XVI CURSO INTERDISCIPLINARIO EN DERECHOS HUMANOS ACNUR San José, Costa Rica 20 junio de 1998 CÁTEDRA NANSEN: LA OBLIGACION DEMOCRATICA DEL ASILO Guilherme da Cunha,Representante Regional para el Sur de América Latina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.* Mi país no está en la geografía, está en el tiempo Aquéllos que viven cuando yo vivo son mis compatriotas y lo que hagamos de ese tiempo será a nuestra medida Roberto Matta, pintor chileno radicado en París I. INTRODUCCION La reflexión de Matta ilustra perfectamente la visión macro o perspectiva de las Naciones Unidas sobre los problemas que afectan al conjunto de la humanidad. Ella destaca la importancia de la responsabilidad de los ciudadanos y de los gobiernos frente a los problemas transnacionales del mundo contemporáneo. El final de la guerra fría y la bipolaridad del poder mundial ha significado un cambio radical en las relaciones internacionales. Vivimos hoy un período de ruptura histórica, de transición entre un orden internacional que dejó de existir y uno nuevo cuya naturaleza, valores y proyecto de civilización desconocemos. En este viaje interminable navegamos, por así decirlo, en aguas desconocidas, con poca visibilidad y mucha turbulencia. Debemos evitar al mismo tiempo los arrecifes de un triunfalismo que nos invadió con la caída del muro de Berlín y los de un pesimismo excesivo que parece caracterizar el presente y el futuro de las relaciones internacionales. La impresión inmediata y mediática que recibimos sobre la coyuntura internacional actual es como si ella resultase de una combinación extraña y, a veces explosiva, de movimientos simultáneos de aceleración, estancamiento y repetición. Una reflexión crítica sobre el actual estado del mundo supone comprender los avances y retrocesos ocurridos en los útimos años durante el permanente combate que entablamos contra la barbarie para preservar y consolidar el Estado de Derecho democrático que heredamos de nuestros antepasados. A respecto es dable destacar los logros obtenidos en esta última década tales como la desaparición de estados totalitarios, el avance del proceso de democratización en el * Las ideas expresadas en este artículo no representan necesariamente la política oficial del ACNUR, sino sólo las de su autor. Deseo agradecer a la abogada Marcela Celia Alejandra Rodríguez por su colaboración en la traducción y revisión del texto. 1 mundo, el final del régimen del apartheid, un relativo progreso en la política mundial de desarme y una consideración progresiva de la temática del género. Dichos avances se sustentan en las distintas Declaraciones y Programas de Acción adoptados por la Comunidad Internacional durante las cumbres mundiales organizadas por la ONU sobre diversos temas relacionados con el desarrollo humano1 II. SOBRE EL FENOMENO MIGRATORIO La población mundial ya supera la marca de los 5.6 billones de personas y, según las proyecciones de las Naciones Unidas, alcanzará los II billones a mediados del próximo siglo. El 95% de ese aumento ocurrirá en los países del Tercer Mundo. En el año 2000, 8 de cada 10 ciudades con más de 15 millones de habitantes estarán localizadas en países del Tercer Mundo. En el año 2025 la población del mundo industrializado -Europa, Norte América, Australia y Japón- crecerá de 1.2 a 1.35 billones de personas en tanto que la población del Tercer Mundo crecerá de 4.1 billones a 7.2 billones de personas. Por cierto, este crecimiento demográfico desproporcional supone un rejuvenecimiento de la población en los países del Tercer Mundo en los cuales los jóvenes difícilmente encuentren trabajo. Esta situación coincide con la política de inmigración cero de los países ricos que se debaten con la recesión económica y el fantasma del desempleo. Según las Naciones Unidas existen más de 100 millones de inmigrantes en el mundo. El número de refugiados y otras personas que se encuentran bajo la competencia del ACNUR, es decir las víctimas de persecución, de guerras y de la intolerancia, se aproxima a los 23 millones de personas en tanto que el número de desplazados internos en sus países sobrepasa los 30 millones.2 El poeta y filósofo mexicano Octavio Paz al considerar el flujo migratorio procedente de América Central y México en dirección a los Estados Unidos lo compara con el viento y las corrientes marinas, como si fueran fenómenos naturales y por lo tanto, imparables. La misma reflexión puede aplicarse a otras regiones del planeta que funcionan como corredores de flujos migratorios tales como la frontera Oderneisse entre Polonia y Alemania, el Mediterráneo Occidental entre los países magrebinos y sub-saharianos y la frontera sur de la Unión Europea, y el mar del sur de China entre los países más pobres y los considerados "tigres del Sudeste Asiático". El fenómeno migratorio ha acompañado la historia de la humanidad y la mayoría de las veces ha significado modernización y progreso humano. En este sentido amplio somos todos, salvo los autóctonos, el resultado de los desplazamientos de población que nos antecedieron. Desde un punto de vista histórico debemos desdramatizar el fenómeno migratorio e impedir que en momentos de crisis como el actual sean los movimientos nacionalistas radicales, xenófobos y racistas, los inspiradores de políticas públicas sobre migración. Atribuir al otro distinto del nosotros la responsabilidad de todos nuestros males es lo que da origen a las tensiones y conflictos entre los diferentes grupos étnicos. Denunciar sin tregua ni silencio la manipulación política de los movimientos migratorios y el pretexto del "chivo expiatorio" contribuye a formar una conciencia ciudadana democrática. 1 Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible (Río de Janeiro, 1992); Derechos Humanos (Viena, 1993); Población y Desarrollo (El Cairo, 1994); Desarrollo Social (Copenhagen, 1995); Situación de la Mujer (Beijing, 1995); Habitat / Desarrollo Urbano (Estambul, 1996). 2 Según estadísticas gubernamentales recopiladas por el ACNUR. 2 Naturalmente, en esta época de crisis económica, turbulencia política y crecimiento demográfico desigual en la que vivimos, los intereses objetivos de los Estados afectados deberán ser atendidos siempre y cuando los flujos migratorios fueren masivos y atenten contra la seguridad nacional y estabilidad económica de los países de acogida. Alcanzar este equilibrio, que implica necesariamente el respeto de los derechos humanos de los migrantes, forzados o no, dependerá de una política regional y concertada entre los Estados miembros de la Comunidad Internacional. Es imperativa una política global fundada en el principio del reparto de la carga -"burden sharing"- y orientada básicamente a eliminar las causas del atraso económico y político que afecta a los Estados más vulnerables o periféricos del planeta en donde las personas, más que ciudadanos, son individuos que deambulan entre la supervivencia violenta y la emigración3. III. LAS NORMAS JURIDICAS RELATIVAS A LA PROTECCION DEL SER HUMANO La intolerancia, la persecución de los disidentes, la violación de los derechos humanos, las guerras, la violencia generalizada, la extrema pobreza o el caos económico y político que parece haberse instalado en algunas regiones del planeta generan los desplazamientos masivos de la población. Entre las personas afectadas por estos flagelos se encuentran los refugiados cuyo estatuto migratorio está reglamentado por el Derecho Internacional Público. Contrariamente de lo que sucede con los migrantes económicos que se desplazan legítimamente en busca de mejores condiciones de vida, los refugiados se desplazan para preservar sus vidas, libertad y seguridad. El artículo 3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 establece que: "Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona" Cuando estos valores fundamentales que están protegidos legalmente por el Estado de Derecho democrático son amenazados o constituyen objeto de discriminación por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un determinado grupo social u opiniones políticas, están dadas las condiciones para que una persona recurra a la protección sustitutiva de un tercer país. El artículo 14 de la misma Declaración Universal precisa en ese sentido que: "En caso de persecución toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país" y recuerda en su párrafo 2 que: "Este derecho no podrá ser invocado contra una acción judicial realmente originada por delitos comunes o por actos opuestos a los Propósitos y Principios de las Naciones Unidas". En el plano regional, el artículo 22 de la Convención Americana sobre los Derechos Humanos -Pacto de San José de Costa Rica de 1969- al tratar el derecho de circulación y de residencia, precisa con mayor rigor aún el derecho de asilo en caso de persecución e impone a los Estados signatarios el respeto absoluto del principio de no devolución (párrafos 7 y 8). 3 "Our world cannot survive one-four rich and three-forths poor, half democratic and half authoritarian, with oases of human development surrounded by deserts of human deprivation". Cf.lnforme del PNUD sobre el Desarrollo Humano, 1994. 3 Es necesario aclarar que, a pesar de las semejanzas de propósitos, existe una diferencia sustancial entre los institutos jurídicos de asilo y refugio. El derecho internacional de los refugiados reconoce el asilo en su sentido amplio de protección, acceso al territorio y respeto al principio de "non-refoulement" o de no devolución, expulsión o extradición de un refugiado a su país de origen donde su vida, libertad y seguridad estén en peligro. El derecho de asilo, sea político, territorial o diplomático, existe tan sólo en América Latina en donde los Estados signatarios de dichos tratados están obligados a otorgar protección a aquellas personas perseguidas por razones políticas o porque hubieran cometido un delito común conexo con la política4. Esta costumbre o práctica regional es secular y está relacionada con la turbulencia histórico política del continente. No por ello es menos significativa la contribución de los juristas latinoamericanos al tema de la protección internacional de los refugiados, cuya reglamentación es posterior a la Segunda Guerra mundial5. En esta presentación utilizo el concepto de asilo como equivalente a la concesión del estatuto de refugiado según aquélla reglamentación. El Derecho Internacional Público contempla tres conjuntos de normas destinadas a la protección de la persona humana: (i) el Derecho Internacional Humanitario conformado por las cuatro Convenciones de Ginebra y supervisado por el Comité Internacional de la Cruz Roja -CICRestablece un régimen de protección del ser humano en situaciones de conflicto armado internacional o no internacional; (ii) el Derecho Internacional de los Derechos Humanos conformado básicamente por la Declaración Universal de los Derechos Humanos, los dos Pactos Internacionales sobre derechos civiles y políticos y sociales, económicos y culturales de 1967, las Convenciones regionales sobre derechos humanos, las Convenciones contra la tortura y la Convención contra todo tipo de discriminación de la mujer , (iii) el Derecho Internacional de los Refugiados conformado básicamente por la Convención de la ONU de 1951 relativa al Estatuto de los Refugiados y su Protocolo Adicional de 1967 supervisados por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). El Prof. Dr. Antonio Augusto Cançado Trindade analiza con detalle, en su profundo y utilísimo Tratado de Derecho Internacional de los Derechos Humanos6, las similitudes y convergencias entre las tres vertientes de la protección internacional de la persona humana y concluye afirmando que ellas constituyen un "corpus juris" consistente y complementario. La co-existencia normativa, conceptual y operacional de estas normas que persiguen el mismo objetivo, a saber la protección del ser humano en todas y en cualquier circunstancia, permiten su aplicación simultánea sobre todo en situaciones de emergencia humanitaria tan común en este aparentemente caótico final de milenio. El jurista y filósofo italiano Norberto Bobbio, al reflexionar sobre el reconocimiento progresivo de los derechos humanos dice: "Derechos humanos, democracia y paz son tres momentos necesarios del mismo movimiento histórico: sin derechos humanos reconocidos y protegidos, no hay democracia; sin democracia, no existen las condiciones mínimas para l a solución pacífica de 4 Artículo Asilo y Refugio - Diferencias y Similitudes, de C.Bettocchi, ACNUR, Ed. ¡El, Universidad de Chile, 1996. 5 Recopilación de Instrumentos Jurídicos Interamericanos Relativos al Asilo Diplomático, Asilo Territorial, Extradición y Temas Conexos. Ed. ACNUR, 1992. 6 A.A.Can~ado Trindade, Tratado de Derecho Internacional de los Derechos Humanos, Vol. I, Cap. VIII, Ed. Sérgio Antonio Fabris. 4 los conflictos". Al enfatizar sobre el ideal kantiano de la "paz perpetua", Bobbio postula que el progreso moral y político de la humanidad así como el carácter democrático de nuestras sociedades depende en gran medida de la correcta y eficaz observancia de esos derechos7. IV. LOS DERECHOS HUMANOS DE LOS REFUGIADOS El refugiado es ante todo una víctima de la violación de sus derechos humanos. La concesión del asilo le permite recuperar la dignidad ciudadana ignorada en su país de origen. Los refugiados son seres humanos desesperados, inmersos en una situación que los supera una vez roto el vínculo de pertenencia a su comunidad de origen. Como los inmigrantes, ellos pueden contribuir al cambio, al desarrollo y a la innovación cultural de los países que les conceden asilo. Abundan en la historia ejemplos de estas almas a la deriva que contribuyeron al progreso humano. El ACNUR fue creado tras la finalización de la Segunda Guerra mundial, y su Mandato8 consiste en promover, conjuntamente con los Estados y los organismos no gubernamentales, la protección internacional y asistencia a los refugiados, entendiendo por tal la búsqueda de soluciones a sus problemas. El Mandato o Estatuto del ACNUR precisa que sus actividades son de carácter estrictamente humanitario y apolítico. La creación del ACNUR suscitó a la Comunidad Internacional a elaborar una Convención que determinara los derechos y obligaciones de los refugiados a través de un estatuto migratorio propio. De ese encuentro, ocurrido en julio de 1951 en Ginebra, resultó la Convención de las Naciones Unidas relativa al Estatuto de los Refugiados. La Convención de Ginebra de 1951 es conocida como la Carta de los Derechos de los Refugiados. Ella reglamenta la situación jurídica de los refugiados en un marco migratorio determinado, otorgándoles los derechos de residencia, trabajo remunerado, propiedad, asociación, acceso a los tribunales, educación y asistencia social, documento de identidad y de viaje, y por sobre todo, el derecho a no ser devuelto contra su voluntad a su país de origen donde su vida, libertad y seguridad estén en peligro. Algunos autores, como Héctor Gros Espiell, consideran el principio de "non-refoulement" (Art. 33 de la Convención) como parte integrante del jus cogens9. En su artículo 1, A, 2) la Convención define el término "refugiado" indicando que el mismo se aplicará a cualquier persona que: "... como resultado de los acontecimientos ocurridos en Europa antes del 1° de enero de 1951 y debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentre fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de tal país; o que, careciendo de nacionalidad y hallándose, a consecuencia de tales acontecimientos, fuera del país donde antes tuviera su residencia habitual, no pueda o, a causa de dichos terrores, no quiera regreasr a él. "10 Esta definición constituye el concepto jurídico clásico de refugiado orientada a la protección del individuo que, temiendo ser víctima de persecución por los motivos indicados, abandona su país en busca de asilo. La concesión del estatuto de refugiado por el Estado signatario deberá observar 7 N.N.Bobbio, La era de los Derechos, Ed. Campus, 1992. 8 Res. de la Asamblea General de las Naciones Unidas N° 428 (V) del 14 de Diciembre de 1950. 9 Artículo "Repatriación de Refugiados" Héctor Gros Espiell, Memorias del Coloquio en Cartagena de Indias 1983-ACNUR-Centro Regional de Estudios del Tercer Mundo Univ.Nac. de Colombia, 1986. 10 Convención de Ginebra de la ONU, Recopilación de Instrumentos Jurídicos Internacionales: Principios y Criterios relativos a Refugiados y Derechos Humanos, ACNUR, 1992. 5 las causas, los criterios geográficos y temporales de la definición, así como también evaluar un justo equilibrio entre el temor fundado de persecución (elemento subjetivo) y las condiciones existentes en el país de origen del solicitante de asilo (elemento objetivo). No cabe duda alguna que la definición del término "refugiado" y la codificación internacional de sus derechos y obligaciones ha significado una conquista importante para la humanidad en general y para el Estado de Derecho democrático en particular. Sin embargo, esta definición contempla algunas limitaciones debido al contexto histórico político en que fue elaborada. Dichas limitaciones son de orden geográfico (acontecimientos ocurridos en Europa), temporal (antes del 1° de enero de 1951) y político-ideológica (guerra fría). El Protocolo Adicional de 1967 ha procurado subsanar algunas de esas limitaciones al suprimir la fecha límite de 1951 (reserva temporal), como así también la referencia explícita al espacio geográfico europeo (reserva geográfica), concediendo de este modo carácter universal a la Convención de Ginebra de 1951. Era evidente que el problema de los refugiados no se restringía tan sólo a la Segunda Guerra mundial ocurrida en Europa, sino que la protección de los refugiados debía imponerse igualmente en otros continentes escenarios de nuevos conflictos y convulsiones. El continente africano, en pleno proceso de descolonización y guerras de liberación nacional durante los años '60, fue el primero en ser afectado por los desplazamientos masivos de la población. Los Estados africanos conscientes del desafío que representaba esta nueva situación, decidieron adoptar en 1969 la Convención de la Organización de la Unidad Africana (OUA) para tratar los aspectos específicos del problema de los refugiados en África. Esta Convención preserva en su totalidad el articulado de la Convención de 1951 y de su Protocolo Adicional de 1967, pero innova en el sentido de extender el beneficio de la protección internacional a otra categoría de personas que, según la Convención de 1969, merecían igualmente el estatuto de refugiados. En efecto, el artículo 1 °, párrafo 2 de la Convención establece que: "El término refugiado se aplicará también a toda persona que, a causa de una agresión exterior, una ocupación o una dominación extranjera, o de acontecimientos que perturben gravemente el orden público en una parte o en la totalidad de su país de origen, o del país de su nacionalidad, está obligada a abandonar su residencia habitual para buscar refugio en otro lugar fuera de su país de origen o del país de su nacionalidad".11 La Convención de la OUA representa un claro avance en relación a la Convención de 1951 por extender la protección internacional a aquellas personas que cruzan una frontera internacional por motivos adicionales de los indicados en esta última en su artículo 1, A, 2), tales como causales de agresión externa, ocupación, dominio extranjero u acontecimientos que perturben gravemente el orden público. Decimos que se trata de un avance toda vez que amplía el ámbito de aplicación de un instrumento de Derecho Internacional de los Refugiados a todos aquéllos que necesitan ser protegidos. Igualmente, en otro contexto geográfico, el de América Central de los años '80, un grupo de juristas latinoamericanos reunidos en un Coloquio organizado por el ACNUR en 1984 en 11 Convención de Ginebra de la ONU, Recopilación de Instrumentos Jurídicos Internacionales: Principios y Criterios relativos a Refugiados y Derechos Humanos, ACNUR, 1992. 6 Cartagena de Indias, Colombia, amplió aún más el concepto de refugiado previsto en la Convención de 1951 y en la Convención de la OUA de 1969. Resultado de ello es lo que ha dado en conocerse como la definición de Cartagena, contenida en la conclusión tercera de la Declaración, al proponer que el concepto de refugiado debería también extenderse a todas aquellas personas que: "... han huido de sus países porque su vida, seguridad o libertad han sido amenazads por la violencia generalizada, la agresión extranjera, los conflictos internos, la violación masiva de los derechos humanos u otras circunstancias que hayan perturbado gravemente el orden público. "12 Es importante reiterar que tanto la definición contenida en la Convención de la OUA de 1969, como en la Declaración de Cartagena de 1984 no sustituyen la definición del artículo 1, A, 2) de la Convención de Ginebra de 1951 y tampoco excluyen el régimen jurídico de tratamiento de los refugiados allí establecido. Ambas definiciones incorporan y al mismo tiempo amplían el concepto clásico de refugiado a otros beneficiarios, adaptándolo a las nuevas realidades históricopolíticas del mundo contemporáneo, sin renunciar al marco jurídico de la Convención de Ginebra de 1951 y su Protocolo Adicional de 1967. La definición ampliada del concepto de refugiado que figura en la Convención de la OUA y en la Declaración de Cartagena pretende responder a las nuevas situaciones creadas por los conflictos étnico-nacionales que se intensificaron con el final de la guerra fría. La desintegración de los Estados, las guerras, la violencia generalizada y la violación sistemática de los derechos humanos constituyen las principales causas de los desplazamientos masivos de población. El reconocimiento de la condición de refugiado deja de ser individualizado y las condiciones objetivas existentes en los países de origen de los solicitantes priman sobre el criterio subjetivo relativo al temor fundado de persecución. Al respecto, es dable mencionar la reflexión del jurista brasilero Antonio Cançado Trindade al afirmar que: "...dentro de esta misma evolución, el criterio subjetivo clásico de calificación de los individuos -que abandonan sus lugares en busca de refugio- se muestra en nuestros días anacrónico, habiendo cedido lugar al criterio objetivo centralizado preferentemente en las necesidades de protección".13 Tal enfoque es compatible con la práctica de protección internacional ejercida por el ACNUR en todo el mundo donde la gran mayoría de los refugiados reconocidos lo son teniendo presente la magnitud y complejidad de las actuales crisis de emergencia humanitaria que afectan los distintos continentes. Así por ejemplo, en situaciones de conflicto y violencia generalizada existentes en África Central (región de los Grandes Lagos), en los Balcanes (ex-Yugoslavia y Albania) o en Asia Central (Estados de la antigua Unión Soviética como Chechenia, Arzeibajan, Armenia, Tajikistan o Georgia), es prácticamente imposible proceder al reconocimiento individualizado o evaluar el temor fundado de persecución de cada persona que abandona su país en busca de refugio. Son millares y algunas veces millones de personas afectadas en su mayoría mujeres, niños y ancianos que no participan de los combates y que necesitan ser protegidos. Aplicar la noción de "refugiado" en su sentido amplio significa en la práctica extender el Mandato original del ACNUR y además ampliarlo a otras categorías de beneficiarios como las víctimas de guerra, de la violencia generalizada o de la violación sistemática de los derechos humanos y algunas veces las personas desplazadas en sus propios países que se encuentran en una 12 Convención de Ginebra de la ONU, Recopilación de instrumentos Jurídicos Internacionales: Principios y Criterios relativos a Refugiados y Derechos Humanos, ACNUR. 1992 13 Ver A.A. Caneado Trindade, op., cit. cap.IX, para 92. 7 situación similar a la de los refugiados sin que hubieran cruzado una frontera internacional (Bosnia Herzegovina, Colombia, Perú, República Democrática de Congo, Ruanda, Somalía, Sri Lanka Sudán, entre otros ejemplos). En el caso particular de Colombia y a solicitud de su gobierno, el ACNUR, previa autorización del Secretario General, creó una Oficina de Encargado de Misión en Bogotá. Según las informaciones disponibles el número de desplazados internos, víctimas de la violencia desencadenada en este país entre los años 1985 y 1996, se estima en 900.000 personas. Sobre esta materia es dable destacar la Declaración de San José sobre los Refugiados y Personas Desplazadas de 1994, que fue adoptada en el marco del décimo aniversario de la Declaración de Cartagena. La Declaración de San José actualiza, reitera y amplía el ámbito de aplicación de la Declaración de Cartagena al enfatizar la importancia de los derechos humanos de los refugiados y de las personas desplazadas en América Latina y en el Caribe, incluyendo los movimientos migratorios forzados provocados por causas distintas de las previstas en la Declaración de Cartagena. La nueva Declaración afirma que la plena observancia de los derechos económicos, sociales y culturales constituyen la base del desarrollo humano sostenible, de la construcción de la paz y de la consolidación de la democracia en el continente. La Declaración de San José innova asimismo al considerar la importancia del enfoque de género, de los derechos de las poblaciones indígenas y de los niños, así como también de las personas que emigran por razones económicas, recordándonos que ellas son en primer lugar "titulares de derechos humanos que deben ser respetados en todo momento, circunstancia y lugar".14 V. LA CRISIS DEL DERECHO DE ASILO El derecho de asilo está en crisis e incumbe a la ciudadanía organizada, a los gobiernos de los Estados miembros impedir por todos los medios que esta importante conquista de la humanidad se debilite o lo que es peor aún, desaparezca del marco jurídico-institucional del Estado de Derecho democrático.15 El aumento considerable del número de refugiados y de personas desplazadas en estos últimos años llegó a alarmar a la Comunidad Internacional y a su expresión político-institucional, las Naciones Unidas, ambas preocupadas o poco aptas para hacer frente a las causas políticas y económicas que han dado origen a este grave problema humanitario. La crisis del derecho de asilo se ha agravado con el fin de la guerra fría y la desintegración del mundo comunista. La desaparición de la ex-Unión Soviética ha anulado la ventaja ideológica o geopolítica que representaban los refugiados para ambos bloques del poder mundial. Actualmente, la mayoría de las crisis humanitarias, con excepción de la Guerra del Golfo y hasta un cierto punto, la desintegración de la ex-Yugoslavia, no amenazan directamente los intereses estratégicos de las grandes potencias. En los países desarrollados parece consolidarse una tendencia restrictiva en el tratamiento otorgado a la situación migratoria de los extranjeros en general y de los refugiados en particular. La crisis económica que nos afecta, particularmente el fenómeno del desempleo, conlleva a los gobiernos, apoyados por la opinión pública, a restringir la entrada de extranjeros pobres y pocos calificados en sus territorios. Imposición de visas, sanciones a compañías aéreas que transportan 14 Ver Declaración de San José y A.A. Cantado Trindade, op.cit. cap.IX Ver Celso Lafer, La reconstrucción de los derechos humanos. Un diálogo con el pensamiento de Hannah Arendt, Ed. Schwarcz Ltda., San Pablo, 1991. 15 8 extranjeros indocumentados, severos controles de frontera, procedimientos de elegibilidad acelerados, detenciones, limitación al derecho de reunión familiar, y aplicación restringida del concepto de refugiado (Art. 1, A 2) de la Convención de Ginebra de 19 51) y tantas otras medidas de carácter administrativo, conducen a relacionar indiscriminadamente migrantes económicos y solicitantes de asilo. Dicha tendencia es aún más peligrosa cuando se extiende a terroristas. En ese mismo contexto, los movimientos sociales de carácter racista y xenófobo, que imaginábamos enterrados, resurgieron con fuerza y en algunos países son los que sostienen políticas públicas anti-inmigrantes y refugiados. Es bueno recordar que políticas públicas de esa naturaleza debilitan el Estado de Derecho democrático en general y el derecho de asilo en particular. Al respecto, vale citar la profunda y oportuna reflexión del filósofo español Fernando Savater sobre la "Obligación Democrática del Asilo", donde dice: "Una de las mentes más lúcidas y vigorosas del pensamiento contemporáneo, Hannah Arendt, profetizó que nuestro siglo acabaría marcado por la existencia masiva de refugiados, fugitivos, gente desposeída de todos sus derechos y obligada a buscarlos lejos de su patria. Acertó plenamente, por desdicha, las imágenes de los que huyen de la guerra, del racismo, de la intolerancia religiosa o ideológica, o simplemente del hambre, de los que huyen arrastrando como pueden sus escasas pertenencias, de esos hombres y mujeres que se apresuran sin saber hacia dónde, jóvenes, viejos o niños, con la bruma del espanto y del despojo en la mirada, las imágenes de los que atraviesan a pie los montes y las brasas de los desiertos, de los que duermen sueños de acosados en el lodo, de los que atiborran embarcaciones precarias que a veces se hunden en las olas, las imágenes de los que cruzan alambradas y sortean como pueden los disparos de guardianes implacables, esas imágenes son hoy el equivalente moral de lo que fueron en su día las escenas de los reclusos famélicos y aterrorizados en los campos de concentración nazis y comunistas. Si ante películas como "La lista de Schindler" nos sentimos obligados a sollozar "¡nunca más!"', lo sincero de ese movimiento de justicia y compasión se medirá por nuestra actitud ante los perseguidos y hostigados de ahora mismo: ayer era imperativo liberarles de sus cárceles, hoy lo es acogerles en nuestros países, bajo nuestras leyes y compartir nuestras libertades". "La historia ha sido siempre una catástrofe, cuyos logros positivos han sólido pagarse a precios terribles de lágrimas y sangre. Nuestro siglo no ha constituido una excepción, todo lo contrario: las ideologías científicamente exterminadoras en nombre de la raza o de la clase, las armas de destrucción masiva, el propio aumento de la población humana, han contribuido a aumentar sus semejantes. La obligación del asilo es una de las pocas tradiciones que podemos calificar sin disputa como realmente civilizada. Y es también el gran desafío actual que se plantea a nuestras democracias. Los y las suplicantes, lo sabemos desde Esquila, deben ser acogidos: la barbarie que les persigue es su carta de ciudadanía ante quienes nos tenemos por diferentes y mejores que los bárbaros. No hay excusa, apenas cortapisas prudenciales. A fin de cuentas, la condición del desterrado nos recuerda, no ya a todo demócrata sino a todo ser humano reflexivo, la nuestra propia Pues, como dijo Empédocles, "el alma también está exilada: nacer es siempre viajar a un país extranjero". De nosotros depende que el acoso y el desasosiego de esta condición común se conviertan en fraternidad cívica".16 16 Fernando Savater, texto sujeto a la Delegación del ACNUR en Madrid, España, con motivo de la creación en ese país en 1994 de la Organización no-Gubernamental "España con ACNUR", de la cual es miembro. Sobre el mismo tema, ver Celso Lafer, La reconstrucción de los derechos humanos. Un diálogo con el pensamiento de Hannah Arendt, Ed. Schwarcz Ltda., San Pablo, 1991, op.cit. 9 Por otro lado, se verifica en la práctica una dificultad cada vez mayor en distinguir un inmigrante económico de un solicitante de asilo. En verdad, considerando el contexto económico, social y político del país de donde proceden, ambas categorías de personas se confunden y ambas necesitan protección internacional. Se impone por lo tanto evitar que un refugiado genuino sea devuelto a su país de origen donde su vida, libertad y seguridad estén en peligro. Las personas que se desplazan lo hacen fundamentalmente por razones económicas o políticas y en la mayoría de los casos, teniendo en cuenta la coyuntura internacional actual, no pretenden llegar a ningún paraíso sino más bien escapar del infierno existente en sus países. Los ciudadanos bosnios, albaneses, liberianos, zaireños, angolanos, haitianos, congoleños y tantos otros se encuentran en esa categoría de individuos a la deriva y sería poco humano o democrático denegarles protección. Como dice la Señora Sadako Ogata, actual Alta Comisionada de las Naciones Unidas, el problema de los refugiados es un problema de humanidad y de la humanidad. En el plano regional, América Latina siempre ha sido una tierra abierta a los inmigrantes y refugiados. La consolidación progresiva del Estado de Derecho democrático permitió la repatriación voluntaria de sus refugiados. Así por ejemplo, en los países del cono sur pasamos de ser países emisores de refugiados a países de asilo. La labor que la oficina Regional para el Sur de América Latina ha desarrollado en el marco del Derecho Internacional de los Refugiados puede ser resumida como sigue: Argentina: A partir de la creación del Comité de Elegibilidad para los Refugiados, CEPARE, por Decreto N° 464/85 del 11 de marzo de 1985, el reconocimiento de la condición de refugiado es determinada por este órgano gubernamental dependiente del Ministerio del Interior. El CEPARE se encuentra integrado por el Director Nacional de Migraciones, y los Directores de Asuntos Jurídicos y de Admisión de Extranjeros de la Dirección Nacional de Migraciones, un representante del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto y un representante del ACNUR. El ACNUR participa en las decisiones del CEPARE con derecho a voz pero sin voto. La determinación del reconocimiento de la calidad de refugiado es tomada por el CEPARE por simple mayoría y sin plazos preestablecidos. Sus resoluciones son recurribles ante el Ministerio del Interior. Desde que el/la solicitante de refugio presenta su solicitud obtiene su residencia temporaria, materializada a través del un Certificado de Residencia Precaria, que le permite permanecer y trabajar en el país temporariamente. Una vez reconocido su status de refugiado/a, obtiene el Documento Nacional de Identidad para Extranjeros. Bolivia: Con la finalidad de cumplir la Convención de 1951 de las Naciones Unidas sobre el Estatuto de los Refugiados y su Protocolo de 1967, por Decretos Supremos N° 19.639 y 19.640 del 4 de julio de 1983 se dio creación y competencia para la determinación del reconocimiento de la condición de refugiado a la Comisión Nacional para los Refugiados, CONARE. La Secretaría Nacional de CONARE es un órgano gubernamental dependiente del Ministerio de Justicia, por Decreto Supremo 23.763 del 21 de abril de 1994. Las decisiones de CONARE son tomadas sin plazo alguno determinado por mayoría absoluta de su Comité Ejecutivo, el cual está integrado por delegados del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, del Ministerio del Interior y del ACNUR, teniendo este último derecho a voz y voto. Las resoluciones del Comité Ejecutivo de CONARE son recurribles ante la Comisión misma en pleno. Desde su presentación el/la solicitante de refugio obtiene un documento provisional de admisión que le permite permanecer en el país. Una vez reconocido su status, el/la refugiado/a obtiene su Cédula de Identidad para Extranjeros, categoría refugiado. 10 Brasil: La Ley 9.474 del 22 de julio de 1997 define los mecanismos para la implementación del Estatuto de los Refugiados de 1951 y su Protocolo de 1967. Por esta ley, cuya reglamentación aún se encuentra pendiente, se creó el Comité Nacional para los Refugiados, CONARE. El CONARE es un órgano gubernamental dependiente del Ministerio de Estado de Justicia que tiene a su cargo la determinación del reconocimiento de la condición de refugiado. Está integrado por un representante de los Ministerios de Estado de Justicia, quien lo preside, de Relaciones Exteriores y Culto, de Salud, de Educación y Deporte, del Departamento de Policía Federal, de una organización no gubernamental dedicada a la protección y asistencia a los refugiados y del ACNUR. Este último tiene derecho a voz pero sin voto. La decisión del CONARE respecto de la determinación del reconocimiento de la condición de refugiado, es recurrible ante el Ministerio de Estado de Justicia. El/la solicitante de refugio al presentar su solicitud, recibe una Cédula de Identidad Provisoria la cual le permite permanecer y trabajar en el país temporariamente. Una vez reconocida su calidad de refugiado/a, recibirá su Cédula de Identidad de Extranjero con categoría de Refugiado. Chile: Por Ley 19.476 del 14 de octubre de 1996 modificatoria de la Ley de Extranjería (Dto. Ley N° 1.094/75) y Decreto Supremo Reglamentario N° 2518 de 1998 se ha establecido el procedimiento regulatorio en materia de asilo y refugio. Por este último decreto se creó la Comisión de Reconocimiento del Estatuto del Refugiado, órgano gubernamental dependiente del Ministerio del Interior, integrada por miembros del Ministerio del Interior y del Ministerio de Relaciones Exteriores. Ante una solicitud de refugio, la Comisión podrá requerir informes al representante local del ACNUR, quien tiene derecho a ser escuchado. El reconocimiento de la condición de refugiado y el otorgamiento de asilo territorial, así como el rechazo de la solicitud, será declarado mediante resolución firmada por el Subsecretario del Interior. Durante el procedimiento de elegibilidad, los solicitantes obtienen una visa de refugiado/a, que les permite permanecer y trabajar en el país de manera temporaria. Una vez reconocida la condición de refugiado/a, obtienen una Cédula de Identidad para Refugiados. Uruguay: Si bien todavía no hay legislación en materia de asilo y refugio, se aplica la normativa migratoria vigente y se encuentra reconocido el Mandato del ACNUR. Por medio de un procedimiento ad hoc el ACNUR formula las recomendaciones pertinentes al Ministerio del Exterior. En el caso de una decisión positiva el/la solicitante de refugio obtiene el reconocimiento de su status y la residencia que le permite, al igual que todo migrante, permanecer y trabajar en el país. El ACNUR actúa subsidiariamente en el proceso de elegibilidad. En la actualidad se encuentra con tratamiento parlamentario un Proyecto de Ley sobre Asilo y Refugiados para el cual el ACNUR ha aportado sus comentarios y sugerencias. Quisiera finalizar expresando que en este proceso de consolidación de un espacio humanitario en el Sur de América Latina, el ACNUR espera que los Estados asuman cabalmente sus responsabilidades en materia de refugiados, tanto en lo que respecta a la protección efectiva de sus derechos como en la integración social y económica en los países de acogida. Sabemos que, como regla general, un Estado democrático no produce refugiados aunque existen excepciones. Sin embargo, parafraseando a Hannah Arendt podría decirse que la naturaleza democrática de nuestras sociedades es directamente proporcional a la vigencia de un procedimiento justo y efectivo del otorgamiento de asilo. 11