"El ciclón ha revelado la inhumanidad de la Junta militar".

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EL PAIS
12 de mayo de 2008
SOE AUNG, dirigente del exilio birmano en Tailandia:
"El ciclón ha revelado la inhumanidad de la Junta militar"
GEORGINA HIGUERAS (ENVIADA ESPECIAL) - Bangkok.- Los más de dos millones de
birmanos que viven en Tailandia, de los que varias decenas de miles son exiliados políticos,
maldicen la negativa del régimen a permitir la entrada en Myanmar de los equipos de
emergencia internacionales. "El ciclón ha revelado la inhumanidad de la Junta", afirma Soe
Aung, portavoz del Consejo Nacional de la Unión de Birmania (CNUB), que aglutina a 26
organizaciones opositoras en el exilio.
Hace ya una semana que el Nargis barrió el sur de Myanmar y todavía no se tiene
certeza de cuántas personas murieron arrastradas por la pared de agua que levantó el ciclón ni
de cuántos supervivientes aguardan aterrorizados y hambrientos una ayuda que no llega.
Oficialmente hay 23.000 muertos y 37.000 desaparecidos (ayer la televisión estatal birmana
daba 28.458 muertos), pero la ONG World Vision, cuyo personal ha llegado hasta el delta del
Irrawaddy -el corazón de la catástrofe-, asegura que hay más de 100.000 víctimas mortales.
"El Gobierno no tiene capacidad para hacer frente a una catástrofe de estas
dimensiones. Con 18 helicópteros, de los que no se sabe cuántos funcionan, no se puede
distribuir alimentos a cientos de miles de personas aisladas por las aguas", sostiene este
antiguo líder estudiantil de la ciudad de Taunggyi, que se refugió en Tailandia cuando acabó en
baño de sangre la revuelta estudiantil de 1988.
Los generales autorizan el aterrizaje de aviones cargados de ayuda internacional, pero
se niegan a recibir equipos para distribuirla. Sólo el sábado se autorizó la entrada por tierra
desde Tailandia de un convoy de camiones. "Estamos luchando contra el tiempo. Los
supervivientes se mueren de hambre, de agotamiento y de falta de asistencia. El egoísmo de
los generales, que sólo piensan en su supervivencia política, les convierte en seres
despreciables, peores que los animales", añade Soe Aung.
A sus 46 años y dedicado plenamente a la lucha por la democratización de Birmania,
tiene claro que la comunidad internacional debe cerciorarse de que la ayuda se entrega a las
víctimas y no se la queda el régimen. "Es uno de los Gobiernos más corruptos del mundo, y si
no autoriza la entrada de expertos extranjeros es para no rendir cuentas y porque tiene miedo
de la influencia que puedan tener sobre la gente".
Soe Aung se muestra partidario de que el Consejo de Seguridad de la ONU, como trató
de conseguir Francia, recurra a la cláusula de "responsabilidad de protección" para auxiliar al
millón y medio de damnificados sin necesidad de que lo autorice la Junta.
Los distintos organismos de la ONU, Cruz Roja y Médicos Sin Fronteras, entre otras
ONG que trabajan regularmente en Myanmar y tienen personal sobre el terreno, ya han
enviado aviones con toneladas de pastillas potabilizadoras, galletas energéticas, alimentos,
tiendas, plásticos y otros productos de primera necesidad.
Una delegación gubernamental tailandesa viajó ayer a la nueva capital birmana,
Naypyitaw, para tratar de convencer al generalato de que permita la entrada de los centenares
de logistas y expertos internacionales que quieren cooperar con las autoridades birmanas en la
salvación de las víctimas.
El exilio hizo un llamamiento a la Junta para que se concentrara en atender a las
víctimas del Nargis y dejara el referéndum constitucional para más adelante. Petición
denegada. El sábado se celebró en los dos tercios del país que no resultaron afectados por el
ciclón la consulta que legaliza el poder de los militares. El día 24 se celebrará en el tercio
devastado. "Es inaceptable y absurdo que los votos tengan prioridad sobre las personas. La
Junta no tiene conciencia", señala.
La oposición denuncia que la Junta Militar
de Birmania trata como presos a los refugiados
Miembros del exilio en Bangkok acusan
al régimen de confiscar a las ONG la mitad de la ayuda
EFE - Bangkok.- La Junta Militar de Birmania gestiona los campos de refugiados por el tifón
Nargis como prisiones fuertemente vigiladas, según han denunciado este lunes fuentes de la
disidencia y testigos en la zona.
Según la oposición, a los refugiados se les controlan las visitas y no pueden salir del
recinto para buscar a sus familiares. Además, están vestidos con ropa similar a la carcelaria,
deben mostrar permanentemente un número de registro y las visitas se limitan a un miembro
de su familia que así lo acredite con un documento oficial.
Al parecer, los encuentros deben celebrarse en una sala especial, bajo la atenta mirada
de un agente de los servicios de inteligencia. De acuerdo con los datos de las mismas fuentes,
cualquier paquete de comida debe ser entregada a las autoridades del campo, cuyos
responsables obligan a las aldeas cercanas a hacerles "donaciones voluntarias" de agua
potable, arroz, mantas o ropa.
Por otra parte, los miembros del exilio birmano en Bangkok han denunciado que los
puestos de control del Ejército en el delta del río Irrawaddy están confiscando a las ONG
internacionales la mitad de cada cargamento de material de emergencia que llevan a la zona.
Las agencias de ayuda humanitaria recelan del criterio de reparto de la asistencia por
parte de las autoridades de la Junta Militar, que insiste en encargarse de forma exclusiva de la
distribución de la ayuda.
El régimen admite por ahora 23.458 muertos y 33.416 desaparecidos por el ciclón que
asoló hace nueve días el sur del país, aunque la ONU calcula entre 63.000 y 102.000 muertos,
otras 220.000 personas en paradero desconocido y casi dos millones sin hogar.
Mientras tanto, el Gobierno birmano, por medio de su poderoso aparato de
propaganda, sigue ocultando a la población la auténtica magnitud del desastre y bombardea
imágenes del líder del régimen, Than Shwe, y otros generales dando ayuda a los damnificados,
sin mencionar los miles de cadáveres que todavía flotan en el delta.
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