instrucciones para los enfermeros y vigilantes de manicomios

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INSTRUCCIONES
PARA LOS
ENFERMEROS Y VIGILANTES
DE MANICOMIOS
CUIDADOS QUE DEBEN PRODIGARSE A LOS ENAJENADOS
CLASIFICACIÓN DE ÉSTOS
Mientras mejor agrupados estén los enajenados, según su género de enfermedad ,
mayor
atención
podrá prestárseles; es decir, que el médico debe esforzarse por poner en una misma división a los enfermos
que tengan, si no unas mismas enfermedades mentales, a lo menos, ciertos síntomas comunes.
Divídense los enajenados de la manera siguiente: calmados, agitados, atacados de gatismo, epilépticos,
trabajadores.
Los enfermos calmados se reparten en varios grupos. Entre éstos, los unos necesitan de una vigilancia
continua, porque son peligrosos para sí mismos o para los demás; otros deben permanecer en la cama, por
ser ésta una de las formas del tratamiento de su afección mental. En fin, otros enfermos calmados deben
guardar cama también, cuando son atacados de alguna afección intercurrente. Estos enfermos se agrupan
generalmente en una misma división que lleva el nombre de Enfermería o Sala de vigilancia continua para
enfermos calmados.
Los otros enfermos tranquilos que no tienen reacción peligrosa, ninguna idea de evasión, son tratados
en una división en donde se les deja la mayor libertad compatible, con su estado. En los asilos
departamentales cierto número de estos enfermos son empleados en los trabajos de los campos o en los
talleres, y la división lleva el nombre de departamento de trabajadores.
Así, todo el asilo comprende, sea para hombres o para mujeres, a los menos cinco divisiones o
departamentos, que son: el de vigilancia continua para enfermos calmados o enfermería, el de vigilancia
continua para enfermos agitados, la enfermería de los atacados de gatismo, el departamento de los
epilépticos y la división de los enfermos calmados o departamento de trabajadores.
CAPÍTULO I
DE LA ENFERMERÍA
Todo asilo de enajenados posee una enfermería. Cuatro clases de enfermos son atendidos allí
generalmente:
1º. Los enfermos calmados atacados de una afección mental que necesite de vigilancia continua
(enfermos atacados de ideas de suicidio, de evasión, etc.);
2º. Los enfermos calmados tratados con el método de permanencia en la cama (sala de vigilancia
continua para los enfermos calmados);
3º. Los enfermos calmados atacados de alguna afección intercurrente no contagiosa (heridas, fiebres);
4º. Los enfermos que acaban de entrar (departamento de admisión).
La enfermería está situada generalmente en un piso bajo, y consta de un dormitorio que no tenga
columnas, partes que no puedan vigilarse ni escondites. A esta sala está unida otra para las reuniones y los
cuartos para aislamiento, los lavabos-closets y una sala de baños que tenga al menos dos. Estos locales dan
a la gran sala dormitorio y están cerrados por puertas con vidrieras que se abren directamente a ella.
Asimismo debe tener un gran patio en la cual puedan pasear los enfermos.
En la sala dormitorio las camas se colocan de tal modo que la vigilancia pueda hacerse fácilmente.
Estas deben estar separadas de las paredes para que los enfermos puedan moverse con facilidad al rededor
de ellas. En el centro están las grandes mesas en forma de armarios. La disposición de las ventanas es
especial.
Los enfermos encargados de este servicio son escogidos entre los más inteligentes; deben poseer
muchos conocimientos en Cirugía, Medicina e Higiene.
Deben saber tomar la temperatura del cuerpo, el pulso, poner vendajes, conocer en una palabra, la
Pequeña Cirugía; deben tener nociones muy claras sobre asepcia y antisepcia; deben, en cada visita y
contravisita, tomar cuidadosamente nota de la prescripciones del médico. El enfermero de asilo se convierte
aquí en enfermero de hospital. La vigilancia ha de ser continua.
MANERA DE ARREGLAR UNA CAMA
Las camas de los dormitorios de enajenados deben ser de hierro y tener un colchón de paja o de
cerda, una o dos almohadas de lo mismo, un cobertor de lana y una sobrecama.
Las camas no deben arreglarse sino dos horas a lo menos después de levantarse los enfermos.
Mientras tanto quedarán descubiertas con las sábanas y los cobertores doblado a un lado. Las ropas de
cama de los enfermos desaseados deben ponerse con frecuencia al agua y al sol.
Todo enfermero debe aprender a arreglar una cama, cosa que una persona experimentada hace con
perfección en poco tiempo. Debe, en primer lugar, voltear el colchón, teniendo cuidado de que la parte que
estaba a la cabeza quede hacia los pies. No dejará debajo de éste ningún objeto (pañuelo, trapo, etc.).
Tendrá cuidado que el colchón tenga nada adentro. Ciertos enajenados esconden en él despojos más o
menos desaseados; otros, objetos que pueden servirles de armas. El colchón debe golpearse varias veces
con la palma de la mano. La sábana y el cobertor deben ponerse de modo que la mitad de su anchura
coincida perfectamente con la de la cama; deben quedar arrugas, y si la primera tiene costura, ésta debe
quedar para el lado del colchón. Una cama bien tendida debe quedar perfectamente plana y no presentar
abultamientos.
MANERA DE CALENTAR UNA CAMA
Esto se hace con botellas llenas de agua caliente. La temperatura del agua no debe pasar de 45º si la
botella se deja en la cama en contacto con el enfermo; así se evitan las quemaduras. La temperatura del
agua puede ser mucho más elevada si la botella debe servir sólo para calentar la cama. Se ponen entonces
una o varias botellas sobre la sábana y se las cambia varias veces de lugar. Sobre todo, después de una
operación quirúrgica o de un accidente es cuando el enfermero debe calentar el lecho del enfermo.
En ningún caso deberá el enfermo envolver en un paño una botella de agua hirviendo y colocarla a los
pies de un enajenado o de otro enfermo que esté en estado comatoso. Puede el paño desenvolverse y el
enfermo sufrir quemaduras graves.
MANERA DE QUITAR LA CAMISA Y DE PONERLA
El enfermero sienta al enfermo en la cama y le pasa la camisa desabrochada de atrás para adelante;
luégo le saca las mangas.
Para ponérsela, comienza por meterle los brazos en las mangas; después pasa la camisa por encima
de la cabeza, de adelante hacía atrás
MANERA DE CAMBIAR LA SÁBANA A UN ENFERMO ACOSTADO
Para esto de necesitan dos enfermeros. Le quitan primero las almohadas al enfermo y le sacan la
sábana de debajo del colchón. Uno de los dos lo sostiene acostado enteramente a un lado de la cama (por
ejemplo al derecho); entre tanto el otro empuja hacia el ángulo formado por el cuerpo del enfermo y el plano
de la cama: 1º. Toda la parte de la sábana sucia que queda descubierta; 2º. La mitad de la sábana limpia que
se ha desdoblado y enrollado a lo largo previamente. El ayudante vuelve a acostar al enfermo sobre la
espalda, y volteándolo para el otro lado lo sostiene allí (lado izquierdo en nuestro ejemplo). Sólo falta quitar
la sábana sucia, acabar de desenrollar la limpia y acostar de nuevo al enfermo sobre la espalda.
MANERA DE SUBIR A UN ENFERMO QUE SE HA RESBALADO DE LA ALMOHADA
Los enfermos impotentes o deprimidos tienen tendencia a resbalarse en la cama de modo que se les
baja la cabeza de la almohada. Para subirlos no debe el enfermero cogerlos por debajo de los brazos y
tirarlos como se acostumbra; esto es doloroso para ellos y penoso para el enfermero. Así se debe proceder:
pasa un brazo por debajo de la cintura del enfermo y el otro por debajo de su asiento y mueva de una vez el
cuerpo entero.
MANERA DE DESNUDAR A LOS ENFERMOS Y DE VESTIRLOS
Cuando un enfermo llega a la enfermería y no puede desnudarse solo, el enfermero debe estudiar lo
que motiva esta dificultad. Si el enfermo no está más que débil, le ayudará teniendo cuidado de no hacer
movimientos bruscos. Si se queja de dolor en un brazo, el enfermero comenzará por quitarle la manga del
lado sano. Para los miembros inferiores; sacará primero del pantalón la pierna sana.
MANERA DE TRASLADAR A LOS ENFERMOS DE UNA PARTE A OTRA
Los enfermeros tendrán que hacer esto en dos ocasiones: 1º. Cuando hay que pasar a los enfermos de
una cama a otra; 2º. Cuando hayan sufrido éstos una herida, una fractura o un ataque.
Si se trata de cambiar de lecho a un enfermo son necesarias varias precauciones. Si las dos camas
están cerca una de la otra, el enfermero deberá colocarse al lado del enfermo, opuesto a la cama donde le va
a pasar. Si se hiciera al mismo lado tendría que dar media vuelta para colocar al enfermo en dicha cama y la
cabeza de éste quedaría en la parte de los pies de la cama y viceversa. Cada vez que el enfermero va a
cambiar al enfermo de lecho, debe ante todo darse cuenta exacta de los movimientos que tiene que ejecutar
para evitar el inconveniente que acabamos de apuntar.
Cuando un enfermero tiene que alzar solo a un enfermo, debe tener una fuerza muscular probada.
Pone una mano debajo de la espalda del enfermo, la otra debajo de sus rodillas y le recomienda se coja de
su cuello, si es capaz de hacerlo. Cuando dos enfermeros deben alzar a un enfermo, se colocan ambos a un
mismo lado de la cama, siguiendo las indicaciones dadas más adelante. Un enfermero lleva al enfermo
cogiéndolo debajo de los hombros y de los lomos, el otro debajo del asiento y de los muslos.
Si un enfermo ha sufrido alguna herida muy lejos del lugar a donde se le ha de llevar, es preferible
hacerlo en una camilla. Antes de levantarlo, el enfermero debe persuadirse si está herido gravemente. Si
tiene hemorragia, le comprimirá con una compresa de algodón la región que sangra mientras llega el médico;
si tiene roto algún miembro, o parece tenerlo, aguardará la llegada del médico antes de ponerlo en la camilla.
Deben tomarse las mayores precauciones en tales casos para evitar que los fragmentos del hueso fracturado
se separen y para impedir cualquier perforación de las partes blandas con alguno de estos fragmentos. Las
mismas precauciones deben tomarse cuando se traslada el enfermo de la camilla a la cama. Los enfermeros
que llevan un enfermo en camilla deben caminar muy lentamente para evitar todo sacudimiento al herido.
MANERA DE SOSTENER AL ENFERMO DURANTE LA AUSCULTACIÓN
Un enfermero se coloca a los pies de la cama y coge las manos del enfermo; otro ayuda a éste a
sentarse; el primero con una tracción puede mantenerlo en esta posición durante la auscultación de la
espalda. El otro enfermero debe cubrirlo con un paño limpio antes de que el médico apoye la oreja en su
cuerpo. Como este paño ha de servir para auscultar otros enfermos hay que tener cuidado de poner siempre
un mismo lado para que el médico apoye la oreja. Para evitar error se pone siempre el revés sobre el
enfermo.
MANERA DE CONOCER LA TEMPERATURA DEL CUERPO
La temperatura debe tomarse metódicamente. Ella constituye para el médico una indicación de gran
valor y, casi siempre, ordena el tratamiento según el grado de intensidad que ella tenga. El enfermero
encargado de tomar la temperatura debe comprender bien la importancia del trabajo que se le pide.
La temperatura del cuerpo se toma por medio de un termómetro llamado “de máxima”, el cual está
construido de tal modo que la columna mercurial no baja cuando se ha puesto en equilibrio con el cuerpo.
Para que baje es necesario sacudirlo fuertemente cogiéndolo por su parte superior. La columna del
termómetro está dividida no sólo en grados, como las de los termómetros ordinarios, sino en décimas de
grado.
La temperatura del cuerpo se toma sea en la axila (temperatura axilar), sea en el recto (temperatura
rectal). No basta poner el termómetro en el recto o debajo del brazo del enfermo, retirarlo algunos minutos
después y mirar qué grados y décimas de grado indica la columna mercurial. Obrando así sucedería con
frecuencia que la temperatura indicada no coincida con la del cuerpo. Hé aquí como se ha de proceder:
Temperatura axilar. –Se convence uno primero de que la columna de mercurio está baja; si nó sacude
el termómetro. Antes de colocar éste debajo del brazo enjuga el sudor. Hecho esto lo coloca en el propio
vacío de la axila, lo sostiene allí durante diez minutos, recomienda al enfermo que tenga el brazo bien
ajustado contra el pecho mientras dura la operación. De tiempo en tiempo vigila que el termómetro esté en
contacto con la piel; algunas veces el recipiente de mercurio se aparta de ella y la temperatura que se
obtiene no es exacta.
La temperatura axilar no indica nunca la temperatura central del cuerpo; es siempre inferior a la
temperatura rectal. En el estado normal, la temperatura axilar oscila al rededor de 37º ; en la mayor parte de
las enfermedades la temperatura axilar indica medio grado menos que la central. En ciertas enfermedades,
por ejemplo el cólera, la diferencia puede ser todavía mayor; la central puede ser muy alta (40º) y la axilar
menor de 37º. La temperatura rectal da indicaciones más exactas.
Temperatura rectal. –Esta es en el estado normal de 37º, 5, poco más o menos. Para tomar esta
temperatura el enfermo debe estar acostado. Si está de espaldas y no puede voltearse para un lado, el
enfermero procede así: se persuade de que la columna de esté completamente baja. Unta vaselina al
termómetro y lo coloca entre los muslos de enfermo, teniendo cuidado de que el depósito de mercurio quede
arriba para introducirlo por el ano, hasta que dicho depósito desaparezca por completo. Cinco minutos
después la temperatura está tomada; basta retirar el termómetro y leer el número de grados y décimas de
grado que corresponden al nivel de la columna mercurial.
MANERA DE CONTAR EL PULSO
Un enfermero debe saber contar el pulso. Este se toma generalmente en la muñeca, al nivel de la
arteria radial. Esta arteria pasa por una gotera situada en la parte externa de la faz anterior del puño. Se
aplican las extremidades del índice, el dedo del medio y el meñique a lo largo de dicha gotera. Los dedos
perciben un levantamiento, una onda que se dirige hacia la extremidad del miembro; este es el pulso. Basta
entonces coger el reloj que señale los segundos y contar cuantas veces se levantan los dedos durante un
minuto. El pulso varía entre 70 y 80 pulsaciones por minuto en el estado normal.
La hoja de temperatura presenta al frente de las cifras que indican ésta, otras cifras. A izquierda del
37º está el número 80; a izquierda del 38º, el 100. Estas cifras sirven para indicar en la misma hoja el
número de pulsaciones. Se señala con una X, en la columna correspondiente a la fecha (mañana o tarde), el
nivel igual al número de pulsaciones. Los diversos signos inscritos cada día, se reúnen y así se obtiene una
nueva curva llamada curva del pulso.
MANERA DE CONTAR LOS MOVIMIENTOS RESPIRATORIOS
El enfermero aguarda el fin de una inspiración, luégo cuenta durante un minuto el número de veces que
el pecho del enfermo se levanta (inspiraciones). En la hoja de temperatura, al lado de los diferentes números
que indican ésta y el pulso, existe un tercer número correspondiente a cada uno de estos movimientos. Está
por ejemplo, al frente del 37º y el número 80, que indica el pulso, el 30 que indica 30 movimientos
respiratorios. Para anotar éstos, se hace lo mismo que en la temperatura y el pulso. Se marca con el signo O
el nivel correspondiente al número obtenido. Estos diferentes signos se reúnen con líneas rectas y el
conjunto forma la curva respiratoria.
MANERA DE PESAR LOS ENFERMOS
Interesa tanto al médico, en ocasiones, conocer el peso del cuerpo como la temperatura. Las
enfermerías, las salas de vigilancia continua, la sala de baños, deben estar provistas de una báscula.
Las básculas automáticas pueden usarse con ventajas. El peso del cuerpo está indicado en ellas por
una flecha móvil sobre un cuadrante. Las básculas más comunmente conocidas son las de tipo romano, de
plancha con asiento movible. Su manejo es bastante delicado. Antes de pesar un enfermo es preciso ver que
la palanca esté en equilibrio cuando el índice marque 0. Ciertas reglas son necesarias para pasar un
individuo. Los enfermos de la enfermería y principalmente los que se alimentan mal, deben ser pesados dos
veces por semana. Se pesan en camisa y luégo se disminuye el peso de ella. Los enfermos se pesan por la
mañana, en ayunas y después de haber orinado.
Cuando un enfermo se niega a dejarse pesar, el enfermero no insistirá sino que le dará aviso al médico.
Y el enfermero anotará en su informe la negativa del enfermo.
El enfermero debe inscribir el peso de los enfermos en las hojas individuales llamadas hojas de peso, y
para eso, como para la temperatura del cuerpo, puede emplear el método gráfico.
MANERA DE RECOGER LA ORINA
En dos casos puede necesitarse esto. Si se trata de enviar simplemente a la botica o al laboratorio una
muestra de orina para que la analicen, el enfermero recogerá ésta en un orinal o en un vaso de noche bien
limpio y la pasará a un frasco igualmente limpio. Tendrá cuidado de poner en el frasco un rótulo con el
nombre del enfermo, la división donde lo cuidan y la fecha.
En otros casos necesita el médico saber la cantidad de orina que expulsa un enfermo en veinticuatro
horas. El enfermero la recogerá en un bocal especial de contenido de dos litros a lo menos y mantendrá este
bocal siempre tapado. Comenzará a recogerla por la mañana a una hora determinada, a las 7 por ejemplo. Si
el enfermo pide el vaso de noche, le advertirá que orine primero. Cuando hayan transcurrido las veinticuatro
horas, reemplazará con un vaso vacío el que tiene la orina de las veinticuatro horas. A la hora de la visita, le
mostrará este último al médico.
MANERA DE PONER EL VASO DE NOCHE A UN ENFERMO
Estos vasos son de loza o de metal loceado, aplanados y tienen por objeto el ser presentados al
enfermo para la defecación cuando no puede sentarse en la cama. Antes de darle el vaso al enfermo, debe
el enfermero ponerle un poco de agua caliente; así se evita que las materias de adhieran a sus paredes. Lo
resbalará suavemente, después de haberle dicho al enfermo que se levante un poco; asimismo es preciso
que aguarde que se haya soliviado bien antes de retirárselo. Si el enfermó está demasiado débil para
sostenerse solo, otro enfermero deberá ayudarle. Es preciso enjuagarlo después de que haya defecado y
lavar el vaso con agua hirviendo. En ciertos casos será bueno añadir a su contenido cierta cantidad de una
solución antiséptica (cresil, agua oxigenada, etc.).
CUIDADOS QUE DEBEN PRESTARSE A LOS ENAJENADOS ATACADOS DE UNA AFECCIÓN INCIDENTE NO
CONTAGIOSA
Los enajenados como las personas normales, pueden ser atacados de cualquier afección orgánica. Las
afecciones pulmonares, sobre todo, son muy frecuentes en ellos; pero todas las enfermedades y hasta las
afecciones quirúrgicas (fracturas, heridas, flemones, etc.) pueden atacarlos. Estas afecciones se tratan en la
enfermería. En la visita, el enfermero jefe de la división deberá tomar nota de todas las prescripciones del
médico; escribirá en un cuaderno especial las horas en que han de administrarse los medicamentos y el
régimen ordenado. Si son necesarias algunas operaciones de Pequeña Cirugía (aplicación de ventosas
escarificadas, inyecciones subcutáneas), tomará nota de ello igualmente, lo mismo que la hora en que debe
hacerse dicha operación. En ningún caso lo confiará a su memoria solamente.
El enfermero se ocupará durante todo el día en los enfermos que se le han confiado. Les pasará el vaso
de noche y les hará beber cuando lo deseen. Si alguno de ellos está demasiado débil para sentarse en la
cama, debe darle de beber, levantándole la cabeza; usará para ello una vasija especial llamada pato o patico,
la cual permite derramar los líquidos en pequeñas cantidades en la boca del paciente. Observará
minuciosamente todas las prescripciones higiénicas.
CUIDADOS QUE DEBEN PRODIGARSE A LOS ENAJENADOS ATACADOS DE UNA AFECCIÓN CONTAGIOSA
Desde el momento en que un enfermo es atacado de una afección contagiosa debe aislársele. Este
aislamiento se hace de modos diversos según sean los asilos. En algunos de ellos hay un pabellón especial
(lazareto), en donde son aislados los contagiosos. Este comprende cuartos de aislamiento y una sala con
varias camas, la cual no se ocupa sino en caso de epidemia. Cuando en la población total del asilo no hay
sino uno o dos enfermos atacados de enfermedad contagiosa, se les trata en los cuartos de aislamiento.
En otros asilos, y éstos son la mayoría, no hay pabellón de aislamiento. Se utilizan los mismos cuartos
de enfermería. A pesar de todas las precauciones de los enfermeros, es muy difícil entonces evitar el
contagio. Esta manera de tratar los contagiosos debe abolirse. En fin, en otros establecimientos los
contagiosos son aislados en un cuarto alejado, situado en lugar poco frecuentado. Se nombra especialmente
un enfermero para atender al enfermo en el día y otro para la noche.
A los enfermeros encargados de cuidar tales enfermos se les advierten los peligros de contagio que
corren o los que hacen correr a los otros si no siguen las prescripciones médicas. Estos enfermeros no
deben entrar con ningún pretexto a las otras salas del asilo. Cuando han terminado su servicio deben salir de
establecimiento. Cuando están de servicio usarán blusa especial, se lavarán las manos cada vez que toquen
al enfermo, primero con jabón y luégo con solución antiséptica (solución débil de sulfato de cobre o cresil)
antes de sacarla del cuarto de aislamiento. Los baldes higiénicos destinados para recibir las deyecciones del
enfermo contendrán siempre una solución desinfectante. Los platos y los cubiertos deben también meterse
en agua hirviendo, inmediatamente después de que hayan servido al enfermo.
Las escupideras y los termómetros deben desinfectarse en una solución de sublimado.
Las salas de aislamiento para contagiosos deben llenar ciertas condiciones. No tener cortinas ni
tampoco tapices a menos que éstos sean de linoleum. Las paredes, el piso y el mobiliario han de poder
lavarse con facilidad.
Cuando ya el contagioso está curado se baña, cambio de ropa interior y se pone un vestido
desinfectado antes de volver a su división. El cuarto de aislamiento de desinfecta lo mismo que los enseres
de la cama. Los muebles se limpian con trementina; el piso, las paredes, el maderamen, se lavan 1º. con
agua y jabón, 2º. con una de las soluciones antisépticas siguientes, las cuales de dejan secar al aire y al sol.
1º. Sublimado
30 gramos
Acido tartárico
45 ------
Agua
10 litros
2º. Solución acuosa de formol
10 ----SIFILÍTICOS
hay una clase de individuos que sin ser tan contagiosos como los que acabamos de hablar, deben ser
tratados de un modo especial: son los sifilíticos. Las úlceras más peligrosas son las de la boca. Los
enfermeros de las divisiones donde haya enfermos de esta clase serán advertidos de ello y les pondrán
siempre unos mismos cubiertos. Es bueno marcar, en tal caso, con un signo convencional las cucharas, los
tenedores y los cuchillos y los vasos destinados a ellos.
CUIDADOS QUE DEBEN PRESTARSE A LOS ENFERMOS DURANTE LOS ATAQUES
En otra parte indicaremos los cuidados adecuados para los epilépticos y los histéricos durante los
ataques convulsivos.
Los enfermeros tendrán que prestar con mucha frecuencia socorros inmediatos, antes de que llegue el
médico, a enfermos atacados más o menos súbitamente de pérdida de conocimiento simplemente, de
obnulación intelectual o vahidos.
Los ataques sincopales y congestivos son muy frecuentes en los enajenados.
Se conoce que un individuo tiene síncope por el aspecto pálido del rostro (ataque blanco) y por la
debilidad del pulso o su ausencia. No solamente se ve exangüe la piel sino que los labios y las manos se
ponen pálidos. La pérdida de conocimiento puede ser completa. Generalmente antes de perderlo, los
enfermos sienten un malestar general y tienen tiempo de sentarse o de quejarse. En los enajenados no se
puede contar con estas señales preparatorios. Desde el momento en que un enfermo es atacado de síncope,
el enfermero debe acostarlo y ponerle la cabeza más baja que los pies para que la sangre vaya al cerebro.
Le aflojará la ropa toda, pero especialmente el cuello. Le humedecerá la cara con una toalla empapada en
agua con vinagre; también puede darle palmaditas en ella. Si el síncope se prolonga, le pondrá sobre el
corazón con presas empapadas en agua caliente; le pondrá inyecciones subcutáneas de cafeína, éter o
aceite alcanforado. En los casos graves recurrirá las tracciones rítmicas de la lengua y a la respiración
artificial. No le hará beber sino cuando le haya vuelto el conocimiento, pues sólo entonces son posibles los
movimientos de deglutición.
Cuando una persona pierde el conocimiento o siente malestar general, con dolor de cabeza y tiene el
rostro violáceo (ataque azul) está atacada de congestión cerebral. Esta puede ir acompañada de lesiones
cerebrales más o menos graves que sólo el médico puede determinar. Durante este ataque, que es muy
frecuente en los enfermos que sufren de parálisis general, es preciso mantenerles muy alta la cabeza
acumulándoles almohadas debajo de la nuca y los hombros; el enfermo les debe poner paños de agua fría en
la frente y en la parte alta del cráneo mientras llega el médico. Para evitar los accidentes de sofocación, está
prohibido alimentar a los enfermos mientras están en estado de abnulación intelectual. Es preciso observar si
el enfermo ha orinado; es frecuente que los enfermos atacados de congestión no orinen.
MANERA DE APLICAR EL HIELO
Este, partido en pedacitos, se echa en un saco de caucho de boca ancha, con una tapa tornillada. Este
saco se suspende de un aro, de modo que su peso no oprima la región enferma. Es preciso interponer
siempre un pedazo de franela doblada entre el saco y el cuerpo para impedir la mortificación de la piel que
resultaría de un contacto largo con el hielo. Cuando éste se ha derretido es preciso renovarlo.
El hielo se conserva envolviéndolo en una franela y guardándolo en un lugar fresco. Mientras más
grandes sean los pedazos de éste menos pronto se derriten. Para quebrarlo, basta enterrar en su borde un
alfiler grueso.
MANERA DE PRACTICAR INHALACIONES DE OXIGENO
Este gas desempeña el principal papel en la respiración. Para practicar inhalaciones de él se usa un
globo de caucho que contenga diez o quince litros. El globo tiene un tubo de caucho y una canilla. Así se
procede: se le suplica al enfermo que cierre la boca y se le mete la canilla en la nariz, después de haberla
abierto. A cada inspiración, es decir, cada vez que el enfermo hace entrar aire a los pulmones, el enfermero
aprieta el globo para que el gas salga y sea así inspirado. Durante la espiración, el enfermero deja de apretar
el globo. Las inhalaciones se hacen durante diez minutos y se interrumpen luégo para repetirlas de nuevo.
Hay que tener cuidado de cerrar bien la canilla cuando terminen definitivamente.
DE LA DIVISIÓN DE LOS AGITADOS
La división en que son tratados los agitados es una de las más importantes. Ella debe comprender a los
menos dos dormitorios, una sala de reuniones, un patio y un corredor.
Uno de los dormitorios se reservará para los enfermos que se levantan de día, el otro para los que
están sometidos al tratamiento de guardar cama. El último lleva el nombre de Sala de vigilancia continua para
enfermos agitados y comprende como anexidades varias piezas de aislamiento con puertas vidrieras que se
abren directamente a la sala, un salón de baños y un lavabo-closet.
PARTICULARIDADES DE LOS LOCALES Y DEL MOBILIARIO
El enfermero observará que en los dormitorios de los agitados las camas son fijas en el suelo. Esta
disposición es necesaria por los accesos de violencia de los enfermos, en los cuales podrían volver pedazos
la cama. Estas presentan ciertas particularidades; deben ser bajas, para que los enfermos no se hagan daño
si se dejan caer de ellas.
En algunos asilos se acolchan las partes salientes a la cabecera, pero los enfermos las desgarran; de
modo que es más ventajoso usar las camas que no tengan cabecera (lecho del Dr. Tonlonse); la almohada se
sostiene únicamente con las sábanas; estas camas tienen la ventaja de evitar al agitado toda contusión
cuando se eche hacia atrás. En fin, las camas deben quedar separadas unas de otras para que los enfermos
no puedan alcanzar con las manos a los individuos de los lechos vecinos, y lejos de las paredes para que los
enfermeros puedan moverse fácilmente a su alrededor para contener a los agitados en los momentos de
excitación.
Las ventanas no deben tener aldabas y cerrarse y abrirse con una llave que no debe estar nunca sino
en el bolsillo de los enfermeros. Cuando no tienen estas condiciones tendrán rejas lo que da a la sala un
aspecto triste. La aereación se hace por postigos situadas bastante arriba para que los enfermos no puedan
alcanzar a ellas y provistas de cadenas que las aseguran y limiten su abertura de modo que no pueda pasar
por ellas ninguna persona. Las vidrieras deben ser irrompibles.
En algunos asilos, las ventanas son divididas en tres segmentos verticales (ventana de Hitzig); cada
segmento o sólo los dos laterales son movibles al rededor de un eje vertical. Cuando están abiertas, el
espacio comprendido entre el eje y el borde de los segmentos es demasiado estrecho para permitir el paso
del cuerpo. Se puede así dejar el uso de las ventanas a las disposición de los enfermeros sin temor de
accidentes (suicidio, evasión, etc.).
LAS PIEZAS DE AISLAMIENTO
En los asilos modernos no hay celdas. Estas han sido reemplazadas por los cuartos de aislamiento.
Pretenden algunos qué en esto no hay sino diferencia de nombre. El cuarto para aislamiento difiere
totalmente de la celda. Mientras aquéllas estaban agrupadas en los establecimientos antiguos, y formaban,
por decirlo así, una división especial (departamento celular), las piezas para aislamiento son ahora una
dependencia directa de la sala de vigilancia continua. Para los que saben cuál era el aspecto de las celdas,
muy distintos les parecerán los cuartos de aislamiento. En la celda todo recordaba la prisión; sin luz, sin aire,
sin vigilancia; puertas cerradas con candados enormes. La pieza de aislamiento recuerda el cuarto ordinario;
una puerta con vidrieras da a la sala de vigilancia continua y no se cierra sino excepcionalmente; nada
recuerda en ella la puerta de una prisión; una gran ventana le da la luz. Las paredes están pintadas con
colores claros y agradables a la vista. Tiene una cama como una pieza ordinaria. Esta disposición de los
cuartos de aislamiento tiene muchas ventajas; las evasiones son imposibles, la vigilancia es fácil; el mismo
personal que vigila a los enfermos, tratados en los dormitorios comunes, vigila al mismo tiempo a los que
están aislados en los cuartos. No se debe poner nunca dos enfermos juntos en una pieza de aislamiento.
Entre éstas se debe reservar una para poner, sólo durante algunas horas, a los enfermos levantados
que sufren de accesos de agitación de corta duración. Este cuarto no debe tener cama y estar reducido
solamente a las cuatro paredes. No es siempre fácil introducir a un enfermo violento al cuarto de aislamiento.
En caso de gran resistencia se debe emplear uno de los dos medios siguientes: varios enfermeros entran al
cuarto con el enfermo, le hacen sentarse al extremo de él; uno de ellos le envuelve la cabeza en un cobertor
y mientras trata de quitárselo, salen apresuradamente. En el otro procedimiento, se extiende al enfermo en el
suelo y los enfermeros aprovechan el tiempo que emplea en levantarse para abandonar la pieza.
En ciertos asilos, las paredes de este cuarto de aislamiento, son acolchadas, pero los enfermos logran
siempre desgarrar la tela que cubre los muros.
Los enfermeros tendrán que cuidar de modo diferente a los enfermos si están acostados o levantados.
TRATAMIENTO POR PERMANENCIA EN CAMA
Los enfermos sometidos a tal tratamiento, en las salas de vigilancia continua, deben mantenerse en
cama. Si no lo quieren hacer espontáneamente se empleará la persuasión y se les tratará con dulzura; el
enfermo se esforzará en convencerlos de que están enfermos, que tienen fiebre, que la permanencia en la
cama es necesaria. A algunos basta darles un juguete, distraerlos prestándoles un periódico. La presencia
del enfermero sentado a su lado puede impedir frecuentemente que se levanten. El número de enfermos que
no aceptan este tratamiento es corto, y lo será mucho más mientras más instruído y más consagrado a sus
deberes sea el personal de enfermeros.
Los medios de contención (camisa de fuerza, fajas, etc.), que tienen por objeto obligar al enfermo a
permanecer en la cama, deben ser desechados.
Los enfermeros deberán oponerse a que los enfermos permanezcan sentados en las camas; los
forzarán a acostarse y vigilarán que no se cubra la cabeza con el cobertor. Los alimentos deben tomarlos en
la cama a las horas fijadas para ello. Los enfermeros hacen comer a los enfermos que están muy agitados.
Cada vez que un enfermo se levante para ir al excusado, un enfermero debe acompañarlo. La
permanencia en la cama produce algunas veces constipación, por lo tanto es preciso vigilancia sobre las
funciones intestinales. También vigilarán los enfermeros que los enfermos no se masturben.
En ciertos asilos bien dispuestos, la sala de vigilancia continua se divide en dos partes que se
comunican entre ellas ampliamente. Los enfermos muy agitados se ponen juntos en un lado y los semiagitados en la otra.
A los enfermos que se trata por la permanencia en la cama es preciso hacerlos pasear varias horas,
según las reglas expuestas más adelante. En su ausencia se ventilan los locales y se arreglan las camas.
CONDUCTA QUE ES PRECISO OBSERVAR CON LOS AGITADOS LEVANTADOS
Los agitados que no se tratan por la permanencia en la cama están levantados durante todo el día; se
reúnen sea en la sala de reunión o sea en el patio. Los enfermeros encargados de ellos deben vigilarlos
continuamente. Los dejarán correr y gesticular; pero tendrán cuidado de que no se hagan daño; porque
algunos se dan golpes en el rostro o en el pecho y se maltratan la cabeza contra las paredes. Los
enfermeros deben interponerse en las disputas que ocurran. Impedirán que los enfermos se acuesten en el
suelo.
Cada día habrá un enfermero encargado de inspeccionar el patio; observará que no haya en él ningún
objeto que pueda servir de arma a los enfermos; recogerá las piedras, los pedazos de vidrio, los clavos.
FICHAS DE VIGILANCIA
En algunas ocasiones tendrán los enfermeros que observar hora por hora el estado de uno o varios
enfermos acostados o levantados. Deberán anotar en una hoja especial (hoja de vigilancia) el estado de
sueño, de calma o de agitación de los individuos que deben vigilar. En el modelo anterior marcará frente al
nombre del enfermo y en la columna correspondiente a la hora que acaba de pasar, una de las letras, d, c, a,
según el enfermo esté dormido, calmado o agitado.
MANERA DE CONTENER A LOS AGITADOS
El enfermero encargado de vigilar a los agitados deben tener una sangre fría a toda prueba. Debe
dejarse injuriar y amenazar por los enfermos; deben evitar los golpes y no devolverlos nunca; por ningún
pretexto puede un enfermero golpear a un enfermo; siempre debe ser dueño de sí mismo. Desempeñará su
misión sin fanfarronada.
Un enfermo no se quedará nunca solo con los agitados; su vigilancia se confiará a dos personas a lo
menos, las cuales se prestarán ayuda en caso de agresión o para separar a los enfermos que disputen. Un
enfermero no debe entrar nunca solo a un cuarto de aislamiento donde esté un enfermo muy agitado.
Tampoco tratará nunca, sea por valor, sea por jactancia, de dominar solo un agitado; es preciso siempre que
los enfermeros sean tres en este caso, y cogerán al enfermo después de haberse concentrado sobre lo que
le toca hacer a cada uno. Se debe asir a un enfermo, que es preciso dominar, al nivel de las articulaciones
(caderas, rodillas, hombros, codos, muñecas), de modo que éstas queden inmóviles, y nó en las
extremidades (pies, manos) ni en las partes intermedias; la fuerza que hay que hacer es menor; la
inmovilidad más completa y los peligros de hacer daño disminuyen mucho. No se debe sostener a los
enfermos nunca de los cabellos, las orejas, el cuello; no se deben apretar nunca en el pecho. Un
procedimiento a la vez eficaz e inofensivo para lograr que ceda un enfermo que se ha apoderado de algún
objeto, como arma, etc., o que haya cogido a alguien de los cabellos o de cualquiera otra parte, consiste en
cogerle la mano y doblársela sobre el antebrazo, sostenido en completa quietud. En caso de que esta
maniobra no sea realizable se dobla el antebrazo sobre la mano.
Cuando una enfermera se ve cogida por los cabellos por una agitada, no debe tratar de zafarse sola.
Durante los pocos segundos que las otras enfermeras empleen en venir a socorrerla, no debe resistir a la
enferma, sino que, al contrario, ha de seguir todos sus movimientos. Desde el momento que la mano de la
agitada esté inmóvil, la harán dejar su prisionera según el método indicado anteriormente.
MODO DE NO RESTRAINT (SIN OPRESIÓN)
Todos sabemos cuánto maltrataban a los enajenados antes de la reforma de Pinel. Después ha venido
una reacción en sentido contrario; en todas partes se afama hoy día la ventaja de la supresión de los medios
de contención en el tratamiento de los agitados (método de libertad). ¿Es decir que nunca, en ningún caso,
podrá recurrir el médico a medios de contención? La práctica diaria muestra que el empleo de estos medios
es útil en un corto número de casos, que ciertos agitados no encuentran un poco de descanso sino cuando
se contienen sus movimientos. Lo que es preciso hacer desaparecer de los asilos son los instrumentos de
hierro y de cuero grueso que en otro tiempo servían para atar a los enfermos a los bancos, los asientos
agujereados (sillas de fuerza), o las camas (cinturones de cuero, guantes de cuero cerrados con candados,
cadenas para fijar el enfermo a un anillo clavado en la pared, &c.)
LOS MEDIOS DE CONTENCIÓN
¿Cuáles son, pues, los medios de contención que se emplean actualmente? La camisa o chaleco de
fuerza, el mallote, las mangas largas, los brazaletes y las esposas.
La camisa o chaleco de fuerza se hace de tela fuerte; de mangas muy largas y anchas que terminan en
un hilván por el cual se pasa un cordón largo. La camisa se cierra por detrás, sea por medio de cordones
pasados por ojales fuertes, sea por broches mecánicos. Sobre los hombros y en el pecho se cosen fajas de
tela que sirven para sostener el enfermo.
Para poner la camisa a un agitado, se necesita a lo menos cuatro enfermeros. Mientras que uno de
ellos, colocado detrás del enfermo, lo inmoviliza y lo sostiene por la mitad del cuerpo, otro enfermero le tiene
quietas las piernas. Un tercer enfermero inmoviliza los brazos cogiéndolo por las muñecas. Cuando se trata
de una enferma nunca se la sostendrá del cabello. El cuarto enfermero es el que va a preparar la camisa.
Para esto, se pone él mismo las mangas, pero al revés, las dos mangas y sus manos, saliendo por las
extremidades, irán a coger las manos o las muñecas del enfermo, las cuales están sostenidas por un
enfermero. Cuando las manos del enfermero estén en contacto con las muñecas del enfermo, el enfermero
que antes las sostenía las soltará; tirará la camisa y de una vez le pondrá las mangas el enfermo. Antes de
dejar los brazos del enfermo le preguntará al enfermero que lleva la camisa si tiene bien cogidas las muñecas
del enfermo. Cuando ya están puestas las mangas, el mismo enfermero atará la camisa en la espalda del
enfermo. Procederán luégo a la inmovilización de los brazos. basta coger las extremidades de las mangas y
cerrarlas corriendo las jaretas del borde, llevarlas hacia la espalda haciéndolas voltear alrededor de las
caderas, dar la vuelta a la cintura con los cordones y atarlos por detrás. Los enfermeros de experiencia
llegan a poner en pocos segundos la camisa de fuerza. Una camisa bien puesta no debe maltratar nunca al
enfermo; el cuello debe quedar perfectamente libre, los brazos suficientemente ajustados para que el
enfermo no pueda golpearse ni golpear a los demás, pero deben quedar en capacidad de ejecutar algunos
movimientos hacia arriba y hacia abajo. La respiración debe ser fácil. Los cordones que atan la cintura no
deben quedar demasiado apretados. Con frecuencia se reprocha a la camisa de fuerza el apretar demasiado
el pecho.
Si el tiempo es frío, se debe poner una camisa interior debajo de la camisa de fuerza. Toda persona
sometida a este medio de contención debe ser vigilada particularmente; si no puede golpear a nadie ni
golpearse, es también incapaz de defenderse cuando otros enfermos la amenacen y no puede dejar de
caerse si la empujan.
Muy rara vez autorizará el médico a los enfermeros para que fijen en la cama a un enfermo con camisa
de fuerza. Como el caso es posible sin embargo, he aquí cómo se debe proceder: Se le pone la camisa al
enfermo, pero los brazos en vez de cruzarse en la espalda se ponen a lo largo del cuerpo. Se extiende al
enfermo en su cama, y las extremidades de las mangas de la camisa se atan en las partes bajas de la cama.
Para impedir que el enfermo se levante se amarra a la cabecera de la cama la parte de la camisa que está
detrás del cuello.
El mallote (saco pantalón) es el medio de contención más apropiado para los grandes agitados. Es una
combinación de tela fuerte abierta en la espalda; las extremidades de las mangas se atan a los lados del
pantalón. Las piernas del mallote son muy anchas. El enfermo cuando lleva mallote no puede golpear; sus
movimientos son muy limitados.
Para poner el mallote a un enfermo muy agitado, son necesarios cuatro enfermeros. Mientras que tres
sostienen al enfermo, el uno de los miembros superiores, el otro de los miembros inferiores, el tercero del
tronco, el cuarto enfermero le pone el mallote comenzando por los miembros inferiores. A las mujeres para
hacerles menos penoso el uso del mallote, se les pone un traje encima. En invierno el enfermo debe llevar
debajo calzoncillos y camisa interior.
Las mangas largas sirven sobre todo para impedir que golpeen a otros y así mismos o se automutilen
(araños, arrancada de cabellos, &c.) Ellas son formadas por una manga larga dividida en dos partes por una
costura en el medio. El enfermo mete los brazos en cada una de las extremidades de las mangas, las cuales
se fijan detrás de los hombros por medio de cordones. Los enfermos muy agitados despedazan las mangas.
Este medio de contención conviene sobre a todo ciertos dementes que permanecen tranquilos desde que
tengan los brazos atados.
Se logra la misma limitación de movimientos empleando los brazaletes, los cuales son mangas sencillas
que se fijan a cada lado del corpiño por medio de cordones.
A los enfermos levantados que dan patadas, se les ponen algunas veces entravés, lo cual se hace
reuniendo las dos gargantas de los pies por una faja; el enfermo no puede andar sino a paso corto.
REGLAMENTO CONCERNIENTE A LA APLICACIÓN DE LOS MEDIOS DE CONTENCIÓN
Los medios de contención son dañinos para los enfermos, porque aumentan la agitación y son
considerados frecuentemente por ellos como un castigo. Se puede juzgar del mérito de los enfermeros por el
corto número de medios de contención que empleen; un personal bien instruído no hace uso de ellos sino
excepcionalmente.
El uso de estos medios favorece la pereza y la falta de vigilancia. Los enfermeros deben saber, no
obstante, que todo enfermo que sufre cualquier contención debe ser vigilado particularmente; deben hacerle
comer, llevarle al excusado, lavarle las manos con frecuencia, si las tiene metidas en la camisola de fuerza o
en las mangas.
Para evitar abusos, los enfermeros no pueden recurrir a ellos sino después de haber llenado las
indicaciones siguientes: El derecho de ordenar el empleo de los medios de contención pertenece
exclusivamente al Médico Director. Si por interés de la seguridad, los enfermeros o las enfermeras se ven
obligados a recurrir de urgencia al empleo de uno de estos medios, deben dar cuenta inmediatamente al
vigilante o a la Hermana, quienes deben informar en el más corto plazo posible al Médico Director, y, en
ausencia de éste, al médico adjunto o al interno de servicio.
El enfermero jefe de la división anotará en su informe diario la hora a la cual el medio de contención fue
usado, los motivos que lo hicieron necesario, la hora a la cual se suspendió.
DIVISIÓN DE LOS ATACADOS DE GATISMO
Se da el nombre de gatismo a la pérdida voluntaria o involuntaria de las materias fecales y de la orina.
Se llaman gatosos los individuos que se ensucian con la orina o con los excrementos.
Se distingue dos clases de gatismo. Cuando el enfermo deja escapar la orina se dice que está atacado
de gatismo vesical u urinario; cuando deja escapar las materias fecales se dice que está atacado de gatismo
estectoral o anal. Si un enfermo presenta a la vez el gatismo urinario y estectoral se dice que está atacado
de gatismo completo. En fin, hay enfermos que no son atacados de gatismo sino en ciertas fases de su
enfermedad, éste se llama intermitente; otros sólo a ciertas horas del día (semi-gatosos).
Los enfermos atacados de gatismo deben ser objeto de ciertos cuidados especiales en un
departamento especial en los asilos de enajenados (departamento de los atacados de gatismo).
CAUSAS DEL GATISMO
El gatismo puede encontrarse en diversas enfermedades del sistema nervioso; es debido a la parálisis
de los músculos del ano y de la vejiga. Las materias y la orina se escapan a pesar de la voluntad del individuo
quien se siente muy afectado por ello. No estudiaremos aquí sino lo que se relacione con el gatismo
secundario de las enfermedades mentales.
No es frecuente que los enajenados sean gatoso desde el principio de su afección mental. El gatismo
no aparece algunas veces sino después de varios años de enfermedad. En ciertas afecciones agudas, el
gatismo se encuentra desde el principio de la afección mental. Frecuentemente, antes de sufrir de gatismo de
una manera continua, el enfermo sufre gatismo intermitente; se vuelve primero desaseado, orina sus
pantalones y presenta más tarde el gatismo anal. Se da el nombre de embadurnadores a los enajenados que
por falta de acierto y en momentos de agitación, se untan el cuerpo de materias fecales o untan con ellas los
muros.
Se da el nombre de coprofagia al acto de comerse los excrementos. Esa novedad se encuentra en los
estados de debilidad intelectual (idiotas), o agotamiento de las facultades intelectuales, durante las grandes
agitaciones. Ciertos melancólicos se comen sus excrementos para castigarse de sus faltas imaginarias.
El gatismo se encuentra en afecciones mentales muy diversas. Es, sobre todo, frecuente cuando hay
debilitamiento de la inteligencia; la vejiga y el intestino se vacían de una manera refleja. Los individuos que
tienen sólo una vida vegetativa no tienen conciencia de esta afección. Otros dejan escapar la orina o las
materias porque no tienen energía suficiente para pedir un vaso de noche o para ir al excusado. Es necesario
que los enfermeros conozcan bien a los enfermos porque podrán con frecuencia evitar el gatismo
ocupándose especialmente de ellos. Ciertos enfermos que se oponen a todos los actos de la vida ordinaria,
se contienen de orinar o de ir al excusado hasta que los receptáculos se vacían por reflejo a pesar suyo. El
gatismo puede provenir también, pero muy rara vez, de ideas delirantes o de alucinaciones. En fin, ciertos
enfermos, cuyos transtornos de carácter son muy notorios, se entregan al gatismo con el solo objeto de
disgustar a los enfermeros (gatismo voluntario).
Los cuidados que exige el gatismo son muy delicados y necesitan mucha abnegación y atención de
parte de los enfermeros.
PARTICULARIDADES DE LOS LOCALES Y DEL MOBILIARIO
Los enfermos que sufren gatismo son de dos categorías: los que se levantan durante el día y los que
permanecen en cama. Los primeros son mucho más numerosos en los asilos que los segundos. Trátese de
los de la primera categoría o de los de la segunda, los dormitorios de esta clase de enfermos deben llenar
ciertas condiciones.
Debe practicarse allí la aereación con mayor empeño que en cualquier otra sala; los enfermeros no
deben olvidar sin embargo que los gatosos son enfermos debilitados que, bajo la influencia de una corriente
de aire un poco brusca, pueden contraer una bronquitis o una neumonía, afección que produce
frecuentemente la muerte de estos individuos. No deberán abrir sino un lados de las ventanillas colocadas
arriba de las ventanas; en invierno mientras dure la aereación, vigilarán que los enfermos estén bien
cubiertos en sus camas. Nunca deberán asear un enfermo ni arreglar su camas con las ventanas abiertas. La
temperatura de las salas de estos enfermos debe ser más alta que las de los otros dormitorios; su término
medio debe ser de 17º.
Las paredes de los dormitorios deben estar pintadas con pintura ordinaria o con ripolín. Deberán
lavarse cada vez que las ensucie un enfermo. El suelo debe estar cubierto de linoleum; este es fácil de lavar y
desinfectar, mientras que cualquier otro piso es difícil de conservar aseado a pesar de la buena voluntad del
personal. Los asientos con vacinillas se deben mantener muy aseados y se deben vaciar con mucha
frecuencia.
Las camas deben quedar suficientemente separadas unas de otras, de modo que el cubaje de aire sea
considerable para cada enfermo; al paso que en los dormitorios ordinarios se necesitan en general 20
metros cúbicos por cama, en los de los enfermos atacados de gatismo se necesitan 30 metros cúbicos. Las
camas deben estar separadas de las paredes para que los enfermos no puedan ensuciarlas y para que los
enfermeros puedan andar al rededor de ellas.
CAMAS DE LOS ENFERMOS ATACADOS DE GATISMO
Estas varían según los asilos y según el método empleado por el médico. Varían también si el enfermo
desgarra las ropas o nó.
A los enfermos rompedores se les acuesta generalmente en camas en forma de cajón que se llena de
paja. El fondo se guarnece con zinc y se dispone con cuatro planos inclinados hacia un orificio central que se
abre sobre un cajón que contiene una vasija. No solamente ésta debe vaciarse con mucha frecuencia, sino
que es preciso retirar lo mojado del lecho cada vez que el enfermo haya orinado. Los enfermos deben vigilar
particularmente a estos enfermos, porque se comen frecuentemente la paja.
Los enfermos que no rompen la ropa se pueden acostar en colchones o en camas ordinarias cubiertas
de una tela impermeable (tela de caucho). Esos dos métodos tienen cada uno sus partidarios. No son
recomendables sino cuando los enfermos se ocupan sin cesar de sus enfermos y les cambian las camas cada
vez que las ensucien. He aquí cómo se debe proceder para cambiarlas.
Una cama común, pero baja, puede servir para acostar un enfermo atacado de gatismo, y debe
arreglarse así: el colchón se cubrirá primero con una tela impermeable bastante grande para poderla meter
debajo de cada lado. Esta tela debe cubrir sólo la parte media de la cama; se alisará perfectamente para que
no quede con arrugas. También se puede usar una sábana de tela impermeable con tubo central el cual ha
de atravesar la cama. Encima de esta tela impermeable se pone una sábana como en una cama ordinaria.
Cuando la cama está arreglada así, se extiende al nivel del asiento una sábana vieja doblada varias veces.
Esta se arreglará de modo que los bordes se puedan meter debajo del colchón. El enfermero deberá
empolvarla siempre con talco en polvo o con almidón. Lo demás del lecho se arregla como de costumbre.
Las camas de paja de los enfermos atacados de gatismo se arreglan así: El fondo lo forma sea una
serie de varillas de hierro cruzadas, sea una tela metálica muy tendida. Sobre esto se ponen tres
colchoncitos que tengan cada uno la tercera parte del largo del fondo. Dos colchones contienen en su interior
lana o simplemente paja o cerda; estos dos colchones se colocan a la cabecera y a los pies de la cama. El
tercer colchón, intercalado entre los dos primeros, se llena de paja de avena. Se cambia esta paja todos los
días. En ciertos asilos este colchón tiene en la mitad una abertura que permite que la orina destile a un vaso
colocado debajo de la cama. Las camas con paja despiden un olor desagradable que recuerda el olor de las
jaulas de los animales. Al entrar al cuarto de los enfermos atacados por gatismo se puede saber por su olor
cuál es el método usado para acostarlos. Para combatir este olor particular se ha ponderado el uso de
papeles perfumados (papel de Armenia).
En ciertos asilos se colocan en estas piezas aparatos especiales para destruír los olores
(desodorisadores).
Los gatosos son enfermos generalmente debilitados que no se ayudan en nada cuando se les limpia o
arregla la cama; además, estos enfermos se resbalan con frecuencia hacia el borde de ésta y no tienen
fuerza física o idea de volverse a la mitad, de lo cual provienen las caídas frecuentes. Para evitar estos
accidentes las camas tienen algunas veces lados movibles que se bajan cuando se les asea o cuando se
cambia de ropa o de posición al enfermo.
Cambio. –Los enfermeros deben saber lavar un gatoso. No se le lava como a cualquier otro enfermo.
El ideal sería poder dar un baño muy corto al enfermo desde el momento que se manche con las materias
fecales. En las casas de salud donde el personal es numeroso y el número de los gatosos pequeño, el baño
rápido es posible. En los asilos que no tienen los perfeccionamientos modernos, la sala de baños está casi
siempre lejos de estos enfermos; es difícil, algunas veces imposible, darles un baño cotidiano. En estas
condiciones, el enfermero se verá obligado a proceder al aseo completo de los enfermos.
Ellos deben llevar camisas especiales que se abran por la espalda. Es fácil poner o quitar tales camisas.
Además, los enfermos acostados no ensucian así sino la sábana.
Para lavar un gatoso y cambiar al mismo tiempo la sábana, es preciso seguir las indicaciones dadas
anteriormente cuando se indicó el modo de cambiar la sábana de un enfermo acostado. En ningún caso,
estando el enfermo debilitado, se deberá levantarlo ni aun sentarlo en la cama por temor de provocar un
síncope. Dos enfermeros son necesarios; uno de ellos sostendrá al enfermo, acostado de lado, al borde de la
cama, mientras que el otro usará la parte de la sábana que no está sucia para enjugar ligeramente al
enfermo y la empujará hasta el ángulo que forman el cuerpo y el plano de lecho. El lavado del cuerpo se
hace, sea con trapos viejos, sea con esponjas. Las esponjas son de mucha utilidad pero exigen mucho aseo.
Para lavar al enfermo se empleará agua tibia, nunca fría. Estando el enfermo acostado de lado, cuando se
hayan aseado completamente las regiones accesibles teniendo cuidado de pasar bien la esponja por los
pliegues cutáneos y debajo de las bolsas, se enjuagará con un trapo fino y bien seco; luégo se empolvará
con polvo de talco, de almidón o de licopodio, teniendo cuidado de hacerlo penetrar en los pliegues
cutáneos.
Cuando el enfermo queda así completamente aseado, se envuelve la sábana sucia y se pone lo más
cerca del enfermo. Se pone luégo una sábana limpia del modo siguiente: la mitad de ella se envuelve sobre sí
misma, y el rollo formado así se aplica lo más cerca posible de la sábana sucia la cual también se enrolla. Se
extiende y fija debajo del colchón el borde de la limpia que corresponde al lado que se acaba de distender.
Se vuelve entonces al enfermo para el otro lado. El papel de los enfermeros es entonces inverso; el que
sostenía al principio al enfermo; le asea, quita la sábana sucia y desenvuelve la mitad de la limpia que ahora
está ya libre. El lecho se acaba de arreglar como de costumbre.
Las telas encauchadas y los hules deben lavarse con frecuencia. Nunca se lavarán con agua hirviendo y
jabón, lo que las hace quebradizas; se lavarán con agua tibia o con una solución antiséptica. Cuando no se
las usa se envuelven pero no se doblan.
CONDUCTA QUE SE DEBE OBSERVAR CON LOS ENFERMOS GATOSOS LEVANTADOS
Con los enfermos se tomarán las precauciones siguientes: Se les colocará a lo menos tres veces por día
y durante varios minutos en el asiento del excusado; se les llevará con frecuencia a orinar. Las mujeres
deben arreglarse así para evitar lo más posible que ensucien la ropa interior: se dobla una servilleta-esponja
en tres o cuatro dobleces a lo largo y se les pone directamente sobre la piel, entre las piernas. Esta servilleta
se sostiene con un cinturón especial.
En un servicio de gatoso atendido como se debe, los enfermos no se dejan por mucho tiempo sentados
en sillas con vacinillas. Esta actitud hace que el gatismo no se cure, lleva a la masturbación, favorece las
caídas del recto y facilita los enfriamientos.
MANERA DE COMBATIR EL GATISMO
Se puede evitar hasta cierto punto el gatismo procediendo así: A los enfermos acostados, pero todavía
válidos, se les sienta en una silla con vacinillas; a los acostados e impotentes se les pone con frecuencia el
vaso de noche. Los enfermeros deberán tener paciencia y aguardar varios minutos, rogándoles al mismo
tiempo que satisfagan sus necesidades. No deben caer en el exceso contrario y dejar horas enteras a los
enfermos en las sillas huecas para evitar que ensucien su ropa o sus camas. En una época en que no se
trataba a los enfermos con los miramientos debidos, las salas de los enfermos gatosos tenían cierto número
de bancos con huecos, sentaban en esos bancos los enfermos y hasta los amarraban. Debajo de los huecos
colocaban vasijas higiénicas. Es inútil insistir para mostrar los inconvenientes de este método bárbaro y poco
higiénico.
COMPLICACIÓN DEL GATISMO: LA ESCARA
Hay complicación del gatismo que el enfermero debe conocer para evitarla: la escara. Se da este
nombre a la mortificación de una parte de la piel. Las escaras se producen al nivel de las regiones cutáneas
que están continuamente embebidas de orina y al nivel de las cuales hay compresión. Las regiones más
atacadas son las asentaderas, el sacrum, algunas veces los talones, el codo, la parte externa y superior del
muslo, la nuca. En algunos casos, cuando los miembros del enfermo están paralizados y contraídos, las
rodillas se comprimen mutuamente y aparecen escaras en el punto de contacto; para evitar este accidente,
basta interponer algodón entre las dos rodillas.
Es importante que el enfermero sepa reconocer el principio de la escara, porque en este período se la
puede detener en su evolución. La escara comienza con un enrojecimiento y reblandecimiento de la piel.
Pongamos, por ejemplo, la escara más común: la del sacro. Se nota primero, más arriba de las asentaderas,
una roceta violécea; la piel está como engrosada, edematizada; si uno la toca experimenta la sensación de
que está reblandecida. Si se deja al enfermo sin cuidados, la piel tomará un tinte cada vez más violáceo; la
epidermis se levantará y un líquido sanioso, fétido, destilará de la úlcera. Algunos días más tarde se forma un
surco al rededor de las partes que se han mortificado, surco que se ahondará más y más hasta el momento
en el cual caiga la parte así limitada, la cual se ha puesto negruzca. La úlcera esparce un olor desagradable,
que recuerda el de la gangrena. La cicatrización se hará lentamente, hasta teniendo los cuidados más
asiduos; en ciertos casos la úlcera se abrirá cada vez más, se infectará, habrá fiebre y el enfermo morirá a
consecuencia de la infección.
Los enfermeros que han visto evolucionar las escaras saben qué cuidados diarios exigen: su aspecto
repugnante, su fetidez, los sufrimientos que ocasionan a los enfermos, son otras tantas razones para bregar
por evitar en la medida posible esta complicación del gatismo.
Las escaras son tanto más raras en un servicio de gatosos cuanto que los enfermos sean mantenidos
en mayor aseo. Los enfermeros deben saber que bastan cuidados de limpieza para evitarlas o a lo menos
para detener su evolución desde los primeros síntomas.
Se evitarán las escaras acostando al enfermo sobre una sábana bien extendida, que no tenga arrugas;
cambiándole de posición varias veces al día; poniéndole ya de espaldas, ya del lado izquierdo, ya del
derecho. Si su estado de debilidad no está muy acentuado, le levantarán y le sentarán en una silla algunos
instantes por la mañana y al medio día. Lo asearán tantas veces cuantas lo necesite. Si, a pesar de estas
precauciones, la piel de la región sacra continúa enrojeciéndose y ablandándose, lo pondrán sobre un cojín
de caucho inflado o, lo que es mejor, sobre una corona de caucho inflada o sobre un colchón de agua.
Desde los primeros síntomas de las escara se debe hacer algo. Siempre que se asea al enfermo debe
pasarse sobre la parte inflamada un algodón empapado de alcohol a 90º; otros prefieren el empleo del agua
oxigenada al 1,1º de una solución de permanganato de potasa al 1,2000. Inmediatamente después se untan
las partes inflamadas de vaselina boricada; se le echa a toda la región polvo de almidón, arroz en polvo o
talco.
Cuando la escara está formada nada puede detener su evolución, pero los cuidados de aseo apresuran
siempre su cicatrización. Por la mañana y por la tarde debe lavarse con agua oxigenada; luégo rociarla con
polvo de quina. Este polvo se debe aplicar en gran cantidad y hacerlo penetrar en las anfracluosidades. Un
gran cojín de algodón se deberá mantener a nivel de la escara, sostenido por un vendaje al cuerpo. Inútil es
añadir que los grandes baños son una ayuda excelente para el tratamiento.
ATENCIÓN DE LOS GATOSOS
Esta debe vigilarse en los enfermos gatosos paralizados. Hay que cortar tan pequeños como sea
posible los alimentos; no los dejará tragar con precipitación; tendrán cuidado de retirarles los huesillos.
Los enfermos completamente impotentes serán alimentados muy lentamente, con cuchara y no con
tenedor. Mientras comen no deben quedarse en posición horizontal por que no vayan a tragar mal. En caso
de sofocación se seguirán las indicaciones dadas más adelante.
DE LA DIVISIÓN DE LOS EPILÉPTICOS Y DE LOS HISTÉRICOS
Los epilépticos y los histéricos son individuos que sufren crisis nerviosas caracterizadas por
convulsiones y por una pérdida de conocimiento más o menos completa. En la mayor parte de los asilos
estos enfermos son tratados en una división especial.
LOS ACCIDENTES EPILÉPTICOS
Los accidentes epilépticos pueden presentar varias modalidades. Cuando la pérdida de conocimiento
dura varios minutos y las convulsiones son más o menos generales y fuertes, se trata de un acceso completo
de epilépsia. El vértigo es caracterizado por una pérdida de conocimiento muy corta y por la aparición de
movimientos convulsivos localizados lo más frecuentemente al rostro. Cuando el enfermo no parece perder el
conocimiento, no tiene movimientos convulsivos, pero parece extraviado, ausente durante algunos segundos,
se dice que tiene una ausencia. En la práctica los vértigos y las ausencias se confunden.
Las crisis epilépticas son precedidas algunas veces de un signo, de un síntoma que advierte, el cual es
generalmente uno mismo en cada enfermo y que se llama aura; es, ya un movimiento, un temblor; ya un
dolor, una sensación de hormigueo; algunas veces una palpitación, un enrojecimiento o un palidecimiento del
rostro; otras veces se nota un cambio de carácter; un impulso. Estos signos son importantes; desde su
aparición se puede prever la crisis, impedir que el enfermo caiga y se haga daño.
ANOTACIÓN DE LOS ACCIDENTES EPILÉPTICOS
La crisis y los vértigos se apuntan diariamente en pliegos individuales llamados registro de los
accidentes epilépticos. En ciertos servicios se anota solamente la o las crisis que ha sufrido el enfermo por
día. En otros se anota no solamente el número cotidiano de las crisis y los vértigos, sino las horas a las
cuales han tenido lugar. Estas indicaciones son de gran utilidad para el médico; pueden determinarlo a variar
el tratamiento.
Como a todo epiléptico se le somete a un tratamiento, se anota el nombre del medicamento ordenado
en una división colocada abajo del pliego, y se indican las dosis por signos convencionales en las divisiones
transversales. También se puede anotar en dicho pliego las duchas que ha tomado el enfermo, los períodos
delirantes, las épocas de las reglas; se puede indicar también si el enfermo ha estado acostado o levantado.
Con una simple ojeada a estas observaciones gráficas individuales, ve el médico el efecto de su tratamiento y
lo modifica según sus resultados.
PARTICULARIDADES DE LOS LOCALES Y DEL MOBILIARIO
Los locales ocupados por los epilépticos deben presentar ciertas particularidades. Como estos
enfermos caen bruscamente a cualquier hora del día y de la noche, los muebles y las paredes deben tener
arredondeados sus ángulos; las mesas tampoco deben tener ángulos agudos. En fin, en lugares más
frecuentados por los enfermos, se extenderán esteras en el suelo.
Los epilépticos se ocupan generalmente en ciertos trabajos, pero a causa de sus crisis súbitas, nunca
se les debe dejar transportar objetos frágiles (vasos, tazas de bebidas, &c.), permitirles subirse escaleras,
limpiar los vidrios de las ventanas, &c.
Las camas de los epilépticos deben ser diferentes de las de los enfermos: bajas para evitar accidentes
si los enfermos se caen de ellas en algún acceso; pueden tener costados un poco más altos que el colchón.
Los accesos epilépticos atacan por la noche, y sucede desgraciadamente que durante la crisis los
enfermos se vuelven boca abajo, ponen la cara contra el cojín y se ahogan. Para evitar este accidente no se
les debe permitir nunca dormir con cojín; además la almohada debe ser muy dura. Actualmente se organiza,
con sobrada razón, servicio de trasnochadores para los epilépticos, así como para los otros enfermos.
CUIDADOS QUE SE DEBEN PRESTAR DURANTE LA CRISIS EPILÉPTICAS
Desde el momento que un enfermo presenta una crisis convulsiva, se le extiende en el suelo, sobre un
colchón; se le aflojan los vestidos (corsé, cargaderas), se les quita el cuello. Se abren las ventanas para
hacer llegar aire fresco. Si sufre la crisis en el momento en que está comiendo, se le sacan a toda prisa con
los dedos los alimentos que tiene todavía en la boca. Con las fuertes inspiraciones que sobrevienen en la
crisis, las partículas alimenticias se pueden introducir en la laringe y determinar asfixia (asfixia por bolo
alimenticio). Algunos enfermos se muerden la lengua en las crisis, para evitar lo cual se les introducirá entre
los dientes, desde el principio del acceso, un pañuelo enrollado o un corcho.
Cuando la crisis epilépticas se suceden dejando entre ellas un intervalo corto de tiempo, se dice que los
accesos son en serie; cuando los accesos no se separan por período de reposo, se dice que hay un estado
de mal epiléptico. Cada vez que esto suceda, el enfermero deberá tomar la temperatura rectal y dar cuenta
de los que ocurre inmediatamente al médico o al enfermero a quien toque la vigilancia. El estado de mal
epiléptico tiene frecuentemente un pronóstico fatal.
Los enfermeros deben saber que los epilépticos tienen frecuentemente un carácter difícil, y que las
discusiones, las violencias, los impulsos son siempre comunes en las divisiones de epilépticos. Estos
enfermos son muy irritables; una ligera contrariedad bastará para llenarlos de furor.
Los accesos epilépticos pueden ser precedidos o seguidos de turbación mental. Esta consiste algunas
veces en impulsos al suicido, al homicidio, al incendio. En otros casos, los enfermos presentan un estado de
violencia brutal y ciega que ha recibido el nombre de furor epiléptico. Tienen el rostro congestionado, rompen
lo que puedan alcanzar, se lanzan sobre las personas que les rodean. Nunca se debe dejar sin vigilancia a
los epilépticos que acaban de sufrir una crisis, o a los que por su cambio de carácter, hacen comprender que
están a punto de sufrirla. Generalmente son unos mismos enfermos los que después de una crisis hacen
tentativa de homicidio, de suicidio o entran en furor.
LOS ACCIDENTES HISTÉRICOS Y SU TRATAMIENTO
Los histéricos son atendidos generalmente en los mismos departamentos que los epilépticos.
No hay por qué tener con ellos las mismas precauciones que con los epilépticos; estos enfermos no se
caen bruscamente sino que tienen casi siempre tiempo de acostarse. Los movimientos convulsivos que
ocurren durante sus crisis son mucho más violentos que en los epilépticos. Es imposible sostener en un
colchón en el suelo o en una cama a un histérico en estado de crisis. El mejor medio es meter al enfermo en
un cuarto acolchado y no dejarlo a la vista de los otros. Nada exagera tanto la crisis de los histéricos como el
ver que su estado despierta interés. Y sin embargo, a todo histérico debe vigilársele continuamente durante
los ataques.
CUESTIONARIO RELATIVO A LOS ACCIDENTES CONVULSIVOS
Para conocer la naturaleza de una crisis, el médico debe estar al corriente de sus caracteres. Como las
crisis nerviosas son muy cortas ordinariamente, él está rara vez presente para estudiar los síntomas; recurre
para hacer el diagnóstico al interrogatorio de los enfermeros que han asistido la crisis, ya que los enfermos
no conservan recuerdo alguno de lo que les ha dado. En ciertos servicios, el médico entrega al enfermero un
cuestionario especial. Desde el momento que llega un nuevo enfermo a la división, el enfermero queda
encargado de seguir la evolución de las crisis que sufra y de responder a las preguntas sencillas que se le
hacen en él.
He aquí la hoja de indicaciones para los accidentes epilépticos e histéricos, a la cual contestan los
enfermeros del servicio del Dr. Toulouse.
Accidentes epilépticos o histéricos
Nombre ........................................
No. ...............................................
Entró el ........................................
Diagnóstico ..................................
Antes del accidente
1.
La enferma grito? habló? gesticuló? corrió?
2.
Y cuanto tiempo?
3.
Estaba comiendo?
4.
O durmiendo?
5.
Previó que iba a sufrir un acceso?
6.
Se sentó?
7.
Se estiró?
Principio del accidente
8.
Que horas eran cuando le empezó?
9.
Lanzó uno o varios gritos?
10.
Se puso pálida?
11.
Se cayó? De una vez? Hacia adelante? Hacia atrás?
12.
Se golpeó?
Durante el accidente
13.
Se puso tiesa?
14.
Por ambos lados igualmente o más por uno que por el otro?
15.
Para qué lado volvió la cabeza?
16.
Se puso el rostro violeta en ese momento?
17.
Los párpados le quedaron abiertos o cerrados?
18.
A que lado miraban sus ojos? Arriba? Abajo? A la derecha? A la izquierda? Para
adentro los dos?
19.
Estaban la pupilas dilatadas o contraídas?
20.
La boca cerrada o abierta? El pulgar para adentro o para afuera de la mano?
21.
Cuanto tiempo le duró la tiesura?
22.
Tuvo convulsiones?
23.
En los dos lados igualmente o más en uno que en el otro?
24.
Qué hacía con la cabeza, los ojos la lengua, los miembros?
25.
Se quedó quieta en una misma parte o cambiaba de lugar con grandes
movimientos?
26.
Se mordió la lengua?
27.
Cuanto tiempo le duraron esas convulsiones?
Fin del accidente
28.
Tomar la temperatura inmediatamente y ½ hora después del accidente.
29.
Durmió roncando o nó?
30.
Cuánto tiempo?
31.
Se orinó?
32.
Perdió sus materias?
33.
A que hora se despertó?
34.
Parecía hebetada?
35.
Comprendía lo que le decían?
36.
Podía caminar?
37.
Gritaba? Y qué?
38.
Decía palabras incoherentes? Qué?
39.
Hacia gestos raros? Cuáles?
40.
Cuando volvió de sus crisis y al ser interrogada sobre ella, se acordó de algo? Si
fue así, ¿cuál fue la primera cosa, después de la crisis, y la última, antes de ella, que recordó?
Fecha
Firma
DIVISIÓN DE LOS TRABAJADORES
(Departamento llamado de los tranquilos)
El trabajo debe ser para el enajenado una distracción y no una fatiga. Está instituido igualmente
como medio de tratamiento. Esta reconocido que todo trabajo, aun los inútiles, contribuyen a mantener
en él cierta actividad intelectual. En algunos asilos sacan un verdadero provecho económico de los
enajenados trabajadores.
Además de que hay generalmente en cada división enajenados que se ocupan en los cuidados de
la casa, en gran número de asilos se reúnen en una división, llamada la división o departamento de los
trabajadores, los enajenados inofensivos y dóciles que pueden ser empleados en diversos trabajos
fuera de sus divisiones (talleres, lavadero, ropería, cocina, panadería, granja, jardines, etc.) Nunca debe
obligárseles a hacer trabajos para los cuales se emplea exclusivamente la fuerza muscular y que son
propios de los animales.
LA LISTA DE LOS TRABAJADORES. INFORME DE LOS JEFES DE TALLERES
Los enfermeros deben saber que sólo al médico toca desiguar los enfermos que pueden trabajar;
el enfermero jefe (la Hermana) inscribe sus nombres en una lista. Se ocupan en diversos trabajos,
según sus aptitudes. Se forman así diferentes grupos, los cuales se confían a los enfermeros
encargados de la vigilancia. Los jefes de talleres, los jardineros, la lavadora, deben conocer los
nombres de los enfermos que se les confían y considerarlos como enfermos y no como obreros puestos
a sus órdenes. Los jefes de los talleres señalan en un informe los principales incidentes ocurridos.
Designarán los enfermos que no trabajan, que parecen deprimidos, cansados o que sufren algo. Si un
individuo profiere amenazas, o asume actitudes anormales, será motivo de una nota o informe. El
trabajo es para el enajenado un medio de tratamiento, una distracción; es también una fuente de
economía para el Establecimiento; pero en ningún caso el enfermero obligará al enfermo a trabajar;
deberá únicamente animarlo a que se ocupe. Los enfermos que piden trabajo deben ser señalados al
médico.
LA VIGILANCIA DE LOS TRABAJADORES
Los enfermos gozan en esta división de una libertad relativa. No obstante no se debe abandonar
la vigilancia de los trabajadores, y el enfermero observará rigurosamente las salidas y entradas de los
individuos de su división.
Correrá lista a la salida y a la entrada de los trabajadores. Los trabajadores ocupados fuera de su
departamento deben ser inspeccionados minuciosamente a la entrada. El enfermero se convencerá de
un modo discreto de que no esconden ni bebidas alcohólicas, ni útiles de talleres, ni instrumentos de
cultivo, en una palabra, ningún objeto peligroso que pueda servir para una agresión o un suicidio.
Los trabajadores deben quedarse en su división hasta el momento de la visita a lo menos una vez
por semana.
Las evasiones se efectúan con frecuencia durante el trabajo en los campos; de allí viene la
necesidad de tener a los trabajadores agrupados en escuadrones de algunos enfermos solamente y
confiarlos a un enfermero que, al mismo tiempo que trabaje con ellos y los exhorte, no los pierda de
vista.
Se debe evitar que los trabajadores de las divisiones de hombres entren en relaciones con
enajenados de otro sexo. Las relaciones de enajenados pueden tener las más graves consecuencias.
EL PECULIO
Para animar a los enajenados a trabajar se les dan suplementos se alimentos (café, pan,
bizcochos, etc.), tabacos o una pequeña retribución monetaria de $10 papel por día de trabajo,
llamada peculio. Las primeras ganancias (generalmente la suma se fija en $300 papel) de los
enajenados, no deben gastarlas; les son entregadas al momento de salir, cuando abandonan el
Establecimiento. Después de esta reserva, pueden gastar lo que ganen o hacer entregar el excedente
de su peculio a algún miembro de su familia.
El jefe de la división hace la lista de los trabajadores, anota para cada uno de ellos el número de
días o de fracciones de día, equivalentes a un cuarto, la mitad o los tres cuartos. Al fin del mes entrega
al ecónomo la lista de trabajadores con el número de los días de trabajo. Esta lista es firmada por el
médico. Lleva igualmente una cuenta de los gastos del enfermo. Ningún enajenado trabajador puede
hacer compra alguna sin autorización del médico.
CONDUCTA QUE ES PRECISO OBSERVAR CON ALGUNOS ENFERMOS
Hemos indicado en los capítulos precedentes cuál debe ser la conducta de los enfermeros con los
agitados, los gatosos, los enfermos que deben guardar cama, los atacados que deben guardar cama,
los atacados de afecciones intercurrentes, los epilépticos, los histéricos, los trabajadores. Estos
diversos grupos se cuidan en divisiones especiales.
El enfermero debe conocer también los principales síntomas que constituyen las afecciones
mentales; debe saber lo que se entiende por ilusiones, alucinaciones, ideas delirantes, interpretaciones
delirantes. En fin, ciertos individuos se diferencian de los demás enfermos porque tienen consciencia de
su enfermedad, otros sufren depresión física. Según el predominio de tal o cual síntoma en un
individuo, el enfermero debe manejarse con él de manera especial que importa precisar.
DE LOS ENFERMOS QUE SUFREN ILUSIONES O ALUCINACIONES
¿Qué se entiende por ilusiones? Las ilusiones son frecuentes en los individuos normales, pero en
los enajenados adquieren una importancia considerable; los enfermos atribuyen un significado erróneo
a una sensación normal. Las ilusiones pueden afectar los cinco sentidos.
Ejemplo de ilusión visual: el enajenado ve una persona parecida a alguno de sus parientes y cree
que es su pariente;
Ejemplo de ilusión auditiva: un silbido del ferrocarril es considerado como una señal convenida
entre varias personas;
Ejemplo de ilusión táctil: la picadura de un insecto es considerada como una corriente eléctrica;
Ejemplo de ilusión del gusto o del olfato: un mal sabor, un mal olor (que provengan de
turbaciones digestivas, por ejemplo), es considerado como el sabor de un veneno.
¿Qué se entiende por alucinaciones? Cuando un enfermo oye ruidos que no existen, se dice que
sufre de alucinaciones del oído. Cuando ve objetos o personas que no existen, sufre de alucinaciones
de la vista. Existen tantas variedades de alucinaciones cuantos sentidos hay. Se distinguen, además de
las alucinaciones del oído y de la vista, alucinaciones del tacto, del gusto y del olfato.
Las alucinaciones del oído son las más frecuentes. Se conocen los enfermos que la sufren en su
actitud; parecen absortos, extraños a lo que pasa a su alrededor, parecen escuchar atentamente; otros
al contrario, se excitan bajo la influencia de voces o de ruidos imaginarios que consisten casi siempre
en injurias, amenazas. Estos enfermos tratan de impedir frecuentemente sus alucinaciones tapándose
los oídos con los dedos o cubriéndose la cabeza con un pañuelo, metiéndose en los conductos
auditivos algodón.
El individuo atacado de alucinaciones de la vista, ve, sea formas vagas (sombras, luces,
relámpagos, llamas, color indefinido), sea personas, animales u objetos bien definidos. Las visiones se
producen sobre todo por la noche. Su aparición puede ser muy rápida. Los enfermos asumen actitudes
diferentes según que se asusten o no por lo que ven. Ciertos enfermos ven a Dios, la Virgen o a
cualquiera otra divinidad y entran en éxtasis.
Cuando un enfermo percibe al nivel de la piel del cuerpo sensaciones que no son producidas ni
por un objeto exterior, ni por una afección del tejido cutáneo, se dice que sufre alucinaciones del tacto
o alucinaciones de la sensibilidad general. Las sensaciones de que se quejan los enajenados son muy
variadas; consisten en hormigueos, pellizcos, frotamientos, sensaciones de frío, de calor, de humedad.
Algunas veces el enajenado señala la causa de la sensación táctil (corrientes eléctricas, telegrafía sin
hilos, ondas magnéticas, etc.), y la atribuyen a enemigos imaginarios. Las alucinaciones del sentido
genital forman una variedad de las alucinaciones táctiles. El individuo tiene la sensación de que lo
violan, que le hacen sentir sensaciones voluptuosas de las cuales se avergüenza.
Las alucinaciones del gusto y del olfato consisten en la percepción de olores y sabores que no
existen en realidad. Los enfermos se quejan ya de olores o de sabores mal definidos, ya, al contrario,
señalan el olor y el sabor que perciben (sabor de podredumbre, olores de cadáveres, de azufre, de
arsénico, de huevos dañados, de perfumes). Ellos atribuyen frecuentemente sus sensaciones a
substancias tóxicas introducidas en los alimentos; estas alucinaciones son las más frecuentes a las
horas de comer.
¿QUÉ CONDUCTA DEBE OBSERVARSE CON LOS ENFERMOS QUE SUFREN ILUSIONES O
ALUCINACIONES?
Los enajenados no admiten que ellos interpretan mal las sensaciones que experimentan
(ilusiones), ni que ellas no responden a ningún objeto exterior (alucinaciones). Creen que su juicio está
sano y que no puede engañarlos; afirman que los ruidos, las voces que oyen existen realmente; que las
personas que están a su lado deben oírlas igualmente. Algunas veces señalan la o las personas que les
hablan. Del mismo modo, cuando experimentan sensaciones visuales, sensaciones cutáneas más o
menos dolorosas, atribuyen estas sensaciones a una influencia exterior. Nunca se debe tratar de
convencerlos de que lo que sienten es puramente imaginario. No se hace otra cosa que contrariarlos y
hasta irritarlos, y no se logran sino respuestas tales como: “¿Se imagina Ud. que yo soy un imbécil o un
loco?”.
Con frecuencia los alucinados presentan, bajo la influencia de las sensaciones insólitas que
experimentan, de las amenazas y de los insultos que oyen, crisis violentas de excitación. Basta a veces
para calmar a estos enfermos, sobre todo a los que sufren alucinaciones del oído, hablarles y
preguntarles por qué se excitan así. Se dejará al enfermo que cuente sus sufrimientos. Se ha observado
que las alucinaciones del oído desaparecen o se atenúan, en ciertos individuos, mientras ellos hablan o
se les habla. En fin, los enfermeros podrán recomendar a los enfermos que se esfuercen en no dar
importancia a palabras o sensaciones cuyos autores son invisibles.
DE LOS ENFERMOS DELIRANTES
¿Qué se entiende por ideas delirantes?
Se da el nombre de idea delirante a todo concepto absurdo y contrario a la evidencia misma de
los hechos. Las formas de ideas delirantes son indefinidas.
Las principales variedades son las siguientes:
Ideas de persecución
Los enajenados, que sufren ideas de persecución, describen los tormentos imaginarios que les
hacen sufrir. Los medios empleados por sus enemigos supuestos son numerosos (magnetismo,
electricidad, gestos, voces injuriosas, envenenamientos, etc.). Los perseguidos tratan de vengarse
frecuentemente de sus perseguidores.
Las ideas de celos no son sino una variedad de las ideas de persecución. Con frecuencia los
perseguidos acusan a su mujer de que los engaña.
Ideas melancólicas
Se da este nombre a todo concepto triste. Estas ideas comprenden diferentes variedades. Por la
idea de humildad, el enajenado expresa sus sentimientos de inferioridad; pretenderá, por ejemplo, que
él es menos que el último de los miserables. Por sus ideas de desesperación, expresa su disgusto de la
vida (idea de suicidio). Los melancólicos pretenden que no pueden hacer el menor trabajo manual e
intelectual; se creen arruinados, deshonrados. Encuentran que no merecen los cuidados que reciben.
Estos enfermos sufren frecuentemente ideas de culpabilidad; se acusan de faltas, de delitos, de
crímenes imaginarios. Tal enfermo se acusa de haber dado muerte a su hijo, tal otro dice que está
condenado a los más terrible suplicios.
Ideas hipocondríacas
Se da este nombre a toda idea delirante, triste o mal fundada, que se refiere a la salud física. Los
enfermos se quejan de males imaginarios. Pretenden, por ejemplo, que tienen arena en el estómago;
que su garganta, sus intestinos, están tapados; que tienen agua en lugar de cerebro; otros tienen
pulmones que no respiran; están muertos, no tienen corazón, cerebro, etc.
Ideas de grandeza
Se dividen en ideas de satisfacción, de fuerza, de riqueza, de invención, de orgullo.
Ideas de satisfacción
Por estas ideas, el enajenado expresa su contento personal; le parece su salud excelente; está
contento con su suerte; todo le parece perfecto.
Ideas de fuerza
El individuo pretende que puede transportar mil kilos en la punta de los dedos, que es muy
vigoroso, que puede beber toneles de vino, comerse un buey entero, etc.
Ideas de riqueza
El enajenado posee millares, castillos; promete fortunas colosales a los que se le acercan.
Ideas de invención
El enfermo afirma que ha encontrado un sistema de globo dirigible, de aeroplanos; posee un
sistema económico que dará riquezas a todos los hombres.
Ideas orgullosas y ambiciosas
El individuo dice que es de familia de príncipes; que tiene que llenar una misión; dice que es rey,
emperador, presidente de la República, etc.
Ideas místicas
Se da este nombre a todo concepto delirante relativo a la divinidad. Ciertos enfermos dicen que
están condenados porque no han cumplido bien sus deberes religiosos. Los unos se creen perseguidos
por el demonio, otros creen que son Dios, la Santísima Virgen, Jesucristo, un profeta, etc.
Ideas eróticas
Se da este nombre a todo concepto delirante que se relaciona con el sentido genital. Ciertos
enfermos se jactan de sus proezas genésicas, del tamaño de sus órganos genitales. Otros creyéndose
personajes importantes, quieren pedir en matrimonio la hija de alguna personalidad política.
¿QUÉ SE ENTIENDE POR INTERPRETACIONES DELIRANTES?
Toda idea delirante que tenga por punto de partida un hecho exacto reciente o actual, o el
recuerdo de un hecho pasado. Ejemplos de interpretaciones falsas: Un accidente de ferrocarril es la
señal del fin del mundo. El médico es un juez o un comisario de policía que va a buscar al enfermo para
aprisionarlo. Un andamio es una guillotina levantada para el enfermo, etc. Estas falsas interpretaciones
o juicios falsos emitidos por un hecho real son muy numerosos. El ver a una persona, un gesto, una
palabra son interpretados por el enfermo según su delirio.
¿CÓMO MANEJARSE CON LOS ENFERMOS DELIRANTES?
Los enfermeros deben evitar toda discusión con los enfermos delirantes; estos enfermos no
admiten nunca que se les diga que es absurdo o irreal lo que ellos dicen y hasta se irritan cuando
tratan de convencerlos de que están equivocados. Sin embargo, el enfermero no debe caer en el
exceso contrario; no debe aprobar lo que digan lo enfermos delirantes, admitir sus conceptos
fantásticos. Cuando un enfermo vaya a decirle que lo persigue la policía o que es dueño del mundo,
escuchará sin manifestar opinión personal y tratará de llevar la conversación a otro asunto que no se
relacione con el delirio del enfermo.
Los enfermeros no deben burlarse nunca de un enfermo por absurdas que sean las palabras.
Hay, sin embargo, una clase de enfermos que, sin dejarse convencer, escuchan con provecho las
palabras con que los consuelan los que lo rodean; son los melancólicos, los hipocondríacos: Algunas
veces hasta las ideas de suicidio, la negativa de tomar alimentos ceden a la influencia de las
exhortaciones de los enfermeros.
DE LOS ENAJENADOS CONSCIENTES
Hay en los asilos cierto número de enfermos que se dan cuenta de que lo están y que analizan las
diversas perturbaciones a que están sujetos. Estos solicitan generalmente que los lleven al asilo, que lo
protejan contra sí mismos y que les eviten el hacerle daño a los demás. Casi todos éstos, por razón de
que son conscientes, son cuidados en casas de salud abiertas, de hidroterapia; no los llevan a los
asilos de enajenados que son peligrosos para sí mismos y para los otros.
Los enajenados conscientes son o melancólicos, u obsesionados, o enfermos que tienen una idea
fija, irresistible, de darse la muerte o de dársela a otra persona.
El contacto con los otros enajenados es penoso algunas veces para ellos. Los esfuerzos del
personal deben tener por objeto distraer a estos individuos; les darán la mayor libertad compatible con
su estado, sin olvidar, sin embargo, que entre todos los enfermos que tienen ideas de suicidio son
éstos los que realizan con mayor frecuencia sus peligrosos proyectos. La vigilancia de los enajenados
conscientes debe ser tan severa como la de los otros enfermos; los enfermeros desconfiarán de los
enfermos que parecen haber conservado su razón y no darán crédito a sus palabras cuando les
aseguren que no tienen intención de hacerse daño alguno.
DE LOS ENFERMOS DEPRIMIDOS
Se da el nombre de depresión a la disminución de la actividad general. Los enfermos que tienen
este padecimiento deben ser objeto de cuidados particulares; no se quejan nunca y el enfermo debe
suplir su falta de iniciativa; ponen poco cuidado en su vestido. Su rostro es triste, la mirada apagada, la
cabeza se inclina sobre el pecho. Los ademanes son lentos y penosos. Las palabras son bajas,
monótonas, monosilábicas. En algunos individuos la depresión es tal que se quedan inmóviles como
estatuas y dejan que les muevan el cuerpo y los miembros pasivamente. Las extremidades (manos,
pies, nariz) se les enfrían; frecuentemente sufren gatismo. Los enfermeros deben ocuparse de estos
enfermos como si fueran niños pequeños; vigilarán su vestido, verán si están suficientemente
abrigados, los llevarán a los excusados. Los harán comer y en caso de que no reciban los alimentos
avisarán inmediatamente al médico. Como estos enfermos no cambian de lugar espontáneamente,
tendrán cuidado de que no estén expuestos a la intemperie, a la lluvia, a un sol radiante, a corrientes
de aire. Generalmente se someten estos enfermos al tratamiento de guardar cama en la sala de
vigilancia continua. Hay que vigilarlos sin cesar porque hacen frecuentemente tentativas de suicidarse,
en las cuales despliegan una vivacidad y una actividad que no son de esperarse en ellos.
LOS ALCOHÓLICOS
Desde que llegan al asilo y mientras permanecen en él están sometidos a un régimen de
abstinencia completa. Hay, pues, que vigilarlos para que no se proporcionen bebidas alcohólicas.
Durante el período agudo de delirio, los alcohólicos son tratados en cama en la sala de vigilancia
continua y sometidos a un régimen lácteo. Se les dejará a su disposición, día y noche, una gran
cantidad de tisana. Estos enfermos están caso siempre en cama, de día, pero por la noche sufren
alucinaciones penosas y aterradoras, principalmente de la vista, que se acompañan de grande
agitación. Para disminuirlas el enfermero cuidará de que la sala esté bien iluminada. Cuando las crisis
nocturnas están acompañadas de temblor generalizado y de fiebre, el enfermo debe llamar al médico.
Estas crisis de delirium tremens pueden ser mortales.
LOS MORFINÓMANOS
Son individuos que han adquirido la costumbre de intoxicarse con morfina. Absorben
generalmente este veneno por inyecciones subcutáneas y su cuerpo muestra las señales de las
picaduras. Esta intoxicación determina frecuentemente transtornos mentales que exigen el
internamiento en el asilo. La supresión del tóxico es la primera indicación del tratamiento; por
consiguiente, estos enfermos deben ser objeto de vigilancia continua y ser atendidos en la sala de los
que guardan cama. Sus transtornos mentales son generalmente de tendencia melancólica y van
acompañados frecuentemente con ideas de suicidio. La vigilancia deberá se mayor, por consiguiente,
desde este punto de vista especial. La necesidad de morfina es tan imperiosa en tales enfermos que
emplean para conseguirla o para que los enfermeros se la den, todos los medios, tales como gemidos,
quejas, súplicas, crisis de nervios, amenazas, hasta ofertas de dinero; escriben a sus amigos, los cuales
son con frecuencia morfinómanos como ellos, para pedirles morfina. Desde su entrada al asilo, se debe
proceder a inspeccionar minuciosamente los objetos que se dejan a su disposición y más tarde lo que
les envían; se vigilará atentamente las personas que van a verlos. Algunos llegan hasta disimular en las
cavidades naturales, en el cabello, una jeringuilla, una redoma que contenga la solución de morfina.
Cuando el morfonómano sufre una fuerte crisis de ansiedad, el enfermero debe hacer llamar al médico.
SERVICIO HIDROTERÁPICO
La hidroterapia es el tratamiento por los baños, las duchas y las lociones.
DE LOS BAÑOS ORDINARIOS
Los baños ordinarios, llamados todavía baños de aseo, se administran frecuentemente a los
enajenados. No se puede bañarlos sino dos horas a lo menos después de la última comida. Por ningún
pretexto deben permanecer en el exterior de las salas de baños aguardando su turno.
El enfermero bañista debe proceder así para dar un baño. Antes de desvestir a los enfermos o de
animarlos a que se desvistan, debe llenar las bañeras de agua a una temperatura de 33º a 36º. Todo
enfermo que se haya desnudado debe tomar inmediatamente su baño; así se evitan enfriamientos. La
temperatura del agua se tomará con la mano y con el termómetro; el termómetro de baño tiene un
flotador de corcho que lo sostiene en la superficie del agua. El procedimiento de apreciar la
temperatura del agua con la mano no es suficiente; se expone uno así a dar a los enfermos baños
demasiado calientes, que, si no determinan quemaduras, pueden ser la causa de congestiones
cerebrales. La duración del baño es quince a veinte minutos. Habrá que levantar los cabellos de las
mujeres antes de que entren al baño. Durante él, los enfermeros deben jabonar a los enfermos que no
lo puedan hacer por sí mismos.
En el baño hay que vigilarlos sin cesar. Los que tienen ideas de suicidio pueden realizarlas por
inmersión. Otros pueden sufrir pérdida de conocimiento (congestión cerebral, síncope, ataque de
epilepsia, etc.), y les sobrevendría la muerte por asfixia fatalmente si no se les prestara auxilio
inmediato.
Los enfermeros deben ayudar a los enfermos a salir del baño.
Después de cada baño las bañeras se lavan cuidadosamente con jabón negro.
A ningún enfermo se le puede obligar a bañarse contra su voluntad; se da cuenta de su negativa
al médico.
El bañista debe inscribir diariamente en una cartera los nombres de los enfermos que se han
bañado y a las horas a las cuales lo hicieron.
DE LOS BAÑOS FRÍOS
Estos baños se dan a al temperatura de 28º. El enfermo permanece en él quince minutos. La
parte alta de la cabeza debe cubrirse con una compresa embebida de agua, la cual debe mojarse
frecuentemente. Después del baño, el enfermo ha de envolverse, sin secarlo, en una manta de lana. Si
hay dificultad para que se caliente, se le pondrá al rededor varias botellas llenas de agua caliente.
Durante el baño y después de él darán al enfermo unos tragos de tisana caliente. Estos baños se
recetan en las fiebres graves (fiebre tifoidea). Por consiguiente, el enfermero deberá tomar la
temperatura del enfermo un cuarto de hora antes y otro después del baño.
DE LOS BAÑOS PROLONGADOS
Se llaman así los baños que duran más de una hora. Su duración es ordinariamente de dos a
cuatro horas. El médico la indica para cada enfermo. El baño prolongado es uno de los medios
terapéuticos más empleados contra la agitación. Los enfermos deben quedar metidos en el agua hasta
el cuello. La temperatura debe ser de 35º y hay que mantenerla igual mientras dure el baño. Así hay
que calentar el baño en varias ocasiones.
MANERA DE CALENTAR EL BAÑO
Hay que tener muchas precauciones en el momento en que el agua caliente llega a la bañera y
calentar el baño sin sacar de él al enfermo. En varios asilos han sucedido accidentes graves; se han
quemado los enfermos por la falta de previsión de los enfermeros. Para evitar estos accidentes, han
levantado diversos mecanismos que permiten mezclar el agua caliente y la fría antes de que caiga en la
bañera; un termómetro colocado en la parte donde se mezclan, indica la temperatura. En ciertos
aparatos le mezcla se hace automáticamente. hay inscritas varias temperaturas en un cuadrante y el
enfermero no tiene más que poner una señal frente a la temperatura deseada para obtener que el agua
llegue con la temperatura señalada en el cuadrante. Estos aparatos, que tienen señales eléctricas
susceptibles de moverse, no excluyen el empleo del termómetro ordinario.
Los accidentes suceden generalmente de la manera siguiente: el enfermero abre la canilla de
agua caliente, lo llama otros enfermero y olvida cerrarla. El enfermo inconsciente se quema. Para evitar
este inconveniente, en ciertos asilos, la canilla de agua caliente se detiene si el enfermero la abandona
pues necesita de una ligera presión para que salga el agua. En otros establecimientos menos bien
provistos se calienta el baño con baldes de agua cuya temperatura de ha tomado previamente.
MEDIOS DE CONTENCIÓN. –EL DELANTAL DE BAÑO
Algunos agitado no se oponen a permanecer en el baño, pero hay otras a los cuales hay que
sostener continuamente. En los establecimientos en los cuales el personal es numeroso, enfermeros
con delantales de caucho sostienen al enfermo en el baño. En otros asilos donde el personal no es
numeroso, se cubre la bañera con un delantal formado con varios dobleces de tela fuerte (cubierta de
baño), la cual tiene un hueco al nivel del cuello del enfermo. El delantal se ata a la bañera con correas.
Este medio de contención cuando se sabe usar presta grandes servicios. Los enfermos no se enfrían y
no tiran agua. Ciertos agitados no se dejarían bañar sostenidos por enfermeros, con los cuales entran
en lucha desde que intentan hacerlo y se dejan manejar tranquilamente cuando su bañera está
cubierta con el delantal. Los enfermeros deben cuidar que por la doblez de la tela al nivel de la
apertura reservada para meter la cabeza no vaya a comprimir el cuello del enfermo. Cuando se emplea
este medio de contención hay que observar la más estricta vigilancia. Cualquier indisposición (síncope,
congestión, ataque) que sobrevenga en un enfermo, sostenido en el baño con el delantal, puede tener
las más graves consecuencias si el enfermero no lo socorre inmediatamente.
Si hay amenaza de síncope (rostro pálido), se saca al enfermo del baño y se acuesta en una cama
con la cabeza más baja que los pies, y se llama al médico. Si el rostro se pone rojo o violáceo se le
ponen en la frente compresas empapadas en agua fría.
Para evitar la congestión de la cabeza, los enfermeros deben hacer abluciones frías cada cuarto
de hora en la nuca del enfermo si se le da un baño prolongado.
INFORME SOBRE EL EFECTO DE LOS BAÑOS
Es necesario que el médico que ordena los baños conozca el efecto que producen al enfermo
agitado. Para esto los enfermeros deben anotar en una hoja, cuyo modelo damos, llamada hoja de
baños, el nombre del enfermo tratado, la fecha de los baños, la duración de ellos, el estado del enfermo
antes, durante y después de los baños: calma, depresión, semiagitación, agitación, grande agitación,
furor.
DE LOS BAÑOS PERMANENTES
Este método de tratamiento se practica sobretodo en Alemania. Los enfermos permanecen en un
baño de 35º varios días, varias semanas, hasta varios meses; comen en el baño y no salen de él sino
para ir al excusado. Si ensucian el agua del baño, se cambia inmediatamente. Cuando desean dormir,
se les pone debajo de la cabeza una almohada de caucho llena de agua. Los enfermos sometidos a
este tratamiento deben ser pesados con frecuencia; el enflaquecimiento es una contra-indicación de los
baños permanentes.
BAÑOS MEDICAMENTOSOS
Se da este nombre a baños a los cuales se añade algún producto para modificar su acción. Los
baños medicamentosos usados más frecuentemente son:
BAÑOS ALCALINO
Se disuelve en el agua del baño 125 gramos de carbonato de soda. Este baño se emplea sobre
todo para desengrasar la piel.
BAÑO DE ALMIDÓN
Se deslíen en medio litro de agua fría o ligeramente tibia 500 gramos de almidón; se echan sobre
esta mezcla dos litros de agua caliente y se mezclan con toda el agua del baño.
BAÑO SULFUROSO
Estos baños se dan en un cuarto especial y en una bañera de hierro esmaltado. Las emanaciones
sulfurosas ennegrecen los metales. Se disuelve en el agua del baño de 50 a 100 gramos de trisulfuro
de potasio.
BAÑOS DE PIES SINAPISADOS
Se deslíen 200 gramos de harina de mostaza en el agua fría o tibia, porque la mostaza pierde sus
propiedades cuando se la deslíe en agua caliente. Se echa el todo en un recipiente que contenga 15
litros d agua caliente. La duración del baño es de quince minutos. El enfermo se debe acostar bajo
cobijas después del baño.
Los vapores que se escapan del baño de pies sinapisado congestionan el rostro e irritan los ojos.
Para evitar estos inconvenientes, se cubrirá el baño de pies con un panovilleta.
ENVOLTURA HÚMEDA. SÁBANA MOJADA
Desnudo el enfermo se le envuelve hasta el cuello en una sábana empapada en el agua tibia o
fría, después de torcerla ligeramente; aquél permanece acostado y envuelto en una manta de lana bien
ajustada al cuerpo. La envoltura húmeda se aplica con frecuencia de modo intermitente. El enfermo no
debe quedarse sino veinte minutos envuelto en la sábana mojada y se repite la aplicación varias veces
en las veinte y cuatro horas. En otros casos el enfermo permanece envuelto durante varias horas en la
sábana mojada. Es necesaria una vigilancia permanente. En caso de sudores, se ponen compresas frías
en la cabeza.
DE LAS DUCHAS, LAS LOCIONES, LAS FRICCIONES
La ducha en chorro interrumpido y la ducha escocesa son las más empleadas. Deben ser muy
cortas (seis a diez segundos) y dadas por la mañana antes del almuerzo.
En la ducha fría de chorro interrumpido se comienza por la espalda del enfermo principiando
abajo de la nuca, luégo se va bajando hasta los miembros inferiores. La ducha se debe llevar
rápidamente a las diferentes regiones y dirigida varias veces de arriba abajo. Hay que tener cuidado
para evitar un choque muy brusco de agua, de dividir el chorro en lluvia poniendo el extremo del dedo
en la extremidad de la lanza.
La duchas calientes, de 35º a 36º, pueden prolongarse durante dos o tres minutos; deben ser
seguidas inmediatamente de una ducha fría de quince segundos.
Todas las duchas deben ser seguidas de fricciones secas durante cinco minutos. Es necesario,
después de las duchas, hacer caminar a los enfermos bastante aprisa durante algunos minutos.
Cuando no se puede transportar a los enfermos a la sala de duchas, se reemplazan éstas con
lociones frías que se dan con una esponja grande embebida en agua a la temperatura de la pieza. Se
pasa la esponja primero por la espalda del enfermo y por los miembros, luégo por el pecho y el
abdomen. La loción se debe hacer rápidamente y luégo fricciones con un paño seco.
Para los enfermos que no pueden soportar ni las lociones, ni las duchas frías se acude a las
fricciones. Se empapa un guante de crin o un pedazo de franela en alcohol a 80º o en agua de Colonia
y se fricciona el cuerpo comenzando por frotar vigorosamente la región de la columna vertebral.
Cuando se hace con un guante de crin empolvado en talco, no empapado de líquido, se dice que la
fricción es seca.
CAPITULO II
DE LOS PRINCIPALES ACTOS PELIGROSOS DE LOS ALIENADOS
(MEDIO DE PREVENIRLOS)
Los principales actos peligrosos de la alienados son el suicidio, el homicidio, el incendio, el robo,
la evasión.
EL SUICIDIO
Entre los accidentes que suelen sobrevenir en los Asilos, uno de los más graves es la muerte del
un enfermo por suicidio. En los servicios en que la vigilancia es activa y continua los suicidios son
excepcionales. Los enfermos atacados de ideas suicidas deben colocarse en los patios de vigilancia
continua; todos estos enfermos deben vigilarse de una manera especial.
Principales móviles del suicidio. –Los enfermeros deben conocer los principales móviles que
inducen a los enfermos a suicidarse. Puede suceder que en el curso de una enfermedad mental un
individuo no presente desde el principio ideas de suicidio y que éstas no aparezcan sino más tarde; en
este caso, el enfermero jefe de división es quien señala en su cartera de apuntes diarios las
observaciones que haya hecho; desde que un enfermo se entristece debe advertirlo a todos los
enfermeros de su división y al vigilante.
Debemos hacer una primera e importante división: el suicidio puede ser involuntario o voluntario.
El suicidio involuntario es un seudo-suicidio, un accidente en el curso de un estado mental más bien
que una consecuencia misma de éste. En el suicidio involuntario el enfermo no tiene intención de
matarse; pone su vida en peligro inconscientemente; por ejemplo, un alcohólico alucinado, bajo la
influencia de visiones terroríficas, se precipita por la ventana y se mata; otro enfermo en el curso de un
acceso de excitación se rompe el cráneo contra la pared.
En otros casos, el accidente que arrastra o puede arrastrar a la muerte resulta de falta de juicio y
de debilitamiento intelectual. Un enfermo cree que puede volar y se precipita por la ventana. Otro
atacado de una parálisis general, salta por la ventana para coger una mariposa. El seudo-suicidio
puede ser también la consecuencia de ideas de inmortalidad. Ejemplo: un individuo atacado de esta
variedad de ideas delirantes, se entierra un cuchillo en el pecho para probar que no puede morir.
Podríamos dar otros ejemplos de estos seudo-suicidios cuyos móviles son tan numerosos como
las ideas delirantes mismas.
La ideas delirantes, las alucinaciones, una idea obsesionante, una impulsión, pueden determinar
los suicidios de los alienados. Estos pueden ser inconscientes o hechos por imitación.
Las ideas delirantes que traen consigo la tendencia al suicidio o la tentativa de suicidio pueden
presentarse en formas muy variadas.
Las ideas melancólicas, en un 90 por 100 de casos, van acompañadas de ideas de suicidio; los
individuos, bajo la influencia de sus ideas de desaparición, de ruina, de culpabilidad, atentan contra su
vida. Están convencidos de que tendrán qué soportar toda su vida los mismos sufrimientos morales;
pretenden que han perdido su fortuna, que van a quebrar y quieren, por el suicidio, escapar a la
deshonra. Cuando dominan las ideas de culpabilidad, el individuo se acusa de fechorías, de delitos, de
crímenes imaginarios.
Con mucha frecuencia se ve que los melancólicos intentan suicidarse. Hay casos en que el
melancólico induce a otras personas a morir con él. Deben temerse mucho las tentativas de suicidio
entre los melancólicos que no hablan, que parecen inertes; entre estos enfermos la tentativa es súbita,
impulsiva.
Los enfermos que se creen atacados de enfermedades incurables (hipocondríacos) tratan con
frecuencia de suicidarse; no pueden soportar más sus sufrimientos físicos y morales. Debe temerse
siempre el suicidio entre las jóvenes atacadas de hipocondría; ellas pretenden que las facciones de su
rostro se han afeado y que son diferentes de las demás.
Las tentativas de suicidio que tienen por causa otras ideas delirantes son mucho más raras.
Ciertos perseguidos tratan de sustraerse de sus enemigos por medio del suicidio.
Otros alienados, bajo la influencia de alucinaciones auditivas tratan de matarse. En estos casos,
las alucinaciones tienen generalmente un carácter melancólico. Los enfermos oyen una voz que les dice
que ya no curarán jamás y que ellos son la causa de las desgracias de otros; a veces la voz es
imperativa y ordena al enfermo que se mate.
En los diferentes casos que acabamos de ver, las ideas de suicidio van acompañadas de ideas
delirantes. En los casos siguientes, y éstos son los que más importa conocer, los enfermos pueden
parecer enteramente sanos de espíritu; entonces la idea de suicidio es una verdadera obsesión que se
impone a la conciencia del individuo, a pesar de los esfuerzos que hace su voluntad para rechazarla;
ésta sobreviene por crisis. El individuo reconoce que esta es una idea enfermiza y suplica que le
protejan contra sí mismo. Un enfermo atacado de esta forma de obsesión exclamaba sin cesar: “Qué
desgracia es tener una idea tan mala cuando tengo todo lo necesario para ser feliz”. Entre estos
individuos las tentativas de suicidio son generalmente múltiples. A pesar de estar vigilados sin cesar
encuentran un medio cualquiera para burlar toda vigilancia; son enfermos que, a pesar de los dolores
físicos que puedan sentir se parten la arteria radial, bajo el cobertor de su cama, con un pedazo de
vidrio recogido en un paseo, o que se ahogan metiéndose su pañuelo hasta la laringe.
El suicidio puede ser debido a una impulsión. Lo que hace más grave la impulsión es que el
enfermo puede ejecutar el acto impulsivo en el momento mismo en que nace la idea en el cerebro y
desde la primera vez que ella se presenta a la conciencia. Ciertos enfermos no pueden ver un
instrumento punzante o cortante sin sentirse impulsados a apoderarse de él para suicidarse.
La tentativa de suicidio puede ser también un fenómeno post-epiléptico; de aquí la necesidad de
vigilar atentamente estos enfermos después de sus crisis.
Existen numerosos ejemplos de contagio mental en el suicidio. Cuando ha habido una tentativa de
suicidio en una división, sucede con frecuencia que otros enfermos quieren hacer lo mismo. Se debe,
pues, tratar de ocultar a los otros enfermos toda tentativa de suicidio.
Medios de evitar el suicidio. La vigilancia contínua. El único medio de evitar el suicidio es vigilar
atentamente los enfermos. –En los Asilos deben reunirse en un mismo dormitorio los alienados que
tengan ideas suicidas; de este modo la vigilancia es relativamente fácil. Esta clase de enfermos deben
colocarse en cuartos aislados. En las casas de salud las familias exigen que sus enfermos ocupen un
cuarto particular y que no estén en contacto con otros enfermos. En este caso se necesitan por lo
menos dos enfermeros para cada enfermo, quienes harán la vigilancia por la noche alternativamente.
Las paredes de los dormitorios y de los cuartos en que se tratan los enfermos atacados de ideas
suicidas no deben tener aspereza; deben quitarse todos los clavos, perchas, en una palabra, toda clase
de objetos que permitan al enfermo fijar una cuerda. No debe dejarse a la disposición del enfermo
ninguna cuerda, y tanto las camisas como las faldas o vestidos deben estar desprovistas de cordones;
diariamente se esculcarán los bolsillos de los enfermos para asegurarse de que no guardan objetos
peligrosos; lo mismo se hará con los colchones. Por la tarde se arreglarán sus vestidos y se guardarán
en armarios cerrados con llave. Los patios en donde se pasean estos enfermos no deben tener
escondrijos; los excusados se colocarán muy a la vista y sus paredes deben ser completamente lisas.
La vigilancia se hará mientras los enfermos están en sus gabinetes. La arena del patio se desmenuzará
minuciosamente, quitándole los pedazos de vidrio, los guijarros cortantes y los clavos que puedan
servir de instrumentos cortantes o punzantes. Cuando un enfermo quiebre un objeto de vidrio los
enfermeros le quitarán inmediatamente los pedazos.
A los bañadores y a los peluqueros se les tendrá al corriente de cuáles enfermos están atacados
de ideas suicidas. Durante el baño un enfermo vigilará atentamente a los enfermos y lo mismo hará
mientras los motilan y afeitan.
Cuidados que se deben prodigar a los enfermos que acaban de llevar a cabo una tentativa de
suicidio. –Los principales modos de suicidio que se observan entre los alienados internos son: la horca,
la estrangulación, la inmersión, el envenenamiento y las heridas. Las caídas de un lugar elevado, la
asfixia por medio de gas, y las quemaduras graves son menos frecuentes.
Horca. –Desde el momento en que un enfermero ve un ahorcado, debe cortar inmediatamente la
cuerda y extender el enfermo en el suelo. No siempre se emplea este medio que parece muy natural. Al
contrario, podríamos citar ejemplos de enfermeros que al ver un ahorcado, van a buscar a otros
enfermeros antes de cortar la cuerda. Luégo que el enfermo está en el suelo debe fijarse en que la
cuerda ya no le oprima el cuello; a veces sucede que el individuo se estrangula al colgarse. Después de
haberle prodigado estos primeros auxilios el enfermero puede ir a avisar a sus colegas y mandar por un
médico, y mientras el médico llega, entre todos, transportarán al enfermo a un lugar aireado y lo
acostarán en una cama con la cabeza un poco más elevada que los pies. Cuando el ahorcado está
pálido le colocarán la cabeza más baja que los pies y si la respiración no ha vuelto, los enfermeros
harán las tracciones rítmicas de la lengua y desvestirán al enfermo; mientras uno de ellos hace las
tracciones de la lengua los otros le harán fricciones en todo el cuerpo con un guante de cerda o con un
cepillo.
Todo enfermero de asilo debe saber no solamente en qué consisten las tracciones rítmicas de la
lengua sino también cómo debe hacerlas; en todas las enfermería debe haber unas pinzas especiales
para esto llamadas pinzas de lengua. A falta de este instrumento se pueden hacer las tracciones con
una compresa. Estas tracciones consisten en tirar fuertemente la lengua fuera de la boca a razón de
quince o veinte veces por minuto. Después de cada tracción se deja volver la lengua por sí misma a la
boca. Para cumplir metódicamente esta operación el enfermero debe tener un reloj de segundos y tirar
la lengua cada cuatro segundo poco más o menos; si no tiene reloj tirará la lengua cada vez que él
haga una inspiración y continuará las tracciones largo rato, pues ha habido casos en que la respiración
no ha aparecido sino después de una hora de estar haciendo tracciones.
La respiración artificial es más difícil de practicar que las tracciones. El operador se coloca a la
cabeza del enfermo, le dobla los antebrazos sobre los brazos y los coge por los codos; le comprime
fuertemente el pecho apoyando los codos así cogidos sobre la caja torácica y en este momento debe
oír el ruido que hace el aire al salir por la boca (espiración). Después de estos primeros movimientos,
levanta los codos lateralmente y los coloca atrás de la cabeza con el objeto de dilatar la caja torácica y
hacer penetrar el aire en los pulmones (inspiración). Estas dos clases de movimientos sucesivos se
repiten quince veces por minuto.
Regularmente la respiración artificial y las tracciones rítmicas de la lengua se hacen al mismo
tiempo. En este caso las tracciones de la lengua fuera de la boca deben hacerse al mismo tiempo que
la inspiración, es decir, mientras que el otro operador comprime la caja torácica.
Estrangulación. –Cuando un enfermero se encuentra un enfermo que acaba de intentar
estrangularse, le cortará inmediatamente la cuerda que le oprime el cuello y después le prodigará los mismos
cuidados que acabamos de indicar a propósito del ahorcamiento.
Inmersión. –En los asilos de alienados, esta clase de suicidios ocurren generalmente en el baño o
en los paseos fuera del Establecimiento. En un caso de éstos, lo primero que debe hacerse con el enfermo es
acostarlo sobre el lado derecho con la cabeza un poco más baja que los pies y abrirle la boca para que
pueda salir el agua que se le ha entrado al estómago y a las vías respiratorias. Después le harán las
tracciones rítmicas de la lengua y la respiración artificial mientras otros enfermeros le azotan el cuerpo o le
ponen inyecciones subcutáneas de éter, de cafeína o de aceite alcanforado. No se le debe dar de beber al
enfermo antes de que pueda tragar.
Envenenamiento. –Siempre que en un asilo ocurre una tentativa de envenenamiento es debida al
mal servicio. Los enfermeros por ningún motivo deberán dejar medicamentos peligroso al alcance de los
enfermos. Cuando uno de ellos se aperciba de que un enfermo ha tomado un veneno se le hará vomitar
inmediatamente metiéndole el dedo hasta la garganta; después le hará tomar café negro y si no hay café una
gran cantidad de agua tibia. Otro enfermero preparará la sonda esofágica y mandará llamar al médico.
Durante los paseos por los parques, los enfermeros vigilarán atentamente a los enfermos.
Heridas. –Ya indicamos que hay enfermos que burlando toda clase de vigilancia consiguen herirse
gravemente para quitarse la vida. En este caso mientras llega el médico el enfermero tratará de contener la
hemorragia poniendo sobre la herida un tapón de algodón hidrófilo. Si la herida está en la región abdominal
el enfermero no dará ninguna bebida al enfermo.
DE LA AUTOMUTILACIÓN
Se da el nombre de automutilación o autovulnerización a las heridas que se hacen los alienados. La
automutilación puede ser, como el suicidio, voluntaria o involuntaria.
Móviles de la automutilación. –La automutilación involuntaria ocurre en los siguientes casos: 1º. El
curso de un estado de agitación: los enfermos durante su agitación, se golpean y se hieren contra las
paredes; 2º. Entre los alienados que han llegado a un estado de decadencia intelectual profunda; estos
individuos se hieren maquinalmente sin saber lo que hacen, y entonces la automutilación es tanto más
frecuente cuanto que su sensibilidad se disminuye y muchas veces se extingue; 3º. La automutilación puede
ser impulsiva; los individuos obsesionados por la idea de herirse no pueden defenderse de ella; 4º. La
automutilación puede ser también inconsciente; ocurre con frecuencia entre los epilépticos o los histéricos
después de sus ataques convulsivos.
La automutilación voluntaria es casi siempre determinada por una idea suicida o una idea de castigo
corporal; ésta ocurre entre los místicos que quieren sufrir para ganar el cielo.
Todas las partes del cuerpo pueden ser automutiladas. La castración, la enucleación del ojo y las
heridas del abdomen son casi siempre el resultado de ideas melancólicas, místicas o de persecución. Las
manos, la cara son las partes del cuerpo más expuestas; los enfermos se arrancan los cabellos, las uñas, o
se lastiman la cara.
Los enfermos que por razón de su estado mental tienen tendencia a herirse deben estar continuamente
vigilados. En los asilos en donde el personal es poco numeroso, el médico debe hacerle poner esposas a
estos enfermos.
Introducción de cuerpos extraños en los orificios naturales. – Hay enfermos que tienen la mala
costumbre de meterse en la boca, las orejas, la nariz, el recto y la vagina, diversos cuerpos extraños (piedra,
clavos, virutas de hierro, hojas, alimentos y pajas, etc.). Estos individuos deben estar vigilados
constantemente y deben señalársele al médico inmediatamente después que hagan algo.
Los enfermeros no deben tratar de extraer estos cuerpos extraños sino en el caso de que pongan en
peligro la vida del enfermo.
En caso de sofocación por esto cuerpos extraños o por los alimentos, se debe introducir
profundamente, pero con precaución, los dedos en la garganta a fin de sacar el objeto que obstruye las vías
respiratorias. Al enfermo se le pondrá entre los dientes un pedazo de madera o un mago de cuchillo para
evitar que muerda.
Cuando el caso no es grave se tratará de hacer bajar el cuerpo extraño dándole golpes en la espalda
con la mano.
DE LA SITIOFOBIA
Con mucha frecuencia se ven alienados que rehusan comer; las causas de esto pueden ser las
siguientes perturbaciones mentales:
1º. Una idea de suicidio: el enfermo quiere dejarse morir de hambre;
2º. Una idea melancólica: el individuo no come porque no merece que le den de comer;
3º. Una idea de envenenamiento: el enfermo cree que sus alimentos están envenenados;
4º. En el curso de los estados de depresión, el rechazo de los alimentos está en relación con la
disminución o la supresión exterior de toda actividad;
5º. En el curso de los estados de debilitamiento intelectual profundo, los individuos no se alimentan
porque han perdido la consciencia de su propia existencia.
El enfermero en jefe (la Hermana) de cada división debe señalar en su cartera de apuntes diarios todos
los alienados que rehusen comer para presentárselos al médico cuando pase visita.
Se deben tener acostados generalmente todos los enfermos que no quieran comer parcial o
completamente.
Antes de recurrir a la alimentación artificial los enfermeros tratarán de persuadir al enfermo de que
debe comer. Hay enfermos que comen escondido cuando se deja alimentos a su alcance; y otros que no
comen si no se insiste y si no les dan alimentos líquidos con una cuchara y muchas veces con el tetero; hay
también algunos que no comen sino durante la visita; a éstos se les debe preparar caspiroleta o ponche
(yemas de huevo batidas en leche con azúcar), que el médico o el enfermero les harán tomar en su
presencia. Antes de hacerlos comer les pondrán una servilleta. Por ningún motivo se darán alimentos líquidos
a los enfermos que estén acostados horizontalmente, no sea que no les pasen y les causen daño; antes de
dárselos les levantarán la cabeza con el brazo izquierdo o los harán sentar.
Entre estos enfermos hay unos que cuándo más se lesinsta para que coman tanto más se resisten;
otros que ceden fácilmente a las exhortaciones que les hacen y otros que no se niegan completamente, pero
que comen una cantidad tan insignificante que se debilitan poco a poco.
Alimentación artificial. La sonda esofágica. –Al médico le toca decidir si se debe o no someter a un
enfermo a la alimentación artificial. Esta se practica por medio de la sonda esofágica, y sólo el médico puede
practicarla.
La sonda esofágica consiste en un tubo de caucho de 50 centímetros de largo, por seis o diez
milímetros de ancho. El extremo que se introduce en el estómago es redondo y cerrado, sólo tiene un hueco
pequeño a una distancia de varios centímetros. El otro extremo llamado pabellón es un poco más ancho para
poder acomodar en él un embudo o una cánula.
Cada enfermo debe tener una sonda señalada o marcada.
Todo enfermo que se alimente con sonda debe estar, según el caso, sentado o acostado y mientras
dure la operación dos o tres enfermeros le sostendrán si hay necesidad.
Para introducir los alimentos en el estómago, se adapta un embudo en el pabellón de la sonda la cual
se introduce en el esófago por una de las aberturas de la nariz. El pabellón se mantiene a cierta altura. Bajo
la influencia de la pesantez el líquido nutritivo que hay en el embudo pasa lentamente. Se usa también el
irrigador Eguisier para introducir los alimentos en el estómago, pero este es un medio poco recomendable
porque es muy difícil reglar la presión y el líquido llega con mucha fuerza al estómago.
Si el enfermo hace esfuerzos para vomitar mientras el líquido está cayendo al estómago se le aplicarán
compresas de agua fría sobre la frente o se le pasará un trapo mojado sobre la cara para detener los
esfuerzos. Si sobreviene el vómito, inmediatamente se ladeará la cabeza.
La composición del líquido que se introduce por medio de la sonda varía según los casos. La más
ordinaria es la siguiente: 750 gramos de leche, cuatro huevos, 30 gramos de jarabe de azúcar, y una
cucharadita de sal de cocina. Los huevos se mezclan con un vaso de leche y se baten hasta que queden
completamente disueltos para que no obstruyan la sonda en le curso de la operación. Antes de mezclarlos
con el resto de la leche se pasan por un cedazo muy fino. El líquido de la sonda se puede preparar también
con chocolate, con hervido de carne, con polvo o sustancia de carne y se pondrá caliente o frío según lo
indique el médico; también pueden agregarse ciertos principios medicinales como bromuro, aceite de ricino o
de hígado de bacalao.
En resumen: cuando se debe alimentar a un enfermo artificialmente, el enfermero jefe de la división
preparará la sonda esofágica, un embudo o un boc, vaselina y el líquido alimenticio. Cuando el líquido deba
estar caliente, se calculará la temperatura tocando el vaso o sirviéndose de un termómetro: debe tener 30
grados poco más o menos.
A los enfermos que rehusen toda clase de alimentos se les debe alimentar dos veces por día; si el
estómago no los tolera, se repetirá la operación tres veces en veinticuatro horas poniendo la tercera parte de
las cantidades antes citadas.
Después de cada operación se lavará la boca del enfermo con un poco de agua de Vichy y se untará en
interior de la nariz con vaselina, teniendo cuidado después de que el enfermo no trate de vomitar el alimento
introduciéndose los dedos a la garganta.
La alimentación artificial no debe hacerse nunca en presencia de los otros enfermos; si es preciso se
tapará la cama del enfermo con una mampara.
El aseo de una sonda esófagica es una operación delicada. Este se hace inmediatamente después que
la sonda ha sido empleada: primero se hace pasar por el interior del caucho una corriente de agua fría (no
se emplea agua tibia i caliente porque endurece el caucho y lo vuelve quebradizo); después se lava por fuera
con agua oxigenada y se guarda en una caja especial sin doblarla. Tomado estas precauciones la sonda
puede prestar servicio durante mucho tiempo.
Todo enfermo que esté alimentándose con sonda debe pesarse con frecuencia por la mañana cuando
todavía esté en ayunas y después de haber orinado; así se podrá saber si el alimento que se le está dando
es suficiente para mantener o aumentar el peso del cuerpo.
Cuando no se puede introducir la sonda por la nariz se introduce por la boca, y para hacerlo se acuesta
al enfermo y se le pone entre los dientes un pedazo de madera tallada llamado “abre-bocas”. Un enfermero
se encargará de sostenerlo mientras dure la operación.
También se puede apelar al recurso de los lavados alimenticios.
DEL HOMICIDIO
El accidente más grave que puede suceder en un asilo es el homicidio.
Móviles del homicidio. –Numerosos son los móviles que inducen a los enfermos a matar.
El homicidio puede ser voluntario o involuntario.
En el homicidio involuntario (seudo-homicidio), el alienado no tiene intención de matar. Ejemplo: un
enfermo agitado arroja a otro desde lo alto de una escalera.
El homicidio voluntario es casi siempre determinado por las siguientes causas:
1º. Una idea obsesionante. El individuo hace todos los esfuerzos posibles por rechazar la idea de
homicidio y no lo consigue. La vista de un cuchillo, de un martillo o de un instrumento cualquiera le recuerda
inmediatamente la idea obsesionante. Hay enfermos que previenen esto y piden que los vigilen para no
cometer el homicidio.
2º. Por una idea de persecución. El perseguido, cuando cree conocer a su perseguidor o
perseguidores, los mata para hacerse justicia.
3º. Por un acceso de furor. Esta variedad de homicidios son frecuentes en los estados de agitación.
4º. Por falta de sentido moral. Estos enfermos llamados criminales natos matan sin remordimiento y
conscientemente.
5º. Por perturbación de la conciencia antes o después de la crisis epiléptica. El acto es instantáneo,
rápido, súbito, violento y sin motivo; por esto es preciso vigilar estrechamente al epiléptico antes y después
de la crisis.
Medios de evitar el homicidio. –El acto puede ser dirigido contra el médico, el personal u otro enfermo.
El médico debe advertirle a los enfermeros cuáles enfermos tienen tendencia al homicidio y los enfermeros
por su parte deben apuntar en su cartera las amenazas proferidas contra los otros enfermos, contra sus
parientes o contra el personal. Hay enfermos que tratan de herir al médico o a los parientes cuando les
hacen la visita porque les parece que son ellos quienes les han privado de la libertad; estos enfermos deben
vigilarse muy de cerca, y durante las visitas dos enfermeros se colocarán a su lado para intervenir en caso de
agresión. Los alienados que manifiestas así sus resentimientos, no son los más peligrosos.
Los alienados pueden premeditar largo tiempo su tentativa de homicidio, sobre todo, cuando provienen
de ideas delirantes. Los medios que emplean son los más variados. Los alienados internos fabrican
instrumentos con láminas de metal finamente afiladas y las esconden; de ahí la necesidad de esculcar
diariamente si posible sus vestidos y sus colchones.
Antes y después de cada comida los enfermeros contarán el número de cuchillos. –Cuando se pierde
un cuchillo debe avisársele al médico quien hará practicar las pesquisas necesarias para hallarlo.
En los servicios de mujeres se deben usar las tijeras de punta roma.
Se debe advertir a las familias que está prohibido mandar a los enfermos tijeras, cuchillos y toda clase
de instrumentos que puedan servir de armas.
INCENDIO
Entre los enfermos internos en los asilos muy pocos hacen tentativas de incendio (alienados
incendiarios). Hay enfermos que encienden fuego involuntariamente, por inadvertencia, como, por ejemplo,
fumando escondido en sus camas; pero hay otros más peligrosos, que, obsesionados por la idea de
incendiar, son impulsados a hacerlo por fuerza irresistible. También se ven enfermos que obran bajo la
influencia de un motivo fútil, como por ejemplo, por venganza.
Por ningún motivo se deben dejar al alcance de los enfermos ni fósforos ni cualquiera otro objeto que
pueda producir fuego. Las familias de los enfermos tampoco deben llevarlos bajo ningún pretexto.
Generalmente está prohibido fumar en los dormitorios o en los cuartos.
En caso de incendio un enfermero se apresurará a avisar al vigilante en jefe y después al médico.
Después se abrirán las puertas de las piezas o cuartos ocupados por los enfermos y si hay algún
extintivo o granadas se usarán inmediatamente.
Si el incendio no se apaga con los extintivos, es preciso pasar inmediatamente los enfermos al patio o
departamento vecino; un enfermero de ordenanza los contará a medida que pasen para asegurarse así de
que todos están en seguridad; lo mismo se hará con los enfermos que estén en la cama; a éstos los llevarán
envueltos en sus cobertores. Los enfermeros se pondrán en fila para evitar que los enfermos traten de
evadirse y para tranquilizarlos. Deben evitarse toda clase de gritos para no provocar el desorden y obedecer
a las órdenes de los jefes, sin discusión.
DEL ROBO
Hay enfermos que tienen la manía de robar (kleptomanía). A los enfermeros les queda generalmente
fácil encontrar al culpable. Algunas veces el robo se hace groseramente, por ejemplo, hay ciertos enfermos
atacados de parálisis general que satisfacen sus deseos sin preocuparse de los disgustos que puedan causar
a los otros y roban sin ocultarse; otras veces el robo se hace premeditadamente y con habilidad; en esos
casos el enfermo suele negar rotundamente su acto. La kleptomanía es más común entre las mujeres. No se
debe dejar, pues, a los enfermos ni dinero no objetos de valor para evitar reclamaciones de parte de las
familias.
DE LA EVASIÓN
Entre los alienados hay muchos que sufren al verse privados de su libertad y sin embargo muy pocos
tratan de fugarse. Al contrario de lo que pasa a los prisioneros, los alienados meditan solos el medio de
evadirse; es muy raro que se fuguen dos juntos y aún que uno de ellos favorezca la fuga del otro.
Medios para evitar las evasiones. –Las divisiones de los asilos de alienados deben organizarse de tal
manera que los enfermos no puedan escaparse; los obstáculos que tienen que vencer y la vigilancia de día y
de noche impiden toda tentativa de evasión. Las evasiones tienen lugar principalmente durante los trabajos
en el campo, en los paseos y distracciones (juegos, representaciones teatrales, etc.); pueden también ser
favorecidas por la negligencia de un enfermero que se olvida de cerrar una puerta o de algún obrero que
deja una escalera en una pared.
Hay enfermos que tratan de ganarse al enfermero dándole dinero. Es inútil hablar de la gravedad de
esta falta, pues todo enfermero debe saber que en ese caso, además de la expulsión del Establecimiento, se
le debe denunciará a la policía. Los enfermos fugados pueden cometer un crimen, un delito grave o
suicidarse.
Los enfermos que tienen esta clase de ideas se reconocen fácilmente, porque piden que los dejen salir,
o amenazan, tratan de aislarse, o escriben a la autoridad judicial reclamando contra su secuestración, que
ellos juzgan arbitraria.
Todos los enfermos que traten de fugarse deben señalársele al médico y vigilarlos de una manera
especial.
De lo que debe hacerse en un caso de evasión. –Desde el momento en que se note la ausencia de un
enfermo un enfermero le dará aviso al Director del Establecimiento y otros, designados por el vigilante en jefe
(la Hermana) irán a buscar al fugitivo. Cuando el enfermo tiene ideas suicidas éstos se irán inmediatamente a
los puntos peligrosos (vías de ferrocarriles, tranvías, ríos o quebradas, etc.). Si algunos de los enfermeros
han oído al enfermo palabras que puedan facilitar las pesquisas se las comunicará al vigilante.
Cuestionario sobre la evasión. –En ciertos servicios tienen la costumbre de hacer llenar por en
enfermero encargado de la vigilancia del enfermo una hoja llamada de evasión cada vez que ocurre una
tentativa de esta clase.
Esta hoja se entregará al médico.
CUIDADOS GENERALES
Arreglo general. –Los alienados generalmente se mantienen mal arreglados; la mayor parte de ellos no
se preocuparían de su persona si los enfermeros no los estimulasen a hacerlo.
En los dormitorios reservados a los enfermos calmados y que permanecen levantados durante el día,
hay varios lavados compuestos de canillas y de cubas en donde se lavan los enfermos por turnos. Cada
enfermo debe tener una toalla y todas deben estar marcadas. Por ningún pretexto se debe dejar usar una
servilleta por varios enfermos; únicamente se pueden colocar toallas que no pertenezcan a ningún enfermo
en particular, en ganchos de madera para que allí se sequen las manos.
Los enfermos irán a lavarse desde que se levanten y el enfermero se fijará en el modo como cada uno
se arregla y se encargará de lavarles la cara, el cuello, la nariz, las orejas y las manos a los que no puedan
hacerlo por si mismos; después se encargará del aseo general del vestido, y los zapatos de los enfermos.
CAPITULO III
ASEO DE LOS ALIENADOS
En ciertos casos el enfermero lavará la boca del enfermo con agua jabonada; para hacerlo preparará el
agua jabonada en un bock provisto de un tubo de caucho en cuyo extremo se ajusta una cánula por medio
de la cual se pasa el chorro de agua jabonada sobre las diferentes partes de la boca. Para esto se acostará
al enfermo con la cabeza volteada de tal manera que una de sus mejillas quede sobre la almohada. Se tendrá
cuidado de poner una cubeta debajo de la boca del enfermo para que caiga allí el líquido. Todos los
instrumentos que hayan servido para el aseo o lavado de la boca se desinfectan cuidadosamente con agua
hervida antes de volverlos a usar.
Este aseo de la boca les gusta generalmente a los enfermos que todavía se dan cuenta de que existen;
en todo caso es muy preciso para evitar afecciones graves como anginas, gangrena de la boca, carie en los
dientes y afecciones pulmonares. Los enfermeros le señalarán al médico los enfermos que tienen manchitas
blancas en la mucosa de la boca, más o menos inflamada; esta enfermedad, llamada muguet, se combate
fácilmente lavando la boca con agua Vichy.
Para evitar que los enfermos sometidos a régimen lácteo sientan mucha repugnancia por la leche, se
les hará lavar la boca cada vez que la tengan que tomar.
Arreglo del cabello y de la barba. –Los enfermeros deben tener cuidado de que todos los enfermos se
peinen la barba y el cabello, y cuando éstos no sean capaces de hacerlos por sí solos, ellos se encargarán de
peinarlos, lo mismo que de lavarles la cabeza. Para esto último aprovecharán la hora del baño. Todos deben
lavarse la cabeza con jabón, se secarán después y se frotarán con alcohol al 40º.
Si se trata de una mujer, una enfermera la peinará de trenzas, teniendo cuidado de desenredar bien el
cabello todos los días antes de hacérselas. Cada enfermo tendrá su peine marcado.
Deberes del peluquero. –El peluquero debe motilar los alienados y afeitarlos dos veces por semana.
Cuando un enfermo está débil, debe dejársele el pelo un poco largo.
El peluquero trabajará en una sala especial, llamada tocador o de los lavabos. Está expresamente
prohibido hacerlo en los comedores, dormitorios, salas de reunión o en los patios de recreo.
El vigilante o enfermero en jefe señalará al peluquero los enfermos agitados, peligrosos o que tengan
ideas suicidas, y se pondrá un enfermero especial para que los vigile mientras los afeitan y motilan. Para
estos enfermos se empleará la navaja de seguridad.
El peluquero no debe dejar nunca sus instrumentos al alcance de los enfermos.
Arreglo de las uñas. –Los enfermeros deben procurar que los enfermos mantengan las uñas muy
limpias; cuando éstos sean incapaces de ocuparse en el arreglo de su persona ellos se las cortarán y
limpiarán, pero en caso contrario dejarán que cada enfermo lo haga por sí mismo. Los enfermos agitados
deben tener las uñas muy cortas para que no puedan hacerse daño con ellas, y para arreglárselas
aprovecharán el momento del baño cuando estén un poco blandas por el agua. Las uñas de los pies las
cortarán cuadradas y un poco largas para que no se les encarnen; las de las manos las dejarán un poco
redondas.
Cuidados de los callos. –Los callos deben cortarse también en el momento del baño; cuando el agua
los haya reblandecido un poco, los frotarán con la piedra pómez; y durante ocho días los tratarán de modo
siguiente: todos los días por la mañana y por la tarde los enfermeros pondrán sobre los callos con la punta
de un palito delgado una capa de callicida que se evapora rápidamente; pasado este tiempo, les harán dar
un baño de pies y cuando el callo esté blando levantarán la capa callicida; si el callo no se levanta con ella,
basta frotarlo con la piedra pómez para levantarlo completamente.
Cuidados que se deben tener con los ojos. –Los alienados, sobre todo los sucios o gatosos sufren con
frecuencia de inflamaciones en los ojos. Cuando les empieza la inflamación se les ponen rojos y luégo se
cubren con una costra amarillenta; esta enfermedad que muchas veces toma características de epidermis,
puede evitarse simplemente haciendo que los enfermeros se preocupen del aseo de los enfermos. Desde que
le notan a un enfermo los ojos rojos deben indicárselo al médico.
Los cuidados de los ojos varían según el caso. Muchas veces la inflamación desaparece lavándolos con
agua tibia boricada. El enfermero empleará un tapón de algodón para cada ojo, y nunca el mismo en ambos
ojos o en los de otros enfermos, porque estas enfermedades oculares son contagiosas, y tendrá cuidado de
lavarse las manos antes y después de la operación.
Cuando la inflamación de los ojos es grave, se aplicarán colirios en los ojos con un pincel o con un
cuenta gotas.
Aseo genital. –Cuando los enfermos no se bañan todos los días, deben hacer la limpieza genital todas
las mañanas. En los lavabos pondrán agua hervida a la disposición de los enfermos. En los servicios de
mujeres deben tener además varios bocks. Cuando les ponen inyecciones a los enfermos deben tener una
cánula para cada uno. Las inyecciones no las pondrán sino con agua tibia.
Las enfermas en el momento de sus reglas deben tener una servilleta especial sujeta con un cinturón.
Parásitos. –Los enfermeros deben saber cuándo los enfermos tienen parásitos; éstos aparecen bajo la
piel o en el tubo digestivo.
1º. Parásitos de la piel. –El enfermero debe señalar al médico cuáles individuos tienen lesiones de
rasguñaduras. Cuando el enfermo se está bañando o cuando se cambia la ropa, es cuando más fácil saber si
tiene señales de arañazos.
Los parásitos aparecen sobre todo a nivel de las regiones del cuerpo cubiertas de pelos. Las
principales afecciones que determinan son la sarna y la tiriasis.
Sarna. –La sarna se debe a un insecto llamado sarcopte que cava la piel en pequeños surcos para
poner allí sus huevos. En las palmas de las manos, las plantas de los pies, en la parte anterior de las
muñecas, en los sobacos y en las nalgas es donde viven los parásitos. La sarna se manifiesta por picazón
violenta, sobre todo por la noche, y se contagia de hombre a hombre con contacto directo o por los vestidos
y avíos de cama.
Esta enfermedad se trata por medio de la fricción que consiste en las siguientes operaciones:
1º. Sobar el cuerpo con jabón negro, principalmente en las partes en donde la picazón es más viva,
durante un cuarto de hora;
2º. Darle un baño sulfuroso de veinte minutos;
3º. Untarle en el cuerpo pomada d´Helmerich o de bálsamo de Perú y no quitarla antes de vestirse;
4º. Darle un baño al cabo de veinticuatro horas.
A los dos días se volverá a hacer este mismo tratamiento. Cuando se somete un enfermo a esta
frotación, se le cambiará la ropa, los vestidos, los avíos de cama y se desinfectarán sus colchones.
Tiriasis. –Se da este nombre a las enfermedades de la piel determinadas por los piojos. Hay tres clases
de piojos: los piojos de cabeza, las carangas y los del pubis (manetas).
Los piojos de cabeza viven en el cabello; los piojos hembras ponen huevos adheridos a los cabellos y
que se llaman liendres. Estos huevos minúsculos, blanquecidos y adheridos a los cabellos como frutos a una
rama, se ven fácilmente.
Las carangas se encuentran principalmente en la regiones del cuerpo que están cubiertas por la ropa
(cintura, espaldas).
Los piojos del pubis llamados también manetas o morpiones, habitan sobre todo en los pelos del pubis,
pero también se encuentran en los sobacos.
Estos parásitos producen picazones vivas, sobre todo por la noche y ocasionan lesiones y raspaduras.
Comúnmente se encuentran en las personas sucias, pero se pueden contaminar hasta las más limpias; de
aquí proviene la necesidad de revisar cuidadosamente a todos los enfermos que entran en los asilos para
destruír estos parásitos si hay indicios de ellos.
Para hacer desaparecer las carangas no se necesita sino prodigarle al enfermo los más elementales
cuidados de aseo como baños sulfurosos, cambio de ropa y de vestidos.
Los piojos de la cabeza se destruyen lavando la cabeza y el cabello con alcohol alcanforado o con
vinagre caliente que destruye al mismo tiempo los huevos o liendres.
Para destruir los piojos del pubis primero se jabona fuertemente la región y después se le pone
ungüento mercurial que se deja durante veinticuatro horas. Para quitar la pomada se jabona de nuevo.
Lombrices intestinales. –El intestino encierra muchas veces lombrices que se arrojan con las materias
fecales. El enfermero debe saber distinguir al menos la más común que es la lombriz solitaria o tenia.
La lombriz solitaria aparece en las materias fecales en forma de una cinta blancuzca más o menos
larga, dividida en varias partes por rayas transversales en forma de un pequeño rectángulo de casi un
centímetro de altura; a cada uno de ellos se le da el nombre de anillo. Hay individuos que no arrojan estos
anillos con las materias fecales sino a cualquier hora del día y sin darse cuenta de ello. Los anillos caen sobre
los pantalones del individuo.
La lombriz solitaria se propaga por medio de carnes mal cocinadas. La larva que se transforma en el
intestino en lombriz solitaria vive en los músculos de los animales, principalmente en el puerco y en el buey.
Deben indicarle al médico todos los enfermos que tengan tenia. Los anillos de la solitaria se llenan de
huevos que pueden mezclarse en polvo y caer en los alimentos. La absorción de estos huevos produce en el
hombre afecciones muy graves.
Cuando se le da un vermífugo a un enfermo que tenga tenia se tendrá cuidado de que éste se
desocupe en un vaso que tenga agua tibia. La lombriz solitaria tiene varios metros de largo y es preciso
evitar que se rompa en el momento en que se arroja; todas las materias que arroje el enfermo se examinarán
con mucho cuidado; es preciso que arroje la cabeza de la tenia para poder considerar como curado al
enfermo. La solitaria disminuye a medida que se acerca a la cabeza, ésta no es más gruesa que la cabeza de
un alfiler.
CAPÍTULO IV
FUNCIONAMIENTO DIARIO DE UN SERVICIO DE ALIENADOS
PAPEL DE LOS ENFERMEROS
Servicio de vigilancia contínua. –Los enfermeros deben obedecer en todo al Vigilante en Jefe (la
Hermana) y prestar los diversos servicios que les ordene, como servicio de cocina, de ropería, etc. Todo acto
de insubordinación merece la expulsión.
Los alienados deben estar vigilados a cada instante y en todas partes. En cada división se organizará
un servicio de vigilancia continua en las salas de reunión, en los patios, jardines y retretes, al cuidado del
Vigilante en Jefe y bajo su responsabilidad. Para que no le toque a un mismo enfermero vigilar dos días
seguidos el mismo lugar, se establecerá el relevo.
Si una parte de los enfermos está en el patio y otra en la sala de reunión, se pondrán dos enfermeros
de guardia.
El enfermero de guardia empieza su servicio a la partida del trasnochador y lo deja a la llegada de este
último. Todos los días pondrá su nombre en la cartera del Vigilante; no comerá con los otros enfermeros y no
dejará su servicio sino cundo sea reemplazado por el Vigilante en Jefe o por otro enfermero designado por
este último.
En la División de agitados, ya sea que estén en el patio o en las salas de recreo, debe haber dos
enfermeros de guardia simultáneamente.
Los enfermeros no estarán nunca juntos, sino al contrario alejados el uno del otro.
En las salas donde los enfermos permanecen acostados, la vigilancia se hará estrictamente de noche y
de día, por enfermeros de guardia responsables; están exclusivamente encargados de vigilar y de cuidar a
los enfermos que les están confiados. A los enfermeros de guardia les está prohibido jugar, leer, o
entregarse a cualquiera otro trabajo; tampoco deben salir afuera, ni abrir las puertas no ocuparse en los
trabajos de la casa. Durante ciertas ausencias obligatorias como la salida a comer, etc., serán reemplazados
por otros enfermeros designados de antemano para ello.
Los Vigilantes en Jefe de la División en donde se encuentran las salas de vigilancia continua,
organizarán bajo su responsabilidad el relevo de los enfermeros, y escribirán en su informe todos los días los
nombres de los enfermeros de guardia de las salas de acostados.
Les está prohibido a los enfermeros entregar las llaves a los enfermos de las salas que se les ha
confiado, aun a los convalecientes. Debe vigilar con mucho cuidado que ninguno de ellos las coja.
En los asilos modernos, las salas de vigilancia continua, las salas de baño y en general todos los
apartamentos destinados a los enfermos están provistos de timbres que se comunican con timbres eléctricos
colocados en los apartamentos vecinos y en las salas del personal para que los enfermeros de guardia y los
vigilantes puedan así pedir ayuda en caso de alarma sin tener que dejar su puesto.
Enfermero curandero. –En cada servicios hay un enfermero llamado Practicante que hace parte
generalmente del servicio de la enfermería y que está encargado más especialmente de prodigar a los
enfermos ciertos cuidados médicos, como las curaciones, los masajes, de poner ventosas e inyecciones
subcutáneas de suero y de líquidos medicamentosos. Cuando falte el bañista, él preparará los baños y
administrará las duchas; le ayudará al médico en las operaciones sencillas que se hagan en el servicio
(sangrías, abertura de accesos, etc.), a él le toca ver que todos los instrumentos estén listos y desinfectados
por la ebullición, preparar las cubetas, los líquidos antisépticos y los objetos necesarios para la curación;
también se encargará de limpiar los instrumentos de cirugía y de ver si están en buen estado.
Organización del servicio de vigilancia nocturna. –El servicio nocturno comienza a las ocho de la noche
y termina a las seis de la mañana.
Hay asilos en donde el servicio nocturno consiste en hacer pasear a un vigilante en todas las Divisiones
cada hora. Esta organización es mala, pues los enfermos tienen tiempo en el intervalo de las rondas de
suicidarse o de cometer actos peligrosos. El servicio nocturno en cada División debe confiarse a vigilantes
quienes no se quitarán de su puesto un solo instante.
Al empezar su servicio, los vigilantes nocturnos preguntarán a los subvigilantes de las Divisiones que
les están confiadas, qué particularidades hay en el servicio como, por ejemplo, si hay enfermos que necesitan
vigilancia especial, etc., y por la mañana al retirarse darán asimismo cuenta de los acontecimientos que han
tenido lugar por la noche. El vigilante en Jefe, los subvigilantes y los vigilantes nocturnos deben estar al
corriente de lo que pasa durante las veincuatro horas, relativo a los enfermos.
En los servicios donde hay aparatos registradores o cronómetros, los vigilantes nocturnos, cualquiera
que sea la División a que pertenezcan, hacen anotación cada quince minutos. Los vigilantes en jefe reglan los
cronómetros y deben poner su relación diaria con los cuadrantes inscripciones.
Durante su servicio, los vigilantes nocturnos administran a los enfermos los remedios prescritos; vigilan
y anotan todo lo que pasa en el servicio, apuntan los nombres de los agitados y bulliciosos y de los que
padecen insomnio; atienden a los que los llaman y les dejarán satisfechos en cuando les sea posible y
tranquilizan a los que están alucinados o que tienen miedo. Deben tener también bebidas para darles a los
que se sientan enfemosos.
Pondrán agua en los calentadores de los que tengan frío; ayudarán a los que lo necesiten a levantarse
para satisfacer sus necesidades y levantarán a la vacinilla varias veces en la noche a los gatosos que no
duermen. Tendrán ropa lista para cambiarla a los enfermos que se mojen, y cuidarán y vigilarán de una
manera especial a los epilépticos para que no mueran ahogados en el curso de una crisis y a los que tienen
fiebre o alguna afección general.
La vigilancia de los locales en lo que respecto a la seguridad de las puertas y ventanas, a la ventilación,
temperatura y alumbrado, corresponde también a los vigilantes nocturnos. Estos cuidarán de que nadie fume
en los dormitorios.
En caso de incidentes, accidentes, violencias, fugas, suicidios, enfermedades imprevistas, etc., el
vigilante nocturno hará levantar a un enfermero y avisará al jefe de los vigilantes nocturnos quien decidirá si
hay necesidad de llamar al vigilante en jefe.
Mientras esté de vigilancia, el vigilante nocturno evitará toda clase de ruido o maniobra que pueda
despertar a los enfermos. Usará pantuflas y por ningún motivo fumará en los dormitorios o en los cuartos.
Cada vigilante nocturno dejará por la mañana la relación escrita de los acontecimientos de la noche.
De los deberes del enfermero Jefe de División.
El enfermero Jefe de División, llamado también Subvigilante, está encargado de hacer practicar la
limpieza o aseo de los enfermos y de los diversos locales, incluso los excusados, como también de dirigir a
los enfermeros y de tratar de que sean dulces, educados y previsivos.
A él le corresponde especialmente administrar los remedios prescritos, y hacerlos tomar en su
presencia; cuando un enfermo se niegue a tomarlos se lo enseñará al médico. Sólo él debe manejar las llaves
del armario de farmacia.
El enfermero Jefe de División anotará cada día los enfermos que se hayan bañado.
La enfermera Jefe de División manejará todos los días una cartera llamada menstruación en la cual
pondrá los nombres de las enfermas que están en regla. Todos los meses lo entregará ala Vigilante en Jefe,
la cual indicará al médico las enfermas que habiendo sido muy regulares presentan un retardo.
El Jefe de División le dará cuenta al médico, en su visita, de los diversos accidentes acontecidos en el
servicio.
En su cartera de apuntes diarios, no se limitará a dar una simple lista de los enfermos agitados o
deprimidos, sino que en pocas palabras anotará las particularidades interesantes. Anotará los individuos en
quienes la agitación se haya calmado de una manera súbita, los que tienen lengua seca, el rostro encendido,
la respiración precipitada y la piel ardiente, etc. Indicará también los enfermos que tengan contusiones o
llagas y apuntará los nombres los enfermos de guardia.
Si el médico lo exige, dará una nota diaria sobre algún enfermo que sea objeto de observación especial.
No dejará entrar al Departamento personas desconocidas sino que las hará llevar donde el Vigilante en
Jefe.
Estará al cuidado de que los enfermos no manejen ningún instrumento peligroso, como navajas, tijeras,
navajas de afeitar o fósforos, etc. Después de cada comida contará los cuchillos y cuidará de que los
enfermos no puedan encontrar ni clavos, ni pedazos de vidrio, etc. Intervendrá en toda discusión que haya
entre los enfermos.
Por la mañana después de la partida del Vigilante nocturno y por la tarde antes de la llegada de éste,
contará los enfermos para que esté seguro de que todos están presentes.
El Jefe de División no saldrá a nada sino que mandará a los enfermeros a la farmacia o a cualquiera
otra parte por lo que se le ocurra. Le está formalmente prohibido ausentarse por ningún pretexto los días de
visita del médico o los días de visita de los enfermos. Cada vez que un Jefe de División se vea obligado a
ausentarse le avisará al enfermero para que lo reemplace y le dará instrucciones. Este está obligado a
reemplazarlo hasta que aquél venga y será responsable de la vigilancia.
Cuando haya necesidad de hacer entrar un trabajador a la División, el Jefe de ella pondrá un enfermero
encargado exclusivamente de vigilar a los enfermos para que no cojan ni los útiles ni lo demás que él haya
introducido para trabajar; tendrá cuidado además de que no lleve bebidas alcohólicas. Sin permiso o
mandato del médico no debe cambiar de dormitorio ni de cama a ningún enfermo.
Cuando le lleven un enfermo de otra División, examinará si lleva contusiones y pedirá las indicaciones
concernientes a los remedios que haya que hacerle, al régimen alimenticio y las particularidades interesantes
relativas al estado mental, a las reacciones, etc.
El Jefe de División le dará cuenta al Vigilante en Jefe de las faltas cometidas por sus subordinados; de lo
contrario se hará partícipe de la culpa de los enfermeros.
El Vigilante en Jefe y los Subvigilantes manifestarán siempre un carácter benévolo pero firme delante de
los enfermeros; les indicarán sus deberes y evitarán toda familiaridad impropia. No aceptarán regalos de
parte de sus subordinados a fin de poder conservar más fácilmente su autoridad y su independencia.
El Jefe de División cuidará de que los enfermeros no de presten para ningún tráfico como llevar
bebidas, dulces, objetos de tocador y otras cosas. todas las compras deben hacerse por conducto del
Vigilante en Jefe o del Síndico.
Vigilará a los enfermos para que no hagan mal uso de los alimentos, de los vestidos o de los remedios
y para que no se presten o cambien objetos de tocador, como toalla, peine, brocha, etc.
Les está prohibido a todos los agentes entregarse a algún trabajo personal durante el tiempo que
están de servicio, lo mismo que lavar, remendar la ropa, tener animales o fumar en las salas.
De los deberes del Vigilante en Jefe (Hermana)
El Vigilante en Jefe llamado en ciertos establecimientos Vigilante general, debe vigilar de una manera
especial todo lo que se refiera al servicio médico.
Debe estar al corriente de toda clase de incidentes que ocurran relativos a los enfermos, al personal o
al local. El es el intermediario directo entre el médico y los diferentes servicios.
Antes de la visita médica organizará o arreglará lo siguiente:
A. La hoja de movimiento de población que comprende el movimiento interior y el movimiento general.
El movimiento interior se arregla por Divisiones. Comprende todos los cambios que haya habido en los
departamentos y el número de camas vacías.
Se apuntará el número de ataques de epilepsia sufridos por los enfermos, el número de agitados que
han tenido camisa de fuerza y que hayan estado encerrados en los cuartos de aislamiento, y el número de
los que han sido destinados para trabajar, para pasear y para oír la misa el domingo. Se indicará también el
número de baños y de ducha que se hayan dado desde la víspera. Para esto se emplean generalmente hojas
impresas como la que se pone de modelo.
MOVIMIENTO GENERAL
Enfermos que existían la víspera
NÚMERO DE ENFERMOS
MUDANZAS GENERALES
Entró ............................................
Total .........................................
Salió .............................................
Murió ............................................
Total ..........................................
Quedan en la visita de este día
MOVIMIENTO INTERIOR
MUDANZAS INTERIORES
Enfermerías
Presente la víspera .......................
Entró .........................................
Total .............................
Salió ..............................................
Murió .............................................
Total .............................
Presente en la visita de ese día
Gatosos
Presente la víspera .......................
Entró .........................................
Total ..........................
Salió...............................................
Murió.............................................
Total ...........................
Presente a la visita de ese día
MOVIMIENTO INTERIOR
Epilépticos
Presente la víspera.......................
Entró el ....................................
NOMBRES DE LOS ENFERMOS
MUDANZAS GENERALES
Total ..........................
Salió .............................................
Murió ...........................................
Total .........................
Presente en la visita de ese día
Número de ataques de epilepsia
Agitados
Presente en la víspera ..................
Entró .......................................
Total ........................
Salió ..............................................
Murió ............................................
Total .......................
Presente a la visita de ese día.
Agitado con camisa de fuerza.
Puesto
en
los
cuartos
de
aislamiento ...................................
DIVERSAS OCUPACIONES
Número de enfermos designados para el trabajo:
Manual .................................................
Intelectual .............................................
Para pasear...........................................
Para asistir a la misa ............................
Número de camas desocupadas .............................
Hidroterapia:
Baños ordinarios ...................................
NÚMERO
Baños de asiento ...................................
Duchas de lluvia .....................................
Duchas locales .......................................
B. Una relación sobre el servicio y la policía de los enfermos.
Esta relación además de resumir las diferentes relaciones que hayan hecho los enfermos Jefes de
División, debe tener también un carácter personal, es decir, el Vigilante en Jefe debe indicar en ella sus
propias notas y la comprobaciones que haya hecho en sus diversas inspecciones.
En esta relación debe indicar:
a. Los enfermos que hayan estado en jaula; los que han sido cambiados de División, los que
hayan estado con camisa de fuerza, los agitados y los que hayan herido, destrozado la ropa,
turbado el orden, etc.
b. Los que no han querido comer y los que han tratado p hablado de suicidarse, fugarse, etc.
c. Las infracciones que haya habido en el servicio médico y la conducta de los enfermeros en lo
concerniente a sus relaciones con los enfermos;
d. Las visitas que hayan recibido los enfermos;
e. Observaciones generales.
Pondrá también los cuadrantes señalados en los aparatos de registro de los Vigilantes nocturnos y los
unirá con alfileres a la relación anterior. El Vigilante en Jefe o el Jefe nocturno debe tener la llave de estos
aparatos y se encargará de reemplazar los cuadrantes todos los días. Esta operación no se le confiará a
nadie.
Debe vigilar:
1º. La limpieza de los locales;
2º. El personal del día y los Vigilantes nocturnos; el sostenimiento del buen orden y de la disciplina, y
asistirá de vez en cuando a la levantada, acostada y a las comidas de los enfermos;
3º. La limpieza y la conducta de los enfermos;
4º. La distribución de los alimentos y de los remedios y cuidará de que se observen todas las
prescripciones del Médico.
El Vigilante en Jefe preparará y hará firmar por el Médico: 1º. Los bonos concernientes a las
necesidades del servicio como la luz, las reparaciones y los objetos necesarios para el aseo; 2º. Los bonos
concernientes a los objetos para el uso de los enfermos como calzado, vestidos, artículos de tocador.
Recibirá las familias de los enfermos en el locutorio los días de visita.
Recibirá a los enfermos que lleguen al asilo y los hará llevar a la División que les haya designado el
Médico; le avisará al Médico la llegada de los enfermos y le pondrá al corriente de los que sea necesario que
sepa acerca de ellos.
El Vigilante en Jefe hará diariamente los siguientes registros:
1º. Registro para la entrada de los enfermos;
2º. Registro para la salida de los enfermos;
3º. Registro de los muertos;
4º. Registro para el efectivo;
5º. Registro para las visitas hechas a los enfermos (Deben indicarse los nombres de los visitantes y sus
direcciones).
6º. Registro para las prohibiciones de visita
7º. Registro de las prescripciones de duchas y baños.
8º. Registro para apuntar el número de veces que ha habido necesidad de aplicar la camisa de fuerza y
demás medios de contención. Los enfermeros de las divisiones le darán aviso diariamente al Vigilante en Jefe
sobre el particular.
9º. Registro del dinero que los enfermos manejan en el bolsillo.
10º. Registro de las cuentas de los gastos hechos por los enfermos. En cada división el enfermero en
jefe anota el estado de estos gastos y lo muestra al Subvigilante en Jefe quien lo hace revisar por el médico.
11º. Registro para anotar lo siguiente: el dinero, los dijes, los valores y demás objetos que se hayan
encontrado a los enfermos a su llegada y que hayan sido puestos en la entrada. Cada vez que se deposite
algo, el Subvigilante debe exigirle un recibo al Recaudador.
12º. Registro para la entrada de los enfermeros;
13º. Registro de las salidas;
14º. Registro de las licencias;
El Vigilante en Jefe hará diariamente:
1º. La lista de los accidentes epilépticos e histéricos;
2º. Las hojas de peso;
3º. Los estractos de la relación: estos extractos son individuales. Todas las mañanas el médico indicará
en la relación de cada enfermero en Jefe de División las observaciones y los incidentes que deben alistarse.
4º. Las listas de los boletines de salud.
5º. En los servicios de mujeres, la Subvigilante en Jefe establece las hojas de reglas según los
cuadernos de menstruación que le entregarán todos los meses las enfermeras Jefes de División, e indicará en
ellas la fecha en que principiaron y terminaron las épocas menstruales. Debe haber una hoja para cada
enferma; las enfermas que no han enfermado serán señaladas al Médico.
Para anotar los períodos menstruales puede emplearse el método gráfico. El modelo que se pone en
esta hoja y que es muy práctico es el que se usa en el servicio del Dr. Toulouse. Las hojas de menstruación
deben mostrarse al médico.
AÑO
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31
Enero
Febrero
Marzo
Abril
Mayo
Junio
Julio
Agosto
Septiembre
Octubre
Noviembre
Diciembre
INSTRUCCIONES GENERALES DIARIAS
La visita médica
En cada división debe haber dos cuadernos llamados de visita el uno y de botica el otro, que serán
manejados por el enfermero Jefe de División (Hermana), quien los presentará al médico cuando esté en su
visita.
El cuaderno de visita está dividido en dos series: la una para los días pares y la otra para los impares.
En ellos se inscriben nominalmente las prescripciones alimenticias, farmacéuticas y médicas de toda clase
que necesiten los enfermos que se hallan sometidos a un régimen especial. El número de enfermos
sometidos a régimen común de indicará en el bloque.
El cuaderno de botica contiene nominativamente las prescripciones farmacéuticas, y el de día o diario
reproduce fielmente las que se hayan ordenado la víspera; el médico hará los cambios que sean necesarios
según el estado de los enfermos cuando haga la visita y firmará los cuadernos.
Inmediatamente después que éste haya salido se llevará al ecónomo el cuaderno de visita para quitarle
las prescripciones alimenticias, después de lo cual se volverá a llevar a la División a que pertenezca.
El cuaderno de botica se llevará a la botica y su durante el día algún enfermo se siente indispuesto, el
interno de guardia le prescribirá algún remedio escrito en un bono en que diga urgente. El enfermero llevará
este bono a la botica y allí esperará a que se lo despachen.
El Vigilante en Jefe debe acompañar al Médico a todas partes durante la visita. Asistirá a los
interrogatorios que el Médico les haga a los enfermos, escuchará atentamente las recomendaciones que
haga y tomará nota de ellas si es necesario. Durante todo el día estará al cuidado de que todas ellas se
cumplan exactamente.
El Jefe de División hará que se queden acostados todos los enfermos que desde la víspera o por la
mañana hayan sentido algunas indisposición o malestar; les pondrá el termómetro y enviará a la botica una
muestra de la orina; también tendrá cuidado de conservar los esputos, los vómitos y la evacuación.
Cuando el Médico llega a la División el enfermero le debe dar cuenta de los diferentes incidentes que
hayan tenido lugar desde la víspera, le presentará su relación diaria y le indicará los enfermos que deseen
hablar con él.
Durante la visita el personal guardará silencio y no interpelará a los enfermos ni se mezclará en la
conversación que éstos tengan con el médico, a menos que lo inciten a ello; tampoco contestarán por los
enfermos cuando el Médico les pregunte algo. Cuando uno de los subvigilantes o enfermeros tengan algo
que preguntarle esperarán a que el Médico esté solo.
Administración de los remedios. –(Armario para los remedios).
Después de la visita médica el farmacéutico (Hermana) entregará a los enfermeros los remedios
destinados a los enfermos; pero si éstos tienen medicamentos peligrosos no se les entregaran sino al
Practicante para que él mismo se los aplique a los enfermos.
El enfermero llevará los remedios del servicio de farmacia a las Divisiones en frascos especiales, y por
ningún motivo llamará a los enfermeros para que le ayuden a llevarlos sino que él mismo los entregará al
enfermero Jefe de División, quien examinará si falta algo y los guardará en el armario de los remedios que
deberá estar siempre con llave. Esta llave la manejará él solamente y cuando se ausente no se la entregará
sino al enfermero encargado de reemplazarlo y por la noche al vigilante nocturno. Cada vez que tenga que
ausentarse se asegurará de que el armario está bien cerrado. Estos a su vez no se la prestarán a nadie,
pues la persona que la maneja es responsable si sucede algo.
A los remedios inofensivos se les pondrá un tiquete blanco y a los peligroso uno rojo; los tóxico tendrán
uno rojo en que diga Veneno o Tóxico.
En el armario de los remedios debe haber remedios de provisión además de los que se necesitan para
el día. Todos deben estar bien arreglados por categorías en compartimientos para que no haya confusión al
usarlos. Es una imprudencia poner los remedios peligrosos con los inofensivos.
Los armarios de los remedios deben tener tres compartimientos: uno para los remedios peligrosos o
venenosos, que llevará tiquetes rojos y que se mantendrá cerrado con llave; otro para los que se necesiten
cada día y que tendrán tiquetes blancos; y el último destinado a los objetos y materiales para curaciones y
operaciones.
La solución de sublimado (tiquete rojo) debe tener un color azul o violeta y la solución de ácido fénico
un color rosa.
Los enfermeros no deben nunca pasar el líquido de un recipiente a otro no cambiar o modificar los
tiquetes de los recipientes o de los paquetes.
El enfermero en Jefe (Hermana) o el Practicante administrarán los remedios según las indicaciones que
tengan en su cuaderno de farmacia. En el intervalo de su uso los pondrán en el armario de los remedios que
se debe mantener cerrado con llave; lo único que se puede dejar al alcance de los enfermos son las tisanas.
Los enfermeros deben cuidar de que los enfermos no acumulen remedios y el enfermero Jefe de
División hará que éstos se los tomen delante de él, y cuando sea preciso hacer tomar una píldora a un
enfermo se asegurará de que se la ha tragado bien, pues hay individuos que guardan las píldoras para
envenenarse después.
Deben tratar de cumplir exactamente las prescripciones médicas sin discutirlas o apreciarlas y por
ningún caso deben prescribir remedios por su propia cuenta, ni cambiar los de unos por los de otros. Ha
habido casos en que el enfermero da a un enfermo agitado la poción calmante destinada a un enfermo más
calmado; esto no debe hacerse pues suele tener malos resultados. Cuando se ocurra ordenar algo fuera de
lo que el Médico ha prescrito se debe llamar al Médico o al Practicante.
Cuando se quede un remedio sin empezar se guardará en el armario de los remedios o se llevará a la
farmacia.
Las operaciones y curaciones siguientes pueden hacerlas el enfermero o la enfermera; aplicar
cataplasmas, tintura de yodo, aplicación de vejigatorios, gárgaras, colirios, fumigaciones, inyecciones ,
lavados vaginales, nasales, auriculares o lavados bocales, curaciones, aplicar sinapismos, poner y sajar
ventosas, sanguijuelas y en fin, en ciertos casos especiales el cateterismo de la uretra.
ALIMENTACIÓN DE LOS ENFERMOS
El Médico debe indicar el régimen alimenticio de cada enfermo. La composición de los principales
regímenes es así:
Régimen normal o común: carne (cocida o asada), arroz, papa, yuca, plátano, etc., en cocido –maíz en
arepa y mazamorra; panela, en bruto o en bebida –frisoles (cocidos con carne de marrano o con tocino),
cacao (chocolate).
Régimen de superalimentación: como el anterior y huevo, y leche tres veces al día: por la mañana, a
medio día y por la noche. Los agitados deben tomarla de noche. Pan de trigo.
Régimen de leche: 2 ½ litros de leche únicamente, para los hombres, 2 litros para las mujeres; 250
gramos (un vaso común) cada 2 horas.
Régimen de los dispépticos. –Uso moderado de arepa y de pan, leche al desayuno, carne asada, sango
de papas, dos huevos.
Régimen lacto-vegetal. –2 litros de leche, 4 huevos, sango de papas, arroz cocido, yuca, plátanos, etc.
Régimen líquido (para deprimidos, paralíticos, etc.) Leche, caldos, cremas, huevos tibios, y claro,
chocolate, etc.
SERVICIO DE MESA
Media hora antes de comer, los enfermeros ayudados por los enfermos ponen en la mesa los cubiertos
y distribuyen en cada puesto el pan, la tisana o el agua. En las divisiones de agitados el cubierto se compone
únicamente de un jarro y de platos de metal.
Pocos minutos antes de servir la comida el enfermero en Jefe manda a varios de los enfermos con uno
o más enfermeros a traer los platos de la cocina, y como la entrada a ella está prohibida el cocinero se los
pasará por un torno destinado a esto. Mientras tanto los demás enfermos entrarán al comedor y se sentarán
en la mesa. La distribución de los platos la harán los enfermeros por Divisiones sirviendo los platos a medida
que los van trayendo para que no se enfríen.
No deben afanar a los enfermos para que coman aprisa sino que, por el contrario, les deben dejar todo
el tiempo que necesiten para comer con tranquilidad, y salvo excepciones especiales les dejarán escoger a
ellos mismos sus compañeros de mesa.
Los enfermos que por su modo de comer son molestos o repugnantes a sus vecinos deben colocarse
en una mesa aparte lo mismo que los violentos o irascibles y los impulsivos.
Los enfermeros deben poner especial cuidado en que la comida de los enfermos impotentes no esté
muy caliente, en que no les falte nada y en partirles la carne en menudos pedazos para que la puedan tragar
fácilmente. También deben fijarse en que los demás enfermos hagan lo mismo.
En una de las cosas en que más deben esmerarse es en el modo de servirles la comida. En primer
lugar examinarán si los cubiertos y los platos están bien limpios y luégo empezarán a servir la comida
teniendo cuidado de no mezclar alimentos diferentes en un mismo plato y que hasta donde sea posible sean
del gusto de los enfermos; cuidarán también de que éstos no guarden comida en sus bolsillos.
En cada división habrá cierto número de enfermeros que comen con los enfermos para que después
puedan reemplazar a los otros mientras van a comer.
Después de cada comida lavarán y arreglarán bien la vajilla y el enfermero en jefe (Hermana) contará
los cubiertos. Si nota que falta algún cuchillo o tenedor lo hará buscar inmediatamente y si es preciso hará
esculcar a los enfermos. Solamente los enfermos calmados podrán usar cuchillos, pero con la punta roma y
gruesa. Cuando por el uso de hayan puesto cortantes se cambiarán por otros.
Cuando un enfermo no quiera comer o coma muy poco se le avisará al médico, quien resolverá si hay
que alimentarlo artificialmente. En la relación diaria del enfermero en Jefe de División se hará mención de
esto.
Cuando un enfermero le quite a los enfermos algún alimento en su presencia, será expulsado del
Establecimiento.
HIGIENE GENERAL DE LOS LOCALES
Por la mañana, después de que los enfermos se levanten, se abrirán todas las puertas y ventanas de
los dormitorios y se dejarán las camas destendidas por lo menos una hora, para que se tilen bien.
Los salones se dejarán ventilar mientras los enfermos están en la mesa y los comedores después de
cada comida. En todos los salones desocupados se dejarán abiertas las ventanas.
Cada tres meses se limpiarán las mesas de noche con una solución de carbonato de soda y después de
secarlas al sol se les pasará escencia de trementina. En los asilos de alienados estas medidas han caído en
desuso poniendo en su lugar asientos con baldes higiénicos.
Los excusados deben mantenerse muy limpios y provistos de papel cortado. Cada vez que un enfermo
sale del excusado los enfermeros se asegurarán de que haya hecho funcionar la caja del agua.
Al barrer los locales cuidarán de no levantar polvo barriendo con mucho cuidado y al abrigo de las
corrientes de aire. La basura no se hechará al patio sino al fuego; si los pisos se prestan para ello es
preferible no barrer sino pasarles un trapo mojado.
En todas las salas debe haber un buen número de escupideras las que se lavarán todos los días
teniendo cuidado de mantenerlas muy limpias y húmedas. Estas no se pondrán en corrientes de aire.
Todos los días sacudirán los muebles pero lo harán con un trapo destinado para ello pues por ningún
motivo deben usar en esto las toallas ni las servilletas.
ACOSTADA Y LEVANTADA
Los vigilantes del día se levantarán media hora antes de los enfermos para poder vigilarlos; los
vigilantes nocturnos los acompañarán media hora y les ayudarán a vestir y lavar a los enfermos que por su
inconsciencia o impotencia no puedan hacerlo solos.
Cuando ya todos los enfermos estén lavados y arreglados abrirán los dormitorios y destenderán las
camas para que se ventilen.
Por la noche los enfermeros tendrán cuidado de que los enfermos se desvistan completamente antes
de acostarse y ayudarán a los que no puedan hacerlo. Los enfermos no deben ponerse para acostarse sino
la camisa, y cuando ya todos estén acostados los enfermeros guardarán la ropa que se quiten en su armario
con llave, después de lo cual harán una vuelta por el dormitorio para asegurarse de que todo está en orden.
El Vigilante en Jefe debe vigilar la levantada, la acostada y las comidas de los enfermos.
ROPA DE CUERPO Y DE CAMA
Los enfermeros y los Jefes de División vigilarán el modo de vestirse los enfermos. Los deprimidos y los
paralizados deben estar muy cubiertos; los agitados se pondrán al contrario vestidos ligeros y ninguno usará
vestidos muy ajustados.
El cambio de los vestidos y de la ropa de cama se hará del modo siguiente:
Las camisas, pañuelos, medias y delantales, etc., se cambiarán una vez por semana a lo menos.
Los gorros de noche, corbatas, etc., cada quince días.
Las sábanas, fundas de almohada y los pantalones cada vez que se ensucien.
Los pantalones de paño, chalecos, faldas y enaguas cada tres meses.
Los zapatos, sombreros, etc., cada vez que lo necesiten.
Al distribuir los vestidos los enfermeros escogerán los mejores y más limpios para los enfermos que
tengan cuidado de su persona, y los otros los repartirán entre los demás.
Las familias acostumbran mandar a los enfermos calzoncillos y franelas. Los enfermeros cuidarán de
que se los cambien siquiera cada quince días.
En cada División el enfermero (Hermana) apuntará la ropa sucia en un cartera llamada cartera de ropa
sucia, la que mostrará a la lavandera para que la cuente cuando se la entregue; éste dará un recibo en la
misma cartera.
El enfermero en Jefe de División manejará otra cartera llamada de ropa limpia, en la cual apuntará el
número y la calidad de las diferentes piezas de ropa limpia que se necesitan en cada División. Cuando un
enfermero va a pedir ropa limpia la examina para ver si está en buen estado y firma un recibo en la ropería.
Vigilará que no boten la ropa sucia, y mientras se la entregan a la lavandería la pondrán en un cajón o en un
canasto especial.
Instrucciones relativas a los enfermos que entran al Asilo y que deben ejecutarse el mismo día.
Indicaciones. –Cuando llega un enfermo al Asilo el Vigilante en Jefe lo lleva a la enfermería después de
dejar en la Dirección las formalidades que se necesitan para entrar, y les dice su nombre a los enfermeros. El
Practicante se encargará de pedir a las personas que lo han llevado, los antecedentes generales de la
enfermedad, y apunta detalladamente en una hoja la duración anterior de ésta y sus particularidades, como
excitación, depresión, indiferencia, etc.; la naturaleza de las ideas delirantes, como ideas de persecución, de
grandeza y de suicidio, etc.; los actos anormales que ha llevado a cabo, como tentativas de homicidio o
suicidio, y los motivos del internamiento. Si el interno de guardia está ocupado y no puede hacer esto, el
Vigilante en Jefe o un Subvigilante les presenta el cuestionario siguiente a los parientes o a las personas
presentes para que lo llenen.
HOJA DE DATOS
INDICACIONES CONFIDENCIALES DESTINADAS AL MÉDICO
Responder a cada una de estas preguntas y poner a la respuesta el número de la pregunta. Estas
preguntas se entregan al Médico directamente o en un papel cerrado, por medio del Vigilante o la Vigilante
en Jefe.
1º. ¿Es la primera vez que el enfermo tiene perturbaciones intelectuales?
Si nó, ¿cuáles fueron y en qué época las tuvo?
¿Tuvieron necesidad de internarlo y la curación fue completa?
2º. ¿El enfermo ha tenido convulsiones, crisis nerviosa con pérdida de la consciencia, con
aturdimientos, ataques, parálisis o pérdida del conocimiento?
Especificar, aproximadamente, si es preciso, en qué época.
¿En estas circunstancias, hablaba con dificultad, se orinaba encima, se mordía la lengua?
3º. ¿Cuando era niño el enfermo fue precoz o tardío?
¿Qué grado de instrucción tiene?
Antes de la enfermedad ¿cuáles eran: 1º. El grado de inteligencia; 2º. La conducta; 3º. El carácter; 4º.
Las aptitudes profesionales?
4º. ¿El enfermo ha acostumbrado tomar coñac, ron, aguardiente, ajenjo, o cualquiera otra clase de
licores?
¿Tomaba con frecuencia medicamentos como morfina, cocaína, éter, cloral, bromuro, yoduro, etc.?
5º. ¿Cómo tenía la digestión? ¿Su sueño era bueno?
Si tuvo perturbaciones digestivas precisar en qué épocas
6º. ¿Cuáles son según Uds. las causas de la enfermedad actual?
¿El enfermo ha tenido duelos, pérdidas de dinero o contrariedades?
¿Ha hecho excesos? ¿Se ha rendido de cansancio?
¿Ha tenido enfermedades físicas como fiebres tifoideas, gripa, erisipela, tuberculosis, sífilis, etc.?
(¿La enferma ha enfermado regular y convenientemente?)
7º. ¿En qué época notaron las primeras modificaciones del estado mental?
Indicar los hechos más notables.
¿Désde qué época se ha atestiguado la disminución o perturbación: 1º. Del juicio; 2º. De la memoria;
30. De los sentimientos afectivos; 4º. De la conducta; 5º. De las aptitudes profesionales?
Citar hechos.
8º. ¿Por qué razones se decidieron a ponerlo en la casa de salud?
9º. ¿El enfermo en su casa se excitaba o se ponía violento o peligroso? Citar hechos.
10º. ¿Ha estado triste, deprimido, ha deseado la muerte? ¿Ha manifestado ideas de suicidio? ¿Ha
rehusado comer?
11º. ¿Se ha preocupado exageradamente de su salud?
12º. ¿Manifestó satisfacción o alegría sin motivo o razón? ¿Tenía ideas de grandeza, de riqueza, de
poder, sin motivo?
13º. ¿Hablaba de enemigos imaginarios? ¿Le parecía estar perseguido?
14º. ¿Había cambiado en sus sentimientos religiosos?
15º. ¿El enfermo oía y veía personas que no existen? ¿Sentía olores imaginarios?
16º. ¿Sentía al comer gustos que no corresponden a la realidad?
¿Experimentaba en el cuerpo o en sí mismo sensaciones que él atribuía a una intervención extraña?
17º. ¿El enfermo cometió actos indelicados, inmorales, delictueux?
¿Se había entregado a la excentricidad o a la extravagancia?
Si las personas que lo acompañan ignoran sus antecedentes se enviará a sus padres o parientes la
hoja de indicaciones y datos para que la devuelvan con sus contestaciones al médico directamente, en el
término de cuarenta y ocho horas, en un pliego cerrado o para que la traigan en día de la próxima visita.
El Vigilante en Jefe o el Subvigilante preguntan si el enfermo usa anteojos, caja de dientes, braguero
(pessaire, para las mujeres) para reclamar estos objetos.
Visita a las maletas. –El Vigilante en Jefe, acompañado del Subvigilante o de un enfermero, examina el
contenido de las valijas, sacos o estuches de tocador de los enfermos que entran; les quita los anteojos,
navajas de afeitar, de bolsillo, tijeras, medicamentos (solución de morfina), lociones de tocador y dinero; si
son mujeres les quita los alfileres de sombrero. A los enfermos inconscientes, agitados o que hayan
manifestado ideas suicidas les quitará también los dijes, relojes o piezas postizas que tengan en la boca. El
Vigilante en Jefe hace un inventario de estos objetos y una ligera descripción de ellos; y pone en cada valija y
paquete un tiquete con el nombre del enfermo a quien pertenezca y la fecha en que entró al Asilo.
Indicaciones o designación del departamento. –El Practicante designa el departamento a donde deben
llevar el enfermo y el Vigilante en Jefe señala al Jefe del departamento las particularidades más importantes
del estado mental del nuevo enfermo, especialmente si presenta ideas de suicidio.
Ajuar. –Cuando se trata de pensionados, es decir, de enfermos acomodados que pagan una pensión, la
familia debe mandar a la ropería el ajuar del cual se reservará una parte para estarle cambiando al enfermo.
Si se trata de individuos agitados, gatosos o melancólicos, se guarda una cantidad mayor de ropa.
Baño y peso. –El Jefe de pabellón lleva al enfermo al baño, a menos que el interno de dé contraorden,
pero antes de bañarlo cuando no tenga sino la camisa, lo pesan. Si en enfermo no se deja pesar, ni bañar, el
enfermero tratará de persuadirlo pero no lo obligará por la fuerza; le untará jabón y le cortará bien las uñas
de las manos, de los pies; el baño durará un cuarto de hora. Después lo llevará con los otros enfermos
teniendo cuidado de no ponerlo con los bulliciosos o con los que pueden impresionar desagradablemente.
Hoja de vestidos. –Mientras el enfermo se baña le cambian los vestidos que tenía puestos por el
informe del Asilo y el Jefe de División, ayudado por un enfermero, revisa los dobleces pues hay enfermos que
ocultan allí valores, billetes, etc., y le quita el dinero y los objetos peligrosos o de algún valor; luégo le ponen
al paquete de los vestidos un tiquete con el nombre del enfermo y la fecha de entrada y de los entrega a la
Superiora con el inventario de todo ello.
Nota de bañista. –El bañista examina con cuidado al enfermo a ver si tiene contusiones, erupciones,
desolladuras, llagas, tumores, hinchazón en los pies, vicios de conformación, manchas en la ropa o en los
vestidos y parásitos, lo mismo que el estado de aseo del cuerpo, de la barba y del cabello, y se fija si tiene al
rededor del cuello un surco rojo o morado que es la huella que deja la cuerda después de una tentativa de
ahorcamiento o estrangulación. Todo esto lo apunta en una hoja que entregará al Jefe de División.
Entrada del enfermo a su departamento. –Después del baño, el enfermero lleva al enfermo a su división
y le pregunta si tiene hambre o sed y le ofrece leche o tisana. Si está triste lo anima y si parece espantado lo
tranquiliza, en fin, trata de manifestarse muy atento y benévolo con él. Según la orden que haya recibido del
interno lo hace acostar o lo deja levantado; generalmente a los enfermos que acaban de entrar se les manda
a acostar.
Cédula de indicaciones. –El Jefe del pabellón le hace llenar al enfermo la cédula de indicaciones que se
pone en seguida, sin que nadie le ayude. Si éste se niega a hacerlo o no sabe escribir, lo escribirá él mismo
según lo que conteste el enfermo, y si éste rehusa contestar le pedirá que le escriba a su familia o al Médico.
Hay enfermos muy prolijos que piden varias hojas de papel para escribir, en este caso los enfermeros
acceden a sus deseos.
Temperatura. –Cuando el enfermo esté acostado le tomarán la temperatura.
Avisos que hay que darle al médico. –El Jefe de pabellón envía al médico un bono que contenga lo
siguiente: a) La división en donde colocaron al enfermo; b) Si el interno lo visitó; c) Las particularidades que
es preciso y urgente que él conozca como fiebre, ideas de suicidio, debilitamiento físico.
Avisos que hay que darle al vigilante nocturno. –El Jefe de División le avisará al vigilante nocturno que
ha entrado un nuevo enfermo para que lo vigile de una manera especial durante la noche.
Instrucciones para el día siguiente de la entrada
El enfermero en jefe y el vigilante nocturno de la División hacen cada uno una relación sobre el estado
mental y físico del enfermo recién entrado. Para facilitar las observaciones los enfermeros y los vigilantes
nocturnos deben tener un cuestionario semejante al modelo que ponemos a continuación.
Cuestionario al cual debe responder el Jefe de División
(Este cuestionario debe entregarse al Médico durante la visita al día siguiente de haber entrado el
enfermo).
(Las respuestas se pondrán en una hoja de papel bien reglada y separadas las unas de las otras; cada
una de ellas tendrá el número que corresponda a la pregunta. Es preciso no responder simplemente sí o nó
sino dar además alguna explicación y poner en la hoja la fecha, el nombre del enfermo y la firma de las
persona que da las respuestas).
1º. ¿El enfermo es fácil de cuidar? ¿Es obediente, benévolo, educado?
2º. ¿Es violento, orgulloso, o al contrario humilde y tímido?
3º. ¿Es de humor alegre, triste o normal?
4º. ¿Cómo se porta al levantarse y al acostarse? ¿Tiene pudor? ¿Arregla sus cosas? ¿Se arregla solo?
¿Es aseado y cuidadoso?
5º. ¿Satisface regularmente sus necesidades? ¿Lo hace limpiamente? ¿Desconfía de los alimentos?
¿Come y bebe con desaseo o de una manera extravagante? ¿Conversa en la mesa y se ocupa de sus
vecinos?
7º. ¿Cómo se porta en el paseo? ¿Camina?
8º. ¿Cuáles son las ocupaciones habituales del enfermo? ¿Lee? ¿Escribe? ¿Cuál es el tema de sus
escritos, o de sus lecturas?
9º. ¿Juega? ¿Canta? ¿Toca algún instrumento?
10º. ¿Pide permiso de ir a la Capilla? ¿Reza?
11º. ¿Cómo se porta con los otros enfermos?
12º. ¿Cuál es el tema habitual de sus conversaciones? ¿Se comprende bien lo que dice?
13º. ¿El enfermo está al corriente de los acontecimientos de la política, de las modas? ¿Se interesa por
lo que pasa en la División?
14º. ¿El porte y la actitud del enfermo son de una persona normal o hace gestos, muecas, posiciones
curiosas, extravagantes? ¿Hace algo extraño o singular? ¿Lleva en sus bolsillos objetos heteróclitos?
¿Amenaza?
15º. ¿Qué dice de la casa y de las personas que lo cuidan? ¿Qué deseos y quejas formula?
16º. ¿Habla de su familia, de sus amigos, y que dice? ¿Cómo se maneja con ellos?
17º. Dar algunos detalles sobre el delirio del enfermo, es decir, sobre las ideas de grandeza, de
riqueza, de persecución, de melancolía, etc., que componen el tema de las conversaciones del enfermo.
La temperatura del enfermo se tomó a las siete y media de la mañana.
Se debe enviar a la farmacia una muestra de orina.
Las observaciones del interno, el expediente administrativo, y las hojas de temperatura, de peso y de
datos de entregará en la cama cuando el médico vaya a visitarlo y mientras dure el examen y el
interrogatorio le aislarán la cama por medio de un bastidor.
Instrucciones para los primeros quince días.
Los enfermos recién entrados se quedarán en la cama a menos que el médico ordene lo contrario; sólo
se levantarán media hora por la mañana para hacer el aseo de su persona.
El Jefe de División encarga a un enfermero para que cuide y arregle a los enfermos que no están en
estado de hacerlo por sí solos; éste le tomará la temperatura por la mañana a las siete y media y por la tarde
a las cinco hasta nuevo aviso.
Los pensionados a quienes no se les haya prescrito guardar cama pueden salir todos los días a los
patios.
Las diferentes hojas que se enumeran en seguida estarán a la disposición del médico cuando haga la
visita; el Vigilante en Jefe y el enfermero Jefe de División se encargará de manejarlas.
Hoja de temperatura.
Hoja de peso.
Hoja de ataques para los epilépticos, los histéricos, los paralíticos.
Hoja de reglas.
Hoja de alimentación y de medicamentos.
En esta última se indican no sólo los medicamentos internos como posiciones, inyecciones subcutáneas,
lavados que se deben administrar, sino todo lo que constituye el tratamiento: alimentación con sonda, guarda
de cama, medicamentos externos como ventosas, duchas, baños, sinapismos, masajes, fricciones,
electrización, &c.
Cuando estas hojas estén llenas se entregarán al Médico.
Los enfermos que entran se pesan ocho días después de su admisión.
El enfermero en jefe escribe cada día una relación sobre los enfermos de su división; en un cuaderno
llamado cuaderno de relaciones; en la cual anota los hechos principales que haya habido en las veinticuatro
horas. Dará cuenta no solamente de sus observaciones personales sino también de las de los otros
enfermos. Cada relación tendrá la fecha y la firma.
El vigilante nocturno pasará diariamente una nota detallada sobre lo que haya observado durante la
noche.
Durante los primeros quince días los parientes del enfermo no pueden hacerle visitas a menos que el
Médico les dé permiso.
Las cartas y en general todo lo que escriban los enfermos deben entregarlo al médico. Pon ningún
motivo puede un enfermero mandar una carta al correo sin permiso del Médico. Las cartas de los alienados
contienen generalmente ideas delirantes, proyectos de evasión o de suicidio, amenazas al personal o a
cualquiera otra persona y otras indicaciones que es preciso conocer para prevenir accidentes. Hay cartas que
contienen asuntos importantes tales como testamentos o donaciones, y por esto hay que tener mucho
cuidado para evitarles grandes disgustos a las familias; en fin, las cartas pueden ser dirigidas a personas que
ignoran el internamiento del enfermo, así es que en todo caso es preciso retener todas estas cartas por
interés del mismo enfermo y de su familia.
Cuando el enfermo quiera dictarle una carta cualquiera a un enfermero para que se la escriba éste debe
prestarse a ello.
Las cartas dirigidas a los enfermos las debe ver el Médico antes de entregárselas a ellos, pues hay
veces que contiene mandatos o algo que pueda impresionar al enfermo y retardar su curación.
Instrucciones para la víspera de cumplir los quince días
Quince días después de entrar un enfermo el enfermero en jefe y el vigilante nocturno llenan de nuevo
los cuestionarios de que hemos tratado, pesan al enfermo y le piden que escriba.
Instrucciones para la primera semana después de la quincena
Los enfermeros señalarán los enfermos que fuera de los exámenes periódicos manifiesten deseo de
hablar particularmente con el Médico y los que hayan manifestado ideas de suicidio o hecho actos peligrosos.
Durante el primer mes los enfermos se bañarán con jabón dos veces por semana excepto los
desaseados y los agitados que se bañarán todos los días.
Los enfermos que estén muy debilitados no se pesarán; los demás se pesarán dos veces por semana el
primer mes, y después cada ocho días; los agitados y los melancólicos se pesarán siempre todas las
semanas.
Los enfermeros señalarán los enfermos que se estén dos días sin ir al excusado.
Oficios religiosos. –Ningún enfermo asistirá a los oficios religiosos sin permiso del Médico; en la Capilla
estarán separados los hombres de las mujeres. Los enfermeros vigilarán el porte y la conducta de los
enfermos, y si uno de ellos se excita lo harán salir inmediatamente y lo llevarán a su División.
Instrucciones para los enfermos que salen
Todo alienado curado debe dejarse en libertad. Las formalidades pueden para salir del Asilo varían
según la manera como haya sido colocado el enfermo.
Cuando se trata de una colocación voluntaria, la persona que haya hecho la colocación puede sacar a
su pariente o amigo aunque no esté curado. Los enfermeros no dejarán salir al enfermo sin haber recibido
orden de la Dirección del asilo.
Si el enfermo ha sido colocado oficialmente, la petición de salida la hace el Médico a la autoridad
administrativa; el enfermo no saldrá sino después de que el Prefecto dé la orden y cuando los enfermeros
hayan recibido aviso de la Dirección.
Cuando un individuo colocado en el asilo oficialmente tiene parientes o amigos que se interesaron por
ponerlo allí se les avisa si curación para que vayan por él. Los individuos colocados oficialmente no tienen
generalmente ni parientes ni amigos; los cogen en la calle y los llevan directamente al asilo. Cuando el
Prefecto ordena la salida de uno de éstos se pueden dejar salir solos.
Los enfermeros se encargarán de devolver al individuo que salga del asilo, los objetos y vestidos que le
pertenezcan y que llevó allí. Si el enfermo ha trabajado le dará que el ecónomo del asilo le hará pagar.
Cuando sale un alienado los enfermeros lo felicitarán y le invitarán para que vuelva a hacerles visita; así
el antiguo enfermo se acordará de las atenciones y cuidados que le prodigaron y difundirá la idea,
desconocida hasta ahora, de que los asilos de alienados son hospitales de tratamientos y no lugares de
corrección.
En ciertos servicios el médico le pide al enfermo antes de salir que llene el cuestionario de salida
insistiendo sobre las perturbaciones que ha experimentado durante su enfermedad y sobre las quejas y
reflexiones que tenga que hacer.
Conducta que se debe observar en los estados graves
Cuando un enfermo empieza a debilitarse debe avisársele al médico; y si presenta un malestar seguido
de un estado físico grave uno de los enfermeros le avisará inmediatamente al interno de guardia.
En cualquier caso de gravedad en el estado físico se debe avisar a la familia por medio de una carta o
si es preciso por un telegrama según lo indique el interno.
Si el estado es alarmante o el enfermo agoniza se le separará llevándolo a un cuarto particular o
poniendo un bastidor en su cama. Uno de los enfermeros permanecerá con él vigilándolo y prodigándole los
cuidados que necesite.
Se sabe que un enfermo se está muriendo por los signos siguientes: Las extremidades (manos, pies,
narices, orejas) se enfrían, las pupilas se entreabren y no se ve del ojo sino la parte blanca, los ojos de
hunden, la respiración se irregulariza, el pulso se debilita y por momentos se acaba, las sphincters anal y
vesical se relajan y luégo vienen estertores de agonía producidos por las mucosidades que obstruyen las vías
respiratorias y que el enfermo no puede arrojar.
Conducta que se debe observar en caso de muerte
Se sabe que un enfermo ha muerto por los signos siguientes:
Fisonomía: los ojos fijos, la boca entreabierta, la piel descolorida, cerosa.
Supresión de la respiración. –No sale ningún aliento de la boca, el pecho no se mueve y si se coloca un
espejo delante de la boca no se opaca.
Supresión de la circulación: se acaba el pulso; si se coloca el oído en la región cardíaca, no se sienten
los latidos del corazón.
Flojedad de los miembros: si se levantan los miembros vuelven a caer siguiendo las leyes de la
pesantez.
Relajamiento del sphincter anal. –No se retienen las materias.
Opacidad cornea: se empaña el ojo y se hunde.
Dilatación en inmovilidad de las pupilas.
Ausencia de reflejos: ni la excitación de la mucosa nasal, ni de la cornea, ni los pellizcos de la piel
producen ningún movimiento.
Se conserva el pliegue que hace en la frente una pinza.
Baja la temperatura: ese signo no se comprueba sino varias horas después de la muerte.
Rigidez cadavérica: ésta no aparece sino varias horas después de la muerte. Los músculos se entiesan
y los miembros se ponen pesados.
Putrefacción. –Es el signo más seguro de la muerte; todos los otros pueden observarse en un ataque
de catalepsia.
En caso de muerte el enfermero en Jefe le avisará al médico y al interno lo mismo que al Director para
que telegrafíen a la familia; a las dos horas cuando ya el médico haya comprobado la muerte para ver si ha
sido natural, o si ha sido la consecuencia de una brutalidad o de un accidente (suicidio) pasarán el cadáver a
sala mortuoria.
Un enfermero arreglará el cadáver inmediatamente después de que muera el enfermo y antes de que
se haya puesto rígido. Si el cuerpo está en un cuarto particular lo aislará por medio de bastidores; arreglará
la cama si está en desorden o si las sábanas están manchadas; lavará las partes del cuerpo que estén
sucias, le cambiará la camisa y si es mujer la peinará bien; le cerrará los ojos y le cerrará la boca poniéndole
un pañuelo en la quijada interior hasta que el cuerpo se ponga rígido; así será menos impresionador el
aspecto del muerto.
En ciertos asilos el enfermero que ha cuidado y asistido al moribundo está encargado de llenar el
cuestionario relativo al último día, a la agonía y a la muerte del enfermo.
Conducta que se debe observar en las distracciones.
Se entiende por distracciones, las visitas, los paseos, las salidas afuera, los juegos y la lectura.
Visitas. –Ningún alienado puede recibir visitas sin permiso del Médico quien ordenará qué días y a qué
horas se deben hacer. Los enfermos pueden recibir a sus parientes y amigos en una sala especial llamada
locutorio y sólo en caso especial los harán entrar al interior del Establecimiento como por ejemplo cuando
están acostados los enfermos a la enfermería o cuando son impotentes. El enfermero en jefe designa un
enfermero para que se encargue de recibir a los visitantes.
El Vigilante en Jefe se encargará del servicio del locutorio. Llevará un registro en el cual inscribirá los
nombres de los enfermos a quienes les ha prohibido recibir visitas el Médico o a las personas que lo
colocaron en el asilo. Está encargado además de recibir a todas las personas que vayan a visitar a los
alienados a quienes exigirá sus nombres y direcciones y el grado de parentesco que tienen con el alienado
que vayan a visitar una vez que le certifiquen que éste puede recibir visitas, y luégo lo mandará a llamar. El
alienado no debe ser un objeto de curiosidad; si los visitantes no tienen parentesco con él el Vigilante en Jefe
los mandará a que le pidan el hacer visita al Médico; lo mismo hará cuando se presenten visitas en los días y
horas que no estén señalados para ello. Este permiso tiene que presentarse por escrito.
El enfermero jefe de División examinará al enfermo antes de mandarlo al locutorio para ver si sus
vestidos están limpios y en buen estado; le hará lavar las manos, la cara, limpiar las uñas y arreglar el
peinado. Nada es más triste para una familia que ver a su enfermo en mala figura. Luégo le anunciará que le
viene a hacer visita, y si él pregunta quiénes vinieron y se niega a salir, tratará de animarlo para que lo haga,
pero si persiste en no hacerlo le avisará a sus parientes y amigos rogándoles que no insistan en verlo en
interés del mismo enfermo.
Las visitas no pasarán de una hora y si el enfermo se agita o empieza a inquietarse deben
suspenderla. Debe haber siempre un enfermero presente en la visita el cual no tomará parte en las
conversaciones pero sí ejercerá una vigilancia muy estricta al par que discreta. Debe fijarse muy bien que no
le entreguen al enfermo instrumentos de ninguna clase, ni anteojos, bebidas alcohólicas, remedios, &c., y que
no lo hagan comer en exceso. Si sus familias les llevan dulces o golosinas las pondrán a un lado para que
después se las vayan dando poco a poco. Abrirá los paquetes que le entreguen y no dejará que mande o
entregue cartas o escritos para personas extrañas; tampoco permitirá que le dé su firma a nadie ni aun a sus
parientes más próximos. Cuando ocurra un caso de éstos el enfermero mandará a la familia a donde el
Médico. El enfermero del locutorio no debe abandonar su puesto ni un instante; puede suceder que un
alienado vindicativo se aproveche de su ausencia para herir a los visitantes; vigilará también a los visitantes y
a los enfermos desde el punto de vista de buenas maneras.
Cuando las familias necesiten algún dato o quieran hacer alguna reclamación, el enfermero las mandará
donde el Médico para que se entiendan con él.
No solicitarán propinas de los parientes ni de los amigos del enfermo, ni se permitirán familiaridades
con ellos.
Cuando un pariente quiera pasearse solo con el enfermo por los patios o corredores del
Establecimiento solicitará permiso especial al Médico.
El enfermero no debe contar lo que haya pasado en el locutorio durante las visitas.
Los jefes de Divisiones anotarán en su relación diaria los enfermos que salieron al locutorio y el modo
como se condujeron en la visita.
Paseos. –En los asilos hay dos clases de paseos: el paseo en el interior del asilo y el paseo en el
exterior.
Todos los enfermos pueden pasearse en el interior del Asilo excepto los que tengan una agitación
excesiva o traje feo o gatismo o alguna enfermedad incidente. Estos paseos tienen por objeto que el enfermo
se distraiga y haga ejercicio; por esto es preciso procura que durante este tiempo estén caminando.
Descansarán unos diez minutos durante el paseo; si hay invierno no habrá necesidad de hacerlos descansar,
pero si están en verano éste podrá prolongarse hasta media hora nada más. El enfermero en jefe designará
un enfermero para que dirija el paseo y para que vigile si los enfermos cogen flores, recogen suciedades y
para que impidan toda clase de daños. Deben cuidar también que los enfermos inconscientes se acuesten
en la yerba mojada o se expongan al sol o al frío. El médico debe indicar las horas de paseo las cuales varían
para los hombres y las mujeres. Todos los enfermos marcharán en fila y en orden.
Los enfermos que pueden pasearse en el exterior del Asilo son muy contados; únicamente los que el
Médico designe. Este hará una lista que entregará al Vigilante en Jefe para que indique cuáles de los
enfermeros los deben acompañar. Uno de ellos se hará adelante y otro atrás vigilando siempre para que
ninguno intente fugarse. Estos paseos se harán en el campo; y por ningún motivo dejarán que los enfermos
entren a las fondas o tiendas. A la vuelta del paseo el enfermero encargado del paseo, hará una relación
sobre los incidentes que hayan ocurrido en él.
Además de estos paseos el médico permite a ciertos enfermos salir algunas horas con sus familias.
Estos permisos se dan por escrito y deben pasar por la Oficina del Director; el enfermero anota en su cartera
de apuntes diarios las horas de entrada y salida de estos enfermos y las particularidades de su estado
mental y físico a su vuelta.
Biblioteca. –Los enfermos deben tener a su disposición diarios y periódicos ilustrados suministrados
pro el Establecimiento y libros en la biblioteca. El reglamento de la biblioteca es el siguiente: 1º. No se
prestará sino un libro; 2º. No se puede guardar un libro más de un mes; pasado este tiempo el bibliotecario
lo reclamará; 3º. El Jefe de División le avisará al bibliotecario toda desaparición o daño que tenga el libro; 4º.
Los enfermeros cuidarán de que los enfermos no dañen los libros; 5º. Los lectores no prestarán ni cambiarán
los libros porque cada uno es responsable del libro que saque; 6º. El Médico revisará la lista de los libros que
quieren leer los jóvenes y las jóvenes.
No todos los enfermos pueden venir a la biblioteca; cuando uno de ellos quiera leer un libro se lo
pedirá al Jefe de División, quien a su vez se lo pedirá al Médico; no se les entregará, pues, ningún libro sin
permiso del Médico.
Los enfermeros no deben prestarles a los enfermos libros que les pertenezcan, sin permiso del Médico.
Distracciones diversas. –Los vigilantes y los subvigilantes pueden con el permiso del Médico organizar
con ocasión de alguna fiesta diversiones para los enfermos tranquilos. En ellas pueden catar, tocar, bailar y
oír el grafófono.
En los pabellones, los enfermeros tratarán de animar a los enfermos para que jueguen a las cartas,
dominó y damas; y si quieren jugar con ellos buscarán otros enfermeros para que vigilen.
Cuando el tiempo lo permita, organizarán juegos en los jardines y en los patios, como balones, croquet,
tennis, volantes, etc.
Si el Establecimiento posee sala de billar, los enfermos calmados pueden llegar allí por turnos.
Las apuestas están prohibidas.
CAPITULO V
DEL MODO COMO DEBE VESTIRSE EL ENFERMERO. CUALIDADES Y DEBERES DEL MISMO.
Manera de vestirse el enfermero
El vestido de los enfermeros varía según los Establecimientos; ojalá todos tengan a su disposición
blusas para ponerse durante los trabajos de aseo.
Deben mantener muy limpio el uniforme y la cachucha muy bien puesta para que no produzcan mala
impresión. Entre las enfermeras debe haber mucha sencillez; les está prohibido usar cadenas en el cuello,
aretes, alfileres y toda clase de cintas en el peinado. Una enferma puede coger la cadena y estrangularla o al
menos herirla; puede también arrancarle los aretes y cogerle los alfileres que en sus manos son una arma
peligrosa; cuando una enferma ve una cinta de color en la cabeza de una enfermera trata de coger y la
persigue para apoderarse de ella.
Los enfermeros deben saber que pecuniariamente, ellos son responsables del deterioro de los vestidos
que les suministra el Establecimiento.
Deben ocultar o disimular los manojos de llaves para que no parezcan carceleros. Hay muchos
enfermos que tratan de apoderarse de las llaves que ven.
Les está terminantemente prohibido a los enfermeros ponerse vestidos, ropa y utensilios de tocador de
los enfermos aun cuando sea con permiso de ellos.
Cualidades del enfermero
Antiguamente los asilos eran simples casas de reclusión y cualquier individuo podía servir de enfermero.
Actualmente la organización de estos Establecimientos no tiene sino un fin: el tratamiento de los enfermos. El
asilo se ha vuelto un hospital, pero un hospital donde los enfermos exigen cualidades particulares de parte
de los enfermeros, unas de ellas naturales y otras que adquirirse fácilmente.
Dulzura, paciencia, sangre fría o impavidez. –La dulzura, la paciencia y las sangre fría son las
principales cualidades que debe poseer toda persona que pretenda desempeñar el papel de enfermero en un
Asilo; las dos primeras cualidades no se aprenden; uno es dulce o paciente por naturaleza. ¿Cómo puede una
persona dirigir un enfermo que la insulta, la acusa, la hiere o le escupe el rostro, etc. si no es dueña de sí
misma? El enfermero no debe manifestar nunca mal humor ni tener movimientos bruscos, pero muy
especialmente debe esforzarse en evitar toda clase de violencia; sin embargo, ¡cuántas personas creen que
los alienados pueden ser maltratados y brutalizados! La fisonomía del enfermero del enfermero debe sonreír
siempre; el alienado es un enfermo que se doblega más fácilmente a la disciplina de un asilo cuanto más
dulzura y paciencia empleen para tratarlo y cuanto más breguen por persuadirlo. Es inútil querer servir de
enfermero en un asilo cuando la persona no reúne estas cualidades.
Está terminantemente prohibido a los enfermeros imponer cualquier clase de castigos a los enfermos,
bien sea modificar su régimen, aislarlos, bañarlos o ponerles algún medio de contención. Cuando se sepa con
certeza que un enfermero ha maltratado a un enfermo debe echarse inmediatamente del Establecimiento.
Sin embargo, la dulzura no excluye la firmeza; hay ciertos enfermos cuya resistencia no se vence sino
después de muchas instancias; como los que rehusan comer o bañarse. Con éstos se emplearán toda clase
de palabras persuasivas, pero por ningún motivo se recurrirá a las amenazas ni a la intimidación. Los
enfermos sienten la manera como los tratan y cuando ya están curados se acuerdan del modo como los
cuidaron.
Las otras cualidades que necesita un enfermo y que puede adquirir si tiene buena voluntad para ello,
son: la urbanidad, el buen porte, la discreción profesional y el espíritu de observación.
Urbanidad. –El alienado interno es un enfermo irresponsable que se confía a extraños. Los enfermeros
deben tratar con mucha educación a estos desgraciados a pesar de su mal humor, de su agitación y a pesar
también de la injurias que les infieran; deben hablarles siempre en un tono correcto y mientras más difíciles
de manejar sean los enfermos más amabilidad y más benevolencia deben manifestar en su fisonomía. Deben
tratar con las mismas consideraciones al alienado complaciente que al trabajoso y exigente procurando
darles a tiempo todo lo que necesiten.
Es preciso, sin embargo, que eviten las familiaridades con ellos, como golpearles la espalda, cogerlos
por el brazo, el cuello, etc.
Los enfermeros del asilo desempeñan un papel bien particular en sus relaciones con los enfermos;
deben exigir de ellos obediencia y ser a la vez sus servidores; les está prohibido tutearles y llamarlos por sus
nombres sin anteponerles la palabra señor o señora.
Los enfermeros no deben servirse jamás de los enfermos como de criados; si alguna vez éstos
consienten el prestarles algún servicio personal deben manifestarles agradecimiento.
No deben burlarse de los enfermos ni desmentirlos; cuando los acusen no responderán nada delante
de ellos, sino que después le darán la Médico la explicación de lo que ha pasado.
No deben burlarse de los enfermos ni desmentirlos; cuando los acusen no responderán nada delante
de ellos, sino que después le darán al Médico la explicación de lo que ha pasado.
Corrección. –Los enfermeros se portarán con mucha corrección en las Divisiones; no se tirarán en los
bancos ni fumarán en los dormitorios, ni mucho menos escupirán el suelo. Un buen enfermero se conoce por
la corrección de su lenguaje y por la sobriedad de sus palabras. Les están prohibidas las disputas, las
peleas, las discusiones, los juegos bulliciosos y pronunciar palabras groseras delante de los enfermos. Si un
enfermo tiene una visita le pedirá permiso al enfermero en Jefe para ausentarse y por ningún motivo hará
entrar a sus amigos a la División.
Están absolutamente prohibidas las relaciones entre los enfermeros y las enfermeras en el interior del
Establecimiento, excepto en el caso de que por una necesidad especial el médico autorice para hacerlo. Los
enfermeros deben saber además que los alienados se consideran como menores y que la ley castiga
severamente la invitación de un menor al libertinaje. Al lado de una verdadera ciencia profesional los
enfermeros deben poseer preciosas cualidades de orden moral.
Un buen enfermero no debe beber nunca en exceso. El individuo que lo haga aunque sea raramente no
puede ser un buen enfermero de asilo; la embriaguez es motivo suficiente para que sea expulsado de él. En
ciertos Establecimientos no admiten como enfermeros sino a los individuos que se obliguen a abstenerse de
tomar.
Discreción profesional. –La alineación mental se considera todavía como una enfermedad vergonzosa,
como una tara que las familias tratan de ocultar. Este prejuicio debe desaparecer, pues las enfermedades del
cerebro no son más humillantes que las enfermedades de los otros órganos. Sin embargo, los enfermeros
tendrán la más grande discreción sobre el particular; deben guardar el secreto médico y no dar nunca
noticias o datos sobre los enfermos. Puede suceder que una persona extraña que no tenga sino un
parentesco lejano con un enfermo venga al asilo a pedir noticias sobre su enfermedad. Esta diligencia puede
ser motivada por curiosidad simplemente, pero puede también que sea con el objeto de causar algún
disgusto a la familia, y es por esta razón por lo que el enfermero no debe nunca cometer la imprudencia de
contestar a las preguntas que le hagan; cuando se presente la ocasión contestará únicamente que el
enfermo no está en su División y que su nombre le es desconocido.
Hay personas que escriben a los enfermeros pidiéndoles noticias de algún enfermo; en este caso si la
carta vienen de algún pariente próximo el enfermero se la pasará al Médico para que él la conteste. Más
adelante indicamos la conducta que los enfermeros deben observar con los parientes de los enfermos.
Espíritu de observación. –Los enfermeros deben ser colaboradores del Médico, es decir, deben vigilar
atentamente el número de enfermos de su División e informarle de todos los hechos y actos notables que
hagan y en fin interesarse mucho por ellos. El médico debe dar cuenta de las impresiones de los enfermeros.
El enfermero debe observar en el enfermo lo siguiente: el estado mental y es estado físico.
Ya hemos tratado de la conducta que los enfermeros deben observar con las diferentes categorías de
enfermos, las relaciones que deben hacer y los cuestionarios que deben llenar; en resumen, la regla que
deben seguir es ésta; dar el mayor número posible de datos sobre el estado mental y los actos del individuo.
En algunos casos las observaciones del enfermero suplen las del Médico. Hay enfermos que tratan de
ocultarle o disimularle al Médico sus ideas delirantes y sus alucinaciones para que los dejen salir; pero
delante de los enfermeros esto es inútil pues ellos tienen la obligación de ir anotando todo lo que observan.
Un buen enfermero debe ejercer una vigilancia continua; por ningún motivo puede dejar el puesto que
le ha sido confiado, pues ha habido accidentes graves por falta de vigilancia cuando un enfermero se ha
dormido durante su tiempo de servicio. En las Divisiones de las mujeres la vigilancia continua deja más qué
desear por que las enfermeras se dedican a trabajos personales de costura, etc.
Cada enfermero se ocupa de un número reducido de enfermos; así pues deben vigilar su estado físico
sobre todo en los enfermos que no tienen consciencia de sí mismos e indicarle el médico todos los que
parezcan indispuestos, los que comen poco, los que tosen, los que tengan las piernas hinchadas o
contusiones, llagas o erupciones en el cuerpo.
Deberes de los superiores
Obediencia y respeto. –Los deberes de los enfermeros con sus superiores se resumen en dos
palabras: obediencia y respeto. Los enfermero deben obedecer al Vigilante en Jefe y a los enfermeros en
Jefe, y obedecerles es todo sin decir una palabra. Deben saber que los pueden cambiar de servicio según las
necesidades diarios y cumplir en todo sin murmurar ni manifestar descontento.
En todos los asilos hay enfermeros que viven descontentos, que hablan mal de sus jefes y del
Establecimiento en donde están ganando su vida. Estos individuos son siempre malos enfermeros.
FIN
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