se establece entre estancia, pórtico y patio, podría responder a la articu- r¡
lación originaria musulmana, vigente en la posterior fase cristiana de la historia
del castillo.
En torno al patio se distribuyen una serie de salas. La bibliografía viene a distinguir distintas épocas constructivas dentro del conjunto arquitectónico, que van
desde las propuestas que hablan de diversos momentos cristianos 27 hasta las que
contemplan fases islámicas y cristianas sin mayor precisión 28 , pasando por las que
defienden una adscripción taifa de estancias y patio, pero sin una base argumentaJ29.
Las salas que hoy en día ocupan las crujías Este y Oeste no deben corresponderse con el plano original que se dibuja para la época musulmana; y al menos, no
deben ser contemporáneas de la estancia Norte que se acaba de analizar. Esta conclusión se basa, por una parte y respecto de la Sala Oeste, en los caracteres del
paramento que hablan de una obra del siglo XVI en adelante. Por otra, en la simetría que la portada tripartita presenta en su disposición en el muro sur de la estancia Norte. Por último, en los vestigios conservados en el lienzo Sur del castillo,
correspondientes a los sillares de un vano, que habrían de identificarse con un ventanal de una estancia hoy desaparecida y que con toda probabilidad discurriría de
Norte a Sur, pero dentro del actual perímetro del patio (il. 10) .
La relación entre los dos últimos datos, permite lanzar una hipótesis de planta
para el castillo basada en la presencia de unas estancias que no han llegado a nuestros días . La longitud que alcanza la sala norte es desproporcionada respecto de la
portada centrada, si todo el lienzo de la estancia se abre en su totalidad al patio.
Esta desproporción sin embargo desaparece en el momento en que se considera la
disposición de dos estancias laterales apoyadas en dicho muro y comprendidas dentro ," .
del actual perímetro del patio. Así resultaría el trazado de un espacio abierto cen- '}':!
tral, de menores proporciones que el actual, más equilibrado en su trazado y
~
'6 F. Layna Serrano, Castillos de Guadalajara. Guadalajara, 1994.p. 252.
27 C. Román Pastor, Op. cit., p. 43 .
2& L. Torres Balbás, " La capilla .. . ",pp. 283-284 ; B. Pavón Maldonado, Op. cit. , p.
'" 1. Simón Pardo, Op. cit .. p. 29.
292
sus lados de mayores dimensiones, limitados al Este y Oeste por sendas estancias.
La portada objeto de nuestro interés quedaría abierta al Sur en uno de los lados
menores, siguiendo un esquema prototípico islámico.
En cualquier caso no se puede ignorar que la estancia que se abre al Este del
perímetro actual del patio es en origen medieval; lo cual no es óbice para que se
considere como obra de época distinta a la originaria articulación del espacio en
torno al patio. La estancia ofrece elementos, como su compartimentación, que han
de adscribirse a época cristiana. C. Román Pastor JO entiende que esta nave existe
desde la primitiva vivienda, que sitúa en la segunda mitad del XII. La existencia
de la sala desde los orígenes arquitectónicos del castillo es muy posible , pero éstos
no han de situarse en el periodo arzobispal, como afirma la autora. Más bien ha de
pensarse en el periodo islámico, verdadero punto de partida del conjunto, que estarfa definido por la disposición de una torre de grandes dimensiones en su lateral
Este. Este volumen, en última instancia, enlazaría tipológicamente con la tradición
arquitectónica defensiva bereber (siglos X-XI), manifiesta en la cuenca del Alto
Tajo en particular, en la Marca Media, en generaJll.
Otra hipótesis llevaría a considerar la solución del ala Este como el resultado
la convivencia de dos crujías paralelas de época distinta. Referentes como Tordesillas
el Alcázar de Segovia avalan este supuesto en la arquitectura mudéjar, pero con
antecedentes hispanomusulmanes como la Aljafería y el Palacio de Galiana para
época taifa, o las Casas del Príncipe y de la Alberquilla en Madinat Al-Zahra, para
.. el período califal.
Cualquiera de estas hipotéticas composiciones conducirá al dibujo de la estruc" tura primitiva del patio, con unas dimensiones diferentes al que ahora existe. La
; reconstrucción de una sala abierta al patio de soportales se basa en los fundamen!,tales principios de simetría que rigen las composiciones islámicas. De esta forma
, el patio en torno al cual se organiza la zona de residencia y aparato sería un espa; cío rectangular acotado por estancias alargadas, por tres lados, quedando abierto el
~ Sur, según un esquema que se verá en el mudéjar (Palacio de Fuensalida, Toledo).
Por ello, y en consecuencia, este trazado tal vez haya de adscribirse al periodo
: arzobispal en su conformación completa, sobre la base de una estructura islámica.
, Las estancias que debieron existir dispuestas de modo perpendicular a la sala Norte, por otra parte, no necesariamente han de ser contemporáneas a aquella. No ha
;de olvidarse cómo la organización de patios con salones en tres o cuatro lados es
,más propia del arte mudéjar y nazarí de los siglos XIV y XV, no estando documentada en las casas árabes de patios cuadrados o rectangulares.
Así, una última hipótesis permite contemplar otro tipo de articulación palacie,8a, plenamente vinculable a la arquitectura taifa del siglo XI, en plena concordanfia con la datación establecida para la portada descrita. Aunque el paso de tiempo
30
C. Román Pastor, Op, Cil., p. 43, En las apreciaciones sobre la estancia han de dejarlado las evidentes modificaciones ncogóticas del siglo XIX,
Vid. Nota 24,
e a un
3.
293
ha modificado su fison o mía, a esta organización correspondería la planta de la sala
norte , substancialmente su alzado, la disposición del patio y el acceso que los comunica.
La estructura prototípica a la que remite sería la definida por un patio rectangular con sendas estancias o habitaciones en sus lados menores, antecedidas por un
pórtico~2. Conocida en el periodo califal (C asas del Príncipe y del visir Ya'far en
Madinat AI-Zahra), el referente más cercano es la Aljafería. Ello sin obviar que la
arquitectura tol ed ana del momento debió estar dete rminad a por estructuras semej antes, como las que se intuyen en el Palacio de Gali ana o las que debieron poseer
las estancias palatinas del propio Al-M amún en la capital del reino. Esta es tructura
pasaría al mudéjar (Patio de los Naranjos del Conve nto de Santa Clara, d atable en
el siglo XII, y Taller del Moro y Palacios del Conven to de Santa Isabel, del XIV,
todos e n Toledo), cuyas manifes taci ones son las que han permitido conocer una
organización hispanomusulmana prácticamente desaparecida, verdadero sustrato formal
de lo que serán las obras de inspiración isl á mica con posterioridad a la conquista
cristiana.
El modelo conocería una versión simplificada, con una sola estancia, orientada
a l Sur. El Patio del Yeso del Alcázar de Sevilla, aunque almohade y en consecuencia posterior en el tiempo, ilustra la organización bri ocense . En el ejemplo sevillano, el de sarrollo longitudinal se interpreta como condicionado por la existencia de
un edificio preex istente taifa, que impediría la ubicació n de la portada en el habitual lado menor. El sistema en Brihuega tambi é n est aría determinad o por la disposición de una estructura eminentemente militar, erigida con anteri o ridad.
Así el sistema palatino esta blecido de sal a más patio, has ta aquí estudiado, se
desarroll a en el dispositivo de una arquitectura defen siva, la cual que ha de atender
as í a otra funci ó n, la residencial.
Por e llo, un1f vez realizado el análi sis morfo lógico y tipológico de los vestigios,
h a de buscarse s u refre ndo en los testimoni os escri tos. Las fuentes documentales
van a permitir conocer esta evolución tipol ógica e interpel ac ión de funci o nes del
castillo.
El denomin ador común de los textos conocidos sobre Brihuega es su carácter
de encl ave escogido desde época islámica, sustentado en la bondad del lugar y en
su excepcional entorno natural. Sólo en este contexto se comprende la conformac ión de un conjunto arquitectónico en origen defensivo, al que se a únan un as fun ciones residenciales y de recreo, donde paisaje y arquitectura se entremezcl an deliberadame nte.
Desd e las primeras fechas de la ll egada del Islam a la Península, Brihu ega debió ser un pequeño núcleo militar. Este valor que pos ibleme nte tenga su origen en
el periodo del emirato, vendría definido por su emplazamiento en la Marca Media.
En línea con Alc alá, Sigüenza, Canales, Atienza o M ed inaceli , constituiría una plaza
32 M.T. Pérez Higuera . " Introdu cción", Arquilecluras de Toledo. Toledo . 1991. vol. l.
p. 82; C. Delgado Valero "El mu déja r. un a con stante ...... Granad a, 1993, pp. 85.
294
destacada, aunque no tan relevante como éstas, puesto que las fuentes islámicas no
la citan. Tras la caída del Califato, toda la zona alcarreña pasaría a integrarse en la
taifa toledana, una vez consolidada la frontera bajo AI-Mamún. Esto acontece a
raíz de la paz firmada con la taifa de Zaragoza, en la que participa activamente
Fernando 1, en torno a los años 1040-1050.
Posiblemente en Brihuega se recuperase un asentamiento existente con anterioridad al dominio hispanomusulmán, de época romana o visigoda 33 • Un pequeño habitat
rural podría haber constituido el origen de Brihuega, formado en una zona de gran
fertilidad, inserto en ese esquema característico de la cultura islámica que sería la
diseminación de estos núcleos o alquerías por todo el territorio . El carácter militar
debió estar presente ya desde época emiral, aunque no se puede precisar a partir de
qué momento adquiriría cierta entidad 34 .
Son las fuentes cristianas las que aportan la primera información sobre la Brihuega de la época taifa. Se trata de la don ac ión que hace AI-Mamun a su amigo
Alfonso VI del lugar de recreo de Brihuega, a donde llegan practicando la caza
desde Toledo río Tajo y Tajuña arriba. Tanto Alfonso X en la Crónica General,
como Rodrigo Jiménez de Rada en De Rebus Hispaniae 35 narran de modo similar el
episodio, aunque sobre el texto de la Crónica General, Rada añade algún pormenor:
« que en aquel tiempo avía en la rivera del Tajo (TajuFía) mucha abundancia
de osos, de puercos e otros venados. E don Alonso, andando de caza Tajo arriba, falló un lagar de que se pagó mucho, que avia por nombre Bribiega, y porque era lagar vicioso (ameno) e de mucha caza e avia y (allí) buen castillo
para contra Toledo , pidió al rey Ali Maymóll aquel lagar e diógelo, e puso allí
sus monteros e sus cazadores cristianos e fincó el lagar por suyo».
Una traducción más reciente indica
por aquel entonces había abundancia de osos, jabalíes o otros animales en la
espesura de los bosques y el frescor de las fuentes a las orillas del Tajui'ía; y
un día que marchaba orillas arriba del río, encontró un lugar que le agradó,
que ahora se llama Brihuega. Y COI/lO le fascinara el castillo, la bondad d el
lugar y la abundancia de la caza, a su vuelta a Toledo se lo solicitó al rey, que
se lo concedió ... 36
3) Tómese como muestra una decoración geométrica hallada en la Iglesia de San Felipe.
que B. Pavón Maldonado. Op. cit., p. 163. vincula a una tradición escultórica de raigambre
romana y a hallazgos similares de Madinat Al-Zahra.
34 El Islam con indepe ndencia de los núcleos que crea de nueva planta. había tendido a
ocupar asentamientos de origen visigodo, romano o prerromano.
) j Primera Crónica General, I1 , p. 540-870; R . Ximenius de Rada , De rebus hispalliae. Ed.
Fae. Madrid. 1989. 111. L. VI. cap. XVI. El relato es recogido por la mayor parte de la hi storiografía,
entre la que destacan las obras de F.J. Rivera Recio. Op. cit., p. 25; B. Pavón Maldonado. Op.
cit., p. 161; L. Torres Balbás. "La capilla ..... ; F. Layna Serrano, Op. cit. p . 255.
36 R. Ximenius de Rada. Op. cil., lib. VI, cap. XVI. p. 239.
295
Esta historia se data en 1072, durante el periodo de nueve meses en que Alfonso V 1 es acogido por AI-Mamún en su corte, con el trasfondo de los conflictos
hereditarios que suceden a la muerte de Fernando 1, rey de Castilla y León.
Previa a esta noticia, cuando Brihuega aún está en manos del rey musulmán, ha
de ubicarse la leyenda de la princesa Elima, hija de AI-Mamun. El relato define
Brihuega como el lugar de descanso a donde se retira Elima convaleciente de una
enfermedad, y a donde llegó con seis y ocho 1110ros de su guardia al Castillo de
Piedra Bennexa·H . Lo más destacable de este episodio, que no obstante se conoce a
través de una fuente del siglo XVIII, es la valoración de Brihuega como un enclave
bonancible. Más que su carácter defensivo, se constata su consideración como lugar de residencia y ocio. Un lugar preciado y privilegiado, que se confirma como
propiedad privada del rey musulmán)~.
Sin embargo, y en cuanto a las fuentes islámicas se refiere, la omisión de Brihuega en las mismas ha llevado a parte de la historiografía a cuestionar su valor
estratégico y la existencia de la fortaleza durante época musulmana. Más ' bien ha
de pensarse en la pérdida de una parte del valor castrense originario de Brihuega,
coincidiendo con el momento en que queda consolidada la línea fronteriza entre
Toledo y Zaragoza, tras los movimientos de límites producidos durante la Fitna,
caída del Califato e inicio del periodo de los reinos de Taifas 39 • Esta definición de
límites y estabilidad interna de la taifa toledana que se alcanza durante el periodo
de Al-Mamún, permitirá a este monarca la transformación de Brihuega en un enclave residencial, aunque sin ignorar el valor defensivo. La iniciativa de AI-Mamún
no es ajena al modelo constructivo de residencias de reyes, reyezuelos y señores
que define el periodo de Taifas. Son estructuras palatinas destinadas a residencia y
ocio que se conciben en el interior de estructuras fortificadas, y que en última instancia no hacen ~ino adaptarse a la inestabilidad de los tiempos.
Desde luego, con AI-Mamun, en el siglo XI, se asiste a una especial valoración
del lugar, como emplazamiento privilegiado, apreciación que se mantendrá en el
propio hecho que supone el paso de Brihuega a manos cristianas, primero a Alfonso VI, luego al señorío del arzobispo de Toledo.
Esta función de Brihuega como lugar de ocio y recreo es la que atrae a primera
vista a Alfonso VI, quien por otra parle no ignora las cualidades defensivas del
.H F. Béjar, Historia de la milagrosa imagen de Nuestra Se/lora de la Peña, patrona de
Brihuega. Madrid, 1733, Libro 2', p. 97 SS., pp. 108-109. A. Pareja Serrada, Brihuega y su
partido, p. 31; F. Layna Serrano, Op. Cil., p. 254.
3' En el campo de la leyenda también se ha querido ver el jardín del castillo como escenario del episodio protagonizado por Alfonso VI y AI-Mamun, que ha pasado a la historia
como el de la mano horadada Pero la ambigüedad de la fuente permite situar en igual medida el escenario en la Huerta del Rey toledana Sin ir más lejos, 1. Catalina García, "La
Alcarria en los dos primeros siglos de su reconquista", Discursos leídos ante la Real Academia de la Historia ell la recepción pública de ... Madrid, 1894,p. 127, sitúa la historia en
Toledo.
J9 Ibn Al -Kardabus, Hisloria de AI-Andalus. Ed. F. Maillo Salgado. Madrid, 1993.
296
núcleo. Estas deben ser las motivaciones por las que enfatiza ante Al-Mamún su
deseo por poseer el lugar, que responden en cualquier caso a su marcada condición
estratégica. Brihuega será un punto relevante en las campañas previas a la fecha de
1085, como integrante de una línea ofensiva trazada por Uclés, Huete, Zorita, Guadalajara,
Jadraque y Atienza. En este sentido ha de entenderse la confirmación de Brihuega
como un buen castiello contra Toledo. Esta consideración, recogida por Alfonso
X, estaría determinada por la propia actitud de Alfonso VI, para quien no pasó
desapercibida la crucialidad de Brihuega como punto esencial en la estrategia ofensiva
sobre Toledo, que habrá de culminar con la toma de esta ciudad en 1085.
Las crónicas también refieren la repoblación de Brihuega promovida por Alfonso VI, lo que ha llevado a suponer que el lugar se hallaría abandonado, siendo
recuperado por el monarca castellano. Sin embargo, otros testimonios apuntan a
distintas conclusiones. La Brihuega que recibe Alfonso VI es definida por Fray
Francisco de Béjar como un lugar fundado y 110 arruinado, para que le sirviese de
casa de campo después de la caza, un sitio cerca del solo, para que edificase la
alquería 4o • Esta referencia nos situaría ante un espacio para el ocio, de soto, agra. dable, junto al río, y valorado como tal. El término alquería, que en el vocabulario
medieval se identifica con un modelo de unidad de organización repobladora del
espaci0 4 !, parece que en este texto ya del siglo XVIII ha de interpretarse con el
sentido de construcción rural, sinónimo de casa de campo, término que en última
instancia vendría a corresponderse con el de las mUI1)'as hispanomusulmanas y al
que Brihuega ha de adscribirse.
La valoración como casa de campo induce a intuir no sólo el uso posterior del
lugar por parte del arzobispo de Toledo, sino ese desarrollo que la monarquía en la
Moderna concederá a lo que se conoce como Reales Sitios, espacios para el
to, el recreo, los goces cinegéticos. La referencia parece heredarse
concepto islámico de lugar de ocio: la caza, la huerta, el palacio, los jardines,
las fuentes, el bosque.
En definitiva, Alfonso VI recibiría de AI-Mamún una residencia palatina, desada al deleite y al recreo del mismo monarca musulmán y de la familia real. El
_.,.."".. ~ve sería convertido más tarde por el monarca castellano en un punto de apoyo
, tanto para la conquista de la capital de la taifa toledana como para la
campaña de repoblación de la Alcarria. Así se entiende la constitución de
núcleo de población cristiana (ballesteros y monteros) y los reparos en el castiacometidos por el rey castellano a que hacen referencia los documentos 42 •
Desde luego, estas observaciones son fundamentales a la hora de intentar comla donación por parte de Alfonso VI a la Iglesia toledana de un lugar que a
luces parecía iba a convertirse en una plaza bajo la directa protección real.
40
41
42
J. Simón Pardo, Op. cit., p. 13; A. Pareja Serrada, Op. cit., p. 29.
S. de Moxó Repoblación y sociedad en la E.I'pwla cristiana medieval. Madrid. 1979.
E. Cock, Relación del viaje hecho por Felipe l/. en J 585 a Zaragoza, Barcelona y
Madrid, 1876. Fac. Valencia, 1995. p. 17.
297
Brihucga está integrada en la Dote Fundacional de la Iglesia de Toledo en 1086. A
partir de esta fecha la historia de Brihuega va asociada a la historia de l arzobispo
de Toledo.
Las motivaciones que llevaron a Alfonso VI en 1086 a desprenderse de Brihuega , un lugar por el que la corona castellana manifiesta un especial apego, es una
cuestión por esclarecer en el estudio de su evolución, a partir de entonces, tanto
desde el punto de vista urbano como territorial. Ha de tenerse en mente la necesidad de l rey castellano por materializar su política repobladora, que requiere del
concur so de las órdenes militares y de la Iglesia de Toledo.
En cualquier caso, y con el trasfondo de estos acontecimientos, habrá dos compo nentes que no desaparecerán a lo largo de la hi storia de Brihuega en la Edad
Media. Uno , su conc epción desde la época taifa (atribuida por la historiografía a
los arzobispos de Toledo) como un lugar privilegiado de descanso y de placer. Otro,
el valor determinante de la naturaleza y la vegetaci ón desde el mismo periodo tai fa, en la consecución de un espacio para el retiro y el recreo. Es tas constantes no
hace n sino plasmarse arquitectónicamente en una construcción, el castillo propiedad de I\l-Mamún. en el cual confluyen los componentes defensivos -los protagonistas de un primer mo mento- y los residenciales, que adquirirán mayor relieve
progresi vamente.
Las fuentes documentales contribuyen al seguimiento de esta evolución. Brihuega
probablemente fuese en origen un hisn. Este valor milit ar se perpetúa , como demuestran los textos latinos de los siglos XII y principios del XIII , que designan a
Brihuega como oppidulIl (bula de Celestino III de 119243 ) o castrul1l (bula de Inocencio
III en 1210 44 ) . El testimonio de I\lfonso X buen castiello contra To/edo 4 5, co ntribuye a destacar una privilegiada situación defensiva -y ofensiva- de l enclave cristiano frente a la Taifa toled ana, en el momento en que Alfonso VI es su propietari o, y de cara a lo que será su gran empresa, la toma de Toledo . El dato aporta
visos de verosimilitud a la tradición recogida en el siglo XVI por el viajero Cock,
quien c uent a que el castillo fue reco nstruido por Alfonso VI: di cen que éste fue
reparado de Alfonso VI que ganó a Toledo 4ó •
Al castillo, ya propiedad de la Iglesia toledana, siempre se le denomina morada
y palacio de los arzobispos toledanos. Su vigencia como construcción militar se
reconoce en la propia institución del alcaide que recoge el Fuero. Sin e mb argo, a
partir de la fecha de este texto legal, y hasta la Crónica de Cisneros, no se habla ya
4'
44
ACT X.7.2.13.
J. Catalina García. 01'. cit. p. 79; F. Fita, "Bula de Inocencio lll", BRAH, VIII (1886),
pp. 400-401. Inocencio Ill. Letrán , 4 marzo 1210 (dirigida a D Rodrigo); ACT, LP fol.
92v. 93v. Oppida viene a si gn ific ar ciudad, cabeza de un territorio, pero también plaza
fu erte o recinto fortific ado. Pero es la ,-oz castrulI/ la que el latín utili za para referirse a
un castillo, y la que para el caso de Brihuega termina de confirmar la presencia de defensas arquitectónicas.
4S A. Pareja Serrada, Brihuega"., p. 23 recoge la Crónica de Alfonso X.
40 E. Cock. 01'. cit., p. 17
298
de castillo, sino de palacio arzobispal o palacio fortaleza 47 . Las denominaciones
más comunes empleadas en fechas posteriores serán la de alcázar y palacio. Citemos un ejemplo de 132248 , donde se habla de la capilla del Alcázar de Brihuega, y
otro de 1341, que lo denomina palacii archiepiscopalis4~. Este valor residencial no
es sino la pervivencia de una función que arranca del periodo hispanomusulmán.
En el propio espacio acotado por el castillo donde se conjuga defensa y residencia, se asiste a otro vínculo, el de naturaleza y arquitectura. Las superficies dedicadas
ajardín y huerta, aún perviven en algunos puntos dentro del recinto amurallado, como
el del convento de San Francisco, en una terraza que asoma sobre el río.
La conexión naturaleza y arquitectura está documentada. Estos datos, hasta ahora
no contrastados, serán fundamentales a la luz de los últimos hallazgos. Un testimonio escrito de 1435, localiza una zona residencial y una huerta en el castillo.
Por entonces ya en estado de deterioro, el documento viene a confirmar la existencia de ambas desde fechas más tempranas: una buena posada con muy muchos
conplimienlos e adefi(;ios en el castillo de Briuega. e COIl una casa que dizen el
Parayso, e una huerta delante dél; la qual está muy mal reparada. e si su mer(:ed
non acorre este verano ... segund la posada que es so .
En 1585 el castillo de Brihuega de muy antiguo comienZQ a caer, y dicen que
éste fue reparado de Alfonso VI que ganó a Toledo, que en el mismo palacio había
una sala y una huerta sin cultivar que se solía llamar el Paraíso. De esta huerta
se ven los monles y olivares que están al mediodía de la villa sl . El texto permite
constatar cómo a pesar de la decadencia del lugar, la conexión de sus caracteres
paisajísticos y cinegéticos aún se mantienen en el siglo XVI. La idea de integración del propio paisaje en la arquitectura remite irremediablemente a la pervivencia
de conceptos musulmanes.
En este sentido ha de comprenderse el denominador común de ambos documentos,
que es la referencia a una zona residencial destacada con el nombre de Casa del
Paraíso, y a otro ámbito -la huerta- que complementa esta función con la del ocio
y el recreo. De tal manera que se conforma el binomio palacio-huerta de la tradición constructiva del mundo islámico.
El establecimiento de una cronología y una adscripción tipológica de los vestigios descritos ha de basarse en los vínculos entre éstos y los testimonios que hablan de la Casa del Paraíso.
Avanzada una cronología coincidente con el reinado de AI-Mamún, los referentes arquitectónicos más inmediatos son los que ponen de manifiesto la pervivencia
de conceptos palatinos califales durante el periodo taifa, como la Aljafcría de Za-
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48
49
Ibídem. p. 28.
J. Simón Pardo. Dp. cit. . p. 34
ACT X. 1.F. 1.5; J. Catalina García. El Fuero de Brihuega. Madrid, 1887,p. 42. 1341,
nov, 11.
50 E. Benito Ruano, "Visita de las villa y lugares del arzobispado de Toledo (1435)",
Anales Toledanos, V (1971), p. 97.
51 E. Cock, Dp. Cit. p. 17.
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ragoza, Balagucr y el Castillejo de Monteagudo, en correlación con lo almohade .
Un dato, como es la denominación de la Aljafería, verdadero castillo de placer
conocido como Dar al - Surílr, Casa del Rcgocij 0 52, da pie a considerar que el nombre de Casa del Paraíso en Brihuega, que pervive vinculado al castillo hasta el siglo XVI. tenga su origen en la época de Al-Mamún, y se corresponda no con una
zona de aquél, sino con la totalidad de la arquitectura como la concibiera el rey
toledano.
Esta hipótesis se fundamenta en varios puntos. En primer lugar, en la nomenclatura medieval, donde acepciones como casa o sala son empleadas como sinónimas
de palacio s3 •
En segundo lugar, la materialización arquitec tónica del concepto de luga r de
recreo, presenta soluciones semejantes a la de los referentes inmediatos del Castillejo, Larache, Balaguer o la Aljafería, donde se aúnan las necesidades defensivas
o delimitadoras de un espacio áulico a las residenciales. Las dimensiones moderadas y relativamente aproximadas de estos ejemplos permiten asimismo la comparación . Paralelos que se establece también con el patio de la Aljafería, siempre teniendo en cuenta el protagonismo de la Taifa de Zaragoza, que justifica unas proporciones algo mayores para el conjunto del palacio. A estos modelos ha de sumarse la propia munya de Al-Mamún junto al Tajo en Toledo . La elección de una
zona extraordinariamente fértil como entorno donde concebir una arquitectura para
el ocio es otro elemento común entre Brihuega y el ejemplo to ledano.
En tercer lugar, el protagonismo otorgado a la naturaleza la convierte en componente fundamental de este tipo de construcciones de recreo. Papel que se confirma con la evocación de la existencia de una huert a. Su denominación -del Paraísoa modo de símil, remite a un símbolo omnipresente en el concepto de jardín islámico. La propia valo ración de la naturaleza es una constante en algunas taifas como
la sevillana y, en conexión directa con Brihuega, la de Toledo. Es la época de los
tratados de agricultura y de los primeros jardines botánicos, que en el caso de Toledo
son promovidos por el propio Al-Mamún.
Así, en definitiva, se viene a afirmar que los vestigios objeto del presente trabaj o corresponden a una arquitectura de ocio, adscribible al concepto de munya.
Posiblemente fuese conformada por AI-Mamún sobre unas construcciones preexistentes
de origen militar. Su cronología se situaría entre el momento en que se consolida la
línea de frontera de la taifa toledana en tierras de Guadalajara y el paso de la posesión de Brihuega a Alfonso VI, en 1072. La presencia de rasgos aragoneses encaja
con la movilidad de profesionales que caracteriza el panorama artístico de las Taifas.
El valor residenci a l y de placer, serán apreciados po r los sucesivos propietarios del
enclave briocense cuando éste pase a manos cristianas.
De este modo el castillo de Brihuega viene a convertirse en uno de los elementos fundamentales a la hora de comprender la evolución histórica que supone, en el
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5.1
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M. Barrucand, y A. Bcdnorz, Arquitectura islúmica en Andalucía. 1992, p. 108 .
V. Lampérez, Op. cit., Madrid, 1920, t. 1, p. 195 .
campo de la arquitectura, la adopción de los modelos cristianos y la pervivencia de
las formas islámicas.
La coexistencia de las funciones defensivas y residenciales se mantendrá en el
señorío de los arzobispos, para alcanzar una mayor dimensión, ya de alcance político y administrativo. El rey toledano Al-Mamún es el responsable de la adaptación funcional de un enclave militar como lugar de descanso y deleite. En consecuencia, la consideración de Brihuega por parte de los arzobispos de Toledo como
residencia de verano, no será sino la pervivencia de un valor presente desde la época taifa. Concepto arquitectónico de un lugar privilegiado que se perpetuará en el
recuerdo de su denominación musulmana, la Casa del Paraíso.
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1
1/250
l. Planta actual del castillo. Escala 1:250.
_
2
BRIHUEGA. CASTILLO
FASES DE CONSTRUCCIÓN
2. Fases de cosntrucción del castillo. Escala 1 :250.
302
FASEI-si¡loX-XI
~
FASEII·2'I/3.XI
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FASE lII-fUi xlI-xm
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FASE IV·. XV1
3. Sistema estancia-patio. Reconstrucción isométrica. Escala 1 :250.
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4. Vano central de la portada. Reconstrucción.
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5. Vano central de la portada .
6. Capiteles laterales derechos.
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8. Lienzo Norte del castillo.
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9. Sala Norte del castillo. Accesos a la capilla (izqda.) y al patio (derecha).
10. Lienzo Sur. Restos del arranque de un vano.
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11. SaJa Norte del castillo. Vano al interior.
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