06/01/2016 - Ayuntamiento de Mérida

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AYUNTAMIENTO CONSTITUCIONAL DE MÉRIDA,
YUCATÁN, ESTADOS UNIDOS MEXICANOS, ACTA
DE LA SESIÓN SOLEMNE CELEBRADA EN FECHA 06
DE ENERO DE 2016.
En la ciudad de Mérida, Capital del Estado de Yucatán, Estados Unidos Mexicanos, siendo las veinte
horas del día miércoles, seis de enero del año dos mil dieciséis, se reunieron en el Auditorio “Silvio
Zavala Vallado”, del Centro Cultural de Mérida “Olimpo”, de esta Ciudad de Mérida, Yucatán, los
C.C. Regidores: Lic. Mauricio Vila Dosal, L.A.E. Claudia del Rosario Canto Mézquita, Abog. María
Dolores Fritz Sierra, C.P. Mauricio Díaz Montalvo, C. Rosa Margarita Ceballos Madera, L.C.P. Víctor
Merari Sánchez Roca, C. Leonardo Román Parra Canto, Ing. Rommel Arturo Uribe Capetillo, L.A.
José Luis Martínez Semerena, C.P. Arturo Sabidio Góngora, Licda. Dafne Celina López Osorio, L.N.I.
Rudy Airán Pacheco Aguilar, Licda. Milagros Romero Bastarrachea, C. Regino Octavio Carrillo Pérez,
Mtra. María Jesús Monjiote Isaac, C. Tonatiuh Villanueva Caltempa, Lic. José Francisco Rivero
Mendoza, L.N. Diana Guadalupe Herrera Anduze, Lic. Alfonso Seguí Isaac; con el fin de celebrar
Sesión Solemne de Cabildo, con motivo del 474 Aniversario de la fundación de la Ciudad de Mérida,
para lo cual fueron previamente convocados. Antes de proceder con el desahogo de la Sesión, la
Maestra de Ceremonias invitó a ponerse de pie a todos los presentes para rendir honores a nuestra
enseña patria, así como entonar el Himno Nacional y, seguidamente, rendir honores de despedida a
la Bandera Nacional. Acto seguido, dio la bienvenida a los invitados especiales, entre los que se
encontraban: el Licenciado Rolando Rodrigo Zapata Bello, Gobernador Constitucional del Estado
de Yucatán; el Licenciado Santiago Altamirano Escalante, Magistrado, en representación del Doctor
en Derecho Marcos Alejandro Celis Quintal, Presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado y
Consejo de la Judicatura del Poder Judicial del Estado; la Maestra en Derecho Celia Rivas
Rodríguez, Presidenta de la Junta de Gobierno y Coordinación Política del Honorable Congreso del
Estado de Yucatán; Orador Huésped, Narrador Yucateco, Mtro. Carlos Martín Briceño; Lic. María
Eugenia Ortiz Abraham, Presidenta del DIF Municipal; General de División Diplomado de Estado
Mayor, Sergio Arturo García Aragón, Comándate de la X Región Militar; Vicealmirante Cuerpo
General Diplomado de Estado Mayor, Felipe Solano Armenta, Comandante de la Novena Zona
Naval; Comandante Roberto Rodríguez Rivero, Comisario Estatal de la Policía Federal; Ing. Erick
Rubio Bartel, Coordinador de Asesores del Gobierno del Estado; Ex Alcaldes; Secretarios de
Gobierno; Senadores; Diputados Federales y Locales; Cronistas de la Ciudad; Coordinadores
Generales y Directores del Ayuntamiento; Delegados; Cuerpo Consular; Cámaras Empresariales;
Empresarios; Asociaciones Civiles; Colegios de Profesionales; Universidades; Centros de
Investigación; Comisarios; Partidos Políticos; Medios de Comunicación; Ciudadanos y Ciudadanas.
Seguidamente la Maestra de Ceremonias cedió el uso de la palabra a la Abogada María Dolores
Fritz Sierra, Secretaria Municipal del H. Cabildo de Mérida, quien después de saludar a los
representantes de los tres poderes, al Licenciado Ariel Francisco Aldecua Kuk, Fiscal General del
Estado de Yucatán, a las autoridades y al público presente, con fundamento en el artículo 61 de la
Ley de Gobierno de los Municipios del Estado de Yucatán, dio lectura al Orden del Día conforme al
cual se desarrollaría la Sesión Solemne de Cabildo: I.- LECTURA DEL ORDEN DEL DÍA; II.LISTA DE ASISTENCIA; III.- DECLARACIÓN DE LA EXISTENCIA DEL QUÓRUM LEGAL
PARA CELEBRAR LA SESIÓN SOLEMNE; IV.- LECTURA DE LA PARTE CONDUCENTE DEL
ACUERDO DE SESIÓN EXTRAORDINARIA DE FECHA 22 DE DICIEMBRE DE 2015,
MEDIANTE EL CUAL SE ACORDÓ CELEBRAR LA PRESENTE SESIÓN SOLEMNE, CON
MOTIVO DEL 474 ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN DE LA CIUDAD DE MÉRIDA; V.
ASUNTOS MOTIVO DE LA SESIÓN SOLEMNE: a) Lectura del Acta de la Fundación de la Ciudad
de Mérida. b) Presentación del Orador Huésped, distinguido Narrador Yucateco, Maestro en
Administración y Mercadotecnia, Carlos Martín Briceño. c) Intervención del Orador Huésped,
distinguido Narrador Yucateco, Maestro en Administración y Mercadotecnia, Carlos Martín Briceño.
d) Entrega de reconocimiento por parte del Honorable Ayuntamiento 2015-2018 al distinguido
Narrador Yucateco, Maestro en Administración y Mercadotecnia, Carlos Martín Briceño, por su
participación como Orador Huésped en la presente Sesión Solemne de Cabildo con motivo del 474
Aniversario de la Fundación de la Ciudad de Mérida. e) Mensaje que dirigirá el Presidente
Municipal, Licenciado Mauricio Vila Dosal, y: VI.- CLAUSURA DE LA SESIÓN. Habiendo dado
lectura, la Secretaria Municipal, al Orden del Día, conforme al cual se celebraría la Sesión
Solemne, en cumplimiento del segundo punto del mismo, de conformidad con lo dispuesto en el
artículo 52, fracción II, del Reglamento de Gobierno Interior del Ayuntamiento de Mérida, pasó
lista; y toda vez que se contó con la asistencia de los diecinueve Regidores que se relacionan al
inicio de esta propia Acta, por lo tanto, en cumplimiento del tercer punto, el Presidente
Municipal, habiendo el quórum reglamentario, declaró legalmente instalado el Cabildo del
Ayuntamiento para celebrar la Sesión Solemne, siendo las veinte horas, con treinta minutos. Acto
seguido, la Secretaria Municipal, en cumplimiento al cuarto punto del Orden del Día, dio
lectura a la parte conducente del Acuerdo de la Sesión Extraordinaria de fecha veintidós de
diciembre del año en curso, en la cual el Cabildo de Mérida acordó llevar a cabo la Sesión Solemne,
con motivo del 474 Aniversario de la fundación de la Ciudad de Mérida, mismo que es del tenor
literal siguiente: “ACUERDO PRIMERO.- El Ayuntamiento de Mérida autoriza el cambio
provisional de la Sede Oficial donde se celebran las Sesiones de Cabildo, al Auditorio
“Silvio Zavala Vallado”, del Centro Cultural de Mérida “Olimpo”, el seis de enero del año
dos mil dieciséis, a fin de poder llevar a cabo la celebración de la Sesión Solemne con
motivo del 474 Aniversario de la Fundación de la Ciudad de Mérida, autorizando para
que intervenga en dicha Sesión, como Orador Huésped, el distinguido narrador
yucateco Carlos Martín Briceño, de quien se adjunta breve semblanza, en archivo
electrónico que se ha incluido en el disco compacto adjunto al presente Acuerdo. . . - - SEGUNDO.- Este Acuerdo entrará en vigor el día de su aprobación. . . - - - TERCERO.Publíquese el presente Acuerdo en la Gaceta Municipal. Dado en el Salón de Cabildo de
Palacio Municipal, sede del Ayuntamiento de Mérida, a los veintidós días del mes de
diciembre del año dos mil quince. . . - - -A T E N T A M E N T E. . . - - - LICENCIADO
MAURICIO VILA DOSAL. PRESIDENTE MUNICIPAL. . . - - - ABOG. MARÍA DOLORES
FRITZ SIERRA. SECRETARIA MUNICIPAL”. Seguidamente, pasó al inciso a) del quinto punto
del Orden del Día, cediendo el uso de la palabra a la Regidora María de los Milagros Romero
Bastarrachea, quien saludó a los presentes y dio lectura al Acta de Fundación de la Ciudad de
Mérida, misma que es del tenor literal siguiente: "En la provincia de Que Peche, a los seis días del
mes de enero del año mil quinientos cuarenta y dos, Yo, Don Francisco de Montejo, Teniente de
Gobernador y Justicia mayor repartidor y Capitán General de estas provincias de Yucatán, Cozumel,
por su majestad, digo que por cuanto el ilustre señor El Adelantado, Don Francisco de Montejo;
Gobernador y Justicia mayor en ellas, con sus poderes, me hubo enviado a ellas, para conquistar y
pacificar así como poblarlas de cristianos, ciudades, villas y lugares, aquellas que al servicio de Dios
y de su majestad viere que conviene, y porque después de venido, efectuado lo que me fue
mandado, conquiste y pacifique la provincia de Can Peche y Acanul, y en ella, a donde mejor me
pareció convenía, hice y poblé una villa , que se llama la villa de San Francisco y edifique la Iglesia
de Nuestra Señora de la Concepción, según mas largo se contiene en el libro de Cabildo que en la
dicha villa hice. Quiero, usando de los dichos poderes que para ello tengo, y porque así me fue
mandado por el ilustre señor Adelantado por una instrucción suya firmada de su nombre, poblar,
edificar una ciudad de cien vecinos a la cual fundo y hago honor y reverencia de nuestra señora de
la Encarnación y la dicha ciudad le doy por nombre a tal: La ciudad de Mérida, que nuestro señor
guarde para su santo servicio por largos tiempos, con protestación que hago que si al servicio de
Dios nuestro señor y de su majestad o al bien de los naturales viere que conviene mudarla, con
parecer de dicho señor Gobernador y señores del Cabildo, pero se ha visto no caer en mal caso ni
caer en ninguna pena, porque mi intención es buena y santa. Otrosí, para que la dicha ciudad de
Mérida no decaiga y de continuo permanezca, mando al reverendo padre cura Francisco
Hernández, que en lo mejor de toda la traza que en la dicha ciudad hiciere, tomar solar y sitio para
hacer la Iglesia mayor," la cual al presente mando se fabrique, a donde los fieles cristianos hayan
doctrina y les administren los Sacramentos, y le doy por apellido nuestra señora de la Encarnación,
la cual tomo por abogada así para que de continuo me de gracia, ensanche su santa fe católica,
como para que tenga debajo de su guarda y amparo la dicha ciudad de Mérida y a los cristianos
que en ella moraran. Otrosí, para que la dicha ciudad de Mérida sea bien gobernada y en justicia
mantenido, usando de los dichos poderes que para ello tengo, hago justicia, alcaldes, regidores a
los siguientes: Jorge Villagomez, Francisco de Bracamonte, Francisco de Ciesa, Gonzalo Mendez,
Juan de Urrutia, Luis Díaz, Hernando de Aguilar, Pedro Galiano, Francisco de Berrio, Pedro Díaz,
Pedro Costilla, Alonso Arebalo, Gaspar Pacheco y Alonso de Reynoso, alcaldes en nombre de su
majestad, recibí juramento en forma debida de derecho, después de haber dicho: si juro y amen.
Juraron de usar y ejercer bien y fielmente el oficio de alcaldes ordinarios, y que por amor, ni
desamor, dadivas, ni promesas, no dejaran indefensa la ejecución de la justicia, antes como buenos
alcaldes y ejecutores, ejecutaran las blasfemias contra Dios y sus santos, abreviaran pleitos a las
viudas y pobres, y a todos demandantes y reindefendientes harán justicia y guardo leyes y
pragmáticas de su majestad, y su consejo de letrado para los tales casos fuere menester, tomaran
asesor para que les encaminen derecho. Presentes por regidores, Jorge de Villagomez, Francisco de
Bracamonte, Francisco de Ciesa, Gonzalo Mendez, Luis Díaz, Juan de Urrutia, Hernando de Aguilar,
Pedro Galiano, Francisco de Berrio, Pedro Díaz, Alonso de Arebalo, Pedro Costilla. Recibidas en sus
manos las varas dadas por mano de dicho señor teniente de gobernador, se hizo con toda la demás
solemnidad de derecho, sin haber en ello contradicción alguna, los dichos señores regidores,
después de elegida justicia pusieron la mano en la cruz y juraron a Dios en forma debida de
derecho, y después de haber dicho: si juro y amen, prometieron su cargo del dicho juramento, de
procurar el bien común de la ciudad de Mérida, y si algo que al servicio de su majestad viere que
conviene juntaran su Cabildo y avisaran de ello protestando como protestaron pedir a su majestad,
franquezas y libertades, así para aumentar este Cabildo como para el gobierno de la dicha ciudad.
Lo cual todo paso mes y año susodicho, por ante mí el dicho escribano, los cuales firmaron aquí sus
nombres juntamente con el señor teniente Don Francisco de Montejo, Gaspar Pacheco, Alonso de
Reynoso, Jorge de Villagomez, Francisco de Bracamonte, Francisco de Ciesa, Luis Díaz, Gonzalo
Mendez, Juan de Urrutia, Hernando de Aguilar, Pedro Galiano, Francisco de Berrio, Pedro Díaz de
Monjibar, Alonso de Arebalo, Pedro Costilla". Pasando al inciso b) del quinto punto del Orden del
Día, la Secretaria Municipal, solicitó al Regidor Mauricio Díaz Montalvo, proceda hacer la
presentación del Orador Huésped, distinguido Narrador Yucateco, Maestro en Administración y
Mercadotecnia, Carlos Martín Briceño. Quien después de saludar al Presidente Municipal, a los
representantes de los poderes y al público asistente, señaló que es un honor, en un día muy
especial para la Ciudad, poder presentar al Orador Huésped, que es el Maestro Carlos Martín
Briceño y, seguidamente, dio lectura a lo siguiente: “Carlos Martín Briceño. Nació en Mérida,
Yucatán, en 1966. Narrador. Miembro del Centro Yucateco de Escritores. Licenciado en
Administración de Empresas con Maestría en Administración y Mercadotecnia. Su formación incluye
talleres de narrativa con los maestros Agustín Monsreal, Rafael Ramírez Heredia, Rosa Beltrán,
Beatriz Espejo y Eduardo Antonio Parra, entre otros. Martín Briceño es egresado del Diplomado en
Literatura y crítica literaria 2003 auspiciado por el Instituto de Cultura de Yucatán, y CONACULTAINBA. Ha participado ininterrumpidamente, desde Enero de 2009, en los congresos de UC
Mexicanistas, organizados en el marco del festival de la Ciudad de Mérida y de la Feria
Internacional de la Lectura de Yucatán. Algunos de sus cuentos han sido traducidos al francés y al
inglés. Ha sido jurado en numerosos certámenes de cuento, tanto locales como nacionales.
Además, es colaborador habitual del Diario de Yucatán y del suplemento cultural La Jornada
Semanal. Su libro, Al final de la vigilia, fue seleccionado en 2006 por la Secretaría de Educación
Pública para formar parte de las bibliotecas de aula del programa oficial Libros del Rincón en los
cursos de tercer año de educación secundaria en la península de Yucatán. Dos de sus libros, Caída
libre y Montezuma´s Revenge, fueron incluidos por el Periódico Reforma en sus listas de los
mejores libros publicados en México en el 2010 y en el 2012, respectivamente. Ha sido
conferencista en diversas Instituciones de Educación Superior del país y, recientemente, invitado
por la Secretaría de Relaciones Exteriores y el Fondo de Cultura Económica, fue ponente en Bogotá
en el Festival cultural Visiones de México en Colombia. En un reciente artículo, publicado en Enero
del 2014 en su columna sabatina Noche y Día en el Periódico Reforma, uno de los críticos literarios
más respetados de México, Sergio González Rodríguez, a propósito del último libro de Martín
Briceño, dice: “Como cuentista, Carlos Martín Briceño ha logrado un equilibrio entre la potencia vital
y la potencia intelectual. Cada pieza suya reconstruye vivencias de sus personajes, que conforme
entran en zonas extremas de violencia, sexualidad o extrañamiento de lo cotidiano superan en su
mente lo acontecido a través de pensamientos, percepciones, vislumbres de lucidez o
incertidumbre. Sólo un escritor de alto rango puede resolver en pocas páginas la riqueza narrativa
que plantea en sus cuentos. Carlos Martín Briceño, al lado de otros cuentistas superiores de su
generación como Mauricio Montiel Figueiras o Edson Lechuga, consuma su vertiente particular de
una propuesta de excelencia: un mundo interior, un lenguaje apropiado para expresarlo y una
complejidad que asume la forma de sencillez desconcertante. Montezuma's Revenge y otros
deleites ennoblece el oficio de narrar”. PREMIOS Y DISTINCIONES: -Mención de honor en el
Concurso Nacional de relatos Carmen Báez (1999), Morelia, Michoacán. -Premio Nacional de
cuento Beatriz Espejo (2003), Mérida, Yucatán. -Premio Nacional de cuento Jesús Amaro Gamboa
(2004), Universidad Autónoma de Yucatán. -Mención de honor en el Premio Nacional de cuento
San Luis Potosí (2008). -Premio Internacional de cuentos Max Aub (2012), Segorbe, España. OBRA
PUBLICADA: Después del aguacero (La Tinta de Alcatraz, Toluca 2000). Al final de la vigilia
(Editorial Dante, Mérida 2003-SEP Libros del Rincón, México DF 2006). Los mártires del Freeway y
otras historias (Ficticia Editorial, México DF 2006 y 2008). Caída libre (Ficticia Editorial, México DF
2010). Montezuma´s Revenge (Fundación Max Aub, Segorbe, España, 2012). Montezuma´s
Revenge y otros deleites (Ficticia Editorial, México DF 2014). ANTOLOGÍAS: Litoral del Relámpago
(Centro Yucateco de Escritores, Mérida, 2003). La otredad (Instituto de Cultura de Yucatán, Mérida,
2006). El espejo de Beatriz (Ficticia Editorial, México DF 2008). Prohibido fumar (Editorial Lectorum,
México DF 2008). Un nudo en la garganta. Quince cuentos canallas (Trama Editorial, Madrid 2009).
Estación Central BIS (Ficticia Editorial, México DF 2009). Los 43 (Los bastardos de la Uva, México
DF 2015). Cuentos y artículos suyos han sido incluidos en numerosas revistas mexicanas y
extranjeras, tales como Acequias (Universidad Iberoamericana de Torreón), Alforja, Archipiélago,
Cultura Veracruz, El Ángel (Reforma), Eje Central, El Universo del Búho, Morbo, Fandango, Luna
Zeta (Oaxaca), Molino de Letras (Texcoco), Este país, Tiempo (Universidad Autónoma de México),
Río Grande Review (Universidad del Paso, Texas). Y las revistas digitales El Otro Mensual (EOM),
Ficticia, Letralia y Proyecto Sherezade, entre otras. Actualmente imparte talleres de narrativa en su
ciudad natal y es profesor de la escuela de escritores de la SOGEM a través de su red virtual
REDALICY.”. Seguidamente, y dando cumplimiento al inciso c), del quinto punto del Orden del
Día, la Secretaria Municipal invitó al distinguido Narrador Yucateco, Maestro en Administración y
Mercadotecnia, Carlos Martín Briceño, tuviese a bien pasar al estrado a fin de que hiciere el
favor de dirigir su mensaje, quien, en uso de la palabra, refirió lo siguiente: “y después de haber
dicho: sí juro y amén, juraron de usar y ejercer bien y fielmente el oficio de alcaldes ordinarios, y
que por amor, ni desamor, dádivas, ni promesas, no dejarán indefensa la ejecución de la justicia,
antes como buenos alcaldes y ejecutores, ejecutarán las blasfemias contra Dios y sus santos,
abreviarán pleitos a las viudas y pobres, y a todos demandantes y reindefendientes harán justicia.
Acta de la fundación de Mérida, 6 de Enero de 1542.”. Seguidamente, saludó a las autoridades,
funcionarios y público asistente a la Sesión, y continuó dando lectura a su mensaje: “No he vivido
en otra ciudad sino en ésta. Vi luz aquí, hace medio siglo, cuando el cielo meridano, inalterable en
su azul, acogía parvadas de zopilotes que, de cuando en cuando, detenían su vuelo circular para
posarse en las veletas y ofrecer sus renegridas alas al sol. Nací en esta ciudad –erigida hace 474
años, como continuación de la antigua ciudad maya de Ichcaanzihó- en los años sesenta del siglo
pasado, cuando los nombres de algunos santos y mártires cristianos identificaban todavía barrios
vivos, pintorescos, pletóricos de gente, donde se desarrollaba la vida cultural y económica de esta
capital. Al sur, San Sebastián; al poniente Santiago y San Juan; al oriente San Cristóbal y al norte
Santa Lucía y Santa Ana. Eran épocas en que la ciudad contaba con menos de doscientos mil
habitantes –lo confirmaba el letrero con la cifra largamente inmutable, colocado por las autoridades
municipales a la entrada de la Avenida de los Itzáes, muy cerca del “campo de aviación” –, y los
meridanos aún no se dejaban fascinar por la modernidad de los fraccionamientos, los
supermercados, las plazas comerciales y los vehículos automotores. Era posible jugar libremente en
las calles sin temor a acabar bajo las ruedas de un automóvil, subir a una calesa y visitar el
mercado del barrio y deleitarse con aromas, sonidos y sabores que ya solo persisten en la
memoria: el olor a marisma de la pesca del día, el crepitar del aceite sobre el suave modelado de la
masa de los salbutes, el exquisito dulzor de los flanes de leche fresca. Era posible, una vez al año,
caminar por la feria instalada alrededor de la iglesia, en honor del santo patrono, y avanzar por un
parque rebosante de luces y juegos mecánicos, seguir al gremio que iba soltando algarabía en sus
voladores, treparse a la rueda de la fortuna para sentir el golpe del viento en el rostro y distinguir,
desde las alturas, en medio del paisaje vegetal conformado por los tupidos árboles frutales de los
patios, las construcciones más altas: la catedral de San Idelfonso, la primera de nuestro continente
en tierra firme; el templo de la Tercera orden, algún hotel sobre el Paseo de Montejo y aquel
edificio inconcluso que todos llamaban El Elefante Blanco. Era aquella una Mérida tranquila,
arbolada, de siestas al mediodía, donde el tiempo parecía transcurrir con una lentitud
omnipresente, muy parecida a la que dibuja Agustín Monsreal en su cuento Demonios de la misma
caldera: A mí los meses se me iban en asistir a la escuela, ayudar a mi madre en los mandados,
meterme en la pileta los días de bochorno, estudiar, perseguir zopilotes, admirar las audacias de los
cirqueros ambulantes, encaramarme en la veleta para sentir el viento, ir a retozar al Parque
Centenario o a comer sorbetes a la heladería de Polito, pescar ajolotes en los charcos, oír música
en el aparato de radio, caminar descalzo cuando había inundación, cosas así. Pero no faltaba
mucho para que esta Mérida provinciana, gozosa, complacida en sus añejas rutinas, afanada en
mantenerse inmóvil, comenzara a desaparecer. El cambio se dio a fines de los años sesenta,
cuando las familias acomodadas que vivían en lo que nosotros nombramos el primer cuadro,
decidieron emigrar hacia otros rumbos, en aras de hallar un sitio menos agitado para vivir, debido a
la proliferación de negocios comerciales y al aumento paulatino del tráfico vehicular. De esta forma
surgieron en los años setenta y ochenta, en todos los puntos cardinales de nuestra Ciudad Blanca,
múltiples fraccionamientos y colonias que, pese a la desolación silvestre de su entorno, atraían a
los emeritenses con la promesa de un nuevo estilo de vida. Eran construcciones aspirantes a la
modernidad, dotadas de garaje para resguardar el auto –ese apéndice motriz que comenzaba a
volverse indispensable para muchas familias- y un curioso jardín frontal para cultivar rosales y
embelesos sobre una alfombra de verdeante césped americano. Únicamente seguían habitando el
centro quienes, por razones sentimentales se negaban a dejar sus casas o, de plano, porque el
cambio les resultaba muy oneroso. Y no faltó quien les reprochara: - ¿Cómo? ¿Sigues allí? ¡Te estás
perdiendo la mitad de tu vida!. Así, sin mayor trámite, las solariegas casonas del centro con sus
grandes patios, y muchas del Paseo de Montejo, menguaron su esplendor. Y sus propietarios, con
ánimo empresarial, las dejaron languidecer y al cabo, las vendieron a inversionistas que
aprovecharon el terreno para construir vanos monumentos al concreto en forma de
estacionamientos, almacenes y locales comerciales, con la aquiescencia de las autoridades. Esta
transformación, que ya se venía gestando desde antes, fue notoria para algunos viajeros
enamorados de Mérida, tal fue el caso del norteamericano Asael T. Hansen, que con visión
antropológica registró estos acontecimientos desde los años cuarenta del siglo XX. Las fuerzas que
han logrado romper la tradicional y estable relación de estatus que poseía Mérida durante la
segunda mitad del siglo pasado, están dando cabida a un patrón urbano que se aproxima al de las
ciudades norteamericanas, y aunque la ciudad no es lo suficientemente grande ni dinámica para
lograr cristalizar ese patrón, algunos de sus elementos son ya perceptibles. El centro es más
propiamente una zona comercial que el área residencial de la aristocracia. Las plazas de los barrios
se han convertido en centros comerciales satélites… La gente vive ahora donde quiere de acuerdo a
sus posibilidades económicas y no donde las costumbres tradicionales la sitúan. Los ricos viven en
los fraccionamientos elegantes de moda… Algunas de las antiguas y grandes mansiones situadas
dentro de la zona comercial han sido subdivididas en múltiples viviendas. Faltaba mucho para que
los meridanos reconocieran el valor cultural y arquitectónico de aquellos predios olvidados y para
que, con la efervescencia de las generaciones recientes, se constituyera formalmente un Patronato
para la preservación del Centro Histórico. Faltaban años para que los nuevos emeritenses, esas
aves migratorias oriundas de países fríos, llegadas a la península en busca de paz y de nuestro
invencible sol, descubrieran la veta de oro escondida tras los vetustos muros de mampostería de las
casonas relegadas. Y así, sin darnos cuenta, nos alcanzó el siglo XXI. Y en los umbrales de una
nueva era, en medio de los temores generados por el oráculo de la última profecía del calendario
maya, esta ciudad construida, con el esfuerzo y la fatiga de nuestros indios…, que esconde en sus
piedras la sangre de sus manos y el sudor de sus frentes broncíneas, como escribiera el arquitecto
Leopoldo Tommasi López, y cuyo sobrenombre –Ciudad Blanca – proviene, tanto del color del
encalado con el que solían pintarse sus muros hasta bien entrado el siglo pasado como por el deseo
de su fundador de hacer de Mérida una comunidad libre de indígenas, sobrepasó el medio millón de
habitantes. Brotaron enormes plazas comerciales, sentaron sus reales los malls, los
fraccionamientos y las avenidas se multiplicaron, el Paseo de Montejo alargó su glamour hasta
fusionarse con la carretera que lleva al mar, surgieron las primeras torres departamentales, altos
hoteles, el área conurbana avanzó sobre los municipios aledaños, dio inicio la inmigración originada
por la narco violencia que se enquistó en el centro y en el norte del país, la reserva territorial
redujo sus fronteras y el parque vehicular rebasó todas las posibilidades de nuestras angostas
calles paralelas trazadas por los españoles desde el siglo XV, siguiendo el diseño que impusieron a
sus propias ciudades, allende el mar. Lejos, muy lejos quedaría la imagen de aquella Mérida
bucólica, somnolienta, de tibios y tímidos colores descrita, en 1937, por Octavio Paz durante su
breve estancia en tierras yucatecas: Mérida es una ciudad española, señorial y lenta. Las casas, de
un solo piso, bajas y amplias, tienen una huerta, un molino de viento y tierra húmeda, traída de
otros sitios. Todo es trabajo humano: aquí la fecundidad es una victoria del hombre contra la
sequedad y la inclemencia. En las noches, jadea la ciudad, asomadas a los balcones o en las
puertas, las muchachas conversan, y sus voces son como un hondo río, como el oscuro
presentimiento del agua. A veces gime sordamente una veleta. Ya no hubo vuelta de hoja:
inmersos en la vorágine de la nueva era, los meridanos devinieron ciudadanos del mundo, y ésta
muy noble y muy leal ciudad fundada por Francisco de Montejo en la provincia de Que Peche, con
apenas setenta familias españolas y trescientos naturales a los seis días del mes de enero del año
1542, se convirtió en una giganta, eje económico y cultural del sureste del país, una urbe que
aceleró su crecimiento. Y en la prisa por subirse al carro de la modernidad, sus habitantes olvidaron
varias cosas, entre ellas, el respeto que se le debe al árbol. Y la Blanca Mérida comenzó a tornarse
grisácea, reflejo de las extensas planchas de concreto de sus nuevos fraccionamientos. Sólo en la
poesía de la trova yucateca (Vergeles floridos que me hacen soñar/ perfumes que aroman mi regia
ciudad) (Mi tierra es un lindo/ vergel donde crecen/ el nardo y la rosa/ y el rojo clavel), y en la
memoria de los viejos quedaría aquella Mérida verde, exuberante, casi tropical, olorosa a jazmines,
limonarias y galán de noche, pródiga en patios rebosantes de zapotes, caimitos, mameyes,
saramuyos, aguacates, guanábanas, naranjos, mangos, taúches, ciricotes y altísimos cocoyoles
que, de vez en cuando, dejaban caer sus frutos sobre las cabezas de los desprevenidos
transeúntes. Y sin embargo del crecimiento vertiginoso de las últimas décadas y el avance
inexorable de la mancha urbana, la capital yucateca sigue siendo una ciudad disfrutable,
acogedora, nostálgica, seductora, única, cuyo centro histórico, el segundo más grande del país,
núcleo ancestral de la urbe, con todos sus inconvenientes, es el vértice de su engranaje. La Plaza
Grande sigue sorprendiéndonos con la verdeante frondosidad de las copas de sus añejos laureles
de la India, y nada resulta más placentero al caer la tarde, cuando los rayos del sol poniente
golpean y colorean las piedras cobrizas de la fachada de la catedral, que sentarse, igual que hace
una centuria, en una de las pequeñas mesas redondas de cubierta de mármol de la antigua
Dulcería y sorbetería Colón a paladear con lentitud una delicada champola de guanábana –receta
original de Don Vicente Rodríguez Peláez–, mientras se observa pasar a la gente que puebla ahora
la ciudad: desde los extranjeros de la tercera edad –estadounidenses, italianos o canadienses– que
han invertido sus ahorros de retiro en alguna de aquellas casonas olvidadas convertidas hoy en
palacetes, pasando por los hipsters de guayaberas estilizadas y mochila de diseñador al hombro
que apresuran el paso para llegar primero que nadie al regocijo cervecero de las sempiternas pero
renovadas cantinas del centro, hasta los obreros y albañiles de perseverante semblante maya –
pequeños, meditabundos, silenciosos- que atraviesan cada tarde la plaza para subirse a la combi
que los devolverá a sus hogares ubicados en la periferia, en el sur o en las comisarías cercanas a la
zona metropolitana, esas áreas de la Ciudad Blanca siempre olvidadas, luego de haber trabajado en
alguno de los desarrollos inmobiliarios de lagos artificiales y jardines infinitos que abundan en las
cercanías de la autopista que lleva a Puerto Progreso. Por eso, en esta noche que celebramos a
esta Mérida mestiza y castiza, bicultural y bilingüe que en el año dos mil recibiera el título de
Capital Americana de la Cultura, más allá de la nostalgia, de la elegía poética, de la sugestiva
evocación de una ciudad anclada en sus tradiciones, conviene recordar que aun cuando la capital
yucateca encabece las listas de las urbes del país con mayor calidad de vida, todavía existen
asignaturas pendientes que deberemos de atender para transformar en realidades los anhelos de
sus habitantes. Como acelerar el desarrollo de infraestructura que iguale las oportunidades para
todos los emeritenses sin importar la zona donde vivan y reconocer los derechos de ese diez por
ciento de maya hablantes, extranjeros en su propia heredad, que a diario transitan por nuestras
calles de nomenclatura numérica y que a veces se nos aparecen en forma de niños mendigando
por las noches. Como elaborar desde el cabildo leyes que protejan al árbol y al medio ambiente y
exijan a las constructoras incluir en sus proyectos urbanistas pulmones verdes reales que
mantengan la calidad del aire que respiramos. Como cumplir las disposiciones de accesibilidad que
permitan el disfrute de todos los servicios para todos los habitantes. Como defender la
conservación y restauración de edificios, predios históricos, monumentos y esculturas ubicados
fuera del radio protector del centro histórico y revivificar los mercados de barrio dándoles un
destino, acorde a nuestros días, donde puedan surgir nuevamente con todo el esplendor de sus
colores, olores y sabores. Como humanizar y replantear las iniciativas públicas para conjurar la
funesta violencia reciente y recuperar esa proverbial calma y tranquilidad que siempre nos ha
caracterizado. Mérida no es una ciudad hecha de volúmenes sino del juego de la luz en el aire, una
calculada danza de colores, escribió Octavio Paz. Y de este avistamiento del poeta, quiero imaginar,
dimanan su pureza, su misticismo, su embeleso, la luminosidad de sus mediodías, los implacables
torrentes de luz de sus amaneceres y el torbellino de pájaros que los saluda, el espectro de
sensaciones que atrae y complace a sus moradores. Y de esa misma policromía deben de
alimentarse también la honestidad, el respeto, la pluralidad y el compromiso de la generación que
la gobierna y de todos los que la habitamos. En el marco de esta solemne ceremonia, de cara al
presente y al tiempo por venir, renovemos los votos y divisas originales del primer cabildo: Exigir y
hacer justicia. Defender y proteger a los que menos tienen. Ejercer bien y fielmente el oficio de
alcaldes. Estoy seguro de que esto será posible.”. En cumplimiento al inciso d), del quinto punto
del Orden del Día, la Secretaria Municipal solicitó al distinguido Narrador Yucateco, se acercara
al Presídium para que el Presidente Municipal, Licenciado Mauricio Vila Dosal, le haga entrega de un
reconocimiento por su participación como Orador Huésped en la Sesión Solemne de Cabildo, con
motivo del 474 Aniversario de la Fundación de la Ciudad de Mérida; seguidamente, el Orador
Huésped se acercó al Presídium y el Presidente Municipal le hizo entrega del mencionado
reconocimiento. Continuando con el desarrollo de la Sesión, la Secretaria Municipal pasó al inciso e)
del quinto punto del Orden del Día, por lo que cedió el uso de la palabra al Presidente
Municipal, a fin de que emita un mensaje con motivo de la Sesión Solemne, quien, saludando
previamente a todos los asistentes, refirió lo siguiente: “Iniciamos el año celebrando el 474
Aniversario de la Fundación de Mérida, nuestra Ciudad Blanca. La Ciudad se viste de gala en su
cumpleaños. Disfrutamos de nuevo sus colores, sabores, arquitectura, música, poesía, arte y
cultura. Lo hacemos en un ambiente de paz y multiculturalidad. La Ciudad es una amalgama de
visiones diversas. Nuestra milenaria cultura maya, española y mestiza, se ve enriquecida con las
expresiones culturales de ciudadanos que han venido de otros lugares a vivir en nuestra Ciudad,
han hecho suya Mérida, la respetan y han aprendido a quererla. Por eso he dicho que aquí, en
nuestra Ciudad, nadie es extranjero. La Ciudad es de todos, todos podemos disfrutarla y, al mismo
tiempo, todos tenemos el deber de cuidarla. Nos encontramos en una ciudad de casi un millón de
habitantes y en crecimiento constante; con una sociedad que desea la modernidad y al mismo
tiempo preservar los valores y tradiciones que nos dan identidad y prestigio mundial. Orgullosos de
nuestro origen y de nuestro glorioso pasado, los meridanos debemos preguntarnos: ¿Cuál es el
futuro que queremos construir para nuestro Municipio?, ¿cual es el porvenir que vamos a heredar a
nuestros hijos?. Hemos construido nuestra Ciudad con base en los valores de la civilidad, la familia,
la solidaridad y la sana convivencia social. Eso nos ha llevado a disfrutar el privilegio de habitar en
Mérida, considerada como la mejor Ciudad para vivir en todo el país. Estos valores son los que
valen la pena heredar a las futuras generaciones, para que la modernidad no destruya la identidad
y el privilegio de ser de Mérida. A los grandes retos que los ciudadanos meridanos de todos los
tiempos han enfrentado, como el combate a la pobreza, la calidad de los servicios públicos, la
infraestructura para el desarrollo, se agregan otros retos para un Municipio, que son propios del
crecimiento y la modernidad de nuestra Ciudad. Una adecuada movilidad urbana, la accesibilidad
universal, el desarrollo sustentable, promover la innovación, preservar nuestras tradiciones, se nos
presentan como nuevos e importantes retos para conservar la calidad de vida del Municipio y por
eso este Ayuntamiento los ha incluido como ejes de gobierno para Mérida, nuestra Ciudad Blanca.
En este cumpleaños de Mérida, refrendo el compromiso del Gobierno Municipal con la sociedad
meridana para afrontar estos retos. Para lograr el éxito, gobiernos y sociedad debemos trabajar
juntos. Y es que entre nuestras fortalezas contamos con una sociedad civil fuerte y entusiasta; con
empresarios visionarios y comprometidos con Mérida; jóvenes emprendedores impetuosos e
inteligentes; hombres y mujeres decididos a sacar adelante a sus familias mediante el trabajo digno
y honesto. Mérida, en su cumpleaños 474, nos regala una Ciudad en la que se vive en paz y con
una buena calidad de vida. Para que en sus siguientes aniversarios nos pueda seguir
proporcionando lo mismo, Mérida nos convoca a trabajar juntos. Sin radicalismos ni posiciones
unilaterales. Nos convoca a vivir democráticamente y a practicar el diálogo que dé soluciones
concretas a los meridanos. Mérida no necesita enfrentamientos, necesita soluciones a sus
problemas y por eso debemos tener una estrecha coordinación entre los tres órdenes de gobierno:
Federal, Estatal y Municipal para servir mejor a los ciudadanos. Nos invita a que gobierno y
ciudadanos vayamos juntos y no cada quien por su lado. Mérida, en su 474 aniversario, exige
austeridad, disciplina, trabajo y resultados. Al mismo tiempo, Mérida, Ciudad Blanca, nos exige la
más amplia participación ciudadana. Todos podemos y debemos hacer algo por Mérida. Mérida nos
pide para hoy y para siempre caballerosidad con las mujeres, respeto para los adultos mayores y
para las personas con alguna discapacidad. Todos podemos hacer algo por conservar el prestigio
de Mérida y el orgullo de ser meridanos. Mantener limpio el frente de nuestras casas, no arrojar
basura a la calle, defender los derechos humanos y la libertad, denunciar los atropellos, entre otras
cosas, deben ser el comportamiento de todos los meridanos que sirva de ejemplo y enseñanza para
las nuevas generaciones. La amabilidad con el peatón y el ciclista, la solidaridad con el ciudadano
que es vulnerable, la educación y el respeto para con todos, no es un asunto de la Mérida del
pasado, sino que es exigencia para una Mérida que quiere tener un futuro. El cumplimiento de la
ley, de las normas, no debe ser exigencia sólo para algunos; lo es para todos sin excepción, y
especialmente para quienes somos funcionarios públicos. Valores como el respeto al prójimo, la
legalidad, el amor al trabajo, el cuidado del medio ambiente, la solidaridad con los que menos
tienen, el impulso a la cultura y la unidad familiar, no pueden pasar de moda en la Mérida que
todos soñamos. En pocas palabras, Mérida, en su noche de fiesta, nos llama a disfrutarla, a
gozarla, a presumirla, a sentirnos orgullosos de ella; y al mismo tiempo nos convoca a unirnos y a
trabajar juntos por el bien de todos. ¡Muchas felicidades a Mérida y muchas felicidades a todos los
meridanos!. Muchas gracias.”. Continuando con el sexto punto del Orden del Día, la Secretaria
Municipal cedió el uso de la palabra al Presidente Municipal para que declare clausurada la
Sesión Solemne de Cabildo, quien señaló que habiendo sido agotados todos los puntos del Orden
del Día, declaró clausurada la Sesión, siendo las veintiún horas con veinte minutos, del mismo día
de su inicio.-----------------------------------------------------------------------------------------------------------
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