La novela Para el estudio de la novela seguiremos las cuatro etapas generales expuestas en el tema anterior. La novela existencial: los años cuarenta A la ruptura social provocada por la guerra civil y a la desorientación lógica provocada por la posguerra se añade el aislamiento cultural e intelectual por la rigurosa censura del régimen franquista. Aunque hubo narrativa de tema bélico de escasa calidad, la corriente novelística más interesante es aquella que empezó a tratar la realidad del momento. Bajo la denominación de realismo existencial se engloban muchas novelas cuyos temas son el malestar, el desconcierto, la desesperanza, la angustia ante la amarga y absurda experiencia de la vida. Suele haber un protagonista único, son novelas de personajes que se sienten perdidos o prisioneros en un ambiente cerrado y amenazador. Las obras más representativas son: La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela Nada de Carmen Laforet y La sombra del ciprés es alargada de Miguel Delibes. Puede decirse que la historia de la novela en la posguerra comienza con La familia de Pascual Duarte. Esta obra que ofrece una visión durísima de la pobreza en un mundo brutal y monstruoso, inaugura la tendencia llamada “Tremendismo” que consiste en representar con extrema crudeza situaciones desagradables y violentas, incluso repulsivas (sus personajes son frecuentemente seres marginados, criminales, pervertidos, tarados psíquicos o físicos) en un lenguaje desgarrado y directo. La novela Social, los años cincuenta: La década de los 50 se inaugura con El camino de Miguel Delibes, novela centrada en un ambiente rural habitado por gente sencilla. Es el comienzo de un nuevo realismo: el narrador adopta una actitud testimonial que se intensificará en obras posteriores. Aparece en 1951 La colmena, de Camilo José Cela, en la que destaca la sustitución del protagonista individual por el protagonista colectivo. En esta década se da a conocer una nueva generación de novelistas más preocupados por la situación social del país que por lo individual. Su novela se trata de una novela crítica y comprometida. Es el “realismo social”. Estos escritores asignan una función social a la literatura y reflejan de forma objetiva una realidad que pretenden transformar. Se centran en la vida cotidiana de las clases populares. Reproducen fielmente su manera de hablar y sus modos de vida. Denuncian la injusticia social así como la inautenticidad y prejuicios de la burguesía y clases dirigentes. Novelas representativas de este periodo son Los bravos, de Jesús Fernández Santos, El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio, Las Ratas de Miguel Delibes. Además otros autores que se adscriben al realismo social como: Ana María Matute, Juan Goytisolo e Ignacio Aldecoa La novela experimental: los años sesenta A comienzos de los 60, se considera que el realismo social había agotado sus temas y que la novela necesitaba nuevas técnicas narrativas. Las causas de ese cambio son el desengaño de los autores ante la dificultad de que la literatura cumpliese esa función social, y el deseo de elevar el nivel estético de la obra literaria. Por lo tanto, sin abandonar los contenidos de tipo social, hay más preocupación por las cuestiones formales. Estos autores están influidos por los grandes renovadores de la narrativa del siglo XX (Joyce, Proust, Kafka), la Generación Perdida Americana (Faulkner) o los novelistas del “boom” hispanoamericano. La obra clave, es Tiempo de silencio (1961) de Luis Martín Santos. En ella vemos que se ha vuelto al protagonista individual, pero más que la trama interesan los constantes comentarios del autor, la organización estructural y el lenguaje utilizado, ya que el léxico y el estilo están totalmente alejados del realismo precedente. Son muchas las novelas importantes de este período, tanto de autores anteriores, como de otros que empiezan a publicar ahora. Destacamos Señas de Identidad de Juan Goytisolo, Cinco Horas con Mario de Miguel Delibes junto con otros autores como Juan Marsé, Juan Benet o Gonzalo Torrente Ballester. Importante también es en esta década la irrupción de la narrativa hispanoamericana que será enormemente beneficiosa para nuestra literatura, con La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa o Cien años de soledad de Gabriel García Márquez. La novela de los últimos años: desde 1975 Desde 1975 la narrativa se desenvuelve por muchos y diferentes caminos en plena relación con las corrientes literarias mundiales. Con la transición y la democracia, la literatura deja de ser un medio de transmitir ideología y los autores se sienten libres para transmitir cualquier asunto. En los setenta se continúa la experimentación en técnicas y en lenguaje, pero poco a poco se va alejando de esta corriente y hay una vuelta al interés por la historia, por el argumento. Algunos rasgos generales del género son los siguientes: Se produce un incremento del cuento y el relato corto. Temas muy variados: intimistas, policíacos, existenciales, fantásticos, históricos, actuales. Siguen escribiendo autores de generaciones anteriores, al mismo tiempo que se dan a conocer otros más jóvenes como Eduardo Mendoza con La verdad sobre el caso Savolta o El misterio de la cripta embrujada, Julio Llamazares con Luna de lobos, José Luis Landero, Juegos de la edad tardía, Arturo Pérez Reverte con La tabla de Flandes, El club dumas o la serie El capitán Alatriste, o Antonio Muñoz Molina ``Plenilunio´´.