Dejadlos morir - La Tribuna del País Vasco

Anuncio
LORENZO SILVA / Madrid
24/03/2014
Los indignados al Samur: «Dejadlos
morir»
El testimonio de un trabajador de las emergencias médicas de Madrid que atendió a los
policías heridos
Comparte
esta notic ia
Lo que contaré a continuación son hechos, y el relato procede de una fuente que, al menos para
mí, resulta completamente fiable. Es alguien a quien conozco de hace tiempo, por razones que
no tienen que ver con su oficio, ni con sus ideas ni con las mías, que dicho sea de paso vienen a
coincidir en la sensibilidad frente a una sociedad injusta en la que los platos rotos los pagan
siempre los que menos tienen y pueden, mientras los poderosos salen indemnes de sus
picardías, sus pifias o, incluso, sus delitos.
Digamos que ambos tiramos a la izquierda y vemos muchas razones para manifestarse contra
un orden de cosas decepcionante. Me dice que se ha manifestado muchas veces, y que si el
sábado no lo hizo fue simplemente porque no podía hacerlo. Mi fuente es un trabajador de las
open in browser PRO version
Are you a developer? Try out the HTML to PDF API
pdfcrowd.com
emergencias médicas de Madrid, que el día 22 estaba de servicio. Permítanme que no dé más
detalles, porque nada de lo que me ha confiado quiere que le sea reconocido como mérito por
nadie, ni yo deseo que le acarree represalias.
La historia viene del dolor y la vergüenza, y ahí debe quedar, sin contaminarse de ese circuito
sórdido de la búsqueda de la recompensa y el miedo al castigo que mueve las acciones de todos
los que nunca leyeron la Ética de Spinoza; aquel hebreo que dejó escrito que toda la
recompensa del bien obrar es obrar bien, y el principal castigo del mal, haberlo hecho.
Mi confidente estaba en un puesto sanitario avanzado (PSA) del Samur al que al término de la
manifestación empezaron a llegar antidisturbios heridos, en brazos de sus compañeros.
«En cinco minutos pudieron llegar siete u ocho policías de la UIP [Unidad de Intervención Policial]
y uno de la UCE –antidisturbios de la Policía Municipal– con caras ensangrentadas, alguno con
disminución del nivel de consciencia y cascos abollados, por lo que se suponía que eran
adoquines. Hubo que estabilizarlos, valorar sus heridas y calmar su ansiedad, porque venían
asustados. Vi caras desencajadas de esos hombres de casi dos metros, llamadas a sus
mujeres y situaciones tensas cuando coincidieron en el PSA policías y manifestantes».
«No vi en ningún policía ni una mirada que tradujera odio o ánimo de venganza hacia ninguno de
sus agresores. En el exterior, sin embargo, acompañantes de los manifestantes heridos nos
gritaban a los trabajadores del Samur que éramos cómplices y que no atendiéramos a policías,
que los dejásemos morir».
«Aplaudían cada vez que entraba un policía herido, e incluso llegaron a arrojar un petardo junto al
PSA. Acabamos necesitando un cordón policial para poder trabajar con un mínimo de
seguridad».
open in browser PRO version
Are you a developer? Try out the HTML to PDF API
pdfcrowd.com
Refiere este trabajador, igualmente, cómo advirtió, desde su posición, la posible presencia de
policías infiltrados como manifestantes: «En el exterior del PSA, unos manifestantes identificaron
a un grupo de policías infiltrados vestidos de paisano. Los acorralaron profiriendo insultos y
retándoles a pelear. Fui testigo directo de esta situación y sí parecía que eran realmente policías.
Se refugiaron detrás del PSA para no poner en peligro el dispositivo sanitario, pero cerca por si
acaso. No eran dos o tres encapuchados los que les amenazaban, era mucha gente, algunos
quizá por solidaridad con los manifestantes».
Cuando llegó el momento de evacuar a los policías heridos continuó la fiesta y la presión. Así lo
recuerda el testigo: «Afortunadamente, ningún manifestante o periodista precisó traslado urgente,
sólo un policía precisó traslado en UVI móvil por un síncope recuperado tras una pedrada en la
cabeza. Tuvimos que meter a los policías de dos en dos en ambulancia y por la puerta de atrás,
pegada al PSA para evitar el trayecto a pie desde el PSA a la ambulancia, por su seguridad y
entre silbidos».
En total, en el PSA valoraron a 61 pacientes hasta las 23.00 horas del sábado. Una estampa que
se le quedó grabada al testigo fue la del único antidisturbios municipal, que estuvo 40 minutos
solo, sin que ninguno de sus jefes acudiera a interesarse por él, mientras que los policías
nacionales recibían incluso la visita de su director general.
«Lo que más me duele», dijo el policía, «no es la rodilla, sino que nadie haya llamado siquiera».
Al final acabaron apareciendo sus jefes y se hicieron cargo de su traslado y de avisar a su
familia, pero la imagen de ese largo rato en soledad vino a resultar simbólica del desamparo de
unos servidores públicos expuestos a las iras de la ciudadanía.
Y hasta aquí lo visto y contado por alguien que estuvo en primera línea y que no está
contaminado por la propaganda de ninguno de los dos bandos en conflicto. En definitiva, lo más
open in browser PRO version
Are you a developer? Try out the HTML to PDF API
pdfcrowd.com
parecido a un testigo imparcial –eso que ya sabemos que no existe– que al menos este cronista
ha encontrado respecto de los incidentes del 22-M. También el testigo tiene, cómo no, su
opinión, y creo que vale la pena transcribirla.
«Yo también estoy harto, pero tengo la suerte de mantener la vocación casi intacta. Yo me debo
a mis pacientes, encapuchados, policías, fotógrafos, ciudadanos… convivientes en esta nuestra
sociedad herida».
Y para terminar, lo que menos vale de estas líneas, la opinión de quien recaba y recoge el
testimonio. Alguien debería empezar a pensar, en el Gobierno, en el mal resultado que da tapar
los problemas amontonando contra ellos policías. Ya se hizo en el pasado, en nuestro país, y la
consecuencia es que se quema y deslegitima a las Fuerzas de Seguridad, que cualquier día
acaban viéndose en el brete de usar las armas y provocar una desgracia, y los problemas siguen
ahí.
Y alguien debería empezar a pensar, entre los portavoces de esa izquierda que dice reclamar
dignidad, si pedirle a quien ha de curar que deje morir a un ser humano es realmente de
izquierdas. Si acaba aceptándose eso, algunos que lo somos y no podremos ser jamás de
derechas, tendremos que afiliarnos a la izquierda de un país imaginario.
Más información en páginas 32 y 33.
open in browser PRO version
Are you a developer? Try out the HTML to PDF API
pdfcrowd.com
open in browser PRO version
Are you a developer? Try out the HTML to PDF API
pdfcrowd.com
Descargar