Huellas Crónica Garganta liberada: revive el foso del Teatro Amira Por Giselle Massard Lozano* E Barranquilla tuvo la oportunidad de apreciar ópera en vivo después de casi treinta años de silencio para este género musical mayor. ¿Por qué la ciudad estuvo casi tres décadas sin ópera? ¿Por qué el foso se mantuvo cerrado y olvidado? La autora intenta responder a esta amnesia cultural casi macondiana. l hombre caimán del telón de boca bailaba aquella mañana de domingo como quien es liberado de una prisión. Lo sentí tan pronto mis pies tocaron la alfombra roja en el foyer del teatro. Había una energía especial en el ambiente, un hilo de emoción nos conectaba a todos los que esa mañana de domingo atravesamos el sol picante de las 10:00 a.m., entre nuestras madrigueras y el Teatro Amira de la Rosa. Alguna razón profunda debía mover a las cientos de personas que llenaron la sala, porque en esta ciudad solo unas cuantas “raras avis” consideran la ópera como plan dominguero —pensé—, mientras descendía por la platea empujada por mi curiosidad, directo hasta el proscenio donde se había destapado el foso de los misterios. 24 horas antes * Don Víctor Sánchez, reconocido productor de la vieja guardia de las tablas colombianas, sudaba al calor de un cigarrillo la espera de la cuadrilla de hombres que le ayudarían a abrir el misterio que circundaba la presentación de “La flauta mágica”, un singspiel (óperas cómicas con diálogo hablado) de Mozart que se estrenaría en la ciudad. Un par de días atrás habíamos concertado por teléfono un encuentro para hablar del famoso foso que, de un momento a otro, descubrimos Directora de la Emisora Uninorte fm Estéreo. 55 que tenía el teatro municipal y del que pocos recordaban su existencia. El caimán y sus hadas danzantes le hicieron la venia a la orquesta que empezó a sonar desde esa garganta liberada. “¡Llegó la hora!”, me dijo al instante de conocerlo, y empecé a seguirlo desde la entrada hasta las entrañas profundas del Amira. “Esta parte que se ve de color en el piso del escenario es el foso. No se destapa desde el 88 cuando vino una temporada grande. Venían en esa época unas temporadas grandes de ópera a través de Asartes, que era una compañía con Upegui y Gloria Zea. De los títulos, así que se acuerden: ‘Lucía di Lammermoor’, ‘El matrimonio secreto’ y una zarzuela que se llamaba ‘Luisa Fernanda’. La orquesta la dirigía Daniel Lipton. Entonces, desde esa época no se ha vuelto a abrir el foso”. Tomamos las escaleras que conducen bajo el escenario y allí encontramos la puerta que mantenía oculto el secreto. Don Victor tenía la llave y por momentos temí que al abrirla saliera una especie de dragón o demonio criollo, como esos que celosamente custodian a las castas princesas que esperan ser rescatadas por un príncipe azul, o quizás como en el argumento de “La flauta mágica” el demonio Sarastro, a quien debe vencer el príncipe Tamino para rescatar a Pamina, hija de La reina de la noche. ¿Qué más podría uno encontrar en un foso? —pensé—. El retorno de la ópera Hace más de un año los talleres de ópera de la Universidad del Norte (dirigidos por Alexis Trejos) y de la Universidad de Los Andes (Andrés Silva), iniciaron una sinergia importante. Estos son espacios en los que se vienen fortaleciendo las capacidades líricas e histriónicas de los estudiantes, a través de géneros como la ópera, la opereta, la zarzuela, la ópera de cámara y las antologías líricas. En estos talleres los jóvenes talentos no solo aprenden sobre interpretación y montaje musical, sino también sobre cómo construir un personaje y lograr la expresión adecuada para una interpretación escénica. Estos dos talleres conformaron una compañía que durante un año lectivo trabajaron en el montaje de “La flauta mágica” en una versión española con traducción de Javier Andrade Córdova. A este trabajo mancomunado se unió un tercer brazo: La Compañía Estable, una fundación sin ánimo de lucro que opera desde 2008, dirigida por Pedro Salazar. Esta fundación se dedica a fomentar la producción de teatro de repertorio, teatro musical y ópera en Bogotá. Proceso de apertura del foso del Teatro Amira de la Rosa. 56 acumularon por casi treinta años en los pliegues de las tablas. No hubo aplausos, no hubo fanfarria, pero me invadía una emoción increíble por estar allí, como quien tiene la suerte de ver la tierra desde el espacio. En esta ciudad solo unas cuantas “raras avis” consideran la ópera como plan dominguero. Un poco de historia Este trabajo fue ganador de la Beca de Circulación Ópera al Parque de la Orquesta Filarmónica de Bogotá y hace parte del programa “Ópera en tu idioma”, en el que las obras del repertorio universal operático, que tradicionalmente se interpretan en italiano, alemán o francés, se liberan de la barrera idiomática y pueden llegar a un público para el que estos géneros se perciben como ajenos. Así empiezan a cobrar sentido todas estas historias y sus personajes universales. Destapando el misterio A simple vista, el enjambre de andamios me trajo la idea de una corraleja, un tejido de varillas de metal que se perdía en la oscuridad del espacio, perfectamente alineados para sostener las tapas de madera que cubren el foso. La cuadrilla de hombres, armados de taladros, destornilladores y “3 en 1”, hizo su aparición y al comando de don Víctor empezaron a aflojar el sistema de lengüetas metálicas que se desenganchan al rotar con una llave Bristol los seguros. Un trabajo manual, sin mucha ciencia y misterio, pero que requiere de mucha fuerza, trabajo en equipo y precisión. “No es tan difícil destaparlo, el problema fue posiblemente que dejaron de venir eventos que lo requirieran. Las temporadas de ópera ya no circulan por alguna razón. Pienso yo, por falta de difusión, por falta de público y no existe ese intercambio entre quien produce y los dueños de los espacios, lo teatros o las plazas, como Medellín, como Bogotá. Ahorita me parece muy interesante que un grupo de gente muy joven vaya a rescatar ese espacio que es muy apropiado para la música en la ópera y posiblemente en otro tipo de eventos que no se vienen dando en la ciudad desde hace mucho tiempo”, me explicaba don Víctor mientras los hombres soltaron la primera tapa. Allí, desde el fondo oscuro del foso, vimos entrar la luz proveniente de la sala principal, al tiempo que caían vestigios de lentejuelas y escenografías que se 57 Para los Fastos nupciales de Enrique IV de Francia con María de Médici se organizó, por idea del poeta Ottavio Rinuccini, “La Eurídice” que fue encargada al compositor Jacopo Peri. Una boda real era el momento propicio para ostentar y hacer gala del poder; un acontecimiento irrepetible que contó con un presupuesto prácticamente ilimitado para un auditorio que solo recibiría príncipes y nobles. De esta manera, nació en la italiana ciudad de Florencia un género odiado por muchos y amado por otros tantos. Puntualmente “La Eurídice” lleva el título de la primera ópera de la historia porque de ella se conserva la música en su totalidad, sin embargo es muy difícil encontrarla en un teatro o en una de las temporadas de ópera que se realizan en el mundo. Para las personas de esta época puede tener un importante grado de dificultad apreciar la interpretación lírica de esta obra incipiente del género, pero que en su momento logró la conjunción de formas de expresión en las que se contaba, se comunicaba, oculta entre mitos y leyendas griegas, la realidad humana. Sin misterios, hay que decir que pasa lo mismo en nuestros tiempos, donde los géneros musicales y artísticos siguen su eterna mutación. En la era del sintetizador, donde ya no hay arias sino tracks destemplados de letras profanas que escandalizan a más de uno, el ser humano sigue su infinita búsqueda de los caminos para la expresión y comunicación de sus sentires, así a muchos nos dé la sensación de haber perdido la ruta. Fue en Venecia, ciudad cosmopolita con tradición carnavalesca e infraestructura, centro importante de comercio de su región —y no estoy leyendo el brochure de nuestra ciudad—, el perfecto caldo de cultivo para que un grupo de músicos viera la oportunidad de negocio con la ópera, concibiendo un espectáculo ya no pensado solamente para la nobleza, sino para quien pudiera pagar la entrada y con la distribución de los libretos entre sus habitantes como estrategia de marketing. Así nació la ópera comercial que influyó radicalmente en la forma de concebir los montajes hacia la historia futura, porque los empresarios, las compañías y los teatros empezaron a competir por tener en cada temporada a los cantantes más importantes, las estrellas más aclamadas que, a su vez, garantizaran el éxito en la taquilla. En esta época es cuando se crea el foso, ese lugar especial para la orquesta bajo la zona frontal del escenario que, a diferencia de las óperas cortesanas, permitiera la visibilidad de las estrellas en escena y que sirviera para mejorar la acústica, cuando no existía la electricidad. Más adelante, en el siglo XIX bajo las indicaciones de Richard Wagner se construyó el famosísimo teatro para el festival de ópera de Bayreuth en Baviera, con un foso único en el mundo. Un santuario sagrado en el que se alcanzan a albergar hasta 130 músicos y que se extiende profundamente bajo el escenario, logrando matices y volúmenes acústicos característicos de su genio creador. Obertura Tras el tercer llamado se apagaron las luces. El caimán y sus hadas danzantes le hicieron la venia a la orquesta que empezó a sonar desde esa garganta liberada. Todos pudimos apreciar la belleza del sonido de los instrumentos no amplificados que nos fueron metiendo en la historia mientras aparecían uno a uno los personajes. Durante hora y media fuimos transportados por las voces al mundo de los cuentos de hadas donde nunca puede faltar la pugna entre el bien y el mal. Además de la ambientación, las luces y el decorado que resaltaban el trabajo de las voces de los personajes en cada una de las arias, hubo un ingrediente muy importante que desmitificó los imaginarios que existen sobre este género ajeno a nuestra cultura: la letra de la obra estaba en español y todos en la sala, especialmente los niños, pudimos entender lo que pasaba, más allá de apreciar las altas notas de la soprano o los bajos más profundos. Representación de “La flauta mágica” a cargo de estudiantes de los talleres de ópera de la Universidad de los Andes y la Universidad del Norte. En este momento en el que reina la música creada digitalmente y el DJ es rey, tener esta oportunidad en una ciudad como Barranquilla fue toda una experiencia que valió la pena. Para nadie es un secreto que la industria musical prefiere las cadenas de producción que requieren menos personal. Los grupos son cada vez más pequeños y de ser posible los músicos deben asumir varios roles. Transportar un elenco como el de 58 Telón de boca del Teatro Amira de la Rosa: una hermosa obra de Obregón. “La flauta mágica” con cantantes, músicos, directores, productores, escenógrafos, luminotécnicos, etc., se convierte en una empresa casi imposible de sostener, especialmente en una ciudad como Barranquilla, que tras la natural búsqueda del progreso se fue quedando sin esas infraestructuras para las artes como el Teatro Colombia, el Teatro Cisneros, el Teatro Murillo o el siempre recordado por los mayores: Teatro Apolo. En el Apolo se presentaron “La Traviata” y “Rigoletto” de Verdi a cargo del maestro Pedro Biava que dirigía la Orquesta Filarmónica de la ciudad, en la que participaron entusiastas ciudadanos dedicados a las bellas artes. Fue uno de los últimos teatros de las épocas de gloria de la Puerta de oro, que la modernidad fue transformando hasta convertirlo en 1945 en los cines de la Metro, cuya extinción dejó a Barranquilla por muchos años sin un espacio para las artes —hasta 1982 cuando se culminaron las obras del Amira de la Rosa— y quizás también sin memoria, para que mi generación se sorprenda hoy con el redescubrimiento del foso, del que desconocíamos su existencia. 59 La semilla de la ópera está siendo sembrada nuevamente tras años de sepulcral silencio. Verla germinar no será fácil, pero talento y creatividad existen en abundancia para reinventar, a nuestro modo caribe, este género mayor que reúne todas las artes de manera sublime. No me sorprendería que un día el hombre caimán salte del telón al escenario al ritmo de una cumbia cantada por una garganta que fue liberada para siempre. Bibliografía Roberto L. & Pajares A. (2010). Historia de la música en 6 bloques. Madrid: Visión Libros. Nieto Ibañez J., Blog. Disponible en: http://caribaniamagazine.webcindario.com/april04/htm_ab/teatroapolo. htm